Revista Paso a Paso - 1 - Agencia Colombiana para la Reintegración

Transcripción

Revista Paso a Paso - 1 - Agencia Colombiana para la Reintegración
FÚTBOL Y PAZ
Agenci a Colom b ian a pa ra la Rein tegr a ción
PASO A PASO
FÚTBOL Y PAZ
ÍNDICE
4
Editorial:
LA PAZ PUEDE SER
REDONDA
Revista Paso a Paso No. 01
5
Introducción:
Fútbol y paz
Fútbol y paz
Director General Agencia Colombiana para la Reintegración:
Alejandro Eder
Secretario General
Omar Alfonso Ochoa MALDONADO
Directora Programática de Reintegración
Gisella De Andreis Gámez
6
La reintegración
puso a rodar el
balón en
un resguardo
indígena de Caldas
Asesor de Comunicaciones:
8
El día en que el
Pascual Guerrero
fue blanco
12
Voces de fútbol y
paz
página dos
Colaboradores:
2
Álex Bonilla Niño
Angélica Alzate Benitez
Cristian Torres Rodríguez
Diana Suárez Díaz
MarÍa Antonia Duque Castellanos
Paula Ardila Rendón
10
Del pase a pase al
paso a paso
Diseño gráfico:
Mauricio Mora Echeverry
3
Fotografías:
Cortesías:
Impresión:
Imprenta Nacional
Agencia Colombiana para la Reintegración
14
PEDRO, un instructor
de fútbol que le quita
niños a la guerra
19
“Si algo debe unir
a los pueblos es el
fútbol”: Carlos Antonio
Calle 12C No. 7-19 Pisos 11-15
16
“Cambiar el campo
de batalla por el
fútbol es un gran
avance”: Eduardo Arias
21
El comandante del
fútbol
26
Una familia unida
por el fútbol y la
reintegración
Tels: 5932211
www.reintegracion.gov.co
Facebook: Amigos de la Reintegración
Twitter: @Reintegracion
Youtube: Reintegración ACR
Vélez
Bogotá D.C., Colombia
ISSN: 2344-7621
24
Con el Golombiao
los jóvenes
construyen paz
página uno
página dos
Juan Aguayo. Mercadeo RCN Radio. (Fotos Carlos Antonio Vélez)
Eduardo Arias
FREDDY ARANGO, LA PATRIA
página uno
Hernando Salazar Palacio
La paz
puede ser
redonda
página cuatro
Alejandro Eder
4
M
ás allá del juego de palabras de este
título, la paz puede ser redonda. Sí,
porque la paz puede nacer de un
balón de fútbol, porque el fútbol, como la paz,
requiere de juego en equipo, de que se cumpla
con las reglas y de que cada uno ponga de su
parte.
El juego de palabras que usé en el título de este
editorial surgió de un libro muy interesante,
“Dios es redondo”, escrito por el mexicano
Juan Villorio.
FÚTBOL Y PAZ
Introducción
El fútbol
y la paz
N
elson Mandela, quien pasó más de un
cuarto de siglo preso por razones de
conciencia en Suráfrica y luego fue
presidente de su país, cuando cayó el régimen
segregacionista del Apartheid, dice que el deporte tiene el poder para cambiar el mundo y
unir a las personas en una sola dirección.
El balón de fútbol, esa bola mágica detrás de la
cual corren 22 jugadores en una cancha, mueve
todos los días a miles de millones de personas
en todo el mundo.
El fútbol es, sin duda, uno de los deportes que
generan más pasión y unión. Congrega bandos
contrarios y permite, así sea por unos instantes, olvidarse del conflicto y los problemas que
enfrenta un país. Esta edición de la revista de
la ACR está dedicada al poder transformador
del fútbol en un país como Colombia que
construye paz y reintegra a miles de personas
desmovilizadas Paso a Paso.
Muchos amantes del fútbol viven en Colombia,
donde existen 36 clubes profesionales y una
selección que pone a vibrar a los 46 millones
de habitantes
La historia nos ofrece ejemplos de cómo en medio de la guerra hubo treguas para que incluso
los bandos contrarios aprovecharan para jugar
un ‘picadito’.
Como en la Agencia Colombiana para la
Reintegración (ACR) conocemos el fervor de
millones de colombianos por el fútbol, desde
comienzos del 2013 pusimos a rodar una iniciativa que busca enviar un mensaje de paz y
reconciliación en un país que lleva más de medio siglo en conflicto.
El 24 de diciembre de 1914, durante la
I Guerra Mundial, tras el hastío de los
combates, en Ypres, actual Bélgica, ingleses
y alemanes permanecían en sus respectivas
trincheras. En el lugar no había altos oficiales.
El bando alemán comenzó a decorar los frentes
de batalla con objetos navideños y a cantar la
popular ‘Noche de paz’. Los ingleses se unieron
al coro y se empezaron a asomar banderas
blancas.
Y porque sabemos del inmenso poder de
convocatoria del fútbol, le hemos dedicado
esta revista a ese deporte. Sabemos que el
fútbol es una pasión capaz de parar guerras,
de prevenir el reclutamiento de niños, niñas,
jóvenes y adolescentes, una pasión capaz de
generar fuertes lazos, una pasión capaz de
reconciliar a rivales y, por supuesto, una pasión
capaz de generar identidad nacional.
Que la paz sea redonda no quiere decir que sea
un balón de juego, sino, más bien, un vehículo
que nos invita a todos, como sociedad, a
trabajar juntos, independientemente de que
pertenezcamos a diferentes equipos y
luzcamos camisetas distintas.
Luego hubo un intercambio de bebidas, comida, cigarrillos y un soldado apareció con un
balón. Y luego alemanes y británicos jugaron
al fútbol, sin matarse. En medio de una de las
guerras más sangrientas de la historia (que dejó
8 millones de muertos y 6 millones de inválidos), dos bandos enemigos dejaron las armas
para unirse alrededor del fútbol y tener un momento de paz.
Existen testimonios que cuentan que en la
guerra civil española (1936-1939) los soldados
rasos de los bandos republicanos y nacionales
también intercambiaban tabaco y papel para
armar cigarros, y aprovechaban los momentos
de tranquilidad para jugar partidos de fútbol.
En Colombia, el fútbol es tal vez uno de los
acontecimientos que une a la mayoría de las
personas, sin distingos de clase social, partidos
o militancias políticas. Cuando juega nuestra
Selección Colombia, se paralizan los que están
en el monte, los que se desmovilizaron, los que
pertenecen al Ejército o la policía, los que son
civiles y están ajenos al conflicto.
Además, el fútbol se ha convertido en una
herramienta para prevenir el reclutamiento de
la niñez y juventud en el conflicto armado,
así como para promover espacios de convivencia y aprovechamiento del tiempo libre.
Actualmente, personas que se desmovilizaron
de grupos armados y están en Proceso de Reintegración enseñan fútbol a niños y jóvenes para
ofrecer espacios sanos de esparcimiento.
De otra parte, en Ríosucio, Caldas, un grupo de personas en Proceso de Reintegración
construyó una cancha como parte de su Servicio Social, con el fin de generar espacios de
reconciliación en una comunidad indígena.
Esta cancha se quería construir hace 20 años
y solo ahora, gracias al trabajo voluntario de
estas personas que se reintegran a la sociedad,
ha sido posible generar un espacio de paz en un
territorio que antes estaba azotado por el conflicto armado.
Unidos por
el fútbol
El año pasado se hizo famosa la historia de Luis
Arturo Arcia, un sargento del Ejército Nacional,
que estuvo en poder de las Farc durante 14
años. Arcia es la persona que más tiempo ha
permanecido secuestrada en el país. Liberado
el 2 de abril del año pasado, este soldado y
un comandante de la guerrilla tenían algo en
común: eran hinchas fervientes del Santa Fe.
En una de las pruebas de supervivencia que
envió desde su cautiverio Arcia vistió una
camiseta gris con el escudo de su equipo
favorito, que él mismo bordó en cautiverio. Por
esto, cuando fue liberado, hinchas de Santa Fe le
hicieron llegar varias camisetas a través de la
Cruz Roja. Una de ellas se la obsequió el sargento
Arcia al comandante guerrillero. “En la selva,
Santa Fe también tiene su hinchada”, le dijo el
guerrillero al soldado.
Emergen así los distintos matices del conflicto,
en el que se humaniza al “enemigo”, tal y como
sucede en la película de Sergio Cabrera, Golpe
de Estadio, una parodia del conflicto en la que
ambos bandos hacen una tregua para vivir la
fiesta del fútbol y se desdibuja así la delgada
línea de los estereotipos entre buenos y malos,
víctimas y victimarios.
Colombia, con un conflicto de más de cinco
décadas, necesita del fútbol y el deporte para
ir en una sola dirección, la dirección de la
construcción de la paz. Este país necesita
entrenar como un verdadero equipo, jugar
limpio y tener el apoyo de una gran hinchada
que promueva la paz y la reconciliación.
5
página cinco
página cuatro
Por eso hicimos un Clásico Blanco entre el
Deportivo Cali y el América de Cali; por eso
haremos otro clásico en Barranquilla entre los
equipos de la Costa Caribe y por eso estamos
construyendo una alianza con la Federación
Colombiana de Fútbol, que en el pasado partido Colombia-Bolivia les dio empleo a más de
50 personas desmovilizadas que están en Proceso de Reintegración.
También gracias al fútbol personas en Proceso de Reintegración han trabajado en la
logística de importantes encuentros como el
de las eliminatorias en Barranquilla, el pasado
22 de marzo, en el que Colombia ganó 5-0 a
Bolivia. Esta ha sido una oportunidad para que
estas personas y el Proceso de Reintegración se
visibilicen, pero también para que tuvieran ingresos económicos.
página cinco
PASO A PASO
La reintegración puso a rodar el balón en un
resguardo indígena de Caldas
Por Angélica María Alzate Benítez
U n g r u po de personas en Proceso de Reintegración construyó una can c h a d e f ú t b o l
q u e e s hoy el punto de encuentro para los habitantes de la comunidad d e Si s i r r á . E s t a
a c c i ó n de Ser vicio S ocial se convir tió en un mecanismo de unión y re c o n c i l i a c i ó n ,
e n t o r n o al balón de fútbol.
