Cliserie Cordillera Cantábrica La práctica

Transcripción

Cliserie Cordillera Cantábrica La práctica
Cliserie Cordillera Cantábrica
La práctica propuesta es una cliserie es decir un gráfico que nos muestra la distribución en pisos de la
vegetación natural. Los cinco pisos que nos podemos encontrar en las montañas de la Península Ibérica son los
pisos colino, montano, subalpino (de 1200metros a 2400m), alpino ( 2400 a 3000 ) y nival ( más de 3000 metros).
Procediendo al análisis de la cliserie propuesta podemos apreciar que en el piso inferior ( colino) hay una
clara disimetría entre las vertientes porque corresponden a climas diferentes, oceánico al norte de la Cordillera y
Mediterráneo continentalizado al sur. Así en la vertiente sur apreciamos una formación vegetal de carrasca es decir,
un bosque perennifolio típico del clima mediterráneo. La encina es el árbol más característico y extendido del clima
mediterráneo por ser muy resistente a la sequía y adaptarse a todo tipo de suelos. La madera muy dura y resistente
ha permitido un amplio uso tradicional en ruedas, carpintería, utensilios y sobre todo la realización de carbón de
encina o cisco. La bellota, para alimentar al ganado, ha favorecido su uso ganadero y por ello muchas veces aparece
degradado dando lugar a carrascales o encinas de poco porte resultado del excesivo pastoreo. Por lo tanto
seguimos apreciando las formaciones vegetales propias del clima mediterráneo.
En la cara norte del piso colino apreciamos una formación vegetal adaptada a la mayor humedad del clima
oceánico apareciendo el bosque perennifolio de robles. Los robles colonizan el piso colino de la vertiente norte de
las montañas cantábricas porque es una especie que no soporta veranos calurosos aunque no tiene una extrema
tolerancia al frío por lo que no sobrepasa los 2000 metros y se encuentra en el piso colino como podemos ver. Su
madera dura ha permitido utilidades tradicionales como la construcción muebles y barcos. Son diversas las
especies de robles que colonizan montañas de la Península Ibérica. En la Cordillera Cantábrica probablemente
aparezca el quercus robur del Noroeste de la Península Ibérica.
En la vertiente sur el segundo piso, entre 800 y 1300 metros aproximadamente ( es decir en la parte
superior del piso montano y el inferior del subalpino) aparece una formación vegetal arbórea de hayas. El haya es
una especie que tolera mal el calor y muy bien el frío y exige gran humedad por lo que coloniza bien las laderas
norte de la montaña cantábrica hasta casi los 2000 metros de altitud como estamos viendo. Se adapta bien a los
suelos calizos y silíceos, ambos presentes en el macizo asturiano y los Picos de Europa respectivamente. Su
crecimiento es bastante rápido. Su madera dura y de buena calidad se emplea para elaborar muebles y utensilios. El
haya forma bosques específicos y mixtos con el roble. Precisamente en la Cordillera Cantábrica se encuentra una de
su principales áreas. Por encima de 1500 metros también está presente en la vertiente sur de la cordillera
cantábrica al producirse un descenso de las temperaturas y un aumento de las precipitaciones a medida que
aumenta la altitud.
A partir de los 1800 metros de altitud en la ladera norte y una altitud algo mayor en la ladera sur
encontramos formaciones vegetales arbustivas típicas del clima oceánico llamadas landas. La landa es una densa
vegetación de matorral cuya altura puede ser baja o alcanzar los cuatro metros. Sus especies más abundantes son el
brezo, el tojo y la retama. La landa aparece como degradación del bosque caducifolio o como vegetación
supraforestal, en el piso alpino, como es el caso que comentamos para la Cordillera Cantábrica.
El último piso está formado por una formación vegetal herbácea de prados pues las duras condiciones
climáticas impiden el desarrollo de las formaciones vegetales arbustivas.
Comentario. En resumen la distribución de las formaciones vegetales naturales es el resultado de varios
factores. Así, sabemos que a medida que aumenta la altitud disminuye la temperatura media a razón de un grado
por cada 100 metros de altitud ( gradiente térmico), y también aumentan la nubosidad, la precipitación y el riesgo
de heladas. En función de estos elementos hemos apreciado que a medida que aumenta la altitud nos acercamos a
condiciones climáticas propias de mayores latitudes y cambian las formaciones vegetales.
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