Gente de Semana Santa - Real Colegio Nuestra Señora de Loreto
Transcripción
Gente de Semana Santa - Real Colegio Nuestra Señora de Loreto
Gente de Semana Santa Lunes 11: Gente de Jueves Santo Esta semana proponemos acercarnos a la gente que vive al estilo de la Semana Santa… La gente de Jueves Santo son personas que creen que el amor es lo que puede mover la vida entera, y deciden hacer de su vida corriente momentos extraordinarios; los que saben ver y buscar el amor y el servicio en las cosas más ordinarias de la vida: un estudio que a veces se torna monótono, un trabajo que con el paso del tiempo va perdiendo su carácter novedoso. Es gente corriente que hace lo que todo el mundo, pero no como todo el mundo. Desean que su vida esté marcada por el amor, el buen humor, el servicio generoso; y no miran cuándo el otro hizo por última vez lo que hoy yo hago. Este es el reto que plantean: amar siempre y servir siempre. “Antes de la fiesta de la Pascua, Jesús, sabiendo que había llegado la hora de dejar este mundo para ir al Padre, y habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo… Estaban cenando... se levantó de la mesa, se quitó el manto, tomó una toalla y se la ciñó a la cintura. Después echo agua en una palangana y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba en la cintura… ¿Comprendéis lo que acabo de hacer con vosotros? Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y tenéis razón, porque efectivamente los soy. Pues bien, si yo, que soy el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, vosotros debéis hacer lo mismo unos con los otro. Os he dado ejemplo, para que lo hagáis lo que yo he hecho con vosotros… Sabiendo esto seréis dichosos si lo ponéis en práctica.” (Jn 13,1-17) El Maestro, el Señor, se arrodilla ante cada discípulo. Aquello que sólo hacían los esclavos, lo hace el Maestro, el Señor. Sin miedo, sin pudor ni resistencia, toca lo sucio y pequeño de cada uno, lo limpia, toca la herida y la cura, con cuidado, con respeto y con ternura se vuelca ante cada uno de sus discípulos… En este gesto, sencillo pero real, Jesús deja claro que ha venido al mundo a servir, a dar su amor, pero un Amor que se entrega hasta la muerte, un AMOR que da vida. Ponemos nuestro día en manos del Señor rezando juntos el Padrenuestro. Y terminamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Martes 12: Gente de Viernes Santo En el mundo hay gente que llora. Gente que sufre. Gente triste. Hay muchas cruces como la del Gólgota. Queremos acercarnos a esos sufrimientos, contemplarlos, sopesarlos, recibirlos, aun sin entenderlos. Hay quien, al mirar la violencia, hambre, injusticia, marginación, guerra, soledad, llanto, abandono, burlas... siente que se le conmueven las entrañas y está dispuesto a comprometer su vida para aligerar esas cruces. Esa es la gente del viernes santo. “Junto a la cruz de Jesús estaba su madre… Jesús al ver a su madre y junto a ella el discípulo a quien tanto amaba, dijo a su madre: -Mujer ahí tienes a tu hijo. -Hijo ahí tienes a tu madre. Y desde aquel momento, el discípulo la acogió en su casa.” (Jn 19, 25-27). Ahí está María al pie de la cruz, en el dolor y el sufrimiento de su hijo. Aparece acompañando a su hijo, no hace grandes cosas, no puede cambiar la situación. Para María fue un momento duro, pero no echa a correr, permanece firme, atenta, su Sí de Nazaret permanece junto a la cruz. Es una invitación a permanecer en el dolor, en el sufrimiento y en la dificultad con la confianza de que la fuerza la encontraremos en el Señor, aún cuando no entendamos, como María. Ponemos nuestro día en manos del Señor rezando juntos el Ave María. Y terminamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Miércoles 13: Gente del sábado santo Tras la muerte, el sábado santo nos va metiendo en una dinámica de la vida en la que reconocemos que Dios tiene derecho a callar. Que hay que convivir con aquellas situaciones en las que uno no encuentra respuesta, no encuentra sentido. Siempre queremos que Dios hable; incluso antes de hacer las cosas queremos saber su significado. Pero, normalmente se encuentra a Dios después de muchas historias. Soportar, callar, vivir los silencios... acoger su silencio, con esperanza y fidelidad… El día del sábado santo es un día en el que no hay mucho que decir. Es un tiempo de esperar cuando parece que esperar algo es lo menos sensato. “Pero voy a seducirla; la llevaré al desierto y le hablaré al corazón. Le devolveré sus viñedos, haré del valle de Acor una puerta de esperanza: ella me responderá allí como en los días de su juventud, como el día que salió de Egipto.” (Oseas 2, 16-17) Desierto, ausencia, soledad, silencio, vacío… en el desierto parece no haber nada. En el correr de cada día, en las prisas y agobios nos perdemos, en hablar nosotros y escucharnos a nosotros mismos vivimos. Sólo cuando estamos llenos de ruidos, cuando no podemos más y todo nos agobia y vivimos momentos tan distintos a la vez nos acordamos de Dios. Entonces lo llamamos desesperadamente y con esa misma prisa con la que vivimos esperamos respuesta y solución incluida. Pero Dios ha callado o más bien ha empezado a hablar más bajito para no perder la voz en medio de nuestros ruidos. Ese silencio no es ausencia. Cuando alguien calla o habla más bajito y no lo oímos, no quiere decir que no esté. Son momentos de callar de verdad, de pararnos y esperar con paciencia. También de sufrir, de tener miedo en medio de tanto silencio, de un desierto, de no entender… Pero sobre todo es tiempo de buscar, caminar, de parar largos ratos en silencio, junto a Él, afinando el oído, abriendo el corazón porque nos hablará al corazón. Todo confiando, sabiendo que será en sus tiempos y no en los nuestros, con su espera y no en la nuestra… Nos quedamos aquí… esta semana… pero con la espera confiada, la seguridad anclada en lo profundo… Señor... te esperamos… Ponemos nuestro día en manos del Señor rezando juntos el Padrenuestro. Y terminamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.