Ni a Palos

Transcripción

Ni a Palos
Domingo 4
Octubre 2015
BUENOS AIRES
AÑO 6 - N°338
SUPLEMENTO JOVEN DE
TIEMPO ARGENTINO
A PALOS
Además: Hernán Vanoli | Educando a los presidenciables | Lo' Pibitos | Caja Negra |
Aparecida | La salidera | Estereotipos
año 6 | nº 338 | 4 de octubre de 2015
2
Caja Negra
El barrio
Por Zambayonny
Ilustración: Daniel Caporaletti
La casualidad me llevó a adentrarme en el barrio donde había
vivido hasta los seis años. No tenía un buen recuerdo de aquel
tiempo, ni de la casa, ni de la
cuadra, ni de los amigos fugaces
que dejé para siempre, ni de los
amigos para siempre que dejé de
pronto. Sin embargo una suerte
de necesaria curiosidad me fue
empujando por las avenidas del
pasado en busca de aquella casa
que habitamos con mi familia y
que jamás había vuelto a ver. Me
intrigaba saber cómo había tratado el paso de tantos inviernos a
aquellas manzanas perdidas en la
memoria de un vecindario idealizado por el que no había vuelto a
pasar desde entonces.
El día que nos mudamos lo hicimos apurados. Demasiado apurados. Cada mueble era subido
rápido al camión por los hombres
del taxiflet como si no pesaran
nada. Las bolsas negras de residuos llenas de ropa y los diversos bolsos repletos de papeles,
adornos y juguetes iban siendo
apilados en la vereda a la espera
de ser cargados al camión frente
a las miradas invasivas de todos
los vecinos. Había en el aire cierta
vergüenza por mostrar nuestras
cosas a todo el mundo, supongo que por eso era el apuro. Era
como si estuviéramos asistiendo a
una fiesta de gala con el pullover
más viejo y roto que conservábamos, era como si proyectaran en
una pantalla gigante nuestros
sueños más pudorosos para que
nos ruboricemos, era como si es-
tuviéramos sentados en el inodoro con la puerta abierta leyendo
los obituarios.
Fue tanta la premura y el caos
de aquella mudanza que terminamos extraviando el pequeño
bolsito con mis juguetes. Imagino
que apenas contendría algunos
autitos, unos pocos muñecos, dibujos y otras cosas insignificantes, pero en aquel momento sentí
que había perdido definitivamente todo lo que tenía.
Ahora el barrio de la infancia estaba diferente. El paisaje se había
modernizado al punto de que no
coincidía nada de lo que yo recordaba con lo que estaba viendo.
Estereotipos
El fanático
del Arsat
Mandá tus ideas a
[email protected]
o vía Twitter a
@niapalos así lo publicamos.
Caminé un largo rato buscando
mi casa convencido de que la localizaría enseguida pese a que me
había olvidado la dirección exacta
después de tanto tiempo. Bueno,
a decir verdad posiblemente jamás la había sabido de memoria
por ser demasiado chico cuando
dejamos aquel hogar, sin embargo la brújula en mi cabeza me
guiaba con paso seguro. Cada vez
más adentro, cada vez más profundo.
Iba atardeciendo a medida que me
internaba en aquellos caminos
desconocidos. Todo había cambiado y yo también. Donde había casas viejas ahora se levantaban edi-
•Quiere irse a vivir a Bariloche para que
sus hijos estudien en el Balseiro.
•Pidió el día para ir a Tecnópolis a ver el
despegue.
•Nunca entendió por qué Adrián Paenza
no es ministro de algo.
•Se llevó Física previa todos los años de
su secundaria.
•No lo admite ni en pedo.
•Llenó la biblioteca de libros de
Golombek para aparentar.
•Confunde Arsat con Invap siempre que
quiere explicarle a los compañeros del
laburo qué es Arsat.
•A veces mete “Conicet” en la
explicación.
•Muy susceptible a dejarse convencer
por las propagandas de cremas y
ficios de varias plantas, donde las
calles eran de tierra ahora había
florecido el asfalto y donde crecía
un niño que sabía perfectamente
lo que quería ahora deambulaba
un hombre perdido.
Todo me resultaba ajeno. Algunas
personas me miraban con cierta
hostilidad al verme pasar como
si supieran que yo no era de ahí,
otros con la indiferencia de los
gatos.
Me puse a silbar una canción de
aquellos tiempos, una melodía de
patio y recreo. Era como una invocación, como un pedido, como
una forma de estar en sintonía
con lo que estaba buscando y pasar por alto tantos almanaques
pisoteados. Fue recién entonces
que tras caminar en zigzag durante horas por aquellas manzanas podridas empecé a reconocer
algunas edificaciones.
Primero me resultó familiar un
antiguo y enorme paredón de ladrillos arruinados que solía cruzar cuando iba de la mano de mi
mamá rumbo al jardín de infantes. Era casi una rareza que después de tantos años todavía continuara en pie, pero ahí estaba,
erguido y sosteniendo sus pintadas imborrables. Lo segundo que
reconocí fue la casa de los Martínez porque ellos eran millonarios
y tenían la única mansión del
barrio. La fachada se conservaba
exactamente igual desde sus altas
tejas rojas sobre las ventanas de
madera verde hasta el jardín arreglado que mantenían adelante.
Los Martínez siempre habían sido
muy cuidadosos con su pertenencias a tal punto que sorprendía
ver como todavía conservaban
lácteos que incluyen la voz de Pancho
Ibáñez.
•Todavía va al Pago Fácil.
•Todavía guarda los anteojos 3D de la
época de “360. Todo para ver”.
•Le gusta más el frío que el calor.
•Tiene un aire a Gabriel Schultz.
•Gritó cuando el cohete salió para arriba
y abrazó a la jermu, emocionado.
•Su jermu le dijo a las amigas que
“últimamente lo desconoce un poco al
gordo”.
•Está gordo.
•Escribe mucho en mayúsculas.
•De pibe hizo un curso de espionaje por
correspondencia.
•Se sobreexcitó con el descubrimiento
de agua en Marte.
intacto el mismo auto con el que
salían a pasear los domingos a la
tarde. Estaba como si lo hubieran
comprado ayer. Increíble. Continué caminando y mi sorpresa fue
mayúscula al encontrar el terreno
donde jugábamos a la pelota todavía con aquellos arcos que usábamos nosotros. Era impensado que
no le hubiesen construido nada
encima después de tanto tiempo,
pero seguramente debía tener
algún problema de escritura porque de otra forma no hubiera podido sobrevivir.