D
esde hace ocho meses, los 150
habitantes de la comunidad de
Sisirrá, en el resguardo indígena
de San Lorenzo, en Ríosucio (Caldas), se gozan más los partidos de fútbol que
organizan, sagradamente, cada ocho días.
página seis
Carlos Andrés Castro, líder del Centro de Servicios de la ACR en el Eje Cafetero, destaca
que esta acción es una de las muchas que los
colombianos en Proceso de Reintegración están
haciendo por sus comunidades y recuerda que
en esta cancha se hizo un torneo navideño que
integró a 10 equipos de 4 comunidades.
“Los encuentros se adelantaban los domingos,
cada equipo debía pagar su arbitraje y una pequeña inscripción para la premiación final, la cual
consistió en unas anchetas. Esta fue una actividad que le sirvió a la comunidad para integrarse,
para celebrar y para seguir consolidando los lazos
de paz. También es muy importante contar que
las mingas culturales de la comunidad de Sisirrá
tienen epicentro en la cancha de fútbol y estas se
convierten en toda una fiesta”, dice Castro.
En el sitio también se han hecho convites, que
han servido para la ampliación de la cancha y la
nivelación del terreno. Desde el mes de marzo,
en el Resguardo de San Lorenzo se desarrolla
un campeonato de fútbol, en el que participan
más de 20 comunidades adscritas al resguardo
y la administración local del municipio de Ríosucio. La cancha construida por los personas
en Proceso de Reintegración cumplió con las
características necesarias para ser uno de los escenarios del torneo y, por primera vez, esta comunidad puede disfrutar de la fiesta del fútbol,
sin tener que emprender largas caminatas por
las trochas de sus montañas.
Él es una de las personas en Proceso de Reintegración que prestó sus manos y sus fuerzas para
aplanar el terreno que se convirtió en el centro
de encuentro de estas 150 personas, que hoy
disfrutan del fútbol con la seguridad de que la
pelota, la reina de esta fiesta, no terminará rodando por uno de los voladeros que escoltan a
esta comunidad que, después de ser escenario
de guerra, hoy es una zona que respira paz.
12
personas en Proceso de
Reintegración participaron en
la construcción de la cancha
de fútbol de la comunidad de Sisirrá.
Durante 20 años esta comunidad había
esperado esta obra.
“Teníamos unos hermanos que se habían
ido a empuñar las
armas, hoy están con
nosotros y eso ya es
motivo para celebrar”,
Ángel Bueno, médico
indígena del resguardo
de San Lorenzo (Ríosucio – Caldas).
página siete
página seis
Ese día, en este resguardo ubicado a una hora
y 40 minutos a pie, de la comunidad se San
Jerónimo, en Ríosucio, hubo fiesta, hubo
ritual de armonización a cargo de un médico
indígena, hubo guarapo y foto con el alcalde
del pueblo. Ese día también hubo tiempo
para recordar cómo, hace 10 años, subir hasta donde estos indígenas de la comunidad
Embera Chamí era casi firmar una sentencia de
muerte, ya que este era un territorio dominado
por las Farc, a donde prácticamente solo subía
el viento.
Él fue uno de los primeros invitados en llegar
a la inauguración de la cancha y hoy, ocho
meses después de la entrega de este escenario
deportivo, califica el trabajo de las personas
desmovilizadas en Proceso de Reintegración
como un aporte a la construcción de
comunidad y de unión entre los pueblos.
Para cuidarla y bautizarla como un territorio de
paz, a la cancha le hicieron un ritual de armonización y, con el humo de un tabaco y el olor
de esencias extraídas de plantas ancestrales, el
médico indígena Ángel Bueno le hizo un con-
juro. “Teníamos unos hermanos que se habían ido
a empuñar las armas, hoy están con nosotros y eso
ya es motivo para celebrar”, aseguró el médico
indígena.
“Gracias a la reintegración no solo volvimos a ver
a nuestras familias y nos salvamos de la muerte
que era lo único que podíamos tener seguro, sino
que también estamos haciendo cosas positivas por
nuestros hermanos. La cancha de fútbol es una
muestra de ello. Este es un sueño que teníamos todos y hoy lo podemos disfrutar con nuestros hijos”,
dice Luis Gonzaga Gañán.
El 10 de septiembre del 2012, gracias a una
acción de Servicio Social que hicieron 12
personas en Proceso de Reintegración, los
habitantes de Sisirrá inauguraron su primera
cancha de fútbol de superficie plana.
“Los habitantes de esta comunidad llevaban mucho tiempo esperando un espacio para
reunirse, para recrearse. Esta zona fue un
escenario de guerra y ahora uno puede decir
que es de paz. La gente volvió. La tierra está
siendo cultivada de nuevo. Hay esperanza. Uno
hubiera querido hacer algo antes, pero las
condiciones de acceso son difíciles, una máquina no puede subir. Gracias a que las personas
desmovilizadas, a punta de pico y pala,
construyeron la cancha, se cumplió el sueño”, dice
Abel David Jaramillo, alcalde de Ríosucio.
Aunque no es de gramilla verde impecable, sino
de tierra que parece arcilla, la cancha se convirtió en el punto de encuentro y el motivo de
felicidad para esta comunidad, que había esperado, por dos décadas, que le construyeran un
espacio para poner a rodar el balón y organizar
fiesta en torno al fútbol y al sabor del guarapo.
foto: Freddy Arango cortesía La Patria
20 años esperaron para aplanar un terreno,
ubicado en la cima de una montaña y lograr
que un balón les durara para todo un torneo,
pues casi todos los perdían, no por viejos ni por
rotos, sino porque se rodaban por una loma.
6
FÚTBOL Y PAZ
página siete
PASO A PASO
PASO A PASO
FÚTBOL Y PAZ
25
mil personas,
aproximadamente,
asistieron al primer
‘Clásico Blanco’ realizado por la
ACR en enero en Cali.
página ocho
El día en que el
Pascual Guerrero
fue blanco
Por: Angélica María Alzate Benítez
L
a combinación de todos los colores da como resultado el blanco y el blanco es el color de
la reconciliación, es el color de la paz. Puede que esta afirmación tenga detractores, que
la quieran cuestionar con argumentos desde la física, por aquello de la luz y del color;
o desde la filosofía, por aquello de que la paz no tiene color. Sin embargo, habiendo
sido testigo, junto con otras cerca de 25 mil personas, de lo que pasó en las tribunas del estadio
Pascual Guerrero de Cali la tarde del 21 de enero del 2013, me atrevo a decir que la afirmación es
completamente cierta.
Ese día, el templo del fútbol vallecaucano no estaba vestido de verde, como cuando se llena con
los hinchas del Cali, tampoco lucía adornado con el rojo escarlata que tanto emociona a la afición
americana. Ese día, el imponente escenario deportivo que sobresale en medio de las calles del
tradicional barrio San Fernando, se llenó de camisetas blancas, en la fiesta que fue bautizada como
el ‘Clásico Blanco’ por la Reconciliación y la Reintegración.
Las más de 25 mil personas que presenciaron
esta fiesta del fútbol por la Reconciliación y
la Reintegración no tuvieron que comprar la
boleta. Las entradas para esta tarde futbolera
fueron entregadas de manera gratuita a los
niños que integran las escuelas deportivas de
Cali y algunos municipios vecinos. También
se compartieron con la Policía, el Ejército y
algunas entidades que apoyaron la logística
del evento, como la Gobernación del Valle,
la Alcaldía de Cali, la Unidad de Acción
Vallecaucana, la Cámara de Comercio de Cali
y la Fundación Paz y Bien, entre otras.
Ese día no importaba si los asistentes al estadio eran seguidores de un equipo o de otro. Ese día lo
que importaba era llenar el estadio para apoyar una causa que ya se está alojando en los imaginarios
de los colombianos: la de la reintegración a la sociedad, de las personas que han dejado los grupos
armados ilegales.
En el campo de juego los protagonistas fueron
los jugadores del Deportivo Cali, del América
de Cali y las glorias del fútbol regional, quienes
le pusieron el corazón al partido preliminar,
que abrió la programación deportiva en una tarde memorable para el Pascual Guerrero. Dentro
de los jugadores ya retirados de la competencia, pero que siguen activos para trabajar por causas
que benefician al país y que cumplieron la cita con la Reconciliación, estuvieron Freddy Rincón,
Harold Lozano, Jairo Arboleda, Sergio ‘Checho’ Angulo, Walter Escobar, Leonardo Fabio Moreno
y James Cardona.
Rincón, quien hizo parte de la Selección Colombia y del América de Cali, fue uno de los más
entusiastas con la actividad. Cuando se preparaba para saltar a la cancha manifestó que “jugar por
la paz de Colombia es una necesidad porque todos la necesitamos”. Para muchos niños, que fueron
al estadio acompañados, en su mayoría, por sus padres, ver a Rincón correr tras un balón fue como
un sueño cumplido. “Yo había oído hablar de él toda la vida, que porque le hizo un gol a Alemania,
que porque era muy bueno, que porque ha sido de lo mejor que ha tenido el América y hoy logré
verlo jugar”, dijo David, un pequeño, de ocho años, aficionado al América, quien llegó al partido
acompañado de su familia.
Freddy Rincón señaló también que la construcción de paz debe comenzar por las familias, y eso,
precisamente, fue lo que se vivió en la tarde del 21 de enero en el Pascual Guerrero, una fiesta de
las familias, por la paz y la reconciliación.
Sin mucha habilidad salieron a la cancha
el ministro de Minas, Federico Renjifo;
Samuel Azout, en ese momento director de
la Agencia Nacional para la Superación de
la Pobreza Extrema; Alfonso Otoya, quien
actuaba como alcalde encargado de Cali; las
medallistas olímpicas Yuri Alvear y Jackeline
Rentería; la actriz y cantante Yolanda Rayo;
Felipe Montoya, quien era el responsable
del Centro de Servicios de Cali y finalmente
Alejandro Eder, director general de la ACR.
Todos le apostaron al gol en el arco defendido
por el exarquero Jorge Rayo. Sin embargo, solo
Yolanda Rayo logró anotar. Eso sí, lo que quedó
claro es que todos, desde su trabajo, desde su
vida diaria, le quieren meter goles a la guerra.
“Con el ‘Clásico Blanco’ ganamos todos”, dijo
Eder al finalizar la actividad futbolística.
