Descarga el libro

Transcripción

Descarga el libro
Edición Preparada por
Comunicaciones presentadas en el I Congreso
Internacional de Cultura Cubana
Edición preparada por:
Rafael Rubio
Matías Jove
Prólogo
El diálogo, camino hacia la transición democrática y pacífica
Me corresponde introducir al lector en un libro que recoge las presentaciones de los
participantes en el I Congreso Internacional de Cultura Cubana, celebrado en Madrid a finales
de enero. Lo primero que debería decir a todos los que se asoman a este volumen es que se han
perdido lo mejor. La publicación de las ponencias, que a partir de hoy ponemos a disposición
del lector, eran sólo el punto de partida del diálogo, preguntas, intervenciones del público. Un
diálogo, siempre enriquecedor, que prolongaba las mesas hasta hacer necesaria la intervención
de las fuerzas del orden, con forma de voluntarios. Si todos pensábamos que el mayor éxito
había sido la convocatoria de casi un centenar de cubanos de campos e ideologías más diversas,
a lo largo de esos días descubrimos que como fruto de la variedad de los temas y la altura
intelectual de ponentes, el Congreso estaba destinado a convertirse en referencia intelectual del
cambio democrático en la Isla. Así, desde el principio, se podía comprobar como el interés de
las mesas redondas que se celebraban simultáneamente, hacía que todos intentarán asistir a
todas, en un intento vano de recibir el don de la ubicuidad, y los descansos se convirtieran en
intentos desesperados de escuchar, aunque fuera de segunda mano, lo que nos habíamos
perdido.
El Congreso se convirtió en un cuarto de estar, un inmenso cuarto de estar con varios ambientes
y con vistas a la Isla bonita en el que se hablaba con libertad de política, cine, literatura, los
partidos políticos y hasta del precio del pescado. Por eso, al buscar un elemento común a todas
ellas, pienso que este sería el diálogo entendido como base de cualquier avance democrático.
Cuando hay diálogo, cuando la gente pierde el miedo a hablar de la vida y la muerte en su
cuarto de estar está naciendo la democracia.
Una democracia sólo se puede construir sobre sus ciudadanos y el Congreso ha puesto de
manifiesto que en Cuba la sociedad civil cada día se va consolidando más. La transición hacia
una democracia en Cuba ya ha comenzado con el resurgimiento de la sociedad civil. Una
sociedad civil que reclama espacios de libertad y poco a poco va perdiendo el miedo a reclamar
sus derechos. Algo que se observa en centenares de movimientos y miles de personas que, a lo
largo y ancho de la isla, impulsan el movimiento democrático “jugándose” en numerosas
ocasiones la expulsión, el repudio e incluso la cárcel.
Por eso, existen una serie de elementos que hacen que consideremos esta como una cita
histórica, en primer lugar el hecho de reunir una representación tan numerosa y variada del
exilio cubano, al que siempre se acusa de dividido.
En segundo lugar el carácter constructivo de esta reunión, en la que a través del diálogo, y,
dejando de lado por improductiva la vía de la crítica al tirano, que tras muchos años se muestra
como calle sin salida, se han ofrecido soluciones sobre las que edificar el futuro inmediato de
Cuba. Y aquí radica la fuerza del programa, en la convicción de sus participantes de que el
futuro de Cuba no depende del famoso “hecho biológico” (la muerte de Fidel Castro) sino que
independientemente, deberá basarse en la sociedad, una sociedad abierta al diálogo y dispuesta a
realizar la transición de manera pacífica. Este carácter constructivo se observa también en la
intención de ofrecer propuestas concretas, con soluciones como el Proyecto Varela, que han
abierto un espacio de discusión que sigue fomentando con la publicación del "Diálogo
Nacional". Con este documento de trabajo no se pretende dar una solución a todos los
problemas que plantea la transición, sino el comienzo de un proceso de diálogo entre todos los
que tienen algo que aportar a este cambio. Oswaldo Payá no se cansa de repetir que la transición
democrática es cosa de todos los cubanos, los de dentro y los que muy a su pesar tienen que
vivir fuera de su patria, y la colaboración de todos es imprescindible para empezar a construir
desde hoy la Cuba del futuro.
Pretendíamos respaldar el impulso democrático que hoy se está produciendo en la Isla y sentar
las bases culturales, económicas y políticas de la futura transición y estamos convencidos de
que, a través de enriquecedores diálogos como el que se ha celebrado en Madrid, se va
consolidando una sociedad civil que venciendo el miedo, va creando sus propios espacios de
libertad.
Para este viaje los demócratas cubanos cuentan con buena compañía, el apoyo de la Comunidad
Internacional, y el Congreso es también una buena muestra de ello. Representantes de
Asociaciones Internacionales que llevan años apoyando los esfuerzos de la disidencia pacífica,
como People in Need (República Checa), Pax Christi (Holanda), la Fundación Hispano-Cubana
(España), Freedom House (Estados Unidos) o SILC (Suecia), han participado activamente en el
Congreso. Todas estas organizaciones comparten la misma filosofía, el papel de las naciones
extranjeras en el proceso de transición tiene que estar presidido por la voluntad de apoyo a los
verdaderos protagonistas que son los cubanos. Ahora mismo entre las prioridades de España y la
UE debería estar el apoyo a la causa de la libertad en Cuba, exigiendo la liberación de los presos
y ofreciendo espacios de libertad, dentro y fuera de la isla, donde pueda desarrollarse el diálogo
necesario para construir un cambio democrático.
Por eso, son tan importantes gestos como el del periodista marroquí Alí Lmrabet, recientemente
liberado, al que entregamos el I Premio Raúl Rivero. Su lucha por la libertad de expresión y sus
referencias constantes a la situación de los 26 periodistas independientes encarcelados en Cuba
el pasado mes de marzo denuncia y recuerda a la opinión pública que se ha cumplido casi un
año desde los encarcelamientos de 78 demócratas.
RAFAEL RUBIO
Presidente de la Asociación Española Cuba en Transición
Índice
CONGRESO INTERNACIONAL DE CULTURA CUBANA
Prólogo
El diálogo, camino hacía la transición democrática y pacífica
Rafael Rubio
Apertura del Congreso
Palabras de la Presidenta de la Comunidad de Madrid,
Doña Esperanza Aguirre Gil de Biedma
Todo lo que usted ha ignorado sobre Cuba y aún no quiere saber.
Por Zoé Valdés.
Con mi música a otra parte
Por Paquito D’Rivera
Los Partidos Políticos en el Post-Totalitarismo
Necesidad de los conservadores
Por Vicente Echerri
El Decálogo de la Prosperidad
(Ideas realistas para una Cuba imaginada)
Por Juan Manuel Cao
El desarrollo de una sociedad política democrática*
Por Arnoldo A. Muller
Cuba: Las dos transiciones
Por Orlando Gutiérrez-Boronat
El ICAIC por dentro
El film PM y la censura en Cuba
Por Orlando Jiménez Leal
La literatura en los tiempos finales del comunismo
La soledad de un escritor dentro de Cuba.
Por Daniel Iglesias Kennedy.
La Literatura Cubana en los tiempos difíciles del castrismo
Por Felipe Lázaro
La Gran Estafa y las Letras Cubanas
Por Julio San Francisco
La música en los tiempos finales del comunismo
Sones “para turistas”*
Por Flores Chaviano
Cuba una música expoliada
Por William Navarrete
Puentes de música
Por Tony Évora
Actuar y dirigir en los tiempos finales del Comunismo
Una Carrera en el Exilio*
Por Eduardo Palmer
Lo que se puede y no se puede representar.
Quién actua y quién desaparece?
Vivencias personales
Por Marcos Miranda
Una televisión libre*
Por Antonio Diéguez
Los medios de Comunicación en los tiempos finales del comunismo
Antes y Después de los medios de Comunicación*
Por Rafael Solano
¿Cómo luchan los periodistas disidentes por la libertad de prensa en Cuba?
Por Julio San Francisco
La Economía Cubana Hoy
Instituciones, Estructura Factorial y Tránsito al Mercado en Cuba.
Por Manuel García Díaz
¿Tiene futuro la economía cubana?*
Por Elías Amor
La naturaleza de la economía cubana en el ocaso de Castro
Por Jorge A. Sanguinetty
La “justicia” en la dictadura
En la mente del castrismo no hay nicho para la palabra justicia*
Por Alberto Muller
Notas sobre la represión en el castrismo
Por Orlando Fondevila.
La Vida del Preso*
Por Robier Rodríguez Leyva
Voces tras las rejas
Directorio actual del presidio político en Cuba
Por José Miguel González Llorente
La lucha de los disidentes dentro de Cuba
El Proyecto Varela
Por Carlos Payá
El Alma de una Nación*
Por Laida Arcia Carro
Definiciones y esperanzas
Por Reinaldo Bragado Bretaña
La Democratización de Cuba
¿Qué se hace desde el Arco Progresista?
Por Manuel Cuesta Morúa
Los Derechos Humanos y la Sociedad Civil durante el período republicano. Breves apuntes
para un estudio.
Por Ricardo Bofill
La universidad cubana en el comunismo post-soviético
La investigación social en Cuba: Información, recursos y creatividad.
Por Dominga González Suárez
Albur y Credo o el desafío de la libertad.
Por Iván González Cruz
Volver a la universidad cubana
Por Fabio Murrieta
La Universidad cubana en la era Post Soviética
Por Wenceslao Cruz
Las Organizaciones Cívicas Independientes
Lectura sin censura una opción para formar hombres libres
Por Ramón Colás
La Política Cultural Cubana o la UNEAC por Dentro
Los nudos de la mordaza
Por Manuel Díaz Martínez
El resurgimiento o revitalización de las creencias religiosas en Cuba
La Iglesia y la democracia en Cuba. Un espacio para el diálogo
Por Rafael Rubio Núñez
El catolicismo en la Cuba republicana. Cien años de compromiso
Por Ignacio Uría
Panorama y contribución del protestantismo cubano
Por Vicente Echerri
La economía cubana en el post-totalitarismo
Un nuevo sistema financiero para una nueva Cuba
Por Tomás G. Muñoz
El futuro de la economía cubana
Por Jorge A. Sanguinetty
La solidaridad internacional en la lucha por la democracia en Cuba
La surafricanización del Régimen Cubano*
Por George Melville
Pax Christi y Cuba
Por Liduine Zumpolle
La Solidaridad en Suecia en la Lucha por la Democratización de Cuba
Por Alexis Gainza Solenzal
Solidaridad con Cuba
Por Matías Jove
La Transformación Jurídica de Cuba en el post-totalitarismo
Derecho Penal para un Estado Democrático y de Derecho en una Cuba Futura
Por Orlando Gómez González
Ideas Constitucionales para una Cuba Futura
Por Beatriz Bernal
El Origen Ideológico de la Revolución
Destino Nacional y Vocación Revolucionaria: Origen, evolución y decadencia de los mitos
fundamentales de la Cubanidad.
Por Miguel Sales Figueroa
El asalto al poder*
Por Alberto Muller
República y Revolución*
Por Leopoldo Fornés-Bonavía Dolz
Castro es un marxista – leninista*
Por Adolfo Rivero Caro
Juan Jacobo Rousseau y la exaltación romántica del crimen político en nombre de la libertad.
Por Pedro V. Roig
La ideología del comunismo cubano tras la caída del muro de Berlín
Pasotriple o distorsión premeditada: Martí al servicio de Castro
Por Laura Ymayo Tartakoff
La ideología Cubana actual no es martiana*
Por Marcelino Miyares
La ideología de la Revolución Cubana.
Por Enrique Patterson.
Clausura del Congreso
Una lección aprendida
Por Carlos Alberto Montaner
Relación de Ponentes
Apertura del Congreso
Palabras de la Presidenta de la Comunidad de Madrid,
DOÑA ESPERANZA AGUIRRE GIL DE BIEDMA
Inauguración del Congreso Internacional de Cultura Cubana.
Madrid, 26 de enero de 2004
Queridos amigos,
El pasado lunes regresé de Miami, de la que podríamos denominar la “Cuba continental”, donde
se ha celebrado el Seminario “Vigencia de la transición española como referente para América
Latina”. Y allí pude comprobar que, hoy más que nunca, las voluntades de todos los que
amamos de verdad a Cuba, independientemente de nuestra filiación política, convergen hacia el
mismo objetivo: acabar de una vez con una pesadilla que ya dura casi dos generaciones.
La perla del Caribe no podrá seguir siendo por mucho tiempo el último vestigio del estalinismo
en el hemisferio occidental. El único país de América donde las cárceles están llenas de presos
políticos. Uno de los pocos países del mundo donde criticar al gobierno, tener propiedades,
fundar empresas, contratar trabajadores, crear riqueza y viajar por el mundo son gravísimos
delitos penados con largas condenas de cárcel o con la muerte. En definitiva, uno de los pocos
países del mundo donde, para sobrevivir, es preciso fingir, engañar y mentir a diario.
Creo no equivocarme si digo que los cubanos son, de todos los iberoamericanos, quienes más
anhelan que su país llegue algún día a igualarse a España en libertad y prosperidad. Y también
creo que Cuba es, de todas las naciones hermanas de Iberoamérica, la que más interés, afecto y
simpatía despierta entre nosotros. Prueba de ello es este Congreso Internacional de Cultura
Cubana organizado por la Asociación Española Cuba en Transición, cuya Presidencia de Honor
corresponde a Raúl Rivero, encarcelado hace casi un año por Castro junto con otros ochenta
defensores de la libertad y de la democracia en Cuba.
No es necesario que explique las razones de ese especial afecto que los españoles sentimos por
Cuba. En primer lugar, porque hace poco más de cien años, Cuba era todavía un pedazo de
España en el Caribe. En segundo lugar, porque son muchos los españoles que, tras la
independencia, o permanecieron en Cuba o viajaron a ella para establecerse allí y vivir como
unos cubanos más. Y en tercer lugar, porque los cubanos que no consiguieron escapar de la
gigantesca prisión en que Castro ha convertido a Cuba hoy no pueden disfrutar de las libertades
democráticas ni de la protección de un verdadero Estado de Derecho. Ni siquiera pueden
reunirse, como nosotros lo hacemos hoy, para exigir y ejercer lo que en cualquier nación
europea o iberoamericana es un derecho fundamental incontestable: la libertad de expresión.
Por ello, creo que todos los que amamos a Cuba y estamos comprometidos con la libertad
debemos mostrar nuestro compromiso brindando nuestro aliento y nuestro apoyo a quienes
luchan, sufren y mueren por obtenerla. Independientemente de cuáles sean sus puntos de vista y
sus estrategias.
En este sentido, creo que el ejemplo de la transición española desde la dictadura a la democracia
puede y debe ser aprovechado por los cubanos. Especialmente por lo que esa transición tuvo de
ordenada y pacífica. Desde la ley a la ley. Sin necesidad de confrontaciones o de rupturas
violentas.
La transición española comenzó en el momento en que las instituciones amnistiaron a los presos
políticos y aceptaron autodisolverse a instancias del Rey Don Juan Carlos.
Este fue el primer paso del proceso que condujo a la recuperación de las libertades en España.
Y, del mismo modo, este tendría que ser el primer paso, y el más importante, para la
recuperación de las libertades en Cuba: que las autoridades e instituciones castristas renuncien
voluntariamente al poder, se autodisuelvan y pongan en libertad a los presos políticos para que
el pueblo cubano pueda pronunciarse libremente acerca del régimen y de las instituciones
políticas por las que desea gobernarse.
Y el segundo paso, casi tan importante como el primero, es que, al igual que en España hace 25
años, las fuerzas de la oposición tendrán que moderar su comprensible y legítimo deseo de
“ajustar cuentas” con quienes les han reprimido durante tantos años. Nada podrá, ciertamente,
hacer olvidar sus sufrimientos a quienes perdieron a sus bienes, a quienes han padecido la
cárcel, a los que han tenido que exiliarse o a los familiares de quienes perecieron bajo la
represión o en el Estrecho de la Florida en busca de la libertad.
Sin embargo, son tantas las vidas, los años y las energías desperdiciadas que los cubanos no
pueden permitirse malgastar más en enfrentamientos civiles o en ajustes de cuentas, una vez que
al dictador más veterano del mundo le haya llegado su hora.
Porque los cubanos lo tienen aún más difícil de lo que lo tuvimos los españoles. En Cuba no se
trata sólo de remodelar las leyes para adaptarlas a las exigencias de un régimen democrático.
Los cubanos tendrán que resucitar todas las instituciones necesarias para el funcionamiento de
una sociedad libre, moderna y próspera, aniquiladas por más de 45 años de dictadura comunista.
Tendrán que empezar por redactar una nueva Constitución y reformular desde su base todo el
ordenamiento jurídico: el Derecho Civil, el Derecho Mercantil, el Derecho Penal, el Derecho
Laboral y el Derecho Administrativo. Tendrán también que acostumbrarse a tomar decisiones
por sí mismos, especialmente las que afecten a su vida privada, profesional o laboral. Y tendrán
que atenerse también a las consecuencias de esas decisiones. Porque la libertad y la
responsabilidad son las dos caras de una misma moneda.
Tendrán, en definitiva, que aprender a vivir en una sociedad donde el Estado será un mero
árbitro y no el amo y señor que apenas es capaz de garantizar un mísero sustento a cambio de la
preciada e irrenunciable libertad.
Y creo que quienes mejor pueden contribuir a ese reaprendizaje de la vida en una sociedad libre
son, precisamente, quienes tuvieron que abandonar su país para poder vivir digna y
honradamente del fruto de su esfuerzo en España o en los Estados Unidos de América.
Ellos tendrán que trabajar hombro con hombro con quienes, desde las cárceles cubanas, como
Raúl Rivero, Martha Beatriz Roque o Elías Biscet, o desde los angostos resquicios que todavía
deja la pseudolegalidad castrista, como Oswaldo Payá, están por la recuperación de la libertad.
A todos ellos les corresponde la titánica pero, a la vez, ilusionante y maravillosa tarea de
devolver a todo un pueblo la libertad, la dignidad y la prosperidad. La tarea de hacerle recuperar
la fe en el futuro sin que el pasado se convierta en un lastre imposible de sobrellevar.
Saber perdonar a los enemigos es, no cabe duda, una virtud heroica. Especialmente cuando han
sido responsables de tantos males. Y no tenemos derecho a exigírsela a quienes han padecido en
propia carne y durante tantos años las consecuencias del castrismo. Sin embargo, creo que ese
perdón, unido a la reflexión y el arrepentimiento de quienes han colaborado con la tiranía, serán
condiciones imprescindibles para que Cuba pueda superar su pasado para mirar con confianza
hacia el futuro.
Quisiera acabar estas breves palabras citando a Elías Biscet, uno de los héroes que padecen en
las cárceles de Castro por denunciar la tiranía y los crímenes del dictador más veterano del
mundo. Porque pocas voces hay tan autorizadas como la suya para llamar a la superación de las
diferencias en el seno de la oposición cubana en aras del irrenunciable objetivo común: el fin de
esa tiranía:
“Desde mi celda hago un llamado a la unidad de todos mis compatriotas. Existe un único
camino ante nosotros. Un camino que nos une y que incluye a todos los cubanos de dentro y de
fuera de la Isla. Un camino que reclama los derechos de todos en su totalidad. Un camino que
exige la plena democracia y la libertad incondicional del pueblo cubano bajo un sistema de
gobierno pluripartidista. Un camino en el que se restablezca el Estado de Derecho y en el que
se garantice la igualdad ante la ley sin distinción de raza, sexo o creencias religiosas. Un
camino en donde se otorgue una amnistía incondicional e inmediata a todos los presos
políticos. Compatriotas: demos un paso al frente y hagámoslo de forma clara y decisiva. El
trabajo que nos espera es difícil, pero no imposible. Juntos podemos lograr para nuestra patria
una democracia plena y merecedora de sus ciudadanos”.
Muchas gracias
Todo lo que usted ha ignorado sobre Cuba y aún no quiere saber.
POR ZOÉ VALDÉS.
Desde que tengo uso de razón no he dejado de escuchar sobre cualquier tema cubano, un antes y
un después, lo cual convierte a Cuba en una suerte de Crista, es decir Cristo con faldas,
incluidos pasión, sacrificio, y crucifixión.
Siendo adolescente, más de una vez, intrigada por este mismo motivo del antes y el después tan
frecuente en boca de los adultos, quise ir más allá de los soporíferos manuales donde la historia
del país se condensaba en tres o cuatro composiciones rimadas o en verso libre dedicadas a los
mártires de la Revolución, los cuales muchos de ellos –cosa rara- habían muerto en el siglo
pasado. Poemas combativos dedicados a los logros de la misma, o simplemente dirigidos a
concientizarnos, o politizarnos, sobre los deberes para con la Revolución; mejor, a instruirnos
castro-militarmente, ¿era eso educación?
Dejábamos de ser seres humanos para convertirnos en seres cubanos.
Iba a la Biblioteca Nacional, frente a la Plaza de la Revolución. Cuán no sería mi sorpresa, en el
transcurso de los años, repito, los de mi adolescencia hasta hace nueve años, muchos de los
documentos de antes de la Revolución, o sea hablo de ningún patrimonio complicado, me
refiero a prensa y a libros, era absolutamente imposible consultarlos si no se presentaba una
carta o identificación de alto nivel autorizando el préstamo, y sólo en casos excepcionales de
trabajos investigativos sumamente controlados, o con intereses oficialistas.
El único Manual de Historia de Cuba utilizado en las escuelas era el de Fernando Portuondo,
reeditado en los años sesenta, censurado, por supuesto, después de su primera edición en los
años cuarenta. Nunca nadie ha podido escribir otro Manual de Historia de Cuba, no existe un
título de este tipo después de la Revolución. Existen discursos, panfletos, cronologías dispersas
y plagadas de errores ingenuos y otros hechos a propósito, pero lo que se dice un auténtico
manual, un texto escolar digno, para ser utilizado en las escuelas, no existe.
Mi memoria se remontaba a los cuentos de los mayores, "cuando antes sucedió tal cosa, en la
época de antes, después del 59... etc.", así fui enlazando anécdotas, tanteando entre los libros
orientados por el Partido, hurgando aquí y allá, reconstruyendo a trompicones mi historia, la de
mi país.
Había algo que no cuajaba, la curiosidad de mi generación, los que no habíamos experimentado
el antes, nos decía que sobraban las zonas oscuras, sospechábamos de que había demasiada
gloria, demasiado heroísmo, demasiada exageración en los extremos. Los profesores de Historia
hacían hincapié en la etapa prerrevolucionaria como una etapa erradicada, plagada de
corrupción, prostitución, desempleo y todo lo malo y lo divino. La Revolución había parado
todo esto, la canción decía: "Se acabó la diversión, llegó el Comandante y mandó a parar". El
presente era el umbral al paraíso, vivíamos el sueño que nos conduciría a la perfección, a un
mundo mejor, al hombre nuevo.
El antes y el después marcaron, simplificaron, ningunearon las vidas. De hecho, en los
exámenes de casi todas las asignaturas, menos las de ciencias, aparecía una pregunta final que
era respondida correctamente era, lógico, la respuesta que daba el aprobado. Decía: Explique la
Cuba de antes y la Cuba de después de la Revolución. Con argumentar que antes todo era
sencillamente nefasto y de un día a otro nos habíamos convertido en un estado ejemplar
aprobábamos el control. Incluso muchos estudiantes se daban el lujo de no estudiar las
asignaturas de letras, garabateaban sencillamente la última respuesta, apresurados por largarse
del centro escolar hacia “la universidad de la calle”, despreocupados porque sabían que de todas
formas obtendrían el mínimo del aprobado, y con ese mínimo podían hacerse médicos,
maestros, e inclusive ingenieros.
La realidad de la calle era bien distinta y difícil a la del ensueño paradisíaco de los largos
dictados escolares. La Historia, con mayúscula, era sinónimo de Represión, no de Revolución.
Lo demás no tenía derecho a existir, y si existía debía ser negativo.
Para abordar el tema del antes y después cubano, necesitaba esclarecer algunas zonas del
período donde fueron escritas ciertas obras literarias, me metí en los libros de historia
concebidos antes, y recientemente, y me pareció sumamente importante compartir algunas
informaciones, las cuales, por lo que he podido corroborar leyendo tanto la prensa, como ciertos
libros que se publican sobre la isla están en muchos casos erradas, o manipuladas. Se tiene la
impresión de estar escuchando un cuento recitado con el sencillo objetivo de saltar etapas que
molestarían a no pocos oyentes o lectores.
Sin embargo, habrá que viajar muy atrás, por lo menos a la tardía y difícil independencia, justo
al instante en que se podía hablar de una Cuba entera, y no sólo de La Habana, aunque es cierto
que La Habana se situó siempre en un nivel de desarrollo muy por encima del resto del país, hay
que remontarse para intentar comprender el pasado lleno de episodios dramáticos, de desastres y
de conquistas que encaminaron a ese glorioso para algunos y fatídico para otros, 1959.
Cuba se independiza de España tardíamente, en 1898, el proceso fue lento y violento. Figuras
como José Martí, Carlos Manuel de Céspedes, Antonio Maceo, Máximo Gómez, entre otros,
marcarían profundamente con su profundo sentido de sacrificio e independencia el futuro de la
nación cubana. La sociedad se basó durante siglos en el trabajo de esclavos africanos. La
esclavitud tuvo consecuencias indiscutibles en las ulteriores relaciones sociales, en su cultura,
en la religión que es una religión de sincretismo, entiéndase la constitución de un catolicismo
supersticioso, politeísta, y sobre todo y mayormente de los cultos afrocubanos.
El otro rasgo fundamental es el papel de los Estados Unidos. La explosión del Maine en el
Puerto de La Habana sirve de pretexto para la intervención militar y la guerra hispanonorteamericana desvía la independencia. La flota española es destruida en Santiago de Cuba y la
ciudad es tomada por asalto. A través el Tratado de París, España renuncia a Cuba, a Puerto
Rico y a Filipinas. La soberanía de la isla fue entregada de manos de los españoles al General
Brooke. Ninguna autoridad cubana fue convocada. El país estaba en ruinas.
La imposición en 1901 de la Enmienda Platt, limitante de la soberanía explica las oleadas de
antiamericanismo que sacudieron los medios estudiantiles. Eso no significa que existiera un
anti-americanismo a ultranza reflexionado. En 1970, Fidel Castro declara "la mayoría de nuestro
pueblo, en el años 1959, ni siquiera era anti-imperialista". Sin embargo, ese mismo antiimperialismo fue el fundamento principal, el más manipulado por el propio Castro a su favor
para justificar, alarmar, amplificar una movilización permanente y es la base esencial de su
política defensiva, u ofensiva, según los contextos y las conveniencias ante el enemigo, que no
lo era totalmente en tiempos republicanos, o sea de elecciones democráticas.
Entre los determinantes del destino cubano está la dependencia creada de la producción
azucarera, las inmensas fluctuaciones que producía y produce en la vida económica y social. El
alza formidable de 1920, llamada La Danza de los Millones, la caída brutal que viene después,
las restricciones y el empobrecimiento nacidos con la crisis del 29. Mucho más tarde los
desequilibrios de la economía Castrista, despreciando la caña al principio, después embarcando
al país entero en una zafra sin precedentes, la de 1970, grave fracaso. A todo esto debe añadirse
el incierto mercado mundial.
Volvamos atrás, en 1899 los dos gobernadores americanos el General Brooke y el General
Wood, apoyados en el personal republicano criollo se disponen a poner el país en marcha,
preparar elecciones, construir vías férreas y carreteras, a aumentar significativamente el número
de escuelas. Ocurre la separación de la iglesia y del Estado, la erradicación de la fiebre amarilla.
En 1890, el pedagogo cubano Enrique José Varona recibió instrucciones de hacer reformas en la
educación. Se abrieron escuelas en cada pueblo y se hizo un llamado de personal extra a causa
de la falta de maestros. Sin que eso quiera decir que los cubanos eran analfabetos, sólo un
cincuenta y cinco por ciento estaba alfabetizado, (en el año 1957 existía en Cuba un 23,6 por
ciento de analfabetismo, nada en comparación con México, un 60 por ciento). La apertura de 2
400 escuelas constituía un buen progreso.
En lo que a la salud respecta, fue erradicada la fiebre amarilla, bajó la mortalidad, lograda en La
Habana por una política de higiene, limpieza de calles, inspección de casas, etc., lo cual fue un
auténtico éxito, de 91, 08% al final de la guerra, la mortalidad baja a un 24, 40%.
En 1902 es elegido presidente Tomás Estrada Palma, nadie se presenta en su contra. La
democracia cubana comienza con una ratificación del tratado permanente con Washington. Con
la presidencia del liberal José Miguel Gómez finaliza la segunda intervención militar americana,
ya desde 1903 con una Base Militar en Guantánamo. La Cuban Telephone Company llega y
aparecen varios periódicos de carácter importante, por ejemplo, La Prensa, y en 1908 la revista
Bohemia que jugaría siempre un importante rol en la vida social y política cubana de carácter
burgués.
A José Miguel Gómez lo sucede el conservador Mario García Menocal, 1913-1921, son
períodos descritos como de intensas crisis morales, a causa de un súbito enriquecimiento e
inmediatamente después un desastre económico.
En 1918, más del 51% de la producción azucarera estaba en manos de los americanos, los
cubanos poseían un 22, 8%, es decir, un poco más del 17,3% de lo que todavía poseían los
españoles. En 1914, el gobierno decida emitir una moneda nacional hasta el momento
circulaban solamente la peseta española y el dólar. La moneda cubana sale en 1915, en paridad
con el dólar.
Entretanto, la vida cultural habanera se enriquecía, desde enero de1895 se había presentado el
Kinetoscopio de Edison. En 1897 se inaugura la primera proyección pública del cinematógrafo
Lumiére, introducido en la isla por Gabriel Veyre, quien es el primero en filmar en Cuba. Se
construyen varios teatros importantes y continúa desarrollándose una producción
cinematográfica interesante.
En 1916, la virgen de la Caridad del Cobre, la diosa Oshún afrocubana, es elegida patrona de
Cuba. Adopción, en 1918, de la ley sobre el divorcio, y el servicio militar obligado.
Las feministas reivindican el derecho al voto, y lo logran antes que Estados Unidos. Hay que
señalar que desde 1904, el marxista Carlos Baliño, funda el Partido Obrero Socialista, existían
numerosos partidos, incluyendo partidos raciales que fueron reprimidos y prohibidos, por
ejemplo el Partido Independiente de Color.
En 1923, un grupo de intelectuales y artistas dirigido por el joven poeta Rubén Martínez Villena
convoca a lo que se denominó la Protesta de los Trece, contra la corrupción y el mercantilismo.
Ya está en el ámbito político la figura del comunista Julio Antonio Mella, asesinado más tarde a
los veintiséis años, es él quien en este mismo año preside el Congreso de Estudiantes y funda la
universidad popular José Martí destinada a los trabajadores.
En este mismo año se realiza además el Primer Congreso Nacional de Mujeres. Es en Cuba, en
el año 30, donde se estrena mundialmente una marcha musical feminista compuesta por una
cubana.
Finalmente en 1924 triunfa en las urnas el General Gerardo Machado, candidato del Partido
Liberal. Es durante este gobierno que se activan los movimientos de protestas y acciones
armadas, los veteranos y patriotas se alzan contra la delincuencia gubernamental, la violencia
política toma dimensiones desproporcionadas. En 1925 se funda el Partido Comunista y la
Confederación Nacional Obrera. Julio Antonio Mella debe partir al exilio donde es asesinado en
1929.
La prensa continúa creciendo, ya existen periódicos como El País, con estación radial, El
Heraldo. Aparecen las revistas Alma cubana y La mujer moderna, entre otros.
En 1928, Machado es reelegido como candidato único. En 1930 se llama a huelga general,
dirigida por Rubén Martínez Villena. Proliferan las manifestaciones estudiantiles, se organiza
un nuevo Directorio estudiantil universitario, es llevado a cabo el cierre y la ocupación militar
de la universidad, la represión es ardua.
Por otro lado, la isla cuenta con 61 estaciones radiales, 43 en La Habana. Esto coloca a Cuba en
el cuarto escalón mundial, después de los Estados Unidos, Canadá, y la URSS. En 1931 se
forman el ABC y el Ala derecha estudiantil, grupos de carácter terrorista. Según un antiguo
ministro de finanzas de Castro, Rufo López Fresquet, el ABC era un movimiento fascista. Estos
grupos terroristas revolucionarios estaban compuestos por jóvenes cultos y encantadores. A los
grupos gangsteriles adhirió más tarde Castro, en tanto que cabecilla activo.
Otra huelga en el ‘33 obliga al dictador Gerardo Machado a abandonar el país, toma la
presidencia, guiado por el movimiento revolucionario, Ramón Grau San Martín. El joven
sargento Fulgencio Batista es nombrado jefe del Estado Mayor y se perfila como el hombre
fuerte.
Mulato, de origen humilde, sonriente siempre, Fulgencio Batista había ejercido diversos oficios
manuales antes de entrar en el ejército buscando un futuro. Muy pronto deviene el Coronel
Batista y tiene una aceptación indiscutible entre la población que observa en él un símbolo del
triunfo del mestizaje racial, y es además quien logra acabar con la violencia política. Sus
adversarios, entre ellos Pablo de la Torriente Brau, le reconocen su vivacidad, su habilidad
política. Al menos al inicio de su carrera no debió ser mediocre.
La buena sociedad cubana, incluso de izquierdas, no tragaba su mestizaje, ni su pasado humilde.
Sin embargo, de 1934 al 44, es la era Batista. Batista inicia una marcha a la democracia, no sin
brutalidad y arbitrariedad. Adopta cambios importantes en la legislación social, medidas en
favor de la educación, apadrina en 1937 una ley de coordinación azucarera innovadora,
reconoce el derecho del campesino sobre la tierra que cultivaba y cambia el modelo de
propiedad del terreno, acordando una protección especial a los pequeños agricultores, modificó
favorablemente los salarios de los macheteros. Un salario mínimo fue fijado para el obrero de
refinerías. Eran para la época leyes ambiciosas.
Cuba comenzó a distinguirse por avances importantes en el dominio y en su estructura social,
pero en el ‘39 todavía el capital extranjero dominaba en el sector de la producción azucarera, el
22, 4% salía de centrales cubanos, el 55% era producido por americanos, españoles, y
canadienses. En el excelente libro La Lune et el caudillo (L’Arpenteur, Gallimard, 1989), de
Jeannine Verdès-Leroux se hallará la información ampliada sobre esta época con datos
provenientes de los archivos cubanos.
Sobre la influencia del joven ministro Antonio Guiteras el gobierno decreta la jornada de ocho
horas, el salario mínimo, la autonomía universitaria. En 1939 se funda la Confederación de
Trabajadores de Cuba, CTC, dirigida por el mulato comunista Lázaro Peña. Los comunistas se
alían a Batista. Todos los grupos o partidos, incluso los de ABC, se presentan en las elecciones
constituyentes.
En 1940 se crea la nueva Constitución comprendiendo avances sociales y es saludada como un
monumento nacional. En las elecciones, gana Fulgencio Batista, sostenido por la izquierda. Se
crea el Ministerio de Educación. En 1942 se entablan las relaciones con la URSS. En 1943,
Eduardo Chibás, dirigente del Partido Ortodoxo inicia una serie de emisiones radiales
denunciantes, demagogo, puritano, rayando en el histeriquismo, pero inmediatamente adquiere
una enorme popularidad. Con él comienza la verdadera confusión en la mentalidad popular
acerca de los gobiernos democráticos.
Es él uno de los culpables de que el pueblo aceptara el golpe de estado de 1952 de Batista y de
que nadie moviera un dedo para defender la democracia. Finalmente se suicida, durante una de
sus emisiones, a causa de no poder presentar al pueblo las pruebas de corrupción de un ministro
que desde hacía semanas él venía prometiendo desenmascarar. Fidel Castro se apunta enseguida
al Partido Ortodoxo, en aras de devenir oportunistamente su líder.
El presidente del Partido Comunista, Juan Marinello, es designado ministro sin cartera del
gobierno de Batista.
En 1944, es elegido Ramón Grau San Martín, de inmediato surgen signos de delincuencia
política. Rolando Masferrer funda el Movimiento Socialista Revolucionario. La llamada
insurrección revolucionaria no era más que una guerra de gangs que fue dominaba a la capital y
que llegó a la universidad.
En el ‘48, Fidel Castro se autonombra representante de los estudiantes cubanos en Colombia, en
una manifestación antiimperialista, en ese momento ocurre el Bogotazo.
Ya en el ‘49, habían asesinado a varios dirigentes sindicales, la confusión del terrorismo de
grupo crecía enormemente.
En el año 1952, a punto de las elecciones, Batista ocupa la presidencia con un golpe de estado
"pacífico", nada de violencia, hubo un sólo muerto, pocas arrestaciones provisionales, y sobre
todo ninguna resistencia. El pueblo apoyó el golpe de estado. Batista fue impulsado a causa del
miedo al extremismo del partido ortodoxo y a causa de su ambición de dinero. Las
condenaciones del Partido Comunista y del Partido Socialista Popular fueron bien flojas. Las
organizaciones obreras se aliaron a Batista.
En 1953, toman fuerza nuevas manifestaciones de estudiantes, cierra la Universidad de La
Habana, fue prohibido el Partido Socialista Popular. Por otra parte, la hostilidad contra el
comunismo crecía en igual grado que el odio a Batista. Hubo tres períodos en el enfrentamiento
a Batista. El primero está marcado por la organización de pequeños grupos revolucionarios que
llevaban a cabo acciones terroristas fracasadas. La más conocida fue la del 26 de julio de 1953,
el asalto de un grupo de revoltosos anárquicamente dirigidos por Fidel Castro al Cuartel
Moncada en Santiago de Cuba, hubo una veintena de militares muertos, pocas bajas de los
participantes. Sin embargo, Fidel Castro fue apresado y encarcelado.
Conocemos las prisiones de Batista sobre todo por las célebres descripciones de Castro. Estuvo
preso 18 meses, sus cartas fueron publicadas con el objetivo de dar la imagen del prisionero y
no de embellecer las prisiones, sin embargo Castro leía libremente, sin censura de ningún tipo, a
Marx, a Lenin, a Prestes, a Ostrowski, se preocupaba de doctrina política, de economía, daba
consejos sobre la lucha, sobre las coordinaciones a establecer en el extranjero. Castro, según sus
cartas, podía bañarse dos veces por día, él mismo cuenta lo que comía y cito: "espaguetis con
calamares, chocolates italianos a falta de postres, después un café y un H. Upmann número 4...
todo el mundo quiere mimarme un poco... tengo la impresión de estar sobre una playa; y
después, aquí, tengo un pequeño restorán. ¡Van a hacerme creer que estoy de vacaciones! ¿Qué
diría Carlos Marx de un revolucionario de ese género?".
La celda medía 5 metros por cuatro, poseía una ducha, un wáter, un estante de libros, y una
cocinita. Todos conocemos el desenlace, Fidel Castro asumió su propia defensa con el famoso
panfleto La historia me absolverá inspirado en el discurso hitleriano de quien era un gran
admirador de Mi lucha; y más tarde, como siempre Batista amnistió a los presos.
A la salida de prisión, los periodistas lo esperaba como a una diva. Fidel Castro contaba con
toda la prensa a su favor, aunque Bohemia se quejó de cierta censura, pero nada alarmante. No
hay que olvidar que Bohemia era virulenta con respecto al régimen.
Sin embargo, entre 1953 y 1955 Castro era impopular. En 1957 su liderazgo es reconocido, pero
más bien es situado como personaje inquietante, el mundo político y el propio partido ortodoxo
lo veían como un ambicioso con pasado de gángster político. Si a Batista lo había apoyado, en
su mayoría, el Partido Comunista y las organizaciones sindicales, a Fidel lo apoyarían la Iglesia,
la Federación Estudiantil Universitaria, y el Directorio Revolucionario.
Los opositores al régimen eran irresponsables, en la mayoría de las veces frívolos, apoyaban una
guerra civil, uno de ellos financiaba expediciones armadas, antiguos ministros y altas
personalidades vivían en una seudo clandestinidad, en un confortable exilio, sus hijos e hijas
ociosos impulsaban los actos extremistas, los millonarios financiaban a Castro con el propósito
de vengarse a través de un gángster de la tiranía. La prueba es que Prío Socarrás entrega a
Castro 250 000 dólares para financiar el desembarco del Granma desde México.
Los años 1956 y ‘58 fueron los años de mayor violencia en la ciudad, el terrorismo urbano
mandaba, y por otra parte en la época de Batista, Cuba fue un país próspero.
La isla vivía esencialmente de sus entradas gracias a la exportación de azúcar, la producción
nacional en el año 1952 era de 55%, y de 68% en el 58. A partir de 1950 había cultivo intensivo
de tabaco, de café, de arroz, de maíz, de papas y de vegetales. En 1958, el desempleo era de un
11, 8%. Sobre el censo poblacional del 53 de 6 millones de habitantes, 43% en zona rural, el 23,
6% era analfabeto y se hallaba la mayor parte en el campo, este dato lo dio el entonces Ministro
de Educación Armando Hart, hoy Ministro de Cultura, publicado en 1963 en la revista
Démocratie nouvelle, número de junio, página 44.
Pero en la época, el 44% de la población mundial era analfabeto. En América Latina, sin contar
Haití que contaba el 90%, muchos países sobrepasaban el 50%: El Salvador, República
Dominicana, Guatemala, Nicaragua, Perú, Brasil, Venezuela, Bolivia, México contaba el 43%.
Debemos tener en cuenta de que en el año 1952 Cuba ocupaba el tercer lugar económico entre
los veinte países latinoamericanos, por producto nacional bruto por habitante. En 1981 ocupaba
el quinceavo lugar, le seguían Nicaragua, El Salvador, Honduras, Bolivia y Haití. Hoy el lugar
que ocupa es considerado top secret, o sea uno de los últimos y muy por debajo de los peores.
En el año ‘55 Castro parte a México. Allí prepara la expedición del Granma y encuentra al Ché.
Allí Castro vuelve a asesinar a sangre fría a alguien que no está de acuerdo con sus acciones.
En La Habana el dirigente estudiantil José Antonio Echeverría preside la FEU. El Partido
Socialista Popular condena la actitud terrorista de estos grupos. En el ‘56 Castro desembarca
con ochenta y dos hombres por Playitas, gana la Sierra Maestra, pero en combate ha perdido a la
mayoría, quedan 18, pero después él hablará de 12 para empatarse históricamente con Carlos
Manuel de Céspedes y sus doce hombres. Incluso a esta guerra la denominó la Guerra de los
Cien Años, porque según él había comenzado en el 1868.
El mundo entero se desayuna con la existencia de la guerrilla en la Sierra Maestra, de hecho en
el pico Turquino, el lugar más inaccesible de toda la isla porque hasta allí llega, haciéndole una
visita larga y amena, el periodista norteamericano Herbert Matthews, y éste no se inquieta, más
bien ve pocos combatientes, un puñado, pero él debe entregar a su periódico un palo
periodístico. Fidel Castro es dado a conocer internacionalmente gracias a la prensa americana,
su rostro es la portada de la revista New York Times, y en poco tiempo él y aquel puñado de
iluminados logran transmitir por una emisora de radio.
En 1957, el Directorio Revolucionario ataca al Palacio Presidencial. José Antonio Echeverría
resulta asesinado al cruzarse con un carro de policía. Al verlo, él cree que lo persiguen cuando
en realidad el auto pasaba de casualidad, él sale disparando de su auto, allí mismo es fulminado.
La represión se vuelve sangrienta. Sin embargo, la prensa extranjera hablaba de 20 000 muertos,
sobre todo los reportajes posteriores al triunfo, como los de Jean-Paul Sartre y de la izquierda
francesa, la prensa cubana y las cifras reales hablaban de dos mil muertos, lo cual no deja de ser
una barbaridad. Pero en verdad, mucho más tarde se ha descubierto que una buena parte de la
Revolución Cubana que se le dio al mundo, es el producto de un invento desmesurado de la
izquierda francesa, allí donde había un 23, 6% de analfabetismo, Simone de Beauvoir ponía un
50%, como si los que se merecieran la Revolución, o para los que se hacía la Revolución fueran
retrasados mentales, miserables, idiotas en su mayoría, pero es cierto que esto fue lo que Castro
vendió al mundo.
Entonces, ¿por qué no se había dado primero la revolución en los países más pobres?
Si en Cuba hubo una Revolución, mayormente fue por el nivel económico con que esta misma
revolución fue subvencionada, por el nivel de preparación de los grupos, casi todos estudiantes
universitarios que decían que estaban haciendo una revolución para los obreros. Unos obreros
que nunca estuvieron atraídos por esa misma revolución.
En 1958 fracasa la huelga general del 9 de abril debido a un chivatazo castrista. Batista agudiza
la represión contra la guerrilla. Sin embargo, los tres frentes avanzan de Oriente ganando las
provincias occidentales. El Che gana la batalla de Santa Clara sin demasiado esfuerzo.
Batista huye al extranjero, no es derrotado. Se fuga con la esperanza de regresar en tres meses.
1959 es proclamado el Año de la Liberación y Fidel Castro entra con sus hombres y sus tanques
en La Habana muchos días más tarde, cosa de estar seguro que entrará triunfador y sin ningún
obstáculo en su camino.
Sería interesante volver a los por cientos.
Con respecto a la salud, antes de la Revolución habían muchos médicos, en 1957 habían 6 421,
es decir, uno por un poco menos de 1 000 habitantes, según el anuario de la ONU del ‘58, en
1967 había un médico por 1 153 habitantes, según anuario de la ONU del ‘72. No hay que
olvidar que muchos médicos decidieron abandonar el país al ser intervenidas sus consultas y por
desacuerdo político.
Los informes sobre las tasas de natalidad y mortalidad han sido totalmente alterados. En 1952 la
tasa de mortalidad era de 6, 5%, de 5, 8% en el 56, después de 8, 2% en el 63 y de 7, 5% entre el
‘65 y el ‘70. En lo que concierne a la mortalidad infantil, Castro mentía impunemente, siempre
consultando los anuarios de la ONU podemos ver las cifras siguientes: 1945-49: 38, 9%; 1958:
33, 4%; 1965-70: 39, 7%; 1968: 38, 2%, 1969: 46, 7%. Solamente en 1972 la mortalidad
infantil comenzó a descender.
El estado de la población cubana lo podemos ver a través de su hábitat, la alimentación, y
algunos bienes de consumo. En materia de hábitat, las diferencias eran considerables entre el
campo y la ciudad, si el 82, 9% de las casas urbanas estaban electrificadas, en el medio rural el
porcentaje bajaba a 8, 7; si 62, 4% de las viviendas urbanas tenían baño, no era así para el 9, 2%
del campo. Con 2 870 calorías por día y por habitante Cuba poseía un alto nivel, Canadá tenía el
3 070.
En la actualidad, el cubano se alimenta con dólares, o sea el dinero enemigo.
Pero la ración de un cubano en el año 1996, según la libreta de racionamiento era la siguiente:
90 gramos de arroz diario por persona, 90 gramos de azúcar diario por persona, un pancito al día
por persona, 4 onzas de café al mes por persona, si viene a la bodega, un litro de leche un día sí
y uno no a los menores de cinco años y enfermos graves, ocho onzas de cereales mezcla de soja,
harina y leche en polvo al mes, 4 onzas de aceite al mes por persona, si viene; media pastilla de
jabón de lavar al mes por persona, media pastilla de jabón de baño al mes por persona, un tubo
de pasta dental por familia al mes, 4 o siete huevos al mes por persona, dos cajitas de fósforos al
mes por familia, 4 tabacos al mes a mayores de 35 y 3 a menores de 35 años, 6 cajetillas de
cigarros al mes por persona a mayores de 35 y 3 a menores de 35, tres libras de papas al mes por
persona, 1 plátano por persona semanal, 5 onzas mensuales de galletas, una botella de ron a
granel al mes por persona, 3 latas de conservas de frutas al año por persona; un pollo por familia
una vez al año en el aniversario del 26 de julio, 4 onzas de fricandel o perro caliente al mes por
persona, masa cárnica o de soja: 4 onzas al mes pp.
Lo que consumía un esclavo en el siglo pasado en cada comida: ocho plátanos grandes, 18
onzas de harina de maíz, 8 onzas de tasajo, azúcar, caña, guarapo caliente, raspadura, miel de
purga y frutas por la libre; los esclavos recibían también un pantalón, una camisa, un gorro de
lana, un sombrero de yarey y una frazada dos veces al año. Léase en El Ingenio de Manuel
Moreno Fraginals, pág 60.
La llamada Revolución Cubana se inicia con una euforia poco común, generalizada,
aspaventosa, pero también se estrena con 600 fusilamientos, muchos sin juicios o con procesos
totalmente injustos y arbitrarios.
Aquella Revolución justa y para los humildes, según los observadores extranjeros, y de la que
tanto se esperaba, muy pronto se convirtió en un régimen totalitario, en una de las dictaduras
más complejas, astutas y sanguinarias, enmascarada siempre tras las agresiones exteriores. Los
fusilamientos continuaron siendo acontecimientos frecuentes, también los juicios públicos, los
Tribunales Populares.
El más célebre fue el del intelectual Heberto Padilla en 1968, un juicio estalinista que culminó
cuando lo llevaron a la cárcel junto a su esposa, también escritora, Belkis Cuza Malé. A raíz de
este acontecimiento numerosos intelectuales de prestigio internacional y de izquierdas
rompieron sus alianzas con Castro.
Las desapariciones sin juicios continuaron sucediéndose, 80 000 según cifras oscilatorias,
porque con Cuba jamás tendremos cifras reales, las oleadas de exiliados, en la actualidad algo
más de 2 800 000, el diez por ciento de la población, 21 000 fusilamientos.
El Comandante de la Revolución Huber Matos, el número tres de la lucha armada, fue juzgado
sin motivos y condenado a 22 años que cumplió a cabalidad, las torturas, según cuenta en su
libro Cómo llegó la noche, no tienen nada que envidiarle a las barbaridades del fascismo. Sí,
por el contrario el fascismo debe envidiarle las sutilezas.
Una gran cantidad de presos plantados, entre ellos, otro hombre de confianza de Castro, Mario
Chanes, hizo 30 años y un día en la cárcel. Su hijo nació y murió estando Chanes entre rejas, no
conoció a su hijo, no pudo asistir a su entierro; desde luego mucho más que Nelson Mandela.
Camilo Cienfuegos cuenta entre los desaparecidos, o asesinados por Castro, uno de los
dirigentes más populares, mucho más que el propio Fidel.
El Ché, ¿qué pasó realmente con el Ché, ese criminal con melena de intelectual? ¿Por qué tuvo
que alejarse, primero a África, luego a Bolivia, donde se sintió abandonado? ¿Por qué hubo de
desentenderse de Castro? A mi juicio, Castro creía que mandaba al muere al Ché, pero éste, en
medio de su locura, tenía la certeza que su desaparición física mataría a ambos. Así ha sucedido,
lentamente. Por eso cada vez que veo una camiseta con la imagen del Ché me río, mira para lo
que ha quedado, me digo en voz baja, para todo lo contrario por lo que tantas vidas el Ché quitó
hasta que te quitaron la suya
Por otro lado, todavía la Crisis de los Misiles es un misterio, así como el crimen del presidente
Kennedy. Habrá mucho documento debajo del tapete, y quemado también.
En todo tiene que ver, está implicado directamente, Fidel Castro.
El proceso Ochoa. En el año 1989, enjuició y ejecutó a varios generales, entre ellos Patricio y
Tony de la Guardia, quienes bajo la tutela de Fidel Castro se dedicaban al tráfico de drogas y a
otras actividades consideradas ilícitas en cualquier estado civil y democrático, salvo que Cuba
no lo es; Castro los traicionó juzgándolos arbitrariamente y matándolos al cabo de un mes.
Estos generales participaron en la guerra intervencionista de Angola donde murieron 70 000
soldados cubanos, en el atentado al general nicaragüense Anastasio Somoza, y en múltiples
operaciones de carácter terrorista en el mundo entero, como secuestros y chantajes.
EL CASO DE LA EMBAJADA DEL VATICANO, EN LA HABANA, como consecuencia
fueron FUSILADOS TRES HERMANOS. UNO DE ELLOS MENOR DE EDAD. El miércoles
3 de Diciembre de 1980, alrededor del medio día, un grupo de ocho cubanos llegaron a los
predios de la embajada del Vaticano en La Habana, y sin dilación, los que portaban armas de
fuego conminando al Guardián de Seguridad que no interfiriera, ingresaron precipitadamente
con el propósito de buscar asilo político.
Al encontrar el grupo a uno de los funcionarios eclesiástico de la embajada, le señalaron sus
deseos de asilo, a lo cual el clérigo les dijo que esperaran un momento. El mencionado
funcionario se perdió por uno de los pasillos del edificio, y no regresó. Lo que había hecho
dicho eclesiástico, era avisar a los otros funcionarios que no estaban al corriente del suceso, y en
minutos casi todos abandonaron el recinto; quedando solamente en el local que representaba a la
Santa Sede del Vaticano en la Habana, cuatro monjas, el Guardia Civil de Seguridad y los ocho
que tenían la intención de ser refugiados.
Tan pronto el gobierno comunista se enteró de lo que acaecía, rodeó con tropas especiales la
embajada, y como es natural en estos casos, al ser informado vía telefónica el Vaticano, se
pusieron de acuerdo para negociar con los que ocupaban la Sede.
En las negociaciones, los eclesiásticos de la embajada le prometieron a los Refugiados, que si
salían del recinto se les respetarían sus derechos humanos, que diplomáticos de otros países
irían a hablar con ellos y le darían una solución a su deseo de salir de Cuba. Los Refugiados
estuvieron de acuerdo con dichas promesas, y concertaron una cita en el patio de la embajada.
Al acercarse el momento de la reunión con los funcionarios de países extranjeros, los
Refugiados encargados de las negociaciones se dirigieron hacia el lugar señalado; pero al llegar
se percataron que no eran diplomáticos, sino miembros de la Seguridad del Estado Cubano, y al
instante, sin determinarse aun quien disparó primero, se formó un tiroteo, cayendo muerto de un
disparo el Guardia Civil de Seguridad; hecho que tampoco se pudo precisar con exactitud, de
donde partió el proyectil. El gobierno marxista de Cuba, ya con la autorización de un
funcionario eclesiástico (que por lógica debió ser de muy altos niveles), asaltó con tropas
especiales la Nunciatura Diplomática, tomando prisionero a las tres mujeres y los cinco
hombres que componían el grupo de Refugiados.
El martes 1 Enero de 1981, escasamente 29 días después de ser apresados, fueron juzgados los
ocho implicados.
En el juicio, el cual se puede considerar sumarísimo, recibieron condena de fusilamiento bajo
los cargos de haber matado al Guardia Civil de Seguridad, los hermanos García Marín:
Ventura García Marín, de 19 años de edad.
Cipriano García Marín, de 21 años de edad.
Eugenio García Marín, de 25 años de edad.
Los demás fueron condenados a años de prisión.
Al siguiente día del juicio, fue ejecutada la sentencia de los tres hermanos García Marín.
Pero esta desdichada historia no termina con el asesinato de los tres hermanos, puesto que a su
madre la Sra. Marín también la enviaron a cumplir 20 años de prisión, bajo el alegato del
gobierno marxista, de que no había denunciado los planes de sus hijos.
La Sra. Marín, esta desdichada madre cubana se volvió loca en la prisión, y al cumplir unos 10
años en las infames ergástulas comunistas, fue puesta en libertad.
Recomiendo el libro Cuba-Cronología, cinco siglos de historia, política y cultura, de donde he
sacado textual los anteriores datos, su autor el Señor Leopoldo Fornés-Bonavía Dolz, Editorial
Verbum, 2003.
De todos modos la causa número uno -llamada así por Castro- a los militares que cometienron
estos crímenes y muchos más, ha sido uno de los más onerosos gestos teatrales del Comandante,
manipulador genial de la opinión interna e internacional.
Pero, repito, el drama de los fusilamientos en Cuba no empezó en el ’89, se inició en el mismo
año 1959. El 30 de enero se suspende el derecho al habeas corpus y las garantías
constitucionales a quienes estén sometidos a juicio, son constituidos y ratificados los tribunales
revolucionarios responsables de 600 condenas a muerte por ejecución inmediata, muchas
familias de los acusados cuya sanción fue llevada a cabo sin contemplaciones de ningún tipo, se
encuentran hoy impedidas de poder testimoniar sobre las víctimas de la bestialidad castrista.
En el año 2003, Castro encarceló a 75 opositores, entre ellos el médico negro Oscar Elías
Biscet, la economista Marta Beatriz Roque, a los poetas Raúl Rivero, Manuel Vázquez Portal, y
a un numeroso grupo de periodistas y escritores. Tres jóvenes negros fueron juzgados y
ejecutados en menos de 72 horas, luego de un intento de salida ilegal del país. Al fin, parece,
que la opinión pública internacional se sensibiliza con el caso cubano y se identifica con su
sufrimiento, el recorrido es largo y lleno de escollos, apenas empezamos.
Algún día sabremos toda la verdad, también nosotros los cubanos.
París, enero del 2004.
Con mi música a otra parte
POR PAQUITO D’RIVERA
Jazz: Género musical surgido a principios del siglo XX, principalmente por negros
norteamericanos, usando elementos europeos y de la música tribal africana. Unico en su
clase, no podría categorizarse acertadamente como música folklórica, popular o como la
llamada “Música de Arte”, pues contiene elementos de las tres. Ha tenido un profundo
efecto en la cultura internacional, no solo por su considerable aceptación, sino a través deI
importante papel que ha jugado en la formación de muchos estilos populares surgidos a
partir o alrededor de él.
Esa es básicamente la definición introductoria que nos da el prestigioso New Grove Dictionary
of Jazz sobre este apasionante tipo de música que el pianista Herbie Hancock cierta vez
describió como “Algo muy difícil de definir, y muy fácil de reconocer”.
Jazz: Engendro maligno, producto de la decadente sociedad occidental…; es la contrastante
definición que del género nos brinda el “elocuente” Mao Tse Tung.
Considerado por muchos especialistas como la música más influyente del siglo XX, la
etimiología misma de la palabra Jazz es muy obscura (¡Y valga la redundancia, ¿no?!),
comenzando a usarse el término circa 1913-15, para definir un tipo de música que se desarrolló
en los estados del sur de la union americana a finales de los mil ochocientos.
Una reflexión multinacional y multicultural de la sociedad en Estados Unidos, la contribución
de las personas conocidas como “de origen Latino” al idioma del jazz, ha sido enorme. Tantro
así, que el mismísimo Louis Armstrong citaba a Manuel Pérez, cornetista cubano residente en
su nativa New Orleans, como una de sus más tempranas y definitivas influencias.
El legendario pianista Jelly Roll Morton, habló muy al principio del siglo XX, acerca de lo que
él llamó “The Spanish Tinge in American music” (el toque Latino en la música americana).
Desde entonces, nombres como los de Manuel Pérez, Alberto Socarrás, Mario Bauzá, Juan
Tizol, Tito Puente, Arturo “Chico” O´Farril, Emiliano Salvador, Luis Bonfá, Claudio Roditi,
Fats Navarro, “Machito”, Lalo Schifrin, Ray Barreto, Antonio Carlos Jobin, Chano Pozo, Bebo
y Chucho Váldes, Astor Piazzolla, Michael Camilo, Dave Valentín y muchos más, han sido
elementos de crucial importancia, en cada uno de los diferentes periódos de las historia de la
música de Jazz.
Entre los cubanos, Alberto Socarrás, nacido en Manzanillo el 18 de Septiembre de 1908, y que
falleciera en New York, el 26 de Agosto de 1987, recibió el crédito por haber grabado el primer
solo Jazzísitico de flauta en la pieza llamada “Have you ever felt that way” en Febrero de 1929,
cuando éste era miembro de la orquesta de Clarence Williams.
Director musical de Noble Sissle, Chick Webb, Cab Calloway y fundador de la orquesta de su
cuñado Mario Grillo “Machito”, otro cubiche importante en la historia del Jazz fue el
trompetista, saxofonista y clarinetista habanero Mario Bauzá. Elemento clave en el lanzamiento
de la carrera artística de Ella Fitzgerald, al recomendarla a Chick Webb allá por el año 1930, fue
Mario tambien quien puso en contácto a Dizzy Gillespie con Chano Pozo, Machito y Chico
O´Farril; asociación que subsequentemente llevó al florecimiento del “Cubop”, precusor de
todo lo que hoy conocemos como “Latin Jazz”, o “Jazz Latino”.
*********
Radiocentro, La Habana. 1961-62.
-"Psss, hey compañero....si, tu mismo, quien mas va a ser...¿tu vienes con el grupito ese de
"Yas", no es verdad?
-"Bueno...si, ¿por que?”-respondí algo asustado.
-"O.K., pues hay una orden de que esa grabación pal' radio está suspendida, así que dile a tu
gente que recojan los matules y andando....Y mira chiquito, ni preguntes mucho, que esto viene
"de arriba" y la cosa es que dice el maestro Arnau que por ahí andan Armandito Zequeira y el
hijo de Tito Rivera con un arsenal de "instrumentos Imperialistas" y eso aquí no vá, ¿me
entiendes?,¡NO - VA!”
Evidentemente aquel portavoz de "Arriba" no tenía la menor idea de que aquel "chiquito" con
quien hablaba era el mismísimo hijo de Tito, y deduje que los "Instrumentos imperialistas" a
que se refería eran mi saxofón, unos platillos de Alberto Romeu y la guitarra eléctrica de Kiki
Villalta.
Y en cuanto al maestro Roberto Valdés Arnau, el hombre que diera la orden de suspender
nuestra grabación de Jazz (música imperialista), era en realidad un tipo culto e inteligente, lo
que pasa es que era comunista desde que Xavier Cugat usaba todavia la teta exclusivamente
como sistema alimentario y parece que tantos años leyendo chistes de Marx (Carlos, no Harpo),
discursos de Mao y novelitas pornográficas que secretamente escondía entre las páginas del
"CAPITAL", lógicamente le provocaron seguramente ciertos desajustes y problemas de úlceras
y diarreas (cerebrales) incontrolables.
Aquella orden arbitraria no tenia nada de nuevo. Ya había sucedido antes en los tiempos de
Stalin, cuando se les exigiera a los músicos rusos de la época cambiar sus "decadentes"
saxofones occidentales por fagottes, oboes y otros instrumentos mas a tono con "el momento
histórico".
-A mi no me gusta el Jazz - declaró publicamente Nikita Khrushchef en 1962, -Yo creía que era
ruido de estática cuando me entraba algunas veces en mi radio. Toda la música y el arte es
ideológico, y la coexistencia pacífica en el campo de la ideología es traición al MarxismoLeninismo - Todo esto y mucho más nos cuenta Fred Starr en su apasionante libro Red and
Hot, sobre la tragedia de los músicos y aficionados al Jazz en la Unión Soviética.
-Nikita hablaba amenazadoramente sobre la danza moderna, el dodecafonismo y sobre todo, lo
que el llamaba “Esa obsesión por el Jazz”- Escribe Starr en su libro.- Esto trajo como
consecuencia que el “Dream Café” de Kiev dejara de contratar orquestas de ese género,
mientras el club de Jazz de Moscú cerró sus puertas en el otoño de 1964, y el manager del
Aelita en esa capital fue dejado cesante, acusado de diseminar influencias occidentales. El 14
de Octubre de ese mismo año, el musicólogo oficial del Kremlin fue sustituido ¡nada mas y
nada menos que por el mismísimo Leonid Brezhnef!
Algo triste y parecido contaba durante una entrevista con Luis Tamargo el musicólogo Helio
Orovio, autor del "Diccionario de la Música Cubana", cuando criticando al burocratismo
artístico, citaba la escalofriante historia del pianista chino quien, en tiempos de la revolución
cultural en su país, hubieron de cercenarle las manos publicamente por negarse a parar de tocar
aquella "música occidental decadente" (léase Jazz).
Cuando Mao capturó Shanghai en 1948, toda la vida nocturna de la ciudad fue clausurada, por
ser considerada incompatible con el socialismo, Y un argumento parecido usó José Llanuza, el
hombre escogido por el gobierno cubano para cerrar nuestros “contaminados antros de vicio,
música americanizada y corrupción en 1970”.
-El Jazz no solo desapareció por completo de la superficie de nuestra patria, sino que se
convirtió en el símbolo del capitalismo occidental y su putrefacción- Esto escribió amargamente
el escritor checo Milán Kundera en su desgarradora novela La Broma . Publicada en Praga en
1967. Con 120,000 ejemplares agotados en breves días, el libro de Kundera fué prohibido y
retirado de todas las bibliotecas y librerías públicas dos años más tarde. ¡Bastante duró!, ¿no les
parece?…
Se harán ustedes una idea de lo que les esperaba a los "Jazzófilos" cubanos en los años
posteriores a 1959. Y vale la pena destacar las dificultades que debe haber tenido Elio Orovio
para publicar su diccionario dentro de Cuba, teniendo en mente que solo en fecha reciente le fue
permitido por las autoridades culturales de la Isla, incluir nada menos que a Celia Cruz entre las
páginas de su libro. Esto es algo así como omitir a Fredrich Chopin de los libros de música
polaca, por más que haya este vivido casi toda su vida en Francia; O eliminar a Sidney Bechet
de la historia del Jazz americano, solo por que se largó pa' Paris con Josefine Baker, hablando
"pestes" del racismo en su país de origen. Cabe decir que los tres artistas que mencionara
anteriormente tuvieron distintas y sobradas razones para largarse lejos con su música, como
bien hicieran.
Debemos reconocer que finalmente, una versión corregida y aumentada del diccionario de
Orovio vió la luz en los años 90, con una foto a toda página del cantautor político Silvio
Rodríguez, en contraste con una de tamaño pasaporte del Maestro Lecuona... (¡Coño, hay que
ver que esta gente tienen más timbales que Tito Puente!...)
*********
Sorpresivamente en Abril de 1967, las autoridades culturales cubanas decidieron formar un
enorme Big-Band con los mejores músicos posibles, para tocar "todo tipo de música",
principalmente Jazz y Rock (¡qué disparate!).
¿Quien demonios podía entender un cambio tan brusco, después de tanta represión contra todo
eso precisamente? Pero la realidad era que ahora había orquesta de Jazz y a tocar se ha dicho,
antes de que los jerarcas cambiaran de opinión y hubiera que cambiar la guitarra eléctrica por
balalaika y los saxofones por helicones o algo peor. Pues no hay que olvidar que como también
escribiera Fred Starr en su libro “Red and Hot”:
Por el año de 1929, cuando Ernest Krenek fue autorizado a presentar su Opereta Jazzística
“Jonny Spielt Auf” en el teatro Nemirovich-Danchenko, en Moscú, los ideólogos del
proletariado consiguieron cancelar el show y desataron una furiosa campaña para proscribir
el saxofón en la URSS. ¡Menos mal que yo no estaba por allí, que sino, esos cabrones me
mandan a ordeñar búfalas en Uzbekistán!.
Yo no había leído (pues ni siquiera se había escrito aún) el revelador libro de Fred Starr, pero ya
intuía que allí las preguntas sobraban... y de este modo había nacido pues señoras y señores, la
"ORQUESTA CUBANA DE MUSICA MODERNA".
Por orden "de arriba" sacaron de sus centros de trabajo a una serie de músicos, según ellos
claves para el proyecto: Cachaíto, y Luis Escalante vinieron de la Sinfónica, Chucho y Carlos
Emilio del Teatro musical, Oscar Valdés padre e hijo, Pucho Escalante, y el fabuloso “Pateloro”
Guillermo Barreto de las orquestas de la televisión; y al frente pusieron nada menos que al
maestro Armando Romeu, después de 25 años dirigiendo la orquesta de Tropicana.
En ese tiempo yo todavía estaba frito en la maldita banda del ejército que dirigía el tenebroso
teniente Forneiro, pasando el Servicio Militar Obligatorio; pero me pongo tan de suerte que en
esos días, a Raul Castro se le ocurre irse a pasar un curso de manicure, peluquería o de corte y
costura a la URSS, y deja como jefe sustituto del ejército al comandante Juan Almeida, quien es
uno de los pocos "mayimbes" que tiene cierta afinidad con los artistas; así que el hombre, (a
pesar de mi expediente de jodedor incorregible,) dá ordenes a los de mi unidad militar a que me
autoricen a participar en lo de la nueva orquesta, pues Romeu y los demás me han pedido como
indiscutible solista y Lead Alto de la nueva agrupación.
Para darle un matiz mas político, los comunistas organizaron el gran debut de la Orquesta de
Música Moderna en Guane, un pueblito situado en el extremo mas occidental de la Isla de Cuba,
y cuyo hijo mas ilustre fué quizás el grande y famoso flautista típico José Fajardo, y donde un
montón de jóvenes estudiantes estaban trabajando "voluntarios" en no se que plan agrícola. Pero
como nosotros estábamos encantados con nuestra orquesta de Jazz, nos daba lo mismo Guane
que Ulan Bator, de modo que nos dedicamos a combinar lo mejor posible a Engels con Duke
Ellington.
Se organizaron jiras por todo el país, y unos conciertos tumultuarios en los teatros Amadeo
Roldán y Karl Marx de La Habana, donde la gente se mataba por entrar a escuchar canciones de
Los Beatles, Ray Charles y otros artistas extranjeros, que hasta hacía poco podían ser causantes
de duras sanciones; y hasta se ordenó la formación de agrupaciones orquestales similares en las
provincias.
Un buen día, al poco tiempo de formada la exitosa agrupación, apareció aquello de la feria
mundial Expo '67 en Montreal, Canadá; y los comunistas quisieron participar, y tener su
pabellón para exhibir los "logros" de la Revolución, y llevar un show gordo, de esos que no les
cuesta nada, con muchos tambores, mulatas, magos, el Copón Civino, y esta vez además con
tremendo bandón, la flamante orquesta que conducían Romeu y Somavilla.
De ahora pa' luego juntaron una troupe enorme, nos acuartelaron en unas casas de Miramar, y
nos tuvieron ensayando el gigantesco Show durante un mes en el teatro Karl Marx. Pero yo
estaba un poco escéptico, pues ya mis padres estaban en espera de su autorización de salida
definitiva del territorio Nacional junto con mi hermana menor, y era improbable que las
autoridades me permitieran viajar con aquella delegación a un país capitalista como Canadá (No
me hubieran vuelto a ver el pelo nunca mas).
Y efectivamente, cuando todo parecía estar mas o menos en orden, sorpresivamente llegó una
"orientación de arriba", diciendo que Chucho, Paquito, Carlos Emilio, Cachaíto y Enrique Plá,
serian sustituidos por otros músicos y estos se quedarían en La Habana como parte del Quinteto
cubano de Jazz, preparándose para una presentación muy especial en el Festival Jazz-Jamboree
de Varsovia.
Este cambio de bola nos calló encima como un balde de agua helada, pero como de costumbre,
hubo que callar y comenzar a ensayar nuestro quinteto, para aquel "Importante evento" polaco...
al que jamás asistimos. Como tampoco asistieron a la Expo '67 del Canadá otros 3 miembros de
la orquesta: Adalberto Lara "Trompetica", el trombonista Modesto Echarte y el negro Varona,
(trompetista), que según admitiera él mismo después, no subieron al avión por gestión directa de
Manuel Duchesne, director titular de la Orquesta de la Sinfónica Nacional y persona muy
influyente en la política cultural del país. (Lo que nunca explicó Duchesne es el por qué se bajó
arbitrariamente a aquellos hombres del avión).
Al regresar de la Expo '67, la orquesta siguió participando en muchos eventos importantes,
como por ejemplo, El Festival Internacional de la Canción Popular de Varadero, que fue tan
refrescante como una Coca-Cola en medio de tanta tensión.
En aquella época, los cubanos teníamos muy poca oportunidad de relacionarnos con gente del
exterior. La escena estaba compuesta mas o menos por el circo soviético, algún catautor
“protesta" del Paraguay , el ballet campesino de Mongolia , Liudmila Trespatinova y la banda
de cosacos rojos de Ukrania, y un par de grupitos de música andina con llama y todo. Como
escribiera nuestra Zoé Valdés en cierta ocasión:
-También nos quisieron meter toda esa tristeza de quenas y charangos de la música
latinoamericana. Cualquier músico de metro que vistiera de poncho se convertía en estrella
de la tele. ¿Qué tenía que ver esa agonía andina con nuestra ricura caprichosa? ¿Por qué ese
empeño en distribuir tristeza en lugar de alegría? Ese deseo malsano de obligarnos a creer
que estábamos más cerca de Quilapayún que de los Beatles.
Entre las pocas cosas de valor que traían, un par de veces vinieron Danny Rivera y Lucesita
Benítez, y como entre balalaikas siberianas y zampoñas de Machu Pichu, nuestro horizonte
sonoro era más aburrido que un discurso de Kim Il Sun, el trabajo con los magníficos artistas
portorriqueños fue como un pequeño oasis en medio del desierto cultural que nos brindaban los
Kulturosos. Un idilio politico-religioso con matices alimenticios: Ellos cantándole su amor a la
Revolución del Atorrante en Jefe, y nosotros rogándole a Changó que no se fueran los boricuas
pa’ seguir comiendo bueno en los hoteles turísticos de la Isla.
Con la Orquesta Cubana de Música Moderna grabamos un par de discos de música “demasiado”
variada, y el entusiasmo pronto declinó cuando empezamos a acompañar cantantes Pop,
grabaciones comerciales y shows de variedades. Además, la eterna obsesión por viajar que
domina la mente de los cubanos, no se podía materializar con un formato tan grande.
El apoyo oficial a nuestras inquietudes musicales era cada vez menor, y Romeu y Somavilla,
cansados de empujar aquel elefante ellos solos, me soltaron la papa caliente de la batuta de la
orquesta. En aquellos días empezaba una nueva crisis en contra del Jazz y la postura de los
jerarcas culturales frente a los cultivadores del género se tornó hostíl. Para colmo de males, el
teniente Forneiro, quien recién había mudado su cuartel musico-militar a otra casona situada
muy significativamente en la calle Amargura, se llevó para su maldita banda militar al baterista
Enrique Plá, al trompeta Arturo Sandoval y al bajista Carlos Puerto.
Aquella fue una época muy difícil para los jóvenes, porque el gobierno desató una implacable
persecución contra toda manifestación creativa foránea, y en esa categoría estaba incluido muy
específicamente el Jazz, una de las cosas que mas profundamente amaba desde la cuna misma.
En los teatros y otros centros culturales comenzó también una frenética cacería de brujas contra
los homosexuales. En ella cayeron muchisimos profesionales valiosos, además de dejarnos sin
maquillistas, coreógrafos, peluqueros, bailarines, jefes de escena y vestuaristas, sin los cuales
era prácticamente imposible llevar a cabo los Shows de cabarets, Opera o Ballet. Sin ser
homosexuales ni nada parecido, para nosotros en Cuba era verdaderamente penoso presenciar
sin poder hacer nada el terror y las injusticias que se cometían contra aquella pobre gente que
habían sido nuestros compañeros por tantos años y que hacían su trabajo tan bien como
cualquiera, y ahora eran tratados como criminales y separados de su profesión solo por sus
preferencias sexuales.
Ante mi rechazo a continuar acompañando cantanticos de mierda con una orquesta tan buena, la
Dirección Nacional de Música decidió que yo debía retirarme un tiempo a "descansar" a mi
hogar, entregándole la batuta a un músico holguinero, buen discípulo de Juanito Marquez
llamado Germán Pifferrer. Como era de esperarse, El Pife también hubo de espantar el mulo, y
hoy vive y trabaja en Miami, muy cerca de su querido maestro.
Hasta que más tarde se formó IRAKERE, este descanso forzado duró más de dos años, en los
cuales el gobierno nos ofrecía las tan cacareadas escuelitas gratis que enseñaban a nuestros
hijos a amar a Fidel por sobre todas las cosas, hospitales gratis por si me daba un infarto
cardíaco tumbando caña, una insolación en la cola de la bodega o me cortaba las venas
esperando una guagua; ¡Aah!, y un sueldo relativamente alto, para que me dedicara en cuerpo y
alma a mi “Nada cotidiana”.
Por esto y por muchas otras razones, hace ya casi 24 años que tuve que irme, con mi música, a
otra parte.
Muchas gracias.
Paquito D’Rivera.
New York, Enero 2004
Los Partidos Políticos en el Post-Totalitarismo
Necesidad de los conservadores
POR VICENTE ECHERRI
Si un rasgo característico tiene la sociedad civil, en el sentido moderno de este término, es la
existencia de partidos políticos.. El pluripartidismo, cuya sola mención ha provocado, más de
una vez, la furia e improperios del mandante de Cuba, es inseparable de la democracia moderna,
sistema que aumenta su pertinencia en todos los continentes y en todas las culturas. El
pluripartidismo es la manera racional que encuentra la sociedad actual de oponerse al
despotismo del pensamiento único; es decir, la natural segmentación —en base a ideologías, a
programas, a maneras de interpretar la tradición o de administrar un Estado— del espectro
político de una sociedad libre; por eso hablar de «el partido» es incurrir en una grosera
contradicción semántica. Un partido no puede ser único —como el nazi, como el comunista— y
seguir siendo propiamente un partido, es decir, una parte, un segmento de la totalidad política
de un país. Un partido, por tanto, no puede existir sólo, a menos que denuncie, por su propia
existencia, una escandalosa aberración: la hipertrofia grotesca de una parte con la consecuente
usurpación de todas las demás. El país donde se garantice —o se imponga— la existencia de un
solo partido, significa —descontando la unanimidad que no suele darse en sociedades libres y
que siempre es señal de opresión—que ese partido ha ocupado por la fuerza o por fraude la
totalidad del espacio político. La democracia, pues, amén de la existencia de constitución y
leyes que garanticen el ejercicio de los derechos fundamentales, no podría concebirse sin la
plena participación de esas agrupaciones partidarias que segmentan la realidad política
En Cuba, donde esta aberración del «partido único» ya dura más de cuadro décadas, el
resurgimiento, aunque débil, de embriones de la sociedad civil, que empiezan a retoñar por las
grietas de un sistema decrépito, ha dado lugar a la creación ya de algunos partidos políticos con
estructuras precarias, con escaso o nulo acceso a los medios de información, sujetos sus líderes
a acoso continuo y, en algunos casos, a encarcelamiento; pero con la suficiente articulación y
reconocimiento internacional en algunos casos para que sean acreedores de una viabilidad
política en el inevitable período de desintegración postcastrista (prefiero usar este término, al
más usual de «transición» que incluso inspira este congreso, porque el término transición
supone, o induce a pensar, en un cambio institucional ordenado e incruento, y yo no estoy tan
seguro de que esto sea lo que, necesariamente, vaya a ocurrir en Cuba. De lo que estoy seguro
es de que el castrismo está en vías de desintegración, aunque dure diez años más.)
En la mayoría de los casos, esos partidos que han aparecido en Cuba (enmascarados a veces
bajo nombres de entidades políticas o «revolucionarias») o bien son reflejo de organizaciones
cubanas surgidas en el exilio, a cuyos programas se sienten afines; o bien son las organizaciones
del exilio las que amplifican o articulan un programa surgido en la isla. Que se produzcan estos
vínculos políticos naturales que tanto inquietan a la dictadura —y pese a las voces disonantes de
algunos que, por temores a la persecución o por aprensiones ridículas, quieren distanciarse de
las agrupaciones del exilio— es un signo esperanzador de que el pueblo cubano, dentro y fuera,
está actuando con mayor concierto y con un concepto más claro de nación.
Me llama la atención, sin embargo, que en esta reagrupación de fuerzas que, en los últimos
años ha ido reclamando un espacio político en Cuba, y en la ya larga trayectoria de las
organizaciones políticas de nuestro exilio, nadie haya aspirado a ocupar formalmente el espacio
natural que habría en toda sociedad sana para un partido conservador. Y esta ausencia no ocurre
debido al descoyuntamiento institucional que se produjo en Cuba al triunfo de la revolución. El
Partido Conservador había desaparecido de la vida política cubana desde mucho antes, disuelto
nominalmente por uno de sus líderes y fundadores, el presidente Mario García Menocal, que se
identificó tanto con esa fuerza política que, a su muerte en 1941, el conservadurismo cubano no
pudo reponerse.
En los años cuarenta y cincuenta, hay algunos partidos políticos, que siguen un programa
conservador, siendo acaso la más notable el Partido Republicano que preside Guillermo Alonso
Pujol, que gobierna en coalición con el Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), pero que
ejerce una influencia muy débil en un escenario político peligrosamente inclinado hacia la
izquierda y donde se vive en expectativa de revolución.
De estos antecedentes ya se ha escrito y se ha hablado algo; pero tal vez no aún lo suficiente
como para que hasta el último de los cubanos, hasta el más joven, empiece a comprender que
ese desequilibrio ideológico que está ocurriendo en la vida cubana por lo menos a lo largo de los
25 años que preceden al triunfo castrista —cuando el discurso de la izquierda se adueña de la
mayoría de los órganos de opinión, en que los gobiernos populistas se turnan en el poder, en que
se aprueba una constitución de signo izquierdista con demagógicas e inaplicables leyes sociales;
en que la acción revolucionaria legitima a grupos gansteriles y en que tanto los gobierno electos
como los que asaltan el poder se proclaman revolucionarios— tiene una gran responsabilidad en
todo lo que vino después y facilitó el derribo de las instituciones que le permitió a Castro
adueñarse del poder absoluto.
De 1933 a 1959, la izquierda domina casi absolutamente la vida política cubana. Mucho antes,
en la primera década de nuestra independencia, luego de la brava re-electoralista de Estarada
Palma y de la «revolución» con que respondieron los liberales y que desembocaría en la
segunda intervención norteamericana, un grupo de notables repúblicos vio la necesidad de crear
un partido político que fuera sostén de la cultura, la honradez y el orden. Es curioso que al
fundarse, en 1907, el Partido Conservador Nacional, sus dirigentes provienen de campos
distintos y hasta opuestos. Rafael Montoro, Eliseo Giberga, Antonio Govin han sido lídres del
Partido Autonomista que pactó con España aún después de la devastadora campaña librada en
Cuba por Valeriano Weyler; en cambio, Cosme de la Torriente, Mario García Menocal y José
Antonio González Lanuza provinenen de las filas del independentismo. Los dos primeros había
terminado la guerra como altos oficiales del Ejercito Libertador, y el último había cumplido
prisión política en Ceuta. Une a estas figuras tan disímiles el amor al país, el deseo de conservar
el espíritu con que los patricios del siglo XIX habían concebido —desde diferentes
perspectivas— la viabilidad de un proyecto nacional, y como valladar a las ambiciones de
muchos ex libertadores que aspiran, para beneficio de su clientela, a apoderarse de los dineros
que economizara la austera administración de Estrada Palma. La presidencia del partido recae
en Enrique José Varona, uno de los cubanos más prestigiosos de cualquier tiempo, y el único de
los nuestros, después de Luz y Caballero, al que pueda llamársele, con alguna propiedad,
filósofo.
El decenio que va de 1907 a 1917 es el más ilustre del conservadurismo cubano, que accede al
poder en las elecciones generales de 1912, cuando Menocal es electo por primera vez. A partir
de 1917, los vicios políticos de Menocal, su voluntad de perpetuarse en el poder de manera
fraudulenta, desacreditan al Partido Conservador, aunque este sigue siendo una fuerza en la vida
electoral cubana hasta principio de los años treinta. El conservadurismo cubano sucumbe
cuando ya no responde a los ideales para los que se fundó y sólo sirve de plataforma a un
caudillo que termina por cambiarle de nombre.
En medio de la agitación de la década del treinta, el Partido Liberal, pese al enorme descrédito
que le cayó encima por su complicidad con la dictadura de Machado, logró reponerse como una
fuerza pública gracias al trabajo de hombres como Rafael Guas Inclán y Ramón Vasconcelos. El
conservadurismo, por el contrario, empezó a ser visto como una anomalía ; una posición que, a
fuerza de parecer ridícula, no era incluso viable.
Ese prejuicio, —que, en los años que anteceden al castrismo, priva a la vida política cubana de
una derecha responsable frente a la agresividad de una izquierda que opera, sin contrafuertes,
desde el poder tanto como desde la oposición— se ha mantenido en el espíritu de las
agrupaciones políticas cubanas dentro y fuera de Cuba. Hay multitud de organizaciones
«democráticas» y «revolucionarias» , muchas de las cuales se esfuerzan incluso en ser
continuadoras de movimientos u organizaciones, como el Directorio Revolucionario, o el 30 de
Noviembre— que se crearon en los años de la lucha contra el régimen de Batista. Otras son más
bien sociedades cívicas, cuyos programas coinciden con el repertorio de los derechos
fundamentales que la democracia moderna garantiza y exige para funcionar (pero muchas veces
carecen de un auténtico programa partidista, acaso porque estiman que, tal programa, podría
verse como algo demasiado anticipado en la etapa por la que vive la sociedad cubana actual, con
la dictadura todavía en el poder). Hay otras agrupaciones o movimientos que se autotitulan de
derechas —no conservadoras— y que han adoptado posiciones extremistas sin fundamentos
ideológicos ni genuinos proyectos políticos. Desde un resentimiento comprensible frente a la
destrucción casi completa de la sociedad cubana, se limitan las más de las veces a denunciar y
condenar los desmanes del castrismo.
Han sobrevivido o han resurgido, en este mosaico algunos partidos políticos, definidos con este
nombre, que representan a algunas de las familias políticas más respetables del mundo, a saber:
liberales, democratascristianos y socialdemócratas, que están representados en este congreso y
que han convergido en una plataforma de propósitos e intenciones, al menos en esta etapa de su
existencia. Es de notar, que un Partido Conservador, es el único de los representantes de estas
grandes familias que falta, con ese nombre, en esta concertación que ya tiene más de diez años.
Por otra parte, una organización que se proclama conservadora, y que, a veces opera como un
partido, La Fundación Nacional Cubanoamericana, se acerca mucho más al neoconservadurismo
norteamericano, del cual se nutre directamente, que a la tradición cubana o europea;
neoconservadurismo que no es más que el liberalismo del siglo XIX con otro nombre, el cual
postula que el mercado y sus leyes deben gozar de una irrestrista autonomía, que cree awún en
el laizzer faire y en la idea del progreso— y que aspiran a reducir al estado a su mínima
expresión.
Yo creo, sin embargo, que hay lugar actualmente —en medio del desplome económico, político
y moral de la vida cubana, cuando los signos de decrepitud del régimen van parejos al
envilecimiento de la ciudadanía,— para una instancia conservadora que se proponga rescatar el
espíritu de dignidad, de decoro, de sobriedad, de responsabilidad pública, de compromiso de las
clases cultas con un Estado fuerte que animó a nuestros patricios fundadores o inventores de la
nación, y particularmente al grupo de hombres ilustres que constituyó el Partido Conservador a
principios de la república. Un Partido que crea, como religión, en la alianza natural entre
fortuna, cultura e interés político, tal como fue en la génesis de nuestro proyecto nacional y a lo
largo del XIX que es sin duda, nuestro siglo más fecundo. Un partido defensor de la propiedad
privada, que se atreva a reclamar abiertamente la legítima restitución de los bienes usurpados
por la gestión totalitaria —sobre todo de la propiedad agraria e industrial —y a luchar porque no
queden a merced de agiotistas y logreros internacionales en las subastas de los oportunistas.
Ese partido está llamado a defender las libertades fundamentales, pero sin menoscabo del orden
y la justicia de los cuales el Estado, como bienes públicos que son, ha de ser un celoso garante.
Tal organización, que a mí me gustaría llamar, por suevidente riqueza de sentido, Partido
Conservador de la Nación Cubana, podría surgir ya y llegar a ser una parte, un segmento, nada
despreciable, de nuestro espectro político. Un partido que se proponga contribuir —junto a
todas las otras agrupaciones políticas existentes— a la recuperación de la democracia en Cuba
ahora y a su permanencia y consolidación después. Un partido que, al tiempo que cuente con el
respaldo de la familia de partidos conservadores del mundo, encuentre simpatías y eco entre los
cubanos: los que en el exilio tenemos más medios y libertades para expresarnos y trabajar, y los
que, con gran valor y riesgos en nuestro querido país, pongan sus simpatías y esfuerzos al
servicio de ese proyecto. El Partido Conservador de la Nación Cubana podría ser ya una
realidad operante a partir de este mismo congreso. En la política cubana hay un nicho que ha
estado vacío por más de sesenta años y que espera por algunos de nosotros. ¿Por qué no?
El Decálogo de la Prosperidad
(Ideas realistas para una Cuba imaginada)
POR JUAN MANUEL CAO
Prologando
Rehacer el país será en gran medida legislar. A quienes le toque tendrán que responder a
contratiempo una serie de preguntas fundamentales para las cuales estarán preparados o no.
Muchos se verán en posiciones de poder por sus méritos en la batalla hacia la democracia, por
su sacrificio personal o simplemente por circunstancias. Nada de eso garantiza que sean buenos
legisladores. Las intenciones no bastan. Por eso no está de más adelantar algo del debate.
Cada corriente de pensamiento tendrá en su cabeza una Cuba diferente, las ideas que esbozo son
para aquellos que aspiran a la plenitud de libertades. Son ideas sueltas, a veces inconexas,
reflexiones surgidas al calor de ciertas experiencias y determinadas lecturas. Soluciones
prácticas sobre grandes y pequeños temas. Anotaciones a pie de cuaderno. Nada más.
DERECHOS ECONÓMICOS
¿Qué son los derechos? Son las libertades que cada individuo posee y puede ejercer con
responsabilidad sin tener que pedir permiso a ningún otro individuo o institución. Los derechos
son anteriores al Estado. No caducan. Son una facultad natural, no es algo que se nos otorga, no
los recibimos a cambio de nada, no son un privilegio, no hay que agradecerlos, ni ninguna
institución o persona puede vanagloriarse de haberlos otorgado. Los derechos nos pertenecen
por ley natural. No prescriben. Enumerarlos es sólo una forma de recordarle a los espíritus
tiránicos que sabemos lo que nos corresponde. Sin embargo, a veces no es fácil identificarlos y
algunos derechos naturales nos son escamoteados o presentados como si fuesen privilegios. Es
importante saber diferenciar entre privilegios y derechos.
El hombre primitivo ejerció sus derechos de forma intuitiva. De esa misma manera, por
supuesto, violó el derecho ajeno; no se trata de hacer el elogio del buen salvaje. Lo que sucede
es que al principio, muy al principio, no había una filosofía respaldando la acción o la omisión,
no había un andamiaje ideológico, un sistema lo suficientemente bien estructurado como para
darle coherencia a una u otra actitud. Eso vino luego, fue surgiendo poco a poco, se fue
perfeccionando con el tiempo. Y aunque sabemos que la tiranía es la perdida de todas las
prerrogativas, lo que parece obvio no siempre lo es. Porque no siempre se nos despoja de
nuestras libertades por la fuerza: muchas, muchísimas veces, se hace con nuestro pleno
consentimiento. No porque tengamos espíritu de vasallos sino porque identificar los derechos
puede resultar una tarea compleja. Ya no se trata de que el Estado nos los reconozca sino de
reconocerlos nosotros mismos. Hay libertades que perdimos hace tantos siglos que las
confundimos con privilegios.
A lo largo y lo ancho de la historia el poder ha ido elaborando diferentes teorías para justificar el
escamoteo de nuestras facultades. Teorías religiosas, políticas, historicistas. Se han montado
complejísimos esquemas filosóficos para legitimar el saqueo de nuestros derechos. ¡Y nos han
logrado confundir! Todavía hoy, en sociedades que presumen de civilizadas, damos por buenas
prohibiciones que no lo son.
Entre las prerrogativas perdidas hace muchísimo tiempo están las pertenecientes al capítulo de
los derechos económicos: la de libre empresa y la de libre comercio. La Carta Universal no las
reconoce, la mayoría de las Constituciones tampoco las incluye como tales. Pero no se trata de
privilegios y no debemos permitir que nos sigan pasando gato por liebre. Ya hemos aprendido
que sin libertad económica la política se hace difícil y que producir en libertad es lo mismo que
tener derecho a la autogestión, a crear nuestro propio trabajo o a trabajar por cuenta propia, solo
o en asociación. Porque el derecho a formar una empresa es parte consustancial del derecho de
asociación. No se debe tener derecho de asociación nada más para fines políticos o sociales o
culturales o filantrópicos, también para fines económicos. Cuando el Estado se apropia de lo
que es nuestra responsabilidad, se supone que la adquiere y si luego resulta incapaz de hacerlo
mejor que nosotros, debería devolvernos la facultad perdida. Si en Cuba hay personas pasando
hambre y necesidades, la culpa es del Estado al que esas personas se vieron obligadas, una vez,
a transferirle lo que siempre habían aceptado como responsabilidad propia. Ahora todo es muy
confuso.
En el centro del debate ideológico del siglo XX estuvo este concepto elemental y los enemigos
de las sociedades abiertas pidieron, como nunca antes, la cabeza de la propiedad privada. En ese
contexto, ir más allá, levantar la mano a favor de las libertades económicas te podía costar la
mano atrevida ; reclamar su categoría de derecho básico era ir demasiado a contracorriente.
¡Pero ya van sonado las campanas de la libertad! Confusas y temerosas, pero algo es algo. Sin
embargo, el reconocimiento de la propiedad privada como derecho elemental no es suficiente.
Hay que reclamar también los derechos económicos.
Los cubanos saben muy bien lo que esto significa porque el Estado les prohíbe crear empresas,
lo hizo primero en nombre del socialismo y ahora ni se sabe en nombre de qué. Los
inversionistas extranjeros pueden ser capitalistas y los nativos no.
Mas la libre empresa tampoco es suficiente: hay que reclamar el libre comercio. Si todos los
países lo permitieran dentro y fuera de sus fronteras, no harían falta tratados internacionales, ni
la creación de bloques comerciales. Pero como no es así, las naciones creen que tienen que
ponerse de acuerdo, evitar las mil trampas, las mil caretas tras las que se esconde el
proteccionismo mientras las naciones se ponen de acuerdo, los cubanos debemos empezar por
reclamar el libre comercio interior. El mercado más importante de un país es el propio país. Lo
ideal sería que los cubanos pudiéramos comerciar libremente con cualquier ciudadano del
mundo, pero hay que ver cuántos de esos ciudadanos tendrán la misma libertad. Lo importante
en un principio será exigir la libertad plena de comercio dentro del territorio nacional. Esa
libertad consiste en que cada productor sea dueño de su producto (que es el fruto de su trabajo)
y que por lo tanto sea dueño también de ponerle precio, de escoger socio, sitio de mercadeo, y
con quien negociar o no. El comercio no es más que el intercambio por otros medios. A veces
por los mismos. La intromisión del Estado en esta actividad debería hallarse reducida a su
mínima expresión. Si dos personas se ponen de acuerdo en producto y precio no hay cabida a un
tercero, en este caso el gobierno que de modo arbitrario prohíba o multe la transacción.
“La Yuma” es la primera potencia económica del mundo, entre otras muchísimas razones,
porque es un gigantesco tratado de libre comercio entre los 50 Estados que la componen. Ya
desde 1787, en la constitución, en su Sección Novena, punto cinco, se aseguraba esa libertad
interna: “Ningún impuesto o derecho se establecerá sobre los artículos que se exporten de
cualquier Estado” Y por si quedaban dudas, se aclararon en la Sección Décima, punto dos: “Sin
el consentimiento del Congreso ningún Estado podrá imponer derechos sobre los artículos
importados o exportados...”
De este modo un americano de la costa oeste (negro, chino, hispano, árabe o incluso
anglosajón) puede hacer sus maletas y abrir casi cualquier negocio en el otro extremo del país
sin pedirle permiso a nadie y por supuesto, puede vender el producto de su trabajo o
simplemente trabajar o vivir en cualquier punto cardinal del mapa estadounidense del mismo
modo que tiene la libertad de comprar el producto de otros. Los obstáculos son hasta hoy
menores, más bien administrativos y aunque hay que ir atajando a los amantes de las
regulaciones excesivas, (una tendencia que nunca va a desaparecer) el mecanismo continúa
siendo mayormente libre desde 1787. Porque la libertad de comercio es parte de la libertad de
movimiento, (como la de empresa de la de asociación). De nada nos sirve la libertad de
movimiento si no podemos trasladar nuestro patrimonio y disponer de él como y cuando nos
parezca.
La libre empresa y el libre comercio son derechos fundamentales como la libertad de
pensamiento, expresión, asociación o movimiento. Como cualquiera otra de las consignadas en
la carta de la ONU. Los cubanos deberíamos procurar incluirles como tal en nuestras leyes.
ARANCEL CERO
En el mismo espíritu del libre comercio una buena medida para atraer la inversión extranjera y
la importación de productos a buen precio sería el arancel cero: declarar la isla una enorme
zona libre. La eliminación de gravámenes debe ser igual para las importaciones como para las
exportaciones. El mejor momento para este anuncio es el primer momento, pues se supone que
en ese instante fugaz y complicado del cambio, es cuando la prensa internacional estará atenta,
ávida de información y una noticia aparentemente tan radical le daría la vuelta al mundo. Luego,
si las cosas van bien, el interés de la prensa decaerá y en esa circunstancia una campaña
internacional de igual magnitud para promover el arancel cero, o cualquier otra cosa, resultaría
incosteable. Aunque, por supuesto, siempre el mejor momento es hoy.
Los agricultores son los más reacios a la apertura de las fronteras comerciales. Lo que pasa con
el sector agrícola es que la mayoría de los países sobre protege a los productores nacionales . El
gobierno norteamericano, por ejemplo, utiliza muchísimas regulaciones sanitarias para
enmascarar medidas proteccionistas. Las llamadas barreras no arancelarias, que no son más
que el sin fin de “truquitos” con que se castiga al competidor foráneo. No conforme con eso,
subvenciona abiertamente muchos productos agrícolas, sobre todo a través de planes como
Food for Peace, u otros gemelos, que “ofrece” ayuda alimenticia al tercer mundo. Pero esa
generosidad no es tal: el gobierno paga a los agricultores y en otros casos asume las deudas de
los gobiernos recipientes de “la ayuda”. Deudas que en la mayoría de los casos Estados Unidos
jamás logra cobrar. Como la de Rusia. Pero los granjeros sí cobran: pagan a fin de cuentas los
contribuyentes norteamericanos. Esa es una forma de subsidiar la agricultura, de crear
mercados artificiales para la sobreproducción, de mantener relativamente altos algunos precios
del mercado interno, es, en fin, otra manera de hacer trampas al mercado, que es hacer trampas a
los demás, a los competidores y al final del cuento a los consumidores, al pueblo. Prácticas así
son comunes en casi el mundo entero. ¡Esos son los que le quieren “vender” hoy a Castro! Pero
ese tipo de asistencias hace mucho daño a los países recipientes porque acrecienta la
dependencia y ayuda a sostener a gobernantes tiránicos cuyas políticas económicas erróneas son
la verdadera razón del hambre.
La agricultura de la Unión Europea también está fuertemente subsidiada a través de los
programas de la Política Agrícola Común (CAP) y aunque el arancel externo común de la UE es
de el 2,7 por ciento, los subsidios a los bienes agrícolas constituyen una barrera no arancelaria.
Algunos piensan que una buena recomendación inicial sería dejar el sector agropecuario al
margen al del arancel cero para que pueda “defenderse” de la “invasión” extranjera mediante
excepcionales gravámenes, o aranceles compensatorios. Otros proponen dar tiempo para ir
creando una política comercial de espejo. Lo peligroso de esta recomendación cautelar es que
se parece demasiado a esa basura que en Europa llaman “agricultura social”. Los consumidores
de la Unión Europea se hayan cautivos de una minoría organizada que tiene chantajeada a los
políticos con movilizaciones violentas y otras amenazas. Según el Informe 2000 de Heritage
Foundation la Política Agrícola Común (PAC) representa casi el 50 por ciento del presupuesto
de la UE y se sostiene fundamentalmente para proteger a los agricultores franceses. O a
minorías como los plataneros canarios. Los perjudicados han sido los trabajadores europeos que
han estado obligados durante años a comer el raquítico plátano fruta isleño cuando podían
disfrutar de las espectaculares bananas centroamericanas, seguramente a mejor precio. ¿Qué se
trata de un problema cultural? ¡Pues dejen que sean los consumidores los que escojan! La
cultura impuesta no es tal y las tradiciones mantenidas por la fuerza sólo indican que hace rato
dejaron de ser cultura viva. Por otra parte Las Islas Canarias reciben en la actualidad unos once
millones de turistas al año, por lo que cada día son menos los isleños dedicados al cultivo del
plátano. ¿Se entiende el contrasentido? En este caso, como en muchos otros, la llamada
agricultura social sólo sirve para privilegiar a una minoría en detrimento de la gran mayoría.
En Japón el arroz es considerado un alimento fundamental y bajo ese pretexto los arroceros
nipones viven bajo la saya sobre protectora del Estado. Como consecuencia los japoneses pagan
el arroz cinco veces más caro que el precio del mercado mundial. Otro ejemplo: los
norteamericanos pagan el azúcar seis veces más cara que el precio mundial, gracias a las
restricciones comerciales. Se supone que los consumidores de los países desarrollados no
sienten mucho este encarecimiento porque destinan apenas un 10 % de sus ingresos a la
alimentación básica. Pero para las naciones menos ricas el encarecimiento de los productos
alimenticios es más grave porque gastan aproximadamente el 60% de los ingresos en bienes de
consumos para la alimentación. En los países prósperos se come mejor a menor costo y
viceversa. Los cubanos tienen que resolver tantos problemas básicos: vestuario, vivienda,
transporte, etc; que mientras menos les cueste la comida, mejor para ellos. Pongamos un
ejemplo más cercano: en Costa Rica se pagó hasta el mismo año 1999 un arancel del 105% a la
importación de leche. Por esa razón los padres costarricenses pagaban el doble por la leche de
sus hijos. El impuesto (la multa) se ha ido bajando poco a poco cada seis meses y la idea inicial
fue llegar hasta el 65%, una cifra aún altísima. Lo absurdo es que el acuerdo estableció que si el
precio mundial de la leche bajaba, entonces el arancel se volvía a subir. ¿Esa es la manera de
ayudar a los pobres? ¿Cuál es el verdadero propósito? ¿Proveer leche barata al pueblo o
proteger los intereses de unos cuántos? ¿Cuál debe ser la prioridad? En el mismo año 99 la
importación a Costa Rica de muslos y alas de pollo tenía un impuesto descomunal del 200%, es
decir, los pobres ticos estaban obligados a pagar el triple del valor por estos productos
supuestamente básicos. Conclusión: los aranceles altos encarecen los productos, si no fuera así
¿por qué los productores piden con tanta energía que eleven los aranceles? Otro de los
argumentos recurrentes a favor del proteccionismo es la creación de empleos. Falso. Al
disminuir la capacidad de gasto del consumidor, el proteccionismo, (según las estadísticas de la
propia secretaría de trabajo norteamericana) por cada empleo que salva, destruye siete.
Declarar el libre comercio de modo unilateral puede que tenga ciertos riesgos relativos, pero
puestos en la balanza son más los beneficios. Incluso para la agricultura. Vueltos a analizar los
pro y los contras del arancel cero, hay más que perder cerrando las fronteras comerciales que
arriesgándose. La prueba está en que Luxemburgo e Irlanda, dos naciones pequeñas, al margen
de las regulaciones a que se ven obligadas como parte de la Unión Europea, han llevado a cabo
una política de tasas impositivas bajas. Según la lógica proteccionista esto pondría a Irlanda y
Luxemburgo en desventaja con relación a sus vecinos que tienen tasas impositivas altas para
“salvaguardar” sus intereses. El resultado ha sido todo lo contrario: un tercio de la inversión
estadounidense en la Unión Europea se ha movido hacia Irlanda estimulada por el descenso en
el régimen de impuestos corporativos y el país ha crecido a razón de aproximadamente dos
dígitos por año. “Los protegidos” del resto de la UE han terminado acusando a los irlandeses de
“injusta competencia impositiva” y de llevar a cabo una “política fiscal permisiva”. Otro tanto
ha sucedido con Luxemburgo donde se han eliminado las restricciones específicas para los
inversores extranjeros. Luxemburgo (por cierto, permítanme la frivolidad de recordar que con
una cubana en el trono) ha terminado acusado por sus vecinos de crear un “dumping
impositivo”. La lección de estos dos ejemplos es que, incluso frente a los mercados
resguardados, la respuesta adecuada sigue siendo en la mayoría de los casos bajar los aranceles
y facilitar la inversión, de ninguna manera responder al proteccionismo con más
proteccionismo.
Sin embargo, es posible que todas estas suspicacias estén de más en Cuba, porque el tema de las
protectorías ajenas afecta fundamentalmente a los exportadores (salvo cuando se trata de ayudas
masivas- directas o enmascaradas- sostenidas durante demasiado tiempo) y Cuba saldrá del
castrismo tan maltrecha que tendrá muy poca variedad de exportación; en un inicio no habrá
mucho que perder y por demasiada vuelta que se le de al asunto la conclusión sigue siendo que
lo más beneficioso para el consumidor de la isla será abrir totalmente los mercados sin
excepción. Incluso en condiciones de desigualdad, pues esto proporcionará al campesino
nacional la información exacta de lo que la realidad ofrece y no la información distorsionada de
los mercados amparados. Los mercados amparados son en verdad mercados cautivos.
Es decir, la tesis del gradualismo aquí tampoco funciona. La idea de irse abriendo poco a poco
para dar tiempo a desarrollarse internamente es en esencia una vuelta fatal a las fracasadas
teorías difundidas durante los cincuenta y sesenta por la CEPAL y su abanderado Raúl Prebish.
¡Puro onanismo económico! El que lo quiera practicar es cosa suya. ¡Pero no me hagan
renunciar a la carne ajena!
Si se cierra el mercado, en el mejor de los casos se estaría fomentando la producción en áreas
que luego, cuando se abran de verdad a la puja internacional, no tendrían la menor oportunidad
de competir. Entonces, ante la evidencia del fracaso, empezarían las presiones y las exigencias
de resguardo, creando un circulo vicioso como en el que se hayan hoy los europeos. Por el
contrario, si el mercado se abre desde un principio, los campesinos cubanos tendrán la
información correcta, sin distorsiones, de lo que vale la pena producir y lo que no. Encerrarse no
tiene sentido. El autismo comercial es también una enfermedad.
Por supuesto que lo ideal sería un mundo sin trampas comerciales (o con la menor cantidad
posible), pero esa es una aspiración, no una premisa. En ese mundo ideal no habría que tener
miedo alguno a la inversión ni a los productos extranjeros. En un mercado internacional
mayormente libre de proteccionismo y subsidios, el concepto de inversionista extranjero se
perdería. Ya hoy por hoy se ha ido desdibujando bastante. Cuando en Cuba se produzca un
cambio sustancial habrá miles de cubanos que desde distintas partes del mundo querrán invertir
en su país natal. ¿Qué son esos cubanos? ¿Inversionistas extranjeros? ¿Qué pasaporte tendrá ese
capital? En un contexto de libre comercio real los nacionalismos pierden sentido. ¿De dónde es
el empresario estadounidense que hace veinte años exporta a Boston desde sus oficinas en
Taiwán? ¿De dónde es su dinero? No hay más patria económica que la libertad. El resto es
ponerle traspiés al desarrollo. De cualquier modo para abrirse no hay que esperar un mundo
ideal, eso sería lo de nunca empezar. La verdadera aventura está en el riesgo. Resulta curioso
que alguien se proclame revolucionario cuando su proyecto es eliminar el factor riesgo. Esa es
una actitud más conservadora que la de los conservadores. Los revolucionarios, los socialistas y
otras marcas registradas, son vendedores de certezas. Los liberales no.
Hablar de la tiranía del mercado es un contrasentido. Es igual a decir tiranía de la libertad. Por
eso el discurso antiglobalización es reaccionario. La izquierda ha estado entonando desde la
época de los hippies el coro de Lennon de un mundo sin fronteras y ahora que ese mundo puede
ser algo más que imagine, se niega a aceptarlo. Como si la libertad sólo fuera buena para
cantarla.
Apostemos por la libertad para vivirla y para compartirla, no para evocarla demagógicamente.
Hay que sacársela de la cueva de la boca (la boca que evoca) y ponerla a caminar al sol de hoy,
por cuenta propia.
No tengamos miedo a competir. No temamos ser libres. Fredrick Hayek nos lo recuerda en
Camino a la servidumbre, “Hemos abandonado gradualmente aquella libertad en los asuntos
económicos sin la cual la libertad personal o política jamás ha existido en el pasado”. El
comercio abierto tiene, además, otras virtudes: la de quitarle poder a los gobiernos, reducir sus
capacidades intervencionistas y obligarlos a mejorar sus servicios.
Cuba no debe tener ningún temor a declarar el arancel cero unilateralmente. No hay que esperar
a negociar ningún tratado de libre comercio porque primeramente estos suelen ser procesos
mucho más largos de lo que la maltrecha economía cubana puede esperar; segundo porque los
procesos de negociación son muy burocráticos y cuestan millones de dólares en gastos y tercero
porque los TLC son acuerdos bilaterales o regionales que suelen tomar medidas proteccionistas
contra los países que estén fuera del área.. Es abrir por un lado para cerrar por otro.
Además, los llamados tigres de Asia se desarrollaron sin necesidad de negociar ningún TLC,
simplemente abriendo unilateralmente sus mercados. No se pusieron de acuerdo con nadie,
tomaron la decisión por cuenta propia. Se suponía que el riesgo consistía en que serían
invadidos o ahogados por el mercado mundial y resultó que ellos fueron los que terminaron
invadiendo el mundo con sus productos. La propia dinámica del libre mercado fue acomodando
las exportaciones, encontrando los espacios correctos para los productos correctos.
Hay contra el arancel cero otro argumento de carácter estrictamente político:
En la Cuba del castrismo tardío se da un fenómeno curioso. Cuando en la mayoría de los países
se discrimina injustamente al extranjero, en Cuba se discrimina injustamente al nacional. Este
resentimiento latente podría transformarse en xenofobia y abonar el terreno al proteccionismo.
Hay que estar muy alertas para impedir que un neo-nacionalismo se levante sobre las ruinas del
castrismo, esa sería una de las peores cosas que nos pudiera pasar. El único camino posible
hacia eso que antes llamaban desarrollo y ahora llaman prosperidad, es el de la apertura. Pero no
hay que esperar que el mundo se abra primero a Cuba, semejante coartada no es válida y ha
resultado ser una interpretación parcializada de la famosa frase del Papa en La Habana.
No tengan miedo. Vale repetirlo. Arancel cero para el día cero. No olvidemos que en ese
mismo instante empezamos a competir, es decir, a ser libres.
¿NOS CONSTITUIMOS?
Una Constitución es siempre un texto entrometido: al erigirse en ley de leyes tiraniza, entorpece
la libre discusión de las demás leyes. Mientras más promiscua (o prolija) es una Carta Magna,
peor resulta. Las Constituciones no garantizan el éxito de las naciones; a algunas les va bien con
ellas, como a Estados Unidos y a otras mal, como a la mayoría de nuestras repúblicas
latinoamericanas. Mary Anastasia O’Grady, la inteligente columnista de The Wall Street
Journal, ha explicado muy bien como las excesivas promesas de las Constituciones
latinoamericanas debilitan el estado de derecho. Hay también a quien le va de maravilla sin
constitución escrita, como a Gran Bretaña; (la Carta Magna de Juan Sin Tierra fue en 1215 y era
en esencia una carta de libertades) y a quien no, por supuesto. Lo más útil de las cartas magnas
modernas son los capítulos que garantizan (es un decir) los derechos civiles y políticos de los
ciudadanos. Casi todo lo demás se puede botar al cesto, o trasladar a un código regular. La
primera constitución estadounidense no tenía ese capítulo y esas fueron las primeras 10
enmiendas que tuvieron la buena idea de agregar al texto primigenio. El famoso Bill of Rights.
La constitución de Los Estados Unidos es bastante sencilla y de ahí su éxito, pero así y todo
metió sus narices en temas extra constitucionales, como el artículo 18 del propio Bill of Rights
que establecía la ley seca y que se vieron obligados a derogar luego. O como la constitución
cubana de 1940 que está plagada de disposiciones penosamente xenófobas e intervencionistas.
Casi todo lo que cabe en otro código sobra en una constitución. Esa sería una buena regla. Para
las leyes laborales el código laboral; para definir el modo de realizar las elecciones, el código
electoral; y así, el código familiar, etc. Por supuesto que hace falta definir (constituir) la nación,
su estructura política y su forma de gobierno, pero estos importantes pormenores bien podrían
estar definidos en leyes de política general fuera del texto madre; como por ejemplo, La Ley de
Partidos española.
En un principio se podría gobernar sin constitución pero no sin un texto que garantice los
derechos y libertades fundamentales. Incluso es recomendable que este último preceda a la
primera, que la condicione y no a la inversa. En realidad se podría funcionar para siempre tan
sólo con un código de derechos pero si se empeñan en tener Carta Magna (así, con mayúsculas)
es bueno saber que, mientras se ponen de acuerdo, el país puede echar a andar con la simple
garantía de derechos y libertades. Ninguna ley posterior podría, al menos en teoría, violar los
derechos básicos: esa es otra buena regla; por sencilla y por práctica. Es sintomático que el
documento esgrimido por la oposición pacífica al castrismo no ha sido la última referencia
constitucional de la república sino La Carta Universal de Derechos Humanos. A pesar de que
ambas datan más o menos de la misma época. Ese detalle encierra una gran lección. Incluso, en
caso de que no lograran ponerse rápidamente de acuerdo sobre que libertades incluir se podría
provisionalmente echar mano al propio texto de la ONU. No es la mejor opción, pero tampoco
la peor. Nadie sabe cómo serán las circunstancias del cambio. De todas formas vale destacar que
la oposición democrática ha elaborado ya algunos intentos en este sentido, siendo uno de los
mejores el redactado por el Partido Pro-Derechos Humanos de Cuba. Otra buena idea es la del
constitucionalista Néstor Carbonell que extrajo de La Constitución del 40 los artículos
referentes a los derechos civiles y políticos y los estructuró en un cuerpo legal independiente.
Algo parecido propone el Doctor Ricardo E. Calvo: aislar la Sección Primera del Título cuarto
de La Constitución del 40 referente a los Derechos Fundamentales. Es decir, del artículo 20 al
40. Otro grupo opositor llamado “Mesa de Reflexión” ha intentado redactar algo así como un
Código de Derechos y Deberes, es un buen esfuerzo, pero, aunque parezca muy equilibrado, no
es siempre una buena idea mezclar derechos y deberes. De todos modos, lo más conveniente
sería que los cubanos nos demos nuestro propio código de derechos y libertades acorde a las
amargas lecciones aprendidas y a las necesidades de hoy y de mañana. (Buscar en
www.sigloXXI.org“Código de Derechos y Libertades. Partido Pro-Derechos Humanos”).
Está claro que no va a ser fácil convencer a los cubanos de que se puede erigir una democracia
sin Carta Magna, tan sólo con una Carta de Libertades, por ello valdría la pena enunciar dos o
tres recomendaciones elementales.
1-) La Constitución no debe ser muy larga, mientras más breve mejor. Los mandamientos son
sólo diez.
2-) Todo lo que quepa en otro código sobra en la Carta Magna.
3-) La Constitución debe ser escrita para toda la vida. Aunque sepamos que la eternidad le está
negada. Debe llevar en sí el espíritu de lo trascendente. Nada circunstancial debe ser incluido en
ella. Debe tener la aureola de la santidad aunque no sea santa.
4-) La Constitución debe ser sencilla, estar al alcance de todos para que cada ciudadano la pueda
esgrimir en defensa propia. Debe servir, incluso, para que cuando la arbitrariedad humana la
ignore, la viole o la derogue, quede como un arma en poder de la conciencia popular. Que sirva,
si es posible, para reconquistarse a sí misma. No puede darse el lujo de llegar a ser obsoleta, de
convertirse en letra muerta.
5-). Los derechos nombrados quedan más en la memoria que los simplemente enumerados.
6-)No es necesario convocar a una constituyente para redactar una constitución
De todos modos, la constitución ideal sigue siendo aquella que no esté escrita.
EL PARTIDO COMUNISTA
¿Qué hacer con el partido comunista?
Por supuesto que todo depende de cómo se produzca el cambio. Si es radical la primera
tentación será la de proscribirlo. Prohibirlo por entero. Pera esta opción no es buena. Tiene dos
problemas: primero que se dirá que es una medida poco democrática y segundo que no resuelve
nada. ¿Por qué? Porque simplemente podría reorganizarse bajo otro nombre.
La segunda opción sería imponerle una multa moral. Es decir, proscribirlo por la misma
cantidad de años que mantuvo proscritos a todos los demás partidos mientras ejerció el poder en
solitario. Pero esta segunda variante tiene el mismo problema que la primera. No puede impedir
la reagrupación bajo otros rótulos y sería señalada como dudosamente legítima. La tercera
opción sería no hacer nada y dejar que el partido comunista funcione como uno más. Llegar a la
conclusión de que el peor castigo sea verse obligado a pujar dentro de las reglas democráticas
del juego. ¡Qué maravilla ver al partido comunista derrotado en unas elecciones! Pero eso
depende de cómo se produzca la transición. Si ellos convocaran ahora mismo a unos comicios
como hicieron los sandinistas a finales de la década del 80, ¡bienvenido sea!, pero como ese no
es el caso y como todo indica que los comunistas cubanos están dispuestos a morir con el poder
puesto, no queda otro remedio que pensar en dos cosas: en una transición lenta y agónica desde
el mismo partido, en cuyo caso no queda más que lidiar con esa realidad... y el otro escenario
(el peor para ellos) el de un desplome súbito de las instituciones con un gobierno de transición,
¡Sabe Dios de qué corte!
Lo cierto es que para cualquier gobierno de transición el partido comunista se convertiría en un
enemigo, en un conspirador, en el peor de todos, porque ese partido no es realmente una
institución política sana, sino un mecanismo de poder y represión. Por eso la primera ley ( el
primer decreto) que debe dictar un nuevo gobierno es disolver el partido comunista. Observen
que dije disolver, no prohibir. Disolver el partido comunista y todas sus dependencias: esa
cadena de transmisión de orientaciones que constituye en la práctica institucional la columna
central de la dictadura.
Quien intente gobernar sin disolver inmediatamente el partido comunista se tropezará con que,
pasado el susto inicial, el partido se dedicará a socavar la transición y a conspirar para recuperar
el poder absoluto al que han estado acostumbrados por tanto tiempo. Por supuesto, la disolución
tampoco impide que se reorganicen.
¿Qué hacer entonces?
Describirlos sin mencionarlos.
El artículo 102 de La Constitución del 40 dice: “Es libre la organización de partidos y
asociaciones políticas. No podrán, sin embargo, formarse agrupaciones políticas de razas, sexo o
clase.” Y el 37, dice en su segundo párrafo: “Es ilícita la formación y existencia de
organizaciones políticas contrarias al régimen de gobierno representativo democrático de la
República ...”
La ley Fundamental de La República Federal de Alemania, impuesta en 1949 tras el desastre
nazi, resolvió el problema de la siguiente forma:
“Artículo 21 (Partidos)
(2) Los partidos que por sus fines o por actitud de sus adherentes tiendan a desvirtuar o destruir
el régimen fundamental de libertad y democracia, o a poner en peligro la existencia de la
República Federal de Alemania, son inconstitucionales...”
Ahí tenemos dos buenos ejemplos. En el primer caso ya sabemos que no sirvió para impedir la
llegada del comunismo a Cuba, pero en el segundo parece haber sido útil en la lucha contra el
resurgimiento del nazismo alemán.
No siempre la letra muere.
LAS REGLAS DEL JUEGO
Una de las mayores preocupaciones de los constitucionalistas ha sido siempre la santidad de la
letra. Que no se la trajinen mucho. Por eso elaboran complicados mecanismos para impedir que
las constituciones sean reformadas con demasiada facilidad. Pero luego llega un Machado, un
Allende, un Menen, un Fujimori o un Chávez y aprovecha su efímera popularidad para desde el
mando lanzar una reforma constitucional o simplemente cambiar las mismas reglas del juego
que lo llevaron a la presidencia. Unas veces para intentar demoler las propias instituciones que
le propiciaron el triunfo o simplemente para buscar la reelección más allá de lo que dicen las
leyes.
Es necesario encontrar la manera de que ninguna fuerza política pueda, desde los privilegios de
su mandato, cambiar los preceptos que propiciaron su investidura. Que se prohíba reformar la
constitución desde el poder. Que quien quiera hacer reformas a la carta magna se vea obligado a
hacerlo desde la oposición, para que nadie, amparado en la fama transitoria que da el haber
acabado de ganar unas elecciones, se aproveche de esa popularidad, que ya sabemos no es para
toda la vida y lance una reforma constitucional que favorezca sus objetivos personales o
partidistas. Lo que es bueno para el deporte lo es también para la política. Simple sentido
común: nadie puede cambiar las reglas del juego a mitad de partido o cuando está ganando; por
el contrario, debe acatar hasta el final las mismas normas que aceptó al entrar en la cancha.
Violar este precepto básico es hacer trampa. ¿Por qué en política no? Esto que parece tan
elemental no es tomado en cuenta suficientemente. ¡Me gustaría ver si esos que abogan por
extender los mandatos cuando mandan ellos, estarían dispuestos, desde la oposición, a regalarle
más autoridad al adversario!
Hay quienes piensan que la solución está en el semi parlamentarismo. Tal vez hacer menos
rígidos los mandatos para, en momentos de crisis, tener mecanismos constitucionales, que
permitan sacar a un presidente que se vuelve demasiado indeseado antes de cumplido el
período. Esta es una vieja discusión de la que vale la pena tomar nota.
Por otra parte parece que ya no basta con proscribir de la vida pública a quienes hayan intentado
propinar o hayan propinado golpes de estado. La experiencia venezolana indica que hará falta
una ley que prohíba amnistiar a los que han cometido delitos contra la democracia. Evitar que
un golpista se postule a cargo alguno jamás. Los pucherazos, ya se sabe, suelen, en momentos
de crisis, catapultar al estrellato a estos iluminados. Amnistiarlos (sobre todo bajo presión
popular) es una irresponsabilidad.
Por supuesto que nada de esto sirve si continuamos con nuestra insana costumbre de irrespetar
las leyes, nuestras propias leyes. Escribimos muy bonito, pero leemos mal.
RECETAS DE LA COCINA POLÍTICA
Antes de la caída del muro, cuando los comunistas se ponían mordaces calificaban de recetario
de cocina cualquier plan económico que no fuera el suyo. Invitaban a los latinoamericanos a
rechazar las recetas capitalistas, (todavía el término neoliberalismo no era una mala palabra, o
casi ni existía, o no estaba de moda) y pregonaban a viva voz que los latinoamericanos
debíamos rechazar los modelos importados. ¡Como si Marx y Engels hubieran nacido en
Tegucigalpa! La verdad es que, quitada la retórica, toda doctrina o ideología o como le quieran
llamar a ese conjunto de razonamientos que conforman una determinada manera de ver el
mundo, puede reducirse a unas decenas de puntos básicos. Todo cabe en un libro de cocina
donde cada cual da sus recetas. ¡Los comunistas se pasaron la vida publicando folletos con los
fundamentos de su idea! El noventa y nueve por ciento de los marxistas no se leyó jamás El
Capital. ¡Ese libraco pedante y aburrido! El marxismo sobrevivió gracias a los extractos: a los
Nikitín, a los Konstantinov, a los Corín Tellado del folletín ideológico. El marxismo a pulso no
se lo tragaba ni la madre de Gorki.
Aquí van algunos ingredientes (no todos) con los que se podría conseguir un buen país:
DECÁLOGO DE LA PROSPERIDAD
1- Democracia. La democracia plena es un ingrediente fundamental de las sociedades abiertas.
La idea de implantar la economía de mercado mediante un “gobierno duro” es un pésimo
modelo. Las sociedades más prósperas del planeta son democracias, las más miserables son
dictaduras. Las aparentes excepciones confirman la regla.
2- Libertades económicas. Sin una verdadera libertad económica no habrá una verdadera
libertad política. Para que exista una real libertad económica deberán cumplirse las siguientes
reglas básicas:
a) Un sistema jurídico que garantice los derechos de propiedad (incluyendo la
propiedad intelectual, por supuesto) y que facilite un ambiente seguro para la
realización de transacciones comerciales. Un estado de derecho transparente e igual
para todos, alejado de influencias ajenas a la ley.
b) Plena libertad para crear y operar una empresa. Un ambiente abierto a los
negocios. La menor cantidad de regulaciones posibles. Trámites simples para la
obtención de licencias o la eliminación total de requisitos onerosos o que dilaten los
procesos de obtención de permisos. A los empresarios se les debe exigir
responsabilidad con la seguridad, la sanidad y el medio ambiente pero las
regulaciones de seguridad, las sanitarias, ambientales (u otras) deben estar
claramente justificadas y no ser abusivas. Una alta carga reguladora desalienta la
creación, el mantenimiento y el crecimiento de las empresas, genera además
desempleo y funciona como impuestos paralelos. El funcionamiento de una
empresa no debe ser costoso.
c) Plena libertad de comercio. Interior y exterior. Una política de comercio abierto,
sin barreras arancelarias o no arancelarias a las importaciones ni a las exportaciones
y sin subsidios a las industrias nacionales. La actividad comercial no debe ser
costosa ni dificultosa.
d) Libertad de inversión. Mantener una código liberal en cuanto a los flujos de
inversión y capital. Igualdad de derechos entre el empresario nacional y el
extranjero.
e) Bajos impuestos. El exceso de impuestos es tan dañino para la economía como el
exceso de regulaciones. El sistema tributario no debe usarse para intentar corregir
arbitrariamente desigualdades sociales. No es correcto que se usen las
contribuciones como multas. No se debe permitir ningún impuesto al comercio
interior. Se recomienda que la tasa máxima de todos los impuestos combinados
(directos e indirectos) sea bien baja. Los impuestos corporativos igual. Todos deben
ser tratados como iguales ante la ley fiscal. Los impuestos oportunistas al turismo y
a las remesas desalientan esas actividades. No es justificable gravar la herencia: eso
es un robo porque ese dinero ya tributó con anterioridad. En general, una política
de bajos impuestos. resulta estimulante para la economía: a mayores ganancias y
transacciones mayor recaudación impositiva por lo que puede decirse que el
Estado termina recaudando más con una política de bajos tributos Existen múltiples
teorías sobre cual debe ser la tasa impositiva máxima o el mejor método de
recaudación; cualquiera que sea la opción escogida lo importante es que tenga en
cuenta la evidencia de que una política de impuestos bajos es lo mejor para todos.
3- Gobierno pequeño. Los gobiernos pequeños suelen ser más eficientes que los grandes. El
número de funcionarios y empleados públicos debe ser mínimo. Mientras menos ciudadanos
dependan del Estado más libre será la sociedad. Las propiedades del Estado deben ser muy
pocas; casi ninguna industrial ni de prestación de servicios. El gobierno debe intervenir lo
menos posible en la economía. Mientras menos Ministerios (o entidades similares) existan y
más pequeños sean, mejor. El Estado debe evitar ser arbitro y parte. La justicia social no se
consigue con más intervencionismo estatal sino con más responsabilidad ciudadana. Mientras
más amplia es la sociedad civil mayor justicia social y viceversa. Los gastos gubernamentales
deben consumir el menor porciento posible del PIB. La “creación” de empleos mediante obras
públicas es una receta facilista y está contraindicada en la mayoría de los casos.
