visite nuestras exposiciones en

Transcripción

visite nuestras exposiciones en
Mapa General de América, 1864 (detalle).
A. H. Dutour, Mapoteca Manuel Orozco y Berra,
Internacionales, Varilla: OYBINT03, Número clasificador: 3287-OYB-7278-A
Boletín del Archivo General de la Nación
7a época, año 2, núm. 6, octubre-diciembre 2010
Boletín del Archivo General de la Nación
Secretaría de Gobernación
Lic. José Francisco Blake Mora
Secretario
Unidad para el Desarrollo Político
Archivo General de la Nación
Dra. Aurora Gómez Galvarriato Freer
Directora General
Mtro. Miguel Ángel Quemain Sáenz
Director de Publicaciones y Difusión
Mtro. Marco Antonio Silva Martínez
Jefe del Departamento de Publicaciones
Diseño y formación
Elisa Cruz Cabello
Legajos. Boletín del Archivo General de la Nación, séptima época, año 2, número 6,
octubre-diciembre de 2010, es una publicación trimestral de la Secretaría de
Gobernación a través del Archivo General de la Nación, donde se elabora y
distribuye, con domicilio en Eduardo Molina 113, esquina con Albañiles,
Col. Penitenciaría Ampliación, Delegación Venustiano Carranza,
C.P. 15350, México, D.F.
Tel. 5133 99 00, Exts. 19325, 19324 y 19330; fax 5789 5296.
Correos electrónicos: [email protected]; [email protected];
Página web: www.agn.gob.mx
Editor responsable: Marco Antonio Silva Martínez.
Reserva de derechos de uso exclusivo ante el Instituto Nacional del Derecho
de Autor número: 04-2009-110916591800-106.
Número de licitud de título y licitud de contenido en trámite ante la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación.
ISSN-0185-1926
Legajos. Boletín del Archivo General de la Nación se terminó de imprimir en septiembre
de 2010 en Letra Impresa GH, S.A. de C.V.
Calle Rafael Martínez Rip Rip, núm. 114-0, Colonia Independencia,
Deleg. Benito Juárez, México, DF., tel. 5539 6764.
Las opiniones vertidas en los artículos aquí publicados son responsabilidad
exclusiva de sus respectivos autores, quienes sólo ceden sus derechos de
reproducción al Archivo General de la Nación.
Se permite la reproducción de los artículos aquí contenidos siempre y cuando se
cite la fuente.
Consejo Editorial
Directora
Graciela Márquez Colín
El Colegio de México
[email protected]
Luis Barrón
CIDE
[email protected]
Leticia Gamboa
BUAP
[email protected]
Aurora Gómez Galvarriato
AGN
[email protected]
Emilio Kouri
The University of Chicago
[email protected]
Leonor Ludlow
UNAM
[email protected]
Ma. Isabel Marín
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
[email protected]
Armando Preciado
Universidad de Guanajuato
[email protected]
Gabriela Recio
AGN
[email protected]
María José Rhi Sousi
UAM
[email protected]
Alicia Salmerón
Instituto Mora
[email protected]
Coordinador editorial
Miguel Ángel Quemain
AGN
[email protected]
Índice
EDITORIAL
9
GALERÍAS
Veracruz-El Molino: Los primeros ferrocarrileros, 1842-1850
John Womack
13
Corridos de la Penitenciaría del Distrito Federal
(Lecumberri)
Juan de Dios Vázquez
35
PORTALES
Pío Bermejillo e Ibarra: una historia
de éxito empresarial en México, 1850-1872
Tayra González Orea
65
Fotografías del zapatismo en la prensa
de la ciudad de México entre 1910 y 1915
Ariel Arnal
83
P ERFILES
Edmundo O’Gorman
Miguel Ángel Quemain Sáenz
105
R ESEÑAS
Alexandra Pita González, La Unión Latino Americana
y El Boletín Renovación. Redes intelectuales y revistas
culturales en la década de 1920
Por José Guillermo Tovar Jiménez
125
Jorge Andrés Zarzosa Garza, El brigadier
128
Mi destino: la independencia de México
Por Susana Jasso
DOCUMENTOS DEL A RCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN
Declarando Independencias
133
DOCUMENTOS DEL AGN
Por escasez de maíz para labores la fábrica de salitre
156
Solicitud de licencia para representar comedias
en las pascuas navideñas
160
Vecinos de la colonia Santa Julia se quejan
ante la Convención Revolucionaria
164
NOTICIAS DEL AGN
Reconocimiento al Instituto Nacional de Migración
Archivos, memoria y sociedad civil
La vida cotidiana en la Casa de Moneda de México
Concluyó con éxito el curso de verano “Negro sobre Blanco”
La librería Edmundo O’Gorman del FCE
abrió sus puertas en el AGN
167
167
168
169
170
ÍNDICES
Versiones públicas disponibles para consulta en el AGN
171
Exposiciones
194
Librería Edmundo O’Gorman
197
Normas para la entrega de originales
198
EDITORIAL
Como parte de la conmemoración bicentenaria por el inicio del proceso
independentista en nuestro país, el Archivo General de la Nación, el
Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México y el Instituto de
Investigaciones Históricas de la UNAM organizaron el coloquio Declarando
Independencias. Textos fundamentales con el propósito de repensar esa gesta
histórica en el contexto continental y aun en el de las naciones que
confluyen en el mar atlántico. Las actas, manifiestos y tratados para hacer
pública la independencia de un país constituyeron un tipo documental
que en su momento buscó legitimar el nacimiento de los nuevos Estados
americanos y se replica en la actualidad en otros lugares del mundo. Con ese
acto fundacional se reordenaba la conformación geográfico-política de la
América dominada por las grandes metrópolis: España, Inglaterra, Francia,
Portugal y se construían las identidades nacionales de los países que en su
mayoría se convertirían luego en repúblicas. Aquí se incluyen algunas de
las ideas y apuntes sobre los temas abordados, con imágenes que forman
parte de la exposición del mismo nombre montada en la Sala de Bandera
del AGN.
En la sección Galerías la colaboración de John Womack Jr. da cuenta de los
grandes y pequeños avatares que debieron sortearse durante la construcción
del ferrocarril en el tramo Veracruz-El Molino; Juan de Dios Vázquez
revisa las diversas representaciones de la penitenciaría de Lecumberri
a partir de las hojas volantes con texto e imágenes, conocidas como
corridos, que circularon a principios del siglo XX. La sección Portales
recoge la impronta de tres personajes de ámbitos disímbolos: por un lado
la trayectoria exitosa del empresario Pío Bermejillo en la segunda mitad del
siglo XIX; en otro espacio Emiliano Zapata y su movimiento agrario es visto
a través de la lente fotográfica de la prensa mexicana en plena Revolución;
y en el terreno cultural por medio de una entrevista-semblanza realizada en
los noventa, se proyecta hasta los días actuales la lucidez visionaria de uno
de los historiadores e intelectuales más importantes del siglo XX mexicano:
Edmundo O’Gorman.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
9
GALERÍAS
VERACRUZ-EL MOLINO: LOS PRIMEROS FERROCARRILEROS, 1842-1850*
John Womack Jr.**
En la década de 1840, además de las nuevas fábricas textiles en Orizaba
y Jalapa, el Departamento de Veracruz estuvo caracterizado por otra industria nueva, en la cual los trabajadores corrían una peor suerte. Era el
ferrocarril. La idea del ferrocarril surgió en México en 1824: un “sendero
de metal” que cubriera la ruta desde la ciudad de México hasta el puerto de
Veracruz, por la cual, durante trescientos años, había transitado el tráfico
más pesado e importante; la guerra de la Independencia había dañado gravemente los caminos y los comerciantes más ricos (y Santa Anna) tenían mucho que ganar. Una rivalidad entre promotores en el período 1835-36 había
dado como resultado la concesión, en 1837, para el establecimiento de un
ferrocarril desde la ciudad de México hasta el puerto, pero, en vista de que
nunca se dio inicio a los trabajos, la concesión caducó en 1839.1 El 31 de
mayo de 1842, el presidente Santa Anna concedió derechos a la Comisión
* Traducción de Leonardo Martínez Vega.
** Profesor-investigador, Universidad de Harvard; [email protected]
1 Acerca de la prehistoria de los ferrocarriles: David M. Pletcher, “The Building of the
Mexican Railway”, Hispanic American Historical Review, XXX, 1 (Febrero 1950), 26-31; Sergio
Ortiz Hernán, Los ferrocarriles de México: una visión social y económica (México, SCyT, 1974), 56-63;
John G. Chapman, La construcción del ferrocarril mexicano, 1837-1880 (México, SEP, 1975), 22-24;
Peter W. Rees, Transportes y comercio entre México y Veracruz, 1519-1910 (México, SEP, 1976),
95-109; Diario del Gobierno de la República Mexicana (en lo sucesivo DGRM), 22 de julio, 1837.
Acerca de la promoción contemporánea de los ferrocarriles: ibid., l2 de abril, 5 de mayo, 17
de julio, 8 de agosto, 18 de agosto, 10 de septiembre, 12 de septiembre, 1837; Manuel Payno,
Los bandidos de Río Frío, 283-285. Acerca de las rivalidades (Escandón, Fagoaga, J.N. Pereda vs.
mercaderes de Jalapa): DGRM, 30 de enero, 5 de febrero, 12 de febrero, 16 de febrero, 20 de
febrero, 24 de febrero, 27 de marzo, 28 de marzo, 2 de abril, 6 de abril, 20 de abril, 26 de abril,
3 de mayo, 18 de mayo, 10 de noviembre, 1836, 29 de junio, 11 de julio, 1837. La concesión: ibid.,
4 de septiembre, 1837. El proyecto: ibid., 12 de noviembre, 14 de noviembre, 16 de noviembre,
18 de noviembre, 20 de noviembre, 22 de noviembre, 24 de noviembre, 3 de diciembre, 5 de
diciembre, 7 de diciembre, 9 de diciembre, 11 de diciembre, 13 de diciembre, 1837. Acerca de
las exenciones para los materiales importados: (para Fagoaga): ibid., 26 de julio, 1838.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
13
de los Acreedores del Camino Perote-Veracruz, un consejo de administración de la compañía de peaje, dominado por comerciantes de la ciudad de
México y Veracruz, para construir un ferrocarril que uniera Veracruz con
Paso San Juan, en las cercanías del río San Juan; un ferrocarril de recorrido
corto contribuiría al menos a acelerar el movimiento a través de las dunas,
pasando por los humedales de San Juan, desde y hacia el puerto caluroso
y pestilente.2 A pesar de que los trabajos debían comenzar en un plazo de
seis meses, la concesión ofrecía acceso especial a capital y mano de obra;
era particularmente difícil atraer a esta última al sitio en el que se llevaría a
cabo el trabajo. La comisión podía movilizar capital, no solamente a partir
de sus propios ingresos provenientes del peaje, sino también a partir del
otorgamiento de ingresos públicos provenientes de un nuevo impuesto a
las importaciones. Además, podía disponer de doscientos presidiarios de la
ciudad de México, para mantener una fuerza laboral constante.3
Ésta fue la novedad de la empresa, algunos de cuyos elementos habían
sido combinados con anterioridad, pero nunca antes todos juntos al mismo tiempo: autorización y subsidio directos del Estado, control capitalista,
operaciones financieras y físicas a gran escala y utilización de presidiarios
como mano de obra. Lo más significativo fue esto último: el nuevo uso de
mano de obra de presidiarios. De forma rutinaria, en la época del virreinato,
los presidiarios sentenciados de tres a cuatro años de presidio por vagancia o robo habían cumplido con su castigo, como mano de obra en obras
públicas de pequeña y gran escala, en particular en Veracruz; en la década
de 1840, las prisiones aún proporcionaban mano de obra para las cuadrillas
encargadas de edificios y parques en la ciudad de México y para las brigadas de construcción de caminos nacionales. Hasta hacía poco tiempo, los
presidiarios también cumplían sus condenas bajo arrendamientos oficiales
2 Alfred H. Siemens, A Favored Place: San Juan River Wetlands, Central Veracruz, A.D. 500 to the
Present (Austin: University of Texas, 1998).
3 La concesión: DGRM, 2 de junio, 1842. Acerca de la Comisión: Pletcher, 28; Chapman, 25-26;
Rees, 99-100. Su historia, propuesta y revisiones: DGRM, 5 de febrero, 1842; Francisco Fagoaga
al presidente, 17 de marzo, 1842, Archivo General de la Nación/Fomento-Ferrocarriles (en
lo sucesivo AGN/FF), vol. I, expediente 5, pp. 1-8. Sus funcionarios y actividades en el camino
Perote-Veracruz: DGRM, 19 de febrero, 20 de abril, 1836, 28 de septiembre, 1837, y 24 de
febrero, 1840, al 6 de febrero, 1847, passim; Ciro F.S. Cardoso et al., Formación y desarrollo de la
burguesía en México, siglo XIX (México, Siglo XXI, 1978), 35, 38, 40. [También se puede consultar
mucha información en Lerdo.]
14
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
en obrajes (fábricas textiles privadas). Sin embargo, estos asilos encarnaban
tanto una casa para pobres, como un negocio y una institución penal. El
propietario podía beneficiarse de la operación del asilo, siempre y cuando
este beneficio no involucrara capital: pobres, trabajadores libres y presidiarios trabajaban juntos de forma indiscriminada.4 En contraste, la concesión
del ferrocarril preveía una compañía estrictamente para una producción específica, en la cual, la compañía acumularía capital al convertir el castigo
público en un negocio privado y de manera sistemática y privada castigar a
las personas condenadas por el Estado a trabajos forzados.
El 26 de julio de 1842, probablemente por un acuerdo previo, la comisión contrató el trabajo con un comerciante excepcionalmente emprendedor que trabajaba en la ruta entre la ciudad de México y Veracruz, Antonio
de Garay, quien, con prontitud, organizó una compañía constructora. La
transacción tenía sentido. No era posible para un consejo de administración de peaje, encargado de un asunto público, que tenía obligaciones con
intereses aduaneros y que estaba acostumbrado a alquilar barreras de peaje,
mantener caminos para carros y subcontratar pequeñas brigadas de trabajadores locales, también atender de manera adecuada los problemas financieros, administrativos y técnicos involucrados en el gran negocio de
construcción de un ferrocarril, aunque fuese para una distancia corta. La
nueva compañía de Garay sí podría hacerlo. Durante la época de lluvias, su
director de campo realizó un estudio preliminar entre el puerto y San Juan.
El 30 de noviembre le ordenó a una brigada de cincuenta hombres que retirara la maleza lo largo del río, en el sitio elegido para la estación terminal
del interior y, de manera formal, solicitó doscientos presidiarios para una
cuadrilla habitual.5
4 Acerca de los presidiarios: Colin M. MacLachlan, Criminal Justice in Eighteenth-Century Mexico: A
Study of the Tribunal of the Acordada (Berkeley, University of California, 1974), 44-47, 77-81; DGRM,
12 del agosto, 13 de septiembre, 10 de noviembre, 7 de diciembre, 1838. Mano de obra de
presidiarios en la ciudad de México: Valentín Canalizo al ministro de Gobernación, 19 de abril,
1843, AGN/FF, I, 10, pp. 4-5. Presidiarios en las brigadas de construcción de caminos: El Siglo
XIX, 9 de enero, 1843. Acerca del obraje: Richard Salvucci, Textiles and Capitalism in Mexico: An
Economic History of the Obrajes, 1539-1840 (Princeton, Princeton University, 1987). Una propuesta
para reformar el presidio y convertirlo en una penitenciaria: Juan Soto, “Documentos que
pueden servir para la reforma de las prisiones de la república”, El Museo mexicano, VII (1848),
pp. 481-503.
5 El contrato con Antonio de Garay: Junta General de Acreedores, 14 de junio, 1842, AGN/FF, I,
15, pp. 6-7; Fagoaga al ministro de Relaciones Exteriores y Gobernación, 28 de diciembre, 1842,
ibid., I, 5, p. 19; Actas, 18 de octubre, 1848, ibid., II, 22, pp. 238-242. Acerca de Garay: Robert A.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
15
La construcción del corto tramo de ferrocarril fue tan difícil y peligrosa
como ir a una pequeña guerra. En una serie de campañas durante la estación
seca, funcionando con crédito de una casa comercial del puerto, guiados
por una planificación exhaustiva, a menudo interrumpida por los “nortes”
del Golfo, se requería de un mando constante y centralizado en el campo,
una coordinación logística semanal y la asignación diaria de tareas a unidades de producción y de distribución y recolección de equipos. En concreto,
esta labor requirió, por lo menos, mil horas diarias de trabajo, bajo un calor
abrasador, en los pantanos infectados de mosquitos y las colinas cubiertas
por maleza que se encontraban detrás del puerto.
El objetivo de la primera campaña fue realizar un estudio definitivo
y preparar el camino para los rieles. La ruta definida por el topógrafo de
Garay en el lugar iba desde la ubicación de una estación principal cerca el
cuartel del puerto (y de la plaza de toros), justo al suroeste de la muralla
de Veracruz y, desde allí, en línea recta, hacia el sur, detrás de las dunas,
a través de los pantanos y sobre las colinas, doblando al oeste en el cerro
de Casa Mata, volviendo hacia el norte en el cerro del Molino del Viento,
hasta el claro en San Juan: un total de diecisiete millas y media. El trabajo
continuó sin los doscientos presidiarios de la ciudad de México. A pesar
de los reiterados pedidos realizados por la compañía y que, con el tiempo, éstos fueron asignados por el presidente, no fueron enviados por los
funcionarios de la ciudad de México. Con la autorización del gobernador,
la compañía utilizó a cincuenta y dos hombres del presidio del DepartaPotash, El Banco de Avío de México: El fomento de la industria, 1821-1846 (México, Fondo de Cultura
Económica, 1959), 207, 225, 228; Barbara A. Tenenbaum, The Politics of Penury: Debt and Taxes in
Mexico, 1821-1856 (Albuquerque, University of New Mexico, 1986), David W. Walker, Kinship,
Business, and Politics: The Martínez del Río Family in Mexico, 1823-1867 (Austin: University of Texas,
1987), 97-98, 108-109, 122, 167, 178; Michael P. Costeloe, The Central Republic in Mexico, 18351846: “Hombres de Bien” in the Age of Santa Anna (Cambridge: Cambridge University, 1993),
28 n78, 35, 85, 145; Mario A. Trujillo Bolío, Empresariado y manufactura textil en la Ciudad de México
y su peripheria (México, CIESAS, 2000), 49, 60, 89, 95, 100, 126-127, 130-131, 135, 141-142, 175177, 183-187. La diferencia entre el peaje y las primeras etapas de construcción y gestión de
ferrocarriles: H.J. Dyos and D.H. Alcroft, British Transport: An Economic Survey from the Seventeenth
to to the Twentieth Century (Harmondsworth, Pelican, 1974), 31-37, 66-84, 103-110, 117-125);
L.T.C. Rolt, George and Robert Stephenson: The Railway Revolution (Londres: Penguin, 1984),
El primer director de la compañía de Garay fue un comerciante y transportista francés, Joseph
Faure: Potash, 164-165, 171, 179; DGRM, 1 de junio, 24 de junio, 1842; ministro de Guerra al
ministro de Relaciones Exteriores y Gobernación, 13 de diciembre, 1842, AGN/FF, 5, p. 22; y
Marcel Figuerero, 20 de diciembre, 1842, ibid., I, 5, p. 20. El ingeniero fue Joseph Ollivier.
16
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
mento y, en el puerto, contrató a cerca de cien personas pertenecientes a la
gente libre (“personas libres”). Desde el 30 de noviembre de 1842, pasando
por la letal temporada de lluvias en mayo, hasta el 17 de junio de 1843,
sus fuerzas despejaron, desmontaron, acarrearon, rellenaron, construyeron
terraplenes y abrieron zanjas. Durante un tiempo, la compañía tenía a los
presidiarios y a la gente libre compitiendo, “para dar origen a una cierta
rivalidad e instigación entre ellos”. Sin embargo, la mayor parte del tiempo,
los dos grupos trabajan por separado: los presidiarios, desmontando en el
cerro Casa Mata, mientras que las personas libres, rellenaban y construían
terraplenes, a través de los pantanos. Al finalizar esta campaña, el director
de campo, su segundo asistente, dos capataces y sesenta y seis presidiarios
y trabajadores “libres” habían muerto y todos los demás estaban “más o
menos enfermos”.6
La segunda campaña de Garay comenzó el 1 de diciembre de 1843. Durante los seis meses siguientes, su segundo director contaba con alrededor
de cien presidiarios de la ciudad de México y otras cien “personas libres” de
la localidad, desmontando y rellenando en las secciones de la ruta El Molino-Veracruz. El segundo director no pudo conseguir más mano de obra,
porque una nueva compañía de construcción tomó trabajadores voluntarios
y forzados para arreglos importantes en el muelle, los depósitos y la oficina
de aduana de Veracruz. Tuvo que subcontratar a un ingeniero local para
trabajar en la sección El Molino-San Juan.7
Tan prometedora era la mano de obra de los presidiarios para el fe6 El Cosmopolita, 14 de diciembre, 1842; Antonio de Garay al presidente, Comisión de los
Acreedores del Camino de Perote-Veracruz, 9 de diciembre, 1843, AGN/FF, I, 11, pp. 1-22;
Francisco Fagoaga al ministro de Relaciones Exteriores y Gobernación, 7 de enero, 1843, ibid.,
I, 5, pp. 25-26; Bocanegra al gobernador del Departamento de Veracruz, 11 de enero, 1843, y
a Benito Quijano, 25 de enero, 1843, ibid., p. 27. Correspondencia oficial sobre los presidiarios
para el proyecto de Veracruz: ibid., I, 10, pp. 1-22. Ver también “Informes sobre el camino de
fierro de Veracruz al Río de San Juan, y del estado en que se halla la compostura del de tierra,
que corre desde Perote a aquel Puerto,” DGRM, suplemento, 5 de octubre, 1844; Cardoso et al,
37, 85.
7 José Ignacio Esteva, “Reseña de los trabajos ejecutados en la construcción del camino de fierro
desde Veracruz al Río de San Juan,” 15 de junio, 1844, AGN/FF, I, 13, pp. 6-7. Acerca de Esteva,
el nuevo director de campo: Juan de la Granja, Epistolario (México, SEP, 1937), 395. Acerca de la
compañía rival: El Cosmopolita, 21 de enero, 1843; DGRM, 24 de enero, 1844; Cardoso et al., 44. El
subcontratista fue el teniente coronel Juan José Holfzinger. Ver también DGRM, 27 de febrero,
1846; Manuel Rivera Cambas, Historia antigua y moderna de Jalapa y de las revoluciones del estado de
Veracruz, 5 vols. (México, Ignacio Cumplido, 1869-71), III, 726.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
17
rrocarril que se volvió el objeto del primer contrato colectivo de trabajo
de la república. En enero de 1844, los administradores de la compañía de
peaje instruyeron a su jefe de contadores, Francisco Carbajal, un veterano
de los negocios en el puerto, a que redactara reglas “para la disciplina y el
gobierno” de los trabajadores forzados de su concesión. Ante su asombro,
la investigación de Carbajal en los archivos de la ciudad de México y de
Veracruz le proporcionó pocos precedentes y consideró que no era posible
aplicar “las disposiciones benéficas y sabias de las penitenciarías de Pensilvania” y las rechazó. Sin embargo, lo que sí hizo fue elaborar una propuesta,
inspirada en “los principios sólidos de la religión, la equidad, la justicia, la
economía y la propiedad pública”. Aprobada el 1 de marzo por los administradores, la propuesta fue enviada al presidente (que ya no era Santa Anna,
sino otro jalapeño), cuyo consejo recomendó realizar ligeras correcciones.
Los administradores aceptaron los cambios y el gobierno publicó el acuerdo, de manera oficial, el 2 de junio, “de modo que sea cumplido por todas
las autoridades y personas que deban acatarlo”.8 El contrato constaba de
diez capítulos amplios y noventa y seis artículos, en los que se daban detalles acerca del personal de campo de la compañía, los poderes y deberes del
personal directivo, la organización de las cuadrillas, el derecho de los trabajadores calificados a realizar labores especializadas y de los trabajadores
no calificados de aprender nuevas tareas, la duración de la jornada laboral
(de ocho a diez horas, teniendo libres los domingos y los días de guardar),
el derecho del trabajador a visitas familiares, la separación de presidiarios
y personas libres, los procedimientos para resolver “las disputas o acusaciones que los prisioneros pudieran tener entre ellos, respecto de agravios
leves, deudas o asuntos similares,” la impartición de castigos por agresión,
robo, asesinato, intentos de escape o “motín”, la prohibición del juego, la
bebida y que los trabajadores fueran objeto de empleo o extorsión privada
por parte de los directivos, la institución de devociones obligatorias (plegarias en la mañana y en la tarde, rezo del rosario tres veces a la semana,
misa y clases de catecismo los domingos y los días de guardar, así como los
8 Francisco Carbajal, “Proyecto de reglamento para el presidio de forzados”, 1 de marzo, 1844,
AGN/FF, I, 12, pp. 1-24; Fagoaga al ministro de Relaciones Exteriores y Gobernación, 22 de marzo,
1844; José J. de Herrera al ministro de Relaciones Exteriores y Gobernación, 21 de mayo, 1844,
ibid., pp. 29-30; DGRM, 1 de junio, 2 de junio, 1844.
18
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
sacramentos, cuando fueran necesarios), los preparativos para el hospedaje,
el agua, la comida, la vestimenta, la higiene, el tabaco y “la gratificación”
(medio real, $US 0.0625 diarios), el suministro de servicios médicos y de
entierro en suelo consagrado, los derechos y los deberes de la escolta militar
y un sistema de presupuesto y contabilidad. En cuanto a las personas libres
a las que Garay dio empleo, la compañía no estableció tales compromisos
con ellos. Ni la compañía de Garay, ni ninguna otra compañía en México,
lo hizo por otros sesenta y tantos años.9
También los avances materiales en esta campaña fueron impresionantes. En las secciones de El Molino-Veracruz, la cuadrilla levantó [¿ocho?]
caballetes temporales y comenzó a transformar el terraplén en un terreno
firme para la superestructura. Garay importó maderos de ciprés de Luisiana
para los durmientes. Y el 4 de mayo, cuarenta y nueve días después de haber
partido de Cardiff, el bergantín inglés Chase entró al puerto con el primer
cargamento de rieles tipo ”Vignole” de acero forjado para dos millas y cuarto de vías, 5,805 “sillas” de hierro fundido y 11,620 clavos. El 5 de mayo, 24
días después de haber partido de Nueva York, un bergantín estadounidense
arribó al puerto con el primer cargamento de grava para balastos. Una vez
más, el trabajo continuó durante la época de lluvias. Cuando se detuvo, el 5
de julio, se había llegado tan lejos, que los administradores de la compañía de
peaje admitieron que tenían la esperanza de, a la larga, extender la vía “no
sólo hasta la ciudad de México, sino hasta las costas del océano Pacífico”.
El nuevo director de campo informó que a pesar de “las graves dificultades
[…] no existe, afortunadamente, ni una sola persona con quejas, ni siquiera
entre los jornaleros […]” Aunque dirigía a hombres que trabajan bajo su
propio riesgo, no informó sobre las víctimas de la segunda campaña o que
la lluvia hubiera detenido el trabajo porque “los peones […] se retiraron,
temerosos de las enfermedades que son tan comunes en este clima, en las
cercanías de agua estancada”.10
9 Mario de la Cueva…
10 DGRM, 16 de mayo, 23 de mayo, 14 de junio, 11de julio, 1844; Fagoaga al ministro de Relaciones
Exteriores y Gobernación, 9 de mayo, 1844, AGN/FF, I, 11, p. 23; El Siglo XIX, 22 de mayo, 1844;
Manuel Robles, “Relación de los adelantos que ha tenido la expresada obra desde 15 de junio
hasta 30 de septiembre de 1844”, DGRM, 13 de octubre, 1844. Acerca de las vías y las “sillas”:
Walter L. Webb, Railroad Construction: Theory and Practice, 5a ed. (Nueva York, John Wiley and
Sons, 1914), 256-258; y Rolt, 248.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
19
A principios de noviembre de 1844, apenas comenzada la tercera campaña, el debate nacional acerca de los impuestos que se deberían pagar para
recuperar Texas desató otra revuelta en el ejército. El gobierno central se
colapsó durante un par de meses.11 Sin embargo, Garay ya había acordado
protección para su compañía, al haber nombrado con prudencia como director de campo a un ingeniero militar, un protegido de funcionarios independientes locales. Y, a pesar del alboroto político, la campaña comenzó
con fuerza. Durante noviembre, el nuevo director disponía de quinientos
peones entre el puerto y San Juan: en el puerto, descargando más material
proveniente de Gran Bretaña y durmientes de Nueva Orleans y Tuxpan,
construyendo un depósito en el sitio de la estación principal; en las cercanías del río, desmontando y rellenando; a lo largo del camino, construyendo puentes y alcantarillas, terminando el terreno firme para los rieles y, bajo
la dirección de los ingenieros y capataces recientemente llegados de Bélgica,
tendiendo los primeros rieles, una vía provisional con una entrevía estándar,
desde la Plazuela de la Caleta, en la esquina norte del pueblo, saliendo por
la puerta norte, rodeando del muro del pueblo, hasta el sitio de la estación
y, desde ahí, un trayecto de vía permanente por casi un tercio de milla hacia
el sur.
En diciembre, las autoridades de Veracruz se unieron a la revuelta. El
trabajo en el ferrocarril se alentó de repente, debido a que los trabajadores ejercieron su libertad y fueron a esconderse a sus casas, temerosos de
que los funcionarios los reclutaran para hacerlos partícipes de la violencia.
Sin embargo, con el triunfo de la sublevación en enero y la instalación de
un nuevo general (un jalapeño más) como presidente, reaparecieron unos
trescientos peones y en febrero comenzaron nuevamente a trabajar con
determinación. En la playa ubicada al costado del (único) muelle del puerto,
instalaron un muelle flotante traído desde Nueva Orleans y allí descargaron
partes prefabricadas para la estación de ferrocarril, la sala de máquinas y
el taller de reparaciones, así como cargamentos de durmientes de Tuxpan,
rieles británicos y herramientas y grava estadounidenses y el primer material
rodante y veintidós carros, también provenientes de Nueva Orleans. En la
11 Hubert H. Bancroft, History of Mexico, 6 vols. (San Francisco, A.C. Bancroft and Co., 18831888), V, 259-277; Rivera, III, 623-678.
20
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
ubicación de la estación principal, bajo la dirección de catorce ingenieros
estadounidenses, levantaron los tres edificios de la terminal permanente.
En el río, colocaron una estación temporal. Mientras tanto, continuaron
desmontando, rellenando y terminando el terreno firme para los rieles, cercando el derecho de paso y, bajo la dirección de los capataces belgas, extendiendo el trayecto de vías hacia el sur por cerca de dos millas. Dado que
también en esta campaña, los peones trabajaban de manera voluntaria, en
sus informes acerca de sus avances, el director no señaló cuántos de ellos
murieron.12
Las circunstancias globales de la campaña eran tan perjudiciales, que inclusive Garay enfrentaba dificultades para gestionar avances. En octubre de
1845, tras anexar Texas, los Estados Unidos apostaron quince naves de guerra a las afueras de Veracruz, amenazando con bloquear el puerto. A todo lo
largo y ancho de México, políticos y generales llamaban a la guerra, lo cual
significaría impuestos más elevados, límites al crédito comercial (de llegar a
ofrecerse) y un reclutamiento masivo. Ya las fiebres de la época de lluvias
de Veracruz habían doblegado a varios de los supervisores extranjeros del
ferrocarril, dejándolos inválidos. En diciembre, otra revuelta militar llevó a
otro general (esta vez, no era un jalapeño) a la presidencia y, con sus demandas de unidad nacional contra los yanquis, el gobierno central, prácticamente se esfumó. Sin embargo, los peones ferroviarios continuaron trabajando
en los edificios principales de la terminal, la estación del río, los terraplenes,
los puentes, el cercado y la vía, que extendieron por otros tres cuartos de
12 El nuevo director fue el teniente coronel Manuel Robles Pezuela, quien ya había sido
nombrado en el verano de 1844: DGRM, 13 de octubre, 1844. Acerca de Robles Pezuela: Rivera,
III, 773, Miguel A. Sánchez Lamego, V, 94. (Supongo que era protegido del general José A.
Rincón, en aquel entonces comandante del puerto, quien se rehusó a respaldar el levantamiento
en contra de Herrera, en diciembre de 1845: ibid., V, 87-89.) Los informes sobre su campaña:
DGRM, 24 de febrero, 7 de mayo, 1845; pero sólo abarcan hasta el 13 de marzo, 1845. No pude
localizar los reportes correspondientes al 1 de julio y al 1 de octubre, 1845. En su lugar, utilicé
la información archivada el 1 de enero, 1846: ibid., 16 de febrero, 1846. El ingeniero belga
arribo el 13 de agosto, 1844; en el barco de vapor inglés Severn, Roman Van Aelcroueh [sic, o
Vanaelbrouck] y José Enrique Guinotte: ibid., 23 de agosto, 1844. Estaban acompañados por
otros capataces belgas: ibid., 13 de octubre, 1844. No es claro el origen de los vagones, pero
Robles (arriba, 7 de mayo) informa que llegaron en el Water Witch, el cual partió de Nueva
Oreéans (ibid., 23 de julio, 1839, 7 de mayo, 20 de agosto, 1841. No tengo pruebas de su llegada
en 1844 o 1845 o quiénes eran los estadounidenses. Acerca de la grava neoyorkina: ibid., 18
de enero, 1845. Acerca de los ferrocarriles estatales belgas de la época: Edward Dobson, An
Historical, Statistical, and Scientific Account of the Railways of Belgium, from 1834 to 1842 (Londres: John
Weale, 1843). Todas las locomotoras belgas tenían seis ruedas, 81.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
21
milla. En febrero de 1846, el ejército de Estados Unidos cruzó el Río Bravo,
desde Texas hacia Tamaulipas, y tuvieron una escaramuza con el ejército
mexicano. Aún así, el trabajo en el ferrocarril de Veracruz continuó. El 13
de mayo, los Estados Unidos le declararon la guerra a México y, una semana
más tarde, bloquearon Veracruz. En la práctica, esto puso fin a la cuarta
campaña de construcción.13 El director no presentó un informe final. Los
peones se dispersaron, ya que ahora era probable que murieran en campañas de destrucción.
No se continuó con la construcción del ferrocarril en el período de
1846-47. Las vicisitudes de la guerra hicieron a Garay ministro de finanzas,
pero sólo por un período breve; y, para su empresa en Veracruz, fue un auténtico desastre, cuando Santa Anna regresó a la presidencia, los mexicanos
se reorganizaron en contra de los yanquis en el norte y, en marzo de 1847,
el ejército de los Estados Unidos invadió el puerto. Las fuerzas estadounidenses le infligieron mucho daño al puerto, durante la toma. Moviéndose
tierra adentro, también destruyeron la vía, las estaciones y los terraplenes
del ferrocarril. Probablemente, las guerrillas que desangraron a los yanquis
en el camino a Jalapa incluían a muchos de los hombres cuyo trabajo habían
arruinado. 14
En septiembre de 1847, la guerra terminó con la derrota aplastante de
México. En esa ruina, Garay tampoco pudo negociar nada para el período
1847-48. Es probable que los peones del ferrocarril que se habían incorporado a las guerrillas y que habían sobrevivido se volvieran bandidos.15
13 Acerca de la invasion estadounidense: David M. Pletcher, The Diplomacy of Annexation: Texas,
Oregon, and the Mexican War (Columbia, University of Missouri, 1973), 113-207; Justin H. Smith,
The War with Mexico, 2 vols. (Nueva Cork, Macmillan, 1919), I, 135-183, II, 193-197; Bancroft, V,
288-297; Sánchez Lamego, V, 94-95; Rivera, III, 690-758. Acerca del ferrocarril: Manuel Robles
a Antonio Garay, January 1, 1846, DGRM, 15 de febrero, 1846; Manuel Robles, “Relación de los
adelantos que ha tenido esta obra desde lo. de Enero a 31 de Marzo de 1846”, 1 de abril, 1846,
ibid., 12 de mayo, 1846.
14 Acerca de la guerra: Smith, I, 204-400, II, 1-188, 421-423; Bancroft, V, 247-467, 530-531;
Sánchez Lamego, V, 99-112; Lerdo de Tejada, II; Rivera, III, 758-871, 889-890, 899-943. Acerca
de la destrucción del ferrocarril: Ildefonso R. Cardeña y Jorge de la Serna al Ayuntamiento de
Veracruz, 6 de marzo, 1839, Periódico Oficial del Supremo Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos (en lo
sucesivo POSG), 4 de abril, 1849; Miguel Blanco al ministro de Relaciones Interiores y Exteriores,
15 de abril, 1849; Manuel Robles, Informe sobre las obras, 19 de enero, 1849, y Cálculo de
daños, 20 de enero, 1849, POSG, 19 de mayo, 1849; y Luis de la Rosa, “Impresiones de un viage
de México a Washington, en octubre y novimebre de 1848”, El Siglo XIX, 22 de diciembre,
1849.
15 Bancroft, V, 468-550; Rivera, IV, 5-81.
22
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
Hizo falta un genio empresarial para superar los obstáculos para la construcción en la siguiente temporada. El 25 de julio de 1848, cinco días antes
de que la última fuerza estadounidense en México dejara Veracruz, Garay
pidió a los administradores de la compañía de peaje que le solicitaran al
nuevo gobierno otorgar al teniente coronel Robles permiso para ausentarse
del servicio activo, de modo que pudiera regresar a dirigir la compañía de
construcción del ferrocarril. Sin embargo, el presidente se negó, ya que se
proponía nombrar a Robles comandante militar del puerto.16 Al poco tiempo, mientras los aspectos políticos de la posguerra favorecían a los rivales
comerciales de Garay, quienes deseaban la concesión del ferrocarril para sí
mismos, surgió una crítica vehemente en la prensa de la ciudad de México
en contra de la compañía de peaje y su contratista, acusándolos de no haber
trabajado lo suficiente y de haber malversado fondos públicos. Los concesionarios necesitarían meses para recuperar un sólido asidero sobre su privilegio y la confianza completa de los acreedores. Y Garay no podría realizar
progresos alentadores en el campo, sin una mano de obra mucho más grande
que aquélla con la que contó en el período 1845-46; y las posibilidades de encontrarla rápidamente en los alrededores de Veracruz eran poco prometedoras. Sin embargo, no desesperó. Los administradores de la compañía de peaje
le solicitaron al gobierno, en reiteradas ocasiones, que le otorgara a Robles un
permiso especial para dirigir el trabajo en el ferrocarril, mientras prestaba su
servicio en el puerto. A mediados de diciembre, se le pidió al gobierno cumplir con su antigua promesa de enviar doscientos presidiarios.17 Y fue Garay
16 Acerca de la primera vez en que se solicitaron y rechazaron los servicios de Robles: Fagoaga al
ministro de Relaciones Interiores y Exteriores, 2 de agosto, 1848, y ministro de Guerra al ministro
de Relaciones Interiores y Exteriores, 9 de agosto, 1848, AGN/FF, II, 22, pp. 272, 274. Las fuerzas
estadounidenses dejaron San Juan de Ulúa el 30 de julio, 1848: Lerdo de Tejada, II, 585.
17 La campaña en la prensa, los interés detrás de ésta y la respuesta de la comisión: Fagoaga al
ministro de Relaciones Interiores y Exteriores, 22 de agosto, 1848, AGN/FF, II, 22, 208; Juan
N. Pereda, Actas, 18 de octubre, 1848, ibid., II, 22, pp. 238-242; Fagoaga y Pereda al ministro
de Relaciones Interiores y Exteriores, 13 de noviembre, 1848, ibid., II, 21, 92-94; El Siglo XIX,
20 de octubre, 1848, suplemento; y El Monitor Republicano, 3 de agosto, 5 de septiembre, 1848.
Que Garay necesitará 400 trabajadores para terminar en dos años: Miguel Blanco al ministro
de Relaciones Interiores, 15 de abril, 1849, AGN/FF, II, 21, pp. 135-162, reimpreso en POSG, 19
de mayo, 1849. Nueva solicitud de los servicios de Robles: Fagoaga al ministro de Relaciones
Interiores y Exteriores, 31 de octubre, 1848, AGN/FF, 22, pp. 276-277; Fagoaga y Pereda al
ministro de Relaciones Interiores y Exteriores, 13 de noviembre, 1848, ibid., II, 21, pp. 9294. Solicitud de presidiarios: Fagoaga al ministro de Relaciones Interiores y Exteriores, 13 de
diciembre, 1848, ibid., I, 5, p. 26.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
23
en persona quien descubrió una fuente nueva y sumamente interesante de
mano de obra. La rebelión separatista de Yucatán de principios de la década de 1840 llevó, en 1847, a un levantamiento general de los indígenas
mayas en contra de los blancos de la península: una guerra de castas. Para
mediados de 1848, los blancos habían montado una contraofensiva, pero,
necesitado de dinero y de fuerzas regulares, el gobernador de Yucatán envió
delegados a la ciudad de México para ofrecer la reincorporación de Yucatán
a la república, a cambio del apoyo en la restauración de la seguridad de los
blancos locales. Entre los lamentos yucatecos que se discutieron de forma
privada en la capital, se encontraba el mantenimiento de los prisioneros de
guerra mayas. Garay, quien contaba con un amigo en la delegación, vio la
oportunidad y, hacia finales de diciembre, dispuso que su sobrino, Pedro de
Garay, zarpara de Veracruz hacia Yucatán, para contratar prisioneros como
peones para el ferrocarril.18
El 7 de enero de 1849, Robles asumió nuevamente la dirección de la
compañía de construcción. Comenzó trabajando con sólo cincuenta hombres y los presidiarios nunca llegaron. Sin embargo, hacia finales de ese mes,
cuando recibió el permiso oficial para servir con Garay, mientras permanecía al mando del puerto, realizó un inventario de los daños y las pérdidas
de la compañía (que calculó en 110,707.97 pesos), ordenó reemplazos y
nuevos equipos, materiales y reservas a los Estados Unidos, ofreció salarios
18 La guerra de castas: Nelson Reed, The Caste War of Yucatan (Stanford, Stanford University,
1964), 100, 106, 109. New studies Javier Rodríguez Piña, Guerra de castas: La venta de indios mayas
a Cuba, 1848-1861 (México, Conaculta, 1990); Terry Rugeley, Yucatán’s Maya Peasantry and the
Origins of the Caste War (Austin, University of Texas, 1996), idem, Rebellion Now and Forever: Mayas,
Hispanics, and Caste War Violence in Yucatán, 1800-1880 (Stanford, Stanford University, 2009),
Martha H. Villalobos González, El bosque sitiado: asaltos armados, concesiones forestales y estrategias de
resistencia durante la guerra de castas (México, Porrúa, 2006). No cuento con referencias públicas
al problema de los prisioneros en 1848. A partir de quejas públicas posteriores, deduzco
discusiones privadas: Miguel Barbachano, decreto, 6 de noviembre, 1848, El Siglo XIX, 1 de
enero, 1849; La Revista Yucateca, II, 3 de marzo, 1849, 233-235; Miguel Barbachano al ministro
de Relaciones Interiores y Exteriores, 26 de mayo [sic por marzo), 1849, reimpresión del Boletín
Oficial de Yucatán, 17 de mayo, 1849, reimpresión en POSG, 23 de junio, 1849. Amigo de Antonio
Garay sobre la delegación yucateca: Gral. Benito Quijano, gobernador nombrado por Estados
Unidos del Veracruz ocupado por Estados Unidos, 1848: El Siglo XIX, 18 de febrero, 1849. Acerca
de los planes de Antonio Garay para Pedro de Garay: Luis G. Cuevas a Miguel Barbachano y
Joaquin Gutiérrez Estrada, 28 de diciembre, 1848, AGN/FF, II, 21, p. 96; y Fagoaga al ministro
de Relaciones Interiores y Exteriores, 30 de diciembre, 1848, ibid., II, 22, p. 207; Manuel Robles
a Antonio Garay, 29 de enero, 1849, transcrito en Fagoaga al ministro de Relaciones Interiores
y Exteriores, 10 de febrero, 1849, ibid., II, 21, pp. 115-116.
