Notas con armonía - Fundación Armonía

Transcripción

Notas con armonía - Fundación Armonía
Festivalito Ruitoqueño de música colombiana
Vigías del Patrimonio
Patrimonio Cultural de Santander - Patrimonio Cultural de Floridablanca
Orgullo de Santander para Colombia
Notas con Armonía N° 389
Boletín institucional de la Fundación Armonía con información cultural y de interés general.
Bucaramanga, Santander, Colombia
13 años (2003-2016)
Cuando un amigo se va…
Luis Carlos Orozco Vargas, buen amigo, padre afectuoso, esposo amoroso, médico epidemiólogo. investigador, compositor,
intérprete, actor de teatro, en fin, fueron muchas las facetas que Luis Carlos manejó en su vida.
Loco, poeta, soñador, mamagallista, fueron mucha las veces que compartimos nuestra vida desde la primaria hasta llegar a la
afición por la música y pasar unos ratos inolvidables llenos de humor en los ensayos y en presentaciones en diferentes escenarios
de la ciudad con el grupo Quetalsito.
La Fundación Armonía perdió uno de sus grandes amigos y socio benefactor: qué pesar, descanse en paz.
Luis Carlos Villamizar Mutis
XXVI Festivalito Ruitoqueño
Convocatoria
Les pedimos que por favor lean cuidadosamente esta convocatoria.
Todos los intérpretes que deseen participar deben hacer audición. Para tal fin deben enviar la inscripción a más tardar el día:
1 de mayo de 2016
Se aceptan inscripciones en las que el correo venga con hora límite de envío de las 12 de la noche del 1 de mayo de 2016
Correo al cual deben enviarla: [email protected]
Inscripción
Diligenciar el formulario que deben bajar de nuestra web: www.fundacionarmonia.org
Importante: el formulario deben diligenciarlo y enviarlo en Word, no en pdf.
XIV Festival Universitario de Música Instrumental
11 al 16 de abril de 2016
Universidad Pontificia Bolivariana UPB
Seccional Bucaramanga
Festival universitario único en su género…y se hace en Santander…y bien hecho
Carrera 19 N° 31-65 Piso 2 Salón 28 Teléfono 6331497 Celular 3175102019 [email protected] www.fundacionarmonia.org
Centro Cultural del Oriente Colombiano Bucaramanga, Santander, Colombia
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Festivalito Ruitoqueño de música colombiana
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Adiós a una superestrella
Por: Redacción Vanguardia Liberal
Falleció el pasado 2 de febrero en la ciudad de Bogotá el maestro santandereano Jesús Pinzón Urrea, autor de la
música del himno del Departamento. Queda para la historia la riqueza y la sensibilidad de su prodigioso legado
musical.
Nacido en Bucaramanga en 1928, el maestro Pinzón, un ‘compositor polifacético, vanguardista e impredecible’, fue, además de un
virtuoso ‘pianista improvisador’, el ‘músico colombiano más taquillero en el campo de los géneros no populares’, como dijo alguna
vez Carlos Barreiro Ortiz; “uno de los más grandes compositores contemporáneos de Latinoamérica”, según el Conservatorio
Peabody de la Universidad Johns Hopkins, y uno de los “Mil personajes más importantes del siglo XX”, según el diario El Espectador.
Jesús Pinzón Urrea se graduó en 1967 como Maestro en Composición Musical y Director de Orquesta de la Universidad Nacional de
Colombia (sede Bogotá), en donde fue, posteriormente, director del Departamento de Música y catedrático de composición hasta
1991. Fue también presentador por varios años del programa televisivo ‘Música para todos’, y uno de los primeros directores de la
Orquesta Filarmónica de Bogotá –agrupación con la que mantuvo un estrecho vínculo durante toda su vida y con la que estrenó
numerosas obras y arreglos musicales–. Entre sus piezas más conocidas –interpretadas en los dos últimos años por la Filarmónica,
en un acto de reconocimiento al extraordinario aporte del maestro Pinzón a la música colombiana y latinoamericana– están:
Concierto para cinco timbales, Concierto para piano, Creación Vallenata, Evocación Huitota, La muerte de Cristo con sonido en la,
Las voces silenciosas de los muertos, Rito Cubeo y Goé Payari, entre otras.
Más de cuatro décadas de constante dedicación a la música dejan para la historia y el acervo cultural del país más de medio centenar
de obras para orquesta, de cámara, coro, conciertos, percusión y versiones sinfónicas de piezas tradicionales. Pinzón, quien se
calificaba como un músico sin inhibiciones, transitó con igual vehemencia y fluidez por “los extremos que hacen parte de una misma
idea: el sentido religioso (‘La muerte de Cristo en la’), tonadas caribeñas (‘Creación vallenata’), rigor político (‘Cantata por la paz’)
y su espíritu humanitario (‘Los niños que no nacen’)”. Asimismo, en muchas de sus obras se evidencia su profundo interés en las
músicas indígenas y tradicionales colombianas –que lo llevó a ser miembro activo del Centro de Estudios Folklóricos y Musicales de
la Universidad Nacional de Colombia entre 1967 y 1970– y su pasión por el estudio de los símbolos empleados en la escritura de la
música contemporánea, intereses que lo condujeron a la “búsqueda cuidadosa de efectos sonoros mediante técnicas aleatorias y
elaboración de lo tradicional”, del que sus obras son prueba sonora. Por esta razón aseguran los eruditos que a través de su música
el maestro Pinzón entendió al país y a su gente, al proponer “un horizonte amplificado de recursos sonoros, tímbricos y de ritmo”.
De acuerdo con la Orquesta Sinfónica de Colombia, “la obra Rito Cubeo es un ejemplo particular de esta inclinación musical.
Encargada por la Orquesta Filarmónica de Bogotá, cada movimiento narra una etapa del ritual que se lleva a cabo en el Vaupés con
el nacimiento de un niño. En primer lugar, está la formación de un círculo con humo de tabaco. Luego está la fabricación de un
cerco de madera, y, por último, el encerrar un sapo para evitar daños. Otro elemento que caracteriza la obra de Jesús Pinzón es la
búsqueda de la combinación de música y grafía. En esta pieza, los elementos musicales sirven en instancias para imitar, ambientar
y recrear todos los elementos dentro del ritual”. En otras piezas, como El piano, su magia y la selva, “el maestro Pinzón utiliza un
completo arsenal de instrumentos tradicionales de percusión e incluye elementos extraños, como serrucho de carpintería,
mangueras, sonidos humanos, cañas de fagot y oboe, gritos salvajes”. Quizá por ello el lenguaje musical del maestro Pinzón fue
descrito por él mismo como ‘pluralista’, término con el que recoge los elementos aparentemente contradictorios que reúne en su
obra, caracterizada por moverse con igual fluidez en los terrenos del virtuosismo técnico como en territorios más francos, que le
brindan la posibilidad de “jugar libremente con las texturas tímbricas combinando diferentes sonidos de instrumentos, para luego
entrar en pasajes contrapuntísticos”, así como con la tonalidad y el atonalismo. alga decir que este estilo aparentemente
contradictorio –pero que en el fondo revela una profunda conciencia de la libertad del músico contemporáneo, una enorme capacidad
de beber de fuentes diversas y un ejercicio constante de independencia de criterio, sumado a una fina sensibilidad que le permite
captar lo más significativo de las diversas corrientes musicales en el mundo– hizo que la obra del maestro Jesús Pinzón fuera
ampliamente reconocida tanto en el país como fuera de sus fronteras, hecho que se materializó en las frecuentes invitaciones a
concursos y festivales en Cuba, España, Estados Unidos, Francia, Suecia, Japón, Italia y Rusia, entre otros. En Colombia se presentó
en los más importantes escenarios de la cultura, entre ellos la Sala de Conciertos de la BLAA, el Auditorio León de Greiff, el Teatro
Mayor Julio Mario Santodomingo, y fue interpretado por músicos de la talla de los pianistas Hárold Martina, Teresita Gómez y Blanca
Uribe, o Leonid Kuzmin, quien en 1997, en el marco del Festival Internacional de Piano de Bucaramanga, estrenó Tocatta americana.
Estamos, pues, ante una verdadera superestrella, que ahora fulge en el firmamento de la eternidad.
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Orgullo de Santander para Colombia
A veces llegan cartas…
Nuestra querida amiga y benefactora de la Fundación Armonía nos envió estas comunicaciones que dada su
importancia queremos compartir con ustedes:
Querida Olguita:
Fue un gusto saludarte esta noche. Como te comenté ahora estoy radicado en Washington DC hace algunos años. También
pertenezco al VA-Medical Musical Group fundado por el Doctor Víctor Wagby (faculty de GW university) desde el año pasado y he
sido invitado a tocar en el próximo concierto al Congreso de Estados Unidos en el Capitolio de Washington D.C. Me han dado un
espacio en el que pienso dedicar a Colombia tocando música tradicional. Esta es una oportunidad sin precedentes y mi interés es
el de fomentar nuestro folklore con la comunidad americana. El concierto es de entrada libre y quiero extender la invitación a la
comunidad colombiana y latina del área. Muchas gracias por la atención prestada y ojalá puedas compartir esta actividad. Anexo
un flyer del concierto con todos los detalles.
Cordial saludo,
Álvaro Puig, MD
MMG CONCERT FOR THE US CONGRESS
Concert for National Healing, Salute to Veterans and the Military
TUESDAY, FEBRUARY 9, 2016, 12:00 PM
Caucus Room of the Cannon House Building, Capitol Hill, DC
Free Admission but Early Arrival Recommended.
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CORÍN TELLADO
Por Ofelia Peláez
Muchos pueden hacer alarde de no haber leído novelas color rosa, pero para la gran mayoría de nuestra generación fue corriente
leer las de Corín Tellado. Las adolescentes, en sus inicios amorosos, soñaban con las protagonistas que esta mujer describía, y
hasta se llegó a decir que Corín Tellado no existía. Pues sí existió. Las jovencitas se deleitaban con sus escritos al tiempo que los
hombres leían las novelas de Marcial Lafuente Estefanía y Carlos de Santander, entre otros.
Corín Tellado nació en Asturias, España, en 1927 y falleció el 11 de abril de 2009, a los 81 años. Su nombre era María del Socorro
Tellado López. Escribió alrededor de 5000 novelas, publicadas en 27 idiomas, con ventas superiores a los cuatro millones de
ejemplares, y por eso figura en el libro de récords Guinnes. La Unesco la reconoció como la escritora española más leída
mundialmente, después de la Biblia y Cervantes.
Esta mujer, que se consideraba tímida, publicó sus libros con la Editorial Bruguera y también en la Revista Vanidades. El escritor
cubano Guillermo Cabrera Infante la llamaba “la inocente pornógrafa” y afirmaba que fue determinante en su futuro como escritor.
Corín Tellado, en sus últimas novelas, entró en el modernismo en cuanto a las relaciones de pareja y vale la pena recordar las
carátulas de esos pequeños libritos con dibujos bellísimos. También escribió algunas novelas con textos más largos que las
tradicionales.
La manera de titular es sorprendente con títulos tan sugestivos como Te quiero de esta manera, Me siento culpable, Corazón
indómito, La noche trajo un amor, La molinera, Lección de amor, etc. Y la frase final solía ser muy bien lograda:
“El fuego chisporroteaba alegremente. Sus puntitos rojos saltaban y las dos figuras continuaban muy juntas, los ojos en los ojos,
los labios casi unidos.”
“Randy la envolvió en una mirada honda y larga y suspiró después, apretándola fuertemente contra su pecho: ¡Mi frágil y querida
aventurera! Algún tiempo después, apadrinaron la boda de Rosanne con un gallardo español.”
“Y lo hizo. Ella no sabía cómo besaban los demás hombres, pero estaba segura de que ninguno lo hacía como Pablo. Y perdida en
sus brazos sintió por primera vez el fuego de unos besos y la ardiente caricia de unas manos que se posesionaban de su cuerpo.
Era… era una sensación de plenitud que no había sentido jamás, que nunca sentiría si no estuviera junto a Pablo, el hombre de
cabellos encanecidos que besaba con habilidad y le hacía sentir su propia felicidad.”
“Pero ellos sabían que estaban allí, y que por primera vez en seis años se conocían perfectamente. Tan perfectamente, que
estremecía aquel largo y suave conocimiento…”.
Los otros dos mencionados son Marcial Lafuente Estefanía que nació en Toledo en 1903 y falleció en 1984. Durante la Guerra Civil
Española estuvo preso y no pudo ejercer su profesión de ingeniero. También publicó sus novelas con la Editorial Bruguera y utilizó
varios seudónimos.
Carlos de Santander, que se llamaba realmente Juan Lozano Rico, escribió alrededor de 330 novelas que empezaron a ser publicadas
a partir de 1940 y utilizó varios seudónimos. Fue un viajero incansable pues estuvo en la marina y en empresas de aeronavegación,
así que recorrió gran parte del mundo.
Esta literatura, conocida como novela color rosa, a pesar de ser desdeñada por algunos lectores que deben leído una que otra a
hurtadillas, siempre tiene un final positivo, aquello de que “…y fueron felices”.
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Solano, uno de los mejores novelistas de América Latina
El escritor colombiano Andrés Felipe Solano recibió el Premio Biblioteca de Narrativa Colombiana, otorgado por la
Universidad Eafit, por su libro ‘Corea: apuntes desde la cuerda floja’.
Semana.com
La competencia por ese reconocimiento empezó con 11 escritores. Foto: Cortesía EAFIT
La competencia por la segunda versión del Premio Biblioteca de Narrativa Colombiana empezó con una reñida lista de once escritores
colombianos y terminó en la disputa entre Tim Keppel, con ¿A dónde vas?; William Ospina, conEl año del verano que nunca llegó;
Juan Gabriel Vásquez, con La forma de las ruinas; y Andrés Felipe Solano, conCorea: apuntes desde la cuerda floja. Este último se
llevó el mayor reconocimiento por parte del jurado, precedido, entre otros, por el periodista y escritor mexicano, Juan Villoro.
Calificado por los críticos como escrito por el clásico flâneur, el libro de Solano, donde cada capítulo es una estación del año –
invierno, primavera, verano, otoño–; cuenta la historia de 365 días de la vida del escritor en Seúl, donde residió con su esposa
Soojeong Yi. Allí habla de su experiencia como locutor en una radio asiática, el sexo a sueldo y los amores furtivos que tienen lugar
en Corea, las costumbres de las familias coreanas, los soldados norteamericanos, los musulmanes y los matrimonios
intercontinentales, como el suyo.
Solano, asegura que su libro “también está atravesado por preguntas sobre esa cosa tan extraña que mueve a la gente a escribir,
ese acto de desdoblamiento que, en mi caso, se acentuó por estar tan lejos de Colombia”.
El escritor ha sido reconocido en ocasiones anteriores como un excelente novelista, en 2010 fue nombrado por la Revista Literaria
Granta como uno de los mejores novelistas jóvenes de habla hispana y es reconocido como uno de los Nuevos Cronistas de Indias
por la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano.
Nuevo premio para El abrazo de la serpiente
Por: Claudia Arango Holguín / El Colombiano
Ciro Guerra contiúa su camino hacia los Premios Oscar recibiendo galardones internacionales. El Festival Sundance fue fundado por
Robert Redford. FOTO Cortesía Canal Caracol.
El abrazo de la serpiente, película de Ciro Guerra, recibió este miércoles un nuevo galardón al ser destacada en el Festival de
Sundace 2016 con el premio Sloan de ciencia en el cine.
Este premio, dotado con 20 mil dólares, se da gracias a la donación de la Fundación Alfred P. Sloan y apoya, “el desarrollo y
exhibición de cintas independientes que tengan que ver con ciencia y tecnología, o que representen a un científico, ingeniero o
matemático como personaje importante”, según el comunicado del Festival.
Recordemos que El abrazo de la serpiente está inspirada en los diarios de dos exploradores científicos que recorrieron la Amazonía
Colombiana, Theodor Koch-Grunberg y Richard Evan Schultes.
Doron Weber, vicepresidente de Programas de la Fundación Alfred P. Sloan, manifestó estar encantado de reconocer el trabajo de
la película colombiana. “Esta hermosa películadescribe el científico como el explorador no convencional y muestra el encuentro
entre dos culturas, lo que logra una comprensión más profunda de la naturaleza y los nuevos conocimientos científicos y la
investigación que continúa hasta nuestros días. En un año con este tipo de películas nominadas al Oscar, como The Martian, Steve
Jobs, Joy y El abrazo de la serpiente, muestra cómo los cineastas más audaces y talentosos continúan encontrando formas
innovadoras de contar historias con temas y personajes científicos”.
El premio fue seleccionado por un jurado profesional en el tema de cine y ciencia: Kerry Bishé, quien es actor de teatro, cine y
televisión; Mike Cahill, escritor, director y productor; Clifford Johnson, cineasta; Shane Carruth, profesor de la Universidad del Sur
de California, y Ting Wu, profesor de genética en la Universidad de Harvard, director de la genética de espacio y director del Proyecto
de Educación Genética Personal.
La cinta de Ciro Guerra continúa su camino hacia los Premios Oscar, en los cuales está nominada como Mejor película extranjera
junto con filmes de Dinamarca, Francia, Hungría y Jordania.
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Baile de las Farotas: hombres vestidos de mujeres defienden la
dignidad de sus esposas
La leyenda cuenta que 13 indígenas se disfrazaron de españolas para engañar a los conquistadores y defender el
honor de sus mujeres. Este viernes se revive la tradición en la Guacherna del Carnaval de Barranquilla.
Por: Pilar Cuartas Rodríguez / El Espectador
Las farotas visten faldas estampadas, delantal, camiseta manga larga y sombrero de flores. / Cortesía Carnaval de Barranquilla
Sus manos rústicas maquillan los labios. Las polleras coloridas salen del clóset y se postran en las caderas masculinas. Los pómulos
se pintan de rojo y sobre ellos cuelgan grandes aretes. Las lentejuelas, el brillo y la viveza de las ropas se confunden con la rudeza
masculina que parece ser tapada para imitar a las mujeres españolas en la época de la Colonia.
Sin embargo, las abarcas hechas de cuero que calzan los pies y un sombrero adornado con rosas propias de la ribera del Magdalena
delatan la cotidianidad indígena que se disfraza para engañar a los conquistadores. La estrategia implementada por varias
comunidades aborígenes, que vivieron en la Depresión Momposina, es hoy una de las insignias del Carnaval de Barranquilla.
La leyenda cuenta que a principios del siglo XVII los españoles que habitaban la región abusaban de las mujeres y niñas indígenas.
