EXPERIENCIAS Experiencias

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EXPERIENCIAS Experiencias
MUSEO DE BELLAS ARTES DE SANTANDER
C /
R u b i o ,
EXPERIENCIAS
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S A N T A N D E R
Experiencias
Museo de Bellas Artes de Santander
Consejería de Cultura, Turismo y Deporte
(Del 30 de junio
al 17 de septiembre de 2005)
(De 30 de junio
a 17 de septiembre de
2005)
José Pedro Croft
Todos los personajes que aparecen en la obra de la joven coreana SEO, Bergsynphonie
I, están comunicados de alguna manera, como en las escenas de Rubens o la bucólica
procesión de Watteau rumbo a la isla de Afrodita, Citerea, lugar idílico donde todo el
mundo podía amarse libremente. En esta sinfonía de la montaña, los personajes
forman una línea en Z que asciende desde el ángulo inferior derecho al superior
izquierdo, atravesando junto a nuestra mirada la geografía del cuadro. Es la
metafórica excursión a la cima. Los personajes se entretienen, se ayudan entre sí,
hacen ruta entrelazados en la matissiana danza del propio existir. SEO (Gwangiu,
Corea del Sur, 1977) plasma siempre al hombre en la naturaleza, siguiendo la más
pura tradición oriental, a la que recuerdan también esos trazos blancos y líquidos con
los que dinamiza a sus personajes. La técnica que utiliza para sus cuadros, mezclando
el acrílico con collage de papeles de diferentes texturas, hace que contemplar sus
obras, cuajadas de vibración y color, sea de verdad un espectáculo.
Ésta es una de las apuestas que se pueden contemplar en esta exposición estival
dedicada a las adquisiciones que en el último año han hecho tanto el Museo de Bellas
Artes de Santander como la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte del Gobierno de
Cantabria. Son en su mayoría nombres de prestigio internacional que cubren
diferentes disciplinas artísticas y diferentes nacionalidades. Todas estas obras
pretenden fortalecer los fondos del arte más actual, el que corresponde a nuestro
tiempo, en el que quizás podemos reconocernos, con el que deberíamos poder dialogar
sin escrúpulos.
Aparentemente sencilla es la obra de José Mª Guijarro (Torre de Juan Abad, Ciudad
Real, 1953), ¿es una escultura colgada a modo de cuadro, funciona como relieve, es
una pintura, un objeto encontrado? Es la interacción del artista con el mundo y la
materia. Una de las cosas que más gustan al autor es recoger materiales en las calles
y trabajarlos en el taller. Él cuenta que trabajar la materia le reconforta y le pone en
paz consigo mismo y con el mundo. Su pieza verde Sin título parece ser el resultado
en madera de esas filigranas que se trazan en un papel sin pensar, en un acto
automático. Un momento sin tiempo en la abstracción mental materializado en una
vieja puerta, de enigmático pasado. Aquí se pone de manifiesto el poder transfigurador
del artista. Guijarro, formado en la filosofía, tiene una preocupación continua por el
lenguaje y por la esencia misma del arte, lo que hace a un objeto ser una obra de arte.
Todas estas cuestiones están
detrás de sus obras que
interrogan
a
la
vez
al
espectador.
Si allí teníamos una puerta, la
pieza de Tobias Rehberger
(Esslingen, Alemania, 1966), es
una ventana, menos telúrica
que aquella, pero jugando
también con los opuestos
abierto-cerrado y lleno-vacío.
Esta
curiosa
ventana,
muestrario de hojas de colores
carece del paisaje posterior, y
nos deja con esa estética
refrescante tan propia del
autor, muy en la línea de sus
creaciones relacionadas con el
mundo de la decoración, la
moda, el diseño, los ambientes
poperos y el objeto cotidiano.
Si las obras de Guijarro y
Rehberger se debaten entre
escultura y cuadro, volumen y
plano, no menos ambigua
Sergey Bratkov
resulta la pieza de José Pedro
Croft (Oporto, Portugal, 1957),
otra de las figuras estrella de la selección. Su manera de contener el espacio, más
patente en otras de sus obras, le hace parecer estructuralmente arquitectónica y
constructivista. Un paso más allá del juego de volúmenes, en sus obras formula con
sentido crítico una reflexión sobre la propia escultura como medio de expresión.
Utilizando materiales como el vidrio, el espejo o el metal industrial, encontramos en
ellas un cuestionamiento del espacio percibido, el real, el reflejado, el pensado, el
imaginado...
También contando con el volumen, esta vez como soporte, y ya inmerso en el artificio
que supone la imagen proyectada, se encuentra un artista clave en las innovaciones
que se llevaron a cabo en el campo de la videoinstalación en los años ochenta, en la
línea de Mona Hatoum, Ammy Jenkinns o Bill Viola. Tony Oursler (Nueva York, 1957)
hace uso de las nuevas tecnologías y desliga la imagen de la pantalla para crear seres
amorfos y caricaturescos, casi de ciencia ficción, que se atreven a hablarnos de lo más
íntimo de nosotros, a veces de lo más oscuro, de cosas a veces incomprensibles,
inconexas, surrealistas, jugando con las identidades y la conciencia colectiva, aunque,
eso sí, siempre con mucho humor. El nuevo personaje que vive en nuestro Museo se
llama Glob y parece que quiere ser nuestro amigo. Termina así sus fraseos: “he estado
observándote, durante años dentro de tu cabeza / estudiándote / voy a decirte algo
que quizá te cueste comprender / la vida es bella”.