El marcador del juego de fondo de aquella
tarde futbolera, del 21 de enero, en el Pascual
Guerrero, favoreció al Cali, que ganó un gol
a cero al América. El día en que el Pascual
fue blanco quedará en la memoria de todos
los asistentes, de la prensa que registró el
evento, de los funcionarios que asistieron, de
los artistas y deportistas que se unieron y de
los niños, muchos de ellos que celebraron su
primera visita al estadio.
Pero sobre todo, ese día, quedará en la memoria
de las decenas de personas desmovilizadas en
Proceso de Reintegración, que sintieron que
el país los puede recibir, que sintieron que así
como pudieron compartir juntos una gradería
en un estadio podrían compartir la fila de un
bus, el trabajo en una empresa, un escritorio
en un colegio y, lo mejor de todo, compartir
el sueño de un país sin guerra, donde los goles
que se anoten sean los de la reconciliación y los
partidos que se ganen sean los de la paz.
9
página nueve
El Clásico Blanco
quedará en la
memoria de las
decenas de personas
desmovilizadas
en Proceso de
Reintegración, que
sintieron que el país
los puede recibir.
8
Para las glorias del fútbol el ‘Clásico Blanco’
fue una excelente excusa para reunirse, para
ver a viejos amigos y para demostrar que aún
son unos excelentes jugadores. El juego central,
en el que participaron con nóminas mixtas
el América y el Cali, les abrió espacio a unos
inexpertos con el balón, que se robaron el show
a la hora de cobrar los llamados ‘Penaltis por la
reconciliación’.
página nueve
página ocho
“Jugar por la paz de
Colombia es una
necesidad porque
todos la necesitamos”,
Freddy Rincón, ex
jugador del América
de Cali y de la
Selección Colombia.
Fútbol y Reintegración
Del pase a pase al paso a paso
página diez
Por: Cristian Torres Rodríguez
10
R
ecibir un pase de Carlos ‘El Pibe’ Valderrama en un campo de juego fue un sueño cumplido
para muchas personas desmovilizadas en Proceso de Reintegración de Barranquilla. Verlo
jugar después de 10 años de retiro también fue un sueño cumplido para los amantes del
fútbol, que adoran y extrañan al eterno 10 de la selección Colombia.
Sentado en un canapé de su apartamento, con la camiseta de la selección puesta, jeans rotos y los
pies descalzos, ‘El Pibe’ dice con su inconfundible acento que su cabellera dorada, que brilló en los
principales estadios del mundo durante 23 años de carrera profesional, no está en venta. Y agrega
que está “¡mamao de la violencia!”.
A sus 51 años, ‘El Pibe’ mantiene los pases, los taquitos, el trote lento, la elegancia y el dominio
del balón que desesperó a un sinnúmero de rivales, y le pide calma al gentío que lo aborda para las
fotos, que le hala la camisa y le suplica por un autógrafo.
Dice ‘El Pibe’ -con extrema sencillez- que sentir el desbordado cariño de las personas “es lo más
rico del mundo”.
En el partido con las personas desmovilizadas en Barranquilla la máxima figura de la historia
del fútbol colombiano demostró por qué sigue siendo el más grande. Él considera que jugar un
partido de esta naturaleza “es un granito de arena” que puede aportar para la reconciliación y la paz
del país.
Además de ‘El Pibe’, al partido llegó el legendario Marcos Coll, recordado por ser el autor del
único gol olímpico hecho hasta ahora (Chile 1962) por una selección Colombia en una Copa
Mundial de la FIFA.
“Con ‘El Zipa’ González hicimos una jugada en pared que terminó en tiro
de esquina. Pedernera (Director Técnico de entonces) me dijo que yo debía
cobrar los tiros de esquina del lado izquierdo, porque yo era derecho. Cuando
yo voy a cobrar, pongo la pelota, miro al área y veo que el ruso más bajito
medía uno ochenta y pico, ¡unas vigas!, y mis compañeros Klinger, Rada y
Acero eran todos bajitos. En ese momento me viene a la memoria tirarlo a
media altura. Efectivamente yo le pego sin mucha fuerza, pero el que cubría
el palo se abre, entra la pelota y ¡pum! Ese gol marcó mi vida, en la calle ya no
me dicen Marcos, me dicen olímpico”, recuerda Coll con nostalgia.
Todo eso ocurrió por un error del mejor portero del mundo de la época, Lev Yashin, conocido
como ‘La Araña Negra’. Eran pasadas las 4:00 de la tarde del 3 de junio de 1962 en el estadio
Carlos Dittborn, en Arica, norte de Chile, cuando la Unión Soviética, a los 68 minutos del partido,
recibió ese gol de Colombia. Al final, el marcador fue 4 a 4, que presenciaron 8.040 personas.
Con tula en mano, Coll se calzó unos guayos olvidados por el tiempo y con algo de timidez, pero
con grandeza, jugó fútbol a sus 77 años. Él enfatiza que “necesitamos que la paz aparezca ya, de una
vez por todas”.
Y Coll agrega que a las personas desmovilizadas en Proceso de Reintegración
“hay que reintegrarlas para que puedan volver a tener una vida, una
familia”.
En Barranquilla, el día del partido con las personas desmovilizadas, el público incrédulo
preguntaba: “¿el viejito va a jugar?”. Ese día la ACR hizo posible algo sin antecedentes en la historia
del fútbol colombiano: que ‘El Pibe’ jugara en un mismo equipo con Marcos Coll, dos históricos
mediocampistas y mundialistas.
“Si nosotros ayudamos a reintegrarlos a la sociedad, estas personas podrán
ayudar a otros”, comentó ‘El Pibe’ antes de entrar a la cancha de la Unidad
Deportiva que lleva su mismo nombre.
El director técnico de este equipo fue Iván René Valenciano, el segundo mejor goleador en la
historia del fútbol profesional colombiano, quien tiene un acumulado de 217 goles. Según
Valenciano, el mejor gol que ha hecho en su vida “es haber vivido tranquilo, en paz, en un país
como este que es muy lindo”.
En este partido jugó una nómina de lujo,
que desempolvó los mejores recuerdos del
Junior de Barranquilla, con ‘El Pibe’ y Marcos
Coll, Víctor Danilo Pacheco ‘Pachequito’,
Orlando Ballesteros, Emerson ‘El Piojo’ Acuña
y Leonardo Rojano, todos con el mismo
objetivo. Por eso Eveth, una persona en Proceso
de Reintegración, agradeció a la ACR y a los
exfutbolistas “por creer que la paz se construye
con espacios de reconciliación”.
Valenciano no tuvo éxito en su primera
experiencia como director técnico, su equipo
el de las estrellas y personas desmovilizadas
en Proceso de Reintegración perdió 7 a 5 con
el de los periodistas, resultado que pasó a un
segundo plano, porque era un asunto de Paz,
Reconciliación y Reintegración. “¡Paso a paso
construimos paz!”, dijo Iván René.
“Compartir con esta gente en un
partido de fútbol es un lindo motivo.
En un país donde las cosas no son
fáciles, todos queremos vivir en
armonía, con tranquilidad y paz en
Colombia”, manifestó el máximo
goleador en la historia del Junior.
El escenario no pudo ser mejor, la “Unidad
Deportiva Carlos ‘El Pibe’ Valderrama”, que
tiene de marco el estadio Metropolitano,
la casa de la selección. Allí asistieron varios
aficionados, como ‘El Cole’, hincha número
uno de la selección Colombia.
“Cuando uno ha tocado fondo es cuando entiende
esto, y lo entiende porque uno toma decisiones
equivocadas, por falta de oportunidades, porque
de pronto no tuvo una formación adecuada en el
hogar. ¿Qué es lo importante de esto? Reflexionar
y volver a ser esa persona. Qué bacano uno poder
decir: lo logré, tuve un pasado que hoy en día es
historia y me siento realizado”, sentenció ´El
Cole.
Para Danka Bolívar, responsable de la ACR
en Barranquilla y Atlántico, así como el fútbol
se construye pase a pase, la Reintegración
´se hace paso a paso y uno de esos pasos fue
que 50 personas en Proceso de Reintegración
trabajaran en la logística y acomodación en el
estadio Metropolitano, gracias al apoyo de la
Federación Colombiana de Fútbol.
Así como Carlos Valderrama nunca olvidará el
5 a 0 que Colombia le propinó a Argentina en
Buenos Aires, gracias a sus excelsos pases, estas
50 personas tampoco olvidarán la oportunidad
que les dieron de trabajar en el Metropolitano
el día en que Colombia derrotó 5 a 0 a Bolivia,
en medio de la cumbiamba y el porro que
animó el partido de ese día.
11
página once
página diez
En Barranquilla se
jugaron dos partidos
por la reconciliación
y la Reintegración.
Uno reunió a glorias
del fútbol del
C a r i b e, c o m o ´ E l
Pi b e ´ Va l d e r r a m a
y Marcos Coll,
a periodistas
y a personas
desmovilizadas
e n Pr o c e s o d e
Reintegración.
El otro, entre
Colombia y
Bolivia, empleó
a 50 personas,
que se reintegran
a la sociedad, en la
logística.
FÚTBOL Y PAZ
página once
PASO A PASO
PASO A PASO
Voces de fútbol y paz
Clásico B lanco. A m é r i c a d e C a l i V s . D e p o r t i v o C a l i
“Siempre que se realicen estos partidos vale la
pena participar. Debemos apoyar a las personas
desmovilizadas. Invito a la gente para que estos clásicos se
vivan en paz y para los que están allá en la selva piensen en
el futuro de Colombia, que se desmovilicen, que aquí la van
a pasar mejor”:
12
B a r r a n q u i l l a - Pa r t i d o p o r l a E l i m i n a t oria al Mundial Brasil
2 0 1 4 ( C o l o m b i a - Bolivia)
“Aquí también, en
Barranquilla, les vamos a
dar oportunidades, a aquellas
personas que decidieron
dejar atrás las armas, de
reintegrarse a la vida de todos
los colombianos, que es una
vida en donde reina la paz”.
Elsa Noguera De la Espriella (Alcaldesa
de Barranquilla 2012 - 2015).
