A ocho años su asesinato continúa impune

Transcripción

A ocho años su asesinato continúa impune
Hace ocho años nuestra amiga María Conchita fue asesinada en la
esquina de la 5ª avenida y 11 calle zona 1 de nuestro Centro Histórico.
Hasta el momento su asesinato continúa impune.
María Conchita, pagó con su vida por ejercer su derecho a ser
auténtica. Fue asesinada, porque ser ella misma la hacía ser diferente.
Fue asesinada por no corresponder a lo socialmente aceptado.
María Conchita fue un travesti trabajador sexual del Centro Histórico: su
caso es uno de los muchos que ejemplifican la escasa tolerancia hacia
los estilos de vida que difieren de la heterosexualidad y demás normas
socialmente aceptadas y fomentadas.
Como María Conchita, muchos mas compañeros /as pertenecientes a
la diversidad sexual no heterosexual, han caído victimas de la violencia,
de la marginación y de la exclusión social ejercida desde el hogar, las
iglesias, el estado, los centros de estudio, trabajo, atención médica,
justicia y en ocasiones por algunos grupos que dicen defender los
derechos humnanos.
No podemos dejar que nuestros muertos mueran en el olvido. Por eso,
hoy les pedimos una oración por María Conchita y su solidaridad hacia
todos aquellos /as compañeros /as de la diversidad sexual que
continúan sufriendo el rechazo de nuestra sociedad.
Los Amigos de María Conchita
(Asociación en formación)
[email protected]
Mataron a la Conchita.
Su verdadero nombre era Luis Palencia y ejercía la prostitución en las calles del
Centro. La Conchita tuvo una infancia y una adolescencia como millones de otros
seres humanos. Y durante su vida tomó decisiones y afrontó una realidad tan
ingrata como ineludible, también como tantos otros individuos que habitan este
planeta.
Así también, como cualquier persona que se ha desarrollado en condiciones
adversas, formaba parte de un grupo minoritario. Era travesti. Y ese solo hecho, lo
colocó de golpe al margen de la sociedad. Es muy probable que por eso lo mataran.
La Conchita, según me he enterado por informes que circulan de mano en mano
entre grupos de defensores de los derechos humanos, participaba activamente en
las campañas de prevención del VIH/SIDA, con un sentido de responsabilidad poco
usual, no sólo en su actividad, sino también en el medio. Pero no fue esa actitud la
que constituyó una amenaza a su vida o la razón para asesinarlo. Es mas probable
que haya sido la incapacidad manifiesta de nuestra cultura occidental y cristiana, de
tolerar sus decisión de manifestar una sexualidad distinta.
confusa y degradan el sexo, degradando la base de las relaciones humanas.
Mataron a la Conchita y nada sucedió. En mi fondo, el mensaje podría
traducirse como: ...bueno, era un marica vestido de mujer. Y con eso la
lectura es que quizás se lo merecía. ¿Por ser travesti? ¿Por ser
homosexual? ¿O quizás, por poner en evidencia las debilidades de los
machos que solicitaban sus servicios?
Visto desde otro punto de vista, a menos que exista una conducta coherente
respecto a la universalidad de los Derechos Humanos, a menos que se
entienda que no es por generosidad que éstos se aplican a todos por igual, a
menos que se acepte que todas las personas tienen exactamente los mismos
derechos, independientemente, de su credo religioso, de su sexo, de su raza,
o su ideología, es inaceptable que se adopte una actitud pasiva cuando la
víctima de la agresión es una persona marginada por manifestar una
sexualidad distinta.
Es obvio que el silencio alrededor de la muerte de la Conchita toca aspectos
fundamentales de la moral social que, de no ser resueltos con un criterio
humanista, ensancharán todavía mas la distancia hacia una cultura de paz.
Para la Conchita, su fin fue haber nacido en una época y una sociedad cuyo
exacerbado horror a la libertad personal tiene sus raíces en la ignorancia y el
fanatismo. En una cultura que no permite defecciones a sus normas.
La mayoría de nosotros sabemos que una de las leyes básicas del mercado, es
aquella que indica la correlación directa que existe entre la oferta y la demanda.
Esto significa que, si un producto se cotiza, es porque hay quien desea adquirirlo.
Así se demuestra que hombres normales –que finalmente son la razón de existir de
La sola mención del sexo despierta temores, entreabre armarios y ventila
intimidades de ciudadanos supuestamente honorables dentro de su indudable
heterosexualidad. Con mayor razón, la existencia de un hombre vestido de
mujer que actuando como tal y, atrayendo con su femineidad, era finalmente,
otra mujer mas. Esto amenaza revelar lo que hay detrás de las fachadas.
Por eso se cierran las filas del machismo y se condena a quienes pretenden
señalar las fisuras de una sistema gravemente enfermo de intolerancia.
los travestis- apreciaban los servicios de la Conchita y pagaban por ellos. Nada hay
de raro en ese hecho. Lo mismo sucede con millones de travestis que pululan por el
mundo entero, poniendo en evidencia la doble moral de las sociedades en que viven.
Tomado literalemtne de: Vásquez Araya, Carolina. El Quinto Patio.
Prensa Libre, sábado 11 de octubre de 1997, página 11
Por eso resulta absurdo pretender que existen diferencias cualitativas entre las
diferentes formas de ejercer un oficio cuyo origen y cuya evolución lo convierten en
hilo conductor de la historia de la cultura patriarcal.
Ya sea una mujer la que ofrece sus servicios, o un hombre vestido de mujer, o
simplemente un hombre absolutamente identificable como tal, la prostitución es una
actividad, un servicio cuya demanda se concentra en quienes practican una moral
Los Amigos de María Conchita
(Asociación en formación)
[email protected]

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