El canalla posmoderno - Bienvenidos a Alto de la Luna

Transcripción

El canalla posmoderno - Bienvenidos a Alto de la Luna
El canalla posmoderno
Escrito por Willard Díaz
Rostros conocidos.
Muchas cosas han cambiado en los últimos treinta años, pero se necesita al menos tener más
de cuarenta para notar la diferencia, para hacer comparaciones y sopesar ventajas y
desventajas. El tiempo siempre trae cambios pero estos últimos fueron de otra naturaleza,
cambios en la sociedad toda y por lo tanto también en los individuos, en las clases de
personas, en la “subjetividad”, como dicen los teóricos.
“Si tuviéramos que dividir épocas, es a partir de la caída del Muro de Berlín, del fracaso de la
Unión Soviética, cuando aparece la idea de que el capitalismo está aquí para quedarse, y ello
tiene repercusiones en el globo entero”, dice Juan Carlos Ubilluz a los alumnos de Literatura de
la UNSA. Lo hemos invitado aprovechando que la Escuela de Sociología lo trajo para su
Simposio de Aniversario. El salón está lleno, casi todos los que escuchan han leído su libro
“Nuevos Súbditos” y quieren hacerle preguntas. Él empieza por resumir sus ideas. Habla
pausado pero claro y preciso, sin dar concesiones.
Con el nuevo modelo de empresa y de publicidad ha surgido un nuevo modelo de político y de
administrador, y con ellos un nuevo ideal de “hombre de éxito” y de calidad de vida. Ubilluz
explica que en términos psicoanalíticos (lacanianos) se ha producido “en primer lugar, la actual
“desintegración del Otro”; esto es, la desaparición del orden simbólico. Lo cual implica el
debilitamiento de ciertos ideales de la civilización moderna, ideales como la renuncia a
postergar mis deseos en nombre de la comunidad”.
El Otro, con mayúscula, es el orden social simbólico, la ley, la voz del Padre.
En vez de el imperativo moral moderno, dice Ubilluz, “el nuevo imperativo es satisfacer mis
deseos inmediatamente; la orden es “¡Goza. Goza ahora!”. Eso no es solo algo cultural, sino
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Escrito por Willard Díaz
que está inscrito en la materialidad de lo social, aunque de distintas maneras en distintos
lugares”.
Cuando la economía mundial pasa del sistema de producción de bienes para cubrir las
necesidades humanas al sistema que el marketing llama de “producción de necesidades”, el
objetivo de las empresas se desplazó hacia el imaginario, a la satisfacción de las pulsiones
elementales, al cerebro “reptiliano”, como explicó un especialista internacional en
Neuromarketing el anteaño en la San Ignacio de Loyola. Más que bienes, se produce ahora
servicios. Esto es el mundo posmoderno.
¿Dónde lo vemos? Según Ubilluz en “la predominancia de las tarjetas de crédito, la necesidad
de remplazar más pronto los objetos, los carros se devalúan más rápido, la llamada Publicidad
Total, todos nos obligan a consumir bajo el constante imperativo ¡Goza! Lo dice el slogan en
inglés de Coca Cola: Enjoy”.
Es el signo de la Globalización.
Pero por supuesto en cada país y en cada ciudad la orden se vive de un modo diferente. En
algunos lugares el Estado impone ciertos límites todavía, en algunas regiones las tradiciones
étnicas desvían los efectos de la posmodernidad; mientras que en otras partes se producen
mezclas perversas. “En nuestro país —explica Ubilluz a los estudiantes— ese factor global se
engarza con una predisposición a la trasgresión: desde la colonia tenemos una predisposición
histórica a trasgredir. En el libro de Scarlett O`Phelan sobre Túpac Amaru se explica que su
rebelión viene luego de que España quiso controlar mejor las aduanas en el Perú, y eso porque
los aduaneros peruanos se estaban robando la plata; entonces quisieron enviar aduaneros
españoles y eso provocó entre otras cosas la rebelión de Túpac Amaru. Los súbditos de
España estaban contentos de transgredir la norma. Aceptaban las leyes para luego
transgredirlas”.