24
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
de dos o tres pesos diarios para carpinteros y albañiles (tarifa por pieza) y
siete reales (87.5 centavos) diarios a los peones (o, si ellos lo preferían, cinco
reales más “rancho”, raciones y comida), incrementó su fuerza laboral a ciento
veinte hombres, incluyendo una cuadrilla de asentadores de vías, a los cuales
ordenó reparar la destrucción realizada por los yanquis y envió a Pedro
de Garay de vuelta a Yucatán, a reclutar entre trescientos y cuatrocientos
mayas. Durante el mes de febrero, la cantidad de hombres se incrementó a
ciento cincuenta y los trabajadores terminaron las reparaciones y comenzaron el relleno para nuevos terraplenes. Los cargamentos de herramientas,
arneses, sogas, rieles, y vagones llegaron en marzo y abril, así como también
más hombres. Para finales de marzo de 1849, el número de peones se había
incrementado a doscientos setenta y siete; para finales de abril, se incrementó a trescientos veintiséis, junto con treinta y ocho mulas. Para ese momento, ya habían instalado casi una milla de nuevas vías. Y habían comenzado a
construir la galería en Molino del Viento, dónde vivirían los mayas. El 25 de
abril, los primeros mayas, dieciséis peones cautivos, llegaron al puerto.19
Pedro de Garay había perdido la puja en el mercado laboral de prisioneros de guerra. Robles le había ordenado gastar hasta un máximo de 8,000
pesos, para reclutar tantos hombres como pudiera conseguir, con contratos
de dos años como peones, con “un guardián o capataz” por cada ochenta
a cien y “un maestro de obras o jefe” por cada diez de ellos, con cualquier
enganche por alistamiento y cualquier salario inferior a la tarifa de Veracruz
que pudiera negociar; sólo la compañía podía cancelar el contrato y deduciría de la paga del peón la devolución de su enganche de alistamiento, los
19 El permiso para que Robles regresará al servicio de Garay: ministro de Guerra al ministro
de Relaciones Interiores y Exteriores, 27 de enero, 5 de febrero, 1849, AGN/FF, II, 22, pp. 278,
280. Su regreso y progreso durante las siguientes 12 semanas: Manuel Robles, “Relación de los
adelantos que ha tenido esta obra desde lo. de Enero a 31 de Marzo de 1849”, POSG, 25 de
junio, 1849. Su inventario de pérdidas y daños, fechado 19-20 de enero de 1849: Miguel Blanco
al ministro de Relaciones Interiores y Exteriores, 15 de abril, 1849, documentos B y C, POSG,
19 de mayo, 1849. Paga: Manuel Robles, “Instrucciones al Sr. D. Pedro Garay y Garay”, 25 de
enero, 1849, también en Blanco al MRIE, documento E, ibid., 19 de mayo, 1849. Acerca de los
300-400 peones: Ayuntamiento Veracruz, 6 de marzo, 1849, POSG, 4 de abril, 1849; Manuel
Robles, “Relación de los adelantos que ha tenido esta obra…?”, 1 de septiembre, 1849, ibid.,
21 de enero, 1850. Nueva vía, galería y 16 peones: Manuel Robles, “Relación de los adelantos
que ha tenido esta obra…?”, 30 de abril, 1849, ibid., 25 de junio, 1849. Volvieron a colocar 872
varas de vías y 582 varas de nuevas vías en marzo, además de 1,470 nuevas varas en abril, para
un total de 2,052 varas, casi una milla. En marzo, Robles informó que Pedro de Garay había
prometido entregar 27 cautivos mayas, v. gr. ocho carpinteros, seis albañiles y 13 peones; en
abril, informó que, en realidad, sólo había llegado 16 peones.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
25
gastos de su viaje a Veracruz y la vestimenta, así como un depósito como
fianza por buena conducta.20 Sin embargo, cuando Garay llegó a Yucatán,
descubrió que un rival español-cubano se encontraba ya en el lugar, proponiéndole a las autoridades locales un trato mucho mejor: una donación
directa de 25 pesos por cabeza al Ministerio de Hacienda de Yucatán, por
aquellos prisioneros que, “habiendo sido contratados como hombres libres
bajo ciertas formalidades y estipulaciones que podrían tender a mejorar su
carácter social”, fueran a trabajar a Cuba durante diez años por dos pesos
al mes (un poco más de un real diario, además de vestimenta y víveres, es
de suponer). Recientemente, el gobierno de Yucatán había capturado a varios cientos de soldados mayas, a quienes los blancos querían apartar de la
península para siempre. Y, comparando la oferta de Garay con la propuesta
española-cubana, el gobernador decidió que casi todos los prisioneros irían
a Cuba “libremente”.21
Mientras tanto, en la ciudad de México, los rivales de la compañía habían aumentado sus críticas, transformándolas en demandas ante el congreso, para que éste revocara la concesión del ferrocarril o le otorgara otra
concesión a una compañía capaz de construir la vía hasta la capital, incluso
hasta la costa del Pacífico.22 Para salvar su empresa, Antonio de Garay tuvo
que enfrentarse a la naturaleza misma. Cuando comenzaron las lluvias en
mayo, Robles mantuvo a las brigadas y a las cuadrillas en el campo. A pesar
de las fiebres de la estación y las inundaciones amenazadoras en agosto, los
peones continuaron desmontando, formando terraplenes, construyendo y
montando las vías: en una semana mala, apenas llegaban a ciento ochenta;
en una buena semana, hasta trescientos noventa.23 Asimismo, Pedro de Ga20 Robles a Garay 29 de enero, 1849, en Fagoaga al ministro de Relaciones Interiores y
Exteriores, 10 de febrero, 1849, AGN/FF, II, 21, pp. 115-116; Robles, “Instrucciones al Sr. D.
Pedro Garay y Garay…”, POSG, 19 de mayo, 1849.
21 La venta de prisioneros mayas, justificaciones, objeciones: Revista Yucateca, 3 de marzo, 1849;
El Monitor Republicano, 4 de marzo, 10 de marzo, 11 de marzo, 21 de abril, 26 de junio, 28 de
junio, 1849; Miguel Barbachano al ministro de Relaciones Interiores y Exteriores, 26 de mayo,
1849, ibid., 30 de junio, 1849; El Siglo XIX, 5 de mayo, 18 de mayo, 22 de mayo, 16 de junio, 9
de julio, 1849, 3 de febrero, 1850; Crescencio de Boves al ministro de Relaciones Interiores y
Exteriores, 6 de julio, 1849, El Universal, 19 de julio, 1849; Miguel Barbachano a la Legislatura
de Yucatán, 21 de agosto, 1849, ibid., 17 de octubre, 1849; Reed, 120-128.
22 El Siglo XIX, febrero-diciembre, 1849, passim; El Monitor Republicano, marzo-diciembre, 1849,
passim; El Universal, diciembre, 1849, passim. Repercusiones para el concesionario y la compañía:
Fagoaga al ministro de Relaciones Interiores y Exteriores, 19 de enero, 10 de febrero, 13 de
marzo, 1849, AGN/FF, II, 21, p. 103, 115-116, 125; Chapman, 32-35.
26
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
ray descubrió el modo de distribuir los 8,000 pesos, para que el gobernador
de Yucatán decidiera qué más mayas fueran “de manera libre” a Veracruz.
Debido a las inundaciones de agosto, las fiebres se transformaron en una
epidemia en septiembre y Robles informó que, “incluso entre los individuos aclimatados”, ésta causó “estragos considerables”. Sin embargo, el
24 de septiembre, llegó el primer cargamento grande de prisioneros: unos
ochenta y tres hombres. Esto constituyó un gran alivio para la compañía.
Sin duda, la opinión de los peones era muy diferente. Los peones originarios de la zona, en su mayoría jarochos, por regla general, consideraban que
los ”inditos” (quienes vivían en pueblos lejanos, hablaban su propio idioma y adoraban espíritus) eran ridículos o peligrosos, una raza desdichada a
quienes Dios había creado para que los hombres blancos abusaran (y más)
de ella. Los mayas (cruzoob) probablemente eran originarios de las selvas
del este de Yucatán, donde los blancos (dzulob) y los mestizos o indios
que hablaban español y se comportaban como blancos (kaz-dzulob) eran la
encarnación de la blasfemia y la violencia; sin embargo, sus malas acciones
“no nos desalentarán, incluso, si duran doce años y siempre van en nuestra
contra, porque somos los sacrificios de Dios”. Sin embargo, el trabajo continuó sin obstáculos. Bajo la presión de la ciudad de México (que Robles
aplicaba tan enérgicamente como podía en los sitios del ferrocarril), a pesar
de las lluvias, las epidemias y su desprecio, miedo y odio mutuos, los viejos
y nuevos peones del ferrocarril removieron tanta arena y tierra y tendieron
el acero tan bien que, por primera vez, a pesar de que no lo sabían, su director comenzó la coordinación del final.24
Ya en agosto, para poner obstáculos a sus competidores, Garay había
decidido proporcionar el servicio de trenes entre el puerto y la primera parada plausible más allá de los pantanos, en la primera fecha viable de 1850.
En los hechos, esto significaría una línea de siete millas y media, hasta El
23 Robles, “Relación de los adelantos…”, 1 de septiembre, 1849, POSG, 21 de enero, 1850. Las
insólitas inundaciones: El Monitor Republicano, 28 de agosto, 1849; El Universal, 27 de agosto, 29
de agosto, 1849.
24 Robles, “Relación de los adelantos…”, 6 de enero, 1850, POSG, 9 de febrero, 1850; El Monitor
Republicano, 1 de octubre, 1849. La actitud de los locales hacia los indios: artículos del Arco-Iris
(Veracruz), en El Siglo XIX, 7 de marzo, 5 de mayo, 1849; de El Locomotor (Veracruz), 14 de
noviembre, 1849, ibid., 23 de noviembre, 1849. Actitudes de los mayas: Reed, 35-49 (cita 48).
?Serapio Baqueiro, Ensayo histórico sobre las revoluciones de Yucatán, desde el año de 1840 hasta 1867, 2
vols. (Mérida: M. Heredia Argüelles, 1878), ???
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
27
Molino del Viento. La compañía solicitó a la Société des Haus Fourneaux,
Usines et Charbonnages de Marcinelle-Couillet de Bélgica una locomotora,
un vagón para pasajeros, diez vagones de carga, setenta y dos vagones de
trabajo (?), dos grúas y el equipo necesario para la estación y el taller.25 Y
durante la época de secas, Robles coordinó las operaciones para inaugurar
la línea. No podía apresurar la entrega de los materiales extranjeros que
se necesitaban con urgencia. Sin embargo, dejando atrás las fiebres y a los
que abandonaban el trabajo, mantuvo la pujanza de su fuerza laboral, la
cual nunca fue menor a trescientos hombres. Y ganó puntos fuertes que
resultaron especialmente útiles. En noviembre, Nueva Orleans envió, junto
con los materiales para los edificios de la estación, una cuadrilla especial
de constructores estadounidenses y cincuenta naves irlandesas y Yucatán
envió a veintiséis prisioneros mayas como peones. Hacia finales de año,
Robles informó que contaba con una fuerza laboral de trescientos ochenta
y ocho hombres, con cincuenta y cuatro caballos y mulas. A pesar de que
fueron muchos los hombres que murieron o renunciaron, fueron más los
que se unieron. En marzo, un cargamento de ochenta y siete mayas se sumó a
la mano de obra, elevando el número de trabajadores a cuatrocientos noventa
y ocho, con ochenta y cuatro caballos y mulas; en abril, otros veintiocho prisioneros mayas llegaron a trabajar. Robles concentró a la mayoría de los hombres
en los edificios de la estación y en las labores de desmonte y construcción de
terraplenes en dirección a El Molino. Su mayor preocupación se centraba en
la lentitud de los cargamentos procedentes de Cardiff, Liverpool y Glasgow;
los rieles y sus accesorios no llegaron sino hasta marzo y abril, lo que retrasó el
tendido de nuevos trayectos de vía en la línea principal hasta mayo. El trabajo
apenas había comenzado allí cuando, el 9 de mayo, sesenta días después de haber
partido de Antwerp, el queche belga Fanny arribó al puerto de Veracruz con el
primer cargamento de partes para la locomotora y otros materiales rodantes.26
La compañía necesitaba que jarochos, gringos, irlandeses y mayas co25 Robles, “Relación de los adelantos,” 1 de septiembre, 1849, POSG, 21 de enero, 1850; idem,
“Relación de los adelantos…”, 8 de septiembre, 1850, ibid., 16 de noviembre, 1850. MarcinelleCouillet, Casimiro Castro, Album del ferrocarril mexicano: Colección de vistas pintadas del natural (México,
Victor Debray y Ca., 1877), sin paginar, citas (quizás erróneas) El Siglo XIX, 20 de agosto, 1850;
Pierre Lebrun et al., “La rivoluzione industriale in Belgio: Strutturazione e destrutterazione delle
economie regionale”, Studi storici, II, 3-4 (julio-diciembre, 1961), 634-635; Frère, I, 19, 21.
26 El Monitor Republicano, 11 de noviembre, 1849; Manuel Robles, “Relación de los adelantos…”,
28
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
operaran en esta campaña: esto debió crear extraordinarios conflictos para
los trabajadores, contra la compañía y entre ellos mismos. Ningún registro
oficial incluye problemas de este tipo. No cabe duda que la mayoría de los
conflictos desaparecieron con los trabajadores que no pudieron soportar la
situación y renunciaron: los “quejosos” y los “holgazanes”. Los hombres
acumulaban algunos de estos conflictos dentro de sí y posteriormente se
desquitaban entre ellos. Una noche de viernes en el mes de marzo, en un
café de Veracruz, un trabajador yanqui del ferrocarril mató a otro a puñaladas.27 Al menos en una ocasión, los peones del ferrocarril llevaron a cabo
acciones colectivas premeditadas para salvarse a sí mismos y los unos a los
otros. El incidente ocurrió justo en una de las tardes en que nuevas nubes
y truenos distantes en el Golfo demostraron que también en Veracruz los
dioses de la lluvia pronto surcarían los cielos, trayendo el agua suave, fría y
sagrada, convocando a todos los hombres buenos a plantar maíz. El 7 de
mayo, un periodista de Veracruz reportó que, al comienzo de la jornada, en
el desmonte de la rivera, cerca de El Molino, “setenta y siente indios yucatecos contratados se habían rebelado y habían escapado a la maleza, llevándose consigo las herramientas de trabajo […] de inmediato, el comandante militar (Robles) dio órdenes para capturarlos y someterlos a la obediencia”. En
un informe posterior, escribió que el número de rebeldes había bajado de
setenta y siete a treinta. Otro periodista escribió una historia más sosegada
“simplemente […] que durante la noche, algunos de los trabajadores [yucatecos] escaparon, sin tomar ninguna de las herramientas del ferrocarril y sin
promover un motín”.28 Tal vez, ambos recuentos estaban en lo cierto. Tal
vez, unos (¿cuarenta y siete?) hombres escaparon durante la noche y otros
(¿treinta?) los siguieron en la mañana. Ambas acciones requerían, no sólo de
coraje, sino de planeamiento, secreto y solidaridad. Nadie reportó los sacrificios que, más tarde, Dios exigió de estos hombres tan determinados.
6 de enero, 1850, POSG, 9 de febrero, 1850; idem, “Relación de los adelantos…”, 1de mayo, 1850,
ibid., 27 de julio, 1850; idem, “Relación de los adelantos…”, 8 de septiembre, 1850, ibid., 16 de
noviembre, 1850; Fagoaga al ministro de Relaciones Interiores y Exteriores, 20 de marzo, 1850,
AGN/FF, II, 21, p. 167; El Universal, 14 de marzo, 1 de mayo, 1850. Embarques desde GB: ibid.,
19 de marzo, 21 de marzo, 24 de marzo, 9 de abril, 27 de abril, 4 de mayo, 23 de mayo, 1850; El
Siglo XIX, 17 de mayo, 18 de mayo, 1850.
27 Ibid., 8 de marzo, 1850.
28 Artículos de El Eco de Comercio (Veracruz) y El Locomotor (Veracruz), reimpresos ibid., 14 de
mayo, 1850; y en El Universal, 14 de mayo, 1850.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
29
Fue entonces que un peligro mucho más poderoso que el ejército de
los Estados Unidos, los rivales comerciales y sus políticos amenazaron los
progresos de Garay: la gran pandemia de cólera de 1846-63, la cual se apoderó de la ciudad de México en mayo de 1850 y se propagó hacia el este
en junio.29 Robles tenía suficientes problemas con las lluvias regulares y las
fiebres usuales de Veracruz. Sus brigadas ya no podían reclutar reemplazos
para quienes renunciaban y la fuerza de trabajo disminuyó hasta aproximadamente trescientos veinte hombres. Presionando “tan enérgicamente
como pudo”, Robles mantuvo a los hombres concentrados para terminar
las estaciones y el suelo firme en dirección a El Molino y tender nuevas
vías. El 20 de junio, otro barco belga arribó con el segundo cargamento de
partes para el material rodante y el equipo para la estación y el taller. Con
el cargamento, llegó el maquinista belga, contratado para supervisar el ensamblaje de varios cientos de toneladas de marcos, láminas, barras y ruedas
de metal. Unos pocos días después, fue herido de gravedad en un accidente
en el taller y Robles se vio en la necesidad de confiar en otro belga que
había sido contratado con anterioridad, únicamente para ayudar al recién
llegado, quién ahora se encontraba convaleciente. El 27 de junio, el cólera
cayó sobre Veracruz. De acuerdo con la descripción de Robles, sus efectos
“reinaron” durante semanas. Al comienzo, el cólera encontró a veintinueve
trabajadores del ferrocarril en el hospital del pueblo con otras enfermedades y los mató a todos. Muchos trabajadores huyeron. En ciertas semanas,
la fuerza laboral disminuyó a doscientos cincuenta hombres. Sin embargo,
los cargamentos extranjeros continuaron llegando, entre ellos, el 11 de julio,
un tercer barco belga con el último cargamento de partes para el material
rodante, la estación y el taller. A principios de agosto, los obreros del taller
terminaron de ensamblar la locomotora de seis ruedas, una adaptación belga del tipo de la patente Stephenson, para carga pesada y trayectos cortos.
El 10 de agosto, el asistente de maquinista belga realizó con éxito las primeras pruebas de la locomotora, en el patio de la estación.30 El 14 de agosto,
Garay les informó a los administradores de la compañía de peaje que podría
29 Calendario de Galván, año de 1851 (México, Rafael, 1850), 64; El Monitor Republicano, 8 de julio,
1850; PSOG, 17 de agosto, 2 de noviembre, 1850; El Siglo XIX, 1 de noviembre, 1850.
30 Robles, “Relación,” 8 de septiembre, 1850, PSOG, 16 de noviembre, 1850. Los embarques
para el ferrocarril y el arribo del ingeniero belga: El Universal, 29 de junio, 1850; El Monitor
30
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
iniciar las operaciones en El Molino en septiembre y los administradores
decidieron inaugurar el ferrocarril el día de la Independencia, el 16 de septiembre. Invitaron padrinos y patrocinadores al presidente, al gobernador
y al alcalde de Veracruz, “porque una empresa tan útil debe esperar la protección de su patriotismo”. El cólera aún atormentaba a la región del Golfo. Para el 1 de septiembre, había dado cuenta de más de sesenta y cuatro
trabajadores del ferrocarril; treinta y seis de ellos murieron en un lazareto
temporal. Sin embargo, unos trescientos hombres continuaron trabajando
en la estación y en la línea, hasta el día anterior a la inauguración.31
Aunque el presidente y el gobernador declinaron sus invitaciones, la
inauguración tuvo lugar el domingo 15 de septiembre. El acontecimiento
fue espléndido de todos modos. Veracruz se había librado repentinamente
del cólera, el cual había dejando el puerto y su interior embrujado por miles
de fantasmas, pero con un gran alivio. Esa tarde, docenas de caballeros y
damas llenaron la estación del ferrocarril y, más allá de la cerca dispuesta
alrededor de los terrenos de la estación, “una numerosa multitud […] del
pueblo” se reunió para ser testigo del espectáculo. Una banda militar tocó
piezas vigorosas. A las 4:30 p.m. los invitados de honor (el prefecto del
distrito, el alcalde, Robles, el cura de la parroquia, funcionarios consulares
extranjeros, varios funcionarios federales y locales y los principales comerciantes del puerto) subieron a las tribunas instaladas a lo largo de las plataformas de la estación. Luego de casi ocho años, había llegado el momento
de la locomoción. La locomotora salió resoplando con “majestuosidad”; su
maquinista, el belga Gustave [¿o Eugène?] Denys, manejaba el regulador.
La banda dejó de tocar. La multitud quedó en silencio. Con solemnidad,
el sacerdote bendijo los edificios, la vía y a la locomotora, rociándolos con
agua bendita, bautizando a la locomotora como La Veracruzana. La locomotora avanzó resoplando y regresó con un tren, para darle al beau monde
un paseo de ida y vuelta a El Molino. “[…] algún entrometido había roto
Republicano, 15 de julio, 1850. Cólera en Veracruz: ibid., 27 de agosto, 2 de agosto, 25 de agosto,
28 de agosto, 10 de septiembre, 15 de octubre, 1850; El Siglo XIX, 27 de agosto, 4 de septiembre,
17 de septiembre, 21 de octubre, 22 de octubre, 16 de diciembre, 1850. La locomotora: El ibid., 20
de agosto, 1850; Rolt, George and Robert Stephenson, 161.
31 Pereda al ministro de Relaciones Interiores y Exteriores, 16 de agosto, 1850, AGN/FF, II,
21, pp. 171-172. La plaga y los peones: Robles, “Relación,” 8 de septiembre, 1850, POSG, 16 de
noviembre, 1850; idem, “Relación de los adelantos…”, 31 de diciembre, 1850, ibid.,1851.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
31
el mecanismo para detener el vagón de los pasajeros”, reservado para “las
autoridades y algunas señoritas”. Denys separó el vagón y la élite se unió a
las personalidades comunes en los vagones para carga. La banda, amontonada en el primer vagón, comenzó a tocar el nuevo Himno Nacional. Y La
Veracruzana llevó al tren y doscientos pasajeros fuera de la estación, mientras los tímidos y desafortunados que se quedaron atrás gritaban vivas “al
gobierno y en particular a […] Robles”. El tren avanzó velozmente por la
vía, dejando atrás a la multitud del “pueblo” reunida a lo largo del camino.
Con una increíble velocidad promedio de 23 millas por hora, alcanzó El
Molino en dieciocho minutos. La multitud que lo vitoreaba allí incluía a “los
trabajadores de la operación”. Luego de cambiar la locomotora a la otra
punta del tren, Denys realizó el viaje de vuelta a la estación, aún más rápido.
La ceremonia continuó en las plataformas con discursos previsiblemente
emotivos, pronunciados por el prefecto y Robles, y terminó esa tarde, dentro de la estación, con “dulces y galletas, excelentes vinos y diferentes tipos
de helados […] largos discursos, algunos en inglés, otros en español y una
infinidad de brindis […] recibidos con aplausos por toda la concurrencia”.
Evidentemente, a esta última celebración, no asistieron los trabajadores.32
El lunes era un día festivo, el día de la Independencia. Esa tarde, Robles
fue anfitrión de “un gran baile” en la estación, “uno de los más brillantes”
en Veracruz en años, “tanto por el lujo y la elegancia de su concurrencia,
como por el buen gusto de la decoración y la iluminación […]”33 Para el
amanecer del martes, mientras los caballeros, las damas y las señoritas dormían, el trabajo en el trayecto de diez millas desde El Molino hasta San Juan
comenzó una vez más,
El 22 de septiembre la compañía de peaje dio inició al funcionamiento
comercial de la línea Veracruz-El Molino. El pasaje de ida en el vagón para
pasajeros costaba un peso, mientras que, en el vagón de carga, costaba 25
32 Invitaciones (aceptaciones y excusas): Lacunza a la Comisión, 17 de agosto, 1850, AGN/FF,
II, 21, p. 173; Miguel Palacio al ministro de Relaciones Interiores y Exteriores, 20 de agosto,
1850, ibid., 174; y Actas, 27 de agosto, 1850, Archivo Histórico del Municipio de Veracruz. Fin
del cólera en el puerto: Actas, 20 de septiembre, 1850, ibid. Muertes en el cantón de Veracruz:
gobernador de Veracruz, “Reseña sobre la administración pública”, 1 de enero, 1851, POSG , 28 de
mayo, 1851. El primer viaje oficial: “Inauguración del primer ferrocarril de la República”,
15 de septiembre, 1850, AGN/FF, II, 21, pp. 177-181; El Siglo XIX, 24 de septiembre, 3 de
octubre, 1850; Lerdo de Tejada, II, 595-597.
33 Ibid., II, 597.
32
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
centavos. Tan pronto como Robles hizo que se construyeran rampas en la
estación, para llevar los carros cargados hasta el vagón de carga, informó
que “todas las cargas que ingresan y salen de esta ciudad hacia el interior
utilizan el ferrocarril”.34 No informó de otro avance: en el transcurso de los
últimos ocho años, la compañía también había creado un cuerpo especial
de trabajadores, compuesto por ferrocarrileros, obreros metalúrgicos del
ferrocarril y ferroviarios.
34 Manuel Robles, “Relación de los trabajos…”, 31 de diciembre, 1850, Periódico Oficial, 15 de
marzo, 1851. Las tarfias: POSG, 21 de septiembre, 1850; El Monitor Republicano, 26 de octubre,
1850.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
33
“Calavera de la Penitenciaría”. (Detalle)
Posada’s Mexico, Edited by Ron Tyler, Library of Congress, Washington, 1979, p.124.
34
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
CORRIDOS DE LA PENITENCIARÍA DEL DISTRITO FEDERAL
(LECUMBERRI)
Juan de Dios Vázquez*
En fin llegó ya el día,
la penitenciaría se estrena
y el gobierno ya dispone,
la inauguración muy buena.
“Corrido de la Penitenciaría”
Rafael Buendía fue el primero
Y otros cuatro compañeros;
Ellos fueron a estrenarla
Y ellos fueron los primeros.
“Corrido de la Penitenciaría de México”
Ellos fueron a estrenarla
Y ellos fueron los primeros.
“Corrido de la Penitenciaría de México”
El 2 de octubre era una fecha que debía perdurar en la memoria de los
mexicanos. Desde la tarde anterior se había dado aviso a los principales
periódicos de la capital y ordenado desplegar un fuerte contingente policiaco para controlar cualquier movilización o disturbio. Inclusive cuando
en general se respiraba un aire de optimismo, los nervios estaban a flor de
piel por alguna posible eventualidad que pudiera ensombrecer esa mañana
clave en la historia jurídica de la nación. En la ruta por donde pasarían los
presos, podían distinguirse numerosos gendarmes encargados de controlar
a la población. En el penal, los guardias se paseaban inquietos de un torreón
de vigilancia a otro. Salían y entraban por el inmenso portón, haciendo sus
rondas, expectantes de la llegada de los que serían los nuevos habitantes del
recinto. Reporteros, litigantes, familiares y allegados, empleados y curiosos,
formaban una amalgama de siluetas que se extendía hasta las calles aledañas
a la prisión. En ese martes de 1900, había rostros taciturnos, caras largas,
* Doctor en estudios hispanoamericanos, Universidad de Harvard; [email protected]
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
35
perdidas tras la pena de saber que más de un reo había declarado que prefería la muerte a ingresar en la recién estrenada penitenciaría.1
Cuando por fin arribó el vehículo que transportaba a los presos y bajó el
primero de ellos —el homicida Rafael Buendía— la multitud no pudo más
que vocear su nombre.2 Con los ojos completamente desorbitados observaron cómo a éste lo invadía el pánico y “no podía dar un paso; las piernas enteramente encogidas y los pies torcidos”.3 Paralizado, enmudecido,
pétreo, su cuerpo era el sitio donde se hacían manifiestos los mecanismos
represivos del nuevo régimen disciplinario en que, según Michel Foucault,
la ley funciona de una manera indirecta a través de sus efectos en la subjetividad del prisionero.4
Si bien la escena contrastaba con la vivida tres días antes, cuando en una
solemne ceremonia presidida por el general Porfirio Díaz se dio apertura
a la Penitenciaría del Distrito Federal, confirmaba las palabras del discurso del primer director, Miguel Macedo, quien subrayó: “Al poblarse estos
recintos, se advertirá apenas que se albergan seres vivientes, al perderse el
eco de nuestros pasos comenzará el reinado del silencio y la soledad”.5 Al
1 Lecumberri abrió sus puertas el 29 de septiembre de 1900, pero como proyecto había nacido
con más de cinco décadas de anterioridad al aprobarse la “Ley Penitenciaria” (1848) donde se
advertía la necesidad de establecer cárceles que fueran centros de transformación del delincuente
y no focos de corrupción moral o de brutales castigos. Más o menos por aquellos años, Mariano
Otero y otros reformistas liberales dirigieron su atención a las instituciones punitivas y articularon
las bases de lo que sería el sistema penitenciario moderno: separación de presos según fueran
procesados o sentenciados, obligatoriedad del trabajo, introducción de una serie de normas y
horarios que rigieran la actividad carcelaria convirtiéndola en algo productivo. En esta época,
se comenzó la construcción de las penitenciarías de Puebla y Jalisco, se estudiaron los sistemas
Auburn (trabajo comunitario, noches en solitario) y Filadelfia (aislamiento absoluto), y se abrió
una convocatoria nacional para presentar los planos de una cárcel de quinientas a seiscientas
celdas que serviría como el reclusorio principal de la república. Aunque la inestabilidad política
y la falta de recursos económicos postergó la construcción de la penitenciaría, estos esfuerzos
no fueron en balde y funcionaron como cimiento de las subsiguientes propuestas penológicas.
Con Miguel Macedo a la cabeza, la élite porfiriana —los llamados científicos— fue responsable de
redactar la legislación jurídica y administrar la nueva prisión cuya edificación comenzó el 2 de
junio de 1885 en los llanos de San Lázaro.
2 Los otros cuatro presos eran: Manuel Zúñiga, Antonio Andino —de origen puertorriqueño, el
“indígena” Cenobio Godoy y Pedro Sánchez. El 3 de octubre El Imparcial publicó dos artículos.
En uno, “Los primeros huéspedes de la Penitenciaría. Delitos que cometieron” se presentaba
a los cinco criminales y se reproducía un grabado que los retrataba. En el segundo, “Traslación
de presos a la Penitenciaría. La primera remesa. Rafael Buendía opone resistencia”, se narra el
traslado de los presos de la cárcel de Belem a la recién estrenada penitenciaría.
3 El Imparcial, 3 de octubre 10 de 1900.
4 Michel Foucault, Discipline & Punish. The Birth of the Prison, p. 257.
5 Miguel Macedo, “Discurso pronunciado por el Lic., Director presidente de la penitenciaría”,
Penitenciaría en México, p. 4.
36
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
igual que la inauguración, este momento tenía la intención de ser un acto
público que materializaría la entrada de las nuevas tecnologías de control
y serviría como escenario desde donde expresar la gestualidad del poder.
Brindaba una oportunidad de codificar, reiterar y consolidar la hegemonía
de las clases dirigentes presentando un nuevo vocabulario simbólico con el
cual rearticular su relación con los sectores subordinados.
De esta forma, tanto las palabras pronunciadas por Macedo como el
instante dramático del preso inmóvil fueron los sucesos bajo los cuales
los diarios capitalinos encapsularon ambos acontecimientos. A partir suyo,
se leyó la nueva penitenciaría bajo un aura de lo sublime (en su sentido
kantiano) con la capacidad de reducir al silencio a los cuerpos que obstaculizaban el discurso del macrocuerpo nacional, la fuerza de convertir
al sujeto subversivo en figura dócil.6 Ambos acontecimientos eran, desde
luego, prácticas sociales efímeras que habrían caído pronto en el olvido si
no fuera por las actas, discursos, artículos de prensa y demás mecanismos
de producción textual concebidos alrededor suyo. Por ello, los periódicos
más importantes de la capital (El Mundo, La Patria, El Siglo Diez y Nueve, y El
Imparcial) fueron cruciales tanto para representar los dos eventos aludidos
como también para configurar y hacer circular la imagen oficial de lo que
sería la penitenciaría.
A partir de ese momento se le dio un seguimiento continuo a la construcción del penal y a la redacción del régimen penitenciario donde se adaptó el modelo positivista europeo a la realidad y contexto específico del país.
Como en otras naciones de América Latina, en México se produjeron numerosos documentos en que se hablaba del deseo por regenerar al delincuente y transformarlo en un sujeto útil, pero la meta subyacente era erradicar el crimen castigando y atemorizando a las clases peligrosas. Al decir de
Ricardo D. Salvatore y Carlos Aguirre, con las nuevas teorías materializadas
6 Al hablar de los planteamientos técnico-políticos que se inician en el siglo XVIII, Foucault
propone que los nuevos “proyectos de docilidad” se dirigían individualmente al cuerpo de una
manera en que la coerción fuera sutil. La idea básica era forzar a los prisioneros a vivir y trabajar
bajo planteamientos establecidos donde debían utilizar cada momento de manera productiva.
Observa que la disciplina crea en el cuerpo que controla cuatro tipos de individualidad, o más
bien una individualidad que tiene cuatro características: es celular (por medio de una distribución
espacial), es orgánica (por la codificación de actividades), es genética (por la acumulación de
tiempo), y es combinatoria (por la composición de fuerzas). Ver Michel Foucault, op.cit., p. 167.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
37
en las penitenciarías se sumó una “ciudad punitiva”, moderna al repertorio
de técnicas de coerción que, en el caso latinoamericano, no desplazó la
justicia privada ni la brutalidad de la tortura.7 A diferencia de las viejas prisiones consideradas por la población como escuelas del vicio, Lecumberri sería
un lugar donde reinaría la disciplina, el trabajo intenso y la incomunicación,
castigo no menos rígido o severo a los ya conocidos. Asimismo, la nueva
cárcel sería también un indicio de confianza en la posibilidad de cambiar al
sujeto delincuente y convertirlo en hombre de provecho.
En su libro Carcere e fabbrica (1977), Dario Melossi y Massimo Pavarini
hablan de las penitenciarías como modelos de una sociedad utópica, trazando un paralelo entre el advenimiento de los modos de producción del capitalismo y los orígenes de la prisión moderna. Proponen que la estructura
interna de las prisiones se modeló como si fuesen fábricas donde se buscaba
la transformación de los sectores delincuentes en clase proletaria. Es decir, la
invención de la penitenciaría y su utilización como instrumento punitivo
radica en ser una especie de máquina capaz de cambiar al criminal indómito
en un sujeto disciplinado, mecánico, útil.8 Con esto en mente, los artículos
puestos en circulación durante esta época tenían la doble función de extender la red de estudios realizados por los científicos, haciendo mención del
papel redentor de la nueva institución; y referirse a ella de modo que sirviera
como advertencia para la ciudadanía. En su artículo editorial llamado “La
Penitenciaría”, el periódico El Tiempo. Diario Católico hablaba, por ejemplo,
de los encargados del establecimiento como “cumplidos caballeros, bien
dotados por naturaleza y por la ciencia con los sentimientos generosos que
reclama aquella especie de enfermería de las dolencias morales”, enfatizando a que “la Penitenciaría, ha surgido, severa como una fortaleza”.9
Ahora bien, pese a la función primordial que la prensa desarrolló en este
proceso de cooptación y diseminación, es lógico suponer que ésta no fue
la única avenida por medio de la cual los sectores dominantes intentaron
reinstalar su discurso y proyecto de ciudadanía. En contraposición a lo anterior, los dos corridos cuyos versos sirven como epígrafe de este trabajo iban
7 Carlos Aguirre y Ricardo Salvatore (eds.), The Birth of the Penitenciary in Latin America, Essays on
Criminology, Prison Reform, and Social Control, p. XII.
8 Melossi y Pavarini, pp. 144.
9 Archivo General de la Nación, Lecumberri: un palacio lleno de historia, p. 37.
38
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
dirigidos a los estratos medios y bajos de la sociedad, con lo cual delineaban
un parámetro de inclusión mucho más extenso. Estos textos, parte de la
serie que reúno bajo el nombre de “Los corridos de la Peni”, fueron creados con el fin de apoyar y complementar la diseminación de información
llevada a cabo por la prensa y la literatura propiamente dicha.10 Así como
Josefina Ludmer ha entendido que en un acto de ventrilocuismo, el género
gauchesco se adueña de la voz del gaucho con una intención premeditada
de integración social, se puede argumentar que estas obras fueron también
producidas desde el locus de enunciación del letrado. Su función era, por lo
tanto, desplazar el contenido de los documentos que formaban el archivo
oficial a grupos donde la oralidad seguía siendo el sistema de transferencia
mnemónica por excelencia.11
Al igual que otras obras realizadas para resaltar las condiciones necesarias de incorporación a la modernidad, estas baladas presentan un caso
paradigmático del uso propagandístico de un registro menor para así abrir
un intersticio desde donde diseñar, exhibir y legitimar el proyecto de ciudadanía del cual la Penitenciaría era pieza clave. Puede entenderse esta ma10 Bajo este nombre reúno las hojas sueltas donde están los corridos “De los presos de Belén a la
Penitenciaría”, (s/f), “Triste canción en la Cárcel de Belén” (s/f), “Corrido cantado en memoria
de la inauguración de la penitenciaría de México” (1900), “Despedimento muy triste de los presos
de Belén, que le envían a sus amigos pues ya en la penitenciaría se ven. Donde los solitarios
separos ahí van a padecer y sólo confían en Dios para el perdón obtener” (1900), “Corrido de la
penitenciaría de México” (1900), “Corrido de la penitenciaría” (1900), el corrido colocado en la
parte inferior de la hoja titulada “La próxima inauguración de la penitenciaría en los llanos de San
Lázaro” (1900), “Ya Llegó la Calavera de la Penitenciaría” (1902) y “Calavera de la penitenciaría”
(1910). Existen a su vez otros corridos como “Corrido del presidiario” (1911) y “Tristes quejas del
prisionero” (1912) que podrían ser considerados parte del corpus siempre con la consideración
de que no aluden directamente a la penitenciaría sino que hablan de la experiencia del preso. Si
bien es posible argumentar que éstos se refieren a presidiarios de Lecumberri, cabe la posibilidad
de que lo fueran de otras cárceles como Belem o San Juan de Ulúa. Asimismo, existen otros
corridos como “Corrido de la muerte de Madero” (s/f), “Corrido del fusilamiento de José de
León Toral” (s/f) o “De la cuerda a las Islas Marías” (s/f) donde se alude directamente a la
penitenciaría pero ésta no es el tema principal del corrido. Podríamos por lo tanto incluir todas
estas obras, así como otras baladas como “Ocupación Militar de la Universidad” (s/f), de Judith
Reyes, “La Cárcel de Lecumberri” (s/f) y “Fuga de Lecumberri” (s/f) de Justo Santoyo en
una colección más amplía denominada “Corridos de Lecumberri”, ya que en ellos se alude a la
prisión o bien se le trata como Penitenciaría o Cárcel Preventiva.
11 Ludmer presenta dos categorías (la de uso y emergencia) para analizar la “condición
instrumental” del gaucho/la gauchesca y el contexto en que el género surge. A partir de ahí,
sugiere dos cadenas de uso con las cuales delimita la gauchesca (la utilización del gaucho por
el ejército y el uso del registro oral por los letrados) que derivan a su vez en la utilización del
género para incorporar a los gauchos al proyecto legal y estatal de la administración argentina.
Ver Josefina Ludmer, El género gauchesco: un tratado sobre la patria, pp.11-18.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
39
niobra como una conquista discursivo-ideológica en que las clases políticas
se apoderan de la voz otra para configurar su propia especificidad retórica.
Independientemente de la realidad empírica, los corridos eran (y son) percibidos como prácticas alocutorias que buscan identificarse con una esencia
nacional.12 Por eso, al hacer uso de ellos, los redactores se investían de la
autoría que les confería una relación natural — o sea, no mediada— con
una forma presuntamente nativa.
Aun cuando la idea de una cooptación del habla marginal ha sido un
tema exhaustivamente estudiado dentro de otros contextos, es todavía una
tierra casi inexplorada en los trabajos hechos alrededor del corrido. Con
este planteamiento nado a contracorriente, alejándome de la opinión generalizada que tiende a equiparar dicho género con una voz emitida desde
los márgenes de la cultura oficial o en contra de sus instituciones estéticoideológicas. Se debe, por lo tanto, recalcar que aun cuando es cierto que en
ocasiones estas obras se presentan como escenarios de confrontación que
buscan resistirse al poder, el corrido en cuanto género no se ha utilizado
12 Como es ya saber común, el corrido tiene su origen en el romancero castellano, balada épicalírica-narrativa-octosilábica-tradicional, que floreció en la España renacentista y emigró al nuevo
continente junto con los soldados y misioneros que conquistaron y llevaron la fe cristiana a los
pueblos indígenas. Los primeros casos de este nuevo estilo de expresión surgieron al término
del siglo XVII y los albores del XVIII, pero fue hasta mediados de la siguiente centuria cuando
comenzaron a cobrar fuerza sirviendo de testimonio en contra de la ocupación estadounidense y
la pérdida de más de la mitad del territorio nacional, luego de la firma del Tratado de Guadalupe
Hidalgo (1848). El término corrido, participio del pasado del verbo correr, es probablemente
una reducción de romance corrido, tonada que durante el siglo XVI se cantaba “de corrido”, o sea
sin interludios (Simmons, p. 8). Sin embargo, existen otras hipótesis sobre su etimología no
menos sugerentes como la formulada por Álvaro Custodio, quien propone que la palabra viene
del género musical andaluz llamado corrío (Custodio, p. VIII), o la del musicólogo Vicente T.
Mendoza que argumenta que el nombre se le dio por la manera tan natural en que ésta fluye
o corre (Mendoza, IX). Dentro de este engranaje de ejercicios hermenéuticos, el folclorista
Edward Larocque Tinker presenta la que definitivamente es la definición más atrevida de
todas, al proponer que la denominación surge en el periodo colonial cuando los tribunales
de la Inquisición denunciaban la circulación de estas canciones populares. Dice Tinker que
el nombre viene porque después de interpretarlas, los cancioneros debían escapar corriendo
para no ser detenidos por las autoridades (Tinker, pp. 8-9). Sea cual sea la procedencia real
del vocablo, lo fundamental es que el género se desplazó a lo largo del país y constituyó una
forma esencial a través de la cual el pueblo iletrado pudo semantizar e interpretar oralmente
los acontecimientos de su vida diaria y los eventos histórico-políticos de trascendencia local
y nacional. El valor estético e intra-histórico de estas obras es claro, pero también lo es su
importancia dialectológica, geopolítica y sociocultural. En ellas se tocan diversos temas como
inmigración, crímenes pasionales, huelgas laborales, guerras intestinas, eventos sobrenaturales
o espeluznantes, etcétera. Asimismo, se transcriben las diferentes formas de habla que se
extienden de norte a sur del territorio mexicano.
40
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
sólo para transmitir valores opuestos a los de la ideología dominante. De la
misma forma en que una balada puede servir para denunciar las injusticias
de los grupos en el poder, puede también ser un vehículo para el enaltecimiento o justificación de las políticas de los sectores regentes. Si en ciertos
corridos se hace referencia a la pobreza, la desolación o la inestabilidad de
comunidades específicas; en otros se narran los adelantos, la riqueza y el
orden alcanzado gracias al gobierno o gobernante en turno.
Es eso precisamente lo que sucede con los corridos sobre la “Peni”.
Estas baladas funcionaron de manera paralela a otras como “Corrido de
la luz eléctrica” o “Corrido de los trenes eléctricos” que procedían de un
modo proselitista exaltando las innovaciones introducidas por el gobierno
federal. Es justo decir que en ciertas instancias este tipo de textos tuvo una
relación conflictiva con dichos avances, tratándolos con un gramo de ironía
o de escepticismo pero, en general, sirvió como panegírico del progreso
material y el embellecimiento de la ciudad de México. Muchos corridos hacían un elogio explícito de la labor de la administración porfiriana creando
un enlace conceptual entre las nuevas tecnologías y el bienestar del país. A
veces —como se observa en los versos finales de “Corrido de los trenes
eléctricos”— se hacía incluso una conexión entre la figura del dictador y
la noción misma de la patria: “¡viva don Porfirio Díaz!/¡Viva México, señores!”.13 La equiparación que estos volantes construyeron entre identidad
nacional y modernización suponía olvidar deliberadamente que la mayoría
de las novedades derivaron no de los recursos del Estado sino del capital
procedente de compañías extranjeras que controlaban buena parte de las
infraestructuras del país.14 Sumado a esto, naturalizaron la conformación
13 Antonio Avitia Hernández (comp.), Corridos de la capital, p. 62.
14 Esta inversión extranjera fue la fuerza real detrás del funcionamiento de la capital y la fuente
de donde se originaban las divisas con las cuales el gobierno de Díaz construía monumentos
y obras públicas. Del total de la inversión dirigida a tales construcciones (1, 036.9 millones de
pesos), 286 millones vinieron del sector privado, 667 de compañías extranjeras, y 83.9 millones
del gobierno. Los trenes eléctricos eran propiedad de la Mexican Electric Tramways Co.
(subsidiaria de una compañía inglesa) y el alumbrado eléctrico fue instalado por la Siemens &
Halske (empresa alemana) y administrada por Mexican Light and Power (compañía canadiense).
Asimismo, durante el porfiriato los servicios telefónicos, de electricidad y los bancos dependían
de la inversión extranjera (Lecumberri, p. 85). Incluso cuando los recursos para construir la
penitenciaría eran del gobierno federal, se contrató a la Pauly Jail Building Manufacturing
Company de San Luis Missouri para hacer el segundo piso por 530, 000 pesos y la torre central
por 22, 000. (Lecumberri, p. 59).
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
41
de una nueva jerarquía social basada en el grado de adaptación al proceso
civilizador configurado por los científicos.
