Petrificadores de cadáveres

Transcripción

Petrificadores de cadáveres
PETRIFICADORES de
CADÁVERES
Los científicos que burlaron la
descomposición de la carne
Helena R. Olmo
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Helena R. Olmo
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“Yo que petrifico los miembros de los otros,
tendré que padecer la putrefacción”
Girolamo Segato
Entre finales del siglo XVII y la primera mitad del
XIX, investigadores, científicos y médicos italianos
se dedicaron a experimentar métodos para la
conservación indefinida de cuerpos humanos a
través de la llamada petrificación. Se trataba de
transformar la elasticidad de los tejidos animales en
la solidez y el tacto de la piedra. Emplearon varios
procedimientos para crear auténticas estatuas de
mármol, algunos aún son un misterio.
Médicos,
científicos y
alquimistas,
trabajaron
de manera
oficiosa
¿Ciencia o
pasión por lo
macabro?
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urante el barroco, el arte, la poesía y la música tuvieron un lugar
privilegiado. Pero, gracias al pensamiento renacentista que había
primado en siglos anteriores también hubo grandes avances científicos, tantos
que este episodio es conocido como «la era
científica». Al racionalismo le surgió un firme
competidor: la experimentación. Ello desencadenó el desarrollo del pensamiento moderno. Grandes figuras como Copérnico, Galileo,
Newton o Descares, enriquecieron esta época
con su intelecto pero, a pesar del progreso, el
prestigio de los médicos estaba muy deteriorado. Por eso, aunque en el entorno universitario
también se impuso la idea de que el aprendizaje de la Anatomía estaba ligado a la experimentación directa con cadáveres y comprendieron
que imperaba la necesidad de conservación
de los cuerpos, muchos anatomistas se vieron
obligados a actuar fuera del ambiente académico oficial. Experimentaron sin revelar sus
técnicas, envueltos en un halo de secretismo,
lo que les hizo objeto de los temores populares, dando origen a macabras y fantásticas leyendas.
Entre estos nuevos experimentadores surgieron
los petrificadotes de cadáveres.
La encarnación de Medusa
El primer petrificador famoso fue Girolamo Segato (1792-1836), cartógrafo, químico, viajero,
explorador incansable y naturista; uno de los
espíritus más eclécticos de su época. Tras una
larga permanencia en Egipto, se apasionó por
la momificación y volvió con la ambición de desafiar el tiempo, elaborando una técnica propia
Los cuerpos de
piedra han suscitado
interés durante
siglos, despertando
las inquietudes de
científicos de todos los
tiempos
que consintiera la conservación de los cuerpos
tras la muerte.
Después de haberse ejercitado con insectos y
pequeños animales, probó con tejidos humanos.
Los estudiantes del Hospital de Santa Maria Novella, en Florencia, le suministraban fragmentos
de cuerpos que él transformó en piedra, como si
estuviese poseído por la monstruosa Medusa de
la mitología griega. Su peculiar obra perdura en
el Museo del Departamento de Anatomía y Medicina Legal de la Universidad de Florencia pero
su método secreto murió con él. Sobre su lápida
se lee: «Aquí yace descompuesto Girolamo Segato de Belluno que estaría petrificado si su arte
no hubiera perecido con él».
Se cree que Segato fue continuador de los experimentos de Giovanni Battista Negroni, un singular conde que ocupó el Castillo de Monte Rubiaglio entre finales del siglo XVI y la primera mitad
del XVII. La paz y la buena economía estaban
aseguradas en este municipio de la región de
Umbria, por lo que el conde Negroni pudo dar
rienda suelta a su pasión por las ciencias ocultas. Magia, nigromancia, cábala, alquimia, todas
fueron dignas de contemplación en el laboratorio de ocultismo que construyó en su castillo. De
las numerosas obras que supuestamente brotaron de sus estudios, no ha sobrevivido ninguna;
solo algunas pistas han permitido intuir el curso
de sus disertaciones, y alguna señala precisamente la petrificación de cadáveres.