La sección pictórica está bien representada por Juan Uslé (Santander, España, 1954),
Rosa Brun (Madrid, España, 1955) y Julian Schnabel (Nueva York, Estados Unidos,
1951). Dentro de la obra de Uslé, se incorpora a la colección la titulada Albers
Weapons in Babilonia que pertenece a sus cuadros de corte más conceptual, más
minimal, más frío que sus concepciones orgánicas llenas de color y prolijidad formal.
Esta vez nos ofrece un homenaje a la abstracción geométrica y la influencia del
alemán Josef Albers en el arte americano. Este cuadro, sin duda crítico y cautivador,
nos catapulta al otro lado de esas ventanas para encontrar tan sólo el vacío. Mientras
tanto Brun y Schnabel echan un pulso pictórico entre sencillez y barroquismo, pureza
y complejidad. El americano, que fue protagonista en la ya mítica recuperación de la
pintura en los años ochenta tras el desarrollo explosivo de las nuevas tecnologías,
hace en esta reciente pieza alarde multicolor de grafismos que extiende hasta el
marco. La española sin embargo, remedando al místico Rothko, hipnotiza al
espectador con la vibración cromática en la que se fusionan imperceptiblemente las
dos regiones de color puro, trabajado laboriosamente, capa tras capa, artesanía del
pigmento, magia de la luz. Rosa Brun, que ha trabajado también con volúmenes y
diferentes materiales, confiesa: “la plástica es simple placer estético donde busco el
inconsciente y la verdad del ser humano”.
Esta muestra de adquisiciones, que
todos a partir de ahora vamos a tener
más cerca, se cierra con tres
interesantes fotógrafos, o como tal
ejercen al menos en este caso.
A Ignasi Aballí (Barcelona, España,
1958) lo tuvimos en el Museo de Bellas
Artes de Santander el pasado año, con
sus creaciones conceptuales, cargadas
de fina ironía, acogiéndose a tan
diversas formalizaciones. Aballí utiliza
cualquier recurso para obligarnos
siempre
a
reflexionar
sobre
lo
cotidiano, a conceder una oportunidad
a tantos detalles que pasamos por alto
recurrentemente. En las obras que aquí
se presentan, la foto es un documento
que nos trae ejemplos de esa geografía
urbana
que
tenemos
también
desatendida. En este caso se trata de
esquinas entre calles, salpicadas de
signos que nos reflejan, de residuos de
Julián Schnabel
nuestro paso. Las fotos pertenecen a
una gran serie aunque funcionan
también
individualmente:
todas
aunque diferentes tienen nombre de pintores clásicos de las Bellas Artes.
Sugerentes e impactantes resultan las fotos de Sergey Bratkov (Kharkov, Ucrania,
1960), fotógrafo que representó a su país en la última Bienal de Venecia y que se
inscribe en los presupuestos del realismo radical. Tras la caída del sistema socialista,
muchos artistas de vanguardia tomaron posturas muy críticas y contundentes hacia
el triste espectáculo que diariamente se podía encontrar en las calles, en la política, en
la economía, en las instituciones. Kharkov, donde actualmente vive y trabaja el artista
ruso, es una gran ciudad industrial que, como tantas otras de una Europa del este
desarticulada y flotante, muestra día a día escenas de miseria física y moral. Bratkov
perteneció a un colectivo de intervencionismo urbano a mediados de los años noventa
llamado The Fast Reaction (Reacción Inmediata) junto con los artistas Boris Mikhailov,
Serhiy Solonsky y Victoria Mikhailova, que dirigían su creaciones a la crítica social sin
ningún tipo de miramientos. En la serie titulada Italian School, niños de un
reformatorio se convierten en actores y representan con sorprendente expresividad,
formando auténticos cuadros vivientes, escenas pertenecientes a la iconografía
habitual de la pintura renacentista.
Un giro lírico nos introduce en la “jaula” abierta de Last Bird (Último pájaro), un
armario o contenedor de enseres vacío y abierto, ocupado por el hombre. Rax
Rinnekangas (Rovaniemi, Laponia, Finlandia, 1954) se ha ocupado profundamente de
captar con su objetivo la esencia del Viejo Continente en sus series Spiritus Europaeus
y Russian Mirror: sinceros retratos, barracones en Polonia, escenarios vacíos de
campos de concentración abandonados, envueltos en atmósferas contenidas y
evanescentes, la memoria siempre sesgando cualquier interpretación. Esta bellísima
foto, conmovedora en su absoluta desnudez, tan equilibrada la composición, nos eleva
con tan indicativo título a cuestiones sobre el alma humana, sobre la civilización y el
hombre mismo.
Rax Rinnekangas
E-mail: [email protected]
Teléfono: +34 942 203 120 · +942 203 121 · Fax: +34 942 203 125
De lunes a viernes : de 10:15 a 13:00 y de 17:30 a 21:00
C /
R u b i o ,
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Sábados: de 10:00 a 13:00
S A N T A N D E R
MUSEO DE BELLAS ARTES DE SANTANDER

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