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Leonardo Sciascia: EL HOMBRE DEL PASAMONTANAS N Ala in Derbez entrevista a Betsy Pecanins: , 'es dificil recordar, pero más dificil será olvidar" una crónica sobre aquel 19 de septiembre Alberto Dogart "Si eres blanca como yo, ycantas el BLUES, tienes que instalarte en tu rollo, en tu situación, en tu voz, en tu color, en tu sexo yen tu país" Núm. 1330 México, D.F. 1 de Octubre de 1987 la cultura en MEXICO en .la culfura . , ~"Ulll~- Judith Coburn - --- - ---.:- LA ULTIMA PATRULLA El regreso de los veteranos aVietnam . una crónica en dos panes "Comienza a anochecer. Los dos vetera· nos más experimentados en el arte de las emboscadas nocturnas salen adisfrutar de una noche libre. Parece ser demasiado temprano para que alguien del grupo co· mience a acercarse al verdadero horror. Pero si alguien lo va ahacer seguramente serán estos dos tipos, que siempre han sao Iido al encuentro del peligro e incluso lo han ido a buscar a la cueva del león" 2 FOTOGRAFOS DE CHIHUAHUA 2 35 Ridt<YDeU: De nuevo en vietnam del sur (arriba), septiembre ele 1989 (ahajo) LA ULTIMA PATRULLA El· regreso de los veteranos a Vietnam "La Ultima Patrulla" es la historia de los veteranos que han regresado con otros fines al campo de batalla. Los. vi~os combatientes~ estadornidenses de vuelta en Vietnam: de cara una vez más frente a sus nostalgias y ~ fantasmas. Este reportaje apareció publicado en la revista Mother Iones dé febreromarzo de 1987. 36 P qué voy de regr"", a Vietnam?", chasquea el veterano de Vietnam Dave Evans, en el mejor caló de 1m mineros de Virginia occidental "Quiero regresar por mis piernas". "Los vietcongs los hicieron pomada. Los tomaron como prisioneros de guerra", recuerda Rick O'Dell, recogiendo el pasado. O'Dell, un hombre corpulento cuyas orejas sobresalen como asas de azucarera, fue un estudiante de academia militar, ~mo su tío, hasta que un breve paseo en tanque por Vietnam desalent6 su destino. Vamos en un vuelo de Air Vietnam, de Bangkok a Hanoi, en direcci6n norte, ruidosamente, como' los bombarderos americanos hace 15 años, pero ahora con otro propósito. Vienen a bordo, entre otros: el embajador italiano en Hanoi, que trae consigo un. trofoo, un enorme camarón hecho de cuerno de búfalo (para agregarlo a su colección de objetos grotescos del sudeste asiático); un burócrata, segunda generación de las Naciones Unidas, capaz de negociar en seis idiomas; " una faltmge de rusos aoóniJOOS; un diminuto general vietmunita que cuida una pecera con pesca- primera de dos partes ditos dorados para sus nietos: ese general guió a las tropas comunistas ~a Da Nang, en la ofensiva del Tet. I Pero por mucho, los más atípicos del grupo a. bordo son Evans, O'Dell y otros seis veteranos de Vietnam que regresan a la zona de guerra por primera ocasión desde que pelearon en ella. Oficialmente son turistas, pero en realidad son diplomáticos autoproclamados, representantes de la Asociación de Veteranos de Vietnam (AVV), la organizaci6n nacional que aspira reemplazar a la Legión Americana y a los Vetera~ de Guerras Foráneas por la generación (le -. . Vietnam. Además de hacer antesala en el Congreso y batallar con la Administración de Veteranos, la AVV ha operado periódica y silenciosamente en uL segundo plano como mediador, llevando mensaJes y presionando tanto a Washington roroo a Ranoi, tratando de buscar la paz entre dos viejos adversarios. Los logros alcanzados en el prolongado capitulo posterior aJa guerra -:"los desaparecidos, los niños amerasiáticos, los refu-, giados, los boGt people- se han debido en parte al esfuerzo de la AVV. "Somos CQZQ-odlo.", dice Dave Evans. "Si encontráramos a Bamba en Vietnam, lo haríamos renunciar". Mantenerse a salvo mediante un fervoroso buen humor es el segundo propósito del viaje. Es algo más profundo -la paz interior que todo americano que peleó en Vietnam necesita consigo mismo, con sus compañeros y con los vietnamit., ~ lo.que hiciste y lo que se ha hecho-eootigo y lo que no hiciste ni fue hecho contigo. Una última patrulla regresa al lugar donde se cortaban cueros cabelludos y se perdía la inoceocia. , Un sueño que, esta vez, podría resultar distinto. "Voy en un MIG de reconocimiento, voy aen-, contrarme con otros MlGs", canta Oave Evans, golpeando sus rodillas, sobre sus piernas artificiales, mientras el piloto vietnamita anuncia en vietnamita, ruso y francés que nos acercamos a Hanoi. Harold Bryant, resopla. Bryant, apodado "el foco" desde sus años de niño callejero en el barrio negro del este de San Luis, ha dedicado casi dos décadas, desde su retorno de los más encarnizados combates de la guerra, a'la organización de veteranos y a la dirección de grupos que van de puerta en puerta tratando de que los excombatientes hagan la paz psicológica con su guerra. "El foco" se arremolina y dice desde su asiento al "ojo de vidrio" Evans: "¡Qué haces en un MlG de reconocimiento, cabrónl ¡Tú en un MIGI" El vuelo de Air Vietnam toca pista. De repente, una señal de alerta presagia una emboscada sobre los veteranos. Este podrá ser tiempo de paz en el Hanoi de mediados de los ochenta, pero estamos de regreso en la zona de guerra. No' hay duda de que estamos tentando nuestra suerte. ¿Podremos regresar de nuevo?. ¿A qué costo? ..il! .. El norte "Extraño", murmura Don Mills a su pequeña grabadora, al tiempo que nuestra flotilla de autos VoIgas negros, cortesía del ministerio del Exterior, nos deja en la sala del aeropuerto. Prácticamente es la primera palabra que pronuncia alguno de los veteranos desde que pisaron suelo vietnamita. Mills, un teniente de barba negra, obrero automotriz, activista antibélioo originario de Ahon, Ohio, está tan nervioso que deletrea mal su propio nombre al llenar la fonoa migratoria. Es uno de esos tipos de furiosas convicciones radicales, capaz de volverse todo ternura al hablar de sus seis hijos. Mills es, por mucho, el más escéptico respecto del viaje. Un veterano de las tenebrosas luchas contra las guerrillas en el Delta. Mills trató de que perdiéramos el vuelo de Estados Unidos a Bangkok, y casi arruina todo el viaje: "Jamas he conocido a un vietnamita que me agrade", confesó molesto en el aeropuerto de Bangkok al sentirse acorralado por las preguntas de un reportero. Rick O'Dell, un ex-conductor de tanque y el otro pasajero de nuestro Valga, se ha rendido sin pelear. Saluda con simpatía a los niños que, sobre los lomos de sus búfalos, rodean nuestro ',convoy. Los signos de la vida común y corriente sorprenden a O'Dell: la puerta de una villa ancestral, todavía en pie; una pequeña que arregl~ su mochila, casi tan grande como ella. Es como si creyéramos que la guerra había terminado, pero que continuaba aquí. Escuchando a O'Dell me ácuerdo del descanso que sentí en mi primer viaje de regreso después de la guerra, al ver estos signos de la vida cotidiana y descubrir que aún hay gente viva para vivirla. ¡Camillasl O'Dell no puede aceptar el hecho de que no haya camillas. "El sur estaba neno de ellas". Mills comienza a adaptarse. "Mira esas plantaciones de arroz. Imagínate lo que un puñado de tractores John Deer podría hacer aquí". Ha decidido no recitar más hechos nimios a su grabadora. Tr~ una prolongada pausa, oprime de nuevo el botó~ medita a fondo y dicta: "Esta gente es tan sorprendente. Hacen tanto con tan , poco. Siempre fue así. En el sur". Nos estacionamos frente al hotel. Mills para la grabadora y descubre que lo he estado escuchando. "¿Vas a rondar y a hacer preguntas todo este maldito viaje? Adelante, pregúntame qué soñé anoche. De ninguna manera. Tú DO vas a meterte en mis !JUmos". Después de cenar esa primera noche, la mayoría de los A VV se encamina al pequeño bar de nuestro hotel para tranquilizarse con unas reanimantes Heinekens (vendidas en dólares y sólo a extranjeros) y perturbar una fiesta de ingenieros rusos en la mesa contigua. Greg Kane, quién pasó.la guerra en Okinawa, Japón, "contemplando a todo mundo rasgarse las vestiduras y decir que deberían estar alIado de los chicos de la guerra"; y Jim Kurtz, un veterano del "programa de pacificación del ejército para abastecer a las escuadras de reconocimiento de aldeas" ("Pienso que la gente debe comer, aun cuando estén siendo interrogados", bromea), siguen' tratando de brindar con los rusos. Kane, conocido como el "Doctor K" por haber llevado las negociaciones de la AVV con los vietnamitas yel también fornido Kurtz, su responsable de logística y guía del grupo, DO lo van a conseguir. Los rusos se fugan. "Quizá hayas podido llevar los cadáveres de los caídos en combate a casa, Kane", dice Kurtz, "pero no vas a lograr nada prohibiendo la bomba". Comienza a anochecer. Los dos veter~ más experimentados en el arte de las emboscadas nocturnas salen a disfrutar de una noche libre. Parece ser demasíado temprano para que alguien del grupo comience a acercarse al verdadero horror. Pero si alguien lo va a hacer, seguramente serán estos dos tipos, que siempre han salido al encuentro del peligro.e incluso lo han ido a buscar a la cueva def león. . En unos minutos, la avenida pavimentada yel lobby iluminado del hotel Thang Loi ceden el paso a fos senderos lodosos en medio del denso follaje. A una oscuridad a la que tus ojos nunca se adaptarán. Pienso que estamos en cualquier lugar de la guerra, Vietnam. Nos aproximamos a un pueblo y, sin disminuir la velocidad, entramos en el. Entre una turbia oscuridad y el destello intermitente de las lámparas de laIroséne, pueden verse familias vietnamitas en cuclillas, comiendo sopa de pasta a las puertas de sus chozas. Ya en el pueblo, uno de los veteranos carraspea: ··Solíamos alimentar con C4 :(un potente explosivo incendiarío) las madrigueras de los vietcon~, para luego dispararles a la panza". Frase de un hombre cuya ternura he visto, cuando su cara lo permite. Su compañero asiente. El veterano continúa, y mi pánico y mi esperanzado interés crecen hasta abrazar lo horrendo. Sé que también es un hombre que ha marchado con su unidad en emboscadas nocturnas, armados sólo con cadenas de bicicleta. Nuestro compañero interrumpe. "Estuve en el ·circuito de la atrocidad' hacia el final de la guerra, confesé mil crímenes y los antibelicistas me trataron como a una bestia en exhibición". "Una cosa aprendí en Vietnam. Aprendí..." Lo interrumpo, balbuceo para que deje de contar esas atrocidades, entre ellas las que viví como ese creciente recuerdo de cuando quedé atrapada ,37 Jim Kurtz en la frontera camboyana, 1969 (izq), en el viaje de los veteranos con otro periodista en una trinchera después de una masacre. cogiendo frenéticamente. ••Aprendí que cualquiera es capaz de hacer esas cosas -los mismos antibelicistas las hubieran hecho-; ellos no saben lo que es ésto". "Ellos no se jodieron aquf', maldice. El está en lo correcto. Creo que ellos no saben lo que significa convertirse en un animal. (Así lo imagino recordando más de una sangrienta manifestaci6n en contra de la guerra). Proseguimos en silencio hasta llegar a las orillas de Hanoi, el adorable lago y los enamorados que tomados del brazo realizan su paseo noctUrno. Ciclistas que surcan la noche. Es una larga marcha de regreso a Thang Loi. En la mañana del segundo día, los veteranos tienen su primer y real encuentro con "El Enemigo". Hasta ahora los únicos vietnamitas con quienes han hablado son las camareras del hotel (a quienes llaman cordialmente "mamasan"), turistas oficiales y el ubicuo señor Quang. Quang ha sido asignado por el ministerio del Exterior para fungir como tutor del grupo, ha ayudado en otros viajes de los AVV. Es conocida su participaci6n en el ejército de Vietnam del Norte. El hecho de que haya peleado en el norte y no en el su!', así