4- División de poderes. El poder ejecutivo, el legislativo y el judicial deben ser independientes
uno de otros.
5- Una legislación laboral flexible. El código laboral tiene que respetar los derechos de los
empleados tanto como el de los empleadores. No puede ser clasista y está obligado a buscar la
justicia para todas las partes. La experiencia ha demostrado que una ley laboral flexible y bien
equilibrada suele ser un arma eficaz contra el desempleo.
6- Educación. Las sociedades educadas enfrentan mejor los retos de la modernidad. Una buena
combinación de educación pública y privada podría ser la mejor opción.
7-Constitución. Una constitución sencilla y funcional cuyo eje central sea la carta de derechos.
8- Ley antimonopolios. Si malos son los monopolios estatales malos son los privados. Pero el
secreto está en saber determinar la frontera. Hay que buscar una ley antimonopolios justa y
balanceada para impedir que por exceso se convierta en un obstáculo al crecimiento y a la
expansión natural de las empresas; y que por defecto atente contra la libre competencia y la
igualdad de oportunidades.
9- Libertad monetaria. Una política bancaria y financiera abierta, desregulada, que procure un
mercado de valores dinámico y transparente. Las firmas nacionales deben competir en igualdad
de condiciones con las extranjeras y viceversa. El estado no debe restringir el acceso del pueblo
a los créditos locales o foráneos. Dicho de otro modo: los ciudadanos tienen derecho de acceso
universal al crédito. La decisión última de prestar o no, es prerrogativa de cada institución y no
del Estado. Es recomendable la libre circulación de todas las monedas extranjeras en igualdad
de condiciones con la nacional (en caso de haberla). La inflación es sumamente dañina desde
cualquier punto de vista y por lo tanto son contraproducentes las teorías que buscan animar la
economía provocando inflación, imprimiendo billetes sin respaldo, haciendo crecer el gasto
gubernamental o manteniendo una falsa paridad de la moneda.
10- Abolición del ejército. La sociedad civil es superior a la militarizada. La civilización nace
de la primera y no de la segunda. Es imperativo desmilitarizar el país. En consecuencia, la
abolición del ejército debería ser una meta a corto o mediano plazo. Aunque no es la fórmula
mágica, reduciría drásticamente la posibilidad de un golpe de Estado militar. “La defensa de la
patria” no debe seguir siendo un pretexto dictatorial. Sobre esta disyuntiva, vale la respuesta del
ex-presidente costarricense y Premio Nobel de La Paz, Oscar Arias: “Nuestra mejor defensa es
la indefensión”. Pero abolición del ejército no significa que el Estado no tenga un compromiso
con la seguridad interna. Todo lo contrario: un ambiente de seguridad social es clave para el
desarrollo de cualquier país. Parte de los descomunales gastos a que conlleva el mantenimiento
de un ejército regular serían liberados y podrían destinarse a una fuerza pública profesional,
moderna y efectiva. Disuasiva con la delincuencia dentro del respeto a los derechos humanos.
Esta fuerza pública debe estar bien vigilada, controlada y supeditada totalmente a los poderes
civiles pues se han dado casos, como en el Panamá de Arnulfo Arias Madrid, donde la policía
protagonizó golpes de Estado. De todos modos, vale recordar que los militares no son la única
fuente de asaltos ilegítimos al poder: las castas políticas también lo son y un fraude electoral,
por ejemplo, es un golpe por otras vías.
Como ven “no es fácil” . La prosperidad de una nación depende de muchas cosas, pero las
reglas básicas están claramente identificadas. Lo que hace falta es la voluntad política para
ponerlas en práctica. Aunque faltan muchos detalles el Decálogo de la prosperidad es lo que un
desertor del marxismo llamaría la democracia utópica. Sin embargo, estas son ideas avaladas
por la praxis, respaldadas por la evidencia. El socialismo, por el contrario, es la negación
cotidiana de la evidencia; el más descarado divorcio entre discurso y práctica.
Las ideas expresadas en el Decálogo de la prosperidad no son conservadoras, ni neoliberales, ni
de derecha, están más allá de los clichés; son en verdad la más hermosa revolución que jamás
haya vivido la humanidad: la del cambio de nuestras sociedades por la vía siempre escabrosa de
la paz; es el reto más progresista que se haya planteado el hombre: el de la prosperidad de todos
respetando los derechos de cada uno; y es la aventura más audaz de la historia porque es la
aventura de la libertad.
Exilio. Enero 2003
El desarrollo de una sociedad política democrática*
POR ARNOLDO A. MULLER
Todos sabemos que en Cuba, no solo hace falta derrotar políticamente al régimen totalitario
actual, sino también, y sobre todo, fundar y desarrollar una sociedad política democrática, y
ambas cosas presentan grandes dificultades.
Lo primero ya va durando 45 años de activismo ininterrumpido y aún no se ha podido lograr.
Nosotros hemos estado luchando para ese derrocamiento, y seguimos haciéndolo, pero no
tenemos la solución a mano. Algunos han expresado que la solución habrá de ser por las razones
biológicas que limitan la existencia humana de todos, y por tanto también la del tirano. Nosotros
nos oponemos al conformismo de esperar pasivamente hasta que esto ocurra como la única vía
posible, y seguiremos luchando por todos los medios a nuestra alcance.
Pero se nos ha convocado para lo segundo, que es la fundación y desarrollo de una nueva
república democrática. Y hemos de comenzar por decir que nos es posible acostarse con un
totalitarismo y amanecer en un democracia. Por el contrario, es sabio y razonable reconocer que
el proceso de democratización habrá de ser un período de tiempo más o menos dilatado, y sobre
todo, lleno de incógnitas. Y es para descifrar esas incógnitas que nos hemos reunido aquí.
Un tirano absoluto, como el que controla a Cuba, somete a cualquier sociedad a una fuerza de
gravedad paralizante. El tirano no solo deroga los derechos, sino hasta la lógica y los
significados del idioma que no sirvan a sus ambiciones. Con el tiempo, y para disfrazar su
despotismo, esos tiranos crean instituciones sin poder real alguno, lo que las hace falsas, pero le
sirven de fachada para defender sus intereses. Esto le concede una estructura de dominación que
puede ir reparando todas las averías que siempre llega con el tiempo y el devenir social. Así,
todo lo que se hace en el país esta regido por las directrices y las decisiones que siempre se
esperan de la cúspide del poder. La más audaz es la del “partido único”, que no representa la
opinión de parte de la sociedad, lo que justificaría el nombre de “partido” sino solo la inconsulta
conveniencia oficial del tirano. Por ello creemos que la estructura del partido único, o Partido
Comunista de Cuba, no pueda participar en las gestiones para el restablecimiento de una
república democrática.
Como es razonable esperar, las estructuras de dominación, que siempre disfrutan de algunos
privilegios, desean la permanencia del status quo manifestando un apoyo irrestricto a la
voluntad del tirano que los designó, y en el caso de su deceso estén dispuestos a apoyar una
solución de continuidad. En el caso cubano se ve muy claramente esta intención por la ofensiva
que realiza el régimen para concienciar un continuismo bajo la dirección de Raúl Castro.
No es razonable esperar que los que sostienen a la tiranía vayan a hincar cambios en contra de
sus privilegios, aunque reconocemos que no es imposible la aparición de agentes honestos
dentro de las estructuras de dominación y que estén dispuestos para una transición democrática,
pero esto es necesario confirmarlo con su acción en un momento que sea útil, decisivo y
oportuno para el cambio.
Pero situémonos en el acontecimiento que nos convoca, y que es el del derrocamiento
consumado. Como en Cuba, hasta el momento, no se permite el desarrollo de la civilidad y no
hay valores cívicos, no se puede contar con que a la hora de un cambio el pueblo se conduzca
con disciplina social. Es lógico pensar que la ciudadanía que ha sido reprimida por largos años y
carente de todo, produzca desórdenes de todo tipo, y por lo cual se dependerá de un control
militar. A este control militar solo se le podrá conceder legitimidad si manifiesta de modo
inequívoco, oficial y público su voluntad de servir para una transición hacia la democracia.
También se le exigirá la inmediata liberación de todos los prisioneros políticos, así como
facilitar el traslado y reunión de todos los opositores reconocidos como tales por el régimen
depuesto y de la oposición organizada en el exilio, con el fin de establecer una autoridad civil
competente y provisional que defina el marco legal de la provisionalidad, para que programa la
regeneración de las instituciones democráticas necesarias para la administración, la legislación y
la justicia, así como para la formación de partidos, la convocatoria a elecciones universales,
libres y secretas, y la inscripción de candidatos.
Sugerimos que esta autoridad civil competente se integre con gente significativa en la lucha, y
tanto de la isla como del exilio. Estos pudieran ser miembros de los actuales grupos de
opositores encarcelados en la isla, expresos políticos, miembros de la Brigada de Asalto 2506,
algún miembro de lato nivel del último gobierno constitucional (si sobrevive), algún experto
constitucionalista, algún exmiembro del Consejo Revolucionario Cubano y algún sindicalista
destacado.
Debemos estar conscientes que nos enfrentamos a una tarea extremadamente difícil: la de
elaborar y conseguir el consenso de todos los cubanos para que inicien una nueva marcha
colectiva en la dirección democrática. Ello después de 45 años de ofensas, hostilidades
separación, enfrentamientos, guerra civil y de vivir medio siglo en mundos diferentes. Sin
olvidar que muchos, desde ambas partes del estrecho de la Florida, no aceptan ni están
dispuestos para una reconciliación. Sin embargo, es la tarea que nos corresponde, como le
ocurrió a otros para la independencia en el siglo XIX; y no tenemos derecho a la renuncia.
DENTRO DE LA ISLA:
(concienciar a la ciudadanía)
• sobre sus derechos humanos
• que el discurso del régimen no obedece a su realidad
• sobre la necesidad de un cambio
• que el régimen no quiere hacer ese cambio necesario
• que el régimen los obliga a vivir mintiendo
• que nuestra ha sido hermosa y heroica
• que somos un solo pueblo
FUERA DE LA ISLA:
Concienciar a la ciudadanía:
que hace falta justicia pero no venganza
• que los cubanos de la isla no conocieron la Cuba de ayer
• que la Cuba anterior a Castro ya no existe
• que hay que trabajar para lograr la mejor Cuba “posible”
• que el restablecimiento de la república tiene que hacerse a dúo con los cubanos
de la isla.
• que la guerra de Cuba no ha sido con otro pais, sino una guerra civil y la nueva
república requiere liquidar nuestra guerra civil, y para ello es imprescindible la
reconciliación
Es necesario trabajar para la convergencia solidaria de personas o grupos del mismo espectro
ideológico (social-demócratas, democristianos, liberales, conservadores, etc.) tanto dentro de la
isla como en el exilio para fortalecer nuestras acciones, así como que se desarrollen relaciones
muy estrechas y de amplia cooperación entre las organizaciones opositoras del exilio con sus
semejantes en la isla, porque con ello se hará evidente que nos necesitamos y complementamos
mutuamente, porque adquiriremos más madurez política para desempañarnos en el complicado
futuro político de la isla, y se comprenderá más fácilmente que se requieren ambas partes para
elaborar el futuro de la república.
El paso siguiente sería el lograr integrarnos en coaliciones que sumando nuestra pluralidad
ideológico nos den un mayor valor político para lograr el objetivo del derrocamiento.
Una observación que consideramos útil es que se estudie la forma democrática de evitar la
candidatura de simples caudillos o supuestos hombres providenciales sin ideologías ni
programas y que sólo aspiren al poder por el poder mismo.
Si bien es absurdo que ahora nos aventuremos en concreciones políticas, no es menos cierto que
si hay parámetros que deben ser inviolables en nuestro resultado político, como son:
•
•
•
•
•
•
la democracia política
el Estado de Derecho
la plena vigencia de los derechos humanos
el respeto a las minorías
el reconocimiento de la propiedad privada
la economía de mercado
Cuba: Las dos transiciones
POR ORLANDO GUTIÉRREZ-BORONAT
1. Los partidos políticos no surgen, como muchos erróneamente insisten, de los caprichos
o designios de esta ideología o aquella, sino de las tradiciones históricas de las naciones
a las que pertenecen.
2. Los partidos políticos son fenómenos nacionales. Se conforman, en primer lugar, por
los sistemas de respuesta que generan determinados segmentos de una población ante
los retos históricos que enfrenta la nación.
3. Esta reacción inicial ante un reto histórico determinado, después se traduce o se intenta
traducir en principios universales y esto le da a todo partido moderno su ideología
prioritaria. Sin embargo, es su ideología primaria, su articulación de las respuestas e
iniciativas de la sociedad ante cierta coyuntura histórica, la que le da su permanencia y
vigencia en la sociedad.
4. Los partidos políticos por ende, son entes modernos, apéndices del nacionalismo
surgido en Occidente desde el siglo XVIII, movilizadores de la población en defensa de
propuestas de gobierno para la nación, ente territorial-político de nuestros tiempos que
en contra de todas las expectativas y las predicciones ha sobrevivido todos los
esfuerzos de forjar un nuevo orden mundial que las suprimiera desde los Habsburgos
hasta los soviéticos.
5. ¿Cuáles son las ideologías primarias del nacionalismo cubano? ¿Cuáles son las
corrientes de respuesta histórica, de Cuba como nación, que surgirán como grandes
conglomeraciones políticas en el futuro?
6. Lo que marcado tradicionalmente al nacionalismo cubano ha sido su reacción ante los
Estados Unidos. Ante esto me atrevo a proponer que han habido tres respuestas
prototípicas: una, la negación absoluta de lo norteamericano, la visión de Cuba como
una especie de fortaleza cuyo objetivo es resistir todo lo que sea moderno, anglosajón,
democrático y capitalista. Es esta la propuesta de la colonia, de los voluntarios, y la de
Fidel Castro y su nacionalismo espartano, su nacionalismo de barracas. Creo que esta
vertiente, esta forma de ver a Cuba y los cubanos, sobrevivirá a Castro. Habrá fidelismo
sin Fidel. El poder de esta vertiente reinventada como partido político tendrá que ver
con el modo de transición. Esta vertiente la denominaremos como castrista o neocastrista.
7. La segunda respuesta ha sido la articulación de una identidad genuinamente cubana,
influenciada por lo norteamericano, por el liberalismo, pero a la vez portadora de los
valores esenciales de amistad y solidaridad social de la cultura cubana. Esta vertiente ha
pasado por etapas de tanto acercamiento como enfrentamiento con los Estados Unidos y
creo que se expresa en la continuidad histórica de Martí a los Aútenticos y Ortodoxos, a
los movimientos democráticos, cívicos y nacionalistas de nuestra historia. Hoy en día,
particularmente en la disidencia cubana esta corriente se manifiesta en la revaloración
de la experiencia de las repúblicas democráticas en la historia de Cuba, y
particularmente en el apego a la Constitución de 1940. Esta sería la tendencia centristanacional.
8. La tercera respuesta ha sido la reacción tajante al nacionalismo espartano de Castro y el
cuestionamiento profundo de toda la construcción de la identidad cubana en cuanto a
sus elementos de anti-americanismo y anti-liberalismo y su aparente teleología
martiana. Esta vertiente busca sus raíces en la matriz liberal común del pensamiento
autonomista, anexionista e independentista, y valora como modelo la Constitución de
1901. Llámemosle a esta vertiente la revisionista.
9. ¿Qué vigencia tendrán estas corrientes en el futuro post castrista de Cuba? ¿En qué
partidos políticos se organizarán? Para responder a esto creo que hay que analizar los
siguientes factores: primero, el tipo de transición que se dé; segundo, el tipo de modelo
electoral que se establezca en el país, y tercero el estilo de acción política que impere en
la cultura nacional.
10. Una sucesión o transición-sucesión manejada desde la cúspide actual del castrismo, que
surja después de la muerte de Fidel Castro, que sea el resultado de una serie de
negociaciones primero entre los neo castristas y los Estados Unidos, y, como
consecuencia, con la oposición interna y externa, en la que los cambios políticos y
económicos sean graduales y fragmentarios, en que las transformaciones no sean
globales sino sectoriales y lentas, resultará en que los actuales dirigentes se conviertan
en gerentes, articulen bien una nueva estructura de poder, y creen un nuevo partido que,
vestido de demócrata, encarne la esencia del fidelismo, atrayendo a sus filas a los
socialistas reformistas aislados en la etapa actual por la terquedad de Castro. Este gran
partido será uno de discurso castrista: tercermundista, espartano, un partido de masas
cuyos dirigentes en la práctica serán capitalistas e inversionistas, jugadores de bolsa que
querrán para Cuba una síntesis tropical del PRI mexicano de los 70 y 80 y del actual
modelo chino. Dominarán la burocracia y será imposible gobernar sin ellos. Una
variación cubana del peronismo de último día. Este partido encontrará socios en la
estructura de poder norteamericana que lo avalen porque ofrece estabilidad y
tranquilidad y viene dotado de un discurso lo suficientemente anti-americano como
satisfacer la necesidad de auto-flagelación que tiene gran parte del establishment
político norteamericano.
11. Una transición que también se proyecte desde arriba hacia abajo, pero que sea pactada
como consecuencia de una acertada estrategia de presiones internacionales por parte de
Estados Unidos, Europa y los gobiernos verdaderamente democráticos de la América
Latina, y la que participe la oposición democrática coordinada interna y externamente,
todos como aliados plenos, puede resultar en que sea desmontado parcialmente el
aparato de poder burocrático y por ende el poder de los castristas. Esto sería
particularmente efectivo si se diera antes de la muerte de Fidel Castro y resultara en su
desaparición de la vida pública mientras esté vivo. Yo creo que este escenario
favorecería inicialmente a la tendencia revisionista, porque el rechazo tajante al
castrismo sería expresado en las urnas para todo lo que huela a lo más anti castrista
posible. Las fuerzas revisionistas en realidad constituirían partidos de cuadros, no de
masas, porque ni el tiempo, ni las limitaciones del proceso, ni sus mismos prejuicios
ideológicos le permitirían constituir partidos de una base social más amplia. Les
ocurriría lo que le pasó a muchos demócratas de Europa del Este: tomarían el gobierno
pero no el poder. Frente al asalto constante de masas agitadas por el castrismo, los
demócratas revisionistas caerían bajo sus propias dudas ante la identidad cubana y su
falta de organización social. Bajo este modelo de transición el partido neo-castrista
compartiría el poder inicialmente, se reinventaría, entonces pasaría el poder del
gobierno a la oposición mientras preserva el poder del Estado; y dependiendo de la
calidad de los líderes que surjan en su seno, presentaría un reto formidable a cualquier
gobierno opositor, culpándolo de cuanto mal afecte al país, movilizando a las masas y
eventualmente pactando con los Estados Unidos para generar un gobierno que cumpla
con todas las exigencias de la globalización mientras preserva el lenguaje del
tercermundismo.
12. Un modelo de transición que venga de abajo hacia arriba mediante una lucha cívica no
violenta que vaya desarticulando el poder del castrismo desde abajo, y junto con una
acertada estrategia de presiones internacionales en la que los Estados Unidos, la Unión
Europea y los países verdaderamente democráticos de Europa del Este y América
Latina sean aliados plenos de la oposición democrática debidamente coordinada,
resultaría en el colapso del poder castrista. Esto pudiera ocurrir antes de la muerte de
Castro o sobreponerse al hecho. En este esquema la tendencia centrista-nacional podría
constituirse tanto en gobierno como en poder, porque los acontecimientos precipitarían
que una facción reformista del castrismo se desprenda y pacte con la oposición. La
vertiente centrista-nacional se expresaría en una amplia coalición de partidos cuyos
signos fundamentales serán lo social cristiano, lo social demócrata, el liberalismo y el
nacionalismo democrático. El social cristianismo, los social demócratas y los
nacionalistas democráticos en gran medida adoptarían el modelo económico liberal
mientras que los liberales se beneficiarían de la base social y capacidad de movilización
de las otras tres vertientes para constituir una amplia coalición con un apoyo popular
activista. La estrategia neo castrista sería reinventarse como partido socialista
democrático e intentar poco a poco minar y desarticular la coalición gobernante
mediante una alianza con los sectores más de izquierda y más nacionalistas.
13. Estos escenarios, en cambio, serán afectados, en cuanto a la vigencia de estructuras
partidistas, por el modelo de sistema electoral que se desarrolle. Un modelo puramente
presidencialista, en el que existan dos cámaras tradicionales electos de forma
plurinominal, fortalecería las tendencias autoritarias de la cultura política cubana y
resultaría en un mayor poder para el neo castrismo, convertido en una formidable
maquinaria electoral. Un modelo puramente parlamentario con una o dos cámaras, dada
las realidades de nuestra cultura política, resultaría en gobiernos de muy poca duración
incapaces de gobernar al país. Esto fortalecería a largo plazo al neo castrismo y al
autoritarismo ya que el pueblo reclamaría un regreso a la estabilidad. Un modelo semi
parlamentario, en el que exista un presidente electo directamente, que pueda nombrar a
un primer ministro y que sea avalado en lo legislativo por una sola cámara de
composición mixta, a lo alemán, fortalecería la democracia. ¿Por qué? Porque estos
sistemas tienden a resultar en sistemas partidistas de tres o cuatro partidos, lo cual
corresponde a las vertientes nacionales de nuestra política, tiene suficiente pluralidad
como para ser representativo y a la vez suficiente estabilidad como para poder gobernar.
Le daría firmeza y continuidad a la democracia y fortalecería a corto y largo plazo al
centrismo nacional.
Por último hay que hablar del estilo político que se desarrolle en la Cuba del futuro:
14. Es un país agotado por el discurso político que le tiene un gran rechazo a todo lo que
sea partidos, sindicatos, comités, etc., pero que a la vez sufre de una larga tradición de
dependencia del Estado. Hay poco sentido de ciudadanía y de derechos humanos, poca
conciencia de la capacidad propia para efectuar cambios, hay una frustración
generalizada y un sentimiento de que no se ha vivido plenamente por parte de una
población que rápidamente envejece.
15. Por tanto, lo primero que necesitará un partido político es acceso a los medios de
comunicación. Y más que acceso a los medios de comunicación, que los medios de
comunicación estén en manos de los demócratas y al servicio de la construcción de la
democracia. Que la estrategia de comunicación no esté centrada en un intento de
redención del pasado, sino en una vibrante proyección hacia el futuro.
16. ¿Por qué? Porque la clave del éxito de los partidos democráticos radicará en la
movilización de los jóvenes. Vean los ejemplos de Hungría, República Checa,
Alemania del Este, Serbia, Chile y México. Fueron los jóvenes los que mejor
interpretaron los deseos de la población y los que sirvieron de enlace entre estos deseos
y las aspiraciones de los liderazgos intelectuales y políticos. A la juventud hay que
motivarla con un mensaje de futuro, con alegría, con confianza y fe. No hay que buscar
a todos los jóvenes pero sí a la mayor cantidad de jóvenes idealistas.
17. Para atraerlos está clara la estrategia de comunicaciones. Para mantenerlos dentro de las
filas partidistas hace falta algo mucho más profundo: el ejemplo. Una ética de liderazgo
que ponga la patria por encima de las instituciones, las instituciones por encima de los
intereses personales, y la cultura y el comportamiento democrático por arriba del
caudillismo. Una ética de liderazgo de compromiso, de sustancia, no de protagonismo y
envidia, que tenga como objetivo no adueñarse del poder sino redefinirlo desde la
libertad.
18. Hará falta en el país definir una cultura de servicio. El cubano no quiere partidos y
políticos que luzcan y hablen bien. Quiere políticos y partidos que resuelvan. Y no
cuando sean electos, desde el poder, sino desde el mismo instante de su existencia
política. Los partidos tienen que ir de ser maquinarias electorales a convertirse en
instituciones de voluntariado y servicio público que tengan como prioridad en sus
actividades reconstruir la sociedad, construir la democracia, velar por las necesidades
del barrio y el municipio. El partido que no logre movilizar a los jóvenes para esta labor
social y política no forjará líderes, no tendrá presencia social, y desaparecerá.
19. Bajo ninguno de los escenarios arriba expuestos desaparecerá el fenómeno de la
sociedad civil en Cuba. Ha despertado bajo el castrismo y no se frenará bajo la
democracia, no importa lo imperfecta que esta sea. Los cubanos se agruparán
individual y libremente para defender sus derechos e intereses, realizar sus anhelos,
profundizar en sus afectos y servir a su entorno. Tendrá esta sociedad civil un profundo
recelo ante el poder, velará para que este no se extralimite. Y todo esto es bueno. Los
partidos políticos cubanos tienen que abandonar la tradición leninista de someter a la
sociedad civil para contemplarse como co-protagonistas de la vida pública con la
misma, cada uno en su rol. Tendremos que ir de relaciones de dependencia a relaciones
de solidaridad. Los partidos políticos dotarán, en el mejor de los casos, de rigor a la vida
pública, y la sociedad civil la inyectará de democracia. Los partidos que rijan la
democracia tendrán que ser democráticos internamente, al igual que la sociedad civil.
Todo esto y mucho más es lo que conlleva ir de una definición suprapolítica de la
nación a una fundamentada en la pluralidad natural de la política.
El ICAIC por dentro
El film PM y la censura en Cuba
POR ORLANDO JIMÉNEZ LEAL
A partir de 1959, el ICAIC (Instituto Cubano del Arte y de la Industria Cinematográficas) y
elsuplemento literario del periódico Revolución (Lunes), y su director Guillermo Cabrera
Infante, representaban dos posiciones encontradas en la cultura cubana. En el Instituto de cine
los estalinistas habían logrado apoderarse de los puestos de mando: Alfredo Guevara, Julio
García Espinosa, Santiago Álvarez, ya estaban decididos a convertir ese organismo en un
aparato de propaganda ideológica; mientras que en Lunes, individuos de diversos matices
ideológicos, que comparten aún el entusiasmo por la Revolución, defienden su vertiente más
liberal: especialmente la libertad de expresión artística, ajena a cualquier tipo de censura.
Cuando en marzo del 59 se crea el ICAIC los estalinistas ya me han clasificado entre los
enemigos. Al gravitar, naturalmente, hacia Lunes no hago más que contribuir (sin saberlo) a
acelerar a su desaparición que ya ha sido secretamente decretada por el poder. Todavía creía
entonces, que la revolución se podía cambiar desde adentro, que “la Historia”, como decía
Trosky, “no se podía parar con una pistola”, hasta que me di cuenta que aquello era un proceso
irreversible, que desde el principio existió un proyecto totalitario y dogmático.
Hubo un momento en el año 59 en el que había un diálogo, donde todo el mundo decía lo que
quería, todo el mundo exponía sus ideas; pero, poco a poco ese diálogo gigantesco se convirtió
en un monólogo, hasta que todas las voces se convirtieron en una sola voz, hasta que todo el
mundo empezó a hablar como Fidel Castro, y a actuar como Fidel Castro, y a imitar a Fidel
Castro, al extremo de que hasta el propio Fidel Castro llegó a imitar a Fidel Castro.
Una de esas grotescas imitaciones ocasionó mi primer encontronazo con el poder
revolucionario:
una noche me encontraba en uno de los balcones del Palacio Presidencial filmando un discurso
del presidente Dorticós. Yo estaba exactamente detrás de él y frente a la multitud cuando
descubro que Dorticós, con las manos en la espalda, imitaba los ademanes que hacía Castro
cuando hablaba en público. Inconscientemente comencé a filmar las manos de Dorticós. De
repente, dos guardias me levantaron en peso y me llevaron a un despacho en el primer piso del
Palacio, donde me confiscaron la cámara, velaron en mi presencia la películas y me
mantuvieron detenido hasta que intervino el director del noticiero para el que yo trabajaba.
Nunca más se me permitiría volver al Palacio.
En los primeros meses de 1961 el clima político del país se hace cada vez más tenso. Castro
anuncia que la invasión esta a la vuelta de la esquina. Cuba entra en un permanente estado de
guerra. Todas las estaciones de radio y televisión se ponen en cadena, curiosamente llamada “la
cadena de la libertad”. Cesan todos los programas culturales, sólo transmiten programas
patrióticos y noticieros heroicos. Es en ese momento de alerta general cuando empiezo a
colaborar en el noticiero del canal 2 de televisión, y es ahí cuando su director me pide que salga
a la calle y le traiga un reportaje de como se prepara La Habana para la invasión anunciada.
Al día siguiente le traje un reportaje de cuatro minutos donde establecía un paralelo entre los
milicianos que instalaban los cañones en el Malecón y la gente que se divertía y bailaba en los
bares. Era el carácter del cubano que trataba de reconciliar a toda costa su “responsabilidad
Histórica” con la rumba. Recuerdo que, en respuesta a la consigna oficial de Castro de “Patria o
muerte”, le oí decir a una mulata una noche en un bar mientras se contoneaba: ”¿por qué no
Patria o lesiones leves”?
Para mi sorpresa, al otro día el director del noticiero me dice que no puede transmitir ese corto
porque es conflictivo. El mismo lo censura. En ese momento me sentí contrariado, pero pensé
que se trataba de un estado de emergencia temporal. Lo que no sospechaba es que Cuba iba a
estar en estado de “emergencia temporal” toda la vida. Entonces tomé el reportaje y se lo enseñe
a Sabá Cabrera, el hermano de Cabrera Infante, y le propuse que hiciéramos un corto que no
fuera político, sino simple poema a la noche. Se llamaría Pasado Meridiano o, más
sencillamente, P.M.
Pero no había en ello el menor sentido de provocación, ni pensamos por un momento que
pudiera tener carácter subversivo. Creíamos que toda manifestación artística era por definición
revolucionaria. ¿Cómo, entonces, una peliculita podía provocar a nadie?
Nos influía la escuela del documental ingles (free-cinema) y el cinema verité. Habíamos visto
una película fabulosa de los hermanos Maysles llamada Primary, sobre Kennedy y las
elecciones primarias del Partido Demócrata en EE.UU. Pero sin duda lo que más influyó fue un
documental de Néstor Almendros que se llamaba 58-59. Néstor había regresado a La Habana
después del triunfo de la revolución, y su film, hecho modestamente en Times Square durante la
celebración del fin de año del 58, fue una gran inspiración para nosotros. Yo diría que PM. Se
inspiró en 58-59.
Sabá tomó la idea con entusiasmo y empezamos a filmar. Nos fuimos durante dos o tres fines de
semana con una camarita Bolex de 16mm y unos cuantos rollos de películas que compramos en
bolsa negra (ya que para entonces el ICAIC monopolizaba la importación de película virgen), lo
filmamos todo en dos o tres noches, porque a esos lugares ya habíamos ido muchas veces: los
bares del muelle de luz, de la playa de Marianao, el famoso Chori, donde uno podía
encontrarse, lo mismo a Marlon Brando que a Ava Garner . El sonido lo hicimos con una vieja
grabadora que conectábamos en cada lugar donde llegábamos y usábamos luz ambiente sin
ningún tipo de artificio.
P.M. era un planteamiento de rebeldía, incluso el titulo P.M. diseñado por el pintor Raúl
Martínez, lo insertamos de cabeza, de pie y de lado dentro del academy leader del film como
una especie de ironía en contra del academicismo del ICAIC. En esa época, los realizadores del
ICAIC hacían películas neorrealistas con técnicas de Hollywood porque todavía no se había
inventado la teoría del “cine imperfecto” de García Espinoza. La película se exhibió en el
programa que el suplemento literario_Lunes_tenía en televisión y a nadie se le ocurrió decir que
era contrarrevolucionaria.
El problema empezó realmente cuando decidimos exhibirla en los cines. Hasta ese momento
funcionaba una Comisión Revisora de Películas, creada antes de la revolución, que se ocupaba
de censurar las películas de estreno, sobre todo por razones morales; pero que nunca se había
extendido a los documentales ni a los noticieros. Sin embargo, había una formalidad que era
necesario cumplir. El ICAIC ya había establecido el precedente de que no se podía exhibir nada
sin antes contar con ellos. Fui al Instituto de Cine, llené unas planillas delante de un funcionario
y se las devolví con una copia del film. Me dijo que llamara en una semana. Cuando llamé, el
mismo funcionario me dijo: “ha sucedido una cosa muy grave, le paso a Rodríguez Alemán”.
Alemán, crítico de cine devenido censor, me dijo que la película no sólo estaba prohibida sino
también confiscada y que “se me informaría formalmente de esta decisión tomada por el
gobierno revolucionario. Me quede completamente atónito; pero me repuse y le pregunté: si el
ICAIC era la KGB o la Gestapo y si, en vez de producir películas, se dedicaba a confiscarlas.
Néstor Almendros, que trabajaba conmigo en el mismo canal de TV donde se producía “Lunes”,
no lo podía creer lo que estaba oyendo y me pidió que le pasara el teléfono para hablar con
Rodríguez Alemán, con quien sostiene una discusión bastante fuerte. A partir de entonces, la
tensión que existía entre el ICAIC y el grupo de Lunes se hace más tirante. Todo este grupo nos
respaldó frente a la prohibición oficial, y también la mayoría de los escritores y artistas cubanos
que reaccionaban visceralmente ante lo que percibían como un precedente peligroso contra la
libertad de expresión.
Nosotros hemos presentado la película a la censura el 12 de mayo. Es decir, esto ocurre en el
momento en que Castro se declara oficialmente marxista-leninista y justo después de la
expedición de Bahía de Cochinos. Es decir, los comunistas actúan ya abiertamente como dueños
absolutos del poder (ya se había confiscado los sindicatos, los periódicos, las estaciones de
televisión; ya muchos de los combatientes revolucionarios que habían luchado con Castro para
derrochar a Batista, estaban fusilados, en la cárcel o en el exilio; ya funcionaba con eficacia el
aparato del terror. El sueno había terminado. El totalitarismo ya estaba sobre nosotros).
Tampoco éramos inocentes. Habíamos leído a Milocz y a Köestler, y conocíamos las
atrocidades del socialismo real; no obstante, creíamos que P.M. contaba con el respaldo del
periódico Revolución que, a su vez representaba al Movimiento 26 de Julio, organización no
comunista que todavía entonces era una fuerza de mucho prestigio entre los viejos
revolucionarios. Pero, de pronto, se nos hizo evidente que P.M. no era más que una excusa, y
que luego seguirían medidas aún más drásticas que, en último término, estaban dirigida a
liquidar el semanario Lunes, y el propio periódico Revolución. Después de todo esto no fue más
que una suerte de ensayo para lo que años después sería el escándalo Caso Padilla cuando
arrestaron a Heberto, como resultado de su libro Fuera del juego, le humillaron y le golpearon
con una novela que estaba escribiendo en la cabeza.
Es entonces cuando Carlos Franqui, como director del periódico revolución y Guillermo
Cabrera Infante, director de Lunes, se comunican con Alfredo Guevara; sobre todo para saber el
por que la película se había prohibido. Esta gestión se intenta hacer antes de que el incidente se
haga público y agudice aún mas el conflicto entre ICAIC, es decir, los comunistas, y la gente de
Lunes; pero Alfredo Guevara no hace más que repetir las mismas consignas que antes ha dicho
Rodríguez Alemán, por lo cual supimos que no eran de Rodríguez Alemán esas consignas: que
la película ”ofrecía una versión distorsionada de lo cubano”, que” no representaba en esos
momentos al pueblo de Cuba”. etc. Este clima coincide con un Congreso de Intelectuales,
Escritores y Artistas que iba a celebrarse en Cuba presidido por Nicolás Guillén.
Estamos, pues frente a un estado omnipotente, y los artistas, los pintores, los escritores se
alarman, se sienten seriamente amenazados y en consecuencia, se produce un revuelo muy
grande, una abierta ola de descontento. Los comunistas del ICAIC, con intención de aplacar los
ánimos y, al mismo tiempo, de identificar “al enemigo”, organizan una exhibición publica de
P.M. en la sede de Casa de las Américas, presidida por Nicolás Guillén y Julio García Espinoza.
Al final de la proyección, el film es tímidamente aplaudido, pero luego se van añadiendo
aplausos, hasta que poco a poco se convierte en una ovación cerrada. Hay gritos y el público
pide que se ponga de nuevo. Se exhibe otra vez y, ahora termina con una ovación de pie. Se da
paso a las deliberaciones y, poco a poco, comienzan a surgir las dudad, los miedos que tienen
los escritores que ven en P.M. el ejemplo de lo que podría pasarle a su obra. La reunión se
prolonga por 17 horas, sin que pueda llegarse a ningún acuerdo. Viendo que no conseguían un
consenso, los stalinistas se hacen más agresivos: Mirta Aguirre, crítica de cine del periódico
comunista Hoy, advierte que “así mismo empezó la contrarrevolución en Hungría, por los
intelectuales”, (todo el mundo sabia que hacia referencia clara al grupo Petoffi, que más tarde
inspiraría el levantamiento de Nagy, todo el mundo sabía perfectamente lo que en aquel
momento significaba ser acusado de contrarrevolucionario). En medio de esa discusión, se
oyeron los gritos de Néstor Almendros que arrebató el micrófono y acuso a los censores de
estalinistas, y les advirtió que lo mismo le habían hecho a Eisenstein en la Unión Soviética al
prohibirle Iván el Terrible.
Nosotros optamos por terminar la reunión, y plantear estos problemas en el Congreso de
Escritores y Artistas próximo a celebrarse; pero, al día siguiente, el periódico Hoy, órgano
oficial del partido, publica el decreto oficial de la prohibición de la película, que decía que
nosotros habíamos aprobado por unanimidad la censura de P.M. Ante esta grosera manipulación
le enviamos una carta de protesta a Nicolás Guillén y le pedimos una reunión urgente, y esto da
lugar a que el propio Fidel Castro suspenda el Congreso de Intelectuales y Artistas y nos
convoque a una reunión en la Biblioteca Nacional. Para él esta discusión, (como sospecho que
él secretamente quería) había trascendido los límites de la cultura, ya era un problema de
Estado. Durante tres viernes consecutivos nos reunimos con Castro, el Presidente Dorticós;
Armando Hart, Ministro de Educación; y Carlos Rafael Rodríguez, Secretario General del
Partido. En realidad, aquello no fue más que una santificación de lo que ya había hecho el
ICAIC, y una manera de respaldar todo lo que había pasado anteriormente en Casa de las
Américas.
Fue en esas reuniones en que la política cultural del régimen castrista se define y articula. El
ambiente era de franca intimidación. Allí hubo planeamientos de una valentía tremenda, como
la del teatrista Virgilio Piñera que dirigiéndose a Castro de una manera tajante, pero delicada,
se atrevió a exponer un sentimiento que estaba en el ánimo de todos: “Comandante, yo tengo
miedo, por eso quiero saber si en Cuba hay libertad o no”...pregunta que después pago cara. O la
de Heberto Padilla que, en respuesta a un comentario de Carlos Rafael Rodríguez cuando
aseguraba que T.S. Eliot “jamás se va a publicar en Cuba, porque necesita muchas notas para
entenderlo” le dijo desafiante: ”generoso que es Eliot con usted Carlos Rafael...Eliot es muy
generoso”.
Finalmente, Fidel Castro en su interminable pero famoso discurso “Palabras a los intelectuales”
dijo: “aquí todos han sido muy eruditos y yo he tenido mucha paciencia”. Con la misma, se
compadeció de los realizadores de la película y no sólo ratificó la prohibición de P.M. sino que
sacralizó la censura y la autocensura con una frase:”dentro de la revolución todo, fuera de la
revolución, nada”.
Recuerdo que esa ultima reunión terminó después de medianoche. Eran casi las dos de la
mañana cuando salimos de la Biblioteca Nacional. A esa hora un grupo de los de Lunes nos
fuimos hasta la redacción del suplemento que funcionaba en un amplio salón. Movido por una
inspiración súbita, Cabrera Infante comenzó a quitar fotos, carteles y recortes que decoraban el
tramo de pared contigua a su escritorio. “Esto ya se acabó”, nos dijo convencido. Para muchos
de nosotros comenzaba el duro oficio del exilio.
La literatura en los tiempos finales del comunismo
La soledad de un escritor dentro de Cuba.
(Esta ponencia reúne fragmentos del libro Espacio Vacío, Betania 2003.)
POR DANIEL IGLESIAS KENNEDY.
Un libro puede cambiar la vida de una persona. A mí me ocurrió cuando un compañero de clase
me prestó El guardián entre el centeno de Salinger. Leí la novela y me dije: “Esto mismo es lo
que yo quiero hacer.”
La primera lección fue tan sencilla que no dudé en asimilarla: Para que el acto de escribir una
novela sea entretenido, el autor debería identificarse con su protagonista. Y repito el consejo que
algunos años después me dio el poeta canadiense Irving Layton a quien yo le había preguntado
el secreto del éxito conseguido por un escritor que había sido denostado en su país y reconocido
por otros que no dudaron en nominarlo para el Premio Nobel de Literatura. Layton dijo: “La
mejor escritura es la que ofrece una visión desconcertante desde una posición de fuerza. Aspira
a eso, cuenta las cosas como son y di la verdad.” Pero, ¿qué escritor en Cuba disfrutaba de una
posición de fuerza? ¿Quién se atrevía a desconcertar, a decir la verdad? Yo jamás entendí por
qué mi padre se empeñaba en que yo leyera unos libros que contaban cómo los héroes de
Stalingrado le habían pegado la gran paliza a los nazis. Yo no era Iván Ivánovich, sino Holden
Caulfield.
Cuanto más devoraba las páginas de El guardián entre el centeno, más me convencía de que
Holden y yo estábamos recorriendo caminos paralelos para llegar a ninguna parte. Habíamos
estudiado en colegios aburridos, con compañeros que habían descubierto en la delación los
beneficios de hacer méritos, y con profesores tan escasos de ideas que sus clases producían
hastío. Nuestras primeras indagaciones sexuales habían sido muy poco satisfactorias. A los dos
nos daba pánico enfrentarnos a nuestros padres pues su presencia nos hacía sentir culpables de
delitos que naturalmente no habíamos cometido.
Mi primera novela, Esta tarde se pone el sol, la escribí a los veintidós años. Y contaba la
historia de un muchacho que se sentía ajeno al medio escolar y familiar, marginado por su
conducta individualista y en ocasiones extravagante, harto de convivir con gente que no toleraba
las aficiones de un adolescente. Una sociedad que le había impuesto unas expectativas que él no
estaba por la labor de cumplimentar. Yo aún no podía imaginar que la ingenuidad se pagaba a
un precio tan elevado. Decidí enviar la novela a un concurso, una osadía que me costó la
expulsión de la Universidad y mi inclusión en la lista de autores impublicables en Cuba. Yo
debía ocultar una vocación de hereje para pretender que algunas frases como las que cito a
continuación pasaran con impunidad ante los ojos de la censura:
Me proclamé como un intruso y desvelé mi convencimiento de que el mundo era un invento
absurdo y carecía de sentido, que era un lugar implacablemente hostil.
Mi postura hacia los sentimientos patrióticos, al igual que hacia la fe religiosa, había sido
siempre de respetuosa indiferencia.
Le confesé a mi amiga que la libertad consistía en la capacidad que podía tener una persona de
eludir compromisos.
Yo quería formar parte de esa élite que había sabido captar la falta de sentido de la vida, esa
absurdidad fundamental, pues continuamente me exigían algo de lo que yo siempre había
carecido: espíritu de sacrificio.
La comisión que analizó la novela estuvo presidida por Roberto Fernández Retamar, a quien
nadie le pidió nunca que justificara dónde había hallado la inspiración para escribir aquellos
versos de “Nosotros los sobrevivientes, a quiénes debemos la sobrevida.” Porque el Sargento,
como le llamó Neruda, jamás tuvo necesidad de sobrevivir a nada peligroso. Retamar encontró
en el libro pruebas para acusarme de ser un elemento conflictivo que actuaba en contubernio
con agentes extranjeros. La comisión estaba integrada por el doctor Oscar García, vicerrector de
la Universidad de La Habana y posterior embajador de Cuba en España; Juan José Guevara,
decano de la Facultad de Humanidades, posición que alcanzó debido al único mérito de ser el
hermano de Alfredo Guevara, un amigo de Fidel Castro que promovió el cine revolucionario
cubano, y Nuria Nuiri, una profesora de Literatura que no había leído muchos libros y que llegó
a acusarme de pervertido por haber escrito una novela pornográfica.
Yo estaba convencido de una sola cosa: me había metido en un buen lío. Una semana antes, me
habían llamado para pedirme que me presentara en la Casa de las Américas donde me recibió el
pintor Mariano Rodríguez, quien me informó que existía un “prejurado” que valoraba
políticamente las obras presentadas al Concurso, antes de pasarlas al jurado internacional. Mi
novela había sido descartada. Según Mariano, no era ese tipo de juventud la que la Revolución
deseaba promocionar. Mis personajes no eran representativos. Le pedí al funcionario que me
aclarara qué entendía él por representativo. El hombre no estaba con ánimos de enfrentarse a
una discusión dialéctica con un buscador de problemas. Simplemente dijo que el protagonista de
la novela transmitía un aliento de desencanto, que la historia no era edificante, sino un proceso
de distanciamiento y ruptura de un adolescente antagónico con la realidad revolucionaria de su
país. Gran error de Mariano que no había entendido nada. Claro que no se lo confesé; pero, ¿de
qué iba a desilusionarse alguien que nunca estuvo ilusionado?
La comisión me citó a una reunión que duró más de tres horas, donde Retamar y el doctor
García me presionaron para que yo reconociera frente a una grabadora mis intenciones alevosas,
cuando decidí visitar a un jurado chileno, Ariel Dorfman, a quien yo le había pedido su opinión
acerca del libro y él me había respondido que no lo había leído, que le interesaba muchísimo el
tema, pero que esa novela no había pasado por sus manos. Retamar insistía en que yo confesara
mi propósito de provocar un escándalo que perjudicaría la imagen de las instituciones culturales
de la Revolución. Yo me negué. Tampoco me retracté ni acepté su criterio de que mis
personajes no eran representativos de la juventud cubana. Aseguré que ésos eran los jóvenes que
yo siempre había conocido y que jamás había coincidido con nadie que reuniese las cualidades
del Che Guevara. Por aquella época, como afirmaba el protagonista de mi novela, “yo no
conocía ninguna causa ni proyecto por los cuales yo hubiera querido luchar con nobleza ni vivir
con humildad.” Respondí a sus preguntas, con una mueca de rabia y orgullo que desestabilizó a
la comisión que esperaba una llorosa confesión de culpabilidad y un ruego de indulgencia. El
futuro embajador cubano en España me despidió con una frase lapidaria: “Contigo es imposible
ponerse de acuerdo.”
Fidel Castro había dado la orden de crear un departamento dentro de la Dirección Política del
Ministerio del Interior dedicado exclusivamente a vigilar a los intelectuales. No fue una decisión
disparatada. El Líder cubano sabía que la devoción que él mismo había exigido hacia su persona
había desarrollado el arte de la simulación: un sentido de la defensa para evitar las
provocaciones dirigidas a descubrir los sentimientos verdaderos. Fidel desconfiaba de unos
individuos que él percibía como débiles, escurridizos, indefinibles, aficionados a la duda y a la
especulación, que se movían en un terreno en el cual el Jefe de la Revolución se sentía
incómodo. Fidel no estaba preparado para discurrir hipótesis intangibles ni para vibrar ante una
imagen bella. Lo suyo era la táctica, la inmediatez de una batalla. La disposición para apretar un
gatillo o espetarle al interlocutor su frase predilecta de que esto hay que hacerlo así, a mi
manera; porque si no, te parto el cuello. Nada más alejado del ideal de un artista. Y el menester
de sobrevivir a la asfixia cotidiana los había vuelto cautos e introvertidos. La incertidumbre
permanecía alrededor de unos escritores que manifestaban su compromiso con la Revolución,
pero que escondían otra sensibilidad que la Seguridad cubana deseaba descubrir. Indicios de
interés se detectaban, por ejemplo, en aquellas personas que gustaban de leer las obras de los
autores que habían firmado junto con Sartre la carta de repulsa a Fidel por los métodos
utilizados contra Heberto Padilla. O que defendían la calidad de los escritores disidentes rusos.
El Mando no distinguía entre la mediocridad y el talento. Cualquiera que se adjudicase el
nombre de escritor, era un candidato a recibir “atención” por parte de la Seguridad. Aplicando
la nueva moral que consideraba la delación como un valor en alza en la escala del mérito
revolucionario, se reclutó a un número de informantes entre los escritores y artistas cuya misión
era la de entregar a los oficiales operativos reseñas periódicas acerca de la actitud,
comportamiento, expresiones espontáneas, y otros detalles de la vida privada de sus
compañeros. Cada intelectual cubano tenía un expediente en los archivos del Departamento
donde se almacenaba la información procedente de las universidades donde había estudiado, de
sus centros de trabajo, de los vecinos del barrio, de sus lugares habituales de reunión y
esparcimiento. Fidel Castro había contemplado con irritación cómo los mecanismos de control
que debían funcionar dentro del Consejo Nacional de Cultura habían sido incapaces de paralizar
la difusión del libro Fuera del Juego, escrito por Heberto Padilla y premiado por la UNEAC, y
ordenó a la Seguridad del Estado tomar las riendas. Se trataba de impulsar las obras que se
adecuaran a los postulados ideológicos del régimen y descartar cualquier posibilidad de
promoción de los escritores y artistas que no convenían a los intereses de la Revolución. Se
crearon comisiones de lectura, como la que inspeccionó mi novela Esta tarde se pone el sol. El
propósito era detectar a tiempo las obras que mostraran síntomas de desviacionismo para
impedir que llegaran a manos del jurado internacional. El Departamento investigaba los
antecedentes políticos de los intelectuales propuestos para integrar delegaciones que viajaban al
extranjero y buscar indicios que indujesen a sospechar que el aspirante podría aprovechar el
viaje para desertar y hacer declaraciones en contra de la Revolución. Los escritores y artistas
estaban obligados a mostrar una adhesión incondicional si aspiraban a poner un pie en el avión
y participar de una alegre gira por Méjico o España.
En poco tiempo, y utilizando el sistema infalible de impulsar a los fieles y excluir a los dudosos,
se consolidó una maquinaria de control interno que redujo al mínimo la posibilidad de una
disensión dentro de la línea trazada por el Comandante. Fue entonces cuando al Departamento
se le encomendó una tarea más delicada y profesional: extender sus tentáculos al extranjero.
Como ejemplo del éxito alcanzado por los muchachos del Departamento de Atención a
Intelectuales, contaré una anécdota que servirá de preámbulo a la descripción de una maniobra
que puedo calificar como el logro más ambicioso que se anotó la Seguridad cubana en un
pugilato ideológico que amenaza con extenderse más allá de la duración del régimen. Emplearé
un comentario despreciativo que pronunció un cantante español invitado a participar en el
Festival de la Canción de Varadero.
En 1982, Carlos Cano era un desconocido para la audiencia cubana. Llegó sin bombo ni platillo
a la península y lo alojaron en el hotel Siboney. Su actuación pasó inadvertida. La noche
posterior a su turno en el Festival, Cano se aisló en un discreto rincón del bar. Probablemente
buscaba en el fondo de una botella de Carta Blanca la explicación al desinterés con que el
público lo había recibido y despedido; un público mayoritariamente joven que deseaba que el tal
Cano se largara con sus lamentos aburridos y dejara paso al obeso cantante de un grupo italiano
de rock duro llamado Banco Mutuo Socorro, el más aplaudido por el personal. Yo trabajaba
entonces como Representante de Cubatur en el Siboney, y sentí lástima por un huésped que
había cruzado el Atlántico para recibir un jarro de agua fría. Yo también había tenido un día
complicado y necesitaba desahogo, alguien con quien compartir la hartura de trabajar en una
fábrica de problemas como era Cubatur, y soportar los regaños de unos turistas impertinentes
que, para mi desgracia, tenían razón. Creí que el hombre, hundido en su depresión, estaría
dispuesto a asimilar mi descarga y despotricar de un país que le había dispensado una gélida
acogida. Pero me equivoqué. Cano rebatió cada uno de mis argumentos acerca de la rigidez
religiosa del sistema comunista. Agotado por la impenetrabilidad de un individuo con un oído
inexpugnable, le dije:
-Oye. Y si tanto te gusta esto, ¿por qué no te quedas a vivir aquí?
-¿Qué dices? -se alarmó el cantautor.
-¿Por qué no te cambias por mi? No me importaría morirme de nostalgia, tragando vino y
jamón del bueno en alguna tasca de Salamanca.
Una propuesta a la que Cano respondió con convicción:
-Mis hábitos europeos no me permitirían vivir en Cuba. Pero, para los cubanos, la Revolución
me parece un proceso muy correcto.
Me sentí como un insecto, un ocupante de la escala inferior de la cadena alimenticia. Yo era un
individuo que no tenía derecho a ser libre por carecer de “hábitos europeos”. Me despedí de
Cano y lo dejé reflexionando a solas sobre su fracaso en el Festival de Varadero.
La misión primordial del Departamento era puramente cosmética: lavar la cara del castrismo y
reclutar adeptos entre personajes cercanos a los medios de comunicación, dispuestos a defender
y justificar el disparate cubano. Fidel tuvo el cuidado de seleccionar a sus acólitos entre el
personal más propenso a prestarse para una campaña publicitaria. Gente que coqueteaba con la
frustración y con muchas ganas de hablar, de que les vieran y que contaran con ellos, de que el
público se enterase de que existían. Al tren se encaramaron periodistas a quienes sólo conocían
los lectores de la penúltima página de algún diario de provincia, poetas y cuenta-cuentos a
quienes la Casa de las Américas ofreció la oportunidad de publicarles su primer libro y luego
invitarles como jurados del Premio Casa; pintores de Hispanoamérica que empezaron a exponer
en alguna galería del Vedado; cantautores a quienes Cuba ofrecía sus festivales como trampolín,
porque allá en sus países no recibían ofertas de las empresas discográficas; profesores de algún
colegio en Extremadura que aspiraban a soltar la tiza y meterse en política; actores desocupados
y con deseos de destacar; directores de cine sin posibilidades de hacer nada concreto, y a
quienes la industria del cine cubano brindaba la oportunidad de rodar un documental. El
infortunio profesional era la materia prima favorita, escogida por los oficiales del Departamento
para modelar lo que llamaron “personalidades representativas de la cultura”; unos chicos
preparados para defender las aspiraciones de la clase obrera, sin acordarse de que estos
muchachos jamás habían efectuado un ejercicio fatigoso, como no fuese el intento por levantar
un bocadillo o la bota de vino. La popularidad que algunos de estos personajes disfrutó en su
posterior actividad artística o literaria se lo debe al empujón con que Cuba les ayudó a subir el
peldaño y salir del anonimato. Un favor que sin duda supieron agradecer.
Hubo festivales para invitar a artistas y escritores a que visitaran Cuba. Un funcionario
espabilado como Retamar inventó un espectáculo al que llamó Comisión Permanente de
Intelectuales por la Soberanía de los Pueblos, una actividad auspiciada por la Casa de las
Américas que tenía como propósito obtener el espaldarazo publicitario de los delegados. Fidel
quería recuperar la imagen que su régimen había proyectado a principios de los 60, y aumentar
la nómina de promotores que había disminuido después del encierro a Padilla. Nada mejor que
traerles a Cuba y darles un paseo por el Paraíso. Tan pronto se anunciaba la visita de un invitado
del Gobierno, la movilización era inmediata, ya fuese en la fábrica, la escuela o el hospital
seleccionado para el circuito. Las organizaciones de masas se encargaban de propiciar un
ambiente de calor humano. Un ojo prudente se daría cuenta del esfuerzo que realizaban los
trabajadores, estudiantes o enfermos para participar de la comedia, vigilados de cerca por los
listeros que controlaban la asistencia y por los integrantes de las comisiones de embullo que
armaban la algarabía y animaban a los indiferentes para que exteriorizasen su júbilo. El tour
terminaba con una breve estancia en Varadero, en una de las mansiones situadas en el área
restringida de Protocolo, más una noche de parranda en un cabaret y una suculenta cena de
despedida. El invitado regresaba a su país, intoxicado de propaganda revolucionaria y sin tener
ni puñetera idea de cómo se vivía en Cuba ni de las cosas que ocurrían.
La desinformación que recibían estos escritores y artistas empezaba a dar sus frutos entre una
tropa de panelistas televisivos que habían suprimido de sus juicios las más elementales medidas
de precaución. Un niño observa a un cocodrilo y se asusta. Un intelectual progresista
comprometido con la clase obrera se empeñará en persuadirnos de que el cocodrilo es un animal
doméstico. Los turistas de Fidel no eran amigos de Cuba; eran cómplices. Ignoraban el sentido
común, practicaban el fariseísmo, elaboraban sorprendentes hipótesis sociales para justificar su
postura junto a un régimen dentro del cual a ellos les resultaría imposible sobrevivir. Estos
señores que se disfrazan de obreros para engordar sus cuentas bancarias, y cuya mayor aventura
ha sido la de participar en un combate con una botella de Soberano en una taberna andaluza o
liquidar un chuletón de kilo y medio de peso en un amable txoco del País Vasco, se creen con el
derecho histórico a viajar a Cuba para decirle a un sufrido cubano que trague en seco y aguante,
que el tiempo le dará la razón. Que sus camaradas europeos le envían un abrazo solidario. Pero
que por nada del mundo se le ocurra disentir ni estropearles el sueño, que de eso viven. Es como
pedirle a un muerto que no se atreva a escapar de esa cosa que llaman el Cielo, porque hay
mucha gente que siente la necesidad de seguir creyendo en Dios. El experimento cubano no
requiere de un análisis lógico. Mientras más absurdo sea, más ferviente será la fe que inspira.
Había otra tarea que el Departamento debía cumplir con celeridad: desacreditar y acabar
silenciando a una cofradía de intelectuales cubanos que residían en Europa y que habían
empezado a hacer mucho ruido. Los objetivos ideológicos publicitarios ocuparon la
imaginación de los oficiales de la Seguridad. El equipo había elaborado un plan de choque para
torpedear el trabajo de los editores que estropeaban el maquillaje del castrismo. La publicación
en España de libros escritos por opositores al régimen, encarcelados por sus ideas políticas,
algunos con el sello de la Editorial Playor, colocó al editor y periodista Carlos Alberto
Montaner en el punto de mira. El Departamento había previsto infiltrar a un agente dentro del
círculo de Montaner y empezar a reunir la información necesaria para descalificar al objetivo.
Interesaba descubrir qué organización se las arreglaba para que un libro escrito en el Combinado
del Este acabase encima del escritorio de Montaner. Con qué cómplices contaba dentro de las
prisiones. Qué embajadas, agencias turísticas o de prensa, empresas extranjeras u
organizaciones internacionales con sede en La Habana se prestaban a sacar los manuscritos del
país. Con qué fuentes de financiación contaba el editor para publicar y distribuir cuadernos de
poesía y otras obras con escasa acogida en el mercado e insuficientes beneficios, pero con una
importante repercusión política. ¿Un ejemplo? Los poemarios de Armando Valladares, un
desconocido en el mundo de las letras a quien Montaner publicó un par de libros prescindibles y
sin ningún tipo de interés, movilizaron a un sector de la opinión pública europea que impulsó
una campaña por su liberación. Las editoriales que publicaban los libros de los prisioneros
cubanos fueron descritas como “Centros ideológicos de los servicios especiales del enemigo”.
La Seguridad cubana quería encontrar vínculos entre estas casas editoriales y las centrales de
inteligencia que supuestamente financiaban la publicación de estas obras. De ahí el interés por
infiltrar a un agente que se ganara la confianza de los objetivos y reuniese la información: unos
mamotretos cargados de chismes que el Mando denominaba “Caracterizaciones bio-operativas”;
una relación de los entresijos de la vida privada, haciendo hincapié en los detalles utilizables
dentro de un programa de descrédito personal: vicios, conductas licenciosas y otras
“debilidades”: adulterio, homosexualidad, ludopatía, consumo de drogas o alcohol. O sea, los
trapos sucios. El propósito era utilizar esa información para chantajear y silenciar a los
objetivos, o simplemente divulgarla y ensuciar su imagen de tal manera que sus denuncias
perdiesen credibilidad. En la nómina de la Seguridad cubana había unos cuantos periodistas
españoles y de otros países europeos que no vacilaban en publicar toda la porquería que caía en
sus manos y que les proporcionaban los oficiales de inteligencia.
Nada de esto sería admisible si no se comprende el estado de paranoia en que viven los
dirigentes cubanos. Tachar a un libro de objeto peligroso, crear un departamento con oficiales
entrenados para vigilar exclusivamente a escritores y artistas, reclutar informadores que
descubran los sentimientos ocultos de sus colegas de profesión, invertir cuantiosas sumas en
agasajar a intelectuales extranjeros para luego utilizarlos como caja de resonancia, preparar
agentes para infiltrarlos dentro de los núcleos de creadores que producen sus obras en el exilio,
y el afán de perseguir y neutralizar cualquier conducta que arroje indicios de algo tan temible
para los revolucionarios como es la llamada “penetración ideológica”, no se entiende si se
vislumbra fuera de esta perspectiva: El miedo a las comparaciones. La desconfianza por todo lo
que asoma detrás de las cercas de la comuna, un coto medieval donde la lectura de libros
prohibidos es considerada una actividad subversiva. Y donde las reglas básicas que se aplican a
los seguidores les obligan a renunciar a las ataduras ajenas al culto y aceptar la fe como única
alternativa; reconocer una autoridad indivisible dentro del grupo; promover la cohesión social y
un estado policial que garantice la disciplina; alentar la delación como una práctica digna de la
nueva moral; buscar un emplazamiento aislado del resto del mundo para crear un feudo y evitar
la contaminación de las influencias externas; desarrollar un concepto ideológico que justifique
el compromiso de los discípulos, y finalmente organizar rituales y jubilosas celebraciones que
refuercen el pacto y ofrezcan a los comuneros la oportunidad de demostrar su lealtad y
entusiasmo por pertenecer a los elegidos.
La sanción que yo recibí por escribir una novela que hablaba de la otra juventud, la que el
crítico Carlos Espinosa ha definido en una reseña que escribió recientemente sobre el libro
como “El reverso del hombre nuevo”, fue una anécdota más dentro de una larga lista de
represiones y censura que ha caracterizado a las instituciones culturales de la Revolución
cubana. Desde Heberto Padilla hasta Raúl Rivero, la relación es tan extensa que el silencio de
los partidarios de la Revolución es una conducta inexplicable. En aquel momento, no fue la
actuación de Retamar y su equipo lo que más me mortificó, pues tratándose de funcionarios del
régimen era una conducta predecible; sino la reacción de mis amigos y compañeros en la
Universidad quienes entendieron que prolongar la amistad con un elemento conflictivo era una
relación inconveniente.
La peor de las inconveniencias es la soledad, la indiferencia. Si algún sentido útil pudiera tener
mi asistencia a este Congreso, me gustaría que sirviera para expresar por los pensadores libres
recientemente encarcelados en Cuba, el testimonio de mi afecto personal y mi más profundo
respeto.
Muchas gracias.
La Literatura Cubana en los tiempos difíciles del castrismo
POR FELIPE LÁZARO
.
"Por qué me tengo que morir
no en mi patria
sino en las ruinas de este país
que casi no conozco".
Raúl Rivero: Preguntas.
El triunfo de la Revolución cubana fue secundado por una masiva y espontánea participación
popular, que sirvió como aval a sus máximos dirigentes para realizar las transformaciones
políticas y socio-económicas de la sociedad prerrevolucionaria. Esa politización creciente de la
población creo una temprana división entre defensores y detractores del hecho revolucionario,
que más tarde se convirtió en una nefasta dinámica de bandos beligerantes: los revolucionarios y
los contrarrevolucionarios -o la ambigüedad de ambos términos tras los incesantes cambios
ideológicos- que se reflejó inmediatamente en las letras nacionales, dando inicio a una
vergonzosa etapa de intransigencia político-cultural en nuestra más reciente historia, que es lo
que caracteriza el panorama de la literatura cubana y la relación de los escritores con el poder
establecido desde 1959.
La política cultural del castrismo.
Si bien se escucharon algunas voces de protesta de los sectores más democráticos e imparciales
de la sociedad cubana por los iniciales juicios sumarísimos y fusilamientos, la inmensa mayoría
de nuestros intelectuales apoyó la etapa reformista del primer gobierno revolucionario (19591960) con fervorosa afinidad patriótica, hasta que se produjo el inesperado batacazo totalitario
con la radicalización del proceso a mediados del 60.
La primera medida del viraje ideológico del régimen fue crear un organismo oficial que
contralara todas las actividades culturales, con el Consejo Nacional de Cultura (1961-1963),
presidido por Vicentina Antuña y Edith García Buchaca, estableciendo una intolerancia de corte
estalinista que se desata con la polémica prohibición del documental PM, de Sabá Cabrera
Infante y Orlando Jiménez Leal, por parte del ICAIC. A este incipiente paso de censura
gubernamental, le suceden las reuniones de la Biblioteca Nacional con el discurso de Fidel
Castro Palabras a los Intelectuales, donde se define la nueva política cultural del régimen con su
frase: "Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada". Como consecuencia
inmediata, se crea la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y se clausura
el pluralista suplemento cultural Lunes de Revolución (1959-1961) dirigido por Guillermo
Cabrera Infante.
Desde entonces, nuestra historia ha estado jalonada por una serie de sucesos, a veces más
políticos que culturales, que han marcado el sucesivo distanciamiento entre los intelectuales
cubanos y el régimen castrista, como fueron: la creación de las Unidades Militares de Ayuda a
la Producción (UMAP) en 1964, el cierre de las Ediciones El Puente (1961-1965), el caso
Padilla y la celebración del Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura en 1971, con su
consigna: "El arte es un arma de la Revolución", cuyo resultado se manifestará en el llamado
"quinquenio gris" (Ambrosio Fornet, dixit) que, en realidad, durará hasta finales de la década de
los 80.
Después, desde los años noventa hasta la actualidad, se suceden algunos períodos ambiguos y
hasta sucesos esporádicos que aparentan cierto aperturismo, pero que contrastan con la vigencia
represiva del régimen: el ensañamiento con los firmantes de la "Carta de los Diez", la
encarcelación de las poetas María Elena Cruz Varela y Tania Díaz Castro, hasta los recientes
juicios sumarísimos de 75 pacíficos opositores y la condena a 20 años de prisión del poeta y
periodista Raúl Rivero, sólo por opinar diferente.
Por lo tanto, el régimen castrista ha mantenido un invariable control estatal sobre todas las
manifestaciones culturales del país, desde los iniciales sesenta hasta nuestros días, reprimiendo
toda actitud contestaria y disidente.
La literatura cubana actual se escribe tanto en la Isla como en el exilio.
Como consecuencia de la intransigencia de ambos bandos se desarrolló una dicotomía infernal
desde los primeros años: en Cuba no se publicaba a los intelectuales opositores ni a los exiliados
y en el destierro tampoco se editaba nada de los autores residentes en la Isla. Pero ese binomio
impuesto de las "dos orillas" fue precisamente superado desde la diáspora con la aparición de
antologías líricas que reunían, por primera vez, a poetas que residían tanto en la patria como
fuera. Sin embargo, esta nueva realidad tardó en ser asumida por las autoridades culturales del
régimen hasta finales de los años noventa con la edición de libros de autores transterrados o su
inclusión en revistas como La Gaceta de Cuba, Unión, etc.
Esto nos confirma que después de la Revolución, el hecho más relevante de nuestras letras ha
sido la aparición de una literatura desterrada y aunque pueda argumentarse que ésta se ha
desarrollado como una constante más en la historia cultural de nuestro país, con claros
precedentes desde el siglo XIX, también debe entenderse como el resultado directo de nuestra
dilatada e incesante diáspora (ese éxodo masivo de cubanos de todas las condiciones sociales e
ideológicas en estas últimas cuatro décadas). De esa sangría humana ha surgido una literatura
escrita y publicada en toda la geografía plural del exilio, que junto a la creada en la Isla,
conforman un todo indivisible, que suma más que divide.
En la actualidad, la realidad cultural de nuestro país ha trascendido sus fronteras y se nutre tanto
de las obras creadas en Cuba como por la de los desterrados, formando un anverso y reverso de
una misma cultura nacional. No obstante, el desarrollo y pujanza de las manifestaciones
artísticas del exilio, en casi todos los campos, han colaborado a engrandecer nuestro panorama
intelectual con el surgimiento de nuevos valores, revistas literarias (impresas o digitales) y casas
editoriales.
De la intransigencia estatal a la tolerancia democrática.
Pero es en el respeto a la obra literaria de todo autor cubano donde debe radicar la esperanza de
un futuro mejor para nuestras letras. Nuestra actual postura debe encaminarse a aceptar, como
verdaderos demócratas, la diversidad y diferencias ideológicas que no sólo hoy existen, sino las
que puedan surgir mañana en una Cuba plural. Por eso, opino que no hay que particularizar
las culpas ni acusar a nadie por el sólo hecho de pensar diferente a nosotros, pues para eso ya
están los totalitarios de siempre. Todos somos cubanos, independientemente de nuestra
militancia política o creencias religiosas, y será necesario el esfuerzo de unos y de otros, sean
oficialistas u opositores, para transitar hacia una sociedad más libre y pluralista.
Para quienes de verdad aspiramos a una sociedad tolerante, donde el pleno ejercicio de las
libertades y el pluralismo democrático sustituyan el pensamiento único que enarbola el Estado
cubano y sus instituciones culturales, sólo nos queda un camino que radica en el esfuerzo de
trascender la actual postura de enemigos acérrimos para convertirnos sencillamente en
adversarios políticos capaces de dialogar, respetando siempre las ideas que cada cual profese,
con todo su derecho, y así cooperar con nuestros hermanos de la Isla en la pacífica tarea de
tender puentes hacia un definitivo reencuentro de la familia literaria cubana, sin exclusiones ni
excepciones.
Poscastrismo.
Un somero análisis de estos 45 años de castrismo demuestran su estrepitoso fracaso histórico
por sus altísimos e irreparables costos sociales y por esa gran tragedia humana que se desató en
nuestra Isla, que puede resumirse como la historia de una inmensa frustración no sólo en lo
nacional, sino en lo familiar y en lo personal.
Sin embargo, ni la traumática situación actual ni sus posibles desenlaces nos impiden augurar un
futuro mejor para nuestra patria, aunque para ello tengamos que repensar en los hechos
históricos que hicieron posible el castrismo para que no vuelvan a repetirse. Basta ya de
caudillos iluminados, de padres de la patria y de jefes vitalicios! Basta ya de proyectos
nacionales que no respeten todas las libertades y todos los derechos individuales y sociales del
hombre! Hay que eliminar para siempre esa tríada infernal de la pena de muerte, el exilio y el
presidio político, pero también defenestrar la intransigencia, la intolerancia y todo funesto
partidismo que no admita la total vigencia de los derechos humanos.
Ya es hora de que el ciudadano de a pie recupere su tiempo, secuestrado por el Poder
revolucionario desde 1959, y desde nuestra cotidianidad solidaria todos los cubanos podamos
convivir en un país próspero para que nadie jamás nos vuelva a pedir nuestros días ni siquiera
para consumirlos en el más perfecto de los ideales, como nos indicaba Heberto Padilla en el
extraordinario poema En tiempos difíciles, que sintetiza la trayectoria rocambolesca de nuestro
pueblo desde aquel esperanzador y popular amanecer del primero de enero:
"A aquel hombre le pidieron su tiempo
para que lo juntara al tiempo de la Historia.
Le pidieron las manos,
porque para una época difícil
nada hay mejor que un par de buenas manos.
Le pidieron los ojos
que alguna vez tuvieron lágrimas
para que contemplara el lado claro
(especialmente el lado claro de la vida)
porque para el horror basta un ojo de asombro.
Le pidieron sus labios
resecos y cuarteados para afirmar,
para erigir, con cada afirmación, un sueño
(el-alto-sueño);
le pidieron las piernas,
duras y nudosas,
(sus viejas piernas andariegas)
porque en tiempos difíciles,
algo hay mejor que un par de piernas
para la construcción o la trinchera?
Le pidieron el bosque que lo nutrió de niño,
con su árbol obediente.
Le pidieron el pecho, el corazón, los hombros.
Le dijeron
que eso era estrictamente necesario.
Le explicaron después
que toda esta donación resultaría inútil
sin entregar la lengua,
porque en tiempos difíciles
nada es tan útil para atajar el odio o la mentira.
Y finalmente le rogaron
que, por favor, echase a andar,
porque en tiempos difíciles
esta es, sin duda, la prueba decisiva".
Madrid, 28 de enero, 2004.
La Gran Estafa y las Letras Cubanas
POR JULIO SAN FRANCISCO
Periodista, narrador y poeta cubano
En el Café Comercial de Madrid coincidimos alrededor de una mesa varios amigos y, como es
de suponer cuando se reúnen estos malditos seres que nos dedicamos a sacarle punta a las
palabras, hablamos de periodismo, literatura y otras banalidades. En algún momento surgió una
discusión. Como no tengo nada, me la cogí para mí.
En medio de la apasionada charla literaria –no hay Dios que logre que no lo sean- un escritor,
que, como intelectual y como persona, merece todo mi respeto, mi humilde respeto, se refirió a
“los años que duró el proyecto revolucionario democrático” y “al indiscutible espacio que había
abierto la revolución a los escritores cubanos”. La primera formulación la argumentó con los
ideales de justicia iniciales y la segunda con la creciente posibilidad de lanzamiento del escritor
de nuestra patria al mundo editorial.
Digo explícitamente que se trata de una persona que, en ningún caso, yo consideraría castrista.
Atribuyo sus juicios únicamente a que ha transcurrido mucho tiempo desde que salió de Cuba –
que no es mi caso, sólo unos años aunque no parece que fue ayer- por lo cual vivió la llamada –
así ha quedado- “efervescencia revolucionaria”, la producción en serie de editoriales nacionales
y las ediciones, en mi opinión desproporcionadas, de parte –no de toda- de la mejor literatura
universal, con el siempre Quijote como ejemplo. Algo, por cierto, que por su naturaleza racional
y calculada no tuvo nada de quijotesco.
EL MITO DEL PROYECTO DE JUSTICIA INICIAL DE LA REVOLUCIÓN CUBANA
En primer lugar, ¿hubo proyecto revolucionario democrático cargado de su correspondiente
ideal de justicia? Para que haya revolución social tiene que haber un líder, -y había un líderpara que haya un proyecto tiene que haber un proyectista –y había un proyectista- y para que
haya ideal de justicia tiene que haber un justiciero en el sentido medieval aunque sea. ¡Esto es
justamente lo que faltaba en esta satánica trinidad! Por tanto, nunca hubo proyecto de justicia,
sino proyecto Ego Fidel Castro enmascarado de zorro justiciero dispuesto a encaramarse en el
poder al amparo y con el apoyo de un discursillo lógicamente justiciero para grabar su Z fatal en
todas las fachadas cubanas. Como las dos primeras condiciones se cumplían, muchos nos
confundimos y algunos siguen confundidos. Hubo un estafador “revolucionario”, hubo una
estafa revolucionaria que duró hasta que los estafados nos dimos cuenta –incluidas la gran
burguesía cubana y la administración norteamericana del momento- que no sólo no impedimos
la estafa, sino que, en mayor o menor medida, de una forma o de otra y durante mayor o menor
tiempo, la posibilitamos por omisión o por acto, por quedarnos o por irnos, excepto el honorable
Rafael Díaz – Balard y el grupo que, como él, supo tener ojos y, además, utilizarlos bien, y los
otros que fueron fusilados o encarcelados por oponerse desde la noche del 31 de diciembre del
’58. Sí existieron dentro del movimiento encabezado por el Gran Zorro en Jefe, que después
armaría la zorrera de la Nueva Clase, personas que tenían ideales de justicia –tal vez la mayoría
de los que murieron y unos pocos de los que quedaron vivos.
Pienso en el emblemático Mario Chanes de Armas que cumplió exactamente 30 años de cárcel
y es el hombre que, por razones políticas, más tiempo ha estado tras los barrotes aunque no se
haya hecho por él una campaña internacional como la que tan justamente se hizo por Nelson
Mandela. O pienso en el no menos emblemático comandante Hubert Matos-. Ellos luchaban por
ese proyecto, pero no eran el proyecto. El proyecto de marras se llamaba, y era-es, Proyecto Ego
Fidel Castro. Ellos no se dieron cuenta a tiempo de que les esperaba la Gran Estafa. Se equivocó
George Orwell. No era 1984. Era 1959. Cuba es ese mundo preconcebido, precozmente, por el
Máximo Manipulador en Jefe. Aceptar que hubo una etapa inicial de vocación de justicia es
aceptar que hubo una etapa en la que el Excelentísimo Señor Presidente Guarapo fue honesto,
pero esto es, justamente, lo inaceptable. ¿Puede el Diablo cumplir las aspiraciones de Dios?
Sólo puede usurparlo y usar su tridente haciéndonos creer, mediante su magia roja, que es un
cáliz. ¡Y qué fuerza hipnótica demostró tener esta nueva magia!
Por otra parte, sabemos que en el susodicho proyecto diseñado por Fidel Castro él era el único
que pintaba y tachaba, ponía y quitaba, ordenaba y desordenaba y decidía porque nunca fue ni
será un demócrata.
Los errores de unos políticos, las corrupciones de otros, las desigualdades descuidadas en un
país en franco progreso, la inestabilidad social, la inseguridad ciudadana, el escepticismo y la
decepción populares, tras años de devaneos democráticos, y, finalmente, el golpe militar de un
sargento, le dieron al zorro la cuartada ideal para que se pusiera la máscara y la emprendiera
contra todo a espada sucia.
De ser cierto que las revoluciones sociales significan transformaciones y logros, hoy, 40 y pico
años después, podemos decir que en Cuba hay transformaciones, grandes transformaciones,
radicadísimas transformaciones: un país materialmente, espiritualmente y éticamente destruido.
¿Logros o Escombros? El “gran logro” que haya que pagar tan caro, y en el mejor caso a costa
de no pensar, no entra en otro código que no sea gran propaganda ¡Eso sí es un logro del
Ministerio de la Verdad cubano cuyos gritos sofisticados aún tienen buena resonancia en esta
Europa, o al menos en Madrid, maravillosa! La mal llamada revolución cubana –o muy bien
llamada si éstas se consideran como desastres históricos del siglo pasado que en todos los casos
llevaron a ningún lugar- no ha sido otra cosa que el paso aplastante, sobre un bellísimo edificio
que se conoce como Cuba, de una aplanadora oportunista, demagógica, populista y diabólica
pilotada por un mitómano-megalómano astuto y carismático que siempre sabe a quién eliminar,
para qué “base virarse” y nunca acierta al apostar. De ahí que sea un hombre del poder, no un
hombre de la política, que es el arte de lo persuasivo posible, no de lo impuesto irresistible. ¿O
es que las revoluciones sociales no son más que aplanadoras violentas con estandartes de
justicia y sed de ruinas?
Veamos, auque sea someramente, “lo de las revoluciones sociales” y sus beneficios para el país
que las ha vivido y para el mundo en general. Las revoluciones de la burguesía dejaron aunque
sea al capitalismo, las comunistas no pudieron dejar ni el comunismo. Porque las primeras
respondían a la esencia del movimiento humano, mientras que las segundas lo negaban
rotundamente. Fueron las Revoluciones Contra Natura –así debe llamárseles- y por eso
fracasaron. Tenemos de ellas ejemplos bastante elocuentes e ilustrativos: la rusa, la china, la
cubana. El proletariado y sus supuestos valerosos líderes no han sabido hacer revoluciones
sociales, ni podrán aprender ya porque el tiempo de la violencia ha de haber quedado en el
pasado. De la mexicana de 1910, tan distinta, ni qué se diga. La rusa, 70 años de totalitarismo
internacionalizado. La mexicana, 70 años de corrupción interiorizada. De la tragedia, pasando
por el purgatorio, a los escombros.
Ya deberíamos haber aprendido que esto de las revoluciones, después de la industrial y de la
francesa, solo ha servido para introducir máquinas de vapor, contratos sociales, genomas y bits,
o sea, como instrumentos pacíficos para el desarrollo y el progreso técnico, científico,
económico, cultural.
El camino de la eliminación de la pobreza, la desigualdad, la corrupción y la injusticia pasa
igualmente por la sensibilidad, la inteligencia, el pacifismo, la sensatez y la solidaridad
humanas. O simplemente por pragmatismo porque, tanto a pobres como a ricos, conviene un
mundo en el que podamos disfrutar de producciones insospechadamente exquisitas o porque
pasear por cualquier ciudad suya sea una posibilidad y un placer para que los pobres ricos no
tengan que pasar sus vacaciones rutinariamente en puñadito de Costas Azules o Parajes
Exóticos. ¡Que algún día se aburrirán! En caso de que la Especie Humana esté evolucionando,
como parece, los poderosos en algún divino instante se preocuparán porque haya más igualdad
porque necesitarán menos seguridad, menos coches blindados, menos escoltas, menos cordones
policíacos, Pero, sobre todo, se darán cuenta de que la carrera por tener cada día más no
conduce a la felicidad que es, en definitiva, lo que se busca siempre. De la evolución humana
alcanzada hasta hoy, puede deducirse que es posible llegar, agotada la opción material como
idílica, a la evolución espiritual más avanzada, el destino humano. Es posible, en resumen, una
conjunción racional de valores que se complementen, nos enriquezcan, enriquezcan a todos. De
hecho, como nunca antes, ya hay muchos ricos dedicando su tiempo a crear fundaciones y hacer
labores humanitarias en todas las esferas de la vida. Y no me digan que todos lo hacen por salir
en la pequeña pantalla o en los grandes periódicos. Que hay ricos buenos y canallas pobres. Lo
he comprobado en medio siglo de vida.
Aunque aún persistan manifestaciones residuales de barbarie, no estamos ya en la barbarie. La
lectura que hagamos de la catástrofe de Estados Unidos de América –de todo el mundo, incluso
de la parte musulmán e islámica- no tiene que ser “de aquí al infierno”. La historia tiene una
buena antología de paradojas. Esta podría ser otra de ellas: que un milenio que se inaugure con
un desastre trascurra y termine con la solución a los importantes y gravísimos problemas de
desigualdad de desarrollo de la Humanidad, aunque ese no sea el propósito de los terroristas,
pero la historia también tiene una buena antología de “tiros salidos por la culata” del fusil de sus
protagonistas. ¿Por dónde salió el tiro del fusil de Adolf Hitler, por ejemplo?
Acabamos de iniciar, como decía, otro milenio. Pensemos como El Quijote y actuemos como
Sancho. Eso es lo que no hemos aprendido en nuestra evolución. El tercero –al tercero va la
vencida-, el de un eficaz Derecho Internacional que deberá de caracterizarse, sí, por su vocación
de igualdad, justicia, fraternidad y paz sin controles por camisas de fuerza. El milenio de la
Diplomacia, la Colaboración y la Tolerancia, el milenio de la Política Participativa Planetaria.
En el terreno social, esto es evolución, no revolución, esto es saber bien darle la mano al otro –
aunque no sea un igual en color, sexo, etnia, religión, clase, cultura o civilización, con la única
condición de que sea un animal, un perro, por ejemplo, o una persona, un Pedro Pérez, por
ejemplo-, y no empeñarse, unos y otros, en arrancarle el corazón a otros y unos a golpe de puñal
o disparo de fusil porque el de uno dé 60 latidos por minuto y el del otro 61. Si fue una falsa
alarma anunciar el fin de las clases y las ideologías, -solo han cambiado sus manifestaciones- el
fin de la Historia, como lo sería anunciar el fin de las religiones o de las civilizaciones, sí me
parece absolutamente racional asegurar que el fin que sí ha llegado es el de las revoluciones
sociales, sean obreras, campesinas, anarquistas o comunistas que han pasado, incluida la
revolución cubana o, como debería llamársele, la revolución castrista o la revolución anticubana
o la Demolición Castrista, (¿qué tuvo o tiene de cubano?) al estante de los sacrificios en vano.
En el mundo de hoy hay que apostar a toda costa a la Democracia siempre.
El fin de las revoluciones sociales lo marcaron exactamente la que se ha tenido como la más
paradigmática y su indiscutible líder: la Gran Revolución de Octubre y el Gran Lenin, el
inventor de la uniformidad ideológica. Este señor y su “proyecto mundial de justicia” le hicieron
el mayor favor que se le ha hecho al capitalismo, demostrar la absurdez del partido único y de la
economía estatal y, por tanto, su inviabilidad, y, al mundo, lo obligaron a perder 70 años, casi
un siglo, de perfeccionamiento de los instrumentos pacíficos, civilizados y democráticos de
búsqueda de justicia. El proyecto de la gran bobería que acabó trágicamente con el destino de
tanta gente. (La Historia no perdonará que del coeficiente de inteligencia del Lenin haya salido
la praxis de la eliminación de la diversidad de pensamiento y de la oposición democrática).
Mijail Gorbachov, sin discursos histéricos y sin rostro grave, lo echó a la hoguera en un abrir y
cerrar de ojos y en un tercio del planeta y sin una pistolita ni de agua ni una gota de sangre.
Fíjense si era bueno el comunismo. Y el cubano es “tan de importación” como lo fue el de
Hungría, para los cubanos es “una mercancía tan exótica” como lo fue para los checoslovacos.
Castro solo le ha puesto detrás una foto del héroe nacional cubano del siglo XIX José Martí y,
debajo, una matemática fórmula china: poder político totalitario + economía de mercado
(falseada).
En este punto mi fraternal oponente me refutó “pero ese análisis estás haciéndolo más de
cuarenta años después”. “Pero –le respondí- la Historia no se escribe ni antes de que ocurra, ni
mientras ocurra. La Historia se escribe, y creo que este es el mejor momento, después que
ocurra y esta historia, hermano mío, ya ocurrió. Ya dio sus frutos que resultaron espinas
clavadas, directa o indirectamente, en el corazón de 11 millones de cubanos dentro de Cuba y de
3 millones, entre exiliados y sus descendientes, fuera de Cuba. ¿No crees que ya se acabó el
tiempo de no saberlo?” La perestroica puso el punto final a este mito.
EL MITO DE LA LITERATURA CUBANA FAVORECIDA POR EL MITO ANTERIOR
En segundo lugar, ¿la Gran Estafa abrió un indiscutible espacio a los escritores cubanos? Es
cierto que no existía una editorial nacional llamada letras cubanas, pero mucho más importante
me parece destacar que ya existían las Letras Cubanas –y he invertido el uso de las mayúsculas
interesadamente. Nombres de renombre –desde antes del parto de esa hija editorial mencionada
y malformada- no faltarían para una lista que las represente y dignifique. Cuba tiene tres
Premios Cervantes –creo que es el país hispanoamericano que más tiene- que son Alejo
Carpentier, Dulce María Loynaz y Guillermo Cabrera Infante. Cuba tiene un José Lezama Lima,
un Eliseo Diego, un Virgilio Piñera. Cuba tiene una Carilda Oliver Labra, un Isidoro Núñez
Miró, un Rolando Escardó, Cuba tiene un Heberto Padilla, un Severo Sarduy, un Gastón
Baquero, estos muertos en el exilio. Cuba tiene un José Ángel Buesa, que escribía grandes
“poemitas” de amor, y tuvo que emigrar también a morir en República Dominicana, como un
águila herida. Ninguno es “hijo de la Revolución”. En 1959 ya tenían un prestigio ganado en los
círculos literarios cubanos.
Cuba tiene un Reynaldo Arenas, suicidado en New York y un Alberto Serret, fallecido en Quito
–este último amigo mío desde 1979 que lo conocí en la sureña cubana Isla de Pinos donde yo
era jefe de la página cultural del periódico local y publicaba sus poemas- que podrían haber sido
lanzados por la revolución, pero la revolución les puso como condición aplaudir tres veces antes
de que saliera un libro. Lo que sufrió Reynaldo lo vi en el celuloide de Antes que anochezca, lo
que sufrió Serret lo vi en su propia carne.
Tenemos los casos de cinco escritores: Heberto Padilla, Antón Arrufat, José Yanes, Tania DíazCastro y María Elena Cruz Varela. Estos sí conocieron el espacio que “les abrió la Revolución
Cubana”, el primero, insumiso y exilio, el segundo, domesticado y patria, el tercero, insilio, la
cuarta, insumisa e insilio y la quinta, insumisa y exilio. Todos mutilados.
En estos años de “mecenas Revolución”, otros han salido en Cuba al terreno o al ruedo
literario, con mayor rapidez o tardanza, con menor o mayor éxito –independientemente de la
calidad estética- como siempre ha ocurrido, pero, si no optaron por la literatura intimista o
policíaca o de ciencia ficción, por la que se le pueda pasar por la tangente a la “gran obra
común”, han ofrecido libros castrados como marranos para ceba, en este caso para ceba de la
“gran causa”. Porque la literatura es en Cuba, como la prensa, el cine, el deporte, la salud, la
educación –de estas dos últimas también hay mucho que dar a conocer- y Tropicana un
departamento más de propaganda revolucionaria.
En fin, que el camino del arte es como el del infierno, con la diferencia de que el artista honesto
en el comunismo tiene tres infierno: el del comunismo, el del arte y el de la parte del cielo
dominado por el otro Satán adonde probablemente llegará con el alma muerta mucho antes que
el cuerpo carroñable.
Los poetas Manuel Vázquez Portal y Raúl Rivero que decidieron romper con el castrismo y
rebelar sus letras libres ya sabemos dónde están. Encalabozados.
No hay que lamentar que en 1959 hubiera muchas editoriales, pero pequeñas. Hay que elogiarlo.
No hay que lamentar que un escritor tuviera que costearse la edición de su librito, hay que
elogiarlo. No hay que lamentar que un amigo mecenas tuviera que pagar la edición de un amigo
escritor. Hay que elogiarlo. No hay que lamentar que existieran pequeñas y efímeras –a veces
no tanto- revistas literarias. Hay que elogiarlo. Todo esto era parte de la libertad y de todo esto y
mediante todo esto llegaron al mundo literario los mejores escritores cubanos de entonces. Lo
que sí hay que lamentar es que en Cuba existan varias, muchas, infinidad de editoriales, que
todas sean grandes y que todas pertenezcan al mismo Dueño en Jefe.
Esto, contrariamente a lo que esgrimía mi interlocutor, lo que ha hecho es empobrecer la
literatura cubana que se escribe y se publica acullá, una literatura de personajes
esquemáticamente caracterizados, “la literatura del aplauso”, la políticamente correcta y
estandarizada. Hoy, dentro de Cuba, está, entre esas editoriales, la traída y llevada Letras
Cubanas, con mayúsculas, pero las letras cubanas, con las excepciones que se dan como
constante en toda regla, están en minúscula en el país. O sea, editoriales, editores, escritores y
letras en totalitarismo. Me parece tan obvio que me parecería una ofensa a la inteligencia del
lector informar, explicar, “machacar”, sobre el asunto de quiénes pueden publicar hoy en Cuba
y, a esos elegidos, qué les publican, qué exigen de ellos y cómo los premian. “¿Todavía no te
dice nada –le dije- la frase ‘con la revolución todo, contra la revolución nada’?”.
Hay, entretanto, una Generación Inédita, de entre 45 y 55 años, de la que me vienen a la mente
mis amigos Oscar Kessel (El lunes del arquero); Reynaldo Escobar (La isla de la esperanza);
José Luis García (Asesinos); Ernesto Canteli (La visita del Señor Siamés); Reynaldo Izquierdo
(Palomo romo); y Enrique Patterson (Letras) y Pedro Fowler (La huella del Limo), hoy estos
dos últimos en Estados Unidos, y 9 libros míos. Ninguno (¿quién sabe cuántos más?) hemos
podido publicar nada en Cuba.
He leído todos los libros que he mencionado, incluidos los míos, y me parecen buenos, pero
mientras el Gran Hermano Censor decrete el Bien y decrete el Mal, y el Mal lo haga bien y el
Bien lo haga mal, ninguno aparecerá en tierra cubana porque todos han sido víctimas de las
disecciones del bisturí ideológico oficial. Sus autores no podrán costearse la edición de su librito
en una imprenta pequeña, ni publicar un texto en una revista pequeña, ni pertenecer a un grupo
pequeño no oficial –Orígenes, digamos- ni recibir el favor de un Cayo Cilnio Mecenas,
admirador o amigo. Nadie los –nos- conoce. No hemos podido publicar, luego no hemos podido
existir.
Deseo subrayar que estas generaciones, censuradas e inéditas por razones extraliterarias
(ideológicas) han existido en todos los países comunistas, ¡en todos! y alguno de sus miembros
podía conformarse, y a todo riesgo, con un zamisdat –palabra precisamente de origen ruso que
significa autoedición o autoeditar. Entre esos inéditos me viene a esta página el gran Mijail
Bulgacov, de quien hoy, a 100 años del Nóbel, se dice que no lo obtuvo, a pesar de ser el autor
de un libro como El Maestro y Margarita por no habérsele permitido editarlo en su momento.
Esta realidad editorial ideologizada y represiva –o su causa –ha servido para que no pueda
dibujarse actualmente un mapa de la literatura cubana, para que no pueda inventariarse
actualmente la literatura cubana, (cuando podamos reunir esa biblioteca, será sísmica), para que
sólo le esté permitido sobrevivir fragmentada aquí, allá, acullá, para que, como nunca antes de
la Gran Estafa -y probablemente nunca más después de la Gran Estafa-, nuestra literatura, dada
la existencia de esta diáspora –también la de quienes permanecen en las mazmorras en Cubaenriquecedora y lacerante, ofrezca una visión cosmopolita, imborrable y terrible, hasta en el
erotismo y, finalmente, para que, hasta hoy, 27 de octubre, que sangro estas páginas, hayan
muerto más de 35 poetas cubanos en el exilio. ¡Bendita obra de la Revolución Cubana para la
Literatura Cubana! ¡Dios nos perdone la próxima vez!
Entretanto, yo el censurado –o uno de los tantos censurados-, yo el desterrado –o uno de los
tantos desterrados- por los artífices de la farsa de justicia social en Cuba sigo escribiendo
artículos por la Libertad y poemas por la Literatura o, aunque sea, poemas por mi literatura,
incluso con amor.
La música en los tiempos finales del comunismo
Sones “para turistas”*
POR FLORES CHAVIANO
La música y los músicos cubanos atraviesan hoy una profunda crisis de la que será muy difícil
salir. Ya en los tempranos años sesenta, el Maestro Ernesto Lecuona había tomado el camino
del exilio acosado por los barbudos; su música fue entonces prohibida en su patria. Otros
ilustres artistas siguieron al maestro: los guitarristas Juan Mercadal y Manuel Barrueco, el
compositor Julian Orbón, los pianistas Jorge Bolet, Zenaida Manfugaz e Ivet Hernández, el
bailarín Jorge Esquivel, el escritor Cabrera Infante, o la cantante Celia Cruz, por citar tan solo
algunos ejemplos ilustres. Desde entonces el éxodo masivo de músicos, literatos, teatristas o
bailarines, no ha cesado.
El sistema de enseñanza de la música se encuentra en un momento de verdadera involución en
Cuba; los conservatorios de grado medio y superiores están al borde del colapso por falta de
profesores; los músicos están totalmente desmoralizados, la carencia de profesionales hace que
los centros de enseñanza musical tengan un profesorado mediocre integrado por estudiantes sin
experiencia, sin cuerdas, partituras, discos, o información. Los pocos profesionales con nivel
que quedan en la Isla no tienen interés en estos trabajos por el bajo salario que reciben, todo ello
sin mencionar los terribles problemas de transporte para trasladarse a estos centros.
Los grandes pedagogos de la música que formaron a tantas generaciones de intérpretes ya no
están; nosotros, sus discípulos, tampoco; igual ocurre con los discípulos nuestros. La sangría
no para, y todos hemos seguido un mismo camino como única forma de construirnos un futuro,
de encontrar un espacio de libertad y respeto lejos del ojo del comisario.
En Cuba la música dejó de ser cultura para convertirse en elemento de diversión; se ha
convertido en un componente esencial en el engranaje de la oferta al turista. El gobierno ha
vendido al mundo una isla de jineteras, guarachas, tabaco y ron. La música en sus
manifestaciones más cultas no interesa a nadie. Ahora los sones son, como ha dicho Nicolás
Guillén, “para turistas.”
Después de largos años de preparación y muchas horas de estudio, los músicos no ven una
salida económica decente que compense sus sacrificios y aspiraciones; tocar en una orquesta
sinfónica, algo tan deseado y digno para cualquier intérprete de cualquier país, dejó de ser un
objetivo para nuestros músicos. ¿Qué sentido tiene tocar en una orquesta que ensaya cuatro o
cinco horas diarias por un salario que al cambio suponen diez o doce dólares al mes? ¿Qué
sentido tiene prepararse como solista, para dar conciertos? ¿dónde? ¿cómo se desplazan a las
salas de conciertos? ¿qué supone económicamente?
Dos aspiraciones prioritarias tienen hoy nuestros músicos desde el punto de vista profesional.
Una es conseguir una terraza , cafetería, restaurante u hotel donde tocar tan solo por la propina,
aunque ello suponga que los beneficios obtenidos los tenga que compartir con todos los
trabajadores del lugar, desde el que limpia hasta el administrador. Pero ni se imaginen que esto
es fácil de conseguir; todo está controlado por mafias que, previo pago de impuestos, asignan al
mejor postor el “puesto” de trabajo; los propietarios de estos centros se benefician y explotan de
esta forma a nuestros músicos; ofrecen música a los clientes sin pagar un euro. La otra opción
para nuestro artista es marcharse del país; para ello utilizará los medios que sean necesarios,
como buscar un contrato de trabajo en otro país, conseguir a una persona extranjera con la cual
casarse y poder finalmente comenzar una nueva vida lejos de todo lo que en realidad nunca
quiso dejar. Cabría preguntarse si es posible que alguien pueda entender esto. Al cabo de
cuarenta y cinco años de totalitarismo nos encontramos ante un país completamente arruinado
material y moralmente.
La Isla es visitada por empresarios que van a“contratar”músicos; el Ministerio de Cultura los
vende a precio de oferta de rebaja. En el contrato se incluye un porcentaje o impuesto
revolucionario para el Estado. Una vez en el extranjero, los explotan los hacen tocar mañana
tarde y noche, dormir en los autobuses, mal alimentados, y sufrir otras muchas precariedades .
En estas condiciones el Estado, por medio del impuesto revolucionario, mantiene el vínculo con
los músicos, que, por no perder la posibilidad del regreso, entran en el juego y al mismo tiempo
permanecen con la boca cerrada para no crearse problemas.
Pertenezco a las primeras generaciones de músicos cubanos egresados de la Escuela Nacional
de Arte y de otros centros musicales de la Habana. En sus aulas, nos encontrábamos, en los
años sesenta, jóvenes procedentes de todo el país, cargados de ilusión, y aspiraciones; artistas
plásticos, bailarines gente de teatro, y músicos recibimos una sólida formación artística;
durante estos años fuimos testigos del devenir convulso que vivía el país. Las primeras
deserciones de intelectuales se producían una tras otra; el arte no era precisamente una de las
asignaturas preferida por los comandantes y la espada de Damocles lucía siempre sobre las
cabezas de los pensadores a quienes se miraba siempre con desconfianza. Las palabras dirigidas
a los intelectuales cubanos, “dentro de la revolución todo, contra la revolución nada”, tuvieron
una fuerte resonancia en nuestra escuela de arte, hasta el punto de que varios de los directores de
este centro venían de las filas rebeldes, como fue el caso del expedicionario del Granma y
comandante Mario Hidalgo. Las instrucciones que estos directivos traían eran muy claras:
implantación de un régimen semi-militar, por un lado, y trabajo casi forzado en los campos de
Cuba, por otro. Todo ello tenía el fin de forjar nuestro carácter e ideología en la imagen del
hombre nuevo. No era difícil percibir el desprecio que sentían por aquellos futuros artistas en
los que veían casi un enemigo.
Años más tarde la mayoría de estos artistas, pasaron a engrosar las filas del exilio, algunos con
un exilio “light” con el que mantenían sus vínculos con el régimen; hubo también infiltrados y
mensajeros de lleva y trae que se movían en oscuros pasadizos, no precisamente tocando
corcheas.
Hoy día los músicos en el exilio se cuentan por centenares; han abandonado el país en busca de
mejores condiciones de vida.
Muchos de ellos han alcanzado escalones muy altos en sus especialidades, y han logrado
rehacer su vida profesional.
A los que abandonamos el país, el régimen castrista nos acuñó con el nombre de “traidores” en
el mejor de los casos; también nos llamaron “agentes de la CIA”, “gusanos” y otros adjetivos
por el estilo. Sembraron sistemáticamente el odio entre nuestras familias y amigos, nos
educaron en la mentira con el propósito de convertirnos en sus enemigos, pero ¿se preguntaron
los opresores alguna vez porqué tantos exiliados intentaron alguna vez crear un espacio para
hallar una solución entre todos los cubanos capaz de sacar nuestra nación del oscuro abismo en
que se encuentra desde hace cuarenta y cinco años? Por supuesto que no, pero nosotros no
somos ni traidores ni miembros de la CIA ni nada de eso; somos personas amantes de la
democracia que reclamamos, desde una lucha pacífica, los derechos civiles y las libertades que
han sido pisoteados desde hace décadas por la dictadura castrista y sus acólitos; por ello
apoyamos los planteamientos pacíficos del Proyecto Valera, así como a la disidencia interna
Todavía quedan muchos oportunistas y privilegiados en la Isla que continúan disfrutando de
los mismos favores, no sólo para ellos, también para sus hijos a los que les pagan becas de
estudio en las escuelas exclusivas y caras del capitalismo; todo ello usando el dinero del estado
o moviendo oscuras traquimañas que incluso pueden tener algo que ver con el narcotráfico.
Estos son los señores dirigentes de la cultura, los mismos que intentaron “formarnos” en las
ideas de igualdad del socialismo, los mismos que desde hace cuarenta y cónico años prohíben
nuestra música en la Isla; prohíben incluso que nuestros nombres se mencionen en los
programas de conciertos de nuestros ex-alumnos, los mismos que organizan festivales
internacionales para invitar a sus amigos (que se pasan semanas viviendo en los hoteles) a beber
muchos mojitos , promover sus músicas y garantizar con ello las futuras invitaciones como
pago a estos favores. Son, en resumen, oportunistas que han aprovechado su poder para el
beneficio personal, altos cargos que llevan una vida ostentosa mientras sus compatriotas se
hunden en la peor de las miserias, sin que se les dé una oportunidad. Estos oportunistas y
privilegiados acaban siendo los dueños del destino de muchas personas.
No quiero acabar estas líneas sin antes denunciar el acto más sumiso y cobarde que haya
representado un músico cubano en toda su historia; me refiero a la vergonzosa carta de apoyo al
fusilamiento de tres jóvenes que intentaban abandonar la isla y que fueron ejecutados tras un
juicio sumarísimo. Esta carta también apoyaba el encarcelamiento de setenta y cinco
intelectuales que permanecen en las cárceles por defender pacíficamente la libertad y los
derechos civiles de la nación cubana. Estos individuos son Leo Brouwer, Chucho Valdés,
Silvio Rodríguez, Harold Gramatges, Omara Portuondo y César Portillo de la Luz.
Cuba: una música expoliada
POR WILLIAM NAVARRETE
Escritor e investigador cubano. Fundador de la Asociación por la Tercera República Cubana.
Primera historia
En octubre de 1995, la ciudad francesa de Nantes celebró la sexta edición del festival conocido
como "Les Allumées de Nantes". Durante los cinco festivales precedentes, las autoridades de
esta importante ciudad portuaria del Atlántico francés habían homenajeado a cinco ciudades del
mundo con las que Nantes había mantenido, en tiempos pretéritos, vínculos comerciales vitales
para su propio crecimiento. La edición de 1995 quedaría así consagrada a La Habana, plaza
comercial del Nuevo Mundo con la que la ciudad había mantenido estrechas relaciones
mercantiles durante el vergonzoso tráfico negrero. La celebración, al parecer, no ponía mientes
en esto, como tampoco, como se verá en lo adelante, en el objetivo mismo del encuentro. Era, lo
que los anglosajones excluyen del concepto de lo "políticamente correcto".
De este modo, 300 artistas cubanos (en lo esencial músicos) atravesarían el océano para
desempolvar, más de un siglo después, los lazos comerciales entre ambos puertos. El programa
anunciaba una auténtica constelación de estrellas del patio hasta la fecha nunca vista, en calidad
y calidad, por el público francés. Cien mil entradas había previsto vender el Ayuntamiento y de
éstas, unas diez mil, había sido vendidas ya. La zona portuaria acogía para esta ocasión decenas
de kioscos de comestibles y tenderetes que apaciguarían la sed de exotismo de los nanteños.
Mas, el programa incluía también –y aquí vale destacar que el Ayuntamiento se había
documentado muy bien acerca del pasado común entre Nantes y La Habana, pero había
descuidado informarse sobre la triste realidad contemporánea de la isla–, incluía, repito, un
panel y debate dedicado al espinoso tema de la democracia en Cuba. De más queda aclarar que,
en consecuencia, ninguno de los 300 artistas de la isla fue autorizado a salir del país (en Cuba,
por absurdo que a un hombre del mundo libre le parezca, un ciudadano debe ser autorizado por
los servicios de emigración para salir de su propio país). Las pérdidas acarreadas por tal
decisión fueron considerables para el Ayuntamiento y los comerciantes de Nantes: las entradas
vendidas tuvieron que ser rembolsadas y los comercios de artesanías, comestibles y bebidas no
han podido aún, años después, deshacerse del cúmulo de mercancías adquiridas con motivo de
aquella festividad.
La sexta edición de "Les Allumées de Nantes" (la última además), fue la más deslucida de
todas, a pesar de los intentos por parte de sus organizadores de remendar los estragos causados
por el desgobierno cubano con agrupaciones bastardas de ritmos latinoamericanos contratadas,
con premura, para remediar la ausencia de los cubanos. Pero en francés se dice que le malheur
des uns fait le bonheur des autres (con la desgracia de unos otros construyen su felicidad) y
como triste consuelo, si acaso hubo alguno, de aquel desastre nacería el último mito
prefabricado de la música cubana en el siglo XX: el cantante y compositor Francisco Repilado
(conocido como "Compay Segundo" y prácticamente desconocido entonces), quien se hallaba
trabajando en España, sí pudo acudir a la cita de Nantes. Toda la prensa televisiva e impresa,
que se había movilizado para el magno evento, se vio obligada a focalizar sus reportajes en el
único sobreviviente de la hecatombe. Esa misma semana, el sonero santiaguero, ocupaba, sin
rivalidad alguna, los grandes titulares de cultura de los principales medios de comunicación
franceses. De la censura cubana y del azar nacía una estrella; del mito y de su carrera fulgurante
posterior, se ocuparían la prensa y los productores.
Segunda historia
En junio de 1998, un crucero de la compañía Royal Caribbean, zarpaba del puerto francés del
Havre para surcar el grisáceo Mar del Norte. Su destino: un periplo de diez días a través de los
fiordos noruegos. El personal de navegación, además de francés e inglés, hablaba, en su
mayoría, español. La música que desde el salón de fiestas inundaba los corredores del barco, se
cantaba en la lengua de Cervantes pero se tocaba en cubano. Entre cubanos resulta difícil
comunicarse de otro modo que en cubano, y aquel ejército de camareros, personal de servicio y
músicos no cesaba de comunicar entre sí en un lenguaje gestual y oral que me resultaba
demasiado familiar.
Recuerdo que no habíamos descubierto aún las costas escandinavas cuando temblé ante la idea,
tal vez absurda, de que en lugar de un viaje a través de los célebres fiordos nórdicos, aquel
gigantesco edificio flotante, me llevara, desprevenido, a las más cálidas pero no menos
turbulentas aguas del Caribe cubano, para mostrarnos, en lugar de fiordos, los pintorescos cayos
del archipiélago de Sabana-Camagüey.
Mas no fue este temor ni las fuertes marejadas los que me aguaron aquel viaje, sino el
enterarme, poco después, por mis pesquisas e innata curiosidad, la razón por la cuál aquella
armada de cubanos viajaba hacia tan inusitados parajes. Aquella gente atenta, eficaz y
profesional era lo que en los manuales de marxismo estudiados en Cuba solía llamarse "mano de
obra barata", y había sido contratada por la compañía naviera al Estado cubano por una
bagatela. En el canje, sólo una ínfima parte del precio pagado por la naviera terminaba en los
bolsillos de los explotados empleados cubanos.
Al final del viaje, los turistas declararon haberse sentido muy a gusto: vieron los anhelados
fiordos y se recrearon además, durante las tediosas noches de travesía, bailando al Son de la
Loma (muy descontextualizado, por cierto, en un viaje que suponía más bien algo así como un
acompañamiento musical inspirado de la Polska de los Glaciares). Nadie supo que aquellos
músicos y aquellos empleados cubanos constituían una violación flagrante de las normas de la
Convención Internacional del Trabajo. Por mi parte –yo que sí lo sabía–, intenté obtener de mis
compatriotas, tan o más errantes que yo, la complicidad necesaria para denunciar públicamente
su caso ante las instancias pertinentes. Todos, sin excepción alguna, me suplicaron que "dejara
aquello quieto", que en vez de ayudarlos terminaría por hundirlos (con barco y todo). Aquel
subempleo, aquella humillación a la que entregaban los mejores años de sus vidas y su talento,
constituía la única tabla de salvación para ellos. Desembarcamos en el Havre y tengo entendido
que aún realizan este mismo viaje bajo idénticas condiciones.
Tercera y última historia
El 19 de julio de 2003, una cola gigantesca, la más larga que la ciudad de Miami haya conocido
hasta hoy, se extendía, bajo el tórrido verano floridano, desde la llamada Torre de la Libertad
(en el Biscayne Boulevard) hasta los elevados de la vía rápida I-95, a lo largo de quince
manzanas. Había muerto Celia Cruz, la Guarachera de Cuba, y su cuerpo yaciente, por voluntad
de la artista, había viajado desde Nueva Jersey a la capital del exilio cubano para que, expuesto
en una capilla ardiente, el pueblo de Cuba Libre pudiera rendirle un último tributo. 175 000
personas intentaron desfilar ante el féretro de Celia aquel día, unas 45 000 no pudieron hacerlo.
Un día no había bastado para que el nutrido cortejo de admiradores, cubanos y del mundo
entero, desfilara en su totalidad.
Celia Cruz, casi octuagenaria, era, al final de su vida siempre activa, una artista realizada. Su
carisma e innegable talento la convirtió en el ídolo de varias generaciones de
hispanoamericanos, emigrantes, exilados como ella, o simples ciudadanos. Para los cubanos,
Celia representaba algo más: la fuerza inquebrantable y la dignidad de no haber renunciado
nunca –siendo ella misma la esencia de Cuba–, a su condición de exilada.
En uno de sus últimos trabajos discográficos, el penúltimo exactamente, sabiéndose muy
enferma, Celia quiso dejarnos su testamento musical. En él –"Por si acaso no regreso", es el
título de esta pieza–, nos anuncia, alegre y resignada a la vez, que se está muriendo ya y que su
único pesar es irse de este mundo sin ver a su Cuba liberada. En múltiples entrevistas, Celia
había revelado que su sueño era poder visitar la tumba de su madre en el cementerio habanero
de Colón, madre en cuya muerte no pudo asistir porque el gobierno cubano, ensañado y vil, le
arrebató ese derecho de hija, negándole la visa de entrada al país (aquí también hay que aclarar
que todo cubano, haya o no adquirido otra nacionalidad, debe solicitar una visa de entrada a
Cuba que sólo es acordada a aquéllos que, en el exilio o emigración, según el caso, hayan
mantenido una conducta compatible –ejemplar, diría yo– con los intereses del Estado cubano).
Celia era y es la cubana más conocida de todas los tiempos, también era y es la que más glorias
ha obtenido con respecto a decenas de artistas, cantantes y compositores cubanos muertos en
exilio que, como ella, han muerto sin ver sus sueños del regreso realizarse. La lista de todos es
enorme y me es imposible aquí (es el tema de mi libro de ensayo de reciente edición "Cuba: la
musique en exil"), en este breve espacio, ofrecerles, al menos mencionándoles, el homenaje que
todos merecen.
Coda inacabada
Con estas tres historias –la censura por parte del gobierno cubano actual a los artistas de la isla;
la explotación solapada y sórdida de nuestros músicos por parte de ese mismo gobierno y el
dolor de miles de artistas exilados de morir sin poder recorrer de nuevo las calles de su
infancia– he resumido lo que a mi juicio constituye el triste panorama de la música cubana
actual, su parte humana, la que debería conmovernos y dolernos a todos y la que la mayoría de
los libros salsosos, artículos y reportajes periodísticos, en los que el pueblo cubano es mero
instrumento de diversión, placer y de alegría jacarandosa, ignora o finge ignorar, por
conveniencia propia.
Nuestra música, por muy alegre que parezca, es una de las más tristes del mundo. Lo es –y no
vacilo en afirmarlo–, porque detrás de cada nota tocada, de cada letra entonada, por nuestros
músicos y artistas en general, hay un hondo pesar que anuda sus gargantas, y ese pesar, se llama
libertad.
Madrid, 30 de enero de 2004.
Puentes de música
POR TONY ÉVORA
En Cuba existe actualmente una fuerte contradicción: las tesis de la revolución están agotadas
desde hace rato, pero la música evidencia una pujanza extraordinaria. Sin embargo, es evidente
que la situación es crítica y bastante confusa. Hay intérpretes con capacidad para dirigir y
orquestar que se consideran a sí mismos subutilizados. Por otra parte, la falta de instrumentos de
calidad plantea el exigirle a una agrupación que le “preste” a otra, o el joven músico tiene que
conformarse con “heredar” un trasto inadecuado. A menudo hay discrepancias con el nivel
técnico o con el tipo de disciplina que impone el director de la agrupación, así como múltiples
inconformidades con los funcionarios empresariales por programaciones erradas o por falta de
estas, por errores en la asignación de equipamiento, la casi total ausencia de locales de ensayo, o
las ansiadas facilidades para viajar al extranjero.
Ahora buscan la cadena que se perdió hace más de 40 años: el nexo creación-interpretacióngrabación-difusión. Más tarde o más temprano tendrán que volver a los lazos entre la demanda
de actuaciones combinada con la venta de discos (en cifras reales, no manipuladas) y el éxito
artístico.
Alguno pensará que juzgo demasiado fuerte a una revolución que sin duda puso al país en el
mapa mundial y alcanzó extraordinarias cotas de desarrollo médico y educativo en sus primeros
años. Sin embargo, me adscribo al dictado de José Martí: “No se puede dirigir un pueblo como
se manda un campamento”, y en mi país han dominado desde 1959 los militares.
Por su actitud ante la vida, los músicos, en Cuba como en todas partes, son precisamente la
gente más opuesta a la mentalidad castrense. La música es vuelo y libertad, deleite de la cabeza,
el corazón o las caderas, tres cosas ajenas a esa voluntad empeñada en prohibir y doblegar por la
fuerza.
¿Cómo son realmente los músicos cubanos?
Son gente que se mueve alrededor de varias obsesiones. Una es que suelen hablar de su
profesión y de ligues, y sus razones tendrán para ello. Otra tiene que ver con una costumbre
muy criolla de ponerle motes a la gente; de ahí los curiosos sobrenombres que portan con
orgullo: Changuito, Patato, Chico, Machito, Cachao, El tosco, Guajiro, Papito, El negro,
Guyún, Manteca, Bola, Mongo, Chucho, Pícolo, Rapindey, Greco, Chocolate, Angá, Gallego,
Coqui, Molote, Aguaje, Chino, Bimbi, Maraca, Lilí, Bebo, Chano, Papi, Ambia, Hueso,
Peruchín, Tata y un largo etcétera. Es una forma curiosa de reconocer el talento de cada cual y
de expresar la amistad, pero lo curioso es que, con el tiempo, tengo la impresión de que cada
apodo ha ido adquiriendo el sonido clave del músico correspondiente, como si se le hubiera
pegado a la voz o al instrumento.
Una tercera obsesión del músico cubano le impele a viajar, a conocer mundo. Quizá el hecho de
crecer en una isla le imprima cierta ansiedad a eso de salir del patio y demostrar lo que uno vale,
como lo hicieron los grandes en el pasado. Si aquellos viajaron mayormente por barco, los de
los últimos cuarenta y cinco años quieren elevarse al cielo y cogerle unas vacaciones al
comunismo. Pero sobre todo, regresar a casa con dólares.
La cuarta obsesión entraña el inevitable problema generacional: los músicos afinan o desafinan
tanto por coincidencias como por desavenencias, y aunque coexisten en una misma finca,
ocupan distintas parcelas, cada vez más ricas por la sedimentación.
Como todo cubano, los músicos son supersticiosos y mantienen diversas creencias que llevan
con cierta altanería. De ahí la quinta obsesión. Dicen que no creen en nada, pero en realidad
creen en todo: son católicos, santeros, mayomberos, ñáñigos, espiritistas y algunos hasta
revolucionarios. Todo a la vez. Se trata de una cuestión de ética e identidad colectiva. Y en esto
no hay diferencias entre negros y blancos, ni entre la vieja guardia o los jóvenes formados por la
revolución. Se trata de vestigios de una cultura y estética caribeña de los tiempos de la
plantación: una forma inquietante de ser y estar siempre entre un acá y un allá.
Cuando salen de gira, la mayoría opta por el silencio cuando se les pregunta por la situación del
país. De todo lo demás hablan con fluidez y gran sentido del humor. Ese mutismo tiene una
explicación: cualquier comentario o declaración puede ser utilizado en su contra, convirtiéndose
en verdaderos inconvenientes –como no dejarle volver a salir del país–, al regresar a La Habana.
Como le ha sucedido a bastantes artistas.
Un agente de espectáculos español, muy relacionado desde hace tiempo con los ambientes
cubanos le comentó a un periodista del periódico El País: “El régimen considera que quien sale
al extranjero está expuesto a la contaminación capitalista.”
Suelen viajar acompañados por un “seguroso”, un agente de la Seguridad del Estado disfrazado
de funcionario cultural. La denuncia fue publicada el 26 de agosto de 1995. “Los artistas están
sometidos a control obsesivo y burocracia patológica. Este anacronismo totalitario provoca
rubor y crispación entre los empresarios y representantes artísticos españoles, algunos de los
cuales simpatizan todavía con Castro.”
Y sin embargo, a pesar de los iracundos demagogos a ambos extremos del espectro político, los
músicos siguen montando números originados de un lado u otro del Estrecho de la Florida, lo
que me hace sentirme optimista. Pero cada vez que uno de la isla trata de acercarse de alguna
forma a los de Miami, el régimen los castiga. Lo que me hace recordar aquel apotegma (no
recuerdo de quién): “Cualquier pueblo defiende más su música que sus leyes.”
¿Hacia dónde se dirige la música cubana?
Existen varios indicadores significativos para intentar contestar esta pregunta, aunque mi bola
de cristal sólo refleja confusión y un sálvese-quien-pueda ante la inminente debacle. Aunque el
poder de la música no es de índole política, suele revelar con bastante claridad los altibajos y
contradicciones inherentes al sistema:
Las principales agrupaciones tienen ahora patente de corso para organizar contactos con
empresarios extranjeros y manejar sus propios asuntos. En realidad, son los que ponen la banda
sonora a la película de un país traumatizado.
El boom actual de la música cubana en el extranjero puede resultar contraproducente. ¿Qué
pasará cuando desaparezcan todos los viejitos o las transnacionales se cansen de explotar ese
filón?
En la mayor parte de las agrupaciones musicales prevalece el ruido y una tendencia a
sobrevalorar la técnica y la velocidad, con una preferencia por los tiempos vivos –que son más
fáciles de tocar que los números lentos–, quizá como consecuencia del marcado interés en
satisfacer a los bailadores. Esta locura desaforada por los movimientos pélvicos, ¿representa
acaso una actitud escapista ante un sistema que les niega todo lo demás?
Actualmente existen muchos músicos jóvenes, bien preparados, pero que no tienen
posibilidades de desarrollarse dentro del país. Me atrevo a asegurar que una buena parte de los
mejores talentos viven sumidos en un medio-exilio, esperando a ver qué pasará cuando muera
Castro. Me vuelve a la mente aquella frase tremenda del cantautor Pancho Céspedes: “Me fui de
Cuba porque quería que mi música trascendiera. Allí te dan las armas para que pienses, pero no
salidas.”
La nueva trova, el primer movimiento musical que devino directamente asociado –política y
culturalmente–, con la revolución, está totalmente desarticulada. A partir de 1987 cada cual
empezó a buscar su propio derrotero y aunque hubo intentos de resucitarla, la burocracia de
siempre lo apagó todo. Ahora cada cual resuelve por su lado, llámese como se llame.
Las dinastías musicales han sido, son y serán, sumamente significativas para el país, los Valdés,
los Romeu, los Rubalcaba, los López, los Formell, otra vez los Valdés, los Piloto, los Oviedo,
Alemañy, Calzado y Alfonso, para citar sólo algunos. A no ser que se interrumpa el flujo por
continuas deserciones.
El 8 de enero de 2004, el brillante pianista Gonzalo Rubalcaba, nacido en 1963, actuó solo en la
sala de cámara del Auditorio Nacional de Madrid, como parte del ciclo “Conciertos
extraordinarios”. Su portentosa técnica y expresividad le ganaron inmediatamente el favor del
público. Yo estaba allí. Rubalcaba proviene de una familia de músicos populares, y creció entre
danzones, guarachas, mambos y sones. El abuelo Jacobo fue el autor del danzón antológico El
cadete constitucional y su padre Guillermo fue durante muchos años director y pianista de la
Charanga Típica de Concierto.
Su estilo de jazz afrocubano (lo que otros llaman jazz latino) se podría definir como ecléctico.
Lo mismo si se presenta en solitario, en trío o con un pequeño grupo, sus dedos fluyen entre un
vanguardismo muy personal y una muy criolla y desenfadada manera de incorporar temas de
danzones, de canciones filin e incluso de algunos números de Los Beatles.
En declaraciones a un periodista de El País, publicado el día de su presentación, Gonzalito
Rubalcaba afirmó: “El pianismo cubano está muy determinado por el piano de jazz”. Para
agregar más tarde: “Por un lado está lo que el Gobierno cubano está interesado en promocionar,
por otro, hay diversas corrientes al margen de esos intereses que siempre van a crecer, pese a la
tendencia política de las instituciones. De otro modo, desde 1959, no se habría producido
ningún desarrollo cultural. Considero que los cubanos somos depositarios de una enorme
tradición musical que sobrevivirá, aunque no encaje en la filosofía que los organismos quieren
divulgar.”
Generalmente hablando, la música bailable no funciona con arreglo a las normas internacionales
del marketing musical. En Estados Unidos y los principales países latinoamericanos todavía
domina la estereotipada salsa romántica; en Europa prefieren el son añejo. Pero en la Isla, la
hipersalsa y la timba tienden a lo indómito: sus temas, incluso en disco, son muy largos. El
lenguaje es demasiado cubano y rebosa guiños, citas y putaditas que no se entienden fuera.
Resultado: gran parte de la música actual es difícilmente exportable por su extensa duración, y
por sus ininteligibles localismos (interminables estribillos, referencias a los barrios, uso de jerga
callejera, ideología pragmática cargada de incitaciones el público que corresponde con bailes
altamente lascivos, etc).
El aporte femenino. A pesar de algunas bandas de calidad (Las Canelas, Son Damas, Azúcar,
Almendra o la Anacaona, entre otras), veo a pocas mujeres dedicadas profesionalmente a la
música, aunque se suponía que bajo la revolución se lograría una verdadera apertura para ellas.
Una excepción a otro nivel musical son los casos de la compositora y directora Tania León o la
labor de Zenaida Castro Romeu al frente de la Camerata Romeu, grupo de cuerdas femenino
que ya acumula importantes premios.
Desde hace algún tiempo, grupos de artistas cubanos y españoles –entre los que se hallan Joan
Manuel Serrat, Víctor Manuel o el argentino Fito Páez–, han grabado discos para recabar fondos
a favor de las escuelas de música. En Cuba hace falta de todo: cuerdas, clavijas, arcos, pianos,
boquillas para saxos, partituras, papel pautado, instrumentos de todo tipo...
Según las estadísticas del Instituto Cubano de la Música y el Sindicato de Trabajadores de la
Cultura, en la Isla hay casi 15.000 músicos profesionales. Y todos quieren lo mismo: salir al
extranjero para ganar dólares.
El reencuentro
Cuando termine la larga noche del totalitarismo, la música será con toda seguridad uno de los
puentes más sólidos y gratos para el abrazo definitivo de un mismo pueblo que tiene tanto de
cautivo como de cautivador. Pienso que en ese fontanar de música está una de las claves de la
futura reconciliación, porque está grabada en el alma de todos los cubanos y porque no sigue
banderas ni se adscribe a ningún partido. Aunque hay que advertir que el proceso de transición
no será fácil; no habrá reconciliación si a la intolerancia de un lado responde la excomunión del
otro.
No se trata sólo de un bonito deseo. Tengo confianza en la determinación de la gente joven con
ideas y buenas intenciones a ambos lados de la actual división ideológica para llevar adelante la
futura sociedad civil. Me baso tanto en lo que algunos compositores e instrumentistas están
haciendo actualmente como en lo que piensan y quieren alcanzar. ¿Por qué tengo esa confianza?
Porque al pueblo cubano siempre lo ha salvado su capital afectivo, tanto su espontánea bondad
como su inalienable confianza en las relaciones humanas. Quizá se trate de una manera
preindustrial de sentir, o de haberse detenido en el tiempo en la segunda mitad del siglo XX,
instalado el país en un proceso cuya truncada presencia no ha logrado destruir del todo los
vínculos solidarios.
De ahí que a ambos extremos ideológico-territoriales en que hoy nos encontramos existan
criterios muy firmes de hermandad. Después de todo, lo que moldeó a tantos músicos de la Isla
en estas cuatro décadas y pico no fueron los discursos del líder –a quien la mayoría considera un
loco–, como tampoco han sido los cuentos de papá y mamá para los que crecieron en el exilio.
Fue el hecho, por un lado, de crecer dentro de un país tan violento, curioso y complejo como
Cuba, que induce a reflexionar, a ser sensatos y mantener un sentimiento comunitario como no
se acostumbra en el mundo occidental, y por el otro, el sentirse desarraigados, desterrados de un
estilo de vida que ha obligado a muchos a valorar las cosas de forma distinta.
Es evidente que el “hombre nuevo” que anunciaba Che Guevara se ha retrasado bastante.
Después de cuatro décadas se le vislumbra apenas, tiene hambre, está enajenado, y parece que
viene bailando timba, como la jinetera no es precisamente la “mujer nueva” que soñó el
argentino. ¿Cómo habría reaccionado un resucitado Guevara ante los efectos desmoralizadores
de la dolarización de la economía, la creciente desigualdad social entre los que reciben “fulas”
del exterior y una inmensa población negra sin acceso a dólares, o la frustración de una juventud
sin horizontes, sin olvidar el drama de los profesionales forzados por el coste de la vida y las
contradicciones inherentes al régimen, a abandonar sus carreras para convertirse en camareros o
taxistas, para ganarse algunos dólares? ¿Que teoría trasnochada habría aventurado el
“guerrillero heroico” para explicarse la desesperada prostitución asociada al turismo, los sueños
rotos de campesinos hambrientos, los apagones constantes, la aparición de las drogas o el auge
de la delincuencia?