Un grito de protesta se alzó en las poblaciones afectadas, entre las que se encontraban las farotas, malibúes, chimilas y jolo jolo.
Trece hombres se agruparon para defender la dignidad femenina. Sus esposas confeccionaron trajes parecidos a los que vestían
las españolas y ellos prepararon la emboscada, atrajeron a los conquistadores en bohíos y los atacaron, vengando así el honor de
las mujeres. Esa es la esencia de la Danza de las Farotas, una burla a los españoles y una batalla que se baila al son de lavada,
farota y perillero.
Etelvina Dávila, una de las folcloristas más importantes del Caribe y uno de los pilares del bullerengue, revivió en 1982 esta
tradición. Reunió a trece bailarines de Talaigua (Bolívar) y se fue hasta Barranquilla, para ese entonces una ciudad conservadora,
a convencer a sus habitantes de que esta danza era un legado para la región. Mónica Ospino, actual directora de la agrupación,
recuerda que los primeros años fueron difíciles. Los bailarines tenían que soportar las burlas y que los espectadores del Carnaval
les gritaran “maricas” al verlos desfilar.
Con esfuerzo y paciencia, Etelvina logró divulgar la esencia de las farotas y su valioso contenido cultural, que no es más que una
defensa al honor de la mujer. A través del tiempo el baile se fue posicionando en la historia del Carnaval y en 2007 se incluyó
dentro del material presentado a la Unesco para ser declarado Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad. 25 Congos de Oro y
18 Joselito Carnaval dan fe de la disciplina con la que han logrado acaparar la atención en las Paradas, Batallas de Flores y Desfiles
de la 84.
José Guillermo Ospino, nieto de Etelvina y bailarín desde los tres años, explica que en la comparsa siempre están presentes dos
personajes: la Ninfa, un niño ubicado en la última fila, que representa a las niñas indígenas víctimas de los abusos durante la
Colonia, y la Mama, quien baila en el centro y encarna al cacique que dirige a sus súbditos en la batalla y con un fuete castiga a
aquellos que se distraen en el baile.
En medio del tambor llamador y el alegre, una tambora, maracas y el millo, los bailarines reconstruyen la historia. Lola Salcedo,
investigadora cultural, asegura que esta danza le recuerda al Caribe que el Carnaval es de todo el pueblo. “Esa necesidad de
disfrazarse y de vincularse a la fiesta en la calle conserva las primeras manifestaciones carnavaleras que conocemos. Las Farotas
preservan la memoria histórica de la región y se convierten en el antídoto para no sufrir de amnesia y memoria selectiva. Nos
recalca de dónde venimos, quiénes somos y cómo nos expresamos”.
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'Mors tua vita mea'
Por: Salvo Basile / El Tiempo
Desde la progresión de esta catastrófica sequía, el caudal que el canal del Dique recibe del río Magdalena es solo una mínima parte
de los miles de toneladas de sedimentos que usualmente transporta.
‘Tu muerte es mi vida’. Cuando le dije a José Yunis de mi intención de titular así mi columna de hoy, me miró horrorizado, pero
tuvo que reconocer que esto desafortunadamente es lo que está pasando: menos agua en el río Magdalena, menos sedimento en
la bahía de Cartagena.
José, que es un ambientalista integral, es un estudioso del medioambiente que no se limita a teorizar, sabe tanto de la bahía que
su exitosísima Fundación Bahía, hasta la fecha, ha recogido toneladas de basura con ayuda hasta de su familia, niños incluidos.
¡Qué buen ejemplo! Sus andares por la bahía con su embarcación a recoger basura lo han llevado a notar el cambio radical de los
colores gracias al bajo caudal del río Grande.
Desde la progresión de esta catastrófica sequía, el caudal que el canal del Dique recibe del río Magdalena es solo una mínima parte
de los miles de toneladas de sedimentos y nutrientes que usualmente transporta. Y las aguas de la bahía han vuelto a recuperar
su color turquesa como en los años setenta, cuando llegué a Colombia, cuando en la bahía había corales, se nadaba, se buceaba,
se esquiaba. Una bella foto en Facebook nos muestra una bahía con un color que no se admiraba hace muchos años.
El Gobierno, que está comprometido, ya ha financiado los estudios, y la decisión es iniciar obras este año. Una vez concluyan los
estudios de ingeniería, tiene la posibilidad de ver físicamente los resultados de las obras sobre el canal, que, además de la limpieza
de la bahía, evitarán que se repitan las inundaciones del 2010 y del 2011, que fueron particularmente duras con el sur del Atlántico,
donde se perdieron vidas, viviendas, cultivos, sueños. Si no hay inundaciones, si el agua mejora, la ciudad y sus alrededores
prosperarán mucho más, sobre todo por su vocación turística y portuaria. No me parece justo celebrar la nueva transparencia que
engalana a la bahía, pero esto sí nos confirma que las toneladas de sedimento y nutrientes son transportadas a través del canal del
Dique, y que solo la realización de las obras aprobadas salvará nuestro emblemático cuerpo de agua. Así que, presidente Santos,
no más estudios, no más seminarios; sabemos lo que pasa, sabemos cómo arreglarlo, tenemos el dinero para hacerlo, entonces
hagámoslo ya, por favor.
Funmúsica nos escribe
Buenos días, les compartimos la presentación de Jessica Jaramillo y su grupo Calle Real, en el Festival de Cosquín de
Argentina, donde participa como ganadora del "Gran Premio Mono Núñez"
Delegación de Colombia en Cosquín 2016
Colombia estuvo representada en la quinta noche del 56° Festival Nacional del Folclore de Cosquín, Argentina, en la voz de Jéssica
Jaramillo. La joven y talentosa intérprete del Eje Cafetero sorprendió a todos con su cálida voz de mezzosoprano en los temas De
norte a sur, Darle luz, La brecha y Una casa llamada país.
Jéssica Jaramillo, nacida en la población de Sevilla (Valle del Cauda), templo de la cultura cafetera centroandina, alcanzó el máximo
galardón que otorgan los concursos del género andino en su país: El Gran Premio Mono Núñez 2015
Creció escuchando pasillos, bambucos y guabinas que cantaba su padre y que interpretaba en la trompeta su abuelo paterno. A
muy temprana edad fue recibida en la Casa de la Cultura de Sevilla donde comenzó a incursionar en el canto y el clarinete. A lo
largo de su carrera, Jéssica Jaramillo ha recibido orientación musical de reconocidas intérpretes de la música andina colombiana
como María Olga Piñeros, Niyireth Alarcón y Carolina Muñoz
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Treinta años en la memoria
Hace treinta años murió Humberto Martínez Salcedo, el primer humorista del país, y acaso el último de los humoristas
finos e incisivos.
Por: Redacción Vanguardia Liberal
En treinta años pasan muchas cosas: por ejemplo, una bellota pasa de ser semilla a convertirse en un magnífico roble, un árbol
prácticamente desaparecido de las tierras colombianas, pese a que alguna vez este fue el único país de Suramérica en tener bosques
de robles. Pero esa es otra historia. En treinta años las generaciones se relevan, y muy probablemente los abuelos estarán meciendo,
entre orgullosos y conmovidos, a sus primeros nietos. En treinta años mueren muchos hombres; de la mayoría, junto con su cuerpo
desaparece el recuerdo, y si permanece su tumba, no hay pariente que vaya a limpiar abrojos y a ponerle flores.
Pero hay hombres cuyo recuerdo sobrevive, no solo entre su familia de sangre, sino en la memoria de un pueblo. Tal vez cada vez
serán menos a quienes ese nombre les diga algo, pero seguramente su legado hablará por ellos, si no por ‘siempre’, sí por mucho
tiempo.
Ese es el caso de Humberto Martínez Salcedo, nacido en Bucaramanga el 6 de julio de 1932 y fallecido en Iza (Boyacá) el 19 de
enero de 1986. Tal vez los más jóvenes no lo recuerdan, ni a él ni a sus entrañables personajes, pero los que no lo somos tanto sí
que tenemos en la memoria al ‘Maestro Salustiano Tapias’, de Sábados Felices, o al ‘Maestro Taverita’, de Don Chinche, personajes
que lo convirtieron en el primer humorista del país.
Martínez Salcedo, bachiller del Colegio San Bartolomé de Bogotá y abogado de la Universidad Nacional de Colombia, fue actor de
teatro, televisión y cine, pero también –como nos lo recuerda la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano– “libretista y director y
uno de los pioneros de la Televisora Nacional. Trabajó en el Radio Teatro de la Radio Nacional de Colombia y en la emisora HJCK
de Bogotá. Fue profesor de radio y teatro en las universidades Javeriana, Jorge Tadeo Lozano y Central. Ejerció como subdirector
de Radio Santa Fe y de la Televisora Nacional, además de escribir para el diario El Espectador”.
El país entero conoció su “humor irreverente y cargado de críticas mordaces” a través de radioperiódicos como La Cantaleta (1958),
El Pereque (1962), El Duende (1966), La Tapa (1967) y El Corcho (1973), en los criticaba duramente, pero con altura e inteligencia,
el panorama político colombiano. Así ganó también reconocimiento como uno de los grandes imitadores de voces del país, y así se
ganó también ser víctima de censuras, multas y cancelaciones de los programas por parte de la “tenaza empresarial conocida
entonces como la Mano Negra”.
Martínez Salcedo fue, además, libretista, director y actor de los programas Telefiesta, Carrusel, El Mundo de Hoy, Colombia y su
Folclor, Don Chinche y Sábados Felices, en los que escribía los libretos de las secciones ‘El Telechismero’, la ‘Telebobela’ y ‘A Reír
en Serio’. En cine, protagonizó el largometraje colombo-venezolano ‘Mamagay’ (1977), dirigido por Jorge Gaitán Gómez, y fue actor
y guionista, junto a Mario Mitrotti y Bella Ventura, de ‘El candidato’ (1978). También incursionó en el café concierto con obras como
‘Sexto mandamiento’ y ‘Prohibido para impotentes’. En 1984, recibió el Premio Nacional de Periodismo por su programa radial El
Corcho.
La muerte lo sorprendió acostado en su cama, con un libro entre las manos, ‘Por quién doblan las campanas’, de Ernest Hemingway.
“Con su estampa de quijote criollo se dejó morir en una venta boyacense, de muy cervantina manera”, dijo en su momento Daniel
Samper Pizano.
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Bambuco a lo 'mero macho'
Por Julián Salcedo Cabal | Especial para GACETA / El País
Rómulo Rozo Peña, escultor y poeta de Chiquinquirá.
Muy pocas personas en Colombia saben que en la península yucateca, compuesta por los Estados de Campeche, Quintana Roo y
Yucatán, al extremo suroriental de México, el bambuco pertenece a lo que ellos llaman Ritmos de la Trova yucateca y que se cultiva
y se quiere tanto, o más, que en la Colombia andina.
Cuando los investigadores músicales, el mexicano Roberto MacSwiney Salgado y el colombiano Hernán Restrepo Duque, iniciaron
su estrecha amistad, nunca pensaron que pasarían a engrosar los anales de la historia del bambuco al encontrar en sus respectivos
países los eslabones perdidos de una cadena que empezó en la zona andina de Colombia y que terminó en la península de Yucatán,
en el suroriente mexicano.
En la “Revista de Mérida” del viernes 10 de Julio de 1908 aparece la mención del “próximo arribo a Yucatán de la Compañía Cubana
de Zarzuelas de Raúl Del Monte”, que actuaría en el Circo-Teatro Yucateco a partir del viernes 24 de julio.
En la edición del 23 de Julio, se reseña la llegada del grupo cubano en el vapor “Mérida”, llegado el 22 procedente de La Habana, y
en la relación de artistas visitantes aparecen los nombres de Pedro León “Pelón” Franco y Adolfo Marín.
PELON Y MARIN, un dueto musical formado en Medellín en diciembre de 1905, había llegado a la Habana a principios de 1908,
donde unieron sus miserias a las del poeta Porfirio Barba Jacob. La suerte hizo que los escuchara cantar en un cafetín el empresario
teatral Raúl Del Monte, que preparaba una gira a Yucatán con su Compañía, contratándolos para su elenco artístico.
Su debut en Mérida, la hermosa capital del estado de Yucatán, aparece rubricado por la siguiente nota: “...presentación de los
aplaudidos colombianos, señores Luis (sic) Franco y Adolfo Marín, con sus cantos típicos y pasillos colombianos...”. La temporada
se prolongó hasta el sábado 1 de agosto y después de esa fecha desaparecen las menciones.
Se dirigen a la ciudad de México donde en octubre de 1908 grabaron cerca de 40 canciones colombianas para la empresa fonográfica
Columbia y que fueron los primeros bambucos y pasillos colombianos que se editaban para el mundo. Pelón se agregó luego a las
filas guerrilleras de Francisco Madero para retornar a Colombia en 1916, mientras que Marín se quedó radicado en México donde
se casó con la cantante retirada Abigail Rojas y murió en 1932.
El primer bambuco que Pelón y Marín interpretaron en Mérida fué “El enterrador”, seguido de “Asómate a la ventana”, “Poema del
nido” y “Despedida colombiana”; estos bambucos aparecen reseñados como verdaderos éxitos en el cancionero de “Chan-Cil”, un
año más tarde, en 1909.
Para regar la semilla del bambuco que sus antecesores habían sembrado, llegó a Yucatán en 1919 otro dueto de trovadores
colombianos, WILLS Y ESCOBAR, compuesto por Alejandro Wills y Alberto Escobar, quienes estuvieron viviendo en Mérida durante
4 meses.
Posteriormente, en la década del 20, fué el estudioso de la música y compositor colombiano JORGE AÑEZ quien se radicó un tiempo
en México arraigando al bambuco colombiano en la península, en forma definitiva. Vale la pena destacar la estrecha amistad que
cultivaron Jorge Añez y ese inmenso compositor yucateco “Guty” Cárdenas, que grabaron a dueto varias páginas inmortales.
En una comida en la que departían Guty y Añez en New York convinieron en escribir dos canciones y grabarlas en un mismo disco
como recuerdo de esa amistad: una de ellas en el ritmo yucateco clave, con música de Añez y letra de Guty, y un bambuco con
música de Guty y letra de Añez. De esa propuesta nacieron dos canciones: la clave “Bendita seas” y el bambuco “Mi canción
quisiera”; la primera no tuvo mayor éxito pero la segunda ha surcado, desde esa noche, los aires de la península y del mundo.
Hubo otro colombiano importante en el bambuco yucateco: Rómulo Rozo Peña, escultor y poeta de Chiquinquirá, que vivió mucho
tiempo y murió en Mérida entablando gran amistad con músicos meridanos, en especial con el compositor Manuel “Manolo” López
Barbeito para quien Rozo escribió las letras de muchos bambucos conocidos.
El bambuco yucateco nació de lo que era el bambuco colombiano de principios de siglo, que le cantaba a la mujer y era
particularmente expresivo en lo que tiene que ver con el amor. Y siguió cantándole bambucos a la mujer, mientras que el colombiano
además de seguirle cantando al amor y a la mujer, hoy lo hace a la montaña, a los animales, a las prendas de vestir, a la protesta
o a cualquier otra expresión del estado emocional del hombre, dándose una evolución que le convino. Lo que sigue conservando el
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yucateco que el colombiano ha perdido es la circunstancia de que, en su gran mayoría, los bambucos se hacen con letras escritas
por poetas para ser musicalizadas por músicos dándole una riqueza a la letra que se ha perdido bastante en el bambuco y la canción
colombiana.
El bambuco yucateco lo cantan solistas vocales acompañados con una guitarra, o tríos acompañados con las tres guitarras típicas
del trío mexicano; no es normal escucharlo interpretado por un dueto, aunque se han conocido algunos excelentes. No se interpreta
instrumentalmente, no se baila y el tiple se vino a conocer a finales de la década de los 80 pero no se ha popularizado aún.
Bambucos como “Las mirlas” (conocido en Yucatán como “Los Mirlos”), “Asómate a la ventana”, “El profesor de canto” (conocido
allá como “El contador de estrellas”) y “El enterrador”, son bastante más conocidos por los yucatecos que por los colombianos. Hay
también otra serie de canciones poco conocidas en Colombia con poemas de colombianos y música de mexicanos, que demuestran
la hermandad entre las dos culturas.
Desde 1989 se celebra anualmente en Mérida, organizado por Los Amigos de la Trova Yucateca que preside el citado Roberto
MacSwiney, el Festival Internacional del Bambuco por donde han desfilado muchos artistas colombianos como Zabala y Barrera,
María Isabel Saavedra, Lucho y Nilhem y Beatriz y Eugenio Arellano.
La semilla que el legendario dueto de Pelón y Marín sembró en su fugaz visita a Mérida no ha dejado y ya nunca dejará de dar
frutos. El bambuco de la península pronto tomó su propio perfil en la obra incomparable de Ricardo Palmerín Pavía, Ernesto Paredes,
Pepe Sosa, Vicente Uvalle, Carlos y Arturo Cámara, Ermilo Padrón López, Manolo López Barbeito, Luis Espinoza Alcalá, Pastor
Cervera Rosado y muchos más, quienes han dado al cancionero yucateco sus páginas más hermosas, escritas en el ritmo que Pelón
y Marín llevaron de Colombia en Julio de 1908 y que hoy pertenece a la Trova Yucateca y al alma de los peninsulares con el mismo
arraigo con el que en Colombia nos hace saltar el corazón “como cuando a mí me cantan una canción colombiana”.
Al maestro Manolo Bellón / Conexión sonora
'Fue mi guía durante los años que tardé en tomar vuelo propio', escribe Daniel Casas.
Por: Daniel Casas | El Tiempo
Corría 1978 y mis gustos radiales estaban con Radio Musical, estación que creó Todelar tras entregar Radio Tequendama a RCN.
Allí mezclaban balada en español con éxitos de rock, bajo el liderazgo de Gonzalo Ayala. Un día, buscando la frecuencia, me topé
con Stayin’ Alive de los Bee Gees y me quedé ahí convencido de que era esta.
Terminada la canción, la voz que la despidió, desconocida para mí, me generó tal fascinación que en adelante mi radio no se
despegó de los 1310 Khz de Radio Visión, más tarde convertida en HJJZ.
Tuve muchos maestros de oficio. En la universidad aprendí de Luis Fernando Ávila y Mercedes Ochoa el arte de escribir, que
redondeé con Juan Carlos Pastrana, director de La Prensa. Pero quien despidió la canción esa noche fue el verdadero maestro que
me llevó al encanto de disfrutar con pasión el pop, el rock y similares, así como a mi desbordado amor por la radio.
