Tus zapatillas suenan a sexo
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Tus zapatillas suenan a sexo
Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 51 el oRiGen de la soledad desde los primeros instantes del día, a lilián la acechaban los gritos ñeros del hombre moreno y sudoroso que cada mañana subía y bajaba las escaleras del edificio en busca de compradores de gas. más tarde la lechera piernas gordas y su olor inconfundible, los recados en la contestadora, aboneros y vecinos gustosos del hip-hop centroamericano, hacían del amanecer un escenario perfecto para que lilián despertara amando a la humanidad. por la tarde, en un minuto de silencio, durante su espera en el salón de belleza, ojeando la revista Claudia descubrió uno de esos anuncios que en lugar de decir: “¡esa manteca te está sobrando, muchachita!”, anunciaba en letras rojas: “desaparece a la gente que odias”. lilián desprendió la página y salió del local sin que le hubieran arreglado la punta de la pestaña. al llegar a su casa prendió la computadora y tecleó su clave de acceso a internet. solicitó al portal chamanes.com el envío de un amuleto quechua llamado Huayruro, que por cierto gozaba de una excelente promoción, la cual consistía en una garantía a perpetuidad del producto y el envío hacia cualquier parte del país. 51 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 52 en el tiempo establecido un hombre de ojos demasiado rojos entregó el paquete a lilián, quien de inmediato deshizo la caja y colgó el amuleto en su cuello, como lo indicaba el instructivo. a pesar de que era domingo y a hora muy temprana, la ciudad se mostraba colmada de familias sonrientes, hombres apresurados y señoras con sombrero. durante todo el día lilián se dio a la tarea de comprobar la eficacia del fetiche yendo a los lugares que frecuentaban los no deseados: centros comerciales, cafés y hasta la ruta de transporte cotidiana en busca del chofer mal encarado que unas horas después apareció mostrando una indiferencia inédita. al parecer, lilián volvió a caer en las manos de los estafadores; sin embargo, ahora tenía la fuerte intención de hacer que le devolvieran su dinero o, si no, por lo menos hacerles saber que habían perdido una excelente clienta y ganado a un fuerte enemigo. así que intentó hablar por teléfono pero al parecer había ciertas interferencias que le impedían que ellos la escucharan. no tuvo de otra que mandarles un sentido correo electrónico que inmediatamente fue respondido por la empresa: “no se preocupe, señorita lilián, recuerde que somos una empresa seria y que la garantía del producto es de por vida. espere la visita de uno de nuestros agentes esta misma semana. atte. Chaman manager”. en la mañana del día lunes, un hombre de ojos sumamente irritados tocó el timbre de lilián. la puerta se abrió misteriosamente mientras el hombre esperaba en el límite. llamó tres veces a la clienta pero al ver que nadie contestaba decidió entrar, husmear un poco en los cajones de la ropa interior, sacar algunas prendas y aclararle ciertas cosas a la 52 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 53 clienta que aunque no podía ver estaba seguro que lo escuchaba. —sólo es cosa de que se quite el amuleto, señorita lilián, y todo volverá a la normalidad. el agente salió del departamento llevando consigo las minúsculas prendas. Y la hembra, por más que quiso detenerlo para que se llevara unas cuantas más, no tuvo de otra que imaginar el reflejo de sus lágrimas sobre el espejo. 53 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 54 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 55 Tus zapaTillas suenan a sexo A Rafael Larios —Qué manera de quebrarlo; se prepara para volar desde la tercera cuerda, y a la voz de no hay meseros: 1, 2, ¡Qué carnicería señores! —¡la huracana no, por favor! —Qué alguien detenga la masacre, ulises es invencible… —¡oye qué te pasa, por qué lo apagas! —pues ya ganaste ¿no? además ya sabes que no me gusta que te burles de mí, te aprovechas de que es tuyo el nintendo, pero ya verás cuando mi pa’ me compre el mío. —no mames, Gabriel, tu papá jamás te comprará nada. ¿no fue él quien organizó las jornadas antinintendo de toda la ciudad? ¿Te acuerdas, no? “¡aleje a sus hijos del aparato infernal, satanás está presente. diga no al nintendo y sí a la matatena!” —Ya ni me acuerdes, ¿no ves que se me cae la cara de vergüenza? —no es para tanto, además ¿quién le hizo caso?, no es por nada Gabo, pero tu papá está bien orate. —oye, ¿no has sabido nada de tu hermana? 55 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 56 —¿no te digo?, luego, luego la venganza. Gabriel y yo salíamos de la casa cuando se estacionó un misterioso taxi justo enfrente del portal de mi vecina. Hubiéramos seguido nuestro camino si no es por aquellas delgadas piernas que apresuradas intentaban salir. no hicimos ningún comentario, digamos que no hubo necesidad de hacer aclaraciones, simplemente demostré mis mejores dotes de caballero ayudándole a bajar sus maletas. ella caminó hacia la puerta de manera apresurada haciendo que el tacón de sus zapatillas rechinara contra el pavimento, ¿qué puede tener de extraño eso? Quizá el Gabo y yo éramos los únicos en comprenderlo. *** mi sexo se humedeció al sentir su presencia. no había pasado tanto tiempo desde que mi prima nos presentó en aquél verano con tus cabellos despabilados y tus ojos de lumbre. no me mira a los ojos y hace todo lo posible por estar alejado. anda, ulises, sigue mis pasos, quiero que estés entre mis piernas, anda, hazlo como cuando jugábamos a las escondidas. invítame a la oscuridad del ropero, a los lugares secretos, invítame. olvida esa bicicleta, acércate a mi vientre, cabálgame, sigo siendo la misma niña de antes. puedo convertirme en tus sueños de agua, en noche, en luna, en el aro de tu bicicleta. Cuando me hayas hecho el amor correrás a contarle a todos tus amigos que me viste entre tus brazos, que mi himen sólo era un delgado velo de carne, que mi pequeña boca salía un grito de dolor, que tu semen resbaló por mi 56 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 57 barbilla y que mi lengua hambrienta era una alfombra roja esperando la oleada. *** —Qué amable, muchas gracias, ¿no te acuerdas de mí? —no (ah, caray). ¿a poco nos conocemos? —ay, ulises, soy Beti, la prima de tu vecina Charo. —¿Beti? ¿Charo? (¡anda cerebro funciona, siquiera una vez en la vida! ¿Beti Blue? ¿Beti mármol? ¿Beti Boing? ¿Beti, el amor de dante?). —Hace tiempo vine a pasar las vacaciones con mi prima y tú jugabas con nosotras a las escondidas, cómo es posible que ya no te acuerdes. —Beti, claro, cómo se me iba a olvidar, si ustedes junto con mi hermana eran las que siempre me encerraban en los roperos, ¿no? —¿Y qué fue de tu hermana? *** Hoy llegaré y esconderás la mirada al ver mis pequeños senos recién nacidos. ulises, me llevarás al lago de las serpientes, nadaremos los dos solos, imaginando que estamos dentro del vientre de tu madre. sumergidos en el agua se confundirán nuestros cuerpos, verás mi delgadez en espera. Jugaremos con las serpientes, dejaremos que nos lleven al fondo del abismo, a mi abismo, a nuestro sueño. me recostaré junto a ti, enroscaré mis piernas en el aire para que las veas, rozaré mis dedos en la orilla de tus pies, reconoceré tus 57 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 58 tobillos, caminaré hasta el incendio, hasta tus ramas verdes que expulsarán humo. nadarás en mi lago, ulises, quedarás enraizado en mis lirios y ahogarás tu niñez. *** —mi hermana se fue, bueno, en realidad no sé qué es lo que pasó con ella. simplemente cuando regresé de la escuela ya no estaba y cuando se me ocurrió preguntar por ella me dieron una tunda del carajo, como te podrás imaginar, no quisiera hablar de esto. —oye, creo no hay nadie en casa de mi prima, ¿puedo meter las maletas a tu casa? —Claro. —¡Carajo! ¿Todavía estás aquí, Gabo? se me hace que tu papá ya te anda buscando para que lo acompañes a predicar, ¿eh? mira, te presento a una amiga de toda la vida. Gabriel me miró con rencor, se acomodó la gorra y antes de irse le dio un beso a Beti diciéndole: “¿sabes?, ten mucho cuidado con este muchacho, es de muy malas mañas, bueno, en realidad les viene de familia, pregúntale qué es lo que estaba haciendo su hermana con una compañera en el baño”. —¡Gabo! no jodas, de dónde sacas todo eso. —lo dice todo el mundo ulises, y bueno, mucho gusto, que te diviertas en tus vacaciones, Beti. nos quedamos un instante en completo silencio hasta que se me ocurrió abrir la puerta de la casa y ofrecerle un poco de agua a mi invitada. 