La de Suvima, como la de tantos distribuidores, es la historia de un

Transcripción

La de Suvima, como la de tantos distribuidores, es la historia de un
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La de Suvima, como la de
tantos distribuidores, es la
historia de un hombre hecho
a sí mismo que ha dedicado
su vida a su empresa. La
historia de Vicente Giménez, que aún hoy, con 75 años, sigue siendo su principal motor. La historia
de los duros principios, de su relación con clientes y proveedores, de la incorporación de los hijos al
negocio… Una historia de éxito empresarial siempre en construcción que ha alcanzado con sus flamantes
instalaciones de Ribarroja (Valencia) su punto culminante, pero también de partida para nuevos desarrollos.
Socio de Groupauto Unión Ibérica desde que dejaron Agerauto como especialistas eléctricos que han
sido durante gran parte de su trayectoria, da trabajo a 150 personas y tiene 15 puntos de venta, además
de un nuevo almacén central que es muestra de su compromiso con el mercado y apuesta por el futuro.
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n cuanto a servicio y esmero, Suvima es el primero” le decía a Vicente Giménez uno de sus clientes
al principio de esta historia. Un reconocimiento entre
los talleres que alcanzaron muy pronto: “Los clientes nos tenían muy en cuenta, porque sabían que dábamos muy buen servicio. Nuestra mayor preocupación era tener un amplio abanico de productos, hasta el punto de calar la idea de que si no lo tenía Suvima no lo iban a encontrar”. Eran especialistas eléctricos... Y lo siguieron siendo hasta que los talleres
eléctricos dejaron de ser solo eléctricos. Pero eso vino después.
La empresa la fundó su padre a finales de los duros
años cincuenta, después de que la tienda de comestibles que tenían no diera de sí. Lo cuenta el propio
Vicente Giménez, delante de la imagen de su padre
enmarcada en la pared de su amplio despacho: “Las
ventas eran una miseria, y primero se buscó la vida
con una representación de accesorios para bicicletas y después vendiendo recambios para motos, hasta
que terminé la mili y decidimos entrar también en el
recambio del automóvil”. Nace entonces Suvima, de
Suministros Vicente y Mari (María Teresa), los nombres de los dos hermanos que empezaron el negocio
junto al padre (un nombre que siguió teniendo todo el
sentido cuando unos años más tarde Mari dejaba la
empresa y era Marisa, la mujer de Vicente, la que entraba para llevar la administración).
Con el padre y Vicente entregados a labores comerciales y Mari llevando los temas administrativos,
los primeros tiempos fueron, como casi siempre son,
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duros: “Teníamos toda la ilusión, pero nada más. Ni
los bancos nos daban crédito ni teníamos la confianza
de los proveedores”. Pero se la fueron ganando: “Vieron que éramos personas serias y que íbamos cumpliendo, porque jamás en la vida hemos devuelto una
letra a ningún proveedor, ese compromiso es sagrado,
aunque en esos tiempos tuviéramos que cobrar dos o
tres días después de facturar para poder cumplir con
nuestras obligaciones. Y es que hasta que consolidas
la empresa tienes que padecer mucho, y son momentos difíciles a todos los niveles”.
El desarrollo
La primera tienda la habían abierto en la plaza del Pilar de Valencia, y cuando empezaron a coger algo de
volumen se trasladaron a una nueva ubicación, en la
calle Castán Tobeñas, también de la capital: “Era una
nave de 250 metros cuadrados, que tiempo después
ampliamos con otra de unos 300 metros más que da
al Paseo de Pechina”. Significaba empezar a crecer
de verdad, pero las circunstancias de la vida iban a
dejar a Vicente solo ante la responsabilidad: “El traslado estaba casi terminado, y a mi padre le hacía mucha ilusión… pero lamentablemente murió antes de
ver la nueva tienda funcionando”. Obligado por la
nueva situación, Vicente asumía el mando. De eso
hace ya más de cuarenta años.
