Carme Portaceli, directora
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Carme Portaceli, directora
38-40 PORTACELI_52-53 CINE.qxd 11/05/16 12:19 Página 38 DE LA CULTURA Y LA CIENCIA /TEATRO Carme Portaceli, directora “EL TEATRO SIRVE PARA ABRIR OTROS HORIZONTES” Acaba de estrenar en el Centro Dramático Nacional La rosa tatuada, de Tennessee Williams, con una colosal Aitana Sánchez-Gijón como protagonista, y tiene de gira por España, tras su reciente paso lleno de éxito por el teatro de La Abadía de Madrid, Sólo son mujeres, un montaje estremecedor en el que rescata del olvido a mujeres que fueron fusiladas o torturadas durante la Guerra Civil por nada y reposan en una cuneta anónima sin haber tenido una despedida digna. Carme Portaceli es una veterana de la dirección teatral, con un discurso claro y unas ideas marcadísimas, que concibe el teatro como “una crónica de nuestro tiempo”. S Por Luis Eduardo Siles ólo son mujeres está basada en hechos reales. Y en la función aparecen mujeres que fueron fusiladas por denuncias falsas o detenidas simplemente porque plancharon la ropa a algún miliciano. —Eso es así. En todo el trabajo de investigación que yo, como directora, tuve que hacer cuando empecé con la obra, y sobre todo la autora, Carmen Domingo, que es una especialista en este tema, me explicó muchas cosas, y nos enteramos de que había miles de milicianas en la cárcel, pero había también otras que estaban allí, encerradas, simplemente porque eran “la hija de...”, o “la hermana de...”. De un republicano, claro. Estaban en la cárcel por denuncias falsas. Como no tenían juicios reales, sino que los juicios eran una farsa, las condenaban a muerte. Y como no estaban consideradas como presas políticas, sino como delincuentes comunes o como prostitutas, no había testimonios de los crímenes de lesa humanidad que ocurrían allí, que se cometieron contra ellas. Eso es tremendo. Y no hay cifras de mujeres asesinadas o fusiladas. Nada. Existen cifras de los hombres y de los nombres de los hombres que lucharon por nuestra de38 16–22 de mayo de 2016. nº 1155 mocracia y nuestra libertad, pero las mujeres que lucharon por los mismos ideales no existen. —La obra contiene también una dura crítica a la actuación del clero en esa época. Señala directamente a las monjas. —En la función una detenida le dice a un militar: “No me podéis separar de mi hijo, porque mi hijo está tomando aún el pecho”. Y el militar responde: “Pues no haber tenido hijos, habérlo pensado antes; los rojos no podéis tener hijos”. Porque eso era traer al mundo un hijo indeseable. No es que nos metamos con las monjas. Sucede que en el caso de algunas cárceles de mujeres había monjas. Y en el caso concreto de Matilde Landa, que es en el que nos hemos inspirado para hablar de estas cuestiones, a ella nunca la torturaron, porque era una mujer muy importante, pero la utilizaron como modelo de conversión al cristianismo, y la amenazaban: “Si no te dejas bautizar mataremos a esta compañera tuya, y a esta otra también”, le decían. Ella no estaba bautizada, pertenecía a una familia laica que no creía en eso. Y también la amenazaban con conceder menos tiempo de lactancia a unos niños que ya de por sí estaban debilitados y enfermos si ella no accedía a bautizarse. Y mataron a alguna de sus compañeras. Has- ta que ella no pudo soportar más y se suicidó. Y eso lo hacían las monjas. —”¿Por qué no podemos hablar de la muerte de la abuela si estamos en el siglo XXI?”, se pregunta uno de los personajes. —Y yo creo que eso va más allá de los 40 años de dictadura que hemos vivido aquí. Porque llevamos ya 40 años de democracia. Y yo recuerdo mucho, muchísimo, lo que le costó a José Luis Rodríguez Zapatero conseguir la Ley de Memoria Histórica. Unos porque decían que no querían remover, otros porque no les daba la gana, unos por una cuestión y los otros por otra, la cosa es que nadie quería hacer la Ley de Memoria Histórica. Finalmente, Zapatero lo consiguió con mucha lucha. Pero nunca pudo contar con la dotación económica suficiente para poder levantar de verdad los cadáveres que están en algún sitio, sepultados, a fin de que la gente pueda enterrar a sus familiares o saber dónde están y puedan darles una despedida digna. Y en este sentido creo que no sólo influyen los 40 años de franquismo. Porque yo me pregunto, ¿por qué no podemos hablar de política en este país sin que la gente se tire los trastos a la cabeza? ¿Por qué no se puede opinar diferente de otros sin ser insultado? ¿Porqué se impone tan fácil el pensamiento único? Es decir, hay algo aquí que en el silencio nos han matado la capacidad de decir otra cosa que