¿Y los negros?
Hay que decirlo todo. Los blancos siempre han vivido de espaldas a los criollos negros.
Formaron los mayores contingentes rebeldes por la independencia del país en la segunda mitad
del siglo XIX, pero al inaugurarse la República en 1902 fueron totalmente olvidados, como si
no existieran. En la última década, un importante sector de la población –que no recibe dólares
de familiares en el extranjero por razones obvias–, sufre más que otros la crudeza económica del
país. ¿Acaso esta posición de desamparados no constituye otra forma de terrorismo oficial
contra los negros? ¿Se ha preguntado alguien el contrasentido de que una población negra y
mulata que llega al 63 por ciento (con su enorme arco iris de diferentes matices) se haya
convertido en una mayoría invisible? Esta discriminación racial –que por supuesto, también es
de género–, es dolorosamente real y se puede observar hasta en la composición de los cuadros
dirigentes del régimen. Todo el que haya hecho negocios con Cuba sabe que casi todos los
ejecutivos y directores de empresas son blancos, mientras que los barrios marginales son
habitados mayoritariamente por negros y mulatos, que por cierto, también constituyen el 80 por
ciento de los músicos, y por contrapartida, el grueso de la población penal.
Si hay un personaje que hace pensar sobre la realidad de la sociedad cubana actual en
contraposición con el discurso oficial, ese es la mujer negra. El régimen no está interesado en
legislar contra la discriminación de facto, pues su razón de ser está en sobredimensionar la
discriminación –la política y de clase en este caso–, sin eliminar la racial. Nunca una élite en el
poder eliminó de un plumazo y de la manera más sutil la voz de los negros. Comprúebelo: las
sociedades de recreo de descendientes de españoles, hebreos, chinos y árabes no fueron
suprimidas, pero las de los negros sí.
Paralelo al auge de la timba emergió un sector haciendo rap o hip-hop a lo cubano. Grupos de
jóvenes negros, quizá por constituir los más damnificados de la población por las estrecheses
impuestas, comenzaron a manifestarse en parques y esquinas de las barriadas más populosas,
particularmente en La Habana, Villa Clara y Santiago de Cuba. En cuanto a las letras, apréciese
la siguiente:
Revolución,
no me la aprietes más
que yo sigo aquí.
No me la aprietes más,
déjame vivir...
Las críticas son toleradas a regañadientes por el régimen que lo manipula como una válvula de
escape. Otro elemento a tener en cuenta es la intertextualidad de las letras, ya que a menudo
incorporan pasajes textuales y musicales de piezas reconocibles de la música popular.
“El discurso sobre la identidad siempre ha sido un discurso blanco”, afirma el ensayista Enrique
Patterson en un artículo publicado en la revista Encuentro (Nº 2, otoño 1996). “En cuanto al
negro, más que participar del discurso de qué somos, parece no interesarle tanto el problema
ontológico como el jurídico: poner en blanco y negro los derechos y las reglas del juego.”
El futuro inmediato
Creo firmemente en la integración de las razas –sin paternalismos–, y en la libertad como lo
opuesto a la dominación de un grupo social por otro, como sucede actualmente. Creo en la
ausencia de servidumbre, partiendo del principio de que la libertad real no la garantiza tampoco
el todopoderoso mercado, sino la continua acción política velando por el bienestar de los más
débiles a través de las instituciones y normas colectivas. En mi experiencia, es relativamente
fácil ser buenos, lo difícil en el caso cubano es ser justos. Y alguien debe empezar a perdonar y
a olvidar.
A pesar del rencor, del miedo y la apatía que prevalecen en la sociedad actual, cuando
reaparezca el optimismo y no haya miedo de pensar y hablar abiertamente, será necesario hacer
un lugar para los músicos que tuvieron que abandonar el país y labrarse un porvenir en el
extranjero con su talento, aunque pagando un precio muy alto por su libertad, o para los que
nacieron y crecieron en otras tierras y aprendieron a hacer música de calidad. Reencontrarse y
mantener su propia identidad entre el maremágnum de sonidos que hoy pueblan el mundo
occidental será uno de los peligros en que se verán envueltos los artistas durante el proceso de
reconciliación. Habrá que evitar a toda costa la destrucción posterior de la cultura nacional en la
forma de una brutal penetración foránea, impulsando sofisticados géneros musicales, nuevas
ideas, dando oportunidades a los que buscan su propia expresión. Aunque la música popular se
mueve dentro de una cultura de lo efímero, es posible alentar una visión musical de futuro, no
solamente por una cuestión de sensibilidad y cohesión social, sino porque crea economía.
Esa fábrica de sonidos transparentes que es la nación cubana, compuesta de los músicos que se
han visto obligados a sobrevivir dentro del país a pesar de las escaseces de todo tipo, del odio y
la apatía que prevalecen en la sociedad actual, y de los que tuvieron que abandonar el país para
labrarse un porvenir en el extranjero con su talento, esa nación, insisto, tiene apremiantes
problemas económicos y sociales que solventar y tareas profundas por resolver.
Resumiendo
Castro ha intentado castrar a mi pueblo. Obsesivo y testarudo, ha tratado durante más de cuatro
décadas de poner freno al afán luchador, al vigor creativo del criollo. Sin embargo, examinemos
los éxitos de todo tipo que la mayor parte de los exiliados –empresarios, profesionales, músicos,
mujeres y hombres, científicos, trabajadores especializados–, han alcanzado en cualquier ciudad
del planeta. Ahí está la prueba de las pujanza cubana.
La situación actual se asemeja bastante a la de las últimas décadas del siglo XIX, época en que
se fundaron los principales géneros musicales de la Isla. Todavía bajo el poder colonial, aquella
estuvo muy lejos de ser una etapa idílica para la creatividad musical: conspiraciones, guerras,
latigazos, arrestos y exilios se sucedían. La dureza de los capitanes generales y sus secuaces se
cebaba precisamente en las jóvenes generaciones, por lo que aparecieron infinidad de canciones
habaneras y guarachas que reflejaban las quejas sobre fusilados, deportados y presos políticos.
¿Le recuerda algo?
En esa desazón vivía Cuba, mientras sus relaciones comerciales con Estados Unidos absorbían
más del 90% de las ventas de azúcares. Por aquel entonces, 1888 para ser exacto, el asturiano
Antonio de las Barras y Prado, un visitante sin prejuicios, captó magistralmente la fuerte
influencia del vecino poderoso en las cuestiones cubanas:
“Aquí se ha inoculado, más que en ninguna otra parte de la América española, el
go-ahead o espíritu progresivo de los Estados Unidos, con quienes está muy en
contacto por sus relaciones intelectuales y mercantiles. Y como esta nación es sin
disputa la más adelantada del mundo, por esto es por lo que Cuba, cuyas
necesidades han ido creciendo al par que su riqueza fabulosa, se sirve para todas
esas necesidades de los procedimientos más nuevos e ingeniosos, mecánicos e
industriales, y de todos los ramos culturales y científicos.”
Predecir es muy difícil, sobre todo el futuro. Sin embargo, como investigador del fenómeno
musical debo asegurar que la verdadera riqueza de la sonoridad cubana permanecerá siendo un
enigma inaccesible a las palabras. Hay que escucharla en todas sus dimensiones. El país ha
estado exportando música desde hace siglo y medio: la canción habanera fue la primera en hacer
las maletas y todavía sigue viajando. También han viajado muchísimo con sus instrumentos
esos embajadores sin nombramiento ni nómina que durante continuas generaciones salieron a
divulgar y propulsar la música cubana por el mundo, regalando contagiosa alegría. Para los que
se fueron y para los que se quedaron, en cualquier momento de estos últimos 45 años,
confrontando dificultades materiales y espirituales de toda índole, vaya la certidumbre de que,
pese a todo, los cubanos seguirán produciendo y bailando su música mulata, bebiendo de las
fuentes originales que no parecen agotarse jamás. ¡Vivan los puentes!
Actuar y dirigir en los tiempos finales del Comunismo
Una Carrera en el Exilio*
POR EDUARDO PALMER
Para comenzar, ejerciendo el democrático derecho de disentir, quiero dejar sentado, que no
estoy de acuerdo con el título del tema, por varias razones.
La primera es que se refiere a que estamos mundialmente en los tiempos finales del comunismo;
creo firmemente, que este está “vivito y coleando”, no solo en Corea del Norte, Vietnam, China
continental y Cuba, sino que en muchos otros países, el comunismo, como partido político legal,
existe, tiene miembros en el congreso y en otros casos aparece reciclado con otro nombre, pero
su filosofía y objetivos son los mismos siempre.
Si el título solo se refiere a Cuba, también creo que no se ajusta a la realidad. Fidel Castro tiene
77 años, no está afectado de enfermedad “terminal” alguna, su familia es genéticamente
longeva, su padre murió a los 92 años, por todo lo cual, es factible que él dure 8, 10 o quizás
hasta 15 años más, y mientras él viva, no habrá cambios ni aperturas en Cuba. Así que, en este
caso, tampoco es aplicable el término “los tiempos finales del comunismo”.
Nunca he sido actor y salí de Cuba en 1960, por lo cual, no fui parte del ICAIC ni del ICRT, así
que no puedo hablar sobre “actuar y dirigir en los tiempos finales del comunismo en Cuba”.
De lo que sí puedo hablar, es de mi carrera en el exilio, he producido o coproducido 12 películas
de largometraje, más de 500 programas de TV, 200 documentales y he sido productor 16 años
de un noticiario de TV, y cerca de 22 años de un noticiario de cine.
Lo que en este caso puede ser relevante para este simposium o conferencia, creo que es los
documentales que he realizado denunciando al mundo la tiranía castrista. Tocaremos cuáles
fueron estos documentales, de que trataban, su objetivo y su distribución.
Comencemos con el primero hecho en el exilio; fue “Cuba Satélite 13” realizado en 1963. Fue
filmado en 35 mm blanco y negro, tuvo 80´ de duración y se entrenó en 11 cines simultáneos en
la ciudad de Nueva York. Este film tenía secuencias de la invasión de Playa Girón en 1961, el
incendio de la tienda El Encanto, la campaña internacional “Queremos Fusiles” para liberar a
Cuba y muchas otras actividades del exilio. “Satélite 13” se exhibió en muchas ciudades de
Estados unidos, pero no logró colocarse en un solo cine de América Latina. El sentimiento
proCastro impidió que empresario alguno tomara ese riesgo. Es más, 40 años después, afirmo
que aún hoy en día, es dificilísimo cuando no imposible colocar en cine o TV algo contra Castro
en América Latina. El sentimiento antiyankee es casi absoluto en esa área, y Castro es admirado
por esa razón.
A partir de mediados de los años 60, pasé a Santo Domingo donde dirigí una operación de cine
y Televisión por unos 30 años. Desde Dominicana, comencé en 1984 la serie “Planeta 3”, un
programa de 1 hora para TV, sobre temas de actualidad. El primer moderador, fue Jaime Bayly.
“Planeta 3” llegó por 11 años a 16 países de América Latina. De los cerca de 500 programas
hechos, aproximadamente 110 trataron sobre Cuba. Se invitaban a participar como panelistas a
personalidades de toda Latinoamérica. Algunos de los frecuentes participantes han sido Carlos
Alberto Montaner, el Dr. Abel Pacheco, actual presidente de Costa Rica, Armando Calaron Sol,
quien más tarde fue presidente de El Salvador, Carlos Flores, presidente de Honduras, muchos
ministros de Gobierno y líderes políticos latinoamericanos.
Desde 1996 en Miami, produje documentales sobre Cuba, que eran llevados a Ginebra, por
activistas anti-Castristas, durante las sesiones de la comisión de Derechos humanos de las
Naciones Unidas.
El primero de estos, en 1994, dirigidos por Joe Cardona y Alex Antón, producido por mí, fue
“Rompiendo el silencio”, sobre el comienzo en cuba del movimiento por los Derechos
humanos.
En 1995, “La imagen Rota”, que trata de cómo los cineastas y técnicos que fueron del ICAI en
Cuba, se abrieron paso con gran éxito en el exilio.
En el año 1995 produje la obra dramática, “Castro contra Castro” donde un joven Castro se le
aparece al viejo dictador y disiente con él, pidiendo que le de la libertad al pueblo cubano.
1996, el que considero mi mejor documental, “Historia de la Brigada 2506”, de 72´ de duración.
Este documental es de una exactitud histórica total. El ex brigadista y ahora profesor de Miami,
desde Community Collage, participó en la redacción del guión.
1998, “Castro, Cuba y el Narcotráfico” (La Conexión Cubana). Se demuestra aquí, con pruebas
y testimonios irrebatibles, la participación de los hermanos Castro y otros militares cubanos en
el tráfico internacional de drogas, especialmente hacia los Estados Unidos, con el doble
propósito de corromper a la juventud norteamericana y enriquecerse con el dinero de las drogas.
1999 “En un lugar sin alma”, 54´. Trata del presidio político de hombres, mujeres y niños, en las
cárceles de Castro. De este drama mental, hay versiones en 5 idiomas: Español, Inglés, Francés,
Checo y Polaco.
En este mismo año de 1999, produje “La Patria Sí es de todos”, sobre el juicio a los 4 firmantes
del documento “La Patria es de Todos”. No confundir este documental con el de “La Patria es
de Todos” realizado por un cineasta español.
En el 2000, hice uno de los documentales que más impacto ha tenido “Red Alert”, (Alerta Roja)
que trata y demuestra con pruebas, el programa de Castro para la guerra química y biológica.
Aparece entrevistado aquí, el ex Coronel Soviético Ken Alebek, quien fue el 2º jefe de
Biopreparot, el programa Soviético de Guerra Biológica.
También en el 2000, “Pasos a la libertad”, sobre el movimiento de la disidencia en Cuba. Fue
filmado totalmente en Cuba, por los mismos disidentes, unas 50 horas de vídeo, con cámaras
amateur. Ese material me fue entregado por el Directorio Democrático y pudimos editar y
distribuir este documental de 20´.
2002, “Only 90 miles away” (El Terrorista de América) 42´, muestra las conexiones cubanas
con el terrorismo inteligente, desde mediados de los años 60 hasta hoy.
2003 “Paraíso traicionado” trata de las promesas que hizo Castro en 1959 al pueblo cubano y en
su lugar ha convertido a Cuba en una isla Cárcel, destruido totalmente la economía y pisoteado
todos los derechos humanos de los cubanos.
“Más de 40 años de tiranía, es suficiente”, 20´, trata sobre al aumento de la represión en Cuba
en el 2003, con el arresto de 75 disidentes y periodistas, el fusilamiento de tres jóvenes y la
protesta internacional contra la tiranía Castrista.
También en el 2003, “El Silencio ha tenido que ser”, “La Respuesta”, y “El FBI y la Red
Avispa”, una serie de cinco capítulos de media hora cada uno.
Ahora en el 2004, tengo en producción, “Proyecto Memoria”, basado en entrevistas a más de
500 ex presos políticos y comencé esta semana “Por qué No Cuba”, cuyo tema es una sorpresa
que se conocerá, cuando esté terminado. Solo puedo adelantar, que las personas que aparecen en
este documental, son: El Presidente George W. Bush de EE.UU., el Secretario de Relaciones
Exteriores Colin Powell, el Senador Demócrata Bob Graham y los jefes de las tres agencias de
Inteligencia Norteamericanas.
Todos mis documentales se hacen como mínimo en dos versiones, Inglés y Español. De la
versión en Inglés, se hacen copias en VHS y se les hace llegar a los congresistas y senadores
norteamericanos. También a miembros del gabinete y periodistas. La versión en español, a
veces se logra colocar en la TV de algunos países latinoamericanos. Organizaciones del exilio
como “Mar por Cuba”, “plantados”, “Directorio Democrático”, “Consejo para la Liberación de
Cuba” y otras, llevan estos documentales a eventos internacionales y también en viajes de
proselitismo a favor de la causa de una Cuba libre.
Ninguno de mis documentales se ha podido exhibir en España, ni en tiempos de Felipe
González, ni ahora con el Partido Popular. RTV-E en particular, sí transmite documentales
favorables a la dictadura Castrista, como hizo en el aniversario 40 de la revolución Cubana.
Podemos afirmar que el anti-yanquismo de muchos países ha logrado que los mismos cierren
los ojos al via crucis del pueblo cubano que lleva ya 45 años de tiranía.
Lo que se puede y no se puede representar.
Quién actua y quién desaparece?
Vivencias personales
POR MARCOS MIRANDA
Dramaturgo, Director y Productor de TV
El momento que vive nuestro país 45 años después de la mal llamada revolución castrista; es tan
contradictorio, que si sociológicamente analizaramos, la sicología del ciudadano común y hasta
de un gran grupo de dirigentes del gobierno, así como funcionarios vinculados a la economía, la
educación y la política nos sorprenderiamos de los resultados.
Una esquizofrenia generalizada con grandes rasgos de paranoia podría ser quizas la respuesta de
un sicólogo.
“La gente piensa de una manera y actua de otra”; esa es la famosa doble cara del cubano actual,
para poder sobrevivir. Por otro lado, el miedo a la persecución o simplemente imaginar que eres
vigilado, los conduce a la auto censura.
Estos son a grandes rasgos el biotipo del cubano de la isla. Por supuesto está excluída la
disidencia interna que día a día aumenta en el país.
Estos factores son claves a la hora de analizar la Radio y la TV cubana, así como el resto de
otros medios masivos de comunicación.
Por eso mi ponencia en el día de hoy parte de analizar el papel que juega el costumbrismo en
éstos medios como forma de estudiar lo que sucede en la Radio y la TV de nuestro país.
DEFINICION DE COSTUMBRISMO
Tendencia o género literario que se caracteriza por el retrato e interpretación de las
costumbres y tipos de país. La descripción que resulta es conocida como “cuadro de
costumbres” si retrata una escena típica, o artículo de costumbres” si describe con tono
humorístico y satírico, cuando recrea algún aspecto de la vida.
Nuestra vida cotidiana está llena de este género, que tiene su origen en la picaresca española del
siglo XVII. No me voy a remontar tan lejos, ni siquiera a la República…Voy a ir directo al tema
de ésta mesa, con ejemplos actuales que corren a “sotto vocce” por las oficinas del Partido
Provincial, los estudios de Radio Progreso, por la Textilera Ariguanabo, por el Pre-Universitario
Vladimir Ilich Lenin, o simplemente por cualquier calle de La Habana, pueblo o capital de
provincia.
¿Por qué dicen que Castro es más efectivo que el viagra?
-Porque tiene parado completamente al país.
En qué se parece Castro y un televisor chino?
-En que en menos de 6 meses perdió la imagen!
Si analizamos éstos chistes que forman parte del acerbo costumbrista y de la sátira política del
cubano hoy día en la isla; y que si bien, se dicen en voz baja, con recelo y con cierto sentido de
rebeldía, nos dan la medida de lo que carece un pueblo que gustó ver representada en escena, en
la prensa escrita, radiada y en programas de televisión, su problemática.
a) Lo que no se puede representar.
Estos ejemplos ejemplifican lo que no se puede representar en Cuba.
Tampoco pueden representarse programas del corte de “Chicharito y Sopeira” o de “La
tremenda corte” (han intentado hacer una versión en la TV pero sin éxito alguno) por eso las
versiones actualizadas han fracasado porque ambos programas triunfaron porque acentuaban la
sátira social y el acontecer político temas vetados por el régimen comunista.
Lo mismo ocurre con los espacios cómicos en la televisión. Hoy día es imposible hacer comedia
ni en la Radio ni en la T V Cubana. Los programas “Casos y cosas de Casa” y “Detrás de la
Fachada” pasaron a “peor vida” por el mismo motivo.
El régimen utiliza como bandera el decadente y defasado show radial “Alegrías de sobre mesa”
que escribe Alberto Luberta donde ni por asomo al autor se le ocurre plantear una situación de
crítica y mucho menos de sátira política; aunque en una entrevista refiriéndose al programa de
la Cuba Republicana “CHICHARITO Y SOPEIRA” apuntó:
“Era un programa diario de actualidad, se hacía por la mañana y salía al aire a la una de la tarde.
Garrido y Piñeiro representaban al negrito y el gallego. Recuerdo momentos candentes de la
pelota en que había gran rivalidad entre los equipos de La Habana y Almendares, y se armaban
tremendas broncas entre el gallego que le iba a La Habana y el negrito que era almendarista.
Tocaban también problemas de política. Eran amigos de los alcaldes y los relajeaban. A Justo
Luis del Pozo le decían horrores porque era un alcalde muy feo. Dicen que él se reía de eso”
Luberta sabe perfectamente que en su programa no puede hacer sátira política y mucho menos
recrear una situación relajeando al “Maximo Lider, a su hermano o simplemente a un miembro
del Buró Político, como hacían Chicharito y Sopeira, so pena de ser “entrevistado” por “sus
compañeros del G-2 y pasar unas “vacaciones” en El Combinado del Este si es que tiene suerte.
Para los cubanos menos jovenes el estriblillo “Mejor que me calle,que no diga nada, que no
“chicuchee” de lo que yo sé”, dicho con la gracia y la picardía inigualable de Rita Montaner
“La Unica”, es sinónimo de crítica, sátira y denuncia política y social. Un espacio como ese no
existe ni puede existir en la Cuba comunista.
Por qué?
Porque el costumbrismo y la sátira política están vetados del teatro y de los medios masivos de
comunicación.
Y es que costumbrismo es un movimiento que “contamina” las artes en general y las enriquece
con la frescura de cada zona o región elevando a niveles artísticos la sencillez y el quehacer
diario ofreciendo un extraordinario margen para el humor negro, la crítica y la sátira política.
Elementos inadmisibles en un régimen totalitario. Tampoco pueden representarse pasajes de
nuestra historia si no son concebidos de acuerdo a los parámetros establecidos y a los
lineamíentos de la “nueva” concepción que de la misma ha elaborado el régimen partir del 1ro.
de enero de 1959. Fecha en que se transformó la “historia de Cuba” desde los siboneyes y
guanatajabeyes hasta nuestros días, según los intereses de latiranía.
Qué se puede representar?
1.- Obviamente “Alegrías de sobremesa” que no aborda la crítica, la sátira ni el costumbrismo,
porque su militante autor conoce perfectamente las reglas del juego y sabe que con “esos
géneros” no se juega.
Qué otras cosas se pueden representar?
2.- Piezas de la literatura universal adaptadas y tamizadas al color del régimen, siempre
haciendo énfasis en la crítica al sistema democrático y al capitalismo.
3.- Obras que alaben, exacerben y glorifiquen al sistema Comunista
4.- Pasajes y personajes adulterados, remodelados y pre-fabricados de la Historia de Cuba que al
régimen le conviene destacar.
5.- Seriales que magnifican a super-héroes comunistas, servidores en primera instancia de la
Seguridad del Estado, y en segunda a las Fuerzas Armadas.
b) Quién actua y quién desaparece?
Actuan los que se quedan. Los que de una manera u otra son manipulados por el sistema. Son
muchos los motivos que tienen algunos artistas para permanecer en Cuba, aún en contra de su
voluntad, conozco casos patéticos con situaciones familiares terribles. Los elementos de la
Seguridad del Estado que “atienden” al ICRT, al ICAIC, al Ministerio de Cultura así como a los
Grupos Teatrales conocen éstos casos, y en consecuencia actuan y ponen en marcha el chantaje
afectivo que es una de sus grandes manipulaciones.
c) Algunos apuntes de mi historia personal
Recuerdo en Madrid en el año 1987, una llamada telefónica al Estudio de Grabaciones que en
aquel entonces teníamos mi esposa y yo en la Plaza de San Miguel, de un “compañero” que me
traía dos cartas de mi hermano Carlos de Cuba. El “compañerito” me citó en un bar al final de
Arco de Cuchilleros, (la famosa calle de los mesones) y allí entre frases amables, y afectuosas
me hizo saber: “lo bien que le iba a mi hija Mónica, en aquel entonces con 7 años de edad en el
Colegio María Inmaculada, lo gracioso de su acento castizo con c y z (lo cual indicaba que
habían hablado con la niña), lo importante que era para mí llevar para España a mi anciana
madre, lo bien que me iba con mi negocio etc.etc. Todo un chantaje envuelto en el tono paternal
en que la revolución, que te “da” todo, además, le perdona “la vida” a la oveja descarriada.
La reunión terminó con una tarjeta donde de su puño y letra el sujeto anotó su nombre y
teléfonos para “servirme en lo que yo necesitara para traer de Cuba a Madrid a mi madre” Por
supuesto me entregó las dos cartas firmadas por mi hermano y después de un estrechón de
manos que “sellaba el encuentro y la aceptación de ayuda por parte de la Embajada” me dijo:
“Contigo se ha cometido un gran error, por eso estamos haciendo ésto que se llama: “operación
reconciliación” ya hemos hablado con muchos compañeros que se han sumado nuevamente al
carro de la revolución”.
Por supuesto todo aquel plan se llevaría a cabo si yo a cambio dejaba de escribir para Radio
Martí el programa de sátira política “Qué pasa en casa?” que se transmitió con gran éxito para
Cuba durante once años.
Después que salí de aquel bar me enteré por un empleado que me acompañó y se quedo afuera,
que el despliegue de “cubanos segurosos” habia sido impresionante. Todos enfundados en sus
característicos “safaris”, espejuelos Ray Van y plumas con casquillos dorados en los bolsillos,
amén de los “walkitalkis” ya que en aquella época los celulares eran muy caros y el “barbudo no
los autorizaba” a ese nivel.
Recuerdo que desorientados, pero con la convicción de no hacerles el juego; mi esposa y yo,
hablamos con Carlos Alberto Montaner que nos recomendó hacer la formal denuncia ante las
autoridades españolas, por chantaje y amenaza de secuestro etc.etc. Así lo hice y para sorpresa
mía en la sede del Ministerio del Interior en aquella época situado en Puerta del Sol, me
mostraron cuatro enormes albumes de fotos de agentes cubanos que operaban en ésta ciudad. En
uno de ellos estaba el sujeto que me entrevistó y que resultó ser el Primer Secretario de la
Embajada Cubana en España.
Posteriormente supe por las autoridades españolas que una de las cartas supuestamente escrita
por mi hermano era una misiva “apócrifa” hecha por un experto dactilógrafo que había escrito
lo que a ellos les convenía que mi hermano me dijera.
Poco tiempo después me enteré que mi entrevistador había sido expulsado de España. A partir
de aquel hecho mi familia y yo tuvimos protección por parte del CESID.
De Cuba desaparecemos todos los que disentimos del régimen. Se nos borra de la historia, de
los créditos de programas, de libros de textos, de películas de fotos. No existimos. En cambio
nos convierten en mitos y en leyendas para las nuevas generaciones. Ejemplo de eso son: Celia
Cruz, Emilio y Gloria Estefan, Willy Chirino, Cristina Sarralegui, Albita, Mirtha Medina, Andy
García, Paquito D’Rivera, Cabrera Infante, Carlos Alberto Montaner, Zoe Valdés, Rosario
Suárez, Meme Solís, Malena Burque, Arturo Sandoval y muchísimos más.
Recuerdo que en cierta ocasión me avisaron que llegaba una actriz y su esposo a Madrid y no
tenían familia ni nadie que los recogiera y orientara y allá fuimos Norma mi esposa y yo. Para
sorpresa mía, antes del saludo ella me abrazó con lágrimas en los ojos y me dijo emocionada:
“Cuánto me alegro que hayas triunfado con tú estudio de radio” Y muy sobreactuada agregó:
“Porque…Marcos ya tú eres un triunfador” Ella no conocía mi estudio, ni lo que hacía, ni lo
que ganaba…sabía la “leyenda” idealizada de lo que en Cuba, se decía de mi persona y de mi
negocio. Poco después subió los cinco pesos sin elevador de mi “triunfante” estudio y trabajó
en los programas que allí se producían y conoció entonces la verdadera historia.
Otro tema que da pie a otro acápite, es el acoso, chantaje y persecución económíca que sufren
los artistas que salen de Cuba bajo contrato so pena de cancelaciones y hasta de reclusión una
vez en tierra cubana, si mantienen relaciones con determinados disidentes en el exilio.
Como apunté anteriormente son muchas las razones por las cuales actores, cantantes, bailarines
etc. etc. enmudecen ante los desmanes y atropellos que comete el sistema dentro y fuera de
Cuba.
Común denominador: el miedo!
No es fácil sentarse en un cubículo cerrado con el “bombillito verde” encendido en señal que se
está grabando, frente a un “jenizaro” del G-2 (en mi caso un mocoso de 22 o 23 años)
acusándome de ser el cabecilla principal para sacar artistas de Cuba. Esto fue a raíz que Paquito
D’Rivera (gran amigo mio y de mi esposa) se quedara en España.
Tal acusación no tenía sentido y por supuesto era incierta. El interrogatorio fue algo kafquiano.
Después de dos horas, la conclusión final del energúmeno fue que yo me iba del país por un
“pitusa” (nombre que en Cuba se le da los pantalones de mezclilla, “jeans”)
Fui expulsado de mi trabajo como productor, director, escritor y actor de radio y TV después de
25 años de labor.
A partir de ese momento gracias a la solidaridad de un amigo y compañero de trabajo, me hice
artesano en pieles y comencé a fabricar carteras de señora y zapatos de mujer y de hombre.
Cuando más animado estaba y mejor me iba el “negocio” (recuérdese el movimiento que se creó
en la Catedral de La Habana donde los artesanos impusieron una moda y un estilo muy peculiar
y artístico en la decoración, que obligó al sistema a exigir permisos para poder vender en
aquella zona)
Por supuesto yo jamás lo solicité ni fui nunca a vender mis piezas; las mandaba con un amigo y
con mi hermano y les daba un porciento de la venta.
Un día fui citado la estación de Policia de Ave. de Acosta en el reparto La Víbora en La Habana
donde varios oficiales (de paisano) me acusaron de trabajar clandestinamente y usar materiales
robados junto con mi esposa, delito que nos llevaría a la cárcel (En Cuba no hay ningún
establecimiento donde adquirir la material prima y de haberla para mi estaba vetada por mi
condición de “escoria” ) Sin preámbulos me conminaron a colaborar con ellos con el fin de
infiltrarme en algún lugar como agente de la seguridad cubana, después de ponerme la
grabación de una conversación telefónica sostenida desde mi casa por mi esposa y un amigo
nuestro que era el contacto para obtener las pieles; en la que ella y él se pusieron de acuerdo
para que la recogiera y la llevara a buscar el encargo que habíamos hecho.
Lo que nunca supieron es que aquella llamada se hizo estando yo presente.
Por aquel entonces yo había co-protagonizado un papel estelar en el Serial “En silencio ha
tenido que ser”, por lo que era muy conocido para el público, sin contar “Variedades Infantiles”
con el personaje del “Abuelo Paco” que estuvo en el aire todos los Viernes hasta ese momento;
de modo que mi persona era un foco lumínico para aquellos menesteres clandestinos de compra
y venta de materiales y piezas fabricadas; por lo que Norma era quién se ocupaba de llevarlas y
traerlas. Ellos imaginaron una relación extramarital entre ella y nuestro amigo e intentaron el
chantaje con eso…o quizá trataron de romper nuestra unión matrimonial.
La promesa por parte de ellos fue la de facilitarnos la salida de Cuba a mi esposa, a mi hija
mayor (de mi primer matrimonio que vivía con nosotros) y la más pequena que tenía meses de
nacida si colaboraba con ellos, de lo contrario nos esperaba la cárcel a Norma, a mi hermano por
ayudarme y a mi.
En un principio traté de darle largas a aquella situación utilizando a mi esposa como parabán
para ganar tiempo, sin decirle a ella realmente lo que estaba sucediendo. Entonces nos llegó la
visa por Costa Rica, pero sólo autorizaron a viajar a mi pequeña hija y a mi esposa. El plan
conmigo era enviarme a pasar un curso para adentrarme en métodos de infiltración, inteligencia
y espionaje.
Fue entonces cuando le conté a Norma lo que estaba sucediendo.
Para evadir aquella tremenda pesadilla sólo encontré una salida antes de comprometerme
oficialmente con el gobierno.
Como actor que soy, me dispuse a interpretar el gran rol de mi vida:“El loco” Guión, dirección
y actuación: Yo. Producción Norma. Nadie más lo sabía, ni mis hijas, ni mi madre, ni mi
hermano. “Hay cosas que para lograrlas en silencio han tenido que ser” Escribió José Martí,
ellos popularizaron la máxima martiana y nosotros la pusimos en práctica.
Si el plan no resultaba y perecía en el intento, Norma se encargaría de decirle a mis hijas y a mi
familia la verdad de lo ocurrido.
Lo primero que hice fue un primer intento suicida: 40 pastillas de meprobamato y 30 de
estricnina. En la “potencia médica” ningún hospital recibía a una “escoria envenenada”, según
me cuenta Norma, la peloteaban de un hospital a otro; al fin en el Clínico Quirúrgico me
hicieron el primer lavado de estómago; en la Dependiente no me atendieron…finalmente el
Hospital Militar fue quién me “recibió” y allí me dieron los primeros auxilios.
En ese momento ya toda mi familia se concentró el en centro hospitalario donde no
garantizaban que reaccionara favorablemente.
Debo apuntar que hasta en una cesta de manzanas podridas hay una que retarda el proceso de
putrefacción y a lo mejor se salva. Así ocurrió el milagro, una persona (de uniforme) alertó a
Norma para que me sacara de allí rapidamente porque el plan era, en el mejor de los
casos…dejarme morir. Esa noble persona, que no sé quién es, me salvó la vida
Moviendo relaciones y almas caritativas mi familia logró trasladarme al Hospital Gali García.
Diecinueve días en coma.
La recuperación.
Tests sicológicos.
Pastillas antidepresivas etc etc. Pero sin tratamiento para borrar la fijación suicida. Ese era el
plan del Hospital siguiendo las instrucciones de la Seguridad del Estado.
Por mi parte, tenía que lograr un perfil maníaco depresivo con fijación suicida, ya que según mi
opinión era la única salida para que no pudieran usarme para sus planes de infiltración.
El Director del Hospital Dr. Francisco Murias (siquiatra) ex-compañero de colegio El Salvador
de dos cursos menos que el mío y amiguito de la infancia de mi hermano Carlos sentenciaba: “
es un simulador”.
Segundo intento suicida: Hurgando por los amplios jardines del hospital encontré la mitad de
una mohosa cuchillita Guillette que rapidamente guardé en la plantilla de mis zapatillas. Y
aprovechando que Norma fue a buscarme helado con galleticas (mi postre favorito) entré al
baño…abrí la llave del agua y me corté las venas de ambos brazos.
Nuevamente en coma dos días.
Amarrado en la cama con correas de cuero.
Empastillado pero sin tratamiento para borrar la fijación suicida
El Dr. Francisco Murias insitía en su sentencia : “es un simulador”
Tercer intento. Tenía mucho tiempo para pensar, para estudiar mi personaje.
Tenía que convencer a Murias (comunista furibundo) que yo era un maníaco y que lo único que
me podía borrar la idea del suicidio y por ende todo lo relacionado con la Seguridad del Estado
y dejarme en un estado mental vegetal; lo cual garantizaba que al salir de Cuba yo no ultilizaría
ésto en contra del régimen castrista; era el tratamiento con electro shock.
Hacia ese objetivo encaminé mis pasos.
Cómo convencer a Murias? Qué hacer para que autorizara los electros? …bajo la “supuesta”
negativa de Norma que aparentaba no querer que me los dieran…y la real negativa de mi
hermano a que me los aplicaran.
Tanto mi hermano Carlos como yo sabíamos el daño que provoca sobre las neuronas ese
tatamiento por nuestro padre, depresivo compulsivo cuya fijación suicida lo llevó a la muerte
después de veintitantos electro shocks, cuando se disparó un tiro detrás de la oreja.
Debo decir que la experiencia de mi padre me sirvió de mucho para la elaboración de mi
personaje.
Yo sólo pensaba: Qué podía hacer un actor verdaderamente loco para acabar con su existencia?
Una mañana encontré la respuesta a mi obsesiva pregunta. Tenía que atentar contra lo más
preciado que tiene un actor: su cuerpo y su cara.
Me lancé de cabeza sobre los bloques de concreto de una construcción que se alzaba frente a mi
pabellón. Me desprendí la oreja, la nariz, perdí una muela. El resultado: me destrocé la cara, y
me propiné muchos golpes en el cuerpo y las extremidades, aunque increíblemente no me
fracturé ningún hueso, las cucharadas de calcio suministradas por mi madre durante la infancia
resultaron.
Eso fue definitorio…Murias cedió. Me dieron siete electroshocks. Casi llego a ser el vegetal que
me propuse…Hasta que finalmente me llamó el Agente Igor por teléfono y “comprobó” que yo
estaba “ido”.
Después de esa llamada a los dos días, Emigración concedió mi permiso de salida.
Cuántos han perdido la vida en un desesperado intento por escapar de aquel infierno de miedo,
persecución, bejámenes, torturas, y acoso? La cifra exacta nunca se sabrá.
Mi miedo me hizo “valiente” para cometer las “locuras” que creyendome cuerdo elaboré
enloquecidamente para huír de aquella pesadilla. No se lo acosejo a nadie.
Nadie sabe hasta que no lo sufre, hacía dónde puede arrastrarnos un cúmulo de sentimientos
contradictorios; por eso quiero finalizar ésta ponencia con otro chiste que retrata popularmente
la ira, la frustración, la abulia y la desesperanza de esos “cuerdos” que viven en aquel
manicomio en el que un verdadero loco de atar ha convertido a nuestro país.
— Raúl, estoy preocupado por el futuro de nuestro pueblo. ¿Crees que te seguirán como a su
líder?
— Sí, Fidel, no lo dudes ni un momento.
— ¿Y si no te siguen ?
— Te prometo que entonces te van a seguir a ti.
Estoy seguro que éste final pesimista y cruel, reflejo del sentimiento que ahoga a nuestros
compatriotas de la isla, no será el final de Cuba.
Una televisión libre*
POR ANTONIO DIÉGUEZ
Primero, creo que debes aclarar que no soy profeta, ya que uno de los oficios más difíciles del
siglo XX fue precisamente el pronosticar lo que iba a pasar en Cuba, o incluso lo que ya estaba
pasando. Fidel, de hecho, nos ha obsequiado a cada uno de nosotros, como regalo envenenado,
una bola de cristal personal e instranferible, para que le pronostiquemos, y muchas veces, la
mayoría, nos equivoquemos. Hasta ahora yo he sido muy discreto y parco con mi bola de cristal,
que en cierta medida aún esta por utilizar. Por ello advierto, y admito sin sonrojarme, que lo
único que pretendo hacer hoy aquí es especular sobre lo que podríamos esperar dentro de una
Cuba en transición hacia la democracia en cuanto al desarrollo de una televisión libre. Que, a mi
juicio, y con los escasos datos fiables que tenemos a mano, además de las variables que sin duda
tendremos que resolver en el camino, y casi de oído, es lo mas serio que podemos hacer en este
momento.
1. Situación actual.
Estos datos deben estar en algún lugar de OCB. Pero creo que no debes de aburrir a los
asistentes hablando demasiado de números, potencia de las emisoras, cobertura, etc, sino situar
esos números en función del poder que tiene el Estado para obsesionar al pueblo las 24 horas
del día. A nivel nacional, regional y local. O sea, desde los grandes designios del Estado, hasta
la ultima noticita del pueblo. También, y aunque no sea estrictamente el tema central de esta
reunión, es necesario tener en cuenta que para manipular las comunicaciones en Cuba no sólo se
utilizan la televisión y la radio, sino además la prensa, las vallas, el deporte, el teatro, la poesía,
el cine, el baile, etc., etc. Me imagino que hasta la pornografía.
2. Transición
Aunque la transición de la televisión cubana después de la desaparición del estado totalitario no
puede ser, ni mucho menos, predecida, quizás sí pudiera ser intuida si nos aprendemos algunas
de las lecciones de transiciones pasadas. Una, la de España, y la otra la de la propia Cuba que
tuvo lugar a partir del triunfo de la Revolución y que en ocasiones ignoramos. El primero de
enero de 1959, aún contando con el abrumador apoyo del pueblo cubano, la Revolución, sin
embargo, no pudo hacerse sentir inmediatamente en las emisoras de televisión cubanas. Porque
aunque formalmente sí que lo hizo, nombrando a cuadros de toda confianza del Partido para los
puestos clave, operativamente no pudo llegar a hacerlo hasta bastante después. Esta es la
diferencia entre los cambios formales y los cambios estructurales o de fondo.
En CMQ Televisión, por ejemplo, la emisora hegemónica cubana, donde proliferaban células
clandestinas del Movimiento 26 de Julio, o por lo menos eso es lo que se dijo después del
triunfo, sobre todo por los supuestos miembros de aquellas supuestas células, las emisoras
tuvieron que seguir trabajando con los mismos productores, técnicos, guionistas, actores,
músicos, etc, etc., incluso con los mismos anunciantes de siempre. Todo ello enfrentó a los
nuevos gerentes, auténticos comisarios políticos, ante un problema de adoctrinamiento
ideológico en el que se vieron obligados a invertir algunos años. Una televisión cubana
democrática tendrá por fuerza que comenzar un largo aprendizaje a partir de una televisión
pública que paulatinamente se transforme muy cuidadosamente en un ente privado. Por
supuesto, siempre se deberá mantener viva emisora estilo PBS o BBC.
En España sucedió algo muy parecido durante la transición hacia la democracia. La
modificación de la manera de entender la televisión, por ejemplo, el desintoxicarse, sobre todo
de la forma en que la antigua programación se planteaba, costo años de esfuerzos. Y aunque la
Televisión Española había producido programas excelentes durante los años de Franco,
recuerdo Cañas y Barros, o estupendas producciones de teatro o de zarzuelas, el tono general de
la televisión anterior, repito, en cuanto a la forma, la manera de hacer de aquellos noticieros, por
ejemplo, siguió influyendo de manera notable y por mucho tiempo en el estilo de las emisoras,
sin duda democráticas pero con la inevitable rémora del pasado. Así fue, incluso hasta después
que la televisión admitiera capital inversionista privado.
La propia transición de la Revolución triunfante llevó su tiempo. Hablar de la utilización por
parte de Fidel del Partido Comunista hasta que no le hizo falta, y cómo maniobró para, primero,
utilizar los cuadros del Partido para nutrir las necesidades de personal organizado para ocupar
los puestos de confianza del régimen para poco a poco ir creando lealtades a Fidel y en cuanto
se logró se armó una crisis artificial para quedarse él con los cuadros jóvenes del antiguo Partido
y crear otras organizaciones ya leales sólo a el. Hasta hoy en día, donde nadie, o al menos asi lo
piensa, nadie le es desleal. Todo eso llevo años, hasta el 1969 cuando finalmente se crea la
Ofensiva Revolucionaria. Diez años después del triunfo de la Revolución. Las fechas que
recuerdo son más o menos
• 1959, triunfo
• 1961,ORI
• 1963, PURS y desmantelamiento del Partido Comunista. Blas Roca contra
Aníbal
• 1967, Microfacción
• 1969, Ofensiva Revolucionaria.
Puntos a considerar que influirán en la transición:
1. El cambio de hábitos de escucha creados a través de 45 años.
2. De la retórica actual a la retórica democrática. Decirle capitalista hoy a alguien es casi
que insultarlo. Esto llevará tiempo.
3. El problema técnico-económico de renovar todo el equipo, dejando de utilizar la microonda, que me imagino que se sigue utilizando, y la instalación de cable. Esto nos lleva a
considerar el problema de los satélites. Baracoa situación privilegiada UHF, digital,
satellites, low power, etc. etc.
4. El problema de la legislación, comenzando por una nueva Constitución que reconozca
el derecho a la libre expresión. Y que también toque puntos controversiales como el de
si, por ejemplo, se permitirá la inversión de capital extranjero en los canales privados.
5. Pero sobre todo, una televisión democrática en Cuba se enfrentara, por mucho tiempo, a
las contradicciones es que inevitablemente surgirán entre unas relaciones gerenciales
puramente formales (entre dirección y producción final) hacia otras marcadas por el
respeto a las reglas de la competencia y la libre empresa
Los medios de Comunicación en los tiempos finales del comunismo
Antes y Después de los medios de Comunicación*
POR RAFAEL SOLANO
Licenciado en Periodismo, fundador de Habana Press, premio Rey de España y premio España.
Los medios de comunicación audivisuales de Cuba, como los escritos, tienen un solo
propietario ; el régimen que se instaló en la isla a partir de 1959 en el cual el periodista no es
más que un vocero de los objetivos y las consignas revolucionarias. La libertad de opinión, a
diferencia de las sociedades democráticas, constituye un delito y su práctica puede conducir a
la cárcel.
La radio y la televisión tal vez sean las más controladas por el alcance de sus ondas. Ahora
bien, las emisoras poseen departamentos de informativo, de programa y de música. Tanto el
director general de la entidad como los subalternos, son designados por el Partido Comunista de
Cuba tras la aprobación de los órganos de la Seguridad del Estado, un poder oculto que
responde al "Comandante en Jefe" y que cuenta con una red de infiltrados en cada planta para
conocer la vida de los profesionales, así como sus pensamientos.
Los directivos no se eligen de acuerdo a su cualificación en el medio, sino teniendo presente los
méritos como militantes del Partido Comunista, de la Unión de Jóvenes Comunistas o de los
sindicatos. Un día a la semana los jefes asisten a la tradicional reunión del Comité Central del
PCC, donde reciben las orientaciones acerca de lo que se debe decir y lo que no se debe decir.
Es esta la primera etapa de la censura; el periodista debe cernirse al guión elaborado en esa cita.
Como verán se pasa de informador a marioneta de las estructuras políticas sin oportunidades a
opiniones libres.
De la vigilancia ni hablar. Ella es una constante en el desempeño de la carrera. Los sindicatos,
el núcleo del partido y la UJC, también se encargan de informar a la policía política sobre el
comportamiento de los trabajadores. Hasta en la música existe una férrea censura. Los artistas
que discrepen con la "revolución" no tienen derecho a ser difundidos en las emisoras de radio.
Tales son los casos de Celia Cruz, Olga Guillot, Willy Chirino, Albita Rodríguez, Arturo
Sandoval, Gloria Estefan y muchos más.
LOS MEDIOS DE COMUNICACION EN LA CUBA DEMOCRATICA
Con la desaparición de Castro y del régimen totalitario creado por él, les seguirán un gobierno
y un estado democráticos. También las instituciones, organismos y colectivos que surjan en el
país responderán a esas demandas. Uno de ellos, los medios de comunicación esperemos que
sirvan a los intereses y a los principios de la Cuba libre que tanto necesita nuestro pueblo. Desde
luego, no faltarán caciques y profetas que idearán nuevos métodos y fórmulas, como en
cualquier otro país del mundo, con los cuales se informa y desinforma al pueblo, pues el acto o
el hecho mismo de la libertad, deja abierta la posiblidad de que unos afirmen y otros nieguen.
La lucha ideológica le deja abierta las puertas a los conformes y a los incorformes. Lo que no ha
de permitirse jamás, es que una sola voz mande y ordene. Esperamos que alguna vez en la isla
haya una constitución democrática, un estado y un pueblo plural que la acaten y la hagan valer
sin macillar ninguna de sus partes. " Porque libertad es el derecho que todo hombre tiene de
pensar y hablar sin hipocresía". Esperamos que en Cuba no sólo gobiernen buenos hombres,
sino buenas ideas. Porque si a la democracia le quitamos el diálogo y el derecho a pensar de otro
manera que la de los poderes establecidos; ¿ Qué queda entonces de la democracia?. En Cuba
habrá periódicos de izquierda, de derecha, de centro, parciales e imparciales, voces críticas,
sumisas e insumisas. Hombres de buena y de mala voluntad. . Pensar otra cosa es pecar de
ingenuo o hacerse el ingenuo para caer en pecado. Por lo general, los medios de comunicación
son compañías interesadas en los resultados económicos. Sus dueños siempre intenterán coger
la mejor tajada del pastel. Puede ocurrir que el futuro periodista cubano se
autocensure y no ejerza con toda libertad su opinión o pensamiento porque está supeditado a la
línea editorial y económica de quien le paga. Los cubanos, de dentro y de fuera necesitamos un
baño de tolerancia y democracia, una ducha interior, para dejar bien limpios nuestros deseos
frustrados. La democracia no es la acción pasiva de unos y otros. Es la acción activa de todos,
plural, y dialogante, con una finalidad pacífica y respetuosa del derecho ajeno y nuestro. Los
informadores y los dueños de los medios de comunicación de la Cuba nueva, deben aprender
esa máxima.
¿Cómo luchan los periodistas disidentes por la libertad de prensa
en Cuba?
POR JULIO SAN FRANCISCO
Cofundador-Subdirector de Habana-Press
Miembro de la Fundación Cubano Americana
Después de las largas condenas de cárcel para periodistas cubanos, muchos se hacen esta
pregunta. Uno de los fundadores del Movimiento Cubano de Periodismo libre la responde. El
movimiento cubano de periodismo libre es un hecho sin precedente en la historia mundial del
periodismo y en la lucha por los Derechos Civiles
El comunismo cubano se había quedado ya en 1989 sin soporte ideológico, pero también se
había quedado sin padrastro interesado, es decir, sin el Partido Padre de la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas que lo mantenía artificialmente con un buen fajo de rublos anuales. En
otras palabras, se quedaba, también, sin economía ajena entregada la propia al imperialismo
soviético, que era con la que subsistía, y aparece el eufemismo de Período Especial para Tiempo
de Paz –especialmente pésimo y patético- y la archifamosa Opción Cero –sobrevivir sin nada a
lo Polt Pol, en medio del desconcierto de los ojos del mundo, pero ya había ocurrido en 1980 el
Éxodo del Mariel a Miami de 150 mil personas, en balsas la gran mayoría, la aparición de Radio
Martí en 1985, la caída de la jungla comunista en 1989, el estallido habanero de 50 mil personas
rompiendo cristales shoping en las calles y el hundimiento del remolcador “13 de Marzo” con
varias decenas de pasajeros que aún están en el fondo del azulado y ensangrentado mar cubano.
En este contexto empiezan los rompimientos masivos de periodistas cubanos con el sistema –
siempre habían venido existiendo, pero de forma aislada con lo cual se podía hacer muy poco o
nada- y nace el conocido Movimiento Cubano de Periodismo Independiente o Alternativo –yo
lo llamaré siempre a partir de aquí Libre, nunca contestatario tampoco porque no contestamos ni
rechazamos simplemente, sino combatimos.
El existir del exilio cubano, que califico como largo, sufrido, combativo, emprendedor y
exitoso, y su presión política posibilitaron la apertura en Washington de la emblemática Radio
Martí, -emisora de onda corta que se oye en casi toda Cuba- en 1985, y que sembró la duda
general hacia el sistema cubano, subvencionada por el gobierno de los Estados Unidos de
América, el establecimiento de otras emisoras –algunas cubanas, cuyas ondas libres llegan a
Cuba. De las llamadas telefónicas familiares diarias se pasó a las llamadas de denuncia de
violación de los Derechos Humanos y de movimiento de pensamiento y, de ahí, un buen día
algunos de los periodistas disidentes nos dimos cuenta de que podíamos organizarnos, probar y
pasar despachos noticiosos diarios periodísticamente elaborados. Estos profesionales de la
información que oíamos Radio Martí, la Voz de la Fundación –órgano de la Fundación CubanoAmericana-, la Voz del CID –voz de Cuba Independiente y Democrática-, CMQ Radio, Radio
Mambí, La Cubanísima, Radio Fe y otras de Miami, descubrimos que las noticias que ocultaba
el gobierno cubano y puntos de vista opuestos, o simplemente diferentes, podrían oirse en Cuba
en nuestras propias voces. Sólo faltaba el órgano que nos agrupara, que nos diera identidad y
personalidad editorial, pero sobre todo faltaba el cómo hacer este periodismo sin precedente en
el mundo, sin experiencia acumulada y, como si fuera poco lo anterior, de forma ilegal y
perseguida.
Creamos las mínimas condiciones posibles para el funcionamiento de una agencia de prensa
sui generis, captamos un pequeño staff de periodistas altamente calificados, realizamos la
solicitud de inscripción en el Ministerio de Justicia cubano en lo que fue un verdadero acto de
provocación –todavía esperamos la respuesta-, redacté una carta de estilo, designamos
subdirectores y representantes en Madrid, Miami, San Juan, Milán y Londres –por razones
económicas y editoriales sólo funcionaron los de Estados Unidos y Puerto Rico- y comenzamos
a emitir despachos noticiosos diarios escritos en una Underwood de la II Guerra Mundial, o de
la Primera, y grabados desde un teléfono de no menos viejo museable diseño del ‘50. Varias
emisoras aceptaban nuestras llamadas, recibían nuestros reportes y pagaban allá el costo de la
comunicación.
Una moto con sidecar y tres soldados vestidos de campaña, dos con armas largas, daba
constantemente vueltas alrededor de la oficina de Habana Press. Un carro lada color blanco, de
matrícula amarilla, de la policía política, pasaba de cuando en cuando y dejaba chillar las
gomas al doblar en la esquina de la casa.
Los calabozos esperaban con sus vientres insaciables.
La Economía Cubana Hoy
Instituciones, Estructura Factorial y Tránsito al Mercado en Cuba.
POR MANUEL GARCÍA DÍAZ
Universidad de Granada.
Las relaciones institucionales implantadas en Cuba a partir de 1959 son, como se ha
demostrado fehacientemente, las principales causas de la catástrofe económica ocurrida.
Lamentablemente, tales relaciones no solamente han sido la causa de la reducción de la
productividad, del desempleo masivo, de la escasez extrema de bienes y servicios (sobre todo
los destinados al consumo de la población). También han provocado la destrucción del peso
como moneda nacional, y han propiciado un cambio en la estructura factorial de la producción
tal que la economía cubana ha devenido en una economía parasitaria. El deterioro de la
economía ha llegado a extremos tales que hacen imposible, en los marcos institucionales
actuales, la implementación de medidas reformistas (al “estilo chino”) que solucionen, aunque
sea parcialmente, las deficiencias económicas existentes. En los marcos institucionales actuales
no hay salida. Por otro lado, las estructuras institucionales y factoriales, que heredará el
gobierno que comience el proceso de transición hacia un estado democrático de derecho y hacia
una economía de mercado, devendrán en trampas mortales que hacen que dicho proceso corra el
peligro de ser abortado por la aparición de situaciones sociales conflictivas que impidan la
gobernabilidad del país.
La Población.
La población cubana actual residente en el país es de poco más de 11 millones de personas. Una
de sus principales características estructurales es que se trata de una población “envejecida”.
Según los cálculos de CEPAL (CELADE, 1999b), para el año 2010 más de 2,3 millones de
personas (más del 20% de la población) estarán por encima de la edad laboral, en comparación
del 16% (1,8 millones de personas) en el año 2000. Por otro lado, la población por debajo de la
edad laboral (de 0 a 17 años) se reduce del 25,4% (2,8 millones de personas) en el año 2000
hasta el 21,2% (2,4 millones de personas) en el año 2010.
La población por debajo de la edad laboral, aunque se reduce relativamente en comparación con
la población total, su volumen absoluto se reduce muy poco (de 2,8 a 2,4 millones de personas).
Por tanto, no es de esperar que se puedan producir reducciones sustanciales del gasto social
destinado a este segmento de la población.
Las personas por encima de la edad laboral crecen, entre el año 2000 y el año 2010 a una tasa
promedio anual del 2,5%. Parece poco probable que el gobierno actual de Cuba pueda alcanzar
una tasa de crecimiento promedio anual similar de los gastos sociales que permitan mantener los
reducidísimos niveles de consumo de esta capa de la población cubana.
Además de las dificultades financieras que conlleva tal incremento de la Carga Demográfica, en
el caso cubano resalta el hecho de que éste se produce de forma tal que, en condiciones
democráticas, la población por encima de la edad laboral comenzaría a tener un papel decisivo
en el futuro político del país pues representaría más del 25,7% de la población con derecho al
voto (17 años o más).
El Desempleo.
Uno de los aspectos que más resalta la propaganda del régimen castrista como un gran logro,
junto con la educación y la salud pública, es la erradicación del desempleo masivo prevaleciente
hasta 1959. “Ya se señaló que el desarrollo social ha sido acaso el mayor logro de las últimas
décadas de Cuba ... El índice de desempleoi disminuyó de 20% en 1958 a menos del 8% el
1989” (CEPAL, 2000a, pág. 69). Era de esperar que con la catástrofe económica que comienza
en los primeros años de la década del 90 del pasado siglo se incrementase la tasa de desempleo.
Sin embargo, según el mismo libro (CEPAL, 2000a, pág. 253) la tasa de desempleo en los años
1989-1998 osciló entre el 6,1% (mínimo alcanzado en 1992) y el 7,9 (en 1989 y 1995). Al
referirse a estas cifras dice: “Ahora bien, la política ocupacional ha evitado que la tasa de
desempleo siga aumentando...Sin embargo, gran parte de la población ocupada ha debido bajar
sus niveles de productividad y califica como subutilizada” (CEPAL, 2000a, pág. 252).
Tales cifras del desempleo en Cuba han sido falseadas con el evidente objetivo de ocultar la
verdadera situación catastrófica del empleo en Cuba. El gobierno cubano informa de una cifra
de desempleo que asciende a 300 mil personas. Se trata, evidentemente, de una cifra manipulada
con fines propagandísticos. La manipulación por parte del gobierno cubano de la cifra de
desempleados, para minorarla, se realiza por tres vertientes principales:
La primera (desempleo puro): En el año 1993 el gobierno “redujo”, por decreto, en 500 mil
personas la cifra de población económicamente activa, es decir, escamotean de las estadísticas a
500 desempleados en aquel año; cifra que será mayor en los años siguientes. De tal suerte, para
1995, según CEPAL (2000), la población económicamente activa en la isla eran 4,5 millones de
personas; para ese mismo año los estimados de la Organización Internacional del Trabajo
(2003) consignaban una cifra ascendente a 5,2 millones de personas. La diferencia, 700 mil
personas sin empleo. Para el año 2000 el estimado de la Organización Internacional del Trabajo
(2003) alcanza la cifra de 5,6 millones de personas, mientras que, según la misma fuente de
CEPAL, para 1998 tal cifra era 4,6 millones de personas. La diferencia entre ambos estimados
se acrecienta acercándose al millón de personas, por supuesto, desempleadas.
La segunda (desempleo encubierto): Es “endémica”, para el gobierno castrista, la costumbre de
ocultar el desempleo mediante el artificio de mantener empleados una gran cantidad de
trabajadores superfluos. El citado trabajo de CEPAL (2000a), apoyándose en el argumento de la
productividad, es decir, calculando los trabajadores necesarios si a finales de la década de los 90
la productividad del trabajo hubiese sido igual a la de años anteriores, se llega a la conclusión de
que hay más de un millón de trabajadores en exceso sobre los realmente necesarios. Si se
hubiera mantenido la productividad del trabajo de 1989, el PIB del año 1998 (a precios
constantes) se hubiera podido producir con 3.432 trabajadores: 907 mil menos que los realmente
empleados. En relación con la verosimilitud del cálculo que hemos realizado del desempleo
oculto podemos señalar que, según CEPAL (2000a, Pág. 253), el desempleo encubierto en el
año 1998, causado por la brecha de productividad respecto a 1989, era equivalente a una tasa de
desempleo del 25,1%. Esta tasa, aplicada a la Población Económicamente Activa de 4.646
(CEPAL, 2000a, Tabla A46), equivale a un desempleo de casi 1,2 millones de personas.
La tercera (desempleo latente): A lo anterior habría que agregar varios miles de personas más
que hoy aparecen empleadas (y realmente lo son dadas las relaciones institucionales vigentes)
pero que, cuando se produzca el cambio político hacia la democracia en la Isla, devendrán en
i
Índice o Tasa de desempleo es el % de Población Económicamente Activa que no
trabaja. Según el Comité Estatal de Estadística de Cuba, la Población Económicamente
Activa “Está integrada por el total de ocupados en la economía, más los desocupados
que buscan empleo. Comprende a todas las personas que contribuyen a la oferta de
trabajo para producción de bienes y prestación de servicios en sentido general,
incluyendo no sólo a los empleados en el período que se informa, sino también a los que
buscan empleo. Se excluyen de ésta, los estudiantes, amas de casas y personas en otros
quehaceres del hogar, así como los retirados y pensionados” (CEE 1990, Págs. 78 – 79).
desempleados (llamémosle desempleo latente). Nos referimos al inmenso aparato militar y
represivo y a la abultada burocracia del aparato de gobierno y del partido comunista cubano.
La cantidad de personas empleadas en los órganos militares y de orden interior puede ser
estimada por la diferencia entre la Población Ocupada Total (CEPAL, 2000a, Tabla A.46) y la
Población Ocupada Civil total (CEPAL 2000a, Tabla A.1). La diferencia entre estas dos cifras
era de 690 mil en 1989, y de 559 mil personas en 1998. Con toda seguridad, los órganos de
defensa y orden interior de Cuba, en condiciones de democracia, requerirán muchísimas menos
personas que las que empleadas por el régimen castrista. Lo mismo ocurrirá con el gigantesco
aparato burocrático y político. Se puede entonces suponer que, con el paso a la democracia y a
una economía de mercado, el desempleo latente pudiera aportar al desempleo abierto unas 500600 mil personas.
En resumen, si sumamos el desempleo reconocido (300 mil personas), mas el que llamamos
puro (entre 700 mil y 1,2 millones de personas), más el encubierto (entre 1 millón y 1,2
millones de personas), más el latente (entre 500 y 600 mil personas), resulta que, con el
comienzo del proceso de transición hacia la democracia y el mercado, saldrá a la superficie una
masa de desempleados que estará entre los 2,5 y los 3,1 millones de personas. Sobre una
Población Económicamente Activa (según OIT 2003) de 5,5 millones de personas, resultará una
tasa de desempleo entre el 45% y el 55%. Llamamos la atención sobre el hecho de que en estos
cálculos no se considerado el inevitable cierre de algunas de las instalaciones de producción de
bienes y servicios destinados a la venta que se verán abocadas al cierre al cesar el paternalismo
del estado.
¿Tiene el gobierno cubano actual alternativas posibles que le permitan reducir o frenar el paro
masivo? Una primera alternativa de “solución” es mediante un incremento del empleo
innecesario, con el consecuente incremento de la presión inflacionista. ¿Es ello posible? Ya se
ha hecho en anteriores ocasiones. Desde el punto de vista económico es una política suicida,
pero si se considera como alternativa a la luz de la máxima del gobierno actual, “la economía
debe supeditarse a la política”, es altamente probable que ello ocurra. Lo que ocurrirá, sin duda,
es que el actual desempleo encubierto no se reducirá por la vía de la reducción del personal
empleado; la única vía que pudiera hacer que esa cifra se redujera es la del incremento de la
productividad del trabajo. Hay que contar con que, para el gobierno cubano, siempre es
preferible incrementar las “prestaciones sociales” a los desempleados mediante esta forma
encubierta en lugar de hacerlo abierta y directamente. Luego, en lugar de que el desempleo
encubierto se reduzca, es más probable que en los próximos años éste siga aumentando, con el
fin de intentar “reducir” la tasa de desempleo abierto.
Otra alternativa para reducir el desempleo en las condiciones actuales sería que, de nuevo, se
amplíen los márgenes para el trabajo por cuenta propia, medida que se ha tomado en otras
ocasiones pero que es, como sabemos, altamente indeseable para el gobierno castrista. En esta
vía se puede enmarcar la posibilidad, mediante la liberalización de las relaciones estadoproductor en el sector agropecuario, de generar una gran cantidad de nuevos puestos de trabajo
que pudieran ser creados sin necesidad de grandes inversiones. Bajo las relaciones
institucionales actuales las posibilidades de crear masivamente empleo mediante la
liberalización amplia del trabajo por cuenta propia no parece posible.
Por último, las inversiones, principal vía, en condiciones normales para la creación de puestos
de trabajo. Dados los limitadísimos recursos domésticos que pudieran ser dedicados a la
formación de capital, por un lado, y, por otro la política del gobierno castrista en relación con
las inversiones directas extranjeras, tampoco parece probable que en los próximos años éstas
alcancen volúmenes tales que contribuyan sustancialmente a la creación de nuevos puestos de
trabajo. Además, tampoco parece muy probable que gobiernos de otros países e instituciones
internacionales sean fuente de créditos para el desarrollo.
Hay que concluir, objetivamente, que en el marco de las actuales relaciones institucionales no
existen posibilidades de eliminar el altísimo nivel de desempleo real actual.
La Productividad del Trabajo.
Una de las más perversas consecuencias de las relaciones institucionales propias del castrismo
es el bajo nivel de la productividad, en particular en el sector agropecuario. La economía cubana
era y es (y con toda probabilidad lo será durante muchos años) dependiente en alto grado de la
agricultura. Aún hoy, después de haber sido desmantelada la principal fuente de riqueza de
Cuba, la agroindustria azucarera, el sector agropecuario, como principal fuente de alimentos, de
bienes intermedios y de bienes de exportación (directamente o por vía del turismo), sigue
ocupando un lugar central y decisivo entre los sectores económicos. Además, no se puede dejar
de recordar que de los aproximadamente 4 millones de trabajadores en el país, casi 1 millón
(casi el 25%) están empleados en la agricultura. Lo ocurrido con la productividad en este sector
tiene, pues, importancia crucial tanto en la explicación de la catástrofe económica del país
como en la búsqueda de vías de solución a la misma.
En 1989 la productividad neta (valor agregado neto por trabajador) en el sector agropecuario era
equivalente al 90% de la existente en 1959. Ello ocurrió a pesar de en esos años se produjo un
incremento aceleradísimo y constante de los factores materiales de la producción en dicho
sector: fertilizantes, pesticidas, tractores y maquinaria agrícola, sistemas de riego y drenaje, etc.
Mientras que el valor del capital empleado crecía al 7% promedio anual entre 1960 y 1989, el
valor agregado neto por peso de capital decreció de 1,17 pesos a 0,17 pesos, es decir, a un tipo
promedio anual de -7%. Simultáneamente con el incremento del capital, y por ende de la
cantidad de capital por trabajador (que se complementaba con el crecimiento de la
disponibilidad de fertilizantes y pesticidas) y con el crecimiento de la calificación de la fuerza
de trabajo ocupada en el sector agropecuario, se producía, paradójicamente, una reducción de la
productividad por trabajador. Lo único que explica tal comportamiento absolutamente
contradictorio es el cambio de las relaciones institucionales en este sector, las cuales pueden ser
caracterizadas con la expresión “eliminación de la propiedad privada sobre la tierra y su
sustitución por la propiedad estatal”.
A partir de 1990 la situación empeoró aún más. La productividad bruta (valor agregado bruto
por trabajador) en este período se redujo hasta llegar, en el año 2000, a ser aproximadamente el
70% del alcanzado en 1989. De tal suerte, como resultado de las relaciones institucionales
castristas, en la agricultura cubana la productividad en este sector es, en la actualidad, apenas el
60% del alcanzado en 1959. Ello se refleja, evidentemente, en las dificultades por las que
atraviesa el país para alimentar a la población y para incrementar las exportaciones.
¿Es posible mejorar esta situación en los marcos institucionales actuales?
Los pasos más “audaces” de liberalización en el sector agropecuario que se han producido
durante los últimos 45 años se pueden sintetizar en lo siguiente:
En los años 1976-1986: permitir a los campesinos privados y cooperativistas la
comercialización de parte de su producción en el Mercado Libre Agropecuario. A mediados de
la década de los 80 fueron suprimidos.
En el período 1991 en adelante: reapertura de los Mercados Agropecuarios y conversión de
parte de las empresas agropecuarias estatales en las llamadas Unidades Básicas de Producción
Agropecuarias (UBPC).
¿Qué significa realmente la conversión de una buena parte de las empresas estatales agrícolas en
Unidades Básicas de Producción Agropecuaria (UBPC)? Según la versión oficial del gobierno
castrista, se trata de "... la conversión de casi la mitad de las tierras estatales en cooperativas..."
(Valdés, 2000). Demostremos que tal afirmación es una gigantesca falacia.
Primero: las tierras que explotan las UBPC no son de su propiedad, sino que son propiedad del
estado, y se las entregan en usufructo a las UBPC. Sobre esto hay que aclarar que se trata de un
usufructo limitado, pues no se permite que sean subarrendadas. El hecho de no ser propietarias
de la tierra, aunque importante, no es un rasgo decisivo de la naturaleza privada o no de una
empresa, pues es posible, en condiciones normales de mercado, organizar empresas privadas
con bienes de capital arrendados, parcial o totalmente. Sin embargo, conjuntamente con las
características que a continuación se exponen, deviene en rasgo clave del carácter estatal de las
mismas.
Segundo: para garantizar que su comportamiento se realice en los límites de lo permitido, las
UBPC se subordinan administrativamente a empresas agrícolas estatales.
Tercero: las UBPC no pueden decidir cuál va a ser el volumen y el surtido de su producción;
esas cuestiones le vienen impuestas por el plan económico estatal, por la vía de la empresa
agrícola estatal a la cual se subordina.
Cuarto: no pueden decidir a quien entregar el producto que se corresponde con el plan; este
producto lo tienen que entregar a los organismos de abastecimiento del estado. Sólo dispone de
aquellas cantidades de producción que alcance por encima de lo planificado.
Quinto: tampoco decide el precio de venta del producto correspondiente con el plan; éste lo
decide el estado.
Sexto: no puede escoger a los suministradores; es el gobierno quien decide quién será su
suministrador.
Séptimo: no se le permite el acceso directo ni al comercio exterior ni a empresas extranjeras
radicadas en el país.
En fin, no le está permitido ni la enajenación del principal bien de capital que utiliza, ni de la
parte inmensamente mayoritaria de lo que produce: eso es función del estado. No pueden
escoger ni a los clientes para sus producciones principales, ni a sus proveedores: esta es una
decisión del estado. No se le permite el acceso directo a los mercados exteriores ni a mantener
contactos con empresas extranjeras o mixtas radicadas en el país sin la autorización del estado.
Entonces, ¿en qué sentido se pueden considerar empresas cooperativas no estatales? Son, en
realidad, empresas estatales (propiedad del estado y administradas por el estado) con ciertas
libertades de acción sobre partes de el capital, de parte de la remuneración salarial y de sus
producciones marginales.
Esta conclusión queda refrendada por el comportamiento de la productividad del trabajo en la
agricultura bajo estas “nuevas” condiciones: sigue su tendencia a la reducción. La única
solución, evidente a todas luces, es la privatización del sector y tal medida resulta absolutamente
imposible en los marcos de las actuales relaciones institucionales.
El Sector Externo.
A mediados del pasado siglo Julián Alienes demostró que Cuba poseía una economía de
exportación. El crecimiento económico del país pasaba, ineludiblemente, por el crecimiento del
flujo de exportación de bienes y servicios. Ello se debía no solamente a limitaciones
cuantitativas del mercado nacional. También se debía a la cantidad y variedad de las fuentes de
materias primas. En este cuadro Alienes también demostró que, por razones puramente técnicoeconómicas, la economía cubana tenía tendencias a la mono-producción azucarera.
En la actualidad, salvo lo ocurrido debido a la catástrofe sufrida por la economía azucarera de la
Isla, la situación ha variado poco.
En otros lugares (García, 2002 y 2003) he demostrado que, en la actualidad, el crecimiento de la
producción del país sigue dependiendo en gran medida de la expansión del flujo de
exportaciones. Un dólar de crecimiento de las exportaciones se revierte en el crecimiento de 1,6
– 1,8 dólares de Renta Nacional Creada.
Una de las constantes en el desarrollo de la economía cubana a partir de 1959 ha sido la
insuficiencia de divisas libremente convertibles para satisfacer la demanda final de la Isla. Esta
insuficiencia era paliada en lo sustancial, aunque no totalmente, por las privilegiadas relaciones
económicas que mantenía con la Unión Soviética. La desaparición de ese último país y del resto
de los países europeos del socialismo real, recrudeció la crisis económica desatada en el país a
partir de 1986.
También demostré en las obras citadas que la economía cubana actual necesita importar 0,714
dólares para incrementar 1 dólar la Renta Nacional Creada.
Combinando ambos valores se obtiene el siguiente resultado: para incrementar 1 dólar el flujo
de exportaciones es necesario incrementar en más de 1,27 dólares las importaciones. De ello se
desprende que, para funcionar “normalmente”, la economía cubana necesita un flujo de entrada
de divisas sin contrapartida, es decir, sin entregar nada a cambio.
Cada dólar de transferencias sin contrapartida provoca el crecimiento de 4,38 dólares de
exportaciones; el incremento de 1 dólar adicional de exportaciones provoca un crecimiento de
1,786 dólares de ingreso nacional creado; y el incremento de un dólar de éste último requiere
incrementar las importaciones en 0,713 dólares. En resumen, incrementar un dólar de
exportación requiere un incremento de las importaciones de más de 1,27 dólares. Estas
relaciones revelan que, por su estructura material (factorial) actual, la economía cubana adolece
de la siguiente característica fundamental: requiere un flujo de ingreso de divisas sin
contrapartida a los fines de poder producir para exportar, de lo cual depende el Ingreso Nacional
Creado.
En resumen, la economía cubana ha devenido en una economía parasitaria, condición que,
muy probablemente, mantendrá hasta el momento en que se emprenda la transición al mercado.
La Transición al Mercado. Escenario Inicial.
Las instituciones y las relaciones institucionales son determinantes de la eficiencia en la
utilización de los factores productivos. Cuando se habla de cambios económicos y
transformaciones estructurales, en particular, cuando se trata de los procesos de transición de
una economía planificada centralmente hacia una economía de mercado, se refieren a cambios
institucionales. Tales cambios institucionales hacia una economía de mercado se resumen en la
tríada:
Privatización,
Liberalización,
Estabilización.
En Cuba, los cambios deberán hacerse a partir de las estructuras institucional y factorial
heredadas del castrismo, algunas de cuyas características principales se exponen, sintéticamente,
a continuación.
De las relaciones institucionales:
•
Hegemonía de la propiedad estatal sobre los factores de producción.
Exceptuando alrededor del 20% de la tierra agrícola del país y menos de 200
mil trabajadores por cuenta propia, así como una pequeña cantidad de empresas
propiedad de extranjeros, la casi totalidad de las capacidades instaladas de
producción de bienes y servicios son propiedad del estado.
•
Una Legislación muy restrictiva, redactada en términos “permisivos”, es decir,
que establece las actividades o acciones que se autorizan. De tal manera, lo que
no se autoriza, aunque no se prohíbe expresamente, queda prohibido por
exclusión. Esto, en el ámbito económico, provoca dos efectos perniciosos: por
un lado, limita (más bien liquida) la iniciativa individual; por otro, debido a la
fuerza de la necesidad, lleva a que la población, cotidianamente, tenga que
realizar acciones que, por no permitidas, resultan ilegales.
•
Lo anterior, junto con la pobreza extrema en que está sumida la población y los
evidentes privilegios de la minoría gobernante, ha promovido los más altos
niveles de corrupción de todas las capas y estamentos sociales que jamás haya
conocido el país.
•
Una “poco ética” concepción de las vías de apropiación de los bienes, en
particular de los destinados a “los negocios”. Gran opacidad de los principios y
normas legales que rigen el derecho de propiedad. Así, por ejemplo, existe un
Registro (obligatorio) de las empresas que son propiedad de privados. Sin
embargo, las empresas “privadas” propiedad (supuestamente) del estado
cubano, no están obligadas a inscribirse en tal Registro. Son sociedades
anónimas pero ¿quién o quienes son los verdaderos dueños de las acciones? Lo
que percibe la población, y por tanto, lo que conforma sus concepciones y su
comportamiento, es que los beneficiarios son los componentes de la minoría
“dirigente”.
•
Fuertes limitaciones a las relaciones mercantiles, no solamente a las empresas
estatales, sino también a las empresas privadas.
Las principales malformaciones estructurales factoriales, que ya hemos visto anteriormente, son,
de manera resumida, las siguientes:
•
Baja productividad, en particular en la agricultura (60% de la de 1958).
•
Altísimos niveles de desempleo (que puede llegar a alcanzar a 3 millones de
personas).
•
Una población muy envejecida (2,4 millones de personas equivalentes a más
del 20% de la población total).
•
Una economía parasitaria que requiere de la entrada de un flujo de divisas (sin
contrapartida).
Esa es la “herencia” que recibirá el gobierno que inicie el tránsito hacia el mercado.
Ello hace prácticamente obligatorio que el proceso de tránsito se realice en Cuba de manera tal
que:
- en lugar de generar desempleo, genere empleo;
- evite que se deterioren aún más los niveles de educación, salud pública, seguridad y asistencia
social;
- provoque un cambio en la estructura factorial de la economía que permita equilibrar la Balanza
de Pagos.
En resumen, tiene que ocurrir estrictamente lo contrario de lo que ha ocurrido en todos los
demás países que han emprendido el camino del tránsito desde una economía centralizada hacia
una economía de mercado. ¿Cuáles son las perspectivas en Cuba?
La Privatización.
El primero de los grandes peligros del surgimiento de situaciones conflictivas de mucha
gravedad está relacionado con el proceso de privatización de las empresas.
Una parte importante de los bienes que compra el ciudadano común son producto del robo al
estado, eufemísticamente llamado “desvío de recursos”. Tal acción no se considera como algo
deleznable; incluso muchos piensan que quienes lo hacen con éxito son “grandes negociantes”.
Este sentimiento se refuerza con la percepción de que la capa dirigente es la gran beneficiaria de
las empresas estatales, en particular de las empresas “privadas” propiedad del estado. La
opacidad de los derechos de propiedad vigente es congruente con las concepciones
distorsionadas que de ella (en particular de las vías para su consecución) tiene la población.
Paradigmas, normas informales y normas formales sobre la propiedad son congruentes y
complementarias entre si.
Todo ello, dados los altos niveles de corrupción institucional y ciudadana en un ambiente de
altísima opacidad de los derechos de propiedad, pueden hacer que se aproveche el proceso de
privatización para organizar la gran “piñata”. Puede ocurrir con el comienzo de la transición,
pero también pudiera ocurrir antes del comienzo de los cambios; es altamente probable que ya
esté ocurriendo. De producirse, ello puede llevar a la consolidación de la creencia de que la
apropiación indebida es la fuente principal de adquisición del capital. Tal creencia constituye
una de las instituciones más perniciosas que atentaría directamente contra el normal
funcionamiento de las relaciones de mercado.
Para evitar que ello ocurra, la legislación sobre los derechos de la propiedad, en particular de la
propiedad sobre los factores de la producción, debe establecer con claridad meridiana lo
referente a las vías de adquisición del capital. Las autoridades gubernamentales deberán ser en
extremo celosas de su estricto cumplimiento. Tal aplicación rigurosa de las vías y condiciones
para la adquisición de la propiedad debe realizarse no solamente con los bienes de capital que
sean privatizados por el gobierno de transición, sino con todos los que han sido, en algún
momento durante el período castrista, propiedad del estado cubano, para evitar que la defensa de
los derechos de propiedad sean percibidos por la población como un medio para perpetuar la
propiedad sobre bienes que han sido malversados por los personeros del actual régimen.
La Liberalización.
El desmantelamiento de un régimen de administración centralizada, no sólo de la actividad
económica, sino de gran parte de la vida social de la población, genera el legítimo sentimiento
de reducir la actividad del gobierno a la mínima expresión. Para la vida económica, además de
la eliminación de los mecanismos de administración directa de las empresas (lo cual se logra, en
lo fundamental, con su privatización), se trata de abrir las puertas a la acción más plena posible
de las leyes del mercado. Nos referiremos aquí solamente a la liberalización de los nexos
económicos exteriores, concretamente a la eliminación de las barreras arancelarias y no
arancelarias a los flujos de exportaciones e importaciones.
No cabe duda alguna de la necesidad de liquidar el casi total monopolio estatal sobre el
comercio exterior existente en la Isla. Pero su eliminación no tiene necesariamente que
conllevar la prohibición de toda intervención del gobierno en los flujos externos de bienes y
servicios.
Es cierto que la reducción de las barreras arancelarias y no arancelarias coadyuva al mejor
aprovechamiento de las ventajas comparativas, No obstante, en las condiciones actuales, la
liquidación de las barreras administrativas no debe llevar al desarme arancelario del país.
Como argumento de los beneficios que resultan de la liberalización (incluyendo la reducción
drástica de los aranceles a las importaciones) se nos pone de ejemplo el caso de Chile. Se nos
dice que ese país, unilateralmente, redujo sus tarifas arancelarias casi en 10 veces y que a
cambio obtuvo los más altos y estables ritmos de crecimiento de la economía en América
Latina.
Lo anterior es cierto, pero no es todo. Examinemos con más detalle el caso de Chile. Para tal
examen nos apoyaremos en Edwards y Lederman (1998).
De acuerdo con ese trabajo, el proceso de reducción de las tarifas arancelarias comienza en el
año 1974, a partir de unos aranceles que promediaban el 94%, y termina el 1991, cuando se
alcanza un promedio de 11%. Es decir, el proceso se prolongó durante 17 años. Además, el
proceso tuvo que ser interrumpido, debido a la crisis económica que sufrió Chile, y que obligó,
en marzo de 1983, a elevar las tarifas hasta un promedio del 20%, y año y medio más tarde, en
1984, se incrementaron nuevamente hasta un 35% de promedio.
Asimismo, como señalan Edwards y Lederman (1998, pág. 49), análisis adicionales indican que
la liberalización no solamente afecta positivamente (en el sentido de que aumenta) la
probabilidad de que un individuo devenga en desempleado, sino también la del incremento el
tiempo de paro. En la Tabla 9 de dicho trabajo se muestra, entre otros valores, el de la tasa de
desempleo en Chile, entre 1970 y 1983. Se evidencia que fue creciente desde 1973, año anterior
al del comienzo de la reforma, y 1982. Aumentó, en ese período, desde 3,1%, en 1973, hasta el
20,4% en 1982. ¡Casi 7 veces!
A la luz de tales realidades no pueden obviarse las deficiencias estructurales factoriales de la
economía cubana actual, en particular el más que probable masivo desempleo que afectará a la
Isla durante los primeros tiempos de la transición, y que el crecimiento económico de Cuba, del
cual dependerá la creación de nuevos puestos de trabajo, depende en muy alto grado de las
exportaciones. En ese contexto, es muy probable que si el gobierno de transición en Cuba sigue
el ejemplo de Chile, la economía cubana sufriría consecuencias similares, pero a partir de una
situación muchísimo más crítica. Y, como dicen Edwards y Lederman (1998, pág. 10), si las
reformas no generan suficiente mejoramiento en el crecimiento económico, menor inflación,
salarios reales más altos y menor desempleo, los esfuerzos de la oposición a paralizar los
procesos de modernización pueden alcanzar el éxito.
Resultaría, cuando menos, injusto exigirle a Cuba el desarme arancelario ante la competencia
foránea. Hacerlo sería equivalente a un suicidio. Pero resulta más incomprensible que se le pida
a Cuba que lo haga, mientras que los más ricos países del mundo, además de altísimas tarifas
arancelarias, mantienen cuantiosas subvenciones a las producciones agrícolas. En efecto, de
cada 100 euros de ingreso total de los agricultores de la Comunidad Europea, 38 provienen de
las subvenciones; sobre la base de esas subvenciones y de los aranceles proteccionistas exportan
el 38,5% del total de las exportaciones mundiales de productos agrícolas. Para el agricultor
norteamericano esa proporción es de 22 dólares de cada 100 de ingreso total, para exportar el
13,9% del total de exportaciones mundiales de productos agrícolas. Por su lado, el agricultor
japonés recibe 64 yenes de subvención de cada 100 yenes de ingreso total. Con tales barreras se
crean condiciones, no solamente para que sus productores agropecuarios no tengan competencia
en los mercados domésticos, sino que les posibilita acudir al mercado internacional y competir
en precios con productos cuya producción se realizó a mucho menor costo.
¿Es moral ante tales hechos y cifras proponerle a Cuba que se desarme ante el competidor
extranjero, a pesar de que tendrá que acudir necesariamente a la agricultura para incrementar sus
exportaciones? Eso equivaldría a condenar a la población cubana a la extrema miseria. Si Cuba
elimina las actuales barreras administrativas a las importaciones y no las sustituye con una
barrera arancelaria efectiva y racional, con ello estaría creando condiciones para que de
inmediato sus mercados domésticos sean invadidos por productos agrícolas procedentes de otros
países.
Parece, pues, conveniente que, conjuntamente con la eliminación del monopolio del comercio
exterior se establezca un período de “cuarentena proteccionista” del productor nacional,
particularmente del sector agropecuario, de modo que dispongan de un período de tiempo
prudencial para eliminar la rémora institucional que ha llevado a la pérdida de competitividad
(en la agricultura, reducción drástica de la productividad).
Transición y Desempleo. La Estabilización.
En relación con el desempleo ocurrirá lo siguiente. Con el simple cambio de gobierno los 700
mil – 1 millón de desempleados reales, hoy ocultados por el gobierno mediante el artificio de
reducir por decreto la población económicamente activa, harán acto de presencia en el mercado
laboral.
Al pasar las empresas a funcionar en condiciones de mercado, en la misma medida que vayan
recuperando los niveles de productividad perdidos, se desharán del personal superfluo. Ello
significa entre 1 y 1,2 millones de desempleados adicionales. Ello sin considerar que la
agricultura, en condiciones adecuadas, pudiera recuperar y superar los niveles de productividad
del año 1958.
Un gobierno democrático tiene que prescindir del hipertrofiado aparato militar y represivo del
régimen actual, así como de instituciones que, como el Partido Comunista y todos sus
apéndices, los Comité de Defensa de la Revolución, la Unión de Jóvenes Comunistas, la
Federación de Mujeres Cubanas, amén del inmenso aparato ministerial y de instituciones que,
como las Oficinas de Control de los Abastecimientos, que hoy dan ocupación a decenas de
miles de personas, devendrán en innecesarias. Con su desaparición pasarían a engrosar el paro
cientos de miles de personas (hemos supuesto, más arriba, que serían unos 500 – 600 mil, cifra
optimista a todas luces).
En fin, por el simple hecho del cambio institucional, sin considerar que muchas empresas que
hoy funcionan gracias a las subvenciones estatales devendrán en inoperantes en condiciones
normales de mercado, el paro que tendrá que enfrentar el gobierno de transición pudiera
ascender a unos 3 millones de personas, casi el 50% de la población en edad laboral y 60% de la
población económicamente activa. Agréguese a ello que los recursos del estado y del país serán
insuficientes para hacer frente a medidas de protección social de tan alta cantidad de
desempleados.
Al igual que en otros países que han emprendido la senda de las transformaciones mercantiles,
surgirá la percepción y opinión masiva de que son tales transformaciones institucionales las
causantes de tan altos niveles de desempleo.
No faltará, evidentemente, caldo de cultivo, en amplias capas de la población que nada tienen
que ver con el régimen, para el surgimiento del sentimiento de añoranza por el pasado castrista.
En otros países que salieron del socialismo real, gracias en gran medida al predominio de tales
sentimientos nostálgicos, gobiernan los partidos comunistas “reciclados”.
A lo anterior habrá que sumar a los más de 2,4 millones de personas por encima de la edad
laboral. Resultará una tarea ciclópea mantener, como mínimo, los ínfimos niveles de consumo
actuales de tal estamento de la población. Son personas que, por lo general, son las menos aptas
para encontrar medios alternativos de subsistencia. Se trata de más del 25% de la población con
derecho al voto.
Desempleo y desprotección social pueden provocar una situación social de una conflictividad tal
que haga imposible la gobernabilidad del país. Ese es el mayor peligro que tendrá que enfrentar
el gobierno de la transición.
BIBLIOGRAFÍA.
- Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía CELADE, (1999b), “Boletín Demográfico
Nº 66”, Julio 1999, Internet.
- Comité Estatal de Estadísticas (1990). “Anuario Estadístico de Cuba – 1989”, Ed. Comité
Estatal de Estadísticas de Cuba, La Habana.
- Comisión Económica para América Latina CEPAL (2000), Cuba: Evolución Económica
Durante 1999", Internet.
- Comisión Económica para América Latina CEPAL (2000a), La Economía Cubana: Reformas
Estructurales y Desempeño en los Noventa.” Segunda Edición, Ed. Fondo de Cultura
Económica, México.
- Edwards, S; Lederman, D. (1998), "The Political Economy of Unilateral Trade Liberalization:
The Case of Chile", National Bureau of Economic Research Working Paper, Cambridge.
- García, M. (2002), "Parasitismo Económico y su Impacto en el Tránsito Hacia el Mercado", en
"Cuba in Transition - Volume 12", Association for the Study of the Cuban Economy, Miami.
- García, M. (2003), “La Actual Economía Cubana: Estructura, Instituciones y Tránsito al
Mercado” (en prensa), Ed. Universidad de Granada.
- Valdés Paz, J. (2000), "Notas Sobre el Modelo Agrario Cubano en los años 90", en Burchardt,
H. J. Editor, (2000), "La Última Reforma Agraria del Sigro. La Agricultura Cubana entre el
Cambio y el Estancamiento". Ed. Nueva Sociedad, Caracas.
¿Tiene futuro la economía cubana?*
POR ELÍAS AMOR
Cuando los economistas se plantean la cuestión relativa al futuro de la economía cubana, tras la
desaparición del régimen castrista, de inmediato surgen una serie de dudas que se pueden
resumir en una sola: ¿tiene futuro la economía cubana?
La respuesta a esta pregunta es afirmativa. Carlos Alberto Montaner i, recientemente, ha ofrecido
una descripción de Cuba en el año 2020 que, previsiblemente será una realidad si se mantienen
las tendencias expuestas en su disertación. Destacar, como aportación relevante, que Montaner
sugiere que los “caminos señalados prácticamente son los mismos que el gobierno cubano eligió
a principios de los noventa para salir de la crisis cuando formuló su estrategia frente al llamado
período especial”. Los economistas saben que solo existe un marco relativamente estrecho de
opciones de política económica para atender a los múltiples objetivos que se plantean en una
economía, y en el caso de Cuba, las opciones, si cabe, son más escasas aún.
Apostando por un futuro positivo para la economía cubana, lo cuál no resulta difícil si se parte
de un estado tan calamitoso como el actual, la clave habría que identificarla en aquellos factores
que, por su parte, van a incidir de forma negativa en los cambios que necesariamente deberán
producirse. Ahí es donde van a aparecer las dudas e incertidumbres que son uno de los males
peores del proceso de transformación económica, pero que necesariamente habrá que asumir.
Sin embargo, aunque las sombras puedan impedir ver, sobre todo en el corto plazo, la salida del
túnel, es seguro que la luz existe y lo importante es orientarse a ella, con todos los esfuerzos
necesarios.
Imaginemos los primeros momentos del nuevo gobierno democrático que impulse el proceso de
transición en la Isla. Se han convocado unas primeras elecciones democráticas desde hace más
de cinco décadas y una coalición de partidos opositores vence a los antiguos comunistas, ahora
identificados con una opción de corte socialista democrática. Supongamos que dicho gobierno
ha conseguido movilizar el máximo consenso social en torno al escenario político y
parlamentario, con la estabilidad suficiente para empezar, y adoptar las necesarias reformas
institucionales que son prioritarias. ¿Qué será lo que viene a continuación?
De lo que no cabe duda es que el político que asuma la responsabilidad de la transición
económica en Cuba no va a tener mucho tiempo para pensar. Tendrá que actuar y asumir que a
resultas de las decisiones que se tomen, se van a cometer errores que será preciso rectificar, y
aprender de la experiencia. En definitiva, se trata de recorrer el mayor tramo posible del camino
que separa a Cuba en términos de renta, bienestar y calidad de vida, con respecto a la media de
países del continente, y además hacerlo en el menor tiempo posible. Terreno sin duda abonado
para los errores, pero terreno en definitiva que supone actuar con responsabilidad y entendiendo
que 11 millones de cubanos se merecen un futuro mejor.
El debate social tendrá que orientarse, en tales condiciones, a dos niveles básicos. De un lado, el
conjunto de la sociedad tendrá que pronunciarse por el tipo de economía a alcanzar. Cuestiones
fundamentales como ¿Qué participación de lo público y privado se quiere mantener?, ¿qué tipo
de sistema fiscal se tendrá que impulsar?, ¿qué aspectos constitucionales en materia económica
resultan fundamentales para avanzar?, ¿qué vínculos y relaciones internacionales es preciso
atender de forma prioritaria?, ¿qué tipo de función pública será la mas adecuada para el país?
i
Montaner, C.A. (2003) “Cuba año 2020”, conferencia pronunciada en el ciclo “Presidencial lectura,
series 2003”, Florida Internacional University.
Se trata de cuestiones de nivel estratégico sobre las que tendrán que pronunciarse los agentes
sociales, el parlamento y en definitiva, las distintas organizaciones de la sociedad civil que el
proceso de transición política vaya dibujando e impulsando.
El segundo nivel de acción será el día a día, donde se adopten las decisiones que tienen un
mayor impacto social y que resultan prioritarias para alcanzar ese objetivo de una economía
moderna y competitiva como la descrita por Montaner en 2020. Aprobación de un marco de
actuación para las inversiones públicas prioritarias, creación de instituciones de nuevo cuño
propias de una economía de mercado, normalización de los procesos de contratación salarial y
ejercicio libre de sindicatos de trabajadores. Todo ello, y mucho más, se acumulará en los
primeros momentos por lo que definir el orden será muy difícil, sobre todo por las presiones que
puedan emerger de una sociedad depauperada durante décadas.
Es por ello fundamental alcanzar, antes de comenzar, un acuerdo sobre el escenario al que se
pretende llegar. Cuanto mas amplio sea ese acuerdo, tanto mejor porque entonces las decisiones
que habrá que adoptar tendrán también el mayor consenso. El desmantelamiento de un estado
totalitario e intervencionista no es tarea fácil, pero si el conjunto de la sociedad forma parte del
proceso de sustitución de un modelo de sociedad por otro, las cosas pueden resultar más fáciles.
Otros procesos de transición se han basado en consideraciones similares. Por ejemplo, la
transición española es el resultado de un pacto sobre un nuevo escenario político de futuro, que
deja a un lado las condiciones económicas del momento por cuanto se estimó que existía
margen para emprender los necesarios cambios políticos. Dos años después, los pactos de la
Moncloa exigían duras medidas de ajuste económico para evitar que la economía española
perdiera los equilibrios básicos de una economía occidental. Por comparación, en Cuba, el pacto
político tiene que ir acompañado de un pacto económico, lo que supone un doble esfuerzo en la
gestión de los cambios que será necesario adoptar.
No resulta difícil identificar, como primera medida básica, el reestablecimiento en la Isla de un
régimen de libre empresa, de libre ejercicio profesional, basado en derechos de propiedad
visibles, transparentes y debidamente regulados por el nuevo orden constitucional. Si este
escenario no se puede dibujar de forma inmediata, sí que resulta conveniente que todos los
esfuerzos, políticas y gestos se orienten hacia el, no dejando la mas mínima duda respecto de la
dirección y sentido de la política económica. Sabido es que la economía, para progresar,
necesita un marco político e institucional lo mas estable posible y cualquiera de los escenarios
de futuro de la inmediata transición en Cuba, dista mucho de ese cuadro estable.
La restauración de la libre empresa debe ir acompañada de medidas de fuerte impacto
vinculadas a la privatización de empresas estatales o en aquellos casos en que resulte mas
difícil, su transformación en empresas de economía social, cooperativas o fórmulas que
permitan a los empleados no sentirse al margen de su futuro. De igual modo, habría que
impulsar programas generales de formación y entrenamiento de empresarios y empresarias en
toda la Isla, aprovechando para ello las organizaciones de masas existentes que,
previsiblemente, tendrán que definir un nuevo papel en el nuevo sistema democrático. La
promoción del autoempleo y las pequeñas y medianas empresas debe ser uno de los ejes básicos
del primer gobierno de la transición. Su éxito y consolidación estará determinado por la
consolidación de ese entramado empresarial. En ese sentido, la creación de una Agencia estatal
para la Pequeña y Mediana Empresa, un Instituto especializado en la promoción y creación de
empresas de economía social y cooperativas, son básicamente instrumentos que debidamente
impulsados en esta primera fase pueden servir para la reorganización de las asociaciones de
masas y su red de dependencias y establecimientos en la Isla.
De igual modo, Cuba deberá definir con precisión su posición en el marco global de la
economía mundial. Y ello requiere participar activamente en los procesos de convergencia que a
nivel continental se están desarrollando en los últimos años, pero asumir, igualmente, que la
economía global exige orientar estrategias hacia el resto de continentes. La especialización
productiva, origen de la ventaja competitiva de las naciones, es algo que históricamente Cuba ha
tenido que definir, y previsiblemente ha llegado el momento.
Esta definición en el marco global debe ir relacionada con una política de atracción de
inversiones hacia los sectores estratégicos clave que permita a la economía beneficiarse de los
procesos de integración en los que va a participar. Es decir, no se trata de adoptar una política de
masiva atracción de inversiones porque ello puede generar tensiones en la balanza de pagos
sobre el tipo de cambio de la moneda que terminen agotando los efectos benéficos de la
competitividad de la economía, un valor a tener en consideración por los responsables de la
política económica. En ese sentido, apostar por inversiones en sectores que aporten un rápido
crecimiento de la cantidad y calidad de las infraestructuras parece ser una salida razonable, en
concreto, telecomunicaciones, logística, navegación de costa, marinas, y todo ello, por medio de
una política de fomento de joint ventures que facilite la transmisión de capital social a las
nuevas estructuras económicas de la Isla.
Por otra parte, habrá que plantearse el sentido de las reformas a introducir: ¿hacia donde? ¿qué
hacer? Y ¿cómo hacerlo? En presencia de mano de obra cualificada y de bajo coste, si bien es
cierto que con bajos niveles de productividad, existen numerosos sectores hacia los que se
puede diseñar una estrategia de desarrollo que permita avanzar lo máximo posible en el menor
tiempo posible. El proceso de transferencia tecnológica de los países con un nivel de desarrollo
mas elevado, hacia países con mas bajos salarios, supone para la economía cubana una ventaja
relativa en sectores intensivos en mano de obra cualificada (informática, nuevas tecnologías,
proceso de información, formación a distancia en internet, etc) que van a ser estudiados
detalladamente por las empresas multinacionales. Utilizar a Cuba como plataforma para el
idioma castellano a nivel mundial de las principales empresas de software parece, a la luz de
estos datos, una posibilidad ciertamente próxima, y no hace falta situar ejemplos recientes con
los informáticos en India o Pakistan para comprobar las consecuencias de este tipo de
estrategias globales.
Buena parte de las decisiones que habrá que adoptar en los primeros momentos de la transición
van a tropezar sistemáticamente con la existencia de frenos y obstáculos del totalitarismo
intervencionista a los que habrá que atender con inteligencia so pena de que los mismos
terminen por estrangular los cambios.
La idea de adoptar, previsiblemente, como primera medida de política económica en ese
gobierno de transición, la supresión de las Libretas de racionamiento, y apostar por un rápido
abastecimiento de alimentos y vestido para la población tropieza, por ejemplo, con la ausencia
de un sector de comercio minorista que es el origen de las redes sociales que sustentan una
economía de mercado. Es ahí donde la apuesta por la rápida extensión de prácticas comerciales
se convierte en una necesidad imperiosa. El régimen de franquicias permite iniciar actividades
de distribución minorista con una notable rapidez y existe una amplia experiencia sobre técnicas
de gestión y organización desde las casas matrices que puede servir para su implantación rápida
en suelo cubano. Muchos exiliados van a apostar por esta modalidad como forma de regreso a la
Isla, aunque cabe esperar, igualmente, una fuerte participación de extranjeros vinculados al
desarrollo del turismo. Empresas de viajes, alquileres de autos, restauración, cafeterías, tiendas
de moda, conforman una red amplia de actividades para su desarrollo en el tiempo más corto
posible. La obtención de créditos en condiciones ventajosas, o préstamos de iniciativa personal
deberá ser una línea de acción para conseguir la participación del máximo número posible de
emprendedores, teniendo en cuenta que en la Isla el comercio es prácticamente inexistente para
un mercado actual de 11 millones de consumidores.
El nuevo gobierno deberá identificar una serie de sectores de futuro para los que la geopolítica y
los recursos humanos de Cuba resultan los más adecuados. Aquí estarían, en primer lugar,
Turismo, Biotecnología, Níquel, Tabaco y Azúcar, como principales renglones de la orientación
al exterior de la economía. Todos estos sectores de actividad ya se encuentran funcionando en la
Isla, por lo que su dirección hacia el mercado y la rentabilidad debe ser uno de los primeros
pasos de la nueva estrategia.
El turismo va a exigir, si se quiere alcanzar la cifra de 15 millones en 2020, la adopción de una
serie de medidas estructurales que fomenten, por un lado, el acceso de nuevos mercados con un
poder adquisitivo más elevado, y el mantenimiento de una cierta fidelidad de los consumidores.
Conocido es que el sector turístico cubano viene creciendo en los últimos años por su
competencia para atraer nuevos clientes, pero la tasa de fidelidad, sobre todo en los segmentos
más atractivos del mercado, es muy baja. Actuaciones como el fomento de nuevas
infraestructuras turísticas (de esparcimiento, de restauración, de tiendas, bares, cafeterías, etc),
formación al personal que trabaja en el sector, creación de una red de oficinas en el exterior para
la promoción del turismo y apertura al mercado norteamericano, son, qué duda cabe, las
principales medidas a adoptar para dar salida al sector.
La biotecnología cubana tiene que ser uno de los sectores de mayor futuro si se piensa en
términos del binomio capital humano elevado de bajo coste. La posible entrada de las empresas
farmacéuticas norteamericanas, la apertura de centros de I+D vinculados a las multinacionales
del sector, la apuesta por una investigación de base sólida y con una clara orientación al
mercado, deben situar a Cuba entre las primeras potencias del mundo en 2020.
El cultivo del tabaco, al igual que otras producciones agrícolas abandonadas, como los
productos tropicales o el azúcar, se verá transformado por el nuevo régimen de propiedad
privada de la tierra, con la entrada de los productores mundiales y las empresas de distribución
en los principales sectores. La agrotecnología cubana, entregada gratuitamente durante décadas
a otros países, se tiene que orientar hacia la producción nacional para mejorar la productividad,
al tiempo que el incremento en el nivel de utilización de las tierras disponibles, facilita un cierto
auge de la producción extensiva. Para suplir la necesidad de mano de obra en el campo, podría
ser interesante incentivar el regreso al campo, sobre todo de los cubanos jóvenes, aunque no
habrá que perder de vista que la mecanización agrícola es una tendencia general.
Formulada esta apuesta por los sectores motores principales, a continuación, hay que ir sentando
las bases para la aparición y consolidación de nuevas actividades que pueden dar a la Isla un
fuerte empuje y dinamismo económico a medio plazo. Las Universidades cubanas y los centros
educativos, escuelas de ingeniería y centros de formación pueden orientarse al mercado y
dedicar sus recursos a la investigación y desarrollo en una amplia gama de sectores y
actividades. Las multinacionales podrán empezar a comprobar que vale la pena encargar a
científicos cubanos determinados proyectos de desarrollo que, con bajo coste relativo,
producirán resultados inesperados.
Los grandes proyectos de ocio y tiempo libre que se planifican con un horizonte de cuatro a
cinco años pueden tener en la Isla una referencia básica para su concreción en el menor tiempo
posible y aprovecharse del auge del turismo de calidad por el que se debe apostar desde el
primer momento. Parques temáticos, ciudades de ocio y tiempo libre, parques de atracciones,
todo un nuevo escenario vinculado a la diversión en el que los cubanos podrán también disfrutar
en pie de igualdad con los extranjeros. El clima ayuda de forma notable.
La potencia deportiva que es Cuba puede servir para generar importantes recursos no sólo en el
deporte profesional, sino a través del patrocinio que es uno de los grandes sectores de la
economía global. Además, los centros de entrenamiento y de formación deportiva de la Isla
pueden orientarse al mercado suministrando servicios a otros países que carezcan de los
mismos.
Otro tanto cabe afirmar de la Música, una de las actividades que debe experimentar un mayor
auge en la Isla gracias a su definitiva orientación al mercado. La realización de conciertos
internacionales de música cubana, y la llegada masiva de las empresas discográficas va a
generar un importante auge de actividad privada hasta la fecha muy controlada y limitada en su
expansión.
Vinculado al turismo residencial y el desarrollo de ciudades de descanso para la tercera edad,
nacerá todo un sector que tiene en Cuba una fuente importante de mano de obra especializada, y
que tiene que ver con el cuidado de los ancianos en residencias y centros. La llegada a la Isla de
los exiliados que disfrutarán en suelo cubano de los últimos años de su vida después de haber
acumulado importantes planes de pensiones en los países de residencia, va a permitir el
desarrollo de iniciativas en este sector, que desbordarán las dimensiones actuales, por cuanto
van a fomentar el nacimiento de actividades directamente relacionadas con este sector social.
Aquí, una vez más, el elevado capital humano, de bajo coste, que existe en la Isla va a
convertirse en un poderoso estímulo para la creación de empresas especializadas en los más
diversos tratamientos geriátricos con tecnología cubana exportable.
La medicina, la sanidad y la educación orientados al mercado van a servir, igualmente, para
generar recursos en la economía privada a través del ejercicio de la libre profesión y la libre
empresa, aunque prosperarán en estos sectores las empresas de economía social, las
cooperativas de trabajo asociado que se dispersarán rápidamente por la Isla a partir de las
empresas estatales existentes.
En el sector de los servicios sociales, Cuba tiene igualmente un gran camino recorrido gracias a
la existencia de una población muy cualificada, de modo que existen grandes perspectivas de
desarrollo en estas actividades en el tratamiento de todo tipo de problemas relativos a la
intervención social que, con el actual proceso de globalización, beneficiará notablemente a la
Isla.
Las actividades agrícolas ganarán rápidamente cuota de mercado, como consecuencia de la
privatización de las tierras y la necesidad de alimentar a amplios sectores de la población, si
bien el tradicional componente importador de la economía cubana seguirá siendo un lastre para
el comercio exterior. Sin embargo, sería deseable que el nuevo gobierno apostara por un
determinado tipo de agricultura ecológica, con actividades ecosostenibles que no deterioren en
principal patrimonio de la Isla que es su naturaleza, su medio ambiente. En ese sentido, las
actividades industriales existentes deberán ser sometidas a controles rigurosos para evitar el
deterioro atmosférico o la contaminación de los recursos hidráulicos o de los suelos. La apuesta
por un modelo sostenible de desarrollo debe ser una prioridad del gobierno si se desea progresar
con el resto de actividades antes referidas.
La construcción de viviendas e instalaciones tiene un campo formidable de desarrollo en Cuba.
La recuperación de los edificios deteriorados por la parsimonia del régimen debe ser una
prioridad, fomentando la instalación de empresas multinacionales, centros de servicios, y
cualquier otro tipo de actividad productiva que garantice el mantenimiento y conservación de
los mismos. Experiencias de rehabilitación de centros urbanos deberán ser trasladadas a la Isla,
y para ello habría que apostar por premios internacionales de recuperación del patrimonio que
atrajeran a los principales equipos de arquitectos del mundo a establecerse en las principales
ciudades de la Isla, como plataforma de servicios hacia todo el continente.
La necesidad de construcción de viviendas debe seguir un modelo adecuadamente planificado
para evitar la destrucción del territorio. Los cubanos deben tener derecho a una vivienda digna y
accesible y los poderes públicos deberían esforzarse en que ello fuera así. Generosas ayudas y
sobre todo, financiación sostenible a través de entidades crediticias similares a las cajas de
ahorros españolas que tienen una importante obra social, debería permitir a los cubanos acceder
rápidamente a una vivienda y evitar la actual situación de degradación que les permite disfrutar
un derecho que es básico.
La construcción de viviendas en las zonas turísticas, hoteles, apartamentos, marinas, bungalows,
y demás oferta hotelera deberá guiarse por criterios de calidad que no distorsionen el patrimonio
ambiental y natural de la Isla.
El motor de actividad económica que es la construcción va a ser una fuente primordial de
crecimiento del empleo y la mejora de las rentas salariales, pero al objeto de evitar que se
generen distorsiones en los procesos de eslabonamiento con el resto de sectores, no conviene
acelerar los esfuerzos a corto plazo, sino que se debería apostar por un Plan de expansión a
cuatro años que permita impulsar igualmente las necesarias obras en infraestructura eléctrica,
hidráulica, energética y de diversa índole que urgen al país.
Hay que intensificar, al menos durante la primera fase de la transición y en relación directa con
las reformas políticas e institucionales que otorgarán credibilidad democrática a la Isla, las
relaciones con los organismos internacionales continentales e internacionales de los que el
régimen castrista se autoexcluyó. En ese sentido, será necesario definir la participación de Cuba
en la OEA y en los procesos de integración económica regional, las relaciones con la Unión
Europea, Naciones Unidas y sus diversas agencias de cooperación al desarrollo, Fondo
Monetario Internacional, Banco Mundial y todo ello para conseguir la normalización de las
relaciones geoestratégicas en el menor tiempo posible.
La creación y puesta en marcha de un nuevo sistema fiscal, equitativo y estable, capaz de
generar recursos financieros para las reformas que desde el sector público se deberán acometer
es otro de los retos. Crear una agencia especializada en la recaudación que flexibilice y
humanice el marco de las relaciones fisco con el ciudadano es un elemento fundamental para
mejorar el espíritu de creación de empresa de los cubanos y darle el máximo impulso a los
procesos económicos.
La capitalización de las remesas de los emigrantes es otro de los retos del nuevo sistema
financiero que se va a impulsar en la Isla. Es preciso que las instituciones crediticias de clara
vocación social se mantengan y se consoliden en los planes del nuevo gobierno para facilitar
créditos y ayudas a las familias y empresas que garanticen una rápida salida adelante. Ello debe
ser combinado con la presencia de instituciones de crédito internacionales capaces de impulsar
proyectos de inversión sólidos y solventes que apuesten por el futuro de la Isla.
Nadie ha dicho que vaya a resultar fácil. No será una empresa que de resultados de un año a
otro. El impacto de los cambios y transformaciones será lento por cuanto uno de los principales
retos será la reconstrucción del capital social de la Isla, prácticamente inexistente en la
actualidad como consecuencia de la política de vacío sociológico ejecutada durante décadas por
el castrismo. Sin embargo, al final del camino se verá la luz. El diseño de un nuevo modelo de
organización productiva basada en la confianza entre los agentes económicos, los derechos de
propiedad y la construcción de un nuevo capital social, es una agenda formidable que va a
ocupar a la próxima generación de cubanos libres.
La naturaleza de la economía cubana en el ocaso de Castro
POR JORGE A. SANGUINETTY
Muchos de los que estudian la economía cubana cometen el error de aplicar un enfoque
metodológico que excluye el análisis de las transformaciones institucionales y organizativas de
esa economía. El problema, sin embargo, para llevar a cabo un enfoque más apropiado es que la
economía cubana no es accesible para un estudio profundo dada la falta de transparencia del
sistema de gobierno bajo Fidel Castro. Los datos disponibles de naturaleza cuantitativa, además
de ser muy poco confiables, ofrecen una visión incompleta de la evolución de la economía
cubana y el observador no tiene más alternativa que depender más de evidencias anecdóticas
sobre los cambios institucionales y el devenir de lo que por omisión o por comisión pudiera
llamarse la política económica del gobierno.
Mi experiencia personal como funcionario de la Junta Central de Planificación (JUCEPLAN) en
los años sesenta me permite afirmar que la planificación centralizada, como el instrumento de
dirección económica por excelencia de una sociedad socialista, nunca fue tomada en serio por
Fidel Castro, aunque otros altos funcionarios o líderes del gobierno sí lo hicieron, pero a un gran
costo personal para ellos, especialmente Osvaldo Dorticós y Ernesto (Ché) Guevara. ¿En qué
me baso para afirmar esto? Primeramente, en la manera improvisada en que se condujo la
formulación del primer plan cuatrienal que se intentó por la burocracia gubernamental bajo la
dirección de JUCEPLAN. Tal plan cubriría el período 1962-1965 y se prepararía en el
transcurso de 1961 bajo guías metodológicas de la Junta para ser seguidas por los diversos
organismos del estado y sus empresas consolidadas.i La formulación del plan consistía, a
grandes rasgos, en preparar planes de producción y de inversiones con sus respectivos requisitos
de empleo y de abastecimientos para cada empresa o unidad productiva, datos que se agregarían
a nivel de empresa consolidada y se presentarían al ministerio correspondiente para ser enviados
posteriormente a la Junta.
Este ejercicio tenía varios defectos críticos, incluso desde el punto de vista de lo que podría ser
el modelo ideal de planificación socialista centralizada. Primeramente, el plan carecía de una
base estadística elemental y la mayoría de los organismos tuvieron que improvisar su base
informativa para elaborar las cifras que la Junta exigía. Por ejemplo, en el plan de
abastecimiento (llamado técnico-material) del INIT había que proponer las cantidades de
centenares de productos que las empresas creían que necesitarían para cumplir metas de
producción arbitrariamente establecidas. Las miles de empresas involucradas en el plan
acababan de ser expropiadas por el gobierno y casi todas tenían nuevos administradores y no
sabían exactamente sus capacidades ni sus necesidades para un año, mucho menos para cuatro.
De más está decir que las cifras sometidas a los ministerios correspondientes y de ellos a la
Junta no tenían sentido y en la mayoría de los casos ni siquiera se podía establecer si existía en
el país la capacidad de producir o importar lo que se pedía. En este sentido el plan de las
empresas se convirtió en una expresión grosera y caprichosa de la demanda de productos y
servicios intermedios.
Un segundo defecto de la planificación era que el personal a cargo de la misma en cada
empresa, empresa consolidada u organismo central no estaba debidamente capacitado y el
i
La empresa consolidada era un consorcio que abarcaba todas las empresas de un mismo sector o rama de
producción o servicios. Por ejemplo, el Instituto Nacional de la Industria Turística, donde yo trabajaba
antes de unirme a la Junta en 1963 contaba con diez empresas consolidadas, entre ellas la de hoteles, que
poseía y administraba todos los hoteles del país; la de restaurantes y cafeterías; la de centros de caza y
pesca; la que adminsitraba las playas y otras del sector turístico. Del mismo modo el Ministerio de
Industria, el Instituto Nacional de la Reforma Agraria y otros ministerios contaban con su propia
colección de empresas consolidadas.
ejercicio se convirtió en uno de tipo burocrático donde el objetivo era llenar formularios aunque
las cifras no tuvieran mucho sentido. Las más altas autoridades del gobierno, en su mayoría, no
parecían estar conscientes de lo absurdo que era el ejercicio que se estaba llevando a cabo y
además parecían dar por sentado que los niveles de producción se mantendrían de alguna
manera.
Un tercer problema en este proceso era el de la falta de una política de desarrollo coherente, que
estableciera una dirección clara de hacia dónde quería el gobierno llevar la economía. En sus
esfuerzos planificadores, los funcionarios de nivel intermedio más conscientes de estos
problemas clamaban por directivas de producción que les sirviera de ancla para poder proyectar
por cuatro años la demanda derivada de los insumos correspondientes, tanto de tipo físico como
humano. Esta deficiencia se mostraba en los cambios de dirección de las declaraciones oficiales
sobre lo que más se acercaba a una política económica. De tales declaraciones, la más
importante al comienzo del proceso revolucionario fue la política de reducción o demolición
azucarera que se aplica hasta el año 1964 y en la que se reducen los niveles de producción
tradicionales en más de la mitad. Tal política de industrialización tenía una cierta inspiración
estalinista pero en realidad obedecía a la vieja doctrina de sustitución de importaciones que
prevalecía en América Latina.
Sin embargo, cuando Fidel Castro anuncia un giro de 180 grados en el sector azucarero y
compromete al país a una zafra record de 10 millones de toneladas métricas para 1970, se
introduce un elemento de gran confusión en el sistema de planificación y se abandonan ciertos
aspectos del supuesto plan de industrialización como el desarrollo del norte de Oriente con base
en la producción de acero. Mientras la Junta intentaba articular alguna forma de planificación e
introducir algún orden en el manejo de la economía cubana, Fidel Castro formulaba por su
cuenta algunos planes de desarrollo sectorial que añadían más a la confusión de la dirección
económica del país. Ejemplos típicos de tales planes personales (denominados Planes
Especiales por la Junta en un intento desesperado por darles algún tratamiento dentro de la
planificación centralizada) fueron los planes de desarrollo de ganado vacuno y porcino. Estos
cambios radicales coinciden con la desaparición del Ché Guevara de Cuba y se suman a otras
razones para pensar que era él tenía seria discrepancias con la dirección que estaba tomando la
revolución cubana.
Y un cuarto problema digno de mencionarse aquí fue el de la falta de un criterio explícito para
determinar los precios de los productos y de los servicios que se incluirían en el Plan. Era claro
que en toda la abrumadora producción de bibliografía sobre el socialismo desde Marx hasta
Oscar Lange y Michael Kalecki, pasando por Charles Bettleheim, Paul Sweezy, Paul Baran y
Ernest Mandel, no hay el fundamento teórico que le permita a una economía centralmente
planificada sustituir al mercado como instrumento principal en la determinación de los precios
de todo lo que produce y se intercambia. Lo que había como sustituto parcial era el llamado
sistema de balances materiales que intentaba equiparar oferta y demanda (palabras cuyo uso
estaba prohibido en Cuba por ser consideradas de origen burgués) pero que no tenía manera de
determinar el precio de cada producto para el cual se hiciera el balance. Como resultado de todo
esto, el Plan tenía otro elemento arbitrario y era el de los precios de todos los bienes y servicios,
muchos de los cuales quedaron congelados a los niveles que predominaron entre 1959 y 1960.
Esto creó una enorme cantidad de desajustes en la economía los cuales tuvieron varias
repercusiones. Con la ayuda de un mecanismo de centralización presupuestaria donde los
ingresos de las empresas iban a un fondo común y sus egresos eran financiados por el estado sin
consideración alguna sobre las ganancias, las ineficiencias y desequilibrios de cada empresa se
hicieron prácticamente invisibles. Aunque había voces en el gobierno, como la de Carlos Rafael
Rodríguez que abogaban por una medida de eficiencia económica a nivel de las empresas
individuales, este grave problema no parecía perturbar al máximo líder. Todo lo cual causaba
que las ineficiencias agregadas de las empresas hacían que el país estuviera gastando más
riqueza de la que creaba y, con la ausencia de reservas capaces de cubrir el déficit por algún
período, Cuba necesitó ayuda externa en volúmenes crecientes, lo que dio origen a una
dependencia crónica de los subsidios soviéticos.
A pesar de la precaria economía cubana, del fracaso de la zafra de 1970 y la devastación
económica que la misma dejó como secuela y del fracaso de todos los Planes Especiales, Fidel
Castro persiguió una agenda eminentemente política de intervención en los asuntos internos de
otros países durante las décadas de los setenta y ochenta. Tal agenda fue encubierta, como en
casi todos los casos de intervención en América Latina, mientras que en otros fue abierta, como
en los países africanos.
Esta política es irreconciliable con una política de desarrollo económico como la que fue
prometida por Fidel Castro y por Ernesto (Ché) Guevara en los primeros momentos de la
llamada revolución socialista. Incluso cuando uno examina de cerca el aparato de lo que parecía
ser un aparato de planificación económica central surgen dudas sobre la verdadera naturaleza de
las creencias socialistas de Fidel Castro.
Con el ascenso de Mikhail Gorbachev, Castro recibió las primeras indicaciones de que los
subsidios no podían continuar a ese nivel y acabaron desapareciendo con la disolución de la
Unión Soviética. Este fenómeno tan inesperado para el mundo como lo fue para Fidel Castro,
dejó al desnudo la economía cubana pero también se comenzó a descubrir lo que había sido la
política económica del gobierno hasta entonces por las medidas que no se tomaron a partir de
1990. Si con la desaparición de la Unión Soviética Fidel Castro no cuenta con los recursos que
le permitieron perseguir una agenda de intervenciones internacionales que lo convirtieron ante
los ojos de muchos una especie de paladín del Tercer Mundo, ¿por qué ahora que tiene que
abandonar esa agenda no libera la economía interna lo suficiente para mejorar el nivel de vida
de los cubanos?
En los años ochenta Castro permitió una liberalización de los mercados campesinos que tuvo un
gran éxito y que él mismo liquidó aparentemente cuando se dio cuenta de que el proceso le
estaba dando demasiadas libertades a los cubanos, libertades que podían ser utilizadas para
desafiar sus poderes absolutos. Castro tenía que suponer que la desaparición masiva y abrupta
del bloque socialista tendría un gran impacto en los cubanos, a pesar de toda la propaganda y
todos los recursos dedicados a la educación para venderle al público la idea del socialismo, de
manera que la economía tenía que seguir sirviendo como un mecanismo de control del
ciudadano por medio de diversas formas de racionamiento y manejo de la escasez. Fidel Castro
comprende muy bien, definitivamente mejor que sus enemigos, que la libertad económica es
necesaria para la libertad política y aunque no es una condición suficiente, no está dispuesto a
correr riesgos innecesarios en esa dirección.
Al desaparecer los subsidios que ayudaban a mantener un balance precario entre la oferta y la
demanda agregada de bienes y servicios en el país, se crea un desequilibrio que a su vez genera
una gran crisis de abastecimientos a la población, afectando artículos de primera necesidad.
Esta situación a su vez desemboca en éxodos clandestinos de cubanos tratando de alcanzar las
costas de los Estados Unidos en naves improvisadas y una expectativa general de que el
régimen está en peligro. Sin embargo, Castro consigue manejar la situación mediante la
aplicación de medidas de ajuste y de una apertura selectiva y muy controlada del sector externo
a inversiones y empresas extranjeras, muchas de las cuales están encaminadas a regenerar la
industria turística del país. Irónicamente, el desarrollo de la industria turística fue presentado en
los primeros momentos del proceso revolucionario como uno de los posibles pilares del
desarrollo económico de Cuba, pero abandonado pronto por razones que nunca fueron
explicadas. Es obvio que el desarrollo de este sector no era compatible con una agenda política
internacional que tenía como eje central la confrontación con los Estados Unidos como parte de
su deber central de combatir “el imperialismo, la dependencia y el subdesarrollo”:
Las medidas de ajuste fueron erróneamente catalogadas como de reforma por muchos
observadores de la economía cubana. En su análisis no vieron que todas las medidas que se
tomaron, especialmente la de permitir el trabajo por cuenta propia a un elevado número de
trabajadores del estado cuyos salarios no se podían sostener, eran estrictamente reversibles a
discresión única del gobierno. No obstante las medidas de ajuste, el gobierno no consigue
reducir la dependencia de la economía cubana y del gobierno mismo de los nuevos subsidios, o
sea, las remesas de los cubanos exilados que envían importantes sumas de dólares a sus
familiares en la isla.
En este contexto Fidel Castro se ha esforzado por muchos años en lograr que los Estados
Unidos levanten el embargo económico que tienen sobre Cuba y que el propio Castro propició
en los comienzos de su revolución para conseguir aislar a Cuba del resto del mundo y así
manejarla a su antojo. Parte del esfuerzo se ha basado en tratar de demostrar que la pobreza de
la economía cubana se debe al embargo y no a la naturaleza intrínseca de su gobierno, de la falta
de un compromiso con la economía de los cubanos y de la predominancia de una política
internacional contraria al interés nacional. Muchos en el extranjero compran la propuesta
castrista pero no se dan cuenta de que en realidad la economía cubana está sujeta a dos
embargos, el que conocemos por parte de los Estados Unidos y que cada vez es menos
restrictivo y el que de hecho el propio Castro ha impuesto sobre los cubanos y que consiste en
todo el conjunto de restricciones a los cubanos para producir, trabajar, comerciar, vivir, trabajar
y consumir con plenas libertades. Esto significa que si se levanta solamente el embargo de los
EEUU sin que los cubanos en la isla tengan más libertades para actuar como sus propios agentes
económicos sin la tutela del gobierno, los beneficios de un levantamiento unilateral del embargo
van a concentrarse principalmente en Fidel Castro y aquellos miembros de la nomenclatura que
él decida beneficiar. Por eso es razonable proponer, frente a la alternativa de un levantamiento
unilateral del embargo norteamericano sin nada a cambio por parte del gobierno cubano, el
levantamiento gradual de ambos embargos, el que se conoce por ese nombre y el que yo he dado
por llamar el embargo interno o el impuesto por Castro.
De esta manera no sólo se mejorarían las condiciones de vida de los cubanos, sino que se
reducirían o hasta eliminarían las inequidades que resultan del sistema de remesas y el poco
alcance a la ciudadanía del sector turístico que hace que muchos cubanos no puedan
beneficiarse del acceso al dólar. Además, y lo que es muy importante, se mejorarían las
condiciones de lograr una transición democrática una vez que Castro desaparezca y se pueda
construir una economía basada en amplias libertades individuales para todos los cubanos. La
pobreza crónica del cubano y la acumulación de necesidades que siguen a tantos años de
privaciones, sobre todo en materia de vivienda, dejan como legado a una población impaciente
que si no comprende que su problemas económicos no se pueden resolver en corto tiempo,
puede engendrar inquietudes y movimientos de protesta que desestabilicen el gobierno de
transición.
Cuba posiblemente sea el país socialista que está en peores condiciones actualmente para
construir una economía de mercado. Esta condición hace todavía más urgente que se cambie
radicalmente el régimen actual para bien de los que viven en la isla, pero al mismo tiempo
complica extraordinariamente el proceso de transición hacia la libertad y hacia el mercado. La
condición que más ha de dificultar una transición es posiblemente el aislamiento del cubano, la
falta de una sociedad civil, su dependencia absoluta del gobierno y el factor concomitante, la
falta de experiencia y de conocimientos sobre cómo operar en una democracia, qué es una
economía de mercado y cómo organizar a la ciudadanía para obtener todo esto.
La “justicia” en la dictadura
En la mente del castrismo no hay nicho para la palabra justicia*
POR ALBERTO MULLER
Estimados amigos y testigos de este Congreso Internacional de Cultura cubana, patrocinado por
la “Asociación Española Cuba en Transición”:
Se me ha pedido que trate en mi presentación sobre la justicia en la dictadura, los maltratos y las
condenas.
Empecemos pues, sin rodeos, a tratar el tema en cuestión.
Fidel Castro repite como un loro locuaz y amaestrado que, en la Cuba que data desde 1959,
nunca se ha torturado a nadie, cuando en realidad la tortura se ha aplicado en la Cuba castrista,
de forma persistente y tenaz.
Siempre hay que tener cuidado con la pasión exarcebada que desencadena, cuando se ha sido
testigo de excepción y se han padecido abusos denigrantes y tenebrosos, que violan la más
elemental norma de la justicia, pisotean la dignidad de la persona humana e intentan escamotear
y borrar de la faz de la tierra la validez universal de los derechos humanos.
