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NONSENSE RIGUROSO Y NONSENSE FLEXIBLE: DOS MUNDOS DE VERSOS PARA NIÑOS . X.J.KENNEDY DE LA LECTURA COMO PODER Y EL LECTOR SUBVERSIVO (ANALÍTICO) . BRENDA BELLORÍN MARÍA ELENA WALSH: NONSENSE CON ACENTO SUREÑO . SASHENKA GARCÍA Editorial Entre las muchas funciones del lenguaje se encuentra la función lúdica, aquélla que permite hacer a un lado la excesiva formalidad y ofrece la oportunidad de desacralizar y dislocar el uso del lenguaje. La literatura es tal vez uno de los espacios más propicios para el juego y dentro de ella el nonsense tiene un lugar privilegiado. El nonsense trastoca la realidad en la medida en que trastoca el uso del lenguaje. Transgrede las convenciones y las rutinas al suspender todas las leyes científicas para hablarnos de hechos improbables e inverosímiles en un tono de juego e irrealidad, en el que el humor juega un papel fundamental. Su regodeo en la palabra lo lleva incluso a inventar todo un vocabulario que resulta poco menos que inusitado. Este número pretende ofrecer un breve recorrido por las sendas de este género. Iniciaremos el trayecto con sus especificidades en Nonsense riguroso y nonsense flexible: dos mundos de versos para niños de X.J. Kennedy, quien se aproxima a una definición del término, establece una posible clasificación y nos muestra las leyes subyacentes del nonsense a través de variados y sonoros ejemplos. Enla c es con la c rítica número 6 junio-diciembre, 2002 Seguiremos con De la lectu- Finalmente Sashenka García ra como poder y el lector nos acercará a las manifessubversivo (analítico), taciones del nonsense en de Brenda Bellorín. América Latina con María Elena Walsh: Nonsense Partiendo de un recorrido por representaciones litera- con acento sureño, emotiva travesía por la obra de rias de lectores incisivos esta autora en la que se nos –capaces de sorprender muestra la intensidad de y encandilar a los representantes del establishment unas palabras que se escudan utilizando sus mismas reglas– tras una aparente inocencia se nos revela el poder y que construyen mundos subversivo del nonsense, absurdos que terminan que infunde aliento, sussiendo “el otro lado del piro, risa e incluso otorga espejo” de nuestra propia poder a los más pequeños realidad. Sus referentes a través de la literatura están en las canciones, infantil. El juego inherente retahílas y acertijos de la a este género permite a los cultura popular argentina, niños confirmar lo que su las cuales a su vez se han intuición les sopla al oído: convertido en referentes las verdades no son absolutas para varias generaciones y las cosas pueden llegar a de latinoamericanos luego ser muy diferentes a lo que de haberse teñido con el se supone que deben ser. humor transgresor y la Esto les ofrece elementos propuesta lúdica de esta para convertirse en lectores autora. analíticos y de esta manera Maité Dautant abandonar su situación J EFA DE LA U NIDAD DE de desventaja con respecto I NVESTIGACIÓN DE LA a la sociedad y sus normas. G ERENCIA DE I NFORMACIÓN , D OCUMENTACIÓN Y E STUDIO Nonsense1 riguroso y nonsense flexible: dos mundos de versos para niños* Por X .J .K E N N E D Y E n las discusiones sobre literatura infantil a menudo se utiliza el término nonsense de manera caprichosa. Sin preocuparse mucho por el asunto, escritores y editores le adjudican ese término a cosas que no son en absoluto nonsense, sino que simplemente son cómicas o tontas. A mi entender esta situación aún no ha sido causa para que los bibliotecarios protesten, ni ha inspirado la creación de la Sociedad para la Nomenclatura Correcta del Nonsense; y esta imprudente e irresponsable falta de preocupación me parece justificada. A fin de cuentas, uno no se puede preocupar por todo. Como escritor ocasional de nonsense, estoy feliz con el presente estado confuso e indulgente del asunto. Me complace que el término sea otorgado de manera tan libre. No me gustaría que a mi producto se le negara la etiqueta por tener demasiado sentido. Sería una pena negarle esta denominación alegre y apetitosa a obras que no descienden directamente de Lewis Carroll, pero que manifiestan un tono estrafalario y alocado, tal como el encantador poema de Nikki Giovanni: Yolandé the Panda Sat with Amanda Eating a bar – be – cue rib They drank a beer And gave a big cheer “Hooray! For women’s lib” [Estaba Yolanda la Panda Sentada con Amanda Comiendo costillas a la parrilla Tomaron cerveza Y dieron un gran grito “Viva la liberación femenina”] 2 Puede ser que la última línea ubique esta obra en el tiempo, pero de todos modos permanece joven y vivaz. También se etiquetan como nonsense todos los “limericks” 2 de Edward Lear, aún cuando algunos de ellos podrían facilmente ocurrir en la realidad si se tolerase la demencia pública. Permítanme proponer una definición: nonsense en un libro para niños es un recuento de cualquier cosa que no sea factible, aunque pudiese caber la posibilidad de que sí lo sea. Con la esperanza de serle útil a cualquiera que desee sumergirse en este tema sin fondo, permítanme proponer dos nombres para dos variables importantes del nonsense: el riguroso y el flexible. Nonsense riguroso Se trata de un juego altamente especializado, bien definido, nítido y fácil de reconocer. Su forma más conocida y elaborada la encontramos en los clásicos: los versos de Lear y algunos versos de Lewis Carroll, los libros de Alicia y algunas rimas de Mother Goose (Mamá Gansa). “No hay nada más inexorable que un juego”, comenta la poetisa y novelista inglesa Elizabeth Sewell, autora de The Field of Nonsense (El campo del nonsense) (Londres, 1952) el libro de crítica más brillante que conozco, uno que merece ser redescubierto. Sewell se restringe al tipo de nonsense que yo llamaría riguroso, y se abre camino a través de una gran cantidad de crítica superflua. Los primeros críticos de Lear y Carroll consideraron que su nonsense era simplemente lunático y desordenado; en cambio Sewell encuentra que los mundos de ambos escritores son tremendamente razonables. Lear y Carroll piensan como aquellos niños observados por Jean Piaget que imaginan un universo rigurosamente lógico controla- 1 Nonsense: literalmente sin sentido, en el léxico literario tiene implicaciones más amplias que connotan además cierto tipo de humor, picardía, parodias y juegos de palabras. N del T. 2 Poema humorístico de cinco versos. N del T. Mother Goose Arnold Lobel A través del espejo Lewis Carrol Ilus. John Tenniel do todo el tiempo por causa y efecto. Al preguntar ¿por qué? (¿Por qué los petirrojos tienen el pecho rojo? ¿Por qué es fría la nieve?), el niño espera que todo ocurra por alguna razón, nunca simplemente debido al azar o porque sí. En el mundo de A través del espejo, con pocas excepciones, cada evento tiene una causa. El mundo del espejo está planificado con gran meticulosidad, con la lógica de un juego de ajedrez; la lógica invertida de una partida de ajedrez jugada en un espejo. A través del espejo es la obra más rigurosa del nonsense riguroso que se ha realizado. Sin embargo, en los dos libros de Alicia ella se tropieza constantemente con reglas arbitrarias, como en “La fiesta del té” donde se obliga a los invitados a cambiar de asiento en una frecuente rotación. La Reina Roja y la Reina de Corazones son personas razonables cuyo raciocinio se ha transformado en un exceso demencial y le corresponde a la sensata Alicia –sin cuya presencia salvadora estos mundos nonsense podrían parecer monstruosos y opresivos– darles su merecida respuesta: “Ustedes no son más que una baraja de naipes”. Sewell sensatamente se niega a acostar a Lewis Carroll en el diván del psicoanálisis, a pesar de su cabal conocimiento acerca de qué fue lo que ocurrió con él. Evidentemente, el Reverendo Sr. Dodgson sucumbió ante la creciente tentación de jugar a ser Dios, incluso un Superdios, intentando diseñar universos que fuesen más ordenados y pulcros que los del mismo Todopoderoso. Debido a que cada vez violaba con mayor frecuencia sus propias reglas tácitas para el juego del nonsense riguroso, produjo al final esa obra decepcionante Sylvie and Bruno, en la cual, como lo comenta la Dra. Sewell, “el juego muere y, en cambio, al lector se le deja con una mezcla de sentimientos sombríos, odiosos y pretenciosos”. Creo que casi lo único que se puede decir a favor de Sylvie and Bruno es que presenta algunos pedazos de versos nonsense imperecederos que se sostienen por sí mismos. Suspender las leyes de la naturaleza Entonces, ¿cuáles son las leyes subyacentes del juego del nonsense riguroso? Ante todo, en el nonsense riguroso las leyes de la naturaleza deben ser suspendidas, reemplazadas por nuevas leyes decretadas por el autor. El resultado es un mundo nuevo extremadamente sistemático y, a su modo, un tanto bobalicón, eminentemente