Carátula, Revista Cultural Centroamericana

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Carátula, Revista Cultural Centroamericana
HOJA DE RUTACRÍTICANARRATIVAPOESÍACINEVITRINA
Homenaje a Carlos Fuentes (1928-2012)
Hoja de ruta
⇒ SERGIO RAMÍ•REZ: Carlos Fuentes - In Memoriam:
Entre la imaginación y la convicción
Crítica
⇒ SERGIO RAMÍREZ: De guapos de tiempos idos
⇒ CLARIBEL ALEGRÍ•A: Carlos Fuentes
⇒ HECTOR AGUILAR CAMÍ•N: Carlos Fuentes, el largo viaje
⇒ JUAN RAMÓN DE LA FUENTE: Luto mexicano
⇒ FEDERICO REYES HEROLES: Carlos Fuentes, in memoriam
⇒ COREA TORRES: La inagotable escritura. Otra vez Carlos
Fuentes
⇒ MARIANTONIA BERMÚDEZ: La narrativa de Sergio Ramírez
y su relación con la nueva novela histórica latinoamericana
Narrativa
⇒ CARLOS FUENTES: Federico en su balcón (novela)
⇒ MARINA PEREZAGUA: Desraíceme, por favor (cuento)
⇒ CÉSAR RAMIRO: "Diario de Saint-Nazaire" (narrativa)
Poesía
⇒ MARCO ANTONIO CAMPOS: "En el Café de la Ópera"
⇒ JUAN VELÁSQUEZ MOLIERI: "Mayo"
Cine
⇒ GUADI CALVO: Un sueño llamado Nicaragua
⇒ FRANKLIN CALDERA: Historia del cine en 25 carteles:
Cartel #11 - RASHOMON, de Akira Kurosawa
⇒ RAMIRO LACAYO: El cine y Fuentes, Ficha de ciegos
Vitrina
⇒ Sergio Ramírez cumple 70 años de vida
50 de creación literaria
⇒ Doscientos cuentos optando al Premio Centroamericano
Carátula de Cuento Breve
⇒ Omar D'León condecorado en Teatro Real de Madrid
⇒ Alfredo Pérez Alencart gana Premio Jorge Guillén de Poesía
⇒ Continúa abierta la Convocatoria al Premio Internacional
de Poesía "Pablo Antonio Cuadra"
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HOJA DE RUTACRÍTICANARRATIVAPOESÍACINEVITRINA
» Hoja de Ruta
Carlos Fuentes: In Memoriam
Entre la imaginación y la convicción
Sergio Ramírez
"A lo largo de toda su carrera literaria Carlos Fuentes llevó adelante la vasta tarea de
hacer de la invención un instrumento aleccionador de la historia, o al revés, en ese
constante juego de espejos que fue su escritura, hacer que las aguas revueltas de la historia
entraran en el territorio ilimitado de la invención", así comienza Sergio Ramírez su Hoja
de Ruta sobre Carlos Fuentes, un adelanto a nuestro siguiente número, que será dedicado
al recordado escritor mexicano recientemente fallecido.
CARLOS FUENTES
Hijo de padres diplomáticos, Carlos
Fuentes, el más prominente de los
narradores mexicanos modernos
nació en Panamá, el 11 de
noviembre de 1928. Estudió en
Suiza y Estados Unidos. Luego vivió
por diferentes periodos en Quito,
Montevideo, Río de Janeiro,
Washington, Santiago y Buenos
Aires. En su adolescencia regresó a
México, donde se radicó hasta
1965. Su primer libro, “Los días
enmascarados”, se publicó en
1954, y desde entonces Fuentes no
dejó de preocuparse por la
identidad mexicana y los medios
A lo largo de toda su carrera literaria Carlos Fuentes llevó adelante la vasta tarea de hacer
de la invención un instrumento aleccionador de la historia, o al revés, en ese constante
juego de espejos que fue su escritura, hacer que las aguas revueltas de la historia entraran
en el territorio ilimitado de la invención. Que la historia se leyera como una novela, y
viceversa, haciendo que los acontecimientos de la vida pública cumplieran el terrible papel
que tienen sobre las vidas humanas, que es el alterarlas y trastocarlas, muchas veces
destruirlas, y casi nunca redimirlas. El sistemático capricho del destino vuelto literatura.
La suya fue una tarea ecuménica, y por tanto ambiciosa, libro tras libro, y ningún otro
escritor latinoamericano recuerda tanto a Balzac como él, aún en la manera de armar su
adecuados para expresarla. Un hito
fundamental en este clima de
preocupaciones intelectuales, fue
la fundación, en 1955 junto con
Emmanuel Carballo y Octavio Paz,
de la ya mítica Revista Mexicana de
Literatura.
La repercusión que alcanzó con sus
propia geografía agrupando en un vasto mapa personal, La Edad del Tiempo, los territorios
conquistados. En este sentido, siendo un escritor de nuestra modernidad, que él mismo
ayudó a crear, fue un escritor que por totalizador parece nacido en el siglo diecinueve,
cuando la narración quitaba brazos y piernas a la historia misma, a la antropología, a la
primeras novelas ( La región más
transparente, en 1959; y La
muerte de Artemio Cruz, en 1962)
lo proyectó como una de las figuras
geografía, a la demografía, y a todas las demás ciencias sociales, para echar a andar la
centrales del llamado “boom” de la
novela que busca contarlo todo, decirlo todo, interpretarlo todo, y desde los
novela latinoamericana. Al igual
acontecimientos vueltos a relatar, y desde los personajes concebidos como entes
que los demás intelectuales que
incesantes, darle un sentido al pasado, a la vida presente, y aún al futuro. Un sentido que
participaron de este fenómeno, su
en Fuentes nunca deja de ser ético.
compromiso político y social fue,
desde entonces, un rasgo
Cuando se publicó en 1958 la primera gran novela de Fuentes, La región más transparente,
la crítica en México vio como a tan temprana edad, un novelista asumía la inmensa tarea
fundamental de su carrera
intelectual.
de reproducir la vida presente usando un múltiple entramado verbal, sumamente
novedoso, desde la perspectiva urbana, la gran urbe atrofiada que desde entonces era ya la
Figura central e indispensable de la
ciudad de México. En aquellas páginas crecía una polifonía, voces contrastadas y
novelística moderna en castellano,
discordantes como en la música dodecafónica que revelaban un universo oculto, la ciudad
Fuentes colaboraba en las más
que se asentaba en las piedras del sacrificio de la antigua Tenochtitlán y hacía subir su
importantes revistas y
sabia secreta, sangre y detritus, hacia las barriadas marginales pobladas por inmigrantes
publicaciones literarias de América
campesinos, y hacia la urbe de los nuevos potentados que tras la ya antigua revolución
Latina, Estados Undios y Europa.
sustituían a la vieja clase porfirista derrotada; los vencedores pobres se habían vuelto ricos
y habían “institucionalizado” la revolución. Así nacía la novela moderna, no sólo en México,
* Tomado de la página oficial de
Carlos Fuentes
sino también en América Latina.
En La muerte de Artemio Cruz, publicada en 1962, la polifonía se convierte en monólogo. El
protagonista, que peleó en las filas revolucionarias, y que ha llegado a la cúspide del poder
político y financiero, contempla con cinismo el pasado desde su lecho de muerte, y busca
en ese pasado lecciones que ya nunca le podrán ser útiles, porque la revolución en la que
luchó ha sido carcomida por la polilla de la retórica y ya no sirve pensar el mañana. Pero en
Años con Laura Díaz, de 1999, esta mujer que ha vivido también los acontecimientos de la
revolución puede mirar el futuro a través de los ojos de su nieto, que se apagarán ante los
fogonazos de la masacre de Tlatelolco en 1968, el acontecimiento que pone fin a cualquier
SERGIO RAMÍREZ (Masatepe, 1942).
pretensión de que el pasado es redimible. Es la historia que sigue traicionándose a sí
misma. Pero en Fuentes el futuro, no sólo de México, sino toda la América Latina, será
Escritor nicaragüense. Integrante
siempre una ambición desmedida, como lo es su ambición de contarla. Aunque todo haya
de la "Generación de la
sido contado, todo está por contar. Y Terra Nostra, de 1985, Cristóbal Nonato, de 1987,
Autonomía", se gradúa Doctor en
son novelas para mirar al futuro desde las incertidumbres de la historia, lo mismo que lo es
Derecho como el mejor alumno de
La silla del águila, de 2003. El futuro que pronto será realidad, porque el novelista sabe
su promoción. Al derrocamiento de
predecirlo.
la dictadura somocista es electo
Fuentes inscribió la imaginación en el mapa múltiple de América Latina, y una novela como
La Campaña, de 1990, cumple esa ambición tan suya del recorrido total por el continente.
En tiempos del fragor de las luchas por al independencia, Baltasar Bustos, el intelectual
ilustrado del río de la Plata, salta de un país a otro, encandilado por las ideas redentoras, y
miembro de la Junta de
Reconstrucción Nacional y, en
1984, vicepresidente de la
República. Premio Alfaguara 1998,
podemos verlo como la reencarnación del propio Fuentes en el pasado, y el mismo Fuentes
su obra literaria abarca más de
encarna a Bustos para el futuro, el intelectual que presta ideas y palabras a la acción.
treinta libros, ocho colecciones de
cuentos, una docena de libros de
Pese a las malas lecciones, el libro de la historia seguirá abierto para ser reescrito. Es
probable que los libertadores se conviertan en tiranos, pero lo que viene a importar es cada
momento en que se piensa el futuro, y se trata de hacerlo realidad. Es lo que cuenta para
Baltasar Bustos, y es lo que cuenta para Fuentes, quien además lo imagina como novelista
testimonios y ensayos y las
recopilaciones El cuento
nicaragüense (1976), El
pensamiento vivo de Sandino
con pasión desbordante. La lección es que toda lucha es incesante. Los ideales no terminan
nunca de cumplirse pero siempre valdrá la pena pelear por ellos, y la escritura lo único que
hace es tratar de navegar en las aguas agitadas del curso de los acontecimientos. Ideas,
(1975) y El cuento
centroamericano (1974).
sueños, acciones, todo va siempre desbocado. Baltasar Bustos persigue a través de
Es Director de Carátula y editor de
América a Ofelia Salamanca, una mujer que a la vez es la historia, la historia donde los
su "Hoja de Ruta".
próceres terminan siempre en el pudridero, enfrentando el pelotón de fusilamiento
sentados en un taburete, como última merced, y por último, sus cabezas de bronce
cubiertas por los excrementos de los pájaros en la plaza pública.