58 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 59 *** ¿Qué dirá tu sexo al ver a mis feroces pezones sin cadenas? ellos crecerán como un gusano hacia tus ojos y te embrujarán. no te dejarán dormir, sentirás cómo te van enredado poco a poco y se colocarán por la cerradura; entrarán en tus sábanas, sentirás mis poros, sentirás mis pequeñas gotas de leche endulzar tu boca. *** —Gracias, ulises, pero, ¿no tendrás una cerveza? lo que pasa es que tengo mucho calor. —siéntate en lo que voy a buscar a la cocina, creo que ha de haber alguna por ahí. —¿Y tu madre? —Trabajando, ya sabes. oye, es oscura ¿no importa? —no, el color es lo de menos, sólo quiero que me quite la sed. —oye, pero no te la tomes tan de prisa. —no te preocupes, ¿y tú no vas a tomar nada? anda, tenemos que brindar por los viejos tiempos, ¿no? salí de la casa un poco pensativo, ¿mi hermana una lesbiana o sólo lo habrá dicho para quemarme enfrente de Beti? Bueno, eso no me tiene que importar tanto. pero miren nada más en lo que se convirtió Beti, hasta muy tomadora la muy, muy. sólo espero que no sea de las que se encueren a la primera chela porque mi madre no tarda en llegar y pobre de ella: ¡qué chulos salieron sus hijos! Cuando regresé bien repuesto a brindar por los viejos 59 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 60 tiempos, Beti ya se había ido con todo y maletas. Qué desconsideración, ni siquiera dejó una nota. Y para colmo en ese momento llegó mi madre. —¡ulises! Qué haces con esa cerveza. nada más eso me faltaba. —Ya, mamá (pinche vieja teatrera). —¿Qué dijiste? —¿Te quieres calmar? déjame explicarte: ¿te acuerdas de Beti? sí, la prima de la vecina que venía en los veranos. —no me digas, ¿está embarazada? —no mamá, llegó hace rato y como no había nadie en casa de Charo pues la invité a pasar en lo que llegaba su prima. —¿Y eso qué tiene que ver con la cerveza? —pues que tenía ganas de una, ¿simple, no? —¿simple? súbase a su cuarto pinche chamaco cabrón. *** Beti y sus piernas de alas, y tus zapatillas sonando a sexo, Beti, ¿por qué te fuiste así? Todo iba tan bien. Y lo peor de todo es que no pude ¡ay, esa cobardía de mi amor por ella! Bah, esa ni yo me la creo. Tú no necesitas una mujer, ulises, sabes que con eso todo se complica. ellas sólo esperan el momento en que estés en la bolsa y brongó, justo en ese momento el tiro de gracia. Beti, Beti, la que compartía la oscuridad del ropero en los veranos, la que enrollaba sus piernas en mi cintura mientras nadábamos, la que te ofrecía ese pecho sin formas, la que te llevaba de la mano hacia la cola del burro en las fiestas de cumpleaños, la misma que se bajó de ese taxi hace algunos 60 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 61 minutos y desenfundó esas largas piernas, destrozando mis oídos con el golpeteo de sus zapatillas. *** —¡ulises! (este es un grito de madre) Ya sé: bájale un poco a tu ruido. para mi madre todo es ruido. Yo soy el peor de ellos, mi hermana, el recuerdo de mi papá, dios, los tiros que mataron a Colosio, los goles de zague, el pasamontañas del sub, mi bici, mi hambre, mi vagancia. la vida es un ruido a los cuarenta. —¡ulises! (este es un grito que chinga la madre) Ya sé: me bañaré e iré a los mandados: luz, teléfono, saludaré, hola, buenas las tenga, blu, blu y así todo el día. —¡ulises! —¿Y ahora qué? —Te habla Beti. ni modo, madre, no habrá pretextos que te salven. Tendrás que soltar una choncha cantidad para que me lleve a la muchachita a recorrer la ciudad. imagínate lo que dirán de ulises si no complace a su amiguita de la niñez. mi madre no soportaría que estuviera en la boca de las vecinas: ulises no tuvo ni un quinto para pagarle sus cervecitas a la muchacha. podrían hablar mal de mi hermana por sus desviaciones sexuales pero de su hijo nunca. —Hola —¿Y tu prima? —se quedó en la casa, sólo vine a pedirte disculpas por haberte dejado así. —no te preocupes, ya estoy acostumbrado. 61 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 62 —Bueno, yo los dejo —se despidió la alcahueta de mi madre—. Beti, pero cómo has crecido, pero bueno, estás en tu casa, ¿eh? Cualquier cosa que se te ofrezca se la pides a ulises. —Gracias, señora… —la cuidas, por favor, llego hasta en la noche. —Ándele ma’, que le vaya bien. oye, y ¿no se le olvida nada? —ah, sí, qué tonta. en la cantina está mi cartera, ahí tomas lo necesario, nada más no te mandes. nos vemos al ratito. después del azote de la puerta nos aprisionó el silencio. me acordé de la cerveza que había en el refrigerador y se la ofrecí. nos la tomamos en un dos por tres mientras un signo enorme de interrogación se dibujaba encima de mi cabeza. sus piernas se entrecruzaron, haciendo que su falda descubriera mucho más que la mitad de sus delgadas piernas. Caminamos unas cuadras para alejarnos de la colonia y tomar un taxi hacia el centro de la ciudad. entramos a un café de la avenida Reforma y empezamos a platicar sobre la muerte de su padre. lo contaba con mucha naturalidad, como se suelen contar las cosas a los dieciséis años. no importaba nada, sólo que sus piernas estuvieran contentas y que conservaran su frescura. —Ya pronto acabará el verano. —eso me preocupa, no conozco lo que se siente, ya ves que dicen que todo es muy bonito, ¿o esa es la primavera? La maldita primavera. —no lo sé, para mí todo es igual, si no fuera por santa Claus ni siquiera me enteraría de cuando es navidad. —no exageres, ¿en serio…? (ella se está acercando). 62 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 63 —no exagero. —¿Quieres otra cerveza? —sí, aunque ya está soplando el viento. —¿Y eso qué? —¿Crees que llueva? —Todas las tardes llueve. *** sus piernas ennegrecieron a la par del cielo. la gente apuraba el paso para llegar a sus casas. los paraguas se abrían y las calles comenzaban a llenarse del murmullo de la lluvia. no hallaba qué decir, ella estaba concentrada viendo las gotas que se estacionaban en la ventana. su aliento era tibio, seduciendo todo a su alrededor, yo no era la excepción. Cuando el bar se quedó vacío ella se recargó en mis rodillas, observando mi boca. —¿me besas? Busqué algo con qué distraerme, el cenicero me decía: ¡vaya, hasta que por fin me volteas a ver, ándale ulises, ella es tuya! Giré y la ventana nos veía frotándose las manos. pues ni modo, algún día me tendría que llegar. nos besamos detalladamente, como gringa probando algún menjurje mexicano. abrí los ojos y sus manos tomaron mi cabeza para hundirme en su océano. esta es una lengua, me decía a mí mismo, y estos otros labios, más allá el paladar y eso que está bajando por mi cuello es su boca. ¿Y lo que estoy sintiendo? ¿Qué carajo estoy sintiendo? al acabar de besarnos ella soltó una risotada. —¿Cuál es el chiste? 63 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 64 —nada, sólo me acordaba de ti cuando te dejábamos encerrado en el ropero. —¿Y eso qué tiene que ver? —nada, que ahora estás encerrado en mí. *** pagamos la cuenta y dejé diez de propina como me había enseñado mi madre. salimos corriendo para acompañar a la lluvia. pateamos unos cuantos charcos y al ver su incomodidad para seguir corriendo con los sendos tacones me hinqué para desabrochar sus zapatillas. nos mojamos por completo. los taxis no paraban —“no mano, me vas a desgraciar las vestiduras”—, hasta que por fin uno de esos centaveros, que prefieren ganarse algunos pesos aunque haya que perder la vida, se apiadó de nosotros. —está buena la agüita, ¿verdad? —sí, cómo no, pero ya hacía falta, pobrecitos de nuestros campesinos ¿no cree? —eso sí, pero para nosotros es peor. vea nomás cómo se congestionan las calles. me cae joven que para mañana mejor me traigo los remos y apago el motor. —es buena idea, ¿pero no ha pensado instalarle un motor de lancha? imagínese, así de volón que sale del tráfico. —eso no lo había pensado, ¿qué, es usted universitario? —Qué pasó, más respeto. 