“Entonces, hay entre nosotros una transgresión que pertenece al orden “criollo”. No hay una
subversión de la palabra del Amo, aceptamos la palabra del Amo y luego la transgredimos; le
sacamos la vuelta, no la enfrentamos. Es un reflejo criollo que llega hasta nuestros días”,
señala Ubilluz.
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Eso mismo dice el sociólogo Hugo Neira en su libro “El mal peruano”.
Pero las cosas van más allá. “Ese reflejo criollo se engarza con el imperativo categórico del
discurso capitalista contemporáneo y se produce algo más fuerte —añade Ubilluz—. La
criollada puede ser cómica; ese meterse en la cola como por distracción, esas trampas en el
fútbol, producen cierta risa. Freud decía que la risa tiene que ver el relajo del imperativo
superyóicio. En cambio ahora hay una mayor prisa, mayor violencia y agresividad a la hora de
transgredir”.
Lo que resulta de la combinación peruana entre la criollada y la ideología de la globalización es
en primer lugar el cinismo posmoderno. “El cínico de nuestra época sabe muy bien que ni el
éxito ni el dinero ni las mercancías traen consigo la felicidad, y sin embargo, actúa como si no
lo supiera” ha escrito Ubilluz en “Nuevos Súbditos”, y más adelante precisa aun: “Es a la vez
patético y risible: el cínico se cree no-engañado por la ideología dominante simplemente
porque la critica o se burla de ella. Pero a ella le importa un bledo lo que crea el cínico con tal
de que actúe como se supone que debe actuar”.
El Otro simbólico (la ley, el nombre del padre) ha sido sustituido por un Otro imaginario,
producto del mercado. Así, cuando uno llega a su casa cansado y enciende el televisor para
ver un programa cómico, no importa si los chistes le dan risa o no, hay alguien que se ríe por él
en el televisor. “No importa —escribe Ubilluz— que uno crea en los ensueños de los
comerciales, de las telenovelas o de los programas cómicos. Lo importante es que uno
adquiera la habitud de verlos y que ya no pueda concebir la vida sin mirar o ser mirado por la
televisión”.
Algunos en el salón se ponen inquietos, Juan Carlos Ubilluz con plumón en mano traza en la
pizarra los esquemas psicoanalíticos que explican el discurso capitalista. Alguien quiere
preguntar pero él continúa. Explica ahora la teoría lacaniana de la Perversión: “El perverso no
es simplemente aquel que transgrede la ley sino aquel que hace de la transgresión de la ley un
deber. Transgredir la ley se convierte en la ley”.
El cínico se transforma entonces en el canalla posmoderno: “El canalla, por su parte, es una
especie entre la familia de los cínicos que finge la identificación con un ideal para hacer
prosperar sus propios intereses”, define Ubilluz en su libro.
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Después de dos horas el joven psicoanalista ha explicado cómo Fujimori y Montesinos
encarnaron esos nuevos tipos de personajes traídos por la globalización al Perú, cómo su
manejo de los medios extendió tal mentalidad entre los jóvenes y niños de los años 90, la
“generación fujimorista”, y cómo habría que proceder para transformar la situación.
Ha sido un alumno quien le ha dicho: “Después de leer su libro y de escucharlo uno se
pregunta cuál es el futuro del país”. Y Juan Carlos abre una puerta a la esperanza. “No se trata
de transgredir la ley, los transgresores de hoy son parte del sistema, son esos jóvenes que se
fingen progres e incluso marginales y anti conservadores, pero que solo usan esas poses para
hacerse más funcionales al sistema posmoderno de consumo. Son los que nada más desean
convertirse en populares y luego en “hombres de éxito”, los nuevos cínicos y canallas. De lo
que se trata, creo yo, es de subvertir el sistema, atravesar el fantasma de la oposición entre
individuo y sociedad como alternativa ciega. Hay en la informalidad, por ejemplo, un atisbo de
subversión. No digo que seamos todos informales ni que formalicemos a los informales como
alguien quiere, sino que busquemos en este movimiento creativo hacia la supervivencia aquello
que pueda inspirar nuevas formas de institución, de participación, de orden simbólico”.
Cuando al final los estudiantes de literatura abandonan el salón una corriente de ideas frescas
ha ventilado la Escuela. “Ahora entiendo para qué sirven todos estos libros”, me dice un
estudiante dos días más tarde.
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