Esta función no reconocida hasta hace poco parte del hecho de que una
inmensa cantidad de las baladas fueron producidas y distribuidas en hojas
sueltas impresas en pequeños talleres localizados detrás de la Catedral Metropolitana y el Palacio Legislativo, en especial las manejadas por Antonio
Vanegas Arroyo y Eduardo Guerrero.15 Como resultado, la mayoría de los
corridos que se encuentran en antologías y, consecuentemente, en estudios
académicos, no fueron compuestos por corridistas anónimos sino por letristas16 (poetas profesionales) que o bien reproducían las canciones aprendidas
en áreas rurales, o los redactaban ellos mismos transmitiendo visiones políticas que originaban de los sectores dominantes y no del pueblo.17
Debe considerarse también que la mayoría de los corridos producidos
en el Distrito Federal (los de la “Peni” incluidos) no pasaron por la transcripción de lo oral a formas escritas.18 Más bien, nacieron de las actas oficiales para luego adoptar la forma de volantes que en ocasiones se insertaron
en la incipiente esfera pública y en el imaginario colectivo. Elisa Speckman
Guerra ha estudiado la forma en que los pliegos se vendían a lo largo de la
15 Elisa Speckman Guerra nos recuerda que este tipo de publicación existía en Europa bajo el
nombre de literatura de cordel —por estar colgados de una cuerda—, de buhonería —pues en
Francia lo vendían los buhoneros), o de ciego (pues eran éstos los que lo vendían en España—
(Speckman Guerra, Crimen y castigo: legislación penal, interpretaciones de la criminalidad y administración de
justicia p. 201). En Brasil, este tipo de literatura nació en 1893 con la publicación de un poema de
Leandro Gomes Baroso (1865-1958) extendiéndose hasta los años 70 del siglo pasado cuando
empezaron a perder fuerza a causa de los medios de comunicación masiva (Idelette Muzart
Fonseca Dos Santos, “literatura de cordel…”, pp. 614-619).
16 En su imprenta, Antonio Vanegas Arroyo y su hijo Blas Vanegas Arroyo escribían buena
parte de los corridos. Otros corridistas que trabajaban para ellos eran Constantino S. Suárez,
Arturo Espinoza, Chóforo Vico, Ramón N. Franco, Juan de Burgos y Francisco Osacar. Por su
parte, en la la imprenta de Eduardo Guerrero escribían Samuel Loza, Felipe Flores, Juan Pérez,
Francisco Ortiz, Leopoldo Bravo (Speckman Guerra, op. cit., p. 203).
17 Daniel John Nappo, “Looking Back to the End of Time…”, pp. 34.
18 Lo cierto es que resulta sumamente complicado determinar hasta qué punto un corrido es o no
una expresión genuina del registro oral. En su mayoría, éstos se han ido perdiendo con el correr
de los años y se conservan sólo por dos modelos de transmisión: los pliegos sueltos impresos en
las casas editoriales mencionadas, y las antologías compilatorias realizadas por musicólogos como
Higinio Vázquez Santa Ana o Antonio Avitia Hernández. Este hecho por sí mismo debiera suscitar
una serie de cuestionamientos sobre la entredicha “autenticidad” o “pureza” de estas obras, pero
también sobre los criterios valorativos con los cuales se toma la decisión de guardar ciertos
corridos y no otros. ¿Quién, desde dónde y bajo qué consideraciones dispone qué preservar
o qué excluir? ¿Qué presupuestos ideológicos, éticos, estéticos se transfieren por medio de los
corridos? ¿Qué rasgos se editan o borran al introducirlos al papel?
42
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
ciudad tanto en plazas, mercados, ferias y a la entrada de las iglesias donde
los pregoneros gritaban los títulos, resumían las historias o incluso cantaban las tonadas con el fin de que el público oyente comprara las láminas.19
A veces, la gente memorizó los corridos o los leyó más tarde en voz alta a
un nuevo grupo de escuchas y, así, el contenido se desplazó en diferentes
regiones y de generación en generación.
Se podría decir, entonces, que la actividad del vendedor ambulante (o
de quien cantara el corrido) fue un acto performativo similar al que Walter
Benjamin entiende como parte integral del cuentacuentos. Por su parte,
los volantes fueron una reelaboración de motivos populares (jerga, íconos,
mitos, refranes) reinsertados en una economía simbólica que derivaba de las
técnicas de producción de la modernidad.
***
Como sucedía con los demás volantes donde se publicaron baladas, las
hojas sobre la “Peni” generalmente se dividían en tres partes. La primera
describía el evento narrado de un modo directo. Después se encontraba
una sección donde aparecía una serie de versos rimados (divididos en general en cuartetos, pero a veces también en décimas). Por último, había una
tercera parte donde se reproducía una ilustración que casi siempre fue elaborada por el ahora famoso grabador José Guadalupe Posada (1852-1913).
La interacción entre estas tres partes hacía que en los volantes existieran
constantes oscilaciones de perspectiva que apelaban a diversos modos sensoriales. Esta forma híbrida de expresión acústica-escritural-pictórica en la
que se reinscribían diferentes códigos sin una jerarquía óptico-semántica
determinada, creaba una fuerza de enunciación en donde se conjuga el aura
legitimadora de la letra, la tradición de la voz y el sentimiento de inmediatez
del dibujo. Esta particularidad encontrada únicamente en representaciones
complejas como los canards parisienses del siglo XIX o en las crónicas de
Guamán Poma de Ayala, hace que en las hojas sueltas confluya una variedad de técnicas y sistemas de representación.
En la hoja titulada “La próxima inauguración de la penitenciaria en los
llanos de San Lázaro” (1900) el grabado de Posada ocupa el tercio superior,
mientras que la descripción se coloca en el centro y las estrofas del corrido
19 Speckman Guerra, op. cit., p. 203.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
43
Figura 1. Hoja suelta “La próxima inauguración de la penitenciaria en los llanos de San Lázaro”.
http://econtent.unm.edu/cdm4/item_viewer.php?CISOROOT=/joseguad&CISOPTR=144&
DMSCALE=12.5&DMWIDTH=600&DMHEIGHT=600&DMMODE=viewer&DMTEXT
=&REC=19&DMTHUMB=0&DMROTATE=0
se posicionan en la parte inferior. A primera vista la estructura tripartita
podría parecer fortuita. Pero si uno presta la debida atención no sólo al
esqueleto sino a cómo éste se relaciona con el contenido mismo de cada
sección, se entiende que existe una clara intención de narrar la trama de lo
que podría denominarse “cuento de redención correccional” según el estudio que Massimo Pavarini hace sobre el archivo fotográfico de las prisiones italianas.20 En nuestro caso la iconografía penitenciaria es de naturaleza
distinta a la que estudia Pavarini, pero se presenta también como un duplicado visual que media entre la forma en que el público concebía la cárcel
y el modo en que la administración quería presentarla.21 La ilustración del
impreso —que también se reproduce en el “Corrido de la Penitenciaría de
México” (1900)— muestra la fachada en un segundo plano —detrás de dos
tranvías jalados por mulas y la silueta de algunos pocos transeúntes— pero
ocupa la mayoría de su superficie (fig. 1). En él se copia someramente el
exterior de Lecumberri, cuya arquitectura fusionaba el estilo ecléctico (que
20 Para Pavarini la fotografía sobre las cárceles es parte de una estrategia diseñada para ocultar
la “obscenidad” de las técnicas de castigo moderno, donde éstas reproducen de manera falaz la
realidad del presidio. Dice: “Por definición, entonces, la fotografía penitenciaria es, en cada
momento, ‘ideológica’ par excellence, en su aceptación dual de la ‘visión’ y ‘mistificación’ de la
realidad.” Ver Máximo Pavarini, “The Tale of ‘Correctional Redemption’”, p 295.
21 Pavarini, p. 290.
44
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
Israel Katz entiende como paradigma del arte porfiriano) con un carácter
de fortaleza.22 Aun cuando la ilustración del reclusorio no sigue fielmente
el modelo arquitectónico con que fue diseñado el frontispicio, se exhibe tal
desproporción de tamaño entre la penitenciaría y la gente que la circunda,
que crea una sensación de omnipotencia similar a la pretendida por sus
arquitectos. La inmensidad con que se presenta la torre de control desde
donde se vigilaba a los prisioneros contribuye a dicho efecto. Aunque en la
realidad ésta únicamente podía vislumbrarse en la parte interior del reclusorio, en el dibujo se coloca por encima del edificio y sobrepasa los muros
que la escondían de la mirada exterior. Se puede pensar que tal ficcionalización
de la torre sirve para presentarla como un signo icónico o metonímico del
paradigma panóptico. Además, parece sugerir que el ojo de la penitenciaría
no solamente vigila a los que están dentro del penal sino también a los que
están fuera.23
Por su parte, la sección informativa del volante explica a modo de alabanza los preparativos para la apertura de lo que llama “este templo de Regeneración, donde todos los criminales encontrarán el justo castigo de sus maldades y serán regenerados por el trabajo” (fig. 1). Mientras que la función
del dibujo era presentar el espacio donde la rehabilitación tendría lugar, esta
22 El semblante arquitectónico del penal debió ser realmente impactante, ya que hacía desfallecer
a los asesinos más sanguinarios y ablandaba a críticos acérrimos del gobierno como John Kenneth
Turner, quien en México bárbaro (1908) reconoce los avances del recinto aunque declarara que
éste había sido construido “principalmente para la exhibición” (Turner, p.129). En su Dei delitti
e delle pene (1764), Cesare Beccaria recomendó que los nuevos reclusorios se reformularan en
un poderoso sistema expositorio que ostentara horripilantes figuras en su frontispicio para
así provocar el miedo en la población (Beccaria, p. IX). Por eso, el frente de Lecumberri se
construyó como un recordatorio de la inexorabilidad del poder y una representación gráfica de
su discurso. La arquitectura parlante del penal hablaba a través de una verticalidad sugerida en
sus saledizos, balcones y óculos cerrados, pero eran sus torreones almenados los que llevaron
la voz cantante. Además, la alta muralla que circundaba la cárcel servía para hacer que ésta
pareciera inexpugnable a cualquier ataque externo, para contener a la población carcelaria en
caso de un motín o un intento de fuga y como un límite que separaba el interior del penal del
resto del cuerpo cívico.
23 Si recordamos que el penal fue construido siguiendo el modelo panóptico de Jeremías
Bentham y así maximizar la vigilancia y crear una relación de jerarquía óptica donde los reos
son observados sin poder ver a quien los mira, se entiende que la magnitud de la representación
del polígono propone la figura como sinécdoque de la mirada abarcadora del poder. Michel
Foucault entendía el panóptico como la encarnación material idónea de la sociedad disciplinaria
y las nuevas técnicas de control y vigilancia pues como sistema social, éste se basaba en una
idea técnico-instrumental de omnisciencia que consistía en una serie de unidades espaciales
individuales bien iluminadas que se podían ver desde un punto central sin ser visto. Ver:
Foucault, op. cit., p. 201.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
45
sección introduce la razón oficial por la cual el edificio había sido construido. El impreso habla de que estas nuevas cárceles son “la mejor prueba de
cultura de una nación” (fig. 1) y señala el momento de apertura del penal
como el principio de una edad de oro donde México será el “modelo de las
naciones civilizadas, pundorosas y progresivas” (fig. 1). Vista así, la declaración de la parte explicativa de la hoja suelta parecería resumir las pretensiones de la oligarquía porfiriana que, al decir de Carlos Monsiváis, necesitó de
obras civilizadas que los alejaran de la población menesterosa, y redujera la
diferencia abismal que existía entre el país y las naciones europeas.24
Curiosamente, el contraste subrayado por Monsiváis entre el discurso
hegemónico y el espíritu popular se materializa en el pliego mismo: al elogio
hecho en la sección informativa siguen versos que difieren enormemente
del aire eufórico y positivo. Las octavillas octosilábicas (xaab bcbc)25 del
corrido pretenden ser reflejo de una voz colectiva que es emitida desde un
lugar enunciativo externo al discurso oficial, constituyéndose así como su
contrapunto:
Qué triste es para el hombre
Que por su mala cabeza
Y desmedida torpeza,
Vaya a pagar su delito,
De todos esta [sic] proscrito
En el crimen se ha saciado
Y con dolor inaudito
Hoy se ve tan desgraciado.
Por esta razón, al leer el corrido, Patrick Frank propone que “[e]n con24 Carlos Monsiváis, “Laughing Through One’s Tears”, p. 578.
25 Las estrofas de este corrido no se adhieren a ninguno de los tipos de modelo octosilábico,
sino que presentan una variante donde los cuatro primeros versos siguen la disposición de la
octavilla italiana y los cuatro últimos son de rima alterna. Como sabemos, en castellano los tipos
de estrofas formadas por ochos versos son la octava real (también llamada octava rima) que se
organiza en endecasílabos con rima alterna en los seis primeros y pareada en los dos últimos
(ABABABCC); la octava italiana (también conocida como octava aguda) integrada por versos
de arte mayor de rima consonante con un esquema métrico XAAB XCCB en el cual el cuarto
y octavo verso deben tener un verso agudo; la octavilla italiana con la misma disposición que el
anterior pero compuesta por octosílabos, y la copla de arte mayor que está formada por ocho
versos dodecasílabos, con rima consonante y una estructura ABBAACCA.
46
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
traste con la esperanza y optimismo oficial, los textos de los volantes que
tratan de la penitenciaría la miraban con un temor descarado”.26 No es así.
Aun cuando su lectura resulta provocadora, ignora que el tipo de “tristísima lamentación” vista en éste y otros de los corridos no es exclusivo de
ellos sino un recurso literario que se repetía en buena parte de las baladas
donde se trataba la temática de las cárceles —Belem, San Juan de Ulúa,
Lecumberri— o de los destierros de los reos al Valle Nacional y a las Islas
Marías. Independientemente del deseo de los redactores, las baladas hechas
en relación con el presidio actuaban de manera intertextual, poniendo de
relieve un proceso por el cual los castigos se volvían gradualmente más
“tristes”, más severos y, por ende, más eficaces. Dado que el discurso oficial y la prensa aludieron al papel redentor de la nueva prisión a la vez que
intentaron amedrentar a la ciudadanía, se entiende que estas quejas no se
oponen a la parte celebratoria de la hoja sino que la refuerzan. Esto es, ambas partes funcionan como una suerte de binomio en donde la parte expositiva habla del avance que deviene del nuevo sistema correccional mientras
que el corrido muestra qué sucedía con aquellos que no se adhirieran a las
disposiciones de la Ley.
Siguiendo las lamentaciones que sirven como introducción al corrido, se
encuentran estrofas donde se explica que la disciplina y el orden de la penitenciaría conducen a la regeneración del delincuente. Tanto si esta declaración es emitida por el mismo preso de manera intradiegética o por una voz
lírica que lo hace de forma extradiegética, los versos tenían el propósito de
mostrar que la reforma del criminal se llevaba a cabo gracias al nuevo sistema penitenciario. A diferencia de hojas sueltas como “Sangriento drama en
la cárcel de Belem” (1891) que relatan enfrentamientos entre presos y guardianes o los volantes que describen las últimas horas de los reos fusilados,
en las hojas de Lecumberri se presenta a un preso que acepta estoicamente
su condena. El personaje no se rebela ante la autoridad sino que comprende
que la única opción posible es cambiar su conducta, entregarse al trabajo,
la reflexión y la fe:
Aquello va a ser horrible;
26 Patrick Frank, Posada’s broadsheets: Mexican popular imagery, 1890-1910, p. 51.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
47
Todo será tormento,
Sobre todo el aislamiento
De aquella triste prisión
Se encoge hasta el corazón
Y sólo hallarán consuelo
A tan inmensa aflicción
Con sus plegarias al cielo.
Como se nota en el corrido, la doctrina eclesiástica tuvo una enorme
influencia en la conceptualización de las nuevas prisiones. Aun cuando en
México se prohibió la instrucción y la práctica oficial de cualquier culto
dentro de los establecimientos públicos, la religión se entendió como un
aspecto primordial para el tratamiento penitenciario. Esto se llevaba a cabo
por medio de la lectura de obras piadosas y a través de la visita constante de
sacerdotes que presuntamente brindaban instrucción moral a los presos. De
esta forma, la plegaria que se alude en el corrido toma relevancia al volverse
la coda con la que cierra el “cuento de regeneración”. Este final ofrece un
exemplum que enseña el modo en que los presos se arrepentirán de sus faltas
y se encomendarán a Dios para convertirse en sujetos morales.
Mientras que el grabado y la parte explicativa presentan el diseño arquitectónico del edificio y el ideal del sistema penitenciario, esta tercera
sección se centra en lo que se supone son las vivencias del prisionero. Incluso cuando los versos de la balada eran emitidos (al igual que la parte descriptiva) por una tercera persona extradiegética, brindaban una perspectiva
interna que abordaba las causas y posibles efectos psicológicos del encierro.
El tormento, la aflicción y el dolor aparecen en el corrido como castigos
autoimpuestos por el mismo preso ya que son producidos por su toma de
conciencia. Esto es, la cárcel sirve como un dispositivo que actúa sobre el
recluso al aislarlo y obligarlo a meditar sobre sus acciones delictivas, pero
no es un agente represivo que coacciona directamente el cuerpo del prisionero. En función de lo anterior, toma relevancia el esquema métrico del
corrido: se utiliza una serie de rimas (tormento/aislamiento, proscrito/dolor inaudito, prisión/aflicción) que muestra cómo los nuevos mecanismos
correccionales servían para internalizar la pena y brindar al criminal una vía
mediante la cual librarse de su dolor (consuelo/plegarias al cielo).
48
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
Para concluir con este pliego, debe considerarse que aun cuando el grabado y el corrido son los dos elementos que apelan de manera más directa
a un público analfabeto, funcionan como dos extremos de un tríptico en
cuyo centro sobresale la parte expositiva. En otras palabras, en este ejemplo
las técnicas de emisión que se considerarían en principio como alternas (lo
pictórico y lo oral) contribuyen para enmarcar la parte donde se presenta el
discurso oficial. Esta estructura no es fortuita sino contribuye a la escenificación de la ideología correccional y a la representación de la nueva prisión
como una promesa de la modernidad.
***
Otras hojas publicaron ilustraciones más fidedignas de la fachada de Lecumberri. Tal es el caso del pliego suelto en donde se imprimieron las tonadas “De los presos de Belen [sic] a la Penitenciaría” (1900) y “Triste canción que cantan los presos en la cárcel de Belem” (1900).27 A diferencia del
dibujo analizado antes, en el revés de este folio se reproduce una ilustración
en la que puede distinguirse con detalle el frontispicio del penal (fig. 2). Si
bien el exterior de la Penitenciaría del Distrito Federal conservó el aspecto
austero y funcional deseado por el arquitecto Lorenzo de la Hidalga en su
croquis original (1848),28 no estaba exento de un número de ornamentos que
se combinaron de manera sincrética. Si como Henri Lefebvre pensamos
que la prisión con fachada es el “epitome y la forma modular del espacio
aburguesado” (144), puede argumentarse entonces que la disposición arquitectónica del penal lo convertía en emblema del proyecto de renovación
urbana y surgimiento de la alta burguesía.
27 Como indica su título, estas dos baladas reproducen las supuestas lamentaciones de los
presos que eran transferidos a Lecumberri. En “Triste canción” leemos: “Ya pronto será ese
día / Nos falta ya poco tiempo, / Solo [sic] será allí tormento / En esa Penitenciaría./ Nuestro
delito nos lleva / Por nuestro mal corazón / De Belén nos despedimos / Diciéndole, adiós,
adiós. [sic]
28 En 1850 el arquitecto español Lorenzo de la Hidalga ganó la convocatoria del concurso para
la construcción de la Penitenciaría del Distrito Federal en el cual presentó un programa Paralelo
de las penitenciarías, que analizaba los modelos Filadelfia Lamberton (basado en una forma de
molino), el Auburn (diseñado como cruz), el circular y uno radial que fue el que escogió como
preferible para el croquis del penal. Desgraciadamente, no hubo recursos suficientes para
completar su proyecto y su molde fue utilizado para crear la penitenciaría de Puebla y de Jalisco,
que fueron hechas a una escala menor. Hidalga decía al hablar de la penitenciaría que “[l]a
fachada general del proyecto [debía ser] la del edificio de la administración; su regularidad y
sencillez le dan un carácter monumental y, sin embargo, no se ha tratado de ir tras la decoración.
Las dos órdenes de arquitectura de que se compone son el toscano y el dórico, aunque desnudos
del adorno de talla de que es susceptible” (De la Hidalga, Paralelo de las penitenciarías p. 65).
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
49
Figura 2. Hoja suelta “Triste canción que cantan los presos en la cárcel de Belén”.
México, 1900, Archivo General de la Nación, Colección Felipe Teixidor.
Al igual que en la ilustración antes vista, en este grabado (fig. 2) se muestra una línea de tranvías jalados por las llamadas mulitas. En opinión de
varios historiadores, estas máquinas fueron uno de los símbolos más característicos de la transformación de la capital y un preámbulo de los trenes
eléctricos inaugurados en enero de 1900.29 Por ello, la ilustración de este
transporte dentro de las láminas servía para conectar el establecimiento de
la penitenciaría con la renovación de la ciudad.
En el volante los raíles del tranvía se colocan de manera paralela al
nuevo reclusorio que ocupa la parte superior. El tranvía divide el grabado
transversalmente trazando una escisión entre dos grupos de personas que
se colocan en ambos lados de la vía. Al costado izquierdo se distingue a
un gendarme tras el cual están paradas cuatro mujeres y dos hombres cuya
vestimenta parece representativa de los estratos medios o bajos de la sociedad (rebozo, falda humilde, zarape, sombrero de paja). En contraposición a
esto, en el lado derecho hay una serie de individuos cuya indumentaria sigue
los patrones de la moda europea de la época (gabán, sombrero de copa, pa29 Como se atestigua en La novela del tranvía de Manuel Gutiérrez Nájera, estos carros tuvieron
un gran impacto en el acontecer cotidiano de los habitantes del Distrito Federal. Mientras
que Nájera escribe que “nada hay más peregrino ni más curioso que la serie de cuadros vivos que
pueden examinarse en un tranvía” (Guitiérrez Najera, La novela del tranvía y otros cuentos, p. 57),
Amado Nervo ubica la acción de su poema “Primer beso” precisamente en “un tranvía en
raudo movimiento” (Nervo, Antología poética, p. 89).
50
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
jarita, sombrilla, sombreros de pluma, vestidos con encaje, chals, etcétera).
Es muy posible que este segundo grupo funcione para representar a los
sectores adinerados y modernizados de la sociedad. De ahí, que estén más
próximos y en el mismo flanco en donde está ubicado Lecumberri.
Esta disposición alude a la estrecha relación que existía entre el establecimiento del régimen penitenciario y los deseos de las clases políticas.
Asimismo, el hecho de que el grupo de gente humilde se encuentre en una
hilera detrás del policía apunta a que estos individuos —que bien podrían
ser delincuentes o visitas— se desplazan hacia la cárcel de un modo ordenado. Con ello en mente, puede verse la viñeta como una personificación
del dictum clave del ideario porfiriano: de un lado se encuentra el “orden”
representado por el gendarme y las masas humildes bien ordenadas y, por
el otro, está el “progreso” que se consigue a través de la adaptación de los
modelos europeos.
La distribución espacial que se presenta en el dibujo refleja en cierta
manera la estratificación social vivida durante las décadas de la dictadura.
Los tecnócratas porfirianos formularon una equiparación simple y precisa en la que se vinculó indiscriminadamente a los pobres con la conducta
delictiva, acuñándose un nuevo concepto de pobreza que se clasificaba en
grados y se definían como “dignos” o “indignos”. Estos niveles dependían
de las circunstancias que generaban la miseria, la propensión a llevar a cabo
ciertos actos delictivos y la aptitud de las clases humildes para convertirse
en sujetos de utilidad. El alcoholismo, la mendicidad, el libertinaje sexual,
el juego o la vagancia, fueron vistos como perversiones de comportamiento
que justificaban la diferenciación económica. Sirvieron, así, de excusa tanto
para las campañas de adoctrinamiento moral como para los establecimientos de corrección. El binario criminal/ciudadano se convirtió, según observa Robert Buffington, en la dicotomía reguladora que legalizó (o cuando
menos legitimó) un corolario de exclusiones de raza, condición social y
preferencia sexual.30
Regresando a la hoja suelta, vemos que la cara de ésta muestra de nueva cuenta una larga hilera de individuos de clase humilde que parecen ser
parte de la remesa de presos que está siendo trasladada a Lecumberri. De
30 Robert Buffington, Criminal and citizen in modern Mexico, p. 4.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
51
Figura 3. Hoja suelta “Versos y canciones de los presos en la cárcel de Belén a la Penitenciaría”.
México, 1900, Archivo General de la Nación. Colección Felipe Teixidor.
igual modo que en el cromo anterior, dichos sujetos —en este caso todos
ellos hombres— visten ropas características de los estratos bajos rurales.
En el ala derecha de la ilustración un gendarme vigila atentamente la fila de
acusados. En el costado izquierdo se halla un hombre vestido con chaqueta, pantalón y sombrero canotier leyendo un folio donde imaginamos está
impresa la lista de reclusos. Aun cuando resulta repetitivo, vale mencionar
que el policía simboliza el orden y el caballero que porta la indumentaria de
corte francés es una figura alegórica de la naciente burguesía.
Si se lee el dibujo junto con el anterior se puede delinear un trayecto que
va del primer grabado al segundo. Este recorrido espacializa de forma gráfica las pretenciones de la clase alta. Con ello, el desplazamiento óptico que
va del anverso al reverso de la hoja es en sí un viaje hacia el anhelado futuro
nacional. Lo dicho se vuelve evidente en la viñeta que está en el reverso de
la hoja, pues la hilera de individuos está separada de los ciudadanos modelo
por los rieles de un tranvía que sirve como emblema del progreso. En un
plano equidistante pero superior a estos rieles, el edificio de la penitenciaría
se erige como el símbolo máximo de una modernidad ordenada y el aparato
que genera dicha conversión. Dice la estrofa final del corrido:
Adiós, cárcel de Belén,
Se acerca nuestra partida,
52
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
A la Penitenciaría nos pasan
A acabar con nuestra vida.
Adiós, carcel de Belén,
Adiós, para siempre, adiós.
***
Cada pliego procede de modo distinto y en buena medida va narrando una
historia diferente sobre la prisión y sus presos. En los impresos analizados
la experiencia del interno era solamente una parte secundaria que ayudaba a
realzar el paradigma penitenciario y legitimaba la introducción de un nuevo
tipo de cárcel. En cambio, en la hoja “Despedimiento muy triste de los
presos de Belem que le envían a sus amigos, pues ya en la Penitenciaría se
ven. Donde en solitarios separos ahí van a padecer y sólo confían en Dios
para el perdón obtener.” (1900) dichas vivencias adquieren un papel protagónico. Los componentes de este volante se posicionan de forma que el
título (que aquí funciona también como la parte informativa) y el corrido
encuadran al grabado donde se retrata la experiencia de prisionero (fig. 4).
Si se repara en el hecho de que esta parte escrita es literalmente el marco que
encierra al dibujo y que en la ilustración se pinta a un recluso dentro de su
celda, puede argumentarse que las estrofas del corrido y el encabezamiento
reproducen icónicamente las paredes de una cámara de aislamiento. En la
Figura 4. Hoja suelta “Despedimiento muy triste de los presos de Belén que le envían a sus
amigos, pues ya en la Penitenciaría se ven. Donde en solitarios separos ahí van a padecer y sólo
confían en Dios para el perdón obtener”
Posada’s Mexico, Edited by Ron Tyler, Library of Congress, Washington, 1979, p.11.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
53
jerga popular del porfiriato hablar de archivar a un individuo era equivalente
a decir que lo habían encarcelado, con lo cual la codificación e inscripción
de las señas personales del criminal al papel era un símil de su consignación
en la celda.
En este dibujo parecería como si el criminal hubiera sido tragado por
la letra, confinado y reducido a una serie de estrofas donde se reproduce el
funcionamiento de la nueva prisión. Según muestra la ilustración, el preso
está sentado de lado sobre su camastro, en una actitud de introspección,
con la mirada dirigida hacía el suelo y las manos colocadas sobre sus muslos. Dicho recluso se ve bien vestido y calzado. Tanto su persona como
el resto de su entorno presentan un aire de limpieza y de orden. En el
mismo nivel en donde está este individuo, aparece también un lavabo y un
excusado, con lo cual se refuerza el ambiente higiénico del lugar. El hecho
de que la figura del preso meditando se ubique con el cuerpo en torno de
estos instrumentos de aseo, sugiere una interpretación en la cual la celda
de confinamiento sirve como escenario de una profilaxis del alma (a través de
la introspección) y del cuerpo (a través de la sanidad personal). Como advierte Padilla Arroyo, la reforma de las instituciones punitivas se produjo
al mismo tiempo que las reformas en la higienización de la sociedad, y así
la privación de la libertad se justificaba por ser un mecanismo curativo que
separaba a los criminales del “mundo patológico” del que procedían.31 El
impreso apunta de esta forma a la importancia de prevenir el contagio y
la proliferación de enfermedades epidémicas (tanto físicas como morales)
dentro y fuera de la cárcel.
En un segundo plano del dibujo se distingue un escritorio y una silla
dirigida hacia el interior de la celda (y hacia el espectador) y no hacia la
puerta o la ventanilla, como podría esperarse. Según Monika Fludernik, en
la topografía carcelaria las puertas y las ventanas son aperturas al mundo y,
por lo mismo, una ruta a través de la cual los prisioneros pueden comunicarse con el exterior.32 Con ello, el modo en que se dispone la ilustración
de Posada contribuye a la idea de introspección y aislamiento del preso: éste
parece darle la espalda al mundo externo para privilegiar así su experiencia
31 Antonio Padilla Arroyo, De Belem a Lecumberri…, p. 276.
32 Monika Fludernik, “Carceral Topography…”, p. 54.
54
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
interior. El hecho mismo de que se haya dibujado un escritorio y no una
mesa le brinda a la cámara un aire de celda monacal donde las condiciones
materiales de la habitación se dan en función del papel formativo que deben
cumplir. De esto se deduce que aun cuando el escritorio podría ser utilizado
para diversas actividades (comer, jugar juegos de mesa, hacer manualidades,
etcétera) su destino principal era un uso didáctico que contribuye a la capacitación pedagógica del preso.
La representación de la celda realizada en el dibujo se adhería a la verdadera distribución física: cada cámara —que en promedio medía 3.60 metros
de largo por 2.10 de altura— contaba con un retrete, una cama y un lavabo.
Pero, más allá de eso, Lecumberri se propone como un espacio utópico en
donde crear nuevas subjetividades. En contraste a lo que observa Fludernik
al sugerir que la mayoría de las manifestaciones artísticas suelen representar
el escenario de la reclusión con el esquema metafórico de la mazmorra,33
en este volante el lugar del presidio se retrata bajo una luz que exalta sus
novedades. Existe en la cárcel un bienestar material que se representa en el
grabado, pero también en el corrido donde se habla de celdas alumbradas,
buena comida, jardines, patios, estanques, “colchones muy bien dispuestos
[y] separos amueblados” (fig. 4). A diferencia de los corridos anteriores
donde se resalta el miedo de los presos, los versos de esta balada sirven para
subrayar la preponderancia de un Estado benevolente y preocupado incluso
por el bienestar de su población delincuente:
Todo esta [sic] muy elegante
Y todo muy bien dispuesto,
Que los presos estén bien
Y que se les atienda presto.
Esta liberalidad por parte del gobierno no debe confundirse con compasión o debilidad, sino justo lo contrario. La abundancia de bienes materiales
es evidencia de la fuerza y riqueza de la nación mexicana e indica un estatuto
de madurez política. Como si fuese un padre todopoderoso que se ocupa de
quienes están bajo su tutela, la administración porfiriana atiende las necesida33 Fludernik, op. cit., p. 54.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
55
des del recluso y ofrece las condiciones necesarias para su rehabilitación. Esta
manera de reproducir la realidad carcelaria es bastante sugerente. En ella, el
tratamiento correccional se retrata no como un mecanismo de coerción abierta sino que se formula como un método científico, civilizado, racional.
Dentro de los cuartetos que conforman el corrido existe un momento
en que se introduce la voz de un prisionero que se queja amargamente de su
situación. Con ello se crea un pequeño hiato entre los beneficios que ofrece
Lecumberri y la experiencia de este recluso. Esto dicho, resultaría un poco
apresurado subrayar como Patrick Frank que el impreso en su totalidad es
un rechazo específico de “[v]arios aspectos de la vida penitenciaria que oficialmente eran vendidas como ventajas”.34 Más bien, el contraste existente
entre la voz que en tercera persona describe la realidad vivida en la prisión
(un sitio higiénico y bien regulado donde los prisioneros reciben alimento y
vestido) y el momento de metalepsis, ilustra el proceso de internalización de
la culpa del criminal:
Qué me importa la cocina
Y el rancho me lo den bueno,
Este a mí ni me sustenta
Será mejor el infierno.
Para que [sic] queremos luz
Que eléctrica nos han puesto
Si nuestra alma está en tinieblas
Sobrado sale todo esto.
La tensión entre la percepción intradiegética del preso y la utilidad del
régimen penitenciario aporta un dato fundamental para validar este último.
El reo rechaza las mejoras que ofrece la cárcel no porque estén carentes
de mérito sino porque él no está aún capacitado para incorporarse a las
ventajas de la vida moderna. Más importante incluso, el interno repudia la
innovación de Lecumberri porque está sumido en una enorme culpa y en
un remordimiento que van carcomiendo su mente y su alma. El uso anafórico de la palabra que en los cuartetos donde se transcriben sus pensamientos
34 Frank, op. cit., p. 53.
56
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
sugieren el proceso de interiorización y toma de responsabilidad. De esta
forma, el modelo penitenciario se muestra totalmente eficaz en hacer que el
criminal adquiera conciencia de su crimen.
***
Las hojas sueltas que componen la serie estudiada atienden diversos aspectos del penal (su inauguración, el traslado de los primeros presos, el confinamiento, la experiencia de los reos y sus allegados, etcétera) pero todas
consideran el establecimiento de Lecumberri en relación con los procesos
de conformación de la nación. Con el derrumbe de la dictadura porfiriana
decayeron también los sueños depositados en muchas de sus instituciones
y, por ende, terminó el uso panegírico que los corridos hacían sobre el penal.
Lecumberri continuó, desde luego, siendo un tema principal para la producción de estas baladas, sólo que ahora en ellos se anotaban eventos menos
loables que, con los años, le valieron el seudónimo de “El palacio negro”.35
En este sentido, amerita cerrar con una hoja suelta publicada en 1910 (o
sea en vísperas de la caída del régimen de Díaz). Es ésta la primera vez en
que se nota una visión realmente contestataria (o cuando menos satírica) en
torno del penal. El grabado fue realizado por Manuel Manilla, quien trabajaba junto a Posada en el taller de Vanegas Arroyo, y el texto va firmado por
un tal V. Lorenzano (alias “Valecito), que en la última estrofa dice escribir
“[d]esde una celda sombría”. A diferencia de los corridos vistos hasta ahora,
este volante se presenta como una “calavera” en la cual se va describiendo
en verso blanco la muerte ficticia de los reclusos y celadores de la prisión.
El que la “Calavera de la Penitenciaría” sea justamente eso, una calavera, es
significativo dado que este tipo de obras eran creadas para ironizar y hacer
35 Por ejemplo, el “Corrido a la muerte de Madero” dice: “¡Oh!, calle de Lecumberri / ya se
acabó tu alegría, / por ti pasó Madero, / para la Penitenciaría.” (Corridos de la capital, p. 89).
Por su parte, el “Corrido del fusilamiento de José de León Toral” termina con los versos:
“El día nueve de febrero, sábado día señalado, / en la Penitenciaría, fue Toral ejecutado. Si
por creencias religiosas hizo un crimen renombrado / Ante el Trono Omnipotente, que Dios
lo haya perdonado.” (Corridos de la capital, p. 156) La balada escrita por Judith Reyes sobre la
“Ocupación militar de la Universidad” durante el movimiento estudiantil de 1968 se refiere
a la entonces cárcel preventiva señalando: “Diez mil soldados regresan / a su cuarteles/pero
creció en Lecumberri / la población.” (Reyes, “Ocupación militar de la Universidad”, p. 222)
Por último, Justo Santoyo escribe sobre la fuga de Alberto Sicilia Falcón, la cual sirvió como
detonante para que se tomara la decisión de cerrar la prisión en 1976, en estos términos: “A las
nueve de la noche,/un comando se fugó, /salían de aquel túnel negro, / de Lecumberri escapó”
(Santoyo, “La fuga de Lecumberri”, p. 230).
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
57
burla de personajes, eventos o instituciones populares. Por ello, los reos no
son sólo “desaventurados” sino “humillados,/ [b]ajo yugos y rigores”. Ya
no lloran con tristeza sino que están “desesperados” y “mueren desamparados”. Asimismo, dejan de resaltarse los avances materiales del recinto para
hablar de las celdas sombrías de un penal donde “no hay luz ni fulgores”.
Lo más sugerente de toda la hoja es, sin embargo, el dibujo hecho por
Manilla. En él se reproduce la torre de control, sólo que en vez de estar
hecha de metal, está construida por cráneos y huesos que muy bien podrían
pertenecer a los mismos reclusos sobre cuyos decesos se habla en las estrofas. La penitenciaría, por lo tanto, se presenta no como un lugar de regeneración y bienestar sino como un espacio plagado por la muerte y el martirio.
El polígono se yergue encima de los esqueletos de sus presos, denunciando
el maltrato y los ultrajes a los cuales los sometía el régimen carcelario. De
hecho, si nos fijamos con detenimiento en la ilustración, notamos que no
se retrata fielmente la torre de vigilancia sino pareciera como si se hubiera
elaborado una copia caricaturesca de la Torre Eiffel e insertado ésta dentro
del espacio carcelario como si fuera el polígono mismo. En la viñeta elaborada por Guadalupe Posada para el impreso de “La próxima inauguración
de la penitenciaría en los llanos de San Lázaro” (1900) sucede algo parecido,
pero entonces se intentaba resaltar la modernidad del polígono. En esta
ocasión el uso de una torre hecha de huesos funciona como una suerte de
alegoría sobre la muerte en sí del ideal francofílico de los hombres de Díaz.
58
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
Figura 5. “Calavera de la Penitenciaría”.
Posada’s Mexico, Edited by Ron Tyler, Library of Congress, Washington, 1979, p.124.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
59
El caballero (vestido de levita, sombrero de copa y bastón en la mano) que
se encuentra parado debajo de la torre es, sin duda, una personificación de
la élite regente. Por ello, el gesto que hace al levantar el brazo e invitarnos a
contemplar la torre es una muestra de su ignorancia ante el hecho de que lo
único que quedan son los restos de la dictadura. El polígono y, por extensión la Penitenciaría, se representa así como un cádaver hecho de cádaveres,
un monumento funerario para el régimen que le vio nacer.
Fuentes y Bibliografía
Archivos
AGN, FT Archivo General de la Nación, Colección Felipe Teixidor.
UH, JC Universidad de Hawai, Colección Jean Charlot.
UT, CT Universidad de Texas, Austin/Ransom Research Center,
Colección Tinker.
Hemeroteca
El Imparcial (1900)
Diario Católico (1900)
Bibliografía
Aguirre, Carlos y Ricardo Salvatore (eds.), TheBirthofthePenitenciary in Latin
America, EssaysonCriminology, PrisonReform, and Social Control, 1830-1940,
Austin, Universidad de Texas, 1996.
Archivo General de la Nación. Lecumberri: un palacio lleno de historia, México,
Secretaría de Gobernación/ Archivo General de la Nación, 1994.
Avitia Hernández, Antonio (comp.), Corridos de la capital, México, Conaculta,
2000.
Beccaria, Cesare, Ofcrimesandpunishments, Jane Grigson (trad.), Nueva
York, Marsilio Publishers, 1996.
Berdecio, Roberto y Stanley Applebaum (eds.), Posada’s Popular Mexican
Prints. 273 Printsby José Guadalupe Posada,Nueva York, Dover, 1972.
Buffington, Robert, Criminal andcitizen in modernMexico, Lincoln, Universidad
de Nebraska, 2000.
60
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
“Corrido a la muerte de Madero”, en Corridos de la capital Antonio Avitia
Hernández (comp.), México, Conaculta, 2000.
“Corrido del fusilamiento de José de León Toral”, en Corridos de la capital
Antonio Avitia.
“Corrido de la luz eléctrica”, en Corridos de la capital Antonio Avitia Hernández (comp.), México, Conaculta, 2000.
“Corrido de la Penitenciaría”, en Corridos de la capital Antonio Avitia Hernández (comp.), México, Conaculta, 2000.
“Corrido de los trenes eléctricos”, en Corridos de la capital Antonio Avitia
Hernández (comp.), México, Conaculta, 2000
“Corrido de la Penitenciaría de México”, Volante, México , 1900, Univeridad de Texas en Austin, Colección Tinker, Ransom Research Center.
Custodio, Álvaro, El corrido popular mexicano, Madrid, Jucar, 1975.
De la Hidalga, Lorenzo, Paralelo de las penitenciarías: o comparación de las diferentes combinaciones arquitectónicas efectuadas y proyectadas hasta hoy y proyectos
de penitenciarías aprobado por la Junta Directiva de Cárceles. Arreglado al sistema
conocido con el nombre de “Pensilvania”, México, Ignacio Cumplido, 1850.
Fludernik, Monika, “CarceralTopography: Spatiality, LiminalityandCorporality in theLiteraryPrison”, en Textual Practice 13.1 (1999), pp. 43-77.
Foucault, Michel, Discipline & Punish. The Birth of the Prison, Alan Sheridan
(trad.), Nueva York, Vintage, 1995.
Frank, Patrick, Posada’s broadsheets: Mexican popular imagery, 1890-1910,
Albuquerque, Universidad de Nuevo México, 1998.
Gutiérrez Nájera, La novela del tranvía y otros cuentos, México, SEP, 1984.
Katzman, Israel, Arquitectura del siglo XIX en México, México, UNAM, 1974.
Ludmer, Josefina, El género gauchesco: un tratado sobre la patria, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1988.
Macedo, Miguel, “Discurso pronunciado por el Lic., Director presidente de
la penitenciaría”, en Penitenciaría en México, México, Imp. Francisco Díaz
del León, 1900.
Mellosi, Darío y Massimo Pavarini, Cárcel y fábrica. Los orígenes del sistema
penitenciario (siglo XVI-XIX), México, Siglo XXI, 1985.
Mendoza, Vicente, Glosas y décimas de México. México, Fondo de Cultura
Económica, 1957.
Monsiváis, Carlos, “Laughing ThroughOne’sTears: Popular Culture in Mexi-
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
61
co”, en Literary cultures of Latin America. A comparative history, Mario J. Valdés y Djelal Kadir (eds.), Nueva York, Universidad de Oxford, 2004.
Muzart Fonseca dos Santos, Idelette, “Literatura de Cordel. Literatura for
Market And Voice”, en Literary cultures of Latin America. A comparative
history, Mario J. Valdés y Djelal Kadir (eds.), Nueva York, Universidad
de Oxford, 2004.
Nappo, Daniel John, “Looking Back totheEndof Time: MillenialImagery
in SelectedNovelsand Corridos of the Mexican Revolution, 1890-1947”,
tesis de doctorado, Universidad de Michigan State, 2003.
Nervo, Amado, Antología poética, Santiago, Zig-zag, 1956.
Padilla Arroyo, Antonio. De Belem a Lecumberri: Pensamiento social y penal en el
México decimonónico, México, AGN, 2001.
Paredes, Américo, “With his pistol in his hand,” a border ballad and it shero, Austin, Universidad de Texas, 1958.
Pavarini, Massimo, “The Tale of ‘Correctional Redemption’”, en Images
of crime: representations of crime and the criminalin science, thearts, andthemedia,
Hans-Jörg Albrecht, Afroditi Koukoutsaki y Telemach Serassis (eds.),
Freiburg, Edition Iuscrim, 2001- 2009.
Piccato, Pablo, CityofSuspects. Crime in MexicoCity, 1900-193, Durham, Universidad de Duke, 2001.
Reyes, Judith. “Ocupación militar de la Universidad”, en Corridos de la capital
Antonio Avitia Hernández (comp.), México, Conaculta, 2000.
Santoyo, Justo. “La fuga de Lecumberri”, en Corridos de la capital Antonio
Avitia Hernández (comp.), México, Conaculta, 2000
Simmons, Merle, “TheAncestryofMexico’s Corridos”, en Journal of American
Folklore, vol. 76, 1963, pp. 1-15.
Speckman, Elisa, Crimen y castigo: legislación penal, interpretaciones de la criminalidad y administración de justicia, Ciudad de México, 1872-1910, México, El
Colegio de México, 2002.
Tinker, Edward Laroque, Corridos & Calaveras, Austin, Universidad de
Texas, 1961.
Turner, John Kenneth, Barbarous Mexico, an indictment of a cruel and corrupt
System, Nueva York, Cassell, 1911.
Vázquez Santa Ana, Higinio, Canciones, cantares y corridos mexicanos, México,
León Sánchez, 1925.