64 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 65 *** navegamos por media hora sobre el bulevar que parte a la ciudad en dos. para nosotros el tiempo era lo de menos. mis manos exploraban, acción mejor conocida en los bajos mundos como “fax de cuates”, “raund” o “faisán de cola morada”. el canijo taxista bien conocedor del asunto se echaba sus vistazos por el retrovisor, hasta me cerraba el ojo en señal de éxito. me señalaba con los ojos la propaganda del motel Jacarandas que suele llevar todo el gremio taxístico para este tipo de casos. llegamos a la casa. no sabía qué hacer, sólo faltaban un par de horas para que mi madre regresara. —necesitamos un baño muy caliente, ulises, si no vamos a resfriarnos. —lo mismo dice mi madre. —¿no tienes una toalla? —Claro. subí las escaleras. me entretuve buscando el color de la toalla que mejor le asentara. ¿Roja?, ¿verde?, ¿amarilla? Cuando llegué al baño Beti estaba desnuda. el vapor comenzó a cubrir todo el acto. imaginé un fondo con los requintos de Kirk Hammet para este final, imaginé la mejor victoria del pancracio luchístico, je, je y, sobre todo, la cara que pondrá el Gabo cuando le cuente todo esto. 65 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 66 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 67 nunCa BasTa A Zahzil el periódico donde trabajaba erdosain difundió una pequeña nota en las páginas policiacas en la que se informaba que uno de sus columnistas había hallado la manera de contrarrestar la fuerte crisis energética por la que cruzaba el país; posteriormente se sumaba esta acotación: “(ja, ja, ja, habrá que preguntarle a su esposa)”. Quizá una broma de mal gusto o un ajuste de cuentas había sido el motivo de esta ridiculizante aclaración. erdosain nunca investigó su origen; por hora estaba muy ocupado en sus compromisos sociales, que a raíz de su descubrimiento se convirtieron en actos cotidianos. Renunció al periódico donde trabajaba y, desde luego, no dejó que ninguno de los periodistas de éste se atreviera a cruzar palabra con él. durante sus primeras entrevistas declaró que su idea partió de una investigación que hizo como periodista, erdosain se había dado cuenta de las terribles condiciones en las que están nuestros recursos naturales. Y debo de reconocer algo —declaró erdosain con aire pensativo—, lo que en realidad 67 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 68 me orilló a crear este artefacto fue pensar que mis costumbres cambiarían, que se verían afectadas por la carencia. ustedes no están para saberlo pero para mí sería inútil tratar de vivir sin mi baño de burbujas, menos sin mis paseos en motocicleta, es más —señaló erdosain de manera chusca—, sin la energía eléctrica no podría ver al conejo Bugs… ¿ustedes podrían vivir así? al otro día, los encabezados de los periódicos mostraron lo siguiente: El Universo: “el ayuntamiento de Copenhague da a erdosain un Bugs de cinco metros en señal de agradecimiento”. La Luna: “no resistió la idea de vivir sin su baño de espuma, por eso salvó al mundo”. El Luterano: “la asociación de petróleos y contaminantes necesarios anuncian marcha en contra de erdosain y del proyecto Energía en tu casa”. el gobierno nacional declaró que el invento de erdosain era el mejor ejemplo para la ciencia de la República y que, por el momento, la estabilidad del país estaba asegurada, sólo que por ahora los detalles del proyecto quedarían en secreto de estado. el informe gubernamental no le pareció en nada a los periodistas y científicos del país, argumentaban que no se podía entregar el futuro de nuestra economía a una “ocurrencia” y menos que ésta fuera producida por alguien que no puede vivir sin su baño de espuma. existían muchas dudas alrededor del descubrimiento de erdosain, en realidad se sabía muy poco de ello. las personas que conocían al héroe nunca hubieran imaginado que un simple reportero de nota roja pudiera tener escondido, entre sus adormiladas neuronas, un invento de tal magnitud. 68 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 69 el ex jefe de erdosain, que nunca había visto otra cosa más que mediocridad en el desempeño del inventor, se dio a la tarea de escudriñar personalmente los detalles de la noticia; no llevado por la preocupación de una posible estafa que pudiera hundir al país, simplemente quería cobrar algunas cuentas con su ex trabajador: el veto que había impuesto erdosain a su periódico significó cuantiosas pérdidas económicas para la empresa; la acción del reportero no fue, precisamente, un guiño de amistad. no tuvo que esforzarse gran cosa. Cuando el jefe quiso entrevistar a los más allegados a erdosain, luego, luego, salió al ruedo Chebo, el corrector de la sección policíaca y ex compañero de parranda de erdosain. el director del periódico citó al corrector en su oficina con carácter de urgente. Chebo, que se había distinguido por ser uno de los más antiguos y responsables trabajadores, se presentó algo asustado a la dirección del diario. Cuando se anunció la presencia de Chebo, el jefe dio la orden para que nadie los interrumpiera. —siéntate, Chebo, tú y yo nos vamos a comer un pollito. Chebo recordó la vez anterior que el jefe había pronunciado esa frase: “comerse el pollo”. esta era la señal de alguna falla grave, como la que había hecho hace años como cuando cambió adrede unos pies de foto. en el primero se observaba al presidente de la época sugiriendo una sonrisa; el pie decía: “Changos de Chapultepec se escapan violentamente” y en donde los changos aparecían gruñendo se podía leer: “el presidente mira con esperanza el futuro”. sin embargo, la mirada del jefe no revelaba ningún reclamo contra Chebo, es más, hasta se podría decir que mostraba rasgos de amabilidad. 69 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 70 la primera pregunta del jefe fue directa: —a ver, Chebo, qué tanto sabes del invento ese de erdosain. —no mucho jefe, nada del otro mundo, sólo que según con eso… —Creo que no me has entendido, qué sabes del invento, porque si mal no recuerdo tú publicaste una pequeña nota en tu sección, antes que todos los medios, en donde decías que erdosain había descubierto el hilo negro, pero no entiendo eso del ja, ja, ja y la esposa. el corrector tuvo que contar todo, desde el nacimiento de la idea hasta los tropiezos con los que se topó erdosain; a pesar de que ya estaba más que comprobada la enemistad de erdosain con Chebo, éste decidió suprimir algunas cuestiones vergonzosas, simple solidaridad de género. las noticias no tardaron en difundir los aspectos negativos del invento, detalles de los cuales ya estaban enteradas las autoridades y que por temor a un revés político no habían sido revelados. La Ocasión, diario donde trabajaba erdosain, esperó unas semanas para recolectar un poco más de información antes de difundir la exclusiva; sin embargo, los rumores, dirigidos, claro está, por el director del periódico, habían llegado a los oídos de algunas agrupaciones feministas radicales. en las mesas de trabajo y corredores de tales asociaciones se pudieron oír comentarios devastadores en contra del invento de erdosain. —¿Ya vieron, muchachas, de qué se trata el proyecto de Energía en tu casa? ¿no saben? dicen que se aprovechan todos los movimientos de los habitantes, sobre todo los de las mujeres. sí, de verdad, dicen que nos van a conectar ca70 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 71 bles en todos lados y a todas horas: a la hora de lavar los trastes, de lavar la ropa, hasta los momentos en que estamos viendo la televisión; pero saben qué es lo peor, que nos van a conectar los cables hasta cuando hagamos el amor, según esto que los orgasmos… —¿los qué? —or-gas-mos, ¿qué no sabes que cuando tenemos un orgasmo producimos mucha energía? Bueno, que gran parte del alumbrado público se abastecerá de nuestros orgasmos. —¿Y cómo le van a hacer? —lo mismo me pregunto, pero según esto, que si no hay orgasmos en tu casa olvídate de la luz en tu calle. al otro día de que La Ocasión publicó un extenso reportaje sobre el proyecto “energía en tu casa (o en la cama)” acompañado de una vasta y oscura biografía de erdosain, las asociaciones feministas organizaron marchas y protestas en contra del proyecto. la gran mayoría pidió su cancelación a favor de las buenas costumbres, otras menos conservadoras pedían un alto a la explotación del cuerpo femenino. Traían algunas pancartas en donde se podía leer: “de modelos a esclavas, de la pasarela a los watts ¿mañana seremos mesas?” los grupos radicales amenazaron con quitarse el clítoris si no recibían pago alguno por la posible energía que se sacara de sus cuerpos. sólo un grupo de mujeres entradas en edad estaba a favor del proyecto. el periódico El Luterano, que estaba al servicio de los intereses gubernamentales, publicó en primera plana la foto donde aparecían estas señoras con un autocomplaciente mensaje: “¡Gracias, erdosain!” el gobierno no tuvo de otra más que darles la razón a las feministas, los costos políticos podrían ser peores en caso de continuar el proyecto. sin embargo, la gente no se confor71 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 72 maba con la cancelación de Energía en tu casa, sino que querían que se hiciera justicia, es decir, castigar de alguna manera a erdosain por su atrevimiento. antes de que llegaran las demandas, erdosain llamó a una conferencia de prensa en donde iba a pedir disculpas públicas y sobre todo a explicar con toda verdad el funcionamiento del proyecto. Cuando erdosain llegó a estar enfrente de los periodistas, infinidad de flashazos y fuertes reclamos llenaron el local. lo inundó una tristeza, una sensación parecida que sólo experimentaba cuando veía desnuda a su esposa, pensó en su tina repleta de burbujas e imaginó que cada una de ellas eran hombres, hombres varados a punto de desaparecer. 