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» Blog en el Boomeran(g)
De Fuentes, en la hora de su muerte, me queda el haber aprendido mi devoción por la
narración total e incesante que él quiso seguir haciendo sin tregua hasta la última hora,
sabiendo que debía robarle tiempo al tiempo, viajando de un lado a otro del continente,
como Baltasar Bustos, con la imaginación encendida a cuestas. Y me queda su ejemplar
devoción, no menos incesante, por la ética, seguro de que las convicciones existen para
defenderlas, y que uno tiene la obligación de no callarse nunca. Fuentes queda de cara al
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futuro, de pie en esa frontera entre el papel del escritor y el papel del ciudadano, entre la
imaginación y la convicción.
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en esta edición de Hoja de Ruta
⇒ SERGIO RAMÍREZ: Carlos Fuentes, In Memoriam Entre la imaginación y la convicción
HOJA DE RUTACRÍTICANARRATIVAPOESÍACINEVITRINA
»Crítica
De guapos de tiempos idos
Sergio Ramírez
La amistad entre creadores literarios, de algún modo, acarrea como consecuencia un
festín de anécdotas, Sergio Ramírez rememora algunas de ellas relacionadas con su
amigo, el enorme Carlos Fuentes de La región más transparente. La prosa de Ramírez y su
eficaz narrativa nos conducen ineludiblemente al homenaje póstumo, pero además a
algunos guiños personales de la atractiva figura del narrador mexicano, autor, además,
de Aura y La muerte de Artemio Cruz. En esta remembranza de Sergio aparecen escritores
de la talla de Fuentes, menciono a Álvaro Mutis, José Saramago, Gabriel García Márquez,
Juan Goytisolo, J. M. Coetzee, Susan Sontag, entre otros, en una envidiable cofradía que
reunía a lo más granado de la literatura mundial, nada mejor que la pluma de Sergio
Ramírez, coloquial, sencilla y sentida, para recordarnos a Carlos Fuentes, mexicano
irrepetible de nuestro tiempo.
SERGIO RAMÍREZ (Masatepe, 1942).
Escritor nicaragüense. Integrante
de la "Generación de la
Autonomía", se gradúa Doctor en
Derecho como el mejor alumno de
su promoción. Al derrocamiento de
la dictadura somocista es electo
miembro de la Junta de
Reconstrucción Nacional y, en
1984, vicepresidente de la
República. Premio Alfaguara 1998,
su obra literaria abarca más de
treinta libros, ocho colecciones de
cuentos, una docena de libros de
testimonios y ensayos y las
recopilaciones El cuento
nicaragüense (1976), El
1. EL ESPÍRITU DE LA LIBERTAD
pensamiento vivo de Sandino
(1975) y El cuento
Carlos Fuentes vino la última vez a Nicaragua en enero de 1988, cuando se estaba al borde
centroamericano (1974).
del desenlace del drama que significó la guerra civil de casi una década, sandinistas versus
contras; acompañado de su amigo el novelista William Styron, ya muerto también,
Es Director de Carátula y editor de
laureado con el premio Pulitzer por su novela El lamento de Portnoy, y autor además de La
su "Hoja de Ruta".
escogencia de Sofía, de la que se hizo una película con Meryl Streep, dirigida por Alan
Pakula. Era cuando se daban más intensamente las negociaciones de paz entre los
presidentes centroamericanos que llevarían a la firma de los acuerdos de Esquipulas. El
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periodista Stephen Talbot recuerda esa visita:
“Fueron en jeep a la sierra plagada de contras al norte de Matagalpa. En un helicóptero
soviético sobrevolaron campos recién irrigados; cruzaron una y otra vez un lago en una
embarcación tan desvencijada y oxidada como The African Queen; visitaron cooperativas
agrícolas en lucha y una fábrica de calzado baldada por la escasez; hablaron con los heridos
en tristes salas de hospital. Y todas las noches comieron, bebieron, fumaron puros y
hablaron durante horas con los dirigentes sandinistas Daniel Ortega, Sergio Ramírez,
Tomás Borge, Ernesto Cardenal y Jaime Wheelock. En el rostro de sabueso de Styron se
empezaba a notar el cansancio, pero Fuentes tenía el aspecto floreciente de un corredor de
maratón”.
En una de esas conversaciones acerca de las posibilidades que tenía la contra de derrotar a
los sandinistas, recuerda Talbot, Tomás Borge dijo decididamente que algo así era
imposible porque los contras van a contrapelo de la historia. Fuentes interrumpió para
preguntar:
-¿Y cuál fue la experiencia de Guatemala en 1954 y de Chile en 1973? ¿No se demostró que
la izquierda puede ser derrotada?
-No, -respondió Borge, cortante-. Ellos no armaron al pueblo, por eso perdieron.
Después se discutió sobre el tema de los partidos de oposición. Borge dijo que su opinión
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personal era que ningún partido de oposición podía llegar a ganar a los sandinistas en las
urnas.
-Ahora no, -asintió Fuentes-, pero en el futuro, ¿por qué no?
-Sólo si son antiimperialistas y revolucionarios, -proclamó Borge-, si un partido reaccionario
ganara, yo dejaría de creer en las leyes del desarrollo político.
-Yo no estaría tan seguro de esas leyes, advirtió Fuentes.
2. EL QUE SABÍA COMO NO CAER
En marzo de 1998 se celebró el setenta aniversario del nacimiento de Fuentes, y los
cuarenta años de la aparición de su novela La región más transparente. El Colegio Nacional
de México había organizado un encuentro internacional de escritores, La Geografía de la
novela, un gran escenario en el que debuté entre figuras como José Saramago, J.M.
Coetzee, Gabriel García Márquez, Susan Sontag, Edna O´Brien, y el propio Fuentes. Sólo
uno de ellos era para entonces premio Nobel, García Márquez.
De paso, fue cuando conocí a Saramago. Don José aparecía esos días en todos los
periódicos mexicanos hablando con dignidad y valentía sobre Chiapas, porque aún se
hablaba de Chiapas y del subcomandante Marcos. Nos encontramos en el acto presidido por
Cuauhtémoc Cárdenas, Jefe de Gobierno del Distrito Federal, quien había proclamado a la
capital como ciudad de refugio para los escritores perseguidos, una iniciativa del
Parlamento Internacional de Escritores que presidía Wole Soyinka, entidad ahora fenecida.
Pero lo que quería contar es que esas festividades culminaron con una fiesta en el Salón
México, sucedáneo del de la muy famosa película del Indio Fernández, Salón México, con
Marga López y Miguel Inclán, fotografiada por Gabriel Figueroa, un clásico del año 1948. El
mismo que visitaba Aaron Copland, quien en 1936 le dedicó una composición sinfónica en
un solo movimiento, Salón México. El nuevo Salón México lo regentaba la actriz María Rojo,
la de la película Danzón filmada en 1991 bajo la dirección de María Novaro, y aquella fue,
en verdad una fiesta de danzones, y cuando la orquesta tocó el danzón Almendra, Carlos
sacó a bailar a Silvia su mujer, pero al bajar hacia la pista resbaló sin que llegara nunca a
tocar el piso con el cuerpo porque se alzó con elástica agilidad juvenil para recuperar el
equilibrio, no en balde Talbot le concedía las energías de un atleta corredor de maratón. Y a
la pista se fue con Silvia, a bailar aquel danzón de manera impecable.
3. LA GENEROSIDAD SIN LÍMITES
En abril de 1988, viajé a Madrid para el lanzamiento de mi novela Castigo Divino, publicada
por la editorial Mondadori. Carlos se hallaba allá porque iba a recibir el Premio Cervantes de
ese año en Alcalá de Henares. La mañana en que debíamos salir temprano para estar
presentes en la ceremonia, cuando bajé a desayunar al comedor del hotel Palace me
encontré en el diario El País con un artículo de plana entera que Carlos dedicaba a mi
novela, y me sentí, por supuesto, abrumado por sus juicios generosos. Él la conocía porque
para entonces dictaba un seminario sobre cultura hispanoamericana en la Mason University
en Washington, que sería el origen de su libro El espejo enterrado, y Carlos Tünnerman,
embajador para entonces en Estados Unidos, le había hecho llegar copia del original que ya
estaba en manos de la editorial en España. Algo muy característico suyo, empujar hacia
adelante a los escritores más jóvenes, como lo haría luego con sus compatriotas mexicanos
Jorge Volpi e Ignacio Padilla, de la generación del crack, o con el chileno Carlos Franz, o los
argentinos Silvia Iparraguirre, César Aira y Ricardo Piglia. No temía al relevo generacional,
lo alentaba.
4. HUSOS HORARIOS
La mañana del viernes 20 de febrero de 1998 golpearon a la puerta de mi dormitorio en mi
casa de Colonial Los Robles. Lo llaman de España, es don Carlos Fuentes, me dijeron. La
sensación de irrealidad comenzó en ese instante. Se había hecho público que Fuentes era el
presidente del jurado del Premio Alfaguara. Levanté el auricular, él empezó por
preguntarme qué horas eran en Managua, y yo ya sabía que no me estaba llamando para
comparar los husos horarios entre Madrid y Managua.