Embalsamadores decimonónicos
En un período decisivo para el futuro de Italia,
caracterizado por un intenso fervor hacia los
misterios de la vida, Paolo Gorini (1813-1881) de-
Los petrificadores
competían con los
ambientes oficiales, por
lo que se mostraban
muy celosos con sus
resultados
No querían revelar sus
métodos y muchos se
llevaron sus secretos a
la tumba
Helena R. Olmo
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© Alberto Villa
LUIGI GARLASCHELLI
El petrificador del siglo XXI
Alberto Carlí.
sarrolló una generosa actividad de
investigación y divulgación científica. En particular, vivió consagrado al estudio de la descomposición de la materia orgánica
y fue autor de petrificaciones
ilustres como la del patriota
y conspirador italiano Giuseppe Mazzini y la del escritor
Giuseppe Rovani. No en balde es considerado el máximo exponente de la ciencia
de petrificar cadáveres.
Desde muy joven, Gorini fue educado en el estudio constante de las
más importantes ramas del saber. Pronto se
descubrió como un joven curioso y muy inteligente, aunque sumamente excéntrico, particularidad que se manifestó en todo su esplendor
desde los albores de su actividad científica. Por
ejemplo, una vez comprendido el proceso de
formación de la montañas, sostuvo ser capaz de
reproducirlo, a escala, en un laboratorio. Estas
extravagantes ideas le costaron el sobrenom-
Luigi Garlaschelli
Gracias al escrutinio llevado a
cabo en el Archivo Histórico de
Lodi por Alberto Carlí, conservador del Museo Paolo
Gorini, se han encontrado manuscritos inéditos
de Luigi Rovida, amigo
y médico personal de
Gorini, que recogió con
detalle el método del petrificador. Este interesante hallazgo ha permitido a
Luigi Garlaschelli, profesor
de química orgánica en la
Universidad de Pavia, reproducir el procedimientos de Gorini y
petrificar varias piezas de animales –conejos, pollos y una cabeza de cerdo–. En compañía de Garlaschelli y de Carlí recorrí el museo, enmarcado en un impresionante claustro del S. XV.
¿Cómo trabajaba Gorini?
Luigi Garlaschelli: El sistema para frenar la putrefacción de un cadaver dependía de la capacidad
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de actuar rápido sobre los líquidos orgánicos. El
procedimiento puede sintetizarse en cinco puntos:
1) definición de las sustancias y dosis más idóneas;
2) experimentación sobre partes del cadáver antes de pasar a la petrificación de todo el cuerpo;
3) inmersión en un compuesto con sales hasta que
los tejidos las absorban y con ellas sustituyan los
líquidos; 4) durante varios meses los cuerpos conservarán su flexibilidad sin presentar los síntomas
del rigor mortis; 5) la petrificación se consigue al
desecar el cadáver con varios procedimientos químicos, al producirse una disminución considerable
del volumen corporal.
¿Qué puede revelar de las sustancias empleadas?
LG: Gorini utilizaba métodos diversos. Por ejemplo, para conservar un cadáver durante pocas semanas con objeto de utilizarlo en estudios anatómicos, los sumergía en una solución diluida de ácido
sulfúrico. Si el objetivo era la conservación de una
pieza a largo plazo, usaba un método de inmersión en una bañera con diferentes productos químicos. A veces empleaba azufre líquido, apestoso,
pero penetraba en la pieza y la endurecía. Hemos
probado esta técnica. Para tratar cuerpos enteros
recurría a un método de inyección. Primero
trataba todo el cuerpo con alcohol para
deshidratarlo y luego inyectaba una
solución de fluoruro de mercurio,
que es un compuesto muy tóxico. En las radiografías de los
cuerpos tratados por Gornini
son perfectamente visibles las
incisiones donde metía los tubos de vidrio a través de los
cuales introducía el cloruro de
mercurio. Después, la pieza se
endurecía. Luego aplicaba un
tratamiento con cera fundida e
inyectada en el cuerpo. La cera
respeta el volumen del cuerpo y le
da un aspecto menos artificial.