62
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
PORTALES
PÍO BERMEJILLO E IBARRA: UNA HISTORIA
DE ÉXITO EMPRESARIAL EN MÉXICO, 1850-18721
Tayra González Orea*
El periodo de 1850-1872 fue de intensa inestabilidad política, severo desorden económico y de guerras internas y con el exterior. Las disputas de
cómo gobernar al país, entre las diferentes facciones políticas (liberales y
conservadores), provocaron numerosos golpes de Estado, guerras intestinas, inseguridad y caos.2
Dicha inestabilidad política repercutió de manera negativa en el desarrollo de las finanzas públicas. Debido a que los recursos que se obtenían a
través de la recaudación de impuestos se utilizaban para cubrir los gastos de
la administración, mantener al ejército y cubrir las deudas que, previamente,
se habían adquirido. Pero también destacan esos años por los numerosos
intentos, por parte de los diferentes gobiernos, por impulsar el desarrollo
económico del país. A partir de la creación de nuevas leyes e instituciones
que permitieran alcanzar el bienestar de México.3
Es así que encontramos un tiempo de cambios y ajustes importantes,
tanto políticos como económicos. Y dentro de este contexto destaca la par* UNAM, Facultad de Filosofía y Letras; [email protected]
1 Una primera versión de este texto se presentó en el “Seminario permanente de historia e
instituciones económicas”, en El Colegio de México (Centro de Estudios Históricos). Agradezco
los comentarios de las doctoras Graciela Márquez, Aurora Gómez, Gabriela Recio y Leonor
Ludlow. Así como de los asistentes del mismo.
2 Recordemos que durante dicho periodo se registró una dictadura de corte monárquico bajo
la dirección de Antonio López de Santa Anna (1853-1855), la revolución de Ayutla en protesta
a dicho gobierno (1854), la creación de leyes liberales plasmadas en una nueva Constitución
(1857), la guerra de tres años o guerra de reforma encabezada por el grupo conservador y
manifestándose en contra del nuevo marco jurídico (1858-1860). Lo que provocó el
establecimiento de dos gobiernos alternos mientras duró la guerra. Una nueva intervención
extranjera, esta vez, la francesa, lo que provocó el establecimiento del segundo imperio bajo
el mando de Maximiliano de Habsburgo (1864-1867) y finalmente el restablecimiento de la
república con la presidencia de Benito Juárez, y posteriormente de Sebastián Lerdo de Tejada.
Periodo que se la ha conocido como el de república restaurada (1867-1876). Guevara, “Nuevas
directrices”, pp. 307-313. Cárdenas, Cuándo se originó, pp. 103-106.
3 Idem.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
65
ticipación económica de un grupo de comerciantes nacionales y extranjeros
que, al mismo tiempo, desarrollaron la labor de banqueros en la ciudad de
México. Jan Bazant identifica a Pío Bermejillo (español), J.B. Jecker (suizo),
Nathaniel Davidson (británico), Isidoro de la Torre (español), Juan Goribar (mexicano), Miguel y Leandro Mosso (mexicanos), Archibaldo Hope
(británico), Francisco de Paula Portilla (mexicano),Gregorio Mier y Terán
(español), Cayetano Rubio (mexicano), Eustaquio Barrón (hijo de español), familia Martínez del Río, familia Béistegui y los hermanos Escandón
(mexicanos).4
Dichos comerciantes-banqueros5 aprovecharon las oportunidades de inversión que se les presentaron en ese momento por lo que, muchos de ellos,
se convirtieron en nuevos empresarios que decidieron arriesgar su dinero y
apostaron por el desarrollo capitalista de México.
Así, dentro de ese grupo encontramos al español Pío Bermejillo e Ibarra. La historiografía señala que durante el periodo de estudio destacó como
comerciante, banquero y hacendado. Fue dueño de una de las principales
casas mercantiles de la ciudad de México.6
También es identificado como un hacendado y productor importante
de azúcar. Durante la década de los cincuenta, del siglo XIX, adquirió las
haciendas azucareras de Dolores, Chiconcuac y San Vicente, ubicadas en el
hoy estado de Morelos.7 Asimismo, se sabe que gracias a su poder adquisitivo pudo comprar, en 1864, la fábrica de textiles La Magdalena Contreras.
La cual alcanzó niveles importantes de producción durante el tiempo que
estuvo bajo su administración.8
Pero, ¿quién era Pío Bermejillo?, ¿cuál fue su origen?, ¿cuáles son las
4 Bazant, Los bienes, pp. 92-94. Por su parte Carlos Marichal señala que en la ciudad de México
existían 20 o 25 grandes casas comerciales que se dedicaban al negocio de las importaciones y
exportaciones y realizaban diversas actividades de tipo financiero. Este grupo de comerciantes
controlaba el mercado de dinero de la capital. Marichal, “Obstáculos para el desarrollo”, p. 504.
5 Los comerciantes-banqueros eran comerciantes, industriales, transportistas, consignatarios,
etcétera, que en un principio realizaban operaciones de banca como giros, negociaciones,
préstamos a corto plazo, descuentos, para cubrir sus propias necesidades financieras. Con el paso
del tiempo, se especializaron en su labor bancaria, por lo que sus casas mercantiles desarrollaron
al mismo tiempo actividades mercantiles y financieras. Generalmente, estaban organizados en
empresas individuales o familiares. García López, “El sistema bancario español”, pp. 105-133.
6 Bazant, Los bienes, pp. 92-94. Maillefert, Directorio del comercio, pp. 248 y 260.
7 Pittman, Hacendados, pp. 28-56; Falcón, Las rasgaduras, pp. 103-294.
8 Trujillo, “La fábrica”, pp. 245-248.
66
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
características de su labor como empresario?, y ¿por qué podemos hablar
de una historia de éxito empresarial? Para la definición del empresario considero los postulados de Werner Sombart quien señalaba que dicho sujeto,
además de poseer el afán de lucro, se caracterizaba por un espíritu de empresa, que era el conjunto de cualidades psíquicas necesarias para el desarrollo exitoso de un negocio. Dichas condiciones son: el ser conquistador,
organizador y negociador.9
Así, el objetivo de este artículo es estudiar, brevemente, la labor económica de Pío Bermejillo e Ibarra en México durante el periodo señalado. Para
esto, se analiza su participación como comerciante-banquero y su incursión
en otras actividades de la economía mexicana como la agricultura, la industria y los servicios financieros.
Comerciante-banquero: La firma mercantil Bermejillo y Compañía.
Pío Bermejillo e Ibarra nació en 1820 en la villa de Balmaseda,10 en las Encartaciones de Vizcaya, España.11 Era hijo de Cosme Bermejillo y Machín,
de Balmaseda, caballero hijodalgo vizcaíno y de María Bonifacia Ibarra y
Gorrita, de la misma villa.12 No se sabe la fecha exacta de su llegada a nuestro país, pero es a partir de 1850 cuando ya figura su apellido, pues destaca
como uno de los principales comerciantes de la ciudad de México.
Pío, durante el periodo de estudio, estuvo al frente de la dirección y
administración del negocio familiar, la casa comercial Bermejillo y Compañía.13 Desafortunadamente no se tiene la fecha exacta en la que se constituyó ni el monto de capital con el cual inició el negocio.14
9 Werner Sombart, en su obra El Burgués estudia el funcionamiento del sistema capitalista de
siglo XIX y principios del siglo XX. Identifica al empresario como el elemento indispensable
para el desarrollo de dicho sistema y señala que el afán de lucro era la pasión que mostraban los
hombres por el dinero. Sombart, El Burgués, capítulos 3 y 5.
10 Balmaseda se caracterizó, durante el siglo XVIII y XIX, por ser una villa-mercado con un
intenso tráfico de mercancías y personas. Gómez, Balmaseda. S. XVI-XIX, pp. 27-39.
11 Carasa, Elites castellanas de la Restauración, t. I. pp. 154-155.
12 Carasa, op.cit, pp. 154-155.
13 A través de las actas notariales se ha descubierto que, por lo menos de 1850 a 1854, Pío
Bermejillo trabajó en el negocio familiar junto a su hermano Eugenio. Al parecer, por problemas
de salud, Eugenio regresó a España en 1854 quedando Pío al frente de la firma Bermejillo y de
los negocios de su hermano. Archivo Histórico de Notarías de la Ciudad de México (en adelante
AHNCM), Ramón de la Cueva, vol. 1020, ff. 111-112, 11 de febrero de 1854.
14 González Orea, Redes empresariales, p. 24.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
67
Entre sus actividades comerciales encontramos la venta de productos
de abarrotes (jamones, vino tinto, chiles, etc.) nacionales y extranjeros, así
como la exportación de azúcar y la importación de azogue. Otro de los
negocios que llamó su atención fue la compraventa de bienes inmuebles,
sobre todo en la ciudad de México. Y como casa de banca se dedicó a otorgar préstamos a particulares y al gobierno.15
Las casas bancarias de ese momento, generalmente actuaban bajo las
mismas reglas del mercado, es decir, otorgaban créditos comerciales con
una tasa de interés que oscilaba entre 6% y 24% anual. Las sumas prestadas
a los particulares se garantizaban a través de la hipoteca de activos como casas habitacionales, casas para uso comercial, haciendas, fábricas, acciones,
valores o bienes producidos. Si el deudor no lograba pagar el monto total,
capital más intereses, en el plazo de tiempo previamente determinado, el
prestamista tenía todo el derecho de apropiarse del bien hipotecado.16
Los bienes obtenidos a partir de las hipotecas eran arrendados o vendidos por arriba de su valor de adquisición, lo que generaba ganancias. En el
caso de los créditos otorgados al gobierno, éstos se registraban con una tasa
de interés anual de 24% a través del uso de los instrumentos de la deuda
pública.17
Otra de las operaciones que realizaban las firmas bancarias estaba íntimamente relacionada con la tarea que, a la par, efectuaban como casas comerciales. Se trata del uso de documentos mercantiles: las letras de cambio
y las libranzas. Éstos eran usados como medios de pago entre los mismos
comerciantes. Es decir, en lugar de utilizar dinero en efectivo de una plaza
financiera a otra, por el riesgo que eso implicaba, se utilizaban las libranzas.
En el papel se consignaba quién debía pagarlo, dónde, cuándo y en qué
forma. Por lo general el pago se hacía en plata y en un tiempo determinado.
Y podían pagarse o no intereses.18
El modo de operación de Pío Bermejillo fue muy similar al de otras
casas comerciales de la ciudad de México, tanto de otros españoles, como
de mexicanos. Por ejemplo, del grupo de comerciantes-banqueros arriba
15 El Universal, Distrito Federal, marzo y abril de 1854, Sección Mercantil. p. 4.
16 Bazant, Los bienes, pp. 7 y 98; Beato, “La casa Martínez del Río”, p. 67.
17 Idem.
18 Ibarra Bellon, El comercio y el poder, pp. 274-275.
68
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
citados, encontramos que Gregorio Mier y Terán, Isidoro de la Torre y
Juan Antonio Béistegui concedieron créditos bajo las mismas condiciones
señaladas anteriormente, a particulares y al gobierno. También utilizaron
libranzas como medio de pago.19
Bermejillo, a través de su casa bancaria, otorgó numerosos préstamos
a comerciantes, agricultores, industriales y mineros. Para los fines de este
trabajo se presentan algunos ejemplos a fin de ilustrar su labor de banquero.
Así, encontramos que durante la década de los cincuenta concedió varios
créditos a los particulares (ver cuadro 1).
CUADRO 1. PRÉSTAMOS OTORGADOS A PARTICULARES POR LA CASA BERMEJILLO
Y COMPAÑÍA, 1851-1858
de
se Monto ($) Tipo
Plazo
Año Alequién
interés
Garantía
prestó
(años)
(anual)
1851
Cayetano
Rubio,
Francisco
Rubio y
Fernando
Collado
600,000.
1855
Victoria
Rul de Pérez Gálvez
200,000
1858
Santiago
Belden
Total
5, 424.54
6%
Un año
y cuatro
meses
Hipoteca de
varias casas y de
las existencias de
una fábrica de
textiles
6%
Dos
años
Hipoteca de la
Hacienda de San
Jacinto
6%
Tres
años
Hipoteca de una
casa en Monterey
805,424.54
Fuente: Elaboración propia con base en AHNM, Ramón de la Cueva, varios volúmenes.
El primer ejemplo que se presenta denota las operaciones financieras que
realizaban entre sí los mismos comerciantes-banqueros. El 31 de julio de
19 Meyer, “Los Beistegui” pp. 109-139; Huerta, “Isidoro de la Torre”, pp. 162-178; Oyarzabal,
“Gregorio Mier y Terán”, pp. 140-161.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
69
1851 quedó consignado en un acta notarial que Cayetano Rubio, Francisco
Rubio y Fernando Collado recibirían la cantidad de $600,000.00 por parte
de la familia Bermejillo20 (ver cuadro 1).
Solicitaron dicho crédito para poder sostener sus empresas y los negocios que habían emprendido en la ciudad de México. Rubio explicó que
necesitaba del préstamo debido a que en ese momento no tenía la liquidez
suficiente para hacer frente a sus compromisos. Y agregaba que era poseedor de importantes créditos a su favor que tenía en contra del gobierno y
que, aunque no había podido cobrarlos, su pago era seguro.21
Las condiciones del préstamo eran las siguientes: una tasa de interés de
6% anual, con la hipoteca de varias casas ubicadas en la ciudad de México y
en Querétaro y la hipoteca de las existencias de la fábrica de textiles Hércules. El plazo del préstamo era por un año y cuatro meses.22
Otra de las condiciones que impuso Bermejillo para llevar a cabo la operación fue que, se encargaría de la venta de una cantidad importante de los
productos realizados (mantas y alfombras) en la fábrica de textiles Hércules,
propiedad de Cayetano Rubio.23 Durante el tiempo que duraba el crédito,
podía venderlos en las plazas mercantiles que quisiera, excepto las de Querétaro y Guanajuato, a fin de que Rubio pudiera sacar de esos mercados los
recursos necesarios para pagar las rayas de sus trabajadores.24
Así, podemos observar que Bermejillo hizo un buen negocio, pues no
sólo recibiría la cantidad prestada más los intereses acumulados; sino que,
también, infiero que obtuvo ganancias con la venta de los productos textiles.
Un factor que llama la atención es la íntima relación que existía entre los
comerciantes-banqueros. Por ejemplo, se otorgaban préstamos para poder
hacer frente a sus compromisos. En este caso la casa comercial de Cayetano
Rubio estaba necesitada de dinero líquido porque no había recibido los pagos que el gobierno debía hacerle para cubrir varios créditos. Imperaba una
20 El acta señala que la operación la realizó Eugenio Bermejillo. AHNCM, Ramón de la Cueva,
vol. 1015, ff. 732-735, 31 de julio de 1851.
21 Idem.
22 Idem.
23 El acta notarial menciona que Bermejillo debía recibir cada semana mil quinientas piezas de
un tipo de manta y doscientas cincuenta de otro. Y que se podía incrementar la cifra si así lo
deseaba. Ibid.
24 Idem.
70
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
situación de déficit fiscal debido a que el país padecía los altos costos de la
invasión norteamericana, de los levantamientos internos y de la epidemia de
cólera que se había registrado anteriormente.25
Un ejemplo más es la operación que realizó Bermejillo con la señora
Victoria Rul de Pérez Gálvez.26 El 21 de enero de 1855 ésta aceptó de aquél
una libranza por valor de $200,000.00 que debía pagarle seis meses después.
Al parecer, en esta ocasión el pago estaba libre de intereses.27
Pasado el tiempo, la señora Rul de Pérez Gálvez no pudo cubrir su deuda, por lo que decidió solicitar una prórroga. Bermejillo aceptó y dispuso
las siguientes condiciones: el nuevo plazo del préstamo era por dos años,
con una tasa de interés de 6% anual. El pago se realizaría en pesos plata y
estaba garantizado con la hipoteca de la Hacienda de San Jacinto, ubicada
en el departamento de Aguascalientes28 (ver cuadro 1).
En este caso, también llama la atención el motivo por el que la señora
Rul de Pérez Gálvez no pudo cubrir el pago de la libranza en el tiempo señalado. Se debió a la situación de guerra que estaba viviendo el país. En el
acta notarial se menciona “que no siendo absolutamente posible a la Señora
realizar el pago el día de su vencimiento, porque el recurso con que para ello
contaba, que era la venta de su hacienda de San Jacinto, no lo puede hacer
hoy efectivo a causa de la insurrección en que está el país, se ha visto en la
necesidad de solicitar una prórroga de tiempo”.29
Los abusos de poder, el despilfarro económico y la dureza de la política fiscal que implementó el gobierno de Antonio López de Santa Anna,
provocaron inestabilidad y descontento entre las distintas clases, políticas y
económicas, del país. Por ello el 24 de febrero de 1854, en el departamento
de Guerrero, el general Juan Álvarez se levantó en contra de la dictadura.30
Durante todo el año de 1854 y hasta la renuncia del presidente, el 12 de
25 Tenenbaum, México en la época, pp. 120-127.
26 Victoria Rul de Pérez Gálvez formaba parte de una rica familia de empresarios mineros del
centro de México. Su cuñada, Francisca Pérez Gálvez dirigió los negocios mineros y agrícolas de
las familias Rul y Pérez Gálvez, de 1848 a 1868. Entre sus posesiones se encontraban diversas
minas y haciendas. Sánchez, Empresa, pp. 23-41.
27 AHNCM, Ramón de la Cueva, vol. 1023, ff. 540-543, 27 de junio de 1855.
28 Idem.
29 Idem.
30 Sánchez Santiró, Las alcabalas mexicanas, pp. 264-265; Guevara, “Nuevas directrices”, pp.
309-310.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
71
agosto de 1855, Álvarez fue ganando adeptos y apoyo militar en las diferentes regiones del país. Esta situación de inestabilidad afectó a la señora
Rul de Pérez Gálvez para poder vender su hacienda y así cubrir su adeudo
con Bermejillo.
Encontramos otro caso que ilustra las operaciones mercantiles y financieras que realizó Bermejillo con agentes de diferentes plazas del país.31
El 12 de mayo de 1858 quedó consignado en acta notarial que Santiago
Belden, vecino de Monterrey, le debía a Pío Bermejillo la cantidad de $5,
424.54 debido a la compra de azúcares y otros efectos que le vendió. En dicho monto ya estaban considerados los réditos de 6% anual. Y debía cubrir
su adeudo a través del pago de cuatro libranzas con las siguientes características: la primera, de $1, 462. 27 pagadera el 1 de mayo de 1859; la segunda,
de $2, 391.51 pagadera el 1 de mayo de 1860; la tercera, de $1, 320.66 con
fecha de 1 de mayo de 1861, y la última de $1,250 con fecha de 1 de mayo
de 186232 (ver cuadro 1).
Asimismo, el pago de cada una de las libranzas se debía realizar en su
fecha de vencimiento y en la ciudad de México. Y sería en pesos fuertes de
plata, bajo hipoteca de una casa ubicada en Monterrey.33
Nuevamente, encontramos que la operación financiera que realizó Bermejillo con el señor Belden fue en medio de un contexto armado. Pues
recordemos que durante 1858-1860 el país vivió la guerra de los tres años
o guerra de reforma. Debido a que el grupo conservador, encabezado por
Félix Zuloaga, se levantó en contra del gobierno liberal de Ignacio Comonfort, manifestando su desacuerdo por el nuevo marco jurídico de corte
liberal consignado en la Constitución de 1857.34
Bermejillo realizó su labor de comerciante-banquero en medio de intensa inestabilidad política, desorden social, guerras internas y caos económico. Ante la ausencia de instituciones bancarias que pudieran otorgar
recursos a los diferentes agentes de la economía, los demandantes de dinero
recurrían a él.
31 Idem.
32 AHNCM, Ramón de la Cueva, vol. 1028, 12 de mayo de 1858, foja 196.
33 Idem.
34 Guevara, op.cit., pp. 309-310.
72
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
Sombart señala que el préstamo fue el punto de partida de la empresa
capitalista y sirvió de impulso para el desarrollo del espíritu de empresa.35
En este caso, cada vez que Bermejillo otorgó un crédito a una empresa o
persona, estaba impulsando el desarrollo de la misma y aplicando las cualidades del empresario, ya que tenía la visión del conquistador para darse
cuenta si estaba o no ante un buen negocio; era organizador de sus recursos
monetarios y negociador de las condiciones del préstamo que otorgaba.
En el caso de los créditos concedidos a los diferentes gobiernos en turno, la situación es muy semejante. En este sentido, cada gobierno, tanto
liberal como conservador, recurrió a Bermejillo cuando más necesitaba de
recursos para hacer frente a las situaciones coyunturales que se le presentaba. En el siguiente cuadro se muestran algunos de los préstamos que concedió entre 1854 y 1872.
CUADRO 2. CRÉDITOS CONCEDIDOS AL GOBIERNO ENTRE 1854 Y 1872
Año
1854-1855
1858
1872
1872
Administración
Dictadura de
Santa Anna
Gobierno
conservador de
Félix Zuloaga
Gobierno de
Sebastián Lerdo
de Tejada
Gobierno de
Sebastián Lerdo
de Tejada
Total
Monto en
pesos
Tipo de
interés
Garantía
45,000.00
Se
desconoce
Se desconoce
64,000.00
Se
desconoce
65,000.00
1%
mensual
20,000.00
2% y plazo
de 45 días
para cubrir
la deuda
Una casa
propiedad de
la Iglesia
Libranzas
provenientes
de Londres
Se desconoce
194,000.00
Fuente: Elaboración propia con base en El siglo Diez y Nueve y Bazant, op cit.
Por ejemplo, entre 1854 y 1855 el gobierno de Santa Anna solicitó un
préstamo a los principales comerciantes-banqueros de la ciudad de México debido a la necesidad de recursos para hacer frente al levantamiento
35 Sombart, El Burgués, capítulo 4.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
73
de Juan Álvarez. Así, Bermejillo otorgó cuatro libranzas que alcanzaron
la suma total de $45,000.00.36 También le prestaron al gobierno: Cayetano
Rubio, $62,900.00, Jacker, Torre y Cía., $85,650.00, Gregorio Mier y Terán,
$109,000.00, entre otros.37
Durante la guerra de los tres años o guerra de reforma, 1858-1860, existieron dos gobiernos alternos, el de los conservadores ubicados en la ciudad
de México y el de los liberales en Veracruz. Cada uno recaudaba fondos a
través de préstamos (conservador) o bien de la recaudación de impuestos
(liberal).
Una vez que Félix Zuloaga se instaló en la ciudad de México anuló la
ley liberal de desamortización de 1856 y negoció con la Iglesia un préstamo.
Éste sería por $1,500,000.00 a cambio de devolverle los bienes que le habían sido quitados anteriormente por los liberales. Dicha medida respondió
a la necesidad de recursos que tenía el gobierno conservador para hacer
frente al gobierno liberal.38 Así, en 1858 Pío Bermejillo compró la hipoteca
de una casa que pertenecía al convento de la Concepción, por $64,000.0039
(ver cuadro 2).
Sin embargo, esta vez, Bermejillo no hizo un buen negocio, pues las
cosas no salieron a su favor. Cuando el gobierno liberal venció al grupo
conservador y Benito Juárez restableció su gobierno en la ciudad de México, tomó medidas que afectaron los intereses de Bermejillo. Y es que la
ley del 5 de febrero de 1861 reglamentaba que las ventas realizadas por el
clero, sin previa autorización del gobierno constitucional, serían anuladas.
De esta manera, el empresario perdió tanto el dinero que había invertido
en la compra de la hipoteca de una casa, perteneciente a la Iglesia, como la
propiedad misma.40
A pesar de que Bermejillo, junto con otros comerciantes-banqueros (Isidoro de la Torre, Antonio Escandón, Nathaniel Davidson y Barrón-Forbes
y compañía), apeló ante el gobierno liberal de Juárez, no pudo resolver
36 El Siglo Diez y Nueve, Distrito Federal, 14 y 18 de noviembre de 1855, pp. 2-3.
37 Tenenbaum, México en la época, p. 178.
38 Bazant, Los bienes, pp. 156-170.
39 Idem.
40 La ley tenía el objetivo de consolidar la desamortización de 1856-57, ya que durante la guerra
de los tres años, el gobierno conservador había devuelto los bienes desamortizados a la Iglesia.
Ibid, pp. 194-214.
74
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
nada. Y no le quedó más que devolver la casa que había adquirido durante
la guerra de los tres años.41
Finalmente en 1872 Pío Bermejillo concedió, nuevamente, otro crédito
al Estado mexicano. El gobierno interino de Sebastián Lerdo de Tejada
solicitó varios préstamos a las principales casas mercantiles de la capital. El
motivo se debía a la necesidad de recursos monetarios para hacer frente al
levantamiento armado de Porfirio Díaz, pues, con el Plan de la Noria, Díaz
demandaba el sufragio efectivo y la no reelección.
Bermejillo concedió dos préstamos bajo las siguientes condiciones. El
primero fue por la cantidad de $65,000.00 y al parecer lo otorgó junto con
un señor de apellido Escalante; fue con 1% de interés mensual y debía pagárseles con libranzas provenientes de Londres. El segundo, se autorizó por
un monto de $20,000.00, con un interés de 2% y un plazo de 45 días para
cubrir dicha deuda42 (ver cuadro 2).
Así, durante el periodo de estudio, Bermejillo prestó cerca de $800,000.00
a diferentes particulares (ver cuadro 1). Y en el caso del gobierno le concedió
alrededor de $194,000 (ver cuadro 2). Si bien no son todas las operaciones
crediticias que realizó, los ejemplos arriba citados nos permiten conocer su
modo de operación. Además de que nos señalan que, efectivamente, formó
parte del grupo de comerciantes-banqueros de la ciudad de México.
Empresario: incursión en otros negocios
Pío Bermejillo, como muchos otros comerciantes-banqueros de su época,
se convirtió en empresario. Durante el periodo de estudio encontramos
que invirtió en otros negocios como fueron haciendas, una fábrica y dos
compañías de seguros.
Esto lo logró gracias a las ganancias que obtuvo por su labor mercantil y
financiera. Esto le generó capital líquido para poder realizar operaciones de
compra-venta. Además, le permitió no sólo tener acceso a la información
relacionada a aquellos activos que pudieran ser una buena inversión; sino
también, a adquirir bienes a través de deuda. Es decir, pudo comprar hipotecas, libranzas u otro tipo de documentos de diferentes propiedades.
41 Idem.
42 El Siglo Diez y Nueve, Distrito Federal, 18 de octubre de 1872, pp. 1-2.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
75
Bermejillo invirtió en aquellos negocios que de alguna manera estaban
relacionados con su labor de comerciante. En 1853 se interesó en la compra de haciendas productoras de azúcar. En el acta notarial, 1 de abril de
1853, se señala que compró a Anacleto Polidura, en representación de su
esposa, la señora Josefina Eguía, las haciendas de San Vicente, Dolores y
Chiconcuac, ubicadas en Cuernavaca, hoy estado de Morelos. Las propiedades constaban de edificios, trapiches, muebles, enseres, tierras de riego y
temporal, pastos, derechos de aguas, apero y ganado de labranza. Además,
la propietaria le cedía el molino o maquinaría que tenía en Veracruz para
moler la caña de azúcar.43
El precio de venta fue de 340,359 pesos. De esa cantidad, como primer
pago entregó $161,899. Del resto del monto, pagaría $203,460 por concepto de deudas y gravámenes que tenía la hacienda. Y por último, cubriría la
cantidad de $75,000.00 en un plazo de cuatro o cinco años, con una tasa de
interés de 6% anual.44
De esta forma Bermejillo se convirtió en uno de los hacendados azucareros más importantes de la región de Morelos y formó parte de una
nueva generación de empresarios agrícolas que buscaron la reactivación del
campo. Esto era a través de la implementación de medidas modernas como
fueron: disminución de costos por medio de la concentración de la tierra,
centralización de los ingenios azucareros, cambios en la forma de producción, control de la mano de obra e introducción de tecnología.45
Otras familias de hacendados, empresarios y comerciantes que destacaron en ese momento fueron: la de Amor y Escandón, propietarios de
la Hacienda de San Gabriel, Icazbalceta, de la Hacienda de San Nicolás e
Isidoro de la Torre, dueño de la Hacienda de San Carlos.46
Según la historiografía, en las décadas de los sesenta y setenta, las haciendas azucareras de Pío Bermejillo junto con las de Isidoro de la Torre y
la familia Icazbalceta fueron de las más productivas y se insertaron en una
fuerte competencia por el mercado contra otros productores azucareros de
Puebla, Veracruz y Michoacán.47
43 AHNCM, Ramón de la Cueva, vol. 1017, 01 de abril de 1853, ff. 329-338.
44 Idem.
45 Falcón, Las rasgaduras, pp. 103-294.
46 Pittman, Hacendados, p. 52.
47 Pittman, op cit, pp. 75-78.
76
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
Así, Bermejillo ya no sólo era comerciante de azúcar, sino productor de
la misma. Infiero que esta doble actividad fue una buena decisión, ya que tal
vez pudo disminuir costos e incrementar sus ganancias.
Otro ejemplo sobre la adquisición de haciendas lo encontramos en 1855.
Recordemos que a principios de ese año, la señora Victoria Rul de Pérez
Gálvez tenía una deuda con Bermejillo por $200,000. Como se señaló, la
deudora no pudo cubrir su compromiso debido a las condiciones económicas y políticas en las que se encontraba el país en ese momento, por lo
que decidió renegociar con su acreedor el plazo del mismo e hipotecar su
hacienda como garantía.
Sin embargo, en esta ocasión, Pío Bermejillo mostró interés por la propiedad más que por la recuperación del capital otorgado. En octubre de ese
mismo año decidió comprarle su Hacienda de San Jacinto a la señora Rul.
Las condiciones de la compra fueron muy favorables para Bermejillo debido
a que, prácticamente, pagó una ganga por la propiedad. Y es que la hacienda
estaba valuada en $343,052 pesos, pero se rebajó su valor a $228,702 por la
existencia de deudas, por la falta de semillas y las condiciones en las que se
encontraba la propiedad. Así, sólo pagó $28,702 pesos, pues la señora Rul
tenía una deuda con él por $200,000.00.48
Este, también, fue un buen negocio para Bermejillo ya que pudo hacerse
de una importante propiedad. Se sabe que la hacienda estaba formada por
varios ranchos y que poseía agua a través de un río y una laguna. Además,
tenía tierras en arrendamiento, caballerías y ganado.49 Una vez más, la situación de inestabilidad política y caos económico fue un área de oportunidad
que supo aprovechar muy bien nuestro sujeto de estudio.
Bermejillo también dirigió sus inversiones al sector industrial, en particular, a la rama textil. En 1864 compró al empresario vasco Tomás Carrera
la fábrica La Magdalena Contreras, ubicada a lo largo del río Magdalena, en
los pueblos de Contreras, San Jacinto, Puente Sierra y Tizapán, en el valle
de México. Su producción principal eran los hilados y tejidos.50
48 AHNCM, Ramón de la Cueva, vol. 1023, 19 de octubre de 1855, ff. 848-851
49 Idem.
50 Sus orígenes datan desde el siglo XVI cuando se iniciaron las primeras tareas artesanales para
la confección de telas. Trujillo, “La fábrica La Magdalena”, pp. 245-248.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
77
La manera en que adquirió la fábrica nos confirma su modo de operación, ya que, nuevamente, la obtuvo por debajo de su valor. Al momento
de la venta la propiedad estaba valuada en $300,000.00, sin embargo, la
compró por $266,000.00 y con muchas facilidades.51
En primer lugar, antes de realizar la compra, ya poseía $41,000.00 en
letras de cambio (posiblemente obtenidas a través de su casa comercial) de
viejos adeudos en contra de la fábrica. Y, en segundo lugar, los pagos que
realizó fueron muy cómodos, ya que, de contado, sólo proporcionó $86,000
y los $139,000.00 restantes los pagó en tres plazos: $46,000.00 el 31 de
diciembre de 1864, $27,000.00 en diciembre de 1866 y $46,000.00 en 1867
con 6% de réditos.52
Al igual que en los casos anteriores, estas facilidades se dieron porque
sus antiguos propietarios se encontraban arruinados y la fábrica presentaba
graves problemas financieros que le impedían seguir trabajando.53 Nuevamente Bermejillo aprovechó esta oportunidad de inversión y decidió convertirse en industrial.54
Otros comerciantes de la época también mostraron el mismo interés por
invertir en este sector. Tenemos el caso de Juan Antonio Béistegui, quien
tenía negocios en el comercio, la especulación, la minería y la industria textil. Era dueño de las fábricas de La Colmena y San Ildefonso.55
Finalmente, durante el periodo de estudio, encontramos que Pío Bermejillo se convirtió en uno de los pioneros de la constitución de compañías
mexicanas de seguros contra incendios y sobre la vida. El 8 de enero de
1865, junto con Cayetano Rubio, Vicente Escandón, hermano de Manuel
Escandón, Germán Landa, R. Rincón Gallardo y Rosendo Prada formaron
La Previsora y la Bienhechora. La primera era una compañía de seguros contra
incendios y la segunda de seguros de vida.56
En este caso Bermejillo decidió invertir parte de sus ganancias en dos
nuevas sociedades. Infiero que a través de su labor mercantil y financiera
51 Ibid, p. 263.
52 Idem.
53 Idem.
54 González Orea, Redes, pp. 44-46.
55 Meyer, “Los Béistegui, especuladores y mineros…”, pp. 108-134.
56 La Sociedad, Distrito Federal, 12 de abril de 1865, p. 4; Maillefert, Directorio del comercio del
Imperio Mexicano, p. 298.
78
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
obtuvo la información necesaria para echar a andar este tipo de empresa.
Además, con sus relaciones económicas, pudo juntar su capital con el de
otros comerciantes-banqueros para poder emprender dicho negocio.
Reflexión final
¿Podemos concluir que Pío Bermejillo desarrolló una labor exitosa en
México durante el periodo señalado? Sí, considero que mostró las habilidades que Sombart señaló en cuanto al espíritu de empresa. Es decir, el
de ser conquistador, organizador y negociador. Definitivamente conquistó
nuevos mercados en nuestro país. En primer lugar podemos considerar su
participación en el mercado de dinero de la ciudad de México. Como lo
señala la historiografía y como se demostró a lo largo de este artículo, Bermejillo fue uno de los principales banqueros de la capital mexicana. Tanto
los particulares como los diferentes gobiernos en turno, recurrían a él para
solicitar créditos.
Fue organizador en el sentido que supo administrar su dinero y decidir
a quién prestarle y en dónde invertir. Y fue negociador al momento de
establecer las condiciones bajo las cuales otorgaba préstamos o realizaba
operaciones mercantiles. Esta medida le ofreció importantes ganancias.
Pero Bermejillo también conoció el fracaso. Recordemos que perdió
la propiedad que había adquirido, a través de la compra de una hipoteca,
de una casa que formaba parte de los bienes de la Iglesia. Durante la guerra de
los tres años le apostó al gobierno conservador sin saber que perdería su
dinero y el bien inmueble.
Sin embargo, ese trago amargo no lo detuvo pues, siguió con sus operaciones mercantiles y financieras en nuestro país. Considero que rompió
con el estereotipo del agiotista y fue más allá, convirtiéndose en un verdadero empresario, al aprovechar las oportunidades que la coyuntura política
y económica de cada momento le presentó. Así, se hizo de varias haciendas
y de una fábrica. Con esta medida, infiero que disminuyó sus costos, pues se
convirtió en productor de azúcar y textiles, productos que comercializaba a
través de su firma mercantil Bermejillo y compañía.
Otro elemento que me parece importante rescatar es su iniciativa para la
formación de nuevas empresas pues, como vimos, fue uno de los pioneros
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
79
en la constitución de compañías de seguros contra incendios y sobre la vida.
En este negocio juntó su capital con el de otros comerciantes-banqueros de
la época, como fueron Cayetano Rubio o la familia Escandón.
Finalmente, el estudio sobre la labor económica de Pío Bermejillo e Ibarra en nuestro país, no está agotado. Este trabajo es sólo una primera aproximación, por lo que sigue abierta la puerta para futuras investigaciones.
Fuentes consultadas
Archivos
Archivo Histórico de Notarías de la Ciudad de México (AHNCM)
Hemerografía
El Universal, Distrito Federal, 1854.
El Siglo Diez y Nueve, Distrito Federal, 1855.
La Sociedad, Distrito Federal, 1865.
Bibliografía
Bazant, Jan, Los Bienes de la Iglesia en México, 1856-1875. Aspectos económicos y
sociales de la revolución liberal, México, El Colegio de México, 1995.
Beato, Guillermo, “La casa Martínez del Río: del comercio colonial a la
industria fabril. 1829-1864”, en Ciro Cardoso, Formación y desarrollo de
la burguesía en México. Siglo XIX, México, Siglo XXI Editores, 1987, pp.
58-107.
Carasa Pedro (dir), Elites castellanas de la Restauración. Diccionario biográfico de
Parlamentarios, Castellanos y Leoneses (1876-1923), Junta de Castilla y León,
Consejería de Educación y Cultura, España, 1997, t. I, pp. 154-155.
Cárdenas, Enrique, Cuando se originó el atraso económico de México. La economía
mexicana en el largo siglo XIX, 1780-1920, Madrid, Biblioteca Nueva/Fundación José Ortega y Gasset, 2003.
Falcón, Romana, Las rasgaduras de la descolonización. Españoles y mexicanos a
mediados del siglo XI, México, El Colegio de México, 1996.
80
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
García López, José Ramón, “El sistema bancario español del siglo XIX: ¿una
estructura dual? Nuevos planteamientos y nuevas propuestas”, en Juan
Hernández Andreu y José Luis García Ruíz (comps.), Lecturas de Historia
Empresarial, Madrid, Civitas, 1994, pp. 377-399.
Gómez Prieto Julia, Balmaseda. S. XVI-XIX. Una villa vizcaína en el Antiguo
Régimen, Bilbao, Diputación Foral de Biskaia, 1991.
González Orea Rodríguez, Tayra Belinda, “Redes empresariales y familiares
en México: el caso de la familia Bermejillo, 1850-1911”, tesis de maestría
en historia, UNAM, 2008.
Guevara Sanginés, Margarita, “Nuevas directrices durante los años de la
Reforma. 1850-1863. Presentación”, en Leonor Ludlow (coord.), Los
Secretarios de Hacienda y sus proyectos. (1821-1933), México, UNAM, t. I, 2002,
pp. 307-314.
Huerta María Teresa, “Isidoro de la Torre: El caso de un empresario azucarero, 1844-1881”, en Cardoso Ciro, (dir.), Formación y desarrollo de la
burguesía en México. Siglo XIX, México, Siglo XXI Editores, 1978, pp. 162178.
Ibarra Bellón, Araceli, El comercio y el poder en México, 1821-1864. La lucha por
las fuentes financieras entre el Estado central y las regiones, México, FCE/Universidad de Guadalajara, 1998.
Maillefert, Eugenio, Directorio del comercio del Imperio Mexicano para el año de
1867, (ed facs.), México, Instituto Mora, 1992.
Marichal, Carlos, “Obstáculos para el desarrollo del mercado de capitales
en el México del siglo XIX”, en Jorge Silva Riquel, Juan Carlos Grosso
y Carmen Yuste (comps.), Circuitos mercantiles y mercados en Latinoamérica.
Siglos XVIII-XIX, México, Instituto Mora/Instituto de Investigaciones
Históricas-UNAM, 1995.
Meyer Rosa María, “Los Beistegui, especuladores y Mineros, 1830-1869”,
en Cardoso Ciro, (director) Formación y desarrollo de la burguesía en México.
Siglo XIX, México, Siglo XXI Editores, 1978, pp. 109-139.
Oyarzabal Salcedo Shanti, “Gregorio Mier y Teran en el país de los especuladores. 1830-1869”, en Cardoso Ciro, (director) Formación y desarrollo
de la burguesía en México. Siglo XIX, México, Siglo XXI Editores, 1978, pp.
140-161.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
81
Pittman, K. Dewitt, Hacendados, campesinos y políticos. Las clases agrarias y la instalación del Estado oligárquico en México, 1869-1876, México, FCE, 1994.
Sánchez Rangel, Oscar, La empresa de minas de Miguel Rul (1865-1897). Inversión nacional y extracción de plata en Guanajuato, México, Ediciones La Rana,
2005.
Sánchez Santiró, Ernest, Las alcabalas mexicanas (1821-1857). Los dilemas en la
construcción de la Hacienda Nacional, México, Instituto Mora, 2009.
Sombart Werner, El Burgués: Contribución a la historia espiritual del hombre económico moderno, Madrid, Alianza Editorial, 1972.
Tenenbaum, Bárbara, México en la época de los agiotistas, 1821-1857, México,
Fondo de Cultura Económica, 1985. (El lugar de edición es México)
Trujillo Bolio Mario, “La fábrica La Magdalena Contreras (1836-1910). Una
empresa textil precursora en el valle de México”, en Carlos Marichal y
Mario Cerruti (comps.), Historia de las grandes empresas en México, 18501930, México, Universidad Autónoma de Nuevo León/FCE, 1997, pp.
245-274.
82
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
FOTOGRAFÍAS DEL ZAPATISMO EN LA PRENSA
MÉXICO ENTRE 1910 Y 1915*
DE LA CIUDAD DE
Ariel Arnal**
I. Una manera de escribir la historia: antes del mito
Teatrillos de utilería
Detrás de esos turbios cristales
Hay una sala sombría:
Paraísos artificiales
Raúl González Tuñón, Eche veinte centavos en la ranura, 1926
Cuenta una vieja historia popular española que, corriendo el reinado de
Carlos V, fue detenido en Sevilla un morisco delatado ante la Inquisición.
El cargo del que se le acusaba era grave, practicar el islam clandestinamente. La condena mínima que se podía esperar eran veinte años de galeras.
Llegada la hora del juicio, la prueba que se presentó para sostener el cargo
de herejía fue su manta de cuero abandonada en el bosque. Aquella prenda
llevaba las marcas requeridas por la justicia de entonces para identificar a los
moriscos: círculos de tela cosidos sobre sus ropas, similares a los que años
atrás portaban sus hermanos de desgracia, los judíos. Ante la grave acusación de abandonar la religión única y verdadera para retomar la fe sarracena,
cuya prueba había sido abandonada con tal propósito en el bosque, el juez
a cargo de impartir la ley dictaminó lo siguiente: que la manta en el bosque
sólo indicaba que había sido abandonada, sin que ello probara las razones
de por qué se encontraba allí. Asimismo, añadía que si practicar el islam
clandestinamente en casa era algo común entre los moriscos, no probaba
* Con la autorización del autor, se reproducen aquí los primeros dos capítulos del libro, Atila
de tinta y plata. Fotografías del zapatismo en la prensa de la ciudad de México entre 1910 y 1915 que será
publicado próximamente por el Conaculta-INAH.
** Profesor-investigador, Universidad Autónoma de la Ciudad de México;
[email protected]
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
83
que así fuesen absolutamente todos los cristianos nuevos. En definitiva, el
juez concluía que la manta sólo demostraba el descuido de su dueño, nada
más. Por ello, el morisco acusado de herejía sólo fue condenado a pagar una
leve multa por no portar sus señas obligadas.
A pesar de que el cuento del moro de Sevilla hace coincidir un par de
acontecimientos en realidad diacrónicos para así poder narrar la historia, en
el presente estudio sucede algo similar a la moraleja de la leyenda. En un
principio, mi intención fue identificar y analizar la percepción de la población de la ciudad de México ante la fotografía publicada del movimiento
zapatista. Por un buen tiempo no renuncié a buscar la metodología adecuada para lograrlo. ¿Cómo se puede obtener información sobre la percepción de un público mayoritariamente analfabeto, mestizo e indígena? Roger
Chartier se aproxima a esto en el estudio de la Francia de los siglos XVI al
XVIII, pero además de no contemplar –por razones obvias– las diferencias
perceptivas entre indio, mestizo y criollo, encontró fuentes fundamentales
para su investigación, como el fichero de una biblioteca o el archivo de un
censor, al tiempo que trabaja con algo que deja rastros por doquier, aparentemente rastros intranscendentes.1 Robert Darnton llevó a cabo algo similar, pero desde una historiografía que le precedía y le permitió identificar
con claridad las diferencias entre las diversas clases sociales que conforman
su particular historia de la percepción, a partir de algo en apariencia tan
inaprensible como el pensamiento.2
Pero es en la lectura de la obra de Peter Burke donde encontré un punto
de partida que me obligó a cambiar de rumbo aun antes de dejar el puerto.
Burke define la percepción que sobre sí mismas tenían las élites de Amsterdam y Venecia en el siglo XVIII.3 A partir de un simple esquema donde el
autor compara la manera en que ambos grupos de poder se ven a sí mismos,
surge entonces la solución teórica y metodológica del problema planteado
en la fotografía mexicana de principios de siglo. El dilema se resolvió modi1 Ver sus numerosos trabajos sobre la historia de la lectura, especialmente los ensayos reunidos
en El mundo como representación. Historia cultural: entre práctica y representación, así como El orden de los
libros. Lectores, autores, bibliotecas en Europa entre los siglos XVI y XVIII.
2 Robert Darnton, La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa, así como
The Kiss of Lamourette. Reflection in Cultural History.
3 Peter Burke, Amsterdam y Venecia. Estudios sobre las elites, siglo XVIII, pp. 56 y 57. Sirvió como
indicio de lo que podía encontrar en Burke su libro Hablar y callar. Funciones sociales del lenguaje a
través de la historia.