como su disposici6n y buenos modales con los veteranos, relegan de alguna manera su historial. Su inglés, donde predominan palabras del más sucio cal6 americano, 'es prácticamente impecable. Desde la tarde de su llegada, algunos de los veteranos comenzaron a parodiar las contadas desviaciones Unguísticas de Quang. Cuando alguien le dice "Señor Quang", invariablemente responde: "Soy yo, sí". La primera materializaci6n del enemigo se advierte en la apariencia de un señor Tran Quoc Khanh, directivo de relaciones exteriores del ministerio de Bienestar Social e Inválidos de ----l~uerra. La junta comienza con una cautela al - mejor estilo vietnamita y con una profusa invitación para tomar café, té y fruta, y toda una elaborada suerte de formalismos. Khanh da la bienvenida a los soldados americanos, dice conocer el papel jugado por la AVV en la disminución de tensiones entre Vietnam y Estados Unidos, y se refiere asimismo como IIn veterano. Tom Leckin38 ger, delegado en jefe de la AVV. un veterano dos retiro. Peleó contra Jos franceses y "enfrent6 al veces herido en las cruentas batallas del Cuerpo 3 escuadrón 101 en 1968 y 1969". Durante la ofensiva Tet del 68 fue herido en el pecho por un mory también veterano de varios viajes de la AVV, dice; "Es interesante conocer hombres que peleatero, en la provincia de Binh Dinh. ron en la guerra como nosotros, estamos conten01>el1 no puede contenerse más, y clama: "Es tan lindo hablar con un veterano como éste". El tos de poder tomar café con ustedes". Khanh sonríe y contemporiza: "Estuvimos en frentes disresto del grupo queda at6nito. O'Dell insiste, " ¿No le gustarla saber donde sirvi6 cada uno de tintos, ahora estamos del mismo lado". Hay risas nerviosas entre los AVV. Me pregunto cómo nosotros?" Leckinger lo frena de inmediato. podrá sentirse Kbanh rodeado de tantos americaKhanh accede a la propuesta de 01>el1 de posar nos, muchos de ellos del doble de su tamaño. Su para una fotografía. Los deis posan erguidos &enrostro bien parecido es a la vez inexpresivo. Se te al mapa de Vietnam. O'Dell es dos veces más pueden leer mejor las caras de los veteranos: alto y tres veces más ancho que el coronel Khanh. O'Dell transpira maniáticamente; EVaDI, Bryant Don Mills, el coinbatiente en Delta, se sienta aparte y abre su portafoUo para observar la fotoy Mills lucen tensos y retraídos. La sesión deriva en preguntas y respuestas pagrafía junto a "Boy.., el niño vietnamita que ra comparar cómo han tratado Jespectivamente adopt6 en la guerra. Evans abandona el cuarto, tieso en sus muletas. El nuevo punto de reunión los gobiernos americano y vietnamita a sus vete-es el bar del hotel Thang Loi. Una cerveza más ranos. Khanh asegura que cuidan también de los lisiados que combatieron para el ejército de Viettarde, el propio Evans exclama, "Carajo, ese tipo dice que debemos ver el futuro mejor de lo que nam del Sur, pero a lo largo de las dos horas de vemos el pasado. Yo brindo por eso". Y lo hizo. charla sólo habla de las batallas contra los americanos. Nadie menciona las aldeas modelo. MienLe pregunté a Evans qué imaginaba que tras Kbanh destaca la compleja burocracia-que _..-Kbanb hubiera estado pensando durante la reulos veteranos vietnamitas deben superar para nión. "Probablemente lo mismo que yo:" ,¿Habré visto a este tipo antes, y si lo hice, por qué no le aumentar sus beneficios, los AVV, que incluso han debido enfrentaise a otras organizaciones de metí un tiro?". veteranos dentro del territorio americano, asienA la mañana siguiente, Quang nos empaquetó a todos en un reluciente cami6n blanquiazul de ten con la mirada. Los asuntos políticos son barridos de inmediato "Turismo de Hanoi", provisto de Coca-colas cade la mesa, aunque debajo de ella subyacen los lientes para recorrer la ciudad. El cami6n viaj6 por l~ zona del centro y pasó frente al hotel Hilviejos odios y temores. Cuando Tom Leckinger pregunta acerca del estatus de los veteranos en la ton, donde se confinaba a los prisioneros de sociedad vietnamita, dejando hábilmente de lado guerra norteamericanos. Quang fue tan discreto el hecho de que los soldados vietnamitas ganaron que no lo señal6. La sensaci6n de estar de nuevo y los americanos perdieron, Khanh dice estar de aquí ~ ~ ~ descarga ha puesto al gRlpO "eB=~cí6n d~ alta excitaci6n. acuerdo que "debemos estimar a todos los veteraVeteranos americanos como vícEvans comenta entusiasmado, "Anoche parecía nos, vemos que nunca hubiera habido una guerra. o voy a timas de la guerra; como tales, deben ser respetapermitir que mi pinche gobierno lo vuelva a hados". Una sensaci6n de alivio puede apreciarse entre los AVV al escuchar esa afirmaci6n, afircer. No quiero recorrer el centro de Managua mación que escucharán una y otra vez de parte dentro de diez años para peguntarme por qué nade los funcionarios vi~itas. palmeamos a esa gente". Al llegar a la tienda Trang Tien, un numeroso Cerca del final, Lehlringer pregunta con 00grupo de vietnamitas nos rodea inmediatamente. creci6n si el grupo puede Conocer parte de la hfsMás de uno murmura "Lien IO, lien IO" (rusos, toria militar de Khanh. Khanh sonríe y dice que sirvió durante 39 años al ejército de Vietnam del rusos). En el interior de la tienda, hay una larga cola de gente que trata de comprar ropa interior Norte, alcanzando el grado de coronel antes de su Don MilIs (arriba a la izquierda) y Harold Bryant, Hanoi. Milis en el Delta del Mekong en 1969 (abajo) para niños. El "Foco" contempla a un vendedor que da los cigarros de uno en uno, "igual que en el ghetto". MilIs está tan relajado que cuando le pregunto qué siente al estar rodeado de tanto vietnamita, exclama: ••¿Qué vietnamitas?", y deja caer un sombrero cónico que recién acababa de adquirir. "Es una gran terapia", asienta. "Al irme de este país era un hombre hostil y colérico. Todos mis amigos me decían lo mucho que había cambiado. Era un tirano, un adicto al trabajo, estaba siempre de mal humor. Lanzaba mierda a mis compañeros de la construcción. Pero aquí estoy de regreso a Vietnam, y me siento realmente bien". El escuadrón irrumpe en la pagoda de Nogoc Son, un templo del siglo XIII edificado en honor del dios guerrero Tran Hung Dao y sostenido por pilotes. Para llegar a la puerta ancestral se debe cruzar un destartalaQo 'puente escarlata, don<!e varios chiquillos prueban fortuna con sus cañas de pesca de bambú en los julguiantes reflejos del lago. ¡Un pezl El chiquillo tira la cuerda y casi logra meterlo a su cesta de ratán. El "Foco" llega en su ayuda, Bryant también: como si hubieran pescado juntos en el Mississippi por años. "Le tengo un gran respeto a las pagodas"~ susurra MilIs con sofocada intensidad al tiempo que los veteranos ingresan al pequeño templo de cientos de años. Hay sin embargo espacio suficiente para que el grupo rodee al colosal y resquebrajado Buda, atiborrado de ofrendas. "Siempre me he sentido cercano al viejo Buda de nariz ancha y labios gruesos", murmura el "Foco". Hay poderosas nubes de incienso. Un murmullo cae sobre los veteranos y sobre las hordas de niños azorados frente a los turistas gigantescos. De repente MilIs se aparta del grupo para refugiarse en uno de los santuarios interiores. Fuera de nuestras miradas se suelta a llorar. El equipo del programa de televisión 20/20, que estará con nosotros por algunos días, corre tras de él. Tengo unjlashback de la televisión de la guerra, cuando el productor de 20/20 me grita, "Tenemos una exclusiva, tenemos una exclusiva", como si el sufrimiento se midiera en noticias exclusivas. Agitadamente, MilIs cuenta la historia. El in- cienso y la pagoda lo transpocearon a un día de la guerra en que, dentro de un templo, descubrió decapitados a su oficial y a otro americano. "Siempre respetamos las pagodas; mi unidad nunca destruyó una. Siempre creí que los templos eran un lugar seguro, el cielo de una guerra", le jadea al "Foco", quien trata de sacarlo de su jungla privada para devolverlo a su seguridad. En un lujoso banquete en la noche del sábado, organizado por los altos mandos gubernamentales vietnamitas del Comité de los Desaparecidos en Acción, el exdirector de la sección para Norteamérica del Ministerio del Exterior, Cu Dinh Ba, echó una porra para Arnold Schecter, un científico que nos acompaña en el grupo, y que espera poder obtener suficientes muestras de vietnamitas para probar si existen en sus cuerpos residuos de dioxina. Mientras arribaban a la mesa platillo tras platillo de fabulosa comida vietnamita, los veteranos, a excepción de los viejos compadres asiáticos Kurtz, Leckinger y Kane, toman con remilgo los caracoles, el pollo con caña de azúcar y los rollitos chía gao. Conforme los brindis por la fraternidad internacional se sucedían con el feroz licor mao tai, Reg Xane ~udece. La diplomacia detrás del telón con los vietnamitas no marcha bien. Tan sólo dos meses antes, el ministro del exterior, Nguyen Ca Thach, en la sesión de apertura de la asamblea de las Naciones Unidas, había sugerido al "doctor K" que la próxima delegación de veteranos de guerra podría visitar los lugares donde habían caído derribados los bombarderos americanos. Si eso se produjera, sería la primera ocasión en que los americanos pudieran hacer una visita de esa clase. Kane confía en que esto podría romper el impasse entre los gobiernos ~n torno al problema de los desaparecidos en acción. A principio de los 80, la AVV había estado funcionando como correo entre Vietnam y Estados Unidos, algunas veces amenazando con denunciar públicamente cuál de las dos partes estaba obstruyendo. Kane, Bobby Muller (presidente de la AVV), y John Terzano, el vicepresidente, habían hecho la mayor parte del trabajo diplomático. Pero ahora Kane estaba en la línea caliente. El "trabajo vietnamita" se había vuelto crecientemente controvertido entre los miembros de la AVV. Kane había vendido este viaje al camité de la AVV sobre la base de la posibilidad de vlqtar los lugares donde habían caído los aviones. Hasta ahora los vietnamitas estaban eludiéndole, y no ayudaba el que Kane no hubiera podido concertar un encuentro entre Schecter y algún científico o funcionario vietnamita. Pero Kane asiente con la cabeza diplomáticamente, mientras Cu Dinh Ba ofrece una larga reseña sobre una experiencia de desaparecido en acción que él vivió: un estudiante, compañero suyo, que fue a la guerra contra los japoneses en el 44. Nunca regresó, dice Ba, y su cuerpo nunca fue encontrado. Cientos de miles de vietnamitas continúan perdidos desde la guerra de Vietnam, dice Ba. "y todos esos desaparecidos norteamericanos y europeos de la segunda guerra mundial", repiquetea el líder de escuadrón Leckinger. Arriban grandes platos flameantes. "Uhmm, una sorpresa de napalm", trata de adivinar Evans. "Por dios, simple pastel flameado", dice un enfurecido Kurtz, picándolo con un palillo chino. Leckinger, Kane y Cu Dinh Ba revisan su colección de chistes vietnamitas. Ba bromea con ellos diciéndoles si han venido a Vietnam a resolver el problema de los niños amerasiáticos o a hacer algunos más. Leckinger le devuelve la broma, diciendo que conoce algunos problemas de niños amerasiáticos en Nueva York, ahora que hay tantos diplomáticos vietnamitas asignados en las Naciones Unidas. Pero la necesidad de ser amables está empezándose a hilar muy fino. MU1s cuenta al final de la cena una larga historia de guerra, acerca de cómo algunos de sus hombres pensaron que sería gracioso poner una banda de hule alrededor del pico de un pato en una de las villas vietnamitas donde estaban estacionados. El pato enloqueció, los otros patos no lo dejaron regresar al grupo, y su duefio se desquició. "Imagínese a ocho tipos metiéndose en el estanque por una hora para tratar de atrapar al pato", se ríe MilIs. "¡y qué pasó?", pregunta Kurtz muy preocupado, quien en Vietnam, como oficial, era todo emoción. "¿Qué carajo crees que pasó?", pregunta MilIs. "El pato se ahogó". [Traducción: Ciro Gómez Leyva y Marcia Zamora]. 