Algunos metros más adelante ya
por fin me resultó todo absolutamente propio. Era mi cuadra con
sus árboles de entonces, su buzón de cartas en la esquina y la
fila de casas tal cual la recordaba.
Nada había cambiado. Hasta lo
vi parado en su umbral al viejo
Gómez. Estaba igual. Me llamó
muchísimo la atención que todavía estuviera vivo, debía tener
seguramente más de cien años.
Lo quise saludar pero supe que no
me iba a reconocer así que apenas
le sonreí sin decirle nada y él ni
me miró.
Ya estaba a pocos metros de mi
casa cuando observé las bolsas
en la vereda junto al camión de
la mudanza. Varias personas estaban mirando la situación en
silencio como si fuera un espectáculo gratis. Me acerqué despacio
y alcancé a divisar el bolsito descolorido que había caído entre el
cordón de la vereda y las ruedas
del camión. Lo alcé con cuidado
y se lo di en la mano al nene que
me miraba con desconfianza llorando porque se mudaba por primera vez en su vida.x
•Trata de buscar cualquier excusa para
usar la palabra “algoritmo”.
•Desde el miércoles a la tarde está
pensando militar en el PJ Digital.
•Visitó dos veces la muestra de Maria
Inés Mato en el Museo Malvinas.
•Siempre dijo que la llegada a la Luna
“era un biribiri de los yanquis”.
•Ahora duda.
•Igual siempre fue con los rusos en la
carrera espacial.
•Yuri Gagarin, su superhéroe preferido.
•Aprovechó para volver a ver Apolo 13.
•Muy fan de la luna roja.
•Fue en ojotas al Parque Centenario a
ver el eclipse.
•Cree que poder ver el eclipse es otra
conquista del modelo.
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Ruido de fondo
Pasos de vida públicos
Por Florencia Angilletta
@dolarparty
¿Cómo enterrar los huesos de una madre
desaparecida? ¿De qué modo dar un “paso
de vida” -según propone Gilles Deleuzepara tensar los límites entre vida, memoria y ficción? ¿Qué transforma al despliegue de una interioridad en un dispositivo
de democratización? Como un trípode, estas preguntas abren el umbral de interrogantes que propone Aparecida, la reciente
publicación de Marta Dillon. De imposible
clasificación, el libro se abre con una escena cinematográfica. Dillon está de viaje
en España cuando le avisan del Equipo Argentino de Antropólogos Forenses (EAAF)
que hallaron los huesos de su madre, la
abogada y militante Marta Taboada, detenida-desaparecida desde 1977. A partir de
allí, el relato despliega la historia de este
duelo diferido y de este entierro -tan especial y corrosivo, en el que una amiga de
Dillon oficia de “velority planner”-.
No se puede leer Aparecida sin pensar en
Marta Dillon, que en sí misma ha construido un enlace de nombres propios, textos,
intervenciones, militancia y devenir familiar. Sólo algunos hitos: fue una de las voces que cambió la manera de hacer cróni-
ca con sus columnas “Convivir con virus”,
en las que escribía su propia experiencia
como madre soltera, amante, periodista
y portadora de HIV; ha sido creadora del
suplemento “Soy” y es editora de “Las 12”;
es una referente de la agrupación HIJOS
desde su origen; su hijo Furio hace pocas semanas fue reconocido en su triple
filiación –tiene dos madres y un padre–.
Estos “pasos de vida” atraviesan el libro,
que también es un diálogo público con su
esposa, la cineasta Albertina Carri, quien
con la película Los rubios transformó la
manera de pensar los relatos sobre la úl-
tima dictadura militar. La publicación de
Aparecida, no casualmente en el último
año del gobierno kirchnerista, muestra el
peso de una época: la de la aparición de
la Justicia. ¿Qué nuevos “pasos” abren el
entierro de los restos para resemantizar
“desaparecido”? ¿Cómo impactan las modificaciones en los ritos mortuorios de las
últimas décadas? El yo que construye Dillon para narrarlo no es un yo penoso ni
aristocrático –que sólo muestra al resto de
los mortales sus exquisitos sentimientos–.
El yo de Dillon es incómodo, protestón, un
interlocutor. Por eso el libro se parece más
a una novela de aventuras que a un diario
de duelos.
Dillon arma un dispositivo que parece que
se está mirando a sí mismo pero en realidad mira la década, la posibilidad de la
escritura femenina, la sanción del matrimonio igualitario, la educación sentimental después de 1968, la división sexual del
trabajo, la crueldad de la infancia. Aparecida es también el libro más importante del
año para el pensamiento feminista. Entre
la ternura y la incógnita, sus capítulos ponen en cuestión qué es ser madre. Así, entre varias máximas geniales y una escena
deliciosa sobre una pollera escolar, Dillon
desliza: “La maternidad es una demencia
si una no conserva algo de egoísmo”. ×
Aparecida
Marta Dillon
Sudamericana
206 Págs
En su punto justo
Por Gonzalo Bustos
@gjbustos
Una “intro” de misterio instrumental cargada de parafernalia le basta a Lo´ Pibitos
para meterte de lleno en A Punto Caramelo,
A Punto Caramelo
Lo' Pibitos
su segundo disco. Esos casi tres minutos
no necesitan de rimas y ni frases potentes
para resolver una composición que marca
un inicio auspicioso. Tras una introducción de suspenso construida sobre una línea de sintes y golpes precisos a la batería,
hace combustión un funky comandado
por un slap de bajo y una guitarra insidiosa;
después unos vientos y percusiones siguen
abriendo el abanico. Antes de que te des
cuenta estás bailando.
Lo que sigue es una obra con canciones que
muestran el progreso de este grupo de Villa
Crespo que nació como proyecto soundsystem: el testimonio vivo de su prepotencia
de trabajo. Si en Bienvenidos al Presente (2011)
las composiciones se deslizaban sobre la
base rítmica, acá las melodías también funcionan como punto de fuga. Producido por
el percusionista Juan Lucas Arbe y Guido
“El Dog” Ruggiero –una de las voces junto
con Tomás Bacigaluppi–, A Punto Caramelo se
mueve por pasajes que navegan por grooves latentes, bajos machacantes, teclados
atmosféricos y sentido pop. La inclusión
de feats nutre aún más el disco. Sin tomar
un rol netamente protagónico los invitados
dejan su marca distintiva en sus participaciones.
El costado funky -que los acerca de sobremanera a IKV- se puede captar en “Despierta”, que adquiere vuelo en los pasajes en los
que las guitarras se cosen entre las teclas
dotando todo de un suspenso a lo “Thriller”.
