BlueCoo - Natxo Arregi

Transcripción

BlueCoo - Natxo Arregi
BlueCoo
(Año 2006)
Índice
Capítulo
Página
1 Bilbao. Begoña y Edurne.
Octubre
3
2 París. Michel y Pierre.
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
Noviembre
Shang Hai. Wang y Huang.
Diciembre
Kinshasa. Kisinyabo.
Enero (1)
Lagos. Olu.
Enero (2)
París. Miren y Michel.
Enero (3)
Europa. Miren.
Invierno
Lima. Marita.
Febrero (1)
New York. Gwendoline.
Febrero (2)
Mundo. Michel.
Febrero, marzo y abril
París. Michel y Miren, Lurdes y Pierre.
Primavera
París y Shanghai. BlueCoo.
Setiembre
Euskal Herria. Begoña eta Edurne.
Octubre, un año después.
34
78
107
128
149
171
188
213
229
258
274
296
2
1
Bilbao.
Edurne y Begoña
Octubre
3
Miércoles, 5 de octubre de 2005
Bilbao
En la plaza de Albia bilbaína, a las puertas del Palacio de Justicia, un centenar de personas
están concentradas frente a las escalinatas de la gran puerta de entrada. Portan ikurriñas,
unos cuantos carteles individuales en los que figuran fotografías de caras sonrientes junto a
puños revolucionarios y señales de victoría, además de tres grandes pancartas. En los
carteles, sobresaliendo por encima de cada fotografía, hay frases que exhiben a los
representados como si fueran entrañables amigos de todo aquél que los observe: “Keñu
askatu!”, “Jone, gudari!”, « Herria zurekin, Txetxu », « Ongi etorri, Susa bake gudari ». Sin
embargo, dos de entre esos carteles individuales rompen bruscamente con tal estética
familiar, heroica y reivindicativa. Ambos ofrecen la misma fotografía de una mujer adulta,
la misma faz cariacontecida, con la misma mirada vergonzosamente vencida hacia el suelo.
Sobre ella han trazado dos negros brochazos en forma de cruz y encima de la fotografía
emborronada se puede leer: “Durdur, salatzaile”. Por su parte, las soflamas de dos de las
grandes pancartas son perfectamente plausibles. Una reza “Egia fartsa honen kontra” y la
otra “Herriak gezurra benetako justizia bilakatuko du”. Pero la tercera contrasta
sobremanera con las otras dos. Una gran interrogación abre la frase “Durdur, non dago
Txomin” y otra gran interrogación la cierra. Debajo, en letras más pequeñas: “Herriak ez du
ahaztu ezta barkatuko ere”.
En la calle Ibáñez de Bilbao, contigua a la explanada de la concentración, una dotación de
la Ertzaintza permanece a la espera por si se producen disturbios. Se ven tres furgonetas
blanquiazules. Varios fornidos ertzainas enfundados en negros trajes de combate, las caras
tapadas por los pasamontañas de reglamento, permanecen de pié, plantados sin discreción
en la esquina de la calle con la plaza. Mientras tanto, los restantes continúan agazapados,
sentados en el interior de las furgonetas.
Es la 1:30 del mediodía de un miércoles luminoso. El viento sur ha cepillado el aire hasta
darle una transparencia y una tersura brillante. Las hojas otoñadas de los grandes plátanos
de los jardines de la plaza dejan entrever un cielo intenso y profundo, lleno de luz blanca y
de universo azul. Los coches, las motos y las furgonetas ruedan diligentes y sin descanso
por las calles que rodean la plaza por tres de sus lados. Los bancos del parque están
ocupados por personas de toda condición que charlan y toman el sol o la sombra en el calor
de la mañana. Parejas, jubilados, progenitores y mujeres sudamericanas que cuidan niños y
viejos, disfrutan del pequeño oasis en la ciudad. Al fondo de la calle Berastegi aparecen las
crecidas geometrías verticales de las fachadas de los grandes edificios bancarios y por su
calzada peatonal camina, deambula y se junta en torno a los bares y las cafeterías,
aparentemente despreocupada, la muchedumbre ciudadana. La gente sale y entra en las
tiendas y de los bares, mientras que los trabajadores de cuello blanco comienzan a surgir de
las oficinas circundantes, dando por finalizada la jornada matinal. El buen tiempo consigue
el milagro de que la animación no se traduzca en prisa sino en placer.
4
Si quisiéramos podríamos comprobarlo: Prácticamente todos los peatones y conductores
que circulan cerca de la explanada donde se reúnen los manifestantes no dejan de percatarse
de la existencia de la concentración. Y tan pronto como lo hacen tuercen la mirada, fruncen
el ceño con tanto disimulo como desagrado y recuperan seguidamente el semblante tan
pronto como su nuevo campo de visión les proporciona un paisaje más apacible. ¡Que les
den!, los menos hastiados, o un insípido vacío, los que han sucumbido a la saturación y a la
indiferencia, es lo que por brevísimos segundos expresan en silencio, acribillados ya de
tensiones políticas y de maximalismos demagógicos o asfixiados de insensibilidad e
indolencia. Son sólo los instantes previos al acto seguido de espantar los malos augurios
con la agitación urbana, teñida de sol y de calor, que se despliega en las otras direcciones de
la vista y del espíritu.
***
En el interior del edificio, el juicio contra 5 inculpados por desórdenes públicos acaba de
terminar. Edurne Tejerina Orbegozo, la “Durdur de hierro”, ha salido bien parada. Queda
en libertad, aunque ha de pagar una multa-fianza de 12.000 euros. Sus cuatro compañeros y
compañeras de fechorías muestran ostentosamente su gran descontento con una furiosa y
teatral irritación de sus voces, miradas y gestos, expresión para la galería de su
determinación insurgente. Hay un toque de prepotente exaltación colectiva en el porte que
adoptan, enervados también por la oportunidad de divulgar ante la prensa todo el plomo de
sus pronunciamientos. Mientras tanto, sus familiares parecen dar por buenas las condenas.
Con multas más o menos copiosas todas quedan en libertad. La ocupación del ayuntamiento
bilbaíno de hace tres años, la toma de rehenes durante varias horas con objeto de montar la
capilla ardiente del militante etarra muerto por la bomba que preparaba, y su secuela de
destrozos y violencias en el interior del Consistorio, incluidos dos policías locales heridos,
han acabado sólo en multas económicas.
Para Begoña Barredo Etxeandia, sin embargo, es ahora cuando resta lo peor, el momento en
el que los 5 encausados y encausadas, su amiga Edurne entre ellas, hayan de enfrentarse a
la luz del día, encarándose de bruces frente los medios informativos y contra la
manifestación que les aguarda a la salida del edificio. Aparta a su amiga de la corte de
abogados y de políticos, así como de la procesión de parientes, amigos y militantes que ha
abarrotado la sala donde se ha producido la sentencia del juicio en que se ha visto inculpada
aquella, la dirige a una esquina del pasillo y le susurra en voz baja:
 Edurne, nuestros peores temores se han cumplido. Peor incluso de lo que
imaginábamos. Te acusan de chivata, sin contemplaciones.
Edurne hace un gesto de suficiencia cuyo significado es obvio: “¡ya te decía yo!”. Pero
cambia inmediatamente su expresión, que se transforma amargamente en tristeza y
desprecio.
 Me lo temía.
Su voz suena grave. Una arruga de dolor contrae su frente.
 En la salida están concentrados tus antiguos camaradas. Hay carteles en tu contra y
amenazas horribles.
5
Begoña no trata de endulzar el panorama. Al revés, lo pinta con realismo mientras mira de
frente a su amiga, intentando ser convincente.
 Deberíamos escabullirnos nosotras por otra puerta. He preguntado por donde
hacerlo. Por favor, Edurne, dejemos a tus amigos –se refiere a quienes han sido
juzgados en la misma causa- recibir los aplausos y ascender a la glorìa de los héroes
de la izquierda abertzale y dáles tú con la puerta en las narices: que se queden sin
nadie a quien insultar y amenazar, eso los dejará frustrados.
Pero la respuesta es la que temía.
 No, Begoña. Ya estoy harta de disimular. Es nuestra oportunidad para recobrar la
verdad una vez que se ha destapado. No hay que desaprovecharla. No seré yo la que
me oculte.
 Edurne, por favor, escúchame. Pesa sobre ti la maldición de ETA. Sabes mejor que
nadie lo que eso significa. Conoces su poder, su maldad y su soberbia. Demasiado
para que tú la retes. No es una cuestión de orgullo, sino de supervivencia.
Edurne hace un gesto de impaciencia. Cierra los ojos con rabia y mueve compulsivamente
las manos indicando su negativa a escuchar.
 Es que quiero darme un baño de multitudes con los que antes me adulaban –dice
con sarcasmo- “Los dos ovarios mejor puestos”, decian. ¡Pues eso!
 “Eso” es que denunciamos a Txomin. ¿De verdad quieres retarles a que lo asuman?
 No, soy yo la que me reafirmo en lo que hicimos. Quiero que comprendan que no
me arrepiento de nada. Quiero mirarles de frente y ...
 Por favor, Edurne, no van a comprender nada. Sólo les vas a dar una razón más para
que te maten. Han decidido que eres una cobarde y una traidora. Quién sabe si ahora
empezarán incluso a especular sobre si eras un topo, en realidad, y a analizar tus
corajes anteriores como la mejor tapadera para ocultar tu verdadera misión. Te has
pasado al enemigo o incluso pueden sospechar que has sido siempre el enemigo. Te
has convertido, de la noche a la mañana, en una indigna soplona e incluso
sospecharán que les has engañado a todos porque siempre lo fuiste. Nadie recordará
nunca que eras valerosa o, si lo recuerdan, encontrarán la manera de deslucirlo, tal
vez te supondrán blindada por la propia policía que permitía todas tus bravuconadas
por razones inconfesables. ¡Véte a saber lo que dan por inventar!
 Precisamente. Por eso mismo no voy a consentir que me obliguen a ... Soy la misma
que fuí. Soy la misma abertzale de siempre. No voy a consentir que mi delación
quede como un acto de cobardía. Es la decisión para la que más coraje he
necesitado. No fue una traición, sino un gesto de lealtad a mi país. Además, Begoña,
¿no eres tú la que me díces continuamente que hay otro 85% de vascos que
aplaudirían lo que hemos hecho si lo supieran? Ellos no se merecen que yo salga
por la puerta trasera.
 Ese 85% no sabe nada. Nada le dice tu nombre, Edurne, por favor. Todos van a
correr a suponer que se trata de un arreglo de cuentas entre etarras, siquiera para
librarse de compararse contigo, es decir, para ahuyentar la imagen de su propia
cobardía. Ese 85% se siente humillado por varias décadas de flaqueza y no aceptará
que ninguna heroína se les presente para remover sus conciencias pusilánimes.
6
 Amiga, eso no es lo que me decías hasta ahora. Pero no discutamos más. Estoy
decidida. Ya hablaremos más tarde, pero ahora no hay tiempo y no debo fallarme a
mí misma.
Edurne hace un gesto para librarse de la mano de Begoña que le atenaza su brazo izquierdo
e inicia el paso hacia el grupo compacto que se dirige escaleras abajo hacia el atrio y la
salida.
 No debes fallarte a ti misma ... ¿Es eso? Es por ti misma, entonces ... Necesitas
refrendarte tras lo que hicimos ...
Begoña queda en silencio por breves instantes, presionada por la premura de tiempo.
 Bien, las dos lo hicimos, así que, ¡vamos!, déjame por lo menos ir a tu lado.
 Eso no te conviene en absoluto. Imagínate la foto: “Edurne Tejerina, acompañada
por Begoña Barredo, la viuda de Jazinto Tapia, el dirigente de HBA asesinado por
ETA, sale del Palacio de Justicia, entre gritos de traidora e insultos de chivata”.
 No creo. A mí pocos me conocen. Lo que dirá el periodista en la foto es “Edurne
Tejerina, la “Durdur de Hierro”, la esposa de Txomin Iriarte, el dirigente etarra
encarcelado por la denuncia de su esposa, sale del Palacio de Justicia, acosada por
los gritos y la amenazas de sus correligionarios”. A mí ni me citarán.
 Eso no te lo crees ni tú. Sabes de sobra que la prensa siempre sucumbe ante el
morbo. No dejará pasar un chollo como este. El mejor reality show: una esposa
chivata de su marido etarra y la viuda víctima del crímen de aquél contra su
compañero. Las dos juntitas y agarradas del brazo, apoyándose mutuamente,
abucheadas por la ira abertzale. Impagable.
 Eso es, juntas y apoyadas del brazo. Si has decidido enfrentarte a la turba airada de
tus antiguos fans, que sea de esa forma. Si has de proclamar lo que hicimos, lo
haremos juntas.
Y uniendo la palabra a los hechos, ambas se toman del brazo, uniéndose al cortejo triunfal
que ya choca con la fuerte luz solar, los espasmódicos flashes de los medios informativos y
el griterío enardecido de los manifestantes.
7
Viernes, 7 de octubre de 2005
Llanes
 No. El error que cometimos entonces fue no detenerla a Ud.
Quien así habla es el inspector José Luis Herrero, de la Ertzaintza. Está reunido con Begoña
y Edurne, junto a la inseparable y muda compañía del subinspector Ibon Arrizabalaga, en
una sala de un hotelito de Llanes, a donde aquellas han acudido en busca de un poco de
sosiego tras las dos durísimas jornadas transcurridas desde el juicio el miércoles. Cerca de
200 kilómetros de costa Cantábrica han tragado los cuatro para atender a los requisitos de
“discreción”, según el inspector. Si bien parecen haber fracasado todas las precauciones
tomadas para que la denuncia de Edurne en diciembre pasado quedara oculta a los ojos de
ETA, José Luis Herrero está más decidido que nunca a mantenerlas. En Llanes pueden
hablar tranquilamente sin temor a ser vistos y ellas dos podrán, en efecto, descansar el fin
de semana tras las tensiones de los días transcurridos desde el juicio y el baño en el ácido
sulfúrico de las masas amenazantes.
 Si le hubiéramos detenido a Ud. junto a su marido, si le hubiéramos mantenido en
comisaría el máximo permitido, todo el mundo habría supuesto que los datos
obtenidos para empapelar a Domingo Iriarte, los habríamos conseguido
torturándola. Y ETA repudia a los débiles pero les perdona la vida –continúa José
Luis Herrero-. Al menos no estaría Ud. en peligro de muerte.
 Todo el mundo habla de peligro de muerte. Peligro de muerte. ¿En qué se basa Ud,
inspector? –pregunta Edurne.
 “Herriak ez du ahaztu ezta barkatuko ere”10, ¿lo recuerda? Peligro de muerte,
evidentemente. E inminente, además, diría yo. Por eso les he citado aquí cuanto
antes. No hace falta que le mencione el caso Yoyes. Aquello fue una simple
cuestión de disciplina interna y resultó, sin embargo, suficiente para que Kubati la
asesinara. Yoyes no denunció nada ni a nadie. Solamente quiso dejarlo y ser madre.
Su caso, en cambio, es mucho más grave. Ud. puso en nuestras manos, por estricta
voluntad suya, el acceso a los datos para enchironar a su marido y a diez etarras
más, por muchos años y por cargos de asesinato. Precisamente Ud., que había sido
un magnífico exponente de ferocidad abertzale. Traición pura y dura, desde su punto
de vista. Yo me temo que la decisión de eliminarla esté ya tomada, perdone que le
hable con franqueza.
 Pero yo no era ninguna dirigente de ETA, sólo una militante de la izquierda
abertzale.
 Una avezada militante, además. Ud. tenía algo de símbolo. Su ceño fruncido y su
mirada fiera crearon estilo, créame.
10
El pueblo ni olvida ni perdona.
8
 ¿Tienen alguna confirmación de lo que dice?
Begoña interviene y habla en plural, preguntando a los dos policías. Aunque el único
interlocutor es José Luis, no puede olvidarse del taciturno subinspector mudo, un hermoso
ejemplar de 40 años, siempre oculto en su pertinaz mirar al bloc de notas sobre el que
escribe, anota y dibuja sin parar. No, no le pasan desapercibidas tampoco las miradas
complacidas que éste le dirige de vez en cuando.
 ¿De que la dirección de ETA haya tomado ya esa decisión? No, desde luego que no.
Lo único que sabemos ciertamente es que Domingo Iriarte ha transmitido a los
abogados, y, por tanto, a ETA, su opinión y su convicción moral de que la vía por la
que descubrimos al dirigente más clandestino y mejor guardado de la historia de
ETA, no es el entramado financiero de la organización, como hicimos nosotros
sugerir, sino su ordenador. Y que fue su esposa quien facilitó a la policía hacerse
con él.
 Pero él sabía que yo no sabía casi nada de sus andanzas.
 Pero Ud., tras el asesinato de Jazinto Tapia, discutió al límite con su marido sobre
política, se situó fuera de los esquemas etarras en los que hasta entonces se había
movido y, en el calor de las discusiones, cometió el gran error de acusarle del
asesinato de su amigo. Eso le abrió los ojos. Y luego, nosotros cometimos el error
de intentar lo mejor para Uds., que siempre es enemigo de lo bueno. Lo pensamos
entonces y estuvimos a punto de proponerle su detención para hacer creíble y
justificable ante los ojos de ETA ese canal de información bajo presión, pero
desistimos. Nos pareció que, si suministrábamos datos y relaciones de Txomin con
el entramado financiero y formativo de ETA, eso sería suficiente para desviar las
sospechas alejándolas de Uds. Nos equivocamos de medio a medio. No contamos
suficientemente conque la opinión del propio Txomin ante su gente pesaría mucho
más que todas nuestras artimañas. En ETA la autoridad de los dirigentes es como un
valor místico que confiere la organización.
 Yo nunca habría aceptado dar a entender la mentira de que mis actos fueron
inducidos por presión policial y tortura. Yo tomé mi decisión, junto con Begoña, en
un acto de fortaleza y no de debilidad. Así lo sentí entonces y no renunciaré a ese
orgullo.
 Es inútil, en todo caso, hablar del pasado.
 ETA, desde hace ya 3 años, no ha puesto más muertos sobre la mesa que Jazinto –
interviene Begoña-. Pienso que lo que Txomin se propuso con este asesinato fue
cambiar el rumbo actual de la Organización y volver a los atentados con muertos,
pero está claro que no lo ha logrado, pues desde entonces no los ha habido de esta
índole. ¿Qué va a hacer ahora? ¿Volver de nuevo a matar? ¿A una conocida
militante de su cuerda, además?
Begoña no quiere por nada del mundo volver a cometer el mismo error en que incurrió
cuando no supo valorar el peligro que acechaba a su compañero Jazinto. Por eso, aunque
ahora argumenta en contra de su opinión, su pregunta tiene por objeto obtener razones a
favor de la mayor alarma.
 Permítame que le esponga mi teoría, amiga Begoña, aunque no pase de ser una
conjetura. Como Ud. observa, en ETA existen tendencias diversas, más y menos
sanguinarias. Pero, con todo, siempre se manifiesta de una manera completamente
9




unívoca, sin fisuras. Es realmente impresionante y uno de sus mayores activos, a mi
entender. Para mantener esa unidad tan fuerte se exige no sólo obediencia de las
tendencias perdedoras frente a las ganadoras, sino también acuerdos entre todas que
afirmen la alianza inquebrantable. Y eso es lo que pueden obtener si matan a
Edurne, pues en este momento es odiada por todos por igual. ETA, en efecto, ha
decidido intentar que sus atentados no maten a nadie de fuera, pero no que no maten
a nadie de su propio redil. El asesinato puntual de Edurne, la “Durdur de hierro”,
convertida en traidora, puede matar dos pájaros de un tiro: por un lado servir de
nexo de unión de todas las tendencias y, por otro, reafirmar la amenaza de muerte
que pesa sobre quien ponga en peligro el mayor activo de la banda, que es su férreo
control de toda la unidad del entramado del MLNV. En la coyuntura actual en la
que, aunque muy pocos, pero si cada vez más personajes y grupitos de la izquierda
abertzale, se muestran dispuestos a pensar por su cuenta, nada puede interesarle más
que acabar con quien les ha hecho frente de la manera más descarada, llevándoles a
la cárcel. Se juegan mucho en ello. La fuerza de ETA entre su gente está en la
cohesión ideológica, sí, pero también en su capacidad de amenaza. De otra forma,
¿qué impediría a la izquierda abertzale constituir un partido potente desligado de la
lucha armada, si en el fondo de sus corazones más de un 70% no la apoya, según las
encuestas? La fuerza de ETA para evitarlo es la amenaza, desde la estricta unidad
que garantiza su dirección de un movimiento complejo, que se fortalece por la
intimidación ante todo lo que atente contra esa unidad. De tal manera que amenaza
y unidad van unidas. Tanto más necesario les resulta evidenciar la primera cuanto
peligre la segunda. Y su denuncia, amiga Edurne, es el mayor reto que han tenido
desde hace muchos años. No lo dude, estarán todos de acuerdo, sanguinarios y
menos sanguinarios, en ejecutarla. Ya le digo, en mi opinión ya habrán dado la
orden de hacerlo.
El día del juicio no había muchos manifestantes. Tal vez porque la dirección de
ETA no ha tomado todavía una resolución –Edurne.
Eso no es así –Begoña-. No puedes confiarte porque el otro día fueran sólo cientos,
y no miles, los que te insultaban. Recuerda más bien cómo lo hacían, con cuánto
odio y convicción. Aquello no fue más que el principio. Es probable que todo sea
muy reciente. Pero ahora ya has aparecido en la prensa, y la prensa, de un signo y de
otro, ha decidido ya considerar aceptable la tesis de los que te insultaban. ¡Maldito
favor que te están haciendo y maldito el orgullo que te hizo afrontar el reto de
enfrentarte a la manifestación en vez de evitarla! Has conseguido aparecer
fotografiada en todos los lados. Y yo contigo. Eso quiere decir que se añade un
nuevo argumento a favor de tu muerte: ETA tal vez permitiría que una traidora
anónima conservara la vida, pero no que lo haga una traidora pública que les reta
abiertamente.
No, la prensa y lo que diga la gente de fuera le es igual a ETA –corrige José Luis
Herrero-. La decisión de matar a Edurne la toma ETA por sí misma, atendiendo en
todo caso a los sentimientos de la izquierda abertzale, pero de nadie más. Hay que
mirar sus periódicos, porque los demás no cuentan para nada. Es por disciplina
interna y por control del campo político propio por lo que tomará ETA sus
decisiones. No porque la prensa confirme sus sospechas o no, o por lo que piensen
los demás. Es un ajuste de cuentas interno lo que se propone.
A lo hecho, pecho –responde Edurne-. Ahora bien, hay algo que no queréis tener en
cuenta: que yo estoy dispuesta a morir. Es así de simple, me siento perfectamente
dispuesta a morir, lo percibo además sin el menor asomo de heroicidad, mera
10
consecuencia de actos de los que me siento contenta y siempre que eso pueda
reportar algún beneficio a mi país. Estoy satisfecha de haber levantado alta la
cabeza y nada me complace más que haber gritado “Gora Euskal Herria” mientras
me llovían las amenazas y los insultos más depravados. Estoy conforme conmigo
misma y, sobre todo, esperanzada de poder volver a vivir, aunque sea por poco
tiempo, una vida sin mentiras y más razonable que antes, siempre de gresca. Y este
sentimiento tan agradable me da la esperanza de que esa razón tiene fuerza para
imponerse en el futuro. Una muerte puede llegar a ser positiva si sirve para aglutinar
incitaciones en favor de esa esperanza. Eso es lo que debería hacer ahora: proclamar
mis razones. Si me he hecho famosa, lo mejor es usar de ese poder, ya. ¿Por qué no
valoramos esta posibilidad?
Begoña muestra un cierto enfado en su cara, mientras los policías miran a Edurne con gesto
reflexivo. Necesitan un tiempo para contraatacar ante la imprevista propuesta de Edurne.
Ese tiempo lo usa Begoña en un alegato un poco exasperado.
 Basta de heroicidades, Edurne. Ya hemos discutido eso. Una muerte puede ser
positiva si es por la verdad y la razón, dices, pero tu muerte, bien lo sabes, no será
causada por tu verdad y tu razón sino por la sinrazón de quien la decide, que no eres
tú. Lo más positivo no es eso, sino lograr que ETA no pueda matarte, hacer que
fracase su intento. Que fracase la sinrazón y triunfe la vida. Más bien debes pensar
que es tu vida y no tu muerte la que puede ser positiva si es por la verdad y la razón.
En la lucha contra la violencia política se trata de encadenar éxitos y no fracasos. Y
encadenar fracasos de ETA, que pueden ser nuestros éxitos. Hemos de hacer
fracasar el intento de ETA de matarte. Eso será nuestro éxito político y eso será,
además, que tú mantienes la vida, Edurne, que también vale. Doble beneficio,
entonces.
 Si, a costa de huir, a costa de vivir una vida en falso. ¿Y porqué no puede imponerse
la cordura? ¿En mi caso se impuso, no? ¿Por qué no puedo yo cooperar para eso?
Yo puedo escribir con pelos y señales las razones que me llevaron a facilitar la
detención de Txomin, a divulgarlas y a hacerlas valer como una contribución a mi
país, que es lo que son. No sólo no tendría que ocultar nada, sino que debería
intentar su máxima difusión.
 Lo que sí obtendría una difusión extraordinaria es la noticia de tu muerte a manos de
ETA. Y eso si que supondría, aparte de perderte, entiéndelo, un refuerzo de sus
posiciones violentas y de su unidad.
 La noticia de mi asesinato tras la publicación de mis razones propondría un buen
debate, ¿no es eso? ¿Por qué no confiar en que el pueblo sabría llevarlo a buen fín?
Yo dejaría constancia de mis razones y tú también lo harías, Begoña, reivindicarías
la figura de Jazinto ...
 Edurne, por favor. Eso ya lo he intentado hacer. Ya lo he hecho, en realidad.
Además, debes pensar que con una ETA reforzada en su unidad y envalentonada
por haberte matado lo único que harías es retrasar y entorpecer esa cordura que
reclamas.
José Luis Herrero permanece ahora discretamente callado, dejando a las dos mujeres en su
discusión. Es Ibon Arrizabalaga el que, saliendo de su mutismo absoluto, pronuncia las
siguientes frases:
11
 Ud., señora, consiguió que detuviéramos a un asesino y es probable que haya
evitado con eso que sus posiciones triunfaran en el seno de ETA. Más que eso,
pudimos detener a otros cuantos asesinos. Lo que sí podemos afirmar rotundamente
es que, con Txomin en libertad, con todos esos asesinos en libertad, ETA se habría
visto muy presionada por él y por ellos para volver a sus más crueles prácticas.
Entre sus papeles había una gran cantidad de escritos en este sentido. Por eso ha
sido confinado suficientemente lejos, en la cárcel de Huelva, donde hay pocos
etarras y son poco influyentes. Y hasta donde suelen llegar poco las Gestoras, los
abogados y los correos de ETA. Desde nuestro punto de vista se trata de que su
influencia se minimice cuanto está en nuestras manos. Por tanto, bastante ha hecho
ya Ud. No lo estropee ofreciendo su vida para ser inmolada en el altar de las tésis de
Txomin, las más sanguinarias. Como dice su amiga, impídales ese triunfo, señora.
¡Viva!
12
Domingo, 16 de octubre de 2005
Leganés
Tras la conversación en el hotelito de Llanes, Begoña volvió a Bilbao sola el domingo 9 de
octubre. Edurne quedó provisionalmente en el pueblo asturiano, rumiando la decisión
tomada, autoimponiéndose la disciplina de asumirla consecuentemente. Trataba de
reconocer los mil cambios y molestias que deberán sobrellevar las dos amigas a partir de
aquí. Cambios de identidad, cambios de residencia, cambios de trabajo, cambios de
automóvil, cambios de apariencia física, cambios de vida. Reencarnaciones sin muerte, le
parecían. Cambios para las dos mujeres, pues, aunque Begoña no está directamente
amenazada, deberá ocultar su identidad igualmente. Es la consecuencia de la decisión de
unir su destino al de su amiga. Además, tampoco es difícil que ella aparezca como
inductora de la denuncia de Edurne y como responsable de su cambio de actitud.
El inspector José Luis Herrero se ofreció para interceder ante las autoridades educativas del
gobierno vasco, para quien ambas trabajan como profesoras, a favor de la solicitud de
excedencia voluntaria que éstas realizaron inmediatamente. O mejor, que Begoña hizo en
persona por sí misma y por Edurne, representándola, tras el poder notarial que gestionaron
en una notaría de Llanes. El inspector no aceptó bajo ningún concepto que ésta volviera a
Bilbao.
Éste no puede evitar cierto sentido de culpabilidad por el resultado de su gestión para
proteger a las dos mujeres. Le atormenta no haber sabido predecir que las sospechas sobre
la denuncia que llevó a Txomin a la cárcel recaerían finalmente en su mujer. Así que ahora
intenta contrarrestar su mala conciencia presionando para acelerar todas las cautelas a
tomar. Se negó, por tanto, a la solución de asignar escoltas a Edurne, tal como se hace con
representantes de diversos colectivos, “porque eso sería reafirmar públicamente su reto
personal a ETA y eso es precisamente lo que tratamos de evitar”. “Protejer a una persona
con escoltas dificulta el atentado, pero no lo impide. Sólo es efectivo en la medida de que
desvía los objetivos de ETA hacia otros colectivos o hacia los miembros menos protegidos
de los colectivos amenazados”.
 Pero Ud. no es un miembro de ningún colectivo amenazado. Ud. es una persona
individual amenazada, lo que es bien distinto, porque es insustituible. Su huída
aliviará al menos a ETA de la afrenta de verse retada al verla a Ud. pasearse con
escoltas por las calles de nuestro país. Ud. no es reemplazable por otro objetivo, Ud.
es el objetivo, ¿comprende?
 Pero ahora vivo en casa de Begoña. Allí no estoy fácilmente localizable.
 A estas alturas hasta el apuntador sabe que Ud. vive con su amiga. Créanme, vamos
con retraso. Les estamos dejando tomar ventajas por retrasar nuestras precauciones.
Ya no podemos permitirnos ni un error más.
13
Así que Edurne hubo de aceptar quedar descansando en el hotelito de Llanes, vigilada
discretamente por dos policías de paisano, el tiempo necesario para que Begoña pudiera
hacer en Bilbao las gestiones más urgentes sobre la excedencia del trabajo como profesoras
de la enseñanza pública, vender el coche de ella, en el que acudieron a Llanes, recoger las
pertenencias personales más apremiantes, etc. Pues determinaron que no volverían a
Bilbao, sino que se trasladarían provisionalmente a Leganés, donde residirían
temporalmente en casa de Iñaki Tellaetxe, un amigo de Begoña, médico que presta sus
servicios en el Hospital Severo Ochoa, en ese municipio de la gran orla periférica
madrileña.
Begoña está, si no contenta, si conforme consigo misma, al haber conseguido entre todos
convencer Edurne de que la mejor victoria es la retirada. No habría podido soportar el peso
de otro asesinato por culpa de su omisión. Tiene el convencimiento ya asentado de que su
esceso de confianza y de optimismo contribuyó a que no pudiera evitarse el asesinato de su
compañero Jazinto.
De modo que ha hecho las gestiones en Bilbao, y cumplido los recados de su amiga, con
energía y una agradable sensación de acuerdo personal. Ella no es un animal político, como
su amiga, o como lo fue su compañero, y no se ha encontrado cómoda los meses
precedentes ejerciendo como tal sólo para continuar con la obra de aquél. Un deber que se
autoimpuso para continuar su memoria. En realidad, el cambio de vida y de perspectivas le
produce más expectativas que frustraciones. Además, aunque se supone que no está
amenazada de muerte, siente una cierta necesidad de librarse de la sorda persecución social
por parte de la izquierda abertzale, en tanto que considerada inductora de la denuncia de
Edurne. Por otra parte, le pesa demasiado su último protagonismo, aderezado por toda clase
de difamaciones y meledicencias, por su papel como continuadora del trabajo político de su
compañero asesinado. Se presume que ETA y la izquierda abertzale no la tienen en el punto
de mira de sus fusiles o en la honda expansiva de sus bombas, pero sí en la diana de sus
odios y en el fango de sus calumnias y oprobios. Y el protagonismo que eso y su labor le
conceden en su entorno político lo padece más como una carga anacrónica en su vida que
como una oportunidad.
“Lo que más me importa es el ordenador portátil”, le ha dicho Edurne, “además de los
cuchillos y la taza, por supuesto”. Los famosos cuchillos y la célebre taza de Edurne.
Begoña fue prudente cuando recogió de la antigua vivienda de su amiga algunas ropas y
chucherías que aún permanecían allí. No quiso que nadie pudiera verla con grandes bultos.
No pudo evitar, sin embargo, llenar varias enormes maletas con las pertenencias suyas y las
de su amiga. Las empaquetó en su propia casa, donde residían ambas desde hacía unos
meses. No tuvo tampoco dificultades en vender a la baja su traqueteado Opel Zafira. Todos
estos y otros trámites le retrasaron un par de días. José Luis Herrero puso especial énfasis
en el tema de los coches. “Ante todo, desháganse de sus vehículos actuales”, había dicho.
“Y luego de todo lo demás. Desháganse de todas sus pertenencias y todas sus ropas”,
añadió. El problema era vender el Renault Clio de Edurne. José Luis Herrero admitió con
muchas dificultades la solución de que lo cogiera Begoña en Bilbao para conducirlo hasta
Llanes, pero no sin antes avisarle a él personalmente para organizar una discreta escolta
motorizada que la acompañara detrás suyo con objeto de asegurarse de que no era seguida
por nadie. En Llanes recogería a su amiga, serían igualmente escoltadas hasta Gijón para
vender allí el coche de Edurne y podrían comprar otro nuevo en esa ciudad.
14
 Y, si vamos a ir a Madrid, ¿por qué no lo podemos comprar en Madrid? –preguntó
Edurne.
 Cómprenlo donde quieran. Lo importante no es eso, sino donde se pierde el rastro
de su coche actual. Lo que no quiero es que se pierda donde van a residir
temporalmente, en Madrid, sino en otra ciudad cualquiera. Y Gijón es la más
cercana donde Uds. pueden vender y comprar coches con facilidad. De modo que
nosotros les acompañamos discretamente hasta Gijón, se instalan por breves días,
nos aseguramos de que no son seguidas por nadie, venden el coche de Edurne,
compran otro, ya que no quieren prescindir de él, lo ponen a nombre de Ud. –señala
a Begoña-, que está menos comprometida, y entonces ya tenemos un poco más de
libertad para movernos a Madrid y desde Madrid. Ahora bien, si ha de acudir a la
cárcel de Huelva por los trámites del divorcio, lo que no podrá es hacerlo en el
coche nuevo, porque entonces aportaríamos otra vez el rastro del maldito coche.
Cuando haya de acudir allá hágalo por otro medio. O mejor, póngase en contacto
conmigo para que lo organicemos de la mejor forma.
Poco a poco Begoña y Edurne se van haciendo cargo de la nueva situación y de lo que
significa vivir “desaparecidas”, fuera del alcance del pulpo de ETA y de su mundo, con
muchos y variados tentáculos en la sociedad vasca y aún en la española.
***
 No, ya sabes que no puedo vender el piso. Todavía no hemos acabado los trámites
del divorcio y no hemos repartido los bienes. Está a nombre de Txomin y mío. Lo
compramos de casados y, como tenemos régimen de bienes gananciales, es de los
dos, lo mismo que la mayoría de las acciones.
Desoyendo las recomendaciones que en su día le hizo el inpector José Luis Herrero, Edurne
comenzó hace varios meses los trámites para el divorcio de su marido Txomin Iriarte, una
vez que éste fue detenido en el pasado diciembre, acusado de inducir 6 asesinatos.
Begoña comenta que es mejor que ella se quede con las acciones, pues son un activo más
líquido, pues ahiora van a necesitar “dinerito fresco”.
 Además, no quiero el piso. Es el piso de Txomin más que el mío. Él lo decoró y lo
puso a su gusto. Apenas tiene nada mío y representa toda esa fase de mi vida en que
me ví enajenada en él. Mi único reducto era la cocina, donde me aislaba de todo. Si
pudiera llevármela ...
 Bueno, ya te llevaste media cocina a casa. Tus famosos cuchillos, tus miles de
cacharros, tu taza, etc ...
 Es todo lo que resta de 20 años de vida...
El plan de Edurne es visitar a Txomin en la cárcel de Huelva el próximo viernes, ponerse de
acuerdo con su marido sobre todos los términos del divorcio y el reparto de bienes, y
sellarlo al cabo de otra semana, momento en el que acudiría de nuevo a la cárcel con un
notario.
 Menos mal que él no está poniendo inconvenientes. Creo que quiere desembarazarse
de mí tanto como yo de él.
15
 Es la ventaja de no tener hijos. Además, él tiene para muchos años en la cárcel. Es
comprensible que prefiera quedarse con el piso, más seguro a largo plazo, se
supone.
 No puedes imaginar las ganas que tengo de acabar con todo esto.
 Más que ganas, Edurne, es prisa lo que tenemos. Cuanto antes podamos irnos a
París, mejor. Ya sabes lo que nos dijeron los inspectores. Mientras sigamos en
Madrid permanecemos sobre ascuas recientes. Esto está lleno de vascos.
Únicamente nos libraremos de las quemaduras si reducimos el tiempo al mínimo.
***
 Mañana tendré confirmación de mi tía Roseline. En principio me ha dicho que sí,
que nos alquila su casa de París. Por dos años, siempre que esté abierta para ella, en
las pocas veces que se le ocurre acercarse por allá. Espero que no nos la ponga muy
cara.
Roseline Harymbat es una anciana vascofrancesa de 77 años. “Tiene mucho encanto, es
discretísima, culta, y agarrada como ella sola”, dice Begoña de ella. Una mujer de porte
aristocrático, añade, que entregó toda su vida a un tío segundo de Begoña, Eduardo
Etxeandia, refugiado en Francia tras la guerra civil española, donde se conocieron y se
casaron. Muerto el que fue su marido, vive recluida en su casa de Baiona, entregada a su
nueva pasión por el euskera, que le viene de una parte de su familia. Parece ser que esa
pasión sustituye a la que desbordó sobre su marido, un hombre simpático y dicharachero al
que colmó en vida con su adhesión absoluta, en régimen de dedicación exclusiva. Begoña
cree que su tía Roseline oculta, bajo su apariencia frágil y sus maneras aristocráticas, una
mujer intensa y extremada.
 Ya verás como te gusta mi tía. Un hermano suyo ya muerto publicó en Lapurdi, por
los años 60, un método para aprender euskera. Ella perdió la lengua que medio
aprendió de niña y se ha propuesto recuperarla ahora, de vieja. Escribe poesías en
euskera, no te digo más. Me temo que tengas de qué hablar con ella cuando la
veamos.
 Y ¿qué le has contado para justificar tu petición?
 Simplemente, que hemos decidido tomarnos dos años sabáticos, tal vez dedicadas a
labores de cooperación internacional. Que estamos cansadas de tanta monotonía
profesional y queremos un cambio. ¿Sabes qué me dijo al final de la charla por
teléfono?
 ...
 Se fijó en lo de la monotonía que le arguí y me deseó que ojalá encuentre en París el
objeto de mi pasión. Que cuando lo haga nunca me aburriré ni me cansaré.
 ¿Y no te preguntó nada sobre la muerte de Jazinto?
Edurne no las tiene todas consigo. Teme que la tía de Begoña sea una posible vía que pueda
tener ETA para localizarlas en su destierro parisino. Una vez que ha decidido huir de la
persecución de ETA, se ha propuesto hacerlo con todas las consecuencias.
 Se conocieron muy poco. Sólo una vez que les invitamos a cenar en casa. En
realidad, mi tía Roseline y mi tío Eduardo venían poco por Bilbao, donde
16
compraron una casa una vez que la persecución a los refugiados amainó en tiempos
de Franco, por los años 70. Y, tras la muerte de mi tío, a finales de los 80, ella viene
cada vez menos, últimamente ni una vez al año. No le quedan parientes directos en
España, sólo parientes muy lejanos, y los amigos de Eduardo están ya casi todos
enterrados. Yo soy la pariente más cercana, en realidad. Tampoco tiene parientes en
Francia, salvo un sobrino que vive en París, al que adora. No le falta el dinero.
Tiene casa en Baiona, en Bilbao y en Paris, creo que terrenos por Saboya y una
pensión normalita que le da de sobra para sus gastos, ya que es casi una asceta, por
no decir tacaña. No tuvieron hijos, de modo que no sé qué va a hacer con sus bienes
cuando muera.
 Vale, vale, pero no me has contestado. ¿Te habló tu tía de la muerte de Jazinto?
 Si, claro. Se enteró del asesinato y me llamó para darme el pésame y para decirme
que consideraba un honor tenerme como sobrina, si es que había sabido amar a un
hombre como Jazinto, cuyas reseñas biográficas y artículos suyos leyó en los
periódicos. Debió ser un hombre admirable, me dijo. Luego me escribió una carta
breve, extrañísima, ya que nunca nos habíamos comunicado en ese nivel de
confianza. En ella me decía que la muerte de mi compañero podría dar paso a una
nueva forma de compartirlo en el recuerdo. Que era un aprendizaje rápido el de
compartir la realidad material con la virtual, no menos interesante, decía. Fíjate, una
vieja hablando de realidades virtuales y materiales. Me ponía, además del de su
marido, un ejemplo curioso: “yo amo a mi sobrino Michel”, así lo decía en la carta,
“yo amo a”. Sin embargo, aseguraba, él no lo sabe. Ni se ven más allá de una vez
cada dos años, me contó. Disfruta de él virtualmente, y por e-mails que le obliga a
responder de vez en cuando, de la misma manera que sigue disfrutando de su
Eduardo, mi tío, a quien se consagró en cuerpo y alma mientras vivió. Ya verás
como tú aprenderás a disfrutar de Jazinto en tus recuerdos y en sus ideas, me
animaba. Eso sí, que no dejara por eso nunca de lado la realidad, pero que me
negara a desatender el recuerdo virtual, que no dejara de rememorarle. De esa forma
concluía la carta. Todavía pienso a menudo esas ideas. Me han hecho reflexionar
porque no coinciden con el planteamiento que Jazinto y yo nos hicimos
formalmente mientras él vivió. Bien al contrario, como te he contado más de una
vez, nos juramentamos entre los dos para, en la eventualidad de una muerte
imprevista de alguno de nosotros, rehacer nuestras vidas por entero y no guardarnos
el recuerdo, como si eso fuera una rémora. Mi tía me decía en su carta que, por el
contrario, el recuerdo puede ser, no una rémora, sino un acicate para vivir.
Begoña, con todo, no sabe a qué carta quedarse. Tiene algún problema con el recuerdo de
Jazinto. Toma tintes melancólicos, desde luego, pero deriva indistintamente bien hacia una
emoción positiva, cuando se fija en el Jazinto vivo, o también hacia un cierto desasosiego,
cuando se fija en la Begoña compañera de Jazinto, de quien no sabe si supo estar a la altura
de las circunstancias, si lo amó y lo hizo feliz como merecía, siquiera sólo para
corresponderle. E incluso toma tintes de culpabilidad por la estulticia suya de no dar crédito
a la amenaza que pendía sobre su compañero asesinado.
Edurne no quiere profundizar ahora en los claroscuros de la relación personal entre Begoña
y Jazinto y vuelve a la realidad presente. Esa amarga muralla que deben levantar entre ellas
y ETA y su entorno.
17
 Bien, entonces, si admiró a Jazinto cuando leyó sus reseñas, es que está contra ETA.
Por tanto, lo mejor va a ser que nos sinceremos con ella y busquemos su protección
más que su ignorancia. De otra manera, no sería extraño que una anciana apasionada
del euskera pudiera tener contactos con euskaltzales de Iparralde cercanos a ETA, y
metiera la pata en cualquier circunstancia. “¡Ah, si, yo tengo una sobrina que alojo
en mi casa de París, donde vive con su amiga”, puede soltar impensadamente
delante de cualquier amigo de Txomin. Y entonces la montamos parda.
 ¿Tú crees?
 ¿Se lo consultamos a José Luis Herrero?
 Tal vez sería lo mejor, pero me temo lo que nos vaya a decir: que ni se nos ocurra
buscarnos la vida a través de una viejecilla vascofrancesa euskaltzale. Recuerda
cómo admitió a duras penas que fuera ella la que nos alquilara su casa de París. No
te digo nada si le decimos que hemos pensado contarle la verdad. Pero creo que
tienes razón. Mi tía es una anciana de fuertes convicciones, seguramente más capaz
que nosotras mismas de guardar un secreto. Le haremos saber la verdad, sí. Siempre
es bueno tener alguien con quien poder hablar sin tapujos. Buscaremos la protección
de su sabiduría, antes que la de su ignorancia.
 Se lo diremos a nuestro inspector, de todas maneras. Habrá que convencerle de que
es lo mejor.
18
Viernes, 21 de octubre de 2005
Huelva
Tras varias gestiones de José Luis Herrero, opuesto en principio a que Edurne visitara a su
marido, se ha conseguido que le den cita con Txomin en la macrocarcel de Huelva. Todo un
triunfo. No es fácil obtener autorización por parte de la dirección de esa cárcel para una
visita en viernes, pues estas se restringen a los sábados y domingos. Y tampoco Edurne las
tenía todas consigo sobre que Txomin quisiera recibirla. Tras aparecer en la prensa y en los
informativos televisivos vituperada como traidora por sus antiguos correligionarios, temía
que Txomin no quisiera mantener las facilidades que estaba concediendo en el tema del
divorcio y del reparto de bienes y que se negara a recibirla. La negativa del inspector a que
la visita fuera en horario normal de fin de semana y sus gestiones para trasladarla al viernes,
se debe a que así espera que Edurne no se tropiece con los familiares y los abogados de los
pocos presos etarras que alberga esta cárcel. Estos deben desplazarse desde Euskadi, y,
aparte de que es muy difícil obtener autorización para hacer las visitas en viernes, los 1.100
klómetros que separan Huelva de Euskadi, obligan a que las primeras visitas lleguen a
partir del sábado.
Otra precaución que José Luis ha impuesto a Edurne es que, si quiere ir conduciendo, que
lo haga en coche alquilado, no en el que han puesto a nombre de Begoña. Y es así como lo
ha hecho: ha conducido sola los 600 kilómetros desde Leganés, ha comido en Sevilla, se ha
llegado a los enormes paredones del centro penitenciario en las afueras de la capital
onubense, ha sido cacheada a conciencia y Txomin la recibe ya después de media hora de
espera. Es la tercera vez que se ven desde la detención hace 10 meses y en las dos
anteriores sus conversaciones se limitaron siempre al tema del divorcio y del reparto de
bienes. Tras más de 20 años de matrimonio sin hijos, el deterioro de la relación agotó, tras
las despiadadas discusiones que siguieron al asesinato de Jazinto Tapia, todas las
posibilidades de regeneración. Dicen que el vínculo entre dos personas no es un mero
conducto por el que dos espíritus y dos cuerpos se comunican, sino un tercer ente con vida
propia que se comunica a su vez con los dos interlocutores humanos. Es ese tercer espíritu
intermediario el que, tras las largas vacaciones de un tiempo sin ocupación, muestra su
capacidad para tomar oxígeno por algún extraño poro residual no completamente obturado
y lo devuelve en forma de “aquí no ha pasado nada, hablad y deciros las cosas como si
reescribierais vuestra vida”.
 Egunon, Txomin.
 Egunon, Edurne.
 Tengo pendiente al notario de lo que decidamos tú y yo. Me podría acompañar aquí
el próximo fín de semana si así lo decidimos. Podríamos firmar entonces todos los
papeles del divorcio y del reparto de bienes.
 Eres una mujer muy eficaz cuando quieres, Edurne, nunca lo he dudado.
 Muy eficaz como pieza de un engranaje que tú manejabas, sí. Pero dejemos eso
ahora. Esto es lo que han dado de sí las vueltas y revueltas que he tenido que dar
19
para hacerme con todos los papeles y tasar el valor de todos los bienes que
compartimos. Como ya supusimos, tenemos un reparto bastante fácil: el piso con
sus muebles, así como las acciones de Elkar, para ti; y todos los activos restantes
para mí, incluido el coche. Prácticamente suman lo mismo.
Naturalmente, Edurne calla la reciente venta de ese coche.
 Yo no manejaba ninguna pieza. Yo manifestaba mis opiniones, simplemente. Si a ti
te servían no es culpa mía.
 Bien, no voy a discutir. Mira los papeles y díme si corrijo algo.
 No hace falta. ¿Ves? Tengo plena confianza en ti. Sé positivamente de tu honradez
obsesiva. Estoy seguro de que saldré beneficiado, incluso.
 Bien. Entonces, ¿estás de acuerdo en todo?
 En todo. Sólo una cosa y quedaré plenamente satisfecho. ¿Por qué me delataste?
 Yo no te delaté.
 Edurne, probablemente esta es la última vez en nuestra vida que podamos hablar los
dos solos. 20 años juntos se merecen que me contestes con la verdad, si es que yo
no me lo merezco. Además, prefiero quedarme con un buen recuerdo de ti. No
deshagas mi idea de una Edurne que siempre da la cara con la verdad, o la que ella
cree su verdad, mejor dicho. Una Edurne notable. Me gustó tu actitud frente a las
cámaras y frente a la ira justificadísima de nuestros chicos a la salida del juicio.
¡Qué bravura!
 Verdad con verdad, en todo caso. Respóndeme tú antes: ¿has dado orden de que me
maten?
 En ETA no se dan órdenes. Se debaten las acciones a llevar a cabo.
 Y tú, ¿has expresado la opinión de que debo ser ejecutada?
 Por supuesto, Edurne, ¿qué esperabas?
 Bien. Te denuncié porque llegué a la convicción moral de que tú eras un dirigente
etarra y de que tú precisamente diste la orden de liquidar al que un día fue tu mejor
amigo.
 ¿Te enamoraste de ese amigo, verdad?
 Creo que sí, pero no sólo de una manera física. Me enamoré también de su alma. Yo
diría que sobre todo de su alma.
 Y, ¿por eso me denunciaste, porque robé tu amor, al ejecutarlo?
 No sólo por eso. Llegué a la convicción de que eras un hombre peligroso, capaz de
influir en ETA en el peor de los sentidos. Quise evitar más asesinatos.
 Hoy te parecen peligros los avances del movimiento. Me produce tristeza oir hablar
así a quién tan elocuentemente defendía la independencia y el socialismo.
 Lo siento, es como pienso.
 Otra cosa, ¿te presionó Begoña para que me denunciaras?
 Todo lo contrario. Me previno todo lo que pudo contra sus consecuencias. Eso sí,
una vez que tomé la decisión, he recibido todo su apoyo.
 Mi última pregunta, ¿me odiabas?
 ¿Te odiaba? No creo que sea la palabra. Dejé de quererte, eso sí.
 Como yo. Pero es curioso. Ahora mismo, creo que podría volver a quererte. Tal vez
esta nueva Edurne me resulta más atractiva, con tal feroz independencia de criterio
que le lleva a denunciar a su marido.
 Tú me habías dejado de querer hace muchos años.
20
 Tal vez, tal vez. Uno es así de estúpido, es probable que tenga que reconocerlo.
Silencio. Rápidamente, se lo han dicho todo. Es decir, se han dicho todo lo que nunca se
habían dicho antes. El espíritu intermediador de la pareja Txomin-Edurne ha debido dar sus
últimas boqueadas de forma veloz y serena, como por escrito, porque escritas quedarán
cada palabra del uno y de la otra en la memoria de la una y del otro. Silencio. Edurne mira
con ojos enormemente abiertos a su compañero de tantos años y tantas fatigas comunes.
Evitará las lágrimas hasta la noche, sin embargo. Txomin la mira con ojos entornados pero
vivaces, dibujando con tristeza e interés cada pliegue de la cara que mira, como
descubriendo un raro tesoro oculto por el desamor y como intentando guardar el recuerdo
de la persona que ya ha ordenado ejecutar, como hizo con su amigo.













¿Te torturaron, Txomin?
Claro que me torturaron, Edurne.
Me aseguraron que no lo harían.
Si eso te consuela, no me torturaron mucho. En realidad lo sabían ya todo o casi
todo.
¿El ordenador?
El ordenador, sí. El que tú facilitaste a la policía, ¿no? De todas maneras, soy más
imbécil de lo que creía por mantener tantos datos en él. Siempre me decía a mí
mismo que debía borrar todos los datos pero nunca me decidía a hacerlo.
Es curiosos. Eso dice también Begoña, una y otra vez, que es más imbécil de lo que
creía.
¿Por qué?
Porque no supo hacer caso a los temores de Jazinto.
¿Jazinto temía por su muerte?
Si, Jazinto creía que tú intentarías ejecutarlo. Pero se demoró en tomar medidas.
Le gané la partida.
Sí. Conseguiste matarlo.
Nuevo silencio. La debilidad de Txomin, al reconocer que ha propuesto “ejecutar” a quien
tiene delante, lo que compromete la viabilidad de la acción ante la alerta que provoca en su
víctima, es probablemente la primera sinceridad ante su todavía mujer que se ha alzado por
encima de los intereses políticos y las determinaciones ideológicas que marcan por entero
su comportamiento. A esa debilidad, como un caudal al que de pronto le abren las
compuertas, ha seguido el reconocimiento de su desamor culpable y la tristeza por no haber
sabido atisbar el valor de la mujer que acompañó sus días. Tanta novedad ha desviado el
curso de las emociones de Edurne hasta ponerlo en la dirección de la compasión. Por eso le
ha preguntado por las torturas y por eso le pregunta ahora lo que en las dos visitas
anteriores ni siquiera mencionó.
 ¿Qué tal te va aquí?, Txomin. ¿Qué haces?
 Esto es un cachondeo, Edurne. Una macrocarcel nueva con buenas instalaciones,
pero ya saturadas, sin materiales ni organización para sacarles rendimiento y con
unos funcionarios vagos, cobardes, desbordados y malintencionados, llenos de
agresividad y de miedo. Yo soy de los pocos afortunados en tener una celda
individual.
 Pero, ¿qué haces?
21
 Deporte, lectura y cine, ¿te imaginas? Me he apuntado a colaborar en la
organización del próximo festival de cine penitenciario, el mes que viene. Ya sabes,
una rama del Festival de Cine Sudamericano de Huelva que se celebra en esta
cárcel.
 No, no sabía.
 Soy el preso más ejemplar de la cárcel. La Organización ha decidido esta línea de
actuación.
 Claro, asi facilitáis las negociaciones para que os saquen cuanto antes. Menos
principios y más pragmatismo.
 No, más estrategia. Nos aprovechamos de las debilidades bienintencionadas del
enemigo sobre la reinserción para reponer fuerzas. Ja! Ya ves, se supone que por
participar en ese festival me estoy reinsertando. ¡Qué ingenuos que son!
 Me alegro, en todo caso.
 ¿De verdad te alegras de que pueda salir pronto?
 No sé. Si es para que sigáis matando, no.
 Pues habremos de seguir dando cobertura militar a la política hasta conseguir los
objetivos, Edurne. Tú eres la siguiente pieza que hemos de cazar.
 No lo conseguiréis.
 Nosotros no fallamos nunca.
“Nosotros no fallamos nunca”, se repite para sí Edurne, mientras se reprocha el desvío de
sus emociones hacia la compasión y la ternura ante el frío pedernal del que tiene delante.
Antes de que pueda abrir de nuevo la boca para contestar, es Txomin el que sigue.
 Por cierto, antes de que eso suceda hay que arreglar los papeles del divorcio y del
reparto de bienes. ¿Vendréis entonces el próximo fin de semana? ¿Con qué notario
vendrás?
 Lo intentaré, como te he dicho.
 ¿Quién es el notario que te está llevando la cosa?
La alerta se ha encendido en la cabeza de Edurne ante la insistencia de Txomin. Si le da el
nombre, se percata, Txomin tendrá una vía para seguir su rastro.
 Si te digo la verdad, no sé cómo se llama –miente Edurne, mirándole fijamente.
 Nunca has sabido mentir, Edurne. Está bien, no me lo digas.
“No ha caído en la trampa”, piensa Txomin. Ha sido apercibido por los suyos que han
perdido toda pista de Edurne y de Begoña y tampoco ha tenido oportunidad de avisar a
nadie de la visita que hoy está recibiendo de su mujer. Le pidieron autorización para ella
ayer mismo y no le ha sido posible comunicarse con los suyos antes.
“Así que me enfrento a una víctima avisada. Y yo soy tan idiota como para prevenirla aún
más. Pero no te librarás, Edurne, no te librarás”, es el pensamiento final de Txomin antes de
la despedida.
22
José Luis Herrero escucha la voz de Edurne tras el teléfono.
 Inspector, le confirmo que ETA ha decidido matarme, como Ud. suponía. Me lo ha
dicho esta tarde el propio Txomin en la cárcel de Huelva.
 ¿Ya se ha entrevistado Ud. con él? ¿Han arreglado ya todos los asuntos de su
divorcio?
 Si, ya he quedado con él en visitarle con un notario el próximo fin de semana, si es
posible, para firmar definitivamente todos los papeles. Le ruego que me lo facilite
Ud., como ha hecho con la visita de hoy.
Edurne siente el silencio espeso que se produce tras la línea telefónica.
 ¿Me escucha, inspector?
 Claro que le escucho, señora. ¿No se da Ud. cuenta de la imprudencia que acaba de
cometer? ¿Cómo se le ocurre quedar con una semana de antelación el próximo fin
de semana con Txomin? ¿No ve que éste correrá a avisar a todos los suyos de la
oportunidad que les ha brindado de recobrar su rastro?
 ¿Cómo?
 ¿Cómo que cómo? Ud. debería saberlo mejor que nadie. En las visitas de mañana y
pasado, sábado y domingo, los etarras de esa cárcel informarán de esa cita del
próximo fin de semana a los familiares y a los abogados, es decir, a aquellos entre
los que están los correos de ETA. Ya sabe Ud. que las visitas son el sábado y
domingo y, excepcionalmente, los viernes. Hicimos lo posible para conseguirle la
cita el viernes, antes de que nadie de aquí –José Luis habla por teléfono desde
Euskadi- pudiera llegar a tiempo de toparse con Ud. Y por eso hicimos que la
dirección de la cárcel retrasara la petición a Txomin de su autorización para la visita
de hoy hasta ayer jueves, para que de esa manera no tuviera posibilidad alguna de
comunicarse con el exterior. ¿Lo entiende Ud.?
El tono de su interlocutor es severo e impaciente y Edurne tarda en responder.
 Si, claro.
Y, segundos después.




Txomin me preguntó por el notario que me acompañará para firmar los papeles.
Y, ¿se lo dijo Ud.?
No.
¡Menos mal! Se lo preguntó por dos razones, probablemente. En todo caso, para
tener una pista por donde seguirla a Ud. y, en particular, para valorar la
conveniencia de matarlos a los dos en un atentado a la salida de la cárcel, juraría.
 Ya. Y, ¿qué hacemos ahora?
 ¿Ahora? ¿Qué hacemos ahora? Déjeme intentar saltarnos el reglamento de visitas de
la cárcel. Procuraré que la cita acompañada del notario sea, en vez del fin de
semana, el lunes, por ejemplo, cuando ya no queden moros por la costa, es decir,
después de que hayan emprendido la vuelta todas las visitas de los etarras. Es una
excepción muy excepcional, pero lo intentaré. Y a ver si consigo también que le
pidan la autorización a Txomin una hora antes, cuando ya no pueda dar aviso a
23
ningún correo a través de ningún compañero. Si envían a los alrededores de la cárcel
un comando con misión de vigilancia, o con la misión de atentar, vaya Ud. a saber,
desde el viernes, sabremos detectarlo, detenerlo, o, en todo caso, espantarlo antes
del lunes, espero. El caso es que nos quedemos sin familiares ni abogados por
Huelva, todos de vuelta al País Vasco, y sin comandos merodeando. Ud.
naturalmente, le explicará a Txomin que no ha dispuesto de los papeles ni ha podido
confirmar la presencia del notario hasta última hora. Le avisaré en un par de días
para darle cuenta del éxito o el fracaso de mis gestiones. Si hay éxito, acudirá Ud. el
próximo lunes en taxi con el notario. En taxi, oye Ud, en taxi. No se le ocurra ir en
su coche nuevo, hay que mantenerlo opaco. Y será escoltada y vigilada en todo
momento, antes y después de la visita.
 Gracias, inspector.
La voz de Edurne es baja, anonadada por su descuido.
 Perdone, señora. Pero ha de ser Ud. también quien provea a su seguridad. Tenga el
máximo cuidado. Yo no puedo estar detrás de cada imprudencia suya. Por cierto,
ahora que lo pienso. No es necesario que vaya Ud. Nombre un procurador con todos
los poderes para firmar en su nombre. Y que vayan él y el notario. Nos saldrá más
caro pero da igual. Y Ud., no repare en gastos para conseguir que el notario se
preste a acudir el lunes a Huelva. Haga la gestión inmediatamente y ofrézcale todo
lo necesario.
 De acuerdo. ¿Puede ser el mismo procurador que hizo las gestiones en Bilbao en mi
nombre?
 Preferiría un picapleitos madrileño.
La severidad del inspector no le ha dado a Edurne la oportunidad de quejarse ante él de la
promesa incumplida que éste le dio de que Txomin no sería torturado. Pero no piensa
olvidarlo. Por otra parte, se ha dado cuenta de su fallo, ¿debilidad, tal vez?, al bajar la
guardia en la entrevista con su marido. Ante todo ha de salvar la vida, se repite a sí misma.
Si, ante todo he de salvar mi vida. Ese pensamiento y esa autollamada a no perder el norte
no le borran, sin embargo, un cierto regusto melancólico, entre doliente y nostálgico, que se
le ha posado en el alma. Después de hablar con Txomin de forma sincera e íntima, la
primera vez que lo hacen desde hace muchos años, se le ha formado un pozo tibio de
amores y desamores olvidados, que son la cáscara que ha envuelto su corazón durante
tantos años, agostándolo y estrujándolo. Ahora la cáscara se ha disuelto, anegando el
corazón de amarga dulzura. Se pregunta por lo que Txomin no puso y se pregunta también
por lo que ella tampoco ofreció en el expediente del amor. Txomin le ha dicho que le gusta
más la Edurne con criterio propio que la Edurne gudari en el frente de las batallas que su
general le programaba. Y esa idea le transmite un sentimiento de culpabilidad. La culpa no
es siempre de los fuertes, como se supone, sino también de los débiles; no siempre de los
dominantes por dominar, sino también de los dominados por permitirlo. Quizas si yo
hubiera sabido hacerme con una autonomía mental menos enajenada en Txomin, él me
habría respetado más e incluso también yo habría podido influir en él de manera que no
llegara a donde llegó. Quizas yo también soy causante, por omisión y debilidad, del fracaso
de nuestro amor, del asesinato de Jazinto y de la horrible decisión de denunciar a mi propio
marido. En ese momento hice lo que tenía que hacer, por fín seguí mi criterio, pero si
hubiera asumido la responsabilidad de mi autonomía años y décadas antes, en vez de
delegarla en Txomin, tal vez se hubiera podido evitar llegar donde hubimos de llegar. Oh,
24
Txomin, tú tampoco supiste encender ninguna autoexcitación en mí, ningún rescoldo para
mi autoestima, que debí cifrarla únicamente en mi capacidad para obedecer y luchar en la
calle siguiendo tus consignas. No supiste apreciarme por mí misma, como lo hizo en los
pocos días del viaje a los Alpes tu amigo Jazinto. Tú también caminaste cómodamente
complacido con la muleta de mi sumisión ideológica y de mi bravura guerrera, sin darte
cuenta de que al final resultaría una carga en profundidad contra nuestra relación. Pero, en
realidad, Txomin, ¿te interesó alguna vez nuestra relación? ¿Me quisiste alguna vez,
Txomin? ¿Hubo un solo minuto en tu vida en el que yo te llené?
Edurne está tumbada en la cama de un hotelito en Sevilla, horas después de haber dejado
Huelva y su cárcel. No gusta bajar la persiana. Las luces de las farolas y el sordo ruido de
las conversaciones nocturnas callejeras atraviesan la ventana de su habitación individual y
le testifican que todavía existe vida ahí fuera. ¿Qué vida?, se pregunta tras el soniquete de
la fonética andaluza. 20 años de desamor y ahora he de seguir viviendo en la fuga perpetua.
Mi vida será ausencia, exvida, fuera de mi país. He de existir apartada de mi tierra, lejos de
mí misma, ajena a lo que amo. Eso es existencia, no vida. Un líquido amargo le empaña los
ojos. Expulsada de lo que amo por lo que amo. De pronto, alertada por los síntomas, intenta
mantener el ritmo sosegado de su respiración, pero un golpe casi físico de angustia y de
dolor llena su pecho de un aire comprimido que explota en sollozos que sacuden su cuerpo.
Ha de tapar su boca con la almohada para no delatarse por los gemidos que le brotan
imparables. Repelida por mí pueblo. Sólo al cabo de unos minutos el aire maligno habrá
salido de su cuerpo, dejándolo vacío. Ya solamente fluirán lágrimas mansas de sus ojos.
Odiada por los míos. El ruido de la vida exterior ha amortiguado su capacidad de penetrar
por la ventana y las luces de neón han dejado de parpadear y de agredir la oscuridad de la
habitación en la que el sueño acude en auxilio de la mujer que funde su cuerpo en las
sábanas blancas mientras disuelve su alma en la tristeza negra. Repudiada.
25
Miércoles, 2 de noviembre de 2005
Madrid
 No sé por qué yo también he de cambiar mi aspecto. A mí no me persiguen. Este
madero es un exagerado.
Begoña es una mujer satisfecha con su cuerpo y con su look. Delgada y fibrosa, su potencia
física no se traduce en formas masculinizadas, sino en ligereza, tersura y firmeza de las
formas femeninas, eso que tantas mujeres buscan en un gimnasio. No es especialmente
guapa, pero el optimismo y la sonrisa voluntariamente mantenidas en sus 44 años de vida y
su costumbre de mirar a las personas como si descubriera en ellas a su príncipe azul, dan a
sus ojos una excitación y a su faz una alegría contagiosa, que la hacen atractiva. Ahora está,
junto con su amiga Edurne, en un enorme Centro Comercial del Suroeste de Madrid,
ParqueSur se llama, mirando escaparates. Zapatillas deportivas de trekking, un pantalón
flexible y amplio, como preparado para ponerse a hacer yoga ahora mismo, y un vistoso
forro polar azul radiante, cubren su cuerpo. Su cara sin maquillar sostiene un pelo corto de
color castaño en el que aún no hay canas. La tez ha adquirido un color asalmonado por el
viento y el sol, y las manchas, arrugas y pecas salteadas por ella le confieren un aspecto
curtido y trabajado. Si nos fijamos en su leve cojera podremos observar que tiende a apoyar
el cuerpo con más desenvoltura en su pié derecho, mientras que el izquierdo se torsiona
muy levemente hacia dentro cuando lo hace, con objeto de separar cuanto antes el talón del
suelo.
 Estamos a tiempo todavía, Begoña. En realidad, no tienes por qué huir conmigo. Ya
sabes que el inspector no contaba con ello, ni yo puedo esperar de ti ese sacrificio.
 Perdona, no me quejaré más. Pero no entiendas mis quejas como si me arrepintiera
de irme contigo al exilio. Me quejaría mucho más de mí misma, y en serio, si no lo
hiciera. Para empezar perdería mi mejor amiga, quizás para siempre, porque las
medidas de precaución exijirían que no supiera nada de tu paradero ni de tus
andanzas, pues ETA los rastrearía a partir de mí. Y, para seguir, no es sólo una
forma de corresponder a tu inmolación al denunciar al asesino de mi compañero. No
es sólamente una deuda que pago. Para mí se trata más bien de ser coherente con la
amistad que hemos trabado, lo que me lleva a construir una nueva vida juntas. No
quiero cometer más las veleidades que cometí con Jazinto, a quien tal vez no supe
corresponder con la misma moneda, ni a su fidelidad ni a su adoración por mí. Y,
además de estas razones, tengo otra todavía más importante: una edad espléndida
como para abordar el reinvento de mi vida en este mundo globalizado. ¿Me
apetece? Pues sí, incluso me apetece. Se trata de una reencarnación sin muerte,
reencarnación sin cambio de carne pero sí de todo lo demás. Y bien, esto es no sólo
un trastorno sino también una oportunidad. ¿Qué quieres?, no me desagrada esta
nueva aventura que me plantea la vida. En realidad no me parece mal esta inmersión
en un nuevo lugar que ya no será como hasta ahora un rincón del mundo, sino la
26






gran plaza en el mundo, porque lo miraremos con esos ojos, con los ojos de Europa
en el mundo en vez de con los ojos de la patria chica.
O sea, que no te repatea cambiar de ojos pero si te repatea cambiar de look, ¿eh?.
Me repatea cambiar de look, sí. Aparte de que no me disgusto a mí misma, es un
look muy ideológico, muy trabajado por mí, que hube de revelarme de adolescente
contra las convenciones de entonces y que he debido de mantener contra viento y
marea, lo que al parecer es un mérito, porque casi nadie lo consigue. Verme
obligada ahora a vestir en plan pijo, tal como han llegado a hacerlo casi todas mis
compañeras según han ido cobrando sueldos mayores y haciéndose señoras
respetables, me resulta como una capitulación de mis presupuestos racionalizadores
y de mi estética austera. Por otra parte, es como echar por la borda planteamientos
que Jazinto y yo hicimos juntos.
No le metas a Jazinto. Sabes de sobra que él no pondría pegas a esto. Todo le daba
igual en el terreno de la imagen. Lo comprendí cuando presumía de culo en Annecy.
Además, a ti te gusta vestir de vez en cuando de “pija”, como dices. ¿Recuerdas la
cena en aquella ciudad? Nunca hubiera supuesto yo que llevarías a aquel viaje
montañero ropa elegante para la ocasión.
Ciertísimo. Tengo algo de exhibicionista, creo. Yo lo asumo sin complejo y de vez
en cuando intento ponerme en plan glamouroso, toda pintarrajeada y sofisticada, de
la misma manera que de vez en cuando voy a un restaurante bueno y me gasto las
perras, sin que eso signifique que eso sea lo que quisiera hacer todos los días.
Bueno, a los restaurantes buenos me llevaba Jazinto, en realidad.
Pues en adelante vas a poder dar de continuo rienda suelta al exhibicionismo, por
mandato expreso de José Luis Herrero, nuestro ínclito protector.
Por el exhibicionismo no sé, pero no me gustaría dejarme poseer por el mandato de
la moda y de las convenciones sociales, como les ha ocurrido a tantas compañeras y
compañeros míos. No, no es eso lo que más me gusta. En realidad se me hace
durísimo cambiar mi forma habitual de presentarme ante mí misma y ante los demás
como siempre lo he hecho: expresando una idea de sobriedad y de bienestar, que
creo que están muy unidas y que son muy positivas. Hay una tonta tendencia a
asociar bienestar con inmoderación. Pues no, bienestar se asocia mejor a
moderación y sencillez. En fin, de momento vamos a seguir las pautas que nos han
dado, pero ya veremos como las vamos reformulando con el tiempo.
Tanto Begoña como Edurne han decidido aceptar no sólo la conminación del inspector José
Luis Herrero de cambiar de look, sino también de hacerlo de forma radical e incluso
siguiendo las abundantes sugerencias que éste les dio:
 No hace falta que se hagan cirugía estética, no – les dijo-. Es más efectivo el cambio
de imagen. Ud., Begoña, trate de desembarazarse de esa pinta de gacela salvaje, a su
edad, déjese crecer el pelo, tíñaselo de negro betún con mechas rubias, cíñase las
prendas, destaque sus formas, píntese las uñas, cuélguese pendientes, enrojezca sus
labios y meta sus pies en finos cueros. Sofistíquese Ud.
 ¡Quedará Ud, preciosa! – intervino entonces embelesado el taciturno Ibon
Arrizabalaga.
 Me deja Ud. pasmada, inspector. ¿Y qué propone nuestro nuevo estilista para
transformar el aspecto de mis 75 kilos flotantes? –preguntó Edurne.
 Que los ande Ud., señora, pero después de estimar más su dinámica postural.
Levante esos hombros y presuma de ese hermoso torso, camine de puntillas como
27
sobre hierba fresca y no arrastrando los pies, use tacones y piense que la remiran las
curvas por detrás, déjese crecer el pelo y utilice colores menos rompedores –José
Luis Herrero evitó decir chillones-. Neutralice su tendencia a destacar la ropa por
sus pigmentos para ocultar su cuerpo y tienda a destacar su cuerpo embutiéndolo en
prendas más neutras. Discretízese Ud.
Anonadas quedaron las dos después de esta demostración de observación masculina y de
habilidad para encubrir la crítica, del hasta entonces circunspecto y discretísimo policía. Sin
embargo, las dos mujeres asumieron las sugerencias, más divertidas que enfadadas por el
exceso de confianza y la velada reprimenda.
El cambio de look les llevará hoy todo el día, entre las compras de ropa y calzado y las
largas horas de la tarde en la peluquería, en manos de esas magas que esculpen la cabellera,
pintan la piel y le ponen sonidos al cuerpo.
 Ayúdame a buscar ropitas –le ha dicho Edurne a Begoña-. Tú tienes mucho más
mundo que yo y a lo mejor entiendes algo de lo que quiso decir el inspector.
De repente, Edurne se ha visto a sí misma exhibiendo delantera y moviendo cadera y nalgas
intensas con paso firme y cadencioso, como le sugirió el policía, sin encontrar el rechazo
que debería encontrar en estos criterios. Pero su visión es tan fugaz e indefinida que ni con
la ayuda de Begoña conseguirá saber decidirse con las nuevas prendas que se prueba. Aún
tendrán que volver mañana y aún pasado mañana, para acabar ambas mujeres de hacerse
con un par de nuevos conjuntos-disfraces.
28
Sábado, 12 de noviembre de 2005
Baiona
Roseline Harymbat ha preparado un menú tan exquisito como frugal y sencillo, en honor de
Edurne y Begoña, que se han trasladado finalmente sin contratiempo alguno a esa ciudad
vasca en territorio francés, o a esa ciudad francesa en territorio vasco. Un poco de paté del
mejor, una ración demasiado medida de piperrada deliciosa y tres minúsculos entrecotes a
la bordelesa, asados a la plancha con precisión y gustosamente aromatizados con
mantequilla, perejil, chalotas, sal de hierbas y pimienta.
 Supongo que venís con apetito –les dice Roseline al poner sobre la mesa los dos
primeros platos del menú, en un castellano perfecto dictado en fonética francesa-.
¿Desde Bilbao, no?
Roseline habla lentamente en un tono bajo, separando las sílabas con precisión. Sonríe sin
interrupción mientras lo hace. Todavía es alta, muy delgada y el pelo canoso puebla con
abundancia su cabeza. No le ha abandonado el porte erguido a su figura, a pesar de la edad.
Dos perlas auténticas de buen tamaño cuelgan hoy de sus grandes orejas y unas gafas de
pasta nacarada agrandan sus ojos. Tiene el poder de cautivar con sus movimientos, quizás
por el contraste entre la amplitud que le proporcionan sus largas extremidades y la mesura y
la contención con que proceden, como si acariciaran el aire cada vez, tras una esquisitez y
una moderación largamente trabajadas en sus ya casi cubiertas 8 décadas vitales.
 No, tía, venimos de Madrid –responde Begoña.
El comedor es más bien pequeño, como la casa, y está decorado con muebles de una bella y
cálida pátina, en estilo tradicional y de innegable calidad. “Cerezo macizo”, presume
Roseline, cuando Edurne los lisonjea. Sobre el aparador figuran diversas fotografías de
Eduardo Etxeandia, el marido fallecido, tío segundo de Begoña. En una de ellas está
acompañado por una Roseline esbelta, rubia walkiria, con 40 años menos. La casa está bien
situada en la ciudad, en una transversal tranquila que desemboca en la Avenida de LeonBonnat. Desde la ventana tradicional, en madera y con contraventanas de madera, puede
verse el trajín viario de esa avenida y oirse el eco sordo de su bullicio, mientras que la calle
respira silencio.
 Ah!, de Madrid. Entonces más razón para que vengáis cansadas y con apetito. Anda,
preséntame a tu amiga y nos sentamos a comer inmediatamente.
 Ella es Edurne Tejerina. Edurne, esta es mi querida tía Roseline Harymbat.
 Encantada, señora. Begoña me ha dicho que es Ud. una amante del euskara y que
compone poesías.
 Si, amo nuestra lengua. Casi la perdí y me he dedicado a recuperarla desde que
murió mi marido. Lo de mis bertsos es otro cantar.
29
 He leído algo suyo en la revista Bertsolari. Cuando Begoña me dijo esa afición
busqué referencias suyas y las encontré. Es que soy profesora de euskera. Lo que
más me sorprendieron fueron los temas que Ud. toca: el hambre, la pobreza, la
guerra, ..., muy inusuales en poesía.
 Eduardo decía que tengo un ramalazo intrépido, y más de uno me ha dicho que es
temerario intentar hacer poesía con esos temas, sí. Pero, vea Ud., a mi edad una ya
no piensa en lo que debe hacer, sino en lo que le apetece hacer, y a mí me ha
apetecido escribir sobre lo que me preocupa. Voilà! –la viejecita Roseline hace un
gesto con su mano, desplegando sus dedos artríticos por el aire-. Pero dejemos eso y
sentémonos a la mesa.
Roseline no quiere que se le enfríe demasiado la piperrada. Los entrecôtes los preparará al
momento. Los tiene ya aliñados, la verdurita asada y la plancha caliente para tostarlos al
minuto. Reparte un trozo minúsculo de paté aderezado con una salsita al oporto, patatita
cocida y tomate cherry, un trozo de baguette para cada una, que pone en cada platillo de
plata individual sobre un mantelito de lino diminuto y pide a Begoña que abra la botella de
vino y sirva las copas.
 Tía, qué detallazo! Un Côtes de Bergerac ! Uummm !, estupendo ! –dice ésta, tras
hacer los honores de la cata-. Mila esker, izeko.
 Qué mila esker ni qué ocho cuartos. Mil gracias, a vosotras. Toda la bodega de
Eduardo se irá conmigo a la tumba si no aprovecho estas pocas ocasiones para ir
dándole salida. Así que, gracias a vosotras por haber venido y por darme la
oportunidad de recordar a Eduardo y de bebernos sus vinos. Tengo muy pocas
oportunidades de disfrutarlos.
Begoña no ve la manera de entrar en el tema que debe resolver: el precio del alquiler de la
casa de París y, sobre todo, la explicación de la situación de su amiga y de ella misma en la
actualidad, y la apremiante necesidad de que ella les proteja, ocultando sus identidades.
 Tía, tenemos que decirte algunas cosas importantes. Tal vez no quieras alquilarnos
la casa de Neuilly cuando te contemos nuestra situación –comienza Begoña tras
llevarse a la boca un trozo de pan con el que atemperar el magnífico e intenso sabor
de un curé nantais, el último de los quesos que Roseline les ha ofrecido.
 A su debido tiempo, sobrina. Primero el café. Eduardo siempre decía que no podía
emprenderse un negocio antes del café. ¿Un cognac?, ¿un “chupitó”?. Así lo llamáis
en España, ¿no? Bueno, coged lo que queráis, abrid esa puerta y serviros –Roseline,
haciéndose cargo del cambio de tono Begoña y señalando la puerta derecha del
aparador, la que guarda los licores.
La conversación, sin embargo, tardará en cambiar de partitura. Todavía Edurne deberá
terminar de probar los quesos, apurar con delectación las últimas gotas del cótes de
Bergerac, que ha debido de ser racionado para llegar hasta el final, ponderar y alabar el
hacer culinario de Roseline, pasar a sentarse en los butacones de bambú de la salita, oir la
explicación de Roseline, “He tenido que cambiar la sala, la pobre estaba ya más vieja que
yo. ¿Os gusta ésta que le ha sustituido? Los butacones son comodísimos”, llevar a la
mesilla el juego de café primoroso, abrir una cajita de bombones de licores, elegir copa y
cognac entre las diversas botellas con más de 20 años, “una gran afición de mi marido,
30
siempre tan alegre y dispuesto a beber”, etc. Finalmente Begoña explicará a Roseline la
larga historia que las ha obligado a rehacer sus vidas en el secreto y en el exilio.
 ¿Es por eso que tienes esa pinta tan rara? Nunca te había visto tan elegante y tan ...,
tan adulterada, querida Begoña. Pero no te preocupes, estás guapísima, aunque
irreconocible –Roseline, poco conforme con la nueva imagen de su sobrina y
tratando de quitar hierro a la gravedad de la situación expuesta en su larga y
dramática perorata.
 Al menos no me he teñido de negro el pelo, como me pidieron. Pero tía, ya no soy
Begoña. Ahora me llamo Miren Palacio Iturralde, mira - Begoña le enseña su nuevo
carnet de identidad y su nuevo pasaporte-. Aquí tengo toda esta carpeta llena de
documentos con mi nueva identidad. Ha sido una semana de locura la última que
hemos vivido en Madrid, de institución en institución, acompañados de un inspector
de la Ertzaintza, cambiando todo de nombre. No te digo lo que ha sido vender todo
nuestro patrimonio y ponerlo a nombre de nuestras nuevas identidades. Nunca
hubiera imaginado que tenemos tantos papeles y tantos rastros por todos los lados.
 Y yo ahora soy Lurdes Onaindia Bilbao, y no Edurne Tejerina, como me ha
presentado Begoña –dice Edurne presentando igualmente carnet de identidad y
pasaporte nuevecitos.
 ¡Hijas mías, qué nombres más raros os habéis puesto! ¡Me va a ser difícil
acostumbrarme! A ver, dáme un beso, Miren, mi queridísima sobrina. ¿O ya no lo
eres? Siempre he sabido que eras una gran mujer –propone Roseline mientras abre
los brazos para que Begoña se levante y se abrace a ella-. Y a tí, querida Lurdes –
dice ya, dirigiéndose a Edurne- he de pedirte lo mismo.
Vuelve Roseline a abrir los brazos y es Edurne ahora la que sustituye a Begoña en el
abrazo. Aquella da unas palmadas imperceptibles en la espalda de ésta, mientras susurra:
“Valiente muchacha, valiente muchacha!”. Al separarse, Roseline siente un escalofrío y
anuncia:
 Lurdes, ¿me harías el honor de considerarte mi sobrina de ahora en adelante?
 El honor es mío, tía Roseline –responde Edurne inmediatamente iniciando un nuevo
acercamiento y un nuevo abrazo.
Tras las emociones, Roseline toma las riendas.
 Bien, entonces yo alquilo mi casa de Neuilly a dos vascas de Bilbao, una tal Miren
Palacios y una tal Lurdes Onaindia, solteras, que van a trabajar en Paris en temas de
Cooperación Internacional, ¿no es así?.
 Palacio, no Palacios, tía –corrige Begoña-. Eso es.
 Miren Palacio, sí. Y, ¿cómo andan de dinero mis dos inquilinas, si puede saberse?
 Ahora muy bien. Yo tengo la casa de Bilbao, donde vivía con Jazinto, y todo lo que
pudimos ahorrar e invertir mientras él vivió, a mi nuevo nombre. Gastábamos
mucho, pero aún así algo quedaba. Además, he vendido el caserío que heredé en
Artzentales, poca cosa, pero otro buen pico. De modo que no me puedo quejar –
explica Begoña.
 Y yo he llegado a un acuerdo satisfactorio con Txomin, mi marido. Me he quedado
con casi todas las acciones y fondos, así que tengo un capitalito.
31
 Del que has debido descontar 12.000 euros. Tía Roseline, mi amiga es de un
purismo ético a prueba de bomba. En el último juicio de los varios que ha debido
sobrellevar en su agitada vida de militante abertzale le pusieron esa multa. Y, como
a mi amiga le sobra el dinero, claro, ha decidido no aceptar el ofrecimiento de la
policía de cubrirlo con cargo a los “fondos reservados”.
Begoña ha citado el tema poniendo en su voz toda la sorna de que ha sido capaz, para
manifestar su aparente desacuerdo, pero no es difícil descubrir que esa apariencia encubre
una forma de presumir de la integridad de su amiga ante su tía.
Tía Roseline, sin embargo, se lo toma al pié de la letra.









Sobrina, y tú, ¿qué habrías hecho? –pregunta.
¿Yo?
Si tú, que amas la libertad y la independencia, según me dijiste una vez.
¿Yo?
Bueno, no hace falta que respondas. Pero te lo recuerdo porque a mi no se me
olvidan las cosas y te tengo en muy alto concepto –Roseline, seria y fiscalizadora.
No, que no lo deje, que responda –interviene Edurne, divertida.
¿Yo? A mí me asombra tu integridad, cierto. Pero ahora vamos a necesitar bastante
dinero para sobrevivir varios años en París y hay que ser práctica –se escabulle
como puede Begoña.
Gracias por lo que me corresponde, pero no has respondido.
Si, si ha respondido. Ha dicho que intentaría hacer como tú, pero que su modestia no
le permite expresarlo, ¿no es eso? –zanja Roseline.
Begoña recrimina con la mirada a Edurne el emplazamiento y Edurne le responde con un
corte de mangas cómplice, mientras las dos dan por buena la solución de Roseline, que
prosigue:
 Bien, volviendo a lo nuestro. Tenéis un patrimonio. Un pequeño patrimonio. Pero de
ingresos, ¿cómo os habéis quedado de ingresos?
 A cero, tía. Hemos intentado que nos concedieran una Comisión de Servicios para
trabajar en París en algún instituto español, pero ha resultado imposible. Además, la
policía era totalmente contraria a esa solución: decía que era peligrosa desde el
punto de vista de la seguridad, que esa salida es lo primero que ETA investigará en
cuanto se dé cuenta de que hemos huido de Euskadi. De modo que no tenemos
ningún ingreso regular, salvo lo que que pueda llegar de dividendos de acciones vez
en cuando.
 Entonces no tendré otro remedio que poneros una renta de alquiler de la casa de
Neuilly que se ajuste a vuestros ingresos cero y a vuestro patrimonio. Es decir,
pequeña para que los ahorros os duren más, hasta que encontréis algún trabajo, al
menos. En compensación, mantendréis la habitación nuestra, la de Eduardo y mía,
impoluta para mí. Impoluta significa extraordinariamente limpia y con las sábanas y
las fundas del edredón recíén lavadas y planchadas. Con el resto de la casa hacer lo
que os plazca. Eso me dará la oportunidad de viajar a París con más frecuencia, lo
que no me vendrá mal dada mi tendencia a apoltronarme aquí. ¡Estoy tan cómoda!
Otra cosa, ¿es cierto que váis a intentar trabajar en Cooperación Internacional, como
32