Mi novela Margarita está linda la mar había ganado el Premio junto a Caracol Beach del
cubano Eliseo Alberto (Lichi), muerto en México el año pasado (2011). Un Premio doble, no
dividido. “Sólo que”, me dijo Fuentes, “el jurado recomendaba cambiar el nombre de la
mía, a la que había titulado Fin de fiesta, por el de Margarita...” Y acepté allí mismo sin
pensarlo dos veces, no estaba para dobles pensamientos.
Antes de colgar, Fuentes me advirtió que la noticia no se daría sino una hora después en
una conferencia de prensa en Casa de América, con lo que debería quedarme callado hasta
entonces, solo en la casa porque Tulita mi mujer habia salido temprano, y amedrentado por
la advertencia me la tomé al pie de la letra y no me atreví a alzar el teléfono ni para llamar
a mis propios hijos; y a Tulita imposible, siempre se ha negado a llevar un teléfono celular
porque no quiere que nadie la controle, y ese Nadie, como en la historia de Ulises con el
cíclope Polifemo, soy yo. Entonces, en la soledad de mi estudio, frente a la computadora
apagada, y mirando por la ventana el capulín donde alborotaban como siempre los güises,
me sentí en medio del vacío absoluto, un vacío feliz, hasta que llamaron otra vez de
Madrid, otra vez Fuentes para conectarme a micrófono abierto con los periodistas
congregados en la conferencia de prensa.
5. DE GUAPOS DE TIEMPOS IDOS
En el año 2008 se cumplieron los ochenta años de Carlos Fuentes y los cincuenta de la
aparición de La región más transparente, y ahora las celebraciones duraron todo el mes de
noviembre. Llegó desde Sudáfrica Nadine Gordimer, Premio Nobel de Literatura, llegaron
Juan Goytisolo, Tomás Eloy Martínez, ya muerto, y estuvo Carlos Monsiváis, ya muerto, y
por supuesto Gabriel García Márquez, desde luego que el coronel Aureliano Buendía era
compadre de Artemio Cruz, según consta en las páginas de Cien años de soledad.
Las celebraciones maratónicas, siempre estamos hablando de un atleta incansable, se
desarrollaron en la ciudad de México y culminaron en Guadalajara con motivo de la Feria
Internacional del Libro, y en el acto de homenaje que se le rindió allí me tocó leer lo que
luego ahora voy otra vez a leerles, y como en esos recuerdos se habla de Carlos, pero
también mucho de Gabo, cuando terminé de leer, Gabo dijo desde el lugar donde estaba
sentado en la tarima: “-¡Ésa es la más gloriosa calumnia que me han levantado…!”
Entonces, ahora les leo:
Una noche de hace tiempo en casa de José María Pérez Gay en la colonia Roma la
conversación en espiral alrededor de la mesa de la cena se prolongaba en busca del
amanecer, en todos los labios había risas, inspiración en todos los cerebros, y ahora
Fuentes sostenía que los libros verdaderos de cabecera son aquellos de los que uno puede
recitar la primera línea, y yo me acordé de que vine a Comala porque me dijeron que aquí
vivía mi padre, un tal Pedro Páramo, y me atajó Héctor Aguilar Camín: “porque acá, no
aquí, vivía mi padre”, y entonces Fuentes citó con el aplomo de sir Lawrence Olivier en las
tablas del Old Vic: “It was the best of times, it was the worst of times, it was the age of
wisdom, it was the age of foolishness”, y siguió adelante con todo el párrafo inicial de
Historia de dos ciudades, aquel libro donde las parcas revolucionarias, hediondas a vino,
tejen el destino de los decapitados por la reluciente guillotina, la cabeza que cae en la
canasta, y luego siguió con toda la página, a ver quién se le atravesaba con Dickens, “antes
que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la
violencia”, se oyó recitar a Gabo, y un coro respondió: La Vorágine, José Eustasio Rivera, y
Gabo, con su voz bien acentuada de crupier de feria que reparte los números de la lotería,
agregó que mejor memoria había que tener para la letra de los boleros, y con precisión
ahora de relojero suizo que no equivoca ni bielas ni contrapesos melódicos entonó “Tú, que
llenas todo de alegría y juventud y ves fantasmas en la noche de trasluz, vete de mí”, y
miró a todos desafiante en busca de alguien que adivinara el nombre del compositor, pero
calló el coro, -los compositores, -dijo Fuentes-, porque son dos, Homero y Virgilio Espósito.
Y Álvaro Mutis, su mano que alisaba la melena blanca, y que siempre hablaba de guapos de
tiempos idos, -te acordás, Carlos, que cuando te presenté a Gabito que acababa de llegar
desde Nueva York con Mercedes, bien apaleados en un tren cogido en Nuevo Laredo, de
aquellos mismos viejos trenes del norte que en tiempos de Pancho Villa jadeaban cargados
de soldados y soldaderas, me dijiste: “me parece raro este tipo”, -y estalló Álvaro en
carcajadas capaces de espantar el sueño de los vecinos de los otros pisos en la alta
madrugada-, y que de aquel barrio quieto iban a interrumpir el imponente y profundo
silencio, y Chema Pérez Gay, al que yo recordaba de pelo largo hasta los hombros en
nuestros días de Berlín, citó otra vez a Heimito von Doderer, y entonces Álvaro, llamando
cariñosamente Jaimito a Heimito, expresó con otra carcajada la opinión de que se
necesitaba el aliento de un atleta de pentatlón para subir Las escaleras de Strudlhof, la
novela más célebre y más ardua de Jaimito, y preguntó Fuentes cómo Álvaro y yo nos
habíamos conocido, y fue que Álvaro me visitó en Managua en los años de la revolución
para cobrar al gobierno en nombre de la Paramount, de la que era agente, la deuda por
unas películas pasadas por el Sistema Sandinista de Televisión, le dije simplemente que no
teníamos dólares, no había dólares ni para las medicinas, no se preocupó, y más bien
terminamos hablando de la zarina Alexandra Fiódorovna, presa en la fortaleza de
Ekaterimburgo y ejecutada por los bolcheviques con su esposo el zar Nikolái Aleksándrovich
y toda su familia, drama que Álvaro contaba con sentimiento de poeta, porque era
monárquico confeso, y de esa plática salió convertido en un confeso monárquico sandinista,
y me preguntó Álvaro con vozarrón de ventarrón como había conocido yo a Fuentes, y
conté que lo conocí, pero no nos conocimos, en el año de 1971.
“-¿Cómo es eso?, -preguntó Gabo, alzando las espesas cejas de matorral.
-Fue que en Viena asistí al estreno de Todos los gatos son pardos, la pieza de teatro de
Fuentes, con María Casares en el escenario.
-No, el estreno de El tuerto es rey, -terció Fuentes.
-Bueno, lo que sea, -Fuentes estaba en un palco lateral cercano al escenario con sus
padres, ellos sentados y él de pie, los brazos cruzados en el pecho, repitiendo los
parlamentos con movimientos de los labios como si fuera el director de escena o al menos
el apuntador, en el palco había también una mujer muy bella, una aparición o un falso
recuerdo.
-Era Silvia, Silvia Lemus, mi mujer, -dijo Fuentes-, y abajo en la platea yo me hallaba
sentado al lado de Carlos Monsiváis, veníamos los dos de un congreso de juventudes en
Salzburgo donde conocimos a Don Helder Cámara y a Bruno Kreisky, y Monsiváis me
prometió una entrevista al día siguiente con Fuentes pero nada se pudo y luego se fueron
los dos a Venecia a presenciar la filmación que hacía Luchino Visconti de Muerte en
Venecia, ya se sabe, con aquel Dirk Bogarde bajo el sol de la playa del Lido maquillado por
el barbero, en sus ojos la última visión del bello ángel de la muerte que era Bjorn Andresen
en el papel de Tadzio, pero quién iba a decirlo, pasarían años, hasta los años de la
revolución, cuando por fin nos encontramos en Managua, la historia de una amistad mucho
más vieja que la que marca un primer encuentro porque la verdad es que nos conocimos
en 1963, o en 1964, a mis veinte años, cuando yo iba las primeras veces a México desde
Managua como un ruso de las estepas llega a Petersburgo con los ojos abiertos de asombro
en una novela de Gogol, y tras bajar las escaleras de la librería El Sótano cercana al
Caballito, entre Juárez y Reforma, donde los libros se exhibían sobre tablas sin cepillar
como en una feria de remate, me hallé con el breve tomo de Aura publicado por la editorial
ERA, que leí esa noche en mi habitación del hotel Regis, uno que derribó el terremoto de
1985, desvelado y deslumbrado, y salí al día siguiente en busca del número 815 de la calle
Donceles, un patio muy oscuro, unas escaleras ruinosas, una dirección que no existía, como
un día busqué en Buenos Aires el número 8 de la calle Corrientes, segundo piso, ascensor,
que tampoco existía, y propuso Fuentes de pronto a los de la mesa que cada quien dijera
cual era su poema preferido de Rubén Darío, y Gabo, que estaba con la barba en la mano
meditabundo, dijo que el poema más grande que se había escrito en lengua castellana era
Lo fatal, y entonces yo recité “…Y la carne que tienta con sus verdes racimos, y la tumba
que aguarda con sus fúnebres ramos”, y Gabo me corrigió: “con sus frescos racimos”, y
hubo una discusión de si eran frescos o verdes racimos, y fue Chema Pérez Gay a la
biblioteca por el libro correspondiente y Gabo tenía razón, frescos racimos, “…y la tumba
que aguarda con sus fúnebres ramos y no saber adónde vamos, ni de dónde venimos”, y
me miró Héctor Aguilar Camín con desconsuelo, un nicaragüense no debería nunca
equivocarse al citar a Rubén Darío, si lo aprenden desde que van a la escuela de párvulos,
y yo dije entonces que no sólo los escolares, también recitan a Rubén Darío en las
cantinas, y le atribuyen poesías ajenas, de manera que los bohemios piensan que El
brindis del bohemio, que tanto le gusta a Carlos Monsiváis, por mi madre, bohemios, era
obra de Rubén Darío, pero quien verdaderamente lo escribió es Guillermo Aguirre y Fierro,
“que nació en San Luis Potosí, y ese poema pertenece a su libro Sonrisas y lágrimas, año
1942”, dijo Fuentes.