no sea la que se espera que se tenga que decir. —Usted ha afirmado que la “Memoria Histórica es la única manera de restañar las heridas”. —Claro, porque cuando uno sabe de dónde viene, puede saber a dónde va. Fíjese lo que ha pasado en este país. A mi la historia del pacto de Gobierno tras las elecciones generales me tiene flipada. No puedo entender cómo aún no se ha pactado en este país. Me parece tremendo que no se haya pactado. Me parece tan tremendo como que no se pudiera mantener la República. Es lo mismo, es el cainismo llevado desde arriba. Resulta imposible ponerse de acuerdo. Siempre prevalecen los intereses personales por delante del interés de la gente. Es sorprendente. Tsipras tardó 48 horas en pactar con la extrema derecha. Y en 2010, en Inglaterra, tardaron 24 horas en formar un Gobierno de coalición. Y aquí, tras varios meses, nada. Es impresionante. Entonces pienso que 38-40 PORTACELI_52-53 CINE.qxd 11/05/16 12:19 Página 39 si no sabemos de dónde venimos, tampoco vamos a saber hacia dónde vamos a ir. Yo soy una persona que me informo mucho, me gusta mucho informarme. Escucho. Y leo, leo sin parar. Las redes sociales poco, pero a veces escucho a la gente decir cosas tremendas, que no saben nada. Hay quien afirma: “El Estado de las Autonomías es un desastre”. Pero bueno, si tú vienes de un lugar donde no te dejaban hablar tu lengua y de pronto te la enseñan en el colegio, si eso no lo sabes, puedes decir cualquier tontería. Hay que saber de dónde viene uno. Yo no sé por qué en este país nos sucede esto. La ignorancia provoca este caos político. —El montaje de Sólo son mujeres une palabra, música, danzas y proyecciones de vídeo. Es decir, recurre a todos los elementos que dan modernidad al teatro, ¿no? —Yo creo que la modernidad del teatro naturalmente tiene unas formas, sin duda, pero a veces confundimos las formas con el fondo. Yo creo que perpetuar una ideología no es modernizar nada, y explicar una serie de cosas es muchísimo más y mejor. Y eso te lleva a tener un lenguaje determinado. A veces no nos damos cuenta, pero vamos a ver cosas en las que hay un tratamiento de las mujeres terrorífico. Y entonces piensas, pues desde nuestra responsabilidad como intelectuales, como personas del mundo de la cultura, como creadores, no podemos ahondar en esta ideología, no podemos perpetuar una ideología que sabemos que nos hace daño. Hay una ideología excluyente, “No hay cifras de mujeres fusiladas o asesinadas durante la Guerra Civil” “Aitana Sánchez Gijón es maravillosa, increíble e inteligente” patriarcal, que no se puede ahondar, hay que ir por otro lado. En ese sentido considero que los artistas somos cronistas de nuestro tiempo. Entonces hablamos desde nuestra experiencia, desde lo que somos. Yo hablo como la mujer del siglo XXI que soy, una mujer que cree en una serie de cosas. Obviamente soy feminista, como todas las personas normales, hombres y mujeres. Entonces hablo desde un lugar. Y creo que eso es lo más moderno. Y en este caso, juntar todos los lenguajes tiene mucho que ver con algo que yo siempre hago en mis espectáculos. Para mí, la banda sonora es muy importante. Y el movimiento. Y el texto es importantísimo. Siempre desde tu lectura. Porque yo no me puedo cambiar de piel para leer lo que escribió no sé quién. Yo lo leo desde mi ser. Pero para mí es una manera de llegar al corazón, de explicar las cosas, de tener un guiño, de entrar, de vivir lo que estamos haciendo. —La rosa tatuada es también una obra sobre el caso de una mujer. Serafina, que tiene que elegir finalmente entre el sexo y la nº 1155. 16–22 de mayo de 2016 39 38-40 PORTACELI_52-53 CINE.qxd 11/05/16 12:19 Página 40 DE LA CULTURA Y LA CIENCIA /TEATRO muerte, entre la vida y el ostracismo. Y elige vivir. ¿Es ese el conflicto que plantea la obra? —Serafina ha perdido a su marido y le da la espalda a la vida. No quiere vivir, pero la vida empuja siempre. Y no te puedes sustraer a ella. También es la lucha entre las tradiciones y la modernidad, entre dejarte vivir y no dejarte vivir. Esta obra es un viaje impresionante, un canto a la vida, y pasa por todas las emociones: vas a reír, vas a llorar. Es brutal, fantástica. Y tiene una frase mágica. El primer personaje dice: “No hay viento pero todo se mueve. ¿Qué está pasando aquí?”