72 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 73 la noCHe de KaRmaTRón Para Othón, el luchador ultracostumbrista —ajá, lunes… pero no llegues tarde… ¿te cae?… ¡ya, ni tan buena que estuviera!… no, pues es un trío… ¿Cómo se llama?… algo así como tritriqui-titraca o titraca-tritriqui, o algo así; la verdad ni me acuerdo… ¿y después a dónde?… pero le hablas al loquillo, ¿no? sí, es estelar, te lo dije desde el principio… Karmatrón es veterano de preliminares de la arena puebla, se ha hecho viejo abriendo telones para las estrellas del cuadrilátero. porque en la lucha, como en cualquier otro espectáculo, existen las estrellas y los que se rajan el queso a favor de ellas. Cuando tenía edad moza, pensó que su oportunidad de saltar a la grande estaba cerca, y pasaban los años, y en lugar de acercarse al gran momento se alejaba. sin embargo, la gente del lugar ya le había tomado cariño; Karmatrón estaba considerado como parte del paisaje chuntañero que enmarcaba la arena puebla. por la mente de Karmatrón pasó la idea de colgar la máscara y hacerle caso a su amigo Jaime: “Cabrón, ya deja esa vida de payaso”. el mismo lunes que pensó dejar la lucha se 73 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 74 anunció un encuentro sorpresa entre los Trinitrones y el trío que comandaba Karmatrón. no fue precisamente un detalle de la empresa haberlos tomado en cuenta, sino que los luchadores de la ciudad se habían negado tajantemente a luchar contra ese trío de cavernícolas. Cuando le ofrecieron la lucha a Karmatrón él aceptó sin saber contra quién se iba a enfrentar. ni siquiera puso atención en el nombre de aquel tritio. a los cinco minutos marcó los teléfonos de sus compañeros: ave de Fuego y loquillo, quienes no pusieron ninguna excusa: “vamos, cómo chingaos que no”. siete de la noche y los tres hombres aflojan los músculos. las carnes tiemblan, grasa, grasa, la piel morena se estira junto con los músculos para llegar en su punto al cuadrilátero. Karmatrón se quedó con las ganas de ser anunciado por esa voz romanticona del doctor alfonso morales, pero eso no era problema, mientras iba en camino hacia la lona imaginaba oír los ehhhhh y los chiflidos de los aficionados. ese lunes no los imaginó más. —¡mira, loquillo, ve nomás cómo pusimos a la afición! —pon cara de malo, güey. —no chingues, pero si somos técnicos. —oh, tú pon cara de malo y vas a ver. el trío saludó a la gente tomándose de las manos, simulando una gran hermandad entre ellos. ave de Fuego estaba dando algunos autógrafos, cuando se oyó un cabalgar de bestias. los Trinitrones hicieron acto de presencia rompiendo en cada uno de los técnicos sus respectivas sillas en el lomo. el líder del desalmado trío gritó: “ey, ey, ey… díganme quién es su padre”. ofendida, la gente comenzó el contraataque, primero con 74 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 75 el ya sobado tútututútu y después, como estrellas fugaces, comenzaron a caer sobre el cuadrilátero botellas de cerveza, monedas, piedras y zapatillas de tacón de aguja. ni un solo proyectil alcanzó su objetivo. los rudos sonreían. ésta iba a ser la victoria más rápida de su carrera. las “Glorias locales” yacían semimuertas en los rincones del ring. Karmatrón abría los ojos. —mira, mira, ése ya se está levantando. —Qué se va a levantar, ¿no viste cómo tronó la silla en su cabeza? —mamá, Karmatrón se está levantando. —es cierto, vive, vive. Ya vieron, don Karmatrón se está moviendo. —sí, mamá, y don Karmatrón va a hacer chorrillo a esos hijos de su pinche madre. —¡milagro! —¡Karma-trón! ¡Karma-trón! ¡Karma-trón! —¡Karma-trón! ¡Karma-trón! —¡Karma-trón! Karmatrón hizo lo que pudo por moverse; pero cuando los Trinitroneros se dieron cuenta de los intentos, terminaron de romper los sobrantes de las sillas en su humanidad. el réferi descalificó a los Trinitroneros, dijo: “esto se acabó”, al tiempo que alzaba el brazo flácido de nuestro héroe. Ya en los vestidores: —para puras vergüenzas, carajo; cómo es posible que en la primera caída nos hayan descontado así porque sí. —Ya mi Karma, no hagas puchero, de todos modos ganamos. —pos es que son mamadas, por qué no nos dijeron que iban a llegar con sillas y toda la cosa. 75 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 76 —Ya, de veras, cálmate, ya no chilles; mejor apúrate que llegamos tarde. —¿a dónde? —Cómo que a dónde, recuerda que prometiste que cuando estuviéramos en la estelar… —de veras, pos ya vámonos. los tres hombres, con sus respectivas máscaras y aditamentos luchísticos, se encaminaron hacia la cueva clásica de los lunes, un lugar llamado el violentas. Karmatrón había jurado que el día en que estuviera programado en las preliminares, iría a las violentas por la mujer que le había quitado el sueño durante los últimos años. al llegar Karmatrón gritó con aire de pedro infante: —¿en dónde están las mujeres hambrientas de sexo, caramba? Ya era una tradición en el violentas tenerlos entre sus clientes los días lunes. las putas más jóvenes salían a esperar el renault hecho convertible a fuerza de cortes improvisados por un aficionado que un buen día vio el coche de Karmatrón: —Cómo está eso de que no tiene coche convertible. ¿a poco nunca vio al santo en esa nave chiquitita? —sí, pues cómo no. —pues todo aquel que se presuma de ser luchador debe andar en uno de esos, pa’ que su capa vuele, mientras le hunde el acelerador en todo el bulevar. prendió una sierra eléctrica y comenzó pum, pas, tras, a derribar la lámina del zapatito francés. a Karmatrón no le gustó del todo cómo había quedado su auto, pero bueno, el talachero tenía razón, el luchador sin convertible es como puta del violentas sin celulitis. la capa 76 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 77 nunca voló como la del santo, pero de eso nadie tenía la culpa. el zapato no levantaba ni los 40 kilómetros por hora. a las gordas del lugar les encantaba la presencia de los luchadores, las más jóvenes hasta daban de brincos al verlos llegar en su renault hecho convertible, menos una: Chabelita. el verdadero nombre del establecimiento era violetas, pero los múltiples sillazos en cabezas de todo tipo, más las gotas de sangre embarradas en las paredes y la habladuría de los vecinos (dicen que cada noche, por lo menos, sale un cristiano con el coco ensangrentado), hicieron que entre los clientes bautizaran el antro con ese adjetivo más apropiado. los luchadores se sentaron y pidieron su botella de ron (Cagüey). ave de Fuego y loquillo no se complicaron la vida y aceptaron la propuesta de las primeras damas: —Qué pasó mi científico, ¿no me invitas una copita? en un dos por tres, excepto Karma, estaban risa y risa. Raspaban y raspaban el tacón con las cumbias que escupía la rocola. don Karma se paraba a cada rato al baño, disimulando su verdadero objetivo: encontrar a la Chabela. en realidad, todos los que estaban en la mesa sabían que Karma estaba a las vivas, pero nada. una de las nenas sonrió y le dijo: —no, mano, sabes qué, la Chabela se acaba de ir; pero ni media hora tiene que se fue. —sí, de verdad, así como lo oyes; vinieron tres hombres muy sabrositos por cierto, y sin más ni más se la llevaron. se me hace que la Chabelita va a dormir bien calientita. —Cállate, pinche vieja. —uy, pos qué delicado. entonces qué, mi defensor del bien, ¿otra copita? 