“El odio, el rencor y el
egoísmo son contrarios a la
paz. Aquí hay muchos niños
y niñas. No debemos olvidar
que en cualquier sociedad
ellos son primero”:
“Se debe fomentar el deporte y la cultura entre los jóvenes
para que tengan algo positivo en qué pensar y no sean un
objetivo para la guerra”.
*Claudia (Persona en Proceso de Reintegración del Centro de Servicios ACR en
Barranquilla. Promotora Deportiva).
*Nombre protegido.
página trece
página doce
Harold Lozano (Exfutbolista colombiano, quien jugó con el América de Cali e hizo
parte de la Selección Colombia en los Mundiales de 1994 y 1998).
FÚTBOL Y PAZ
13
Angelino Garzón (Vicepresidente de la
República).
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“Lo lindo de todo esto es que la gente empiece a disfrutar con
la familia, que los niños puedan asistir al estadio. El fútbol
es de familia, es una fiesta para vivir en paz”:
Alexis Viera (Portero del América de Cali).
“La paz se construye desde
el hogar, desde allá se
forma a las personas y los
ciudadanos”:
Freddy Rincón Valencia (Exfutbolista
colombiano, autor del gol del empate
contra Alemania en el Mundial Italia
1990).
“La verdadera paz se
construye abriendo espacios
para que esas personas que
decidieron renunciar a la
“La Reintegración de personas desmovilizadas es un trabajo
guerra puedan reintegrarse
a la sociedad como debe ser. muy importante, en el que se ayuda a personas que han tenido
una vida marginada y difícil. También es una labor muy
Todos debemos apoyarlos
bonita, porque es muy gratificante transformar positivamente
desde la administración
sus vidas. Hay que darles una segunda oportunidad porque
pública, la empresa privada y
todas las instancias del país”. son seres humanos y debemos entender el por qué ingresaron a
los grupos armados ilegales”.
José Vargas Palacio (Alcalde de Galapa,
Atlántico).
Carlos Sánchez (Futbolista de la Selección Colombia).
FÚTBOL Y PAZ
PEDRO, un instructor de fútbol que le
quita niños a la guerra
Por: María Antonia Duque Castellanos
es el bueno y quién es el malo y que no quieren
ser como ´los muchachos´.
y que iba a tener su equipo de fútbol, una
promesa que no le cumplieron.
“Este ha sido un barrio complicado y de aquí
han salido grupos delincuenciales de Medellín”,
explica Juan Fernando Vélez, responsable del
Centro de Servicios de la Agencia Colombiana
para la Reintegración, ACR, en Medellín.
“El que quería llevarme era una persona que
se había criado conmigo en el pueblo, cuando
me casé, manejaba una canoa para atravesar
el río. A diario me insistían y me ofrecían más
sueldo y nunca quise recibir esa oferta. Un día
construyeron un puente y yo no sabía qué hacer.
El alcalde del pueblo me llamó y me dijo que
yo era una insignia del deporte en el pueblo y
que me quería colaborar, pero como no terminé
el bachillerato no se pudo… ahí no sabía qué
hacer y las Auc insistiéndome y yo sin plata y con
señora… (Al amigo) le dije que me iba, pero si me
montaba una escuela de fútbol, me lo prometió, yo
no quería hacer nada más”, narra Pedro.
página catroce
Según Vélez, estos son contextos complicados,
porque se crean círculos de violencia, en los
que los referentes para estos niños son los
muchachos mayores que pertenecen a bandas
criminales. “En estos barrios hay que ser el
‘parao’, el bandido, el que anda ‘enfierrao’ porque
al ‘pelao’ bien lo tratan mal y nadie le para bolas.
Ese es el modelo a seguir, porque son los que tienen
las muchachas más bonitas, los que mejor se
visten y que andan con su moto y fierro. Así es
muy complejo trabajar en evitar el reclutamiento
desde estos barrios, porque los modelos a seguir son
arraigados a la ilegalidad”, asegura Vélez.
14
S
on las 2 de la tarde en una comunidad
afectada por la violencia de la ciudad
de Medellín. A pesar de la lluvia, un grupo
de niños espera en la cancha de fútbol a su
entrenador. Cuando lo ven a lo lejos celebran
su llegada, como si fuera el momento más
esperado del día.
‘El profe’ sonriendo se acerca a los niños, que
lo rodean, los saluda de mano y se va en busca
de los conos y los balones de fútbol para iniciar
el entrenamiento.
-¡Hey profe! ¿Qué vamos a hacer? ¡Juguemos
un partidito!- le dicen los niños, ansiosos.
-Esperen muchachos ¡con calma que ya les digo
qué vamos a hacer!- responde el profe Pedro*,
con una sonrisa y un gesto de tranquilidad.
“Uno les aporta
mucho a esos niños
en la educación de la
vida. Yo me atrevería
a decir que le estoy
quitando esos 170
niños a la guerra”:
Carlos.
Desde muy pequeño, Pedro es un apasionado
del fútbol. Lo considera una herramienta
para ayudar a estos niños de las comunas de
Medellín a estar ocupados y soñar con una vida
diferente a la que ven en sus barrios.
un equipo. El fútbol es bueno, porque uno con
eso puede salir adelante”, dice Andrés, uno de
los 170 niños que entrena en esta cancha,
considerada un espacio de paz en medio del
conflicto.
“La verdad es que antes me daba un poco de miedo
llegar al barrio, pero ahora me siento muy feliz, lo
que hago con estos muchachos habla por mí y por
eso nadie se mete conmigo y me dejan trabajar.
Los niños me tratan como si fuera el papá de ellos,
salen corriendo a abrazarme y a saludarme”, dice
el profe de fútbol de uno de los barrios más
violentos de la ciudad.
“Veo delincuencia y robos, en mi barrio matan
a mucha gente y yo no quiero hacer esas cosas.
No quiero irme por malos caminos, quiero ser
soldado cuando sea grande. El fútbol lo aleja a
uno de cosas malas, de robar y de meterse por
ahí en bandas que son malas porque matan a
las personas. Eso es muy feo y yo quiero sacar a
mi familia adelante y ‘jugar balón’”, afirma
Andrés*, quien a sus 8 años, desde la ventana
de su casa, ha presenciado la muerte.
El profe organiza los conos para que los niños
los pasen en forma de zigzag y oficialmente
inicia el entrenamiento.
“Yo quiero ser un futbolista y para eso juego en
Por su dedicación como entrenador de fútbol,
Pedro se ha ganado el respeto y admiración
entre estos niños.
Cuando sean grandes, ellos quieren ser
soldados, para “salvar a toda la gente, para no
hacer males, cuidar a los animales, volverse más
serios y no hacer cosas malas!”, dice Julian*,
orgulloso con su uniforme muy bien puesto y
un chaleco con el nombre de su equipo que le
llega hasta las rodillas.
Julian cree que el fútbol le ayuda a la gente a
ser más grande y a tener más fuerza. “Uno con el
fútbol aprende a no pelear, a no decir groserías”,
enfatiza el niño.
A estos niños, que apenas descubren el mundo,
les robaron la inocencia. Cuando estamos
en el entrenamiento, a ellos los vigilan ‘los
muchachos’, una banda criminal que controla
cada movimiento del barrio, quién entra y
quién sale. Aun así, los niños tienen claro quién
Es entonces como nacen diferentes estrategias
para mantener a estos niños ocupados en otro
tipo de actividades. En Colombia más de 6.000
personas desmovilizadas, de las 30.500 que
están en Proceso de Reintegración con la ACR,
están realizando acciones de Servicio Social
en todos los rincones del país. Unos tienen
escuelas de boxeo, otros acompañan a los
niños de su barrio en clases de patinaje, hacen
brigadas de salud, pintan escuelas, recuperan
espacios públicos, cuidan adultos mayores, les
enseñan a tocar instrumentos musicales y otros,
como Carlos, son profesores de fútbol.
Pedro nació en la Costa Pacífica colombiana,
siempre fue una persona carismática, y entre 9
hermanos él era ‘el futbolista’. Quiso jugar en
un equipo profesional, pero dice que por vivir
lejos de la ciudad no tuvo la oportunidad de
serlo.
Durante 9 años Pedro perteneció a un grupo
armado ilegal, se desmovilizó y decidió entrar
al Proceso de Reintegración y aportarle a
la construcción de paz desde la legalidad.
Como Director Técnico de Fútbol, entrena
a 170 niños para que no tomen decisiones
equivocadas en su vida. Sueña con volver a
su pueblo y crear un semillero para ayudarle
a los talentos de su municipio a ser futbolistas
profesionales.
“Pedro siempre ha sido un líder. Yo creo que
con acciones como las de él se demuestra que el
Proceso de Reintegración sí funciona, que es
exitoso cuando se ven iniciativas como ésta, que
le aportan a la comunidad y ayudan a prevenir
el reclutamiento de niños en la guerra”, asegura
Juan Fernando Vélez.
Como persona en Proceso de Reintegración,
‘el profe’ considera que el pasado quedó atrás.
Asegura que fue por su carisma de futbolista
que las Auc insistieron en reclutarlo con la falsa
promesa de que nunca empuñaría un arma
“Ahora me siento mejor que nunca, todo el
mundo me felicita por mis logros, por ser bachiller,
por estudiar en el Sena la Tecnología en Dirección
Técnica de Fútbol. Yo creo que mi carisma siempre
me ha ayudado. Hoy soy una persona común y
corriente. Me siento muy importante, porque le
aporto a la sociedad, me siento muy feliz. La gente
no me cree que soy una persona desmovilizada por
mi manera de ser, es más importante lo que hago
ahora que mi pasado. Ahora, voy tranquilo por
la vida”.
Para él, el fútbol es todo y asegura que a través
de él inculca toda una filosofía de vida, de
respeto propio y por los demás, que es la base
para conseguir todo lo que se sueña.
“Uno les aporta mucho a esos niños en la
educación de la vida. Yo me atrevería a decir
que le estoy quitando esos 170 niños a la
guerra. El mundo en el que viven esos niños
es bastante violento, la manera de enseñarles
es por medio del juego. Ellos aprenden a
adaptarse a otra vida y eso me hace sentir
excelente. Algún día quiero llevar este
proyecto a mi tierra para seguirle quitando
niños al conflicto. Mi propósito es montar
una escuela de formación para darle talentos
al fútbol colombiano”, sostiene Pedro.