-No, -dijo Gabo-, nació en El Paso, Texas, en 1915, -pero esa discusión quedó allí, y yo dije
que esos bohemios nicaragüenses empedernidos también pensaban, orgullosos de ser
colegas de Rubén Darío en la disipación y el vicio, que era suyo aquel otro poema sobre
guapos que igual recitan los declamadores, “…conversaban unos criollos de guapos de
tiempos idos, ayer hombres, hoy leyendas con temblor de aparecidos”.
-Parece de Borges, -dijo Gabo-, pero es de Luis Escagria, -dijo Fuentes-, un poema gaucho
que se llama Guapos. -Quién más en el mundo sabe quién escribió El brindis del bohemio,
quién más conoce a un poeta que se llama Luis Escagria, carajo, -dijo Álvaro, y tras dejar
estallar su carcajada hizo mutis por el foro para acostarse en un sofá, como siempre lo
hacía, y los últimos ecos de las risas se escapaban, simbolizando al resolverse en nada la
vida de los sueños. Y ya clareaba el día.
6. ÚLTIMO RETRATO
No me abraces tan fuerte que esos abrazos tuyos son como de oso y me vas a
desquebrajar los huesos me dijo Carlos como todas las veces que nos encontrábamos, esa
última en el vestíbulo del hotel Westin en Providence, Rhode Island, en abril de este año, y
yo le respondí lo que siempre le respondía, son abrazos tipo correligionarios del PRI,
capaces de sacarte la flema del pecho y dañarte los pulmones, y él, ya los años encima que
nunca lo hicieron vacilar, siempre firme en su pedestal, la mirada traviesa bajo las cejas, la
estampa de actor de cine nunca dispuesto a retirarse, la lejana picardía de la juventud
cuando estaba en la lista de los latin lovers que todas las gringas llevaban en su libreta
mientras bajaban del avión México D.F., según cuenta en su novela Diana, la cazadora
solitaria, y estrellas de cine, Jean Seberg, la Juana de Arco de Otto Preminger, Shirley
McLaine, la Irma la Dulce de Billy Wilder, atildado siempre, la corbata bien puesta,
dispuesto a la risa a la menor provocación, la edad sólo presente en el timbre ya un tanto
cascado de su voz cuando se ponía de pie frente al micrófono, como esa última vez en la
John Carter Brown Library de la Universidad de Brown pronunciando su conferencia
Mexican Times en un inglés elegante e impecable que siempre causó mi envidia, eso fue el
martes 10 de abril de este mismo año. “¿Quién nos dirá de quién, en esta casa, sin saberlo
nos hemos despedido?”, dice Borges en su poema Límites, y fue al día siguiente miércoles
11 de abril cuando sin saberlo, nos despedimos a pocas semanas de su muerte, un
almuerzo en el restaurante Capital Grille, número uno de la calle Union Station que a él
tanto le gustaba, bifes como los de Buenos Aires pero a la gringa y las langostas más
grandes del mundo que desbordan el plato con su caparazón y sus antenas, y el ojo que va
a despedirse registra lo que de otra manera olvidaría, la corbata azul oscuro con un lampón
rojo como dejado allí por la brocha de un pintor, llegamos de primeros y lo vi acercarse a
través de la ventana del brazo de Silvia, en la mesa les esperábamos Arturo Echeverría y
Luce López-Baralt, nuestros comunes y entrañables amigos puertorriqueños, un matrimonio
de sabios, él sabio en Borges, ella sabia en San Juan de la Cruz; y Tulita, y yo. Lloviznaba,
y él, maestro de la puntualidad, se había atrasado, nunca olvidamos la vez en Washington
que nos había invitado a un restaurante cercano a Dupont Circle y caminando a paso
apresurado tras salir de la boca del metro lo divisamos de pie en la puerta consultando el
reloj, como todo un caballero británico. Encuentro tras encuentro. Pero los relojes alguna
vez se detienen.
Nos despedimos en la calle bajo la llovizna para encontrarnos la próxima vez en Mallorca,
en agosto, cuando entregaríamos el Premio Formentor a Juan Goytisolo. Ya no habrá esa
vez, pero en julio iremos a visitar su tumba en el cementerio de Montparnasse, muy cerca
de la de Julio Cortázar, con unas flores de las que ofrecen allí cerca las floristerías del
boulevard Montparnasse.
Ayer hombres, hoy leyendas con temblor de aparecidos.
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en esta edición de Hoja de Ruta
⇒ SERGIO RAMÍREZ: De guapos de tiempos idos
⇒ CLARIBEL ALEGRÍ•A: Carlos Fuentes
⇒ HECTOR AGUILAR CAMÍ•N: Carlos Fuentes, el largo viaje
⇒ JUAN RAMÓN DE LA FUENTE: Luto mexicano
⇒ FEDERICO REYES HEROLES: Carlos Fuentes, in memoriam
⇒ COREA TORRES: La inagotable escritura. Otra vez Carlos Fuentes
⇒ MARIANTONIA BERMÚDEZ: La narrativa de Sergio Ramírez y su relación con
la nueva novela histórica latinoamericana
HOJA DE RUTACRÍTICANARRATIVAPOESÍACINEVITRINA
» Crítica
Carlos Fuentes
Claribel Alegría
El inobjetable carisma de Carlos Fuentes permite la manifestación sin ambages de la
expresión admirativa, de quienes, en algún momento de su vida, compartieron vivencias y
alegrías, una de esas Alegrías de nombre Claribel, expresa, sin tintes de restricción, su
afecto al escritor mexicano, dándonos testimonios, que son más bien frescos de familia y
de amistades, de esos instantes que compartieron con otros infaltables de la literatura
americana, he aquí una muestra de lo que siente Claribel Alegría por su amigo Carlos
Fuentes.
CLARIBEL ALEGRÍA
María Clara Isabel Alegría Vides
(Estelí, Nicaragua, 1924),
bautizada como Claribel Alegría por
José Vasconcelos cuando tenía solo
nueve meses, sus padres forzados
por el dictador Somoza, emigraron
al exilio en San Salvador, donde
vivió su niñez y adolescencia.
Desde 1943, partió becada hacia
Estados Unidos y finalizó su
Bachelor of Arts en Filosofía y
Letras en la George Washington
University (Washington D. C.,
1948). Ha vivido en México, Chile,
París y Mallorca, desde finales de
1979 radica en Nicaragua. Fue
A principios de los años sesentas, Gonzalo Rojas, gran poeta chileno, ya fallecido, organizó
cercana discípula del Premio
en Concepción, Chile, un encuentro de escritores al que tuve la suerte de ser invitada.
Nobel, Juan Ramón Jiménez. Se
Conocí allí personalmente a Carlos, a Alejo Carpentier y a otros grandes escritores
desempeñó como traductora y
latinoamericanos.
secretaria en la Unión
Panamericana, actual OEA. En
Carlos y yo nos hicimos amigos desde el comienzo. Era elegante, caballero, con bigote a lo
mexicano, pero muy cuidado, cortés con las mujeres, con mucho sentido de humor y
dicharachero.
Al día siguiente me propuso hacerle una pantomima en broma a Neruda. Él lo conocía
1947, se casó con el periodista y
diplomático estadounidense Darwin
J. "Bud" Flakoll (1923-1995),
estableciendo una relación de vida
personalmente, era su amigo. Yo, apenas lo había visto un par de veces.
y literaria vital, logrando publicar
juntos sus escritos que firmaron
Neruda estaba sentado a una mesa con muchos amigos. Carlos y yo nos instalamos frente
a él. Carlos se arrodilló detrás de mí y empezó a gesticular con las manos. Yo, pese a mi
voz femenina, imitaba bien la entonación de Neruda. Recuerdo que le recité: “Puedo
escribir los versos más tristes esta noche…”
como “Claribud”.
Su bibliografía es vasta,
mayormente poesía: Anillo de
silencio 1948, Ed. Botas, México;
A Neruda no pareció gustarle mucho la broma y sonrió sin ganas. Fue una velada deliciosa.
Suite (poesía) 1951, Edit. Brigadas
También personifiqué a Rosita Alvírez. Carlos disparó tres tiros con una pistola de juguete y
Líricas, Argentina; Acuario (poesía)
yo caí desmayada. Creo que fue la única vez que hice gala de mis dotes teatrales.
1955, Edit. Universitaria, Santiago,
Chile; Pagaré a Cobrar (poesía)
Dos días más tarde, ya para finalizar el Congreso, me acerqué muy tímidamente a Neruda
con Veinte poemas de amor y una canción desesperada, le pedí que por favor me pusiera
su firma al pie del poema diecisiete, que dice: “Me gusta cuando callas porque estás como
ausente.”
1977, Edit. Ocnos, Barcelona; El
Detén (novela corta) 1977, Edit.
Lumen, Barcelona; Sobrevivo
(poesía) 1978, Premio Casa de las
Neruda, muy simpático, me dijo que con mucho gusto, pero que debiera haber escogido
Américas, Habana; Suma y Sigue
otro poema porque nunca me había visto callada.
(antología poética) 1981, Edit.