84
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
ficando la pregunta. Como la manta del moro de Sevilla, la fotografía sobre
zapatismo en la prensa de la ciudad de México no nos habla de la percepción que sobre ella tenía la población de la capital. No podemos exigirle al
objeto (la fuente, en este caso) que nos hable de lo que no sabe. En cambio,
si bien la fotografía publicada por la prensa capitalina no es “la percepción”
de la población de la ciudad de México, las imágenes de los diarios y revistas
ilustradas nos brindan indicios de cómo veía la prensa –o las élites a quienes
representaba– al zapatismo. Además, el discurso que se desprende tanto
de la manera en que se forma el diario, como de las propias imágenes que
se publican, permite vislumbrar, por una simple operación de espejo, cómo se
veían a sí mismas esas élites que hacían pública su opinión a través de los
medios de comunicación de que disponían.
Al hablar de “élites de la prensa”, me refiero a quienes, en diversos
momentos y circunstancias, conducían la línea editorial de los medios de
comunicación escritos en la ciudad de México. Pero, ¿por qué escoger la
prensa ilustrada de la ciudad de México? En primer lugar, recordemos que
ésta se distinguió durante el período revolucionario por su conservadurismo, lo que produce una visión claramente opuesta a la presunta percepción
gráfica que los zapatistas tenían de sí mismos. Con esto se evita, en la medida de lo posible, el acercamiento cómplice y autocomplaciente que hoy
en día rodea al imaginario colectivo sobre el zapatismo. Las razones de esto
último –la revalorización y sobrevaloración de la fotografía del zapatismo
de principios de siglo– hallan su origen en un largo proceso de negociación
simbólica que dura ya noventa años. La paz que se logró a partir de 1920
fue el inicio del traslado de las diferencias políticas a otros niveles que no
son los militares. Ello requiere la refundación de los símbolos nacionales y
por ende la negociación sobre cuáles son los que han de permanecer, en qué
medida y en qué circunstancias.
El lugar conseguido por los símbolos zapatistas en esta refundación nacional, otorga a la lectura que hoy hacemos de la fotografía del zapatismo de
principios del siglo XX un aire de inocencia y honestidad paradigmática. Ese
halo al que me refiero se deposita en las imágenes no como información
de punto de partida para la historia gráfica, sino como parte fundamental de
la iconografía contemporánea sobre el México actual. Intento por ello desprenderme de los prejuicios que sin duda existen sobre dichas imágenes. La
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
85
historia personal de cada historiador determina la elección de su objeto de
estudio y también determina la forma en que a él se aproxima. Por ende, no
sólo se torna fundamental contextualizar el momento histórico escogido,
sino también el propio, es decir, el lugar desde donde se hacen las preguntas. Era preciso entonces alejarme de una forma de percibir las fuentes que
me resultaba cercana, familiar y simpática. Por eso mi elección parte de la
prensa de la ciudad de México, prensa conservadora y crítica con el zapatismo, aun en los tiempos de la Convención.
Por otro lado, en los últimos años hemos sido testigos de la aparición de
serios estudios monográficos sobre fotógrafos vinculados con el zapatismo,
entre los que destaca la obra de Samuel Villela. Allí se encuentra el germen
de lo que puede ser el desarrollo de una mirada “zapatista” particular de la
Revolución. Sin embargo, esa mirada propiamente zapatista, esa opinión
gráfica suriana no alcanza a cruzar las fronteras del territorio zapatista, y
mucho menos tener una amplia difusión nacional. Es por eso que evaluar
la producción fotográfica (el “acto fotográfico”) con su publicación o no en la
prensa resulta fundamental.
Al respecto se puede decir que durante la segunda década del siglo XX la
prensa fundamental para el estudio tradicional de la Revolución mexicana
es eminentemente escrita, acompañada, a modo de ilustración de algunas
fotografías. Las imágenes publicadas en diarios como El Imparcial, El País,
El Diario del Hogar, etc., corresponden a fotografías con escasa información
gráfica. Además, por la premura de su publicación, y debido a los compromisos de la misma, estas imágenes corresponden a actos formales de Estado o, en el mejor de los casos, a la vida social de la aristocracia capitalina.
En ambos tipos de fotografía –la de acontecimientos de gobierno o la de
“sociedad”– la composición es clásica, acartonada y no hace más que repetir gráficamente lo que la nota escrita ya ha dicho.
En cambio, en los semanarios ilustrados, debido a su propia vocación
y dinámica informativa, suelen aparecer importantes reportajes gráficos de
actualidad política. El fotógrafo que vende su trabajo a la prensa semanal
suele tener tiempo para preparar reportajes que a veces le toman dos o
tres días. En un diario, ese tiempo invertido implica perder al menos dos o tres
días de salario, lujo que un fotógrafo de prensa de principios de siglo no se
puede permitir. Por otro lado, el propio formato de las revistas ilustradas,
86
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
como su nombre lo indica, privilegian la imagen sobre la nota periodística,
dejando el espacio del texto para artículos de opinión o de fondo. De esta
manera, encontramos en los semanarios ilustrados una buena fuente de
información gráfica, mucho más rica que la de los diarios.
De la elección de los semanarios ilustrados se deriva también, en parte,
la elección del período estudiado: 1910 a 1915. En primer lugar, el problema de las fuentes salta a la vista a la hora de acercarse a la hemeroteca. Si
bien los semanarios no suelen estar completos (se encuentra especialmente
escaso el año de 1914), éstos presentan un orden y cantidad considerable
respecto al período que sigue al gobierno convencionista. Sucede que las
revistas y semanarios que desde el porfiriato se publicaban regularmente, a
partir del año en que la crisis económica golpea de manera especialmente
dura a la ciudad de México (1914), buena parte de estos semanarios dejan de
publicarse definitivamente. Sólo Revista de Revistas seguirá imprimiéndose, y
de manera muy irregular. La prensa seguido durante estos primeros cinco
años del período revolucionario, es sustituida entonces por una pléyade de
periódicos que se publican penosa e irregularmente. Ello dificulta un seguimiento constante que permita obtener un mínimo de conclusiones generales para el período posterior a 1915.
Por otro lado, estos años coinciden con los mejores tiempos del movimiento zapatista, y por ello la prensa capitalina lo considera siempre como
una noticia. A pesar de que el frente del norte, el levantamiento de Orozco,
o la invasión de Félix Díaz, ocupen en algunos momentos la primera plana,
el zapatismo aparece constantemente, en mayor o menor medida. Cuando el
constitucionalismo se instala definitivamente en la ciudad de México, la
noticia la constituyen acontecimientos militares en el norte, así como las
reformas que el nuevo gobierno procura implementar. El zapatismo es desplazado al papel de nota roja, sin ninguna influencia en las decisiones del
gobierno.
Lejos de realizar una nueva biografía del movimiento zapatista o del
propio Emiliano Zapata, el presente estudio busca definir cuáles son los
elementos que conforman la imagen gráfica del zapatismo en los diarios de
la ciudad de México, así como examinar de qué manera estos elementos son
utilizados por dicha prensa. De este modo se pretende analizar, a partir de
la deconstrucción de sus partes, lo que he denominado el “tipo fotográfico
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
87
zapatista” en la prensa capitalina. ¿Cuál ha sido entonces el punto de partida
para identificar esos componentes gráficos? En primer lugar, es importante
destacar que dichos elementos se refieren más a conceptos que a términos
básicos desde el punto de vista lingüístico. Estos conceptos son por definición complejos (un “concepto” expresa una relación de “términos”) Por
ello, cada uno es analizado por separado. Asimismo, es necesario señalar
que si bien cada elemento es trabajado como concepto, éste se expresa
gráficamente en la fotografía. De otro modo la fotografía no habría constituido el medio de aproximación al tema y el “tipo fotográfico zapatista”
no existiría.
Ahora bien, por cuestiones metodológicas cada uno de los conceptos
–que en suma forman el “tipo fotográfico zapatista”– es trabajado individualmente. Sin embargo, resulta fundamental precisar que eso no significa
que la lectura final de una imagen no deba hacerse de manera integral. Con
ello quiero decir que el “descuartizamiento” de los elementos que conforman el modelo gráfico del zapatismo es tan sólo una herramienta de aproximación al sujeto de estudio. Para comprender en su totalidad qué es el
“tipo fotográfico zapatista” es necesario retornar a una lectura completa
de la imagen, donde se relacionen sus partes en distintos niveles jerarquizados verticalmente, pero también en mutua determinación paralela. La
fotografía, como cualquier discurso, ha de entenderse desde el conjunto.
La fragmentación –seductora metodología del XXI– sólo ha de servirnos
como vehículo de aproximación, nunca como fin. Es por eso que a veces
el análisis de la fotografía sobre el zapatismo, puede resultar en principio
reductor del discurso y aun con aire de fuerte determinismo. Sin embargo,
es necesario volver a la recomposición de los elementos analizados para
llevar a cabo una lectura idónea de la fotografía del zapatismo en la prensa
de la ciudad de México.
En suma, es necesario advertir que del mismo modo en que este trabajo no pretende constituirse en una biografía del zapatismo o de su caudillo, tampoco será un recuento de la Revolución desde el campo zapatista.
Así como John Womack y Samuel Brunk se han acercado al tema desde
la biografía de Emiliano Zapata, también desde sus orígenes como movimiento social, o desde su desarrollo como movimiento armado, existen ya
excelentes análisis; me refiero al estudio de Jesús Sotelo Inclán y a la cró88
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
nica de Gildardo Magaña respectivamente. Por ello no se ha recurrido a la
crónica-resumen de la Revolución mexicana ni del movimiento zapatista.4
El estudio de la imagen zapatista en este trabajo pretende ser dinámico en
lo que al análisis de conceptos se refiere, pero no así en lo que al recuento
cronológico respecta. De ese modo no se encontrará aquí una crónica de la
imagen zapatista entre los años 1910 y 1915.
Por otro lado, los términos que servirán para acercarse a una cosmovisión de la mesa de redacción de los distintos diarios capitalinos, serán
tratados desde dos perspectivas opuestas. Así, a una serie de términos y conceptos desvalorizadores del zapatismo, se opone otro tipo de términos que
en la época están cargados de elementos positivos. Revolucionario, justicia,
progreso, son conceptos que funcionan en un doble sentido: en primer lugar
resultan ser adjetivos calificativos positivos; pero además, son también el
parámetro que permite construir objetividad y veracidad.5 Es por ello, por el
papel de concepto-oposición que juegan frente a los adjetivos “descalificativos” asignados al zapatismo, que será necesario analizarlos e identificarlos.
Pero el trabajo de análisis e identificación no se dirigirá a la noticia escrita,
sino a la imagen del diario. Es difícil encontrar en el diario imágenes opuestas de manera evidente en un mismo reportaje; sin embargo, es plausible
hacerlo a partir la diagramación del impreso. En la formación de la plana es
donde se puede encontrar esa oposición de conceptos en voz de la imagen.
Es precisamente hacia allí a donde se dirigirá el estudio de los términos y
conceptos positivos.
Se analizarán estos términos a partir de lo que ya se ha escrito, es decir,
la bibliografía existente sobre el movimiento zapatista servirá de punto de
partida en dos sentidos. En primer lugar, se identificará cómo utilizan esos
mismos términos quienes ya han escrito sobre el tema. En segundo lugar,
4 Esta manera de acercarse al sujeto de estudio no presenta, por otra parte, novedad alguna.
Sirva de ejemplo el excelente trabajo de Le Roy Ladurie, El carnaval de Romans. De la Candelaria
al miércoles de Ceniza. 1579-1580; publicado por primera vez en París por Gallimard, en 1979. A
lo largo de su extenso análisis de los sucesos que culminaron en la matanza del carnaval en la
villa francesa de Romans, el autor nunca “describe” qué sucede exactamente en el carnaval, y de qué
manera se lleva a cabo la matanza. Por otro lado, respecto a la historia gráfica, este tipo de
narración es común en la cinematografía, especialmente en el género policiaco.
5 La objetividad para las corrientes historiográficas que beben de la Escuela de Frankfurt se
construye desde la definición y contextualización espacial y temporal de adjetivos y oraciones.
Una vez definido el marco de estudio a partir de los adjetivos escogidos, se puede construir una
veracidad (como narración coherente), que no necesariamente ha de ser verdadera.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
89
examinando su marco teórico, se podrá descubrir cuál es la carga ideológica o moral depositada por los autores en cada trabajo y desde dónde se
posicionan frente al acontecimiento histórico: el movimiento zapatista y su
vinculación con la Revolución mexicana. De este modo, se tomará lo que
resulte pertinente para el tipo de análisis que se pretende llevar a cabo. Esto
me permitirá entonces construir no sólo un punto de partida propio, sino
también fijar los límites en el análisis de la imagen gráfica.
II. La fotografía de prensa durante el porfiriato y la revolución
A finales del siglo XIX, la fotografía en México salió del estudio a la calle para de este modo abrir paso a lo que posteriormente se denominaría
fotografía documental. El desarrollo de la técnica fotográfica permite al
fotógrafo moverse con más facilidad en el exterior del estudio. La aparición
de placas de película sensible seca –ya sea en cristal o en soporte de nitrocelulosa flexible– arrincona definitivamente al complicado dispositivo que
exigía realizar la toma fotográfica con la película sensible aún húmeda.6 Al
mismo tiempo, el cambio en el traslado de la copia directa desde el negativo
al papel (es decir, sin ampliación óptica), por el del trabajo a partir de la caja
de luz de la ampliadora, permitió reducir el tamaño del negativo, y por tanto
de la máquina fotográfica. Ambas cosas –la utilización de negativo seco y la
reducción considerable del tamaño de la cámara–, otorgan más libertad al
fotógrafo para realizar su trabajo. La primera consecuencia es salir a la calle
a buscar, in situ, los temas que se captan en el estudio delante de un tinglado
que reproduce de modo convencional (que no convincentemente) cualquier
paisaje o situación.
Desde el siglo XVIII, el desarrollo litográfico de los “tipos sociales” en
Europa corresponde a la necesidad de identificar, catalogar, ordenar y jerarquizar a los distintos grupos que conforman la sociedad. Esta necesidad
es la consecuencia natural del espíritu ilustrado, donde el reconocimiento
de la individualidad pasa por su correspondencia en el “catálogo general” de
individualidades que significa la colección de tipos sociales. Para el caso
6 Mary L. Ritzenthaler, et al., Archives and Manuscripts: Administration of Photographic Collections, p. 18.
90
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
mexicano, a finales del siglo XVIII y a todo lo largo del siglo XIX, se plasman en imágenes (acuarelas, litografías y aun óleos) los denominados “tipos
populares mexicanos”. Es interesante advertir que el desarrollo de estos
“tipos populares” se debe principalmente a la intervención de artistas viajeros europeos. Linati, Rugendas, Waldeck, Nebel, Hegi entre otros son los
pioneros en este sentido.
F. Waldeck, Mayordomo, 1838,
En Voyage pittoresque et arqueologique dans la province d’Yucatan, AGN.
Lo que tradicionalmente se denominó el descubrimiento de la riqueza popular mexicana por los extranjeros, no es más que lo que Xavier Moyssén
denomina “el descubrimiento de la realidad mexicana”.7 A ello, añado que
no es cualquier realidad mexicana, sino esencialmente la re-construcción
visual y conceptual de una identidad –la de las élites–, a partir de una marcada diferencia de clase “visualmente reconocible”. Esto significa que la
aristocracia mexicana del siglo XIX construye su identidad nacional a partir,
entre otras cosas, de la omisión.8 Con ello quiero decir que catalogar a la
sociedad hasta en sus más pequeños elementos (en cantidad, pero también
en calidad) define al mismo tiempo lo que no es la aristocracia, esa clase
7 Xavier Moyssén, La pintura del México independiente en sus museos.
8 Francisco-Xavier Guerra, México: del Antiguo Régimen a a la Revolución I, pp. 329-334.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
91
dirigente que se debate en su definición como nación. Es lo que Guy Le
Gaufey denomina, a partir de un texto de Diderot sobre el teatro, “el espejo
de dos caras”:
Un mundo nuevo está naciendo y Diderot quiere apresurar el advenimiento de
la “tragedia doméstica burguesa”. Sus personajes serán entonces “el hombre
de letras, el filósofo, el ciudadano, el magistrado, el financista, el gran señor, el
intendente, el padre de familia, el esposo, la hermana, los hermanos, etc.”. En
resumen: se trata de producir un reflejo de la sociedad en lo que ella tiene de
más actual, privilegiando ahí el cuadro.9
Para a continuación comparar el acto teatral con la puesta en escena en el
plano gráfico –óleo para la época–, citando el propio texto de Diderot al
respecto: “[... ] el dramaturgo moderno preferirá sin dudar el cuadro, que es
“una disposición de sus personajes en la escena tan natural y tan verdadera
que, reproducida fielmente por un pintor [... ] gustaría en la tela”10
La fotografía, fiel heredera de la litografía del siglo XVIII y XIX y pocas
veces innovadora, procura reproducir en el estudio los tipos sociales antes
aludidos. Por eso, cuando la técnica le permite salir a la calle, el fotógrafo
busca los modelos sociales en su contexto. Reproduce así a cada uno de los
miembros más representativos de la escala social, pero siempre respetando
la convención iconográfica definida desde las élites. Esa convención visual
no sólo define más allá de la mera plasmación gráfica lo que debe ser cada
uno de los individuos retratados, sino que expresa de manera explícita los
límites sociales de cada uno de ellos.
Pero el largo período de ensayo del retrato de estudio no desaparece
del todo. Es más, se diversifica y perfecciona a partir de la experiencia de
la calle, al tiempo que coexiste con la fotografía documental de los “tipos
fotográficos” en el exterior del estudio.11 En México, durante la segunda
mitad del siglo XIX, un ejemplo importante de ello lo constituyen los so9 Guy Le Gaufey, El lazo especular. Un estudio transversal de la unidad imaginaria, p. 210.
10 Diderot, Paradoxe sur le comédien, citado en Le Gaufey, op.cit., p. 211.
11 Deborah Dorotinsky ha estudiado en profundidad este tema, dedicándose particularmente
–aunque no exclusivamente–, a la fotografía antropológica de la segunda mitad del siglo XX.
Para el presente estudio, han sido iluminadoras dos obras suyas, a saber, “Los tipos sociales
desde la austeridad del estudio”, en Alquimia, núm. 7:21, mayo-agosto de 2004, así como el
92
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
cios Cruces y Campa.12 Sin embargo, si bien en la fotografía de los tipos
sociales el fotógrafo suele dominar paulatinamente el dispositivo que rodea
al modelo, no siempre sucede así. El retrato de políticos o familias acomodadas continúa siendo un dispositivo controlado en buena medida por el
sujeto fotografiado, al tiempo que busca resaltar todo lo que es negado en
la fotografía de tipos sociales; la individualidad y univocidad del personaje
plasmado en el papel sensible.
La conjunción de ambas formas de retratar la sociedad –los tipos fotográficos y el retrato de alta sociedad– introducirá los primeros años del aún
muy experimental fotoperiodismo. Es aquí donde las características técnicas y compositivas experimentadas por la fotografía documental permitirán
acercarse a cierto tipo de eventos públicos de la alta sociedad. Es, entonces,
en el fotoperiodismo de finales del siglo XIX donde se conjuga lo público
y lo privado. Los actos privados de la alta sociedad –bodas, inauguración
de actos oficiales, la moda, la beneficencia y cierto tipo de diversiones–se
tornan públicos en manos de la fotografía documental y de su publicación
en los diarios.
El tipo fotográfico
Como consecuencia del romanticismo de finales del siglo XVIII y hasta la
segunda mitad del siglo XIX, tanto en Europa como en América, las élites
gobernantes buscan formar la identidad nacional a partir de la recuperación
de la supuesta autenticidad de las características de los pueblos.13 En la
literatura, la pintura, el grabado y posteriormente en la fotografía, se busca
acuñar, a modo de coleccionismo de características populares, la identidad
común a una nación.
La recuperación o formación de esa manera de ser y parecer, común a
todos los habitantes de la nación, se realiza por medio de una catalogación
manuscrito “El corazón de las tinieblas en la Selva Lacandona”, proyecto de investigación en el
Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.
12 Patricia Massé, Simulacro y elegancia en tarjetas de visita. Fotografía de Cruces y Campa.
13 E. P. Thompson, Costumbres en común, capítulos primero y segundo en particular: “Costumbre
y cultura”, así como “Patricios y plebeyos”. El surgimiento del folklorismo se debe, según
Thompson, a la disociación de la cultura común a una nación o pueblo entre clases altas y
populares; “patricios y plebeyos”.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
93
exhaustiva de las unidades fundamentales que posteriormente, por medio
de la suma, formarán el conjunto denominado nación. El método para ello
se aplica en dos sentidos. En primer lugar, se recolectan en el campo, en la
ciudad, en los barrios bajos y en los espacios públicos, las imágenes representativas de los segmentos sociales –a modo de estamentos– que conforman el variado conjunto nacional. Pero esa variedad tiene un límite; la síntesis de los caracteres nacionales obliga a la exclusión de la individualidad.
La taxonomía social en oficios (entendiendo como tal la forma de ganarse
la vida) conduce necesariamente a la exclusión de las características particulares de cada individuo –su personalidad– y obliga a llenar el espacio dejado
por esa exclusión con atributos generales y siempre iguales que permitan la
identificación del oficio. En segundo lugar, y en sentido inverso a la recolección de los tipos nacionales, se utilizará dicha catalogación a modo de
ejemplo social. Es en ese vasto inventario social donde deben reconocerse
los individuos, cercanos de alguna manera a algún oficio. Alejarse de ellos
implica alejarse de los valores nacionales y por tanto de la conformación de
la identidad nacional. Por ello, el fin de la amplia catalogación social no es
meramente acumulativo, sino esencialmente ejemplificante.
Se asume entonces que la nación está formada por la variedad de sus
oficios y la particularidad de sus elementos identificatorios. La forma de
ganarse la vida (aun de la vagancia, el “lépero” para el siglo XIX mexicano)
es la medida de todas las cosas. El trabajo y el esfuerzo, aun de los más
humildes, es la base que permitirá el progreso de la nación. Es por ese medio –el trabajo– que se conforman los caracteres generadores de cualquier
nación. Los pueblos ociosos carecen de identidad nacional, precisamente
por su desapego al motor del progreso y la civilización. Sólo el camino recto
hacia la civilización permite el desarrollo y consecución de una identidad
nacional.
Si la suma de oficios conforma la identidad nacional, se precisa entonces
documentar, archivar y clasificar las distintas formas de ganarse la vida. El
coleccionismo de “los caracteres nacionales” y su consecuente taxonomía
conducirán a la vasta producción de obras de todo tipo. La literatura aportará un cuerpo importante de cómo es y cómo debe ser el ciudadano según
sus particulares características de origen, pero también, en qué forma se
constituye un miembro más de la nación. No sólo la novela, sino también el
94
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
cuento, serán parte decisiva de la definición bien estructurada de la sociedad
nacional.
A medida que el siglo XIX se acerca al XX, el concepto de tipo fotográfico
va sufriendo una evolución hacia una definición más compleja. Si el catálogo original pretendía ser ejemplar a partir de retratar las virtudes nacionales,
en la tercera mitad del siglo XIX se añade, a manera de símbolos duales, el
contrario de esas virtudes. Entran entonces en juego los retratos sociales
del bandido, el “lépero” (de forma más desarrollada que cuando constituía
la excepción a los oficios a principios del siglo pasado), el borracho, etc.
Para la fotografía en México, se añade también algo que los ilustradores
extranjeros ya habían tomado en cuenta durante todo el siglo pasado: las
diversas etnias indígenas de la república.
Para la exposición iberoamericana realizada en Madrid en 1892, se clasificaron por primera vez las diversas etnias de la República Mexicana y
las del territorio estadounidense fronterizo con México.14 Fue la primera
vez en la fotografía mexicana sobre indígenas en que se particularizó su
pertenencia étnica, más que su oficio. Si bien de alguna manera el indígena
o mestizo ya había sido incluido en la taxonomía nacional de los tipos fotográficos, esta inclusión se había llevado a cabo a partir de los oficios que
realizaba (generalmente en la ciudad de México), y no de su procedencia
cultural. El cambio en la percepción del indígena por parte de los fotógrafos no ampliaba las características del tipo fotográfico, sólo cambiaba el
objetivo de enfoque. Asumir ahora al sujeto fotografiado como indígena y
no –por ejemplo– como aguador indígena, respondía a la misma estructura
antigua del concepto de tipo fotográfico. La síntesis necesaria que conlleva
el concepto de tipo fotográfico no variaba aquí en lo absoluto. La personalidad del sujeto fotografiado que había sido sintetizada en su momento como
ejemplar de un oficio, cambiaba ahora su vestido para convertirse, a modo
de disfraz de carnaval, en otro personaje, igualmente sintetizado.
Sin embargo, la importancia de añadir el tipo “indígena” reside en la
suma cuantitativa de tipos, no en el cambio del concepto. Si el oficio es por
14 Luis Gerardo Morales, Orígenes de la museología mexicana. Fuentes para el estudio histórico del Museo
Nacional, 1780 - 1740, p. 158.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
95
Carbonero indígena
Cruces y Campa, c. 1870, Fondo Cruces y Campa, FINAH 453788.
su propia naturaleza una característica que se aprende, y por lo tanto se “hace”,
la característica de indígena es algo con lo que se nace, uno no se “hace” indio, sino que “es” indio. Pero a pesar que desde finales del siglo XX esta
diferencia sea socialmente clara, recordemos que para el antiguo régimen
el oficio se hereda, no sólo desde el punto de vista estrictamente utilitario
(aprender a utilizar correctamente las herramientas), sino que la inmovilidad
social marca conceptualmente al individuo, es decir, se nace con el oficio
del padre. Es por eso que la transposición del oficio a la etnia resulta fácil,
sin mudanza de lo que significa el concepto de tipo social. Para el caso que
nos ocupa, el movimiento zapatista, la inclusión de este tipo fotográfico en
el catálogo formativo de la identidad nacional resultará definitivo.
El certificado de individualidad
Al momento de nacer la fotografía, la gente reconoce que la imagen que
aparece en el papel sensible es un retazo de la realidad. De aquí se desprenden varios asuntos: la fotografía como testigo de la realidad –y por tanto
prueba de la verdad–, y como un espejo de esa realidad. No es lo mismo
un trozo de realidad que el espejo de la misma. Veamos en primer lugar,
la fotografía como prueba tangible de lo que ha sucedido. Para asumir que
96
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
la fotografía es testigo y prueba de la realidad primero es necesario admitir
que ésta es cognoscible y además que ese conocimiento es objetivo en el
sentido positivista del término, es decir, existe sólo una, y nada más que
una realidad. En segundo lugar, la fotografía entendida como un espejo, es
decir, ese abogado de la realidad, en virtud del cual se obtiene un certificado
de veracidad. El certificado no es el testigo, sino la convención y acuerdo
sobre la testificación. Pero, como ya se ha adelantado, la utilización de la
imagen positiva del papel sensible puede obrar en dos sentidos aparentemente inversos. Es precisamente a partir de este certificado de autenticidad
que expide la imagen fotográfica que la fotografía se constituirá en elemento importante de diferenciación social. Así como la fotografía homogeneiza
sectores de la población por medio de los tipos fotográficos, también resalta la individualidad de ciertos personajes de la sociedad. La alta sociedad
porfiriana recurrió a la fotografía para retratar no ya su pertenencia a algún
tipo fotográfico (la homogeneización es entonces exclusividad de las clases
populares), sino para exclamar que son individuos excepcionales.
El valor testimonial de la imagen fotográfica permitía algo sumamente
importante para establecer la diferencia: dar cuenta de quién y cómo era el
individuo. La individualización por encima de la masa era ya posible gracias
a la fotografía. Si bien la imagen que aparecía en el papel no era la persona,
ésta podía recurrir a aquélla para afirmarse en su identidad. Saber quién y
en qué circunstancias se era, resultaba imprescindible en una sociedad que
tendía a la generalización de la norma de comportamiento (por tanto, de la
identidad) pero que a la vez requería la interiorización individualizada de dicha norma. El “presentarse” por medio de una imagen no sólo era un grito
de imposición de jerarquías, sino que desplazaba la identidad del individuo
a un trozo de papel sensibilizado. La opinión y la personalidad no resultan
ya “objetivas”, es necesario afirmarse socialmente por medio de este certificado de persona respetable que representaba la imagen fotográfica. Era entonces por medio del dominio de los elementos del dispositivo fotográfico,
del modo de producción de la fotografía, que los poderosos del porfiriato
obtenían lo que deseaban. Fueron ellos los que dictaron los cánones de
pose, conducta y ambientación en el retrato fotográfico.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
97
José Rincón Gallardo y Pedro Valle
Cruces y Campa, c. 1868, Fondo Cruces y Campa, FINAH 453710.
El porfiriato y el fotoperiodismo
La fotografía publicada en revistas y periódicos durante el porfiriato, desde
la perspectiva del fotógrafo, se divide básicamente en dos: los fotógrafos
de estudio que por alguna razón venden copia de sus fotografías al diario,
y los fotógrafos a sueldo de los propios diarios. Los primeros gozan de un
reconocimiento social que casi los iguala con los retratistas del pincel.15 El
archivo de negativos que este grupo de fotógrafos poseía, en virtud de su
trabajo especializado en retratar a las clases altas, les permitía obtener ingresos extra ante la necesidad de los diarios de publicar imágenes de algún individuo importante o de su familia. El crédito en el diario de estos fotógrafos
estaba asegurado, ya que de no hacerlo, se corría el riesgo de perder una rica
fuente de imágenes, como eran los archivos de los prestigiosos estudios de
la calle entonces llamada de Plateros.16
15 La pugna entre retratistas de pincel y retratistas “mecánicos” no terminará sino hasta el
primer tercio del siglo XX. Si bien la reputación de los fotógrafos de estudio era alta y éstos
trataban permanentemente de igualarse a los pintores, buena parte de la sociedad (incluyendo,
desde luego, a los estudiantes y profesores de la Academia de San Carlos) los consideraba sólo
como técnicos especializados.
16 Hoy Madero. Al respecto, se puede consultar el directorio que publica Rodríguez, “Plateros,
la calle de la fotografía”, en Luna Córnea, núm. 8, 1995.
98
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
En cambio, los fotógrafos que laboraban bajo sueldo para el diario recibían una paga y trato similar al de los tipógrafos.17 El crédito no existía
salvo en muy contadas ocasiones y las limitaciones en la profesión eran
múltiples. El material solía pertenecer al diario (placas, cámara, laboratorio),
así como los negativos expuestos eran también propiedad del diario. Ambas
cosas limitaban considerablemente el número de negativos que se podían
exponer en una orden en concreto, por lo tanto, la experimentación fotográfica prácticamente no existía.18 La limitante en el material consistía en no
exponer más de dos o tres placas por orden. Esto obligaba al fotógrafo a
obtener imágenes que sin duda alguna serían publicadas, es decir, imágenes
convencionales que estuvieran acorde con la política editorial. La consecuencia directa era un estilo acartonado y absolutamente neutro cuando se
retrataba a personajes relevantes políticamente hablando.
Sin embargo, los fotoperiodistas de entonces gozaban de una ventaja
que el fotógrafo de estudio no tenía: la posibilidad de fotografiar temas
distintos al retrato de estudio, al paisaje meditado o a los tipos fotográficos construidos. El mundo temático de los fotoperiodistas se extendía,
paradójicamente, como una frase negativa: todo lo que no sea el estudio y
el paisaje. La construcción del ferrocarril, el canal del desagüe de la ciudad
de México, las fiestas de la alta sociedad, las manifestaciones religiosas, los
mercados, la vida diaria. Todo ello estaba considerado por los fotógrafos
de estudio tema de segunda calidad frente al retrato de políticos, industriales y sus allegados. La “gente de sociedad” y los “tipos populares” respondían a una jerarquía del mismo modo que sus autores gráficos.19
De cualquier manera, la fotografía que finalmente era publicada en los
diarios de la capital respondía a una visión optimista de la sociedad. La
construcción del progreso de la nación y sus resultados inmediatos eran
fotografiados para documentar el crecimiento nacional. El espejo era precisamente esa documentación; la intención era provocar la exclamación: “¡así
somos!”. A la interpretación editorial de lo que era el progreso nacional, le
17 Se pagaba entonces por fotografía publicada.
18 La “orden” es el objetivo a cubrir, es decir, la noticia. El promedio de órdenes cubiertas por
un fotógrafo, era entonces (y sigue siendo) de cinco a ocho órdenes por día.
19 Flora Lara Klarh, Jefes, héroes y caudillos, p. 101. Edición de una selección de fotografías del
Fondo Casasola de la Fototeca del INAH, con texto de Lara Klarh.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
99
José Yves Limantour visita las obras del Lago
Agustín Víctor Casasola, Bosque de Chapultepec, c. 1910, Fondo Casasola, FINAH 19923.
acompañaba el responsable de ello, la alta sociedad latifundista e industrial.
Este tipo de fotografía que actualmente se considera “fotografía de sociales”, era entonces lo que de alguna forma constituía la fotografía política.
Si las imágenes de políticos inaugurando instituciones de salud mental, proyectos de ingeniería, así como fiestas patrióticas pueden actualmente ser
consideradas como fotografía política; también puede serlo la vida privada
de esos mismos políticos, hecha pública por intermediación del diario. Resultaba sumamente importante aparecer en la plana del diario al costado del
Presidente de la República en la kermés del fin de semana, y no al final de
una larga cola de besamanos. Para entonces, la imagen pública de acontecimientos privados era ya cuidada en virtud precisamente de su valor como
mensaje político.
Como ya se ha dicho, en los años de auge del porfiriato, la fotografía
política se produjo directamente desde el fotoperiodismo y jugó un papel
fundamentalmente legitimador del poder frente a sus gobernados. Si bien
la fotografía de Benito Juárez se distribuyó en cantidades inusitadas, sin
duda fue con Porfirio Díaz cuando la imagen fotográfica del hombre político pasó a formar parte –de manera totalmente consciente– del discurso
político propagandístico del nuevo siglo.20 Fue aquí, en Porfirio Díaz como
20 La fotografía de Benito Juárez en la presidencia en formato “carta de visita”, llega a las
veinte mil copias, según apunta Mraz, “Retrato de poder”, en Enfoque, pp. 10-14. A pesar de
que el poseer la imagen de Juárez constituye de suyo una consciente definición política de su
100
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
personaje, donde se conjugaron las virtudes técnicas del fotoperiodismo
documental con la expresividad artística (según la época) de los fotógrafos
de estudio. El tipo fotográfico se unió al retrato íntimo para añadir un tipo
fotográfico único y superior, el tipo fotográfico del propio Presidente de la
República. En efecto, a partir de entonces, y hasta la subida de Francisco I.
Madero al poder, la norma y las características fotográficas de cómo debía
ser el primer mandatario, permanecieron en el gabinete virtual como el
consejero de imagen ante la prensa capitalina.21
Tanto en la fotografía de la burguesía porfiriana y de los posteriores
gobiernos del período revolucionario, como en la fotografía del pueblo, los
personajes que allí aparecen toman su valor como individuos en función de
lo que les rodea; y lo que les rodea no es sólo el lugar físico en que aparentemente fue tomada la fotografía, sino la noticia en que la imagen se inserta:
la diagramación editorial y desde luego el lugar social, económico y político que la política editorial le otorga. La técnica editorial (desarrollada hoy
en día de manera soberbia) de una publicación regular permite redefinir y
tergiversar cualquier tipo de información. La fotografía no está de ninguna
manera libre de esto.
El desarrollo económico e industrial en México y en el mundo exigía ya
su propaganda y su vocero visual; hasta donde conocemos, serían esencialmente la empresa de los hermanos Agustín Víctor y Miguel Casasola, así
como la fotografía por encargo de Guillermo Kahlo. Sobre la fotografía de
Kahlo sólo se conserva lo que fue especialmente pagado por el gobierno
como parte de la documentación del patrimonio industrial y arquitectónico
nacional. Se desconoce lo que pudo haber constituido su personal estilo en
otras áreas, ya que buena parte del archivo personal fue destruido. Por ello,
desconocemos si su posición frente al régimen oficial fue de conformidad
o cuestionadora.
El caso de los fotógrafos Casasola es bien distinto, además de representativo de lo que era entonces un fotógrafo de prensa de vanguardia. El médueño, formalmente no deja de ser un retrato que en nada se diferencia de cualquier otro en la
burguesía nacional. La tan vendida “carta de visita” con la efigie de Juárez, no constituye aún un
modelo de tipo fotográfico presidencial.
21 Francisco León de la Barra continuaría sin modificar el tipo fotográfico “del presidente”
asentado por Porfirio Díaz, mientras que Francisco I. Madero sólo lo retocaría parcialmente.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
101
Submarinos: Montoriol A1 y C
Autor sin identificar, García A2, Barcelona, Unión Naval de Levante-Talleres Nuevo
Vulcano, 1925, col. particular.
rito más importante de los hermanos Casasola es haber fundado en México
en 1912 la primera agencia gráfica de prensa con características modernas
de comercialización. La compraventa de imágenes era su principal finalidad.
De ella surgirían las siguientes características: adquisición de negativos a fotógrafos ajenos a la agencia y estructuración de un archivo de cara a la venta
de imágenes para la prensa nacional y extranjera. El primer caso se constituía en algo bastante similar al plagio o el robo de los derechos de autor, ya
que en no pocos negativos del archivo el nombre original del autor aparece
borrado y sobrepuesto el de los Casasola. Hasta la fecha se han identificado
(no todos con nombre propio) más de cuatrocientos ochenta fotógrafos
ajenos a la agencia, o por lo menos al apellido Casasola.22 Es por esta razón
que la mayor parte del material con imágenes del zapatismo se encuentran
actualmente en el Fondo Casasola. Hugo Brehme es, junto con algunas imágenes de Francisco-Xavier Guerra, quienes se dedican a seguir al ejército
zapatista, sin embargo, estas imágenes aparecen catalogadas en el Fondo
Casasola. Sólo para el caso de Xochimilco, la entrevista entre Madero y
Emiliano Zapata en Cuernavaca, así como el gobierno convencionalista en
la ciudad de México; la autoría corresponde, efectivamente a los hermanos
Casasola, pero también a Abraham Lupercio, Garduño y Melhado entre los
22 Ignacio Gutiérrez Ruvalcaba, “A Fresh Look at the Casasola Archive”, en History of
Photography, núm. 20:3, otoño de 1996, pp. 191-195.
102
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
más importantes. La gran mayoría de las imágenes publicadas entonces bajo
nombres ajenos a la agencia, se encuentran ahora en el Fondo Casasola de la
Fototeca del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Pero, ¿cuál era la posición de los hermanos Casasola ante los acontecimientos políticos de principio de siglo? Desde que el colectivo se creó al
final del porfiriato (en 1905, todavía sin el sello comercial de “agencia”), se
dedicó a documentar la línea de progreso y modernidad que el régimen precoPorfirio Díaz con la esposa del embajador alemán
Agustín Víctor Casasola, Hipódromo de Peralvillo, c. 1904, Fondo Casasola, FINAH 35383
nizaba. En todo momento la prioridad de los hermanos Casasola fue “estar
bien con el régimen”, cualquiera que éste fuera. Sus imágenes más conocidas durante el porfiriato son precisamente las que documentan la construcción e inauguración de obra pública (canal del desagüe de la ciudad de
México, ferrocarriles, etc.), así como eventos sociales de la burguesía y los
ministros de Estado. A partir del gobierno de Madero, y hasta el cardenismo, la agencia gráfica Casasola se constituyó definitivamente como la agencia de fotografía oficial; los retratos oficiales –certificados por el gobierno–,
así como las imágenes de prensa benévolas con el régimen (cualquiera que
éste fuera) surgían en su mayoría de la agencia Casasola.
La Revolución consolidó definitivamente el cambio de la fotografía documental. Aun los fotógrafos de estudio más respetables se vieron seducidos por los acontecimientos. La Decena Trágica fue el momento de auge de
este tipo de fotografía en la ciudad de México. La entrada de la Revolución
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
103
como caballo desbocado puso a prueba la destreza de los fotógrafos. Ya
fueran estos empleados de diario o fotógrafos de estudio, el tema a plasmar
en imágenes era el mismo: la violencia de la guerra civil. Fue entonces cuando el pueblo taxonomizado desde el siglo XIX recuperó su particularidad
como individuo diferenciado de su propio grupo.23 Si bien aún persistía
en buena medida la tendencia a hacer posar al sujeto fotografiado, éste ya
“negociaba” cuál debía ser la pose; la realidad y la premura del acto fotográfico obligaba al autor a disparar su cámara antes que estudiar la escena y su
contenido. De allí surgieron una serie de imágenes (especialmente de los fotógrafos Guerra y Osuna) que entonces fueron desechadas. El desenfoque
ante acontecimientos en movimiento, o la composición antiacademicista
de los personajes, evidenciaban las deficientes condiciones de la toma y
por tanto se consideraban “malas” fotografías. El cambio de paradigma en
el lenguaje fotográfico en la década de los treinta revalorizó este material
como fotografía moderna de guerra.
Decena trágica
Agustín Víctor Casasola, México, D.F., febrero de 1913. Fondo Casasola, FINAH.
23 Un caso interesante por contradictorio es el de C.B. Waite. Este fotógrafo es considerado
uno de los principales productores de “tipos fotográficos” previos a la Revolución. Sin embargo,
durante la Decena Trágica, su cámara se enfocó a documentar esencialmente la arquitectura
destruida por los combates, en lugar de retomar “sus” tipos fotográficos en situación excepcional.
Véanse al respecto los fondos C.B. Waite y Revolución de la Fototeca del AGN.
104
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
Perfiles
EDMUNDO O´GORMAN, SENTIDOS DE LA INVENCIÓN
Miguel Ángel Quemain*
PARA CONTINUAR CON LA CONMEMORACIÓN DE LOS OCHENTA AÑOS DEL
BOLETÍN DEL ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN PRESENTAMOS UNA PARTE
SIGNIFICATIVA DEL DIÁLOGO QUE EN 1993 MIGUEL ÁNGEL QUEMAIN SOSTUVO
CON EDMUNDO O´GORMAN, QUIEN TRABAJÓ A LO LARGO DE 14 AÑOS (19381952) EN EL AGN. O´GORMAN INGRESÓ A LOS 31 AÑOS EN ESTA INSTITUCIÓN
PRIMERO COMO INVESTIGADOR Y A LA MUERTE DE LUIS GONZÁLEZ OBREGÓN,
COMO JEFE DE LA SECCIÓN DE HISTORIA DEL ARCHIVO NACIONAL (VER MÁS EN
WWW.AGN.GOB.MX).
Edmundo O’Gorman (ciudad de México, 24 de noviembre de 1906/ 28 de
septiembre de 1995) es uno de los precursores mexicanos de lo que podemos
llamar un pensamiento complejo y de su afiliación a una objetividad que consiste en reconocer la posición desde la que el investigador realiza su trabajo,
un reconocimiento que alcanza al sentido mismo de la escritura como parte
de la objetivación de la subjetividad que define la tarea estética y ética del historiador. Entre otras, éstas son las líneas de indagación en este encuentro que
le debo al escritor Carlos Fuentes: “¡Vaya y pregunte a O’Gorman sobre el
sentido de la invención de América y se dará cuenta, en voz del historiador,
no del narrador, cómo se construye la verdad histórica!”
Con una puntualidad inglesa Edmundo O’Gorman nos abre su puerta
a las cuatro de la tarde a pesar de que media hora antes nos observaba
por la ventana, repasando un cuestionario enorme de preguntas que podían
alimentar una entrevista durante varios días.
Gabriela Bautista revisa la carga de su cámara y sonriendo seduce a
O’Gorman tan proclive a las sonrisas femeninas. Le estorbo a la fotógrafa
con comentarios que indagan en la cotidianidad del historiador: es una
década que propone muchos cambios pero en la que se vislumbran muchos
retrocesos, dice. Se acerca un fin de siglo, pero su anuncio tiene que ver con
* Director de Publicaciones y Difusión del AGN; [email protected]
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
105
Fotografía cortesía de Gabriela Bautista
dictados que sólo transcurren en el papel de aquéllos que tienen enorme
apego por las efemérides y que ven en la historia ciclos como si fueran
supersticiones que se cumplirán al modo de un dictado, de un presagio.
106
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
Las nuevas tecnologías, los celulares, el desarrollo de internet sólo
son medios donde circula la información por canales que transforman
el sentido del tiempo, con esas formas en las que uno se enteraba de los
acontecimientos. Hoy todo promete ser instantáneo. La circulación de la
información es más rápida que nuestra capacidad de hacer algo con ella.
Nos enteramos de las cosas de manera inmediata y actuamos sobre ellas
como si estuviéramos a fines del siglo XIX.
Gran parte de la producción literaria, me dice, se rendirá a los rigores
del mercado y suplementos, revistas y otras “publicaciones semejantes van
a pasar de la especialización a su cumplimiento con eso que llaman nichos
de mercado. Como todas esas revistas de derecho, contabilidad, turismo y
no están exentas algunas literarias como sucede en Europa que son revistas
boutique para promover a los autores de una casa editorial.
El próximo siglo será de cambios. Se le ha ofrecido tanto al sujeto
individual que la vida en pareja, la vida en comunidad, será uno de los
mayores desafíos. La vida en pareja enfrenta muchas mutaciones en México.
México es un país que se está europeizando en el peor sentido, sin las bases
económicas y de bienestar social. Cuando digo que se europeiza me refiero
al crecimiento de la indiferencia por los demás, a las jornadas extenuantes
de trabajo libre (free lance) con retribuciones económicas y en materia de
prestaciones muy poco favorables.