Hoy el entrenamiento no duró más de 15
minutos, porque algunos integrantes de las
bandas criminales del barrio llegaron a sacarnos
de la cancha. Los niños se fueron corriendo
para sus casas.
*Para proteger la vida de los protagonistas de
esta historia no se mencionan ni sus nombres
reales, ni los barrios donde viven.
15
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página catorce
Desde muy
pequeño, Pedro es
un apasionado del
fútbol. Lo considera
una herramienta
para ayudar a estos
niños de las comunas
de Medellín a estar
ocupados y soñar con
una vida diferente
a la que ven en sus
barrios.
Así fue como se convirtió en una especie de
mensajero, pagaba el arriendo y mercaba.
Cuando lo obligaron a entrenar para protegerse
en caso de un ataque, trató de irse, pero no se
lo permitieron, porque ya conocía la estructura
de las Auc. Después de 9 años, hizo parte de
una desmovilización colectiva y dejó el grupo.
página quince
PASO A PASO
“Cambiar el campo de batalla
por el fútbol es un gran avance”:
E d u a r d o
página dieciseis
Por: Cristian Torres Rodríguez
16
A r iaS
“Al igual que cualquier otro deporte,
o las prácticas culturales. Un
campeonato de fútbol puede servir
para limar asperezas entre
miembros de una comunidad
dividida por algún conflicto.”
“Infortunadamente hay personas
que confunden rivalidad con
odio. Y como el fútbol suele ser
un reflejo de la vida, en un país
tan violento y polarizado como este
es muy fácil trasladar esos odios del
mundo real a los escenarios deportivos
y al ambiente del fútbol.”
FÚTBOL Y PAZ
El fútbol
es infinitamente más poderoso que la
política y aglomera varios elementos
que van más allá de dos equipos de 11
jugadores dándole patadas a una pelota.
De hecho, es una actividad social global. La Federación Internacional de Fútbol Asociado, FIFA,
tiene 207 afiliados, en contraste con los 193 miembros de la Organización de Naciones Unidas,
ONU.
Muchos de los aficionados al fútbol se preocupan por el dato más mínimo, para construir la
historia de este magnífico deporte. Uno de esos aficionados es Eduardo Arias Villa, conocido más
por periodista que por biólogo, título que obtuvo en 1982 en la Universidad de Los Andes.
Buena parte de sus 55 años de vida Eduardo los ha dedicado al fútbol, al periodismo y a la música.
Él es bogotano, hincha de Santa Fe -desde 1966 por influencia de dos tíos suyos- y coautor de
varios libros sobre el fútbol, entre ellos El libro del mundial: historia, estadísticas y protagonistas,
publicado en 1994.
Desde 1980, Eduardo ejerce el periodismo. Creó la desaparecida revista Chapinero y ha trabajado
en El Tiempo, Citytv, La Prensa, Cambio 16 y Revista Diners. Fue libretista del programa
Zoociedad, protagonizado por el inolvidable Jaime Garzón. En la actualidad conduce Todo lo que
vemos en Señal Colombia, es columnista en la Revista SoHo y es editor de cultura en la Revista
Semana.
Eduardo hace parte de una familia muy famosa, de la que hacen parte el poeta León De Greiff y
el profesor Otto De Greiff, entre otros.
El fútbol llegó a su vida porque la abuela lo llevaba a donde su hermano, Otto de Greiff, quien
estaba pendiente de los partidos y apostaba al ‘Totogol’ y el ‘5y6’, dos juegos hoy extintos. Eduardo
jugó fútbol en el colegio como cualquier niño y en 1992 inició una colección de camisetas gracias
a que Manu Chao le regaló una del Athletic de Bilbao. Después, compró las de Santa Fe, Boca
Juniors, Ajax, San Lorenzo, Colombia, Alemania, Inglaterra, Holanda, Suecia y Sudáfrica. Cuenta
que su gran amigo, Karl Troller, le regaló la del Vasco Da Gama y la periodista Andrea Varela la
del Envigado.
Eduardo aceptó hablar de fútbol y reconciliación para la revista de la Agencia Colombiana para la
Reintegración (ACR).
¿Cuál es el aporte que le hace el fútbol a
la sociedad?
No sé... es una pregunta complicada. A veces
pienso que el aporte es positivo. Convoca.
¿El fútbol aporta más a la paz o la
guerra?
El fútbol es un ritual de la guerra. Bien
administrado, ayuda a canalizar nuestros
instintos primarios de cerebro reptil hacia un
terreno en que todo se resuelve en un campo
de juego o la pantalla de un televisor en 90 ó
120 minutos de juego. Mal administrado, se
convierte en una mueca de la guerra, de pronto
menos dañina que una batalla, pero donde
aflora ya no una metáfora de la violencia y la
guerra, sino violencia de verdad, ya sea física o
sicológica o ambas.
¿Todo el mundo quiere la paz y todo el
mundo quiere al fútbol?
No creo que todo el mundo quiera la paz. La
guerra es un gran negocio y alborotar a los
pueblos en causas bélicas hace que naciones
enteras, como Alemania en tiempos de Hitler,
se entusiasmen con la idea de una guerra.
Guardando proporciones, puede decirse lo
mismo de personajes como George W. Bush,
Reagan, Uribe. Con respecto al fútbol, lo
quieren miles de millones de personas. Pero
conozco bastantes que no les interesa y que
hasta lo abominan.
¿Un hincha de Santa Fe se puede abrazar y reconciliar con uno de Millonarios?
¡Claro! La mayoría de mis amigos de la vida son hinchas de Millos. Karl Troller, Luis Carlos (El
Chiqui) Valenzuela, Alberto Gómez, Mauricio Silva, hasta mi prima favorita, Nidia Arias, que
nació en un hogar santafereño, es hincha de Millos. Ahora trabajo con Vladdo, hincha furibundo
de Millonarios y Angélica Casallas, que forma parte del equipo, es fanática de Millos y es una anti
Santa Fe declarada, incluso fue porrista de Millonarios. Así que los he abrazado infinidad de veces,
eso sí, trato de no tocarlos si tienen puesta la camiseta de Millonarios. ¿Un aficionado al fútbol quiere más a su equipo local o a la selección nacional?
Es una pregunta difícil de contestar. Se dan ambos casos en todos los países del mundo. En mi caso,
la selección nacional es un amor comparativamente más racional, más de pensar en el presente y
futuro del fútbol colombiano. Santa Fe es mucho más emocional.
¿Encuentra diferencias entre el sentimiento por un equipo y el sentimiento patrio
que despierta la selección?
En el caso de Colombia, sí. La selección casi siempre convoca a todos. Aunque a veces florecen
regionalismos, la Selección se vuelve una causa común, en la que comulgan muchísimas personas
a las que les tiene sin cuidado el torneo local o la Champions League. En países como España
es normal encontrar catalanes, vascos y asturianos que quieren que pierda la selección española
porque la consideran un símbolo del franquismo y del imperialismo castellano.
¿Colombia está lejos de vivir el fútbol en paz?
Muy lejos. Infortunadamente hay personas que confunden rivalidad con odio. Y como el fútbol
suele ser un reflejo de la vida, en un país tan violento y polarizado como este es muy fácil trasladar
esos odios del mundo real a los escenarios deportivos y al ambiente del fútbol.
Pienso que sí. Al igual que cualquier otro
deporte, o las prácticas culturales. Un
campeonato de fútbol puede servir para limar
asperezas entre miembros de una comunidad
dividida por algún conflicto. Pero pienso que
eso se logra con una motivación previa. Es
decir, se hace necesario vender o promocionar
el partido o el campeonato como, por decir
algo, la Copa Amistad. Porque ese mismo
deporte puede utilizarse para ahondar
rencores, como sucedía en Colombia en los
años 80, cuando la rivalidad entre bogotanos
y antioqueños o vallunos y antioqueños era
realmente venenosa. Los desprecios y odios
regionalistas generados por el narcoterrorismo
se trasladaban al campeonato local. El odio que
le tenía un apreciable porcentaje de hinchas de
Nacional a los de América o Millonarios era
bastante grande. No eran casos aislados. ¿Conoce ejemplos en la historia del fútbol
mundial que hayan servido para resolver
conflictos?
Recuerdo el partido entre las dos Alemanias,
en plena Guerra Fría, durante el Mundial de
Alemania de 1974, que fue un juego tranquilo
que ayudó a explicar que, si bien, razones
17
página diecisiete
página dieciseis
¿El fútbol sirve para reconciliar a la
sociedad?
página diecisiete
PASO A PASO
políticas los separaban, los jugadores de ambos
equipos formaban parte de una misma cultura.
Oye uno de historias de soldados que, durante
alguna tregua, juegan entre ellos, o antiguos
ex combatientes que los reúnen para que se
reconcilien a través del fútbol.
En juegos olímpicos se han visto gestos muy
dicientes, como la gran amistad que nació en los
juegos de Berlín de 1936 entre el atleta negro
norteamericano Jesse Owens y el alemán Lutz
Long, quienes eran rivales en la competencia de
salto alto. Long, el prototipo del alemán ario,
le dio consejos a Owens de cómo no cometer
faltas en la serie de clasificación. A pesar de
que Hitler estaba en la tribuna, Long y Owen
conversaban animadamente. Al final Owens
ganó la medalla de oro, Long la de plata y
mantuvieron su amistad por correspondencia
hasta que Long cayó en combate en el frente
oriental durante la Segunda Guerra Mundial.
página dieciocho
Otro caso muy conocido es el de la selección
de rugby de Sudáfrica que ganó el Mundial de
1995. Mandela lo utilizó para unificar al país
en torno a un deporte que era excluyente, de
blancos.
18
Me parece que estos gestos operan más en el
campo simbólico, lo cual no les resta, para
nada, la gran importancia que tienen. Por el
contrario. Estos gestos simbólicos terminan
siendo alegorías que se aplican al denominado
mundo real.
Sí. Yo lo he hecho, he ido a partidos con amigos
que le hacen fuerza al equipo rival. De hecho,
la última vez que fui a El Campín fue a un
partido Santa Fe - Nacional con mi amigo Tato
Lopera, que es hincha de los verdes.