Pero si de algo vale el testimonio personal por haber sido uno más, entre los tantos, que
padecieron las torturas más crueles en las cárceles castristas, les pido perdón por el horror que
debo relatar.
La Justicia en la Dictadura…hablamos obviamente de la dictadura de Fidel Castro, pues por la
historia andan otras o han andado otras de rango parecido.
La justicia en Cuba, en cualquiera de las variantes que la queramos analizar, está herida de
muerte desde los primeros momentos.
En la mente del castrismo no hay nicho para la palabra justicia.
En términos puros…justicia significa que cada uno en la sociedad tenga el precioso derecho de
seguir su propio camino…y el de recibir lo que le pertenece dignamente.
E injusticia…significa cuando una parte le roba esos derechos a la otra…así de simple.
Y eso es precisamente lo que ha ocurrido en Cuba, que los derechos de todos han sido
secuestrados por el gobierno y el sistema que totalitariza a la isla desde el 1ero. de enero de
1959.
En Cuba, definitivamente algo anda muy mal en términos de justicia…pues las 2/3 del pueblo
cubano, si se lo permitiesen, abandonaría el país apresuradamente.
En el destierro ya vive más del 10 % de la población cubana.
Tengo una cifra reciente muy gráfica, que refleja que unos 400 mil jóvenes se han inscrito en la
Sección de Intereses de los Estados Unidos en La Habana para abandonar el país, si se le
acreditara una visa y el gobierno les diera el permiso de salida.
¿Que está ocurriendo en ese país – CUBA – que la inmensa mayoría de sus ciudadanos quieren
huir de él ?
La razón que desencadena esta estampida, en ocasiones casi suicidas, debemos decirlo sin
dobleces, es que en la Cuba castrista el mal de la injusticia es raigal, absoluto y casi como
empozado a la piel del propio sistema comunista:
Veamos, a modo de ejemplo, algunos hechos muy puntuales y punzantes:
Si pusiéramos el colimador de la cámara en la prisión de Isla de Pinos, para ver algunas escenas
de maltratos inconcebibles, puedo asegurarles que el observador quedaría exhausto moralmente.
Si yo les enseñara mi pierna derecha, ustedes verían dos cicatrices de heridas de bayonetas que
recibí durante uno de los eventos más sórdidos y criminales del castrismo en sus primeros años,
el Trabajo Forzado en la Prisión de Isla de Pinos.
Recuerdo aquel mediodía soleado, que junto a los prisioneros políticos Emilio Rivero Caro y mi
hermano Juan Antonio, fuimos introducidos a la fuerza en la zanja de excrementos de la prisión
con el pretexto de que teníamos que limpiarla.
¿Y me pregunto, cómo es que se puede limpiar una zanja de excrementos, en donde están
fluyendo los residuos permanentemente ?
Aquello parecía más una escena kafkiana que una escena real de cualquier prisión.
Mientras nosotros nos negábamos a limpiar la zanja maldita, los custodias militares nos pegaban
a mansalva con sus bayonetas hasta herirnos indiscriminadamente.
Y créanme, este recuerdo de sangre, sol, y golpes, enlodado por los excrementos que corrían y
se enredaban a la altura de nuestros tobillos, solo reflejaría una millonésima parte de quienes
tuvieron el privilegio inhumano de padecer ese karma intenso de torturas, solamente en este
corto período de la Prisión de Isla de Pinos.
Durante este período oscuro y tétrico fue asesinado el joven recluso Ernesto Díaz Madruga de
un bayonetazo infernal que le atravesó el recto y le desbarató todo el aparato intestinal,
conjuntamente con el hígado.
Además, fueron asesinados por la misma vía de la violencia inusitada, los reclusos Julio Tang,
Roberto López Chávez, Eddy Alvarez Molina, Danny Crespo y Paco Pico, entre otros.
Con estos ejemplos sólos de torturas bárbaras, bastaría para que un Tribunal de Justicia
Internacional enjuiciara a Fidel Castro y a sus acólitos torturadores.
Ahora me vienen a la mente los interrogatorios en las celdas de condenados a muerte en el
Castillito del G-2 de Santiago de Cuba, en donde estuve 90 días consecutivos en espera de ser
fusilado.
No teníamos noción de las horas, pues las celdas eran oscuras sin ninguna iluminación. Sólo la
comida maltrecha y el desayuno de agua caliente con azúcar, nos permitía hacer algunos
cálculos del tiempo.
Los interrogatorios eran generalmente de madrugada, en una oficina muy fría, a la que para
entrar nos obligaban a la fuerza a quitarnos la ropa, con el objetivo de que el frío intenso nos
hiciera temblar.
Díganme si esto no es una tortura sicológica bien sofisticada.
En la noche anterior a que me trasladaran a este centro de terror, en el campamento de Las
Mercedes, fui sacado por un pelotón de seis guardias con sus armas largas a un camino angosto
cercano a las barracas de los prisioneros.
El sargento del pelotón me dijo que tenía la orden de fusilarme. Y me ordenó caminar por el
trillo que se iba alejando de las barracas del campamento.
Atrás de mi sentía los pasos de los fusileros y los fusiles preparados para disparar.
Recuerdo que en aquel momento me encomendé a Dios…pensé con intensidad en mis
padres…en mi hermano…en mis compañeros de luchas…en mi familia…miré al cielo…las
estrellas eran en esa noche clara mis únicos acompañantes…
También recé una oración muy simple, que me ayudó a aliviar esa lógica angustia de morir
joven, Dios mío esto es lo que valgo y todo lo he tratado de hacer a tu mayor gloria, me
encomiendo a tu amor misericordioso…ayúdame…y perdónalos…
No niego que sentí miedo a morir…pero por otra parte…esperé la muerte con alegría…con
hombría de bien…pues me reconfortaba la idea de reunirme con mis compañeros mártires, ya
asesinados en fecha anterior.
Este trance de esperar la muerte habría durado unos 20 minutos. En dos ocasiones me mandaron
a no seguir caminando. Y el sargento volvía a repetir que inmediatamente sería ejecutado.
Enseguida pensaba nuevamente que sería el momento de las descargas y del adiós definitivo.
Fue una espera tensa, de mucha intensidad emocional. Esperar la muerte, segundo a segundo, no
es un trance fácil de asimilar ni de olvidar.
Se nos va la vida solamente recordándolo.
Al final me mandaron a detener. Y se acercaron tres de los fusileros y sentí que me amarraban
fuertemente las manos atrás en la espalda con una soga gruesa.
Fui entonces metido bruscamente en un vehículo militar y trasladado al Castillito, del cual ya he
hecho referencia.
Me pregunto, ¿puede existir una tortura sicológica peor ?
Guardo en mi memoria, como un recuerdo imborrable de soledad, de amor, y de humildad
humana esta experiencia del fusilamiento en simulacro.
Al menos, pude demostrarles lo que es un hombre con fe y con entereza.
Pero espérense, que faltan horrores peores…pues esto se cuenta y cuesta trabajo creerlo.
Bien podría calificarse este hecho que paso a relatarles, como una de las torturas colectivas más
despreciables de la historia de la humanidad.
Los cuatro edificios de la prisión de Isla de Pinos fueron dinamitados cada uno con más de 7 mil
libras de TNT.
Las paredes subterráneas de los cimientos o de los túneles de cada edificio fueron perforadas en
forma triangular, es decir con un sistema de demolición técnicamente implacable, para instalar
el TNT.
En la torre central de cada edificio se instalaron mil libras de TNT con el objetivo de que cada
torre se convirtiera en una poderosa granada de fragmentación de cuatro pisos de altura, que era
la altura de la torre. El equipo militar que hizo toda la instalación fue el Cuerpo de Ingenieros
del Ejército Rebelde
Esta tortura colectiva se puso en práctica en el verano de 1962 y así estuvieron los cuatro
edificios por más de un año dinamitados.
Y dando un salto, pues la lista de los horrores sería para no acabar y el tiempo nos impide cubrir
todo el horror, permítanme señalar al vuelo las torturas inconcebibles de las celdas tapiadas, de
las golpeaduras indiscriminadas a los reclusos, de los largos confinamientos en las celdas
solitarias de castigo, de los electro-shocks a los prisioneros sin ninguna enfermedad mental en el
Hospital de Mazorra, etc., etc., pues queremos de ex-profeso pasar a la etapa más reciente.
La detención el año pasado y la condena posterior a los 75 cubanos disidentes, poetas y
periodistas independientes, que provocó la repulsa de intelectuales de la talla de José Saramago,
Premio Nobel de Literatura, de Eduardo Galeano, de Carlos Fuentes y de Susan Suntag, entre
otros.
Entre estos hombres y mujeres estaba Raúl Rivero y Manuel Vazquez Portal, dos poetas de
reconocimiento internacional.
Sencillamente dos poetas, condenados por escribir versos libres. Ese fue realmente el delito.
Pero también estaba Martha Beatriz Roque, una mujer profesional, frágil de salud, cuyo único
delito fue plantear que todos los cubanos se reúnan para discutir pacíficamente el futuro de la
nación.
Y casi la mayoría del resto, con algunas excepciones muy honrosas, eran los promotores del
Proyecto Varela, que recoge firmas, de acuerdo a la constitución vigente en Cuba, para llamar a
un referéndum soberano, en donde todos los cubanos puedan expresar sus opiniones de futuro.
En ninguno de los expedientes fiscales se encuentran referencias a la violencia. Todos los
condenados habían actuado dentro del espíritu pacifista, a lo Ghandi.
Después de ser condenados a largas condenas, casi en forma maquiavélica, todos han sido
enviados a cárceles distante de su familia. Como para separarlos de sus seres más queridos y
hacer más hondo el sufrimiento.
El común denominador de la justicia en la dictadura castrista ha sido aplastar todos los derechos
del ciudadano para la supremacía y la estabilidad del poder castrista.
¡ Investíguese la historia cubana del castrismo y se comprobará que en muy pocas naciones de
nuestro hemisferio americano, los pueblos han tenido que pagar un precio tan alto en vidas y
sacrificios, como el que ha padecido y padece nuestro pueblo cubano !
Llegará el día, no tengo la menor duda, que un tribunal a lo Nuremberg, juzgará las torturas y
los crímenes del castrismo, porque durante el totalitarismo comunista cubano, la justicia ha sido
un papel estrujado en la mano asesina de Fidel Castro.
Gracias…
Notas sobre la represión en el castrismo
POR ORLANDO FONDEVILA.
El problema de la represión y el terror en las sociedades totalitarias como la cubana no es en
exclusiva ni principalmente un objeto de estudio de la Psicología. Más bien es asunto de la
Política y la Sociología y de manera subsidiaria de la Psicología.
El caso cubano no es de ningún modo singular. En la instauración de un sistema político que
tiene como uno de sus principales fundamentos el terror, el castrismo no ha sido innovador ni
imaginativo. Ha sido y es la aplicación pura y dura de los principios y métodos de control y
represión presentes en cualquier régimen totalitario conocido. Su inspiración y escuela han sido
la URSS y la RDA, el KGB y la STASSI. Y no es exagerado afirmar su parentesco con el
fascismo, primo hermano político-moral del comunismo. Mussolini, héroe admirado por Castro
en su juventud ya había afirmado, en nombre del gran ideal: “Todo dentro del Estado, nada
fuera del Estado, nada contra el Estado”. ¿No les recuerda acaso esta frase otra pronunciada por
Castro en 1961?
En los momentos iniciales del castrismo, Castro tenía muy claros los principios y las
instrucciones expuestos por Lenin desde los albores mismos de la Revolución de Octubre, que
era su secreto modelo, y se dispuso a aterrorizar a la población. No contaba aún con el personal
cualificado para cumplir la misión, por lo que los bisoños torturadores sólo disponían de su
devoción fanática al líder y a la causa. La represión y el terror en esos tiempos primeros se llevó
a cabo a lo guerrillero, a lo bestia como se diría aquí en España, sin maquillaje legal y sin una
praxis, digamos, técnica. Se fusilaba, se encarcelaba y se torturaba no sólo sin limitación alguna,
sino que se hacía pública e impúdicamente, con amplia divulgación en los medios de
comunicación. La intención era evidente, enseñar la feroz musculatura del nuevo poder, hacer
temblar a los posibles adversarios y generalizar en la población el sentimiento de terror, de
indefensión ante el poder. Desalentar cualquier conato de actividad política contraria.
Desarrollar, con vesánica premura, lo que en psicología se conoce como síndrome de
indefensión adquirida.
Nada original, repito. De Robespierre a Lenin, de Stalin a Mao, de Hitler a Mussolini, idénticos
principios y métodos: el control social mediante el terror.
Claro que el terror siempre tiene detrás fundamentos psicológicos, y si se quiere teóricofilosóficos, y hasta poéticos. Al respecto Martí decía que todo horror tiene su cantor y su poema
y señalaba como ejemplos a Nerón, a Torquemada y a Catalina de Médecis.
El terror y la represión no pueden tener lugar en el vacío. En una situación social normal, en una
vida social rutinaria, en una estructura social sin fracturas no puede tener lugar el terror
represivo. Sólo en una situación social anómala, manipulada convenientemente, se puede crear
la circunstancia de locura colectiva, de delirio por una Gran Causa en nombre de la que será
posible aplicar el terror apoyado y hasta legitimado por amplios sectores de la sociedad. A partir
de ahí se producirá un efecto circular: la Gran Causa legitima el terror y el terror impone la Gran
Causa.
Ocurre, sin embargo, que una vez instaurado el miedo en la sociedad el mismo se hace parte de
la psicología de la sociedad en general y por lo tanto de la conducta de las personas. De ahí la
dificultad extrema para erradicarlo una vez instituido, una vez que se ha incorporado a lo que
podríamos llamar el magma de la conciencia social, o lo que esto sea.
Es habitual que caigamos en la tentación de considerar al agente, a la persona que hostiga,
maltrata e incluso tortura como alguien con trastornos en la personalidad, con alguna patología
psicológica que le hace proclive a comportarse de esa manera. No obstante, sin negar lo
anterior, es necesario hacer algunas precisiones. Es interesante que Friedrich A. Hayek,
esencialmente un economista y un científico social, fuera quien nos diera las pistas
imprescindibles para la comprensión del problema. Hayek descubrió que la planificación y el
control de la propiedad por el Estado no sólo lastimaba la libertad económica y traía la pobreza,
sino que conducía a la esclavización del individuo. Para Hayek, la maldad represiva no dependía
directa y exclusivamente de las cualidades morales o de los problemas psicológicos de los
dirigentes y de las personas.
El horror soviético y del comunismo en todas partes, incluyendo a Cuba, no ha sido
consecuencia de la mala suerte o de la fatalidad de aquellas sociedades en las que estos
personajes han dirigido, sino que personas criminales y desajustadas como las de Lenin o Stalin,
Pol Pot o Fidel Castro han podido gobernar porque han podido, en circunstancias dadas,
imponer el totalitarismo. En otras palabras, que no puede haber totalitarismo o colectivismo
bueno porque el totalitarismo y el colectivismo sólo pueden tener lugar por medio del ejercicio
de la violencia para con los individuos, por medio de la cárcel, de la tortura y del asesinato, y
sólo la hez de la sociedad puede gobernar de esa manera.
No se trata entonces de errores o desviaciones en la aplicación de las teorías por maldad de
ciertos hombres. Se trata justamente de un error colosal de las teorías, en el caso del comunismo
de una aberración desde sus fundamentos o premisas, es decir, del marxismo y del leninismo.
El terror y la represión tienen una función social básica para la instauración y el mantenimiento
de las sociedades totalitarias. Sólo mediante el sistemático y generalizado empleo de la
represión y el terror puede una exigua minoría hacerse con todo el poder de manera incontestada
sobre el completo de la sociedad. El terror se debe aplicar, en las sociedades totalitarias, y así se
ha hecho, de manera generalizada, incluso de modo preventivo. Los dirigentes soviéticos decían
con todo cinismo que ellos actuaban con los traidores antes de que se produjera la traición. En el
castrismo también. Recuérdense si no las redadas masivas cuando Bahía de Cochinos, la
repatriación forzosa de pueblos enteros del Escambray para prevenir que ayudaran a los
guerrilleros anti-castristas, incluso los procesos de la llamada micro-fracción y tal vez hasta los
procesos a Ochoa y otros miembros de las fuerzas armadas .
Otro aspecto importante es el de que el totalitarismo siempre tiene como coartada subyacente
una utopía, la propuesta de una sociedad perfecta y el logro de un hombre nuevo. Obras magnas
de ingeniería social sólo posibles, en la teoría, aunque nunca conseguidas, mediante el
instrumento de la violencia sobre los hombres. Porque es el hombre el principal obstáculo para
la Utopías que le desconocen absolutamente. Por eso Juan Pablo II, al valorar el fracaso
estrepitoso del comunismo, afirmó que el mismo era producto de un enorme error
antropológico.
Por cierto que en las grandes disputas de nuestra época, más bien desde mediados del siglo
pasado hasta hoy, los horrores del comunismo siempre han contado con abundantes
explicaciones justificatorias. En el caso cubano hemos asistido incluso a un silencio y a una
oscuridad más que lamentables. Incluso hoy, cuando algunos antiguos respaldos al castrismo
han sufrido quiebras, generalmente se intenta suavizar las críticas con el argumento de que estas
deben ser contextualizadas. O, en el peor de los casos,
aduciendo que su denuncia beneficiaría a la derecha o al imperialismo. En el fondo lo que
realmente hay es una aquiescencia cómplice, pusilánime e inmoral.
Ahora bien, volviendo a nuestro tema, sobre todo en los primeros tiempos –que a veces pueden
durar años- muchos individuos, además de los inclinados a la violencia, pueden prestarse con
entusiasmo a servir como represores, como torturadores. Y lo harán sin escrúpulos de
conciencia, sin sentimientos de culpa. Por el contrario se sentirán felices porque defienden la
Gran Causa, porque a las víctimas las percibirán como los verdaderos culpables, como los
verdaderos monstruos. Sin embargo, esto puede cambiar con el tiempo en la medida en que se
vaya haciendo evidente para la sociedad la verdad del fracaso de la Gran Causa. Verdad que
será más factible de comprender precisamente por quienes desde las fuerzas de la represión y el
espionaje tienen un mayor acceso a la información, más allá de la propaganda. Entonces, sólo
permanecerán los más malvados, aquellos deformados moralmente de forma radical. Es lo que
viene ocurriendo en Cuba desde hace muchos años. No serán entonces las motivaciones
místico-ideológicas las que estarán presentes. Será el criminal entrenado para la represión y la
tortura. Esta verdad es certidumbre para todo el que ha conocido, o más bien padecido, el
pensamiento y las actitudes de los agentes, interrogadores, torturadores e infiltrados de la policía
política cubana en los últimos años. Sin ser muy perspicaz cualquiera se percata de la calaña
amoral y sin ideología de estos sujetos. También puede leerse “Dulces Guerreros Cubanos”, que
por otra parte me parece despreciable, y veremos como en los círculos del poder y de la
represión en Cuba ya no encontramos ni pizca de ideología.
En Cuba ha sido así. Es verdad que no podemos comparar la magnitud de la represión en el
castrismo y la que tuvo lugar en la URSS, en China o en Cambodia, pero no se trata de cantidad
sino de naturaleza del crimen, que es idéntica.
Después de la etapa primera de la brutalidad, vendría la técnica. Con la sociedad ya controlada,
con el terror formando parte inseparable de la atmósfera social respirada por los individuos
desde la infancia, vendría el momento de la técnica, de la sofisticación de los métodos de la
represión. Entonces, más que la represión abierta vendría la represión y el terror blancos. Si
durante muchos años se utilizaron las celdas tapiadas, las bartolinas, los electroshocks, los
fusilamientos simulados, los trabajos forzados, las despiadadas palizas, durante un largo período
se harían innecesarios tales recursos y bastaría con técnicas de vigilancia y hostigamiento
blando para mantener la sumisión social. Era suficiente con que todos sintieran, difusamente, el
ojo y el brazo omnipresentes del Gran Hermano.
Mientras tanto, la sociedad cubana, como todas las sociedades totalitarias, insisto, ha venido
funcionando como una gran secta. Secta a la que se pertenece quiera o no, crea o no el
individuo. Examinemos brevemente la caracterización socio-psicológica de una secta:
Control del medio: limitación de todas las formas de comunicación con aquellos ajenos al
grupo.
Manipulación mística: la persona llega a ser convencida del destino especial del grupo.
Demanda de pureza: la perfección sólo será posible si uno permanece con el grupo y se entrega.
Ciencia Sagrada: el saber oficial es la verdad absoluta y es capaz de explicarlo todo.
Carga del lenguaje: un nuevo vocabulario nace en el contexto del grupo.
Doctrina sobre la persona: tienes que decir que eres feliz aunque no lo seas.
Dación de la existencia: la salvación sólo será posible dentro del grupo. Si lo abandonas serás
condenado.
Durante años esto parecía funcionar así, sin grietas significativas observables. Pero el sistema se
agotaba progresivamente y todo comenzaría a cambiar, probablemente, a partir de la explosión
de los sucesos de la Embajada del Perú y del éxodo del Mariel. Y se acentuaría a partir de las
noticias que comenzaron a llegar de la Pereztroika en la URSS.
Aparecería un fenómeno nuevo en la sociedad cubana: la disidencia. Y en general la sociedad
se haría más contestataria. Los cimientos de la secta comenzaron a resquebrajarse y se hizo
necesario aumentar el nivel represivo. Sólo que ya entonces Castro si contaba con un enorme
aparato perfectamente entrenado y con el substrato de miedo acumulado en tantos años de
práctica totalitaria.
No obstante se presentaba un elemento inusitado para los represores. Por un lado, la naturaleza
absolutamente pacífica del objeto de la represión, y por otro su relativa masividad y dispersión.
Lo cual ha sido bueno y malo para los luchadores por la libertad. Bueno, porque se le ha hecho
un tanto difícil a los represores actuar con descarnada violencia frente a quienes no actúan con
violencia ni oponen resistencia física alguna. Es como disparar a una sábana tendida. Malo,
porque estos valientes hombres y mujeres, en razón precisamente de su condición civil y
pacífica no suelen estar preparados para resistir la represión.
Los métodos de acoso y hostigamiento sordo y sórdido han sido, como se sabe –hay cientos de
testimonios- despiadados. El hambre, el aislamiento social, el hurgar obscenamente en la vida
personal y familiar, las detenciones arbitrarias, los llamados actos de repudio, las provocaciones
y las infiltraciones, etc. forman parte del inmenso arsenal de la seguridad del Estado contra los
disidentes. Todo desde la impunidad de un poder insolente.
Sin embargo, según se puede colegir de la última salvajada represiva, los métodos hasta aquí
empleados no les han dado al régimen muchos resultados. Por eso vuelven a las sanciones
enloquecidas y a las torturas a los prisioneros. Al respecto todos los días conocemos de las
humillaciones, de los maltratos, de la desatención médica, en fin de las terribles condiciones
carcelarias a las que están sometidos los presos políticos cubanos. En la actualidad, a diferencia
de los primeros años, esta situación es conocida por la opinión pública mundial, aunque todavía
es magra la reacción de repulsa.
Como siempre, lo que se quiere conseguir con los detenidos y con los presos, es doblegarlos,
hacerles sentir la fuerza todopoderosa del represor, hacerles sentir su desamparo, minar la moral
de la víctima, y aunque no se le pueda convencer, lograr que se retracte o que traicione. Con eso
les basta. De lo que se trata es de que el miedo continúe vivo en la sociedad. Que no
desaparezca la secta.
Por suerte, aunque pueda parecer lo contrario, el hombre es un ser indócil. La arrogancia y el
voluntarismo comunistas y su insano propósito de crear un hombre nuevo, eso que dijera ese
siniestro personaje que se conoce como el Che de que la juventud era la arcilla fundamental de
la revolución, es decir, la pretensión de que es posible el lavado de cerebros y fabricar personas
como se fabrican robots, ese voluntarismo arrogante, repito, es falso.
Como falsas son algunas tesis defendidas por algunos en relación a la culpabilidad compartida
por todo el pueblo. Ante todo, la noción de pueblo es un tanto difusa. Los individuos se
encuentran muchas veces entrampados por la historia y las circunstancias. Y claro que las
sociedades totalitarias envilecen a los hombres. Repartir culpas entre todo el pueblo es diluirlas
para finalmente exonerar a los verdaderos responsables. Los verdaderos responsables, en el caso
cubano, son Castro y su círculo de poder. Y ya que estamos en un Congreso cultural, los
llamados intelectuales. Los intelectuales, tanto cubanos como no cubanos que siendo
intelectuales, es decir, gente informada y creadora de opinión, han respaldado y todavía hoy
continúan respaldando el horror. Los Fernández Retamar, los Pablo Armando Fernández, los
Cintio Vitier, los García Márquez y los Benedetis, entre tantos otros que han ayudado a
construir la trampa y que aún hoy la siguen sosteniendo.
Por suerte, las grandes trampas, sean políticas, sociales o de cualquier tipo, terminan
derrumbándose. Ni el terror ni la mentira pueden dominar eternamente a una sociedad, ni los
seres humanos son ovejas. Y un día, como advirtiera Heberto Padilla en inmortales versos
hablándole a un tirano, “un día, dejarán de ponerse de pie cuando tú entres”.
Ese día parece estar cercano. Nadie puede predecir cómo va a llegar. La puesta de la heroica
oposición externa, y también del exilio, es por una transición pacífica. Es una apuesta noble y
sincera. Pero todo dependerá de hasta donde consiga llegar la represión. Represión que ya no
tiene, y cada vez tendrá menos, asentimiento o indiferencia popular, por lo que no tendrá otro
camino que ceder o que manifestarse descarnadamente. La responsabilidad de que haya más o
menos violencia no dependerá de la oposición democrática, Pero lo que sí no podemos permitir,
lo que sí no puede ocurrir es la eternización del régimen totalitario, con más o menos
maquillajes. Nadie quiere más sufrimientos para un pueblo que tanto ha sufrido ya. Pero sin un
verdadero cambio el sufrimiento no desaparecerá.
La represión y el totalitarismo tienen que ser derrotados. Y van a ser derrotados.
La Vida del Preso*
POR ROBIER RODRÍGUEZ LEYVA
Ex Preso Político.
Vicepresidente de la Asociación Cubanos por la Libertad
Creo que el mejor modo de explicar los temas que abarca esta mesa de discusión es narrar mi
experiencia y la de mis compañeros de prisión haciendo especial énfasis en estos temas , y
teniendo cuidado de que mi relato sirva también para acercarnos a los objetivos y propósitos que
animan este congreso. (verlos)
Pero antes quiero aclarar que mi caso no tiene nada de relevante respecto a el caso de los miles
de presos políticos que han pasado por las cárceles del régimen y tantos que aun continúan en
ellas, esperemos que no por mucho tiempo más.
Fuimos detenidos en Febrero de 1992. Cuatro físicos y un informático , todos trabajadores de la
Academia de Ciencias y de la Universidad de Oriente. Desde el primer momento nos encerraron
en los calabozos del centro de detención de la policía política en Santiago de Cuba, conocido
simplemente por Versalles, por el barrio con que colinda.
Son calabozos repugnantes e infrahumanos. 2x 3 mts cuadrados aproximadamente. Puerta por
entero tapiada en acero. Un ventanuco completamente cubierto con piezas de cemento en forma
de V invertidas y encajadas una dentro de otra , de tal modo que entra un poco de aire y
mosquitos, pero nada de luz exterior. En una esquina un agujero para las necesidades
fisiológicas elementales y encima, casi llegando al techo, otro agujero por donde caía agua una
vez al dia , durante unos pocos minutos. De este modo, los dos detenidos en ese espacio tienen
que respirar durante meses el olor de sus propios desechos corporales. Arriba, en el techo, una
bombilla de muy poca luz que es encendida y apagada a capricho de los carceleros. La comida,
en el tiempo que estuve allí, la mínima necesaria para que no mueras de inanición. Dos meses
así, con alguna visita durante algunos minutos con alguien de la familia y en presencia del
instructor policial. Encerrado en compañía, desde el primer día, con criminales de toda índole.
Nada de abogados, nada de privacidad, ningún derecho , ninguna defensa. Despojados, desde el
primer instante, de toda tu vida, y nunca sabes cuando te van a sacar de allí. Pueden tenerte todo
el tiempo que les apetezca.
El calor agobiante de Santiago se vuelve tortura en aquellos agujeros llenos de mosquitos
cuando cae la noche. En medio de la madrugada te llaman y te llevan a interrogatorios en
habitaciones bien iluminadas y con aire a condicionado muy fuerte. Tiritas entonces de frío. Y
no sabes cuando es de día ni cuando es de noche, no sabes si prefieres estar en los calabozos o
en el lugar del interrogatorio. Si estar en compañía del criminal con el que te tienen encerrado o
del criminal que te interroga..
Los mareos por falta de alimentación son frecuentes , ves como tu cuerpo se va deteriorando.
Camino a un interrogatorio paso por frente a un espejo, en el pasillo, y me percato de que en un
mes me he llenado de canas.
En los interrogatorios , un policía "bueno" en algunos ,un policía malo en otros. Uno te da
aliento, te habla de la familia , te cuenta de su propia vida, te ofrece un cigarrillo. El otro te
increpa con ira, te suspende una prometida visita de la familia , amenaza con implicar a
familiares y amigos en tu causa, te ofrece una cuchilla para que te cortes las venas. Hablo
literalmente.
Un día te das cuenta de que estas deseando que te condenen ya , que te "echen" los años que
sean, pero que , por favor, te saquen de allí.
Finalmente ,en nuestro caso, tras dos meses nos sacan para la prisión. Ni siquiera te han
condenado aún , pero llegando a la cárcel de Boniato nos dispersan por diferentes
destacamentos, mezclados con presos comunes, con criminales que, sometidos a condiciones de
hambre y necesidades de todas clases, llevan sus valores morales a un reducido código de
supervivencia. Sólo una gran fortaleza de ánimo , una moral a toda prueba y una posición clara
de principios ante los carceleros, te dan un reconocimiento por parte de los presos.
Un día te llaman y te encuentras con una visita de tu abogado. En mi caso una chica joven que
casi llora cuando le hablo de como encausar mi defensa. Me piden 10 años de prisión, por la
causa de "Rebelión". Las pruebas son habernos reunidos 3 veces, crear un grupo de debate
político, haber preparado un documento de denuncia que pensábamos imprimir y repartir en la
calle, realizar labor de proselitismo entre los compañeros de la Academia de Ciencias y alumnos
de la Universidad y hacer chistes de corte "contrarrevolucionario"· Sí, "hacer chistes", hablo
literalmente. Puedo mostrar mi sentencia fiscal. La abogada me dijo que lo mas que podía hacer
era intentar pasar la causa de "Rebelión" a "Propaganda Enemiga" pues esta última tenía
condenas menores. Yo fui de los mejores casos, pues vi a mi abogada dos veces antes del juicio.
Uno de mis compañeros solo vio al suyo unos minutos antes de entrar a la sala judicial.
La noche antes del juicio nos llevaron a dormir a "Versalles" nuevamente. Allí nos fueron
sacando uno a uno a entrevistarnos con una señora sonriente que se preocupaba por nuestra
salud y nuestro ánimo. Supuestamente era una psicóloga.
Al entrar a la sala de juicio , a la mañana siguiente, ¡SORPRESA! La psicóloga amable de la
noche anterior era la fiscal que nos acusaba, después supimos que la maniobra había sido ver si
estabamos suficientemente decaídos y asustados como para realizar el juicio en el teatro de la
Academia de Ciencias y mostrarnos llorosos y arrepentidos. Como no fue ese en el estado que
nos encontró nos juzgaron en el "Palacio de Justicia ". La sala se lleno de amigos y familiares y
así no se atrevieron a hacer algo muy frecuente en otros juicios que conocí, los " Actos de
Repudio": un grupo de colaboradores del régimen gritándote traidor , escoria y miles de cosas
mas. De todos modos, no te dejan hablar, no te permiten defensa. Los abogados, en el mejor de
los casos, tratan de convencer de que la causa es propaganda. Pero todos sabemos que ya están
decididas las condenas, pues nos había llegado la información de que nuestra causa era
ejemplarizante......léase intimidatoria. Las condenas tenían que ser suficientemente grandes
como para intimidar a simpatizantes . Penas de 10 y 15 años , sin mas hechos que los ya he
mencionado. En resumen , lo que pedían nuestros escritos: Independencia , Economía de
Mercado , Pluripartidismo y Estado de Derecho. Suficiente.
Gracias a las gestiones de varios gobiernos y de varias Academias de Ciencias de diversos
países, a Amnistía Internacional que nos declaró presos de conciencia tras dos años de prisión y
una huelga de hambre de casi 30 días, y de otras muchas organizaciones internacionales de
derechos humanos y de la Xunta de Galicia, y muy en especial de Don Manuel Fraga, cinco
años después me sacaron rumbo a España
En esos cinco años viví variadas experiencias de la criminal represión del régimen en las
cárceles. Pasé por varias prisiones, la mas llamativa de ellas la de Kilo 8 en Camaguey, la de
mayor severidad del país, conocida entre los presos por el expresivo nombre de "Se me perdió la
llave". Hice dos huelgas de hambre en las que probé la inhumanidad de negarte atención médica
mínima. Sufrí golpizas de los carceleros por protestar. Y presencie muchas golpizas a
compañeros presos políticos y multitud más a presos comunes. Una de ellas terminó con la vida
del preso. Podría llenar miles de folios con vivencias de esos años , pero solo voy a decir que
tengo la conciencia de que no fue mi etapa de prisión de las peores pasadas en Cuba. Son tantos
los testimonios de crímenes en estos 45 años que me permito hacer una reflexión: Bienvenidos
los que en estos últimos meses, en todo el mundo, finalmente han pasado a una posición crítica
respecto a la dictadura de Castro y bien para estos últimos 70 y tantos periodistas y disidentes
presos por el reconocimiento internacional obtenido. Pero ...
¿Había que esperar tanto para abrir los ojos ante el crimen? ¿no merecen tantos y tantos presos
políticos, opositores reprimidos , compatriotas asesinados, una disculpa por parte de quienes han
apoyado y defendido ese régimen durante estos años?. Por lo que a mí respecta les pido perdón
por no haber abierto los ojos antes, si era preciso, desde el mismo vientre de mi madre.
Ahora pensemos en todos los que aun siguen alli, soportando todo esto y mil torturas mas.
Pensemos en ellos y, todos unidos, reunamos fuerzas para terminar finalmente con esta larga
pesadilla.
Madrid, 29 de Enero del 2004
Voces tras las rejas
Directorio actual del presidio político en Cuba
POR JOSÉ MIGUEL GONZÁLEZ LLORENTE
(Nota: Esta es una sinopsis del libro que se publicará en Miami a comienzos de abril de 2004,
dedicado al presidio político cubano actual. )
DEDICATORIA:
Esta obra está dedicada a todos los presos políticos de Cuba que estaban en la cárcel cuando este
libro fue preparado y editado. Pero también a todos aquellos que han cumplido condena en el
pasado y, a los que, por defender sus ideas, perderán su libertad o su vida en el futuro cuando
este libro ya no pueda acoger sus testimonios.
RAÚL RIVERO, POETA PRESO
A las cinco de la mañana del 20 de marzo de 2003, dieciséis agentes de la policía política del
gobierno cubano entraron al apartamento número 9 de la casa situada en la calle Peñalver 406,
en la ciudad de La Habana, residencia del poeta y escritor Raúl Rivero Castañeda. Unas horas
después, ya a plena luz del día, salieron de la casa, llevándose al poeta y a todos sus libros y
papeles.
Raúl Rivero fue acusado de “actividades subversivas subvencionadas por el Gobierno de
Estados Unidos, encaminadas a afectar la independencia y la integridad territorial del Estado”.
Durante el “procedimiento sumarísimo” al que fue sometido días después, el 4 de abril, dichas
actividades fueron detalladas en las conclusiones provisionales acusatorias del fiscal. Entre
otras, éstas eran las acusaciones: ejercer como periodista independiente; fundar la agencia de
prensa Cuba Press; crear la revista De Cuba; colaborar con periódicos como El Nuevo Herald,
Le Monde, El País, la agencia de prensa francesa Reporteros sin Fronteras, la revista digital
Encuentro en la red y la emisora Radio Martí; y finalmente, solicitar libros, folletos culturales,
o algunos materiales informativos tomados de la Internet.
Blanca Reyes, su esposa, en una carta desde Cuba, sintetiza sus delitos y los enumera así:
1) Haber sido uno de los diez intelectuales firmantes de una carta dirigida públicamente al
gobierno, pidiendo aperturas democráticas en Cuba.
2) Haber fundado en 1995 la agencia de periodismo independiente “Cuba Press” y
3) Haber brindado asesoría profesional, en mayo de 2002, a la Sociedad de Periodismo Manuel
Márquez Sterling.
Tales son los delitos por los cuales Raúl Rivero está penando hoy veinte años en la prisión de
Canaleta, descrita como “una de las más aborrecibles del sistema carcelario cubano”, en la
provincia de Camagüey, a 450 kilómetros de su casa habanera de la calle Peñalver 406.
Sin embargo, el verdadero Raúl Rivero no cabe en ésta, ni en todas las prisiones juntas de esa
red carcelaria. Al poeta Raúl Rivero, “el primer poeta cubano vivo”, como lo identifica el
escritor cubano y universal Guillermo Cabrera Infante, hay que encontrarlo, conocerlo y
aprenderlo en otros contextos y otros ámbitos. Nacido en Morón, Camagüey, en 1945, se
graduó en la Escuela de Periodismo de la Universidad de La Habana y es vicepresidente
regional de la Sociedad Interamericana de Prensa. Como poeta, ha ganado varios premios por su
obra, y es conocido en todo el mundo de la poesía y la crónica literaria. Como hombre integral,
su nombre está escrito en las agendas y grabado en la conciencia de todos los intelectuales,
artistas, gobernantes y personas con decoro de nuestro presente globalizado. Puente de
guitarra, Sin pan y sin palabras, y Recuerdos olvidados son sólo algunos de sus libros recientes,
publicados todos por editoriales en el exterior de Cuba, como Puebla, Barcelona, Madrid y
Miami. Aunque en Cuba no se publican ahora sus obras, en 1969 recibió el premio David de
poesía por su libro Papel de hombre, y en 1972, el premio Julián del Casal por el poemario
Poesía sobre la Tierra.
Poniendo juntos dos vocablos que por naturaleza se repelen, Rafael Rojas, investigador y
escritor cubano, lo nombra “Poeta preso”, en un artículo publicado en agosto de 2003 en el
Nuevo Herald de Miami. Y lo inscribe “en la estirpe de los grandes poetas cronistas de la
literatura cubana: José Martí, Julián del Casal, Nicolás Guillén, Eliseo Diego, Heberto Padilla”.
Y concluye que, sin lugar a dudas, Raúl Rivero está preso “por escribir poemas y crónicas en los
que hace pública su oposición al gobierno de Fidel Castro”.
En esa misma pieza editorial, Rafael Rojas destaca el hecho de que Rivero es, ante todo,
“prueba viviente de que en Cuba un escritor puede cambiar –en el sentido más profundo del
verbo (...). Cambio de carne y espíritu, que no reniega de su pasado revolucionario, pero
tampoco elude su responsabilidad en la tragedia”. Y cita su doloroso poema:
Preguntas
Por qué, Adelaida, me tengo que morir
en esta selva
donde yo mismo alimenté
las fieras
donde puedo escuchar hasta mi voz
en el horrendo concierto de la calle.
Por qué aquí donde quisimos árboles
y crecieron enredaderas
donde soñamos ríos
y despertamos enfermos
en medio de pantanos.
En este lugar al que llegamos
niños, inocentes, tontos
y había instalada ya una trampa, una ciénaga
con un cartel de celofán
que hemos roto aplaudiendo
a los tramposos.
Por qué me tengo que morir
no en mi patria
sino en las ruinas de este país
que casi no conozco.
Pero quizás el más desesperado y perplejo testimonio en favor del poeta preso lo encontraremos
en el alegato “En defensa de Raúl Rivero”, de Eliseo Alberto, publicado en El País, de Madrid,
el 20 de abril pasado. Ante el torpe y pueril encausamiento fiscal, este poeta cubano exilado en
México, se refiere a la lista de artículos decomisados durante el registro del 20 de marzo en la
casa del poeta:
“Una radio marca Sony, una grabadora, una computadora personal laptop marca
Samsung, con todos sus aditamentos, un adaptador de cámara de vídeo 8, varios
casetes de audio y de vídeo conteniendo información destinada a subvertir el
sistema económico, político y social cubano (...), 18 sobres conteniendo artículos
periodísticos, recortes de artículos de prensa independientes pertenecientes a Raúl
Rivero...”
Y clama Eliseo Alberto:
Yo pido, exijo, que me citen una sola línea de esos artículos, un sólo verso de Raúl,
una sola oración, una sola metáfora, un lamento, una queja, un reclamo, una
crítica que no evidencie un profundo, casi enfermizo, amor por su país.
Encontrarán, por supuesto, frases tristes, octosílabos desgarradores, párrafos
angustiados, incluso pesimistas, sobre el presente y futuro de Cuba, pero la
tristeza, el desgarramiento, la angustia e incluso el pesimismo no son delitos. (...)
Si la desilusión fuera un crimen, media isla debería ser declarada penitenciaría.
Medio mundo. Media constelación de Andrómeda.
Muchos de sus amigos y defensores, sin embargo, terminan declarando “culpable” a Raúl
Rivero. Culpable de ser confiado, tercamente sincero, y demasiado valiente. El 21 de febrero
de 1999, cuatro años y un mes antes de su arresto, Rivero escribió estas líneas pocos días
después de la aprobación de la vergonzosamente célebre legislación, por cuya letra sería
condenado después, la Ley 88, mejor conocida por los cubanos como “Ley Mordaza”:
“La letra de la ley permite a las autoridades de mi país condenarme por el único
acto soberano que he realizado desde que tengo uso de razón: escribir sin
mandato. Me cuesta mucho trabajo sentirme culpable. Es casi como si se me
acusara de respirar o se me anunciara una eventual prisión por amar a mis hijas,
a mi madre, a mi mujer, a mi hermano y a mis amigos (...). De modo que una
disposición redactada con la tinta perecedera de las trampas políticas, envuelta en
una maniobra chapucera para hacer aparecer a un pequeño grupo de periodistas
que trabajamos en Cuba como aliados de narcotraficantes y proxenetas y
mercenarios a sueldo de EE UU, me produce sólo un variado cóctel de
repugnancia. Los años de cárcel que la ley promete con generosidad, por encima
al temor del encierro y al castigo, hay que verlos con consternación (...). Nadie me
hace sentir como un criminal, un agente enemigo ni como un apátrida, ni como
ninguna de esas necedades que el Gobierno usa para degradar y humillar. Soy
sólo un hombre que escribe. Y escribe en el país donde nació y donde nacieron sus
bisabuelos".
MANUEL VÁZQUEZ PORTAL, LA CÁRCEL PARA UN SUEÑO.
Al encarcelarme no han conseguido más que elevar mi amor por ti, por mis hijos,
por Cuba... ¿No fue más amado Cristo después de ser crucificado?
Manuel Vázquez Portal está preso por soñar una Cuba justa, libre y honrada. “Decoro”, fue el
nombre con el que este periodista-poeta, nacido en 1951 en Ciego de Ávila, bautizó su agencia
de prensa independiente, mas tarde Grupo de Trabajo. No hubiera podido este soñador de 52
años hallar un nombre más apropiado para su proyecto. Decoro, y vergüenza e integridad, es lo
que rezuman sus poemas, ensayos y artículos, escritos durante muchos años, primero desde las
aulas donde impartía clases y desde su cargo de asesor literario del Ministerio de la Cultura. Y
luego, a partir de 1995, desde su trinchera de ideas y sueños en la agencia independiente Cuba
Press, su grupo Decoro, el portal cibernético Cubanet, y otras revistas y periódicos de difusión
internacional.
El 19 de marzo de 2003, sin embargo, catorce policías entraron en su casa de La Habana del
Este para cumplir una misión del Departamento de Seguridad del Estado cubano: registrarlo
todo, inventariar sus cosas, y arrestar al poeta y periodista del decoro. Así lo cuenta su esposa –
hoy sus ojos, oídos y lengua– Yolanda Huerga Cedeño:
Cuando el 19 de marzo de 2003, entre las 5:30 y las 5:45 de la tarde, abrí la
puerta de mi casa a la policía política, supe que mi familia iba a ser cercenada y
mi hijito de 9 años condenado a sufrir vejaciones. Esa tarde será inolvidable para
nosotros, y sobre todo para nuestro hijo. Mi esposo, Manuel Vázquez Portal, y yo
estábamos en el cuarto conversando cuando llamaron a la puerta. No fueron
toques fuertes, más bien mesurados, lo que se contradice con el despliegue
policíaco que hicieron al llegar al edificio los agentes de la Seguridad del Estado,
según me contaron los vecinos.
Lo que siguió es una absurda y patética repetición del drama vivido en esos mismos días, casi a
las mismas horas, por otros 74 disidentes pacíficos, la mitad de los cuales eran también
periodistas... y soñadores: Villa Marista. La espera, las preguntas, las gestiones de emergencia
de los familiares. La imposición de cargos: “violación de la Ley 88”. La búsqueda desesperada
de un abogado y la imposibilidad de que éste pudiera conocer con antelación al acusado y
preparar la defensa. El juicio sumarísimo. Y, finalmente, la sentencia...
Me quedé de una pieza –sigue contando Yolanda Huerga– cuando tres días más
tarde en el Tribunal Provincial, después de una larga espera, me entregaron la
sentencia de 18 años de prisión para Manuel... Todo este tiempo hemos vivido en
un marasmo de gestiones infructuosas. Nosotras, las esposas, nos juntamos como
ovejas para hablar de nuestros maridos, andamos en pequeños grupos para
defendernos del terror, dudamos de todo y de todos, pero una fuerza más poderosa
que nosotras mismas nos empuja y nos alienta a seguir adelante, a pesar del
miedo; una fuerza que no pueden encarcelar: el amor...
Tres semanas después, Manuel Vázquez Portal ingresa en la cárcel de Boniatico, tristemente
conocida como “antesala de la muerte”, ubicada en Santiago de Cuba, a ochocientas millas de
su hogar.
(Fragmentos del Diario de Prisión, escrito en la cárcel)
25 de abril (Madrugada): Llegada a cárcel de Boniato. Ubicados en celdas de
aislamiento. Celda 30. Retrete tupido. No agua. Colchón en el suelo, sucio.
25 de abril (Tarde): Traslado celda 31. Retrete. Agua. La celda se inunda todos los
días con las aguas residuales del pasillo. Presión arterial alta. Me llevan al
hospital con grilletes en los pies y esposas en las manos. Colchón de guata, sucio,
roto, viejo, duro.
27 de abril: Llueve fuerte. Descubro goteras en el techo de la celda. Abundante.
28 de abril: Permanezco celda de aislamiento. Me rapan la cabeza y la cara.
Luego me afeito. La comida, como todos los días, indescriptible. Nos sacan juntos
al sol. (Normando Hernández, Próspero Gainza y yo). Nos tomaron huellas
dactilares
14 de mayo: El jefe de la prisión, acompañado del jefe de Reeducación y el jefe del
pabellón donde nos hallamos nos informan que, por mandato de la nación, se nos
mantendrá en régimen de mayor severidad (primera fase). Nos dan el calendario
de visitas, jabas y licencia matrimonial, que es como sigue: visitas: Mayo
31,Agosto 30, Noviembre 29. JABAS: Junio 30, Octubre 30. LICENCIA
MATRIMONIAL: Junio 18, Noviembre 17
La celda (No. 31) tiene un espacio de aproximadamente metro y medio de ancho
por 3 metros de largo. Puerta de barrotes semitapiada con una plancha de acero.
Una ventana de barrotes que mira a la parte Este del edificio. Entran por ella el
sol, la lluvia y los insectos. Una litera fabricada con cabilla corrugada, un tablón
de bagazo prensado y un colchón de guata dura, sucia y vieja. El retrete es una
taza turca, sin sifa, que regurgita la fetidez las 24 horas. Ahí mismo, en la parte
superior, una llave de agua para lavarse y beber. No mesa, no silla, no estante
para los objetos personales. No sábana, no almohada, no mosquitero, no frazada.
No radio, no televisión, no prensa, no libros. No cubiertos, no vaso o jarro. Todo
plástico y traído por los familiares. No toalla. Violan la privacidad de la
correspondencia. La celda se inunda todos los días con las aguas residuales del
pasillo. El techo desconchado tiene filtraciones y cuando llueve gotea
abundantemente. A esta parte del penal le llaman “Boniatico”; es la sección
dedicada a mayor severidad.
Las comidas son cuasi indescriptibles. Un esfuerzo de la imaginación y la
investigación: Desayuno: pan (no he podido averiguar con qué lo fabrican) y
chorote, una aportación lingüística y culinaria. Esto es, harina de maíz tostada y
luego cocinada con abundante agua y azúcar. (...) Almuerzos: sopa (agua, harina
de trigo y alguna hierba irreconocible). Arroz o harina de maíz o coditos, en cada
caso sin grasa ni otros aditamentos
En septiembre de 2003 Manuel Vázquez Portal es galardonado con el Premio
Internacional de Libertad de Prensa que concede el Comité de Protección de
Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés). Comparte este premio anual con otros
tres periodistas del mundo que como él, en palabras de su presidente David
Laventhol, “han sufrido varias represalias por atreverse a informar con
independencia y autoridad” en Afganistán, Marruecos y Rusia. Por esos mismos
días, Philippe Richert, el senador francés de la Región del Bajo Rhin, apadrina a
Vázquez Portal y pide públicamente al presidente de Francia que interceda por él.
Al premiarlo, apadrinarlo y homenajearlo en ausencia, el mundo expresa hoy su indignación
ante el encierro impuesto a este hombre, cuyo único delito ha sido decir la verdad, con belleza.
Y, por extensión, están premiando también su obra profusa. Sus libros hoy le dan la vuelta al
mundo: A mano abierta, Del pecho como una gota, Cantos iniciales, Celda número cero. Así
como su poemario dedicado a los niños, Fábrica de antojos, y su novela La guerra de los
sueños. De sus versos escritos en prisión, ya se edita su libro inédito Cambio de celda. De este
último forma parte Crimen mayor, un poema cuya estrofa final canta:
Transformaron mis versos en dagas peligrosas
mis párrafos en bombas
mi lenguaje en misiles
Me dieron por condena
todo el tiempo
para que lo matara
para que me matara
con la inutilidad de las estupideces.
Quizás hayan vertido sobre mí
sin saberlo
esa luz caprichosa que honra a sus elegidos.
“Cuba sufre más” escribe a su esposa el 8 de octubre de 2003. “Cuba vive más encarcelada que
yo, su padecimiento es mayor...” Y le resume sus sueños sobre la Patria en estos pensamientos
que no han podido ser encarcelados:
...En las noches, cuando ya el desquiciante barullo de presos famélicos y
esquizoides cesa, sueño despierto. Sumergido en las tinieblas apacibles de mi celda
-para qué describirte su inmundez- y acompañado de alimañas que buscan su
alimento en la penumbra e insectos que me escuecen la piel, imagino el futuro de
Cuba. Proyecto, desde mi condición de ignaro jurista, una constitución donde la
proscripción primera sea la de la tiranía con pilares legales de irrevocabilidad;
donde la ley primera sea la conjugación armónica de los intereses generales de la
nación con los intereses individuales de cada ciudadano; donde la libertad de
expresión, de culto, de movimiento, de afiliación política, de empleo, de doctrina,
de educación, sea, si cabe el término, sagrada. Compongo una economía donde el
primer beneficiario sea el ciudadano emprendedor que, con sus talentos, su tesón,
su honradez, su sentido práctico, su capacidad de inversión, su prudencia
administrativa, su visión empresarial, sea capaz de producir bienes y servicios que
redunden en la satisfacción de sus aspiraciones personales y aporten, por medio de
un aparato fiscal eficiente e inmunizado contra la corrupción que por siglos ha
minado las naciones, dividendos abundantes a la economía general con que se
establezcan presupuestos que garanticen el bienestar del sector menos próspero de
la sociedad. Barrunto una política interior en la cual cada ciudadano participe
desprejuiciadamente, sin mordazas ni presiones externas que lo conviertan en
marioneta, en la composición de un gobierno que lo represente realmente, sin que
ningún sector de la ciudadanía- ya minoritario o mayoritario- quede excluido, una
política exterior sintonizada con la tendencia mundial de paz, desarrollo
sostenible, celo por el medio ambiente, respeto por la soberanía nacional, la
autodeterminación y disfrute de las culturas locales y universal, una política
exterior que nos empariente con el resto del mundo, en condiciones de igualdad e
intercambios favorables para ambas partes, sin que por ello se vea a la nación
subordinada a intereses espurios, y marche, con todos los hombres y todas las
naciones, hacia un futuro de paz y plenitud...
HÉCTOR PALACIOS, LA FUERZA DE LA RAZÓN
“Sabes que tengo razón y eso me hace fuerte”
Héctor Palacios Ruiz no había cumplido la mayoría de edad cuando se unió a la lucha
revolucionaria que el primero de enero de 1959 derrocó a la dictadura de Batista. Hoy, a los 63
años de vida, cumple una condena de veinticinco años de prisión en la cárcel conocida como
Kilo 5 1/2 en la provincia de Pinar del Río.
Hijo de humildes campesinos de origen canario, Palacios nació en La Habana en 1941, y es uno
de los 75 opositores pacíficos arrestados por la policía política de Castro a fines del mes de
marzo de 2003. Como pionero de la Revolución, durante años desempeñó diversas
responsabilidades dentro del Estado cubano, entre ellas, el viceministerio de la Industria Básica.
Hasta que, a mediados de la década de los 80, es separado de su cargo, degradado a posiciones
menores en el Ministerio de la Cultura, y finalmente, reciclado en el ICAIC, la institución
estatal que controla la industria cinematográfica cubana. Eran los años de la perestroika y
Héctor, como tantos otros seguidores de Fidel Castro, había comenzado a revisar sus ideas y las
consecuencias de ellas.
“Recuerdo con especial emoción”, comenta en el Nuevo Herald su amigo, el periodista cubano
Juan Carlos Sánchez, hoy residente en Islas Canarias, “los años en que hacíamos profundos
análisis sobre el futuro de Cuba, actitud por la que (Héctor) fue apartado del Partido Comunista,
criticándosele por desviaciones ideológicas y convirtiéndosele de facto en un disidente
político”. Es aquí donde comienza su vertiginosa vida como luchador por un cambio pacífico
en Cuba, la cual lo absorberá por entero y le significará “infinitas penalidades y casi la
desintegración como persona”, como apunta el periodista amigo.
Y es detenido por primera vez, el 9 de enero de 1997. Su delito en ese momento: declarar a la
prensa extranjera que Fidel Castro no estaba cumpliendo la promesa de promover la democracia
y el respeto a los derechos humanos, principales compromisos de la “Declaración de Viña del
Mar”. Castro acababa de firmar ésta junto a todos los presidentes en la VI Cumbre
Iberoamericana, celebrada en esa marítima ciudad del Pacífico chileno. Pero ese es sólo el
principio de su intenso activismo. Cuando años después es detenido definitivamente en marzo
de 2003, Héctor Palacio ha profundizado su disidencia y su lucha cívica. Su currículum de
espíritu libre incluye para entonces altos grados: uno de los líderes del Proyecto Varela,
presidente del Partido Solidaridad Democrática, miembro de la ilegal coalición Todos Unidos y
Director del Centro de Estudios Sociales de La Habana.
“Su vida cotidiana es un infierno” ha dicho en una entrevista a la AP su esposa Gisela Delgado,
quien ha sido su soporte moral y espiritual. Pero “está muy fortalecido y de buen ánimo”,
agrega. Y ella es una de las primeras dentro del grupo familiar de los 75 en escuchar las voces
tras las rejas. El domingo 27 de abril de 2003 le es entregada esta carta escrita por su esposo
preso, la cual se reproduce en su totalidad:
Domingo, 27 de abril de 2003
Señora Gisela Delgado Sablón, Adorada Mujer:
Hoy es Domingo, estoy escribiendo muy incomodo, con el periódico debajo, apoyado en la
pared de esta celda, algo parecida a Villa Marista, pues cuando llegué aquí, me esperaba la
mayor severidad. Parece que se necesita más dolor,¿Hasta cuando?, Realmente no lo sé, sin
embargo, me siento tranquilo y fuerte.
Será porque te tengo a ti, lo mejor que me ha sucedido en la vida, tan llena de valor y de amor,
capaz de defender lo suyo a costa de ti misma. Parece ser que nos esperan tiempos de tormenta,
para ello debemos prepararnos, así es la lucha social, que en definitiva te deja un buen sabor,
porque luchar por lo justo es la única forma de sentir algo de felicidad. Quisiera trasladarte
mas fuerzas de las que posees, que ya es mucha, trasladarte hasta el corazón.
Si algún día pasara algo peor, también estaré a tu lado. No son cosas que se dicen desde la
cárcel, yo te amo más que a mí mismo y eso le ha dado a mi vida un buen soporte, para mirar
con la frente en alto y para sentir piedad hacia los que creen que con violencia lo pueden
resolver todo. Tal vez este pueblo tenga futuramente la alternativa de ser y vivir en libertad y
esa será la recompensa. Nos han incluido en la historia sin nosotros pedirlo. Nadie podrá
matarnos definitivamente. Debes ser prudente en todo, que nada te saque de paso, la razón
debe darte el equilibrio que en estos momentos se necesita, yo confío en ti en todos los sentidos.
Sé que saldremos adelante. El mundo no se ha acabado, está a la vuelta de la esquina, lo que
hay es que saberlo encontrar.
Lo que más deseo es que puedas darle a mi mamá el consuelo que puedas, tal vez ya no la vea
más viva, eso me duele mucho. Esa pobre mujer ha sufrido en esta vida más que nadie, ayúdala
en lo que puedas. Cuando nos veamos ya hablaremos, a nosotros no nos alcanza el tiempo para
hablarnos. Por mi no te desesperes, sabes que tengo la razón y eso me hace fuerte. Cuando te
veo tan guapa y bonita como eres, pues me crezco y me siento como un gigante.
Gracias a ti. Besos a Giselle, a Frank, a Héctor Mario, Odalis, Adrián, a José Ramón y demás.
Saludos a todos mis amigos.
Te quiere tanto tu
Héctor.
La lucha de los disidentes dentro de Cuba
El Proyecto Varela
Por Carlos Payá
Mis amigos de la Asociación Española Cuba en Transición contactaron conmigo cuando este
Congreso todavía era sólo una ilusionante idea para que tratara de conseguir que Oswaldo Payá
pudiera estar aquí con nosotros. Desgraciadamente en este momento eso es imposible. Como
todos conocéis las causas, no me voy a detener a explicar por qué un gobierno no permite salir a
una persona para asistir a un congreso, pero quiero dejar claro que estoy en representación de mi
hermano que, desde Cuba, lleva años luchando con muchas personas para lograr una transición
a la democracia. Muchos de ellos cuentan sus días en la cárcel y por eso, no quiero dejar de
comenzar mi intervención con una referencia a ellos. Su valor y dignidad están fuera de toda
duda y sin temor a equivocarme, creo que pasaran a la historia como héroes cubanos, que no
han cesado en lucha por la persona y por la libertad. Para ellos nuestras primeras palabras de
apoyo y agradecimiento.
Oswaldo Payá suele referirse al Proyecto Varela, como una vía para que los cubanos exijamos
nuestro derecho a tener derechos, y ese es el único fin del Proyecto Varela: que en Cuba se
instaure una democracia que respete la persona, sus derechos y sus libertades públicas. Como
señaló al recoger el Premio Sajarov delante de cientos de personas “los cubanos no podemos, no
sabemos y no queremos vivir sin libertad”. Pero para dar ese paso es necesario liberarse del
miedo que han conseguido sembrar 45 años de dictadura. El Proyecto Varela presenta
fundamentalmente, una vía para que los cubanos hagan frente al miedo y revindiquen sus
derechos.
Cuando digo sus derechos, no me refiero a derechos generalmente admitidos y contemplados en
la legislación de los países democráticos; aludo a derechos recogidos en la propia constitución
cubana, y por lo tanto, derechos en vigor y jurídicamente exigibles como se desprende del su
artículo 66 que establece que “el cumplimiento estricto de la Constitución y de las leyes es
deber inexcusable de todos”.
Amparándose en esta constitución, el Proyecto Varela pretende convocar un referéndum para
que los cubanos decidan sobre los cambios necesarios que garanticen sus derechos. ¡Que dé un
paso al frente quien no quiera libertad de prensa, de asociación, quien no quiera elegir a sus
representantes, quien prefiera no tener libertad para montar su propia empresa! Eso es lo que
pretende el Proyecto Varela y es lo que trataré de explicar en las siguientes líneas.
Pero antes de sumergirme en el análisis pormenorizado del Proyecto, quiero recalcar, que con
independencia de su viabilidad todos sabemos que Cuba es sólo una farsa de un Estado de
derecho el Proyecto Varela supone una oportunidad para que los cubanos, cansados de
tantos años de dictadura, encuentren un asidero que les permita luchar por lo que quieren.
Oswaldo dice que se ha roto la cadena del miedo; tiene razón. Después de muchos años casi
25.000 de forma consciente, aún a riesgo de complicarse la vida y perder todo, han tenido la
gallardía de plasmar su firma en un papel público para exigir sus derechos. Esto es el comienzo
de un cambio en la mentalidad colectiva y en la sociedad civil, que comienza a tener fuerza para
conseguir estos cambios que, hoy, más que nunca parecen inevitables en Cuba. Por eso es
importante seguir adelante con la recogida de firmas porque supone una oportunidad para que
los cubanos expresen su deseo de cambio. Y no cesaremos porque los cubanos tenemos derecho
a plantearlo.
En esta misma línea de fortalecer la sociedad civil en Cuba, Oswaldo Payá ha presentado el
Documento de diálogo nacional, que tiene como fin primordial establecer espacios permanentes
de diálogo constructivo por todo lo largo y ancho de la isla para empezar a construir una
democracia en Cuba. Sólo a través del diálogo basado en estructuras sociales consolidadas se
podrá crear una democracia real en la que exista una fuerte conexión de la sociedad y con el
poder.
Una vez señalado el fin, voy a intentar explicar el instrumento. El Proyecto Varela, que recibe
su nombre del padre Félix Varela, que tanto lucho por la abolición de la esclavitud, los derechos
del ciudadano y la independencia de Cuba es un proyecto de ley, promovido por los propios
ciudadanos cubanos que propone el voto popular sobre los cinco aspectos concretos.
¿Pero cómo pueden los ciudadanos plantear un proyecto de ley? El artículo 88 consagra esta
facultad de proponer la leyes cuando dispone que “La iniciativa de las leyes compete: inc. g) a
los ciudadanos. En este caso será requisito indispensable que ejerciten la iniciativa diez mil
ciudadanos, por lo menos, que tengan la condición de electores.”
Legitimado, pues, por la propia Constitución vigente, el Proyecto Varela “ solicita a la
Asamblea Nacional del Poder Popular que someta a Consulta Popular, mediante un Referendo,
cada una de las cinco propuestas siguientes:
Libertad de asociación y libertad de expresión y de prensa
1.A. Que se realicen las transformaciones necesarias a las leyes para que, preservando, el bien
común y el respeto a los Derechos Humanos universalmente reconocidos y a la dignidad
humana, se garantice a los ciudadanos:
1.A.1.El derecho a asociarse libremente según sus intereses e ideas, de manera que
puedan constituir legalmente asociaciones y organizaciones sociales, políticas, económicas,
culturales, sindicales, estudiantiles, religiosas, humanitarias y de otra índole, respetándose el
principio del pluralismo y la diversidad de ideas presentes en la sociedad.
1.A.2.Los derechos a la libertad de expresión y de prensa, de manera que las personas,
individualmente o en grupos, puedan manifestarse y expresar sus ideas, creencias y opiniones
por medio de la palabra hablada y escrita y por cualquier medio de difusión y de expresión.
1.B.
Las leyes que garanticen estos derechos deberán entrar en vigor en un plazo no mayor
de sesenta días después de realizado este Referendo.
Amnistía para los presos de conciencia
2.A. Que se decrete una amnistía para todos los detenidos, sancionados y encarcelados por
motivos políticos y que no hayan participado en hechos que atentaron directamente contra la
vida de otras personas. Esta ley de Amnistía, deberá entrar en vigor en un plazo no mayor de
treinta días después de realizado este Referendo.
Libertad de empresa
3.A. Que se realicen las transformaciones necesarias a las leyes para que se garantice a los
ciudadanos los derechos a constituir empresas privadas, tanto individuales como cooperativas,
para desempeñar actividades económicas que podrán ser productivas y de servicio y a que se
puedan establecer contratos entre los trabajadores y las empresas para el funcionamiento de
estas empresas, en condiciones justas, en las que ningún sujeto pueda obtener ingresos
provenientes de la explotación del trabajo ajeno. Estas nuevas leyes deberán también garantizar,
el respeto a los derechos de los trabajadores y los ciudadanos y los intereses de la sociedad.
Estas nuevas leyes deberán entrar en vigor en un plazo no mayor de sesenta días después de
realizado este Referendo.
Nueva ley electoral que garantice el pluralismo político
4.A.
Transformar la Ley Electoral para que en sus nuevos textos garantice:
4.A.1.La determinación de circunscripciones electorales para la elección, en cada caso,
de Delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular, de Delegados a las Asambleas
Provinciales del Poder Popular y de Diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular.
4.A.2.1.Que cada una de las circunscripciones determinadas para las elecciones
municipales elija, por voto directo de sus electores, un Delegado a la Asamblea Municipal del
Poder Popular. Cada elector podrá votar por un sólo candidato a Delegado.
4.A.2.2.Que cada una de las circunscripciones determinadas para las elecciones
provinciales elija, por voto directo de sus electores, un Delegado a la Asamblea Provincial del
Poder Popular. Cada elector podrá votar por un sólo candidato a Delegado.
4.A.2.3.Que cada una de las circunscripciones determinadas para las elecciones
nacionales elija, por voto directo de sus electores, un Diputado a la Asamblea Nacional del
Poder Popular. Cada elector podrá votar por un sólo candidato a Diputado.
4.A.3.Que los ciudadanos sean nominados como candidatos a Delegados a las
Asambleas Municipales y Provinciales y como candidatos a Diputados a la Asamblea Nacional
del Poder Popular, únicamente y directamente mediante firmas de apoyo de los electores de la
circunscripción que corresponda, según las condiciones que se exponen en los puntos 4.A.4,
4.A.4.1, 4.A.4.2 y 4.A.4.3 de esta petición.
4.A.4.Que las condiciones necesarias y suficientes para que un ciudadano quede
nominado como candidato sean:
4.A.4.1.Cumplir con las condiciones que disponen los artículos 131, 132 y 133 de la
Constitución de la República para que un ciudadano tenga derecho al voto y a ser elegido.
4.A.4.2.La presentación ante las autoridades correspondientes, con un plazo no menor a
los treinta días anteriores a las elecciones, de las firmas, apoyando su candidatura, de no menos
del 5% del número de electores de la circunscripción que aspira a representar. Cada elector sólo
podrá apoyar de esta forma, a un aspirante a candidato a Delegado a la Asamblea Municipal del
Poder Popular, a un aspirante a candidato a Delegado a la Asamblea Provincial del Poder
Popular y a un aspirante a candidato a Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular.
4.A.4.3.Residir en la circunscripción correspondiente si aspira a ser candidato a
Delegado a la Asamblea Municipal del Poder Popular, residir en la provincia correspondiente si
aspira a ser candidato a Delegado a la Asamblea Provincial del Poder Popular y residir en el
país si aspira a ser candidato a Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular. En
cualquier caso, para ser candidato, deberá residir en el país al menos durante el año anterior a
las elecciones.
4.A.5.Que los electores, los aspirantes a candidatos y los candidatos tengan derecho a
reunirse en asambleas, sin más condiciones que el respeto al orden público, para exponer sus
propuestas e ideas. Todos los candidatos tendrán derecho al uso equitativo de los medios de
difusión.
4.B. La nueva Ley Electoral con los contenidos aquí expresados deberá entrar en vigor
en un plazo no mayor a los sesenta días posteriores a la realización de este Referendo.
Elecciones libres
5.. Que se realicen elecciones generales en un plazo comprendido entre los 270 días y los 365
posteriores a la realización de este Referendo.
Conclusiones
El Proyecto Varela es un camino para la Liberación, que empieza cuando los ciudadanos
comienzan a liberarse del miedo y decirle al Régimen: Yo no te odio, pero no te tengo miedo.
Soy un ser Humano y tengo derechos y sobre todo, tengo Derecho a los Derechos.
151
El Alma de una Nación*
POR LAIDA ARCIA CARRO
Activista por los Derechos Humanos
Coalición de Mujeres Cubano-Americanas
Hace 45 años que los hijos de Cuba no han cesado de luchar por liberarse de un engaño, un
terrorismo de estado que ha desgarrado lentamente el alma de toda una nación.
No se puede hablar de la lucha de hoy sin hablar de la lucha de ayer en Cuba. Desde un inicio,
hombres y mujeres de todas las edades, razas, estratos sociales y profesiones se enfrentaron con
las armas, por la libertad de su pueblo, a un régimen cuyo único propósito ha sido y es el
ilimitado disfrute del poder. Miles de valientes patriotas cubanos cumplieron sentencias de hasta
treinta años de cárcel, confinados en condiciones inhumanas, o fueron ultimados en paredones
de fusilamiento dando vivas a Cristo Rey, mientras el gobierno de Cuba exclamaba
públicamente con cinismo: ¿armas para qué? y el discurso perenne de justicia social continúa
desde ese principio sangriento hasta hoy.
Con el tiempo, el aparato represivo cubano se ha ido refinando, manifestándose cruelmente y
asfixiando al ciudadano en sus centros de trabajo, centros educativos, sus viviendas, familias,
etc. Un héroe es el que delata “en nombre de la revolución cubana” y a la esclavitud se le llama
“escuela al campo”, “trabajo voluntario” y “campañas internacionalistas”. El carné de identidad,
el expediente acumulativo del escolar, la libreta de abastecimiento y el expediente laboral son
instrumentos de control, poco conocidos por los extranjeros.
Para “sobrevivir” esta asfixia totalitaria y poder avanzar en la sociedad ( o sea, estudiar una
carrera, conseguir un empleo, etc.), el pueblo cubano ha desarrollado la “doble moral”,
comportamiento socialmente aceptado que resta a su dignidad humana.
El resultado ha sido la institucionalización de las violaciones de los derechos humanos en Cuba
a través de documentos que no reflejan la consulta ni la voluntad del pueblo, siendo el mejor
ejemplo la constitución socialista de 1976 (modificada en 1992). El régimen adapta “la ley” y la
viola a su antojo. El artículo 62 de esta constitución es ejemplo del control absoluto que ejerce
el partido comunista cubano en la isla a través de su propia “ley” represiva cuando dice que:
“ninguno de los derechos ó libertades reconocidas en
esta constitución puede ser usada en contra de la
decisión del pueblo cubano de construir el socialismo
y el comunismo”
Cuba es una nación de ciudadanos aterrorizados sin autoestima ni esperanzas, discriminado en
su propio país e ignorante de sus derechos civiles. Las consecuencias sociales de esta
desolación revelan estadísticas escalofriantes de un país con altos índices de aborto,
prostitución, alcoholismo y suicidio. Miles de jóvenes mujeres y niños ahogados en el mar, más
de dos millones de cubanos exiliados por el mundo y familias divididas son el saldo de un
experimento social que, desde 1959, le viola cada uno de los 30 artículos de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos a sus ciudadanos.
Según el Centro Internacional de Estudios de Prisiones, con sede en Londres, considerado una
importante autoridad en los sistemas de prisiones, Cuba posee uno de los mayores sistemas
carcelarios del mundo con un estimado de 100,000 reclusos en más de 200 cárceles y campos de
trabajo forzado. O sea, por cada 100,000 habitantes Cuba tiene 297 prisioneros. En su último
152
reporte anual del 2003, Reporteros Sin Fronteras cataloga a Cuba como el país que más
periodistas tiene encarcelados en el mundo.
Dentro de esta aberrante sociedad medieval de mayimbes corruptos con privilegios sin límites,
luchan pacíficamente hombres y mujeres aferrados al sueño de rescatar a Cuba del vacío
jurídico y de la miseria moral y material que sufren los cubanos. Pagando un precio altísimo,
tanto ellos como sus familiares, estos heroicos compatriotas son islas de libertad que, en vez de
adaptarse sumisamente a la indignidad de un sistema, utilizan las tácticas de la desobediencia
civil y la resistencia pacífica como armas de lucha. Desempleados, desalojados, marginados,
encarcelados, torturados, humillados y golpeados por la Seguridad del Estado, estos hermanos
cubanos han resultado y resultan el factor desestabilizador que desenmascara a un régimen
déspota que se autotitula “populista”. Esta oposición democrática es catalogada de “mercenaria”
y “contrarrevolucionaria” y sus miembros son acusados ante tribunales cubanos de cometer
delitos comunes. Un libro con el título: Quienes son los Disidentes y Prisioneros de Conciencia
ha tenido que ser publicado y diseminado por el mundo por el régimen cubano específicamente
para desacreditar a la oposición cívica cubana donde dice que a los disidentes y presos de
conciencia los mueve el dinero y el instinto, respectivamente. La dictadura cubana admitiría su
fracaso al reconocer a una oposición civilista.
Este movimiento democrático ha logrado, a través de sus denuncias documentadas desde la isla,
que se acuse desde 1990 ante la opinión pública internacional, al régimen de Cuba por sus
violaciones de derechos humanos en las reuniones anuales de la Comisión de derechos
Humanos de Naciones Unidas en Ginebra, Suiza.
Es desde hace muy poco, que el mundo actúa y se percata de las injusticias que sufre el pueblo
cubano, un mundo al cual hay que recordarle constantemente que esta dictadura totalitaria
comunista lleva 45 años en el poder. Los cubanos hemos estado muy solos y esa falta de
solidaridad ha sido y es un factor determinante que ha mantenido en el poder a un régimen
ilegal y represivo. Mendigarle apoyo moral a los países del mundo en nombre de una isla que
sufre, es una dura tarea. Resulta difícil derribar las mentiras de una propaganda mundial a un
costo de millones de dólares creada por una tiranía cubana, que aprovecha la envidia y el odio
que existe hacia los Estados Unidos y pregona su papel de víctima del “imperialismo yanqui”.
Comenzaron pocos ( y me honra compartir esta mesa de trabajo con Ricardo Bofill) y hoy
resultan ser cientos de grupos de activistas por los derechos humanos, periodistas, maestros,
médicos, sindicalistas, economistas, abogados, obreros, etc. que se han multiplicado por toda la
isla, representando una naciente sociedad civil independiente con el indispensable apoyo del
exilio cubano desde todas partes del mundo.
Es importante señalar la suma importancia del trabajo en conjunto de los grupos de oposición en
la isla con los exilados cubanos dispersados por el mundo. Es imposible pensar el uno sin el
otro. Mi experiencia personal como activista por los derechos humanos en el exilio, vinculada a
mis homólogos en la isla durante seis años, me ha convencido de la necesidad que existe de que
la oposición desterrada y la oposición interna cubana trabajen unidos por la libertad de Cuba.
Por sí solos, ninguno de los dos grupos de oposición tiene la capacidad de poder llevar a cabo
una lucha exitosa. La patria nos llama y nos une a ambos para liberarla desde nuestras
respectivas trincheras, a pesar de nuestra separación geográfica. Ellos allá en la isla enfrentados
a una maquinaria represiva sin escrúpulos y nosotros, la extensión de ellos en la retaguardia,
llevando la verdad de Cuba ante el mundo libre.
Desde 1998 colaboro con los activistas en la isla y he visto con regocijo como entre los grupos
de oposición se vienen formulando y manifestando, democráticamente, diferentes propuestas
para enfrentar la eventual transición de Cuba. Existen dos tendencias que, aunque buscan los
derechos del pueblo cubano lo hacen por vías muy diferentes. La reformista, (Proyecto Varela)
que no desea confrontar al régimen y se vale de las vías legales existentes para buscar una
153
eventual liberización, es partidaria de entenderse con el gobierno actual o sus sucesores,
moderando gradualmente la naturaleza de sus estructuras actuales. El Proyecto Varela, promotor
de esta vía de transición a través de Osvaldo Payá Sardiña, dirigente máximo del Movimiento
Cristiano Liberación, se vale del articulo 88-g de la Constitución comunista para lograr, a través
de la recolecta de 10,000 firmas la convocatoria a un referéndum para efectuar reformas
democráticas por la vía legislativa. Entre otras cosas, considero que nunca deben ser partícipes
de una solución democrática de un país los victimarios de un régimen criminal. Esta propuesta
es excluyente para la patria futura ya que no contempla la participación conjunta de la oposición
dentro y fuera de la isla desde un principio, cuando el cambio ocurra. Además, excluye ciertos
presos políticos de una amnistía, honrando las acusaciones hechas a éstos por el régimen ilegal
actual, de haber cometido actos violentos.
La tesis del Dr. Biscet, un preso plantado de conciencia que cumple una condena de 25 años de
prisión, fue divulgada el 24 de noviembre a través de su esposa, Elsa Morejón, y
complementado por la Declaración Conjunta de Félix Bonne Carcassés y René Gómez
Manzano. Esta Declaración de Principios coincide con los ideales emitidos por Martha Beatriz
Roque Cabello, economista y promotora principal de La Asamblea Para Promover La Sociedad
Civil quien cumple una condena de 20 años en el Hospital Militar Carlos J. Finlay por estar
sumamente enferma.
El Dr. Biscet y demás líderes activistas mencionados consideran necesario la erradicación del
sistema imperante que subyuga a Cuba, o sea, hay que desmantelar el aparato totalitario para
entonces llevar a cabo un referendum libre con supervisión internacional. Se rechaza una falsa
elección que solo haga cambios cosméticos. Se exije la libertad DE TODOS LOS PRESOS
POLITICOS, libertad de mercado y libertad sindical. La propuesta rechaza “la ilegítima
Constitución comunista” vigente, siendo ésta “la piedra angular del sistema totalitario” y tomar
como inspiración la Constitución Cubana de 1940 para dar cambios sustanciales a las normas
constitucionales en vigor. Considera que TODOS LOS CUBANOS tienen que participar, desde
un principio dondequiera que se encuentren, en la solución del problema cubano, sin
discriminación de clase alguna. Promueve un sistema de salud y un sistema nacional de
enseñanza al alcance de todos que no sean utilizados como medios de propaganda. Los cuerpos
encargados de mantener el orden deben ser apartidistas. Tras el inicio del cambio democrático,
piden la normalización de relaciones con el resto del mundo, levantamiento del embargo y de
las restricciones de viajes e incremento de la ayuda externa a Cuba.
En este momento tan crítico para Cuba, cuando el fin de la tiranía totalitaria se aproxima, me
preocupa ver una intención muy marcada de grupos de exiliados cubanos y líderes del mundo,
por presentar un único proyecto como solución para la democratización de Cuba. Veo un apoyo
moral y económico al Proyecto Varela como si fuera la salida que todos los cubanos deseamos
para Cuba.
Yo represento a miles de cubanos que pertenecen a la oposición desterrada y la oposición
interna cubana que nunca aceptarían mas que un proyecto liberador, que erradique y no reforme
un gobierno tiránico que ha destruido nuestra patria material y espiritualmente. Es lo único
digno a considerar después de 45 años.
La oposición cubana es la verdadera Cuba, ellos en la isla y nosotros en el exilio somos el
espíritu verdadero de una nación que lucha y desea ser libre. Los arrestos y juicios sumarios de
los 75 últimos presos políticos, demuestra la fuerza de la oposición interna cubana y el temor
que le tiene el gobierno a las ideas democráticas de estos líderes. Lucho y ruego a Dios para que
sean los mejores ideales los que brillen y guíen a una Cuba libre.
Termino con el fragmento de una carta que Lester González Pentón de 27 años de edad,
condenado a 20 años de prisión, le escribió al ex-preso político plantado en el exilio, Ángel de
Fana:
154
Prisión Kilo 8, Camagüey, Cuba. 24 de diciembre del 2003
...nos mantenemos en pie de lucha y firmes a nuestras ideas y principios. Ahora me siento
mucho más orgulloso de haber escogido el camino de una causa justa para nuestra patria, la
que un día no muy lejano será libre por todo nuestro sacrificio.
155
Definiciones y esperanzas
POR REINALDO BRAGADO BRETAÑA
“Nuestra civilización, como toda civilización, es un complot”
Louis Pauwels y Jacques Bergier
El título de esta mesa de trabajo, “La lucha de los disidentes dentro de Cuba”, implica dos
conceptos que deben ser definidos. Uno es el significado del término “disidente” y el otro es
“lucha dentro de Cuba”.
Comenzando por “disidente” se puede asegurar que los términos cambian su contenido o
significado de acuerdo a las circunstancias que los rodean, el uso que se hace de los mismos y
que a la larga los modifican. El paso del tiempo convierte en borrosas las líneas que determinan
su contenido. El término disidente es uno que hoy día cobra, sobre todo en lo relacionado con la
realidad cubana –ya no existe el campo socialista donde adoptó su significado moderno–,
diversas connotaciones debido al uso indiscriminado que se hace de él. El diccionario ofrece su
versión tradicional, pero según mi modesto entender, para calificar bajo el término disidente
aplicado a la Cuba de hoy se deben reunir dos condiciones: 1) oponerse radicalmente al sistema
y 2) hacerlo dentro del territorio nacional.
El disidente hoy día es una persona que, conociendo el sistema, se separa –o siempre estuvo
separado y se mantiene así– y adopta una actitud contraria al mismo, no pasiva ni reformista,
sino contraria y activa. Otra característica es que el disidente hace un acto de fe público contra
el sistema dentro del territorio nacional, lo cual en la mayoría de las ocasiones lo conduce a
prisión. No encuentro mejor sinónimo para disidente que opositor.
En cuanto al segundo punto tenemos que con frecuencia se califica de disidente a un alto
funcionario del régimen que deserta en el exterior de Cuba sin antes haber discrepado con la
dictadura. Sin embargo, a las claras se nota que no reúne las condiciones anteriores, a saber, el
oponerse radicalmente al sistema y hacerlo dentro de territorio nacional. Este error llega al
extremo de calificar de disidentes a ex funcionarios de la dictadura que se asilan por razones
estrictamente personales. Cuando algún funcionario de ese tipo pide refugio y después, sólo
después de asilarse, la emprende contra el sistema, no es de ninguna manera un disidente, lo
cual no quita que lo recibamos con los brazos abiertos, como uno más de los nuestros y
agradeciendo su valiosa ayuda. El disidente, bajo mi definición, se opone al régimen dentro del
territorio nacional, lo hace con su nombre propio y denuncia y confronta a la dictadura en sus
dominios.
Por otra parte, el primer punto no admite confusión: un disidente se opone radicalmente al
sistema como lo hicieron sus colegas del extinto bloque socialista Alexander Soljenitsyn,
Vladimir Bukowsky y Anatoli Charansky, por sólo citar unos pocos nombres. Con frecuencia se
comete el error de calificar de disidentes a algunos que dentro de Cuba aspiran a reformas sin
aniquilar el comunismo o el castrismo en todas sus variantes. Esto es una corrupción del
término y es más exacto calificar a estas personas de reformistas, pero nunca de disidentes.
Debo señalar que los reformistas también tienen derecho a su estrategia y, en muchas ocasiones,
la historia ha demostrado que el reformismo no fue más que un enmascaramiento temporal para
alcanzar otros objetivos más radicales.
Con los apuntes anteriores no busco crear una categoría teñida de exclusividad para algunos,
sino esclarecer el significado de términos que son usados por la dictadura para su beneficio
propio. La frontera entre disidentes y reformistas debe ser trazada con claridad para evitar las
confusiones que sólo benefician a los que las promueven. Los servicios de inteligencia del
156
castrismo, siempre prestos al ataque, alimentan confusiones para que redunden en divisiones.
Tener claros los términos y sus significados les hace difícil su labor de zapa y nos ayuda a
nosotros a ver con claridad dónde está el enemigo y saber dónde debemos perder tiempo y
dónde no. Los que no son disidentes –y me refiero a mi definición de disidente– no son
necesariamente enemigos nuestros, aunque la dictadura quiera presentarlo así para fomentar
divisiones. Considero que argumentar contra los no disidentes es un error y una pérdida de
tiempo.
Ya definido el concepto disidente como alguien que se opone al sistema y lo hace dentro de
Cuba, vale preguntarse qué les espera a esos compatriotas si se entregan a la lucha, como reza el
título de nuestro panel. Tomo prestadas las palabras de Sir Wiston Churchill: sólo les espera
“sangre, sudor y lágrimas”. Pero por suerte hay algo más, y es que hoy día cuentan con la
solidaridad de un sector enorme del exilio –este Congreso es una prueba– que cierra filas junto a
ellos, aunque sea en la distancia, y no en número tan escaso como sucedía hace unos quince
años. Es una suerte que sea así porque en los primeros tiempos del movimiento de Derechos
Humanos dentro de Cuba el calificativo más ligero que recibíamos por parte de muchos en el
exilio era el de colaboracionistas. Por suerte no todos nos veían así y hoy existen tantas
organizaciones dentro de la Isla como organizaciones que las apoyan en el exterior. El problema
sigue ahí y es el mismo, pero ahora tenemos una comprensión más cabal de su naturaleza.
Un disidente, cuando se entrega a la lucha, sabe que lo primero que pone en peligro es su
libertad personal, su familia, su empleo y sus amistades. No es un buen negocio ser disidente,
no es saludable ni atractivo, sencillamente, es un absurdo generado desde el epicentro del
absurdo. Pero los seres humanos son tozudos y algunos tienen un desequilibrio sicológico
suficientemente pronunciado como para pasar por alto el sentido de conservación de la especie.
Ese es el caso de los disidentes. También, como parte de los “beneficios” de la profesión, el
disidente recibe las críticas de los envidiosos –generalmente recogidos al buen vivir en lugares
seguros– y ni siquiera tiene la posibilidad de defenderse. El disidente disiente y al hacerlo puede
perder los dientes en un acto de repudio. Además, al disidente se le exige que llegue hasta el
final, que lo entregue todo, hasta la vida –como si fuera un bolero o un tango–, porque así deben
comportarse los verdaderos disidentes, según aseguran los agudos observadores desde sus
refrigeradas viviendas. El disidente tiene mucho de torero –aprovecho el estar en Madrid para
usar el símil–: tiene que enfrentarse al toro y los espectadores, a buen recaudo en las gradas y
armados de ricos emparedados, le exigen que se lo coma vivo con cuernos y todo, pero ellos no
se tiran al ruedo. Si el disidente, o torero, se muestra precavido o no llega hasta donde el público
desea, lo catalogan de cobarde y le preguntan que para qué se metió a torero si le tiene miedo a
las cornadas.
Ser disidente, en fin, es una verdadera desgracia. La gente en el barrio lo evita, las novias lo
dejan y las esposas solicitan el divorcio. La familia, hecha lágrimas, le cierra las puertas y en el
trabajo le dicen que sobra, que no venga más, que allí son revolucionarios. Por suerte no
siempre es así. Además, ser disidente también significa no haber perdido la capacidad soñar a
pesar de casi medio de siglo de nefasta vigilia. Ser disidente implica que aquel demente
enamorado de la bailarina española tenía razón cuando aseguraba que tenía fe en el
mejoramiento humano. El disidente es un arca llena de esperanzas.
Y una de las esperanzas es que los complotados que hacen posibles las civilizaciones definan
sus objetivos. Lo único que deben hacer los disidentes es fomentar un complot capaz de destruir
el complot anterior, y deben hacerlo como deseen y cuando lo deseen, con las armas que tienen
y las que nos pidan. Después la sucesión de etapas al ritmo de los relojes blandos de Salvador
Dalí se encargará de diseñar el resto.
Recuerdo cuando yo mismo era un disidente hambreado por las calles de La Habana en la
década de los años ochenta. Todo me resultaba “ancho y ajeno”, sentía las miradas en mi
espalda, escuchaba los murmullos a mi paso y, muerto de miedo, me repetía la misma pregunta
una y otra vez: ¿cuánto me queda de vida? Ahora, allá, supongo que los disidentes se hacen la
157
misma pregunta porque un aletazo del monstruo es suficiente para exterminarlos. La ola
represiva del año pasado es una prueba de la pertinaz inclinación a la sordera que tiene el
dictador que nos tocó. Nadie sabe cuánto le queda de vida a un disidente y a veces es preferible
no saberlo todo.
Hoy día el movimiento de oposición interno cubano incluye casi todos los sectores que podría
tener una sociedad civil normal, a saber, colegios de profesionales independientes (médicos,
maestros, abogados, etc.), periodistas independientes, ecologistas, sindicalistas, artistas y
escritores, asociaciones religiosas, activistas de derechos humanos e incluso activistas políticos
de signo contrario al poder dominante y muchas otras variantes. Lo de interno ya lo sabemos, el
trabajo lo desarrollan dentro de la isla, y lo de oposición es una categoría que, aunque estoy de
acuerdo con ella, ni siquiera la otorgo yo sino la propia dictadura. La más tímida de las
agrupaciones internas es colocada de inmediato en el terreno de la oposición por la dictadura.
El origen de este movimiento de oposición interna fue aparentemente más sencillo, aunque sólo
aparentemente. Se reducía al activismo a favor del respeto a los Derechos Humanos abrazando
como bandera la Declaración Universal de Derechos Humanos de Naciones Unidas proclamada
el 10 de diciembre de 1948. El articulado de esta Declaración –treinta puntos con sus acápites y
preámbulo– abarca todo el espectro necesario para que una sociedad viva bajo un estado de
derecho, lo cual la convierte en un arma letal contra la dictadura a la vez que eficaz por su
supuesto carácter inofensivo. Debo recordar que en el Cuarto Considerando del Preámbulo de la
Declaración se asegura que las sociedades deben estar sometidas a un estado de derecho para
que la población no se vea compelida a usar el supremo recurso de la violencia contra la
opresión y la tiranía. En otras palabras, la propia Declaración indica que la violencia es un
recurso válido cuando no existe el derecho en una sociedad. La propagación de esas enseñanzas
por parte del movimiento de oposición interna constituye una amenaza real para un régimen
totalitario, aunque algunos analistas no lo quieran ver así.
Ahora bien, de sus comienzos a la fecha, el movimiento se fue diversificando y alcanza los
sectores que mencioné antes. La buena pregunta es por qué la dictadura admite que un
movimiento de esas características exista y que los disidentes se multipliquen. Hay varios
factores, pero comenzaré por uno que considero de los más importantes: Fidel Castro no es
todopoderoso aunque la propaganda repetida haya convencido a muchos de que lo es. Repito, el
dictador no lo puede todo. ¿Pruebas? Pues Castro encarcela a los activistas –lo hace desde la
década del 80– y los activistas se multiplican. ¿Más? Pues Castro tiene que recurrir a la
propaganda interna con documentales en televisión, muchos artículos en la prensa plana,
programas en el radio y hasta libros, para desacreditar al movimiento ante los ojos de la
población. ¿Si Castro fuera todopoderoso necesitaría hacer esto? Claro que no. Si tuviera tanta
fuerza con encarcelar bastaría, sin embargo, tiene que salir al campo de la propaganda para
evitar la contaminación del resto de la población.
Señalado el hecho de que Castro no es todopoderoso, quiero apuntar otro factor: la población
cubana de la isla no está compuesta en su totalidad por borregos, aunque la propaganda de
Castro, y sus agentes en el exterior, quiera perpetuar esa idea. No, en la isla hay cubanos con
suficiente valor como para oponerse, y los encarcelamientos no son más que cursos de
consolidación ideológica que pasan los activistas en las prisiones. También debo señalar el
hecho de que la dictadura ha sido torpe al lidiar con el movimiento de oposición. Dos casos
notables de ese fracaso son el de José Abrantes y el de Roberto Robaina, y la prueba exterior
son las repetidas condenas a la dictadura en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones
Unidas en Ginebra.
Un factor importante –y posiblemente uno de los que más saca de quicio a Castro– es la
fraternidad de la oposición interna, de los disidentes, con el exilio. Una de las más terribles
pesadillas de Castro es el exilio. En su mente él no puede concebir que un cubano triunfe y sea
libre fuera de su arbitrio, y el exilio es una prueba constante de que eso es posible. A pesar de
158
sus campañas para dividirnos de la isla, la oposición interna y el exilio están unidos, y no se
trata de una consigna, sino de una realidad comprobable numéricamente con el monto de
millones de dólares de las remesas familiares. Así que quiera o no la dictadura, encarcele o no,
el movimiento de oposición interno, apoyado por el exilio, crece y se multiplica sin remedio.
De ahí que nosotros, los exiliados, nunca debemos ser vistos como un apéndice distante de los
opositores internos, sino como partes de un todo orgánico. No hay rencor de lado de acá como
quiere hacer ver la dictadura: somos iguales, somos los mismos. Por sólo poner un ejemplo les
señalo que en Miami vive un militar que llegó a ser jefe de una prisión de La Habana. Ese
militar es notorio por su crueldad. Yo mismo sufrí una golpiza de parte de sus tropas, sin
embargo, no me interesa saber dónde trabaja ni qué es de su vida. Nada le ha sucedido a ese
militar desde que radica en Miami a pesar de que en esa ciudad viven muchas de sus víctimas.
Así somos los exiliados y así seremos en la transición.
A los exiliados les pido, para cuando llegue ese momento tan esperado, que aporten grandes
dosis de compasión hacia ese pueblo donde la cifra de victimarios disminuye porque pasan a
engrosar las filas de las víctimas. Y a los de allá les pido grandes dosis de humildad, que no
insistan en justificar posturas equivocadas, que bajar la cabeza no siempre es humillante y que,
además, nadie se los va a exigir.
Termino mi intervención deseando a mis colegas de la Isla, los que luchan en las peores
condiciones, que no tarde mucho el momento donde el trabajo que desarrollan sea reconocido
públicamente de una punta a otra de Cuba. También les deseo que les llegue pronto la jubilación
de la profesión de disidentes porque en las condiciones del país esa digna actividad ya es
obsoleta. Lo mejor para todos es reunirnos no en Congresos como éste, sino para celebrar, para
echar un pie bailando hasta que salga el sol, noble e inofensiva actividad que nunca debimos
abandonar los cubanos. Un abrazo a todos y a ustedes, los de la Isla, les aseguro que pueden
contar con nosotros.
Muchas gracias.
159
La Democratización de Cuba
¿Qué se hace desde el Arco Progresista?
POR MANUEL CUESTA MORÚA
Portavoz Provisional del Arco Progresista Socialdemocrata
Los que hoy animamos el Arco Progresista hemos venido trabajando por años en la
democratización de Cuba desde una perspectiva específica y tratando de adecuar nuestras
propuestas políticas a dos premisas básicas: primera, la democratización en Cuba, creemos, sólo
puede responder a nuestro tempo y a nuestras circunstancias concretas, tratar de emplear
fórmulas de cambio que no respondan a estas circunstancias puede ser abortiva para la
transición democrática; segunda, la democratización tendrá credibilidad si se define en términos
que sean más avanzados a las prácticas democráticas tradicionales. Plantear la transición para
reproducir simplemente las prácticas y los modelos representativos y participativos conocidos y
practicados puede no ser convincente para el caso cubano. Dada la crisis y la discusión sobre los
procesos democráticos en América Latina, nuestro espacio político vital, un modelo de
democracia tradicional en Cuba pierde fuerza en la discusión política.
Desde el principio, partiendo de 1992, nos hemos guiado por estos criterios. En 1998
convocamos a un grupo de organizaciones a trabajar juntas en un proyecto de transición que
contemplara estos elementos: moderación, concepción gradual de los cambios,
institucionalización de las alternativas y del debate político, estrategias de pacto para el cambio
todo sobre la base del diálogo como concepto, principio y estrategia. Ello implicaba trabajar
simultáneamente en la adopción del repertorio, la mentalidad y las técnicas del diálogo y en la
creación de los climas internos y externos apropiados para un proceso complejo. La defensa de
una transición en los marcos de la soberanía nacional y a distancia de la política norteamericana
hacia Cuba es y era una condición sine qua non que se desprende por sí misma para el éxito de
esta estrategia.
De ahí nace en 1998 la Mesa de Reflexión de la Oposición Moderada. Una concertación de
liberales, democratacristianos y socialdemócratas fundamentalmente, de Cuba y del exilio, que
en 1999 dio a conocer la Plataforma Común, una propuesta de transición democrática, que cinco
años después sigue demostrando su capacidad para disparar un proceso efectivo e incluyente de
cambios en nuestro país.
Un hecho básico nos distinguió y nos distingue en la tradición democrática que hemos
inaugurado en Cuba y que estuvo desde luego presente en la concepción de la Plataforma
Común y de todos los proyectos concebidos por la izquierda democrática en Cuba. Ellas se
basan en lo que se conoce por democracia deliberativa, como algo distinto a la democracia
participativa o representativa. En el límite, esto quiere decir que solo concebimos y
participamos en proyectos abiertos a su definición desde el punto de partida. El ciudadano
como sujeto de derechos y sujeto político debe tener la posibilidad de participar en la definición
de proyectos o programas que van a afectar sus vidas, no sólo de participar en proyectos
definidos por otros.
Los Cuadernos de la Corriente Socialista Democrática, la Plataforma Común y otras propuestas
que hemos planteado nacen de aquel presupuesto.
160
Esto ha venido garantizando la efectividad, sociabilidad e institucionalización tanto de nuestra
alternativa socialdemócrata como de las propuestas que hemos venido animando.
La Carta de Derechos y Deberes Fundamentales de los Cubanos es también hija de estos
conceptos. Su confección es resultado de la opinión ciudadana y no simplemente de la opinión
de las elites. La Coalición Diálogo Pro Derechos, el colorario institucional de este esfuerzo por
institucionalizar los derechos humanos en Cuba, se guía a su vez por estos principios que
conciben al ciudadano en igualdad de derechos para definir sus valores y extenderlos por su
comunidad.
El Arco Progresista, la reunión de la socialdemocracia institucionalizada dentro y fuera de
Cuba, camina en un sentido político por los mismos senderos: diálogo abierto a la definición
ciudadana y pública de los proyectos. Cualesquiera sean sus ámbitos.
Esto se acopla bastante bien con nuestra concepción de la transición democrática en Cuba.
Entendemos que una transición tendrá éxito en nuestro país desde conceptos minimalistas. No el
gran cambio, sino los múltiples cambios, no procesos súbitos, sino de acumulación
democrática, no sustitución hegemónica, sino pactos a través del diálogo y la negociación, no
elecciones libres como condición y certificación de la existencia de una democracia, sino
democratización como pre-condición y autentificación de las elecciones libres; no
improvisación de instituciones democráticas, sino institucionalización de las mismas. Por ello
hablamos de la necesidad de un lenguaje apropiado al diálogo y de climas distendidos para que
estos procesos puedan avanzar y tener , en principio, virtualidad social.
Es a esto a lo que llamamos nosotros una perspectiva específica. El intento maximalista de
llegar a la democracia en Cuba doblando la esquina a velocidad ha tenido desde siempre
consecuencias nefastas para todo cambio o transición democrática que hemos animado.
Históricamente.
El cambio súbito en Cuba ahora es tentador para todo el mundo y para los cubanos. La
perspectiva de que mañana mismo viviremos mejor si seguimos determinado camino es un
resorte poderoso para atrapar a las mentes en todo tiempo y lugar. En Cuba y hacia Cuba más
aún. Nosotros hemos tenido dos defectos: la necesidad de satisfacción inmediata de nuestras
necesidades o aspiraciones y la ausencia de cabezas políticas. La combinación de esta necesidad
y de esta ausencia no ha sido positiva para construir instituciones y espacios políticos vigorosos.
Por eso nuestros fracasos inmediatos y mediatos. En el Arco progresista somos conscientes de
que, como dice el dicho, el molino de los dioses muele lento. Y en política no hay atajos, o estos
son peligrosos incluso para nuestros propósitos más nobles y queridos.
Por esta razón trabajamos en tres direcciones esenciales: Institucionalización de nuestra
alternativa socialdemócrata a través del Arco Progresista; institucionalización de los derechos
humanos a través de la Coalición Diálogo Pro Derechos y creación de los espacios y climas de
diálogo político a través de la Mesa de Reflexión de la Oposición Moderada y de su Plataforma
Común.
De las fuerzas democráticas esperamos solidaridad y apoyo en estas propuestas y concepciones
políticas.
161
Los Derechos Humanos y la Sociedad Civil durante el período
republicano. Breves apuntes para un estudio.
POR RICARDO BOFILL
APUNTES PRIMERA PARTE
En estas breves notas me propongo exponer varios criterios sobre la influencia que ejercieron,
en el movimiento cubano de derechos humanos fundado en l976, algunos de los antecedentes
históricos del progreso social que representaron los preceptos constitucionales y las
legislaciones complementarias, para el ejercicio de los derechos individuales en la Cuba
Republicana, inaugurada el 20 de Mayo de l902 .
En tal sentido, pienso que las ideas que nos llevaron a indagar acerca de la ejecutoria de la
República, en el campo de los derechos humanos, estaban muy presentes en la cultura política
cubana de aquella época, a principios de los años sesenta. De manera muy particular, la lectura
de los textos legales relacionados con la instauración del Tribunal de Garantías
Constitucionales y Sociales, - la primera corte de derechos humanos de todo el mundo-, nos
despertó una atención especial.
A pesar del entorno asfixiante de la Cuba totalitaria en que comenzamos esta interpretación , la
decisión de hacer una búsqueda y de pensar, sobre las aspiraciones al ejercicio ciudadano de las
libertades públicas, se hizo insoslayable a la luz del legado en garantías de la persona que
existía, incluso, desde la Constitución de Güaimaro en el siglo XIX. Fue así, que
comenzamos a planear los futuros esfuerzos, para abogar por la sensibilización de la
ciudadanía sobre el carácter inalienable de los Derechos Humanos o, al menos en aquellos
días de aislamiento, entre algunos de los pocos contertulios, entonces dispuestos a escuchar ese
tipo de discurso comprometedor.
Los primeros pasos en esa dirección, los dedicamos a explicar el mérito para el país, que había
significado el hecho de que la delegación de la Nación Cubana, haya sido una de las
proponentes y de las redactoras, así como una de las primeras firmantes, de la Declaración
Universal de Derechos Humanos, aprobada por las Naciones Unidas, el día l0 de diciembre
del año l948.
En aquellos tiempos de incertidumbre generalizada, el encuentro con el educador francés Jean
Baptiste de Weck, - quien era el director del Centro Regional de la UNESCO, con sede en
nuestra Capital-, fue de singular importancia. Conocí a Jean B. de Weck en un seminario
titulado "Los Derechos Económicos y Sociales desde la fundación de la Organización
Internacional del Trabajo en l9l9", del que él había sido patrocinador. Ese forum, aun
sin proponérselo, dejó demostrado que a partir de l940 hasta l958, la República de Cuba fue
firmante y cumplió con cada uno de los Convenios Internacionales de Legislación Laboral. En
esta oportunidad, además, se iniciaron vínculos de intercambio de puntos de vista, sobre el
tema de los Derechos Humanos, que me dieron acceso a una bibliografía que incluía la
historia de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. De esta forma, también, pudimos
estudiar la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre, y obras en torno a estos
mismos temas, de escritores como Raymond Aron, Jean Lacroix, Tomas Payne, Jacques
Maritain y Gabriel Marcel, entre otros.
Aquella búsqueda de las realizaciones en el área de los Derechos Humanos en la República,
encontró una excelente fuente de referencias en la persona del profesor Juan Pérez de la Riva,
autor del libro "El Barracón", y de otros ensayos sobre la sociedad cubana.
162
En el cubículo de Pérez de la Riva en la Biblioteca Nacional, establecimos numerosos
paralelismos aleccionadores entre, por ejemplo, las conquistas económicas y sociales que
obtuvieron los trabajadores y agricultores cubanos a partir de la década de los años treinta por
una parte y, del otro lado, la situación que confrontaban los obreros y los campesinos de la
Unión Soviética que estaban bajo el yugo del terror y de las hambrunas impuestas por Stalin. A
mano teníamos las obras de Boris Souvarine. En esta misma dirección, hicimos estudios
comparativos entre los niveles de vida de los pueblos cubano y soviético, tomando como
basamento la información contenida en libros de Lion Shapiro, sobre todo, en "Los
Orígenes de la Autocracia Comunista".
Por su parte, mucho nos aclararon en cuanto al análisis confrontativo, sobre los abusos de poder,
las dictaduras, la represión y los derramamientos de sangre, así como otras violaciones a los
derechos humanos en la Cuba Republicana; en relación al terrorismo de estado, el genocidio, la
aniquilación de todo vestigio de garantías individuales y otros horrores, acaecidos en los países
del, por aquellos tiempos, llamado socialismo real. La lectura de libros como
"La
Sombra de Stalin", de Jean Paul Sartre; "El Cero y el Infinito", de Arthur Koestler; "l984", de
George Orwell; "La Confesión", de Arthur London, y los escritos de Albert Camus,
sobre la falsía del movimiento comunista francés, en relación a su silencio, o a la justificación,
del terror rojo en Europa Central y del Este, representaron fuentes de documentación
aleccionadoras, acerca de los valores del modelo de democracia representativa que tuvimos en
Cuba, por sobre los autoritarismos de utopías totalitarias.
Así mismo, la lúcida diatriba titulada "La Decadencia del Movimiento Comunista
Internacional", de Fernando Claudín, contribuyó de manera notable a destacar los alcances en el
área de los Derechos Civiles y Políticos, y de los Derechos Económicos y Sociales de la
población cubana de l902 a l958, con respecto a la debacle y a las degollinas provocadas en
los pueblos del llamado "campo socialista". Otra sólida respuesta a los bulos en
cuanto a la "ruina republicana", como los lanzados por los teóricos de la izquierda cubana
Carlos Rafael Rodríguez, Raúl Cepero Bonilla, Raul Roa, Regino Boti, Julio Le Riverand,
Mirta Aguirre, José Antonio Portuondo, y hasta por figuras de pensamiento moderado como
Ramiro Guerra y otros, la encontré, a mediado de los años sesenta, en la trilogía "el Profeta
Armado", “el Profeta Desarmado" y "El Profeta Proscripto", de Isaac Deutscher, quien
además, echaba por tierra el menor vestigio de seriedad al argumento de que, los partidos
comunistas, representaban los intereses de los trabajadores.
Ante las evidencias abrumadoras que fuimos recopilando, en cuanto a los resultados
devastadores en el entorno de los Derechos y Libertades Ciudadanas y, en los niveles de vida,
de los pueblos sometidos a las "revoluciones proletarias" en la órbita soviética, la lógica mas
primaria indicaba que los males de la república de l902 a l958, quedaban como
problemas cuyas soluciones debían ser acometidas a través de las reformas, y por intermedio del
perfeccionamiento del sistema legislativo y de la administración pública del país, si de
aspiraciones a la solución real de aquellos vicios y desmanes se trataba. En esta esfera de la
corrección y del adecentamiento, de los marcos institucionales del sistema democrático
cubano, ya trabajan entre otros, el Partido del Pueblo Cubano, -Ortodoxo-; un ala destacada del
Partido Revolucionario Cubano, -Autentico-, La Sociedad de Amigos de la República y sectores
importantes de muchos de los demás partidos políticos y organizaciones cívicas nacionales.
DEFENDER LOS DERECHOS HUMANOS
La aceptación en silenció, con el disimulo como recurso frente al terror, del orden de
paredones, rejas y mordazas que había implantado en Cuba Fidel Castro, se me hizo
insoportable. La crítica opositora, dentro de los círculos de amigos, ya estaba en marcha.
Pero, ese matiz de respuesta no era suficiente. Cómo, entonces, llegamos a considerar que la
protesta y la denuncia, de las violaciones a los derechos humanos, era el rumbo adecuado? No
163
existe una respuesta categórica, porque esa solución a nuestras preocupaciones fue llegando con
el transcurso del tiempo y, con los nuevos acontecimientos, que nos aguardaban. Sin
embargo, las experiencias contestarias frente a toda suerte de abusos de poder en el periodo
republicano, sin lugar a dudas también fueron una inspiración capital. De manera especial, la
certidumbre de que era preciso actuar se me acentuó cuando supe de la resistencia heroica, que
se estaba escenificando en el presidio político, por parte de los defensores de las libertades
públicas y de las promesas y realizaciones democratizadoras de la Constitución de
l940.
Un momento decisivo lo fue, cuando escuchamos los testimonios de familiares de algunos
luchadores por la libertad que habían sido torturados y, posteriormente fusilados, sin que
mediara ninguna de las mas elementales garantías procesales que, había aprendido, eran
consustanciales en el ejercicio del poder judicial republicano. De manera muy especial,
escuché el relato de los familiares de un oficial del ejercito rebelde, el Capitán
José Luis Bello, que era hijo de un amigo de mi padre y, quien había sido sometido a todo
género de atrocidades para, al final, ser asesinado en el paredón de fusilamiento.
Después de este encuentro con una de las caras ocultas del terror revolucionario, comencé a
recopilar información que me hacía saber del destino fatídico, que Fidel Castro reservaba para
los insumisos. Supe que David Salvador, nada menos que el Secretario General de la Central de
Trabajadores de Cuba, había sido encarcelado por sus pronunciamientos oposicionistas.
Obtuve los detalles del crimen perpetrado contra Porfirio Ramírez, el Presidente de la
Federación Estudiantil Universitaria, de la Universidad Central de las Villas. Precisamente,
los estudios sobre los sobresalientes logros de la institucionalidad republicana, me habían hecho
comprender el importante desempeño que, tanto la CTC como la FEU, habían tenido en la
pujante sociedad civil cubana de l940 a l958.
Paulatinamente, seguí recopilando nuevos datos que, después, utilicé en el primer documento
de denuncia oposicionista, que redacté y traté de hacer llegar al exterior. Se trató del escrito
"Apuntes para la Historia Crítica de la Revolución Cubana". Este texto, fue usado como causa
incriminatoria, por el Tribunal Revolucionario No. l de La Habana, para condenarme a los
primeros l2 años de cárcel que me fueron impuestos, por los supuestos delitos de propaganda
enemiga y atentado contra los poderes del estado. El día dos de Febrero de l968, apareció
publicada en el periódico Granma, edición internacional, una cita de mi denuncia, en una
información titulada "Sanciones a la Microfracción". El Granma dice " a Ricardo Bofill le fue
ocupado bajo el asiento de su automóvil, un escrito en el que tergiversa por completo la historia
de la revolución. Ese documento lo iba a entregar a Mijail Roy, el corresponsal en Cuba de la
agencia de prensa soviética Novosti". Es cierto que Mijail Roy salía hacia Roma en esos
días. El estudio crítico que había redactado lo quería hacer llegar a Lucio Lami, un
periodista del diario italiano "Il Giornale". Con Mijail Roy había entablado relaciones porque
él era otro disidente en potencia. En l97l se convirtió en activista de derechos humanos y, fue
condenado a once años de reclusión en el gulag ruso. Mas tarde, conoció a Andrei Sajarov y a
Elena Bonner y, ahora, pertenece a la fundación de Derechos Humanos que ella preside.
OTRAS FUENTES DE INSPIRACION NACIONALES
Para mí, como para tantos otros, el aprecio a la República de l902, de aquella que era liberal y
parte de la civilización occidental, ese aprecio que obliga, comenzó después que la perdimos. La
Misión dirigida a la defensa de los Derechos Humanos en un régimen
terrorista como el castrismo, es parte de las razones del corazón. De aquellas que a veces la
otra razón quiere desconocer. Esa misión para mí, también se remonta a otro ejercicio de
cubanidad republicana. Fueron las charlas con el historiador Elías Entralgo, por aquellos
tiempos decano de la Facultad de Humanidades de la Universidad de La Habana. De Entralgo
recibí las enseñanzas acerca de la faena educadora, en materia de civilidad, emprendida por
Enrique José Varona, en el marco de sus reformas pedagógicas. Presente tenemos las lecciones
164
de Varona, sobre la necesidad de incluir en el trabajo docente de todo el país, una suerte
de código de valores, en cuanto a democracia y libertades públicas, como se comenzó a
desarrollar, a partir de los años cuarenta, con la asignatura de Moral y Cívica. El pensamiento
de Enrique José Varona, el formador del sistema de instrucción pública de la República-, sobre
el desempeño de la educación en las instituciones democráticas, lo llevamos a la iniciativa que
hizo posible la fundación del Comité Cubano Pro Derechos Humanos. Sobre todo,
el concepto de Varona que sitúa al ciudadano, como el centro del alma de la nacionalidad.
Bajo el magisterio del profesor Elías Entralgo, también estudiamos a Fernando Ortiz y, le
escuchamos, disertar sobre la importancia de la integración racial y acerca del Engaño de las
Razas. De Don Fernando aprendimos las nociones del aporte negro -la transculturación-, que
formó a la sociedad cubana.
Elías Entralgo nos proporcionó la bibliografía primaria, que incluía a Jorge Mañach y sus
prédicas sobre lo imprescindible de la ética, en todo asunto público y privado. En la misma
dirección y a través de Entralgo, me presenté a conocer al profesor Alfonso Bernald del Riesgo,
quien había sido, en Viena, discípulo de Sigmund Freud. Bernald del Riesgo, sin
embargo, nos habló mucho de Descartes y, sobre todo, de la duda metódica. Don Alfonso, a su
vez, era un gran amante de la Cuba Republicana. De él escuchamos el relato sobre su
amigo y, cofundador del Partido Comunista de Cuba, Julio Antonio Mella, quien en verdad
había sido asesinado como resultado de una conspiración, dirigida por dos agentes del Kremlin.
La amante de Mella, Tina Modotti y el comisario Vitorio Vidali. Alfonso Bernald del Riesgo, quien terminó en virtual prisión domiciliaria-, fue el primero que me contó los detalles del
asesinato, en l942, del líder obrero Sandalio Junco, otro de los fundadores del Partido
Comunista de Cuba, a manos de un grupo ejecutor dirigido por Osvaldo Sánchez, quien cumplía
un mandato del Comite Nacional del Partido Socialista Popular.
El estudio de la historia de la Cuba Republicana , para nuestro entendimiento de las bases en
derechos civiles y políticos, así como de los fueros económicos y sociales, que emanaron de las
Constituciones Cubanas de l902 y de l940, fue estudiada a su vez con la ayuda de Ramón
Infiesta y de Francisco Carone. Con ellos, así mismo, conocí de las influencias del
humanismo español. De Fray Bartolomé de las Casas y de Juan Luis Vives. De Francisco de
Vítoria y del surgimiento del derecho internacional. Infiesta y Carone me hablaron de la obra
de Guillermo Belt, de Guy Pérez de Cisneros y de Ernesto Dihigo, y de sus contribuciones en la
elaboración de la Declaración Universal de Derechos Humanos, aprobada por la Organización
de Naciones Unidas el día l0 de diciembre de l948.
Después llegó el horror, en primera persona, al permanecer durante 5 meses incomunicado en
una celda de "Villa Marista", el centro de operaciones de la Seguridad del Estado; ser sometido
a un Consejo de Guerra Sumarísimo que me condenó a doce años de cárcel y, posteriormente, el
choque frontal con esos cuarteles de torturas y atrocidades permanentes, que es el presidio
político de Fidel Castro. A pesar del salvajismo con que fui maltratado, pude emerger
airoso e incólume de mis convicciones en esta prueba y, continuar adelante.
EL SIGLO XXI SERA EL SIGLO DE LOS DERECHOS HUMANOS
Al salir de aquellos antros de tratos crueles y condiciones de vida infrahumanas, ya había
tomado la decisión de crear una agrupación de derechos humanos. Poco después se fundó el
Comité Cubano Pro Derechos Humanos. En uno de sus primeros documentos, que fue enviado
a Gobiernos de Europa Occidental, expresamos que nuestro reclamo principal consiste en,
"la sustitución del modelo estalinista, impuesto en Cuba por Fidel Castro', y el renacimiento de
un estado de derecho, inspirado, entre otros aspectos, en el legado civilista de la Constitución
Cubana de l940".
165
Para algunos de mi generación, fue esencial el pasar la universidad del presidio político . En este
contexto, traigo de la memoria fragmentos de mis conversatorios en la cárcel con Aníbal
Escalante, quien fue uno de los líderes del Partido Socialista Popular. Aníbal Escalante había
sido Miembro del Congreso de la República y allí, al igual que otros líderes comunistas
cubanos, pasó a ser una suerte de "reformista del momento". En la Cámara de Representantes,
scalante había entablado relaciones personales de trabajo y amistad con muchos de sus
contrincantes políticos. En especial, con José Manuel Casanova, el Presidente de la Asociación
Nacional de Hacendados de Cuba y, con Orestes Ferrara, uno de los mas importantes
pensadores conservadores del país.
En l96l, Aníbal Escalante, devino en un alto jefe de la nueva entidad partidaria comunista
montada por Fidel Castro, Las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI). Pero, en l962
fue purgado y linchado moralmente por el supremo comandante, en medio de las clásicas
luchas de poder del sistema . La sanción consistió en enviarlo de castigo a Moscú. Sin
embargo, Escalante llegó a una Unión Soviética que se estremecía en las campañas anti
estalinistas, - que al inicio parecían tan solo ser otra modalidad de las eternas luchas de los
jerarcas por la dominación total-, y que se habían producido después del informe de Nikita
Kruschev al XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, en el que denunció al
estalinismo
como
a
"una
plaga
criminal
que
había
que
erradicar".
En este entorno, Aníbal Escalante fue designado como redactor, para la sección de América
Latina, del semanario reformista, Novedades de Moscú. En aquellos tiempos, Nikita Kruschev
autorizó la publicación del libro del disidente Alexander Soljenitsin "Un día en la Vida de Ivan
Denisovith", que trata sobre la barbarie de los campos de concentración de Stalin. Aníbal
Escalante conoció a Soljenitsin. Poco después, Aníbal pudo conversar con Yuri Orlov y, con
otros disidentes rusos, que habían sobrevivido al Gulag. El filme "Cielo Despejado" y las
narraciones de su autor, Grigory Chrujrai, también causaron un serio impacto en las antiguas
convicciones de ortodoxia comunista de Aníbal Escalante. Según él me contó, años mas tarde
en el presidio político, cuando regresó a Cuba en l965, a pesar de que Nikita
Kruschev había sido derrocado, mediante el golpe de estado cuasi estalinista organizado por
Leonidas Brezvnev, "el Escalante de la Capilla Roja había muerto". Mas tarde pude saber,
que esta era una experiencia muy similar a la vivida por Alexander Dubsheck, el líder
reformista checoslovaco, que fue el impulsor principal de las teorías del "Socialismo
de Mercado", el Socialismo con Rostro Humano", y de otros conceptos disidentes, que
desembocaron en la Primavera de Praga. Aunque la posible evolución política de Aníbal
Escalante, hacia el reformismo teórico al estilo social demócrata, es un tema controvertido, lo
cierto es que en la cárcel, para quienes quisimos escucharlo, Aníbal se convirtió en un defensor
de la Constitución de l940 y, de las labores legislativas del Congreso de la República, de donde,
Escalante afirmaba, habían salido las leyes mas progresistas en materia laboral, de todo el
hemisferio Occidental.
EL COMITE CUBANO PRO DERECHOS HUMANOS
Los primeros activistas del Comité Cubano, que nos reuníamos en el hogar de la Dra.Marta
Frayde, y entre los que estaban Eddie López Castillo y Adolfo Rivero Caro , abogamos por la
nueva institucionalización de las libertades públicas y las garantías individuales, contenidas en
las constituciones republicanas de l902 y de l940. Años mas tarde, en una Carta
Abierta dirigida al entonces Presidente Norteamericano Ronald Reagan, reiteramos esta
demanda y, nos adherimos, a los pronunciamientos del Mandatario Norteamericano, acerca de
que la Unión Soviética y todo el sistema Comunista, constituían una suerte de "imperio del
mal". El pensamiento contestario basado en la defensa de la Declaración Universal de Derechos
Humanos de l948, para enfrentar al comunismo desde dentro de la Isla, fue la característica
esencial del Comité Cubano Pro Derechos Humanos.
166
De esta manera, los primeros pasos en l976, de lo que ahora es un extendido Movimiento de
Derechos Humanos y de Oposición Civilista, y que hoy cuenta con miles de adherentes, se
dieron haciendo la exaltación de las Constituciones de la Cuba Republicana. Aquellos
iniciadores, estudiamos y defendimos los procesos legislativos, incluida la aspiración de
República Libre, desde Güaimaro hasta l940.
Para subrayar estos puntos de vista, en varios escritos fundacionales del Comité Cubano,
expresamos que "Aquellos, relativamente cortos, procesos de debates legislativos, sobre
criterios muchas veces diametralmente opuestos, obligaron al comienzo de cierto grado de
tolerancia para las ideas políticas contrarias, abrieron paso a un margen de negociaciones y a la
búsqueda de convergencias, que empezaban a imponer las primicias de una cultura
parlamentaria en Cuba. Todo ello iba dando resultados para la instauración de un Estado de
Derecho, que incluía los preceptos jurídicos mas avanzados de la época en materia de derechos
civiles y políticos". La protección al derecho a la vida y a la integridad física del ciudadano. La
libertad de movimientos, de reunión, de asociación y de cultos. El derecho a la creación de
partidos políticos de oposición y la facultad de elegir y de ser electo a través de normas
democráticas. Así como, además, la libre sindicalización y el respeto de las garantías
individuales de todo acusado ante los tribunales de justicia, entre otros fueros de la población
frente a los poderes nacionales, quedaron establecidos en la Constitución puesta
en vigor en l902, con el comienzo de la vida republicana y con el conjunto de leyes básicas, que
se aprobaron por el Parlamento y, también, en algunos casos, se incorporaron a la
jurisprudencia a través de decretos presidenciales.
Por esas razones, los disidentes cubanos que, a partir de l976, desde intramuros comenzamos a
actuar a cara descubierta, y dimos inicio a la agrupación de personas, dispuestas a firmar con
sus nombres, las críticas y las denuncias, ante la opinión pública y los organismos
internacionales de derechos humanos, sobre los crímenes del modelo estalinista impuesto
por Fidel Castro en Cuba, nos declaramos seguidores de figuras del presidio político histórico,
que habían luchado por la vigencia de la Constitución de l940, como era el caso de Húbert
Matos, de Mario Chanes de Armas, de Pedro Luis Boitel, de Armando Valladares, de Ángel
Cuadra, de Alberto de la Cruz, de Ramón Guín, de Ernesto Díaz Rodríguez, de Emilio Adolfo
Rivero, entre otros miles de resistentes cívicos desde la cárcel.
Cada una de las denuncias, sobre la violación de los Derechos Humanos en Cuba, que
redactamos en aquellos años , estaban fundamentadas en el hecho de que Fidel Castro había
demolido a la sociedad civil y a la institucionalidad jurídica, surgidas de las constituciones de
l902 y de l940.
La razón primaria para la creación del Comité Cubano pro Derechos Humanos y, el inicio de la
disidencia pública de los años setenta, está asentado en nuestra convicción de que, en la Cuba
del primero de enero de l959, ya existía un Estado de Derecho en formación que, como es obvio
para todo estudiante de historia comparada, enfrentaba grandes dificultades, riesgos y
retrocesos
circunstanciales
notables.
No
obstante,
era
un
Estado
de
Derecho que había logrado crear un marco jurídico y de sociedad civil, independiente a los
poderes ejecutivos oficiales, que era un freno a las tentaciones despóticas.
Nuestros fundamentos nos hacían y, nos hacen subrayar, que mediante aquel orden de
República semi parlamentaria, el derecho a la vida y a la integridad física se imponían
legalmente, a pesar de que por etapas se cometieran crímenes y atrocidades políticas. Cuando
algún gobierno suspendía las garantías constitucionales, por regla general la vigencia de los
estados de excepción era mínima. El derecho al habeas corpus era virtualmente
sagrado. Los cubanos podían defender la libertad de expresión, aun cuando las autoridades
imponían la censura de prensa. Siempre recordamos y citamos el ejemplo de Guillermo
Martínez Márquez y sus bregar en la Sociedad Interamericana de Prensa. Los trabajadores se
sindicalizaban y defendían sus intereses, aunque habían presiones extraordinarias de parte de los
167
empleadores. La organización de partidos políticos y entidades de oposición civil al gobierno,
era un lugar común en la vida nacional, e incluso en la provincial y la municipal. El libre
movimiento de las personas en toda la Cuba territorial y, la facultad de entrada y salida al
país de todos los nacionales, eran preceptos tan comunes que, ni siquiera se citaban en los
discursos reclamantes. La igualdad de todos los ciudadanos ante la ley y la independencia de
los Tribunales de Justicia, eran un credo ciudadano. No se puede olvidar el voto del Magistrado
Manuel Urrutia Lleó, en aquel juicio por el alzamiento armado en Santiago de Cuba,
el 30 de Noviembre de l956, y la absolución de todos los acusados. Ni tampoco es posible
soslayar el significado del procesamiento criminal, del jefe policiaco Esteban Ventura Novo,
por parte del Magistrado Francisco Alabau Trellez. El Tribunal de Cuentas había sido
inaugurado en l950 y, fue precursor, en la descomunal tarea de la lucha contra la corrupción
administrativa en todo el planeta. El derecho a la propiedad personal, a su disfrute, a su
trasmisión, y a toda actividad mercantil legítima, estaba vigente en Cuba con todos los códigos
y reglamentos de rigor, frente a las amenazas de las expropiaciónes arbitrarias. Esta era la
fuente principal de la prosperidad económica, que avanzaba en la sociedad cubana a un ritmo
ejemplar.
Estos argumentos en defensa de la República de l902, los teníamos muy claros los activistas
que, en l976, fundamos el movimiento cubano de derechos humanos. Por las razones
anteriormente expuestas, defendimos la Constitución de l940, en medio del estado de ley
marcial permanente, impuesto por Fidel Castro. Frente al hecho de que todas las libertades y
garantías ciudadanas de aquel orden jurídico liberal, habían quedado suprimidas. Teniendo en
cuenta y, en repulsa, a la aberración que significaba el castigo penal que se imponía a los
ciudadanos por sus opiniones y, por sus aspiraciones políticas para crear partidos y
movimientos de oposición al gobierno. Habida cuenta y en protesta, también, por las
agresiones y la discriminación de que habíamos sido víctimas por defender la Declaración de
Derechos Humanos y el sistema civil republicano de l940. En respuesta al encarcelamiento
arbitrario y a las agresiones de que fuimos objeto en l967, por el simple hecho de expresar
nuestras opiniones acerca de la historia y de los destinos de la nación. Por todo
ello, fundamos el Comité Cubano Pro Derechos Humanos. Nada de lo anteriormente expuesto
quiere decir que somos complacientes, en el ámbito de la critica época republicana. pinamos
que los problemas principales que contribuyeron a la ruptura del orden constitucional, con el
preámbulo del Golpe de Estado del l0 de Marzo de l952 y sus consecuencias en la catástrofe
generalizada que se inició en l959, fueron impulsados por una multitud de factores políticos,
económicos y sociales que los historiadores y los especialistas seguirán analizando con toda
severidad. Tal vez la falta de arraigo, de una voluntad de genuino servicio público, en las elites
del país, tiene responsabilidades en esa problemática que aun está por estudiar
con la debida rigurosidad. En resumen, considero que el balance de las realizaciones
republicanas es designo positivo y, que estará presente en la refundación nacional.