. Hablamos de magia. Y la vida es mágica. Uno, a veces, no se puede imaginar lo que está pasando. Para lo bueno y para lo malo. Y además todos sabemos que en un segundo puede cambiar la vida para bien o para mal. Y en La rosa tatuada tenemos un elenco de actores maravilloso. —¿Cómo ha sido su trabajo con Aitana Sánchez-Gijón, que ha recibido recientemente el Premio Valle-Inclán de Teatro? —Yo llamé a Aitana para interpretar este papel evidentemente porque pensé en una actriz maravillosa, pero tengo que decir que estoy más sorprendida aún de lo que imaginé en principio. Porque no sólo es maravillosa: es increíble. Es una persona trabajadora, ella va a lo que le digas, pam, pam, pam, en lo que sea se implica absolutamente. Y es muy inteligente. Ha hecho una Serafina sensacional. Yo la adoro, porque Serafina es rebelde, es bruta, es lista, es todo... Tiene dolor y se ríe hasta la muerte. —Se ha dicho que la obra es un reflejo de la vida de Tennessee Williams. —Sé que él escribió la obra en Barcelona, al lado del mar, y que en ese momento estaba locamente enamorado de un italiano. Entonces, lógicamente, la obra le sale de una determinada manera. Y escribe una pieza sobre una gente italiana que vive en Estados Unidos, sicilianos, tipos llenos de una expresividad muy fuerte y muy exagerada para lo bueno y para lo malo. Entonces él los pone ahí. Y los acompaña con un amor extraordinario. No hay juicio ninguno en esta obra. Nunca. El espectador acompaña a los personajes en lo que les va pasando. Y no puedes decir qué bien. O qué mal. No. Hacemos lo que podemos. Para mí, ese amor a la vida es la gran tolerancia. Y ahí está. No 40 16–22 de mayo de 2016. nº 1155 La precariedad del artista Carme Portaceli considera que el teatro no atraviesa buenos tiempos. “El teatro vive un muy mal momento desde hace años porque se está desprofesionalizando a lo bestia. Cada vez se paga menos, se cobra menos, y resulta muy duro trabajar así. Porque, sobre todo, cuando vienen los extranjeros, y se dice “qué maravilla de espectáculo ha hecho este señor, qué maravilla de dramaturgia”, y te explican, sí, es que ha estado un año y medio preparando esa dramaturgia. Claro, pero cobraba ese año y medio, porque los artistas comemos. Si yo, para hacer una dramaturgia, al mismo tiempo tengo que hacer seis cosas más, y no se qué, y dar clases, entonces no estoy un año y medio encerrada haciendo esa dramaturgia. Seguro que el extranjero dispone del doble de tiempo para profundizar que yo. Eso siempre nos pasa. Pero es por la falta de profesionalidad debido a que las instituciones no entienden o no quieren entender lo que somos. Ellos creen que somos vagos y maleantes, pero yo estoy convencida de que hay poca gente que trabaje tantas horas, con la pasión y la dedicación que ponemos noso tros. Yo paso todo el día trabajando. No hago otra cosa en mi vida. Y me consta que mis actores hacen lo mismo”. hay más. —Tennessee Williams narró como nadie las frustraciones y la desesperanza del ser humano. —Claro, él las conoce muy bien. Tennessee Williams dice una cosa maravillosa que yo utilizo: “Hay que hacer una plegaria por todos aquellos corazones salvajes que viven encerrados en jaulas”. Que, efectivamente, podemos ser cualquiera de nosotros encerrados en esta sociedad. Sobre todo en esta sociedad liberal a lo bestia. Encerrados en una uniformidad, en un camino único de pensar y de vivir. Y para eso sirve el teatro. Para abrir otros horizontes. Y como decía Lorca: “Para subir escaleras que te hagan volar más arriba”. —¿Qué dramaturgo prefiere, a Tennessee Williams o a Arthur Miller? —Sería injusto si dijera uno u otro. Ahora, Tennessee Williams, porque es como si estuviera casada con él en este momento. Pero Arthur Miller, también. Yo creo que hasta que no navegas por el alma de un autor no lo conoces bien. Yo conozco a Arthur Miller, cómo no lo voy a conocer, naturalmente, pero nunca he montado una obra suya, y entonces no lo conozco al nivel en el que estoy conociendo a Tennessee Williams. Es como si fuera tu novio. Empiezas a conocer todo. —Hablaba usted de la vitalidad de Serafina. En eso recuerda a Amanda, la protagonista de El zoo de cristal, que también ríe y lucha en las más adversas condiciones. —Almudena Grandes explicaba en el coloquio de Sólo son mujeres, que hicimos en el teatro de La Abadía, una anécdota muy bonita de una mujer a la que no conozco, que tenía un padre que había estado prisionero durante los primeros años del franquismo, y una madre que había estado en la cárcel en la misma época. Entonces contaba que cuando se reunía el padre con los compañeros que habían estado presos, juntos, dice que era una fiesta muy diferente a la de la madre. Los hombres bebían, sufrían, lloraban, fumaban, acababan borrachos. Y las mujeres se reían: “¿Te acuerdas cuando te pegaron aquella bofetada?”. Lo de ellas era una fiesta, era otra cosa, como si celebraran lo que habían pasado, porque al fin y al cabo lo habían vivido, hasta lo más horrible, ¿no? l