me dijo Begoña, Miren quiero decir, o es simplemente otra ..., cómo se dice, otra
bobard, no, bola, eso es, ¿otra bola?
Me temo que de momento no es más que otra bola, tía.
Y, ¿os gustaría que fuera de verdad? Tal vez mi sobrino os podría ayudar. No sé si
sabes Begoña, perdón, Miren, que tonta soy, que mi sobrino Michel Périllat trabaja
para la UNESCO en Paris. Oh!, Begoña, ... otra vez, maldita sea, Miren, cuánto me
alegraría que pudierais trabajar juntos! Las dos personas, que ahora sois tres, que
más quiero!
No sé tía. Yo tengo idea de buscar algún trabajo en Informática. Pero a Edurne le
iría de perlas, ¿no Edurne?
De perlas, tía. A mí me iría de perlas, como dice Begoña –confirma la aludida.
¿Informática tú? Pero, ¿no enseñabas Física o algo así?
No, Física enseñaba Jazinto en la Universidad. Yo, Química. Pero a lo largo de los
años me he ido haciendo cargo de todos los programas de introducción de la
Informática en mi Instituto y, al final, me he dedicado más a la Informática que a la
Química.
Ya, ya. Bueno, os voy a dar la dirección y el teléfono de Michel y una carta para él.
Le avisaré mañana mismo para hacerle saber que iréis a verle y que os ayude. Y que
tú, por lo menos, mi nueva sobrina Lurdes, estás interesada en trabajar en
cooperación internacional.
“Lurdes”, murmura Roseline, “mira que, pudiendo elegir, ocurrírsete llamarte Lurdes”,
piensa para sí Roseline, la incrédula y pagana viejecita, a quien la imaginación le ha llevado
al poco agraciado santuario del mismo nombre. “Yo te llamaré Lur, para abreviar”,
masculla mientras tuerce con elegante lentitud el gesto.
33
2
París.
Michel y Pierre.
Azaroa
34
Martes, 15 de noviembre de 2005
París
 Tía Roseline es una mujer terrible.
A Michel Périllat parece costarle hablar, apenas mueve la boca al hacerlo. Eso provoca que
los poco acostumbrados al francés oídos de Lurdes tengan dificultades para captar los
mensajes. También parece costarle sonreir y ser amable, sus gestos son sólo insinuaciones y
sus palabras evitan los grandes adjetivos, los sentimentalismos y las exageraciones. Por eso
hay que tomar en consideración la calificación de “terrible” para su tia. Algo muy
formidable debe querer indicar con ello el fornido y rudo varón, de claros ojos grises y
calva sin tapujos, que hoy ofrece a Miren y Lurdes una cena más que especial en su casa de
Bercy.
 Entregó su vida entera al refugiado español con el que se casó –prosigue Michel- y
ahora parece entregar su vida entera a la lengua vasca y ... creo que a mí. Ha dado
en suponer que soy lo que ella quisiera que fuera: un apasionado idealista que
trabaja por el bien del mundo. Por más que le digo que yo sólo trabajo para mí no
hay forma de convencerla.
 A mí me pareció una mujer muy inteligente y sensible. Fue extraordinario como me
adoptó como sobrina.
 Eso me dijo el domingo por teléfono. Que os atendiera lo mejor posible y que te
considerara a ti como su nueva sobrina. Y eso es un problema: nos tocará menos en
el reparto de su herencia.
Michel se ha dignado esbozar una sonrisa pícara, un levísimo trazo de sus labios, para
acompañar esta muestra de avaricia, mientras que Miren ha preferido descubrir en los ojos
el humor sarcástico que esconde la frase. Está encantada de conocer al famoso sobrino de
París, de orígen saboyano, de quien varias veces ha oído hablar a su tía Roseline, siempre
en términos entre elogiosos y fascinantes. Lo que ve es un más que atractivo ejemplar
masculino, mientras imagina un espíritu intenso que se oculta tras una fachada de sobria y
flemática virilidad.
 Eso me preocupa también a mí –sigue la corriente Miren-. Me encantaba la
posibilidad de heredar unas propiedades en Saboya. ¡Qué exótico! Pero me temo
que, con la nueva sobrinita que se nos ha echado la tía, no me toque ni un abeto.
 Pero qué malignos sóis –se queja Lurdes, mientras ríe-. La “tía” se encargará de
castigar vuestras perversas esperanzas a base de no morirse jamás.
Las bromas sobre la herencia de la tia Roseline se zanjan sin embargo con un acuerdo
completo sobre su reparto: Lurdes, la indeseada nueva adscrita, se quedará con la casa de
Bilbao, Miren con las propiedades en la campiña al lado de Annecy, que incluyen terreno,
35
bosque y casita cuya puesta al día costaría un pastón, mientras que Michel opta por la casa
de Neuilly de la que Miren y Lurdes han tomado ya posesión, por cierto, y por los activos
mobiliarios, “calculo que más que sabrosos”. La conversación ha servido también para que
Miren se aclare, de una vez, sobre la relación de parentesco que le liga a Michel, que nunca
había precisado. El abuelo paterno de éste era un saboyano de Annecy y su hermana,
Sophie Périllat, se casó con un vasco de Donibane Lohitzune llamado Johanex Harymbat.
Estos tuvieron una hija, la tía Roseline Harymbat, y un hijo, su hermano, ya muerto, Manex
Harymbat. Este último fue el reconocido euskaltzale que escribió una gramática vasca por
los años 60 del recién pasado siglo.
 Tenemos que hacer una excursión a Annecy para ver mis nuevas propiedades –
propone entre risas Miren.
 La haremos, la haremos, ..., Miren –responde complacido Michel, echando un guiño
al futuro.
 Es una zona muy hermosa. Estuvimos hace justamente un año en Annecy, ¿verdad
Miren?
A Michel le cuesta acordarse de los nombres con que sus invitadas se han presentado.
Además, le suena vagamente extraño ese nombre de Miren. Son muy pocas veces en la vida
aquellas en las que su tía Roseline le ha hablado de su prima segunda o tercera –por cierto,
qué atractiva es-, pero la fonética de ese “Miren” le ha crujido como poco familiar. Si le
hubieran preguntado por el nombre de su lejana pariente vasca no hubiera sabido decirlo, de
ninguna manera, pero el que le han dado ni siquiera le suena. Bueno, serán engaños de la
memoria, piensa para sí, sin darle mayor importancia.
El comentario de Lurdes ha obligado a dar explicaciones. Sí, estuvieron el año pasado
haciendo una excursión rutera y montañera por los Alpes, poco antes de que asesinaran al
compañero de Miren. Fueron con él y con un ligue de Lurdes, mienten, y cenaron
opíparamente en Annecy, recuerdan. Tía Roseline les había aclarado en Baiona que había
hablado con su sobrino Michel del asesinato de Jazinto, pues fue un acontecimiento público
que apareció en la prensa francesa y que, por tanto, no deberían engañarle sobre este
extremo. Es por eso que el relato que han hecho del viaje a los Alpes del año pasado no
mienta en este extremo.
Michel cuenta que sus padres ancianos aún viven en una casita de Annecy, modestamente
de la pensión mínima, después de haberse arruinado con un negocio de quesos donde
enterraron toda la herencia de los Périllat. El negocio hubo de ser vendido por dos perras
gordas a Entremont, la voraz multinacional, y es por eso que en casa de sus padres siempre
hay quesos de esta empresa. “Es como si los hubiéramos fabricado nosotros”, cuenta
Michel que dice su viejo padre cuando ofrece el típico Emmental de label Savoie. Explica
que él estudió Gestión de Empresas y Administraciones en el IUT (Institut Universitaire de
Technologie) de la Universidad de Saboya y que se vino a París en cuanto terminó. Hoy es
un técnico del IFAP (Information For All Programme), y trabaja en el Anexo del edificio de
la UNESCO. No, no el que está detrás de la Escuela Militar, sino un poco más al Sur, en la
rue Miolis, explica, un edificio también enorme. Es que el inmueble principal está de obras,
rehaciéndose casi por completo, aclara.
 A ti, en cambio, se ve que te va muy bien la economía. ¿Para qué quieres un piso tan
grande como éste? – comenta y pregunta Miren.
36
Miren y Lurdes no esperaban encontrarse en un lugar tan moderno y elegante, de tan
superior nivel, alto standing que dicen, cenando en un modernísimo salón-comedor tras
cuyos enormes ventanales emergen, más allá de los árboles del parque inmediato y del
Sena, las cuatro grandes torres del gran rectángulo de la Biblioteca Nacional, la torre de
Montparnasse elevándose poderosa más atrás y, allá muy lejos, a la derecha, iluminada
ahora en la noche, la silueta inconfundible de la Torre Eiffel. Ninguna de las dos mujeres
conocía el Bercy ribereño en el que ahora están y se han visto sorprendidas por un barrio
moderno de cuidado urbanismo, por la gran calidad y unidad estilística y arquitectónica de
sus viviendas de los años 80 y 90, y por la multitud de grandes construcciones e
inmejorables servicios con que cuenta. La vivienda de Michel es un duplex desplegado en
orientación suroeste entre las plantas 5ª y 6ª, altura suficiente para que los árboles del
parque inmediato no impidan la vista sobre todo París, los nuevos complejos residenciales y
de oficinas al otro lado del Sena, e incluso sobre el Omnisport de Bercy y los grandes y
hermosos edificios del nuevo Ministerio de Economía, en este lado del río. Todo en la
vivienda es de buena calidad y casi todo de diseño. Michel les ha ofrecido una copa fría de
Cave de la Chautagne blanco que han tomado en la gran terraza a la que se abre el salóncomedor. Eso era cuando aún quedaba un poco de claridad tras el reciente ocaso diario del
sol. Luego, solicitado por la curiosidad de las dos mujeres, les ha enseñado el resto de la
vivienda: Una modernísima y amplia cocina al lado del salón, con ventanal y balcón propio
al oeste, un baño completo al norte, las escaleras y sendas hermosas y comodísimas
habitaciones en la planta superior, con gran ventana al oeste una de ellas y al norte la otra,
baño propio ambas, junto a un estudio relativamente pequeño que mira igualmente al
poniente, al parque y al Sena.
 Fue una buena inversión. Lo compré caro, pero ahora ya vale casi el doble –
responde Michel lacónico.
 Pagan bien en la UNESCO, se puede deducir.
 No me quejo, desde luego, pero también lo trabajo – más lacónico todavía.
Michel no se deja sonsacar fácilmente, pero Miren es tenaz cuando se lo propone. Y
directa.
 Cuéntanos en qué consiste tu trabajo, anda, Michel. Queremos saber por qué tía
Roseline está enamorada de ti –Miren sabe incluso poner morritos cuando se
empeña, tras la amplia sonrisa.
“Quiero saber si quiero enamorarme de ti”, debería haber dicho Miren. En todo caso, es así
como lo ha entendido Michel, quien, entonces, sin dejar por ello de entonar su voz más
sardónica y escéptica, explica que coordina el programa mundial IFAP (Programa de
Información Para Todos), cuyo objetivo fundamental es reducir la brecha que separa a los
“inforiches” de los “infopauvres”13 y, en general, construir una sociedad mundial de la
información más igualitaria.
 ¡Qué interesante!
13
“Inforricos” e “Infopobres”. Se refiere a las sociedades con amplio desarrollo de los accesos a la información frente a
las sociedades que carecen de ellos.
37
La exclamación entusiasta de Lurdes contrasta sobremanera con la forma indolente con que
Michel ha resumido en dos frases su trabajo.
 No seas impulsiva, Lurdes. ¿No ves que escandalizas a nuestro anfitrión? –ironiza
peligrosamente Miren.
 Sí, no lo niego. Es interesante. Pero no tanto si se comprueban los escasos
resultados.
Michel contesta a Lurdes haciendo caso omiso de la indirecta de Miren, pero lo hace en un
tono marcadamente aburrido, como si respondiera en positivo a ésta. Eso deja tras de sí un
silencio embarazoso, pues lo que se comprende o se desprende es un “sí, me escandalizan
los entusiasmos bienintencionados porque no me fío de ellos”, directamente dirigido a
Lurdes. Es, por tanto, Miren, la que debe reconducir la conversación.
 Como sabes, Michel, tenemos la intención de quedarnos a vivir en París por una
larga temporada, no menos de un año o dos –prosigue, cambiando radicalmente de
tono y abandonando tanta coquetería como puede. Toda, imposible-. Naturalmente,
tenemos que pensar en algún trabajo. Ni queremos ni podemos vivir de rentas tanto
tiempo. Y lo que has dicho nos cuadra. A mí porque no me importaría
especializarme en el desarrollo de la Informática en los países que la necesiten y a
Lurdes porque ...
 Porque entiendo que la información es un poder fundamental y nada me
complacería más que cooperar para que los países más desgraciados tengan acceso a
ella –prosigue ésta.
 No tanto poder si no viene acompañado de pautas de acción y de saberes prácticos –
termina Michel-. ¿Queréis que lo hablemos más largamente otro día?
Por supuesto que las dos mujeres responden positivamente. Michel no quiere hoy ponerse
a hablar de cosas serias y Miren tampoco quiere hoy ponerse a hablar de cosas serias. Sólo
Lurdes quiere hoy hablar de cosas serias. Por tanto será, según las reglas democráticas, dos
contra una, a partir de ahora, espectadora de excepción de los concurrentes coqueteos entre
una Miren estimulada física y mentalmente y un Michel más circunspecto y terminante de
lo habitual, pero que no deja de parar con su tranquila mirada y con los sabios movimientos
de su boca cerrada ninguno de los estallidos flashes de los luminosos ojos, ni ninguna de las
enormes sonrisas de la faz entera, acompañadas siempre del baile del ágil cuerpo de quien
no duda en saber que está conquistando al macho que la mira, resistiendo con dificultad a
su embobamiento. La conversación gira en torno al Cave de Chautagne rouge que ha
sustituido al blanc de la terraza:
 ¡Cómo Saboya puede producir vinos tan excitantes y hombres tan cautelosos!
 Cautelosos no, prudentes.
En torno a la entrada de láminas de tomate alternadas con láminas y fondues finísimas de
tres quesos saboyanos, bañados en una especiada vinagreta con virutas de aceituna:
 No sabía que el tomate y el queso fusionaran tan íntimamente bien en tan húmeda
combinación.
 El placer siempre es húmedo.
38
En torno a la mácula de foie grass de canard micuit acompañando al magret fumé de la
misma ave, con higos fritos, espárragos verdes y salsa de arándanos al oporto:
 Uuuummm! –lengua arriba y abajo, izquierda y derecha, morritos y ruiditos-. Muy
prudente, sí. Apariencia recelosa y comedida para ocultar la trampa de la exaltación
de sabores. Prudencia al descubierto: Un tío que prepara este plato o es un
apasionado o es un mentiroso.
 O alguien que quiere complacer a una mujer volcánica.
En torno a las peras al vino con cremas de vainilla y chocolate:
 ¿Es así como las conquistas? Claro, puntilla final de chocolate afrodisiaco.
 Sí. Es así como conquisto a las muy pocas que consigo conquistar.
Sin embargo, Miren no quiere culminar hoy la batalla del coqueteo. Ayer se instalaron en
Neuilly y este es el primer contacto. Un contacto de trabajo, según lo habían definido
previamente ella y su amiga. Ésta, que ha asisitido entre divertida y mosqueada al
descarado flirteo, ha ofrecido una retirada digna:
 Os dejo amigos. Estoy cansada y un poco achispada con estos vinos. Muchas
gracias por todo, Michel. No te preocupes, Miren, cojo un taxi. Ya nos veremos
mañana.
 No, espera, voy contigo.
Michel se da cuenta entonces de que el siguiente deseado acontecimiento deberá esperar al
menos hasta el siguiente encuentro. E interviene:
 Perdona, Lurdes. Y espera. Antes tenemos que hablar de los siguientes pasos. Tomo
nota de lo que me habéis dicho sobre el trabajo, pero, además, supongo que váis a
necesitar amigos y contactos en París. ¿Os parece que organice un encuentro con
mis amigos?
 No sólo nos parece, sino que te lo agradecemos de antemano.
Las dos, casi al unísono. Y de ellas, Miren, como si no hubiera pasado la hora anterior
coqueteando como una posesa.
39
Jueves, 17 de noviembre de 2005
París
Michel será un macho rudo, borde y circunspecto, pero también eficaz. El mismo jueves a
la noche, sólamente dos días después de la cena en su casa de Bercy, el teléfono de la casa
de Neuilly suena insistente hasta que Miren descuelga el auricular.
 ¿Os viene bien mañana a la tarde-noche? Nos podemos reunir en el bar del Club
Med World de aquí, de Bercy. Vendrán 5 o 6 amigos que me gustaría que
conocieseis. Allí se cena muy bien, se ve un buen espectáculo y podremos hablar
con tranquilidad. Es un poco caro, pero el que algo quiere algo le cuesta.
 ¿Cuánto de caro?
 Entre una cosa y otra, poco más de 150 euros por persona.
Tras la conformidad, los agradecimientos por la diligencia y las oportunas concreciones de
la cita, Miren y Lurdes comentan el nivel económico en el que se mueve Michel.
 ¡200 euros! Ni en los mejores momentos de Jazinto se atrevía a invitarme a cenar
por 200 euros cada uno.
 Bueno. Entonces erais dos. Ahora sólo eres una. Haz como que pagas una cena para
dos y santas pascuas.
 O sea, que en París tengo que ganar tanto como ganábamos Jazinto y yo juntos en
Bilbao, ¿no es eso? Chupao!
Las bromas, sin embargo, no menguarán la preocupación que se les ha metido en el cuerpo.
Han dado con un ambiente de ejecutivos a los que les parece normal gastarse 150 euros en
una noche. ¿Es ese el marco adecuado en el que les conviene desenvolverse? Menos mal
que se acaban de abastecer en Madrid de ropa suficientemente pija, pues en caso contrario
deberían proveerse de ella para acudir a antros de tal categoría. “Gracias, inspector José
Luis”, dice Lurdes, lanzando un recuerdo a las sugerencias que este les hizo para que
cambiaran de aspecto.
Lurdes, muy a su pesar, tiene otra gran preocupación. Cuando ha oído la palabra
“discoteca” le ha entrado un pánico sólo comparable a los que recuerda de su adolescencia.
Es muy torpe bailando y a los complejos derivados de sus formas generosas, que el
inspector José Luis le conminó a no ocultar, se le une el pánico por la vergüenza en caso de
verse obligada a bailar por algún francés pijo y amanerado con el que, seguro, no hará otra
cosa que el más espantoso ridículo. “Leloburu hutsa!”, se maldice a sí misma, intentando
espantar sus miedos. Pero tendrá que insultarse mucho más si quiere deshacerse de ellos.
“¿Una tía tan bregada como yo con estas idioteces?”, se pregunta y se lacera. No basta,
habrá de sacar a relucir toda su fuerza para hacer frente a semejantes ataques de inseguridad
y de fragilidad.
40
Viernes, 18 de noviembre de 2005
París
Bercy Village es un espacio ciudadano y comercial construido sobre unos antiguos
tinglados ferroviarios. Una calle rectilínea empedrada deja ver los raíles que en su tiempo
vieron pasar los convoyes de tinajas que se cargaban del vino almacenado en las grandes
cubas que se alineaban casi a centenares a un lado y a otro de ella. Hoy no quedan cubas,
sólo los redondeados huecos de la sucesión de construcciones triangulares en ladrillo que
las albergaban. Lo que hay hoy día tras esos huecos son boutiques, bares de vino,
restaurantes y unas cuantas moderneces de París. Es la Cour Saint Émilion la calle que ha
visto restaurar esos tringlados y acondicionarlos para su nueva función comercial y
hostelera. La sucesión de terrazas y veladores, con minúsculas mesitas y sillas a la francesa,
ocupa las riberas de la calle, a un lado y otro de la antigua vìa de tren, y proporciona la
agradable sensación de animación, vitalidad y buen vivir que transmite la numerosa gente
consumiendo, departiendo y disfrutando, al menos con buen tiempo. A los tinglados
antiguos restaurados, los promotores han adosado, por el exterior, otras dos sendas
alineaciones de nuevas construcciones en sucesión, con frontones igualmente triangulares,
que remedan, con dimensiones mayores, con materiales y texturas modernas y con no poco
acierto arquitectónico, las construcciones antiguas a las que se unen. A un lado y otro del
conjunto se extienden plazas, parques y viviendas al oeste, viviendas y una plaza que da
acceso al gran edificio de Bercy Expo, al este. Para acceder a la Cour Saint Émilion o para
cruzarla existen varios pasos, calles transversales techadas, adornadas siempre con grandes
fotos de los actores y actrices más sobresalientes que ha dado Hollywood en su historia. No
es el menor detalle que contribuye a dotar de cierto glamour a la hermosa área cívica y
comercial. Los tinglados modernos exteriores albergan grandes comercios, cines, salas de
exposiciones y servicios varios. Uno de ellos encierra los estudiados locales de la discoteca
del Club Med World en cuyo moderno bar de la entrada ha citado Michel a los 8
componentes de la reunión. Resumiendo: Michel ha querido que André y Vivienne,
matrimonio bien avenido con tres hijos, el trabaja en las oficinas del Banco Mundial de la
Avenue Iena y ella en la OCDE al lado del Bois de Boulogne; Pierre y Jacques, pareja
homosexual, el primero colega con Michel en la UNESCO, el segundo ejecutivo de la
Oficina del ONUDI (Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial) en
la rue Notre Dame des Victoires; y Madeleine, que lo hace también en la UNESCO, antigua
novia de este último para más señas, conozcan a Miren y Lurdes, “dos amigas vascas
dispuestas a sobrevivir en París en los próximos dos años”. Y que, recíprocamente, estas
dos nuevas amigas, a las que ha concedido ese título de forma relevante, pues ha añadido
que son recientes pero espera que no fútiles ni perecederas, lo que en él es todo un detalle,
conozcan a esos cinco amigos y amigas que trabajan, como él, en campos que, al parecer,
les interesan y les gustaría introducirse.
Tras las presentaciones de rigor, Michel, investido como maestro de ceremonias, propone
pasar al restaurante, en realidad un teatro de amplias proporciones, con escenario tras un
gran arco semicircular, patio de butacas, plateas y anfiteatro incluidos, cuyos suelos, en vez
41
de butacas alineadas, sostienen mesas y más mesas de tonos rojizos con mantelitos
individuales. Para cuando nuestras dos vascas y los seis parisinos se sientan en una gran
mesa de ocho comensales en la platea izquierda, el local está prácticamente lleno con más
de 200 comensales-espectadores, que, a estas primeras horas de la velada, aún reservan
fuerzas y energía para el desmelene posterior. Lurdes se siente aliviada por el ambiente
multitudinario, en el que es más fácil pasar desapercibida, supone, y por el poco lujo y
boato de las mesas. Sencillos mantelitos, cubertería y cristalería de buena calidad pero sin
pretensiones. En breve comenzará el primer espectáculo, que no durará más allá del primer
plato, es decir, del primer asalto gastronómico. Se trata de una troupe de trapecistas y
acróbatas que brindan un show entretenido.
Lurdes no sabe si hablar con Vivienne, a quien tiene enfrente, una discreta, bien cuidada,
dulce y hasta bella mujer de melena rubia y mirada inteligente y acogedora, que viste suéter
sencillo y pantalón de punto en cálidos granates; con Pierre, que se sienta a su izquierda, un
estilizado y delicado franchute de ojos azules, tan esquisito de formas como de espíritu,
según su primera impresión; o volver sistemáticamente la cabeza hacia el escenario entre
bocado y bocado del bonito marinado a la marroquí con crudités que ha pedido como
entrada. Lo que sí observa con alguna preocupación es cómo viste la gente, pues no sabe si,
tanto ella como Miren, desentonan en el ambiente sin gran protocolo que impregna el local.
La gente está guapa, sí, con trapos relucientes y nuevitos, también, pero no hay vestidos de
noche ni pajaritas, todo lo más trajes de chaqueta, prenda esta última que pronto
desaparecerá de los hombros de la mayoría de sus portadores y portadoras, aunque
predominan los conjuntos más sport. Los trajes formales con los que se han vestido ellas
“¿son demasiado severos y de ceremonia?”, se pregunta ahora. “Menos mal que no nos
hemos comprado un traje de noche”, piensa Lurdes. “Miren tenía razón. No es para tanto”.
Miren está al otro lado de la mesa, de modo que no tiene que girar la cabeza para ver el
espectáculo, que no le interesa lo más mínimo, dicho sea de paso, pues está pefectamente
centrada en quien tiene delante, sobre todo, y en los que la escoltan. A su derecha está
André, el marido de Vivienne, canoso, con gafas, aspecto intelectual, un hombre tranquilo y
suave, como su mujer, que habla con precisión y deja hablar con esmerada atención. A su
izquierda se sienta Jacques, musculoso de pesas, moreno, oscurecida tez por la densa barba
afeitada, look latino, negro cabello repeinado, vozarrón, extrovertido, la cara opuesta de su
pareja actual, Pierre. Y enfrente tiene a Michel, “¡qué guapo es!”, sentado a su vez al lado
de Pierre, a su derecha, y de Madeleine, a su izquierda, su antigua amante. Esta es una
vivaracha, sonrosada y tirando a redondita mujer de ojos alegres y cara bonachona que
aprovecha la forma atenta de escuchar de André, a quien tiene enfrente, para contarle la
última aventura de su hijo –es madre separada- y de la novia argentino-newyorkina que se
ha echado en su estancia este verano pasado en Nueva York, a donde acudió para
perfeccionar su inglés. Miren está exultante porque Michel, enfrente suyo, no le quita ojo,
mientras que Jacques, a su izquierda, ensalza su belleza como si de un estilista se tratara,
con la objetividad que le confiere su homosexualidad, refiriéndose a ella como “la vasca
más bella que jamás he conocido”.
 Pero, ¿a cuántas has conocido?
 Conocer de “conocer”, en el sentido bíblico, sólo he conocido a vascos, lo confieso,
porque me ha parecido siempre que ellos son hombres muy atractivos, lo que no
puedo decir de las mujeres. Por eso reitero mi afirmación: Vous êtes une rare
basquaise charmante, mademoiselle!
42
 Entonces, es que entre las ciegas la tuerta es la reina –ríe imperceptiblemente
Michel.
 Tú calla, Mortadelo, qué sabes de belleza con esa calva. Déjale hablar al experto.
Es Miren, con coquetería, habiendo ya tomado la confianza necesaria para volver por sus
fueros surtidores de epítetos.
Pierre, divertido, advierte entonces a Lurdes, a su derecha, que, como vasca, está resultando
mal parada y que salga a defender la belleza de sus compatriotas como forma de defenderse
a sí misma. Y ésta, que andaba despistada con el espectáculo y los trapecistas y no atendía a
la conversación, a pesar del vozarrón de Jacques, le pide a Pierre que lo haga por ella.
Entonces, el larguirucho refinado, tan atrevido como galante:
 Según donde se mire, Jacques, según donde se mire –interviene dirigiendo su
mirada de forma ostentosa, descarada y dubitativa sobre los deslumbrantes pechos
de Lurdes-. ¿Dónde hay que mirar para establecer la belleza de las vascas, mon cher
Jacques?
Lurdes no puede evitar llevarse las manos al pecho para ocultar sus hermosas
protuberancias, perfectamente destacadas por la ceñida camiseta y el adecuado escote de su
sueter, mientras un calor súbito enrojece sus mejillas y antes de que se le abra una enorme
sonrisa inevitable cuando encuentra la mirada pícara, que simula arrepentimiento, del
exquisito Pierre. La tierna escena es acompañada por las carcajadas en que todos los
reunidos prorrumpen para celebrar la ocurrencia y confirmar el veredicto. “Brindo por los
pechos vascos”, levanta la copa el considerado André. “Y yo por los alsacianos”, responde
elevando los brazos y moviendo el busto Madeleine, dispuesta a no quedar atrás, a presumir
ella también de sus poderes y a defender su tierra natal, echándose un buen trago.
La conversación deriva entonces hacia el ranking internacional de la belleza, lo que
provoca una acalorada discusión entre las distintas naciones y pueblos candidatos. Ningún
franchute propone a su país entre ellos, y se hallan entre sí muy divididos entre Croacia,
Eslovenia, China, Holanda, Andalucía, si se trata de jovencitos, aclara Jacques, Martinica,
propone Vivienne, Italia, pero del norte, restringe André, Etiopía, sin duda, en opinión de
Michel, etc.
A estas alturas ya están ocupados con el plato principal, vaciando sin conmiseración
botellas de Burdeos. En el escenario se ha producido la pausa necesaria entre el grupo de
trapecistas y el Show musical y coreográfico que seguirá, y que es el plato fuerte del
espectáculo. Es el momento de aprovechar para engullir. El tradicional, espléndido y
sangrante steack de buey charolés en tartare y abundantes acompañantes vegetales que
Miren se está zampando con deleite indudable no le deja tiempo suficiente para decir todo
lo que tiene que decir con la boca vacía, así que no duda en hacerlo con ella llena, si se
tercia, como ahora:
 ¿Me dejas probar un poco ese cordero? Anda, yo te doy un poco de lo mío.
Se refiere al asado de cordero al sésamo del plato que tiene enfrente, el de Michel, con sus
salsas de jengibre, sus sojas, setas, guisantes, espárragos y pimientos. Este, poco
acostumbrado a compartir comidas, lo hace como si fuera su hábito más acendrado. Se
43
produce entonces el cruce y el contacto de los brazos y cubiertos de Miren que atraviesan la
mesa para hacerse con un buen trozo de cordero y de los brazos y cubiertos de Michel que
la cruzan en sentido contrario para hacerse con otro buen trozo de steack. Miren por el
interior, Michel por el exterior, ella haciéndose sitio hacia fuera, él apretando sus fuertes
antebrazos hacia dentro, es decir, entorpeciéndose los movimientos tanto como pueden.
Todo el mundo se da cuenta del juego.
 ¿Permite el caballero que retire ya mis brazos hacia mi terreno? –pregunta Miren sin
dejar de frotar sus extremidades superiores.
 ¿Sería tan amable la señorita de no obstaculizar mi acceso a lo que me ha sido
ofrecido? –responde Michel apretando los de ella con los suyos.
Un ¡UUUuuuyyyy! erótico generalizado plagado de risas hace de coro, mientras vuelve la
compostura de los que lo han provocado, que se miran como si estuvieran ofendidos el uno
con la otra y la otra con el uno, después de haberse frotado los brazos con fruición hasta
erizar la piel. Eso antes de sonreir abiertamente ella, imperceptiblemente él, pero sin dejar
de cruzar obstinadamente las miradas. Te gusto, me gustas, qué hombre, qué mujer.
Miren está contenta. Hoy acabará en los brazos de Michel, no lo duda, explorará su cuerpo
y dejará auscultar el suyo, pero antes ha de conocer a todos los demás. Es la primera vez,
desde que su compañero fue asesinado, hace ya más de un año, que, por pitos o flautas, va a
echar una cana al aire, un inconmensurable récord mundial de abstinencia en su abigarrada
trayectoria sexual. Está, por tanto, especialmente motivada, singularmente expectante y
particularmente feliz porque los temores a este momento, que no habían dejado de asaltarle,
parecen esfumarse arrollados por la poderosa empatía sexual que manifiestan las dos
personas en su atracción mutua. “Esto promete, pero ahora modérate, Begoña”, se dice a sí
misma sin poder evitar su nombre original, pues el sexo es cosa de entonces, que la nueva
Miren deberá esforzarse en recobrar para su nueva personalidad. De modo que pide
sólamente un sorbete de mango y guayaba como postre, tanto porque está ya demasiado
llena como porque quiere suponer que el frío del helado pueda calmar su excitación.
La orquesta brama, los focos juegan sobre el escenario donde una buena cantidad de
bailarines y bailarinas preciosas ofrecen números musicales y coreografías más o menos
pícaras y graciosas, en todo caso los cuerpos dan para ser observados con deleite, top less
incluido, arrancando los aplausos y, a veces, las risas de los asistentes. El espectáculo se
alarga con el champán, las copas y el café. Edurne pedirá Calvados, para corresponder al
interés de Pierre por hacerle probar ese fuertísimo licor de manzana tan francés y tan
normando. Y acabará con un ruidoso y colorista French Can Can de lo más típico, como si
estuviéramos en el mismísimo Folies Bergères.
 Podemos pasar ahora a un local privado, sin ruidos, si queremos hablar un poco de
posibilidades de trabajo, o podemos ir a la discoteca a oir música y bailar un poco –
anuncia Michel cuando el French Can Can ha acabado, una vez que el obsequio del
Club a los comensales, una trufa al cognac más que excelente, ha sido saboreado
como guinda gastronómica final y en el tiempo en que la mayoría de los comensales
van retirándose poco a poco del gran recinto con las tripas rebosantes hacia las
distintas dependencias del no menos gran club o hacia la noche bajo las estrellas en
las calles de la gran ciudad.
44
Se hace un silencio engorroso. Todo el mundo como enfadado con Michel por recordarles
que, inicialmente, él había propuesto la reunión para hablar un poco de “ayudar a mis dos
amigas vascas a situarse en el terreno del trabajo profesional en París, tal vez en el campo
de la Cooperación Internacional”.
 Bueno, bueno. Yo ya he cumplido con mi deber. Ya veo el entusiasmo reinante.
Vale, vamos a la disco, si os empeñais.
Michel se da cuenta de que algo ha trastornado por completo los hábitos de su grupo de
amigos. No es la primera vez que vienen aquí y siempre hasta ahora habían acabado en un
local “privado”, es decir, uno de los varios del club, aislado de ruidos, y del tamaño
adecuado al grupo, cómodamente sentados en buenos butacones, parloteando y discutiendo
de lo divino y de lo humano, con una copa en la mano. Hoy no, hoy, él el que menos, nadie
quiere parlotear. Lo que todos quieren es ligar, bailar, darle caña al cuerpo y al sexo. Se da
cuenta, por tanto, que son Miren y Lurdes las causantes de la revolución. Miren sobre todo,
Miren, qué hembra, qué delicia, Miren, Miren. Pero él ha cumplido y ha propuesto lo que
estaba en el guión. No es, por tanto, el culpable de haberlo cambiado.
Esta discoteca es otro amplio recinto totalmente ambientado, suelos y paredes, en una
envolvente oscuridad roja, donde una pequeña orquesta desgrana música bailable que no
desdeña ni partituras renacentistas italianas, ni danzas barrocas, ni valses vieneses, ni
tangos argentinos, ni boleros portorriqueños, según nos vamos acercando a la modernidad,
sin llegar nunca a la contemporaneidad. Miren y Michel bailan, perfectamente entramados,
a lo suyo. André y Vivienne bailan, dulcemente. Pierre y Jacques bailan, cortésmente
afectuosos el uno con el otro, pero fríos. Y Lurdes y Madeleine hablan sentadas en la
semioscuridad.
 No dudéis en pedirle a Michel ayuda. Está muy bien situado en la UNESCO y es un
hombre de ideas. Seguro que se le ocurre algo –dice Madeleine.
Lurdes está demasiado achispada y un tanto mareada. Combatir la timidez con que ha sido
asaltada con alcohol trae estas consecuencias. No es capaz de centrar su cerebro en el tema
que propone su amable interlocutora, a la que, sin embargo, sí es capaz de mirar con ojos
que escrutan sus formas femeninas, sus labios, ...
 Tú trabajas con él, no es eso.
 Sí, pero estoy en otra área. Yo trabajo en el tema de las Industrias Culturales, donde
las desigualdades son máximas en el mundo.
A Lurdes le suena vagamente eso de las Industrias Culturales, demasiado vagamante.
 ¿Industrias Culturales ... ?
 Si. Edición, música, cine, medios audiovisuales, videojuegos, internet, ...
 Perdona, Madeleine, estoy un poco mareada –dice Lurdes levantándose con
intención de despejarse mojándose la cara en las toilettes.
 ¿Te acompaño? ¿Te sientes mal?
 Si, bueno, no, no, gracias, muchas gracias. Perdona ..., Madeleine.
45
Cuando Lurdes vuelve intentando aparecer dinámica y entera, André, Vivienne, Pierre y
Jacques descansan de bailar, sentados ahora alrededor de Madeleine, quien ha protegido a
la que ahora llega, ocultando a los demás que no se encuentra bien. Mientras tanto, Miren y
Michel siguen cada vez más entramados, las manos de él aprietan las firmes y atléticas
nalgas de ella, el baile se ha convertido en beso, el movimiento en calor y la música en sexo
que emerge de las caderas y las pelvis ajetreadas y de los cuerpos fundidos. Por su parte, los
temores de Lurdes de que algún “franchute pijo” le sacara a bailar, van a cumplirse en su
peor versión, la de un Pierre homosexual. Pero Lurdes, no sabe por qué, quizás por ser el
primer hombre que ha admirado los pechos que hasta hace pocos días mantenía siempre
ocultos, acepta con miedo, pero acepta, la invitación, sin dudar un momento en acercar, con
toda la voluptuosidad que el alcohol está ayudando a no morigerar, sus alabadas, cálidas y
sensitivas tetas, apretándolas sin prolegómenos contra el pecho escurrido de su pareja de
baile, dejándose llevar entre sus largos y delgados brazos. Lurdes está mareada, pero no lo
suficiente como para no percibir el calor de su entrepierna y la suave dureza que ha
decidido rondar su bajo vientre sin tregua posible.
 Yo soy bisexual -le dice Pierre al oído, quedamente, tanto a modo de excusa como
de ofrecimiento.
 Yo también –Lurdes, cada vez más mareada-. Pero no me tengo en pie –acierta a
decir.
***
En la habitación que mira al oeste de la planta superior de la casa de Michel se oyen
quedamente las Variaciones Golberg de Johann Sebastian Bach, una suave luz indirecta
ilumina la moqueta gris del suelo y el aire respira la luna que entra a raudales por el gran
ventanal.
 Eres maravillosa, verdaderamente hermosa –más suspira que habla Michel-. Un
regalo de la fortuna.
Miren está sentada en la cama. Michel le masajea el cuello y los hombros, y ella, sin más
piel sobre su cuerpo que la propia, se siente entre diosa y ramera. Ha de decidirse por una
cosa o por otra. O por las dos, cada una a su tiempo. De momento se acepta como
divinidad. Deja quieto su cuerpo desnudo para que él lo adore. Es lo que hace éste. Baja las
yemas de los dedos sobre los pezones, que adquieren consistencia respondiendo al roce.
Ella sigue quieta. Se deja besar. Sólo abre la boca para que su lengua pueda ser capturada.
Él continúa por donde debe, por donde quiere y por donde el deseo obliga, boca, cuello,
pezones, senos y vientre. Ella, atados sus ojos a la luna con hilos de seda, absorbe ahora los
besos en los muslos. El placer se torna en ondulaciones. Las caricias de los labios nerviosos
del hombre se abren paso hacia la cámara del placer conforme las manos van separando las
fuertes piernas sin fuerza. Ella sigue quieta, pero su cuerpo late dilatado. Los besos
frenéticos, cada vez más rápidos, dejan paso a una lengua robusta, que aprieta y lame con
precisión, para recrearse seguidamente por todo lo largo del canal. El placer son ahora
convulsiones. Ella no sigue inalterable, pero sí inerme, pues el cuerpo ya flota, ingrávido,
46
suspendido en el aire, atraido con fervor por la luna. La pelvis y las nalgas se elevan
lentamente, sazonadas de especies aromáticas, alzadas fatalmente por la pujanza de los
brazos y de las piernas. Simultáneamente, éstas últimas se abren dúctlles y obedientes, para
exponer todos los meandros, todos los rincones y todas las simas que posee, impulsadas por
el éxtasis de ella y el deseo irrefrenable de él, adorador reconvertido en gozador. Y el
idólatra espeleólogo no cejará en su empeño de realizar el más exhaustivo y profundo
reconocimiento. Es entonces cuando el terremoto del cuerpo deja paso a las sucesivas
réplicas de los temblores poderosos.
Ahora hará de ramera.
47
Sábado, 19 de noviembre de 2005
París
La Avenue Sainte Foy donde se ubica la casa de la tía Roseline que ahora ocupan Miren y
Lurdes, es una calle tranquila, enclavada de lleno en una zona residencial de buen nivel.
Pertenece a Neuilly, municipio del oeste del Gran París, externo al Périférique, situado a 8
kms del centro de la ciudad, que se sitúa allá en Notre Dâme. Es ribereño del Sena en su
revuelta número no sé cuantos, segunda por el oeste desde el centro de la ciudad. Se trata de
un barrio residencial, de buenos y elegantes edificios, generalmente del siglo XIX y
principios del XX, generoso con el espacio reservado a parques, una parte del Bois de
Boulogne le pertenece, y calles frecuentemente arboladas. El Pont de Neuilly le separa del
fantástico barrio de la Défense y es Charles De Gaulle quien da nombre al trozo neuillense
de la gran avenida que se extiende desde el Louvre hasta la Grande Arche, desde sus
orígenes propiamente parisinos de las Tullerías, la Plaza de la Concordia y el Arco de
Triunfo. Esta gran avenida atraviesa el barrio dividiéndolo en dos, dando continuación
hacia el oeste, más allá del estricto municipio de París, a lo que comienza como Campos
Elíseos. La avenue Sainte Foy es una calle relativamente pequeña, paralela y cercana a la
gran Charles De Gaulle, es decir, en dirección este-oeste, sin apenas comercios y arbolada
de castaños. El edificio de la casa de la tía Roseline es de finales del XIX, un bloque
modesto en comparación con los del entorno, de 5 plantas, con sendas medianeras y
fachada de ladrillo con remates de piedra. El lado oeste lo ocupa un palacete normando del
XIX, el este está dedicado a garajes, el norte es la fachada a Sainte Foy y el sur se abre a un
irregular patio de manzana.
No hay ascensor para subir a la 4ª planta, que hace 5ª. Tal vez por eso la anciana tía
Roseline, aunque está ágil, reside cada vez menos en París. Las dos habitaciones a la Sainte
Foy tienen sendos ventanales que dan acceso a un largo y estrecho balcón corrido, con
típica, bella y bien historiada de curvas baranda parisina de forja. Una de ellas es la
habitación de dos camas donde duermen Miren y Lurdes, la otra un salón de buenas
proporciones. Al sur, es decir, al patio de manzana, se orienta una buena cocina con balcón
y el dormitorio que Roseline ha exigido sea mantenido impecablemente cuidado, limpio y
en perfecto uso, donde ella se alojará cuando acuda eventualmente a París. La toilette se
sitúa entre el salón y este dormitorio y tiene una pequeña ventana abierta en la medianera
este del edificio, sobre los garajes.
Esta es la vivienda, equipada con muebles de castaño y oscuras paredes empapeladas, llenas
de motivos florales, que Miren y Lurdes deberán hacer suya durante un intervalo
importante de sus vidas.
Son las 12 de la mañana y Lurdes aún remolonea en la cama, como si ese dilatar el tiempo
fuera a librarla del dolor de cabeza que la agobia. Levanta los párpados para mirar hacia la
vacía cama a su lado y comprueba lo que ya esperaba: su amiga no ha vuelto aún. Le dijo
“no me esperes esta noche”, cree recordar, cuando Pierre se ofreció a llevarla en su coche
hasta Neuilly, alegando que él vivía en Batignoles, que disponía de vehículo y que le caía
casi de paso, según dijo.
48
No sabe si evitó hacer el amor con Pierre por exceso de alcohol o por precaución. No desde
luego por falta puntual de deseo, aunque, tras un año sin sexo, tiende a no conceder
demasiada importancia a este dato. Lo que sí sabe es que Pierre se comportó
consideradamente, atravesó París para trasladarle a Neuilly y, aunque se ofreció a ayudarle
a subir las escaleras, no insistió en hacerlo cuando ella le aseguró sentirse mejor. Sabe, por
tanto, que Pierre es un hombre respetuoso y con control de sí mismo, no como su ex en este
terreno, y es circunstancia que mucho aprecia. Pero sabe también que Pierre es el novio de
Jacques.
Lurdes consigue levantarse de la cama, ponerse su bata, prepararse un café y tomarse un
Neobrufén. Prefiere el salón para salir al balcón. El día está ya en plena efervescencia solar,
aunque el cielo muestra todavía una tenue telilla neblinosa, e invita a traspasar el interior y
tomarse un pequeño baño de aire exterior. Aunque la orientación norte del balcón corrido
hace que esté en la sombra, más todavía en otoño avanzado, el paisaje que ofrece del
edificio en U que tiene enfrente, de la verde placita propia que forma, de sus pisos altos
iluminados por encima de los castaños de la calle, estos ya más invernados que otoñados, y,
sobre todo, del extraordinario jardín de la terraza superior, que recibe toda la luz y todo el
calor del invierno, atrae poderosamente su atención. Este jardín sorprendente que corona el
moderno edificio de los años 80, lo es por el tamaño de la flora que lo puebla. Además de
los matorrales y las flores más o menos habituales, hay auténticos abedules que aún no han
perdido sus hojas claras, amarillas por el otoño, y puntiagudos y oscuros abetos jóvenes. A
Lurdes le fascina que en una terraza puedan cultivarse árboles de semejante porte, al menos
de 4 o 5 metros de altura. Le produce una fascinación como la que tantas veces se la
provocaba una terraza de las mismas características en la plaza de Albia del Bilbao de
donde se ha visto obligada a huir. Y le envuelve la nostalgia y el dolor. Bilbao al que no
podré volver, amigos a los que nunca más veré, todo lo que amé y por todo lo que luché a
donde nunca podré retornar. Y no soy yo la que renuncio a esa vida, sino ella la que me
niega su savia y me expulsa de su historia. ¿Qué es esto que ahora tengo? Este París, este
Pierre y este Michel, esta encantadora Vivienne, esta simpática y bienintencionada
Madeleine ... ¿Qué son? ¿Un intervalo en nuestras vidas? ¿Un periodo que más tarde
trasvasaré para volver allá de donde procedo? O, ¿son ya mi otra vida? ¿Qué es para mí
Begoña, ... Miren, quiero decir? Una amiga del alma, a cuyo deseo renuncié, que comparte
conmigo este tránsito. Para ella es fácil vivir en tránsito perpetuo. Ella lo llama radicarse en
un nuevo ámbito más amplio, Europa, y adoptar una nueva patria, esa Europa en la que ha
puesto ahora sus esperanzas, como las puso Jazinto mientras vivió, con lo que eso requiere
de mayor dispersión de las relaciones, mayor inestabilidad, nuevas metas y nuevas
incitaciones. Ella no parece renunciar a nada, sino abrirse a nuevas, dispersas e inciertas
promesas. Yo necesito otro marco más cercano, más accesible y más estable. Mi país de 2
millones y medio de personas, la cuarta parte de este gran París, uno de los 180 trocitos de
Europa, o de los 2400 del mundo. En cambio, Begoña ... ya se ha liado alegremente con ese
Michel, parece una buena pieza, al que seguramente no sabrá si considerar como aventura o
como persona con la que enrocarse frente a la vida. Y no lo sabrá porque no le importa
saberlo, dispuesta a hacer de su vida un tránsito perpetuo, tomando de ella lo que le ofrece
sin pedirle otra estabilidad a cambio. ¿Soy injusta con Begoña , ..., Miren, maldita sea? Ella
me está demostrando una fidelidad extraordinaria a mí, y yo, desagradecida, le quito valor.
Perdona, Miren, perdóname. No es eso. Yo agradezco tu fidelidad, pero en ti lo es de forma
perfectamente compatible con la futilidad y la promiscuidad. Puedes ser leal a mi y adúltera
sistemática con todo lo demás. Tal vez ocurra que tú seas leal a tus ideas más que a las
personas. Yo soy más de una pieza, tal vez menos versátil, necesito el amor de lo que amo,
49
la lealtad de lo que quiero, porque no puedo separar lo que yo doy de lo que recibo. No
puedo dejar de ser fiel a Euskal Herria, de vivir aún en ella sin que ella viva en mí, como
tampoco puedo amar otra nueva vida aunque esta me ame. París nos está queriendo,
recibiendo bien, Pierre me desea, pero, ¿puedo amar a Pierre? ¿Puedo amar París? No.
Puedo tomarlos como buenos conocidos, amigos de ocasión, pero yo sigo amando por
entero mi otra vida. Y, si es así, ¿puedo liarme con Pierre para corresponderle con tan poco,
inmiscuyéndome, por otra parte, en su relación con Jacques? No, no puedo.
¿Qué voy a hacer de mí?
Si al menos pudiera trabajar ...
***
 Hoy invito yo. Vamos, vamos a comer de cine en ese “Oh! ...¡Poivrier!” tan
moderno y de tan buena pinta de la avenida.
Miren ha llegado, ya al mediodía, radiante. Ha dicho “Fantástico!, fantástico!” y ahora se lo
contará con más detalle mientras devoran cocina que se propone como creativa pero sin
estridencias, es decir, que pagarán en consonancia, pues se ha negado a atender al “no
podemos con tantos gastos, Miren” de su amiga.
 Hoy es un día especial, camarada.
Miren, drogada de amor y sexo, ni siquiera ha advertido los ojos un poco enrojecidos que
no miran.
50
Domingo, 27 de Noviembre de 2005
París
Michel boga en aguas del Sena en su Combi 359 individual, color azul, al lado de la Capri
Basic, color amarillo, cuya propietaria es Vivienne, que maneja torpemente Miren. El
domingo está nublado, hace frío y el cielo no deja de resolverse, de vez cuando, por un
suave sirimiri, que incluso llega a convertirse en lluvia mansa. Claro que, al bogar en contra
del viento nordeste y a favor de la corriente, rumbo a la isla de la Grande Jatte y al Pont de
Levallois donde darán la vuelta, una vez rebasada aquella, la sensación es de aguacero y el
frío se deja notar. No importa. La misma Vivienne, de complexión física parecida, le ha
prestado a Miren todo el equipo necesario: camiseta térmica, pantalones de neopreno,
guantes, gorro y anorak impermeables. Sólo ha comprado el calzado, unas botas de
neopreno especiales para el remo. Y ese equipamiento, junto al calor del gran esfuerzo
físico que tiene que realizar, es más que suficiente para mantener la temperatura e incluso
sudar a modo.
Miren, alejada de las montañas que llegó a dominar, tanto por la distancia como por el
astrágalo roto y necrosado que le impide grandes travesías, ha de sustituir su antigua afición
deportiva por otra que obligue menos a los músculos de las piernas y más a los de los
brazos. Sólo había remado en su Abra natal, un remo en cada brazo, sentada sobre la tabla
de madera de la pequeña txalupa con la que su aita Fede solía ir a pescar desde Santurtzi y
que ella heredó tras su muerte. A propuesta de Michel, experimentado remero que también
practica en aguas bravas, han ido al embarcadero de la isla de Puteaux, donde Michel,
André y Vivienne guardan sus canoas, y bogan ahora rumbo nordeste a intentar hacer la
vuelta a la isla de la Grande Jatte, un total de unos 5 o 6 kilómetros. En el peor de los casos,
si los músculos de Miren claudican, Michel la remolcará hasta el embarcadero. Para eso ha
traido la cuerda que guarda en el compartimento de carga trasero de su canoa.
Miren suele afirmar que el deporte es un vicio. Una vez que el cuerpo se acostumbra a un
cierto nivel de actividad muscular, sostiene, necesita recobrarla cuando se le somete a un
periodo de poco trabajo. Así que una de sus mayores preocupaciones en París era con qué
procedimiento machacar su musculatura. Durante la primera semana completa ya
transcurrida desde la cena en el Club Med de Bercy, no ha dejado de hacer kilómetros por
la gran ciudad, con el buen pretexto de conocerla, sin hacer uso del transporte público más
que para la ida o para la vuelta, en ocasiones, junto a Lurdes las más de las veces, algo más
remolona. Una actividad sumamente agradable que se ha sumado a la laboriosa tarea sexual
a la que se ha sometido junto a Michel tantas veces como ha podido: el martes pasado,
cuando aquél vino a recogerla a Neuilly tras su trabajo vespertino; el jueves, cuando
quedaron, en un ataque de romanticismo, bajo el pilar Sur de la tour Eiffel, que no queda
demasiado lejos del edificio de la UNESCO donde trabaja Michel, y ayer mismo, tras la
excursión que efectuaron éste, ella, Lurdes, André y Vivienne a Senlis y Saint Dénis, a
disfrutar de dos bellas catedrales que figuran entre las primerísimas del estilo gótico.
51
Miren, tras las explicaciones y los consejos de Michel, adquiere rápidamente la destreza
mínima como para avanzar por las aguas en línea más o menos recta, al lado de su nuevo
amante.
 ¡Qué divertido! Me parece que este deporte me va a gustar.
 No te aceleres. Ahora vamos a favor de la corriente. Tómalo con calma, más
despacio, no te canses. Lo peor vendrá a la vuelta. Guarda fuerzas.
En efecto, los hombros, la espalda, la cintura y los brazos de Miren notarán el esfuerzo
inhabituado y continuado. Deberán parar para descansar en la ribera y llegarán demasiado
agotados al final. Eso dará pié a que, cuando atracan finalmente en el embarcadero de
partida, Michel se aplique a masajear los músculos temblorosos y muy fatigados de su
reciente novia, con objeto de aminorar las agujetas que, sin duda, se le avecinan. Solicitud
que no quedará sin premio en forma de besos profundos y abrazos estrechos, una vez que,
duchados y acicalados en el complejo deportivo de la Isla de Puteaux, descansan en el
parque de su puntal extremo, ahora que no llueve. Como han conseguido que los árboles les
oculten de los curiosos del Pont de Neuilly, pero no de los que pasean o hacen footing por
los muelles de las riberas, han de moderar sus efusiones y decantarse por una conversación
más serena.




Parecemos unos adolescentes.
Somos unos adolescentes cuarentones.
Estoy excitadísima y como en las nubes. ¡Qué me has dado, maldito!
La misma pócima que me has hecho beber tú.
Tras los besos y abrazos subsiguientes a estos mutuos reconocimientos Miren conviene en
que le ha gustado bogar y que lo repetirán todas las semanas.
 El próximo envite será dar la vuelta a esta isla de Puteaux, que es algo más larga. Y
más tarde bogaremos por los ríos de los Alpes, por los de los Pirineos y hasta por
los del Macizo Central. En Francia hay miles de ríos magníficos para recorrer. Este
es un deporte excelente para practicarlo en mi país.
 Pero caro. ¿Por cuánto podré hacerme con un equipo completo?
 Un equipo muy sencillito para una canoa de travesía, por unos 1.400 euros, todo
incluido. Lo más caro, proporcionalmente, son las palas. Pero lo malo es que estas
canoas de travesía son demasiado largas y no caben verticales en casa. Hay que
guardarlas en el club y eso cuesta dinero. En cambio, una canoa de aguas bravas
puedes guardarla en cualquier esquina de vuestra casa de Neuilly, que tiene techos
altos. No sé qué recomendarte. Para bogar por el Sena es mejor de travesía, pero si
nos vamos a los ríos bravos a hacer un poco de aventura y naturaleza salvaje,
conviene otro tipo de canoa.
 Bueno, de momento me compraré la vestimenta y abusaré de la generosidad de
Vivienne con la canoa y las palas. O las alquilaré. Ya lo pensaré mejor. Pero me
preocupa qué hacer con Lurdes. Ella también debería hacer deporte y creo que este
le gustaría tanto como a mí. Me encantaría poder bogar todos juntos.
 André y Madeleine también bogan. De los amigos que ya conoces, solamente Pierre
y Jacques no son aficionados a este deporte. Jacques hace culturismo y Pierre
52




footing. Es estrecho y delgado, pero sus piernas son más fuertes de lo que podría
suponerse.
Lo hablaré con Lurdes.
¿Estás preocupada por ella, verdad?
Si, está triste. Salimos a pasear todas las mañanas, a recorrer París de extremo a
extremo, y me habla poco. Está preocupada, sin razón todavía, por el dinero y por el
trabajo. Ambas tenemos un buen capitalito como para poder tomarnos las cosas con
más calma. Pero ella me recrimina un poco que no vayamos más rápido en el tema
del trabajo. Yo le pido que me conceda un tiempo, que te he encontrado a ti y que
necesito disfrutar del descubrimiento por un cierto lapso. La verdad es que me has
sorbido el seso, copacognac.
Y recíprocamente, gintonic. Pero díme, ¿ella también quería venir a París, no?
Michel, sin saber bien por qué, no se siente satisfecho por las explicaciones que recibió de
los motivos que impulsaron a las dos mujeres a dejar sus trabajos en Bilbao y escaparse a
París. Miren le ha explicado que, tras el asesinato por ETA de su compañero Jazinto, ella no
se sintió suficientemente apoyada por su entorno social y profesional y le pareció que era
un momento de su vida en el que, ausentes los grandes compromisos, podía emprender un
nuevo rumbo y conocer otros mundos, lo que había sido siempre uno de sus nada secretos
anhelos. Respecto de Lurdes, su gran amiga de toda la vida –mintió para hacer creíble que
viajaran a los Alpes juntas-, contó lo que habían decidido contar: que se había separado de
su marido, que a ese trauma se unió el de que fué despedida de la editorial en la que
trabajaba, y que ambas cosas le incitaron también a buscar nuevos derroteros para su vida.
 Sí, sí. Ella quería venir a París, pero tiene también unos lazos afectivos con nuestro
país bien amarrados a su corazón. Fíjate lo que me contó ... –Miren narra las horas
muertas que se pasa Lurdes mirando el jardín de los grandes árboles sobre la terraza
del edificio de enfrente al suyo en la casa de Neuilly, viajando mentalmente a la
Plaza Albia, a Bilbao y a Euskal Herria-. Creo que siente una profunda nostalgia.
Yo le entiendo porque me ha embargado un sentimiento parecido, cuajado de dulce
tristura, en dos ocasiones de mi vida: cuando murió mi padre y cuando murió
Jazinto ...
 Ya, pero lo cierto es que hace muy poco que habeis dejado vuestra tierra. Es extraño
que aparezcan tan pronto esos sentimientos cuando ha sido una decisión pensada y
aprobada. Además, podemos hacer cuantas escapadas nos plazca a vuestro país.
Estamos sólo a 10 horas de coche, o a hora y media de avión. No es para tanto. A
mí, por ejemplo, no me importaría nada buscar un hueco de tres o cuatro días para
ver la exposición sobre las relaciones entre escultura y arquitectura que ahora
mismo hay en el Guggenheim de Bilbao. Es un tema que me interesa.
 ¿Y cómo sabes tú eso? –intenta eludir responder a la propuesta Miren.
 Pues a cuenta vuestro y a cuenta de que mi mundo es el mundo, Miren. Yo tengo
apegos emocionales con mi terruño saboyano y con Francia, ni duda, pero, por mi
trabajo a lo largo de los años, voy adquiriendo apegos cada vez más fuertes con el
mundo, el mundo entero, ¿comprendes?. Lo primero que hice, antes incluso de
conoceros el día de la cena, fue navegar por Bilbao y vuestro país, vía Internet.
Antes de invitaros a cenar ya sabía las exposiciones de vuestro museo, que también
es un museo mundial, como yo, ¿comprendes?, y desde entonces me interesó esa
que te digo. El tema arquitectónico me atrae mucho. Ahora mismo estoy muy
53
impaciente hasta que inauguren el gran museo de la Arquitectura y el Patrimonio
que están preparando en el Palais de Chaillot.
Miren respira algo más tranquila. Su treta de contestar con una pregunta ha conseguido
desviar momentáneamente la propuesta de Michel.
 A mí también me gusta mucho la arquitectura.
Miren iba a contarle a Michel que se trata de una afición que le transmitió Jazinto, pero ha
preferido reservarse ese dato. No quiere someter su relación con Michel a un continuo
emplazamiento o contraste frente a su vida anterior con Jazinto, como podría ser
considerado por Michel. Además, quiere evitar cualquier referencia a Euskal Herria pues no
se ve capaz de sostener sistemáticamente las mentiras que han contado.
 Bien. Entonces, ¿te mola la idea de hacer una escapada au Pays Basque? Matamos
dos pájaros de un tiro: aliviamos la nostalgia de tu amiga y lo disfrutamos. Yo, al
menos, sí. Mira, aquí en París, los lunes a la mañana se consideran ya conquista de
los trabajadores para no trabajar. Incluso podemos viajar sin pedir ningún permiso
ni utilizar ningún puente. Podemos viajar un viernes a la tarde, disfrutar de vuestro
país sábado y domingo, y volver el lunes a la mañana.
 Pero ...
Poco ha durado la tranquilidad de Miren, que no sabe qué decir.
 Además, juraría que casi todos se animan –insiste Michel, refiriéndose a los nuevos
amigos.
El silencio de Miren se hace sólido. Por un momento se le ha pasado por la cabeza intentar
cambiar de tema aprovechando que unos piraguistas se acercan por la orilla en la que se
encuentran, pues se da cuenta de que el París de Michel no es un París lejano ni ajeno a su
mundo anterior, sino otro rincón de Euskal Herria, algún trocito de ella que viajó aquí y se
avino a compartir la historia de la gran ciudad, a 10 horas de coche en el espacio, pero a
segundos escasos en las conexiones neuronales de su amante. Ya en otra ocasión éste le
demostró un conocimiento más que regular de los problemas vascos y de sus ciudades y
pueblos y piensa ahora que va a ser imposible mantenerle al márgen de la verdad.
 Además, nos puede salir muy barato si vamos a tu casa en Bilbao. O a la de tía
Roseline, si nos decidimos a pedírsela –Michel, implacable.
El silencio sólido se transforma en líquido.
 Michel, querido, escucha con atención ... No podemos ir a Euskadi y no puedo
decirte ahora porqué. No sé incluso si podré decírtelo nunca.
Miren, igual que hicieron con tía Roseline, discurre que va a ser mucho mejor tener a
Michel como aliado protector que como impenitente espada que pincha en hueso. Pero no
se decide a contarle nada antes de obtener la aprobación de Lurdes. “En esto estamos las
dos inseparablemente juntas”, piensa, antes de tomar la decisión por su cuenta.
54
Michel tarda en responder.
 Lo que no puedes evitar, Miren, es que haga especulaciones e indagaciones por mi
parte.
 Te pido, en todo caso, que no las participes con nadie. Por favor, Michel, te lo pido
por favor.
 Descuida, amor mío. Será como tú quieras.
55
Lunes, 28 de noviembre de 2005
París
Miren no ha perdido, por cambiar de nombre, de ciudad y de look, sus hábitos
madrugadores. Es ella quien se encarga, cuando no pasa la noche con Michel, de salir
temprano a por la baguette y el Le Monde. Hoy no comprará estos dos imprescindibles
objetos de consumo diario en el 8 à Huit más cercano, sino en la más próxima de las
múltiples Boulangerie-Patisseries de la Avenue du Château, pues quiere obsequiar a su
golosa amiga con uno de esos croissants que tanto le gustan. Quiere tenerla en buena
disposición cuando le cuente que no ha tenido otro remedio que confesarle a Michel, no el
secreto que comparten ellas dos, pero sí que lo hay.
Luego, una vez desayunadas, calzan sus zapatillas de trekking, visten sus forros polares,
pues el día está nublado y fresco, y se disponen a hacer kilómetros por París, como la
mayoría de los días de estas dos primeras semanas.
Las boulangeries de la animada avenida Achille Peretti están hace tiempo abiertas, lo
mismo que las pescaderías, las carnicerías y los comercios de frutas y verduras, a los que se
unen las cafeterías, algunas brasseries y los bancos, entre ellos el Crédit Lyonnais donde
Miren y Lurdes han abierto sus cuentas y depositado sus valores. Pero no así las boutiques,
ni las pharmacies, ni los restaurantes, ni los demás establecimientos al público que pueblan
la hermosa calle, que esperan horas más comerciales para abrir sus puertas. Pasan luego por
la preciosa iglesia de St. Pierre, y su bella torre perfectamente enmarcada en el arbolado de
la plaza Curchill les invita a hacer una primera visita de su interior.
 Mira, ahí es donde vive Madame Dubois, mi profa de francés –dice Lurdes
señalando un portal cuando salen de la iglesia.
El francés de Lurdes no tiene el nivel del de Miren, así que ha decidido tomar clases
particulares de una profesora de 52 años, con la que está muy contenta, que vive a 15
minutos de la casa. Tiene una habitación insonorizada para hacer prácticas fonéticas y
chismes informáticos y multimedia como si fuera una academia de lenguas. A cambio,
cobra lo suyo. Pero Lurdes espera que en 4 o 5 meses pueda alcanzar un alto nivel, siempre
que trabaje diariamente la conversación y las dudas con Madame Dubois y practique ella en
su casa con su portátil y los elementos multimedia que le ha añadido, siguiendo los
programas de aprendizaje que su profesora le ha prestado en formato DVD. Es su trabajo de
las tardes, mientras que el de Miren es mantener incandescente su enamoramiento con
Michel.
 ¡Tengo unas ganas de que nos instalen el ADSL ...! –prosigue luego la misma
Lurdes.
 Yo también, desde luego. Pero no me voy a pasar todo el tiempo conectada a El
Correo Digital o a Gara. Creo que, si queremos movernos con soltura por París, nos
56
conviene desembarazarnos un poco de nuestra historia, alejarnos un poco de la
realidad vasca.
Miren advierte a su amiga contra la acumulación de pensamiento en exceso polarizado
hacia su patria. Teme que su amiga se pase las horas conectada a las webs de los periódicos
vascos.
 Pues bien que compras El País.
 Compramos El País –aclara Miren- Y leemos El País. Las dos. Tú lo haces tanto o
más que yo, Lurdes. Pero me preocupa un poco que te sientas tan nostálgica. Eso
puede derivar en una especie de obsesión.
 Como la tuya por Michel.
La respuesta ha sido intempestiva. Miren calla, dolida por la reacción de su amiga. ¿Qué le
pasa?, piensa. ¿Será que está celosa? ¿A ella también le gusta Michel? Pero se sobrepone.
 Si, estoy como una adolescente, es la verdad. Como un flan. Pero eso no me impide
preocuparme por tí. Te veo triste, Lurdes.
 Perdona, Miren. No tengo ningún derecho a poner obstáculos a tu felicidad. Es que
me siento fuera de juego y no sé cómo entrar en él.
 ¿Fuera de juego? Yo soy la misma de siempre, Lurdes, estoy contigo en todo. Y no
nos podemos quejar de cómo nos está recibiendo París. ¿No te lo pasaste bien el
sábado en Senlis?
 No es eso. Si, me lo pasé bien. André y Vivienne son encantadores y Madeleine es
una mujer muy cálida. No es eso. No tengo sino motivos de agradecimiento y, sin
embargo ...
 ¿Qué es, entonces? ¿Se trata de Pierre?
 No, tampoco, aunque no me importaría tener una aventura con él. Lo malo es que
tiene novio. Pero no, no es eso.
 ¿Qué es?
El caminar les ha llevado a atravesar el Périférique hacia dentro, sobrepasar la trasera del
gran Palacio de Congresos de la Porte Maillot y adentrarse en la avenue des Ternes. Hasta
cinco veces conseguirán divisar a lo lejos el Arco de Triunfo, al cruzar las rectas avenidas
que llegan a la Place de l’Etoile por su flanco norte.
 He dicho mal. No me siento fuera de juego, sino fuera de mí. Y es porque una parte
de mí ha quedado en Euskal Herria. Estoy como rota. Me entran dudas de si hicimos
bien. Tal vez no merece la pena vivir partida. Tal vez hubiera sido mejor arriesgarse
a morir, pero permaneciendo entera.
Ahora que aminoran el paso en las centelleantes de colores floristerías de la Place des
Ternes, ahora que caminan entre hermosas calles, armónicas fachadas y bellas perspectivas,
ahora que tienen el Arco de Triunfo perfectamente alineado a lo lejos, visto por uno de sus
costados, ahora que el paseo no deja de proponerles el sereno ambiente del urbanismo y de
la arquitectura parisina, Miren siente necesidad de transmitirle a su amiga sus propias
emociones y decirle cuán bella es la vida. “Podemos hacernos con una biografía completa
completa en esta generosa ciudad”, se siente impelida a soltar, pero comprende que el gran
57
foso entre sus sentimientos y los de su amiga haría de la frase un vacío que ningún puente
podría sobrepasar. Tampoco puede proponer, una vez más, que la vida es un valor que
merece algún sacrificio, pues es precisamente lo que su amiga ha puesto en cuestión. Opta
entonces por el silencio, a la espera de que Lurdes continúe.
 Pero hay que apechugar con las decisiones que se toman, ¿no es eso? –Lurdes se lo
dice todo a sí misma-. Sé que tengo que sobreponerme y ser capaz de sumergirme
en las nuevas circunstancias con todas sus consecuencias. Para eso me ayudaría,
creo yo, comenzar a trabajar, ocupar, más que el tiempo, mi interés, actuar tras unos
objetivos. Pero no estamos haciendo nada.
 Si hemos hecho mucho, Lurdes, sé justa. Hemos contactado con un grupo de
personas que, probablemente, no sólo nos puedan ayudar en una ciudad
desconocida, sino con las que incluso podamos implicarnos en proyectos conjuntos,
ya que trabajan en el campo que hemos elegido, en principio, como el que más nos
interesa. Ayer hizo exactamente dos semanas que llegamos a París, Lurdes, por
favor, ten paciencia y dále tiempo al tiempo. Además, no sólo es trabajo lo que
tenemos conseguir, sino un entorno afectivo de relaciones personales y el que
estamos encontrando creo que es más que satisfactorio. ¿Quién iba a decirnos que
en 15 días estaríamos haciendo excursiones agradables con amigos agradables?
Además, estamos haciendo otra cosa: conocer París, que no es moco de pavo.
Miren termina desplegando su brazo y haciéndolo girar una vuelta entera para señalar todo
lo que tienen a la vista, pues van a entrar en el Boulevard Haussmann tras dejar la rue de
Faubourg St. Honoré, y la plaza da de sí suficientes perspectivas, hasta 6 calles, como para
darle un recorrido circular a la mirada.
Lurdes sabe que su amiga tiene razón. Además, debería alegrarse de verla tan contenta. A
las dos nos va bien, se dice, y a ella más que bien. “Qué fácilmente ha olvidado a Jazinto”,
no puede evitar pensar, aunque trata de rectificar inmediatamente su mal pensamiento. No,
ella es así, como una mariposa de flor en flor, de hombre en hombre, de país en país. ¿O
no? Tal vez es que todos los hombres y todos los países los integra en una estructura que
los engloba ...
 Lurdes, no sé por qué me he acordado de Jazinto. Yo también me quedé como vacía,
triste y nostálgica por su ausencia irremediable. De nuevo me ha venido a la cabeza
la solución que nos habíamos autopropuesto él y yo para un caso como el que tuve
que afrontar, en contraposición a la propuesta bien distinta de la tía Roseline, que
ella pone en práctica con su adorado Eduardo. Por tanto, creo que tengo que
rectificar el consejo que te he dado, como yo rectifiqué en el caso de Jazinto. No es
que tengas que olvidar Euskal Herria, sino que has de hacer para que su recuerdo, y
su realidad vivida desde lejos, te ayuden a centrarte mejor en tu nuevo presente.
Estimar que los recuerdos no son rémoras, ni las realidades vividas de lejos son
obstáculos para el presente y para lo real, ni tampoco el pasado es un estorbo para el
futuro, si se saben tratar como es debido.
Lurdes se ha asombrado de que Miren cite a Jazinto justo en el momento en que ella le
recriminaba interiormente que no se acordara de él. ¡Qué injusta soy!, ha pensado. Pero
ahora debe atender a la idea que le transmite su amiga.
58
 ¿Y cómo se hace eso? ¿Cómo consigo yo que mi alma dividida entre mi país hasta
ayer y mi realidad actual, se complementen y refuercen el uno al otro?
 No lo sé. Pero para eso tenemos eso que se llama inteligencia, ¿no? Supongo que
intentar poner un poco de racionalidad y de orden en las cosas que uno hace y que
uno siente puede ayudar a coordinarlas. Pues de eso se trata, ¿no?, de coordinar
aquello y esto, ¿no?
No es la primera vez que Lurdes se ve pensando que su amiga, tan sentimentalmente
exuberante, tiene, en realidad, un espíritu racionalista y una mente comprensiva capaz de
asimilar la realidad, estructurándola con inteligente serenidad. Siente ahora un destello de
admiración por ella, en el momento en que entran en un edificio de Maison Lafayette, uno
enteramente dedicado a artículos del hogar de las famosas Galerias. Miren se ha empeñado
en regalarle una taza de desayuno para sustituir a la que ayer se le cayó de las manos: su
famosa taza, una Bidasoa antigua que heredó de su madre, que formaba parte de sus
recuerdos infantiles y juveniles en Erandio y que siempre le había acompañado allá por
donde su vida ha transcurrido.
 ¿Ves? -le dice Miren tras pasar una buena hora hasta decidirse por una “muy
parisina” taza de desayuno de fina porcelana-, no se trata de llorar eternamente por
haber perdido tu taza, sino de hacerte con otra a la que llegarás a tomar también
cariño, eso sí, sin olvidar la anterior. Si llegas a hacer tuya esta nueva taza, tanto
más seguirás manteniendo el cariño por tu antigua. Y recíprocamente, porque
amaste tu taza supongo que querrás seguir amando esta otra. Se sustituye el uso de
la taza, una por otra, pero no el amor, que se suma, uno singular más otro distinto. O
a lo mejor no se suma, sino que, en el fondo, es el mismo amor a distintas cosas o
distintas personas ...
 Calla, cameladora. Que tus ideas suenan a zalamerías. Pero, gracias por el regalo. Es
una taza preciosa. La querré, ya que te empeñas tanto. La querré, te lo prometo.
¿Qué te parece descansar un poco ahora?
Tras más de 6 kilómetros de caminar es hora de tomarse un segundo cafecito sentadas en la
cafetería del gran almacén. Tienen a la vista la imponente mole trasera del gran edificio de
la ópera y Miren no puede dejar de admirar como traba la suntuosa construcción con las
alineaciones de bellas casas que le llegan en todas direcciones y a todos los costados.
L’Opéra no es sólo un hermosísimo edificio sino un punto de encuentro y un organizador
urbanístico de primer orden, piensa. Tras el café, Miren y Lurdes proseguirán su
peregrinaje por el centro chic de París: rue de la Paix camino de la excelsa Place Vendôme,
vuelta por Casanova a la Place du Marché St. Honoré, donde ya empiezan a poblarse los
centenares de restaurantes de todos los estilos que se extienden por los alrededores, bajarán
luego al Palais Royal y a su plaza y jardines fantásticos, otro punto que Miren no deja pasar
nunca, donde el tímido sol que se ha abierto paso entre las nubes es aprovechado al límite
por una numerosa clientela que se ha instalado con sus bocadillos y comidas de plástico en
los bancos y en las pelouses, al lado de las fuentes y estanques. Prosiguen luego hacia la
Bourse du Comerce y a Saint Eustaque, la extraña y bella iglesia semigótica y
semirenacentista, merodean un poco por Les Halles y, como el sol parece que resiste,
deciden ellas también hacerse con un bocadillo y liquidarlo sentadas en un banco del Jardín
des Roses.
59
Miren está contenta porque ha conseguido cambiar el tono vital de su amiga, que ahora se
muestra más animada. Pero está preocupada. No sabe como soltarle ahora lo de que Michel
sabe que hay gato encerrado en las historias de ellas dos. Más todavía. Ha decidido que lo
mejor es contárselo todo y pedirle que les proteja frente a los demás, pues de otra manera
podria empezar a indagar y a comentar con sus amigos sus sospechas, consiguiendo que se
generalicen entre todos. Pero necesita contar con la aprobación de Lurdes y no ve la manera
de abordar el tema.
Seguirán paseando hasta el Pompidou, bajarán luego al Hotel de Ville y a Notre Dâme,
callejearán por la zona de Maubert, harán una visita rápida a St Julien le Pauvre y a St.
Séverin, bajarán por St. Jacques, admirarán las perspectivas que ofrece la Sorbona y el
Panteón y dirigirán sus pasos finalmente al Jardín de Luxembourg, donde conseguirán un
par de sillas frente al Palacio, al sol y al lado del estanque.
 Lurdes, te tengo que contar una cosa importante.
 ...
 Michel sabe que nuestras historias no son ciertas. Ayer se empeñó en organizar una
excursión de todos a Bilbao. Fue tal su insistencia que no tuve otro remedio que
decirle que nosotras no podemos ir al País Vasco, aunque no podía explicarle por
qué.
 Y no pudiste decirle que no te apetecía, por ejemplo.
 Lurdes. Estoy enamorada de Mich, compréndelo. No me da la cabeza para
engañarlo sistemáticamente. Además, resulta que nada me apetecería más que viajar
a nuestra tierra con nuestros nuevos amigos. Y él, insistió tanto ... Ni se me ocurrió
eso que me dices, la verdad. Al revés, tuve qué luchar conmigo misma para no
decirle que sí, que estupendo.
 Bien, lo comprendo. Y ¿qué hacemos ahora?
 Ese es el caso, pues no podemos evitar que él indague. Le pedí expresamente que no
cuente a nadie sus sospechas y me lo prometió, pero él va a seguir especulando y
rastreando. Y ya sabes lo enterado que está de todo lo que sucede en Euskadi. Me
temo que, al final, dé con la verdad, o la ronde de cerca.
 Bien, ¿qué opinas?
 Yo creo que le deberíamos contar toda la verdad y apelar a su amistad, a su
discreción y a su protección, como hicimos con tía Roseline y que tan bien resultó.
 Está bien, eso haremos –responde Lurdes con prontitud-. Pero déjame que se lo
digamos las dos juntas.
 De acuerdo –asombrada Miren de que haya aceptado la idea tan rápidamente.
 ¿Has quedado con él, cuándo?
 Mañana, en La Place Vauban de Les Invalides.
 Pues avísale que voy yo también, para que no se lleve un desengaño, el pobre.
 Conforme.
 Una cosa, Miren. Ya que os voy a estropear la tarde para vuestros amores
deberíamos aprovechar para hablar de trabajo y de la idea que él sugirió el sábado,
en Senlis.
Lurdes se refiere a un comentario de pasada que Michel hizo, hablando en el entorno de su
trabajo, en el sentido de la necesidad de una empresa que se dedicara a conectar empresas.
60
Y Miren tiene que dar su aprobación también a esta petición de su amiga, aunque no está
muy segura de si conviene acelerar la situación. “Pero, sea por la amistad”, reflexiona,
llamaré a Mich para decirle todo esto y que prepare su cabeza. No sé cómo le va a sentar
que le forcemos. Espero que bien. En el fondo, fue él el que soltó la idea el otro día.
 Venga, me quedan 2 horitas hasta mi clase de francés. Vamos a aprovechar mi
última hora de paseo para tomar una cervecita en St. Germain.
Es lo que hacen. Allí, tras pagar una fortuna por la consumición, Lurdes tomará el metro
para Neuilly y su clase de francés, mientras Miren prefiere seguir escudriñando París a pié,
entre tanto da vueltas a su cabeza y tras de comunicar por móvil con Michel y proponerle
las cosas que han pactado ella y Lurdes.
Seguirá deambulando por Las Tullerías, tras asomarse al esplendor del Louvre, y se llegará
a la Place de la Concorde, el marco donde Jazinto le dijo, hace ya más de 20 años, tras una
discusión sin importancia:
 Quiero unirme a tu alma, Begotxu.
 Y ¿cómo lo harás?
 Poniendo mi corazón junto al tuyo. De la misma manera que en esta plaza se
concilian todos los distintos elementos.
 Los elementos de mi alma son sencillos y yo una mujer pequeña.
 Módulos cristalinos sí, pero pequeña, no, Begoña. Tú eres formidable.
Desde entonces no puede dejar de sentir un escalofrío al palpar el difícil concierto
urbanístico en la Plaza de la Concordia que nunca que viene a París deja de visitar. La
misma concordia con la que Jazinto intentó siempre adherirse a ella, “sin que yo permitiera
nunca la conciliación completa”, piensa.
Jazinto y Michel, qué parecidos y qué distintos sois. ¿Haré contigo lo mismo, Mich?
¿Mantendré, en el fondo por un prurito de libertad para el placer, como hice con Jazinto,
empañados lo que él llamó mis módulos cristalinos, impidiendo que conquistara la
concordia completa que deseaba conmigo?
Miren mira extasiada la portada de la Madeleine descubriéndose al fondo de la rue Royale,
enmarcada por los extraordinarios, severos, monumentales y ligeros edificios de la Marine
y de Crillon.
Para Jazinto la Armonía era Concordia, establece Miren. Eso lo aprendí bien aunque no sé
si lo practiqué. Jazinto mío, mereciste mucho más de lo que te dí.
61
Martes, 29 de Noviembre de 2004
París
Muy intrigado quedó Michel cuando ayer Miren le propuso la cita de los tres, ya que
“Lurdes y yo te tenemos que hablar de un asunto importante”. Y sorprendido cuando
añadió: “Otra cosa, Mich. Ya sabes que Lurdes está nerviosa con el asunto del trabajo.
También quiere hablar de ese tema. ¿Estás dispuesto?”. Michel respondió, tras pensarlo,
afirmativamente. Sin embargo, al de unos minutos volvió a usar el móvil.
 Oye, Miren, ¿podríamos quedar en La Défense, en vez de en Les Invalides? Os
invito yo a comer.
 ¿Cómo así en La Défense?
 Manías mías, ya os contaré. Eso sí, tiene que ser un poco tarde, sobre las dos y
media, antes no puedo llegar. ¿O.k.?
 O.k. Donde tú quieras y a la hora que quieras, pero cada cual paga lo suyo. ¿O.k.?
Hoy escucha atentamente el relato de Miren y Lurdes, o de Lurdes y Miren, sobre las
verdaderas razones de su estancia en París. Al principio las explicaciones fluyen con
precauciones, luego lo hacen incluso atropellándose la una a la otra. “Qué par de mujeres”,
piensa, pero su dificultad para dar coba a nadie le impide expresar sus sentimientos de
admiración. Lo único que se le ocurre es interpelar, con socarronería.
 De modo que tú, Lurdes o Edurne, eras una de esas abertzales temibles que
conseguíais tener acojonados a todos los vascos, ¡eh! Y tú, Miren o Begoña, una de
esas izquierdistas divinas que les hacíais la cama, ¡eh!
 Perdona, Michel, pero mi forma de hacerles la cama, como tú dices, era militando
en plataformas pacifistas que son las que han ido minando buena parte de la base
ideológica de la violencia etarra, por un lado, y aglutinando la contestación, por
otro. Y, si no lo crees, que te lo diga Lurdes, que lo ha visto desde el otro lado de la
barrera.
Edurne espera su turno con su antigua mala baba.
 ¿Y tú, Michel, qué has sido, guapo? ¿Acaso no tienes nada de lo que arrepentirte?
 Tengo de lo que arrepentirme, sí, pero no huevos para hacerlo –iba a decir “como
tú”, pero le ha resultado imposible -. Bien –continúa, sobreponiéndose al varapalo
de las dos mujeres en contestación a su inoportuno sarcasmo-, ¿qué quereis de mí?
 Protección y discreción. Que esto quede entre nosotros, para siempre. Que nos
ayudes a mantener nuestras mentiras si alguien las pone en duda, excepto con tía
Roseline, se sobreentiende. Y espero que nada más, pues confío en que no seamos
descubiertas nunca.
62
 Podéis contar con todo eso. Y no dudéis de pedirme lo que sea, si lo necesitáis.
¿Quién sabe? Estoy a vuestra entera disposición, para este asunto. No hablo euskera
pero si chapurreo el español, como sabeis. Tomarlo en cuenta, por si en algún
momento os conviene que haga alguna gestión en vuestro país.
Están sentados de sobremesa en un caro, elegante y moderno restaurante del Jardín Valmy,
en el sector 7 del gran barrio de negocios, en una zona de las más espectaculares,
disfrutando de una terraza exterior bajo una estufa, con el cielo azul enmarcado por un
torrente circular de alabeados cristales azules, tras los que aparece, proyectado a lo alto, el
enorme fuste azul del gran edificio de la Société Générale. Michel, una vez que ha digerido
el impacto de las confesiones de las dos mujeres, tras prometer eterno silencio y ofrecer su
amistad y su protección, les pregunta:
 ¿Sabéis porqué os he citado aquí, en la Défense?
 Supongo que porque te gusta.
 Me gusta, desde luego. Pero, además, me parece un marco adecuado para hablar del
proyecto que ronda mi cabeza desde hace algún tiempo y que se ha reactivado desde
que habéis aterrizado vosotras por París. Le doy vueltas a la idea de montar una
empresa mundial, quiero decir, una asociación de personas ordenadas hacia un fìn
en el ámbito mundial, que se medirá en términos económicos. Y ese carácter
mundial, ese procedimiento asociativo y esa naturaleza económica se expresan muy
bien aquí, en La Défense.
 Se medirá en términos económicos. ¿Qué significa eso?, ¿la motivación será el afán
de lucro?
 No necesariamente, pero sí significa que la evaluación será en términos económicos,
de facturación y de cuenta de resultados que habremos de pretender engordar como
prueba de que se avanza en el sentido del fin de la empresa.
 ¿Y cuál es ese fin?
 Vamos a hablarlo dando un paseo por estos prodigios.
A Michel el huraño se le ha soltado la lengua y muestra un perfil casi soñador. Habla del
corazón que late bajo los reflejos azules del cristal y los destellos blancos de la Grande
Arche, del ritmo del sol, mañana, mediodía, tarde y noche, que todavía rige los horarios de
trabajo y los de los turistas, y lo contrapone a los ritmos de la modernidad económica que
palpitan segundo a segundo, en tiempo real, y que lo hacen sobre el mundo al completo.
Detiene su verborrea de pronto. La sorpresa de Miren y de Lurdes ante tanta locuacidad las
mantiene calladas sin preguntar de qué va el rollo, mientras le miran con extrañeza. Michel,
por tanto, tiene la oportunidad de provocar un silencio teatral y de preguntar, cambiando de
tercio:
 Perdona, Lurdes. Tú no has dicho nada. A ti, ¿te gusta La Défense?
 Si, pero da escalofríos.
 Habrás de sobreponerte a ellos si hemos de trabajar juntos. Yo no voy a pedir una
excedencia en la UNESCO por dos años, si las personas con las que he de colaborar
tienen miedo del motor económico. Estoy pensando en hacer una fuerte apuesta en
mi vida y en ese momento llegáis vosotras, con ganas de trabajar en Cooperación
Internacional y necesidad de que el trabajo os proporcione remuneración y regule un
63









poco vuestras vidas. Sois para mi una gran oportunidad, pero tambien un gran
riesgo, pues no os conozco suficiente.
Tú también eres un riesgo para nosotras –interviene Miren.
Yo puedo y sé trabajar duro, si es a lo que te refieres, pero odio la avaricia y la
ambición económica como única fuente de motivación –Lurdes.
Soy un riesgo para vosotras y sobre todo para mí mismo. Precisamente por eso estoy
pensando en la posibilidad de compartir riesgos y recursos con vosotras, si se dan
ciertas condiciones.
¿Una identificación con La Défense? –pregunta Lurdes.
Sí. En el sentido de acordar que habremos de aprovechar le energía económica de
las sociedades modernas involucrándonos en ella, como una buena forma, quizás la
mejor, de ordenarla hacia donde queramos.
¿Y qué queremos, Michel, habla ya?
Espera un momento, Miren. Antes he de aclararme con Lurdes. Odias la avaricia y
la ambición económica, has dicho. Supongo que te refieres a la avaricia individual,
de las personas concretas, porque también hay una avaricia y unas ambiciones
económicas de las sociedades, de las empresas, de los pueblos, de las naciones ...
Las odias, bien, tú sabrás porqué. Sin embargo, tal vez no odies tanto el privilegio
económico del que goza tu rico país en el contexto español a cuenta del Concierto
Económico, fruto de una avaricia e insolidaridad colectiva. Pero dejémos eso.
¿Estás dispuesta a que no te dé escalofríos la avaricia humana cada vez que tengas
que apoyarte en ella? Es decir, ¿estás dispuesta a conceder a la ambición económica
una gran capacidad de generación de energía humana socialmente aprovechable?
¿Estás dispuesta, si quieres que te lo plantee así, a amar al ser humano tal como es y
no tal como quisieras que fuera?
Habrás de convencerme de que es necesario. No quiero engañarte. No lo veo.
Bien, esperaremos entonces a tu veredicto cuando hablemos más en concreto.
Michel irá desgranando a lo largo del paseo los detalles más sigificativos de la idea que
propone poner en práctica. Expone su teoría de que una de los motores fundamentales del
desarrollo es la capacidad de las personas para cooperar, en las mil distintas formas que esta
cooperación se presenta, desde la concentración capitalista hasta la cooperación
propiamente dicha. Estima que se está produciendo el fenómeno de que las empresas
comprenden cada vez mejor la necesidad de colaborar. Y, que, por tanto, ahí hay una
posibilidad de negocio, “siempre que hay necesidad la hay”. Estima también que una de las
claves del subdesarrollo es precisamente el subdesarrollo de la cooperación en estas
sociedades. Pone varios ejemplos, desde la propia Défense, “un claro exponente de la
cooperación entre la Administración parisina y francesa, las grandes empresas y las de éstas
entre sí”, hasta el de la China actual cuyos éxitos dependen de la cooperación entre el poder
político y los poderes económicos, así como de la colaboración entre estos, pasando por la
descoordinación económica en Nigeria, como contraejemplo, un país con petróleo
abundante, pero donde la cooperación adquiere las formas más primitivas de la
espontaneidad, simplemente obligada por las circunstancias y no estructuralmente
implementada.
Miren y Lurdes empiezan a tomar conciencia de lo que se les viene encima, varias horas de
escucha. Michel es una persona poco habladora hasta que coge cuerda. Hoy está con pilas
recién puestas. Lurdes escucha atenta y Miren, a pesar de la confianza que ya han tomado
en otros aspectos de su relación, sólo se atreve a dar prisa de vez en cuando con un
64
 ¿Y ????
Y que desde su trabajo en el programa IFAP de la UNESCO tiene oportunidad de apoyar la
cooperación entre estados y administraciones, pero muy poca para fomentar la colaboración
entre empresas, que cree fundamental para el desarrollo de los países más desgraciados.
Explica entonces que la cooperación entre empresas avanza en el mundo, que la UE la
fomenta en Europa, que adopta forma de red más o menos informal, que se forman redes
empresariales de suministradores, para mantener precios, o de compradores, para
abaratarlos, redes de productores, redes de clientes, coaliciones singulares, redes de
cooperación tecnológica, redes de apoyo financiero, etc. Que es una manera cada vez más
necesaria de compartir riesgos y recursos, beneficios y aventuras, en el mundo globalizado,
una forma de eludir la confrontación mercantil intrared precisamente para aunar fuerzas con
objeto de poderla afrontar con mayores garantías en el nuevo marco mundial.
 ¿Y ????
Y que los países subdesarrollados tienen un déficit tremendo en el acceso a estas redes. Y
que él quiere montar una empresa cuyo objetivo sea fomentar la cooperación entre
empresas en el mundo, especializada en particular en la cooperación en redes Norte-Sur y
Sur-Sur, de las cuales formen parte, en todo caso, empresas de los países más desgraciados
junto a las de los desarrollados.
 ¿Y cómo se vende eso a las empresas?.
 Por el doble beneficio que puede reportar. De un lado la propia cooperación, y de
otro, la imagen de prestigio social que impulsa una empresa cuando muestra su
sensibilidad ante los problemas del mundo, debido al valor de la solidaridad, valor
simbólico que se puede incluso cuantificar económicamente.
 ¿Y qué ofrecería nuestra empresa a las empresas?.
Michel explica entonces que la cooperación mundial entre empresas se produce de muy
diversas formas, pero que hay tres muy necesarias que muestran un desarrollo escaso, tanto
menor en los países pobres: la cooperación para compartir trabajadores, las relaciones por
Internet y las relaciones personales. Las empresas se esfuerzan poco por mantener a sus
trabajadores y han de ser estos los que defiendan sus puestos de trabajo, pero si los
empresarios pudieran colocar temporal o definitivamente sus excesos de plantilla en otras
empresas con las que colaboran, tal vez se mantendría mejor el empleo, eso sí, a costa de
movilidad. Por otra parte, las empresas gastan dinero en hacer sus Webs y promocionarse
por la Red, pero, por el contrario, las redes de empresas apenas se expresan en Internet. Por
su parte, las relaciones personales son completamente necesarias en toda cooperación, son
las que afianzan y confirman el sentimiento de confianza entre las partes cooperantes, el
sentimiento de deuda de unas con otras, la incitación a pensar en términos de beneficio del
otro y no sólo del mío. Pero son extremadamente difíciles de que se desarrollen en
contextos mundiales pues necesitan la cercanía local. Lo que sí podemos aspirar, explica
Michel, es a establecer un servicio de intermediación personal, una red mundial de
intermediadores.
 Una red mundial de intermediadores.
 Sí, no intermediarios, sino intermediadores. Que ejerzan la intermediación y que la
promuevan, ambas cosas.
65
Web de redes de empresas, libre circulación de la información, colaboración en
suministros, producción, venta, tecnología, trabajo, capital, etc, red de intermediadores, ...
Michel se explaya sin límite.
 Eso ofreceremos. Un lugar donde las empresas puedan buscar y encontrar lo que
necesiten en otras empresas. Ese será nuestro activo.
 ¡Ufff!. ¿Sólo eso?
 Sólo eso y lo que se nos vaya ocurriendo entre todos.
Dos años para montarlo, pide. No hace falta una gran inversión material, pero sí una gran
inversión en trabajo. Una pequeña oficina con un potente servidor desde donde centralizar
el trabajo. Centenares, miles de intermediadores entre miles de empresas a las que
suministraremos los recursos informáticos y comunicacionales para organizar sus redes.
 ¡Para el carro, por favor!
Pero la inercia es más poderosa. Que André puede suministrar contactos e informaciones
sobre empresas y administraciones en todo el mundo, que Vivienne sobre los países de la
OCDE y las formas de ayuda a los países en desarrollo, que Jacques sabe mucho de
empresas industriales en todas partes el globo, cercano por tanto a los problemas de la
producción, que Madeleine, Pierre y él mismo, conocen los entresijos de la UNESCO, y eso
quiere decir los entresijos del mundo en temas como la información y la formación, la
tecnología y la investigación. Que Madeleine, además, trabajó también en la OCDE. Y que
Pierre, por añadidura, sabe mucho de informática y telecomunicación, un experto en TIC 15.
Que vosotras dos sabéis español, inglés y francés, tres idiomas absolutamente necesarios
para este empeño, aunque no los únicos, y que afirmáis que sois buenas trabajadoras. Que
incluso el euskera nos puede servir, ya que el Gobierno Vasco no se porta mal en el tema de
la Cooperación Internacional. Perdón –rectifica-, por desgracia no podemos utilizar el
euskera de Lurdes en el País Vasco, así que nada.
 Si estáis dispuestas a hacer una fuerte inversión en trabajo es parte de lo que más se
necesita.
 ¿Qué forma le daríamos a la empresa?
No es prudente que preguntes, Miren. Es la gasolina que necesita el motor imparable de la
imaginación de Michel.
Que la que queramos, pero que es fuertemente partidario de la fórmula cooperativa, que eso
lo aprendió de los vascos. Que son vuestras cooperativas y vuestras SALes las que
consiguieron que la crisis económica no os llevara a la ruina. Que todos los trabajadores
que participen habrían de comprometerse también con el capital. Que la fórmula de
sociedad anónima le parece atrasada, que eso de dividir y separar capital y trabajo es, cada
vez más, un problema. Que es verdad que desde el punto de vista del trabajo es muy
cómodo y desde el punto de vista del capital la separación le concede mayor libertad
económica para invertir, para comprar y para vender. Que es coherente, por tanto, que
15
TIC: Tecnologías de la Información y la Comunicación.
66
defiendan la separación tanto capitalistas y financieros como trabajadores, pero no más
eficaz. Que la idea de ONG, por otra parte, le parece una especie rara. Que divide a los
agentes entre trabajadores burócratas a sueldo, igualito que en una empresa capitalista, y
miembros asociados que se mueven en el terreno estupendo del voluntarismo, pero también
en el peligroso de la utopía ética y estética, que al final no es raro que tienda a no ser ni lo
uno ni lo otro, sino un lugar para lavar conciencias. Que sería bueno, para una empresa que
ha de presentarse ante las empresas y las administraciones como adalid de la cooperación
empresarial para el desarrollo, que fuera una organización con marchamo de ONGD global,
una Greenpeace de la Cooperación Empresarial. Que ese título facilitaría el uso publicitario
que esperamos hagan nuestros clientes de nosotros. Pero que lo eficaz sería una cooperativa
en la que todos comprometiéramos nuestro trabajo y nuestro dinero por la propia naturaleza
de nuestra vinculación a la empresa. Que, por tanto, habría que inventar una especie
cooperativa con apariencia de ONGD, tal que vincule a todos sus agentes no sólo por su
participación en el capital y el trabajo, sino también en el fin o el Ideario. Una cooperativa
de producción asentada en un ideario de ONGD.
 Además, a una ONGD le será más fácil obtener subvenciones, ¿no?
 Fíjate, Miren. Yo preferiría que no. Crean más vicios que alientan virtudes. Yo
quiero preocuparme por elevar la cuenta de resultados antes que por obtener la
subvención para mantenerme a mí. Si me la juego, me la juego, no quiero buscar
subterfugios, que luego son las trampas para el irresponsable que todos llevamos
dentro. Por otra parte, no se necesitan grandes inversiones iniciales y todos los que
participaríamos, en principio, tenemos ahorros, somos gente adulta y bien colocada.
Yo pido dos años, financiación para trabajar durante dos años. Yo ya la tengo para
mí, como último recurso, y creo que también vosotras.
 Tal vez, pero bajando el tren de vida que lleváis vosotros.
 Tal vez, sí.
Lurdes no ha abierto la boca, Michel le mira y pregunta:
 ¿Entonces, Lurdes, qué puedes decir?
 Miren es una mujer con una gran simpatía personal, belleza y una gran capacidad de
empatía para las relaciones personales. Además, sabe de informática. Yo, en
cambio, soy una principiante y no tengo esas cualidades personales. Eso sí, domino
el inglés. En todo caso, repito, soy una buena trabajadora. Habré de aprender a
sonreir –responde de forma indirecta Lurdes, haciendo una mueca de resignación y
de conformidad-. ¿Habrá que viajar mucho, no es eso?
 Muchísimo –corrobora Michel-. Ese va a ser uno de los gastos fundamentales.
“¿Qué pensaría Jazinto de esto?”, se pregunta Miren. ”Cuánta falta me haces ahora,
paralelepípedo”. ¿Qué he de hacer? Todavía Michel no te ha sustituido, Jazinto. Echo en
falta aquella confianza y seguridad que tú me proporcionabas en las cuestiones vitales e
ideológicas. Tal vez algún día encuentre eso también en este nuevo hombre que me he
echado a los hombros.
Cuando, tras dejar a Michel camino de su casa de Bercy, Miren y Lurdes cenan una
ensalada y un poco de fruta en la casa de Neuilly, ésta última dice:
 Me pregunto qué opinaría Jazinto de esta propuesta de Michel.
67
 Ya somos dos, Lurdes –responde Miren, tomándole cariñosamente una mano –. Ya
somos dos las que pensamos en él.
Ninguna de las dos mujeres puede evitar el escalofrío que les recorre todo el espinazo.
¿Dónde se van a meter?
Si al menos estuviera Jazinto ...
68
Lunes, 5 de diciembre de 2005
París
e-mail de tía Roseline :
Queridas Miren y Lurdes:
La lectura de vuestro correo me ha proporcionado uno de los momentos más felices de mi
vida actual. Habéis dado satisfacción a cuanto deseaba. Las tres personas que más quiero
unidas en un mismo proyecto. Y un proyecto que tal vez pueda ser útil en este mundo
injusto. No puedo pedir más.
Mi vida sigue sus pasos tranquilos. El Eduardo que guardo en mi corazón me anima a
seguir escribiendo poemas y yo le sigo haciendo caso. Mi euskera, sin embargo, no mejora,
y mis células grises se agostan sin savia y sin remedio. A pesar de todo, la revista
“Bertsolari” sigue publicando mis poemas de vez en cuando. Se portan demasiado bien
conmigo. Y, ¿sabéis? Ya no tengo impaciencia alguna por mejorar. He comprendido que es
imposible. Sólo aspiro a mantener lo que pueda el nivel alcanzado. He llegado a la edad en
que debo esforzarme por conservar, como me llegará la muy próxima fase en que deba
aceptar la decadencia. A vosotros, bien al contrario, os toca progresar, gozar de la
ansiedad con vuestro proyecto, disfrutar de dar rienda suelta a vuestra capacidad creativa,
en la empresa que habéis iniciado. Y a mí, desde mi horizonte llano y ya bordeando el
crepúsculo, se me ha dado la oportunidad de gozar de vuestros progresos.
Os los deseo de todo corazón.
No voy a ocultar que me preocupa que Michel abandone su estupendo puesto de trabajo en
la UNESCO: ¿No podría encontrar alguna solución intermedia? ¡Qué tonterías digo!,
¡como si no le hubierais dado vueltas ya al tema!
No está bien que lo diga, pero ya sabéis que no me falta el dinerito. Ya sé que vuestro
modo de concebir la empresa no admite socios exclusivamente capitalistas. Pero dudo de
que no sepáis encontrar la trampa que os permita contar con mis pequeños recursos en
caso de que los necesitarais. En la vida, una dósis exigua y proporcionada de
contradicción es casi siempre una fórmula mejor que un exceso de principismo. Hay que
ser siempre consecuente, pero en lo moral no hay que excederse nunca, es un mundo poco
determinado y a veces oscuro, que requiere más templanza que apasionamiento. Sólo hay
que intentar excederse en la verdad. ¡Esa sí que requiere pasión!
He recibido noticias de “Monsieur Inconnu”, M.I., en adelante. Me dice textualmente que
ETA os sigue buscando y que reconocen que han perdido vuestro rastro. Me advierte que
puede ser una trampa para que os relajéis. ETA sabe que hay escuchas en las
69
conversaciones de los presos y ellos saben que a veces utilizan ese procedimiento para
hacerles creer aquello que desean. Que ellos también tienen sus métodos para hacer creer
a ETA cosas que no son. Que han ensayado el bulo de que os encontrais en Argentina. Que
sigáis con la máxima prudencia. Me ha preguntado por vosotras desde una posición como
de tutor. Creo que os ha tomado un gran cariño. No me extraña. Se ha puesto muy contento
cuando le he dado buenas impresiones, que no noticias. Sigue sin querer saber nada
concreto de vosotras. Dice que su ignorancia es una garantía para todos.
Os anuncio que tengo la intención de presentarme en París para fin de año. Sólo estaré
tres o cuatro días, descuidad. El Papa Noël lo celebraré como siempre, con mis amigas y
amigos de Baiona. Son muy considerados, siempre me invitan y siempre acabamos
discutiendo de política. Son de Laurent Fabius y este año preveo una ferocidad especial
cuando hablemos de Europa. Los muy obtusos todavía no se dan cuenta de que lo que han
hecho con su “No” es paralizar uno de los pocos proyectos interesantes que intentan
funcionar por el mundo. Y yo os comunico que sería inmensamente feliz si pudiera
compartir con vosotros tres la entrada en el año nuevo. Me gustaría tener un recuerdo
especial que alimente mi espíritu todo el año 2006. Lo dejo en vuestras manos.
Todo mi amor es para vosotros.
P.D.: He envíado esta misma carta al ordenador de Michel, con la misma instrucción de
que lo elimine en cuano lo lea. Me tranquiliza mucho que él también sepa lo vuestro. Asi
no tenemos que andar con mentirijillas entre los cuatro.
Miren y Lurdes han leído la carta juntas. Acaban de abrirla en el ordenador de Miren, ya
por fín conectado a Internet, después de comer y tras de haber pasado la mañana
recorriendo las calles de París a la búsqueda de un local idóneo para montar la oficina
donde ubicar la sede en la que centralizarán los afanes en los que han decidido embarcarse.
Hoy lunes están casi todas las inmobiliarias cerradas, de modo que se han limitado a
observar por fuera las ofertas de locales de unos 120 m2 (para empezar sólo necesitan una
buena sala para reuniones, otra regular para trabajar un máximo de 5 personas con 5
ordenadores, uno de los cuales hará de servidor, más algún despacho), para hacerse cargo
de la zona donde se ubican, de los transportes, de la posibilidad o no de aparcamiento en las
cercanías, la apariencia exterior, de cierta importancia en la empresa que pretenden, etc. La
carta les ha dejado un poco sobrecogidas tras la lectura y ahora maduran en silencio los
mensajes recibidos.
 Tía Roseline, siempre tan discreta, ha decidido pasar al ataque. Ya no se conforma
con disfrutar de Michel desde la distancia. Ahora pide un fin de año juntos. Me
parece estupendo. Se lo merece, desde luego –comenta Miren.
 A lo mejor somos nosotras los que la hemos de merecer a ella. ¡Qué mujer más
extraordinaria! Me encanta mi nueva tía. Hemos de hablar con Michel cuanto antes.
Hay que darle una respuesta pronta y entusiasta.
Ni corta ni perezosa, Miren llama al móvil de Michel, que responde:
 Típico e-mail de ella, sí, entusiasta, emotivo e ideológico. Genio y figura.
Precisamente iba a llamaros luego. He pensado que deberíamos darle una respuesta
conjunta, ya que tan feliz le hace que trabajemos juntos. ¿Os parece?
70
 Perfecto
 Además, quiero comentar con vosotras algunas cosas de las que surgieron ayer en
los jardines de Vaux. ¿Os parece que pase por vuestra casa cuando acabe aquí? ¿O
preferís quedar en la mía?
 Espera, que se lo pregunto a Lurdes, que está aquí conmigo.
 Lurdes –dice Begoña con el móvil abierto- Michel quiere que respondamos a tía
Roseline de forma conjunta los tres. ¿Desde su ordenador en su casa o desde aquí,
qué le digo?
 Voy a ser buena amiga. Desde su casa, así no tendréis que dejarme sola a mi, sino
que seré yo la que os deje solitos a vosotros –dice Lurdes con una sonrisa de
complicidad y un tono de sufrida resignación.
 Tienes una amiga muy entremetteuse, Miren –le dice Michel a Miren cuando ésta
vuelve a dar señales de vida por el móvil, ya que ha oído el comentario de aquella –
Díle que, a cambio de sus buenos oficios profesionales, le ofrezco un bleu de Mont
Cenis y un Beaufort estupendos que he comprado, quesos de mi tierra, con el
correspondiente vino saboyano que tanto le gustó.
***
Los jardines de Vaux que ha citado Michel son los de Vaux-le-Vicomte donde Michel llevó
ayer a todos, André, Vivienne, Madeleine, Pierre y Jacques incluidos, a pasear, para
explicarles los pormenores y para seguir avanzando en la empresa. Fiel a su costumbre de
asociar sus ideas a paisajes culturales, pensó esta vez que el orden, siempre alrededor de la
simetría y de la proyectividad, con el que son resueltas la complejidad de elementos y la
informalidad orgánica vegetal, tal como se expresa de manera tan elocuente en los jardines
franceses, era justamente la mejor proposición que podía hacer para exponer sus ideas.
Entre los fastuosos jardines accesibles en una excursión dominical desde París, dudó entre
Versailles, Fontainebleau y Vaux-le-Vicomte. Eligió estos últimos por una razón bien
sencilla: son los que más le gustan. Vivienne reservó mesa para ocho comensales en un
restaurante de su pueblo natal, Melun, la industriosa población capital del queso de Brie,
bañado por las mismas aguas que refrescan Paris 60 kilómetros al noroeste, cercano al
palacio y los jardines de Vaux. Y Michel los condujo más tarde por las esbeltas avenidas,
los coquetos paseos, las rotondas, los pabellones, las terrazas, los parterres, los estanques,
las fuentes, las flores, las pelouses, los árboles y los arbustos, siempre vigilados por
barrocas estatuas, procurando encaminar el grupo hacia las mejores perspectivas, tras la
agradable sobremesa, “para ayudar a hacer la digestión de la potente Fondue au Brie de
Melun” que se han fundido, nunca mejor dicho.
Michel reexplicó la idea, que sus amigos parisinos ya conocían. Reconoció que la
disposición, las características personales, las capacidades, las habilidades lingüísticas y la
necesidad de trabajo de Miren y Lurdes habían jugado un importante papel en la
determinación que había tomado. Esta era ni más ni menos que comenzar con la empresa
contando con el trabajo a plena dedicación suyo y de Miren y Lurdes, a sueldos la mitad
inferiores al que actualmente cobraba él en la UNESCO, suficientes, por otra parte. Claro
que era necesario contar con la colaboración y el apoyo financiero de todos y cada uno de
71
los allí reunidos. Aseguró que ya había hablado de la posibilidad de que le concedieran una
excedencia por dos años, “el tiempo que creo puede costar sacar adelante el proyecto”, y
que su apuesta no era a vida o muerte, pues siempre podría volver a la UNESCO, si bien
perdiendo el lugar y la posición que actualmente ocupaba.
Como todos los reunidos asintieron a la petición de colaboración y de apoyo financiero,
Michel pasó al siguiente punto, una vez que los sentó en las gradas del Gran Canal,
teniendo a la vista las espléndidas perspectivas de los jardines, con el Château elevándose
con decisión al fondo.
La empresa tiene tres fuerzas –explicó en plan gurú Michel- y las tres son factores
económicos: Ideas, Capital y Trabajo.
 Todos hemos de aportar, en distintas proporciones, suficientes factores para que
funcione, y nadie debe quedar sin poner algo de su parte en cada uno de los tres
campos. Por tanto, además de fijar la cuantía y la calidad del trabajo y del capital
que cada uno vamos a aportar, os voy a pedir que hagáis vuestra contribución de
Ideas por escrito.
 Pero sería una barbaridad exigir aportaciones iguales de los tres factores, eso daría
una rigidez inaceptable a la empresa –intervino Jacques.
 Ese es el problema. No, daremos flexibilidad dentro de ciertos límites que habremos
de fijar entre todos. Pero, incluso aunque las aportaciones fueran iguales en todo,
siempre va a haber idealistas, capitalistas y sindicalistas. A veces deberán coaligar
capitalistas y sindicalistas para afrontar los excesos de los idealistas –Michel no
pudo evitar lanzar una mirada sobre Miren y, más intensa aún, sobre Lurdes-, otras
serán capitalistas e idealistas los que deban enfrentarse a los excesos sindicales y,
finalmente, no dejarán de necesitarse mutuamente idealistas y sindicalistas para
enfrentarse a los capitalistas, según el esquema tradicional de la lucha de clases.
Para que eso se produzca es importante que todos aporten de todo y que lo hagan en
proporciones no absolutamente descompensadas.
 Es decir, que, además de trabajar y poner dinero, tenemos que ponernos a pensar.
¿No nos estamos exigiendo más de la cuenta? –se preguntó Pierre.
 Veis?, ya está el sindicalista que todos llevamos dentro pidiendo trabajar menos.
Pero yo ahora me pongo en plan idealista y le digo que no, que a pensar todo el
mundo. Y a ver quién puede. ¿Tengo algún aliado entre los capitalistas? –bromeó
Michel.
Tras las risas y el mirarse de todos al ombligo tratando de descifrarse como capitalista,
sindicalista o idealista, Michel prosiguió.
 Yo tampoco sé si nos estamos exigiendo demasiado, Pierre. Pero las ideas hay que
concretarles en un Ideario que a los siguientes cooperadores se les va a dar
impuesto. Tener en cuenta que hacemos trampa. Vamos a tener que asociar a
muchos, a muchísimos, cooperadores a lo largo y ancho del mundo, portadores de
culturas bien diferentes, que serán los intemediadores en las redes de empresas que
esperamos fomentar. Y no podemos volvernos a cuestionar todo el proyecto cada
dos por tres. A los próximos cooperadores les habremos de exijir capital y trabajo y
acuerdo con unas Ideas que no podrán proponer más que dentro de la matriz de las
compatibles con el camino previamente trazado que nosotros vamos a definir. Por
72
eso quisiera dar las mayores garantìas y la mayor solemnidad al Ideario. Se trata de
un Ideario que ha de durar dos años, al menos. No es una broma. Tenemos que
escribir con cierta precisión qué es lo que queremos hacer. Es como un proyecto
arquitectónico. Luego está el proyecto de obra y la construcción, que modifican
muchas cosas, pero el edificio construido al cabo, lo será en la medida en que se
haya prefigurado y en que el arquitecto interprete esa prefiguración.
Los amigos discutieron entonces sobre los primeros pasos: Michel, Miren y Lurdes,
inicialmente liberados, a quienes pronto debería unirse Pierre, dadas las exigencias del
mantenimiento de la web. Y el órgano rector de los ocho, a reunirse trimestralmente, que
iría aumentando sus miembros en la medida de que se fueran sumando los futuros
cooperadores.
Se fijaron los primeros encargos. Pierre pensaría la mejor solución técnica para la web, para
poder conectar a miles de cooperadores centralizando la información en una oficina y para
poder disponer de capacidad informática para mantener cientos de redes, abiertas a las
empresas asociadas, según los distintos proyectos de cooperación. Jacques propondría un
listado de los campos de producción y de actividades económicas donde podría resultar útil
la cooperación Norte-Sur entre empresas, así como de las distintas modalidades de
cooperación. André prometió estudiar posibles aportaciones financieras del Banco Mundial
y del FMI a los distintos proyectos de redes empresariales. Vivienne estudiaría la
posibilidad de canalizar las ayudas al desarrollo que gestiona la OCDE hacia las redes
empresariales que se desean fomentar. Madeleine haría lo mismo con los fondos que
gestiona la UNESCO para redes de empresas culturales. Miren y Lurdes trabajarían con
Pierre en el diseño de los recursos informáticos y de telecomunicación. Lurdes, de
momento, buscaría local para la oficina. Y Michel formularía el régimen jurídico de la
empresa y redactaría los estatutos, así como coordinaría y elaboraría los siguientes planes
de acción, junto a Miren y Lurdes.
 Es una pena –dijo Jacques- pero no creo que podamos conseguir ser tratados como
una OI por la ONU.
 ¿Qué es una OI? –preguntó Miren, que no teme pasar por ignorante.
 “Organización Intermediaria”, una figura que si nos fuera reconocida podría
permitirnos el acceso a múltiples plataformas internacionales de desarrollo y a
numerosas redes empresariales ya existentes.
 Estúdialo –ordenó Michel, ya de jefe.
Miren y Lurdes tuvieron una excelente impresión de todos sus amigos y la reunión siguió
en buenas formas hasta el momento en que se reubicaron en los tres coches para volver a
París. Pierre, que había venido en el coche de Michel con Jacques, montó en el de Miren y
Lurdes en razón de que sus casas estaban relativamente cercanas en el noroeste de París.
Pero antes de hacerlo hubo de resistir algunas carantoñas de su pareja, que se mosqueó
cuando aquél propuso subirse al Corsa de Miren.
 Hoy no, Jacques –se le oyó decir a Pierre. Estoy cansado-. Ya te avisaré mañana.
Y todo el mundo pudo ver la decepción en la cara de Jacques, mezclada con un cierto
sentimiento de humillación.
73
***
e-mail de Michel, Miren y Lurdes a tía Roseline :
Querida tía Roseline :
Estamos tus tres sobrinos en la casa de Michel, delante del ordenador, para decirte juntos:
Que nos ha dejado impresionados que, a tu edad, consideres que estás en la cima
horizontal de tu vida, aún pendiente del comienzo de la cuesta abajo. Eso quiere decir que
estás en plena forma. Tu vida es una montaña muy alta, pero con una enorme meseta
superior que sólo después de muchísima extensión comienza a descender, no antes de los
80 años, en todo caso. ¡Ojalá nosotras consigamos algo parecido!.
Que ya cooperas financieramente con nosotros de forma eficaz haciendo pagar una
miserable cuota mensual de 100 euros a este par de vascas por la casa que habitan. Eso
permitirá sostener el proyecto de empresa con menos costos de los que tendríamos sin esa
ayuda.
Que, como parece que te hace feliz, te diremos que nuestro proyecto ha dado ya un paso
muy importante: ha puesto de acuerdo a 8 personas, todas muy capacitadas, las primeras
socias con que cuenta, con sus correspondientes contribuciones en recursos financieros y
humanos.
Que no te preocupes, tía. Michel va a pedir una excedencia por dos años y cuando pase ese
plazo dispondrá de una oportunidad para volver a la UNESCO, si así lo decide. Pero
nuestro proyecto lo necesita para que lo dirija, según la opinión de todos los socios,
incluida la de tu sobrino, que tiene un concepto muy alto de sí mismo, tanta que la de tus
dos sobrinas no consiguen rebajarle los humos.
Que este fin de año lo celebraremos por partida doble. Nosotros cuatro en petit comité y en
tu casa de Neuilly. Lurdes quiere mostrarnos sus habilidades culinarias con gastronomía
vasca. Tu nueva sobrina dice que está segura de igualar, sino superar, el famoso bacalao
al pil-pil de Eduardo y que se propone cantar contigo y con Miren todo el repertorio vasco.
Michel acepta siempre que se le permita contrarrestar en saboyano con “Le Vieux
Chalet”, esa que empieza “Là-haut sur la montagne ...”. Pero te sugerimos también una
reunión-celebración más numerosa en la casa de Michel. Así conocerás a algunos de
nuestros amigos, si te parece, siempre que te comprometas a no adoptar más sobrinos. Te
tememos. Hemos decidido que ya somos bastantes los tres para repartirnos tus favores.
Que te admiramos mucho y te queremos más, tía.
P.D.: Nos damos por enterados de las noticias de M.I.
74
MIércoles, 7 de diciembre de 2005
París
 No, no pienso ceder –confiesa Pierre.
Ha llamado a Lurdes para dar un paseo y porque necesita hablar con alguien, ha dicho. Tal
vez es más fuerte de lo que su apariencia frágil, sus mansos ojos tristes y su delgadez física
dan a entender. No ha tenido reparos en ser él quien se atreviera a dar el primer paso en
firme, llamando a Lurdes para una “entrevista de intimidad”, tras el frustrado intento del
primer día en que se conocieron y las más que frecuentes miradas y sonrisas que se han
dirigido mutuamente en las dos o tres ocasiones en que se han reunido todos juntos.
También fue él quien se empeñó en volver con Lurdes y Miren de Vaux-le-Vicomte el
domingo, después de haber dado el plantón a Jacques. En el viaje les contó que sus
relaciones no pasaban por un buen momento y Lurdes no pudo evitar el pensamiento de que
no era ella ajena a aquella crisis.
Así que Pierre esperará a que Lurdes termine su clase de francés en la plaza Churchill.
Acudirán juntos, fuera de horario laboral, a la inmobiliaria para concretar la operación de
alquiler del local que será la sede inicial de la empresa. Una oficina de 100 m2 de un
moderno edificio en la parte exterior de la Avenue de Clichy, una zona relativamente
barata. El edificio dispone de servicios comunes entre los que se incluye el acceso a varias
espléndidas salas de reuniones de distintos tamaños, dotadas de todos los adelantos
teleinformáticos. Y luego deciden encaminar sus pasos hacia las callejas de Montmartre,
primero perdiéndose entre soledades y silencios, entre gentíos turísticos y ecos sonoros más
tarde, ya llegados a los entornos de la basílica de Sacre Coeur.
 Es un hombre excesivamente celoso y posesivo. Me pide mucho más de lo que yo
estoy dispuesto a dar: dedicación exclusiva y fidelidad absoluta.
Pierre dice las cosas con voz queda, como con timidez en el habla, pero dirigiendo la
mirada a su interlocutor, como con ánimo en el espíritu.
 Y él, ¿responde con la misma moneda?
 Bueno, no creo, la verdad, aunque no lo sé a ciencia cierta. Pero es un hombre tan
fogoso y libidinoso que lo dudo mucho.
 ¿Cómo así os arrimaisteis, siendo tan distintos?.
Pierre se lo piensa antes de contestar.
 Te diré la verdad. Estaba cansado de sexo repetitivo con mi antigua novia y de una
pornografía machacante y monótona con la que yo me rodeaba. Yo estaba erotizado
y necesitaba dar cauce a esa libido. Quise entonces crear un mundo erótico distinto
y nuevo y creí encontrar con Jacques la oportunidad. Hasta entonces había sido un
75
bisexual un poco raro, pues no tuve sino aventuras completamente esporádicas con
algunos hombres, mientras que mis relaciones habituales eran siempre con mujeres.
Aquél intento llevaba consigo el signo del cambio, es decir, cargaba con cierto
aburrimiento acumulado y cierta dosis de morbo experimental y de espíritu de
investigación para superarlo. El caso es que al cabo del tiempo me he dado cuenta
de que ha sido eso, sólo un experimento de laboratario, más estético que vital, un
cierto sondeo a mis profundidades, intenso y morboso inicialmente, pero finalmente
tan monótono y castrante como todos los anteriores.
 En cambio, él se lo ha tomado más en serio, ¿no?
 O más posesivamente, no sé. Pero yo veo que yo no, que estoy agotado de tanto
experimento. Necesito un descanso, una vuelta a la normalidad, una
desintoxicación, quizás un reencuentro con la ternura, tal vez una más abierta y
fresca combinación de amor y sexo.
Lurdes se percata que Pierre le dirige estas palabras con sinceridad e intención a ella que las
recibe. Decide ella también mirarle con sinceridad, pero aún de una forma indefinida, sin
saber bien a qué carta atenerse.
 Yo también soy bisexual y yo también un poco rara, porque la casi totalidad de mis
relaciones sexuales han sido con hombres, pero no mis deseos. El otro día, antes de
desearte a ti, deseé a Madeleine.
 ¿Y Miren y tú?
 No, Miren y yo, no. Ella sabe que yo la deseé y yo sé que ella no me deseará nunca.
Nuestra unión parte de un pacto más fuerte que el mismo sexo, creo. En todo caso,
tenemos más que suficiente con la ternura de nuestras miradas que se cruzan y de
nuestras manos que se enlazan, nada más, ni nada menos.
 Impresionante. ¿Tú la deseas y estás conforme sin poderla tener?
 Si, completamente conforme. Pero, además, ya no la deseo. Ahora, sexualmente
hablando, la he envuelto en celofán, como una estatua viva protegida por invisibles
rayos láser, un objeto precioso de museo, que no me pertenece ni me pertenecerá
nunca. Punto. Tengo el mismo problema con Miren que el que tengo con una obra
de arte. Sólo la quiero para contemplarla. No me hace falta comprarla para mí. No
tengo ninguna necesidad de hacerme con ella. No necesito que me pertenezca para
el placer, me basta con que la tenga para la amistad.
 ¿Y tú y yo?
 Pierre se ha parado en una revuelta de la monumental escalinata que baja de la
Basílica a la plaza de St. Pierre. Ha agarrado la mano de Lurdes, la ha usado para
poner los dos cuerpos frente a frente en la oscuridad de la noche, semiocultos los
perfiles por la vegetación, y mira fijamente, esperando una respuesta.
 ¿Tú y yo? –balbucea Lurdes mientras el calor de la mirada de Pierre le atraviesa el
cerebro.
 Si, tú y yo –insiste Pierre acercando sus labios.
 Tú y yo –responde Lurdes quedamente tras paladear el dulce beso-. Tú y yo –repiteTemo que no seas para mí sino otro experimento, o más bien, una necesidad más
que una elección, un entretenimiento más que una solución. Mi verdadero amor está
a 900 kilómetros de aquí, Pierre. Se llama Euskal Herria. A veces temo que no
aprenderé nunca a compartirlo con nadie ni con nada.
76
 El mío se llama Normandía. Yo te enseñaré a compartir – Pierre, cálido, con la
misma levedad, acercando de nuevo sus labios, ahora apuntando un cierto ímpetu.
 ¿Podrás? – susurra Lurdes entregando su boca.
 Aprenderemos juntos. No tendremos por qué quitar un gramo de amor a nuestra
tierra por amarnos entre nosotros –Pierre, abrazando con decisión.
De pronto una lluvia pesada, desbocada en tromba ruidosa cuando choca contra las
escaleras, se desploma sordamente sobre los jardines. Pronto rodará en carnosas cascaditas
escaleras abajo.
 El cielo no parece estar de acuerdo contigo –suspira ella, sin dejar de besar.
Pero los cuerpos siguen desafiando el veredicto de los meteoros. Ni Pierre ni Lurdes
acatarán la sentencia que cae sobre sus cabezas, así se concierte todo el cosmos en contra de
lo que ahora les une.
No, hoy Lurdes no hará los deberes de francés que le ha pedido Madame Dubois.
77
3
Shang Hai.
Wang y Huang.
Abendua
78
Martes, 13 de diciembre de 2005
Shanghai
Michel se ha dado prisa en crear la empresa cooperativa y el nombre propuesto por Miren,
BlueCoo, recibió finalmente el apoyo general. Azul es el color con el que se asocia el
planeta cuando se quiere dar una imagen positiva de él y el prefijo Coo es suficientemente
explícito. André, que en sus ratos libres es un cultivador de la fotografía y del diseño, ya
está trabajando la conception grafique de la marca, y Jacques se ha encargado de
concertarles a él y a Miren una cita con Wang Shujiang en Shanghai.
Éste es un técnico del Centro Internacional para la Producción de Energías Renovables en
Pequeña Escala que tiene su sede en Hangzhou, la capital de la provincia de Zhejiang, a
200 kms de Shanghai. Colabora con el ONUDI en la organización de diversos eventos de
cooperación Sur-Sur relacionados con la especialidad y Jacques y él hicieron buenas migas
con ocasión del Seminario sobre Energías Sostenibles que organizaron en Shanghai el año
pasado, donde participaron diversos ingenieros y técnicos de países africanos, asiáticos y
sudamericanos. Desde entonces han mantenido frecuentes comunicaciones relacionadas con
el seguimiento de distintos proyectos en África, que son los que lleva Jacques, en los que
colaboran ingenieros chinos, coordinados por Wang. Éste tiene sólamente 40 años, es
robusto, altura media, viste regularmente un traje de chaqueta gris oscuro, camisa gris clara
sin corbata, y habla un inglés correctísimo de forma muy incorrecta, porque su dentadura
superior se separa con gran dificultad de la inferior, circunstancia que no permite la salida
de vocablos pronunciados y produce, por consiguiente, una especie de éxodo de sonidos
apagados que ningún sordo llegaría a descifrar nunca mirando el movimiento de sus labios.
Miren y Michel descienden ya del avión de la compañía finlandesa FinAir que los ha traído
desde París, de donde salieron ayer al mediodía, con escala en Helsinki. Casi 14 horas de
avión más las 6 de diferencia horaria, les han obligado a intentar dormir, doblados sobre sus
asientos, a base de Orfidal, sin sueño para hacerlo en condiciones. Están, por tanto,
cansados a estas primeras horas de la mañana en la gigantesca metrópoli china. Wang los
ha venido a esperar al aeropuerto Internacional de Pudong, la nueva terminal que
complementa a la de Hongqiao, ya saturada. Wang quiere deslumbrar a la pareja de
escleróticos parisinos, así se los imajina, y ha preferido dejar su automóvil en la Estación de
Longyang Road, en la zona de Pudong de la gran ciudad, para tener la oportunidad de viajar
los 31,5 kms. de monorraíl elevado que la separan del aeropuerto, en el Transrapid, el
hipertecnológico tren de Altísima Velocidad, la más altísima velocidad de tren alguno en el
mundo, que los acercará hasta aquella estación en un visto y no visto de 8 minutos.
 He preferido tomar el Transrapid porque a estas horas el tráfico es muy intenso en la
autopista. El coche lo tengo en la estación. ¿En qué hotel se van a alojar?
 Trátanos de tú, por favor –pide Miren-. En el Zhao Chen Hotel, o como se
pronuncie, aquí está la dirección.
79
Miren no ha tenido pudor alguno al declarar un hotel de regular nivel en un barrio no
especialmente prestigioso de Shanghai, cercano a la Estación Central de trenes. Discutió el
tema con Michel, que opinaba deberían acudir a un hotel de más categoría, por aquello de
la imagen. Pero Miren argumentó que de momento no iban a buscar clientes, sino socios
para la empresa. Así que “no había que tirar el dinero” y los presuntos socios no deberían
dejarse influir por las apariencias. Mientras, el Maglev, así se llama el tren que los
transporta por su tecnología de levitación magnética, vuela hacia Shanghai, adelantando a
los coches de la autopista como si estuvieran quietos y dejando atrás a velocidad de vértigo
inmensas urbanizaciones, fábricas y arrabales. Wang les explica, muy metido en su papel
de ingeniero y de empresario:
 Este es el tren más rápido del mundo porque se desliza sin rozamiento, por
levitación magnética. Es de tecnología alemana. Ahora vamos a 400 Km/h y puede
llegar a 500, si se lo propone. Como un avión.
 Es magnifico –reconoce Michel.
 Los alemanes invirtieron mucho aquí para entrar en el inmenso negocio de los
trenes en China. Nuestro desarrollo es imparable, como todo el mundo sabe ya, pero
tenemos un retraso considerable en el transporte ferroviario. Por lo tanto, estamos
diseñando un ambicioso plan de desarrollo del transporte por tren, así como un
nuevo sistema de conexión de todas las ciudades chinas de más de 5 millones, más
de 30 ahora mismo, por alta velocidad. Un titánico proyecto que dará lugar a
negocios gigantescos. Pero me temo que los alemanes se van a llevar un chasco,
porque su sistema de levitación lleva el tren por encima del monorraíl, lo cual es
mucho más caro que el método de colgarlo de él, que es el que se está desarrollando
en China por ingenieros chinos.
 ¡Vaya, os vais a hacer los amos del mundo antes de lo que todos pensábamos! –
exclama Miren.
 Lo que yo sabía hasta el momento –interviene Michel- es que eran la francesa
Alstom, la nipona Mitsubitsi y la alemana Siemens las que competían por hacerse
con el fabuloso encargo del tren de alta velocidad Shanghai – Beijing, y que se
había descartado el sistema de levitación magnética por excesivamente caro.
 Eso era hasta que ha aparecido esta nueva tecnología china de levitación colgante,
más barata y con más capacidad de carga. El asunto es si va a ser capaz de
desarrollarse a tiempo para construir una linea comercial de 1.400 kilómetros antes
de los Juegos Olímpicos del 2008. Pero en China hay muy pocas cosas imposibles –
presume Wang.
 ¡Hala, ya estamos llegando!
Es la forma de Miren para cortar la conversación. No le gusta demasiado el tono un poco
presuntuoso de Wang. Desde la Estación lanzadera del fabuloso tren ya puede contemplarse
un denso bosque de torres residenciales tras de las cuales se elevan los extraordinarios
rascacielos de la zona del Pudong, presididos por el inquietante JinMao. Wang conduce
ahora por la autopista su flamante y nuevito Chery Wincloud, fabricado y diseñado en
China. Se dirige hacia el imponente puente de Nanpu y la espectacular espiral de descenso
al nivel del centro de la ciudad en la ribera occidental del Huangpu. Toma luego la
dirección norte de la North-South Elevated Rd, una autopista elevada sobre las calles que
va tomando diversos nombres según atraviesa el centro. Y sale finalmente de ella en el
escaléxtric que desciende hacia la Railway Station.
80
 Ahora podéis descansar en el hotel. Yo volveré a buscaros a las 2 del mediodía para
ir a comer en la casa de mi mujer. ¿Os parece?
 Conforme. Y muchas gracias, Wang –se despiden Michel y Miren.
Estos se instalan en su habitación a las 10 de la mañana. Eso les cuesta un suplemento muy
asumible, ya que, a cambio, pueden ducharse, cambiar de ropa, descansar un poco, repasar
los planos de la ciudad, intentar descifrar el camino que han traído para llegar hasta el hotel
y hacer planes sin agobios.
 Estamos en una ciudad de fábula, Mich. No sé si vamos a encontrar lo que
buscamos pero si sé que vamos a disfrutar un montón –dice Miren echándose a los
brazos de Michel.
 Haremos las dos cosas, ya verás. Eeeeeuuuupppp!!! –largo abrazo que levanta en
vilo a la ágil gacela.
 El Wang este me ha parecido un poco chulingui, ¿no?
 Vivo exponente del desarrollismo chino. Pero Jacques asegura que es una persona
muy competente con muy buenos contactos en China y en toda la zona asiática
oriental. E incluso en África. Y que está hasta las narices de su trabajo. Sólo nos
previno de que es un buitre, que tiene unos irreprimibles deseos de hacerse rico,
como China en su conjunto.
 Tenemos más de 3 horas hasta las dos, ¿qué te parece que nos tomemos un café y
pateemos un poco la ciudad? Mira -dice, con enérgica ilusión, extendiendo el mapa, podemos bajar por la Shimen, llegarnos hasta la Nanjing y acabar por la zona de la
Plaza del Pueblo. Nos da tiempo de ir andando y volver en taxi. Y para hacer apetito
para la comida china que nos ofrecerá la mujer de Wang. Por cierto, ¿qué raro, no?
Están separados, viven en ciudades distintas y, sin embargo, vamos a comer con
ellos dos juntos en la casa de ella.
Miren se encuentra completamente recuperada tras la ducha y dispuesta a tragarse a ciudad.
 China es un país avanzado en el tema de la iguadad de sexos. Y eso se nota en el
tratamiento del matrimonio. Es simplemente un contrato que puede modificarse de
mutuo acuerdo. Ellos han llegado a esta forma de relación amistosa y distante, al
parecer.
 Eso será, sí.
***
Huang Tang, la mujer de Wang no se sabe en qué grado separada de él, viste un discreto
traje azul. Pero es completamente indiferente qué trapos cubran su cuerpo porque de su
morfología no especialmente atractiva sobresale de forma deslumbrante la luz de una tez
limpia en una faz tranquila que sabe adornarse con una dulcisima sonrisa. Michel queda
cautivado por ella desde el primer momento y ya no será capaz de apartar su mirada de esos
pliegues siempre risueños de la boca, de los ojos y de los pómulos, ni su oído del
bondadoso canto de su voz. “Belleza del alma si el alma fluye por la expresión de la cara”,
81
piensa para sí, embriagado. Huang vive con su padre viudo desde que su marido Wang fué
a vivir a Hangzhou, hace ya 12 años. Es una casa en la Tianjin Lu, una calle paralela al
tramo más espectacular de la famosa Nanjing. Tal calle pertenece a un barrio popular que
se extiende al norte de la supercomercial arteria. Pero no son casuchas al uso de una o dos
plantas, sino que, renovadas en tiempos de Mao, consisten en un abigarrado desfile de
ventanas y balcones en alturas de cuatro o cinco plantas, tales que casi todas ellas exhiben
un monstruoso cubo de aire acondicionado y muchas un tendedero de ropa colgante, hecho
de largas cañas que casi atraviesan la estrecha calle. Mirar al cielo brumoso es encontrarlo
gris tras el tamiz de cañas y ropas colgantes, a las que se añade un densísimo entrecruzado
de cables, postes y farolas, en la atmósfera oscurecida por los colores grises, pardos y
sucios de las fachadas. La luz llega cansina a la calzada, donde, escondidas tras las
estrechas aceras, se apiñan en la sombra infinitos comercios populares presididos por
grandes carteles de colores, repletos de corpulentos caracteres chinos. Por las aceras
transitan los peatones con dificultad, sorteando mil obstáculos, y por la calzada fluye un
tráfico que es mucho más de bicicletas, motos y carros que de vehículos motorizados de
cuatro ruedas.
Huang ha llenado la mesa redonda de cuencos con salsas, ensaladas, pastas y arroces
diversos, a los que se han sumado, en el último minuto, unos rollos primavera de buenas
dimensiones, con ingredientes de pollo y verduras, los unos, y de surimi de cangrejo,
verduras y queso los otros, fritos en aceite de sésamo típico de Shanghai, según afirma.
Tanto Michel como Miren se desenvuelven más o menos bien con los palillos y han
declinado la oferta de tenedor de Huang.
 “Esquisito”, dice Miren cada vez que prueba uno de los numerosos platos que les
son ofrecidos. “Esquisito”, “esquisito”, “esquisito”, ...
 Perdona que lo repita tanto, Huang, pero está todo buenísimo.
Huang es guía turística de españoles en Shanghai y está libre esta semana. Habla también el
inglés, pero se desenvuelve mejor en castellano. De modo que Miren y Huang tienden a
hablar en esta lengua, mientras que Wang y Michel lo hacen en inglés. El chino mandarin
aparece solamente en las pocas veces que Wang y Huang intercambian algunas palabras y
cuando esta última atiende con buen mimo a su anciano padre, taciturno y sordo, a quien
debe gritar para hacerse entender. Éste apenas levanta la cabeza del cuenco donde come.
“Hasta cuando grita lo hace de forma dulce”, piensa Michel.
 Mis amigos dicen que mi “ex” es una gran cocinera y una artista en el arte de
combinar los colores –reconoce Wang.
En efecto, la poca cocción, “a la cantonesa”, de las verduras, explica Huang, hace que éstas
mantengan el vigor de sus características cromáticas, lo que, junto con las frutas de todos
los colores que usa para sus platos, les da una viveza visual que contrasta tanto más con el
ambiente lúgubre y oscuro de la vivienda.
 Estos platos tan equilibrados sólo pueden surgir de una personalidad ecuánime y
serena –lanza Michel en inglés.
 No sé lo que significa “equanimity”, pero es Ud. muy galante –Huang se queda
mirando complacida y de forma persistentemente comunicativa los ojos de Michel,
que no los retira.
82
 Ecuánime significa que juzga Ud. las cosas con ánimo de justicia y eso solo puede
hacerlo desde la perspectiva que le da su bondad –explica en francés Michel,
obviamente destinado a no ser entendido por quien debería hacerlo.
 ¿Cómo?
Pero Wang sí sabe un poco de francés, ha entendido casi nada pero sí lo suficiente para
comprender que se trata de un halago y ríe con fuerza.
 El francés se ha enamorado de ti –dice en un mandarín salpicado de carcajadasDebes aprovechar la circunstancia, Huang. Ya sabes que en Shanghai es de muy
buen tono ligar con occidentales.
Huang enrojece de pronto, aparta la mirada de Michel y, lo que es peor, el tono de su voz
toma un acento más acerado, cuando mira a Wang, aunque no desaparece la sonrisa de su
faz.
 Tu agresividad puede dar resultados en los negocios, pero es muy mala consejera en
las relaciones personales. Recuerda que esta es mi casa mientras viva mi padre y
que debemos evitar las situaciones tensas con nuestros invitados.
Luego, cambiando el mandarín por el español y recobrando la dulzura de la voz, se dirige a
Michel y Miren y añade:
 Mi marido dice que no soy tan buena como parezco y creo que tiene razón –Huang
sabe muy poco francés, pero ha entendido claramente la palabra “bonté” y de ella ha
tirado para acercarse al significado de lo dicho por Michel.
Tras el pequeño incidente, Huang, Miren y Michel vuelven a charlar animadamente de
gastronomia, hasta que éste último, observando que Wang da muestras de incomodidad
porque lo hacen en español, vuelve al inglés rápidamente y le pregunta por su trabajo en el
Centro de Hangzhou.
 Se nos escapan las mejores piezas. Cada vez que un ingeniero muestra ideas propias
e iniciativa se lo monta por su cuenta o se emplea en una multinacional a doble o
triple sueldo. Estoy harto de denunciar la situación, pero las rigideces del carácter
público del centro no permiten resolver este problema.
 En Europa los funcionarios suelen estar bien pagados y, sin embargo, ... –Michel,
quien duda de que toda la carga de la responsabilidad deba recaer sobre la cuantía
del salario.
 Aquí no. Y eso, al final, no es productivo. Por eso estoy sopesando las posibilidades
que puede ofrecer vuestra idea, según me la contó mi amigo Jacques.
Es el momento. Michel explicará con aburrida precisión las ideas maestras de BlueCoo y
subrayará las nuevas necesidades de cooperación entre empresas en el contexto de la
economía cada vez más mundializada. Destacará, cómo no, las oportunidades que eso
puede ofrecer para que las empresas de los países menos desarrollados se integren en
nuevas redes empresariales. Enfrente tiene un Wang muy despierto que quiere hacerse
valer, al que se le ocurrirán numerosos campos de actuación en el terreno que más domina
de la producción de energía y que no desdeña esbozar otras alternativas en otros campos
83
industriales. “China comenzará pronto a volcarse en los servicios y eso dará lugar a que
otros países puedan ocupar parte del lugar en la producción manufacturera en el que hoy día
desempeña un papel preponderante”, predice. “En la próxima década la India y África
pueden tener su oportunidad de desarrollo y nosotros la de nuestro negocio”.
Cuando Michel explica algunas de las características cooperativas de la empresa, Wang se
muestra menos entusiasta. “Esos sueldos son desorbitados aquí”, opina Wang, luego de que
aquél haya expuesto que BlueCoo pagará sueldos ponderados según él salario medio de los
países donde se implante, pero tales que tiendan a aminorar las abismales diferencias del
precio del trabajo que se dan en el mundo, causa importante, subraya Michel, de las
desigualdades mundiales. Y cuando explica la fórmula que han elaborado para calcular la
horquilla de salarios que se pagarán en cada país, de acuerdo con estos criterios, y su
resultado, cuando se aplica la fórmula a China, de que se ofrecerán remuneraciones entre
360 y 840 euros, Wang se lleva las manos a la cabeza y asegura que “así nunca podremos
hacer negocio. En China debemos beneficiarnos de unos sueldos mucho menores y de una
mayor flexibilidad”. Michel, entonces, desarrolla, con diversas largas puntualizaciones, la
teoría de que los esfuerzos contra las desigualdades mundiales deben centrarse en la
reducción de las enormes diferencias salariales y que el objetivo en las próximas décadas
“es crear una nueva clase media mundial”. Estas consideraciones hacen que Wang le mire
como a un extraterrestre, mientras Huang escucha con suma atención y Miren expresa su
acuerdo con sus habituales maneras.
 Abrevia, cologaritmo, que nos atufas con tantas fórmulas.
Pero es entonces ella la que pasa a la formulitis empresarial, una retórica matemática a la
que se llegó por el énfasis de Michel en afincar el ideario de la empresa. Ahora trata de
aclarar los límites máximo y mínimo establecidos para la inversión obligatoria de capital,
también adaptados a cada país y, por tanto, relacionados de algún modo con los sueldos. El
resultado para China le parece a Wang una inversión inalcanzable para unos y una horquilla
de posibilidades muy ridícula para otros. “Yo mismo, dice, si he de entrar a formar parte de
esta empresa es con la posibilidad de aumentar mi inversión en las proporciones que me
interesen en cada momento”.
Las explicaciones y las discusiones seguirán animadas por un buen rato. Wang se mostrará
entusiasta en cuanto a las posibilidades del negocio. “Las empresas chinas están deseando
cooperar con las occidentales y quienquiera que facilite esa cooperación tiene futuro en
Asia”, asegurará. Y fruncirá el ceño cada vez que le muestren las condiciones y requisitos
en que se habrán de desenvolver el trabajo y la inversión en la empresa. Por hoy, sin
embargo, se mantendrá prudente y no planteará problemas en el terreno de la gestión y la
organización territorial.
 Bien, mañana vuelvo a Hangzhou a arreglar mis cosas. Me ocuparé en concretar la
convocatoria que me pidió mi amigo Jacques. De hecho ya he hablado con algunos
compatriotas de Beijing, de Cantón y de Chengdu a quien considero que puede
interesarles la idea, a los que cité, en principio, para el sábado. ¿Os parece bien? Eso
sí, habremos de invitarles a la reunión y hacerlo pagándoles el viaje y la estancia,
¿de acuerdo?
 El sábado, de acuerdo.
 Estancia en un hotel de tres estrellas –añade Miren.
84
 Conforme. Otra cosa, ¿invito también a un amigo japonés de Tokio y a otro amigo
chino de Singapur?
 Perfecto.
85
Miércoles, 14 de diciembre de 2005
Shang Hai
Hoy Miren y Michel han hecho de turistas. Se han dejado transportar en el aire mortecino y
gris que flota sobre la gran urbe, una atmósfera lánguida y apática que encierra, sin
embargo, una gran caldera a presión a las más altas temperaturas, una de las mayores
densidades de actividad humana que puedan darse en la tierra. Y no es el gris del aire
calimoso el peor continente para el gran escenario de la vida ciudadana. Shanghai ha sabido
comprenderlo como el fondo neutro donde desplegar el portento.
Éste es energía caótica y espectacular, una combinación peculiar de este París asiático del
siglo XIX, ciudad decadente del XX y metrópoli mundial del XXI. En la fatal pasión china
por el precepto social por encima de la iniciativa individual, Beijing es la capital del orden
y la simetría. Orden formal de su urbanismo damero y simetría de sus grandes monumentos
y palacios. En Shanghai, por el contrario, impera el desorden, pues eso evoca la
informalidad de las imposibles rectas de sus calles y avenidas. Éstas no han debido sortear
en su accidentada vida obstáculos naturales en la planicie absoluta en la que se levanta la
ciudad, sino rehacerse perpetuamente tras cada nueva eclosión energética en un suelo
humano cargado de erupciones tanto constructivas como destructivas. El urbanismo se
cuela como puede entre este despliegue de la acción humana, que prima sobre aquél, para
garantizar el mínimo de funcionalidad, intentando conectar circulaciones y repartir focos.
Pero, por encima de esta respuesta estricta al requerimiento de la habitabilidad de la ciudad,
no hay otra cosa que la organice sino el sentido del espectáculo. Probablemente es el
producto final de un acendrado amor de los pobladores por su ciudad, de tal envergadura
que obliga a las construcciones a disponerse en el escenario de forma que puedan
autoofrecerse como panorama, con objeto de constituir, junto con las próximas, un cuadro
cambiante a través de los siglos. Lejos de la simetría urbanística y arquitectónica, cada
panorama que la ciudad ofrece no es un lienzo acabado, sino una película en movimiento,
un plano de una historia de acontecimientos expuestos escenográficamente, pugnando todos
los edificios por sobresalir sobre los demás pero sin ocultarse entre sí. El Huangpu, el gran
río-puerto que atraviesa la ciudad, lo hace también describiendo grandes curvas una y otra
vez inflexionadas sobre sí mismas. La amplitud de éstas y la magnitud del río, proponen
igualmente la expansión de las visiones de sus riberas, el de esta orilla o el de la de
enfrente, pues hay que aprovechar esa oportunidad que proporciona el vacío del agua como
una extensión de la perspectiva para automostrarse. El objetivo es siempre lograr un
espectáculo fascinante de la ciudad. Por eso también, cuando la noche cae, en vez de
apagarse, se enciende, como si no pudiera soportar el silencio de la oscuridad, que parece
estimar como el más violento de los ruidos. Tal vez sea porque la oscuridad sugiere retiro y
apagamiento, Shanghai lo combate como la más grande amenaza. Y lo hace con luz y color,
fulgor y tornasol, con objeto de mantener la sesión de teatro de la vida ininterrumpidamente
las 24 horas del día.
86
Miren y Michel han caminado por el Bund, han tomado un barco para pasear el Huangpu,
se han estremecido elevando sus miradas por los colores, los materiales, las sombras y las
luces de las verticalidades impresionantes de Pudong y no han evitado sobrecogerse ante el
envolvente y orgánico poder titanio del Jin Mao. Ahora caminan por la Nanjing, de vuelta
desde la plaza del Pueblo, hacia el Peace hotel donde han quedado a tomar el café con
Huang. Wang está en Hangzhou y Huang se ha ofrecido para hacerles de guía para visitar a
la tarde los jardines Yuyuan y el barrio francés, una vez que ha atendido a su padre.
Desde el principio del encuentro Michel se sentirá en la gloria con las dos mujeres, la
alegría de Miren amarrada a su brazo izquierdo cuando caminan y la bondad de Huang
separada a su derecha. Ni han perdido el tiempo, ni la conversación ha decaído, motivada
por el entusiasmo de Miren y asentada en las sencillas explicaciones de Huang. Esta les ha
dicho que el turismo no es un sector económico cualquiera en China, sino que representa,
tras el largo túnel de la época maoísta, un reto de cara a los extranjeros que los visitan y un
motivo de orgullo para los chinos que, por fin, acceden también al turismo interior. Opina
que para los chinos es un incentivo que los visiten los extranjeros y un auténtico gozo
nuevo visitarse a sí mismos. Eso les aporta un plus de confianza colectiva en el desarrollo
económico en el que están embarcados hasta las cachas. Sugiere que no se olvide ese
aspecto del turismo en BlueCoo, y afirma que África despertará cuando comience a ofrecer
un turismo cultural, más allá del de naturaleza y de playa, que eso significará levantar
cabeza, para sí misma y los demás. Que en España el turismo es negocio pero que en los
países en desarrollo el turismo puede ser, además, acicate colectivo para el
autoreconocimiento social y que eso es, tal vez, algo importante que necesitan. Michel
contrapone el ejemplo de Marruecos o de Jordania, países que ofrecen turismo cultural y
que, sin embargo, “no levantan cabeza”, y pasan entonces a matizar unos y otros sus
afirmaciones.
Tras largas horas de caminar por el barrio francés, Huang les lleva, ya bien entrada la
noche, a los jardines del hotel Donghu, donde se sientan a descansar en el ambiente
exquisito. Es un remanso verde tenuemente iluminado con primor para que las elegantes
formas vegetales y las sombras de los grandes árboles vistan el lugar de distinción
solariega.
 Yo suelo venir aquí a leer y descansar sola. Es un lugar favorito a donde no traigo a
nadie. Aquí me siento como en un columpio, percibo el placer de sumergirme en
mis pensamientos, ajena al bullicio de ahí fuera.
 Gracias por el honor de compartirlo con nosotros –Michel, caballeroso, expulsadas
que han sido de su personalidad todas las formas rudas que habitualmente le
acompañan.
 Huang, preciosa –dice Miren, que siente una gran cercanía en la cálida presencia de
la persona a quien se dirige. “Parece mentira. La veo como si fuera mi amiga de
toda la vida, aunque nos acabamos de conocer”, ha pensado-, perdona la
indiscreción, pero me muero de ganas de saber cuál es tu relación con Wang.
 Estamos separados.
Así comienza Huang lo que será un largo relato contado sin que las desgracias descritas
turben la sonrisa serena ni los dramas encasquillen el discurso. Huang no lee ningún papel
escrito pero sí descifra con mansedumbre lo que hay dentro de su cerebro, pues habla como
si descubriera los sentimientos tras lo que lee, no como si los sintiera al recordarlos. No
87
cuenta su vida, sino que descubre con amor una vida que casualmente es la suya, sin
acritud, leyéndola con tranquilidad y comprensión, con ojos dúctiles e inteligentes que, al
exterior, rasgados y bien contorneados, son tan sosegados como risueños.
Huang nació en Quqiha’er, una ciudad industrial al oeste de la provincia norteña de
Heilonjiang, de muy severo clima continental, de una familia humilde, hace 42 años. Tiene,
por tanto, 2 años más que Wang. Su madre murió vencida por el frío invierno en un campo
de trabajo a donde Mao la envió desde su Shanghai natal. Allí se reeducó y se casó con su
padre, procedente asimismo de Shanghai y también exiliado en el norte por decisión de
Mao. Su progenitor, a quien ayer conocieron, era entonces un trabajador metalúrgico que
acabó con los pulmones destrozados por los polvos minerales y que hoy se debate entre
insuficiencias respiratorias y sorderas en la casa donde ayer comieron. En aquella lejana
ciudad transcurrió su niñez y su adolescencia, dedicada a cuidar de sus dos hermanos
mayores y de su padre, es decir, a ocuparse por entero de las labores domésticas. Sus
hermanos huyeron del difícil clima y hoy es el día en que sólo sabe el paradero del mayor
de ellos, con quien se escribe muy de vez en cuando, que reside en Haikou, en la isla de
Hainan, la zona más meridional de China. El otro cree que forma parte de la gran masa del
exilio chino que se debate en los países del Asia Meridional, en Bangkok, cree, sin
atreverse a certificarlo.
 Vaya hermanitos poco agradecidos. Y hoy día, ¿te ayudan en el cuidado de tu
padre?.
 Bueno -responde Huang indirectamente-, yo no tuve adolescencia ni juventud en el
sentido usual del término, si a eso es a lo que te refieres. Mi vida consistía en
trabajar de sol a sol en la casa y hacer milagros con la comida para mantener a mis
hermanos y mi padre, siempre sumidos en la pobreza y la penuria. Mis hermanos
hicieron bien en marcharse en cuanto pudieron. Así pude tener yo tiempo para
estudiar, lo que se me daba bien. Además, una vez solos mi padre y yo, la economía
mejoró, de modo que mis hermanos proveyeron a nuestro bienestar, al marcharse.
Sin embargo, la bonanza duró poco. En aquella provincia las prácticas maoístas
todavía no se habían acabado en 1978, a pesar de que ya Deng gobernaba el país, y
a mí me enviaron con 15 años a Xi’an para aprender idiomas, sin que pudiera
oponerme. Querían formarme para trabajar en Cuba y debía, por tanto, aprender
español, además de inglés. Tuve que dejar a mi padre solo, cada vez más enfermizo
y débil, que siguiera viviendo con dificultad en aquella ciudad.
Huang hace una pausa y la sonrisa que no abandona su cara deja ahora vislumbrar un rictus
de dolor tal vez asociado a la culpa.
 En Xi’an quedé deslumbrada por Wang, un joven tan brillante en los estudios como
en la conversación, y me casé muy joven con él. Tras dos abortos, debidos a un
periodo convulso de mi vida en que me olvidé de mi pobre padre enfermo, engendré
a mi único hijo vivo. Tenía yo entonces 22 años. Creo que mi hijo y el recuerdo de
mi madre, me redimieron. Hoy estudia en Vancouver.
 Y, ¿qué pasó con Wang?
 Wang mostró pronto unos rasgos de superioridad, un estar siempre de vuelta de
todo, que no permitieron que yo pudiera progresar a su lado, perpetuamente
minusvalorada, incapaz de poder aportarle algo. Nada de lo que yo hiciera o dijera
podía provocar nunca en él interés ninguno y menos sorpresa. Mi tributo a su
88






