El Círculo Rosa Chicle - Van Van Communication

Transcripción

El Círculo Rosa Chicle - Van Van Communication
- Tú crecías lejos de mí, dentro de una
barriga en Bulgaria, pero yo estaba allí
contigo, gracias al Círculo Rosa Chicle.
Assen abrió los ojos sin entender muy
bien si su madre le tomaba el pelo.
- ¿Quéeeee? ¡Amá, eso es imposible!
- Te voy a contar la historia para que
entiendas por qué tú y yo siempre nos
sentiremos cerca. Unidos por algo
mucho más potente que una barriga:
el amor.
- El amor, el amor…. –repetía él
ridiculizando la palabra, dando a
entender que, a su edad, empezaba a
tener un significado un tanto ñoño.
- Apaga la luz que voy a buscar una
cosa.
El niño corrió a pulsar el interruptor.
- Uf, demasiado oscuro…
De la estantería, rescató la linterna que lo había defendido en sus aventuras nocturnas contra
dragones y otro tipo de monstruos más reales, y la dirigió hacia la pared.
Edurne entró enseguida. Con una parsimonia que a menudo sacaba de las casillas a su hijo.
Desplegó un círculo de cartulina color rosa chicle y lo colocó justo delante de ellos.
- ¡Qué enorme!
- Claro, entramos los dos. Piensa que el círculo es un agujero, con las paredes muy blanditas. Si nos
ponemos encima, caeremos en un mundo color rosa chicle y flotaremos juntos, alucinando con lo
que encontremos en el interior. Cierra los ojos y dame esa mano llena de chocolate.
Assen apretó con fuerza sus párpados, con una mezcla de miedo a que su madre hubiera perdido un
tornillo y excitación.
Edurne hablaba suave y lentamente:
- Vamos a dar un paso hacia delante juntos, para colocarnos sobre nuestro círculo: una, dos y…
¡TREEEEEEES!
Una vez dentro, se arrodilló para estar a
la altura de su chico y lo abrazó. Así, muy
pegados, pasaron unos segundos. Siguió
susurrando.
- Qué bien se está. Qué tranquilidad.
Ahora, respiremos a la vez.
Profundamente. Sígueme… ¡ya!
Ummm, ¿a qué huele aquí? Me
recuerda a esos chicles con mogollón
de azúcar que sólo puedes tomar los
domingos…
- Yo huelo a tu colonia.
- ¿Qué sientes?
- ¿Tetas apachurradas?
- Pues sí… ¿Y nuestros corazones?
PUM-PUM, PUM-PUM…
Él asentía con la cabeza.
- ¿Escuchas algo? Siempre que vengo suena a lo lejos Sueño de amor, de Franz Liszt: na
naaaa, na, na naaaa, na naaa, na naaa, na naaa na, na na na naaa, na na na na na…
Assen rompió el cosquilleo que producía entre los cuerpos el tarareo de su madre, gritando
en bajito:
- ¡Yo oigo cantar a un rinoceronte!
- ¿Cómo?…. Repíteme el sonido…
- Bueno, no, mejor una vaca. Va volando encima de esas nubes color… color… blanco.
Como la leche: muuuuuu, muuuuu
- Quizá nos esté saludando. No la había visto antes por aquí.
- Vienes mucho, ¿amá?
- Antes sí. En cuanto nos anunciaron
que íbamos a tenerte, me
encontraba aquí contigo todos los
días. Al principio eras una bolita
enana. Jugabas a dejarte caer entre
las flores y luego rebotabas hasta
mis brazos. Yo te achuchaba a tope,
como ahora, y te quedabas
dormido.
- ¡Porras¡, no me acuerdo…
- Déjate llevar por el mugir de la vaca, la música y siente…
No pienses, sólo siente ese cariño que nos une. Porque ahora que conoces mi secreto, sabes
que estamos juntos desde el principio por el poder del Círculo Rosa Chicle.
Y ahí nos encontraremos cuando me necesites. Da igual dónde vayas tú o dónde esté yo.
Cuando quieras estar conmigo, salta sobre él.
Paró unos segundos y continuó con estas palabras:
- Llegará un momento en que no necesites esta cartulina. Llevarás el círculo en tu interior y lo
sacarás cuando quieras, poniéndolo delante de ti de forma imaginaria. Y dentro, siempre
hallarás mi abrazo, mi apoyo, mi fuerza, mi paz y todo mi amor.
Pasaron los años.
Assen salía con prisa de su trabajo
de traductor simultáneo en la ONU.
Esa noche de gran luna pedía a
gritos una escapada al
embarcadero de Water St., pero no
dudó en dirigirse directo a casa.
Celebraban un cumpleaños.
Abrió la puerta y apagó su iPod. El
piano de la 3ª sinfonía de Sueños
de amor de Liszt dejó de tocar.
De debajo de su cama sacó una
cartulina rosa, manoseada. La
empezó a desplegar con mucho
cuidado, mientras empujaba la
puerta del cuarto de su niña:
Edurne.
Escrito por Vanessa Lizarralde
Ilustraciones: Rosco
Dedicado a mi amigo con piel de
chocolate. Dulce y genuino.
GRACIAS
Edurne Blanco por la edición en papel y
tu emocionante prólogo.
Óscar Bilbao por la producción.
Iñigo Burgui.

Documentos relacionados