“Envión”, con la voz acaramelada de Emme,
flota sobre el beat y adquiere tintes espaciales. Julián Kartún de El Kuelgue se apodera del reggae “Está en ti”, una canción de
aire veraniego con estribillo adhesivo que
huele a hit radial. La reversión de “Mágico”,
uno de los éxitos del debut, es otro golpe de
impacto. Ya no está ese tono pendenciero
y robótico del original; a no ser por el solo
de viola humeante del cierre, una suavidad
y frescura casi adolescente merodean el
tema. La experimentación más plena cae a
la mitad del álbum en “Villa Crespo 2 a.m.”:
una coreografía instrumental blanda que se
desplaza como un loop encantador.
Sobre el cierre canciones como “El cielo espera” y “Pin pun” funcionan como composiciones del inicio del grupo tocadas con la
experiencia acumulada. La primera arranca
con un solo de saxo a cargo de Pablo Vidal
(El Kuelgue) que le mete una onda soulera
para después desperdigar una batería de
recursos que dejan en claro que Lo´ Pibitos
son más que raperos. La guitarra que comanda el final de la canción termina siendo el gancho perfecto para empalmar “Pin
pun” donde Maikel de Kapanga clava una
performance electrificada. Es acá, con las
seis cuerdas despotricando sobre la melodía
y Tomy Tomaso rapeando sobre el disco que
acaba de editar con su banda, donde todo
cobra sentido. La rima perfecta de la canción lo define: “nunca es tarde para tomar
una decisión, para dar el paso al próximo
nivel”. ×
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Nota
Antes, durante y after chabón
Es probable que haya más de una virtud en el hecho de escribir una biografía, hoy, sobre Luca Prodan y volverla pertinente, aunque
más no sea novedosa. Desde su muerte en adelante, mucho se ha dicho, escrito y representado alrededor del líder de Sumo: mitificado,
canonizado, a veces caricaturizado, parecía difícil recuperar al hombre debajo de la leyenda. Oscar Jalil, sin embargo, consiguió en
Libertad divino tesoro, precisamente eso: una narración sincera, seria y documentada sobre el huracán que vino de Europa y alteró los
contornos del siempre conflictuado rock nacional. Un repaso por las visiones, las contradicciones y el peso que tuvo la familia en la vida
de Luca George Prodan.
Por Facundo Arroyo
@Faq_Arroyo
“Cuando Luca caminaba por Corrientes, la calle se movía”. (Enrique Symns). “Nosotros estábamos
locos, no teníamos la ambición
de hacer un grupo de rock que
iba a revolucionar a la Argentina
o cualquiera de todos los títulos
que hoy tiene Sumo”. (Germán
Daffunchio). “La imagen de Luca
era una mezcla de algo de Titanes
en el ring y de un tipo que daba
miedo. No había pelados en la
calle”. (Diego Arnedo). “Luca leía
muy bien los códigos no verbales
de la gente”. (Nora Fisch: periodista y curadora de arte. Amiga de
Prodan). “Luca no tenía casa fija o
propia, y era muy atractivo para
muchas personas. Para las chicas y para sus fans. Hubo luchas
por él, pero yo me enteraba tarde porque no cabía dentro de mi
percepción de lo que era nuestra
relación”. (Mónica Stromp: novia
oficial de Luca). “Yo le contaba a
Luca de Borges. Me dijo que había
leído Ficciones y hablábamos de los
infinitos borgeanos, ese tipo de
cosas”. (Pil Trafa, Los Violadores).
“… después de ver a Luca tres se
afeitaron la cabeza. Tenían 15 o 16
años y tres se afeitaron la cabeza”.
(Diego Tuñón, Babasónicos).
Libertad divino tesoro es un relato
coral. Y también es la biografía definitiva de Luca Prodan. El periodista Oscar Jalil trabajó durante
cuatro años buscando a través de
noventa voces diferentes, publicaciones, especialistas, viajes (Córdoba, Italia y Londres), la identidad de un hombre que le cambió
la vida a todos los que lo conocieron. Un alien musical caído en
la Argentina de la dictadura. Un
italiano, formado instintivamente
en Londres, que termina siendo
cantante de rock, primero en Córdoba y luego en Buenos Aires. Uno
de los iconos más importantes
de la cultura rock de los tóxicos
ochentas. Pero el relato formal ya
estaba más o menos claro. El tema
era profundizar en esas ramas que
se habían secado en las voces de
algunos seres sin nombre. Señales
de testimonios distorsionados. El
coro, entonces, que relata Libertad divino tesoro viene a conformar
una melodía afinada de los huecos
de la biografía de Prodan. “Si no
se entiende la historia familiar,
no se puede entender quién era
Luca”, alerta Jalil. Por eso, la reconstrucción en líneas generales
"El coro que relata Libertad divino tesoro viene a
conformar una melodía afinada de los huecos de la
biografía de Prodan"
de su familia es fundamental. Sirve, además, para evidenciar que la
familia Prodan no era millonaria
como siempre se dijo, sino que
dependían del oficio temporario
que activara su padre Mario. Otro
Prodan al que no le alcanza un capítulo.
“Luca se escapó del precio. Yo me
escapaba de quedar atrapado en la
dudosa telaraña de una biografía
sobre él. Reducir un ser humano
al tamaño de un libro siempre me
pareció absurdo. Y Luca se cuidó
bien de jugar con el absurdo… su
coherencia no lo dejaba serlo. Absurdo”, cuenta y se ataja su hermano, Andrea Prodan, prologuista, finalmente, de la historia coral
de Luca. Hace unos meses, en contacto con Ni a Palos, Andrea aclaró
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Luca Prodan. Libertad divino tesoro
Oscar Jalil
Planeta
524 Págs.
que confiaba ciegamente en Oscar
Jalil. Y a pesar de que permaneció
algo distante durante los cuatro
años de investigación, fue el artífice de, por ejemplo, el encuentro
entre el autor y la primera baterista de Sumo: Stephanie Nutall.
“Fue grandioso, porque era alguien que quizás no iba a poder
encontrar. Se dio que vino para
Argentina y Andrea arregló estratégicamente nuestra charla. Fue
una entrevista larga”, explica Jalil.
Estallando el mito
¿Cuando apareció Diego Arnedo, que nunca había hablado,
supiste que tenías un buen trabajo?