Manolo Bellón sabe bien lo que significó como influencia en mi vida profesional. Desde esa noche, su estilo fresco, pero lleno de
argumentos y conocimiento, alimentó mis deseos de conocer el mundo musical que se abrió frente a mí. De él supe de artistas
grandes y otros no tanto, en esos espacios radiales genuinos e irrepetibles: Discomanía, Nostalgia y Discomundo.
Pero más allá de mi incansable escucha en la radio, me convertí en su dolor de cabeza con llamadas telefónicas que con eterna
paciencia solventaban mis inquietudes sobre artistas, canciones, discos y la radio misma. Luego lo seguí en la TV con La
Telediscoteca y más adelante con Surcos del Pop, su columna semanal en EL TIEMPO.
Manolo fue mi guía durante los años que tardé en tomar vuelo propio hasta cuando ingresé a Stereo 1-95 FM, la emisora de otro
de mis maestros, Álvaro Monroy Guzmán. En adelante, seguí a Manolo hasta su retiro unos años atrás, y nunca ha habido ni habrá
causa distinta que la del agradecimiento infinito, cariño y respeto profundo a quien entonces me regaló tantas palabras que llenaron
mi conocimiento, parte fundamental de lo que he sido y soy en este mundo.
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El disco, publicado en tres formatos, tiene 28 canciones
Samba por la amistad
Caetano Veloso y Gilberto Gil, figuras relevantes de las sonoridades del Brasil, acaban de presentar el álbum “Dos
amigos, un siglo de música”, proyecto en el que reivindican la complicidad en la creación artística.
Por: Juan Carlos Piedrahita B. / El Espectador
Caetano Veloso y Gilberto Gil durante su exitosa gira que comenzó en junio de 2015 en Ámsterdam / Sony Music
Gilberto Gil hizo del jingle un modelo de comunicación. En su primera etapa creativa, durante las décadas de los 50 y 60, diseñó
sólidas estructuras publicitarias para que los mensajes llegaran a los oídos jóvenes de forma contundente y sin desviarse en el
camino. El recurso que empleó para llevar a buen término su propósito fue la música, y desde luego le sacó provecho a que desde
muy pequeño tuvo una relación estrecha con ella.
Fue el sonido del acordeón el que primero sedujo al artista cuyo nombre real es Gilberto Passos Gil Moreira. Se acercó a él como
un aficionado, pero el instrumento no le proporcionó las herramientas necesarias para desarrollar una composición fluida, y más
bien, optó por ser simplemente su admirador, su fiel seguidor, pero no su cómplice.
Para desempeñar ese rol de aliada, que está mucho más próximo a la hermandad que a la amistad, encontró a la guitarra. Este
instrumento de cuerdas fue muy funcional para Gil, menos engorroso al momento de transportarlo y, sobre todo, incondicional
hasta en los instantes más crudos. La prueba mayor de lealtad entre la carne y la madera la vivieron el artista nacido en Salvador
(Bahía) y su guitarra durante el tiempo reinante de la dictadura en Brasil, cuando él y otros colegas, como Caetano Veloso y Chico
Buarque de Holanda, asumieron la voz de todos aquellos que, amedrentados, preferían reservarse sus ideas y opiniones.
De este instante de crisis datan lazos irrompibles como las relaciones entre los trovadores y sus instrumentos, y los vínculos que
se van fortaleciendo a partir del arte y la ideología. Gilberto Gil y Caetano Veloso son ejemplos de la amistad transformada en un
movimiento cultural activo, que le ha suministrado el estímulo a las manifestaciones sonoras del Brasil para tener eco más allá de
las fronteras geográficas.
“La dictadura y nuestro surgimiento musical fueron momentos muy especiales. Pero creo que ahora mismo empezamos a vivir un
tiempo peligroso, quizá demasiado interesante. Puede que libros, películas, canciones surjan en muchas partes del mundo. Nosotros
ahora aportamos parte de nuestro material”, asegura Caetano Veloso, quien nació en Santo Amaro de Purificación, una pequeña
población ubicada también en Bahía.
Los nombres Veloso y Gil funcionan a la perfección por separado. El primero tiene alrededor de 500 canciones y 49 trabajos
discográficos publicados en los cinco continentes, mientras que el segundo cuenta con medio centenar de registros y algo así como
cuatro millones de álbumes vendidos. Sin embargo, en dupla la situación se multiplica para ambos y por eso acaban de publicar Dos
amigos, un siglo de música, con el que celebran cincuenta años de labor individual trascendiendo barreras culturales, políticas y
sociales.
En esta producción, dirigida por los dos artistas y supervisada por un hijo de cada uno (Moreno Veloso y Bem Gil), se reviven
momentos memorables como los conciertos históricos en el teatro Vila Velha, las actuaciones en festivales de música, la conquista
de grandes ciudades como Río de Janeiro y São Paulo, los días en prisión y el dolor del exilio. Además se realiza un acercamiento
a la forma como Gil entiende la propuesta de Veloso, y viceversa.
Dos amigos, un siglo de música está disponible en tres formatos (dos CD, DVD o kit de dos CD más DVD) y tiene 28 canciones con
las que se realiza un recorrido por los temas más importantes de Caetano Veloso y Gilberto Gil. Lo mejor de este proyecto es que
su alcance está otorgando la posibilidad de verlos en escena. Comenzaron con formato íntimo y guitarreado en Ámsterdam y ya
han visitado más de 35 ciudades. La idea es que el tour llegue a Colombia, para ser testigos del sonido de la complicidad.
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Filme colombiano "La ciénaga entre el mar y la tierra" gana premio
en Sundance
"The Birth of a Nation", un drama enmarcado en una revuelta de esclavos en el siglo XIX en Virginia, ganó el sábado
los principales premios del festival de cine.
Por: EFE / El Espectador
Foto: AFP
El productor Manolo Cruz y el director Carlos del Castillo, aceptan el premio del público por el filme "La ciénaga entre el mar y la
tierra".
El festival de cine independiente de Sundance (Park City, Utah) entregó sus galardones, en los que reconoció a la película "The
Birth of a Nation" y premió además a filmes latinos como "Between Sea and Land" (La ciénaga entre el mar y la tierra, Colombia)
o "Mi Amiga del Parque" (Argentina y Uruguay).
Con el premio a mejor película dramática estadounidense y el galardón otorgado por el público en esa misma categoría, "The Birth
of a Nation" fue una de las grandes vencedoras de la edición de este año.
La película dirigida, protagonizada, escrita y producida por el artista negro Nate Parker relata la historia de Nat Turner, un antiguo
esclavo que lidera un movimiento de liberación de 1831 y que provoca la violenta reacción de los blancos.
El paso del filme por el festival no ha podido ser más exitoso ya que esta semana se supo que el estudio Fox Searchlight adquirió
los derechos de distribución de "The Birth of a Nation" por una cifra récord de 17,5 millones de dólares.
Por su parte, el premio a mejor documental estadounidense fue para el filme "Weiner", una cinta de Josh Kriegman que sigue los
pasos del político Anthony Weiner.
En las categorías internacionales, la película de ficción "Sand Storm", que trata el mundo de la familia y las tradiciones en Israel, y
el documental "Sonita" (Alemania, Irán y Suiza), sobre una rapera iraní, fueron las vencedoras.
El cine latino también tuvo su espacio en la ceremonia de entrega de premios y la película colombiana "La ciénaga entre el mar y
la tierra", de Carlos del Castillo, recibió el galardón del público a la mejor película de ficción internacional así como el premio del
jurado a sus actores Vicky Hernández y Manolo Cruz gracias a una historia que trata sobre una madre y su hijo enfermo.
Asimismo, la cinta coproducida por Uruguay y Argentina "Mi Amiga del Parque", que dirigió Ana Katz y escribió junto a Inés
Bortagaray, ganó el premio a mejor guión internacional por una historia acerca de la maternidad.
Por su parte, la cinta peruana "When Two Worlds Collide", de los realizadores Heidi Brandenburg y Mathew Orzel, recibió el premio
a mejor ópera prima documental internacional.
Completaron la lista de películas latinas reconocidas en Sundance "El abrazo de la serpiente", cinta colombiana de Ciro Guerra que
recibió el premio Alfred P. Sloan destinado a películas que tratan sobre la ciencia, y la cubana "August", de Armando Capo, que fue
reconocido con uno de los premios del Instituto de Cine de Sundance en apoyo al cine independiente en todo el mundo.
Fundado en 1981 por Robert Redford, el Festival de Sundance ha descubierto a lo largo de los años joyas independientes como
"Beasts of the Southern Wild", "Fruitvale Station", "Blackfish", "Super Size Me", "Little Miss Sunshine", "Sex, Lies and Videotape",
"Reservoir Dogs", "Precious" o "Napoleon Dynamite".
A la edición de este año se presentaron 12.793 trabajos, de los cuales se escogieron para la competición a 123 largometrajes
procedentes de 37 países.
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La música
Estoy lavando platos, cubiertos, una ensaladera, cuatro copas.
Por: Sorayda Peguero
El golpeteo del agua cae intermitente sobre el fregadero. Desde los altavoces del televisor —en la sala contigua—, escucho la voz
de Jorge Valdano, hablando con entonación casi poética: “Existe un fútbol distinto. Un fútbol capaz de cambiar las cosas que toca.
Todo lo que toca. Capaz de transformar a un hombre que corre, en un bailarín”. Por el efecto “cocktail party”, esa capacidad que
tiene el cerebro de elegir un sonido entre varios, ya no escucho más la voz de Valdano, ni el golpeteo del agua. Escucho la música
de fondo. Nada más.
Dice José Antonio Abreu, maestro compositor, fundador del Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela, que la música
es “el último extremo, la máxima expresión del hombre para alcanzar el mundo sublime, indescriptible, invisible, por eso no se
puede ver, ni palpar”. Si existe algo capaz de transformar todo lo que toca, capaz de convertir a un hombre que corre en un bailarín
y a una mujer que friega platos en una ninfa que levita, es la música.
En Cateura, la ciudad que ampara uno de los vertederos más grandes de Paraguay, suenan melodías como la Quinta sinfonía de
Beethoven, El humahuaqueño de Edmundo Zaldívar, Yesterday de Paul McCartney oNothing else matters de Metallica. Tenedores,
latas y palés de madera se convierten en guitarras, tambores y violonchelos que nacen como flores desertoras de un vientre
pestilente. Sus ejecutantes son los niños y jóvenes que integran la Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura. Pertenecen a
una comunidad donde, todos los días, cientos de personas bucean en un mar interminable de residuos sólidos. Recolectan y reciclan
basura. De eso viven.
Favio Chávez lleva la batuta. Además de músico, es técnico ambiental. Llegó al vertedero en el 2006 para capacitar a la comunidad
en el tratamiento de residuos. Chávez dice que “no tener nada no es excusa para no hacer nada”. La orquesta de Cateura superó
obstáculos y prejuicios. Fue avanzando con pasos lentos, pero constantes. Pasos que la han llevado hasta el Palau de la Música
Catalana, al Teatro Real Carré de Ámsterdam y al Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo de Bogotá. Y así, a más de 30 ciudades
del mundo.
En una entrevista que ofreció al diario El País, el maestro Abreu afirmó que “cualquier muchacho de un barrio marginal, sometido
a las tensiones de la violencia, la inseguridad, el asesinato, el robo, puede elegir tocar un instrumento como algo intrascendente.
Pero la mera presencia de ese instrumento en la casa puede volverse fundamental y cambiar su vida”. Juan Manuel Chávez es uno
de los jóvenes integrantes de la orquesta de Cateura. Cuando se presenta ante una cámara, después de decir su nombre, apodo y
edad (19), añade con realce: “Y toco el chelo”. La música que silenció el sonido del agua y la voz de Valdano, y todo, es una versión
de Lisztomania (un tema de la agrupación francesa Phoenix), orquestada y adaptada por el compositor estadounidense Roger Neil
para la serieMozart en la jungla. Y vino como un rayo, a darle la razón a Nietzsche: “Sin música, la vida sería un error”.
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Joe Arroyo: homenaje a uno de los más grandes del folklore
nacional
Texto del periodista Mauricio Silva en conmemoración de los 60 años del músico cartagenero.
Por: Mauricio Silva | El Tiempo
Foto: Indira Restrepo, cortesía 'El centurión de la Noche'.
En 40 años de vida artística, Joe Arroyo dejó un legado de 47 álbumes, cerca de 400 canciones grabadas y poco más de cien
composiciones.
Cuando el Joe murió en Barranquilla, el 26 de julio de 2011, inició una polémica musical perfectamente necia, como son todas las
polémicas musicales, necias: ¿fue Álvaro José Arroyo el artista más grande de la música tropical colombiana en su historia?
Para mi gusto, su biógrafo, todo parece indicar que sí. Y voy a intentar decir por qué, aclarando de entrada que, solamente una
vieja y enorme leyenda de nombre Lucho Bermúdez, lo podría alcanzar o, acaso, según los gustos –que son muchísimos a favor
del hijo de Carmen de Bolívar–, superar.
Pero, según mis cálculos, la leyenda que hoy nos convoca, que nació hace 60 años en esta ciudad (Cartagena) el 1.° de noviembre
de 1955 en el pobre barrio de Bruselas –y no en el pobre barrio de Nariño, donde todos se han apropiado de su acta de bautizo–,
que falleció hace ya cinco años en la clínica La Asunción de Barranquilla, que en sí mismo mezcló composición, voz y presenci a
física, que con su música desbordó estudios, radios y escenarios, que decidió ser el más fulminante referente de la costa Caribe
colombiana, el mismo que nunca aprendió a leer el pentagrama, quizás, sin proponérselo, casi de manera inconsciente, como si no
se hubiese esforzado, se convirtió en el músico más sobrecogedor en la historia los ritmos afrocaribes colombianos. Y vamos a ver
por qué. El primer punto a su favor tiene que ver con el hecho de que Joe Arroyo lo tuvo todo para ser la eminencia musical de este
país, incluso más allá de quienes fueron sus padres putativos: fue un sobresaliente compositor, un bravo intérprete y un increíble
personaje que, con su particular sonido, llegó lejos, probablemente más lejos que las leyendas que lo precedieron. Otras épocas,
sí, pero llegó más lejos. De hecho, en cualquier ‘salseadero’ del mundo, cada fin de semana, casi como por obligación, suena una
o varias de sus canciones.
Pero miremos atrás. Por más de medio siglo –si no, más–, a los colombianos nos enseñaron que los héroes de la música bailable
de este país eran Lucho Bermúdez (Carmen de Bolívar, 1912 - Bogotá, 1994) y Pacho Galán (Soledad, 1904 - Barranquilla, 1988).
Y claro que por aquel entonces lo fueron. ¡Inmensos, grandiosos, gloriosos…! Todos de pie.
Lucho y Pacho, aquel par de maestros del Caribe, con sus enormes orquestas y su arsenal de composiciones sustanciosas, moldearon
la fantasía del sabor criollo, le dieron prestigio y sello a la música colombiana, y aceitaron –entre los años cuarenta, cincuenta,
sesenta y setenta– un par de máquinas que destilaron docenas de porros insignes, gaitas finas y merecumbés pegajosos, tres
ritmos criollos que se enmarcaron en el formato de las ‘big bands’ del swing estadounidense, inscritas con honores por Glenn Miller,
Tommy Dorsey, Benny Goodman, entre otros.
Fueron ellos, con patente incluida, los progenitores de un baile nacional que hoy es un clásico de los abuelos: apretado y elegante;
y que las parejas colombianas arrastraron por las maderas de los grandes salones de la danza durante tantas décadas.
Pero hay dos ‘peros’: el primero, no fueron cantantes. Y el segundo, pasó mucho tiempo antes de que su música llegara al pueblo.
De hecho, por años, su sonido fue el sonido de los salones de baile lujosos y no del sustrato popular al que sí le cantó el Joe desde
siempre.
Eso sí, habría que subrayar que, aun cuando a Lucho Bermúdez nunca se le escuchó la voz en un toque, fue un virtuoso intérprete
del clarinete, precisamente por lo cual –más allá de su carrera y de su infinita inspiración– hizo sobradísimos méritos para ser
destacado en la tierra del baile como el ‘especial entre los especiales’. Y en eso se emparejan los dos bolivarenses. Y al lado de
ellos, en el mismo nivel, estuvo el compositor José Barros (El Banco, 1912 - Santa Marta, 2007). Escribió más de setecientas
canciones, pero, al igual que los anteriores, no cantó, ni mucho menos tuvo la presencia de las orquestas mencionadas. Simplemente
fue el más grande compositor colombiano del siglo XX, como si eso fuera poco.
Luego, con tesis incluidas, los críticos –e incluso los literatos– nos hablaron de la trascendencia de Rafael Escalona y, en años más
recientes, del nuevo sonido tropical de Carlos Vives, símbolos fundamentales de eso que se llama la ‘colombianidad’. Ambos juglares
(muy a su manera y muy en sus épocas) estuvieron enmarcados en la música vallenata, otro género tan nuestro como la cumbia.
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Escalona (Patillal, 1926 - Bogotá, 2009) fue un prodigio desbordado quien, a fuerza de pluma, será recordado eternamente por
haberle dado un tono idílico y fantástico al vallenato, precisamente lo que le ayudó a que su vida y obra fuese llevada a la pantalla
chica en una serie pintoresca que llevó su apellido. Pero tampoco cantó.
Vives, cantautor nacido en Santa Marta (quien interpretó en 1992 a Escalona en la televisión colombiana), es también una figura
vital en la creación de una nueva resonancia, en principio entendida como el vallenato-rock, y más adelante como el tropipop.
Sin Vives, para bien y para mal, no habría nada de lo de hoy. ¡Un grande! Y aun cuando hizo el álbum más importante de la música
colombiana, ‘La tierra del olvido’, y se convirtió en una estampa criolla definitiva, el volumen de su inspiración todavía no le alcanza
para detonar, de esa manera tan certera, como sí lo hizo el polvorín de Arroyo.
Y Shakira…, bueno, ya todos sabemos que eso es pop, que no es música tropical… Y Diomedes Díaz, profundamente popular y
descaradamente vendedor, fue tocado más por la musa de la agitación que por el dios de la invención.
Por eso me atrevo a decir que Álvaro José Arroyo, el Joe, tuvo lo mejor de todos a la vez: inspiración a borbotones, creación,
autenticidad, alegría, brillo, potencia, presencia, vigencia, voz, ventas, reconocimientos, vida de novela y sabrosura pura. Toneladas
y toneladas de sabrosura letal.