razonable. Este nuevo mundo viene con sus propios animales, pájaros, insectos y plantas; y en este renglón, la capacidad inventiva de los poetas del nonsense es una maravilla. Lear nos dio un zoológico completo de bestias imaginadas e incluso inventó una “Botánica Nonsense”. Los escritores de este género a menudo realizan parodias del mundo natural, como lo hace ese fecundo diseñador de nuevos pájaros William Jay Smith. En The Baybreasted Barge Bird (El pájaro con pecho castaño de la barcaza), Smith inventa una criatura que fabrica su nido con etiquetas de latas viejas y alimenta a su cría con utensilios de cocina oxidados. En Gooloo, Shel Silverstein inventa un ave que, debido a que no tiene patas, es incapaz de aterrizar, así que tiene que poner sus huevos en medio del aire. De esta manera, un hecho sin sentido conducirá a otro. Tal como lo demuestra esta ornitología alocada, es característico del nonsense riguroso el hecho de jugar con el mundo natural y combinarlo con ingredientes no naturales y artificiales. Así, Christina Rossetti, en Sing Song Verses (Versos de canciones y canto) nos presenta peces que llevan paraguas para protegerse de la lluvia y lagartos que se cuidan del sol con sombrillas. Otro animal que fue convertido en parcialmente artificial es el bisonte de Hilaire Belloc: The bison is vain, and (I write it with pain) The Door-mat you see on his head Is not, as some learned professors mantain The opulent growth of a genius’ brain But is sewn on with thread. [El bisonte es vanidoso y (lo digo con pena) El felpudo que ven en su cabeza no es, como sostienen algunos sabios profesores, el crecimiento opulento del cerebro de un genio sino que está cosido con aguja e hilo] 3 Siguiendo con esta gran tradición, el interesante nuevo poeta para niños J. Patrick Lewis en su colección de 1990 A Hippopotamusn’t cruza pelícanos con canarios para producir “pelicanarios” que viven entre la tribu nómada de los kurdos: They fill their bills with pitted dates And Kurdled cheese from paper plates Then sit beside the Kurds and weigh The heated issues of the day 3 [Llenan sus picos con dátiles picados y queso cuajado de platos de cartón luego se sientan al lado de los kurdos y sopesan los asuntos polémicos del día] Me parece que “los platos de cartón” demuestran un toque de la verdadera rigurosidad Leariana. Supongo que lo contrario de artificializar la naturaleza es personificar un objeto inanimado, como lo hace Lear en The Broom, The Shovel, The Poker and The Tongs (La escoba, la pala, el atizador y las tenazas), personajes que van juntos a dar una vuelta en automóvil por el parque. Theodore Roethke tambien mantiene esta costumbre en el que es mi favorito entre sus poemas nonsense: The Ceiling (El techo): Suppose the Ceiling went Outside And then caught Cold and Up and Died? The only Thing we’d have for Proof That he was Gone would be the Roof; I think it would be Most Revealing To find out how the Ceiling’s Feeling [Supongamos que el cielo raso se saliera, pescara un resfriado y se muriera. Como única prueba de que se ha marchado tendríamos la evidencia del tejado. Pienso que sería de lo más revelador averiguar cómo se sentía el cielo raso] 4 En un mundo de nonsense riguroso el autor inventa leyes científicas nuevas; pero generalmente podemos reconocer este mundo sin ni siquiera averiguar cuáles son las leyes que el autor ha modificado. Seremos capaces de reconocerlo inmediatamente debido a ciertas señales familiares. Un indicio de su profundo sentido del orden es el amor que muestra el autor por los números, sistemas y alfabetos. Myra Cohn Livingstone ha mostrado su lealtad a Lear en sus dos originales A Lollygag of Limericks (intraducible), especialmente en las siguientes líneas: Cried a man on the Salisbury Plain “Don’t disturb me – I’m counting the rain; Should you cause me to stop I might miss half – a – drop And would have to start over again”. [Gritaba un hombre en las llanuras de Salisbury “No me molesten, estoy contando la lluvia; si me hicieran parar media gota podría faltar y tendría que empezar otra vez] También John Ciardi, en su obra Doodle Soup (Sopa de garabatos) conserva la tradición de enumerar las cosas detalladamente: There was an old lady in Bumbletown. She had three black cats and five were brown. She had two red cows and three were blue. Which is rather strange, but so are you. [Había una viejita en Bumbletown que tenía tres gatos negros y cinco de color marrón. Tenía dos vacas rojas y tres de color azul. Lo cual es algo extraño, pero también lo eres tú.] Esta sorpresa final, por cierto, es característica de Ciardi a quien le encanta desafiar al lector. 3 Hace referencia a una rima infantil de Mother Goose: “Little Miss Muffet/ Sat on a tuffet/ Eating her curds and whey/ Along came a spider/ And sat down beside her/ And frightened Little Miss Muffet away” Curds que quiere decir requesón se pronuncia igual que Kurds, y whey que quiere decir suero de leche se pronuncia igual que weigh. N. Del T. El poder de la repetición El nonsense riguroso, aficionado a las cosas en secuencias, está marcado por repeticiones, refranes y retahílas. La canción de Carroll con el coro “Sing Beans, sing Bones, sing Butterflies” (Canten caraotas, canten huesos, canten mariposas) es un refrán típico del nonsense, y ¿quién puede olvidar a la Sra. Discobbolos de Lear, obsesionada con el alfabeto quien continuamente grita “Oh, W, X, Y, Z!” Las retahílas, una forma que abunda en los versos folklóricos, se desarrollan de manera ordenada y realizan asombrosos saltos a través de puentes de asociación. Acuérdense del verso para saltar la cuerda: “My mother gave me a nickle/ To buy a pickle,/ The pickle was sour/ So I bought a flower” (Mi madre me dio cinco centavos/ para que comprara un pepinillo/ El pepinillo estaba agrio/ así que compré una flor), y así sucesivamente. Algunos de los versos del nonsense más riguroso que conozco pertenecen a la obra del poeta canadiense Dennis Lee, cuya deuda con los clásicos se hace evidente en su tributo al Lesser Glunk (Glunk menor): Alas, he is a Tearful Thing And sobs at almost anything Such as the root of pr2 [Ay, él es un llorón y lloriquea por casi todo Como por la raíz de pr2 ] A Book of Nonsense “Old Person from Tartary” Edward Lear The Broom, The Shovel, The Poker and The Tongs Edward Lear Hay un toque clásico de Lear o de Carroll en estas líneas, no sólo en la alusión que hace Lee a las matemáticas, sino en el carácter lloroso de la criatura. Noten que el Glunk llora, pero el poeta no lo hace. Otra regla del nonsense riguroso es que el escritor debe mantener un tono de distancia emocional. Aunque los personajes de Lear son algunas veces dados al lloriqueo, y se dice que el propio Lear derramaba lágrimas sobre su pluma al escribir sobre la miseria y frustraciones de los mismos, no importa. En la página las lágrimas no se deben ver. El escritor no debe expresar sus sentimientos de manera directa. Debido a que Lear participa del juego, algunos encuentran una aparente crueldad e indiferencia en aquellos limericks en donde personajes ancianos y pobres son humillados, públicamente ridiculizados, golpeados e incluso asesinados, como el “Old Person from Tartary/ Who divided his jugular artery” (El viejo de Tartaria, que dividió su arteria yugular) ¿Por qué no hacemos a Lear responsable del comportamiento violento y psicótico de sus personajes? ¿Se puede responsabilizar al siguiente limerick, como lo podríamos hacer con las series policiales, de retratar e incluso glorificar la destrucción violenta? A Book of Nonsense “There was an old person of Newry” Edward Lear There was an old person of Newry Whose manners were tinctured with fury; He tore all the rugs And broke all the jugs Within twenty miles’ distance of Newry [Este era un viejo de Newry cuyos modales estaban teñidos de furia despedazó todas las alfombras y rompió todas las jarras en un radio de veinte millas de Newry] Mientras más se piensa sobre este asunto, más improbable resulta. Imagínense a este viejo realizando una búsqueda en cada casa dentro de un radio de exactamente 20 millas (el número en sí es absurdo) de Newry llevándose y destruyendo las alfombras y jarras de la gente –solamente esos objetos– mientras los dueños de las casas observan consternados. Una diferencia entre Lear y los programas de televisión puede ser que mientras estos programas intentan ser lo más realistas posibles, Lear hace todo lo contrario. Destierra a sus personajes a su propio mundo loco y establece las fronteras de dicho mundo a través de una métrica animada y una rima con compás de trote. Además, cada personaje está acompañado por un dibujo lunático. Se supone que los dibujos formen parte de los poemas, ya que Lear dependía de ellos (como se lo comunicó a un amigo) para demostrar que escribía acerca de cosas inexistentes. Así como Lear, por cierto, Shel Silverstein también ha insistido en que sus poemas y dibujos formen unidades indivisibles. En nuestro papel de editores y compiladores de una antología ilustrada, Dorothy M. Kennedy y yo tuvimos que omitir recientemente a Silverstein debido a su insistencia en que cualquiera que reproduzca uno de sus poemas tiene que reproducir también la ilustración que le corresponde, y todas sus ilustraciones no tenían cabida en nuestro libro. 