Ahí se cerró el libro. Después estaba la chance de que a partir de Arnedo se pueda llegar al testimonio
de Mollo pero eso no pasó. Mollo
es bastante reservado con el tema
Luca, pero Arnedo nunca había
hablado. Hay dos o tres citas en el
libro de Carlos Polimeni (Luca. Un
ciego guiando a los ciegos) y después
nunca más declaró. La condición
de su testimonio siempre estaba
acordada con sus correcciones previas. Tanto Mónica Stromp como
Mónica Fisch también ponían esa
condición. “Yo hablo pero quiero
ver qué va a salir”, entonces desde
la editorial nos comprometimos
con esas devoluciones. La espina más grande, quizás, fue Jorge
Crespo. El manager de la última
etapa. Muy amigo de Luca. Lo llamé a la casa, tenía el contacto de
la época en que laburaba para Las
Pelotas, y amablemente me dijo
que no. Me encantó porque fue
eso: “Yo no hablo de Luca”. Y otra
que busqué muchísimo fue Ester.
Su novia del Abasto, fue muy importante. Yo sabía que Linda, su
novia inglesa, no hablaba. No lo
hizo para el documental de Espina (Luca, 2007), ni con la compañía de Andrea. Fue el gran amor
de Luca. Estaban de novios desde
la secundaria. Respecto a Roberto Petinatto, estuve en contacto
con su manager que aseguró que
mi cuestionario le llegó y que le
había gustado. Luego no supo qué
decir ante la falta de respuesta.
De todas formas, no era alguien
elemental para la historia, y además está su versión de Sumo en el
libro que publicó (Sumo. La jungla
del poder).
¿Cuál fue la construcción de
Luca Prodan que buscaste?
Me molestaban los dos extremos.
El devaluado de la película Luca
vive, una especie de misógino
golpeador, y el otro Luca de la
mitificación. Hay fanáticos que
son tremendos. Existe gente que
se mandó a hacer una tirada de
vinilos personal de Corpiños en la
madrugada (primera grabación
de Sumo que circuló en un casete sin tapa). Una locura de plata.
Eso no me interesaba. Siempre
pensé que la mejor manera de
analizarlo eran los discos, pero es
tan fuerte la historia que dejó…
A la mayoría de los entrevistados
les cambió la vida conocerlo. Esas
cosas lo vuelven enorme en torno a su dimensión. Obviamente,
también, con todas sus contradicciones. Un tipo que no podía estar solo, que pedía afecto todo el
tiempo, que sufría el desarraigo,
algo muy triste, que ya desde chiquito le pedía a los padres que lo
saquen del colegio.
¿Cuáles son tus descubrimientos personales respecto a la historia?
Bueno, hablábamos de la familia.
Pero además investigué sobre su
tatuaje, que nunca fue muy mencionado. Se esboza la versión de
un pacto con la muerte que ya
viene desde chico. Luego, el análisis del doctor Gaitán sobre la heroína. Y otra cuestión importante: lo que descubrí es que las que
mejor lo pintan son las mujeres.
Le sacan la ficha, mucho más que
los Sumo. Descubren la humanidad y la sensibilidad. Las buenas
y las malas, de ángel y diablo. De
príncipe mendigo. Lo que cuentan las fotógrafas de sus sesiones
con él. Para mí es conmovedor lo
de Lila Riquelme (esposa de Alejandro Sokol): cuando estuvo en
cama, con mucha fiebre, Luca iba
todos los días a visitarla y le ponía
música. Durante meses, mientras
ella no podía ni moverse.
“Nunca voy a olvidarme de eso.
Nunca esperé que lo hiciera. Fue
sanador. Me ponía Lucio Dalla,
Lou Reed, Joe Hicks, Marley, Vivaldi (…) Creo que eso de visitarme y ponerme música tenía que
ver con reconocerse a él mismo,
cuando estaba con el coma hepático”, cuenta Lila Riquelme en el
libro.
También queda claro que a Luca
no le interesaba la idiosincrasia
porteña…
Lo de Luca aporteñado para mí
no es cierto. Yo creo que el rock
argentino se volvió un poco más
Sumo a partir de Sumo. Luca era
una enciclopedia andante, todos
esos pibes del momento (Tuñón,
Walas, Pil trafa, Palo) quedaron
marcados por la influencia de él.
Siempre andaba entre la gente
contando historias, cruzando la
información que había traído de
Europa. Después está esa historia
extraterrestre de que cae justo en
época de dictadura. Toda su zona
(Hurlingham, Palomar) estaba
militarizada y él andaba como si
nada, es decir, no le importaba
nada. Eso los influyó a todos, los
destrabó.
Todos tus muertos
Durante el año 1987, Luca vivió
"“Me molestaban los dos extremos -dice Jalil-. El devaluado de la película Luca
vive, una especie de misógino golpeador, y el otro Luca de la mitificación. Hay
fanáticos que son tremendos”
en la casa de Alsina 451. Explotaban los botellazos contra la pared
mientras, cuentan, él gritaba que
lo dejen en paz. “En San Telmo
Luca decía que veía espíritus y
fantasmas, que escuchaba ruidos
y que lo querían llevar. Como 20
años después de su muerte, un día
estaba en la cocina y de golpe se
hundió el piso. Casi me caigo para
abajo. Empecé a mirar y descubrí
los túneles. Sabía que existían,
pero no que ahí abajo estaban las
salas de tortura. Porque después
bajé y vi que había cárceles chiquitas. Eran calabozos en los que,
según me dijeron, metían a los
negros parados, les ponían adoquines arriba y se iban hundiendo hasta que se ahogaban. Luca
siempre decía que ahí abajo estaba lleno de fantasmas, que esos
fantasmas lo seguían a él y que él
veía cosas. Nosotros pensábamos
que era delirio hasta que pasó eso
del piso y descubrimos los calabozos”, explica Alejandro “El Suizo”
Kalbermatter, entrevistado por
Jalil. Y agrega respecto a la confirmación de ese hecho: “Sabía algunas cosas. Todo el mundo me indicaba que tenía que hablar con el
Suizo. Era como el dueño de esas
historias. El Suizo es un hincha de
Colón, es increíble. No tiene nada
de Suizo. Está esa cosa metafísica
con la que Andrea siempre insiste. Murió a la vuelta de Casa Rosada con todo lo que eso significa”.
Describís un abrazo con Miguel
Abuelo. Un hallazgo. Es llamativo que por historia, experiencias y derroteros estos dos músicos no se hayan buscado en
tierra argentina.
Es el único que se acerca a la vida
de Luca. Si vos pasás por la cárcel,
cosa que le ocurrió a ambos, eso
te marca y hasta buscás a otro que
haya estado ahí. Miguel Abuelo es
el único que vive esa vida de desarraigo y de caídas y resurrecciones. Cuenta “Superman” Troglio
que en uno de los primeros recitales de Sumo estaba Miguel Abuelo
medio borracho y lo bardeaba. Y
Luca en varias entrevistas salía
insultándolo. Miguel Abuelo también era terrible, un tipo muy mal
llevado. Creo que también era un
poco eso: no vas a meter juntos a
dos machos alfas.