persona era solamente mi cuerpo, que era lo único que él demandaba. Por otra parte,
encontró una forma de progresar profesionalmente, primero en Beijing, a donde fue
llamado en 1988, cuando Qingying, nuestro hijo, aún tenía solamente 5 años, y años
más tarde en el Centro de Hangzhou donde trabaja en la actualidad. Desde entonces
vivimos separados.
Pero aquí en Shanghai él nos invita a comer a tu casa.
Sí. Qingying es quien nos mantiene unidos. Nos entendemos relativamente bien en
ese asunto vital y, sobre todo, es el propio Qingying quien a adora a su padre. De
modo que es muy satisfactorio poder ofrecerle, si no una familia, si dos padres
capaces de entenderse por él, al menos. Por otra parte, la casa donde ayer comimos
fue comprada con dinero ahorrado por los dos, pero en el reparto de bienes que
hubimos de realizar para consumar el divorcio, tuve que cederle la propiedad a
cambio de que nos dejara el usufructo de la casa a mí y a mi padre mientras este
viva. Se entienden bien ambos. Wang como “gallito”, ¿se dice así, no?, y mi padre
como admirador suyo. Mi dinero debe servir para atender los gastos cotidianos míos
y de mi padre, pues él se quedó sin pensión. Acabó mal en la fábrica de Qiqiha’er,
enfermo y despedido por intentar hacer sindicalismo a principios de los 90. Para eso
y para ayudar a Qingying en sus estudios en Vancouver, aunque el grueso de lo que
se le envía procede del bolsillo de Wang.
Y tú, ¿no fuiste a Cuba?
No, las relaciones con Cuba se enfriaron en los años 80 y 90 y no hubo la necesidad
de los traductores que se habían previsto. Hoy día han vuelto a mejorar. Yo, por
suerte, pude encontrar trabajo en la recepción de un hotel en Shanghai, a donde me
vine tras recoger a mi padre repudiado. Más tarde dejé la recepción para entrar en la
agencia como guia para españoles y sudamericanos, un turismo que no cesa de
aumentar. Hoy día me encuentro muy feliz en mi trabajo, atendiendo a mi padre y
disfrutando de los proyectos y los progresos de Qingying.
Y, ahora, ¿Wang se aloja en tu casa?
No, sólo lo hace en alguna ocasión, cuando viene Qingying. Por lo general se aloja
con su familia, con la que también se lleva bien.
El frío y la niebla se han echado sobre los bellos jardines. Miren invitará a cenar y Huang
les llevará a un estupendo restaurante en las cercanías, lleno de calores, de olores, de
vapores, de rumores de placeres gastronómicos y de ruidosas tertulias, a precios ajustados.
Huang, tras asegurar con su mejor sonrisa que “merezco una recompensa”, por haber
contado su vida, pide un resumen de la de sus dos interlocutores. MIren se maldice por no
poder relatar la verdad de su último año, “aquí, en la otra esquina del mundo, ¿qué
importancia puede tener que esta nueva amiga sepa nuestra historia?”, se pregunta, pero
nunca traicionará el secreto que comparte con Lurdes y ya también con Michel. Éste, a
preguntas de Huang, planteará como un fracaso no tener hijos a sus 48 años y Miren
recogerá en silencio una frustración que también a ella le asalta y de la que aún no han
hablado entre ellos nunca. Aún no llevan un mes juntos y es la primera vez que Michel cita
el tema, precisamente en presencia de Huang.
89
Jueves, 15 de diciembre de 2005
Shang Hai
Wang ha regresado de Hangzhou muy animado. Relata a sus nuevos amigos que sus
gestiones han tenido éxito completo y que mañana estarán en el hotel Zhao Chen todos los
convocados, incluidos Shin Tamagusuko, de Tokio, y Robert Tsang, de Singapur. Cuenta
también que, gracias a una directiva que él promovió en el Centro donde trabaja, con objeto
de poder recuperar a tanta lumbrera como ha huído de él, espera obtener ciertas garantías de
que pueda volver a su puesto de trabajo en caso necesario y si es que lo deja para iniciar la
andadura de BlueCoo en Asia Oriental. Y que le han pedido que siga como Consultor del
grupo, en el caso de que abandone su trabajo ejecutivo. Se encuentra contento y satisfecho
de sí mismo, al verse valorado y bien tratado entre sus colegas de Hangzhou y por los
comisarios y tecnócratas del partido que controlan la institución.
Hoy ha decidido tomar él la iniciativa. Les ha invitado a reunirse en el Cloud Nine Bar del
Grand Hyatt Hotel, en la planta 87 del fabuloso Jin Mao. Quiere deshacer cuanto antes los
malentendidos e imponer un espíritu emprendedor que busca la excelencia económica,
medida en términos de lujo y gigantismo.
 A la belleza no se le pueden poner obstáculos.
La frase ha sido lanzada sin previo aviso, cuando, una vez entrados en el fastuoso vestíbulo
del gran rascacielos, se adentran en el soberbio patio central y Wang lanza la mirada hacia
las alturas vertiginosas, acentuadas por la infinita repetición de bellas curvas iluminadas,
correspondientes a las sucesivas plantas, que buscan la fuga luminosa del cielo interior.
 Fantástico!
Michel y Miren no pueden dejar de reconocerlo. Wang los adentra, satisfecho, en el veloz
ascensor que los subirá a los 400 metros de altura, y luego en el espectacular bar cuyos
altísimos ventanales se tiñen del azúl nocturno del solsticio de invierno, cuando se los mira
hacia arriba, y de los colores y luces de la noche shanghainesa cuando se escrutan hacia
abajo y al horizonte las extraordinarias extensiones, erizadas de edificaciones singulares, de
la enorme y luminosa ciudad. Un Wang cada vez más henchido los insta a acomodarse en
los bellos butacones y pide un buen cognac para hacer los honores a sus invitados
“franceses”, como los nombra repetidamente, sin considerar la nacionalidad de Miren.
 Ah!, ¡Cómo me gusta el lujo! –exclama.
 ¡Y a mí el Martel! –corrobora Miren, tomando su copa con toda la concha de su
mano y meciendo el oro viejo del líquido en el reluciente tobogán de cristal.
Michel es más cauto con los entusiasmos. Le resulta sorprendente y un poco incómodo que
Wang haya roto con las pautas tácitas que él y Miren, que son los promotores de la empresa
90
en construcción, han tratado de ir dibujando: discreción en los gastos, moderación y
prudencia en los gestos. Wang es un potente carácter que ha decidido imponer su
personalidad y que no duda en gastarse más de un sueldo mensual normal de chino en las
tres copas de Martel que ahora saborean en el lujoso ambiente en los cielos del Jin Mao. El
carácter decidido de Wang es bueno para la empresa, piensa Michel, pero las fantasías, no.
“¿Te gusta el lujo, eh? Ya te daré a ti yo lujo en París, necio. No es con lujo con lo que nos
conquistarás”, no puede evitar pensar.
 Brindemos por el futuro de BlueCoo – levanta la copa Wang.
Michel sigue a la espera, arremolinado en su butacón, mientras paladea el cognac.
 Y por el presente de BlueCoo-Asia que inauguraremos pasado mañana –vuelve a
levantar su copa Wang.
Es la primera vez que aparece un adjetivo territorial asociado al nombre de la empresa.












BlueCoo-Asia –repite Michel, pensativo.
Si llegamos a un acuerdo previo hoy, aquí y ahora –vuelve a levantar su copa Wang.
Explícate.
BlueCoo-Asia, BlueCoo-Europa, BlueCoo-América, ... BlueCoo como
confederación a escala mundial de Cooperativas Regionales o Continentales. Así es
como lo entiendo.
Confederación, no; autonomía de gestión, sí –puntualiza Michel-. Pero los fines de
la empresa, sus rasgos esenciales y la naturaleza estructural de la comunidad de
idea, de capital y de trabajo que queremos constituir no es parcelable.
No puede ser –afirma, simplemente, Wang, dejando un silencio elocuente tras de sí.
¿No puede ser? ¿Qué quieres decir?.
Que en China no tienen sentido las limitaciones y exigencias que habéis impuesto
para Europa. Aquí debemos poder contratar trabajadores sin obligarles a invertir
ningún capital y con los salarios normales de China.
Ten en cuenta que su trabajo va a ser, fundamentalmente, de intermediación entre
empresas, que su nivel profesional, personal y cultural ha de ser forzosamente alto,
que han de saber muy bien hacia donde deben encaminar sus esfuerzos y que han de
ser, además de trabajadores, socios y miembros de un colectivo ideológico. ¿Cómo
esperas obtener todo eso solamente con un salario mísero?
La cooperación en China funciona por otros cauces. Son el prestigio y los lazos de
seguridad recíproca los que hay que cultivar. Y esos no dependen de los
compromisos ideológicos, de trabajo o de inversión, sino de la confianza personal
que unos depositamos en otros. Podríamos establecer ciertas normas y condiciones
para los cuadros promotores de BlueCoo-Asia, pero no para la generalidad de
quienes contratemos. Por otra parte, descuida, en China los trabajadores trabajan
bien y obedecen las órdenes que reciben.
Claro, porque no les queda otro remedio. Sin derechos sindicales han de optar por la
obediencia ciega si quieren vivir sin sobresaltos.
Nada de ciega, su opción es por la obediencia responsable. El trabajador chino es
consciente de estar construyendo un futuro para el conjunto del país.
91
Miren está oyendo esta discusión sin abrir la boca, preocupada por la irritación que percibe
en las palabras de Michel. Decide intervenir ahora.
 En definitiva, ¿qué propones, Wang?
 Propongo que modifiquemos los estatutos de BlueCoo, para que permitan mucha
mayor flexibilidad.
 Eso no es nada conveniente. Acabamos de establecer los principios de la empresa
tras un intenso proceso de debate.
 De debate entre europeos. ¿Y, el resto del mundo?
 Un debate de europeos que piensan en términos mundiales. Tal vez cuando la
empresa se consolide en diversas partes del mundo sea conveniente reformar los
estatutos entre todos, pero no ahora, antes de empezar.
 Es decir, que lo tomamos o lo dejamos. ¿Es este vuestro planteamiento?
 Y el tuyo, ¿cuál es?, ¿que renunciemos a un posible modelo común para todo el
mundo?
 Bien. Hay otra solución. Vosotros no reformais los estatutos, pero nosotros creamos
en Asia otra empresa hermana, con vuestra ayuda financiera pero a nuestro aire y
con el mismo nombre de marca BlueCoo. Una vez hecho eso establecemos una
alianza para trabajar juntos con BlueCoo-Europa y los distintos BlueCoo que se
vayan creando.
 ¿Y si no? –pregunta Miren.
 Si os empeñais en encasillar BlueCoo-Asia dentro de vuestros esquemas no creo que
pueda siquiera nacer. Vosotros mismos podréis comprobarlo pasado mañana.
 No, a la reunión del sábado deberemos acudir con una misma y única propuesta
tanto tuya como nuestra –advierte Michel- De ninguna manera vamos a hacer
ninguna proposición a tus amigos que tú no hayas aceptado antes.
 Eso está clarísimo –corrobora Miren.
Tras esta declaración conjunta, Wang se sentirá más fuerte. Citará ahora, para afilar los
dientes de Michel y Miren, las diversas posibilidades y recursos con que podrán contar si
convencen a los convocados pasado mañana. Evidentemente, a Wang le interesa la empresa
y la colaboración con “los europeos”, pero tiene plena conciencia del poder no sólo
económico, sino también el que subyace a la energía y la resolución que él y sus amigos
representan y que un proyecto impulsado por europeos comodones y timoratos necesita, sin
ninguna duda, se dice a sí mismo.
 No podemos sujetar las energías que laten ahora mismo en la sociedad china con
ataduras europeas. Necesitamos alas asiáticas –acaba, para terminar su exposición
de las grandes capacidades que van a poder poner en juego.
Miren mira de reojo a Michel, al que siente arrollado entre la espada y la pared, sin energía
para sublevarse y mandar al carajo y con viento fresco a Wang y sus amigos. Luego, tras el
silencio impuesto por la sentencia final de Wang, mira tras los ventanales azules. Allí está
Pudong y su pujante modernidad, la Perla de Oriente ahí mismo apuntando al cielo negro
con sus 450 metros de altura, “más que el Serantes”, piensa Miren, recordando el perfil del
monte que divisaba desde la terraza de su casa, una torre en la calle Autonomía de Bilbao.
Baja la vista al Huangpu, al hermoso y gran arco que describe el gran río para hacer la
ciudad más inmensa y más visible en la noche. “Aquí estoy, tal vez en la próxima capital
92
del mundo, la que sustituya a New York”, recapacita, tratando de percibir, atravesando el
azul de los cristales más con sus neuronas que con sus ojos, el alma que palpita ahí abajo.
Por otra parte, ella es sensible a los argumentos de Wang. No podemos, de la noche a la
mañana, elaborar un modelo de empresa para todo el mundo, piensa. Y siente que ese
pensamiento traiciona a Michel, pero no puede obviarlo, tal vez tampoco debe. Ella
elaboró, de la mano de su compañero Jazinto, una visión de Europa como potencia regional
en el mundo, como agente que aporta a la conciencia global su particular cosmovisión. Y
ese mismo papel no puede negarse a otros bloques, ni tampoco a esta poderosa China. No
sería justo.
 No es malo que nuestra empresa refleje la articulación regional del mundo. Es
necesario que lleguemos a un arreglo. Si Europa y China no se entienden, ¿qué
esperanza nos queda?
Michel se muestra más sombrío tras esta declaración de Miren. Y Wang resopla victorioso.
A partir de ahora se mostrará condescendiente. Sabe que lo más difícil ya ha sido superado.
Ha conseguido dividir a los dos “franceses”.
 Ni ahora ni nunca he pensado ni propuesto yo nada como europeo. Yo no represento
a Europa en este intento, sino al mundo, si es que alguien piensa en él –recrimina
Michel, dolido, mirando a Miren. Luego, dirigiéndose a Wang, añade:- Lo que
pides, Wang, no es que Europa y Asia se entiendan, sino que el mundo se acomode
a China, que le deje plena libertad para hacerse a sí misma antes que nada, lo que es
bien distinto.
 Como lo han hecho siempre todas las naciones poderosas del mundo, antes.
 Pero alguna vez deberemos iniciar una nueva fase global. BlueCoo quiere
subsumirse en esa perspectiva.
 Deberemos llegar, entonces, a un punto intermedio entre lo que que requiere
BlueCoo-mundo y BlueCoo-China, o BlueCoo-Asia –opina Miren.
 Exactamente, mi muy apreciada y justa Miren –sonríe triunfante Wang, sintiéndose
elevado al caudillaje de China en el mundo, una vez superado el pequeño escollo
europeo que a sus ojos representa Michel.
***
 Gracias por tu apoyo cuando más lo necesitaba –recrimina con acidez y profundo
disgusto Michel.
Han cenado sin hablar cerca del hotel, una vez que se han despedido de Wang, tras la larga
entrevista casi en lo más alto del Jin Mao. Michel da vueltas en la cabeza a los acuerdos que
finalmente se ha visto obligado a alcanzar con Wang, que aseguran el éxito de la reunión de
pasado mañana. En esencia, consisten en ampliar, casi al doble por abajo y más del doble
por arriba, las horquillas ya amplias, según él, entre los límites mínimo y máximo de los
sueldos y de las inversiones de capital de los socios de la empresa. Desde que Miren ha
apoyado formalmente la tesis general de Wang, el objetivo de Michel ha sido salvaguardar
la unidad de la empresa y su naturaleza, bien que a costa de dejarla demasiado abierta y
93
expuesta a las ambiciones y a las avaricias. Se ha negado en rotundo a admitir tanto la
contratación de trabajadores estrictos como la asociación de capitalistas estrictos, pero los
límites establecidos son tan laxos, a su juicio, que se da cuenta de que ya sólo son un mero
trámite fácil de sobrepasar por quienquiera que desee hacerlo con cualquier objetivo
espúreo. Siente claramente que se ha adentrado en un terreno movedizo que ya no
controlará más y que se presenta tal vez lleno de oportunidades de negocio, pero no menos
repleto de amenazas. “¿Para esto he dejado mi trabajo en la UNESCO?”, se pregunta. Pero
rechaza el pensamiento y pasa rápidamente a lo más urgente: Cómo convencer a los socios
de París, a André, a Vivienne, a Madeleine, a Pierre y a Jacques de las cesiones que se ha
visto obligado a conceder. Supone que la idealista Lurdes será presa fácil de Miren.
 Lo siento muchísimo, Mich, créeme. Muchísimo. Sé lo que esto significa para ti.
Pero yo he de ser fiel también a mis opiniones.
 Tus opiniones no han defendido las opiniones de Wang, sino los intereses de Wang,
lo que es bien distinto. Lo que quiere es hacerse con el capital, él y sus amigos, y, en
el futuro, con el control de la empresa, confiados en que resulte un éxito, sobre todo
en Asia. ¿O te has creído que todo eso de la cooperación basada en la confianza
tiene otro valor que el de justificar la sumisión de los débiles a los poderosos? Yo
también creo en la confianza, pero cuando está basada en la igualdad de derechos y
en la limitación de los poderes y no en esas puerilidades que se presentan como
características culturales asiáticas y no son sino postulados reaccionarios –Michel
no puede evitar el tono ácido e hiriente de su verborrea.
 Esa es tu opinión. Yo tengo otra, basada precisamente en la confianza que tú no
demuestras y que no es, en mi caso, ninguna muestra de debilidad ni de
dependencia.
 Bueno, dejémoslo.
Michel no quiere continuar por ese camino. Además, ahora tiene mucho que pensar. Cómo
presentar pasado mañana la empresa, “esta otra empresa que ya no es la mía”, se dice
amargamente, cómo defender los cambios ante los amigos de París a los que ha
comprometido, cómo ...
 Buenas noches.
Michel las ha dado tras el largo mutismo que los ha llevado hasta la habitación en el hotel.
La ha soltado con brusquedad, para mostrar que no contestará a ningún requerimiento que
ella le pueda hacer a partir de ahora, para significar que no quiere ni oirla, ni verla, ni
tocarla.
 Buenas noches, Mich – responde con un nudo en la voz Miren.
94
Viernes, 16 de diciembre de 2005
Shang Hai
Michel no ha salido hoy a la mañana de la habitación del hotel, enfrascado en la redacción
de un largo correo electrónico que enviará a todos los socios parisinos. Desde el primer
momento ha renunciado a ponerse de acuerdo con Miren para redactarlo. “Voy a dar cuenta
a todos los socios de los cambios que quedamos ayer con Wang y a pedir autorización para
plantearlos mañana a título provisional, a la espera de su ratificación formal en París, por la
Junta Rectora. Tú, si quieres, redacta tu versión”, le ha dicho, en un tono que no puede
evitar el rencor, tras el desayuno.
 De ninguna manera. Yo firmaré lo que escribas. No hará falta que le quite ni le
añada nada. Lo que hablamos con Wang está muy claro y nadie mejor que tú para
explicarlo. Te recuerdo que fuimos los dos quienes llegamos al acuerdo con él. Por
tanto, debemos ser los dos los que nos comprometamos. Cuando lo acabes me
avisas, lo leo, lo firmamos y se acabó. Mientras tanto, voy a dar un paseo.
Miren no ha podido casi dormir. Se le ha metido una angustia sólida entre pecho y espalda,
como si hubiera tragado un puño cerrado que se hubiera estancado en la boca del estómago.
“¿Otra vez habré pecado de ingenuidad?”, se preguntaba, sudando bajo las sábanas en la
habitación sobrecalentada. A propósito, para hacerse daño, daba en relacionar la confianza
de que ha dado muestras para aceptar el planteamiento de Wang, con el exceso de la misma
que le llevó hace un año a despreciar las amenazas que acabaron con la vida de su
compañero. “¿Una misma desproporcionada candidez, por mi parte, va a permitir que se
destruya la obra de mi compañero actual, como permitió que ETA se adelantara antes de
que tomáramos precauciones con Jazinto?”. ¿He de renunciar definitivamente a mi visión
confiada de la bondad del mundo, a mi humanismo optimista? Jazinto decia que esa era mi
principal virtud, no exenta, sin ambargo, de peligros. Recuerdo que él afirmaba que los
problemas morales siempre están infradeterminados, nunca hay datos suficientes para
asegurar las respuestas que se deben dar en ese terreno y que, entonces, una fuente de
nuestros criterios debe guiarse por intuiciones, que son como caminos que vamos
desbrozando en la selva ética a lo largo de la vida. Y que los míos conducían casi siempre,
por la confianza, a la alegría, el muy tonto no paraba de halagarme. Lo que pasa es que yo,
la verdad, estoy contenta, a pesar de todo, de mi natural optimista y confiado. Pero, ¿a costa
de los demás? ¿A costa de la vida de Jazinto? ¿A costa de la obra de Michel? Porque
BlueCoo es la obra de Mich, de eso no hay duda. Querido Mich. Te he traicionado.
El puño encajado a la entrada del estómago subía entonces hasta el pecho, al lado del
corazón y Miren lloraba con tanto desconsuelo como necesidad. Tras las lágrimas, los
pensamientos negros eran sustituidos por los nuevos, más autoafirmativos. “Está por ver
quién tiene razón. Incluso tal vez no lo sepamos nunca”. La idea de Mich de hacer una
empresa para el mundo y no una empresa que se aproveche de él, probablemente debe
transformarse en la de hacer una empresa que haga las dos cosas, tanto dar como tomar del
95
mundo su savia. Y la savia del mundo se reparte, hoy por hoy, por bocas nacionales,
primero, y regionales, después. Europa, Asia Oriental, Asia Meridional, África, América,
..., como decía Wang y como bien sabe también Michel. BlueCoo no puede hacer como una
multinacional al uso, manar al mundo con el objetivo de chupar de él. Deberá intentarlo al
revés, chupar para manar, manar es el objetivo, chupar el medio. Estamos de acuerdo. Eso
decía precisamente el propio Mich cuando nos chorreó en La Défense, previendo nuestro
cándido infantilismo. Ahora bien, lo que yo me temo es que no pueda chupar si no
aceptamos un grado de libertad y de soberanía a las grandes regiones, que son también las
grandes civilizaciones. Eso, ¿qué es?, ¿caer en la trampa para ser devorados por la pujanza
china? Mich opina que el empuje chino es sólo ambición económica y yo opino que el
poderío asiático ha de ser coordinado con la sabiduría europea, que también puede ser muy
pujante. ¿Quién tiene razón? ¿Podríamos ir más despacio? ¿Podríamos prescindir de Wang
y sus amigos y buscar otros socios? El caso es que el propio Mich ha creido desde el
principio en la capacidad de Wang para llevar adelante la empresa. Por eso ha cedido hasta
donde ha podido. En realidad, lo único que me puede reprochar es que, si yo me hubiera
puesto más incondicionalmente a su lado, las cesiones podrían haber sido, como mucho, un
poco menores, sólo un poco menores, tal vez, pero las habría habido de todas formas,
porque Mich estaba dispuesto a ello. De modo que los responsables somos los dos, no sólo
yo. Está claro.
Son estas conclusiones finales las que le han permitido conciliar el sueño hace tan sólo dos
o tres horas.
Ahora Miren vuelve al hotel tras deambular por la zona de Jing’an, la Yuyuan Lu y el
tramo oriental de la Nanjing, sin dejar de admirar, una vez más, el vigor económico de
Shanghai. Al llegar a la habitación, Michel le muestra en la pantalla del portátil la misiva
que ha preparado para todos los socios y le anuncia un e-mail de Lurdes que ha llegado a su
nombre.
 Espero que contesten todos esta misma tarde o noche. Les pido que nos dejen
plantear los acuerdos de ayer en la reunión de mañana, siempre a expensas de que
sean ratificados por la Junta Rectora en París la semana que viene, momento en que
se harían definitivos. O, en caso contrario, momento en que romperíamos con Wang
y sus amigos y nos veríamos abocados a buscar otros socios para Asia Oriental.
Michel está más calmado y añade:
 Miren, perdona que me pusiera ayer como un borde.
 Lo que no quisiera por nada del mundo, Mich, es perder tu confianza, amor mío.
Así, tras enviar el correo, firmado por los dos, Miren abre el mail de Lurdes y se dispone a
leer. Pero basta la primera línea para que llame de nuevo a Michel:
 Mich, ven aquí, Lurdes da por descontado que tú tambièn vas a leer sus emociones.
***
96
Queridos Miren y Michel:
Os lo tengo que contar porque estoy emocionada. El fin de semana pasado Pierre me invitó
a visitar su Normandia natal. Quería demostrarme que se puede amar a la patria chica
desde la distancia. Él, desde luego, lo hace. Pero lo que acabó enseñándome es que
necesita volver a su tierra cada poco tiempo para alimentar su espíritu. Conforme nos
acercábamos hacia la bahía de Saint Michel se iba excitando sólo a la espera de la visión
en lontananza de la roca coronada de piedra humana, mientras no paraba de contar
anécdotas de su niñez. Por lo que se ve, él fortaleció sus piernas caminando por los
inmensos arenales que se adentran profundamente en el mar y se extienden decenas y
decenas de kilómetros a lo largo de la costa, sin solución de continuidad, en las profundas
mareas bajas. Que hacían apuestas, me dijo, de llegar hasta el Mont Saint Michel
partiendo desde su pueblo, Granville, a más de 25 kilómetros lineales de extensos arenales
interminables en marea baja, salpicados de corrientes de aguas superficiales producidas
por las profundas mareas, de trazados siempre cambiantes, que era preciso sortear de
alguna forma, con frecuencia nadando vigorosamente entre las corrientes. Cuando
finalmente, tras una pequeña elevación, divisamos desde el coche toda la bahía a lo lejos,
el sol mortecino de la tarde invernal dibujaba una línea naranja en el mar al lado de la
maravilla. Había marea alta. Pierre no dijo nada, sólo esperaba que yo lo hiciera. Y yo no
hablé, sino que grité. ¿Me emocionó esa forma de conjugar planitud, infinitud, roca y
cultura? Una especie de quinta esencia de la geometría. Muy bello y fascinante. Es sólo un
perfil, un dibujo cambiante según la distancia y la posición desde la que decidamos
contemplarlo, pero es asombroso. Y ese grito de asombro mío le emocionó a él. Paró el
coche y me abrazó con furia. “Has gritado al fondo de mi corazón, donde guardo todos los
dibujos del Mont Saint Michel. Alguno de ellos ha resonado y son mis entrañas las que te
abrazan”, me dijo, radiante. Suena cursi, pero yo me ví entonces, creo que por primera
vez en mi vida, capaz de hablar directamente al corazón de otra persona. Es una
experiencia singular, como un teléfono especial sólo para sentimientos y gritos, que
responde con abrazos furiosos y tremendos. Corrimos luego a visitar el peñón, el pueblo y
el santuario, a la carrera, jadeantes, ya anocheciendo, porque Pierre quería sentir el olor,
eso dijo, de las escalinatas, los belvederes, las perspectivas, los recovecos, las piedras, las
casas, los muros, los inmensos paredones, los pequeños jardines, las olorosas tripas de la
pasmosa geometría. Luego paró, de repente, una vez encaramados a lo más alto, y
esperamos a que la oscuridad se adueñara de todas las formas. Entretanto, él,
abrazándome por la espalda, se apretaba a mí de manera cada vez más estrecha, sin
perder la mirada en el horizonte, como si la noche reclamara combatirla con el calor de
los cuerpos unidos y la luz violeta y negra del infinito requiriera cuatro ojos juntos para
ser captada.
En Granville nos alojamos en la casa de sus padres. Fueron encantadores conmigo. Viven
en una casita sencilla al lado del puerto. Creo que les caí bien, mejor que Jacques, y no
dudaron en decírmelo de alguna manera, porque en un momento le preguntaron a Pierre
por él con algún retintín. Por lo que se ve, en una ocasión, se comió toda la lubina que el
viejo había pescado en su pequeña motora, sin consideración al apetito de los demás. Le
preguntaban a Pierre, con toda la coña, si “ya había hecho la digestión”. Saben de las
inclinaciones sexuales de su hijo, claro, y da la impresión que las aceptan con naturalidad.
Pierre les dijo que había acabado con Jacques. Y pusieron buena cara con la sustituta. Los
97
muy curiosos me hicieron hablar en euskera sólo para oir el “ruido” de “España”.
Dijeron que suena igual el euskera que el castellano y entonces yo procuré hablar en el
euskera más cerrado, porque una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, coño. Dicen
que ellos, cuando viajan a España con la radio puesta y oyen una emisora euskaldun al
acercarse a Iparralde, siempre dicen: “Ya estamos en España”. Y dale con España. Como
comprenderás estuve de lo más prudente, pero ya estoy maquinando cómo vengarme. He
pensado asegurar que al oirles hablar a ellos me digo a mí misma que “fonéticamente
hablando parece que estoy en Inglaterra”. Cuando le propuse la idea a Pierre, entre
nosotros, y para reirme de mí misma un poco, me dijo que no andaba descaminada, que, de
hecho, en las islas anglo-normandas de aquí al lado, a donde prometió llevarme en
primavera, se habla inglés.
Granville es un pueblo grande que puede ser calificado tanto de feo como de maravilloso.
Pero, para Pierre, es el compendio de todo lo que el mar puede ofrecer como determinante
de una manera de vivir. Porque para Pierre no hay madre tierra sino madre mar, “ma
mère mer”, “m...m...m...”, repetía. Es un lugar con unas mareas tremendas, que llegan
hasta los 18 metros de diferencia entre las altas y las bajas en las vivas de setiembre. El
puerto es un lío de diques altísimos y de esclusas. En marea baja, a pesar de la tremenda
altura de esos muelles, los barcos descansan sobre los fondos más negros que blancos.
Toda la zona del pueblo frente al puerto está desahuciada por éste. Pero la ciudad baja, la
basse-ville, tiene vida y calor, mientras que a la haute-ville le rebosa la hondura y el
pintoresquismo por los poros de sus silenciosas calles graníticas, de sus fugas al mar y al
horizonte cada dos por tres, de su iglesia preciosa donde la gente, al casarse, reparte
poesías horribles, de sus murallas, de su faro lanzado sobre el mar o sobre la arena, según
le dé a la marea, en un muy hermoso lugar, y de su singular paseo bordeando los
acantilados y los paredones, que es una auténtica delicia con hechizo marinero. También
tiene playa, talasoterapias de esas y una gran piscina artificial-natural, donde recogen el
agua de la marea alta para que la gente pueda bañarse en marea baja sin tener que
recorrer kilómetros de arena para llegar a la orilla. Pero lo que tiene, sobre todo, son
mareas, y gente que vive en función de las mareas. El tiempo, en el resto del mundo, ha
sido de mañana, de tarde, de noche y de mediodía, según el sol; cuando se avanza en el
desarrollo llega a ser de horas, de minutos y de segundos; y, si se sigue avanzando, de
nanosegundos y de simultaneidades. Pero en Granville se pasan por el forro toda esa
parafernalia. Su tiempo es la marea baja y la marea alta, la marea baja baja y la marea
alta alta. Ni sol, ni día, ni noche, ni horas, ni minutos, ni segundos, ni nanosegundos, ni
leches. Sólo marea alta y marea baja, sólo mar y luna dando vueltas sobre la tierra
llevando y trayéndose las aguas.
“A las 12 de la mañana, marea baja”, nos comunicó el padre de Pierre como si informara
de la hora de la cena. Por tanto, en torno a esa hora, con unas katiuskas que me dejó
Pierre para mí y descalzo él, con lo fría que está la arena mojada y el mar a estas alturas
invernales, nos fuimos a cosechar bivalvos a los inmensos arenales. Mi sorpresa fue
grande pues estábamos en las mismas centenares de personas, todas levantando más el
culo que la cabeza, agachados escarbando en la arena. Claro que centenares de personas
en las inmensidades de los arenales y de las playas que se extienden hasta le Mont Saint
michel por el Sur y hasta donde la vista alcanza por el norte, no se tropiezan ni aunque
quieran. Cojimos un gran caldero de chirlas y almejas raras. Las limpié con mimo, las cocí
en sidra, según me enseñó la madre de Pierre, y las tengo congeladas con sus líquidos en
el frigorífico a la espera de preparar un arroz caldoso que se van a chupar los dedos estos
98
franceses. Sustituiré la mantequilla por el aceite de oliva, la cebolla por los ajitos y el
laurel por el perejil, para que se enteren de lo que vale un peine. Hemos pensado invitar a
todos, incluido a Jacques, aunque Pierre dice que no vendrá, a una comida en nuestra casa
el lunes 19, para que nos contéis vuestras impresiones y gestiones en Shanghai y para
disfrutar de la compañía. Vosotros, ¿llegáis el domingo a la tarde, no? Pierre preparará
unas coquilles de St. Jacques según una receta de su tierra, me ha prometido.
Disfrutó como un enano cogiendo chirlas. Y no se cansaba, el tío. Como si ese fuera, en el
fondo, su oficio. No sé cómo lo hacía, pero cogió cuatro veces más bivalvos que yo y acabó
la mitad de cansado. Era feliz como un niño. Y yo con él.
El domingo aprovechamos para visitar a la mañana Caen. Una pena que estuviera vacía,
de domingo, porque es una ciudad preciosa, agraciada de verdad. Y Pierre me ha hablado
de cantidad de pueblos y lugares que él no puede dejar de recorrer cada poco, a donde
acude con regularidad. Me ha puesto los dientes largos. Creo que voy a volver por
Normandía con él muchos fines de semana, por aquí y por allá, a muchos sitios distintos.
Sólo una sombra. En justa correspondencia, Pierre me ha pedido que yo también le enseñe
nuestro país, que quiere él también coger el teléfono de los gritos y ser respondido con
abrazos. Y yo estoy hecha un lío. Adoro a este hombre sensible y considerado, que trabaja
el cuerpo como un especialista, por cierto, y que emociona al verle escarbando en la
arena, sin frío en los pies, buscando el fruto del mar. Y yo no puedo ni decirle que no
puedo volver a mi tierra porque los míos quieren matarme. Lo mismo lo mismo que a tí te
pasó con Michel, Miren. Estoy hecha un lío y necesito vuestra opinión.
Os quiero todo lo que se puede querer. A ti también, Michel. Franchute, más que franchute.
Miren está sensible y no puede evitar una lágrima cuando acaba la lectura. Su amiga es
feliz. Michel la ha tomado del hombro, comprendiendo que hay un caldero de palpitaciones
y buenos sentimientos en el cuerpo que ahora abriga con sus brazos, debido a los ejércitos
de bits enviados por Lurdes que han llegado raudos por la banda ancha, transformados en
lenguaje castellano de amistad, que él a duras penas ha conseguido comprender, dada la
velocidad de lectura de su novia. Es por eso que le dice:
 Preciosa carta. ¿Quieres disfrutarla de nuevo traduciéndola para mí, ma chérie?
Mira por donde, Lurdes, a 13.000 kilómetros de distancia, contribuye a que sus amigos
Miren y Michel recobren un poco el color aguamarina con destellos violetas de sus miradas.
99
Sábado, 17 de diciembre de 2005
Shang Hai
Los socios fundadores de BlueCoo han respondido con celeridad a la consulta de Michel y
Miren y todos han dado su apoyo a las cesiones que estos se han visto obligados a conceder
en esta Shanghai. Más todavía, salvo André y Madeleine y, sobre todo, Lurdes, todos se
congratulan de que la empresa se haga más flexible y, por lo tanto, más adaptable a las
distintas culturas mundiales.
Ahora, en la pequeña sala con el rótulo de “business centre” del hotel donde se alojan
Miren y Michel, están reunidos, según la fotocopia de los asistentes que Wang ha entregado
a todos, las siguientes personas:
Michel Périllat, Paris.
Miren Palacio, París.
Wang Shujiang, Hangzhou.
Zhang Hong, Beijing.
Sun An, Guangzhou.
Chen Jinsong, Chengdu.
Robert Tsang, Singapur.
Shin Tamagusuko, Tokio.
La reunión está acabando y pronto acudirán al Salón Dragón-Fénix, emblemático
restaurante en la octava planta del hotel Peace, con vistas soberbias sobre el Bund y
Pudong. Wang consintió en realizar la reunión en un hotel de medio pelo, pero pidió, en
contraprestación, celebrar el nacimiento de BlueCoo-Oriente en un buen restaurante, que
eligió Huang.
A la lista de los dos europeos, el japonés y los 5 chinos, bien que uno de ellos resida en
Singapur, se ha añadido un noveno nombre a última hora, que todos debieron escribir a
mano en su DIN A4, el de
Huang Tang, Shanghai
la mujer de la sonrisa dulcísima. Wang, presionado también por Michel, Miren y la misma
Huang, ha decidido admitirla en la nómina de nuevos socios de BlueCoo. Será la secretaria
que se ocupe de la sede de Shanghai, que pronto alquilarán. De momento pedirá un permiso
100
sin sueldo de algunos meses de estos menos turísticos, a la espera de que se consolide el
proyecto BlueCoo en China.
Michel ha explicado qué es BlueCoo y ha insistido en las motivaciones que le hicieron
nacer, relacionadas con el impulso empresarial que se manifiesta esencial para el desarrollo
de los países atrasados y con las redes y la cooperación interempresariales Norte-Sur y SurSur que pueden implementarlo. Ha descrito, a título de ejemplo, varios sectores productivos
y de servicios donde esa cooperación puede ser requerida y funcionar con éxito y ha
expuesto la naturaleza cooperativa flexible de la empresa, según los acuerdos a los que
Wang dio su aprobación y que deberán ser, en todo caso, ratificados previamente por la
Junta Rectora.
Wang ha desplegado altas dosis de liderazgo y carácter emprendedor, dando un estudiado
toque de realismo a su intervención, con referencias al mercado asiático, su enorme
disposición a la cooperación tanto con Europa, Japón y EEUU, como con América del Sur
y África, a la tecnología y las nuevas soluciones que ofrece la telecomunicación en red que
tanto pueden implementarla a un costo incomparable respecto al beneficio que puede
aportar, y a las necesarias previsiones y esfuerzos financieros que deberán realizarse “sin
que el capital llegue nunca a determinar por si solo el destino de la empresa”, ha añadido,
en deferencia a Michel y Miren.
Michel ha retomado la palabra para explicar que Wang y él han estimado que resulta
imprescindible una ampliación del capital social de la empresa, en este momento de
288.000 euros, en unos 120.000 euros adicionales, con el objetivo de cubrir gastos en el
primer semestre del 2006 y que la horquilla de aportaciones habrá de oscilar entre un
mínimo de 1.700 euros y un máximo de 33.000, según las fórmulas negociadas con Wang.
En caso de no llegarse a esa cifra global, serían los socios actuales parisinos los que
cubrirían la diferencia.
Una vez hecho el sondeo de cuáles podrían ser las aportaciones de cada uno de los
presentes, el resultado es que no hace falta ninguna ayuda europea. El japonés Shin
Tamagusuko y el singapurense Robert Tsang, incluso han pedido poder aumentar el monto
de su aportación, por encima de los 33.000 euros e igualarse con las aportaciones europeas,
todas ellas de 36.000. Se les ha dicho que por ahora no, que con toda seguridad tendrán
oportunidad de aumentar su inversión cuando se creen las delegaciones en la India, en
África, en América del Sur, en EEUU, etc. Huang aportará casi la mínima cantidad
exigible: 2.000 euros. Todos sus ahorros, en realidad. Pero recibirá desde el primer día un
sueldo bruto de 400 euros, bastante más de lo que en este momento gana como guía de
españoles y sudamericanos, un buen sueldo en China.
Wang, sobre un mapa, explicará su proyecto inicial de expansión en Oriente y la
organización territorial que propone, en principio:
BlueCoo-Oriente, dirigido por Wang Shujiang, se asentará en Shanghai y funcionará
también como
BlueCoo-Shanghai, para cubrir el ámbito de las provincias chinas de Shanghai,
Shandong, Jiangsu, Zhejiang, Henan, Anhui, Hubei y Shaanxi, con un total de unos 483
millones de personas.
101
BlueCoo-Beijing, dinamizado por Zhang Hong, cubrirá el ámbito de las provincias
chinas de Beijing, Tianjin, Liaoning, Jilin, Heilongjiang, Mongolia interior, Hebei, Shanxi
y Ningxhia, a las que se sumará Mongolia, atendiendo un territorio con unos 264 millones
de personas.
BlueCoo-Guangzhou, coordinado por Sun An, cubrirá las provincias chinas de
Guangdong, Fujian, Jiangxi, Hunan, Hainan, Guanxhi, Guizhou, Yunnan, Hong Kong y
Macao, y aglutinará también a Taiwan, cubriendo un total de unos 395 millones de
personas.
BlueCoo-Chengdu, controlado por Chen Jinsong, abarcará las provincias chinas de
Sichuan, Gansu, Qinghai, Xinjiang, Tibet y Chongqing, un total de unos 193 millones de
personas.
BlueCoo-Singapur, dirigido por Robert Tsang, tendrá dominio sobre Singapur, Malasia,
Indonesia, Papúa-Nueva Guinea, Filipinas, Brunei, Timor, Camboya, Laos, Myanmar,
Tailandia y Vietnam, con un total de 545 millones de personas.
BlueCoo-Tokio, dirigido por Shin Tamugusuko, coordinará Japón, Corea del Norte y
Corea del Sur, con un total de 198 millones de personas.
Wang, por tanto, como responsable del conjunto de BlueCoo-Oriente, tendrá jurisdicción
sobre un territorio donde viven más de 2.000 millones de personas, una tercera parte de la
humanidad. Cuando Michel resalta ante todos esta circunstancia no tiene otro remedio que
añadir:
 Es, por tanto, el hombre más importante de Blue-Coo. Yo no tengo sino que
agradecer la diligencia con que ha procedido y aplaudir la eficacia de todas sus
gestiones. Os pido un fuerte aplauso para él, para animarle a continuar por la misma
senda.
 No!, no, no –interrumpe prontamente Wang, antes de que nadie pueda iniciar las
palmas-. El hombre más importante de Blue-Coo es Michel Périllat, nuestro gerente
universal. Soy yo quien pide humildemente un aplauso para él, para animarle a
continuar con su dirección como hasta ahora.
Michel, sorprendido por la respuesta, opta por abrazarse a Wang mientras todos los
concurrentes prorrumpen en aplausos y bravos a los dos hombres “más importantes de
BlueCoo”. Huang, ya en funciones de secretaria, ha tomado las notas para realizar el acta
de la reunión, y no ha dejado de disparar instantáneas con la cámara digital.
BlueCoo-Oriente ha comenzado su andadura provisional, a la espera de que la Junta
Rectora refrende los cambios propuestos, lo que todos dan por seguro, en el más breve
plazo.
102
Domingo, 18 de diciembre de 2005
De Shanghai a París
La misma compañía finlandesa que trajo a Michel y Miren a Shanghai es la que les
devuelve ahora a París, después del sorprendente éxito de las gestiones para la instalación
de BlueCoo en esta ciudad. Es Huang quien les ha llevado al aeropuerto de Pudong,
reconvertida ya en secretaria para todo de la delegación oriental. Michel ha encontrado de
nuevo una satisfaccción casi fisica al encontrarse escoltado por ella y por Miren, envuelto
en una especie de sosegada plenitud varonil. Con todo, su rostro refleja una sombra de
dilema y de inseguridad. No sabe qué palabra utilizar para adjetivar los resultados
obtenidos. ¿Éxito? Wang le ha ganado la partida, así lo siente, y encima se ha permitido el
lujo de retratarse abrazado a él como postal final de las negociaciones, como si estuvieran
plenamente identificados en todo lo que respecta a la empresa. Cavila ahora que él siempre
ha defendido, no sólo que el crecimiento económico sea una buena medida para evaluar los
resultados de cualquier empresa productiva, sino que el impulso de la ambición y la
avaricia económica no son desdeñables a la hora de promover cualquier proyecto. Pero en
la colisión de intereses entre el afán del dinero por reproducirse y los requerimientos del
trabajo y de las ideas, hace tiempo que le parece que no debe ganar ninguno a costa de los
demás y, por tanto, que de lo que se trata es de que ganen los tres. Michel lo cree posible
pues no deja de observar que los tres factores tienen, Michel no lo duda ni un momento,
intereses más que comunes, por más que también los tengan enfrentados. Sin embargo,
Wang parece responder en exceso a las incitaciones del afán de lucro y bastante menos a
los del trabajo o a los idealismos solidarios. Michel sabía de sobra que BlueCoo debería
contar con gente así, pero que fuera gente así la que dirigiera la que probablemente se
convertirá en la delegación territorial más poderosa de la empresa, en el caso de que ésta se
consolide, en el plazo de un par de años, eso ya es preocupante. Jacques le había informado
que, quizás en contradicción con sus impresiones, Wang se había mostrado muy eficaz en
su trabajo con empresas y entidades africanas en el desarrollo de proyectos de cooperación
energéticos, que habían resultado muy favorables en Bostwana, Sudáfrica, Namibia y otros
países del Africa Austral incluidos en el SADC18, entidad con la que Jacques tiene fuertes
relaciones. Por tanto, ha de suponer a Wang, aunque no lo parezca, un hombre sensible a
los problemas de desarrollo de los países que más lo necesitan y a las desigualdades
mundiales, que están en la base de la ideografía de BlueCoo. Tal vez no sea eso lo que más
deba preocuparle, piensa Michel, tal vez el afán de lucro de Wang no sea del todo
incompatible con su sensibilidad social. Lo que más le inquieta es la defensa a ultranza que
Wang ha hecho del hecho diferencial de la cultura económica oriental, su cierto desprecio
por los logros de la cultura europea y su desconfianza en los de la cultura universal. Y lo
que más le ha dolido es que se haya encontrado como aliada precisamente a Miren. Aunque
18
SADC: Comunidad de Desarrollo SudAfricana
103
comprende que ella tiene su perfecto derecho a opinar como le plazca, se ha visto
sorprendido y, no puede evitarlo, también decepcionado. Él esperaba un idealismo más
universal en ella, menos apegado al ideal europeo. Ha de reconocer, sin embargo, la
consecuencia de su planteamiento: “Ya que concedo a Europa una función como agente
mundial de valores, he de hacer lo mismo con China y con cualquier otra civilización”, le
dijo. De todas maneras, Michel no renuncia a intentar aclarar algunos conceptos y a intentar
influir con sus ideas en las de ella.
Con todo, reflexiona ahora, ha conseguido evitar que Wang se llevara el gato al agua
cuando propuso montar un BlueCoo independiente, asociado al BlueCoo “europeo”, como
éste lo llamaba. Ha conseguido mantener la unidad de la empresa. El debate entre el mundo
y las grandes regiones, entonces, sigue siendo interno. Una cuestión a dilucidar en la Junta
Rectora, aún controlada por los parisinos. ¿Controlada?, ¿por qué parisinos?, se pregunta
Michel. “Miren está con Wang, como probablemnte lo estén Jacques y Lurdes”, reflexiona.
Conmigo sólo estarían André, Vivienne y, tal vez, Madeleine. No, es en el resto de Europa
y en el mundo entero donde he de encontrar aliados, se dice para sí.
A Michel los aviones le parecen muy lentos. Se ha inventado, piensa, el vehículo ideal para
distancias nacionales e intrarregionales, en torno al intervalo de 500 a 3.000 kilómetros,
pero está por venir el adecuado para distancias superiores e intercontinentales. Ni Internet
ni los progresos en telecomunicación, ni siquiera el contacto auditivo y visual virtuales,
evitarán nunca seguir ambicionando el contacto físico entre las personas o entre las
personas y los lugares. Y, por tanto, seguirán siendo deseables transportes cada vez más
rápidos para las grandes distancias. Cuando mira por la ventanilla las inmensas soledades
de las heladas estepas mongolas que en este momento sobrevuelan, antes de adentrarse en
la dilatada taiga siberiana, no puede dejar de echar en falta un transporte más veloz.
 Este avión es un trasto, parece que no avanza –dice, tras posar la mirada en el
regazo de su compañera, sentada a su izquierda en el avión, que sostiene una novela,
abierta en el punto en que termina un capítulo.
 Tranquilo, lo hace a 1.000 kms por hora –Miren, una vez que acaba el párrafo y
cierra el libro-. Para las 6 de la tarde estaremos en París, no puedes quejarte, el viaje
sólo nos priva de 7 horas de sol en tierra.
 Más las 6 de desfase solar, 13 reales. Pero no lo digo por eso, sino porque este vacío
terráqueo que estamos atravesando, Mongolia y Siberia, y este tiempo real que nos
cuesta hacerlo en este avionazo, mienten. Parece que separan Europa de China y
China de Europa más de lo que están. Pero contradicen la realidad. Yo he visto en
Shanghai una cultura económica muy parecida a la occidental. La distancia cultural
es muy pequeña. ¿Por qué? Porque China ya ha entrado en la ola de globalización
mundial generada por la revolución industrial, a la que no comenzó a incorporarse
hasta la tercera parte del siglo XX.
 Pues ya tardó.
 Bueno, no mucho, en realidad, si miramos con perspectiva histórica. Sólo un par de
siglos. Y ya verás como el tren de la globalización informática lo toma sólo con un
desfase de pocas décadas. El mundo cada vez generaliza más rápidamente sus
revoluciones.
 ¿Y habrá un momento en que todos seamos iguales?
104
 No espero yo tanta suerte. Siempre encuentran las partes del mundo los subterfugios
para mantener sus diferencias, sus privilegios y sus egoísmos. Aunque espero que
los desfases puedan ser amortiguados mucho más rápidamente en el tiempo.
 O sea, que lo que tú quisieras es un mundo sin diferencias culturales, ¿no?
 Yo admito y deseo el multiculturalismo cuando se refiere a la estética, que es muy
creativa, pero la ciencia es separable enteramente de las culturas, en el sentido de
que puede y debe ser una supracultura global, humana, y la ética debería estar por
encima de ellas. Pero la ética siempre ha quedado costreñida al ámbito de las
religiones y las civilizaciones, siempre ligada a la moral de las costumbres y de los
credos. Hay que superar eso. Hay una ética universal por construir. La ONU está
trabajando el tema con sus conferencias mundiales sobre la mujer, sobre el medio
ambiente, sobre la pobreza, sobre las culturas, sobre el desarrollo, sobre la justicia,
etc ..., pero con resultados desiguales. Todo va muy lento.
 ¿Y, qué es eso de la estética?
 La lengua, las artes, los mitos, el mundo simbólico, el sentido de la belleza, qué sé
yo. Cada civilización y cada nación que se lo monte como le parezca y que aporte
sus creaciones al mundo y no lo haga solamente Occidente. De acuerdo, eso es
riqueza y eso es justicia. Pero, cuando un Wang apela a la diferencia cultural para
poner trabas a la concepción mundialista de BlueCoo, a mí me preocupa. Yo me
siento ya un poco fracasado. En concreto, se ha malogrado ya, antes casi de
empezar, una idea que yo venía madurando largos años. La importancia de ir
acercando los salarios mundiales si se quiere ir construyendo una democracia
económica mundial, que es lo que yo creo que hay que postular. Y la manera no es
disminuyendo los sueldos buenos, sino aumentando los malos, que los hay en todas
partes, pues hay que reducir la brecha de la manera menos traumática y más
defendible. Y los sueldos bajos están en China, por ejemplo, pero Wang apela a la
diferencia cultural para no hacer un esfuerzo en este sentido y, ¡es una mierda!, la
verdad.
 No exageres, Michel. Se ha mantenido tu propuesta de que BlueCoo reduzca a la
mitad la brecha entre los sueldos de referencia europeos y los chinos.
 Si, pero los sueldos de referencia son una mierda si luego admitimos una horquilla
del 90% en torno a ellos, como nos hemos visto obligados a convenir, en vez del
50%. Eso quiere decir que dentro de BlueCoo-Oriente, los sueldos serán desiguales.
Que Huang, con su mandarín, su español y su inglés, su gran empatía y su mejor
disposición al trabajo, cobrará 400 euros al mes, y que Wang se llegará hasta los
1.500 mañana mismo.
 Bueno, no me parece tan exagerado. Esos 400 euros de Huang son el doble de un
salario normal en China, un buen sueldo. Y esos 1.500 euros de Wang son un sueldo
todavía bien corto frente a los nuestros. Es un rango de diferencias pequeño.
Además, en su conjunto, los sueldos chinos serán menos desiguales respecto de los
europeos, o sea, reducimos la desigualdad desde la perspectiva mundial y eso es lo
que tú pretendes, ¿no?
 Bien, tienes razón en eso. Sí, eso se ha mantenido.
 Es gracias a ti que se ha conseguido mantener ese principio, Michel. Y yo te he
apoyado en eso. No te preocupes. Ya verás cómo esa mayor flexibilidad produce
más beneficios que inconvenientes. No han sido tantas las cesiones, tranquilízate.
Miren está demasiado enamorada de Michel como para hacer prevalecer su manera de ver
las cosas en el terreno de la virtualidad o no de las civilizaciones y las grandes regiones
105
económicas en la definición del mundo. Ella cree que Europa ha de aportar mucho y que lo
debe hacer autoafirmándose autónomamente, y lo mismo habrá de admitir, entonces, de las
demás civilizaciones. Pero no va a discutir de eso ahora. Ya habrá tiempo. Ante todo debe
ayudar a restituir la confianza de Michel en sí mismo, así como la confianza de Michel en
ella, las dos cosas.
 De verdad, tranquilízate, amor mío, ya verás como todo sale bien.
Miren ha acurrucado su cabeza posándola en el cuello de su amante, mientras su brazo
izquierdo echa mano del de la misma lateralidad del hombre, acariciándolo. Michel cede al
calor y al sentimiento de su pareja, besa su frente y con su mano derecha le acaricia la nuca
y el cuello.
 Está bien, Miren, está bien. Gracias por tu apoyo y tu ánimo. Además, le tenemos a
Huang en el meollo de la empresa desde el principio. Si ha sabido resistir a la
enorme personalidad de Wang y, por otra parte, acordar con él en campos tan
importantes como el hijo de ambos o el cuidado del padre de ella, sabrá igualmente
hacerlo en la empresa. Es nuestra gran aliada en Shanghai.
 Si, además esta Huang, nuestra gran aliada en Shanghai –repite Miren
Pero ella, mientras sigue acurrucada con los ojos cerrados pegada a Michel, no puede evitar
que su mirada al interior espíe una larga escena: su amante y Huang están juntos. Defienden
acaloradamente alguna cuestión en cualquier metrópoli oriental, Kuala Lumpur, cree, frente
a una horda de salvajes capitalistas y empedernidos confucianos y musulmanes. Sólo que
en la sala en la que se produce la disputa ya no está ella.
Miren, la mujer que siempre provocó celos en sus amantes y compañeros, la mujer que
nunca los sintió porque nunca nadie hizo nada para provocarlos, ha de sufrir ahora, sin
previo aviso, el primer arañazo de sus garras afiladas.
106
4
Kinshasa.
Kisinyabo.
Urtarrila (1)
107
Viernes, 3 de enero de 2006
Kinshasa
Michel y Miren vuelan de nuevo desde París, vía Bruselas, esta vez con la compañía SN
Brussels Airlines, hacia la capital de la descalabrada República Democrática del Congo, la
RDC o Congo-Kinshasa, el país de enrevesado nombre, tras el enésimo bautizo al que le
sometió Laurent Kabila cuando tomó el poder en 1997, cambiando el de Zaire con el que
había sido nombrado tras su independencia en 1960. Tienen la suerte de hacer el trayecto de
día, por lo que Miren puede desplegar toda su afición a las ventanillas de los aviones, es
decir, toda su pasión por las geografías terráqueas, bastante frustrada desde que su talón
necrosado le impide cabalgar sobre las montañas. Los paisajes conocidos de los Alpes están
cubiertos de neblina, pero la montaña logra deshacerla, elevándose por encima de ella, en
ciertos puntos que Miren reconoce. Luego llega el Mediterráneo, más acero de nube que
azul de cielo. Miren logra divisar las costas de Córcega, primero, y Cerdeña, después, tan
bellas y recortadas en la lejanía. La entrada en África es por Túnez. Las últimas
estribaciones orientales del Atlas son ya más secas, pero aún permiten recrearse con los
últimos verdes de los que podrán disfrutar antes de acercarse al Ecuador. Dentro de poco el
Sahara se adueñara de las siguientes 3 horas. Está despejado y el aire no está manchado del
polvo sahariano que tantas veces lo enloda. Miren casi lanza un grito de satisfacción.
Guarda un recuerdo inolvidable de sus correrías por el Tassili y el Ahaggar argelinos, así
como por el Teneré de Níger. El gran desierto se presenta, de pronto, blanco inmaculado.
Es la sal nívea, sal pura, sal y más sal, en las depresiones que un dia fueron océano en el sur
de Túnez. Pero antes Miren ha podido recalar su mirada en un punto significativo: el oasis
de Tozeur adosado a la última estribación suroriental del gran Atlas. Fue amiga, digamos
íntima, de un guapo guía nacido en esa localidad, que trabajó en Bilbao para una agencia de
viajes de aventuras por el Sahara. Con él estuvo en el Tassili profundizando barrancos
minerales poderosos y placeres carnales deliciosos bajo las brasas del sol. Uno de sus
mejores amantes, sin duda, el mejor en el trabajo de la cintura para arriba, califica. Un
“Perdona, Jazinto” le viene al corazón mientras un calor picante le sube por los pechos
hasta el cuello y las orejas al pasar la película de aquellos encuentros en las rocas
pigmentadas por el sol y diseñadas por el cincel del agua y el latido del viento.
Luego, el extenso blanco salino va coloreándose poco a poco de arena. Estamos en el Gran
Erg Oriental. A lo lejos, muy a lo lejos, se divisa al este el gran arco de la meseta sahariana
rota en miles de barrancos para abrazar la gran depresión costera libia. “¡Qué inmensidad!”,
dice Miren, y Michel responde abalanzándose sobre la ventanilla, tanto para restregarse
sobre el cuerpo cálido de ella, a quien ha cedido el puesto de mirona de vastedades, como
108
para compartir lo que ha causado su interjección. El paisaje del Sahara es de viento unas
veces y es de agua otras. Y ambas fiestas panorámicas se diferencian perfectamente desde
las alturas del avión. Aquí una enorme extensión de arena, un mar de silicatos reducidos a
granos diminutos que saben acompañar al viento para modelar con él las más bellas,
vibrantes y proliferantes dunas, perfectamente dispuestas en olas sucesivas entreveradas por
sistemáticas sombras, matices diluidos y alineaciones cruzadas. Arena y viento. Allí otra
inmensa extensión de piedra y roca, una tierra roída por el agua que hubo y que alguna vez
vuelve a aparecer, inmensa estructura arbolada de secos cauces irregulares, de mil
ramificaciones quemadas, barrancos, entroncadas en mil troncos, valles que alguna vez
condujeron aguas, formando cuencas que son los nervios y las venas de la tierra. El color
más vivo, más duro y más fuerte, testimonia que las entrañas minerales roídas escupen
pigmento como las heridas de la carne expulsan sangre. Roca y el agua invisible que la
abrió y la modeló.
Conforme se consumen las grandes distancias, mientras el avión corre al sur casi siguiendo
la frontera argelino-libia, la arena y el viento van perdiendo poco a poco la batalla frente a
la roca y el agua escultora. Las alineaciones montañosas son ahora este-oeste y al poder del
agua se une cada vez más la fuerza de la orografía. Las montañas son intensamente rojas
hasta que empiezan a aparecer ardientemente negras. Al sur de de sus cimas planas todavía
dejan descansar gigantescos mares de dunas en sus faldas. “Esas son las montañas del
Tassili”, enseña Miren. “Ahí estuve yo 15 días”, voluntariamente desconcertada entre
escaladas, travesías y amores, añade para sí sin emitir sonido, aunque ha estado a punto de
hacerlo en voz alta. Miren intenta perdonarse de una vez por todas lo que ya Jazinto le
perdonó siempre, tantas veces como hubo necesidad de ello. Pero lograr la absolución de
uno mismo es un problema más arduo que obtenerlo de quien te ama. Necesitaría para ello
verse reflejada en la comprensión de su amante actual. ¿Comprendes, Michel, que yo me
acostara con todo hijo de vecino a pesar de que adoraba a Jazinto? O, a lo mejor su deseo
de contar es otra cosa, se dice ahora. Tal vez responde a otros intereses. El caso es que arde
en deseos de compartir sus secretos. ¿Lo deseo como una forma de atar cadenas con él?
Quizás los secretos compartidos pueden ser tenazas que cierran los peligrosos eslabones
abiertos. Michel no parece tan apegado a ella como lo estuvo Jazinto. Miren no se siente
segura. Entre ellos hay una distancia que alguna barrera convierte en obstáculo.
Lo que Michel ve por la ventanilla al precipitarse de nuevo sobre el cuerpo de Miren para
llegar con su cuello al metacrilato sucio del ventanuco, tras la invitación del comentario de
ella, es un desordenado y espléndido brote montañoso de negrura mineral, perturbado por
profundas e irregulares grietas aún más negras, en cuyos confines se asientan los más bellos
arenales, ahora pletóricos de color, y las más hermosas y cálidas hamadas rocosas, de
subidos tonos carmesíes. “Es muy bello”, dice Michel. “Es muy bello, si”, corrobora Miren.
Luego, el avión sigue devorando distancias. Se ha abierto un amplísimo corredor hacia el
sur, sin confines ni al este ni al oeste hasta donde la vista alcanza, cada vez más blanco. Son
las vastas soledades de Níger. El suelo estéril recobra los tonos claros, primero, más claros,
después, hasta el blanco puro. De nuevo la sal enseñoreándose de todo el horizonte: No
hace estallar los ojos de luz porque el sol ya se va extinguiendo por el suroeste. ¿Qué es
aquello que asoma tan lejano alzándose sobre el blanco salitroso? Nuevas afloraciones
negras, verticalidades en la lejanía infinita. No pueden ser sino las montañas del Tenéré.
Allí no hubo guía de Tozeur ni sudores de otros cuerpos que el mío, piensa Miren. Sólo
roca y sol. El blanco salino prosigue. “¡Qué mundo más inhóspito!”, exclama con la
intención de sentir otra vez el cuerpo de Michel abalanzarse sobre ella para alcanzar a
109
verlo. Pero poco después de decirlo, no sabe si es la noche que llega o una ilusión óptica,
cree apreciar en los confines del sur un suelo más oscuro. ¿Se acaba el Sahara? Para cuando
llegan allá la tierra es un plano negro que sostiene el violeta, primero, y el azul, después, del
cielo inconmensurable tomado por la primera noche. Pero aún la escasa claridad da para
distinguir ... ¿Qué es aquello? ¿El lago Tchad? Ha de serlo, por fuerza. Yo creía que era un
lago, pero más parece una ciénaga dilatada sin apenas agua. La oscuridad se cierne ya
honda sobre el suelo. Profunda porque el bosque tropical refuerza la noche. Aún quedan
dos horas para llegar a Kinshasa, tras atravesar el Ecuador terrestre.


He disfrutado como una enana cruzando el Sahara.
Me hubiera gustado estar dentro de tu cabeza y mirar con tus ojos para compartirlo
contigo –responde Michel.
Pocas veces en tu vida, amigo, habrás acertado mejor un comentario tan necesario. En todo
caso, pocas veces habrás recibido un beso tan profundo, tan largo y tan elocuente en su tan
frágil como poderoso temblor de labios emocionados.
***
 Soy Kisinyabo Kambere. Uds. son Michel Périllat y Miren Palacio, ¿no es eso?
Encantado de conocerles. Mi amigo Pierre Langlois les ha descrito perfectamente.
Les he reconocido inmediatamente. Era muy sencillo, de todas formas. Sólo había
que encontrar a la pasajera más guapa.
Kisinyabo, Kisin o Kesin para los amigos, es un banyamulengue19 de mirada franca y
aspecto enclenque. Extremadamente delgado, al andar parece un muñeco quebradizo. Su
cara avejentada está llena de arrugas y su cráneo presenta una rotunda calva. Viste chaqueta
y pantalón gris, el último más oscuro que la primera, camisa blanca y corbata negra.
Tras la lisonja, bien acogida por su receptora, Kisin les ha conducido entre la maraña de
gente, de fardos y de trastos, envueltos por la sinfonía peculiar de los ruidos africanos (las
muchedumbres de las distintas culturas producen conciertos también distintos), hacia la
salida del elemental aeropuerto N’Djili de la capital congoleña. Hace calor y llueve a
cántaros en la noche. Kisin ha reservado de antemano un taxi. Su conductor está hablando
con la policía, ya que tiene aparcado el viejo Peugeot indebidamente en la misma puerta de
la salida del aeropuerto internacional. La llegada de los pasajeros acaba con la plática
mientras los dos policías lanzan una sonrisa abierta a los dos occidentales. Tras cargar el
maletero y entrar al vehículo se disponen a recorrer los 25 kms que restan hasta el Gran
Hotel Kinshasa, 5 estrellas, en el centro de la ciudad. Deberán abonar 5 $ más de los
convenidos. Es el módico precio que el taxista ha debido pagar a los policías por el
privilegio de esperar donde estaba prohibido.
19
Etnia tutsi de origen rwandés asentada en la región oriental de la RDC.
110
 El monzón nos va a inundar la ciudad. No para de llover. Han venido Uds. en
temporada de lluvias –comenta Kisin.
 Vientos húmedos del Atlántico Sur, supongo –comenta Miren siempre atenta a los
fenómenos del clima.
 No, son vientos húmedos y cálidos del Índico, que atraviesan toda África hasta
llegar aquí. Mucho calor en el verano Índico, mucho frío en el invierno siberiano, y
enorme torbellino borrascoso que se forma y que nos trae las mayores lluvias
anuales, que ya deberían ir amainando, por cierto –resume Kisin.
En efecto, una lluvia prieta golpea los cristales que no cierran demasiado el habitáculo del
viejo coche. La oscuridad de la noche, la iluminación irregular, cuando no la falta de ella,
de los accesos a la ciudad, el vaho sobre el cristal que la mano del conductor no consigue
borrar, las gotas de lluvia que estallan al chocar y la lentitud de los vetustos
limpiaparabrisas, que parecen arrollar, más que limpiar, su superficie, dejan muy poca
nitidez a la visión de la carretera. Muy pronto comienzan, unas veces a atravesar, otras a
alinearse, los extensos arrabales a un lado y otro del interminable bulevar Lumumba. A
pesar de que la noche es ya completa, unas veces se ve y otras se adivina el barro de los
arcenes, los charcos, las basuras, las tapias desechas y las casas desvencijadas, toda la
miseria acumulada de los más de 7 millones de kinois, así se llaman los habitantes de la
mayor ciudad subecuatoriana de África, tras casi una década de desastres y guerras. Miren
tendrá ya una imagen que llevarse esta noche a la cama. Al rebufo de una hoguera
diminuta, una familia entera, padre, madre y tres criaturas, se agazapa bajo un gran
paraguas clavado sobre un palo, como esos que han puesto de moda los ejecutivos
occidentales, intentando resguardarse de la lluvia, adosados a unas hojalatas maltrechas tras
las que se esconden otras familias con más suerte. Los peatones siguen deambulando por
los arcenes a pesar de que ya es tarde. Desde el interior del coche nadie ve la carretera salvo
el conductor, que pita a las bicicletas, bufa a las motos con carga, adelanta a las camionetas,
espanta a los peatones y sortea los charcos estirando el cuello hasta ponerlo casi encima del
volante, como si de esa manera consiguiera una visión más clara.
Tras más de una hora de recorrido llegan al centre ville de la antigua Leopoldville, donde se
ubica el hotel, entre el urbanismo de calles rectilíneas adornadas con acacias tropicales.
Kisin acepta la invitación para cenar juntos. Hoy consentirá en ser convidado, pero mañana
les llevará él al mejor restaurante de la ciudad, quiere pensar, aunque sería una locura
hacerlo. De alguna manera quisiera contrarrestar la vergüenza que ha sentido al atravesar
los arrabales con la pareja de occidentales. Vivir entre la miseria obliga a no sentir ni dolor
ni compasión por ella y, sin embargo, hoy, lo que ha sentido es repugnancia, pues la ha
visto, sin querer, con los ojos de los forasteros a los que acompaña. Y el impulso de
invitarles a una buena cena mañana le ha surgido a modo de expiación por la pobreza que
les ha obligado a contemplar. Como si él fuera el responsable de ella.
 Antes de nada he de aclararos un asunto –comienza el espigado banyamulengue
nada más sentarse a la mesa y una vez recuperado de sus injustos sentimientos de
vergüenza-. Ya le dije a Pierre que yo no soy el hombre que buscáis ni esta es la
ciudad donde comenzar en África un proyecto tan ambicioso como el que me contó.
 Explícate, amigo –pide Michel-. Pierre nos dijo que tú eras de su entera confianza.
Nos contó que estáis organizando un encuentro de periodistas y medios de
comunicación para delinear un Plan Maestro para la Prensa, ¿no es eso?
111
 Si, bajo los auspicios de la UNESCO. Yo soy periodista. Trabajo en Le Potentiel y
estoy bien relacionado en mi mundo de la Prensa, en efecto. Por eso me llamó
Pierre cuando la UNESCO se puso de acuerdo con nuestro gobierno para organizar
para el mes que viene ese encuentro. Tenemos un país descompuesto tras una guerra
interminable y una prensa sobrecargada ...
Kisin se explaya mostrándose, no partidario, sino defensor, lo que es distinto, aclara, de
Joseph Kabila20, “un hombre de paz”, un hombre justo que es el conviene en la tesitura
actual. Kisin enuncia la la tesis genérica de achacar los conflictos a una gestión del poder
injusta. Injusta tanto por parcialidad horizontal entre regiones, etnias, grupos, etc, como por
inequidad vertical entre clases y segmentos de la población, explica. Por tanto, “nuestro
presidente” acierta al impulsar una política basada en el consenso, “para que todas las
fuerzas en juego puedan defender sus intereses”. “Lo malo es que sólo están representadas
las fuerzas que se han mostrado violentas y no las fuerzas de la población que las ha
sufrido. Y los partidos políticos sólo representan a su caudillo, no son internamente fuerzas
democráticas. Pero por eso es tanto más necesario que haya elecciones”. Kisin se lamenta,
sin embargo, de “los efectos perversos de la aquiescencia y la tolerancia y de la política de
amnistiar las barbaries”, “pero no veo qué otra cosa podamos hacer, por ahora”. Llevan a
que haya una efervescencia exagerada de grupos, facciones y redes de influencia, siempre
muy acaudilladas, que disputan a muerte por el poder, a quienes hay que dar satisfacción,
sin que se consigan establecer coaliciones estables y poderosas. Eso quiere decir que aún no
se han configurado grandes corrientes de opinión, que son las que darían respuesta a las
auténticas necesidades de la gente. Y llevan a que se manifiesten con toda virulencia todas
las oposiciones. “Todavía estamos lejos de poder mirar el futuro con tranquilidad, no ya
con optimismo”. “Yo no lo creo, pero son muchos los que dicen que la Tercera Guerra del
Congo puede sobrevenir en cualquier momento, cuando aún no podemos dar por
completamente terminada la Segunda”. En ese contexto, “hay en el país 213 periódicos
privados oficialmente registrados, 122 radios privadas, 12 radios públicas, 52 televisiones
privadas, 10 públicas, etc”, enumera. A ellos hay que añadir un sin fin de folletos
artesanales, semanarios satíricos y tabloides diversos. La prensa es un instrumento más de
la guerra, se haya sumida en el torbellino político, ...
 ¿Y queréis arreglar eso en las Jornadas de febrero? –pregunta Miren.
 Si, ordenar un poco el panorama mediático. Y promover las nuevas Tecnologías de
la Información y de la Comunicación. Mi país está, como comprenderéis, muy
atrasado en esta materia. Y regular los derechos de los profesionales y la libertad de
prensa. Muchos periodistas han sufrido y siguen sufriendo bastantes atropellos. Yo
mismo ...
Kisin, traicionado por su propia oratoria, ha de hacer un esfuerzo por callarse. No le gusta
mezclar sus problemas personales cuando intenta describir objetivamente las situaciones.
Pero Miren y Michel saben lo que Pierre les contó acerca del periodista congolés con quien
ahora conversan, una negra historia en Goma, a muchos kilómetros de aquí ...
20
Sucedió a su padre, Laurent Kabila, en la Presidencia de la República, tras el asesnato de éste en el 2001. Hoy día
encabeza el Gobierno de Transición, que concentra el grueso de las fuerzas que han protagonizado la Guerra del Congo y
que prepara Elecciones Legislativas para junio de 2006.
112
 Tú mismo sufriste en Goma más de lo que a ningún periodista se le puede exigir –
inquiere Miren-. Algo nos ha contado Pierre ...
Miren deja tras de sus palabras un silencio expectante. Desearía oir de labios del frágil
hombrecillo de sonora voz profunda que tiene delante detalles del calvario que padeció.
Lanza su mirada directa, esa que hace saber al que la recibe que es el hombre más
importante y más interesante del mundo, y añade:











Cuéntanoslo, Kisin.
Es una larga historia.
Tenemos todo el tiempo del mundo.
Yo soy de Goma –accede, complacido, Kisin-. Es una ciudad asentada en las ricas
tierras colindantes del lago Kivu, al pié del volcán Nyiragongo, un lugar muy bello
en la frontera con Rwanda. La ciudad tan pronto tiene más de 500.000 habitantes
como se reduce a 200.000, para volverlos a recuperar seguidamente, según los
vaivenes de la guerra y de la lava del volcán. Una población que un día fue un
mercado floreciente entre la RDC y la vecina Rwanda. Una ciudad muy dinámica
que muestra ser capaz de soportar todo el sufrimiento que se le infrinja, sea cuanto
sea. Siempre sabe rehacerse, aunque no os recomendaría hoy día que la visitarais.
Es un montón de chatarra y chabolas, adobes elementales que sostienen tejavanas
indecentes, vueltas a levantar donde antes había casas. Pero de nuevo están llenas de
personas, al menos. Bueno, Goma fue el principal teatro de operaciones en la
Primera Guerra del Congo, la que hicimos para deshacernos de Mobutu, entre 1996
y 1997. Además, antes, tras la hecatombe de Rwanda, recibimos oleadas masivas de
refugiados hutus rwandeses que se asentaron en inmensos campos próximos a mi
ciudad. Millones de desgraciados a los que la ayuda internacional llegó tarde e
insuficiente. Huían del poder recobrado de los tutsis, a quienes habían asesinado por
centenares de miles en su país. Entre ellos estaban también las famosas y
sanguinarias milicias Interahamwe, que dominaron pronto los campos de refugiados
y que intentaron hacer con nosotros, los banyamulengue del Kivu, lo mismo que
hicieron con los tutsis rwandeses: decapitarnos por centenares de miles. Y Mobutu
que lo consentía y lo animaba. Incluso intentó que saliéramos del país para dejarles
el campo libre. Nos amenazó con pena de muerte si no lo hacíamos.
¡Qué cosas!
Entonces nos rebelamos y conseguimos echar a Mobutu.
Con la ayuda de Rwanda y Uganda.
Con la ayuda de Rwanda y Uganda, en efecto –reconoce Kisin
¿Qué buscan?
Seguridad para sus países y apoderarse de la mejor parte del rico pastel de minerales
de las tierras congoleñas como base para hegemonizar esta parte del mundo. La
ONU habla bien de Uganda, que va para arriba en desarrollo humano y tal, pero no
dice que una parte importantísima de sus ingresos económicos para pagar esa
factura los extrae del contrabando de minerales que roba en nuestra nación. Lo
mismo hace Rwanda, pero este país sigue todavía bastante descalabrado y le luce
menos el pelo.
No pareces hablar bien de los tuyos. Porque, en definitiva, tutsis rwandeses y
ugandeses son tus hermanos de etnia, ¿no es así? –pregunta Miren
113
 No, los dirigentes de Uganda no son tutsis. Son tutsis los de Rwanda y los de
Burundi. Y estos son mis hermanos de etnia, en efecto, que soy banyamulengue de
Kivu, y a mucha honra, pero no son mis hermanos cuando se trata de ocupaciones y
saqueos. Yo no apoyo que Rwanda y Uganda se repartan, y menos por la fuerza, lo
que les venga en gana del Congo, como tampoco apoyo, por doble razón esta vez,
que los hutus de Rwanda o de mi país nos masacren y nos destierren.
 De acuerdo, de acuerdo. No te enfades –dice Miren, que ha detectado en la
respuesta de Kisin un toque de hastío de que le supongan definido en todas sus
posiciones simplemente por su naturaleza étnica banyamulengue.
 Bueno, nos hemos desviado. El caso es que, como sabréis, cuando Laurent Kabila
alcanzó el poder en 1997 gracias a nosotros, luego lo ejerció de forma nepótica y
centralista y en contra, no sólo de Rwanda y Uganda que le habían apoyado, sino
también en contra nuestra, los banyamulengues. Así que, en el mismo Goma donde
se había formado el AFDL que lo llevó al poder, se constituyó el RCD, el
Rassemblement Congolais pour la Démocratie, que aglutinó inicialmente el impulso
para hacerle la guerra.
 ¿La guerra contra Laurent Kabila o contra Kinshasa? –es Michel, que no quiere
dejar pasar por alto esa discusión esencial.
 ¿Contra Kabila o contra Kinshasa? Entiendo lo que quieres decir. ¿Para acabar con
los abusos y emprender un camino hacia la democracia en el Congo?, o ¿para que
Rwanda y Uganda se repartiesen un buen trozo de nuestro país? Esa es la pregunta
del millón. No deja de hacerse desde hace muchos años y todavía no hay una
respuesta contundente. Mi impresión es que las dos cosas, que no son excluyentes,
como es obvio, de las cuales una merece apoyo y la otra rechazo, al menos desde mi
punto de vista. Los banyamulengues, algunos banyamulengues siquiera, siempre
han sabido que estaban sumidos en esa dialéctica: ¿Eran apoyados o eran utilizados?
Por Rwanda, y por Uganda también por distintos motivos. Lo que sí puedo decir en
su defensa es que, cuando les vieron las orejas al lobo, cuando comprobaron que
tanto Rwanda como Uganda se dedicaron a robar nuestras riquezas, sólo para
enriquecerse ellos, sólo para comprar armas y sólo para alimentar las fuerzas
militares, nunca a las poblaciones civiles, a las que, por el contrario, explotaron,
cuando vieron en Joseph Kabila un dirigente menos obsesionado por la guerra y el
odio, más preocupado por la paz y la reconciliación, cuando han comprobado que el
actual gobierno de concentración intenta, entre demasiadas dificultades, llevar a
buen término el proceso democrático, no pocos banyamulengues hemos sido
capaces de cambiar de tercio, cansados de la tutela de Kigali21 –es la primera vez
que Kisin se incluye como banyamulengue en la acción-. Lo cierto es que nos
amotinamos contra las fuerzas rwandesas, mira por donde. Desde entonces, hablo
desde finales del 2002, muchos banyamulengues estamos apoyando a Kinshasa,
porque quien manda en Kinshasa desde 2001 es Joseph Kabila. De modo que,
respondiendo a tu pregunta, yo puedo decir, con propiedad y hasta con orgullo, que
algunos banyamulengues hicimos la guerra contra Laurent Kabila, no contra
Kinshasa. Por lo mismo que ahora apoyamos a Joseph Kabila y a la RDC. ¿Está
claro?
21
Kigali, la capital de Rwanda
114
De nuevo se ha oído a la voz profunda de Kisin tomar un timbre ligeramente colérico.
 Esta claro, sí, Kisin, está claro –concede Michel.
 Los occidentales tendéis a pensar que los africanos no podemos guiarnos por fines
nobles. Pues yo reivindico que la nobleza y los valores están igualmente repartidos
en la ética de los humanos ricos como en la de los pobres. ¿O acaso pensáis que sois
mejores que nosotros?
 Vale, vale, Kisin, por supuesto. Yo no tengo ningún sentido de superioridad moral
occidental –afirma Michel, mientras piensa que su compañera tal vez no podría
afirmar lo mismo.
De todas formas, Michel no quiere inciar esa discusión. Él sabe que la violencia y la guerra
se están cebando de forma agudamente dolorosa sobre los países pobres, una especificidad
del siglo presente, lo que hace afirmar a no pocos analistas que “la pobreza es causa de
guerra”. Esa tésis, se pregunta en silencio Michel, ¿se contradice con la idea de Kisin de
una ética semejante de ricos y pobres? Michel quiere creer que no, que las causas de la
guerra son las mismas o parecidas que las causas de la pobreza, y esa es la explicación de
que vayan juntas, no que la pobreza sea causa de guerra. Aunque la recíproca si que es
cierta, reflexiona: la guerra si es, en efecto, causa de pobreza. Pero no va a discutir de eso
ahora, aunque haya tema para largo.
 Perdonad, pero a veces me sulfuro con vosotros, los occidentales, siempre poniendo
todo en duda.
 También los occidentales nos sulfuramos a veces de que nosotros seamos siempre
considerados los culpables únicos de todos los males del mundo. Pero dejémos eso
ahora. Lo que quiero que sepas es que no ha sido esa nuestra intención, Kisin, sino
la de aclarar nuestras dudas. Y tú lo estás haciendo.
 Por mi parte está claro que tampoco soy de esos que tú dices. No le echo toda la
culpa a los ricos y poderosos del mundo. Sin embargo, creo que el mundo se ha
olvidado de nosotros, como poco. Es lo mínimo que debo decir, lo mínimo ...
 Conforme, totalmente de acuerdo. Pero sigue, que nos desviamos.
 Nos desviamos, sí. ¿Qué me habías pedido que te contara, Miren? Lo que me
ocurrió como periodista en Goma, ¿no? Bien. Yo dirigía una pequeña publicación,
Les Ficelles, en la que, además, había comprometido casi la totalidad de mi
patrimonio. Una pequeña publicación que apoyó la insurrección del RCD contra
Laurent Kabila, pero que denunciaba las tropelías y atrocidades de todos, más o
menos. Así entendía yo mi oficio, al menos. Un oficio duro, creedme. Me
ocurrieron muchas cosas, pero sólo citaré las dos más significativas. Una: En julio
de 2002 nuestra publicación era ya muy crítica con el RCD y, en general, con la
mayor parte de las fuerzas prorwandesas. Eso no tiene mucho que ver, pero
publicamos un reportaje donde denunciábamos la desaparición de varios camiones
de maderas nobles procedentes de nuestro país entre las aduanas de las fronteras con
Rwanda. El empresario era un tutsi de Butare (Rwanda), conchavado con los
aduaneros y las fuerzas militares rwandesas o apoyadas por Rwanda que operaban y
mandaban en Kivu, que nos denunció por difamación. Yo fuí detenido y condenado
a 8 meses de cárcel y una cuantiosa multa, tras sufrir alguna paliza previa de
advertencia. Hube de pagar, además de la multa, una fianza considerable para
librarme de la cárcel, lo cual me dejó completamente exhausto desde el punto de
vista económico, a mí, y de rebote, a Les Ficelles. Dos: Un año después, otra vez en
115