77 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 78 Karmatrón pidió otra botella y programó en la rocola más de quince canciones de las que llegan: Ya lo pasado, pasado, La ley del monte, Quiero ser tu amigo, nada más. Karma ya no tuvo más que llamar a una mujer para que le hiciera compañía. intentó olvidar los planes que había fraguado con respecto a Chabela: olvidar no es nada fácil. la noche siguió hasta que los clientes uno por uno alzaron el vuelo. los luchadores, con sus respectivas damas, decidieron ir a un hotel para medir fuerzas: trío contra trío, a dos de tres caídas sin límite de tiempo: pura resistencia. las muchachas, emocionadas, fueron por sus bolsas y suéteres, mientras que los luchadores se frotaban las manos: “ahora sí, mano, pura lucha a ras de lona”. salieron del congal ya pasadas las tres de la mañana. arrancaron el convertible y se fueron en dirección al latino (hotel sucursal de las violetas). loquillo fue el encargado de pedir el cuarto. las putitas esperaban mientras sus delgadas piernas tiritaban. —Calma, muchachas, ahorita van a agarrar calor, ustedes ni se preocupen —les decía ave de Fuego. loquillo les hizo una señal para que lo siguieran. ni tardos ni mucho menos perezosos fueron tras él hacia el cuarto número 13. por todo el corredor del hotel se oían gemidos y los clásicos wiqui-wiquis de las camas. una de las muchachas abrió los ojos de manera sorpresiva cuando se acercó a oír a una puerta. —oigan, se ve que está buena la fiesta aquí, ¿eh? loquillo metió la llave y abrió. las nenas dejaron sus bolsas sobre el tocador y comenzaron a desnudarse. —a ver, muchachos, ustedes recuéstense mientras nosotras les bailamos un ratito. 78 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 79 Karma, ave de Fuego y loquillo se acostaron en la única cama a observar el show. las ropas fueron cayendo, mientras las putitas entonaban una canción muy romántica de lucía méndez. los cuerpos de las hembras lucían claros y tersos. Cuando cada quién atendía su negocio una gritadera de hembra hizo que las muchachas saltaran de la cama. —Chale, están golpeando a alguien, ¿no? —sí, pos vamos a ver. —Cómo que a ver, ¿y lo nuestro? —reclamó ave de Fuego. las muchachas se encaminaron a la puerta para ver qué era lo que sucedía. al abrir se dieron cuenta de que tres hombres golpeaban a una mujer. una de ellas gritó. —no la chingues, pero si es Chabelita. Cuando Karmatrón escuchó el nombre, se paró rapidísimo de la cama y corrió en dirección hacia donde era el relajo. Cuando Karmatrón llegó, los hombres se retiraban. pasmado observó el cuerpo de Chabela tirado en el piso, desnudo, amoratado. Borbotones de sangre le salían por la boca. Karmatrón se acercó al cuerpo de Chabela. siempre deseó mirarla desnuda. siempre deseó recorrer su cuerpo, centímetro a centímetro, poseerla. Y ahí estaba, desnuda, y a ras de lona, como siempre la había imaginado. 79 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 80 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 81 eQuinoCCio A Óscar Alarcón la televisión me despierta, adela micha habla sobre el día tan especial que apenas da sus primeras señas: “el equinoccio es una gran oportunidad para todos los que quieran reconciliarse con la vida”. no hay de otra: si lo que se quiere es sobrevivir habrá que intentarlo, quizá adela no esté equivocada. al caminar desnudo hasta la regadera, reconocí que el estar solo era lo mejor, no hay razón por la cual se tengan que compartir las miserias. mi cuerpo, por fin, está a salvo de las miradas y burlas de marcela. Hoy puedo caminar desnudo y gozar del agua tibia que siempre me ha ayudado a contrarrestar los insomnios. el vapor se fue convirtiendo en siluetas de recuerdo, formas que me hicieron imaginar el cuerpo de mi ex mujer y su voz aún cercana pidiéndome que la penetrara por el culo. la recámara sigue igual, miro los zapatos que esparcidos sobre el suelo muestran desesperación por encontrar un lugar, como los cientos que se han parado de la cama creyendo en las palabras de adela. 81 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 82 —esta puede ser una gran oportunidad —dice la periodista con esa boca que de nacimiento me hace pensar en su sexo, en los sexos que en esta misma mañana están ejerciendo su oficio, los sexos que duermen, los sexos olvidados, el hambriento sexo de marcela. estar seguro era mucho pedir, pero algo me decía que las palabras de adela podrían ser ciertas. la calma inusitada de un sábado sobre las calles de san andrés, las estudiantes ojerosas víctimas de la aventura nocturna y los diarios anunciando una leve recuperación económica en el país confirmaban mi presentimiento. eusebio me esperaba en el Reforma. de cierta manera los dos estábamos en la misma situación, sólo que él jugaba a quedarse solo, a engañar, a sentirse traicionado, pero al fin y al cabo todo era parte de los complementos emocionales para sentirse menos vacío. en cinco minutos destruyó los pocos gramos de optimismo que vine acumulando durante estas horas. Tan endeble fue mi convicción de esperanza que con un par de comentarios decidí mandar al carajo las palabras de adela; desde luego, nunca le comenté a eusebio que ella había sido la catapulta de este aparente cambio. a pesar de todo, él me consideraba una persona con criterio, incapaz de seguir los consejos de la televisión. en toda borrachera el momento estelar es el de los reclamos. desde luego, el primero en recurrir a ellos fui yo y, el tema, como ya se habrán de imaginar, fue mi marcela. eusebio me escuchaba, sé que le cuesta trabajo entender por qué siempre debo de hablar de la esquina en donde la vi por última vez, y donde le hice la promesa de comprarle un auto. ella sonrió con el sarcasmo que durante mucho tiempo 82 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 83 fue el principal de sus atributos: “¿Tú crees que con esa enorme panza blanca podrías entrar en un coche como éste? por favor, Raúl, no sueñes”. Hizo bien en largarse, todos necesitamos escapar del que nos sueña, antes de que nos volvamos una odiosa pesadilla. marcela lo hizo bien, en el momento justo: cuando nuestro matrimonio iba en el mejor de sus capítulos, cuando el sexo aún complacía, cuando las mañanas son momentos que se esperan para observar su desnudez con hambre de entomólogo. eusebio no responde, cada vez que se harta de alguien se para sin importar el pretexto, dejando a quien sea con la palabra en la boca. nunca ha hecho eso conmigo, pero estoy seguro de que él siente una gran lástima por mí; yo también siento lo mismo por él; a pesar de que las mujeres nunca le han faltado y de que su sonrisa es a prueba de bombas atómicas no deja de ser la peor de sus máscaras. mi amigo sugirió que volteara hacia la barra en donde estaban tres jóvenes hembras, eran dos rubias y una enorme negra a punto de perder la sobriedad y para nada les molestó que nuestras miradas las visitaran de vez en cuando. se dice que los grandes cambios no se dan en instantes; yo lo dudo, hace algunos minutos estaba brindando con eusebio, contándole las penas de siempre y ahora lo hago con tres hembras ebrias que no entienden nada de lo que les digo. después de la quinta ronda los miedos desaparecen. la pequeña rubia pasada de copas recargó su cabeza sobre mi barriga, y sus pequeños ojos borrachos trataban de observarme. la propuesta no tardó en aparecer, apenas y pudo pronunciar un “ya vámonos”. Quizá adela no esté tan equivocada, “el equinoccio es la 83 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 84 gran oportunidad para reconciliarnos con la vida”. abandoné el bar en dirección hacia mi departamento, eusebio aprobó la acción, meneó la mano para que saliéramos del bar lo más pronto posible. la pequeña rubia me interrogó: —¿Tienes novia? por un momento pensé en decirle toda la verdad, que tenía veintitrés años y que era un recién dejado, que mi mujer me había abandonado por la insignificante razón de que no podía soportar a una bestia de 150 kilos encima cada vez que hacíamos el amor. —no —le contesté fríamente. la mujer sonrió, quizá no podía entender por qué hizo una pregunta tan estúpida. no se dieron concesiones para el ritual. de inmediato se quitó el vestido dejando al aire sus pequeños senos que apenas formaban dos míseros bultos de carne. la pequeña rubia no era otra cosa que un cuerpo amarillento; pero bueno, sería peor pasar la noche viéndole la cara a eusebio, así que arremetí contra la rubia insertando mis garfios en su vagina. —oye, te tengo que decir una cosa —previno la rubia. esta es la segunda vez que lo hago. la locomotora frenó en seco. nunca hubiera creído que se tuviera que dar explicaciones por ser la segunda vez que se tuviera sexo. —¿segunda o primera? —pregunté sin pensarlo. —primera. en ese momento, recordé las palabras de eusebio: “la sangre de las vírgenes es lo más difícil de encontrar, más que el colmillo de rinoceronte. si se te pone una enfrente, ni lo pienses”. 