En Postpunk de Simon Reynolds,
uno de los libros que sirve de referencia entre los créditos de Libertad divino tesoro, el mismo crítico inglés aclara: “Siendo todo
lo imparcial y desapegado que
me es posible, me da la sensación
de que el largo después del punk
entre 1978 y 1984 fue mucho
más interesante, musicalmente
hablando, que todo lo que pasó
en 1976 y 1977, cuando el punk
montó su revival del rock and roll
de vuelta a las raíces”. En Argentina, lo aclaramos por las dudas,
ese período se extendió hasta el
22 de diciembre de 1987.
“Juro que nunca tomé una ginebra
con Luca Prodan”. Esa es la primera línea que deberían estar leyendo ahora mismo.X
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Entrevista
Hernán Vanoli
«Cuando uno escribe siempre está
chocando con discursos sociales»
Alicia Eguren, Gustavo Ramus y Marcos Osatinsky conforman un grupo de investigadores del Conicet
que junto a su director, Ignacio Rucci, viaja a Iguazú a participar de un congreso. Tras unos días de
hastío académico, un suceso los empuja a un thriller federal atravesado por mercenarios, guerrilleros
ambientalistas, mutantes e inversionistas rusos, reunidos detrás de un codiciado experimento biológico.
Ambientada en un universo paralelo marcado por la tecnología corporal, Cataratas, es la nueva novela
de Hernán Vanoli y la excusa para conversar sobre este experimento: una versión inflamada y distópica
del presente en la que conviven el discurso de las marcas, el “control blando” de las corporaciones y los
estados, la pregunta por el desarrollo, y las formas posibles de representar la época.
Por Diego Sánchez
@diegoese
Fotos: Julieta Ventisky
¿Por qué elegiste a un grupo de
becarios del Conicet como protagonistas?
A mí me gusta mucho la literatura
que cuenta mundos desde adentro,
que desarrolla la mecánica de sus relaciones internas. Fui becario durante mucho tiempo y nunca me sentí
del todo cómodo. Por un lado veía
que se producía un montón de conocimiento que estaba bueno y que
había un modo de vida de las capas
medias, de la clase a la que yo pertenezco, que se estaba generando ahí.
Y por otro lado veía que todo el sistema de producción de conocimiento
tenía también una cosa muy absurda.
Creo que lo que más me incitó fue
que era un mundo que me generaba
un montón de preguntas y de paradojas, y en base a esas preguntas pensé
en esos personajes y en retratar ese
mundo. También hay algo que tiene
que ver con la historia reciente, por
decirlo de alguna manera, porque
cuando yo empecé a estudiar la carrera ser becario no era visto como una
manera de desarrollo profesional. Era
algo bastante elitista, eran muy pocos
los que llegaban a entrar como investigadores de carrera. Y después hubo
un cambio muy fuerte, un cambio
presupuestario, de políticas de ciencia y tecnología, y de repente se abrió
la tranquera y empezó a entrar todo
un contingente de personas que empezaba a ver eso como una salida profesional para carreras que muchas
veces no tenían un mundo laboral
tan claro. Entonces en ese sentido me
parecía que era una zona social desafiante para narrar. Uno nunca sabe a
quién le llega un texto o dónde va a
ser leído, pero me parece que entablar un diálogo con los contemporáneos y con los que están alrededor de
uno es algo que está bueno.
Dijiste en una entrevista reciente
que la elección de los nombres de
los personajes no fue premeditada. Más allá de eso, se trata de un
panteón de figuras políticas que
despliega una serie de relaciones
muy particulares a lo largo de la
novela. ¿Qué te llevó a trabajar
con esas referencias?
El otro día me dijeron “bueno, pero te
estás cagando de la risa, te estás burlando”, y yo creo que no es una burla,
aunque tiene que ver con cierta referencia humorística, por una cuestión
generacional. A mí por un lado me
interesaba trabajar un poco ese lugar
de víctima / víctimario, qué relación
tenían con el poder, qué relación tienen con las cúpulas, y me parece que
en la novela hay algo diferente a ese
verticalismo que uno podría haber
pensado en ciertas organizaciones
armadas. Después por un lado elegí
algunos nombres dentro de los militantes de las organizaciones que eran
más conocidos y otros que por ahí
no tanto, y que es algo que viene de
leer biografías y también de wikipediar, y ahí había algo, cuántos tienen
su entrada en Wikipedia. Me parece
que esa era una pregunta que uno se
podía hacer para ver también cómo
circulan esos nombres y el lugar que
ocupan, como individualidades, más
allá de como figuras, esa idea del lugar que vienen a ocupar en el mecanismo simbólico del kirchnerismo,
y a partir de ahí preguntarse cómo
los estamos construyendo, cómo los
construye la literatura, y cómo los
puede construir alguien con otra historia. Yo no creo que sea algo irrespetuoso sino que más bien está enfocado hacia un juego, hacia una pregunta. Quería ver qué se podía hacer con
eso, cómo se podía tratar de pensar e
invitar a pensar sobre esa parte de la
historia, no de la forma en que venía
siendo pensada mayormente por la
literatura. Porque yo creo que uno de
los peligros que puede haber es decir,
bueno, este gobierno tuvo una política de derechos humanos muy buena,
en cierta medida puso las cosas en
su lugar, hay una suerte de consenso
de que se hizo una cierta reparación
y justicia simbólica para lo que pasó
durante la dictadura militar... y me
parece que a veces está bueno retomar un poco las discusiones. Qué es
lo que pasa con eso, cómo funciona
eso en la memoria colectiva. Con Malvinas puede pasar algo parecido también, y lo interesante son las novelas
que retoman esos temas y tratan de
darle otro ángulo, que hacen que esas
preguntas generen una tensión en la
manera en que nos narramos.
¿Ese riesgo en relación a los setenta o Malvinas no corre también para las representaciones
de otros momentos históricos?
Pienso en los noventa, pienso en
el mismo kirchnerismo.
Con el kirchnerismo pasa algo y es
que fue muy hablado, muy debatido,
muy narrado, de hecho me parece
que una de sus principales características es la instalación de un lenguaje.