Acompañado ya por su mujer (que ha estado a su
lado hasta que nació su quinto hijo –más tarde tendrían otro) y ya sin su hermana en la empresa (“se había casado con un joyero y cambió de negocio”), la
empresa se fue implantando y desarrollándose hasta
que en 1982 abrió un punto de venta en Gandía y tres
años después una tercera tienda en Albacete. La expansión continuó con una cuarta en Benetússer (que
luego se trasladaría al municipio próximo de Paiporta) y una quinta en Alcoi (que se ubicaría más tarde en Concentaina) antes de que en 1992 se afrontara uno de los grandes desarrollos en la trayectoria de
Suvima: el traslado de la central a Quart de Poblet, a
una nave de 600 metros que permitía doblar en altura: “Entonces pensamos que era una barbaridad, pero primero tuvimos que coger la nave de al lado, de
otros 600 metros, y más tarde comprar otra enfrente,
de 500. Todo a doble altura… y lo acabamos llenando”. Y entre tanto las aperturas se iban sucediendo…
La siguiente generación
Entre medias de todo este desarrollo, y según se iba
escribiendo el guión de Suvima hasta llegar a lo que
es hoy, los hijos de Vicente Giménez se fueron incorporando también a la empresa. Todos menos dos, que
eligieron otras opciones.
El mayor de los varones, Vicente (Tato para los conocidos), fue el primero en dar el paso, hace 25 años
ya (tiene 40): “Yo quería que estudiase”, cuenta Vicente padre, “pero a él le gustaba más estar en la tienda que estudiar, y le puse a prueba. Entonces tenía un
encargado muy competente y se lo dije muy claro: ‘a
este, machácale’, con la esperanza de que desistiera
y volviera a estudiar… pero no pudo con él y terminó demostrando su capacidad. Y ahí está, evolucio-
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“En cuanto a servicio y
esmero, Suvima es el
primero” le decía a Vicente
Giménez uno de sus clientes
al principio de esta historia.
Un reconocimiento entre
los talleres que alcanzaron
muy pronto: “Los clientes
nos tenían muy en cuenta,
porque sabían que dábamos
muy buen servicio”.
nando y demostrando que esto es lo suyo”. Tato empezó como aprendiz y hoy tiene toda la responsabilidad comercial, tanto de las compras como de las ventas. Recuerda así esa época: “Yo era uno más, aunque
conmigo fueron más duros. Mi padre me puso bajo la
supervisión de Pepe Villar, que era entonces el encargado (ya fallecido), y cumplió con creces el mandato de mi padre, pero yo era muy cabezón y me gustaba mucho el trabajo, así que al final hice hasta buenas migas con Pepe”.
En la empresa también trabajan tres hermanos
más, Marisa, la mayor de todos, que es la responsable del departamento financiero, y Maite, que coordina el área administrativa, además de Jorge, el último
en incorporarse, que lo hizo después de licenciarse en
Ingeniería Industrial para dirigir la logística y coordinar las compras. “Yo reconozco”, dice Vicente padre,
“que mis hijos son más inteligentes que yo, y además
son todos muy responsables y tienen mucha ilusión”.
Pero el padre sigue siendo el padre: “Es el pilar
fundamental en el que apoyarte, y tiene igual o más
empuje que nosotros. Más que un freno es una lanzadera. Cuenta con una enorme experiencia, pero no se
conforma nunca con lo que tiene sino que está en búsqueda permanente de lo que nos puede hacer mejores;
y eso es algo que nos motiva a nosotros mucho más”,
dicen de él sus hijos. Y el padre encantado con su papel: “El trabajo del día a día les come, y para dirigir
una empresa se necesita tener una imagen panorámica, saber en todo momento hacia dónde vamos, dónde nos dirigimos. Estamos en un camino de expan-
sión, de mejorar la gestión del producto y ampliar las
líneas que ofrecemos para dar un servicio más completo, y para hacerlo bien hay que tomar perspectiva,
salirte del día a día… y eso es en lo que yo estoy”.
De hecho, lleva directamente las aperturas y también
es el impulsor de nuevas aplicaciones para mejorar la
gestión: “En mi mente está siempre invertir en el desarrollo de la empresa, y permanentemente estoy analizando lo que podemos mejorar y busco la manera de
hacerlo. Tengo un informático a mi lado todos los días
para encontrar nuevas soluciones y, por ejemplo, el análisis de la manera de funcionar el almacén que nos convenía lo he hecho yo, visitando diferentes instalaciones,
de este y otros sectores, con el objetivo de ser mucho
más eficientes, como hemos conseguido ser”.
