MUJER Y VULNERABILIDAD LABORAL

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MUJER Y VULNERABILIDAD LABORAL
MUJER Y VULNERABILIDAD LABORAL
-
LILIANA NOEMI PICON
-
En la actualidad casi 21 millones de personas
son
víctimas
de
trabajo
forzoso
y
más
de
la
mitad
corresponden a mujeres y niñas. La Organización Internacional
del
Trabajo
considera
que
alrededor
de
19
millones
de
víctimas son explotadas por individuos o empresas privadas y
más de 2 millones por el Estado o bien grupos rebeldes.
En
publicaciones
que
han
precedido,
hemos
sostenido que el trabajo doméstico y la agricultura son los
sectores más vulnerables para las mujeres y niñas. A nivel
mundial la gran mayoría de ellas se desempeñan desde edad
temprana en la agricultura incorporándose al grupo familiar
en la tarea en los campos. En general, las mujeres siguen
estando
sobrerepresentadas
proporción
aumenta
hasta
en
el
sector
casi
la
mitad
agrícola
del
y
empleo
esta
total
femenino si excluimos las regiones más industrializadas. De
hecho, en Africa Subsahariana y Asia Meridional, el sector
agrícola acapara más del 60 % del total de empleo femenino.
Africa se ha caracterizado por una sociedad tradicional, con
una economía adaptativa en una búsqueda ancestral de armonía
entre necesidades y medio y se ha basado históricamente en
una
división
sexual
del
trabajo.
La
mujer,
encargada
naturalmente de la reproducción de la especie, tiene asignada
la tarea de provisión de alimentos, desde su siembra hasta su
elaboración final. Esta división impone a la mujer la mayor
cantidad de tareas que la obliga a pasar mayor tiempo en el
campo. La división sexual se sostiene sobre una distribución
de tierras y cultivos basada en el género, donde la tierra no
es
propiedad
privada
sino
una
posesión
comunitaria
de
la
colectividad. Pero lo más relevante es que en el marco de
procesos
históricos,
las
mujeres
han
sido
despojadas
de
medios para llevar adelante la función social. La obligación
impuesta a las mujeres de proveer alimentos a la comunidad,
las impulsa desde edad temprana a los campos, y las aparta de
los procesos educativos.
A ello se suma la mala sanidad, el flagelo de
la mutilación femenina y los partos adolescentes, factores de
muertes tempranas o de incapacidades físicas permanentes en
el género.
adultas
y
doméstico
y
Otro
de
los
jóvenes
en
situación
asistencial.
sectores
América
de
que
engloba
mujeres
vulnerabilidad
Latina
se
enfrenta
es
el
a
la
migración femenina que es creciente y que implica grandes
cadenas de cuidado encabezadas por madres, hermanas y abuelas
que permanecen en los países de origen. Los últimos años se
han feminizado los flujos migratorios hacia otros países para
el desempeño de tareas asistenciales. Si bien las migrantes
resuelven
espacios
de
vacío
de
cuidado
en
los
países
de
destino, lo hacen a costa del cuidado de sus hijos/as y
madres/padres
en
internacionales
los
de
países
de
cuidado
origen.
se
Estas
cadenas
caracterizan
por
la
desprotección, la desigualdad de clase, de género y de etnia.
Además, la vulnerabilidad de los cuidadores en el país de
origen depende de la regularidad de la comunicación con la
trabajadora migrante y de su envío regular de remesas.
Pero
lo
más
relevante
a
considerar
es
que
estas jóvenes mujeres migrantes que ingresan en circuitos
laborales
domésticos
y
de
cuidado,
están
expuestas
a
un
riesgo cada vez mayor de ser víctimas de maltratos y trata,
ante
la
naturaleza
vulnerable
de
su
trabajo.
Enfatiza
la
Organización Internacional del Trabajo, que a nivel mundial,
las trabajadoras domésticas son víctimas de abusos físicos,
psicológicos
y
sexuales
por
parte
de
empleadores
y
otros
actores. El ámbito intramuros en el que desempeñan sus tareas
y
muchas
veces
el
aislamiento
a
que
son
sometidas,
las
convierten en invisibles víctimas de abuso laboral.
A
nivel
internacional,
el
Programa
Work
in
Freedom ha sido constituido partiendo de una iniciativa del
Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido, la
Organización
Internacional
del
Trabajo
y
la
Escuela
de
Higiene y Medicina Tropical de Londres, con la finalidad de
luchar contra las peores formas de abuso de las trabajadoras
migrantes que involucran amenazas y coacción, abuso físico y
sexual y limitación en la libertad de movimiento. Se trata de
un
proyecto
que
busca
proteger
a
niñas
y
mujeres
de
la
llamada “esclavitud moderna” en el sur de Asia y apunta a
proporcionar
formación
un
a
mujeres
contrato
con
legal
capacidades
y
un
profesionales
salario
decente,
y
con
autonomía económica para sí y sus familias. También busca
prevenir
el
trabajo
infantil
al
ayudar
a
miles
de
niñas
mejores de 16 años a permanecer en la escuela y no verse
obligadas a migrar para trabajar.
