MODELOPAR (Page 1) - La Jornada de Oriente

Transcripción

MODELOPAR (Page 1) - La Jornada de Oriente
Para la familia de la
Universidad Politécnica, la
sucesión gubernamental se ha
convertido en un problema.
La opción se ubica entre la
amistad o la ingesta
MIÉRCOLES 5 DE MAYO DE 2010
◗ Extraño el cine viejo
IVÁN FARÍAS
C
uando era niño me
mandaban dos meses a
Tampico. Luego del
atasque de playa, íbamos a un
cine enorme, con doble balcón y
pantalla de piso a techo. Nada
que ver con las míseras proporciones de las actuales. Los programas eran dobles y a veces
–ya en la tarde– hasta triples. Así
pude ver platillos extraños como
El Charrito de entremés, Aliens
como plato fuerte y Enrique y
Ana como postre.
En Apizaco me hice amigo de
la dueña del cine, merced a eso
podía entrar a todas las funciones gratis. Cada mes programaba en sus tres salas, tres películas
con permanencia voluntaria. Así
pude apreciar lo mejor y lo peor
de la cinematografía gringa y
mexicana. Recuerdo que fue en
ese cine de mis amores que tuve
mi primer y única relación homosexual. Mickey Rourke, vestido de cuero, ostentando ser Harley Davidson y su compa Don
Johnson como Marlboro Man.
¡Pua!, la debí ver cerca de 12
veces sin parar; repitiendo diálogos, gritando en la escena en la
que se avientan a la alberca y
riéndome cuando se le rompen
las botas a Johnson.
En el Distrito Federal iba al
cine Cosmos, al Manacar, a
Américas, al Palacio Chino, pero el cine de mis amores era el
Zapata. Ahí vi el tremendo enfrentamiento de Godzilla contra
su clon tecnificado, Mecagodzilla; a Batman golpeando al
Guasón, a Pacino esperando salir ileso en Tarde de Perros.
Recuerdo que cuando llegué
a los Cinevas, las enormes salas
ya fenecidas en la tlaxcalteca,
programaron Siete en la Mira.
Que increíble fue llegar y encontrarlo abarrotado. Tener que sentarse en el pasillo porque no
había butaca que no estuviera
llena. Ver a Jorge Reynoso secuestrar un pueblo fronterizo,
hasta dar con el asesino de su
amigo motociclista. Reynoso y
su look de Mad Max, Reynoso y
su increíble cara de tira despiadado, ahí apodado Vikingo.
Ver la batalla final en la que
un delgado y ya anciano Mario
Almada doblega a un forzudo y
joven Vikingo.
El cine se ha perdido en su
implacable deseo de ganar dinero. Son tiempos de capitalismo.
DIRECTORA GENERAL: CARMEN LIRA ■ DIRECTOR FUNDADOR: CARLOS PAYÁN ■ PUBLICACIÓN PARA PUEBLA Y TLAXCALA
Endulza Antonio ciudades con sus productos
JUAN LUIS CRUZ PÉREZ
La vida se hace en el camino,
no sabemos lo que pueda pasar
mañana, pero siempre, aunque
incierto, hay que luchar a diario
para esperar lo que depare el
destino, sostiene Antonio Sahagún León, quien desde la ciudad de Uruapan, Michoacán,
llega a Tlaxcala cada semana a
vender sus productos.
Aunque sus palabras parecieran las de un hombre mayor,
a sus apenas 27 años de edad,
tiene claro que “no soy dueño
ni de mi tiempo y mucho menos de mi espacio, por eso todos los días con mucha fe salgo
a ganarme lo que mi esposa y
mi hijo Toño se han de comer”.
Desde Uruapan, Michoacán, todos los
lunes sale a los estados de México,
Tlaxcala, Puebla e Hidalgo a vender
cocadas aderezadas con chocolate, jaleas
y cajeta; la vida se hace en el camino y a
diario hay que luchar en espera de lo que
depare el destino, refiere con filosofía
Uruapan, con un grupo de cuatro personas, con quienes comparte esa aventura semanal, a la
que decidió embarcarse para
alcanzar su objetivo.
En una camioneta de redilas
como transporte, este grupo de
comerciantes carga dulces de