julio, fui condenado de nuevo por publicar otro reportaje-denuncia metiéndonos esta
vez con el FDLR, los rebeldes hutus de Rwanda, que también operaban en Kivu.
Esta vez denunciábamos cómo el FDLR cobraba un impuesto de guerra en nuestra
región, saqueban impunemente los mercados locales y obligaban a los civiles a
pagarles un enorme porcentaje de sus ingresos por la extracción del coltan. La
condena del juez hutu acabó con Les Ficelles y yo tuve que emigrar a la capital para
poder sobrevivir. Tuve suerte y Le Potentiel me dio trabajo a pesar de mi historial, o
no sé si precisamente por él. Pero me puedo considerar afortunado. Pertenezco al
5% de los trabajadores de esta desgraciada ciudad que tiene un contrato regulado. El
95% restante vive, es un decir, en la economía informal. Puedo recibir una paliza de
vez en cuando, perder un juicio o incluso ser asesinado por verter informaciones o
emitir opiniones, pero me puedo alimentar y hasta presumir de honradez. Todo un
lujo en este país.
Así pues, era lo mismo que denunciaras a tutsis o a hutus. El caso es que los poderes
militares y económicos de tu zona no permitían que una publicación cualquiera les
arruinara el saqueo de unos o de otros, ¿he entendido bien?
Has entendido perfectamente.
Por cierto, ¿qué es el coltan? –pregunta sin rubor Miren.
El coltan podría ser una bendición de la que tan necesitados estamos. Se une a los
diamantes, el oro, las maderas e incluso el petróleo, que podríamos extraer de
nuestras tierras de oriente, que son los minerales que afilan la avaricia de Rwanda y
de Uganda. El nombre coltan es un acrónimo de Columbita-Tantalita, un mineral
necesario para las nuevas tecnologías. De él se extrae el tántalo y el niobio. El
primero es más anticorrosivo que el platino y se usa en artículos de laboratorio.
Además se emplea en los circuitos electrónicos de los microprocesadores y de los
condensadores, es decir, que es esencial para los misiles balísticos, los cohetes
espaciales, las armas inteligentes, los teléfonos móviles, los airbag y toda clase de
ingenios y juguetes electrónicos e informáticos, por citar algunas de las industrias
más florecientes del mundo mundial. Su principal virtud es que es un
superconductor que soporta toda clase de cambios de temperatura. El segundo no sé
qué propiedades tiene que lo hacen vital para ciertas aleaciones de acero
anticorrosivo que se usa en centrales nucleares, en los oleoductos y en los trenes
magnéticos, por ejemplo. Pues bien, resulta que este coltan es un bien escaso del
cual parece que tenemos en Kivu Norte y Kivu Sur un enorme porcentaje de las
reservas mundiales. Dicen que hoy día cerca de la quinta parte del coltan que se
mueve por el mundo procede de la RDC, mucho vía Rwanda y Uganda, por
conductos más o menos legalizados, que no quiere decir legítimos. Pero hay otra
quinta parte que también procede de Kivu, aunque se etiquete como de Brasil,
Australia o Tailandia. No es sino el fruto del contrabando rwandés, ugandés y, en
menor medida, también burundés, que lo roban de nuestra tierra, es decir, saqueado
por la fuerza de nuestro país. Y son las empresas occidentales las que lo compran
sin preocuparse de la procedencia. ¿Qué les importa a ellas que su comercio no
pague impuestos y sirva, antes que nada, para financiar los ejércitos, las armas y las
milicias que mantienen la guerra? Y que la fomentan.
Miren y Michel se han quedado mudos, mirándose uno a otra, un poco sobrecogidos por la
narración de Kisin y, sobre todo, pensativos ante los elementos de reflexión que las
palabras de éste aportan. Pero Kisin no ha olvidado por donde quería él conducir
inicialmente la conversación. Ahora se propone volver a ello, una vez que tiene a sus
116
interlocutores bien calladitos y con las orejas bien abiertas. Se mueve sobre su silla sin
poder evitar un gesto de dolor, como si tuviera lumbago, y continúa:
 Bueno, basta de hablar de mis problemas. Vayamos ahora a los vuestros. Necesitais
alguien que inicie vuestra empresa en Kinshasa. Vuelvo a lo que ya os he dicho. No
creo que sea Kinshasa la ciudad por donde debáis comenzar la andadura en África,
ni tampoco soy yo la persona adecuada. No os dejéis influenciar por las cifras. Que
sea la mayor ciudad bajo el ecuador, con casi ocho millones de desgraciados que
nos morimos de miseria, como habéis podido comprobar cuando hemos venido en
taxi desde el aeropuerto, no quiere decir que sea la mejor opción para empezar.
¡Qué más quisiera yo que animaros a que lo intentárais aquí! Pero vuestra idea tal
vez sea demasiado buena como para despediciarla en un intento vano. La RDC, y
con ella, Kinshasa, están sumamente desprestigiadas en el contexto africano. No
sería fácil exportar el modelo desde aquí aún en el caso de que se consiguiera
montarlo. Las empresas que queréis conectar han huido. Aquí sólo quedan algunas
empresas mineras y es la agricultura, las infraestructuras y los servicios públicos
básicos, educación y sanidad, lo primero que debemos intentar recomponer. Lo
demás es todo un mundo de estricta superviviencia. Chinos, coreanos y tailandeses,
junto con rwandeses y ugandeses, son los que empiezan a invertir en el este y en el
norte del país, casi siempre más en negocios sumergidos cuyo modus operandi es el
fraude a un estado que apenas existe y la explotación de la miseria humana fuera de
toda norma. Desgraciadamente necesitamos todavía años para poner cierto orden,
montar cierto estado e implementar cierta conciencia nacional o “conciencia de
propiedad”, como la llama la ONU. Lo conseguiremos si la ONU nos ayuda, si el
mundo nos ayuda lo que no nos ayudó hasta el 2001 y si incrementa esa ayuda en la
medida del reto, que es fortalecer la RDC para evitar la Tercera Guerra del Congo,
que puede ser otra gran guerra africana con intervención de todos o casi todos los
ejércitos de los naciones de la región y las milicias de todas o casi todas las etnias,
apoyadas por todas las empresas interesadas. Si yo tuviera que comenzar en alguna
ciudad africana del Sahara para abajo me fijaría en Lagos o en Ciudad del Cabo.
Ambas son anglófonas, sin embargo. Nigeria es el país más poblado, con diferencia,
y tiene petróleo en abundancia. No ha hecho hasta ahora los deberes estatales y
nacionales como debería y no es el mejor ejemplo, pero Lagos tiene una vitalidad
económica tremenda y esa sí que es la mayor ciudad negra. Ciudad del Cabo no es
tan grande, ni mucho menos, pero todos miramos con cierta envidia a Sudáfrica, con
muchos problemas pero más desarrollada que todas los demás naciones. El país y
sus dirigentes han perdido un poco crédito al no haber sabido evitar la guerra del
Congo, por ejemplo, como lo ha perdido Occidente y la ONU que tampoco la han
evitado. Ni nuestra guerra, que en realidad ha sido una guerra africana, ni la anterior
de Rwanda, ni tantas otras de por estos mundos. Pero aún conserva suficiente.
Incluso es bien probable que una iniciativa que viniera de Lagos o de Ciudad del
Cabo, o de Johannesburgo, tuviera mejores oportunidades de cuajar y desarrollarse
aquí que si la empezamos nosotros. Esa sería mi propuesta. Comenzar en Lagos o
Ciudad del Cabo, pero no os olvidéis de crear desde uno de esos dos centros, por
favor, no os olvidéis una vez más, la delegación de Kinshasa. Y dadle a todo ello un
sentido africano. Así las cosas tal vez funcionen.
Miren y Michel siguen callados, pensativos. Es Miren la que pregunta.
117
 Y, siguiendo la estela de Lagos o de Ciudad del Cabo, ¿tú podrías hacerte cargo de
la delegación de Kinshasa?
 No. Yo no soy la persona adecuada, ya lo he dicho. Como mucho podría facilitar
algunos contactos en el ámbito gubernamental y casi ninguno en el empresarial, a
quien se encargara del asunto. Pero poca cosa. Estoy enemistado con medio mundo.
 ¿Por tu honradez?
 Por mi honradez, no sé, pero por lo que denuncio, sí. Tengo la mala pata de ser
periodista en un país donde hay mucho que denunciar. Qué le voy a hacer.
 Kisin. Tú punto de vista es muy de tener en cuenta. Déjanos pensarlo siquiera hasta
mañana.
 ¿Mañana? Sí, mañana, pero no más. Os invito yo a comer mañana.
 Aceptado. Siempre que sea comida africana de la que coméis los africanos
normales. No nos interesa otra cosa.
 De acuerdo. Os invito a comer en mi casa. Yo mismo cocinaré para vosotros una
cosa normal. Tal vez os presente a un amigo, si no os parece mal.
 Lo que tú veas conveniente, Kisin.
118
Sábado, 4 de enero de 2006
Kinshasa
 Mi amigo Étienne Muneme. Mis amigos franceses Michel Périllat y Miren Palacio.
El sol luce en Kinshasa, como si el clima ecuatorial quisiera contrarrestar con luz y calor la
noche y la lluvia que los acogió a su llegada ayer. Michel y Miren han preferido acudir a la
cita con Kisin caminando desde el hotel hasta la comuna de Ngiri-Ngiri, donde se ubica la
casa de éste. El largo paseo los ha llevado desde las fauces de la gran ciudad donde se
asienta el hotel, en el centro que un día quiso ser elegante, hasta el mismo estómago donde
la sociedad penetra en la urbe, tras dejar Gombe, la comuna ribereña del gran río Congo, y
cruzar Lingwala y Kasa Buvu. Como les sobraba tiempo, han seguido por Bumvu e incluso
se han acercado al vertedero de esta parte de la ciudad, un regato nauseabundo colonizado
por los desperdicios, las ratas y los efluvios. El paseo les ha llenado la corteza cerebral de
imágenes en un lado y de sentimientos en el otro. Las primeras son en technicolor: mujeres
increíblemente potentes luciendo esbeltez dentro de los estampados multicolores de las
capulanas con las que envuelven sus cuerpos o de los amplios vestidos con que se cubren,
hombres pantera vestidos a lo occidental con camisas sueltas de tonos luminosos y claros,
muchedumbres caminantes menos que muchedumbres sesteantes o quietas, mercados de
chiringuitos alineados en los arcenes de las calles, casitas bajas que sustituyen a los
modernos edificios de los años 70 del centro, chabolas que sustituyen a las casitas bajas,
techumbres de teja que dejan paso a las de uralita, las de hojalata, las de urdimbres
vegetales y las telas roídas, casi siempre con remiendos, despliegue en el suelo, sin manta
debajo, de los productos que se ofrecen en los mercados, sean manufacturados u orgánicos,
camionetas destartaladas que apenas pueden abrirse paso entre el gentío, espléndida
luminosidad aún más resaltada por el barro claro y sin polvo de las calles, pues hoy está
increíblemente seco lo que ayer inundó la lluvia, alineaciones interminables de casuchas de
ladrillos sin cubrir o con revocos malpintados de colores claros, seguidos de chamizos de
adobe también claro, el milagroso verde de los árboles que destacan por encima de los
tejados y las pequeñas huertas que se asoman entre los rincones. En Kinshasa, una vez que
nos alejamos del centro, no se sabe si la urbanización coloniza el campo o es al revés, el
campo quien penetra en la ciudad.
Los sentimientos del otro lado de la corteza cerebral tienen un tono monocromo teñido de
dolor y están constituídos por basuras amontonadas, olores fétidos, charcos inmundos,
postes derruidos y críos famélicos e imponentemente sucios. Al color de la miseria se une
el sabor agridulce de los pensamientos depresivos. Michel ha cavilado sobre lo distinto que
es esto del Shanghai de hace tres semanas, del abismo que separa a un Wang, que se lanzó a
tumba abierta con la idea de BlueCoo en cuanto le vió posibilidades, de un Kisin que,
asegurando verlas, propone que la lancemos en otro lado, de lo difícil que va a ser montar
BlueCoo en África y de que si no funciona en África es que no funciona BlueCoo, aunque
119
se forren a euros. A Miren le parece una situación embarazosa y penosa tener que
prescindir de una persona de la que ha recibido una muy buena impresión. Han quedado
entre ellos en insistir, pero saben perfectamente que es inútil, porque es evidente que Kisin
lo ha meditado y ha tomado una decisión consecuente. Además, probablemente tiene razón.
Un cierto voluntarismo, inocuo como poco, les ha hecho pedir a Kinshasa más de lo que
Kinshasa puede en este momento dar. Y es probable que deban agradecerle a Kisin que les
haya abierto los ojos desde el principio.
Ahora están en la casa donde éste vive alquilado. Es de fábrica de ladrillo adecentado con
un revoco pintado de blanco, de una sola planta, y tiene un agradable porche sostenido por
columnas rectangulares, que da a la calle, la cual aún conserva algún trozo de asfalto. Eso
quiere decir que es una buena calle. En él ha dispuesto su anfitrión una mesa y cuatro sillas
a la sombra, y sobre la tabla de madera de aquella varios cuencos de verduras y masas
compactas de cereales a los que se suma una bandeja con pollo hervido en trozos y un
cuenco pequeño con una salsa roja y oscura.
Étienne Muneme es un hombre saludable, más jóven que su amigo, con edad definida en su
porte, cuarentón reciente, no como Kisin, al que es difícil catalogar. Más entrado en carnes
que la inmensa mayoría de sus conciudadanos, lo cual no es mucho decir, y de aspecto
robusto.
 Étienne Muneme trabaja en el AEC, Agrupation des Entreprises du Congo, una
patronal un poco peculiar, que incluye desde agricultores individuales, hasta
empresas en toda regla, pasando por comerciantes y técnicos empresariales. De
modo que creo que está en condiciones óptimas para poner en contacto empresas
entre sí o para buscar partenaires congoleños para las redes empresariales con
empresas del mundo desarrollado –presenta y explica Kisin.
 Tú, con tal de librarte, cualquier cosa –bromea Miren.
 No. Ya os expliqué ayer que yo no soy ...
 La persona adecuada para BlueCoo –termina Michel-. Y esa persona, según tú, es
Étienne, ¿no es eso?
 Exactamente. Le he explicado a Étienne con todo detalle todo lo que me contó
Pierre sobre BlueCoo y está en perfecta disposición para hacerse cargo de lo que
haya que hacerse cargo, si se llega a un acuerdo sobre salarios, condiciones, etc., se
sobreentiende.
 Ud., amigo Étienne, ¿está de acuerdo con la idea de Kisin de que él mismo no es un
buen candidato para dirigir BlueCoo en Kinshasa?
 No podría aunque quisiera y, aparte de que no podría, lo seguimos necesitando
como periodista.
 ¿Qué es eso de que no podría?.
 ¿No se lo has dicho? –pregunta Étienne a su amigo.
 No.
 ¿Qué es lo que tendría que habernos dicho?.
 Se refiere a que tengo un sida avanzado, estoy enfermo cada dos por tres y
últimamente los huesos de la cadera me traicionan con demasiada frecuencia –dice,
apoyando su mano en la cadera derecha con un rictus de dolor-. Mi cuerpo no vale
un ochavo. Pero, aunque yo pudiera, seguiría sin ser la persona adecuada.
120
Michel y Miren quedan callados. Miren se dice a sí misma “Estamos en Kinshasa, claro, y
en Kinshasa esto es normal”. Luego añade:
 ¿Podemos hacer algo por ti, Kisin?
 No mucho. Sólo aceptar la realidad y, si es posible, mis recomendaciones.
 ¿La realidad? Ayer nos diste un baño de realismo, Kisin, que te agradecemos. Lo de
hoy es una bofetada que nos vuelve a dar esa realidad. ¿Qué otra cosa podemos
hacer sino aceptarla?
 ¿Tus recomendaciones? –ahora es Miren la que asume el papel de dirigente de
BlueCoo-. Tu, Étienne, ¿estás también de acuerdo con Kisin en que no se debe
promover BlueCoo-África desde Kinshasa?
 Sin duda. Lo que no quiere decir que en Kinshasa no queramos entrar ahí.
 Entonces, ¿qué nos proponéis? ¿Conocéis a alguien en Lagos o en Ciudad del Cabo
con quien podamos hablar? –Michel agradece a Miren que haya retomado el tema.
 Si, es donde queríamos llegar –habla Étienne-. Tenemos un amigo común en Lagos
que es, creemos, la persona idónea para llevar adelante este proyecto. Un hombre
dinámico y emprendedor como pocos. Yo trabajaría muy a gusto bajo su iniciativa –
se ofrece-. Se llama Olu Akinwole y trabaja actualmente en la Cámara de Comercio
de Nigeria.
 Bien, ya vemos que lo tenéis todo pensado. ¿Hay conexiones de avión con Lagos? –
pregunta Michel.
 Felizmente se han creado hace poco. Mañana parte un avión regular hacia allá. Si
queréis, yo me encargo de sacar los billetes y de intentar canjear vuestros vuelos de
vuelta a París por otros desde Lagos y, si no lo consigo, de comprar los de vuelta a
Kinshasa para que retornéis según lo previsto.
 De acuerdo. Muchas gracias Étienne.
 Otra cosa más. Me honraría mucho acompañaros para hablar con Olu. Eso nos
permitiría concretar cosas y os pondría en antecedentes sobre lo que os interese de
Nigeria, de Lagos o de Olu.
 Con una condición, Étienne. Hemos de ser sinceros contigo. Si hemos de confiar en
ese Olu Akinwole la gestión de BlueCoo-África, será a él a quien corresponda la
definición de nuestra política en África y la selección de las personas que hayan de
gestionar el proyecto. Es norma de BlueCoo dar ese grado de autonomía a las
delegaciones continentales. Por tanto, que viajes con nosotros no supone por nuestra
parte compromiso alguno, ni siquiera de que se vaya a crear una delegación en
Kinshasa.
 Entiendo. Pero yo confio en que Olu confíe en mi –dice Étienne esbozando una
amplia sonrisa de complicidad.
 Ah, pillín! –bromea Kisin dirigiéndose a Étienne- Espero que no dejes que nos
olviden una vez más y que acabe creándose, en efecto, una delegaciòn en Kinshasa
para que tú la dirijas.
 Una última cosa. Necesitaría una ayuda económica para poder viajar con vosotros.
 Cuenta con ella –responde de mala gana Michel.
121
Domingo, 8 de enero de 2006
Lagos
Queridos Michel y Miren :
Me he quedado estupefacto al enterarme del sida avanzado de mi amigo Kisinyabo. No
sabía nada y realmente estoy un poco ofendido de que no me lo hubiera dicho. Creía que
nuestra amistad iba más allá de las relaciones profesionales que han cruzado nuestras
vidas. En cuanto acabe con vosotros le voy a escribir quejándome de su falta de confianza.
Y para ponerme seguidamente a su lado, se sobreentiende.
Es un hombre con una entereza increíble ante las desgracias. Nunca olvidaré la forma
como me contó la pérdida de su casa por la erupción del Nyiragongo en el 2002, que
estaba entre las tres cuartas partes de Goma arrasadas por los ríos de lava. Ni cómo
narraba otras desgracias más horribles que le sucedieron a su mujer y su hija, que no os
cuento porque él me pidió no hacerlo. Siempre relataba sus desgracias con una
tranquilidad pasmosa, aceptando los designios de la Fatalidad como si fueran
menudencias de la vida. Sólo recobraba el furor cuando identificaba culpables, como si el
dolor sólo existiera cuando es evitable, cuando su causa es reconocible y modificable. Si
queréis saber lo que ha sido la guerra del Congo, preguntádle cómo perdió a su mujer y a
su hija. Os proporcionará una impresión concentrada que se grabará en vuestro cerebro.
Tal vez consigáis soltarle la lengua.
Bien. Os tengo que contar dos novedades. Una: ya he terminado el diseño del portal de
BlueCoo para Internet. Al final, siguiendo las indicaciones de las vascas y los diseños de
André, que han quedado preciosos, he optado por la estructura más sencilla. La empresa
que abra nuestra página se encontrará con una luminosa tierra azul, una tierra que hace
de cielo, y dos únicas llamadas:
COLABORACIÓN ENTRE EMPRESAS
Tu empresa
o
o
Desea ____________________ 
Ofrece ____________________ 
Al pinchar en el primer item aparecerá la lista de posibles necesidades en grandes
apartados y, según cuál sea la elegida por el cliente, la lista de las empresas que se han
ofrecido para satisfacerla. A la recíproca, si pincha sobre lo que la empresa puede ofrecer
aparece la misma lista anterior de posibles necesidades de otras empresas, y, según cuál
122
sea la oferta elegida, la lista de las empresas a las que podría interesar esa promesa de
colaboración. Naturalmente, en un tercer nivel de posibilidades, se distingue entre los
diversos sectores productivos y, obviamente, aparece la lista de las redes operativas y
concretas de colaboración, nuestras “Confluencias Empresariales”, en adelante CC, de
Company Confluences, que se hayan creado ya a través de BlueCoo. El acceso a estas, por
otra parte, puede hacerse igualmente desde la página principal. También puede llegarse
directamente desde ésta a todas y cada una de las empresas que decidan albergarse en
nuestro portal, pertenezcan o no a alguna CC. Este conjunto de empresas viene distribuido
de cuatro formas: Una, por orden alfabético; dos, por CC; tres, por sectores productivos; y
cuatro, geográficamente en un gran mapa del mundo en el que se pincha por grandes
regiones, subregiones económicas y países. Por cierto, ¿no vamos a acabar de definirlas
hasta que terminemos con el proceso de despliegue mundial?
Nos ha parecido que sólo cuando el empresario llegue al final del proceso de búsqueda y
de definición de sus necesidades y ofertas, se le advertirá del módico precio que deberá
pagar a BlueCoo para permanecer en sus listas, para establecer el contacto con la
empresa que solicite, o, si es el caso, para entrar en una de las CC creadas por BlueCoo.
Por lo demás, en diversos momentos de la búsqueda se le ofrece también al empresario la
posibilidad y oportunidad de contactar con nuestros agentes, tanto en el país de orígen de
la empresa como en los de aquellas que señala en su búsqueda. Yo creo que queda muy
bien, la verdad, muy directo y sencillo, espero, y tan alegre como serio y bonito. Pero todo
eso lo tendremos que decidir entre todos, claro. Qué voy a decir yo. Espero que en cuanto
volvais podamos dar los toques finales y lanzar el portal. Volved cuanto antes, por favor,
porque Wang no hace más que presionar: que a ver cuando empezamos con el portal, que
tienen ya un montón de empresas esperándolo como agua de mayo, que lo habíamos
prometido para enero y que vaya formalidad. Estos chinos son la remonda. Aún no han
pasado 4 días de enero y ya están protestando. Os reenvío algunos de los correos de Wang,
para animaros.
La segunda novedad es que he tomado ya la decisión de incorporarme a BlueCoo, si
BlueCoo lo estima conveniente. Sólo el mantenimiento del portal va a necesitar de
muchísimas horas de trabajo y Lurdes no va a poder con todo. Podría empezar ya en
febrero. Lo hablamos en cuanto vengáis.
Por cierto, Lurdes y yo estamos cada vez mejor, quiero decir, más unidos. No me creo
todavía la suerte que he tenido encontrándola. El que no está bien es Jacques. He tenido
graves encontronazos con él. Nos hemos dicho cosas muy dolorosas y exageradas. Eso sí,
está trabajando estupendamente para BlueCoo, aunque a vuestra Huang le preocupa que
Wang y él se comuniquen tan directamente, como si puentearan a la dirección, es decir, a
ti, Michel. Nos ha enviado un e-mail donde pregunta “inocentemente” si Wang no debería
informarnos directamente de sus avances y de sus preocupaciones y no hacerlo casi
siempre después de haberse comunicado con su amigo Jacques previamente. Creo que vas
a tener que hablar con él, Michel. A ti te respeta mucho.
¡Venid pronto!
Pierre
Yo también quiero saludaros. Os quiero mucho. Si, venid pronto.
123
Lurdes.
 Mira, ¿ves cómo si que hay gente dispuesta a trabajar ganando la mitad? –le
comentó Miren a Michel, cuando ayer recibieron el e-mail, que inmediatamente
contestaron.
 No creas que hay muchos Pierres en el mundo. Veremos las dificultades con que
topamos cuando vayamos a Inglaterra, Alemania, Estados Unidos, etc., con los
sueldos de ahora.
 No son tan malos. No para Lurdes ni para mí, en todo caso. Claro que, con esos
sueldazos que tenéis en la UNESCO ...
Michel y Miren están de nuevo en el aeropuerto N’Djili esperando a embarcarse en el avión
a Lagos, sentados al lado de Étienne. Este les ha dicho que le ha resultado completamente
imposible anular los billetes de vuelta a París desde Kinshasa y sustituirlos por otros desde
Lagos. Y la más próxima combinación de Lagos a Kinshasa les traería de vuelta un día
después de que su avión partiera a París. De modo que habrán de perder sus billetes y
adquirir otros desde la metrópoli nigeriana. A Miren, que se encarga de la contabilidad, le
llevan los demonios estos gastos no previstos. “Todo sea por África”, le consuela Michel.
 Étienne –pregunta Miren de forma directa-. Nos hemos enterado de que Kisinyabo
perdió a su mujer y a su hijo. ¿Nos cuentas cómo fué?
 La guerra se los arrebató. A Kisin no le gusta hablar de eso.
 Pero ahora no está él aquí.
 Sin embargo ...
 Sin embargo, ¿qué?
 Tal vez podríais ayudarle ... ¿Hacemos un trato? Yo os cuento lo que sé a cambio de
que consideréis la posibilidad de ayudarle. Espero que me perdone.
 Ayudarle en qué.
 A encontrar y recuperar a su hija, si aún vive, y antes de que muera él.
 ¿Cómo?
 Con dinero.
 Explícate.
 Kisin no gana ni para costearse el coktail de medicamentos necesarios para controlar
su sida. Mi impresión es que no lo logra, cada vez se le ve peor. Además, desde
hace algún tiempo se queja de un dolor agudo en la cadera que yo no sé de donde le
viene, pero que tiene mala pinta. Los que lo vemos casi a diario podemos ver un
declive acelerado. Por eso temo que se muera sin haber podido recibir la
recompensa con la que más sueña, a la que, no sus desgracias, sino su entereza y su
labor como periodista, le hacen acreedor: el recuperar a la hija que le arrebataron,
después de que perdió a su mujer.
 ¿Cómo perdió a su mujer?
 Como debéis saber los ejércitos y las milicias tienen dos formas de hacerse valer por
el terror: bien matando a todo hijo de vecino que se cruce en su camino, bien
violando o exclavizando a toda mujer, jóven o vieja, e incluso a todo hombre, que
encuentre en su avance. Los peores son los que se dedican por igual a las dos cosas,
claro, matar y violar, lo más habitual, por otra parte. Violencia y sexo, los dos
instintos-placeres mayores del hombre. Así consiguen que las poblaciones civiles,
siempre las paganas, huyan despavoridas de terror y les dejen el campo libre para
124
sus saqueos y sus negocios. Porque, como ya sabréis, la guerra del Congo es la más
grande competición de saqueos y negocios del mundo entero. Sólo que los
competidores de los saqueos y los saqueados, todos ellos, han de cumplir un
requisito imprescindible: ser pobres hasta las cachas. A veces son las propias
misiones de la ONU las que utilizan el expeditivo procedimiento de la violación,
como ocurrió el año pasado en Bunia. “Explotación sexual” se le llamó, que debe
ser una forma un poco menos brutal de aquella. No quiero con eso renegar del
MONUC22, entendedme, al revés, lo hubiera querido antes y más fuerte, sino sólo
advertir de la especie de enfermedad contagiosa, endémica de toda guerra, que se
extiende como la pólvora y que ataca incluso al personal civil o militar de las
fuerzas encargadas de evitar los enfrentamientos. La conclusión es que no se pueden
asegurar los buenos sentimientos ni los nobles comportamientos de nadie, o bien, la
de que todos llevamos una bestia dentro, que se activa irremediablemente en toda
guerra.
 Entonces, a la mujer de Kisin la violaron y la mataron. ¿Quiénes?
 La cosa data del año 1999, en tiempos de Laurent Kabila. Los banyamulengue de
Goma se habían rebelado y obtenido el apoyo de Rwanda, como sabéis, que
controlaba ya mayormente el este del Congo. Mayormente, porque las matanzas y
los enfrentamientos de todos contra todos continuaron. Nuestro presidente había
apelado desde Kinshasa a la ayuda de los hutus en Congo oriental, los Mai-mai23, en
particular, y se había complacido con las atrocidades de los Interahamwe rwandeses,
que se habían hecho los amos y señores de los grandes campos de refugiados en
nuestro país. Es entonces cuando surgió desde Kinshasa aquella “bella” consigna de
que “el pueblo debe tomar un machete, una flecha, una azada, alambres espinosos,
piedras, y asi, queridos amigos, matar a los enemigos”. Los enemigos eran los
tutsis, claro. Y las milicias hutu, interahamwe o mai-mai, obedecieron puntualmente
la consigna, añadiendo la violación a la muerte, esto de su propia cosecha. El caso
es que un grupo de unos 30 milicianos hutus, donde al parecer había bastantes
rebeldes burundeses, decidió divertirse en la escuela, allá en Goma, donde estudiaba
Sumba, la hija de Malaika, la mujer de Kisin, quien trabajaba en la escuela como
maestra. Tenía la niña entonces 10 años y, según mi amigo, era muy bonita. Yo no
las llegué a conocer, ni a ella ni a su madre, pero sus nombres los he oído tantas
veces de labios de Kisin, que las concibo como conocidas de toda la vida. Los
milicianos reconvertidos en bestias pretendían llevarse a unos cuantos niños y niñas,
se conoce que para tomarlas como combatientes, como mineros y mineras y como
exclavas y exclavos sexuales. En fin, chicos y chicas para todo, carne y músculo
fresco, quizás demasiado tierno, a precio de exclavo. Malaika trabajaba de maestra
en esa escuela y dicen que se enfrentó a los milicianos, en defensa de los niños y de
su hija. Obtuvo por ello el premio de una violación colectiva masiva y, como fin de
fiesta, varios disparos con el cañón del fusil metido en la vagina, que provocaron
gran alborozo entre los asaltantes. Naturalmente, los otros maestros no repitieron la
ocurrencia de protestar, aunque tampoco les sirvió de nada.
 ¡Qué horror! Y la niña, ¿vió la violación y el asesinato de su madre?
22
Misión de las Naciones Unidas en la RDC, que opera desde el año 2000 en las zonas más conflictivas.
23
Término genérico para los grupos de milicias patrióticas congoleñas, integrados por hutus.
125
 Sí. Como el resto de los niños. Se saben los detalles de la tragedia por los que
quedaron allí vivos para contarlo, los más pequeños. Los mayores, 12 niños y niñas,
entre ellas Sumba, la menor de todas, fueron secuestrados por los mismos que
violaron y asesinaron a Malaika, pues no pudieron ser encontrados ni vivos ni
muertos. Malaika si, Malaika fue encontrada imaginaros cómo, junto con otros tres
maestros que también fueron asesinados, dos con los cuellos rebanados a machetazo
y el tercero por el procedimiento del neumático. Había que ahorrar balas.
 ¿Qué es eso del neumático?
 Se rodea el cuello de la víctima con un buen y apretado collar de neumáticos viejos
y se le prende fuego. Debe ser muy divertido ver cómo el interfecto berrea, salta y
se convulsiona, antes de morir más o menos rápidamente, a juzgar por el éxito que
tuvo el procedimiento en varias ciudades congoleñas, también en Kinshasa.
 ¡Qué horror! O sea, que se supone que capturaron a la niña y se la llevaron, ¿a
dónde?
 Esa es la pregunta que Kisin trató de responder. Él llegó a la convicción de que se la
llevaron a Burundi, viva. Y trató de investigar en esa dirección hasta donde le llegó
el dinero, pero no pudo avanzar más. Kisin dice que todo se compra y también la
información. Pero cuando se quedó sin casa en la erupción de 2002 y, cuando se
arruinó con Les Ficelles, o más bien, cuando le arruinaron, hubo de desistir en la
búsqueda.
 ¿Lo investigó él? ¿Nadie más?
 Habéis de entender la naturaleza de esta guerra nuestra. Ha habido un número
demasiado grande de tropas regulares e irregulares bien entrenadas implicadas en la
guerra, pero ningún ejército de ninguna de las naciones intervinientes ha querido
involucrar a sus tropas en combates abiertos ni asumir la responsabilidad global de
la guerra. También las tropas de Kinshasa estaban desmanteladas en oriente,
sustituidas por un sin fin de milicias, todas adscritas a una u otra etnia y a uno u otro
sustento de vida, generalmente en forma de materia prima mineral. Esta ha sido una
guerra de pobres, sin estado capaz de contrarrestar la impunidad con la que cada
grupo ha cometido sus fechorías. Sin estado y sin ejército. En Oriente no había
estado congoleño, aún hoy día no lo hay que merezca ese nombre, la ONU no llegó
hasta el 2000. No ha habido y aún no puede decirse que la haya, ni justicia regular,
ni tampoco ejército regular que impusiera normas. Quienquiera que reclamara
justicia, se la habría de buscar por sí mismo. O tomársela por sí mismo, que es la
solución que generalmente se adoptaba, siempre que lograras juntarte con tus
hermanos más próximos y comprar armas a cambio de minerales para poder iniciar
los pillajes y las venganzas. Tal es la forma que tomó tal tipo de justicia. Pero como
Kisin no es de los que se monta una milicia para investigar el paradero de su hija, lo
hizo tratando de comprar con dólares la información, siguiendo el rastro de los
bárbaros de Goma a Bukavu y de Bukavu a Bujumbura, la capital de Burundi,
donde lo perdió definitivamente.
 ¡Qué horror! ¡Qué horror más grande! –Miren.
 Bien, espero que este despliegue de horrores sea suficiente para pagar lo que ahora
tengo que pediros –los sarcasmos de Étienne indican ahora un poso de
resentimiento.
 ¡Qué duro eres con nosotros, Étienne! No es nuestro morbo satisfecho el que
atenderá tu petición, sino acaso nuestra compasión –interviene Miren.
126
 Perdonad, pero es que siento como estar traicionando a Kisin, que no quiere que
divulguemos sus desgracias entre los que le conocen. Yo lo he hecho por ver si
puedo beneficiarle en algo, pero me siento mal por ello.
 Suelta. ¿De qué se trata?
 Kisin quisiera poder pagar a los mejores detectives para encontrar a su hija y, en
todo caso, para obtener datos e información de posibles inculpados, con objeto de
poder abrir un caso que ninguna justicia intentó nunca investigar, ni menos juzgar,
ahora que poco a poco tal vez consigamos restaurar la justicia. Pero no tiene ese
dinero, ni sus amigos tampoco lo tenemos.
 Bien, te contestaremos –Michel.
 Le haremos saber inmediatamente esta última ilusión de Kisin a Pierre –Miren.
 Y espero que seamos capaces de darte una respuesta entre todos.
El avión está ya aterrizando en el aeropuerto Murtala Muhamed de Lagos. Son ya las 10 y
media de la noche y un taxi les conduce, mientras mascullan en silencio los horrores de la
guerra congoleña, a través de los interminables suburbios de Lagos, hasta la Victoria Island,
donde llegan una hora y media después de partir. Se alojarán en el hotel más barato que
Miren ha podido reservar por internet desde Kinshasa. “Carísimo, como todos los de
Lagos”, ha dicho Miren. Ésta ha debido reservar dos habitaciones, una para ellos y la otra
para Étienne, y no para de hacer cálculos, después de sumar euros por gastar a los ya
gastados. Esta preocupación domestica le libra por unos momentos de las atrocidades de la
guerra y de la imagen contrapuesta de un Kisin de mirada serena, moviéndose como un
esqueleto encima de sus patas de alambre.
127
5
Lagos.
Olu.
Urtarrila (2)
128
Lunes, 9 de enero de 2006
Lagos
El hotel Meridien es un enorme edificio que hace de centro de negocios, además de servir
de alojamiento a más de mil personas, nigerianos y africanos la mayoría, y tantos indios,
chinos, coreanos y árabes como europeos y americanos, entre los extranjeros de lejanas
tierras. En sus salones se despliegan mesas y butacas siempre llenas, donde los
comerciantes, los empresarios y los especuladores ultiman transacciones que algunas veces
van seguidas de enormes fardos de billetes decrépitos, no se sabe si por el tiempo o por la
ingente cantidad de veces en que han debido ser contados por manos y dedos sudorosos. Es
esta de contar imponentes cantidades de billetes devaluados por la inflación galopante una
ocupación del tiempo muy peculiar de muchos países africanos, que en este hotel lujoso
alcanza cotas espectaculares. Olu Akinwole ha preferido citar a Michel, Miren y Étienne en
este marco antes de acudir él al hotel Protea, de menor rango, donde se alojan éstos, bien
cerca de donde ahora se encuentran. Estamos en la Isla Victoria, a escasa distancia de la
bahía cerrada por la interminable playa enfrentada a las olas del Golfo de Guinea que se
extiende al sur. Esta isla constituye, con aquella donde se asienta el centro propiamente
dicho de la ciudad, lo que se podría considerar el Lagos medular, si hemos de considerar
como periferia a la gigantesca extensión de arrabales, centros y nodos urbanos que se
expanden por tierra continental y que multiplican por 3 o 4 la población. Unos y otros
hacen hacen los 13 o 14 millones de ciudadanos, no todos censados ni oficialmente
existentes, convertibles en 25 en pocos años, a juzgar por el ritmo de crecimiento de su
población, lo que hará de esta ciudad una de las grandes metrópolis del mundo, si no lo es
ya.
 El sida no puede con nosotros –rie Olu con simpatía, cuando Michel y Miren le
muestran su asombro por la ingente población que detectaron tras las sombras de la
noche en el interminable recorrido de ayer desde el aeropuerto-. La ciudad sigue
creciendo de forma imparable. Abuja nos quitó la capitalidad de Nigeria, pero ni por
esas dejamos de crecer.
Olu es un yoruba24 todavía más lucido que Étienne y el ojo femenino de Miren ha dado ya
un sobresaliente a su cuerpo casi impresionante: espigado y fuerte, felino y de esbeltas
proporciones. Viste una impecable camisa blanquísima, sin corbata, que deja caer por
encima del oscuro pantalón. Su atuendo informal no extraña en el variopinto despliegue de
vestimentas de todos los lugares del mundo en el gran hotel, por mucho que predominen los
trajes occidentales.
24
Etnia predominante en el suroeste de Nigeria.
129
Michel ha explicado con su habitual parquedad y precisión la naturaleza y los objetivos de
BlueCoo. Olu ha pedido información de primera mano, aunque ya había recibido noticias
de Étienne. Éste ha intercalado entusiasmos para animar la sobriedad de la descripción de
Michel y se ha liado en alguna ocasión en que ha querido completar alguna puntualización
de éste, extendiéndose más de la cuenta y oscureciendo más que iluminando aquella.
Olu ha escuchado con atención, ha hecho algunas preguntas sobre la empresa, ha
contestado a otras que le han interpelado Michel y Miren, ha preguntado por Kisin, ha
hablado bien de él, ha tratado a Étienne con cierta familiaridad no exenta de cierta
superioridad, se ha mostrado más que amable con Miren, que le ha correspondido con la
misma moneda, y ha pedido un tiempo corto para reflexionar.
 Dejadme pensarlo sólo hasta mañana.
***
Michel y Miren conducen a la tarde un coche alquilado para transitar la gran ciudad. Es la
viva recomendación que han recibido de la recepción del hotel, donde les desaconsejaron
con fuerza su idea inicial de caminar solos. Solos quiere decir sin escolta. Etienne ha
preferido quedarse en el hotel. Irá más tarde al centro a vagabundear un poco, ha dicho. El
“Lagos es una ciudad muy peligrosa” con que han sido advertidos una y otra vez, en tanto
que frágiles occidentales, lo han respondido con un “¡Qué nos va a decir Vd. a nosotros,
que venimos de Kinshasa”. Pero tanta ha sido la insistencia y tan grandes las dimensiones
de lo que se proponen ver, que finalmente han accedido a hacer la mayor parte de las visitas
en coche.
La visión de la ciudad desde sus vías de “tránsito rápido” es terrorífica: aparenta un
gigantesco basurero plano, extendido siempre más allá de todo lo que la vista alcanza, que
contiene los rescoldos de un trágico y colosal drama humano. NIgeria no está en guerra,
pero Lagos, desde la altura de sus escalextrics, es la representación más teatral de locura
humana concentrada. Al primer golpe de vista todo parece basura y residuo sólido, como si
la ciudad entera fuera tan solo un descomunal vertedero, en cuyos entresijos se levantan
casuchas de tejados planos, si bien al fondo se divisan nuevos barrios residenciales y los
elevados edificios del centro. Por los vericuetos, las calles y los descampados circula una
marabunta de hormigas blancas, seres humanos con vestimentas claras, y cucarachas
amarillas en formación, las camionetas y autobuses de transporte. Pero luego, cuando el
inevitable atasco reduce la velocidad de circulación al límite, la especial química urbana de
las densidades ciudadanas alumbra un nuevo concepto de coche con pies junto a otro de
peatón con ruedas. El coche circula a la velocidad del peatón y éste ocupa la calzada
caminando a su vera. Y entonces, si uno mira desde la cercanía, verá que hay mucho más
que basuras y residuos, que entre el conglomerado apocalíptico de desperdicios se produce
la actividad humana que las genera. Y que estas actividades son de una intensidad y de una
extensión sorprendentes.
130
Entre ellas podemos distinguir: Uno, las vías de tránsito rápido sustituyen esta función para
transformarse en vías-mercado. Como los coches y las camionetas circulan al paso de los
peatones, el comercio se produce dentro del caudal circulante indiferenciado de coches,
camionetas, motos, carros y personas y entre estos mismos sujetos. Por tanto, las vías de
tránsito rápido no son un vacío de ciudad, como en las ciudades occidentales. Por el
contrario, se olvidan a menudo de esa función y se convierten en un foco de ciudad. Dos,
relativamente cerca de esas vías rápidas se despliegan interminables filas de casuchas y
comercios donde se producen todas las microactividades, tanto de comercio minorista como
domésticas, que, mientras en las ciudades desarrolladas del mundo se ubican en las
pequeñas calles, aquí pueden coexistir perfectamente con las autopistas. Tres, a una
tampoco grande distancia se desencadenan las macroactividades económicas, organizadas
en archipiélago, aquí la electrónica, allá la ropa, concentradas por sectores y gremios, en
grandes centros tanto productivos como comerciales, de muy distinta estructura física al de
las ciudades occidentales pero de no mucha menor organización.
 ¡Mira eso! –exclama Miren.
“Eso” es una extensión extraordinaria de tinglados con cubiertas de hojalata y uralita al
lado de enormes superficies de tierra ocupadas por troncos. Aquí y allá surgen numerosas
columnas de humo más o menos distribuidas a lo largo de toda la extensión, producidas por
montones de serrín, virutas y sobrantes que, de no ser consumidas por el fuego, devorarían
la gigantesca fábrica de madera, o mejor, la gigantesca concentración de pequeñas serrerías
y fábricas de madera. La visión mueve le reflexión de Michel .
 Es enorme la dimensión de la producción de madera, pero es sorprendente el tipo
de organización con que funciona: simple yustaposición, un negocio al lado de
otro, centenares de negocios unos al lado de los otros. Aunque seguro que aquí
hay leyes, y hay derechos y deberes de todos los productores y comerciantes, y
hay protección y normas de calidad, etc. Pero no hay concentración ni confluencia
empresarial. Y menos mal que estos negocios parecen tener una dimensión algo
mayor que la de las típicas acumulaciones de chiringuitos inmundos de los
mercados de las ciudades pobres. Con todo, ¡si pudiéramos hacer algo para que
cooperaran unos con otros!
 ¿Cooperar para concentrarse, quieres decir?
 No necesariamente, cooperar para cooperar. Ni más ni menos. De forma
democrática, es decir, cooperativa.
 ¿Será Olu Okinwole el que lo intente?
 Tal vez. Si nosotros sabemos facilitar el contacto con empresas que aporten
tecnología, si concentran las ventas, si suministramos u organizan distribuidores,
si les ponemos en contacto con compradores mundiales, si gestionan los residuos
y reducen costes, etc. Tal vez. Si Olu es capaz de encontrar financiación, etc. Tal
vez.
 ¿Pero no ocurrirá que esas empresas que aporten la tecnología o esos grandes
distribuidores o esas entidades financieras que citas fagociten esta miriada
empresarios individuales?
 Tal vez. Por eso nosotros nos debemos limitar a facilitar la cooperación, no a
alentar fusiones o incluso compras de unas empresas por otras, aunque no pocas
veces el estrechamiento de la cooperación abocará a estas soluciones.
131
 Facilitar una cosa y no alentar otra. ¿No suena eso a lavarse las manos? ¿No suena
a poner en bandeja a los peces chicos para que se los coma el grande?
 No sé cuál es el mecanismo idóneo, Miren. Pero si sé que la pobreza está muy
directamente relacionada con el nivel y las formas de organización de la
producción y de la distribución económicas. Nosotros intentamos elevar ese nivel
facilitando explícitamente procedimientos cooperativos, es decir, manifiestamente
democráticos, que yo creo, además, efectivos. ¿Qué otra cosa podemos hacer?
 Gracias Michel, me pregunto, y te pregunto, para regalarme el oído con esas
frases tuyas. Tienen la virtud de atemperar mis dudas, aunque no las quiten.
 Si, sólo a eso podemos y debemos aspirar, a atemperar las dudas. Además,
tampoco conviene quitárselas de encima. El que se las quita es probable que sea
porque haya perdido el juicio.
Tras esta sentencia no demasiado optimista, Michel y Miren continúan recorriendo el
prolijo nudo de autopistas que se cruzan cerca de los puentes que unen las islas del centro
con el colosal contenedor urbano continental.
 No todo son basuras y desperdicios –dice Miren-. Mira, son montones para el
reciclaje. De lejos parecen basura, pero no. ¡Mira, mira!
Lo que ven son grandes amontonamientos de aparatos y utensilios electrónicos
perfectamente clasificados, montones de teléfonos por un lado, montones de televisores por
otro, un arsenal de carcasas de todo tipo agrupadas en numerosos acopios. Más tarde
aparecen depósitos de plásticos por allí, montañas de bidones perfectamente apilados por
allá, toneladas de recipientes en una zona, carrocerías de coche descompuestas en sus partes
por un lado, cuando siguen haciendo kilómetros, motores y sus piezas perfectamente
ordenadas, chatarra a lo lejos formando tenebrosos cúmulos negros, ...
 Tienes razón. No son basureros, sino lugares de trabajo a pie de calle, en el suelo.
Aquí todo se clasifica y casi todo se recicla. Y todo se hace en la calle. Mira, los
bajos de los escaléxtrics son auténticas fábricas de reciclaje. Aquí hay también
organización y cooperación, es indudable. En las formas que corresponden a la
pobreza.
 Está claro. Fíjate ahí debajo. Eso es una fábrica de muebles informal. Pero inmensa.
Miren señala los bajos de un cruce de autopistas donde se alberga una ingente cantidad de
muebles, tablones, listones y estructuras de madera más o menos rotas, descompuestas y
clasificadas, entre cuyas acumulaciones pululan numerosos trabajadores comprando y
vendiendo, recomponiendo y clasificando.
 Economía urbana del desguace y del reciclaje –sentencia Michel dejando su cerebro
tan pensativo como deshabitado.
 Economia de la pobreza, economía de lo precario –añade Miren.
 Me aferro a la idea de que es una economía organizada –Michel, queriendo habitar
su cerebro desbordado por la magnitud del problema del desarrollo-. Tiene una gran
personalidad.
 Si, es espectacular –corrobora Miren sobrecogida por las gigantescas proporciones
de todo lo que ven.
132
Martes, 10 de enero de 2006
Lagos
Olu ha invitado a Etienne, Michel y Miren y esta última ha optado por el mayor exotismo
africano entre las otras alternativas que aquél les ha presentado. Por tanto, se han llegado a
un elegante African Cooking del distrito de Ikoyi y Miren no ha dejado de ensalzar la carne
de cocodrilo, mientras que Michel optaba por la de boa y Etienne por la tortuga, en la
degustación de reptiles. Antílope, mono, jabalí y puerco espín han formado parte de la de
caza. Los platos han ido circulando de un comensal a otro y Miren ha seguido al pié de la
letra el principio de chuparse y comer con los dedos. Además, ha pedido, para empezar, un
tentempié de fufú, unas bolas de batata cocida, tales como las que les obsequió Kisin en su
casa de Kinshasa, aunque estas fueron de mandioca, que se toman con los dedos y se untan
en una picantísima salsa piri-piri.
La cerveza de mijo ha corrido caudalosa garganta para abajo y la menor envergadura de
Miren respecto de los tres considerablemente desarrollados machos que la rodean no ha
sido obstáculo para competir en litros. Es por eso que se abstendrá ahora, una vez
consumidas las frutas tropicales de los postres, de pedir una copa de babine, palma
fermentada, tal como la que se endilgan aquellos.
En todo momento Olu se ha mostrado alegre y simpático, asi como extremadamente amable
y generoso. La hembra Miren tiene motivos físicos para sentirse atraída por él pero,
además, la dicción inglesa lenta, bien silabeada y sin acento de Yorkshire del esbelto
espécimen añade un plus de agrado, entre otras cosas, por la satisfacción que le produce
comprender perfectamente todo lo que dice. Por otra parte, hoy no paga ella y dejar de
soltar euros en este viaje le resulta fascinante. Michel, por su lado, estima que la alegría y
simpatía de Olu están directamente relacionados con el “sí” que espera como respuesta a la
propuesta de BlueCoo, sin comprender del todo que parte del evidente encanto y esplendor
del yoruba depende del estímulo que le proporciona la respuesta de su compañera vasca y
del encantamiento que ésta le provoca. Su sensibilidad a la competición masculina aún no
le ha dado como para olfatear un rival en las cercanías. Su cerebro sólo degusta placeres
gastronómicos a la espera de que Olu comience a explicar su respuesta positiva, no lo duda,
pues se ha propuesto no ser él quien pregunte, para no dar muestras de impaciencia. De
alguna manera, lo que sí ha intuido es que Olu puede ser un trabajador duro de pelar, en el
peor sentido sindicalista del término. Tampoco se siente muy cómodo como invitado en un
restaurante de lujo, por un africano en un país donde los sueldos medios están por los 50
euros, aunque es evidente que Olu gana mucho más en su puesto de la Lagos Chamber of
Commerce. De alguna manera sabe perfectamente que Olu espera cobrarse esa invitación
con creces.
Pero es Etienne el que acaba preguntando directamente a Olu sobre sus intenciones.
133
 Por supuesto que mi respuesta es positiva, querido Etienne –Olu ofrece su mejor
sonrisa-. ¿Cómo voy a defraudar la esperanza que tú y Kisin habéis puesto en mi?
Si, acepto hacerme cargo de los primeros pasos de BlueCoo en África, ..., siempre
que lleguemos a un acuerdo satisfactorio, claro –que culmina en una entre simpática
y cínica carcajada.
Olu pide una oficina en el centro, “en Broad Street, a ser posible”, teléfonos fijo y móvil y
conexión a Internet, obviamente, un secretario, para empezar, gastos pagados y dietas
exhuberantes para sus desplazamientos por Nigeria y África, así como un sueldo mínimo de
2.000 euros mensuales. Las fórmulas de BlueCoo, aún flexiblizadas tras la negociación con
Wang, no dan para tanto y Miren, esta vez es ella la que se encarga de precisar los módulos
de la empresa, le explica que no pueden subir de 500, es decir “diez veces el sueldo medio
en Nigeria, amigo Olu”, le dice con sus ojos más brillantes.
 Eso es menos de lo que actualmente gano. Deberéis hacer una excepción. Esos
módulos no sirven en Nigeria, donde las diferencias salariales son mucho mayores.
 Te contestaremos más adelante –decide impensadamente Michel, sorprendiendo a
su compañera, a quien mira en un intento de complicidad, queriendo apuntarle que
ya lo hablarán después-, si te parece bien, Miren.
 Bien. Y otra cosa. Necesito garantías. De ninguna manera puedo dejar mi puesto en
la Cámara de Comercio si no tengo asegurado el trabajo al menos para un año.
 Nuestra práctica es aumentar la inversión cada vez que se establece una nueva
delegación continental, en la medida necesaria para garantizar su funcionamiento
durante 6 meses en que no se esperan ganancias. Haremos los cálculos más tarde,
pero esa garantía hay que proveerla con la aportación de los nuevos socios.
Nosotros, desde París y Shanghai, sólo aportaríamos nuevo capital de forma
subsidiaria, para completar lo que faltara.
 Hagamos los cálculos ahora, porque yo he de tomar decisiones que no pueden
esperar. Etienne y yo hablamos ayer a la tarde de las delegaciones que habrían de
ser creadas en África en un primer año. Creemos que pueden ser estas.
En ese momento, Olu entrega un papel que dice lo siguiente:
134
Población
Delegación de
BlueCoo
Capital
Países que engloba
BlueCoo-África
Lagos
Todos los africanos
BlueCoo-África
Occidental
Lagos
BlueCoo-África
Ecuatorial
Kinshasa
BlueCooÁfricaAustral
Ciudad del
Cabo
Mali, Níger, Chad, Senegal,
Gambia, Guinea-Bissau, Guinea,
Sierra Leona, Liberia, Costa de
Marfil, Burkina Faso, Togo, Benin,
Ghana, Nigeria, Camerún, Guinea
Ecuatorial, Santo Tomé y Príncipe y
Cabo Verde.
RDC (República Democrática del
Congo), Kenya, Tanzania, Burundi,
Rwanda, Uganda, República
Centroafricana, Congo-Brazaville y
Gabón.
Angola, Bostwana, Lesotho,
Malawi, Mauricio, Mozambique,
Namibia, Sudáfrica, Swazilandia,
Zambia, Zimbawe, Madagascar,
Comores y Seychelles.
Egipto, Sudán, Djibuti, Eritrea,
Etiopía y Somalia.
BleuCooEl Cairo
ÁfricaOriental
BlueCooMauritania, Sahara Occidental,
Casablanca Marruecos, Argelia, Túnez y Libia
Magreb
(millones de
personas)
¿Posible
manager?
855,5
Olu Akinwole
273,6
Olu Akinwole
175,5
Etienne Muneme
142,6
¿Allan
Mufamadi?
182,9
¿Ibrahim
Zawahri?
80,9
¿Hassan Tadidi?
Miren y Michel se han visto sorprendidos porque Etienne no les había dicho nada sobre que
ayer tarde se hubiera reunido con Olu. Deciden correr un tupido velo sobre la falta de
confianza que eso implica, y resuelven aliviar la tensión de Etienne al verse descubierto.
 ¡Lo has conseguido, Etienne! Ya tienes tu delegación en Kinshasa –exclama Miren.
 Me alegro mucho que lo hayáis pensado así –añade Michel-. Por lo demás me
parece bien esta distribución. ¿Está bien, no, Miren?
 Sí, desde luego. Sois vosotros los que debéis decidirlo, de todas maneras.
 Pero para crear esa estructura necesitamos financiación. Capacidad para montar una
sede y pagar dos trabajadores por cada una de las delegaciones. ¿La tenemos?
Aparte los cuantiosos gastos que nos llevarán los viajes, los contactos, las
invitaciones, etc... ¿Con qué garantías financieras podemos contar?
 Eso debes preguntártelo, antes que a nadie, a tí mismo, Olu. ¿Tenéis capacidad
financiera para afrontar esa perspectiva?, y, ¿asumís los riesgos que comporta? Esto
es una cooperativa y los nuevos socios deben hacerse cargo también del capital
financiero.
 En África no hay dinero y en África lo que la gente necesita es trabajo seguro.
Vuestro planteamiento cooperativo no tiene ningún sentido aquí.
 Es un planteamiento cooperativo flexible. Vamos a ver, ¿habéis calculado
aproximadamenrte la inversión necesaria para iniciar el montaje y garantizar la
gestión durante 6 meses, supuesto que no se consiguen ingresos?
 Durante un año, no durante 6 meses. Si, más o menos, unos 500.000 $.
 Es decir, unos 420.000 euros, que son 210.000 euros para 6 meses. De los siguientes
6 ya se hablará en su momento, no ahora. Me parece demasiado, en realidad, pero
135
















ya lo precisaremos más adelante. Dada esta previsión, ¿cuánto tendrían que aportar
los nuevos socios, 5 por 2, 10 nuevos socios, ¿no es eso?, según los módulos de
BlueCoo, Miren? –pregunta Michel.
Una media de 21.000 euros por persona y una horquilla entre 2.100 y 42.000.
Pues considero imposible que nos podamos hacer cargo siquiera del mínimo. 2.100
euros los tiene muy poca gente en África.
Querido Olu –interviene Michel-. Como puedes comprobar la flexibilidad es
máxima y la cuerda no se puede estirar más. Todo trabajador africano deberá
aportar un mínimo de 2.100 euros al capital de la empresa y lo más que podemos
hacer desde Europa y China es ayudar con nuestros avales para que vuestros bancos
os concedan los créditos correspondientes, en caso de ser necesarios.
Pero aún así solamente cubriríamos el 10% de los gastos previstos y sólo durante 6
meses.
Se sobreentiende que el restante 90%, si es que definitivamente solamente cubrís
ese 10%, lo aportaríamos desde Europa y Oriente. Cuenta con eso, pero dáte
también cuenta de que es mucho lo que pides.
Sólo para 6 meses. Lo siento, no puede ser.
Para un año a poco que vuestras gestiones sean eficaces y empezéis a ganar además
de gastar. Para toda la vida si las cosas van como esperamos que vayan.
Pero solo garantía para 6 meses.
Considéralo una apuesta, entonces. Haz como hacemos el resto de los socios, ni más
ni menos. No pretendas ser especial por ser africano –Michel, ya un poco cansado
de ofrecer todo tipo de facilidades.
No pretendemos ser tratados de manera especial –habla Etienne-. No se trata de
privilegios, sino de garantías. Ni Olu ni yo tenemos necesidad personal alguna de
BlueCoo. Ambos tenemos la suerte de contar con buenos puestos de trabajo, yo en
Kinshasa y Olu aquí, en Lagos. Lo reconozco, en eso si que somos privilegiados.
Necesitamos una compensación mayor por el riesgo o reducir éste. Es decir, o un
sueldo sustancialmente mayor del que ahora mismo ganamos o garantía financiera
doble, para un año.
“Sueldo sustancialmente mayor” quiere decir 2.000 euros mensuales, ¿no?
Eso es, amiga.
Eso supone multiplicar por 6 el sueldo máximo que permiten nuestras normas, dado
que el sueldo medio en Nigeria es tan reducido.
Aún sería bastante menos de lo que ganáis vosotros –Olu, que sabe los sueldos de
los socios europeos, aunque nadie sepa como los ha obtenido.
Pero 40 veces el sueldo medio en Nigeria.
Es evidente que estamos en presencia de dos negociadores duros, no sé si porque no
tienen necesidad de BlueCoo, como dice Etienne, o porque no tienen suficiente
confianza en sus posibilidades –deja caer Michel-. Bien, mañana os responderemos.
Tal vez debamos estudiar otras posibilidades.
Michel y Miren deberán oir que “no las encontraréis mejores” y que “en África la confianza
es un bien muy caro”, “¿dónde váis a encontrar la confianza que os podemos dar
nosotros?”, y que “nosotros también la necesitamos”, que eso es lo que pide África, “un
poco de confianza al mundo para suplir la que a África le falta, que es, probablemente, la
que nos habéis ido quitando a lo largo de los siglos”.
136
El plazo hasta mañana dado por Michel ha liberado a los cuatro de la tensión de defender
los intereses dispares y ahora hablan cómodamente de temas más generales.
 Yo tengo un primo segundo mío, un misionero vasco en Bukavu25 -dice Miren-, que
opina justamente lo contrario: que los africanos no hacéis nada por ganaros la
confianza de los occidentales, que todo lo que montan ellos, los curas, con gran
esfuerzo, se viene abajo en cuanto ceden los trastos a los congoleses. Que es un
desastre.
 ¿Quién es ese misionero? Tal vez le conozca –Etienne.
 Se llama Ernesto Uría.
 No sé, no recuerdo, aunque conozco varios en la zona de Kivu. Pues mira,
precísamente esa opinión de ese Ernesto Uría es la que tenemos interiorizada a
fuego en nuestras mentes. Todo lo hacemos al revés, no somos capaces de nada.
Somos unos inútiles. Ahora bien, ¿lo somos o sois vosotros los que nos lo habéis
hecho creer? Sea como sea, lo cierto es que lo tenemos bien asimilado. De modo
que sólo nos queda poner el cazo para recoger las limosnas occidentales. Es lo único
que se nos ocurre. Tal vez lo único que Occidente quiere que se nos ocurra.
 Limosnas occidentales que, por cierto, no llegan, en el caso de Nigeria, al menos –
dice Olu-. Limosnas es como las llama Etienne, aunque tienen más de deudas
históricas, si bien tampoco me gusta a mí nombrarlas así. Prefiero llamarlas
obligaciones mundiales. Sea como sea, obligaciones que no cumplen los ricos.
¿Sabéis lo que supone la ayuda al desarrollo que recibe Nigeria, el mayor país de
África?. 2,3 $ por persona y año, menos de 2 putos euros por cada nigeriano en un
año. En realidad, tampoco se nos da bien eso de poner el cazo, Etienne, somos
inútiles hasta para eso. Desde luego sí lo somos los nigerianos, unos perfectos
ineptos, los más negados según este criterio.
 Es decir, no recibís ninguna ayuda –concluye Miren-.
 Nigeria, ninguna, prácticamente. Claro, dicen los occidentales, Nigeria tiene
petróleo, es el octavo exportador mundial de petróleo, que pague su desarrollo con
petróleo, dicen. Pero Nigeria tiene 130 millones de personas y ocupa el lugar 158
del mundo en desarrollo humano, es decir, un 1 si lo puntuamos de 0 a 10.
 Y tiene que pagar las deudas que contrajo cuando el petróleo estaba barato –añade
Michel.
 Eso, y lo hacemos porque nadie nos perdona esas deudas, “ya que tenemos
petróleo”, maldito petróleo. Aún hoy día pagamos 13 $ por persona y año en
concepto de servicio de la deuda externa, casi 6 veces más de lo que recibimos en
concepto de ayuda, y hemos pagado mucho más en años anteriores. No, Etienne, los
africanos tampoco sabemos poner el cazo. Sabemos más de pagar deudas que de
poner cazos. Yo creo que tenemos que aprender a hacerlo, en realidad, ¿o crees que
algún país ha sabido tirar para adelante sin algún tipo de ayuda externa a sí mismo?
Normalmente se las han procurado a base de violencia y de explotación, que es peor
que hacerlo a base de cazos. Así que cuando Michel dice que a ver si nos creemos
especiales por ser africanos yo le respondo que sí, que somos especiales, pero no
por ser africanos, sino por ser pobres, por ser extremadamente pobres, a ver si lo
entendéis de una jodida vez.
25
Ciudad de la RDC en la frontera con Rwanda, cercana a Goma.
137
 En realidad, Olu, convendrás conmigo en que también Nigeria es culpable de
corrupción al dedicar a engrosar cuentas suizas particulares el remanente del
petróleo, antes que a políticas de desarrollo, ¿no es eso?
 Sí, sí es eso. Somos malos, muy malos. Precísamente ocupamos también el lugar
158, ¡qué casualidad!, en la lista del Indice de Percepción de la Corrupción, tal
como la elaboráis en occidente, a base de husmear. De modo que somos
exactamente igual de corruptos que de poco desarrollados, exactamente igual.
¿Tendrá algo que ver, entonces, una cosa con otra? Pero, de todas formas espero que
no estés intentando dar con eso argumentos para que el mundo no nos ayude,
querido Michel. Pues te respondería con dos pequeñas razones para poner un cazo
más grande, si cabe.
 Pues dílas –Miren.
 Las digo. Una: ¿es que los fallos de los sistemas corruptos, dictatoriales y militares
que padecimos antaño son motivo para castigar a todas las generaciones presentes a
deudas que no contrajeron ellas y a no recibir nunca una maldita ayuda o una
miserable condonación de la deuda? ¿Es que los gobernantes actuales, que
redactaron una constitución democrática en 1999 y que gobiernan entre inmensas
dificultades de enfrentamientos étnicos y de desigualdades heredadas, han de ser
debilitados obligándoles a pagar por partida doble? Digo por partida doble, porque
su parte en el trato ya la han puesto. Ya han democratizado, con un coste importante
de violencias y guerras, el régimen político, y ya pagan, mal que bien, una deuda
que no es suya. De modo que, si convenimos en que corrupción, desarrollo y
pobreza tienen algo que ver, por parte de Nigeria ya hemos puesto lo que nos
corresponde, ya estamos intentando poner lo que nos corresponde, en medio de
muchísimas dificultades, ya ponemos democracia, transparencia, equilibrio entre
regiones y etnias y seriedad como deudores. ¿Cuándo lo hará occidente con su parte,
maldita sea?
 ¿Y la otra? –Miren, interrumpiendo el silencio producido por la ira de Olu.
 ¿Qué otra?
 La otra razón.
 Ah, sí. Etienne ha admitido, aunque de forma sarcástica, que los africanos somos
unos inútiles y que ese listillo tío tuyo tenía razón, ¡cómo no!, que no se nos puede
dar ni un pirulí, que lo rebozamos de mierda, que mejor nos lo dáis a chupar, pero
sin soltar de la mano occidental el puñetero palo. Pues bien, no lo digo yo, sino el
Centro para el Desarrollo Global, uno de esos organismos de Washington ligados al
Banco Mundial. Dice que hay una relación positiva entre ayuda y crecimiento del
ingreso nacional, que cada dólar de ayuda al crecimiento incrementa éste en 1,64 $.
¡Un rendimiento del 64%! Y la ONU dice que las economías que crecen mucho
actualmente en África, Mozambique, Tanzania y Uganda, en particular, lo hacen
porque tienen una ayuda relativamente cuantiosa, estable y capaz de integrarse en el
presupuesto nacional. Es decir, porque el pirulí de la ayuda es algo menos ridículo y
lo manejan globalmente en buena parte los propios países receptores. Así que a ver
quienes son los inútiles o qué es lo inútil, porque a lo mejor lo ineficaz es esa manía
occidental de ayudarnos montando, de forma descoordinada, burocrática,
impredecible, inestable, condicionada y escasa, proyectos específicos que ellos
manejan. Y a lo mejor lo útil es integrar la ayuda en los proyectos presupuestarios
nacionales de manera estable, no condicionada, coordinada, etc. y manejada por
nosotros, con todas las asesorías occidentales que se tercien, que nadie niega que
debamos aprender y aumentar nuestras capacidades. Habéis paseado por Lagos, este
138






inmenso desbarajuste urbano, ¿Creéis que esto se arregla con un proyectito aquí y
otro allá, unos meses que viene un europeo iluminado aquí, otros meses que
interviene otro bienintencionado americano allá? ¿Creéis que las desorbitadas masas
de trabajadores que llegan huyendo de la miseria rural, a la que los europeos y los
norteamericanos tanto os complace contribuir, por cierto, se organizan política y
socialmente porque cuatro ONGs impulsen tres proyectos de salud aquí y allá?.
¿Creéis que el desastre del transporte, de la sanidad, de la educación, de la vivienda,
del saneamiento, de la pobreza, se arregla de ese modo? ¿O tal vez depositáis
vuestra esperanza en que las privatizaciones de los servicios urbanos y de las ayudas
asistenciales, en un contexto de extrema desigualdad y de manifiesta penuria de
infraestructuras, sirvan para algo? Porque eso es lo que nos recomendó occidente,
con resultados nefastos, por cierto. ¿Es que creéis que la acción cívica de las ONGs
puede sustituir a la acción gubernamental? En realidad, eso es lo que sucede, que los
pobres se autoorganizan para subsistir, no tienen otro remedio, las etnias para
persistir y los ricos para refugiarse construyendo sus estúpidos fuertes y guetos
urbanos. Acción cívica privada no nos falta, sólo que es parcial y sectaria, cada cual
a lo suyo. No sé si consciente o inconscientemente, lo cierto es que implementáis
una descentralización política con vuestras ONGs y vuestro apoyo a las
asociaciones comunitarias. Y no se puede negar que eso pueda paliar algunos casos
graves, sobre todo en el terreno asistencial, pero de ninguna manera esperar que tal
método reduzca los abismos sociales. Nada puede sustituir el papel de los procesos
globales a medio plazo, dirigidos por los gobiernos democráticos.
O sea, que los inútiles somos nosotros, ¿no es eso?
No, tampoco. No es eso lo que quiero decir, pero sí me asombra que a estas alturas
todavía hay listos, como tu primito, que creen en pueblos inútiles y en pueblos
competentes. Toda la vida pensando que los chinos eran unos calamidades y, mira
tú, ahora resulta que son los comecocos mundiales. Lo que hay son procesos inútiles
y procesos competentes, no pueblos listos y pueblos tontos.
Listos como tu primo y espabilados como la iglesia y las misiones en el Congo –
habla ahora Etienne, intempestivo, quejoso y reforzado por las tesis de Olu--, que se
las dan de progres y se ponen en contra del difilísimo proceso constitucional en el
que estamos embarcados actualmente, en vez de apoyarlo y de fortalecer lo más
serio y democrático que se está haciendo en mi país desde su independencia. Sólo
porque no lo mangonean ellos ...
O sea, que los europeos no hemos demostrado competencia tratando vuestros
problemas. Pero ¿tampoco gestionando nuestras economías? ¿Qué hemos hecho
entonces, sólo acertar de chiripa y sólo en nuestros propios países? -Miren.
Si, yo creo que habéis acertado con vuestros estados democráticos y sociales, pero
sin olvidar que también os habéis beneficiado de un impresionante apoyo externo, si
me permitís recordároslo, hablando de los últimos 70 años. En forma de defensa
rusa y yanqui ante vuestros propios demonios nazis, y en forma de Plan Marshall,
por ejemplo. Pero también en forma de extraordinarias inversiones extranjeras, de
migraciones masivas a América que os han aliviado de ingentes presiones internas,
de facilidades comerciales extremas que el mundo os ha dado, de transferencias
tecnológicas que recibís, etc. Porque no sólo de ayuda directa y de aciertos políticos
viven los pueblos. ¿O qué os creéis?
Si, y de aciertos como el de montar una Unión Europea para cooperar entre
nosotros. Pero tienes razón, tal vez nos creemos demasiado –acepta Michel-. Tienes
buena parte de razón, menos en una cosa.
139
 ¿Cuál?
 Que esos argumentos sirvan para justificar que debamos hacer más excepciones de
las que ya hacemos para montar BlueCoo en África. Ni tampoco para tratar de
tumbar el planteamiento cooperativo. Mañana hablaremos, si os parece.
 Mañana nos toca invitar a nosotros –termina Miren con gran dolor de corazón.
140
Miércoles, 11 de enero de 2006
Lagos
El estómago de Miren es una caldera ardiente. Demasiada cerveza, demasiado picante,
demasiada carne. El cuerpo acalorado y sudoroso no para de buscar una postura en la cama
que no acaba de encontrar. Desasosiego físico. Esta noche el sueño se transforma en un
delirio seminconsciente y agitado regido por una cabeza erotizada y calenturienta. La
trabajosa digestión, por su parte, ha licuado el contenido de sus tripas más de la cuenta.
Cosa normal en África para los delicados vientres europeos. Ahora, tras la cuarta visita al
baño y el quinto delirio pornográfico, intenta calmar su cuerpo y hundirlo en el placer,
tumbada boca arriba en el silencio de la habitación, mientras Michel ronca plácidamente
junto a él. Follada por Olu y Michel, Michel y Olu. ¿Y si añadimos a Etienne?, se dice. En
los ratos de lucidez piensa que algo debe estar cambiando en ella. Antes, se contesta más
que se pregunta, yo hacía lo que me venía en gana, actuaba en la realidad según mis
ocurrencias sexuales, consumaba lo que me representaba mentalmente. Sin embargo, eso se
acabó desde que mataron a Jazinto. Lo que no se ha acabado es la violencia de mi libido,
que me ataca de la misma manera que me atacaba antes. Pero ahora me contento con que
ocurran en mi cabeza las cosas que me gustaría hacer en la realidad. Hoy no he hecho nada
para ligarme a Olu ni para buscar una oportunidad para despacharnos a gusto, a pesar de
que los dos lo deseábamos. Bien que lo demostró él insistiendo en apretar su polla
endurecida contra mis nalgas cuando bailábamos. Bien que intentó meterme mano sentado
a mi lado. Y yo, ¿qué hice?, a cambio. Lo que nunca había hecho antes: renunciar al placer
que eso me producía. Apartarme y dejar el baile. Separar mi pierna de su mano rastreadora.
Y a Olu, lanzado, dejarlo compuesto y con la escopeta cargada. ¿Por qué? ¿Porque mientras
tanto Michel y Etienne seguían hablando, entre copa y copa, de los problemas de África?
¿Porque le quiero a Michel más de lo que quería a Jazinto? ¿Porque Jazinto admitía todas
mis infidelidades y sospecho que Michel no lo soportaría de la misma forma y me mandaría
a freir gárgaras? ¿Porque he madurado? ¿Porque he renunciado a mi libertad? ¿Porque he
superado mi dependencia del placer? ¿Es esto mejor que lo que hacía antes?
En este momento un pequeño movimiento de Michel enternece a Miren, que gira, se acopla
suavemente y toma contacto mediante brazo y pierna con el cuerpo de su amante. Deberían
haber hecho el amor cuando llegaron al hotel, eso le habría librado de las películas porno en
su cabeza, pero ella estaba demasiado ocupada en consolar el retortijo de sus vísceras. Te
quiero, Michel, te quiero. Te quiero casi tanto como quise a Jazinto, como todavía quiero a
Jazinto, como siempre querré a Jazinto. Muerto o vivo, eso es igual, lo quiero. Pero, con
todo, mi cabeza no trajina sexo con Jazinto y contigo, sino con Olu y contigo, de modo que
a Jazinto lo quiero ya de otro modo, amor sin sexo, cariño, quizás cada vez más cariño, sin
sexo, agradecimiento sin sexo, ascendiente sin sexo, ternura, cada vez más ternura, sin
sexo, necesidad de hacerme perdonar, sin sexo. En cambio lo de Olu es casi al revés, sexo
sin cariño, sexo bruto que me inspira el muy macizo. ¿Y tú, Mich? Tú eres las dos cosas,
sexo y amor, cariño mío, ganas me dan de agarrarte el rabo. Pero duerme, mi amor, sigue
141
durmiendo tan panchamente, tan saludablemente. Y yo debería intentar hacer lo mismo,
rediós. Cierra la película de una vez. Ya pensaré mañana.
***
 Francia está enferma de conservadurismo. Primero le da un corte de mangas a
Europa y ahora juega el papel más retrógrado en Hong Kong, y se lo hace jugar a
Europa, a la altura del de EEUU26. Y esa Europa, que para todos era la adelantada
del mundo en tantas cosas, se nos está convirtiendo, por obra y gracia de Francia, en
el núcleo duro del proteccionismo agrícola y, en consecuencia, de la insolidaridad
mundial con los más pobres, cuya única ventaja comparativa, aparte de la mano de
obra barata, podría ser la agricultura. Sencillamente, Francia está haciendo perder a
Europa el ascendiente mundial del que gozaba.
A Miren le sorprende la falta de reciprocidad. Etienne y Olu saben de Francia y de Europa.
Sabe de Francia y de Europa incluso Olu, que pertenece a un país no francófono, que es
quien ha expresado esa opinión tan dura contra el país de Michel, que es también su actual
país de adopción. Y ella, por el contrario, ¡sabe tan poco de Nigeria! No ha hecho más que
asombrarse con el gigantismo y la locura de Lagos, pues de Nigeria apenas conocía que
tiene petróleo y que está muy poblado. El mundo vive de espaldas a África, pero África no
vive de espaldas al mundo, masculla para sí.
A Miren se le ha posado esta mañana una sensación sombría en su espíritu alegre, quizás
favorecido por el casi nulo descanso nocturno. Después de recorrer las lentísimas vías
rápidas de Lagos, transitar los congestionados puentes para adentrarse en el interminable
archipiélago de ciudades y barriadas que constituyen la conurbación de la gran metrópoli en
el continente han llegado a caminar por las calles, o como deba nombrárselas, de Surulara.
Han atisbado la febril inmensidad del puerto en Apapa, el mayor del país, y han dejado
posar sus ojos en los tejados de los extensos bosques de casitas bajas cuya acumulación
constituye esas ciudades y barriadas. Miren ha recibido una fuerte impresión de
provisionalidad y de pugna por la vida en la economía de la pobreza. En NIgeria las
personas no pueden hacer planes, se ha dicho, simplemente se empeñan en dejar la puerta
abierta por si en algún momento de sus vidas pudieran hacerlos. La esperanza es lo último
que se pierde. No hay seguridad humana y la capacidad de anticipar y de proyectar es
sustituida por la necesidad de sobrevivir. La imagen que le ha producido estas reflexiones
es la de las casitas y sus tejados. Invariablemente estos tejados no son tales, sino entrepaños
y solados entre la planta baja y las sucesivas plantas aún por construir, de las cuales ni
siquiera la primera ha conseguido casi nunca nacer. De tal modo que de los pilares
sobresalen hacia el cielo, en la llanura del primer solado, los redondos verticales de las
armaduras de hormigón que, en el futuro o, probablemente, nunca, servirán para enlazar
con los que sostendrán los posteriores niveles por construir. LLanura erizada de hierros
26
Se refiere a la Conferencia Interministerial en Hong Kong de la Ronda de Roha de la OMC para liberalizar el comercio
mundial.
142
vivos si nos elevamos a los tejado-solados. Tierra sin asfaltar, oscuros huecos sin cubrir por
puertas o ventanas, muchas veces tampoco por paredes, apenas nada más que la estructura
de vigas, pilares y entrepaños que hacen de techos, como equipamiento mínimo para vivir,
para comerciar, para jugar, para relacionarse, para trabajar, para habitar, si bajamos a pié de
calle. ¿Quién puede vivir ahí? Por eso que hacen su vida en la calle. En occidente se tiene la
impresión, piensa Miren, de que la construcción de un edificio se ralentiza insufriblemente
una vez que se ha levantado la estructura, como si lo fácil de la construcción de un
inmueble fuera levantarlo y lo dificil llenarlo. En Nigeria, en cambio, ni siquiera lo levantan
más allá de la primera planta. Una vez concluida la estructura hasta el primer peldaño
corren veloces a habitar el aplanado esqueleto sin carne. Desisten de acometer todos los
largos pasos subsiguientes. En tales condiciones, ¿quién es capaz de proyectar el futuro?
¿Cómo planificarlo si ni siquiera tienen tiempo, medios ni recursos para esperar a terminar
la construcción donde han de vivir? No le extraña que ni Olu ni Etienne quieran arriesgar lo
que ahora tienen, dos buenos puestos de trabajo, algo que les permite siquiera tener
potencial para mirar el futuro con capacidad de organizarlo y proyectarlo, a cambio de
interesantes posibilidades, tal vez, pero corriendo el peligro de perder esa facultad
anticipadora, esa competencia visionaria sobre la propia vida de la que la gran mayoría de
sus conciudadanos carece. Por eso, también, da en pensar Miren, ya pasada de lógica, no
paran de procrear niños. Ya que no pueden programar lo que desean para el primogénito,
optan por producir cuantos más hijos mejor por si alguno de ellos pudiera alcanzar,
siguiendo leyes de probabilidad estadística, la virtud de proyectar en el futuro.
Pensando en estas cosas ha aceptado sin dudar el nuevo planteamiento que le ha transmitido
Michel. Le ha dicho su novio, como gusta llamarle, que BlueCoo no debería admitir un
rango de sueldos más allá de 1 a 3 por trabajos de la misma responsabilidad y que, por
tanto, si sus sueldos mensuales europeos son de 4.000 y 3.000 euros, respectivamente, los
de Olu y Etienne no deberían bajar nunca de los 1.400, el primero, y los 1.000, el segundo,
que debería ser el tope mínimo para responsabilidades de delegaciones continentales o
regionales. Que eso varía los criterios de proporcionalidad respecto del sueldo medio del
país que habían sustentado hasta ahora al ponerle límites inferiores. Y que deberán
convocar, por consiguiente, Junta Rectora para modificar las normas básicas en cuanto a
salarios. Y que a ver si Olu y Étienne se conforman con eso.
Puestos de acuerdo de esta forma, han vuelto a reunirse con Olu y Etienne, los cuales,
definitivamente, también actúan entre ellos del mismo modo. Lo hacen en un buen
restaurante de Victoria Island, esta vez de cocina internacional, como lo han querido tanto
Olu como Etienne. El primero, alentado por el eco que encontraron ayer sus opiniones, se
muestra locuaz a la hora de comentar los resultados de la reciente reunión de la OMC en
Hong Kong y temerario, hasta el extremo de arremeter sin miramientos contra el país del
cual es nacional su probable futuro jefe.
 Pero eso, ¿también afecta a un país como Nigeria, que tiene petróleo? –pregunta
Miren.
 ¡Y dále con el petróleo! Sí, Nigeria tiene petróleo, pero en Nigeria aún maltrabajan
en la agricultura más de 2 de cada 3 trabajadores, aunque no llegan a producir ni
siquiera alimentos suficientes para todos, que debemos importar, ni generar más allá
de la cuarta parte de la riqueza nacional. Una tragedia, en realidad, que le debemos
en buena parte a los buenos oficios de occidente con sus agricultores en detrimento
de los nuestros.
143
Michel está un poco molesto con la agresividad conceptual de Olu o, más bien, con la falta
de miramientos que muestra para con Europa y para con su país. Por otra parte, si ha de
mirar por BlueCoo, no le disgusta el liderazgo de este nigeriano implacable, ya que sabe
perfectamente que la viabilidad del proyecto BlueCoo en África, como en el resto del
mundo, depende en buena parte de la capacidad de liderazgo del equipo gestor. Desde
luego Étienne iría al fin del mundo si se lo mandara Olu, observa Michel. Ahora bien,
también él tiene su cabecita europea y su corazoncito francés y no está dispuesto a dejarse
amilanar por la acometividad de Olu. Lo malo es que tampoco está en desacuerdo. Lo único
que puede hacer es tomar él la palabra.
 ¿Buenos oficios con sus agricultores? Ni duda, pero especialmente buenos con sus
agricultores ricos, sus grandes terratenientes y sus grandes empresas agroindustriales. En Europa las tres cuartas partes de los subsidios del PAC27 van a parar
a manos del 10% de los productores, los de mayor tamaño. Así que, además de
consumir el 40% del presupuesto comunitario en un sector agrícola que representa
el 2% del empleo, lo hace de la manera más desigual posible. Una auténtica
vergüenza. El colmo de la desigualdad.
 Pues en EEUU y Japón aún debe ser peor –interviene Miren, quien se asombra una
vez más de la capacidad para retener cifras de su “novio”.
 Parecido –continúa Michel-. Además, no todo acaba en que los ricos
subvencionamos nuestra agricultura, sino que, por añadidura, penalizamos la de los
demás. Es absolutamente indignante que el sistema fiscal en el comercio mundial
funcione exactamente al revés de cómo debiera funcionar. En vez de gravar más a
los ricos, grava tanto más a los pobres. Los mayores aranceles que aplicamos los
países ricos a las importaciones lo hacemos sobre los productos que compramos a
los países más pobres, mientras que los menores son los que imputamos a lo que
compramos a otros ricos. Y eso es precisamente por los aranceles con que
encarecemos los productos agrícolas de los países pobres. Y, para completar el
desaguisado, no sólo subvencionamos nuestra producción agrícola, sino también la
exportación de nuestros productos agrícolas, de modo que en Nigeria compráis
alimentos occidentales baratos a unos productores comparativamente ineficientes
europeos y estadounidenses, mientras nos cuidamos de que vosotros no podáis
vendernos ni una nuez.
 Bueno, en Hong Kong28 ha empezado a corregirse un poco este mundo al revés,
¿no?
 Tan poca cosa que no es para felicitarse, Miren. Más bien todo lo contrario. Lo
único positivo es que los países en vías de desarrollo han comenzado a pelear juntos
por un comercio más justo, aunque ni la India, ni Brasil, ni China, los más
beligerantes, se han mostrado demasiado solidarios con África, de nuevo perdedora.
Hay un G-20 que opina y consigue cosas, que compite con EEUU, la UE y Japón,
pero aún no hay un G-90 que funcione como es debido defendiendo los intereses de
los más pobres. Sin embargo, yo creo que han conseguido poco, muy poco, incluso
ese G-20 ha conseguido poco. Que se invierta la tendencia al crecimiento de los
27
PAC: Política Agraria Común
28
Se refiere a la la Sexta Conferencia Ministerial de la OMC en Hong Kong, de dicembre de 2005.
144
subsidios a la producción agrícola, pero no más allá de lo poco que Blair acaba de
conseguir en su disputa con Francia dentro de Europa; y que se eliminen los
subsidios a la exportación, que son los menores aunque los más escandalosos, para
el 2013. ¡Para el 2013! Poco, muy poco.
 ¿Es que no saben que están jugando con la vida de las dos terceras partes de los
humanos que viven con menos de 1 $ diario, que son los que trabajan en la
agricultura?
 Lo saben perfectamente, Miren, lo saben perfectamente –remarca Michel-. Saben
perfectamente, porque lo ha calculado la ONU, que las comunidades rurales del
mundo en desarrollo pierden, directa e indirectamente, por culpa de los subsidios
agrícolas de los ricos, tanto como toda la ayuda oficial que dispensan éstos. Y esa
cifra sería suficiente, según la misma ONU, para resolver el problema de la pobreza
en el mundo, según los ODM29.
 Así es, sin paliativos –confirma Olu.
Michel ve ahora una oportunidad para entrar en el tema de BlueCoo y su planteamiento
cooperativo. El silencio que otorga acuerdo con las tesis de Olu y Michel, es aprovechado
por éste para pensar la forma de enlazar con el tema que le interesa zanjar.
 Es que el mundo no tiene un planteamiento cooperativo. Cada país cuenta tanto en
la OMC como su economía y no como su población ni como sus necesidades
objetivas. Aún está el mundo muy lejos de poder hacer planteamientos democráticos
y cooperativos. Pero lo que es hoy todavía una utopía en el mundo no lo es en la
empresa, donde es perfectamente posible, y, además, tan eficaz o más que el modelo
puramente capitalista. En BlueCoo cada socio habrá de contar no sólo por su
capital, sino por su trabajo, y cada trabajador habrá de comprometerse no sólo para
sacar su salario, sino para sacar el de los demás. No, BlueCoo no va a dar un paso
atrás, quitaros eso de la cabeza, queridos Olu y Étienne, no va a retroceder en su
diseño social y gestor por dar gusto a un problema de seguridad laboral vuestro.
Además, la seguridad mayor se obtendrá en la medida de que todos nos
comprometamos por todos, no en la medida de que sólo algunos nos
comprometamos por otros, como parece que pedís. Así que, más allá de la garantía
de 6 meses de salario seguro y de financiación para iniciar BlueCoo en África los
problemas no son cosa de los europeos, sino cosa de todos, África incluida.
 Bien –responde Olu-. Comprendido. En realidad creo que no entendéis, dadas las
dificultades africanas, que debemos ser discriminados positivamente. Pero al menos
reconoceréis que un sueldo de 500 euros como el que nos habéis propuesto, no es
defendible para un trabajo por el que vosotros cobráis 4.000. Étienne y yo lo hemos
hablado. Sólo nos embarcaremos en este barco si nuestros sueldos actuales se ven
superados, sólo arriesgaremos si hay una mejora de lo que ya tenemos. Étienne y yo
lo hemos hablado. No menos de 1.500 euros. Si nosotros os podemos servir, habéis
de saber que nuestro precio no puede bajar de esa cifra.
 Comprendo. Tú dirás, Miren.
 ¿Eso significa que aceptáis el planteamiento cooperativo? –pregunta Miren.
29
ODM: Objetivos de Desarrollo del Milenio.
145
 Significa que estamos dispuestos a aportar el mínimo de inversión que nos
mencionáisteis ayer, sí.
 Entonces, Michel, yo prefiero hablarlo contigo, antes de dar una respuesta.
 Bien, pues hagámoslo ahora mismo. Perdonad un momento.
Mientras Miren y Michel se retiran al vestíbulo del restaurante, Olu y Étienne apuestan a
que la respuesta va a ser positiva. Michel se muestra dispuesto al cambio, pero se hace
cruces porque van a tener que modificar los estatutos estableciendo una escala de salarios
por responsabilidades semejantes no de 1 a 5, como habían pensado ofrecer, sino de 1 a 3.
No sabe si al final los socios franceses se van a hartar. Y está convencido de que los chinos
se van a oponer con fiereza. Ni qué decir que Miren lo apoya igualmente.
El resto de la velada será bien alegre. Michel advierte de que los acuerdos alcanzados
habrán de ser avalados por la Junta Rectora y pide, por tanto, que no se comprometan ni
hagan ninguna gestión en sus empresas hasta tanto se tenga seguridad sobre ello. Olu
estima que necesitará al menos un mes para hacer las primeras gestiones en Ciudad del
Cabo, Casablanca y El Cairo, con Allan Mufamadi, Hassan Tadidi e Ibrahim Zawari,
respectivamente, y con una serie de empresas industriales en Nigeria, antes de poder
convocar una reunión de todos con la dirección mundial. ¿Sector industrial? Sí, sector
industrial. Olu ha expresado la opinión de que, dado el egoismo agrícola de occidente y el
correspondiente cierre absoluto del mercado internacional para nuestros productos, “no nos
cabe otra solución que intentar el desarrollo industrial y competir en manufacturas”.
También Étienne se compromete a adelantar trabajo con algunas empresas congolesas para
entonces.




¿Dónde hacemos esa reunión? –pregunta Olu.
Donde vosotros digáis.
En París –propone Étienne.
Ni hablar –responde Olu-. Aquí, en Lagos. Si Lagos va a ser la capital africana de
BlueCoo, la renión hay que hacerla en Lagos.
 Pero si para la mayoría es más fácil ir a Paris que a Lagos –insiste Étienne.
 No es por eso, amigo, compréndelo. Es por hacer África. Por hacer BlueCoo-África.
 Bien, pues volveremos por aquí dentro de un mes, esperemos -zanja Michel.
Michel siente una euforia un poco especial. Esa que no sintió cuando hubo de ceder en
Shanghai frente a los asiáticos es la que ahora le embriaga aunque también haya debido de
conceder más de la cuenta en Lagos. “Se ha conseguido”, “No parecen mancos estos dos
africanos, sobre todo este Olu”.
 Queridos amigos –Michel ya ha consumido su copa de cognac y está que tira la casa
por la ventana-, celebrémoslo con champagne de mi país, precisamente ese al que
habéis puesto a caldo sin ninguna consideración.
Miren pone cara de póker mientras piensa para adentro a ver si se ha equivocado con su
novio, ella que lo creía un hombre prudente con los gastos.
Pero el dorado líquido rebosará en las copas. Olu será una sonrisa abierta y Étienne una
carcajada continua. “Pues iré a París por mi cuenta”, afirma. Miren prodigará su alegría,
146
besará ardientemente a Michel, en parte para amainar las apetencias de Olu, en parte para
librarse de las suyas, y su compañero le responderá con pasión adolescente, es decir,
aparecerá como amante. Eso dará pié a las bromas descaradamente inocentes de los pieles
oscuras sobre los pieles claras. Las voces subirán de tono, sobre ellas las risas se adueñarán
de las palabras y a partir de cierto momento la alegría no distinguirá ni voces ni risas pues
se tornará en abrazos colectivos.
 ¡Viva BlueCoo!
 ¡Viva Kisin que nos ha reunido aquí!
“Kisinyabo Kambere, que la suerte te bendiga”, reza Miren, elevando su espíritu hasta dar
con la imagen fantasmagórica del banyamulengue que espera su muerte en Kinshasa.
147
Miércoles, 11 de enero de 2006
De Lagos a París
 ¿Todo bien?
 Si. Estoy contento. Esto va bien. Noticias buenas de China, Pierre ya va a lanzar la
Web, tenemos apalabradas entrevistas en Barcelona, Milán, Londres y Berlín, no
hay problema con Amsterdam, allí está mi amiga Evelyn Zeist, con la que ya he
hablado, y, lo mejor, yo creo que África puede funcionar. Este Olu tiene una gran
capacidad de liderazgo, ¿no te parece? Es listo y tiene los piés sobre la tierra, creo.
De todas maneras, esperemos a ver qué consigue para dentro de un mes.
Miren está feliz de ver feliz a Michel. ¿Es eso el amor? Jazinto decía que la compasión para
con los que sufren tiene menos valor que la satisfacción por los que gozan. Que la auténtica
solidaridad se mide mejor contra la envidia que contra el sadismo, que la primera es pecado
más común que el segundo y que, en consecuencia, tiene más mérito alegrarse por el que va
bien que compadecer al que va mal. Y, ciertamente, Miren siente un gran contento al ver la
alegría de Michel, y ese contento le produce un hondo bienestar, un profundo sosiego,
como un síndrome de armonía. Te quiero, Mich. Se da cuenta, además, que su compañero
vive los avatares de BlueCoo con más pasión que ella. Claro, es la apuesta de él más que la
de ella. Su batalla está más escorada en redimir lo que fue su amor a Jazinto, recuperándolo
en su forma más platónica, así como en reconquistar su capacidad de amor con Michel,
desquitándose de las formas más egoístas que practicó con el hombre que hoy le parece fue
el más generoso sobre la tierra. Ahora se muestra como la más solícita y servicial de las
enamoradas. ¿No estará pasándose?, se pregunta por un momento.
Vuelan en un avión de la Afriqiyah Airways camino de Trípoli, en Libia, donde harán
escala para continuar rumbo a París. Han partido bastante puntuales a la 1 de la madrugada
del aeropuerto de Lagos y Miren maldice haber echado al saco sin fondo de las pérdidas el
precio de los billetes del vuelo que los hubiera llevado al mismo destino, pero desde
Kinshasa. Va a ser una noche dura y, entre despegues, aterrizajes y tránsitos no llegarán al
Charles De Gaulle de la capital francesa hasta las 11 de la mañana de mañana. Ambos están
cansados, tanto de la larguísima sobremesa con Olu y Étienne, juerga incluida, alcohol y
ronquera, como de la espera en el aeropuerto. Y poco motivados después de los
sandwichess birriosos, con aguita embotellada esta vez, con los que han hecho masa en el
estómago. Mañana no avisarán a nadie, se dedicarán a descansar en la casa de Bercy.
Además, han de recuperar sus sistemas digestivos, un poco alterados.
148
6
París.
Miren y Michel.
Urtarrila (3)
149
Jueves, 12 de enero de 2006
París
 ¿Te gustaría hacer el amor tú, yo y otro hombre?
Después del duro viaje, Michel y Miren descansan ahora en la casa de Bercy. Han decidido
no abrir el correo electrónico y no avisar a nadie de su llegada a París. Tal vez lo hagan a
media tarde, pero antes deben descansar huesos y neuronas de tanto ajetreo. Las neuronas
cansadas, sin embargo, lo están de BlueCoo, BlueCoo y BlueCoo, porque tras el
duermevela de las últimas horas de la mañana, tumbados en los sillones frente a los
ventanales que miran a la Bibliothèque de France, con un Le Monde entre las manos, Miren
tiene ganas de hablar de intimidades, de modo que su cerebro sigue activo. Tampoco el de
Michel parece estar absolutamente agotado.
 No. Tal vez en otra combinación, sí. Tal vez tú, yo y otra mujer. No me veo
acariciando a un hombre -Michel no puede evitar un gesto de repulsa al pensarlo-.
¿Por qué lo preguntas?
 Ayer lo estuve imaginando. Me ví contigo y con Olu.
 ¿Y te excitaba el ménage a trois?
 Mucho.
 Pero ¿cómo era? ¿Los tres nos lo hacíamos, o éramos nosotros dos los que nos
dedicábamos a ti?
 De todo.
 Pues me produce sensaciones encontradas. Si es por tu placer, me gusta, claro. Pero
no me veo apto para manosear a un tío. Incluso compartirte con él, aunque no nos
toquemos entre nosotros, me resulta durísimo. Ahora bien, si te veo gozar, ¿sería
suficiente para que se me quitaran todos los prejuicios y los ascos?
La cara que pone Michel indica una respuesta negativa sin paliativos.
 Comprendo. No temas, no te voy a pedir nada, aunque estoy dispuesta a todo,
contigo. Es sólo que le doy vueltas a la transformación que se ha operado en mí.
Con Jazinto yo no paraba de ponerle cuernos y él lo aceptaba. Incluso, no diré que
me animaba a satisfacer mi sexualidad fuera de él, pero ciertamente no le disgustaba
que yo fuera un portento sexual, como le gustaba decir o presumir. Él, en cambio,
tenía una sexualidad remisa. Estupenda, pero infrecuente. Ahora, en cambio, no
busco follar con todo aquel que me apetece. Olu, por ejemplo, me apetecía, pero no
hice nada por tirármelo. Lo rechacé, incluso.
 ¿El muy cabrón lo intentó?
 Sí. Y yo tal vez coqueteé con él un poco, pero corté radicalmente en cuanto él quiso
ir al grano. Y eso no lo había hecho yo en mi vida.
 Coqueteaste con él. Ya me parecía a mí. Eso quiere decir que aún conservas un poco
de golfería. No la has agotado conmigo. Espero que lo pueda sobrellevar, aunque yo
no soy como tu Jazinto. Me has dicho que lo querías mucho, sin embargo.
150
 Y he descubierto que cada vez lo quiero más.
 ¿Más que a mí?
 Has de aceptarlo, Mich, amor. Yo siento un gran acuerdo conmigo misma cuando
me veo amando a aquel hombre, a la idea de aquel hombre, mientras te amo a ti, que
además de idea eres realidad. Tu eres presente y él es ausente, contigo amo y hago
el amor, con él amo pero ni hago el amor, ni siquiera tampoco imagino hacer el
amor, eso ya pasó. El amor sin sexo está en mí tanto para él como para ti, mientras
que el amor con sexo es sólo para ti. Y hay una novedad en mi cuerpo y en mi
mente: que ya no tengo sexo, con amor o sin amor, con nadie más que contigo, en la
realidad, aunque pueda imaginarme de todo con la cabeza. Es complicado, pero es
así. ¿Lo entiendes?
 Tal vez estamos sentando la cabeza. Lo digo porque a mí me pasa, no sé si igual,
pero sí algo parecido. Encuentro mi sexualidad más apaciguada, o mejor, más
centrada.
 ¿Pero harías el amor con Huang?
Miren lo ha soltado de pronto y Michel decide no hacerse el despistado.
 Sí. Sí que haría el amor con Huang y contigo. Sí, supongo que sí. Pero contigo,
amor mío. Yo ya no estoy para hacer nada sin ti. Tengo ya 45 años. Me siento
atado.
 Y yo 44.
Quedan callados y pensativos. Se agarran de la mano y se besan, dándose tiempo. Se
estrechan tumbados en el mismo sillón y se abrazan. Se dan tiempo. Se tocan y se dan
tiempo. Se gozan y se aman. “44 y 45, 89 años, una vida entera”, susurra Miren. “Si fuera
en Kinshasa serían 2 vidas”, contesta Michel, incapaz de olvidarse de África.





¿No te parece que es hora de hacer otra?
¿Otra qué?
Otra vida.
¿Tener un hijo?
O una hija.
Es la primera vez que el tema se pone encima de la mesa. Pronto volverán sobre él.
***
A eso de las 6 de la tarde, por fin, se deciden a encender el ordenador y leer los e-mails. Los
hay de Huang y Wang y lo hay de tía Roseline, entre otros. Al leer este último deciden
llamar a Lurdes y a Pierre y se autoinvitan a una cena moderada y limpia, “una ensaladita
de arroz nos vendría bien, para taponar”, en la casa de Neuilly. Este es el contenido de la
misiva que les ha alarmado y por el cual han adelantado la toma de contacto con sus
amigos:
Mis muy queridos sobrinos
151
No tengo buenas noticias. Me ha llamado M.I. muy contrariado. Se ha enterado de que la
TBD30 conoce vuestro paradero en París. Más todavía, se sabe que quieren elevaros, a
Begoña Barredo como víctima directa y a Edurne Tejerina como amenazada, a la
categoría de modelos éticos a divulgar. Incluso han bocetado una campaña en la que
jugaríais un papel central, junto con otras víctimas, en el caso de que lleguen a contactar
con vosotras y alcanzéis un acuerdo. M.I. ha tenido acceso a ese boceto. Begoña sería el
modelo de resistencia y superación: “Una mujer que siguió trabajando en la plataforma
HBA31, manteniendo la estela de su compañero Jazinto Tapia, asesinado por ETA a causa
del éxito de dicha platafoma”, dice. Edurne representaría el arquetipo del coraje y la
rebelión éticas: “Una mujer que fue capaz de rebelarse incluso ante su propia historia,
denunciando a su marido asesino y asumiendo con el mayor coraje la amenaza de muerte
que pende sobre ella por ese motivo”. M.I. se pregunta cómo sabe la TBD que estais en
París y cómo sabe que Edurne está amenazada. Aunque esto último es un lugar común en
los mentideros políticos bien informados, no es cosa que haya salido en prensa en ninguna
ocasión. Lo que no se explica es quien puede ser tan “imbécil”, así se expresa, como para
atreverse a afirmar por escrito, aún en un boceto, que Edurne denunció a su marido.
”Como lo vea lo machaco”, dice M.I.. ”De los bienintencionados líbranos, Señor”,
concluye.
M.I. da por supuesto que si TBD conoce en qué ciudad os ocultáis también lo sabe ETA. No
tiene ninguna duda de que así será, con toda probabilidad. M.I. me pregunta a mí por si he
cometido alguna indiscreción, y me pide que os pregunte a vosotras por lo mismo y, en
todo caso, que le ayudemos a reflexionar por donde puede haber llegado esa información.
Yo, con toda seguridad, no he cometido ninguna indiscreción, no he hablado
absolutamente con nadie, fuera de vosotros tres, del tema, amén de las conversaciones
telefónicas con M.I., que las prefiere a las comunicaciones por internet.
M.I. teme que la TBD sepa más de lo que dice, tal vez incluso vuestras identidades
actuales, pues de otra manera no se explica cómo pueden estar bocetando una campaña en
la que jugaríais un papel relevante sólo con el dato de que residís en París. Me anuncia
que va a indagar sobre ello y que ya me lo comunicará. Por lo demás, se felicita de que
estéis situándoos perfectamente, aunque sigue sin querer saber en qué clase de trabajos ni
en qué ambiente, ni cuáles son vuestras actuales amigas o amigos. Está preocupado por
vosotras, pero ni por esas quiere saber detalle alguno. Evidentemente M.I. teme, de alguna
forma, ser interrogado por ETA.
M.I. sugiere que esperemos a que él trate de informarse del alcance y del orígen de la
filtración, pero que, de momento, sólo ve una forma de pararla: que vosotras os pongáis en
contacto con la TBD para decirles que os negáis rotundamente a que vuestros nombres
sean utilizados en tal campaña y, desde luego, a participar vosotras en la misma. Él piensa
en una carta y sugiere que me la enviéis a mí, dentro de otra, para que yo la remita a mi
vez desde Donostia, o mejor, desde Bilbao mismo, a TBD. Me pide disculpas por pedirme
ese favor: que me desplace hasta Bilbao para conseguir así que vuestra misiva tenga ese
30
TBD: Terrorismoko Biktimek Demokraziaren alde. Víctimas del Terrorismo por la Democracia (VTD)
31
HBA: Hirutik Bien Alde. Por los Dos Tercios
152
matasellos de orígen. Bien, no me cuesta nada tomar un taxi y llegarme a vuestra ciudad,
que también era la de Eduardo y, por tanto, también la mía. De paso me quedaría unos
días allí en mi casita, que no sé qué hacer con ella, dicho sea de paso. Pero tiene tantos
recuerdos de él que no me decido a venderla.
Bueno, a lo que iba: que espereis noticias suyas en unos pocos días y que mientras tanto no
hagáis nada, hasta aclarar el alcance de la filtración.
Aprovecho esta ocasión para agradeceros profundamente los maravillosos días que pasé
con vosotros en París en Año Nuevo. No esperaba mi habitación tan limpia, ni las flores
esquisitas desparramadas en la cama que fue de Eduardo y mía. Fue como un símbolo que
me llegó al alma: unas flores sobre nuestro lecho, donde tantas horas de nuestra vida
surcamos.
Me mantengo en lo que dije entonces. El mejor bacalao que he probado nunca, Lur, sigue
siendo el de Eduardo, pero el mejor bacalao que he comido desde hace 19 años, es el tuyo,
cierto. Fui muy feliz en la cena de nochevieja. Me ví como si fuera una estrella, cuatro
guapísimos jóvenes adorándome y diciéndome gentilezas, rejuvenecida de pronto. Bueno,
en realidad vuestro amigo Pierre no es tan guapo como vosotros tres, todo hay que decirlo.
Pero es una persona muy, pero que muy considerada, eso sí. Y, además, canta tan bien
como Miren, aunque, si he de decir la verdad y nada más que la verdad, no sé si es un
mérito de ellos o es que sus voces resultan fascinantes al compararlas con las de Lur y
Michel ...
Vuestra amabilidad para conmigo se pasó de la raya cuando me invitáisteis a la cena en
casa de Michel con todos vuestros amigos. Obtuve una muy buena impresión de todos
ellos. Con esa gente tan calificada y atenta no os puede salir mal nada que emprendáis,
estoy segura. Fue difícil respetar vuestra condición de no adoptar como sobrina a nadie
más. Además de Pierre, lo hubiera hecho muy a gusto con Madeleine, por ejemplo. Me
sentí como en casa sentada a su lado. ¡Con qué atención escuchó mis cuitas sobre los hijos
que no he podido tener y la manera de compensar mi pequeña frustración con mis
sobrinos! Ella hablaba de su hijo con una incondicionalidad tan arrebatada, que me
pareció como poseída por el amor de madre de una forma tan natural como intensa. ¡Qué
misterio más bello el de la maternidad!. Veis, si hubiera adoptado a Madeleine podría
ahora presumir de nieto, bueno de sobrino-nieto, que para el caso es igual. En fín, que
estuve muy a gusto. Os lo agradeceré todo el año, para el que ya habéis alimentado mi
espíritu.
También me parece otro misterio tanto como os quiero. La vejez no agosta mi corazón,
sino que lo derrite. Y la madurez os llena de virtudes a vosotros. ¡Cómo no amaros!
Tía Roseline.
Los cuatro han vuelto a leer la misiva en casa de tía Roseline en Neuilly, donde han cenado.
En presencia de Pierre, por tanto, finalmente uno más en el secreto de las vascas.
 Me emociona mi nueva tía.
 No me extraña. ¡Vaya tía! –Pierre-. Lo digo a pesar del mal gusto que demuestra
con los hombres, hummm!
153
Es Miren la que interrumpe las risas que contestan la gracia de Pierre.
 Iñaki ...
 ¿Iñaki?.
 Iñaki Tellaetxe, mi amigo, el médico de Leganés que nos acogió en su casa varios
días, después de Llanes y antes de venir a París. Sabía que estábamos huyendo y,
aunque no quería enterarse de nada, recuerda que nos oyó comentar lo de París, por
imprudencia nuestra. Y ya sabes que Iñaki trabaja activamente en la TBD, pues él
mismo también decidió huir de Euskadi, harto de acosos políticos por sus
posiciones antiETA.
 ¡La bronca que nos va a echar José Luis Herrero cuando se entere! Él, que nos pidió
que fuéramos a un hotel en Madrid y no a casa de un amigo.
 Todo cuadra y nadie más puede saber que estamos en París, a menos que nos hayan
visto, lo que tampooco sería de extrañar. No me sorprende tampoco que Iñaki pueda
tener la ocurrencia de ponernos como posibles figuras de la campaña. Acuérdate de
las veces que nos demostró su ... admiración. Bueno, en todo caso no sabe ni
nuestros nuevos nombres ni nuestro paradero concreto en París. Ni creo que tenga
posibilidad alguna de hacerse con esos datos.
 ¿Quién es José Luis Herrero? –pregunta Michel.
 El M.I., el inspector de policía que sigue nuestro caso, un fenómeno.
 Bueno, ¿qué hacemos? –pregunta Lurdes.
 Tal como lo ponéis, tal vez lo mejor sea no hacer absolutamente nada. Ni carta, ni
nada. Si no sabe nombres, ni dirección, ni nada más, ¿qué más da? No tiene forma
de localizaros –Pierre.
 El caso no es ese, sino que ETA se entere y ponga ojo avizor a todos sus espías en
París, que los tiene. Tarde o temprano, alguien nos puede reconocer. Somos dos
mujeres de mucho andar por la ciudad. De hecho, ya hemos tenido que esquivar
algún conocido paseando por Les Halles en una ocasión y eludir un autobús de
vascos al lado de Notre Dame, en otra.
 O mejor, dejar la decisión en manos de José Luis, que es quien mejor maneja estos
asuntos. Le contamos cuál es, con toda probabilidad, el origen de la filtración y que
decida él qué hacer. Tal vez nada o tal vez él mismo ensaye alguna forma discreta
de advertir a Iñaki para que desista de su intento y que retire todo documento donde
figuremos.
 Sí. Creo que eso va a ser lo mejor. Y espero que no lo asesine, por bienintencionado.
Ni cortas ni perezosas, Miren y Lurdes escriben un e-mail a la tía Roseline dando cuenta de
su decisión. En todo caso, comprenden que, muy probablemente, como también opina M.I.,
ETA ya sabe algo que antes no sabía: que residen en París.
154
Viernes, 13 de enero de 2006
París
Tras el descanso nocturno, Miren y Michel se han levantado pronto. Miren, desde que se
inició 2006 y como señal de su vida nueva, decidió vivir regularmente en la casa de Bercy,
con la completa complacencia de Michel. Siguiendo sus costumbres tradicionales, sin
embargo, es ella la que se ha levantado más de mañana y quien ha traído leche, periódico,
baguette y croissants, quien ha hecho el café, servido el zumo de frutas y dispuesto la
mantequilla y la mermelada para el desayuno. En ello están cuando Michel comenta:
 Ya ves como tía Roseline tira con bala con el asunto de los hijos. Quiere nietos o
sobrino-nietos, nos dice bien clarito. Pide que le aliviemos su frustración por no
tener hijos.
 Sí. En Navidades también lo hizo. Me dejó preocupada, porque yo también, aunque
no he tenido miomas, como ella, tuve un aborto traumático siendo muy jóven. ¿No
debería analizarme por si acaso no soy fértil?
Miren alude a la explicación que dió tía Roseline como causa de su infertilidad: un enorme
mioma que le deformó el útero, al que dejó ya inservible para albergar correctamente el
óvulo, cuando se lo quitaron.
 Sí que deberías hacerlo, si es que quieres tener hijos.
 No se trata de si yo quiero, sino de si queremos. Yo no quiero tener hijos, sino tener
hijos contigo.
 Yo no sé si quiero o no quiero, Miren.
 ...
 En la vida se cometen errores y hay que reconocerlos. Una de las razones de la
ruptura, hace ya casi 20 años, entre Madeleine y yo, es que ella quería tener hijos y
yo no. Entonces me parecía un atraso esa idea, así era de estúpido a los 25 años. Y
me siguió pareciendo que no iba conmigo eso de los hijos durante muchos años.
Hasta hace unos 10 años en que los quise. ¿Qué pasó entonces? Que no encontré
ninguna relación estable con ninguna mujer como para plantearnos un tema de esa
envergadura. Hasta hoy. Pero, ¿qué pasa hoy? Que es, quizás, demasiado tarde ya,
con 45 años a mis espaldas. Y otra cosa importante es que me he embarcado en dos
grandes aventuras: Una, la de convivir contigo, y otra, la de BlueCoo. Y me temo
que absorban todo el poco seso que tengo.
 Yo también estoy en BlueCoo, también te tengo a ti, también tengo 44 años y, sin
embargo, me veo con ganas.
 Si tú los quieres me obligarás a cambiar de opinión, Miren. Así que empezaré yo
mismo. Vamos a ver, esto de BlueCoo no va a durar toda la vida, quiero decir, no va
a ser BlueCoo toda la vida capaz de llenar tanta parte de mi cabeza y de mis
ilusiones. Es muy probable que más adelante eche en falta, como ya me sucedió
antes, un vástago en quien depositar lo que tengo. Pero he de ser leal contigo: ahora
155