5 El verso como juego Para Edward Lear, es más, para cualquier escritor de nonsense riguroso, el verso anuncia el hecho de que un poema es un juego (no conozco ningún nonsense riguroso que haya sido escrito en verso libre). Al escribir en estrofas rimadas y con un ritmo juguetón se está diciendo “Estoy bromeando; no se crean ni una palabra de esto”. Sospecho que pueden ser estos elementos de rima y métrica los que nos permiten tolerar, incluso disfrutar aquellas rimas de finales del siglo XIX, “Little Willie” (Pequeño Willie) creadas por Harry Graham en Ruthless Rhymes for Heartless Homes (Rimas despiadadas para hogares descorazonados) (1899), con su dureza despreocupada. La antigua obra maestra de este género debe ser el siguiente poema de Anonymous: Little Willie from the mirror Licked the mercury all off, Thinking in his childish error It would cure the whooping cough. At the funeral, weeping Mother Sadly said to Mrs. Brown, ‘’’Twas a chilly day for Willie When the mercury went down” [El pequeño Willie del espejo lamió todo el mercurio, pensando en su error infantil que le curaría la tosferina. En el funeral, su madre llorosa tristemente dijo a la Sra. Brown, “Fue un frío día para Willie cuando el mercurio bajó”] Imagínense cuán terribles y nauseabundas serían estas líneas si no rimaran. Si no terminaran en un juego de palabras, si no tuvieran un ritmo alegre y juguetón. La forma, al contrario de lo que se dice, produce un efecto irónico. Los poemas nonsense como éste son parecidos a los dibujos animados: el medio mismo en donde se desarrollan evita que los tomemos en serio. Ciertos aspectos del lenguaje en un poema de nonsense riguroso también pueden proclamar su carácter irreal. Este anuncio se hace fuerte y claro cuando el escritor inventa todo un vocabulario nuevo, tal como lo hace Carroll en “Jabberwocky” o como lo hace Lear con los diversos adjetivos maravillosos que acuña: Mucilaginous (Mucilaginoso) “a mucilaginous monkey” (“un mono mucilaginoso”), “I have pretty well made up my mucilaginous mind” (“Me he decidido mucilaginosamente”) y scroobious (escrubioso) “the Scroobious snake” (“la serpiente escrubiosa”) “scroobious dubios doubtfulness” (“duda dubitativa escrubiosa”). 6 Huevos verdes con jamón Dr. Seuss No cabe duda de que en épocas recientes, en Estados Unidos, el autor más notorio de nonsense riguroso es Dr. Seuss quien –como Lear– escribe en medidas columpiantes, narra cuentos, realiza dibujos e inventa muchísimas palabras nuevas. En On Beyond Zebra (Más allá de cebra) incluso inventa todo un alfabeto. Valoro a Seuss más de lo que lo hace la mayoría: puede parecer que sus caricaturas han sido dibujadas con el pie izquierdo, pero es un versificador brillante y brioso, y me asombra su poder de invención. Debido a mi ignorancia, he restringido los ejemplos de nonsense contemporáneo a aquellos escritos de este lado del Atlántico. Pero me parece que una diferencia intrigante entre el clásico nonsense británico y el producido en Norteamérica consiste en el apego que tienen estos últimos a nuestra tradición de “cuentos chinos”. The Big Blue Frog and the Dirty Flannel Dog (La gran rana azul y el sucio perro de tela) de Dennis Lee, puede que empiece como un cuento de un viaje por el océano realizado por los “Jumblies” o “The Owl and the Pussycat” On Beyond Zebra Dr. Seuss mirarme directamente con los ojos descubiertos, caballeros... Coloco mi mano sobre la faz del sol y hago que sea de noche en la tierra; le doy un mordisco a la luna y apuro las estaciones). Este relato presuntuoso que hace Dennis Lee del robo de la luna parece el tipo de cosa que podría ocurrir en un “cuento chino” sobre Mike Fink o Paul Bunyan. Por casualidad, Shel Silverstein pareciera hacerle eco en “Moon-Catchin’ Net” (Red para atrapar a la luna), en donde un niño promete cazar a la luna con una red de atrapar mariposas en la mano, con aspiraciones tipo Bunyan. La canción folklórica norteamericana para niños “The Frisco Whale” (La ballena de Frisco) es parecida a un “cuento chino”, y es, de nuevo, una modificación de la naturaleza. La siguiente es una versión de ésta, que se puede cantar con la tonada de “Dixie”: 4 En inglés el término “by” quiere decir “por” y también quiere decir “al lado de”. Por eso se pierde el juego de palabras al traducir esta canción, ya que “by the pail” significa “por montones” y “al lado de todos”. N. del T. (El Búho y el Gatito), pero está moldeado por la geografía canadiense nativa del poeta. Después de que Rana y Perro se echan a la mar en el buen barco Hollow Log (Madero Hueco): First they sailed to Saskatoon Where they stole the harvest moon And they strung it as a headlight on the log. [Primero navegaron a Saskatoon Dónde hurtaron la luna llena y la colgaron como farol en el madero] Comparen el recuento realizado por Mark Twain en Life on the Mississippi (La vida en el Mississippi) en el cual un barquero vanidoso afirma, “Smoked glass, here, for all! Don’t attempt to look at me with the naked eye, gentlemen!...I put my hand on the sun’s face and make it night in the earth; I bite a piece out of the moon and hurry the seasons” (¡Vidrio ahumado, aquí, para todos! No traten de In Frisco town there lives a whale And she eats porkchops by the pail, By the pill-box, by the bathtub, By the washtub, by the schooner. Her name is Sarah, and she’s a peach, But you can’t leave food within her reach, Nor nursemaids, nor babies, Nor chocolate ice cream sodas. She eats a lot, and when she smiles You can see her teeth for miles and miles, And her adenoids, and her tonsils, And things too fierce to mention. Now what can you do in a case like that, What can you do but step on your hat, Or your grandfather, or your toothbrush Or anything else that’s helpless? [En el pueblo de Frisco vive una ballena que come chuletas por (al lado de) 4 tobos, al lado del pastillero, al lado de la bañera, al lado de la batea, al lado de la goleta. Su nombre es Sarah, y es muy dulce, pero no puedes dejar comida a su alcance, ni niñeras, ni bebés, ni refresco con helado de chocolate. Ella come mucho, y cuando sonríe puedes ver sus dientes por millas y millas, y sus adenoides y sus amígdalas, y cosas demasiado fieras de mencionar. Ahora ¿qué puedes hacer en un caso como ése, qué puedes hacer sino pararte sobre tu sombrero, o tu abuelo, o tu cepillo de dientes o cualquier otra cosa que sea indefensa?] 7 Nonsense flexible Bueno, ¿y qué ocurre con el nonsense flexible, el tipo de nonsense que se niega a participar en un juego tan elaborado y limitado por reglas estrictas? Una definición amplia sería que es cualquier nonsense no riguroso. La mayoría de nosotros los escritores tendemos más hacia el nonsense flexible, pero con esto no quiero implicar que sólo por el hecho de que éste sea más libre que el clásico juego de A través del espejo, sea inferior y despreciable. Este tipo de nonsense también puede ofrecer satisfacciones. La mayor parte del nonsense flexible es escritura cómica sobre un evento improbable e inverosímil. Nos sorprende al transgredir las convenciones y las rutinas. Tal vez no nos dé todo un mundo sistemático, pero puede hacer mucho con un pie cuadrado de tonterías. Mientras que en el nonsense riguroso se suspenden todas las leyes científicas, permitiendo que un gato toque el violín y que un plato y una cuchara se escapen juntos, en el nonsense flexible basta con un solo desafío a la naturaleza. Permitir solamente, por ejemplo, que una vaca salte sobre la luna. Incluso si la vaca solamente salta sobre un granero, esto es suficiente para el nonsense flexible. En “Stop Thief” (Detente ladrón), de Shel Silverstein, hay una sola excepción a la naturaleza: Policeman, policeman, Help me please. Someone went and stole my knees. I’d chase him down but I suspect My feet and legs just won’t connect. [Policía, policía, ayúdeme por favor. Alguien vino y se robó mis rodillas. Yo lo perseguiría, pero sospecho que mis pies y piernas no están conectados.] Por cierto, en cualquier mundo nonsense el cuerpo humano sufre todo tipo de cambios que a pesar de ser inofensivos, son desconcertantes, como le sucede a Alicia en el País de las Maravillas, se encoge y vuelve a crecer y el cuello se le estira como el de una jirafa. Algunas veces los versos del nonsense flexible presentan un solo chiste, como en los retratos que