ORIGENES DEL MOVIMIENTO CUBANO DE DERECHOS HUMANOS:
Prologo en el ideario humanístico de la época. La fragua del Presidio Político y, el
pensamiento Clásico de la Libertad.
II PARTE DE LOS BREVES APUNTES.
LAS IDEAS QUE CONVENCEN
La compasión ante los que sufren. El apoyo a los que son abatidos por las calamidades. La
reafirmación de la esperanza hacia los golpeados por la adversidad. La voluntad de no
permanecer inerte frente al dolor que hiere a los ajenos. La perseverancia mitigando las penas.
La denuncia de los atropellos a los derechos individuales. El abogar contra las atrocidades.
168
La compasión ante las víctimas de los abusos del poder. En l957, escuché predicar sobre estos
temas al Padre Freixedo, en un Centro de formación espiritual de la Juventud Obrera Católica
en La Habana. Esta fue la primera oportunidad en que, tuve un contacto directo, con los
conceptos relacionados con el activismo a favor de la defensa de los derechos humanos.
Años mas tarde, a principios de la década de los sesenta, cuando colaboramos en la Facultad
de Humanidades de la Universidad de la Habana, con su decano, Elías Entralgo, aprendimos de
las enseñanzas de Enrique José Varona, de Domingo Faustino Sarmiento, de Barlotomé Mitre;
de Alexander Halminton, de Henry David Thoreau, de John Locke y de otros "proscriptos"
para la enseñanza en los predios de "La dictadura del proletariado". Mas tarde, la Facultad de
Humanidades fue disuelta y, el nombre de Entralgo, borrado de raíz.
En este mismo marco de referencias, fueron sustancialmente importantes para entender algunas
de las principales corrientes de pensamiento que habían predominado en Europa a comienzos el
Siglo XX, las conferencias y las tertulias con el discípulo de S. Freud y, fundador de la
Facultad de Psicología de la Universidad de la Habana, Alfonso Bernal del Riesgo. De
aquellas enseñanzas, no olvido sus narraciones sobre el pesimismo del padre del psicoanálisis,
de quien fue alumno en Viena. Bernal del Riesgo hablaba de las dudas de Freud, en cuanto a
las posibilidades de que el ser humano fuera capaz de vencer a las fuerzas oscuras de la
irracionalidad y, pudiera alcanzar un equilibrio emocional, que le permitiera vivir de
manera coherente y estable a través del tiempo. El profesor Bernal del Riesgo, después de
participar en l925, junto a Julio Antonio Mella, en la Fundación del Partido Comunista de Cuba,
n l929 marchó a Europa y vivió entre Viena, París, Londres y La Habana hasta l959. En
Francia, trató de cerca a Albert Camus y, a pesar de la asfixia existencialista en "El Mito de
Sísifo", decía que el autor de "El Extranjero", nunca perdió la esperanza en la mejora de la
condición humana. A contrapelo, agregaba, de Andre Malraux, quien explícitamente trasmitía
que era muy poco el margen de lo por hacer. En el paroxismo de las amenazas que acechaban
el camino en la búsqueda de los remedios, Bernal del Riesgo nos habló en torno a las
experiencias que, en primera persona, obtuvo de Martín Haidegger, quien en una época,
incluso, trataba de convencer a sus escuchas de las virtudes del nazismo hitleriano. En este
mismo periódo, el escritor Henry Barbusse, a nombre de la Liga Francesa de los Derechos
Humanos, pregonaba a los cuatro vientos sobre la legitimidad de los "Procesos de Moscú", y de
las purgas stalinistas de fines de los años treinta.
En este entorno, que culminó con los horrores de la Segunda Guerra Mundial y, de los
holocaustos provocados por el nacional socialismo alemán y por el estalinismo soviético,
Wiston Churchil y Eleanor Roosevelt, a nombre del Reino Unido de Gran Bretaña y de los
Estados Unidos de América, convencieron a la mayoría de los gobiernos de la época, aquellos
que al menos en teoría eran medianamente civilizados, a firmar la Declaración Universal de
Derechos Humanos, como una etapa de la Civilización Occidental, encaminada a reafirmar la
dignidad y el respeto a las garantías individuales y las libertades públicas de todos los
habitantes del planeta. En aquella Facultad de Humanidades de la Universidad de La Habana,
Elías Entralgo, el heterodoxo maestro, nos facilitó esclarecedores encuentros, dentro y fuera de
Cuba, con pensadores e intelectuales como Fernando Ortiz, José María Chacón y Calvo,
Emilio Roig de Leuchsenring, Jean Paul Sartre, Jean Daniel, Evgeni Estuchenko, René Dumont,
Roger Garaudy, José Lezama Lima, Octavio Paz, Carlos Pellecer y otros sembradores de una
suerte de "duda metódica" que, mas tarde, contribuiría a conducirnos a la disidencia abierta al
comunismo y al castrismo y, como consecuencia, a la cárcel y a la fundación del movimiento
en pro de los derechos humanos.
LOS PRIMEROS PASOS
La creación en l976 de un Movimiento Cívico Cubano, arraigado en la desobediencia no
violenta, en defensa de los valores democráticos y de los derechos humanos, estuvo inspirada
169
en dos fuentes esenciales del bregar a favor del estado de derecho frente a la dominación
totalitaria. En primer lugar, me refiero a la resistencia hasta el infinito a la opresión
estalinista instaurada en Cuba por Fidel Castro, escenificada siempre en el presidio político
cubano.
Las acciones por terminar con el modelo de terrorismo de estado, que rige los destinos de la
sociedad cubana desde l959, fundamentadas en una suerte de interpretación muy singular de la
estrategia de la desobediencia civil, la presenciamos por primera vez en las posturas de
resistencia que nos encontramos en el presidio político, de parte de aquellos prisioneros que no
aceptaban abdicar a sus principios de lucha libertaria, a pesar los crímenes y de las atrocidades
que los aparatos represivos de Fidel Castro utilizan, como política de estado, para doblegar esa
vertiente de oposición al régimen.
A esta original forma de resistencia cívica nos incorporamos a partir del año l967, cuando
ingresamos en el gulag de la Isla .
A pesar de haber transcurrido varias décadas desde entonces, esas raíces de los fundadores del
Movimiento de Derechos Humanos siguen influyendo de manera decisiva en el escenario de
confrontación interna al castrismo, con la resolución de no claudicar, aun al precio de poner en
extremo riesgo la vida, cada día puesta de manifiesto por los integrantes de la disidencia
que, desde la cárcel, continúan su labor contestaria, denunciando las atrocidades del
totalitarismo, a la vez que concibiendo y haciendo públicos los programas para
desmantelarlo. Este es el caso de prisioneros de conciencia actuales, como Oscar Elías Biscet;
Héctor Palacios, Osvaldo Alfonso, Regis Iglesias, Oscar Espinoza Chepe, Roberto de Miranda;
Mario Enrique Mayo, Víctor Rolando Arrollo, Leonardo Bruzón Avila y otras
legiones de confinados. De la misma forma que nuestra formación como opositores civilistas se
enriqueció, con la ejemplaridad que nos trasladó la defensa de lo mejor de los valores
republicanos encontrada en el presidio político, a la vez nos apoyamos en el ideario relativo al
humanismo occidental, que condujo a la firma de la Declaración Universal de Derechos
Humanos de Naciones Unidas, el l0 de diciembre de l948. En este caudal, también estuvo el
legado de protección constitucional de los derechos individuales, que emana de las
Constituciones Cubanas de l90l y de l940 y, al estudio de los tratados internacionales de
promoción a los derechos ciudadanos de las Naciones Unidas, que han complementado la
referida Declaración de Derechos Humanos.
LOS AÑOS EN QUE "NADIE ESCUCHABA”
Mientras los medios de comunicación de masas de Cuba y, de todo el mundo, informaban a la
opinión pública de que Fidel Castro había vencido al "imperialismo norteamericano" y, a sus
"agentes internos", en sus intentos por "destruír a la revolución", por otra parte, quedó por
completo en las sombras de lo desconocido, la tenaz y nunca derrotada batalla, -contra el
modelo estalinista implantado en Cuba por Fidel Castro-, que a partir de l959, primero en los
campos y en las ciudades y, especialmente, en el presidio político, tuvo lugar en todo el país.
Aquel presidio político que surge con el arribo al poder en Cuba de los comisarios
sovietizantes y, que fue invencible en sus convicciones defensoras del estado de derecho
democrático, contando con exponentes de una ejemplaridad de rechazo a Fidel Castro que llegó
hasta los años ochenta, en resistentes como Mario Chanes de Armas, Húbert Matos, Ernesto
Díaz Rodríguez, Ramón Guín, Ángel Cuadra, Armando Valladares, Alfredo Mustelier,
Eusebio Peñalver, José Pujals Mederos, Julio Ruiz Pitaluga y cientos mas, reencarnó en los
prisioneros del Movimiento de Derechos Humanos, que llega hasta nuestros días con Oscar
Elías Biscet; Marta Beatriz Roque; Jorge Luis García Pérez,- Antúnez-; Rafael Ibarra Roque;
Juan Carlos González Leyva; Raul Rivero; Arturo Suárez Ramos; Manuel Vázquez Portal;
Carmelo Díaz Fernández; Lexter Tellez Castro; Miguel Sigler Amaya y, multitud de otros
170
integrantes de las vanguardias de la resistencia cívica al estalinismo dentro de la Isla, que se
mantienen inquebrantables frentes a las torturas, a los tratos crueles y degradantes, a las
extorsiones, así como a los chantajes contra sus familizares, que ejecutan como política de
estado los pandilleros a la órdenes de Castro.
Los represores estalinistas cubanos, con el respaldo de las legiones de verdugos del KGB
soviético y, de los neo fascistas de la stassi alemana; conjuntamente con el soporte en
armamentos de los carniceros del ejercito rojo del Kremlin, pudieron sobrepasar a las fuerzas
de la lucha armada en el Escambray y, en otras regiones de la Isla, donde las luchas
guerrilleras campesinas alcanzaron su climax a principios de la década de los años sesenta. De
la misma manera, con los procedimientos de guerra sucia de exterminio generalizado,
utilizando los paredones de fusilamientos y el infierno carcelario por décadas, a los sicarios de
Castro le fue posible eliminar la resistencia armada clandestina en las ciudades cubanas.
Mientras todo esto sucedía, en el Presidio Político Cubano, desde l959, surgió y se desarrolló
una oposición que se mantuvo indestructible contra el terrorismo de estado totalitario. Esa
resistencia sirvió de ejemplo a los disidentes que llegamos a ese presidio por motivos de
opiniones contestarias en l967 y que, en l976, fundamos el Comité Cubano Pro Derechos
Humanos.
Con estos antecedentes, se inició otra etapa mediante la desobediencia civil en las ciudades y
en los campos , utilizando como armas la promoción de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos y la denuncia contra las violaciones institucionales a estos derechos. Con
estas premisas, fuimos
creando las bases para el desarrollo de una oposición a cara
descubierta y a voz en cuello que, desde sus primeros pasos, - como se apunta en el programa
del Partido Pro Derechos Humanos de Cuba, fundado como el ala política del Comité Cubano-,
estaba dirigida a la eliminación total de la llamada "dictadura del proletariado" y, demás
engendros del tan cacareado por aquella época, "socialismo real".
En resumen, queremos destacar que la propuesta de nuestro incipiente Movimiento pro
Democracia y Derechos Humanos, desde l976, fue la de la refundación republicana de la Nación
Cubana, basada en el estado de derecho, que hace de las libertades públicas y de los derechos
individuales, la piedra miliar de nuestra filosofía.
171
La universidad cubana en el comunismo post-soviético
172
La investigación social en Cuba: Información, recursos y
creatividad.
POR DOMINGA GONZÁLEZ SUÁREZ
Universidad de Granada.
Algunas de las cuestiones más preocupantes con relación a las investigaciones sociales en la
Isla son las referidas a los obstáculos que existen para propiciar la creatividad, los problemas
que hay con el acceso a la información y la escasez de recursos destinados a los investigadores.
Ejemplificaré con mi propia experiencia en el campo de la docencia y la investigación de la
Historia.
Llama la atención que gran parte de las investigaciones históricas se concentra en el período
colonial, pocas en La República y prácticamente ninguna en el periodo castrista. Tal sesgo de
los historiadores se debe a dos razones básicas. La primera es que, trabajando la colonia, es
probable que no tendrán muchos problemas con el régimen. A los actuales dirigentes de la
dictadura poco les interesa lo que pasó hace más de un siglo porque los conflictos a tratar
aparentemente no tienen connotación con los acontecimientos actuales. Les interesa únicamente
para “demostrar” que la revolución tiene sus orígenes en la frustración de la lucha por la
independencia nacional. En este sentido, se puede encontrar todo tipo de manipulación en
función de los intereses de la dictadura de Fidel Castro, como queda demostrado en el
tratamiento que dan al pensamiento de José Martí. En este caso, para provocar la cohesión
grupal en torno a su dictadura, siempre bajo la amenaza de un enemigo externo, sacan de
contexto o resaltan algunas afirmaciones hechas por El Apóstol, para demostrar el carácter
antiimperialista de su pensamiento. La segunda razón se debe a que sólo para ese período existe
abundante documentación a disposición de los investigadores que posibilita resultados finales
exitosos. Los pocos investigadores que trabajan el siglo XX llegan hasta el triunfo de la
revolución y en el caso de los más osados hasta el año 1961. Aquellos que intentan hacer un
trabajo serio sobre el período castrista, aún cuando no estén en disposición de apartarse de los
lineamientos trazados por el Partido, se quedan en el intento porque no hay posibilidad alguna
de consultar la documentación existente.
LAS FUENTES.
Todos sabemos que cuando se diseña una investigación no sólo hay que determinar los
objetivos que se propone alcanzar. Para garantizar el éxito hay que disponer de las fuentes de
información y de los recursos necesarios para su consecución.
Para el período colonial y republicano los lugares donde se encuentra casi toda la
documentación son el Archivo Nacional, La Biblioteca Nacional, las bibliotecas provinciales, la
Biblioteca de la Sociedad Económica de Amigos del País, la biblioteca de la Cámara de
Representantes del Capitolio Nacional, la Biblioteca Central de la Universidad de La Habana, la
biblioteca del Instituto de Historia del Movimiento Comunista y de la Revolución Socialista,
entre otras.
Para mostrar las posibilidades de acceder a esta información lo haremos a partir de la
experiencia de la autora en el Archivo Nacional de Cuba, de la Biblioteca Nacional y en el
intento de acceder a la información sobre la dictadura de Fidel Castro.
El Archivo Nacional. Aquí se puede encontrar que la mayor cantidad de información, y la mejor
catalogada, se refiere al periodo colonial. Cuando asistía al Archivo Nacional durante la década
de los 70 y 80, prácticamente todos los investigadores que asistían asiduamente trabajaban con
173
los fondos de ese período. Creo ser la única que investigaba los fondos de la República, que por
cierto eran pocos, y el principal, el de la Secretaría de la Presidencia, lo habían clasificado en un
inicio por materia, pero, para cumplir la meta de catalogación que le asignaron en su tiempo al
entonces director, éste ordeno que los papeles fuesen catalogados, no por materia, sino por
orden cronológico. En un legajo se encontraba “de todo, como en botica”. De hecho, tuve que
revisar todo el Fondo. Encontrar la información requerida por mí significó buscar una aguja en
un pajar. Nunca pude encontrar los libros de las Actas de las reuniones de los Consejos de
Ministros; de esto hablaremos más adelante.
Aunque las visitas de los usuarios a las naves donde se almacenaban los documentos no estaban
permitidas, tuve la oportunidad de visitar algunas de ellas. Aquello daba grima. Innumerables
naves con papeles amontonados por todos lados. Sin autorización oficial logré revisar parte de
la documentación no catalogada de la Secretaría de Hacienda. Me llevaban los documentos a la
sala de usuarios en carretilla de esas que se usan en la construcción. El trabajo, lógicamente, fue
agotador. También es infinito mi agradecimiento a los trabajadores del Archivo.
Otra de las dificultades que los investigadores encuentran con las fuentes radica en la
ignorancia, más que mala fe, de aquellos que deciden los destinos de las mismas. En 1972,
cuando me encontraba investigando la inmigración en Cuba, visité la Capitanía del Puerto de
La Habana. Allí se encontraban los expedientes de cada uno de los pasajeros inmigrantes que
arribaron a la isla por ese puerto durante toda la República. Al año siguiente, cuando regresé
para ver cómo se podía procesar toda esa información, me encontré que había desaparecido.
Después de varios meses siguiéndole la pista, los encontré en los garajes de varios chalés del
Reparto Country, en los cuales se encontraban las instalaciones de la Dirección de Inmigración
del Ministerio del Interior. Estaban amontonados y muchos mojados. El peso de los papeles
había rajado las paredes. Pocos años después me enteré que los habían enviado al Archivo
Nacional. Nunca más volví a tener noticias de ellos.
En la Biblioteca Nacional, las principales fuentes se encuentran el Departamento de Colección
Cubana. Cuenta con mucha y muy bien catalogada información sobre la colonia. Sin embargo,
para el siglo XX hay sólo una pequeña cantidad de fondos, procedentes de donaciones de
particulares.
La información para la republica se encuentra en la sala general, y
desgraciadamente es poca. La hemeroteca es lo mejor de la biblioteca para el período
republicano. Por supuesto, sólo puede ser consultada con permiso de la Dirección Central.
A fines de los 80, trabajando en el Instituto de Arqueología y Etnología de la Academia de
Ciencias, que tenía su sede en el Capitolio, nos enteramos que en lo que quedaba de la
Biblioteca de la Cámara de Representantes de la República, se estaba haciendo limpieza.
Estaban tirando los libros y folletos repetidos porque no tenían espacio. Algunos investigadores,
aterrorizados, salimos a recoger lo que estaban tirando. Pude rescatar entre los libros destinados
a pulpa de papel, el primer anuario estadístico de la Republica de Cuba, publicado en 1914 y
dirigido por Orestes Ferrara. También el Diccionario Provincial casi razonado de Voces
Cubanas, segunda edición (notablemente aumentada y corregida) de 1849. y dirigida por
Esteban Pichardo.
Todos estos fondos han sido víctimas del saqueo por los personeros del régimen. En una
ocasión, a principios de la década del 70, buscando en el Archivo Nacional la información
relativa a la Isla de Pinos, a raíz de una investigación sobre su población, los trabajadores nos
informaron que muchos documentos habían sido extraídos por Antonio Núñez Jiménez, cuando
fue Presidente de la Academia de Ciencias de Cuba, y nunca habían sido devueltos; otro tanto
había sucedido con varios documentos sustraídos por Julio Le Riverend, cuando fue director del
Archivo Nacional. También hemos conocido, ya en los 80, denuncias de la sustracción o robo
por parte del actual historiador de La Habana, Eusebio Leal, de bienes del patrimonio cultural y
nacional. Los libros de las Actas de los Consejos de Ministros han sido monopolizados por
Rolando Rodríguez.
174
El acceso a la información oficial después del triunfo de la revolución es imposible. La más
importante, la que se refiere a la actuación de Fidel Castro, está personalmente controlada por el
mismo Fidel Castro. Se encuentra en una serie de edificios en el Vedado, cerca de 23 y 12,
conocido popularmente como la casa de Celia Sánchez. Trabajando como Investigadora
Principal en el Instituto de Historia del Movimiento Comunista y de la Revolución Socialista, en
una oportunidad intenté, con resultado infructuoso, consultar la información que estaba en uno
de esos edificios. Ni siquiera para los investigadores del Instituto de Historia subordinado al
Comité Central del Partido Comunista es asequible tal información. El encargado de guardar esa
documentación era el capitán Pacheco, fiel e incondicional amigo de Fidel Castro desde que
estaban en la Sierra Maestra. Por otro lado, toda la información de los organismos del estado, o
bien ha sido destruida, o bien están a buen resguardo en las Oficinas de Control de la
Información Clasificada (OCIC), en lugares que sólo conocen sus custodios y generalmente en
cajas fuertes. En fin, el oscurantismo sobre las actuaciones oficiales de la dictadura de Fidel
Castro es absoluto.
RECURSOS
Los recursos materiales con los que cuentan los investigadores son realmente escasos. Hay que
confesar que trabajar bajo esas condiciones es heroico. Me refiero a los tiempos cuando yo
trabajaba en Cuba. Ahora debe ser peor. Recuerdo que, a principios de 1970, en el grupo de
investigación de la Escuela de Historia se trabajaban simultáneamente 4 temas: el de la United
Fruit Co., el de las Actas Parroquiales, el de Isla de Pinos, y el de la Inmigración. Éramos 6
investigadores. Por gestiones personales logré que el vice-decano me asignara una caja de
colores y unos folios cuadriculados. En una reunión del grupo de Investigaciones se informó de
la decisión del Jefe del Grupo de que tales lápices y papeles se los tenía que entregar a los
investigadores del tema de la United Fuit Co., pues les eran más necesarios que a mi. Me quedé
sin recursos. Para poder realizar mi trabajo tuve que optar por otra solución: recoger de la
basura los mapas, que tiraban en el Instituto de Planificación Física, y con una regla y un lápiz
cuadricular el dorso del mapa que estaba en blanco. Así pude poder recoger y procesar la
información estadística sobre inmigración y reconstruir las Series Cronológicas de los flujos
migratorios.
Para el procesamiento de la información estadística de tales Series Cronológicas de la
Inmigración, como era imposible procesarlas de forma manual, algunos trabajadores del
Ministerio del Azúcar me hicieron el favor de prestarme una calculadora. Como el volumen de
la información a procesar era enorme, algunos programadores me ayudaron, y en el tiempo de
máquina que les asignaban para hacer las pruebas de los programas, procesaron la información
para la reconstrucción de las series cronológicas. Gracias a ellos, y a un matemático del Instituto
del Centro de Investigaciones Electrónicas, pude realizar la regresión lineal múltiple.
Obviamente, toda esa actividad fue cuasi-clandestina, porque oficialmente nadie asignó recurso
alguno a ese proyecto, ni habían dado autorización para que me dieran la ayuda que de ellos
recibí.
Mucha literatura extranjera, por supuesto, está vedada. Incluso en la Biblioteca del Instituto de
Historia adjunto al Comité Central, había una gran cantidad de libros que no se ponían a
disposición de sus investigadores.
Ni papel recibíamos. Todavía conservo, en mi casa de Granada, cientos de fichas hechas por mí,
donde en papel gaceta copiaba a mano documentos completos.
De la actualidad sólo quisiera resaltar que los investigadores sociales no tienen libertad de
acceso a Internet. Increíble, pero cierto.
175
LA CREATIVIDAD.
Para terminar quisiera hablar del mayor problema que confrontan los historiadores que se
dedican a la investigación y a la enseñanza en las Universidades: El freno a la creatividad y al
desarrollo intelectual.
Por supuesto, es impensable la libertad de cátedra. Los profesores tienen que ceñir sus clases al
programa oficial establecido para la asignatura, que es elaborado por la Dirección de Marxismo
del Ministerio de Educación Superior, con la asesoría de especialistas, pero siempre dentro de
los marcos de una ideología marxista distorsionada, y dogmática. Estos programas son de
oblilgatorio cumplimiento para todas las Universidades del país. Para controlar que el profesor
no se salga del programa y evaluar la docencia impartida, sus clases son inspeccionadas
sorpresivamente por otros profesores del departamento donde está adscrita la asignatura. Todo
desvío de lo oficialmente establecido, es castigado.
I
El investigador no corre con mejor suerte. El primer obstáculo, es el freno a la creatividad.
Conocemos que la aprehensión a la evaluación constituye su mayor traba. El hecho de sentirnos
evaluados es el factor más importante que inhibe el pensamiento creativo. En la Cuba castrista
no sólo se les evalúa, sino que se les impone límites ideológicos a sus hipótesis y, sobre todo, a
sus conclusiones y resultados. Es, por ejemplo, inimaginable que se concluya que la guerra de
1868 – 1878, no tenga nada que ver con el sistema político castrista. Ay del que ose cuestionar
las palabras de Fidel Castro sobre tales acontecimientos, cuando dijo en un discurso: “Entonces,
nosotros hubiéramos sido como ellos; hoy, ellos hubieran sido como nosotros”.
Toda iniciativa individual, todo aquello que pueda ser novedoso, o no esté dentro de la línea del
Partido es rechazado. Cuando en 1972-73 expuse en el grupo de investigación de la Facultad
de Historia de la Universidad de La Habana los resultados de mi proyecto de investigación
sobre la inmigración en Cuba, donde se incluía un análisis de regresión múltiple para averiguar
las causas de la inmigración, el ataque fue directo. El responsable del equipo, el Prof.
Fontanella, a pesar de confesar sentirse inepto para dirigirlo, lo rechazó con el argumento de
que desbordaba los marcos del análisis histórico. Incluso me castigaron, eliminando mi proyecto
y poniéndome a trabajar en otro equipo de investigación. Cuando, a pesar de ello, lo continué
por iniciativa propia, sencillamente ignoraron mi trabajo. Sólo el investigador de la Biblioteca
Nacional el Dr. Juan Pérez de la Riva, que a la sazón se encontraba también rechazado por la
elite de intelectuales marxistas del país, se interesó por él.
En 1977 logré trasladarme a trabajar al Instituto del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista, adjunto al Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Pensaba que allí, además
de más libertad de investigación, tendría acceso a fuentes de información prohibidas a otras
instituciones. En 1978, al año de estar trabajando en dicho Instituto, presenté la redacción final
del libro “La Inmigración en Cuba”, donde se incluía la serie cronológica, el análisis de
regresión múltiple y una historia de la inmigración en Cuba. En esta ocasión, el director del
Instituto, Fabio Grobart, rechazó también mi trabajo, y me volvieron a castigar. El alegato
utilizado para rechazar el libro era que yo concluía que los inmigrantes arribaban a la isla
porque el ingreso real per cápita de Cuba era mayor que el de los países de origen de los
inmigrantes; y que en esos años no existía desempleo en Cuba y sí una alta demanda de fuerza
de trabajo. Según los directivos del Instituto, era evidente que la culpa de los flujos masivos de
inmigración hacia Cuba la tenía el imperialismo norteamericano con sus grandes inversiones de
capital en la industria azucarera. Esta vez, el castigo consistió en ponerme a trabajar bajo las
órdenes de una persona que mantenía un muy estrecho control sobre todas mis actividades y
producción científica.
Otro obstáculo importante a la creatividad de los investigadores sociales lo encontramos en que
los problemas y temas de investigación los determina el gobierno. Antes en la Academia de
Ciencias de Cuba, y hoy en el Ministerio de Ciencia y Tecnología, existe una Dirección,
176
controlada por el Departamento de Educación y Ciencia del Comité Central del Partido
Comunista, que es la que los propone y autoriza, según un orden de prioridades establecido por
esa misma Dirección. En el acuerdo No.2823 del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros de
28 de noviembre de 1994 y en el acuerdo 3264 de 19 de febrero de 1998 se detallan las
funciones al actual Ministerio de Ciencia y Tecnología. En ambos, el Primer Artículo establece:
1º Elaborar y proponer la estrategia y las políticas científica y tecnológica, así como el plan
nacional de ciencia y tecnología, con la participación de la comunidad científica y otros agentes
del cambio tecnológico, estableciendo los objetivos, prioridades, líneas y programas que
corresponda y una vez aprobados, dirigir y controlar su ejecución.
Estas investigaciones, que abarcan al 100% de las que se realizan en el país, no podrán salirse
del marco interpretativo dictado por el régimen. Este marco, generalmente, no esta explícito en
los documentos, sino que lo determina la información que llega a la población a través de
fuentes externas y repercute directamente en las expectativas que sobre los hechos tiene la
persona que los percibe. Por ejemplo, en el marco de la investigación histórica, como se dijo
más arriba, todas las investigaciones de la época de la colonia tienen que ser acordes con los
planteamientos que sobre esa etapa aparecen en el discurso de Fidel Castro titulado “Cien Años
de Lucha”. Estas expectativas sirven de guía para la selección de la información puesto que las
personas, generalmente, buscan o se exponen a aquellas que tienden a confirmarlas. El
investigador se expondrá a la información que confirme sus hipótesis previas para evitar la
disonancia que se produce entre lo que se piensa y lo que se hace. No puede obviarse que la
mayoría de la población en la isla está socializada en un contexto social controlado por el
gobierno, que abarca, desde los barrios donde tienen sus residencias, hasta las escuelas, las
universidades, los centros de trabajo, los lugares de ocios, etc. En gran medida, la información
que llega desde fuentes externas, donde las fuentes oficiales de información tienen un papel
relevante, conforma la ideología de la inmensa mayoría de las personas. En Cuba existen pocas
opciones, fuera de las que suministran las instituciones oficiales, para elegir la información.
Como todos son presionados hacia una única opción ideológica, existe una cierta
homogenización en la forma de percibir los problemas sociales, por lo que está presente un
cierto consenso en la interpretación de estos fenómenos, ajustados a los intereses del régimen
castrista. También es cierto que siempre se puede filtrar información prohibida. Aquellos más
inquietos siempre la pueden encontrar. Eso tiene un coste que no toda persona está dispuesta a
asumir.
Tales son los límites y cortapisas en que tiene que desarrollar su actividad intelectual un
científico de las ciencias sociales en Cuba. A pesar de estas circunstancias encontramos
magníficas personas que trabajan con entusiasmo, honestidad y responsabilidad. Durante años
asistí al Archivo Nacional y a la Biblioteca Nacional, allí los conocí, y pude apreciar su
tenacidad, capacidad, y dedicación. No obstante, la exposición de los resultados de sus
investigaciones tiene que ajustarse a las expectativas ideológicas del régimen. A pesar de todo,
el potencial científico en el campo de las ciencias sociales es rico y grande. Debemos respetar
sus trabajos y valorarlos en su justa medida.
177
Albur y Credo o el desafío de la libertad.
POR IVÁN GONZÁLEZ CRUZ
Cuba asiste, a fines del siglo XX, al nacimiento de dos acontecimientos culturales que con el
nombre de Albur y Credo, estarían llamados a inspirar, en el período de 1987 a 1994, otra
realidad en las difíciles circunstancias de una nación anclada en la promesa de un futuro
inexistente, y la evidencia de un presente agónico que comprometía el destino del pueblo
cubano.
En 1986 se inicia el proceso nacional de “rectificación de errores y tendencias negativas” en
aras de perfeccionar el régimen político cubano. Con el sorprendente lema de “Ahora sí vamos
a construir el Socialismo”, después de casi tres décadas de “Revolución Socialista”, se invitaba
a trascender un pasado que no se definía, pero que dejaba entrever la bifurcación de una senda
que abismaba la vitalidad y eficacia de una ideología que debía dar como resultado la creación
de un “hombre nuevo”. Un libro aparentemente precursor de la perestroika en la URSS, con los
visos de una glasnost tropical, vería la luz en 1987 bajo el título de Por el camino correcto, en
el que se recogía la esencia de los planteamientos de Fidel Castro para la edificación de un
itinerario diferente al emprendido dentro del proceso revolucionario cubano. Todo el país,
directa o indirectamente, era convocado a la realización de una épica que parecía no tener
antecedentes.
Nuestra generación, educada en la ignorancia de la historia de Cuba, había crecido en el
desconocimiento de figuras como Francisco de Arango y Parreño, José Antonio Saco, Félix
Varela, José de la Luz y Caballero, Enrique José Varona, José Lezama Lima…, portadoras de
un pensar decisivo en la comprensión de un pasado vigente, al que se sumaba el silenciamiento
de sucesos más cercanos en el tiempo, como las consecuencias derivadas en el ámbito cultural
por las Palabras a los intelectuales (1961) y el posterior cierre del semanario Lunes de
Revolución, o el procesamiento del escritor cubano Heberto Padilla en 1971 por su libro de
poemas Fuera del juego, premiado, en 1968, en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Es en
1980 cuando nuestra generación, con apenas 12 años de edad, iba a alcanzar una maduración
inesperada devenida una vez más por el contexto político cubano: el éxodo del Mariel y los
correspondientes actos de repudios, promovidos por la dictadura contra aquellos que
abandonaban el país. La sociedad quedaba escindida ahora por un nuevo dolor: un exilio
imposible de acallar que ponía en duda los aciertos de la “Revolución Cubana”.
Así, años más tarde, la fundación de la revista Albur (1987-1992), en el seno universitario del
Instituto Superior de Arte (ISA), surge como parte de una necesidad histórica por establecer el
reencuentro de la nación cubana en el reconocimiento de una República universal que no
excluyera a ningún ciudadano, dentro de una vocación humanista donde estuvieran
representadas todas las ideas y horizontes posibles para el desarrollo socio-cultural y la
realización del progreso. Ya en su primer número destella esa ansiedad por unir en lo estético,
tradición y modernidad, y en lo ético, gestar la conquista de la libertad de expresión, con la
certeza de que a través de la cultura, podía generarse un movimiento integrador que pusiera fin a
una Cuba fragmentada por sucesivos exilios e inxilios. El mismo título de la publicación
anunciaba su aceptación del albur como fundamento del porvenir. A pesar del vacío histórico y
cultural en que habíamos sido instruidos, éramos conscientes de los peligros de un viaje hacia lo
desconocido. La aventura como aliento y el espíritu clandestino como acción, acompañarán
desde entonces a esta revista en su intenso peregrinar, inmersa en un escenario nacional e
internacional que participa de una inusitada e irreversible transformación del mundo: la
campaña cubana del “proceso de rectificación de errores”, el enfrentamiento visceral con Mijail
Gorbachov a raíz de la democratización de la URSS, la caída del muro de Berlín en 1990, y el
consiguiente estallido en Cuba del “Período Especial en Época de Paz”. Estos hechos asediarán
178
el desenvolvimiento de Albur durante la concepción de sus 32 números y pondrán en peligro, en
diversas ocasiones, la continuidad o prohibición de la publicación. Una “excusa legal” podía
enarbolarse cuando fuera preciso el cierre: Albur carecía de ISBN. La negación del gobierno a
permitir su circulación y registrarla en el muestrario editorial cubano, facilitaba el camino para
su desaparición y eludía cualquier denuncia en la órbita de los derechos humanos. Albur al
cumplir paradojalmente una doble naturaleza, ser y no ser, se hacía invisible, sencillamente no
existía. De esta manera, estuvo relegada a permanecer en la frontera del Instituto Superior de
Arte, ubicado en las afueras de la ciudad de La Habana, o divulgarse de mano en mano, con
riesgo de constante delación por infidencia.
Al año de su fundación, en 1988, la inauguración de la Sección Espacio Abierto, concebida para
analizar y revelar los problemas más acuciantes de la sociedad cubana que no tenían eco en los
medios de difusión masiva, provocó la inmediata reacción del gobierno que puso a la revista al
borde de la censura. Pese a las acusaciones y enjuiciamientos, Albur sobrevivió. Desde
entonces, la revista optará por convertir cada una de sus páginas en un espacio abierto, a fin de
potenciar, a través de la palabra o la imagen, cualquier debate preciso e impostergable. Las
hostilidades en lo adelante se harían más sutiles y refinadas, obligando a los miembros del
consejo de redacción a modelar incansables maniobras de defensa frente a las posibles
inculpaciones o amenazas. Empezaba Albur a encarnar, sin saberlo, un símbolo de resistencia
cultural. A cambio de un persistente proceso de silenciamiento o intimidación a los que se
acercaban a sus páginas, lograría poco a poco, sumar a destacadas personalidades del arte, la
literatura y el pensamiento, que junto a las nuevas generaciones de creadores, demostraban con
sus obras la pluralidad inmanente de la sensibilidad cubana, reprimida o subyugada desde el
poder. Asimismo, la infatigable labor de Albur por el patrimonio histórico y cultural, encaminó
a la revista a editar una serie de volúmenes monográficos fruto de pacientes investigaciones en
archivos privados y bibliotecas públicas, que ofrecían en primicia manuscritos y libros inéditos
de relevantes intelectuales como Alejo Carpentier, Dulce María Loynaz, Fernando Ortiz, José
Lezama Lima, María Zambrano, Octavio Paz, Virgilio Piñera..., hasta la publicación de autores
censurados como Jorge Mañach, que emergían ahora a la luz después de injustificables décadas
de ostracismo. En su despedida en 1992, ante la desolación económica y escepticismo
retardatario de la vida cubana por la implantación del “Período Especial”, que obligó a
dramáticos desenlaces -entre ellos la imposibilidad de imprimir periódicos, revistas o suprimir
la publicación de libros-, Albur quiso levantar una esperanza: editar once números nuevos, es
decir, intentar en doce meses, la misma cifra que había obtenido hasta esa fecha en cinco años.
Nada parecía detener la utopía. Las últimas portadas de Albur serían dibujos y pinturas
originales de más de cien pintores cubanos. Con la ejecución de ese ideal, Albur exhortaba la
invención de otros sueños.
El país se sumergía lentamente en la desesperación de un medioevo existencial. La pérdida de
toda ilusión y la falta de expectativas definía la vida del cubano, preso de una circunstancia que
le hacía sentir aun más la angustia de Isla como un estar en la soledad del olvido. Los límites
empezaron a hacerse visibles. En la esfera política la muerte se hizo consigna, el miedo
estrategia y la miseria una trampa para arrastrar al pueblo hacia una espera sin fin. La risa del
cubano se llenó de tristeza. Abandonado dentro y fuera de su tierra, el cubano naufragaría hacia
la nada. De ahí el grito callado de la revista cultural Credo.
En 1993, dentro de la recién estrenada Cátedra de Estudios Cubanos del Instituto Superior de
Arte, ve la luz una nueva publicación heredera del movimiento cívico y cultural que irradió
Albur. Era preciso demostrar que el potencial contenido en Cuba podía revitalizar la nación.
Tenía que hacerse creencia el devolver la confianza escamoteada al pueblo cubano para
solucionar sus problemas. Credo aparece como un signo de rebeldía, el testimonio de una
tradición comprometida con la imaginación y la libertad. Renacía la convicción de que toda idea
con luz propia quebranta el desierto de las tiranías, que basta una palabra para que comience a
desvanecerse la noche de los totalitarismos.
179
Julio Cortázar y Gastón Baquero acudían en el primer número de Credo como una metáfora que
representaba, más allá del tiempo, la unidad de dos mundos distintos que se hacían concurrentes
en la búsqueda de un espacio de expresión plural. Era la primera vez, desde el 1º de enero de
1959, que se editaba al poeta censurado Gastón Baquero. i Otros trabajos inéditos como La
intelligentsia se defiende contra el poder, de José Lezama Lima o Lutum, de Dulce María
Loynaz, transmitían no solo el peso de su sabiduría, sino que deslizaban, en medio del aciago
panorama cubano, ineludibles mensajes:
Señor, puesto, que soy fango en tu mano,
déjame ser lo que yo soy, en paz.
-Guarda tu cielo azul y tus estrellas;
guarda tu luz, tus ángeles, tus llamas.
Soy fango nada más.
Y no me soples…ii
En esta dimensión se inscribía la recuperación de Las catacumbas, de María Zambrano. Entre
los textos de la pensadora española se incluyó igualmente un hallazgo que sobrepasaba el interés
bibliográfico-documental para adquirir una resonancia de subrayada actualidad. En vísperas de
la edición del primer número de Credo, en octubre de 1993, surgió ante nuestros ojos,
investigando en uno de los archivos de la Academia de Ciencias de Cuba, un escrito dedicado a
la libertad que yacía enterrado en aquella papelería. Allí, como si hubiera estado aguardando
hasta entonces su impresión en Credo, la autora de Persona y democracia (1958) advertía:
“…Esta fe la veo resplandecer más que en ningún otro concepto
en ese que simplemente dice ‘libertad’. Y lo siento así, tal vez
por estar más que nunca amenazada su vida. Y es en los instantes
de peligro cuando nos oprime la necesidad de dejar constancia de
nuestra fe. […]
Como todas las palabras que han pasado a la ideología política,
la libertad se ve hoy comprometida por todos los
apresuramientos y tergiversaciones de la acción. Somos nosotros
los que hemos de defender su esencia rescatándola de la
opacidad en que ha caído. La libertad no es condición de una
determinada política, ni siquiera de un régimen, sino el modo
mismo de vida de la persona humana, en cuyo ser se hace
únicamente inteligible. Y si es el modo mismo de ser de la
persona, quiere decir que se confunde con su esencia
trascendente. Y entonces tendríamos que la libertad es
simplemente nuestro futuro.”iii
i
Estos textos inéditos de Julio Cortázar y Gastón Baquero los descubrí investigando en el Archivo de José
Lezama Lima situado en la Biblioteca Nacional José Martí en La Habana. Con posterioridad, en nuestro
libro Archivo de José Lezama Lima. Miscelánea, recopilé el epistolario de Julio Cortázar y los poemas de
Gastón Baquero que publiqué en Credo, junto a la edición de la correspondencia inédita que Baquero
dirigió a José Lezama Lima. En: Archivo de José Lezama Lima. Miscelánea, transcripción, selección,
prólogo y notas de Iván González Cruz. Madrid, editorial Centro de Estudios Ramón Areces, 1998, pp.
660-679; y pp. 814-842.
ii
Loynaz, Dulce María. “Lutum”, en: Credo. La Habana, año I, número 1, octubre de 1993, p. 3.
iii
Zambrano, María. “Palabras en la Sociedad Cubana de Filosofía”, en Credo. La Habana, año I, número
1, octubre de 1993, p. 12.
180
La suerte de Credo estaba echada. No podíamos saber que, con su aparición, sus días ya
estaban contados. Se avivaron los viejos fantasmas que acecharon la trayectoria de Albur. No
solo su ideario, sino también su título molestaba.i A ello se sumó la calurosa acogida que en
España el periódico El País celebró con el título de “Creo en ti”,ii divulgando a lo largo y ancho
de una de sus páginas el contenido del primer número. Se interpretó esta azarosa reseña como
una intromisión “en los asuntos internos de Cuba” y una prueba de que Credo era “un aliado del
enemigo”. iii En esta coyuntura, la preparación del segundo número de la revista constituía algo
más que un desafío. Los textos que estructuraban su imaginario insistían en temas y verdades
prohibidas. Desde la portada, en la que se reivindicaba con un valiente dibujo la fuerza del
ejemplo en un Estado amoral, hasta la entrevista al filósofo georgiano Merab Mamardashvili
con su Todo el mundo tiene miedo, brillante análisis de las causas del desmoronamiento del
Socialismo en Europa, El tiempo en la historia de Cuba, del inolvidable historiador y amigo
Manuel Moreno Fraginals, o El primer deber del hombre, de Fernando Ortiz, concebido en
1941 y contextualizado desde nuestra sección La Edad de Oro por su esclarecedora prosa:
“…todos los despotismos, todas las brutalidades quieren sofocar
el pensar de los demás. Los caducos espiritualismos y
materialismos por igual anhelan suprimir la libertad de pensar,
que es la condición esencial del progreso humano. Y ese es el
mayor peligro presente. En la política de estas horas lóbregas
que pasamos, el pensar auténtico está sufriendo la más terrible de
las persecuciones; por las propagandas, por los atropellos, por
los asesinatos. Papistas, fascistas, nazistas, stalinistas y
franquistas, todos ellos totalitarios de programa, por igual
destruyen las libertades y oprimen las ideas, atizan hogueras de
libros y ejecutan suplicios mortales.”iv
venían a enaltecer el pensar por sí mismo. Credo no se ocultaba. Al hacer cada vez más
evidente la razón de su humanismo, ponía al descubierto la ausencia de justicia y democracia en
la sociedad cubana. Se había ido demasiado lejos. La orden estaba dictada. Se había decidido la
censura de Credo. No obstante, en silencio, el tercer número siguió configurándose. Fiel, como
Albur, a su aspiración de propiciar la unidad de los cubanos dentro y fuera de la Isla, Credo
incorporaba en su seno a otros escritores míticos del exilio cubano como Eugenio Florit, que
aceptaban generosamente el humilde homenaje que desde Cuba le brindaba una generación de
jóvenes creadores que sustentaban otra forma de entender la historia. El siguiente Credo
congregaba además un Reinaldo Arenas inédito, proscrito de la literatura cubana desde su
destierro. En esta ocasión, la sección La Edad de Oro reproducía el programático discurso Con
todos y para el bien de todos, de José Martí. El significado era explícito: la patria es de todos.
Con esa inspiración, la revista se imprimió gracias a una Cuba secreta identificada con su
i
Aunque el “credo” que inspiró a la revista era cultural, compenetrado con el sentir del poeta cubano
José Martí “Espantado de todo, me refugio en ti. / Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura,
en la utilidad de la virtud, y en ti.” -estampado a manera de exergo en el primer número- se tildó a la
publicación de pertenecer a la Iglesia Católica cuando ninguno de sus miembros era religioso y
obviamente la revista tampoco.
ii
Vicent, Mauricio. “Cuba rescata sus poetas malditos”, en la sección de cultura de El País, domingo 30
de enero de 1994, p. 36.
iii
En el encabezamiento de su recensión Mauricio Vicent enfatizaba: “...Por primera vez en 35 años, Cuba
ha roto el celofán con el que la revolución de Fidel Castro envolvió a todos aquellos artistas e
intelectuales que un día decidieron abandonar la isla.” En: El País, ed. Cit., p. 36.
iv
Ortiz, Fernando. “El primer deber del hombre”, en: Credo. La Habana, año I, número 2, abril de 1994,
pp. 65-66.
181
cultura. Se decretó recoger los 200 ejemplares que se pudieron hacer. La condena de Credo
frustraba el anhelo martiano de una Cuba reunificada, sin distinción de clases e ideologías. Sin
embargo, en 1998, Credo iba a renacer esta vez desde el exilio. Unos ejemplares salvados de la
censura enseñaban ahora el Credo entero. i Ahí latía el alma de Cuba, la prueba de que nada ni
nadie podrá aniquilar la emancipación del espíritu. La cultura cubana mostraba que aquel con
todos y para el bien de todos será un día, ya para siempre.
i
Consúltese la edición facsimiliar de los tres números de Credo que publicamos en la Universidad
Politécnica de Valencia con motivo de los actos de homenaje al 98’hispánico. En: Credo. Valencia,
Universidad Politécnica de Valencia, 1998.
i
Consúltese la edición facsimiliar de los tres números de Credo que publicamos en la Universidad
Politécnica de Valencia con motivo de los actos de homenaje al 98’hispánico. En: Credo. Valencia,
Universidad Politécnica de Valencia, 1998.
182
Volver a la universidad cubana
Para Thais Pujols
POR FABIO MURRIETA
Agradezco en primer término a la Asociación Española Cuba en Transición la invitación para
participar en este Congreso de Cultura Cubanai, así como a su presidente, Sr. Rafael Rubio, y a
todos y cada uno de los voluntarios de la Asociación que durante estos días están poniendo lo
mejor de sí para que el evento salga adelante. Igualmente quiero agradecer a Carlos Alberto
Montaner, que de alguna manera ha sido el alma de este congreso y que es el responsable
directo de que muchos de nosotros nos encontremos hoy aquí.
Se me ha pedido, en medio de la amplitud de temas que tanto en éste como en otros paneles
serán abordados en estos dos días, y con la misma premura que a casi todo el mundo, pues hace
apenas una semana me avisaron, y ya el primer record que tiene el congreso hay que decir que
es el del tiempo en el que se ha convocado, apenas en un mes, aunque estamos seguros de que
conseguirá otros más significativos, que hablase sobre la educación superior en Cuba,
concretamente sobre la universidad cubana en el comunismo post soviético.
Lo normal es que en un congreso, y lo digo por experiencia, se den unas pautas, unas guías
generales, que luego todo el mundo olvida y que, lejos de ayudar, terminan siendo siempre el
pretexto principal y el motivo mismo del discurso, y yo no voy a hacer menos, ya que tengo que
empezar por decir que no sé con exactitud a qué se refiere esto de comunismo postsoviético en
la universidad cubana, que es el nombre que lleva por título esta mesa, si consideramos que lo
del comunismo soviético fue una noticia falsa propalada con el fin de ensayar un régimen que
nunca llegó a definirse salvo en sus engañosas e irreales aspiraciones, y, por lo tanto, tampoco
cabría que hablásemos de post comunismo soviético en Cuba, ya que si allí, en la patria de
Lenin, nunca hubo comunismo, en Cuba muchísimo menos. Supongo que el término podría
estarse refiriendo a la etapa en que el régimen de Fidel Castro intentó reinventar el comunismo,
cuando trató de redefinir todas las leyes del marxismo una vez se hizo palpable la caída del
campo socialista a fines de los ochenta.
Hay otro factor importante que quiero señalar antes de comenzar y es que, si bien mi etapa de
vida universitaria coincidió quizás con un período significativo y convulso, como fueron los
años que van de 1988 a 1993, es decir, entre el fusilamiento de Arnaldo Ochoa y el preludio de
aquella salida a la calle del pueblo de La Habana, agudizado por la época del período especial y
dentro de éste la etapa más crítica llamada Opción Cero (cero guaguas, cero suministros, cero
libros, cero todo), salí de Cuba hace siete años ya, y cabría entonces, por honestidad, ceder la
voz a alguien que la estuviese padeciendo en estos momentos, y que fuera esta otra persona
quien nos contara, si no fuera porque todos sabemos que no nos queda más remedio que
sustituir esas voces del otro y respaldarlas nosotros con la posibilidad que tenemos de
expresarnos con entera libertad y sin el temor de las represalias a la familia, de ir a la cárcel, o
de quedarnos sin trabajo. Bajo esos principios, es que acepto y agradezco esta oportunidad, pero
advierto humildemente que este es uno de los traumas del cubano exiliado, es decir, el de que
llega un momento en que casi se puede hablar mejor del país de acogida que del que
abandonamos, por mucho que queramos estar al día de su realidad. Al exiliado que habla desde
la distancia física, que no de la emocional, a veces le pasa eso que Severo Sarduy definía en
i
Este texto reproduce la intervención de Fabio Murrieta, Vicepresidente de la Asociación Cultural Con
Cuba en la Distancia y Director de la Editorial Aduana Vieja en el Congreso de Cultura Cubana,
organizado en Madrid por la Asociación Española Cuba en Transición, y celebrado entre los días 29 y 31
de enero de 2004.
183
términos muy escenográficos: que vamos pasando lentamente a oscuridad la zona donde una
vez hubo luz. i
Así pues, me permitirán que hilvane entonces una serie de reflexiones que tienen que ver con la
universidad cubana en la última década y en la actualidad, que supongo es el período al que los
organizadores quieren referirse con el “post” del título de la mesa, si bien me van a permitir que
ignore este término, porque creo que abusamos del post, un poco automatizado después de tanto
post que tuvimos con el postmodernismo, y yo me pierdo un poco con los post, porque desde mi
punto de vista pueden resultar ingenuos y dañinos si nos entretenemos demasiado en ellos.
Acaso será ese entusiasmo por los post el que nos haga hablar con tanto gusto del post
castrismo, por ejemplo, consiguiendo incluso a veces discursos que no sabemos si son de pura
ciencia ficción, pero lo cierto es que no podemos sustraernos al deseo de imaginar cómo será
Cuba sin Fidel Castro, y entonces alargaré la etapa de este breve análisis con algunas ideas que,
jugando yo también a los pronósticos, qué remedio nos queda, creo deberán ser tenidas en
cuenta en la universidad cubana del futuro, si bien igualmente el término Cuba futura va
quedándosenos un poco vacío, ya que corremos el riesgo de perderlo, de tanto que llevamos
usándolo y tanto que se ha alargado la dictadura, y si bien por otra parte asumo que el analista
no es una adivino y no puede hacer vaticinios, sino señalar caminos, tendencias o
probabilidades a partir del análisis de la mayor cantidad de información posible.
Para comenzar a hablar de la universidad cubana, creo que lo primero que hay que hacer es
establecer una distinción entre lo que es, de un lado, la universidad, como espacio público, y del
otro lo que es el sistema de educación superior instaurado como conveniencia de un grupo
político en el poder. Son dos cosas diferentes, aunque juntas podamos obtener una tercera, esto
es, una extraña mezcla donde vemos una universidad militarizada, donde vemos un profesorado
mayormente al servicio del régimen, donde vemos bibliotecas náufragas, y, sin embargo, de
donde vemos que salen profesionales con un alto nivel de formación. Yo, por ejemplo, tengo
que decir que me siento orgulloso de la preparación universitaria que recibí y que he podido
notar la diferencia con otros programas en otras universidades fuera de Cuba. Veamos algunas
de las características esenciales de la Universidad, y de la universidad en Cuba, como caso
particular, para intentar aproximarnos a esta situación paradójica.
En primer lugar, la universidad cubana siempre ha gozado de un enorme prestigio por su
tradición académica, esto es, como querría Platón, de humildad ante el conocimiento y de
aptitud hacia el aprendizaje. Es decir, que se respira allí un ambiente de trabajo e investigación
digno de las mejores universidades del mundo. Digamos que es el estrato donde la universidad
debe cumplir su función social como institución, y la universidad cubana siempre ha gozado de
ese renombre y buen crédito.
En segundo lugar, la universidad cubana ha destacado históricamente por su claustro, reuniendo
siempre lo más selecto del panorama científico, literario y filosófico nacional; y por último creo
que el tercer aspecto que le caracteriza es el de que siempre ha sido un espacio social de crítica.
En ocasiones, en la Universidad de Cádiz, ante determinadas actitudes políticas que me he
encontrado al tratar allí temas relacionados con Cuba, ya que como todos ustedes saben
organizamos en aquella ciudad desde hace tres años los congresos Con Cuba en la Distancia,
que reúnen a artistas, escritores e intelectuales, no sólo cubanos, decía que en ocasiones
encontrándome con determinadas actitudes políticas en contra, de izquierda, lógicamente, pero
de esta izquierda radical, no de la izquierda ideológica, variada y hasta interesante de Julio
Anguita, la izquierda con la que se puede y da gusto dialogar, sino de la izquierda que tiene
miedo al enfrentamiento y a la evidencia de las cosas, mi reacción ha sido la de defender esa
definición de antro de subversión por excelencia que es la Universidad, con mayúsculas. Que es,
o que debería ser, porque a veces puede dejar de serlo. Y es una definición, la de antro de
i
Sarduy, Severo. “Exilado de sí mismo”. Obra Completa. Colección Archivos, ALLCA; Madrid, 1999. T.
I, p. 43.
184
subversión, que tengo que reconocer que les causa entre sorpresa y diversión, pero a la que en
Cuba todavía estamos acostumbrados. La Universidad como refugio de Libertad. Defensa, por
demás, que también teníamos que hacer en Cuba, casi constantemente ya que si estamos
acostumbrados a que la universidad española se incline según la tendencia política de su rector,
en Cuba la tendencia es a inclinarse, con perdón de la expresión, según la tendencia política que
impera en el país, que es única, como sabemos.
Ciñéndonos a estas tres claves de la universidad cubana, la de espacio cultural de formación,
con su prestigio incluido, la de la calidad de su profesorado, esencial para conseguir el fin
formativo, y la de ser un mecanismo generador de crítica y nuevas ideas, vemos que el primero
de los fines se ha visto tergiversado, ya que en la universidad cubana, la formación dejó de ser
un objetivo final en función de formar soldados, obreros y técnicos al servicio de la revolución.
En la universidad cubana lo que menos importa hoy es formar profesionales y enseñarles a
pensar, sino crear deudores del sistema, de manera que una vez graduados, el Estado pueda
exigir la devolución, mediante la incondicional prestación de servicios, del tiempo y los
recursos que como benefactor ha empleado en formarle. Aunque esos recursos sean un poco de
agua con azúcar para el desayuno y sopa de coles para el almuerzo.
El segundo elemento que teníamos, el de la calidad del claustro de profesores, se ha visto
afectado en la última década por la salida forzosa al exilio de muchos de ellos, al romperse el
equilibrio entre esfuerzo y compensación por el trabajo realizado. Podemos decir que es una
fuga de talento provocada no por el imperialismo capitalista sino por el régimen de Fidel Castro.
Evidentemente no podemos decir que los mejores pensadores e investigadores cubanos están
hoy en Cuba cuando Lourdes Rensoli, Madeline Cámara, Manuel Díaz Martínez, Iván
González, Beatriz Bernal y tantos más, enseñan en otras universidades, por no hablar de la
extensa galería de médicos, bioquímicos, físicos o matemáticos que ostentan cátedras en
cualquier rincón de la geografía del planeta, y que paradójicamente tiene que constituir un
orgullo para todos nosotros. El llamado turismo o jineteo académico, es decir, la posibilidad de
salir eventualmente, impartir cursos y regresar a la isla, ha sido sólo posibilidad para unos
cuantos, y eso a cambio de ingresar la mayor parte de sus honorarios a la universidad. La
anécdota es triste, pero la última vez que pregunté a un catedrático español que había visitado
Artes y Letras, por un querido profesor cuya materia ni siquiera mencionaré porque sería decir
su nombre, tan conocido es, me contó que antes de regresar, fue a visitarle al Habana Libre para
rogarle que le dejara el papel higiénico y la pasta de dientes que le hubiese sobrado de su
estancia. De otro, un eminente matemático, dueño y señor de una cátedra donde las hubiera, me
contó hace poco la hija que había dejado la universidad, y que había dejado también el inglés
para aprender a la carrera un dialecto africano y ponerse no sé cuántas vacunas, para que le
permitieran viajar al sur de África en una misión internacionalista que le reportaría un puñado
de dólares.
Nos queda el tercer elemento, el de la universidad como espacio de crítica. Pues bien, yo creo
que este es el único contra el cual la revolución no ha podido hacer nada. Es cierto que ha
conseguido sembrar el miedo y retardar sus efectos, pero creo que contra la esencia de la
universidad moderna, la de ser un motor generador de ideas y de cuestionamientos ideológicos,
su función laboratorio podríamos llamarla, contra ésa, no ha podido hacer mucho, porque es un
sentimiento que late y que siempre latirá en la universidad, la de no dar nada por sentado. Y yo
recuerdo de mi época de Artes y Letras todas aquellas exposiciones de Arte Calle, y las que se
organizaban en la misma facultad, y toda la polémica que generaban. Aquel performance
famoso de alguien que abría el diario Granma en el suelo y defecaba sobre sus páginas delante
de todos los asistentes; o aquella cara de Ernesto Guevara en las lozas de la escalinata de la
Universidad de La Habana, invitando a pisarle o a bordearle. Sinceramente creo que la
universidad cubana nunca ha dado por sentado que le debe nada a la revolución. Y estoy
hablando de esencias, no de facultades de medicina hasta debajo de una mata de mangos. Esto
último forma parte ni siquiera de lo que se dice que son las contradicciones de la revolución,
sino de los desesperados intentos de la revolución de poder exigir a cambio. Exigir servicios,
185
exigir pagos, y por supuesto explotar luego esa inversión. Creo que esa función crítica la siguió
cumpliendo en los sesenta, la cumplió en los grises setenta, la cumplió en los ochenta, en los
noventa y que todavía la sigue cumpliendo.
La universidad cubana ha sido y sigue siendo un espacio de reto al sistema. Allí han surgido y
siguen surgiendo iniciativas y por eso se le silencia. Por eso Fidel Castro se niega a asistir a las
facultades de Periodismo y de Artes y Letras cada vez que los estudiantes le retan, porque no se
puede decir que le invitan, hay que decir que cada vez que se le manda y supongo que se le
seguirá mandando sin resultado, era como una especie de desafío, como diciéndole, si te atreves
ven y enciérrate a discutir aquí con nosotros. Internamente, la universidad cubana siempre ha
sido de las primeras estructuras en romper las expectativas del sistema, la primera en hacer
saltar las alarmas del régimen por el descontento con cualquier situación. Otra cosa es que los
medios de comunicación no reflejen la situación que se vive en la universidad cubana y que la
mantengan aislada.
Por eso existe represión en la universidad cubana, porque el propio Fidel Castro, habiendo visto
germinar la oposición al régimen de Batista entre las columnas de la colina universitaria, sabe
que la universidad, por naturaleza, no conoce el miedo y no conoce el silencio. Por eso la
dictadura niega el derecho a entrar a la universidad diciendo que la universidad es para los
revolucionarios. Para alentar el miedo y la amenaza que allí imperan.
La universidad cubana puede que sea la única en el mundo donde cuando no se puede expulsar a
un estudiante por su bajo rendimiento, se le expulsa por sus ideas. Eso hace que exista un
divorcio entre la universidad cubana y el resto de la sociedad civil que emerge hoy en Cuba.
Hoy en la universidad cubana es casi imposible que se desarrolle la praxis política como se
ejerce fuera de ella, o que en su seno surjan grupos opositores, porque la universidad cubana
carece de autonomía y está sometida a un férreo control policial.
Yo guardo, como casi todos guardamos, momentos inolvidables de la universidad, pero dos
especialmente tristes que lamentablemente están ahí, junto a lo que es la universidad cubana
para mí. Junto a mis grandes y entrañables profesores, junto a los grandes e inolvidables
amigos, junto a los amores y los desengaños de aquella juventud. El primero de esos recuerdos
es el de la impotencia cuando a una amiga de la facultad la expulsaron por ser hija de un
disidente. Ella ni siquiera pertenecía al grupo opositor de su padre. Sencillamente la detuvieron
cuando se dirigía a su casa y sin saberlo, se estaba celebrando allí una reunión de esta
organización. Intentaron que la expulsión fuese “democrática”, intentaron maquillar aquello una
vez que pasó, pasando por las aulas pidiendo el voto de aprobación, pero al menos allí no
consiguieron que nadie levantara la mano.
El segundo recuerdo que ha quedado para mí como una marca, es el de cuando mi esposa,
cursando estudios en Artes y Letras, solicitó un permiso de salida para venir a encontrarse
conmigo, que me encontraba estudiando en la Universidad de Cádiz. Entonces mi hijo sólo tenía
dos años, y mi esposa fue citada a un despacho del rectorado de la Universidad de La Habana,
donde funcionarios de la seguridad del Estado, que allí ocupan plaza como un ilustre maestro
más, después de indagar el motivo del viaje, y por qué quería sacar sus programas de estudio,
necesarios para continuar cursos en otras universidades, intentaron convencerla, intuyendo que
no regresaría, de que no sacara al niño del país, sino que lo dejara para que la revolución se
encargara de educarlo, prometiendo que no le faltaría “nada”.
Lamentablemente, con todos mis recuerdos de esta etapa que guardo con muchísimo cariño,
están estas dos imágenes, la de una universidad que expulsa estudiantes por sus ideas, y la de
una universidad desesperada capaz de intentar secuestrar a un niño. Si volver a la universidad,
como decía Gastón Baquero, es volver al ayer, de una forma particular donde el tiempo permite
186
que se haga menos pesado el regreso, para mí, tengo que decir que no hay alivio con estas dos
sensaciones de las que nunca me podré desprender pase el tiempo que pase.i
El día que la universidad cubana se libere por fin, como todo el pueblo de Cuba, de la opresión
castrista, recuperará la vocación de universalidad que siempre debió tener, tal y como indica el
sentido primario de la palabra universidad, no como ahora, demasiado vuelta a las
“necesidades” locales de la revolución.
Los profesores e investigadores cubanos verán de una vez cómo sus categorías de investigador
les son reconocidas, ya que en Cuba el sistema de educación se niega a reconocer los estándares
internacionales en materia de clasificación científica, en un escamoteo constante de sus
derechos y méritos investigativos. Las bibliotecas verán incrementar sus deteriorados fondos;
muchos de nuestros mejores científicos, investigadores y pensadores, regresarán a la
universidad cubana; y los programas docentes buscarán las tendencias de la educación
universitarias a nivel internacional para rápidamente volver a ubicarse entre las mejores del
mundo.
Por todo ello insistía al comienzo de esta intervención en que había que distinguir entre lo que
es la universidad, como espacio social, y lo que es una política de educación degradada al
servicio de un régimen como el de nuestro longevo sátrapa.
La universidad cubana sigue cumpliendo una importante función como parte de la sociedad
civil. Cuando todavía no se mencionaba este concepto, tan de moda hoy, ella estaba ahí
desempeñando su función como un elemento más. Por eso pienso que es importante que junto a
los partidos opositores, los periodistas y las bibliotecas independientes, los grupos de formación
religiosa y todas las asociaciones que surgen al margen de la dictadura, consideremos hoy a la
universidad cubana como parte de esa sociedad civil, que hoy constituye una vía para el cambio
y para el restablecimiento de la democracia en Cuba, y quién sabe si como tantas otras veces en
la historia, saldrá de ahí la posibilidad del cambio.
i
Baquero, Gastón. “Volver a la Universidad”. En: Gastón Baquero. Colección Obra Fundamental. Tomo:
Ensayo. Fundación Central Hispano; Salamanca, 1995. p. 317.
187
La Universidad cubana en la era Post Soviética
POR WENCESLAO CRUZ
Esa universidad, debido a que emigré antes de que el bloque soviético desapareciera, no la
conocí, pero dudo que difiera mucho a la de antes a no ser en el incremento de las
contradicciones. Contradicciones que incluso se tradujeron en una revisión del programa de la
enseñanza de las ciencias políticas –enseñanza obligatoria en todas las carreras-. Era
inconcebible para la “dialéctica marxista leninista”, enseñada por los comunistas, el supuesto
paso atrás o la “involución” de una Sociedad como las que regían en la Europa del este.
«La universidad cubana» dice el propio Ministro de educación superior cubano, Fernando
Vecino Alegret, «son un baluarte en la Batalla de Ideas, que asume con dignidad y
responsabilidad los desafíos de estos tiempos». El propio Ministro deja claro el objetivo que
persigue la Universidad cubana, preparar a los que han logrado entrar - luego del
correspondiente aval que las juventudes comunistas confieren para poder entrar a cursar
estudios universitarios- en la Batalla de Ideas. ¿Qué es la Batalla de ideas? Ahí se le fue la musa
al Ministro. En Cuba los universitarios no pueden tener ideas diferentes sobre temas filosóficos
o de cuestiones políticas para enfrentarlas, han de tener una única, y quien difiera es expulsado
de forma inmediata.
Entiendo que sustancialmente la enseñanza universitaria cubana sigue siendo en apariencia
gratis, pero no para todos los que desean. El primer requisito que han de cumplir los aspirantes
es el de ser “revolucionarios”, concepto este que no te lo puedes conceder tu mismo, el
reconocimiento te lo dan ellos analizando si practicas alguna religión, si tenias familias en el
extranjero, si cumplías con las guardias y vigilancias encomendadas en tu lugar de residencia, si
hacías trabajos voluntarios, si participabas en los llamamientos a la preparación militar, etc.
En el capitulo 5. Educación, Cultura y Ciencia -del Documento de Trabajo propuesto por
Osvaldo Payá para debatir y llegar a un documento transitorio definitivo- hay 5 párrafos. Pero
se hace referencia solo hasta la enseñanza media, y la educación evidentemente no termina ahí.
Considero importante que la gratuidad – tomando como referencia, por ejemplo el modelo
español - es importante mantenerla en la Universidad y evidentemente no puede ir condicionada
a ideologías o pertenencias a una u otra organización – esto independientemente que puedan
haber Centros de enseñanzas y Universidades privadas convenientemente homologados-.
En el segundo párrafo que dice: “...El estado se ocupa de fomentar y desarrollar la educación
artística, la vocación para la creación y el cultivo del arte” es muy importante dejar claro que no
debe ser tal cual es ahora y especificar que se entiende por fomentar y desarrollar desde el
estado. Porque no hay dudas que el gobierno actual fomenta la cultura y dice con naturalidad
que es libre. Considero que la cultura y el arte pierden parte de su libertad si el estado controla
su manifestación. No la perdería si solo se limita a educar, dar las herramientas y garantías para
su futura expresión libre. Y eso no lo considero fácil, pues educar en el arte de forma que la
educación misma no controle su manifestación futura es bastante difícil.
Es muy importante leer este documento de trabajo con un espíritu crítico, que se vean diferentes
posturas sobre un mismo tema y que prevalezca la que conlleve consenso o mayoría. Sería
actuar de muy mala fe atacar al documento de trabajo propuesto por Payá pensando que
atacamos su posicionamiento político o su persona. Debemos entender que aunque él dio un
primer y valiente paso el documento deja de ser de él para convertirse en el de todos los cubanos
en cuanto cada cubano sea consciente de la importancia de su opinión. Una opinión que siempre
le ha sido negada durante la dictadura. Payá dona simplemente una idea de unión y para ello a
puesto solo una semilla en un inmenso campo destrozado por el desgobierno personalista de
188
Castro. Una semilla que podemos enriquecer con el abono de nuestras aportaciones, la de los de
adentro (que puedan) y las de los de afuera (que quieran). Incluso como el mismo ha dicho en el
propio preámbulo del documento si se considerara quitar su propia semilla también es posible.
Pero lo que evidentemente nadie podrá quitar es el espíritu de la idea que subyace en su buena
acción.
189
Las Organizaciones Cívicas Independientes
190
Lectura sin censura una opción para formar hombres libres
POR RAMÓN COLÁS
El respeto a la libertad intelectual es parte inseparable de los derechos culturales y sociales de
cualquier país. Estos son violados en Cuba y todo indica que tienen la misma edad del régimen
cubano. Fue el propio gobernante Fidel Castro el que definió la política cultural del país cuando
el 14 de junio de 1961 declaró, en una reunión con destacadas figuras de la intelectualidad
cubana, en la Biblioteca Nacional José Martí: “dentro de la revolución todo, fuera de la
revolución nada”. Aquello se conoció como palabras a los intelectuales, cuando debía
reconocerse como una advertencia a los intelectuales.
Aquel momento marcó el inicio de una prolongada y agitada carrera de censura oficiosa que
provocaría acciones de horror contra escritores, cineastas, poetas, etc. El caso Padilla definió
con claridad el alcance de perversidad del modelo político en cuestiones relacionadas con la
cultura. No en balde el oficiosismo habla de la cultura de la revolución, ciñéndose, única y
exclusivamente, a una cultura limitada por el diseño ideológico y los dogmas que el punto de
vista oficial impone y no permite, a la vez, refleja la realidad tal cual es porque está prohibido
avanzar en los horizontes de la verdadera cultura nacional.
En sintonía con el mismo monólogo y a pocos años de consolidarse el poder en un sistema
totalitario, Castro dice en la editorial política: ... “en Cuba por cuestiones de principios hay
libros que no merecen que se publique una página, un párrafo... una palabra”. Y para darle
continuidad al mismo esquema de censura, el día 10 de julio de 1998 en su comparencia
televisiva en ocasión de la apelación al Consejo de Estados de los acusados en la causa número
uno, declara: “nosotros nos reservamos el derecho de informar al pueblo lo que creemos
conveniente”.
Está claro que en una sociedad sultánica, como bien describe Ricardo Puerta al modelo cubano,
sin que ello sea una ironía al estimo de Cabrera Infantes, y tutelada por la arrogancia del poder
total y el personalismo de Castro, sólo puede funcionar siguiendo el camino de la
incondicionalidad tormentosa y de las ideas trazadas por el gran guía. Quiere decir, que una
crisis en la cultura se origina como resultado de la negación consciente del derecho a expresar
con libertad, mediante las potencialidades del arte, la dinámica de la sociedad cubana. Como el
arte no es la realidad misma, pero sí un reflejo de ella, al ausentarse el análisis crítico, mediante
el poder de la cultura, podemos hablar de un seudo cultural en la revolución, sin dejar de
mencionar, a pesar de ello, a los exponentes genuinos de la cultura que han permanecido en la
isla, tratando de encontrar la porosidad conveniente y menos traumática para insertar un arte de
calidad y expositivo de nuestras circunstancias.
La lectura, que es un placer y una de las necesidades superiores del hombre, también ha estado
en el centro de la censura. Para este auditorio no es desconocido que autores como Cabreras
Infantes, Zoe Valdés, Reinaldo Arenas, Gastón Baquero, Levi Marrero, Raúl Rivero, Carlos
Alberto Montaner y otros tantos son proscriptos por el régimen. La razón de ser prohibidos se
debe, justamente y para asombro de los que ignoran nuestro problema, a que sus obras y sus
vidas sólo pueden existir fuera de la revolución.
Pero una noche, el gran guía, en uno de sus arrebatos, típico de una personalidad trastornada y
acentuando sus evidentes rasgos de psicópata, no toma en cuenta sus palabras al responder de
forma impulsiva y golpeando a un periodista en el pecho, que “ ...en Cuba no hay libros
prohibidos, lo que falta es el dinero para comprarlos”. Al siguiente año, justamente el día 16 de
noviembre de 1999 en la IX Cumbre Iberoamericana que tuvo por sede a Cuba, Fidel Castro
191
firmó la Declaración de La Habana que en una de sus partes dice: “Los gobernantes
iberoamericanos abogaremos por la libre circulación de los libros en iberoamérica”
Fueron, justamente, las primeras de estas palabras las que promovieron lo que hoy el mundo
conoce como Proyecto de Bibliotecas Independientes de Cuba. Una iniciativa cultural que ha
tenido, además del atractivo de no censurar, el mérito de haber roto el control absoluto sobre la
información que ha mantenido el régimen de La Habana durante cuarenta y cinco largos años.
Las bibliotecas se instituyen una vez que descubrimos las porosidades del sistema y nos
insertamos en una lucha por el respeto de nuestros derechos culturales en el marco de la
legalidad. Desde la ley actuábamos contra la inmovilidad del sistema, estableciendo las bases
para una toma de conciencia que creciera en virtud de una convocatoria que movilizara al
pueblo para demandar el respeto de los derechos violados desde la lectura libre de ideología y
compromisos políticos.
Cuando hablamos del movimiento independiente dentro de la Isla, las bibliotecas, junto al
periodismo, son las iniciativas más visible de todo el espectro oposicionista en Cuba. El hecho
que se hayan convertido en centros cívicos donde se debate acerca de la cultura, los valores de
la democracia, la libertad y la necesidad de leer como expresión del crecimiento humano, nos
permite evaluar un buen futuro para este proyecto.
Nuestro problema es cultural. Si bien las bibliotecas cumplen una función sostenible de carácter
social en la promoción de la lectura sin censura, debemos tenerlas en cuenta para el futuro
democrático de la Isla porque es un espacio real que existe y que tiende a profesionalizarse en
medio de la represión actual. El hecho que identifiquemos una crisis en la cultura nos sirve para
orientar proyectos culturales de amplias bases, que promuevan una élite capaz de superar la
propensión política del pueblo cubano a la intolerancia.
Esa misión de futuro será un desafío para los demócratas cubanos y las bibliotecas como parte
de una moderna sociedad civil, están llamadas a saciar la sed de información que tienen nuestros
compatriotas en Cuba y a participar en la superación cultural. Su misión fundamental será
enseñar a pensar al pueblo lo cual servirá para evitar que una tragedia como el castrismo se
repita en el país.
La emergente sociedad civil cubana se perfila a consolidar el espacio que le ha arrebatado al
régimen y hoy funciona con independencia por su capacidad para movilizar una voluntad de
cambio y no porque exista un margen de tolerancia oficial. Este movimiento independiente, y
por supuesto las bibliotecas dentro de ellas, ha definido que el problema de Cuba se debe a un
conflicto entre las fuerzas democráticas, representadas por el movimiento oposicionistas y el
régimen de Castro que se ha declarado inamovible.
Esta identificación es valiosa para encontrar soluciones posibles que graviten a favor de la
democratización del país que permitan, a su vez, el mejoramiento humano como una de las
formas que garantizan el desarrollo de la virtud y la capacidad de establecer proyectos
individuales de fuerte impacto en la sociedad.
La modernización política, económica y social de Cuba dependerá de la calidad de las nuevas
instituciones democráticas que se tienen que crear. Es ahí donde, con toda justicia, las
bibliotecas tendrán un importante rol que desempeñar. Esa arquitectura social convocará a todos
para crear un impacto cultural de amplias bases que sea diseñado desde los valores nacionales a
los universales, pasando por el reconocimiento de la historia tergiversada por el modelo actual.
En la actualidad las Bibliotecas Independientes se han convertido en centros cívicos y su efecto
en la comunidad demuestra cuan tangibles son. Quiere decir, que el espacio ganado no es sólo el
que se le ha quitado al régimen, sino el que se ha creado a partir de una oportunidad donde se
debate y se promueven alternativas efectivas para encausar proyectos políticos y humanos.
192
El alcance de estos lugares, que han traspasado los espacios interiores de un hogar, se puede
medir cuando evaluamos lo que han logrado en seis años de existencias. Además de
promocionar la lectura a través de los libros, en las bibliotecas se distribuyen medicamentos,
dos de estas instituciones les ofrecen alimentos a los ancianos, otras han recolectado firmas para
diferentes proyectos de los oposicionistas y varias han sido sedes de agencias independientes de
prensa.
Cualquiera que sea la tendencia política del movimiento de cambio que se instituya en Cuba una
vez que desaparezca el castrismo, debe olvidar el rol de las bibliotecas para ese futuro de
transformaciones políticas y sociales que se edificarán en la Isla.
Si pudiéramos resumir cuál ha sido el alcance de esta iniciativa cultural en sus seis años de
existencia, pudiera resumirse en las siguientes:
Primero: Han logrado romper el control acerca de la información que durante más de cuatro
décadas ha mantenido el sistema político totalitario que domina a Cuba.
Segundo: Goza del atractivo de no censurar a ningún cubano o extranjero que escriba. La
importancia de haber divulgado a escritores cubanos exiliados y permitirle que otros valores de
la creación literaria en el mundo sean conocidos en Cuba permite considerar como positivo la
dimensión universal del proyecto.
Tercero: El fuerte impacto que han tenido en la comunidad les permite convertirse en centros
cívicos comunitarios donde, además de ofrecer libros y realizar actividades culturales, favorecen
la entrega de medicamentos, comidas y ayuda humanitaria. Del mismo modo, ha extendido su
capacidad de acción al trabajo con los niños y los jóvenes.
Cuarto: El concurso literario El Heraldo, en su tres versiones, ha permitido la publicación de dos
libros con temáticas variadas acerca de la realidad cubana, por personas que radican en Cuba y
que antes no habían logrado tener acceso a las editoriales porque sus ideas y opinión política no
coincidían con el pensamiento oficial.
Quinto: La defensa que el régimen ha tenido que hacer en diferentes foros internacionales por la
violación a la libertad intelectual en Cuba, donde se le ha exigido el respeto al Proyecto de las
Bibliotecas Independientes, establece una diferencia en un tema donde las autoridades cubanas
se vanagloriaban de ciertos logros. Quiere decir, que internacionalmente instituciones como
ALA, FAIFE, IFLA, Pen Club -de escritores del Canadá y otros-, han condenado la violación a
los derechos culturales del pueblo cubano.
Sexto: Haber creado una representación en el exterior por los propios fundadores de las
bibliotecas y proyectarla de cara al mundo ha permitido la creación de grupos de apoyo en
diferentes países como Suecia, Francia, España y los Estados Unidos.
Al tomar en cuenta la extensión y la complejidad del proyecto dentro de Cuba ha sido necesario
diseñar una estrategia para actuar con mayor efectividad en la Isla e internacionalmente. Lo más
importante es el crecimiento de las bibliotecas en el empeño de consolidarlas y llevarlas a un
estatus de profesionalización que indiquen su valor como centros promotores de la lectura sin
censura.
Muchas gracias.
193
La Política Cultural Cubana o la UNEAC por Dentro
194
Los nudos de la mordaza
POR MANUEL DÍAZ MARTÍNEZ
En Cuba, desde 1902, año en que se funda la República, hasta el triunfo de la revolución de
Fidel Castro, en 1959, la libertad de expresión, en lo tocante a la prensa periódica, conoció sólo
agresiones esporádicas, si bien muy graves en algunos casos. Gerardo Machado y Fulgencio
Batista fueron los gobernantes del período republicano que, en sus respectivos regímenes
dictatoriales, la respetaron menos: ambos reprimieron o corrompieron periodistas, cerraron
órganos de prensa e impusieron eventualmente la censura decretando “estados de excepción”.
Aunque la libertad de prensa en la República no muestra un historial exento de achaques, una
ojeada a los fondos de las hemerotecas cubanas demostraría que gozó de una salud que nos
resulta envidiable a los cubanos de hoyi. Y si se pasea la mirada sobre la literatura y el arte
nuestros de aquel período, será fácil reconocer que la libertad de expresión en estas esferas fue
absoluta.
Repasando nuestra historia, nos admira que, a los veinte años de fundada la República, ya
hubiera en Cuba, entonces un país de apenas dos millones de habitantes y que empezaba su
andadura democrática, siete revistas, entre ellas las históricas Bohemia, Social y Carteles, y
alrededor de una docena de periódicos, dos muy significativos: El Heraldo de Cuba, liberal, y
La Discusión, conservador.
Entre las promesas contenidas en el programa político con que Fidel Castro tomó el poder,
figuraba la de restaurar la Constitución de 1940. El 11 de julio de 1957, Fidel Castro, a nombre
del Movimiento 26 de Julio, que él encabezaba, firmó la “Proclama de la Sierra Maestra”ii,
documento en que se declara, “bajo formal promesa, que el gobierno provisional [el de la
revolución cuando ésta triunfase] celebrará elecciones generales para todos los cargos del
Estado, las provincias y los municipios en el término de un año bajo las normas de la
Constitución del 40...” y daba “Garantía absoluta a la libertad de información, a la prensa radial
y escrita y a todos los derechos individuales y políticos garantizados por la [misma]
Constitución...”
Restaurar la Constitución de 1940 —dejada sin efecto por Batista en su último mandato, surgido
del golpe de Estado del 10 de marzo de 1952— equivalía a reactivar las libertades democráticas.
Por ejemplo, en el Artículo 33 del Título Cuarto (De los Derechos Fundamentales), esta ley de
leyes establece que “Toda persona podrá, sin sujeción a censura previa, emitir libremente su
pensamiento de palabra, por escrito o por cualquier otro medio gráfico u oral de expresión,
utilizando para ello cualesquiera o todos los procedimientos de difusión disponibles” y que
“Sólo podrá ser recogida la edición de libros, folletos, diarios, películas, periódicos o
publicaciones de cualquier índole cuando atenten contra la honra de las personas, el orden social
o la paz pública, previa resolución fundada de autoridad judicial competente...”.
Tan pronto como obtuvo al poder, Castro se esforzó en mostrarse como un abanderado de la
libertad de expresión en su magnitud más liberal. En un discurso de 1959 dijo: “...soy de los que
i
En La historia me absolverá, su discurso de defensa ante el tribunal que lo juzgó en 1953 por el asalto al
Cuartel Moncada, Fidel Castro evoca un hecho que muestra la libertad de prensa que existía en la
República.. Dice Castro: “Se sabía que en 1933, al finalizar el combate del Hotel Nacional [entre oficiales
del Ejército y partidarios de la revolución de los sargentos, dirigida por Batista, nuevo hombre fuerte del
país tras la caída de Machado], algunos oficiales fueron asesinados después de rendirse, lo cual motivó
una enérgica protesta de la revista Bohemia”.
ii
Para consultar este documento véase: Ángel Cuadra, Las motivaciones de Pedro Luis Boitel, Miami,
Ediciones Memorias, 2001.
195
creen sinceramente en las libertades, soy de los que creen que cada cual debe tener el derecho de
opinar lo que piensa. Y si no piensa como yo, le discuto sus razones, argumento contra sus
ideas, pero no le quito el derecho de opinar de acuerdo con su conciencia. [...] Tal es nuestro
ideal de una sociedad donde todos tengan derecho a la libertad, sean mayoría o sean minoría...”
En otro discurso, pronunciado el 2 de abril de aquel año, hizo esta confesión: “Yo quisiera que
los hombres fueran más libres todavía. La gran verdad es que el hombre aun si sabe escribir y
sabe hablar, no tiene donde hablar ni donde escribir. Luego, la gran verdad es que esos
derechos, por los cuales ha sufrido tanto la humanidad, son más restringidos de lo que parece y
lo que deben los hombres verdaderamente democráticos es tratar de ampliar esos derechos a
todo el mundo”. Recurriendo a ejemplos concretos, tres meses más tarde el líder de la
revolución declaró: “Nosotros hemos proclamado el derecho que tiene todo el mundo a escribir
lo que piensa, desde el Diario de la Marina hasta el periódico Hoy. Eso es la democracia”i.
En 1960, a unos meses de tales declaraciones, Castro clausuró por la fuerza todos los periódicos
del país, menos el comunista Hoy, que mantuvo una aparente autonomía hasta desaparecer un
lustro después. Uno de los últimos en ser incautado fue el conservador Diario de la Marina, que
venía publicándose desde hacía 128 años y que sólo había sufrido un corto período de silencio
—compartido con El País e impuesto por Machado en 1930— antes de enmudecer para siempre
a manos de Castro. Suerte idéntica a la de los diarios corrieron las radioemisoras, los canales de
televisión y el resto de las publicaciones periódicas, como las revistas Bohemia, Carteles y
Vanidades. Los medios que no desaparecieron quedaron bajo el control del Estado y, con los
mismos nombres o con otros, constituyeron la red inicial de divulgación del discurso único —el
de Fidel Castro— establecido por el nuevo régimen.
El fin de la autonomía de la prensa periódica fue el debut de un proceso de necrosis de la
libertad de expresión que se extendió inmediatamente a todas las manifestaciones del
pensamiento, incluyendo las artísticas. Ni en los momentos más sombríos de la colonia, la
libertad de expresión padeció en Cuba tan rigurosa aplicación de la mordaza.
No obstante estar blindada por un ideario redentorista que atrajo la fervorosa adhesión de las
mayorías —incluso de buena parte de los intelectuales—, la voluntad del nuevo régimen de
cancelar la libertad de expresión halló resistencia, aun en las propias filas de éste, y dio origen a
traumáticas batallas. Las más resonantes, en el ámbito nacional y en el internacional, se libraron
en el campo de la literatura y el arte. Castro, dueño absoluto del poder, máximo depositario
entonces de la fe de las masas, logró su propósito, pero tuvo que pagar un precio por ello. Del
Caso Padilla, la más conocida de aquellas batallas, salió con el primer boquete en el blindaje.
La política cultural de la revolución cubana no pudo tener un nacimiento más revelador de lo
que con ella se propuso, y consiguió, el nuevo régimen: nació, en 1961, con el veto a una
película —el documental P.M., que incurrió en el error político de no ofrecernos una versión
espartana de la noche habanera—, el cierre de una revista —Lunes de Revolución, cuyo
preocupante pluralismo le impedía parecerse a la paradigmática Literaturnaia Gazeta, de
Moscú— y la implantación de la norma de Fidel Castro para la nueva cultura cubana: “Dentro
de la revolución, todo; fuera de la revolución, ningún derecho”. Estos síntomas del totalitarismo
que se nos echaba encima ensombrecieron el noviazgo de los intelectuales con los dirigentes del
Estado revolucionario, abriendo, entre unos y otros, una brecha de desconfianza mutua que
posteriores desencuentros fueron ahondando hasta llegar, en algunos casos, a la ruptura de
relaciones y, en otros, al matrimonio de conveniencia.
La segunda y más asfixiante vuelta de tuerca de su política cultural la dio Castro en el Primer
Congreso de Educación y Cultura, celebrado en La Habana en abril de 1971. Allí, exigiendo que
i
Los discursos a los que pertenecen estas citas fueron publicados en la prensa cubana de la época y están
recogidos en libros editados por el régimen..
196
la literatura y el arte fuesen “armas de la revolución”, implantó el realismo socialista como
única fórmula estética aceptablei.
Fidel Castro no restableció la Constitución de 1940. El lugar de ésta lo han ocupado
sucesivamente una titulada “Ley fundamental de la República”, promulgada por el Consejo de
Ministros en 1959ii, y las Constituciones de 1976 y 1992, todas dictadas por Castro y huérfanas
del aval de una asamblea constituyente. Estas cartas magnas a la carta restringen, o
sencillamente derogan, las garantías jurídicas, las libertades sociales y los derechos cívicos
consagrados por la Constitución de 1940 y están concebidas para legitimar la hegemonía del
Partido Comunista sobre el Estado y la de éste sobre los ciudadanos, o lo que es igual: para
sustituir el Estado de Derecho por la tiranía totalitariaiii.
Las Constituciones de 1976 y 1992 dicen, la primera en el Artículo 52 y la segunda en el 53,
que “Se reconoce a los ciudadanos libertad de palabra y prensa conforme a los fines de la
sociedad socialista. Las condiciones materiales para su ejercicio están dadas por el hecho de
que la prensa, la radio, la televisión, el cine y otros medios de difusión masiva son de propiedad
estatal o social y no pueden ser objeto, en ningún caso, de propiedad privada, lo que asegura
su uso al servicio exclusivo del pueblo trabajador y del interés de la sociedad”. El inciso “ch”
del Artículo 53 de la Constitución de 1992 precisa que “es libre la creación artística siempre que
su contenido no sea contrario a la Revolución”iv. (Las cursivas son mías.)
Debe tomarse en cuenta, para comprender en toda su extensión el alcance restrictivo,
antidemocrático, de estas premisas, que las Constituciones de Castro designan al Partido
Comunista —el único autorizado en el país— como “la fuerza dirigente de la sociedad y del
Estado”, y que una reforma introducida, en junio de 2002, en la Constitución de 1992 proclama
que en Cuba “el socialismo es irrevocable”.
i
Ver el discurso de Fidel Castro en el acto central del Primer Congreso de Educación y Cultura, periódico
Granma, La Habana, lunes 3 de mayo de 1971.
ii
Cuando Castro hizo que su Consejo de Ministros aprobara esta “Ley fundamental de la República”
parece no haber tenido en cuenta que, en La historia me absolverá, reprocha a Batista haber facultado al
Consejo de Ministros, en los Estatutos provisionales que promulgó tras el golpe de Estado del 10 de
marzo de 1952, para modificar la Constitución. Veamos los argumentos de Castro, aplicables a él, en su
censura a Batista: “Hay en los Estatutos un artículo que ha pasado bastante inadvertido pero es el que da
la clave de esta situación y del cual vamos a sacar conclusiones decisivas. Me refiero a la cláusula de
reforma contenida en el artículo 257 y que dice textualmente: “Esta Ley Constitucional podrá ser
reformada por el Consejo de Ministros con un quórum de las dos terceras partes de sus miembros”. Aquí
la burla llegó al colmo. No es sólo que hayan ejercido la soberanía para imponer al pueblo una
Constitución sin contar con su consentimiento y elegir un Gobierno que concentra en sus manos todos los
poderes, sino que por el artículo 257 hacen suyo definitivamente el atributo más esencial de la soberanía,
que es la facultad de reformar la Ley suprema y fundamental de la nación, cosa que han hecho ya varias
veces desde el 10 de marzo, aunque afirman con el mayor cinismo del mundo en el artículo 2 que la
soberanía reside en el pueblo y de él dimanan todos los poderes. Si para realizar estas reformas basta la
conformidad del Consejo de Ministros con un quórum de sus dos terceras partes y el presidente es quien
nombra al Consejo de Ministros, queda entonces en manos de un solo hombre el derecho de hacer y
deshacer la República”.
iii
“El peor aspecto de la vigencia de las tres últimas constituciones en la historia de nuestra patria radica
[...] en que el pueblo de Cuba haya dejado de practicar la democracia por casi medio siglo y que el
concepto de Estado de Derecho sea conocido por los juristas, si acaso.” (Leonel Antonio de la Cuesta,
“Análisis sobre el constitucionalismo en Cuba en el siglo XX”, en Centenario de la República de Cuba
(1902-2002), Madrid, Editorial Hispano Cubana, 2003, pp. 163-180.)
iv
“Además, tanto la Constitución como la legislación secundaria cubanas se caracterizan por contar con
conceptos imprecisos, como “orden público”, “defensa de la revolución”, “defensa del socialismo”,
“construcción del socialismo”, “seguridad del Estado”, “intereses populares” y otros, que resultan muy
elásticos y que ofrecen los suficientes márgenes de vaguedad para que el Estado imponga límites a dichos
derechos”. (Beatriz Bernal, Cuba y sus leyes. Estudios histórico-jurídicos, México D.F., Universidad
Nacional Autónoma de México, 2002, p. 156.)
197
Para más, el gobierno de Castro promulgó en febrero de 1999 la Ley 88 “De protección de la
independencia nacional y la economía de Cuba”, conocida por el mejor nombre de Ley
Mordaza, gracias a la cual quienes hagan críticas al régimen pueden ser castigadas hasta con 20
años de cárcel y confiscación de bienes. Los tribunales de Castro la estrenaron en la primavera
de 2003 para encarcelar a 75 ciudadanos que hacían política de oposición al régimen, entre ellos
26 periodistas.
Si el Caso Padilla fue el de mayor resonancia entre los primeros engendrados por la censura
castrista —los otros son los ya citados del documental fílmico P.M. y el magazine Lunes de
Revolución, el de la editorial El Puente y el de la revista Pensamiento Crítico—, veintitrés años
más tarde el más escandaloso fue el de la poetisa María Elena Cruz Varela y la Carta de los
Diez, al que siguió el Caso CEA (Centro de Estudios de América), poco conocido dentro y fuera
de Cuba a pesar de habérsele dedicado todo un libroi. Pero si tales conflictos resquebrajaron la
imagen que de sí difundía el régimen, el que definitivamente hizo añicos esa imagen
fraudulenta, provocando la reprobación pública de gran parte de la izquierda europea e
iberoamericana, es el de los 75 disidentes encarcelados al comenzar la segunda guerra de Irak.
Todos los atentados del castrismo contra la libertad de expresión han tenido consecuencias
graves para los intelectuales afectados: marginación social, silenciamiento forzoso, desempleo,
cárcel, exilio y hasta abandono de la actividad creadora. Todas nefastas para el
desenvolvimiento de la cultura y de las relaciones humanas en nuestro país.
Ésta es materia que conozco por experiencia propia. Treinta años de mi vida están marcados por
mis relaciones con la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba. En 1961 acompañé a
Nicolás Guillén a abrir la puerta de la casona de El Vedado que la revolución asignó a la
UNEAC, y salí por esa puerta, prácticamente hacia el exilio, en 1991, cuando me expulsaron de
aquel templo de las musas por negarme a seguir de acólito en sus misas. En la UNEAC formé
parte del secretariado de la Sección de Literatura, fui jefe de redacción de La Gaceta de Cuba y
presidente de la Sub-Sección de Poesía y actué como jurado del Premio “Julián del Casal” en
dos ocasiones: cuando, con mi voto, lo ganó Padilla y cuando, también con mi voto, lo ganó
María Elena Cruz Varela; y en la UNEAC sufrí, en carne propia, el Caso Padilla y la represión
contra los firmantes de la Carta de los diez, entre los cuales me hallo.
La UNEAC es una pieza básica del mecanismo creado por la revolución para acotar y controlar
la actividad de los artistas y escritores. De un tiempo a esta parte, en sus publicaciones se
advierte una cierta apertura para temas que hasta ayer eran tabú; una apertura, por poner un
ejemplo, que permite a las víctimas del Caso Padilla que permanecen en Cuba condenar aquella
ordalía, pero culpando de ella a los funcionarios de entonces, no al sistema ni al supremo
inquisidor. A los miembros de la UNEAC se les permite ahora tocar el manto, pero siguen sin
permiso para tocar el santo. En Cuba, en la esfera de la cultura y en todas, las aperturas son
ampliaciones del patio de una cárcel.
Nacida de la muerte de la libertad de expresión decretada por Castro, en 1961, en su discurso
Palabras a los intelectuales, la UNEAC es un calco de las Uniones de Escritores que
integraban el entramado burocrático-policíaco de los regímenes comunistas del próximo y el
lejano Este. Aparte de la nuestra, conocí de cerca la soviética, la búlgara y la checa. Eran lo
mismo: esteras mecánicas para trasladar a los escritores las órdenes del partido comunista, y, de
retroceso, trasladar informes, al partido y a la policía política, sobre el cumplimiento de esas
órdenes por parte de los escritores.
i
Mauricio Giuliano, El caso CEA. Intelectuales e inquisidores en Cuba. ¿Perestroika en la isla? Miami,
Ediciones Universal, 1998.
198
En mis tres largas décadas de estancia en los redaños del socialcaudillismo cubano aprendí que,
para consumar su tarea, lo que más necesita el creador de cultura es ser libre. Asimismo aprendí
que la acción más castrante de la censura es la de inducir a la autocensura.
Para terminar les diré que pienso que la literatura escrita en Cuba a partir de 1959 sería muy
distinta de la que es si hubiese sido escrita en libertad.
199
El resurgimiento o revitalización de las creencias religiosas en Cuba
200
La Iglesia y la democracia en Cuba. Un espacio para el diálogo
POR RAFAEL RUBIO NÚÑEZ
Profesor Derecho Constitucional
Presidente AECT
La vida de la iglesia en Cuba durante la segunda mitad del siglo XX, viene marcada, como todo
en la vida de la isla, por sus relaciones con la Revolución. Desde la defensa de los derechos
básicos de los sublevados que sobrevivieron al Motín del Cuartel de la Moncada, entre los que
se encontraba Fidel Castro, hasta la visita del Papa a la Isla en el año 1998, la historia de la
iglesia en Cuba se interpreta en clave política. Este problema, común a muchos acontecimientos
recientes de la historia, también en España, trae consigo infinidad de problemas, al introducir
elementos económicos, sociales e ideológicos, en el análisis de una institución que si bien,
establecida en la tierra desarrolla su labor implicada en la vida ordinaria de los hombres, no
tiene entre sus funciones la de orientar políticamente la vida de sus fieles.
Unos y otros tratan de utilizar la imagen de la iglesia en beneficio propio, para unos “agencias
informativas, hostiles a la Revolución Cubana, se han dedicado, durante años, a difundir una
imagen distorsionada de la vida de la Iglesia y de los creyentes, destacando algunas secuelas que
dejaron los enfrentamientos iniciales entre el pueblo revolucionario y aquellos que escudados en
la religión desplegaron una actividad contrarrevolucionaria, con el objetivo de hacer creer a la
opinión mundial que en Cuba se reprimen las libertades ciudadanas”i. Así se denuncia la
utilización de la Iglesia, principalmente la Católica, con el objetivo de confundir al pueblo,
dividirlo y desestabilizar el proceso revolucionario.
Frente a esta, la visión de la oposición democrática, ve en la Iglesia un elemento de
democratización activo, en su defensa de los derechos humanos, y no duda en condenar
cualquier actitud conciliadora de su jerarquía con el régimen, promoviendo y financiando una
política de enfrentamiento absoluto.
Entre dos fuegos, la Iglesia de Cuba desarrolla su labor pastoral y asistencial, defendiendo la
dignidad de la persona y los derechos humanos siempre que hay necesidad, hasta cierto punto
ajena a unos y otros.
La iglesia en Cuba en la década de los 90
Al principio la actitud de la Iglesia frente a la revolución fue titubeante, a la acogida calurosa
que propinó el arzobispo de Santiago a Fidel Castro a su entrada en Santiago, siguió una
desconfianza que iba aumentando conforme se iba confirmando el carácter marxista de la
revolución, que terminó con la ruptura total, y el enfrentamiento entre la iglesia y el Estado, que
dio lugar a la persecución de los católicos, su internamiento en centros de reeducación (UMAP)
e incluso la expulsión de sacerdotes y religiosos.
A finales de los ochenta el acercamiento se va produciendo y así lo constata las visitas a la Isla
del Cardenal Etchegaray, Presidente de la Comisión Pontificia Justicia y Paz, en 1988, la del
Cardenal Law, Arzobispo de Boston, en 1990 y la activación de las gestiones para la visita del
Santo Padre que ese mismo año realizaron la Conferencia Episcopal y el Jefe de la oficina de
Asuntos religiosos del Comité Central del Partido. Aunque un repentino e inesperado ataque de
Fidel Castro a la jerarquía de la iglesia, acusándola de seguidismo de la política norteamericana,
i
González, Doria. Iglesias y creyentes en la Cuba Socialista; Editorial Cultura Popular; La Habana, 1987.
pag. 1
201
y las críticas del Cardenal Ortega por la pena de muerte impuesta a los acusados de narcotráfico
en el caso Ochoa, y el tono de denuncia del Mensaje de Navidad de 1989 vuelven a introducir la
incertidumbre en la relacióni., y lleva a anular la visita del Papa prevista para comienzos de
1991.
Como hemos visto teóricamente “la revolución socialista ofrecía las condiciones materiales y
jurídicas para que todas las iglesias desarrollen su labor y los creyentes de todos los cultos
satisfagan sus necesidades religiosas”ii. Así “las instituciones estatales están sustraídas al influjo
de la iglesia y la religión y las entidades religiosas tienen garantizadas las condiciones
necesarias para desarrollar sus actividades y satisfacer las demandas espirituales de los
creyentes”iii pero hasta 1991 la revolución establecía fuertes restricciones a la militancia en el
PCC por motivos de fe religiosa; algo que en un sistema como el cubano en el que el partido
mantiene una ubicación de poder dentro del sistema político supone “la exclusión total de la
participación en el esquema de dirección y en determinados niveles de la sociedad”iv, lo que
supone una discriminación de trascendental importancia además de toda una serie de
exclusiones en centros docentes y laborales. En esta fecha, durante el IV Congreso del PCC se
decide permitir el ingreso de los creyentes al Partido Comunistav, algo que provocó
fundamentalmente que algunos comunistas se acercaran a la iglesia, algo no previsto en el
Congreso, y que planteo algún problema teóricovi y decidieron bautizar a sus hijos.
Frente a esto la iglesia, tras exigir al Partido que permitiera a los militantes del Partido
manifestarse como creyentes, deja claro que “si el PCC sigue conservando su ateísmo integral y
explicación de la realidad física, personal, social y política basada en los postulados del
materialismo, a un católico le es moralmente imposible pertenecer a dicho partido sin perder por
ello su identidad cristiana”vii.
Además Cuba seguía siendo oficialmente atea, según la redacción del artículo 54 de la
Constitución del 76, por lo que fue necesario proceder a una reforma constitucional en el año
1992, para recoger el espíritu del IV Congreso rebajando la actitud hostil del estado. Esta
modificación afectaba a los artículos 41, 42 y 55, con el objeto de omitir la discriminación
religiosa y suprimir el ateismo como “religión oficial del Estado”: “El Estado, que reconoce,
respeta y garantiza la libertad de conciencia y de religión, reconoce, respeta y garantiza a la vez
la libertad de cada ciudadano de cambiar de creencias religiosas o no tener ninguna, y a
profesar, dentro del respeto a la ley, el culto religioso de su preferencia. La ley regula las
relaciones del Estado con las instituciones religiosas” (artículo 55).
La Iglesia siguió avanzando por la vía del diálogo, entre nuevas tensiones durante el año 1992,
actos de repudioviii, brigadas de respuesta rápida en las celebraciones religiosasix, por los que la
jerarquía tuvo que protestar ante las autoridades, protestas que se compatibilizaron con la
llamada a la prudencia política de sus presbíterosx y el rechazo del recrudecimiento del
embargoi.
i
Fidel Castro, durante un encuentro con comunidades eclesiales de bases, Brasil, 1990.
González, Doria; Iglesias y creyentes en la Cuba Socialista; Editorial Cultura Popular; La Habana, 1987.
pag. 25
iii
González, Doria; Iglesias y creyentes en la Cuba Socialista; Editorial Cultura Popular; La Habana, 1987.
pag. 28
iv
Alonso, Aurelio. Iglesia y Política en Cuba revolucionaria. Editorial de Ciencias Sociales, 1997. p. 35
v
Resolución del IV Congreso del PCC, punto 13. “Suprimir en la práctica de los procesos de crecimiento
del Partido cualquier interpretación de los actuales estatutos que entrañe negar a un revolucionario de
vanguardia, en rezón de sus creencias religiosas, el derecho a aspirar a ser admitido en el Partido”.
vi
Entrevista con José Felipe Carneado, jefe de la oficina de Asuntos Religiosos del PCC, Cuba
Internacional, La Habana, 1992.
vii
La posible admisión de los creyentes en el PCC. Obispos de Cuba, La Habana, 1991.
viii
Nota de prensa sobre los actos de repudio, Obispos de Cuba, 1991.
ix
Declaración de la conferencia de obispos católicos de Cuba, octubre de 1992.
x
Homilía pronunciada por el excmo. Mons. Jaime Ortega en la celebración de la Misa Crismal, abril de
ii
202
A comienzos de 1993 Juan Pablo II, expresó su deseo de “que las aspiraciones de los cubanos a
una sociedad renovada en la justicia y la paz puedan hacerse realidad” añadiendo “los católicos,
sin reivindicar privilegios pretenden aportar su contribución a esta evolución con la claridad de
su testimonio evangélico”.ii En consonancia con estas palabras, la carta pastoral del episcopado
“El amor todo lo espera” presentado en 1993 marca las líneas del papel que la iglesia considera
que tiene que jugar en la isla. El texto comienza manifestando la preocupación de los Obispos
por la crisis que vive la nación, y que va más allá de lo económico, provocando el
debilitamiento de la institución familiar, la proliferación de una conducta mimética, de la inercia
conformista, de la búsqueda de seguridades en el criterio oficial y otras malformaciones como
“las explosiones de violencia irracional” o “el carácter excluyente y omnipresente de la
ideología oficial que conlleva la identificación de patria y socialismo, estado y gobierno,
autoridad y poder, legalidad y moralidad, cubano y revolucionario” reproducidas unas y
generadas otras por el socialismo. Ante esta situación el documento va aportando reflexiones
éticas y morales, apuntando una estrategia que incorpora aspectos que deben cambiar en el
sistema económico e institucional, que vendrá marcada por el diálogo entre las autoridades y la
sociedad, y entre la Isla y la diáspora; diálogo que se presenta como único camino para hacer
frente a esos duros momentos del periodo especial a través de la reconciliación nacional, y que
la propia iglesia ejemplificó en el encuentro entre el Comité Permanente de la Conferencia
episcopal y tres obispos cubanos que prestaban sus servicios pastorales fuera de Cubaiii.
Sus propuestas no fueron bien recibidas por el régimen que sometió el texto a durísimos ataques
que se prolongaron durante más de un mes, a través de todo tipo de tergiversaciones y cerrando
cualquier oportunidad de colaboración con las autoridades eclesiásticas. Se acusaba al texto de
estar escrito para contentar al exilio, que tampoco lo acogió con los brazos abiertos; de tratar de
movilizar a la sociedad civil en un plano distinto al que procura el sistema político; y de no
reconocer los importantes avances provocados por el IV Congreso y la reforma constitucional,
mientras silenciaba la responsabilidad norteamericana en la situación económica que vivía la
isla.
Aun así, muchas de las medidas allí propuestas se fueron adoptando como medio para tratar de
poner fin a la crisis económica que azotaba el país desde el desmoronamiento de los países del
Este, sin contar con la Iglesia como actor reconocido en el cambio, lo que provocó que con la
entrada masiva de extranjeros se produjera una disminución de la presión ideológica y de la
propaganda.
Aun así han seguido existiendo puntos de fricción como el hundimiento del remolcador que
pretendía huir de la isla, y el incremento de personas que pretendía huir de la isla y los sucesivos
naufragios lo que provocó la condena de la Conferencia episcopaliv y la solicitud del diálogo a
las autoridades cubanas y norteamericanasv.
En este contexto, el nombramiento, a finales de 1994, del segundo cardenal cubano el
Arzobispo de la Habana, Monseñor Ortega, se interpretó también como “una valorización de la
Iglesia de Cuba y un redimensionamiento con miras puestas en la recuperación católica... y al
papel mismo de la institución dentro de la sociedad civil de la Isla”vi. Así lo pretendía el Papa
1992. p. 22
i
Declaración de la Conferencia de Obisposa Católicos de Cuba ante el recrudecimiento del embargo
económico contra nuestro país, octubre de 1992.
ii
Despacho de EFE, 16 de enero de 1993.
iii
Encuentro en México de Mons. Jaime Ortega, Mons. Pedro Meurice y Mons. Emilio Aranguren con
Mons. Eduardo Boza, Mons. Agustín A. Román y Mons. Enrique San Pedro, Febrero de 1994.
iv
Mensaje del Arzobispo de La Habana sobre el naufragio del remolcador, julio, 1994.
v
Llamamiento a todos nuestros fieles cristianos, a todo nuestro pueblo cubano. Obispos cubanos, 1994, y
Comunicado de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba acerca de la actualidad nacional,
setiembre, 1994.
vi
Alonso, Aurelio. Iglesia y Política en Cuba revolucionaria. Editorial de Ciencias Sociales, 1997. p. 1
203
que habla a los jóvenes de compromiso con la sociedad y dice “...los cristianos deben de pasar
de la sola presencia a la animación desde dentro de esos ambientes (los ambientes de la sociedad
en los que Cristo y la Iglesia se encarnan)”i
“La Iglesia desea poder disponer del espacio necesario para seguir sirviendo a todos en
conformidad con la misión y las enseñanzas de Jesucristo”ii por lo que Juan Pablo II no ha
dudado en agradecer a las autoridades “...todas las muestras de colaboración y buena voluntad,
como el permiso otorgado a algunos religiosos llegados de fuera, para ponerse al servicio
estable de la comunidad cubana”iii.
Se puede decir que en los últimos tiempos “las relaciones entre la Iglesia y el Estado se
inscriben en un proceso histórico que ha progresado dinámicamente hacia el respeto y la
comprensión”iv, gracias a la progresiva disipación del ateismo doctrinario, aunque la iglesia no
deja de advertir frente a “la insuficiencia del materialismo marxista y su fallo existencial”
(ENEC, 1996)v. En los últimos años la visita a la isla del secretario para las Relaciones con los
Estados del Vaticano, Jean Louis Turan, en octubre de 1996, la visita de Fidel Castro al
Vaticano, en noviembre del mismo año, el proceso de beatificación del Padre Felix Varela o la
Visita del Santo Padre Juan Pablo II en 1998, han supuesto señales de acercamiento.
La visita del Papa en 1998 vino a reforzar esa política y quizás sus palabras “que Cuba se abra
al mundo y que el mundo se abra a Cuba” serían el mejor resumen de su visita pastoral. Castro
hizo algunas concesiones con motivo de la visita, sin llegar a ampliar los espacios de influencia
de la Iglesia Católica. Juan Pablo II logró que la Navidad fuera de nuevo festivo, que por
primera vez en cuarenta años hubiese manifestaciones públicas nocomunistas, que entrasen en
la Islas cerca de sesenta nuevos sacerdotes, miles de bautizados, de personas que han vuelto a la
Iglesia católica, la ayuda económica recibida para la reconstrucción de más de treinta iglesias, la
liberación de un buen número de los presos políticos que el Papa solicitó que se liberasen…
El llamamiento del Papa, además de una invitación a la inserción de Cuba en el panorama
internacional, exigía la apertura del régimen a los derechos fundamentales, “desde el derecho a
la vida, a la salud y a la educación hasta el derecho a la libertad de expresión y de participación
social y política”vi. Cinco años después no se puede decir que la situación, de la Iglesia y de las
libertades en la Isla, haya mejorado ostensiblemente tras la visita del Papa, por el contrario
“comenzó en el país un aparente proceso de revisión que no favorecía las aspiraciones de
pluralismo, tolerancia y apertura” solicitadas por el Santo Padre, al contrario se experimentó una
vuelta al lenguaje y a los métodos propios de los primeros años de la Revolución en todo lo
referente a la ideología… lo que se hace presente mediante “la batalla de ideas”, “las marchas”,
“las tribunas” y “las mesas redondas”vii. “Se suma a ello una franca involución en la apertura de
la economía a la justa aspiración del pueblo en pequeños negocios, trabajos privados, etc.
Gravados cada vez más por impuestos, multas elevadas, negación de permisos que desalientan o
impiden esas actividades económicas”viii
i
Juan Pablo II, Mensaje a los jóvenes cubanos, 23 de enero de 1998.
Juan Pablo II, Discurso en la Ceremonia de Llegada al Aeropuerto Internacional José Martí, 21 de Enero
de 1998.
iii
Visita Ad Limina Apostolorum de los Obispos de Cuba; Despacho cablegráfico de la agencia EFE,
Ciudad del Vaticano, 1 de julio de 1983.
iv
Ana María Ruiz: “Monseñor Ortega”. Prisma, n 115, marzo de 1982. p. 21
v
Alonso, Aurelio. Iglesia y Política en Cuba revolucionaria. Editorial de Ciencias Sociales, 1997. p. 2
vi
La presencia social de la Iglesia, Instrucción teológico-pastoral , Conferencia Episcopal Cubana,
8.IX.2003.
vii
La presencia social de la Iglesia, Instrucción teológico-pastoral , Conferencia Episcopal Cubana,
8.IX.2003.
viii
La presencia social de la Iglesia, Instrucción teológico-pastoral , Conferencia Episcopal Cubana,
8.IX.2003.
ii
204
Entre los acontecimientos que merece la pena destacar se encuentra la concesión a Fidel Castro
de la Cruz Ecuménica con la Estrella de Comendador de Santa Brígida, “por inspirar la
formación de los más altos ideales en los que se basa el diálogo ecuménico y los valores
promovidos por Santa Brígida de Suecia”i. Durante la entrega del premio Fidel Castro destacó
“el espíritu de sacrificio, la entrega generosa y los sentimientos nobles y solidarios de las
múltiples congregaciones que, como la de Santa Brígida, desarrollan su labor en el seno de la
Iglesia Cubana”ii. La concesión de esta distinción, en un acto al que no asistió ningún
representante oficial de la Iglesia cubana, provocó una profunda polémicaiii que llevó a la
Conferencia Episcopal Cubana y al Cardenal Ortega a recordar las numerosas congregaciones
religiosas (mas de 15) y sacerdotes que llevan años esperando un la autorización del gobierno
para realizar su misión en Cuba, y a denunciar el silencio de los medios de comunicación que
ignoraron el acto de acogida de la orden, celebrado días antes, mientras que dieron una
cobertura inusitada al acto oficial, animando a no vincular la actitud de la Iglesia y de su cabeza
Juan Pablo II con “los excesos en las palabras y en los gestos que hemos constatado en estos
actos por parte de algunas personalidades de la Iglesia como resultado de la improvisación y del
talante personal de cada uno”iv.
Tras las detenciones del mes de marzo de 2003, la iglesia reaccionó, aunque de forma discreta y
quizás sin la fuerza que muchos deseaban. Su Santidad el Papa Juan Pablo II, a través de una
carta reservada del Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Angelo Sodano, solicitaba
clemencia en carta privada al Dictador. El Vaticano explicaba la privacidad de esta carta, que
fue divulgada ante el escándalo generado por el supuesto silenciov, aclarando que no se trataba
de protección hacia el régimen, sino de caridad, al dar al régimen “la posibilidad de iniciar un
camino hacia la recuperación de su dignidad”vi. En la misma el Papa expresaba su profunda
aflicción “ante las duras impuestas recientemente a numerosos ciudadanos cubanos y, las
condenas a la pena capital”, y solicitaba “un significativo gesto de clemencia con la seguridad
de que dicho acto contribuiría a crear un clima de mayor distensión en beneficio del querido
pueblo cubano”, planteando al dictador la conveniencia de “una confrontación sincera y
constructiva entre ciudadanos y autoridades civiles” para garantizar “la promoción de un Estado
moderno y democrático”vii. Mientras desde los púlpitos se exigía la liberación de los presos y
días más tarde los obispos cubanos manifestaban su preocupación ante el encarcelamiento y las
condenas impuestas a los opositores políticos, así como la aplicación la pena de muerte tras
juicios sumarísimos.
Meses después de estos momentos críticos en la relación, en el mes de setiembre de 2003, la
Conferencia Episcopal (COCC) ha publicado un documento, instrucción teológico-pastoral,
denominada “La presencia social de la Iglesia”. El texto aborda valientemente la posición de la
iglesia dentro de la sociedad cubana, sus criticadas relaciones con el gobierno, su supuesta
permisividad con las violaciones de los derechos humanos, y, sin dejar de hacer frente, a las
numerosas críticas recibidas, afronta la difícil tarea de precisar cual es el papel de la Iglesia
Cubana en la situación actual y durante el proceso de transición que, antes o después, llegará
sobre la Isla.
i
Discurso de Teka Famiglietti, Granma Internacional 11.03.2003.
Discurso de Fidel Castro, Granma Internacional 11.03.2003.
iii
Oswaldo Paya declaraba “no es una apertura, es un evento... pues seguimos reclamando la libertad para
la Iglesia y los derechos de todos los cubanos y todos los creyentes, que todavía el Gobierno no respeta y
con este gesto no se suple lo que nosotros estamos reclamando”.
iv
Nota de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba (COCC), 11 de marzo de 2003.
v
El escritor y expreso político Armando Valladares afirmaba “a medida que pasan los días, se hace cada
vez más enigmático, desconcertante y pesado el silencio de la diplomacia vaticana sobre la reactivación
del paredón de fusilamiento y la ola de condenas de opositores en Cuba comunista”. Y, según la Agencia
Católica de informaciones (ACI) 23 religiosos cubanos desterrados suscribieron un documento
manifestando que “el silencio frente al sufrimiento de Cuba es complicidad”
vi
FIDES, Agencia de prensa del Vaticano, 29.4.2003.
vii
Carta del Cardenal Angelo Sodano, 13.4.2003.
ii
205
Tras reafirmar el origen divino de la iglesia, “acontecimiento de gracia… que se remite a
Jesucristo como fuente y sentido”, y constatar la vitalidad adquirida tras la visita del Papa con la
“creación de nuevas diócesis, el surgimiento de centenares de casas de oración en barrios y en
pueblos sin templos, el compromiso de los laicos en ese empeño misionero, etc”i, se apresura en
distinguirse de los elementos integrantes de la sociedad, ya que la Iglesia “no es una realidad
más en igualdad de condiciones en el concierto de entidades que conforman la sociedad civil”,
no es “una institución social más que se opone a otras con la lógica del poder””ii.
Por eso deja claro su papel, eminentemente pastoral “la iglesia puede ayudar a mejorar la
sociedad civil en la medida en que sea una comunidad de fe, verdaderamente religiosa, memoria
viva y significativa de Jesucristo”iii. Y como consecuencia directa su “determinación firme y
perseverante de empeñarse por el bien común, es decir, por el bien de todos y cada uno”iv, que
le lleva a “anunciar, promover y defender la dignidad humana, la justicia social y todos los
derechos del hombre”v. En esta línea se sitúa la denuncia de discriminaciones hacia los católicos
que, a pesar de las reformas constitucionales del año 92, siguen existiendo sobre todo en centros
docentes y laborales, como reconocen fuentes cercanas al régimenvi.
Por tanto vemos como es la naturaleza y misión de la Iglesia la que determina como debe ser su
presencia pública y su servicio a la sociedad. “La misión propia que Cristo confió a la Iglesia no
es de orden político, económico o social, pues el fin que le asignó es de orden religioso”vii. Por
tanto, la Iglesia no debe identificarse con ningún partido político ni parecerse a él, tampoco es
una sociedad económico-financiera para distribuir equitativamente los bienes de producción, ni
principalmente una entidad asistencial para enfermos y desvalidos de la sociedad. De ahí la
necesidad de mantener la independencia “ante el poder de quienes gobiernan y ante aquellos que
impugnan ese poder”viii , independencia que no supone neutralidad ante la falta de libertad del
hombre o la prohibición de la participación política de los ciudadanos. “La iglesia no se adhiere
a tal o cual Proyecto, pero reconoce como un valor que los ciudadanos, siendo capaces de
opciones libres, tenga la posibilidad de adherirse al proyecto de sociedad que deseen”ix.
El compromiso político de la iglesia no puede ser nunca el de intervenir directamente en el
ejercicio del poder civil ni en las estructuras de oposición a ese poder, ni apoyar a uno u otro
partido, ni recomendar a un candidato o a un partido para que sea votado en las elecciones… la
Iglesia debe ser neutral; su función se extenderá sin embargo a la política entendida como la
esfera pública en que se articulan los intereses de todos los ciudadanos para lograr el bien
común y deberá intervenir cuando desde el ejercicio del poder, sea en el campo económico
como en el político, se atente contra los derechos fundamentales de los seres humanos. Y es ahí,
en la defensa de la dignidad humana, donde la Iglesia reivindica el respeto a los “derechos de
los seres humanos y de los pueblos: a la vida, a la libertad, a la autodeterminación; derechos
políticos a la libertad de expresión, de asociación, de movimiento, etc; y derechos sociales a la
educación, a la atención médica”x
i
La presencia social de la Iglesia, Instrucción teológico-pastoral , Conferencia Episcopal Cubana,
8.IX.2003.
ii
La presencia social de la Iglesia, Instrucción teológico-pastoral , Conferencia Episcopal Cubana,
8.IX.2003.
iii
La presencia social de la Iglesia, Instrucción teológico-pastoral , Conferencia Episcopal Cubana,
8.IX.2003.
iv
Juan Pablo II, Solicitudo rei sociales, n. 38)
v
La presencia social de la Iglesia, Instrucción teológico-pastoral , Conferencia Episcopal Cubana,
8.IX.2003.
vi
Alonso, Aurelio. Iglesia y Política en Cuba revolucionaria. Editorial de Ciencias Sociales, 1997. p. 41
vii
Gaudium et spes, 42
viii
La presencia social de la Iglesia, Instrucción teológico-pastoral , Conferencia Episcopal Cubana,
8.IX.2003
ix
La presencia social de la Iglesia, Instrucción teológico-pastoral , Conferencia Episcopal Cubana,
8.IX.2003
x
Cfr. Pacem in Terris, n. 4
206
Y es en el cumplimiento de esta misión dónde la iglesia transmite el mensaje del diálogo y la
reconciliación, como “ comunidad abierta a todos que acoge en su seno a quienes pertenecen a
diversos estamentos estatales, gubernamentales e incluso militares”i, Un diálogo en el que ser
reafirmaba el Cardenal Angelo Sodano el día 30 de abril, tras la oleada represiva “nosotros
continuaremos este diálogo. Nunca el diálogo se interrumpirá porque en todo hombre hay una
base sobre la cual conversar… aún cuando parezca un diálogo sin esperanza”. La Iglesia se ha
referido siempre al diálogo como el cauce y el estilo que mejor pueden contribuir al servicio del
pueblo. “Sabemos que nuestra propuesta de un diálogo constructivo y reconciliador entre
cubanos no es bien acogida, tanto por las autoridades del país como por algunos cubanos
radicados fuera de la Patria. La Iglesia no tiene intereses políticos de grupo, porque no está
alineada políticamente ni con el gobierno ni con la oposición. Por esto exhortamos a todos los
cubanos, por el bien de Cuba, a superar la tentación común de vencer al otro y a buscar el
diálogo responsable, entre todos, la solución de nuestros conflictos”ii
Por eso la iglesia alerta contra las visiones equivocadas de unos y otros. La visión del Estado
cubano que desconociendo la naturaleza y la misión de la iglesia, considera a la iglesia como
“aliada o enemiga según un presupuesto ideológico inmodificable que, sólo por conveniencias
coyunturales, puede revestirse de formas de abundante cortesía en contraste con otras de poca
tolerancia”, y persiste en su “lucha sutil contra la iglesia, tratándola como una entidad privada o
un hecho marginal que puede sustraer fuerzas o energías a la revolución. La existencia de una
Oficina para la Atención a los Asuntos Religiosos, adscrita al Comité Central del Partido
Comunista, es percibida como una instancia de control que limita la acción evangelizadora de la
iglesia” denunciando un proceso de revisión por parte de las autoridades que frusta las
aspiraciones de pluralismo, tolerancia y apertura que se vislumbraron en el horizonte nacional,
tras la visita del Papa. Y la visión de aquellos que piden la ruptura total de la iglesia con los
poderes públicos, en pro de una independencia que “no puede concebirse como una renuncia al
diálogo” al que ya nos hemos referido. Por eso, “cuando unos esperan de la iglesia que sea un
partido de oposición y otros que se deje domesticar por el poder” los obispos piden la confianza
mínima en su capacidad de mantener contactos con el poder sin ser absorbidos por él,
“manteniendo los ojos abiertos a la realidad, escuchando pacientemente a los otros y sobre todo
saneando evangélicamente el corazón para no confundir ni la prudencia con el miedo a perder
falsas seguridades, ni la audacia profética con imprudencia temeraria”.
Para lo que termina el documento con algunas propuestas como la de la efectiva libertad
religiosa, que “facilite la participación social de los cristianos en la vida sindical, profesional y
política, el derecho de la Iglesia a construir templos, a que se facilite la entrada al país de
sacerdotes y religiosas que quieren ayudar en la obra de la evangelización, que la Iglesia pueda
disponer del libre y normal acceso a los medios de comunicación y la natural presencia de la
Iglesia en el campo educativo”iii., la unidad del pueblo cristiano, que supone el reconocer en los
obispos “los primeros interlocutores del diálogo que compete a la Iglesia con las autoridades
civiles”, y la pastoral de la reconciliación destinada a sanar las heridas históricas, desterrando
los sentimientos de odio y teniendo en cuenta a todos los cubanos que viven en el extranjero que
“deben colaborar también, con serenidad y espíritu constructivo y respetuoso, al progreso de la
Nación, evitando confrontaciones inútiles y fomentando un clima de positivo diálogo y
recíproco entendimiento”iv.
i
La presencia social de la Iglesia, Instrucción teológico-pastoral , Conferencia Episcopal Cubana,
8.IX.2003.
ii
La presencia social de la Iglesia, Instrucción teológico-pastoral , Conferencia Episcopal Cubana,
8.IX.2003
iii
La presencia social de la Iglesia, Instrucción teológico-pastoral , Conferencia Episcopal Cubana,
8.IX.2003
iv
Juan Pablo II, palabras a los obispos. Arzobispado de la Habana, 25 de enero de 1998.
207
LA ACCION DE LA IGLESIA HOY
Hoy en Cuba existen alrededor de 500 templos católicos, 2 seminarios, el de San Basilio
Magno, en Santiago de Cuba y el de San Carlos y San Ambrosio en La Habana. Los jesuitas
tienen un noviciado en la provincia de Camagüey. 54 órdenes femeninas y 22 órdenes
masculinas, de las que más de 20 han entrado en la última década, comunidades, están
distribuidos desarrollando su labor pastoral y asistencial. Para la relación con todas estas
instituciones existe en Cuba desde 1985 un Departamento de Asuntos religiosos que sustituyó a
la antigua Oficina de Asuntos Eclesiáticos creada en los años sesenta, y que tiene delegaciones
en cada diócesis para controlar las actividades religiosas en la isla.
La situación de la iglesia en la Cuba de hoy se podría prácticamente igualar a la de cualquier
grupo de personas que defienden una serie de principios y valores que entran en conflicto con el
régimen. Así, la defensa de los derechos humanos, la libertad de expresión, de asociación, de
reunión, de movimiento y de prensa.