Deben tenerse también en cuenta temas
mucho más de fondo. Si le soy franco, a mí
me preocupa mucho más el racismo que se
vive en las tribunas, al menos en El Campín,
y más exactamente en Occidental, donde
supuestamente están las personas más cultas
y educadas. El odio racial que se vive allí es
repugnante. El problema es que personas que
en su vida diaria son tolerantes y amables al
entrar al estadio dejan de ser ellas mismas y
pasan a formar parte de ese “monstruo de mil
cabezas”.
Me detengo en una anécdota personal. Hace
unos 13 ó 14 años fui a ver un partido Santa Fe
- Nacional. Antes de que comenzara el juego,
las bastoneras de Santa Fe le dieron la vuelta a
la pista atlética y cuando pasaron por la tribuna
norte, los hinchas de Nacional comenzaron a
insultarlas y lanzarles objetos. Como reacción,
la Guardia Albi Roja Sur comenzó a cantar: “Antioqueño cabrón, antioqueño cabrón, sos un
hijo de puta, la puta madre que te parió”. Yo, que estaba enfurecido, sin darme cuenta me uní
al coro. De pronto caí en cuenta que mis tres primeros apellidos (Arias, Villa y De Greiff ) son
antioqueños. ¿Qué hacía yo, que tengo sangre antioqueña en mis venas, cantando ese coro? Y me
callé, aterrado de ver cómo la masa me llevó tan fácilmente a una conducta que sería inimaginable
cuando me comporto como un individuo.
En el Mundial de Francia’98, las selecciones de dos países rivales, Estados Unidos e
Irán, quedaron en el mismo grupo. Pese a la presión de los medios, los jugadores de
ambos equipos dieron un golpe de opinión y saltaron al campo de juego tomados
de la mano, cambiaron flores de obsequio, se abrazaron, estrecharon sus manos y
se tomaron fotos intercalados. El partido se jugó en paz y terminó 2 a 1 en favor
de Irán. ¿Cree que ejemplos como este o las actividades simbólicas en favor de la
reconciliación son necesarias, sirven de algo?
Claro que sí. En este caso concreto, a poner en su sitio al periodismo, que por razones de rating
acude al amarillismo cada vez que puede. Este fue un caso que, como usted dice, fue amplificado
por la prensa. Al terminar el partido quedó claro que una cosa es lo que dicen y promueven los
políticos y los periodistas, y otra muy distinta lo que sienten los pueblos. Este partido le mostró a
audiencias manipuladas por el amarillismo de la prensa que buena parte de esos odios son creados
desde arriba por intereses políticos y económicos.
¿Qué opina de las iniciativas que adelanta la ACR con las personas desmovilizadas
que están en Proceso de Reintegración, como hacerlos partícipes en partidos de
fútbol con jugadores reconocidos u orientarlos en su Servicio Social para que
contribuyan en la formación deportiva de niños y población vulnerable?
Me parece muy importante. Por lo que decía antes, el cambiar el campo de batalla por un campo
de fútbol es un gran avance. Además, el partido de fútbol no es sólo el juego. Una vez terminado,
se puede reflexionar acerca de lo que se vio. Una falta descalificadora se puede asociar a un hecho
violento, y el sólo hecho de ver cómo al final de un partido se saludan y hasta se abrazan dos
jugadores que estuvieron dándose pata con todo, tiene una carga simbólica y práctica muy grande.
Me parece que el fútbol, por ser una alegoría del campo de batalla, es un escenario óptimo para
reconciliar a través del juego y reflexionar acerca de cómo se pueden canalizar rivalidades. Y
si uno se fija en las estadísticas, en las que se dice el altísimo porcentaje de menores que han
sido reclutados por los grupos ilegales, ese partido de fútbol muy seguramente será la primera
oportunidad que tengan para pensar en algo en lo que jamás tuvieron tiempo ni oportunidad de
pensar, de reflexionar. ¿Cree que el fútbol debe cumplir la labor social de prevenir el reclutamiento de
menores de edad a los grupos armados ilegales?
Por supuesto. Lo mismo que las orquestas juveniles, los grupos de música y los talleres de
manualidades. “Si algo debe unir
a los pueblos es el
fútbol”:
C a r l o s A n t o ni o V é l e z
Por: Cristian Torres Rodríguez
Carlos
Antonio Vélez es un
reconocido
comentarista
deportivo que está cumpliendo 40 años en el
periodismo. Nació hace 60 años en Manizales
y es uno de los periodistas que más sabe de
fútbol en el país. De ahí el sobrenombre “El
Profe Vélez”, ya que él fue un pionero en el
periodismo deportivo por su forma de analizar
el fútbol.
Vélez es conocido por ir más allá de las
jugadas destacadas y en detenerse en las
tácticas con tablero en mano durante
las transmisiones televisivas.
El “doctor Carlos Antonio”, como
le dicen sus colegas de RCN y
Win Sports, dice que su pasión
por el fútbol se la inculcó su
padre, quien lo llevaba a los
estadios desde cuando tenía
2 años de edad, para ir a ver al
Once Caldas.
Como periodista, Vélez tiene el
récord de haber cubierto 9 de las
18 copas mundiales de fútbol, es
decir, que desde Argentina 1978 él
le ha dado la vuelta al mundo y no
ha faltado a ningún campeonato. El
Profe Vélez ha publicado dos libros:
100 Términos de uso común en
el diccionario del fútbol (1990) y
Fútbol hoy (1994).
Carlos Antonio Vélez atendió
a la Agencia Colombiana para la
Reintegración (ACR) en los estudios
de RCN en Barranquilla, antes de que
se iniciara el partido en el que Colombia
derrotó 5 a 0 a Bolivia, y en el que 50
personas desmovilizadas en Proceso de
Reintegración prestaron sus
servicios de logística.
19
página diecinueve
página dieciocho
El fútbol es un deporte que enfrenta a
dos equipos ¿Es posible que la sociedad
colombiana disfrute con madurez y sin
agravios de un partido? Por ejemplo, que
nos podamos tolerar los unos a los otros
sin importar el color de la camiseta…
Me parece que el fútbol, por
ser una alegoría del campo de
batalla, es un escenario óptimo
para reconciliar a través del juego
y reflexionar acerca de cómo se
pueden canalizar rivalidades.
FÚTBOL Y PAZ
página diecinueve
PASO A PASO
PASO A PASO
¿En 40 años de carrera profesional ha
encontrado algún ejemplo de paz y
reconciliación en el fútbol?
va más allá. Además, las raíces de ambos, de
Austria y del sector alemán de Suiza tienen la
misma razón de ser, la misma raíz, no tienen
diferencias, políticamente lo fueron, pero en el
mundo moderno no lo son.
página veinte
Irán e Irak (que estuvieron en guerra hace tres
décadas) son otros casos, ya que en la cancha
olvidan cualquier situación de lo que no es
deportivo.
20
Son ejemplos puntuales de lo que es
historia enfrentada, pero a través del fútbol,
compitiendo deportivamente y con el principio
del juego limpio que la FIFA tanto promueve.
Usted me decía que estuvo en la Copa del
Mundo de Alemania 2006, y en el ‘Grupo
A’ coincidió Alemania contra Polonia
(1-0), un país que estuvo invadido por
la propia Alemania y la Unión Soviética
en la Segunda Guerra Mundial. Por
ser países vecinos con problemáticas
históricas ¿encontró diferencias entre los
asistentes o simplemente la gente lo tomó
de manera deportiva?
Yo vi ese mismo partido en el Mundial de
Argentina ’78 (Grupo B Partido Inaugural: 0 –
0), y la verdad es que ya hay un concepto muy
moderno de las cosas. Obvio, existe la rivalidad
en la vecindad, independiente de lo que la
historia pudo haber contado y sucedió, pero no
El comandante
del fútbol
¿El fútbol cómo puede aportar a
Colombia en temas de paz, ya que en
el país padecemos de regionalismos o
no toleraramos diferencias? ¿Se deben
generar espacios de reconciliación?
Yo creo que eso es de la naturaleza del ser
humano. Y le voy a poner un ejemplo muy
claro. Nosotros no creíamos que pudiera
subsistir durante mucho tiempo esa apertura
del contacto entre autores del espectáculo con
espectadores a la que obligó el mundial juvenil
en Colombia (2011).
La FIFA obliga (en competiciones mundiales) a
tumbar esas mallas separatorias y en Colombia
esas mallas se tumbaron durante el mundial
¿Qué problema iba a haber? Porque todos eran
invitados, aquí rivales no había. Sin embargo,
con preocupación veíamos que en un juego de
alto riesgo del fútbol local se fuera a presentar
algún incidente con invasión y fíjese que, hoy
por hoy, después de dos años de ese mundial de
fútbol las mallas siguen desaparecidas. Lo que
indica que evidentemente existe un respeto. Así
una minoría a veces falle, la mayoría de la gente
entiende que debe haber unos espacios para
la diversión, y que por mucha rivalidad que
exista, la tolerancia tiene que reinar, aunque el
fútbol se nutra de errores y la prueba es que se
ha respetado la integridad de los árbitros.
¿Usted cree que el fútbol puede contribuir
a la construcción de paz?
Claro, pero no le vamos a echar toda la
responsabilidad al fútbol. El fútbol no es el
generador de violencia que mucha gente cree
y tampoco el único mecanismo para que exista
paz.
El fútbol hace parte de un país y si este está mal
económicamente, hay guerra, hay desorden
y hay anarquía. El fútbol no puede ser la
excepción. Si el país es próspero y tranquilo,
así será el fútbol. El fútbol se parece a cada
país y hace parte de un vehículo masivo para
transmitir mensajes y valores.
Por: Paula Andrea Ardila Rendón.
Carlos
* se levanta todas
las mañanas para
buscar el sustento
de su esposa, sus 4 hijos y el nieto que tiene
a cargo. Prende su mototaxi, se encomienda
al cielo, pide que este día tenga más trabajo,
y recibe como respuesta la primera carrera del
día, una vecina que tiene que ir al banco, en el
centro de Florencia, la capital del Caquetá.
Salen del barrio, uno muy humilde ubicado
entre los pocos cerros que se asoman en
Florencia, y en medio del polvo, el sudor
y el implacable sol, emprenden su ruta por
las carreteras destapadas hacia el centro de la
ciudad.