hace Jack Prelutsky de niños con apetitos monstruosos, como “Pumperly Pott’s Unpredictable Niece” (La sobrina impredecible de Pumperly Pott), que se devora un automóvil completo incluyendo los cauchos radiales, o “Herbert Glerbett” quien consume 50 libras de helado de limón y se convierte en un charco de porquería verde. La relativa sencillez de este tipo de cosa puede ser vista al compararla con el nonsense más riguroso y complicado como 8 “I Scream” 5 (Yo grito), de Eve Merriam, en el cual un niño, antes de comerse el único plato de helado que le permiten, convence a su mamá de que lo deje escoger el plato. Este maravilloso plato es tan grande que en él entran un delfín y un canguro, diez barcos altos, y más cosas. Merriam realiza toda una retahíla clásica al ir detallando sus posibles contenidos. No todos los versos que escribo para niños son nonsense, sólo algunos de ellos salen de esa manera. Y nunca me dispongo a escribir de manera deliberada y metódica nonsense flexible o riguroso. Sospecho que los escritores hacen mejor su trabajo cuando lo hacen de manera despreocupada, cuando no están totalmente conscientes de lo que están haciendo. Si lo piensan mucho antes de empezar o cuando están escribiendo, se arriesgan a que les pase lo que le pasó al ciempiés, en una rima anónima, quien iba caminando de lo más feliz cuando un sapo malintencionado le preguntó: “Pray, which leg comes after which?” (¿Dime cuál pie viene después de cuál?) y “This raised her mind to such a pitch/ She lay distracted in a ditch/ Considering how to run” (esto lo confundió tanto/ que se quedó distraído en una zanja/ considerando qué podía hacer para correr). A medida que las cosas que escribo van tomando forma sobre la página, yo no me paro a analizarlas. Estoy demasiado ocupado tratando de que las líneas rimen y que el ritmo sea el adecuado y de contar una historia. Parece que en cuanto a nonsense se refiere, yo he oscilado entre el flexible y el riguroso, trabajando con mayor frecuencia el flexible. Algunas veces un poema puede comenzar como una cosa flexible y chistosa, y después convertirse en nonsense riguroso. Esto ocurre en uno llamado “Family Genius” (Genio de familia) que principalmente es sólo un catálogo de las cosas raras que inventa el tío de alguien. Empieza con espinaca congelada sobre un palito: es lo suficientemente improbable, pero posible de hacer en tu congelador si así lo deseas. Pero mientras sigue el catálogo, se va haciendo cada vez más inverosímil: el tío construye un avión de papel que mide nueve millas, diseña un par de zapatos de madera para una cigüeña de una sola pata, y un artilugio que sirve para quitar King Kongs de edificios Empire State. De esta manera, algo que es improbable puede llevarnos a cosas que son mucho más improbables. Algunas veces un poema, supongo que en el nonsense más flexible, revoca una sola ley natural. Así sucede en uno llamado “Backyard Volcano” (Volcán del jardín trasero) en donde un cráter humeante, que bota lava, aparece en un vecindario suburbano. El hombre alegremente se mete a nadar en él, y antes de tirarse de cabeza grita: “Last one in is an old molten stone!” (¡El último en meterse es una vieja roca fundida!). Creo que al menos una ley natural es 5 En inglés “I Scream” que significa “yo grito” se pronuncia igual a “Ice cream” que significa “helado”, por lo tanto al traducirlo pierde el juego de palabras. N. del T. A Ligth in the Attic Shel Silverstein dejada a un lado: la ley que dice que las cosas calientes te pueden quemar. Creo que el ritmo de trote y la rima cantarina de esas líneas pueden ayudar a decirle al niño “esto es sólo un juego, no vayas a tirarte dentro de ningún volcán”. Pero mientras no conozco a ningún niño que haya tenido problemas con esta travesura, sí he encontrado que algunos adultos tienen problemas en distinguir entre lo que es nonsense y lo que es realidad. Aquí está el único poema nonsense que he escrito que ha sido prohibido por la censura, “Mother’s Nerves” (Nervios de madre): My mother said, “If just once more I hear you slam that old screen door, I’ll tear out my hair! I’ll dive in the stove!”So I gave it a bang, and in she dove. [Mi madre dijo, “Si una vez más te oigo azotar esa vieja puerta, ¡me arrancaré los cabellos! ¡Me tiraré de cabeza en el horno!” Así que tiré la puerta, y ella se tiró dentro del horno] La mayoría de los niños no necesitan que se les diga que cualquier mamá que actúe de tal manera estaría loca. La rima y la métrica también marcan este poema como un trabajo de artificio, no de reportaje real. Pero los miembros de la junta directiva escolar de North Kansas City no lo percibieron así cuando sacaron de los estantes de las bibliotecas escolares una antología que lo incluía, “I’m Mad at You!” (¡Estoy bravo contigo!) de William Cole, acusando a éste y otros versos inocuos de “subvertir la autoridad paternal” (algunos bibliotecarios de North Kansas City montaron una protesta, Dios los bendiga, y lograron sacar al libro de la cárcel). Tengo que admitir que siempre que un verso termina siendo nonsense riguroso, me siento conmovido y desarrollo un sentimiento especial hacia él. Uno de éstos es “What We Might Be, What We Are” (Lo que podríamos ser, lo que somos), en el cual dos cosas geográficamente distantes una de la otra y muy distintas entre sí, se enamoran: If you were a scoop of vanilla And I were the cone where you sat, If you were a slowly pitched baseball And I were the swing of a bat, If you were a shiny new fishhook And I were a bucket of worms, If we were a pin and a pincushion We might be on intimate terms. If you were a plate of spaghetti And I were your piping-hot sauce, We’d not even need to write letters To put our affection across. But you’re just a piece of red ribbon In the beard of a Balinese goat And I’m a New Jersey mosquito, I guess we’ll stay slightly remote. [Si tú fueras una bola de helado y yo fuera la barquilla sobre la que te sientas, si tú fueras una pelota de béisbol lanzada lentamente y yo fuera un batazo, si tú fueras un anzuelo nuevo y reluciente y yo fuera un tobo de lombrices, si fuéramos un alfiler y un alfiletero, podríamos ser íntimos. Si tú fueras un plato de espagueti y yo fuera tu salsa bien caliente, no tendríamos que escribirnos cartas para manifestar nuestro afecto. Pero tú eres sólo un pedazo de cinta roja en la barba de un chivo balinés y yo soy un mosquito de Nueva Jersey, supongo que permaneceremos ligeramente apartados] 0000 9 Le estaría agradecido a cualquiera que encontrase en ese lamento lastimero un pequeño eco de la tristeza presente en esos relatos de Lear sobre viejos personajes contrahechos, de largas narices, a quienes nadie quiere. Como conclusión, tengo la terrible sospecha de que, como aquel académico teutónico que escribió una larga disertación sobre poemas que empiezan con la conjunción “y”, he hecho mayor hincapié en mi tema de lo que era necesario. Déjenme decir, sin embargo, que ambas clases de nonsense pueden tener efectos valiosos y beneficiosos. El nonsense flexible reta nuestro sentido de lo que es real y correcto, para definir mejor lo que es la realidad y lo correcto. El nonsense riguroso construye un mundo totalmente nuevo y diferente, y así refresca e ilumina nuestras nociones acerca del mundo que conocemos. De vez en cuando, y con un poco de suerte, podemos arrojar una nueva luz sobre una vieja realidad. Como Andrew Jackson en aquella rima tradicional, yo podría estar lleno de energía 6: Traducción del inglés al español realizada por Olga García Larralde X.J Kennedy. Autor estadounidense egresado de la Sorbona y de la Universidad de Michigan. Ha sido profesor de Literatura en la Universidad de Massachusetts y en la de Carolina del Norte. Ha desarrollado varias colecciones de poesía para niños y jóvenes como Nude Descending a Staircase (1961) y Talking Like the Rain: A First Book of Poems, con Dorothy M. Kennedy (1992). * Kennedy, X.J.: “Strict and Loose Nonsense”. En: School Library Journal. New York, vol 37, nº 3,1991. Old Andy Jackson Was part Anglo-Saxon. He was so full of beans That he took New Orleans. [El viejo Andy Jackson era medio anglosajón. Estaba tan lleno de energía (frijoles) 7 que tomó Nueva Orleans] Entonces, déjenme confiar en que, como una almohada de caramelo, algo de esta retahíla mucilaginosa se les quedará pegada a la cabeza. Alicia en el país de las maravillas Lewis Carrol Ilus. John Tenniel 10 6 En el original “full of beans” que literalmente significa “lleno de frijoles”, es una expresión popular que significa que alguien está lleno de energía vital. 