39 FQtógrafos ,¡ " I Chihuahuenses: Leticia Santiesteban I y Federico Márquez G~rmo Samperio e G. ~ una actual, sosteni'l." con un trabajo de alta calidad, se desplazan las láminas (le Leticia Santiesteban y Federico "Márquez, en la búsqueda de formas y texturas novedosas que otorga la realidad cotidiana misma, para despegarse de ella y lograr autonomía temática con sensaciones que remueven nuestra percepción sumida en la costumbre de no ver a profundidad. Ya con una larga trayectoria, • través de la cual han pasado sucesivas expérimentaciones, Leticia y Federico nos proponen una manera precisamente hoOda de ~ nuestro eÍltorno, de alimentar nuestros mecanismos de imaginación y así poder crear nuestros propios formatos fotográficos. Es importante insistir en que estos artistas chihuahuenses están en la plena modernidad, sin temor a la utilización eficaz de modelos y acenificaciones, como al rescate del acontecer del día tras día, utilizando las estructuras que los objetos, los escenarios, la gente, los animales o la fantasía ofrecen. Es muy jústo que, por otro lado, las manifestaciones artísticas de la frontera vengan y hallen un sitio ~ el cual puedan modifiCa:mos. y demostrarnos que en cualquier sitio del pafs se genera alta creatividad. 00 '" n junio de 1977 se presentó en la Vicaría de la Solidaridad de Santiago de Chile UD joven que quería, dijo. hacer una confesión: y quería que fuese grabada, como testimonio para el futuro. La. Vicaria de la Solidaridad fue creada por el ~ _,para socorrer a las víctimas del golpe de Estado y a sus familias: mal tolerada. pues, por la junta de gobierno. La sospecha.de que aquel hombre fuese instrumento de una.provocación era más que legitima. Fue por consiguiente rechazado. Se volvió a presentar y fue de nuevo rechazado. Cuando volvió por tercera vez. quizás considerando que un verdadero provocador no habría insistido tan desesperadamente, se aceptó grabar su confesión. Tuvo así identidad -nombre. historia y muy poco después, destino-:- la más espantosa figura de los días del golpe de Estado y de la represión: parecía una evocación de los tiempos de la Inquisición: atroz alucinación, atroz símbolo. El hombre del rostro oculto, el hombre del pasamontañas. Aquel que sin decir una palabra, sólo con el gesto de la mano, escogía de entre los prisioneros hacinados en el estadio nacional al que mandar a la tortura y a la muerte. Uno de los liberados recuerda: "El siniestro personaje. escoltado por militares, pasaba revista a millares de prisioneros. A pesar de su estalu!a insignificante, su ropa nueva y cursi y su paso inseguro, el hombre del pasamontañas se imponía a todos.eamo una fantasmagórica presencia e imponía en los graderíos un silencio lleno de pánico... Nosotros los mirábamos con ansiedad... Algunos volvían la cabeza para no ser identificados o trataban de escabullirse hacia los retretes. Cualquiera de nosotros podía encontrarse ante el índice del hombre del (>asamontañas: en una tensión que llegaba al paroxismo, encontraba expresión el drama de un pueblo prisionero frente a la tortura y la traición. Esta delación nos daba una especie de vértigo. ¿Se trataba de un traidor o de uno que siempre había sido enemigo nuestro? ¿De qué partido el'a, de qué condición social había salido, cómo había logrado estar entre nosotros sin que lo descubriéramos? El hombre se acercaba. se detenía, continuaba la búsqueda; alguna vez volvia atrás para reconocer mejor a alguno. Sus ojos, aquellas oquedades orladas de negro del pasamontañas. se cruzaban con miradas aterrorizadas, miradas interrogantes, miradas intrépidas. El caminaba lentamente y lentamente escogfa las víctimas: bastaba un gesto de su mano..... Bastaba un gesto de su mano -o al menos así lo hlbía creído, como lo habían creído los prisioneros hacinados en el estadio nacional-para dar tortura y muerte; y helo aqui ahora, ya sin aquel 'poder, intentando ponerse, miserable, innoblemente, de parte de las víctimas: delante de una g¡,;abadora y,. presumiblemente, delante de un cu':a. "Me llamo Juan René Muñoz A1arcón, carnet de identidad 4824557/9. Tengo treinta y dos año.s, estoy casado y vivo en el 331 de la calle Sargento Menadier, en Puente Alto, Población Malpo. Soy un ex dírigente del partido socialista, . es miembro del comité central de la juventud socialista, ex dirigente nacional de la CUT (Central Unica de Trabajadores). Pertenecí a la confederación de trabajadores del cobre... El hombre del pasamontañas del estadio nacional soy yo". Así comienza la confesión. Pero cae súbitamente en la reticencia en cuanto a las razones que lo habían decidido a dejar el partido socialista, cuatro o cinco meses antes del golpe de estado militar: "no estaba de acuerdo en ciertas cosas"; y, sin más, es ambiguo al hablar de las persecuciones de que fue objeto por parte del partido socialista. Dice: "quemaron mi casa. he perdido a mi familia". Si lo entendemos literalmente. parece que su familia (mujer y seis hijos) murió en el incendio de 'la Pero poco antes ha dicho que era E casa: El hombre del pasamontañas Leonardo Sciascia "El terror de la delación sin rostro, de la delación sin nombre" casado y no viudo: da la sensación de que hablaba figurada, metafóricamente. de una ruina económica que ocasionó la disgregación familiar (En Sicilia, por ejemplo, la expresión "bruciare la CQsa", quemar la casa, quiere decir también ruina económica: no es infrecuente el sobrenombre de "ardicasa", quemacasa, a quien por excesiva prodigalidad destruye la propia familia). Y, por otra parte. si de verdad hubiese vivido tanta tragedia -la casa quemada, la familia muerta-. se habría detenido en contarla con más detalles y más obsesivamente. Aceptamos que sus ex compañeros lo persiguieron; pero no ~ creíble que la persecU5Íón se de'sencadenara por no estar de acuerdo sobre "ciertas cosas" y por su alejamiento del partido. En cambio, es posible que hubieran sospechado o hubieran descubierto que era confidente de la recita -o lo .Jtumeran acusado -acaso injustamente- de alguna irregUlaridad o malversación. Sea como fuere, de la persecuci6n econtró proteoclón en la derecha. "Hombres de derechas". dice "me escondieron y alimentaron". Y tenía que pagar sus deudas. Pero las pagó con alegria, poco después del pronunciamiento. Una alegría no apagada del todo en el momento de la confesión: "No fueron pocas las personas que reconocí. Y de las muchas que ya están·muertas. yo soy el respdDSable de su muerte, por el solo hecho de haberlas reconocido". Y seria aventurado, quizás m¿luso injusto, descubrir en esta frase UD no sé qué de agrado. de satisfacción, si en el contexto de la confesión otros detalles no nos hubieran hecho pensar que Muñoz A1arc6n no había hecho una verdadera y sincera confesión, sino una vez más un gesto de venganza: como ayer contra sus eL compañeros, hoy contra sus -ex protectores. Una confesión implica un radical arrepentimiento, una radical repugnancia hacia las acciones cometidas, hacia el pasado, hacia uno mismo en el pasado: y Muñoz A1areón no ve en aquel pasado más que incidentes, hechos que fortuitamente se rebelan para turbar su carrera de delator. Es, en suma, un "arrepentido" tal y como hoy en Italia se acostumbra a llamar al que rompe una criminal solidaridad y da nombres de cómplices y jefes. Pero vayamos por orden. . A sus protectores, convertidos en amos, no les bastó con que desarrollara una funesta tarea en el estadio nacional: "Me mandaron después salir por las calles. con patrullas de militares, a fin de reconocer personas. Desgraciadamente. me en- . contré con Miguel Plaza. Gracias a mí, él está vivo aún: no quise reconocerlo. Pero, por desgracia, ellos tenían una fotografía en la que él y yo estábamos juntos...". Desgraciadamente, por desgracia: sin aquel incidente. si por lo menos le hubieran perdonado el único pecado de haber querido dejar vivo a su amigo Miguel Plaza. no estaría ahora Muñoz A1arcón en la Vicaría acuundo a la junta militar. Pero no se lo perdonaron: "Por el hecho de haber mentido, me tuvieron durante tres meses en prisión, tratándome como a los otros detenidos; es decir, no tuvieron en cuenta que ya no pertenecía al partido (socialista) y que no estaba mezclado en nada". En nada, es decir. que no era de los vencidos, torturados. asesinados. Lo liberaron a condición de que volviese a ealaborar. Aceptó. Lo condujeron a Colonía Dignidad. donde había un eficientísimo centro de adiestramiento. dirigido por alemanes, para la policía digamos política: todo lo moderno que pueda imaginarse. incluídas cárceles subterrá~ neas. y aqui Muñoz A1arcón cae en UJUl significativa confusión: hablando de los alemanes instructores, los llama hebreos refugiados en Chile durante la guerra. Sin duda debido a ignorancia; pero es una confusión en la que da simbólica proyección de sí mismo, perseguidor y perseguido. verdugo y víctima. En Colonia Dignidad le enseñaron cóm.o interrogar a los prisioneros, así como el arte de infiltrarse en los grupos clandestinos contrarios al régimen. Sólo que Muñoz A1areón no pudo poner en práctica este arte: "Desgracia.ente... No, quiero decir: afortunadamente, esto no podía ha-. cerio... Todos sabían que había dejado el partido". Por primera vez se percata de que un hombre verdaderamente arrepentido no puede llamar desgracia a lo que le ha llevado al arrepentimiento. a la confesión. "Más tarde.., continúa, "me asignaron la tarea de dar caza a personas, interrogarlas, torturarlas. asesinarlas". Tarea_ ?e- .1 que cumplió, hay que creerlo, con suficientes escrúpulos: sin desgraciados incidentes como el de no reconocer al amigo y sin suscitar desconfianza en sus manos, si bien por tres veces entró y salió de la Vicaría. Si lo hubieran vigilado, no habría sobrevivido a la primera visita. As( como no sobrevivió a la tercera. Si en un momento determinado tuvo revelación de la propia miseria, de la propia culpa, de la necesidad de confesarlas y expiadas, puede que lo advirtieran sus víctimas, pero en absoluto sus amos. La confesión continúa con precisas y detalladas acusaciones a las cinco policías secretas del régimen, a sus jefes. Revela la técnica mediante la cual resultan expatriadas, huidas hacia el exilio personas que por el contrario han sido asesinadas en las cárceles (agentes de policía realizan viajes al extranjero con los documentos de los muertos, vuelven a Chile con los propios). Describe, en resumen, todo el aparato y el funcionamiento de un sistema en el que de la tortura se pasa, irremediablemente, a la abyección o a la muerte. "Quiero", dice en un momento, "que quede claro esto: allí dentro todos, sin excepción, colaboran"; y cuenta el caso de uno de la juventud comunista, del comité central, que reveló un buen número de cosas y nombres: "pero hay que decir que fue espantosa y salvajemente torturado". En cuanto a sí mismo, no ve salvación: se considera muerto y la muerte puede venirle tanto de sus ex compañeros como del régimen: seguramente más por parte del régimen: Porque, si sus excompañeros sólo consumarían una venganza, el régimen tiene todo el interés de silenciar un testigo que no pide nada, que no quiere nada, que quiere tan sólo asumir "la responsabilidad de lo que ha hecho y afrontar, cuando llegue el momento, Jas consecuencias". Pero aquel momento, que quizás creía cercano, ni él lo vio ni nosotros lo entrevemos todavía. El 24 de octubre, cuatro meses después de la confesión, el cadáver de