No hay duda de que Gorini rompió más de un
molde. Fue un personaje muy ligado al arte y su
concepción de la ciencia rebasaba con creces lo
normal. Profesor Carlí usted no se ha limitado a
estudiar al científico, conoce al personaje mejor
que nadie. ¿Es cierto que el interés obsesivo por
impedir el deterioro de un cadáver estaba motivado por algo más que el estudio anatómico?
Alberto Carlí: Semejante descubrimiento tenía un
potencial extraordinario: evidentemente implicaba
un importante salto cualitativo para el estudio académico pero, además, conseguiría un método que
alargara la conservación de la carne haciéndola
comestible durante más tiempo; los familiares de
los difuntos podrían conservar la imagen «viva» de
sus seres queridos, y habría podido crear obras de
arte que perduraran en la posteridad.
¿Obras de arte como la mano de la doncella que
Gorini tenía sobre su escritorio?
AC: ¡Precisamente! Esa es, sin duda, una de mis
piezas favoritas, interesantísima por varias razones. No es solo un preparado perfecto que ha
logrado conservar las uñas, todas las huellas dactilares y las líneas de la mano, ¡se podría hacer una
lectura de la mano!, seguir la línea de la vida, del
amor, de la muerte; además presenta una anatomía conservacional, no solo didáctica. Me explico
mejor, a un médico no le sirve absolutamente para
nada esta mano, porque no puede ver su interior,
por tanto, su cometido es el que tienen las actuales
fotografías, recordar.
Profesor Garlaschelli, ¿ha sido capaz de
reproducir la técnica de algún otro
petrificador?
LG: Los preparados de Girolamo Segato también se están estudiando en Florencia
y en cuanto a Francesco
Spirito de Siena, él mismo
dejó algunos trabajos donde nos describe su procedimiento. Gracias a eso también hemos podido repetir
sus pasos. Utilizaba varias técnicas. Algunas piezas parecen
simplemente disecadas, otras parecen impregnadas de sustancias químicas o de sal, otras parecen conchas de piel,
por ejemplo el famoso busto de una joven, y otros
preparados son fragmentos de piel endurecida y
apoyada sobre un soporte de madera. Algunas
piezas están tratadas con sales que no conocemos
bien. Seguramente también utilizó la técnica de
la inyección porque sobre una cabeza de mujer
radiografiada se ha visto el trazado del líquido inyectado a través de la carótida, venas, arterias…
Helena R. Olmo
Girolamo Segato.
>
Paolo Gorini.
Efisio Marini.
Francesco Spirito.
bre de «científico loco». Alimentó su fama trasladando su laboratorio a un lugar envuelto por una
atmósfera de leyenda y superstición. Trabajaba
en un ambiente de constante penumbra, rodeado de crisoles que ponían en peligro su seguridad
cuando con fragoroso estruendo explotaban sus
experimentos, liberando pestilentes olores, sustancias de dudosa composición, ingredientes de
la alquimia secreta de Gorini, y… trozos de cadáveres. Pronto corrió la voz de que quien llamara
a la puerta de su laboratorio se arriesgaba a ser
recibido por una de sus momias.
orgánicas, solo tardó cinco años en elaborar un
método que, sin cortes ni inyecciones, permitiera
la perfecta conservación de los cadáveres. El resultado superaba con creces todos los conocidos
ya que sus cuerpos, además, mantenían la elasticidad de los músculos y tejidos, la plasticidad y
la carne. Pero nunca obtuvo su deseada cátedra
universitaria, entre otras cosas, porque se negó a
revelar en qué consistía el secreto de su técnica.