Le comento que los noventa parece ser la década de su consagración
definitiva. En todas partes lo reconocen, por donde quiera hay homenajes y
que justo hace unos meses sus propuestas sobre la Invención de América han
tenido una enorme difusión, más que entusiasta, han representado toda una
forma de concebir un continente.
Me dice: “hay en la ritualidad cultural mexicana la figura del homenaje,
puede ser previa o posterior a la degustación de la pieza elegida para el
carnaval. No creo mucho en los homenajes Como usted mismo me
comentaba sobre el caso de Monsiváis, coincido con la visión que me
comunica: siento que es demasiado pronto para hacerme un homenaje,
pero también demasiado tarde.
“Hay personas que han sido devotos seguidores de mi obra y mi
enseñanza, me sentiría muy injusto si digo nombres pero han mostrado
un interés por hacer extensivas mis ideas que si bien son mías también
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
107
podemos decir que son de un conjunto de historiadores que venimos desde
hace tiempo tras las mismas cosas: han estado generosamente interesados
por continuar una especie de línea de pensamiento, de interés que han
seguido y por fortuna diversificado.”
Se refiere a Patricia Galeana y Eugenia Meyer. Tras su muerte en 1995,
Patricia Galeana rindió varios homenajes a O’Gorman, expresamente en el
Boletín del Archivo General de la Nación donde publicó el autor durante 14
años y a través de reflexiones de colegas y amigos que hicieron un recuento
de sus aportes en el AGN y una valiosa reunión de sus trabajos. Casi 20
años después de este comentario la historiadora Eugenia Meyer, publica
un libro definitivo sobre la trayectoria del historiador, Imprevisibles historias,
Fondo de Cultura Económica, México, 2009, donde justamente incluye uno
de los textos fundacionales de la escuela de O’Gorman, considerado de una
capitalidad fecundante, “Fantasmas en la narrativa historiográfica”.
Con todo, O’Gorman no estaba de moda. El reconocimiento de
la Universidad Iberoamericana, como doctor honoris hausa en 1991, la
reedición ampliamente difundida de La Invención de América y sus libros en
el Fondo de Cultura Económica no habían colocado su figura en el orden
mediático. Esta entrevista se realizó justo un año después de los festejos
conmemorativos de los 500 años del “Encuentro de dos mundos”, para
otros, del “Descubrimiento de América”. Las visiones predominantes y los
festejos celebratorios tendieron a reducir la importancia y la necesidad de
la reflexión. O’Gorman, a pesar de que los ánimos celebratorios se habían
enfriado, echaba fuego por la boca.
Comenté esta entrevista con mi amigo Galo Gómez, encargado entonces
de la política editorial del suplemento La Jornada Semanal que dirigía Roger
Bartra y me dijo que “a Roger le interesaría ver la transcripción completa
de la entrevista e igual podríamos publicar una parte en la revista”. Bartra,
me comentó Galo, se había reunido con O’Gorman para conversar sobre El
Salvaje en el espejo, que había aparecido un año antes (1992) y le había conmovido
el interés de O’Gorman por ese libro. A tal grado se había prolongado
la conversación con el historiador que Bartra reconocería después que
las visiones de O’Gorman sobre Acosta y Las Casas serían nutricias en la
elaboración de El Salvaje artificial (1997), que ya no vería publicado el autor
de La invención de América.
108
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
Traigo aquí esta anécdota porque diecisiete años después Roger Bartra
consignaría en su blog en Letras Libres (5 de abril, 2010) este encuentro que
me parece oportuno citar aquí por la hondura de su percepción hacia el
pasado y hacia el futuro:
“O’Gorman veía las intenciones de meter a la historia en el saco de las
ciencias sociales como una tendencia antihumanista. Yo en cambio creo
que esta tendencia puede humanizar tanto a las ciencias sociales como a la
historia. Con esta intención, como antropólogo, he invadido el territorio
de los historiadores.” […] ”El hecho es que, con toda su aversión a que la
labor historiográfica sea considerada como una parte de las ciencias sociales,
O’Gorman ha contribuido de manera creativa a entender los complejos
procesos culturales y sociales que se encuentran insertos en el nacimiento
del Occidente moderno. Por suerte no lo hizo con la esotérica terminología
con que frecuentemente los sociólogos y los antropólogos oscurecen, más
que explican, los fenómenos que estudian.”
La literatura y su crítica
–Le agradezco el interés en mi trabajo, pero me da la impresión que usted
ha venido a preguntarle a un historiador sobre sus intereses literarios…
–En parte así es, sobre todo porque no encuentro una respuesta en la crítica literaria.
–En la crítica literaria no va a encontrar respuestas de orden histórico, etnológico, sociológico… por lo menos eso esperamos. Lo que uno quisiera
encontrar en la crítica literaria es una huella de la literatura comentada y por
supuesto crítica literaria. Pero eso es difícil. Yo perdí hace mucho la esperanza de encontrar en los comentaristas de literatura una guía de lectura,
una recomendación, la confianza para no ir por mi cuenta en caminos que
exigen tanta dedicación y respeto por la tradición.
Usted se dará cuenta que son pocos los críticos porque no hemos
desarrollado espacios para comentar la literatura de manera amplia, con un
criterio capaz de recoger muchas posibilidades de lectura para un mismo
tema. Lo que tenemos son clubes de amigos que se comentan entre ellos
bajo condiciones dichas y no dichas: las dichas son cínicas, subrepticias,
hipócritas. Muchos escritores son los agentes de difusión de otros escritores,
comentan los libros de sus maestros, los reseñan, los entrevistan. Cuando se
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
109
reseña un libro con rigor, el autor seguramente te retirará la palabra porque
se siente atacado, porque te siente envidioso.
–Pero pasa también con los historiadores, en general con nuestros científicos sociales…
–Es un síntoma nacional. La famosa idea de la cubeta de cangrejos, que
detesto, es actual, su vigencia es repugnante pero innegable, sobre todo en
ciertos círculos. Hay que decir que no en todos porque también en esta sociedad las redes de solidaridad están ahí permanentes, invisibles pero existentes. Basta un elemento que haga indispensable su aparición para que se
haga pública esa dimensión que tanto asusta a los gobiernos autoritarios
del color que sean, desde los azules de Chihuahua hasta los municipios más
amarillos y los verdirrojos progresistas ni se diga. Los escritores de sensibilidad muy fina han dado cuenta de todo esto desde Enrique Florescano y
Bonfil Batalla hasta Monsiváis y en su momento Fernando Benítez. No es
el hilo negro. Unos dicen que se dan cuenta y otros tratan de que ese saber
se mantenga en la sombra. Pero de que se sabe se sabe.
–La relación entre historia y literatura es un problema del interés de los historiadores o
corresponde más al de los narradores…
–No podemos generalizar. Le diré que en México es un tópico que le interesa más a los escritores que a los historiadores. Son muy pocos los historiadores que acceden a la consideración de que la historia, como la literatura,
tiene que ver no sólo con los hechos sino con un mundo de posibilidades, hipotéticas, que perfilan los rumbos posibles de una circunstancia. Por
ejemplo, Juárez y su México de Roeder, comparado con la poética mayor de
Del Paso. Ambos pertenecen a un orden de pensamiento superior por su
complejidad, su orden discursivo. La edición de Roeder prescinde de un
aparato documental importante, pero también Del Paso, ¿a quién hacerle
caso si las fuentes no están consideradas?
Los novelistas indagan unos cuantos datos del personaje, de la situación
y en muchos casos parece que deciden rápidamente que ya tienen la fuerza
y la inteligencia para mostrarlo. Mientras que el historiador debe cerciorarse
por varias fuentes, cada dato, cada minucia puede dar al traste con la
credibilidad que es la única fortaleza del historiador.
110
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
Invención y autobiografía
–¿Invención o autobiografía intelectual?, desde Cuatro historiadores de Indias hasta
la Invención de América, un impulso creador, capaz de encontrar y de construir
objetos nuevos, originales, en el horizonte de la historia y la filosofía, en la filosofía de
la historia.
–No puedo ocultar el gusto que me causa que diga que en este libro Cuatro
historiadores de indias, una de las cosas que estoy buscando es hacerme de una
autobiografía intelectual. Este trabajo lo inicié en 1939 y, sí, tiene usted razón, traté de responderme en qué consistía escribir historia, traté a lo largo
de esos años, que fueron de inicios de los cuarenta y hasta mediados de los
sesenta, de entender en qué consistía ser un historiador tradicional y cómo
los dispositivos narrativos y conceptuales que se adoptaban nos colocaban
en el más terrible tradicionalismo, o en una heterodoxia que podía recibir
toda clase de reproches por parte de los más doctos y respetados académicos. Ya en el trabajo sobre Pedro Mártir puntualizo una idea que me pareció de lo que tradicionalmente daba consistencia a la empresa de Colón en
1492. No me parecía una manera adecuada de entender ese hecho con todas
las consecuencias que de él se derivaron. Usted debe conocer la severa y
molesta respuesta de desacuerdo de Marcel Bataillon.
Puntualizo aspectos que luego desarrollé en mi obra y en los apuntitos
y prologuitos que hice a algunas piezas documentales que presentaba en
el Boletín del Archivo General de la Nación, como por ejemplo nociones, ideas
muy tradicionales que son parte del formalismo clásico, de historiadores
muy ingenuos que en nuestros días podemos emparentar con los cronistas
de indias o incluso con los arcaísmos de Heródoto.
–No es extraño que dote a Pedro Mártir de algunas de las características que distinguirán su trabajo de historiador, cuando señala justamente que ese historiador de indias da
cuenta de uno de los principales momentos en el proceso histórico-filosófico americano…
múltiples aspectos que son los grandes temas americanos iniciales como los de historia
natural, antropológicos, religiosos y sociológicos…
–Lo verdaderamente extraordinario es la capacidad de un historiador, académico, escritor, en fin, todo el que tiene que ver con la creación y la imaginación, para reelaborar sus certezas. Yo escribí con profunda admiración
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
111
que con todo y la cautela, la prudencia y reticencias Pedro Mártir supo
mantener abierto su espíritu y su intelecto a la admisión de una hipótesis
que obligaba ya al abandono de una ilustre tradición canónica. Pedro Mártir, supo ver el centro mismo del problema y luchó con sinceridad contra
sus propias y anquilosadas convicciones.
A pesar de la grandeza que tuvo Colón él nunca supo entender la enorme
pugna ideológica que desencadenaron sus hallazgos. Por eso cuando usted
dice que esos trabajos, esos prologuitos, son una aspiración autobiográfica,
lo acepto y lo suscribo. Yo también he luchado con sinceridad y dolor contra
mis propias convicciones, contra certezas que me inculcaron maestros que
respeté y quiero profundamente, pero de las que hoy descreo sin voluntad
alguna de dañar a alguien pero sí con la convicción de renunciar a lo que sea
necesario para defenderlas…
–Como en el 87 a la Academia Mexicana de la Historia
–Efectivamente y no en nombre ni del escándalo ni del capricho. Se trató
de un deslinde, como decía Alfonso Reyes.
–Parte de su genialidad modesta ha consistido en mostrarnos cómo muchos hallazgos,
viejos hallazgos, lo único que hacen es cambiar de nombre, pasar de modo subterráneo
por algunas épocas y volver a la superficie en otras…
–Estoy de acuerdo. Hay viejas certezas que se hacen incompatibles con
visiones que de pronto alcanzan gran popularidad y que para afirmarse tienen que sepultar obviedades viejas. Pasan las modas, ésa es su esencia y las
certidumbres retornan.
Mire, desde hace ya algún tiempo se habla del tema de la complejidad en
las ciencias sociales. Con todo y su novedad conceptual a mí no me suena
nada extraño porque eso es lo que he venido haciendo todos estos años y
justo esta manera de meterse en problemas es lo que incomoda a muchos
historiadores que ponen sus documentitos en un atril, lo describen, se lo
apropian y dicen esto es historia. Claro, hay un esfuerzo y una inteligencia
que consiste también en la exhaustividad, que tiene su chiste ¿verdad?,
de ir a todos los archivos y pedir todos los legajos documentales sobre la
materia que los ocupa. Son historiadores que tienen grandes obras que les
llevaron muchos años, muchas horas nalga, ¿verdad?, y que les da derecho
112
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
a reconocimientos innegables. Pero qué de la interpretación, qué de la
invisibilidad y de las múltiples preguntas que desde tiempos diversos acosan
al documento. Un documento es cuestionado por el presente, por el futuro y
por supuesto por los tiempos que preceden el origen mismo del documento.
–En México el ejercicio de historiador ¿es un continuo, hay rupturas, qué significa ser
un historiador hoy en nuestro país?
–Ser historiador en México significa formar parte del río revuelto de posturas generadas por los grupos políticos que buscan justificar sus visiones de
México. Durante mucho tiempo se ha pensado la Independencia como una
forma de recuperación de la libertad perdida con la conquista. Esta visión
triunfalista, estúpidamente triunfalista tiene como consecuencia la negación
de la complejidad y los aportes de la vida virreinal. O aceptamos nuestro
pasado indio o nuestro pasado virreinal. No se percibe que no somos ni
uno ni otro exclusivamente. Justo Sierra convocó a que asumiéramos estas
fuertes contradicciones.
No fue muy distinta la controversia que generó la Revolución mexicana.
Vimos aparecer indigenismos y nacionalismos de cartón piedra. A lo
largo de este siglo nos preguntamos sobre el significado de lo mexicano
que suscitó extremismos y también visiones sugerentes y ricas, como El
laberinto de la soledad o el Perfil del hombre y la cultura en México. Búsquedas que
posteriormente le dieron autoridad a algunos para sentirse historiadores
o parecerlo, como fue el caso de Paz y Fernando Benítez, que por mucha
imaginación que se tenga, discurrir sin los anclajes documentales conduce a
la especulación que ha caracterizado a intelectuales, politólogos, sociólogos,
periodistas, columnistas y diletantes de la política. Invención no es inventar
que pasaron cosas de las que no se tienen pruebas.
Digo esto sin afán de molestar, bueno, le aclaro que no sólo esto que
digo sino muchas cosas que he dicho han sido sin el afán de molestar a nadie.
Mire, la historia como afición es una de las tentaciones intelectuales más
difíciles de vencer. Pero se confunden las opiniones que sobre hechos del
pasado han traído al presente aquéllos que han hecho el esfuerzo de cotejar
en archivos privados, públicos, bibliotecas; versiones de nuestro pasado
que no siempre son de lo más completas pero que inspiran a los opinadores
a calificarlas o lo hacen los propios protagonistas de los entuertos.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
113
Son opinadores cuya grandeza artística, política o académica nos obliga
a escucharlos aunque digan tonterías o abusos por su falta de sostén
documental. La genialidad de Paz lo condujo muchas veces a creer que
el artificio que le devolvía el espejo era su reflejo, y no: era su caricatura,
la deformación que produce el exceso de confianza en una palabra que
suele ser creadora. Este reproche Paz lo recibió de filósofos, historiadores,
antropólogos.
Mire, querámoslo o no, somos resultado del avance de esa democracia
que nos ha traído miles de alumnos abogados, sociólogos, economistas,
historiadores… miles, sí, miles y desgraciadamente sólo unos cientos han
conseguido empleo. Pero de esos cientos, muchos están en El Colegio
de México, en el Fondo de Cultura Económica, en las grandes editoriales
mexicanas, Grijalbo, Siglo XXI, incluidas pequeñas empresas familiares
que han empleado a todos estos egresados que se han multiplicado. Qué
vamos a hacer con toda la fuerza intelectual que están produciendo las
universidades (incluidas las patito). Con todo, ese desarrollo era impensable
décadas atrás.
Por qué le digo esto: porque antes éramos un puñadito de estudiosos.
Ahora es necesario un equipo de personas para censar todo lo que se ha
conseguido. Todos estos jóvenes intelectuales a los que me refiero, vienen
de escuelas públicas, de universidades autónomas, la UAM, la UNAM.
Hasta hoy estamos viendo a los primeros egresados con alguna influencia
intelectual y académica que vienen de escuelitas e institutos privados que
están haciendo sus pininos en la producción de conocimiento. Vea usted
una universidad como la Ibero, apenas empieza a descollar con grandes
esfuerzos. Historia es uno de los pocos departamentos en la Ibero que
podemos decir que ha producido conocimientos que respalden la labor
de esa universidad. Lo que es innegable es que muchos de sus egresados
regresan vía universidades extranjeras, fundamentalmente norteamericanas,
que la mayoría de los egresados de las universidades públicas no pueden
pagar. Ahí el único filtro es el dinero. Quien paga, estudia. El filtro de la
admisión para extranjeros en esas universidades todavía me parece muy
endeble.
Fíjese, desde la llegada de los exiliados españoles y de ahí todos los
exiliados que nos han enriquecido, los guatemaltecos, los chilenos,
114
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
los argentinos, uruguayos, brasileños, peruanos. Me refiero a exilios
y autoexilios. No sólo son parte de esto a los que echan de su país sino
también todos aquellos que encontraron su patria irrespirable y se vinieron
para acá. Coincidió con la llegada de los españoles un desarrollo creciente
de las instituciones mexicanas, desde la UNAM hasta el INAH, junto con
la Escuela de Antropología y la presencia de mexicanos que ya habían
probado las delicias de ese banquete internacional de filosofía, política y
contracultura.
Glosando a Krauze, lo que es cada día más necesario es una historia
sin adjetivos, libre de las modas, libre de esa especialización que ha dado
como resultado unos doctores y doctorandos profundamente conocedores
de la nada. Me cuesta mucho trabajo concebir un estudiante de doctorado
preocupado exclusivamente por las espuelas de Villa y cosas por el estilo.
Enrique Florescano llevó al INAH a un grupo de jóvenes que dotaron
de aire fresco al trabajo de indagación histórica: José Emilio Pacheco, José
Joaquín Blanco, Carlos Monsiváis, Antonio Saborit, Aguilar Camín, quien
ahora es tan cercano a Salinas que ha convertido a su grupo en un conjunto
de cachorros consentidos del presidente.
–Tal vez le enoja que sean ellos y no otros los elegidos del régimen, cada sexenio ha
tenido su historiador, su cineasta, su antropólogo o su arqueólogo… Finalmente poseen
una obra que los pondrá a juicio de la historia, todos ellos se mueven en las aguas de las
ciencias sociales, el periodismo y la literatura…
–Tal vez a usted le enoja que hablé así de un grupo que le simpatiza mucho… Le voy a ser franco, no me enoja. Me entristece porque pienso que
en todas esas actitudes que hoy se revelan como acomodaticias nunca hubo
sinceridad ni honestidad intelectual, que el mérito principal consistió en
armarse de paciencia y esperar para poder servirse con la cuchara grande.
Desde principios de los setenta se pensó en dos vías: una la armada, que
culminó en una triste guerrilla, que le advierto, retornará en algún momento. Y otra, la de aquellos que pensaron que había que entrar a las entrañas
del monstro y vencerlo desde allí. Quienes optaron por vencer al enemigo
desde sus entrañas no se han dado cuenta que están siendo digeridos y que
al final del proceso, del sexenio, para decirlo sin metáforas, mucho de lo
que fueron será bagazo. Pero vamos a ver, usted tiene también razón, en ese
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
115
grupo hay verdaderos muchachos cultos y auténticos escritores e investigadores. El tiempo nos dirá quiénes son, claro, siempre y cuando el espíritu
antirreeleccionista siga vigente en México.
–No sólo en la historia, ¿cree que el periodismo se enriqueció también…?
–Claro, aunque el panorama que vivimos hoy con un periodismo tan artificial y tan hueco, dificulta creer que hubo un pasado rico y propositivo.
Desde finales de la década pasada (O’Gorman, recordemos, se refiere a
los ochenta) se consolidan sólo algunos periodistas que en realidad son
escritores que trabajan en periódicos. También son híbridos muy extraños
y fascinantes como Carlos Monsiváis y Elena Poniatowska, Vicente Leñero
que hacía de cada ejercicio periodístico un laboratorio personal de experimentación literaria. Monsiváis se consolidó como gran cronista con sus
trabajos sobre el terremoto.
Monsiváis no se dejó amedrentar por los sujetos a los que denunció a
través de su trabajo periodístico: esos edificios se cayeron porque fueron
construidos por manos asesinas, por un sistema putrefacto que no pensaba
en la gente. Hay dos escritores que si bien están en las antípodas, ambos
son de una grandeza innegable: Ibargüengoitia y Ricardo Garibay, pero vea
usted, sigo del lado de los escritores. ¿Son escritores o periodistas? ¡Pues
son escritores, hombre! Hay periodistas que hacen un gran trabajo pero
convierten en lugares comunes los hallazgos de los escritores o se regodean
en lugares comunes que consideran literarios para hacer periodismo.
Por ejemplo, vea: “y el entrevistado entró parsimoniosamente y se sentó
con la cautela de un felino. Una vez reclinado en su silla tomó su taza de
café y mojó sus labios. En la habitación se esparcía el humo de su fino
cigarro...” no me diga que eso es literatura, pamplinas es un regodeo en el
lugar común. Todavía recuerdo vivamente los trabajos de Efraín Huerta, de
José Revueltas, de Pepe Alvarado, de Renato Leduc. Otra clase de escritores,
duros, vivos, cultos, sensibles. Hasta Spota hizo buen periodismo, qué decir
de Ángel Fernández; si valía la pena ver esos partidos horrendos de futbol
mexicano era por ese cronista que era capaz de ponerles los adjetivos más
luminosos a los personajes más grises.
116
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
–Todo lo que usted describe lo encontró de regreso del mundo de los abogados.
–Abogados, ¿había otra manera de introducirse en el mundo de las humanidades? La llegada de los españoles transterrados definió un horizonte
filosófico que nos llegaba gracias a la Revista de Occidente y el mundo de Ortega y Gasset. Antonio Caso fue una figura definitoria en cuanto a lecturas,
muchos intereses venían de sus comentarios docentes. Lo mismo pasó con
Gaos. Su llegada introdujo muchas cosas inéditas entre nosotros. Si Croce
fue importante, a su llegada cobraron sentido pensadores como Heidegger,
Descartes, Locke, Hume. Ahí se incubaron muchas ideas que después traduciría en libros por venir. Viajé mucho en esos años, le estoy hablando de
los cuarenta. Ya me fui hacia atrás, pero es necesario recobrar esa memoria
para entender disputas, posturas y visiones que hoy dan como resultado grupúsculos, luchas académicas que para los más jóvenes son inexplicables.
–Hoy para descalificar a un escritor le dicen que es periodista, como sucede con Monsiváis
y Poniatowska, así pasó con usted, para descalificarlo como historiador le decían que era
filósofo…
–Jajaja… es cierto. A veces suelo olvidar esos capítulos tan cómicos. Mire,
nadie puede negar que he trabajado con los materiales propios del historiador, los materiales documentales. Pero no me quedo, no me quedé, con las
trascripciones de documentos y su descripción. Para muchos ahí termina
su trabajo. Dicen me encontré con un documento rojo con letras negras,
de lo cual podemos sacar en conclusión que en ese tiempo los documentos
eran rojos y se empleaban letras negras. Es muy divertido leer esa clase de
conclusiones. Muchos historiadores que no son “filósofos” como yo, se incomodaban con búsquedas que pretendían profundizar en ciertos aspectos
de la historia. Los entiendo. Estamos en los años noventa. Cuarenta años
después seguimos en las mismas, describiendo el documento rojo para decir
que en esa época había documentos rojos. Hay cosas que no cambian.
–Hay pensadores sin alumnos, sin escuela… ¿usted se considera legatario de una escuela,
de un alumnado…?
–Mire, he tenido alumnos, puedo presumir que en mis clases y en mis clases/conversaciones he contado con escritores, historiadores de gran peso,
jóvenes que rápidamente aprendieron a caminar a solas y construir su propia
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
117
vida intelectual y profesional: recuerdo a Sergio Fernández, convertido en
una potencia intelectual y escritural, a la exquisita e inteligentísima Josefina
Zoraida Vázquez, a Elisa Vargaslugo, a Rafael Segovia, Eduardo Blanquel,
Jorge Alberto Manrique, son algunos nombres de profesionales eminentes,
pero hay otros muchos que debería nombrar y que injustamente no hago
el esfuerzo por recordar en este momento. Pero alumnos en el sentido de
continuadores no tengo. Mi obra se ha construido en nombre de la curiosidad y del deseo, si usted quiere llamar así a esa fuerza impostergable en la
que uno invierte la vida, todo, para conseguir algo. Y así es difícil hacer una
escuela. Es una heterodoxia que va dejando coincidencias, complicidades,
amistades, quizá lecciones involuntarias. Nada más.
–¿Vuelve al Archivo General de la Nación como visitante?
–El AGN es muy importante pero no debemos olvidar a los que están abandonados por la ignorancia de los políticos y los gobernantes en el interior
del país. Desde gobernadores hasta presidentes municipales es importante
que recurran a sus archivos. Pero la mayoría, lo sabemos, son destructores
del patrimonio y de la memoria. Lo que más les conviene es inventar el
pasado, hacerlo a su modo porque así controlan a la gente. Recuerdo todavía cómo venían esas pobres gentes campesinas a validar, a certificar sus
derechos a la tierra, su pasado volcado en situaciones limítrofes. Algún día
los archivos se incorporarán a esta nueva dimensión tecnológica que permitirá el acceso vía modem a la documentación desde cualquier punto del planeta
y eso será muy bueno para poner al alcance nuestro pasado tan parcelado y
sometido a esas mentes latifúndicas que nos gobiernan.
El historiador imprevisible
O’Gorman: historiador imprevisible, titula Roger Bartra en su blog La jaula
abierta (Letras Libres, 5 de abril, 2010) el comentario que hace al sólido libro de Eugenia Meyer, Imprevisibles historias, Fondo de Cultura Económica,
México, 2009. Es un comentario que sitúa de frente y de perfil los alcances
y la contribución, la presencia de O’Gorman en la historiografía mexicana.
“O’Gorman fue muy moderno cuando impulsó su idea de la invención de
América, una cristalización cultural que le daba sentido, dentro de la tradición
118
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
occidental, al Nuevo Mundo. Su idea fue un precedente de interpretaciones
que, como la de Eric Hobsbawm, entienden la tradición como un fruto
de invenciones modernas. La antropología y la sociología han desarrollado
ideas similares que explican las formas sociales como el producto de una
construcción o una invención. Hoy, incluso, se exagera enormemente al
interpretar todo, o casi todo, como una invención. O’Gorman aplicó la
idea, hacia el final de su vida, a lo que pudiéramos llamar la invención del
guadalupanismo, en su libro Destierro de sombras de 1986.”
La virgen de Guadalupe: su última invención
La virgen de Guadalupe es mucho más que un mito. Más que una devoción
católica novohispana. Guadalupe es un eje central de la historia de México
desde la colonia. Desde el siglo XVIII, los jesuitas privilegian el culto, y
hasta la fecha podemos valorar su importancia en la sociedad mexicana. Ser
mexicano y guadalupano es lo mismo, independientemente de la religión
que se profese.
Destierro de sombras y luz en el origen de la imagen y el culto de nuestra señora de
Guadalupe del Tepeyac (UNAM, 1986): “es un libro que tiene su origen en el
azar. No tengo la idea de escribir sobre temas determinados sobre los cuales
hacerme un programa. Soy un historiador que ha dividido su vida entre lo
serio y la frivolidad, por fortuna.
“Nunca pensé en escribir un libro sobre el culto guadalupano, lo hice a
partir de mi acercamiento a la obra de Fray Servando Teresa de Mier, sobre
quien escribí tres libros, que titulé El heterodoxo guadalupano. Es un personaje
extraordinario. Para entenderlo tomé como tema eje su admiración y
devoción al culto guadalupano en México.
“A Teresa de Mier, un guadalupano ferviente, le fue encomendado por el
Ayuntamiento el encargo más extraordinario y honorífico de toda la Nueva
España: el sermón del 12 de diciembre para la patrona y reina de México,
la virgen de Guadalupe. Es muy curioso el caso de Mier, porque un fiel
guadalupano como era, fue transformando su punto de vista, cada vez más
crítico, y pensando que realmente no había tal aparición. Eso me sedujo para
escribir Destierro de sombras, una visión que no deja de tener algo de literaria.
“Destierro de sombras es un libro que despeja sombras en torno al mito,
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
119
no es que yo pretenda hacer procedimientos en contra de Guadalupe, es un
libro muy serio, muy respetuoso sobre la imagen y el culto. A lo largo de este
siglo, ha sido una constante encontrar diatribas y libritos que dicen horrores
de nuestra señora de Guadalupe. Eso me parece de un pésimo gusto.”
–Uno de los historiadores franceses de mayor prestigio, Jacques Lafaye, ha estudiado el
tema y hace un análisis de las correspondencias entre Quetzalcoatl y Guadalupe…
–¡Eso no es ninguna novedad. No estoy de acuerdo, me parece jalado de
los pelos porque el culto guadalupano no es de origen indígena. El culto
de Guadalupe tiene una secuencia: realmente empieza siendo una virgen
de los españoles, de los criollos, aunque los indios tomaron una parte importante porque ahí estaba el culto de la diosa azteca Tonantzin. Seguían
viniendo, como dice Sahagún, ‘de lenguas tierras’ a sus peregrinaciones.
Pero el primer culto, es de los criollos. Esto tiene una razón complicada. La
preocupación fundamental del criollo es ontológica, él dice: ¿soy español?,
pues sí, pero, ¿soy español?, pues no. Es un problema en el centro del ser
criollo, una ambigüedad. Los criollos para afirmar su originalidad requerían
del espaldarazo divino, y en eso consiste el origen y la importancia del culto
guadalupano: la necesidad del criollo de tener su invocación celeste. Muchísimos países tienen su santo, su devoción, y esto viene de la Edad Media,
por supuesto. En Inglaterra es San Jorge; en España, Santiago. En cada país
un santo hace su aparición. Pero aquí, sí que les taparon el monte porque
no es santo, sino virgen María. Este problema profundo del alma criolla
encontró solaz definición en el culto guadalupano.
–¿Cómo fue posible que la cultura mexicana se apropiara de un tema prestado de la
cultura medieval europea?
–Es un relato muy bonito y accesible, capaz de acabar con la angustia criolla por su identidad. Es un relato idílico de cómo aparecieron las rosas: el
diálogo del indio Juan Diego con ella y todas esas cosas. Pues todo eso lo
escribió este indio españolizado, y el relato de la aparición es muy europeo
y viene de una tradición medieval. Hay muchas apariciones de vírgenes,
sobre todo en España. Siempre es en un lugar desierto, entre rocas. Esto
es un fenómeno peculiar de toda la vida cultural criolla: recoger a un santo
con prestigio, encapsularlo en un relato de origen español y convertirlo en
120
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
mexicano. La Guadalupe de aquí, toma el nombre de la de allá, pero nada
más el nombre. Sucedió lo mismo en Perú, con Santa Rosa de Lima; que
viendo bien su vida, era una santita que no hizo nada en especial. Pero en Perú
también tenían la necesidad de un espaldarazo divino para calmar y resolver
este problema interno de “qué soy”. El mito guadalupano lo da, y pronto se
convierte en una preferencia de los indios o mestizos.
–¿Por qué decidió no llamar mito al culto guadalupano?
–Puede decirse mito, pero la verdad es que la palabra mito tiene connotación de mentira. Aunque los mitos funcionan en la mente como verdades,
me parece que es algo más… es una mentira-verdad en el sentido en que
nosotros le damos existencia a los sucesos y a las cosas al nombrarlas y
creer en ellas. El hombre es un animal muy extraordinario, dota de ser a las
cosas. Y esta imagen, con el prestigio de un culto español, las transfigura,
dándole un nuevo ser que satisface las necesidades de identidad criollas, le
da el sostén ontológico que lo saca de esta angustia, de esta duda. Ése es el
origen del culto, después viene el esplendor, se abandona lo racional, hay
muchos sermones extraordinarios.
Me acuerdo de uno que publicó Francisco de la Maza en su trabajo
clásico titulado El guadalupanismo en México, donde un jesuita muy famoso
les dice a sus fieles durante un sermón: “piensen en el cerro del Tepeyac,
es un cerro con rocas y estéril, el 12 de diciembre hacía un frío espantoso y
nevaba…” Se decían barbaridades como ésta, en el cerro del Tepeyac nunca
ha nevado. Pero eso no cuenta, es la elaboración de una necesidad muy
profunda, muy auténtica. Ese modo de ver las cosas es muy frecuente entre
los enamorados. El amor transfigura y le da ser a una persona amada. El
inmenso esplendor impidió toda reflexión, no se razonaba y así se convierte
en Tonantzin, Guadalupe-Tonantzin, es y no es. Una ambigüedad, nada es
seguro, se trata de una identidad inestable. En el amor también sucede este
fenómeno síquico, anímico y profundo, de transfigurar a una persona en
algo especial, único; es la necesidad del hombre de construirse verdades que
él necesita para apoyar su ser en algo.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
121
–Su fuerza en nuestra cultura llega a ser tal que ¿es posible pensar en el guadalupanismo
como una religión paralela al cristianismo?
–Efectivamente, aún hoy, muchas personas que mejor se encomiendan a la
virgen que a Dios padre. La aparición no fue un dogma, pero se ha vivido
como tal. Incluso es de tal grado importante esa tradición, esa gran aventura
del ser del criollo, que aun los no católicos son guadalupanos, ya no importa
eso, y por eso, se ha dicho que todos los mexicanos somos guadalupanos y
la Iglesia misma apoya eso. Muy especialmente los jesuitas.
–¿La relación con Hidalgo, es el origen de su heroicidad, de su actitud liberal y ahora
padre de la patria?
–El mito guadalupano no tiene que ver con los motivos de la Independencia, su necesidad es separarse de España. Pero la historia en la que creo para
explicar la relación Hidalgo-Guadalupe es ésta: pasaba por Atotonilco y ahí
se le ocurrió, no en San Miguel, porque hubiera sacado la bandera desde el
principio. Él era criollo auténtico, aunque de indio tenía muy poco, era muy
español, de ojos azules, pero ahí se le ocurrió este golpe genial. Ahí estaba
la imagen, la metió en un palo y salió con ella. Él tenía el sentimiento, pero
no era muy guadalupano que digamos, y con la imagen de la virgen le da a
su movimiento ya popular, indígena, mestizo, una dimensión que no tenía
y que nuca tuvo, por ejemplo, con un hombre como Allende, que era un
españolito rico.
–¿El culto guadalupano tiene usos políticos en el México de hoy?
–Sí, con variantes. Muchos grupos se aproximan al mito desde su propia
tradición, y la interpretan a conveniencia. Eso sucede desde 1550. Esto, claro, llega desde los indios chamulas hasta los sacerdotes católicos, muchos
de los cuales todavía creen en la aparición. Los indígenas aceptan el guadalupanismo de una forma que ya no es la original, sino una mezcla de sus
creencias antiguas. Hay muchas cosas escritas en contra de la virgen, de la
aparición, muchos dicen que es una mentira, pero por Dios si todo en la vida,
en parte, es una mentira, no importa ya, que a mí no me salgan con eso.
122
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
RESEÑAS
L A UNIÓN L ATINO A MERICANA Y EL BOLETÍN R ENOVACIÓN.
R EDES INTELECTUALES Y REVISTAS CULTURALES
EN LA DÉCADA DE 1920
José Guillermo Tovar Jiménez
Alexandra Pita González, La Unión Latino Americana y el Boletín Renovación. Redes intelectuales y
revistas culturales en la década de 1920, México, El Colegio de México/Universidad de Colima,
2009, 388pp.
Los círculos intelectuales y las publicaciones culturales durante los siglos
XIX y XX han significado para las sociedades que las ven nacer distintivos de
innovación y revolución de las ideas, estandartes de justicia, incluso medios
de difusión que incidieron en la formación de luchadores sociales.
Los acontecimientos que impactaron al mundo en las primeras dos
décadas del siglo XX: la primera guerra mundial, las revoluciones rusa y
mexicana, el movimiento reformista universitario argentino, la creciente
hegemonía estadounidense, incentivaron en las esferas académicas de los
países hispanoamericanos la necesidad de autodefinirse por medio de diversos ideales identitarios.
Alexandra Pita muestra e interpreta a lo largo de los siete capítulos que
conforman este libro el discurso de uno de los intelectual más representa-
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
125
tivos del ámbito cultural latinoamericano: José Ingenieros, quien estuvo
al frente de la Unión Latino Americana (ULA) y de su órgano de difusión,
el boletín Renovación; destaca también su participación en los movimientos
estudiantiles y su pensamiento antiimperialista, ideología que afinca en la
sociedad con su obra El hombre mediocre.
La influencia de Ingenieros como maestro se extiende a la organización
de redes de intelectuales. Su discurso pronunciado en 1922 ante universitarios e intelectuales fue el lazo que consolidó el acercamiento de grupos,
asociaciones e incluso publicaciones de índole cultural de la región latinoamericana. La traza historiográfica que plantea la autora en su investigación
circunda también, en una relación sincrónica de acontecimientos, tal proceso de interacción e integración. La consigna era la unión de los países
hispanoamericanos frente al yugo imperialista norteamericano.
La continuidad de Renovación a pesar de la muerte de Ingenieros en 1925
estaba garantizada por su pensamiento, recogido por varios de los colaboradores de la publicación que, en su segunda época, buscaba seguir en la
formación “de una conciencia colectiva favorable hacia la unión regional”;
en ese propósito intervinieron los reformistas universitarios: estudiantes y
esferas de intelectuales y académicos.
Así, los objetivos de ese “Boletín Mensual de Ideas, Libros y Revistas
de la América Latina,” fueron retomados por publicaciones como Inicial,
Valoraciones, Sagitario, entre otras. La forma de Renovación y el trabajo editorial, destaca Pita González, debía también ser valorado en relación con el
público al que se dirigía. Era una galería que mostraba, aunados a las ideas
contenidas en los textos, a los intelectuales nacionales e internacionales destacados de la época, entre los que se encontraban algunos de los colaboradores de la publicación.
La Unión Latino Americana era un referente ideológico local y foráneo
que sobresalía entre otras organizaciones afines al pensamiento latinoamericanista. La ULA, fundada en marzo de 1925 y ante la temprana muerte de
Ingenieros, quedó bajo la batuta de Alfredo Palacios, quien fue su titular
hasta la época final de Renovación (1926-1930).
“El nuevo proyecto estaba destinado a dotar a la ULA de herramientas
que le permitieran ganarse un espacio importante dentro de la política universitaria para proyectarse con mayor fuerza hacía el resto de los países de
126
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
América Latina”, comenta la autora quien advierte también algunas de las
crisis que vivió la organización con la perdida de su mentor. Sin embrago,
la red de intelectuales fue beneficiada por la relación y consideraciones que
tenían diversos intelectuales con Ingenieros, aunque la presencia de éste
fuera sólo simbólica.
Con la dirección de Palacios la ULA se relacionó con la Alianza Continental y la Alianza Popular Revolucionaria de América (APRA), etapa de la
disidencia de Arturo Orzábal Quintana, uno de los más asiduos colaboradores de Renovación, y del peruano Víctor Raúl Haya de la Torre, joven
estudiante que militó en la reforma universitaria de su país.
Entre estas alianzas y disidencias surgieron varias asociaciones más que
pretendían protagonizar y obtener el reconocimiento que consolidaban al
movimiento unionista encabezado por la ULA. La constante de las organizaciones fue analizar el impacto imperialista norteamericano, revertirlo y
dotar a los países de la región de una ideología identitaria que les permitiera
aspirar a la democracia y al libre pensamiento, a dejar la política de partidos
y apuntalar el pensamiento hispanoamericano.
El golpe de Estado argentino a finales de la década de 1930, los conflictos internos en la ULA y los ocurridos en la Facultad de Derecho de la
Universidad de Buenos Aries, además de la ruptura del movimiento antiimperialista, en el plano internacional, marcaron el fin del pensamiento
ingenieriano.
La vida y obra de Ingenieros signó la vida intelectual hispanoamericana
y sembró la semilla de las revistas culturales de la época. Parafraseando a
la autora se podría decir que “los intelectuales de esa nueva época –al igual
que sus antecesores de los años veinte– también se convirtieron en portavoces de una corriente humanista y universal que se desplegaba más allá de
las fronteras y de las nacionalidades”.
El libro incluye varios anexos donde se enlistan, por ejemplo, los colaboradores y los referentes citados en Renovación, los miembros adherentes de
la ULA y de sus filiales, así como de libros, folletos y revistas de la época.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
127
EL BRIGADIER
MI DESTINO: LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO
Susana Jasso
Jorge Andrés Zarzosa Garza, El brigadier. Mi destino: La independencia de México, Torreón, Numancia Ediciones, 2009, 294 pp.
El autor de El brigadier es abogado por la Universidad Autónoma de
Coahuila. Desde que era pequeño escuchó hablar acerca de “El Libro”,
denominación que sus familiares daban al legajo de documentos que los
Zarzosa habían conservado por generaciones. Al crecer, su interés lo acercó
a esos documentos cuyo contenido le dio la pauta para rescatar en forma
narrativa la memoria de su antepasado: Pedro Joseph Zarzosa de Oviedo,
quien después de más de una década de combatir por la causa realista, en
1821 fue un oficial destacado del Ejército Trigarante que consumó la Independencia de México.
Para armar una historia a partir de un manojo de hojas antiguas, el autor
buscó las piezas a través de lecturas exhaustivas de los documentos del siglo
XIX a su disposición y al recorrer los sitios donde transitaron sus ascendientes. La rama genealógica de la familia Zarzosa se remonta al siglo XVI
128
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
en Europa con el nacimiento de Diego Martínez de Zarzosa. En Logroño,
provincia española perteneciente al señorío de Cameros, que fue sede del
municipio de Zarzosa, están las raíces de quienes han llevados por siglos
este apellido.
En 1729 llegó a la Nueva España Antonio Zarzosa, quien se estableció
en San Luis Potosí acompañado por su esposa Teresa Josefa de Torres de
Zarzosa y sus hijos, Pedro y Teresa. Antonio descendía en línea directa del
caballero Antonio Maldonado Zapata, almirante y general de las armas de
Filipinas.
Teresa Josefa llegó con la esperanza de resolver el conflicto que existía
por la disputa de los bienes materiales entre sus hermanos: Nicolás Fernando de Torres y Juan Eusebio. Resuelta esta situación y transcurridos
los años Nicolás Fernando intentó fundar un colegio católico de niñas y
edificar el convento del Carmen en San Luis Potosí, pero falleció antes de
ver realizada esa hazaña. Sus bienes se dividieron entre sus hermanos, sus
hijos adoptivos y su esposa.
A pesar de los obstáculos que debieron sortear para la conclusión del
inmueble, los carmelitas descalzos –que arribaron a la Nueva España en
1585– tañeron las campanas de todos los templos para anunciar en 1764 el
nuevo convento potosino. Cuatro años después nació en aquella provincia
Pedro Joseph Zarzosa de Oviedo.
No se menciona mucho sobre la vida de este personaje sino hasta su
ingreso al ejército realista en 1810 para batir a los insurgentes, época en la
que mantuvo correspondencia con Mercedes quien, al parecer, lo conoció y
pudo comprender la gran desilusión que invadía al joven al término de los
combates pues sus esfuerzos favorecían a causas que le eran ajenas.
A Joseph se le describe como un hombre honrado e inteligente que puso
al servicio de la empresa militar todos sus bienes aun cuando eso iba en
contra de las tradiciones familiares. Iturbide lo dejó a cargo de dos batallas
cruciales: Aculco y Puente de Calderón y lo nombró teniente coronel de caballería, grado con el que se convirtió en el primer comandante del Ejército
Trigarante que sitió la ciudad de México; también le concedió la petición de
cambiar el nombre de su regimiento: Dragones imperiales de la Libertad
por el de Escuadrón de Fieles de Potosí, además de otorgarle, el grado de
brigadier.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
129
En el libro también se mencionan el valor y coraje demostrados por
personajes como Leona Vicario, quien participó con recursos económicos
para la revolución independentista, a sabiendas de que sus acciones le representaban un enorme riesgo. Cuando por ese motivo estuvo prisionera en el
convento de Belén de las Mochas nunca denunció a los insurgentes.
Sobre Nicolás Bravo se recrea el momento en que, a pesar de que su
padre fue aprendido y condenado a muerte, aquél y dos de sus hermanos
se negaron a rendirse. Se recuerda que Mina al ser hecho prisionero fue
sometido a extensos interrogatorios, pero sus captores nunca obtuvieron
información alguna antes de fusilarlo.
La última parte del libro incluye anexos con documentos que dan testimonio de la carrera militar de Joseph, se muestran los nombramientos que
le fueron conferidos por tres virreyes: Francisco Javier Venegas, Félix María
Calleja y Juan Ruiz de Apodaca, conde del Venadito. También hay partes de
guerra y reconocimientos a Pedro Zarzosa por sus hechos de armas expedidos, entre otros, por Agustín de Iturbide, Nicolás Bravo, Vicente Guerrero,
el obispo de Puebla Antonio Joaquín Pérez Martínez, José Joaquín de Herrera y Anastasio Bustamante.
Pocos hombres participantes en los dos frentes de la lucha independentista que duró casi 11 años tuvieron la fortuna de conservar la vida, como lo
hizo el brigadier Zarzosa.