Vale la pena aclarar, una vez más, que el Joe jamás aprendió a leer música, por lo cual solo pudo dictar lo que a bien tenía para
sacar de su garganta. A él le soplaban de arriba y esa información desbordaba su cuerpo. Convengamos, era un genio natural.
En cuarenta años de vida artística, ‘El Centurión de la Noche’ dejó un legado de cuarenta y siete álbumes, algo menos de
cuatrocientas canciones grabadas y poco más de cien composiciones, de las cuales más de cuarenta alcanzaron los primeros lugares
de los listados de la música tropical. Muy pocos pueden decir eso.
Por otra parte, su inmensidad probablemente consiste en que su obra no estaba dirigida a grupos selectos. Por el contrario, Colombia
entera lo bailó, lo baila y lo bailará en un acto reflejo, sin la más mínima pretensión. Al pueblo se le da el Joe, porque el Joe,
intencionalmente, siempre fue profundamente popular. “Siempre pensé en el bailador: esa fue la clave”, me dijo alguna vez,
resumiendo su tarea.
¡Que levante la mano el colombiano de nuestros días que no haya ‘zapateado’ o por lo menos tarareado, gozado, bebido, o
simplemente escuchado en un trayecto de bus una de estas canciones, la gran mayoría de su autoría: ‘El ausente’, ‘Tania’,
‘Nadando’, ‘Flores silvestres’, ‘Manyoma’, ‘Negro chombo’, ‘El caminante’, ‘Palenque’, ‘El cocinero mayor’, ‘Confundido’, ‘Volvió
Juanita’, ‘Morena de 15 años’, ‘Patrona de los reclusos’, ‘Abandonaron el campo’, ‘Tumbatecho’, ‘Me le fugué a la candela’, ‘Musa
original’, ‘Rebelión’, ‘Ban ban’, ‘Mary’, ‘Echao p’adelante’, ‘Son apreta’o’, ‘La noche’, ‘En Barranquilla me quedo’, ‘Fuego en mi
mente’, ‘Yamulemau’, ‘Por ti no moriré’, ‘A mi Dios todo le debo’, ‘Suave bruta’, ‘El centurión de la noche’, ‘Pa’l bailador’, ‘Simula
Timula’, ‘Teresa vuelve’, ‘Te quiero más’, ‘El trato’, ‘Tamarindo seco’, ‘Ella y tú’, ‘Tal para cual’, ‘Inocente’, ‘Noche de arreboles’,
‘Sabré olvidar’, ‘La tortuga’ o ‘La fundillo loco’.
Y otra poderosa tesis que avala al Joe como el más caliente del bailoteo nacional tiene que ver con la invención de un sonido sin
antecedentes en América, pero que, en efecto, corresponde a la extraña mezcla de muchos ritmos caribes: el Joesón.
¿Y qué es? En marzo del 2004, el propio Arroyo confesó para la revista ‘Rolling Stone’: “Es un sonido que tiene soka, salsa, sonidos
africanos, cumbia, brisa del mar y un cincuenta por ciento que nace de mí, pero que no tengo ni puta idea qué es”.
Sí, el Joe, además, se inventó un género.
A todo eso habría que sumarle que Arroyo fue el protagonista de la primera banda de salsa nacional que se hizo famosa en el
exterior, Fruko y sus Tesos (lo cual no es poco si se tiene en cuenta que Colombia es el último guardián del género), y que, ya en
su madurez, no solo buceó en las más profundas aguas del folclor costeño sino que, con sus versiones cadenciosas de las cumbias,
los chandés y los bullerengues, aportó en la historia e hizo zangolotear al país en el más seguro de los terrenos: su tradición. Por
eso, su contribución al Carnaval de Barranquilla es sencillamente innegable.
Y más allá de lo que significa toda su producción, también habría que señalar que en el Joe habitó un coloso del escenario, un
‘showman’ por excelencia. Un ‘frontman’ inimitable, y lo que es más importante, un rotundo artista en la autenticidad.
Su sola presencia física, la del niche extasiado en su arte, la del volcán en las tablas, ya pagaba la boleta. Nadie bailó como él –sus
rodillas se elevaban hasta el ombligo–; nadie cantó como él –hacía con la voz lo que le daba la regalada gana–; y nadie aulló como
él –incluida esa contracción de la garganta que lanzaba un relincho de caballo, que fue el sello de su canto–.
Me atrevo a decir que, como el Benny Moré, Tito Rodríguez, Celia Cruz, Maelo Rivera, Héctor Lavoe, Willie Colón, Rubén Blades y
Oscar de León, si es que no falta nadie más, el Joe entró hace rato a hacer parte de ese desordenado pero sabrosísimo olimpo de
ídolos populares (no por ello geniales) de la música tropical latinoamericana.
Pero todos estos argumentos que esgrimo con descarada admiración están por reafirmarse. Algún día, otro tipo –uno mucho más
responsable que este biógrafo– lo dará por sentado. Por ahora, de Colombia, para mí, el Joe es el más grande.
MAURICIO SILVA. Editor de la revista BOCAS, autor de la biografía del Joe Arroyo ‘El Centurión de la Noche’ y del libro
‘¿Quién mató al Joe?’.
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Los tiempos del disco
Bee Gees, los chicos blancos de la música negra
Hace 39 años se estrenó en Los Ángeles la película “Fiebre de sábado por la noche”, con música de los Bee Gees y la
actuación de John Travolta, una mezcla que hizo historia.
Por: Joaquín Robles Zabala / El Espectador
De izquierda a derecha, Maurice, Barry y Robin Gibb, los integrantes de los Bee Gees. / AFP
El reconocimiento mundial de los Bee Gees, un trío de hermanos ingleses de voces agudas y cabellos largos, vino de la mano de
una película que marcó profundamente a una generación de jóvenes estadounidenses y convulsionó el ámbito claroscuro de las
discotecas de la Gran Manzana. Fiebre de sábado por la noche, una cinta dirigida por John Badham que narra la historia de Tony
Manero, un muchacho neoyorquino de origen italiano que los sábados se va a una discoteca con un grupo de amigos, no sólo fue
un éxito indiscutible en las salas de cine donde fue proyectada, sino que se volvió también un referente de vida para cientos de
chicos que querían parecerse al personaje interpretado por John Travolta.
La figura emblemática de este actor con los brazos en alto, con su flamante traje blanco de poliéster, acompañó a los hermanos
Gibb durante muchos años, pues ellos fueron los autores e intérpretes de una banda sonora que logró vender más de cuarenta
millones de ejemplares de un disco doble que llevaba el título de la cinta dirigida por Badham.
Si es cierto que los Bee Gees ya eran famosos en Inglaterra y Estados Unidos antes de la entrada triunfal del filme que catapultó a
Travolta al cenit de las grandes estrellas de Hollywood, la popularidad de los hermanos Gibb (Barry, Robin y Maurice) venía en
picada en el momento en que el productor australiano Robert Stigwood los llamó para que compusieran las canciones de la que
sería la cinta cinematográfica más exitosa de finales de los setenta, recaudando, según estadísticas, un poco más de US$300
millones sólo en taquilla.
Curiosamente, en el momento en que se terminó la grabación del filme, la música disco sufría igualmente su debacle, pues, para
el editor de la revista Vogue, Andre León Talley, este movimiento era enteramente neoyorquino; además era negro y homosexual,
y tenía su origen en una atmósfera enrarecida de sexo y droga. No obstante, para el crítico de cine estadounidense Roger Ebert, el
éxito de la música disco se debió a que la revolución del rock se había vuelto seria y deprimente, y este nuevo género surgió como
un movimiento simple e inocente, como en su momento lo fue el rock de los años cincuenta.
Para Travolta, quien en 1978 fue nominado a un Óscar por su papel de Tony Manero en la celebrada película de Badham, los Bee
Gees le imprimieron aire fresco a la música disco, compusieron melodías pegajosas y asimilables y le dieron un sello que no se
parecía a nada de lo que se escuchaba en la radio de la época.
Tanto así que dos meses antes del estreno del filme, Stayin’ Alive, el tema que se escucha mientras el personaje de Travolta camina
rítmicamente por una céntrica avenida de Brooklyn, entró al puesto cincuenta del Hot 100 de la Billboard y dos semanas más tarde
ya estaba ocupando el número uno. Algo similar ocurrió con How Deep Is Your Love, Night Fever y More than a Woman.
Para Roger Ebert, los Bee Gees crearon un ritmo que se tomó los centros nocturnos de Nueva York y Los Ángeles y llenó las
discotecas de muchas camisas de poliéster y muchos zapatos de plataforma ancha. Denny Terrio, coreógrafo del filme, recordaba
hace poco en una entrevista que no había en la Gran Manzana una sola tienda de ropa que no vendiera trajes blancos como el que
usaba Travolta en la película.
Para John Badham, su filme creó una moda que afectó profundamente a millones de jóvenes del mundo, pues consideraba que éste
tenía, además, el ingrediente de una banda sonora que era tan importante como el guión mismo. Más que un filme, aseguraba,
Fiebre de sábado por la noche fue un evento que logró captar la esencia de una década y de una ciudad de Estados Unidos donde
una juventud perdida intentaba encontrar su identidad. Asimismo nos dice que su película logró capturar con precisión los años
setenta, de la misma manera como Rebelde sin causa lo había hecho en los cincuenta.
La influencia musical de los Bee Gees no sólo se circunscribió al éxito de Fiebre de sábado por la noche. Un año más tarde, hicieron
la canción principal de Grease, otra película protagonizada por John Travolta que tenía como marco de desarrollo los años
maravillosos del rock and roll. Asimismo, muchas de sus composiciones fueron grabadas por artistas de la talla de Diana Ross,
Barbra Streissand, Kenny Rogers, Dolly Parton, Dionne Warwick y Céline Dion, entre otros.
En 1997, el Metro Golden Mayer Grand de Las Vegas fue testigo de la reunión de los hermanos Gibb después de casi diez años de
ausencia de los escenarios. El evento llevó por título One Night Only y fue sin dudas el último gran concierto de los Bee Gees, cuyos
derechos de transmisión fueron adquiridos por los productores de HBO. Robin, el segundo de los hermanos, reconocería después
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que aquel reencuentro tenía algo de premonición fatalista, pues un poco después Maurice, su gemelo, fue internado de urgencia en
un hospital de Miami y murió días más tarde de una complicación gástrica.
“Creo que estamos pagando el karma por haber vivido una vida de fama”, comentó Robin a finales de febrero de 2012 a la BBC de
Londres. No sólo se refería a su gemelo, sino también a Andy, el menor de los hermanos, quien murió de un paro cardíaco en 1988,
poco antes de cumplir los treinta años. Pero, sobre todo, se refería a sí mismo, ya que hacía pocos menos de un año le había sido
diagnosticado un cáncer de colon que había empezado a hacer metástasis a otros partes de su cuerpo.
La noticia de la muerte de Robin en mayo de 2012, después de haber pasado un mes en estado de coma en un hospital de Londres,
hizo volver nuevamente los ojos de la prensa a una década en la que “una generación perdida” en la droga, el alcohol y el sexo
encontró en el personaje interpretado por Travolta en la cinta de Badham un referente de identificación personal. Pero, sobre todo,
una imagen que marcó toda una época: los años maravillosos de la música disco. Una ciudad: Nueva York. Una discoteca: la
legendaria Studio 54. Y, por supuesto, un conjunto de canciones interpretadas por los hermanos Gibb que traspasó las fronteras
del idioma y se escuchó en casi todas las radios del mundo.
Por qué Plácido es el más grande de todos
Para reemplazarlo e interpretar su repertorio, la nueva generación necesita unos cuatro cantantes.
Por: Roberto Herrscher | El Tiempo
En diciembre, Plácido Domingo estrenó su papel número 143… o tal vez es el 144. Ya no los cuenta. Salió a escena en el enorme
teatro en forma de navío volcado, el Palacio de las Artes de Valencia, con el uniforme marcial del Macbeth de Giuseppe Verdi.
A lo largo de cuatro horas, sobre un escenario despojado, las brujas le pronosticaron que reinaría; instigado por su malvada esposa
mató al rey y ocupó su lugar; cometió crímenes y desmanes; fue corroído por la culpa y murió a manos de sus enemigos. Cerca de
la medianoche, con el frío envolviendo el edificio, el gran artista cantó su última aria con esa voz inconfundible y fue ovacionado
por un público que nunca lo abandonó.
Estaba a punto de cumplir los 75 años. Un prodigio incomprensible.
La página web de Plácido Domingo se abre con la frase en inglés ‘If I rest, I rust’: si me detengo, me oxido. Y no para: el último
año cantó óperas, conciertos en los cinco continentes, grabó discos de villancicos y de canciones del Mediterráneo, ganó premios,
dirigió grandes orquestas…
‘If I rest, I rust’. Suena como el lema de un viejo roquero. Él no es un roquero, pero se mueve como pez en la pecera de la cultura
popular: consiguió hacerse inmensamente popular sin abaratarse. Domingo siempre combinó la ópera al más alto nivel con una
apertura al cine, la televisión y los espectáculos de masas, como el de Los Tres Tenores.
Triunfó en el cine haciendo óperas completas, no comedias ni pastiches. En los 80, Francesco Rossi lo guio en su mejor interpretación
para la pantalla: una ‘Carmen’ vibrante y pasional. Estas películas son clásicos que lo colocan entre los grandes actores de cine. No
por nada el gran intérprete de Shakespeare, el inglés Lawrence Olivier, dijo que el Otelo cantado de Domingo era mejor que el suyo
hablado.
Muchos consideran a Domingo el mejor tenor de nuestro tiempo, o incluso de la historia. ¿Pero en qué es el mejor Plácido Domingo?
Luciano Pavarotti tenía una voz más hermosa, una naturalidad incomparable y unos agudos insultantes; Alfredo Kraus era más
aristocrático y elegante en el repertorio romántico francés; Fritz Wunderlich, más perfecto y vibrante en Mozart. Pero Domingo es
el gran artista completo: el gran músico, el gran actor, el gran comunicador que canta como cantaríamos sus oyentes si supiéramos
cómo.
No es el primero si se toman cualidades y repertorios por separado; pero es el mejor de todos en el conjunto, por ser ambicioso
sin perder la bonhomía, por ser insaciable sin perder capacidad para que nos identifiquemos con él. Y, sobre todo, porque lo vemos
esforzarse al máximo. Porque, como un atleta, a todo llega, pero todo le cuesta.
¿Y cómo es su voz? Como la describió el gran chelista ruso Mstislav Rostropovich, se proyecta con la sonoridad, los armónicos, la
profundidad, la humanidad de un violonchelo. Domingo prefiere la metáfora del chocolate caliente. Describe su propia voz como
espesa, con un centro sólido y firme, una impresionante seguridad en los graves –que le permiten ahora cantar como barítono– y
unos agudos esforzados, a los que llega como después de un prodigio de voluntad y técnica. Con una gran inteligencia musical y
dramática, el tenor se apropia magistralmente de papeles que no parecen hechos para él.
Con la entrada al siglo XXI, inició una nueva carrera: dejó de ser tenor y pasó a ser barítono, una tesitura más grave. La voz ya no
tiene el brillo de antaño, pero conserva fuerza, expresividad y una capacidad de comunicación que quisieran los divos de hoy.
Para reemplazarlo, para interpretar todo su repertorio, la nueva generación requiere de al menos cuatro cantantes. Pero si juntamos
a los cuatros mejores tenores del momento, entre todos no hacen un Plácido Domingo.
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Sábado 2 de abril
Para todo lo pertinente, por favor comuníquense con Roberto Villamizar Mutis, 3107501220
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El grupo de teatro Umbral celebra 25 años de trabajo
El colectivo de Carolina Vivas e Ignacio Rodríguez inicia la conmemoración con un ciclo especial.
Por: Cultura y Entretenimiento | El Tiempo
Foto: Archivo particular
'Gallina y el otro', una de las obras emblemáticas del grupo, se ha traducido en Canadá y en Francia.
La primera función del grupo Umbral Teatro fue una pesadilla, recuerda Carolina Vivas, una de sus fundadoras. El grupo debutó el
3 de febrero de 1991, en el Teatro Libre del Centro, con el estreno de su obra 'Segundos'. La noche previa al estreno estuvo llena
de dramas, como una escenografía casi imposible de armar y un actor que casi se ahorca. Pero la pesadilla fue pasajera, 'Segundos'
se convirtió en una de las obras más importantes de Umbral, que mañana comienza la celebración de sus 25 años de trabajo
artístico.
El grupo, que fundaron Vivas e Ignacio Rodríguez, hará una temporada especial en su sala de El Galponcito, que comenzará mañana
con un conversatorio en el que participarán Carlos José Reyes, Marina Lamus, Víctor Viviescas y Sandro Romero Rey. Luego,
presentará cuatro piezas destacadas de su repertorio: 'Segundos' (4 de febrero), 'Gallina y el otro' (5 de febrero),' De plazas
juglares y cadalsos' (6 de febrero) y la obra infantil 'Una soberana calva' (7 de febrero).
La celebración se prolongará durante el año, con la presentación de la obra 'Donde se descomponen las colas de los burros' en el
Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá y el estreno de 'De peinetas que hablan y otras rarezas', el 20 de mayo en el Teatro
Mayor.
“Si yo me muriera mañana, me muero contenta, porque nosotros como grupo, y yo como individuo dentro de él, hemos encontrado
las condiciones para hacer y decir lo que queremos, y ese es un privilegio enorme”, argumenta Vivas al hacer un balance de este
cuarto de siglo.
Uno de los puntos claves de las obras de Umbral ha sido su visión sobre episodios del conflicto colombiano, como el drama del
desplazamiento, que se abordó desde una mirada poética en 'Gallina y el otro', una pieza que se ha traducido en Canadá y en
Francia, y las ejecuciones extrajudiciales en 'Donde se descomponen las colas de los burros'.
“Ha sido importante el contacto que hemos tenido con el país, con el público que a nosotros nos interesa. Una de nuestras líneas
fundamentales ha sido el trabajo pedagógico, el trabajo con la comunidad, en las zonas de conflicto, eso es lo que nos ha dado la
sustancia para las obras que tenemos”, asegura Rodríguez.
Los dos fundadores de Umbral hicieron parte del elenco de La Candelaria, el grupo decano del teatro colombiano que fundó Santiago
García. “Nosotros somos un poco los hijos continuadores sobre todo de la metodología de la creación colectiva. Esa es una buena
herencia, que nos ha permitido construir nuestras propias imágenes y nuestra propia dramaturgia”, dice Rodríguez.