mismo me veo ya suficientemente ocupado, mi cabeza no está en tener hijos, no la
veo competente para asumir esa responsabilidad. Así que sólo se me ocurre decirte
que si tú los quieres, yo no me opongo, en la esperanza de que no me arrepentiré. En
realidad, lo que me pasa es que temo no dar la talla como padre, al tener tan
centrada la cabeza en otros intereses.
A mí me ha afectado lo que decía tía Roseline. Ella fue la que me enseñó una cosa
importante para mí. Me enseñó a asumir y reivindicar el recuerdo de Jazinto. Desde
entonces la respeto mucho. Y ahora su opinión sobre el tema de los hijos también
me ha hecho mella. ¿Recuerdas cómo alabó que fuéramos capaces de compartir
“una ración de vida” con los viejos, en referencia a que compartíamos las navidades
con ella? ¿Y cómo nos echó en cara que no hiciéramos lo mismo con los niños?
¿Cómo explicó lo de la diacronía generacional, o la falta de sincronía en la diacronía
entre generaciones, que decía ella, como un fallo demasiado común y demasiado
grave de nuestra sociedad? Entre bromas y veras nos llamó al orden. Le parecía fatal
que sólamente fueran padres André y Vivienne, y Madeleine. Que lo
lamentaríamos, como ella lamenta no haber adoptado en su día ningún niño. Y el
tiempo se nos acaba, Michel.
Seguramente tienes toda la razón. Intentaré hacerme a la idea. Otra cosa no puedo
ofrecerte. O sí, mejor, intentaré organizar mi vida de modo que BlueCoo no la
ocupe entera, para dejar un hueco a un posible hijo o hija. Porque el asunto, como
decía tía Roseline, no es sólo hacer hijos, sino luego vivir sincrónicamente con
ellos, aunque sin cargarse la diacronía, que lo explicó muy bien. O lo entendí yo con
el ejemplo suyo, al comprender cómo disfruta y cómo aprende de nosotros sin
perder nada de su vejez y aunque no seamos sus hijos. Bueno, y también con el
ejemplo nuestro, porque creo que ahora, por fín, ya hago algo que nunca había
hecho bien, corresponderle. Pues es precísamente eso lo que yo tengo miedo de no
ser capaz de hacer si tenemos un bebé.
Yo también tengo miedo, Mich. Yo tampoco me porté nunca bien con tía Roseline,
hasta ahora. Pero creo que no cometeré el mismo error con un hijo que hagamos.
Pero yo también tengo miedo, Mich.
Pues tendremos que espantárnoslo entre nosotros, Mitxu.
***
La casa de Pierre en Batignoles es una auténtica leonera. Es por eso que él y Lurdes tienden
a establecer su nido de amor en la casa de Neuilly, que, aunque antigua y sin lustro ni
renovación, está cuidada, limpia y en perfecto funcionamiento. Ellos no han tomado
decisión alguna sobre convivir bajo un mismo techo. Pero hoy Pierre se ha levantado en la
casa de su amante en vez de en la suya y es él quien ha hecho el recado del pan y periódico.
El café, en cambio, es cosa de Lurdes. A la misma hora, aproximadamente, en que se
desarrollaba la conversación entre Miren y Michel que ha acabado con la decisión de
intentar procrear, y engullendo idénticos café, pan, croissant mantequilla y mermelada,
Lurdes ha tomado la mano de Pierre, la ha apretado significativamente, y ha dicho:
 Gracias, Pierre.
 ¿Porqué, cariño?
 Porque me has hecho asumir mi vida actual como mía y no como prestada.
156
 Estupendo. ¿Ves? Ya te lo dije.
 ¿Sabes porqué me he dado cuenta de que lo he superado?
 Tú dirás.
 Ayer me enteré que lo que la TBD, o Iñaki Tellaetxe, quieren para nosotras es
exactamente lo que yo quería para nosotras. ¿Te das cuenta?: que demos la cara en
mi pueblo y por mi pueblo, que no huyamos por el mundo para poner a salvo
nuestro pellejo. Eso es lo que yo planteaba y de lo que me resentía por no haberlo
llevado a efecto.
 ¿Qué tal es ese Iñaki tan estúpidamente bienintencionado?
 Es amigo de Miren y yo no le conocía antes. Mi relación con él se reduce a las más
de tres semanas que vivimos en su casa de Leganés, mientras organizábamos toda
nuestra huída. Aunque es un hombre aparentemente reservado, me dio una buena
impresión. Lo que me pregunto ahora es por qué se le ha ocurrido la posibilidad de
una campaña, con nosotras de estrellas invitadas, si sabe mejor que nadie que
estamos amenazadas y huídas. Me pregunto si acaso tiene información que yo
desconozco sobre el estado de ETA, de Batasuna, del PSOE y de las negociaciones
entre gobierno central, gobierno vasco, ETA y Batasuna para acabar con la
violencia. Me pregunto si estima que ya no corremos peligro y si esa puede ser la
razón por la que suponga posible convencernos si nos encontrara.
 ¿Hablas en plural? ¿No eres tú sola la que estás amenazada?
 Sí. Pero a Miren también le tienen ganas, no creas. ... Pero dejame explicarme
continúa Lurdes- Ayer, tras leer el correo de tía Roseline, ni se me ocurrió eso de
que TBD quiere para nosotras precisamente lo que yo quería para nosotras, pero, en
todo caso, no me hizo ninguna gracia la perspectiva. Lo reflexioné más tarde. La
conclusión es muy importante: ya no es eso lo que quiero para nosotras.
 ¿Estás segura?
 Estoy segura. O al menos estoy segura de que ya quiero también otras cosas. Te
quiero a ti, quiero que esto de BlueCoo salga adelante y hasta quiero a tía Roseline,
a París, a Normandía, a Madeleine, a Vivienne, a André y qué sé yo.
Pierre mira encantado a Lurdes y esta le pide un abrazo. “Gracias a ti, Pierre”, le susurra. Y
añade:
 Eso no significa que me haya olvidado de mi pueblo, pero ahora lo comparto con lo
que ahora tengo. No quisiera perder lo que ahora tengo, Pierre. Porque lo tengo y
porque es mío. Tan mío como mi país. Es lo que voy comprendiendo.
 ¿Y Miren? ¿Qué opina Miren?
 Miren detesta jugar de víctima. Rechazó a cuantas asociaciones de esa índole le
vinieron a tentar tras la muerte de Jazinto. Ella siguió trabajando en HBA, la
plataforma que lideraba su compañero, con más énfasis, pero negándose a asumir la
presidencia, como le ofrecieron, ni a catapultarse como mujer pública sin otro
mérito que la de haber sido compañera de un asesinado. Begoña opina como
opinaba Jazinto, que el dolor político y el dolor doméstico no deben ser mezclados.
Incluso siempre ha dicho que no quiere por nada del mundo que HBA, que ante
todo propugna la búsqueda de una expresión política para las grandes mayorías
sociales vascas, mayorías de dos tercios, exigía, se confunda con una plataforma de
víctimas. Que Jazinto no se lo perdonaría desde la tumba.
 ¿Tú opinas de la misma forma?
157
 No exactamente. Coincido con Miren en que los que ponemos voluntad en la acción
política debemos ejercerla asumiendo sus riesgos. Ella asumió el asesinato de
Jazinto en tanto que asesinato político, es decir, los asumió como el riesgo
consumado de una persona que luchó intensamente por sus ideas. Yo hacía lo
mismo cuando asumía mis detenciones en la época en que luchaba por mis ideales
abertzales. Y, de la misma manera, todos asumíamos los riesgos cuando luchábamos
contra Franco. Hasta ahí estamos de acuerdo, pero a partir de ahí no saco yo las
mismas conclusiones que Miren. No veo porqué no nos podemos aprovechar de la
emotividad social que pueden provocar nuestras situaciones personales. Si
benefician a los objetivos que perseguimos, ¿por qué no las vamos a utilizar? Desde
luego, nosotros explotábamos hasta el último resquicio la sensibilidad social por
nuestra condición de represaliadas por la policía española. Y, ya jugando en campo
contrario, si de mí hubiera dependido, habría explotado hasta donde hubiera sido
posible mi condición de amenazada por ETA.
 Pero no lo hiciste.
 No. Me convencieron de que era más útil conseguir que no me mataran.
 Tenían razón, Lurdes, tenían razón.
158
Martes, 17 de enero de 2006
París
En el edificio de oficinas de la Avenue de Clichy donde se ubica la sede central de BlueCoo
se han reunido los 8 fundadores de la empresa, constituidos en Junta Rectora, bajo la
presidencia formal de Michel. En el orden del día hay cinco asuntos nombrados según las
Delegaciones creadas o por crear (Oriente, África, India, Sudamérica y Europa) y dos
asuntos titulados como “Lanzamiento del portal” y “Nuevos criterios sobre salarios”. Han
alquilado una de las salas de reuniones preparadas con sistemas de videoconferencia del
moderno edificio, para poder celebrar la reunión con la presencia videotelemática de Wang
y de Huang, que han arrendado, a su vez, una sala de las mismas características en
Shanghai. Estos han informado que los restantes socios de la delegación oriental han
escusado su asistencia, debido a que “están sumidos en intensos procesos de trabajo”. Sin
embargo, Wang ha consultado con todos ellos y le han dado a él la representación de sus
participaciones en la Junta. El conjunto de todas ellas equivale, excluída la de Huang, que
se halla telepresente, a casi el 29 % del capital actual de la empresa, mientras que la de cada
uno de los parisinos físicamente presentes en la reunión es cercana al 9 %. Michel deberá
conseguir al menos el apoyo de otros 8 socios, para conseguir más número de ellos que
Wang y más suma de aportaciones, aunque en esto ganaría por goleada. Todo ello en caso
de que Wang se muestre contrario, que es lo que cree que va a suceder, a las reformas que
quieren presentar. Por eso tuvo la precaución de obligar a Olu y Étienne a asociarse
inmediatamente, para contar con sus votos, así como de invitar a unos vinos a sus amigos
parisinos, el domingo a la tarde, para ponerles al corriente de sus intenciones. Acudieron
todos, excepto Jacques, que puso una disculpa, y todos mostraron una actitud favorable a
los cambios de criterios sobre salarios tras las negociaciones con Olu y Étienne, aunque no
entraron en detalles. Cree contar, entonces, con las dos terceras partes de los votos y una
proporción mayor del capital, dando por supuesto, además, que también Huang se pondrá
de su parte. De modo que acude con garantías a la reunión.
El ambiente en la sala no es ruidoso, tal como deberíamos esperar de ocho amigos curtidos
en batallas comunes y en trabajadas amistades desde tiempo atrás, y dado el largo y exitoso
camino cubierto tan rápidamente por la empresa. Por el contrario, predominan las miradas
silenciosas, los semblantes preocupados y una expectación cargada de cierta tensión.
Michel ha querido dar al acto un aire de informalidad y cotidianidad, tratando de mostrar
una seguridad que tiene y que no tiene. Ha saludado con cierte euforia a Wang y a Huang,
al otro lado de la pantalla de los ordenadores, y aquél le ha respondido con más euforia
todavía.
El primer punto del orden del día consiste en la exposición que Wang hace de los avances
de la delegación de Asia Oriental que dirige. Se muestra tranquilo y su informe se limita a
resumir los que le han enviado a su vez los distintos responsables en Beijing, Guangzhou,
Chengdu, Singapur y Tokio. Todos ellos consisten en la relación de las empresas que se
han mostrado interesadas en participar en el portal, seguido de aquellas que también lo
159
harían en según que Confluencias Empresariales, las CC, ComCon o Company
Confluences, al lado del volumen estimado de su facturación anual y de las actividades a las
que se dedica cada una de ellas. Todos los informes son positivos, pero los de Guangzhou y
Singapur llegan a apoteósicos. Wang hace un inciso cuando se refiere a esta última
delegación y propone que se divida ya en dos, BlueCoo-Indochina y BlueCooPacíficoInsular, porque el volumen del negocio y la dispersión geográfica así lo exigen.
Cuando, para terminar, Wang relata lo conseguido hasta ahora en su propia delegación de
Shanghai, adopta un tono más objetivo y neutro. Los datos y las cifras hablan por sí mismos
y Wang no tiene necesidad alguna de enfatizar lo que de por sí ya les parece asombroso a
todos los que escuchan en París lo que emite desde Shanghai. Para finalizar su intervención
hace una observación envenenada, una petición y una pregunta. La observación advierte de
que la mayoría de las empresas apalabradas han expresado sus dudas sobre la apertura de
las CC, en el sentido de que la admisión de una nueva empresa a una Confluence
determinada no debe ser inmediata ni quedar, en última instancia, en manos de BlueCoo,
sino en la de las empresas participantes. Wang asegura temer que, de persistir en la idea de
unas CC abiertas, se vuelvan atrás muchas de las empresas que han manifestado su interés
por adherirse a ellas.
La petición, por su parte, se refiere a que se admita la propuesta de ampliación de capital
propuesta por Robert Tsang, de Singapur, cuyo montante sería cubierto enteramente por los
interesados, para abrir en Bangkok la nueva delegación de BlueCoo-Indochina, así como a
la persona que sugiere como responsable de la misma: un tal Thaksin Ratchatawan. Wang
explica que BlueCoo-Bangkok se ocupará de atender la zona de la península indochina que
engloba a Camboya, Laos, Tailandia, Vietnam y Myanmar, mientras que Robert Tsang se
centrará, desde BlueCoo-Singapur, en el resto del pacífico insular, es decir, la zona que
comprende a Singapur, Malasia, Indonesia, Papúa-Nueva Guinea, Filipinas, Brunei y
Timor.
La pregunta de Wang dice así: ¿qué se hace con Australia y Nueva Zelanda?
La magnitud de las cuestiones finales de Wang no evita que, antes de debatir y responder,
todos le feliciten efusivamente por sus éxitos. En cuanto a aquellas, Michel las ordena de la
más fácil a la más difícil. Eso quiere decir que todos aceptan por unanimidad la petición de
Wang de abrir la nueva delegación de Bangkok, y la persona propuesta para llevarla.
Aunque Michel calcule para sus adentros que, en la próxima reunión de la Junta Rectora,
Wang será aún más poderoso, no tiene argumento alguno para oponerse. “Es el premio a la
eficacia”, se dice para sí, “que no debe contrapesarse más que con otros premios a la
eficacia”, piensa. Para debatir la cuestión de Australia y Nueva Zelanda, Michel expresa
que ha sugerido ya a su amigo londinense Andrew Clark, de origen australiano, que piense
en el tema y que espera tener nombres e ideas cuando se reúna con él en la capital británica
la semana próxima. Michel se muestra partidario de integrar a la eventual delegación del
Pacífico Sur en BlueCoo-Oriente, es decir, una nueva carta en manos de Wang, pero confía
en que, al menos, sea una delegación con voz propia.
En cuanto a la observación-amenaza de Wang, todos advierten de inmediato su calado y
Michel ve en ella un torpedo dirigido directamente a la línea de flotación de BlueCoo. No
sólo él, también André, Vivienne, Madeleine y Pierre, así como Edurne, se oponen
vivamente, con parecidos argumentos, a la idea de dejar en manos de las empresas
integrantes de las CC, la capacidad de admitir o de vetar cualquier otra incorporación.
160
Begoña, en cambio, no se muestra beligerante. Duda de si, dada la organización regional de
BlueCoo, no deberían admitirse también CCs regionalizadas, es decir, con autonomía cada
CC regional para configurar su propia puerta de entrada y de salida. Y Jacques, muy al
contrario, decide apoyar desde el primer momento la sugerencia de Wang, incluso de forma
muy vehemente. Huang, al otro lado del ordenador, calla hasta el final, limitándose a oir los
argumentos de unos y otros. Cuando su voto es requerido, ya que la confrontación WangJacques frente a los demás se muestra irresoluble por otro método que no sea la votación, lo
justificará con una larga perorata que acabará también por convencer a Begoña.
 He escuchado con atención todos los argumentos que se han dado aquí -comienza
Huang-. Ahora bien, si algo me quedó claro de las explicaciones que nos dieron
Michel y Miren cuando nos propusieron el proyecto de BlueCoo, es que nuestra
pretensión era aumentar la capacidad de uso de recursos compartidos de las
empresas, sobre todo por parte de aquellas que se desenvuelven en los paises en vías
de desarrollo. En cambio, no era de nuestro interés aumentar la propiedad colectiva
de esos recursos, lo que es bien distinto. Eso es lo que se conseguiría cerrando las
redes. Las empresas serían más propietarias, pero ¿accederían también a más
recursos compartidos? Michel nos dijo que queríamos explorar las posibilidades de
una economía basada en las relaciones de uso antes que en las relaciones de
propiedad. Se nos argumentó, incluso, que el uso proporciona un vínculo más
estable y más duradero que la propiedad. Por otra parte, el ciberespacio proporciona
hoy día una facilidad, una inmediatez y un coste bajísimo para poder compartir no
pocos recursos. Eso supone una gran ventaja comparativa respecto de los mayores
costes en tiempo y en trabajo de las relaciones de compra-venta. Para compartir el
uso basta una sola suscripción, acto de máxima eficiencia económica al abrir la
puerta al acceso a numerosos recursos resultando. Eso es lo que nosotros vendemos.
Por nuestra parte ni nos oponemos ni alentamos que las empresas se pongan de
acuerdo entre sí para compartir recursos de forma cerrada, pero no es ese nuestro
negocio o nuestra apuesta. Lo que nosotros queremos es facilitar el acceso a
recursos compartidos entre las empresas que nos paguen la cuota correspondiente de
usuario de esos accesos. No vendemos recursos, sino que comprometemos el acceso
libre al uso de los mismos, que son los que las empresas ofrezcan. Si una empresa
quiere compartir recursos con unas y no con otras, puede hacerlo montando la red
apropiada, pero no a través nuestro. En tal caso estas empresas serán propietarias y
usuarias tanto de esa red como de sus recursos. Bien. Pero en el caso de nuestras
CCs no somos nosotros propietarios de los recursos que ofrecemos, sino las
empresas, y la única forma que tenemos de promover el acceso a ellos es
atribuyéndonos la capacidad de admitir a los usuarios. Cuando una empresa no
quiera compartir con otra un determinado recurso, basta conque le ponga un precio,
lo suba, le asigne unas condiciones de venta, decida descolgarlo de su oferta, se
retire como usuario de la CC en la que está incluida o cualquier otra fórmula que le
convenga. Yo voy a votar por mantener nuestra filosofía: las CC deben estar
abiertas a todas las empresas del mundo, privadas y públicas, de aquí o de allá, con
afán de lucro o sin él, de un tipo o de cualquier otro. De otra manera, no entiendo
donde está nuestro negocio. Tal vez podríamos ser útiles para formar las redes
cerradas pero ahí acabaría nuestra utilidad. Una vez puestas en marcha nos
quedaríamos sin función. Es posible, aunque no lo creo, que, como aseguran Wang
y Jacques, haya muchas empresas que no entren en las CC en caso de que sean
abiertas, pero las que lo hagan permanecerán como usuarias, es decir, como
161
demandantes y oferentes de recursos, para siempre, si es que, como creemos, les
resulta útil compartirlos. Cerrar las CC o dejar la llave de la puerta en manos de las
empresas será, para nosotros, pan para hoy y hambre para mañana.
La larga parrafada de Wang ha sorprendido a todos –quién hubiera supuesto tal capacidad
dialéctica en una secretaria- y ha llegado en el momento oportuno, cuando se mascaba ya el
cansancio por la discusión interminable. Se ha oído un comentario final exasperado de
Jacques “Y abrir las CC es hambre para hoy e inanición para mañana”, tras el cual Michel
ha propuesto pasar a la votación, no sin antes prometer elaborar un código de requisitos de
acceso y de conducta de las empresas usuarias, así como una política de transparencia
absoluta de las CC y del uso que se haga de ellas, que ofrezca alguna garantía adicional a
los participantes. La clara mayoría de Michel se impone: Tanto el portal general como las
ComCon se plantearán abiertas y la llave de la puerta quedará en manos de BlueCoo.
Michel y Wang quedan encargados de elaborar el código de garantías y de transparencia
propuesto. El enérgico y efectivo jefe de BlueCoo-Oriente, tras su derrota, ha mostrado un
buen talante perdedor. “Espero que todo el trabajo realizado hasta ahora no haya sido
completamente en vano”, ha sido su único comentario tras la votación, mientras que
Jacques, más resentido, afirma un cáustico “hemos cavado nuestra propia tumba”.
La manera poco unánime de resolver el tema de las CC ha hecho que la reunión se vea
envuelta en un ambiente depresivo, a pesar de las excelentes noticias de Wang. Es en estas
circunstancias como Pierre ha de presentar el portal de internet que ha elaborado para
BlueCoo. Sin embargo la calidad del trabajo y la más que evidente satisfacción y orgullo
con que lo presenta van ganando a todos. Nadie deja de ensalzar los diseños de André que
sustentan la espléndida imagen gráfica y su mujer Vivienne parece disfrutar de los halagos
más que el propio interesado. Lurdes se muestra también nerviosa, pues ha trabajado codo
con codo con Pierre e incluso ha traducido ya al euskera, al inglés y al castellano, cita por
este orden, provocando algunas risas, la versión original francesa. Wang pide
inmediatamente las versiones asiáticas, no sólo la traducción al mandarín, y se muestra
impaciente por lanzar el portal.
 Antes debemos consolidar algunas ComCon, para que quien entre en nuestro portal
encuentre ya algún camino consolidado, además de la estructura territorial –dice
Michel-. Y para eso es preciso disponer del código que debemos elaborar y advertir
a todas las empresas apalabradas de la irrevocabilidad de nuestra decisión de
mantener el control del acceso al portal organizado territorialmente y a las
Confluencias.
 Hasta ahora solamente se ha hablado con empresas asiáticas y europeas. ¿No sería
mejor esperar unos meses para disponer de una clientela más extendida por el
mundo, ya que ese es una de nuestras señas de identidad? ¿No deberíamos esperar a
África, a América, a Asia Central, a Asia Meridional, incluso a Europa? –es André.
Estas cuestiones suscitan nuevas confrontaciones más vehementes que sosegadas, pero que
se desarrollarán sin provocar demasiados resentimientos. Se opta por comenzar en cuanto
se halla vuelto a hablar con todas las empresas ya convenidas y elaborado el código de
conducta y de transparencia.
Todavía queda lo peor, se dice para sí Michel. Es Miren la encargada de dar cuenta de las
gestiones en Kinshasa y Lagos y de las nuevas propuestas en materia de salarios a las que
162
han llegado a partir de las exigencias de Olu y Étienne. Cuando Miren propone, con objeto
de justificar los sueldos prometidos a Olu y Étienne, que la escala de salarios de BlueCoo
debería ser de 1 a 3 para el mismo trabajo, como topes máximo y mínimo, ya que siguiendo
el criterio de proporcionalidad con los salarios medios de cada país se llega a diferencias
abismales, Wang contiene la cólera de la siguiente manera:
 No tengo nada que discutir sobre vuestra capacidad de negociación para llegar a
proponer unos sueldos exacerbados, respecto de los medios en sus países, para
nuestros socios africanos. Si son buenos y se lo merecen no hay nada que objetar.
Pero que aprovecheis esa circunstancia para proponer una norma de tal rigidez es
simplemente descabellado. Esta empresa tiene una desmesurada componente
ideológica y principista opuesta a todo pragmatismo y realismo. Y yo he de decir –
aquí ya la cólera contenida se desborda-, esta vez atendiendo a mis principios, pues
yo también los tengo, que eso constituye, además, un atentado a la libertad. ¿Qué
márgen de maniobra nos queda a los gestores si acabamos de esclerotizar la fórmula
de nuestro negocio, ideologizándola y regulándola en contra de la querencia de
nuestros clientes, y si, para más añadidura, ahora nos proponemos atar con cadenas
toda capacidad de negociación de los salarios? ¡Ya está bien! ¡Verdaderamente nos
estamos pasando ...!
La referencia al punto anterior ya zanjado hace que Pierre responda airado. Luego sigue un
rifirafe en el que Jacques se muestra sumamente colérico, Miren defiende su propuesta de 3
a 1 aduciendo que se trata de una “escala horizontal”, no vertical, para el mismo trabajo, y
que por tanto “no resulta exagerada”, que las diferencias de salarios son en lo horizontal
mucho mayores, que no nos estamos pasando de igualitarismo. Mientras tanto Michel calla
y se le ve cuchichear con Miren un momento. Cuando toma la palabra tiene la oportunidad
de mostrarse ecuánime y conciliador:
 Tienes razón, amigo Wang, nos hemos pasado. Hemos ido a China y hemos ido a
África con nuestras normas y regulaciones y nos hemos visto obligados
imperativamente a flexibilizarlas y a cambiarlas. Eso quiere decir que no habíamos
acertado con ellas, no que las normas y las regulaciones coarten necesariamente la
libertad que pides. Que eran malas, no que no sean convenientes. En realidad, yo
mismo me he visto también constreñido por ellas, es la verdad, y he de darte una
buena parte de razón. Además, no podemos ser más papistas que el Papa. Está muy
claro que el mundo es demasiado desigual, también está claro que no puede
funcionar sino con algún grado de desigualdad y, finalmente, tenemos asimismo
asumido que hemos de hacer algo para reducir esas tremendas brechas de inequidad.
Queremos encontrar la medida equilibrada para disponer de libertad empresarial en
el mercado mundial y favorecer a la vez una reducción de las desigualdades. Entre
ellas están las desigualdades en los salarios, que yo creo son las importantísimas,
quizás lasa mñas importantes detrás de la división del mundo entre asalariados y no
asalariados. Yo creo que deberíamos ponernos a la altura de las mejores prácticas,
para señalar nuestra filosofía, pero no por encima de ellas, lo que nos ataría de piés
y manos, como dice Wang. Bien, Miren ha hecho una propuesta en su nombre y en
el mío. Ahora me parece que no sería malo rectificar. Yo quisiera hablar contigo
para ver si la reformulamos o si la retiramos –acaba, dirigiéndose a su novia.
163
 Mejor la retiramos, Michel, mejor la retiramos... Si, ¡mejor la retiramos! –repite y
concluye Miren, con un punto de exasperación, tras la defensa en la que se acaba de
emplear.
 Perdona, Miren –se excusa Michel.
 Si, no nos precipitemos. Será mejor dejar el asunto pendiente para pensarlo
sosegadamente –el tono de Wang es ahora mucho más distendido-. Desde luego
sería mucho más sencillo y más efectivo decidir unos rangos máximo y mínimo de
salarios y aportaciones de capital, uno para los mismos trabajos en distintos lugares
y otro para los distintos puestos en un mismo lugar, y prescindir de todas las
fórmulas que los ligan entre sí y con las economías de los distintos países. Eso
proporcionaría un poco más de libertad. Pero también comprendo que eso supondría
en la práctica cerrar las puertas a un compromiso de la empresa con la equidad
mundial. Debemos repensarlo y encontrar la solución má ponderada.
 Bien, de acuerdo. Posponemos el tema para una próxima reunión –zanja Michel,
asombrado de la ponderación de Wang, en su papel de presidente de la Junta.
 ¡Mira qué bonito! –salta Jacques-. La próxima vez te lo piensas mejor antes de
proponer ninguna medida descabellada. ¿O crees que estamos aquí para perder el
tiempo con tus ocurrencias?
 Perdón, ocurrencias nuestras, mías y de Michel, si no te molesta –reivindica Miren.
 No es justo, Jacques –Pierre, tras un corto y embarazoso silencio-. No es perder el
tiempo discutir sobre salarios en una empresa que tiene vocación mundial.
Probablemente es uno de los asuntos más importantes y más difícil de conjugar en
este mundo tan desigual. Es normal y bueno dudar y rectificar, si es el caso. Y
supongo que habremos de volver sobre el tema cada cierto tiempo, si es que
queremos hacer las cosas bien.
 Yo, por mi parte –interviene sorpresivamente Wang-, no tengo sino que aplaudir la
capacidad de nuestro jefe para comprender la posición de los demás y para
rectificar. No sólo no me parece mal, sino que pido un aplauso desde aquí a su
inteligencia y a su ecuanimidad.
Y, uniendo la acción a la palabra, los 8 reunidos en la sala de París pueden ver y oir por sus
monitores los aplausos de Wang desde Shanghai. Huang se une a ellos. No así ninguno de
los presentes en París, que quedan perplejos y paralizados con la mirada fija en los
monitores.
 Gracias, amigo Wang –acierta a decir Michel.
164
Jueves, 19 de enero de 2006
París
 No tienes derecho a trasladar a BlueCoo tu resentimiento conmigo. Los demás no te
han hecho nada, no tienen la culpa de nada.
Pierre está haciendo un último intento de atemperar la acritud que se ha asentado en el
espíritu de su antiguo amante. Alarmado por la virulencia mostrada por Jacques en la
reunión de la víspera ha forzado una entrevista con él. Hace frío hoy en París. Están en el
interior de una brasserie de la zona de la Place des Victoires, cercana a las oficinas del
ONUDI donde trabaja Jacques, con sendas cervezas en la mesita frente a la que se sientan.
Jacques estudia en silencio la respuesta, con un rictus de contrariedad en su cara.
 No sabía que eras psicólogo y menos un psicólogo tan simple. No seas tan obtuso y
haz un esfuerzo por distinguir entre lo que corresponde a BlueCoo, es decir, a mi
interés por defender la inversión en dinero y trabajo que estoy haciendo, y lo que
corresponde a mi decepción por haberte amado. Michel no me ha hecho nada pero
eso no implica que debamos estar siempre de acuerdo. No confundas las cosas.
 Pues no parecen ajenas una de la otra. Una cosa es que no estés de acuerdo y otra
que muestres tu desacuerdo con tanta saña.
 Tampoco debes confundir saña con vehemencia. A ver si ahora alcanzas a
comprender una explicación clara: BlueCoo es una buena idea que no merece ser
regida por unos gestores tan llenos de prejuicios. ¿Entiendes?
 Esos gestores eran tus mejores amigos hasta ayer, además de los autores de esa
“buena idea”.
 Me estás hartando Pierre. ¿Tampoco distingues entre la amistad y la economía?
Realmente me sorprendes.
 Precísamente eso es lo que quiero, que tú distinguas bien entre lo nuestro, la amistad
y BlueCoo, que no dejes que tu disgusto por una cosa inunde de rencor todo lo
demás. Te lo pido por lo que vivimos juntos. Me da derecho a ello. Si en algo
valoras eso, no lo manches arrojándolo sobre tus amigos.
 Cuanto más simple más osado. ¡Qué melodramático te has vuelto! ¿Qué es eso de
que he de valorar el amor que tuvimos? ¿He de valorar que un gusano como tú
traicione todo lo que puse en él? Maldita sea la hora en que me equivoqué,
creyéndote más de lo que eres.
 Tu instinto posesivo acabó ahogándome.
 Bueno, pues ahora ya tienes lo que quieres, una relación vacía con esa zorra sin
gracia ni efusión, un amor en el refrigerador. Al final, también el amor pone a cada
cual en su sitio: tú siempre fuiste un gélido, un aséptico, un timorato y un cobarde.
Y al final has encontrado tu alma gemela. Te deseo que os aburrais mucho en la
vida, ya que es eso lo único que los dos buscáis.
165
 Tú sabrás de mí, Jacques, pero ¿qué sabes tú de Lurdes? ¿No se te ha ocurrido
pensar que a lo mejor nos dobla en valor y en pasión a todos?
 ¿Quién? ¿Ese trozo de mantequilla rancia?
 Ese trozo de mantequilla rancia tiene más ovarios que tú y yo juntos. Y tiene
además otra cosa: más frescura en la pasión que toda tu aburrida y agotada
parafernalia sexual.
 ¿Esa vasca torpe y asexuada?
 Esa vasca torpe y asexuada conserva más sexo y más amor que todos tus inventos.
 Pues bien que te gustaban mis inventos.
 Más me gustan los descubrimientos cargados de sentimientos. O los sentimientos
cargados de descubrimientos.
 ¡Oh, qué emocionante! Pero, ¿ese montón de paja tiene sentimientos? ¿Oculta algo
más? Já, realmente habrá sido todo un descubrimiento encontrar un poco de
estiércol dentro de ella.
 Ese montón de paja con estiércol es un alma grande que ha sufrido mucho. Y tú eres
incapaz ni de verla ni de respetarla.
 ¿Un alma grande? ¿Una vasca que huye de su país enfermo y pide sopitas para que
le pongamos en bandeja un buen trabajo?
 A lo mejor le obligaron a huir de su país.
 ¿A huir de su país? Para lograr lo que jamás soñó con ganar, a costa de todos
nosotros, por cierto, a cambio de hacer cuatro gestiones que puede hacerlas hasta el
más tonto. ¿Qué dices? ¿Qué le obligaron a huir de su país? ¿Tan inútil era que no
la querían allá?
 Nunca sospeché que pudieras ser tan cruel, Jacques. Esa mujer de la que así hablas
fue capaz de hacer lo que sólo los muy valientes son capaces de hacer.
 Anda y no me cuentes milongas
 Sólo muy pocos son capaces de enfrentarse a su propia historia con todas las
consecuencias.
 ¡Mira que eres amigo de las grandes frases, eh! Y eso, ¿qué significa?
 Nada que te incumba. Lo siento, Jacques, adios.
Mientras Pierre emprende la huída, Jacques comprende que ha dado con un filón.
 Nada que me incumba, claro. Pero el resultado sí me incumbe. Tras su heroico
enfrentamiento con su historia, obtuvo una consecuencia un poco más pedrestre,
claro, un buen trabajo en París, sí. No son malas consecuencias. ¡Qué gran
vendedora de historias heroicas debe ser tu saco de patatas!.
 Un saco de patatas capaz de poner en riesgo su propia vida ...
En el mismo momento que deja escapar en forma de llamarada esta frase, Pierre se da
cuenta de su debilidad al no haber cerrado la compuerta a sus palabras. Baja la cabeza,
avergonzado de sí mismo, se levanta y se dispone a irse. Pero todavía tiene que tragar el
último veneno:
 De todas maneras, amigo Pierre, poner en riesgo una vida tiene el mismo valor que
esa vida. Una vida que ha aumentado de valor, ciertamente, tanto como su sueldo.
Te hago una apuesta. ¿A que ahora no pone en riesgo su sueldo, a que hace todo lo
que le mandéis tú y Michel, como la corderita que es?
166
Pierre se vuelve, arrambla la silla en la que ha estado sentado, amaga con levantarla y
descargarla sobre su antiguo novio, tiembla de furor, pero consigue sobreponerse antes de
hacerlo. Deja la silla en su posición con un gesto de derrota y se da la vuelta para iniciar la
retirada.
 ¡Maldito! –masculla.
Jacques, cuyos reflejos le han hecho modificar su postura para esquivar el golpe, volviendo
a su posición en la silla, sonríe su triunfo.
 Dos vidas de rebajas. Una pareja de saldo.
Pierre oye unas risas contenidas mientras huye de sí mismo apresuradamente por la puerta.
167
Viernes, 20 de enero de 2006
París
Michel ha pasado miércoles y jueves en el ordenador redactando ideas, escribiendo y
recibiendo e-mails de Wang y de Pierre, con los que está tratando de reformular las normas
sobre salarios y aportaciones de capital, así como el comprometido código de conducta y
transparencia en las CC. Se ha comunicado con Olu y Étienne para explicarles que sus
sueldos han sido aprobados y para animarles a que se pongan en marcha y recaben el
máximo de aportaciones de capital. Ha establecido citas con Andrew Clark, en Londres,
Evelyn Zeist, en Ámsterdam, amigos suyos, con Elisabeth Herrmann, en Berlín, amiga de
Madeleine y con Letizia Pistella, de Milán, amiga de Vivienne. Con todas ellas ha de
reunirse en las dos próximas semanas, en sus respectivas ciudades, con objeto de extender
BlueCoo en el marco europeo. Son demasiados kilómetros para hacerlos en coche, ha
dicho. Es demasiado dinero para hacerlos en avión, si vamos dos, ha respondido la Miren
contable. Hay autopistas heladas, puede haber problemas circulatorios, no está para hacer
enormes kilometradas en coche, ha observado aquél. A Londres puedes ir en TGV y
atravesar el canal de la Mancha por el túnel, ¿no es eso? Si, eso haré, tomar el tren. Te
acompaño a Londres, ¡qué caramba!, me lo pago de mi sueldo. A Amsterdam podemos ir
en una de esas ofertas baratas de fin de semana, tren más hotel, de nuestro bolsillo. A
Evelyn no le importará que le ocupemos un sábado o un domingo. Vale, también te
acompaño a Ámsterdam, entonces, ¡yupi!
Ahora están reunidos los cuatro en la casa de Bercy para analizar la reunión de la Junta
Rectora y la nueva misiva de tía Roseline. Dice así:
Queridos míos:
M.I. me ha comunicado que, en efecto, es Iñaki Tellaetxe el miembro de la TBD que ha
propuesto la campaña en la que Miren y Lurdes deberían jugar un papel protagonista. M.I.
ha hablado directamente con él. Iñaki le dijo que el documento era sólo un borrador de
campaña y que únicamente lo había pasado a los miembros de la dirección para que lo
estudiaran antes de la reunión mensual. Según M.I. eso significa que puede estar en manos
de medio Euskadi. Le regañó por cometer la torpeza de poner por escrito un dato tan
significativo como que estabais en París, sabiendo como sabía que debíais moveros en la
clandestinidad e Iñaki prometió enmendar el entuerto retirando vuestros antiguos nombres
de la propuesta.
M.I. está preocupado por la distensión que pudo observar en Iñaki, reflejo de la de TBD. El
síntoma más patente del hecho de que ninguna alerta se encendiera en el cerebro de Iñaki
cuando redactó que Edurne había delatado a su marido. Teme Iñaki que esta Asociación
próxima al PSOE puede confundir la realidad con su apuesta por una “generosidad
pacifista heroica” como víctimas, según la nombra él. Teme que se vea obligada tanto a
contrarrestar el protagonismo actual de la Asociación próxima al PP como a apoyar las
168
iniciativas en materia antiterrorista del gobierno español. Según M.I. una cosa es intentar
negociar y otra bajar la guardia.
Comenta también que Txomin, desde la cárcel de Huelva, está adoptando, al parecer,
posturas negociadoras con el gobierno español, él, que fue el más duro entre los duros
hasta hace unos meses. M.I. se felicita de que un energúmeno así tenga que simular
posturas blandas, pero se alarma de que todo un Iñaki, o toda una TBD, se puedan dejar
engañar tanto como para suponer que Lurdes y Miren ya no corren peligro y que pueden
liderar, como víctimas, un modelo ético de coraje frente al terror, simultáneo a su ofrenda
de sacrificio y de magnanimidad por la paz. Pues algo así es lo que pretende esa campaña:
reivindicar a la vez tanto a las víctimas como su altura de miras en pro de la paz. Pero M.I.
alerta de que Txomin puede estar adoptando un talante negociador como fórmula para
obtener diversos beneficios penitenciarios, cuidando de que en el paquete venga incluida
alguna manera subrepticia de localizaros, por ejemplo. Advierte la posibilidad de que
Txomin no quiera perder peso en ETA, del peligro de que opte por sumarse al carro
ganador que pueda conseguir esos beneficios, para alzarse después, de nuevo, en
abanderado de las posiciones duras. En cualquier caso, pide que se considere incluso la
eventualidad de que ETA pueda intentar asesinaros sin poner su nombre en juego en pleno
“proceso de paz”: una muerte fortuita, por ejemplo. Pues sigue siendo cierto que Lurdes es
lo más odiado por la izquierda abertzale y ni blandos ni duros verían con malos ojos un tal
“accidente”. Todo el mundo daría por cumplida la venganza, es decir, por hecho a ETA
como autora de ella, para mayor satisfacción de todos, pero sin que nadie pudiera
probarlo.
En conclusión, M.I. os pide que mantengáis todas las alertas encendidas. Recomienda que
no intentéis ninguna negociación con Iñaki, que lo ve flojo y, por tanto, peligroso. Si acaso
una misiva absolutamente terminante lamentando las prerrogativas que se ha tomado y
prohibiéndole cualquier utilización de vuestros nombres en adelante. Que eso reforzaría lo
que él ya le dijo. Que si lo hacéis sea de la manera que él lo propuso, con una carta
remitida por vosotras desde BIlbao, donde no hay nadie que sepa que estáis en Paris, que
yo echaría al buzón en vuestra ciudad. Piensa M.I. que conviene tener entretenida a ETA
en alguna pista falsa que les conduzca a un callejón sin salida, si acaso Iñaki se va de la
lengua.
 Bueno, ¿qué hacemos? –pregunta Lurdes.
 Y yo –es Miren-, que había pensado que tal vez Iñaki pudiera ser nuestro primer
enlace para BlueCoo en el estado español ...
 Pues de eso nada, si entiendes lo que dice M.I. –contesta Lurdes.
 No os preocupéis por eso. Ya conocemos personas en España –dice Pierre-. Yo
puedo contactar con diversos representantes de Asociaciones de Amigos de la
UNESCO, en Barcelona y Madrid, por ejemplo. Incluso conozco una persona en
Bilbao de una Asociación de Cooperación Internacional, “Iparra” se llama ésta, con
la que tuve tratos para unas charlas en vuestra ciudad.
 ¡No me digas que conoces gente de Iparra! Yo trabajé con ellos unos meses. ¡El
mundo es un pañuelo! A lo mejor hasta te he escuchado en alguna conferencia. ¿Has
participado en algún congreso en Bilbao?
 No, yo no, pero sí que les busqué un experto en TICs para que planteara una
ponencia sobre ese tema en unas jornadas sobre cooperación cultural que
organizaron.
169
 ¿Quién te pidió ese encargo? Es muy posible que le conozca.
 Un tal Gorka Etxezarreta.
 ¡Claro que le conozco! Es un tío muy bueno, sí señor.
Miren ha expresado esta opinión con la alegría abierta en su cara seguida de un gesto de
autocontrol, ensombreciéndola de pronto. Es Lurdes la encargada de interpretarlo:
 Olvídate Miren, ya no somos Begoña ni Edurne. Ahora no te conoce ese Gorka,
ahora somos Miren y Lurdes.
 ¡Cómo me gusta que me lo recuerdes, Lurdes! ¡Claro que no lo olvido!
 Volvamos sobre lo nuestro. ¿Qué vais a hacer con lo de ese Iñaki Tellaetxe? –urge
Michel.
 ¡Pues qué vamos a hacer! Exactamente lo que propone M.I. –cara de resignación en
Miren-, aunque a mí me cueste. No me resulta fácil ponerme dura con un amigo tan
bueno, que tan consideradamente se portó con nosotros.
 Lo siento Miren, de momento no podemos recuperar ninguna amistad, ¡maldita sea!,
porque eso es lo que en el fondo deseamos, ¿no es eso? –reconoce Lurdes.
 Si, ¡maldita sea!, nos hemos quedado sin historia, como si no hubiéramos vivido,
pero así ha de ser.
Un silencio triste se ha apoderado de las dos mujeres, del que poco a poco consiguen
sacarlas Michel y Pierre, a una los dos en el intento. El procedimiento es simple: hablar de
otras cosas. Se pondrán de acuerdo en la ayuda mensual que enviarán a Kisin, para ayudarle
a buscar a su hija, si aún vive, y hablarán de BlueCoo y de la reunión de anteayer. Pierre se
incorporará definitivamente a gestar con Edurne el portal en la red. Quedan en que también
Miren esté al tanto de todos los detalles técnicos, pues habrá de ayudarles con frecuencia e
incluso sustituirles en ocasiones. Pero antes viajará Pierre a Lima, con objeto de hacer los
primeros contactos con una antigua amiga suya, a la que conoció en París. Por lo demás,
proyectan los contactos y viajes para los próximos meses: Nueva York, Bombay, Teherán,
Moscú, y los que surjan como consecuencia de los anteriores y de estos. Están persuadidos
de que van a necesitar más personal en la sede central bien pronto. ¿Madeleine? Si, hay que
hablar con Madeleine.
Michel se mostrará sumamente contento con la actitud de Wang. “Habló en todo momento
como si BlueCoo fuera tan suyo como nuestro. Siempre en actitud positiva y asumiendo las
decisiones que se tomaran, fueran de su agrado o no. Más todavía, él también cedió lo
suyo”. “Tal vez tenía demasiadas prevenciones contra él”. “El que me preocupa ahora es
Jacques”.
Pierre no quiere hablar de Jacques. Tampoco tiene valor para reconocer que ha cometido la
grave imprudencia de ponerle en camino del rastro vasco de Lurdes y Miren. De ahora en
adelante deberá convivir con su error y añadirle la vergüenza de no reconocerlo ante las
interesadas, en la esperanza de que no tenga repercusión alguna.
170
7
Europa.
Miren.
Negua
171
Lunes, 30 de enero de 2006
París
Del diario de Miren:
No llega a tres meses el tiempo que ha pasado desde que
desembarcamos Lurdes y yo en la casa de tía Roseline en Baiona para
comenzar una nueva vida. Mucho, muy rápido y muy bueno es lo que hemos
recorrido las dos desde entonces. Yo diría que tremendo. Estos días he querido
comparar esta fase de mi vida con la anterior, ¿cuál mejor?, ¿cuál peor?
Probablemente la pregunta es de naturaleza banal y narcisista, y extraña en
mí, que siempre he mirado al futuro. Pero mi sorpresa ha sido que me resulta
muy difícil contestarla. ¿Por qué? Una razón es que me parece que no tiene
mucho sentido preguntar en términos de mejor o peor. Lo pasé mal el último
año, tras el asesinato de Jazinto, ocupándome de cuestiones políticas que
probablemente me superaban un poco. Lo pasé muy bien antes y
extraordinariamente bien muchas veces. Pero ahora también es estupendo,
solo que distinto: tengo un nuevo y excelente compañero, hago escapadas a
las ciudades en vez de a las montañas, negocio con personas para una
empresa en vez de para cuestiones políticas y hago viajes de trabajo en vez de
viajes de placer.
Otra razón es que me acuerdo poco de mi vida de antes. Estoy tan
centrada en la actual que sólo su originalidad me vuelve a la comparación con
mis vidas anteriores. Si me pongo a pensar no me vienen a la cabeza
demasiadas cosas de las que hice o me sucedieron. Es decir, no sólo me
acuerdo poco, sino que no parece que tampoco recuerde mucho si me pongo a
ello. Soy capaz de evocar puntualmente muchas cosas, cierto, y no dudo ni por
un momento de que he ido conformando mi ser en un innegable sincronismo
con aquellas vidas y, en la última década, muy especialmente con Jazinto. Ese
sincronismo, esa manera que tuve de desarrollarme por mí misma tanto como
por el entorno y por los demás, se me hace muy patente. Cada vez soy más
consciente, por ejemplo, del gran ascendiente que tuvo sobre mí el compañero
de más de una década, casi tanto, si no más, del que tuvo aita, a quien durante
tantos años consideré mi modelo vital. Cada vez me asombro más de cuanto lo
quería a Jazinto, yo, que creí muchas veces no amarle. Y me toca sufrir ahora
por el mal que le inflijí, con retraso de años, lo que debí evitar entonces.
No, no es que que no recuerde muchas cosas, sino que no recuerdo la
gran mayoría de ellas. Y me sorprenden dos asuntos: Uno, la rapidez de mi
olvido; Dos, la distancia que hay entre la parquedad de mis recuerdos, por un
lado, y la importancia que concedo a lo que influyeron en la conformación de lo
que soy, por otro. Yo no sería nada de lo que soy sin Euskadi, sin Jazinto, sin mi
aita, sin las peleas de entonces, sin mi trabajo, sin mis montañas, sin mis
ligues, etc. Lo veo muy claramente. Pero, al parecer, la acción sobre mí de todo
ello no fue la de constituir una biblioteca de historias e imágenes en mi cabeza,
sino la de estructurar las pautas de mis comportamientos, de mis sentimientos
y de mis ideas. No sé si porque me estoy haciendo mayor, a pesar de que
siempre decidí ser joven, pero ahora siento como la necesidad de no volver a
172
olvidar. Quiero extender la fórmula de tía Roseline de apoyar el presente en un
pasado convertido en tesoro, que antes deseché, pero que comprendí lo bien
que me venía para asumir, tanto como para expiar, mi pasado con Jazinto,
apoyándolo en el recuerdo. Ayer eché en falta más memoria de mi vida con él
y se me ocurrió cuánto me hubiera gustado releer una relación escrita de
nuestros episodios. No sé lo que me deparará el futuro, tanto menos en una
persona que, como yo, asume el acontecimiento y el presente como motor
importante de su existencia, pero, en cualquier caso, no me gustaría volver a
echar en falta esta penuria de información que ahora percibo. He alcanzado
con Michel una especie de temprana madurez y estabilidad, pero sé que mi
vida puede ser de nuevo convulsionada y entrar en nuevas fases distintas y no
quiero que, cuando llegue a ellas, si es que eso sucede, no pueda volver sobre
mi historia sin una buena biblioteca de recuerdos.
Por eso he decidido contar por escrito mis episodios actuales, para que la
memoria del ordenador guarde para el futuro lo que mi cabeza no es capaz de
atesorar.
***
Tras la nueva reunión del martes de la Junta Rectora, en la que decidimos
los nuevos criterios sobre salarios, participaciones y retornos de capital,
estuvimos en Londres el pasado miércoles y jueves. Me encantó volver a mis
antiguas prácticas de hotelito barato en la zona de Hammersmith, mochilita,
pollo, hamburguesa y kebab para comer, zapatillas de trekking para caminar,
como si fuéramos de visita turística. En realidad, me ha encantado patear esta
ciudad con Michel, de forma muy parecida a como lo hacía con Jazinto. Michel
también se ha puesto en el mismo plan de turista trotamundos. No sé si se ha
cargado con la obligación de complacerme o es que también le va este plan de
andarín popular. Tengo con él ese conflicto larvado de que yo tiro a lo popular
y él a lo refinado. Vivimos en su preciosa casa de diseño en un barrio chulo de
París, él cocina, cuando le da, de maravilla, y bebemos, cuando lo hacemos,
vinos de ensueño. Somos unos yuppies y eso no me gusta mucho. Me siento
más yo misma, si es que eso tiene sentido, con zapatillas de trekking y
devorando un bocata de chorizo en cualquiera de las mil y una placitas
privadas de Londres, donde justamente me gusta entrar para contrariar esa
estúpida privacidad en medio del espacio público y las inmodestas verjas de
forja que la encierran como una cárcel. En toda esta construcción de BlueCoo
los albañiles son casi todos tecnócratas cultos y estoy un poco hasta el moño
de pelear contra que esa especie humana del tecnócrata culto, sea en París, en
Londres, en Shanghai o en Kinshasa, fraternice con traje de chaqueta, zapato
de cuero embetunado, hotel de alto standing y restaurante de lujo. Lo cierto es
que mi pelea encuentra muy poca resistencia en Michel, que se deja convencer
enseguida. Me preguntó, es un cielo, qué llevaba para Londres. Cuando le dije
que zapatillas, se interrogó por lo que le parecería a Andrew, el amigo
tecnócrata culto al que íbamos a visitar, y se respondió que lo soportaría bien
porque es un buen amigo, tan eficaz como poco elitista, aseguró.
Lo de poco elitista no lo tengo tan claro, ya que nos invitó a un
restaurante estupendo en el Soho, aunque no especialmente caro. Y luego nos
arrebujamos en los butacones de un pub magnífico y cálido con unos vasos de
173
whisky que también pagó él, para hablar del objeto de nuestra visita. Estos
ingleses son capaces de hacer pubs y restaurantes de una calidad ambiental
extraordinaria, pero populares a base de acogedores y vitales. Pocas veces se
ve emplear la calidad de los materiales y la riqueza de las decoraciones con
fines tan excelsamente vulgares como los de conversar, comer y beber en la
calurosa compañía de otros muchos grupos de conversadores, comedores y
bebedores ruidosos.
Andrew Clark es un amigo de Michel, de orígen australiano, que trabaja en
el BRC, el British Royal Court, una de esas imponentes instituciones británicas,
con siglos de historia y financiación asegurada, con un trasfondo muy
nacionalista, que se dedica a extender la cultura británica por el mundo. El
caso es que tiene delegaciones en 120 países, las cuales, además de enseñar
inglés, realizan todo tipo de actividades de colaboración cultural y científica
con personal de cada uno de los países donde están implantados. Eso es lo que
interesaba a Michel, cuyo razonamiento era como sigue: Todo aquél que quiere
intervenir en el mundo globalizado ha de saber inglés. Muchos lo aprenderán
en los centros culturales de la BRC en los distintos países, donde además, se
relacionarán tanto con técnicos y científicos de su propio país como con
británicos. Resultado, esos centros culturales de la BRC en tantos países son
lugares idóneos para encontrar personas que puedan colaborar con BlueCoo.
Lo que Michel buscaba es que Andrew fuera seducido por la idea de BlueCoo, la
pusiera en circulación a lo largo y ancho de todas sus delegaciones en el
mundo y proporcionara nombres en diversos países con los que poder
colaborar. Naturalmente, en la filosofía de Michel, toda colaboración de su
amigo Andrew estaría ligada a que se pringara también económicamente, es
decir, a que se asociara a BlueCoo.
Andrew es un tipo simpático y listo que comprendió rápidamente lo que
Michel le explicó. Me dejó a mí la tarea de contar lo mucho que ya llevábamos
andado y cuidé de esmerarme para parecer tan entusiasmada con lo
conseguido como prudente con los retos inmediatos. Le mentí en bromas,
asegurándole que me inscribiría cuanto antes en las clases de inglés de la BRC
en París, para mejorarlo, un poco para justificar mis dificultades para
expresarme con mis explicaciones. Andrew, muy galante, me aseguró entonces
que no sólo hablaba suficientemente bien el inglés, sino que era para él un
honor que hiciera ese esfuerzo, pero que podría dejar de hacerlo en cualquier
momento porque comprende perfectamente el francés. Así que me pasé
inmediatamente a la lengua de Michel en la que me desenvuelvo con total
fluidez. Mi novio insistió en la idea de que todo proyecto para el mundo
internacional beneficia a la lengua más internacional y, por tanto, a la que lo es
con mucha diferencia sobre todas las demás, al inglés y, en consecuencia, a
Inglaterra. Y que sólo por eso la BRC no debería tener reparos en promocionar
BlueCoo en sus miles de delegaciones en el mundo. Entonces Andrew se reía
como un energúmeno por la envidia que, como francés, demostraban esas
ideas de su amigo.
Bien, todo resultó como Michel esperaba. Ya tenemos un nuevo socio y,
previsiblmente, un nuevo cliente para una CC–Cultura de BlueCoo, pues
Andrew pensó que la mejor manera de colaborar era precísamente esa de
suscribirse a una Company Confluence de contenido cultural. Madeleine, la
encargada inicial de promover una tal CC, se pondría contenta con esa
adquisición. Pude comprobar, una vez más, el gran ascendiente del que goza
174
Michel entre sus amigos. Andrew lo recibió con los brazos abiertos y lo escuchó
con devoción. La verdad es que mi novio es un fenómeno. Un engatusador que
nos camela a todos. Estaba tan contento a la noche que hicimos el amor como
nunca. Si haciéndolo tan bien no engendro un niño es que no hay manera. Yo
no las tengo todas conmigo. Ahora bien, no va a quedar por no hacer el amor
con lo mejor de nosotros. Eso seguro que no.
He estado muy contenta en Londres, asombrada de lo que ha mejorado.
La última vez que estuve ya me quedé sorprendida del avance respecto de los
años 70 y 80. La traducción de crecimiento económico en ciudad es
impresionante. He podido ver todo el mogollón de Canary Wharf ya acabadito y
fantástico, tras haberlo visitado en construcción. Si Michel nos hubiera
explicado en Londres a Lurdes y a mí su primera idea de BlueCoo, lo hubiera
hecho paseando por Canary en vez de por La Défense. El paseo desde el centro
hasta allá, por las riberas restauradas del Támesis, me ha parecido un ejemplo
estupendo de cómo se deben hacer las cosas, aprovechando y remodelando
las estructuras preexistentes. Londres lleva camino de convertir el Támesis en
su gran arteria ciudadana. Cada vez está más hermoso. Pero sus aguas aún
tienen poca vida, todavía admiten mucha más. Y aún deben gastar unos
dineritos más en completar los paseos al borde de las aguas en todo lo que
fueron los antiguos docs. Una tan grande ciudad con tan pocas grandes
arterias que la unifiquen, necesita del Támesis como eje vertebrador. Cuando
recién llegados a Londres salimos de la estación de Waterloo tras menos de 3
horas de TGV desde París, le pedí a Michel no coger el metro allí mismo para ir
a Hammersmith, sino hacerlo tras atravesar el Támesis por el puente de
Westminster. Es fantástica esa primera impresión del Londres clásico
aderezado de las moderneces de la márgen derecha, aunque a Michel le
parece “excesivamente popular” la gran y exitosa noria. A mí, en cambio, me
parece excesivamente cara. Son las consecuencias nefastas de tanto éxito.
Oferta y demanda. A la hora de la mañana en que llegamos a Londres, el sol
iluminaba el Parlamento, mirado desde el otro lado del río. Es un edificio
fabuloso. Estaba impresionante de luz y de glamour arquitectónico y
urbanístico. Una entrada triunfal en la más hermosa capital británica.
***
De Londres a Ámsterdam, donde estuvimos el viernes y el sábado, con
Evelyn Zeist. También conocimos a su marido, aunque no a sus dos hijos, chico
y chica, adolescentes de juerga de sábado noche. Evelyn trabaja en el BNG
Group, uno de esos grandes bancos globales que está en pleno proceso de
expansión mundial. Michel sabe que Evelyn está empeñada en hacer de las
microfinanzas una actividad comercial productiva del banco, a base de insistir
en la reducción de trámites, en el ahorro tecnológico y en la colaboración con
los bancos locales en los países en desarrollo. Este sector de las microfinanzas
se está mostrando cada vez más activo en estos países y un banco de grandes
dimensiones y grandes recursos tecnológicos puede colaborar con dichos
bancos locales ofreciendo experiencia técnica y sustento financiero. Un BNG
Group es un cliente importante para una CC-Finanzas que buye en la cabeza de
Michel. Y Evelyn la socia de BlueCoo más apta para impulsarla.
175
Como en Londres, decidimos tomar nuestro placer como parte de nuestro
trabajo, así que, llegados a la Centraal Estattion, es decir, al centro más centro
de Ámsterdam, nos tomamos la última parte de la mañana del viernes para
nosotros. Esto consiste en pasear el abanico de calles radiales atravesadas por
canales, perderte tras las tiendas adorables, para reencontrarte por el
siguiente puente y reubicarte con ayuda del plano, detenerte junto al motrollón
que ríe las gracias del showman callejero, sortear innumerables bicicletas y
tranvías, asombrarte de la ausencia de coches en todo el despliegue del
abanico central, dejarte atraer por los coffee shops e inhalar los efluvios de
marihuana que despiden, escudriñar las casas barco, admirar la destreza de las
motoras y la precisión de los barcos turísticos, entretenerte con la oferta sexual
en las multicolores vitrinas y hacer sociología con los demandantes de ella,
cruzarte con todas las razas del mundo e intentar aspirar el aroma de las
flores, remiso a estas alturas del año. Como en Londres, Michel aceptó
comenzar caminando, mochilita en ristre, hasta el hotelito de dos estrellas que
habíamos reservado en la zona sur de la ciudad. Delicioso paseo en la deliciosa
ciudad.
A la tarde estuvimos con Evelyn y aceptó que le invitáramos a cenar a
cambio de ofrecernos una excursión por los pueblitos encantados del norte de
Ámsterdam, ribereños del Markermeer, al día siguiente, con su marido. Evelyn
se mostró directamente entusiasmada con la idea de BlueCoo, que ya conocía
al dedillo, tras los intercambios epistolares electrónicos con Michel. En realidad,
Evelyn es en parte culpable de BlueCoo, como le reconoció Michel. En efecto,
años antes habían hablado los dos de la necesidad de acelerar el aprendizaje
de pautas de acción económica modernas y de saberes prácticos por parte de
los agentes económicos de los países en desarrollo, sin las cuales los procesos
se atrofian al chocar con mentalidades poco adaptadas a la economía
mercantil moderna; y de romper los esquemas cuadriculados de los
cooperantes de los países desarrollados cuando se acercan a las realidades de
otros mundos. Evelyn decía entonces que esa aceleración de una de las partes
y esa adaptación de la otra se deberían producir en términos de colaboración y
que de esa manera podrían transformarse en creatividad. Afirmaba que la
responsabilidad social del mundo desarrollado no se debe traducir en ayuda,
sino en colaboración, que se deberían construir sistemas sencillos, flexibles y
abiertos de colaboración y de confluencia. El nombre de Company Confluence
que propuso Michel para las CC le vino dictado por esta forma de ver las cosas
de su amiga Evelyn.
Así que la conversación con Evelyn, una guapa mujer, por otra parte,
esbelta walkiria rubia, se deslizó inmediatamente por el derrotero de los
proyectos y del futuro, como si ya fuera la socia más veterana de la empresa
cooperativa. ¿Cuándo y dónde se va a constituir BlueCoo-Europa?, preguntó.
Antes hemos de hablar con Berlín y con Milán, al menos. ¿Has pensado quién la
va dirigir? ¿Estarías tú dispuesta? ¿Podría establecerse la sede en Ámsterdam?
Tal vez, tal vez. Necesito al menos un mes para pensarlo. Fantástico. Sin duda
Michel tiene una gran confianza en Evelyn. A mí me pareció un poco
precipitado que no le advirtiera de otras posibles candidaturas. Tengo la
impresión de que André está ya un poco aburrido de su trabajo en el Banco
Mundial y barrunto que tal vez quiera aspirar a ese puesto.
176
Con estas buenas nuevas, la noche fue tan óptima o mejor que la de
Londres. Como salga una criatura seguro que va a ser una preciosidad, pues no
ha podido ser hecha con más amor. Tres estrellas.
El sábado nos vinieron a recoger y tomamos rumbo a Marken. El día era
frío y soleado, lo mejor para pasear y para percibir, para abrir los brazos y
levantar las piernas, para hinchar el pecho y estirar el cuello ante la delicia
holandesa. Yo tenía ganas de correr y saltar, pero no me atrevía con Evelyn y
su marido delante. Las riberas del Gouwzee están heladas y blanquísimas,
tanto como el puertito que un día fue pesquero. Las casitas de pescadores ya
no son de ellos, pero se conservan como si lo fueran, el tiempo detenido por
obra y gracia del turismo y del dinero. Sólo hay una doctrina: cuidar, pintar y
acicalar, siglo tras siglo, lo que aquellos pescadores levantaron antes de que la
construcción al norte de los grandes diques del IJsselmeer les aruinara su modo
de vida. El paseo por el bello Volendam nos llevó a su extremo y allí la playita
acerca al gran mar interior helado hasta donde la vista alcanza en este crudo
invierno. El sol lo ilumina de tal forma que me es imposible resistirme al
hechizo del hielo blanco. Asi que me adentro en él, entre gritos, brincos y
equilibrios, superando mis vergüenzas ante Evelyn y su marido. He aprendido
que mi alegría suele ser contagiosa y eso facilita mi atrevimiento. En efecto,
tras oir regañarme-presumir a Michel por mis locuras, es Wim, el marido de
Evelyn, quien me sigue, luego ésta y, finalmente, sin aspavientos, faltaría más,
el circunspecto de mi novio, una vez que dejó de gritar “¡que se va a romper el
hielo!”, al ver que resistía perfectamente. Llevaba una gorra para calentar su
calva, completamente tentadora, asi que se la quité y jugamos a lanzárnosla
entre Evelyn, Wim y yo. Ninguno de los tres nos libramos de caer al hielo con el
juego, ni tampoco Michel, a quien derribamos entre los tres. Entonces sí se rió,
o más bien se sonríó, por fín, aunque hube de hacerme perdonar su sofocón
con muchos besos.
Comimos en Hoorn, otra preciosidad, el pueblito que dió nombre al cabo
de Hornos. Como no pude eludir mi evocación de la Patagonia, una de las
excursiones de las que guardo más grato recuerdo, hube de relatarles mis
andanzas montañeras por aquellas maravillas de la naturaleza.
Tengo la impresión de que me pasé un poco, demasiado protagonismo
para una excursión cuyas principales autoridades eran Michel y Evelyn. Pero
cuando a la noche se lo pregunté, medio pidiendo perdón, a Michel, este me
contestó que no, que “has estado maravillosa”. Creo que se equivoca, la
verdad. Aunque no se equivocó, ya lo creo que no, haciéndome el amor. No sé
si mi contento me exculpa.
177
Domingo, 12 de febrero de 2006
París
Mañana viaja de nuevo Michel, esta vez rumbo a New York. En esta
ocasión le acompaña Lurdes. Lleva un ritmo de viajes de aquí te espero. Hace
tres semanas conmigo en Londres y Ámsterdam; el lunes y martes pasado en
Berlín, para entrevistarse con Elisabeth Herrmann, una amiga de Madeleine;
miércoles y jueves en Milán, para reunirse con Letizia Pistella, una compañera
de estudios de Vivienne: y mañana, lunes, a la gran manzana, a entrevistarse
con Gwendoline Crinigan, una antigua amiga de Lurdes. Las mujeres están
entrando en BlueCoo con fuerza de la mano de otras mujeres, como no podía
ser de otra manera. Aunque no es toda la verdad. Hay que descontar el caso
de Marita Escobedo, la limeña, y el de Diana de Lizarralde, la porteña, que
vinieron de la mano de Pierre, el cual, curiosamente, es bisexual. Bueno, y el
de Evelyn, ese si hay que descontarlo, que viene con Michel. Pero algo de
antropología social ya se podría hacer con este material, supongo.
Trato de llevar bien lo de tanto tiempo sin Michel y tanto tiempo que debe
pasar a solas con mujeres estupendas, que le admiran, y en lejanas ciudades.
Madeleine, además, fue su novia. No me consuela demasiado que eso fuera
hace casi dos décadas y me consta que se siguen queriendo. ¡Y Madeleine está
ahora libre de compromisos! Tampoco parece una mujer que se corte un pelo
en el tema sexual. Por su parte, Vivienne y André forman una pareja de
apariencia perfectamente estable, pero no me cabe ninguna duda de que ella
empatiza con Michel, observo que siempre se coloca cerca de él. Y Michel es un
hombre fogoso, certifico, al que no cuesta mucho hacerle entrar en calor. Me
quiere, no lo dudo, pero yo también le quería a Jazinto y mira tú. Con él no tuve
que renunciar a ningún placer ni a ninguna atracción por quererle y ahora me
sabe mal que Michel deba renunciar a algún placer y a alguna atracción por
amor a mí. Supongo que al menos debería corresponder a la generosidad de
Jazinto con una generosidad semejante por mi parte, aunque su destinatario
sea otro hombre. Pero me resulta muy difícil, esa es la verdad. Me gustaría ser
como Jazinto, pero soy vulgar, supongo que como la generalidad de las
mujeres, posesiva y celosa de su pareja. Me odio por eso, porque no me creía
así. No soy capaz de concederle a Michel la libertad de la que yo gocé. Todavía
no estoy celosa, porque no creo tener motivo alguno para estarlo, pero le
rondo. Michel me mira a los ojos con la misma franqueza después de los viajes
que antes de ellos, pero yo no dejo de mirárselos por si descubro alguna nube
en su mirada. De momento me controlo, quiero decir, no le atufo con mis celos,
miedos y angustias. Pero parece como si estuviera al acecho, agazapada
esperando el momento de fustigarle con lamentos y exigencias. Espero no caer
por esa pendiente.
Hay otro miedo, además. En sustitución de Michel, soy yo la que he oficiar
de coordinadora de BlueCoo cuando está de viaje. Hasta ahora no he tenido
ninguna dificultad, porque esa labor de coordinación no me ha exigido tomar
decisiones importantes de forma urgente. Siempre he podido consultar con
178
Michel por móvil o por correo electrónico cuando ha habido algún problema.
Pero no deja de preocuparme mi capacidad para tomarlas llegado el caso.
¿Tengo independencia de criterio como para hacerlo? ¿No es toda mi vida una
historia de seguridad criteriológica tomada de mi padre, primero, de Jazinto,
después, y, finalmente, de Michel? Toda esa apariencia de mujer echada para
adelante, la “loba de las Pirineos” que me llegaron a llamar por mi amor a la
soledad de la montaña, ¿es sólo fachada? No lo sé. Lo que sí sé es que la
muerte de Jazinto me dejó dubitativa, cuando no lo era antes. Desde entonces
no parezco segura de nada, yo, que presumía de decisión y de valentía. ¿Es
que he ganado en madurez, superando la inconsciencia, o es que he perdido en
juventud, huyendo de mi antigua espontaneidad, que era capacidad para
asumir retos, creo? O, ¿qué es? ¿Se trata de que ahora ya no quiero presumir
de asumir retos con espontaneidad sino de ser capaz de llevarlos hasta sus
últimas consecuencias? ¿Se acabó una vida de escapadas de fin de semana?
¿He comenzado a definirme como una nueva persona que asume, no la
capacidad para tomar decisiones sino el de la responsabilidad de verificarlas?.
Creo que sí, creo que ahora quiero ser sumamente responsable en mi relación
con Michel, quiero tener un hijo con él, una responsabilidad nada menos que
para el resto de mi vida, y quiero sacar adelante este BlueCoo de marras, otra
responsabilidad para bastantes años. Mis proyectos se han hecho más largos.
Michel y Madeleine trajeron buenas noticias de Berlín, lo mismo que con
Vivienne las trajeron de Milán. BlueCoo va viento en popa. BlueCoo-Europa ya
se está configurando y Michel da por descontado que Evelyn la dirigirá desde
Ámsterdam antes de abril. Las noticias de Olu en África no son malas y las de
Wang en Asia oriental siguen siendo excelentes, a pesar de que, en efecto, se
ha debido retrasar el lanzamiento de la CC-Energía y de la CC-Electrónica,
porque algunas pocas empresas se han retirado del proyecto antes de
empezarlo. Se ha lanzado el portal, que, aún sin Confluences, recibe ya algunas
peticiones, ciertamente ligadas a las empresas con las que ya se ha hablado.
En breve, Michel quiere que sea tras su vuelta de New York, se lanzarán esas
dos CC, las dos primeras de las muchas que tiene previstas.
La que me admira es Lurdes. Está lanzada. De ser un exponente típico de
sobriedad e incluso de renunciación, metida absolutamente en su papel de
insurrecta abertzale entregada a la causa, ahora ha encendido las turbinas de
su particular cohete espacial. Tampoco olvidaré nunca la forma platónica como
renunció a amarnos a Jazinto y a mí, en beneficio de la amistad, mientras que
ahora, revolución y Platón olvidadas, parece dispuesta a sacarle todo el jugo a
su libido. Somos ya mayorcitas, así que, o aprovechas ahora, amiga, o te
quedarás ya sin esas mieles. La vida es así, ofrece oportunidades pero no se
muestra pródiga en ellas, así que aprovéchalas, no lo dudes. Me contó entre
avergonzada y emocionada las aventuras en Lima con Marita y Pierre, en plan
trío. La tal Marita debe ser una criolla lesbiana de armas tomar. Al cabo de
varios días de sus aventuras todavía estaba como encandilada, pasándose la
película de sus encuentros en la tercera fase. Pierre, en cambio, se mostraba
más sereno, obligado en todo caso a parecerlo, para centrarse en el relato de
las gestiones profesionales con Marita en Lima y con los contactos en Buenos
Aires y Sao Paulo. Da la impresión de que en Sudamérica les cuesta pasar por
la fórmula cooperativista más que en ningún otro lugar, aunque esto venga
siendo una constante tanto en China como en África. Bueno, tampoco la
arquitecta bonaerense, casualmente de orígen vasco, pone pegas, sino al
179
revés. Como en Europa, donde nadie pone el más mínimo obstáculo, excepto
Jacques. Pero nada que no se pueda arreglar, a juicio de Pierre.
Estoy preocupada. Sé que no hay razón para alarmarse porque haya
pasado la regla como si Michel y yo no hubiéramos hecho nada para evitarla,
pero me da mala espina. Coitos mejor hechos, pocos, y sémen abundante
también, a los que, sin embargo, no sigue embarazo alguno. Ya, ya sé que no
tiene nada que ver, pero pero pero. Ya sé que a mis 44 años estoy al 20% de
las posibilidades de fertilización que tuve a los 20 y que sólo debería empezar a
preocuparme tras un año de intentos fallidos. Pero entonces nuestras
posibilidades habrán disminuido aún más. Así que voy a decir una tontería muy
grande: si tan provechosamente como nos hemos portado en la cama no tiene
premio, no me parecería justo que dentro de un año, con menos posibilidades,
acertáramos poniendo en el empeño menos pasión, pues no me fío de que
podamos mantener tan alto el nivel sexual. Bueno, no seas tonta y déjate de
milongas. Lo que pasa es que temes encontrarte ahora conque no eres fertil,
tras haber obviado el tema durante 24 años. Aquel maldito aborto a mis 20
añitos fue demasiado traumático. Nunca lo había escrito y casi ni pensado.
Pero nunca es tarde. Aquel accidente con aquel loco de Busturia, ni me
acuerdo cómo se llamaba, sólo que el coche era un Seat 127 azul y que la
lluvia, los frenos y las ruedas estaban como estaban. También recuerdo el
lugar, entre San Cristóbal y Murueta, cerca de un manantial donde recogía
agua cuando hacía excursiones en bicicleta. El resultado sólo fueron
contusiones y heridas leves en los dos y graves en el coche, además del aborto
traumático. No llevaba puesto el cinturón de seguridad y fue justo el día
anterior al de acudir a Baiona a abortar en condiciones, entonces, que no era
legal en España. Me pasé sangrando días y más días. Me dijeron entonces que
las cicatrices en las trompas pueden ser causa de infertilidad y alguna vez he
pensado que esas trompas mías fueron heridas, en efecto, en aquel aborto.
Tendré que ir al médico para salir de dudas. No hay que esperar milagros,
milagro hubiera sido que quedara embarazada a la primera de cambio, pero
tampoco cuesta nada conjurar las dudas evitables cuanto antes. No estamos
en condiciones de perder el tiempo. Le tengo que contar a Michel estas
preocupaciones. Me va llamar impaciente, pero debo hacer lo que no he hecho
en 24 años, salir de dudas. Siempre he tenido el sordo temor de que me
quedara alguna secuela. Ya es hora de comprobarlo, 24 años después.
180
Domingo, 26 de marzo de 2006
París
Hace más de un mes que no cuento nada y es hora de que lo haga.
Michel ha venido preocupado de Moscú, donde ha estado junto a Evelyn y
Elisabeth, la responsable berlinesa. Allí han hablado con un tal Alexéi Babitski,
un contacto de la alemana. Michel concedía importancia a estas gestiones
pues, si le resultaba difícil la manera de llegar a los países del este europeo, el
acceso a los países de Asia Central se le hacía completamente fuera de su
alcance. Y, tanto para una zona como para otra, la conexión rusa le parecía
esencial. Además, claro está, del interés propio de Rusia. Michel opina que
Rusia está más cerca de Europa que Turquía y no duda que, si los rusos
quieren, BlueCoo-Rusia debería forma parte de BlueCoo-Europa. En cambio, ve
a Turquía integrada en una BlueCoo-AsiaCentral, aún por postular, junto a los
países del Oriente Medio, los de la Península Arábiga, así como los propiamente
del Asia Central, Iran, Afganistán, Pakistán y las repúblicas exsoviéticas de esa
zona. Su duda es quién debe liderar esta enorme y conflictiva región, donde
EEUU dirime con guerras y con dólares sus intereses petroleros y
geoestratégicos con el resto del mundo, si Teherán o Estambul. A Pakistán la
ve mejor integrada en el Subcontinente Indio, al lado de La India, Bangladesh,
Nepal y Bhutan. Pero esa es la manera de ver de Michel, que no parece
demasiado políticamente correcta en estos momentos. La corrección actual
dice que Turquía debe ir con Europa y Pakistan más con Asia Central que con
Asia Meridional. Cuenta que Alexéi, por su parte, pujaba por una región más
amplia, cuyo eje fuera Moscú, que abarcaría todo lo anterior, Turquía y
Pakistán incluídas. Elisabeth, por su parte, es firme partidaria, por el contrario,
de integrar a Turquía en la BlueCoo europea, junto a Rusia, y dejar el resto
para una eventual BlueCoo-AsiaCentral que se formara en el futuro. Yo creo
que me decanto también por el modelo de Michel. Pero Evelyn está de acuerdo
con Elisabeth y es Evelyn la que, ya con toda seguridad, se incorporará a la
tarea en mayo, como jefa de BlueCoo-Europa. Su opinión es, por tanto, de gran
importancia.
Michel dice que el fallo ha sido ir a Moscú sin una postura común y yo le
digo que quizas ese haya sido precísamente el acierto que evite cometer un
error garrafal. Más todavía, le recomiendo que no se tome ninguna decisión
hasta hablar con Teherán, con Estambul y con Pakistán, las otras tres grandes
piezas en juego. Cuando me he admirado de la ambición de Alexéi y su defensa
de una gran región asiática central y suroccidental coordinada desde Rusia,
fuera de Europa, y he supuesto que eso indicaba que estaba en posición de
sentirse miembro responsable de BlueCoo, me ha dicho que no, que, por el
contrario, Alexéi se mostraba muy reticente con las posibilidades de BlueCoo y
que no está nada claro que decida aceptar el envite. Michel cree que no son
razones ideológicas las que transforman a Alexéi y a Rusia en material
refractario frente a Europa, sino políticas, celos por la manera como todos, o
casi todos, los países europeos satélites de Rusia que pertenecieron a la URSS,
181
le dan la espalda, así como por el apoyo de Europa en esa disolución del
imperio soviético. Según Michel hay que empezar a modificar esta política, y
orientarla con un sentido más histórico y más cultural, devolviendo a Rusia una
capacidad integradora en su zona de influencia que el imperialismo soviético le
hizo perder.
Elisabeth, por su parte, se está empezando a mover muy bien por Polonia
y los Países Bálticos, buscando una suregión con sede en Varsovia, concordable
con la que Evelyn intenta montar con los países escandinavos; lo hace también
por los europeos centrales, Chequia, Eslovaquia, Hungría, Suiza, Austria y
Eslovenia, a los que pondría la sede en Viena. Tanto ella como Leticia, que
también está como una moto, opinan que debe restablecerse el orden natural
en los Balcanes, esperar a que Serbia entre en razones europeas, y constituir a
Belgrado como eje de la región que englobaría a Croacia, Albania, Macedonia,
Bulgaria Rumanía y, tal vez Montenegro, si en el próximo referendum se
independiza. Elisabeth opina también que Bielorrusia, Ucrania y Moldavia
deberían formar subregión, sede en Kiev y funcionar a caballo con Rusia. Pero
este diseño puede sufrir un revolcón en caso de que Turquía se embarque con
Europa, como es casi seguro que suceda dada la opinión de Evelyn, que se
apoya en la determinación turca en tal sentido.
Pierre ya ha establecido contacto con Lisboa y con Madrid, a través de la
UNESCO, y Michel se haya interesadísimo en montar una CC-Cooperativas, que
extendería la experiencia vasca al mundo. A su juicio, la manera como las
distintas cooperativas vascas cooperan a su vez entre sí, encadenando sus
producciones industriales, sus necesidades financieras, sus expansiones
comerciales y sus procesos de captación y de formación de trabajadores, es
ejemplar. Eso es precisamente lo que las CC quieren ir configurando, núcleos
de empresas que colaboren organizando el entorno económico y el tejido
productivo ayudándose mutuamente a reducir costos y aumentar beneficios.
Michel sabe que, además de estos requisitos de intereses comunes hace falta
algo más. En las Cooperativas vascas es su filosofía cooperativa y su entronque
con el País Vasco y el pueblo que lo habita. Otras experiencias siguen otros
modelos. Además de intereses comunes resulta necesaria alguna seña de
identidad común. Precísamente es eso lo que Michel espera que sea capaz, no
de resolver, pero sí de facilitar, la pertenencia a una misma Confluence, con su
filosofía abierta y cooperativa, junto con los medios iniciales que BlueCoo pone
a disposición de ella, un portal informático propio y gestores, o una gestora, de
encuentros personales asociada a ella.
La verdad es que es impresionante la marcha que llevamos. Michel está
tan eufórico como preocupado. A pesar de las dificultades en Asia Central y en
América latina, nunca creyó que su proyecto fuera a tomar la velocidad que
está adquiriendo. Vinieron él y Lurdes entusiasmados de New York, bueno de
Los Angeles, porque también estuvieron allí y en Seattle, con la adquisición de
Gwendoline, un portento, al parecer, “una mujer decisiva”, decía. Aquello ya
está en marcha y lleva camino de tomar una velocidad semejante a la de
China. También vino muy contento de Shanghai y Mumbai. Me contó las
sospechas de Huang sobre que Wang y los suyos estén negociando la venta de
BlueCoo a TULIP. Para eso deberían contar con la mayoría de socios, lo que
actualmente ya es una realidad, son en este momento 27 socios dependientes
de Wang frente a los 48 totales, y de capital, a lo que todavía les falta un buen
trecho. Michel dice que cree en la coherencia de Wang, que actúa desde su
182
visión competitiva del mundo y también de la empresa. Supone que planteará
lealmente en su momento su alternativa, sin compartirla con nosotros
previamente, cuando esté más o menos seguro de ganarla. Y, que, a pesar de
que él trata de construir una empresa para superar la competición por la
colaboración, está obligado a cambiar sus reglas de juego para oponerse a esa
alternativa, asumiendo el reto competitivo con Wang. En definitiva, Michel
piensa que se debe acelerar la implantación de BlueCoo en Europa y otras
partes del mundo para contrarrestar el enorme peso de Asia Oriental. Y que es
vital confirmar las negociaciones con el BNG, el banco holandés donde trabaja
Evelyn, que se están alargando demasiado, para obtener un respaldo
financiero sólido que permita esa rápida expansión sin traumas.
De Mumbai vino tan contento como preocupado por el tema financiero.
Allí estuvo con André y con la susodicha Gwendoline. Un tal Akali Kumal les
puso un factótum para apechugar con el proyecto en el subcontinente, un
economista llamado Javed Sabha, al que prefirieron, desbancando a la
candidata inicial de André. Por cierto, que me preocupa un poco la situación
desairada de este hombre tan considerado y tan educado. Es una persona que
no pone dificultades a nada y cede con buen talante, pero me consta que se
planteaba responsabilizarse de BlueCoo-Europa y Evelyn le quitó el puesto. Y a
ese disgusto se le añade poco después que sus propuestas en la India sean
rechazadas a favor de las de Akali, que, en definitiva, son las de Gwendoline. Él
no pierde la sonrisa, sin embargo. Ha dejado ya el Banco Mundial y se ha
integrado en la empresa. Tenemos que empezar a pensar ya en una nueva
oficina en París.
¿Estoy celosa de Huang y de Gwendoline? La sintonía de Michel con ellas
es muy grande y probablemente la capacidad profesional de las dos también,
por encima de la mía, digámoslo así. Pero, después de lo vivido en Lagos,
tiendo a reconciliarme conmigo misma en la medida de que me siento más
segura con Michel, o al revés. Hacer el amor a plenitud es importante pero hay
cosas pequeñas que, incomprensiblemente, unen mucho. El reconocimiento de
Michel de su vulnerabilidad ante las situaciones dramáticas cotidianas frente a
mi presencia de ánimo, esa nimiedad, me ha dado una seguridad en nuestro
vínculo que antes no tenía. ¡Es sorprendente, pero es así! El caso es que estoy
empezando a comprender el punto de vista de Jazinto, que nunca se mostró
celoso, a pesar de los motivos continuados que yo le daba. No es que ya no
tema que Michel eche una cana al aire con cualquier mujer, sino que voy
adquiriendo una especie de certidumbre de que lo nuestro es serio, que nos
queremos mucho, vamos, y que, por tanto, sin estar libre de amenazas,
nuestro vínculo está bien situado para vencerlas. Eso me da seguridad.
Lo que a Michel, y he de decir que también a mí, nos produjo una
satisfacción muy honda, fue el lanzamiento de BlueCoo-África en Lagos el
pasado fin de semana. Definitivamente Olu Akinwole es un gran engatusador,
no sólo de mujeres, sino de ejecutivos y de empresas. Se ha empezado con
buen pié en África. Michel está esperanzado. La ONU prevée un crecimiento
económico del 5,4% para este año en el conjunto del continente. Michel dice
que las cosas nunca van solas y que el espíritu de Olu corre paralelo a esa cifra
optimista, que es el hombre idóneo para llevar un buen proyecto, acorde con
una década prodigiosa que se inicia en el continente más desgraciado del
planeta. Cosas como estas, dichas por Michel, son tremebundeces y
optimisteiradas que indican lo contento que está, aunque no se las crea.
183
***
Michel y yo no desistimos. Los ginecólogos de París nos confirmaron lo
que ya sospechábamos, que él está en plena forma como semental, dada su
edad, y que mis trompas no lo están, ciertamente, pero tampoco los daños
imposibilitan absolutamente que los óvulos circulen por ellas. Es decir, que las
pocas probabilidades de quedar embarazada a mi edad aún disminuyen más
por la lesión que tienen, pero no se anulan. Así que ahí andamos, dale que te
pego. Es otra forma de decir que seguimos disfrutando, pero con pocas
esperanzas de embarazo, la verdad. Fuimos los dos a Lagos al nacimiento de
BlueCoo-África la semana pasada, solamente ir y volver, al mismo hotelito
donde estuvimos en enero. Pero nos dio ocasión para celebrar el éxito de Olu
por todo lo alto. Michel se mostró encantadoramente celoso del guapísimo
jefazo africano y yo procuré corresponderle, sin volver a proponerle ningún trío,
fíjate qué lío si me quedo embarazada de Olu y no de Michel. Combatí sus
incipientes celos poniendo todo mi amor y toda mi sabiduría femenina. Una
buena manera de hacerlo. Si de esta no sale un bebé es que no puede salir un
bebé de ninguna forma.
Me doy cuenta de lo que me gusta jugar con esa idea de que el bebé es
un premio al amor sexual. Aunque ya me ha dicho todo el mundo que no tiene
nada que ver una cosa con otra, que existen las mismas posibilidades de
quedar embarazada si te violan con una navaja al cuello que si haces el amor
comme il faut, hay algo dentro de mí que quiere seguir creyendo que hacerlo
bien contribuye a mejorar la eficacia reproductora. Soy así de retonta.
***
Étienne se mostró muy emocionado con la carta de Kisin que le dímos a
leer, incluso conmocionado. Algo le muerde la conciencia, al hombre, supongo.
Hemos decidido enviarle un dinero de más para que alguien atienda a Kisin de
continuo en su casa. Total, según Étienne ya va a durar muy poco. Kisin
también da por descontado que su muerte es inminente. Su hija está viva,
probablemente en alguna aldea de Burundi cercana a la frontera con la RDC.
Puede ser inminente que se la encuentre. Puede que Kisin pueda cumplir su
sueño de volver a ver a su hija, 7 años después. Si es así, nuestro dinero habrá
sido enormemente útil. Es una reflexión que Michel hace con mucha
frecuencia: la función de utilidad del dinero crece exponencialmente cuando se
gasta en situaciones desgraciadas y en países en desarrollo. Aprovecha
entonces para segurar que la solidaridad no es sólo una virtud moral sino
también una virtud económica y racional. Tal vez tenga razón.
***
Anteayer comenzó ETA el “alto el fuego permanente” que anunció dos
días antes. El anuncio me sacó completamente de mis preocupaciones actuales
y me envió directamente al centro de mi tierra. Da una impresión distinta que
en otras treguas. El lenguaje, sumamente importante porque es el reflejo del
184
pensamiento, es discordante con el de otras ocasiones, pontifica mucho menos
y no dedica la mayor parte de sus contenidos a descalificar a todos los demás.
También es significativo que no establezca condiciones a su decisión, sino
solamente objetivos que se plantea con ella. Además, acontece en un
momento en el que el estado de opinión de la izquierda abertzale, tal como lo
reflejan las encuestas, es cada vez menos partidaria de continuar con la lucha
armada. Esto, y que ocurra tras años en los que este sector social no ha parado
de debatir sobre la posibilidad de terminar con la violencia, me parece lo más
importante. El hecho de que antes haya habido otras treguas sin éxito no
disminuye la probabilidad de que esta lo tenga. Al contrario, de hacer algo, si
consideramos además el tiempo, la aumenta. Todo ello me hace pensar que,
probablemente, ETA y la izquierda abertzale hayan interiorizado el paso
trascendental que acaban de dar, evitando, por un lado, su fugacidad, y
potenciando, por el otro, que sea asumido con bastante generalidad. Si es así,
no estaremos en presencia de una escisión más de ETA, tal como todas las
anteriores en las que siempre acabó por llevarse le gato al agua la opción más
militarista. Se acabaron los tiempos en que eran los Txomines de turno los que
que acababan siempre por llevarse le gato al agua. Soy, en consecuencia,
optimista. Y es curioso que lo sea bastante más que Lurdes, mucho mejor
conocedora que yo de los intríngulis de la izquierda abertzale, quien advierte
con cierta frecuencia de su incredulidad. No le cabe en la cabeza que muchas
de las personas con las que ella trabajó en el pasado codo con codo apoyen el
abandono de la violencia así como así.
Yo también recelo de mi optimismo. Sé de mi tendencia a dar por
conseguido aquello que deseo. Por lo tanto, aunque me parece que esta vez
puede ir en serio, apoyaré en todo caso las prevenciones de M.I., que no se fía
un pelo de la nueva fachada con que, al parecer, se presenta Txomin, de quien
depende en definitiva que desaparezca la amenaza que pende sobre Lurdes.
Estaré atenta a seguir practicando, pese a mi optimismo, una línea de la
máxima prudencia.
Sin embargo, aún optimista y contenta, lloré como una estúpida cuando
ETA anunció su alto el fuego. Lloré a lágrima viva, sóla en casa. Lloré porque no
estaba Jazinto para disfrutar de una noticia así y lloré también por mi pueblo
humillado, del que siento a veces más vergüenza que orgullo, que me produce
con frecuencia más tristeza que contento. No me sorprendió llorar por Jazinto
pero si me sorprendí llorando por mi pueblo. Siempre he presumido de un
cierto despegue. Luego, tras hablar con Lurdes por teléfono, ambas
emocionadas, me tomé toda la tarde de vacaciones de BlueCoo, me metí en
Internet y, ¿qué hice? Pues sacar toda la lista de asesinados por ETA. Se
conoce que tenía ganas de llorar. Volví a sollozar como una Magdalena cuando
me tocó leer el último de la lista, la fría reseña: “10 de Noviembre de 2004. El
dirigente de la Plataforma Hirutik Bien Alde, Jazinto Tapia Artola, muere
asesinado de un tiro en la nuca cuando paseaba por los acantilados de
Larrabasterra”. El último de toda esa interminable lista de cadáveres.
Confíemos en que, en efecto, lo sea. Eso es lo que estamos intentando con
nuestra huida.
Año 2004. Precisamente Jazinto, derrumbado con un tiro en la sién,
sentado mirando al mar en el banco de hormigón, donde tantas puestas de sol
contemplamos juntos agarrados de la mano.
185
Luego trasladé, con toda la paciencia del mundo, uno a uno, los datos de
los 851 asesinados a Excel. No incluí los 36 etarras muertos manipulando sus
propias bombas, no sé si muy justificadamente, por el hecho de que no fueran
asesinatos intencionados. Y me dediqué a sacar algunas estadísticas y gráficas
de los asesinados por ETA según años, según lugares y según profesiones. A
cada gráfica y a cada estadística que terminaba volvía a dejar muchas lágrimas
sobre la mesa. Recordé, siguiendo los años, las luchas de Jazinto en aquellos
tiempos, y también las mías. Volví a llorar cuando me centré en los 90, aquella
durísima época en la que se consiguió organizar una contestación de masas
frente al pronunciamiento y a la hegemonía de masas de la izquierda abertzale
en los momentos más esplendorosos de ésta, coincidentes con los más
sanguinarios de ETA. Evoqué, siguiendo los lugares, la deuda que hemos
contraído los vascos con los españoles, quienes apenas se han apartado del
guión democrático a pesar de que ETA ha exportado, en nombre nuestro, 324
asesinados fuera de Euskadi y de Navarra, el 27% del total. De nuevo lloré al
contrastar esta cifra con el “Vascos si, ETA no” con el que optaron por la
justicia en vez de por la venganza. Recibí como una bofetada el repaso del día
a día de los peores años, cuando un asesinato se sucedía a otro, casi
diariamente, cuando la violencia se banalizó hasta hacer de Euskadi una
especie de campo de entrenamiento de bombas sobre dianas humanas a cuyas
vidas nadie parecía conceder la más mínima significación y cuyos familiares
recibían no ya consuelo, sino la ignominia del silencio, del estigma y de la
humillación. Se me hizo un nudo en la garganta y un agujero en el estómago
cuando recordé a Jazinto y sus denodados esfuerzos por cambiar aquella
situación espeluznante. Recapitulé, siguiendo las profesiones, nuestra
insensibilidad para con todas las policías y militares que son los que han sufrido
la parte más importante de la barbarie etarra, pues casi el 60% de todas las
víctimas mortales llevaban uniforme. Y me pregunté por la dificultad de todos
los gobiernos para controlar el enorme odio que tamaña agresión y tan
pavoroso desagradecimiento social ha debido generar en todos los cuerpos de
seguridad. Talmente ha dado como la impresión de que la sociedad vasca
hubiera consentido, e incluso animado, su incomparecencia, protegida por un
escudo de policías perfectamente dispuestos para ser liquidados en primera
línea de tiro, a ser posible no hertzainas, cuyos nombres nunca reivindicaría y
cuya desolación habría de ser acrecentada con la más cruel indiferencia y
desafección. En tales circunstancias las políticas de control sobre los excesos
policiales han debido tropezar sistermáticamente con la respuesta espontánea
de estos: defenderse por cuenta propia ya que la sociedad vasca no movía un
dedo por ellos, sino todo lo contrario, huía de sus funerales como de la peste.
Resultados desiguales, por tanto, sobre los que queda mucho que mejorar, aún
hoy en día, dice todavía Amnistía Internacional. Resultados tanto peores cuanto
más abandonados por la sociedad se encontraban los responsables directos de
aplicar una represión policial que no fue respetuosa con los derechos humanos.
Pienso en los años 80, sobre todo. En los GAL, los Batallones Vasco Españoles y
los Amedo de turno, en los 23 asesinatos que produjeron, y en las sempiternas
torturas. No me sorprende tampoco, a estos efectos, el hecho de que la
Ertzaintza sea el cuerpo policial que menos desbarra en sus excesos contra
ETA. El indudable mérito del gobierno vasco hay que entenderlo también en
correspondencia con el abrigo que ha encontrado nuestra policía en la sociedad
vasca y con el mínimo porcentaje que representa la cifra de 13 ertzainas
asesinados por ETA, frente a los 510 uniformados (esos 13 ertzainas más los
212 guardias civiles, los 152 policías nacionales, los 25 policías municipales, los
106 militares y un único mosso d’esquadra). Me sorprendí, nunca había
186
controlado el dato, al constatar que más del 27% de los asesinados han sido
ciudadanos anónimos en cuanto a su profesión, 25 de ellos niños, no policías
de cualquier cuerpo, ni militares, ni empresarios, ni funcionarios de prisiones,
ni políticos, ni periodistas, ni confidentes, ni narcos, ni jueces, es decir, de
ninguna de las especies a las que ETA haya amenazado explícitamente en
alguna ocasión de su historia. No es que la vida de estos valga menos que la de
ningún ciudadano sin esos títulos profesionales, pero esa cifra tan alta deshace
la imagen de una ETA que selecciona con precisión escrupulosa a sus víctimas.
De eso nada. ETA se ha comportado como cualquier otra organización
terrorista, con un alto grado de indiscriminación cobarde.
¿Porqué me dio por ahí? ¿Por qué me dio por celebrar el alto el fuego con
ríos de lágrimas por las muertos asesinados? ¿Por qué me dio por llorar cuando
debería reir? ¿Es que yo también voy de víctima? No quisiera que asi fuera,
seria traicionar la memoria de Jazinto, que puso su vida para la última hazaña
asesina de ETA. Pero no lo pude evitar, necesité acordarme de ellas, antes de
permitirme el lujo de alegrarme, y pasé la tarde en una congoja incontenida
mientras rellenaba datos y datos de asesinados y asesinadas, tiros y bombas,
mientras sacaba gráficas y números de la necrofagia de ETA, entre sollozos y
maldiciones, maldita mil veces, mil veces maldita ETA. ¿Para qué tanto dolor?
¿Por qué has hecho sufrir tanto a tu pueblo? ¿Para qué nos has humillado?
¡Estúpida ETA!
187
8
Lima.
Marita.
Otsaila (1)
188
Lunes, 30 de enero de 2006
Lima
Lurdes y Pierre viajan hacia Lima. Lo hacen ellos debido a que el contacto en Lima es de
Pierre y a que este domina el castellano mucho mejor que Michel. La escala en Madrid del
vuelo París-Lima le produce un sentimiento encontrado a Lurdes. Aprendió durante muchos
años a odiar la capital española como la representación más acabada de la opresión política
sobre su pueblo, cuando sólo acudía a ella en autobuses fletados por la izquierda abertzale
con el objetivo definido de hacer notar el poder de convocatoria de este movimiento
político frente al edificio de la Audiencia Nacional, con ocasión de cualquiera de los juicios
a etarras. En la discusión interna sobre si la lucha de masas y los pronunciamientos
populares convenía llevarlos también a Madrid, siquiera de forma testimonial, según los
unos, u olvidarse por completo de ello, en coherencia con la ubicación ideológica de
Madrid en el “extranjero”, según los otros, Lurdes estaba siempre con los primeros. Esto le
exigía participar de cuanta movilización se planteara en Madrid. Había que deshacer el gran
malentendido español que suponía a ETA solamente como una fuerza militar, solía decir, y
sostenía que había que combatir contra la calificación de terrorista a la Organización con la
mejor demostración de todas: exteriorizar que las acciones violentas tienen un apoyo y una
determinación popular considerable. Y que convenía dar algún testimonio de ello también
en la capital.
Sea como sea, las tres semanas que pasó en Leganés con Miren, en su huída de Euskadi, le
hicieron comprender que su odiado Madrid era también, inexplicablemente, una ciudad de
acogida. Lo era, desde luego, para muchos vascos “traidores”. Tal vez una ciudad “más de
todos” que las de su propio país, llegó a verse pensando. Ahora sestea por los grandes
vestíbulos del aeropuerto de Barajas, haciendo tiempo después de hojear varios periódicos
españoles, entre los que no ha sido capaz de encontrar el Gara. “Estos españoles siguen tan
sectarios como siempre, olvidando mediáticamente, a conveniencia, una parte del sentir
vasco”, ha pensado. No han dicho nada a M.I. de este paso por el aeropuerto de Madrid, en
la seguridad de que éste les habría puesto el grito en el cielo, alegando que tal aeropuerto, y
más de embarque hacia Lima, es el lugar y la situación más desaconsejable de cara a
posibles encuentros fortuitos con vascos viajeros. Sonriéndose en su interior de las
paternales protecciones del policía, trata de encontrar en los periódicos indicios de lo que se
mueve entre bastidores sobre negociaciones entre ETA y el gobierno, para verificar su
sospecha de que la metedura de pata de Iñaki Tellaetxe se debe a que éste supone que ya no
corren peligro, pues ETA puede haber decidido ya, más o menos definitivamente, no matar.
Sin embargo, la prensa española está de lleno metida en el tema del Estatut catalán y Lurdes
puede olfatear el odio a todo lo catalán que destilan algunas crónicas que ha leído. “Es la
desagradable reciprocidad al odio a todo lo español que denotan tantos posicionamientos
nacionalistas catalanes y vascos”, da en pensar, como buena conocedora de los mismos.
“Odio con odio se paga”. Desde que escribieron a Iñaki Tellaetxe conminándole en los
términos más duros a que retirara sus nombres de cualquier clase de campaña, enviando la
misiva desde Bilbao por mano de Roseline, no ha dejado de pensar en la eventualidad de
189
que ETA, y, en particular, Txomin, su exmarido, hayan madurado hacia una tregua. Y,
aunque está lejos de sus esquemas entender que ETA haya pensado dejar definitivamente
las armas, la esperanza es lo último que se pierde. Por otra parte, no le parecieron
descaminadas las observaciones de M.I. sobre Txomin y su repentino paso al club de los
etarras palomas. No, no puede fiarse. Pero, más allá de sus criterios y sus prudencias, ella
no ha dejado de leer las informaciones que vienen de España, tratando siempre de descifrar
entre líneas las perspectivas de paz. Si, carajo, la esperanza es lo último que se pierde.
El viaje prosigue y tanto Pierre como Lurdes echan una buena siesta en la larga travesía
diagonal del Atlántico, favorecida por el hecho de que hoy han debido levantarse a las 4:30
de la madrugada para poder llegar a tiempo de facturar los equipajes en el Charles De
Gaulle. Cuando despiertan, físicamente desasosegados, la ventanilla del avión deja ver,
muy abajo, al Atlántico resplandeciente tropezar con el Nuevo Continente. Sólamente una
estrecha franja de arena blanca se interpone entre el océano y la selva amazónica. Desde
aquí hasta llegar a las estribaciones orientales de la Cordillera Blanca tras la que se esconde
la franja litoral peruana, les quedan todavía casi tres horas de sobrevuelo sobre la gran masa
verde del planeta. Lurdes recuerda una discusión que tuvo una vez con su amiga Miren a
cuenta de dicha selva. Una común amiga bilbaína les había contado en cierta ocasión sus
fantásticas experiencias en las profundidades de la jungla espesa y eso dio pie a que, más
tarde, Miren expresara su opinión de cuán poco apetecible le resultaba un tal largo viaje por
la selva inextricable. Ella, por el contrario, mostró su más viva fascinación por un
ecosistema que, además, resulta ser el pulmón de la Tierra y quien guarda la mayor riqueza
en diversidad biológica. Recuerda que su amiga, en cambio, tras reconocer cuanto de
beneficio ecológico pudiera representar y de alinearse con las tesis conservacionistas,
desbarataba sus supuestos valores turísticos. Hablaba de imperialismo verde, de un manto
impenetrable hasta para los rayos del sol, cuanto más para la vista humana, aseguraba que
sus sistemas ecológicos y paisajísticos preferidos eran aquellos aliados de la humanidad
porque permiten aumentar, o bien la densidad de vida humana, o bien la intensidad y la
amplitud del paisaje abarcado por la sensibilidad humana. Miren decía que la selva es
siempre igual a sí misma, tan excesivamente poderosa como para autoreproducirse cada
500 metros cuadrados, de modo que, vistos éstos, quedan prácticamente visitados, excepto
para los científicos naturalistas, la mayor parte de sus seis millones de kilómetros
cuadrados. Que no comprendía bien el interés, para un profano, de vagar por la selva más
de tres horas, a no ser por la experiencia de la enajenación en la masa verde. ¡Qué
exagerada!, pensó entonces. Pero ahora, sin dejar de mirar desde la altura del avión la gorda
piel verde imperturbablemente igual a sí misma a través de centenares y centenares de
kilómetros, tiene que reconocer la parte de verdad de aquellas consideraciones de su amiga.
Ahora bien, cuando ve aparecer, más allá de las pequeñas cintas de agua sucia, el
Amazonas tremebundo y sus enormes brazos batallando con la selva con las bellas armas
de los meandros y las curvas libres llenas de gracia y de diseño, se dice a sí misma: Tú,
Miren, deberías ver esta pujante combinación de agua y flora. Encontrarías, como yo, el
mismo encuentro grandioso. Pero enseguida se da cuenta de que ella mira desde las alturas
y que tiene, encima del espectáculo de la selva y del agua, el de un cielo ecuatorial
extraordinariamente luminoso abarrotado de nubes impetuosas. No duda de que su amiga le
haría ver que ese cielo no puede verse apenas desde el interior de la selva y que nada o muy
poco de lo que ahora admira desde el aire podría deleitarle desde el suelo.
De esta manera, continuando la discusión interior con su amiga, selva maravillosa contra
selva agobiante, llega el avión a los Andes. Ni Lurdes ni Pierre verán la Cordillera Blanca
190
cuando la sobrevuelan, oculta ahora por una capa impenetrable de meteoros acuosos que
apenas se verán despejados en la calima costera. Tampoco pueden ver desde el avión más
que un leve reflejo de la gran capital peruana, aunque consiguen divisar los perfiles de la
costa cuando se disponen a aterrizar en el aeropuerto Jorge Chávez entrando desde el
océano. Ya comienza a asomar la noche.
***
 Mi buen amigo Pierre, ¡qué gusto de verte!
Lurdes teme por la integridad de su compañero cuando observa la forma en que la criolla
grande y desmesurada que les espera a la salida de las formalidades aduaneras, agarra de
los hombros a su aparentemente enclenque Pierre y casi lo levanta para estamparle dos
grandes besos en cada mejilla. Las palabras han surgido de una voz potente, el cuerpo
exhibe curvas fastuosas, la cara sonrisas pletóricas y la motricidad amplios movimientos
que ensalzan los senos generosos y los fastuosos volúmenes.
 Lo mismo digo, Marita. Me complace mucho volver a verte tan espléndida como
siempre.
 Como siempre no, Pierre. Sólo unos 5 kilos más de espléndida que cuando
estuvimos juntos en París hace cinco años. Pero, ¿a que los llevo bien?
Ni corta ni perezosa, Marita realiza un requiebro con los brazos extendidos en exhibición de
sus pujanzas, provocando un ciclón en el aire.
 ¿Qué te parece?
Mientras Pierre responde cortésmente a la demanda de la coquetería de su amiga, Lurdes no
pierde detalle del magno cuerpo cuya contemplación le ha sido ofrecida, tal vez más a ella
que a él, según cree entender de la intensa mirada cómplice que recibe.
 Pero preséntame a tu guapa amiga. No sabía yo que tenías tan buen gusto.
Lurdes, en efecto, ya no es la mirada agriada, los labios apretados, el ceño fruncido, el pelo
hirsuto y el cuerpo escondido tras amplias prendas de colores agresivos, de sus tiempos
insurreccionales. La Lurdes actual ofrece ojos de mirada dulce, más amable que alegre, piel
blanca sonrosada, un punto de timidez cuando habla y otro de pudor cuando se mueve,
como si aún estuviera incómoda al no ocultar su indumentaria las generosas formas de
hembra adulta.
 Mi compañera Lurdes Onaindía. Mi amiga Marita Escobedo, de la que ya te he
hablado.
 Si, nos conocimos en unas jornadas maravillosas en París, a donde la UNESCO nos
llamó para explicar nuestra experiencia. Tienes una novia muy guapa, Pierre –
insiste Marita, convencida-. Y tú, Lurdes, tienes un novio encantador, muy
pundonoroso y muy organizado. Me atendió de maravilla. Gracias a él, que lo
191
arregló todo tan bien, pude conocer vuestra maravillosa ciudad. ¿Onaindía? Tú eres
vasca, ¿no? ¿Vascofrancesa? ¿No serás pariente de un tal Mikel Onaindía, no?
La exuberancia de la criolla no se para en sus abundantosas formas femeninas sino que se
continúa en su verborrea. Marita trabaja en el FPD, la Fundación para la Propiedad y la
Dignidad. Este raro nombre viene del objeto de su trabajo: lograr que las ingentes masas
peruanas y limeñas que malviven en la miseria de la economía informal, sumergida y
extralegal, salgan de ella consiguiendo la propiedad formal de sus infraviviendas y de sus
subnegocios. Una experiencia que tratan de exportar a una gran cantidad de países que
sufren el mismo problema.
 No, no le conozco.
 Es una persona excelente. Vino aquí a que le informáramos de nuestras actividades
y procedimientos, con objeto de trasplantarlos a Rwanda, donde trabaja con una
ONG vasca. Pero yo ya le dije que lo que una ONG extranjera puede hacer es muy
poco. La iniciativa debe partir de las fuerzas vivas del país, pues se trata de
modificar las leyes y aligerar las burocracias, además de facilitar las financiaciones.
 Has sido muy amable al venir a buscarnos al aeropuerto. No hacía falta que te
molestaras.
 ¿No me recogiste tú en el aeropuerto de París? ¿No te ocupaste de mí durante tres
días? No es molestia, Pierre, sino un gran placer. Mirad, ahí está mi coche. Supongo
que estaréis muy cansados. ¿Os llevo al hotel o preferís cenar antes un buen
ceviche?
 No, muchas gracias, Marita. Llevamos más de 21 horas desde que nos hemos
levantado en París. Llévanos directamente al hotel y mañana probaremos las
excelencias culinarias limeñas.
 Estoy para serviros, amigos. Lo comprendo, es un viaje muy largo.
 Si, además, hemos tenido que hacer una larga escala en Madrid. Gracias, Marita.
Eres un encanto.
Montan los tres en el Nissan Micra de la criolla, dentro de cuyas dimensiones la conductora
debe apretar sus abundancias. La noche se ha echado por completo sobre la ciudad. Marita
no para de hablar mientras recorren el pobre barrio de Callao, luego San Miguel, hasta
adentrarse en los lujos de San Isidro y, finalmente, en Miraflores, el corazón de la ciudad
moderna. Se alojan en un pequeño y moderno hotelito que Miren les encontró a un precio
módico. Marita les habla de los “chifas”, los restaurantes chinos de Lima, una ciudad con
un millón de pobladores de orígen asiático extremo oriental, aunque les ha prometido
llevarles a un buen restaurante en Miraflores donde tomarán un pescado más que excelente.
Marita hace bromas con la gastronomía y con los kilos, partidaria de la fórmula tres menos
dos, tres calorías por la boca menos dos calorías por la piel, en forma de sudor. Pregunta
por las costumbres culinarias de Lurdes y se felicita de lo bien que se lo van a pasar los tres
comiendo en Lima, “una buena capital gastronómica, lo comprobaréis vosotros mismos”.
Pierre le sigue la corriente riéndole las gracias, a lo que Lurdes acompaña con mucho gusto,
un poco alucinada y desbordada por la vitalidad, la alegría, la expresividad y la exuberancia
de la rolliza y gran criolla.
192
Martes, 31 de enero de 2006
Lima
 La gran tragedia de muchos países pobres es su economía informal. En Perú, a pesar
de que ha disminuido tras nuestros esfuerzos y las políticas para erradicarla de los
últimos tres presidentes, mantiene a una población superior a la de la economía
legal. Sólo que la mantiene en condiciones muy precarias e incluso infrahumanas.
Lo cierto es que hay una correspondencia bastante estrecha entre desarrollo y
economía extralegal. Cuanta más economía sumergida menos desarrollo.
 ¿No será al revés? ¿Cuanto menos desarrollo más economía informal?
 Sí, claro, pero también al derecho. Ese es el núcleo de nuestro mensaje.
Marita ha citado a sus amigos en las oficinas del FPD en la Avenida Comandante Espinar.
Su tono es ahora más profesional y serio. Pierre la ha puesto en antecedentes sobre
BlueCoo, vía correo electrónico, y no tiene prisa en volver sobre el tema. El objetivo del
viaje a Lima es doble. Por un lado se quiere integrar a la exuberante criolla como socia en
la empresa y, por otro, interesa la colaboración con el FPD al objeto de poner en marcha
una futura CC-EconomíaInformal, en la que Michel ha puesto ciertas esperanzas. El viaje a
Kinshasa y Lagos le convenció de la importancia de abordar este problema de la economía
extralegal que adquiere dimensiones colosales en los países en desarrollo.
 Bien, y ¿cómo se aborda eso? –pregunta Lurdes.
 Es complejo. Nosotros hemos decidido priorizar los derechos de propiedad, pues
nos parece la base en la que apoyar toda una batería de medidas adicionales que son
igualmente necesarias. Si no se tiene el título de propiedad de la vivienda o las
escrituras de las tierras y de los negocios, tampoco se sabe a ciencia cierta qué
propiedades son esas, no hay capital activo, no se pueden pedir créditos contra esos
activos ni se puede obligar a nadie a pagar las deudas bajo la amenaza de embargo
de bienes. Nadie puede estar seguro de lo que es suyo, no tiene sentido, por tanto,
ahorrar, ni tampoco trabajar para labrar un futuro a los hijos. Además, ante la falta
de seguridad, cada cual habrá de defender lo que cree que es suyo imponiendo sus
propias reglas. Es, a la escala informal, una economía de mercado donde impera la
ley del más fuerte, pero no la del económicamente más fuerte, sino la del más fuerte
a secas, aquél con más capacidad de amenaza violenta. De esa manera resulta
imposible cualquier proceso de acumulación de capital, que está en la base de la
excedencia reinvertida como motor del progreso. El capital, para producir sus
efectos, necesita ser legal.
A Lurdes le suena muy mal esa terminología tan capitalista. Aunque ya ha decidido dar un
margen de confianza, no puede evitar preguntar, con cierta sorna.
 Es decir, se trata de hacer propietarios y desarrollar un capitalismo popular, ¿no?
193
 Se trata de hacer propietarios, sí, pero no nos interesa en modo alguno engañar a
nadie haciéndole pensar que por ser propietario ya se transforma en un capitalista
hecho y derecho, sino en un ciudadano con derechos en el mercado capitalista que
tenemos, una vez evacuado de la zona de exclusión –contesta Marita-. Porque lo que
hay que entender muy bien es que el sector extralegal de la economía alimenta la
exclusión social.
 Por otra parte –continúa Pierre-, la magnitud de la economía informal está en
relación directa con la debilidad del estado o, incluso, con el fracaso del estado. No
sé sabe cuál es el huevo o cuál la gallina. Si hay mucha economía informal porque
el estado fracasa, o al revés, es el estado quien se debilita por el exceso de
extralegalidad. En este último sentido es obvio que el estado no recaudará lo
suficiente si de quien puede hacerlo es de una economía legal raquítica, a la que, por
otra parte, habrá de exprimir al máximo, impidiendo con ello su desarrollo. Y, si no
recauda, no podrá tampoco atender a las necesidades y a la seguridad humana de los
ciudadanos, ni tampoco podrá sostener las diversas administraciones de que consta.
Ahora bien, la penuria de recursos de estas administraciones las llevará a presioar
para que el estado del que dependen las licencie, o haga la vista gorda, para tomarse
la justicia por su mano, lo que consistirá en tratar de confiscar, si hablamos en fino,
o robar, en lenguaje coloquial, lo que necesitan para subsistir. Más todavía, robarán
para hacerse fuertes, para poder seguir robando, para hacerse fuertes, para poder
seguir robando, etc., en una cadena sin fin ajena a los programas estatales más o
menos democráticamente controlados. Es la historia repetida de la corrupción y las
satrapías de las diversas administraciones de los estados débiles.
Pierre se muestra beligerante sobre el tema, pasando por alto todas las prevenciones de
Lurdes, a quien preocupa que esa línea de trabajo no haga otra cosa que fomentar el mito
del capitalismo como fuente inagotable de progreso.
 Veo que a ti no hay que convencerte de nada, amigo Pierre –continúa Marita-.
Ahora bien, cada vez insistimos más en dos cosas: Una, la dificultad para establecer,
precisar y separar las propiedades que hay que legalizar; y dos, que no hay que
esperar que solamente con la titularidad legal de las propiedades se resuelvan las
miserias. Pero tampoco que otras medidas funcionen sin ella.
 ¿Qué medidas son esas? –pregunta Lurdes.
 Una legislación sobre la propiedad apropiada a cada contexto cultural, medidas
hacia la excelencia y la simplificación burocrática, mejoras en la eficiencia judicial,
reformas sobre las leyes de operaciones mercantiles, quiebras, etc.,
reestructuraciones de las normas del mercado financiero, etc..., todas ellas
cuestiones de máxima dificultad política. Pero tampoco ninguna de estas medidas,
ni aún cuando vayan en la dirección correcta, funcionarán si no se logra que los
ciudadanos salgan de la extralegalidad haciéndose con sus propiedades legales y
entrando, por tanto, no sólo en el juego del mercado, sino en el juego del mercado
capitalista, en el sentido de que es la legalidad la que transforma la propiedad en
capital.
 Michel dice que tal vez haya que desarrollar un concepto de propiedad no sólo
individual, frente a la pública, sino también clánica, si es que queremos hacerlo útil
en ciertas sociedades africanas y asiáticas –interviene Pierre.
 ¿Quién es ese Michel?
 Creo que le conociste en aquellas jornadas en París. Es nuestro jefe en BlueCoo.
194
 Pues sería bueno hablar con Michel, si es que tiene ideas al respecto. La dificultad
está en que el clan es una figura muy imprecisa, ligada a los linajes, pero también a
las ideografías religiosas y familiares. No hay dificultades imposibles si el clan se
define extensivamente, según la lista pormenorizada de todos sus miembros
individuales, pero la experiencia nos dice que, cuando eso se quiere precisar, resulta
tan o más difícil que si se pretende repartir las propiedades por individuos. A veces
es complicado.
***
Marita se despide de sus amigos hasta la tarde, para atender sus obligaciones profesionales,
dejando a Pierre y Lurdes a su libre albedrío. Estos se encaminan por la larguísima avenida
Arequipa hacia el downtown, el centro histórico abandonado a su suerte por la burguesía
limeña que decidió fabricarse su núcleo urbano en Miraflores, e instalarse en las
urbanizaciones modernas de San Isidro y Barranco. Una muestra típica del desapego y la
irresponsabilidad con la que suelen manifestarse las clases altas en relación a sus ciudades,
justificadas en razón de su propensión a separarse de las turbamultas de las clases medias y
bajas. Estas se despliegan en el downtown, así llaman en Lima al distrito Lima de Lima,
mientras que el grueso del ejército de los excluidos se aparta por Rimac, por Callao, por
Chorrillos, ..., y por los llamados “pueblos jóvenes”, esos interminables suburbios de la
gran conurbación que ya se apresta a alcanzar los 9 millones de personas. El calificativo de
“jóvenes” se aplica en razón de que estos exurbios acogen cada año decenas de millares de
nuevos limeños venidos de la presión demográfica, de la pobreza del altiplano y de las
grandes regiones deprimidas del Perú, un país, como todos los sudamericanos, de enormes
desigualdades. Pero su presencia, más que “vieja”, es antijoven y antediluviana,
inconmensurable plaga de chabolas de barro, ordenada en calles de barro, átona, monótona,
sucia y polvorienta, cenizas del fuego de la injusticia y de la miseria.
La avenida Arequipa que transitan hacia el centro, en cambio, es bulliciosa. Academias,
clínicas, boticas, agentes de seguridad por todas partes y comercios irregularmente
repartidos en los edificios desiguales de alturas y de calidades, flanquean la interminable
procesión de autobusitos de transporte público que la recorren, en los que el cobrador,
colgado de la puerta abierta, vocea el destino a los peatones cercanos. Llegan al Parque de
Lima, a los grandes museos y los edificios representativos al lado de los mercadillos
gigantescos. Al entrar en el cogollo del Lima que asume el nombre de Lima, se hacen
abundantes las tiendecitas y los almacenes de todas clases, organizadas por lo regular según
gremios, se concentran los restaurantes y eclosionan las zapaterías. Son las dos grandes
aficiones limeñas, comer y calzarse.
Llegan a la Plaza de San Martín, grande y bella, que compite con la de Armas para la
representatividad de la capital. Lurdes y Pierre han hecho ya apetito y se dirigen raudos
hacia el este, al encuentro del barrio chino y el mercado central. El chinatown limeño está
presidido por una puerta monumental que da entrada a esa peculiaridad tan abigarrada y
colorista del mundo oriental. Tienen infinitos chifas para elegir y, en cualquiera de ellos,
infinitas modalidades culinarias de arroz y de pollo para engullir. Se sacian barato y rico,
descansan de la larga caminata y vuelven hacia el oeste en busca de la gran atracción
limeña: su bellísima Plaza de Armas. Antes deberán sortear varias manifestaciones en las
cercanías del Parlamento, reivindicaciones diversas de colectivos muy particulares. El
magnífico rectángulo de la gran plaza colonial les produce una impresión imborrable. Su
195
solera se remonta al conquistador Pizarro y sus secuaces y por ella pasó lo mejor del rico
virreinato español. Aquí está el todo Lima y el todo Perú institucional: la catedral, el
palacio del gobierno, la municipalidad, el correo central, el hermosísimo palacio del
arzobispo. Dos lados de la plaza están embellecidos por soportales espléndidos, fastuosos
balcones-galería esculpidos en madera y bellas cornisas barrocas, que, junto a los palacios
de los restantes lados, dan a la plaza una impronta colonial soberbia. El parque central tiene
sus estanques, sus fuentes, sus flores, sus turistas deambulando y sus buscavidas pululando,
pero tiene sobre todo sus grandes palmeras para componer con el cielo y el fondo de los
palacios ese milagro de las plazas coloniales latinoamericanas.
Lurdes y Pierre van de aquí para allá por la gran plaza y por sus entornos, bebiendo el
sabroso centro ciudadano y paladeando el meollo histórico decadente y vivo, plagado de
grandes mansiones, iglesias, conventos, representativos servicios institucionales, numerosas
edificaciones que algún día fueron bellas y hoy se muestran marchitas. Hay mucho que
arreglar y restaurar, pero no lo conseguirán ni las clases medias que abarrotan las calles, ni
todos los esfuerzos de las administraciones, en caso de que los ciudadanos con recursos
para mantenerlos, los ricos irresponsables, sigan huyendo hacia Miraflores y San Isidro.
Lurdes y Pierre se acercan hasta el Puente de Piedra que, tras el palacio del gobierno,
separa a Lima-downtown de la pobreza de Rimac, hacen una breve incursión por lo que
todos tildan de tan pobres como peligrosos barrios y vuelven sanos y salvos a disfrutar de la
belleza y de la vida, allá a donde todos volvemos inexorablemente. Descansan un rato en
las terrazas de los cantones que dan a la plaza, a la espera de tomar un taxi que les devuelva
a Miraflores, donde se han citado de nuevo con Marita, en el mismo Óvalo de Miraflores.
***
 Hola, mis amigos. ¿Qué les ha parecido mi hermosa ciudad?
 Tú lo has dicho, Marita, muy hermosa –replica Lurdes.
 Lo es, lo es. ¿Qué prefieren Uds., que nos sentemos en una terraza o que paseemos
por esta animación antes de ir a cenar?
En efecto, el Óvalo Miraflores, el Parque Central y las avenidas y pasajes que llegan a ellos
están intensamente ocupados por una población variopinta en lo racial y de un nivel
económico que contrasta con el que han visto en el downtown. Se nota porque aquí impera
el glamour, las mujeres guapas y los jóvenes bien alimentados. Lucir el palmito es casi una
obligación. Es ya de noche y los tres se dejan embaucar por las luces, el ruido y la
temperatura humana y climática sumamente placentera. Aire tan fresco como ardiente, tan
perfumado como cálido. Ambiente saturado de energía, de humanidad y de bienestar.
 Paseemos un rato más, aunque estamos ya cansados –advierte Lurdes.
Las terrazas están abarrotadas. En las márgenes de las avenidas y en ambos lados de los
pasajes se alinean los restaurantes, las discotecas y los puticlubs, sin solución de
continuidad. Los voceadores de excelencias gastronómicas y de las maravillas de los
espectáculos compiten con las prostitutas por hacerse notar entre la clientela. Estas últimas
se ofrecen al lado de la señora elegante y de la familia con niños. El ruido tiene un aroma
alegre. Lurdes no sabe si rechazar o aceptar el raro placer que encuentra al perseguir con
sus oídos las conversaciones en castellano. Las preferiría en euskera, la música en la que
196
bailan sus sueños, pero no le duele la fonética como le dolía en sus épocas de abertzale
acérrima en su tierra. Ya no está poseída por el odio.
En el Parque Central hay algunos espectáculos callejeros que se producen en unos
equipamientos ciudadanos bien útiles: pequeñas placitas de toros escavadas en la superficie
de la plaza, ideales para que todos los espectadores puedan disfrutar de la función, sentados
o de pié en sus gradas. Se entretienen con algunos de ellos antes de dirigirse al restaurante
que Marita ha seleccionado a petición de Pierre, “un buen mesón de cocina criolla”, en las
inmediaciones.
Los tres han pedido ceviche de marisco para empezar y compartirán los tiraditos de corvina,
el ají de gallina y el lomo saltado. Lo típico y estupendo. Un delicioso “pisco sour” para
avivar el apetito mientras esperan sentados en la mesa y vino peruano. Llaman mazamorra
al postre de arroz con leche con que rellenan los últimos huecos del estómago. Cuando
Pierre y Lurdes dan síntomas de llenazo, Marita aún engulle como si del primer plato se
tratara.
 Mañana tendré que hacer una hora más de gimnasio –se lamenta.
Pierre es el encargado de repetir por hablado la información sobre BlueCoo que por escrito
envió a su amiga con antelación. Eso le da oportunidad para ser más expresivo cuando
comenta los grandes avances recorridos en tan poco tiempo.
 Eres la primera persona con la que hablamos en el continente americano –incide
Lurdes con halago, estimulada por el alcohol y la buena comida- En tus manos nos
encomendamos.
 Intentaré no defraudar a tan grandes amigos y tan bellas amigas –responde Marita
con una sonrisa deslumbrante, mirando fijamente a los ojos de Lurdes, después de
repasar sin recato los senos, el cuello y la cara.
 Bien, aún no nos has dado tu opinión sobre nuestro proyecto, que, como ves, ya
tiene visos de realidad –fuerza Pierre, intentando cortar el descarado asedio sexual a
su novia por parte de la gran criolla.
 Está muy bien, está muy bien, Pierre, es una gran idea –responde esta, como
queriéndose quitar de encima el tema, ante la exasperación de Pierre y mientras
Lurdes no deja de sentir el halago de la mirada.
Luego, recomponiendo la compostura, añade:
 Perdona, Pierre, me resulta difícil concentrarme en cuestiones de trabajo fuera de
horario y, más aún, tras una buena cena. Si, BlueCoo es una buena idea, pero, ¿qué
queréis de mí?
 Queremos tu opinión y tu ayuda para iniciar la andadura en Sudamérica. Y, a partir
de ahí, tal vez mucho más.
 Mi opinión sobre BlueCoo es excelente, pero mi opinión sobre las posibilidades de
hacer andar BlueCoo en Sudamérica con esos planteamientos cooperativistas e
igualitaristas es completamente negativa. Aquí nadie se mete en una empresa sino es
para recibir un salario sin otras responsabilidades que su trabajo, o para intentar
forrarse a beneficios con su inversión, los que tienen capital y aspiran a vivir de él.
Las dos cosas juntas no convencen a nadie.
197
 Cuando dices “nadie”, ¿te incluyes tú también?
 No necesariamente.
 Pues en la desigual Sudamérica es donde más conveniente veo yo incidir con
planteamientos cooperativos.
 No digo que no. Sólo respondo a la opinión que me habéis pedido.
 Ya te dije, de todas formas, que no se trata de una cooperativa estricta de un socio
trabajador un voto, sino de un sistema ponderado donde el voto tiene dos
componentes: uno como trabajador y otro como inversor.
 Si pero las inversiones vienen limitadas por unos rangos estrechos y los beneficios
vienen obligados e reinvertirse en la empresa en una enorme proporción.
 En la nueva propuesta que sancionamos apenas hace una semana, esos rangos no
son tan estrechos: 1 a 6 dentro de cada país y 1 a 24 en el conjunto mundial. Y esos
mismos recorridos son los que definen la escala de los salarios. Eso da un margen
de flexibilidad suficiente, creo yo, e impide los abusos extra tanto del capital como
de las gerencias.
 Eso, querido Pierre, es un handicap tremendo cuando de competir se trate. ¿O creéis
que no habréis de competir? Sólo hay dos posibilidades: O bien la idea de BlueCoo
no vale y entonces no hay asunto porque ya se deshará el proyecto como un
azucarillo, o la idea es buena y saldrán competidores a diestro y siniestro que os
comerán el terreno con rapidez.
 Eso es una conjetura. Nosotros tendremos la ventaja de nuestro sentido corporativo
tanto más integrador cuanto más cooperativo y democrático. En todo caso no hay
que descontar los efectos de tu suposición antes de que se produzcan. La toalla hay
que tirarla, en todo caso, cuando estás vencido, no antes.
 No, no, querido Pierre, la toalla hay que tirarla antes de estar vencido. Una vez en el
suelo de nada sirve hacerlo.
 Eso es renunciar antes de intentar nada.
 Bueno, basta de figuras de boxeo que no nos llevan a ningún sitio –corta LurdesPierre me dijo que tu trabajo profesional en el FPD se había convertido ya en muy
repetitivo y que no tenías posibilidad alguna de promoción en esa fundación.
¿Podría interesarte embarcarte en un nuevo trabajo?
 Así me gustan las mujeres. Directo y al grano – Marita vuelve la cabeza y abre una
mirada complacida en dirección a Lurdes-. Te responderé de la misma manera: Si,
pero de forma provisional y si llegamos a un acuerdo en cuanto condiciones de
trabajo, salarios y aportación de capital, se sobreentiende.
 ¿De forma provisional?
 Si. No os extrañará, después de las opiniones que os he transmitido, que tenga serias
dudas sobre la viabilidad de una empresa así, incluso aunque la idea sea buena,
como lo estimo.
 De acuerdo, pero ten en cuenta que tu inversión no es reembolsable más que si tu
participación te la compran otros socios.
 Lo comprendo, lo comprendo. ¿Véis? En estas condiciones, ¿quien creéis que va a
invertir en la empresa? Sólo alguna loca como yo.
 Nosotros, nosotros invertimos en esas condiciones, Marita. Y no estamos locos. Al
revés, estamos muy cuerdos. Hacemos aquello que deseamos, no aquello que el
mercado de capitales nos plantea como lo más ortodoxo.
198
Marita, Pierre y Lurdes proseguirán discutiendo largo rato, añadiendo dulces a los cafés y a
los varios pisco sour con que alargarán la velada de trabajo. Marita, a quien ni el alcohol ni
las calorías parecen aturdir lo más mínimo, va a conseguir un buen sueldo y una buena
ayuda del capital de reserva para montar la infraestructura en Lima, a cambio de pringarse
ella también “con una cantidad que es una fortuna para mí. Casi todos mis ahorros, en
realidad”. “Me dedico a disfrutar de la vida y en cuanto tengo unos ingresos no tardo en
gastarlos”, se justifica. “Es bien probable que lo perdáis todo porque no encontrareís otra
pánfila como yo que os siga la corriente en otras ciudades”, advertirá, tras estimar los
gastos previsibles en el semestre siguiente. “Que lo perdamos todo”, corrige Lurdes, “tú
también lo perderás. Así que tendrás que emplearte a fondo para evitarlo”. Programan
sendos viajes inmediatos a Buenos Aires y Sao Paulo. “Tenemos que estar el día 6 en
París”. “Si hay dinero para los vuelos y los hoteles no hay problema. Tenemos tiempo hasta
el domingo”. “Contrataremos vuelo a Buenos Aires, luego de Buenos Aires a Sao Paulo y
el domingo 5 vosotros tomáis vuelo a Madrid y yo me vuelvo aquí”. Marita es partidaria de
que sea Brasil, la potencia económica sudamericana, quien tome la iniciativa. No se olvida
por eso de Chile “que es el gran inversor en Perú”. Pero precisamente la semana que viene
recibe la visita de un colega de Santiago, un tal Luis Valdivielso, que les visitará por otros
asuntos profesionales y, “si confiáis en mi, pienso investigar su posible interés por
BlueCoo”. Sobre la idea de abrir una ComCon centrada en el tema de la Economía
Extralegal, en la que las estructuras de la FPD en diversos países pudieran servir de
plataforma, propone una reunión formal con el presidente de la fundación, una persona muy
ocupada a la que no ve fácil convencer siquiera para tener esa reunión. Pide tiempo al
tiempo. En todo caso, “en la FPD no se hace nada sin el permiso del gran chef”.
Ya con la conversación resuelta en complicidades, pisco soures mediante, Marita agarra de
la mano a Lurdes para llevársela a las toilettes, antes de dar por terminada la reunión.
199
Miércoles, 1 de febrero de 2006
Lima
La mañana la han ocupado Lurdes y Pierre en visitar, tras un paseo por lo más granado de
San Isidro, el Museo Nacional de Antropología y Arqueología, que ha constituído una gran
sorpresa para Lurdes. Ella sólo había oído hablar de la civilización incaica y para nada de
todas las anteriores. Ha quedado impresionada por la calidad artística de estas culturas
antiquísimas. Nada que ver con las culturas mayas y aztecas que ella conoce del viaje a
Guatemala y México que realizó hace bastantes años con su ex. Aquellas se remontaban
sólo a siglos no muy anteriores a la invasión española, mientras que estas preincaicas se
remontan milenios y logran un nivel espléndido. Ahora entiende mejor que el llamado
Nuevo Mundo fue también un Viejo Mundo, al menos en Sudamérica, y que, por tanto, es
justo hablar de “Encuentro de dos mundos” antes que de “Descubrimiento”.
Tras comer estupendamente y a buen precio en un buen local abarrotado de las
inmediaciones del museo, bajan en taxi al Óvalo Miraflores, pues tienen que ingresar en la
Visa de Marita el coste de todo lo que ha contratado por Internet. “En la oficina del BBVABanco Continental de la Avenida Pardo, por favor, la tenéis abierta hasta las 6. Hacerlo
ahorita mismo, si no queréis quedaros sin representante en América por desfalco de vuestra
humilde servidora”, ha pedido en llamada de socorro desde el móvil. Ha explicado que ha
comprado pasaje de Lima a Sao Paulo para mañana muy temprano, para el vuelo de Sao
Paulo a Buenos Aires el viernes 3, y para los vuelos de Buenos Aires a París y el de ella de
vuelta a Lima, para el domingo 5. “He montado el itinerario al revés, porque,
incomprensiblemente, salía más barato. En vez de ir primero a Buenos Aires y luego a Sao
Paulo, lo haremos al revés. Al final, teniendo que volver vosotros a París el día 5, es más
largo, pero con los aviones funciona más la oferta y la demanda que los kilómetros, por lo
que veo”. Todo ello, junto a los hoteles, asciende a la “módica cantidad de 4.616 euros, en
vuestra moneda te lo digo para que lo comprendas bien”, ha pronunciado con parsimonia
Marita, deletreando la cifra con fruición. “Puesta a arruinaros, lo voy a hacer cuanto antes”,
ha bromeado. “Eso si, vamos a entrevistar a dos personas que considero inmejorables para
vuestro proyecto”. ¿Nuestro o tuyo también?”, le ha preguntado Pierre. “Mío será dentro de
uno o dos meses, si es que antes no consigo hundiros”.
Tras hacer la gestión en la oficina susodicha Lurdes y Pierre se disponen a dar un buen
paseo por la cornisa litoral. Toman un taxi al Parque la Pera del Mar, desde donde deciden
comenzar, sin darse cuenta de que deberán, tras un primer tramo por la cornisa, salvar un
barranco por la avenida del Ejército. Les resulta magnífico el paseo litoral, elevado sobre el
gran arco enmarcado por la Isla de San Lorenzo y la Punta de Callao, al noroeste, y el
Morro Solar de Chorrillos, al sur. Tras la vuelta al litoral, una vez sobrepasada la
hondonada con la que no habían contado, ya no dejarán en ningún momento los hermosos
parques, los paseos y los belvederes dibujados en las cornisas de los acantilados frente al
océano. Debajo, unos 80 metros más abajo, se extiende la sucesión de playas de arenas
oscuras y las aguas pardas del Pacífico, por las que cabalgan los surfistas bajo el manto gris
200
de la garúa. El urbanismo y la edificación se hacen de buen nivel en el frente marino de San
Isidro y de Miraflores. Buenas casas, espléndidos jardines, clubes elegantes, hotelazos y
miradores a lo largo de varios kilómetros. Se sientan a descansar, mirando al mar y a las
parejas de enamorados que se inclinan sobre las barandas de mosaicos de cerámicas
multicolores al pié de los taludes, abrazadas para otear de tal manera el horizonte. Están en
el Parque del Amor, presidido por una gigantesca escultura en cuya gran peana plana
retozan dos corpulentos enamorados en piedra, tumbados, entregados al placer del abrazo y
los besos.
 Pierre, tenemos que volver a Perú para visitar Cuzco y el Machu Pichu, el altiplano
y el lago Titicaca, Nazca y sus líneas, el desierto costero y las Islas Ballestas,
Huaraz y la cordillera Blanca, Arequipa y Trujillo, ...
 Mucho quieres ver tú. Menos mal, que te has olvidado de Iquitos y el Amazonas.
 Es que me está cautivando esta ciudad. Volveremos, verdad, mi amor.
 Volveremos.
La petición y la actitud melosa de Lurdes han pillado descolocado a Pierre, que piensa más
bien en la conversación telefónica con Marita, en la cita de mañana para tomar el avión a
Sao Paulo que sale al mediodía, así como en las próximas gestiones en la metrópoli
brasileña y en Buenos Aires. No está seguro de haber hecho bien depositando tanta
confianza en Marita, una mujer positivamente tomada por Epicúreo, que reconoce no estar
de acuerdo con la filosofía empresarial de BlueCoo. Recuerda ahora las tensiones de la
anteúltima Junta Rectora y sospecha que la entrada de Marita y el equipo que con ella
venga, puede aumentarlas. En estas divaga su pensamiento cuando Lurdes, acurrucada bajo
su brazo y con la cabeza apoyada en su hombro, le susurra:
 Te has dado cuenta de que le gusto a Marita, ¿verdad?
 Imposible no hacerlo. Te come con los ojos sin ningún recato.
 A mí también me gusta, Pierre.
Lurdes piensa ahora en la palpitación que le turbó ayer, cuando al levantar la vista sobre el
espejo de las toilettes del restaurante donde cenaron, luego de lavarse las manos, encontró
sobre su cara reflejada en el cristal la lozana faz de la criolla, labios carnosos y rubor en las
mejillas, cuya incisiva mirada permanecía clavada en ella. No es capaz de cuantificar el
largo momento en que ambas permanecieron en un intenso silencio, al que siguió una
resuelta sonrisa radiante de aquella cara que no dejaba de mirarla, y, sin interrupción, el
movimiento de la cerviz a cámara lenta, sin soltar el lazo de sus miradas atadas a través del
espejo, hasta acabar en un beso profundo en su cuello sensible. Tras ese acto, Marita volvió
a levantar la cabeza, comenzó a separarse sin dejar de mirarla y pronunció despacio un
“Eres adorable”, como si estuviera deletreando su beso con las palabras.
 Es muy hermosa, aunque excesivamente grande para mi gusto.
Para Lurdes la magnitud física de Marita no entorpece la voluptuosidad de sus formas
pujantes. Al revés, encuentra en ellas toda la gravidez de la maternidad y una promesa
erótica de deleites sensuales. Por otra parte es ya una nueva persona en su historia, una
segunda que se une a la primera de Pierre, que ha encontrado adorable su cuerpo. Ella, que
siempre se avergonzó de sus formas excesivas, ella, que odió desnudarse, ofrecer sus kilos
de más a los ojos de nadie, ella, que siempre ocultó sus carnes porque nadie nunca quiso
201
sentirse atraído por ellas, se ve de pronto con una capacidad de la que siempre desconfió. A
sus 43 años. Es cierto que ahora viste de otra forma, que hace gimnasia regularmente y que
cuida su aspecto. Todo empezó cuando ese policía que ahora llaman M.I. le conminó a
disfrazar su cuerpo en vez de ocultarlo, mediante el cambio de su personalidad: el hombre
que le propuso transformarse en una mujer sexy. En adelante debería exhibir su libido,
soltarla por los aires al caminar. Ha meditado lo extraño que resulta que bastara que alguien
se lo pidiera, sólo por una vez en su vida, para que ella decidiera hacer realidad aquello que
siempre había deseado, aunque nunca lo supo a ciencia cierta. Desde entonces no sólo sabe
que gusta a más de uno y de una, sino que gusta del erotismo y del navío hacia el
archipiélago de los placeres sensuales en el que debería haberse embarcado mucho antes en
su vida.
 Tan grande como voluptuosa –contesta Lurdes.
***
Pierre duerme plácidamente recostado en la gran cama cuando Lurdes se despierta húmeda
y acalorada. Si, ha sido un sueño erótico que ahora no recuerda con precisión. Sólo que oía
ruidos escandalosos de un hombre y una mujer. Ahora le viene a la cabeza la fantasía de
que el hombre podría ser Pierre y la mujer Marita. Pero es imposible, Pierre no es tan
ruidoso. Por el contrario, una de las cosas que más aprecia de su amante es que su arrebato
sexual es un murmullo sordo, suave y mantenido, con los ojos muy abiertos clavados en
ella. Eso le gusta casi tanto como la música del ronroneo que sigue traspasando sus vísceras
una vez que se derrumba sobre su pecho. Ese zumbido rítmico interminable es como una
acción de gracias que su amante le dedica. Nadie como Pierre había agradecido a su cuerpo
con tanta persistencia todo el placer que puede dar. Pero ahora prefiere considerar la
eventualidad de combinar, cambiando la estrategia del sueño, la suavidad de la cadencia
musical de Pierre con el que imagina como enérgica sinfonía frenética de Marita. Oye en su
interior el contrapunto de las dos músicas mientras su imaginación trabaja las embestidas
de los cuerpos. Se pega a la espalda de Pierre a la vez que con los brazos rodea y acaricia su
pecho. Pierre tiene un sueño profundo, casi como un niño, y no parece despertar. Aprieta su
pelvis a la dureza del coxis del cuerpo dormido. Luego suelta el brazo y se acaricia las
nalgas mientras la armonía musical de los ritmos sigue in crescendo. Se sorprende de sus
humedades profundas cuando introduce sus dedos, cuando los agita, cuando los hace girar a
ritmo endiablado en el momento en que ya no es posible la vuelta atrás.
 ¿No duermes, amor? –pregunta entre sueños inocentes la voz ronca de Pierre.
 No me dejais ni tú ni Marita, amor mío.
202
Jueves, 2 de febrero de 2006
Sao Paulo
El avión fue rápido de Lima a Sao Paulo, pero las conversaciones con Evaristo Acevedo,
una de las dos personas “inmejorables” para el proyecto, según Marita, han de ir para largo,
en caso de sigan adelante. Pierre se ha visto un poco decepcionado. Él, como experto en
TICs, había puesto muchas esperanzas en esta persona, ya que conocía de referencias los
exitosos desarrollos brasileños de escuelas de informática en las favelas paupérrimas y
conflictivas, en cuyo proyecto trabaja como gestor el entrevistado. El sistema consiste en
una gran organización que se ocupa del acopio y reciclaje de equipos informáticos
obsoletos, otra de formación de monitores y de desarrollo de unos contenidos de enseñanza
sencillos, con una presencia sintomática de lo social, y termina en el desarrollo de unas
formas de cooperación con entidades locales, ONGs, parroquias, cooperativas e
instituciones públicas, en los barrios, para abrir en ellos escuelas específicas que vayan
disminuyendo la “brecha digital”. Marita les había dicho que Evaristo era una persona
inquieta y emprendedora, un poco cansada de repetir el mismo esquema en Brasil, que lo
veía maduro para embarcarse en una nueva aventura y, desde luego, la persona ideal para
llevar adelante una Confluence cuyo objeto fuera colaborar en el terreno de las TICs, una
CC-Formación, tal vez ligada, o con divisiones conjuntas, con la CCInformaciónComunicación que gustaría de dirigir él mismo.
Sin embargo, Evaristo se mostró en todo momento reticente con BlueCoo, así como con
cualquier empresa con vocación global. Expuso la tesis de que, contrariamente a la creencia
general de que la globalización acelera el progreso, lo retrasa, al agostar las iniciativas
locales y regionales. Eso aparte, dijo que creería en la globalización cuando fuera completa
y estructurada, es decir, afectara no sólo a la economía, sino también a la política y a la
ética. “Mientras tanto es más una rémora que un acicate, cuando no una fuente fabulosa de
distorsiones”. A Pierre no le cuadraban bien este tipo de expresiones con la persona que las
emitía. Le sorprendía que alguien que trataba de exportar su modelo por el mundo y que no
hacía sino presumir de los logros económicos de las empresas que gestionaba, como “la
mejor demostración de que los objetivos sociales no están reñidos con la economía”, se
opusiera a BlueCoo, que también presumía de ofrecer ya buenas perspectivas económicas
simultáneas a sus planteamientos seriamente dictados desde ideas de igualdad y de
cooperación. Esto daba respuesta, según Pierre, desde el nivel micro, a la petición de una
globalización más completa. En conclusión, le sorprendía que rechazara un proyecto en el
que su mentalidad, tan emprendedora como idealista, debería tener un acomodo perfecto.
Sospechaba que el rechazo fundado en no se qué globalización-rémora, no era coherente
con la personalidad general de Evaristo.
Fueron Lurdes y Marita las que le abrieron los ojos más tarde. “Tu error ha sido no
ofrecerle la dirección de BlueCoo en Sudamérica y aún en América al completo”.
Opinaban, Marita con conocimiento de causa y Lurdes porque así lo barruntaba, que se
trataba de un hombre muy ambicioso, de poder más que de dinero. “No le gusta trabajar a
203
las órdenes de nadie. Son conocidos sus encontronazos con sus jefes y con sus iguales. Por
eso pensaba yo que podía mirar con buenos ojos dirigir una BlueCoo-Sudamérica, sólo con
un control lejano en la distancia de los europeos”, decía Marita. “No es bueno ofrecer la
máxima responsabilidad al que la exige, sino al que la conquista”, contestó Pierre. De todas
maneras quedaron en que tal vez el propio Michel debería hacer algún nuevo intento.
Estaban seguros, además, de que su jefe no se conformaría con un “no” de Acevedo, una
vez que le contaran las grandes posibilidades del personaje en el campo de la formación y
de las TICs.
El hotel de Sao Paulo es un moderno edificio de 24 pisos. Las habitaciones contiguas de
Marita, por un lado, y de Pierre y Lurdes, por el otro, están en el piso 20 y, desde su
pequeña terraza, Lurdes no puede distinguir en la lejanía las terroríficas extensiones de
barrios pobres y favelas miserables que divisaron ayer desde el avión al aproximarse al
aeropuerto y que le produjeron esa angustiosa impresión de que el ser humano es
absolutamente incapaz de hacer frente a los problemas y las injusticias colosales que él
mismo crea. Se lo impide la contaminación que borra lo más alejado del gran valle con
suaves colinas donde se asienta la gran megalópolis. Sin embargo, el paisaje que se ve es
también espeluznante. La eclosión de altos edificios le parece que adopta la misma forma
que la selva amazónica: un interminable asentamiento abusivo y despótico, desorganizado y
opresivo, de altas construcciones, colonizadas por un maremagnum de edificios más bajos y
humildes, de forma semejante a como las diversas capas vegetales se despliegan en altura
en la la flora selvática.
Lurdes no puede evitar sentirse presa de un doble sentimiento de fealdad y de violencia
visual que, juntas, le producen más angustia que placer. Estoy convencida, piensa, de que a
Miren le encantaría la energía y vitalidad que respira esta ciudad efervescente, a pesar de
que le agobien esas mismas categorías cuando las aplica a la selva. A mi, todo lo contrario:
la selva amazónica, sí; pero esta selva de Sao Paulo, no. Mi espíritu requiere, por lo que ve,
de algún cierto orden superior que informe este caos tormentoso. Porque eso es lo que
parece, un completo desbarajuste, una ciudad enmarañada, como atormentada y perturbada.
“¿Esta ha de ser la capital económica de Sudamérica?”, pregunta a Marita, que observa la
ciudad, apoyada como ella en la baranda de la terraza contigua.
 Esta es, junto con Río de Janeiro, que está ahí al lado a 400 kilómetros, la capital
económica de Sudamérica, con permiso de Buenos Aires, de Santiago, de Caracas y
de Lima. El problema es que no ejerce.
“Menos mal que no lo hace”, piensa Lurdes.
204
Viernes, 3 de febrero de 2006
Buenos Aires
En los anales de la historia de Lurdes la ciudad de Buenos Aires siempre estará asociada al
placer y a Marita. El comienzo del acontecimiento prodigioso del amor y del sexo es la
soleada tarde con que les recibe la metrópoli porteña. El primer encuentro con ella es ya un
regalo de bienestar, una cordial y excitante mezcla de luz y de aire, en la que el desahogo
de los cuerpos eleva los espíritus. Diana de Lizarralde, la otra pieza “inmejorable” que
propone la criolla para el puzzle de BlueCoo en Sudamérica, no podrá estar con ellos hasta
mañana. De modo que, tras dejar el equipaje en el moderno hotel de tres estrellas que
Marita reservó en la zona financiera, barrio de Retiro, cerca de donde se levantan los más
modernos rascacielos, el normando, la vasca y la limeña salen con prisa en las piernas para
aprovechar el resto de la tarde libre con la sana intención de comerse la ciudad. Marita hace
de guía y les lleva de la Plaza de San Martín hacia la grandiosa avenida 9 de julio, teatro
Colón, Palacio de Justicia, ruta de librerías, ruta de teatros y ruta de cines en torno a
Corrientes, a punto de explotar un viernes a la tarde. Un “excelente nivel de ciudad”, a
juicio de Pierre. Se acercan a la plaza del Congreso y vuelven por la avenida de Mayo a
atravesar de nuevo la “avenida más ancha del mundo”, como rezan algunas guías turísticas.
 La última vez que estuve aquí fue en el año 2001 y esto parecía un funeral. Una
tristeza oscura embargaba a la ciudad, que estaba entonces bajo un espeso nubarrón
económico y social del que no sabía cómo despegarse. Tengo la imagen de familias
enteras en paro, padre, madre y tres hijos, algunas de ellas con una sorprendente
“buena pinta”, que habrían podido pasar por ciudadanos satisfechos en otras
circunstancias en cualquier otra ciudad del mundo, que yacían sobre cartones
pidiendo limosna en las esquinas de las calles más céntricas. Ahora, en cambio, no
creo lo que veo. Esta es otra ciudad.
 Son los milagros de la economía. Argentina, una vez que salió de su colapso
económico, lo está haciendo como un cohete desde hace 4 años –el Pierre que emula
a Michel.
 El nubarrón se está despejando, el sol se cuela hasta el asfalto. ¿No notáis como un
latido de euforia? Me encanta esta alegría de la gente. Será que acaban de cobrar la
paga... En Lima se notan mucho los comienzos de mes.
 A quien te veo eufórica es a ti, Marita. Es a ti a quien da gusto verte.
 Lo estoy, amiga, lo estoy a tu lado, créeme.
Pierre mira a las dos mujeres que se han agarrado de la mano y mirado de frente,
reconociéndose los halagos.
 ¿Hay una mano para mí? –pregunta humilde el hombre.
 La mía siempre es tuya, Pierre.
 Tampoco te ha de faltar esta otra.
205
Tras el ofrecimiento de la carnosa extremidad de Marita, han cerrado el círculo en los
jardines centrales de la alameda. Los levantan celebrando el momento y brindan por el
encuentro con la mirada puesta en el Obelisco, 500 metros al norte.
Siguen hacia la Plaza de Mayo. Las cafeterías y los bares están llenos, pronto lo estarán los
restaurantes. Deambulan por las calles comerciales abarrotadas de gente, zizzaguean
siguiendo la corriente de la muchedumbre, curiosean escaparates. Se dejan llevar después
por la llamada de los grandes edificios clásicos, tanto como por los patios y callejones de
Monserrat, hasta desembocar en la zona sur de Puerto Madero, en busca de espacio y
descanso de tanto bullicio ciudadano, ya vencido el día. Lurdes queda impresionada por la
moderna urbanización, tinglados portuarios renovados al lado de hermosos paseos,
recuperados para fines hosteleros y lúdicos, en este lado occidental del canal, puentes
esbeltos y arriesgados que lo cruzan y flamantes y espectaculares edificios residenciales en
el lado oriental. “Esto es una hermosura”, asegura, antes de conseguir una mesa para cenar
en uno de los enormes asadores de la zona que rezuman éxito. “Hoy invito yo”, ha dicho
Marita.
A ésta le gusta más el pescado, pero no desdeña la carne. Sugerirá brochette de provoleta de
cabra, mollejas y empanadillas para entrar en canción, y bifé de chorizo, asado de tira y
vacío, para ensalzar a la carnívora que todas llevan dentro. “Supongo que no os importará
compartir los platos. Hay quien no lo ve con buenos ojos”.
 En cambio, todo el mundo supone que hay que compartir el vino –dice Lurdes-.
Sería de mala educación no hacerlo y que cada cual pidiera su botella particular,
¿no? Probablemente esa práctica de compartir los caldos sea parte del boato con el
que bebemos. ¿Hay algo más hermoso que hacer chin chin, brindar compartiendo un
trago? Y ¿por qué no hacerlo compartiendo un trozo de este magnífico bifé? Está
extraordinario.
 Apoyo la moción.
 Apoyémosla.
Mientras Lurdes corta con cuidado tres trozos suculentos de carne roja, Pierre vuelve a
llenar las copas con el vino tinto argentino, Graffigna de San Juan ha elegido Marita. Cada
cual hincará su tenedor en uno de ellos, con la izquierda, y se lo llevará a la boca tras alzar
la pieza al unísono. Luego de masticar la tiernísima y sabrosísima carne, “aunque un poco
demasiado hecha”, a juicio del francés que Pierre lleva en las venas, y de comunicarse con
expresiones de placer, con sonrisas y miradas mutuas, empinarán la copa sobre los labios,
de nuevo tras alzarlas a la vez, para culminar los sabores y renovar las papilas gustativas.
Cunplido el rito, Marita ríe de alegría, el cuerpo agradecido por el vino y la química por la
compañía, Lurdes ríe de expectación y Pierre ríe de que ríen las dos mujeres.
 Deseo, queridos amigos, que esta noche podamos seguir compartiendo otros
placeres, hasta rematar la faena.
Marita lo ha dicho. Tras dejar la copa sobre la mesa, ha mirado con intención, a Lurdes
primero, a Pierre después, y lo ha hecho en voz alta. Tras hacerlo sigue mirando a ambos en
espera de una respuesta. Primero es Lurdes la que acerca su mano izquierda a la derecha de
ella, luego su derecha a la de Pierre y, finalmente, éste su derecha a la izquierda de la de la
gran criolla. Puestas las manos sobre la mesa se acarician solidariamente con movimientos
206
suaves, preludios de sensualidades cercanas, y las elevan después, como en la avenida 9 de
julio. Ahora no miran al Obelisco, sino cada uno a los ojos del otro. Lurdes no puede evitar
un cosquilleo en toda su piel que no sabe si viene de las alturas de su corazón o de las
profundidades de su entrepierna.
***
El cuerpo de Marita es mucho más espectacular desnudo. Una formidable guitarra donde
todos los pesos de la carne se distribuyen en torno a las curvas, no para modificarlas, sino
para glorificarlas, expandiéndolas sin romperlas, siguiendo sus proporciones internas. Las
enormes caderas alojan un vientre capaz y se unen a la cintura sorprendentemente estrecha
en un pronunciado meandro, dibujado sin puntos de ruptura. Luego se continúan en un
torso de proporciones casi normales, es decir, relativamente pequeñas en comparación a la
exuberancia por debajo de la cintura. Los pechos son firmes y afrutados, una especie
comestible dulce y jugosa. Los brazos están pletóricos de escultura muscular suavemente
modelada, pero su proporción sigue siendo modesta en relación a las piernas poderosas.
Esta es la parte delantera, que se completa con una faz llena de sonrisa y de color. En ella,
la continuidad uniforme del contenedor de piel siempre lleno encierra abundancias que
parecen partir del punto crítico, un triángulo poblado de bosque negro desde donde se
desarrollan, en el arco inferior del vientre y en las torsiones superiores de los muslos, las
órbitas en abanico de uno y otros. Esta es la barca donde Lurdes, inmediatamente excitada
desde la primera visión del espectáculo, poseída por un intensísismo deseo, anhelará alojar
su cuerpo y frotarlo contra las olas agitadas de piel estremecida.
Por detrás, la formidable guitarra adquiere proporciones de asombro. El volúmen de la
nalgas es inconmensurable y la desproporción respecto de la espalda se hace más notoria a
partir de la incomprensiblemente esbelta cintura. La vertical que separa las dos caudalosas
piernas se continúa por una brecha oscura que une las dos omnipotentes nalgas. Es lineal y,
sin embargo, está llena de sombras torneadas producidas por las curvas aledañas, siempre
dispuestas a explotar en las tres dimensiones. Es una vertical oscura llena de impresiones de
luz y sombra que tienden a abrirla. Un negro y corto cabello apenas cubre el cuello y, desde
el mismo momento en que Pierre tome posesión de esta parte del cuerpo por donde no
miran los ojos sino las manos que palpan, ordenará que los brazos se alcen para descubrir
las axilas y la piel sensitiva, y que la oscuridad de la hendidura y de la linea vertical, esa
torneada por las sombras de los volúmenes redondeados que separa desde la cintura hasta el
suelo, deje todos los pasadizos abiertos por donde discurran todos los apéndices, dedos,
manos, brazos, piernas, nariz, lengua y verga del cuerpo del macho.
Es el comienzo de la gran sesión en la que Marita, piel de caramelo, Lurdes, ella, labios
contra labios, Pierre, él, lengua contra cerviz, deleitará con la sabrosura de todas las
coordenadas de sus superficies y huecos, expuestos o descubiertos, a cambio de trastornar
de ruidos y jadeos el aire de la habitación, bien sonoros, como en sus sueños imaginó
Lurdes, produciendo un viento que no cesará de vibrar acompañando los largos y repetidos
placeres. Dilatados y explosivos goces.
207
Sábado, 4 de febrero de 2006
Buenos Aires
Diana de Lizarralde les ha citado en una cafetería de Palermo, cerca de donde vive y
trabaja, no lejos del Jardín Botánico. La noche tormentosa de ayer les ha encadenado a la
cama hasta casi agotar el horario de desayunos del hotel. Pero cuando terminan de reponer
fuerzas y el día vuelve a presentarse luminoso y placentero, se encuentran de nuevo en la
calle, 11 y media de la mañana, en plena forma. Lurdes aparece un poco onnubilada, con
una sonrisa incapaz de marcharse de su cara blanca, Marita aún parece destapar de sus ojos
las pestañas y Pierre ha sugerido caminar desde el hotel, por la avenida del Libertador hasta
la avenida Santa Fe, con tiempo para llegar a la cita de la una y media del mediodía. La
culpa es de Marita, que ha hablado de las bellezas urbanas de Recoleta y de los espéndidos
parques que se despliegan en este barrio y en el de Palermo a donde deben llegar.
Diana de Lizarralde y Marita se saludan de forma expansiva como viejas amigas que han
compartido muchos secretos.
 Esta es mi amiga Diana –presenta-. Con ella hemos librado algunas buenas batallas
en Argentina.
Se refiere Marita a batallas para simplificar la burocracia en la tramitación de las licencias
de construcción y de reformas, con el objetivo de sacar a flote la inconmensurable
economía informal y corregir la generalizada corrupción que se manifiesta en este terreno
de los negocios de construcción. Diana de Lizarralde es una arquitecta que participa
asimismo de una institución de siglas AS, “Arquitectura Sostenible”, la cual investiga y
asesora a constructores y arquitectos sobre fórmulas de aprovechamiento e idoneidad
hídrica y energética de los edificios. Esta es la razón por la que Marita consideró que podría
ser de utilidad a BlueCoo cuando Pierre comentó la intención de abrir una ConfluenceEcología dedicada a estos temas, que podría ligarse a la CC-Energía que está a punto de
lanzarse, dirigida por Wang desde Shanghai.
 Está ya informada de los aspectos fundamentales de BlueCoo.
 Que me han interesado mucho, por cierto –afirma, sin ambages, Diana.
Ésta es una mujer de ojos azules y cabello claro, delgada y esbelta, impecablemente vestida
con un ligero traje de chaqueta, beige verdoso. Tiene una mirada despierta y maneras
agradables.
 “Lizarralde” -observa Lurdes-. Probablemente tus ancestros se asentaron en un
caserío cercano a un fresnedal en alguna ladera de algún fresco valle de mi
intrincado país. ¿Tú eres de origen vasco, no es eso?
208
Se refiere Lurdes a la traducción al castellano, por “fresnedal”, de la primera raíz del
apellido vasco Lizarralde.
 Al parecer en el valle del Urola, cerca de Azkoitia –precisa Diana, bien informada al
respecto-. Sí, soy de orígen vasco, pero de eso hace ya más de un siglo y medio. Mis
ascendientes se instalaron aquí desde 1847. Ahora bien, no descubrimos el fresnedal
cuando inspeccionamos la zona hace unos años. Mi abuelo aseguraba que lo había,
según se lo había trasmitido su padre, a su vez, recogiendo el saber de su madre, etc.
Pero no lo encontramos. Ni tampoco la casa.
 Sin embargo, conservas el “de” de los jauntxos y de los “señores”.
 Sí, son manías de mi padre, muy dado a los abolengos. Por eso tuvimos que llevarle
de viaje a investigar el solar de donde proviene nuestro apellido. Pero ya no quedan
ni casa, ni fresnos, como te digo, si es que, en efecto, provenimos del lugar que
describían unos papeles que logró mi abuelo. Mi padre dice que el “de” no aporta
distinción, sino que obliga a adquirirla, y que si nos lo quitamos quiere decir que
desistimos de comportarnos noble y discretamente. Para él no es un símbolo de
diferencia y de abolengo, sino de compromiso con unos valores. Yo, sin embargo,
creo que es más una añoranza de privilegios que otra cosa. Pero no nos cuesta nada
tenerlo contento. Todos los hermanos nos seguimos llamando así, en honor de
nuestro padre. Mis dos hijos, en cambio, lo han desterrado, con gran escándalo de su
abuelo.
A Lurdes le satisface sobremanera poder hablar de su país con una argentina ilustrada.
Evoca la bella carreterita que enlaza Azkoitia y Bergara en cuyos inicios se ubicó algún
siglo pretérito el solar de los Lizarralde, según le cuenta Diana. “Hay allí una aldeita
preciosa en una tontorra”, cuenta, recordando un pequeño núcleo de casas llamado Elosua y
transportando su mente a tiempos de militancia y de pelea abertzale.
Cuando a la noche cenen con Diana y su marido en un restaurante de Palermo Viejo,
invitadas por éstos, una vez que los temas de BlueCoo han quedado más o menos
encarrilados, relajados, por tanto, y satisfechos de los resultados de las conversaciones
serias, Lurdes tendrá demasiadas dificultades para ocultar su verdadera identidad y sus
verdaderas actividades políticas anteriores al asesinato de Jazinto. Cuando es interpelada
por Diana, con la que se entiende de maravilla, invariablemente acude la verdad
inicialmente a su cabeza. Eso no le ocurría desde hace tiempo. Y ha de luchar para que por
su boca salgan las mentiras en forma de frases en lugar de las verdades que pueblan su
cabeza. El hallarse tan lejos de Euskadi le encamina hacia el relajo de tanta clandestinidad.
Con todo, a pesar de esa desagradable lucha interior y ese mundo falso que ha debido
levantar frente a la naturalidad y la autenticidad de su empatía con Diana, le ha resultado
muy grato encontrarse hablando de su país con una curiosa intelectual como la argentina.
Al mediodía comieron ligeramente y hablaron muy largamente de BlueCoo y de sus
posibilidades. La empresa encaja perfectamente en las ideas de Diana, muy preocupada por
la lentitud como se extienden por el mundo las prácticas ecológicas en la arquitectura.
Opina que ya se pueden hacer, incluso sin requerimientos de gastos financieros
extraordinarios y, desde luego, con reducción de gastos de mantenimiento, notables mejoras
en el rendimiento energético e hídrico de los edificios. Así que ha tomado desde el
principio la idea de una CC sobre el tema como si fuera la solución a sus inquietudes. Ha
sido Pierre quien ha debido insistir en volver a la realidad de que una tal Confluence
209
requiere de un esfuerzo muy considerable de conexión con empresas constructoras y con
gabinetes de arquitectura, “no muy distintas de las que ese instituto vuestro, el AS, tendrá
que desarrollar”.
 Sí, pero lo que podemos ofrecer a esas empresas y esos gabinetes no es sólo técnicas
y conocimientos arquitectónicos en relación al máximo aprovechamiento energético
e hídrico, sino todo el conjunto de recursos que se comparten en BlueCoo y,
además, de cualquier parte del mundo. Es muy distinto. Es lo que estaba esperando,
ni más ni menos.
Diana de Lizarralde no se hace de rogar. Promete ponerse a trabajar con prontitud y anima a
Marita a embarcarse también rápidamente. “En realidad los arquitectos e ingenieros de AS
ya funcionan con eficacia y regularidad. Yo puedo dedicarme a labores de divulgación y de
relaciones, siempre que no haya problemas para que pueda trabajar para BlueCoo sin dejar
de hacerlo para AS”.
 En teoría nuestra función es trabajar para que las empresas se pongan en contacto y
colaboren. Si trabajas para eso no creo que debamos poner mayores impedimentos.
Los problemas empezarán si no lo haces, es decir, si no consigues resultados. Pero
ese es el mismo problema que tienen el resto de los trabajadores.
 Siempre podéis dudar de si los malos resultados, en caso de que se produzcan, son
porque no trabajo, porque soy una inútil o porque derivo todo mi trabajo a AS
aunque cobre de BlueCoo.
 En este último caso será que el espíritu cooperativo no ha prendido en ti a pesar de
que has invertido en la empresa como socia, lo cual sería extraño –zanja Pierre.
Diana no ha puesto ninguna objeción al tema del planteamiento empresarial cooperativo de
BlueCoo. Bien al contrario, ha dicho “¡Por fin!, ¡alguien con dos dedos de frente!”.
Cuando le cuentan que Evaristo Acevedo, a quien también conoce, se ha mostrado
completamente reticente, se ofrece para acompañar a quien haga falta para convencerlo.
Opina, como Marita, que es una buena pieza y admite con resignación que conviene que
una eventual BlueCoo-Sudamérica deba implementarse desde Brasil y no desde Argentina.
“No sé si lograremos convencerlo, pero si lo conseguimos, os aseguro que es una
máquina”.
Con estas bases, la cena en un buen restaurante de la Ruta Gastronómica de Palermo Viejo
resulta bien alegre. El marido de Diana es un hombretón barbudo, de ascendencia
piamontesa. Cristian Salvagno es un hombre muy hablador que defiende a Kirchner como
si fuera el salvador de la patria. Tanto que Pierre decide intervenir.
 Sin embargo, da miedo esa tendencia al caudillismo que parece mostrar Nestor,
¿no? – pregunta no de forma inocente.
 Ese caudillaje no es culpa del presidente, sino del pueblo argentino que busca un
salvador.
 Pero al final, Kirchner acepta el juego y cada vez actúa de forma más personalista y
populista, da la impresión, ¿no?
 Es nuestro problema y el de todo Sudamérica. Excepto en Chile. Bueno, en Brasil y
en Uruguay también tienen constituciones más democráticas y menos propensión al
210
populismo. Somos nosotros los que no debemos dejar que este Kirchner se malogre,
o mejor, somos nosotros los que no debemos malograr a Kirchner, controlando las
tendencias del poder a hacerse omnipotente y corrupto. Exigiendo que sea
coherente.
Pierre y Cristian seguirán discutiendo con buenas formas, mientras Lurdes y Diana siguen
hablando del País Vasco. La gran Marita atiende a los hombres y a las mujeres por igual,
hasta que prorrumpe, un poco mosqueada de que su habitual protagonismo quede
desfigurado:
 Pues yo sospecho que Kirchner tiene ascendientes vascos y que Lurdes los tiene
argentinos. ¿Queréis unificar las dos conversaciones, por favor? ¡O me váis a volver
loca!
Todos se mostrarán de acuerdo, no sin antes matizar Pierre que no, que Lurdes tiene
tendencias dictatoriales, como Kirchner, y Kirchner tendencias populistas, como Lurdes.
 ¡Tú si que estás populista, cebollino! –contesta Lurdes, emulando a su amiga Miren.
211
Domingo, 5 de febrero de 2006
Buenos Aires
Siempre segundas partes fueron mejores podría ser el título del repetido prodigio de los
sentidos que se desarrolló en la habitación del hotel del Retiro, tras la cena y las copas con
Diana y Cristian. Conocer que era la última oportunidad dio al conclave sexual una
urgencia y una acumulación de objetivos que los mantuvo en trance hasta la extenuación,
cercanos ya los preludios del alba. El mediodía del domingo 5 de febrero les sorprendió aún
desperezándose y con la necesidad de darse prisa para llegar al aeropuerto Ezeiza con
tiempo. Parten a las 2 rumbo a París, de nuevo con escala en Madrid, y a las 12 todavía no
han salido del hotel. Las normas indican que deberían haberse presentado a facturar hace ya
una hora. Se despiden de Marita, cuyo vuelo a Lima no sale hasta la noche, y le piden que
no les acompañe hasta el aeropuerto. Se dan el último adios cuando ella sale de la ducha,
aún goteando el pelo, desnuda, violentamente desnuda, expresando su voluntad de ser así
recordada hasta el próximo encuentro, si alguna vez vuelve a producirse.
 Ha sido fantástico –les dice acercándose voluptuosamente y entregando un abrazo y
un beso profundos.
 “Ha sido fantástico”, responden los dos.
Cuando Pierre y Lurdes aterricen en París mañana al mediodía, aún llevarán en sus labios y
en sus ojos el calor de la gran criolla.
212
9
New York.
Gwendoline.
Otsaila (2)
213
Lunes, 13 de febrero de 2006
New York
El viaje a New York siempre le resulta muy deseable a Lurdes, que se ha debatido
numerosas veces entre el atractivo de la gran ciudad y el rechazo que le produce su
condición de capital financiera mundial, un estigma para su tradicional militancia
anticapitalista. Además, en ella reside Gwendoline Crinigan, la que fue su amiga del alma
en su juventud más tierna, en aquellos tres veranos de Dublín de sus 16, 17 y 18 años. Allí
recalaba como “au pair” en la casa que la familia de ese apellido tenía en Leinster Road, en
el elegante barrio de Rathmines. Gwendoline era una chica de su misma edad, sobrina de la
familia, que acudía todos los veranos a Dublín desde su New York natal. Su padre era hijo
del primer Crinigan que emigró al Nuevo Mundo en plena crisis económica de su país tras
la 2ª Guerra mundial. El abuelo de Gwendoline fue, a pesar de la neutralidad oficial de
Irlanda, combatiente aliado con el ejército británico y al término de la guerra su negocio de
semillas de flores dejó de recibir pedidos de la devastada Europa. Mantuvo y transmitió a
su hijo el amor a su patria de origen y éste hizo lo mismo con su hija Gwendoline a quien
enviaba a pasar el verano a la casa de su hermano en la capital irlandesa. Era éste un
empresario afortunado en la industria auxiliar naval. Lurdes acudía a esa misma casa a
ayudar en las tareas domésticas, como forma de pagarse la estancia y el aprendizaje del
inglés. Desde el primer momento en que se conocieron las dos chicas, nacidas casualmente
el mismo 3 de abril de 1962, la una en Erandio, la otra en New York, hicieron buenas migas
y se mostraron siempre inseparables, sin que la diferencia de status entre criada y señorita,
servidora y servida, fuera nunca un obstáculo a una relación juvenil que fue intensa y
alegre. Ninguna de las dos quiso después perder la amistad y Gwendoline invitó a Lurdes
un par de veces a New York y también acudió en una ocasión a pasar unos días al modesto
piso de los padres de Lurdes en Erandio, un suburbio industrial en la márgen derecha del
Nervión. Sin embargo, una vez que Lurdes se casó con Txomin y pasó a residir en Bilbao,
no se atrevió nunca más a invitar a su amiga. Tal vez por no forzar una relación de su
marido con una “broker” de Wall Street, típica ejecutiva, “cachorra del capitalismo”, en que
se convirtió con el tiempo su amiga newyorkina-irlandesa. O tal vez porque la distancia
ideológica con su amiga también afectó a los sentimientos de Lurdes, hasta llegar a un
punto en que no sabía bien si se avergonzaba de la actividad profesional de Gwendoline, en
el centro del mundo de la especulación financiera, o bien no encontraba la forma de
comunicarle sus propias actividades subversivas anticapitalistas y antiestatalistas. Hoy día
Lurdes achaca más bien a esto último la razón última de ese progresivo distanciamiento, ya
que no le parece justo echar sobre las espaldas de su exmarido Txomin, tan “cachorro del
capitalismo” como Gwendoline en tanto que director de una sucursal bancaria, la culpa del
mismo. “No, lo cierto es que era yo quien me veía en dificultades para explicar a Gwen mis
actividades”, piensa ahora. Sea como sea, las dos amigas fueron espaciando más y más las
cartas, primero, y los correos electrónicos, después, que intercambiaban, sin que en ningún
momento se planteara, sin embargo, ruptura alguna. Simplemente, el silencio sucedió a la
comunicación, como forma de mantener en hibernación unos sentimientos y unos afectos
que deberían estar por encima de las ideas.
214
Por eso, cuando se planteó la necesidad de un contacto en EEUU, entre los diversos
nombres y conductos que saltaron sobre la mesa, Lurdes acabó por poner el de Gwendoline
en la cesta, su gran amiga de juventud. Luego resultó ser el contacto más interesante por
cuanto los tanteos previos que mantuvieron, vía correo electrónico y teléfono, dieron
resultados excelentes desde el primer momento. La corredora de bolsa Gwendoline, la
amiga newyorkina que manejaba todas las jornadas más millones de dólares que todos los
socios de BlueCoo juntos, la lince capaz de transformar capitales en fortunas en breves
espacios de tiempo, cobrando en proporción a los éxitos, se mostró en todo momento
entusiasmada con la idea central que animaba a la empresa. Michel no lo dudó. Junto a
Evelyn Zeist, podría ser el mejor pilar para la CC-Finanzas que proyectaban. La misma
Evelyn se mostró partidaria de intentar acercarla. Si además podía dinamizar y hacerse
cargo de BlueCoo en EEUU, como parecía sugerir en sus misivas, había que dar los pasos
subsiguientes.
El problema era que Gwendoline conocía a Lurdes Onaindía como Edurne Tejerina. Es
decir, no era posible mantenerla engañada sobre su identidad original. Miren se opuso
radicalmente a dar ningún paso sin consultar previamente con M.I. y esta es la contestación
que recibieron del policía, como siempre por intermedio de tía Roseline.
Amigas mías:
Las noticias que me transmite la Sra. Mediadora me llenan de satisfacción. Me complace
mucho que hayan podido rehacer sus vidas en las condiciones tan difíciles en las que han
debido hacerlo.
Me ha explicado igualmente la situación en que se encuentran Uds., en la necesidad de
retomar, por asuntos profesionales que desconozco, la relación con una persona en
Chicago, antiguo conocido de una de Uds. La Mediadora ha cometido la imprudencia de
señalarme la ciudad en la que reside esa persona, seguramente como forma evidente de
forzarme a considerarla una ciudad “muy lejana y ajena al peligro que acecha a mis
sobrinas”. Y ha pedido mi opinión sobre la oportunidad de no negarse a ese contacto, aún
cuando no pueda realizarse más que descubriendo la identidad original de Uds. La señora
Mediadora me plantea el dilema bajo la premisa de que el apremio y la importancia de esa
relación son máximos, sin que pueda explicarme el por qué, ya que eso exigiría
descubrirme todas sus actividades actuales, a lo que yo me niego en rotundo. Así pues, me
pide una recomendación que debo ofrecer haciendo una apuesta previa de fe ciega en las
palabras de nuestra común Sra. Correo, las cuales supongo fieles, a su vez, a las de Uds.
Me aclara también que ese ciudadano de Chicago no tiene, ni por activa ni por pasiva,
ninguna relación con ningún círculo vasco o español en esa ciudad. Es decir, más que
pedirme una recomendación me pide que bendiga la decisión que parece que ya han
tomado Uds.
Bien. Sea. No la bendigo, pero la doy por hecha. Los médicos tenemos que hacer lo posible
para que nuestros pacientes cumplan con nuestras recomendaciones terapéuticas y
debemos hacer para ello múltiples concesiones con objeto de que sean seguidas. Yo podría
erigirme en defensor a ultranza de la seguridad de Uds, pero mucho me temo que eso
pueda suponer que, en adelante, pueda recibir más mentiras que verdades y eso es lo
215
último que deseo. El remedio sería peor que la enfermedad. Sea pues. Vayan a ver a ese
antiguo amigo a EEUU, ya que no hay manera de impedirlo.
Por otra parte, la información más reciente que manejamos tiende a llevarnos a la
consideración de que estamos en los prolegómenos del final del terrorismo etarra. Lo dice
hasta el presidente del gobierno de manera pública. Yo no soy tan optimista, pero ni
aunque todos tuvieran razón menos yo estarían Uds. exentas de toda amenaza. Matar es
muy fácil para quien está acostumbrado a ello y hacerlo sin comprometer la sigla ETA aún
más sencillo. Con todo, si tal tesis se fuera confirmando, habría que explorar en qué
medida eso pudiera afectar a su seguridad. Ya hemos puesto algunos medios para
enterarnos sobre el pensamiento actual del detenido en relación a la amenaza para Uds.
No duden de que les tendré al corriente.
Por favor, hagan desaparecer este correo y todo rastro suyo de sus ordenadores.
Estas palabras de M.I. llenaron de esperanza, más a Miren que a Lurdes, cuando la
recibieron en París hace una semana. Ambas mujeres dieron por sobreentendido que los
medios puestos por el policía para enterarse del pensamiento actual de Txomin han dado
lugar a conclusiones más optimistas de lo que se digna informar. En otro caso ni siquiera
habría mencionado el esfuerzo de investigación en que se haya inmerso, probablemente con
topos en la misma cárcel de Huelva en la que cumple condena Txomin. E inmediatamente
pidieron a tía Roseline, la “Sra Mediadora”, que comunicara a M.I. la decisión de ir a
“Chicago” y retomar el contacto con el “antiguo amigo”. Astuta la anciana cambiando la
ciudad y el sexo de Gwendoline.
Así que Lurdes viaja en estos momentos en compañía de Michel, que no de su novio,
sobrevolando el Atlántico a la altura de Groenlandia camino de la capital del mundo. Pierre
ha debido quedarse en París preparando a conciencia, junto a André, la interfaz informática
de las CC-Energía y CC-Electrónica que piensan lanzar de forma inmediata. Quieren que
eso sea antes de acabar Febrero. En caso contrario, Wang, el gran artífice de esas dos
Confluences, montará en cólera divina, abrumado por el “paso de tortuga europeo”.
***
 Si por nosotros fuera el mundo se quedaría sin bebés de recambio.
Es el comentario con que responde Michel a las explicaciones de Lurdes por no ser madre a
sus 43 años. “Nuestra vida de militantes revolucionarios era incompatible con la
maternidad”, ha expresado ésta.
 Además, creo que mi marido nunca tuvo ilusión alguna en que yo fuera la madre de
sus hijos. Yo nunca me encontré en posición siquiera de sugerírselo.
Encontrarse volando codo con codo con Michel produce en Lurdes un cierto síntoma de
satisfacción. “Aquí estoy, con el novio de mi mejor amiga, el jefe de esta empresa”.
216
Aprecia mucho a Michel, pero no lo ha considerado nunca como consideró a Jazinto, el
hombre de mirada intensa que reconoció inmediatamente los valores humanos de ella, la
persona que le hizo revisar sus postulados violentos e insurreccionales y que encendió en su
corazón algo más que aprecio. Se siente a gusto y tranquila con Michel, sin otro vínculo
que el de la amistad y un cierto ascendiente que le concede desde que trabaja con él en
BlueCoo. Es hora de confidencias tranquilas, de contarse directamente lo que ya saben el
uno del otro por los intermediarios comunes de Miren y Pierre.
 Eso es muy fuerte. No son muchas las personas capaces de reconocer cosas así.
Miren también me ha expresado su opinión de que tu marido nunca te quiso de
verdad.
 No, no me quiso. Creo que nunca me quiso.
Tras el silencio en el que Michel madura sus palabras, advierte:
 Pero eso no te ha hecho renegar. Es lo mejor, reconocer el pasado pero mirar al
futuro. Mi caso es peor porque la culpa no se la puedo achacar a nadie, ni siquiera
tampoco a ningún proyecto que me ocupara hasta tal punto que impidiera la
paternidad. Simplemente, me pareció en su momento un engorro tener hijos y esa
fue la razón de que Madeleine, con buen criterio, me dejara por otro. Aunque no
tuvo suerte. Este otro era un imbécil del que hubo de separarse pronto. Pero le dió al
menos un hijo del que está profundamente enmadrada. Ese chico podría haber sido
mi hijo, incluso debería haberlo sido, he pensado algunas veces. Tengo cierta
tendencia a mirarlo de esa manera.
 Pues está ennoviado con una newyorkina, precisamente, ¿no es eso?
 Eso parece, una argentina trasplantada a New York, a quien conoció el pasado
verano, cuando vino a perfeccionar su inglés. Y, según Madeleine, siguen
escribiéndose casi a diario. Un raro amor juvenil persistente.
Lurdes ha pensado que tal vez no sea una buena noticia para su amiga Miren que Michel
mire al hijo de Madeleine como al que debería haber sido suyo. Por eso le pregunta,
directamente:
 ¿Sigues enamorado de Madeleine, Michel?
 Lo he pensado muchas veces todos estos años y no soy capaz de decidir si es o no es
así. Responder a esa pregunta requiere responder a la mayor de ¿qué es el amor?
Tengo un cariño muy especial por Madeleine, ni duda, pero ni ella fue capaz de
continuar conmigo si no le daba un hijo, ni yo fui capaz de dárselo por conservarla.
Sin embargo ahora sí que soy capaz de asumirme como procreador con Miren. ¿Por
mantenerla? Inicialmente por mantenerla, si, por mantenerla, pero eso toma la forma
de que deseo el vínculo que esa responsabilidad establecerá para siempre entre ella
y yo. Es decir, porque deseo ser el padre de sus hijos como forma de compartir la
vida. Me siento a gusto con Miren. Es una mujer muy estimulante. Tanto que quiero
ya lo que ella quiere. Eso no lo logré con Madeleine.
Lurdes se pregunta si ella también desea un hijo con Pierre. Aún no, piensa, “como dice
Miren, me toca un periodo de mi vida centrado en sacarle chispas a mi sensualidad”. “No
estoy para cosas serias”. “No, no”, le dijo Miren cuando le respondió de esa forma,
“también la sensualidad es una cosa muy seria. Yo subía al monte por la misma razón
217
sensual por la que me acostaba con los que se me ponían a tiro y Jazinto disfrutaba con la
gastronomía por el mismo motivo”. “Darle gusto al cuerpo es una ocupación muy sana y
muy seria”, concluye Lurdes, corroborando la opinión de su amiga.
 Todavía no hay nada, ¿no? –pregunta Lurdes volviendo sus pensamientos a la
conversación.
 No. No hay nada. Ha tenido ya la primera regla. Y no es por causa de abstinencia,
desde luego.
 En realidad está un poco angustiada. Con demasiadas prisas. Ayer me habló de un
aborto traumático que tuvo hace más de dos décadas, por un accidente de tráfico,
justo el día anterior de una cita en Francia para abortar con un médico en Baiona.
Teme que sus trompas quedaran dañadas.
 ¿Un aborto traumático? Si, recuerdo que alguna vez lo ha contado, pero nunca me
dijo que temiera ser infértil por esa causa.
 Pues sí que lo teme. Ayer lo hablamos y ha decidido analizarse para salir de dudas.
 Es lo mejor.
 Sin duda, pero me preocupa la angustia que denota.
 ¡Es impresionante! ¿Sabes, Michel, que Begoña era, perdón, Miren era, la
representación más acabada de optimismo vital, la persona más echada para
adelante y que menos se preocupaba por su futuro?
 Era y es. Es ese optimismo, esa fuerte alegría de su persona lo que me enamora.
 Pero ahora dices que está angustiada, que le preocupa el futuro. Ahora tiene un
deseo tan grande que le preocupa no poder cumplirlo. ¿Qué le has dado, Michel?
 Lo único que le doy es que la quiero. Creo que la quiero como no he querido nunca.
Lo demás lo pone ella. Miren es de una generosidad desbordante.
***
A las doce de la mañana el avión está ya aterrizando en las pistas del aeropuerto de
Newark. Hace frío y está nublado en New York. Lurdes no puede evitar un gran
nerviosismo imaginando el encuentro con Gwendoline. Hace ya dos décadas que no se han
visto. Toda una vida en la que ella arreció en su militancia abertzale y la newyorkina en su
empeño con las finanzas. Ella ha cambiado, ¿y Gwendoline? Lurdes siempre confió en la
afectuosidad y lealtad de su amiga de juventud, pero su imaginación tiende a suponerla
convertida en la típica triunfadora estadounidense, midiendo su éxito según el montón de
dólares de sus posesiones materiales y de sus cuentas bancarias. Por eso le sorprendió, a
pesar de su confianza intrínseca en la sensibilidad de la vieja amiga, que reaccionara tan
positivamente a la idea de BlueCoo. “Me tomo vacación para estar con vosotros”, le dijo
ayer por teléfono, cuando le llamó para anunciarle que llegaban hoy, en aquél inglés que
recordaba tan bien, “os esperaré en el aeropuerto”.
En efecto, Gwendoline aparece ofreciendo una gran sonrisa en el atrio, tras las exhaustivas
y precisas formalidades aduaneras y controles de seguridad. Es una rubia-castaña de piel
blanca y pecosa, dentro de un abrigo impermeable de violento color burdeos, lo que le da
un aspecto que tiende a lo excéntrico. A Michel le sorprende sobremanera una tal
apariencia en una destacada broker de Wall Street, sabedor de que el impecable traje de
chaqueta y la inmaculada camisa blanca son el uniforme obligatorio de todo trabajador de
218
alguna oficina del Financial District. “Es que hoy se ha tomado vacación y eso afecta
también al uniforme”, piensa. Lurdes, por su parte, redescubre en el atuendo a la amiga que
quiso y no a la que imaginó reconvertida entre billetes verdes. De pronto desaparecen sus
temores y le sobreviene una alegría franca al verla con una sonrisa tan franca y de tal guisa.
 Pero, ¡si no has cambiado nada!, querida Gwen.
El abrazo entre las dos mujeres también le transporta a Lurdes a sensaciones de otros
tiempos.
 Tú tampoco, Edur. Te veo más elegante e igual de guapa que la última vez que nos
vimos. Hace siglos.
Se refiere Gwendoline a los primeros años 80 del siglo pasado.
Tras las presentaciones, las dos mujeres siguen hablando de sus cosas. De los maridos,
Dennis y Txomin, de los que la una se separó hace más de dos años y la otra hace ya más
de uno. Lurdes siempre toma como fecha de separación de Txomin el momento en que lo
denunció el 1 de diciembre de 2004, una fecha trascendental en su vida.
 Somos dos divorciadas sin descendencia.
Lurdes explica que ahora tiene pareja estable en París, “un normando esquisito”, y
Gwendoline cuenta que picotea hombres por aquí y por allá, sin encontrar nada estable,
pero que cada vez encuentra más dificultades para ligar.
 O me doy prisa o me quedo solterona para el resto de mi vida.
El coche, un flamante 650i Coupé BMW, negro y brillante, se desliza con suavidad por la
autopista que conduce al Holland Tunel, ofreciendo al otro lado del Hudson el
extraordinario perfil de Manhattan sin las dos torres gemelas. La bruma no es lo
suficientemente espesa para ocultarlo. Al salir del túnel, Lurdes pregunta:




¿Por donde nos vas a llevar? Hala, sé buena y llévanos por el centro.
Tardaremos mucho, a estas horas el tráfico es infernal.
Mejor, así disfrutamos del ambiente más despacio.
Bueno, tomaré la sexta y nos armaremos de paciencia.
Gwendoline habla con Lurdes, sentada a su derecha, pero sus comentarios se dirigen
también a Michel, a quien no deja de observar atentamente por el retrovisor, mientras
disfrutan, camino del Upper West Side donde tiene su apartamento y su garaje la
newyorkina. El trayecto por la 6th Avenue les resulta tan estimulante como habían previsto
al sentir la fuerza del centro de la ciudad.
He preparado un asado calentito para comer en casa, si os parece. Sólo tengo que darle el
toque final. Así podemos hablar tranquilos.
219
Nuevas sorpresas para Michel, que supone que todo ejecutivo y ejecutiva estadounidense
debe invitar, inexorablemente, a comer en un restaurante. Gwendoline se da cuenta de la
perplejidad de Michel al ver su expresión por el espejito y añade:
 Es que estoy harta de restaurantes. Además, me place reivindicar las habilidades
culinarias de una norteamericana sencilla para rebajar un poco los humos de
superioridad gastronómica de todo europeo que viene por aquí, no te digo nada si es
francés... –pincha, esbozando una sonrisa burlona-. Pues os vais a chupar los dedos
con el asado de ternera, con las mejores patatitas y verduritas del mundo, las
nuestras, por supuesto, asadas en el mismo jugo de la carne, sin apenas grasa. Eso
sí, he traído un foie del mismísimo Périgord, de un pueblo llamado Gourdon, para
hacer boca, con un Sauternes dulcecito de muerte. Siempre compro el mismo foie y
el mismo vino. Con ellos acostumbro a celebrar lo mejor de mi vida. Como puedes
ver, franchute, soy una americana que os hace gasto, así que mírame con buenos
ojos.
El “apartamento” que llama Gwendoline es un piso en toda regla con un gran salón
comedor sobre la orientación este en la Avenida Columbus, cerca de la catedral de St. Jhon.
Tras celebrar el foie, el Sauternes, el asado y el vino tinto californiano de marca Geyser
Peak que Gwendoline recomienda vivamente, Lurdes debe contar los pormenores de su
vida y la razón de su traslado a París. Tras discutirlo, decidieron que convenía poner a
Gwendoline en los antecedentes de su situación, pues si ésta iba a colaborar con BlueCoo
debería conocer a su amiga bajo la misma identidad que todos los demás. La historia de
Lurdes lleva un buen tiempo de la sobremesa y durante todo él Gwendoline escucha con
mucha atención, tomando entre las suyas una, otra o las dos manos de su amiga, en muestra
de solidaridad por los sufrimientos por los que hubo de pasar. El relato ha emocionado a
Gwen que, abrazando a su amiga, le dice:
 Cuenta conmigo para todo, Lurdes –recalca con dificultad el nuevo nombre - y díle
a esa amiga tuya, que llevó su solidaridad contigo hasta el límite de acompañarte
por el mundo, que la considero desde ahora mi mejor amiga.
 Esa amiga es mi novia y tú la sexta persona que, junto a los policías que llevan el
caso, están en el secreto. Formamos ya un círculo de solidaridad con estas dos
vascas amenazadas por ETA, casi de carácter masónico ...
 No es mala esa solidaridad para el núcleo fundamental de esa empresa que tenemos
entre manos. Puede ser importante ... –deja caer Gwendoline, cambiando
radicalmente de tercio y transformándose, de pronto, de amiga olvidada de Lurdes,
en parte del núcleo esencial que dirige BlueCoo.
Michel, tan sorprendido como interesado por la forma directa y comprometida del proceder
de Gwendoline, admirado del cambio radical de tema y de tono, desea hacerle hablar
porque intuye que va a oir ideas que le gustan, correspondientes a preocupaciones que le
asaltan.
 ¿Por qué lo dices?
 Porque la idea es tan buena que dentro de poco podemos tener una cola de
financieros llamando a nuestra puerta, o una batalla con miles de competidores si no
la abrimos. Vamos a necesitar mucha unión para resistir a la buitrera capitalista. Al
tiempo.
220
La tarde se hace corta hablando de BlueCoo. Gwendoline explicará que está ya un poco
aburrida de su trabajo de broker en la Consultoría de Inversiones de la que es socia. Explica
que “hoy día nuestro trabajo es más mecánico, muy matematizado e informatizado”.
“Además, la inmensa mayoría de las operaciones las realizamos en trading on line. El
contacto personal con los clientes es cada vez más escaso”. “La verdadera creatividad está
en los matemáticos financieros que elaboran los algoritmos para que nosotros calculemos
las funciones de riesgo y de objetivos con que realizamos las inversiones de nuestros
clientes. Unas funciones de muchas variables y muy complejas. Cada vez hay más distancia
entre nuestros clientes, incapaces de entender nuestras razones, y nosotros, así como entre
nosotros, que llegamos muy justo al significado de los parámetros financieros, cada vez
más abstractos, que usan los matemáticos, y éstos”. “Me paso el día delante de una pantalla
de un ordenador usando algoritmos que medio entiendo para servicio de unos clientes que
no entienden, ni quieren entender, nada de lo que les explico”. Sólo quieren dinero fácil, les
es igual cómo obtenerlo. Pero eso no son más que cuestiones menores, porque la mayor “es
que he perdido el interés por el trabajo en sí y ya sólo me intereso por los beneficios. Es
decir, soy ya como mis clientes, en este sentido”. La verdad es que “tengo ya suficiente
dinero” y “me gustaría que esa capacidad que me otorgan ese dinero y mis conocimientos
no fueran un objetivo en sí, sino una nueva libertad de la que usar”. “Yo he perdido ya el
secreto que liga capacidad y libertad. Trabajo para aumentar mi capacidad y soy incapaz,
esa es la contradicción, de transformarla en libertad. No es capacidad, por tanto, sino
insuficiencia de la que todavía no he sabido desembarazarme”. “Cuando me escribiste por
primera vez y leí los fundamentos de BlueCoo, creí entender que había llegado el momento
de emplear esa capacidad en libertad. Ví que podía estar abriéndoseme una gran puerta. Sí,
eso es lo que sentí, que tal vez podría volver a trabajar por unos años en algo que volviera a
interesarme por sí mismo, más que por los beneficios”.
Naturalmente, Michel siente una honda satisfacción oyendo hablar así a una especialista en
finanzas newyorkina, orgulloso de que una idea suya, una idea europea, “no, una idea
mundo”, corrige, pueda aportar algo nuevo en el elitista ámbito de los expertos en la gran
metrópoli mundial.
Gwendoline contará que intentó salir un poco del mundo de las finanzas, que se le hacía
cada vez menos atractivo, acudiendo al terreno del “comercio justo” y las numerosas y
parciales iniciativas que funcionan por todo el globo cuyo objetivo es implementarlo. Pero
con el tiempo sus ideas empezaron a llamar al “comercio justo” como “comercio que abre y
ordena los mercados mundiales sin excluir al mundo en desarrollo”. Eso le llevó a militar
contra todas las prácticas injustas de los países desarrollados que los cierran y a favor de un
sistema defensivo frente a los poderosos basado en la regionalización. Pero le ocurría que
sentía no dar con ideas útiles, o no dedicarse a ellas, en positivo, tal que efectivamente
pudieran contribuir a abrirlos y a ordenarlos. Cuando leyó las iniciativas de BlueCoo y el
entramado de estructuras de participación y colaboración entre empresas de países
desarrollados y en desarrollo que se proponía levantar, se dijo: “Ese es el camino”.
“Además”, añadirá más tarde, “no sé si habéis advertido que la fórmula de BlueCoo lleva
una buena carga innovadora en lo ecológico”. “Vuestro énfasis en el valor de uso, frente al
de propiedad, de las mercancías y los recursos, y el sistema que lo pone en juego, es la
transformación que necesita nuestro mundo para evitar el colapso ecológico que se avecina
para las próximas generaciones, sin necesidad de paralizar el progreso en calidad y nivel de
vida”. “Una idea sencilla y efectiva: compartir el uso de recursos, pagando el acceso a ellos,
221
sin necesidad de comprarlos. Eso puede ahorrar una enorme cantidad de recursos, si es que
tenemos éxito”. “Me veo ya con una sensación de gran responsabilidad para hacer llegar
cuanto antes a las nuevas China e India, más de la tercera parte de la humanidad, estas
nuevas ideas y sistemas”. “Habéis empezado con China. Hay que ir a India cuanto antes”.
“Hemos de darnos prisa”. “Eso sí, habría que ver la forma de extender algunas fórmulas
parecidas a las de BlueCoo no sólo para la producción, sino tambièn para el consumo. Ese
es el camino”.
 Todo eso que dices tiene algo que ver con los ideales que nosotros llamamos
socialistas –interviene Michel, consintiendo en dar un toque ideológico a sus
propuestas que siempre evita.
 Es que tú eres un “socialista” como la copa de un pino –asegura Gwendoline,
forzando la interpretación americana de ese término.
 Y tú una “liberal” consecuente –corresponde Michel, forzando el significado
europeo, solícito, y sorteando de nuevo las barreras de su pudor frente los epítetos
ideológicos.
 Los dos miran a Lurdes, como buscando la fórmula para hacerle partícipe del
autobombo recíproco.
 ¡Venga!, decir al menos que yo también soy una alumna aventajada socialista y
liberal –dice ésta, obviando el hecho de que su pensamiento no está muy seguro de
que BlueCoo esté en línea con lo que ella toma por socialismo y por libertad.
Gwendoline y Michel ríen la humildad y la gracia de Lurdes y ésta añade:
 O al menos invitarme a una cerveza en Greenwich Village.
222
Martes, 14 de febrero de 2006
New York
No esperaba Michel, no, encontrarse en New York con una mujer con la que conectara tan
rápida y tan intensamente. Él cree en el mundo como patria común de la tribu humana, la
única nación a la que nunca se opondría y cuya bandera ondearía con pasión. Pero no ha
dejado de lamentarse más de una vez por las dificultades de entendimiento que ha ido
encontrando en sus contactos en los diversos territorios culturales del globo. Si bien detecta
una sólida base común entre todos los humanos que permite el diálogo entre todos,
pertenezcan a la cultura que pertenezcan, una manera tan fácil de comunicarse desde el
primero momento no la ha encontrado más que en Europa. Y una manera tan rápida de
entenderse, ni siquiera en Europa, sólo con esta o aquella persona. Deduce, por tanto, que
Gwendoline reúne tres condiciones: una, ser humana; dos, pertenecer a una cultura cercana;
tres, ser una persona cercana.
Lurdes disfrutó ayer, en la fría tarde ennochecida de invierno, de las cervezas que pidió, en
los bares de Grenwich Village. Quiso ir allá, en particular al mismo club de jazz donde
sació su sed de cerveza y de música hace 22 años, la última vez que estuvo con Gwendoline
en New York, cuando ambas tenían 21 años. Recuerda que entonces su amiga rechazó, por
no dejarla sola, un negrazo espectacular que quería ligársela, a pesar de que ella insistió en
que se divirtiera con aquél monumento, ya que no tenía dificultad alguna para volver por su
cuenta a la casa de sus padres en la que se alojaban. Cuando lo comenta, como una manera
de contarle a Michel la generosidad de su amiga, Gwendoline le recuerda que lo que pasó
es que ella se resistió a dejarse ligar por otro blanco macizo, alegando que no le gustaban
las aventuras ocasionales. “Tuvimos mucho éxito aquel día”. “Si, pero yo entonces era una
estrecha”, reconoció Lurdes.
Hoy, Gwendoline ha ido a trabajar, para dejar arregladas algunas cuestiones, antes de
disponerse a pasar con ellos los próximos 2 días de viaje, porque “esto de las
videoconferencias es un rollo”. Probablemente acudirán a Seattle, donde quiere presentarle
a un buen amigo. Les ha pedido que le vayan a buscar a las 6 de la tarde a Beaver Street, en
Lower Manhattan, a dos pasos de la Bolsa, donde tiene la oficina. Michel y Lurdes, por su
parte, han seguido caminos separados, cada uno a su aire, hasta esa hora, pues tienen
apetencias distintas. Las de Lurdes están más apegadas a recuerdos y a lugares concretos de
los que disfrutó hace tantos años con su amiga. Mientras tanto, Michel prefiere caminar
desde su hotel, al norte de Central Park -él ha dormido en un hotel mientras que Lurdes se
ha alojado en el apartamente de su amiga-, abrigarse, armarse con una buena parka y salir a
horas tempranas para vagar de norte a sur por toda la ciudad, como si estuviera haciéndolo
con Miren. Ha visto que la misma ciudad agitada y efervescente de siempre ha recobrado
ya su pulso, tras la decadencia económica en los años 80 y los problemas de delincuencia
de los 90. Ha visto muchos hermosos edificios nuevos y calles arregladas, ha disfrutado de
la vorágine comercial y de la fantasía estética de interesantes moderneces, se ha llegado a la
zona cero y ha visto rampas, enormes tubos, muchos camiones y máquinas poderosas entre
223
las enormes zapatas y los muros de hormigón recientes. Ha tratado de imaginarse el bello
proyecto de Libeskind, que le gusta, evidentemente, aunque piensa que nunca llegará a
sustituir del todo el brillo y la limpia y perfecta geometría de las torres gemelas. Al menos
su imaginación siempre las mantendrá intactas. Ha comido cerca de donde a la tarde se
reunirá con Lurdes y Gwendoline y aún le ha dado tiempo para cruzar el puente de
Brooklyn para contemplar la vista del denso conjunto de las verticales, variadas y limpias
superficies del Lower Manhattan. Ha encontrado muy bien a New York, muy bien, aunque
sabe que New York no es sólo Manhattan, que es Brooklyn y Queens, Harlem y Bronx y
que al otro lado del Hudson está New Yersey, tampoco libre de problemas y de deterioros.
¿Quién no los tiene?
Tras desandar el camino del famoso puente, a las 6 en punto está a las puertas de la oficina
de Gwendoline. Ni ésta ni Lurdes se hacen esperar.
El día que Michel ha disfrutado de paseo por la ciudad lo ha empleado Lurdes en revisar un
album de fotos de Gwendoline en las que abundan aquellas en las que aparecen las dos, la
mayoría en la casa de los Crinigan de Dublin. Si, si ha cambiado Gwendoline, lo mismo
que ha cambiado ella. Fue una época feliz de su vida. Algunas de las fotos son a
consecuencia de una boda de una prima de Gwen a la que ella también asistió como
invitada por imposición de su amiga, a pesar de ser au pair. Recuerda Lurdes que entonces
las dos eran devotas católicas. Aparecen en una de ellas comulgando con cara de
querubines. Este nostálgico comienzo de día lo continuará paseando en Central Park por los
vericuetos por donde corrían ella y su amiga con las bicicletas alquiladas y observando las
mismas barcas de remos que también ellas dos bogaron.
Lurdes se arrepiente ahora del silencio con que correspondió a su amiga tras la última
estancia en New York que ahora recuerda. Al poco de aquella última ocasión en que
estuvieron juntas ella se enamoró de Txomin y desde entonces ya nada fue igual. Lurdes
reflexiona sobre el corte tan brutal que supuso en su vida la relación con Txomin y de
nuevo tiene que admitir que no todo fue Txomin, que fue también el denso ambiente
político que se respiraba en su pueblo en los años 70 el que le llevó de volandas a terminar
con aquella época juvenil, plena de una frivolidad que ahora llamaría de otro modo, pues
consistía en dejarse llevar, sin oponer resistencia, por la alegría del encuentro con la vida y
con las personas. Desde entonces la frivolidad se tornó en compromiso, la espontaneidad en
reflexión, la libertad en obligación y la irresponsabilidad en lucha y trabajo. ETA y su
mundo ofrecían un completo ajuar ideológico, sencillo y cerrado, un entorno social
integrado, un proyecto y un sentido colectivo a la existencia. “En realidad”, recuerda,
“Txomin y yo nos conocimos organizando una manifa, de modo que yo ya estaba
convencida o en vías de admitir la revolución violenta como medio para conseguir la
independencia y el socialismo. En cualquier caso mi posición era ya la de defender
abiertamente a quienes luchaban con ese esquema. De modo que Txomin no hizo sino
reforzar las que eran ya mis ideas. Lo que sí hizo es, además, pasar a dirigir, de eso no hay
duda, mis acciones”.
Lurdes se siente enormemente contenta de que la vida en espiral ascendente les haya hecho
volver a encontrarse a las dos amigas en otro estadio. Entonces les reunió la juventud y la
alegría, hoy puede ser el trabajo. Ha observado que los afectos siguen intactos, ha recibido
cariño y ha abrazado a su amiga con deleite. Sin embargo, tiene aún una reserva
fundamental que no acaba de superar. Cuando ayer pasaba la película ante sus ojos de dos
224
yuppies como Michel y Gwendoline echándose flores socialistas y liberales mutuamente,
reforzándose recíprocamente en su pretensión y en su determinación de cambiar el mundo,
Lurdes no sabe bien a qué carta atenerse. Ella nunca creyó en un procedimiento que no
fuera el revolucionario y estos yuppies quieren cambiar el mundo desde dentro,
asumiéndolo, por evolución de sus vectores positivos. “Son unos optimistas
incandescentes”, se dice. “Y Miren, lo mismo”, añade. No tiene nada que reprochar a
Michel, desde luego, quien ya le advirtió de esa base fundamental cuando le pidió su apoyo
para iniciar BlueCoo en La Défense. “Hay que aceptar el mundo como es, no inventarnos
uno a nuestra medida”, recuerda. Pero eso no quiere decir que lo comprenda de la misma
forma. Un “¿No estaremos haciendo el juego más infantil al sistema?”, le asalta una y otra
vez como pregunta que no se atreve a responder.
Con todo, la nostalgia de sus tiempos mozos se impone sobre sus dudas filosóficas y
disfruta del New York de 2006 como si fuera el de 1984 de sus 21 años. Hace frío y se
calienta en un MacDonald que ya existía entonces, antes de volver al apartamento de
Gwendoline a seguir mirando fotos de aquellos tiempos felices. Cuando sale a tomar el
metro que la lleva a Wall Street su cabeza está llena de la casa de Rathmines, en Dublin, en
la que disfrutó aquellos veranos de su juventud junto a Gwendoline. Su habitación estaba
en la buhardilla de techos inclinados, que hacía una tercera planta, y desde ella casi podía
bajar al jardín delantero por las ramas del sauce que llegaban a tocar el pequeño ventanuco
de la habitación. Ella debía trabajar las mañanas en la limpieza de la casa, pero las tardes,
¡ay las tardes!, ¡qué largas eran!, todas empezaban con la voz de Gwendoline que le
llamaba desde el jardín, “¡Edur!, ¿subo o bajas?” y todas terminaban con las dos amigas
sentadas a la noche en su cama hablando de las aventuras de aquella tarde o de las del fin de
semana. ¡Cuántas noches cayeron las dos vencidas por el sueño en aquella cama, sin sitio
para separar sus cuerpos!
***
 ¿Dónde preferís que nos sentemos para que os cuente las gestiones que he hecho.
Arriba, en mi despacho, o en un Starbucks? Arriba os tendría que presentar a
algunos compañeros de trabajo que siguen machacando los ordenadores.
“En efecto, viste de uniforme”, piensa Michel tras ver la figura de Gwendoline embutida en
un traje de chaqueta de marca, semioculto por un abrigo negro de líneas austeras y corte
impecable.
 Entonces, mejor en un Starbucks.
Los tres se han vuelto a reunir a las 6 de la tarde. Mientras ingieren el excelente y copioso
café, Gwendoline les da cuenta de sus gestiones. A la espera de decidir los pasos de los
próximos días con ellos, ha dejado dicho que probablemente no vuelva hasta la semana
siguiente. Les explica que ha hablado con su amigo Bill Talbot, el fundador CFW (Car For
Share), una empresa cuyos asociados tienen derecho a usar cualquier automóvil de la flota
aparcada en unos cuantos lugares céntricos de la ciudad de Seattle, los cuales funcionan con
una tarjeta que carga automáticamente en la cuenta del asociado el costo del servicio,
siempre proporcional a los kilómetros recorridos. Bill reduce así incontables horas y
225
kilómetros de coche de todos aquellos residentes en las inmensas afueras de la ciudad, que
de otra manera acudirían al centro en sus propios carros. Todos ellos disponen en el centro
de coches que comparten. A iniciativas como esta se refería Gwendoline cuando proponía
implementar los sistemas basados en el uso antes que en la propiedad, también en el terreno
del consumo, de los individuos y las familias, no sólo en el de las empresas. Ha quedado
pendiente de confirmarle si pasado mañana estarán en Seattle para hablar con él. Mañana le
era imposible.
 Hay muchas iniciativas de este género, sobre todo en Europa –explica
Gwendoline-, cuyo objetivo es reducir el consumo de combustible y los atascos.
He hablado con Bill sobre su interés en participar en una eventual Confluence
sobre el tema del transporte. Bill es un auténtico experto en todos estos temas,
conoce a la perfección muy distintas soluciones que se presentan por el mundo y,
además, es un hombre emprendedor. Yo le gestiono sus inversiones y también las
de CFW. Os aseguro que no le va nada mal.
 ¿Y hablaríamos con él pasado mañana?
 Eso es. A la mañana.
 Vale. ¿Te encargas de sacar los billetes para algún avión a Seattle mañana?
 Claro, claro. Y para los hoteles. En cuanto acabemos con todos los planes vamos
a casa, o voy yo sola si vosotros queréis continuar deambulando por mi ciudad, y
me encargo de tramitar por internet lo que haga falta. Yo pago mis gastos.
 No, no. Son gastos de BlueCoo.
Gwendoline no discute. Ella ha ofrecido esa posibilidad, pero no es de las que se empeña en
demostrar su generosidad por encima de lo que es razonable. Luego añade que eso no es
todo, que se ha tomado la libertad de hablar también con otro amigo suyo, un tal Peter
Berger, promotor de SOEN (Social Enterprising), una especie de Sociedad de Capital
Riesgo que financia a Emprendedores Sociales en todo el mundo. De esa sociedad formaba
parte la ONG de comercio justo en la que Gwendoline trabajó unos años. Cuenta cómo ella
fue derivando su interés más hacia SOEN que hacia la ONG en la que colaboraba, ya que
SOEN, junto a su actividad financiera y asesora de emprendedores sociales, ha montado
una red de diálogo entre centenares de ONG en todo el mundo con objeto de que las
soluciones técnicas a los distintos problemas de que se ocupan estén en manos de todas
ellas, así como en manos de los emprendedores que financia y asesora. Es decir, ha
montado ya una especie de BlueCoo de ONGs. Y eso le interesaba más. “He pensado que
deberíamos hablar con él”, sugiere.
 La Company Confluence de ONGs la tenemos ya montada y en marcha, sólo hemos
de llegar a un acuerdo con SOEN y ponernos a su disposición –termina.
Michel se lo piensa antes de contestar.
 Bien. Habremos de pensar eso antes de hablar con él y también después de hablar
con él. Tú eres el nexo común y el engranaje. Dále vueltas a la cabeza sobre la
manera de encajar las dos empresas –ordena Michel.
 ¿Y cuándo estaríamos con ese Peter? –pregunta Lurdes.
 Yo le he sugerido el próximo viernes. Podríamos estar en Los Angeles prontito a la
mañana, tomando un vuelo desde Seattle.
226
 Habíamos pensado volver a París el sábado. ¿Es posible zanjar las cosas el mismo
viernes y tomar nuestro vuelo de vuelta el sábado?
 Es un poco precipitado, pero así se hará, si no hay otro remedio.
Tras un silencio, Gwendoline continúa.
 Hay algo más. Sé que no he hecho bien, pero estando trabajando en la oficina, he
recibido un e-mail de un amigo indio, Akali Kumal, de Mumbai, y he cometido la
imprudencia de escribirle acerca de BlueCoo. Me ha vuelto a contestar
inmediatamente mostrando su interés.
 ¿Quién es ese Akali Kumal?
 Una perla para BlueCoo, espero.
 He de decirte, mi muy precipitada Gwendoline, que las gestiones con la india las
está llevando André Martin, desde París, que ya tiene algunos contactos. Nos
proponíamos viajar a Mumbai, precisamente, dentro de dos semanas, a principios de
marzo.
 Bien, eso quiere decir que detengo cualquier contacto con Akali hasta que os cuente
lo interesante que puede ser, lo comentéis con ese André y me comuniquéis vuestra
decisión al respecto. En caso de que fuera positiva, no me importaría reunirme con
vosotros en Mumbai en esos principios de marzo, para presentároslo y hablar con él.
 Corres más que el rápido de Kentucky, Gwendoline.
 Soy “caballo veloz”
 Vale. Hala, dínos quién esa joya.
 Akali Kumal trabaja en Mumbai, la mayor ciudad del mundo si consideramos sólo
el municipio y no la conurbación. A pesar del impresionante dinamismo económico
de la metrópoli, dice Akali, ésta no logra atender a las ingentes cantidades de
ciudadanos extraídos de la pobreza rural que le llegan diariamente. La ciudad tiene
más de 4 millones de miserables que se arrastran por las calles y que habitan en
chabolas inmundas. Una cantidad desorbitada aunque haya que considerarla en
relación a los 13 del municipio o los 20 de la conurbación. Una ciudad muy
desigual. Akali está obsesionado con reducir el ritmo de crecimiento de su ciudad y
no ve otra fórmula que la de mejorar las condiciones de vida y los ingresos de los
campesinos pobres. Yo le conozco porque trabajaba en la Bolsa de Mumbai,
especializado en el comercio y las empresas del sector agrícola. Hasta que se dio
cuenta de que el principal problema de los productores rurales pobres era la
comercialización, pues invariablemente, son los que afrontan los mayores costos
para llegar a vender sus productos, en comparación con los productores grandes. No
sólo las prácticas injustas de los países ricos y de las grandes cadenas de
supermercados son la causa de que estos productores se empobrezcan
sistemáticamente, sino también la falta de infraestructuras y condiciones básicas
humanas, así como de estructuras comerciales adaptadas a las nuevas realidades del
mercado agrícola. Entonces se asoció con varios colaboradores para trabajar en tres
frentes reunidos en una misma empresa-ONG. Una, reivindicación de capacidades,
salud y educación, e infraestructuras rurales, caminos y agua, fundamentalmente
ante las autoridades y organismos competentes; dos, construcción de estructuras
logísticas de conservación (frigoríficos) y almacenaje comarcales; y tres, caja rural
que permita dotar de capacidad financiera de los productores frente a los
compradores que retrasan los pagos a dos meses de la entrega. La novedad es que
227







