GIL VICENTE El fundador del teatro portugués debe considerarse

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GIL VICENTE El fundador del teatro portugués debe considerarse
GIL VICENTE
El fundador del teatro portugués debe considerarse también como una de las piezas claves en el
conjunto de autores que puso en marcha la historia de la escena castellana. Nació en una fecha imprecisa (hacia
1465) y debió de morir a fines de 1536 o principios de 1537. No se conoce bien la vida del autor. Hay dudas
sobre su profesión de orfebre. Sabemos que estuvo en las cortes reales de Manuel I y Juan III de Portugal y que
fue músico, actor, dramaturgo y poeta lírico de palacio. Bodas, nacimientos y fiestas reales fueron ocasiones
para que Vicente hiciera valer sus cualidades de hombre de escena.
Si muchas de sus obras no tienen la forma adecuada a una pieza teatral autónoma, la razón hay que
buscarla en el hecho de que se representaron en el marco de una festividad cortesana, como elemento de un
conjunto lúdico más amplio constituido por las varias celebraciones de dicha fiesta. Las obras de Vicente
aparecieron impresas con el título de Compilaçam (Lisboa, 1562) y bajo la protección de doña Catalina, la
viuda del rey Juan III de Portugal. Gracias a dicha protección, esta primera edición pudo escapar de la censura
inquisitorial, opuesta a ciertas piezas vicentinas en que el clero sale malparado.
Las obras de Vicente pueden dividirse en cuatro grupos: autos, farsas, comedias y tragicomedias. De
las cuarenta y ocho obras conservadas, hay doce escritas en castellano y veinte casi totalmente en portugués. En
las dieciséis restantes los personajes hablan la lengua de su propia nacionalidad. El bilingüismo estructural del
teatro vicentino habla claramente de la existencia de un teatro en el occidente peninsular de carácter
transnacional, condicionado por tres rasgos comunes: la dependencia cortesana del escritor, su sometimiento a
la clase dominante en palacio y la alianza de intelectuales y aristócratas en la Europa renacentista. La obra
vicentina pasa por una etapa de relativa simplicidad (1502-1510) y que coincide con la escritura de los autos
(Auto pastoril castellano, Auto dos cuatro tempos, Auto da sibila Casandra); sigue un período (1510-1517) de
farsas en que se construyen, entre otras, la Farça do velho da horta y la Farça de Inês Pereira. La complejidad
dramática aumenta en el período de 1518-1525, en que Vicente escribe las comedias: Comedia del viudo,
Trilogía de las barcas: Barca do inferno, Barca do purgatório y Barca de la gloria y la Comedia rubena. La
última etapa, la dominada por las tragicomedias (1525-1536) Don Duardos, Amadís de Gaula y Floresta de
engaños, supone la emergencia de un teatro rico en estructuras, abundante en su lenguaje lírico y poblado por
personajes dotados de una profunda humanidad. Don Duardos es la fusión dramática de la larga serie de
elementos surgidos a lo largo de la experiencia creadora de Gil Vicente: personajes, situaciones, lirismo, ritmo
escénico, simbología, ambiente de misterio, transposición a las tablas de los ambientes festivos cortesanos,
inserción en la tradición literaria caballeresca, etc... Y todo ello anclado en una virtualidad teatral que hace de la
tragicomedia una pieza fundamental en la historia del arte escénico, del arte de la comunicación entre el tablado
y el espectador.
Bibliografía: A. Braamcamp Freire, Vida e Obras de Gil Vicente «Trovador, Mestre da Balança»
(Lisboa, 1944); Carolina Michaëlis de Vasconcelos, «Notas vicentinas, IV», en Revista da Universidade de
Coimbra, IX, 1949, pp. 5-394; Stephen Reckert, Gil Vicente: Espíritu y Letra. I. Estudios (Madrid, 1977). A.H.

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