Muñorl AlaTCÓn fue hallado en La Florida, en las afueras de la capital. Había recibido diecisiete puñaladas. La grabación de la confesión, mandada por la Vicaría a la magistratura, dio lugar -según los diarios de Pinochet- a una investigación que duró seis meses en Colonia Dignidad. Una investigación tan larga terminó, naturalmente, en un no ha lugar. Pero lo que de este caso, de esta confesión, más nos impresiona, no es Ja complejidad.del personaje ni la gravedad de las revelacion~iina gen del hombre del pasamontañas en su feroz, tremenda gratuidad. Porque el hecho es éste: así como sangrientamente gratuita, sangrientamente inúUl, fue la sublevación militar -el gobierno Allende habría inevitablemente caído algunos meses después-, así también fue atrozmente gratuita, atrozmente inútil, la aparición del hombre del pasamontañas en el estadio de Santiago, en las calles. Gratuita pero atroz. Inútil pero atroz. Basta pensar un momento en ello: los hombres que se encontraban hacinados en el estadio habían sido arrestados en sus casas, conocidos por sus nombres, sus cargos, por lo que habían hecho o por lo que se temía que pudieran hacer. ¿Había necesidad de que alguien los reconociese, los señalase? Y del mismo modo los hombres en las calles: tanto es así que apenas finge Muñoz Alarcón equivocarse en uno, no reconocerlo, cae de inmediato un duro castigo sobre él. ¿Entonces? Entonces, he aquí el hecho más espantoso, más inhumano que la cárcel, la tortura, el fusilamiento: se ha querido, con el hombre del pasamontañas, crear una indeleble, obsesiva imagen del terror. El terror de la delación sin rostro, de la traición sin nombre. Se ha querido deliberadamente y con macabra sabiduría evocar el fantasma de la Inquisición, de toda inquisición, de la eterna y cada día más refinada inquisición. 42 Crónica de aq·uel 19 de septiembre Alberto Dogart ES DIFICIL RECORDAR PERO MAS DIFICIL SERA OLVIDAR R ebeIane coolra lo fugaz y effmero ... una aspiración a remover la memoria, a revivir el recuerdo sin el disfraz que nos viene de las formas institucionalizadas ~ pensamiento y la historia. Alguien dijo que un pueblo sin memoria, es un pueblo doblemente humillado ¿La historia es una viñeta calcada con aguarras, o simplemente es un producto temporal que descuartiza pasado y presente sín futuro perfecto? El ácto humano sucede como género, pero puede ser contado camo subgénero: un acto solidario de la sociedad civil es transformado en un acto de gobierno; al esfuerzo juvenil se le recdnoce como heroismo oficial; al terremoto, como retardante de la recuperación económica. Contra los testimonios digeridos y enlatados, esta crónica quiere ser parte de la remembranza del valor espontáneo de Jos miles de jóvenes y ciudadanos que tomaron en sus manos -por espacio de una semana- el dominio de una ciudad dolida, madreada. Estufas y fierros retorcidos en héroes El amanecer llega a casa. El ritmo del trajín es idéntico. En unos cuantos minutos más la vida cambiará; para otros, sólo terminará... Un chirrido como el de un viejo cartón enmohecido espanta mi instinto: "está temblando, ya pasará" 7:19/7:20/7:21. No puedo sostener la vertical hay que llegar a un marco de entrada. El edifici~ cruje de terror; una masa de ruidos lo envuelve: plle(.las y ventanas azotándose, los platos y vasos caen al suelo, un movimiento exorcista de focos, barandales y antenas arrancan el grito de mi ve. • •¡se nos cae e1 mun do ,.. ... "Tranquilos, cma: tranquilos, guarden la calma", según yo es 10 qúe contesto; según Paty un "ay virgencita linda", es lo que se me escapa (mi ateísmo pierde puntos). Please note: An unrelated section of four colored pages was not scanned. Although there is a break in pagination, no text is missing. Atención: Una sección adicional de cuatro páginas de publicidad en colores no ha sido escaneada. Aunque hay un lapso en la paginación, no falta ningún texto. De pronto, un ruido producido como por una gigantesca lámina de asbesto al caer asalta nuestros sentidos. El golpe es seco... El silencio y la quietud reinan nuevamente en la ciudad. Los condominos de San Camilito, en Garibaldi, se desplomaron. Era la "lámina" que cayó... El 19 de septiembre con aullidos de ambulancia la ciudad amanece espantada. Estábamos parados frente a lo que fue la "Mansión de la locura", vieja vecindad de la calle de Héroes número 46 en la populosa Guerrero. La expectación, la incredulidad ante los hechos y cierto nerviosismo dominaban a los que nos hayabamos dentro de la zona acordonada como a la multitud fuera de ella. Palas, mazos, guantes, cascos de uso y cubre-bocas se juntaban para investir a cualquiera de rescatista. \ En principio nadie sabía qué hacer y en su caso cómo hacerlo. Incluso pocos sabían explicar a qué iban: -A ayudar a lo que sea. Era el deseo sordo de todos. Tampoco hubo muchas explicaciones cuando ÍDtegramos la brigada. Pasánda;e la voz se deda: -Hubo un derrumbe en Héroes, los que puedan nos vemos a la lO: AM para coordinarnos con la UNION, traigan lo que crean que tirva para remover escombros. La UNION (como cariñosamente se le dice a la Vnión de Vecinos de la Colonia Guerrero) adquina plenitud en su contenido. La UNION en ese momento significaba para los habitantes de la rolonia la única posibilidad de organizar con cierta eficacia y oportunidad las labores de rescate y remosión de escombros. Peritajes, orientaciones, cobertores, comida, apuntalamientos... fueron también actividades coordinadas en la UNION con distintos grupos y asociaciones civiles nacionales e internacionales, que fueron sumándose a las organizaciones populares cuando comprobaron la parálisis del gobierno y la actitud del ejército que dificultaba las urgentes labores de rescate en lugar de facilitarlas apoyando la coordinación de los voluntarios. -El Plan emergente del ejército PON.m, un plan que nadie conoce ¿Puede ser entonces emergente? • • • Arrastrando una pala que parece pesar más que él, un muchacho como de 17 años se acerea a nosotros. En forma silenciosa, sin ninguna ceremonia, se recarga en el vocho que está a nuestro lado y se queda viendo hacia un punto fijo. No nos extrañaba su actitud callada, porque en ese momento precisamente nadie hablaba entre nosotros. No es del barrio, eso es evidente. Adivinando el pensamiento, nos voltea a ver con una cara llena de impaciencia e ingenuidad. -¡Chingada madrel... ¿A qué horas nos vamos? Se llama Ramón y viene del Estado de México. -Apenas me entere por la radio, le dije a la jefa "prestame pa'l pasaje". La pala es como mi sombra, por eso me la traje, soy peón de obra. En el local de la UNION reina una cuasi-locura. Hombres y mujeres de todas edades estiran los brazos morenos para apuntarse en las primeras brigadas de auxilio. A mí me tocó ir al derrumbe de Héroes 46. Ramón, que desde hace rato se encuentra devorando tortas. con café en mano, me mira de sosláyo con ciert~ desolación: pa,rece querer decirme"y yo, ¿qué pedo?". Un pedazo de bolillo se le atr~ganta cuando le anuncio que quizá se integre en la próxima brigada a Tlatelolco. Antes de llegar a Héroes, a la altura del "Mercado Martínez de la Torre" una madre con su bolsa multicolor del "mandado", intercepta al "responsable de comunicación" de la brigada. Es el encargado de comunicarse regularmente con la organización para precisar huestras necesidades. Se rezaga del grupo para quedar frente a su madre. - Yo siempre pensé que eras un vago ~ ponsable -dice la madre enjugándose un par de lágrimas-, ya veo que me equivoqué. Eres igualito a tu padre. El muchacho, de unos 19 años aproximada- . mente, con su casco entre las manos, apenas articula: -Orale jefa, no me diga eso... ya se me trepó un nudo a la" garganta. -Cuidate mucho... ¡apúrate que te están dejando-- dice la señora sorbiéndose los roocos y estirándo a la vez una anorme sonrisa solidaria de orgullo. Te voy a hacer un mole de olla con hartos elotes... no se te olvide ponerte el casco... ¿ya te vacunaste? .. hijo de mi alma. Por el camino vamos recibiendo el apoyo y entusiasmo de las gentes del barrio: en todos se refleja la sorpresa y la emoción. -IIQué chingoDa juventudll -se alcanza a leer en la mirada de los parroquianos. ... - - . - • • • Seguíamos anclados frente a la vecindad largo rato. ¿A qué ibamos? Sabíamos que ~ un momento a otro podíamos sentir, oler o rozupá' pontánea muerte dándose vuelo en cuerpos hinchados y morados. Pero más nos movía la necesidad de encontrar vida. ¿Sería esto posible con toneladas de escombro encima de uno? Nadie 10 sabía. Un instinto de angustia y esperanza recorre por oleadas la sangre, las venas, el miedo. A veces se sobrepone la esperanza, a ratos la angustia: una combinación que hace las veces de antídoto contra la impotencia. Las manos son insuficientes, la vida es insuficiente, pero es lo único que se tiene para el momento. El calor arrecia, no hay modo de evitarlo. A un costado de la "ex-vecindad" una cuadrilla de trabajadores del DDF retira las enormes piedras de la fachada lateral que han cubierto parte de la calle. Porqué no retirarán también la tierra, ¿Será algún bisne? El chofer del camión parece confirmarlo cuando grita al grupo de trabajadores: -No sean gueyes los ladtillDs no los sorrajen, hagan una cadenita. Ya son casi dos horas de que llegamos y nada nos diferencia de la multitud expectante situada detrás del "cordón". ¿Qué es 10 que nos detiene? Hay un probl~ma "técnico". El ala superior izquierda de la fachada delantera de la vecindad amenaza caer en cualquier momento poniendo en peligro la vida de los voluntarios. Por eso, antes de entrar es preciso derrumbar esa parte. Pero quién coordina los trabajos de rescate. Somos cerea de cien voluntarios la mayor parte formada por los chavos-banda de las calles cercanas, liéroes, Esmeralda, Mina... nuestra brigada está compuesta sólo por ocho personas, Arturo, miembro de la UNION, es el responsable. Un grupo de policías "dirige" la operación. Dos patrullas hacen guardia (¿para qué?). Por lo pronto, los patrulleros se apresuran a aprovisionarse de las primeras tortas de huevo qu~ una mujer con delantal nos ofrece. . En 10 alto del ala averiada un muchacho delgado anuda un lazo grueso en la punta de la trabe que sostiene esa parte del muro, por sus movimientos se nota que conoce el vecindario. En la otra punta se arremolina un grupo de voluntarios (24, quizá 30, la extensión del lazo no da para más). Un policía enorme y corpulento se para frente al grupo. Se queda un momento indeciso, de prqnto parece comprender que la clave consiste simplemente en ser como cualquiera, sin autoridad etiquetada, sin impulsos criminales y vandálicos. Se despoja de su gorra y su camisola llcaray parece otroll Sin la máscara se confunde con cualquiera-, y grita: -JI Unna, doos, tresH Un tirón de 60 brazos yel muro se tambalea, parece ceder. -11 U na, doos, tressll, la contorsión de la fachada silnuia el ir Y venir de una ola tranquila, pero no cede. -JI Uuna, doos... 11, y todo el mundo en forma caricaturesca al suelo, el mecate se reventó. Un chaparrito peludo y de enorme bigote se detiene junto a nosotros, está furioso: -Pinches pendejos (refiriéndose a los policías), llegué aqui tempranito y les dije hay que conseguir cadenas para tirar ese muro -señalándonos el problema "técnico"- &si como ésta (llevaba arrastrando una cadena como de dos metros de las que usan los traileros para sujetar maquinaria y cosas pesadas), pero es muy corta y no nos va alcanzar. Esto 10 decía cl\SÍ aullando con la clara intención de qu~-~r"E;ti"jam bre" de personas 10 escuchara. Alguien de ese grupo dijo: -Ese carro de redilas está cargado de 47 p~ amarremos la cadena en la defensa trasera. El chofer del camión