Visor, Madrid; Poesía Viva
Todos se echaron a reír y Carlos dijo, divertido, “se vengó, se vengó”. Regresé a Buenos
Aires. Carlos pasó por allí dos días. Tenía que ver a algunos amigos, hacer algunas
compras. Lo acompañé a hacer las compras y lo invitamos a cenar una noche. Todos, hasta
los niños, estaban encantados con él. A pesar de ser joven, estaba lleno de anécdotas. Les
(antología poética) 1983, Blackrose
Press, London; Karen en barque
sur la mer (versión francesa de El
Detén) 1983, Edit. Mercure de
dijo a mis hijos que era muy difícil ser hijo de diplomáticos, que cambiar de colegios y
hacer nuevos amigos, era duro.
France, París; Pueblo de Dios y de
Mandinga (tres novelas cortas)
Después nos encontramos en México. Acababa de salir Aura, uno de los libros de Carlos
1985, Edit. Lumen, Barcelona y
que más me gustan.
Edit. ERA, México; Luisa en el país
de la realidad (novela) 1987, Edit.
Un libro lleno de misterio, desde el principio hasta el fin. Cada página destila misterio. Es
uno de esos libros que me marcó y me sigue marcando. Mezcla de realidad, irrealidad,
locura contagiosa de juventud y ancianidad encadenadas. Desde la primera página, el
lector queda atrapado, se siente envuelto en la trama, no duda de nada, cito:
“…..Las fechas se te confundirán, porque ya la señora está hablando, con ese murmullo
Volvo i Climens, México, 2a. ed.
1994, Edit. UNAM, México; Y este
poema-rio (poesía) 1989, Edit.
Nueva Nicaragua; Fugues (poesía)
1993, Curbstone Press, USA;
agudo, leve, ese chirreo de pájaro; le está hablando a Aura y tú escuchas atento a la
Umbrales (poesía) 1996, Edit.
comida, esa enumeración plana de quejas, dolores, sospechas de enfermedades, más
Visor, Madrid; Saudade 1999,
quejas sobre el precio de las medicinas, la humedad de la casa. Quisieras intervenir en la
Edits. Curbstone Press, Visor,
conversación doméstica preguntando por el criado que recogió ayer tus cosas pero a quien
España, Dirección de
nunca has visto, el que nunca sirve la mesa.
publicaciones, El Salvador;
Epizentren 2001, Edit.
Miras rápidamente de la tía a la sobrina y de la sobrina a la tía, pero la señora Consuelo en
ese instante, detiene todo movimiento y, al mismo tiempo, Aura deja el cuchillo sobre el
plato y permanece inmóvil y tú recuerdas que, una fracción de segundo antes, Consuelo
hizo lo mismo.
Nonnompress, Alemania;
Nicaragua: La revolución
sandinista 2004, Anamá Ediciones,
Managua; Edit. Nonnompress,
... SABES AL CERRAR DE NUEVO EL FOLIO, QUE POR ESO vive Aura en esta casa: para
perpetuar la ilusión de juventud y belleza de la pobre anciana enloquecida. Aura encerrada
como un espejo. Como un ícono más de ese muro religioso, cuajado de milagros, corazones
preservados, demonios y santos imaginados.
Alemania; Soltando Amarras
(poesía) 2005, Visor, España; Ars
poética (antología poética) 2007,
Leteo Ediciones, Managua; Mitos y
delitos (poesía) 2008, Visor,
… Acercarás tus labios a la cabeza reclinada junto a la tuya, acariciarás otra vez el pelo
España. (Además las publicaciones
largo de Aura: tomarás violentamente a la mujer endeble por los hombros, sin escuchar su
en conjunto con su esposo D. J.
queja aguda: le arrancarás la bata de tafeta, la abrazarás, la sentirás desnuda, pequeña y
Flakoll)
perdida en tu abrazo sin fuerzas, no harás caso de su resistencia gemida, de su llanto
Ha obtenido el Premio de poesía
impotente, besarás la piel del rostro sin pensar sin distinguir: tocarás esos senos flácidos
Casa de Las Américas 1978; la
cuando la luz penetre suavemente y te sorprenda, te obligue a apartar la cara. Buscar la
Orden de Chevalier des arts et
rendija del muro por donde comienza a entrar la luz de luna, ese resquicio abierto por los
lettres del gobierno francés en
ratones, ese ojo de la pared que deja filtrar la luz plateada que cae sobre el pelo blanco de
2004; en el 2006, el Premio
Aura, sobre el rostro desgajado, compuesto de capas de cebolla, pálido, seco y arrugado
Internacional de Literatura
como una ciruela cocida: apartarás tus labios de los labios sin carne que has estado
Neustadt, otorgado en la
besando, de las encías sin dientes que se abren ante ti: verás bajo la luz de la luna el
Universidad de Oklahoma en 2006;
cuerpo desnudo de la vieja, de la señora Consuelo, flojo, rasgado, pequeño y antiguo,
temblando ligeramente porque tú lo tocas, tú lo amas, tú has regresado también.”
Creo que Aura es el menos mexicano de los libros de Fuentes. Es un libro universal que nos
toca a todos a fondo, un libro, que se adentra en nuestro subconsciente y es difícil liberarse
de él.
la condecoración Orden al Mérito
Docente y Cultural Gabriela
Mistral en el Grado de Comendador
del gobierno de Chile, y le
dedicarán el VII Festival
Internacional de Poesía de Granada
Meses más tarde, Carlos y su primera mujer, Rita Macedo, nos visitaron en París. Tenían
una hija llamada Cecilia, que era un poco menor que las mías. Rita era bella, era actriz,
actuó nada menos que en un film de Luis Buñuel.
Julio Cortázar y su primera mujer, Aurora, acababan de regresar en ese tiempo de Cuba y
venían enamorados de la Isla, de la Revolución, de Fidel, del Che. Carlos se entusiasmaba,
pero señalaba algunas incongruencias, algunos peligros que acechaban. Era más
circunspecto, más consecuente consigo mismo.
Rita traía siempre consigo una maquinita pequeña de coser y se encerraba en el cuarto de
las niñas a hacerles vestiditos mientras nosotros nos encandilábamos en discusiones
políticas y literarias.
Desde el triunfo de la revolución cubana, yo empecé a recordar, cada vez con más fuerza,
los eventos del año 32 en El Salvador. Contaba apenas siete años, pero se me grabaron en
la mente para siempre.
El entonces presidente de El Salvador, Maximiliano Hernández Martínez, ahogó un
levantamiento popular, dirigido por Farabundo Martí, Luna y Zapata. Mandó a asesinar a
30,000 campesinos, con el pretexto de que eran comunistas. Los llevó engañados, a la
Plaza de Izalco, prometiéndoles que si deponían sus machetes, serían perdonados. Los
(Nicaragua) 2010, que año con año
reúne a más de cien poetas del
mundo.
campesinos le creyeron y todos fueron asesinados.
“Unitos quedaron en Izalco”, le comentaba una joven india a mi madre. Los hombres que
quedaron se vistieron de mujeres y huyeron. Nosotras ya no les hablábamos el nahuatl a
nuestros hijos ni salíamos a vender artesanías. Nos daba miedo. Hubo un sismo en El
Salvador. Los pueblecitos indígenas desaparecieron.
Crecí pensando que nada se podía hacer, que el gobierno de los Estados Unidos protegería
siempre a los dictadores de turno: Ubico, Martínez, Carías, Somoza. Yo seguía escribiendo
mi poesía, seguía mirándome al ombligo sin darle cabida a otras cosas más importantes.
Fue la revolución cubana la que me despertó. La Revolución Cubana y Carlos Fuentes. Él
insistía en que le contara más cosas, me hacía preguntas, me decía que habían pasado más
de treinta años y que nadie había escrito sobre esa matanza imperdonable. Siempre que
estábamos juntos, Carlos me conminaba a que escribiera lo que vi, de lo que fui testigo,
todo lo que recordaba.
Yo me resistía porque no tenía el oficio de narradora. Juan Ramón me había convencido (y
con razón), que hay que tener oficio. Bud se ofreció para ayudarme. Él era periodista.
Empezamos a trabajar la novela. Fue un proceso difícil, a cuatro manos. Nos inventamos
una historia de amor para hacer más ameno el relato. Carlos estaba feliz. Le enviamos el
manuscrito de Cenizas de Izalco. Tanto él, como Julio, nos animaron a enviarla a Seix
Barral, al concurso de Biblioteca Breve.
Te agradezco, Carlos, te agradezco de que casi nos obligaste a escribir la novela. Sin ti,
estoy segura de que no la habríamos escrito. Me siento más liberada, más leve. Me siento
que hice todo lo que pude, para contar la verdad.
Pasaron los años. Volví a ver a Carlos en varios sitios, siempre con el mismo cariño. Conocí
a Silvia, su segunda esposa, bella también, inteligente y fina. Ella trabajaba en la televisión
mexicana y creo que se conocieron en una entrevista que ella le hizo a él. Tuvieron dos
maravillosos hijos, que murieron trágicamente.
Carlos y Silvia vinieron a Nicaragua. Los acompañaba Wiliam Styron. También se
enamoraron de la revolución, de sus gentes, mas también Carlos tenía sus peros. Yo me
impacientaba y él sonreía. Qué razón tenía. Carlos fue de los hombres más democráticos
que me ha sido dado conocer. Sabía lo que significaba la palabra Democracia.
Su muerte me tomó de sorpresa. Siempre creí que me iba a sobrevivir. Se veía tan joven.
No importa, Carlos. Desde hace muchísimos años te instalaste en mi corazón y allí
quedarás para siempre.