Entre los proyectos del grupo en este aniversario están publicar un libro con las reflexiones de los actores y los textos de sus tres
obras más recientes.
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Zaperoco
Por: Inquisidor / Vanguardia Liberal
Cita. Otros rasgos como el cliffhangers o gancho para el siguiente capítulo, y salidas inesperadas de las situaciones más
inverosímiles, son otros tópicos que instituyó la serie en la cultura televisiva americana (14/01/15. Farándula).
Comentario. Hay varios detallitos interesantes en esta cita. Primero, si hay una palabra (sí la hay) que sirva en castellano para
traducir “cliffhangers”, esta no es necesaria; y, además, si fuere necesario escribirla, debe hacerse entre comillas dobles. Segundo,
sobra la coma después de ‘capítulo’, puesto que el enunciado solo tiene dos partes, unidas por la conjunción copulativa ‘y’. Tercero,
sobra la coma después de ‘inverosímiles’, porque está separando el sujeto del verbo (‘son’). Cuarto, aunque una acepción de ‘tópico’
tiene que ver en lingüística con ‘tema’, como una parte del enunciado, es más conveniente decir ‘tema’, sencillamente. No era más
que eso, mis faranduleras monas.
Cita. Paraguas que simulan faldas, el último invento bizarro de los japoneses (18/01/16. Mundo Curioso).
Comentario. Lo curioso del adjetivo ‘bizarro’, que significa en castellano “valiente, generoso, lúcido, espléndido”, es que nuestros
compañeros comunicadores lo utilizan más por su significado en inglés, “rarísimo, extraño, estrafalario, estrambótico”. Es decir, de
ser una palabra que halaga, la vuelven una que desprecia, así como tantos colegas desprecian el idioma español.
Cita. 931 santandereanos, entre los nuevos beneficiados del programa ‘Ser Pilo Paga’ (19/01/16. Primera. Érika J. Martínez García).
Comentario. No te diré nada por lo indebido de comenzar un titular con un número, querido lempo, pero sí te diré que quienes han
sido beneficiados (verbo en participio) por algún programa como este son ‘beneficiarios’ (sustantivo).
Cita. Atlético Bucaramanga sigue su puesta apunto para volver a la Liga (19/01/16. Deportes).
Comentario. Y yo que tengo un amigo querido que se ha conchabado conmigo, y ‘a punta’ de errores que topa, como yo los ‘apunto’
también, nos divertimos de lo lindo. Ahora estoy ‘a punto’ de desistir, porque ya se me acabó la punta, y nada que aprenden. ¿Me
entendieron, mis queridos “deportólogos”? Supongo que no: una cosa es la forma adverbial ‘a punto’ y otra distinta es la inflexión
del verbo ‘apuntar’.
Cita. Escribirá un libro sobre su cambio de género […] Era cuestión de tiempo que una de las mujeres transexuales más famosas
del mundo explicará sus vivencias (22/01/16. Farándula). Comentario. Al parecer, queridas y faranduleras monas, lo que se hizo
Caitlyn Jenner fue un cambio de sexo, puesto que su género, como lo consigna hoy el Diccionario de la RAE, es decir, su grupo
sociocultural, estaba definido desde antes. En fin, este es un tema al que por fin la Academia está prestando atención, de acuerdo
con su uso, y su abuso. La otra cosita es que ‘explicara’ es distinto de ‘explicará’, y solo esa pequeña tilde marca una enorme
diferencia.
Cita. Restaurante Rincón Socorrano. Bandeja Mini Paisa. Atendemos todos los días – también festivos (aviso comercial. Primera).
Comentario. Este simpático aviso, que deja ver la identidad cultural de algunos santandereanos, hinchas del Nacional y del Medellín,
que en vez de ofrecer mute santandereano y tamales socorranos, ofrece “bandejitas paisas”, o también “minibandejas paisas”, pero
queda complicado entender eso de bandeja “minipaisa”.
Cita. No es cierto que los rivereños solo tienen capacidad de crear puestecitos para vender limonada (24/01/16. Opinión. Leonidas
Gómez). Comentario. Si los “rivereños” existieran, querido y admirado don Leo, estaríamos hablando de los peces, o tal vez de las
chocas o runchos, esos animalitos a los que por darles cualidades afrodisiacas los tienen al borde de la extinción. Existen, sí, los
‘ribereños’, los habitantes de la ‘ribera’, es decir, el terreno junto al río; la ‘rivera’ es el cauce mismo.
Cita. En las instalaciones del Colegio Universitario Socorro, CUS, se llevó a cabo la reunión de egresados del plantel educativo 1965,
a propósito de las bodas de oro de la institución (26/01/16. Sociales).
Comentario. Si no le han cambiado el nombre en los últimos treinta años, querida Liliana Marcela, el nombre de ese plantel es
‘Colegio Nacional Universitario del Socorro’, y si no estoy errado, está cumpliendo alrededor de ciento noventa años, no cincuenta.
Además, debiste escribir ‘Institución’.
Cita. Se han quejado por el riesgo que hay a la salida del centro comercial, debido a la inclinación de la rampa y el semáforo que
hay a pocos metros. Para mitigar esto, hace unos meses se hubicaron unos conos, con el fin de garantizar un carril de salida para
el parqueadero (26/01/16. Judicial).
Comentario. Las preguntas que quedan en el aire, queridos y expertos jurisconsultos, es si escribieron ustedes “hubicar” como si
se tratara de una inflexión del verbo ‘haber’, y cómo fue que el metiche procesador de palabras dejó pasar semejante gazapo tan
grande; porque –hasta donde sabemos– la única forma de ‘ubicar’ es sin hache.
Cita. Concejales “rajaron” las TIC’s de Bucaramanga (27/01/16. Política. Oscar Iván Rey).
Comentario. El que se va a rajar en el manejo del idioma castellano es Óscar, que comete tantos errores en tan poco espacio:
Primero, las siglas no se pluralizan. Segundo, el apóstrofo no tiene más que un uso, referido a señalar la elisión: que faltan letras
o cifras (pa’ que me entienda), y este uso que se pretende dar al apóstrofo tiene que ver con el inglés, pero en forma de posesivo.
Y el más grave de los errores es que no escriba su nombre con tilde, ‘Óscar’, como debe ser.
Cita. Ejemplo a seguir (28/01/16. Opinión. Rafael Gutiérrez Solano).
Comentario. El ‘ejemplo’ es un sustantivo para ser seguido, querido Rafa; de modo que su titular es un pleonasmo. Pero, además,
comete un galicismo, puesto que, con pleonasmo y todo, debió escribir –si fuera el caso, aunque no lo es– “ejemplo que ha de
seguirse”.
Cita. Aparatoso choque entre taxi y camioneta en Guarín (Judicial).
Comentario. Vuelve y juega, queridos jurisperitos, y así hasta el día del juicio final, o hasta que la Academia termine aceptando
‘aparatoso’ como ‘terrible’, ‘espantoso’, o tal vez ‘dantesco’. La primera acepción de ‘aparatoso’ es ‘ostentoso’, que nada tiene que
ver con un accidente. La segunda es ‘desmedido’, ‘exagerado’, que podría acercarse a lo que ustedes pretenden decir; pero, viéndolo
bien, ¿cuándo un accidente está dentro de alguna medida, o cuándo no es exagerado?
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Fabio Polanco, el poeta detrás del Mercado Mundial del Disco
Vendió millones de LP y conoció artistas legendarios. Hoy redacta versos entre bocanadas de humo.
Por: Felipe Motoa Franco | El Tiempo
Foto: Mauricio Moreno / EL TIEMPO
Entre discos compactos e imágenes, Fabio Polanco recuerda sus años de televentas en el Mercado Mundial del Disco. En su
computador conserva grabaciones de diversos artistas.
–Queremos que lleven música a la casa, a la oficina, al negocio, que lleven música a todas partes. Para que la vida sea más alegre
y podamos estar felices y contentos en la capital. Los dejamos con un ritmo sabrosito–, dice un presentador de barba y unos 40
años, en una pantalla de computador. (Lea: Cierran último local de Discos La Rumbita en Bogotá)
Es una de las primeras grabaciones que Fabio Polanco, quien fuera dueño de un emporio musical, hizo para vender sus discos en
El Mercado Mundial del Disco y Discos La Rumbita.
Hoy, con la barba cana y rozando los 70 años, se observa a sí mismo en el monitor. En su oficina de la carrera 7.ª con carrera 21
recuerda cómo fue pionero de las televentas.
Empezó con la idea en 1972. “Ponía a mis hijos (3) y a mi señora a que buscaran cosas raras en televisión y después montaba esos
recortes de imágenes con la música que quería promocionar.Aparecía Cantinflas, por ejemplo, bailando La lambada. O Benny Hill
bailando salsa”.
Su oficina también es su estudio, y aunque abandonó el negocio de la música, en el cual llegó a tener 72 tiendas repartidas por
Neiva, Palmira, Bello (Antioquia) y Bogotá, aún cumple un horario: se empeña en escribir poesía y fumar sus cigarrillos. (Además: El
poeta tolimense Fabio Polanco presenta su producción 'Memorias'.)
“En El Mercado Mundial del Disco (esquina de la carrera 7.ª con 21), como la acera es tan ancha, se reunían hasta 300 personas
afuera a ver los televisores. Era una locura. Se estrellaban carros por estar mirando. Eso era un gentío el verriondo”.
De origen tolimense, Polanco arribó a la capital cuando era niño. En La Perseverancia se acomodaron él y su familia en una casa
de pensión donde solo se podían encender las luces desde las 6 de la tarde. Pero el niño rápido mostró sus notas para levantar
dinero. A los 11 años se compró una bolsa de bombitas Rock and Roll, las infló y las vendió a 2 centavos en el parque Santander.
Así comenzó a ahorrar.
Éxito
En el negocio de la música pronto vio que los videos musicales que no faltaban en ninguno de sus almacenes, menos en el primero
que compró en el barrio Venecia (1970), eran la sensación. Vendían hasta los huesos más huesos.
“Todo se vendía. Después me fui para las fábricas a comprarles discos que ellos no vendían. Se los pedía baratos.
Luego vendimos todo, sacos de hasta 70.000 LP”, expresa Fabio, erguido, con las manos apoyadas bajo su panza.
–¿Qué tal, amigos? Los invitamos a El Mercado Mundial del Disco para que compren mi nuevo LP– exclama Joe Arroyo en pantalla.
–Soy Paloma San Basilio. Quiero que sintáis lo mismo que yo con mi LP, es un trabajo con muchos sonidos, mucha vida. Ojalá lo
compartáis y lo disfrutéis tanto como yo: un beso enorme.
–Hola, amigos. Yo soy Shakira y los invito a que adquieran mi más reciente trabajo titulado Magia, en El Mercado Mundial del Disco
o en Discos La Rumbita–, invita una ‘cejona’ y despeinada señorita, casi impúber, que después canta una balada y se enreda con
los cables.
Galy Galiano, Diomedes Díaz, Juan Carlos Coronel, Rafael Orozco y toda clase de intérpretes en español que usted se quiera
imaginar desfilaron por la salita de grabación. Una pared con logos publicitarios, un par de micrófonos, una mesa y una cámara
sencilla bastaban para grabar a las figuras.
Antes de comprar su primera tienda, Fabio trabajó como vendedor de ropa, en la calle vendió cigarrillos, cadenitas de fantasí a y
alimentos. De todo lo que fuera legal, advierte. Pero fue un curso de locución, que hizo porque “quería ser alguien en la vida”, el
que le dio la idea para hacer las voces promocionales.
“Estuve en el rancho de Vicente Fernández para el lanzamiento de un disco. Con Ana Gabriel también estuve. Muchos artistas
conocí,porque yo era el que más discos vendía en este país”, reseña orgulloso, y prende otro cigarro.
“Nostalgia no tengo, porque fue un negocio que me dejó para vivir tranquilo. Cualquiera que tenga que ver con música me conoce
y sabe que soy un tipo correcto”.
En su oficina, donde no falta una orquesta de sapos en miniatura, un par de libros, discos compactos y afiches con su cara, se pasa
los días. A punta de versos espera llegar a su canción final. De hecho publicó un libro con la desaparecida editorial Oveja Negra: El
otro, el auténtico.
Sus creaciones, que han recibido críticas favorables de periodistas como Germán Santamaría y otras no tan amables en distintos
medios, las lleva a la gente a través de recitales en cárceles y lugares públicos.
Además, grabó 14 discos declamados, un par de ellos con Sony Music. Son recuerdos y palabras que lo hacen feliz, llevar sus
propias letras al oído de los otros, luego de vender millones de voces y sonidos en su Mercado Mundial del Disco.
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FICCI 2016
Prepárese para la fiesta del cine en el Festival Internacional de Cine de Cartagena.
Revista Arcadia
El FICCI rinde homenaje a La Mansión de Araucaima de Carlos Mayolo
FOTO: Eduardo "La rata" Carvajal
Más de 154 películas de 38 países. La actriz Susan Sarandon como invitada especial. Además de una retrospectiva al director filipino
Brillante Mendoza. El Festival Internacional de Cine de Cartagena se realizará del 2 al 7 de marzo.
Desde 1960, el festival de cine más antiguo de Suramérica se luce con una programación esmerada para los amantes del cine. Este
año habrá homenajes, retrospectivas, una selección de las películas galardonas en los festivales más prestigiosos del mundo y
grandes invitados.
La sección gemas reúne diez películas que se distinguen por una construcción cinematográfica desafiante. Esta selección del mejor
cine contemporáneo tiene, entre otros, autores como Nani Moretti, Apichatpong Weresetakul, el filipino Brillante Mendoza y la
recientemente fallecida cineasta Chantal Ackerman.
Mi madre de Nanni Moretti
Tributos, Homenajes y retrospectivas Por primera vez, el Festival Internacional de Cine de Cartagena rendirá homenaje a un
director colombiano: Luis Ospina. El público podrá ver algunas de sus películas fundamentales y aquellas que marcaron su vida y
obra. Su más reciente documental,Todo comenzó por el fin, tendrá estreno nacional en el festival.
También habrá una retrospectiva del cineasta filipino Brillante Mendoza, con la programación de neuve de sus películas, una de
ellas, también incluida en la sección Gemas, es Taklub, una ficción drámatica sobre el tifón Haiyan que devastó Filipinas en 2013.
Gaspar Noé, el cada vez más polémico y provocativo cineasta francés, llega a Cartagena con su última película Love (2015) para
la franja nocturna. Aún está por confirmarse la retrospectiva de su filmografía.
Susan Sarandon, invitada especial La actriz de Nueva York ya hace parte de la historia del cine contemporáneo. Llega como
invitada a Cartagena para recibir un tributo del FICCI con la proyección de las películas que marcaron su carrera: el clásico de
culto, The Rocky Horror Picture Shore(1975), Thelma y Louise (1991) y El Ansia (1983), donde comparte elenco con David Bowie
y Catherine Deneuve. La película por la que obtuvo su primera nomianción al Oscar, Atlantic City(1980), y la memorable Dead Man
Walking junto a Sean Penn.
Susan Sarandon en la más reciente entrega de los Actors Guild Awards en Los Angeles. Foto: ALBERTO E. RODRIGUEZ / GETTY
IMAGES NORTH AMERICA / AFP
La competencia oficial de ficción será disputada por ocho títulos entre los que se encuentran la inaugural del festival, Los nadie,
del antioqueño Juan Sebastián Mesa yOscuro Animal del director y montajista colombiano Pablo Guerrero, compitiendo con
producciones de Brasil, México, España, Chile y Canadá.
Diez documentales conforman la competencia oficial de documental. La cuota colombiana está a cargo de Luis Ospina con Todo
comenzó por el fin y Paciente de Jorge Caballero
La competencia oficial de cine colombiano está conformada por Todo comenzó por el fin de Luis Ospina, Paciente de Jorge
Caballero, Noche herida de Nicolás Rincón Guillé , Los nadie de Juan Sebastián Mesa , Días extraños de Juan Sebastián Quebrada
, Sin mover los labios de Carlos Osuna , Anna de Jacques Toulemonde,Oscuro animal de Felipe Guerrero y Siembra de Ángela Osorio
y Santiago Lozano
Cinco días para conocer nuevas propuestas de autores nacionales, disfrutar de lo más selecto del cine internacional y gozar al ritmo
del séptimo arte.
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Vigías del Patrimonio
Festivalito Ruitoqueño de música colombiana
Patrimonio Cultural de Santander - Patrimonio Cultural de Floridablanca
Orgullo de Santander para Colombia
Aprendamos a conocer lo nuestro
El joropo
Es el baile folklórico más representativo de los llanos colombo-venezolanos; es una de las danzas folklóricas que presenta la típica
supervivencia española, engendrada en los bailes flamencos y andaluces, como así lo demuestran sus zapateos. La palabra "joropo"
viene del arábigo "xarop" que significa "jarabe" y está emparentado con los jarabes tapatíos de México. En esta danza las parejas
bailan zapateado y sueltas; el cuerpo permanece más bien quieto, dando mucha importancia al taconeo, el cual es rápido. En danza
de coqueteo, el llanero trata de conquistar a la mujer, gira trazando un espiral y da vueltas progresivamente más apretadas y
juntas en persecución del centro que ocupa la mujer, quien remisa y recatada se aproxima al varón.
El paso menudo del joropo simula el galopar del jinete en los llanos; es el ritmo menudo en donde el llanero expresa sus impulsos
sanguíneos, y en donde expresa sus verdaderos valores autóctonos. Los instrumentos para su interpretación son el arpa, el cuatro
y las maracas; presenta algunas figuras en su interpretación: el valsiao, el zapatiao, el escobillao, el toriao, entre otros. El canto
expresa relatos en verso sobre aspectos de la vida del llanero; cantos con diversas alteraciones en los tonos y en donde se recuerdan
los cantos flamencos.
Teniendo en cuenta el joropo como tradición folklórica y base de los llanos colombo-venezolanos, se hallan algunas variedades
musicales y entre ellas, el pasaje, el zumba que zumba, el seis y sus variedades. El pasaje se manifiesta como un joropo lento y
cadencioso, con una temática lírica, descriptiva y sentimental en las canciones. El zumba que zumba se interpreta como un joropo
festivo y satírico. El seis con sus variaciones; el seis por derecho, el seis por numeración, el seis figuriao y el seis corrido, son
expresiones del joropo que se bailan entre seis parejas, con figuras coreográficas en su interpretación.
