Cholodenko, Qurban y Kaplanoglu…una prueba de memoria

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Cholodenko, Qurban y Kaplanoglu…una prueba de memoria
El Clarí-n de Chile
Cholodenko, Qurban y Kaplanoglu…una prueba de memoria
autor Leonardo García Tsao
2010-02-18 16:20:14
BerlÃ-n.- Por lo menos la estadunidense Lisa Cholodenko ha cumplido con el encargo de mejorar las cosas con su
comedia The Kids Are All Right (Los chavos están bien), a pesar de estar libre de toda referencia a los Who.
Perspicaz observadora del mundo angelino, como se vio en su anterior Laurel Canyon (2002), la cineasta describe el
conflicto habido entre una familia compuesta por una pareja lesbiana, Nic y Jules (Annette Bening, Julianne Moore,
respectivamente), y sus dos hijos adolescentes, cuando la mayor averigua la identidad de su padre biológico. Éste
resulta ser Paul (Mark Ruffalo), un alivianado dueño de restaurante y granja orgánica, que donó su semen casi como
puntada. La complicación se da cuando Jules inicia un amasiato con Paul.
En este momento mucho se agradece una comedia de situaciones resuelta con agilidad e ingenio. Que Cholodenko no
pretenda llevar una marcada agenda polÃ-tica le permite ironÃ-as como el que las dos actrices principales sean
conocidas heterosexuales. Gracias, además, a su solvencia probada –Bening sobresale como la parte rÃ-gida y ofendida
del triángulo–, The Kids Are All Right funciona como entretenimiento (cualidad demasiado escasa en esta Berlinale) y
sólo deja apuntes sutiles sobre cómo una pareja gay puede ejercer la paternidad –o maternidad– responsable sin
problema. El público de la función de mediodÃ-a del Berlinale Palast agradeció el cambio de tono con un sonoro
aplauso.
Sobre todo después de haber sido precedida por Shahada (Acto de fe), primer largometraje de Burhan Qurban, director
alemán de origen afgano, y otra concursante con calidad de telefilme para cable. Ahora se narran los dilemas de tres
personajes musulmanes en el BerlÃ-n actual: una chica sufre una hemorragia constante tras haber abortado, un joven
negro no asume su naturaleza gay y un policÃ-a culposo inicia una relación con la mujer indocumentada a quien hirió
accidentalmente durante una redada.
Fiel a la fórmula, la pelÃ-cula enlaza a los tres por medio de secundarios y espacios compartidos (por ejemplo, el padre
de la chica es también el imán del segundo) sin llegar a otra conclusión de que, a veces, la vida puede ser muy difÃ-cil.
Aunque Shahada aspira a ser un drama coral como Magnolia (Paul Thomas Anderson, 1999), no alcanza a ser ni un
Crash para musulmanes.
Para probar la huella deleble que la mayorÃ-a de las concursantes deja en la memoria, ayer se me pasó mencionar a la
representante turca Bal (Miel), de Semih Kaplanoglu, tercera parte de su trilogÃ-a autobiográfica –que podrÃ-a llamarse
del Desayuno Nutritivo– completada por Leche (2008) y Huevo (2007). No trata de nada más apasionante que un niño
tartamudo en busca de su padre, un recolector de miel, en un bosque misterioso. Una muestra más del minimalismo de
moda, con algunos encuadres bien logrados… y algo desesperantes si uno es impaciente. Esa es otra caracterÃ-stica
común de esta Berlinale: las competidoras en general han sido cortas, con una duración promedio de 90 minutos, pero
parecen durar eternidades.
Hasta ahora, la única pelÃ-cula en la sección oficial con alto grado de estilización formal e inspirada elaboración del
artificio –vaya, la única pelÃ-cula, para acabar pronto– ha sido Shutter Island, de Martin Scorsese. Los detractores que
enfrenté en un principio –y fueron la mayorÃ-a de los colegas– han admitido que hasta volverÃ-an a verla con gusto, ante
posterior desarrollo de la Berlinale. Gran paradoja, pues se exhibió fuera de competencia y es uno de los contados
casos que prescinden de la promoción de un festival internacional, al ser parte de la maquinaria hollywoodense. Pronto
se estrenará en la mayorÃ-a de las pantallas del mundo.
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