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en esta edición de Crítica
⇒ SERGIO RAMÍREZ: De guapos de tiempos idos
⇒ CLARIBEL ALEGRÍ•A: Carlos Fuentes
⇒ HECTOR AGUILAR CAMÍ•N: Carlos Fuentes, el largo viaje
⇒ JUAN RAMÓN DE LA FUENTE: Luto mexicano
⇒ FEDERICO REYES HEROLES: Carlos Fuentes, in memoriam
⇒ COREA TORRES: La inagotable escritura. Otra vez Carlos Fuentes
⇒ MARIANTONIA BERMÚDEZ: La narrativa de Sergio Ramírez y su relación con
la nueva novela histórica latinoamericana
HOJA DE RUTACRÍTICANARRATIVAPOESÍACINEVITRINA
» Crítica
Carlos Fuentes, el largo viaje
Héctor Aguilar Carmín
Héctor Aguilar Camín, magnífico narrador mexicano de nuestro tiempo, amigo muy
cercano de Carlos Fuentes, nos participa en este texto memorioso Carlos Fuentes. El largo
viaje, algunas de sus impresiones personales derivadas de su relación amistosa con
Fuentes desde cómo lo conoció. Escrito con ciertos aires de melancolía y tristeza ante la
irreparable pérdida de su colega escritor, Aguilar Camín refresca su memoria y narra con
una prosa embebida de afecto anécdotas de El largo viaje que les tocó compartir
HECTOR AGUILAR CAMÍN
Nació en Chetumal, Q. Roo, el 9 de
Julio de 1946. Periodista,
historiador y narrador. A los 9 años
se trasladó a la ciudad de México
con su madre y cuatro hermanos,
ahí hizo sus estudios de educación
media en el Instituto Patria de
filiación jesuítica. Estudió la
carrera de Ciencias y Técnicas de
la Comunicación en la Universidad
Iberoamericana y se doctoró en
Historia en El Colegio de México.
Ha sido director editorial del INAH,
subdirector de información del
periódico unomásuno, (1982);
Creo que fue Gabriel García Márquez quien dijo que Carlos Fuentes se imaginaba el cielo
como una reunión de escritores. Y que si al llegar al cielo descubría que los escritores
estaban en el infierno, preferiría el infierno. Era una manera de decir que Fuentes obtuvo
un placer mayor de la lectura y la compañía de sus contemporáneos. Y que la envidia,
pasión profesional de todos los oficios, no tocó el suyo. En la mirada de escritor de Fuentes
se cumplía con feliz indulgencia el dicho de uno de los Plinios según el cual no hay libro tan
malo que no tenga algo bueno. Leyendo a sus contemporáneos Fuentes descubrió, a
principios de los años sesenta, la potente sintonía de obras y autores que terminó siendo el
boom latinoamericano.
subdirector del diario La Jornada
(1984-1987); director de la
editorial Cal y Arena; director de la
revista Nexos; Analista político ha
intervenido en programas de radio
y televisión principalmente Zona
Abierta; Publicó su primer libro de
ficción en 1983: la recopilación de
cuentos La decadencia del dragón
Mi primera impresión personal de Carlos Fuentes viene del domingo del año de 1964 en
y dos años después su primera
que dio en la Casa del Lago de la Ciudad de México precisamente la conferencia
novela: Morir en el golfo, que sería
anticipatoria del boom. Alguien había dicho célebremente, para la historia: “América,
llevada al cine con el mismo
novela sin novelistas”. Quería decir que había en este continente historias extraordinarias
nombre en 1990 dirigida por
que nadie sabía o se atrevía a contar. Alguien más, José Eustasio Rivera, al final de una
Alejandro Pelayo.
novela había descrito en una frase el destino inevitable de los habitantes de ese continente:
Premios y reconocimientos: Premio
“Se los tragó la selva”.
Nacional de Periodismo Cultural
1986, categoría de artículo de
Fuentes vino a decir aquella mañana de domingo a un grupo de escuchas entusiastas, diría
que convencidos de antemano, que América ya tenía novelistas y que a sus personajes,
como a los latinoamericanos todos, no se los había tragado la selva, la naturaleza
indomada e indescifrada de sus exóticos países, sino que eran parecidos a nosotros y
estaban vivitos y coleando en las páginas escritas por estos autores, hijos novísimos de la
ciudad, no de la selva, que vivían en París y Barcelona, habían leído a Faulkner y a Joyce, y
eran el principio de una nueva sensibilidad de las letras españolas comparable sólo a la que
medio siglo antes había desatado el modernismo.
fondo; Beca Guggenheim (1989);
Medalla al Mérito, estado de
Quintana Roo (1992); Premio
Mazatlán de Literatura 1998 por Un
soplo en el río; Medalla Gabriela
Mistral (Chile) (2001); Doctor
honoris causa por la Universidad
Veracruzana (2009).
Fuentes esperaba a la entrada de la sala, conversando con Juan García Ponce, los brazos
Bibliografía: La decadencia del
cruzados sobre los papeles de su conferencia, enfundado en un blazer azul marino que
dragón, cuentos, 1983; Morir en el
cubría una camisa azul siena con una corbata roja de nudo ancho y cómodo. Miraba pasar a
golfo, novela, Océano, México,
la multitud de ochenta personas y reía satisfecho bajo un elegante y alborotado bigote
1985; La guerra de Galio, novela,
juvenil. Alguien dijo, mi amigo José María Pérez Gay, que me arrastraba a la conferencia;
“Fuentes es el Cordobés de la literatura mexicana”. Se refería al torero de ese apodo que
entonces arrebataba a la afición de México y llenaba cada domingo la gigantesca plaza de
la ciudad, la Monumental Plaza México. Algo había de la espectacularidad del torero de
moda en este hombre guapo y risueño, de piel bronceada y primeras canas en las sienes
bien pobladas, que a la vez leía y actuaba su texto, con ritmo y gestos de director de
orquesta, dando paso a su alegato con largas y elocuentes citas de las novelas que venía a
presentarnos, subrayando con sus énfasis vocales la calidad física, musical, de aquellos
pasajes , sorprendentes y novísimos, de novísimos y sorprendentes autores de la lengua
llamados Carpentier, Cortázar, Vargas Llosa, García Márquez (García Márquez llegó a este
discurso después, pero ahora sería una mentira mítica decir que no estaba desde el
principio).
Editorial Cal y Arena, 1990;
Historias conversadas, cuentos,
Cal y Arena, 1992; El error de la
luna, novela, Alfaguara, 1995; Un
soplo en el río, novela, Cal y
Arena, 1997; El resplandor de la
madera, novela, Alfaguara, 1999;
Las mujeres de Adriano, novela,
Alfaguara, 2002; Mandatos del
corazón, novela corta,
Sudamericana, 2003; La
conspiración de la fortuna, novela,
Planeta, 2005; La provincia
Los acudientes a la buena nueva, estábamos ya, incondicionalmente, bajo la influencia de
Fuentes y empezaba a estarlo en esos años la literatura toda de lengua española, sacudida
por la novedad de estas novelas y estos novelistas que le ponían nombre por fin a la
América inenarrable.
Fuentes era comandante y vocero, autor y lector, de aquellas obras a la manera del guía y
descubridor de un nuevo corpus literario, radical y moderno, venido de Lima y Buenos
Aires, de Bogotá y La Habana y de la Ciudad de México, lugares todos posteriores a la
selva, a la vez cosmopolitas y autóctonos, equivalentes absolutos en la literatura a la
perdida, novela, 2007. Historia,
ensayo y periodismo: En torno de
la cultura nacional, coautor;
Instituto Nacional Indigenista,
México, 1976; La frontera
nómada. Sonora y la Revolución
mexicana, Siglo XXI, México, 1977;
Historia: ¿Para qué?, coautor; Siglo
novedad absoluta en la política que era en esos días la Revolución Cubana.
XXI, México, 1980; Caudillo and
Peasant in the Mexican Revolution,
Repito aquí lo que he dicho en otra parte: Como muchos otros mexicanos de mi
generación, al menos los que nos aglomeramos ese día en la sala de la Casa del Lago, yo
había empezado a leer a Fuentes a principios de los años sesenta con un fervor
adolescente, iniciático. Quizá no exagere si hablo en plural y digo que nos deslumbraba de
Fuentes no sólo la audacia pirotécnica de su prosa, sino también el personaje imantado que
coautor; Cambridge University
Press, 1980; Historia gráfica de
México, con Lorenzo Meyer;
Instituto Nacional de Bellas Artes/
ed. Patria, México, 1988; Después
emitía aquellas luces y gritaba a los cuatro vientos: "Soy escritor y no hay nada mejor en la
vida que serlo".
del milagro. Un ensayo sobre la
transición mexicana, 1988; A la
Antes que ningún otro en México, antes que Octavio Paz o Juan Rulfo, Alfonso Reyes o José
sombra de la Revolución mexicana,
Revueltas, Carlos Fuentes fue la encarnación genuina de un escritor profesional en el doble
con Lorenzo Meyer; Cal y Arena,
sentido del término: su único trabajo era escribir y no requería sino de sus escritos y de su
México, 1989; México: la ceniza y
condición de escritor para sobrevivir. En realidad, para vivir sobrado: mejor y más
la semilla, 2000; La tragedia de
libremente que sus parias pares.
Colosio, 2004; Pensando en la
izquierda, Fondo de Cultura
Los escritores mexicanos de entonces, como sus colegas latinoamericanos, combinaban
todo tipo de oficios subsidiarios para sostener su vida de escritores. Escribían textos
alimenticios, “artículos de primera necesidad”, como bautizó Luis Cardoza y Aragón a las
cuartillas apresuradas que se mandan a periódicos y revistas para comer más que para
honrar la vocación. Se enganchaban a la ilusión de holganza del oficio diplomático,
escribían discursos en altas y bajas esferas políticas o despintaban el escritorio de
Económica, 2008; Un futuro para
México, 2009, co-autor con Jorge
Castañeda.
sucesivos empleos burocráticos o escolares. Eran náufragos todos de un medio cultural
raquítico, donde había tantos autores como lectores y donde agotar ediciones de dos mil
ejemplares en cuatro años podía celebrarse como una hazaña de ventas y de aceptación
del público.