En América Latina, el 20 % de los jóvenes no
estudia ni trabaja y de este porcentaje, el 67 % son mujeres,
con una pequeña variación entre zonas urbanas y rurales. Esta
relación
se
encuentra
proporcionalmente
vinculada
con
el
nivel de ingreso de los hogares ya que las mujeres jóvenes
son
destinadas,
a
colaborar
con
el
grupo
familiar
en
el
trabajo doméstico y rural. Si bien es cierto que las mujeres
están accediendo en mayor medida al empleo productivo, no lo
hacen
en
los
pronunciado
de
mejor
entre
calidad.
trabajadoras
Este
de
fenómeno
hogares
de
es
menor
más
nivel
socioeconómico, que son víctimas de discriminación por ser
pobres y por ser mujeres y en muchos casos se incrementa la
inequidad, por ser indígenas o afrodescendientes. En esta
zona
también
es
común
que
los
hogares
cuenten
con
dos
proveedores de ingresos, pero también hay muchos donde la
proveedora es sólo la mujer. Además se ha incrementado la
presencia de adultos mayores en las familias, situación que
impacta en las mujeres quienes en general están destinadas a
su
cuidado
hombre
el
y
atención.
trabajo
Hoy
las
remunerado,
mujeres
pero
no
comparten
se
ha
con
el
generado
un
cambio relevante en la redistribución de la carga doméstica.
En general, en América Latina y el Caribe, a pesar de que las
mujeres
tienen
presentan
explica
una
porque
más
años
inserción
una
vez
de
educación
laboral
menor
terminado
el
que
que
ciclo
los
ellos.
hombres,
Esto
educativo,
se
los
hombres se insertan laboralmente y permanecen activos hasta
la jubilación. En cambio, la inserción laboral de la mujer
está condicionada a la presencia de hijos/as y mayores en el
hogar y también por el matrimonio ya que las mujeres casadas
tienen una menor participación que las solteras, divorciadas
y viudas.
El
trabajo
precario
o
a
tiempo
parcial
se
acentúa en los estratos más pobres de la sociedad a nivel
mundial ya que aun cuando la voluntad de las mujeres sea
apartarse
de
la
vulnerabilidad
laboral,
no
cuentan
con
servicios adecuados de asistencia para sus hijos y adultos
mayores
que
conviven
en
su
hogar.
Ello
provoca
una
desnivelación en los sistemas de acceso al mercado laboral ya
que quienes cuentan con trabajos regulares y mejores ingresos
tienen acceso no sólo a los beneficios laborales provenientes
de ellos (licencias, asignaciones) sino también a mejores
servicios de cuidado para sus hijos o adultos a su cargo.
Las mujeres indígenas no escapan a la referida
vulnerabilidad y al trabajo forzoso. De hecho, son unas de
las más vulnerables en el concepto de la globalización y
sometidas a situaciones de trabajo forzoso y discriminación
por
ser
mujeres,
pobres
e
indígenas.
Han
sido
excluidas
históricamente de los beneficios del desarrollo y aun hoy
subsisten
las
participación
brechas
política
en
en
educación,
relación
con
salud,
los
empleo,
hombres.
Las
mujeres son más pobres, analfabetas, están menos incorporadas
al mercado formal de trabajo y a los espacios de decisión. El
género femenino tiene una salud más precaria, debido al mayor
deterioro físico sufrido por la maternidad, la crianza de los
hijos y el trabajo precario. Es mayor el índice de mortalidad
materna y desnutrición. En este contexto social y familiar,
es lógico concluir la vulnerabilidad laboral de las mujeres
indígenas,
sometimiento
sin
margen
que
forzoso y esclavo.
de
elección
frecuentemente
las
y
en
un
arrastra
marco
al
de
trabajo
La educación como senda para el empoderamiento
de las niñas es eje de nuestra propuesta como agente clave
para el desarrollo y la lucha contra el trabajo esclavo.
Constituye un argumento convincente desde la perspectiva de
eficiencia económica, ya que el potencial de las mujeres como
agentes claves para el desarrollo, depende de su acceso a la
educación.
Un
enfoque
basado
en
los
derechos
humanos
mitigará en un futuro –esperamos cercano- la vulnerabilidad
laboral de la mujer y evitará que muchas de ellas permanezcan
en la invisibilidad y la exclusión.

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