Hay un lenguaje que se empieza a
hablar que es el lenguaje de la política, el lenguaje de la confrontación,
y también con cierta fuerza una cotidianización del lenguaje de la economía. Entonces cuando uno piensa
que está trabajando con la literatura
o que está tratando de poner otro
tipo de lenguaje en funcionamiento, citar los temas más comunes, los
temas de la televisión, las formas en
las que se suele narrar el conflicto no
suma mucho. Me parece que hay un
punto en el que la literatura está cada
vez más asediada por otros discursos
y hay que buscar ese resquicio donde
poder todavía ser pertinente sin caer
en lugares comunes. También hay
que decir otra cosa y es que el kirchnerismo se construye, incluso hasta
el día de hoy que pasaron catorce
años, como una manera de conjurar
ese fantasma de la anomia y de la
4 de octubre de 2015 | año 6 | nº 338
7
Cataratas
Hernán Vanoli
Random House
2015.
456 Págs.
descomposición que fue 2001. Entonces me pareció que superponer
un poco esas dos temporalidades era
una manera de hablar de la época. A
mí me interesa mucho la literatura
que puede hablar de una época, que
puede aportar algo o interrogar de
alguna manera a la época a través
de diferentes mecanismos. Pienso
en [Thomas] Pynchon, uno lo lee y
la historia norteamericana está ahí,
[James] Ellroy también. A mí lo que
me pasa mucho cuando leo literatura contemporánea es que o no se
dice nada o aparece la tele, como una
noticia que llega, y me parece que es
una manera muy fácil de hacerse cargo del problema o de cubrirse, con la
paranoia típica de los escritores. Yo
traté de dejar eso un poco de lado y
agarrar temas que son muy propios
del kirchnerismo pero que también
son temas que van a seguir. La pregunta por la energía me parece va
a seguir estando presente, de hecho
nadie dice mucho ahora, ninguno
de los candidatos dice mucho sobre
cuál va a ser el rumbo. Hay veces que
agarrar la historia de manera lateral
puede ser un poco más problemático
o menos esperable.
Hablabas de becarios y de un
modo de vida de capas medias, y
en algún punto Cataratas parece
narrar un mundo dominado por
protocolos y lógicas de la clase
media. ¿Qué te interesa de ese
universo?
A la Argentina siempre le gustó pensarse como un país de clase media,
una clase media muy particular, pero
creo que hay una nueva clase media
que no está del todo representada en
la literatura. Hablo de obreros de la
industria manufacturera, de empleados de transporte, de comerciantes,
que con el desarrollo del mercado
interno se expandieron y no están
del todo representados. El becario
también forma parte en cierta medida de esa nueva clase media, de
un nuevo modo de vida de la clase
media argentina y me parece que
es interesante trabajarla. Ahora, la
pregunta es cómo se la trabaja. A mí
me interesa tratar de pensar cuando
entra en tensión con sus propias instituciones, me interesa ver cómo se
encuadra, en qué instituciones está
metida y me interesa un poco sacarla de la casa. Pienso en Juan Forn, en
Nadar de noche, que es un libro que
a mí personalmente me gusta, pero
que es muy adentro de lugares. La
clase media siempre está en la casa,
y me parece que hay una clase media nueva, de 2001 en adelante, una
nueva clase media que agarra la cacerola por cualquier pelotudez, que es
una clase media que empieza a estar
sindicalizada y empieza a discutir un
poco más las paritarias, que también
es la misma que se va al exterior a
reventarse los pesos y a ganar con
el tipo de cambio, y que es un actor
cada vez más dinámico y más multifacético. Hoy me parece que ser clase
media no es lo mismo que hace quince años, hay muchas aristas y está
muy poco pensado. A mí me agarra
un poco de locura cuando dicen 'las
clases medias' como si fueran un su-
Falsa escuadra
Por Romina Sanchez
Tras recibir la invitación de los trabajadores del Zoo porteño, quienes vienen reclamando subas salariales y mejores condiciones para los animales a la empresa Jardín
Zoológico S.A., a cargo del predio del barrio
de Palermo desde la década del 90 y cuya
concesión fue renovada en 2012 hasta 2017,
un grupo de legisladores recorrió las instalaciones del lugar.
Después de corroborar las denuncias presentadas por los cuidadores sobre el estado
crítico de los animales y del espacio, los
representantes del poder legislativo local
pidieron al gobierno de Mauricio Macri intervenga en la concesión, debido a que la
“falta de inversión” de la empresa pone en
riesgo la vida de los animales y mantiene a
jeto homogéneo. Me parece que todo
lo que tematice esas diferentes zonas de la clase media es interesante.
Por mi parte me va a interesar más
cuando salga del mundo del trabajo
y cuando no pase todo adentro de un
departamento y esté concentrado en
relaciones personales.
Al igual que en tu novela anterior,
Las mellizas del bardo, en Cataratas el cuerpo también está muy
presente. Están las mutaciones
derivadas de las obras hídricas,
el Google Iris y los organismos
reconvertidos como dispositivos
tecnológicos.
Yo siempre lo digo, y ya parezco esos
viejos que repiten siempre la misma
cosa, que somos una generación que
tiene muchísimos cambios epocales
y tecnológicos encima que cambiaron absolutamente la manera de
relacionarse con el espacio, con el
tiempo y con los iguales. ¿Quién va
a un boliche a conocer a una persona
hoy? Me parece que hoy en día eso
está totalmente mediatizado, somos
otro tipo de consumidores. Para mí
es muy importante la figura del consumidor, y en ese sentido me parece
que consumir es un acto muy físico,
y eso el capitalismo lo sabe, entonces
la tecnología se va acomodando un
poco cada vez más a eso. Jugando un
poco con esa hipótesis, viendo cómo
viene la dirección de las cosas, uno
piensa que en algún momento eso
se va a hacer cuerpo. ¿Cómo? No lo
sabemos, porque el desarrollo de
la ciencia nunca es lineal pero para
mí la hipótesis es que va a haber un
momento en el que va a haber una
confluencia con el cuerpo, y no sería tan loco pensar que lo vamos a
ver nosotros. La idea del juego con
el cuerpo me parece interesante y
creo que va apareciendo de a poquito, está la cuestión de la biometría.
No se trata de hacer una profecía,
se trata de ver una tendencia y creo
que cuando uno escribe, entre miles
de cosas interesantes que se pueden
hacer, una es imaginar, captar cierto
estado de la imaginación, y a mí me
parecía que había una tendencia hacia ese lugar.
Otra presencia recurrente es la de
las marcas ¿Por qué creés que la
literatura debería prestar atención a ese universo?
Cuando uno escribe siempre está
chocando con discursos sociales. Y
yo lo que veo es que las marcas tienen discursos sociales cada vez más
fuertes. En 2001 Naomi Klein decía,
no, las marcas vienen a destruir el
espacio público, no va a haber nada
por fuera de las marcas. Y yo creo
que en algún punto no es tan así, que
muchas veces coadyuvan a la construcción de procesos de ciudadanía
que a veces están por delante incluso
de las organizaciones de la sociedad
civil, por decirlo de alguna manera.