La Iglesia se ha ido configurando, durante la vida de la Revolución, como “el foro social más
importante, casi único, fuera de las organizaciones políticas y sociales”i, lo que la constituye en
la única organización independiente dentro de la sociedad civil cubana. Los problemas de la
sociedad cubana son los problemas de la iglesia cubana “el excesivo número de divorcios, el
crimen horrendo del aborto, el distanciamiento que se experimenta en muchas familias por
motivos laborales, de estudios o penales; el sufrimiento a causa de quienes se han ido lejos en
busca de otros horizontes y el gran dolor ocasionado por quienes se han ido y no han vuelto a
aparecer”ii y quizás aquí se encuentre el mayor ataque que ha perpetrado el régimen a la iglesia,
lo ha realizado desde su ateismo militante por el que “acabó con la fe de millones de buenos
ciudadanos, enseñándolos a vivir con miedo y con odio, obligando al hermano a delatar a su
hermano y el hijo a su padre. Ha tratado de matar a Dios en la mente y el corazón de los
cubanos; todo en nombre de un falso evangelio, de una nueva inquisición que esclaviza a los
pueblos”iii.
Juan Pablo II, fue clarísimo en su visita a la Isla “...la familia sufre las crisis que pueden afectar
a la sociedad misma. Esto ocurre cuando los matrimonios viven en sistemas económicos o
culturales que, bajo la falsa apariencia de libertad y de progreso, promueven o incluso defienden
una mentalidad antinatalista, induciendo de ese modo a los esposos a recurrir a métodos de
control de la natalidad que no están de acuerdo con la dignidad humana. Se llega incluso al
aborto, que es siempre, además de un crimen abominable un absurdo empobrecimiento de la
persona y de la misma sociedad... La situación social que se ha vivido en este amado país ha
acarreado también no pocas dificultades a la estabilidad familiar: las carencias materiales –como
cuando los salarios no son suficientes o tienen un poder adquisitivo muy limitado-, las
insatisfacciones por razones ideológicas, la atracción de la sociedad de consumo. Estas junto
con ciertas medidas laborales o de toro genero han provocado un problema que se arrastra en
Cuba desde hace años: la separación forzosa de las familias dentro del país y la emigración...
Experiencias no siempre aceptadas y a veces traumáticas son la separación de los hijos y la
sustitución del papel de los padres a causa de los estudios que se realizan lejos del hogar en la
edad de la adolescencia, en situaciones que dan por triste resultado la proliferación de la
promiscuidad, el empobrecimiento ético, la vulgaridad, las relaciones prematrimoniales a
temprana edad y el recurso fácil al aborto. Todo esto deja huellas profundas y negativas en la
juventud, que está llamada a encarnar los valores morales auténticos para la consolidación de
una sociedad mejor”iv.
i
Batista, Israel. Cuba at the Crossroads, World Council of Churches, Ginebra, octubre, 1991.
Monseñor Fernando Prego, Obispo de Santa Clara, Palabras de bienvenida al Santo Padre, 22 de Enero
de 1998.
iii
Matos, Huber. Cómo llegó la noche. Tusquets, Barcelona, 2002. p. 571.
iv
Juan Pablo II, Homilia pronunciada en la celebración Eucarística en la Diócesis de Santa Clara, 22 de
enero de 1998.
ii
208
Y es a esta tarea, a su labor pastoral con las almas, a la que la iglesia dedica su mayor esfuerzo,
ya que posiblemente se ahí donde resida el mayor mal del comunismo, en la degradación que
produce en los hombres a los que somete a su sistema. Podríamos decir que “la Iglesia en Cuba
ha anunciado siempre a Jesucristo, aunque en ocasiones haya tenido que hacerlo con escasez de
sacerdotes y en circunstancias difíciles”i.
LA LABOR SOCIAL DE LA IGLESIA EN CUBA.
A esto se une la situación socioeconómica de la isla que, a pesar de haber abandonado el
periodo especial se encuentra en una situación dramática, con la canasta básica, más básica que
nunca, los colegios sin material escolar y los servicios de salud en una condiciones higiénicas
lamentables. Frente a esto la Iglesia ha tratado de desarrollar distintas iniciativas de asistencia
para mejorar la situación personal o de la comunidad pero estas iniciativas no son bien vistas
por el gobierno, que obstaculiza su labor, llegando en ocasiones a prohibirla.
Es una realidad que la iglesia de forma directa o indirecta ha encauzado mucho de los proyectos
de ayuda humanitaria y desarrollo en la Isla, tratando de crear canales paralelos a la maquinaría
del Estado para la distribución de la ayuda, por ejemplo la ONG, Fe en Acción, coordinada por
el Padre Santana de la parroquia “Ermita de la Caridad” ubicada en Miami.
Estas ayudas entran al país a través de personas que visitan Cuba, llevando los bienes en su
equipaje. Los problemas a este sistema son: los fuertes impuestos que es necesario pagar en las
aduanas y la frecuente confiscación de estos bienes en los aeropuertos, controles que han
aumentado en los últimos tiempos lo que el Estado Cubano justifica explicando que la
distribución de medicinas es responsabilidad exclusiva del gobierno.
La utilidad de este sistema es clara al construir una red de canales de distribución no
gubernamental, que repercute en el fortalecimiento de organizaciones y estructuras civiles.
Las distribución de medicinas ocupa un lugar fundamental en el conjunto de ayudas
desarrolladas por instituciones de la Iglesia Católica. La Conferencia Episcopal Italiana dona
una suma considerable de dinero con este fin, que materializa la ONG Acción Médica, que son
enviadas a Cuba a través de la Nunciatura y distribuidas a través de Obispados y Parroquias
entre personas que puedan mostrar una prescripción médica válida. Este sistema, conocido por
el sistema de salud, hace que sean los mismos doctores los que remitan a los pacientes a la
Iglesia, haciéndolo figurar en la receta.
El gobierno cubano no ve con buenos ojos esta labor, y en enero de 2001, el Ministerio de Salud
Pública prohibió a los médicos de Cienfuegos y Matanzas prescribir medicinas para ser
adquiridas en las Iglesias Católicas bajo pena de severas sanciones.
Además la iglesia desarrolla proyectos sociales, generalmente desarrollados por Cáritas, y
monjas y sacerdotes en las parroquias.
Hace diez años que Cáritas Cubana comenzó a trabajar en algunas ciudades de Cuba,
consolidando una base sólida de redes de distribución. Desde hace cuatro años su labor se ha ido
extendiendo hacia las zonas rurales, donde sus actividades son calurosamente acogidas, ya que
estas regiones son relegadas al olvido por el gobierno cubano.
i
Juan Pablo II, Discurso en la Ceremonia de Llegada al Aeropuerto Internacional José Martí, 21 de Enero
de 1998.
209
Caritas en la actualidad cuenta con 30 personas y una red de más de 8000 voluntarios, sus
fondos provienen de varias ONG´s y de instituciones privadas. Sus oficinas desarrollan toda
una gama de proyectos sociales, entre los que destacan el cuidado de ancianos, los grupos de
trabajo para niños discapacitados, ayuda a madres solteras, clases especiales para adolescentes
con problemas de aprendizaje, ayuda a agricultores independientes y proyectos educacionales,
como computación o lecciones de costura.
La actividad de Cáritas Cubana se nutre fundamentalmente de las donaciones de ayuda
humanitaria del gobierno español y la Orden de Malta, además de otras instituciones católicas
que realizan donaciones en menor escala. La ayuda consta fundamentalmente de alimentos,
medicina y, en menor medida, ropa. Según el convenio de colaboración es al gobierno cubano al
que corresponde el transporte y la distribución de los bienes, quedando para Cáritas la
supervisión de estas actividades.
La ayuda de los organismos internacionales, que hace de Cuba el primer receptor de ayudas de
América Latina, es distribuida integramente a través de canales gubernamentales, encargándose
de la supervisión ONG´s extranjeras. Es en esta labor donde Cartias España venía realizando su
labor, que ha delegado en Cáritas Cubana, en las provincias de Cienfuegos y Ciego de Ávila. A
pesar de las prácticas habituales del gobierno cubano de comercializar las ayudas humanitarias
recibidas, a través de las tiendas estatales de pago en dólares (shoppings), el alto número de
voluntarios de Cáritas parece garantizar unos mínimos, en especial en lo referente a alimentos y
medicinas, que en muchas ocasiones y debido a la lenta maquinaria burocrática del Estado, se
han vuelto inservibles antes de su utilización.
Las parroquias también desarrollan toda una serie de actividades sociales, grupos de trabajos
para alcohólicos, guarderías para niños... El gobierno ha llegado a permitir a religiosos dirigir
hospitales en La Habana, siempre que su labor se dirija a enfermos terminales y enfermos
mentales, que no pueden ser susceptibles a ideas “contrarrevolucionarias”, y un proyecto para
enfermos del SIDA se desarrolla en obispados como Bayamo o La Habana.
LA PRENSA CATÓLICA
Otro de los campos importantes en los que la Iglesia desarrolla una labor insustituble es el de los
medios de comunicación.
En Cuba el monopolio informativo del Estado se encuentra inscrito en la Constitución, “”, este
monopolio se traduce en la prohibición de cualquier tipo de publicación escrita, audiovisual o
informática fuera de la prensa oficial, propiedad del Estado y editados por organismos que
emanan del Partido Comunista Cubano (PCC) .
La prensa católica se presenta, en este marco, como la excepción al monopolio informativo del
Estado pero como denuncia RSF “no tiene ni los medios, ni la libertad para rivalizar con la
prensa oficial…las tiradas se mantienen confidenciales y las publicaciones disponen de pocos
medios técnicos. Y, al margen de Vitral, ninguna de las publicaciones parroquiales se aventura
por los caminos de la crítica explícita de las autoridades, por temor a que la cierren o a poner en
peligro las ya difíciles relaciones entre la Iglesia y el Estado”i.
Es cierto que el gobierno tolera la existencia de una quincena de revistas católicas
independientes, cuyo contenido no está sometido a autorización ni censura previa. Su
fabricación y distribución es autónoma de las imprentas y redes públicas. Esta tolerancia se
restringe a la prensa escrita, y la iglesia a pesar de sus reiterados intentos nunca ha conseguido
i
Rousseau, Denis. “La excepción católica”, Informe de RSF, Paris, Junio, 2003.
210
programas autónomos en la radio o la televisión, como reinvindicó expresamente Juan Pablo II
en su visita a la isla.
En declaraciones de Orlando Márquez, coordinador de la prensa católica de Cuba, y miembro
del Consejo episcopal para cuestiones de prensa “todas las publicaciones de Cuba son
publicaciones de la Iglesia” aunque las diferentes redacciones actuan con total autonomía. El
volumen total de ejemplares independientes no sobrepasa los 50000 ejemplares, repartidos entre
las quince revistas que se corresponden con cada una de las diócesis. Su distribución se
restringe al ámbito de las parroquias .
Vida cristiana, editada por los jesuitas, fue la única publicación católica tolerada en Cuba entre
1962 y 1985, se trata de una hoja que se centra en una exegis de un pasaje de las escrituras y
uno o dos artículos que desarrollan aspectos de fondo de la doctrina católica.
A partir de ese momento han ido surgiendo publicaciones en las distintas diócesis; entre ellas
destaca por su profesionalidad, Palabra Nueva (1992), de la archidiócesis de la habana, de
periodicidad mensual y una tirada que ronda los 10000 ejemplares. La más destacada es quizás
Vitral (1993), de Pinar del Río, dirigida por Dagoberto Valdés, victima de una virulenta
campaña de denigración por parte del régimen en el año 2000 y delegado en la comisión
pontificia Justicia y Paz, con una tirada de 5000 ejemplares, también se publica en internet con
más de 20000 visitantes.
En otoño de 2002, se produjo una explosión de publicaciones diocesanas, apareciendo Presencia
en Matanzas, Amanecer en Santa Clara, Puentes en Santi Spiritu, Pasos y Fides en Cienfuegos,
Enfoque en Camagüey, Imago en Ciego de Ávila, Iglesia en marcha en Santiago y Cocuyo en
Holguín. Junto a estas publicaciones se encuentran otras dos revistas de periodicidad irregular
editadas por grupos laicos autónomos de la jerarquía secular, Espacios, editada por Joaquín
Bello, de temática sociocultural y Ethos, editada en Santa Clara, que trata fundamentalmente
cuestiones bioéticas.
La financiación de estas publicaciones corre a cargo de instituciones de fuera de la isla como la
ONG católica Adveniat, que financia Palabra Nueva,
El contenido de estas publicaciones es bastante uniforme: información relativa a la diócesis y a
las actividades pastorales, artículos sobre acontecimientos y personalidades de la historia o la
iglesia cubana y reflexiones morales sobre los grandes temas de la vida social. Las críticas son
siempre implícitas, desde un tono respetuoso con las autoridades y la administración.
Orlando Márquez describe el difícil equilibrio en que se desenvuelve el trabajo de la prensa
católica “Nuestro problema es conseguir que no se nos confunda con la prensa de la oposición.
Está claro, somos la revista de la Iglesia, y la Iglesia no es ni aliada del poder ni opositora”.
“la prudencia no es sinónimo de silencio o de complicidad. No hay intervención de las
autoridades. Ninguna censura previa ni reacciones a posteriori” “Estamos siempre en el filo de
navaja, navegamos entre el escollos de la oposición y la complicidad. Es un estar al margen
permanente”.
Y en su labor diaria toman decisiones, como silenciar el Proyecto Varela, que muchos
interpretan como un exceso de prudencia, reflejo de la del arzobispo de la habana, preocupado
por apuntalar el margen de autonomía conquistado por la iglesia cubana tras la visita del Papa.
LA IGLESIA Y LA OPOSICION DEMOCRÁTICA
211
Hemos dejado para el final el papel de la Iglesia en la vida política. Desde el comienzo de la
revolución muchos han sido los intentos del régimen de acusar a la Iglesia de tomar parte activa
en los movimientos de oposición interna. La postura oficial es la de que a pesar de que el
movimiento democrático de Cuba está integrado por muchos sacerdotes, religiosos y cristianos,
el movimiento no recibe apoyo público de las instituciones o autoridades de la Iglesia. Según el
informe de la fundación Pax Christi “se puede observar que una parte de la Iglesia Católica gana
espacio en lo que a avances democráticos, sociales y civiles se refiere. Mientras que el
movimiento disidente se concentra en la política partidista y una transición política, una parte de
la Iglesia Católica trata de elevar la conciencia cívica y social del pueblo, elemento esencial para
el periodo posterior a la transición política”i.
Por eso los obispos alertan frente a “las influencias disgregadoras, como pueden ser los intentos
de manipular grupos de distintos signos en el interior de la iglesia para que desempeñen un rol
político ajeno a la naturaleza y misión de la misma, como también un tipo de mentalidad que
concibe la Teología como instrumento de liberación para este mundo, haciendo de su meta los
cambios sociales mediante la confrontación”ii.
En este contexto podemos considerar que quizás la mayor actividad de manifestación contra el
régimen, el viaje del Papa, se organizó gracias a su impulso y dedicación. Cientos de cubanos,
respaldados por la Jerarquía informaron del viaje hasta en los más recónditos puntos de la isla.
En cualquier pueblo del interior se podían encontrar carteles y había llegado la información.
Pero además encontramos entre la oposición grupos y personas católicas, que sin recibir ayuda
oficial de la Iglesia, reciben todo el aliento y el apoyo para promover políticamente el camino
hacia una sociedad más justa, el respeto a los derechos humanos y a la democracia. Por ejemplo,
durante la ola de represión que se vivió en Cuba durante los primeros meses del año 2000, entre
los 352 activistas pro derechos humanos que fueron arrestados, se encontraban católicos como
el Doctor Oscar Elías Biscet (Fundación Lawton para los Derechos Humanos) condenado a tres
años por protestar contra el aborto y la pena de muerte.
En los últimos años, y promovido por el MCL (Movimiento Cristiano de Liberación), con el
apoyo expreso de algunos miembros de la jerarquía como el arzobispo de Santiago de Cuba
(Pedro Meurice), o el de Pinar del Río (José Siro González) se viene desarrollando en la isla el
proyecto Varela.
El proyecto Varela
El Proyecto Varela es un proyecto de ley, promovido por ciudadanos cubanos, que solicita a las
autoridades la celebración de un refrendo para que el pueblo cubano se manifieste sobre el
reconocimiento de la libertad de asociación, de expresión y de prensa, la amnistía para los
presos políticos que no hayan atentando contra la vida de otras personas, la libertad económica y
una nueva ley electoral que permita elecciones libres en las que se respete el pluralismo político.
Hasta el momento se han presentado ya ante la Asamblea Nacional del Poder Popular más de
veinte mil firmas que al superar las diez mil establecidas por el artículo 88g) de la Constitución
cubana, suponen el ejercicio directo de la iniciativa legislativa, a pesar de cumplir los requisitos
establecidos la Asamblea no ha iniciado trámite alguno que haga referencia a esta.
i
Informe sobre el Trabajo Social y Humanitario de Instituciones de la Iglesia Católica en Cuba, 13 de
febrero de 2001.
ii
La presencia social de la Iglesia, Instrucción teológico-pastoral , Conferencia Episcopal Cubana,
8.IX.2003.
212
La iniciativa, que recibe su nombre del sacerdote católico Felix Varela, destacado defensor de la
independencia de Cuba, los derechos del ciudadano y la abolición de la esclavitud, al que ya nos
hemos referido, se encuentra abierta a gentes perteneciente a distintas religiones. Su promotor
Oswaldo Payá, es el lider del MCL (Movimiento Cristiano de Liberación).
Muchos han pedido a la Iglesia una implicación directa en la promoción activa de este proyecto,
escandalizándose ante la falta de apoyo institucional a un proyecto de origen, nombre y
contenido claramente acorde con la doctrina de la Iglesia. La realidad es que el proyecto Varela
es visto con excelentes ojos por la Jerarquía que considera que el protagonismo lo deben
desempeñar los laicos, algo que también se desprende de las declaraciones de su principal
promotor que nunca ha reivindicado en declaraciones públicas una mayor involucración de la
jerarquía. Aun así en determinadas diócesis, como Pinar del Rio, el apoyo ha sido total
difundiéndolo en todas las iglesias de la diócesis y solicitando el apoyo en Vitral, la revista de la
diócesis.
LA IGLESIA EN LA TRANSICION DEMOCRÁTICA
La experiencia de la iglesia en España y en los paises del Este nos muestra la necesidad que
tiene la iglesia de desvincularse de opciones políticas determinadas. Su gran labor la ejercerá al
ofrecerse como un espacio de libertad, en el que ejercer libremente las libertades de expresión y
pensamiento, tan necesarios para construir la sociedad civil que está llamada a sustentar el
transito a la democracia en Cuba.
En esta línea se mueven iniciativas como el Centro de Formación Cívica y Religiosa, fundada
en Pinar del Rio por Dagoberto Valdés, que reúne semanalmente a una veintena de oyentes
libres para discutir sobre temas sociales, económicos o culturales. Con palabras de su fundador
“es un pequeño espacio entre la utopía que nos anima y la realidad que nos aplasta. Aquí se
reflexiona sobre temas tales como la división de poderes, el pluralismo, la democracia
representativa, la investigación, la educación popular, etc. Los participantes llegan de todos los
horizontes e incluso tenemos simpatizantes comunistas”.
Estos espacios no gustan a las autoridades locales que acosan a los oyentes regulares del CFCR,
y han llegado hasta a degradar al propio Dagoberto, que pasó de ser presidente del Consejo
técnico de plantaciones de tabaco de Pinar del Rio a simple “yagüero”, obrero agrícola
encargado de recoger la “yagua”, corteza de palma que sirve para embalar el tabaco recolectado
durante el primer periodo de secado de las hojas. En mayo de 2000, tanto Dagoberto como su
protector, el obispo de Pinar del Río, Monseñor Siro ¿López?, sufrieron el ataque de dos
editoriales sucesivos de Granma, ampliamente difundidos por radio y televisión, donde llegaron
a calificar a Valdés con 87 epítetos difamatorios en una hora. Y la correspondiente negativa
sistemática de la visa para abandonar el país, cuando lo ha solicitado para participar en los
trabajos de la Pontificia comisión Justicia y Paz a la que pertenece.
La iglesia es consciente de la necesidad de la sociedad civil para la democracia, y por eso
advierte que “cuando se identifica la ideología del Gobierno con todo el ordenamiento jurídico y
la realidad ética del país, se está identificando Sociedad con Estado… la difícil situación creada
por esa indebida identificación, sólo puede ser superada por el desarrollo de una ética civil y por
el acrecentamiento de una cultura abierta en la que converjan el mayor número posible de
realidades y esperanzas de los ciudadanos”i.
Frente a esa realidad, quizás la más preocupante del sistema castrista, la iglesia se esta
configurando como un espacio de libertad. Una institución imprescindible para articular la
i
La presencia social de la Iglesia, Instrucción teológico-pastoral , Conferencia Episcopal Cubana,
8.IX.2003.
213
sociedad civil cubana, a través de su labor en los distintos campos, el humanitario, el de los
medios comunicación. Pretender que la Iglesia se una institucionalmente con una determinada
opción política sería un suicidio. Si la iglesia quiere conservar la neutralidad política que se le
exige, no puede apoyar un proyecto -indudable y legítimamente- politizado.
Es de justicia reconocer que la Iglesia se ha comprometido con las libertades y con los derechos
humanos a precio de sangre. La Iglesia puede jugar un papel clave en la transición cubana como
institución mediadora de moderación y acuerdo. Su fuerza será, con la autoridad moral que
tiene, su compromiso con los derechos humanos y las libertades. El hecho de optar por una línea
política determinada la incapacitaría para llevar a cabo esa labor clave de tender puentes entre
los llamados a protagonizar la transición. Y como dice Dagoberto Valdés, director de la Revista
Vitral, “la iglesia tiene credibilidad, prestigio y la autoridad moral de haberse mantenido durante
cuarenta y tres años en un país en el que solo hay un 1% de practicantes, aunque un 72% están
bautizados o son personas que se definen como católicas”.
Es bastante racional no atar los intereses a largo plazo de la Iglesia al destino del más noble
movimiento social.La iglesia debe mantener el respeto a la dignidad, la integridad del lenguaje
(primera victima de la corrupción de los sistemas totalitarios), al intercambio de ideas,
conservar su carácter de espacio social, en el que se discute abiertamente la represión y se ayuda
a sus víctimas. Un espacio de libertad, que se ofrezca como paraguas protector, para seguir
presente en la vida pública a través de la cultura, el conocimiento, la información, renunciando
conscientemente a la actividad política, aun a sabiendas que cualquier artículo, ya sea sobre la
virgen del Cobre, turismo o santería, tiene un dimensión política y que son las propias
omisiones las que dan la coloración política. Un espacio de preservación de los valores
fundamentales, de sentido común y equilibrio psicológico en un mundo dominado por el terror
policiaco y la locura ideológica. Así la iglesia se convierte en una auténtica barrera frente al
poder totalitario.
La iglesia ha jugado y jugará un papel importante también en Cuba. Se equivocan los que
desprecian su papel en una sociedad descreida y multiconfesional, argumentos que utiliza una y
otra vez el régimen; y los que le exigen una toma de postura política. Su historia nos da una
lección de estrategia de coexistencia con la estructura del Estado. “La iglesia no sólo ha
representado sus propios intereses institucionales, sino que se ha batido por las aspiraciones
fundamentales de todo el pueblo”i.Su moderación no es mas que una respuesta a la complejidad
de las circunstancias. No es coincidencia que los comunicados de la Conferencia Episcopal
estén libres de cualquier tipo de comentario políticos. “La iglesia no es y no debe ser una
institución política. Los obispos no son y no deben ser representantes de las aspiraciones
políticas de los polacos. Pero la Iglesia católica es la única institución en Polonia que
simultáneamente tiene una estructura de poder legal y auténtica e independiente del poder
totalitario y que es completamente aceptada por el pueblo. Esta realidad tiene obvias
implicaciones, entre ellas la obligación del clero de hablar sobre asuntos que son de la mayor
importancia para la moral de la gente. El tema de las violaciones de los derechos humanos no se
puede excluir de esta obligación. Entonces, cuando los obispos critican las campañas de odio,
condenan los asesinatos o buscan diálogo en lugar de represión, están expresando las
aspiraciones, incluyendo las aspiraciones políticas, de una gran mayoría de los polacos”ii.
La iglesia, que nunca recomendó ni recomendará la resistencia clandestina, aporta al
movimiento por la democracia la constancia y la estabilidad que le dan xx siglos de historia. Su
resistencia, que existe y es real, no es explosiva sino dura y consistente, va contra la esencia del
sistema totalitario, consciente de que no existe un régimen comunista no totalitario, lo ataca en
sus bases, en las ideas, distribuyendo material, libros, publicaciones independientes,
suministrando información al exterior, organizando reuniones, clubes de discusión,
seminarios…
i
ii
Michnik, Adam. Cartas desde la prisión y otros ensayos. Editorial Jus, México, 1992. p. 158.
Michnik, Adam. Cartas desde la prisión y otros ensayos. Editorial Jus, México, 1992. p. 135.
214
La iglesia en Polonia se convirtió en parte y mediador del conflicto entre las autoridades y la
sociedad. Parte al expresar las aspiraciones básicas de las sociedad y el único bastión
oficialmente reconocido de apoyo a la resistencia de la sociedad. Mediador como constructor de
puentes entre los gobernantes y los gobernados. Joseph Tischner definió el papel de la Iglesia
como un “testigo”que debería garantizar la legitimidad de los acuerdos y de su instrumentación
a la luz de los valores cristianos básicos: la verdad, la dignidad humana y la reconciliación. Las
acciones concretas de la Iglesia: la defensa de aquellos que han sido humillados y ofendidos, la
asistencia a los perseguidos y a sus familias, la defensa pública de la verdad y la preocupación
por la paz social, son grandes logros en la lucha por la democracia. Gracias a ellas, se está
pudiendo tomar nuevas iniciativas y nuevas islas de autonomía empiezan a existir entre el
pueblo.
Otra labor esencial de la iglesia es la de maestro, que no deberá confundirse con la labor
política, ante el peligro de poner en la iglesia esperanzas que no puede cumplir. “La gente puede
seleccionar dentro de los documentos de la Iglesia aquellos que parezcan ofrecer propuestas
políticas, puede imaginar que ve un potencial de liderazgo para una oposición política dentro del
episcopado y, finalmente, pudiera absolverse entonces de las responsabilidades con la creencia
de que las actividades de la iglesia servirían como sustituto de sus propias acciones. (Idea que el
Papa retoma en su discurso en el aeropuerto José Martí “ustedes son y deben ser los
protagonistas de su propia historia personal y nacional”). Agreguemos hoy que la iglesia sirve
como maestra para todas las sociedades y que, por lo tanto, sería desastroso que unos cuantos
activistas trataran de apropiarse la autoridad de la iglesia. También sería desafortunado si los
programas y las tácticas se escondieran detrás de una fachada de fe y simbolismo católicos”i.
“Corresponden, propia aunque no exclusivamente, a los laicos las tareas y actividades
seculares… Corresponde a la conciencia de los laicos, debidamente formada, inscribir la ley
divina en la vida de la ciudad terrena. De los sacerdotes, los laicos deben esperar luz y fuerza
espiritual..son ellos los que deben asumir sus propias responsabilidades, iluminados por la
sabiduría cristiana”ii “a nadie le está permitido reivindicar exclusivamente para sí, a favor de su
punto de vista, la autoridad de la Iglesia. Deben procurar siempre iluminarse mutuamente con
un diálogo sincero, guardando la caridad mutua y preocupándose ante todo del bien común”
Y creo que se puede decir que el modelo funciona, algo que confirman los ataques realizados
por la maquinaria de propaganda oficial contra la iglesia. Un modelo que hizo del catolicismo
polaco un triunfo espectacular. Sus elementos esenciales se construyen con base en una
dialéctica cuyos polos son la diplomacia y el testimonio, el compromiso y la resistencia, y la
identificación completa del pastor con su rebaño.
“La iglesia católica es un gran activo para los polacos. No sólo porque las iglesias sirven como
base para los comités que ayudan a las víctimas de la represión, porque los capellanes hablan a
favor de los que son perseguidos y atacados, o porque los edificios de la Iglesia resuenan con las
palabras de la literatura libre … y no sólo porque la iglesia sea asilo para la cultura polaca
independiente. La Iglesia es la institución más importante en Polonia porque enseña a todos que
sólo debemos doblegarnos ante Dios”iii.
No se puede esperar una solución instantánea y definitiva a los problemas, excepto el riesgo, el
trabajo y la desilusión. Este es generalmente el precio de la libertad.
i
Michnik, Adam. Cartas desde la prisión y otros ensayos. Editorial Jus, México, 1992. p. 97.
Gaudium et spes, 43.
iii
Michnik, Adam. Cartas desde la prisión y otros ensayos. Editorial Jus, México, 1992. p. 136.
ii
215
El catolicismo en la Cuba republicana. Cien años de compromiso
POR IGNACIO URÍA
Investigador del Dpto. de Historia. Universidad de Navarra
Quiero agradecer la invitación de la Asociación Española Cuba en Transición para participar en
esta mesa redonda acompañado de ponentes tan ilustres y conocedores del hecho religioso en
Cuba.
Intentaré dar en mi exposición una visión sintética y comprensible de la presencia de las
religiones en Cuba desde su independencia en 1902 hasta la actualidad. Es inevitable que dicho
panorama esté dominado de manera abrumadora por el papel de los católicos, fieles que
aspiraron a vertebrar la sociedad cubana durante la primera mitad del siglo XX y que buscan
hoy con ahínco recuperar los espacios sociales y pastorales que le fueron hurtados por la
Revolución.
Comenzaré con dos afirmaciones provocativas: 1) el pueblo cubano es religioso, pero no hace
sacrificios por la religión y 2) la Iglesia Católica romana es la única institución presente en toda
la Historia y en toda la Geografía de Cuba desde su descubrimiento en 1492. En mi opinión,
ambas realidades son indudables y, lejos de su posible interpretación triunfalista, son también lo
suficientemente sólidas como para articular sobre ellas esta ponencia.
Podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que el ateísmo marxista-leninista que guía al
gobierno de Cuba desde 1959 no ha cuajado entre el pueblo cubano. Tres acontecimientos
provocados por la nomenclatura cubana lo reconocen implícitamente: el levantamiento en el IV
Congreso del Partido Comunista (celebrado en Santiago de Cuba en 1991) de la prohibición a
los creyentes para afiliarse a dicho partido; la supresión en 1992 del materialismo y el ateísmo
de la Carta Magna de 1976 y, sobre todo, el enorme respaldo popular –de cristianos y no
cristianos– a la visita de Juan Pablo II en 1998.
Con estas medidas, la forja del Hombre Nuevo, que Ernesto Guevara definió en El socialismo y
el hombre en Cuba, decae sin remisión. ¿Cómo es posible que esa nueva especie humana sea
motor de la sociedad comunista y la vanguardia del Partido si puede ser, a la vez, creyente y
revolucionario? Es la misma contradictio in terminis que llevó al Che a definir al revolucionario
como “una perfecta máquina de matar”, pero "guiado por grandes sentimientos de amor".
Peligroso amor.
Una vez que el Partido le abre la puerta a la moral cristiana, su paraíso socialista se torna
inalcanzable... algo que los cubanos ya habían asumido tiempo atrás. Volvamos a Guevara, que
lo expresó con claridad “El socialismo económico, sin la moral comunista no me interesa”. Hoy
por hoy no queda ni rastro del socialismo económico, desaparecido incluso antes de la
dolarización de la economía, pero tampoco hay noticias de la moral comunista, pervertida por
los usos y abusos de un sistema ineficaz y con una base antropológica cruel en la que la noción
de “individuo” se proscribió con saña.
¿Quién ocupa el lugar de esa moral de combate? En estos momentos sólo la moral religiosa es
capaz de ofrecer una alternativa al discurso oficial dominante. Sobre todo, la moral cristiana, no
del todo perdida en la conciencia de los mayores de sesenta años y más arraigada en una
minoría (apenas del 3%) que se dice católica y practicante. Es decir, sólo un pequeño número de
cubanos está en la más auténtica y válida tradición católica y resulta importante para la jerarquía
eclesial no olvidar esa realidad tan desagradable.
216
Sin embargo, esa Iglesia Católica que tiene como misión principal la proclamación del
Evangelio y el testimonio de esperanza, es percibida –con sus errores y pecados, sí– por el
pueblo cubano como depositaria de una autoridad moral del más alto grado. Si esto constituye
un privilegio, es también una responsabilidad y un reto.
La Iglesia Católica ante la independencia cubana
La historia de la Iglesia Católica en Cuba durante el siglo XIX estuvo estrechamente vinculada a
los acontecimientos políticos que fueron sucediendo en la metrópoli española. Así, los cambios
de gobierno, los pronunciamientos militares o la entronización de nuevos monarcas fueron
afectando a la existencia de la Iglesia en la Isla. Durante todo el siglo, las relaciones con la
Corona española habían resultado cordiales, aunque no exentas de disputas, algo lógico en una
sociedad que unió mientras pudo poder temporal y espiritual. En general, las controversias
nacieron tras las desamortizaciones de bienes eclesiásticos y la incautación de numerosos censos
en toda la Isla, cuyos importes eran destinados por la jerarquía a obras de caridad y
administración parroquial.
Para explicar la situación de esta institución en Cuba durante el periodo que abordamos es
imprescindible recordar la existencia, por otra parte bien conocida, del Real Patronato de Indias.
El Patronato regio fue un convenio de 1508 entre la Corona española y la Iglesia Católica
mediante el que se acordó que los nombramientos episcopales estuvieran limitados por el
derecho de presentación de obispos al pontífice romano. Es decir, la Corona remitía al papa los
candidatos a las sedes vacantes para que nombrase a uno de ellos, lo que provocó que la
designación de prelados nativos fuese escasísima, reforzando la sensación de lejanía de los
cubanos con respecto a sus obispos.
El Estado, por su parte, se hizo responsable de los ingresos y gastos procedentes de los diezmos
y las vacantes correspondientes a la Iglesia, comprometiéndose España a propagar y mantener la
Religión Católica en sus territorios ultramarinos. Este acuerdo supuso la supremacía el poder
real sobre el eclesiástico y significó que la Corona administraba parte de las rentas y medios de
vida de la Iglesia, centrada en la cristianización y despreocupada de los asuntos temporales.
En teoría, la institución del Patronato era beneficiosa para ambas partes, pero en la práctica
perjudicó a la organización eclesiástica. La causa estuvo en un primer momento en la
irregularidad con que el Estado gestionó los tributos, pero también en la indolencia de no pocos
sacerdotes que, acomodados en sus parroquias y normalmente acríticos con los dictados
oficiales, defendieron al poder real más allá de lo debido.
De modo que la identificación entre España y la Iglesia Católica fue asumida sin mayores
problemas, equiparando a los sacerdotes a una variante del funcionario peninsular. Por todo ello,
la Iglesia fue tenida por una gran parte de la población insular como: “la más firme columna que
sostenía a España en Cuba”i.
La guerra de independencia arrolló este modelo de cohabitación, pero en el camino los católicos
se vieron a la intemperie. En 1898 era difícil, por no decir imposible, manifestarse públicamente
católico y cubano. Una cosa o la otra. Hasta tal punto, que los religiosos nativos, ante la nueva
situación, comenzaron a manifestarse públicamente acerca de los acontecimientos que estaban
viviendo y de cómo entendían ellos la construcción del Estado. Especialmente importante fue la
publicación de un manifiesto dirigido al presidente de la República provisional, en el que
dejaron claro su apoyo al nuevo orden político, a la vez que reiteraron antiguas peticiones.
El 30 de septiembre de 1898, un grupo de sacerdotes solicitó a Tomás Estrada Palma una:
“protección que nunca nuestros eternos opresores se han dignado en otorgarnos [...] no por
i
Ismael TESTÉ, Historia eclesiástica de Cuba, Burgos, 1969, tomo I, p. 24.
217
soberbia ni rencores; sino aleccionados por una dolorosa experiencia, porque de ese clero [el
español] no hemos recibido más que vejámenes en castigo del inmenso amor que siempre
hemos profesado a este pedazo de tierra en que nacimos [...]”i.
Su gran deseo era poder conjugar su patria con su fe y para ello propusieron la sustitución de la
antigua Corona por la nueva República: donde había jerarquía española que ahora fuese cubana;
donde influían los capitanes generales, que influyesen ahora presidentes y ministros cubanos. Es
comprensible que después de años de desencuentros y sanciones, los sacerdotes nativos
quisieran reconstruir una Iglesia Católica necesitada de nuevas directrices.
Los temores de estos pastores cubanos nacieron del peligro, para ellos inminente, de
desaparición de la fe católica en Cuba ante la indiferencia de la mayoría de los nuevos
gobernantes y la progresiva españolización de los seminarios que: “rebosan de gallegos,
asturianos, castellanos y demás coprovincianos peninsulares, recién llegados a Cuba para
hacer dinero, siendo insignificante el número de los alumnos cubanos, a quienes espera el
mezquino porvenir de siempre”. Insistían que a la nueva república le incumbía: “el derecho de
rechazar a un Clero que le sea hostil o que haya exhortado a hacer armas contra los hijos del
país y sus aliados, teniéndoles por enemigos declarados y malditos ¡a pesar de ser sus
diocesanos!”.
Ante el conflicto que se avecinaba, decían: “puede y debe la Presidencia de la República
Cubana tomar de antemano sus medidas”, solicitando el Gobierno a la Santa Sede la
administración espiritual de la diócesis y archidiócesis de La Habana y Santiago de Cuba, y el
nombramiento de “dos delegados para que, en su nombre y representación, rijan y administren
la Iglesia Católica Cubana bajo su dependencia, mientras el territorio insular esté bajo la
jurisdicción norteamericana. Los nombramientos de los dos delegados expresados recaerán
precisamente en dos Sacerdotes cubanos nativos de reconocida idoneidad, previos los
consiguientes informes. Estos informes se tomarán de los personajes más conspicuos y
defensores acérrimos de la República Cubana, pero no del Clero español, que siempre ha sido
y será un organismo político del gabinete de Madrid, tan ensañado con todo lo que sea cubano
y tan aferrado a la dominación espiritual de Cuba, para compensar en algún modo su pérdida
de soberanía temporal”.
“El pueblo cubano”, continuaron: “tiene derecho, como todas las demás naciones, a tener un
Clero y Prelados nacionales en quienes depositar su confianza. Reconocida la República
cubana, entonces ésta, de potencia a potencia, se entenderá con Su Santidad para arreglo
definitivo de sus asuntos eclesiásticos por medio de un concordato. [...] Si el Clero español ha
de permanecer en Cuba –lo que veríamos con gusto–, ha de ser bajo el carácter de dominado o
igualitario; pero no de predominantes, sobre el Clero Cubano nativo, porque de otra manera,
el odioso fermento de su masa anticubana será un perpetuo germen de perturbación y
discordia”.
Así se retomó en Cuba la vieja aspiración renovadora del P. Antonio María Claret, arzobispo
de Santiago de Cuba a mediados del XIX, pero teñida ahora de nacionalismo cubano y plegada,
de nuevo, al poder político. El párrafo final lo confirmó: “Perdónenos la Presidencia el haber
derrochado su paciencia y atención a las reclamaciones de los pequeños, poniendo punto final
a nuestro deferente suplicatorio, con la seguridad de nuestra más abnegada y completa
sumisión a las órdenes de nuestro Primer Magistrado y Primer Cubano de nuestra República”
ii.
i
Boletín del Archivo Nacional de Cuba, “Exposición del Clero Cubano al Muy Honorable Ciudadano
Presidente de la República Cubana. Septiembre 30 de 1898”, números 8-9, La Habana, 1996, p. 45. En
cursiva en el original.
ii
ANC, “Exposición del Clero Cubano al Muy Honorable Ciudadano Presidente de la República Cubana.
Septiembre 30 de 1898”, Boletín..., pp. 44-48 (la cursiva es mía).
218
La redacción del manifiesto, reflejo del radicalismo ambiental derivado de la guerra, sirvió a
León XIII para ponerse en guardia ante los previsibles excesos que podía ocasionar una
jerarquía totalmente cubana. Gran parte de los sacerdotes, ya fuesen nativos o peninsulares,
eran dos caras de la misma intransigencia: partidarios los cubanos de la creación de una
Iglesia fiel a Roma, pero de carácter nacional y excluyente; expectantes los españoles a la
evolución de los acontecimientos, con mucho poder que perder y poco que ganar.
Para la Santa Sede sólo se vislumbró una opción: la constitución de una iglesia nacional cubana
o la dependencia eclesial de los Estados Unidos. La cuestión no era sencilla de resolver, ya que
el futuro de la Gran Antilla oscilaba entre la independencia y la presencia estadounidense sine
die.
1902. El nacimiento de la República
El 20 de mayo de 1902, los actos de celebración de la independencia contaron con la presencia
de muchos miles de católicos. El nuevo statu quo político les había otorgado un lugar
secundario, pero al menos podrían actuar libremente para extender su fe y consolidar su patria,
trabajando codo con codo con los protestantes, los judíos, los masones o los que, simplemente,
confiaban en un futuro mejor.
A los católicos cubanos les esperaba, una ingente tarea pastoral porque, como señala con tino
Juan Emilio Fríguls: “El año inaugural de nuestra vida republicana no sobresalía, precisamente,
por su vigor religioso. [...] El cuadro de aquellos días de principios de siglo era: el liberalismo
por una parte; la reacción masónica por otra; la tibieza de la mayoría de los fieles, que
mostraban escasa preparación religiosa y mantenían a la Iglesia en un plano secundario, con una
inercia que, en muchos casos, llegaba hasta el interior de los propios templos. En el orden
apostólico, especialmente, la presencia del catolicismo apenas contaba en la vida cubana. La
labor de los fieles quedaba reducida a un ropero antoniano o a una clase doméstica de
Catecismo, a cargo siempre de piadosas mujeres. La Iglesia quedaba como ritual y como
costumbre para los días solemnes de la existencia: bautizo, boda, entierro”i. Los datos que
arrojó el Censo General de 1899 sobre los matrimonios canónicos reafirmaron estas
impresiones: sólo el 15,7 por 100 de los cubanos estaban unidos por la Iglesia Católica.
Ese es el panorama que se inició con la nueva república, la misma que sí había incluido una
mención expresa a Dios en su Constitución de 1901. Precisamente fue el Preámbulo
Constitucional el que generó muchas disputas, ya que un nutrido grupo de constituyentes no
quiso encabezar la Carta Magna tal y como proponía la comisión redactora: con una invocación
al favor del Creador.
Se presentaron diversas impugnaciones y enmiendas por parte de los defensores del laicismo
estatal, a los que tal referencia les parecía que no respetaba los derechos de los no creyentesii.
Pedro González Llorente reprochó a Cisneros esta actitud acusándole de querer, en última
instancia, expulsar al obispo de la Habana, el italoamericano Sbarretti, a lo que respondió
Cisneros: “Efectivamente, le haré siempre la guerra a Sbarretti y a todos los extranjeros que
vengan a Cuba a ocupar un puesto, sea dondequiera que fueren. Lo mismo le haré la guerra a
Sbarretti como se la haré al general Wood: para mí todos son iguales. En siendo extranjero
¡fuera de aquí!”iii. Cisneros tenía parte razón, al menos desde la óptica de un patriota cubano.
i
Juan Emilio FRÍGULS, “La Iglesia Católica en la República”, Siglo y cuarto..., p. 20
También se opusieron a esta invocación Juan Gualberto Gómez y Alfredo Zayas, que solemnemente
declaró “Yo no creo en Dios alguno”. Manuel FERNÁNDEZ SANTALICES, Presencia en Cuba del
Catolicismo. Apuntes históricos del siglo veinte, Caracas, 1998, pp. 7-8.
iii
Emilio ROIG DE LEUCHSENRING, “Cómo actuó la Primera Constituyente”, Carteles, número 50, La
Habana, 1939, p. 47.
ii
219
Frente a los laicistas se agrupó la opinión mayoritaria, basada en que el pueblo cubano era
religioso y que, por tanto, la imprecación divina tenía todo el respaldo popular. Manuel
Sanguily, agnóstico reconocido, sentenció: “Si Dios es, al cabo, el símbolo de lo Supremo, no
puedo comprender que sea para nadie humillante o indecoroso que alcemos hacia Él nuestras
manos pidiéndole protección [...]. Creo que haría bien la Convención en mantener la frase [...]
porque es esa una idea santa y buena, que representa algo más poderoso que la voluntad de los
hombres, algo más firme y permanente que las vicisitudes de la Historia”i. Sin duda, el
pensamiento de Luz y Caballero y Martíii influyó en esta intervención de Sanguily, convencido
de que tal redacción no lesionaba los derechos de ningún cubano.
Tras la pertinente votación, la referencia a Dios fue incluida en el texto del siguiente modo:
“Nosotros, los delegados del pueblo de Cuba, [...] acordamos y adoptamos, en virtud de aquel
mandato, invocando el favor de Dios, la siguiente Constitución”. Además de esa petición, el
artículo 26 garantizó que: “la profesión de todas las religiones es libre, así como la práctica de
toda creencia, sin más limitación que el respeto a la moral cristiana y al orden público. La
Iglesia actuará separada del Estado, que no concederá subvención de ningún tipo a ninguna
religión”iii.
Este es el marco de actuación consagrado por la Norma fundamental que, Kelsen dixit, coronaba
todo el edificio constitucional. En él, los líderes católicos –ya fuesen obispos, sacerdotes o
laicos– tuvieron que asumir que su posición preponderante era historia y que debían aprender a
moverse en el marco de instituciones democráticas, con procedimientos y criterios republicanos.
No todos lo intentaron y de los muchos que sí lo hicieron, no todos lo lograron.
A ese fracaso también contribuyó la masiva llegada de anglicanos y protestantes que
acompañaron a las fuerzas de militares norteamericanas entre 1898 y 1902. Era lógico dada la
correcta visión que los EE.UU. tenían de la libertad religiosa, pero también se trataba de un
medio para reducir la presencia y la influencia española en la vida pública cubana (tradiciones,
cultura, lengua). Como sintetiza con acierto el vicario de La Habana monseñor Carlos Manuel
de Céspedes: “la Iglesia Católica se vio liberada de las manipulaciones de los gobiernos
conservadores españoles y del anticlericalismo de los liberales [...] pero tuvo que manejar por sí
misma su presencia pastoral, con sus propios recursos personales y económicos”iv. Recursos
exánimes que pasaban por un número insuficiente de religiosos y sacerdotes, escasos laicos bien
formados y con capacidad de organización, carencia absoluta de instituciones socialmente
influyentes y prácticamente nulos medios económicos.
Pese a todo, el cristianismo estaba presente en la cultura cubana a través de una ética secular que
impregnaba a toda la sociedad, aunque fuera –como en los extractos más populares- a través de
las religiones sincréticas. Éstas, mezclando de catolicismo y paganismo africano, exigían para
iniciarse en sus ritos estar bautizado por la Iglesia y participar en las festividades católicas,
uniendo a ello un respeto sincero por los sacerdotes y teniendo que ser enterrados por el rito
romano.
i
Carlos MÁRQUEZ STERLING, Historia de Cuba, Miami, 1969, p. 315.
Desde su difuso panteísmo, José Martí era un admirador de la figura de Jesús de Nazareth, aunque no lo
considera Hijo de Dios. Su actitud vital era religiosa, pero no trascendente, si bien admitió: “pueden caber,
sin alarma de la libertad, la poesía y la virtud de la Iglesia en el mundo moderno [...] Se entiende que se
pueda ser católico sincero y ciudadano leal de la República”. P. Manuel MAZA MIQUEL S. J., “León XIII,
José Martí y el Padre McGlynn. Un esforzado luchador social en Nueva York a finales del siglo XIX”,
Estudios Sociales, volumen XXIV, número 84, Santo Domingo, abril-junio de 1991, p. 52.
iii
Diario de Sesiones de la Asamblea Constituyente de la Isla de Cuba, 25 de enero de 1900, número 16,
La Habana, 1900-1901, p. 164.
iv
Carlos Manuel de CÉSPEDES, “La Iglesia católica en Cuba: cien años después y a las puertas del tercer
milenio”, Encuentro de la cultura cubana, números 12/13, primavera/verano de 1999, p. 87.
ii
220
Maduración, esplendor y silencio
En 1925, casi cumpliendo el cuarto de siglo republicano, el pensador cubano Jorge Mañach
pronunció una conferencia premonitoria en la Sociedad de Amigos del País que vería la luz con
el título La crisis de la alta cultura en Cuba. Era un alegato generacional en el que criticó
inmisericorde el primer cuarto de siglo de republicanismo contraponiéndolo con el ideal de
libertad de las generaciones anteriores: “La hora del triunfo [de la independencia] marcó
también un momento de penuria espiritual que todavía estamos viviendo. Nuestra Cuba se
abandonó a una gozosa lasitud [...] reacia a todos los rigores [...]”. Par el joven Mañach, antiguo
alumno de Harvard y La Sorbona, las primeras décadas de la república fueron: “un
desbandamiento de mílites orondos, con algo de vandalismo hacia la cosa pública y mucho de
caudillaje y de indisciplina. [...] Al desinterés, siguió la codicia; a la disciplina, el desorden
pugnaz; a la seriedad colectiva, el choteo, erigido en rasgo típico de nuestra cubanidad”i.
Es decir, la siembra de irresponsabilidad e individualismo rampante que poco a poco estaban
convirtiendo un país próspero en una nación que se hundía mientras seguía soñando con
revoluciones. Era la paulatina conversión de Cuba en una república de papel con instituciones
de cristal, denuncia compartida por una Iglesia católica empeñada en el rearme moral de la
sociedad y, por ello, apartada de los círculos de influencia.
Con paso de jicotea, la Iglesia cubana se adaptó a la separación del Estado, aprendió a convivir
con el laicismo y se fue convirtiendo en una institución que, si bien no era admirada, sí era
admisible. Poco a poco, en las décadas de 1930 y 1940, la apertura de nuevos colegios, de
hospitales y asilos, la promoción social en las zonas rurales y las disposiciones de hombres
providenciales como Enrique Pérez Serantes, obispo de Camagüey, o fray Valentín Zubizarreta,
arzobispo de Santiago de Cuba, terminaron de consolidar el espacio vital de los católicos
cubanos.
Para entonces, Cuba ya había aprobado una nueva Constitución, la socialdemócrata e
intervencionista de 1940, año también de la consagración política del general Fulgencio Batista,
verdadero hombre fuerte en la sombre desde la Revolución de 1933 y que venció con justicia las
elecciones a Presidente de la República liderando la Coalición Socialista Democrática. Incluyó
Batista en su gabinete ministerial a dos destacados comunistas, Juan Marinello y Carlos Rafael
Rodríguez, que desde el primer momento realizaron una intensa labor de zapa constitucional y
alentaron violentas campañas en contra de las instituciones, entre ellas la Iglesia, a la acusaban
de ser un poder al servicio de un estado extranjero: el Vaticano.
Si volvemos a Céspedes podemos decir con él: “los católicos cubanos teníamos la impresión de
que la Iglesia católica estaba viviendo una ola creciente de consistencia, solidez y estabilidad, a
pesar de las condiciones negativas de la vida política en el país en esos años –corrupción
administrativa y privada, gobierno dictatorial, una cierta apatía social e injusticias
socioeconómicas–”ii, más evidentes aún por la inigualable bonanza económica de esa época.
En aquel momento, la Acción Católica (AC) estaba fusionada en sus cuatro ramasiii y estaba
presente en todo el país. Su actividad contribuyó a un progresivo cambio de mentalidad con
relación a la Iglesia, ya que fue tejiendo una red capilar de acción, formación y organización que
constituyó la columna vertebral del pensamiento y la acción más renovador de los católicos
i
Jorge MAÑACH, Ensayos, La Habana, 1999, pp. 15-18.
Carlos Manuel de CÉSPEDES, “La Iglesia católica en Cuba: cien años después...”, p. 88.
iii
En 1955, un informe enviado al Vaticano se cifraba en 23.416 el numero total de socios de la Acción
Católica en sus cuatros ramas: caballeros, jóvenes, damas y señoritas. Cuestionario de la Sagrada
Congregación Consistorial para la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Río de Janeiro de 1956, La
Habana, 30 de marzo de 1955. Aunque el número puede parecer escaso, no debemos olvidar el grado de
exigencia y compromiso que suponía la pertenencia a la AC, tanto en cuestiones doctrinales como
ascéticas y pastorales, todas ellas en comunión plena con la jerarquía.
ii
221
cubanos de su tiempo. Más que una realidad masiva, que nunca lo fue, puede hablarse de una
presencia minoritaria y cualificada, pero capaz dar respuesta a algunos de los desafíos que
presentaba entonces la sociedad cubana, incluso en el campo político, donde penetró siguiendo
los postulados de la “acción temporal del humanismo cristiano” de Maritain o Mounier. Pese a
todo, no llegó a establecerse –en contra de lo que entonces se creía- en la vida colectiva con la
fuerza necesaria, especialmente en los sectores más populares (obreros y campesinos)
Fue un momento histórico en el que confluyeron guerrillas rurales y revolucionarios urbanos
con un 90% de la población bautizada y unos 100.000 alumnos en los colegios católicosi.
¿Espejismo o realidad? Si todo era un espejismo inducido por los deseos, no se entiende que esa
percepción acerca de la Iglesia fuese compartida por los no creyentes y que los medios de
comunicación y los partidos políticos “cortejasen” a ese sector de la población apelando a su
“catolicismo”.
Pero si era una realidad consolidada ¿cómo es posible que esos católicos de los que hablamos
no reaccionasen contra el brutal ataque estatal que sufrió su Iglesia a partir de 1959 –
deportaciones, intervenciones de los colegios, discriminaciones sociales–? Es más: ¿por qué
fueron aceptadas –incluso por muchos católicos sin apenas oposición– muchas “verdades”
oficiales legitimando la represión contra la Fe católica y, en un segundo momento, el resto de
credos religiosos? La respuesta no es sencilla, máxime cuando la misma Iglesia Católica recibió
a Fidel Castro como un “hombre de dotes excepcionales”ii y el juramento del nuevo Presidente
de la República, el magistrado Manuel Urrutia, se hizo delante de la catedral de Santiago,
abiertas sus puertas de par en par, en presencia de Castro y del arzobispo primado de Cuba,
Enrique Pérez Serantes... acompañados de una muchedumbre entregada al nuevo hombre fuerte
de la nación.
Poco tiempo hubo de pasar para que se publicaran las primeras manifestaciones de extrañeza
acerca de las conexiones, cada vez más patentes, entre el Movimiento revolucionario y el
comunismo. Los juicios sumarísimos y los fusilamientos de La Habana y Santiago de Cuba en
las primeras semanas del nuevo régimen fueron denunciados por fuerza por la jerarquía, pero las
dudas acerca del rumbo de la Revolución se concretaron con la aprobación de la Ley de
Reforma Agraria, los rumores de la unificación escolar que privaría a la Iglesia de sus escuelas
y las dimisiones y ceses en la cúpula civil (la del Primer Ministro Miró Cardona –cuyo puesto
ocupó Fidel Castro en contra de todas sus declaraciones anteriores rechazando los cargos
políticos– y, poco después, la del presidente Urrutia ante las presiones de Castro y de parte de su
propio gabinete, sustituido por Oswaldo Dorticós) y también en el Alto Mando militar (renuncia
del jefe de las Fuerzas Aéreas Revolucionarias, Pedro Luis Díaz Lanz, debido a “la infiltración
comunista en el Gobierno y el Ejército”; detención del comandante revolucionario Huber
Matos, jefe militar de Camagüey, acusado de traición, y la misteriosa desaparición del
comandante Camilo Cienfuegos en una avioneta nunca encontrada).
Estos sucesos, sin embargo, no eran tenidos en cuenta por los incondicionales de la Revolución,
ya fuesen cristianos o comunistas. Entre los primeros era famoso el religioso franciscano
Ignacio Biaín, director de la revista La Quincena, que en octubre de ese mismo año escribía a
los estudiantes católicos: “Póngase al servicio de los ideales positivos de esta Revolución para
que el día de mañana la conciencia no le remuerda haber sido un ganso o un irresponsable, lo
mismo triunfa que si se hunde, lo que Dios no permita. Y como la Historia no se detiene y todo
evoluciona, tiempo habrá el día de mañana para enderezar y rectificar lo desviado y torcido. Su
deber ahora es estar junto a la Revolución con todos sus riesgos y con todos sus enigmas”iii.
i
En 1959 había en Cuba 1.500.000 niños en edad escolar, de los cuales 600.000 asistían a la escuela
pública y 800.000 estaban sin escolarizar. En la Universidad cubana (estatal y privada) cursaban sus
estudios unos 20.000 alumnos.
ii
Enrique PÉREZ SERANTES, “Vida nueva”, circular a los fieles de la arquidiócesis de Oriente, 3 de enero
de 1959, La Voz de la Iglesia en Cuba, México, 1995, p. 53.
iii
P. Ignacio BIAÍN, “A un estudiante alarmado”, La Quincena, año V, número 20, La Habana, 31 de
222
Es decir, la Iglesia se presentaba como un nuevo Jano bifronte, que lo mismo criticaba que
aplaudía, como se demostró en el multitudinario Congreso Católico Nacional noviembre de
1959 y que se centró en tres cuestiones: la justicia social, la fraternidad humana y el amor a la
patria. Su desarrollo estuvo marcado por la tensión inevitable entre la adhesión pública a la
experiencia revolucionaria y la denuncia de los excesos que se estaban viviendo (los
fusilamientos sumarísimos, por un lado, y el progresivo deslizamiento hacia el comunismo. La
asamblea fue clausurada con una eucaristía al aire libre, bajo la lluvia y el frío, la noche del 28
al 29 de en la Plaza Cívica de La Habana. Participaron un millón de cubanos y también asistió
por sorpresa el primer ministro Fidel Castro, que con estas apariciones de apoyo lograba
mantenerse al margen de las críticas de los conservadores y los católicos, ya que ambos grupos
preferían achacar la deriva del Movimiento 26 de Julio hacia posiciones marxistas a la
conspiración totalitaria de Guevara y Raúl Castro. Este congreso puede sintetizarse en la
plegaria mil veces repetida: “Queremos Cuba católica”.
Sin embargo, la ola revolucionaria era imparable y llegó también a los muros de la unidad
romana. En marzo de 1960, se verifica un intento público de crear una iglesia cubana y
revolucionaria: “unida a Roma en lo eclesiástico, pero nacional e independiente en lo político de
acuerdo con las orientaciones del Máximo Líder Fidel Castro”i. Este ambiente de división
interna fue el que motivó, en mayo del mismo año, la famosa circular del arzobispo oriental
Pérez Serantes titulada Por Dios y por Cuba. Su lenguaje claro y directo en defensa de la
libertad y los derechos ciudadanos –igual que había hecho contra Batista en los tiempos de la
dictadura– son célebres y marcan una línea de conducta ineludible para los católicos:
“Empezamos diciendo que los campos están ya deslindados entre la Iglesia y sus enemigos. No
puede ya decirse que el enemigo está a las puertas, porque en realidad está dentro, hablando
fuerte, como quién está situado en su propio predio [...] tratando de imponer sin más ni más, el
pesado yugo de la nueva esclavitud”ii.
Sin embargo, pese a la creciente tensión Iglesia-Estado, el Episcopado también reconoció en la
segunda Circular Colectiva de su historia, titulada Al Pueblo de Cuba, la profunda simpatía por
muchas de las medidas adoptadas por el gobierno, en especial: “cuantas puedan contribuir a
elevar el nivel de vida de los humildes. [...] Fue motivo, en efecto, de satisfacción para la
Iglesia, cuando, hace un año, se dijo que se planeaba una reforma agraria que, indemnizando en
forma justa a los propietarios de las fincas, habría permitido a cientos de miles de campesinos
llegar a ser los dueños de las tierras que trabajan; y oyó con esperanzada complacencia que se
hablaba de vastos proyectos de industrialización, por medio de los cuales, sin destruir la
industria privada, el Gobierno iba a propiciar la creación de nuevas fuentes de trabajo que
sirviesen para poner eficaz remedio al gravísimo problema del desempleo. [...] Y celebró que se
multiplicasen las escuelas y hospitales, que se adaptasen y construyesen playas y campos de
deportes a los que pudieran tener acceso las personas de más bajos ingresos y que hubiese
quienes trataran de llevar al más olvidado de nuestros hermanos, el campesino de las zonas más
pobres de Cuba, los beneficios y ventajas de la vida civilizada. Contempló con aplauso cómo se
fabricaban en todas las provincias de la República, en la ciudad y en el campo, cientos de casas
baratas que iban contribuyendo a resolver el agobiante problema de la vivienda popular; y
advirtió con patriótico regocijo que se estaba luchando enérgicamente por sanear la
administración pública, por erradicar el vicio del juego y por eliminar injustas limitaciones que
eran impuestas a muchos de nuestros hermanos por razón del color de su piel”. Y continuaban:
“Las reformas sociales que, respetando los legítimos derechos de todos los ciudadanos, tiendan
octubre de 1959, p. 35.
i
Proclama del Comité de Unidad Revolucionaria de 14 de marzo de 1960. Pocos meses más tarde, un
grupo de católicos, entre ellos los sacerdotes Germán Lence, relanzan el movimiento Con la Cruz y por la
Patria, un intento fallido de crear una Iglesia Nacional cubana, al estilo chino, para respaldar al régimen
revolucionario.
ii
Enrique PÉREZ SERANTES, “Por Dios y por Cuba”, circular a los fieles de la arquidiócesis de Oriente,
mayo de 1960, La Voz de la Iglesia..., p. 107.
223
a mejorar la situación económica, cultural y social de los humildes, tienen, pues, hoy y tendrán
siempre el más decidido apoyo moral de parte de la Iglesia”.
El punto culminante de esta circular histórica llegaba con la alusión directa a: “[...] un problema
de extraordinaria gravedad que ninguna persona de buena fe puede negar en este momento: el
creciente avance del Comunismo en nuestra Patria. [...] Nos inquieta profundamente el hecho de
que [...] periodistas, líderes sindicales y aun algunas altas figuras del Gobierno hayan elogiado
repetida y calurosamente los sistemas de vida imperantes en naciones comunistas, y aun hayan
sugerido, en discursos pronunciados dentro y fuera de Cuba, la existencia de coincidencias y
analogías en fines y en procedimientos, entre las revoluciones sociales de esos países y la
Revolución Cubana. [...] Contra el Comunismo materialista y ateo está la mayoría absoluta del
pueblo cubano, que es católico, y que sólo por el engaño o la coacción podría ser conducido a
un régimen comunista”i.
A partir de ese instante el enfrentamiento es total. La reacción del Gobierno revolucionario fue
muy violenta: se detuvo a varios sacerdotes y se amenazó a otros con la cárcel si daban
publicidad a la carta de los obispos, se suspendieron todos los programas nacionales de
contenido católico de televisión y radio y se organizaron manifestaciones a las puertas de los
templos en los que se leyó la carta colectiva. Pero, sobre todo, inundó a la sociedad con la
máxima acuñada por Ernesto Guevara de que “ser contrario al Comunismo es ser
contrarrevolucionario”.
Otro problema que debió afrontar entonces la jerarquía estaba intramuros. La paradójica
situación en la que se vieron muchos fieles fue, en cierta medida, una repetición de la que
sufrieron los creyentes cubanos en 1898: si éstos querían ser católicos y republicanos, en 1960
querían ser católicos y revolucionarios. Y ambas cosas parecían incompatibles, ya que la propia
Revolución se iba lo poniendo cada día más difícil por su deriva marxista. Por este motivo,
entre los que optaron por la revolución se fue produciendo un progresivo desgaste de sus
creencias, sustituidas a partir de ese instante por el credo rebelde. Por el contrario, en los que
pesó más su deseo de mantenerse fiel a su Fe creció la posibilidad de abandonar el país y
exiliarse a la espera de tiempos mejores. Y eso fue lo que pasó: la elite laica católica optó por
salir de Cuba masivamente, ya que la intolerancia revolucionaria se fijó como objetivo
inmediato acabar con los discrepantes aplicando un principio que poco después cristalizó en un
axioma oficial: “es inadmisible que la religión o las creencias religiosas se usen como pretexto o
campaña para combatir la Revolución y el Socialismo”ii. Los prelados nada pudieron hacer por
impedirlo.
El problema estuvo en los que quisieron ambas cosas y a ellos se dirigió el incansable Pérez
Serantes en una nueva carta titulada Roma o Moscú, donde el arzobispo se reafirmaba en sus
postulados: “Sepan todos y no lo olviden que los católicos a medias nunca han servido y menos
ahora. Tampoco sirven los que son católicos a su manera o por la libre; ya todo eso pasó. Los
católicos de esas dos clases son los mejores auxiliares del comunismo”iii. Fue el anuncio de la
ruptura definitiva, confirmada irrevocablemente el 4 de diciembre de 1960 cuando los obispos
cubanos se dirigieron a Fidel Castro exigiendo los mínimos derechos ciudadanos para
manifestar su total disconformidad ante la gravedad y reiteración de los hechos acaecidos en la
Isla desde el triunfo de la Revolución.
La gota que había colmado el vaso de la paciencia episcopal fue una intervención pública de
Castro en la Universidad de La Habana atacando frontalmente la educación católica y
i
“Al pueblo de Cuba”, carta colectiva del Episcopado cubano, 7 de agosto de 1960, La Voz de la Iglesia...,
pp. 115-118.
ii
I CONGRESO DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA, “Tesis y resolución sobre sobre la política en relación
con la religión, la Iglesia y los creyentes”, Documentos y Discursos, La Habana, 1981.
iii
Enrique PÉREZ SERANTES, “Roma o Moscú”, circular a los fieles de la arquidiócesis de Oriente, 26 de
noviembre de 1960, La Voz de la Iglesia..., p. 140.
224
acusándola de fomentar el odio al obrero, los privilegios de la burguesía y la traición a la Patria,
amén de calificar a los sacerdotes de vagos y a toda la Iglesia de ser una corporación a las
órdenes de potencias extranjeras. Hoy podemos decir que aquella intervención fue el acta de
defunción de los católicos como agentes sociales en igualdad de derechos con el resto de
compatriotas, convirtiéndose en ciudadanos de segunda categoría, parias del nuevo orden
socialista.
A partir de ese instante, “a la Iglesia no le quedó otra opción que el silencio y el repliegue”i y,
poco después, la diáspora por el temor –atizado desde las mismas instituciones nacionales que
debían protegerles– a represalias más violentas. A partir de ese momento, la Iglesia católica
subsistió, pero sumamente empobrecida, desprovista de su medios clásicos de apostolado
(colegios, organizaciones de caridad, hospitales, asilos, medios de comunicación, movimientos
laicales) y con sus efectivos personales reducidos en un 90%: si en 1959 había en Cuba casi un
millar de sacerdotes y dos mil religiosas, tres años más tarde sólo quedaban ochenta sacerdotes
y casi doscientas monjas para atender una población de 9 millones de habitantes.
El resto había sido expulsado bajo la acusación de traición a la Patria. La fotografía que dio la
vuelta al mundo fue la del centenar largo de religiosos y sacerdotes que en septiembre de 1961
fueron detenidos y obligados a embarcar por la fuerza en el buque español Covadonga.
Previamente, el Estado había nacionalizado toda la enseñanza privada, ya que: “[...] en muchos
centros educacionales privados, especialmente los operados por órdenes religiosas católicas, los
directores y profesores han venido realizando una activa labor de propaganda
contrarrevolucionaria”ii. Pero el delirio jacobino no se detuvo ahí, sino que se llegó a encarcelar
al arzobispo Evelio Díaz y al rector de la Universidad de Villanueva, Eduardo Boza Masvidal,
mientras que el cardenal Arteaga tenía que refugiarse en la embajada de Argentina.
Son los años del silencio en los que es la propia jerarquía la que, al ver la confrontación con el
Estado, desmantela los restos de las organizaciones laicales para evitar más problemas. La
primera tabla de salvación fue el Concilio Vaticano II, al que los obispos pudieron acudir
gracias a una concesión especial del propio Castro. Sin embargo, con los escasos medios de
pastoral que tenían, una incorrecta transmisión del Vaticano II podía suponer que la gente
pensara que la Iglesia también entraba en una revolucióniii, lo que hubiese sido utilizado por el
Estado cubano para confirmar al pueblo que Roma se unía acríticamente a los cambios en busca
del aggiornamento deseado por Juan XXIII.
Superado el primer lustro revolucionario, la Iglesia católica demostró su voluntad de
permanecer en Cuba con la irrenunciable obligación de predicar el Evangelio, consciente de su
misión profética esencial de anuncio y denuncia, ofreciendo a la vez un espacio de
humanización en la vida de sus comunidades de fe. Esto fue interpretado por el gobierno
estalinista de Fidel Castro como un “desafío ideológico” encaminado a mantener la presencia
religiosa que el Estado deseaba aplastar. Según Fernández Santalices: “un elemento añadido a
esta relación dialéctica [...] es que ambas instancias han ensayado una adaptación de sus
respectivas actitudes al compás de los cambios operados a escala universal, aunque sin
renunciar a sus principios fundamentales” teniendo siempre presente el objetivo del régimen de
“desvalorizar todo lo posible la presencia de la fe cristiana en la sociedad cubana”iv. Se pasó
entonces a favorecer a las religiones carismáticas (sobre todo la santería), porque ni tenían
grandes exigencias éticas ni creaban instituciones estables, pero sí reforzaban la desvertebración
i
Manuel FERNÁNDEZ SANTALICES, Presencia en Cuba..., p. 86.
Gaceta Oficial de la República de Cuba, “Ley de Nacionalización de la Enseñanza”, 7 de junio de 1961.
iii
En 1966, monseñor Pérez Serantes pudo llevar a Cuba 30 ejemplares del Concilio Vaticano II que se
distribuyeron entre las parroquias orientales. Según el actual arzobispo oriental, monseñor Pedro Meurice:
“Éramos la envidia de otras diócesis porque no existían más ejemplares en toda Cuba”.
iv
Manuel FERNÁNDEZ SANTALICES, “Notas para una historia del catolicismo cubano contemporáneo”,
Encuentro de la cultura cubana, número 2, otoño de 1996, p. 84.
ii
225
social que necesitaba el régimen y daban una salida inofensiva para el innato deseo humano de
trascendencia o, al menos, de una realidad sobrehumanai.
Mientras tanto, el canal de comunicación de la Iglesia cubana con el mundo quedó reducido a
los Nuncios apostólicos, que transmitieron el aliento constante de la Santa Sede y que jugaron
un papel determinante ante los ataques del poder político, sorprendido ante la resistencia del
episcopado. Por lo general, los nuncios entendieron perfectamente la situación de Cuba. El
primero fue monseñor Cesare Zacchi, hombre providencial y muy mal comprendido por los
católicosii, como Encargado de Negocios. Zacchi amortiguó muchos golpes y luchó hasta la
extenuación por la independencia de la Iglesia, además de contener el éxodo de laicos y de
recuperar a los sacerdotes que habían sido expulsados. Unos sesenta regresaron a Cuba para
integrarse en unas comunidades en las que no había medios de ningún tipoiii. También en sus
años en la Nunciatura se produjo la disolución de la Acción Católica y el cierre del diario El
Mundo, el último que mantenía una sección católica, mientras que, inesperadamente, la
Conferencia Episcopal autorizó a los laicos con vocación política a afiliarse al Partido
Comunista dado su carácter de partido único.
1969-1986. Entre la pacificación y el ENEC
Después de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (CELAM) de Medellín
(Colombia) en 1968, que se centró en el papel de la Iglesia en la transformación de América
Latina, la jerarquía cubana se atrevió a iniciar la aplicación el Vaticano II a través de Medellín.
Es decir, insistir en la conversión del hombre para exigir luego un cambio de estructuras, sin
renunciar al diálogo con el ateísmo, cuestión capital en la aislada realidad cubana.
Tras de ocho años de silencio (febrero de 1961 a abril de 1969) en los no hubo ningún
pronunciamiento público de la Iglesia cubana, por fin llegó una toma de posición de la jerarquía
católica. El nuevo episcopado cubano, más joven y posibilista, abandonaba el enfrentamiento y
exploraba nuevas vías de diálogo, consciente de que la oposición radical no había servido para
alterar el monolítico discurso oficial. Los más destacados prelados prerrevolucionarios habían
fallecido (el cardenal Arteaga y también el admirado oriental Pérez Serantes) o habían
renunciado (como el obispo de Camagüey Ríu Anglés), pero también algunos de los sacerdotes
que más habían apoyado a la Revolución, como el ya citado P. Biaín o el P. Sardiñas, que tenía
el grado de comandante. Incluso Ernesto Guevara había fallecido ya en Bolivia, pasando a
formar parte del panteón de santos marxistas revolucionarios. Parecía que era un momento de
cambios y los obispos así lo entendieron.
En su comunicado denunciaron, entre otros asuntos, el embargo económico que sufría Cuba
señalando que pesaba sobre los más débiles y que aumentaba los graves males que en ese
momento aquejaban a la nación. Un epígrafe medular, derivado del espíritu postconciliar, se
i
Con el paso del tiempo, se dio la paradoja de que el sincretismo fue un depósito popular de algunos
componentes importantes de la Fe católica, ya que los adictos a estas formas de religiosidad deben estar
bautizados por la Iglesia, participar en las festividades y celebraciones católicas más importantes y recibir
un funeral cristiano.
ii
El gran error de Zacchi fueron unas supuestas declaraciones de 1966 a la revista mexicana Sucesos en
las que afirmaba que las relaciones con el Estado cubano eran cordiales y que no se había dado ninguna
persecución contra la Iglesia.
iii
Los primeros automóviles, un centenar, llegaron en 1964 después de un quinquenio sin permiso estatal
para realizar esa compra. Las gestiones fueron realizadas por monseñor Zacchi, que consiguió además la
introducción de 600 Biblias y 4.000 Evangelios y la exención del Servicio Militar para los seminaristas.
Todos esos gestos preludiaron un deshielo en las relaciones Iglesia-Estado que no llegó a verificarse.
Zacchi fue nombrado en 1975 Presidente de la Pontificia Academia de Eclesiástica del Vaticano, siendo
sustituido por Mario Tagliaferri, que permaneció en Cuba hasta 1979, año del nombramiento de Giuseppe
Laigueglia. Apenas unos meses más tarde, se sustituyó a monseñor Laigueglia por Giulio Einaudi.
226
refirió al problema del ateísmo contemporáneo: “Hemos de acercarnos al hombre ateo con todo
el respeto y la caridad que merece una persona humana por el mero hecho de serlo. No debemos
excluir la honestidad en la toma de su posición, que puede ser muy sincera, ni debemos excluir
la colaboración en el orden práctico de nuestras realizaciones terrenales [...] hay un campo
enorme de empeño común entre todas las personas de buena voluntad, sean éstos ateos o
creyentes”i.
Era un cambio de rumbo, un alejamiento de las pastorales de combate de Pérez Serantes y un
intento de tender puentes con el marxismo. Pero todas las esperanzas quedaron frustradas al
conocerse la respuesta de Fidel Castro: suprimir todas las fiestas religiosas, incluida la Navidad,
con el fin de aprovechar al máximo todo el tiempo de trabajo posible y destinarlo a la zafra de
los diez millones de toneladas, que poco después se reveló como un estrepitoso fracaso de
planificación.
Lejos de rectificar, el Estado aprovechó esta apertura para radicalizar el discurso anticatólico y
proclamar su ateísmo: fue adelantado en la declaración final del I Congreso Nacional de
Educación y Cultura (1971) y reiterado en la declaración “Sobre la política en relación con la
religión, la Iglesia y los creyentes” del I Congreso del Partido Comunista de Cuba (1975) en la
que se afirmó que: “el papel social de la religión está dado por su contenido conservador, de
renuncia a la lucha y sumisión a los llamados poderes sobrenaturales, que no son otra cosa que
la explicación de los fenómenos de la naturaleza y las fuerzas opresivas de las clases
explotadoras”. Finalmente, el ateísmo adquirió carácter definitivo al ser incluido en la nueva
Constitución de Cuba de 1976.
Es importante retener esta última fecha, ya que demuestra la el escaso respeto del gobierno
revolucionario por la legalidad. En enero de 1959, según constaba en el programa rebelde, la
Constitución que iba a instaurarse era la socialdemócrata aprobada apenas dos décadas antes y
que Fidel Castro levantaba como una prueba de su espíritu democrático. En vez de eso, lo que
sucedió fue que, por decisión del Comandante en Jefe, todo el poder legislativo quedó en manos
del gobierno, ya que “la Revolución es la única fuente del derecho”. De este modo, se terminó
con la división de poderes y toda iniciativa legal partía de un minúsculo grupo de ministros que
no tenían ninguna supervisión. Si la democracia parlamentaria moderna es un delicado
entramado de controles y equilibrios (el Check and Balance anglosajón), el nuevo Estado
cubano decidió que con ellos no iba el constitucionalismo. El cambio de produjo en 1976
cuando Castro decidió que había llegado el momento de redactar una Carta Magna socialista y
crear un nuevo cuerpo legislativo, que se llamó Asamblea del Poder Popular. Ese instante fue
aprovechado por el recién elegido Presidente de Estado para decirle a los creyentes: “Hay que
trabajar juntos para que, cuando la idea política triunfe, la idea religiosa no esté apartada, no
aparezca como enemiga de los cambios [...] ya que no existen contradicciones entre los
propósitos de la religión y la Revolución”ii. Habían pasado diecisiete años en los que Cuba
había carecido de un texto constitucional que garantizase a sus ciudadanos los mínimos
derechos civiles.
En el horizonte eclesial, empero, ya se vislumbraba la III Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano, esta vez en Puebla (Méjico) y también con participación cubana. Allí brotó la
idea de poner a la Iglesia cubana en pie de reflexión sobre su ser y su quehacer en el pasado, en
el presente y en el futuro, de modo que desembocara en un Encuentro Nacional donde se
tomarían algunas opciones pastorales. Juan Pablo II, asistente de excepción en Puebla, auguró
frutos provechos de reconciliación entre la Iglesia católica y el pueblo de Cuba. Esos beneficios
se concretaron, en un primer momento en el proyecto Reflexión Eclesial Cubana (REC), cuyo
i
CONFERENCIA EPISCOPAL CUBANA (CEC), “A nuestros sacerdotes y fieles”, comunicado de 3 de
septiembre de 1969, La Voz de la Iglesia..., p. 177.
ii
Fidel CASTRO, “Discurso a los miembros del Congreso de Iglesias”, Actas, Kingston (Jamaica), 1977, p.
3.
227
objetivo era renovarse y ponerse al servicio de la comunión con Dios y con el pueblo. Este
proceso se realizó entre 1981 y 1985, dando paso un año más tarde al trascendental Encuentro
Nacional Eclesial Cubano (ENEC), celebrado en La Habana entre el 17 y 23 de febrero de 1986.
A su convocatoria y celebración también ayudó notablemente un clima de deshielo en las
relaciones Iglesia-Estado, favorecidas por la visita que realizó Mijail Gorbachov en 1985 en la
que presentó las líneas maestras de su Perestroika e instó al gobierno cubano a realizar un
esfuerzo de transparencia tanto en su política interior como exterior.
La Iglesia, a instancias del arzobispo habanero Ortegai, de talante conciliador y sinuoso,
propuso dos encuentros de la Conferencia Episcopal con Fidel Castro el año anterior al ENEC.
A partir de entonces se estableció una agenda de encuentros que desembocó en la creación por
parte estatal de un Departamento de Asuntos Religiosos dependiente del Comité Central del
Partido Comunista y Castro invitó por primera vez a la Iglesia católica a participar en un
Congreso internacional sobre deuda externa en la Asamblea del Poder Popular, que recibió a la
delegación católica con una sonora ovación. Previamente a este hecho, Fidel Castro había
puesto en televisión como ejemplo de gestión eficiente la realizada por las religiosas católicas
que atendían los hogares de ancianos. El corolario a esta distensión fue la publicación del libro
Fidel y la religión del dominico liberacionista brasileño Fray Betto. Con una tirada de un millón
de ejemplares, la entrevista sirvió a Castro para confirmar el nuevo horizonte de las relaciones
entre la Revolución y la Iglesia, a la vez que rectificaba algunos conceptos ateístas del
marxismo, por ejemplo que la religión no era necesariamente el opio del pueblo.
Por su parte, monseñor Ortega había agradecido públicamente desde las páginas oficiosas de
Bohemia las facilidades estatales para reconstruir templos y adquirir medios de transporte, así
como el apoyo oficial a las obras asistenciales de las congregaciones religiosas. La confirmación
llegó con una entrevista de prensa celebrada en Roma durante el Sínodo extraordinario de
obispos de 1985, en los que Ortega confirmaba el nuevo statu quo de las relaciones con el
Estado, idea que se transmitió a todos las diócesis cubanas en la carta dirigida a los delegados
del ENEC en la que se aseguraba que existían: “[...] signos de acercamiento y distensión con las
autoridades del país [...] No se trata de indicios ocasionales, sino que, por su importancia y
permanencia, estos hechos merecen la máxima atención de todos los cristianos y una adecuada
acogida y respuesta evangélica”ii.
En el ENEC, la Iglesia cubana dio lo mejor de sí misma. Veinticinco años habían trascurrido
desde el triunfo de la Revolución y, pese a los innumerables intentos, la Iglesia no había podido
ser integrada en los fines del Estado socialista. Llegaba exhausta, pero llegaba. Y fue capaz de
movilizarse a lo largo de toda la nación para reflexionar, desde las parroquias a la diócesis,
acerca de su ser y quehacer en aquella sociedad ya postcristiana, cuando no anticristiana. Sus
dos ejes orgánicos fueron la fidelidad a Cristo y la fidelidad a Cuba, en un ambiente de
celebración porque “cuando la Iglesia está contenta, los pueblos están contentos también [...] sin
buscar criterios nuevos, principios nuevos; nos bastan los de siempre, que son los que vienen del
Evangelio [...] Se trata más bien de buscar cómo aplicarlos pastoralmente a nuestra realidad
concreta”iii.
Varias fechas coincidieron en el tiempo con la celebración. 1986 era Año internacional de la
Paz, habían trascurrido dos décadas desde el Vaticano II y medio siglo desde la Coronación de
la Virgen del Cobre en Santiago de Cuba ante una muchedumbre de católicos cubanos. El
i
A la consagración de monseñor Jaime Ortega Alamino (Matanzas, 1936) como arzobispo de La Habana
acudió una delegación del gobierno, gesto inusual que demostraba una moderada satisfacción oficial con
el nombramiento.
ii
Manuel FERNÁNDEZ SANTALICES, Cuba: catolicismo y sociedad en un siglo de independencia, Caracas,
1996, p. 84.
iii
ENCUENTRO NACIONAL ECLESIAL CUBANO (ENEC), “Documento final”, Roma, 1987, p. 8.
228
trabajo preparatorio fue arduo, ya que cada diócesis respondió a un Documento de Consulta
previo con un documento de trabajo que fue explicado en el ENEC por los enviados de cada
diócesis, 173 en total, laicos la mayoría de ellos.
Si realizamos un análisis detallado de este documento de 266 páginas impreso en Roma por los
Salesianos, percibimos con claridad las líneas de fuerza que guían su discurso. Me detendré en
algunas que son especialmente clarificadoras, en especial las que afectan a las cuestiones
culturales, sociales y políticas. A saber:
1. Cuba no sólo se halla lejos de una eventual revolución, sino que ésta se ha
instalado en su historia y se ha constituido en un universo cultural. Dicho
universo supone continuidad y evolución, pero también ruptura con la tradición
cultural cubana.
2. Los cristianos cubanos reclaman su derecho a estar presentes, como tales, y a
participar activamente en el proceso histórico que se verifica en el país. No sólo
por su condición irrenunciable, sino por la presencia actuante del cristianismo
en la historia de la nación, sobre todo en el período de formación de la
conciencia de cubanía.
3. La Iglesia a tratado de encontrar caminos que lleven a una situación de diálogo
entre católicos y marxistas para cumplir con su vocación a la reconciliación con
Dios y entre personas de un mismo pueblo. En cumplimiento de esta misión,
comienza por reconocer su cuota de responsabilidad con relación a las tensiones
y divisiones de variado género que pesan sobre nuestro pueblo.
4. En el campo cultural, propone realizar una síntesis entre los elementos
compatibles del humanismo cristiano y la antropología marxista.
5. En el campo educativo, la Iglesia se alegra de gran esfuerzo realizado por el
Estado para lograr que la enseñanza gratuita llegue a todos. Con todo, le
preocupa con intensidad el enfoque ateísta de la educación y la formación ética
de las nuevas generaciones.
6. La Iglesia no comparte determinados aspectos ideológicos del Estado socialista
cubano y rechaza el ateísmo oficial, pero no le opone una ideología de
recambio. Es decir, rechaza presentarse ante la sociedad cubana como un poder
frente a otro poder ni como un alto tribunal que juzga y enumera lo bueno y lo
malo.
7. La Iglesia reitera que su misión es eminentemente religiosa, pero reconoce una
dimensión política y social a su doctrina.
8.
A la Iglesia le preocupa que los católicos estén colocados al margen del
proyecto social nacional, siendo aceptado por su competencia, por su
integridad, por sus buenas relaciones humanas, pero casi siempre a pesar de su
fe religiosa.
El resultado fue un documento final que recogió: “el espíritu que ha animado a la Iglesia en
Cuba durante estos años, el trabajo intelectual y físico de tantos hijos de la Iglesia y, sobre todo,
las vivencias y los criterios y los proyectos forjados [...] Este Documento será en adelante punto
clave de referencia, orientación y estímulo”i. Como hemos visto, en él se animaba a los fieles
i
ENEC, “Documento…”, p. 1.
229
salir de los templos y dar lo mejor de sí mismos, descubriendo la potencia políticai que tenía el
documento final y su indudable estímulo para colaborar en la construcción del bien común.
Como colofón al esperanzador año de 1986, dos hechos destacadísimos: la creación de la
Cátedra de cultura cubana Félix Varela en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio para el
estudio del pensamiento nacional en la que se integraron católicos, protestantes y marxistas con
el fin de realizar una experiencia práctica de diálogo. Su primer ponente fue el historiador
Manuel Moreno Fraginals, un referente ineludible en la historiografía cubana. El otro gran
acontecimiento fue la visita a Cuba de la Madre Teresa de Calcuta, que confirmó la llegada a la
Isla de su instituto religioso de las Misioneras de la Caridad, instante aprovechado por Fidel
Castro para dar publicidad a un periodo de “rectificación de errores y tendencias negativas” en
el proceso revolucionario.
1987-1998. Del desconcierto a la esperanza
Poco podían imaginar los católicos cubanos –incluida la jerarquía– los radicales cambios que
iban a suceder en los cinco años siguientes a la celebración del ENEC. Hablar en aquel
momento de la caída del Muro de Berlín, la desintegración de la URSS y la prohibición del
PCUS o del hundimiento de todo el campo socialista era, como en el resto del mundo, políticaficción.
Estos hechos, bien estudiados hoy, distorsionan la apreciación correcta de las aportaciones del
ENEC, que se vieron superadas apenas tres años más tarde, en especial, todas las alusiones al
imposible diálogo cristianismo-marxismo. Todo el texto tenía un aroma de cierta resignación
ante la realidad político-social analizada… pero intentaré no caer en esa grave tentación que
tanto molestaba a Popper: profetizar el pasado.
Lo que sí es cierto es que unos meses después de concluido el Encuentro, un informe del
arzobispo Ortega al Consejo Diocesano de Pastoral confirma que: “la situación de la Iglesia en
su diálogo formal con el Estado da la impresión de haber entrado en una fase de
estancamiento”ii. De nuevo, Fidel Castro echaba el freno en el momento en el que las
expectativas eran mayores. La desorientación era evidente, pero se reforzó de modo inesperado
con el anuncio del gobierno de revisar todos los textos escolares para eliminar las alusiones
ofensivas a la Iglesia católica y la fe cristiana, a la vez que autorizaba la importación de 30.000
biblias y devolvía al arzobispado de La Habana la Iglesia de San Francisco, intervenida por el
gobierno en 1966 y encarcelado su párroco a treinta años de cárcel –de los que cumplió diez–.
Sin embargo, los acontecimientos internacionales son los que van a marcar la política cubana en
el periodo que se abre a partir de 1989. En primer lugar, la presión exterior que soportó el
gobierno ante el anuncio de ejecución del general de las Fuerzas Armadas Revolucionarias
(FAR) Arnaldo Ochoa y del coronel Patricio de la Guardia, además de otros dos oficiales de alta
graduación, entre ellos el Jefe del Estado Mayor, acusados de narcotráfico y alta traición. En
Cuba, Ochoa era la representación del Hombre Nuevo creado por la revolución. De origen
campesino, ingresó muy joven en el ejército cubano, llegando a ser condecorado con la máxima
distinción fidelista –Héroe de la república de Cuba– por sus misiones internacionalistas en
Angola, Etiopía y Nicaraguaiii. Un Tribunal Militar Especial ordenó su fusilamiento en un
i
Asumo aquí la definición de lo político como aparece en la Constitución Gaudium et Spes del Vaticano II:
“conjunto de aquellas condiciones de la vida social con las cuales los hombres, las familias y las
asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfección” (GS 74).
ii
iii
Manuel FERNÁNDEZ SANTALICES, Cuba: catolicismo…, p. 85.
Para conocer con detalle y de la mano de uno de sus protagonistas la extensión de la actividad terrorista
230
proceso que causó una fuerte conmoción en la sociedad cubana y que ha pasado a la historia de
la revolución como uno de los acontecimientos más traumáticos para el régimen.
En realidad, se trató de una purga estalinista ordenada por Castro, que desconfiaba del enorme
ascendiente de Ochoa en las FAR y de sus simpatías por Gorbachov y el proceso
democratizador de la URSS. El general Ochoa, que se había formado en la elitista Academia
Frunze del Ejército Rojo en Leningrado, hablaba ruso con soltura y, según la historiografía
posterior a su asesinato, fue su evidente maduración como alternativa a Fidel Castro lo que
determinó su defenestración y juicio sumarísimo.i Todo ello unos meses después de la segunda
visita del mandatario soviético a la Isla, en la que se renovaron acuerdos comerciales y militares
entre las dos naciones y en la que Gorbachov le trató con evidente simpatía.
Apenas cinco meses más tarde se produce la caída del Muro de Berlín y, como una ola
imparable, las declaraciones de varios países satélites de la URSS anunciando medidas
democratizadoras. En el mensaje de Navidad, el episcopado cubano celebra la invitación del
estado comunista a Juan Pablo II para que visite Cuba, a la vez que instan al gobierno a
promover: “[...] con creatividad mayores niveles de participación social, económica, cultural y
política”ii que dejen atrás el colectivismo asfixiante, tan ajeno a las necesidades y el sentir de
gran parte de los cubanos.
En ese instante, un miedo cerval se había apoderado del gobierno cubano, consciente de que el
“desmerengamiento” –según terminología acuñada por el comandante en jefe– del orbe
estalinista europeo suponía el colapso económico cubano. Pero no sólo la caída de la utopía
estalinista en el Viejo Continente fue la que provocó esa reacción, sino que (conviene
recordarlo), en 1989 también se produjo la matanza estudiantil china de Tiananmen, aplastada
eficaz y pulcramente por los tanques del Ejército Popular, y la invasión estadounidense de
Panamá, seguida de la deportación del general Noriega a los EE.UU. acusado de narcotráfico.
En ese año crucial de 1989, Castro vio cortar demasiadas barbas ajenas, algunas como vemos
muy cercanas, y decidió también ordenar el retorno de las tropas cubanas desplegadas en
Angola y Etiopía. Quizá la metáfora de volver a los “cuarteles de invierno” no sea muy
adecuada para una nación antillana, pero eso fue lo que realmente sucedió. A partir de la década
de 1990, el régimen vivirá obsesionado con la cuestión financiera y el modo de reformar su
sistema económico. Para intentar darse una coartada que justifique las medidas ineludibles que
tenía que adoptar, declaró que a partir de 1990 comenzaba un Periodo Especial con ajustes
económicos: “forzados por la cambiante situación política del bloque socialista”iii. Era el
reconocimiento velado de que, desde ese momento, nada iba a volver a ser igual en la
revolución cubana.
Como siempre, los cambios se camuflarán con una retórica ampulosa y normalmente
incomprensible para la mayoría de los ciudadanos, preocupados a partir de ese momento en
resolver sus necesidades elementales. La primera, conseguir alimentarse tres veces al día, tarea
nada fácil con la esmirriada cartilla de racionamiento, compañera (esta sí y de verdad) del
cubano desde 1962. A partir de ese momento, se inició un declive drástico en la calidad de vida
de los habitantes de la Isla. Las carencias materiales se incrementaban por momentos, cuadro
del estado cubano en África y América Cfr. Norberto FUENTES, Dulces guerreros cubanos, Barcelona,
1999.
i
Otro de los imputados, el general Antonio de la Guardia, condenado a treinta años de prisión y hermano
gemelo del fusilado, apenas cumplió ocho años de cárcel, reforzando con su liberación la teoría de que
todo el proceso fue una trama política para guillotinar a una supuesta tendencia reformista dentro del
régimen.
ii
CONFERENCIA EPISCOPAL CUBANA (CEC), “Mensaje de Navidad 1989”, diciembre de 1989, La Voz de la
Iglesia..., p. 350.
iii
Granma, abril de 1990.
231
pintado con desgarrador sarcasmo por la escritora Zoé Valdési mientras se ocultaba en los
informativos de radio y televisión la derrota del sandinismo en las elecciones de Nicaragua, uno
de los países que siguió la senda política cubana.
Esta es la nueva realidad con la que se encuentra la Iglesia católica cubana. Una sociedad que,
acostumbrada a vivir dentro los límites del comunismo –asfixiantes, pero conocidos–, debe
afrontar cambios radicales en todos los órdenes. También en el religioso, ya que de forma
unilateral el gobierno canceló la visita del Papa, prevista para el 8 y 9 de diciembre de 1990.
Castro calificó entonces el anuncio de la visita como: “un error del Vaticano [...] Para que el
viaje se produzca es necesario que exista el acuerdo de las dos partes. No lo había entonces y no
lo hay ahora”ii. Esta medida, que supuso un fuerte golpe en las aspiraciones de los católicos
cubanos, fue compensada con la autorización estatal para que Cáritas Internacional estableciese
una sección en Cuba, único país del continente donde no tenía sede.
En un abrir y cerrar de ojos, la URSS abandona el marxismo-leninismo y se disuelven el Pacto
de Varsovia y el COMECON, versiones socialistas de la OTAN y la CEE. Para Cuba, que
pertenece al Mercado Común comunista desde 1972, su desaparición es una vuelta de tuerca tan
letal que provocará la apertura plena al turismo (calificado en los primeros años revolucionarios
como: “lacra burguesa que refuerza y prolonga la explotación capitalista sobre los países menos
desarrollados”) y la dolarización de la economía (es decir, la autorización para poseer y utilizar
la divisa estadounidense como medio de pago dentro de Cuba, hasta entonces delito tipificado
por el Código penal cubano).
Los obispos, en la Navidad del año 91, abordan con valentía estas novedades en una carta a
todos sus sacerdotes. “Es evidente que los cambios que van ocurriendo en el mundo [...] tienen
su repercusión en Cuba. [...]. Esto supone también cambios progresivos y a veces radicales
dentro de cada país hacia una vida más democrática y abierta a la participación de todos los
ciudadanos. [...] Ustedes, queridos sacerdotes, conocen mejor que nosotros los pormenores que
experimenta la familia cubana para hacer frente a las necesidades materiales de cada día y cómo
esas dificultades causan trastornos en nuestros hermanos enfermos o de edad más avanzada.
Conocen también el descontento de tantos jóvenes por no hallar el trabajo al que aspiran [...].
Vemos, además, con preocupación y dolor [...] el aumento de la violencia, el robo, el
alcoholismo y el desenfreno sexual [...] y el incremento del número de jóvenes que tratan de
salir del país a través del Estrecho de la Florida, con gravísimo riesgo de sus vidas a causa de
los precarios e insuficientes medios que emplean para su empeño.”. Tras el análisis, se instaba a
todos los presbíteros a no desmayar, ya que: “La Iglesia permanece viva en medio de nuestro
pueblo”iii afirmación refrendada por el incremento de bautismos y el ligero aumento de
vocaciones a la vida consagrada y asistentes a la eucaristía dominical.
Aparte de fenómenos ya existentes en mayor o menor medida, este documento abordó un
problema incipiente: el éxodo de los balseros, verdadera crisis humana que estallaría en 1994 y
permanecerá a lo largo de toda la década, también como un nuevo desafío para los católicos.
Sólo en 1991, dos mil balseros fueron rescatados con vida del océano, mientras otros seis mil
morían en el intento de cruzar las noventa millas que separan ambos países. A partir de ese
instante, inducidos por la desesperación de vivir en una nación sin futuro y la Ley de Ajuste
Zoé VALDËS, La nada cotidiana, Buenos Aires, 1995. Publicada inicialmente en francés, esta novela relata
la Cuba de fin de siglo con una perspectiva libertaria y nihilista en todos los aspectos que aborda, ya sean
políticos, sociales o sexuales. Con influencias patentes de Sartre y Cioran, es reflejo amargo del vacío
existencial de una parte considerable de la generación que ya nació con la revolución en el poder. En la
misma línea, pero actualizando el tema, encontramos la novela Trilogía sucia de La Habana. Cfr. Pedro
Juan GUTIÉRREZ, Trilogía sucia de La Habana, Barcelona, 1998.
ii
Manuel FERNÁNDEZ SANTALICES, Cuba: catolicismo…, p. 92.
iii
CONFERENCIA EPISCOPAL CUBANA (CEC), “A todos los sacerdotes de nuestro país”, 8 de septiembre de
1991, La Voz de la Iglesia..., pp. 365 y 370.
i
232
Cubano (que les concedía asilo si llegaban a tierra firme estadounidense), serán miles los
cubanos que se lancen al mar desde las costas de Matanzas o La Habana con el deseo de llegar a
los cayos de La Florida.
De nuevo, el éxodo. Pero el de finales del siglo XX por razones económicas, no ideológicas o
religiosas, como sí ocurrió en los años 60. La juventud cubana, entonces como ahora, vive con
el deseo perenne de salir de su país, idealizando la Yuma –que es el término con que se
denomina a los EE.UU.– y estando dispuestos a jugarse la vida y comenzar de nuevo lejos de su
patria.
Mientras tanto, la Iglesia se manifestó de nuevo contra el embargo económico contra Cuba ante
la aprobación por parte del gobierno de Washington de las medidas propuestas por el polémico
senador demócrata Robert Torricelli. Esta postura de la jerarquía católica fue, y continua siendo,
una opción muy criticada por gran parte el exilio, sobre todo en los EE.UU., ya que el
mantenimiento de las sanciones contra Cuba es la bandera que demuestra la influencia de la
diáspora cubanoamericana en el legislativo de los Estados Unidos.
Los obispos, pese a todo, mantuvieron la postura oficial que arrancó en 1969 y que Juan Pablo
II ha reiterado también en diversas ocasiones: el embargo perjudica a los más débiles, no influye
en absoluto en la política del estado y otorga una coartada ideológica al régimen, que lo utiliza
para presentarse ante la sociedad mundial como una nación perseguida. La redacción episcopal
es meridiana: “Es cierto que estas dificultades [económicas] no se deben únicamente al embargo
norteamericano [...], sino que diversos factores nacionales e internacionales están en la base de
la crisis actual. Pero también es verdad que cualquier medida que tienda a aumentar los
sufrimientos del pueblo tiene nuestra total reprobación. El embargo es, de por sí, una medida de
fuerza que participa, en cierto modo, de la violencia de la guerra [...] violan generalmente los
principios del derecho internacional y siempre son contrarios a los valores del Evangelio.”
Pero iban más allá en su análisis para concluir: “Si lo que se pretende por esta vía es la
desestabilización del gobierno para llevar a la población civil del país, presionada por el hambre
y las necesidades, a la revuelta, la estrategia del embargo se torna, además, cruel. No podemos
aceptar, pues, las motivaciones políticas de un embargo de este género.”i.
Esta coincidencia esporádica con los postulados del régimen no suponía, en ningún caso, un
cambio de posición en el análisis de la situación moral y socioeconómica del país. “El pueblo
cubano vive momentos muy difíciles. Hay necesidades básicas en situación muy crítica. La
solución de los problemas suscita la comercialización de todo y la violencia primitiva por la
supervivencia. Se incuban, además, angustias, tensiones y rencores. [...]. A América, y a Cuba
con ella, puede secársele el corazón porque la pobreza, la injusticia de los poderosos y el saqueo
de riquezas aún perduran”ii. El pueblo, consciente de situación límite en la que se encontraba y
también de la falta de respuestas por parte del Estado, se manifestó reiteradamente en los
templos. Comenzaron a generalizarse entonces las protestas espontáneas contra el gobierno en
las eucaristías, hasta tal punto que la Iglesia tuvo que declarar su reprobación a tales
manifestaciones por realizarse en un lugar inadecuado, señalando que, en ningún caso, estaba
detrás de esas quejas. Pero también la Conferencia Episcopal denunció: “la presencia en las
celebraciones religiosas de agentes del orden en ropa civil, portando armas o instrumentos
contundentes, [lo que] es realmente una profanación”iii que no contribuía al orden, sino a la
violencia, ya que tales policías intentaban reducir por la fuerza a las personas que disentían.
i
CONFERENCIA EPISCOPAL CUBANA (CEC), “Ante el recrudecimiento del embargo económico contra
nuestro país”, 3 de octubre de 1992, La Voz de la Iglesia..., pp. 394-395.
ii
CONFERENCIA EPISCOPAL CUBANA (CEC), “Mensaje de Navidad”, 14 de diciembre de 1992, La Voz de la
Iglesia..., p. 397.
iii
Manuel FERNÁNDEZ SANTALICES, Cuba: catolicismo…, p. 95.
233
Se produce entonces el penúltimo aldabonazo, utilizando la conocida imagen del político
ortodoxo Eduardo Chibás, de la Conferencia Episcopal Cubana. Se trató del documento El amor
todo lo espera, que volvió a tensar al máximo las relaciones con el gobierno comunista. El texto,
escrito en un tono conciliador, aborda con profundidad cuestiones de moral, cultura, política y
economía dentro el marco general de la grave situación por la que atravesaba Cuba en 1993,
proponiendo soluciones mediante la búsqueda de nuevos caminos de diálogo.
El documento estaba dirigido: “[...] a todos, también a los políticos y [...] a los que, dentro o
fuera del país, aspiran a una participación efectiva en la vida política nacional. Hablamos como
cubanos a todos los cubanos, porque entendemos que las dificultades de Cuba debemos
resolverlas juntos todos los cubanos” y en él se cuestionaba la búsqueda de soluciones con
quienes desconocían la realidad histórica de Cuba. Es decir, la Unión Soviética. Los obispos
criticaban la dependencia del área comunista que había llevado a copiar estructuras y modelos
ajenos a la tradición política y cultural cubana, error agravado tras el hundimiento del bloque
soviético. Insistieron en que Cuba no podía esperar del exterior la solución a sus problemas
(turismo extranjero, inversiones extranjeras, solidaridad extranjera, etc.), ya que tal
comportamiento era alienante y provocaba una especie de exilio interior en aquellos que,
sobrevalorando lo ajeno, renunciaban a intentar resolver los problemas internos.
Su gran “pecado” a los ojos del Partido Comunista Cubano fue decir: “Hoy se admite que los
cubanos que pueden ayudar económicamente son precisamente aquellos a los que hicimos
extranjeros. ¿No sería mejor reconocer que ellos también tienen el legítimo derecho y el deber
de aportar soluciones por ser cubanos? ¿Cómo podremos dirigirnos a ellos para pedir su ayuda
si no creamos primero un clima de reconciliación entre todos los hijos de un mismo pueblo?”i.
Como se aprecia, mucho había cambiado la situación político-social en Cuba cuando en apenas
ocho años se había pasado de proponer el diálogo con el marxismo (ENEC) a instar la
recuperación de los lazos con el exilio, tradicional bestia negra del régimen y chivo expiatorio
de (casi) todos los males de la nación cubana. Sin embargo, tales apelaciones de la jerarquía
iban más por intentar romper el aislamiento interno y externo, que por acercarse a una oposición
al régimen que había dado reiteradas muestras de su intransigencia.
Por el contrario, el Estado sólo apelaba a la resistencia, negándose a aceptar la vertiginosa
decadencia de una sociedad ya de por sí paupérrima y sin ofrecer un plazo cierto en el que ese
esfuerzo concluiría. Era pedirle a un corredor de maratón que está a punto de llegar a la meta
que continúe su carrera... indefinidamente. Fueron los años de los apagones continuos, del
desbocamiento de atracos y suicidios, de las explosiones de violencia irracional y desesperada
que era negada por los medios de comunicación nacionales.
Este mensaje episcopal, directo y certero, removió los cimientos del Estado. Fidel Castro no
podía aceptar que, en pocos días, más de cien mil ejemplares del documento fuesen repartidos
desde el Arzobispado de La Habana sin más publicidad que el rumor ciudadano. Si en los días
inmediatamente posteriores a su publicación no hubo respuesta oficial, fue el propio
comandante en jefe el que tomó la batuta de la orquesta represiva para atacar con ferocidad a los
obispos desde las páginas del diario Granma. ¿Las acusaciones? Ninguna novedosa: traición a la
Patria, incitación a la violencia, desear la restauración colonial... La virulencia alcanzó tal grado
que el propio Juan Pablo II reafirmó a sus obispos animándoles a continuar trabajando por los
objetivos marcados en el polémico documento: la reconciliación nacional y la búsqueda de la
verdad y el bien común.
El enrocamiento del régimen llegó a su punto culminante en la primavera y el verano de 1994,
periodo durante el que se perpetraron varios secuestros de embarcaciones con el fin de ponerlas
rumbo a los EE.UU. y que culminó en una crisis migratoria de seis meses con más de 35.000
i
CONFERENCIA EPISCOPAL CUBANA (CEC), “El amor todo lo espera”, 8 de septiembre de 1993, La Voz de
la Iglesia..., p. 405.
234
cubanos saliendo en botes hacia La Florida. Uno de los más espectaculares secuestros ocurrió el
5 de agosto de ese año, mientras miles de personas miraban desde el Malecón o la vía costera de
La Habana. Se desataron protestas en una manifestación popular de descontento, con la gente
lanzando piedras a la policía y destruyendo los cristales de tiendas mientras un grito unánime se
repetía: “Libertad, libertad”. Los acontecimientos tuvieron menos de cinco horas de duración y
prácticamente concluyeron al llegar Fidel Castro al lugar de los hechos. Sin embargo, pese a lo
limitado y localizado de esas protestas, fueron los primeros choques entre partidarios y
opositores del gobierno desde la primera mitad de los años 60. Los jóvenes menores de treinta
años asistieron a un espectáculo insólito en su vida, y el gobierno sintió que una luz roja de
advertencia se encendía.
Castro declaró entonces que las fronteras de Cuba estaban abiertas para todo aquel que deseara
salir de la isla. Miles de personas se lanzaron al mar en balsas, botes y casi cualquier cosa que
flotara. El éxodo masivo terminó con negociaciones entre Cuba y Estados Unidos, que
concluyeron con un nuevo acuerdo migratorio suscrito en Nueva York por el que se estipuló la
emigración legal y ordenada de un mínimo anual de veinte mil cubanos (el anterior acuerdo, de
1984, limitaba a esa misma cifra el número anual máximo de visados para los EE.UU).
La Iglesia católica advirtió repetidamente a lo largo de todo el proceso de los riesgos: “Nos
preocupa el éxodo masivo de cubanos que abandonan [su] tierra, lanzándose irreflexivamente al
mar en embarcaciones rudimentarias bajo una especie de estado de desesperación que, con tal
de irse de su país, los lleva a aceptar cualquier destino. [...]. Nos preocupa que no lleguen a
analizarse en profundidad las causas últimas, que no son muy simples, de esta tragedia con la
voluntad sincera de ponerle punto final a esta tragedia que es también un escándalo. [...] En
nuestra condición de cubanos y obispos hacemos un llamamiento a la cordura.”i
El prelado de Santiago de Cuba, Pedro Meurice, decano de los obispos cubanos, glosó esta
realidad con más dureza en su tradicional homilía del 8 de septiembre en el santuario de El
Cobre: “La peor respuesta es echar eso [el éxodo balsero] a un lado. Decir que los que nos
abandonan y se van, no sé..., son como el desecho de nuestra sociedad. Hay algo más profundo
que tenemos que aceptar, que está sucediendo y que estamos viviendo. ¡Porque nadie, nadie,
puede estar conforme con un sufrimiento que se va alargando por tanto tiempo! ¡Nadie puede
estar conforme con una necesidad tan estrecha de las cosas elementales para vivir [...]. ¡Porque
nunca, en los 500 años ya de historia, que vamos viviendo, conocimos una situación similar en
la realidad de la vida y en nuestra historia! [...] La solución de nuestro problema y de nuestros
problemas... ¡Está! ¡Está aquí! ¡No en ninguna otra parte! ¿La solución de los problemas de los
once millones de cubanos? ¡Está dentro de Cuba! ¡Depende de nosotros!”ii.
El desconcierto profundo de la sociedad cubana ante la estampida de sus compatriotas se alivió,
al menos entre los católicos, con la creación del arzobispo de La Habana como nuevo cardenal
de la Iglesia católica. Ya en los años 50 otro prelado habanero, monseñor Arteaga, había sido
distinguido con el capelo cardenalicio (el primero de toda Iberoamérica), pero el ingreso de
Ortega en el Sacro Colegio de Cardenalesiii suponía el respaldo expreso a un modo de abordar
las relaciones entre la Iglesia y el Estado.
i
CONFERENCIA EPISCOPAL CUBANA (CEC), “A nuestros fieles cristianos”, 24 de agosto de 1994, La Voz
de la Iglesia..., pp. 447-448.
ii
Pedro MEURICE ESTIU, “En el Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre”, 8 de
septiembre de 1994, La Voz de la Iglesia..., pp. 451-452. La cursiva es mía.
iii
Monseñor Ortega fue nombrado cardenal en Roma el 26 de noviembre de 1994 por el papa Juan Pablo
II y retornó a Cuba el 9 de diciembre, recibiendo una clamorosa bienvenida en La Habana. El estado
cubano autorizó por esas fechas la entrada de 15 sacerdotes para colaborar en tareas pastorales. Para
conocer en profundidad la actuación y opiniones de Jaime Ortega en los últimos veinte años Cfr. Jaime L.
ORTEGA ALAMINO, Te basta mi gracia, Madrid, 2002., recopilación de textos, entrevistas, homilías y
documentos con el actual cardenal cubano.
235
A partir de su nombramiento como cardenal, puede decirse que el ideario pastoral de la Iglesia
en Cuba está fuertemente influido por la personalidad de Jaime Ortega. Su acción, como hemos
visto, se desarrolla en un contexto político-social muy complejo y en no pocas veces
contradictorio.
Sus tres líneas fundamentales de pensamiento son la Iglesia, la Patria y la Sociedad. Una Iglesia
que debe ser lugar de reconciliación y de acogida tras “la dura prueba del silencio sobre Dios,
del rechazo de la misma Fe como elemento anticientífico, retrógrado e innecesario para la vida”.
No debe ser una Iglesia política o simplemente sociológica, pero tampoco ajena a todo angustia
al pueblo de Cuba. En cualquier caso, este nuevo liderazgo de monseñor Ortega se encuentra
con una verdad indudable: el ateísmo, lejos de ser el pensamiento común de la nación cubana,
ha retrocedido, lo que permite la preparación de las nuevas generaciones en un entorno en el que
la Fe está presente y se manifiesta cada vez con menos miendo. “Nuestra Iglesia vive un nuevo
Pentecostés, no estruendoso, sin lenguas de fuego visibles, pero con un nuevo ardor
evangelizador”i.
Una Patria entendida como actitud de Fe, enraizada y presente en el día a día, del mismo modo
que sus grandes figuras históricas (Luz y Caballero, Mendive, Martí) son redescubiertos en sus
esencias cristianas, perfectamente detectables en su pensamiento. De todos ellos, insistirá en
recuperar sus mensajes de perdón y reconciliación, especialmente patente en la obra de José
Martí.
Por otra parte, Ortega también insiste en la identificación de la diáspora cubana como una parte
esencial de la Patria, rama del mismo árbol. “[...] Somos una nación dilatada y a menudo
dividida y nuestra conciencia de cubanos debe llevarnos a hacer cuanto sea posible en el orden
humano para labrar un futuro de esperanza, de amor y unidad”.
Por último, la Sociedad. Una sociedad que debe ser interpelada para denunciar todo lo que en
ella hay de anticristiano, sin olvidar el tremendo reto que supone que, si alguien quiere
prosperar en Cuba, debe para ello abandonarla. Esto es, para Ortega, un dolor de la Patria y
también de la Iglesia, que sufre al percibir cómo el exilio –ya sea externo o interno- mina la
actuación de los que deciden permanecer en la Isla.
Esta trinidad de preocupaciones episcopales (la Iglesia, la Patria, la Sociedad) es la que se
encontró Juan Pablo II en Cuba en su viaje como Mensajero de la Verdad y la Esperanza de
enero de 1998. Después del supuesto faux pas vaticano de principios de los años 90, ahora es el
propio Fidel Castro el que visita al Sumo Pontífice en Roma en 1997.
Si apenas siete años antes el gobierno cubano temió que una visita de Juan Pablo II precipitase
los acontecimientos políticos, ahora es el régimen el que está necesitado de oxígeno
internacional y de dar una imagen de normalidad y tolerancia. Por su parte, la Iglesia tenía una
obligación espiritual de celebrar su fe y dar un testimonio de cohesión, abrir horizontes de
esperanza y reconciliación y, en medio de las incertidumbres, dar voz a los que carecían de ella.
Por parte del Estado, fue el propio Castro el que se arrogó la tarea de explicar al pueblo la razón
de la visita, intentando dotarla –en una de sus clásicas piruetas dialécticas– de perfecta
coherencia ideológica, dada la oposición pontificia al embargo, al liberalismo salvaje y su
defensa a ultranza de los derechos humanos: “En todo ello coincide con la Revolución”ii dijo
Fidel Castro sin embozo.
Muy significativo fue el hecho de que la preparación de la visita de Juan Pablo II propició
algunas actuaciones hasta entonces impensables y que, sin que sirvieran de precedente (como
i
ii
Manuel FERNÁNDEZ SANTALICES, Presencia en Cuba…, pp. 102-103.
Granma, septiembre de 1997.
236
luego se demostró), constituyeron un paréntesis de tolerancia y desbloqueo, valiosos en sí
mismos, preludio del carácter festivo y reparador que tuvo la presencia del Sumo Pontífice en
Cuba. Baste para ello pensar que, si bien hasta última hora no se permitió a la Iglesia el acceso a
los medios de comunicación, sí se autorizaron las visitas misioneras casa por casa en toda la Isla
anunciando la cercana presencia de Juan Pablo II, así como la peregrinación apostólica de la
imagen de la Caridad del Cobre por toda la Isla y la celebración a su paso de misas al aire libre
en las plazas públicas por primera vez en tres décadas. Todo ello, huelga recordarlo, con un
seguimiento masivo una vez que se despejaron los primeros temores –justificados después de
años de persecución– entre el pueblo cubano.
No entraré a analizar la visita de Juan Pablo II por la completísima cobertura mediática que
rodeó su viaje y los innumerables análisis realizados tanto a priori como a posteriorii. Baste
decir que los frutos apostólicos del viaje fueron cuantiosos y que la comunidad católica se sintió
reconfortada, sacudiéndose una parte del miedo y el aislamiento a los que le somete el régimen.
Sin embargo, sus dos reivindicaciones principales (acceso libre a los medios de comunicación y
libertad de enseñanza religiosa) siguen vetadas por Fidel Castro.
Esta historia de desencuentros y vaivenes incomprensibles entre la Iglesia y el Estado ha sido
manejada por este último con su astucia, desarrollando una enigmática política de tensióndistensión en la que malvive todo el pueblo cubano, alejado por la maquinaria estatal de
cualquier tipo de organización (ya sea la Iglesia, la disidencia o los diplomáticos extranjeros)
que pueda convertirse en voz para los que no la tienen. Por este motivo, la Iglesia no logra
comunicarse plenamente con la sociedad cubana, ya que el régimen castrista está estructurado
iuris et de iure para aniquilar cualquier tipo oposición. Sin derechos civiles, sin libertades
públicas, sin espacios de opinión, la sociedad cubana se torna invisible, no porque se oculte,
sino porque carece de los medios necesarios para difundir sus opiniones.
Los urgentes retos que ahora se afrontan, y que son radicales en su formulación (pobreza,
disolución de la familia, aborto, falta de libertades políticas), exigen una respuesta pausada pero
determinante. Al menos uno de ellos ha sido presentado con dignidad ante la opinión pública
internacional por el heroico Proyecto Varela, liderado por el católico Oswaldo Payá. Los
recientes respaldos a Payá de la Unión Europa y otras instancias internacionales ofrecen una luz
de esperanza, tenue pero real.
Por su parte, la Iglesia –memoria y tradición, servicio histórico y denuncia– seguirá adelante
con su misión eterna y su defensa de los valores evangélicos. Los laicos, sin duda, seguirán
trabajando junto al resto de cubanos para crear una sociedad más justa, más libre y más humana.
Es la Historia del último siglo y nada parece que vaya a cambiar ese compromiso.
i
Cfr. JUAN PABLO II, Viaje apostólico a Cuba, Madrid, febero de 1998 e Ignacio URÏA, “Cinco días
esperanza”, Nuestro Tiempo, número 525, Pamplona, marzo de 1998.
237
Panorama y contribución del protestantismo cubano
POR VICENTE ECHERRI
Escritor. Dirigió durante diez años la revista religiosa El Informador Episcopal
La quiebra institucional que se ha producido en Cuba como secuela natural de la gestión
totalitaria por tantos años ya, ha llevado a pensar a más de un activista, comentarista, experto en
la cuestión cubana, etc. que la Iglesia, es decir la religión organizada, puede ser, o está llamada a
ser la única institución con suficiente credibilidad y solvencia moral para convertirse en garante
de una transición o de un cambio político —que inevitablemente ocurrirá— en el que las
actuales estructuras de poder den paso a una Estado democrático o que, al menos, tienda hacia la
democracia.
Por esta mediación eclesiástica han apostado muchos disidentes y no pocos miembros de
nuestro exilio, con menor o mayor grado de filiación y compromiso religiosos, pero que
comparten la opinión o el criterio de que el mensaje de moderación y reconciliación del cual la
Iglesia es portadora podría trasladarse al discurso político y en torno a él ir echando los
cimientos de la nueva Cuba. Algunos llegan a creer, y yo no me encargaré aquí de desmentirlos,
que de producirse un desplome súbito de la autoridad la Iglesia estaría llamada a convertirse en
una suerte de Arca de Noé; otros opinan que la tesis de los «cambios pacíficos» que casi todo el
que se pronuncia sobre Cuba parece ahora suscribir, responde, entre otras cosas, al temor de la
Iglesia y los líderes cívicos que le son afines, de que un colapso inesperado y espontáneamente
violento del régimen cubano podría arrasar con los restos de la vida civilizada que aún
sobreviven en la sociedad cubana.
Aunque al decir «Iglesia», con mayúscula y en singular, puede y suele pensarse en primer lugar
en la Iglesia Católica Romana, el nombre, como concepto institucional, se aplica en conjunto a
todas las denominaciones cristianas organizadas en el país y, en base a un criterio aún más
amplio, a toda denominación religiosa. Así entendido, Iglesia podría ser un concepto tan
genérico que podría dar cabida a los cultos afrocubanos que se agrupan bajo el nombre de
«santería», e incluso —extendiéndolo aún más— a sinagogas y mezquitas. Al reflexionar, pues,
sobre «el papel de la Iglesia» en una transición política en Cuba, estamos queriendo decir
iglesias, religiones, organizaciones religiosas. De este mosaico, me concentraré en el
movimiento protestante, que, por su propia naturaleza e historia, es, en Cuba y en casi todas
partes, fragmentario.
Conozco a personas para quienes ser cubano y protestante suena como una contradicción de
términos. Más fácilmente creen que la religiosidad de un cubano se expresa en el sincretismo
religioso, mezcla de catolicismo popular y religiones africanas que es una de nuestras más
constantes caricaturas, si bien es cierto que estas manifestaciones de culto han aumentado su
importancia en la vida religiosa del cubano de hoy. El protestantismo en Cuba, que llegó a tener
una relativa importancia e influencia en la sociedad, en vísperas de la revolución y que hizo,
como grupo minoritario, contribuciones apreciables , sobre todo en el campo de la educación,
siempre ha sido visto en Cuba, por nativo que fuese, como una corriente que llega desde el
exterior, particularmente desde los Estados Unidos. Al decir del Dr. Raúl Gómez Treto —un
prominente laico católico que en los años setenta resultó ser demasiado conciliador con la
dictadura— «En Cuba se era católico a la española y protestante a la americana». Es decir, el
protestantismo era una manera de identificarse con una corriente de pensamiento, posiciones,
etc.. que llegaban al país procedente del exterior, particularmente de los Estados Unidos.
Pese a que algunas iglesias protestante llevan más de un siglo establecidas en Cuba, y por
mucho que se arraigaran en el país y por cubanos que hayan sido la mayoría de sus líderes, el
protestantismo tiene una inescapable condición exógena, nos viene de fuera y, las primeras
238
veces, en son de guerra. Valga apuntar, como dato curioso, que el primer oficio protestante que
se celebra en la isla lo preside el capellán del corsario francés Jacques de Sores, que asalta e
incendia La Habana el 10 de julio de 1555. De Sores era hugonote, como lo era también su jefe,
el almirante Coligny, jefe de la Armada francesa, quien perecería años después en la matanza de
San Bartolomé. Dos siglos más tarde, en 1743, durante la guerra de la Oreja de Jenkins, la
colonia inglesa que se establece con el nombre de Cumberland no lejos de donde posteriormente
se fundaría la ciudad de Guantánamo, cuenta con un capellán anglicano, como anglicano ha de
ser el culto no católico que se celebró en La Habana durante los once meses que duró la
ocupación británica de la ciudad entre 1762 y 63. Sería también un misionero anglicano, esta
vez de la Iglesia Episcopal, el primero en establecer una misión permanente en Cuba. El Rdo.
Edward Kenney, quien procedente de la diócesis de Filadelfia, llega a La Habana el 27 de
noviembre de 1871, el mismo día en que el poder colonial ejecutaba a los ocho estudiantes de
medicina. Al principio, la obra episcopal en Cubase limitaría a una capellanía para extranjeros;
después, aprovechándose de una ley que garantizaba la libertad de cultos, comenzaron las
primeras misiones en el país, y eso atrajo también a los metodistas. Al finalizar el siglo y
producirse la intervención militar de Estados Unidos, Cuba se vuelve para casi todas las
denominaciones protestantes del Norte, una tierra de misión: así llegan también presbiterianos,
nazarenos, bautistas, cuáqueros. A estos últimos estuvo muy ligado el presidente Tomás Estrada
Palma que, si no llegó a ser miembro de esta denominación, como afirman algunos
historiadores, era un amigo de «los amigos», —es decir de La Sociedad de los Amigos, que es
el nombre oficial de los cuáqueros— desde sus tiempos de maestro en Central Valley, Nueva
York. Hay constancia, además, de que Don Tomás bautizó a uno de sus hijos en la iglesia
metodista de ese pueblo.
Con celo proselitista, casi todas las denominaciones protestantes norteamericanas enviaron sus
misioneros a Cuba, que se fueron dividiendo los campos de misión y extendiéndose por todo el
país. Posteriormente llegarían sectas menos tradicionales: testigos de Jehová, Adventistas del
Séptimo Día, Bando Evangélico de Gedeón y varios grupos pentecostales que ya crecían en
vísperas del castrismo y que, pese a los muchos años de discriminación y persecución, muestran
en la actualidad un cierto índice de pujanza.
Ahora bien, ¿qué aporta el protestantismo a la sociedad cubana, o qué podría aportar en un
proceso de transición hacia la democracia? Me atrevería a responder que, el mayor aporte que
los protestantes pueden aportar a Cuba, a la sociedad cubana, a este castrismo en vías de
desintegración y a la democracia del futuro es su propia visión fragmentada del mundo, su
pluralidad, que es una derivación natural del concepto luterano del «libre examen». Desde
luego, el fanatismo sectario que le hace creer a muchos miembros de las distintas
denominaciones que ellos son los poseedores de la verdad absoluta contribuye a oscurecer o
menoscabar el alcance o trascendencia de este aporte; para apreciarlo, hay que situarse afuera y
percibir el fenómeno del protestantismo como lo que realmente es: una especie de plato roto en
el que cada grupo o denominación tiene una astilla.
El concepto en sí mismo, es un buen antídoto contra el pensamiento único del totalitarismo
marxista que encuentra obvios puntos de afinidad en la estructura jerárquica y piramidal de la
Iglesia de Roma. Es decir, la coexistencia misma de las denominaciones protestantes, sus
diversos énfasis estarían llamados a ser, creo yo, una viva lección de pluralidad, del mismo
modo que en sus formas de gobierno están más presente las estructuras de la democracia
representativa.
Sin embargo, no podría pasar por alto al considerar protestantismo cubano y sus posible
contribución a la sociedad en que se produce y opera, el desairado papel de algunas
denominaciones y organizaciones, como el Consejo Ecuménico de Cuba, que frente al régimen
más despótico que ha padecido nuestro país en su vida republicana ha optado por la abierta
complicidad y el más abyecto colaboracionismo. Los líderes de algunas denominaciones,
particularmente la Iglesia Presbiteriana de Cuba, y algunos líderes del metodismo, de la Iglesia
239
Episcopal, así algunos pastores bautistas, cuáqueros y pentecostales, han funcionado, a lo largo
ya de muchos años como auténticos agentes y promotores del castrismo, sirviendo de
portavoces del régimen en foros nacionales e internacionales y promoviendo sin ninguna
vergüenza la agenda de la dictadura. Tres pastores protestantes son los únicos clérigos, hasta
donde yo sé, que tienen asiento en la llamada Asamblea Nacional del Poder Popular, un
organismo que parodia torpemente las funciones del poder legislativo en el Estado comunista.
El Consejo Ecuménico de Cuba —que se dedica fundamentalmente a conseguir viajes y
prebendas para los líderes protestantes comprometidos con el régimen, al tiempo que sirve a los
intereses del Estado en un control más efectivo del clero y las feligresías de sus iglesias
miembros— se encuentra en las antípodas de la solidaridad que se espera que una organización
religiosa tenga en medio de un pueblo oprimido. Lejos de ejercer un ministerio profético, de
denuncia frente a los atropellos y las persecuciones, y de simpatía con las víctimas, este foro que
agrupa a las figuras más visibles del protestantismo cubano ha sido un cónclave obsecuente que,
en algún momento, hasta ha llegado a apoyar públicamente las ejecuciones políticas. No es
menester argüir que esta parcialidad con el castrismo incapacitará a estos líderes religiosos,
individual o colectivamente, de hacer una contribución de peso en cualquier clase de transición
o en la democracia de mañana.