Otro de los bailes folklóricos de los llanos es el " Galerón ", al cual llaman también "Corrido" y "Torbellino Llanero". Según las
investigaciones folklóricas, aparece que el galerón es uno de los aires más antiguos del país; su nombre viene, según se cree, de
la "fiesta de los galeones", la cual se efectuaba en distintos lugares de Tierra Firme desde 1625, en acción de gracias por el feliz
arribo a España de la flota de ese año; asimismo de los cantos de los condenados en las galeras".
El galerón significa alegría y entusiasmo para los llaneros; en sus fiestas, que son muy frecuentes por cuanto el llanero es alegre,
bailan con gran entusiasmo el galerón por parejas. Se presenta como una danza zapateada para los dos bailarines; en ella el varón
persigue a la mujer, ya sea con el rejo de enlazar o con el pañuelo, mientras ella, en coqueteos, escapa.
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Dolcey Gutiérrez, el rey del Carnaval de Barranquilla
Galardonado con el Turbante del Carnaval, estará mañana en la Batalla de Flores.
Por: Andrés Artuz Hernández | El Tiempo
Foto: Carlos Capella / EL TIEMPO
El músico Dolcey Gutiérrez tiene 74 años y 54 de carrera.
A finales del 2015, cuando Carnaval S. A. dio a conocer que Dolcey Gutiérrez sería homenajeado en la Lectura del Bando con el
Turbante del Carnaval, máximo galardón folclórico que se entrega a quienes han hecho aportes significativos a la fiesta, la
aceptación fue unánime en todas las esferas del pueblo barranquillero.
No hubo polémica y como prueba de eso quedó la ovación sentida y prolongada que el ‘especialista de la música picante’, como él
mismo se denomina, recibió el pasado 16 de enero en la tarima de la plaza de la Paz, durante la entrega del reconocimiento.
Esa noche, con el acordeón terciado en el pecho y la imponencia de un rey Momo, vestido de plateado desde el sombrero hasta los
zapatos, abrió la presentación como siempre lo hace: con la legendaria 'Cantinero, sirva trago', la primera canción que grabó, en
1963, con un poco más de 20 años.
No pudo haber mejor música para hacer cumplir a los presentes la orden real de parrandear hasta el miércoles de Ceniza que
minutos antes había dado la reina del Carnaval, Marcela García Caballero.
El goce fue total, con maicena y ron. Y Gutiérrez hizo lo que mejor ha hecho en 54 años de vida artística: divertir. Pero al contrario
de lo que podría pensarse, en el estudio de su casa en el barrio Ciudad Jardín, en el norte de Barranquilla, no hay hileras de congos
de Oro, premio que se les otorga a los ganadores del Festival de Orquestas cada lunes de Carnaval.
Allí solo reposa solitario uno de los dos que ha ganado en su larga carrera y que obtuvo en 1985, cuando se presentó, todavía en
el coliseo Humberto Perea, con la canción 'Ron pa’ todo el mundo', pegada en ese entonces en todo el país.
Mientras observa meditabundo ese trofeo, Gutiérrez, de 74 años, recuerda que de las cuatro ocasiones en que ha hecho parte del
importante evento del Carnaval, en 1987, dos años después de su exitoso debut, se lo volvió a ganar, pero nunca se lo entregaron.
“El Congo estaba hecho para Juan Piña, pero al notar el apoyo del público hacia mi música, en ese entonces con canciones como
'Huesera en televisión' y 'Micaela', el jurado no tuvo más camino que darme como ganador. Me tomé la foto para los medios y l o
devolví para que le pusieran mi nombre. Fui una vez a las oficinas del Carnaval y no lo tenían listo y más nunca volví. Así que tengo
un congo de Oro por ahí perdido”, cuenta.
Foto: Carlos Capella
Marcela García Caballero, reina de la fiesta barranquillera, con Dolcey Gutiérrez, el día de la entrega del Turbante del Carnaval. /
Otra de las paradojas difíciles de creer de este artista de los ritmos carnavaleros, como guaracha, cumbia y porro, esos que ha
adaptado en “un sambapalo musical”, como describe las fusiones tropicales que presenta disco tras disco, es que sus apariciones
en el Festival de Orquestas han sido pocas, pues los organizadores nunca supieron acomodarle una categoría en la que pudiera
competir.
“Me ponían con los vallenatos, por el acordeón, y con los tropicales, por el resto de sonidos que tiene mi música, y por eso siempre
fue complicado concursar”, explica.
Y aunque este año tampoco aparecerá en el evento de este lunes (su última vez fue en 1998), Carnaval S. A. dispuso que mañana
haga parte del desfile de la Batalla de Flores, el más importante de la fiesta.
Bajo el sol canicular que está previsto para el mediodía, hora de salida del recorrido, las 10.000 almas que se darán cita en el
cumbiódromo de la vía 40 disfrutarán de un mano a mano que Dolcey Gutiérrez librará con su colega y amigo Aníbal Velázquez,
otro grande también y que le ha cantado al Carnaval cada vez que puede.
“La verdad es que me siento muy contento con estos reconocimientos y por seguir dando palo en el Carnaval. Todos los años
estamos vigentes, pero este tenemos más de 64 presentaciones contratadas y no sé cómo me voy a clonar”, destacó este
carnavalero de nariz pronunciada al que le fascinan los sombreros y las camisas de flores y que no toma licor desde la juventud.
“Una vez no me cayó bien el trago y decidí dejarlo”, anota.
Y hasta cantos a Dios
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Nacido el 23 de octubre de 1941 en Nervití, caserío del corregimiento de El Guamo (Bolívar), el compositor de éxitos como La chupa
y Las gotas de Quenal ahora también le canta a Dios, sobre todo después de las dos veces en las que pudo hacerle el quite a la
muerte, en mayo del 2014 y agosto del 2015.
“Primero tuve un tumor maligno en el riñón izquierdo. Me entregué a la oración y estando en el estudio de mi casa, donde trabajo,
sentí un frío que me recorrió desde la cabeza hasta la cintura. Luego los médicos en todos los chequeos que hicieron no hallaron
tumor. Esa maravilla se la debo a Dios”, dice conmovido.
El año pasado debió ir al quirófano por un coágulo cerebral que cada vez le impedía más movimientos y amenazaba su existencia.
A los 12 días ya estaba en tarimas del Magdalena interpretando las canciones que han hecho parte de sus 104 trabajos musicales,
incluido 'Rock and ron', con 18 temas, uno de ellos titulado 'Son carnavalero', que canta con Juan Piña.
Con esas experiencias vividas, Gutiérrez ha venido sacando tiempo, incluso, para grabar un disco cristiano, sin dejar de lado la
música que lo caracteriza.
Y es que sobre su estilo, asegura que luego de meditar sobre el contenido de sus canciones y pedir consejos a sacerdotes y pastores,
llegó a la conclusión de que tenía que continuar con lo suyo, porque “no le hago daño a nadie: es música que divierte en los lugares
más recónditos, yo la hago de una forma y la gente entiende lo que quiere”, afirma.
Por lo pronto, solo agradece “al de arriba” por lo concedido, al tiempo que sigue a la caza de anécdotas de la vida real para crear
canciones que le sigan dando larga vida en el Carnaval, en el que es un rey.
Ahí vino la plaga
Por: Juan Esteban Constaín / El Tiempo
Esa es una de las grandes plagas de nuestro tiempo, o la más grande: la torpeza de la tal 'cultura organizacional'; la dictadura
implacable del 'sistema' frente al individuo.
Nunca quise tener una tarjeta de crédito; nunca me pareció necesario y en cambio me daba miedo desbordarme con ella y caer sin
remedio en las garras ansiosas del consumismo. Lo que Alfonso López Pumarejo llamaba ‘la prosperidad al debe’, la felicidad (y la
ruina) al fiado. Hasta que un día descubrí que en el mundo de hoy nada se puede hacer sin tarjeta de crédito, nada, y que es más
fácil y urgente tener una que tener alma.
Así que hace algunos años saqué mi tarjetica con el Citibank, cuyo nombre menciono no para hacerle propaganda sino dentro del
más puro ánimo constructivo y anecdótico. Llegué a él casi al azar y porque era el banco que me quedaba más cerca. No pregunté
mucho (para qué; todos los abismos son iguales), firmé lo que tenía que firmar y salí de allí como alma que lleva el diablo, solo
que después de habérsela dejado.
Lo cierto es que desde entonces me ha ido muy bien con la tarjeta de crédito, me ha servido muchísimo. No tengo quejas ni
objeciones salvo una, y es que para gestionarla y controlarla hay que llamar a un número telefónico. Escribe uno la cédula, da una
clave, y oye la cálida voz femenina de una máquina que lo va guiando, como vaca al matadero, por entre el laberinto de las deudas,
las fechas de corte y las cuotas por pagar.
Ese procedimiento, tan fácil, funcionaba a la perfección hasta hace poco. Pero entonces decidieron ‘mejorar las cosas’ (horror), y
por supuesto las empeoraron y las hicieron incomprensibles y tortuosas. Lo que antes era lógico se volvió misterio e intuición, y
siempre que llamo a mi banco, ahora, acabo como en una escena de Mr. Bean o de Woody Allen o de Kafka, o de los tres juntos,
hundiendo como loco todos los botones del teléfono.
La cosa se hizo tan angustiosa que me fui en persona hasta allá, donde un señor, otro cliente, interpretaba como nadie mi sentir
mientras le imploraba a una niña de información: “¡Quiero hablar con un ser humano!”. Ella le respondió: “Como tal el sistema
ahora es más fácil porque busca tener más interacción con el usuario...”. Nos dijo que no nos podía ayudar más, que llamáramos
a la línea de atención telefónica.
Ahora: digo el Citibank como podría decir cualquier otro nombre –cualquiera–, pues esa es una de las grandes plagas de nuestro
tiempo, o la más grande: la torpeza de la tal ‘cultura organizacional’; la dictadura implacable del ‘sistema’ frente al individuo,
aplastado y abrumado por una cantidad desmesurada de procedimientos absurdos que además siempre son peores porque siempre
los están mejorando.
Si me gustaran las teorías conspirativas diría que eso ocurre así justo con ese propósito, para que al final el individuo desista y se
resigne humillado y envilecido ante los mandatos del sistema. Tanto en el sector privado como en el sector público: filas
interminables; turnos, siglas, códigos; confusiones, le faltó el sello, eso no es aquí. Eternas llamadas telefónicas a un robot mientras
suena en ocarina, al fondo, la canción del Titanic. Y sí.
Y que no se nos olvide nunca, pero nunca, lo que define a este país y lo hace ser lo que es; lo que le da todo su poder moral y su
gran valor como sociedad, como nación civilizada y de bien: la fotocopia de la cédula ampliada a 150. Ah, eso sí. Es más: es
fundamental que desde ya la saquen y la tengan a la mano quienes vayan a firmar el 23 de marzo el acuerdo de paz con las Farc,
porque sin ese requisito no hay proceso que valga.
¿Qué somos demasiados en este mundo? Es cierto. ¿Que no hay más camino que dejarles la inteligencia a las máquinas? Quizá, no
es que yo me esté quejando.
Como tal estoy solo esperando a que un humano me atienda por teléfono en mi banco.
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Novelas colombianas nominadas al premio Mario Vargas Llosa
Por: EFE / El Colombiano
Juan Gabriel Vásquez y Héctor Abad Faciolince son los únicos colombianos nominados a este premio. FOTOS Mario Valencia y
Emanuel Zerbos
Once novelas de autores de nueve países hispanoamericanos optan al premio de la segunda bienal Mario Vargas Llosa, que se
celebrará en Lima del 18 al 21 de abril, anunciaron este miércoles sus organizadores en una conferencia de prensa.
Entre las obras seleccionadas figuran dos de escritores colombianos, La forma de las ruinas, de Juan Gabriel Vásquez y La Oculta, del
colombiano Héctor Abad Faciolince.
Los nacionales compiten con El Santo, del argentino César Aira; Distancia de rescate, de la argentina Samanta Schweblin; Adiós a
los padres, del mexicano Héctor Aguilar Camín; Si te vieras con mis ojos, del chileno Carlos Franz; El intenso calor de la luna, de
la nicaragüense Gioconda Belli; La distancia que nos separa, del peruano Renato Cisneros; La mucama de Ominculé, de la
dominicana Rita Indiana; La soledad de los perdidos, del español Luis Mateo Díez; y Las cenizas del cóndor, del uruguayo Fernando
Butazzoni.
Las once novelas fueron seleccionadas de entre un grupo de alrededor de 250 obras que se presentaron para optar al premio,
dotado con 100.000 dólares, anunció el asistente de dirección de la cátedra Mario Vargas Llosa, Carlos Granés.
En la presentación de las novelas seleccionadas también intervino el director de la cátedra, Juan Jesús Armas Marcelo; el director
general de la Fundación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Manuel Bravo; y el delegado general de la UTEC, Carlos Heeren.
Granés explicó que el proceso de selección comenzó hace nueve meses con el objetivo de presentar un panorama “lo más amplio
posible de la literatura contemporánea en español”.
“Hay mucha autoficción, mucha novela política y novela experimental, además de muchísima ciencia ficción. Hemos intentado que
todos estos géneros estén representados”, dijo Granés.
Juan Jesús Armas destacó que hubo “escritores importantes que se han quedado en la estacada” y que la idea inicial era hacer una
selección de diez obras, “pero por la calidad de todas ellas tuvimos que poner a once”.
El jurado del premio seleccionará a cinco finalistas a partir del 28 de marzo y anunciará al ganador del premio en la clausura de la
bienal, que se realizará el 21 de abril en la sede de la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC).
El jurado está compuesto por el director de la Real Academia Española (RAE), Darío Villanueva, el escritor peruano Alonso Cueto,
el editor y crítico literario mexicano Gonzalo Celorio, la hispanista y ensayista sueca Inger Enkvist y el ensayista ecuatoriano Will
H. Corral.
Los cinco finalistas serán parte de los alrededores de cuarenta escritores invitados a Lima para participar de las distintas actividades
de la bienal, entre los que no figurará Mario Vargas Llosa, según confirmaron sus organizadores.
Granés indicó que aunque la bienal lleva el nombre de Vargas Llosa, esta no depende de su figura, y que puede funcionar
independientemente de si el escritor asiste o no a las actividades del certamen.
Armas comentó que la ausencia de Vargas Llosa es parte del carácter “arriesgado” de esta segunda bienal, que apuesta por “gente
muy joven y buena” y por “muchas mujeres”.
Entre los invitados confirmados están algunos de los novelistas seleccionados como Franz, Schweblin y Belli, además de los
españoles Berta Vías, Marta Rivera de la Cruz, José Esteban Gonzalo, el argentino Martín Caparros y los peruanos Oswaldo Reynoso,
Jeremías Gamboa, Enrique Planas y Julio Villanueva Chang.
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Dos despedidas
desapercibidas
en
la
música
colombiana
que
pasaron
Jesús Pinzón Urrea, compositor, y Gustav Kolbe, maestro del violín, murieron esta semana.
Por: Óscar Acevedo | El Tiempo
Jesús Pinzón Urrea
Gustav Kolbe
A raíz del fallecimiento de dos importantes figuras de la música colombiana, el compositor santandereano Jesús Pinzón Urrea y el
maestro de violín Gustav Kolbe, ocurridos ambos esta semana, me pregunto si el ciudadano del común conoce a estos personajes
y su aporte a nuestra cultura.
Primero corro a buscar en los medios impresos nacionales (incluyendo este) una nota sobre el hecho. Encuentro un artículo sobre
el fallecimiento del fundador de la banda gringa Jefferson Airplane, otro sobre la repartición de la herencia de David Bowie, difunto
hace ya varias semanas; uno sobre la desesperada búsqueda de tranquilidad de Robi Draco y varios sobre el concierto de los Rolling
Stones, pero nada de la partida de estos personajes.
Consciente de que pierdo el tiempo, busco sin embargo en los noticieros de Caracol y RCN y nada, solo autobombo sobre sus
producciones. Después paso a buscar en las páginas web de las grandes cadenas radiales, pero allí tampoco se reseñan estos
sucesos. Finalmente encuentro en la página de noticias de la Universidad Nacional y en la de la Orquesta Filarmónica de Bogotá,
un par de artículos sobre el deceso de Pinzón, el buscador de Google no arroja ningún resultado del maestro Kolbe.
Es claro que tanto Jesús Pinzón como Gustav Kolbe eran personas de bajo perfil, conocidos principalmente en el ámbito musical
pero ignorados por la gran mayoría de colombianos. Ambos sembraron y cosecharon frutos en el árido terreno musical de nuestro
país, el uno con sus composiciones y el otro con sus enseñanzas.
La conclusión es que las grandes noticias de crimen, política y entretenimiento liviano copan todos los espacios de la información.
Los hechos culturales no preocupan ni afectan al ciudadano común, quizás por la misma intrascendencia que estos representan
para los directores de medios, que les dan instrucciones muy precisas a sus periodistas: solo deben concentrarse en hechos de
relevancia nacional.
Pues bien, en muchos países la pintura, el teatro y la música son considerados hechos de relevancia nacional, tanto que sus grandes
compositores y coreógrafos adquieren proyección mundial por el apoyo que reciben de los sistemas informativos de estos países.
Aquí no.
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Juan Gossaín, el fabulador
Por: José Miguel Alzate / El Tiempo
El fabulador busca deleitar con historias fantásticas donde la ficción parece superar a la realidad. El fabulista simboliza con historias
de animales lo que quiere expresar.
¿Qué es un fabulador? El diccionario de la Real Academia de la Lengua dice que es una persona con facilidad para inventar cuentos
que generan fascinación, como ese del hombre que mató a un tiburón de una trompada en la frente, o el de la solterona que murió
el día en que ganó la lotería, que aparecen en los libros de Juan Gossaín. Cosa distinta es un fabulista. Fabuladores son esos
escritores de imaginación deslumbrante que inventan historias creíbles para el lector aunque estén llenas de fantasía. El fabulista,
en cambio, escribe en tono didáctico piezas literarias breves que dejan enseñanzas. El fabulador busca deleitar con historias
fantásticas donde la ficción parece superar a la realidad. El fabulista simboliza con historias de animales lo que quiere expresar.
¿Se puede calificar a Juan Gossaín como un excelente fabulador? Claro que sí. Tanto en sus textos periodísticos como literarios el
escritor oriundo de San Bernardo del Viento hace gala de su capacidad para fabular. Todo porque, para argumentar cualquier tema,
saca como por arte de magia historias de su región que fascinan al lector. Su novela 'La balada de María Abdala' llena está de
cuentos sacados como de un cubilete para entretener a ese que Julio Cortázar llama el lector pasivo. La novela tiene un encanto
especial. Es la belleza de una prosa cantarina, orquestal, rítmica, que navega como un torrente de agua fresca por todo el texto.