De especialistas eléctricos a...
Pero no adelantemos acontecimientos y retomemos la historia, que habíamos dejado en Quart de
Poblet, instalaciones centrales que lo fueron durante veinte años, y en las que Suvima empezó como especialista eléctrico y terminó como suministrador de recambios en general, ampliando el concepto: “Nos llamábamos así, ‘Suvima, recambios eléctricos para el automóvil’, y nuestra oferta
en ese tipo de recambios era la más grande de todo Valencia. Entonces entre la rama mecánica y
la eléctrica había mucha separación, como la había entre los talleres de una u otra especialidad.
Eran dos mundos. Pero aquello empezó a cambiar,
los talleres empezaron a tocar una y otra cosa…”.
El padre sigue siendo
el padre: “Es el pilar
fundamental en el que
apoyarte, y tiene igual o
más empuje que nosotros.
Más que un freno es una
lanzadera. No se conforma
nunca con lo que tiene; y
eso es algo que nos motiva
a nosotros mucho más”,
dicen de él sus hijos.
De sus tiempos eléctricos es su participación en la
fundación del grupo Agerauto, como cuenta Vicente
padre: “Me reuní con Albea, Voltamper, luego hablamos con Seamo, Repuestos Miguel, Ersa... Todos eléctricos, y creamos Agerauto” (grupo en el que se mantienen algunos de ellos). Sin embargo, la tendencia era
la que era: “No teníamos ningún volumen en mecánica y por tanto muy poca capacidad para negociar con
los proveedores. Y aunque poco a poco fuimos incorporándola no era en la dimensión que entendíamos debería de ser... y terminamos por cambiarnos de grupo”.
Y es que la decisión de desarrollar la parte mecánica era firme: “Habíamos entendido que era la única
manera de poder seguir creciendo, además de que si
nosotros no lo hacíamos corríamos el peligro de que
para comprar lo demás nuestros clientes acudieran a
la competencia y terminaran por elegir un proveedor
con una oferta global”. Pero no fue sencillo: “Cuan-
Padre e hijo, complementarios
V
icente Giménez y su hijo mayor comparten nombre y primer apellido, pero por lo
demás son más bien complementarios. Y es que mientras al padre lo que más le ha
gustado siempre de su trabajo ha sido “estar encima del funcionamiento de la empresa,
de su gestión”, reconociendo incluso sus limitaciones en el trato con los clientes (“ahí
tenía una carencia, no tenía suficiente empatía y no dominaba esa parcela, que dejaba
en manos del entonces encargado”), su hijo donde mejor se mueve es en la relación
personal, con los clientes, pero también con los proveedores: “Me gusta mucho la
relación con los proveedores, por lo mucho que aprendes negociando, como se aprende
vendiendo, tratando con los clientes. El trato con ellos es mi aportación diferencial con
respecto a mi padre, y poder escuchar a los clientes y saber qué necesidades tienen
resulta también fundamental para saber hacia dónde dirigirnos”.
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do empiezas con algo cuesta entrar, porque la gente o
no te conoce o no tiene experiencia en cómo trabajamos ese producto”.
Comenzaron primero apoyándose en sus proveedores tradicionales: “Lo que hicimos fue ampliar
nuestra oferta con productos de quienes ya nos suministraban la parte eléctrica, y de la mano de Bosch introdujimos filtros y lo que es la distribución, de Valeo, los embragues y las bombas de agua…”, cuenta Jorge, el menor de los hermanos que trabajan en la
empresa. Pero su incorporación a Groupauto Unión
Ibérica resultó determinante, como señala Vicente, el
hermano mayor: “Era enero de 2010 y ya llevábamos
unos años integrando la mecánica, pero entonces es
cuando se produce la mayor transformación, porque
nos encontramos con las puertas abiertas de prácticamente todos los proveedores, con los que el grupo ya
tenía acuerdos muy favorables, de modo que lo único
que había que hacer era llenar las estanterías y ponerte a vender, cuando en Agerauto había que ir uno por
uno para ver si querían darte condiciones”.