También es cierto que las marcas van
marcando una moral y una ética y
los límites de los que se puede pensar. En ese punto el rol de las marcas
es cada vez más fuerte, tienen cada
vez más discursos, están cada vez
más obligadas a transmitir valores, a
construir sentidos. Las marcas están
muy necesitadas de discurso, necesitan imponer valores todo el tiempo
para diferenciarse y conquistar avenidas de la vida de los consumidores.
Hay un reparto de los momentos de
la vida de acuerdo a discursos de las
marcas y el objetivo final es que uno
empiece a acceder a la experiencia
a través de esos mandatos o de esa
ética que tienen las marcas. Entonces me parece que si uno escribe
tiene que en cierta medida hacerse
cargo de eso, de la importancia del
lugar que tienen las marcas. Además
tenemos una relación muy cotidiana
con ellas y cuando uno se obsesiona
un poco y empieza a ver cómo te
hablan todo el tiempo se siente un
poco como en They live, la película
de Carpenter. A mí me parece muy
interesante pensar cómo van evolucionando las marcas, qué nos van
contando, para entender un poco
de dónde venimos y hacia dónde
vamos, y qué tipo de consumidor
puede ser uno. Saber cuál es la marca o cuál es la empresa vigente en
una época, te habla un poco de los
valores que tiene la sociedad o de los
valores que se impusieron. Me parece que es algo que, salvo la literatura
que no necesita de las marcas, nadie
lo va a hacer. Para ver a las marcas
funcionando un poco en la vida social está la investigación de mercado
y la literatura, y un poco más crítica
me parece que puede llegar a ser la
posición de la literatura. Creo que es
un tema que para mí está bastante
subrepresentado en esta idea que se
tiene a veces de que la literatura tiene que contar solo una historia o solo
entretener, y bueno, el personaje se
fumó un pucho y no importa qué pucho se fumó, y etcétera. No, a mí me
parece que si uno trata de aplicar un
método materialista en la escritura
tiene que pensar todas esas cosas.X
Un (triste) Zoo sin fin
los trabajadores en una situación laboral de
peligro.
Adrián Camps (PSA), quien motoriza un proyecto para convertir el paseo en un “Jardín
Ecológico”, sostuvo al respecto: “El gobierno de Mauricio Macri tiene que intervenir
de forma inmediata, debido al agravamiento de la crisis que afecta al personal, a los
animales y a su patrimonio arquitectónico,
y revocar la concesión vigente frente al incumplimiento del pliego de bases”.
También formaron parte del recorrido llevado a cabo la semana pasada los diputados
Hernán Rossi y María Inés Gorbea (SUMA+);
Virginia González Gass (PSA); Marcelo Ramal (FIT); Gustavo Vera (Bien Común) y
Pablo Bergel (Verde al Sur), quienes fueron
acompañados durante la visita por referentes de la organización #SinZoo, quienes
elaboraron la iniciativa para transformar al
actual predio y terminar con el cautiverio y
exhibición de los animales para crear, así,
un centro de rehabilitación y protección de
la fauna autóctona.
Los legisladores pudieron constatar durante
su visita al Zoo el estado de abandono en
que se encuentran algunos edificios patrimoniales, como el denominado “Chalet de
los Ciervos”, que data del 1900, pero que
ahora muestra una estructura en riesgo de
derrumbe.
A su vez, pudieron ser testigos de cómo, por
caso, un recinto construido en 1901 para los
loros es actualmente utilizado para albergar
primates, los cuales “necesitan un espacio
50 veces más grande que el que tienen, ya
que la estructura no les da el hábitat adecuado”, según indicó uno de los cuidadores
que ofició de guía en la visita.
Sin embargo, el caso más impactante se
registró en un edificio en malas condiciones que está destinado como espacio de
descanso de las tres elefantas del Zoo. Ya
que, como consecuencia de “una situación
de celos entre los mamíferos”, una de ellas
debe ser encerrada varias horas al día en un
espacio reducido y enrejado, construido en
1904.
En tal sentido, el diputado Bergel manifestó
tras la caminata: “Vimos las malas condiciones en que está el Zoo en general, pero también tomamos conocimiento de una situación menos visible que es la de riesgo laboral
en que están los trabajadores ante, por ejemplo, edificios con peligro de derrumbe”. En
tanto, Ramal aseguró que “en lo inmediato
deberían abrirse las cuentas de esta concesión, porque sospechamos que no pagan el
canon mensual, y a raíz de la denuncias de
los trabajadores, habría que estudiar la posibilidad de rescindir la concesión actual”.
Los trabajadores, en tanto, no descartan una
movilizarse para visibilizar el reclamo.X
8
año 6 | nº 338 | 4 de octubre de 2015
La mala leche
La salidera
Educando a los presidenciables
Por Martín Rodriguez
El próximo presidente conoció
sólo la democracia para hacer política.
El próximo presidente no inició
su carrera política en el inicio primaveral y utópico de la democracia alfonsinista.
El próximo presidente tiene un
año histórico que funciona como
cifra de su mundo simbólico:
1989.
El próximo presidente está marcado a fuego por los mitos mal curados de ese año: el fin de la historia
(gestión por sobre gesta), el fin de
la bipolaridad (consenso por sobre
conflicto), desempate a favor del
mercado por sobre el Estado.
El próximo presidente pudo haber sido originalmente radical o
liberal, pero tiene un partido en el
que identifica la existencia misma
del poder: el peronismo. Para bien
o para mal, el peronismo emerge
como naturaleza: se es “naturalmente peronista” porque ahí está
el poder, ya no carga el peronismo
una indagación existencial y sanguínea como en otros peronistas
(Néstor Kirchner, CFK, Eduardo
Duhalde, Hugo Moyano, Felipe
Solá, José Manuel De la Sota, Carlos Kunkel, etc.).
El próximo presidente, como bien
nos recuerda Mario Wainfeld, no
será egresado de la universidad
pública, sino de universidades
privadas.
El próximo presidente no será
abogado.
Los tres candidatos, caracterizados hasta el hartazgo ya, reúnen
estas condiciones en las que se
describe un ecosistema y un punto de partida. Luego, la psicología,
el recorrido y la propia dinámica
política los obligan (ya los obligaron) a diferenciarse. No estoy
diciendo: están condenados a ser
neoliberales. Digo otra cosa. Sigamos.