Su notoriedad como personaje extravagante no
hizo sino aumentar, a pesar de lo cual llamó la
atención de importantes exponentes de la nobleza lombarda, gente ilustre de la política, la ciencia y el arte. No sucedió lo mismo con las autoridades eclesiásticas, que no perdían la ocasión
para censurar y denigrar su trabajo. A Gorini no
le importaba demasiado, se declaraba profundamente escéptico de fe y firmemente asentado en
la posición más extrema del ateísmo. No alivió
esta situación el hecho de que se le adjudicaron
frecuentes contactos con la masonería. Es cierto que no existen documentos que avalen esta
relación, pero su propia tumba está adornada
con símbolos masónicos.
El último petrificador fue Francesco Spirito
(1885–1962), Rector de la Universidad de Siena.
Spirito fue el único que dio conferencias y dejó
varias publicaciones describiendo los métodos
que había empleado. En 1951, durante un congreso científico en el Museo de Historia Natural de
Siena, más conocido como Academia de los Fisiocráticos, desveló todos los detalles de su técnica, perfeccionada tras doce años de trabajo y
experimentación. Sostuvo que la clave de la conservación era una solución de silicato de potasio,
gracias a la cual «la masa asume un aspecto y
una consistencia lapídea que con la evaporación
se convierte en una masa vidriosa transparente».
Durante el proceso, sujetaba la pieza con alambres estratégicamente situados, pero cuando los
restos eran de mayor tamaño, el éxito de la operación dependía de las inyecciones de silicato.
Para ello, Spirito construyó «agujas de distintos
calibres y longitudes que se introducen por la
cintura». Así conseguía que las piezas petrificadas conservasen en el tiempo su forma y, prácticamente inalterado, su volumen, con una consistencia perfectamente lapídea. ¢
Aunque no podemos considerarlo un petrificador,
el médico y naturista Efisio Marini (1835-1900) fue
otro de los continuadores de la saga de los conservadores de cadáveres. Su figura ha trascendido menos y, sin embargo, su método resultó más
depurado que el de sus antecesores. Cuando
maduró la idea de un proceso inverso que pudiera burlar la fatal degradación de las sustancias
La clave, en el silicato de potasio
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¿RAIMONDO DI SANGRO UN PETRIFICADOR?
El primer personaje que
encontramos posiblemente ligado a la petrificación de cadáveres
es el célebre Raimondo
di Sangro (1710-1771).
De él conocemos las
famosas máquinas anatómicas, dos esqueletos
descarnados pero con
el sistema circulatorio
intacto. Una leyenda
cuenta que el excéntrico príncipe de San
Severo realizó estos
experimentos con sus
sirvientes.
A la luz de los actuales
conocimientos médicos
se podría pensar que
el napolitano hubiera
inyectado en las venas
de los desafortunados
una sustancia que progresivamente hubiera
bloqueado la red sanguínea hasta causarles
la muerte. El misterioso
compuesto habría
«metalizado» venas y
arterias preservándolas
de la descomposición.
De ser así, el príncipe
debió esperar a que
la piel y la carne sí se
descompusieran por
completo hasta poder
contemplar su obra.
Pero la duda persiste.
La jeringa hipodérmica
necesaria para realizar
las inyecciones aún no
existía, fue inventada
casi un siglo más tarde
Girolamo Segato fue
el primer petrificador
famoso. Viajó con Napoleón a Egipto como
cartógrafo y explorador,
y fue de los primeros en
entrar en las pirámides
y conocer sus momias.
Se quedó tan impresionado que cuando volvió
a Italia empezó a experimentar para intentar
reproducir sus métodos
de conservación.
Entre sus «obras», más
famosas están una
mesa en la que figuran
214 muestras anatómicas humanas, que aparecen como mármoles
coloreados y alisados, y
un par de bustos de mujer. Uno, en particular,
se asemeja a una talla
de mármol y perteneció
a una joven de 20 años
muerta de tisis.
por el cirujano Carlo
Gabriele Pravaz. Por
eso, algunos sostienen
que los esqueletos están
recubiertos de una red
artificial de vasos sanguíneos.