84 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 85 Y ahí estaba, completamente desnuda, esperando a que la partiera en dos; sin embargo, la imagen de marcela me asaltó. Hubiera preferido morir de hambre, matar, con tal de comprarle ese auto y así librarla del uso de los infernales colectivos; quizá es lo que nunca entendió, que ese auto iba a ser solamente para ella y ni yo ni mi enorme panza nos cruzaríamos en su camino. Recosté a la rubia en el piso con la mayor delicadeza: “estoy dentro de ti marcela, otra vez dentro de tu cuerpo, soy el que dispara esperma como ballena”. sus lágrimas detuvieron el acto: “para, animal, me sofocas”, repitió una y otra vez la pequeña rubia. limpié la sangre del piso y después no volvimos a cruzar palabra. por suerte eusebio y las dos hembras no tardaron en llegar al departamento con unas ganas de fiesta para salvarnos del silencio. mi amigo estaba completamente ebrio, así que en menos de media hora la fiesta había terminado. los cinco pretendíamos conciliar el sueño. Quien me conozca jamás creería que mis sueños fueran sencillos y difíciles de cumplir. sólo quería comprarle ese coche a marcela y despertar junto a ella cada mañana; sin embargo, hoy he despertado a lado de una recién ex virgen, al mismo tiempo que con una negra enorme. para cualquiera podría representar una exquisita fantasía, un acto en donde se accede al terreno de los hombres sin límites, pero para mí era la sentencia de nunca poder reconciliarme, la imposibilidad de olvidar las palabras amorosas de marcela al amanecer. —¿Quieres algo de desayunar, bestia lanza espermas? 85 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 86 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 87 ¿CuÁnTas ves en el Cielo? A Carlos Contreras soportar al Caballero cuando le daba por sentirse profeta era cosa dura; bastaba con que pronunciara algún nombre hebreo-cristiano-apostólico-romano para que todos los que estuvieran a su alrededor desaparecieran, sólo el Gordo, sabino y yo éramos los únicos que lo aguantábamos, con todo y sus historias de iglesias viejas y sus ángeles, que según él nos vigilaban día y noche. para mí, la iglesia no era nada del otro mundo, las pocas veces que había hecho acto de presencia, se trataba de ñecas festividades sociales: quinceañeras de vestido azul eléctrico, primeras comuniones, presentación ante la sociedad de la generación 80-86 de la secundaria técnica número sesenta y cómo olvidar la boda del tío Rafael, hermano de mi madre que tuvo que sentar cabeza con la loca Florencia, prima lejana de mi padre, que por cierto no tuve el gusto de conocer. nunca mordí el anzuelo. sabino, Gordo y yo conformábamos el pequeño grupo incondicional sibarita del Caballero. así nos pusieron en los bailes. los síbaras bailan el tíbiri. el que nos puso así fue el 87 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 88 Rolas: Y un saludo para el Caballero y sus síbaras del infiernavit, qué bien que bailan el tábara, señor. a los dieciséis años admirar a un tipo como éste es cosa normal. Comenzando por esa imagen de hombre acabado en poco tiempo, como si corriera sin aceite, mirando a través de la noche. —¿Cuántas ves en el cielo, Bizuras? —nos contó el Caballero que conoció al negro, allá abajo, en una miscelánea que por ese tiempo existía, algunos días después de que le había robado la quincena entera a su madre. después de ese heroico y significativo acto nunca volvió a poner un pie en la casa; pasó el tiempo encontrándole dueño a todo lo que se le cruzara: carteras, colillas de cigarro y gelatinas con mosca, como la que estaba robando en la cara del negro en aquella miscelánea. siguió sus movimientos detenidamente, quedando sorprendido por la naturalidad con la que iba robando todo lo que estuviera a su paso; pensó que jóvenes como estos eran los que necesitaba para fortalecer su iglesia. Y era cosa del diario estarlo escuchando con sus historias, que por suerte tenían la virtud de ir cambiando cada vez que nos las contaba. al principio no fue fácil, pero con el tiempo uno se acostumbra a todo. entrados en confesiones, el primero que decidió romper el hielo con algo realmente íntimo fue sabino, quien explicó la manera trágica en que había perdido las piernas. según él, todo había sido parte de un castigo divino, frase que le pareció maravillosa al Caballero, hasta sus ojos se abrieron cuando sabino terminó de pronunciarlas: cas-ti-go di-vi-no. su madre, que era de costumbres rancias, le tenía prohibido salir a jugar con los vecinos mientras ella no estuviera 88 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 89 en casa, quizá por los escasos diez metros que existían entre los palomares donde vivía sabino y los rieles por donde pasaba el tren. pudo haber sido una buena razón para dejarlo encerrado todas las tardes; sin embargo, la verdadera razón era que su madre no soportaba la idea de que se juntara con niños de tan baja ralea. pero a un niño de doce años, ¿qué podrían importarle las vías, el tren y los prejuicios de una madre amargada? aquello para el sabio sabino no era más que un paisaje inofensivo. Y digamos que la historia de sabino es la historia de sus piernas. Contó que desde esa mañana un cosquilleo inédito en sus piernas lo había despertado, quizá su inconsciente lo estaba preparando para la gran cáscara que en esos momentos se estaba fraguando entre los niños del edificio “C” que habían llegado a retarlos con todo y las rejas de “Jarritos: qué buenos son”. por debajo de la puerta pudo observar los pies nerviosos de todos sus amigos esperándolo a que abriera. mientras se ponía sus tenis, sabino recordó a su madre lavándose los pies y advirtiéndole que por nada del mundo saliera a jugar, no tanto por el peligro que representaba el tren, sino porque el muchacho sabino cada que le daba por echar la cáscara regresaba con los pies todos terrosos; desde luego, esto no podía pasar en Jueves santo, y menos cuando sabino y su mamá estaban incluidos en el rito del lavatorio de pies. ¿pueden imaginar eso? pero no había de otra, los hombres son hombres cuando se atreven a irse en contra de los padres, aunque con la madre es suficiente. sabino abrió la puerta con una energética patada. imaginó las piernas de sus contrincantes temblar, mientras las suyas, 89 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 90 como dos potros negros, esperaban el momento para salir y desbocarse. el prospecto a crack del deporte futbolístico se entregó como nunca al partido, de inmediato los puentes, taconazos y sombreritos hicieron acto de presencia —puro juego de fantasía—, sin embargo los del “C” habían trazado un juego casi perfecto, cerrado, sin intensiones ofensivas y confiando en las variantes para un contragolpe. poco a poco la marca que le habían impuesto a sabino se convertía en una mordaza que nunca pudo quitarse. la ventaja de los muchachos del “C” era mínima, un 8-6 representaba cierta esperanza para el equipo de sabino. —de marcadores peores nos hemos recuperado. el ánimo del equipo había decaído, y las piernas de los jugadores se mostraban torpes. sabino como buen capitán tenía que enseñarles a todos que él sería el último en abandonar el barco. el tropel de sus piernas recorría la totalidad de la cancha. peleaba en el área contraria e inmediatamente bajaba para apoyar a sus defensas. Toda la cancha era el terreno de sabino; tanto le urgía remontar el marcador que hasta cuando la pelota se iba por la banda no ejercía el clásico “bolita por favor”, nada de eso, él mismo con sus piernas rabiosas iba tras el esférico. Y fue en una de esas cuando recordó las palabras de su madre advirtiéndole sobre los peligros del tren. el balón había quedado encima de los rieles y la locomotora apenas se vislumbraba. sabino se quedó inmóvil, no pudo dar un paso hacia