Más de una vez he intentado explicar el móvil de esta simpatía y de este colaboracionismo de
parte de algunos líderes y organizaciones del protestantismo cubano, que tanto compromete el
prestigio de sus denominaciones y que no encuentra réplica en la Iglesia Católica y, más allá del
oportunismo individual o incluso institucional, creo que debe haberse originado en el intento de
adquirir un relieve, una voz o una importancia a la sombra del nuevo régimen en el momento en
que la Iglesia Católica perdía el predicamento y la influencia que durante siglos había tenido en
la sociedad cubana.
Asimismo, las instituciones del protestantismo cubano reflejan —en lo político— a las iglesias
de donde provienen en Estados Unidos, siendo más avenientes con el castrismo el liderazgo las
denominaciones del protestantismo histórico —episcopales, metodistas, presbiteriano—, a las
que en Estados Unidos se les llama del «main stream» y que se identifican ccon posiciones más
«liberales» o de izquierda; en tanto las denominaciones que tienen un mayor carácter sectario,
por hacer énfasis en alguna doctrina particular —bautistas, pentecostales, adventistas, etc.— o
los llamados evangélicos, han mantenido, aunque con las inevitables excepciones, posiciones si
no de mayor oposición, al menos de menor acatamiento
Pese al lamentable papel de los líderes más visibles del protestantismo cubano en este período
de opresión política y oscurantismo ideológico, creo, que los protestantes cubanos heredan una
tradición más afín a la participación democrática —que copian en sus asambleas y en sus
organismos de gobierno—que la más autárquica estructura de la Iglesia de Roma. ¿Cómo esa
experiencia orgánica, operativa, podrá imponerse a la visión de túnel que tienen muchos
miembros de esas agrupaciones religiosas, para contribuir sanamante mañana al debate público
que trae consigo toda acción democrática? Sería pecar de temerario intentar responder esta
pregunta ahora, cuando todavía no sabemos cómo han de producirse las transformaciones que le
den paso al futuro a partir de la atrofiada sociedad actual; pero, en un pueblo donde la
desesperanza, la angustia y el miedo ha empujado a tantos a buscar nuevamente a Dios bajo
todas las formas y nombres, con el consiguiente crecimiento de la feligresía de todas las
denominaciones, es de creer que los protestantes, por ajenos a la sociedad cubana que todavía
les parezcan a muchos, están llamados a hacer su contribución en la hora de los cambios
inevitables, contribución que, sin duda, podrá catalogarse de valiosa.
240
La economía cubana en el post-totalitarismo
241
Un nuevo sistema financiero para una nueva Cuba
POR TOMÁS G. MUÑOZ
En nuestro planeta, vivimos en una constante transición, producto de diálogos, negociaciones,
fuerzas de mercado, o simplemente porque su momento ha llegado. De frente a un caso próximo
a nosotros ―el de España― vemos que varios modelos de transición la han abanicado
diferentes actores en diferentes tiempos y modos, sin conseguir más que fugaces soplos. Entre
Don Juan en los ´40 y Ruiz Jiménez a principios de los ´70, se produjeron diversos esquemas
que acabaron en el rastro de la historia, al paso que D. Juan Carlos trazaba su propio guión antes
y después de la muerte de Franco. Acierta el historiador español Javier Tusell al decir que
“todas las transiciones democráticas han sido una complicada partida de ajedrez a varias bandas
en las que el resultado final de ninguna manera estaba escrito.”
En Europa oriental, aunque hay excepciones, los episodios antes y después de la caída del muro
de Berlín “cogieron en bragas” a muchos dirigentes comunistas, de manera que sus tránsitos se
escribieron sobre la marcha, con su secuela de “estira-y-encoges,” y sin asesoría adecuada, en
aras de un errado sentido de la soberanía nacional.
En nuestro caso, los cubanos hemos preparado decenas de planes de transición, aunque aún el
primero está por montarse en el tren de la historia. Y aunque uno pudiera desechar estos
ejercicios con aburrida displicencia, es necesario hacerlos para que, al menos teóricamente, los
futuros ejecutores del cambio tengan algo que mascar y digerir en ese pedregoso camino que
será la transición, incluso la financiera.
*****
En términos simples, cualquier economía, sea socialista, de mercado, o en transición al
mercado, necesita de un sistema financiero, llamémoslo “cajero,” a través de quien fluye el
dinero ―las entradas y salidas del producto de esa economía. Así, antes del cambio, los países
socialistas tenían estructuras financieras sencillas, aunque diseñadas para sus entornos
económicos, i.e.,
Un banco nacional, que era a la vez banco de emisión y banco comercial a través del que se
canalizaban los flujos monetarios de la producción, los sueldos, las pensiones, los ahorros,
cambio de divisas, préstamos y las reservas internacionales del país.
Un banco de comercio exterior, encargado de la parte externa del producto de cada país –
importaciones, exportaciones, instrumentadas a través de giros, cartas de crédito, etc.
La primera excepción a esa regla general era Hungría, en donde, desde el inicio de los años 80
operaba el Central European International Bank, especializado en operaciones en divisas y
“switch trade,” tan común en aquella época. El estado húngaro, mayoritario, y varios bancos
internacionales europeos, eran los principales accionistas. Hoy día, naturalmente, todos los
países de Europa oriental, más los que aparecieron después del desmembramiento de la URSS,
tienen sistemas financieros que más o menos siguen el modelo occidental: banco central, bancos
comerciales nacionales y extranjeros, bancos de inversión, instituciones parabancarias, y
mercados de capital.
La segunda excepción la vemos en China y Vietnam, que, sin abandonar el socialismo
totalitario, han establecido modelos peculiares de economías de mercado, que más o menos
siguen a sus congéneres del antiguo bloque soviético: es decir, en esos dos países hay bancos
centrales, bancos comerciales nacionales y extranjeros, etc. Al visitar la bolsa de Shanghai, y
242
dada la aficción chinesa por el juego, he visto el desarrollo y la actividad de algunos parquets
primermundistas. Nadie diría que detrás de eso hay una férrea dictadura que no tolera el
disenso político.
Hago aquí un pequeño paréntesis, que hallo digno de mención: el común denominador de todos
esos países, con China de gran figurante, es que hoy día sus bancos están cargados de
préstamos incobrables. Después de inyectar US$ 200 millardos a varios bancos estatales, este
año China tendrá que aportar otros US$ 20 millardos para mantenerlos a flote. Semejantes
problemas están presentes en Polonia, Hungría, la República Checa, Rumania, Bulgaria y, last
but not least, Rusia. El motivo de esos huecos no es necesariamente la falta de preparación de
los gerentes de esos bancos, sino la corrupción: por otorgar un préstamo, los banqueros cobran
una comisión, que se embolsillan. Por ejemplo, en la Bulgaria de principios de los ´90, cuando
una empresa solicitaba un crédito, era común, y no bromeo, que el gerente del banco preguntara,
“¿tiene intención o no de repagar el préstamo?” Para una respuesta afirmativa, la coima del
banquero era del 5% del valor del crédito. Una negativa merecía un soborno de hasta el 50%.
Y no es sorpresa que aquel sistema bancario se desplomara a mediados de los ’90. No en balde
el afable Señor Filipov, al abandonar su cargo de gobernador del Banco Nacional,
inmediatamente se unió al banco del Grupo Multi, cuyo presidente, Ilya Pavlov fue abatido a
tiros justo frente a su oficina por un sicario que todavía anda forajido.
Volvamos a las excepciones. La tercera, muy poco conocida, es, adivinen, ¡Cuba! Sí, país de
socialismo totalitario, con un esbozo de economía de mercado agazapado en espera de su
momento. Desde 1997, el sistema financiero cubano tiene una legislación medianamente
decente, bien escrita, que ha contado con la asesoría externa del Brasil y de la Agencia Reuters,
entre otros. Y digo que es poco conocida, porque el Documento de Transición que muchos de
nosotros hemos leído, se refiere al Banco Nacional de Cuba como el motor de la transición
financiera. Claramente, y no es culpa suya, el cubano de a pié no tiene la mínima idea de esa
institución ya no es el banco central, y, peor aún, de que en Cuba ya hay montado un esquema
para cuando venga el cambio: los comisarios que quieren adueñarse del país se han ocupado de
mantener al pueblo ignorante.
¿Cuáles son los elementos del esquema cubano actual?
A la cabeza, está el Banco Central de Cuba, que sustituye al antiguo Banco Nacional de Cuba.
El BCC es, en propias palabras, “la entidad rectora, reguladora y supervisora de las instituciones
financieras y de las oficinas de representación establecidas en Cuba, incluyendo a aquellas que
se establezcan extraterritorialmente (offshore banks) en las zonas francas y parques
industriales…”
El Banco Nacional de Cuba, liberado de las funciones de banca central, continúa existiendo
como banco comercial, con más de 500 sucursales en el territorio nacional. No difunde sus
balances al público en general.
El Banco de Crédito y Comercio es un banco comercial establecido en 1997 y enfocado al
sector empresarial. Tampoco difunde sus balances al público.
El Banco Popular de Ahorro abre en 1983, y asume funciones de banca universal en 1997. Se
llama “banco líder de los clientes naturales (personas físicas) en moneda nacional y divisas.” Al
2002, tiene activos de $8.8 millones, y patrimonio de $468 mil, lo que lo hace microscópico en
tamaño. Este banco tiene una participación del 25% en el Netherlands Caribbean Bank, con sede
en Curazao, donde el ING Bank de Holanda ha suscrito el 50% del capital. El restante 25%
pertenece a Gilmar Project Finance, una empresa controlada por el Grupo Acemex, al cual me
referiré más tarde.
243
El Banco Financiero Internacional, que abrió en 1978, se dedica operaciones en divisas
contratadas con personas jurídicas cubanas y extranjeras, empresas mixtas y personas físicas.
No difunden sus balances, salvo a corresponsales.
El Banco Internacional de Comercio, que data de 1993, opera fundamentalmente en divisas, y
es miembro del Grupo Nueva Banca, que a su vez es una holding de CDC Capital Partners, del
Reino Unido, por su parte controlada por el Lyon Selection Group, de Australia. El BIC no
difunde sus balances. Los últimos estados financieros del Lyon Selection Group son de 1999, y
arrojan un patrimonio de casi A$100 millones.
El Banco Metropolitano, que data de 1996, presta servicios de banca privada al cuerpo
diplomático acreditado en Cuba y firmas extranjeras; extranjeros residentes en Cuba y
particulares cubanos. Aunque sus balances no están disponibles, publica tener un patrimonio de
$15 millones.
Aparte de éstos, la Financiera Nacional, Casas de Cambio, S.A., Compañía Fiduciaria, RAFIN,
FINALSE, FIMEL, PANAFIN, FINAGRI, Corporación Financiera Habana y FINCIMEX, que,
en general, ofrecen servicios parabancarios. No tengo la mínima idea de quiénes son sus
accionistas o promotores finales, aunque me atrevo a afirmar que detrás de eso están las
personas que hoy conforman el Aparato del Estado.
Y como si no fuera poco, hay 13 oficinas de representación de bancos extranjeros en La
Habana, entre ellas el BBVA, Banc de Sabadell, Caja de Ahorros de Madrid, Société Générale,
ING Bank y el Nacional Bank of Canada ―es decir, parte de la flor y nata de la banca
internacional.
Veamos ahora algunas de las secciones más importantes de la legislación bancaria ya existente,
que, comento, está escrita muy profesionalmente, envidia de otras regulaciones obtusas o
ambiguas que he observado en el Este europeo y algunos países iberoamericanos. Dicho esto,
sin embargo, enfocaré mis comentarios en las áreas donde se ven las manos de los que quieren
arrimar la brasa a sus sardinas:
Los préstamos concedidos a un solo deudor no podrán exceder el 25% del capital pagado y
reservas del banco prestamista. Sin embargo, y previa autorización del Banco Central, este
límite podrá extenderse al 40%, aunque los préstamos globales del banco no pueden exceder
cuatro veces su patrimonio. Por tanto, un banco con un patrimonio de, digamos $20 millones,
tiene una capacidad total de riesgo de $80 millones, de los cuales $8 millones pueden
canalizarse a un solo deudor. En Estados Unidos y otros países, este límite, llamado “límite
legal de riesgo,” es de sólo el 10%, un nivel prudente enraizado en la Gran Depresión de los ´30.
No se hace mención a que si los bancos pueden o no prestar a sus accionistas, práctica altamente
peligrosa que ocasionó la quiebra, entre otros, de los Banco Occidental, de Navarra y de
Granada, en España, Ambrosiano en Luxemburgo, Intercambio Nacional en Argentina,
Económico y Agrícola en Bulgaria, etc. etc.
El capital mínimo inicial de un banco se fija en $5 millones (US$ 1 millón, más o menos, al tipo
actual de cambio. Esto es igualmente peligroso, pues permite el establecimiento de un banco
con un capital exiguo. En todo el Este europeo una serie de bancos han quebrado precisamente
por eso, porque posibilita la fácil entrada de aventureros.
244
No se hace mención a una capacidad técnica mínima de los dirigentes bancarios. Si a la estopa
de la exigüidad del capital mínimo, se añade la chispa de que no hay garantías legales sobre la
gerencia idónea de la institución, inevitablemente habrá fuegos, si es que ya no los hay.
Primera conclusión: al menos en el papel, Cuba ya cuenta con una estructura financiera pronta
para abrazar el cambio a una economía de mercado, totalmente diferente a aquélla que existía en
el bloque socialista antes de 1989. Y tienen razón algunos conocidos míos en la Isla, al decir
que “la transición financiera comenzó en 1994, y se aceleró a partir de 1997.” Obviamente, esa
estructura está al servicio de las parcelas de poder que los Castro han repartido a los militares y
civiles privilegiados en Acemex, Cimex, Gaviota, y las llamadas “empresas mixtas,” Y aquí
vale la pena añadir que el estítico y muy viajado Francisco Soberón es el principal repostero de
este pastel, que comenzó a confeccionar antes de 1994, desde la presidencia de Acemex,
“Actividades Empresariales en el Extranjero,” una especie de holding company de la
nomenklatura. De allí saltó a la cima del Banco Nacional de Cuba, y desde 1997 es presidente
del Banco Central de Cuba; por tanto, si el anteriormente mencionado Documento de Transición
da relevancia de motor de transición a estas instituciones, es como decir que los lobos devienen
guardianes del gallinero.
Segunda conclusión: la legislación bancaria actual adolece de por lo menos cuatro lagunas de
elemental imprudencia, que no es resultado de fallas inocentes, sino de huecos legales que
permitirán a la nomenklatura hacerse del poder económico. Visto eso, no creo que exista, fuera
de ese círculo, la más pálida idea sobre el estado real de esos bancos y sus clientes.
Conclusión final: los hechos no me hacen sentir optimista sobre el derrotero del actual sistema
financiero,
Primero, en esta área, de los abusos y fullerías cometidos en los países del Este europeo, China
y Vietnam se puede escribir una antología. Y no creo que Cuba esté vacunada contra esto.
Segundo, deberá existir una voluntad política de cambio en Cuba, proveniente de un régimen de
derecho. Sin eso, no se podrá evaluar el estado de salud de los bancos y sus clientes, y mucho
menos evitar las imprudentes prácticas que la actual legislación condona, o sacar del paseo a la
nomenklatura que hoy comanda empresas y bancos.
La reincidencia de las pirámides, auto-préstamos y corrupción presentes en los primeros años de
la transición de Europa oriental constituyen un riesgo presente y real que sólo la celeridad de la
transición cubana podrá abortar. Decía el eminente legista norteamericano Clarence Darrow
que “La historia siempre se repite, y ahí está el error.” Efectivamente, el error está en la
ingenua creencia de que la historia no se repetirá en Cuba.
245
El futuro de la economía cubana
POR JORGE A. SANGUINETTY
La crítica situación económica de Cuba, caracterizada por altos niveles de pobreza crónica,
incapacidad de crecimiento, dependencia extrema de subsidios externos y un elevado nivel de
endeudamiento está principalmente causada por la negativa del gobierno cubano de permitir que
los cubanos trabajen, produzcan, comercien, se movilicen y decidan dónde residir con más
libertades de las que gozan en la actualidad. El levantar estas restricciones tendría un alto valor
y un bajo costo económicos. Esto hace indispensable reformar el sistema económico que
impera en el país.
La economía mejoraría mucho más que marginalmente si además de introducir algunas
libertades económicas se desarrollan las instituciones correspondientes a las de una economía de
mercado y una democracia, todo lo cual consiste en establecer los derechos de propiedad, liberar
el comercio, abandonar el control de los precios, establecer el marco legal que se necesita para
garantizar la seguridad de los contratos y dar a los ciudadanos plenas libertades individuales.
En este contexto el papel del gobierno se limitaría a la seguridad y defensa de la nación, el
desarrollo de una administración de justicia capaz de garantizar los derechos individuales y
financiar y producir los bienes públicos que corresponden a una economía moderna, como son
la estabilidad de la política monetaria, la salud pública, el cuidado del medio ambiente y el
desarrollo de sus recursos humanos.
O sea, la buena noticia es que la economía cubana se puede desarrollar a favor de sus
ciudadanos siempre y cuando se tomen las medidas de liberalización que son bien conocidas en
el mundo y que les ha permitido a otras economías crecer de manera sostenida y alcanzar los
niveles de vida más altos del planeta. Lo único que impide hoy que la economía cubana
prospere es el empecinamiento de la persona que ha logrado controlar la vida de todo un país y
que se opone a toda suerte de reforma, bajo el pretexto de que los preceptos socialistas son
sacrosantos y que la prosperidad económica lograda a través de una economía basada en
libertades individuales corrompe al ser humano. La verdadera razón es que las libertades
económicas son necesarias para lograr las libertades políticas y Fidel Castro sabe muy bien que
el cubano se las agenciaría para sacarlo del poder si se les dan las libertades mínimas para
hacerlo.
Pero la desaparición de Fidel Castro no será condición suficiente para que el gobierno que lo
suceda adopte el programa de reformas que el país necesita. De hecho nadie sabe si ese
gobierno estará compuesto por personas tan renuentes a hacer reformas como el propio Castro o
si estará más dispuesto a introducir reformas en algún grado. Muchos en Cuba, incluso dentro
de las filas del gobierno y posiblemente allegados al propio Castro, deben saber que el país
necesita reformas urgentes no sólo para desarrollarse sino para detener su deterioro, pero no se
atreven a expresar sus opiniones personales.
De todos modos, cualquiera que sea la naturaleza del primer gobierno que suceda a Fidel
Castro, la mala noticia que se contrapone a la buena mencionada más arriba consiste en que
tanto en Cuba como fuera de la isla parece haber muy poca comprensión y menos preparación
para definir el futuro de la economía cubana. Si no se corrige esta deficiencia, que nos hace
recordar la falta de un plan de nación en la inauguración de la república, ha de hacer más difícil
la instalación de una economía de mercado en un contexto democrático pues tal logro requiere
el compromiso y el esfuerzo coordinado de muchos cubanos.
Muchas veces escuchamos que el problema económico de Cuba habrá de resolverse una vez
Castro se vaya o deje de existir, que serán los economistas que vendrán con sus fórmulas y
246
planes de reforma y resolverán el problema con relativa facilidad. A esta falacia se le unen toda
una serie de creencias que dan la impresión que después de Castro sólo puede tener lugar un
milagro económico en Cuba. Que si la tierra cubana es muy fértil, que los cubanos son muy
trabajadores, que Miami creció gracias a los cubanos y muchas otras visiones optimistas pero
irrealistas sobre el futuro. Lo más inquietante de estas expectativas es que son enunciadas no
por ciudadanos ignorantes en cuestiones de estado y de política pública si no por personas que
se destacan por sus posiciones y su pensamiento en la arena política cubana. Por supuesto que
hay razones para ser optimista sobre el futuro de la economía cubana, pero debe ser un
optimismo responsable, prudente y, sobre todo, condicionado a que exista una cierta
preparación para cuando llegue ese momento.
La mayoría de los países ex socialistas no han conseguido todavía una transición satisfactoria al
mercado ni a una verdadera democracia precisamente por una gran falta de comprensión de los
líderes a cargo de las reformas. Este fenómeno se combinó con el hecho de que muchos de los
políticos que consiguieron quedarse en posiciones influyentes, incluso de líderes de sus
respectivos países, eran de la vieja nomenclatura y no sabían cómo beneficiarse con reformas
democráticas y de mercado. Veían el proceso de reformas como una amenaza a sus propias
posiciones económicas que derivaban de sus posiciones políticas. Mientras tanto, sus
respectivas ciudadanías no sabían como movilizarse y formar las coaliciones políticas
correspondientes. Estos son los casos de repúblicas como Ucrania, Bielorrusia, Georgia y las
antiguas soviéticas de Asia. Mientras tanto vemos como la República Checa, la antigua
Alemania Oriental, Hungría, Polonia, Estonia y Eslovenia han seguido programas de reformas
que han mejorado significativamente sus economías en un marco democrático.
En estos momentos, cuando el fin del castrismo se puede suponer cercano, no hay evidencia de
que los cubanos dentro o fuera de la isla se estén preparando para montar una democracia y una
economía de mercado. Incluso, estudiando las expresiones de los cubanos en el exilio y los
documentos y declaraciones que salen de Cuba uno se da cuenta de que el nivel de comprensión
que existe sobre lo que realmente es una economía de mercado es paupérrimo y mucho peor es
la comprensión en cuanto a cómo llegar a ella. Lo mismo sucede con el establecimiento de una
democracia. Sólo vemos declaraciones generales, metas finales, hasta expresiones poética y
patrióticas pero prácticamente ningún programa de trabajo o plan de acción que realmente
profundice en lo que hay que hacer para poder tener influencia en el futuro devenir de los
asuntos públicos de Cuba. Pocos han sido los líderes o figuras destacadas del exilio que han
mostrado alguna preocupación en este sentido o que hayan trabajado seriamente al respecto.
Entre las excepciones hay que incluir al señor Jorge Más Canosa y al Comandante Hubert
Matos.
Otro campo de donde no se muestran preocupaciones serias sobre el futuro es en la copiosa
producción de los escritores y otros intelectuales cubanos. Abunda la protesta y la denuncia
sobre los desmanes de Castro, lo interminable de la dictadura, la violación continua de los
derechos humanos, la falta de suficiente apoyo internacional o de tal o mas cual país, pero nada
se propone para preparar al país para el futuro entre nuestros eruditos. Las reuniones y los
escritos que han resultado de trece años de trabajo de la Asociación para el Estudio de la
Economía Cubana (que dicho sea de paso cubre mucho más que la economía), aunque atraen
una cierta cantidad de personas interesadas cada año, todavía no gozan de la atencion que
merecen por parte del exilio cubano y de casi todos sus líderes políticos. Lo mismo se puede
decir del programa de Cuba en Transición de la Universidad de Miami.
Muchos se preguntarán ¿por qué hay que prepararse para una transición económica? ¿Por qué
hay que prepararse para una democracia? Una de las paradojas de gobierno es que las destrezas
que una persona necesita para ascender al poder son distintas a las que se necesitan para
administrarlo. Los cubanos que se destacan en la arena de lo político dan la impresión de saber
lo que tienen que hacer si alguna vez llegan al gobierno, pero se engañan. Los otros cubanos
parecen que no tienen conciencia de que como ciudadanos en una sociedad democrática pueden
247
aspirar a que los gobernantes sean competentes. A veces pienso que hay entre los cubanos una
especie de fatalismo como si tal aspiración fuera ridícula o simplemente irrealista. Me retrotrae
a mi adolescencia cuando la política cubana estaba dominada por un profundo cinismo y una
falta de confianza absoluta en nuestras capacidades para elegir gobernantes de integridad que
además fueran competentes.
La primera pregunta hay que comenzar a responderla diciendo que una economía no la
construye un consejo de asesores económicos sino una nación entera. El economista no crea
economías del mismo modo que un partero no crea niños. El economista, si acaso, sirve para
guiar el proceso pero son muchos otros los que construyen la economía de mercado. Para
comenzar, la economía de mercado opera en un marco de libertades limitadas no absolutas. Sin
el sistema legal apropiado, la economía de mercado no puede operar, sería lo que algunos
llaman una economía salvaje o una anarquía. La piedra clave de la economía de mercado es el
derecho a la propiedad privada el cual debe ser establecido por el estado y hecho cumplir por el
mismo. Ese es uno de los papeles principales del gobierno, junto al desarrollo de un sistema
moderno de administración de justicia que declare y haga respetar las libertades individuales y
proteja al ciudadano de los abusos de las grandes concentraciones de poder político
(principalmente el gobierno mismo) y de poder económico (el de los monopolios y el del estado
cuando es propietario y empleador principal).
Pero esa economía, si se establece en una sociedad democrática y no se le impone al ciudadano
como lo ha sido en China o en el Chile del General Pinochet, requiere de legisladores y de
ciudadanos en la sociedad civil que no son precisamente economistas pero que deben tener un
nivel mínimo de comprensión sobre estas cuestiones. De lo contrario pueden repetir los
innumerables errores que se han ido cometiendo en los países de América Latina y en otros
donde la democracia ha estado dominada por la creencia de que la felicidad puede legislarse y
se han emitido leyes y hasta constituciones que, en aras de la justicia social y otros ideales, han
impedido el desarrollo económico y social de estos países. El ejemplo más reciente es el de
Venezuela, pero podemos ver este fenómeno de disparates constitucionales y legislativos en
otros países como Brasil, República Dominicana y Ecuador. Junto con legisladores y
constituyentes, también deben tener un nivel mínimo de comprensión los líderes de sindicatos,
los periodistas , los trabajadores, los empresarios, los educadores y todos aquellos ciudadanos
que al menos como electores son miembros de una democracia.
Además del sistema legal, una economía de mercado depende de las empresas que se van
creando y que constituyen el aparato productivo de la misma. Pero las empresas deben crearse
y desarrollarse dentro del marco legal de esa clase de economía y en este punto debemos aclarar
¿qué es realmente una economía de mercado? Primero que nada hay que decir que esta
economía se basa en un sistema de amplias libertades individuales que incluye la libertad de
tener propiedades, de producir, de hacer contratos, de comerciar, de trabajar, de consumir, de
viajar y de competir entre muchas otras. La libertad de competir es de hecho un resumen de
otras y es una condición indispensable de la economía de mercado. La evidencia disponible
sobre el hecho de que las economías de mercado que operan en democracias han correspondido
a las sociedades más prósperas de la historia es irrefutable. No obstante hay todavía muchos
que prefieren ignorar esa evidencia y abogan por un estado fuerte con tal grado control de la
economía, que no solo acaba restringiendo las libertades económicas de los individuos si no
hasta sus derechos políticos.
Los comunistas tratan de denigrar la economía de mercado como una de “capitalismo salvaje”,
parte de una ideología “neoliberalista” que sólo sirve a los ricos y oprime a los pobres,
intentando inculcar dudas y temores al ciudadano incauto e inculto y por supuesto olvidando los
avatares de la planificación socialista y su incapacidad de producir suficientes bienes y
servicios. Por otra parte existen las tendencias socialdemócratas que piensan que el estado debe
jugar un papel muy fuerte en la economía porque consideran que el sector privado, al perseguir
sus fines de lucro, no funcionaría tan a favor del interés ciudadano como un estado benefactor.
248
En sus argumentos no se dan cuenta de la contradicción implícita en su razonamiento de que lo
que proponen significa una concentración de poder económico en manos de los individuos que
gobiernan y que tienen los mismo intereses de lucro que las empresas privadas, excepto que
esos intereses están escondidos y generalmente disfrazados por razones superiores de estado.
Además ignoran que tal concentración de poder económico en manos del estado es una amenaza
a las libertades políticas que los mismos socialdemócratas dicen defender.
En toda sociedad existen individuos con diversas actitudes frente al riesgo, unos más
aventurados, menos temerosos, otros más conservadores, muchas veces en busca de trabajos
seguros o de la protección del estado. También existe una gran diversidad de actitudes frente al
progreso personal, unos siendo más ambiciosos que otros y con ambiciones en distintos
aspectos de la vida. Unos quieren ser científicos, otros artistas y otros desean triunfar en los
negocios y ser ricos. Estas diversidades se mezclan con la de las capacidades de trabajo de los
distintos individuos que componen una sociedad. Unos son más creativos que otros, o tienen
más energía, perseverancia, etc. Toda esta diversidad la reconoció el propio Marx en su Crítica
del Programa de Gotha y posteriormente propuso la sociedad comunista para enfrentar las
desigualdades intrínsecas en el individuo por medio de la utopía en que la distribución de la
riqueza se haría “según las necesidades de cada uno” sin importar las capacidades, que todos
usarían al máximo como puro resultado de su altruismo. Marx cometió el error de suponer que
el ser humano podía ser más altruista de lo que libremente él decide ser, pero que alienado de
los frutos de su trabajo no es capaz de producir para los demás como si fuera un santo. Esto
quedó demostrado con el colapso del sistema socialista mundial.
La economía de mercado es precisamente un sistema que depende de las libertades de los
individuos para que pueden utilizar sus capacidades al máximo, pero dentro de un estado de
derecho donde la igualdad entre los ciudadanos se establece ante la ley pero no se dicta en lo
económico, precisamente para no aniquilar el incentivo a trabajar que es el motor del
crecimiento y del progreso.
Las economías se desarrollan generalmente por espacio de muchos años, siglos inclusive. El
desafío al que se enfrentaron los países que abandonaron el socialismo al comienzo de la década
de los noventa se daba prácticamente por primera vez en la historia. Nunca antes se había dado
el caso de que una economía centralmente planificada decidiera construir una economía de
mercado, aunque había algunos casos de reformas que parecían precursores de este proceso,
especialmente China, algunos países africanos y algunos países de América Latina, muy en
especial Chile.
Cuba, sin embargo, se enfrenta a un desafío muy particular y es que posiblemente sea de todos
los países socialistas el que en peores condiciones está para emprender un programa de reformas
por su empobrecimiento y endeudamiento extremos y el gran aislamiento en que lo ha sumido el
régimen de Castro. Esto no significa que no deba emprender un programa de reformas. Por el
contrario, lo hace más necesario aún pero también hace más necesaria que una masa crítica de
ciudadanos dentro y fuera de Cuba se prepare para el momento que un programa de reformas se
haga posible.
Los problemas a los que se han de enfrentar los gobernantes cubanos a cargo de un programa de
reformas económicas y de montar un sistema democrático de gobierno son enormes y aunque
no se puede hacer un plan preciso de reformas antes de que llegue ese momento, es necesario
examinar toda una serie de cuestiones concretas como parte de la preparación. Algunas de las
cuestiones que hay que ir discutiendo y comprendiendo se pueden expresar en las siguientes
preguntas:
¿Cómo restablecer las relaciones internacionales del país?
¿Qué política debe seguir el país en los foros internacionales como las Naciones Unidas?
249
¿Debe Cuba negociar su participación en organismos internacionales de financiamiento como el
Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Inter-Americano de Desarrollo?
¿Debe comenzar a negociar préstamos enseguida y aumentar su endeudamiento o debe esperar?
¿Qué clase de donaciones debe aceptar de otros países?
¿Qué debe hacerse con las empresas extranjeras que invirtieron en Cuba bajo Castro?
¿Cómo enfrentar las reclamaciones al estado cubano en materia de propiedades confiscadas a
cubanos y a extranjeros?
¿Qué régimen legal debe prevalecer en Cuba en los primeros días de una transición y cuánto
debe tomar para llegar a uno de mayor permanencia?
¿Cuál debe ser el régimen monetario del país, uno exclusivamente basado en una moneda
nacional o uno mixto como el actual? ¿Por cuánto tiempo?
¿Qué hacer con la deuda externa cubana? ¿Cuál sería la mejor estrategia a seguir?
¿Cómo se va a financiar el enorme déficit de la seguridad social con el tesoro público en
bancarrota?
¿Cómo se va a financiar la educación?
¿Cómo se van a financiar los servicios de salud?
¿Qué medidas debe tomar el gobierno para reactivar la capacidad productiva del país?
¿Deberá el gobierno formular una política azucarera?
¿Deberá el gobierno impulsar o privilegiar el desarrollo de sectores específicos como el turismo
o la agricultura?
¿Cómo habrá de restituirse una prensa libre, radial y escrita?
¿Qué debe hacerse con las fuerzas armadas y con los empleados de los aparatos de seguridad?
Esta es sólo una muestra de las cuestiones más importantes que habrán de dirimir los
gobernantes cubanos que sucedan a Castro. A los que creen que pueden encontrarse en esa
posición yo les pregunto ¿están ustedes preparados para dirigir un equipo de gobierno capaz de
enfrentar estos problemas y resolverlos satisfactoriamente? Alguien tendrá que hacerlo, esté o
no preparado. Pero lo mejor para Cuba es que usted esté preparado si no la probabilidad de
errores es enorme y quien sufre es el país y sus ciudadanos. Y estos problemas, aunque muchos
suenan económicos, tienen que ser resueltos por medio de decisiones políticas. Los asesores
económicos sólo son asesores. Los que toman las decisiones son los políticos.
De hecho el desafío no es sólo para los líderes aunque ellos cargarán con la mayor
responsabilidad. El desafío es para todos porque no sabemos quiénes estarán en el gobierno y
porque aún cuando uno no esté, como ciudadano en una democracia tendrá muchas
oportunidades de influenciar el proceso y de contribuir a que sea lo mejor posible, como
legislador, como educador, como periodista, líder sindical o simple elector.
250
La solidaridad internacional en la lucha por la democracia en Cuba
251
La surafricanización del Régimen Cubano*
POR GEORGE MELVILLE
Freedom House
Realmente en esta presentación me gustaría resaltar únicamente una idea en particular. Está
claro que este debate da para mucho más pero seguro que al final de esta sesión habremos
cubierto todos las aspectos importantes de la solidaridad con el movimiento democrático
cubano.
La idea que yo quiero destacar es el proceso de “surafricanización” del régimen cubano que se
ha empezado a desarrollar en la mente de muchas personas en la sociedad civil internacional,
muy particularmente desde la represión de marzo pasado.
¿A qué me refiero cuando digo eso de “surafricanización” del régimen?
Bueno, pues básicamente me refiero al fenómeno que hemos estado observando por el cual una
parte creciente de la población de a pie, lo que en ingles se llama “mainstream”, ha ido
adquiriendo una posición personal respecto al tema de Cuba por la cual en su mente, equiparan
a Cuba con represión, y a Castro con dictador.
Es decir, en la mente colectiva de nuestras sociedades, en Europa sobretodo, pero en cierta
manera tan bien en América Latina, el régimen cubano se ha estado convirtiendo en un régimen
paria, en un régimen al cual, al pensar en él, cualquier ciudadano medio, común y corriente, de
estas sociedades automáticamente lo relaciona con una idea negativa, tal como ocurrió con otras
dictaduras como la chilena, la argentina, la de Somoza en Nicaragua, la de Franco en España, o
la de Botha en Suráfrica.
Es decir, si en 1985 en España se hacía una encuesta de popularidad del régimen de Pinochet,
los resultados probablemente hubieran sido abrumadoramente negativos. Para cualquier
ciudadano, decir Chile y Pinochet era decir dictadura y tortura; igualmente, para cualquier
ciudadano, decir Suráfrica y Botha era decir racismo y apartheid. Lo interesante es que,
probablemente, muchos de los encuestados no sabían prácticamente nada del tema, mas alla de
ciertas imágenes básicas que habían captado y les habían hecho creer esa opinión.
Bueno, creo que nuestro objetivo (hoy en día realista) es el de equiparar Cuba y Castro con isla
prisión y dictador.
Aunque este siempre ha sido, de una u otra manera, el objetivo del trabajo de concientización
que se ha hecho, en mi opinión “surafricanizar” al régimen castrista nunca fue un objetivo
realista. Creo que todos estamos de acuerdo en que, a nuestro pesar, la imagen romantizada de
la Revolución y de Castro nunca se consiguió borrar en la mente de la mayoría en Europa y
especialmente en América Latina.
Todos lo hemos podido observar a menudo en conferencias, reportajes, entrevistas, debates,
congresos, opiniones públicas, etc. El apologismo del régimen cubano estuvo permanentemente
de moda en nuestras sociedades y solo en los últimos pocos años empezó a decaer en su tono.
Paradójicamente fue precisamente Castro el que nos dio el mayor espaldarazo para adelantar
este proceso, con la ola de represión brutal y desmedida del año pasado. En mayor parte debido
al shock que la represión causó en muchos apologistas es que, hoy en día (y en Europa
sobretodo, no tanto en América Latina), a la clase política le resulta realmente difícil excusar su
compromiso moral explícito con el movimiento democrático en Cuba, los medios de
252
comunicación han empezado a tratar al régimen cubano de la misma manera que cualquier otra
dictadura barata, y la población en general da signos de haber entendido masivamente que en
Cuba hay dictadura y la salud y la educación no son excusas validas.
En mi opinión, la represión de Marzo llevó al consciente colectivo del “mainstream” europeo a
un shock tan fuerte, que el objetivo de convertir al régimen cubano en un régimen moralmente
paria se transformó de golpe en posible.
Se han visto algunos signos muy positivos, como algunas encuestas en España que demuestran
la muy baja popularidad de Castro como líder, que indican claramente un cambio de mentalidad
importante en la conciencia colectiva del público de a pie, o “mainstream” europeo.
Todo esto es obviamente muy positivo pero el proceso del que hablo, de surafricanización no ha
acabado en absoluto, de hecho esta empezando. La única diferencia entre ahora y antes de
marzo, para mí, es que antes buscar este proceso estaba fuera de la realidad, y hoy en día es
totalmente realista.
¿Y qué hay que hacer para ahondar en este proceso de surafricanización?
Para mí hay varios puntos importantes.
El primero es entender que no necesitamos convencer a todo el mundo. No es necesario
convencer, por ejemplo, al Sr. Llamazares, o a Evo Morales, o a la intelectualidad marxista
recalcitrante que firma cartas justificando las penas de muerte en Cuba. Estas son posiciones
extremas y son poco importantes estratégicamente. Es decir, hasta en los peores años de
represión, Pinochet tenía apologistas, y ciertos núcleos justificaban el apartheid en Suráfrica.
Nadie les iba a cambiar la opinión.
En mi opinión, estratégicamente nos interesa ahondar este proceso de “surafricanización”, o de
“parianismo” en tres sectores de la sociedad: el público “mainstream”; la clase política, y el
sector empresarial.
Pero por este orden. Es decir, una efectiva concientizacion del mainstream nos lleva a aumentar
la efectividad en la búsqueda de acciones en la clase política, y de la misma manera, eso nos
puede llevar a aumentar la efectividad en la búsqueda de acciones concretas del sector
empresarial.
Primeramente, creo que nos interesa dedicar nuestras energías a estrategias de concientización
hacia el público masivo. El objetivo es llegar a conseguir el apoyo tácito del sector mayoritario
de la población, de los votantes, para iniciativas de solidaridad con los derechos humanos en
Cuba. Es decir, poder crear una percepción generalizada entre la masa de la sociedad europea y
latinoamericana de que decir Cuba es decir dictadura, y decir Fidel Castro es decir represor.
Cuando eso es asi, se puede llegar a considerar a la población en general de nuestros paises
como una “herramienta” de presión efectiva y directa sobre la clase política a la hora de tomar
decisiones en relación a Cuba.
Para conseguir este nivel de concientizacion masiva, creo que hay que buscar un balance
funcional entre la necesidad de informar al publico y la de “captarlo”. Es decir, obviamente, por
un lado hay que diseminar información que aplaque el grado de desinformacion que existe a
menudo sobre Cuba. Pero por otro lado, hay que buscar captar a las personas y eso creo que no
se hace tanto con información, sino con herramientas del campo de las relaciones públicas y el
marketing. Herramientas o iniciativas que se han usado en otras causas, como el Tibet, o Burma,
o el trabajo infantil. Herramientas como: telemaratones, exposiciones de arte, el uso de la
imagen de famosos artistas, deportistas, cantantes, etc. Por dar un ejemplo, a muchos españoles
253
se les puede concienciar más fácilmente con una frase por los derechos humanos en Cuba de
Ronaldo, Raúl, o Zidane, que con un libro de Fernando Sánchez-Dragó.
Por tanto, si se cuenta con este apoyo tácito de la masa social (que ya estamos en camino a ello,
como digo), es mucho más fácil entonces poder activar el potencial de apoyo de la clase
política. Es decir, si la clase política percibe una voluntad general favorable a una política activa
de apoyo al movimiento democrático, le será siempre más difícil resistirse a actuar, quedar bien
meramente con apoyo retórico.
Ya antes del pasado marzo, pero muy especialmente desde entonces, hemos visto muchísimas
muestras de apoyo retórico, verbal, moral a los activistas democráticos y a los presos políticos
cubanos. Eso no ha faltado demasiado desde marzo pasado y creo que, evidentemente, es
positivo que se haya dado.
Sin embargo, dentro de las circunstancias en las que estamos, hoy en día se le puede exigir a las
clases políticas, no solo frases de apoyo, sino acciones. No solamente que clamen su solidaridad
con Raúl Rivero, por ejemplo, sino que visiten públicamente a su esposa en la isla, o le
concedan un premio al valor periodístico.
Esto es ya un avance en si. Hasta no hace tanto, a menudo el objetivo que se buscaba en las
tareas de concientizacion era conseguir un titular, o conseguir una entrevista con un político.
Hoy en día podemos muy realisticamente esperar mucho mas de esas tareas de concientizacion.
Podemos esperar y casi exigir acciones concretas y tangibles que demuestren con hechos la
solidaridad expresada.
Finalmente, contar con solidaridad unánime de la población hacia los derechos humanos en
Cuba aumenta mucho el margen de presión sobre el sector empresarial que invierte en la isla.
Creo que todos sabemos que este es el hueso más duro de roer en el trabajo de concientización.
Cómo conseguir que un empresario capitalista considere seriamente respetar los derechos
laborales en Cuba, a pesar de las negativas del gobierno?
Bueno, pues precisamente una manera es consiguiendo que al sector empresarial le resulte
imposible justificar moralmente ante el público en general en su pais el actual
“colaboracionismo” con el régimen.
Si cuentas con una población de a pie concientizada, y por ende con una clase política con
mayor presión para demostrar su compromiso real y sincero con los derechos humanos en Cuba,
tienes bazas fuertes para poder acudir al sector empresarial con exigencias básicas.
En este sentido, creo que nuestro objetivo en cuanto al sector empresarial no debe ser
necesariamente buscar una fuga completa e inmediata de los inversionistas extranjeros en Cuba.
Esto es prácticamente inviable y, además, podría tener tantas consecuencias positivas como
negativas.
Creo que lo que realmente debemos buscar es que las empresas extranjeras se vean
políticamente en la obligación de incluir en sus planes de inversión en Cuba condicionantes al
gobierno mínimos, incondicionales, e irrevocables.
Como bien sabemos, los inversionistas extranjeros no entran al mercado cubano por su cuenta,
con sus propios planes y objetivos. En realidad todo inversionista extranjero entra como “socio”
del gobierno cubano. Por tanto, ya de inicio, el régimen impone unas condiciones prestablecidas
sine qua non. O inviertes a nuestra manera o no inviertes.
254
Cuando la empresa decide invertir en estas circunstancias, toma una decisión no solamente
económica sino también política. Por exigencia del régimen, invertir en Cuba implica
irremediablemente tomar una posición política. O invierto junto al régimen o no invierto.
Bueno pues, realmente, ahí esta nuestro objetivo: crear las circunstancias para que a toda
empresa en asociación con el gobierno cubano le resulte incosteable políticamente seguir por
ese camino sin poner condiciones propias en relación al derecho laboral y las condiciones de
trabajo.
Para mi eso se traduce, en definitiva, en hacer un trabajo intenso y estratégico de
concientizacion de la población de a pie, de la población mainstream, de nuestras sociedades. Y,
como decía antes, eso implica no solo informar sino tan bien captar a un publico masivo de apie.
Y de nuevo, esto, hoy en día, es una estrategia plenamente realista, a diferencia de antes de
marzo.
Muchas gracias.
255
Pax Christi y Cuba
POR LIDUINE ZUMPOLLE
Pax Christi Holandesa
Cuba Futuro
HISTORIA:
-Pax Christi , la seccional Holanda (ONG de paz y DH) involucra Cuba en sus programas desde
principios de los anos '90.
El compromiso surgió cuando la Unión Soviética se retiro de Cuba y nuestros counterparts en
América Latina (mas que todo de la iglesia progresista) nos aconsejaron 'abrir desde Europa el
dialogo" con Cuba para evitar que su suerte seria dependiente de la política de los Estados
Unidos (vea entrevista con Cubaencuentro).
Pax Christi Holanda visito a Cuba la primera vez en 1991: allí conocimos Oswaldo Paya y su
Movimiento Cristiano Liberación y nos hicimos counterparts desde el inicio. Publicamos primer
informe internacional critico "Whose Cuba", lo que cerro por siempre la puerta para Pax Christi
en Cuba. Durante los anos después varios otros informes salieron a la luz publica sobre la
realidad Cubana a raíz de continuas visitas a la isla (informal, como turista). Durante la visita
del Papa (enero '98) estuvimos con un parlamentario Holandés.
-Los anos después nos concentramos a apoyar el movimiento cívico en Cuba, hacer conocer
aquí en Europa la alternativa que es la disidencia pacifica que esta preparando la transición.
Trabajo diplomático, con ong's de DH.
-Trabajamos con refugiados, publicamos sus experiencias, editamos estudios sobre la
cooperación de muchas décadas de la Stasi y el régimen de Cuba y sensibilizábamos la prensa
holandesa. Hubo conferencias internacionales con ong's extranjeras como People in Need
(Praga) y actos en el Parlamento Europeo para promover Proyecto Varela, ofreciendo al
presidente unos 4000 firmas como apoyo simbólico Europeo al referéndum.
Lobby intenso en la UE para que Oswaldo Paya obtenga el premio Sacharow.
-Últimamente nos enfocamos mas que todo en el tema " responsabilidad corporativa' de los
inversionistas Europeas que en Cuba no cumplen con los mas básicos convenios de derecho
laboral internacional como exige la OIT (Organización Internacional de Trabajo). En este marco
hablamos con sindicatos, empresarios, ong's en Holanda y España.
UNOS RESULTADOS A NIVEL NACIONAL:
Holanda toma una posición mucho mas firme que antes en cuanto la situación de DH en Cuba:
ha tomado varias iniciativas en denunciar la situación de violación de DH en el marco de la
UE; la embajada en Habana ayuda contructivamente en apoyo concreto y material a la
disidencia Cubana y abre sus puertas para familiares de los presos. En el Parlamento -por
presión conjunto con los sindicatos - se desarrollo un debate para reiterar los subsidios de
exportación para empresarios holandeses que inviertan en Cuba, quienes de hecho están
haciéndolo violando los convenios OIT. Bajo las condiciones dadas la inversión no conlleva a
nada: no se crea ningún desarrollo substancial para la gente Cubana.
256
RECIEN:
En cuanto la reacción a la ola de detenciones de la oposición pacifica en marzo 2003: hubo
amplio protesto del gobierno, de ong's de DH (aunque no muchas) y mas que todo de sindicatos
y asociaciones de periodistas. Se ha organizado manifestaciones de protesta (con símbolo de 78
maquinas de escribir en la calle en frente de la embajada Cubana en La Haya) , debates públicos
en A'dam sobre un posible boicoteo de ong's holandeses a 'ONG' cubanas (ya que no son ong's,
sino organizaciones del estado que buscan divisas), debates con empresarios y ong's, sindicatos
y parlamentarios sobre la necesidad de utilizar nuestro poder económico en Cuba en favor de la
democracia, insistiendo que los empresarios se retiren si no se liberan todos los presos políticos.
La prensa siempre publica mejor sobre la situación en Cuba, describiendo fielmente el carácter
de la dictadura. Hace poco se presentaron en TV holandés dos documentales nuestros: uno sobre
los presos y sus familiares, otro sobre 'Turismo versus Apartheid". Una próxima se esta
preparando sobre inversión extranjero (UE) .
Durante varios anos el trabajo de Pax Christi Holanda sobre Cuba ha encontrado poco aprecio
entre los ong's tradicionales de DH. Campanas de difamación ('pagados por la CIA etc. etc., la
vieja cosa) no faltaron nunca. Por el proyecto Cuba; Pax Chr. Holanda nunca pude conseguir
apoyo financiero en los programas de cooperación internacional en Europa.
FUTURO:
a) campana para condicionar la inversión internacional a la liberación de todos los presos
políticos,
b) campana sobre derechos laborales (OIT, o sea Principios Arcos), comenzando con una
conferencia en Madrid, en conjunto con otros ong's.
b) promover la cancelación subsidios holandeses de exportación a Cuba
c) realización documental sobre inversión Europea y convenios OIT
d) campana de concienciación sobre turismo (como sustento del régimen )
e) continuar aporte UE para Proyecto Varela, el referéndum, y para grupos civiles
independientes que promueven la democracia y preparan la transición pacifica.
f) preparar actividades internacionales para la conmemoración de un ano detención de los 75
disidentes.
257
La Solidaridad en Suecia en la Lucha por la Democratización de
Cuba
POR ALEXIS GAINZA SOLENZAL
Comité Escandinavo Premio Nobel a Oswaldo Payá Sardiñas.
A modo de introducción
El presente trabajo persigue esbozar, lo más completamente posible, un mapa del estado actual
de la solidaridad en Suecia para con el proceso democratizador en Cuba. Nos centramos
especialmente en actores del establishment político y de la sociedad civil involucrados, de una u
otra manera, en la labor de confraternización con el movimiento cívico-democrático de
intramuros en particular, y las aspiraciones de libertad y democracia de los ciudadanos cubanos
en general.
Queremos no obstante constatar que este catálogo de solidaridad, no recoge probablemente
todas las iniciativas y proyectos que las estructuras mencionadas han llevado a cabo en el
pasado, o incluso encaran en el presente. También afrontamos el riesgo de que —ora por
descuido ora por desconocimiento, más nunca malintencionadamente— el nombre de alguna
persona relevante en el quehacer filantrópico para con nuestra nación, no emerja en el curso de
las siguientes páginas. Como no buscamos explícitamente en esta ponencia resaltar qué
organización o qué individuos han hecho más o menos por la democratización de Cuba,
igualmente puede suceder que la descripción de cierta iniciativa parezca “indebidamente”, a los
ojos de algunos, más enjundiosa que otra. De darse dichas situaciones, expresamos nuestras más
sinceras disculpas.
Antes que entremos de lleno al tema que nos ocupa, se siente imprescindible una última
salvedad. El presente “mapa de solidaridad” ha evadido, intencionalmente, el rol del Exilio
Cubano de Suecia en la generación de solidaridad para con los compatriotas de intramuros. Dos
razones cardinales han motivado en este autor dicha “discriminación negativa”: 1) el papel de
los proscritos en dicho proceso es tan vasto que merece ser cartografiado en trabajo especial, y
2) buscamos aquí distinguir el protagonismo de los ciudadanos y organizaciones suecos que han
hecho de nuestra causa la suya. Mas para hacer justicia, adelantemos en este exordio que el
Exilio Cubano de Suecia ha estado presente, en mayor o menor grado, en casi la totalidad de las
iniciativas que sin más demora seguidamente se narran.
I El establisment político
El liberalismo de Suecia
Puede afirmarse con total seguridad que la Suecia liberal ha liderado el debate sobre Cuba los
últimos siete años. Los liberales han levantado un nicho propio en el andamiaje de las relaciones
sueco-cubanas, proponiendo originalmente un respetuoso respaldo al movimiento democrático
interno, así como a la incipiente sociedad civil. Esto se ha visto reflejado a su vez en que la
mayoría de las organizaciones relacionadas con los liberales se han ido paulatinamente
comprometiendo con los destinos de Cuba. Pasemos revista, someramente, a alguno de esos
ejemplos de solidaridad.
El Partido Liberal Sueco
258
Ningún partido parlamentario de estos lares ha sufrido un proceso tan profundo de
“cubanización” —léase comprensión de y compenetración con la situación imperante en la
isla— que el Partido Liberal Sueco (Folkpartiet liberalerna). Dicha entidad ha criticado
sistemáticamente desde la tribuna del Riksdag (Parlamento Sueco) las vejaciones contra los
derechos humanos en Cuba. Ya es tradición que cada año los legisladores de esta estructura
presenten a la cámara una moción especialmente dedicada a Cuba. Amen de la descripción del
estado de los derechos humanos, dicha moción suele proponer medidas de respaldo
internacional a la transición democrática en la isla. En materia de cooperación internacional, los
liberales han solicitado que ésta se canalice a través de organizaciones independientes del
régimen, resaltando el carácter ilegítimo de este último.
A modo de ejemplos, recordemos que el Partido Liberal de Suecia otorgó en marzo del 2002 su
Premio Pro Democracia a Berta Mexidor Vázquez y Gisela Delgado Sablón, representantes del
Proyecto de Bibliotecas Independientes de Cuba. Dicha condecoración pudo ser recogida en
Estocolmo por la ya entonces exiliada Mexidor Vázquez (a Delgado Sablón, residente en Cuba,
se le negó la salida del país). Lars Leijonborg, Presidente, fue el primer cabeza de un partido
sueco que propusiese la candidatura de Oswaldo Payá Sardiñas al Premio Nobel de la Paz. El
semanario oficial del Partido Liberal Sueco, NU (Ahora) ha dispuesto en incontables ocasiones
sus páginas para revelar el escabroso escenario que en Cuba afrontan los luchadores pro
democracia, al igual que para destacar la labor que los liberales llevan a cabo en sostén a los
demócratas insulares. Erik Ullenhag, miembro de la directiva del Partido Liberal, es por demás
uno de los parlamentarios que anteriormente ha visitado a Cuba y compartido cercanamente con
la corriente opositora. Sin lugar a dudas, Cuba tiene en la voz del legislador Ullenhag –lo ha
demostrado en múltiples ocasiones- un firme paladín de sus aspiraciones de libertad y
democracia.
El Centro Internacional Liberal Sueco
El Centro Internacional Liberal Sueco (Swedish International Liberal Centre, SILC), fundación
hermanada ideológicamente con el Partido Liberal, se especializa en tópicos de cooperación
internacional. Actualmente dicha organización monitorea proyectos, entre otros países, en
Bielorrusia, Bosnia, Ucrania, Zimbabwe, Rusia y Cuba.
En lo relativo a la isla caribeña, no es exagerado certificar que el SILC funge como la correa
transmisora de ideas al resto del aparato liberal. Esto se debe particularmente a los contactos
regulares de su dirección, encabezada por el sociólogo Erik Jennische, con muchos
representantes del movimiento disidente cubano, tanto de intramuros como del exilio. Inició
esta labor pro democracia y derechos humanos en Cuba, la ex presidenta Madeleine Sjöstedt
(actualmente política en el consejo de la comunidad del Gran Estocolmo). A su época
corresponde, por ejemplo, la celebración en Estocolmo de un histórico seminario, entrado el
otoño de 1997, con representantes de la Plataforma Democrática Cubana.
A modo de ilustración, evoquemos que el SILC fue –junto con exiliados- promotora del
proyecto de intercambio de experiencias entre periodistas cubanos y colegas de estos confines.
Dicho trabajo alcanzó resonancia mundial cuando el régimen cubano arrestase en agosto del
2000 a los periodistas Peter Götell, Birger Thureson y Helena Söderqvist. Gracias a las
delegaciones de reporteros que periódicamente visitan la isla, se ha podido presentar a la
opinión pública un enfoque diferente al que otrora divulgaran los organismos castristas y sus
acólitos suecos.
El SILC coordinó encima la visita a Suecia en mayo del 2000 de Manuel Cuesta Morúa,
Secretario General de Corriente Socialista Democrática de Cuba (CSDC), así como también -
259
en conjunto con los democristianos suecos- la de Oswaldo Payá Sardiñas, a la sazón recién
galardonado con el Premio Sájarov, a finales del 2002.
Para cerrar con broche de oro este capítulo, agreguemos que dos miembros de la Junta Directiva
del SILC, Birgitta Olsson (ver también abajo) y Cecilia Nilsson, cierran actualmente filas con
otros parlamentarios liberales, algo que incrementa las voces pro Cuba democrática en el seno
de la cámara.
La Juventud Liberal Sueca
Si el SILC puede catalogarse como fuente generadora de ideas, la Asociación de Jóvenes
Liberales (LUF, acorde a las siglas suecas), representa el brazo “armado” de la política liberal
para con Cuba. En incontables ocasiones los jóvenes liberales han ocupado las alamedas de
Estocolmo y otras ciudades de Suecia para recopilar recursos destinados a las bibliotecas
independientes, proyecto que junto con el SILC, la LUF lleva a cabo hace un ya quinquenio.
También es común ver a los miembros de la organización juvenil dándole frente a los eventos
propagandísticos de la Asociación Sueco-Cubana (pro castrista), ya sea en el lugar de los hechos
o en las columnas de la prensa plana.
Entre las más recientes iniciativa de los mozos liberales figura la campaña “Turismo pro
Democracia”. La misma consiste en exhortaciones a peregrinos en miras a viajar a Cuba (al
igual que a Bielorrusia y a Singapur) a fraternizarse con el movimiento cívico-democrático de
intramuros. Para el efecto, los organizadores incitan a donar libros a las bibliotecas
independientes; introducir radios de onda corta para que los ciudadanos escuchen por ejemplo la
emisora Radio Martí; entregar medicinas a familiares de los prisioneros de conciencia y
políticos; pasar al país revistas, diarios, informes sobre derechos humanos y democracia, etc.
rompiendo de este modo el monopolio de la información impuesto por parte del régimen; así
como debatir con cándidos turistas que desconocen la situación real del pueblo cubano. La
iniciativa en cuestión cuenta con su propia página de Internet, en la cual se ofrece información
básica, al igual que antecedentes indispensables para contactar a demócratas del interior.
Birgitta Olsson, ex presidenta de los bisoños liberales, comprometida con Cuba, es, como se
anotaba encima, legisladora en el Riksdag. Fredrik Malm, presidente en la actualidad de dicha
organización y promotor del proyecto de apoyo a las bibliotecas independientes cubanas, ha
visitado Cuba un par de veces. Malm ha sido además elegido concejal de la Comuna de
Estocolmo en el último sufragio municipal. Más de una vez la pluma del joven liberal, ha
suplido la de los cubanos de dentro condenando vigorosamente la represión castrista.
El liberalismo sueco en el Parlamento Europeo y la cuestión cubana
Sería desvirtuar la realidad admitir que el compromiso liberal con la democracia cubana se ha
limitado a las fronteras de Suecia. Nada más lejano de la verdad. Los liberales suecos —acaso
como ningún otro partido de la misma connotación en Europa— han colocado hábilmente la
cuestión cubana en la agenda política de la Unión Europea (UE).
Fue en particular gracias a la iniciativa de una comprometida sueca, Cecilia Malmström, que un
seminario dedicado al movimiento cívico-democrático cubano, en especial a los proyectos
Varela y de la Mesa de Reflexión de la Oposición Moderada, tuvo lugar en el Parlamento
Europeo (PE), Estrasburgo, Francia, el 4 de julio del 2002. El seminario Cómo democratizar a
Cuba desde adentro, tuvo como colofón una sonada reprobación de parte del Presidente de la
Eurocámara, Pat Cox, al gobierno de Fidel Castro por este limitar la libertad de movimiento de
cuatro liberales cubanos —Osvaldo Alfonso Valdés y Wilfredo Vallín, del Partido Liberal
260
Democrático de Cuba (PLDC); y Fernando Sánchez y Adolfo Fernández, del Partido
Solidaridad Democrática (PSD)— invitados al magno evento.
Es también por mediación de una propuesta de Cecilia Malmström, que el PE le concede a
Oswaldo Payá Sardiñas, diseñador intelectual del Proyecto Varela, el prestigioso Premio
Sájarov a la Libertad de Conciencia 2002. La europarlamentaria Malmström igualmente ha
peregrinado a Cuba, aprovechando la ocasión para trazar un mapa de las aspiraciones de la
oposición moderada.
Nuevos gestos solidarios durante el año 2003
Durante el 2003, los liberales suecos mantuvieron un record elevado de actos en apoyo a la
democratización en Cuba. Se canalizaron estos gestos solidarios principalmente a través del
Swedish International Liberal Centre. Este organizó en septiembre, junto con la publicación
Cuba Nuestra, una mesa en la Feria Internacional del Libro en Gotemburgo. En aquella
oportunidad, el movimiento de bibliotecas independientes de Cuba, recibió una amplia
cobertura dada la presencia en el evento del cofundador Ramón Humberto Colás.
La ocasión fue también propicia para la presentación de tres trabajos críticos publicados
recientemente en idioma sueco por la editorial del SILC: Contra el amor no puede Fidel Castro,
de la periodista Kajsa Norman; La Primavera de Cuba, de Hanna Hellquist; Verdades
prohibidas sobre la economía cubana, compilación de artículos del economista y periodista
independiente Oscar Espinosa Chepe (actualmente encarcelado), prologado por Erik Jennische.
Como respuesta directa a la ola represiva del régimen castrista de marzo abril que arrojase a la
cárcel a alrededor de 75 demócratas, el SILC anunció la apertura de una cuenta cuyos fondos
irían destinados a algunas de las familias de los injustamente enjuiciados. Dicho respaldo
económico se encauza directamente a través de delegaciones que asiduamente agasajan a Cuba.
En la arena internacional, SILC figuró como co-organizador del II Congreso Con Cuba en la
Distancia, celebrado en Cádiz, España, entre el 19 y el 23 de mayo del 2003. Además, el SILC
continúa tendiendo puente entre liberales suecos y extranjeros y correligionarios cubanos a
través de una pensada red de “asociaciones de amistad”.
A modo de resumen podríamos afirmar que la solidaridad de los liberales suecos para con los
cubanos, ha sido justamente liberal, en la connotación primaria de generosidad y
desprendimiento de este vocablo.
La Democracia Cristiana de Suecia
Al igual que en el caso de liberales y conservadores, los orígenes de la solidaridad
democratacristiana hacia Cuba, podría hallarse en la lucha mancomunada que estas estructuras
llevasen a cabo a principio de los 90tas, por que se suspendiera la asistencia sueca al régimen
cubano, canalizándose esta por vías alternativas y se le concediera asilo a los refugiados
cubanos, que a la sazón arribaban en masas al país escandinavo. En cualquier caso, la
democracia cristiana figura entre las fuerzas políticas de Suecia que aproximadamente a partir
del 2002 apuestan estoicamente por los demócratas cubanos como factor trascendental, cuando
no decisivo, en la ineludible democratización de Cuba.
El Partido Democristiano Sueco
261
A nivel de partido, los democratacristianos han tomado parte activamenteen las discusiones
sobre Cuba acaecidas en la cámara a partir de los 90tas, ora, como ya se decía, para defender el
derecho de los refugiados cubanos al asilo ora para denunciar las violaciones de los derechos
humanos por parte del régimen de Fidel Castro. Los últimos años hemos vivenciado como esta
consagración ha devenido en un apoyo cada vez más serio y más sistemático a los demócratas
cubanos.
Entre los democristianos que se han destacado, o aún se destacan, en el debate figuran: Ingrid
Näslund, Inger Davidson, Rosita Runegrund y Helena Höij, (esta última legisladora y tercera
vicepresidenta del Parlamento, junto con Alf Svensson, presidente del Partido Demócrata
Cristiano Sueco, ha propuesto igualmente la candidatura de Oswaldo Payá Sardiñas para el
Premio Nobel de la Paz).
Vale la pena resaltar además que el lector de Kristdemokraten (El Democristiano), tiene en el
órgano de prensa del partido que nos ocupa, una publicación que últimamente sigue, desde una
perspectiva democrática, los acontecimientos en y sobre Cuba. Henrik Erhenberg, redactor jefe,
es un dedicado político cuya pluma ha dado nacimiento a más de un escrito merecedor de ser
leído.
La Asociación Juvenil Democristiana
La Asociación Juvenil Democristiana ha sido una fuerza especialmente pujante en lo relativo a
la solidaridad con Cuba. A ella le pertenece el mérito de participar efusivamente en campañas
de concienciación de la ciudadanía sobre la situación imperante en Cuba, en debates con
acólitos del régimen castrista abultados en la pro castrista Asociación Sueco-Cubana, así como
en demostraciones y otros actos de solidaridad para con el pueblo cubano. Veamos algunos
ejemplos concretos:
El 11 de diciembre del 2002, los bisoños democratacristianos sirvieron de anfitrión a un
histórico seminario sobre Cuba en el Parlamento con oradores tales como Håkan Malmqvist,
consejero del Ministerio de Asuntos Extranjeros, Andreas Danielsen, tramitador de Cuba en el
mismo departamento y Torgny Svenningsson, tramitador de Cuba por parte de la Agencia Sueca
para el Desarrollo Internacional (ASDI). Remate del evento fue la fundación del Comité
Escandinavo Premio Nobel a Oswaldo Payá Sardiñas (ver abajo).
Naturalmente, los mozos democristianos mantienen una colaboración directa con sus
correligionarios dentro de Cuba, es decir, con el Movimiento Cristiano Liberación. Ellos
experimentan encima un enorme orgullo por que un democristiano de valores universales, como
es la figura de Oswaldo Payá Sardiñas, haya sido galardonado con el Premio Sájarov. Muestra
evidente de esa “jactancia”, lo es el hecho de que a través de la página de Internet de la
asociación juvenil, se puede pedir un pulóver à 100 coronas suecas con la efigie de Payá
Sardiñas y los textos Movimiento Cristiano Liberación y Cuba en la parte superior e inferior
respectivamente del mismo. En la misma fuente, se puede leer de una campaña – Viva la
Liberación!- llamada a apoyar a los demócratas de intramuros.
Tanto en la home page como en Nuevo Futuro, órgano de prensa de la juventud democristiana
pueden leerse crónicas, debates y artículos referentes, entre otros tópicos, a la solidaridad con
los luchadores pro democracia insulares. Jakob Forssmed, presidente saliente de los mozos
democratacristianos, ha dado muestra de una profunda dedicación a la causa democrática
cubana, tanto en interpelaciones, preguntas y debates en el Parlamento (cuando ha servido de
suplente), como en el trabajo político-civilista fuera de dicha institución.
El Consejo Democristiano para la Democracia y el Desarrollo
262
El Consejo Democristiano para la Democracia y el Desarrollo, organización ideológicamente
afín al Partido Democristiano Sueco, se encarga de canalizar la ayuda para el desarrollo a
terceros países (en otras palabras, cumple la misma función que el Swedish International
Liberal Centre en su relación con el Partido Liberal Sueco).
A este organismo de cooperación lo preside Göran Holmström, político que durante muchos
años ha seguido de cerca la política de Suecia para con Cuba. El Sr. Holmström figuró encima
entre los democratacristianos que en visita oficial a Cuba se encontrase con Oswaldo Payá
Sardiñas en el 2002 —al igual que con otros representantes del Movimiento Cristiano
Liberación— antes que al primero le concediesen el Premio Sájarov.
El trabajo de cooperación con los demócratas de intramuros se organiza justamente a través de
esta junta, la cual desde el año 2002 mantiene proyectos fijos de respaldo al proceso
democratizador en Cuba. En lo que a la labor con Cuba concierne, dos féminas de la dirección
del Consejo Democristiano para la Democracia y el Desarrollo descuellan: Helen Richard y
Ulrica Nilsson.
Iniciativas de la Democracia Cristiana el 2003
Que la labor democristiana de respaldo a los activistas de intramuros no es de carácter pasajero,
lo corroboran por lo menos otras dos iniciativas del pasado año: la edición de miles de postales
dirigidas a resaltar la situación de los derechos humanos en la isla caribeña, así como la
realización de un seminario sobre Cuba en el Parlamento Europeo (PE).
La mencionada impresión incluye cinco tarjetas, cada una con una tirada de mil ejemplares, en
las cuales se refieren datos biográficos (en inglés) de cuatro figuras centrales del movimiento
cívico-democrático cubano. Los disidentes escogidos —todos confinados en marzo abril del
2003 por el régimen castrista— son: Raúl Riveros Castañeda, poeta y escritor; Regis Iglesia
Ramírez, figura protagónica del Movimiento Cristiano Liberación; Oswaldo Alfonso Valdés,
líder del Partido Liberal Democrático de Cuba y Oscar Espinosa Chepe, economista y
periodista independiente. La quinta ficha recoge, por su parte, la lista de los 75 prisioneros de
conciencia condenados en lo que Oswaldo Payá Sardiñas denominase La Primavera de Cuba.
Las fichas han sido repartidas en disímiles actividades que han tenido lugar en Suecia y otras
partes del mundo.
En lo que al seminario en el PE respecta —el cual llevó el título Where will Cuba go? A
seminar on recent events in Cuba, steps to take, and in defence of the political prisoners— tuvo
este lugar el 18 de junio del 2003, en Bruselas, Bélgica. El eurodiputado democristiano sueco
Lennart Sacrédus presidió aquel evento, al tiempo que la ya citada Helena Höij fungió como
oradora principal relatando entonces sobre un viaje a Cuba y su encuentro con demócratas del
interior. También tomaron parte en el seminario Concepción Ferrer, europarlamentaria por los
democristianos catalanes; José Ribeiro Castro, también este eurodiputado; así como el citado
Jakob Forssmed. Promotores del seminario fueron el mencionado Consejo Democristiano para
la Democracia y el Desarrollo y la Oficina de los Democristianos en Bruselas. Además de darle
prioridad a Cuba en la agenda de la máxima institución política de Europa, el seminario en
cuestión valió de momento propicio para generar nuevas ideas y proyectos encaminados a
respaldar el proceso democratizador en la isla.
En conclusión, a pesar de que hace tan sólo un par de años atrás que la democracia cristiana se
involucra sistemática y activamente en la labor de solidaridad para con el movimiento cívicodemocrático de intramuros, es incuestionable que una vez dado el paso han mostrado una
entrega total a dicha causa. Factor contribuyente ha sido, sin lugar a dudas, el renombre
263
internacional que el correligionario caribeño Oswaldo Payá Sardiñas recientemente ha
alcanzado.
Las fuerzas moderadas de Suecia
Las fuerzas moderadas pertenecen a las que por y en principio han mantenido históricamente
una actitud crítica hacia la dictadura castrista. No obstante esta tradicional posición, no ha sido
hasta hace poco de un año atrás que notamos un ascendiente interés –fundamentalmente en las
filas juveniles- por perfilarse en la labor de solidaridad para con los demócratas cubanos del
interior.
El Partido Moderado Sueco
Los tradicionalistas han luchado instintiva y consecuentemente desde las bancas de la cámara
contra las diferentes concesiones al castroismo en la política estatal y exterior sueca,
principalmente las que se han permitido por socialdemócratas y (ex) comunistas los periodos
que estos han regido colegiadamente. Los exiliados cubanos recordamos con afecto, por
ejemplo, a Inger Kochs, moderada que a mediado de los 90tas levantara enérgicamente
interpelaciones a favor del derecho de los refugiados al asilo, al igual que en contra de la
represión en nuestro país de origen.
Nadie duda de que el mayor partido en oposición deteste el modo de gobernación del régimen
castrista, y de que los moderados acaricien la esperanza de una Cuba libre y democrática. Por
desgracia, dicha perspectiva política no se ha traducido en proyectos llevados a la práctica, ya
sea en Cuba o en la propia Suecia. Lo anterior no significa sin embargo que no se hayan llevado
a cabo iniciativas que valgan la pena resaltar, como es el caso con la del parlamentario Jan
Evert-Rådhström, quien visitase Cuba en los albores del 2001.
Durante dicho viaje, el Sr. Rådhström, miembro de la comisión de asuntos de transporte en la
cámara (sic!), topó con el movimiento cívico-democrático cubano, recibiendo por esta vía un
llamado que apelaba a la solidaridad de ”los gobiernos democráticos, parlamentos,
organizaciones humanitarias, internacionales políticas, organizaciones de la prensa, sindicales,
académicas y religiosas de todo el mundo”. El reclamo en pos de respaldo internacional venía
firmado, entre otras figuras, por Oswaldo Payá Sardiñas, a nombre del Movimiento Cristiano
Liberación; Elizardo Sánchez, Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional;
Héctor Palacio Ruiz, Centro de Estudios Sociales; Oswaldo Alfonso Valdés, Partido Liberal
Democrático de Cuba; Gisela Delgado Sublín, Centro de Estudios de la Mujer; así como Oscar
Espinosa Chepe, economista y periodista independiente.
Se trataba nada más y nada menos que del histórico Llamamiento desde La Habana —al estilo
del conocido Llamado de Moscú que otrora fuese firmado por el legendario Andrei Sájarov—
que Todos Unidos, organización sombrilla que a la sazón reunía a más de un centenar de
unidades opositoras, emitiese el 16 de enero de aquel año con la finalidad de capitalizar la
atención de la opinión pública internacional sobre ”la ola represiva desatada por el Gobierno de
Cuba, desde noviembre de 1999, vísperas de la IX Cumbre Iberoamericana que se celebró en La
Habana”.
El Sr. Rådhström no hizo por suerte oídos sordos al clamor de auxilio de los demócratas
cubanos. De regreso a casa y traducido el Llamamiento desde La Habana a la bella lengua de
Stringberg, solicitó a los colegas del Riksdagen validar con su puño y letra una atenta petición
de respeto a los derechos humanos dirigida a las autoridades cubanas. Prueba de esta
perseverante labor, resultaron las tres hojas con signaturas y números de banca de 72
264
legisladores, las cuales abrirían con el encabezamiento: ”Nosotros apoyamos la lucha pacífica
pro derechos humanos en Cuba”, explicando seguidamente los motivos y razones del
mencionado Llamamiento.
Para cerrar el círculo de la denuncia y evidenciarle al Gobierno de Fidel Castro que las voces de
las fuerzas democráticas y cívicas del país se escuchaban en comarcas tan remotas como la de
Suecia, en carta fechada 7 de febrero del 2001, Rådhström hacía entrega oficial de las 72 firmas
solidarias a la Embajada de Fidel Castro en Estocolmo. La misiva remitida a Sturevägen 9, en
Danderyd —a propósito una de las ciudades más atractivas y costosas de esta capital gobernada
para más por el bloque liberal-conservador— solicitaba a los gobernantes ”cesar con las
acciones políticas contra los disidentes e introducir las libertades de expresión y opinión en
Cuba”. Aparte de los autógrafos de los diputados, se anexaban a la carta una xerocopia del
Llamamiento, al igual que su traducción al sueco.
Los jóvenes moderados suecos
Los jóvenes conservadores suecos pertenecen, por otra parte, al grupo de juventudes políticas
que recientemente ha acrecentado su trabajo en pos de la democratización de Cuba. Por
ejemplo, el 10 de octubre del 2003 la Asociación de Jóvenes Moderados (MUF, acorde a las
siglas en sueco) inició una campaña nacional a favor de la libertad de Cuba. Dicho cometido fue
anunciado en el marco de la Asamblea de Trabajo que los bisoños moderados realizasen entre el
10 y el 12 del mismo mes en la ciudad de Västerås (localizada a unos 100 kilómetros al noreste
de Estocolmo).
“Campaña pro Libertad: ¡Liberemos a los diez países menos libres del mundo!”. Con este
eslogan a modo de imán sugerente, contribuiría la adolescencia conservadora a la manumisión y
democratización de estados dictatoriales tales como Siria, Cuba, China, Birmania, Haití, Corea
del Norte, Libia, Zimbabwe, Irán y Bielorrusia. La elección de estos “blancos” de la cruzada pro
derechos humanos, no era producto —como pudiera creerse— del capricho de los
conservadores, sino que —como explicase Anna Johansson, segunda vicepresidenta de la
organización, responsable de asuntos internacionales y arquitecta de la campaña en cuestión—
la misma estaba basada, entre otros aspectos, en índices sobre libertades políticas y civiles que
ofrecen prestigiosos organismos internacionales, como es el caso de Freedom House.
Componente de la contienda redentora es una home page que para el oficio se ha habilitado. En
ella se confina información elemental sobre los países “afectados”: desde un trasfondo histórico
hasta la situación referente a derechos humanos, pasando entretanto por circunstancias
económicas, estructuras políticas, así como eventuales movimientos opositores. También cuenta
dicho portal con la sección Take Action, la cual por el momento guarda una carta genérica de
protesta, que demócratas moderados pueden remitir a los dictadores más execrables del mundo.
Como parte de esta campaña y evidencia extra de la creciente consagración de los jóvenes
moderados, vale destacar que han hecho uso eficaz en sus campañas de esclarecimiento del
capital humano y de la experiencia práctica del Exilio Cubano de Suecia. Para este efecto, este
servidor ha sido invitado, en calidad de Coordinador General de Cuba Nuestra, a un ciclo de
charlas en diferentes distritos moderados (por ejemplo, a las localidades Västerås, Jönköping,
Borlänge, Gotemburgo y Lund).
Encima, al momento de escribir estas líneas, nos asoma la noticia de que los mozos
tradicionalistas han creado un Grupo Cuba, el cual, aparte de materializar proyectos de apoyo al
movimiento cívico-democrático cubano, formará un foro donde periodistas cubanos traducidos
al sueco serán difundido por medios de comunicación masivos de línea moderada. Además,
dicho grupo contempla ”una campaña nacional en forma de seminarios en los cuales se
265
explicará la situación cubana, y los beneficios indecibles que le traerían a la isla, si hubiera
habido una democratización en el país”.
En síntesis, podría afirmarse que los moderados de Suecia, aparte de las iniciativas mencionadas
-las cuales se desdoblan fundamentalmente en suelo nórdico-, van pasando gradualmente de la
simpatía declaratoria a la solidaridad sistemática. El que no lo hayan hecho con anterioridad
tiene que ver, en parte, con que este partido no ha tenido una profunda tradición
“internacionalista”, a pesar de que por ejemplo otrora jugasen un papel primordial en la
conformación de la política de Suecia para con los estados del Báltico y del extinto imperio
soviético. Otro factor decisivo, y más cercano al caso cubano, es que hasta el momento no han
podido encontrar clara contraparte -de ideología afín- entre la concertación democrática del
interior y el exterior de Cuba. Las campañas de los mozos y las ambiciones del Grupo Cuba,
pueden ser no obstante signos de que persisten en abrir brecha en el mundo de la solidaridad
para con el pueblo cubano.
Los socialdemócratas de Suecia
No es este espacio oportuno para ensayar sobre la pasada relación entre socialdemocracia sueca
y castrismo cubano. Baste con afirmar que en otros tiempos, la socialdemocracia de este país
apostataría su legado democrático al legitimar y apoyar, directa e indirectamente, a la dictadura
castrista.
La alabadora visita del Jefe de Gobierno Socialdemócrata Olof Palme al revolucionario
comunista Fidel Castro en 1975; la política gubernamental de cooperación (millonaria) con y a
través del régimen caribeño; la deportación de alrededor de un centenar de solicitantes de asilo
cubanos a mediado de los 90tas; la errada praxis de la “diplomacia del silencio” ante la
represión castrista y el estado de los derechos humanos en Cuba; he aquí algunos absurdos que
lastran la historia de este impúdico maridaje. Mas como veremos inmediatamente, en el presente
se evidencia –a todos los niveles- un contrastante cambio de actitud en los socialistas
reformistas suecos para con los gobernantes de Cuba, algo extremadamente loable.
El Partido-Gobierno Socialdemócrata Sueco
A partir de principios del 2003, se suceden una serie de declaraciones de sobresalientes
socialdemócratas –Ministros de Cooperación, de Relaciones Exteriores, Presidente del Comité
de Relaciones Exteriores del Riksdag, entre otros-, que marcan indudablemente una nueva era
en las relaciones con el régimen castrista. He aquí algunos ejemplos del contenido de dichas
exposiciones:
Jan O Karlsson, ex Ministro de Cooperación del Reino de Suecia, declaró el 23 de enero del
2003, mostrarse “en principio positivo a un apoyo al movimiento democrático en Cuba”. La
sensacional declaración tuvo lugar durante la sesión de preguntas en el Parlamento. Jan O
Karlsson puntualizó entonces que “Suecia tiene una larga tradición de apoyo a los movimientos
democráticos y de liberación”.
Entrevistado más tarde, el funcionario no expuso sin embargo detalles sobre cómo este socorro
tendría lugar en la práctica, como tampoco reveló la existencia de un programa específico,
aunque sí reconoció ”que desde un tiempo atrás se llevaba a cabo un trabajo en la Cancillería
del Gobierno con esta cuestión pero que por `cuestiones de sensibilidad` no podía profundizar
en detalles”. La declaración de marras indicaba no obstante un giro significativo en las
relaciones entre los gobiernos de Cuba y Suecia; por primera vez se proclamaba abiertamente
apoyo a las fuerzas democráticas.
266
La ola represiva de marzo abril del mismo año por parte del régimen castrista, trajo como saldo
que socialistas reformistas de peso, tanto en el seno del partido como del gobierno, condenasen
la embestida. Por ejemplo, el mencionado Jan O Karlsson, declaró en aquel momento: “Es muy
importante que se llame la atención cuando sucedan hechos que llevan a que los derechos
humanos sean pisoteados. Es importante que nosotros protestemos.”
Además el entonces Ministro de Cooperación Karlsson se inclinó por “redirigir la ayuda al
desarrollo de Cuba, de manera tal que más de lo que hoy se ofrece vaya a parar al movimiento
democrático y así poder garantizar una democracia estable a largo plazo”. Tras admitir que la
cooperación al movimiento democrático es decisiva, el funcionario expresó: “Quiero
gustosamente comparar esto con el hecho de que durante un largo tiempo apoyamos, con
medios públicos, al Congreso Nacional Africano (ANC) en África del Sur”. Medios de
comunicación masiva de Suecia citaron también a Jan O Karlsson cuando este se expresase
sobre la urgencia del apoyo al movimiento cívico-democrático: “La democracia ha estado
esperando por más de 50 años en Cuba. Mientras más rápido podamos consumar un apoyo que
convierta a Cuba en democracia según nuestra acepción, mejor todavía”.
También condenó los arrestos y encarcelamientos arbitrarios Anna Lindh, Ministro de
Relaciones Exteriores (asesinada el pasado 10 de septiembre) en la cámara el 8 de abril,
exigiendo la liberación inmediata de los encarcelados por motivos políticos o de conciencia.
Lindh informó en aquella ocasión que una protesta a nivel de secretario de estado había sido
entregada a la Embajada de Cuba en Estocolmo. En lo relativo a la política de cooperación, la
funcionaria recordaba que Suecia buscaba la apertura del sistema cubano a través de proyectos y
otras iniciativas con diferentes actores sociales.
Al referirse al papel de Suecia en el marco de la Unión Europea (UE), Lindh sacó a relucir la
conocida ”Posición Común”, doctrina europea que “acentúa la necesidad de reformas
democráticas y mayor respeto a los derechos humanos”. A modo de revelación, la ministro
sueca afirmó que ”Suecia fue uno de los países más activos tras la declaración de la UE que el
26 de marzo de este año condenó los arrestos de los últimos tiempos. Suecia trabajó también por
que la UE el mismo día le entregara un démarche a las autoridades cubanas en La Habana, lo
cual así sucedió. Por la parte sueca vemos ahora qué más se puede hacer en el marco de la UE
para trabajar en pos de la democratización y mayor respeto a los derechos humanos en Cuba”.
Aparte de lo anterior, la funcionaria se expresó sobre los siguientes tópicos:
1. Apoyo gubernamental al movimiento democrático y cívico cubano. En este punto la
Ministro de Relaciones Exteriores subrayó una vez más la disposición de Suecia de
prestarle más ayuda de la cooperación gubernamental a las fuerzas pro democracia de
Cuba.
2. Viaje a Cuba para presionar al régimen y reunirse con representantes pro democracia.
Lindh dejó este tópico abierto para futuras deliberaciones, mostrándose muy positiva ante
la idea pero articulando al mismo tiempo el temor de que el gobierno cubano utilice este
tipo de visitas como signo de legitimación del régimen imperante en la isla. Prometió no
obstante retornar al tema.
3. Iniciativas a nivel de la Unión Europea. La Ministra socialdemócrata agregó a las
iniciativas arriba expuestas la promesa de discutir en una reunión de ministros de la
relaciones exteriores a tener lugar el lunes entrante, la problemática cubana ”con algunos
de sus colegas, que también han esta comprometido con Cuba, sobre qué más podemos
hacer y qué podemos eventualmente realizar en conjunto”.
267
Hecho importantísimo de este debate fue además el que el Gobierno Socialdemócrata
descartase, por primera vez en la historia, el argumento del embargo estadounidense como
metacausa de las crónicas enfermedades que padece la isla en lo más intrínseco de sus órganos
económicos, sociales y políticos. Fueron con las siguientes palabras que la vocero del gabinete
anunciase este nuevo paradigma en las relaciones de Suecia para con Cuba: “[C]iertamente el
bloqueo americano es ilegal. Eso lo comparto. Comparto que contrarresta su propio fin, que ha
frenado un desarrollo positivo en Cuba. Sin embargo la influencia propia del régimen, —en
cuanto Cuba es una dictadura—, es a pesar de todo mucho mayor que la del bloqueo
americano, teniendo [por ende] mayor responsabilidad por la situación en Cuba.” (Cursivas
del autor).
Los festejos del tradicional 1ro. de Mayo sirvieron también de ocasión para que prominentes
políticos de esta corriente ideológica penaran los actos represivos del régimen de Fidel Castro.
En la página oficial del Partido Socialdemócrata Sueco se recogieron entonces extractos de las
alocuciones que sostuvieran dos destacadas figuras Urban Ahlin, Presidente de la Comisión de
Relaciones Exteriores del Riksdagen y Lena Hallegren, Viceministro de Educación.
”Es hora de hablar claramente sobre Cuba. Cuba es una dictadura. Desde el triunfo
revolucionario el país ha sido gobernado dictatorialmente y los derechos humanos y
democráticos violados continuamente.”, enunció el Sr. Ahlin en la ciudad de Tidhaholm.
Por otra parte, de Lena Hallengren, responsable por la carpeta de educación, fue citado el
siguiente fragmento: ”El movimiento obrero es un movimiento por la paz, pero tampoco
olvidamos la primera parte de nuestra consigna. Es inequívoco el hecho de que la democracia y
la libertad de todas las personas es una premisa de la paz verdadera y el bienestar verdadero.
Conflictos, represión política y violaciones de los derechos humanos tienen lugar diariamente en
todo el mundo. Las gentes necesitan de nuestro apoyo en la lucha por la democracia en
Bielorrusia, Birmania y Cuba. La represión de Fidel Castro se hizo solamente más manifiesta
cuando el régimen, a la sombra de la Guerra de Irak, se aprovechó para atacar a la oposición. El
romanticismo en Suecia en torno a Cuba es desagradable.”
Para que no quede dudas de que el compromiso de la socialdemocracia parece irreversible, es
legítimo destacar aquí que el Sr. Ahlin retomó recientemente (el 9 de enero del presente año) el
tema de la ayuda a los demócratas cubanos en un histórico artículo, titulado “No aislemos a la
Cuba de Castro”, publicado en el diario nacional de corte moderado (sic!) Svenska Dagbladet
(Hoja Sueca del Día). En dicho escrito, el socialista reformista postuló, entre otros aspectos, lo
siguiente: “El pueblo de Cuba necesita el apoyo del mundo en su lucha por la democracia.
Quiero asegurarles a los cubanos que los socialdemócratas suecos consideran que los derechos
humanos son universales […] No podrá haber excepciones que se disculpen con mejor
asistencia médica o menor mortalidad infantil. Los cubanos no tiene porque escoger o una cosa
o la otra. ¿Cuál es la mejor manera de ayudar al pueblo de Cuba? ¿Cuál es la mejor manera de
darle nuestro apoyo a todos aquellos que luchan por la democracia y la justicia en Cuba? No
callando la represión.”
En el mismo escrito, el Sr. Ahlin trazó los lineamientos de la socialdemocracia a nivel de
partido así como de gobierno para afrontar la situación imperante en Cuba, al tiempo que,
siguiendo los pasos de la fenecida Sra. Lindh, culpaba al régimen cubano por el estado de cosas
en la isla: “Los socialdemócratas de Suecia tienen contacto y continuo diálogo con las fuerzas
democráticas de Cuba. De la misma manera que apoyamos la lucha por la democracia y los
derechos humanos en otras partes, también la apoyamos en Cuba. El mundo no debe aislar a
Cuba. Los cubanos están hambrientos de contactos e intercambio con el exterior. Los contactos
de pueblo a pueblo y entre organizaciones, son importantísimos. La política sueca debe seguirse
llevándose a cabo en conjunto con la Unión Europea, partiendo de fuertes exigencia de derechos
humanos. Nosotros contribuiremos con apoyo constructivo y concreto a las fuerzas
democráticas y al mismo tiempo aumentaremos los contactos pueblo a pueblo y entre
organizaciones. Fidel Castro carga solo con la culpa de la dictadura en Cuba. Nuestra
268
responsabilidad consiste en no aislar al pueblo cubano del mundo. Debemos darle esperanza en
un futuro más libre y mejor.”
Es de subrayar la eventual connotación que el manifiesto de Urban Ahlin ejerza en las futuras
relaciones Cuba-Suecia, si tenemos en cuenta que, aparte de su condición de vicesecretario del
Partido Socialdemócrata, éste encabeza la mencionada Comisión de Relaciones Exteriores del
Parlamento Sueco. Recae en esta institución tratar asuntos relativos a la relación y tratados de
Suecia con otros estados, la ayuda para el desarrollo (materia de cooperación), el comercio
exterior, así mismo como la cooperación económica internacional.
Asociación Juvenil Socialdemócrata
Los jóvenes socialistas moderados se han incorporado también últimamente a la labor
esclarecedora que sobre Cuba llevasen a cabo entidades liberales y democristianas. Grosso
modo puede aseverarse que dicha labor va esencialmente dirigida a concienciar a los bisoños de
sus propias filas que aún mantienen una imagen romántica de la llamada Revolución Cubana,
algo fácil de percibir en los ejemplos que abajo siguen:
La edición de febrero del 2003 de la revista Frihet (Libertad), órgano oficial de la Asociación de
Jóvenes Socialdemócratas, recogió una detallada entrevista con Erik Gutierréz-Aranda, quien
visitase Cuba con objetivo de presenciar el congreso del partido correligionario Corriente
Socialista Democrática (CSDC) (fundado en 1992). En esta misión a la isla le acampanó Daniel
Molin, delegado internacional de la organización juvenil, asimismo como un representante del
mencionado Centro Internacional Olof Palme.
En aquella fecha Gutiérrez-Aranda sostuvo que en el futuro los jóvenes socialdemócratas bien
podrían tener intercambio o cooperación con la CSDC, aunque, en sus palabras, ”lo más
importante era que cooperemos con más partes de la oposición y no solamente con un partido.
Pues también hay organizaciones cívicas que luchan por los derechos humanos, la liberación de
los prisioneros políticos, etc.”. El joven político anunció además que junto con Molin viajarían
por Suecia para visitar los distritos de la juventud socialdemócrata y relatar sobre las vivencias
en Cuba: ”Tengo la esperanza de contribuir así con conocimiento sobre la situación del país y de
que pongamos en marcha una discusión interna sobre lo qué haremos en la Asociación de
Jóvenes Socialdemócratas”.
La dirección superior de la asociación juvenil socialista democrática, en la voz de su entonces
presidente Mikael Damberg, condenó encima los trágicos acontecimientos suscitados por el
régimen cubano en marzo abril de pasado año. La condena en cuestión fue recogida en la página
oficial de los bisoños socialdemócratas. Luego de una nota introductoria en la que se destacaba
que Oswaldo Alfonso, presidente del liberal PLDC y Oscar Espinosa Chepe, economista
independiente —personas con las que jóvenes socialdemócratas suecos de visita de trabajo en
Cuba confrontaran— figuraban en la lista de arrestados, el joven Damberg declaró lo siguiente:
”Es sumamente alarmante que el régimen cubano de forma tan brutal viole los derechos
humanos y embista a las fuerzas democráticas de Cuba. Es inaceptable que la sombra mediática
que la Guerra de Irak hace caer sobre el mundo, sea utilizada para acrecentar la represión contra
las fuerzas democráticas en Cuba. Ya de antes habían más de 250 prisioneros políticos en Cuba,
y tal parece que el régimen se aprovecha para aumentar esa cifra mientras las miradas del
mundo están dirigidas hacia Irak.”
En agosto del 2003, el congreso de la juventud socialdemócrata eligió a una nueva dirección.
Elegidos Presidente y Vicepresidente respectivamente resultaron Ardalan Shekarabi y Sara
Heelge-Vikmång. En artículo publicado tras las elecciones, en el prestigioso diario GöteborgsPosten (Correo de Gotemburgo), Shekarabi y Heelge-Vikmång resaltaron que la organización
269
centraría su quehacer político en asuntos internacionales, salvaguardando así la herencia de
antecesores que otrora luchasen, por ejemplo, contra el Apartheid en Sudáfrica y la Guerra de
Vietnam. En dicho escrito —programático tanto de forma como de contenido— los políticos
prometieron, especialmente, no permanecer en silencio “cuando la única superpotencia del
mundo abuse de su posición, violando los derechos de terceros”.
No obstante esta poca sutil alusión a los Estados Unidos de América, los socialdemócratas
aclararon que tampoco se pensaban entregar “a un antiamericanismo de miras estrechas”. Tal
parecía que al explicar, punto y seguido, el sentido tácito del enunciado “antiamericanismo de
miras estrechas”, Shekarabi y Heelge-Vikmång hacían referencia a los excesos antiamericanos
que en otras épocas marcasen la política exterior socialdemócrata; por que de otra manera se
haría difícil interpretar el siguiente esclarecimiento: “nunca permitiremos que el accionar de los
Estados Unidos de América sirva de disculpa para cerrar los ojos ante la represión en Cuba,
Irak, Irán y Corea del Norte. Los dictadores que amenazan su entorno con armas de destrucción
masiva; o que reprimen, encarcelan y torturan a la oposición en sus respectivos países, son y
seguirán siendo la principal amenaza a nuestros derechos humanos”.
Los bisoños socialdemócratas continúan abogando por mayor consagración a la causa de la
democracia en Cuba. En artículo publicado en el número 2/3 del 2003 de la publicación
Tvärdrag (Corriente de Aire), “revista de ideas políticas de la Asociación de Jóvenes
Socialdemócratas”, Pelle Rödin, tesorero por los estudiantes socialistas reformistas, se
preguntaba y respondía: “¿Por qué debemos dedicarnos a Cuba? Para empezar, es nuestro deber
apoyar las aspiraciones democráticas, y especialmente [proteger] de la represión política a
nuestros camaradas socialdemócratas.” Aparte de este razonamiento, el socialdemócrata
consideraba que Cuba poseía premisas indispensables para que el comunismo fuese levantado
de manera exitosa, a diferencia del modo en que el paso a la democracia ha tenido lugar en los
estados de Europa Oriental y el imperio de la ex Unión Soviética.
El Centro Internacional Olof Palme
El Centro Internacional Olof Palme, organismo de cooperación de la socialdemocracia sueca, se
ha involucrado últimamente en la democratización de Cuba incorporando a su anterior quehacer
un nuevo actor – al disidente cubano de intramuros. (En proyectos que datan de finales 80tas y
principios de los 90tas, el Centro Palme, como se conoce abreviadamente, intentaba tender
puentes exclusivamente entre exiliados cubanos y representantes de las estructuras oficiales del
interior de la isla). El Centro Palme enfoca su labor hacia la colaboración para el desarrollo
internacional, así como la creación de opinión en torno a asuntos de política y seguridad
nacional.
Según el banco de data que la institución mantiene abierta a la ciudadanía a través de su home
page, los socialdemócratas llevarían a cabo un proyecto sobre desarrollo organizacional en
conjunto con la Corriente Socialista Demócratica de Cuba, CSDC. El objetivo del proyecto
sería “crear bases para un trabajo de desarrollo organizacional junto con Corriente Socialista”.
La estructura que en el marco de la iniciativa colaboraría con la contraparte cubana sería la
Asociación de Jóvenes Socialdemócratas. Por lo menos una actividad se había planificado para
el 2003, a decir, un seminario cuyo objetivo era “discutir el desarrollo organizacional, la
comunicación interna así como investigar las posibilidades de una colaboración más amplia que
apuntara sobre todo a apoyar a los jóvenes de Corriente Socialista Cubana.”
Al momento de escribirse este texto, no conocemos sin embargo si los socialdemócratas han
podido cumplir los objetivos de esta iniciativa. Tampoco hemos encontrado en las publicaciones
periódicas y digitales de sus organizaciones, informes sobre la realización de el proyecto de
marras.
270
II Sociedad Civil:
La Sección Sueca de Amnistía Internacional
Entre las organizaciones de la sociedad civil de Suecia que con su labor pro derechos humanos
legitiman y se solidarizan con nuestra causa resalta indiscutiblemente la Sección Sueca de
Amnistía Internacional, en particular el Distrito de Estocolmo. Dos eventos en específico –la
gala Amnistía en Kungsan y la Marcha de las Antorchas- y la creación del Grupo 95 de
Amnistía Internacional puede servir como ejemplo de dicha fraternización.
Del 1 al 3 de septiembre del 2003, los exiliados cubanos fuimos invitada a participar en la gala
Amnistía en Kungsan que el Distrito de Estocolmo, de Amnistía Internacional (Sección Sueca)
organizase en el capitalino parque Kungsträdgården (conocido abreviadamente como Kungsan).
Dicha velada se dedicaba a la situación de los derechos humanos, así como a la problemática de
los refugiados y del uso de la pena de muerte en diferentes regiones del mundo.
La gala de AI consistió, en propiedad, en ponencias y números musicales, desarrollados en una
escena levantada al efecto en la citada alameda. Además, organizaciones y asociaciones pro
derechos humanos y democracia dispusieron de tiendas de campañas en las que expusieron
murales, libros y/u otro tipo de material informativo. El hecho de que los exiliados cubanos
fuesen convidados a atender una mesa informativa en la gala de Amnistía y que numerosos
oradores tomaran el tema de los derechos humanos en la isla, evidenció la prioridad que la
prestigiosa institución global le otorga a la situación imperante en Cuba.
Encima, un cuerpo de activistas de la Sección Sueca de Amnistía Internacional, el denominado
Grupo 95 de Amnistía, ha asumido la difícil pero no imposible tarea de contribuir a la liberación
—inmediata e incondicional— de 13 prisioneros de conciencia cubanos. Se trata por el
momento de una decena de ciudadanos suecos —de variadas profesiones, disímiles estratos
sociales y diferentes anclaje generacional y procedencia étnica—, quienes durante un año
seguido, contando a partir del pasado julio, lidiarán porque se respeten los derechos humanos
de:
1. Margarito Broche Espinosa, sancionado a 25 años de prisión,
2. Antonio Ramón Díaz Sánchez, sancionado a 20 años de prisión,
3. Alfredo Domínguez Batista, sancionado a 14 años de prisión,
4. Efrén Fernández Fernández, sancionado a 12 años de prisión,
5. José Daniel Ferrer García, sancionado a 25 años de prisión,
6. Luis Enrique Ferrer García, sancionado a 28 años de prisión,
7. Leonel Grave de Peralta Almenares, sancionado a 20 años de prisión,
8. Regis Iglesias Ramírez, sancionado a 18 años de prisión,
9. Reinaldo Labrada Pena, sancionado a 6 años de prisión,
10. Jesús Miguel Mustafa Felipe, sancionado a 25 años de prisión,
11. Arturo Pérez de Alejo Rodríguez, sancionado a 20 años de prisión,
271
12. Alexis Rodríguez Fernández, sancionado a 15 años de prisión,
13. Antonio Augusto Villarreal Acosta, sancionado a 15 años de prisión.
El objetivo a largo plazo de las actividades del Grupo 95 de Amnistía es, como se adelantaba
arriba, lograr la puesta en libertad de los referidos prisioneros de conciencia, los cuales, a
propósito, tienen como denominador común la membresía en las filas del Movimiento Cristiano
Liberación, en el seno del cual fungían, hasta la fecha de su encarcelamiento, como impulsores
del Proyecto Varela. Para lograr la meta redentora, los prosélitos de Amnistía Internacional (AI)
buscan crear la mayor publicidad posible en torno a los casos acogidos, así como velar porque
las condiciones carcelarias de los confinados no sean agravadas por parte de las autoridades
cubanas. Pasado el año de trabajo, o de ocurrir cambios sustanciales, le corresponderá al
Secretariado Internacional (SI) de AI, con sede en Londres, reevaluar el estado de los casos y
ultimar si la acción en cuestión deberá continuar en marcha.
En vistas de la celebración del 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos, la Sección
Sueca de Amnistía Internacional a lidereó, como en anteriores, una Marcha de Antorchas en el
centro de Estocolmo. El Distrito de Estocolmo exhortó, por su parte, al Exilio Cubano de
Suecia, —al igual que a otros amigos de la democracia—, a tomar parte activa en la mencionada
jornada, la cual, tuvo como blancos centrales de condena y denuncia a regímenes tales como el
cubano, el bielorruso y el zimbabwense. Siendo el tema central de la marcha la libertad de
palabra y de prensa, a este servidor le tocó denunciar el calamitoso estado de estas libertades
bajo el régimen de Fidel Castro.
El Comité Escandinavo Premio Nobel a Oswaldo Payá Sardiñas
Fuera de las entidades mencionadas, es imprescindible destacar al Comité Escandinavo Premio
Nobel a Oswaldo Payá Sardiñas, conocido abreviadamente como el Comité Payá. Fundado el
11 de diciembre del 2002, dicha organización—amen de hacer lobby en pos de que el más noble
de los premios Nobel –el de la Paz- se le otorgue al gestor del Proyecto Varela— busca
respaldar las iniciativas pro democracia y reconciliación que dentro de Cuba protagonicen los
demócratas insulares.
La publicación de un folleto sobre el mencionado Proyecto Varela, su distribución a
parlamentarios y personalidades escandinavas, la inserción en medios de prensa de un número
de artículos sobre Payá Sardiñas en particular y la situación en Cuba en general, así como el
“levantamiento” de una home page, figuran entre las actividades que la naciente estructura
acometió durante su primer año de existencia y bajo la capitanía del periodista Birger
Thuresson.
En diciembre del 2003, en el espacio de la celebración de la primera Junta Anual, Hanna
Hellquist, presidenta entrante, elevó la propuesta de hacer del Comité Payá una plataforma que
inventariase los proyectos que en torno a Cuba realizasen disímiles actores, como es el caso del
SILC, el Consejo Democristiano pro Democracia y Desarrollo, los jóvenes liberales y
democristianos, los partidos de igual denominación, la revista Cuba Nuestra, entre otros. Según
la propuesta aprobada por la Junta Anual, el Comité Payá se apoyaría a partir de entonces en las
siguientes cuatro extremidades:
“inventario y coordinación de los proyectos y actividades sobre Cuba
distribución de información sobre los proyectos y actividades en torno a Cuba
foro de discusión y punto de reunión de interesados en Cuba aunque de diferentes
organizaciones
continúo lobby por que a Oswaldo Payá Sardiñas se le otorgue el Premio Nobel de la Paz.”
272
Para llevar a buen puerto estos objetivos, se formuló la idea de una serie de seminarios (tres
semestralmente), para cuya ejecución se solicitarán medios económicos de las instancias de
cooperación sueca. La edición de una propia revista —periódica y en sueco— es otra iniciativa
(levantada por este servidor) que “descansa” actualmente en la mesa de trabajo del Comité
Payá.
Resaltarse debe además que el Comité Payá es la única organización que hasta el momento ha
podido unir a miembros de diferentes partidos políticos suecos, de diferentes orígenes étnicos
(cubanos y suecos), así como de diferentes organizaciones de la sociedad civil, bajo un mismo
techo y en pos de un mismo fin: coadyuvar al proceso de democratización en Cuba.
A modo de conclusión:
El saldo que la anterior descripción nos arroja, resulta en que de siete partidos actualmente
representados en el Parlamento Sueco, cuatro –los liberal, democristiano, moderado y
socialdemócrata-, así como sus respectivas ramas juveniles, están imbuidos en la labor de
solidaridad para con Cuba. (No asisten en esta empresa ambientalistas y ex comunistas, por la
izquierda socialista; y centristas, por el bloque liberal-conservador). Además, tres organismos de
cooperación para el desarrollo (el Centro Internacional Liberal Sueco, el Consejo
Democristiano pro Democracia y Desarrollo y el Centro Internacional Olof Palme) canalizan
proyectos e iniciativas de apoyo al movimiento cívico-democrático de Cuba.
Del seno de la sociedad civil de Suecia, sin contar la decorosa labor del Exilio Cubano,
descuellan el respaldo de la Sección Sueca de Amnistía Internacional, rama de acaso la más
prestigiosa organización a nivel global en materia de derechos humanos, así como la intensa
labor mancomunada de los integrantes del incipiente Comité Escandinavo Premio Nobel de la
Paz. A lo anterior, se debe sumar, por la parte gubernamental, la sólida posición de crítica
descubierta al régimen castrista y apoyo abierto a los demócratas insulares por parte del actual
gabinete socialdemócrata.
Páginas en Internet de organizaciones que apoyan la democratización de Cuba:
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
Partido Liberal Sueco: www.folkpartiet.se
Centro Internacional Liberal Sueco: www.silc.se
Asociación de Jóvenes Liberales: www.luf.se
Campaña Turismo pro Democracia de los mozos liberales:
www.demokratiturism.se
Partido Demócrata Cristiano Sueco: www.kristdemokrat.se
Asociación de Jóvenes Democristianos: www.kdu.se
Campaña Viva la Liberación! de los bisoños democristianos:
http://www.kdu.se/kampanjlist.asp?category_id=kuba
Consejo Democristiano pro Democracia y Desarrollo:
www.kristdemokrat.se/list.asp?Category_id=krdu
Partido Moderado Sueco: www.moderat.se
Asociación de Jóvenes Moderados: www.muf.se
Campaña
pro
Libertad
de
los
jóvenes
moderados:
www.muf.se/frihetskampanjen/
Partido Socialdemócrata Sueco: www.sap.se
Asociación de Jóvenes Socialdemócratas: www.ssu.se
Sección Sueca de Amnistía Internacional: www.amnesty.se
Sección Sueca de Amnistía Internacional, Distrito de Estocolmo:
www.amnesty.se/stockholm
273
•
•
Comité Premio Nobel a Oswaldo Payá Sardiñas: www.payá.nu
Cuba Nuestra: www.cubanuestra.nu
274
Solidaridad con Cuba
POR MATÍAS JOVE
Abogado y Secretario General de la AECT
Quiero comenzar esta breve intervención diciendo que es un auténtico privilegio para los
españoles que estamos aquí compartir estoy días con personas que estamos seguros pasarán
a la historia de Cuba con todos los honores. Todos los presentes en este congreso, de una u otra
forma, habéis renunciado a una vida cómoda y en situaciones adversas muchos han pasado
largos en prisión, han recibido presiones inimaginables y todos se han visto abocados al exilio.
Y todo ello porque en un día concreto de su vida decidieron ser libres y luchar por una Cuba de
todos cubanos.
Ante esta realidad, que a los que hemos tenido la suerte de nacer en democracia nos conmueve,
no podemos quedarnos indiferentes. Son de sobra conocidos los estrechos vínculos que nos
unen a los españoles con el pueblo cubano, y no les podemos dejar solos a su suerte. Por ese
motivo, hace ya casi un año, nos unimos un grupo de jóvenes españoles para intentar apoyar
desde España un proceso de transición en Cuba que creemos que es realmente posible. Desde el
principio sabíamos que no era mucho lo que podíamos hacer; carecíamos de tiempo y de
recursos y nuestros trabajos personales exigían mucha dedicación, pero era necesario hacer algo.
Muchos cubanos que querían hacerse oír y no tenían voz en Cuba; en España existía y
todavía existe un gran desconocimiento sobre los problemas de la isla y algo tenía que
cambiar. Era conseguir que se les escuchara. Nuestro papel se reduce a eso: crear plataformas
para que los cubanos puedan ser escuchados en España y fomentar espacios de libertad donde el
diálogo sea el gran protagonista.
Con mayor o menor eficacia estamos nos hemos comprometido con esta tarea y nos hemos
encontrado con no pocos intelectuales, políticos y periodistas españoles que han prestado su voz
a estos demócratas y se han dedicado esfuerzos para apoyar lo que todos queremos para los
cubanos: una democracia donde se respeten los derechos humanos y busque la libertad de todos
los cubanos. A todos ellos gracias.
Con el objeto de sensibilizar a la opinión público española con el problema cubano la
Asociación Española Cuba en Transición ha promovido distintas campañas denunciando las
violaciones de derechos humanos en la isla. Se trata de una labor continua, casi diaria, pero
podemos destacar varias campañas realizadas en este sentido:
Manifiesto de los 100
El día 10 de abril de 2003 la AECT promovió un manifiesto bautizado con el nombre de
“Manifiesto de los 100” firmado por miles de personas, entre las que figuraban cien personas de
la más alta relevancia en la sociedad española exigiendo la inmediata puesta en libertad de todos
los detenidos durante las jornadas negras de marzo, así como la de los centenares de presos
políticos que, desde bastante antes, se consumen en las inhumanas cárceles de la Isla. El
Manifiesto fue presentado en un acto celebrado en la Asociación de la prensa de Madrid.
En el acto intervinieron el vicepresidente de la Asociación Hispano-Cubana, Guillermo
Cortázar, el secretario ejecutivo de Relaciones Internacionales del PP, Jorge Moragas, y el
senador de CiU, Jordi Xuclá, quienes expresaron su "absoluto apoyo a la causa de la libertad y
defensa de los derechos humanos en Cuba".Tras sus palabras siguió la lectura de los nombres de
los condenados por el momento y las penas impuestas a cada uno, y a continuación Carlos Payá,
hermano del líder del Movimiento Cristiano de Liberación, pasó a leer el "Manifiesto de los
100".El encuentro concluyó con la lectura de poemas de Raúl Rivero, condenado el pasado
275
lunes a veinte años de prisión, y los escritores Zoé Valdés, Rosa Montero y Carlos Alberto
Montaner fueron los encargados de poner voz a los versos del poeta encarcelado.
Entre los firmantes aparecen entre otros: Gabriel Albiac, Julio Ariza, Fernando Arrabal, Emma
Bonino, Antonio Burgos, Jaime Campmany, Arcadi Espada, Guillermo Gortázar, Federico
Jiménez Losantos, Jon Juaristi, Juan José Laborda, Elvira Lindo, Pío Moa, Luis Núñez
Ladeveze, Marco Pannella, Ramón Pí, Alberto Recarte, Carlos Rodríguez Braun, Fernando
Savater, Hermann Tertsch, Alfredo Urdaci, Edurne Uriarte, Alfonso Ussía, Álvaro Vargas
Llosa, José Antonio Vera.
Concentración de la Puerta del Sol: todos unidos por la libertad en Cuba.
La AECT organizó una concentración en la Puerta del Sol de Madrid el día 26 de abril del 2003.
El acto, al que acudieron más de 3000 personas consiguió aglutinar condenando la violación de
derechos humanos en la isla a casi todo el abanico político de España: PP, PSOE, CiU, PNV,
CCOO, UGT, Los Verdes, Izquierda Republicana...así como numerosos personajes relevantes
del mundo del cine, el periodismo y la cultura. Entre otros Entre otros participaron Fernando
Savater, Rosa Montero, Hermann Tertsch, Cristina López Schlichting, Jon Juaristi, Mikel
Azurmendi, Jaime Mayor Oreja, Pío García Escudero, Ana Mato, Jorge Moragas y Eugenio
Nasarre del PP, Jesús Caldera, Enrique Martínez, Juan José Laborda del PSOE, Salvador Sedó
y Jordi Xuclá de CiU. Pocos actos han conseguido unir a personalidades de tan distintas
tendencias: el pueblo cubano lo merece.
En la manifestación que fue recogida ampliamente por los medios de comunicación españoles
se exigía se exige “al gobierno cubano la inmediata liberación de los presos de conciencia, el
respeto de los derechos humanos y de las libertades públicas en Cuba.”
Feria de la solidaridad
Con motivo de la VII Feria de Solidaridad celebrada en Madrid el pasado mes de mayo, la
AECT organizó el día de la democracia en Cuba. Con este motivo, la Asociación Española
Cuba en Transición organizó varias actividades con el objeto de transmitir al público asistente a
la Feria la situación que vive Cuba actualmente. Miles de personas pudieron conocer la realidad
del pueblo cubano y apoyar iniciativas para promover la democracia en la isla.
Un ciclo de cine cubano abrió la jornada y se vio complementado por una Mesa redonda en la
que participaron Roberto Fandiño, Leopoldo Fornés, Gina Montaner y Mario Noya.
La jornada concluyó con un acto en el que se leyeron poemas de presos y ex-presos de
conciencia. Pusieron su voz Jon Juaristi, Felipe Lázaro, María Elena Cruz Varela y Orlando
Fondevila
.
Artículos de opinión
Para dar a conocer la situación de Cuba y contribuir a la sensibilización de opinión pública
española, la AECT ha promovido la publicación de noticias, artículos de opinión y entrevistas
en prensa escrita, televisión y emisoras de radio de difusión nacional. Televisión Española,
Antena 3, Tele-Madrid, Tele-5, Canal +, El País, El Mundo, ABC, La Razón, The Wall Street
Journal Europe, Le Monde, The Miami Herald, Radio Martí, Tele Mundo, , Época, Diario 16,
Radio Intereconomía, Canal Sur, Onda Cero, COPE, Cadena SER, Radio Libertad, Madrid
Radio, La Voz de América, TMT y Metro.
Campaña a favor de la libertad de expresión en Cuba
Junto a Reporteros sin Fronteras y Españoles por la Libertad en Cuba hemos presentado esta
una campaña en apoyo a los periodistas cubanos. La campaña, que tuvo como objetivo la
sensibilización de la opinión pública española con la situación de la libertad de prensa en Cuba,
276
se pudo ver durante una semana en 520 salas de cine y en los telediarios de tres importantes
cadenas nacionales.
Presentación del anuncio de cine “Letras prohibidas” tuvo lugar en la sala de cine Roxy B de
Madrid y en el acto periodistas de distintos medios de comunicación mostraron su apoyo a los
periodistas independientes encarcelados. Intervinieron Javier Valenzuela, Enrique Vázquez,
Carmen Gurruchaga, Víctor de la Serna ,Orlando Fondevila, Rafael Jiménez Claudín y Rafael
Rubio. En el acto se repartió un ejemplar del tercer número de la revista “De Cuba” escrita por
periodistas independientes cubanos después de la última oleada represiva el pasado mes de
marzo.
Congreso internacional de cultura cubana
El Congreso Internacional de Cultura Cubana ha logrado reunir a más de un centenar de
personalidades del exilio cubano. Alrededor de más de veinte mesas redondas se pretende
analizar críticamente las instituciones oficiales de régimen cubano y presentar alternativas
democráticas para la isla. Todo ello con dos objetivos fundamentales. En primer lugar, favorecer
el diálogo como única vía posible para construir una democracia en Cuba. Y en segundo
término para material ideas y propuestas surgidas en durante estas jornadas se grabaron y de mil
vías distintas llegará a los cubanos de la isla. Estamos convencidos que de esta forma
contribuimos a revitalizar una sociedad civil en Cuba que, aunque debilitada, cada vez muestra
más signos de fortalecimiento y será la protagonista del cambio.
Tras un año de continuo apoyo desde España al pueblo cubano nuestro compromiso sigue
intacto, pero nuestro conocimiento de la realidad que se vive en la isla, nuestro convencimiento
de que un cambio es posible y nuestra ilusión cada vez son mayores. Esperemos que nuestra
asociación en breve no tenga sentido, porque eso significaría que la transición se ha producido
verdaderamente en Cuba.
277
La Transformación Jurídica de Cuba en el post-totalitarismo
278
Derecho Penal para un Estado Democrático y de Derecho en una
Cuba Futura
POR ORLANDO GÓMEZ GONZÁLEZ
Doctor en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid
Profesor de Derecho Penal
Cuando pensamos en el futuro de una Cuba post-totalitaria lo relacionamos con un Estado
democrático y de derecho, con sus exigencias éticas, políticas y jurídicas que este tipo de
sistema requiere. En un Estado ajustado al marco institucional, normativo y jurídico del que
conocemos hoy como Estado de Derecho resulta obvio que debe ser ante todo un Estado
constitucional de derecho.
Precisamente, para emprender una reforma penal real y efectiva en Cuba es necesario a nuestro
juicio valorar tres aspectos fundamentales: la relación del Derecho Penal con los principios
constitucionales, los principios básicos, funciones y límites del Derecho Penal y el papel de la
dogmática jurídico penal y la política criminal.
Antes de explicar estos tres pilares fundamentales es recomendable hacer una breve referencia
de los antecedentes históricos y legislativos desde la época republicana teniendo en cuenta que
fue el período más importante de la historia de Cuba al ser la etapa decisiva de la configuración
de la sociedad, la economía, la política y sin lugar a dudas también la consolidación del derecho.
En esta etapa se implantaron y evolucionaron los valores de lo que conocemos hoy como Estado
de Derecho. Naturalmente, debe tenerse en cuenta la coyuntura histórico y social en la que se
presentaron factores unas veces favorecedores y otras entorpecedores en el desarrollo y
consolidación de la institución del Estado de Derecho. Téngase en cuenta que en este período
republicano rigieron dos Constituciones, la liberal de 1901 y la socialdemócrata de 1940 que
constituyen la base del derecho cubano.
Cuba fue un importante centro de actividad jurídica en todas las disciplinas, pero
particularmente en el Derecho Penal se produjo una de las reformas penales más importantes de
América Latina que culminó con un código penal avanzado. Durante la República la Isla fue
cuna de eximios penalistas de reconocido prestigio que enarbolaron los últimos adelantos
doctrinales dogmáticos y político criminales, unida a una interesante y enriquecedora labor
jurisprudencial del Tribunal Supremo. Este periodo se caracterizó por una constante evolución
del Derecho penal cubano que benefició al sistema jurídico y al fortalecimiento de un Estado de
Derecho con la protección de principios constitucionales y penales acordes a la época.
Desde los inicios del siglo XX se sucedieron varios proyectos infructuosos de reformas del viejo
y obsoleto Código penal español de 1870 vigente en Cuba desde el 23 de mayo de 1879.
Finalmente, el 4 de abril de 1936 quedó aprobado el denominado Código de Defensa Social que
es considerado el primer código penal cubano. Este cuerpo legal contó con una estructura
técnica muy sólida, constituyendo además fuente de derecho.i
En el año 1959 se produce un estancamiento del Derecho Penal desde la promulgación del
Reglamento N° 1 de fecha 21 de febrero dictado en la propia Sierra Maestra que dio inicio a las
primeras leyes de la etapa revolucionaria. Comienza un período de terror penal al refugiarse el
sistema en figuras represivas jurídico penales que atentan contra los principios constitucionales
de esta rama del derecho, con la utilización de penas excesivas incluyendo la implantación de la
pena de muerte.
i
Más ampliamente, del autor, “Evolución del Derecho Penal. Dossier Estado de Derecho”, en Revista
Encuentro de la Cultura Cubana, N° 24, Madrid, 2002, pp.200-211.
279
En 1979 se implanta un nuevo Código Penal que tomó sus fuentes principalmente en los
códigos de los países socialistas, en especial el Código Penal soviético de 1922 y 1926, en las
leyes revolucionarias de los primeros años de la etapa revolucionaria sin abandonar su
orientación político criminal de inspiración positivista del Código de Defensa Social de 1936.
Con la Ley 62 se modifica el Código de 1979, surgiendo el llamado Código de 1987, vigente
desde el 30 de abril de 1988, siendo modificado posteriormente por el Decreto Ley 140 de 13 de
agosto de 1993, por el Decreto Ley 150 de 6 de junio de 1994, así como por el Decreto Ley 175
de 17 de junio de 1997 y por la Ley 87 de 1999, publicada en la Gaceta Oficial el 15 de marzo
del propio año. Se aprobó también una ley penal especial paralela al Código Penal vigente, Ley
88/99, llamada Ley de Protección de la Independencia Nacional y la Economía de Cuba.i
Desde la promulgación de las primeras leyes penales de la llamada etapa revolucionaria hasta la
actualidad se ha producido una huida hacia el Derecho Penal, incurriendo el Estado cubano en
un abuso del ius puniendi y sus límites, manteniendo una política criminal con base en la
peligrosidad social, poniendo por encima el significado antisocial del sujeto y relegando la
configuración jurídica del hecho a un segundo plano. La finalidad defensista de la estructura
político social en la actualidad se cree garantizada con el establecimiento de penas severas. Es
llamativo el incontrolado afán de proteger al Estado ante bienes jurídicos mucho más
importantes como la vida, la libertad, la seguridad, la propiedad, etc. La pena de muerte está
establecida en más de 20 delitos, 18 de ellos contra la seguridad del Estado, atentando de esta
forma contra el derecho de disponibilidad de la vida y quebrantando el principio de la aplicación
de las penas en un Estado de Derecho.
Un cambio democrático futuro requiere de una reforma del Derecho Penal. Este proceso debe
partir de una revisión de los principios básicos del derecho penal desde las exigencias del
modelo de Estado que elija la Constitución, teniendo en cuenta el cometido de la ciencia
jurídico penal en la que juegan un papel fundamental la función de la pena y la teoría del delito.
El Derecho Constitucional delimita la estructura de la sociedad y la situación del individuo,
condiciona la jerarquía de los bienes jurídicos que tutelará el Derecho penal, respondiendo al
principio de exclusiva protección de bienes jurídicos. La Constitución determina el tipo de
organización que el Derecho penal debe proteger y los objetivos más importantes de acuerdo a
las valoraciones dominantes que merecen y exigen la protección del ordenamiento mediante la
incriminación y punición de conductas o actividades que atenten o pongan en peligro la
sociedad siempre que esta labor se desarrolle dentro de los límites del ius puniendi o potestad
del Estado a sancionar, límites impuestos por la propia Constitución al establecer el principio de
intervención mínima o última ratio del Derecho Penal.
El Derecho Penal es un derecho de carácter público encargado de proteger más eficazmente la
subsistencia, la seguridad y la organización de la sociedad dentro de los llamados bienes
jurídicos.
El punto de partida sería la revisión de los fundamentos del Derecho Penal y la relación de estos
con el Estado de Derecho como principio directivo. El Derecho Penal es un conjunto de normas
jurídico-públicas que definen ciertas conductas como delito, por lo que es posible afirmar que el
Derecho Penal limita el derecho fundamental de la libertad de acción. Puede interpretarse –
según la doctrina moderna– como un derecho constitucional aplicado, es decir, la interpretación
de la ley penal depende de la interpretación que se haga de la Constitución. Partiendo entonces
de la idea de Constitución, como codificación del derecho político regulador de la organización
y del funcionamiento de los poderes del Estado y las instituciones modernas, es común
relacionar al Derecho Penal con el Derecho Constitucional. El Derecho Constitucional crea y
establece bienes jurídicos de cuya protección se encargará el Derecho Penal.
i
Ver comentarios del autor en “El arte de endurecer una ley. Consideraciones sobre las modificaciones al
Código Penal”, en Revista Hispano Cubana, N°4, Madrid, 1999, pp.147-152.
280
Los valores de libertad, justicia y pluralismo político perfilan el Derecho Penal como sistema
normativo. El Derecho Penal como instrumento de control social formal debe intervenir cuando
se hayan agotado otras vías no penales reguladoras del orden social, y sólo hacerlo en casos
muy graves de ataques a bienes jurídicos más importantes –que es lo que conocemos como
principio de intervención mínima o ultima ratio– con una aplicación segura, previsible y
controlable.
Los fines del Derecho Penal son la prevención y la represión de determinadas conductas, siendo
indispensable que las penas y medidas de seguridad, como medios, operen bajo el principio de
legalidad. Este control social es exclusivo del Estado. Cuáles conductas puedan considerarse
constitutivas de delitos, la consecuencia jurídica de estos, es decir, las penas que deba aplicarse
a quienes realicen estas conductas estarán conformadas dentro del principio de legalidad. La
función del Derecho Penal depende de la función que se le asigne a las penas y a las medidas de
seguridad. De ahí la importancia de la función de la pena y la teoría del delito adoptada en un
Estado Democrático y de Derecho, y el adecuado equilibrio entre dogmática y política criminal.
La pena constituye un instrumento que puede utilizarse como terror penal. Cuando se le
atribuye a la pena una función de prevención general sin límite –como corresponde a sistemas
políticos totalitarios como el cubano– más preocupados por la eficacia de sí mismos, que por
servir a todos los ciudadanos, se convierte en un arma del Estado esgrimida contra la sociedad.
Las normas penales en un Estado de Derecho tienen otros límites políticos previamente
legislados en la Constitución y en las propias leyes penales que limitan el ejercicio del ius
puniendi o potestad del estado para sancionar. El Estado democrático obliga a poner al Derecho
Penal al servicio del ciudadano, y puede interpretarse como fuente de ciertos límites asociados a
los principios de dignidad humana, igualdad y participación del ciudadano. A su vez, el Estado
de Derecho impone el postulado de un sometimiento de esta potestad punitiva del Estado, lo que
da lugar a límites derivados del principio de legalidad. El principio de legalidad –nullun crimen,
nulla poena sine previe lege– no sólo es una expresión de seguridad jurídica o exigencia de la
misma sino una expresión de orden democrático legítimo, por lo que sus cuatro garantías: la
criminal, la penal, la jurisdiccional y la de ejecución, dependen de sus respectivas exigencias de
lex praevia, lex scripta, lex certa, lex stricta, derivándose de éstas las cuatro prohibiciones:
prohibición de la aplicación retroactiva de la ley cuando perjudique al reo, prohibición de la
aplicación del derecho consuetudinario o no escrito, prohibición de la sanción de leyes y penas
indeterminadas y la prohibición de analogía.
Dentro del marco de los principios constitucionales, que limitan el poder punitivo del Estado, es
común que la doctrina incluya también los principios de culpabilidad y de exclusiva protección
del bien jurídico. En un Estado democrático el Derecho Penal debe orientar su función
preventiva de la pena con arreglo a estos principios. Es conveniente precisar que no todo bien
jurídico requiere tutela penal. Dentro del principio de exclusiva protección de bienes jurídicos
nos concretaremos a dejar sentado que el Derecho Penal sólo castiga ataques a bienes jurídicos
determinados por la política criminal establecida por el Estado.
El principio de culpabilidad requiere de una revisión dogmática y de una política criminal
profundas al ser una problemática vigente. Constituye una categoría dogmática que admite
diversos contenidos. El principio de culpabilidad en el modelo de Estado que se pretende debe
excluir de manera radical –como ocurre en el caso cubano– la posibilidad de determinar la pena
sólo o fundamentalmente por la peligrosidad del autor o por las necesidades de defensa social.
Los valores fundamentales del Estado de Derecho exigen que el principio de culpabilidad esté
vinculado al respeto de la dignidad de la persona. Es importante destacar que el Derecho Penal
sólo debe castigar conductas, hechos. De allí el principio de responsabilidad por el hecho,
exigencia del “Derecho Penal del hecho” que se opone a la posibilidad de castigar el carácter o
el modo de ser, propios del llamado “Derecho Penal de autor”, como los llamados también
culpabilidad de carácter, culpabilidad por la conducción de la vida, que son totalmente
incompatibles con el principio de culpabilidad en un Estado Democrático y de Derecho.