abordan estos tres frentes mediante un sistema cooperativo que reúne a los
productores locales según una organización territorial. Como véis no se mete de
momento en la forma y la tecnología con que cada productor se apañe para su
producción, sino con cuestiones básicas anteriores a la producción, condiciones de
vida e infraestructuras, y posteriores a ella, la comercialización y las finanzas para
esa comercialización. Akali repite con frecuencia la idea de que las soluciones no
son complejas en estos terrenos. Lo complejo es llevarlas adelante porque para ello
es necesario un poco de sentido común, que es el menos común de los sentidos.
Para él es de sentido común que los productores pobres deben unirse para ahorrar
costes de comercialización y mejorar sus ofertas, y eso es lo que se propone y lo que
de hecho consigue.
¿Y qué es lo que le interesa de BlueCoo a ese amigo tuyo?
Dos cosas, ambas producidas por el éxito de su proyecto. Una, extender su
experiencia al resto de la India y al resto del mundo: Dos, extender el objeto de la
cooperación también a la producción y a sus condicionantes básicos de escala,
tecnología, organización, etc. Él comenta que la propia práctica de la cooperación
comercial y reivindicativa ha generado entre los pequeños productores la necesidad
de extenderla también a ese terreno. Pero estima que ahí las soluciones sí que son
difíciles y que para encontrarlas ya no sirve la estructura de cooperación local que
tienen montada. Necesitan nuevas estructuras de cooperación, dice. Lo que no sé es
cómo las piensa, en concreto. Para eso es para lo que habría que hablar con él.
Hay que hablar con André, sí –apoya Lurdes.
De acuerdo. Lo haremos en cuanto volvamos a París –sentencia Michel.
Bien, pues si estamos ya de acuerdo me voy al apartamento a gestionar vuelos y
hoteles, y a confirmar citas con Bill y Peter. Prefiero hacerlo desde mi casa que en
la oficina. Vosotros, ¿qué hacéis?
Pasar frío por Broadway. Si mañana salimos para Seattle hay que aprovechar estas
últimas horitas. ¿Por qué no nos encontramos en algún restaurante? Hoy te
invitamos nosotros.
De acuerdo. Pero entonces haré las gestiones desde la oficina para no perder el
tiempo en ir a casa y luego volver a la cita. Espero que me dé tiempo. Os llamo por
el móvil antes de las 9 y media. Quedamos por Times Square en caso de que todo
haya ido bien.
228
10
Mundo.
Michel.
Otsaila, Martxoa eta Apirila
229
Sábado, 25 de febrero de 2006
Shang Hai
Las actividades de Michel como director general de BlueCoo están poniendo a prueba su
capacidad física y mental. El saboyano es un hombre sano sin complicación física
reseñable, que duerme bien y sabe poner la mente en blanco cuando debe dejar de dar
vueltas a los problemas, poco propenso al stress. Sin embargo, el ritmo actual de viajes y
gestiones no deja de perturbar sus ritmos vitales y sus costumbres. Le salva la disciplina de
apagar el móvil siempre que come y siempre que duerme, esté donde esté, pero le condena
la falta de ejercicio. Desde hace dos meses no practica el piragüismo. Tal vez por eso le ha
cogido afición a los largos paseos en todas las ciudades que está obligado a visitar. Los
viajes con Miren incluyen siempre ese programa y, cuando lo hace con otras personas, no
duda en tomarse el tiempo libre necesario para practicarlo. Lo ha hecho así con Madeleine
y Elisabeth Herrmann en Berlín, con Vivienne y Letizia Pistella en Milan, y con Lurdes y
Gwendoline Crinigan en New York. En todos los casos ha encontrado unas horas para
deambular sólo por la ciudad. Esa actividad le proporciona un estado mental distinto, un
cerebro solicitado por las numerosas incitaciones ciudadanas, que trastocan la forma en que
se le presentan las últimas preocupaciones, más difusa, lo que abre nuevas posibilidades
para abordar los problemas irresueltos desde nuevos ángulos. Lo cierto es que no pocas de
las ideas con las que la empresa va perfilando sus contornos aparecen por primera vez en
esos paseos. Miren le enseñó que no hay trabajo que pueda impedir el placer, ni viaje de
trabajo que no permita hacer también un poco de turismo. Por otra parte, esos paseos
facilitan la digestión de las ingestas frecuentemente excesivas, problema que tiende a
hacerse crónico en una persona de su apetito, descansan la cabeza y ayudan a tonificar la
musculatura.
Sin embargo, Michel añora una actividad física más enérgica en la que dar rienda suelta a
su fortaleza. En esa evocación está ahora, en Shanghai, mientras se deleita con la
contemplación desde el Bund del incesante ir y venir de barcos por el Huangpu, con el
escenario de los rascacielos del Pudong al frente, torre de Jin Mao incluida, donde ayer y
anteayer tuvieron lugar las inauguraciones. El anchuroso y caudaloso Huangpu le ha hecho
trasladarse con su imaginación al bullicioso y brioso Arve, deslizándose raudo por el valle
de Chamonix. Han hablado Miren y él de pasar en la Alta Saboya unos días y hacer
piragüismo por ese río, para complacerle a él, y subir a las montañas, para satisfacerle a
ella. Las imágenes que le llegan de esta ilusión son plenamente satisfactorias, bogando las
aguas bravas y escalando los macizos contrafuertes del Mont Blanc. Pero enseguida tuerce
el gesto y su mirada se pierde en la melancolía. “Además, tengo que visitar a mis padres.
Llevo sin verles desde septiembre. ¡Vaya un hijo que estoy hecho!”, se dice. “¡Con las
ganas que tienen de conocer a Miren!”. “Esa vasca que ha conseguido enderezarte debe ser
una brava mujer, necesariamente”, le dijeron cuando por fin les anunció hace poco que sus
relaciones eran estables y con “sentido de futuro”, les dijo, como queriendo dar una nota de
novedad y de madurez. Sí, nos hemos de tomar unos días de vacaciones en primavera, se
dice a sí mismo. Tal vez la semana de pascua, a finales de abril.
230
Michel ha acudido a Shanghai solo, dejando a Miren, una vez más, al frente de BlueCoo en
París. Anteayer fue el feliz alumbramiento de la CC-Energía y ayer de la CC-Electrónica,
las dos Confluences que ha puesto en marcha Wang. Ambas presentaciones fueron en las
instalaciones del hotel Hyatt en la dichosa torre Jin Mao, en cuyas alturas Wang mostró en
todo el fuego de su carácter emprendedor y de su espíritu de conquista hace ya más de 3
meses, consiguiendo su primera victoria frente a él. Sin negar el reconocimiento de la
ingente labor realizada por Wang y de su perspicacia para apreciar su ductilidad como jefe
en las complicadas reuniones de las Juntas Rectoras de enero, Michel vuelve a sentir la
preocupación por el hecho de que estas Confluences estén enteramente en manos de
personas cuyo interés por la empresa supone excesivamente dominado por el afán de lucro,
según todos los indicios. Como este afán tiene enfrente serias limitaciones en los estatutos
cooperativos de BlueCoo, de nuevo ha podido observar las primeras sugerencias sobre una
autonomía orgánica para estas CC, que les permitiera constituir sus propias reglas de juego.
Michel no sabe cómo va a ser posible contener esta clara tendencia en dos Confluences que
se han presentado completamente eufóricas y con un despliegue de cifras asombrosas: más
de un centenar de empresas asociadas de todo el mundo, si bien con una alta concentración
en toda Asia Oriental, de cifras de negocios muy variables, afortunadamente, en cada una
de ellas, dispuestas a colaborar en campos también diversos. En cualquier caso, esas
Confluences parece que podrán ser en breve perfectamente autosuficientes, a poco que
aumente el número de empresas, al generar las suscripciones suficientes ingresos para
superar los gastos previstos, la mayor parte en personal para llevar adelante las
correspondientes webs y para pagar el trabajo de los gestores técnicos e intermediarios que
se han debido contratar en diversas zonas del mundo. Esa previsible autosuficiencia en el
corto plazo es la mejor noticia, pero puede tentarlas a dar un golpe de mano en cualquier
momento y decidir independizarse alegando cualquier pretexto. Por ejemplo, la sugerencia
que ya le hizo Shin Tamagusuko, el delegado de Tokyo, sobre que el desvío de recursos
financieros a otras CC y a la tesorería de BlueCoo para destinarlos a nuevas partes del
mundo puede ahogar cualquier proceso de expansión ...
Por fortuna, Wang y la mayoría de los delegados regionales que estuvieron presentes en las
presentaciones y en las celebraciones le hicieron saber que el mayor capital de BlueCoo es
su estructura territorial desplegada por el mundo. Que la estructura funcional de las
Confluences requiere aquella, pues es en la región y en el nivel local donde mayormente
tienen las empresas interés en entroncarse unas con otras. Además, los técnicos de BlueCoo
intermediarios entre las empresas se distribuyen por las diversas zonas del mundo, forman
parte de la estructura territorial, y las empresas sostienen que el acceso a sectores
colaterales lo obtienen mejor a través de esa estructura territorial desplegada por el mundo.
El intento de compartir tecnología, de pactar estándares técnicos, de compartir clientes,
canales de distribución y redes de marketing, de articular de forma común la producción o
compartir instalaciones, para participar de los mismos suministradores, etc, la inmensa
mayoría de las ocasiones se plantea en el ámbito espacial y geográficamente cercano. Más
todavía, le hicieron saber que la mayor parte de los accesos iniciales a la estructura
funcional de las Confluences se hacían a través de la articulación territorial de BlueCoo.
Ahora bien, Michel duda de que esa virtualidad de la estructuración general de BlueCoo
pueda mantenerse en el futuro, si es que las Confluences se consolidan y cuando la
colaboración entre empresas se haga hábito dentro de cada una de ellas. “El futuro lo dirá”,
se resigna ante sí mismo, después de concederse que “son los difíciles problemas que
genera el éxito”.
231
En el discurso que Michel se vió obligado a lanzar en la inauguración de las dos
Confluences ante la mayor parte de los delegados de oriente, algunos a los que ya conocía,
pero también otros nuevos, y que fue, a su vez, una presentación a la prensa especializada
de BlueCoo, Michel forzó, tras mostrarse animoso y alabar el trabajo realizado por Wang y
los allí presentes, comentarios que le parecían necesarios sobre la importancia de apoyar el
proceso de instalación regional en el mundo y sobre el acierto de la fórmula empresarial,
que está consiguiendo “un alto grado de implicación personal de los socios-trabajadores”.
Contó los muchos candidatos que tienen que examinar en Europa cada vez que deben
contratar a algún técnico, a pesar de que en las condiciones del contrato figura la cuota de
inversión correspondiente. Y leyó, previamente le había pedido permiso, un e-mail de
Huang en el que le relataba con gracia el mismo fenómeno en Shang Hai. “Eso quiere decir
que la gente, a pesar de tratarse de una empresa desconocida, comprende enseguida que en
BlueCoo hay futuro y buenas condiciones de trabajo”. “Sólo llevamos dos meses y medio
de funcionamiento y ya tenemos más de 40 socios-trabajadores, que se multiplicarán
rápidamente en breve plazo, según todas las previsiones. Pues bien, no es el momento de
lanzar campanas al vuelo, pero ninguna de esas más de 40 personas ha mostrado interés
alguno en dejar la empresa, lo cual es excepcional, porque el porcentaje normal de
desistimiento a corto plazo de los nuevos trabajadores es un fenómeno bastante
generalizado”. En definitiva, Michel procuró que los motivos de la euforia se extendieran
también a las características esenciales de la empresa, no solamente a las previsiones de
resultados económicos.
Esta mañana del sábado la ha dedicado a pasear por el Shanghai magnífico que tanto excitó
a su compañera en diciembre. Luego ha quedado a comer a solas con Huang, que se ha
convertido en la más eficiente “Jefa de Personal”. Esa es la nueva categoría a la que le ha
ascendido Wang, para hacer frente a la relación intersocial y laboral que ya ha visto
necesario abordar con los 23 socios-trabajadores de su circunscripción, en rápido
crecimiento, extendidos por toda la región asiático-oriental, y que pronto serán muchos
más. Huang le citó ayer con un cierto secretismo en el mismo restaurante del barrio francés
donde cenaron en tan buen entendimiento los tres, en el viaje de diciembre con Miren,
cuando les contó la historia resumida de su vida.
 ¿Qué tal tu padre, querida Huang? –pregunta Michel tras los afectuosos saludos, una
vez sentados a la mesa y sin poder separar, hoy como entonces, su mirada de la
bondadosa cara de Huang, siempre iluminada por la más inefable sonrisa.
 No muy bien. Arrastra un resfriado mal curado que le tiene sin aire para respirar.
Me temo que sus pulmones no resistan otro invierno –contesta ella agradecida del
recuerdo para con su padre.
Los dos hablarán de cuestiones domésticas mientras hacen el pedido y esperan ser servidos.
Cuando Huang se entera de que Michel ha estado en New York la semana pasada exclama:
 Debería haberlo sabido. Precisamente mi hijo Qingying estaba entonces allí, en un
viaje de estudios que organizaron los estudiantes del primer curso de Economía en
la Universidad de Vancouver, donde estudia. De haberlo sabido le habría pedido
que te visitara. Le hubiera gustado conocer al hombre que dirige la empresa donde
trabajan tanto su padre como su madre. Habría sido un buen aliciente para sus
estudios de economista.
232
 No hubo tiempo para nada. En realidad estuvimos menos de dos días en New York,
ya que salimos para Seattle y Los Angeles pitando.
Así proseguirán hablando de “mi amiga Miren, la persona con quien más me comunico”,
diré ella, aludiendo a las continuas misivas que se envían las dos mujeres dentro de su
trabajo en BlueCoo. “Tiene una manera muy especial de escribir, de forma telegráfica y
rápida, que yo trato de imitar”. “Siempre hay algo que aprender de las maneras
occidentales”. Y continuarán hablando de Wang, de la larga intervención de ella por
videoconferencia en la asamblea de enero, “que nos dejó a todos patidifusos”, del gran
éxito de las presentaciones de ayer y del excelente futuro que parece esperarles a esas dos
CC. Sólamente cuando han terminado de comer y los tés son servidos, preguntará Huang:
 ¿Conoces TULIP, Michel?
 ¿TULIP?, ¿la multinacional de la compraventa en Internet?
 Eso es. Uno de los grandes booms del “punto.com”, dotada hoy día de un poder
inmenso, ¿no es eso? Pues bien, se ha suscrito a BlueCoo, muy bien, a la espera de
que se organice la CC-Comunicación. Pero me he enterado que hubo una reunión de
alto nivel en Hong Kong con varios de nuestros delegados en ella. Lo sorprendente
es que acudieran no sólo Sun An, el responsable de Guangzhou a quien corresponde
Hong Kong, y el propio Wang, como responsable de Asia Oriental, sino también
Shin Tamagusuko, de Tokyo, Robert Tsang, de Singapur, Zhang Hong, de Beijing y
Thaksin Ratchatawan, la última adquisición de Bangkok.
 Yo creía que se trataba de una reunión rutinaria de los delegados de oriente. ¿Y qué
se trató en esa reunión?
 No lo sé, pero he oído conversaciones telefónicas de Wang en las que hablaba muy
contento de la valoración monetaria de BlueCoo, millones de euros a estas alturas,
mientras contaba a no sé quién no se qué de TULIP.
 ¿Y?
 Que sonaba a que TULIP se plantea la posibilidad de comprar BlueCoo.
 Ya lo decía Gwendoline, pero no creía que fuera a presentarse este problema tan
pronto.
 ¿Quién es Gwendoline?
 La que va a ser responsable de BlueCoo-América del Norte. Bueno, en realidad lo
es ya, aunque no esté en nómina. La semana que viene estaré con ella en Mumbai.
 ¿Y qué decía Gwendoline?
 Que pronto tendremos una cola de financieros llamando a nuestra puerta. Y que es
bueno que constituyamos un núcleo esencial en BlueCoo con las ideas claras, es
decir, dispuestos a resistir ante la tentación de dejar la empresa en manos sólo del
dinero. Es evidente que tú, Huang, formas parte de ese núcleo.
 Bueno, no quiero ser alarmista. El problema no se ha planteado todavía. En realidad
no sé nada de esa reunión en Hong Kong, sólo que se produjo. A Hong Kong
fueron, al menos en teoría, varios delegados de la zona para intercambiar opiniones
sobre la estrategia a seguir en Asia, como ya sabes. Y la reunión con altos
ejecutivos de TULIP pudo ser leal, e inocente la asistencia a ella de tantos
delegados, por motivos que desconozco. No sé. También pude interpretar mal la
conversación telefónica que oí a Wang en la que aparecieron cifras de la valoración
actual de BlueCoo y el nombre de TULIP. Por cierto una valoración que supera ya
la inversión total realizada. ¡A tres meses de constituirse la empresa!
233
 Es demasiado pronto para cantar victoria, pero yo mismo estoy sorprendidísimo de
nuestro éxito fulgurante. Gracias a Wang, en muy buena parte, hay que reconocerlo.
Pero tenemos un problema. Es ya seguro que debemos afrontar la necesidad urgente
de financiación para poder poner en movimiento rápidamente las estructuras básicas
territoriales y varias nuevas Confluences que ya están preparándose. Necesitaríamos
una colaboración capitalista leal, que no trate de engullirnos, sino de ayudarnos.
Aún no lo hemos empezado a hablar, pero con solo la aportación económica de los
socios no vamos a poder financiar los procesos de implantación de BlueCoo en
África, en Sudamérica, en Norteamérica, en Asia Meridional, …, ni tampoco el
lanzamiento de las Confluences que tenemos pensadas de aquí a unos meses.
Necesitamos un banco aliado que confíe en nosotros. De otra manera podemos
quedar a merced de cualquier buitre.
 Pues encuentra ese banco, porque si lo encuentra Wang en mi país, se va a fortalecer
su posición hasta un punto en el que la empresa acabará dependiendo en todo de él.
 Sí, es un asunto prioritario. Gracias por tu apoyo Huang.
 No te apoyo a tí, apoyo al concepto de BlueCoo.
 Eso. Mucho mejor.
Huang queda mirando fijamente a Michel. Ha sido demasiado estricta al separar su apoyo
de toda afectividad personal. No es así. Se encuentra muy a gusto con Michel, con ganas de
hablar y …
 En realidad, me produce un gran placer que nuestros conceptos coincidan y que mi
labor, además de servir a BlueCoo, te conforte a tí.
Huang ha bajado la mirada, pudorosa, pero no ha descompuesto la sonrisa, su arma más
mortífera. Cuando percibe que ésta ha producido sus efectos, alza la vista esperando una
respuesta.
Michel no sabe cómo deshacerse del encantamiento al que le somete esa sonrisa hechicera.
Sólo acierta a decir :
 ¡Huang querida ! –dándose tiempo para reaccionar y encontrar las palabras
adecuadas-. En efecto, me conforta mucho esta alianza que mantenemos y este
entendimiento entre nosotros. Gracias.
 Comprendo –responde Huang al detectar el formalismo del tono y de las palabras de
Michel-. Mi amiga Miren te tiene bien atrapado, ¿no es eso?
 Es eso.
Y Michel pone cara de coitado para confirmarlo.
234
Jueves, 2 de marzo de 2006
De Mumbai a París
Los vuelos de Michel, de André y de Gwendoline convergieron el lunes en Mumbai,
convertida a la sazón en el extremo común de los arcos de circunferencia terrestre que
comienzan en Shanghai, París y New York, respectivamente, que son los puntos de partida
de los tres viajeros. La más tempranera en llegar al Chattrapathi Shivaji International
Airport y de acabar con los demasiado complicados trámites aduaneros fué la newyorkina,
que se dirigió al hotel rápidamente para intentar descansar del largo viaje que debió
realizar, con escala en Londres. Miren les reservó el mismo hotel “medium class” en el
centro de la ciudad, una habitación para ella y otra doble para los dos hombres. Tuvo
tiempo para comer, para echarse una buena siesta y para foguearse por las atiborradas calles
indias, antes de que los franchutes llegaron a la noche. Esperó siquiera a Michel, cuya
llegada al hotel desde Shanghai fué hacia las 11 de la noche. Con él habló y tomó un gintonic antes de acostarse, mientras que André, que llegó a la 1 y media de la madrugada,
tuvo que encender la luz de la habitación y despertar a Michel para poder acostarse él en la
cama contigua.
Al día siguiente trazaron el plan del día mientras desayunaban en buena armonía, tras las
presentaciones entre el educado André y la impetuosa Gwendoline. A la mañana hablarían
con Farida Mishra, conocida de André, voluntariosa y emprendedora mujer que ha montado
una red de guarderías en las propias fábricas y talleres donde trabajan miles y miles de
mujeres que ya no tienen que optar entre el cuidado de sus hijos y el trabajo, quizás el
mayor handicap con que se enfrentan en una sociedad cuyas tradiciones les obligan a
procrear muchos hijos y a cuidarlos ellas sin apenas participación de los varones. Ha
convencido a las empresas y les ha demostrado que no pierden nada aportando los locales y
pagando las cuidadoras y los materiales educativos. Al revés, amortizan rápidamente ese
coste por la mayor eficiencia de las madres en su trabajo y porque de esa manera se evitan
grandes bolsas de absentismo laboral. Tras años de pelea ahora quiere conseguir una ley
que obligue a las empresas de cierta dimensión a crear y mantener ese tipo de guarderías.
Ella dirige la empresa que forma a las cuidadoras y provee de ellas a las guarderías, de
modo que está directamente interesada en que su sistema se generalice. A André le cautivó
la forma de cargar directamente sobre las empresas este servicio de guarderías, sin
necesidad de pasarlo por la rueda del estado. Y la manera de demostrar que, más que de una
carga, se trata de una descarga del grave problema del absentismo, la impuntualidad y el
trabajo estresado de las mujeres. A su mentalidad europea no le parece la mejor forma de
organizar este tipo de servicios, que deben ser públicos, piensa, no sólo para las madres
trabajadoras, pero sí una excelente forma de demostrar su necesidad y su utilidad. Y
especialmente importantes en una sociedad como la india, con tan graves problemas para la
emancipación de las mujeres.
La reunión con Farida, además de descubrir una mujer de gran sensibilidad, no aportó lo
que André esperaba. Farida vió muy bien incluir su empresa en BlueCoo y en una eventual
235
CC-Mujer, que pudiera formarse con empresas cuyos productos o servicios estén
especialmente dirigidos a las mujeres o con ONGs e instituciones que se ocupen de ese
tema, pues le interesa extender su modelo, “de vital importancia en La India y en
Bangladesh, y supongo que en la mayoría de los países en desarrollo”, pero ella poco más
podía hacer. Conocía a Akali Kumal, con quien se entrevistaron a la tarde y de quien dijo
tener una excelente opinión.
La reunión con éste, por el contrario, fue fulminante, como había adelantado Gwendoline.
Se mostró bien informado por ésta y mostró un vivo interés por la empresa y por una futura
CC-Agricultura, ya que quería extender el objeto de la cooperación entre los agricultores de
su fundación a nuevos campos, en especial el de la producción y el de la tecnología, así
como al empeño de abaratar suministros consolidando alianzas de compradores. Él no
podía dedicar su tiempo a BlueCoo, pero puso como factótum a un tal Javed Sabha,
economista a quien presentó como la “persona mejor para este proyecto”. Akali y Javed
hicieron muchas preguntas sobre la financiación de BlueCoo, ya que las aportaciones de los
socios indios nunca serían suficientes, “¿de dónde vamos a sacar los fondos para montar
una estructura tan ambiciosa?”, y Michel prometió y prometió, “más de la cuenta”, pensó
después. Los fondos europeos, que han suplido hasta ahora las carencias en Asia y África,
se han agotado. Adermás, ya deben atender también las necesidades de Europa, en pleno
proceso de implantación. Por añadidura, ahora se plantean los déficits de financiación de
Sudamérica y el Subcontinente Indio, a lo que se añaden los gastos de la puesta en
funcionamiento de numerosas Confluences que están ya programándose. Gwendoline ha
prometido hacer lo necesario para que la financiación de la estructura en Norteamérica
corra a cargo de los norteamericanos.
El miércoles siguieron hablando Michel, Gwendoline y André con Javed por largas horas,
ultimando detalles y haciendo planes. André viajaría con el que será el nuevo delegado de
BlueCoo-AsiaMeridional a Delhi y a Kolkata para entrevistarse con posibles delegados de
zonas de una enorme densidad de población, mientras que Michel debería volver a París y
Gwendoline a New York al día siguiente, es decir, hoy jueves.
 ¿Cómo vamos a financiar tantos recursos como has prometido? –preguntó
Gwendoline, preocupada no sólo porque el maná financiero llegara a La India, sino
también por el que necesita ella para montar la estructura en USA, Canadá y
México.
Daban en esos momentos los últimos bocados al pollo tandoori con que se regalaron en la
última cena juntos en Mumbai. Michel, que ha estado dando vueltas a la posibilidad de
forzar a los socios para nuevas aportaciones, responde, sin embargo:
 He puesto a la responsable europea, Evelyn Zeist, a la búsqueda y captura de algún
crédito goloso.
 ¿A quién se lo va a pedir?
 Al BNG Group donde trabajó.
 ¿Al BNG? –se pregunta más que pregunta la Gwendoline profesional de las
finanzas-. No está mal. Es un banco sensible a los planteamientos solidarios, es
decir, a las apuestas arriesgadas en los países en desarrollo y no sólo en los
emergentes. Por eso ha sido relativamente penalizado en Bolsa. Pero es un banco
solvente y serio.
236
 Una de las artífices de esa seña de identidad del BNG es precísamente nuestra
Evelyn –informa orgulloso Michel.
André interviene en este momento.
 Estamos también a la espera de que la ONU nos declare “Organización
Intermediaria”. Si lo conseguimos tendremos acceso a fondos del BM y el FMI.
Pero creo que nada de todo ello podamos conseguirlo antes del otoño.
 Bien, que sea cuanto antes. De todas formas, contad conmigo para lo que veáis
conveniente. Si hay que aumentar la inversión de los socios, contad conmigo; si hay
que adelantar algún dinero puntual, contad conmigo; y si hace falta más, recordad
que tengo gran experiencia en gestionar créditos puente a corto plazo. En último
caso, podríamos unir nuestras fuerzas unos cuantos y salir de apuros en un momento
dado. Tenedlo en cuenta.
 Lo tendremos.
Michel está en el avión que lo devuelve a París y su respiración adquiere un grado de
tranquilidad perfectamente compatible con la excitación al recordar esta última
conversación con Gwendoline. La tranquilidad procede de la confianza que le inspira la
newyorkina y el equipo que están formando entre todos. “Fabuloso”, piensa para sí. La
excitación, que apunta un fondo de angustia, proviene de que no ha sido nunca su propósito
ir tan deprisa ni meterse en una carrera de inversiones a lo loco. Gwendoline parece una
mujer sin vértigo, a la americana, dispuesta a arriesgar sin medida. Él prefiere un ritmo más
lento, ir consolidando posiciones, obtener rentabilidades parciales antes de arriesgar nuevos
envites. Pero se haya inmerso en un proceso rapidísimo de expansión. En efecto, la única
manera de aposentar esta vorágine es conseguir un sólido apoyo financiero de una
institución fuerte, piensa. “Pero ha de ir acompañado de nuestra propia implicación, por un
lado, y de nuestra propia serenidad y prudencia, por el otro”, se dice a sí mismo,
emplazándose a mantener la calma y no dejarse arrastrar por el torrente.
El avión ha despegado puntual a las 7:20 de la mañana, casi sin luz en el cielo, y se ha
adentrado con rapidez en las aguas del mar Arábigo. Es época seca en Mumbai pero el aire
no se muestra transparente. Cuando llegó a la inmensa ciudad lo hizo de noche y tampoco
pudo echarle un vistazo desde arriba. Tampoco ha podido darse sus buenos paseos en
solitario. Le habría gustado recorrer todo el hermoso arco de Marine Drive, desde la playa
de Chowpatty hasta el barrio financiero, al otro extremo. No ha tenido tiempo. Toda su
vivencia de la capital económica y financiera de la India, el Bolywood que más películas
produce en el mundo, se reduce a la rápida visita que hicieron ayer, en la postrera tarde, de
la Gateway of India, la gran puerta que preside una de las dársenas del mayor puerto del
país, y el recorrido que caminaron por el centro de la ciudad hasta la Terminal Victoria y su
abigarrada y neogótica arquitectura, en cuyas inmediaciones cenaron los apetitosos,
especiados y picantes manjares indios. Eso, junto a lo visto en los recorridos en taxi desde
el aeropuerto y en los traslados a las oficinas y los lugares de citas con Farida, con Akali y
con Jamed, es todo lo que conoce de la inmensa ciudad. No se ha adentrado ni en los
inmensos bazares ni en los hermosos jardines, no ha escudriñado las pinitos de metrópoli
mundial con los rascacielos de las grandes compañías, de los Trade Center, de los Stock
Exchange y de los grandes hoteles, al lado de los barrios de chabolas que aún subsisten en
lo más granado de la ciudad, ni ha profundizado en el intento de los indios ricos de hacer
regular el urbanismo caótico para sus zonas residenciales de buen nivel, por donde
237
discurren los carros de lujo que no se ven en otros lugares de la India. Tampoco ha entrado
a considerar el otro mundo de la ciudad interminable, extendida por todas las islas
convertidas en península a base ganar terrenos al mar, ni por las inmensas extensiones de
casas baratas y chabolas que se derraman por el continente tras los puentes. Eso lo hizo en
Lagos, con Miren, aquí no ha tenido ni tiempo ni con quien hacerlo. Se va de Mumbai sin
apenas intimar con la ciudad que Gwendoline dice la mayor del mundo por el número de
habitantes del municipio estricto. ¡La mayor del mundo! Debería haberme tomado siquiera
un día libre, piensa. Pero de París le reclaman para un sin fin de urgencias.
238
Jueves, 14 de marzo de 2006
Amsterdam
Los propósitos de Michel toparon la semana pasada con una acumulación de tareas y de
eventos. Ni siquiera su habitual capacidad para desconectar cuando toca descansar funcionó
con eficacia. Evelyn Zeist prefirió que las conversaciones con los ejecutivos del BNG para
gestionar un plan y un apoyo financiero sostenido fueran en la central de Ámsterdam, y no
en la sucursal de París. La cantidad de papeles y contabilidades que hubieron de presentar
acaparó todas las horas de Miren y de Lurdes varios días. Bueno, a ver qué pasa. Si el BNG
se niega, Michel dice que habrá que jugarse el cuello y poner más dinero, montar una nueva
Junta Rectora y exponerse a que se reaviven las diferencias dentro de BlueCoo. A estas
gestiones siguió la presentación de la CC-Cultura en Londres, de las manos de Andrew
Clark y de Madeleine, quien se plantea también dejar la UNESCO para integrarse de pleno
en BlueCoo. Miren ha insistido en que las presentaciones de las CC que tienen su origen en
Europa, lo sean en diversas ciudades y no siempre en París. Estima que eso evitará los celos
intraeuropeos entre unas ciudades y países y otros. Además, de esa manera tendrán la
oportunidad de ir dando a conocer a la prensa especializada los avances de BlueCoo en los
distintos centros económicos del Viejo Continente. Miren justifica así su propuesta, que en
el fondo responde a su pasión europea. Además, es Andrew quien está consiguiendo asociar
un número mayor de empresas culturales para la Confluence, junto con la alsaciana, que ha
echado mano de las interminables listas de instituciones y empresas bajo el tópico de
“Industrias Culturales” que maneja en su trabajo de la UNESCO, y dedicado a llamar por
teléfono y a escribir a cuantos personajes ha ido conociendo o trabando contacto a lo largo
de los años.
El martes volvió Michel de nuevo a Ámsterdam, en esta ocasión para presentar la CCFinanzas. Y esta vez le acompañó Miren, dispuesta a no perder oportunidad para hacer el
amor, ya que ha aparecido la segunda regla y “hay que aumentar las probabilidades
elevando el número de ensayos. Esto es una cuestión estadística y hay que abordarla con
métodos estadísticos”, dice medio más en serio que en broma. Michel hubiera querido que
la presentación de esta Confluence coincidiera con la firma de los acuerdos financieros de
Blue-Coo con el BNG, pero el banco ha pedido nuevas reuniones para tratar mejor los
términos del acuerdo. Alega que si ha de ser un convenio a largo plazo, es decir, un acuerdo
de colaboración estrecha entre el banco y BlueCoo y no de mera prestación de un crédito,
eso requiere una mayor imbricación entre las dos entidades. Una manera de decir que
quieren fiscalizar más de cerca los planes financieros de BlueCoo. Bien, Michel lo
comprende, pero le empiezan a entrar prisas, el dinero se acaba y la semana que viene van a
Lagos a inaugurar BlueCoo-África, que depende en gran medida de ese dinero. Michel
empieza a estar nervioso. Sólo faltaba que la estructura africana se viniera abajo porque no
hay recursos financieros para sostenarla el tiempo necesario hasta que se haga
autosuficiente. “¡Eso no ocurrirá!”, se promete a sí mismo.
239
El conflicto es que la angustia comienza a invadirle su tiempo privado. Nada más acabar de
hacer el amor en el mismo hotel donde lo hicieron a finales de enero, tras la excursión con
Evelyn y Wim, él se encuentra pensando en hablar urgentemente con Gwendoline, con sus
amigos y hasta con tía Roseline. Madura incluso la opción de pedir un crédito
mancomunado para salir del aprieto. Mientras tanto, Miren, acurrucada a su lado, le dice en
el tono amoroso que corresponde a los cuerpos pegados que aún mantienen el calor del
esfuerzo sexual:
 MMmmm!!!, qué bueno!, pero qué bueno!!!.
En efecto, ha estado muy bueno, piensa Michel, dándose un tiempo para traslocar la
atención de su mente de donde la tenía. Demasiado tiempo para impedir de nuevo la voz de
Miren.
 ¿Me dejarás ponerle un nombre vasco al niño o niña que acabamos de hacer?
Michel ríe, sorprendido.
 A condición de que lo acabemos en “txu”.
Esta vez si me has desviado la atención de las finanzas, Mirentxu, piensa, mientras pasa a
considerar la pertinencia de haber decidido intentar ser padres precisamente en estos meses
de actividad desenfrenada, que se corresponde inevitablemente con la acumulación de
problemas financieros. “Deberíamos haber esperado a que la empresa se consolidara, antes
de meternos en este fregado”, medita. Pero no dice eso, sino esto otro:
 Perdona, Miren, que no pueda pensar en eso. No me quito de la cabeza el problema
financiero que se nos va a presentar de forma inmediata.
 Ya lo sé. No te preocupes, ya me ocupo yo por los dos de lo nuestro. Y, díme, ¿qué
vamos a hacer?
 Ahora no puedo convocar una Junta Rectora para aumentar las inversiones de los
socios. No podemos convocar Asamblea General para pedirle a los socios un mayor
esfuerzo inversor. Por lo menos no antes de que se vea claramente el camino, es
decir, no antes de que Europa, Asia Oriental y algunas Confluences comiencen a
dejar ver fehacientemente que van a ser rentables. Por otra parte, si lo del BNG se
retrasa más de un mes, o si finalmente no llegamos a un acuerdo, habrá que
paralizar todo y yo tendré que desdecirme de mis promesas. Lo único que se me
ocurre es poner un dinero sobre la mesa entre unos cuantos y prestárselo en buenas
condiciones a BlueCoo o pedir un crédito a corto plazo entre unos pocos para hacer
lo mismo.
 Eso es perfectamente posible. Hasta yo y Lurdes podemos poner más dinero en el
cazo, que somos las más pobres. Lo mismo dirían todos los parisinos, bueno,
excepto Jacques. Y que yo barrunte eso puede extenderse a Gwendoline, que ya se
ha ofrecido, y a Evelyn, estoy seguro, y a Elisabeth y a Letizia, y hasta a Andrew.
 Tal vez sea perfectamente posible, pero también es caer en el más puro
voluntarismo.
 Michel, amor, aunque tú no lo creas, no hay en el mundo nada que se pueda hacer
sin voluntarismo.
240
 No sé, no sé. Gracias de todas formas por tu apoyo.
 Lo tienes por entero, mi amor.
241
Sábado, 19 de marzo de 2006
Lagos
“Por tanto, anuncio la salida de la gran carrera de BlueCoo en África”.
Es Étienne, engolando la voz, imitando la frase utilizada por Michel en la presentación en
sociedad de BlueCoo en el Hotel Méridien de Lagos, hace unas horas. Él ha tenido un
protagonismo de segunda fila, al lado de los restantes delegados regionales del continente,
de Ciudad del Cabo, de El Cairo y de Casablanca. Por un momento renegó del pacto que en
su día hizo con Kisinyabo Kambere, en el sentido de traspasar la máxima responsabilidad
africana a Lagos y a Olu Akinwole, que es quien concitó, junto con Michel, toda la atención
de los pocos medios y agencias especializadas que acudieron invitadas al acto de
inauguración. Por un momento se ha representado a sí mismo en el papel de Olu, saludando
y dando contestaciones ponderadas a las interpelaciones más o menos pactadas de algún
periodista.
 “Esperamos implicar en el proyecto a las fuerzas económicas y sociales de este gran
país y de todo el continente” –sigue remedando Étienne, esta vez a Olu-. Lo hiciste
perfecto, amigo.
Siguen las risas de los contertulios, reconvertidos en comensales, que son todos los
delegados africanos, junto a Michel y Miren, reunidos en el mismo restaurante African
Coocking en el que cenaron en enero éstos, con Étienne, invitados por Olu. Están
celebrando el nacimiento de la estructura africana.
Primeramente se reunieron los delegados africanos en la sede de BlueCoo, en la mismísima
Broad Street, como pidió Olu, donde protocolariamente conectaron vía Internet en tiempo
real con las oficinas ya creadas en Sudáfrica, la RDA, Marruecos y Egipto, y abrieron en
los tres ordenadores el portal público de BlueCoo en el que ya figura la Delegación
Africana junto con los contactos, servicios y enlaces de las cinco circunscripciones en que
se ha dividido. Discutieron luego los planes inmediatos, y acudieron después a los salones
del Méridien, a hacer la presentación pública. Entre esos planes inmediatos, Olu ha
insistido sobremanera en poner en marcha rápidamente dos nuevas Confluences, una sobre
urbanismo y otra sobre manufacturas, sus dos obsesiones mayores. El yoruba estima que a
África le urge ordenar el caos de sus ciudades y aprovechar la ventaja comparativa del
precio de su mano de obra. Por tanto, respecto de esto último, desea aprender de los
modelos industriales manufactureros en los países emergentes que han sabido explotar esa
ventaja. Es por ello que le urge una Confluence en la que las empresas africanas e
internacionales que operan en el continente compartan esos modelos. Michel le ha pedido
un poco de calma. Montar una Confluence con un poco de garantía tiene un costo muy
variable, pero de las cuatro ya montadas ninguna tiene un presupuesto menor de 100.000
euros para los 6 primeros meses y en este momento no hay ese dinero. Michel ha sido
relativamente sincero al explicar que “ahora mismo no hay dinero para nuevas iniciativas,
242
aunque esperamos que lo haya en breve. Vuestra estructura africana, más la que ya se inicia
en Sudamérica y Asia meridional, agota, de momento, todas las reservas”. Lo que no ha
dicho es que está prácticamente decidido a jugarse el todo por el todo acudiendo al crédito
personal suyo y de sus amigos más leales, en caso de que la solución con el BNG se retrase
o se quiebre.
Con todo, se ha esforzado en animar a los africanos a aprovechar lo que ya hay. “Una
estructura en Asia Oriental que corre a velocidad supersónica, una incipiente en África,
consecuencia de vuestro estupendo trabajo, y la que pondremos en marcha en Europa, en
breve. En el portal de BlueCoo hay ya cerca de 500 empresas, 30 africanas, de las cuales
casi 200 están ya adscritas a alguna de las cuatro Confluences ya creadas. Aprovechaos de
lo que ya tenéis”, ha espoleado.
Olu ha desplegado toda su fuerza y todo su liderazgo. Ha reído las gracias de todos, ha
comido y bebido como el que más, ha tratado de que todos hablaran, e incluso ha pasado al
francés, que él maltrata, para hacer participar a Hasssan Tadidi, el delegado de Casablanca
para el Magreb, un hombre callado que no para de mover la mirada, el cual se desenvuelve
fatal en inglés. Miren ha vuelto a admirarlo como macho y a coquetear inadvertida e
irremediablemente con él. “¡Mira que está apetecible!”, se ha dicho. Eso lo pensaba cuando
el nigeriano más serio se ponía al emplazar a Michel con un “no voy a olvidar que has
dicho “en breve”, querido jefe. Así que en breve te pediré esas buenas nuevas financieras
que esperas poder darnos para montar las CC-Urbanismo y CC-Manufacturas”.
Michel tuvo que dar garantías añadidas, ya sumida la cena y la sobremesa entre vapores
etílicos, a Étienne y a Ibrahim Zawahri, el delegado egipcio de la imponente zona
nororiental africana, temerosos de que las dificultades financieras acabaran por cortar el
suministro para sus zonas respectivas. “No, las dificultades financieras son para Sudamérica
y para Asia Meridional, nunca para vosotros, que ya tenéis asegurada la financiación por
expresa decisión de la Junta Rectora de Enero”. Sin embargo, Michel sabe de sobra que esa
decisión podría ser puesta en solfa en caso de presentarse mejores oportunidades de
inversión en otras zonas del mundo. Por eso añadió: “Eso no os libra, sin embargo, de
esforzaros en seguir proporcionando buenas expectativas”.
La celebración acabó con los brindis de Olu por “la arriesgada apuesta de BlueCoo, en la
que hemos comprometido toda la energía que África ha repartido en nosotros”, sobrepasado
por el de Étienne, que calificó esa apuesta de “venturosa”, en vez de arriesgada, y a Olu de
“bienaventurado y líder carismático”
Es un pelota, el congoleño.
***
 Esta es la carta de Kisin que nos llegó hace tres días a París. Léela para que veas
cuán agradecido te está por contarnos los horrores que hubo de sufrir.
243
Miren alarga la mano hacia Étienne entregándole unos papeles. Hoy a la mañana se han
reunido el kinois32, Michel y ella para hablar de Kisin e ir juntos al aeropuerto, los primeros
para volver a París, el segundo para retornar a Kinshasa. El e-mail de Kisin recibido en
París dice así:
Mis queridos amigos Pierre, Michel, Miren y Lurdes:
Incluyo en la cabecera a mi nueva amiga Lurdes, aunque no la conozco, porque esa amiga
vuestra lo es ya mía, pues suyo es también el dinero que recibo para ayudar mi último
empeño.
Debo felicitaros por la buena marcha de vuestro proyecto, en el mundo y también en
África. Étienne me tiene puntualmente informado de todo y, sinceramente, creo que Olu
Akinwole está haciendo un trabajo extraordinario. El mismo que Étienne, a quien veo muy
activo entrevistándose con las fuerzas vivas en Kinshasa. Desde que dejó su puesto en la
AEC no para de echar mano de la lista de los empresarios que se mueven en la precaria
economía nuestra y, según me cuenta, su trabajo comienza a dar frutos. Me alegra mucho
que nuestras sugerencias y opiniones fueran útiles en su día y que las cosas vayan bien.
También mi país va avanzando poco a poco. No espero llegar a poder ejercer mi derecho a
voto en las Elecciones Generales del 30 de julio, que, como tal vez sabréis, se han atrasado
una vez más hasta esa fecha. Esa sería mi mayor felicidad desde el punto de vista político,
pero, no ya el sida, sino el cáncer que roe mis huesos, no me dejarán alcanzar esa meta.
Por cierto, me permití la licencia de usar una pequeña parte de vuestro dinero para que los
médicos me dieran ese nuevo diagnóstico.
Mi buen amigo Étienne ha sido siempre muy discreto acatando mi petición de no airear
mis desgracias personales. Tuvo, sin embargo, que soportar la impertinencia de mi enfado
cuando me confesó que os las había descrito con pelos y señales. Hoy día soy yo quien le
pide humildemente perdón por mi injustísima cólera de entonces, pues le abronqué por
haberlo hecho. Los beneficios de su acción y las consecuencias que desencadenó por
vuestra compasión y vuestra generosidad en forma de la ayuda que me prestáis, creo que
van a terminar por darme la mayor alegría que pueda recibir antes de mi muerte: saber
que ha sido de mi hija. Si eso sucede os lo deberé a vosotros y a Étienne, y si no sucede,
deberé igualmente el que me haya mantenido vivo e ilusionado en este tránsito a la muerte
que llevo arrastrando.
Vuestro dinero está pagando la investigación de un buen sabueso, un antiguo amigo de
Goma, que lleva husmeando en Bujumbura el rastro de aquellos malditos rebeldes que
mataron a mi mujer y se llevaron a mi hija, así como las continuas “propinas” a unos y
otros que se ve obligado a soltar para llevarla a cabo. La ley de Amnistía que se promulgó
en mi país, y que yo apoyé como objetivamente pacificadora, no contribuye de ninguna
manera a que se haga justicia en todos los casos. Aunque de esa ley quedan excluidos los
32
Se llama así a los habitantes de Kinshasa
244
delitos peores, y el de mi mujer y los otros dos maestros, junto al secuestro de 11 niños y
niñas, fue de los más abominables, hay una cierta tendencia a hacer borrón y cuenta nueva
y aplicarla en todos los casos, sean los contemplados por la ley o no. Además, concurren
dos circunstancias notables. En primer lugar, en Kivu todavía no se ha normalizado la
democracia y continúan los desmanes, los pillajes y el empleo de la violencia para
demasiadas cosas, entre otras cosas para poder robar el poco alimento de que se dispone.
De modo que las autoridades bastante tienen con intentar aplicar la justicia a los casos
presentes. Nadie puede remontarse a crímenes de hace ya 7 años. En segundo lugar, con
toda evidencia los autores del asesinato de Malaika y captores de mi preciosa Sumba son
burundeses que residen en Burundi, lo que hace prácticamente imposible que sean
capturados y entregados a la justicia de mi país, ya que fue en mi país donde cometieron
las atrocidades que cometieron. Quiero deciros con esto que, si algún día albergué la
ilusión de que se hiciera justicia, en absoluto son ahora esas mis intenciones. Sólo aspiro a
recuperar a mi hija y en esa aspiración pongo tanta ilusión como angustia. En caso de que
finalmente demos con su rastro, 17 años habría de tener si estuviera viva, y, si se cumple
esta última condición, ¿en qué condiciones estará después de 7 años de esclavitud y
sufrimiento? Mi corazón padece una angustia tras otra. Sin embargo, siempre les sucede la
esperanza. Como a estas preuntas: ¿Estará viva?, ¿dónde está ahora?, ¿cuánto habrá
sufrido?, ¿reconocerá que una vez tuvo un padre?, ¿estará tan sumamente deteriorada,
física, psíquica o moralmente, que no tenga futuro?, ¿querrá volver a la RDC?, ¿querrá
despedirme antes de mi muerte?, ¿conviene que la saque de donde esté y la traiga aquí?,
¿qué va a ser de ella?, ... las cuales pueden ser respondidas también con optimismo. Lo
cierto es que todas estas incertidumbres y angustias no llegan a anular mi esperanza, pues
una imagen se mantiene en mi corazón: es la de una niña preciosa, vivaracha como ella
sola, alegre como unas castañuelas, depositaria de todas las expectativas que un padre
puede construir en su mente y en su corazón.
Pues bien, algunas incertidumbres tienden ya a irse aclarando. Mi buen sabueso y vuestro
dinero han conseguido ya llegar hasta el Rift Valley, entre los lagos Kivu y Tanganika, en
territorio de Burundi, donde al parecer estaría mi hija trabajando el campo en condiciones
de exclava, adoptada por alguna familia, en alguna aldea perdida. Al parecer hubo suerte
y los rebeldes que la secuestraron, tras su orgía de sangre, sexo y violencia, se apiadaron
más tarde de ella, la única chica y la menor entre los demás 10 chicos arrancados de sus
hogares, de ninguno de los cuales se tiene noticia. La cedieron a una familia de esa zona
que la adoptó en régimen de semiexclavitud, se supone. Comida y techo por servidumbre,
trabajo y sumisión. Esas son las últimas noticias de las que dispongo. Todavía mi sabueso
y vuestro dinero deben acotar la zona, luego la aldea, y finalmente las distintas familias,
hasta dar con ella. Debo considerar, por tanto, que, probablemente, según esto, mi hija
seguiría viva.
La ayuda extranjera supone, hoy por hoy, un enorme porcentaje del presupuesto póblico de
mi país. A ti Pierre hace tiempo que no te considero extranjero y, después de que os conocí,
tampoco a ti, guapísima y fuerte Miren, ni a ti, gran jefe Michel. Pero os debo un enorme
porcentaje de mi esperanza en estos últimos momentos de mi vida. El FMI ya ha insinuado
que el maná se nos acaba, que debemos estabilizar nuestra economía y que nos va a poner
a prueba durante un tiempo, reduciéndonos drásticamente la ayuda y apretándonos las
tuercas. Se auguran tiempos difíciles para el nuevo gobierno democrático que nazca tras
las elecciones. Sabíamos que esto debería suceder algún día, pero el mundo tendría que
darse cuenta de la trascendencia y la importancia de que las buenas nuevas y la
245
democracia se acaben asentando en mi país. Debe asumir su obligación y el reto de apoyar
con mucha determinación los primeros pasos de nuestra democracia. Hay muchas formas
de hacerlo, no sólo la ayuda directa. Vuestra empresa tiene también un pequeño papel en
esta historia y mi gobierno debería tener toda la fuerza del mundo para negociar con las
instituciones multilaterales y con Europa esas formas de apoyo.
Volviendo a mi pequeña historia, fue Étienne, amigo del alma, quien negoció por mí, y fue
vuestra compasión la que puso el resto. Al menos quiero que sepáis que os estoy
profundamente agradecido.
Profundamente agradecido.
La nueva lectura de la misiva de Kisin ha vuelto a producir un hondo estremecimiento en
Miren al recordar la figura digna y enclenque del banyamulengue, y alguna lágrima que
quiere escapar de sus ojos vivos. El fornido Étienne también ha quedado un poco
conmocionado y Michel piensa en la extraña combinación de preocupación por su país y
por su hija que ocupa el espíritu de Kisin, en el que aún cabe, a pesar de toda su tribulación,
entre toda su miseria física y en la proximidad de la muerte, el latido de la vida y de la
esperanza.
 Sufre agudos dolores casi continuos y el dinero apenas llega para la morfina que
los calme –explica Étienne- Es un gran hombre –añade-. No merezco su amistad.
Étienne ha torcido la mirada y el cuello para no mostrar su faz angustiada. Ni Michel ni
Miren se atreven a interferir en sus pensamientos, pero Miren acierta a decir:




No opina eso él, Étienne. No digas eso, por favor.
No creo que llegue a ver a su hija. Los médicos no le dan un mes de vida.
¿Hace falta más dinero? –pregunta Miren.
No. Para el detective, no. Tal vez para la morfina y para pagar alguna mujer que
lo atienda de continuo. Él ya no puede apenas moverse.
 Te lo enviaremos en cuanto lleguemos a París.
 Dale un abrazo muy fuerte de nuestra parte y llévale nuestra admiración, además
de nuestra compasión.
***

¿Quieres que te diga una cosa, Miren?
Michel está sentado en la butaca del avión que les conduce a París. A su derecha, ocupando
la plaza de la ventanilla, Miren, escucha atenta.
 La campana, o sea, tú, me ha salvado por segunda vez.
 ¿A qué te refieres?
 Tienes más presencia de ánimo que yo. Recuerdo que fuiste tú quien tomaste las
riendas de la conversación en Kinshasa cuando Étienne nos contó lo del sida de
Kisin. Lo mismo que hoy, después de que Étienne se descompusiera tras leerle a
246





Kisin. Yo me quedo como noqueado cuando recibo estímulos dramáticos y eres
tú, con tu campana, la que me salvas del K.O.
Yo también me emociono.
Claro! Pero tu emoción no te paraliza, al revés, te activa.
¿Tú crees?
Si, lo creo. Es una virtud que yo no tengo.
Si tú lo dices ...
Miren se acerca a Michel y le da un beso en la frente, maternal. Tal vez tenga razón, tal vez
su circunspecto, flemático y autosuficiente novio tenga un punto vulnerable, una fragilidad
coyuntural en las situaciones dramáticas que él no controla, una dificultad para adaptarse a
ellas. Y ¿ella? Es curioso, también Kisin la califica de “fuerte”, un epíteto fuera de lugar en
su carta, indicativo de que es una consideración que tuvo el empuje suficiente para grabarse
en su memoria. Ella, ¿fuerte? “Sí, probablemente, así lo he creído siempre, no voy a
hacerme la modesta a estas alturas. Pero la novedad es que Michel lo reconoce frente a su
vulnerabilidad”.
“¡Cuánto te quiero, Mich!”.
247
Viernes, 14 de abril de 2006
Annecy
La febril actividad de la empresa ha cubierto ya algunos hitos más. El baño de realismo y
de dificultades que supuso el viaje y la entrevista con Alexei Babitski en Moscú, fue un
jarro de agua fría, sin duda, pero de muy efímeros efectos en el magma caliente en el que va
convirtiéndose la empresa. Únicamente hizo redirigir los pasos de Turquía, para integrarla
en BlueCoo-Europa, así como posponer los esfuerzos en Rusia, de lo cual Michel se siente
especialmente preocupado, y en Asia Central. Por lo demás, las noticias buenas y los
avances se suceden: Michel y Evelyn pudieron culminar, tras casi un mes de negociaciones,
un acuerdo general con el BNG en torno a un Plan Financiero, que va a permitir llevar
adelante el programa de instalación de la empresa en Asia Meridional, en África y en toda
América, tanto Norte como Sur. Cuando esto ocurra, estas estructuras, sumadas a las ya
establecidas en Europa y Asia Oriental, constituirán un despliegue más que considerable.
En pocos meses más sabrán si funcionan o no, si son rentables o no. No pudieron
conseguir, con todo, que el apoyo financiero se extendiera también a los proyectos en Rusia
y Asia Central. El BNG no veía clara la conexión en Teherán que postulaban Michel y
Evelyn, ni bastantes de las ideas que desplegaron sobre este tema. El peso de los conflictos
políticos en esta región, el de las grandes incertidumbres que presenta y el hecho de que el
BNG no tiene apenas implantación en la zona, contribuyeron a que los negociadores del
banco se negaran a aportar más fondos para ella. Con todo, el acuerdo pareció tranquilizar a
Michel lo suficiente como para decidir tomarse unos pocos días de descanso en su ciudad
natal, Annecy, aprovechando el lunes de Pascua, 17 de abril, fiesta en Francia. El feliz
resultado hizo dar un suspiro de alivio a todos, especialmente a quienes veían peligrar los
recursos financieros para comenzar su andadura, a Gwendoline y a Javeh Sabha, más que a
nadie.
La presentación de BlueCoo-Europa se hizo finalmente en París la semana pasada. Se
decidió hacerlo en la capital francesa, aunque la sede ya está instalada en Ámsterdam y
quedará a cargo de Evelyn, pues se le quiso dar un carácter mixto de presentación de
BlueCoo-Europa y BlueCoo-Mundo. Tres delegaciones continentales, BC-AsiaOriental,
BC-África y BC-Europa, así como 4 Confluences ya en marcha, eran motivo suficiente,
según Michel, para que se le diera un carácter mundial y la empresa comenzara a darse a
conocer como tal. La presentación fue en las salas de conferencia del hotel Sofitel de La
Défense. Todos los asistentes tenían un ordenador en su mesa y por cada pantalla desfiló
Wang, desde Shanghai, y Olu, desde Lagos, dando cifras actuales, explicando estructuras y
aventurando perspectivas risueñas. Evelyn explicó con detalle la estructura territorial
europea, ofreció la oficina de Ámsterdam y presentó a los distintos Delegados de las
distintas zonas en las que se ha dividido el Viejo Continente. Elisabeth Herrmann, por la
Europa Germánica (Alemania, Austria, Suiza), que operará desde Berlín; Jan Oleksy, por la
Europa Oriental (Polonia, Estonia, Letonia, Lituania, Chequia, Eslovaquia, Hungría,
Moldavia, Ukrania y Bielorrusia), desde Varsovia; Elena Copos, por la Europa Balcánica
(Rumanía, Bulgaria, Serbia y Montenegro, Macedonia, Albania, Bosnia, Croacia y
248
Eslovenia), desde Bucarest; Leticia Pistella, por la Europa Latina (Italia, Francia, España,
Portugal), desde Milán; Andrew Clark, por Europa-IslasBritánicas (Reino Unido e Irlanda),
desde Londres; Ahmet Celik, por Europa-MediterráneoOriental (Turquía, Grecia, Chipre y
Malta), desde Estambul; y la propia Evelyn Zeist, por la Europa-Nórdica (Países Bajos,
Bélgica, Luxemburgo, Dinamarca, Suecia, Noruega y Finlandia) desde Amsterdam. Todos
ellos dijeron unas pocas palabras, cada cual en su idioma de cuna y en inglés, lo que hizo el
acto muy vaiopinto y demasiado largo. Lo de “pocas palabras” no fue extensible a Letizia,
que, a preguntas de un periodista francés escandalizado de que Francia dependiera de
Milán, tuvo que dar explicaciones, citar nombres en París, Barcelona y Lisboa, y señalar el
hecho de que BlueCoo-Mundo se dirige precísamente desde “esta ciudad universal donde
ahora mismo nos encontramos”. Así terminó su respuesta, en un francés con acento
lombardo. Luego tomó Michel la palabra para anunciar los esfuerzos actuales en América y
Asia meridional y explicar las cuatro Confluences que están ya en marcha sin dar muchas
nociones teóricas, simplemente haciendo abrir a los asistentes la web correspondiente a
cada una de ellas. Tuvo que hacer un esfuerzo para no comprometer el contenido de futuras
Confluences, de las que sólo dijo que “hay varias más en perspectiva cercana”. Los
presentes tuvieron un tiempo para trastear y navegar a su aire por el portal general y por las
distintas Webs de las Confluences, lo que les dio oportunidad de hacerse cargo de qué iba la
empresa y ocasión de preparar algunas preguntas. Michel estuvo sobrio, como siempre, en
las respuestas, y Evelyn aprovechó su simpatía y su atractivo para poner sonrisa e ironía en
las suyas.
Preparar esta presentación tan completa llevó el trabajo previo de muchas personas hasta el
agotamiento, entre otras cosas por el reto de que todos los responsables estuvieran ya
contratados y dispuestos ellos y las sedes para la fecha señalada. Todos los parisinos,
excepto Jacques, así como todos los delegados territoriales europeos no tuvieron horario de
trabajo sino trabajo sin horario, es decir, sólo interrumpido por la extenuación cíclica diaria.
Asi que Michel unió su necesidad a su contento y decidió conceder y concederse un
descanso. Lurdes y Pierre, él y Miren determinaron largarse a Annecy el jueves 13 y eso
haría 5 días de descanso por la Alta Saboya, ya que el lunes de Pascua es fiesta en Francia.
André y Madeleine quedaron en la retaguardia parisina para atender lo que se pudiera a
medio gas. Ellos tomarían su descanso después. Ambos están ya dedicando prácticamente
todas sus horas a BlueCoo, aunque todavía no han hecho los papeles de su nuevo empleo,
ni trasladado todos sus trastos a la oficina central de BlueCoo en la avenida de Clichy. De
los ocho fundadores parisinos solo Vivienne y Jacques no han optado por dejar su trabajo,
en la OCDE y en el ONUDI, respectivamente. La primera, sin embargo, está muy
identificada con todo el proceso. Y de Jacques solo se sabe algo a través de Huang, quien
sigue mostrando su preocupación e informando que Jacques tiene hilo directo casi diario
con Wang.
Así que Michel sacó su moderno Peugeot 407 y los cuatro partieron para su ciudad natal
ayer, jueves 13, después de comer. La casita de los padres de Michel en las afueras de
Annecy sólo tiene dos habitaciones, por lo que Lurdes y Pierre han debido reservar su
habitación en un céntrico hotelito de la bella ciudad. Pero la cena del jueves que les
ofrecieron Clement y Camille, así se llaman los padres de Michel, fue para los cuatro, y
consiguió dejarles con suficiente trabajo digestivo como para impedirles conciliar el sueño
hasta bien entrada la noche. Camille sigue pensando que su hijo tiene 18 años y que lo que
más le sigue gustando es la tartiflette, el cordero especiado y los quesos saboyanos que
devoraba de adolescente.
249
Clement y Camille no tuvieron dificultad alguna para mostrarse encantados con Miren, la
jolie basquaise, pues esta supo desplegar toda su simpatía y vitalidad, además de una
esmerada atención a las largas explicaciones de Clement sobre la fabricación de quesos. A
Miren los padres de Michel le parecieron menos “ancianos” de como los había imaginado.
Aunque Clement es diabético, ambos tienen un aspecto saludable y un carácter cordial que
sorprende a Miren, poco acorde con el de su hijo, que tiende a mostrar una cardo borriquera
personalidad.
Este se ha mostrado estos días sumamente complaciente con sus progenitores, es decir, ha
conseguido sonreir y dar algún que otro beso mañanero a su madre. Una mezcla de cariño,
de compasión y de culpabilidad por hacerles poco caso, le hace extremar su solicitud.
 Tus padres están hechos unos jabatos. Yo me los había imaginado ancianísimos,
dependientes y solos. Pero están como una rosa, parecen muy independientes y, por
lo que cuentan, están rodeados de buenos amigos -le dijo Miren a su novio la misma
noche del jueves.
 Independientes sí son. Pero estoy seguro de que desearían mucha más relación
conmigo. Y, ahora, con nosotros. Se han encariñado contigo a la primera de cambio.
 Pues invítales a París.
 ¡No, por favor! ¡Mi madre nos mataría a tartiflettes, corderos y quesos! –exclamó
Michel acariciándose la tripa hinchada tras la pantagruélica cena.
***
 ¿Te acuerdas, Begoña? Aquí estuvimos tú y yo paradas un buen rato, mientras
Jazinto y Txomin andaban por aquella punta.
Michel quería un poco de rafting frenético y se ha ido con Pierre a bajar el Arve, tras
alquilar unas canoas hinchables apropiadas. A estas alturas de abril las aguas comienzan a
descender impetuosas y demasiado poderosas como para que consintiera en que Miren
corriera riesgos innecesarios. Ni menos Lurdes, que no tiene experiencia alguna en
piragüismo y menos en aguas bravas. Por otra parte, a las dos chicas les llama más el
senderismo por los flancos del Mont Blanc en este día radiante que la meteorología ha dado
en regalarles. Los hombres al río y las mujeres a la montaña. Han quedado en volver a
encontrarse en Chamonix al mediodía.
Poco después de que ellas dos han quedado solas, impensadamente, han dejado de llamarse
Miren y Lurdes y recuperado sus nombres originales de Begoña y Edurne. Se han
concedido esa insólita tregua de forma tácita, sin haberlo hablado antes, por dos razones
concurrentes. La primera tiene que ver con esa tendencia de los humanos a premiarnos
cuando algo que nos ha costado mucho hemos sido capaces de resolverlo a satisfacción.
Miren y Lurdes llevan más de 5 meses cargando con sus nuevas identidades y el intenso
trayecto recorrido con ellas ha sido, no ya satisfactorio, sino extraordinario. Están ahora los
cuatro en Chamonix, como estuvieron los cuatro en Chamonix hace ya más de año y medio.
Pero entonces eran otros “cuatro”, los hombres eran distintos, el uno enterrado y el otro
encarcelado. Imposible no reflexionar sobre el camino recorrido. Ambas sospechan que la
vida les está proporcionando lo mejor que puede dar. Y los sufrimientos que hubieron de
250
padecer por distintos motivos están acabando por ser enteramente superados por la
reconciliación con la nueva vida que cada una está encontrando. El premio con que se
regalan consiste en conceder a su identidad de siempre, a su yo más íntimo, significado
caprichosamente por el nombre original en vez de por el suplantado, la gracia del
reconocimiento recíproco: Yo soy Begoña y tú eres Edurne; yo soy Edurne y tú eres
Begoña. Por fín podemos recobrarnos, siquiera por una pausa en el tiempo y por un lugar
en el espacio.
La segunda tiene que ver precisamente con éste, con el lugar. El primer “Edurne” y la
primera “Begoña” han surgido nada más bajar del tren de cremallera que les ha subido a
Montenvers, en el momento en el que se han abalanzado, impulsadas por un resorte, a la
barandilla-observatorio sobre el Mer de Glace y los Grandes Jorasses. La misma barandilla
y el mismo observatorio sobre el que se abalanzaron hace un año y siete meses. En aquel
entonces estaban con Jazinto y con Txomin, de excursión por los Alpes. Y los recuerdos
son tantos, tan intensos y tan nítidos, que ambas han sucumbido a ellos. Podían haber
elegido otros muchos lugares para pasear hoy por la montaña, pero Begoña, recobrando su
tradicional condición de GuíaExperta en tales lides, ha oteado las faldas norte del gran valle
de Chamonix, ha calculado que la nieve y el hielo son acometibles hasta los 2.200 metros y,
provistas de buenas botas, bastones y crampones, ha propuesto a su amiga intentar llegar a
la señal de Forbes. Una corta y rápida subidita, suficientemente exigente debido a la
pendiente, la nieve y el hielo, para sudarla y hacerla en el poco tiempo de que disponen.
Supone Begoña que también es accesible para su amiga, la cual practica desde hace dos
meses una rigurosa y regular tabla de gimnasia. Ella camina mucho, a pesar de su cojera, y
conserva cierto, ay1, nada más que cierto! tono muscular con los ejercicios que acostumbra
a realizar con cierta, o más bien incierta, regularidad. En todo caso, no hay nada en el
mundo que le pueda apetecer más, ahora mismo, que pegarse una buena carrera cuesta
arriba, todo sudor, mucha agilidad y músculo explosivo, camino de la esplendorosa
recompensa de ese pitón magnético que es el lugar llamado la señal de Forbes. Begoña no
se siente muy bien habiendo dejado a Edurne sola a su ritmo, pero después de ver que no
hay mucho hielo y de exigirle “toda la prudencia del mundo”, le ha pedido permiso para ir
desbocada a lo que su atlético y ágil cuerpo da de sí, en busca de la altura. Necesita dar
rienda suelta a toda su energía bajo el luminoso azul, fundido su espíritu con la montaña
olvidada y su cuerpo con la roca y el sendero entre embarrado, nevado y helado.
Ahora descansan las dos, una vez que también Edurne ha llegado exhausta, jadeando como
una perra, quien también se ha esforzado al límite. Ambas toman el sol sentadas sobre la
roca, embelesadas en el gran paisaje que se les ofrece y seducidas por la teatral verticalidad
de la aguja del Dru que tienen enfrente. Esta expone todo el poder perpendicular de sus
2.000 metros de roca, desde la base en el fondo del valle, en el glaciar, hasta los 3.754
metros a los que se eleva, desplegado ante los ojos de las dos mujeres desde la media altura
de los 2.200 donde se encuentran.
 ¡Claro que me acuerdo!, Edurne. Y recuerdo que desde aquel momento Txomin
se quedó como mudo, absorto en sus pensamientos y con cara de pocos amigos.
 Sí, yo también lo recuerdo. No volvió a abrir la boca hasta que nos pusimos a
discutir otra vez, cuando cenamos en Chamonix.
 Sí, en vez de un viaje de placer fue un viaje de discusión.
 Para mí fue un viaje luminoso. Encontré a Jazinto, te redescubrí a ti e incluso me
reencontré a mi misma.
251
 Lo sé, amiga, lo sé.
Las dos amigas se han tomado de la mano para que el afecto fluya a su través. Tras el
silencio y las miradas, Lurdes se pregunta:
 ¿Por qué se quedaría Txomin tan callado?
Begoña no sabe si exponer a su amiga un pensamiento suyo que no tiene ninguna base,
pero que más de una vez le vino a la cabeza.
 Días después –comienza-, en Valence, Jazinto me confesó que creía que Txomin era
un dirigente etarra y que él corría peligro. Yo, como la completa optimista idiota
que era, le dije que ni hablar. Bueno, ya conoces mi mala conciencia por no haber
estimulado las precauciones que debimos tomar y por jugar en contra de ello. Pero
más tarde reflexioné sobre aquél viaje y, no sé porqué, me dio en la nariz que
Txomin decidió aquí, en esta señal de Forbes, liquidar a Jazinto. Es una tontería
completa, pero tal vez por eso mismo te he propuesto venir hoy aquí, ahora que lo
pienso, para expiar mi culpa en el inicio de todo ...
 Yo también he pensado mucho en aquél viaje. Lo bueno que fue para mí y lo malo
para Txomin. Yo creo que fue antes cuando se le ocurrió cargarse a Jazinto. Si
Txomin, como hoy día sabemos, era ya un jefazo de ETA, de los considerados
como más sanguinarios, es muy fácil que pensara en liquidarlo en cuanto éste se
mostró superior en las discusiones y en cuanto yo, por su culpa, comencé a flaquear
en mis convicciones. Bueno, por su culpa y por la tuya. Pero es lo mismo. Sea como
sea, es posible que algo ocurriera entre Jazinto y Txomin en aquél resalte –Edurne
señala el lugar donde estuvieron los dos hombres entonces- para que mi exmarido
quedara tan taciturno el resto del día.
 No todo le fue mal a Txomin en aquel viaje. Recuerda que me conquistó a mí.
 Te conquistó y te perdió inmediatamente.
 Sí, así fue. Eso también le fue mal.
Las dos mujeres se quedan en silencio. Begoña mira ahora fijamente la otra vertiente del
valle de Chamonix, escudriñando sus ojos entre las rocas de los estribos de la Aiguille
Pourrie, tratando de fijar desde la lejanía la zona exacta donde tuvo que echar mano de toda
su fuerza y de todo su coraje para evitar ser violada por Txomin, una vez que este no pudo
admitir que le rechazara después de haber sido ella quien, días antes, diera los primeros
ataques sexuales. Entonces prometió guardar silencio de aquella ignominia y más de una
vez se ha preguntado a cambio de qué. Simplemente, a cambio del falso arrepentimiento
que mostró su atacante, se dice ahora. Pero lo prometido es deuda, nunca contó el episodio
a nadie y ahora se debate en si recordarlo para su amiga o no. Cuando ha decidido no
hacerlo, oye que Edurne le dice:
 Ahí abajo –señalando Chamonix- fuí inmensamente feliz por unos momentos,
cuando me uní a vuestros cariños.
 Ahí demostraste todo el valor que posees –confirma Begoña, recordando la forma
como les confesó su amor y les pidió la amistad.
 Valor, no sé, pero sí sé que a partir de entonces tuve dos amigos más, mis dos
mejores amigos. Es de lo mejor que he hecho en mi vida, te lo aseguro.
252
***


¡Aupa Miren! –saluda Michel cuando se encuentran los cuatro en la plaza Jacques
Balmat del centro de Chamonix.
¿Qué tal esa ascensión, Lurdes? –pregunta Pierre.
Begoña y Edurne vuelven a ser Miren y Lurdes, tras el paréntesis nostálgico que han
saboreado entre ambas.
253
Viernes, 21 de abril de 2006
México
Gwendoline aceptó el planteamiento de Michel de incluir a México en la estructura de
BlueCoo-Norteamérica, junto con EEUU y Canadá, naturalmente, en vez de en una
eventual BlueCoo latinoamericana. Tras encontrar a su hombre en México, explicarle de
forma entusiasta el proyecto, convencerlo y ofrecerle un sueldo un poco mejor del que gana
como ejecutivo de la Agencia de Investigación de Mercados en la que trabaja, habló con
Michel para proponerle reunirse con ella en la capital mexicana, entrevistarse con Agustín
Mena, así se llama el susodicho, y acabar de perfilar los flecos.
Gwendoline, como siempre, presenta los problemas una vez resueltos, cuando ya no
aparecen como tales, sino como oportunidades. Ha hablado a Michel de Agustín el
Magnífico, y lo ha presentado como un trabajador incansable, conocedor profundo de la
mercadotecnia latino y norteamericana, experto en construcción de marcas, diseñador de
procesos de investigación de mercados y proyectista de coberturas mercantiles en todo el
continente americano. “Si queremos una persona que sepa de América en su conjunto, este
es nuestro hombre. Y este es el momento de atraerlo hacia nosotros”, ha dicho a Michel.
Por otra parte, “me ha vaticinado que es posible construir una hermosa y diferenciada
imagen de marca con los perfiles de BlueCoo y que le encantaría ofrecer sus conocimientos
para ello”, añadió. Es esa la razón de que Michel acuda a México con André, hasta ahora el
diseñador gráfico, junto con Pierre, de la empresa. De nuevo, como en Mumbai, se
encuentran juntos los tres, Michel, Gwendoline y André. Se han reunido en el Zócalo, con
tiempo para charlar amigablemente de la empresa, antes de entrevistarse con Agustín, con
quien han quedado al mediodía en el hotel Sheraton de la Alameda.
 Uf!, menos mal! –exclama Gwendoline.
Michel ha explicado las noticias que han llegado a través de Huang, que confirmaron las
pretensiones de Tulip de hacerse con el control de BlueCoo. Huang transmitió haber oído la
cifra de 2 millones de euros como valoración de la empresa a finales de marzo, justo antes
de conocerse el acuerdo financiero con el BNG. La expresión de alivio de Gwendoline se
refiere a que el coste de la empresa ha aumentado un 50%, eso por lo menos, dice ella, tras
ese acuerdo. Si todo un BNG es capaz de soportar financieramente a BlueCoo hasta un
techo de 4 millones en el próximo semestre es que vale por lo menos 3, opina Gwendoline.
 Con todo –añade-, 3 millones de euros no son más que un pellizco para Tulip. Esto
nos da un respiro, un tiempo, pero no anula el acecho al que seguiremos sometidos
si es que las cosas van bien.
 ¿Tú crees? –pregunta André.
 Lo que me pregunto –continua la newyorkina- es por qué Tulip no opta por
competir con nosotros en vez de intentar comprarnos. Es uno de los portales más
254













exitosos de Internet y poco le costaría montar, con esa base, un servicio semejante al
de BlueCoo.
¿Tal vez porque le saldría más caro?
¿Tal vez porque no sólo son importantes las expectativas de negocio sino las
personas que lo llevan adelante? Rectifico lo que acabo de sugerir: ¿Será que Wang
ha deslumbrado también a Tulip? Tulip tiene fama de valorar como nadie al equipo
humano –continúa Gwendoline.
No es solo Wang. Tulip puede encontrar atractiva una empresa que tiene ya, en
estos momentos, una red de 60 personas contratadas, capaces de realizar un trabajo
de intermediación entre empresas de muy variada factura en distintas partes del
mundo. Bueno, en Europa, en Asia Oriental y en África, de momento. Tulip no
tiene eso, y es eso lo que puede interesarle –expone André.
Que muy pronto serán bastantes más en América del norte y en Asia Meridional,
por lo menos –aventura Gwendoline.
Michel todavía no ha dicho nada. No sabe él tampoco responder a la pregunta de
Gwendoline, “¿Por qué Tulip nos quiere comprar si puede hacerse con el negocio
por sus propios medios?”, y duda de que la pregunta esté bien hecha.
Pero, ¿es verdad que Tulip nos quiere comprar? Yo no estoy tan seguro.
¡Qué quieres decir? –pregunta Gwendoline.
Yo no he dicho que quiera comprarnos. Desde luego no se ha dirigido a quien debe
dirigirse, es decir, a mí, si pretendiera tal cosa. Lo único que sabemos es que entre
Tulip y Wang han hablado del valor actual de BlueCoo y lo han situado en 2
millones, mientras que el capital desembolsado, a 31 de marzo, es de poco más de 1
millón. Y Huang tampoco ha dicho exactamente que quieran comprarnos, sino que,
en su opinión, quieren tomar el control, lo que es parecido pero no es igual.
Además, lo que Huang supone es que, en realidad, quien quiere tomar el control no
es Tulip, sino Wang.
La manera más rápida de tomar el control es comprar la empresa. Y más para una
multinacional que puede hacerlo sin más que chasquear los dedos –insiste
Gwendoline.
Sin duda, pero nuestra empresa es una empresa cooperativa. La única forma de
venderla es cambiando su naturaleza y eso exige los 2/3 del capital y los 2/3 de los
socios, objetivos muy lejanos todavía para quien quiera abordar un proceso así.
Por eso es todavía más extraño que Tulip no intente montar el negocio por su
cuenta, dadas las dificultades jurídicas que presenta la opción de comprarnos –
reflexiona Gwen.
Probablemente, entonces, es que sólo está lanzando unos cables de enganche a la
empresa a través de Wang, para no quedar lejos de posibles expectativas futuras. Es
decir, que solo quiere tomar posiciones de cara al futuro, en caso de que la apuesta
de BlueCoo vaya para adelante. Y en correspondencia, también es probable,
entonces, que lo que hay es que es Wang quiere ir trabajándose una posición de
fuerza en BlueCoo, enganchándose con Tulip.
Eso está claro –interviene André-. Lo que más me fastidió de las noticias que
trasmitió Huang es que en el desglose de esa valoración de 2 millones, el 80 % se lo
concedieran a la Delegación de Asia Oriental. Una gran exageración, no cabe duda,
pero que delata tal vez el pensamiento de Wang, que es, en definitiva, el orígen de la
información. Es como si quisiera decirnos a todos: “Asia oriental solo es la mitad de
los socios y el 30% del capital desembolsado, pero aporta el 80% en la creación de
255







valor. La estructura de poder está distorsionada. Por tanto, andaros con ojo, porque
en cualquier momento nos salimos toda mi Delegación de BlueCoo y nos lo
montamos por nuestra cuenta de la mano de Tulip.
Michel y Gwendoline se han quedado mascullando esta idea de André. Es
Gwendoline la primera en volver a abrir la boca.
Creo que tienes razón, André. Por eso ha sido tanto más importante el apoyo
financiero del BNG. Nos permite expandir la empresa por América y por Asia
Meridional, aumentar el número de socios muy considerablemente, lo mismo que la
inversión, y reducir así los humos de Wang.
No creo que su pretensión sea romper BlueCoo y montar otra cosa por su cuenta –
dice Michel-. Creo que jugará sus cartas, pero las jugará con cierta lealtad. Creo que
Wang cree en BlueCoo, valga la expresión. Creo que planteará posiciones de fuerza,
estoy seguro de ello, como en realidad lo ha hecho hasta ahora, pero para fortalecer
a BlueCoo. Eso sí, de tal manera que puedan hacerse las cosas tal como las ve él. Lo
que quiere Weang es tomar el control, eso es.
No estés tan seguro de su lealtad, Michel. Admitirás que es muy extraño que
sepamos de sus relaciones con Tulip por los buenos oficios de Huang y no por él
mismo.
Es extraño y por eso digo que no me cabe la menor duda de que quiere hacerse más
fuerte de lo que es dando un golpe de mano. Eso está claro. Wang quiere hacerse
con una posición de fuerza mayor de la que ahora tiene, pero cuando la tenga no la
empleará para destrozar BlueCoo y hacerse él con otro chiringuito. Él quiere este
chiringuito, no otro.
Pues le hemos hecho una buena faena al llegar a un acuerdo con el BNG. Ya no
puede aportar la baza financiera.
Bueno será tentarse la ropa, con todo –concluye André.
***
Agustín Mena ha dado una buena impresión a Michel y a André. Prácticamente no han
tenido sino que confirmar todos los extremos de una integración en BlueCoo que ya había
apalabrado con Gwendoline. El único problema es que Agustín cree que la delegada de
BlueCoo-Norteamérica debe ser Gwendoline y Gwendoline cree que el delegado debe ser
Agustín. Entonces intervino Michel para someter a discusión su idea de que debería haber,
en un plazo no largo, una sóla Delegación BlueCoo-América, con dos SubDelegaciones
Norte y Sur y que pensaran sus responsabilidades respectivas en función de ese objetivo. A
estos efectos, Michel detalla las gestiones realizadas hasta ahora en Sudamérica y habla de
Marita Escobedo y de Diana de Lizarralde, una extraordinaria y animosa gestora, de Luis
Valdivielso y de Evaristo Acevedo. De la opinión de todos ellos de que la central de esa
área debería ser brasileña, pero del mal resultado hasta ahora con Evaristo, de su viaje
pendiente a Sao Paulo para convencer a éste último, etc...
 Ahora bien, si alguno de vosotros quiere añadir algún nuevo candidato a la lista,
podría tenerse en cuenta –termina.
 Alvaro Pitta, en Rio Janeiro, y Felipe Menier en La Habana –responde sin vacilar
Agustín.
256
Han hablado los cuatro largo rato de Sudamérica y de lo que tienen que hablar,
Norteamérica y la inminente presentación de la delegación en New York, una vez
apalabrados los responsables y las sedes en Los Angeles, en Seattle, en Toronto y en
México. Naturalmente esto supone que corresponde a Gwendoline la dirección de la
delegación norteamericana. Ésta dice dice estar segura del éxito de la presentación, por el
aval de lo ya recorrido en Europa, Asia y África, que va a resultar “muy atractivo a los
comentaristas económicos”. Por supuesto, todos los apalabrados están dispuestos a invertir
la cifra máxima permitida, los mismos 36.000 euros por cabeza de los europeos.
A la noche, cuando se quedan solos Michel, Gwendoline y André, el primero pregunta:
 ¿Por qué no has pujado tú con tus conocidos en Sudamérica? Sé que los tienes. Yo
estaba sondeando la posible responsabilidad para toda América. ¿Es que no te
interesa?
 Por dos razones obvias: Una, no estoy muy segura de que sean los candidatos más
adecuados. Segunda, porque si alguien va a dirigir alguna vez América al completo,
esa no he de ser yo.
 Pues obviamente acabas de quitar de en medio a mi candidata favorita.
 Y con eso dejo dicho quien es mi candidato favorito: Agustín.
 Eso aún debe esperar.
 Lo comprendo. Pero tú has de entender que tu candidata favorita es una tarambana,
por si no te has dado cuenta. Yo voy a apoyar este proyecto con mis mejores artes
pero sólo durante un tiempo. Siempre acabo cansándome de todo. No soy de fiar a
largo plazo.
 Yo tampoco. Tengo el defecto de no ser ambicioso y, mira, a pesar de todo, aquí
estoy –reconoce Michel.
 ¡Madre mía! ¡En manos de quien estamos encomendados! ¡Que la suerte nos coja
confesados!
Michel ve claro el panorama. Una vez que Gwendoline toma la dirección norteamericana,
Agustín, desde su puesto de vigía en México del continente al completo, puede ser un buen
candidato a regirlo. Pero antes ha de ver lo que se ha avanzado en Sudamérica y hacer un
nuevo intento con Evaristo Acevedo, al que Agustín no ve mejor que a su candidato Alvaro
Pitta, a quien también habrá que conocer.
257
11
París.
Michel y Miren, Lurdes y
Pierre.
Udaberria
258
Domingo, 30 de abril de 2006
París
Michel y Miren leen con avidez el largo e-mail que acaban de recibir de Étienne:
Mis muy apreciados amigos:
Acabo de volver a Kinshasa. Vuestro dinero ha debido pagar mi complicado viaje a la
aldea en el valle de Ruzizi, de nombre Mpanda, donde, por fín, el detective contratado por
Kisin, Cyprien Kinigi, ha localizado a Sumba, que, por cierto, ahora se llama Silvie. Ha
servido también para pagar los honorarios y gastos de éste, así como los 5 días que me ha
llevado llegar hasta esa aldea, hacer las gestiones oportunas que os detallo seguidamente,
y volver vía Bukavu y Kisangani, ya que no hay vuelos directos entre Bujumbura, la capital
burundesa, y Kinshasa. Os está saliendo cara vuestra benevolencia y es probable que, si
queremos definitivamente recuperar a Sumba, la seguiré llamando así, aún debáis
extremar vuestra generosidad. Ahora bien, si hay una persona en el mundo que se merezca
hacer un esfuerzo por él, ese es nuestro común amigo Kisin.
Kisin y yo hemos tenido una seria confrontación. Por un momento creí que su enfado era
insuperable, pero no. Finalmente ha reconocido que he hecho bien y ahora me muestra ya
su agradecimiento. Me explico. Hace 9 días Cyprien comunicó telefónicamente con Kisin
para decirle que había localizado a Sumba en la citada aldea, a 15 kms de Burumbura, en
plena campiña de la rica llanura agrícola de Ruzizi. Tras enterarse de que su hija vivía,
que su vida transcurría por cauces no excesivamente trágicos y que se hallaba bien
integrada en su condición de sirvienta de una familia campesina pobre, se negó en redondo
a pedirle a Cyprien que hiciera las gestiones oportunas para intentar que Sumba volviera a
Kinshasa. O a permitir que las hiciera yo. ¿Para qué?, insistía una y otra vez Kisin, ¿para
ver morir al cadáver viviente de un padre al que casi no recuerda? No tengo dinero para
proporcionarle una nueva vida en Kinshasa ni para ofrecerle una educación, ni siquiera
esta casa es mía, no puedo ofrecerle nada. Traerla aquí sería una alegría para mis últimos
días, pero solamente amontonar los problemas para ella y para ti, mi buen amigo Étienne,
respondía sistemáticamente a mi insistencia en hacer lo posible para que volviera. Además,
insistía, yo ya he recibido el consuelo de saberla viva. Únicamente me pedía una cosa.
Que, tras su muerte, le hiciera llegar a Sumba un pequeño relato describiendo quienes
fueron su padre y su madre, así como las razones por las que ha tardado 7 años en
encontrarla. Kisin, de alguna manera, quiere obtener el perdón y la comprensión de su
hija. No se siente culpable de sus sufrimientos, me lo ha dicho muchas veces, pero teme que
ella perciba que su padre la abandonó. Por eso quiere que alguien le explique algún día
sus esfuerzos por encontrarla, su ruina económica y la persecución política que le obligó a
refugiarse en la capital, tan lejos de la zona donde podría estar secuestrada ella.
259
Bien, así la situación, yo hice mis cálculos. Kisin está ahora atendido por una buena mujer,
pensaba yo, y yo puedo mentirle que voy a hacer gestiones para BlueCoo por unos cuantos
días, para que no extrañe mi ausencia, ya que le visito casi diariamente. Su sida y su
cáncer parecen haberle concedido una pequeña tregua. Da la impresión de que puede vivir
todavía uno o dos meses. Hay que tomar la decisión rápidamente. Este hombre se merece
ver a su hija antes de morir, me repetía a mí mismo. Más todavía sabiendo que se
encuentra mejor de lo que yo hubiera supuesto, desde luego, después de haber
permanecido desaparecida tantos años tras su secuestro. Este amigo merece morir tras
alcanzar la comprensión y el perdón de su hija. Incluso merecería morir con alguna
tranquilidad en la seguridad de que algunos podamos ocuparnos del futuro de Sumba,
supliendo lo que él no pudo hacer.
En conclusión, me fui para Burundi a intentar la vuelta de la chica, aún contrariando
frontalmente la voluntad expresa de Kisin.
Lo que encontré en esa aldea de Mpanda es lo siguiente: Se trata de una vega llana, bien
irrigada, de suelos aluviales profundos, pero con dos problemas. El uno, las inundaciones,
que obligan cada cierto tiempo a rehacer las casas de adobe; y el otro, mucho más grave,
el exceso de población: las tierras no pueden recuperarse de la sobreexplotación y del
sobrepasto, los bosques de las colinas cercana no soportan la demanda de combustible
doméstico y, sin dinero para la mejora genética de las semillas, para maquinaria o para
fertilizantes, la producción tiende a estabilizarse o a disminuir, generando más pobreza. La
familia donde Sumba fue acogida hace ya siete años es una familia pobre, que trabaja una
mísera parcela de unas 0,3 hectáreas cultivando fundamentalmente arroz. Sumba aterrizó
en esta familia a los 11 años, como un fardo que se quitaron de encima quienes la
secuestraron en Goma, tras su orgía de sexo y violencia. En vez de venderla para las
explotaciones mineras, como era su intención primera y como hicieron con los niños, se
compadecieron de ella y descargaron su culpa cediéndola a esta gente. Trabaja como
sirvienta para todo y, como los ingresos de la pequeña explotación son insuficientes, la
obligan a trabajar temporalmente en las granjas de los agricultores ricos de la zona, sobre
todo en el algodón. No se lo he dicho a Kisin, pero mis informaciones me han llegado a
confirmar que el dinero que aporta a la que considera su familia es mucho más del que
debería ganar como temporera, y eso significa lo que significa. En definitiva, sirvienta en
la casa donde vive, temporera y meretriz para las ajenas.
La conocí. Tuve que presentarme como un rico amigo de su padre con objeto de que la
familia pudiera albergar alguna esperanza de sacar rendimiento económico, única manera
de que no cerraran toda posibilidad de contacto. Seguí en esto la recomendación de
Cyprien. Me dijo éste que la familia donde ha estado de sirvienta y chica para todo no la
dejaría partir así como así, dado que Sumba era ante todo un bien económico.
Considerando que no podría nunca acreditar haber sido secuestrada en Goma será casi
imposible, opina Cyprien, conseguir su libertad por vías legales. Oficialmente es una niña
burundesa, huérfana de unos parientes lejanos del este de Burundi, muertos en los avatares
de la guerra, a la que acogieron por compasión hace más de 6 años.
Ella es ahora una mujer hecha y derecha. Aparenta más años que los 17 para cumplir 18
que tiene. Está bien desarrollada, es delgada y de rasgos finos, tomados probablemente
más de su padre banyamulengue que de su madre, pero taciturna y hosca. Nuestro
encuentro no pudo ser más penoso:
260




Tu padre lleva buscándote 6 años y espera la muerte ahora en Kinshasa –le dije.
Yo no tengo padre –me respondió.
¿Y madre? – le pregunté.
Tampoco. Murió.
Me mandó a paseo cuando insistí preguntándole por Malaika, su madre, hurgando en la
herida para saber si la reconocía, por cómo había muerto, que cuándo fue eso, etc. Se negó
a responder a nada. Todo duró sólo unos minutos horribles. Cuando ya se iba,
malencarada y dejándome desarmado, saqué mi último cartucho impostor.
 Puedes tener casa y educación en Kinshasa.
Entonces volvió y pidió explicaciones. Y yo le dí las que pude, hablando en hipótesis, es
decir, no sé si mintiendo. Ella insistió en la formación. Deduzco que, aunque no resulta
fácil entenderlo, parece interesarle mucho este extremo, lo que entiendo como un síntoma
positivo de que no ha renunciado totalmente a la esperanza y de que queda algo del poso
de cultura y de amor a ella que depositaron Kisin y Malaika en ella mientras la
disfrutaron. Quedamos en que volvería a tener noticias mías.
En conclusión, la situación, según la veo, es como sigue. Para conseguir llevar a Sumba a
Kinshasa hay que superar dos grandes obstáculos: El primero la familia que la acoge o
esclaviza, según el punto de vista; el segundo, la propia Sumba.
Cyprien y yo creemos que por 3.000 euros la familia puede conceder la libertad de la
chica. En caso de que lo consiguiéramos el paso siguiente sería introducirla de manera
temporal en uno de los campos de refugiados de congoleños de Kivu que hay en Burundi,
hacerla pasar por una refugiada por unos días para obtener unos primeros papeles y
sacarla seguidamente a la RDC para llevarla a Kinshasa. Cyprien se ha ofrecido para
montar todo este trámite ilegal por la módica cantidad de otros 3.000 euros, viajes y
sobornos incluidos.
A mí me ha quedado claro que Sumba sólo irá a Kinshasa si, en efecto, tiene casa y se le
ofrecen recursos formativos. Justamente dos cosas que Kisin no le puede ofrecer.
Y estas son mis dudas. ¿Puedo yo hacerme cargo de Sumba? Sí, probablemente sí, pues
espero que BlueCoo me lo permita y yo sí tengo casa propia. ¿Estoy dispuesto a hacerme
cargo de Sumba? No lo sé.
He de decidirlo rápidamente. La muerte de Kisin no espera. De hacer lo que fuere hay que
hacerlo ya.
P.D.: A Kisin le he mentido, de momento. A mi vuelta de Burundi le acabo de decir que
Sumba está dispuesta a venir a verle para volver después a su modo de vida actual en
Burundi. En caso de que yo encontrara fortaleza para la decisión que busco y en caso de
que entre todos pagáramos los costes de los trámites, le haría saber toda la verdad, entera
y sin cortes, como le han gustado a él siempre las cosas. Tengo la conciencia carcomida
por mis mentiras. Aunque hay una que he conseguido que no lo sea: Kisin sabe y acepta
que os pida el último esfuerzo para conseguir traerla y verla.
261
 Tenemos que hablar inmediatamente con Lurdes y Pierre –dice Miren.
 Sí. A menos que ...
Michel se ha quedado pensativo






¿En qué estás pensando?
En que esta es la cuarta regla que intentamos evitar, ¿no es eso?
¿Y?
Y que no quiero verte tan ansiosa.
¿Cómo? ¿Estás pensando en adoptar a Sumba?
He pensado en eso, sí, pero no en adoptar, sino en acoger. En traerla aquí, internarla
en alguna residencia y proveer a su formación por unos años, hasta que pueda
construirse su vida.
 Me parece una idea ... no sé, pero lo que no me gusta es la premisa que te lleva a
ella. No es para evitar mi ansiedad la razón de que debamos hacer algo por Sumba y
por Kisin. ¡Por favor, Michel! Además, no estoy tan ansiosa. Hemos decidido
intentarlo y en ello estamos, pero si te resulta molesto ...
No resulta siempre fácil evitar la impostura de las palabras cuando tropiezan de forma
rastrera contra los sentimientos. Michel y Miren deberán aclarar sus intenciones respecto a
su intento de procrear un vástago y se harán daño con ellas. Michel deberá reconocer que
no está dispuesto a seguir esperando tener un hijo, que prefiere olvidarse de ello, que no le
gusta repetir la pregunta de si vendrá la regla o no, que lo que le gusta es hacer el amor sin
preguntas, que la ilusión que al principio le dio la decisión de intentarlo sólo se renovará en
caso de bingo, pero no antes, que le aburre la lotería y que prefiere el amor y el sexo. Miren
deberá reconocer que eso le supone un jarro de agua fría a la ilusión que ella no ha perdido
todavía, que no ha conseguido ilusionarle a él y que, tras ese fracaso, ella también perderá
su ilusión. Ambos decidirán dejar de seguir intentándolo, se someterán al dictamen de la
biología y resolverán no ponerle impedimentos. Si ella llega a quedar embarazada no será
porque lo han intentado, sino porque no lo han impedido. ¿Están seguros de que, entonces,
en esa eventualidad, se excitará de nuevo la ilusión y el deseo de tener un hijo? Michel
asegura, convencido, que sí; Miren ratifica, aunque herida, que también.
Sólo al mediodía acabarán de discutir y superarán con algunas erosiones la desazón de los
desencuentros. Pero la discusión sobre si quieren o de qué forma quieren tener un hijo ha
impedido volver sobre la discusión de si quieren acoger a Sumba. Mejor no retomarla
ahora. Es hora de llamar a Lurdes y Pierre para dar una respuesta conjunta.
***
La decisión de transferir urgentemente 6.000 euros a la cuenta de Étienne se toma
rápidamente, pero antes de disponerse a escribir la contestación, Miren plantea.
Es evidente que Étienne necesita un empujoncito para acoger en su casa a Sumba. El
problema es que nos estamos planteando si queremos ser nosotros dos quienes nos hagamos
cargo de Sumba.
262
 ¿Qué dices? –pregunta sorprendida Lurdes.
 Aunque no hemos decidido nada, desde luego.
Se hace un silencio largo y espeso. Michel no abre la boca, sólo baja los ojos. Pierre dice,
un tanto, desabridamente:
 Pues decidirlo pronto, porque debemos dar una contestación ya.
 Es sólo una idea que queríamos hablar con vosotros. No te pongas así, Pierre –
rectifica el planteamiento Miren, dándose cuenta de que ha metido la pata. Sumba es
de los cuatro, no pertenece a ella y a Michel, sino a los cuatro. No pueden decidir su
futuro de forma unilateral.
 La idea no me parece buena, si pensamos en Sumba –interviene Lurdes algo más
conciliadora-. Tanto menos cuanto es claro que tenemos la solución de Étienne, a
poco que le demos ese empujoncito que dices.
 Perdonad, todo es culpa mía. Miren y yo hemos discutido de otra cosa y no nos ha
dado tiempo a hablar de este tema. Sus palabras provienen de una estupidez mía. En
vez de encontrar satisfactorio que Miren se lleve un disgusto cuando tiene la regla,
por no poder tener un hijo que sería de los dos, soy tan idiota como para sentirme
cansado de una incógnita repetida que no depende de nosotros. Por eso he tenido el
lapsus de pensar, por un momento, que si acogíamos a Sumba podríamos matar dos
pájaros de un tiro: resolver un problema y tener nosotros alguien de quien
ocuparnos. Sin pensar más se lo he planteado a Miren y ahí hemos empezado a
discutir de si me hacía o no me hacía ilusión tener un hijo y cosas así, pues Miren,
con muy buen tino, me ha echado en cara que mezcle una cosa con otra. Perdonad. –
Michel mira ahora a Miren-. Esa propuesta mía es una tontería muy grande, ¿no,
Miren?
 Es una tontería muy grande, sí –Miren mira y sonríe a Michel. Luego, dirigiéndose a
Lurdes y Pierre:- Perdonadme también a mí. Sumba es de los cuatro, de nosotros
cuatro. Y de los cuatro seguirá siéndolo siempre.
Tras el incidente, han escrito dos correos, uno para Étienne y otro para Kisin. En el de
Étienne le dan cuenta de la transferencia de los 6.000 euros y de la decisión de los cuatro de
proporcionar una asignación mensual para la formación de Sumba, en caso de que él decida
acogerla en su casa y ella lo acepte.
263
Domingo, 7 de mayo de 2006
París
La presentación de BlueCoo-Norteamérica se hizo la semana pasada en pleno corazón del
Financial District, en el hotel Milenium de la cadena Hilton. El guión fue el mismo de la
presentación europea y entre los delegados hubo sus más y sus menos. Mientras Bill Talbot
(Seattle) y Peter Berger (Los Angeles) destacaron el carácter cooperativo de la empresa (“la
mejor fórmula para hacer negocios”, dijo el primero), y el propósito de inaugurar una nueva
economía basada en el uso antes que en la propiedad (“una manera civilizada de compartir
recursos”, añadió el último), Stephen Finley, de Toronto, y Agustín, subrayaron el carácter
oportunista y la solidez empresarial del proyecto. Así que Gwendoline hubo de lucirse
asegurando que “tenemos la mejor empresa del mundo: por distintas razones, todos estamos
eufóricos”, y todos los asistentes rieron para celebrar la mueca exagerada de irónico
entusiasmo con que pronunció la frase, seguida de un “Glup, ¡qué miedo!”. Fue finalmente
Michel quien, apartándose del guión habitual, al referirse a la dicotomía oportunismo
económico frente a finalismo ideológico, no dudó en decidir que la mejor manera de
atenerse al segundo es acertar con el primero.
La cena que hicieron luego entre todos fue de no recordar, pues nadie se libró de acabar
beodo, Gwendoline incluida, que se marcó un “de piedra ha de ser la cama, de piedra la
cabecera”, en honor de Agustín, que consiguió dejarlos abrazados a los dos frente a la
Trinity Church, cuando este acabó de gritar que “la mujer que a mi me quiera ha de
quererme de veras”. Michel consiguió no atufar al personal con su Là haut, sur la
montagne. Eso quiere decir que es el que menos bebió, como corresponde a su
responsabilidad de grand chef.
Hoy acaba de contar con pelos y señales estos episodios de New York, dirigiéndose
especialmente a Lurdes, interesada en las andanzas de su amiga Gwendoline. La ocasión es
la comida que acaban de terminar en la casa de Sainte Foy, en Neuilly, los cuatro, con la
incorporación de tía Roseline, quien se presentó en París el viernes a la tarde.
 Estoy muy orgullosa de vosotros –asegura ésta tras observar los progresos de la
empresa-. ¡Lástima no poder presumir con mis amigos de Baiona! Ellos están todos
el día contándome las hazañas de sus descendientes y yo querría vengarme con la
misma moneda. Pero sólo puedo presumir de ti.
 ¡Pobres señores de Bidart! –exclama el aludido refiriéndose a los amigos más
habituales de su tía.
 De pobres, nada. Pobre yo, que tengo que escuchar sistemáticamente las maravillas
de sus hijos –ríe, quejicosa, tía Roseline.
La anciana ha traído impreso en papel el texto de la última misiva de M.I. Cambia el tono
jocoso y anuncia:
264
 Bueno, chicos, esto es lo último que cuenta M.I. –entregando el papel a Miren para
que lo lea.
Siento no tener buenas impresiones, querida amiga. Hemos podido seguir algunos aspectos
de las discusiones que se traen esta temporada los presos de ETA, en especial los de la
cárcel de Huelva en la que se encuentra quien más nos interesa. Allí el debate es sobre la
condicionalidad de la tregua. Parece ser que también Domingo Iriarte fue partidario de
ofrecer esa tregua, sí, así como de adoptar formas superficiales más políticas, en el sentido
de aparentemente educadas y mansas, también, pero manteniendo con tanto más ahinco la
pureza de los principios y el norte de los objetivos. Nos llegan noticias, en concreto, de que
ha mostrado su oposición frontal a que no haya quedado manifiestamente claro para todos
los militantes de ETA, y para toda la izquierda abertzale, que el cese de la lucha armada
depende en todo de que el proceso que se ha iniciado abra expectativas nítidas a la
autodeterminación y la territorialidad, que considera irrenunciables e innegociables.
Lidera, en consecuencia, una posición que exige a la actual dirección de ETA que haga
pública esta inequívoca condicionalidad de la tregua, es decir, que amenace con volver a
las andadas si no se dan pasos evidentes hacia el cumplimiento de esas “condiciones”. No
“objetivos” sino “condiciones”, insiste. Además, se sabe que ha escrito un largo opúsculo
afirmando el valor, no sólo político sino moral, de la larga lucha armada que han
protagonizado, pues considera que hay un peligro de que el intento de deslegitimación de
la misma por parte del enemigo acabe calando en el movimiento. Y exige, en consecuencia,
que ETA cotice al alza la violencia revolucionaria y que cese inmediatamente cualquier
línea de claudicación ideológica en forma de “comprensión” por el dolor infringido a las
víctimas del enemigo. “Ese dolor es precisamente nuestra arma. Es nuestra capacidad de
producir dolor lo que nos ha hecho fuertes, ¿cómo vamos a arrepentirnos ni a renunciar a
él?”, se pregunta en uno de los escritos que se le atribuyen.
El caso es que debemos deducir que Domingo Iriarte sigue siendo una cabeza visible de las
posiciones más duras. Bien, ¿cómo afecta esto a nuestro problema? Aquí viene la otra
mala noticia. Se sabe que ha dado nueva orden de que se siga buscando a Edurne Tejerina.
Ahí no hay tregua. La buena noticia es que eso quiere decir que no la han encontrado.
Desde mi punto de vista no es para saludarla para lo que la quiere encontrar. Domingo
Iriarte sabe mejor que nadie que los razonamientos para “convencer” son importantes,
pero sólo acaban de ser efectivos si van acompañados de la “presión” para conseguirlo. Y
la presión en ETA significa violencia y muerte, tanto más para el entorno propio al que se
dirige. Quiero decir, que veo plausible, según mi opinión, que Domingo Iriarte siga
pensando en utilizar la baza del asesinato selectivo de la “traidora oficial” para utilizarla
en algún momento propicio de la discusión interna en ETA. Tal ekintza tendría, como
sabemos, un alto grado de aceptación en la izquierda abertzale y constituiría un
instrumento importante para redirigir el proceso según la línea que quisiera imponer.
Bien, quiero destacar que, si estoy en lo cierto, es muy importante que sepamos mantener
vigente la “buena noticia” del desconocimiento del paradero de la amenazada. Por dos
razones: para salvarle la vida, la una; y para despojar a quien la amenaza de ese
instrumento, la otra. ETA tiene cada vez más complicado matar a nadie, pero Edurne sigue
siendo el blanco que menos problemas de aceptación le acarrearía. Si conseguimos que no
265
la mate es probable que deba pensárselo tres veces antes de matar a otra persona y, por
tanto, que consigamos estar más cerca de que no mate a nadie.
Siento hablar así, pero conozco muy bien la enorme fortaleza de quienes deben oir esto y
sé que perdonarán este modo tan crudo de decir las cosas.
 Es curioso, habla en singular hasta el final, en el que nos incluye a las dos –dice
Lurdes.
 Se le ve adoptar precauciones incluso cuando te escribe un e-mail a ti –Miren,
refiriéndose a su tía-. Me parece que habla en singular pensando en el hipotético
caso de que alguien no deseado se haga con la misiva: para despistarle un poco.
Pero cuando debe pedir actitudes responsables se refiere a las dos, por si se nos
olvida.
Las dos mujeres son las primeras en hablar, pues Pierre, Michel y su tía no lo harán hasta
reconocer la reacción de las dos interesadas, tras los malos augurios del policía. No han
maldecido su suerte ni mostrado la más leve desesperanza, sólo se les ha ocurrido fijarse en
cuestiones completamente anecdóticas y tangenciales.
 ¿Es que esto no va a acabar nunca? –se lamenta Pierre-. ¿Qué alto el fuego
permanente es este que no retira la amenaza a los amenazados?
 Al menos para Txomin, se trata de un alto el fuego táctico. La lucha armada y la
violencia revolucionaria son un procedimiento estratégico y el alto el fuego uno de
los instrumentos tácticos de ese procedimiento estratégico. Eso opina M.I. que
piensa Txomin. Y parece saber de lo que habla –comenta Michel.
 Todos nos habíamos hecho ilusiones, inevitablemente. Pero las cosas son como son.
Queridas sobrinas, no hay persona mejor informada ni que os aprecie más que este
policía. Mi opinión es que debemos hacerle caso al completo, sin fisuras.
 ¿Incluso aunque da la impresión de pensar más en acabar con la lucha armada que
en salvaros? –pregunta Michel.
 Lo hace así porque sabe la disposición de Lurdes a dar su vida, si eso interesara. Lo
hace para reforzar su determinación de conservarla –advierte Miren.
 Eso era antes, Miren. Hoy día no sé si estoy tan dispuesta a perder lo que ahora
tengo, ni en caso de que se me demostrara que pudiera ser útil a mi pueblo.
Pierre sabe que él es el principal activo de esas posesiones actuales de Lurdes. Por eso es el
primero en agarrarle fuerte de la mano. A este gesto se une también Miren, primero, tía
Roseline, después, e incluso la última palabra de Michel:
 En ese caso, todos nosotros seríamos tu escudo.
Las manos de Pierre que agarran las de Lurdes ceden en su fuerza al oir estas palabras. Por
algún extraño motivo su mirada se ha ocultado en la penumbra.
266
Domingo, 14 de mayo de 2006
París
 Os tengo que decir una cosa –comienza Pierre-. Lo he hablado con Lurdes y le ha
parecido que debemos saberlo los cuatro.
La palabra “escudo” que Michel pronunció hace exactamente una semana, en el comedor
de la casa de tía Roseline en Neuilly, desencadenó un cúmulo de reacciones en Pierre que
reavivaron el odio a sí mismo que se profesa desde que se fuera de la lengua en su agria
discusión con Jacques hace ya casi cuatro meses. Confiando en que nunca hubiera de
arrepentirse de su imprudencia jamás contó lo que sucedió en aquella mala tarde en la
brasserie al lado de la Place des Victoires. Pero ese silencio tampoco acalló nunca su mala
conciencia. El domingo pasado, tras oir las opiniones del policía sobre el peligro renovado
que pende sobre su compañera, después de constatar el valor que Lurdes asignó a la
relación que mantiene con él y luego de ser elevado por Michel a la categoría de escudo
humano protector de su novia, le hizo sentirse repugnante y falso. “Escudo yo. Al revés. Yo
soy quien la traiciona para que le peguen un tiro” es lo que pensó en el momento de aflojar
sus manos y bajar su mirada.
Incapaz de soportar más en soledad su culpabilidad le confesó a Lurdes su metedura de
pata. Luego, los dos opinaron que piensan mejor 4 personas que 2 y que Miren y Michel
deberían saber igualmente el asunto.
 ¿Os acordáis de la Junta Rectora turbulenta que tuvimos en enero? –comienza.
 ¡Cómo no! –contesta Miren, acordándose del mal trago que hubo de pasar al verse
obligada a retirar la propuesta que ella misma acababa de defender.
 Pues bien –continúa el normando-, poco después me cité con Jacques. Quería
pedirle que no descargara sobre BlueCoo el rencor que albergaba por la ruptura
conmigo. Quería apelar a los buenos sentimientos que compartimos cuando
estuvimos liados.
 Sí. Desde luego en la aquella Junta Rectora estuvo odioso, completamente hostil y
resentido con todos, excepto con Wang.
 De la manera más espantosa. Aseguró que sus criterios sobre BlueCoo eran
completamente racionales y me ofendió cuanto pudo. Pero eso no fue nada
comparado con su saña en despreciar y ofender a Lurdes. Espero que entendáis la
rivalidad sexual que explica su actitud.
 Sí, claro. Continúa.
 No pude soportar el cúmulo de insultos, vejaciones, injurias y menosprecios a
Lurdes, auténticamente dolorosos, que brotaron de ese resentimiento. Y, como el
más perfecto idiota, quise defenderla, en vez de dejarle que se comiera él solito su
mierda.
 ¿Y?
267
 Y, exasperado, llegué a intentar que comprendiera el valor de Lurdes ensalzando su
capacidad para poner en riesgo su propia vida.
Pierre queda callado a la espera de que alguien diga algo. Es Miren la que le sigue tirando
de la lengua:
 Muy cierto. Pero no veo que eso sea tan importante ...
 Lo dije en un contexto en el que estábamos hablando de vuestra llegada desde el
País Vasco, que califiqué de huida, y después de haber alabado la libertad radical de
Lurdes, incluso para enfrentarse a su propia historia.
 Ah! Y temes que Jacques pueda sacar, tirando de ese ovillo, la historia de Lurdes.
 Eso. Además, Jacques conoce bien el País Vasco. Ha estado allí muchas veces.
Tuvo un novio labortano.
De los cuatro hay dos que quedan pensativos, un tercero enrojecido de vergüenza y una
cuarta intentando apaciguar el espíritu turbado del anterior. Al cabo de un rato, Michel
pregunta:
 Estamos en que no dijiste nada más. Sólo que Lurdes era una persona capaz de
enfrentarse con su propia historia y con bemoles suficientes para poner en riesgo su
vida, ¿no es eso?
 Y que había huído de su tierra. Además en un contexto en el que se trataba de la
historia preparisina de Lurdes.
 ¿Qué opinas, Miren?
 Depende de lo perspicaz que sea Jacques.
 Jacques es muy inteligente –certifica Pierre.
 Pero para ser peligroso, además de perspicacia para tirar de ese hilo, ha de tener
mala voluntad. ¿Opinas tú que es capaz de investigar, enterarse y hacer un uso
maligno de esa información?
 No sabía que era así cuando estaba con él, pero hoy día le creo capaz de todo.
 ¿Y tú, qué opinas, Lurdes?
 Que lo normal es que los resentimientos amorosos se pasen. Y se acaban en todo
caso cuando nuevos amores sustituyen a los anteriores. Además, muy
probablemente Jacques se quedó enormemente satisfecho después de haber hecho
sufrir a Pierre y todo se le habrá olvidado ya.
 Es decir, que lo más importante es saber si se ha echado ya otro novio, ¿no? –
pregunta entre risas Miren.
 Si, eso es lo más probable –opina Michel, sin atender a la última socarronería de
Miren-. No es razonable pensar que Jacques tenga tanto interés como para darle
vueltas al tema de Lurdes, investigar, etc... Lo normal es que se diera por satisfecho
habiendo vejado a Pierre. Pero estamos en el reino de las probabilidades. Es decir,
que, habiendo un pequeño tanto por ciento de duda razonable yo creo que
deberíamos hacer algo. Pero, ¿qué?
 Yo lo he pensado ya –interviene Lurdes-. No estoy dispuesta a tomar medidas
adicionales. Dejamos nuestro país, huímos y nos refugiamos aquí. Y aquí hemos
encontrado cuanto queremos. Se acabó. Ya hemos hecho cuanto hemos podido. Por
mi parte no voy ahora a esconderme de Jacques en Lima, por ejemplo. Se acabó,
alguna vez hay que dejar de huir.
268
 Con todo, tal vez M.I. pueda sugerirnos algo. Creo que debemos contárselo.
 Bien. No sé qué nos pueda recomendar, pero vale. Se lo contaremos.
 El tiempo juega a nuestro favor, supongo. Han pasado cuatro meses y sabemos que
ETA no sabe nada, a pesar de la imprudencia de vuestro amigo de Madrid, Iñaki
¿no?, y de la habilidad de Jacques para sacarte de quicio, amigo. Es muy poco
probable que a estas alturas Jacques pretenda nada en vuestra contra. De ser esa su
idea ya lo habría intentado.
 Poco probable, pero no seguro, Mich, como tú mismo has dicho.
 Quedemos pues en manos de la probabilidad -sentencia Lurdes.
Pierre no ha dicho nada. Sólo siente una doble vergüenza. Una, por su fragilidad hace
cuatro meses; otra por haber tardado esos cuatro meses en avisar a su compañera y a sus
amigos, autoengañándose en su optimismo. Lurdes le llamó Quijote cuando anteayer se le
contó. “Mira lo que te pasa por querer defender el honor de tu dama”, le dijo, besándole y
perdonándole. Miren y Michel le observan ahora con una mirada compasiva, imaginando
las brasas del autodesprecio en su cabeza. Miren habla:
 Te diré una cosa, Pierre, no para enseñarte nada sino para consolarnos y acertar
juntos. Txomin mató a mi compañero, y yo me culpé durante mucho tiempo por mi
optimismo inconsciente que retrasó que tomáramos medidas de precaución. Al final
he llegado a comprender que fue esa inconsciencia de la gravedad y de la realidad
de la amenaza lo que me hizo actuar de esa manera. Y no ha sido fácil porque mis
remordimientos me han llevado a intentar explicarla como resultado de alguna cosa
peor. Pero no lo he conseguido. Aquello fue, ese es mi veredicto, inconsciencia y
solo inconsciencia. De modo que, si no encuentro razones para eludir la parte de
responsabilidad que me corresponde, sí juzgo que puedo exculparme desde el punto
de vista moral. Probablemente tu caso es parecido: supongo que no estabas
suficientemente mentalizado en el rigor con el que debías guardar silencio sobre
toda la vida anterior de Lurdes. Tenías un punto de inconsciencia. Admítelo. De otra
manera no habría salido nada de tu boca, porque tú amas a Lurdes y porque tú no
eres débil, si es que esas son las cosas que te mortifican, como lo eran en mi caso.
Tú y yo tenemos el problema de aguantar nuestra inconsciencia pasada y tratarla de
evitar en el futuro. Eso y nada más. Tenemos el reto de llegar a ser más sabios y
lucidos, pero no mejores.
 Es posible que yo deba responder a una obligación más, sin embargo. En mi caso
aún no se ha producido desenlace fatal alguno. Pero si por mi causa han aumentado
las probabilidades de que ocurra, tal vez deba ser yo quien intente restituir ese
porcentaje.
 En qué estás pensando.
 No lo sé, en realidad.
Lurdes, Miren y Michel se quedan pensativos y asustados, hasta que Michel se atreve a
hablar:

No lo sabes porque no hay nada razonable que puedas hacer que resuelva de un
plumazo el problema. Yo que tú atendería lo que Miren ha dicho, eso es lo más
acertado.
Lurdes se ve presa de una gran agitación, hasta que logra decir:
269


Pierre, amor mío, no necesito ninguna heroicidad tuya, te necesito a ti. Si es por mí
no lo hagas, por favor, yo te necesito a ti. No hagas nada que no lo hablemos antes
entre nosotros, no lo hagas, por favor ...
De acuerdo, de acuerdo, no haré nada sin consultarte, lo prometo amor mío, no haré
nada, tranquila, por favor, tranquila, mi amor.
Las lágrimas de Lurdes se secan en la solapa de Pierre donde ha recostado su cabeza,
mientras éste la aprieta con fuerza entre sus brazos.
270
Domingo, 21 de mayo de 2006
París
Kisin murió ayer, fuertemente sedado, a sus 45 años recién cumplidos, en su casa
alquilada de Ngiri-ngiri. Me equivoqué. La leve mejoría de finales de abril fue solo un
espejismo. Poco después de escribiros comenzaron a agudizarse sus dolores en la cadera
hasta el punto de que a partir de entonces no se ha hecho otra cosa que ir aumentando
gradualmente la dosis de morfina. Ha permanecido estas tres semanas prácticamente
paralizado, doblado de dolor sobre sí mismo, sin poder apenas comer, hasta consumir la
última energía vital.
Yo conseguí traer a Sumba. La familia que la acogía se conformó con lo que pensábamos,
pero las mordidas de los funcionarios del campo de refugiados para que nos dieran los
papeles que la clasificaran como refugiada congoleña reclamada por su padre, con los
cuales pudimos pasar la frontera, la suma de los pequeños “regalos” en los numerosos
controles de Kivu, donde continúa el descontrol, así como la larga estancia en Burundi y
los viajes, han salido por más de lo que supuse en su día. Pero por una vez, aunque sea por
una vez, en esta ocasión no os transmito esto para pediros nada. Vuestra generosidad ha
sido ya bastante y la seguridad que me da la aportación mensual que garantizáis para los
gastos que ocasione la formación de Sumba hace que ya no necesite pediros más.
He visto con mucha claridad que la solución de que Sumba viva conmigo es la mejor.
Tengo un buen sueldo y espero que sea suficiente para proveer a la formación de la chica,
una formación de carácter básico y medio durante 2 o 3 años. Durante todo ese tiempo
espero que todo el dinero que mandéis, o casi todo, sirva para ahorrar y capitalizar unos
recursos que le hagan falta a ella más tarde, bien para continuar sus estudios, bien para
independizarse de mí, según sea su voluntad de mujer plenamente adulta. Mientras tanto
seré yo, como me proponíais en vuestra carta, el administrador de ese dinero.
Sumba no ha mostrado sentimiento alguno por su padre, pero tiene la rara virtud de
cumplir con los compromisos que hablamos para su vuelta a Kinshasa. Tendrás casa y
tendrás formación, le dije, a cambio de que estés con tu padre hasta su muerte y de respeto
hacia mí. Pues eso. Estuvo, en efecto, con su padre, al lado de su padre, quiero decir, sin
apenas pestañear, miestras este se retorcía en su cama, como si fuera una enfermera que
asiste la muerte de un paciente. De hecho, la muerte de Kisin le sobrevino con su hija
velando su cama. Por mi parte he empezado ya a escribir la historia que me pidió él.
Espero poder entregársela a Sumba en breve, para que sepa quién fue su padre, para que
se sienta orgullosa de su orígen. De la misma manera, algún día le hablaré de vosotros. Ha
de saber de qué pasta está hecho el mundo, no sólo qué clavos roñados son los que laceran
la vida.
Kisin ha muerto coniguiendo lo que más quería. A partir de la exclamación “Estás viva,
hija mía” que lanzó la primera vez que Sumba se acercó a su lecho, hace exactamente 6
271
días, yo diría que sus ojos ya no se movíeron de ella, para afuera, y de la muerte, para
adentro. Dejó de hablar de política, dejo de hablar de nada, para concentar toda su fuerza
en el mirar a su hija y a la muerte. Incluso tengo la impresión de que hizo precipitar la
muerte sobre sí para no hacerla más pesada a nadie, una vez obtenido el premio por el que
luchó.
He de pediros un favor. El caso es que Olu está muy enfadado conmigo. A pesar de que era
amigo de Kisin, no entiende que me haya dedicado tres semanas, entre pitos y flautas, dos
viajes a Burundi, a resolver el caso de Sumba, sin ocuparme para nada de BlueCoo, salvo
una pequeña gestión que aproveché para hacer en Bujumbura y otra en Kisangani. Me
recrimina que no haya contratado una tercera persona para hacer todas esas gestiones.
“Con el dinero que te han mandado los franchutes podías haberlo hecho”, me dice, sin
entender que esas gestiones tenían un carácter personal intransferible. Mi petición es que
intercedáis por mí ante él y que le aseguréis que ahora ya estoy libre para dedicarme por
entero a los proyectos que hemos diseñado.
P.D.: La impresora-fax-scanner que acabamos de instalar en la oficina cumple su primera
función permitiéndome enviaros esta foto recién sacada de Sumba. Como véis, es una
mujer bella y su mirada transmite una fuerte personalidad, aunque también está cargada
de fatalismo. Parece mayor de lo que es.
Antes del segundo viaje a Burundi, Kisin no podía escribir por su propia mano, así que me
dictó estas palabras para vosotros:
Vinisteis a África y yo fui, en todo el continente, vuestro primer interlocutor. Todavía
recuerdo mi vergüenza en el trayecto desde el aeropuerto hasta el hotel, por la
miseria y la inmundicia que ni siquiera la noche podía hacer invisibles. Una
vergüenza de la que me avergoncé entonces y me avergüenzo ahora, por cierto.
Luego cenamos y me dejé cautivar por vuestro interés, por vuestra simpatía y hasta
por la belleza de Miren. Pues bien, tengo que deciros que nos juntamos dos europeos
que creéis en África y un congoleño que cree en África, lo que es tanto más extraño.
Nos juntamos, pues, tres especies completamente extravagantes en este mundo en el
que nadie cree en nosotros. Ese reconocimiento compartido me dio una especial
sintonía con vosotros. La misma que sigo sintiendo a las puertas de mi muerte.
Mi afirmación y mi estimación de África parten de mi afirmación y de mi estimación
de la RDC, hasta el punto de que estoy convencido de que África despertará en el
mundo cuando la RDC lo haga en África. Pues bien, eso sucederá pronto, cuando
este país se normalice, entendiendo por normalización, el pleito contra nuestros
demonios por el cual acabemos configurando un estado democrático para todos. Se
han dado ya pasos importantes y el 30 de julio serán las elecciones generales que yo
ya no podré disfrutar. Faltan aún algunos peldaños por subir, pero hay un paso,
importantísimo en sí mismo y como símbolo, del que sí he disfrutado. Os lo explico.
Los largos años de guerra que estamos superando han asesinado de inanición y de
pobreza a millones de compatriotas, han despavorido por el entorno regional a
cientos de miles de refugiados, han hecho proliferar como la mala hierba a “señores
272
de la guerra” que se hacen con armas con las que los desesperados esperan
conseguir comida, han decapitado los cuadros y las élites de mi país, etc. Pero, tan
importante como todo eso, es que también han diezmado una generación de jóvenes
guerreros y de niños soldado, la han diezmado numérica y psicológicamente. Mi
propia hija Sumba ofrece el mejor ejemplo de lo que quiero decir. Una niña para
quien todo era posible a sus 10 añitos, todo luz en sus ojos, vió cerradas de pronto
todas sus esperanzas, abiertas todas las tinieblas en su alma. Como ella, cientos de
miles, millones de niños y niñas a lo largo y ancho de todo el país y por largos años
interminables.
¿Es recuperable esa generación? ¿Es recuperable siquiera para evitar un hueco en
la sociedad, un cáncer que la envevene por incomparecencia de la fraternidad en el
corazón de toda un cohorte generacional? Cuando yo estaba a punto de tirar la
toalla, de desesperar, llegó Étienne y llegasteis vosotros para decirme que sí, que era
posible encontrar algún camino para recuperar esa adolescencia muerta, o
consumida por el odio y la guerra, alguna vía para reconciliarla con su entorno. Y
teníais razón: Sumba vive y Étienne me dice que está seguro de que conseguirá
traerla aquí, es decir, confía en que a su vuelta comenzará mi hija su recuperación y
su reconciliación. Tanta confianza ha construído en su espíritu mi amigo que está
dispuesto a acogerla como a su hija.
Y eso, si ya os debo mucho, me hace deudor de Étienne y vuestro por doble motivo:
porque me habéis ayudado a recuperar a mi hija y porque me habéis ayudado a
recuperar la confianza en la generación perdida, por ende en mi país y, en
consecuencia, en África. Os hago saber que considero la vuelta de mi hija todo un
símbolo. Cuando la mire dentro de unos días, como asegura Étienne que ocurrirá,
veré la hija de mi mujer y la niña casi adolescente que arrebató, hasta que la perdí,
todos mis amores de padre, pero veré también cómo se asoman a la primavera una
generación, un país y un continente.
 Impresionante.
Miren conserva la imagen de Kisin muy grabada en su memoria. Sus arrugas, sus piernas
de alambre y su cintura quebradiza, pero también su hermosa voz profunda de barítono
bajo.
 Kisin conservó hasta su muerte la esperanza en su país, a pesar de todo el
sufrimiento que este le infringió –dice.
Miren no lo expresa en voz alta, pero mira a su amiga buscando una complicidad con el
pensamiento que ahora le asalta.
 Un buen modelo para nosotras –dice Lurdes.
 Eso, exactamente.
273
12
París y Shanghai.
BlueCoo.
Iraila
274
Lunes, 18 de setiembre de 2006
París
Estamos en setiembre, a las puertas del otoño. Han transcurrido intensos meses veraniegos
sin que en BlueCoo el no-trabajo haya podido adueñarse más que de una muy pequeña
parte de ellos. Un gran mapa cubre una pared de la oficina de la Avenue de Clichy. Agustín
Mena sugirió a André la conveniencia de que las sedes reflejaran en su espacio el espíritu y
los avances de la empresa, de forma que no sólo pueda verse en la pantalla de los monitores
de los ordenadores. Por tanto, además de carteles que destacan en frases el ideario básico,
ha diseñado un mapa del mundo donde pueda irse reflejando la progresiva implantación de
BlueCoo en sus diversas regiones. Es el mismo mapa que el que aparece en el portal de
internet, pero en papel. André está haciendo pruebas para dar con el mejor procedimiento
para que ese mapa en papel pueda actualizarse de forma manual mensualmente y cambiarse
anualmente, y tal que pueda estar presente en todas las oficinas de BlueCoo repartidas por
el mundo. Otro gran organigrama da cuenta de forma gráfica de las distintas Confluences
que se van creando. Su idea es que la organización central se ocupe con periodicidad anual
de imprimir una edición de tales proclamas, mapas y organigramas, tanto de carácter
mundial como específicas para cada delegación continental y regional, pero que la
actualización mensual la vayan haciendo manualmente en cada sede. Pierre y Lurdes
actualizan la web semanalmente y, por tanto, todos disponen de los últimos datos en la
terminal de sus ordenadores.
Una trama azul clara y transparente cubre las áreas del mundo en las que existe ya alguna
implantación de BlueCoo, en forma de sedes regionales o de Agentes-intermediarios, unas
banderitas verdes indican la localización de las sedes continentales y unas banderitas
amarillas las restantes. Los alfileres de cabeza azul oscuro representan los distintos sociostrabajadores que ya están a sueldo en la empresa. Hay en este momento 152 alfileres
repartidos en las 7 Delegaciones continentales, pero hay que añadir más alfileres
regularmente, a un ritmo de unos cinco por semana.
La delegación más nutrida de alfileres es Asia Oriental, seguida de Europa. Luego vienen
Asia Meridional y África, con un parecido número de socios, y finalmente las dos
Américas, Norte y Sur, también con semejante número de miembros. Una gran zona del
mapamundi, Asia Central, tiene solamente un alfiler, clavado en Moscú, pero ni siquiera
acompañado de banderita alguna.
La fundación de BlueCoo-AsiaMeridional se hizo en Mumbai a finales de mayo y la de
BlueCoo-Sudamérica hubo de esperar hasta finales de Junio en Rio de Janeiro. Michel
sigue trabajando la idea de unificar las dos delegaciones americanas en México, pero aún la
fruta está madurando en el árbol.
La presentación de Mumbai sirvió también para lanzar la CC-Urbanismo, y la de Río
Janeiro para fundar la CC-EconomíaInformal. Son ya seis Company Confluences y Michel
275
se ocupa, con especial dedicación en estos momentos, de nuevos frentes en este enfoque
funcional de la empresa. En su cabeza bullen actualmente una CC-Cooperativas que
quisiera presentar en Madrid, una CC-Ecología en Buenos Aires, una CC-Manufacturas
para lanzar en El Cairo, una CC-Formación para anunciarse en México y una CCTransporte para hacerlo en Los Angeles. Wang, por su parte, está empeñado en fundar una
CC-Agricultura en Bangkok y una CC-Salud en Tokio. Se quiere llegar a fin de año con
diez a doce Confluences consolidadas.
Se constata que son ya más de la mitad de las más de 800 empresas que ahora mismo están
suscritas a BlueCoo aquellas que también lo están en alguna de las 6 Confluences actuales.
De modo que pueden contabilizarse, entre territoriales y funcionales, cerca de 1.300
suscripciones. Incluso hay algunas empresas que se suscriben a más de una CC. Aparte de
que esta doble estructuración territorial y funcional dobla los ingresos de BlueCoo, que son
los provinientes de esas suscripciones, se observa que el número de actividades de
cooperación entre empresas crece tanto más en la medida de que coexistan las dos
estructuras. Es decir, que el esfuerzo por duplicar las estructuras es también un esfuerzo por
ofrecer un mejor servicio a las empresas, el cual consiste en facilitar que estas compartan
todo tipo de recursos.
Asia Oriental está a punto de lograr equilibrar ingresos y gastos, pues más de la mitad de
todas las empresas suscritas y un poco menos del 50% de todas las suscripciones son
asiático orientales. El BNG está plenamente satisfecho de la marcha de la empresa ya que el
plan del negocio va cumpliéndose por encima de lo previsto en cuanto a los activos, aunque
también los pasivos aumentan más de lo pronosticado. Un año más y habrá más ingresos
que gastos generales de funcionamiento en BlueCoo, es decir, excedentes para amortizar
los préstamos. Quizás en otros dos más, incluso previendo que se siga necesitando de una
fuerte financiación para sostener una expansión tan veloz, los beneficios puedan ser netos,
una vez incluidos los costes financieros.
Esos son los optimistas comentarios que están haciendo Michel, Pierre, Miren, Lurdes y
André, que trabajan en este momento en la sede central, cuando llega un e-mail de Huang al
correo de Michel:
Confidencial
Querido Michel:
Estoy realmente preocupada. Aquí hay un movimiento de fondo cuyas claves creo entrever.
Sumidos en un ambiente ciertamente eufórico, se ha instalado una especie de exaltación
del riesgo y circula la idea de que podemos librarnos cuanto antes de las pesadas cargas
de los intereses de los créditos del BNG, si se hace un esfuerzo inversor. Ya que no
podemos reducir los costos por la vía de los sueldos (por esa pesada losa que imponen los
parisinos idealistas, añadirían algunos), hagámoslo por la vía de los costos financieros, se
oye decir. Se comenta que en la próxima Junta Rectora de Octubre hay que aumentar el
capital social de la empresa para conseguir prescindir de la mayor parte de los péstamos
del BNG. ¿De qué modo? Incrementando la participación de todos aquellos socios cuya
aportación está por debajo de la máxima permitida. Tratar de acercar todas las
276
aportaciones al nivel de esos 36.000 euros de europeos y norteamericanos. Es decir,
elevando la participación de nosotros, los asiáticos orientales, así como la de los asiáticos
meridionales, sudamericanos y africanos, quienes, como sabéis, estamos en una aportación
promedio regional de 12.000 euros. Hay tal espíritu de confianza en el futuro de esta
empresa que todos parecen ganados por el entusiasmo y dispuestos a arriesgar al máximo
sus ahorros y su crédito.
Todo esto no serían más que buenas intenciones y como tales serían presentadas en la
Asamblea de Octubre. Pero como sabéis, aquí la gente no tiene ese dinero, ni tampoco, en
general, capacidad crediticia individual para conseguirlo. Si hago un repaso de los ya más
de 50 socios-trabajadores de Asia Oriental que yo controlo directamente, estimo que no
llega al 10% los que podrían por sí solos aumentar su aportación hasta esos 36.000 euros.
Este porcentaje está formado, claro está, por aquellos y aquellas que ya de hecho se
acercan más a esa cifra. Yo, desde luego, que he aportado 6000 euros, la mínima
individual, me vería muy mal, pero que muy mal, simplemente para llegar al doble.
Bien, pues aquí viene lo más preocupante. Circula la idea de que es el propio Wang quien
podría facilitar la concesión de los créditos oportunos, prácticamente gratuitos, es decir,
con unos intereses irrisorios. Cuando he sondeado por el origen de esa capacidad de
Wang, no he obtenido respuesta, sólo vagas alusiones a algún apoyo financiero que está
negociando con las autoridades económicas chinas. Sin embargo, mi sospecha es que
quien en realidad está detrás de todo es Tulip. ¿Por qué lo digo? Por la sencilla razón de
que prosiguen las reuniones con esa empresa. He podido saber que antes del verano hubo
una nueva reunión de varios delegados regionales con representantes de Tulip, esta vez en
la propia Shanghai. Wang sigue viniendo por esta sede con regularidad, es una persona
muy trabajadora, sin duda, pero cada vez lo veo más misterioso, no dice nunca nada que
no sean meras cuestiones de trámite. Lo que si sé, por lo que oigo, es que sus salidas no le
llevan a las oficinas de esas autoridades económicas chinas, que, por cierto, están bien
cerca, sino a Pudong, sobre todo, donde se ubica precisamente la sede de Tulip en China,
la tercera división continental más importante, tras la de Tokio y la de Hong Kong.
Cuál es mi sospecha. Bien sencilla. Si Wang consigue que Tulip le preste el dinero para
que la mayoría de los socios de Asia Oriental y Meridional, de Sudamérica y de África,
aumenten su participación hasta acercarse a los 36000 euros, conseguiría poner de su
parte a la mayoría de esos socios, y obtener una mayoría de capital, así como una mayoría
de socios. En tal caso, podría hacer con BlueCoo lo que quisiera. Y ¿Tulip? ¿Porqué iba a
facilitar a Wang tal poder?. Eso no lo sé. Eso es lo que probablemente sólo sabe Wang. Lo
que si puedo deducir es que esa operación le costaría a Tulip un pellizco de unos 2.500.000
de euros, los necesarios para aumentar al máximo la participación de los
aproximadamente 105 socios que están muy por debajo de ella. Con 2,5 millones como
máximo, aunque en realidad Wang podría obtener mayorías cualificadas con menos,
podría hacerse con una empresa que hoy día vale por lo menos 6, ¿no es eso?
Tengo miedo, Michel.
Borra esto en cuanto lo leas.
277
Michel piensa un momento en esta última recomendación de Huang, la sopesa, y decide
tomarla en cuenta, pero solamente después de imprimir en papel el correo. Ahora mismo
están en la oficina Miren y Lurdes, Pierre y André. Nadie más.
 Queréis venir aquí, por favor. Dejad lo que estéis haciendo.
Tras reunirlos, lee la comunicación de Huang y pregunta:
 ¿Qué os parece?
 6 millones valemos ya, ¿pregunta Lurdes?
 Si, según el mínimo que estima el BNG. Según tu amiga Gwendoline, bastante más
–responde Michel.
 Uf! Esto iba demasiado bien como para que no viniera alguien y lo jodiera.
Lurdes hace el comentario siguiendo una frase que hizo su agosto en los bares y tabernas
populares de Bilbao. Miren continúa:
 ¿Os dáis cuenta de que Wang está en condiciones de plantear una guerra por el
control de BlueCoo con el esquema de pobres contra ricos? Nosotros somos los
ricos y ellos los pobres. Ricos defensores de modelos cooperativos, ricos que
planteamos fórmulas para reducir las desigualdades y que tratamos de limitar el
poder del dinero, frente a pobres que quieren desembarazarse de ese tipo de trabas.
 Así es, probablemente, aunque no sabemos las intenciones concretas de Wang.
 Eso quiere decir que en la Asamblea de Octubre nos va a resultar muy
contradictorio oponernos a un plan que plantee igualar las aportaciones de capital de
todos los socios –opina André.
 En efecto, eso sería ir precisamente contra nuestros principios. No podemos
oponernos a que nuestros socios pobres accedan a un poder que sólo su falta de
medios les niega. Han trabajado bien y son más, es justo que pretendan hacer valer
eso consiguiendo mayoría también de capital. Ahora bien, llevando las cuestiones al
límite se podría hacer frente a esa idea.
 ¿Qué quieres decir?
 Que 36.000 euros para un chino es un esfuerzo correspondiente a 15 años de un
sueldo medio en China, mientras que son menos de 2 años en Europa o
Norteamérica. Me refiero a sueldos nacionales medios. Por tanto, si todos los socios
de todo el mundo han de desembolsar el mismo capital también deberían recibir el
mismo sueldo. Eso sí que no lo aceptaría ni Wang ni nadie. Precisamente si monta
todo este tinglado es fundamentalmente para poder bajar los sueldos. Pero ese
razonamiento sería llevar la cosa muy lejos. En todo caso no está en los estatutos,
que sólo hablan de máximos y mínimos, dejando libertad a todos para moverse en
esos rangos. Tendríamos que cambiarlos para forzar hasta ese extremo el asunto.
 Es decir, que, en efecto, nosotros no vamos a oponernos a un eventual plan para que
todos aportemos una cantidad semejante.
 Aún podemos hacer alguna cosa, aprovechando que en esa junta todavía
conservaremos capacidad para evitar una toma de poder de Wang. Quizás no para
imponer algo en contra de Wang, pero sí para evitar que él imponga algo que
nosotros no queramos. Por ejemplo, podemos negarnos a que se realice una
ampliación de capital ya que no es estrictamente necesario, pues nos sostiene el
278
BNG. Por ejemplo, podríamos proponer que se aumente el tope máximo de
aportación de capital, a 60.000 euros, por ejemplo, de modo que si acudiéramos a
esa nueva ampliación europeos y norteamericanos, aún podríamos seguir
conservando, probablemente, el poder. Por ejemplo. El problema es que nada de
todo eso nos gusta. El problema, según lo veo yo, es que nos gustaría, en realidad,
que todos los socios tuviéramos una participación semejante en el capital de la
empresa. No es ese el asunto, sino que para conseguirlo debamos vender nuestra
alma al mejor postor, sea Wang, sea Tulip, sea lo que sea.
 Vuelvo donde estábamos –insiste André-. No vamos a oponernos a un plan que
facilite la igualación de las aportaciones de los socios. Entonces, ¿qué hacemos?
 Es simple. Hacer uso de nuestras armas de manera franca. Hablar con todo el mundo
y hacer valer lo que pensamos basados en los buenos resultados que hasta ahora
estamos obteniendo con nuestros métodos. ¿Para qué cambiar si nos va bien?
Gwendoline tiene influencia en Asia Meridional, ¿no?, el acceso a África es nuestro
y a Alvaro Pitta lo conseguiste tú, mientras que Diana y Marita pueden estar cerca
vuestro, ¿no? Somos nosotros los que hemos montado la relación con todas las
delegaciones, somos nosotros los que tenemos la sartén por el mango.
Miren se refiere al delegado de BlueCoo-Sudamérica, responsabilidad que finalmente
recayó sobre Alvaro Pitta, y no sobre Evaristo Acevedo, quien prefirió quedar en un
segundo plano.
 Sí, todo eso podemos hacer y lo haremos en caso de que se plantee o decidamos
nosotros plantear la batalla. Pero hay una cuestión previa: Verificar en qué medida
los temores de Huang son ciertos.
Michel, intentando templar los ánimos.
 O verificar si la amenaza es todavía mucho mayor. No olvidemos que Huang no
tiene acceso a ninguna información confidencial, estará discriminada de todo lo que
se cueza en ese ámbito, evidentemente. Está mal informada y sus sospechas pueden
ser alarmantes o demasiado poco alarmantes. La situación puede estar más avanzada
de lo que sospecha ella.
 Tenemos que enterarnos de qué es lo que Tulip pretende.
 Me temo que, si Huang está en lo cierto y Tulip está dispuesta a prestar el dinero
necesario, no puede ser para hacer negocio financiero. No es una entidad financiera,
sino un proveedor de servicios en Internet, uno de los mayores del mundo. Por tanto,
quiere hacerse con el control de los servicios que ofrecemos nosotros. Para quedarse
con sus rendimientos futuros, obviamente. No sé la fórmula. Puede ser que, una vez
que Wang se haga con el poder, planteen el cambio de estatutos y se haga de
BlueCoo una empresa puramente capitalista de la que Tulip tome la mayoría de su
capital. También puede ser que deje a Wang continuar como jefe de una empresa
separada, pero a la que obligue a replantear sus servicios, es decir, a ofrecer otros,
para quedarse Tulip sin competencia y poder montar por su cuenta unos servicios
semejantes a los nuestros, qué sé yo. Aunque me inclino por la primera opción, toma
del control puro y duro de nuestra empresa, una vez transformada en sociedad
anónima. Tulip no es una empresa financiera, eso está claro, pero tampoco prestar
dinero a intereses por debajo del precio de mercado obtendría el aplauso de nadie. Si
lo hace ha de ser porque, de una forma u otra, lo que pretende es hacerse con nuestro
279

