del DDF se resistía, quizá, por la cara que ponía, temía que se le inquiriera "a ver qué ladrillitos son esos". Sobre el camión por si las dudas. los chavos-banda contribuían con su peso. Cadena y mecate, nuevamente roto, seguido de un colectivo ••Aaaah", de desilusión. Al frente de las "operaciones" tltora se encontraba el sujeto del bigote el estilo Bienvenido Granda, cambiando el tono seco de la guia numérica por otro más ritmico: -UUuno, doos, treeeeslll, IIUuno, daos, treeeestl, yel muro enseñando los dientes ~ un balcón burlándose de todos. o Se han perdido tres horas valiosas, quizá irtecuperables. Desesperados sugerimos empezar a "trabajar" en las zonas de la vecindad más alejadas del. muro burlón. Desde hace rato las decisiones se realizan sin considerar la "opinión" de la gendarmerfa, -una especie de venganza i~: . conciente por la infinidad de decisiones que los habitantes de esta ciudad nunca conocen más que en sus efectos-o oCuando apenas babíamos hecho el "reconocimiento" del. terreno y levantado algunas piedras sentimos un sacudimiento de la tierra que nos aterrorizó, pues aún no sabíamos donde estábamos parados. Alguién de adelante nos informó que los compañeros uexper_ tos en demolición" babían cumplido su cometído. La gente estaba acostumbrándose a mezclar sentimientos disímbolos y a pasar, en un pestañeo, de un estado de ánimo a otro. Nuestro pánico inicial se fundió con la algarabía por el triunfo umural" para dar Como resultado una actividad febril artesanalmente organizada. Por dónde empezar. Nuestro grupo se situó en lo que podría ser parte del segundo patio. La vecindad se derrumbó de un solo tajo en forma "apaste1ada" como tantas otras construcciones afectadas por el sismo. Vecindad en estado ruinoso. Receptora de generaciones de todo tipo de trabajadores. Lugar °de convivencia y calor comunitario. Espacio de reencuentro y confirmación individual: La ciudad despersonaliza, la vecindad identifica... La ciudad paradójicamente es a la vez la gran veciJÍdad con sus monumentos y calzadas comúnes, con sus cabaretes y prostitutas compartidas, con su violencia escurriendo por las calles, con su aturdimiento e incomprensión, pero también con su calor urbano, ese calor cachondo que nos ata a la matriz de la ciudad, que aunque madreada (o quizá por eso) subió de calor, desbordando pasiones citadinas contenidas a contra-comente. • • • Previamente al sismo, por presión de los vecila delegación Cuaubtémoc apuntaló ~gunas viviendas,o no fue suficiente. La falta de mantenimiento del inmueble por parte de los propietarios hizo de esta enorme "cueva" una bomba de tiempo que estalló el 19 de septiembre. Varios tan- o ques de gas al explotar completaron el cuadro. ¿Cuánto tiempo más se hubiera sostenido si no hubiera ocurrido el temblor? En nuestra zona detrabajo, previamente elegida, el penetrante olor a gas, el humo y la tierra aún caliente nos sugirió una "rociada" antes de hacer algo. IIAguatl,°gritamos, y casi en forma o mágica se pusO en movimiento un arsenal de cubetas y gr)llldes ollas para el caso (seguro que ya se habían utilizado por alguna causa similar en las primeras horas del desastre). Al instante se organizó una enorme cadena de dos filas, una para pasar el agua otra para retirar las cubetas vacías y repetir el proceso. Hormigas diligentes. Recelos y riñas olvidados. Hermaitdad en la acción. Fusióh dé las "b das-voluntarias". Las bandas reti-ra-es-com-bros y pasa-aguas, en apogeo, sinfa ~, tiéndose en su medio: "ora cabrón no te duermas, ya tengo tres cubetas esperando"; "el que estorbe mejor que se bote..... nadie se mueve de sus sitios. Una señora guapa bien vesbda irrumpe de pronto: agitada y llorosa grita por su madre atrapada bajo los escombros (¿la oirá?). Los patrulleros, más ceteanos a ella tratan de controlarla sujetándola por los hombros: ¡¡Que fuerza energúmenall, a bola de madrazos los aparta. Varios muchachos que parecen conocerla logran calmarla: "Se hace lo que se puede güerita, hay que tener resignación". Alguien cerca de nosotros dice, en algo que parece ser un murmullo: ··pobre, es del talón, pero me cae que es a toda madre". Estufas, fierros retorcidos, pedazos de madera, girones de ropa, vigas, tierra, ladrillos, alientos, suspiros, sudor, nadie parece cansarse. Sin embargo, di la impresión que no avanzamos; la impotencia crece pero se vence cuando la mirada se cruza con alguna fotografia perdida de una niña sonriendo en los brazos°de una madre, de una tía, de una hermana. Descubro una correa elástica decolor negro, la jalo, se atora, escombro el pedazo, es una instantánea de buena marca. Los jóve,.' BeS encargados de custodiar las cosas de valor se hacen cargo de ella, la "güerita" la reconoce, es un regalo hecho últimamente a su madre ¿tendrá o rollo? A quien se culpa, ¿A la delegación Cuaubtémoc por sus soluciones de papel? ¿A la dueña que quería desalojar a los inquilinos mediante la ~ tica de "deterioro del predio, desalojo sin remedio"?, que oportunidad como ésta para deshacerse de los vecinos y lucrar con el predio como terreno comercial. "Lo que para los caseros es un negocio para los inquilinos es una necesidad". Sí, la dueña indudablemente, ella... Alguien da el aviso que la dueña está detrás del cordón, que 1Iegó a observar el estado de su propiedad (¿y los muertitos qué?). La gente se enardece, nuevamente ese sentimiento se trueca por sensatez; "primero los nuestros, la doña, a su tiempo". • • • Nos encontramos en uno de los pocos marcos que quedaron en pie de la vecindad. El ··Chobis" un mecánico rde lo mejorcito mi buen") de la Ex-hipódromo de Peralvillo, "Carmona", joven taxista de un "Sitio", (al cual se le atribuye una personalidad p~imoniosa, de reflejos lentos y "andar cansado"; tal parece que salió de su rutina, pues era uno de los más dinámicos, de mayor iniciativa>", el "chocolate'·, almacenista de color userio" de la Cía de L~, Y yo, el uburócrata" del equipo, somos el subgrupo ubicado en esa area. De pronto un señor de unos 38 años rechoncho y con un bigotito eficazmente recortado nos grita al borde de la histeria: -¡Ahí donde están ustedes parados se encuentra sepultada una familia entera, es la entrada de un sótano. Al empezar a temblar algunos salimos al patio, otros se refugiaron en este sótano, yo ya no alcance a entrar, me quedé parado con mis dos hijas en el márco de esta puerta, yo vi <¡uando esa famüia se metió allí buscando refugio cuando se desplomó la vecindadl Sin más explicaciones se apresuró a quitar los escombros con sus manos sin ninguna protecdón basta sangrarselas. No pudimos convencerlo, estaba en trance. Más tarde el cansancio lo venció. retiró con un grito ahogado, lo entendimos, era parte de nu~a impotencia. Arturo, miembro activo de la UNION, "de tiempo completo y de oficio ruletero noctámbulo", nos recomienda retirarnos, descansar y dar lugar a otra brigada de la organización. Salimos, me topo con un cerro de ropa de todo tipo. ¿La reclamará al· guien? Un muchacho husmea el roperío, toma una camisa a cuadros en buen estado, la tiende ante sí, en sus ojos ya la tiene puesta. Otras miradas le hacen volver fa cara, lee la reprobación, la suelta como si quemara; ··no podría ponermela' ... Estufas, fierros retorcidos, alientos, suspiros, muertos y 20 heridos.• sudor... vida: se EJ.. . J..,.Ji,,¡ .. dgam> de m.Uigwma en la cajétilla de Faritos Y estaba a punto de encenderlo pero pasó el Terror, que se le quedó mirando como si sospechara algo. Sintió un ~ meci.miento de pies a cabeza cuando lo viQ caminar Dacia él. En él sObaco traia una ~ a medio consumir y bajo la pata de elefante de sus pantalones llevaba unos mocasInes tipo mohicaDO, de gamuza gris con flecos que se le movían como alas a cada paJO. -¿Ton's qué gQerito? -dijo corroborando si era carrujo el del Pecas- ¿Ya se va a dar Un loque o qué? El Pecas pudo sentir el aliento del Terror que mostraba las enciu al hablar. Una cicatriz le coma de la comisura de los labios a la barbilla. Su cabeza oscilaba. coronada por una mata de cabello hirsuto y opaco. El Pecas apenas asintió, tenia los músculos del cuello medio ac.Jambrados. -Pues entonces presta ¿no hijo? -ordeDÓ el Terror, arrebatando el cigarro de su dócil mano. Procedió a ensalivado sacando la lengua, donde lo him rodar con gran pericia. -Está re bien forjado el toquecln, -agregó. Lo sosteIúa enbe sus labios, esperaba que el Pecas lo eooendiera -¿Y qué. tienés bermanas? -alcanzó a decir antes de torcer la voz para retener el humo. Inhalaba con ansiedad, un gesto completamente nu~ vo para el Pecas, que volvió a decir que sí, o ereyó hacerlo. Los ojos húmedos e inyectados del Terror lo miraban con perfecta vaguedad. -¿Y qué tal están tus camalas, se parecen a ti? -Pus algo -se atrevió a mascullar el Pecas. -Tú haz de ser de por allá donde sí pasó Dios ¿no hijo? Se te nota acá tu onda. ¿De dónde sacaste el suetercito? Está bien padrote. Lástima que no me quede. ¿Se lo bajaste a alguien? -Me lo hizo mi mamá, -respondió Pecas y entonces el Terror estiró la mano para sentir el estambre. Una larga cinta de cuero le colgaba desde la muñeca. Empinó la botella y trago gordo, una y otra vez. -IAabhabl -respondió- esta cbela es de las que le bajamos a un pinche camiÓD que pasó por aquí enfrente en la°mañaóa, sobre la calzada del Hueso. Lo vimos Y dijimos; sobre de esas cheIas. Y ahí nos tienes en la brega hijo. Le cayó toda la flota encima. Repartimos dos tres madrazos y órale, a chupar y a mear desde la mañana. Vete asomar. Allá hay una bola de gOeyes tirados bien pedos. Pero véme a mí y ya orita qué boras son. i!Guántas boras llevamos? El resto de boras. En este momento, fugazmente, el Pecas volvió a ver la imagen del Terror brincando a la cabina del camión cervecero, como un felino. Todos en la prepa sabian quién era y nadie querla caer en sus manos. -No, y ya se acabaron las pincbes chelas -explicó-, ésta es la última que queda y eso porque yo la aparté acá bajita la mano, ya vez que el personal es rete avorazado. Les encanta el chupe. ¿No quieres un trago? Ofreció la botella de Carta Blanca, tambaleándose. El toque se consumía entre sus dedos. -No gracias -se atrevió el Pecas-, mejor pásame las tres Y ya. -¡Ujule pinche monol ¿Ya te vas a agandallar tú también? Pérate tantito ¿no?, ¿O qué?, ¿te vas a apretar? Si la mota es de todanos hijo, no perlen~ana~. o -Es que tengo que ir a clases -reaccionó el Pecas rápidamente. -¡Chale hijol -gritó el Terror- ¿no vez que las clases están aqui afuera? Sin quererlo el Pecas se encontró con su mirada vidriosa: parecía a punto de llorar y estaba enojado. . -Esta..sábana no es.buena, me cae. La habita # .. ~.... ., .,-0 . _.. . .. ~ ... :.~..:;:': -.: ._:.