‘El paisita’, como es conocido en el barrio, no
solo trabaja arduamente por mejorar la calidad
de vida de su familia, ampliando el patio
de ropas ladrillo a ladrillo, sino que también
busca compensar, de alguna forma, a su
comunidad por las malas decisiones que tomó
en el pasado. Él les dedica algunas horas de las
tardes de los sábados y domingos a más de 160
niños que crecen en medio de la violencia, la
disfuncionalidad de sus familias, las amenazas
de las bandas criminales y el acoso sexual.
“Tomé el camino equivocado durante 12 años
de mi vida. Empecé haciendo mandaditos,
poquitos, a las Farc. Me utilizaban para algunas
cosas y yo me dejaba. En ese tiempo, mi suegra, a
quien siempre quise como a una madre, estaba
muy mal, tenía cáncer en el útero y la situación
económica no era buena. Me fui a tocar puertas
a las alcaldías para que me ayudaran, pero me
rechazaron. Desesperado, tomé una chalupa y me
fui sin rumbo, por el Caguán abajo”, cuenta el
hombre.
Y añade que en medio de su recorrido por la
selva se encontró a un grupo de guerrilleros y
a su Comandante, quien después de escuchar
la difícil situación de Carlos, decidió darle
7 millones de pesos para que atendiera a su
suegra.
Pero 8 días después el mismo Comandante
que le había entregado el dinero lo llamó para
cobrarle el favor. Le encargó unos mandados y
lo convenció de que estudiara la ideología de
las Farc. “Me dejé lavar el cerebro y después de
un mes y medio ya estaba manejando la política
y el entorno social del grupo armado”, explica
Carlos, quien le ocultó a su esposa durante 12
años su verdadero oficio, justificando sus largas
ausencias con viajes a fincas dizque para marcar
ganado.
“Para el 2004 tuve la oportunidad de conocer
a ‘Jorge Briceño’ (El Mono Jojoy). Ahí me
nombraron Comandante de milicia del Área
Urbana. Empecé a hacer cosas más grandes y
tenía a cargo hacerle inteligencia a quien en ese
entonces era el Ministro de Defensa, Juan Manuel
Santos, porque creían que él era una amenaza
para la revolución”, cuenta Carlos con un aire
de vergüenza.
Con su nuevo rol en las Farc, Carlos empezó
a ver que las ideas que inicialmente le habían
vendido no eran consecuentes con las normas
impuestas por la organización. Los consejos
de guerra que les hacían a los guerrilleros por
el solo hecho de comerse un chontaduro sin
autorización, las violaciones a los derechos
humanos -que eran comunes- e, incluso, las
ambiciones económicas que primaban sobre los
ideales políticos que decían profesar lo hicieron
dudar de su permanencia en el grupo.
“Hay personas generosas que
dan segundas oportunidades,
pero esta oportunidad de
vivir de nuevo me la dio mi
Dios. A mí me hicieron un
allanamiento el 28 de marzo
del 2008. Me encontraron
un armamento que tenía y
me capturaron por el delito
de rebelión y porte ilegal
de armas. Me llevaron
amarrado a la base militar
y allí conocí a un coronel
muy bueno, lo recuerdo
mucho, el coronel Jiménez.
Él me habló del proceso de
Desarme, Desmovilización
y Reintegración y me dijo
que no le parecía justo que
una persona como yo se
pudriera en la cárcel cuando
tenía una familia por la
cual responder”, recuerda.
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página veinte
Israel ha jugado contra Alemania y estamos
hablando de lo que vivieron los judíos en la
época ‘hitleriana’, que es algo de lo que siempre
se ha querido zafar Alemania. Los alemanes se
han querido reconciliar con el mundo en dos
ocasiones, con motivo de los dos mundiales
que organizaron (1974 y 2006) y yo creo que
ha sido un éxito para ellos desde el punto de
vista de la venta de imagen, que el mundo
conozca que el alemán no es lo que muestran las
películas de guerra. Yo tuve la fortuna de vivir
ese segundo mundial (2006) y el mensaje era el
mismo, Alemania no es un país devastador, ni
la raza aria que quería gobernar al mundo, sino
que la Alemania de ahora es la que quiere tener
las puertas abiertas para todos.
El fútbol hace
parte de un país
y si este está mal
económicamente,
hay guerra,
hay desorden y
hay anarquía.
El fútbol no
puede ser la
excepción. Si el
país es próspero y
tranquilo, así será
el fútbol.
Lo mismo sucede con Rusia. Hoy por hoy
ellos juegan contra todo el mundo y la Unión
Soviética en su momento fue una potencia
futbolística y jugó contra todo el mundo. No
solo a nivel mundial se integran, lo hacen a
nivel de clubes en la Liga de Campeones de
Europa, o la Copa UEFA. El Zenit de San
Petersburgo fue campeón de una copa de
Europa y, sin embargo, ellos fueron recibidos
en Alemania e Inglaterra como cualquier otro
competidor. Estoy convencido de que hay
heridas que cerraron completamente y la nueva
generación no las recuerda.
página veintiuno
Muchísimos. Yo creo que si algo debe unir
a los pueblos, aunque en muchos casos los
separa, es el fútbol. Ha habido de todo, ha
habido guerra del fútbol, como sucedió en
Centro América (Honduras - El Salvador en
eliminatoria de México ’70), pero también ha
existido una manera de involucrar a una serie
de comunidades, de países y de grupos étnicos
señalados desde el punto de vista político.
De los 207 países que tiene afiliados la FIFA
hay unos que no son reconocidos como
independientes por un sector de la comunidad
internacional, es el caso de Palestina, que tiene
una selección reconocida de fútbol y que ya ha
jugado partidos contra Israel. La historia dice
que son conglomerados humanos enfrentados
por razones de tipo religioso y político.
FÚTBOL Y PAZ
PASO A PASO
Carlos
inicia
camino
h acia
r eint e gr aci ón
FÚTBOL Y PAZ
su
la
22
“Cuando logramos conseguir
una casita propia en Florencia,
vimos el Polideportivo y eso
me alegró mucho, pero luego
vi a tantas niñas hasta tarde
de la noche, incluso en la
madrugada, por ahí en la calle,
paradas en esquinas haciendo
lo que no tenían que hacer a
esa hora, y luego muchachos
mal relacionados, probando
maldades sin necesidad. Vi todo
eso y decidí que tenía que hacer
algo”, explica ‘el paisita’.
“Una vez nos ganamos 50 mil pesos en un
campeonato interbarrios. Con ese dinero
compramos un balón y unos petos para poder
distinguirnos de los otros equipos, pero nos hacen
falta muchos elementos deportivos para poder
entrenar y jugar en un nivel superior”, cuenta
Katherina, una morena de 13 años, que espera
impaciente las instrucciones de su entrenador
para entrar al juego que se desarrolla en el
Polideportivo del barrio.
Estas jóvenes se encuentran agradecidas por la
oportunidad que les brinda Carlos al compartir
lo que sabe de su deporte favorito con ellas. “Él
es serio, exigente, le gusta que seamos puntuales
con los entrenamientos y a nosotras nos gusta
que sea así, porque sabemos que es lo mejor para
nosotras y queremos llegar a ser como él algún día,
disciplinadas y serias con las cosas que propone”,
dice Dalia, otra de sus pupilas, de 11 años.
Los padres de estas niñas se encuentran a gusto
con el trabajo que viene realizando Carlos en la
comunidad. A pesar de su pasado, cuenta con
toda la confianza y el respaldo de ellos, que,
incluso, insisten en la presencia de ‘el paisita’
para las salidas a otros municipios o paseos a
piscina que organiza la misma comunidad.
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Y lo está haciendo. Con su poder de
convocatoria, Carlos logra reunir, en unos
minutos, a 22 de sus pupilas, unas jóvenes
caqueteñas sonrientes que presumen de sus
logros en el fútbol, contando el número de
veces que han sido campeonas en sus colegios
y otras que han tenido la oportunidad de viajar
fuera de su municipio para dar a conocer el
talento que, con paciencia y muchos sacrificios,
han cultivado al lado de ‘el paisita’.
Un t ra b a j o par a
p r o te g e r a l a ni ñ ez
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página veintinuo
Hace 5 años Carlos ingresó al Programa
de Reintegración, colaboró con la justicia
entregando información sobre secuestrados
y campamentos, y empezó a caminar por la
Ruta de la Reintegración, gracias al programa
que ofrece la Agencia Colombiana para la
Reintegración, con el fin de resarcir el daño
que causó a su comunidad durante los años que
perteneció al grupo ilegal.
Sin embargo, las necesidades económicas de las
jugadoras y del mismo Carlos se ven reflejadas
en los implementos deportivos que usan para
practicar su pasión. El grupo juega con balones
de trapo, tenis rotos y sin uniforme. Tampoco
tienen colchonetas.
“Cuando no tenemos con qué jugar, ‘el paisa’ nos
ayuda a organizar una rifa de un pollo asado y
una gaseosa, o ahorramos del dinero que nos dan
en la casa para el recreo y así logramos comprar
un balón”, explica con orgullo Katherina,
refiriéndose a los sacrificios que hace al lado de
sus compañeros.
“La determinación para seguir adelante de mis 160 hijos hace que valgan la pena todos los momentos
difíciles que he pasado. Me siento orgulloso de los logros que están alcanzando y tengo la esperanza
de que algún día nuestro trabajo sea apoyado y admirado por todos”, concluye orgulloso este
comandante del fútbol, quien no se cansa y sigue tocando puertas por el futuro de sus promesas
del fútbol caqueteño.
*Identidad protegida.
FÚTBOL Y PAZ
Conocido como el juego de la paz, el
Golombiao utiliza el fútbol como herramienta
para sembrar valores y brindar opciones para el
adecuado uso del tiempo libre. Jairo*, un joven
que fue reclutado a los 16 años por las Farc, y
que ahora está en Proceso de Reintegración a la
sociedad, está convencido de que a través del
fútbol la juventud aprende a no tomar caminos
equivocados.
Esta metodología nació en el 2003, fruto de
una alianza entre el Programa Presidencial
Colombia Joven, el Fondo de las Naciones
Unidas para la Niñez y la Infancia, Unicef, y la
Agencia de Cooperación Alemana (GIZ).
En 2010, la Agencia Colombiana para la
Reintegración (ACR) y Colombia Joven
hicieron una alianza para aplicar esta estrategia
con jóvenes y personas que pertenecieron
a grupos armados y desarrollan su Proceso
de Reintegración, con familiares y con
comunidades receptoras, con el fin de fortalecer
espacios de reintegración.
