Malas noticias, grandes titulares

Transcripción

Malas noticias, grandes titulares
editorial
Suele decirse que existen
tres tipos de mentiras: las
grandes mentiras, las pequeñas mentiras y las estadísticas. Además, cuando
éstas se hinchan y arrojan
porcentajes altos y preocupantes concitan el interés
de los medios de comunicación y provocan la alarma
social. Porque, salvo honrosas excepciones, sólo las
malas noticias arrancan titu-
simple crítica. Ello contribuye a fomentar los manidos
e injustos tópicos sobre una
juventud que es objeto de
continua criminalización.
Además, entre otras
muchas carencias metodológicas y conceptuales, el
estudio no explica la mayor
incidencia del acoso en
Primaria, cuando la mayoría
de diagnósticos que gozan
de una cierta credibilidad la
sobre acoso escolar ofrezcan, además de datos solventes, claves explicativas
sobre sus causas y sus consecuencias; sobre cómo se
puede detectar en la familia
y en la escuela, y sobre
cómo se puede intervenir,
sin ocultarlo ni relativizarlo.
Porque ambas instituciones
no disponen a menudo de
la capacidad y los mecanismos suficientes pata detec-
Todo se mete en el saco del acoso escolar: desde una pelea ocasional hasta un insulto o una simple crítica
Malas noticias, grandes titulares
lares en portada y una
amplia cobertura. De ese
modo se va instalando en la
opinión pública una imagen
catastrofista de deterioro
de la escuela que, aun reconociendo sus múltiples problemas, dista bastante de la
realidad. Poco importa,
además, que los datos que
presenta el estudio estén
poco contrastados o sean
más que dudosos. Todo
ello viene al hilo de la publicación del informe Cisneros
sobre violencia y acoso
escolar, y de su posterior
despliegue mediático.
¿Qué dice en síntesis este
informe? Que casi un 25%
de los niños y jóvenes de
entre 7 y 18 años sufren
acoso físico y verbal en las
aulas; y en el alumnado de
Primaria supera el 40%, llegando al 43% en tercero.
De ser ciertos estos datos
tan alarmantes la mitad de
los centros escolares serían
auténticos polvorines.
¿Dónde está la tergiversación estadística? En que
todo se mezcla y se mete
en el saco del acoso escolar: desde una pelea ocasional, hasta una actitud despectiva, un insulto o una
sitúan en los primeros cursos de Secundaria. Algunos
medios han matizado en
letra pequeña su hipotética
falta de rigor y, posteriormente, se han alzado algunas voces contra lo que se
considera una irresponsabilidad social y un insulto a la
inteligencia educativa. Pero
todo ello es insuficiente
para contrastar la confusión
y el pánico creados; justo a
principio de curso y cuando
empieza a aplicarse la LOE.
¿Simple coincidencia? Un
último comentario: difícilmente un informe con tantas dudas e imperfecciones
hubiera merecido tal tratamiento si afectara al ámbito
de la economía, de la ciencia o del medio ambiente.
Porque en estos asuntos los
criterios de selección suelen
ser más rigurosos. Mientras
en educación, todo vale.
El acoso escolar viene de
lejos y es un fenómeno
enormemente preocupante,
aunque sea minoritario,
porque el sufrimiento de la
víctima es enorme y puede
llegar a situaciones límite si
no se detecta e interviene a
tiempo. Por eso es importante que los estudios
tarlo ni de las estrategias
para abordarlo. A partir
siempre de dos premisas: la
protección del alumnado
acosado y la rehabilitación
del acosador. No hay que
olvidar que, en ambos
casos, se trata de chicos y
chicas que están en proceso de formación y que precisan orientaciones y apoyo.
Por la simple razón de que
hay que tener fundadas
esperanzas en que las conductas de acoso puedan ser
reconducidas. Depende,
claro está, de la calidad de
las relaciones y apoyos que
pueda recibir desde los distintos ámbitos. Éste constituye el gran reto. También
la gran esperanza.
JAUME CARBONELL SEBARROJA,
director
Nº IDENTIFICADOR: 362.000 { NOVIEMBRE 2006 Nº362 CUADERNOS DE PEDAGOGÍA. 3

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