Otro motivo por el que
di Sangro es considerado un petrificador es
la famosa estatua en
el Cristo Velado de la
capilla de San Severo.
La tela que cubre la
figura yaciente tiene un
efecto de transparencia
increíble. Tanto, que
algunos dicen que no
pudo hacerse en un
único bloque de mármol
sino que San Severo
encargó esculpir solo
La espectacular cabeza petrificada de
la imagen inferiro se
conserva actualmente
en el Museo Anatómico
de Florencia, donde se
© Museo Anatomico di Frenze
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la estatua sin el velo y
que él mismo colocó
encima una tela impregnada con sustancias
petrificantes para luego
formar un bloque único.
estudia con el resto de
sus impactantes piezas. De los métodos de
Segato se sabe aún poquísimo, prácticamente
nada.
BELLA DUERMIENTE
CADÁVERES PLASTIFICADOS
© Plastination
Rosalia Lombardo fue
uno de los últimos cadáveres en ser expuesto en las catacumbas
de los monjes capuchinos de Palermo (Italia).
El anatomista Gunther von Hagens descubrió en los años 70
un sistema para preservar los
tejidos biológicos. Patentada
con el nombre de Plastination,
la técnica requiere un largo
proceso para sustituir grasas
y fluidos por material plástico.
Los cadáveres se presentan sin
piel y casi inalterados, tanto
en su color original como en
el tacto. Con sus piezas está
recorriendo el mundo desde
1996.
EL ESPAÑOL QUE PETRIFICÓ A EVITA PERÓN
Cuando el 26 de julio
de 1952, el cuerpo de
Eva Perón sucumbió
al cáncer, su inmortal
destino quedó ligado
al doctor Pedro Ara. A
la mañana siguiente,
el cuerpo de Evita ya
era definitivamente
incorruptible. El general
Juan Domingo Perón
preguntó: «¿Cuánto
tiempo se podrá conservar?», y el doctor Ara
respondió: «Si la dejáramos así, iría desecándose paulatinamente
hasta la total momifica-
ción, pero es absolutamente imposible que se
descomponga».
Pero el general quería
llegar más lejos y lograr
que la belleza de su
mujer mantuviera su
aspecto impecable de
forma imperecedera.
Para ello trasladó el
cadáver a la sede de la
Confederación General
del Trabajo (CGT), donde instaló un laboratorio para que el médico
pudiera continuar su
trabajo. Ara comenzó
un minucioso proceso
que duraría un año, cuyos detalles fue anotando en un diario, datos
que después publicaría
en su libro «El caso Eva
Perón».
Al término de su labor
dirigió un informe a
la Comisión Nacional
Monumento a Eva
Perón: «Tengo el honor
de comunicar a esa
Comisión que el trabajo
que me fue encomendado, en las condiciones
establecidas por el Convenio fechado en 26 de
julio de 1952 ha sido
terminado. De acuerdo
a la cláusula séptima, el
cadáver de la Excma.
Señora Doña María Eva
Duarte de Perón, impregnado de sustancias
solidificables, puede
estar permanentemente
en contacto del aire, sin
más precauciones que
las de protegerlo contra
los agentes perturbadores mecánicos, químicos
o térmicos, tanto artificiales como de origen
atmosférico».
Murió a la edad de
dos años, en 1920, y
su estado de conservación es tan perfecto
e impresionante que
la llaman “La Bella
Durmiente”. El doctor
Solafia garantizó que
Rosalia mantendría
su frescura durante
cien años, dijo haber
empleado un método
a base de inyecciones
de sustancias químicas, pero murió sin dar
más detalles. Pronto
se cumplirán los cien
años desde la muerte
de la pequeña y debo
decir que, desde la
primera vez que vi su
cadáver y mi última
visita a las catacumbas
diez años después, su
aspecto ha empezado
a marchitarse.

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