Durante la década de los sesenta, de La muerte de Artemio Cruz a Cambio de piel, pasando
por Cantar de ciegos, Cumpleaños, la crónica del mayo francés y La nueva novela
hispanoamericana, Carlos Fuentes fue para mí el escritor por excelencia, el ejemplo, como
el boom todo después, de una vocación asumida cuyo ejercicio indeclinable había sido
premiado con el éxito. Algo más, y más preciado también: Fuentes era en esos años uno de
los pocos escritores mexicanos en verdad independiente de las sujeciones económicas y
mentales de su medio. Desafiaba nuestro provincianismo con una solvencia cosmopolita y
una flagrancia sardónica que irritaban tanto como atraían, porque daban rienda suelta a
uno de los artistas menos reconocidos de los muchos que confluyen en Fuentes: el
dipsómano del kitsch y el esperpento.
Fuentes estaba en el mundo como un prestidigitador que unía con libertad eléctrica la
ficción y el ensayo, la pasión por el cine y por la fama, la libertad de costumbres y el brillo
de la celebridad, la elegancia cosmopolita y el slang del barrio, la vulgaridad y el
refinamiento, la alta y la baja cultura, mezclado todo en un lenguaje incandescente y
desafiante, libre de toda contención, vecino del exceso y la desmesura, capaz de la
exactitud naturalista y el impulso lírico, y de alcanzar una visión.
Este es el Fuentes que busqué y hallé siempre, en distintas medidas, en cada uno sus
libros, en el contexto de una obra torrencial, cuya cúspide inabarcable es Terra nostra,
pero cuya geografía restante es tan plural, antojadiza, visionaria y ambiciosa como la
primera gran salida del autor, La región más transparente, summa de estereotipos y
escenarios de una ciudad que antes que en la realidad existió en ese libro.
En la geografía de la ficción de Fuentes están las grandes alturas de La región más
transparente, La muerte de Artemio Cruz, Cambio de piel, Cristóbal nonato, Los años con
Laura Díaz, La voluntad y la fortuna. Están luego los valles intermedios, menos imponentes
pero más que hospitalarios, suficientes para consagrar a cualquier otro escritor: Las buenas
conciencias, Una familia lejana, Diana o la cazadora solitaria y la colección extraordinaria
de Constancia y otras novelas para vírgenes. Sigue la variedad de parajes y, escenarios
rurales, míticos o citadinos de sus cuentos: Cantar de ciegos, Agua quemada o La frontera
de cristal: sus juegos metafísicos y de mitologías modernas, como Cumpleaños o Zona
sagrada; las estaciones históricas: Gringo viejo, El naranjo o La campaña, y la tentación de
lo fantasmal sembrada en todo lo alto desde su primera incursión de Aura. Por toda esa
geografía cruza y deja su huella un pintor de paisajes proclive a la metáfora, el esperpento
y la caricatura, y un contador de historias sacrílego y desmandado cuyo lenguaje sólo sabe
correr riesgos mayores aún si el precio es una caída mayor. No hay control flaubertiano en
esta prosa que se dispara en todas direcciones. Hay electricidad, abundancia, libertad y
riesgo.
Siamés, vitalmente conectado, pero muy distinto del territorio torrencial de su ficción, es el
mundo ensayístico de Fuentes, tanto en el orden histórico como en el literario, incluye la
visión anticipatoria de La nueva novela hispanoamericana, que organiza y crea a la vez su
materia, la materia del boom, y sus sucesivos acercamientos al Territorio de la Mancha, esa
comarca del idioma español que puede incluirlo todo, puesto que todo lo sembró en su
lengua Cervantes, como Shakespeare en la suya. Del ensayista histórico, autor de El espejo
enterrado, no hay que decir sino que es el edificio racional y luminoso, que corresponde al
mundo oscuro y metafórico de Terra nostra, quizá el ensayo más incluyente y enriquecedor
de la tradición ibérica y su trasplante americano.
Finalmente hay el Fuentes político, el escritor metido en las circunstancias de su tiempo, y
de su tiempo mexicano, el hombre de izquierda socialdemócrata, cuyo eje de certidumbres
públicas y lealtades históricas cifran un puñado de personajes políticos: Lázaro Cárdenas y
Franklin D. Roosevelt, Felipe González y Francoise Mitterand, William Clinton, Fernando
Henrique Cardoso, Julio María Sanguinetti, Ricardo Lagos, Barak Obama.
Escribo esto al día siguiente de la muerte de Fuentes, una muerte sorpresiva, que lo tomó
en unas horas, sin aviso ni dolor. Una imprevisible hemorragia abdominal le quitó en unas
horas, primero el conocimiento y después la vida. Fuentes era una presencia tan cierta y
necesaria, tan continua y familiar en el espacio público mexicano, y tan activa y lúcida, que
parecía inamovible. Estaba en plenitud de sus facultades, con la única prisa de bendecir y
aprovechar el día. Al final de una cena reciente en su casa, con un grupo de
puertorriqueños harvardianos que lo habían acompañado a Xalapa, Ángeles Mastretta le
dijo:
-Carlos, nos vas a durar cien años.
Y él respondió:
-Conque dure mañana. Le doy la bienvenida a cada día.
En estas horas posteriores a su muerte inesperada, han ido cayendo en mí, poco a poco,
imágenes del Fuentes que traté en estos años, del que vi recibiendo premios en Holanda o
dando conferencias en Río de Janeiro y Nueva York. Del Fuentes aterido y estoico, vuelto
un sólo dolor contenido con Silvia Lemus en distintos momentos de enfermedad y agonía
de sus hijos Carlos y Natasha, el Fuentes que escuchó en vida elogios que la vida suele
otorgar sólo a los muertos. De todo lo que pasa por mi cabeza en estas horas de sorpresa y
luto, lo que se acaba imponiendo es una imagen trivial, de hace unos años, en el
aeropuerto de Houston. Fuentes entra al aeropuerto delante de nosotros jalando una
maletita para tomar un avión. Es el principio de uno de sus agotadores tours de
conferencias por distintas ciudades de Estados Unidos. Venimos juntos al aeropuerto pero
él va a un lugar y nosotros a otro. Lo vemos seguir rumbo a su puerta de embarque,
solitario y con prisa juvenil, imantado y dispuesto al viaje, con la prestancia de un
muchacho de setenta y cinco años, los que tiene entonces. Esa imagen trivial de repente
cifra para mí la verdad profunda de la vida de Fuentes, un escritor que viajó como pocos
por su imaginación y la de otros, por ciudades y países, por otras lenguas y otras
literaturas, siempre imantado y dispuesto a moverse, a explorar, a probar lo distinto, leer
lo nuevo, fecundarse de lo inesperado.
No va a descansar en paz.
*(Publicado en la revista Nexos, num 414, junio 2012).
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en esta edición de Crítica
⇒ SERGIO RAMÍREZ: De guapos de tiempos idos
⇒ CLARIBEL ALEGRÍ•A: Carlos Fuentes
⇒ HECTOR AGUILAR CAMÍ•N: Carlos Fuentes, el largo viaje
⇒ JUAN RAMÓN DE LA FUENTE: Luto mexicano
⇒ FEDERICO REYES HEROLES: Carlos Fuentes, in memoriam
⇒ COREA TORRES: La inagotable escritura. Otra vez Carlos Fuentes
⇒ MARIANTONIA BERMÚDEZ: La narrativa de Sergio Ramírez y su relación con
la nueva novela histórica latinoamericana
HOJA DE RUTACRÍTICANARRATIVAPOESÍACINEVITRINA
» Crítica
Luto mexicano
Juan Ramón de la Fuente
La partida de Carlos Fuentes ha calado hondo en los espíritus que conforman la cultura y la
intelectualidad mexicana, amén de sus lectores. En los que se contaban como una de sus
grandes amistades era Juan Ramón de la Fuente, ex-rector de la Universidad Nacional
Autónoma de México, y con quien Carlos estableció esa suerte de vínculo inteligente y
diálogo productivo que sucede cuando dos mentes brillantes se encuentran. Un ínfimo,
aunque sentido homenaje realiza Juan Ramón a su amigo Carlos Fuentes en este breve
texto titulado Luto mexicano, y que gracias a las gestiones de Sergio Ramírez nos lo
comparte en nuestra revista Caratula.
Juan Ramón de la Fuente Ramírez
(México, 1951).
Estudió la Preparatoria en el
Centro Universitario México.
Egresado de la Facultad de
Medicina de la UNAM.
Especialización en Psiquiatría en la
Clínica Mayo, Rochester,
Minnesota. Ganador del Premio de
Investigación de la Academia
Mexicana de Ciencias en 1989, y
presidente de la misma de 1996 a
1997. Secretario de Salud en la
presidencia de Ernesto Zedillo, a
partir de diciembre, 1994 – 1999.
Rector de la Universidad ´Nacional
Autónoma de México, 1999 - 2007.
Miembro de la Junta de Gobierno
de la Universidad de Naciones
Unidas y del Consejo de Naciones
“La frontera más importante del ser humano es la que está dentro de cada uno de
Unidas, cargo que desempeña a
nosotros, dentro de nuestro propio ser, y es incluso la frontera más difícil de entender: la
partir del 3 de diciembre de 2007.
frontera entre el cuerpo y el alma. No sabemos dónde empieza una y termina el otro, y por
Presidente del Programa de
eso vivimos en la ignorancia de lo que somos”.
Naciones Unidas contra el SIDA;
Carlos Fuentes 1928-2012.
México fue la gran pasión de Carlos Fuentes. Precisamente por eso fue también su gran
presidente de la Red de
Macrouniversidades de América
obsesión. Su historia analizada; su territorio recorrido; su dinámica social rigurosamente
descrita; su voluntad interpretada; su alma explorada; sus contradicciones, sus aciertos, su
ambivalencia, sus habitantes, sus dioses; su vitalidad encarnada en él mismo hasta ayer,
15 de mayo de 2012. Fuentes fue México desde Los días enmascarados. Pero Fuentes fue
también universal, y a través de él, de sus cuentos, novelas y ensayos, los mexicanos
somos también más universales.