~ -O'. .. ......O' .. .,.... • :.. ••••• ~ : ; . • - -. .... . . . . , .. . .. . ·1 es para que no se consuma tan de volada. ¿Por qué me vez así, pinche chavo? A la mota le echan un chingo de estiércol para que salga acá buenecita, bien chilladora, como el pulque, que fermenta con caca dé cristiano. ¿Haz probado el pulquito? Ni mms ¿verdad?, ¿pues cuántos años tienen tus camalas, son más grandes o más chicas que tú? -La mayor tiene diecisiete y la menor dieciséis -respondi6 Pecm. -¡Andele, como a mí me gust8!!1 -sentenci6 Terror. Bien morrítas, carnositas las chavitas. Te apuesto que la grande ya coge y a la chica ya le llora. -No sé -dijo el Pecas-, tengo que irme. -¿Tus camalas qué estudian o qué onda? -pregunt6 Terror, clavando suS ojos cada vez más turbios 'en el toque. -Estudian en la Academia Lefranc. La más int~ligente para secretaria bilingüe, la menos para secretaria en español. -1Nel hijol -cant6 Terror-, saca a tus carnalas de esa pinche escuela extranjera; ¡Secretarias! ¿Para qué? ¿Para que luego le anden ~ niendo con sus jefes? ¿Te va a gustar? ¿Por qué no te las jalas para acá, hijo? Te las cuidamos los cuates. ¿Conoces a mis cUates? ¡Pinches huevotesl Puro valedor bien ~tivo. Me cae. -No los conozco -dudáPecas-; yo vivo por la Villa de Guadaiupe. -¿O sea que este café es de la villita, hijo? Con razón. Está buena esa pinche mota. Deja darme el último toquecito y ya te la rolo ¿oquei? Todo se va para el cerebro y nada vuelve. No me hagas caso hijo, ya hasta estoy hablando solo como pinche orate. EI"'ferror hizo cuevita con las dos manos para .no perder el humo, encogiéndose. Sostenía la botella bajo el brazo y el toque se había cosumido a - menos de la mitad. Afloj6 por fin el ceño Y dej6 caer los párpados. Luego dibuj6 una sonrisa que se prolong61argamente por su cicatriz. El aroma del pachulí, de la mariguana y de la cerveza se mezclaban en la nariz del Pecas, que puso los Faritos en la bolsa de su camisa. -Ora, dése su toque chavo -dijo Terror ofreciendo una pequeña bacha-, humedézcase los dedos con salivita y lléguele, no sea arisco. ¿Qué clase tiene, a ver? _ -Historia -mascull6 Pecas sin ninguna seguridad. Todavía no se sabía los horarios. Era la segunda semana de clases y el uniformé militarizado de la Secundaria 24 aún colgaba en su ropero. -¡Historial -conect6 el Terror- ¡Úuy~ me cae que vas a alucinar en esa pinche clase, bien pacheco acá en el sal6nl- Es un alucine. Un viajezote hijo. Batallas. Cabrones que se ponen en la madre nada más porque sí, como en Viet:Da;m. Todo el tiempo poniéndose en la madre... ¡Orale, lléguelel El Pecas obedeci6. Moj6 con la lengua las puntas de sus dedos, como había visto que el Terror lo hacía, y agarró la bacha pero no pudo fumar: ya era demasiado pequeña. La tiro. Estaba a punto de pisarla pero un furioso empujón se lo impi~.. -¡No seas pendejo, pinche chavol -gruñó el Terror- ¡¿Quieres que te ponga en tu madre?1 Pecas quiso correr cuando lo vio agacharse pero descubri6 en sus pies dos bolas de plomo que se lo impedían. A gatas el Terror buscaba los restos de la mariguana maldiciendo entre dientes. Se levant~ y lo tomó por los hombros, cerca del cuello.. -Búscala tú pendejo -esclipió en el rostro del Pecás, que se dobl6 sin proponérselo, sintiendo las piernas de chicle. Encontró la hacha casi de inmediato, por mi- t lagro. Se puso en pie torpemente y )a eDtregó. El Terror le arrebató de la mano contrariaJos Clásicos de La Central que había conservado todo el tiempo, inconscientemente y entre sudores. Pecas lo mir6 esconder la pequeña colilla en la caja de cerillos, que se guardó en la bolsa de su cazadora verde olivo, mugrosa y desgastada por el uso. Habían permanecido a ÚD costado de los campos de futbol, de espaldas a la alberca. A es8$ horas la mayoría de los alumnos estaban en los salones, escuchando a los maestros. Atardecía y )a luz transversal afilaba los contornos de Jos Arboles y las bardas del fondo. Las nubes cruzaban el cielo rojo alargadas por el viento de marzo. . -En Coapa cuando atardece, atardece -arot6 el Terror, mirando al So) que estaba a punto de caer. Empin6 los últimos tragos de su caguama. Aventó el casco hacia la hie~ba que crecía en las orillas de la alberca y puso su brazo sobre los ,bombros del Pecas, que sinti6 el peso de alguien más alto y fuerte que él. Empezaron a caminar. -¡Chale hijol Ya estoy rete pacheco y rete pedo. Si no fuera por la cerveza tendría la lengua seca como lija. Mira, nada de saliva, qué l~ chingada. ¿Quién te vendi6 esa mota tan efectiva? Es pura ~antequilla carnal. . -No la compré, me la regal6 un cuate de mi colonia -expliCÓ el Pecas, resignado. -No sé ni qué horas son -ref)exi~n6 el Terror agitando la melena. Tú y yo vamos a ser carnales aquí y en donde quieras. Pr~nta1e a todos los. culeros quién es el efectivo. Pregunta en las otras prepas. O en la mismísima ceu si quieres...Y si algún hijo de su pinche madre te quifte. agandallar, avísame carnal. ¿Te gusta la ~a verdad? . -No sé, nunca la he probado ":""admiti6 el Pecas dejándose llevar por el Terror hacia los salonesdeclase. Ñusabi: paú de nubes magínate la sierra como un mar quebrado por sus altas olas, mosaico de verdor, suceder de lomas puntiagudas. Asoma un pequeño valle, la carretera se hace una recta discre, ta, y justo a la mitad, parada muy tranquila, romo esperando el metro, una nubecita de redondez perfecta, casi al alcance de la mano. Hacia los lados y entre los huecos de las laderas hay, otras nubes, agazapadas y a la espera, y según avanzas, surgen otras como rebaños. Dejan su estela en la copa de los árboles, y a la manera de un largo adiós se desprenden poco a poco de la alfombra verde de la sierra. En defensa de Dios Crónica mixteca APUNTES DE UN VIAJE A ÑUSABI Carlos San Juan 50 Desperté al oír una voz alterada: -¿Cuántas veces se los he dicho? Y sé mu~ bien que algunos de ustedes se molestan y habla! a mis espaldas, pero soy su pastor y tengo la obli gaci6n ante'l>ios de velar por el rebaño que él m. encomendó. El apóstol Santiago fue el mú hu mi1de, entregó su sangre por el Señor sin otra pa sión que la del amor, oigan bien, amor. Y ustede: adoran a ese Santiago vestido de charro, dale qUE dale en su caballo furioso a un pobre moro desdt hace siglos. Hágame favor, un charro con lanza ) espada. Ese no es Santiago. (Silencio tenso en la nave de la iglesia, ojos que miran con decisión al frente, rostros impasibles, de todos los rincones brotan ramos de gladiolas blancas y rojas, de las altas bóvedas caen lazos de tul blanco, huele a incienso y campo fresco). -La Santa Biblia lo dice, Nuestro Señor no quería que adoráramos imágenes. El llamaba a adorar la palabra de Dios, ¿y ustedes que hacen? se desviven por la figura de Santiago y su caballo, lo ponen al centro del altar, yel altar es lugar de Dios, ningún santo se lo va a quítar mientras yo dé misa. Pero lo que si ya no aguanto es ver esa pistola. El señor Santiago con su funda y su pistola calibre 22. Veo mi reloj, aún faltan diez minutos de misa, tal vez cinco minutos de regaño. Es el sábado 25 de julio, a las 11:50 de la mañana. Dia de Santiago Apóstol, patrón de Santiago Yolomecatl, aquí, en la Alta Mixteca. Los clanes perpetuos -Perdone, digo casi a gritos, para dominar las mil voces de la fiesta, ¿aquí está la familia Robles? Enfrente varias cabezas se miran entre sí como diciendo ¿y éste quién es? Un señor, el de mú edad, pregunta: -¿Los Robles del Uano? Ven mi cara de confusi6n, una sefiora se apiada y dice, -allá al fondo hay otros Robles. Sorteo parejas que giran al ritmo de una cum· bia, jóvenes con charolas rebosantes de cocas, teh·.lacanes y brandís; sefiores que lograron pescar sus mesas metálicas y se dirigen a formar el rompecabezas de una gran mesa que acoja a la familia. -Disculpe, ¿aquí están los Robles? -digo con la mejor de mis sonrisas a otro agrupamiento de cabezas que circundan otras mesas de lámina. -¿Los Robles de Río Negro? responde el señor que queda más cerca de mis gritos, un poco molesto porque le interrumpí el diálogo con una enorme señora de generosas proporciones. Otra vez la oscuridad, no reconozco a nadie. Sigo mi peregrinar por los estrechos pasillos que,dejan libres los amontonamientos de familias y mesas Corona, atravieso la superficie rugosa del cemento, piso de mercado y pista de baile a la vez, y me dirijo hacia una improvisada barra, r' ~< '.~._~ ~.~;~;{~ verdadera barricada de cartones de cerveza, donde, me dijeron, habían visto a otros Robles. -Buenas noches, ¿aquí están los Robles a secas? -oigo mi voz quebrada por el desaliento. -¿Quién es tu papá? -responde una viejita que a pesar del calor agobiante no se desprende del chal de lana. -Es don Rutillo, el profesor. -Ah, pero no es aquí, somos los Robles de la Cañada. Vaya la barra-trinchera, compro una cerveza y la tomo solitario recargado en la pared. Y me digo que los pueblos son, agrupamientos de familias solas, que a veces por algún casamiento, el bautizo de un niño, el tomar a medianm-terreno, la ayuda en las fiestas del patrón; agarran una confianza desusada, se acercan a otras familias y hasta puede que las inyiten a sentarse en su mesa. Fiesta Sentí el golpe del sonido. Unas fuertes plataformas sostenían bocinas desmesuradas. El estrado desprendía humo seco y entre su falsa bruma se distinguian las siluetas de los músicos. El sonido era perfecto y un cañ6n de luz iluminaba una y otra vez el escenario. Señoras de rebozo a 1 abe· za, señores con sombreros de palma y tenis, jovencitos punk de Nezayork, burócratas residentes en la ciudad de México con traje blanco o beige, maestras y empleadas de empresas enfundadas en vestido de coctel, jornaleros golondrinos de modestas chamarras de drill, todo, un gentío hacinado en el galeron que en dias normales es el mercado. Dejaron de bailar y con el mismo ~ilen· cio ingenuo contemplaban el espectáculo. Consejos para cargar tUl toro Alguien lo alcanzó a detener cuando hundía sus pista de basquet se convirtió en un enorme jabón resbaladizo, y un poco antes de tirar al toro con sus mil luces y buscar el refugio de la noche, se dio cuenta que nadie le dijo, menos su primo, que se metiera un sarape debajo de la chamarra, porque hasta los muy borrachos nunca se pierden de este último consejo. sabia del-asunto veían al uni gallo- allina que encontr perdido en un ranch de mal uerte, y se animaban a echar el uyo contra de él (el bailarín le acomoda un golpazo en la espalda al tío que tira media cuba y de boca en la mesa. ¡Orale jijo de un.. .l Perdón tío, estoy bailando tío). -Mira cómo dejó mi camisa este pinche indio, dice el tio que es un minero puro. ¿Qué te estaba diciendo? Ah, del gallo. Se arregla la pelea, puras apuestas en contra, los acercan para el entre y el otro gallo echaba chispas por ojos, el plumaje encrespa y el pico ansioso por probar la carne del contrario, y mi gallo con su arota de menso, vé para un lado, vé para este otro, y los apostadores se meaban de la isa. (La música termina, las parejas se disuelven, algunas quedan tomadas de la mano en la explanada de cemento, el tio ignora que la cascada cesó en su estruendo, sigue hablando a grito pelado a escasos cen~ tros de mi oreja). -No sé si sería algún olor que uno no huele, o señas que uno no ve, pero cuando ya estaban solos y en el suelo, al contrario le huía la furia, alzaba la cabeza, sacaba el pecho; muy saleroso como queriendo enamorar, y perdido en sus amores, subia las alas. Mi gallo-gallina seguia caminando distraído, humilde Y medio sacón mientras el otro se le acercaba saboreándose la pisada. Entonces venia la primera patada, zas, casi con pena, y le seguían otras, zas, zas, zas, sin que el otro pensara siquiera en bajar las alas. El contrario con los ojos sombreados por la muerte intentaba salir de la trampa pero, ¿qué se puede hacer con el coraz6n rajado? (Suenan los primeros compases de otra cumbia, sube el rumor de sillas Y mesas recorridas para dar paso a los bailarines, salen las parejas a navegar por la enorme pista). - ero la fortun es una amiga que llega noma por ratítos. El tio vuelve a embestir con su JM$O mi adolorido hombro, sus ojos brillan y reflejan las luces del galerón, no sé si es la humedad de los ojos de viejo, o alguna lágrima que convoca el recuerdo). -Se orrió la voz en ztacalco, y ya nadie quiso pelea con mi galli murió de viejo, amarrado en un corral, dijo casi a gritos. GaviJán y paloma Un paso atrú, dos pasos adelante. El anciano acerca aún más su débil voz: - Lástima que aquí en el pueblo ya no se acostumbren las peleas de gallos, antes sí, hace mucho, pero ahora se gasta uno el dinero en el baile y las copas (inicia el retumbar del bajo y laS percusiones, semejan una cascada que revienta