7 idem De la lectura como poder y el lector subversivo (analítico)* Por B R E N D A B E L L O R Í N D e la lectura como poder se ha escrito mucho. Si realmente somos gente de libros, pues, no cabe duda de ello: quien sabe leer o se dedica a los libros debería ser poderoso. Los que trabajamos como promotores de lectura sabemos que eso no es tan matemático, pero no deja de ser cierto. Quizás ahora nos cueste un poco verlo, pero cuando en el mundo sólo estaban alfabetizados unos pocos y eran ellos los que controlaban todo, con la excusa de que su liderazgo había sido escrito con puño y letra del señor Dios, la cosa estaba más clara. No hace falta recapitular en este contexto cómo el hecho de saber leer nos permite desenvolvernos mejor en un mundo donde las cosas siguen siendo dominadas por la palabra, aunque muchas cosas ya no puedan explicarse sino a partir de números, ecuaciones y fórmulas qué sólo unos pocos consiguen entender (Véase Steiner, 1994). Según Neil Postman –un catedrático estadounidense famoso por sus teorías polémicas sobre la infancia y la educación– la palabra escrita fue la que le quitó a los niños las posibilidades de ser participativos en las decisiones políticas, sociales y económicas que ahora sólo relacionamos con el mundo adulto. Grosso modo, su teoría consiste en que cuando el mundo estaba dominado por la oralidad, como sucedía en la Edad Media, niños y adultos convivían sin diferenciaciones de ninguna clase. Los niños tenían acceso a todo y podían hacer cualquier cosa, menos la guerra y el amor, aunque hay evidencias históricas de que también llegaban a intervenir en esos espacios (vid. Postman, 1994). Hoy en día, los niños tienen una participación más limitada que en aquellos tiempos, aunque no me atrevería a ser tan taxativa en eso. Ellos y los adolescentes, que ahora vienen a ser más o menos una misma cosa (aunque a los piagetianos esto les dé dolor de barriga), participan más que nadie en la cultura de consumo, ingieren toda clase de productos, a los que tienen acceso casi ilimitado gracias a la televisión y la Internet. Alabada sea nuestra plural y multiforme cultura visual... En todo caso, concentrémonos en lo que representa para ellos el acceso a la cultura escrita. Sabemos que aquellos niños que descubren la lectura y tienen la oportunidad de nutrirse con los conocimientos que ésta ofrece, no escatiman en eso de hacer gala de lo que saben. Si son lectores de textos informativos, tanto peor, comienzan 11 a marearlo a uno con que si sabíamos que el dinosaurio tal pesaba tanto o que una nebulosa es tal o cual cosa (vid. Betty Carter, 2001). En los momentos que exhiben y ponen en práctica su sabiduría son parte del mundo adulto, y suelen estar orgullosos de ello. La posibilidad de leer, de entrar a hurgar entre las cosas de los adultos por un rato, les permite defenderse, ser críticos, dudar de lo que se les impone y tomar posiciones. Hay escritores como Carroll y Dahl que, por ser ellos mismos unos niñotes enamorados de la infancia, conocen bien este secreto y lo explotan en sus libros como muy pocos han logrado hacerlo. En un libro titulado No se lo cuenten a los mayores (1998) Alison Lurie propone a la literatura infantil como el espacio subversivo por excelencia. El libro, que dicho sea de paso es una verdadera delicia por su tono chismográfico y sus entretenidas anécdotas, valida su hipótesis con agudeza y buen sentido del humor a partir del análisis puntual de varios libros-hito de la literatura anglosajona para niños. Para ella, la clave de que la literatura infantil sea subversiva reside en el nonsense: Las grandes obras de la literatura subversiva infantil nos sugieren que existen otras formas de ver la vida, diferentes a ir de compras o a la oficina. Se burlan de las ideas vigentes y expresan su punto de vista no comercial, alejado de las convenciones de este mundo, en su forma más simple y pura. Hacen una llamada a ese niño imaginativo, interrogante y rebelde que todos llevamos dentro, renovando nuestra energía instintiva y actuando como una fuerza que nos impulsa al cambio. No podría estar más de acuerdo con ella; a mi parecer el nonsense es uno de los mejores aportes de los ingleses a la humanidad. A diferencias de los libros didácticos y morales que sentaron las bases para la creación de los primeros libros para niños y que, aún hoy, siguen moldeando las obras de muchos adultos bien intencionados que son pésimos escritores de libros para niños, la literatura infantil tocada por el nonsense se caracteriza por darle aliento, suspiro, risa y ¿por qué no? poder a los más pequeños. Alicia en el País de la Maravillas (2001) se construye en torno al nonsense y quizás por ello sigue más vigente que nunca. Carroll se valía de interminables juegos de palabras y personajes adultos completamente venáticos para criticar el mesopotámico (vid. Ferreiro, 1999) y tautológico sistema de enseñanza que moldeaba y aún moldea la escuela, así como para hacer sátira política. Alicia es una niña inteligente, lectora, bien educada, de buenos modales y con un conocimiento bastante justo del mundo. Sin embargo, constantemente queda fuera de 12 sitio cuando algún personaje le dice que las cosas no son como cree que son o como se las han enseñado. Aunque su encuentro con el País de las Maravillas se trata de un sueño, ella regresa transformada, crecida. Buena parte de su cambio está en que ha crecido como lectora, ha comprendido que leer (me refiero aquí a la lectura en el sentido más amplio de la palabra) consiste, en gran medida, en saber que lo que está escrito en los libros y lo que los demás nos dicen que es cierto no siempre lo es. Pensemos por un momento en el episodio de “La fiesta del té”. Alicia se siente incómoda en la conversación con el sombrerero y la liebre. En algún momento le dice al sombrerero que debería aprender a no a hacer afirmaciones tan personales, porque es de pésima educación y mal gusto. El desestabilizador sombrerero le responde con más nonsense: “¿En qué se parece un cuervo a un escritorio?” (vid. Babbit, 2001). El acertijo terrorista conduce a una conversación donde el sombrerero le deja ver a Alicia que siempre somos objeto de nuestra posición en el mundo y que no existe tal cosa como la objetividad o las opiniones sin subjetividad. La fiesta del té nos confirma que nada es claro, que las verdades no son absolutas. En el fondo el ataque del sombrerero no es a Alicia sino a los adultos. Nada de creerse que porque se es grande se sabe todo lo que hay que saber. Aquí el nonsense proporciona al niño un primer encuentro con la relatividad de las cosas, con la idea kantiana de que todo está cifrado en el encuentro, y del principio lector de que todo depende de la interpretación, de la lectura que hagamos del mundo. Es más cómodo pensar que las cosas son siempre de una sola manera y que nunca pueden ser de otra. Los niños, que la mayoría de las veces nos superan en sabiduría, intuyen que eso no es así y, sin ninguna dificultad, convierten un lápiz en cohete y una lata en carro. 3 The Horn Book Magazine.Boston, volumen 64, No. 1 (enero-febrero, 1988). Alicia en el país de las maravillas Lewis Carrol Ilus. John Tenniel Matilda Roald Dahl Ilus. Quentin Blake Como lo dije antes, esta tradición ha encontrado otros exponentes que desarrollan esta imagen del lector analítico que, por ser mordaz y tener la capacidad de cuestionárselo absolutamente todo, puede dejar de estar en una posición de desventaja y conseguir casi cualquier cosa. Matilda (1999), el último gran libro que nos dejó Dahl, es un excelente ejemplo de esto. Aunque seguramente todos conocen la historia, bien sea por el libro o su versión cinematográfica, recapitulo de qué se trata. Matilda es una niña prodigio, lo cual salta a la vista de todos, excepto sus padres. Los señores Wormwood, literalmente, ignoran a su hija. Desde los 3 años, Matilda lee con absoluta fluidez, a pesar de que su casa debe ser el peor entorno lector visto; sólo hay un libro de cocina, que ni siquiera leen porque sólo se alimenta con TV-dinners. Todos los días, mientras su madre sale a jugar canasta, ella se escabulle de la casa para hacer lo que más le gusta: leer. En vista de que en su casa no hay cabida a los libros, Matilda, disciplinadamente, va a la biblioteca. Allí primero lee, sin ninguna mediación adulta, toda la sección infantil y luego procede a la sección de libros para adultos bajo la tutela de la Sra. Phelps, la bibliotecaria ideal que todos tenemos en la cabeza y que, esperamos, nuestros hijos encuentren algún día. A la edad de 4 años, Matilda ha leído más libros de los que un estudiante promedio ha conocido a lo largo de su carrera universitaria. A su padre le enfurece que su hija sea lectora. No entiende cómo esa mocosa prefiere siempre leer antes que ver la tele. Este señor, que es un vende autos usados de comedia americana a lo Chevy Chase, pierde la chaveta cuando ve a su hija leyendo con tanta placidez. Un día, sin ninguna razón aparente, le arranca un libro a Matilda y procede maníacamente a rompérselo. Esto