los rieles. sus compañeros del equipo no podían creer que su capitán pudiera acobardarse de esa manera. Fito, el más pequeño de su equipo intentó correr hacia el 90 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 91 balón, pero sabino lo detuvo; éste comenzó a trotar de manera elegante hacia la pelota sin perder de vista el tren que veía acercándose con su caminar de bestia. sabino pudo rescatar el balón, pero el costo ya todos lo saben; sin embargo, fue un acto que lo hizo héroe, un veterano de las cáscaras allá por su rumbo. el Gordo aquino después de escuchar la larga historia de sabino, hizo gala de su intransigencia. —no, sabino, no le debes de echar la culpa a dios, lo que pasa es que le calculaste mal, quién te manda a sacar un pinche balón cuando el tren estaba a punto de pasar; de milagro no te llevó todito. ¿Y por un balón?, ya ni la chingas… nunca volvió a desobedecer a su madre; además comenzó a demostrar una devoción exacerbada hacia cualquier acto religioso, no importando la vertiente, lo mismo adoraba a san Camilo, perdedor de almas, que a la santísima muerte. Quizá por esa razón su admiración por el Caballero era ciega. Todas sus historias terminaban en lo mismo. pongamos un ejemplo, por nada del mundo dejaba de comprar esas revistas de misterios esotéricos, egipcios enfrentándose contra mayas, mística azteca contra los ritos zen, el chiste es que siempre trataba de explicarnos que todas esas culturas en el fondo (muy en el fondo) eran iguales; de todo se valía, que si encontraba una crucecita en tal parte de alguna pirámide egipcia, tenía relación con los cuatro caminos del universo de los aztecas, que si los mayas habían construido un edificio con trece niveles ¡cuidado! número cabalístico, cosas muy raras que ni él mismo podía explicarnos muy bien que digamos, y menos en una borrachera, pero todas sus historias acababan siempre en lo mismo: 91 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 92 —mire usted al cielo, cuántas estrellas llegas a ver… Cuéntalas bien, mi Bizuras. Y daba lo mismo inventarle, por decir, cincuenta porque todo te decía: muy bien, muy bien, mañana contarás más, o quizá menos. pero de que siempre terminábamos mirando las estrellas, ni duda. mientras el pequeño Caballero iba creciendo, pudo darse cuenta de que las enseñanzas de Timbere no tenían mucha relación con lo que sus amigos conocían como cristianas. los mandamientos de no matarás, no desearás a la mujer de tu prójimo, no robarás, nunca habían sido mencionados por su padre; todo lo contrario, para él todos esos principios representaban la decadencia del hombre, así lo creyó el Caballero, y nosotros, los iniciados pues imagínense. al capi sabino lo llamaban las tragedias y la maña de preguntón no se le quitaba. muy quitado de la pena, a pesar de ver al Caballero en crisis, no pudo aguantarse: —por fin, ¿era o no padrecito? —no sé —contestó el Caballero. nunca visitamos una iglesia, a pesar de que se la pasaba predicando y aventando agua bendita con su bote de alcohol del noventa y seis en los mercados del sur. mucha gente se enojaba y pues con justa razón. imagínense nomás a las marchantitas, todas bien en su rollo de encontrar las papas más baratas y los nopales más babosos y ¿que en cuánto me lo deja? ¡qué pasó! ¿a poco es lo menos?, uy marchanta si apenas le estoy ganando, cuando de pronto te sale un pinche negrote de dos metros con ojos de bola vestido de monje dominico, hablando según él en arameo. Y el espanto era peor a la hora en que soltaba la letanía: ¡pinguetitocuapepipetus!, la gente pegaba de saltos cuando el agua helada de la 92 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 93 bendición caía sobre sus espaldas. la gente le reclamaba, por supuesto, pero el negro solamente con tranquilidad les respondía: “pepipetus”, y de volada les dibujaba una cruz sobre la frente. el Caballero, sumergido en su nostalgia, recordó que en las paredes de la casa no existía ningún santo, ni la imagen del papa ni mucho menos un crucifijo. —es raro, ¿no creen? —cuestionaba el Caballero. para él, todas esas cosas eran consideradas como herejías, que lo único válido en este negocio eran los ángeles. el Caballero sonrió, y con el dedo pulgar dibujó una cruz en la frente de sabino: eres valiente muchacho, pero debes aprender a guardar silencio, eso te puede costar la vida. —pero no me has respondido ‒replicó sabino. —no te metas en problemas muchacho, si tienen alas son de los nuestros. aunque era el menos brillante de todos, quizá fui el que aprendió más del Caballero. arreglar motores, conseguir dinero en las paradas del colectivo, remediar crudas y, sobre todo, conocer la manera de besarle las nalgas a la ciudad. la primera vez que el Caballero utilizó esa frasecita, nadie entendió nada. ¿Besarle las nalgas a la ciudad? después de varias noches la comprendí. por casualidades que uno no puede llegar a explicarse, la zona de mujeres malas, como siempre andaba diciendo mi madre, efectivamente estaba al sur de la ciudad (lugar donde normalmente se encuentra esa parte adiposa del ser humano) y bueno, el acto de besar se hacía en un sentido figurado, pues nadie entraba lamiendo el pavimento, aunque no faltaba el que hiciera acto de presencia a cuatro patas al congal por exceso de alcohol, por lo mientras la metáfora ya estaba entendida. 93 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 94 Besarle las nalgas a la ciudad era andar por los lugares en donde los ángeles nos veían, pero como que se hacían que la virgen les hablaba. —¿Cómo están mis angelitos, cuántas ven en el cielo? sacaba su Gremlin negro con flamas en los costados. nadie comprendía el porqué de tener un coche tan espantoso, pero bueno, él justificaba su mal gusto diciendo que lo hacía por solidaridad con los jodidos y sobre todo porque le tenía mucho cariño; con él había pasado buenas juergas y mal nunca lo había dejado. Checaba que todo estuviera en perfectas condiciones: gasolina, aceite, líquido de frenos; era el tipo clásico que le daba los últimos trapazos a su coche con la manga del suéter antes de salir a algún lado, aunque gran cosa ya no se podía hacer, el auto comenzaba a dar señas de estar en las últimas; los años y los kilómetros no pasan en balde. el Caballero en un momento de lucidez retomó el tema de su madre. —¿saben de lo único que me acuerdo? —¿de qué? —de la canción que silbaba cuando planchaba nuestros uniformes de la escuela. Y arráncate compadre, en ese momento valiéndole un soberano sorbete qué hubiera en el bar, el Caballero tocaba batuta y comenzaba a medio silbar la canción que le recordaba a su madre. —¿a ver cabrones, ¿qué canción es esta? —preguntaba el Caballero. el Gordo con sus lágrimas resecas volvió a observar al Bizuras preguntándole: a ver, ¿adivínale güey?, y yo fruncía las cejas del esfuerzo para descifrar el género. algo me hacía 94 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 95 suponer que era una romanticota, por la cadencia con la que la intentaba chiflar, pero después de que soplaba la parte calmadita, comenzaba otra bastante acelerada y pues cuas, esas cosas nos metían en aprietos. —¿no le dan? —nos preguntaba retándonos. pos ahí les va otra vez. se pasó toda la noche silba y silba sin que nada lo pudiera detener. Ya dentro del bar nos pedían de manera muy atenta que por favor hiciéramos algo con nuestro amigo. —no mano, ya tiene más de dos horas con su tuuu, fiu, fiu; y la verdad no provoca grandes molestias pero imagínese joven ¿quién nos va a creer que se haya desmayado de tanto chiflar? Y este lugar es de respeto, ¿o cómo ve usted mi joven? las ficheras también intentaron silenciarlo, sacándolo a bailar, empinándole la botella de ron, pero nada. sólo hubo un instante que el chiflido se convirtió en un garigorigori, cuando la pequeña lulú, una de las consentidas del Caballero, decidió acabar con el silbido, metiéndole la cara en medio de sus pechugas. el sonido suave y desfigurado que salía de los labios del Caballero se convirtió, gracias al acompañamiento de las suculentas carnes de lulú, en armonía perfecta: Gorigorigoribumbum. lulú y todos los presentes del bar no tuvieron otra que estallar en carcajadas. después de todo, el Caballero es un hombre con suerte. el ensamble de chiflido y tetas para cualquiera hubiera representado una vergüenza, pero para él nada de eso, todo lo contrario. las putitas al oír el sonido inmediatamente