La joya de la corona
En pleno proceso de ampliación de oferta y ya integrados en Groupauto Unión, a Suvima todavía le faltaba abordar el más importante de sus proyectos: la
construcción en el municipio de Ribarroja de una nave nueva para albergar un moderno almacén y sus
oficinas centrales, donde están desde septiembre de
2012, hace apenas año y medio. Un terreno de 5.000
metros, con 4.000 construidos, de los que 3.000 están ocupados por el flamante almacén y los restantes
por las oficinas. Unas instalaciones diseñadas a medida, la joya de la corona, vamos: “Para mí”, cuenta Vicente padre, “supone una enorme satisfacción,
Con los pies en el suelo
S
i de algo presume Vicente Giménez
es de no haber metido a la empresa
en “aventuras”, un hecho que considera
clave para que Suvima haya tenido una
trayectoria estable y esté hoy donde está:
“Creo que soy una persona con bastante
sentido común, que siempre ha tenido
los pies en el suelo, que se ha rodeado
de personas competentes y que con
constancia y trabajo ha sido capaz de ir
consolidado una buena empresa. Y no
habernos metido en aventuras ha sido
fundamental, porque nos ha permitido ir
salvando las diferentes crisis con paso firme
y en una buena posición económica, por eso hoy tenemos la situación financiera que tenemos.
Cuando las finanzas se llevan con mucho sentido común acabas padeciendo menos que otros”.
porque creo que es la ilusión de cualquier empresario, después de tanto trabajo y tantas fatigas, ver que
tu empresa está consolidada”.
Y es que no está mal lo conseguido: en total, 15
puntos de venta, además de la central (dos en Valencia
capital, nueve más en la provincia –el último, Burjassot, abierto este mismo año-, uno en Castellón, otro
en Albacete y dos más en la provincia de Alicante).
El futuro
Pero no está dicha la última palabra, ni mucho menos: “Creo que tenemos mucho desarrollo por delante todavía. Aún no somos una gran empresa; me gustaría que alcanzara mucha más dimensión de la que
tiene. Y para eso me estoy esforzando los años que
De Agerauto a Groupauto Unión
E
n 2010 Suvima entró
en Groupauto Unión
abandonando Agerauto, un
cambio que sus responsables
consideran muy positivo:
“Entramos en un grupo
mucho más implantado,
profesionalizado, mejor
organizado y con más
estructura, y con un paquete
de servicios de muy alto
nivel, tanto para el socio
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(en programas informáticos
de gestión, de análisis de
la información) como para
los talleres (“la plataforma
electrónica Armin es muy
completa y no hay otra cosa
igual en la competencia”),
además de tener mucha
mayor capacidad de
negociación con los
proveedores y por tanto
unas mejores condiciones de
compra”. Además, Vicente,
“Tato”, Giménez destaca
las redes de talleres: “En
Agerauto apenas estaba
desarrollada, mientras que en
Groupauto Unión sí lo están
y mucho, contando además
con unas herramientas de
fidelización muy fuertes.
La pieza la tenemos todos,
pero el paquete global que
ofrecemos nosotros, no”.
me queden”. Vicente Giménez padre lo tiene claro, y
la expansión es parte de ese objetivo: “Pero dominando el proceso, que antes de abrir cualquier tienda todo
debe estar controlado. Pero oportunidades de implantarnos en otras zonas tenemos, por supuesto”.
La incorporación de nuevas líneas de producto es
otra de las prioridades: “Tenemos mucho que crecer todavía en la parte mecánica”, dice el padre. Y
su hijo Vicente lo corrobora: “Hemos de seguir trabajando para conseguir que los clientes no tengan
que salir de Suvima si no quieren. Y en eso estamos, intentando cerrar el círculo, por ejemplo incorporando hace poco la carrocería a nuestra oferta y con el proyecto de introducir también neumáticos y pintura”.
Y piensan en el comercio electrónico como eje
de desarrollo: “Hasta ahora no le estábamos sacando el mayor provecho, pero hemos incorporado personas que trabajan solo online, actualizando catálogos, desarrollando promociones, yendo a
visitar a los clientes para hablarles exclusivamente de la parte internet...”.