Gossaín le imprime a su lenguaje un lirismo de fina factura, que obliga al lector a no levantar la vista de la página.
En 'La mala hierba', su primera novela publicada, Juan Gossaín dejó entrever que lo poseía el alma de un escritor con talento para
contar historias. El Cacique Miranda, que de anónimo ayudante de chiva pasó a ser un hombre acaudalado, simboliza a esa cantidad
de colombianos que encontraron en la ilegalidad una oportunidad para salir de la pobreza. Por las situaciones que vive, es un
personaje de fábula. El poder que adquiere gracias al dinero mal habido lo convierte en referente social. Gossaín estructuró una
novela que si bien es cierto está basada en esas primeras manifestaciones de violencia que tuvo la mafia en Colombia, es más
cierto todavía que tiene más de recreación literaria de la figura del mafioso inculto que de aproximación al problema generado por
el negocio mismo.
En el libro 'Puro cuento' aparece un escritor diestro en el manejo de la anécdota que, sin embargo, sabe hacer trucos con las
historias para hacerlas más fascinantes ante el lector, dándoles ese toque de gracia que solo un buen fabulador puede darle a un
texto literario donde lo inverosímil parece tomar forma. Ese hombre solitario que se hace amigo de un pájaro con el que conversa
como si le hablara a un ser humano es un personaje que se crece en la mente del lector.En el introito, el mismo Gossaín dice que
las fábulas de este libro son de su propia inspiración. Lo que confirma que en este escritor que sabe ponerle humor a los relatos
habita un fabulador que, como si fuera un encantador de serpientes, mantiene en vilo la atención del lector por la magia misma de
su lenguaje.
En 'La balada de María Abdala' están explícitos los júbilos de un narrador que quiere evocar, en una prosa donde se mezclan
memoria y poesía, las piezas perdidas del rompecabezas de su existencia. Un fabulador fornido se expresa a través de la voz de un
personaje que murió una tarde de agosto, cuando “un toro cimarrón que tenía una estrella blanca en la frente” lo empitonó en una
corraleja. En ese monólogo interior del hombre que regresa de la muerte diez años después para asistir al funeral de la mamá
empieza a descubrirse a ese fabulador exquisito que es Juan Gossaín. Se descubre en esas primeras páginas donde el narrador
revela que la mamá murió en el mismo baño donde vivió los últimos años, “habitación que tiene el olor mortecino de las flores de
cementerio”.
Fabulador es alguien que tiene la imaginación para crear historias fascinantes alrededor de sus personajes. En el caso de Jua n
Gossaín, este título lo tiene ganado por su asombrosa habilidad para imprimirles rasgos especiales a esos seres de carne y hueso
que circulan por las páginas de sus libros. Como ese Jacinto Negrete, “amansador de potros y colonizador de selvas”, que caminaba
“con la movilidad sinuosa del agua”. Este hombre es capaz de darle captura a lo que el narrador llama un onagro, que no es otra
cosa que “un burro salvaje con cara de tigre y cuerpo de yegua”. Como excelente fabulador, Gossaín le infunde realismo mágico a
sus historias. Y como escritor, hace de su prosa una alegre sinfonía de compases rítmicos que maravillan por su exuberancia verbal.
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Reconocimiento a la literatura infantil colombiana
Cuatro connacionales se consagraron entre los mejores exponentes de la literatura infantil del mundo.
Revista Semana
Reconocimiento a la literatura infantil colombiana Foto: Archivo particular
Tres obras de autores colombianos fueron incluidas en la lista de honor de la International Board on Books for Young People (IBBY).
La organización con sede en Suiza selecciona cada año los libros de mayor calidad en el mundo para niños y jóvenes.
Triunfo Arciniegas, Amalia Satizábal y María del Sol Peralta se consagraron entre los mejores exponentes de la literatura infantil del
mundo, además de otros 170 seleccionados. La escritora Claudia Rueda, por su parte, fue postulada al Hans Cristian Andersen
2016. La IBBY no solo reconoce el trabajo de autores, ilustradores, traductores y sellos editoriales, sino que alienta la producción
de nuevas obras y difunde entre los lectores del país títulos que "enriquecerán su experiencia vital".
Tres creadores, tres obras
La Lista de Honor IBBY es un catálogo bienal de los libros para niños y jóvenes que se han publicado en el mundo en los tres años
previos a su edición y que se destacan en las categorías de autor, ilustrador y traductor. Este catálogo se difunde entre las
instituciones más reconocidas de libro y la lectura e incluye una exposición itinerante en las principales ferias y eventos
internacionales relacionados con el libro infantil y juvenil, incluyendo la Feria de Bolonia.
Los creadores que representarán a Colombia en la lista 2016 son:
Triunfo Arciniegas, en la categoría de autor, por su trabajo en Letras robadas, libro editado por Océano Travesía.
Clara es una niña con mucha imaginación, por eso a medida que pasa por los puestos del mercado al que acompaña a su mamá
todos los sábados, hace guiños a múltiples y variadas historias sobre quienes encuentra a su paso y le cuenta al lector sobre su
gusto por la escuela, su colección de dientes y otras peculiaridades que la hacen distinta a lo que se espera de una niña de su edad.
También menciona su dificultad al leer: se come letras y palabras enteras. Las ilustraciones de Claudia Rueda, hechas con lápices
de colores, están llenas de detalles que invitan a detenerse en cada imagen y, a la vez, narran un relato paralelo al del texto. Los
hilos narrativos de texto e ilustración dialogan entre sí y generan una tercera historia que expande el horizonte narrativo de la obra;
quizás los ratones no solo coleccionan dientes sino también las letras que se come Clara al leer.
Amalia Satizábal, en la categoría de ilustradora, por el libro Emma y Juan, editado por Gato Malo.
Juan tiene una nueva vecina, Emma, y decide darle la bienvenida invitándola a tomar el té, algo inusual en él. La compañía de
Emma le maravilla y contraría a la vez, pues es curiosa y extrovertida. Ella lo invita a cenar al día siguiente y Juan decide obsequiarla
con algo más propio de su carácter; su regalo genera un desencuentro entre ellos y demuestra que sus personalidades se oponen.
Pero los contrarios se complementan y Emma y Juan están a punto de vivenciarlo. Con ilustraciones llenas de movimiento, que se
centran en el blanco y el negro al retratar a Juan y muestran una amplia paleta de colores vivos cuando se trata de Emma, Amalia
Satizábal logra un lenguaje sumamente expresivo que complementa la sencillez textual de la obra.
María del Sol Peralta, en la categoría de traductora, por el libro Versos de no sé qué. Antología poética de João Manuel Ribeiro
(comp.), editado por Panamericana.
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Los que no quisieron el Óscar
Los premios de la Academia son el mayor reconocimiento en el mundo del cine. Toda la industria cinematográfica se
honra al recibir, al menos, una nominación; sin embargo, hay quienes le han dado la espalda a la estatuilla dorada.
Por: Laura Galindo M. / El Espectador
Marlon Brando fue elegido por la Academia como el mejor actor por su papel en “El padrino”. El estadunidense rechazó la estatuilla
en 1973. / AFP
- “¡Roberto!” –grita Sofía Loren veinte años más joven mientras agita en su mano izquierda el sobre con el resultado del Óscar a
mejor película extranjera. Entre el público, Roberto Benigni sacude los pies como quien pedalea una bicicleta imaginaria y se levanta
con una sonrisa desencajada. De un brinco, se monta en el espaldar de la silla de enfrente y con los brazos abiertos dibuja círculos
en el aire. Parece perder el equilibrio, se tambalea de atrás a adelante, amenaza con caerse. Se encuentra con las manos extendidas
de los demás asistentes, listas para salvarlo y felicitarlo al mismo tiempo y, entre gritos y ovaciones, corre hasta el escenario. Sube
saltando los escalones, abraza a Sofía y tras una venia exagerada, recibe la estatuilla.
–Estoy aquí. ¡Gracias, gracias! –dice en un inglés enredado y desdibujado por las “erres” italianas–. Este es un momento de alegría
y quiero besarlos a todos porque ustedes son el rostro de la alegría.
Es 1999 y La vida es bella, película que dirigió y protagonizó dos años antes, acaba de ganar el primero de los tres premios de la
Academia que se llevará esa noche.
Ganarse un Óscar es ganarse el reconocimiento más importante en la industria del cine. Es llevarse un guerrero de estaño que mide
34 centímetros, pesa 4 kilos y representa, según el director Henry Laguado, “la permanencia durante mucho tiempo en el mundo
cinematográfico de Hollywood”. Es también, poder cobrar más caro. Según la revista Forbes, los actores que tienen un Óscar ganan
hasta 10 millones de dólares más que los que no lo tienen. Reese Witherspoon, ganadora del premio a mejor actriz en el 2008 por
la película Walk the line, recibe 28 millones de dólares anuales, mientras Sarah Jessica Parker, sin premios Óscar aún, recibe 15
millones. Ganarse un Óscar de la Academia es hacerse taquillero y, aún así, hay quienes se han negado a recibirlo.
El primero de todos
–Aceptarlo sería darles la espalda a casi mil miembros del gremio de escritores –dijo Dudley Nichols en 1936, luego de ganar y
rechazar el Óscar a mejor guión con la película El informante–. Sería retroceder en convicciones a las que he llegado honestamente
e invalidar tres años de lucha juntos.
El 24 de octubre de 1929 se quebró la bolsa de Wall Street en Estados Unidos y comenzó la Gran Depresión. Se cayeron los precios
de todo, las exportaciones y las obras públicas. El mundo entró en crisis y ni el arte ni el cine se salvaron. Por fuera de Hollywood,
los actores ganaban 34 dólares a la semana, y adentro, los guionistas se volvieron propiedad de los estudios. Eran “artistas”, no
empleados. Las empresas podían prestárselos entre sí y utilizar sus obras varias veces sin darles el crédito. Los bandos quedaron
claros: de un lado, los productores apoyados por la Academia –la misma Academia de los Óscar–, y del otro, los guionistas y
actores.
Para los premios de 1936 cada bando tenía su favorita en la categoría de mejor guión: Mutiny on the Bounty, de Irving Thalberg,
por parte de los productores, y El informante, de Dudley Nichols, por parte de los guionistas. Era la guerra de siempre, la de los
fuertes contra los débiles, la de los poderosos contra los trabajadores, la de los de arriba contra los de abajo. ¡Y qué sorpresa! Esa
vez ganaron los de abajo, los débiles, los trabajadores, los guionistas. Ganó Nichols y se dio el lujo de no querer ganar.
El general Patton
Al fondo, una enorme bandera de Estados Unidos y el sonido marcial de una trompeta. Al centro, George C. Scott convertido en el
General Patton, uno de los más temidos del ejercito estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial. Los talones juntos, las
piernas tensas, el pecho erguido. Más de veinte condecoraciones en la chaqueta de su uniforme y un revólver Colt 45 con cacha
blanca en la cintura. Se lleva la mano derecha a la frente y descansa el dedo del medio en la visera del casco. Saluda.
–Ahora quiero que recuerden que ningún bastardo ganó la guerra muriendo por su país. La ganó haciendo que otro pobre bastardo
muriera por el suyo –dice con las manos atrás y los pies abiertos a la altura de los hombros–.
Esta es una de las escenas más recordadas de Patton, la película que en 1971 le dio a George Scott el Óscar a mejor actor y que
tuvo que recibir en su nombre Frank MacCarthy, productor de la cinta, luego de que Scott se negara a hacerlo. “La ceremonia de
los Óscar es un desfile de carne, degradante y corrupto”, dijo el actor. Scott no solo renegó de las políticas de la Academia, tampoco
vio la ceremonia porque a la misma hora transmitían un partido de hockey en el otro canal.
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El padrino
Una horda de indios mezcaleros arremete con sus arcos y flechas contra unos cuantos blancos atrincherados que han logrado
escapar del campo de prisioneros de Fort Bravo. Una tribu de apaches furiosos y a caballo dispara sus rifles hacia una carreta de
colonos que viajan de Arizona a Nuevo México. Un hombre vuelve a su casa luego de haber estado en la guerra y descubre que los
indios comanches han asesinado a toda su familia y secuestrado a su sobrina. Según Hollywood, así eran los indios americanos de
hace medio siglo. Salvajes de naturaleza asesina que disparaban flechas envenenadas y quemaban pueblos enteros.
–Los indios han sido trágicamente tergiversados en la películas, en los libros de historia, en nuestras actitudes. Escuchamos que
somos un país que defiende la libertad, lo correcto y lo justo, pero esto no aplica para quienes no son blancos –dice Marlon Brando
en una entrevista para The Dick Cavett Show en 1973, luego de rechazar el Óscar a mejor actor por la película El padrino.
El día en que lo premiaron por haber sido un gran Vitto Corleone, Brando prefirió no asistir. En su lugar se presentó Sacheen
Littlefeather, apache y activista por los derechos civiles de los indios estadounidenses, y en los sesenta segundos que le permitió
la Academia anunció que Brando declinaría el Óscar porque estaba en desacuerdo con el tratamiento que les daba la industria
hollywoodense a los indios americanos. “Ruego porque en un futuro nuestros corazones y nuestros entendimientos se encuentren
con el amor y la generosidad. Gracias en nombre de Marlon Brando”, se despidió Sacheen entre aplausos y abucheos.
La dama de honor
En 1981, Peter O’Toole escuchó su nombre durante la ceremonia de los Premios Óscar.
–Por su actuación como el director egocéntrico al que nada detiene en su afán de conseguir el último efecto en una profesión en la
que el efecto lo es todo: Peter O’Toole en The stunt man, dijo Sally Field, encargada de presentar la categoría.
O’Toole, entre el público, acomodó los labios en una sonrisa y le susurró algo a su novia, la modelo Karen Brown.
–Y el ganador es: Robert De Niro por Raging bull.
Era la sexta vez que estaba nominado a mejor actor y la sexta vez que otro se llevaba el premio. Había ocurrido con Lawrence of
Arabia, Becket, The lion in winter, Goodbye Mr. Chips, The ruling class, y volvería a pasar con My favorite year. “Siempre la dama
de honor y nunca la novia”, se habían burlado los críticos.
En el año 2003 la Academia acordó recompensar sus contribuciones a la historia del cine con un Óscar honorario, pero está vez fue
un O’Toole de setenta años quien los dejó plantados. Rechazó el premio y argumentó que no estaba retirado y todavía tenía tiempo
de ganar uno actuando. Frank Pierson, presidente de la Academia, respondió que ese no era un premio de jubilación, sino uno para
celebrar su carrera. Que varios actores con óscares honorarios como Paul Newman y Henry Fonda habían vuelto a ganar en los
años siguientes, y que era un desperdicio no recibirlo. Entonces, Peter acepto.
–¡Siempre la dama de honor y nunca la novia mi zapato! Tengo mi propio Óscar y estará conmigo hasta que la muerte nos separe
–dijo en el Teatro Kodak de Los Ángeles, cuando recibió la estatuilla de manos de Meryl Streep.
Y por suerte lo hizo, porque en su siguiente nominación, a mejor actor por la película Venus, tampoco ganó.
Los demás
Cuando Katharine Hepburn ganó su primer Óscar a mejor actriz con la película Morning glory, pidió a su agente, Leland Hayward,
que rechazara el premio en su nombre. En una carta que debía leer durante la ceremonia, Hepburn explicaba que ella no creía en
premios y no sentía la necesidad de competir. Leland guardó la carta en su bolsillo y al recibir la estatuilla dijo: “¡Muchas gracias!
Para Katharine esto es un honor”. Doce veces estuvo nominada, cuatro veces ganó y, aunque no volvió a rechazar el premio, nunca
estuvo para recibirlo. “Por cobarde. Me daba miedo no ganar”, confesó alguna vez en una entrevista para The Dick Cavett Show.
En 1978 el nombre de Woody Allen apareció en los Óscar por primera vez. Su película Annie Hall recibió cinco nominaciones, de las
que ganó cuatro. La ceremonia fue en el Dorothy Chandler Pavilion de Los Ángeles y Allen nunca llegó. Estaba en un bar de
Manhattan, como todos los lunes, tocando clarinete en una banda de jazz. A pesar de haber estado nominado más de veinte veces
y de ser considerado por la crítica como una “fábrica de óscares”, Woody Allen jamás ha asistido. “No tengo ningún respeto por
este tipo de ceremonias. No creo que ellos sepan lo que hacen. Cuando ves quién gana o quién no gana, te das cuenta del poco
sentido que tienen estas cosas”, dijo a la revista Mental Floss.
Hace seis años, un Óscar honorífico hizo polémica en Hollywood. La academia quiso premiar al director Jean-Luc Godard, junto a
Francis Coppola y al actor Eli Wallach, en una ceremonia especial. Para muchos, darle un Óscar a Godard, acusado siempre de
antisemita, era imperdonable. Al director, que vive en Suiza, pareció importarle poco la controversia y ni siquiera llegó a l a
premiación. “Jean-Luc no va a ir hasta América. Ya está muy viejo para esas cosas. ¿Iría usted tan lejos solo por un pedazo de
metal?”, dijo Anne-Marie Mieville, su compañera de producción y actual pareja, al periódico The Australian. “El Óscar no significa
nada para mí, pero si la Academia quiere hacerlo, que lo haga”, dijo Godard en una entrevista para el periódico alemán Neue
Zürcher Zeitung.
Aunque Woody Allen y Katharine Hepburn sí han asistido a los Óscar –él para presentar una cinta tributo a Nueva York luego de los
atentados del 11 de septiembre y ella para entregarle el premio Thalberg al productor Lawrence Weingarten en 1973–, ninguno de
los dos ha recogido nunca un premio propio. Pero ni ellos, ni George Scott, ni Peter O’Toole, ni Jean-Luc Godard le han dicho que
no al guerrero de estaño de 24 centímetros, 4 kilos y un contrato tácito de permanencia en Hollywood.
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Regresa a Bogotá el Festival de Teatro Alternativo
Para esta edición, el certamen homenajeará al Teatro la Candelaria, que cumplirá 50 años de historia teatral en
febrero.