130
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
DOCUMENTOS DEL
ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN
Declarando Independencias
CON
EL PROPÓSITO DE DAR A CONOCER A NUESTROS LECTORES ALGUNAS IDEAS
Y APUNTES SOBRE LOS TEMAS QUE SE ABORDARON TANTO EN EL COLOQUIO
DECLARANDO INDEPENDENCIAS. TEXTOS FUNDAMENTALES COMO EN LA
DECLARANDO INDEPENDENCIAS –ACTIVIDADES COORGANIZADAS POR
EL ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE
EL COLEGIO DE MÉXICO Y EL INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS
DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO EN SEPTIEMBRE
(MES EN EL QUE YA CERRÓ LA EDICIÓN DE LEGAJOS. BOLETIN DEL ARCHIVO
GENERAL DE LA NACIÓN)– PUBLICAMOS EN SEGUIDA UN TEXTO QUE TOMA
COMO BASE LA INVESTIGACIÓN DESARROLLADA POR LA DIRECTORA DE ESTUDIOS
LATINOAMERICANOS EN SKIDMORE COLLEGE, LA DOCTORA JORDANA DYM, QUIEN
CONCIBIÓ CON EL AGN EL PROYECTO DE ABORDAR EN UN MISMO ESPECTRO
ESPACIOTEMPORAL EL PROCESO INDEPENDENTISTA EN TIERRAS AMERICANAS.
EXPOSICIÓN
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
133
Introducción
Desde que el Congreso Continental estadounidense promulgó su Declaración de Independencia en el verano de 1776, las colonias se convirtieron en países independientes anunciando su cambio de estatus —o sea, su
asunción de la soberanía— con una declaración escrita o con un discurso.
Aunque se puede rastrear la influencia del documento norteamericano en
los procesos de independencia o descolonización inclusive hasta el día de
hoy, una mirada sobre las múltiples formas en que las colonias americanas
proclamaron su independencia nos presenta un panorama más complicado. Cabildos y juntas, generales, curas y abogados, congresos y príncipes
gritaron, se manifestaron, proclamaron, y declararon la libertad, la emancipación, la autonomía, la separación o la independencia de ciudades, provincias, pueblos, Estados y naciones, transformándolos en imperios —los
menos— o en repúblicas independientes.
Entre 2008 y 2025 se celebran los bicentenarios de las independencias
de las actuales repúblicas iberoamericanas. Esta exposición ofrece una selección de las actas que pusieron por escrito el nacimiento político de estos
países durante un largo “ciclo independentista”. Rastrea la vida azarosa de
estos documentos que cruzaron fronteras y océanos, que fueron aclamados,
jurados o destruidos, que se consagraron como el “acta de nacimiento” de
la nación o que fueron borrados de la memoria nacional. Se trata de documentos que forjaron y difundieron un lenguaje de independencia, libertad y
derechos que sigue siendo vigente el día de hoy.
Ésta no es sino una pequeña selección entre miles de actas que nos
abren una ventana sobre una época turbulenta y de gran densidad histórica.
Nos hablan del descontento de los colonos, nos muestran cómo justificaron su rebeldía, y nos presentan sus proyectos políticos. Son testimonio
de los ideales, anhelos y ambiciones de quienes, en momentos distintos,
pretendieron construir patrias nuevas.
I. El contexto atlántico, 1776-1808
A lo largo del siglo XVIII los imperios europeos en su afán por modernizarse y afianzar su poderío introdujeron reformas importantes en las relaciones
134
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
entre metrópoli y colonias. No solamente aumentaron los impuestos, sino
que restringieron los derechos políticos y las oportunidades económicas de
los súbditos americanos. En respuesta, éstos protestaron, alentados por dos
siglos de tratados filosóficos de autores como Samuel Pufendorf y Emmerich Vattel, para defender sus “derechos naturales” en contra del gobierno
“tiránico” de un rey “déspota”.
Las revoluciones del mundo atlántico empezaron en los Estados Unidos, país que proclamó su independencia en 1776, y continuaron en Francia, donde se proclamó la Declaración de derechos del hombre y del ciudadano en
1789, para regresar a América en 1804, con la declaración de independencia
de Saint Domingue que, al convertirse en Haití, abolió la esclavitud.
En un mundo iberoamericano conmocionado por estos sucesos, las
nuevas políticas imperiales, al alterar la relación entre gobierno y sociedad,
provocaron numerosas movilizaciones. Estos disturbios convencieron a las
élites de la América española y portuguesa de que la estabilidad y la lealtad
tenían sus ventajas.
Estados Unidos, 1776
El debate sobre los derechos de
los habitantes y la autoridad del
parlamento en el Nuevo Mundo
que agitaba a la América británica desde 1764 se tornó violento
en 1775, y culminó el 4 de julio
de 1776, cuando el Congreso
Continental de los Estados Unidos declaró su independencia por medio de un documento escrito.
El autor principal de la declaración de independencia, Thomas Jefferson, se inspiró en la Declaración de Derechos de la colonia de Virginia,
redactada por George Mason y proclamada por la asamblea colonial el 12
de junio de 1776. El texto, “hecho por los representantes del buen pueblo
de Virginia”, identifica “los derechos que pertenecen a ellos mismos y a
su posteridad, como base y fundamento del gobierno”. Insiste en que “el
poder se deriva del pueblo” y que “todos los hombres son por naturaleza
libres e independientes”. Afirma además que ningún pacto político puede
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
135
privar a los hombres del “goce de la vida y la libertad, y de los medios de
adquirir y poseer la propiedad, y de perseguir y obtener la felicidad y la
seguridad”.
Thomas Jefferson preparó el borrador de la Declaración de Independencia estadounidense entre el 11 y el 28 de junio de 1776, inspirándose
también en la filosofía política de John Locke y de los filósofos ilustrados
franceses. Sintetizó su filosofía en verdades “evidentes”, enumeró los abusos cometidos por el rey y denunció la sordera de sus “hermanos británicos”. Justificaba así ante el mundo la disolución de los lazos que unían a
las colonias con la madre patria. El comité de redacción de la Declaración
incluía a John Adams (Massachusetts), Roger Sherman (Connecticut), Benjamin Franklin (Pennsylvania) y Robert R. Livingston (New York).
Muchos piensan que la declaración de independencia se firmó el 4 de
julio de 1776, pero eso no ocurrió sino hasta que fue aprobada por la Convención de Nueva York, último estado en dar su visto bueno a esta trascendente decisión, el 9 de julio. El 19 de julio, el Congreso Continental mandó
hacer una copia manuscrita con el título de “la declaración unánime de los
trece Estados Unidos de América”. Los primeros delegados la firmaron el
2 de agosto y aunque el congreso ordenó firmar a todos los representantes,
algunos nunca lo hicieron, como John Dickinson de Pennsylvania, que esperaba una reconciliación con la metrópoli.
Revolución francesa, 1789
Poco más de veinte años después, al otro lado del Atlántico, la monarquía
francesa, prácticamente en bancarrota, se vio obligada a convocar a la representación del reino, los “Estados Generales”, cuerpo que reunía a los
componentes del reino: el clero, la nobleza y el “Tercer Estado”. El 20 de
junio de 1789, este último, declarándose representante de la nación, resolvió, mediante el “juramento del juego de pelota”, no permitir su disolución
por orden real. Esta asamblea, como portavoz de la soberanía, limitó la
autoridad del rey, puso fin a los privilegios del clero y la nobleza, y redactó
la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano. Este texto circuló por
todo el mundo atlántico, y sus sonoros principios de “libertad, igualdad,
fraternidad” hallaron eco en las declaraciones y proclamas de las revoluciones iberoamericanas.
136
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
La independencia de Haití, 1804
A las revoluciones de los Estados Unidos y de Francia
siguió una tercera, la revolución haitiana, que durante
diez años trastornó una de las colonias azucareras más
ricas del hemisferio. La libertad, igualdad y fraternidad invocadas por los franceses en 1789 no se hicieron
extensivas a los esclavos africanos que trabajaban en
las fincas caribeñas del imperio, y éstos se lanzaron a
luchar por ellas. En 1801, el jefe de la rebelión esclava,
Toussaint L’Ouverture, buscó asegurar la autonomía
de Saint Domingue dentro del imperio francés y la liberación de los esclavos, pero esta solución fue rechazada por Napoleón, que envió a 10,000 soldados a reprimir la insurrección
de la isla caribeña. Durante más de diez años, los haitianos lucharon no sólo
en contra del imperio francés, sino también contra los británicos y los españoles. El general Jean-Jacques Dessalines declaró la independencia el 1 de
enero de 1804. La revolución haitiana no solamente independizó a un país
sino que, literalmente, emancipó a un pueblo, constituyendo un ejemplo de
libertad política que complicaría los futuros movimientos independentistas
en las demás sociedades esclavistas americanas.
El tono amargo y desafiante de esta segunda acta de independencia americana refleja una lucha devastadora, brutal, y muy larga. Fueron los militares, y no un congreso de políticos, los que informaron a “las potencias
extranjeras la resolución de hacer al país independiente, y de gozar una
libertad consagrada por la sangre del pueblo de la isla”, eligiendo el nombre
de Haití. El acta no recoge los contenidos del texto estadounidense ni de la
declaración de derechos francesa. No establece un gobierno representativo,
sino que nombra a Dessalines “gobernador de por vida”.
II. Resistencia hispana y pronunciamientos iberoamericanos,
1808-1810
En 1808, Napoleón Bonaparte tenía a la península ibérica a sus pies. La
familia real portuguesa se refugió, con toda su corte, en Brasil, con el apoyo de la armada británica. En España, Carlos IV y su hijo Fernando VII
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
137
abdicaron el trono en manos de José I, hermano de Napoleón, y algunos
políticos españoles dieron la bienvenida a una monarquía constitucional
(Constitución de Bayona, 1808), con representación tanto de la península
como de los reinos de ultramar.
Sin embargo, una parte importante de la población de la península rechazó con escándalo las abdicaciones de Bayona. Se inició entonces una
guerra de independencia que intentaron dirigir las juntas provinciales que
se formaron para resguardar los derechos del rey secuestrado. Después de
seis años de lucha, los españoles vencieron al “tirano francés”. En América,
la ausencia del monarca, autoridad unificadora, descompuso el gobierno.
Muchos americanos se rehusaron a reconocer como legítimas a las autoridades peninsulares y formaron sus propias juntas. Se arguyó, basándose en
viejos textos como las Siete Partidas de Alfonso XIII y los tratados políticos
de Francisco Suárez y Juan de Mariana, que la soberanía había vuelto a los
pueblos —a las ciudades, provincias, reinos y otras entidades— mientras se
restablecía el orden legítimo.
En estas circunstancias confusas, el propósito de los autores de los primeros documentos americanos, considerados hoy como “actas de independencia”, era más bien el de recomponer al Estado colonial de manera en
que se aseguraran los derechos de los reinos y posesiones americanas. Pero
frente al desarrollo desastroso de la guerra en España, y la pretensión de
las autoridades españolas por centralizar la autoridad, las juntas americanas
proclamaron su autonomía y representatividad, empezando en Quito en
1809, para seguir con otras capitales como Caracas y Buenos Aires en 1810.
En la Nueva España, donde los esfuerzos por formar una junta fueron
sofocados por el golpe de Estado que dieron los grupos más comprometidos con mantener inalterado el orden colonial, el “grito” que lanza Miguel
Hidalgo en el Bajío, convocando a los novohispanos a luchar en defensa de
la religión y en contra de la tiranía francesa y de la opresión “gachupina”,
es considerado el primer episodio del proceso que transformaría a la Nueva
España en México.
Independencia española
En esta primera invocación de la independencia española, La Junta Suprema se dirige a “la nación española” diciendo que la providencia no ha que138
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
rido “dar un paso hacia la independencia
sin darlo también hacia la libertad.”Por eso
convoca a la representación de la nación en
un cuerpo parlamentario, las “Cortes”. Sugiere que España se está emancipando no
solamente del “despotismo francés” sino
de trescientos años de una “tiranía inepta
ya y decrépita”, que se afianza con la disolución de las Cortes tradicionales, en 1520,
quedando los españoles privados de representación política. Las autoridades americanas recibirían este texto a partir de 1810, y,
en menos de un año, adoptarían el espíritu
de esta declaración para fines muy distintos.
La abdicación del “deseado” príncipe Fernando VII movilizó a las poblaciones americanas, que enviaron dinero a la península, organizaron milicias para la defensa de la patria y formaron “juntas” para salvaguardar los
derechos del rey ausente. Estas juntas protestaron su lealtad al rey legítimo.
Pero en las actas de erección se expresa también la intención de recobrar
los derechos y la soberanía cedidos a la monarquía española, y se reclama el
derecho de elegir autoridades locales. La referencia a un pacto original y a la
transferencia de la soberanía a “los pueblos” en ausencia del rey —el pacto
translationis— marcaría una importante diferencia en la lógica que articula
los primeros movimientos autonomistas iberoamericanos, a diferencia del
caso norteamericano
Acta de cabildo, Quito, 10 de agosto de 1809
Se considera la primera “Acta de Independencia” hispanoamericana. En
el texto se jura lealtad y obediencia a Fernando VII pero se declara “haber
cesado en sus funciones a los magistrados” de Quito, asumiendo el cabildo,
con tratamiento de “Majestad”, la autoridad sobre las “provincias sujetas”
de Guayaquil, Popayán, Pasto, Barbacoas y Panamá. Así, los miembros del
cabildo, “diputados del pueblo”, introducen un refrán que se repetiría en
el seno de otras juntas, desde México hasta Buenos Aires: la proclamación
de lealtad a un rey cautivo pero la devolución de la soberanía a los pueblos
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
139
americanos mientras Fernando VII fuera suplantado por un rey ilegitimo,
como José Bonaparte, o por una autoridad efímera y parcial, como las juntas provinciales, la Junta Suprema Central o la regencia. También proyecta
un territorio de gobierno constituido por pueblos que pertenecían a jurisdicciones coloniales distintas.
Esta acta es la primera de muchos documentos. Habrá docenas de actas
de formación de juntas y declaraciones de independencia entre 1809 y 1822,
no sólo en las capitales sino también en los pueblos, villas, parroquias, y
después, en los estados que surgirían a partir de los territorios de las audiencias de Quito (Ecuador), Caracas (Venezuela) y Santa Fe (Colombia), que,
tras lograr su independencia, se unirán para formar la Gran Colombia.
Acta de cabildo, Caracas, 19 de abril de 1810
El cabildo caraqueño se presentó como un huérfano no solamente por el
cautiverio del rey sino porque se oponía directamente a la regencia (“otra
forma de gobierno”). Ésta no podía ejercer jurisdicción “sobre estos países
porque ni ha sido constituido por el voto de estos fieles habitantes cuando
han sido ya declarados no colonos […]” ni podía “atender la seguridad y
prosperidad de estos territorios.” Reclama un gobierno eficaz en el que
participen los “diputados” del pueblo, incluyendo, por ejemplo, al representante del gremio de pardos.
25 de mayo de 1810, Buenos Aires
Al enterarse de la caída de la junta de Sevilla,
los residentes de Buenos Aires buscaron crear
una junta gubernativa propia durante la “semana de Mayo” (18-25 mayo), argumentando que
la soberanía había revertido al pueblo. Los habitantes de la capital se opusieron a una primera
junta presidida por el virrey, y el 25 de mayo el
cabildo erigió una junta con el militar revolucionario Cornelio de Saavedra al frente, que incluía
a notables como Cornelio de Saavedra, Juan
José Castelli, y Manuel Belgrano como miembros. Después de la “ratificación por aclama140
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
ción” de esta decisión los miembros de la junta, como “despositarios de la
autoridad superior del virreinato.” juraron “conservar la integridad de esta
parte de los dominios de América a nuestro amado soberano”, Fernando
VII, El acta insiste en la separación de poderes, y manda a los demás cabildos rioplatenses convocar a “la parte principal y más sana del vecindario”
para formar un Congreso que decida la forma del futuro gobierno.
Grito de Dolores, México, 16 septiembre 1810
Por tratarse de una expresión oral, no hay un documento que contenga las
palabras exactas del padre Hidalgo. Sin embargo, el testimonio en la causa de
infidencia de Ignacio Allende, uno de los “conspiradores” de la insurrección sugiere que también se trata de un movimiento autonomista. Sin embargo, Hidalgo convoca a sectores más populares que los actores institucionales de las capitales provinciales de Quito, Bogotá, Buenos Aires y Caracas.
III. Los procesos de independencia y su legitimación documental
La guerra de independencia española duró hasta la derrota de Napoleón
en 1814 y el regreso de Fernando VII al trono. Entre tanto, muchos movimientos autonomistas americanos se convirtieron en guerras de independencia. Caracas, Santa Fe de Bogotá, Buenos Aires y Montevideo empiezan
a declarar su separación o emancipación permanente de España a partir de
1811. En México, la insurrección de Hidalgo y Morelos deviene en un movimiento independentista. En este período, se pasa de las actas de cabildos
o de juntas, a las actas, decretos y declaraciones de congresos que reúnen
a los representantes de jurisdicciones diversas que, como en el caso norteamericano, arguyen tener derecho a la independencia absoluta y postulan
la legitimidad de erigir estados libres, soberanos e independientes del viejo
mundo. Sin embargo, aunque hay frases que hacen eco a la declaración del
vecino al norte, hay sentimientos—de la nación en el caso mexicano— que
son particularmente iberoamericanos: se subrayará la importancia de la religión y el peso de 300 años de historia. Dejando a un lado las alusiones al
despotismo de una corona española que disolvió las Cortes en 1520, los
españoles de América resaltan los abusos de un gobierno que se apropió sin
derecho de las Américas y las gobernó sin ternura.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
141
Es interesante destacar que las declaraciones de independencia absoluta
se emiten en dos momentos bien distintos. Cuando se proclama la independencia en Caracas en 1811 y en Chilpancingo en 1813, sigue la guerra contra
Napoleón. Pero al reunirse el Congreso de Tucumán en 1816 y al proclamarse la independencia chilena en 1818, Fernando VII ha vuelto al trono, y
derogado la Constitución de 1812, que aseguraba la representación, aunque
limitada, de los territorios de ultramar. Es decir, que en aquellos casos, la
lógica del depósito de la soberanía, o el pacto traslationis, justifica la ruptura,
mientras que en éstos, hay ya un rey legitimo ocupando el trono, como era
el caso de Jorge III cuando las colonias norteamericanos se separaron de
Gran Bretaña. Los argumentos a favor de la independencia, ¿reflejan estas
circunstancias distintas?
Acta de independencia, Caracas,
5 de julio de 1811
En su “Acta Solemne” de independencia, los
diputados del Congreso de la Confederación
Americana de Venezuela redactan un texto que
debe mucho a la declaración norteamericana,
pero que se estructura como un documento de
gobierno tradicional y articula conceptos políticos hispanos. Los representantes dicen tener “la
plena y absoluta posesión” de sus derechos por
las abdicaciones de Bayona y el acta del 19 de
abril del 1810. También arguyen la legitimidad
de esta restitución al “trastorno, desorden y conquista que tiene ya disuelta
a la nación Española”.
Uruguay, 5 de abril de 1813
José Gervasio Artigas reúne el Congreso de Tres Cruces para formar las
instrucciones de los representantes de la Banda Oriental quienes debían
asistir al congreso convocado por Buenos Aires en 1812. Aunque no declara la independencia explícitamente, el texto se considera el acta de independencia uruguaya. En el acta del 5 de abril, los diputados del Pueblo
del Bando Oriental presentan las condiciones para reconocer la asamblea
142
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
constituyente rioplatense, que reflejan tanto la situación bélica como la importancia de la autonomía regional. Se nota la influencia tanto del acta de
independencia estadounidense como de Rousseau. La Asamblea en Buenos Aires no reconoció ni a los representantes, ni sus instrucciones por no
emanar de la Asamblea General que se había reunido en enero en la Banda
Oriental, según las reglas de la convocatoria original.
Acta de Independencia, Chilpancingo, 6 de noviembre de 1813
El congreso de Anáhuac, convocado por los insurgentes que habían luchado desde el otoño de 1810 para constituir un gobierno revolucionario se
reúne en la ciudad de Chilpancingo el 6 de noviembre de 1813. Aprueban
y anuncian su independencia declarando “que por las presentes circunstancias de la Europa, ha recobrado [la América Septentrional] el ejercicio de
su soberanía usurpado; que en tal concepto queda rota para siempre jamás
y disuelta la dependencia del trono Español”. No hay quejas específicas en
contra el gobierno español, sólo se argumenta que la confusión en la madre
patria ha devuelto la soberanía a la América, quien decide hacer permanente
el rompimiento.
Si el texto norteamericano crea un nuevo Estado a partir de la confederación de las antiguas colonias, el novohispano alude a una entidad
territorial vagamente definida: la América Septentrional. La importancia de
la religión católica, que se pone de manifiesto en la inclusión del “derecho”
a “celebrar concordatos con el Papa” apunta a otra diferencia entre los
procesos de la América española y la británica. Se advierte que la guerra
continuará hasta que la independencia “sea reconocida por las naciones
extranjeras”. La independencia política dependía entonces no solamente de
su declaración, sino de las posibilidades que tenía la nueva nación para convencer a otros países de su legitimidad. En el caso mexicano, los esfuerzos
insurgentes iban a fracasar ante el avance militar de los realistas.
Acta de independencia, Buenos Aires, 9 de julio de 1816
(Congreso de Tucumán)
En mayo de 1810 el cabildo de Buenos Aires proclamó los derechos del Río
de la Plata. Seis años después, el Congreso de las Provincias Unidas, reunido
en la montañosa ciudad de Tucumán, declaró su “emancipación solemne”
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
143
del “poder despótico de los reyes de España”. Varios elementos recuerdan
al modelo norteamericano —la alusión a la rectitud de sus intenciones, a
la necesidad de romper vínculos “violentos”— pero no presentan quejas
específicas, y dicen representar “pueblos” que recuperan “los derechos de
que fueron despojados”. Un juramento oral precede al texto escrito, como
sucede también con el texto haitiano, remitiendo al ritual monárquico de
jurar lealtad al rey que asume el trono.
Acta de independencia,
Santiago de Chile, 1 de enero
de 1818
El acta de independencia de
Chile no precede a la independencia de hecho, sino que la
confirma. Tras la victoria de
Chacabucco, la Junta Gubernativa chilena decretó la proclamación de un acta de independencia —había adoptado ya una bandera y un escudo— diciendo, “sin
un acta de independencia, no ocuparemos el rango debido en el cuadro
de las naciones, no obtendremos de ellas la protección a que es acreedora
la justicia de nuestra causa”. Este documento hace explícito un principio
subyacente en las demás actas iberoamericanas: la declaración o el acta es
una fuente jurídica sobre la cual se finca la transformación de las colonias
en naciones soberanas e independientes.
IV. El Septentrión y Centroamérica, 1821-1825
En 1820, el levantamiento de las tropas destinadas a combatir los movimientos independentistas de América del Sur que se negaban a embarcar
desató una crisis en la monarquía católica. Fernando VII se vio obligado
a aceptar una monarquía constitucional, jurando la Constitución de 1812.
En varios de los territorios americanos que se mantenían leales a la Corona —las Antillas Españolas, la Nueva España, Guatemala— se juró de
nuevo la constitución gaditana y se eligieron de nuevo autoridades cons144
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
titucionales. Sin embargo, la debilidad del gobierno de la península obligó
a las sociedades que se hallaban divididas ante la opción independentista a
definirse. Con esta nueva ruptura se impuso el proyecto de emancipación
—a veces con el apoyo más bien tibio de la élite local— en toda la América
Septentrional y Meridional.
México, 1821
En febrero de 1821 el oficial realista Agustín de Iturbide, que con tanta saña
había combatido a las huestes de Hidalgo, lanzó el Plan de Iguala, en el cual promueve la
independencia de la América Septentrional.
Al abrazar políticamente al jefe insurgente
Vicente Guerrero, los gobiernos locales se
adhirieron al plan. Éste anunciaba la emancipación de una nación madura de “la tutela
de la nación más católica, y piadosa, heroica
y magnánima”, y ofrecía a Fernando VII, o
a otro príncipe Borbón, el trono del imperio
mexicano. La independencia fue reconocida
por Juan de O’Donojú, el recién llegado virrey
de Nueva España, en los Tratados de Córdoba, firmados por él e Iturbide el
24 de agosto. El 28 de septiembre, un acta de la junta interina de gobierno,
conformada por los principales jefes del movimiento trigarante proclamaba, con un tono ya distinto al del Plan de Iguala, el fin de trescientos años
en los que la nación mexicana había existido “sin voluntad propia ni libre
uso de su voz”, proclamando su “salida de la opresión”.
Formación del imperio mexicano, 1822
La independencia de la América Septentrional empujó a la Capitanía General de Guatemala, que previamente no había participado en las agitaciones
independentistas, a emanciparse también. Dada la ausencia de un ejército
realista en la región, las provincias centroamericanas no tuvieron que ponerse de acuerdo sobre una defensa común, ni en sus posturas políticas. La
región entre Chiapas y Costa Rica se convirtió en un escenario en el que
docenas de actas fueron redactadas y proclamadas por ciudades y provin-
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
145
cias. Éstas no solamente no lograron ponerse de acuerdo en cuanto a la separación de España, sino que tampoco concordaron sobre si debían unirse
al nuevo imperio mexicano u optar por la soberanía absoluta. Al recibir noticias del Plan de Iguala, distintas autoridades centroamericanas entablaron
correspondencia con el nuevo Imperio, por lo que hay copias de muchas de
sus actas más importantes en el Archivo General de la Nación.
Iturbide envió tropas con el general Vicente Filisola al frente para garantizar la unión del Septentrión, y la mayoría de las provincias centroamericanas aceptaron formar parte del imperio mexicano el 5 de enero de 1822.
Sólo San Salvador luchó por su independencia hasta 1823, cuando México
se convirtió en república y Centroamérica se separó de ella para formar
su propia federación. El congreso mexicano reconoció esta independencia
—exceptuando a la provincia de Chiapas, que se integró a la nueva república— en 1824.
Acta de Independencia de Centroamérica,
Guatemala, 1821
Este acuerdo es notable porque en lugar de
destituir a los oficiales reales, la élite guatemalteca —reunida en una junta compuesta por
los miembros de la diputación provincial, del
ayuntamiento constitucional, de la audiencia,
de la Iglesia, del colegio de abogados— invitó
al capitán general a participar en su junta extraordinaria, y luego lo confirmó en su puesto.
Igualmente, el acta justificaba la independencia como una respuesta a las noticias del juramento de independencia de los ayuntamientos constitucionales de Chiapas,
para respetar “la voluntad general del pueblo de Guatemala para prevenir
las consecuencias que serían temibles en el caso de que la proclamase de
hecho el mismo pueblo.” Se trata entonces de un acta defensiva y ambigua,
que no se queja del gobierno español, y deja en manos del congreso que
debe reunirse la facultad de resolver “el punto de independencia general y
absoluta, y fijar, en caso de acordarla, la forma de gobierno y ley fundamental que deba regir”.
146
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
En ese momento no todas las provincias de la capitanía aceptaron esta
acta, pero hoy en día todos los países centroamericanos festejan el 15 de
septiembre como día nacional de independencia.
Acta de El Salvador, 1821
El 21 de septiembre San Salvador fue la primera capital provincial de la
capitanía general en responder al acta del 15 de septiembre en Guatemala,
con regocijo general. No sería sino hasta que, en el otoño del mismo año,
Guatemala decidiera recurrir a los demás pueblos, pidiendo su voto para
anexarse a México que San Salvador se opuso al liderazgo de la capital,
prefiriendo la independencia absoluta.
Nicaragua, 1821
La diputación provincial y el obispo de Nicaragua se reunieron el 28 de
septiembre. Después de deliberar sobre “los sucesos que han tenido lugar
en Guatemala”, acodaron su absoluta y total independencia de Guatemala
“que parece se ha erigido en soberana.” La independencia del gobierno
español sólo era temporal “hasta tanto que se aclaren los nublados del día
y pueda obrar esta provincia con arreglo a lo que exigen sus empeños religiosos y verdaderos intereses”. Como en las demás provincias centroamericanas, permanecen en su lugar las autoridades reales. Aunque los miembros de la diputación provincial habían sido electos por los nicaragüenses,
algunos pueblos rechazaron la representatividad de la diputación provincial. Cuando cayó el imperio mexicano, Nicaragua decidió participar en la
República de Centroamérica entre 1824 y 1838, erigiéndose en república
independiente en 1839.
Honduras, 1821
En Tegucigalpa—actual capital de la República de Honduras, pero en 1821
capital de un distrito de la intendencia del mismo nombre— el ayuntamiento leyó la noticia de “haber jurado la independencia en Guatemala,” y
acordó que “se publique, circule inmediatamente [y] que se le dé el debido
obedecimiento.” Para el juramento, convocó a los religiosos y a otras autoridades y a “algunos vecinos” de la villa, quienes en acta continua “manifestaron todos unánimemente su alegría…y estar prontos a jurar la in-
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
147
dependencia.” El cura, José Francisco Pineda
fue el primero a firmar el acta, seguido por el
guardián del convento de San Francisco, y los
vecinos principales, incluyendo a Diego Vigil y
Dionisio Herrera.
Separaciones, 1823
Centroamérica pasó rápidamente de sus primeras actas locales a la de un congreso de diputados
que optó por la independencia absoluta. Al separarse de hecho del imperio mexicano en 1823,
una junta preparatoria elaboró los documentos
que la primera Asamblea Nacional Constituyente centroamericana adoptó
como los decretos que formalizaron la independencia absoluta de España
del antiguo Reino de Guatemala. En este momento, como lo habían hecho los demás países americanos, presentó un listado de quejas contra el
imperio para justificar su separación e independencia, y los representantes
adoptaron el texto por unanimidad. Por no haber llegado los diputados
nicaragüenses y costarricenses, aprobar el acta otra vez en octubre.
República Dominicana, 1821
En diciembre de 1821 Santo Domingo, bajo el impacto de la independencia de la Gran Colombia, propuso separarse de España para unirse con la
Gran Colombia. El texto recuerda en su forma y contenido a otros textos hispanoamericanos, condenando “una sujeción ignominia de 328 años
que es sin duda un tiempo suficiente y muy caro para comprar lección”, y
proclama “¡Viva la Patria, viva la Independencia, y viva la Unión de Colombia!”. Ocho semanas después, una invasión de fuerzas haitianas pondrá
fin al movimiento independentista. Bolívar no contemplaba oponerse al
gobierno haitiano, cuyo apoyo consideraba clave en la lucha por la independencia sudamericana. Santo Domingo se independizó de Haití en 1844,
y de nuevo se afilió con España. Sólo se separó de la madre patria de modo
permanente en 1861, en el aniversario de la independencia dominicana de
Haití en 1844.
148
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
Sudamérica
Entre 1821 y 1825 las guerras de independencia en América del Sur culminaron con la victoria de las fuerzas americanas. Los libertadores Simón
Bolívar y José de San Martín lograron separar a todas las antiguas provincias hispanoamericanas de la metrópoli, aunque
a veces tuvieron que llevar tropas a las ciudades
capitales, como fue el caso de Lima en Perú.
Los habitantes de los territorios que habían
sufrido de primera mano las insurrecciones indígenas de Tupac Amaru y Tupac Catari en la
década de 1780 temían que establecer repúblicas y federaciones con una población mayoritariamente indígena sería problemático, y sólo se
independizaron bajo la presión de sus vecinos.
Muchas de las actas de independencia de este
período están permeadas de un tono conservador y cauteloso, y dudan en tachar a la monarquía española de tiránica.
Brasil recorrió un camino distinto. La política de Lisboa, que pretendía
restringir la autonomía de las posesiones portuguesas en América puso a
Dom Pedro, hijo del rey de Portugal, ante la disyuntiva de perder a Brasil
o gobernar un país independiente. Entonces, al borde del río Ipiranga, el
príncipe gritó, en septiembre de 1822, “Independencia o Muerte,” cumpliendo con la idea expresada en su manifiesto del 7 de agosto de que era
preferible la independencia absoluta que la sujeción a las Cortes de Lisboa.
Alto Perú (Bolivia), 6 agosto 1825
El 6 de agosto de 1825 los diputados que firmaron el acta de Independencia del Alto Perú se reunieron en una asamblea que proclamaba que los
abusos de España hacia México, Colombia y Buenos Aires no habían sido
“superiores a los del Alto Perú”. Asegurada la independencia de los otros
países, la asamblea decidió declarar la suya, y erigirse en “estado Soberano
e independiente de todas las naciones”.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
149
V. Ajustes territoriales e independencias tardías, 1830-1903
Declarar la independencia de la metrópoli es un paso hacia la independencia. En la década de 1830, en algunas regiones —notablemente en el
istmo centroamericano y en los Andes— los Estados que conformaron las
primeras repúblicas optaron por una independencia y soberanía absolutas.
Congresos y presidentes pusieron fin a estas federaciones y promulgaron
decretos y actas para lograr este fin. Por no ser actas de independencia
“absoluta” de una potencia colonizadora, los decretos o constituciones que
confirmaban la soberanía de las nuevas repúblicas o declaraban el fin de
una federación raramente se conmemoran como días de independencia, y
los textos no se consideran fundamentales, sino que aparecen en las recopilaciones de leyes por su importancia jurídica. En los 1830, las federaciones
de Centroamérica y Gran Colombia se dividieron, respectivamente, en 5 y
3 países; en 1903, Panamá se separó de Colombia. En el caso mexicano, en
1836 la República de Texas logró los sueños enunciados por algunos de sus
municipios en un acta de 1826. Se trataba de una independencia efímera,
pues Texas se anexó a los Estados Unidos en 1845. En el Caribe, la República Dominicana (hasta 1861) y Cuba (1898/1902) y Puerto Rico (1898)
fueron las últimas colonias que se independizaron de España, aunque este
último se convirtió en un territorio (o colonia, según el punto de vista) de
los Estados Unidos de América.
Como veremos, estas actas de independencia narran/imaginan la transformación de diversas unidades coloniales en entidades políticas independientes. Cuentan historias de ruptura, de asunción de la soberanía y de
refundación. Echan mano de un acuerdo, de un grito o de un acta para
legitimar un proceso político.
La independencia de Texas, 1835
Adoptando el proceso usado por muchas provincias iberoamericanas en
1808, en noviembre de 1835 una convención de representantes de los municipios tejanos resolvió separarse de la República Mexicana por su desorganización, enfrascándose en una guerra contra un gobierno militar que no
reconocía como legítimo.
Seis meses después de la “Declaración del Pueblo de Tejas”, los delegados
150
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
de los distritos tejanos se reunieron en una
Convención General mientras que el ejército del general mexicano Antonio López de
Santa Anna sitiaba el Álamo en San Antonio.
La provincia de Texas decidió establecer una
“república independiente, libre y soberana”.
El acta condenaba al gobierno mexicano por
no cumplir con las responsabilidades y funciones de un gobierno estable protegiendo
“la libertad, vidas y propiedades de la gente”.
El congreso subrayó que “la Constitución
Republicana Federal de su país”, que habían
jurado sostener no tenía ya “existencia real”.
Cuba y Panamá
El ciclo de independencias iberoamericano no se cierra en el siglo XIX, aunque la transición de imperio a república de Brasil coincide con la otra gran
emancipación del siglo: la abolición de la esclavitud. No fue sino hasta los
albores del nuevo siglo que las últimas colonias españolas rompieron con la
madre patria. Cuba, la “siempre fiel”, enfrascada en un largo conflicto armado (1868-78 y
1895-1898) publicó un manifiesto escrito por
José Martí y Máximo Gómez en 1895, pero su
independencia no se hizo efectiva sino hasta el
tratado de paz firmado por España y Estados
Unidos en 1898 que establece la “asesoría” del
último al terminar su “ocupación”. Estados
Unidos fijó, por otra parte, un “protectorado”
sobre Puerto Rico. El último proceso independentista de la América hispana se llevó a cabo
el 2 de noviembre de 1903, cuando la provincia
de Panamá se separó de Colombia, un sueño
acariciado por la élite panameña en la década de 1850 y hecho realidad
cuando la independencia de este territorio facilitó la construcción de un
canal interoceánico.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
151
Panamá, 1821
La primera Acta de independencia fue promulgada en nombre del Istmo
de Panamá por una Junta General compuesta de las corporaciones civiles, militares y eclesiásticas de la provincia el 28 de noviembre de 1821. El
documento declara que Panamá es “libre e independiente del Gobierno
Español” y que “provincias del Istmo pertenecen al Estado Republicano
de Colombia”.
El segundo documento, firmado el 4 de noviembre de 1903 por el consejo municipal panameño, dice ser el resultado de más de 80 años de injusticias perpetradas por Colombia. El acta alude a la decepción de las esperanzas panameñas, que parecen ser más económicas que políticas: La unión
con Colombia no había producido los ”bienes que [...] se aguardaron” y ésta
ponía “obstáculos insuperables al progreso”. ¿Sería esta novedosa “responsabilidad” del Estado la que empujó a este trozo del istmo centroamericano
a construir un canal interoceánico, que pronto introduciría un tipo distinto
de imperialismo?
Tratados de reconocimiento
El erigirse en Estado soberano no era siempre suficiente. Para que la independencia se hiciera realidad, tenía que ser reconocida por los otros miembros de la sociedad internacional. Por eso los nuevos países buscaron el
reconocimiento tanto de la antigua metrópoli, como de otras potencias, y
de los países “hermanos” con quienes compartían el continente. Los países
iberoamericanos reconocieron a sus vecinos casi de inmediato, con los tratados de paz y comercio firmados entre México y Colombia (antes Nueva
Granada) en 1823, por ejemplo. Portugal reconoció la independencia de
Brasil a mediados de la década de 1820 y Francia, al recibir una indemnización enorme de Haití, reconoció su independencia en 1825. Más renuente
a asumir la pérdida de su imperio, España firmó tratados de amistad con
las repúblicas americanas entre 1836 (México) y 1881 (Colombia), mientras
que las potencias rivales —Estados Unidos, Francia, Inglaterra— empezaron a negociar sus tratados cuando los gritos apenas habían sido acallados
y seguían sobre la mesa las plumas con las que se firmaron las actas de
independencia.
152
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
153
Conclusión
Las actas de independencia son testimonio de una gran variedad de anhelos
y propuestas políticas. Sin embargo, dieron origen a un fenómeno singular:
los países del hemisferio quisieron conmemorar su independencia en el día
de la adopción o proclamación de al menos una de estas actas. En muchos
países iberoamericanos, ya desde los primeros años de vida independiente,
se celebraba una fiesta nacional en la fecha del acta. Argentina escogió el 9 de
julio como el aniversario de la independencia en 1817, un año después de que
el congreso de Tucumán emitiera su decreto. Tampoco faltan anomalías
e ironías. En Centroamérica, Guatemala adoptó el 15 de septiembre como
aniversario de la independencia en 1834, y hoy en día cada uno los cinco
países que formaron parte de la República de Centroamérica (1823-1838)
—Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica— celebra
el 15 de septiembre como el día de la independencia, aunque muchas ciudades y regiones rechazaron, en ese momento, el acta guatemalteca. En
otros países, no basta un día para conmemorar procesos largos y complejos
— Perú, desde 1822, consagró varias fechas como fiestas cívicas, para conmemorar batallas, juramentos y los cumpleaños o aniversarios luctuosos
de los héroes de la época. En algunos casos, las actas (o alguna parte de
ellas, como las firmas de sus autores) forman parte la cultura visual del país,
como vemos en la publicación de documentos conmemorativos de las actas
mexicana y estadounidense.
154
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
DOCUMENTOS DEL A RCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN
A continuación presentamos tres expedientes extraídos del acervo documental que resguarda el Archivo General de la Nación; dos hacen referencia
a la escasez de alimentos y sus efectos durante los movimientos de Independencia y Revolución; el otro es una petición para representar comedias
durante las festividades navideñas.
Colocamos primero el oficio que Juan Mirón, comisionado de la pólvora, le dirigió a Guadalupe Victoria el 29 de octubre de 1816 desde Actopan,
para informarle del paro de actividades en la fábrica del salitre debido a la
falta de maíz para alimentar a los empleados; sin el salitre, señala el remitente, pronto parará también la fabrica de pólvora.
En seguida tenemos el documento fechado el 26 de junio de 1915 escrito por los vecinos de la colonia Santa Julia en el Distrito Federal, dirigido a
los delegados de la Soberana Convención Revolucionaria para exponerles
que por la escasez de alimentos y la negativa de los comerciantes a vender
sus mercancías, las mujeres de la localidad se vieron forzadas a ingresar en
las tiendas y depósitos de semillas con el fin de tomar los víveres necesarios
para el sustento familiar; fueron salvajemente reprimidas por un grupo de
soldados de la guarnición de Tacuba, al parecer villistas, quienes les ocasionaron severas lesiones y en algunos casos la muerte; por ello solicitaron que
la convención interviniera para saber quiénes fueron los responsables tanto
de dar la orden como de ejecutar el ataque en contra de las mujeres; esperan
que se haga justicia para que no se repitan crímenes como el denunciado que
“deshonra y mengua la gloriosa Revolución Mexicana”.
El último documento es la solicitud escrita en 1807 por el ciudadano Pedro Ygnacio (sic) Guerra, vecino de Querétaro para que se le conceda licencia de representar seis comedias durante los días de la pascua de navidad;
su justificación fue que “por un estipendio moderado, el público disfrutará
de una diversión honesta de que carece, y yo socorreré mis necesidades sin
perjuicio de nadie”.
En el caso de los documentos con paleografía se actualizó la acentuación, pero se respetó la ordenación de cada línea, la separación silábica y el
uso de mayúsculas y minúsculas. Idalia González.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
155
POR ESCASEZ DE MAÍZ PARA LABORES LA FÁBRICA DE SALITRE
156
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
f. 116
Excelentísimo señor
Por el motivo de no tener los fabricantes
De pólvora y salitre salario alguno hasta la
Presente, hemos estado sostenidos de la manutención que nos ha franqueado el señor encargado de justicia Don Josef María González, y el Gobernador
de este pueblo. Y habiendo faltado el maíz que se
requiere para los empleados en la fábrica del
salitre se a varado todo, porque el día 25 del
corriente fue el último que se trabajó, y es visto que faltando este material pare también la fabrica de pólvora, la que parará a fin de esta semana si la salitrera no se fomenta.
El teniente coronel Señor Don Miguel Ferreira
nuestro Director se fue desde el día 20 a traer
a su familia, me dejó dicho que venía el día 25
pero hasta ahora no aparece, nos dejó entendidos
en que Don José Maria nos daría algún socorro en reales para lo muy preciso como jabón, cigarros, etcétera pero no se ha verificado, antes lejos de eso ha habido día
que hemos pasado con sola tortilla una vez al día.
El gobernador ha hecho cuanto a podido y
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
157
158
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
f. 116v
me ha prometido que si una tortilla tiene la partirá con nosotros, pero que a los del salitre no le alcanzan las fuerzas.
El Señor Don José María el descarte que da es que está vuestra excelencia entendido en que él es colector de las
contribuciones, y por eso somete vuestra excelencia a él estos
gastos pero que no es así, que no administra hacienda nacional ninguna y así que no tiene de que sostenernos.
Me ha parecido muy conveniente el participarle a vuestra excelencia todo esto, para que mande proveer
con tiempo esta falta, y no sea yo el culpante
de la falta que pueda resultar de la pólvora.
Atopan y octubre 29 de 1816
Besa los pies de vuestra excelencia su más humilde y
afectísimo servidor.
Juan Mirón
Comisionado de la pólvora
[Al margen izquierdo de la fecha]
Señor Teniente general
Don Guadalupe
Victoria
AGN,
Operaciones de Guerra, vol. 931, exp. 78
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
159
SOLICITUD DE LICENCIA PARA REPRESENTAR COMEDIAS
EN LAS PASCUAS NAVIDEÑAS
160
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
f. 1
[Fecha a la izquierda del texto]
México agosto
22 de 1807
Ocurra al corregidor interino
De Querétaro
Pedro Ignacio Guerra, vecino de la
ciudad de Santiago de Querétaro, ante vuestra excelencia
con el mayor respeto y veneración Digo:
que mi edad algo avanzada ya, y mis enfermedades habituales me han reducido a un
estado tanto más miserable cuanto no para
sólo en mi la desgracia, mi inocente familia
es víctima también de la indigencia, sin que
basten mis arbitrios a remediar nuestra
común desdicha.
En este supuesto, y con el conocimiento de la paternal piedad de vuestra excelencia
ocurro a su superioridad suplicándole rendidamente, se sirva concederme la licencia
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
161
162
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
f. 1v
oportuna, para representar en aquella
ciudad seis comedias en los días de la
pascua de natividad pues por un estipendio moderado, el público disfrutará
de una diversión honesta de que carece,
y yo socorreré mis necesidades sin
perjuicio de nadie, mayormente previniéndose por vuestra excelencia a los jueces de aquella
ciudad, cuiden del arreglo y decoro
de la diversión. Por tanto.
A vuestra excelencia suplico así lo mande
Que en ello recibiré gracia y merced.
Excelentísimo señor
Pedro Ygnacio Guerra.