coco aderezados con chocolate,
podamos vivir se compensa
cuando llegamos a la casa con
el dinero que se necesita para
comer, vestir y atender todo lo
que se requiera en la familia”,
dice Antonio Sahagún.
Relata que el éxito que de
alguna manera han alcanzado
obedece a una estrategia que
A sus 27 años de edad, Antonio Sahagún tiene en claro que para poder “vivir de viejo” debe esforzarse y
sacrificar lujos y gustos de joven ■ Foto Alejandro Ancona
Antonio se ha dedicado “toda la vida” al comercio, pero
desde hace poco más de tres
años lo hace con “más pasión y
compromiso, pues decidí formar una familia y ya llegó mi
primer hijo, así que sin temor a
nada, me encomiendo a todos
mis santos para salirme a ganar
la vida”.
Así, cada semana, entre lunes o martes, sale de su natal
jaleas y cajeta, los cuales comercializan en diversos mercados móviles del Estado de México, Hidalgo, Puebla y Tlaxcala.
“Cada lunes o martes salimos de Michoacán para buscar
en donde vender nuestras cocadas. Afortunadamente en Tlaxcala y en otros estados de la
zona centro del país han gustado nuestros dulces, por lo que
cualquier situación adversa que
han decidido seguir: gastar lo
indispensable en viáticos y dividir el mercado.
“Antes nosotros salíamos
sin rumbo fijo. Donde veíamos
un municipio grande, empezábamos a vender. Pero ahora no,
llegamos cada semana a Calpulalpan y de ahí nos movilizamos para otros municipios de
Tlaxcala, e incluso de Hidalgo
y de Puebla, porque todo está
muy cerca y así nos ahorramos
dinero y vendemos más.
“Somos cuatro los que salimos a vender todas las mañanas. Por ejemplo, yo salgo a
municipios como Sanctórum,
Españita y Benito Juárez y los
sábados, sin falta, estoy en
Tlaxcala en el tianguis. Pero
tengo compañeros que se van a
San Martín, Cholula y la capital
de Puebla y otros más se van a
Ciudad Sahagún, Huichapan o
Pachuca, en Hidalgo.
“Tenemos que salir muy
temprano, porque nos trasladamos en transporte público y
siempre llevar las carretillas y
la mercancía no es muy fácil,
pero con la gracia de dios siempre nos va bien, no nos podemos quejar”, refiere.
En el caso del ahorro de recurso por viáticos, lo resume
así: “nada de lujos ni de excesos, no venimos de paseo o de
vacaciones, así que todos nos
amontonamos en un hotel, comemos lo necesario y ahorramos lo que más se pueda. Sólo
hacemos dos comidas en forma
y quien hace más gastos, ya
sabe, menos dinero lleva a su
casa, porque aquí cada quien es
responsable de su venta y de la
forma de administrar el dinero,
no hay patrones ni empleados”.
–¿Dónde dejas a la familia?–, se le inquiere.
–Por no estudiar, ahora debo
y tengo que sacrificar algo, por
desgracia es a la familia, lo que
más me duele. A ellos los veo el
domingo en la mañana o al medio día, con ellos me estoy hasta que regresamos al centro del
país. Pero aunque es poco tiempo el que estoy con mi señora y
mi hijo, trato que sea lo mejor
para ellos”, sostiene con seguridad el michoacano.
Con ganancias que van desde los 200 hasta los mil 500 pesos diarios –libres de gastos e
inversión–, Antonio tiene claro
que para que esa situación
cambie, “debo esforzarme de
joven, para vivir de viejo. Aunque suene contradictorio, vivo
al día, pero pensando en el futuro. La vida se hace en el camino, no sabemos lo que pueda pasar mañana, pero siempre, aunque incierto, hay que
luchar a diario para esperar lo
que nos depare el destino, por
eso me esfuerzo para que en un
mañana no lejano pueda tener
mi negocio cerca de mi hijo y
mi esposa”.

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