junto al oído, una pareja notoriamente borracha se acerca peligrosamente hacia nuestra mesa, en un giro de swing aunque el ritmo sea de cumbia). _-Aprendí a amarrar navajas en ~co te creas sobrino, es cosa ificü. Echame más agüita para las reumas. Según ves el amaño del allo y su manera de caminar le nelinas la navaja más hacia &fue o dentro. El tío arrima su silla y casi se encima en mi hombro: -Para ganar en los gallos se necesita suerte, en buen gallo y el amarrador de navajas, en ese orde (con un ágil movimiento de hombros esquiva un imponente caderazo de la bailarina). Pero aquí en el ueblo me ense aron algo que llamó a la fortuna. Aprendí a COD.?C6~_~ distinguir pues, al allo-gallina. (Mi silla empieza a inclinarse bajo el peso del tío) ¡Qué brutol, lo ves y parece un gallo esmirriado y flaco, camina despacito, muy tímido el cabrón, y no canta, parece gallo, jodido pero gallo. Uega un jovencito disfrazado a duras penas de mesero para renovar el sagrado líquido. Una b<r tella de brandy, tres cocas y un tehuaeán, diez mil pesos. Con los últimos resabios de firmeza en el pulso sirvo dos cubas. -Los galleros que no -y porque ustedes lo piden, de nuevo ¡Mu- . acuuumbaal Por cuarta ocasión resuena en la amplia galería de hierro y cemento el ritmo simple y pegajoso de esta cumbia. ¿Pero es una cumbia? La cadencia monótona del bajo y las percusiones, los arabescos de órgano y trompetas, sonidos de serie que ahora explota la Sonora Dinamita y Laura León, y que antes fue monopolio de Rigo Tovar y su Costa Azul, y que antes le permitíó ganar audiencia a Milce Laure y que algún director musical y un ingeniero de sonido aportaron como la fórmula mágica proveedora de billetes seguros. Y la música permanece igual al arquetipo de origen, fiel a los miedos de las disqueras por intentar o probar ,sonidos nuevos. Pe ro la letra se vuelve iJiSOlita vanguardia dE nuevas actitudes, Y.J~_IDÍSJ!lC!jnYilQ.~~.!a arro~:cía femenina para dec arar en públicó 10 "'que)''' ~...,- todos sabemos en priva~o, que son abusadoras, le pide a Mariano que no le meta la mano, o le descubre al corullo que el negrito es el unico suyo. Pocos de estos detalles le importan al respetable. Mira nomás como le pega al ritmo la Mixteca Alta, hay un suave desplazar del huarache que no engaña, quiebres de cintura que desmienten el rígido ostracismo de los vestidos sencillos de algodón y los pantalones de fibra sintética. Y es que mucho antes de la edad del radio se enseñoreó por la región la alegre cadencia de las chilenas que subieron desde la costa, allá por Pinotepa, hasta lo más alto de la sierra. 51 pies en el lodazal que circunda a la plaza. Otro le tomó del brazo y entre difíciles equilibrios fue rescatado de las sombras nocturnas para llevarlo hacia las gradas iluminadas del palacio municipal. El frío de las diez de la noche le recordó la gélida ~archa de esa madrugada, cuando aconsejado por un primo fue a la azotea de la iglesia para acompañar a la banda de músicos que darian las mañanitas al patrón Santiago. Entonces le dio el primer trago a ese aguardiente traído de Pulla, arma contra la escarcha, que circulaba entre amigos y mirones. -Andale primo, tómate la copita, y de un trago, para que te acepten, pues. Pero en ese momento cuando lo rescataron de las sombras apenas y pensó que un muro de personas se abría para acogerlo, como si ninguno de ellos hubiese visto que huyó hacia la noche perseguido por el estrépito de tres ruedas de cohetones prendidos al mismo tiempo. Percibió en cambio un calor de gente reunida, muy parecido al que sintió en esa larga mesa apiñada de gente que comía mole negro con pollo, allá por el mediodía, en la casa del mayordomo. -Es ibvitación abierta, a todo mundo hombre, le animó su primo para que entrara. Y de nuevo apareció el aguardiente de Pulla, a veces llegaba en boteJJas, otras en jarros o de plano en envases de plástico. Pero esos eran pálidos recuerdos, ahora eo medio de ese gentio el miedo le bacía bailar los ojos, se tapaba las orejas con las palmas de unas manos aún olorosas a azufre, en su gruesa chamarra se dibujaban grandes rosas de pólvora seca y un lado de su cara morena estaba aún más oscura. Había olvidado cómo el gusto le bailaba en el cuerpo al salir de la casa del mayordomo, se unió entonces a un grupo de campesinos que bajaban bacia la plaza municipal en busca de los castillos de fuegos artificiales. Y entre mirar los chorros de luces y no dejar que huyera el calor y la euforia, aceptó, bajo la mirada aprobatoria aunque un tanto fija del primo, otras copitas de aguardiente, ahora mezclado con capulín, a veces con naranja y en otras con tejocote. La vida le pareció en ese momento una fiesta de luces y tronidos. Fue entonces que oyó si se animaba a cargar el toro y nunca supo su respuesta, pero otras voces ya aconsejaban agarrar fuerte las varas de sus patas, y acomodar muy bien la cabeza en el hueco de carló. que asemeja la joroba del toro, y cobijarse bien en esa entraña de papel apelmazado. y ahora que ~ba de la noche, arrastrando los pies y con la-mirada perdida, manchado y oloroso a pólvora, una ola de gente se le acercaba con gestos de compasión y risa, miradas de lástima y de picardia. El trataba de desprender su apaleada humanidad del acoso, volvia a tapar sus orejas con las palmas de las manos y otra vez la ola de gente lo at:Í'81ap: .rpreguntar, . '= suelo y deslizar no pocas risas. Por un segundo creyó ver otra vez a parecida multitud, apenas una hora antes, que escuchaba complacida las chilenas en el mismo pasillo del palacio municipal, y se veía apartar hombros, esquivar cuerpos, empujar niños, fija la mirada en un toro, de esos que en número de ocho aparecían formados a lo largo del pasillo. Y fue cosa de alzar uno, tomar recio las dos varas que semejan sus patas, y aun~e estaba bien borracho, no olvidó acomodar la -c~ en el duro cartón que forma su cuerpo. Otros hacían lo mismo, y mas que bailar, se balanceaban como barcos en alta mar al compás de las chilenas. De pronto alguien le mó del brazo y lo bajó por las gradas ilum' hacia la cancha de basquetbol que también es la plaza municipal. Por un momento, largo según él, sólo escucho un leve silbido, le dio tiempo para sab<r rear un raro olor azufroso, y cuando pensaba que eso era todo, estalló la primera hilera de cohetones. Sintió golpes quemantes en la cabeza, en los brazos, pero era la espalda la que más ardía, la , n .. Una entrevista con Betsy Pecanins - -~- . Alain Derbez' L ~ a primera vez que escuché Stormy Mond4y (LUne3 tormentoso). fue en el disco doble de los Allman Brothers grabado en vi- . va en Fillmore. Duane. el blanco guitarrista muerto en una moto en el 71. había logrado. gracias a las enseñanzas de Jimi Hendrix. asimilar la vibra del blues. Esta pieza compuesta por T·. Bone Walker, el SttJte#Joro Blues y Whipping POIt -canción que Franlc Zappa grabaría posteriormente a manera de homenaje a Allman- hacen que el álbum sea hoy totalmente invaluable. La cantante que nos ocupa sacó del álbum grabado en marzo de 71 las pisadas para hacer su versión en la guitarra. Hay otras versiones excepcionales. Basta oír el Stormy Monday que toca. Y canta el . saxofonista Eddie Cleanhead Vinson. o la versión original: T. Bone Walker al tomar la guitarra é1éctrica le dio al blues, a Chicago, a la música. un infinito campo pUa jugar. Digalo si no B. B. King. La cantante que nos ocupa y su versión bien puede inscribirse en la lista de: recreaciones de u"luna ttJrment080. Junto a Big Mama Thomton y Big Time Sarah esta cantante podría también anotMse como excelente intérprete de Muddy lVaters, sobretodo en las versiones en vivo que tiene de rm a woman (Soy una mujer), la femenina versión de la composición original de' Mc Kinley Morganfield, ese bluesero negro que la historia conoció como Aguas Lodosas. Recuerdo con deleite la vez: en que la cantante que nos ocupa interpretó este blues en el Salón Los Angeles de la ciudad de México. Ahí mismo un guitarrista también venido de las enseñanzas de Jimi Hendrix, la acompañó en el Lunes tormentalo: los salseros en su catedral y un poco atónitos detuvieron el bote para ponerse a menear el cora.Tim. Esta es la traducción de un blues: Me llaman Lunes tormentoso 52 pero el martes es terrible, . ~ riüh-ooles aún. peor y el Sin embargo s't• eres blanca, así como yo, y cantas el blues, tienes que instalarte en tu rollo, en tu situación, .en tu voz, en tu color, en tu sexo y en tu país. .. . jueves es ¡oh tan tristel el viernes cobro y el sábado salgo a tocar mi guitarra, domingo voy a la iglesia y me postro ante Dios y le digo: Señor, ten piedad de mí, ten piedad, he tratado tan duro de hallar a mi amor... por favor que alguien la traiga a casa de vuelta. Vino después la versión de r". a woma,,: "Yo la cambié; I:oko Taylor tiene una venión, ésa fue la que empecé cantando. Pero con rm a woma" no puedes cantar una versión de nadie, más que la tuya, es una letra que la cambias siempre, todo el mundo que la canta la cambia.· ICoko canta en una parte que ella hace el con un oocodrilo, tú ves a la Kom Taylor y dices ¡clarol ¡esta señora hace el amor con un cocodrilol, pero me ves a mí y dices: pues está duro. Le tuve que cambiar Y hablé de mi femineidad. 1'". a woma" eS una de las piezas más fuertes~ más sentidas, en ella abro la puerta que me pennite ver: ésta soy yo"". RecretICÍt1fIa del luna tormentoso podría ser un .buen nombre para la entrevista. En ella hablaremos del blues en México y de algunas otras cosas que conforman el universo de la cantante, compositora, letrista, guitarrista que nos ocupa. El nombre es Betsy Pecanins. amor Recreaciones cIellunes tormentoso "Nací en Estados Unidos pero mi madre es catalana, de Barcelona. Ena vino a México de adolescente y aquí fue que se encontró con mi padre. El venía a estudiar español cada verano. Se enamoraron y se la nevó a Atizona. Yo nací en Yurna, la nman "la antesala al infierno". Me crié en Ph~ nix donde viví hasta los trece aftoso Luego vinimos a México, me (ui a Barcelona y después viajé sola a Phoenix para independizarme. Volví a Ban:elona y ahora llevo m. de diez años viviendo en MéDco. "Mi manera de ser DO es muy gringa. El blues está en mi corazón, pero el sistema, la manera gringa de vivir, no va conmigo. Soy mucho más latina. No me ubico bien allá. En BuceIona viví muchas cosas, ahí decidí cantar ya de maDera profesional. Me encanta Barcelona. Europa es maravillosa, pero mi manera de ser es más de América por la cosa tan t:ndicionaJ, tan hecha ya que es Europa, que sientes que se te viene eocima Y te aplasta. En Méóco tengo familia, amip, cosas muy entrañables que adoro. Como soy ODa enranjera en todas partes a veces siento que DO tengo lugar en el planeta, pero a veces también siento lo contrariG, que puedo escoger de d6nde ser... y yo escojo ser de Mélico porque aquí me ubico, aquí me siento bieD". Fue en Ban:elona adonde, para pagar mis materiales de pintura, porque yo estaba estudiaDcJo pintura en la escuela Massana. me puse a cantar. Fui a un lugar que se Dama la Cova del Drac: m. -Sí. -El gerente por favor. -Sí, diga. -~re, yo canto. he cantado en México. en Estados Unidos. en París. Eso era cierto. P'fO lo babia hecho en mi casa. nunca en público. Yo le dije tímidamente que me gustaría sentarme en un rincón y poDeIme a cantar: -Nada. de eso nada. Aquí hay un lugar, esto es un Café.