negocio, una vez que, por las razones que sea, ha renunciado a competir
directamente contra nosotros. ¿Por qué? A lo mejor estima que cobramos poco la
suscripción y no quiere entrar en una guerra de precios. Qué se yo.
En todo caso, hay que saber dónde estamos, tienes razón. Hay que enterarse de en
qué punto está la cuestión. Nadie ha presentado ninguna batalla, de momento. Hay
que saber si debemos iniciarla nosotros.
Sí, hay que enterarse –dicen todos.
Hay una manera de informarse –suelta Pierre, que hasta ahora no había abierto la
boca.
¿Qué?, ¿cómo? –preguntan todos, atónitos.
No olvidéis que yo conviví con Jacques durante casi un año.
¿Y?
Y que soy experto en Tics y en internet. ¿O habéis olvidado que para eso me
contratasteis en BlueCoo?
¿Y?
Y que probablemente puedo hacerme con el correo de Jacques.
Fuera de la ley, claro.
Claro.
Tú no vas a hacer nada fuera de la ley –impone severo Michel.
Nada fuera de la ley.
Eso he dicho, sí. Ni se te ocurra.
Entonces, ¿qué hacemos?
Vamos a meditarlo un poco. ¿Qué os parece que nos reunamos aquí pasado mañana
mismo?
Conforme –dicen todos.
“Nada fuera de la ley”, masculla Pierre.
280
Lunes, 18 de setiembre de 2006
Shang Hai
El mismo lunes en el que estas preocupaciones se adentraban en las cabezas de los
“parisinos idealistas”, Jacques conversaba con Wang en un hotel de la gran metrópoli
asiática. Es ya de noche en la ciudad insomne. Parpadean las luces de neón tras los cristales
de las butacas donde se sientan, nerviosas e intranquilas. Provocan de manera incesante
destellos y cambios continuos en el color del aire y de los cristales, no sólo en el de las
paredes y objetos sólidos que iluminan.
 Bueno, ya estoy aquí, amigo. Cuéntame, ¿cómo están las cosas?
 Bien, muy bien. ¿Cuentas ya con tiempo a tu disposición para viajar por el mundo?
 Si. De otra manera no estaría aquí. He pedido 15 días de permiso. A ver cómo los
aprovechamos.
 ¡Magnífico!. Te he reservado ya avión para Mumbai. Los restantes contactos en
África y Sudamérica los dejo a tu cargo, porque no lo podemos planificar todo
desde este momento.
 Pero cuéntame las últimas novedades con Tulip.
 Las sabes todas. No ha cambiado nada desde el lunes pasado, cuando hablé contigo.
Únicamente esto –muestra una elegante carpeta-. Ha llegado ya el dossier que han
preparado, donde se establece el que, en opinión de los expertos en inversiones de
Tulip, debería ser el plan de negocio de BlueCoo. Léelo esta noche y me lo
devuelves mañana. No saques copia ninguna. Este documento no debe circular por
ahí.
 De acuerdo, lo leeré. ¿Cuando parto para Mumbai?
 Mañana a la tarde.
 Bien, entonces lo leo y quedamos mañana a la mañana para hablar. Ahora, ¿me
invitas a cenar o te invito yo?
 Nos invita Tulip. A partir de aquí todos tus gastos hasta la Asamblea de Octubre los
paga Tulip, amigo –Wang ríe con fuerza-. Es una de las condiciones que les puse.
 No deberías haberlo hecho.
 ¿Por qué?
 Es demasiada dependencia.
 Y demasiado costoso viajar de parte a parte del mundo y hospedarse en buenos
hoteles durante dos semanas. Les pedí dos barras libres, una para mí, para viajar por
mi Delegación, y otra para ti, para el resto del mundo. Sólo un piquito más en el
montante de toda la operación. Ni chistaron para responderme afirmativamente. Eso
es poderío, amigo. Ni chistaron. Uf!, qué gusto me va a dar no tener que dar cuenta
de los gastos a Huang. Ya no tendré que soportar las caras que pone cada vez que le
entrego una factura de un hotel o de un restaurante de categoría.
 Eres increíble, Wang.
281
***
Jacques ha leído el informe de Tulip y le gusta mucho. En cuanto al negocio en sí, sólo
propone dos cambios. Uno, dar poder a las empresas que se suscriben para que puedan
intervenir en el proceso de admisión o de repudio de cualquier otra, según opinaba también
Wang en la reunión de enero. Y dos, abrir otra nueva estructura de suscripciones. Además
de la territorial y las Confluences, una tercera Funcional, según el tipo de servicio o el tipo
de colaboración entre empresas por el que está interesado cada una. Propone, a este
respecto, 7 tipos de redes de empresas: Una, redes de cooperación tecnológica; Dos, redes
de investigación científica; Tres, redes de cooperación mercantil; Cuatro, redes de
cooperación productiva; Cinco, redes de suministro, para compartir proveedores; Seis,
redes de trabajo, para compartir recursos humanos; y Siete, redes clientelares y usuarias.
Michel se ha opuesto a estratificar de esta manera la oferta del servicio de intermediación
de BlueCoo, porque teme dirigir en exceso las fórmulas de cooperación. Lo que se niega en
redondo es a admitir que las empresas que se reúnan para constituir alguna de estas redes,
cierren la puerta a las demás. La misma razón por la que se opone a dejar en manos de las
empresas la admisión en las redes territoriales y en las Confluences, recuerda Jacques.
Siempre el idealismo estúpido que trata de mantener en un terreno angélico las relaciones
económicas, piensa Jacques. Michel sabe que las empresas que conecten entre sí a través de
BlueCoo lo harán para compartir alguna o varias de esas funciones, tal como se sugiere de
forma manifiesta y detallada en el propio portal y tal y como todos nuestros agentes
intermediarios trabajan de hecho con las empresas que conectan. Pero no quiere que sea
BlueCoo quien sostenga un servicio cerrado de cooperación en tales funciones.
“Especializado sí, cerrado, no”, le dijo Michel. “Nosotros no queremos apoyar lobbies ni
concentraciones de poder, sino la mayor apertura de toda empresa a las demás. No los
vamos a evitar, pero tampoco a fomentar. Quienquiera constituir una concentración de
poder puede hacerlo, pero no a través nuestro”. Jacques se exaspera recordando la discusión
que mantuvo con Michel en febrero. “Eres un falso”, le espetó, “creas un sistema de
cooperación a sabiendas de que puede desembocar en un sistema de concentración de
poder, pero no te atienes a sus consecuencias”. “No, nosotros creamos, o más bien abrimos,
un sistema de cooperación y de acceso a recursos compartidos para todos. Punto final”. A
Jacques le parecía una auténtica barbaridad no aprovechar el negocio de las
concentraciones en cualquiera de esas funciones o redes, cuando la cooperación lleve a que
algún grupo de empresas cierre las puertas a las demás y constituya un grupo concentrado y
cerrado. ¿Por qué BlueCoo no puede seguir beneficiándose de una estructura que ha
ayudado a formar? Michel, siguiendo en esto la opinión de Huang en aquella famosa Junta
de enero, estima que, al revés, “cuando un grupo decide cerrarse ya no nos necesita y se lo
montarán por su cuenta, obviamente”.
“Pues, mira, majo, Tulip opina como yo”, sonríe, satisfecho, Jacques, cuando lee estas
recomendaciones del informe de Tulip. Únicamente tuerce el gesto cuando alaba y
magnifica el “excepcional acierto de proponer la cooperación y el valor de uso de los
recursos por encima de su valor de propiedad”. Son ideas de Michel que no gusta de ver
reflejadas tan exactamente en el informe.
La sonrisa se le pasa a los ojos cuando lee un aspecto que el informe destaca: el bajo precio
de las suscripciones que pagan las empresas. “Un servicio nuevo como es este, sin
competencia en la actualidad, debería proponerse por un precio sensiblemente superior. No
282
comprendemos por qué se sigue esta política de precios bajos cuando no hay necesidad
alguna”. Michel ha respondido siempre a esta objeción afirmando que el servicio ha de ser
para todas las empresas, y el precio base hallarse en correspondencia con la facturación de
cada una de ellas. “La apertura de las redes de cooperación no sería más que una frase
bonita en caso de los precios fueran prohibitivos”, dijo, trastocando, como siempre, el
orden de prioridades. La nuestra es ganar dinero, no hacer favores a las empresas, piensa
Jacques.
La sonrisa le vuelve a toda la cara cuando el informe prosigue analizando la fórmula
empresarial y rechaza los aspectos cooperativos y de limitación del poder del capital con
frases melifluas como “desgraciadamente es siempre conveniente tener el acceso más
abierto al mercado de capitales” o “las ventajas del sistema cooperativo no contrapesan las
enormes dificultades de su implantación en los diversos países del mundo, ni las rigideces
económicas que conlleva”. Suave, pero contundente.
Su satisfacción se incrementa cuando ataca, esta vez frontalmente, la política de personal y
de salarios de BlueCoo. “Tulip nunca podrá aceptar unas fórmulas que nieguen la libertad
de contratación”, sentencia.
Cuando el informe se pone a auditar el valor de la empresa y sus riesgos actuales, Jacques
no sabe a qué carta quedarse, si alegrarse de las enormes cifras y de la gran confianza
financiera que afirma el informe, o dudar de que sea tan magnífico el trabajo desarrollado
hasta ahora, que ha abocado a una situación tan envidiable. Decide regocijarse porque, a fin
de cuentas, “nosotros nos vamos a beneficiar del trabajo de estos panolis”.
El informe no dice más. Termina apostando por una relación estrecha con BlueCoo,
“siempre que se corrijan las graves servidumbres de una empresa tan atada”, pero no
menciona para nada ningún plan para corregir esas servidumbres ni para hacerse con
BlueCoo. Eso lo sabe por Wang, de palabra, a través de las larguísimas conversaciones
telefónicas que vienen manteniendo desde hace tiempo.
“Es un genio este Wang”, piensa. “66% de socios y 66% de capital, eso necesitamos para
hacernos con las riendas de esta empresa. A lo primero podemos llegar, de lo segundo nos
falta mucho, ¿qué hacer?”, le preguntó hace muchos meses. “Que los socios pobres
aportemos cada uno tanto capital como vosotros, los ricos”, se autorrespondió a sí mismo,
poniendo mucha cocina en lo de “ricos” y lo de “pobres”. “Eso es lo que voy a negociar con
Tulip”. “Entonces tomaremos el poder en BlueCoo, cambiaremos los estatutos, o la
liquidaremos y haremos otra, ya veremos”.
“Que los pobres aporten tanto como los ricos”. Parecía imposible pero ya está al alcance de
la mano. Jacques no confió al principio en que pudiera lograrse tal milagro. Hasta que
Wang le explicó que Tulip prestaría, a través de una sociedad financiera intermedia que se
crearía en Hong Kong, el dinero, a todos los socios que nosotros dijéramos, en unas
condiciones auténticamente “políticas”, es decir, sin apenas intereses.
“A cambio de qué va a hacer eso Tulip”, preguntó Jacques.
A cambio de que hagamos una sociedad anónima en cuanto tomemos el poder y le
revendamos las acciones en que se hayan convertido las aportaciones, hasta un montante
283
del 51% del total. Ofrecería para ello un 20% adicional. A Tulip le salen las cuentas. Pone
sobre la mesa entre 1,5 y 2,5 millones para elevar la participación de los socios hasta la
cantidad necesaria para que controlemos la situación, para recomprar inmediatamente las
acciones con un plus del 20%, otros 600.000 euros que le harán conseguir el 51% del
capital social. En definitiva, con una inversión entre 2,1 y 3,1 millones se hace con una
empresa que ya vale el triple.
“Este Wang es un genio”, es el último pensamiento que le pasa por la cabeza antes de
quedarse dormido.
***
Al día siguiente, Jacques, tras devolver el informe y mostrar su satisfacción por su
contenido, pregunta:
 Supongo que ha quedado claro que se conservarán todos los puestos de trabajo,
¡no es eso?
 ¿Por qué crees que a Tulip le interesa BlueCoo? Precisamente por su material
humano. Sabe que somos un potencial ganador. Me han hecho varias alusiones a
la “determinación tan profesional” que hemos mostrado, han hablado de toda una
“gesta empresarial”, etc. Sí, se han comprometido a mantener todos,
absolutamente todos los puestos de trabajo, excepto en el nivel de los delegados
territoriales y en el de los responsables de las Confluences, que los cambiarán en
caso de que no se avengan a las nuevas líneas empresariales. Otra cosa son las
condiciones laborales y los sueldos. Imajino que al cabo de un tiempo querrán
recortar gastos, es decir, acabarán con el despilfarro de trabajadores caros cuando
se puedan obtener baratos.
 Excepto que eso no incluya a la línea de mando.
 Al revés, nosotros podremos cobrar más, ni más ni menos que lo correspondiente
al valor de nuestro trabajo en el mercado.
 ¿Y yo? Les has hablado de mí.
 ¡Cómo lo dudas! Claro que sí. Todavía no me han contestado, quieren conocerte,
claro está, pero dan por supuesto que dentro de los puestos claves en París y en
Europa, habrá uno para ti. Ese tipo de cuestiones las hablaremos tras la Asamblea,
en función de lo que resulte.
 ¿Crees que todo saldrá bien, Wang?
 Sí, creo. Depende en todo caso de lo que hagamos estas dos semanas. Vamos a
recorrer el mundo ofreciendo a todos los socios cuya aportación esté por debajo
de la máxima una oportunidad de ganar un pastón sin mover un dedo. Fíjate mi
caso, por ejemplo: Yo he aportado 14.000 euros, Tulip me presta 22.000 más para
llegar a los 36.000 de aportación máxima. E inmediatamente me recompra la
acción por 43.200 euros, un 20% más de su nominal. Esa cantidad, una vez
deducidos los 22.000 que he de devolver, se queda en la bonita cifra de 21.200
euros que obtendré en mi caso por los 14.000 que he desembolsado de mi bolsillo.
Total, un 52% de beneficio por no hacer nada. Eso es un dineral en el mundo en
desarrollo. ¿Tú crees que hay alguien capaz de negarse a tamaño chollo? Además,
cuanto menos aportación más chollo.
284
 Si, parece evidente.
 No “parece”, “es”. Tenemos que mostrar el mayor convencimiento y la más
decidida determinación. No vamos a suplicar a nadie nada, vamos a hacerles una
oferta excelente, mostrando también el enorme éxito de haber conseguido el
amparo y el apoyo de una inmensa empresa como Tulip. El que no acepte es
porque es idiota, así que no hay que insistirle ni medio minuto.
285
Miércoles, 20 de setiembre de 2006
París
“Qué raro, desde febrero no hay e-mails entre Wang y Jacques”, piensa Pierre.
El “fuera de la ley” Pierre Langlois se encuentra hoy en su casa de Batignoles, sentado
frente a la pantalla de su ordenador. No ha llevado la máquina a la casa de la Sainte Foy,
porque lo que se debería hacer, se ha dicho muchas veces, es que Lurdes se venga a vivir
aquí. Ahora bien, para eso es preciso dar un repaso a la casa, arreglar los múltiples
desperfectos, limpiarla, pintarla y ponerla cómoda. Restituirla como vivienda humana y
acabar con la leonera en que la han convertido años de desidia suya. Así que su ordenador
sigue en su casa, a la espera de que esas operaciones de lavado y puesta a punto encuentren
un hueco en la más que apretada agenda a que les obliga BlueCoo. Pierre ha preferido
realizar las actividades calificadas como “fuera de la ley” por Michel desde su ordenador
personal, y no desde la oficina de Clichy, para evitar comprometer, en lo posible, a la
empresa. Mientras ha estado rastreando el ordenador de Jacques Colonna, le han venido a la
memoria continuas imágenes de la vida que compartieron los dos hombres en la casa del
Marais donde se ubica físicamente el disco duro que acaba de espiar, vía internet, IPs y
contraseñas. La imagen más repetida es la de una cama inmensa, adosada a una pared
cubierta de terciopelo rojo y debajo de un gran espejo. Jacques disfrutaba ejerciendo de
voyeur de sí mismo, era un hombre que se gustaba físicamente. A Pierre, aquella presencia
sistemática de sus cuerpos desnudos en dos lugares tan distintos como la cama y el techo, le
distorsionaba la realidad, sumiéndole en una especie de mareo opaco. Así, entre mareos,
bajo una sensación de descontrol, como fuera de la realidad o absorbido por ella, no sabría
decidirse si por una cosa o por otra, consumió todos los placeres homosexuales durante
meses. Sí, estuvo dominado por la fuerte iniciativa de Jacques. Un agradecimiento recorre
su cuerpo, como una toalla espesa que seca el sudor, cuando se acuerda de su situación
actual con Lurdes.
“El muy cabrón no tiene ni un solo rastro de su relación con Wang en el ordenador. Alguien
le ha cambiado incluso el disco duro. Deben hablar por teléfono como cotorras”.
***
Nuevo e-mail “confidencial” de Huang a Michel.
Creo que se están precipitando los acontecimientos. Wang ha desaparecido. Viaja con
frecuencia, pero hasta ahora era siempre yo quien organizaba sus desplazamientos. Sólo se
sabe que ha dicho que no se le espere en bastantes días. Es muy extraño, muy extraño.
Sospecho que se ha ido a hablar con todo el mundo para venderles lo que te conté
anteayer, de cara a la Asamblea.
286
Esta mañana estaban en la oficina tres técnicos intermediarios de la CC-Energía,
preparando unos contactos entre empresas chinas, japonesas y vietnamitas. Al final de la
reunión, cuando salían del despacho hacia la calle, he podido oir lo siguiente:
“Sí, sí. También tenemos apoyos en Europa. Precisamente un ejecutivo de París se va a
ocupar de presentar el asunto en todo el mundo. Ayer salió para la India después de hablar
con Wang”.
Inmediatamente después de pronunciar esta frase se dio cuenta de que tal vez yo podría
haber oído sus comentarios y todos callaron como muertos. Entonces yo vigilé desde la
ventana –ya sabes que estamos en un primer piso- la salida de los tres a la calle. Discutían
acaloradamente en la acera, como riñendo al de la frase, y éste les contestó, sin moderar
la voz:
“No sé a qué tanto secretismo si en breve todo el mundo va a conocer la propuesta de
Wang”.
“Wang ha dicho que es fundamental ganar siquiera unos días. Así que calla”.
Eso le contestaron. Me temo que voy a ser yo la última en enterarme de cuál es esa
“propuesta de Wang”.
***
Michel, Pierre, Miren, Lurdes, Madeleine, Vivienne y André están reunidos en la oficina de
Clichy. Michel les ha leído el nuevo e-mail de Huang.
 Ya sé yo quien es ese ejecutivo europeo –dice Pierre, que tiene datos de que el
correo de Jacques no se ha abierto en su ordenador personal desde el sábado a la
tarde. “Debió partir para la India el domingo”, piensa ahora.
 Todos nos lo imaginamos. Jacques, ¿no es eso?
 ¿Quién, si no? –Pierre elude mostrar sus cartas. Calla sobre su espionaje del
ordenador de Jacques, que, desgraciadamente, no le ha ofrecido lo que esperaba.
Todos están conformes con esa suposición. Jacques es el enviado de Wang por el mundo.
Michel cuenta lo que ha hecho.
 He hablado con Gwendoline, con Evelyn, con Olu, con Alvaro y con Javeh, con
todos los delegados continentales. A nadie le ha llegado todavía ninguna noticia
de ningún plan específico de Wang. Sin embargo, todos ellos, menos Evelyn, me
han dicho que en efecto, se han dejado oir voces que hablan del interés de
aumentar la aportación económica societaria, de incrementar el capital social de la
empresa, con objeto de reducir costes financieros. Lo curioso es que en cada
delegación los rumores provienen de otra, no de la propia. La furia inversora en
Lagos proviene de China; en Mumbai, de Norteamérica; en Rio Janeiro de La
india; y en New York de Sudamérica. Evidentemente algo se trama.
287
 Yo he hablado con Marita y con Diana –dice Pierre-. La primera me ha dicho lo
mismo que te han dicho a ti, pero Diana ha sido más explícita. Me ha contado que
precisamente iba a llamarme ella por lo siguiente: Habló ayer telefónicamente con
un arquitecto malayo amigo suyo para otros temas relacionados con la CCEcología y, al final de la conversación, le preguntó “por lo que iba a hacer ella”,
en relación a la propuesta de inversión en BlueCoo y al préstamo barato que
BlueCoo-China había negociado con no sé qué entidad de Hong Kong para
favorecerla. Ese arquitecto daba por supuesto que su amiga Diana estaba al
corriente del tema. Y Diana, tras preguntarle los pormenores, le aseguró que no
sabía nada, que trataría de enterarse y que le llamaría en breve dándole su
opinión.
 ¿Una propuesta de inversión en BlueCoo y un préstamo barato negociado por
BlueCoo-China con no se qué entidad de Hong Kong? –pregunta Miren-. ¿Puedes
precisar más.
 Poco más me pudo decir Diana. Eso, que no es poco, que es lo mismo o parecido
a lo que sospecha Huang. Según ese arquitecto malayo, les ha llegado de China la
propuesta de aumentar la participación en el capital societario hasta el máximo
permitido y la oferta de un crédito extraordinario de una entidad de Hong Kong
para poder llevarla a cabo. Pero no sabe más, ni qué se pretende con eso, ni por
qué las ventajosísimas condiciones del crédito, ni nada. En concreto, Diana me
dijo que le citó Tulip a su amigo, ya que conocía de nuestra parte alguna sospecha
en este sentido, sin que su amigo pudiera corroborarle nada.
En ese momento suena el teléfono. Es Gwendoline. Michel se pone al habla, mientras
todos los demás tratan de descifrar la conversación a través de las lacónicas respuestas de
éste.
...
 Hola, Gwen. ... Si, eso dijiste, ¿por qué lo dices?
...
 ¿Cómo lo sabes?
...
 ¡Jacques Colonna!. ¿En Bombay?
...
 ¡Un 90% de ganancia!
...
 ¿Quién le recompra las acciones?
...
288
 Tulip, claro. En definitiva, que se confirman casi punto por punto las sospechas de
Huang y que ha empezado ya la guerra.
...
 Oye, Gwen, Y Akali, ¿cómo se ha tomado la propuesta?
...
 ¿Y qué te respondió?
...
 O sea, que Javeh pasaría por el aro.
...
 ¡Joder!. ¡No me digas que la mayoría de los indios y bengalíes aceptarían la
propuesta!.
...
 Estamos pensándolo aquí. Gracias Gwen, en cuanto perfilemos un poco las cosas te
llamo.
...
 Hasta ahora.
Michel se queda un rato pensativo, tiempo que se hace eterno para los restantes reunidos en
el despacho.
 Jacques está en Mumbai haciendo la propuesta en La India. Ha hablado ya con
Akali y con Javeh, que sepamos –es su primera frase, en tono grave, tras el silencio.
 ¿Qué propuesta? –piden todos.
Michel explica los detalles rápidamente. Una entidad financiera de Hong Kong, se supone
que interpuesta por Tulip, ofrece a todos los socios un crédito rápido por un montante igual
a la diferencia entre la aportación de cada socio al nóminal y la aportación máxima de
36.000 euros. Crédito de condiciones espléndidas. La contrapartida en que en la Asamblea
de Octubre se vote a favor de la ampliación de capital, así como de transformar la
cooperativa en una sociedad anónima, junto con el compromiso de vender seguidamente a
Tulip los títulos a que den derecho esos 36.000 euros de aportación reconvertidos en
acciones, con un plus del 20%, es decir, por 43.200 euros. Se supone que esa oferta es
suficientemente atractiva como para que la inmensa mayoría de los más de 100 socios que
están en esas condiciones acepten el trato. Si lo consiguen, se harán con el 66% de socios y
el 66% del capital, mayorías suficientes para cambiar los estatutos y vender a Tulip la
empresa.
289
 No difiere mucho de lo que Huang había supuesto.
 ¡Pobres! –dice Miren, resentida-, si creen que Tulip va a respetar sus puestos de
trabajo y, sobre todo, sus sueldos y condiciones de trabajo.
 Bien, ¿qué hacemos? –pregunta André.
 Ante todo vamos a intentar no ponernos nerviosos –es Madeleine.
 Eso. Vamos a dar una respuesta serena e institucional. Somos la dirección de
BlueCoo, somos los principales agentes de este éxito. ¡Nos quieren comprar! ¡Es un
éxito! Wang y Tulip quieren explotar la codicia de nuestros socios. Nosotros les
vamos a responder también a su codicia. ¡Valemos mucho más!, y, encima,
podemos dar a esa apetencia un sentido genuino. Vamos a presentar resultados
tangibles de la empresa, a reforzar nuestras bases éticas y a reafirmarnos en nuestras
aspiraciones humanas.
 Si la respuesta ha de ser institucional y orgánica, han de ser los delegados
continentales y regionales, las máximas responsabilidades las que lleven el peso de
la respuesta. Ellos son los que deben mojarse. Además, son nuestras conexiones
directas y personales. Debemos hablar primero con ellos, con gravedad, pero con
entusiasmo.
 Wang ha comenzado la guerra sin avisarnos, nos lleva la delantera. Propongo dos
oleadas. Mañana mismo comenzamos una gira por las seis delegaciones
continentales y tal vez una segunda en los días previos a la Asamblea.
 Yo creo que Michel no se debe mojar yendo a hablar con nadie. Debemos
mantenerlo en la sombra, como un gurú que está por encima del bien y del mal. Un
honorable presidente que envía a sus apóstoles –dice André, cada vez más embebido
en cuestiones de imagen-.
 Michel tiene que enviar una carta con la convocatoria de la Asamblea del 7. Que
aproveche para escribir una carta serenísima a todos los socios, sacando a la luz la
oferta de Wang y diciendo que será tratada en esa Asamblea. Es decir, aceptemos
francamente el envite y demos muestras de una seguridad completa en la victoria.
 Eso, mientras sus mensajeros expandimos doctrina por el mundo...
 Antes hay que recopilar el cúmulo de argumentos que vamos a utilizar y perfilar las
líneas de mi comunicado seráfico a todos los socios –pide Michel, aceptando
tácitamente el papel mesiánico que se le ha asignado.
Los argumentos surgen a borbotones, junto con los contraargumentos frente a las supuestas
ventajas de la oferta de Wang. Entre Michel y Miren redactarán un resumen que estará en
los correos electrónicos de todos mañana mismo a la mañana. Escribirán igualmente el
comunicado de Michel a todos los socios abriendo la batalla, no sin antes pedir la opinión
de Gwendoline y de Evelyn, cuando menos.
Michel quedará en París, Miren viajará África, André a la India, Lurdes a Rio Janeiro, y
Pierre a China. Aunque nada del plan afecta a los socios norteamericanos y europeos, ya
que prácticamente todos ellos han realizado la aportación máxima, conviene sondear su
voto en la asamblea y su disposición a vender o no las acciones en caso de que triunfara
Tulip en ella. Se le pedirá a Evelyn que se dedique prioritariamente al tema estos 18 días
que quedan hasta la fecha clave del 7 de octubre, día de la decisiva Asamblea, para asegurar
el voto europeo y a Gwendoline lo mismo respecto de sus norteamericanos. Permanecerán
todos en contacto diario hasta nueva orden.
290
 ¿Quién va a pagar todos los gastos?, ¿BlueCoo? –pregunta Miren-. No sería nada
conveniente que se nos pudiera achacar que utilizamos el dinero de todos para
defender una opción particular.
 Tía Roseline –dice Michel sin pensarlo dos veces, como una fórmula de quitarse el
problema de encima, mientras piensa en pagar él de su bolsillo los viajes de Miren,
al menos.
 ¿Tu tía de Baiona? –pregunta Madeleine, que ha oído citarla en más de una ocasión.
 Sí, mi tía de Baiona. Está deseando soltar la pasta para una buena obra. Le vamos a
dar ese gusto.
 A veces eres un impertinente de tomo y lomo, amor –le dice Miren, que ha tomado
la idea en serio-. No le vamos a “dar ese gusto”, para que “haga una buena obra”,
sino que le vamos a pedir ese favor, para salvar nuestra empresa, ¡caramba!
 Bueno, bueno, perdona.
 Es que eres un bruto, querido “honorable presidente”.
 Otra cosa –cambia Michel de tercio y se dirige a Madeleine y Vivienne- ¿Podríais
quedaros aquí, vosotras dos, a ayudar para no dejar desmantelada la central?
 Yo, sin ningún problema, más que el de posponer el tema de la CC-Formación –
responde Madeleine.
 Muchas cosas habrá que posponer estas dos o tres semanas. Todo BlueCoo va a
quedar paralizado hasta que supere las convulsiones. Una pena. Pero esto es más
importante –dice Michel.
 Yo te contestaré mañana. Espero que me concedan sin pegas un permiso de dos
semanas en la OCDE –responde Vivienne-. Pero yo no estoy empapada en el trajín
diario de aquí. No sé si te voy a ser de gran ayuda.
 Vas a ser de grandísima ayuda, sin duda.
 Así me gusta, “honorable presidente”. ¡Véis que encantador es mi chico!
Michel no puede zafarse del achuchón de su novia. Ni ésta evitar la excitación que le
produce la batalla que se avecina y el contento por el ambiente positivo y decidido de la
reunión que acaba de terminar.
***
Carta de Michel a todos los socios:
Querido socio/a:
Han pasado 10 meses desde que constituimos nuestra empresa en diciembre pasado y 9
desde la última Asamblea de enero. Desde entonces hemos alcanzado una velocidad de
crecimiento que parece imparable. Pero este empuje no debe envolvernos en una vorágine de
actividad que nuble la necesaria reflexión serena. La próxima Asamblea a la que os convoco es la
mejor oportunidad para tomarnos una pausa y debatir en qué punto estamos, si debemos
modificar algo, en qué nos debemos reafirmar y cuál ha de ser la orientación inmediata de
nuestra energía.
291
Antes de nada, quisiera expresaros el inmenso agradecimiento que siento, y conmigo todo
el equipo directivo. No debo yo hablar de éxito, eso ya lo señalan todos aquellos que nos miran
de cerca, pero de fuera. Lo que no puedo dejar de afirmar es que lo que somos en este momento
lo debemos a un equipo humano fabuloso. Ese es mi pensamiento más sincero. Uno a uno y en
conjunto. ¿Sabéis que ni uno sólo de los actuales 156 socios-trabajadores de la empresa repartidos
por todo el mundo habéis pedido daros de baja? Constituímos, por tanto, un equipo humano de
una enorme estabilidad y eso es un logro altamente satisfactorio. No puedo sino agradeceros a
todos la gran confianza en la empresa y la satisfacción de trabajar en ella que demuestra ese
dato singular.
Por las cifras que os envío podéis deducir que todo el proceso de expansión y de instalación
mundial de la empresa, transcurre de acuerdo a los ambiciosos planes que nos trazamos, La
calificación que recibimos del BNG, que, como sabéis, nos apoya financieramente sin reservas, es
óptima. Si todo sigue como hasta ahora, en menos de dos años podremos empezar a cosechar el
fruto de nuestro trabajo, en forma de retornos del capital societario, que darán sin duda una
alegría añadida a los sueldos regulares.
Hay un gran debate pendiente, sin embargo. Constituímos, bien lo sabéis, una empresa
singular, con un marcado carácter cooperativo y la clara vocación de no entorpecer el camino de
la justicia en el mundo. Nuestra convicción es la de trabajar bajo el incentivo tanto del
rendimiento económico como del rendimiento humano, persuadidos de que, no sólo no son
incompatibles, sino que pueden reforzarse el uno al otro en el sistema económico actual. Hasta
ahora, nuestros resultados van de completo acuerdo con esta proclama.
Pero el éxito económico, y, sobre todo, las magníficas perspectivas que cada vez se nos
ofrecen más nítidas, pueden llevar a plantearse si no sería conveniente remodelar radicalmente
la configuración más profunda de nuestra empresa. Hasta ahora hemos mostrado una gran
identificación con nuestras señas de identidad corporativa, pero, dado tal éxito empresarial, ¿no
convendría replanteársela? O, por el contrario, ¿no convendría reafirmarnos y ofrecernos un
marco seguro para el medio plazo?
Sabemos de iniciativas de socios que desean plantear modificaciones de gran calado.
Desde aquí quiero señalar la conveniencia de que tales planteamientos se ofrezcan de la manera
más abierta a todos los socios y de que el debate se produzca en los términos más serenos, más
transparentes y más libres. Toda iniciativa en este sentido tiene derecho a ser conocida por todos
nosotros tal como la conciben sus genuinos promotores. Ofrezco desde aquí el cauce de los
memorandums centrales, para hacer más efectivo tal derecho.
Espero que sepamos dar con las mejores orientaciones en la próxima Asamblea. Para ello
debemos debatir con la máxima transparencia y el mejor espítritu democrático. Esas serán
siempre nuestras mejores armas.
292
Sábado, 23 de setiembre de 2006
Lagos
Este hombre, Étienne, me tenía engañada. Nunca acabé de fiarme de él,
pues me pareció demasiado interesado. No rastrero, pero con cierta pobreza
de espíritu. Un hombre que estaba muy por debajo de Kisin o de Olu, cada uno
en su estilo. ¡Qué injusta y que juicio más temerario! Étienne está demostrando
más lealtad a todos, a Kisin, a Olu, y a BlueCoo, que nadie.
He dejado aquí la tercera parte de la donación de tía Roseline (¿cuando la
devolveremos?) y se van a poner los dos, él y Olu, a viajar y a hablar con todos
para afianzar las alianzas personales que ya tienen trabadas con la mayoría de
los 20 delegados y técnicos que ya trabajan en todo África. Lo que había
venido a hacer ya está hecho: explicar con pelos y señales la amenaza que se
cierne sobre BlueCoo y definir nuestra estrategia de completa apertura y
transparencia. He hablado largo y tendido de los pros y contras, y he usado del
método de hacer surgir de sus propios discursos los argumentos que se han de
utilizar para resultar convincentes. Simplemente, he utilizado muchas
preguntas, que ellos se encargaban de contestar por mí y he escuchado
mucho, aportando casi solamente datos. Tenía miedo de que Olu, un macho
triunfador en una sociedad musulmana, no soportara con calma que una mujer
le marcara el camino. Pero no ha habido problema. Es un africano con afrofilia
pero muy occidentalizado en ese sentido. Un espécimen raro. La verdad estoy
muy contenta de mi trabajo. ¡En la vida hay que servir para todo!
A quien también me tenía miedo era a mí. Yo solita en el hotel, con este
calorcito tropical, y este soberbio ejemplar de macho africano. No hemos
podido evitar coquetear, pero sólo con las miradas. Además, acaba de tener un
hijo y su mujer y la familia le reclamaban en cuanto terminaba la reunión. Eso
ha evitado las sitiuaciones más comprometidas que se hubieran presentado en
otro caso.
Olu acaba de tener su tercer hijo y Étienne su primera hija, porque como a
una hija está tratando a Sumba. Me dice que su gran ilusión es viajar a París y
a Europa, que ya tiene ahorrado “asi como la mitad de lo que necesito”. Él no
vendrá a la Asamblea. Delegará su voto en Olu. Pero tal vez en Navidades lo
consiga. Que llevará a Sumba para que “vaya conociendo mundo”. Yo le he
dicho que si viene ahora tiene mejor clima, más horas de sol, además de casa y
comida gratis. Y el me ha dicho que no por dos razones. Su ilusión es
aprovechar para conocer más Europa y quisiera hacerlo con Sumba. Y que no
va a permitir que pierda ni un solo día de clase. Asi que, o en Navidades, o si
no, en Verano.
Definitivamente, parece que lo de tener hijos Michel y yo es Misión
Imposible IV. Me lo tomo a guasa, pero me da una pena intensa. El hombre que
ha conseguido que no me tire a Olu, que lo tengo a lazo, aquí solita en el
293
trópico, a merced de mis garras, merecía que le hiciera un vástago. No vamos
a poder disfrutar de esa alegría, ni ocupar nuestras cabezas en esa
responsabilidad. Mi responsabilidad y mi placer es hacerte feliz, Michel.
Cumpliré, porque sé cómo.
De momento he hecho bien mi trabajo en África.
***
Miren, te envío la última misiva de tía Roseline, de importancia decisiva, creo.
Si, tranquila, todo va bastante bien. Hay fisuras importantes en Asia Meridional, gracias a
Akali, y en Sudamérica, gracias a Diana. No, no van a aceptar de forma masiva la
propuesta de Wang y Jacques. Asia Oriental es la que se presenta más compacta. Huang
no ha podido mas que proponer sendos viajes a Guangdong, a Australia y a Indonesia. Son
los únicos que no parecen seguir las instrucciones de Wang al pié de la letra. Pero son
pocos socios y Pierre ha desistido de hacer ese gasto, así que únicamente les ha escrito
poniéndose a su entera disposición. El único delegado en el que Huang pone alguna
esperanza es en Sun An, el de Guangzhou, a quien ha visto discutir acaloradamente con
Wang. Así que ha viajado para Cantón con Huang. Ya nos contará lo que hay, porque
seguidamente se vuelve a París. No ve qué puede más hacer él que no pueda Huang.
Evelyn y Gwendoline están de ciudad en ciudad trabajando bien y Andrew está seguro de
convencer a los australianos. Si tú aseguras una buena mayoría en África tenemos la
victoria en las manos, sin ninguna duda.
“Pues creo que podré asegurarlo, amor mío, pero mañana te escribiré”, piensa Miren,
sentada frente al ordenador en la habitación del hotel de Victoria Island donde se aloja ya
por tercer vez este año.
***
De Roseline Harymbat para mis tres sobrinos:
Queridos míos:
¡Por fín me siento útil! ¡Mi dinero también sirve! No sabéis cómo me alegro de poder
usarlo en algo que realmente me satisface. Ya he dado orden de transferencia a la cuenta
que me indicaisteis de 24.000 euros. Los considero una “inversión espiritual”, cuyos
beneficios actúan ya desde el mismo momento de firmar el papel. Eso sí, habéis adquirido
la obligación de informarme del triunfo en esa Asamblea tan importante, al que espero
poder presumir de haber contribuido.
M.I. me ha enviado noticias esperanzadoras. Ha podido saber que Txomin ha recibido una
llamada al orden de parte de la dirección de ETA. Esa advertencia, además, no se refiere a
las posiciones críticas que mantiene respecto a la línea oficial del proceso de negociación
con el gobierno español, sino a la orden de búsqueda de Edurne Tejerina que Txomin
mantiene. Al parecer la dirección de ETA puede admitir, e incluso aprovecharse, de las
posiciones más radicales de Txomin en el terreno de las ideas y las estrategias, pero de
ninguna manera consentir que adopte medidas “militares” por cuenta propia. La actual
dirección de ETA, según M.I., desearía controlar el 100% de las actividades del frente
294
militar, y ha dado orden a Txomin de “olvidar” por completo el contencioso de Edurne
Tejerina y paralizar toda actividad de investigación para dar con su paradero. El tono
severo usado para realizar esta orden con aspecto de amonestación ha sido, según los
mentideros, muy fuerte, e inesperado, dado el gran ascendiente dentro de ETA de su
receptor.
M.I. recuerda, además, que Txomin siempre se ha caracterizado por ser el más
disciplinado de los cuadros de ETA, asi que no le cabe duda de que, por el momento, la
“amenaza sobre vosotras ha sido desactivada”, dice textualmente. La tregua famosa
parece que os llega también a vosotras. M.I. me pide que os transmita toda su simpatía, y
su alegría por estas noticias. Pero, a la vez, corrigiendo su alegría, me insta a que
consideréis con rigor de qué se trata. No del fin definitivo de la amenaza, sino del
comienzo de una “tregua” que, lo mismo que comienzo puede tener final, sin previo aviso,
además. “T-r-e-g-u-a”, remarca él, por si acaso no queda claro.
A Miren le asaltan deseos irrefrenables de comunicarse con Lurdes. En los términos de
M.I., esa manera de expresarse indica que está completamente seguro de que, en efecto, la
amenaza ha sido desactivada, y su esperanza de que sea para siempre.
De nuevo le asalta la “tristeza del superviviente” y vuelve a acordarse de Jazinto. Pero esta
vez la congoja adopta una forma mucho menos violenta que cuando ETA anunció la tregua,
en marzo. Esta vez puede recuperarse rápidamente de ese síndrome sombrío. De tal manera
que, sin apenas transición, se ve paseando por la Gran Vía de Bilbao y, seguidamente,
culminando la cumbre del Gorbea, asistida su piel por el sol y los vientos abiertos a todos
los horizontes. No está sola, sino acompañada de Michel, y de Lurdes y Pierre, al lado de la
cruz. Ella, tras el bocadillo reparador y los abundantes tragos de líquido, ha saltado a burros
de su novio. “Vamos a cabalgar las nubes”, le ha dicho, mientras Pierre y Lurdes exclaman:
“¡Hoy no hay nubes, mujer!”
En la imaginación de Miren las nubes nunca existen cuando está en la cumbre de alguna
montaña.
295
13
Euskal Herria.
Begoña eta Miren.
Iraila, urte bat ondoren
296
Domingo, 1 de Octubre de 2006






París
Pierre Langlois, por favor.
De parte de quién –Lurdes no llega a identificar la voz que le resulta familiar.
Dígale que le llama Jacques Colonna –responden desde el otro lado del hilo.
¿Cómo? Soy Lurdes, Jacques. ¿Cómo estás?
Hola, Lurdes, no te había reconocido. ¿Está Pierre ahí?
Espera un momento, por favor.
Lurdes tapa el auricular del teléfono y hace señas a Pierre, aún en la cama, entretenido
leyendo Le Monde.
 Es Jacques.
 ¿Jacques?... ¿Pregúntale qué quiere?
 ¿De qué se trata, Jacques? Pierre está todavía en la cama –obedece Lurdes
retomando el auricular.
 Díle que quiero verle para una cuestión de la máxima gravedad.
 ¿De la máxima gravedad?
 Eso he dicho, sí.
Pierre decidirá ponerse al teléfono con expresión nebulosa y agria. Al poco dirá a Lurdes
que ha quedado con Jacques, él sólo, en la Place du Carrousel, para caminar por el Jardin
des Tuileries.
 Un hermoso marco para alguna mala cuestión –dice Pierre mientras se despide-. Yo
que creía que ya estaba todo hecho ...
 Tenemos bien asegurado el triunfo en la Asamblea, no te preocupes. Jacques no
puede hacer nada para evitarlo.
 No lo sé, Lurdes, no me fío.
 Bueno, mi amor. Ante todo y sobre todo, mantén la calma. ¿Me lo prometes?
 Lo intentaré
***
Jacques es un buen actor que consigue mantener la expectación de Pierre. Este no abre la
boca mientras caminan hacia la Orangerie, la frente caliente por el sol y por el viento sur
que se ha adueñado de París, y la inquietud en el corazón. Jacques habla en tono distendido
de Lurdes, del acento familiar que ha descubierto en la llamada telefónica, del excelente
día, de los turistas que se dirigen cansinos hacia el Louvre, ..., esperando a que Pierre dé
297
muestras de impaciencia. Cuando las consigue, saca del bolsillo una pequeña carpeta donde
hay varias fotocopias de recortes de periódicos vascos y españoles.
 He obtenido una sustanciosa información, amigo –dice, entregando a Pierre la
carpeta.
Pierre la abre y despliega uno de los recortes:
11 de noviembre de 2004
“Jazinto Tapia asesinado”
dice el titular en letras enormes, al que sigue una macabra fotografía de un cuerpo sentado
del que cuelga una cabeza ensangrentada.
El siguiente recorte que Pierre despliega, dice así:
10 de diciembre de 2004´
“... la detención de Domingo Iriarte, director de la sucursal C187 del BBVA, se produjo
en su domicilio a las 4 de la madrugada. La policía se incautó de su ordenador personal, así
como del de su esposa, Edurne Tejerina, y de abundante material impreso. Domingo Iriarte
no tenía causa pendiente ni antecedente policial alguno. No así su esposa, imputada en
varios delitos de altercados públicos y resistencia a la autoridad. Está pendiente de juicio
en algunos de ellos”
Otro más:
8 de octubre de 2005
Juzgados los imputados en el ataque al Ayuntamiento de Bilbao
El largo artículo viene precedido de una fotografía en la que aparecen Lurdes y Miren,
agarradas del brazo delante de una gran pancarta en la que puede leerse
“Durdur, ¿non dago Txomin?
“Herriak es du ahaztu, ezta barkatuko ere”
El pié de la fotografía, dice:
Edurne Tejerina sale del Palacio de Justicia, acompañada por Begoña Barredo, la
viuda de Jazinto Tapia, el dirigente de HBA asesinado por ETA, abucheadas por los
manifestantes
Otra fotografía más pequeña insertada en el artículo deja ver un aspecto del tumulto a la
salida del Palacio de Justicia de Bilbao, en el que se sigue viendo a Lurdes y Miren al lado
de otra pequeña pancarta con la cara de la primera tachada con una cruz negra y la frase
“Durdur, salatzaile”
298
El pié de esta fotografía:
Los manifestantes lanzaron los peores insultos y profirieron gravísimas amenazas de
venganza y de muerte contra Edurne Tejerina y Begoña Barredo, que aparecieron
fuertemente enlazadas del brazo y con la mirada altiva.
Un ladillo de este artículo:
Edurne Tejerina es acusada por la izquierda abertzale de haber delatado a su
marido, Domingo Iriarte, el dirigente etarra que cumple condena como inductor de 6
asesinatos.
Pierre está a punto de tambalearse de rabia y caer, pero se sobrepone y dice:
 ¡Maldito!, ¿qué quieres?
 ¿No quieres seguir mirando recortes? Los hay muy jugosos, mira –y saca de la
carpeta nuevas fotocopias.
 ¡Maldito, mil veces maldito! ¿Qué quieres?
 Vas a escandalizar a estos turistas, Pierre. ¡Qué imagen más penosa de la
ciudadanía francesa! –la voz calmosa de Jacques sigue afilándose.
Pierre está a punto de volver a gritar con más fuerza, pero su furia tropieza con la frase
“Ante todo y sobre todo mantén la calma, ¿me lo prometes?”. Luego cierra los ojos, gira
para no ser visto por Jacques y recuerda. “Tu gran error lo cometiste porque fue capaz de
desquiciarte. Hoy no lo conseguirá. ¡Por Lurdes que no lo conseguirá!”. Distiende los
músculos, respira, vuelve la cabeza, intenta distender los músculos de la cara y habla:
 Tengo prisa, Jacques. Si quieres decirme qué pretendes me lo dices ahora mismo.
En caso contrario me voy.
 Uy!, ¡Qué poco te va ese tono tan relajado! Apasionado me gustas más.
 Bien, adios. Ya avisarás si quieres decir algo.
 ¡Uy, qué carácter! –exclama Jacques, mientras Pierre se aleja.
Su orgullo le impide cambiar de tono así como seguir detrás del rápido paso de marcha que
ha emprendido Pierre, a quien ve alejarse inexorablemente.
***
Pierre ya no aprieta el paso, sino que corre para llegar cuanto antes a la boca del metro de
Tuileries. Si lo consigue esa será su salvación para no echarse atrás en su determinación de
no dejarse amilanar ni desquiciar por la lengua viperina de su antiguo amante. Lo consigue.
Cuando, tras media hora de metro, llega finalmente a Neuilly, se siente completamente
agotado. Ha conseguido calmar a duras penas su excitación, pero a costa de derrumbarse,
estallando en sollozos, cuando entra en la casa de tía Roseline en la que convive con
Lurdes. Ésta se acerca asustada, lo envuelve con sus brazos y le susurra al oído:
 Todo se arreglará, mi amor.
299
Pierre se deja acariciar por un momento. Al poco, ya más calmado, dice:
 Jacques lo sabe todo sobre vosotras.
 Bueno, ahora ya no es tan importante, después de lo que sabemos de Txomin y de
la reprimenda de ETA.
 Lo he conseguido, amor mío. Lo he conseguido, gracias a ti.
 ¿Qué has conseguido, Pierre?
 Mantener la calma. Lo he dejado sin palabras en mitad de las Tullerías. Quería
hacer como la otra vez, desquiciarme a base de tomarme el pelo. Pero esta vez no
se lo he consentido.
 ¡Ves!. ¡Muy bien hecho!
 No ha llegado a decirme cuáles son los términos del chantaje.
 A lo mejor se arrepiente y no hace nada.
 Lo dudo. Tenemos que llamar a Michel y Miren. Claro.
***
Pierre y Lurdes han llamado inmediatamente a sus amigos. Pierre cree que Jacques volverá
a llamar de un momento a otro y lo hará de nuevo a la casa de Neuilly, porque no tiene su
móvil, ya que cambió de número. Por eso les sugiere que vengan a tomar café, para decidir
conjuntamente qué respuesta darle. Así lo hacen.
Antes de que Michel y Miren lleguen desde su casa de Bercy, Jacques, en efecto, vuelve a
avisar:







Soy Jacques, de nuevo.
Y yo Lurdes, de nuevo, también.
Puede ponerse Pierre.
Sin duda, aquí lo tienes.
Díme.
¿Podríamos seguir la conversación que has interrumpido de forma tan brusca?
Sí. Precisamente están Michel y Miren al llegar. Estaremos gustosos los cuatro de
oir lo que tengas que decirnos, sin quieres hablar de una vez.
 Oh! No tengo ningún inconveniente. ¿Puede ser ahora mismo?
 Ahora mismo. Te esperamos. Esta casa no es muy grande, pero más que
suficiente para escuchar tus palabras.
Pierre da los datos exactos de la dirección y Jacques dice que en una hora estará con ellos.
Mientras tanto llegan Michel y Miren. Lurdes hace un buen café y prepara una bandeja con
pastas y dulces.
 Los chantajes se digieren mejor con el estómago endulzado.
Lurdes pide que sea Pierre quien hable por todos.
300
 Estamos en condiciones de que se vengue de las humillaciones que tuvo que sufrir
–dice para apoyar la idea.
 Tenemos ventaja –dice Miren-. Jacques no sabrá que la amenaza de Txomin sobre
Lurdes ha sido desactivada, al menos de momento. No debemos mostrarnos
excesivamente seguras, sin embargo, pues de otra manera sospecharía.
Cuando suena el timbre, todos se sientan a esperar en la sala-comedor, mientras Lurdes va a
abrir la puerta.
 Hola Jacques, ¿quieres un café?
 No, gracias, acabo de tomarlo. Tomaré una de esas pastitas. Tienen un aspecto
excelente –Jacques muestra su aplomo actuando con gracia. Se sienta en la silla de
comedor que le indica Lurdes, al lado de Pierre, en otra, mientras que Michel, Miren
y Lurdes permanecen apoltronados en el tresillo, muy formales y silenciosos-. Los
buenos tratos no tienen porqué ser desagradables –continúa en su tono.
 Jacques. He contado ya a todos tus conocimientos exhaustivos sobre la desgraciada
historia de estas dos exiliadas. De modo que no hace falta que te extiendas sobre
ella.
 Me complace saludarte, Edurne Tejerina, y ti, Begoña Barredo. Muy impresionante
vuestra historia. Pero cometisteis un grave error: contársela a Pierre. El pobre no
sabe guardar un secreto.
 En efecto, no supe guardarlo. Tú, en cambio, has sabido guardar todos estos meses
en secreto tu traición a BlueCoo. Todos los traidores son buenos guardianes de
secretos. ¿Tienes algo más que decir?
 Precisamente de eso quería yo hablar –continúa Jacques sin pestañear ni hacerse eco
de los insultos de Pierre-. Pero prefiero hacerlo de buenas formas. Tú también
puedes ser un chico educado, no lo dudes.
Pierre decide no responder ni añadir nada a lo ya dicho, esperando con silencio a que
Jacques continúe, mientras Michel, Lurdes y Miren siguen sin voz, pero con los oídos finos
y la vista muy fija en Jacques. Éste, que esperaba una respuesta airada a su observación
paternalista, continúa:
 Uy!, cuánta expectación!
Nuevo silencio de Pierre que Jacques aprovecha para sacar de nuevo la pequeña carpeta de
los recortes y ponerla encima de la mesilla, al lado de las pastas. Ni Michel, ni Miren, ni
Lurdes hacen gesto alguno de mirarlas, aguantando la curiosidad.
 Ya te he dicho que saben todo lo que tienen que saber, es decir, que lo sabes todo.
Puedes empezar a hablar.
 Bien –dice Jacques retirando la carpeta de la mesilla y guardándosela en la
chaqueta-. Como sabéis, estoy sumamente interesado en apoyar una alternativa para
BlueCoo que estimo muy conveniente.
 Si, sabemos de tus andanzas por medio mundo –sigue Pierre, mordiéndose la lengua
para evitar los juicios, los improperios y las palabras de condena que le brotan sin
cesar de su cabeza.
 Una alternativa muy conveniente, sin duda –repite Jacques
301
 Una alternativa sin ninguna posibilidad de salir adelante.
 A menos que hoy os convenza de sus bondades.
 A ver, sorpréndenos con tu capacidad de persuasión –Pierre siente que comienza a
dominar la situación. Y el sentimiento opuesto atraviesa por un momento el
esqueleto de Jacques.
 Mi capacidad de persuasión se llama Domingo Iriarte, ¿o preferís que le llame
Txomin?
 El exmarido de Lurdes, como sabes, el etarra que amenaza su vida, del que se
esconden ella y Miren –abrevia Pierre dejando veladamente asentado que la
amenaza sigue en pié.
 Un personaje siniestro que descansa en una cárcel de Andalucía. Tal vez yo podría
ayudarle a obtener información exacta de todas las circunstancias actuales de
aquellas a quienes con tan crueles propósitos busca.
 ¡Mira que lo haces largo! Y bien, ¿cómo podemos evitarlo?
 Wang estará aquí el viernes. Esta vez estará presente en la Asamblea de forma
física. Es nuestro deseo llegar a un acuerdo para salvar la empresa.
 Bien, el jueves te haremos saber si acudimos a una cita con Wang y contigo el
viernes para “salvar la empresa”. ¿Algo más?
 ¿El jueves? Tendrá que ser antes.
 No. Tendrá que ser el jueves. Como comprenderás hay dos cosas de mucha
importancia en juego: Una empresa fantástica que queréis echar a la basura y dos
vidas humanas. En ambas estamos fuertemente implicados. Debemos pensar
concienzudamente la respuesta que hemos de daros. El jueves.
 Está bien. Espero vuestra llamada el jueves.
***






¡Lo dije! ¡Te has podido vengar! –exclama Lurdes lanzándose a dar un abrazo a
Pierre, que ha quedado exhausto del esfuerzo de concentración y de autocontrol.
“No, tendrá que ser el jueves” –remeda Miren, engolando la voz y poniendo cara
de general de la 4ª División.
“Sorpréndemos con tu capacidad de persuasión, Jacques” –prosigue Michel-. Eso
me ha gustado, si señor.
¡Esto no es para mí! -se lamenta Pierre tras el esfuerzo-. Vosotros si que tenéis
merito. No habéis dicho ni mú, ni una sola palabra.
A veces es muy satisfactorio ver como se desenvuelve en la película el ídolo con
el que te identificas –Lurdes, amorosa.
Eso, eso es lo que hemos hecho, disfrutar viéndo cómo te desenvolvías –ratifica
Miren.
Las reflexiones vienen tras las alabanzas.
Con todo, esto no es un juego –Michel vuelve los ojos a la gravedad de la situación.
Todos se felicitan de algo que ya sabían, pero que la quema del “último cartucho” por parte
de Wang y Jacques corrobora de forma fehaciente: “tenemos la Asamblea ganada por
goleada”. “Muy mal tienen que ver su apuesta estos dos para llegar hasta donde han
302
llegado”, etc. Siguen aplaudiendo la habilidad de Pierre para retrasar la respuesta hasta el
jueves, “se van a comer los hígados esperando”. Suponen que Wang y Jacques van a quedar
paralizados, sin saber qué hacer hasta el último minuto. Luego analizan los posibles
planteamientos que quieran hacerles el viernes, víspera de la Asamblea. Se oyen opiniones
y argumentos tales como:
 Vamos a ver. Según nuestras cuentas, han conseguido sólo un 32% de socios,
aquellos que han aceptado algún crédito o aquellos otros que están de acuerdo con
los planteamientos de Wang y Tulip, que sólo suponen el 31% del capital. Muy por
debajo del 66% necesario en ambos apartados. Con eso no pueden plantear ningún
cambio de estatutos. La toma de poder de Tulip en BlueCoo es completamente
imposible. ¿Qué nos van a plantear, entonces?
 No creo que nos pidan cambiar nuestra posición y pasar a defender la suya. Tal vez
pensaban en eso, suponiendo que el chantaje podría ser determinante. Pero después
de que Pierre les ha situado en su sitio, mostrándoles nuestra fortaleza, dudo mucho
que sea eso lo que pretendan. Seguro que rebajarán sus pretensiones.
 Yo creo que la operación en su conjunto se les ha venido abajo. Sólo intentarán
salvar los muebles. Es decir, conservar los puestos e introducir algunas de las líneas
estratégicas del negocio de Wang y Tulip.
 Tienen dos líneas de chantaje: Una, la información que transmitirían a Txomin; Dos,
que Wang se vaya de BlueCoo con todas sus huestes de Asia Oriental para montar
otra empresa de la mano de Tulip. Siguen teniendo mucha fuerza. Son dos chantajes
tremendos que no podemos obviar.
 Sí, no pueden transformar BlueCoo, pero la pueden dejar coja, sin la importantísima
pata oriental.
 Y a Lurdes acribillada a tiros.
Todos siguen opinando y planteándose disyuntivas, menos Lurdes, que permanece callada
con cara de pocos amigos.





Todo eso que estáis hablando es bajo el supuesto de que vamos a acudir a la reunión
del viernes con este par de chantajistas, ¿no es eso? ¿Por qué?
¿Cómo que por qué?
Hay otra opción. Llamarle a Jacques el jueves, tal como hemos quedado, y decirle,
simplemente, que no vamos a acudir a esa reunión, que lo que tengamos que
plantear lo haremos abiertamente en la Asamblea, lo mismo que ellos. Nos veremos
las caras ante todos. Esa estrategia ha sido la acertada en la fase previa. El encarar la
batalla francamente y plantearla de forma abierta ante todos fue nuestro gran
acierto.
Pero tu vida ...
A eso quería llegar, a mi vida. Os lo voy a decir una vez y quiero que me entendáis
bien para no tener que volver a discutirlo: No voy a aceptar un nuevo chantaje.
Repito: NO VOY A ACEPTAR UN NUEVO CHANTAJE. Ya lo hice una vez.
Entonces el precio era mi vida, el mismo que ahora, pero con dos diferencias
importantísimas: Una, que el riesgo de perderla es ahora mucho menor, por lo que
sabemos de ETA y la tregua, y por la experta opinión de M.I. Es mínimo y
aplazado, en todo caso; Dos, que ahora mi vida vale más, en el sentido de que por
nada del mundo la cambiaría. Si he de perderla, maldita sea mi suerte; pero si he de
cambiarla para evitar morir, maldita sea yo, que es peor. De modo que, por favor,
303


esto se acabó. ¡Se acabó!, comprendéis. Que se haga lo que haya de hacerse pero
que sea por los problemas de Wang y Tulip, no por los míos.
Pero ...
Ni pero, ni puri, Miren. Y, por favor, dáme un abrazo, porque estoy segura de que
estás plenamente conforme. ¿Qué harías tú en mi lugar? ¡Deja ya de protegerme! Ya
lo has hecho durante mucho tiempo. De protegerme y de sostenerme. Es por ti por
lo que estoy ahora donde estoy, déjame agradecértelo liberándote de mi custodia. Y
no pongas esa cara. Dáme un abrazo, por favor.
Ni qué decir tiene que las dos amigas se funden en un largo abrazo y que las lágrimas
fluyen abundantes de sus ojos. Tampoco que los dos hombres respetarán su intimidad
durante un rato, hasta que, levantados, acercarán sus manos para acariciar las cabelleras de
las dos mujeres, como forma de estampar la firma en el nuevo acuerdo que acaba de
presentar Lurdes:
“No vamos a aceptar el chantaje de Jacques. Sólo vamos a pensar en la mejor opción para
BlueCoo”.
 Bien. Pero esto hay que comunicarlo a tía Roseline, a M.I. y a Gwendoline.
304
Miércoles, 5 de Octubre de 2006
París
De Gwendoline Crinigan a Michel Périllat y Lurdes Onaindia:
Lo que más ilusión me hace es que se acerca el día en que podré volver a llamarte por tu
nombre, Lurdes. En la vida hay que pegar a veces un puñetazo encima de la mesa. Estoy
segura de que has hecho bien. De todas maneras, sed prudentes. ¡Es una orden!
No sabeis cómo me alegra haber podido ser útil. En cuanto me dijistes que adelante con la
idea, tomé el primer vuelo para Ámsterdam. El mismo domingo subí al avión, tras hablar
con Evelyn, pues vuestra amiga me pidió que fuera yo misma a defender mi plan, junto con
ella.
Todos aquellos socios que se habían hecho la ilusión de aumentar su participación con el
crédito condicionado de Tulip se van a ver muy decepcionados cuando vean que Wang y
Jacques desisten de su propósito y no formulan ninguna ampliación de capital. Es entonces
cuando llegamos nosotros, ¡TaChaaan!, y ofrecemos una solución distinta y sin el
condicionante de renunciar a nuestras señas de identidad. No van a recibir una
compensación inmediata al vender sus acciones, pero van seguir capitalizando tanto o más
valor. Además, está bien que se vayan igualando las aportaciones de todos los socios, ¿no?
A nosotros no nos gana nadie en pedigrí democrático e igualitario, ¡qué coño!
No diréis que no somos rápidas, ¿eh? Hoy ya está a punto de resolverse el nudo. El BNG
nos acaba de decir que nos contestará antes del viernes. Pero la impresión, tanto de Evelyn
como mía, (por cierto, ¡vaya tía estupenda!, me entiendo muy bien con ella) es que darán
su aprobación al plan. En definitiva, ¿qué más les da a ellos transformar un crédito de un
millón de euros a BlueCoo en otro de la misma cantidad a cien socios individuales
avalados por BlueCoo? Yo lo doy por descontado. Va a ser divertido. A ver qué cara ponen
Wang, Jacques y los suyos cuando, tras renunciar ellos a pedir la ampliación, la
propongamos nosotros. Nos vamos a ganar definitivamente la confianza y el apoyo
incondicional de muchos socios que han dudado a qué carta quedarse. Y, de paso,
reafirmaremos la de todos aquellos con quienes ya contábamos.¡Ya veréis! Hasta los
chinos se van a poner de nuestra parte.
Yo me quedo en Amsterdam hasta el mismo viernes, en casa de Evelyn. Me ha propuesto
hacer mañana una excursión parecida a la que hizo con vosotros en invierno. El viernes
iremos juntas a París a la tarde, una vez que los del BNG nos den la respuesta. ¿Alguien
apuesta una cena en el Alain Ducasse a que es positiva?
***
De Roseline Harymbat a todos:
305
Cuando una decisión de tamaño calado viene avalada por mis cuatro héroes, ¿qué voy a
decir yo? Decir, nada, pero sentir, sí. Me siento yo también como una heroína, partícipe de
una victoria contra esa banda de iluminados matarifes que amenazaba, espero que
podamos seguir utilizando siempre el pasado, vuestra vida. Yo tengo también mi ración de
gloria: la batalla contra la Ira ha consagrado el triunfo de la Templanza. Hamos salvado
la Vida contra el furor de la Muerte.
En cuanto me comunicasteis vuestra decisión, se la transmití a M.I.. Ha contestado
inmediatamente. Esto es lo que dice:
La decisión es vuestra. Debéis saber, sin embargo, que ha de complementarse con algunos
esfuerzos añadidos. Los unos me corresponden a mí y a los servicios de información. Los
otros a vosotras.
En lo que respecta a mí, he dado orden de redoblar la vigilancia sobre Txomin y lo que le
rodea, tanto en el corto, como en el medio y largo plazo. Siendo probable que esa perla de
examigo vuestro cumpla la amenaza con la que os ha querido chantajear, dentro de poco
sabrá vuestro paradero y todas vuestras circunstancias personales. Por tanto, debemos
estar, en la medida de lo posible, al tanto de sus cambios de humor y de sus decisiones. Lo
intentaremos, no dudarlo. Vosotras seréis puntualmente informadas de cuanto consigamos
saber.
En lo que respecta vosotras, vuestros esfuerzos han de tener un denominador común:
Prudencia. A este respecto, me permito hacer las siguientes observaciones.
Uno: En este momento hay una orden expresa de ETA de que no se os busque, lo que
implica una orden expresa de no atentar contra vosotras.
Dos: En todo proceso de negociaciones tal como el iniciado entre el Gobierno Español y
ETA, la organización armada siempre, entendedlo bien, siempre, ha de dar en algún
momento de ese proceso, alguna muestra de su capacidad para volver a las prácticas
violentas.
Tres: La amenazada, la que lo estaba hasta hace poco, sigue siendo la mejor baza para
cualquier demostración del tipo anterior, la mejor candidata a las balas etarras, por las
razones ya comentadas repetidamente en otras ocasiones.
Cuatro: El problema vasco es lo suficientemente complejo, la voluntad de alcanzar
acuerdos por parte de las diversas corrientes políticas tan poco determinada y las grandes
mayorías tan poco definidas, que hacen pronosticar un proceso largo, con muy posibles
altibajos y de resultados inciertos.
Si cocinamos estos factores con el engrudo de la Prudencia el menú que podemos elaborar
es el siguiente:
Primer plato: Ahora es el momento menos peligroso. Si, como me sugiere mi adorable
intermediaria, estáis pensando en visitar Euskadi, es ahora cuando debéis hacerlo.
306
Naturalmente, la prudencia no avala que una tal visita signifique reencontrarse con medio
mundo. Cuanto más desapercibidos logréis pasar, mejor. Cuanto más rápidamente paséis
de largo, mejor.
Segundo plato: Consiste en seguir la actualidad y mis recomendaciones, que os llegarán
puntualmente, para adecuar las precauciones a ella. En todo caso, es muy probable que el
peligro vaya incrementándose conforme se vayan traspasando umbrales, es decir,
acercándose al desenlace de las negociaciones, sea luminoso, brumoso o turbulento. Por
eso, la Prudencia indica que cuanto más lejos de Euskadi sigáis realizando vuestras
actividades, mejor. Como sabéis los atentados de ETA, guardan una proporcionalidad
inversa con el cuadrado de la distancia al Goiherri gipuzkoano y desaparecen en la
práctica cuando toman la dirección norte, a partir de ese encantador pequeño río nuestro
llamado Errobi.
P.D.: Por cierto, es del todo conveniente que sepa el nombre y algunas circunstancias de
ese chantajista malvado.
307
Sábado, 14 de Octubre de 2006
Huelva
 Me llamo Jacques Colonna. Encantado de conocerle.
 Yo soy Txomin Iriarte. ¿A qué debo el placer de su visita?
La debacle en la Asamblea del pasado sábado 7 en París, dejó en muy mal lugar a Wang y a
Jacques frente al resto de los participantes, que representaban a la totalidad de los sociostrabajadores de BlueCoo, menos uno. Este uno fue el moscovita Alexéi Babitsky, que ni
acudió a la reunión decisiva, ni delegó en nadie su voto. Todos los restantes estaban
presentes o debidamente representados, indicativo del inusitado interés que había
despertado el debate.
Finalmente, los chantajeados no comparecieron en la reunión del jueves con Wang y
Jacques, en la que estos esperaban sacar provecho de su chantaje. Esa decisiva
circunstancia ya había dejado el día anterior al corso en muy mal lugar frente al Wang, que
mostró la faceta colérica de supersonalidad. En efecto, Michel, Pierre, Miren y Lurdes
decidieron finalmente no acudir a esa reunión, siguiendo en todo la opinión de esta última.
Así se lo hicieron saber de forma telegráfica y sin posibilidad de réplica a Jacques.
“Jacques, te comunico que hemos decidido no reunirnos con vosotros mañana. Buenas
tardes”, se limitó a pronunciar Pierre por el auticular telefónico.
Wang recriminó a Jacques con duras y amargas palabras su falta de previsión y su nulo
sentido de la realidad: “Tenías la sartén por el mango, me dijistes, y lo que tenías era una
sartén de papel mojado”. “No volveré a confiar en ti”. “Eres un perfecto imbécil”, y
lindezas parecidas es lo que tuvo que soportar del hasta ese momento su mejor aliado.
Jacques no le fue a la zaga y le reprochó, a su vez, su optimismo desbordante. “Teníamos al
alcance de nuestras manos más del 66% de socios y de capital”, “todo aquel que no
aceptara nuestra oferta sólo podía calificarse de imbécil, decías”. “Ni siquiera has
conseguido el 80% de los socios de tu delegación, eso que asegurabas tener a todos
seguros, excepto Huang”. “Tú si que eres un perfecto idiota”. “Un perfecto loco temerario
que nos ha despeñado por el barranco”.
Wang y Jacques llegaron a la Asamblea del sábado cariacontecidos, sin haber dormido,
dándole vueltas al bochorno de tener que retirar la propuesta y tanto o más al imaginar las
explicaciones que el primero debería dar a Tulip a su vuelta a Shanghai.
Cuando Michel, en la Asamblea, tras escuchar la retirada de la propuesta de ampliación de
capital, cedió la palabra a Evelyn y Gwendoline para que estas presentaran la suya, una vez
aprobada por el BNG y avalada por BlueCoo, la sorpresa fué mayúscula, los comentarios se
extendieron por la sala como si se tratara de un espectáculo ruidoso y bullanguero, algunos
socios no pudieron reprimir auténticas carcajadas hirientes para Wang y Jacques, mientras
308
otros pocos optaron por mostrar su enfado insultando gravemente a los dos perdedores
noqueados, que les habían prometido el cielo.
Este infausto día en su vida obligó a Jacques a tomar la decisión de cumplir con su
amenaza. Sólo tuvo que acordarse de cómo Pierre lo dejó por una mujer vulgar, asexuada y
desleída. El desdeñoso “A ver, sorpréndenos con tus dotes de persuasión”, aún le
retumbaba en los oídos y alcanzó una resonancia estrepitosa cuando finalmente comprobó
que su chantaje había fracasado por completo. Ese rencor contenido le ayudó a encontrar la
fuerza necesaria para continuar hasta el final. “Me habéis hundido, pero yo os voy poner a
tiro de ETA”, se repitió a sí mismo, poseído por la ira.
Ahora Jacques tiene frente a sí, tras la ventanilla de separación, la cara reciamente
moldeada de un hombre muy atractivo y de aspecto físico poderoso. “En efecto, los vascos
son hombres muy deseables”, corrobora, tras echar un vistazo a todo lo que puede ver. Pero
ahora ha de atender a la pregunta de su interlocutor. Por toda respuesta, su mano saca del
bolsillo una fotografía, la adosa cuidadosamente al cristal, colacándola con cuidado
primoroso en la posición adecuada, perfectamente cuadrada con la horizontal y la vertical y
centrada en el ventanuco.
Txomin la mira con detenimiento, acercando sus ojos al cristal. Se ven ocho personas
sentadas en unas gradas. Todas son perfectamente desconocidas para Txomin, excepto tres
de ellas. De las cuatro mujeres hay dos que conoce bien, vestidas de forma poco habitual y
con un aspecto bien distinto. Pero son ellas, no cabe duda. Y uno de los cuatro hombres, el
moreno y fuerte, no puede ser otro sino el que tiene delante.
 Están muy guapas, no cabe duda –“Joder!, Edurne marcando tetas y con melena!”,
evita pronunciar.
 ¿Las reconoce Ud.? Creo que son las culpables de que se halle Ud. aquí, ¿no es
cierto?.
 ¿Dónde está tomada esta foto?
 Oh! Eso es lo de menos. Son las gradas del Gran Canal de los Jardines de Vaux-leVicomte, un hermoso palacio en las afueras de París.
 ¿París?
 Sí, París.
 ¿Por qué? –pregunta Txomin tras un corto silencio.
 Aquí están todas las circunstancias de sus vidas actuales –es toda la respuesta de
Jacques, que saca un sobre y lo introduce por la ranura preparada al efecto en el
cristal.
 Txomin no resiste la tentación, abre el sobre, saca un folio, lo desdobla, y lee
lentamente, en perfecto silencio, su contenido:
Lurdes Onaindía Bilbao, 43 años, natural de Erandio, provincia de Vizcaya (España):
Su verdadero nombre es Edurne Tejerina Orbegozo.
Vive con Pierre Langlois Leleu, en la Avenue Sainte Foy, Neuilly-sur-Seine (île-de-France).
309
Trabaja en BlueCoo, Avenue du Clichy, Paris, 17e Arrondissement.
Miren Palacio Iturralde, 44 años, natural de Barakaldo, provincia de Vizcaya (España)
Su verdadero nombre es Begoña Barredo Etxeandia.
Vive con Michel Périllat Térieur, en Rue de l’Ambroisie, Paris, 12e Arrondissement.
Trabaja en BlueCoo, Avenue de Clichy, París, 17e Arrondissement.
Txomin vuelve a doblar el papel, lo introduce de nuevo en su sobre, levanta la cabeza
despacio, mira a su interlocutor y vuelve a repetir la pregunta.









¿Por qué?
¿Por qué?
Si, ¿Por qué?
Esas dos chicas siguen haciendo méritos para que alguien les de un buen
escarmiento.
¿Qué han hecho esta vez?
En realidad no es de su incumbencia. Sepa, sin embargo, que soy corso y simpatizo
con sus esfuerzos políticos y militares. El estado francés necesita un revulsivo ácido
como el que Uds. dispensan en el estado español -miente Jacques.
¿Ah, si?
Sí, así lo creo. Pero no puedo entretenerme más. He de volver urgentemente a París.
Espero que haga Ud. el uso más conveniente a la información que le he
suministrado. Buenos días.
Pero ...
Txomin no puede evitar que el extraño personaje ponga fín a la conversación sin que haya
podido sonsacarle nada más.
¿Qué habrán hecho esta vez? ¿Quién será este extraño personaje? Nada de lo que ha dicho
se puede tomar como cierto, salvo los datos de Edurne y de Begoña, espero. Siguen juntas,
como sospechaba. Bien, pondré esta información en conocimiento de Mikel y le pediré
igualmente que trate de investigar las actividades de este enigmático Jacques Colonna.
¿Qué será eso de BlueCoo? También hay que investigarlo. ¡Qué no habrán maquinado estas
dos pájaras! Espero que la prohibición de buscarlas no incluya la de situarlas una vez
encontradas ... Los pensamientos de Txomin se agolpan sin orden ni concierto.
“Este idiota quiere que les pegue un tiro. No sabe que no nos conviene en absoluto hacer
eso, con las elecciones municipales en perspectiva”. “Más tarde, ya veremos”.
310
Domingo, 15 de Octubre de 2006
París
De Roseline Harymbat a los cuatro:
Queridos míos:
Esto es lo que me acaba de enviar M.I.:
Enterados de que el nefasto Jacques Colonna pidió visitar a Domingo Iriarte en la cárcel
de Huelva, no hicimos nada por evitar esa entrevista, ya que suponía una buena
oportunidad para saber de los planes de tan importante preso. Pudimos haberle negado la
autorización, pero me pareció oportuno no hacerlo. La información la habría pasado
igualmente. Ante un caso como el vuestro, cuando hay en juego vidas humanas, podemos
recabar procedimientos extraordinarios y conseguir escuchar la conversación. Era un
caramelo demasiado goloso.
Pero no ha habido resultado ninguno. Salvo que Jacques Colonna se presentó como un
independentista corso que apoya los métodos violentos de ETA, ninguna novedad. Es un
auténtico necio este Jacques, como si Txomin no tuviera manera de comprobar esa
tontería. Nada, que ninguno de los dos dijo cosa alguna de interés para lo que a nosotros
nos preocupa.
Por tanto, todo sigue igual que hasta aye, pero con la importantísima diferencia de ya
Txomin sabe vuestro paradero. Sigue en pié todo lo que os comuniqué el día pasado.
Tenemos un respiro temporal que ahora es, sin duda, más efímero. No cometáis el error de
considerarlo definitivo.
311
Sábado, 28 de Octubre de 2006
Baiona
BlueCoo está tomando nuevamente el pulso a su desarrollo, después del brusco parón de
septiembre para mirarse el ombligo, expulsar la bilis y sacudirse las neuras. Pero la
velocidad de crucero que había adquirido tardará aún un par de semanas en ser alcanzada.
La delegación de Asia Oriental, en particular, ha quedado dañada, aunque muchísimo
menos de lo temido. Michel, a pesar de la traición de Wang, sigue manteniendo una rara
confianza en él. Se sabe que el decisivo ejecutivo chino retrasó su vuelta a Shanghai a
petición de Michel, con quien estuvo hablando largo y tendido el domingo 8, paseando
largas horas por París. El caso es que ahora dirige con renovado ímpetu la CC-Energía, su
nada desdeñable lugar de destierro tras el fracaso de su conspiración. Su puesto como
Delegado todopoderoso de Asia Oriental lo ocupa definitivamente Sun An. Eso ha
implicado que la sede central de la vigorosa y superrobusta región asiático oriental haya
pasado a Guangzhou, mientras que Huang se encarga ya de dirigir con mano de seda la
importantísma subdelegación de Shanghai, sustityendo a su ex. De su parte, Wang ha
sorprendido a todos aceptando con aparente normalidad estos cambios sustanciales y se
sabe a ciencia cierta que no ha maniobrado con sus hasta ahora fieles esbirros asiáticos para
torpedear las nuevas configuraciones del poder en Asia.
Jacques, repudiado incluso por Wang, ha pedido el retorno de su aportación económica y ha
dejado toda actividad de colaboración con BlueCoo. No hay problema para atender sus
deseos, pues sigue habiendo nuevos socios dispuestos a asumir esa inversión, comprando
los derechos de Jacques. Recuperará, por tanto, lo que desembolsó en su día, y dejará de
turbar la paz de la empresa por motivos tan pedrestres como los que le han animado este
tiempo.
El próximo miércoles 1 de noviembre es Toussaint, un TodosLosSantos muy bien colocado
para tomarse un largo puente de dos arcos. Miren y Lurdes han pedido a sus respectivos
Michel y Pierre que les correspondan a sus escapadas a Saboya y Normandía, con un largo
fin de semana en Euskal Herria. Apenas tomaron vacaciones en verano y se sienten en la
necesidad de airear las neuronas, entibiar los nervios y estirar los músculos, tras los traumas
recientes. Incluso han invitado a Gwendoline a juntarse con ellos mañana en Bilbao, billete
pagado por las dos vascas. Pero a ésta le ha resultado completamente imposible. Está
ocupada de lleno en la apertura de la Delegación de Dallas.
Su idea es dormir en Baiona y partir mañana con tía Roseline camino de Bilbao. El Peugeot
407 de Michel ofrece 3 plazas traseras más que suficientes, sobre todo si quienes van a
ocuparlas son tía Roseline, Pierre y Miren, los más finos. Eso significa que Miren satisface
su costumbre de conducir en el trayecto de París a Baiona, ya que no podrá gozar de esa
actividad los días siguientes.
312
Tía Roseline ha aceptado la invitación al viaje inmediatamente. Sólamente dijo que ella se
retiraría diariamente a “una hora prudente” a su casita bilbaina, y que su única condición
consistía en que aceptaran ser convidados a comer en un restaurante clásico en el que
disfrutó antaño de auténticas orgías gastronómicas con su adorado Eduardo: el
Txominbenta, precisamente. A pesar de tratarse de comer bien, Miren puso alguna duda
sobre su calidad actual aduciendo que “es un gran restaurante bienvenido a menos”, pero
nada salió de su boca en presencia de la anciana, que tiene el máximo derecho a disfrutar de
sus recuerdos. Las dos parejas han preferido, sobre un hotel o el piso de tía Roseline en
Bilbao, reabrir la vivienda de Miren, vacía desde hace un año, en la calle Autonomía. Desde
ella se divisa, por encima de los tejados, una bella panorámica de la apertura de la ría hacia
el mar, en dirección oeste, con el cono del Serantes de punto de fuga sobre el horizonte
oceánico. Vacía no quiere decir sucia, pues contrató en su día un servicio de limpieza y
mantenimiento general cada tres meses, cuando huyeron de Euskadi hace ya casi un año.
En su subconsciente más profundo, ese cuyo optimismo le jugó malas pasadas en su vida,
tantas como buenas, decidió apostar por la esperanza con una puja equivalente al precio de
ese servicio. Ahora quiere recoger los frutos.
De los 7 que han estado en el secreto de la huída de Begoña y Edurne, Gwendoline no
puede acudir al encuentro en Bilbao por razones de trabajo. Faltará también M.I.. Las
chicas quisieron verlo y agasajarlo, y tía Roseline y los chicos conocerlo. Le propusieron
celebrar por todo lo alto la mejora de la situación en el Arzac, todos juntos, pero el policía
rechazó la invitación por muy distintos motivos que Gwendoline. Es mejor que los explique
él mismo:
Soy policia, mis queridas amigas (y, ahora ya, también amigos), adscrito al Servicio de
Información de la Ertzaintza. Me pagan para hacer de la discreción mi forma de vida. No
debo frecuentar los ambientes mundanos, ni tampoco los divinos de un restaurante como el
Arzac.
Pero tengo otra razón más profunda para negarme a aceptar vuestra invitación, que
agradezco de igual manera rechazándola que aceptándola, si ese fuera el caso. Es el temor
a mis sentimientos. Espero que no lo hayáis apreciado, pero soy cautivo no sé si de Cupido
o de Kant. He de escapar a un hechizo que me llega en forma de emoción y en el contrato
conmigo mismo la primera cláusula es mantener la cabeza fría. Ocurre que estas dos
mujeres a las que debo proteger son capaces de encender todas mis llamas sin previo
aviso.
No! Cuanto más lejos mejor!
***
La autopista oye ya como la rodadura del Peugeot 404 de matrícula 75 está acabando con
las Landas. Antes de llegar a Baiona hay un punto en el que, tras 800 kilómetros de llanura,
se divisa por primera vez una elevación considerable. Miren, que conduce, exclama,
señalando el horizonte:
313
 ¡Mira!. ¡El Larrun!–. Evidentemente se dirige a su amiga, sentada atrás con
Pierre.
Montaña mítica entre los vascos, termina los Pirineos cuando llegan al Atlántico desde el
Mediterráneo, o los comienza, desde el punto de vista de quienes miran desde su Atlántico
hacia el Mediterráneo. Por su cumbre pasa una línea divisoria que la geografía y el paisaje
contradicen de forma abrumadora. No hay España por este lado y Francia por este otro, sino
una mullida, compleja y dulce tierra verde, que la pasión llama Euskal Herria, por todos los
lados. Otra cosa diría la cultura, es decir, la obra de los humanos a partir de edades
recientes, que se empeñó más en separar que en unir. Pero los túmulos, los cromlechs y los
dólmenes, los pastos, los ovinos manech de cuernos inverosímilmente retorcidos, los
pottokas que navegan por sus faldas y las bordas de los pastores, esos tomos de historias
más pretéritas que también luchan por sobrevivir, no saben distinguir un lado del otro.
Tampoco los contrabandistas de sus cañadas quisieron saber de fronteras hasta que la UE
vino a darles la razón, ni las colonias de buitres se reparten el territorio entre alados
vascofranceses y vascoespañoles. El cielo siempre ha sido un lugar menos separatista que la
tierra. Los caseríos de los estribos inferiores y las aldeas en que acaban por concentrarse
tampoco se distinguen entre sí desde la cumbre, a pesar de que compiten en la élite de la
belleza rural. El aire que se eleva desde los valles al nivel del mar también trae el eco de la
misma lengua, bautizada con aguas musicales distintas. Aquí se dice “kraiona” y allí
“lapitzerua”, reconvertido en el más académico “lapitza”, mientras que los que no gustan de
raices tan identificables optan por “arkatza”, pero, dígase como se diga, es la misma
canción que en un lado suena como violín y en el otro como flauta.
Miren ha subido al Larrun no pocas veces y Lurdes lo ha hecho en el trencito delicioso que
parte desde el Col de Saint Ignace. La una evoca las cumbres cercanas que igualmente
hoyaron sus pies con frecuencia, los paisajes de los que disfrutó, casi siempre sola,
frecuentemente en trance amoroso con el sol y la orogenia, con el aire y también con la vida
que palpita entre sus músculos. Pero la otra se desvía al recuerdo de una desconsolada
bajada, a pié, en la que se perdió y se enriscó lo suficiente para llegar agotada y
deshidratada, con la pájara a cuestas, medio mareada, al col citado, en cierta ocasión en la
que el desenlace de una horrible discusión con Txomin fue el abandono por parte de éste,
que se llevó consigo los tickets de vuelta en el pequeño tren y todo el dinero. A Lurdes le
pareció sencillo bajar por sus propios medios, pero su enfado y su desazón la condujeron
pendiente abajo sin fortuna a la hora de elegir los itinerarios y escoger los caminos.
Pero este desagradable episodio no borra la significación de este encuentro con su historia.
Es sólo una sombra pasajera.
 ¡Euskal Herria! –grita.
Por eso, cuando Pierre, sentado con ella en la parte trasera del automóvil, adorna la
exclamación de las dos mujeres con otra mayor, “¡¡Mais que’elle est belle!!”, para dar
cumplido elogio a un horizonte donde una extraordinaria la luz titanio, que el tamiz de
nubes revueltas deja llegar la tierra, acomete resueltamente el pigmento fosforescente de los
verdes con que se ofrece la flora y las colinas, adronada de caseríos y surcada por la cinta
de la autopista; por eso, cuando un normando sensible cataliza la reacción del encuentro
resplandeciente entre cielo y tierra; por eso, porque ha enganchado sus sentimientos y
soltado el resorte de sus emociones; por eso le sobreviene un estremecimiento que rompe la
314
física del habitáculo trasero del automóvil; por eso Pierre abraza y se encuentra de pronto
abrazado, atenazado de contactos que parecen de carne y hueso pero que son de una
imparable tiritona espiritual.
 Pierre!, cuánto he deseado este momento!
El tembleque se transforma en sollozos sonoros.
 No llores, mi pequeña, no llores.
***
Poco tiempo ha tenido Lurdes para serenarse, sólo unos minutos antes de recuperar su ya
viejo nombre de Edurne, como Miren el suyo de Begoña, tal como habían decidido
concederse como símbolo de su reencuentro con su tierra y hasta tanto no la dejen en su
vuelta a París. La salida de la autopista hacia Baiona le ha llegado sin tiempo ni para
sonarse los mocos y la llegada a las inmediaciones de la vivienda de tía Roseline demasiado
pronto para recomponer su figura. Así que la vieja, menos anciana de lo que pudiera
suponerse y más observadora que una niña, no ha dejado de advertir la anomalía:
 ¿Eta zuri? ¿Zer arraio duzun? ¿Hona heldu eta tristura?
 Ez da tristura, izeko. Euskal Herriko dardara soilik.
Oir la balada de la lengua que no ha practicado desde hace un año es bastante para quitarse
de encima todas las sacudidas. De forma muy poco considerada, Edurne y tía Roseline se
van a tomar un gran paréntesis de todo lo que les rodea y, mientras los demás toman el café
y las pastas que la vieja tenía a medio preparar, ellas dos se dedicarán a respirar el oxígeno
de la lengua que aman, como si el planeta Tierra fuera a sucumbir en el fuego del espacio
sideral y no hubiera mejor cosa que hacer en el universo antes de la hecatombe final.
Pasa ya más de media hora que ni Edurne ni tía Roseline hacen caso a nadie, enfrascadas
entre sonidos singulares, cuando Begoña se acerca a ellas, sentadas aparte en la mesa, en el
momento en que oye decir a su tía
 Aldatu egin ditut nire bertsoen gaiak. Oraintxe seaska-kantak idazten ditut. Begira
hau.
Begoña decide no interrumpir tan importante conversación y pone la oreja en la poesía
escrita sobre un papel que ha dado a leer a Edurne:
Lo, lo maitia, lo
Nere esku-bozak lo
Aire eztikiak lo
...
315
Por nada del mundo Begoña interrumpirá el recitado. Asi que espera paciente a que
termine, buscando algún descuido que pinche inesperadamente por algún punto la cápsula
espacial que mantiene aisladas a las dos mujeres. “Bueno, por fin mi tía escribe lo que
corresponde a su edad”, piensa mientras tanto, quizás con una sombra de decepción. Le
gustaba más su tía rompeyrasga con sus poesías contra el hambre y la injusticia en el
mundo.
Con todo, a Begoña le tiemblan ya las piernas de ganas de corretear por las calles. Todavía
quedan unas horas de luz vespertina para ser aprovechadas. Begoña entiende el euskera,
pero lo habla con mucha dificultad, sin soltura alguna. El descuido no acaba de llegar. Pero
pronto encuentra la solución, la llave para entrar en la burbuja y comunicar sus deseos.
Sabe que ha de dirigirse a ellas en euskera, única manera de conseguir entrar en estos
momentos en los oídos de las dos euskaldunes.
 Orain ez dugu lo egin behar, izeko, gure herriko kaleak berreskuratu baizik consigue soltar sin tropezarse.
316
Lunes, 30 de Octubre de 2006
Errenteria
 ¡Qué pena que no esté aquí M.I.! Me habría gustado mucho conocerle.
La casa de tía Roseline en Baiona sólo tiene, aparte la suya, una habitación libre. De modo
que las dos parejas han dormido en un hotelito de las afueras. Pero la anciana se empeñó
ayer en citarlos para desayunar en su casa a primera hora, para salir ya todos juntos de
excursión hacia Bilbao, donde llegarán a la noche. Así que la anciana se ha levantado hoy
más pronto que de costumbre para hacerse con el pan, las brioches y los croissants recién
horneados.
La mañana la han dedicado a Donibane Lohitzune, un pueblo que Pierre no conocía. Han
tomado la carretera de la costa, siguiendo el itinerario que Begoña tantas veces hizo con
Jazinto, camino de Hendaya. Al otro lado de la bahía de Txingudi les ha esperado
Hondarribia, segunda parada del día. Begoña y Edurne no sólo han disfrutado del
reencuentro con el bello recorrido y los magníficos pueblos, sino de los elogios que ha
recibido todo lo visto por parte de sus respectivos compañeros. Michel ya lo conocia todo,
pero el día tiene hoy una luz especial que intensifica hasta el límite el azúl del mar y el
verde de los campos, de manera que, siguiendo la máxima que no hay un paisaje-luz igual a
otro paisaje-luz, lo mira todo como si fuera la primera vez que aparece ante sus ojos.
Ciertamente las “primeras veces” de Michel no se expresan con palabras explícitas, sino
con miradas fijas y con oídos atentos, hoy más que nunca, a las ganas de hablar de Begoña,
que le han sobrevenido con la espuma de las olas y el aire yodado. Pierre, por el contrario,
una persona en general poco habladora, sí es dado a las exclamaciones, justa
correspondencia a las bellezas que van viendo, que en él son una manera de sustituir los
largos comentarios que no sabe hacer. Edurne, de copiloto de Michel, como corresponde a
su volumen, se ha mostrado más silenciosa; y tía Roseline, sentada en medio, entre Pierre y
Begoña, ha podido ver repetidas veces cómo estiraba hacia atrás su brazo derecho,
pasándolo hacia el habitáculo trasero entre la carrocería y su asiento, para agarrar la mano
de Pierre, sentado justamente detrás, cada vez que este lanzaba una exclamación de
contento, de elogio o de júbilo.
Así han llegado al restaurante Mugaritz, pues no pudieron reservar mesa en el Arzac con
tan poca antelación. Begoña lo prefiere, pues el Arzac ya lo probó en cierta ocasión con
Jazinto. Están en el gran festejo donde se dejarán muchos euros y donde tocarán el cielo
gastronómico. Acaban de redondear el festín extraordinario con el “contraste de
temperaturas, texturas y culturas de la crema helada de violetas, el polvorón caliente de
almendras y las astillas de pan de especias y té verde”, según reza uno de los postres que los
cinco han probado, y la euforia del placer y del virtuosismo se ha apoderado hace tiempo de
los cinco, tía Roseline incluida, a pesar de su proverbial sobriedad con la comida. Es
precísamente ella quien se ha acordado de Monsieur Inconnu, lamentando su ausencia.
317
 “Cautivo no sé si por Cupido o por Kant” –rememora Michel-. Este hombre está
enamorado de vosotras.
 Una mezcla de Cupido y de Kant. Es decir, sensible a vuestros encantos femeninos
y a vuestros valores éticos –comenta Pierre.
 ¡Sois sus heroínas! Tengo que decir que yo también tengo ese mismo orgullo de
vosotras –confirma Roseline.
 ¡Bueno, bueno, tía, basta ya! Pero mira, una vez sabido que le gustamos, su ausencia
le ha librado de nuestros coqueteos.
 ¡Tus coqueteos! -corrige Edurne-. Aunque más bien tú coqueteabas con el otro.
 ¿Qué otro?
 En las reuniones con la policía, M.I. siempre estaba con un subinspector que no
paraba de tomar apuntes en una libreta. Era un tío macizorro, en efecto.
 ¡Tú con quien debes coquetear es con Michel, pendona! –le dice entre bromas y
veras tía Roseline, poco habituada a tanta liberalidad.
 Tienes razón, tía. Últimamente le tengo un poco abandonado.
Begoña, entonces, mira arrebatada a quien tiene enfrente en la mesa, sonríe, expone al
máximo sus no demasiado carnosos labios y lanza un beso con el soplo de su boca en la
rampa de lanzamiento de su mano, colocada al efecto. Luego, no contenta con la figura, se
levanta, se acerca a Michel, se dobla con parsimonia sobre su cara y le estampa un boca a
boca largo y profundo, no exento de carga, sin que en las mesas del restaurante nadie se
escandalize. El ruido y la embriaguez de los placeres del gusto se ha adueñado del local y
no permite que ninguno de los pocos comensales que se han percatado del movimiento
tome a mal el gesto inusual de la chica guapa. Todos interpretan como si la chica efusiva
siguiera comiendo manjares deliciosos.
 ¿Es así como debo hacerlo, tía?
Edurne y Pierre celebran la ocurrencia imitándola, pero sin que nadie deba levantarse, ya
que están suficientemente cerca como para lograrlo estirándose, y Michel ríe con contento.
Tía Roseline, que cree no haber visto nunca a su sobrino reir de tal forma desinhibida y
abierta, no está dispuesta a dejarse amilanar, así que responde:
 Así, para empezar, pero el resto mejor en privado, por favor.
318
Martes, 1 de noviembre de 2006
Bilbao
“África”, se titula la exposición en el Museo Guggenheim que han visitado a la mañana y
África, en las personas de Olu, de Kisin y de Étienne, junto la sombra de Sumba, es lo que
ha compartido lugar con los ya remotos recuerdos anteriores a su huída, en el cerebro de
Begoña en la mañana. Siguiendo las recomendaciones de M.I., no han avisado de su corta
visita a los antiguos amigos y los escasos familiares lejanos, ni realizado contacto alguno
con ellos. Esta circunstancia le produce una rara sensación. El último año en París llena su
mundo mental, en lo que a relaciones personales se refiere, más de lo que lo hacen los más
de 40 anteriores. Su cabeza y su corazón están más llenos de Micheles y Pierres, de Olus y
Huanges, de Edurnes y tías Roselines, que de las innumerables personas que pasaron por su
vida anterior. Señal de la intensidad con que ha vivido el último año y del gran rendimiento
vital que ha obtenido.
El resultado de esa decisión de no llamar a nadie, siquiera para no tener que dar
explicaciones, ya que van a volver a París y permanecer sin dar señales de vida, es una
reflexión sobre la naturaleza del objeto de los afectos que en su tierra reciben el nombre de
“nacionales”. Al parecer, pueden ser personas, pero también pueden ser lugares, paisajes,
colores, ruidos, calles, rincones, geografías, climas, floras y ruralidades, fábricas y
ciudades, edificios y patrimonios, entes sensibles a los sentidos, sin olvidar, es lo que ha
dado en pensar Begoña, que también pueden ser voluntades, culturas, lenguas, ambientes y
estéticas. Se acuerda ahora de la discusión que tuvo con Michel de vuelta de Shanghai y de
la opinión de éste de que es la estética la que distingue unas culturas de otras y es la
diversidad estética lo que debe defenderse como patrimonio cultural de la humanidad. Por
eso se pregunta, ahora que le ha costado menos de lo que pensaba prescindir de tomar
contacto con las personas que presidieron su vida anterior: ¿Qué es lo que yo amo de este
país mío? Un mundo sensible y una estética, se responde a sí misma. Es posible que incluso
los ame más que a las personas y al pueblo, aunque han sido las personas, y el pueblo si las
entendemos en la historia, se dice ahora, junto a la geografía y el medio, las que crearon esa
estética.
El único amigo con el que han quedado es Gorka Etxezarreta, conocido también de Pierre
por sus actividades en temas de Cooperación Internacional relacionados con los TICs.
Michel está empeñado en iniciar contactos con el mundo cooperativo vasco y han
aprovechado que este trabaja en Caja Laboral, el banco del Grupo Cooperativo Mondragón,
para preparar futuros contactos. Han quedado con él momentos antes del mediodía, para
que Pierre también le saludara, pero luego éste y Edurne han marchado para atender otros
planes. De modo que han restaurado fuerzas con un menú del día en Deusto. Luego Begoña
ha tomado su libertad para irse sola, como siempre le gustó hacer, dejando a Michel y a
Gorka enfrascados en el tema del cooperativismo y de BlueCoo y de las posibilidades de
una proyectada CC-Cooperativismo que ronda Michel desde hace tiempo, en el que las
cooperativas vascas deberían tener una gran protagonismo.
319
Gorka es un hombre de mundo muy afectuoso con el que Begoña se ha entendido
inmediatamente, y practicado de pronto unas distintas formas de saludar, de abrazar y de
besarse, de hablar y de cortejar, de preguntar y de responder, una distinta estética formal de
las relaciones interpersonales. De pronto se le ha aparecido como un todo esta realidad
detectada, como un bloque sólido de caras y formas definidas. Le ha gustado,
evidentemente, porque le ha resultado como natural, como auténtico y como espontáneo. Y
luego ha reflexionado que “natural”, “auténtico” y “espontáneo” son sólo maneras distintas
de definir aquello que uno ha frecuentado, aquello, a lo que, por tanto, se habituó. El placer,
incluso la felicidad, del ser humano es amar aquello que frecuenta, concluye.
La libertad para escaparse sola la ha usado para hacer exactamente el mismo recorrido que
Jazinto no pudo completar porque en la mitad del mismo fue tiroteado en la sién hace ya
casi 2 años. Ha tomado el metro hasta Larrabasterra, allí se ha dirigido a los acantilados
costeros, que ha seguido hasta la punta que separa las playas de Azkorri y de Larrabasterra.
Ha llegado, entrando despacio en el último estribo de la tierra en el mar, al banco de
cemento sobre el acantilado donde él murió sentado, mirando al horizonte, el mismo que
permanece allí invariable en el tiempo. Aparta y barre con la mano unas briznas de hierba,
algunas piedrecillas e incluso algo de barro que alguien ha depositado en la bancada
horizontal del asiento. Luego se sienta con ceremonia en la misma zona del banco donde lo
hizo y donde murió él. Consigue con ello recuperar con el sentimiento el cuerpo vivo, los
famosos 95 kilos, que perdió. Entonces alza la voz hacia el océano y pronuncia despacio:
 No te preocupes, Jazinto, yo acabaré hoy tu paseo.
A su derecha está la playa de Larrabasterra y tras ella la de Sopelana que el morro entre
ambas no deja ver. Unos complejos y singulares acantilados blancos separan esta última de
la cala de Meñakotz, a quien sigue la entrada a la bahía de Gorliz. Lo último que se ve es el
cabo Villano adentrarse en el mar y el blanco faro que se eleva por encima de la masa
verde. Es el despliegue oriental de la gran panorámica, la parte iluminada ahora por el sol
de poniente.
La estrella refulgente, protagonista absoluta, pinta un ancho rastro de plata en el mar,
brillante reverberación de su luz, que deslumbra y que atrae con la misma intensidad.
A poniente, los verdines y las arenas oscuras de la playa de Azkorri los cierran los
acantilados salvajes de La Galea. A la derecha de estos, un poco más lejos, se ve nítida la
gracia móvil de los aerogeneradores sobre el dique exterior del puerto de Bilbao. Begoña ha
odiado estos monstruos casi tantas veces como los ha sufrido su vista, en su fatuo alarde en
las cresterías de las montañas. Pero en la llanura, sea en la planicie atlántica europea (piensa
en Alemania y Holanda, en concreto), sea en la horizontalidad del mar, ya, no sólo no le
molestan, sino que comprende el divertido juego minimalista entre la horizontal y la
vertical, entre la quietud y la movilidad.
Hay una ligera bruma en la lejanía, más que suficiente para impedir lo que en otros días
más transparentes constituye el hermoso desarrollo de perfiles de la costa cántabra hasta el
Cabo de Ajo. Tampoco le cuesta a Begoña dibujar en su mente lo que sus ojos no ven pero
sus neuronas conservan. Lo que le cuesta a Begoña es no disfrutar de la singularidad de esa
bella perspectiva lejana en el día de hoy, a las 6 de la tarde del 1 de noviembre de 2006.
320
Aquí te mataron, Jazinto. Te presto ahora mis ojos para que observes esas olas que llegan a
raudales, generosas y ordenadas, extendidas y paralelas, a morir en la playa o en las rocas.
Son el disciplinado pueblo del mar. A cada una sucede la siguiente, imperturbablemente.
Yo también voy a sucederte hoy para llegar a la meta del paseo que no te dejaron culminar.
Ley de vida. Mira, deberé girar y bajar un poco para sortear el barranco que coinduce a la
playa, luego seguiré el borde de los acantilados hasta el faro y el fuerte de La Galea. Ten en
cuenta que este último tramo ya no está como entonces, la vida sigue, pues han acabado el
paseo peatonal y ya no hay que ir sorteando coches y obras. Sabes?, me entran ganas de
echar a correr ya para llegar a divisar la entrada del Abra, enmarcada al fondo por las
montañas más altas de Bizkaia. Ten en cuenta que llevo un año sin verla.
Yo continuaré tu paseo hoy. En realidad llevo dos años haciéndolo, ¿no del todo mal,
verdad? Es cierto que mi gestión en HBA no fue nada brillante, no quiero echar la culpa a
que todos tendían a tratarme como víctima, sino a mi equivocación al aceptar una tarea para
la que no estoy dotada. Pero después, eh!, después no lo he hecho mal, eh! En París lo
hemos hecho bien. Anda, reconócelo!
Me sale del alma hacerte la promesa de que volveré. Y creo que volveré, pero, por si acaso,
no lo voy a prometer. No sé en qué forma volveré, porque ya no somos tú y yo solos, ya
conoces a un tal Michel que nos comparte. Mira, de hecho ya estoy haciéndote una visita y,
aunque me he escaqueado para estar contigo a solas un rato, le he dejado a Michel hablando
de conectar con esta tierra a través del movimiento cooperativo. Él y yo intentamos crear
una red de referencia mundial en el tema del cooperativismo mercantil, a través de una
Company Confluence de ese contenido que queremos montar. ¿Te acuerdas de Gorka
Etxezarreta? Si, el de Iparra. Pues ese es nuestro primer eslabón. O sea, que vamos a tener
que volver por aquí si las cosas salen como esperamos.
Además, aquello por lo que luchamos no lleva mal camino. Nos podemos apuntar el tanto
de que sigues siendo el último que pudieron matar. Y tengo la convicción de que en parte el
país nos lo debe a nosotras, que hasta ahora hemos ganado la apuesta por evitar que maten a
Edurne. Además, no sólo no han cosneguido cazarla, sino que tendrías que verla. Nada de
aquella mujer un poco enajenada en su marido y en su misión, sino una mujer más
completa, diría yo, hoy que ayer, una mujer que, por cierto, tú descubriste. Eso sí, sigue tan
brava y corajuda como siempre.
Nos equivocamos Jazinto. No es olvidando como mejor se superan las pérdidas, sino
transformándolas en memoria positiva. Me lo enseñó tía Roseline que convirtíó la pérdida
de tío Eduardo en un reencuentro permanente con su memoria. Y yo me dí cuenta de que, a
la postre, me encuentro mucho mejor recordándote que olvidándote. Es como recargar las
pilas con regularidad, si no lo haces acaba por estropearse el ácido. Y he observado que
algunos recuerdos no pierden intensidad sino frecuencia. Otros sí, otros pierden intensidad
y frecuencia. Esos no deben ser importantes. El caso es que mi recuerdo de ti se convierte
como en un recurso reparador, cuando se activa casi siempre sirve para renovar energías o
para encuadrar reflexiones, que en el fondo son dos cosas o parecidas o que se
complementan una a la otra. Es exactamente lo que estoy haciendo ahora.
Volveré, aunque no lo prometo. Ya he vuelto, aunque no para quedarme entera, sino a
cachos. Amo esta tierra regada con tu sangre y la de los que te precedieron. Se merece, por
tanto, no sólo que triunfemos frente al Odio y la Ira, sino que sucumbamos ante el amor y el
321
sosiego. Cuando estamos superando esta terrible gastritis colectiva, tan larga que ya
creíamos crónica, hay que pensar en dejarse vencer por la salud.
Allá voy! se acabó la cháchara!
Begoña se levanta y emprende el sendero que inicia el itinerario prometido.
Bilbao, 29 de mayo de 2006
322

Documentos relacionados