Con los talleres siempre en el centro: “Probablemente es lo que mejor sabemos hacer, tratar bien al cliente, de tú a tú, intentando solucionarle las necesidades
que hoy en día tienen. Le ofrecemos un paquete global bastante bueno; tenemos material, servicio, herramientas muy útiles para el desarrollo de su labor (con
apoyo a la gestión, asistencia técnica, márketing...).
En pleno proceso de
ampliación de oferta
y ya en Groupauto
Unión, a Suvima todavía
le faltaba abordar el
más importante de sus
proyectos: la construcción
en el municipio de Ribarroja
de una nave nueva para
albergar un moderno
almacén y sus oficinas
centrales, en donde están
desde septiembre de 2012.
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El gran almacén
A
ntes de contactar
con Miguel Ángel
Jiménez, ex director
de Logística e Informática
en Jiménez Maña y ahora al
frente de su propia empresa
(CDN), Vicente Giménez
padre anduvo buscando el
mejor modelo para montar el
nuevo almacén de Ribarroja:
“Fui a visitar todo tipo de
almacenes para ver cómo
podíamos hacerlo. Me
hablaron del sistema de
Mecalux, que tenía una buena
solución para gestionarlo
todo de una manera
completamente automática, y
fui a verlo. Me llevaron a una
cooperativa de ferreteros,
a una gran distribuidora de
perfumería… a distintos
sitios para que viese cómo
funcionaba. Estuve más de
un año estudiando si nos
interesaba o no y finalmente
vimos que aunque todo sería
automatizado, tendríamos
que invertir una auténtica
fortuna para que fuese
más efectivo que como lo
veníamos haciendo, así que
lo dejamos estar (con el robot
sacaban sesenta posiciones
hora, cuando con el carro que
hemos incorporado nosotros
son 180 hora)”. No daba
con lo que buscaba hasta
que en marzo de 2013, en la
última edición de Motortec,
visitaron el stand de Schäfer,
la empresa de estanterías,
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que les dio el nombre del ex
de Jiménez Maña, yendo de
la mano de la compañía a
visitar previamente el almacén
del distribuidor sevillano
de AD: “Nos quedamos
impresionados, madre mía,
qué movimiento, y nada
automatizado”.
Y se pusieron en manos
de quien había sido su
responsable, Miguel Ángel
Jiménez, para quien el
almacén de Suvima es algo
así como su ‘niña bonita’:
“Partimos de cero, y eso hace
que todo sea más fácil. Y
con la premisa de que todo
almacén se llena, lo hicimos
completamente flexible,
montándolo en altura y no en
superficie para ir creciendo
sin problemas, aprovechando
al máximo el espacio desde
el principio, porque luego
ocurre que un almacén que
realmente está utilizado en
un 20% puede parecer que
está completo, y lo que está
es mal optimizado. Suvima
tiene almacén para muchos
años y para llenarlo de arriba
a abajo”.
Un almacén que funciona
con una filosofía que Jiménez
llama “dinámica”: “El
posicionamiento de las piezas
es completamente dinámico;
una misma referencia puede
estar en sitios diferentes;
conforme vas vendiendo vas
liberando huecos y el propio
sistema se va ajustando a la
foto que tenga el almacén
en ese momento. La
productividad ha aumentado
en un 30% o 40% (utilizando
el mismo espacio) y al tener
cada referencia un código
de rápida localización, el
margen de error de los
operarios es de un 1% (antes
era del 18%). Además, en
una hora se puede hacer el
reaprovisionamiento de seis
tiendas a la vez con un solo
carro, porque a lo largo del
pasillo se va identificando
cada pieza, que el ordenador
previamente ha dicho
donde se encuentran y las
ha colocado por orden de
recogida, encendiéndose la
luz de la caja (de las seis que
lleva el carro) donde ha de
meterse”.
“Con la premisa de
que todo almacén
se llena, lo hicimos
completamente
flexible, montándolo
en altura y no
en superficie
para ir creciendo
sin problemas,
aprovechando al
máximo el espacio
desde el principio,
porque luego ocurre
que un almacén
que realmente está
utilizado en un 20%
puede parecer que
está completo, y
lo que está es mal
optimizado. Suvima
tiene almacén para
muchos años y para
llenarlo de arriba
abajo”, cuenta
Miguel Ángel
Jiménez, padre de
la criatura.
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