es demasiado para la pobre Matilda, quien hace esfuerzos titánicos por querer a sus inqueribles progenitores. A partir de este momento, Matilda se convierte en una terrorista (¿activista?) literaria que utiliza el poder de las palabras para hacer justicia. Antes de devolver cualquier golpe o bajeza que le es propinado, lee todo con mirada afilada y escrutadora, estudia las debilidades de su enemigo y planea una venganza perfecta que no deje huella. Cuando entra a la escuela se encuentra con un universo diferente al reducido mundo televisivo de su casa. Allí conoce a la dulce Srta. Honey, su adorable maestra, y a sus compañeros de clase: unos chiquillos de lo más encantadores con los que hace amistad inmediatamente. También conoce a la pérfida Srta.Trunchbull, una solterona gorda y amargada que desafortunadamente es la directora del colegio. La Srta. Trunchbull se convierte en la otra figura de arbitrariedad y estupidez adulta con la cual la nunca mal ponderada Matilda debe enfrentarse. A través de este personaje, Dahl nuevamente cuestiona el status quo de los adultos en general y de las autoridades educativas en particular. De nuevo aquí los niños son más flexibles que los adultos cuando llega la hora de interpretar el mundo, y es su capacidad analítica la que les permite ser subversivos. Matilda y sus compañeros de clase van –como las termitas– derrumbando poco a poco las estructuras de poder. Esperan con paciencia que la Srta. Trunchbull caiga por su propio peso que, ya sabemos, es mucho. Además de todo lo que la Trunchbull le hace a los niños, Matilda descubre que su querida Srta. Honey es la mayor víctima de esta bola de problemas. Resulta que esta mujer es la tía de la Srta. Honey. Y, como sacada de uno de los libros de Dickens que Matilda ha leído con tanto entusiasmo (vid. Petzold, 1992), la Srta. Honey (Jenny) es una pobre huérfana que, al igual que Oliver Twist, ha sido víctima de quien se suponía debía ser su benefactora. Matilda Roald Dahl Ilus. Quentin Blake 13 Matilda Roald Dahl Ilus. Quentin Blake Quien debía ser la más piadosa con ella, había asesinado a su padre, le había quitado su herencia, abusado de ella y obligado a vivir en condiciones infrahumanas. Esto hace rabiar a Matilda. Está harta de ver cómo la Trunchbull pisotea a los más débiles. Su indignación es tal, que comienza a desarrollar la extraña destreza de mover las cosas con tan sólo mirarlas. Toda su genialidad, todas sus lecturas, todo lo que la hace fuerte, se le sube a la cabeza y le permite hacer cosas extraordinarias. Al final del libro, Matilda prepara el plan perfecto para desenmascarar a la bruja de Ágata Trunchbull. De nuevo aquí la hazaña se realiza a través de la palabra escrita. Matilda se concentra y hace que la tiza escriba en la pizarra lo siguiente: Agatha, soy Magnus [nombre del papá de la Srta. Honey].... La Trunchbull intenta borrarlo pero de nuevo aparece una escritura como venida de ultratumba: Soy Magnus y harás bien en creerlo. Agatha, devuélvele a Jenny sus salarios. Devuélvele a Jenny su casa. Luego vete de aquí. Si no lo haces, vendré por ti, como tú hiciste conmigo. Te estoy vigilando, Agatha. 14 La Srta. Trunchbull se desplomó. Apenas se recuperó salió corriendo de la escuela y nunca más se le volvió a ver por ese pueblo. Como era de esperarse, se restableció el orden. Jenny recupera lo suyo y se convierte en la nueva directora. A nuestra heroína también le ocurre algo extraordinario: un día llega a casa y ve a su familia empacando con desespero; se ha descubierto que su padre había participado en una estafa gigantesca. Su familia se prepara para huir a España. Matilda no desea acompañarlos. Desesperada, busca a la Srta. Honey para pedirle asilo. Los padres de Matilda consienten sin chistar y allí tenemos una historia con un inconfundible final feliz al modo irreverente de Dahl. Los actos subversivos realizados por esta extraordinaria lectora han permitido que el mundo que la rodea vuelva al orden libresco que le corresponde; el poder ha sido nuevamente puesto en manos de los lectores. Dahl nos muestra una imagen victoriana de la infancia renovada, donde los niños siguen siendo inocentes y buenos hasta que se demuestre lo contrario, pero que pueden dejar de ser vulnerables si no los mantenemos en perpetua agnosis, ignorancia. La lectura vence otra vez... El secuestro de la bibliotecaria Margaret Mahy Ilus: Quentin Blake Para cerrar con esta metáfora quisiera mencionarles uno de los libros que, en mi opinión, mejor recrea la imagen de lectura como espacio subversivo. Me refiero a El secuestro de la bibliotecaria de Margaret Mahy (1995), un libro divertidísimo. En él, la Srta. Laburnum, la bibliotecaria del pueblo, es secuestrada por una banda de ladrones que espera hacerse rica con el rescate porque todos saben cuán importantes son las bibliotecas y sus bibliotecarios. Los malhechores no contaban con que la Srta. Laburnum acababa de visitar unos niños con sarampión. Todos, excepto el jefe de la banda, caen en cama. La Srta. Laburnum, quien es una bibliotecaria insigne que vive su vida “by the book”, los convence de que la solución a este percance está en un libro. El jefe de la banda le deja ir a buscar los insumos necesarios. Ella, que es una mujer de palabra, regresa con libros para aliviarlos con historias. Pronto, la banda se vuele adicta a los libros y como la burocracia del Ayuntamiento no ha permitido responder a sus exigencias, deciden dejar ir a la secuestrada. Las autoridades del pueblo, a diferencia de la ingeniosa bibliotecaria, son incapaces de resolver absolutamente nada porque su lectura de todas las situaciones está apresada por su limitante literalidad. Al cabo de unos días, el jefe de la banda aparece en la biblioteca nerviosísimo. Estaba tratando de escaparse de un policía. Había sido un error andar por el pueblo de esa manera, pero al bandido le urgía buscar libros para sus muchachos. Éstos no eran los mismos desde que descubrieron las historias de Alí Baba y sus cuarenta ladrones, Robin Hood y tantos otros libros maravillosos. El jefe de la banda pide ayuda a la Srta. Laburnum, quien logra sacarlo del aprieto sin quebrantar nunca las reglas de la biblioteca: –Déme su nombre, ¡rápido!- dijo ella. El bandido jefe dio un brinco hacia atrás. Una expresión de horror se adivinó bajo su barba negra y enmarañada. –¡No, no! -exclamó-. ¡Cualquier cosa menos eso! –¡Rápido! -apremió la Srta. Laburnum– dése prisa o no podré ayudarle. El bandido jefe se inclinó sobre el mostrador para susurrar al oído de la bibliotecaria: –Bienvenido Bienhechor. La Srta. Laburnum no pudo evitar una sonrisa. Ciertamente era un nombre extraño para semejante personaje. (...) [Entonces] le colocó una etiqueta con un número, como si fuera un libro, y le situó en una estantería con muchos volúmenes de autores cuyos apellidos empezaban por la letra B. El bandido estaba colocado con exactitud por orden alfabético, ya que el orden alfabético es una regla esencial para cualquier bibliotecario. 15 Pronto llega el policía y ve al bandido entre los libros por autores que comienzan con la letra B. Cuando se lo pide a la Srta. Laburnum, ella le dice que claro que puede llevárselo pero que necesita su tarjeta de lector. El policía no la lleva consigo, así que corre a buscarla. A su regreso se encuentra con que alguien lo ha sacado en su ausencia. Adivinen quién lo sacó. Después de este episodio, Bienvenido Bienhechor vuelve a encontrarse con la bibliotecaria luego de un terremoto. La biblioteca está hecha un desastre y la Srta. Laburnum se encuentra sepultada bajo un cerro de libros: Aplastada por la literatura –pensó la señorita Laburnum–. La muerte ideal para una bibliotecaria. El resultado de este incidente es inesperado y subversivo, digno del mejor nonsense británico. Bienvenido Bienhechor se casa con la Srta. Laburnum, tanto él como el resto de los miembros de la banda renuncian a la vida de crímenes que llevaban, y –¡oh! sorpresa– ¿adivinen quiénes se convirtieron en bibliotecarios asistentes? Desde entonces, aquella biblioteca funcionó extraordinariamente bien (...) La Sra. Bienhechor pensaba a veces que la biblioteca para niños era un poco más fantástica y salvaje, pero también más divertida, que el resto de las bibliotecas que conocía. Pero esto no le preocupaba. No le preocupaba que todos los bibliotecarios bandidos llevaran grandes barbas negras ni que quitaran todos los letreros que ordenaban SILENCIO y PROHIBIDO HABLAR. Cómo pueden ver aquí, las claves para desestabilizar el status quo está en los libros y en la buena lectura. Después de todo, grande en verdad es el poder del libro. Brenda Bellorín Licenciada en Letras por la Universidad Central de Venezuela. Durante cuatro años coordinó el Comité de Evaluación de Libros de la Gerencia de Información, Documentación y Estudio del Banco del Libro. Este último año se desempeñó como Jefe de la Unidad de Investigación de la misma Gerencia. Actualmente está cursando una Maestría en “Liberal Studies” en la New School University de la ciudad de Nueva York. * Fragmento de la conferencia “El lector en el libro: algunas ideas sueltas en torno a cuatro metáforas de lector y lectura en los libros para niños y jóvenes” presentada en el marco de la Feria del Libro Infantil y Juvenil, México D.F. en el año 2001. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS LIBROS PARA NIÑOS Y JÓVENES Carroll, Lewis: Alicia en el País de las Maravillas. Madrid: Alianza, 2001. Dahl, Roald: Matilda. Madrid: Santillana, 1999. Mahy, Margaret: El secuestro de la bibliotecaria. Madrid: Altea, 1995. PROFESIONALES Babbit, Natalie: “La fiesta del té”. En: Un encuentro con la crítica y los libros para niños. Caracas: Banco del Libro, 2001. Cancelas y Ouviñas, Lucia-Pilar: “Carroll versus Dahl: dos concepciones del humor”. En: CLIJ (Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil). Barcelona, ES: Vol. 10, no. 97, 1997. Carter, Betty: Libros de información: del placer de saber al placer de leer. Caracas: Banco del Libro, 2001. Ferreiro, Emilia: Cultura escrita y educación: Conversaciones con Emilia Ferreiro. México: Fondo de Cultura Económica, 1999. Lurie, Alison: No se lo cuentes a los mayores: literatura infantil, espacio subversivo. Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1998. Postman, Neil: The Disappearance of Childhood. New York: Vintage Books, 1994. Steiner, George: Pasión Intacta. Madrid: Ediciones Siruela. Traducción de Miguel Ultorio, 1997. West, Marc: “The grotesque and the taboo in Roald Dahl's humorous writings for children”. En: Children's Literature Association Quarterly. West Lafayette, US: Vol. 15, no. 3, 1990. El secuestro de la bibliotecaria Margaret Mahy Ilus: Quentin Blake María Elena Walsh: Nonsense con acento sureño Por S A S H E N K A G A R C Í A Para mi cebollita y su tren, con cariño 1 Lucía Pilar Cancelas y Ouviñas. “Carroll versus Dahl: dos concepciones del humor”. (Barcelona, 1997), 20 2 Alicia Origgi. “Aspectos polifónicos en el discurso del disparate en la obra de María Elena Walsh”. (Bogotá, 2001), 209 Para comenzar a aproximarnos al humor concebido especialmente para los niños, se debe tomar como punto de partida el siglo XIX. En este período, la literatura para niños comienza a asumirse de manera consciente. El ideal romántico de la “tierna infancia” empieza a engendrar una propuesta literaria con fines específicos. Los libros para niños del siglo XIX están dirigidos fundamentalmente a la sociedad burguesa, privilegiada, la que verdaderamente podía acceder a los textos. Su función, meramente educativa, promueve la sumisión moralizante ante el adulto. Sin embargo, en contraposición a esta producción literaria, surge una literatura subversiva que maneja la imagen del anti-héroe. El humor se introduce en los libros para niños como una reacción a los modelos impuestos por la concepción moralista –cargada de seriedad– de la literatura de la época. Lewis Carroll se erige como uno de los más destacados representantes de este giro literario. Creador, junto a Edward Lear, del nonsense, propone una literatura de tipo lúdico. Lucía Pilar Cancelas y Ouviñas define el nonsense como: “(...) distorsión, inversión o exageración de algunos aspectos del mundo real, asociaciones fortuitas de sonidos y rimas, de malentendidos, juegos de homonimia, de perversas confusiones entre los sentidos figurado y literal de las palabras, etc.” 1 En la literatura para niños, este sinsentido encuentra un espacio privilegiado. Una razón para esto podría ser la capacidad que tienen los niños para conectarse naturalmente con el absurdo. De esta manera, resulta común encontrar historias en las cuales los personajes viven situaciones fantásticas, aventuras imposibles que transgreden las normas, pero que encuentran una lógica interna, característica relevante para el tratamiento del nonsense. Bien dice Alicia Origgi, al referirse a este género del disparate: “El disparate separa lo que desde una perspectiva del sentido común, la ciencia o la moral no es aceptado socialmente. Lo que se aparta de lo reglamentado por las ‘buenas costumbres’, se distancia del orden, lo comprensible y lo válido.” 2 Como puede percibirse, el sinsentido da cabida –en la literatura para niños– a la transgresión. El humor, en sus múltiples interpretaciones, lleva implícita esta ruptura. Resulta siempre transgresor de la norma y de los acontecimientos difíciles. Aborda temas tabú, como la muerte, y asume una perspectiva que permite relativizar situaciones complejas. Por tal motivo, se puede inferir que el humor introduce dos niveles simultáneos de interpretación. Uno que recalca los aspectos divertidos de una situación y otro que ofrece su lado trágico. Al respecto, Felicidad Orquín opina: 17 La percepción del humor supone una doble lectura, un ‘leer entre líneas’ que puede llevar a la risa o a lo cómico pero que siempre plantea la inquietud de la ambigüedad, que toda obra literaria lleva implícita, y la posibilidad de una relectura. A través del humor, el niño lector puede desdramatizar una situación conflictiva, desmitificar una autoridad y resolver muchas tensiones en un efecto liberador.3 Estas consideraciones, evidentemente, explican por qué, al momento de hablar de nonsense, Lewis Carroll y Edward Lear aparecen de primeros en la marquesina. Sin embargo, esta disertación busca otros rumbos: indagar en los caminos del nonsense en lengua castellana. Definitivamente, para hablar de nonsense en nuestra lengua se hace necesario hablar de María Elena Walsh. Esta autora argentina, nacida en 1930, es quizás una de las mayores representantes de este género. Por lo menos, en predios latinoamericanos. Sus poemas, breves y sencillos, se presentan como espacios lúdicos para la creación a partir de la interpretación del lenguaje. Varias generaciones de niños han crecido de la mano de la señora Walsh, aunque probablemente no muchos sepan de su existencia. Los poemas y, por supuesto, las canciones de esta autora, se han ido incorporando a la tradición popular, con visos folklóricos, de la América hispanohablante. Y es precisamente en el folklore de su querida tierra donde se cimienta su creación literaria. Así como los referentes del nonsense inglés son las tradicionales y antiguas nursery rhymes, para María Elena Walsh son las canciones, retahílas y acertijos de la cultura popular argentina. Nunca negó la influencia que en ella ejercieron los emblemáticos Carroll y Lear. De hecho, considera: “El caso de Lewis Carroll es por demás interesante y curioso. Podemos decir que es el poeta quien realmente puso el mundo patas para arriba, el hombre que tuvo la imaginación más desenfrenada en el mundo de la literatura infantil.”4 Simplemente incorporó las estructuras del nonsense inglés para luego depurarlas y adaptarlas a su propia realidad y a lo que quería transmitir. Más aún, esta autora fue la primera en trabajar el limerick –estrofa característica de la poesía de Edward Lear– en nuestro idioma. Su libro Zoo Loco, resulta un claro ejemplo de ello. En este disparatado zoológico se encuentran animales muy particulares que se presentan, uno a uno, en breves estrofas: Un canario que ladra si está triste, que come cartulina en vez de alpiste, que se pasea en coche y toma sol de noche, estoy casi seguro que no existe.5 18 Zoo Loco María Elena Walsh Ilus: E. y R. Fuhrmann Este juego pareciera no decir nada. Sin embargo, una de las claves del nonsense es desproveer de significados formales a las palabras para cargar los significantes de nuevo sentido. Sobre este aspecto, la autora propone: “La poesía no alude más que a sí misma, sopla desde donde quiere y es preferible que no forme parte del temario sino del recreo, que se integre más en el juego que en la instrucción.” 