La ACR tiene claro también que, al brindar
espacios sanos de esparcimiento, el Golombiao,
además, contribuye a la prevención del
reclutamiento de la niñez y juventud por parte
de los grupos armados ilegales.
El juego de la paz se ha implementado en países
en conflicto o pos conflicto como Afganistán
y Ruanda, con el propósito de construir paz
e identidad, y apoyar la recuperación del
tejido social en comunidades afectadas por la
violencia.
Con el
Golombiao
los jóvenes
construyen paz
Por: Diana Suárez Díaz
U n j u e g o c o n r e g las
propias
La Agencia Colombiana
p a r a l a Re i n t e g r a c i ó n ,
ACR, trabaja con personas
que
fueron
reclutadas
en su niñez y están en
P r o c e s o d e Re i n t e g r a c i ó n ,
y contribuye a prevenir el
reclutamiento de la niñez
y juventud por parte de los
grupos armados ilegales.
El Golombiao promueve la no violencia a través
de una forma distinta de jugar fútbol, en la que
no hay árbitros, sino asesores de juego, y las
reglas las definen los mismos jugadores. Aquí
juegan mujeres y hombres bajo el principio de
igualdad, en un encuentro en el que no siempre
gana el que haya anotado más goles, sino el
equipo que cumpla los acuerdos de convivencia
que se definen al inicio de cada partido.
En estos encuentros no existen las diferencias de
edad, género y origen étnico y, por el contrario,
se vive la igualdad, la integración y el juego
limpio. El Golombiao tiene como plataforma
el fútbol, pero asume otras reglas particulares:
los equipos deben ser mixtos, el primer gol de
cada equipo y de cada tiempo debe ser hecho
por una mujer y, después, los goles se intercalan
entre hombres y mujeres.
En Santander de Quilichao, Cauca, Carlos*, un
joven que ha participado en uno de los torneos,
resalta que “Golombiao es difícil entenderlo si
no lo juegas”. Al comienzo cada equipo elige
cuál es el valor que va a prevalecer.
Carlos explica que si, por ejemplo, todos eligen
que lo más importante es ‘cuidarse y cuidar al
otro’, aquí entran a jugar aspectos como evitar
la violencia, y si algún compañero se cae, hay
que ayudarlo a levantarse y ser solidarios.
Si todos escogieran ‘la igualdad’, entonces
no cabe el racismo, o cualquier otro tipo de
discriminación, por razones de género o clase
social.
“Lo más bonito de este
juego es que uno puede
integrarse con los
muchachos y el fútbol
deja de ser un deporte
solo para hombres”,
aseguró Clara*, una de las jóvenes que participó
en uno de los torneos en Medellín y que fue
reclutada por las Farc cuando tenía 16 años de
edad.
Por su parte, para Noel* lo más valioso de este
juego es que se aprende a poner en práctica
el respeto al otro y la solidaridad. “A veces en
el fútbol se permiten muchas faltas y el juego
sucio. En Golombiao aprendemos que lo
importante no es ganar a toda costa, porque
no se trata de hacer goles, sino de respetar los
acuerdos que definimos los equipos desde el
inicio”, agregó este joven de 24 años, que fue
reclutado por grupos de autodefensas en el
Urabá antioqueño, cuando tenía 17 años de
edad.
Para Alejandro*, de 21 años, quien participó
en otros juegos que se celebraron en San Rafael
de Lebrija, Santander, fue grato aprender de
las experiencias de los demás participantes.
“El objetivo de este juego es llevarse lindas
experiencias que le enseñen a uno a ser mejor
persona y ser capaz de aplicar en su vida
cotidiana los valores aquí aprendidos”, afirmó
Alejandro.
Jóvenes como Clara, Carlos, Noel y Alejandro
son parte de las 9.153 personas que han jugado
Golombiao, en el marco de la alianza entre
Colombia Joven y la ACR, promoviendo un
camino en el que la cultura de paz fortalece el
tejido social del país.
*Identidad protegida por seguridad de la fuente.
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Gracias a la alianza hecha por la ACR, el
Golombiao ya se ha jugado en más de 10
ciudades capitales y 40 municipios del
país, en un proceso que ha vinculado a
autoridades locales y organizaciones que se han
comprometido con la construcción de paz.
Mientras se juega con esas reglas, se promueven
principios como la no violencia, cuidarse y
cuidar al otro, la igualdad, la participación
activa, la no discriminación, la libertad de
expresión y el cuidado del entorno.
página veinticinco
PASO A PASO
Una familia unida por el
fútbol y la reintegración
Por: Alex Bonilla Niño
C a r l o s Sánchez, jugador de l a Selección Colombia, es primo de S irley, u n a P r o f e s i o n a l
R e i n t e gradora que trabaja en el Chocó. Ambos, desde diferentes ámb i t o s , a p o r t a n
a l a c onstrucción de un país mejor.
FÚTBOL Y PAZ
Mientras Carlos avanzaba en su carrera deportiva, Sirley también lo hacía profesionalmente. En
2010 ella se graduó en una especialización en Gerencia de Servicios Sociales y en el 2012 hizo otra
en Intervenciones Psicosociales.
La Reintegración aparece en la vida de estos primos hermanos en agosto de 2008, cuando Sirley
ingresó a la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR), al Centro de Servicios (CS) de
Quibdó, que fue cerrado en enero de 2009. Pero ella siguió vinculada a la ACR, como profesional
reintegradora en la región, adscrita al Centro de Servicios de Medellín.
La labor de los más de 400 reintegradores como Sirley que trabajan en la ACR consiste en realizar
un acompañamiento profesional a las personas desmovilizadas de los grupos armados ilegales que
están en Proceso de Reintegración.
El propósito de los reintegradores es apoyar la
construcción de su nuevo proyecto de vida en
sociedad. Este trabajo es desarrollado teniendo
como base diferentes dimensiones: personal,
educativa, productiva, ciudadana, familiar, de
salud, de habitabilidad y de seguridad.
Carlos conoce y admira el trabajo de su prima Sirley.
Con motivo del partido entre los seleccionados
de Colombia y Bolivia, por la Eliminatoria al
Mundial Brasil 2014, realizado el pasado 22 de
marzo en Barranquilla, el jugador lo dejó en claro:
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Y ella, orgullosa de su trabajo y de Carlos, respondió:
Colombia, domingo 9 de marzo de 1986. En
la ciudad Quibdó, departamento del Chocó,
nació Carlos Alberto Sánchez Moreno, quien
hoy es jugador de la Selección Colombia de
fútbol.
Carlos, hijo de doña Nereida del Carmen
Moreno Martínez, es el tercero de cuatro
hermanos. Su niñez la vivió en la casa de su
abuela materna, al lado de su tía Rosa Myriam
Moreno Martínez y sus primos Samir, Séider
y Sirley.
Sirley Yamile Moreno Moreno, la prima de
Carlos, también nació en la capital chocoana,
pero el 28 de septiembre de 1982. Ella es la
segunda entre sus hermanos.
Los primeros años de vida de Sirley y Carlos
estuvieron marcados por las tradiciones de
la cultura y costumbres de su región. Como
muchos chocoanos, para ella el estudio y las
inquietudes intelectuales estuvieron siempre
a la orden del día; mientras que él se debatía
entre la escuela y las canchas de fútbol.
Cuando Carlos estaba en séptimo grado, se fue
a vivir con su familia a Medellín, y allí ingresó
a la escuela de fútbol de Alexis García. En la
capital antioqueña, Carlos finalmente se hizo
bachiller, pero ya tenía claro que su vocación
era el fútbol.
Mientras tanto, Sirley Yamile seguía en el
Chocó, donde ya estaba estudiando trabajo
social, aunque había querido ser psicóloga. A
mediados de la década pasada, ella se graduó en
la Universidad Tecnológica del Chocó – Diego
Luis Córdoba.
Al igual que varios futbolistas colombianos,
Carlos Alberto no fue profeta en su tierra. Sus
méritos deportivos y personales lo llevaron a
iniciarse, en el 2003, como jugador profesional
en el Danubio de Uruguay, plantilla que lo
vio crecer y lo acogió durante tres años. En el
2005, llegó al River Plate de Uruguay y en ese
país estuvo hasta el 2007, cuando salió hacia
Francia, para debutar en el fútbol europeo,
en el Valenciennes, equipo para el cual presta
actualmente sus servicios deportivos.
“Me parece muy bueno que mi primo
opine sobre el Proceso de Reintegración
y sobre la paz, porque es una persona
que se ha esmerado mucho por salir
adelante. Él tomó el deporte como
su opción y forma de vida.
Además es un ejemplo para que
las personas que se encuentran
en los grupos armados ilegales
transformen positivamente sus
vidas, y para que los jóvenes no caigan en las dinámicas de la guerra”.
Estas historias entrelazadas son una muestra de cómo en una familia dos personas, que han
tomado caminos profesionales diferentes, son ejemplo, aportan y seguirán aportando a la
causa de construir una Colombia en paz.
“Mis padres me enseñaron tres cosas fundamentales: que
para poder estar orgulloso de ti mismo, y ser alguien, hace
falta trabajar; es preciso actuar con seriedad; y debes respetar
a los demás para recibir respeto a cambio. Trabajo, seriedad
y respeto. Si haces estas tres cosas, podrás ser alguien en la
vida, me dijeron”. Zinedine Zidane.
parece muy bueno que
mi primo opine sobre el
Proceso de Reintegración y
sobre la paz, porque es una
persona que se ha esmerado
mucho por salir adelante.
Él tomó el deporte como
su opción y forma de vida.
Además es un ejemplo
para que las personas
que se encuentran en los
grupos armados ilegales
transformen positivamente
sus vidas, y para que los
jóvenes no caigan en las
dinámicas de la guerra”.
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“Me siento orgulloso de ella. Creo
que está ayudando a cambiar vidas.
Además considero que las personas
desmovilizadas merecen una segunda
oportunidad, pues muchas veces por
debilidad y flaqueza mental tomamos
malas decisiones, pero nunca es tarde
para enderezar el camino y buscar
una salida”.
“Me
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PASO A PASO
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PASO A PASO
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Age n c ia Colom b i a n a par a la R e i n t e g ra ción

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