Por: Redacción Bogotá
Foto: Referencia / Archivo
Más de un centenar de funciones de teatro, conversatorios, talleres de formación artística, son solo una parte de la propuesta que
trae para 2016 la nueva edición del Festival de Teatro Alternativo de Bogotá, que se realizará del 12 al 27 de marzo en la capital
del país. La Corporación Colombiana de Teatro (CCT), entidad que se ha encargado de generar espacios para hacer visible el
movimiento teatral en Colombia, es la encargada de la gestión del certamen.
El Festival de Teatro Alternativo (FESTA) de la capital del país se realiza desde 1994, y surge como antecedente del Festival Nacional
del Nuevo Teatro, que se realizó de 1973 a 1988. El objetivo siempre ha sido el mismo: consolidar el teatro de Colombia. Para esto,
la CCT se ha enfocado en exponer nuevas tendencias y tener una plataforma en la que se evidencie y se fortalezca la creatividad y
el talento que existe en cada una de las regiones del país para la generación de espacios culturales.
Para esta edición, el FESTA homenajeará al Teatro la Candelaria, que cumplirá 50 años de historia teatral en febrero. El certamen
contará con más de 60 grupos de teatro nacionales e internacionales, y en su variada programación incluirá encuentros
latinoamericanos con diferentes artistas. Además, en el marco del Festival, se realizarán encuentros de poesía y talleres de
formación artística, con los que se pretende llevar a los espectadores y participantes a familiarizarse adecuadamente con el lenguaje
teatral. “Este es un festival de encuentro entre los grupos teatrales y los habitantes espectadores y espectadoras de la ciudad. Lo
hacemos como homenaje y reconocimiento al teatro colombiano, a los grupos, al público y fundamentalmente a las personas de a
pie, y a su vez dedicaremos este Festival de Teatro Alternativo a los 50 años del Teatro la Candelaria y a su ardua labor por relatar
el país, el conflicto y la valentía de nuestro pueblo en las tablas. Bienvenidos sean todos los grupos del mundo que nos visitan y
todas personas que harán parte de este intercambio de saberes”, manifestó Patricia Ariza, directora del Festival de Teatro
Alternativo.
El FESTA tendrá presentaciones de obras de Medellín, Pereira, Bogotá, Cali, Manizales, entre otras. Las obras con acento extranjero,
provendrán de países como México, España, Argentina, Canadá, Estados Unidos, Cuba.
Los precios de las boletas del Festival de Teatro Alternativo oscilarán entre $12.000 y $8.000, tarifa para estudiantes que presenten
carné vigente. Para esta edición, la organización habilitó planes de abonos con los que, con $30.000 pesos, los asistentes podrán
asistir hasta a seis funciones diferentes.
¿Quieres ayudar a construir el Festival Altavoz 2016?
Por: Diego Londoño / El Colombiano
Estar al frente de la realización de un Festival público de entrada gratuita como Altavoz no es cosa sencilla, créanme que no. He
seguido de cerca el proceso desde su creación en el año 2004, y es un asunto que cada vez adquiere más puntos para prestar
especial atención: convocatoria, comunicaciones, presupuesto, curaduría, circulación, proyección, géneros musicales, formación,
evolución y un largo etc. Es por eso que el Festival y su organización, tan pronto inició el año, empezaron a trabajar para construir
lo que será la edición 2016. No es un proceso de dos o tres meses, es un recorrido que tiene casi diez meses de trabajo y que se
materializa en el producto final, el Festival Internacional. Así que estamos a tiempo, pues Altavoz es una política publica instaurada
en la ciudad que debemos cuidar y ayudar a evolucionar.
Y en esta ocasión, la administración entrante en la Alcaldía de Medellín y su Secretaría de Cultura, en cabeza de Amalia Londoño,
nos invitan a participar de la construcción del Festival. Dicen expresamente: “Atrévete a proponer ¡Contamos con vos!” Desde ese
momento, varios líderes musicales de la ciudad han propuesto alternativas para fortalecer este espacio.
A pesar de esto, las redes sociales no son el espacio adecuado para esta propuesta de trabajo colectivo, y además, desde la
oficialidad no quedan muy claros los canales de participación. Sin embargo, se puede aprovechar este mismo espacio para que
hagan sus propuestas a través de los comentarios. Muchas veces las críticas destructivas y arrogantes son más, pero en esta
oportunidad ¿Por qué no construimos el Festival entre todos? ¿Por qué no hacemos parte de Altavoz? Hay muchos puntos
importantes por abordar como: Jurados, audiciones, criterios de calificación, concepto curatorial, géneros musicales del Festival,
orden de presentación de las bandas, formación pedagógica musical y empresarial, pago a las bandas, circulación e intercambios
internacionales, nacionales y locales. Y todos los puntos que se nos ocurran. De esta manera podemos acompañar el proceso de
Altavoz y aportar a su crecimiento. Es el momento, el espacio está abierto. ¿Qué le proponen al Festival en esta edición 2016?
*Todos los comentarios incluidos en este artículo, serán expuestos ante la Alcaldía de Medellín, su Secretaría de Cultural y la
dirección del Festival Altavoz, y saldrán publicados en las páginas de El Colombiano. Pueden enviarlos al correo
[email protected].
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El anacobero inquieto
Por: Heriberto Fiorillo / El Tiempo
Daniel Santos triunfaría solo y con la Sonora Matancera, entre tantos grupos que armó e integró por América, mientras América lo
construía como mito.
Recordémoslo. Nunca dijo que su segundo nombre era Doroteo, ni Betancourt su segundo apellido. Solo el hijo del carpintero
Rosendo y de María, una costurera. Quizás por esto, en sus buenos años, le gustó vestir bien, así prefiriese la desnudez en la
soledad de su casa.
Había nacido un 6 de febrero en Tres Talleres, más allá de los galpones de reparación del ferrocarril de Santurce, en Puerto Rico.
Fue lustrabotas, vendedor de hielo y de carbón durante su niñez en Estados Unidos.
Un día entonaba ‘Te quiero, dijiste’, de María Grever, bajo la ducha y lo escuchó un vecino, integrante del Trío Lírico, quien tocó a
su puerta. Con apenas una toalla amarrada a su cintura, Daniel abrió y pudo atar, allí con él, su primer contrato.
Inquieto anacobero quiere decir diablito y bohemio; un tipo dicharachero y alegre que vacila a medio mundo. El legendario Pedro
Flores escuchó su ‘Amor perdido’ en un cabaré de Manhattan y lo invitó a formar parte de su cuarteto.
Fue el inicio de una rutilante carrera, impulsada también por el catalán Xavier Cugat, quien lo invitó a reemplazar a Miguelito Valdés
en el Waldorf Astoria de Nueva York. De esa breve unión queda un álbum en el que se destaca ‘La conga americana’.
Daniel Santos triunfaría solo y con la Sonora Matancera, entre tantos conjuntos que armó e integró por América, mientras América
lo construía como mito.
Pero esta no es una biografía.
A Colombia lo trajo, en mayo de 1953, Roberto Esper, director del diario ‘La Libertad’ de Barranquilla y entonces dueño de un
negocio, para el que Daniel grabó un ‘jingle’ que decía: “Almacenes Robertico, donde usted compra como pobre y come como rico”.
Daniel se presentó ese primero de junio en el teatro Colombia de la capital del Atlántico, frente al Café Colombia y la Librería Mundo,
sedes del llamado Grupo de Barranquilla.
Ahí en el teatro vio bailar al pintor Orlando ‘Figurita’ Rivera, y se lo quiso llevar como parte de su coreografía. ‘Figurita’ dijo no. En
Barranquilla hizo otras presentaciones en emisoras y teatros sin techo, siempre acompañado por la Sonora del Caribe, dirigida por
el trompetista César Pompeyo. En sus descansos, se le vio fumar marihuana, la que combinaba con cigarrillos Lucky Strike.
Con su amigo el cubano Orlando Contreras, Daniel grabó ‘Los jefes’, un álbum inolvidable de boleros a dúo. Otro, titulado ‘Los
triunfadores’, con Tito Cortés, señalado imitador de su estilo, como Charlie Figueroa, Julio Jaramillo, Pepe Merino o Tony del Mar.
García Márquez menciona al “inquieto anacobero” en su ‘Relato de un náufrago’, cuando el marinero Ramón Herrera regresa una
madrugada al barco, cantando como Daniel Santos, algo que solíamos hacer casi todos. Gabo imitaba en su juventud a Bienvenido
Granda, cantante titular de la Sonora Matancera, pero recuerda que Daniel le pidió que escribiera su biografía. El escritor declinó
la oferta, lo mismo que hizo el portorriqueño Luis Rafael Sánchez, autor de ‘La importancia de llamarse Daniel Santos’, un li bro
magnífico, que nada tiene de biografía.
Amaba la vida y le tenía miedo a la muerte. Un hijo suyo se suicidó. También él, muy deprimido, intentó hacerlo años después,
pero a la manera de Alfonsina Storni, caminando mar adentro hasta ahogarse. “Cuando sentí que no podía respirar, salí corriendo
del agua”, explicó.
Mujeriego, bohemio, buscapleitos, perseguido por su nacionalismo y su solidaridad con la Revolución cubana, Daniel Santos está
enterrado en una tumba junto a la de Pedro Flores, y ahora al lado de la de Yayo el Indio, en el cementerio de Santa María
Magdalena, en el viejo San Juan.
Recordarlo es, por encima de todo, volver a sus discos.
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El ‘hit’ que revoluciona a Broadway
Un latino de 35 años tiene rendidos a sus pies al público y a la crítica con una obra desconcertante que mezcla historia
y ‘hip-hop’.
Semana
Lin-Manuel Miranda, a la izquierda, buscó a 19 actores, la mayoría de ellos afroamericanos y latinos. En la obra George Washington
y Benjamin Franklin son interpretados por negros. Broadway pasa por un momento, literalmente, histórico. Hamilton, la obra que
debutó en enero pasado y que regresa en otoño al emblemático Richard Rogers Theater de Nueva York, ya superó en venta de
boletería a los grandes hitos del arte musical como Cats, El rey león o A Chorus Line. En sus primeros dos meses recaudó casi 9
millones de dólares, y se convirtió en un nuevo símbolo de los musicales. Para conseguir una boleta, que puede costar más de
1.000 dólares, hay que comprarla con seis meses de anticipación. No es para menos, porque la obra ha recibido una avalancha de
buenos comentarios de la crítica y del público, que “se sorprende con cada una de las 45 canciones que comprende el espectáculo”.
La razón es que se trata de una propuesta vanguardista, capaz de enlazar el pasado con el presente por medio de uno de los
géneros más significativos para la sociedad y la cultura estadounidense: el hip-hop. Nacido en Manhattan y de ascendencia
puertorriqueña, Lin-Manuel Miranda escribió, compuso y protagoniza la obra, y fue calificado por la beca MacArthur Genius como
un individuo con una “originalidad extraordinaria”. El reconocido crítico del diario The New York Times Ben Brantley habló con
SEMANA sobre este fenómeno: “‘Hamilton’ es una obra muy arriesgada que llega a donde ningún otro espectáculo había llegado:
contar con éxito la historia en un musical”. Hasta ahora pocos recordaban quién fue y qué hizo Alexander Hamilton (1757-1804),
pero gracias a esta puesta en escena dejó de ser olvidado. Miranda tuvo la idea de hacer un musical sobre la vida de uno de l os
padres fundadores de Estados Unidos cuando leyó su biografía, escrita por Ron Chernow, ganador del premio Pulitzer.
En este best seller, publicado en 2005, Miranda percibió que Hamilton, quien llegó a ser la mano derecha de George Washington y
primer secretario del Tesoro del país, tenía un pasado complejo que representaba, según el artista, “el espíritu del ‘hip-hop’”. Al fin
y al cabo, Hamilton fue un inmigrante pobre y huérfano, un revolucionario que luchó para superar las circunstancias más difíciles.
Gracias a su talento, no solo consiguió un patrocinio para educarse, sino que participó en la guerra de Independencia, alcanzó a las
altas esferas del poder, y aportó a la construcción de su país. En efecto, participó en el trabajo de redactar la Constitución, creó la
Tesorería de Estados Unidos e instauró un conjunto de políticas para incentivar la agricultura, el comercio y la industria. Hamilton
fue tan crítico de la aspiración de Aaron Burr a la Gobernación de Nueva York que logró que este perdiera las elecciones, por lo que
el candidato, ofendido, lo retó a un duelo a muerte y lo mató.
El reto para Miranda era darle ritmo y poner en las tablas semejante tema. Según los entendidos, la obra demuestra una riqueza
musical nunca antes vista en este tipo de formatos teatrales. Y la acompaña de frases provocadoras como “los inmigrantes somos
los que hacemos las cosas” en alusión, entre otras cosas, a que Hamilton no pudo ser presidente de Estados Unidos por no haber
nacido en su suelo. La obra tiene referencias al fenómeno migratorio. Por ejemplo, los 19 artistas que la protagonizan son en su
mayoría afroamericanos y latinos, una decisión en la que el autor busca, además, mostrar que el arte desafía estereotipos y propone
nuevas perspectivas. En su música, junto a la coreografía, también expone la situación de los inmigrantes a partir de recursos
escénicos simples. En tanto que la escenografía y el vestuario marcan la época.
Brantley insiste en que “Lin-Manuel Miranda hace sentir el ayer como el presente y encuentra en los ritmos de la época de la
revolución, los del rap y el ‘hip-hop’ de ahora”. Además, sostiene que su trabajo “es radical no solo porque hace atractivo [este
género] a un público de Broadway, sino porque lo hace con una narrativa clásica”.
En menos de diez años, Lin-Manuel ganó reconocimiento en el universo del arte. Su trabajo fue exaltado con varios galardones,
entre ellos, un Grammy y cuatro premios Tony, por su obra In the Heights (2008), una apuesta musical que comenzó a escribir en
la universidad, basada en el barrio donde creció con sus padres en Manhattan: el Washington Heights.
A sus 35 años, el autor ha recibido, entre otros, el Theater World Award for Outstanding Debut Performance (2007) y el grado de
doctor en Humanidades, honoris causa, de la Universidad Yeshiva.
Pero su interés no solamente se ha concentrado en cultivar su carrera profesional. Paralelamente, desarrolla un activismo para
expandir géneros populares como el rap y así demostrar al mundo de la cultura su riqueza musical. De ahí su interés por impulsar
el arte y la música urbana en escenarios de alto prestigio mundial como Broadway.
El resultado final de este proceso social fue Hamilton, una obra que antes de saltar a las grandes ligas pasó por pequeños escenarios.
En 2012, por ejemplo, se presentó en el teatro Lincoln Center, y en 2015 hizo su gran debut en las tablas de Broadway. Durante
esta temporada la obra recibió destacados premios otorgados por el círculo de críticos, entre ellos, mejor musical del año.
Desentrañar esta obra se ha convertido, como dice el crítico Brantley, en un trabajo emocionante. Para él significa, “una formidable
historia, una partitura contagiosa y una puesta en escena de desbordante energía”.
Hamilton honra el pasado y el presente en tantos niveles, que lo convierte rápidamente en “un espectáculo extremadamente
importante y dispuesto a cambiar la manera en la que Broadway canta y mira el futuro”, sentencia el experto.
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Desde Buga, Valle nos invitan.
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Colombia ganó en los Premios Goya
Por: Sebastián Aguirre Eastman / El Colombiano
La película aún no ha llegado a Colombia, donde se rodó en 2014.
Fotos cortesía María Adelaida Jiménez y Leonardo escobar
La película española Palmeras en la nieve ganó el Premio Goya en Mejor dirección artística. En el equipo de producción participó la
empresa antioqueña Mamba Art, en el rodaje hecho en Colombia.
El reto era hacer que La Jagua (Cesar), Bahía Solano (Chocó) y Santa Marta parecieran Nueva Guinea, donde transcurre la historia
de Palmeras en la nieve.
La tarea no era fácil. En el Parque Tayrona debieron sembrar cientos de palmeras, platanillos, rastreras, dracenas, entre otras
especies que se asemejaran a la vegetación del país africano. Soportaron temperaturas muy fuertes en medio de los cacaotales de
La Jagua y en Bahía Solano tuvieron que transportar materiales sobre marea alta. “Terminamos todos de cama durante un mes”,
dicen. Pero todo valió la pena.
El equipo de Mamba Art, con sede en Medellín y encabezado por Patricia Arango, arquitecta, lideró en Colombia el diseño de arte
del filme que el pasado fin de semana recibió el Premio Goya en Mejor dirección artística.
Explica Patricia que en España, la dirección artística hace referencia al diseño de arte, de escenografía.
El reconocimiento lo reclamó Antón Laguna, director de arte de Palmeras en la nieve, quien confió en Mamba Art el trabajo artístico
en nuestro país.
Fueron dos meses y medio en los que el equipo de Mamba Art, integrado además por Laura García, Melissa Cartagena, Sebastián
Velásquez y Laura Lopera, más otros colaboradores en las locaciones escogidas, y en conjunto con la producción española del filme
que dirigió Fernando González Molina, se sumergieron en cacaotales y playas en el Cesar, Chocó y Magdalena para recrear los
escenarios donde se rodó parte de la historia. El resto se hizo en las Islas Canarias, archipiélago español sobre el océano Atlántico.
“La Ley del cine fue el principal atractivo para los españoles. Por eso escogieron nuestro país”, dice Patricia, refiriéndose a las
facilidades en trámites y los beneficios tributarios que reciben los productores extranjeros que escogen a Colombia para efectuar
sus trabajos cinematográficos.
En cuanto a Mamba Art, si bien es una empresa joven, con apenas un año y medio de recorrido en la dirección de arte para películas
y comerciales, la trayectoria previa de sus fundadores en el estudio Eso es queso fue clave para diversificarse y abrir este negocio
que hoy les entrega resultados muy satisfactorios.
“Ellos (los productores) buscaban gente con un perfil de director de arte para películas. En Medellín se maneja pero enfocado en
comerciales, que no es lo mismo. En Mamba Art teníamos esa especialidad. Antón (Laguada) tiene el premio más que merecido. Es
un reconocimiento al esfuerzo de todos”, afirma Patricia.
De hecho, la propia directora de arte trabajó embarazada, y en la mitad de la nada debía soportar náuseas, vómitos y demás
situaciones cotidiandas de ese estado.
La producción del filme trajo a Colombia a todas las cabezas de su equipo, comenzando por el director González Molina, el propio
Laguada, los líderes de vestuario, de fotografía y los actores principales, Mario Casas, Adriana Ugarte,Macarena García, entre otros.
Mamba Art también trabajó para la película The Boy (hoy en cartelera en la ciudad), que fue rodada en parte en Santa Fe de
Antioquia.
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