fueron a ver quién era el susodicho que lo provocaba. “vengan muchachas”, decía la pequeña lulú, se sienten muchas cos95 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 96 quillas. Y al rato hasta cola había para que el Caballero les chiflara la armonía que le hacía recordar a su madre. la curiosidad, esa que dicen que mata a los gatos, fue la culpable de que le preguntáramos por fin al Caballero el nombre de la canción. él, haciendo todo lo posible por mirarnos fijamente, nos dijo: “saben, creo que también se me olvidó”. al dar las once de la noche, el Caballero se preparaba para iniciar el recorrido. Yo los esperaba recargado en los postes de básquet, fumando. el Gordo y sabino vivían muy cerca de la casa del Caballero; yo, al otro lado de la ciudad; siempre me tocaba esperar en medio del silencio de la noche. por lo regular, ellos llegaban con algunas copas encima, la explicación que daban era que mi casa estaba muy lejos, que casi, casi, por donde el aire daba vuelta y que para evitar el aburrimiento se veían en la penosa necesidad de ir por un six de cervezas que les duraba justo el tiempo que tardaban para llegar a lomas Bravas. el ruido que hacía el Caballero provocaba que en toda la calle se prendieran las luces de los departamentos. Como buen primerizo, me dio por esperar al Caballero bien quitado de la pena, como si no hubiera ningún peligro. ahí estaba fuma y fuma cuando un grupo de muchachos con pantalones holgados se me acercaron pidiéndome el respectivo moche para las chelas de la jornada. —Qué onda, ese Bizuriqui, discútase con las chelas, ¿no? —dijo uno. nunca le perdonaré a mi tía lucrecia por haberme apodado de esa manera. Cuando nací, digo, a ojo de buen cubero, cualquiera se podía dar cuenta de que no era un niño que pudiera anunciar guerbers, en pocas palabras el niño Bi96 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 97 zuras era feo de a madres, y aparte de todo enjutado, todo un ejemplar. la tía lucrecia es la hermana mayor, y desde luego, la solterona de la casa. ella, antes de que mi madre decidiera cuál iba a ser mi nombre, ya me tenía bautizado como Bizuras, éste es el nombre de un bicho flaco, nadie lo puede negar, muy parecido a mí. en realidad, lo que me había molestado de mi tía fue que en una ocasión, cuando cascareaba en la calle, de pronto soltó un grito desde el ventanal de la casa: ¡Bizuriquito, ya vente a comer, ándale antes de que se enfríe! ¡imagínense eso! el respeto que había forjado con mis buenas atajadas se fue a la basura. Toda la unidad comenzó a llamarme así. los jóvenes asaltantes me veían con cara de no muy buenos amigos, la vida en el infonavit corre según la necesidad. durante el día se podía presumir la solidaridad de los vecinos, casi, casi se escuchaba el chiflido de algún carpintero, creyéndose pedro infante. “este era un oso carpintero que vivía muy pobre”, pero después de que el sol se despedía, cualquiera se podía convertir en blanco de atraco, la noche y la necesidad provocaba en los pobladores desmemoria: ¿en qué me quedé? ah, “lloraba porque sus ositos se morían de hambre”. Y bueno, digamos que todo se entendía, después de todo sabía que era parte de todo eso, y dinero tenía, pero la verdad nunca me había gustado en lo más mínimo la gente maleducada. Cómo está eso de: “discútase con las chelas”, por favor, dónde están las buenas costumbres, porque eso sí, muertos de hambre y desmemoriados pero con estilo. Quizá si me hubieran dicho: “oiga licenciado Bizuriqui, no tendrá unas moneditas de sobra, ya sabe, es el cumpleaños del se97 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 98 ñorito paupérrimo Fajardo, y pues la verdad queríamos festejarle con algo, ya ve que está tan solo en el mundo”. pero nada de eso; al contrario. los muchachos comenzaron a ponerse algo nerviosos ante mi indiferencia. el que había pedido el moche, bajó la mano hasta encontrar un arma que escondía bajo el calcetín de la cual sólo puede ver su brillo. —entonces qué, vas a soltar, o ahorita nos arreglamos. así ya cambian las cosas, pensé de inmediato, quizá los muchachos no tengan ni un gramo de buena educación pero ¿Qué tal huevos? esos sí que los tenían bien puestos. Ya estaba soltando los primeros pesos a los fulanos cuando, de pronto, se oyó desde lejos el alarido guerrero de un hombre, muy parecido los gritos selváticos de Tarzán, y digo parecido porque un cierto efecto, de esos que suelen acompañar a los vendedores de tamales a cualquiera le hacía dudar sobre la originalidad del rey de la selva. los mojonudos, como les solía llamar mi madre a todos los cholos, tensaron las piernas y emprendieron la huida. Con tremendo espanto salí corriendo en la misma dirección que los asaltantes. ahí veían al flaco con su sprint de caco de mercado, cuando una luz dentro de su pensamiento dijo: “quihubo, quihubo bizubestia, mejor córrele para el otro lado”. Y con el mismo trote cambié mis pasos hacia la dirección contraria. el grito de Tarzán, que originalmente era para llamar a las bestias, ahora había sido para ahuyentarlas. los chelines habían desaparecido gracias al nuevo claxon del Gremlin del Caballero. en la unidad fue toda una sensación su presencia (y del claxon, por supuesto), es más, para muchas de las señoras que poblaban la unidad, el grito de Tarzán era señal 98 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 99 para que todos, órale cabrones, a dormir: “otro ratito ma’, nomás que pase el Tarzán y apago la tele”. sea lo que sea, el claxon del Caballero me había salvado la vida, o por lo menos la de mis pesos, pero aún venía lo peor. —Qué pasó flaco, te andaban chamaqueando, ¿no? —no, cómo crees, si son los niños de la cuadra, sólo me estaban enseñando su nuevo juguete. el Caballero me miró con cara de “hazte pendejo”. el gordo aquino le hizo la segunda. —oye Bizuras, o fue mi imaginación, o te lanzaste a correr junto con los cholos a la hora en que oyeron el grito. —pues no ya te dije que estábamos jugando, para nada que nos espantamos, salimos corriendo porque… pues… —Ya, ya, trépate que tenemos algo para ti. en el lugar no existía el silencio. los meseros eso sí, se portaban al nivel, muy decentes y educaditos. Y al parecer, habíamos sido confundidos con rockstars, digo, quizá la forma de vestirnos nos ayudó en algo. —Cuatro martínez, chato, pero bien fríos —pidió sabino, con tono de hombre de mundo. Y el mesero en pleno saque de onda, confiando en que a los rockstars se les perdona todo, no tuvo de otra que obedecer, no sin antes preguntarle al cliente si los quería secos. —Fríos, güey, qué no me entendiste y campechanos, ah, y se me olvidaba, no vayan a salir con su mamada de echarles muñequita. —sí señor, como usted diga. sabino alzó las cejas como diciendo “quiubo perros, muéranse de ardor”, pero inmediatamente regresó a la normalidad, con su cara de no me la creo, observando todo desde su silla de ruedas. 99 Tus zapatillas_Cuentos 16/04/2010 11:36 a.m. Página 100 aún faltaban muchos lugares por llenarse, el hombre que controlaba el sonido nos hacía recordar el plato fuerte de la noche: “muy buenas noches, su lugar exclusivo y very, very, ja, ja, ja, les da la más cordial bienvenida”. inmediatamente a traducción para los turistas del norte: “if you wana fuck, just the perfect site”. Recuerden que después de medianoche comienza nuestro gran show, en donde cualquier muñequita que a usted se le apetezca podrá pedirla con nuestro acaronte estrella ¡Robo-cop! él los llevará con justicia a su hembra”. el Caballero comenzaba a inquietarse por la falta de alcohol, y déjenme decirles que no era el único, pero bueno, digamos que sólo él podía demostrar la sed. después de unos minutos el mesero regresó. —aquí están sus martinis, caballeros. —Cómo dijiste —preguntó sabino. —martinis, señor. mientras sabino me codeaba para que escuchara, según él, la burrada del mesero. —muy bien ¿son campechanos, verdad? —sí señor, y sin ningún pelo de muñecas. los cuatro pusimos cara de ¡guau! al observar la mercancía que traía el mesero, que aunque era bastante mísera, lucía muy bien después de todo. la música subió aún más de volumen y las luces comenzaron a bajar de intensidad, para ese momento, el bar estaba completamente lleno y la variedá, como decía el Caballero, estaba a punto de iniciar. la pista que tenía forma de un enorme galeón se activó. Comenzó a moverse como si estuviera lidiando las peores 100