La fotografía

Transcripción

La fotografía
Cosas de Don Bosco
La fotografía
S
Una imagen compartida
José J. Gómez Palacios
Soy la primera fotografía que hicieron a Don Bosco. Siempre me molestó que me confundieran con un “daguerrotipo”. Cuando yo vi la primera luz, los daguerrotipos formaban parte del pasado del mundo fotográfico. Siempre
estuve orgullosa de ser una fotografía moderna.
Nací por iniciativa de varios jóvenes del Oratorio.
Recuerdo aquella tarde de mayo. Varios jóvenes se
acercaron hasta el domicilio de don Francesco Serra.
Les atendió amablemente. Había frecuentado en el Oratorio. Conocía a Don Bosco.
Don Francesco era un joven entusiasmado con las
nuevas técnicas del retrato. Su primitiva máquina jugaba con luces y sombras. Capturaba vida.
De pronto algo enturbió la conversación. Aquellos jóvenes tenían un triste motivo para tratar de conseguir un retrato de Don Bosco: el mucho trabajo estaba mermando
las fuerzas del sacerdote. Temían por su vida. Deseaban
una fotografía que prolongara su imagen en el tiempo.
19 de mayo. Domingo de Pentecostés. El señor Serra
embaló cuidadosamente su voluminosa máquina de fotografiar. En una caja acolchada colocó varias placas de
vidrio. Yo era una de ellas. Por aquellos tiempos los retratos quedaban impresos sobre nosotras, unas finas láminas de vidrio barnizadas con colodión. El traslado fue en
carruaje. Avanzábamos lentamente para evitar vaivenes.
Llegamos al Oratorio. Don Bosco nos acogió sonriente.
Inmediatamente brotó de sus labios una protesta nacida de
su humildad. El retrato fotográfico era reflejo del orgullo
de reyes, nobles y políticos… Él era un sencillo sacerdote.
Haciendo caso omiso de las protestas, don Francesco Serra preparó su máquina. Eligió una placa de cristal. Cuando sentí los dedos del fotógrafo sobre los finos
bordes de mi cuerpo, fui feliz. Me apresté a plasmar la
imagen de Don Bosco sobre mi cuerpo. Puse en tensión
mis moléculas para captar con fidelidad sus rasgos.
Cuando todo estuvo dispuesto, llegó él. Se colocó donde le indicaba el señor Serra…
De pronto escuché un rumor de voces juveniles… Entraron riendo. Sin avisar. Eran casi cincuenta. Rodearon a Don
Bosco. Quedó diluido entre ellos. Protestó el fotógrafo. Pero
no hubo vuelta atrás. La presencia de aquellos jóvenes era
la condición que ponía Don Bosco para dejarse retratar.
Maldije mi suerte. Yo me había preparado para inmortalizar con nitidez, y en primer plano, la viveza de
los ojos de Don Bosco, la comisura de sus labios, la fortaleza de sus manos. Hube de contentarme con perfilar
su mirada trazando dos manchas alargadas. Dibujé su
sonrisa con una tenue línea.
¡Pero, qué equivocada estaba! Desde aquel día han
transcurrido 155 años. Y aquí sigo yo… desafiando al
tiempo. Hoy me atrevo a hacerte un guiño joven desde
el papel de esta revista. Deseo ser memoria viva de aquella sonrisa para ti. Soy testigo de que los muchachos forman, -y formarán siempre-, parte inseparable de la imagen y la vida de Juan Bosco. ¡Palabra de fotografía!
Nota: Año 1861. Decae la salud de Don Bosco. Los jóvenes salesianos, liderados
por Juan Cagliero, temen por su vida. Le convencen para que se deje fotografiar. El antiguo alumno Francesco Serra toma varias fotografías el 19 de mayo. La
primera: “Don Bosco entre los jóvenes”. Esta fotografía ha llegado hasta nuestros días. Es la fotografía más antigua hecha al santo. (MBe VI, 719-720).
Boletín Salesiano julio/agosto 2016 7
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