El peligro de las procesionarias Si mientras paseas

Transcripción

El peligro de las procesionarias Si mientras paseas
Autor
Gabriella Tami.
El peligro de las procesionarias
Si mientras paseas con el perro suelto encuentras en tu camino
una hilera de pequeñas orugas peludas y dotadas de colores
llamativos, llama enseguida al perro, ponle la correa y cambia
rápidamente de dirección.
Su cabeza negra y sus pelos anaranjados y grises son un claro mensaje de “Alejaos: soy peligrosa” pero su costumbre a formar largas hileras de orugas en procesión ejerce una atracción
irresistible para la mayoría de perros que a menudo acaban oliendo las procesionarias y, en el
peor de los casos, acaban lamiéndolas y comiéndolas. Es el principio de una urgencia veterinaria grave que puede incluso acabar con la muerte del perro.
A pesar de ser un riesgo sobre todo para perros muy jóvenes y curiosos, nunca es demasiada
la prudencia cuando se trata de procesionarias. Así que en este artículo te informamos sobre
cómo actuar si el camino de tu perro se cruza con una procesión de peligrosas orugas.
¿Quién es?
Es la larva de la mariposa llamada Thaymetopoea pityocampa. El insecto adulto, con sus tonos
grises y blancos y sus 3-4 centimetros de largo, es una mariposa muy poco llamativa. La mariposa deposita sus huevos en la copa de los pinos. De los huevos salen pequeñas larvas que empiezan a tejer un nido de seda que se hace cada vez más grande a medida que pasa el invierno.
Desde lejos, los nidos parecen “inocuos” bolsones blanquecinos que cuelgan de las ramas de
los pinos. En realidad su presencia indica que, sin ir muy lejos, nos podemos encontrar con una
peligrosa fila de procesionarias. De hecho, cuando las temperaturas empiezan a subir después
del invierno, las orugas bajan de los arboles en fila india y empiezan a buscar un lugar donde
enterrarse y formar su capullo para convertirse en mariposa. Como única protección contra los
depredadores que pueden encontrar en su viaje fuera del nido, las orugas tienen una capa de
pelos urticantes que recubren todo su cuerpo.
¿Qué pasa si un perro encuentra una procesionaria?
Cuando un perro huele o lame una procesionaria, los pelos urticantes de la oruga se enganchan
a sus labios, lengua, encías y garganta y liberan la toxina urticante contenida en su interior.
El efecto es inmediato: el perro empieza a salivar y se frota la cara y la boca con las patas
delanteras. En pocos minutos puede presentar un hinchazón de los labios, de la cara y de la
lengua, que se puede hinchar al punto que el perro no puede cerrar la boca. En algunos casos
la aspiración de los pelos urticantes provoca una rinitis y el contacto de los ojos con los pelos
puede provocar inflamación de los párpados y lesiones de la córnea. Si la oruga ha sido ingerida, el perro puede llegar a vomitar y tener dificultad para respirar. Además si la reacción es
muy intensa y no se interviene a tiempo, el perro puede morir.
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Estos síntomas deberían representar una señal de alerta incluso si no has visto ninguna oruga
y de repente te das cuenta que el perro aparece nervioso, trata de rascarse la boca y tiene los
labios, la lengua o la cabeza hinchada.
¿Cómo hay que actuar?
Hay que mantener la calma e intervenir de inmediato:
• No toques las procesionarias directamente: suponen un peligro también para ti.
• Usa agua abundante (mejor si tibia o caliente) para lavar labios, lengua, boca y cara del
perro y eliminar los restos de oruga. Puedes usar el agua de la cantimplora, de una botella,
de un arroyo, pero no pierdas tiempo. Si no tienes agua a disposición, simplemente acude
lo antes posible al centro veterinario más cercano. Si encuentras un bar o una gasolinera
por el camino para un momento a comprar agua, lava la cara del perro y sigue, pero no
empieces a dar vueltas en búsqueda de agua. Es más urgente acudir al veterinario.
El veterinario lavará la boca del perro, le pondrá un tratamiento para bajar la inflamación y
controlar el dolor e intentará evitar secuelas. Sin embargo a menudo los perros cuyo camino
se ha cruzado con una hilera de procesionarias han llegado a perder un trozos de lengua o de
labio.
¿Cómo prevenir estos encuentros desafortunados?
Entre febrero y abril, sobre todo al atardecer, inspecciona con atención los caminos antes de
dejar al perro suelto, sobre todo si hay pinos y en sus ramas cuelgan nidos de procesionaria.
Ten en cuenta que las procesionarias del pino no están solo en el campo: también se encuentran en los parques urbanos, en los jardines particulares, en las urbanizaciones, etc. Además
las orugas no son el único peligro: los nidos caídos y vacíos también suponen un riesgo. Así
que para tus paseos elige zonas sin orugas y si desconoces si la zona está afectada, es mejor
mantener al perro controlado con correa. Con la procesionaria no se puede bajar nunca la
guardia.
AUTOR
Gabriella Tami.
bibliografría
Ynaraja E., 2012. Primeros auxilios en perros y gatos. Servet.
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