Eduardo Fidanza en su columna
del sábado pasado (“Confesiones
de un consultor de campaña retirado”) desarrolla el supuesto
diálogo con un virtual consultor
político avezado, veterano, que
conoció otros momentos de la democracia, otras campañas y otros
políticos, y que mira con distancia irónica a esta nueva “cultura
política” que expresan los candidatos. Cito: “Cuando el consultor
retirado aquieta la verborragia y
se aparta de clasificaciones y anécdotas, deja entrever una nostalgia:
ya no existen presidenciables con
inquietudes intelectuales, capaces
de matizar el liderazgo con algún
ideal. Acaso no los haya -reflexiona- porque nadie los exige. ‘No
hay menester de ellos’, se queja,
con acento orteguiano. Recuerda
que Alfonsín lo recibía en su biblioteca, con libros entreabiertos
y señalados, y que Cafiero leía con
interés estudios sobre el peronismo para entender mejor su naturaleza. Evoca una de sus últimas
campañas, cuando el candidato
rechazó con argumentos intelectuales las astucias de la publicidad, enrostrando a sus asesores
que lo querían hacer mentir. ‘Ya
no queda gente como ésa. Ahora
rige el humo, no arde el fuego’,
concluye el hombre, empleando
un barroquismo. Pareciera que en
esos giros anacrónicos se le filtraran los años.”
En un planteo seco, el suplemento Ideas del diario La Nación, el
domingo pasado, convocó a “representantes diversos del mundo
de la cultura” a armar una biblioteca ideal para “los aspirantes a
conducir la Argentina”. Escritores,
filósofos, artistas, sociólogos, curadores, cineastas, publicistas, etc.,
rellenaron la página de la encuesta y lo que prevaleció fue el tono
de una respuesta básica a los fines
de constituir un pensamiento, digamos, “inicial” (invocando obras
de Martínez Estrada, Sarmiento,
Alberdi, Carroll, Marx, Yourcenar,
Saer, etc.), es decir, sobre el acuerdo tácito de que los candidatos
(los tres principales) son políticos
que carecen del piso intelectual
promedio del círculo rojo de la
clase política. No sólo lejos de
Alfonsín o Cafiero, sino también
lejos de Elisa Carrió, Chacho Álvarez, la propia presidenta, Hermes
Binner, Roberto Lavagna, Víctor
De Gennaro, etc. Los convocados
no prefirieron dar como respuesta libros específicos sobre temas
“sensibles” de la economía global, la geopolítica, la industria, el
empleo, la pobreza, la restricción
externa, la inflación, el déficit
habitacional, la seguridad, donde
la propia realidad acuciante pida
esos textos. Sólo Roberto Gargarella recomendó un libro de la socióloga Maristella Svampa sobre
“extractivismo” para introducir a
los candidatos sobre el “mal desarrollo”, según la autora, de estos
años. El resto fue en busca de una
Biblia laica capaz de colocar la piedra fundamental de una idea ausente. El diario La Nación, en una
de sus facetas (liberal social, casi
un liberalismo de izquierda), junto a la prensa progresista, espalda
con espalda, resisten el horror a
un tiempo que creen que viene:
un nuevo desfasaje entre mundo
e ideología en la cabeza de la clase
política.
Nada de eso ocurrirá. Para bien
o para mal. X
Eventos, lanzamientos, recomendaciones
Premio La Bestia Equilátera de Novela
La editorial La Bestia Equilátera y Unabrecha Producciones
Culturales lanzaron la convocatoria para participar del
Premio La Bestia Equilátera de Novela. El concurso
literario está dirigido a escritores mayores de 18 años, de
cualquier nacionalidad, que presenten obras originales
e inéditas, escritas en idioma español, que no hayan
sido premiadas anteriormente y cuyo resultado no se
encuentre pendiente de resolución en otros certámenes.
El jurado estará integrado por Luis Chitarroni, Lucía
Puenzo y Oliverio Coelho quienes leerán las obras
finalistas y elegirán un ganador. El premio consistirá en
la publicación de la novela bajo el sello editorial La Bestia
Equilátera y un anticipo de $40.000 a cuenta de la cesión
de los derechos de edición, publicación y comercialización.
Los autores podrán presentar sólo una obra, que deberá
tener entre 200.000 y 350.000 caracteres con espacios
incluidos, junto a una sinopsis que no supere los 500
caracteres. Para participar deberán registrarse y subir la
novela en formato .doc o .pdf en el formulario habilitado
en blog.labestiaequilatera.com/concurso-de-novela. Hay
tiempo hasta el 29 de noviembre.
Primer Festival de Teatro Independiente de la Comuna 15
Del 2 al 11 de octubre se realizará el Primer Festival de
Teatro Independiente de la Comuna 15, un hecho cultural
sin precedentes en el ámbito comunal que agrupa la labor
escénica de los barrios de Parque Chas, Villa Ortúzar,
Agronomía, Paternal, Chacarita y Villa Crespo y que tendrá
sedes en cada uno de los seis barrios. Entre otros objetivos,
el festival buscará acercar el mundo del teatro a los vecinos,
abrir las puertas de los espacios artísticos más significativos
de la comuna y descentralizar la actividad artística de los
polos culturales tradicionales. La Comuna 15 concentra a un
Staff
Director
Federico Scigliano
Editor
Diego Sanchez
Redactores
Martín Rodríguez
Emiliano Flores
Franco Dorio
Mariano Vespa
Julián Eyzaguirre
Romina Sánchez
Mariano Zamorano
Arte
Diego Paladino
Fotografía
Patrick Haar
importante número de grupos independientes, profesionales
del teatro, centros culturales, escuelas de formación de
actores, espacios artísticos y elencos con producciones
teatrales independientes. Entre las obras que integran la
programación del Festival, por ejemplo, el domingo 4, a las
18hs., se presentará “Todo lo que cae”, en El Excéntrico de la
18° (Lerma 420), el espacio de Cristina Banegas. El programa
de actividades y el cronograma de funciones está disponible
en la página de facebook del festival. La entrada a todos los
espectáculos es totalmente gratuita.
Redacción:
Amenabar 23 (C1426AYB)
Ciudad Autónoma de
Buenos Aires
Contacto:
[email protected]
Departamento
comercial:
Tel.: 4776-1779
Internos: 156 y 159
Venta de ejemplares
atrasados:
Azopardo 455.
Tel.: 4342-8476
Impresión: Editorial
AMFIN S.A. Paseo Colón
1196. Ciudad Autónoma
de Buenos Aires
Distribución en Capital
Federal y Gran Buenos
Aires:New Site. Baigorri
103, CABA
Distribución en el
interior: Inter Rev S.R.L.
Av. San Martín 3442.
Caseros Pcia. de
Buenos Aires

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