6 La tradición española, de la mano de zambas y milongas, también se refleja en la poesía de Walsh. El uso de la cuarteta y la copla, estrofas propias de la tradición oral, se refleja claramente en su libro El reino del revés, título de uno de sus poemas entrañables: Me dijeron que en el Reino del Revés nada el pájaro y vuela el pez, que los gatos no hacen miau y dicen yes, porque estudian mucho inglés.7 Este reino de realidades invertidas abre las puertas a un sinnúmero de interpretaciones, dando rienda suelta a la imaginación. Bien dice la autora: ”Me parece necesario insistir en que la función primordial de la poesía para los niños en edad preescolar es proporcionar placer, alegría, ser en definitiva una modesta forma de felicidad”8 Sin embargo, estas expresiones no deben tomarse con ligereza. Como comenta Lidia Blanco: (...) jamás sus textos resultaron inofensivos. El humor satírico insinúa siempre una mirada atenta sobre los riesgos que padece el hombre en este mundo y, por supuesto, también la infancia, a quien ha dedicado su pasión creadora. Cada verso es, en sus poemas, un golpe de atención sobre la sensibilidad y el pensamiento.9 3 Felicidad Orquín: “Literatura infantil y humor”. (Madrid, 1982), 68 4 María Elena Walsh. “La poesía en la primera infancia”. (Bogotá, 1995), 19 5 María Elena Walsh. Zoo Loco. (Buenos Aires, 1995), 19 6 Walsh. Ob. Cit, 16 7 María Elena Walsh. El reino del revés. (Buenos Aires, 1996), 73 8 Walsh. Ob. Cit, 17 9 Lidia Blanco. “María Elena Walsh. Maneras de reinar con la palabra”. (México, 1996),14 Otra estrofa del poema “El reino del revés” da cuenta de esta afirmación: Me dijeron que en el Reino del Revés nadie baila con los pies, que un ladrón es vigilante y otro es juez, y que dos y dos son tres.10 10 Walsh. Ob. Cit, 73 11 Walsh. Ob. Cit, 51 12 Walsh. Ob. Cit, 18 13 Walsh. Ob. Cit, 51 14 Walsh. Ob. Cit, 63 15 Blanco. Ob. Cit, 14 16 Walsh. Ob. Cit, 21 La parodia del orden deja en evidencia el cuestionamiento a las instituciones, a la estructura caótica del mundo formal y sus arbitariedades. Este es, seguramente, el más importante aporte que ha hecho María Elena Walsh a las letras para los pequeños. La honestidad y el respeto a la inteligencia de los niños y el afán por desarrollar un pensamiento crítico desde la primera infancia para construir un país y un mundo decididamente mejor. En otro de los poemas de Zoo Loco, Siempre de frac y con zapatos finos, no parece que fueran argentinos. ¿Por qué, por qué será que no usan chiripá ni poncho ni alpargatas los Pingüinos?11 la autora confronta el desarraigo, el afán común de muchos pueblos latinoamericanos de buscar la panacea extranjera lejos del propio patrimonio cultural. Su intención es clara: “(...) creo que es importante acercar al niño a su realidad cotidiana e impregnarlo de conocimientos vinculados al acervo de su propio país. Esta puede ser la base sólida sobre la cual inculcar sentimientos patrióticos y no patrioteros.”12 No en vano María Elena Walsh vive varios años en el exilio, dadas las serias discrepancias que tenía con el régimen peronista y su obra estuvo prohibida en Argentina durante la dictadura militar (1976-1983). Uno de sus poemas, “En el país de Nomeacuerdo”, se ha erigido como estandarte contra la represión y en especial contra el olvido que, de la mano del temor, llevó a muchos a evadir la cruel realidad de la dictadura: En el país de Nomeacuerdo doy tres pasitos y me pierdo. Un pasito para allí, no recuerdo si lo di. Un pasito para allá, ay qué miedo que me da. Un pasito para atrás y no doy ninguno más. Porque ya, ya me olvidé donde puse el otro pie.13 Su gran sensibilidad y creatividad infinita han permitido a sus lectores, grandes y pequeños, disfrutar del placer de jugar con la palabra, de inventar y reír, pero también de ver el mundo de manera diferente. Siempre ha dejado claro que coloca el valor de lo humano por encima de cualquier consigna. De la mano de Mambrú lanza una clara sentencia en la “Canción del Estornudo”: Es mejor la paz resfriada que la guerra con salud. Las dos bailan la gavota. Atchús.14 María Elena Walsh, siempre será un punto de referencia obligado para aquél que se acerque a la poesía para niños. La seguridad de que muchos pequeños más crecerán riendo las “monerías” de la Mona Jacinta, deseando que el doctor no haga llorar al Brujito de Gulubú o sorprendiéndose de la capacidad de estudio de una vaca, reconforta y aligera el camino de todo apasionado por la literatura para niños. Lidia Blanco encuentra las palabras precisas para definir a esta autora: Es este humanismo el que la colocó lejos de la mercantilización del arte y la convirtió en vocero del alma del pueblo argentino, en juez inquebrantable ante los hechos miserables de la corrupción moral y social del fin de siglo. María Elena Walsh: simplemente una artista verdadera.15 Para quienes creen en el trabajo de esta orgullosa sureña, sus palabras se crecen e invitan a un objetivo común: “La poesía es en definitiva reconstrucción y reconciliación, es el elemento más importante que tenemos para hacer de nuestros niños ni robots ni muñecos conformistas, sino para ayudarlos a ser lo que deben ser: auténticos seres humanos.”16 Este ensayo busca rendir un sencillo y sincero homenaje desde los más gratos recuerdos de la infancia. Zoo Loco María Elena Walsh Ilus: E. y R. Fuhrmann 19 Zoo Loco María Elena Walsh Ilus: E. y R. Fuhrmann Sashenka García Licenciada en Letras por la Universidad Católica Andrés Bello. Es la actual Coordinadora del Comité de Evaluación de Libros y miembro del Comité de Evaluación de Formatos Digitales de la Gerencia de Información, Documentación y Estudio del Banco del Libro. También forma parte del equipo editorial del Departamento de Publicaciones de la misma institución. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Blanco, Lidia: “María Elena Walsh. Maneras de reinar sobre la palabra”. En: Espacios para la lectura. Año I, Nº 2. México: 1996 Cancelas y Ouviñas, Lucía Pilar: “Carroll versus Dahl: dos concepciones del humor”. En: CLIJ Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil. Año 10, Nº 97. Barcelona: 1997 García, Sashenka: El humor como transgresión en los libros para niños de Roald Dahl. Trabajo de Grado para optar al título de Licenciado en Letras. UCAB. Caracas: 2001 Origgi, Alicia: “Aspectos polifónicos en el discurso del disparate en la obra de María Elena Walsh”. En: Memorias del XXVIICongreso IBBY. El nuevo mundo para un mundo nuevo. Libros infantiles para el nuevo milenio. IBBY, Cartagena de Indias, Colombia, Septiembre 2000. Bogotá: Fundalectura, 2001 Orquín, Felicidad: “Literatura infantil y humor”. En: Cuadernos de pedagogía. Vol. 8, Nº 96. Barcelona: 1982 Walsh, María Elena: “La poesía en la primera infancia”. En: Hojas de Lectura, 36. Bogotá: 1995 ________: El reino del revés. Buenos Aires: Espasa Calpe, 1996 ________: Zoo Loco. Buenos Aires: Espasa Calpe, 1995 BIBLIOGRAFÍA DE LA AUTORA* Angelito. Ilust: Oswaldo A. Camblor , Buenos Aires: Ángel Estrada, 1974 Chaucha y Palito. Ilust: Lancman Ink, Buenos Aires: Alfaguara, 2000 Un chimpancé. Ilust: Vilar , Buenos Aires: Sudamericana, 1987 Cuentopos de Gulubú. Ilust: Eduardo Fuhrmann; Ricardo Fuhrmann, Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1995 Dailan Kifki. Ilust: Eduardo Fuhrmann; Ricardo Fuhrmann, Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1996 Desventuras en el país jardín de infantes. Buenos Aires: Compañía Editora 1947-1995, 1995. El diablo inglés. Ilust: Douglas Wright, Buenos Aires: Alfaguara, 2000 La foca loca. Ilust: Eduardo Fuhrmann; Ricardo Fuhrmann, Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1996 Un gato de la luna. Ilust: Eduardo Fuhrmann; Ricardo Fuhrmann, Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1996 Una jirafa filarmónica. Ilust: Eduardo Fuhrmann; Ricardo Fuhrmann, Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1996 ¿Manuelita, adónde vas? Ilust: Lancman Ink, Buenos Aires: Alfaguara, 2000 El país de la geometría. Ilust: Néstor Luis Battagliero, Buenos Aires: Angel Estrada, 1979 Pocopán. Ilust: Eduardo Fuhrmann; Ricardo Fuuhrmann, Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1996 Los poemas. Buenos Aires: Sudamericana S.A., 1984 Poemas para niños. Ilust: Alba Ponce; Comp: Elsa Isabel Bornemann, Buenos Aires: Latina, 1975 El reino del revés. Ilust: Eduardo Fuhrmann; Ricardo Furhmann, Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1996 Los siete gatos maravillosos. Ilust: Jorge R. Serrano, Buenos Aires: Sigmar, 1966 La sirena y el capitán. Ilust: Mirtha Castillo, Buenos Aires: Ángel Estrada, 1974 Tutú Marambá. Ilust: Nancy Fiorini, Buenos Aires: Alfaguara, 2000 Versos tradicionales para cebollitas. Ilust: Viviana Garófoli, Buenos Aires: Alfaguara, 2000 Zoo Loco. Ilust: Eduardo Fuhrmann; Ricardo Fuhrmann, Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1995 * Esta bibliografía responde a los libros que se encuentran en el Centro de Documentación del Banco del Libro. Tutú Marambá María Elena Walsh Ilus. Nancy Fiorini GERENCIA DE INFORMACIÓN, DOCUMENTACIÓN Y ESTUDIO COORDINADORA María Beatriz Medina JEFA UNIDAD DE INVESTIGACIÓN Maité Dautant DE LA COMITÉ EVALUACIÓN DE LIBROS Sashenka García (Coordinadora del Programa de Evaluación de Libros) DE EVALUADORES Hripsime Bedrosian Paula Cadenas Elena Cardona Susan Castro Maité Dautant Olga García Larralde Sashenka García Susana González Carolina Holmes María de los Reyes Iglesias Agueda Mannarino María Beatriz Medina Irene Ojer Ana C. Palmero Rafael Rodríguez Calcaño César Segovia Amelia Tovar de Zarikian CONCEPTO Y EDICIÓN Brenda Bellorín Maité Dautant Sashenka García DISEÑO Ana C. Palmero IMPRESIÓN Arte Tip DEPÓSITO LEGAL pp 200003CS203 ISSN 1317-3146