AGN,
Indiferente Virreinal, caja 2833, exp. 025
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
163
VECINOS DE LA COLONIA SANTA JULIA SE QUEJAN
ANTE LA CONVENCIÓN R EVOLUCIONARIA
164
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
165
AGN,
166
Convención Revolucionaria, caja 7, exp. 9
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
Noticias del AGN
RECONOCIMIENTO AL INSTITUTO
NACIONAL DE MIGRACIÓN
La directora general del Archivo General de la Nación, doctora Aurora
Gómez Galvarriato felicitó al Instituto
Nacional de Migración (INM) por el libro 200 mexicanos que nos heredó el mundo,
la inauguración de la exposición “Extranjeros célebres en México” y por el
rescate y organización que desde 2002
realizan en su archivo.
El 13 de septiembre en la cúpula
del AGN, donde se montó la exposición citada, la titular de esta institución
señaló que tanto en la muestra como en el libro, el INM refleja el enorme
legado que México recibió de sus inmigrantes en diversos ámbitos como las
ciencias, la artes los deportes.
La comisionada del INM, Cecilia Romero Castillo, dijo que el libro 200
mexicanos que nos heredó el mundo “da cuenta de 200 personalidades que se
destacaron por sus notables contribuciones a México: todas ellas nacieron
en el exterior y finalmente se arraigaron en el país por diversas razones y en
diferentes condiciones migratorias; muchas incluso, se naturalizaron como
ciudadanos mexicanos”.
ARCHIVOS, MEMORIA Y SOCIEDAD CIVIL
Al moderar la conferencia dictada por el doctor James Allen, “Archivos,
memoria y sociedad civil”, que se realizó el 31 de agosto, la doctora Aurora
Gómez Galvarriato, directora general del AGN, dijo que la labor que realiza
el Archivo busca preservar, rescatar y organizar la memoria histórica a través del acercamiento con el público.
El doctor Allen Smith, vicepresidente y director de Investigación y Educación en el Centro de Archivos Rockefeller, destacó la importancia de
preservar los archivos históricos de las organizaciones civiles y sus aporLegajos , número 6, octubre-diciembre 2010
167
taciones en la rendición de
cuentas en las sociedades
democráticas; Dijo que la
filantropía en muchas ocasiones es una aspiración que
debe “ser visionaria para
prever los futuros conflictos
sociales”.
Para la directora de
Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas (Adabi) de México, Stella
González Cicero, las fundaciones representan “el deposito de la memoria
colectiva y correctiva, porque gracias a los archivos se modifican los hechos”. Consideró que los documentos “son más de lo que pueden ser, pues
resguardan lo que hemos olvidado”.
La conferencia ofrecida en la cúpula del AGN fue organizada por esta
institución y el Centro Mexicano para la Filantropía A.C. (Cemefi).
LA VIDA COTIDIANA EN LA CASA DE
MONEDA DE MÉXICO
Trabajar en la Casa de Moneda representaba el ideal de masculinidad debido a que para ello se requería de un
gran esfuerzo físico derivado de las arduas labores y los cambios constantes
de temperatura a los estaban expuestos
los trabajadores, dijo el doctor Felipe
Castro el 18 de agosto cuando participó en el ciclo Conversando con nuestros investigadores realizado en el auditorio
Fernando de Alva Ixtlilxóchtl del Archivo General de la Nación.
La directora general del AGN, Aurora Gómez Galvarriato, destacó la
importancia de las fuentes utilizadas por el ponente a quien agradeció su
participación en el ciclo; previamente, la directora de Investigación y Normatividad Archivística de la institución, Yolia Tortolero presentó al invitado y destacó su investigación minuciosa sobre los trabajadores de la Real
Casa de Moneda.
168
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
La mayoría de los trabajadores eran españoles de las llamadas clases o
grupos bajos que no tenían ningún tipo de título nobiliario, seguidos por
indígenas, mestizos y algunas castas; por el contrario, era muy reducido el
número de negros y mulatos a los que raramente se les daba empleo, ya que
se les consideraba como personas en las que no se podía confiar.
CONCLUYÓ CON ÉXITO EL CURSO DE VERANO “NEGRO SOBRE BLANCO”
“Los niños son nuestra razón de ser, por llenar de vida, alegría, color y entusiasmo a la institución”, dijo la directora general del Archivo General de
Nación, doctora Aurora Gómez Galvarriato, el 4 de agosto al entregar un
reconocimiento a los niños, voluntarios y demás colaboradores que participaron en el curso de verano “Negro sobre Blanco”, que se llevó cabo del
19 al 30 de julio en el repositorio.
Los 38 niños y niñas de entre cuatro y doce años que participaron en
el curso aprendieron la importancia de los documentos mediante talleres
y diversas actividades relacionadas con la historia de la escritura, la conservación y restauración de documentos, la fabricación de papel reciclado,
técnicas de marmoteado y algodón en papel, elaboración de libretas y las
partes de un libro.
Las niñas y niños recibieron un paquete con el material elaborado por
ellos mismos durante el curso como hojas de papel reciclado, un retrato
colorido sobre papel amate; y una antología con los relatos.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
169
LA LIBRERÍA EDMUNDO O’GORMAN DEL FCE ABRIÓ SUS PUERTAS EN EL
AGN
Como resultado del convenio
entre el Archivo General de
la Nación (AGN) y el Fondo
de Cultura Económica (FCE),
firmado el 10 de agosto de
2010, la librería Edmundo
O’Gorman abrió sus puertas
dentro de las instalaciones del
Palacio de Lecumberri para
ofrecer a los lectores de la
zona nororiente de la ciudad de México un catálogo de más de 20 fondos
editoriales y cerca de 120 mil títulos de libros de una gran variedad de géneros y temas.
El fondo editorial del AGN, por ejemplo, se especializa en archivística
e historia de México a partir del sigl XVI a la fecha; las publicaciones están
sustentadas a partir de investigaciones que toman como fuente primaria
el acervo documental que resguarda la institución; destacan títulos como:
En defensa de la patria, La definición del Estado mexicano, La consumación de la
Independencia, México en el siglo XX, Edmundo O’Gorman, México un siglo en
imágenes, Encuentro con el Acta de Independencia, Encuentro con los Sentimientos de
la Nación, Encuentro con la Constitución de 1917 entre otros; además, están los
números de Legajos, Boletín del Archivo General de la Nación, que en septiembre de este año cumplió 80 años de existencia.
La oferta editorial del FCE incluye más de cien colecciones como Antropología, Arte Universal, Breviarios, Historia de México, La Ciencia para
Todos, Letras Mexicanas, Política y Derecho, Psicología, Psiquiatría y
Psicoanálisis, Río de Luz, Vida y Pensamiento de México. Con la librería
Edmundo O’Gorman el FCE suma la número 21 en territorio mexicano,
además de las filiales en España, Estados Unidos y varios países latinoamericanos.
170
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
Índices
VERSIONES PÚBLICAS DISPONIBLES PARA CONSULTA EN EL AGN
En cumplimiento del acuerdo por el que se disponen diversas medidas para la
procuración de justicia por delitos cometidos contra personas vinculadas con
movimientos sociales y políticos del pasado, del 19 al 21 de febrero de 2002,
fueron transferidas a la Galería 1 del Archivo General de la Nación (AGN),
4,207 cajas que contenían los archivos de las desaparecidas: Dirección de
Investigaciones Políticas y Sociales (conocida como IPS) y Dirección Federal de Seguridad (DFS), pertenecientes a la Secretaria de Gobernación.
Como antecedente, de ambas direcciones se creó en 1986 la Dirección de
Investigación y Seguridad Nacional (Disen), la cual daría paso en 1989 al
actual Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen). De forma
paralela se creó la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos
del Pasado (Femospp).
Con la publicación de este acuerdo, el titular del Ejecutivo federal avanzó en la protección de los derechos fundamentales, promoviendo acciones
encaminadas a conocer y sancionar a los responsables de hechos probablemente constitutivos de delitos, apoyando el espíritu de justicia y fortaleciendo una cultura democrática, amén de garantizar la posibilidad de que
cualquier ciudadano pueda conocer los documentos y expedientes generados por los órganos de inteligencia del Estado entre 1947 y 1985; mismos
que se mantuvieron bajo custodia y reserva por más de 50 años y que se
relacionan con movimientos sociales que enmarcaron hechos hoy históricos, como la denominada guerra sucia, el movimiento ferrocarrilero que se
desarrolló entre 1958-1959; la movilización de los médicos que sacudió a
la ciudad de México entre 1964 y 1965; el movimiento estudiantil de 1968
que concluyó con la matanza del 2 de octubre; el jueves de corpus del 10
de junio de 1971, conocido también como “El Halconazo”, por mencionar
algunos de los más relevantes.
Dentro del aproximadamente 1 kilómetro lineal que forman los documentos aludidos, existen expedientes sobre organizaciones sociales y grupos guerrilleros que han marcado la existencia de este país. Entre ellos el
Partido Revolucionario Obrero Clandestino Unión del Pueblo (PROCUP)
que nació a principios de los setenta del siglo pasado a partir del antiguo
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
171
grupo armado Partido Revolucionario Unión del Pueblo, cuyo fundador
fue Héctor Heladio Hernández, muerto en 1978.
Asimismo, se pude consultar el expediente sobre el Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR), grupo armado de filiación comunista, que se
desarrolló en México durante las décadas de 1960 y 1970; según lo refieren
los documentos, algunos de sus integrantes viajaron a la República Democrática de Corea entre 1968 y 1969 para capacitarse en técnicas de guerrilla;
adicionalmente, se cuenta con información relevante sobre la Liga Comunista 23 de Septiembre que surgió durante los setenta y estuvo integrada por
algunos de los sobrevivientes del MAR y otros grupos.
También se pueden localizar expedientes de personajes que destacaron
como líderes de movimientos y organizaciones armadas, sindicales y policiacas como Lucio Cabañas, Genaro Vázquez, Valentín Campa, Joaquín
Hernández Galicia “La Quina“, Demetrio Vallejo, Fidel Velázquez, Arturo
Durazo Moreno (a) El Negro Durazo, por citar algunos.
Es importante precisar que si bien la Femospp tuvo acceso irrestricto a
los documentos, éstos contienen información confidencial tutelada por la
Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental (LFTAIPG).
Debido a la atipicidad en la incorporación documental que nos ocupa,
al no presentar tales papeles una valoración histórica previa; el acceso a esta
documentación por parte de los ciudadanos se atiene tanto a las disposiciones relativas a la protección de información confidencial y la protección
de datos personales que establece la ley en la materia, como a la legislación
que se aplica de forma supletoria y a las resoluciones del Pleno de Instituto
Federal de Acceso a al Información y Protección de Datos Personales.
En este sentido el Archivo General de la Nación –consciente del espíritu
de la LFTAIPG y verificando, como es su deber hacerlo, su cumplimiento en
lo relativo a la protección de datos confidenciales– ha establecido la elaboración de versiones públicas de los documentos resguardados en la Galería
1 que lo requieran. Así, de 2003 al 31 de agosto de 2010 se hicieron 555
versiones públicas cuyo listado completo se presenta en seguida.
Saúl Pérez Salas
Marco Antonio Joao Bárcenas Paredes
172
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
Núm.
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
Nombre
Abal Medina, Juan Manuel
Acosta Chaparro Escapite,
Mario Arturo
Adalid Mier, Gonzalo Miguel
Agencia Central de Inteligencia (CIA)
Aguilar Camín, Héctor Manuel de Jesús
Aguilar Garza, José Carlos
Aguilar Monteverde, Alonso
Aguilar Vargas, Cándido, general
Aguirre Palancares, Norberto
Alamillo Flores, Luis, general
Alarcón Chargoy, Gabriel
Aldana Ibarra, Jorge Miguel
Alemán Valdez, Miguel
Alemán Velásquez, Carlos
Almeida Bosque, Juan
Altamirano Manlio, Fabio
Alonso Aguerrebere, Manuel
Alvarado Ugarte, Gilberto
Álvarez Ponce de León, Griselda
Allende Gossens, Laura Sofía
Allende Gossens, Salvador
Amaro, Joaquín, general
Anda Páez, José Alfredo
Ardavín Migoni, Bernardo
Arguedas Mendieta, Antonio
Arredondo, Inés
Arreola, Juan José
Legajos
Fojas
2
40
1
92
2
1
1
1
3
2
6
1
2
2
2
1
1
2
1
1
6
2
1
1
1
1
1
1
1
6
314
61
60
830
473
1439
183
93
47
532
40
17
37
21
12
1532
49
112
12
3
9
91
13
7
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
173
Núm.
28
29
30
31
32
33
34
35
36
37
38
39
40
41
42
43
44
45
46
47
48
49
50
51
52
53
54
174
Nombre
Arteaga García, Carlos
Asociación Cívica Guerrerense
en el Estado de Guerrero
Aub Mohrenwitz, Max
Avilés Favila, René
Azcárraga Milmo, Emilio
Azcárraga Tamayo, Gastón
Azpeitiac, Edgardo, capitán
Bailleres, Raúl
Baldovinos Nario, Heriberto
Baños Urquijo, Fernando
Barba Hernández, Alfredo
Barbosa Heldt, Antonio
Barragán Rodríguez, Juan Pablo,
general
Barrera Ponce, Humberto, capitán
Barrón Caldera, José
Barquín Alonso, Francisco Javier
Basagoiti Noriega, José María
Bayo Acosta, Alberto
Bayo Cosgaya, Alberto
Bayo Giroud, Alberto
Becerra Acosta, Manuel
Becerra Gaytán, Antonio
Belmont, Ricardo
Beltrones Rivera, Manlio Fabio
Benítez Nápoles, Reynaldo
Bernal Tenorio, Antonio
Beteta, Mario Ramón (padre)
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
Legajos
Fojas
1
1
7
666
1
1
2
2
1
1
1
1
2
2
39
52
239
52
1
3
1
47
24
175
2
523
2
1
1
2
1
1
1
1
5
1
2
1
4
1
34
110
16
252
7
43
86
54
1248
2
149
5
754
57
Núm.
Nombre
Legajos
Fojas
55
56
57
58
59
60
61
62
63
64
65
66
67
68
69
70
71
72
73
74
75
Bidegain Orcas, Raúl
Blanco Ornelas, Jesús
Bobadilla Peña, Julio
Bonasso Vicario, Miguel Luis
Bosh Ávila, Orlando
Bravo Malpica, Manuel
Brigada Campesina de Ajusticiamiento
Buendía Téllez, Manuel
Bussi de Allende, Hortensia
Caballero Pedraza, Virgilio Dante
Caballeros de Colón
Cabañas Barrientos, Lucio
Cabañas Barrientos, Lucio
Cabañas Perojo, José Miguel
Cabañas Tavares, Lucio
Cabrera, Emma
Cabrera Morales, Alfonso
Calderón Vega, Luis (especial)
Calvillo G., Manuel
Camarillo Ochoa, Eleazar
Campa Salazar, Valentín
Campamento Tierra y Libertad, Ejido
Los Otates, Municipio de Oquismo,
San Luis Potosí
Cámpora Acevedo, Héctor Pedro
Cámpora, Héctor José
Campos Lemus, Sócrates Amado
Canseco Ruiz, Constantino Alejandro
1
2
2
1
1
1
7
3
3
1
1
12
3
1
1
2
1
1
1
3
13
18
60
379
32
33
52
678
153
427
32
112
2878
180
1
15
4
1
371
5
127
4932
1
263
1
2
4
1
22
215
887
55
76
77
78
79
80
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
175
Núm.
81
82
83
84
85
86
87
88
89
90
91
92
93
94
95
96
97
98
99
100
101
102
103
104
105
106
176
Nombre
Canseco Ruiz, Enrique
Canseco Ruiz, Felipe Edgardo
Canseco Ruiz, Florencia Elodia
Carabeta, Carlos Alberto
Carbajal Bernal, Ángel
Cárdenas del Río, Lázaro
Cárdenas Solórzano, Cuauhtémoc
Carnelli de Puiggros, Delia
Carriedo Mingo, Miguel
Carreño Burciaga, Jesús Héctor
Carrillo Azpeitia, Rafael
Carrillo Olea, Jorge, coronel
Caruso, María Teresa
Casarrubio Sánchez, Jerónimo
Casas, Francisco
Castañeda Gutman, Jorge
Castañeda O’Connor, Salvador
Castañeda y Álvarez de la Rosa, Jorge
Castillo Peraza, Carlos
Castrejón, Adrían, general
Castro Arteaga, Inocencio (a)
“Gorgonio”, (a) “Rufino”, (a)
“Alvarado”
Castro Lozano, Juan de Dios
Castro Ruz de Lomelí, Emma
Castro Ruz, Fidel Alejandro
Castro Ruz, Raúl
Castro y Castro, Fernando
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
Legajos
Fojas
1
1
1
1
2
5
8
1
1
2
2
2
1
1
1
1
2
3
2
1
135
37
106
2
27
1440
2248
42
2
644
64
288
9
7
15
178
632
854
337
38
1
202
3
1
2
1
2
308
24
622
60
18
Núm.
107
108
109
110
111
112
113
114
115
116
117
118
119
120
121
122
123
124
125
126
127
128
129
130
131
132
Nombre
Cebreros Manjarrez, José Rosario
Cervantes Tavera, Blanca Estela (a)
“Luisa”
Cervantes Tavera, José Bonfilio
Chao López, Rafael
Chirstleb Ibarrola, Adolfo
Cienfuegos Gorriarán, Osmany
Cienfuegos, Camilo
Cirigo Vázquez, Blanca Esthela
Cirigo Vázquez, Óscar Nahum
Cirigo, Víctor Hugo
Clouthier del Rincón, Manuel J.
Coello Macías, Luis Felipe
Coello Trejo, Javier
Colosio Murrieta, Luis Donaldo
Comandos del Frente Estudiantil
Revolucionario
Comité político pro Salvador Nava
Martínez, San Luis Potosí
Cortés Gutiérrez, Alicia
Cortés Gutiérrez, Ángel
Cortés Gutiérrez, Arturo
Cortés Gutiérrez, Benita
Cortés Gutiérrez, Cecilia Irene
Cortés Gutiérrez, David
Cortés Gutiérrez, Felipe de Jesús
Cortés Gutiérrez, Fernando
Cortés Gutiérrez, Flor de María
Cortés Gutiérrez, José Guadalupe
Legajos
Fojas
2
229
1
141
1
1
5
1
1
1
1
1
4
1
2
2
238
46
1310
19
1
6
57
4
962
112
197
438
2
217
1
211
1
1
2
1
1
1
1
1
1
1
6
23
642
2
137
160
195
6
245
198
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
177
Núm.
133
134
135
136
137
138
139
140
141
142
143
144
145
146
147
148
149
150
151
152
153
154
155
156
157
158
159
178
Nombre
Cortés Gutiérrez, José Luis
Cortés Gutiérrez, Octavio
Cortés Gutiérrez, Pedro Ignacio
Cortés Gutiérrez, Rolando Enrique
Cortés Gutiérrez, Salvador
Cortés Gutiérrez, Silvia
Corral García, Luis Miguel
Corral García, Salvador
Correa Delgado, Luis Manuel
Correa Mena, Jorge
Correa Rancho, Víctor Manuel
Croatto, Armando
Cruz Palma, Antonio
Cruz Sánchez, Alberto Francisco
Cruz Sánchez, Casto Eugenio
Cruz Sánchez, Gabriel
Cruz Sánchez, Nieves
Cruz Sánchez, Tiburcio
Cuenca Díaz, Hermenegildo
Cuevas, José Luis
Dalton García, Roque
De Gortari, Eli
De Iturbe Preciat, Aníbal
De la Cabada Vera, Juan
De la Vega García, Netzahualcóyotl
De los Ríos Merino, Alicia
Dehesa, Teodoro
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
Legajos
Fojas
1
1
1
1
2
1
2
1
1
1
2
1
1
1
1
1
1
1
4
1
1
4
1
1
3
1
1
258
1
172
13
419
23
292
125
1
6
609
8
1
23
73
253
6
349
1168
37
29
835
37
244
470
108
2
Núm.
160
161
162
163
164
165
166
167
168
169
170
171
172
173
174
175
176
177
178
179
180
181
182
183
184
185
186
Nombre
Del Ángel Fuentes, César Augusto
Del Toro Rosales, Salvador
Del Val Blanco, Enrique
Denegri Pacheco, Carlos
Devia Silva, Luis Edgar
Díaz de León, Jesús
Díaz Escobar Figueroa, Manuel
Díaz Figueroa, Febronio
Díaz González, Pablo
Díaz González, Julio
Díaz Lombardo, Antonio
Díaz Muñoz, Vidal
Díaz Ordaz, Gustavo
Díaz Ramírez, Manuel
Díaz Redondo, Regino
Diez Cañedo, Joaquín
Domecq de Rodríguez, Brianda
(secuestro)
Durazo Moreno, Arturo
Ealy Ortiz, Juan Francisco
Echeverría Ruiz, Rodolfo
Elecciones en el estado de Coahuila
Embajada americana
Embajada de EUA
Embajada de Cuba
Encinas Rodríguez, Alejandro
Encinas Rodríguez, Dionicio
Escuela Libre de Derecho
Legajos
Fojas
11
2
1
1
1
1
2
1
1
1
1
1
7
1
1
1
2426
157
49
40
3
73
47
149
1
1
59
257
1889
5
53
2
1
345
3
2
4
1
1
8
1
2
1
1
794
47
790
185
221
2357
220
86
291
7
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
179
Núm.
187
188
189
190
191
192
193
194
195
196
197
198
199
200
201
202
203
204
205
206
207
208
209
210
211
212
180
Nombre
Esparragoza Moreno, Juan José (a)
“El Azul”
Espino Barrientos, Manuel
Espinoza Campos, Casimiro
Espinoza Iglesias, Manuel
Estrada Villa, Rafael
Farell Cubillas, Arsenio
Federación de Estudiantes Campesinos
Socialistas de México
Federación de Estudiantes,
Universidad de Colima
Federación de Estudiantes Técnicos
(FNET)
Felguerez Barra, Manuel
Fernández, José Ramón
Fernández de Cevallos, Diego
Fernández, Justo
Fernández, Mabel Teresa
Fernando, Daniel Diego
Ferrer Márquez, Eduardo Mario
Figueroa Figueroa, Rubén
Figueroa Figueroa, Rubén (secuestro)
Figueroa Figueroa, Ruffo
Figueroa Sandoval, Carlos
Firmenich, Mario Eduardo
Fleming, María Josefa
Flores Alavez, Gilberto
Flores Gervacio, Jorge
Fox Quezada, José
Fox Quezada, Vicente
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
Legajos
Fojas
1
4
1
2
1
4
7
4
17
93
1090
2334
31
10242
1
222
1
392
1
1
2
2
1
1
1
4
1
1
1
1
1
2
1
1
1
20
25
359
32
3
2
2
1216
375
131
3
97
3
196
1
2
7
Núm.
213
214
215
216
217
218
219
220
221
222
223
224
225
226
227
228
229
230
231
232
233
234
235
236
237
238
Nombre
Frente Estudiantil Revolucionario
Fuentes Mercado, Carlos
Fuerzas Revolucionarias Armadas del
Pueblo (Frap)
Fuerzas Armadas de Liberación
Funes Patinlich, Augusto Manuel
Galindo Ochoa, Francisco
Galván López, Félix
Galván, Ursulo
Gallangos Cruz, Avelino Francisco (a)
“Fernando”
Gallangos Cruz, Roberto Antonio (a)
“Simón”
Gamboa Pascoe, Joaquín
García Ávalos, Eusebio
García Barragán, Marcelino
García Loera, Roberto
García Márquez, Gabriel
García Martínez, Calixto
García Paniagua, Francisco Javier
García Ponce, Juan
García Soto, José Ramón
García Suárez, José Antonio
(asilado español)
García Terrés, Jaime
Garro, Elena de Paz
Garza Sada, Eugenio
Garza Sada, Bernardo
Gasca Villaseñor, Celestino
Gelman, Juan
Legajos
Fojas
2
1
518
186
3
706
1
1
1
5
2
223
14
220
1003
6
2
123
2
231
10
1
5
1
3
1
3
1
1
2775
33
659
1
274
5
636
26
137
1
10
1
1
1
1
6
1
37
44
79
50
1233
5
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
181
Núm.
Legajos
Fojas
2
1
1
1
2
3
5
1
1
1
1
355
18
3
2
24
806
1470
21
31
1
243
2
21
251
252
253
254
Godínez Bravo, Miguel Ángel, general
Gómez Espejel, Luis Enrique
Gómez Sicre, José
González Calderoni, Guillermo
González de la Vega, Rene
González Guevara, Rodolfo
González Hinojosa, Manuel
González, Manuel W., general
González, María Antonieta
González Morales, Cándido
Gordillo Morales, Elba Esther
Gorostiola Toriz, Francisco (a)
“Fernando” (a) “El Clásico”
Granados Chapa, Miguel Ángel
Guerra Cárdenas, Juan N.
Guerra Tejada, Ricardo
Guerra Velazco, Jesús Roberto
3
1
1
1
475
12
314
63
255
Guevara Alfredo, campesino mexicano
1
2
256
Guevara Alfredo (homónimo), cubano
Guevara de la Serna, Ernesto (a)
“Che Guevara”
Guinea Rivero, Enrique
Gutiérrez Barrios, Fernando
Gutiérrez Hernández, Teresa
Gutman de Castañeda, Neoma
Guzmán Cruz, Abdayán
(fichas personales)
Guzmán Cruz, Alexander
(fichas personales)
1
2
1
118
1
2
1
1
1
365
31
14
1
29
1
4
239
240
241
242
243
244
245
246
247
248
249
250
257
258
259
260
261
262
263
182
Nombre
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
Núm.
264
265
266
267
268
269
270
271
272
273
274
275
276
277
278
279
280
281
282
283
284
285
286
287
288
289
290
Nombre
Guzmán Cruz, Amafer
Guzmán Cruz, Armando
Guzmán Cruz, Solón Adenaver
Guzmán Cruz, Venustiano
Guzmán Franco, Martín Luis
Guzmán Jiménez, José de Jesús
Guzmán Orozco, Renaldo
Guzman Pérez Pelaez, Fernando
Haig, Alexander M.
Hank González, Carlos
Hernández Casanova, Héctor
Hernández Galicia, Joaquín (a)
“La Quina”
Hernández Rodríguez, Melba
Hernández Zamora, Federico
Herrera y Lasso, Manuel
Hirachi Coutiño, Rogelio
Hirschler, Andrés Ernesto
Huerta, Efraín
Ibarra Herrera, Manuel
Iglesia la Luz del Mundo
Izquierdo Ebrad, Arturo
Jara Corona, Heriberto
Jaramillo Menez, Rubén
Jardon Arzate, Edmundo Pedro
Jiménez de Lara, Arturo
Jiménez de Lara Ochoa,
Arturo Rolando
Jiménez Fragoso, David
Legajos
Fojas
1
1
1
1
1
1
4
1
2
8
1
70
35
27
17
189
27
991
43
243
2130
188
7
1840
1
1
1
1
1
1
3
1
1
2
1
2
1
17
95
13
3
3
95
656
2
11
446
316
605
11
1
53
1
205
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
183
Núm.
291
292
293
294
295
296
297
298
299
300
301
302
303
304
305
306
307
308
309
310
311
312
313
314
315
316
317
184
Nombre
Kennedy, John F.
Kahlo, Frida
Kasatev Boris, Aleksandrovich
Kissinger, Henry
Krauze, Enrique
Laborde, Hernán
Landero, Hipólito
Larrazola Rubio, José Luis
Leñero Otero, Vicente
León, Eucario
León Rosado, José Guadalupe
Leonov Nikolia, Seergeevich
Letelier, Orlando
Liga Comunista 23 de septiembre
Limón Maurer, Ignacio
Logia Masónica
Logia Masónica estado de Coahuila
Logia Masónica en Sinaloa
Lombardo Toledano, Vicente
López Díaz, Julián
López Dóriga, Joaquín
López Herrera, Alberto
López, Manuel
Lopez Mateos, Adolfo
López Narváez, Froylán Mario
López Parra, Emilio
López Portillo, José
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
Legajos
Fojas
1
1
1
3
1
1
1
1
1
1
1
1
1
13
2
1
1
1
10
1
1
1
1
2
3
1
19
279
6
95
435
2
71
1
3
64
69
100
20
20
5063
383
45
2
1
3243
64
102
17
4
443
342
3
6069
Núm.
318
319
320
321
322
323
324
325
326
327
328
329
330
331
332
333
334
335
336
337
338
339
340
341
342
343
344
Nombre
López Rodríguez, José Fernando
López Torres, Juan
Loyo González, Gilberto
Lozano Cantú, Pedro
Lozano Herrera, Agricol
Luján Gutiérrez, Jesús
Maciel, Luis Fernando
Maciel, Marcial
Madero Garza, Beatriz Guadalupe
Madero González, Raúl, general
Madrazo Becerra, Carlos Alberto
Madrazo Pintado, Roberto
Maislin Leal, Moisés, coronel
Maldonado Sosa y Silva, Martha
Malo Zozaya, Miguel
Marín Bosch, Miguel
Marín Espinosa, Carlos
Márquez, Juan Manuel
Martínez Arreola, Fidel
Martínez Domínguez, Alfonso
Martínez Manatou, Emilio
Martínez Martínez, Maribel
Martínez Soriano, Felipe
Martínez Verdugo, Arnoldo
Marulanda Vélez, Manuel
Mascarúa Alonso, Enrique
Massieu Helguera, Guillermo
Legajos
Fojas
1
1
1
1
1
3
1
1
1
2
12
1
2
1
1
2
2
1
1
19
4
1
7
17
1
1
3
14
1
151
21
213
933
6
2
324
247
3632
256
71
243
6
44
41
1
2
5960
1403
63
1673
5106
25
52
529
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
185
Núm.
Nombre
Legajos
Fojas
345
346
347
348
349
350
351
352
353
354
355
356
357
358
359
360
361
362
363
364
365
366
367
368
369
370
Mayagoitia Domínguez, Héctor Uriel
Meade Ocaranza, Jorge
Mena Peniche, Sara
Menduet Félix Díaz, Carlos
Méndez Arceo, Sergio
Menéndez Rodríguez, Mario Renato
Mendiolea Cerecero, Raúl
Mesino Lesma, Ernesto
Meza Enríquez, Saúl
Michel, Concepción
Mijares López, Graciela María
Miret Prieto, Pedro
Miterrand, Danielle
Miyazahua Álvarez, Jesús
Molina Martínez, Rodolfo
Mondragón Kalb, Manuel
Monsiváis Aceves, Carlos
Montané Oropeza, Jesús
Montiel López, Agustín
Montoto, Mario Guillermo
Montoya de la Cruz, Juan Francisco
Moreira, Carlos
Moreira Valdez, Humberto
Moreno Chauvet, Jorge
Morera, José Gumersindo
Morones, Luis N.
Movimiento de Acción Revolucionaria
(MAR)
6
1
1
1
11
6
1
1
1
1
1
1
1
2
1
1
2
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1579
92
34
48
3710
1037
282
1
12
22
88
24
3
80
41
82
305
2
31
23
23
2
2
6
24
150
15
4820
371
186
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
Núm.
372
373
374
375
376
377
378
379
380
381
382
383
384
385
386
387
388
389
390
391
392
393
394
395
396
397
Nombre
Muggenburg, Federico
Muñoz Ledo, Porfirio
Muñoz, Rafael
Murillo Soberanis, Manlio Fabio
Muro (Movimiento Universitario
de Renovadora Orientación)
Nava Martínez, Salvador
Netchiporenko Oleg, Maksimovich
Noriega Pizano, Arturo
Novo, Salvador
Núñez Acosta, Misael
Obregón Cano, Ricardo Armando
O´Farril Jr., Rómulo
Olarte Venegas, Guillermo
Olivares Santa, Enrique
Ordoqui, Joaquín
Orfila Reynal, Arnaldo Armando
Organización Terrorista Vasca “ETA”
Ornelas Kuchle, Óscar
Ortega Juárez, Joel
Ortega Martínez, Lauro
Ortiz Mena, Antonio
Ortíz Vides, José María Ignacio
Padilla Segura, José Antonio
Pagliai, Bruno
Palacios Sánchez, Raúl
Partido Nacionalista Mexicano
Legajos
Fojas
1
6
1
1
9
1423
14
15
2
577
5
1
3
1
3
1
1
1
8
1
1
2
5
7
7
2
1
2
1
1
9
668
34
635
124
757
103
121
9
1703
1
66
617
1536
1564
2020
478
225
300
24
39
1050
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
187
Núm.
398
399
400
401
402
403
404
405
406
407
408
409
410
411
412
413
414
415
416
417
418
419
420
421
188
Nombre
Partido Revolucionario Obrero
Clandestino Unión del Pueblo
(Procup) 1ª parte
Partido Revolucionario Obrero
Clandestino Unión del Pueblo
(Procup) 2ª parte
Partido Revolucionario Obrero
Clandestino Unión del Pueblo
(Procup) 3ª parte, Oaxaca
Parra Hernández, Enrique
Parra Prado, Manuel Germán
Pascual López, Jorge Eduardo
Pasquel, Jorge
Patiño Maffer, Ruperto
Paz Garro, Elena
Paz Lozano, Octavio
Peña González, Lázaro
Perdía, Roberto
Pérez Hernández, Faustino
Periódico Excélsior
Periódico Madera
Petit, Jaqueline
Pliego Fuentes, Alberto
Pinal Hidalgo, Silvia
Pino Gutiérrez, María Orquídea
Pinochet Ugarte, Augusto
Piñeyro López, Alfredo
(a) “Fernando”
Ponce, Bernardo
Poniatowska, Elena
Posadas Carriles, Luis
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
Legajos
Fojas
18
5068
6
1211
3
180
1
4
3
1
1
1
2
1
1
1
5
3
2
1
1
1
2
19
1178
496
2
13
65
116
61
1
9
924
1269
3
5
12
15
68
2
265
1
1
1
14
183
3
Núm.
422
423
424
425
426
427
428
429
430
431
432
433
434
435
436
437
438
439
440
441
442
443
444
445
446
447
448
Nombre
Prats Pérez, Carlos Antonio
Problema estudiantil
Puentes Vargas, Andrés, general
Puiggros Gaviria, Rodolfo José
Quiroz Hermosillo, Francisco
Rabasa Mishkin, Emilio Óscar
Radilla Pacheco, Rosendo
Investigación sobre el asesinato
de Carlos Ramírez Ladewig
Homicidio del Lic. Carlos Ramírez
Ladewig
Ramírez López, Eladio
Ramos Hernández, Félix
Ramos Praslow, Ignacio
Ramos Ruiz, Guillermo
Rangel Medina, Salvador
Redondo García Ciro
Reséndiz Bartulozi, Carlos
Reta Martinez, Carlos
Reuter, Walter
Revueltas Sánchez, José
Reyes García, Jesús Gerardo
Reyes Heroles, Jesús
Rico Galán, Víctor
Rincón Gallardo, Gilberto
Ríos Galeana, Alfredo
Ríos Ramírez, Alvaro
Ríos Zertuche Cuéllar, Antonio
Rivera, Diego
Legajos
Fojas
1
44
2
4
2
2
1
3
14473
34
880
48
420
42
1
301
1
112
2
1
2
2
1
1
1
2
1
9
1
20
8
6
2
3
1
1
483
27
296
11
306
6
1
157
2
2516
20
5562
1367
1955
144
786
221
158
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
189
Núm.
449
450
451
452
453
454
455
456
457
458
459
460
461
462
463
464
465
466
467
468
469
470
471
472
473
474
475
190
Nombre
Rivera Yarahuán, Aureliano
Robledo Madrid, Wilfrido
Robles Dibella, Rodolfo, Mayor
Rodriguez Ruiz, Isidoro
Rojas Díaz, Jorge Alfonso
Rojina Villegas, Rafael
Rojo Gómez, Javier
Rojo Lugo, Jorge
Rojo, Vicente
Romero Deschamps, Carlos
Roquet, Salvador
Ruiz Cortinez, Adolfo
Ruiz Dueñas, Jorge
Ruiz Galindo, Antonio
Ruiz Galindo, Antonio Jr.
Ruiz García, Samuel
Ruiz Gómez, Martín
Sahagún Baca, Francisco, coronel
Salas Ramos, Ramiro
Saldaña Zamarrón, Miguel Ángel
Salgado Guillén Máximo
Salinas de Gortari, Carlos
Salinas Leal, Bonifacio, general
Salinas Lozano, Raúl
Sánchez Álvarez, Universo
Sánchez Celis, Leopoldo
Sánchez Gaytán, Juventino
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
Legajos
Fojas
1
1
1
2
1
2
6
6
1
2
1
3
1
1
1
3
1
2
1
1
1
5
2
3
1
3
2
1
40
2
584
218
82
1500
1537
14
256
9
690
122
46
67
267
78
54
14
80
15
1118
267
313
6
644
62
Núm.
476
477
478
479
480
481
482
483
484
485
486
487
488
489
490
491
492
493
494
495
496
497
498
499
500
501
502
Nombre
Sánchez Navarro, Juan
Sánchez Steinpreis, Víctor Manuel
Sánchez Vite, Manuel
Santa María Ceballos, Francisco Javier
Santa María Gallegos, Javier
Scherer García, Julio
Segovia, Tomás
Segura Garrido, Ayax
Senderos, Manuel
Sentíes Gómez, Octavio
Serdán Nájera, Félix
Serrano, Carlos I., coronel
Serrano Castro, Julio
Serrano Pérez, Humberto
Septién García, Carlos
Sierra Villarreal, José Luis
Sigüenza Velasco, Francisco Eli
Soberanes Romero, Eduardo
Solís Morán, Rafael
Solís Soto, Rodolfo
Solana Morales, Luis Javier
Soto Silva, Luis
Tanús, José Salomón
Tapia Chávez, María
Mercedes Graciela
Tecos, Asociación Fraterna de Jalisco
Tena Ramírez, Felipe
Testigos de Jehová
Legajos
Fojas
2
2
4
1
1
3
1
1
2
7
1
1
1
20
1
2
2
1
1
1
1
1
1
246
117
573
4
4
398
3
146
13
1849
61
98
382
4845
3
138
217
18
16
143
80
14
13
1
38
1
2
1
96
26
41
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
191
Núm.
503
504
505
506
507
508
509
510
511
512
513
514
515
516
517
518
519
520
521
522
523
524
525
526
527
528
192
Nombre
Torres Origel, José Manuel
Torres Saavedra, Santiago (a)
“El Johny”
Toussaint Ribot, Juan Mauricio
Townley, Michel
Treviño González, Jacinto B.
Troxler, Federico Guillermo
Trouyet, Carlos
Turati Álvarez, Eduardo
Unión de Productores de Copra
del estado de Guerrero
Unión del Pueblo en Jalisco
Universidad Autónoma de Colima
Universidad de Sonora
Urgelles Rivas, Raúl
Urquidi Bicham, Víctor Luis
Vaca Narvaja, Fernando
Valadez Ríos, Diego
Valdez Menéndez, Ramiro
Valdovinos Rodríguez, José
Valenzuela Edgar, Tulio
Vallejos, Alma
Vallejo Martínez, Demetrio
Vargas Pérez, Carmen (a) “Sofía”,
(a) “La Morena”
Vázquez Baltazar, Margarito
Vázquez Raña, Olegario
Vázquez Rojas, Genaro
Vazquez Vela, Gonzalo
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
Legajos
Fojas
1
34
3
630
2
1
1
1
1
1
27
16
376
14
81
50
4
602
1
1
7
1
1
1
1
1
1
1
1
22
62
137
1413
8
153
10
76
18
260
12
7
6736
2
99
1
1
9
1
21
25
2617
12
Núm.
529
530
531
532
533
534
535
536
537
538
539
540
541
542
543
544
545
546
547
548
549
550
551
552
553
554
555
Nombre
Vega Vega, José Raúl
Véjar Cervantes, Sergio
Véjar Vázquez, Octavio, general
Velasco Arzac, Guillermo
Velasco Muñoz, Miguel Ángel
Velasco, Raúl
Velásquez Cadena, Dionicio
Velázquez Martínez Fidelino
(a) “Arturo”
Velázquez Sánchez, Fidel
Vélez Pelayo, Guillermo
Venegas Arroyo, Arsacio
Verdugo Beltrán, Ángel
Ventura Gutiérrez, Florentino
Vila Adelaida, Miguel
Vilas Carlos, Antonio
Vilte Valdiviesco, Ernesto Jesús
Vives Chapa, Carlos Arturo
Walsh, Juan Rodolfo
Yánez Delgadillo Agustín
Yáñez Muñoz, César Germán
Yapur Rucus Carlos
Organización Nacional “El Yunque”
Yofre Pizarro, Eduardo Ricardo
Zorrilla Pérez, José Antonio
Zabludovsky, Jacobo
Zambrano Grijalva, José Jesús
(a) “Eduardo” (a) “El Güero”
Zárate Aquino, Manuel
Legajos
Fojas
1
1
1
1
3
2
1
5
56
95
27
788
28
1
1
14
1
1
5
2
1
1
1
1
1
1
1
1
3
1
2
2
5642
56
17
915
39
13
4
11
270
1
265
287
7
181
26
670
190
1
101
6
1851
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
193
Exposiciones
Visite también en el AGN
Noviembre-diciembre Aurelio Escobar. Fotógrafo profesional
Sala David Alfaro Siqueiros
Noviembre-diciembre El otro frente: Las mujeres en la Revolución
Sala de Banderas
194
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
195
VISITE NUESTRAS EXPOSICIONES EN
DELEGACIÓN VENUSTIANO CARRANZA
Octubre
Personajes de la Independencia de 1810.
Noviembre Venustiano Carranza. Del ejército
constitucionalista a la presidencia
Diciembre Fragmentos de la Revolución
ESCUELA NACIONAL PREPARATORIA
196
Octubre
Movimiento estudiantil de 1968.
Doce ecos vivientes
Plantel 2 “Erasmo Castellanos Quinto”
Noviembre
Lecumberri de palacio negro
a palacio de la memoria
Plantel 3 “Justo Sierra”
Diciembre
La revolución de México 1910
Plantel 6 “Antonio Caso”
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
197
NORMAS PARA LA ENTREGA DE ORIGINALES
1. Sólo se recibirán materiales inéditos
2. El envío de colaboraciones deberá hacerse cumpliendo debidamente
cada uno de los siguientes puntos:
a. Los trabajos deberán presentarse a doble espacio, con fuente ARIAL
de 12 puntos, en versión word para windows, sin sobrepasar las 30
cuartillas incluyendo notas, cuadros, gráficos, mapas, apéndices y bibliografía.
b. Sólo se aceptarán trabajos escritos en español.
c. Las ilustraciones, gráficas, cuadros y tablas se numerarán de modo
consecutivo. Se indicará su lugar de ubicación en el texto. Deberán
incluirse en archivo por separado en formato “imagen” (tiff o jpg a
300 dpi).
d. El manuscrito irá precedido de una página con los datos del autor(es),
filiación académica, dirección profesional, teléfono de contacto y dirección de correo electrónico.
e. Deberá incluirse un resumen no mayor a 150 palabras.
f. Deberá enviarse en forma electrónica a la dirección:
[email protected]
3. Notas al pie de página
a. Las referencias aparecerán de manera resumida.
b. Para libros deberá seguirse el siguiente modelo:
Apellidos seguidos por una coma, título resumido en itálica seguido
por una coma, p. o pp. seguido por el número(s) de página(s).
Ejemplo: Sierra, Evolución política, p. 34.
c. Para artículos o capítulos de libros deberá seguirse el siguiente modelo:
Apellidos seguidos por una coma, título resumido entre comillas seguido por una coma, p. o pp. seguido por el número(s) de
página(s).
Ejemplo: John Tutino, “Soberanía quebrada”, p. 34.
d. Las referencias de diferentes autores se separarán con un punto y
coma.
198
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
4. Siglas y bibliografía
a. Se incluirán sólo los libros o artículos citados en el texto, así como
las siglas a los archivos a los que se hace referencia.
b. Las referencias bibliográficas se presentarán después de las siglas, en
orden alfabético.
c. Deberá seguirse el siguiente modelo:
Libros
Apellidos, nombre(s), título en itálica, lugar de edición, editorial, año
de edición.
Capítulo en libro
Apellidos, “título”, en autor(es) compilación o edición nombre y
apellido, título resumido en itálica, páginas del capítulo.
Artículo
Apellido, nombre(s), “título artículo”, en nombre de revista en itálica, vol., número, año, páginas.
5. Citas
Las transcripciones de más de seis líneas de texto se incluirán en párrafo
aparte, con un margen igual al de la sangría izquierda, sin comillas, a espacio sencillo.
6. No se aceptarán contribuciones que no cumplan con los requisitos.
7. En un plazo no mayor de 15 días Legajos confirmará la recepción de
la colaboración. Todos los artículos serán sometidos a una evaluación
de dos dictaminadores anónimos y la aprobación del Comité Editorial,
quien además se reserva el derecho de solicitar modificaciones o de rechazar las contribuciones. En un plazo no mayor a seis meses se notificará a los autores la decisión de publicación.
8. El contenido de los artículos es responsabilidad exclusiva de los autores
y no reflejan en modo alguno el punto de vista de Legajos o del Archivo
General de la Nación.
Legajos , número 6, octubre-diciembre 2010
199
Legajos Boletín del Archivo General de la Nación, 7a época, núm. 6,
se terminó de imprimir en octubre de 2010
en Letra Impresa, S.A. de C.V.
Se tiraron 1000 ejemplares.

Documentos relacionados