281
Existen otros principios básicos del Derecho Penal, diríamos derivados del de legalidad, que
limitan el poder punitivo del Estado, que deben ser tomados en cuenta para la elaboración de un
Derecho Penal en un Estado de Derecho, como el principio de prohibición de penas inhumanas
y degradantes, el principio de proporcionalidad de las penas y el principio de taxatividad.
Partiendo de la mínima intervención o ultima ratio, al que hicimos referencia anteriormente, la
función que debe cumplir el Derecho Penal en este modelo de Estado es la protección sola y
exclusiva de las reglas mínimas de convivencia y la tutela de los bienes jurídicos. De la
naturaleza de sus mecanismos de reacción se deduce que la intervención del Derecho Penal en
la vida social debe de ser mínima, por lo que se considera que el Derecho Penal tiene un
carácter fragmentario y una naturaleza subsidiaria o de ultima ratio al que debe recurrirse para la
prevención de la delincuencia. Un último recurso a utilizar a falta de otros menos lesivos. Esto
es importante destacarlo frente a la tendencia de determinados Estados, como el cubano, a una
excesiva intervención penal, donde se considera el Derecho Penal como un ungüento mágico
que sirve para solucionar los problemas sociales o políticos.
La dogmática y la política criminal resultan importantes para lograr la aplicación de la ciencia
penal en un Estado de Derecho. Será necesario una preparación científica y profesional sobre la
base de un Derecho Penal contemporáneo que prevalecerá por encima de orientaciones
ideológicas o preferencia política. La dogmática jurídico penal cumple una de las funciones más
importantes que tiene la actividad jurídica en un Estado de Derecho: garantizar los derechos
fundamentales del individuo frente al poder del Estado. La dogmática jurídico penal se presenta
como una consecuencia del principio de intervención del poder punitivo estatal y a la vez como
una conquista irreversible del pensamiento democrático. La dogmática jurídico penal valora
cuál puede ser su función frente a la política criminal. De este modo le corresponde al legislador
aplicar una política criminal para que la dogmática parta precisamente de las fórmulas legales
producto de la política criminal y cumplir su doble cometido: fijar metas que orienten la
estrategia de la lucha contra el comportamiento desviado (delito) y a la vez plasmarlas en
fórmulas legales, determinando así una delimitación provisional de lo penalmente relevante.
La auténtica función de la dogmática creadora es la preparación y complemento de la ley
positiva, es decir, del Código Penal. La dogmática jurídico-penal constituye la ciencia del
Derecho Penal por excelencia. No sólo le compete la reproducción de la ley, sino su elaboración
racional. No es menos cierto que la corriente reformista de la política-criminal, en sentido
general, ha conseguido perfeccionar al Derecho Penal y además concientizar que es preciso
mejorarlo aún más, pero esto no quiere decir que la política criminal pueda arrinconar a la
dogmática, entendida como elaboración creadora, aunque subordinada del derecho positivo.
Para reformar y elaborar nuevas leyes, que es lo que nos proponemos en función de un cambio
democrático en una Cuba futura, es necesario haber penetrado en el significado profundo y en
las exigencias de la institución jurídica, objeto de regulación o cambio, misión que caracteriza a
la dogmática.
La dogmática tiene que ser inseparable compañera de la política criminal en la importante labor
de los juristas en la creación de derecho. No es concebible una ciencia jurídica sólo orientada
político criminalmente. También debe ser enriquecida dogmáticamente. La dogmática, así
entendida, es labor que desarrollan tanto la ciencia jurídico penal como la jurisprudencia penal.
La reforma penal que se produzca deberá ir entrelazada a un conocimiento previo del Derecho
Penal contemporáneo debido a que en estos años se han producido en la Isla un estancamiento y
una laguna cognoscitiva de conceptos, teorías, exigencias y principios penales propios de
Estados democráticos y de derecho. Será importante que los legisladores conozcan la evolución
doctrinal de la ciencia penal para su aplicación en una sociedad democrática.
282
Ideas Constitucionales para una Cuba Futura
POR BEATRIZ BERNAL
Profesora de la Facultad de Derecho
Universidad Complutense de Madrid
Lo que hoy nos reúne en este Seminario es reflexionar sobre la evolución de la democracia, el
desarrollo y la sociedad civil en Cuba. Se trata pues de una esfuerzo colectivo, como otras
muchas, encaminado a pensar la Cuba del futuro.
No hay duda de que los países más desarrollados han tenido históricamente y tienen hoy día
como opción política la democracia y como opción jurídica el Estado de Derecho, con el apoyo,
cada vez más creciente, de la sociedad civil. Sobre estos tres conceptos: democracia, desarrollo
y sociedad civil se ha hablado y se seguirá hablando en el transcurso de estos dos días.
A mí me corresponde disertar sobre la democracia y el Estado de Derecho, con su Constitución
a la cabeza y sus leyes derivadas con el fin de lograr el desarrollo político que la Cuba
postotalitaria necesita y se merece. Por consiguiente, las preguntas que me planteo en esta
comunicación son las siguientes: 1)¿hay en Cuba una Constitución que garantice el Estado de
Derecho en el futuro?; 2) ¿puede llevarse a cabo la transición a la democracia apelando a la
constitución de 1976-1992, actualmente vigente?; 3) ¿qué hacer, desde un punto de vista
constitucional para garantizar en el futuro dicho Estado de Derecho?
La Constitución , dentro de nuestra tradición occidental y también dentro de la tradición que
imperó en Cuba durante la primera mitad del siglo pasado, es la carta magna que garantiza la
democracia y que regula lo que llamamos Estado de Derecho. Y a éste, ya sea liberal o social, le
son necesarios los siguientes requisitos:
1). El imperio de la ley como expresión de la voluntad popular. Dicho en otras palabras, “el
gobierno de las leyes y no “el gobierno de los hombres”. Esto es, el poder sometido a la norma
jurídica, que es lo que garantiza a los ciudadanos los principios de libertad, de igualdad y de
justicia y que, además, les otorga ese bien indispensable para la consecución de dichos
principios: la “seguridad jurídica”.
2). La legalidad de los actos de administración y su control judicial, así como la
constitucionalidad de las normas secundarias o derivadas de la norma máxima en la jerarquía de
las leyes; esto es, la Constitución.
3). La división de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, a la manera clásica, con su
consecuente equilibrio y control entre ellos, así como la autonomía del Poder Judicial que
interpretará y aplicará la norma jurídica con absoluta independencia de los otros dos poderes, y,
4). La garantía jurídica de los derechos y libertades fundamentales, que no es más que la
garantía de la libertad y de la igualdad de todos los hombres ante la ley.
¿Se cumplen estos requisitos en la Constitución actualmente vigente? En mis recientes trabajos:
“Cuba ¿Estado de Derecho” i y Las constituciones de Cuba republicanaii creo haber demostrado
lo contrario. En la Cuba actual no impera la ley como expresión de la voluntad popular, ni hay
control judicial de los actos de la administración, ni garantía de la constitucionalidad de las
leyes, ni división de poderes con su consecuente equilibrio entre ellos ni, por supuesto,
i
ii
Ver B. Bernal: Cuba y sus leyes. Estudios histórico-jurídicos, UNAM, México, 2002, pp. 165-172
Instituto y Biblioteca de la Libertad, Miami, Fl, 2003, pp .37-48
283
independencia del Poder Judicial. Tampoco existe una garantía jurídica de los derechos y
libertades fundamentales que son frecuentemente conculcados. Por consiguiente, para que Cuba
cuente con una Constitución que sea el verdadero instrumento de la modernización política que
la isla necesita; esto es, la “expresión resumida de una sociedad igualitaria, dinámica,
democrática, cientifista y económicamente desarrollada”, según palabras de Miguel Herrero y
Rodríguez de Miñóni, uno de los padres de la Constitución española de 1978; será
indispensable, en su momento, convocar a cortes constituyentes donde, debidamente
representadas las fuerzas políticas y sociales del país, se promulgue una nueva Constitución que
garantice el Estado de Derecho.
Sin embargo, para que esto suceda, se requiere un periodo de transición entre el fin del régimen
totalitario y el de la convocatoria de las Cortes constituyentes. Durante ese periodo, el país
seguirá funcionando. Se mantendrán los servicios públicos, las relaciones sociales y comerciales
y hasta cierto punto, la administración de justicia. ¿Puede eso lograrse sin el marco jurídico de
una Carta Magna? Creo que no.
Entonces, la alternativa está entre volver a la mítica Constitución de 1940, no abrogada
formalmenteii o mantener en vigor la Constitución de 1976-92, debidamente reformada o
enmendada hasta que llegue el momento de las nuevas Cortes Constituyentes. Yo propongo lo
segundo con base al Capítulo XV. Art. 137 de dicha constitución que prevee su reforma total o
parcial a través del voto de las dos terceras partes de los miembros de la Asamblea Nacional del
Poder Popular, seguido, en ciertos casos por un referendo ciudadano que lo ratifique convocado
al efecto por la propia Asamblea.
¿Cuáles son mis razones? Primera, que la historia nunca vuelve atrás y quien pretenda hacerlo
se estrella contra sus leyes; segunda, que es con la constitución en vigor con la que están
familiarizados los cubanos de la isla hace más de un cuarto de siglo; mientras que medio siglo
después, la Constitución de 1940 ha desaparecido de su memoria colectiva; y tercera, que para
asegurar una transición pacífica en Cuba, que es lo que queremos casi todos los cubanos,
bastaría, en el ámbito constitucional, además de la apertura de un proceso de revisión sin
quiebra de la legalidad existente, con: a) una reforma de la legislación electoral y de partidos; b)
la celebración de unas elecciones democráticas a la Asamblea Nacional y c) la formación de un
nuevo Gobierno capaz de dirigir el proceso de revisión constitucional diseñado en el art. 137,
antes mencionadoiii
¿Cuáles serían los cambios necesarios para que la Constitución actualmente vigente sirviera
para un proceso de transición? El politólogo e historiador Jorge I. Domínguez en su estudio:
“Una Constitución para la transición política en Cuba. La utilidad de retener (y enmendar) la
Constitución de 1992”iv, opina que habría que desmantelar su triada de instituciones autoritarias.
i
Ver de M. Herrero y Rodríguez de Miñón : “Modelos de transición del autoritarismo a la democracia.
Ideas para Cuba” en Ideas jurídicas para la Cuba futura, Fundación Liberal José Martí, Madrid, 1993, p.
81.
ii
En tal sentido se expresan Néstor Carbonell, desde Miami y Carlos Manuel de Céspedes, desde Cuba en
sendos artículos al respecto. Ver de Carbonell: “Redescubrimiento de la Constitución”, El Nuevo Herald,
8 de septiembre de 2002 y de Céspedes: “Aproximación a la Constitución de 1940”, Encuentro de la
Cultura Cubana, núm. 24, Madrid, primavera de 2002. Además, hace unos cuantos días, un grupo de
disidente cubanos lidereados por René Gómez Manzano, Bonne Carcassés y Elsa Morejón han elaborado
un documento que han puesto a la firma de los cubanos que deseen apoyarlo donde, además de pedir una
amnistía general para los presos de conciencia y un régimen económico de mercado libre, solicitan una
transición pacífica con base a la reinstalación de la Constitución de 1940.
iii
Ver: M. Herrero y Rodríguez de Miñon, ob cit., p.102.
iv
Ver Jorge I. Domínguez: A Constitution for Cuba’s political transition: The utility of retainin (and
amending) the 1992 Constitution, Institute for Cuban and Cuban-American Studies, University of Miami,
2003. Ver también el documento: Pasos Fundamentales para la Reconstrucción Jurídica de Cuba,
Centro de Estudios para una Opción Nacional (CON), julio, 2003, donde se establecen una serie de
284
A saber: 1) el monopolio del Partido Comunista; 2) la militarización de la sociedad y, 3) las
estructuras de mando sobre la economía y la sociedad. Además, el texto constitucional también
debe perder su lenguaje doctrinario marxista-leninista y debe ser derogada la Ley de Reforma
Constitucional de junio de 2002, que se promulgó como reacción al Proyecto Varela, y que
declaró “irrevocable” el sistema político, económico y social establecido en la Constitución,
prohibiendo así cualquier enmienda futura al texto básico. Domínguez, con base a estos
presupuestos, presenta un proyecto de enmiendas constitucionales con el que estoy básicamente
de acuerdo.
Empecemos por el lenguaje doctrinario. Este lenguaje, típico de las ya desfasadas dictaduras del
proletariado y que alude al internacionalismo proletario, a la explotación capitalista del hombre
por el hombre, a la unidad de los países del Tercer Mundo, a la lucha contra el imperialismo, el
fascismo y el colonialismo, permea toda la Constitución. Está presente, no sólo en el
Preámbulo, que debe ser reducido drásticamente, sino también en muchos artículos (1, 4, 5, 6, 7,
9, 10, 12, 13, 14, 30, 38, 39, 43, 45, 53, 54, 62, 64 y 68) de la parte dogmática de la
Constitución, y hasta de la orgánica, que deben ser reformados. Opino que el pueblo cubano,
aunque familiarizado con dicho lenguaje, está harto de oírlo, y que en un proceso de transición
agradecerá que lo supriman de su Carta Magna porque imponen una visión de Cuba desde el
gobierno al resto de la sociedad.
Con respecto al monopolio del Partido Comunista, habría que suprimir los artículos 5, 6 y 7,
que estipulan, el primero, la supremacía del mismo como “vanguardia organizada de la nación
cubana” y “fuerza dirigente superior de la sociedad y el Estado” con los “altos fines de la
construcción del socialismo y avance de la sociedad comunista”; que da rango constitucional, el
segundo, a la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) como cantera de formación de futuros
ciudadanos ideologizados en la tradición marxista-leninista; y que estimula, el tercero, a las
organizaciones de masas y sociales “con fines de consolidación y defensa de la sociedad
socialista”. Dichos artículos podrían ser redactados de nuevo promoviendo la organización de
partidos y asociaciones políticas libres y estimulando las organizaciones de la sociedad civil.
También habría que suprimir el inciso c) del artículo 39 que promueve la educación comunista
de las nuevas generaciones; así como modificar el inciso i) que da supremacía a las
organizaciones de masas y sociales en la realización de la política educacional y cultural del
país. En igual sentido habría que suprimir en el artículo 40 la referencia a las organizaciones de
masas y sociales como impulsoras “de la formación integral de la niñez y la juventud". Otro
tanto ocurre con el tercer párrafo del artículo 45, referente al trabajo voluntario, donde habría
que suprimir su objetivo de “formar la conciencia comunista de nuestro pueblo”. Es más, y con
vistas a una buena técnica legislativa, en cada una de las referencias en que aparecen las
organizaciones de masas y sociales (artículos 50, 68, 88, 102 y otros), podrían éstas ser
sustituidas por una alusión general a la sociedad civil.
La militarización de la sociedad es un hecho en la Cuba actual, tanto en sus implicaciones
económicas como políticas. No olvidemos que durante décadas el castrismo ha estado en pie de
guerra esperando una supuesta invasión de los Estados Unidos de Norteamérica. Esto queda
claro en los artículos 101 y 119 que crean los Consejos de Defensa nacional, provinciales,
municipales y regionales para que, desde tiempo de paz y partiendo de una plan general de
defensa que depende del Consejo de Defensa Nacional, se preparen para la guerra y los estados
de emergencia. Estos dos artículos deben ser suprimidos. También el artículo 65 que establece
el servicio militar obligatorio. La Cuba futura necesitará, como todo estado democrático, de una
efectiva y profesional policía de tierra, mar y aire (incluyendo la guardia costera) pero no de una
fuerza militar como la que tiene ahora, la más grande de América Latina. Mantenerla representa
un gasto demasiado gravoso para el Estado y no se corresponde con el tamaño y demografía de
la isla, independientemente del control excesivo a que somete a la población civil. Por último,
habría que reformar el artículo 134 correspondiente al Capítulo XIV que regula el Sistema
enmiendas a la Constitución actualmente vigente.
285
Electoral en el sentido de eliminar, por razones obvias, el derecho a ser elegidos para cargos
públicos a los miembros de las Fuerzas Armadas, y también suprimir de las pocas referencias
que se hacen a estas, el apellido de Revolucionarias.
La centralización de la economía y la sociedad impregnan gran parte de la Constitución. El
artículo 9, que corresponde al Capítulo I dedicado a los “Fundamentos políticos, sociales y
económicos del Estado” establece el control absoluto del Estado en estos tres aspectos. Los
artículos, del 14 al 26, establecen la propiedad estatal, los fundamentos de la economía
centralizada y planificada y las limitaciones a la propiedad privada (personal y campesina).
Todos ellos tienen que ser reformados con el fin de proteger los derechos de propiedad privada,
indispensable para lograr el crecimiento económico de Cuba. Una nueva redacción del artículo
14 reconociendo el derecho a la propiedad privada resultaría muy conveniente. Domínguez, en
su ya citado trabajo, i considera que no será difícil, dado que estima que a partir de los años
noventa se comenzó en Cuba la transición económica; transición que quedó plasmada en varios
artículos de la Constitución reformada en 1992. Por ejemplo, el artículo 15 abre la puerta a la
participación de firmas internacionales en la economía cubana,ii derivándola a una ley
secundaria; el artículo 17 impone cierta disciplina financiera a las empresas estatales;iii los
artículos 19 y 20 amplían los derechos para la actividad económica privada en régimen de
cooperativa y el artículo 25 eleva a rango constitucional el derecho de indemnización por
expropiación forzosa. Sin embargo, se trata de medidas muy tibias que requieren de profundas
enmiendas en el articulado para lograr el desarrollo económico que se desea. Habría que
eliminar, además, todas las referencias a la economía planificada que aparecen en diversas
partes del articulado de la Constitución. iv
Con respecto a las derechos sociales, el “gran avance” en materia de educación y cultura que
junto a la salud han constituido la base de la propaganda castrista por más de cuarenta años,
ahora en decadencia por falta de recursos económicos, debo decir que estos tienen también sus
obstáculos constitucionales que los convierten en dogmáticos y dirigistas, esto es, carentes de
libertad. En torno a ellos, el Estado cubano ejerce un monopolio que está presente a todo lo
largo de la Constitución. En el artículo 9, eleva a rango constitucional su completa intervención
en todos los aspectos de la cultura: la educación, las artes, las ciencias y los deportes, así como
en la sanidad y los servicios de asistencia social. También deja explícito su intervencionismo y
control en el capítulo V, dedicado a la educación y la cultura (artículos 39 al 44) y en el VI,
dedicado a la igualdad. Esto se resolvería añadiendo al texto constitucional fragmentos que
autorizasen las actividades privadas y de la sociedad civil en cada uno de los acápites dedicados
a la educación, la cultura y la asistencia social. La aparición, en la Cuba futura, de
organizaciones privadas que, junto al Estado, se encarguen de ellos, debe quedar plasmada en
una Constitución de transición.
Por otra parte, la sección orgánica de la Constitución, aunque diseñada para concentrar el poder
político, o quizás por ello, v resulta un vehículo eficiente para canalizar los procesos de rápida
i
Ob cit., p. 8
Esto puede deducirse del inciso b) párrafo segundo que dice, refiriéndose a los bienes de propiedad
estatal socialista, que son prácticamente todos: “Estos bienes no pueden transmitirse en propiedad a
personas naturales o jurídicas, salvo los casos excepcionales en que la transmisión parcial o total de algún
objetivo económico se destine a fines del desarrollo del país y no afecten los fundamentos políticos,
sociales y económicos del Estado, previa aprobación del Consejo de Ministros o su Comité Ejecutivo”.
iii
Esto puede deducirse del párrafo segundo que expresa: “Estas empresas y entidades responden de sus
obligaciones solo con sus recursos financieros dentro de las limitaciones establecidas por la ley. El Estado
no responde de las obligaciones contraidas por las empresas, entidades u otras personas jurídicas y estas
tampoco responden de las de aquel”.
iv
Por ejemplo, la del artículo 75, inciso f ), y del artículo 97, inciso b).
v
Domínguez enumera una serie de disposiciones muy útiles para una rápida y eficaz transición. Entre
ellas destacan: 1) El carácter soberano y unicameral de la Asamblea nacional; 2) La ausencia del derecho
al veto del Presidente del Consejo de Estado, a su vez, Presidente de Gobierno; 3) La facultad de la
ii
286
transformación que son intrínsecos a una transición política del régimen; así como contiene
elementos útiles para la apertura de una proceso de revisión constitucional sin quiebra de la
legalidad (art. 137) y para el establecimiento de un sistema parlamentario interino, favorable a
dicha transición y a la Constitución que habrá de venir.i No hay que olvidar que las nuevas
democracias surgidas después de la caída de los regímenes totalitarios de Europa del Este, han
seguido la pauta parlamentaria, facilitada por la estructura piramidal de las constituciones
comunistas y el ejemplo de las democracias de Europa Occidental.
Por último, ¿qué hacer, desde un punto de vista constitucional, para garantizar la democracia y
el Estado de Derecho en la Cuba futura? Pues bien, conforme ya he expresado, elaborar una
nueva Constitución, que sería la cuarta en nuestra vida de República independiente. ¿Cómo se
haría? La alternativa es mediante la convocatoria a unas cortes constituyentes o la elaboración
del texto constitucional por la propia Asamblea Nacional, sujeta a un plebiscito que la refrende.
Yo me inclino por la primera opción, siempre que se constituya una comisión de especialistas
en derecho constitucional, como sucedió en España, que tengan a su cargo la elaboración del
texto. Esta nueva Carta Magna será, necesariamente, muy diferente a la anterior. La parte
dogmática, quizás la más compleja para lograr un consenso cuando de una Asamblea
Constituyente se trata, deberá ajustarse a la Declaración Universal de los Derechos Humanos de
la ONU. Los derechos y garantías individuales, los derechos sociales y los valores como la
igualdad y las libertades religiosa, de pensamiento, expresión, asociación y otras son universales
y están ya asentados en las constituciones de nuestra tradición occidental. Discutir ad infinitum
sobre ellos no es más que perder un tiempo precioso que se necesita para la reconstrucción del
país.
Ese tiempo, en el ámbito constitucional, debería ser utilizado para asuntos de mayor urgencia y
enjundia como la reforma del Poder Judicial, subordinado, durante más de cuarenta años, a los
otros dos poderes. Debe elevarse a rango constitucional la independencia del Poder Judicial. Un
Poder Judicial honesto, imparcial, independiente y profesional es esencial para establecer y
consolidar el Estado de Derecho.ii Asimismo, debe reestructurarse la carrera judicial, cuyos
jueces y magistrados serían evaluados periódicamente. Para la formación de los futuros jueces
sería importante la creación de una Escuela Judicial. Debe crearse, además, como lo había en la
Constitución de 1940, un Tribunal Constitucional, que tenga a su cargo la constitucionalidad
de los actos de la administración así como la de las normas secundarias o derivadas y un
Consejo Nacional del Poder Judicial con el fin de independizar y aislar a la rama jurídica del
proceso político. Y debe establecerse de nueva planta la figura del Ombudsman o Defensor del
Pueblo que servirá de árbitro cuando la administración u otros poderes conculquen los derechos
de los ciudadanos. También habría que pensar en una mayor autonomía de la Fiscalía General
del Estado, actualmente subordinada al Ejecutivo, y en sus relaciones con el Defensor del
Pueblo, el Ministerio de Justicia, la Suprema Corte y el Tribunal Constitucional. iii
En resumen, hay que elaborar una nueva Constitución que debe ser corta y sencilla, sin caer,
como lo hizo la Constitución de 1940, en la minuciosidad y en el casuismo. En ella deberán
Asamblea Nacional de elegir y destituir a los miembros del Consejo de Estado, incluido a su Presidente;
4) La mayoría simple para la toma de decisiones de la Asamblea Nacional, salvo en los casos de reforma
constitucional; 5) La subordinación de los gobiernos provinciales y municipales al gobierno nacional; 6)
La subordinación del Poder Judicial al Legislativo y 7) La inexistencia de entidades independientes que
tomen decisiones económicas o sociales. Ob. cit., pp. 15-16.
i
Ver: Herrero y Rodríguez de Miñón, ob. cit. p. 99.
ii
Según el punto núm. 3 del Acuerdo por la Democracia, suscrito en 1998 por una amplia gama de la
posición democrática cubana de dentro y fuera de la Isla, el gobierno transitorio en Cuba está obligado a
organizar: “un Poder Judicial independiente, imparcial y profesional”. Ver: Pasos fundamentales para la
reconstrucción jurídica de Cuba, Centro de Estudios para una Opción Nacional (CON), julio 2003
iii
Un trabajo interesante en torno a la reforma del Poder Judicial en la Cuba futura es el de Laura Patallo
Sánchez: The Role of the Judiciary in a Post-Castro Cuba: Recomendations for Change, Institute for
Cuban and Cuban-American Studies, University of Miami, 2003.
287
establecerse sólo los derechos y libertades que el Estado pueda garantizar debidamente.
También deberán perfilarse las instituciones básicas, delinearse los rasgos formales del gobierno
(parte orgánica) y establecerse las normas para la selección de los funcionarios por elección. El
resto del marco jurídico debe dejarse a la legislación secundaria.
Dicho marco jurídico requiere de un esfuerzo previo de revisión de la legislación que la
Constitución actual generó. Habrá que revocar y sustituir las leyes autoritarias y represivas,
como por ejemplo el Código Penal y habrá que promulgar con celeridad otras muchas que se
adapten a la nueva Carta Magna, como por ejemplo una renovada Ley Orgánica del Poder
Judicial y una Ley Electoral bajo cuyo marco legal se realicen elecciones libres, controladas por
un Instituto Nacional Electoraliy por un Tribunal Supremos Electoral, ambos de nueva creación,
y vigiladas por la comunidad internacional con el fin de garantizar una democracia sin adjetivos
que sea la base de un país próspero, dinámico, justo y ordenado que es lo que los cubanos
ansiamos y merecemos para el futuro.
i
Este Instituto funcionaría como el Instituto Federal Electoral (IFE) que tanto ayudó a la transición del
autoritarismo priísta a la democracia actual en México.
288
El Origen Ideológico de la Revolución
289
Destino Nacional y Vocación Revolucionaria: Origen, evolución y
decadencia de los mitos fundamentales de la Cubanidad.
POR MIGUEL SALES FIGUEROA
¿Por qué nos interesa tanto el pasado? ¿De dónde nos viene esta pasión arqueológica de buscar
en el tiempo ido las raíces de los sucesos actuales?
Una respuesta posible es que indagamos en el pretérito con la ilusión de hallar las claves que
nos permitan comprender el presente y descifrar los rumbos del porvenir. Las sondas que
echamos a las honduras del tiempo son como los caracoles que el babalawo arroja sobre la
arena, con la esperanza de que las figuras que forman al caer le permitan desentrañar el destino;
así oteamos el pasado, con el anhelo de que sus rastros abisales nos revelen el curso de las
estrellas. Aunque sabemos, porque Shakespeare nos lo enseñó, que
“algunas veces los hombres / son dueños de su destino” y que, por lo tanto, “la culpa no es de
los astros / sino de nosotros mismos”. i
Por eso creo que las raíces ideológicas de la revolución cubana de 1959 nos interesan: en la
medida en que contribuyen a explicar la situación actual y que pueden ayudarnos a vaticinar y
preparar el futuro del país. Esta es la justificación intelectual que considero indispensable para
un ejercicio de esta índole.
Pero antes de proseguir con estas reflexiones, me parece necesario aclarar la relación que existe
en estas páginas entre el concepto de “revolución” y el régimen implantado actualmente en
Cuba. Yo sé que mucha gente suele usar la expresión “revolución cubana” para referirse al
gobierno de Fidel Castro. En el sentido en que aquí uso el concepto, la última revolución cubana
comenzó hacia 1957 y concluyó aproximadamente en 1962. Desde entonces –desde hace más de
40 años- existe en la isla un sistema totalitario de corte soviético, que en lo esencial no ha
experimentado grandes cambios.
Varios historiadores –entre ellos Hugh Thomas- señalan que llamar revolución a lo que hoy
ocurre en Cuba equivale a que en 1960 alguien se hubiese referido al gobierno de Jrushov
llamándolo “la revolución rusa”, como un acontecimiento histórico que estuviese produciéndose
todavía, 43 años después de la caída del zarismo. Trato, pues, de no incurrir en semejante
anacronismo.
A pesar de este hecho tan evidente, el régimen cubano sigue autodenominándose “la
Revolución” y esta etiqueta encuentra eco todavía en gran parte de la prensa y las universidades
del mundo occidental. Debo señalar, aunque sea de paso, que no se trata de un simple error
semántico, sino de un intento deliberado de aprovechar el prestigio residual del acontecimiento
para seguir influyendo en la opinión pública. Además, este empleo interesado del término forma
parte de la nauseabunda sinécdoque que identifica la patria con la revolución, la revolución con
el dominio del Partido Comunista y éste, a su vez, con el poder personal y omnímodo del
caudillo. Según la retórica oficial, Castro es la encarnación misma de la revolución y, por lo
tanto, de la patria. Ser cubano significa ser simultáneamente revolucionario y fidelista. La
nación se convierte así en una secta, en la que la salvación ha de alcanzarse mediante la
sumisión incondicional al gurú del clan, que detenta la verdad absoluta. Toda crítica, toda
oposición, es herejía y su autor está de antemano condenado al ostracismo, la cárcel o el
patíbulo. Es la antítesis de la república “con todos y para el bien de todos” que postulara José
Martí a finales del siglo XIX.
i
William Shakespeare, Julio César, Acto I, Escena 2.
290
De manera que –repito- al hablar aquí de la revolución castrista me refiero esencialmente a los
acontecimientos de 1957-62 y no al régimen totalitario que surgió de estos hechos y que perdura
todavía en La Habana, petrificado en el miedo al futuro, el simulacro colectivo de adhesión, los
decretos de inamovilidad constitucional y el delirio de perpetuar un comunismo dinástico en el
más puro estilo norcoreano.
Las ideologías que hicieron posible la revolución de 1959 habían arraigado en Cuba en la
primera mitad del siglo XIX. A mi modo de ver fueron esencialmente tres: la fe en las virtudes
políticas de la violencia (eso que Martí llamaría luego “el culto de la revolución”); la idea de
que la isla era una entidad histórica autónoma con rasgos étnicos, geográficos, culturales y
económicos propios y cuyos intereses eran irreconciliables con los de la Metrópoli, y que, por lo
tanto, formaba o debía de formar una “nación” independiente (porque, como preludiaba José Mª
de Heredia en 1820, “no en vano entre Cuba y España / tiende inmenso sus olas el mar”); y por
último la creencia de que esas características nacionales y esa vocación revolucionaria se
combinarían para conferirle a la isla un destino excepcionalmente grandioso, que le llevaría a
desempeñar un papel decisivo en los asuntos mundiales, fuera de toda proporción con sus
condiciones reales o su experiencia histórica.
En su interacción, estas creencias –nacionalismo, vocación revolucionaria y fe en una excelsa
predestinación colectiva- se conjugaron en diversa medida a lo largo de siglo y medio para
condicionar la evolución histórica de la isla. Con esta afirmación no pretendo negar la
importancia de otros factores como los geográficos –la condición insular, el clima o la cercanía
de Estados Unidos- o los económicos –el papel del azúcar, por ejemplo, que determinó la
importación de miles de esclavos africanos e influyó muchísimo en todos los ámbitos de la vida
nacional-. Pero estoy convencido de que las creencias constituyen un orden autónomo de la
existencia individual y colectiva, irreductible a otros factores como el marco físico o la
estructura productiva. Al revés de lo que sostienen los pensadores marxistas, creo que hay una
influencia mutua entre este orden autónomo y el devenir de la realidad. En palabras de Arnold
Toynbee: si lo que el hombre come influye en lo que el hombre piensa, lo que el hombre piensa
influye muchísimo más en lo que el hombre come.
Huelga decir que estas creencias no tienen nada o casi nada de autóctono: todas llegaron a Cuba
en los veleros que en esa época aseguraban el comercio entre la isla y los puertos europeos y
americanos.
La fe revolucionaria arribó primero. El prestigio de la guerra separatista de las Trece Colonias
de América del Norte y de la revolución francesa era enorme a finales del siglo XVIII. El éxito
de los movimientos independentistas suramericanos reforzó luego el culto de la revolución.
Cuando los primeros teóricos de la cubanidad empiecen a reflexionar sobre la isla y su destino,
lo harán imbuidos del prestigio “progresista” que habían adquirido los principios jacobinos.
Félix Varela, Heredia y otros próceres de la primera generación de cubanos stricto sensu son ya
profetas de la revolución. Hay dos notables excepciones: Francisco de Arango y Parreño y José
Antonio Saco, que siempre rechazaron la violencia como instrumento político y –conocedores
de la realidad profunda del país- avisaron en repetidas ocasiones de los peligros que su uso
entrañaría. Sobre todo porque otra revolución de la época, la de Haití, había puesto de relieve en
qué podía desembocar un movimiento insurreccional en una colonia que contaba con una
nutrida población esclava.
El segundo rasgo ideológico, la conciencia de una identidad nacional propia, distinta de la
española, demoró un poco más en arraigar. Cuba era, en 1800, una colonia tropical pobre y
atrasada, de unos 300 000 habitantes, la tercera parte de ellos africanos, esclavos o libertos. Los
demás, peninsulares y criollos, blancos y pardos, chinos y negros, se consideraban todos
súbditos del rey de España. Su mayor aspiración fue, durante largo tiempo, que no se les tratase
como a españoles de segunda categoría. Como veremos luego, todo esto cambió muy
291
rápidamente, en apenas medio siglo. Pero las semillas de la transformación apenas estaban
sembradas en 1800.
Tan endeble era entonces el sentimiento nacionalista que ni siquiera el gentilicio “cubano” fue
de uso común en esos años. En 1823, uno de los primeros conspiradores separatistas, José
Francisco Lemus, exhortaba a sus compatriotas a alzarse contra la Corona llamándoles
“cubanacanos”.
La explicación de la tercera veta ideológica, la excelsa predestinación, es un poco más
complicada, porque en cierta forma es una creencia derivada de las dos anteriores. Pero no basta
con que el nacionalismo se haga revolucionario (o el revolucionarismo nacionalista) para que un
pueblo llegue a creer súbitamente que está llamado a desempeñar un papel extraordinario en los
destinos del universo.
En mi opinión, en el caso de Cuba concurrió un fenómeno que aconteció entonces por vez
primera en la historia, aunque luego se ha repetido en otras épocas y latitudes: un país pobre,
atrasado y políticamente dependiente se convierte en apenas dos generaciones en una sociedad
riquísima, culta y de extraordinario dinamismo, gracias al poder transformador de la tecnología
moderna y a su incorporación al mercado mundial.
Eso fue exactamente lo que aconteció en Cuba entre 1800 y 1850. Una minoría culta, creativa y
ambiciosa –la élite que Manuel Moreno Fraginals denominó la sacarocracia cubana- dirigida
por Arango y Parreño, consiguió alzar la isla en peso y subirla al tren de la historia. Los hechos
son bien conocidos: Aprovechando que la revolución haitiana había arruinado casi totalmente la
industria azucarera de la ex colonia francesa y que España, obligada por las circunstancias,
permitía el libre comercio en sus posesiones americanas, los notables habaneros se lanzaron al
negocio del azúcar. Es el período de las guerras napoleónicas en Europa y del rápido
crecimiento de Estados Unidos. Además, -lo que es aun mucho más pertinente para el tema que
nos ocupa- es el inicio de la Revolución Industrial, encabezada por Inglaterra. Los tres inventos
capitales de la época –el ferrocarril, el barco de vapor y el telégrafo- llegan a Cuba en un plazo
de 20 años, entre 1837 y 1856, algunos mucho antes que a la propia España. La sacarocracia
cubana aprovecha la ventaja comparativa y la favorable coyuntura internacional para comprar
ingentes cantidades de esclavos en África, con los cuales produce azúcar, mieles y ron que
vende en Estados Unidos y Europa. Allí, a su vez, adquiere la maquinaria y las manufacturas
que contribuyen a elevar rápidamente la productividad y el nivel de vida de la isla.
Pero mientras tiene lugar este fabuloso “despegue” económico, Cuba sigue siendo una colonia
remota de una metrópoli –la España de Fernando VII e Isabel II- que atraviesa los peores
momentos de su historia. Es en el período que transcurre entre la invasión napoleónica (1808) y
la Restauración (1874) cuando España pierde a Cuba. El 98 fue sólo el colofón –inevitable yade un largo desencuentro, que duró algo más de medio siglo.
En esta coexistencia entre modernidad y enriquecimiento súbito por una parte, y subordinación
y marginalidad políticas por la otra, habría que buscar el origen de la creencia en el fabuloso
destino que la Historia reservaba a la isla. Los sacarócratas cubanos que vestían paño inglés,
leían libros franceses y matriculaban a sus hijos en universidades norteamericanas eran, al
mismo tiempo, españoles de segunda o tercera categoría, súbditos impotentes de una monarquía
inestable y obsoleta, incapaz de regir sus propios asuntos. De esta contradicción nació, como un
mito compensatorio, la idea de la excelsa predestinación del país. Los cubanos de la primera
mitad del siglo XIX serían los últimos hispanoamericanos en independizarse de España, (por
“amar más los sacos de café y las cajas de azúcar que a la patria”, como escribía indignado
Varela), incluso después de países tan pobres y atrasados como Haití o Paraguay. Pero la
independencia de la isla no iba a ser un simple suceso de ámbito regional; sería un
acontecimiento epónimo de dimensiones mundiales, comparable a la revolución francesa por la
grandeza de sus jefes y a la norteamericana por sus consecuencias para el planeta. El retraso en
292
alcanzar la soberanía era tan sólo el cumplimiento de un arcano designio de la Historia: era el
plazo necesario para que madurase el pueblo elegido, portador de los excelsos valores que iban
a cambiar los destinos del universo. Ya en 1855 un manifiesto revolucionario le auguraba a la
isla una “grandeza indestructible basada... en el equilibrio y regulación de los más valiosos
intereses del mundo moderno” i
Estas creencias constituyen en cimiento ideológico de la primera guerra de independencia, que
los cubanos denominan Guerra de los Diez Años y que muchos historiadores consideran el
conflicto fundacional de la cubanidad. Este empeño insurreccional, que fue un fracaso rotundo,
tuvo empero una consecuencia trascendental: consolidó el mito de un destino nacional
grandioso sólo realizable mediante la revolución, en su variante más fértil, la revolución
traicionada o inconclusa.
Grosso modo, esta idea consistía en atribuir la derrota del movimiento no a sus propias
deficiencias, sino a causas externas que habrían perturbado su natural desarrollo e impedido su
feliz conclusión. El desenlace de la segunda guerra de independencia (1895-1898) reforzó esta
creencia en una revolución inconclusa y la enraizó definitivamente en la conciencia popular.
Los males y las deficiencias de la república nacida en 1902 se atribuyeron así a factores
externos, el principal de los cuales fue la política de Estados Unidos, auténtico deus ex machina
de la historia nacional.
La intervención de Estados Unidos en la guerra de 1895, que en pocos meses puso fin al
conflicto, fue saludada al principio por todos los jefes insurrectos. Pero las medidas que
Washington aplicó en Cuba en la primera década del siglo XX (entre 1898 y 1909, para ser
exactos) pronto suscitaron el resentimiento de buena parte de la intelectualidad y la clase
política. Cuando se piensa que las teorías sobre el imperialismo moderno se basaron sobre todo
en los trabajos del inglés Hobson (El imperialismo, 1902) y del austriaco Hilferding (El capital
financiero, 1910) y que el libro de Lenin El imperialismo, fase superior del capitalismo no se
publicó hasta 1917, es preciso reconocer que buen número de políticos, escritores, publicistas y
gacetilleros cubanos fueron antiimperialistas avant la lettre. Este sentimiento antiyanqui fue el
principal escotillón por donde penetró en Cuba el ideario marxista-leninista. El mito de la
revolución inconclusa empezó entonces a incorporar desde categorías como “lucha de clases” y
“explotación del hombre por el hombre” hasta supersticiones como la “inevitabilidad del
socialismo” o la supuesta “superioridad teórica” del comunismo. Si, como señala Carlos Rangel,
la influencia de Estados Unidos y el marxismo son factores constitutivos de la esencia
latinoamericana, ningún otro país de la región experimentó ese doble influjo integrador con
tanta intensidad como Cuba a partir de 1902. ii
El movimiento insurreccional de 1927-34 añadió un nuevo capítulo al ciclo de las revoluciones
inconclusas. La injerencia de Estados Unidos asumió en esa ocasión carácter diplomático
(aunque los acorazados no estaban lejos de La Habana) y pasó a la historia con el nombre de la
Mediación. Por supuesto, para tirios y troyanos esta Mediación volvió a ser la causa
fundamental de que la revolución se frustrara y no lograse alcanzar sus objetivos. Este nuevo
fracaso reforzó aun más –si cabe- la fe en la virtud palingenésica de una revolución
trascendente, que quedaba así como obligación moral de nuevas generaciones, más “puras” que
con su sacrificio habrían de redimir al pueblo y establecer una república auténticamente
nacional, soberana, próspera y equitativa.
Estas creencias seudorreligiosas alcanzaron especial intensidad en las décadas de 1940 y 1950.
Como había ocurrido ya un siglo antes, la prosperidad económica –en este caso derivada de la
Segunda Guerra Mundial- coincidía con una recrudescencia de las ideologías que formaban el
i
ii
Al pueblo de Cuba, Manifiesto de la Junta Cubana Nueva York, 1855.
Carlos Rangel, Del buen salvaje al buen revolucionario, Monte Ávila, 1976, p. 70
293
andamiaje identitario de los cubanos. Y, en perfecta simetría, desembocaron de nuevo en una
crisis violenta, un espasmo nacional que se saldó con otro conflicto fratricida.
Pero lo pertinente aquí es que la rebelión que derrocó a Fulgencio Batista abrió un capítulo
diferente en la historia de Cuba. Cuando en 1959 triunfó finalmente una revolución que casi no
había sufrido injerencia extranjera, predominó en la isla la impresión de que se había cumplido
un designio histórico y se abrían horizontes ilimitados de progreso y libertad para el país. Había
llegado la ocasión de realizar “el sueño de Martí”, de concretar los más profundos anhelos de
identidad nacional y de alcanzar por fin el destino glorioso que la Historia les reservaba a los
cubanos. Un crecido número de ellos estaban genuinamente convencidos de que esos objetivos
se lograrían mágicamente mediante la revolución, y no con trabajo, disciplina cívica, educación,
ahorro y paciencia. Al manifestarse en la vida pública, estas creencias y expectativas hacían
imposible la legitimación de los valores y las instituciones de la República. No había
correspondencia posible entre la Constitución, el Congreso y el Estado de derecho por un lado,
y por el otro la conducta de una sociedad que aprobaba o toleraba la violencia como instrumento
político y se creía destinada de desempeñar un papel protagónico en todo el planeta.
La entrada apoteósica de Fidel Castro en La Habana en los primeros días de 1959 quebró pues
el ciclo de las revoluciones frustradas o inconclusas que durante más de un siglo habían
caracterizado a la historia del país. Su victoria apareció como el cumplimiento cabal del
profetismo mesiánico que había terminado por arraigar en amplias capas de la sociedad. Nunca
fue tan poderosa la ilusión de que era posible empezar de cero, abolir el pretérito, reinaugurar la
Historia.
Julián Marías ha explicado magistralmente lo que suele ocurrir en estos casos: “A medida que la
pretensión colectiva de una sociedad se va cumpliendo y satisfaciendo, se va agotando; el
horizonte se aproxima y en el mismo momento en que aparece como accesible, deja de ser
horizonte y se convierte en el muro de una prisión. Esta es la forma radical de crisis en que se
repara muy pocas veces: la crisis de la ilusión”.i
Eso mismo ocurrió, literalmente, en Cuba. El triunfo de la insurrección castrista consiguió lo
que no habían logrado los semifracasos anteriores: herir de muerte al revolucionarismo, que
había llegado a ser consustancial con la cubanidad. El culto de la violencia política, la fe en las
virtudes palingenésicas de la revolución, se ha evaporado en el ánimo de los cubanos de hoy,
sobre todo entre los más jóvenes.
El fracaso sin paliativos del modelo soviético de gobierno que Castro implantó en Cuba a partir
de 1960 hizo que la gran mayoría de la población llegase paulatinamente a la convicción de que
era imprescindible lograr un cambio político y socioeconómico radical. Pero esta convicción
chocó -y choca todavía- con la repugnancia hacia la retórica y los métodos revolucionarios
tradicionales, que desde esa fecha empezaron a sentirse un anacronismo irremediable.
Paradójicamente, la mengua y extinción de la ideología revolucionaria ha sido una de las claves
de la perduración y la relativa estabilidad del régimen castrista.
Sin embargo, los síntomas actuales apuntan a que, en profundidad, han comenzado ya las
mutaciones ideológicas que terminarán por transformar completamente a la sociedad cubana.
No será tarea fácil, mientras la minoría dominante controle todos los resortes del poder y las
convicciones democráticas no alcancen la intensidad y la “masa crítica” suficientes para
empujar al pueblo a tomar la calle. La experiencia europea indica que es muy difícil reformar el
comunismo, sobre todo cuando se pretende hacerlo por medios pacíficos. Pero también nos
enseña que, tras su fachada de omnipotencia, el totalitarismo de corte soviético es una
escenografía de cartón piedra poblada de fantasmas. El simulacro de adhesión que este régimen
exige termina por vaciar al ser humano de cualquier atisbo de autenticidad. No hay veneno
i
Julián Marías, La estructura social, Obras Completas, Revista de Occidente, vol. VI, p. 204
294
social más corrosivo que verse obligado a vivir permanentemente en la mentira. Y no hay fuerza
política más radical que el anhelo de libertad. Eso no lo descubrí yo; lo advirtió Aristóteles,
hace más de 24 siglos, cuando señaló que la lucha entre la tiranía y la libertad es la esencia
misma de la vida política.
La pregunta que cabe hacerse ahora es si, una vez liquidado el castrismo, último avatar del culto
de la revolución, será posible construir una Cuba modesta, pacífica y tolerante; una nación
reconciliada consigo misma y con su pasado, capaz de afrontar el porvenir en libertad y con
moderado optimismo; sin caudillos mesiánicos, sin delirios de grandeza planetaria, sin el rencor
aldeano que le llevó a detestar primero a España y luego a Estados Unidos.
Nada refleja mejor la situación actual del régimen que el chiste que circula desde algún tiempo
por la isla: “El gobierno ya se cayó. Ahora estamos en el papeleo”. El final de este trámite
póstumo –que se prolonga muchísimo más de lo previsto- será una ocasión excepcional para
que los cubanos rectifiquemos el curso de nuestra historia. Pero el tránsito al poscastrismo sólo
será realmente fructífero si para entonces hemos sido capaces de contemplar serenamente
nuestro pasado y lo hemos comprendido y asumido, sin necesidad de mitos compensatorios ni
mentiras piadosas. Sólo así podremos emprender la reconciliación y asentar la reconstrucción
moral y material del país sobre bases sanas. Creo que es nuestro deber, en tanto que escritores y
pensadores, proponer ideas claras que permitan a los responsables políticos de mañana fijar con
nitidez los objetivos pertinentes y explicar los medios de alcanzarlos, y llevar en lo posible esta
claridad conceptual a la población de la isla, para que cuando llegue el momento de elegir pueda
hacerlo con fundamento.
El nacionalismo, la vocación revolucionaria y la excelsa predestinación son los mitos
fundamentales de la cubanidad. Fueron como las tres brujas barbudas que en la pradera de Fores
le vaticinaron a Macbeth que llegaría a ser señor de Glamis y Cawdor, y rey de Escocia, sin
mentar la sangre y el sufrimiento que esos dominios le costarían. Su vigencia determinó el
cruento ciclo de conflictos civiles, golpes de Estado, algaradas estudiantiles y reyertas de
banderías que culminaron en estos 45 años de tiranía. Su ocaso –el de la tiranía y el de los mitos
que la hicieron posible- debe de abrir una nueva era de concordia y libertad para 11 millones de
cubanos.
Durante mucho, muchísimo tiempo los árboles no nos dejaron ver el bosque. Hoy, el bosque se
ha puesto en marcha y asciende ya por la colina hacia el castillo de Dunsinane. En lo más alto
de la muralla, un rey decrépito intenta tapar el sol con un dedo, mientras recuerda tal vez el
augurio de las tres brujas barbudas...
295
El asalto al poder*
POR ALBERTO MULLER
Estimados amigos y testigos de este evento cultural cubano, patrocinado por la Sociedad
Española, Cuba en Transición.
El tema que nos ocupa es maravilloso, pues siempre queda abierto a la especulación más
creadora. Intentaremos pues tomar al toro por los cuernos, como bien repite con gracia sin-igual
el refranero popular español.
Realmente entre las ideas que dieron origen a la revolución cubana que derrotara al dictador
Fulgencio Batista hay una mezcla variada de aportes disímiles.
Por supuesto, el aporte más importante de todos hay que investigarlo en la siquis rara y
megalómana de Fidel Castro.
Con suficientes fundamentos de historia verdadera se podría afirmar que los fundamentos
ideológicos de la inmensa corriente de revolucionarios que integraron las filas del proceso que,
corre desde 1952 hasta 1959 para derrocar a la dictadura de Fulgencio Batista, tenían una
concepción ideológica democrática heredada del enciclopedismo francés y del pensamiento
positivista y ético del pensador Enrique José Varona, con elementos adicionales más modernos
sustraidos del pensamiento social demócrata y del pensamiento demo-cristiano, apoyados todos
en el pensamiento ecléctico, liberal y amoroso de José Martí.
Realmente es un arcoiris fácil de distinguir, pues tiene elementos muy comunes desde el punto
de vista de la democracia y la libertad.
Pero en el otro núcleo que se agrupaba alrededor del círculo estrecho de colaboradores de Fidel
Castro, como su hermano Raúl, Ernesto Guevara, Camilo Cienfuegos y Ramiro Valdés, entre
otros, hay que afirmar que la mescolanza de ideas jugueteaban con los idearios del anarquismo,
del troskismo y del marxismo-leninismo.
Paralelamente a estas dos núcleos, debe quedar muy claro, que el principal fundamento de Fidel
Castro no eran las ideas, por las cuales no ha sentido nunca mucho respeto, sino la estrategia
para la toma del poder.
El asalto al poder era la obsesión y la idea medular en la mente de Fidel Castro,
independientemente de que su hermano Raúl o el Che Guevara andaran por otros rumbos
ideológicos más radicales.
Inclusive ahora, en el ocaso senil de su vida, la obsesión de Fidel Castro por morir con ese
poder absoluto debajo de su almohada, sigue siendo su meta prioritaria.
Tampoco quisiera aparecer diciendo, como un radical ultramontano, que por la mente del
dictador Fidel Castro no puedan albergarse ciertas ideas, por cierto, en algunos casos muy bien
elaboradas en dirección del centralismo más autoritario.
Pero ya ni siquiera me parece prudente la clásica discusión de si Fidel Castro era o no un
comunista convencido antes de 1959.
Al menos no actuó como tal.
296
Pienso que ni las ideas de Martí ni las de Marx ni las de Lenin ni mucho menos las del
enciclopedismo francés, estuvieron realmente en los fundamentos ideológicos de Fidel Castro,
si es que tuvo algún pensamiento pasajero en alguna de sus noches de insomnio, que no fuese la
toma del poder.
Fidel Castro es un hijo excepcional de San Ignacio de Loyola, pero en el camino y con mucha
rapidez, dejó esa maravillosa religiosidad pura del santo y el amor infinito a Dios, para asumir
estrictamente su liderazgo duro en cuanto a exigir la disciplina vertical de sus súbditos o
seguidores.
O sea Fidel Castro es un jesuita sin Dios, que tiende y ha demostrado ser una ecuación
peligrosa.
El poder, la autoridad, la sumisión, el paternalismo y el cacicazgo <en el sentido más
fundamentalista de la palabra>, afirmaría sin temor profesoral, son las ideas fundamentales en la
mente del inspirador y el eje de la revolución castrista.
Por eso revolucionarios de tanto prestigio y respeto por el ser humano, como Humberto Sorí
Marín, Mario Chanes de Armas, Pedro Luis Díaz Lanz, César Paez, Porfirio Ramirez, Huber
Matos, Manuel Artime, Eloy Gutierrez Menoyo, David Salvador, Rolando Cubelas, Carlos
Franqui, Ramón Guín y Pedro Luis Boitel, por citar sólo un puñado, y cada uno en su tiempo
circunstancial, se saltaron a la oposición de Fidel Castro.
Y algunos pagaron caras sus vidas en el paredón de fusilamiento o en las cárceles castristas.
O sea que he querido de ex-profeso empezar la secuencia de esta conferencia, de atrás para
alante.
Ya tenemos nuestra conclusión. Veamos ahora la argumentación:
Si analizamos con hondura crítica “ La Historia Me Absolverá ”, esa famoso documento de
Fidel Castro en el juicio por el ataque al Cuartel Moncada, veremos que es muy similar al
programa del famoso movimiento del ABC en 1932, que resulta un documento liberal clásico
con promesas de elecciones, limitación de latifundios y alguna que otra nacionalización, al
mejor estilo del populismo de democracia representativa que imperaba en los países
latinoamericanos.
En el Pacto de México que, Fidel Castro firmara con José Antonio Echeverría en 1956, se
consagraba un respeto promisorio al ejército constitucional dirigido por los dignos oficiales
Barquín y Borbonet, encarcelados entonces.
Pero además, el documento se planteaba el respeto al imperio de la ley, “sin odios mezquinos a
nadie”.
Qué curiosa esta frase, pues con posterioridad el castrismo ha odiado a todos
indiscriminadamente, que no compartan su visión centralizante y totalitaria del manejo del
Estado.
Lamentablemente Echeverría moriría en el heroico ataque al Palacio Presidencial de 1957.
Y es sumamente interesante que desde la Sierra Maestra, Fidel Castro acusara la acción heroica
del 13 de marzo como un “un ataque putchista contra la revolución”.
Fijénse con atención que, todo acto que menoscabara en algo el poder de Fidel Castro, era y es
inmediatamente desacreditado o combatido por el caudillo.
297
Aquí podríamos detenernos y empezar a recitar hechos históricos de la reacción del dictador
Fidel Castro ante acontecimientos que de una otra forma podrían poner en entredicho o
menoscabar su poder.
Su reacción era instantánea y demoladora. No perdía tiempo en hacer trizas al adversario o en
provocar que el adversario se sintiera como un guiñapo humano.
No olvidemos la crítica pública en los primeros días de 1959 por las armas que el Directorio 13
de marzo poseía con todo su derecho revolucionario, pero que a él le preocupaban.
Mencionemos sólo algunos hitos de relevancia, como la condena a Huber Matos, la destitución
de Manuel Urrutia, el suicidio del comandante Peña, la prisión de Anibal Escalante y los viejos
comunistas de la micro-fracción, el suicidio de Melba Hernández, el fusilamiento del general
Ochoa y el resto de los oficiales que lo rodeaban, el fusilamiento y el encarcelamiento de los
jimaguas De La Guardia respectivamente.
En fin, no hacen falta más ejemplos. Todos tienen relación con el poder absoluto que Fidel
Castro absorvía sin piedad alguna.
Debemos decir sin dobleces que realmente en 1959 el castrismo dio el poder al comunismo
cubano, desprestigiado por sus viejos nexos con el batistato y por su tésis blanda de vía
electoral, orientada desde Moscú.
Pero estos viejos camajanes del comunismo cubano, aglutinados en el Partido Socialista
Popular, si tenían al menos un cuerpo ideológico muy bien instrumentado.
Y este comunismo del Partido Socialista Popular, con Blas Roca, Lázaro Peña y Juan Marinello,
dió a Fidel Castro la ideología totalitaria, ideal para sus ambiciones vitalicias al más largo lapso
de tiempo posible en el poder.
Es casi un enredo mayúsculo entre ideas versus poder, que Fidel Castro resolvió con enorme
ligereza, pues el poder era su meta verdadera.
Eso que él mismo dijera en su carta a Celia Sánchez en 1959, que su meta era la lucha contra los
Estados Unidos, es un mito demagógico.
Su única meta era el poder y no nos extrañe verlo aliado con alguno de los próximos gobiernos
de la Casa Blanca, si su deteriorada salud y la crisis económica cubana se agravara aún más.
Al menos, ya está colaborando con el FBI en materia de narcotráfico y aceptó con callada y rara
disciplina que el gobierno de George W. Bush usara la base de Guantánamo para los presos
talibanes.
Permítanme dar un salto a la imaginación, pues ya a nadie en su sano juicio, se le ocurre ser
comunista.
Las experiencias horribles del stalinismo y el derrumbe estrepitoso del comunismo en Europa
del Este y en la Unión Soviética dejan al comunismo en el pasado más bochornoso.
Pero resulta paradójico que la revolución castrista se siga llamando comunista.
Entonces nuevamente surge, como un arte de birlibirloque, la mejor carta de Fidel Castro a
jugar en la mesa de naipes, el poder.
298
Y es la misma carta que ha jugado desde el primer día.
Cómo mantener el poder ante un mundo que repudia los ideales comunistas ?
Para él, un hombre sin escrúpulos, es muy fácil.
Primero, pedirle a su más acérrimo enemigo, los Estados Unidos, su moneda. Viene entonces la
dolarización, que echa por tierra todo el engranaje ideológico del marxismo cubano hacia el
sueño guevarista de crear un hombre nuevo.
Pero pero aún, porque la dolarización crea en el país una sub-división de privilegios y de
discriminación nunca antes vista en la historia social de Cuba.
Definitivamente en Fidel Castro hay ideas sueltas y las utiliza a su mejor conveniencia.
Pero la idea central en la mente del dictador cubano y de su concepción revolucionaria es el
asalto y el mantenimiento del poder.
Alfabetizó…nadie duda de sus planes de alfabetización masiva…pero centralizó férreamente la
educación para que nadie se atreviera a discrepar de él.
Y los que se atravieron, aunque sea con los métodos pacíficos de Ghandi, como los poetas Raúl
Rivero y Manuel Vazquez Portal, como los periodistas independientes, como los patrocinadores
del Proyecto Varela y como los tres cubanos de la raza negra que intentaron huir del país, pagan
entonces sus atrevimientos con la prisión o con el paredón de fusilamiento.
El día que un grupo de juristas y escritores, con objetividad y con verguenza, revisen el historial
de abusos de Fidel Castro, por carecer de ideas decentes, veremos un Tribunal Internacional
sentenciándolo por sus crímenes de lesa humanidad.
Concluyo repitiendo una nota de ese gran cubano, maestro de generaciones y un hombre de
dignidad y moral plena, Carlos Marques Sterling:
“Fidel Castro nunca ha tenido ideología. Si hubiera realizado su revolución en la época de
Hitler, se habría declarado nazista “.
Gracias….
299
República y Revolución*
POR LEOPOLDO FORNÉS-BONAVÍA DOLZ
“El espíritu revolucionario se nutre de la ignorancia del porvenir”. Raymond Aron.
El vocablo revolución proviene del latín, madre de las lenguas romances. Una de ellas, el
castellano, está en uso en toda la América hispana. Revolutio en su definición estricta significa
“acción y efecto de revolver o revolverse, vuelta o paso de un cuerpo a otro”. En la
Enciclopedia francesa del siglo XVIII, la de ilustrados de 1751, eso decía. Fue a partir de 1789
que los protagonistas de los cambios sociopolíticos violentos que se produjeron en la Francia
finisecular le dieron un nuevo significado. En nuestros días se entiende por revolución todo
cambio violento en las instituciones políticas, económicas, militares y sociales de cualquier
nación y asimismo, el giro de los astros celestes en 360º cada cierto tiempo.
Los eruditos actuales le han puesto apellidos al concepto. Así, revolución de los precios,
industrial, burguesa, proletaria o permanente. Si las circunstancias son nacionales para referirse
a un período cronológico alterado, la revolución es americana, francesas de 1789 y 1830;
españolas de 1820, 1854, 1868 y 1934. Más recientemente, las revoluciones mexicana, rusa,
china y, como no, la cubana. El concepto pierde fuerza definitoria al homologarse en el lenguaje
popular con insurrección, alzamiento, pronunciamiento, conspiración (con éxito), golpe de
estado (idem), huelgas violentas, represión y otras lindezas más.
Para el país y el tiempo del que procedemos la mayoría de los actores de este Congreso, meollo
de la presente ponencia, el concepto de revolución en la Isla Grande ha variado notablemente
según la época en que comienza a desarrollarse. En el siglo XIX, para el patriciado y la
intelligentsia cubana, revolución era la búsqueda de la libertad, la separación de la metrópoli y
la consolidación de la nacionalidad por la vía violenta o no. Lo demás vendría a ser
anexionismo, reformismo o, más recientemente, autonomismo, que implicaba dependencia
parcial de otro poder superior. Pero nada significaba cambios económicos y sociales. El
independentismo era sustituir a una élite nacional gobernante peninsular por otra insular, algo
bastante lógico dada la distancia que nos separa de la metrópoli y la idiosincrasia diferenciada
que con los siglos y aportes étnicos nuevos se había desarrollado en la isla.
La palabra revolución en Cuba ha gozado de mucho prestigio. Estaban muy cerca en el tiempo y
gozaban de fama durante la primera mitad del siglo XIX los secesionismos violentos de los
ingleses de las Trece Colonias en 1776-1783, de los rioplatenses de 1806 a 1820, de los
novohispanos entre 1810 y 1821 y de los revolucionarios del independentismo bolivariano que
los procesos de independencia coronaron hacia 1826. Es este concepto de revolución el que nos
viene dado a través de los escritos del Padre Félix Varela, profesor de filosofía, representante
cubano en Cortes por sufragio y “el hombre que nos enseñó a pensar”. El ilustre sacerdote, que
pronto será proclamado – espero - beato de la Iglesia estableció contacto en Madrid y Cadiz en
1822-1823 con los liberales españoles durante el Trienio Liberal de la Península. El breve
período acabó muy mal al verse hostigado por las fuerzas absolutistas y desapareció tras la
invasión de “Los cien mil hijos de San Luis”, las tropas francesas de la Santa Alianza mandadas
por el Duque de Angouleme en 1823 que restituyó a Fernando VII como rey y felón absoluto en
el gobierno de la nación. Como consecuencia Varela pasó el resto de su fructífera y frugal vida
exiliado en los EE.UU., como tantos hombres que han amado su patria isleña.
Dando un salto en el tiempo, el otro ideólogo y formador - que no forjador - de la nación
cubana, José Martí, también desde el exilio norteamericano, literato preclaro que había bebido
de las fuentes de Varela, Luz, Saco, Montalvo, Mendive y tantos otros, desarrolló el concepto
de revolución. Sobre ello habló en el Hardman Hall de Nueva York el 10 de octubre de 1889 en
300
la conmemoración de esa fecha. Inició así el “Culto a la Revolución” que según su criterio
debería existir entre los cubanos independentistas, entendiendo por revolución la secesión de la
metrópoli y nunca la escisión violenta e ideológica entre cubanos. No había en su mente nada
parecido a cubanos buenos y cubanos malos, si bien durante un tiempo se dedicó a fustigar a los
autonomistas. Lo dijo claro en su discurso “Con todos y para el bien de todos”.
No obstante, el prestigio del concepto revolución no proviene solamente de Varela y de Martí,
aunque ambos lo sacralizaran, sobre todo este último, quien lo consideraba único medio de
arrancar a la Patria de las manos de los intereses espurios de la metrópoli aunque sin denostar a
la nación madre, al fin y al cabo la de sus padres, un valenciano y una canaria. El prestigio
proviene en Cuba también de las revoluciones americana, francesa, bolivariana, mexicana y, ya
a finales del siglo XIX y principios del XX, entre los desheredados, primero la revolución de los
anarquistas y después de los comunistas de 1917, conceptos llegados a la isla desde Europa con
algunos trabajadores emigrantes españoles y de otros países.
Este culto a la revolución, siempre frustrado, también proviene de las revoluciones malogradas,
casi todas. Enumeraremos la anexionista de 1848-1850, la Guerra Grande de 1868-1878, la
Chiquita de 1879, la Guerra de Independencia de 1895-1898 y sus consecuentes resultados
“inesperados”, la de los liberales de 1905 y 1917 y, en especial, la desarrollada contra la
dictadura de Machado entre 1927 y 1934, que dejó un regusto amargo de fracaso y de
“revolución inconclusa” en la nación a pesar de que, después de siete años de turbulencias entre
1933 y 1940, a partir de ese año el país era bastante más justo que antes, había adoptado un
montón de leyes sociales y se había dado una constitución de las más progresistas de América
hispana, calco de las de México de 1917, la de Weimar de 1919 y la de la República Española
de 1931.
Sin embargo, la primera y única que ha tenido “éxito” en entronizarse y perdurar largo tiempo
en el poder ha sido la que empezó en 1953 para combatir a la dictadura de Batista y que en el
año 2004 todavía sigue agarrada como una lapa en virtud de la enorme represión policial y
militar, de ciertas concesiones y de algunas ventajas para los nuevos grupos de poder que han
sustituido a la anterior élite dirigente. Dados los catastróficos resultados que ha traído el inicial
“éxito” de esa revolución, surgida aparentemente en reparación de la otrora “inconclusa”, a mi
juicio ya está totalmente concluida y finiquitada. Por ello se hace necesaria una reflexión entre
los cubanos de dentro, la mayoría, y los de afuera, más curados del síndrome revolucionario,
una minoría bastante numerosa. La entronización en la mente de muchos de la “necesidad” de
una revolución durante más de dos siglos se infiltró en la psiquis cubana a través de un conjunto
de mitos arraigados en lo más profundo del ser cubano. Enumeraré algunos de los que en los
últimos cuarenta años han sido reforzados con la propaganda del régimen actual, es decir,
artificialmente.
En primer lugar, la fe en la violencia política como único medio para lograr un fin “liberador”
que nos llevaba y lleva aún a la creencia de que a tiros se pueden conseguir resultados políticos
duraderos, como en el siglo XIX. En segundo lugar, una supuesta propensión heroica del pueblo
cubano, fraguada en dos guerras independentistas, secesionistas y civiles y varias revoluciones
menores. Es un hecho que la aventura de Angola y de Etiopía a envió miles de soldaditos
cubanos a tierras lejanas casi sin objetores de conciencia en misiones “internacionalistas”.
Cierto, los muchachos tendrían miedo de pronunciarse así pero tengo la impresión de que a
algunos cubanos de a pie y, a veces, a caballo o en jeep, les gustó la idea, muy bien vendida por
el régimen, de hacer de “gran” nación planetaria y “bondadosamente” liberadora como los rusos
en Europa del Este al desalojar a los Nazis y quedarse para cincuenta años. Esto quizá nos sacó
de nuestro antiguo complejo de nación pequeña, subdesarrollada, bananera y productora sólo de
músicos, boxeadores y “peloteros” de renombre. En tercer lugar la convicción, también
insuflada artificialmente, de que nos esperaba un “destino glorioso” desde 1868, idea procedente
de la revolución “gloriosa” de los generales Prim, Topete, Dulce y Serrano en Madrid cuando
derrocaron a la reina Isabel II y su gobierno en ese año. Los Estados Unidos, un país realmente
301
grande en recursos, población y territorio desarrollaron su “destino manifiesto”, base del
imperialismo naval y económico iniciado a finales del siglo XIX como valladar contra las flotas
imperiales británica, japonesa y rusa, instrumento de su expansionismo inevitable. No podíamos
ser menos los isleños y nos inventamos el destino “glorioso”, concepto poco serio pero muy útil
para “vender” la campaña liberadora y guerrillera de los años sesenta en América Latina y de
los setenta, ya con un ejército regular y estructurado, en Africa austral y oriental.
Otros mitos y no menores fueron el de mercar para el pueblo la idea de la violencia “redentora”,
de la tea, también “redentora” e incendiaria, para quemar cañaverales y centrales de caña de
azúcar. El mayor de todos, no obstante, ha sido la guerra “necesaria”. El hecho de que estas
ideas hayan sido concebidas por personas hoy entronizadas en el santoral civil cubano como
próceres para lo cual, indudablemente, han tenido muchos méritos, talento y valor no es óbice
para que no ejerzamos, a cien años de distancia, una crítica sana de los derroteros por donde
todavía hoy marchamos, consecuencia de aquéllos.
El progreso económico y su colofón, el social, es lento; lleva décadas conseguirlo, es huidizo y
producto del tesón, del sudor, del cansancio y de la perseverancia en el trabajo de mucha gente
concentrada en él al objeto de alcanzar un fin. Así han llegado los países industrializados y ricos
de hoy a la abundancia y al nivel de democracia y tolerancia del que disfrutan en Europa,
América del Norte y Asia nororiental. No se construye el paraíso en la tierra ni rápidamente ni
por decreto. La fórmula es el trabajo, aburrido, arduo, lento, organizado y perseverante. No hay
otra fórmula de momento. Lo demás es mentir como un bellaco o como un camaján populista
con intereses espurios y ocultos para entronizarse él, su grupo y su familia como clan dirigente
aprovechando ciertos niveles de explotación, escaseces e injusticias a que los productores
directos se ven casi siempre sometidos. En lo social no existe nada parecido a la justicia
instantánea salvo en la mente del revolucionario radical que, como un Atila contemporáneo,
acaba con todo para que después florezca todo lo nuevo que él propugna aunque al final todo
sea un terreno yermo. Siempre desplegando muy buena intención y gran valor. Su mejor
ejemplo es el líder chino Mao Zedong o el del guerrillero argentino Ernesto “Che” Guevara.
Volviendo a la isla la clase dirigente española en los ochenta del siglo XIX no supo jugar la
baza definitiva. Había perdido una primera ocasión de oro cuando en 1867 la Junta de
Información planteó en Madrid hacer con Cuba algo parecido a lo que hizo Gran Bretaña con el
Canadá a través de la Ley de Dominio. La clase dirigente británica lo vió venir con la amarga
experiencia de la secesión de las Trece Colonias y procedió en consecuencia. Adoptar esa
actitud por parte de España hubiera detenido todas las conspiraciones que ya se producían en el
seno de las logias masónicas y en los campos. Los patricios cubanos y muchos españoles de
buena fe residentes en la isla y en la península lo sabían. Por esa obtusidad de los gobiernos
precedentes a la caida de Isabel II estalló la revolución de 1868. Con bastante lógica, en diez
años de guerra en la isla se empobreció el campesinado, el agro, la riqueza del país y casi
desapareció lo que llamamos “las clases vivas” cubanas, depauperadas o exiliadas por la
intolerancia generada por el alzamiento. Su segunda y última ocasión de oro fue la que Martí
llamó “La Tregua Fecunda”, de 1880 a 1895. El país consolidó un sistema de libertades y luchas
de partidos nunca visto hasta entonces, de igual guisa que en España. Se consiguió la
emancipación de los esclavos.
Pero no fue suficiente. Los gobiernos españoles siempre se quedaban cortos atados como
estaban por el lobby que en Madrid tenían los intereses españoles en Cuba. No previeron que
una autonomía razonable habría detenido los complots independentistas de Bonachea, Agüero y
otros y, quizá, los del propio Martí y los independentistas herederos del 1868. Estos, carentes de
terreno bajo sus pies, se hubieran incorporado a la lucha cívica en el seno del Partido Liberal
Autonomista u otros que hubieran surgido. Cuba, con una mayor paciencia de sus grupos
dirigentes y su élite, habría llegado a una separación amistosa con España en el seno de una
potencial mancomunidad hispana sin guerras heroicas ni destructivas. Sobre todo, los
norteamericanos no hubieran tenido justificación ni deseos de intervenir en un país próspero y
302
equilibrado que le suministrara gran parte del azúcar a buen precio y cuya mancomunidad con
España garantizara que el imperio británico, el gran coco de los americanos en el siglo XIX, no
se le ubicara permanentemente en un flanco sur de tanta importancia. En su propia panza. Ya les
bastaba con las Bahamas y Jamaica. No obstante, pensar en lo que hubiera pasado si.... no es
sino un ejercicio de historia-ficción. Lo real es lo que sucedió.
Consecuencia de la guerra grande revolucionaria, los hacendados cubanos se empobrecieron y
malvendieron sus propiedades a los bancos españoles y al capital americano como única
solución para evitar la pobreza. Nadie quedó indemne. Para colmo, en fecha tan temprana como
1884 el capital español, los nuevos plantadores y la sacarocracia residual vendían ya el 94% de
la zafra cubana de azúcar a los EE.UU., su mercado natural por cercanía y capacidad de
consumo. No se trataba de determinismo geográfico. Era una realidad. Dar lugar a un
levantamiento que con el tiempo, tuvo éxito y depauperó de nuevo a los nacionales cubanos y a
España produjo como “daño colateral” - término hoy de moda - abrir de par en par la puerta a
que los EE.UU. ocuparan de jure lo que desde 1884 ejercían de facto. Fue una de las
consecuencias nefastas que más ha durado por el culto revolucionario de entonces,
independientemente de lo muy valientes y patrióticos que fueran y por muchos deseos
justificados de desembarazarse de la metrópoli que tuviera una buena parte del pueblo y de las
clases “vivas”. Hoy se ve claro. Entonces probablemente no. Reconozco que es fácil reconstruir
la historia cuando ésta ya ha pasado. Sin embargo, la práctica posterior de la violencia, las
armas y las revoluciones continuó como todos hemos comprobado y muchos sufrido. Ni los
anexionistas ni los autonomistas tuvieron nunca la menor oportunidad, sobre todo estos últimos.
Por la vía civilista de la autonomía en cuestión de un cuarto de siglo más Cuba habría dejado de
estar vinculada políticamente a España. Probablemente se hubiera separado amistosamente bien
fuera con posterioridad a la Semana Trágica de Barcelona en 1909, tras la Huelga General de
1917 o como consecuencia del golpe y dictadura del Gral. Primo de Rivera. En última instancia,
al acceder la república española en 1931 con la monarquía en crisis tras el descalabro de la
guerra de Marruecos. En cualesquiera de esas fechas críticas de la Península se habría producido
una secesión “tranquila” y de jure. Era el arte de la espera, como diría un buen amigo, cosa poco
practicada por nuestras élites.
Consecuencia de la irreflexión de los independentismos, en los que no se sopesaron las
consecuencias económicas, el debilitamiento social y las amenazas externas sino los objetivos
finales de libertad e independencia, la república nació enmendada, empobrecida y quizá, como
dicen algunos marxistas, mediatizada. Había que enderezarla y para ello había que poner en
práctica la revolución que faltaba. Tras el machadato en 1933 se produce un proceso turbulento
que desemboca en la Constitución de 1940, cuerpo de leyes civilista que conduce a doce años de
una cierta democracia estable, pero que vive bajo el fruto amargo de lo que se sembró
inevitablemente en 1927. Una primera dictadura sangrienta impuesta por un anciano general
libertador, autoritario, cruel y testarudo. No le bastaban cuatro años y forzó la historia al igual
que Lenin pero sólo en beneficio de su persona y de su tribu. Para colmo, el período
democrático del Coronel Batista tampoco le fue suficiente para colmar todos sus proyectos de
poder e ingeniería social. Su ambición – ya en 1952 era rico – era alcanzar el poder, quizá el
afecto de todo el pueblo de Cuba que nunca tuvo, terminar sus proyectos, algunos quiméricos, y
como no, enriquecerse un poco más. La sociedad no tragó y comenzó a organizar otro proceso
revolucionario , la gran receta, que desalojaría definitivamente al dictador y los males de la
patria. Llegados al poder en 1959 tras siete años de inestabilidad política, de asesinatos y de
arbitrariedades, en medio de un ambiente enrarecido triunfó un sector radical de la clase media
que había bebido en fuentes universitarias y de su clase los ideales autoritarios que habían
venerado durante décadas los revolucionarios universitarios “ilustrados” para acabar con el
subdesarrollo y la dependencia.
Para desgracia del país con gran apoyo popular se adueñó del poder un grupo radical de
personas encabezadas por Castro y otros muchos más, sin una ideología concreta más que la
revolucionaria, es decir, la de darle la vuelta a todo, como panacea para conseguir la justicia
303
social, zafarnos de la tutela económica de los EE.UU., industrializar el país y hacer de aquéllo
“una tacita de oro”. Obra de titanes hubierasido hacer todo eso pero con la receta equivocada
mucho menos como el tiempo ha demostrado. Más tarde, ese grupo, alucinado y alucinante,
apoyado por la izquierda radical de América Latina y de Europa, estimaba que para liberarse lo
primero que había que hacer era destruir al Imperio y a la clase explotadora de sus respectivos
países. De ahí las tesis guevaristas de crear uno, dos, tres, muchos Vietnam y convertir la Tierra,
tras el holocausto revolucionario y con los que quedaran, un lugar donde todos pudiéramoso
vivir en igualdad y fraternidad, aunque el hipotético país se pareciera a la Luna. Esta tesis
enloquecida la he escuchado con mis propios oidos de boca de algunos fanáticos entre
revolucionarios bolivianos de antaño, casi todos prochinos que, como han vivido en el altiplano,
lugar parecido a la Luna, afirman que con tal de que haya oxigeno se puede vivir en un lugar
así. Lo importante es que no haya explotación. Sería necesario que detuviéramos en América a
ese Leviathan, a ese Golem , a ese monstruo de Frankenstein tan extendido cuyas palabras
secretas de pase hemos olvidado o se nos han perdido. Trato de ser bastante objetivo y no me
hago ilusiones. Creo que esta ponencia no será escuchada ni leida por aquellos a quienes va
dirigida con el afan no de vencerles, sino de convencerles. Más bien reafirmará en su ideario a
los lectores que coincidan, aunque sea parcialmente, con los principios y advertencias que
manifiesto. Me gustaría pensar que a nadie se le ocurra en las páginas finales de la novela la
peregrina idea de que la revolución de Castro no lo ha sido y que por lo tanto hay que hacer la
verdadera, la nacional, la popular, la cultural, otra nueva. Espero que su praxis haya vacunado
al pueblo de Cuba por siglos contra toda tentación futura de repetir la fórmula revolucionaria
para obtener resultados.
El fracaso del estado de derecho
Sobre la débil consolidación del estado de derecho en la Cuba de la segunda república (19401952) podría adelantar algunas causas pero siempre pensando que se me queda alguna en el
tintero. En primer lugar, la herencia corrupta del régimen colonial desde el siglo XIX, similar a
la existente en España, que pasó a la primera república cubana (1902-1933) después a la
segunda república y aún hoy subsiste con gran fuerza en el período especial revolucionario. Al
parecer, la brevedad del poder político obtenido bien sea por nombramiento digital o por
elecciones da lugar a una prisa por acceder a riquezas y dineros antes nunca vistos en tales
contidades como los que maneja cualquier estado, provincia o municipio. Eso, unido a la
conciencia de la finutud de la vida política, pública y administrativa en nuestros países donde no
existe una base moral sólida y tradicional de honestidad pública como en el mundo germano y
protestante. Es un flagelo que sufrimos los pueblos del mundo mediterráneo y sus derivados del
continente americano. Es ardua y lenta la tarea de educar a las generaciones en la honestidad y
el servicio. Y mucha la tentación.
En segundo lugar la tradicional “costumbre” de resolver problemas políticos aparentemente
difíciles o violentos con levantamientos y fusiles. La convicción de que un levantamiento, un
golpe, un pronunciamiento o una revolución disipa el panorama político. También la herencia
racista producto de la tardía emancipación de la esclavitud en 1886 y la poca incorporación de la
población negra a la vida económica y cultural en la primera república. Ejemplo de ello fue la
tristemente célebre “Guerrita de los Negros” donde algunos militares procedentes de las filas
mambisas asesinaron en una represión fulminante a unos 3.000 negros de la zona de La Maya,
Oriente. Inspirados por el Partido Independiente de Color, el PIC, pedían una mayor
incorporación al tejido social al sentirse marginados y, de paso, la intervención reguladora de
los EE.UU. Una página vergonzosa en la historia de la república.
La constante injerencia de políticos norteamericanos durante la república “enmendada” (19021934), como la llamaba Renée Méndez Capote en su libro. Ejemplos tenemos en Charles
Magoon, interventor corrupto y creador de la tristemente célebre “botella”; Enoch Crowder, el
único honesto en tanto que asceta protestante que no quería ceder en sus poderes económicos
304
ante el presidente Zayas ya que sabía hasta qué punto eran deshonestos los entresijos del
gobierno Zayas. Benjamín Sumner Welles, aristocratizante y de dudosa moral, diplomático
heredado por la administración Roosevelt, y que nunca entendió en 1933 cuáles eran los
problemas de Cuba y cómo solucionarlos.
El surgimiento de organizaciones revolucionarias de débil ideología pero de métodos
gangsteriles y terroristas durante la lucha contra el dictador Machado a partir de 1927.
Organizaciones como la Acción Revolucionaria Guiteras, inspirada en ese estudiante y después
ministro radical; el Movimiento Socialista Revolucionario del español republicano y después
gangster Rolando Masferrer; la Unión Insurreccional Revolucionaria, dirigida por Emilio Tro y
otros, donde Castro militó en los cuarenta durante cierto tiempo.
La herencia de los partidos o movimientos estudiantiles surgidos en la lucha antimachadista que
planteaban el derrocamiento con metodos violentos y terroristas de la dictadura. Entre otros el
ABC de Joaquín Martínez Sáenz; la Unión Revolucionaria Comunista y la CNOC, de
inspiración primero anarquista y después comunista, controlada por Blas Roca y Lázaro Peña;
las expediciones de desembarco de García-Menocal y Mendieta en Pinar del Río y de Emilio
Laurent en Gibara para derrocar a Machado; la FEU, fundada por Julio A. Mella; el Directorio
Estudiantil Universitario de 1927 fundado por Guiteras y Chibás y el de 1930 que también hizo
frente a la dictadura de Machado; el surgimiento del Ala Estudiantil Revolucionaria en 1931; la
tradición de las tánganas estudiantiles, mítines escandalosos con propósitos desestabilizadores
que continuaron con o sin motivo en tiempos posteriores; la existencia del bonche universitario,
reunión de líderes estudiantiles de talante gansteril.
La imposibilidad de la reelección como en los EE.UU. Al parecer a este cronista le parece
razonable que en cuatro años de gobierno no haya tiempo de llevar a cabo un proyecto de
legislativo y de construcciones completo. El método de la reelección si los primeros cuatro años
han sido fructíferos es bastante aceptable. No obstante, la Constitución de 1901 lo prohibía.
Durante la primera república la posibilidad de una reelección quizá hubiera evitado la crisis de
Estrada Palma en 1906, la de García-Menocal en 1917 e incluso la de Batista, si hubiera podido
reelegirse en 1944. Quizá no hubiera habido golpe en 1952 y la historia de la segunda mitad del
siglo XX no hubiera sido tan traumática.
La destrucción del ejército nacional por los revolucionarios en 1933, cuyos mandos estaban en
manos de oficiales libertadores, que fueron sustituidos por números, cabos y sargentos sin
formación universitaria ni militar. Reconstruir un ejército profesional coherente y preparado
lleva años. Nada despreciable tampoco para dar al traste con la segunda república desde 1934
fue la retórica verbal excesivamente agresiva en los medios radiales y en los mítines como la
que ejercieron líderes como el ortodoxo Eduardo Chibás y otros. El mencionado, líder honesto y
de talante democrático y parlamentario, contribuyó irresponsablemente con la estridencia de sus
denuncias - pretendiendo combatir la corrupción administrativa que sí existía - a destruir con la
radio el todavía endeble edificio político de la segunda república (1940-1952).
La debilidad económica de la burguesía nacional, por entonces todavía demasiado vinculada a
los capitales americano, canadiense y a los fondos regionales españoles. Véanse la precariedad
de los bancos cubanos frente a los norteamericanos y canadienses de la época. Otro factor era la
flagrante convivencia en los años cincuenta de una población rica y desarrollada junto con
barrios de miseria, los “llegaypon” o “villasmiserias” llenos de gente desheredada de la fortuna
y semianalfabeta, fuera blanca o de color.
No menos importante fueron lacras sociales como el racismo institucional, los clubes privados
de gente boyante cuya entrada evitaba población negra o pobre a pesar de que la constitución de
1940 proclamaba la igualdad racial; el egoismo de los grupos pudientes y de poder que en
general hacían caso omiso de la penuria económica, social y cultural de sus conciudadanos; la
enorme población femenina que procedente del campo se prostituía en las ciudades; la
305
diferencia abismal entre la educación pública, falta de medios, y la privada de pago, elitista,
blanca y controlada casi exclusivamente por las Iglesias católica y protestante.
Estamos de acuerdo en que esto ha pasado y pasa, aunque menos, en otros lugares de América
Latina y del resto del mundo. Quizá en la isla coincidieron una clase media estudiantil
radicalizada por décadas de luchas y lecturas incendiarias herencia del XIX, juntamente con una
población relativamente adelantada cultural y económicamente dentro del contexto
latinoamericano, al mismo tiempo que una dependencia excesiva y tutelada por parte del
cercano vecino anglosajón. No sabemos si seremos capaces de superar la crisis que nos azota en
estos momentos ni si seremos capaces de liberarnos de nuestros demonios particulares. Creo
habrá que intentar desembarazarse de la ira cainita. No hay otra salida al impasse
revolucionario.
306
Castro es un marxista – leninista*
POR ADOLFO RIVERO CARO
Síntesis:
-Castro es un marxista-leninista-Castro es una grave amenaza para la comunidad internacional puesto que es un organizador
internacional de la subversión. Esto es particularmente importante en medio de la guerra
mundial contra el terrorismo y es una coyuntura que debe ser aprovechada por los opositores de
su dictadura.
-El principal obstáculo para su derrocamiento ha sido la popularidad de sus ideas, la popularidad
del antiamericanismo.
-La disidencia está en la vanguardia de la lucha mundial contra el terrorismo y la subversión
.La lucha contra Castro no puede excluir el recurso a la violencia puesto que Castro cierra todas
las soluciones pacíficas.
-Es imperativo promover una campaña internacional enérgica para promover el derrocamiento
de la dictadura castrista.
Parece una concesión, y casi un elogio, aceptar que un hombre de los antecedentes gangsteriles
de Castro pueda tener una ideología. Paradójicamente, sin embargo, a mí me parece que los que
piensan así no toman suficientemente en serio las ideas y, específicamente, las ideas del
marxismo-leninismo. Es importante recordar que el marxismo niega la validez del derecho
burgués. Lo niega porque éste no sólo acepta, no sólo parte del status quo de una sociedad
dividida en clases, donde un grupo social minoritario explota a la mayoría, sino porque además
el derecho burgués refuerza ese status quo. De aquí que el derecho, como toda la
``superestructura'', sea, en la práctica, un instrumento de la explotación de clase.
Ahora bien, no aceptar el derecho, no aceptar el ``imperio de la ley'', es lo mismo que hacen los
gangsters, los delincuentes. Eso es, a mi juicio, es lo que muchas veces no se toman
suficientemente en cuenta: la profunda afinidad entre las ideas marxistas y la delincuencia. Si se
rechaza la llamada “moral burguesa,” todo está permitido. El único problema, por supuesto, es
que no se avanza sino que se retrocede hacia la animalidad. Lo hemos visto en el fascismo, en el
nazismo, en el comunismo. Ahora bien, cómo es posible discutir con personas que están
dispuestas a mentir, a engañar y a traicionar sin ningún tipo de vacilación porque su ideología se
lo permite?
Marx le dio una ideología a muchos hombres que, de otra forma, hubieran sido asaltantes de
caminos. Una ideología, por cierto, que tienen raíces muy viejas y prácticamente indestructibles
en la envidia humana. Marx nunca elaboró una ética. Se limitó a señalar el carácter histórico, y
por tanto transitorio, de ciertas ideas morales. Lenin, que tuvo más que ver con la práctica
revolucionaria, precisó un poco más. Los beneficios que iba a aparejar una revolución
comunista, dijo muchas veces, eran casi inimaginables. Se iba a terminar la explotación del
hombre por el hombre y, por lo tanto, con la raíz misma de la desigualdad y de la pobreza.
Trotsky llegó a afirmar que el hombre corriente de la nueva sociedad comunista alcanzaría la
estatura de un Aristóteles o un Miguel Angel y que, sobre ese nuevo nivel, se levantarían
nuevos titanes. Los beneficios de la nueva sociedad iban a ser tan maravillosos que sus costos se
307
reducían a la insignificancia. ¿Acaso no merece la pena mentir, robar, torturar o matar en aras
de una meta tan extraordinaria? ¿No es ése el tema de Les Mains Sales de Sartre?
El objetivo, lo único importante, es salvar la revolución porque, a largo plazo, sólo la revolución
podrá acabar con la pobreza y la injusticia. Los medios --las concesiones de la NEP o el período
especial, la cesión de territorio en Brest-Litovsk o la dolarización, siempre son secundarios. Lo
único permanente es la guerra de clases. ¿La dolarización? ¿Los cuentapropistas? ¿El respeto a
las inversiones extranjeras? ¿La no intervención en los movimientos subversivos de otros
países? Todo eso es secundario. Son medidas que puede ayudar a la revolución o perjudicarla,
según las circunstancias concretas. Por lo tanto, exigen pragmatismo. Ese pragmatismo no es
falta de principios cuando no se pierden de vista los objetivos estratégicos, esenciales, de la
revolución. En Cuba, en las actuales circunstancias, ese objetivo esencial es la supervivencia
Supervivencia que, en condiciones que, tras la caída del Muro de Berlín, se han hecho
extraordinariamente difíciles.
Es decir, Fidel Castro tiene una ideología, y esa ideología es el marxismo-leninismo. Si Fidel
Castro fuera un oportunista porque no tiene ideología, como piensan algunos amigos, hubiera
firmado una declaración condenando a la ETA en una cumbre hispanoamericana, que tuvo lugar
después del 11 de septiembre del 2001 y donde participaba España. No lo hizo porque de esa
forma enviaba un claro mensaje a los revolucionarios y terroristas de todo el mundo de que el
gobierno cubano estaba con ellos. Y porque el apoyo de esos grupos, en las condiciones
actuales, le parecía estratégicamente importante. Sus decisiones no están gobernadas por ningún
principio moral abstracto. Lo único importante es la salvación de la revolución,
indisolublemente unida a la salvación política del grupo dirigente que defiende su validez.
Lenin nunca se hizo ilusiones democráticas. El mismo se ocupó de disolver la Asamblea
Constituyente e instaurar una dictadura sangrienta. Está en la misma esencia del leninismo no
hacer concesiones a las ``confusiones'' de las masas. Por consiguiente, Castro es
irreprochablemente leninista al rechazar el más mínimo asomo de ``reformismo democrático''.
Sabe que cualquier concesión democrática como las que se hicieron en la Europa del este
llevaría, por las mismas razones, a los funerales del régimen. No sólo eso. Tras la caída del
Muro de Berlín (1989), Castro se dio a la tarea de reunir las dispersas y desmoralizadas tropas
del comunismo y la revolución anticapitalista en América Latina, y reorganizarlas en el Foro de
Sao Paulo ¡en 1990! Automáticamente esto convierte la lucha por la libración de Cuba en parte
de una lucha mucho más amplia contra la subversión y el terrorismo a escala mundial. Y digo a
escala mundial porque para nadie es un secreto que el odio a Estados Unidos unifica a los
subversivos del más diverso pelaje.
Es cierto que Fidel Castro es un oportunista. Pero no porque no sea un verdadero marxistaleninista, sino porque lo es. No porque no tenga ninguna ideología, sino porque la tiene. El
problema estriba en que esa ideología ha demostrado estar terriblemente equivocada. Su
oportunismo estriba en mantenerse fiel a una ideología que obviamente ha fracasado. No es
oportunista porque cambie de posición cuando cambien las circunstancias. Es un oportunista
porque dijo querer el poder para poder mejorar el nivel de vida del pueblo y, aunque lo ha
envilecido y arruinado más allá de todo lo imaginable, sigue aferrado al mismo. Es inevitable
llegar a la conclusión de que lo quería simplemente para aprovecharse personalmente, como
tantos ladronzuelos del tercer mundo. Nada más vulgar. Ni más miserable porque, a diferencia
de otros caudillos, ha visto hundirse en la miseria a un país relativamente próspero. Y no le
importa. Lo único que le importa es aprovechar una oportunidad histórica para mantener sus
privilegios. Calificarlo de miserable no sería un insulto, sino una definición técnica
Ahora bien, dicho todo esto, quisiera enfatizar que el fracaso práctico de las ideas del
comunismo no ha significado su derrota cultural. Castro puede haber perdido prestigio y poder,
y muchos los pueden considerar un dinosaurio pero, por favor, háganse estas preguntas:
¿Ha perdido su fuerza la idea de que el capitalismo es malo, de que los empresarios privados
son explotadores, egoístas y muy poco confiables?
308
¿Ha perdido toda su fuerza la idea de que las empresas extrajeras se apropian de los recursos del
país y que, por consiguiente, llegan a controlarlo políticamente, convirtiéndolo prácticamente en
colonias y que, además, se llevan las ganancias…?
¿Ha perdido su fuerza la idea de que el gobierno americano es el gran representante de todas
estas grandes corporaciones que prácticamente quieren apoderarse de nuestros países, que
quieren dominar América Latina y el mundo?
¿Ha perdido su fuerza la idea de que estas corporaciones son racistas, machistas, agresivas y
devastadoras del medio ambiente?
¿Ha perdido toda su fuerza la idea de que el capitalismo se beneficia con la guerra, porque
grandes corporaciones (petroleras, digamos) obtienen fabulosas ganancias con la guerra…?
Pues bien, estas son las ideas básicas del marxismo-leninismo, del comunismo, Y yo les
pregunto a mis compañeros congresistas: ¿Son o no son populares estas ideas? Por supuesto
que sí, desde las Filipinas hasta Bolivia pasando por Madagascar…
Por supuesto que sí. Algunos participantes de este Congreso las comparten. No es que sean
populares, es que son hegemónicas en las universidades occidentales, en la gran prensa, en los
grandes medios de entretenimiento (Hollywood) incluyendo Estados Unidos. Y yo le pregunto a
mis compañeros congresistas, ¿quién es la figura política más identificada con estas ideas en el
mundo de hoy?
¿Acaso no es Fidel Castro?
Hace unos días, mi amigo Emilio Ichikawa decía en una conferencia: “Del sur de la Florida para
arriba, para el norte, Fidel Castro es popular. ” Se refería específicamente a las universidades.
Es cierto que Castro ha perdido mucho prestigio y popularidad, particularmente tras la represión
del año pasado…Pero ¿¡el año pasado!? ¿A estas alturas del juego? ¿Tras 45 años de dictadura?
La realidad es que a Castro lo ovacionan cuando asiste a los grandes eventos internacionales
patrocinados por Naciones Unidas. Y ahora tiene amigos en el poder, y en que países: ¡Brasil,
Venezuela, Argentina!
Fidel Castro no es ningún viejillo decrépito. Muy por el contrario, es la figura más peligrosa da
la subversión internacional. Es bueno recordar que Castro no viene de las filas del viejo Partido
Comunista de Cuba. No sólo eso sino que criticó al PC, y a todos los PC de América Latina,
como reformistas. Posteriormente, sin embargo, se convirtió en un favorito de Moscú. Esto le ha
permitido heredar toda la vasta red del movimiento comunista internacional y, al mismo tiempo,
tener excelentes relaciones con los movimientos revolucionarios no comunistas. Ningún
dirigente político en el mundo tiene algo parecido a la enorme red de relaciones de que dispone
Fidel Castro tras 45 años de poder absoluto dedicados al internacionalismo revolucionario. A su
lado, Osama bin Laden es un joven advenedizo e infortunadamente extremista. Y se encuentra a
la ofensiva en toda América Latina, basta examinar la situación actual.
Si no es razonable esperar una verdadera transición a la democracia mediante discusiones
políticas con Fidel Castro, la única alternativa inconmoviblemente pacífica es esperar su muerte.
Esto es una terrible confesión de impotencia. Pero ¿por qué esta impotencia ante una dictadura
brutalmente represiva que se prolonga desde hace casi medio siglo, que ha promovido la
insurgencia y el terrorismo en todo el mundo y que ha hundido a Cuba en la miseria? Si hubiera
un consenso sobre la necesidad de eliminar a la dictadura castrista, ¿acaso no aparecerían
formas para conseguirlo? Acaso cuando el régimen sudafricano se hizo insoportable, ¿no
aparecieron formas internacionales de presión que llevaron a su desaparición? No quiero que me
consideren descortés si recuerdo que el gran instrumento de presión para acabar con el apartheid
309
fue… un embargo comercial, encabezado por EEUU. El problema es que hubo voluntad política
para acabar con el régimen del apartheid y no la ha habido para acabar con la dictadura cubana.
En realidad, lo que es muy impopular y criticado en el mundo no es la dictadura comunista de
Cuba sino ¡el embargo norteamericano contra la misma! El pensamiento socialista, con su
relativismo moral, su desvalorización de nuestra civilización y su consiguiente odio a EEUU,
corrompe a Europa y al mundo. Y se convierte en un cómplice de la dictadura cubana.
Y, sin embargo, volviendo al embargo, ¿acaso hay algo más justificado? La compañías
americanas y europeas que hacen negocios con Castro ni benefician al pueblo cubano ni
contribuyen a la creación de una economía de mercado. La mayoría de las actuales inversiones
en Cuba ayudan a mantener una elite político-militarlo cuyos intereses son radicalmente
opuestos a los del pueblo cubano. Las compañías que invierten en Cuba tienen que ser mixtas.
El estado cubano siempre tiene que ser el accionista mayoritario. Actualmente hay más de 375
empresas mixtas funcionando en Cuba. 52% de las mimas vienen de las Unión Europea, 19 %
de Canadá y 18% de América Latina. Más de 40 países tienen inversiones. Los principales
inversionistas son España, Canadá e Italia.
Las empresas extranjeras no pueden contratar a los empleados que quieran. A ninguna de las
empresas que invierten en Cuba le ha pasado por la cabeza exigir derechos para los
trabajadores cubanos. Y, justo es decirlo, al gobierno de Aznar tampoco se le ha ocurrido
exigírselo. Aunque a los cubanos de la isla les resulte mejor ganar $10 mensuales que no ganar
nada, la comunidad cubano americana ve con irritación la colaboración de las empresas
españolas con el régimen. Y, de la misma forma, percibe con amargura la renuencia española en
confrontar la dictadura castrista. Después de todo, no estamos hablando de medidas militares.
Estamos hablando de una enérgica política de confrontación en contraposición a una política de
apaciguamiento. Se puede discutir la renuencia a ejercer presiones militares sobre el régimen
cubano pero ¿exigirle derechos sindicales universales? ¿Tampoco eso?
Me parece imperativo subrayar que, en el caso cubano, la principal fuente de nuestra frustración
y estancamiento político en la lucha por derrocar a la dictadura de Fidel Castro ha estado en la
perenne vigencia del antiamericanismo. Si los americanos no pueden tener razón (ni siquiera en
su oposición a una brutal dictadura comunista) entonces el embargo comercial no es un
instrumento válido de lucha contra el régimen castrista y entonces no hay posibilidades de
establecer una gran coalición internacional que acaba con la dictadura de Castro. ¿Qué queda
entonces? La variante socialista: establecer relaciones diplomáticas, levantar el embargo, darle
créditos y hasta organizarle un Plan Marshall con la esperanza de que esto ayude a cambiar,
aunque sea lentamente, la naturaleza del régimen. Esto, por supuesto, también se decía en
relación con la Unión Soviética.
De nuevo, no quiero ser descortés, pero esta no fue la fórmula históricamente ganadora. Muy
por el contrario, fue una inquebrantable hostilidad, cuya máxima expresión estuvo en la carrera
armamentista, lo que provocó el colapso de la URSS y del campo socialista en Europa del Este.
Y fueron los conservadores americanos, los “halcones” tipo Reagan, con aliados como Margaret
Thatcher, los que lo consiguieron, no los socialistas con su distensión y sus intercambios
culturales..
Estar, en principio, contra todo lo que plantea el gobierno americano, por cierto, conduce
automáticamente, por cierto, a una hostilidad de principios contra la comunidad cubanoamericana de Miami. Es una comunidad profundamente querida y odiada en EEUU. Es querida
por el movimiento conservador americano, que ve en ella un ejemplo de integración efectiva y
triunfante. Por esas mismas razones, es profundamente odiada por los socialistas americanos
(que en EEUU se llaman “liberales”) en cuyos esquemas ideológicos no cabe que una minoría
ética triunfe y se siente americana y satisfecha en una sociedad que ellos consideran racista y
discriminadora.
310
Muchos españoles amigos del pueblo cubano creen que la experiencia española pudiera ser de
gran utilidad en el caso de Cuba. Esto es un espejismo. Esto no significa que España no pueda
ser muy importante.
Por supuesto que pude serlo. Ningún otro país con mayores potencialidades para serlo pero…
con la perspectiva correcta. De otra forma, todo el prestigio de España se va a consumir en
iniciativas estériles o negativas. ¿Que quiere España? ¿Oportunidades de inversión? Cuidado.
Eso lo puede dar Castro.
El castrismo ha sido infinitamente más destructivo que el franquismo. Creer que se puede
negociar con Castro es una ilusión o, quizás, un pretexto. Los diplomáticos europeos insisten en
dialogar con un sordo, que los desprecia. Castro no vacila en insultar soezmente a los
gobernantes europeos. Los conoce. Sabe que muchos reservan su rencor para Estados Unidos.
El país que vino en su rescate en dos guerras mundiales, y les quitó de encima la amenaza del
totalitarismo comunista. Fascismo y comunismo, por cierto, que nacieron en Europa. Para las
dictaduras tercermundistas, sin embargo, la benevolencia europea es simplemente ilimitada.
(Hay que sentirlo por los cubanos.) Todo en aras del antiamericanismo.
Los que queremos una verdadera transición cubana a una sociedad de mercado libre y
democrática no podemos ser antiamericanos. En primer lugar, Estados Unidos es el modelo de
sociedad hacia el que queremos movernos. Por otra parte, no puede haber concierto
internacional para derrocar a la tiranía castrista sin la colaboración de Estados Unidos. Ha sido
el gobierno americano el que le dio voz a la disidencia cubana con la creación de Radio y TV
Martí. Y no ha hecho más porque no ha encontrado apoyo y simpatía para la causa de la libertad
de Cuba. Los socialistas, los antiamericanos, en América Latina, en Europa e inclusive en
Estados Unidos, por su parte no pueden concebir una movilización internacional enérgica (que
no tiene necesariamente que llegar hasta medidas militares pero que tampoco debe descartarlas
a priori) para derrocar la dictadura cubana. Es por eso que, para ellos, no hay transición posible
sino simplemente una sucesión de los actuales dirigentes por otros más jóvenes y más flexibles.
Es decir, esperar la muerte de Castro. Su única política es estrechar relaciones con los jóvenes
cuadros de la dictadura. Encontrarse y colaborar con ellos. No les resulta difícil. Después de
todo, comparten la mayor parte de sus ideas. Son los capitulacionistas.
Los que pensaban que era posible negociar con Hitler se equivocaron. No sólo no pudieron
impedir la guerra sino que la hicieron inevitable al hacer aparecer a Occidente más débil de lo
que era en realidad. Tampoco era posible negociar seriamente con el imperialismo soviético. No
fue la política de la detente, ni la promoción del turismo, ni las inversiones y los intercambios
culturales los que llevaron al colapso del imperio soviético. Fue, muy por el contrario, la
política de confrontación – el imperio del Mal - y la carrera armamentista de Reagan y Thatcher.
Que, por cierto, no tuvo que llegar a ninguna confrontación militar precisamente porque no la
descartaba.
No debemos olvidar las lecciones de la historia. Me parece conveniente precisar aquí que la
disidencia cubana siempre se ha pronunciado por una transición pacífica pero sería un error
confundir esta posición táctica con un pacifismo de principios y la consiguiente obsesión
negociadora propia del pensamiento socialista. Aunque esta posición existe entre algunos
disidentes, no creo que sea mayoritaria. La dura experiencia cubana simplemente no la propicia.
Si Fidel Castro es la figura más peligrosa da la subversión internacional entonces la disidencia
cubana es la vanguardia mundial de la guerra contra el terrorismo. En condiciones
increíblemente difíciles, ha conseguido la hazaña sin precedentes de haberse extendido a todo lo
largo y ancho de un país comunista.
Es a la luz de esas condiciones, repito, increíblemente difíciles, que el Proyecto Varela cobra
toda su magnitud e importancia. La importancia del Proyecto Varela no está en su contenido
311
sino en su forma. No está en su llamamiento a respetar una constitución que nadie respeta, sino
en el hecho de haber salido a la calle para plantearlo. La oposición cubana es de masas pero la
dictadura nunca no le ha permitido demostrarlo. Obviamente, sería su suicidio político, la
pérdida de su espuria legitimidad. La brillante iniciativa de Payá y de su movimiento Cristiano
de Liberación ha sido demostrar que hay miles de cubanos que quieren un cambio. ¿Cuántos
miles? Si bajo una tremenda represión, son capaces de buscar 15,000 firmas, ¿cuántos no
podrían conseguir si no hubiera temor a represalias? Payá ha demostrado que hay una oposición
de masas en Cuba. A mi juicio, algunos amigos se pierden en el análisis del contenido de sus
documentos que, por cierto, siempre subrayan su carácter de esquemas o borradores para
ulteriores discusiones, y no valoran adecuadamente sus extraordinarios éxitos. .
Documentos y declaraciones pueden ser útiles para disminuir el apoyo a Castro pero no van a
ser suficientes para derrocar su dictadura. Es importante mermar su prestigio porque eso es
mermar su poder pero no es suficiente. Hacen falta medidas mucho más enérgicas. El gobierno
de Estados Unidos hubiera podido tomarlas desde hace mucho tiempo si no hubiera sido por la
hostilidad de esa enorme masa influida por el pensamiento revolucionario, una de cuyas
manifestaciones es el desastroso antiamericanismo, muy poderoso, inclusive, dentro de EEUU.
Nosotros, los aliados de la oposición cubana en la isla debemos promover una política más
activa y enérgica dirigida a la eliminación de la dictadura castrista: el centro neurálgico más
importante de la subversión internacional.
312
Juan Jacobo Rousseau y la exaltación romántica del crimen político
en nombre de la libertad.
POR PEDRO V. ROIG
En 1878 la Revolución Francesa estalló en las calles de París, transformando el curso de la
historia en Europa y en el mundo. Muchos factores contribuyeron a desatar los profundos
cambios sociales y políticos que dieran al traste con el ancestral sistema monárquico que
colapsó al rodar la cabeza del último Rey de Francia Luis XVI. Sin embargo, en este trabajo
vamos a destacar un concepto ideológico que resultó ser fundamental en el proceso
revolucionario. Me refiero a la predica filosófica de Juan Jacobo Rousseau, precursor y maestro
del cambio violento que presidió el discurso de los Jacobinos liderados por Maximiliano
Robespiere y que es uno de los pilares de mayor influencia en el desarrollo del pensamiento
revolucionario de América Latina.
Juan Jacobo Rousseau, le dio a la revolución francesa, y a su prole Latino Americana la
urgencia y la justificación de emplear la violencia en nombre de la Libertad, la Igualdad y la
Fraternidad. Este lema se torno en el pabellón de lucha que , en la primera fase enarboló la
burguesía, en sus marchas victoriosas por las calles de París y de toda Francia pero en la
medida que el proceso se apartó del parlamentarismo y se radicalizó, Robespierre y los
Jacobinos, desataron el terror, y convirtieron el crimen político en el arma indispensable de la
revolución.
La lucha en Francia, compartía ciertos ideales con la revolución Americana que la había
precedido 12 años antes. Ambas predicaban el derecho a la libertad y a la justicia social . La
diferencia estaba en el sentido o definición que los Jacobinos dieron a dichos ideales. Los
padres fundadores de Estados Unidos afincaron en sus leyes las garantías necesarias para
proteger los derechos individuales en forma muy definida en el “Bill of Rights” o leyes
incorporadas a la Constitución que protegen y aseguran los Derechos ciudadanos que disfruta
cada uno de los miembros de una sociedad libre . Incluyendo el derecho a expresar sus
opiniones en público y sin temor a represalias por parte del gobierno o la opinión de la mayoría.
El discurso revolucionario de Juan Jacobo Rousseau que aparece en su libro El Contrato Social
incorpora un concepto, totalmente diferente y en la cual las sociedades democráticas poseen una
“Voluntad Popular” cuasi -religiosa , infalible y soberana, que representa “El Bien Comun” y
que los buenos ciudadanos tienen la obligación de aceptar y obedecer. Así la “Voluntad
Popular” gravita como una extraña fuerza , Etérea, Infalible y Todopoderosa por sobre los
derechos políticos del individuo que pasa a ser por la naturaleza de sus intereses particulares,
enemigo del “Bien Común” estos seres egoístas que practican su individualidad debe de sufrir
cárcel o morir en la guillotina . Rousseau fue muy especifico en este tema. “Quien se niegue a
obedecer la voluntad general será obligado a ser libre.”
Para Rousseau y sus discípulos, esta “Voluntad Popular” no es la suma de la voluntad individual
de los ciudadanos, expresada en elecciones periódicas partidistas y libres. Por el contrario, “La
Voluntad Popular” emana de la sabiduría colectiva del pueblo, que posee estos poderes sobrenaturales, “constantes, inalterables y puros” según Rousseau. Para este filósofo la libertad
verdadera pertenece, solamente a aquellos ciudadanos que pueden reprimir el egoísmo de sus
intereses personales. Así y solo así afirma Rousseau podrá florecer la patria feliz que por su
naturaleza no admite crítica, ni disidencia. Esta conclusión obliga a que la libertad individual
sea reprimida y castigada por la “Voluntad Popular”.
En la América Latina las predicas de Juan Jacobo Rousseau ganaron enorme popularidad,
especialmente entre los intelectuales, que eran también los maestros encargados de formar el
313
pensamiento de las nuevas generaciones de estudiantes universitarios, de forma que los
conceptos de “Voluntad Popular”, “El Bien Común” y la violencia como arma justa y necesaria
se hicieron parte integral de la cultura política de la región a todos los niveles de los estratos
sociales.
No nos debe sorprender que aplicando la lógica revolucionaria de Rousseau, el resultado
inexorable haya sido la mas brutal represión y terror. Esta conclusión ayuda a explicar porque
la Revolución Americana con su marco de protección legal a los derechos individuales jamás ha
sido atractiva a los discípulos latino americanos de Rousseau. Ni porque tampoco atrajo las
mentes violentas y dogmáticas de Lenin y Fidel Castro.
En los inicios de la Revolución Bolchevique, Lenin ordenó que se colocara un busto de
Robespiere en el Kremlin. Ese era el modelo de quien se consideraba un Jacobino. En 1894,
mientras José Marti hablaba de la Guerra sin odios, Lenin planteaba la urgente necesidad de
separar la revolución comunista de la democracia representativa y pluralista, insistiendo en 1904
“Un Verdadero Revolucionario tiene que ser Jacobino” –añadiendo
“la dictadura del proletariado es absolutamente insignificante si le falta el terror Jacobino”.
Así es como Rousseau, Robespiere y Lenin se combinan para dotar al mundo de un credo que
en nombre de los desposeídos, ofrece una formula de lucha violenta representada por un
liderazgo “revolucionario” que encarna la “Voluntad Popular”. Esta es la génesis ideológica de
los monstruosos regímenes totalitarios del Siglo XX. De esta fuente amarga y terrible se
alimentó la Rusia Soviética de Stalin. La Cuba de Castro y la grosera caricatura de Hugo
Chávez en Venezuela. Trágico flagelo de violencia y crímenes que en nombre de la Libertad
aún golpea las entrañas desgarradas de nuestra América Hispana.
314
La ideología del comunismo cubano tras la caída del muro de Berlín
315
Pasotriple o distorsión premeditada: Martí al servicio de Castro
POR LAURA YMAYO TARTAKOFF
Introducción
Durante cuarenta y cinco años en el poder, el régimen de Fidel Castro no se ha cansado de
utilizar a José Mart. Martí es “el autor intelectual”, el mentor oficial del gobierno socialista
cubano. Es decir, del gobierno castrista.
La alusión a Martí o la cita martiana parece ser inevitable en documentos o declaraciones
importantes. Solo un documento reciente carece de ella – la Ley de Reforma Constitucional del
2002, que invalida el Proyecto Varela y declara “irrevocables” el sistema sociopolítico que
impera en Cuba. Algo singular y extraño. Se tuvo la decente originalidad de ignorar a Martí.
Trasfondo y titubeos
Aunque la manipulación o manoseo de Martí fue frecuente en la corta historia de la Cuba
republicana—Machado y Batista también se sirvieron de él—los comunistas cubanos, hasta que
se unieron al gobierno castrista en los años sesenta, habían mostrado cierta reticencia. Vale la
pena recordar, por ejemplo, cómo cambió la perspectiva de Juan Marinello.
En 1935, Marinello sostenía que Martí había sido “un gran fracasado” y que sus ideas,
incompatibles con el marxismo-leninismo, podían solamente servir “como trampolín de
oportunistas” Y en eso precisamente se iba a convertir Martí.
Castro en primer plano
Aún antes de llegar al poder, Castro consideró a Martí “el autor intelectual” de su epopeya. Así
lo llama en su célebre alegato de defensa, “La historia me absolverá” (1953). Después de todo,
el asalto al cuartel Moncada y el Movimiento 26 de Julio fueron frutos de “la Generación del
Centenario” encabezada por él. Pero ese Martí que Castro llamaba “guía de mi vida” no hacía
entonces referencia alguna a Marx o al socialismo. Era un Martí que, tal cual Castro, hubiera
probablemente defendído la Constitución de 1940, y sin duda apoyado la “rebelión contra el
despotismo” que Castro rencabezba. Debemos recordar que no fue hasta el 2 de diciembre de
1961 que Castro anunció por vez primera ser y siempre haber sido marxista-leninista.
No iba a ser fácil ponerle a Martí ese disfraz. Martí, en su voluminosa obra, le había dedicado
solo cuatro párrafos a Marx y sus seguidores. De Lenin, Martí no llegó a decir nada, pues “el
autor intelectual” de los logros de Castro no vivió lo suficiente para haber dado con él. Pero
poco importaba eso. Con voluntad totalitaria, cualquier interpretación se podia decretar. Y así
fue: quedó formalmente establecido que Martí, genial e igualitario, había sentido afinidad por
Marx y anticipado a Lenin. La maquinaria castrista ignoró contradicciones e inventó, sin
bochorno alguno, un pasotriple magistral: un partido martiano, marxista y leninista, y un
sistema de la misma estirpe.
El gobierno pues describe la ideología de la Revolución Cubana como “la fusión del ideario
radical y humanista de José Martí” y de una tradición de lucha liberadora caracterizada por los
principios del marxismo y del leninismo y la necesidad del socialismo como “única alternativa
al subdesarrollo y a la dominación neocolonial”.
316
El desarrollo y consolidación de tal ideología es una de las metas del Partido Comunista Cubano
(PCC). Pero la descripción de esas ideas como meta deja mucho que desear. Carece de claridad
y definiciones. Uno se pregunta cómo, a fin de cuentas, va el Partido a desarrollar y consolidar
ese engendro politico. Además, ¿qué es “radical” en el ideario de Martí? ¿Por qué es el
socialismo la “única alternativa al subdesarrollo y a la dominación neocolonial”?
Después de todo, “el autor intelectual” de la Revolución castrista nunca aprobó el socialismo
como doctrina política. En la carta a su amigo Fermín Valdés Domínguez, escrita en 1894,
identificaba claramente dos peligros de la idea socialista: (1) “el de las lecturas extranjerizas,
confusas e incompletas” y (2) “el de la soberbia y rabia disimulada de los ambiciosos, que para
ir levantándose en el mundo, empiezan por fingirse, para tener hombros en que alzarse,
frenéticos defensores de los desamparados”.
En su Primer Congreso (1975), el PCC se proclamó como previsto martiano, marxista y
leninista, y luego, en febrero de 1976, la primera constitución socialista de Cuba fue aprobada
en un referendo popular por casi el 98% de los electores. La actual Constitución es la misma con
algunos cambios aprobados en julio de 1992, tras la desaparición de la URSS y el colapso de los
gobiernos socialistas en Europa del este.
El documento define el papel del PCC en la sociedad cubana. El Artículo 5 establece que: "El
Partido Comunista de Cuba, martiano y marxista-leninista” organiza y orienta…los esfuerzos
comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad
comunista." Y por lo tanto declara que ninguna libertad puede “ser ejercida contra…la
existencia…del Estado socialista”. Martí definitivamente pierde el ritmo y da un traspiés en ese
pasotriple.
Pero para ayudarlo el PCC estableció en 1977 el Centro de Estudios Martianos, una rama del
Ministerio de Cultura que se ocupa, mediante publicaciones, cursos y especialistas, de
interpretar a Martí desde el punto de vista del marxismo-leninismo y a la vez anclar el actual
gobierno cubano en el pensamiento de su “autor intelectual”. Abundan por lo tanto los grupos
de estudio, los retiros, los concursos, los premios, las Cátedras Martianas…y hasta existe una
Sociedad Cultural José Martí cuyo presidente es Armando Hart Dávalos, ex Ministro de
Educación y de Cultura. Hart es también director de la Oficina del Programa Nacional Martiano.
Viejas obsesiones y el reto de los años 90
La caída del Muro de Berlín no le trajo al Martí marxista-leninista – es decir, a Martí al servicio
de Castro – reposo alguno. El Período Especial en tiempos de paz – con su legalización del
dólar y su entrega al capital extranjero – no ha sido nada especial para él. Los dos Congresos de
PCC celebrados tras la desaparición del bloque soviético (el IV en 1991 y el V en 1997),
aceleraron el compás del pasotriple. Aumentaron la paranoia, el belicismo y “las ideas
absolutas”, retórica y sentimiento que se hicieron realidad en la ola represiva y las ejecuciones
de la primavera del 2003. Nadie nunca recordó que Martí condenaba la pena de muerte. Aún
sigue sin fijarse la fecha del VI Congreso.
El “documento fundamento” del V Congreso enfatiza viejas obsesiones con brío y desenfreno y
sigue manipulando a Martí. No caben cuestionamientos ni dudas. Importantes intelectuales se
suman al coro. Cuatro dogmas reinan en ese documento, así como en artículos y libros: (1) La
Revolución cubana, la de Martí y la de Castro, “es una sola”; (2) El PCC de Castro, como el
Partido Revolucionario Cubano (PRC) de Martí, es el Partido de la unidad; (3) La disciplina y el
sacrificio son imprescindibles – dada “la dura realidad”, hay que “trabajar más y mejor” y (4)
La democracia socialista compagina nacionalismo cubano e internacionalismo latinoamericano.
317
El primer dogma parece simple. La Revolución cubana “es una sola”: Martí y Castro contra el
imperialismo yanqui. El documento acierta con entusiasmo que la Revolución castrista es la
culminación de las luchas independentistas del siglo XIX frustradas por la intervención
americana de 1898. Esa es la eterna interpretación marxista-leninista del asunto. Los
historiadores oficiales nunca traen al caso los esfuerzos cubanos para persuadir a la opinion
pública, la prensa y el gobierno del Presidente McKinley de intervenir a favor de los insurrectos.
Menos aún les interesa recordar cómo los patriotas lograron mediante la resolución conjunta del
Congreso en abril de 1898 que se reconociera la independencia de Cuba. Se menciona siempre,
claro, la Enmienda Platt pero nunca su abrogación por el segundo Roosevelt con su política de
buen vecino. La historia de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos se simplifica, y el
maniqueísmo parece incurable. La Guerra de 1895 y la Revolución del 1959 son capítulos del
mismo proceso de emancipación. Una vez eliminada España, hay un solo enemigo, Estados
Unidos.
La Revolución castrista con su afán antimperialista y antineocolonialista, se empeña en declarar
que hizo (y sigue haciendo) el sueño de Martí realidad. [La vida y los escritos del “autor
intelectual” ofrecen varios momentos claves para justificar el llamado antimperialismo
martiano; entre ellos, las experiencias de Martí en la Primera Conferencia Internacional
Americana (1889-1890) – llamada con frecuencia “Panamericna”-- y en la Comisión Monetaria
Internacional (1891) en la cual representó a Uruguay. Entre esas dos reuniones, ambas
convocadas en Washington por Estados Unidos, Martí redactó su ensayo “Nuestra América”
(enero de 1891), publicado en El Partido Liberal de México. A él aluden con doble motivo los
comentaristas que quieren hallar en Martí no solo valiente antimperialismo sino además un
internacionalismo latinoamericano fraternal.]
La actitud de Martí hacia Estados Unidos fue, antes y después de 1891, ambivalente: admiraba
las virtudes del país que lo había acogido, y a la vez descofiaba de sus intereses expansionistas.
Respetaba a un presidente como Grover Cleveland y temía al ambicioso secretario de estado de
Benjamin Harrison, James Blaine. Pero la mentalidad guerrillera de la ideología castrista
considera un lujo despreciable tales detalles y matices. El dogma es duro e inquebrantable. Su
único propósito es mantener a Castro y a sus correligionarios en el poder.
Se insiste en que el enemigo “más peligroso” desde 1898 es “el imperialismo norteamericano”,
y que Martí antimperialista había anticipado ese peligro. Declara que Estados Unidos intenta
“liquidar a la nación cubana y esclavizar a su pueblo”.
Gracias a Martí Castro tiene también “la clave”: la autoperfección del sistema requiere un
Partido único y unido. Este es el segundo dogma: El PCC resulta ser un PRC contemporáneo y
triunfador, otro sueño de Martí hecho realidad, y la unidad solo puede ser el resultado “de un
partido único”, uno “asentado en los trabajadores”. Castro, quien según el documento, siempre
ha poseído “conciencia martiana y marxista-leninista”, convierte así a Martí en compañero de
Marx y precursor de Lenin. El documento resalta “el medio proletario de la emigración cubana
en el que Martí forjó las sólidas bases del Partido”, y señala la participación de Carlos Baliño,
más tarde uno de los fundadores del PCC.
Pero no se trae a la luz que Martí siempre enfatizó lo que unía a todos, no lo que separaba. Ni
racista ni clasista era. No idealizó a los pobres ni a los ricos.. El PRC no iba a ser partido único.
Se fundó “para preparar una Guerra inminente” y evitar el desorden de la república a la que la
guerra iba a dar parto, no para gobernar y administrar un estado. Martí era demasiado
hospitalario, demasiado abierto para creer que esa nueva nación-Estado debería ser la voluntad
de un solo partido, de una sola agrupación humana.
La ideología castrista acierta con vehemencia que es legado de Martí un Partido único como “la
vía ideal y más segura de alcanzar la unidad permanente del pueblo” (Granma, Documento, 9).
De manera contradictoria alega “rehuir las concepciones, dogmáticas, sin olvidar la necesidad
318
de una vanguardia” pero no explica qué quiere decir “vanguardia” y pasa a sostener un sistema
irrevocable y “una transformación revolucionaria… irreversible” (Ibid, 11). Esa no es prosa (ni
realidad) potable.
El V Congreso asegura que “Estados Unidos pretende reimponer en Cuba el gobierno del
imperio, por el imperio y para el imperio” (Ibid, 15). No en balde hay que unirse bajo un único
partido y creer en una sola revolución que impone la pena de muerte cuando lo considera
conveniente. La repression y las condenas a muerte son solo “medidas enérgicas” ante las
“amenazas explícitas” de los Estados Unidos. Así piensan intelectuales como Fernández
Retamar y Cintio Vitier (“Mensaje…”, Encuentro).
Pero es necesario hacer más: sí, unirse y creer, pero también “trabajar más y mejor”. Tercer
dogma: La disciplina y el sacrificio son imprescindibles. Hay, como Martí, que amar el
sacrificio sin ser masoquista. Para los militantes del partido “no debe haber ningún privilegio,
solo… más tareas, responsabilidades, motivados por el amor a la patria y su ilimitada lealtad al
pueblo”. De más está tal vez decir que el PCC culpa como siempre al “criminal bloqueo yanqui”
por la miseria, por “la pobreza de la población” (Granma, Documento,10).
Se cita a José Lezama Lima, para quien Martí era “el primero de nuestros cumplidores”, cuya
presencia “comprende el nacer… del sacrificio”. Para Lezama, Martí era “un contínuo viviente,
de permanente respiración” dispuesto a toda la disciplina que exigía su sacrificio..
Evidentemente para Castro y sus seguidores Martí es también un tanque de oxígeno.
El cuarto dogma compagina, bajo la democracia socialista, nacionalismo cubano e
internacionalismo latinoamaricano. “José Martí… nos enseñó ese espíritu internacionalista que
Marx, Engels y Lenin confirmaron en la conciencia de nuestro pueblo…y nos trazó la imagen
de una América Latina unida frente a la otra América imperialista y soberbia” (Castro, 181)
Según el PCC, “la globalización internacional pretende imponer un capitalismo totalitario: en él
solo existe el mercado y el pueblo no cuenta para nada”. Se trata del “capitalismo salvaje” del
siglo XXI” (Hart, 107). Contra realidades como esa, supuestamente, luchó Martí y de ella quería
proteger no solo a Cuba sino también al resto de la América hispana.
Se escribe sobre “la tradición bolivariana y latinoamericana” de Martí y varios intelectuales han
enarbolado el ensayo “Nuestra América” para exhibir un Martí rotundamente latinoamericanista
que considera la América hispana, en general, como pueblos indígenas amenazados por el
vecino que habla ingles. Por lo tanto, Cuba anhela ofrecer alternativas concretas en la lucha
contra el dominio cultural del capitalismo”.
Conclusión
Mientras Castro siga en el poder, seguirá la mala manía de manipular a Martí y de venerarlo a
veces de manera rapsódica. Se habla del “aliento sagrado de Martí” y de la necesidad de
“conocer su pensamiento para la salvación del orbe”…Pocos se atreven a cuestionar el discurso
martiano que el gobierno predica. Para lograr que Martí lúcido parezca bailar el pasotriple
castrista, se le ha echado encima, sobre el disfraz molesto, una camisa de fuerza. Martí solo
podrá deshacerse de ella cuando Cuba se libere de Castro
319
La ideología Cubana actual no es martiana*
POR MARCELINO MIYARES
Con la caída del muro de Berlín y posterior desplome de la Unión Soviética se crea un vacío
ideológico en Cuba. Fidel Castro, el IV y V Congreso del Partido Comunista Cubano y las
Mesas Redondas diarias por la TV cubana han ido redefiniendo la ideología del socialismocomunismo cubano.
Castro cierra su discurso del 1º de Enero del 1989 con la consigna de:
¡SOCIALISMO O MUERTE!
¡MARXISMO LENINISMO O MUERTE!
¡PATRIA O MUERTE!.......VENCEREMOS
El IV Congreso del partido Comunista Cubano (1991) en la Resolución sobre los Estatutos del
Partido Comunista de Cuba redefine a la ideología oficial en la que la edificación del
socialismo y el partido único son las bases de una “nación cubana martiana, marxista y
leninista.” El énfasis oficial a partir del IV Congreso del PCC está en el nacionalismo martiano
del comunismo cubano. El V Congreso del PCC reafirma la ideología Martiana y Marx

Documentos relacionados