-Concert. Una gente como tú que ha cantado en tantos lugares DO puede ponerse a ver qué le echan al sombrero. Lo mejor de la nueva canción catalana ha desfilado por aquí... "Yo no lo sabía. In.cluso se han grabado discos en la Cova del Drac. La cosa es que me puse a cantar como la est:reDa invitada y lo peor es que nada m. tenía seis canciones en mi repertorio. así que si me pedían otra tenía que repetir alguna o de plano hacerme del rogar. Pero así pude reunir dinero. pagar mis materiales y darme cuenta, sobre todo, que yo era más de la Jinmca. Siempre me jaló. Pinto mal. me encanta dibujar. me encanta el color. pero definitivamente no sé pintar". Al principio. cuando llegué a México. comencé haciendo lo que llamaba una unión de raíces. Tenia canciones en catalán, en español, algunas rosas musicalizadas por mi, otras de gente que hacía canciones que iban con mi trabajo poético y también incluía blues. Recuerdo que uno de mis primeros conciertos fue con motivo de una exposici6n de Joan Miró en la galería de mi mamá y mis tías. la galeria Pecanins. Lo recuerdo bien por un recorte de prensa aparecido días después: Lo expo6ÍCÍÓn en la Gaierlo Pecanins fue decididamente un acontecimiento colorido. Lm asistentes al evento tUDÍmo&' la grata compañío mfUical de la joven arti&ta Joan Miró que además de pintar muy bonito, canta lindas canciones. "Eso debe haber sido. creo, a fines de los setenta, quizá setenta y ocho o setenta y nueve. A los veintitantos años. Ahora tengo la edad de Cristo, treinta '1 tres años. Me siento bien. Estoy contenta. Han sido buenos viajes y buenas experiencia<". "Creo que ha habido muchísimo que ha influjdo en mí y en la labor que realizo-<:omo- in.téIp~ te. Todo eso se refleja en mi trabajo. Dependien- .J do del pús donde vivia, escuch.ba éste u otro tipo de Pero hay ciertas oonstantes: el rack, gente como Janis Joplin. Jimi Hendrix, que nos movió el piso a muchos que vivimos esa época; el trabajo un poco más poético de JODÍ m.mca. Mit~llode~~comoMaríadelMar~ net o el de Senat. Me gusta también muc;bo la música contemporánea como la del ~taJán CarIes Santos y me gusta también, claro, el jarz. En ~to al blues hay mujel'es cantantes que yo be eschado más: Odetta. Bessie Smith, Billie Holliday. Koko Taylor. Peebee Snow y por ahí Janis lan. En México he estado muy cercana a mujeres como Tanía Libertad, Guadalupe Pineda, Eugenia León que tiene una voz extraordinaria, Amparo Ochoa, Margie Bermejo. Siento que es un momento en que predominan las mujeres cantantes en un movimiento musical definitivamente existente. Porque de que hay movimiento. sí lo hay. Lo que pasa es que estamos en un mundo muy difícil porque permaneceJJl()S un poco en lo subterráneo, en una cosa como marginada que no está dentro de lo comercial. Y al hablar de lo comercial me refiero a un apoyo real en lo económico que es muy importante para que se siga haciendo nuestro trabajo. Eso es lo que lo hace muy difícil. No hay grandes empresarios que apoyen y arriesguen, aunque al principio pierdan. Lo que hacemos y seguimos tratando de hacer es -autogestionarlo. pero es dificilísimo. En México todavía tenemos posibilidades con instituciones como la SEP. la Universidad. el ISSSTE. el INBA. etcétera, adonde muchos de nosotros hemos podido desarroll8f nuestro trabajo hallando foros adonde el público sabe que nos va a encontrar y asiste. Eso nos ha resultado espléndído a los que, como yo. estamos de este lado de la montaña. Sin embargo no deja de ser duro. poco estimulante ecooomicamente, y hay que recordar que n~ tros también tenemos que vivir, que mantener a un grupo que te acompañe. Por otro lado, creo que la riqueza de talento que hay en México DO mucho buscando. tratando de Wu ... cuanto ala interprettd6a y la c:c.~E' Allí están Jaime López, CuilIenno Brise6o. Alejandro, Gerardo M~ Qdlia ~ 1. Muchos de eDos llevan una larp lucha. la ~ queda y con un gon compnJlDiso OOD su arte. Definitivamente me sieDto partídpe de este IDOvimiento meneaDO. Vivo. Médco, soy de M&Deo Y aunque cante en iDgIés o en ~taIáa, mi trabajo~unsonido.UD'aire. unesperiomelicano. En mi música metemos muchM cosas muy latinas. Sé que a mí DO me invitarían nunca a re- , presentar a MéDcO en algún festival. Cuto.canción muy personal. mí~ yO representaría a quien soy. Qué canto yo, creo que es un SODido particular en cualquier' parte, ya sea aquí, • Barcelona, en Estados Unidos, donde sea. Pero es un sonido hecho aquí y que no puede ser becbo-en otra parte. México. Una característica de este país es que ha sido un lugar en donde se ha juntado mucha gente de diversos lugares. hay muchas influencias. Pero también hay una gran 'riqueza original en la música. en la manera de cantar. en las letras. en los ambientes. Todo esto, creo. está bien representado en ,mi canto. No podria arpaar un concierto de mQsica mexicana porque DO leria sincera. haría sí lo que yo he hecho en Mésioo. Eso sí: mi actual trabajo e~ castellabo contaDdo el apoyo de dos poetas mexicanos excelentes con los que be trabajado desde hace mucho que son Oavid Huerta y Alberto Blanco. eso es algo; o también las colaboraciones ocaSionales CU1I otra personas como la pintora Magali Lara yel tro... jo con Guillermo Briseño. En fin.·Esa es música que yo Canto que es de hoy y que es de Mé::Iiéd y. de ningún lad9 más·'. • • ". ••Ahora, ¿por qué canto blues? ¿Y por qué cantar blues en México? .. , Bueno, porque yolcreo que el blues transmite algo que va mucho más allá de las palabras. Creo que realmente en la vi- , da las cosas que más nos mueven el Iso no son \ . I~' 'que ~tendelDO$. sinoJas que sentimos. El blues debe desaprovech~. ~..geote que ~~ga _ es algQ. que siéñtes. que llega al eof8ZÓD. EJI Mé- con ~ -- . / " 53' ros de Jericó con la versión de Soy una mujer del disco de Betsy Pecanins canta el blues, en cambio con la versión del Salón Los Angeles con ese guitarrista venido de las enseñanzas de Jimi Hendrix, Dwight Carroll, dejando los dedos en la guitarra y el alma en los dedos en un solo, para contestar con una fuerza directamente proporcionallo que José Cruz sopló en la armónica, las paredes bíblicas se pueden caer a pedazos. La segunda parte de Recreaciones del lunes tormento80 se llamaría YDios creó al mundo para que un blues lo cimbrara. y dios creó al mundo para que un blues lo cimbrara xico el rock curiosamente es el que abre las puertas al blues. y aquí quedó el blues porque es un campo de desahogo, a uno se le permite ser uno mismo. El blues te exige que seas tú mismo. Si tienen ganas de gritar o de llorar, lo haces en el blues. Esto es algo que en la vida real no puedes más que controlar. El blues abre la puerta para sentir las cosas como las que quieres hacer sin sujeción y sí con una sinceridad hacia los sentidos, hacia el ser tú mismo. No me propongo qué cantar, yo soy eso que canto; canto el blues en México porque da la casualidad de que vivo aquí y aqui voy a seguir haciendo el blues. Desde que lo canto se me han llbierto muchas puertas que yo no habia visto: puertas mías. Esta cosa femenina, sabrosa, coqueta, sensual, alegre que puedes tener cantando el blues. Antes cuando hacía mi unión de raíces me ponía a cantar sentada detrás de una guitarra. Dejarla, ponerme de pie, enfrentarme al público, fue una experiencia nueva, fuerte, pero me abrió esa puerta que se enriquece con la experiencia bluesística todo el tiempo. Sé que no es fácil ser emotiva, a mí no me lo ha sido. Es una gran ruptura pero que te hace identificar más, mucho más con tu público. Porque ¡claro que hay un público para el blues en Méxicol ¡Claro que existe una necesidad del blues en éH La gente lo capta, capta la energía, la vibra que va mucho más allá de las palabras. No es el público masivo pero es una gente ávida de que exista aquí esta música. Canto para ella. No me propongo ser comercial, no es mi idea llegar a las grandes masas~ si se hace, qué bien. Nada más. Lo vaya seguir haciendo aunque no suceda así. Uno lucha hasta que se cansa, pero quizá es hasta que te mueres. Creo que mi trabajo, la múiica que hago, es la continuidad tal cual de 10 que es mi vida... ¿qué más?". -f Interrumpo a Betsy Pecanins. Creo que una de las maravillas del blues es la comunicación subterránea entre músico, el público y el vehículo que los une. Por eso es que el Stormy Monday de los AlIman en Fillmore es lo que es, por eso cualquier blues en concierto es lo que es: un acto de comunión que el disco en estudio difícilmente consigue. Jamás, en mi opinión, caerían los mu- la cultura en MEXICO en Ja cultura le;;..' ,J cJp S~lIun' Director Gemml: José Paaés L1ergo Director: Paco Ignacio Taibo 11 Jefe tk retlocdón: Gerareto ele la Torre DUma: Beatriz Mira Redacción: Francisco Pérez Arce, Mauricio Ciecbanower, Rogelio Vizcaino, Emiliano Pérez Cruz, Luis Hemández, Cosme Omelas, Jorge Belarmino Femández Tom3s, Jesús Anaya Rosique, Andrés Rub, Orlando Ortiz, Víctor RonquiDo, Juaa Manuel Payán, Héctor R. ele la Vega, Carlos Puig, Angel Valtierra, Pilar Vásquez~ Armando Castellanos, Ciro Gómez Leyva, Miguel Bonasso 'nvnlicadón gmfiM: Paloma Saiz "Bueno, está esta cosa de no cantar un blues jamás igual. A mi ell'm a woman del disco me gusta también. Siento que tuvo una energía muy particular. El arreglo es distinto, son maneras diferentes de hacer las cosas que representan definitivamente un reto. Experimento, juego_ La ver5Íón en vivo es más apegada a la tradicional, la que hacen todos los bluesistas. El disco busca otra rítmica, el arreglo de Dwight Carrollle intenta encontrar otra cara a este mismo blues. Es un poco la idea de la fusión que tengo para mi música. No uso solamente la guitarra, el bajo, la armónica, la batería, los instrumentos que se han oído siempre en el blues; ahora trabajo los sintetizadores, incluyo las percusiones de la música afro-antillana. En el disco hay incluso un steeldrom y un arpa jarocha; instrumentos cálidos ambos que le dan otro sabor, otra temperatura. En mi próximo disco, que se llamará con toda seguridad El Babor de mis palabras y que tiene que salir antes de terminar 87, está esa idea de la fusión en todas las piezas. Para comenzar, todo el trabajo es en español. Son como doce composiciones entre las que estáñ-el producto de mis colaboraciones con los poetas Huerta y Blanco, algunas letras de la pintora Magali Lara, una canción que Guillermo Briseño, con quien he estado trabajando últimamente y con quien me fui a Cuba a un festival de jazz en febrero de 87, hizo especialmente para que la cantara. Se llama Jugar con fuego. Una canción más del español Miguel Ríos, otra de Marcial Alejandro... Los arreglos son de Eugenio Toussaint, lo que le da aún más la posibilidad de esa fusión que quiero. Desde luego, en la guitarra estará Dwight Carroll, en el saxofón Octavio Espinosa El Sopas, y los músicos con los que toco normalmente. Con ellos creo que se logrará el producto que se pretende: esa música salida desde el blues que yo hago aquí". Esa música de Betsy Pecanins se puede entender como una fusión desde un acercamiento bluesero al roc1c, al fun1c y al Jazz sin peroer la energía de la música original. En el festival de jazz de Cuba no dejaron de sorprender por ello. No es cosa de virtuosismo sino de fuerza y presencia. En México es esta energía la que hace que el blues ocupe todos los lugares que el rock mexicano no ha podido cubrir. En Estados ¿cuál sería la reacción? Pecanins nos hace saber que ha sido invitada en el 87 para tocar en ueva York, en Pittsburg, y que le interesa ir, pero que no le interesa ir a empezar. No se puede estar empezando de nuevo todo el tiempo. Por 10 pronto el trabajo en México está. Como en la temporada del Teatro de la Ciudad en julio, ya en un homenaje a Gershwin con la Filarmónica de la Ciudad y Juan José Calatayud, ya cantando su propia música desde el blues. Está en la grabación del disco yen la gira por todo el país para promocionarlo. Y está, sobre todo, en el replanteamiento constante de lo que se quiere: el quehacer del blues y sus secuelas desde este lado del río.