Carta del Provincial septiembre 2014

Transcripción

Carta del Provincial septiembre 2014
Carta del Provincial, Septiembre 2014.
Pa’i Provincial Ñe’ê
200 AÑOS Y VAMOS POR MÁS
El 7 de agosto pasado hemos celebrado en el templo de Cristo Rey la
Eucaristía de acción de gracias por los 200 años de la Restauración de la
Compañía de Jesús. Esta solemne misa reunió a la mayoría de los Jesuitas
de la Provincia y a numerosos colaboradores y amigos en una emotiva ceremonia presidida por el Nuncio Apostólico, Monseñor Eliseo Antonio
Ariotti, representante del Papa Francisco en el Paraguay, ya que fue el Papa Pio VII el que restauró la Orden de los Jesuitas un 7 de agosto del año
1814.
Igualmente emotiva fue la eucaristía en guaraní celebrada en la Misión de Trinidad, el domingo 3 de agosto en el antiguo patio de los Padres
Jesuitas, con gran concurrencia de pueblo y autoridades, con el acompañamiento de la Orquesta Juvenil Mundial y varios coros, dirigidos por Luis
Szarán, entre los cuales el Coro Mbya Guaraní, dirigido por la soprano
Cristina Vera Díaz, tuvo una especial significación. La misma celebración se repitió a la noche del domingo en el templo de San Ignacio Guasu.
Estas conmemoraciones han sido parte de una serie de eventos a través de los cuales la familia ignaciana en Paraguay ha hecho memoria de su historia: La Compañía de Jesús que fuera fundada en 1540
llegó al Paraguay en 1588 y se mantuvo aquí hasta su expulsión en el año 1768. La supresión de la Orden
fue decretada en Roma por el Papa Clemente XIV en 1773. Durante los 170 años de su presencia en la
primera venida, los Jesuitas han dejado una huella imborrable y el patrimonio que ha quedado habla claramente de esta valiosa herencia, uno de cuyos exponentes es, sin lugar a dudas, el primer santo paraguayo, Roque González de Santa Cruz y sus compañeros mártires Alonso Rodríguez y Juan del Castillo.
Luego de su restauración en el año 1814, los Jesuitas recién retornan establemente al Paraguay en el
año 1927, desde Buenos Aires. O sea que de los doscientos años de camino de la Compañía de Jesús desde su restauración hasta nuestros días, su nueva presencia no ha completado aún los cien años en nuestro
país.
Hoy, mirando el pasado, los Jesuitas del Paraguay junto a nuestros colaboradores, desde nuestras
comunidades y obras, nos sentimos agradecidos a Dios por tanto bien recibido, asumimos que la poda
hace parte de nuestra historia, una poda dolorosa que se ha manifestado en la persecución y las expulsiones, hasta el aplastamiento y la supresión mortal de nuestra orden. Sin embargo también hemos comprobado que a la poda, como se ve en la parralera en agosto, le suceden los brotes de vida nueva de modo
silencioso pero real y eficaz.
Y así, asimilándonos a Jesús como sus seguidores, en su muerte y resurrección, somos llamados a
ser compañeros de los que hoy en día cargan con la cruz del desprecio y de la marginación, de la persecución y de la expulsión. Somos llamados a estar cerca de los campesinos y de los indígenas, de los pobladores de las periferias urbanas y de los barrios inundables, de aquellos que tienen su vida amenazada. Para nosotros no se trata de una opción basada en principios ideológicos o políticos, sino de una gracia que
nuestro buen Dios nos ha ofrecido y a la que queremos responder con sencillez, de manera creativa y
comprometida, tendiendo puentes de reconciliación y sanación.
Somos conscientes de que al acercarnos a los pobres y al hacer nuestras sus causas, nos exponemos
a ser etiquetados y a pasar por las mismas experiencias dolorosas que ellos pasan, aunque también sabemos que la parte más pesada sigue siendo la que le toca a ellos, y así vamos aprendiendo con ellos a no
perder la esperanza ni la alegría en medio de las dificultades, sabiendo que nuestro buen Dios sigue caminando con su pueblo.

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