Lo que más me impresionó siempre de Carlos Fuentes fue su libertad, el rigor con el que la
ejerció, la autenticidad con la que la vivió. Nos sorprendió una y otra vez, con esa forma
tan singular con la que intentó explicarse y explicarnos, a través del lenguaje, mucho de lo
Latina y el Caribe. Miembro del
Instituto Cervantes de España y
Presidente de la Asociación
Internacional de Universidades a
partir de julio del 2008. En enero
de 2012 fue nombrado miembro
honorario del Seminario de Cultura
Mexicana. Dirige la cátedra Simón
Bolívar sobre temas educativos
que somos, de lo que quisiéramos ser y de lo que no queremos ser. No en vano, Octavio
latinoamericanos en la Universidad
Paz lo consideró “un combatiente en las fronteras del lenguaje y un explorador de sus
de Alcalá de Henares.
límites”.
Ha recibido el Premio Nacional de
Ciencias y Artes; el Nacional de
Fuentes fue ante todo un humanista. Vocación que se enriqueció en sus experiencias
formativas, se amplió en su entorno familiar y se consolidó en sus vivencias universitarias,
cuyos relatos estaban salpicados de anécdotas y evocaciones cargadas de afecto y gratitud
a sus maestros y condiscípulos.
Su esfera familiar propició que entrara pronto en contacto con otro mexicano excepcional y
universal: Alfonso Reyes, quien le contagió su insaciable curiosidad intelectual e inculcó
para siempre en él la convicción universal de la cultura hispanoamericana. No se puede
Psiquiatría; el de Ciencias
Naturales de la AMC; Investigación
Biomédica de la ANM; Ricardo J.
Zevada del CONACYT. Ha recibido
condecoraciones de las
universidades de Salamanca y
Nacional de Costa Rica, así como el
doctorado Honoris Causa por las
entender a Fuentes sin Reyes.
universidades Ricardo Palma y San
Desde muy joven Fuentes enfocó simultáneamente sus preocupaciones sociales,
Marcos de Lima; Nacional de
intelectuales, estéticas y culturales a la realidad mexicana, pero también a la del mundo
Colombia; La Habana, Montreal,
entero. Esto le permitió una vasta comprensión no sólo de la cultura, la literatura y el arte,
San Carlos de Guatemala,
sino también de la política, de los conflictos internacionales, de las religiones, de las
Autónoma de Sinaloa, Autónoma de
ideologías, de las tecnologías, y claro, cuando llegó la globalización Fuentes ya se había
Santo Domingo, Lomonosov de
asomado a ella.
Moscú, Alcalá, y Nacional de
Córdoba, Argentina.
Es autor de cerca de 250 trabajos
científicos, y ha editado 13 obras
sobre temas de salud, educación e
investigación científica. También
ha escrito 41 capítulos y prologado
35 libros.
Al igual que ha ocurrido con cientos de miles de mexicanos, la Universidad Nacional
Autónoma de México fue también factor determinante en la formación de Carlos Fuentes.
Como miembro de la Generación de Medio Siglo en la Facultad de Derecho, fundó junto con
Víctor Flores Olea, Enrique González Pedrero, Miguel Alemán Velasco, Porfirio Muñoz Ledo,
Javier Wimmer y Mario Moya Palencia, entre otros, una revista con ese nombre. Para
entonces su vocación literaria ya era contundente.
Con esa gran actividad intelectual y literaria que empezó a desplegar en su juventud y que
nunca cesó, imbuido de la efervescencia cultural y el ambiente universitario que inundaban
las calles y los edificios del Centro Histórico, bajo la influencia de algunos de sus maestros
que él más recordaba, Pedroso y Campillo Sáinz, se consolidaron su espíritu humanista y su
vocación universal.
Fuentes estuvo siempre cerca de la Universidad, de la nuestra y de muchas otras, las más
prestigiadas del mundo, donde impartió cátedra, siempre con auditorios atestados de
jóvenes a quienes sacudía con la fuerza de sus convicciones y seducía con la armonía de su
lenguaje.
La generación de Fuentes también estuvo influida por la labor educativa impulsada por José
Vasconcelos. Querían aprender la lección vasconcelista, conocer de viva voz cómo había
sido aquella campaña alfabetizadora en un país que, en 1920 tenía 90% de analfabetos.
Vasconcelos estaba decidido a cambiar todo eso. Pero ¿qué decía Fuentes al respecto?:“La
publicación de los clásicos de la Universidad era un acto de esperanza, era una manera de
decirle a la mayoría de los mexicanos: un día, ustedes serán parte del centro, no del
margen; un día, ustedes tendrán recursos para comprar un libro. El libro es educación de
los sentidos a través del lenguaje, el libro es la amistad tangible, olfativa, táctil, visual que
nos abre las puertas de la casa, al amor que nos hermana con el mundo porque
compartimos el verbo del mundo. El libro es la infinidad de un país, la inalienable idea que
nos hacemos dentro de nosotros mismos, de nuestros tiempos, de nuestro pasado deseado
y de nuestro porvenir recordado; vividos todos los tiempos como deseo y memoria
verbales, aquí y hoy”.
Otra influencia importante en Fuentes, se fincó en aquellos ideales del Ateneo de la
Juventud cuya fuerza renovadora contribuyó decisivamente a sentar las bases de la cultura
mexicana del siglo XX. La tarea intelectual en el México que emergió de la Revolución fue
buscar el desarrollo a través del proceso educativo, preparando a los profesionistas que
requería el país pero cultivando siempre los valores cívicos, que eran los motores para
elevar el espíritu de los mexicanos.
Fuentes captó claramente el valor de la educación y lo que ésta significó para ese México
posrevolucionario en sus afanes por encontrar el mejor camino para su desarrollo. La
educación, decía, no puede estar ausente del proceso nacional que conjugue pacíficamente
las exigencias del cambio y la tradición: “México no puede estar ausente del proceso
mundial de la educación, que la ha convertido en base de un nuevo tipo de progreso veloz,
global e inmisericorde con los que se quedan atrás; pero no debemos apostar sólo al
México adelantado, integrado al comercio y a la tecnología mundiales, si al mismo tiempo
se relega al olvido el México de la pobreza, la enfermedad y la ignorancia”.
En el debate del siglo XXI, Fuentes puso el dedo en la llaga de la globalización y reivindicó
la importancia de la educación en la era de la información; pero al mismo tiempo advirtió
sobre los peligros que corre la educación cuando se pretende reducirla a otra mercancía,
como si fuera un bien especulativo, dirigida solamente al mercado, soslayando el arte, las
humanidades y las ciencias sociales.
La sentencia de Fuentes sobre estos temas fue contundente:“La educación debe ser el
motor mismo del cambio mundial; y no puede haber sociedad de la información sin
educación; sin esta última no puede haber cambio, progreso ni bienestar. El capital
productivo no crecerá sin el capital social, y éste no aumentará sin el capital educativo, sin
un proyecto generador de profesionales, técnicos, científicos, artísticos y humanísticos que
sepan promover la riqueza con justicia y el bienestar con libertad”.
Nada ilustra mejor la pasión y la obsesión de Fuentes por México, que la ciudad de México,
su ciudad, real e imaginaria: “La ciudad de México es un fenómeno donde caben todas las
imaginaciones. Estoy seguro de que la ciudad de Moctezuma vive latente, en conflicto y
confusión perpetuos con las ciudades del Virrey Mendoza, de la Emperatriz Carlota, de
Porfirio Díaz, de Uruchurtu y del terremoto del 85. ¿A quién puede pedírsele una sola
versión, ortodoxa, de este espectro urbano?”
Es cierto, se requieren de múltiples visiones, y las hay, pero ocurre que la de Fuentes tenía
toda la fuerza de su imaginación privilegiada. Como Balzac y Dickens imaginaron París y
Londres, así Fuentes imaginó la ciudad de México y el país todo: sus tiempos, sus
personajes; sus alegrías y sus tragedias; sus riquezas y sus miserias. Por supuesto que el
México de Carlos Fuentes no se correspondía palmo a palmo con la realidad objetiva, sino
con una realidad imaginaria, que no por eso deja de ser verdadera; al contrario, es más
certera, más contundente y más perenne. Por eso sobrevive al paso del tiempo y se afianza
en nuestra mente, en nuestra memoria, en nuestras emociones, como ocurre con las obras
de arte. Por eso también las obras de Fuentes les dicen a los jóvenes de hoy ideas distintas
de las que les dijeron a los lectores cuando aparecieron originalmente, y a veces, les
transmiten cosas que su autor jamás pensó comunicar a través de ellas.
Propenso a lo integral, a lo cósmico, Fuentes no se agotó con la vida de sus personajes,
porque sus personajes piensan, sienten, sueñan, mienten y son engañados; traicionan y
son traicionados, y lo mismo fueron indios, mestizos, criollos o españoles. Hay un afán
totalizador que nunca se agota.
En la obra de Fuentes los personajes resucitan siempre en la misma tierra que
los vio nacer, la Terra Nostra de México, pero que el escritor podía convertir en otro lugar.
La historia y la cultura no son más que el trayecto de los hombres hacia la utopía, desde
Ixca Cienfuegos hasta Cristóbal Nonato; desde Artemio Cruz hasta los personajes de Todas
las familias felices. Pero como a Fuentes siempre le obsesionaron las fronteras de todo tipo,
no le bastaron este mundo y sus utopías: tuvo la urgente necesidad de crear otro mundo,
el del fin de las certidumbres y el inicio de la verdadera condena del hombre moderno: a
condena de su libertad, de ser libre en el tiempo, en un mundo sin dios y sin diablo.
Fuentes intentó de mil maneras descubrirnos y explicarnos qué somos, qué hacemos aquí,
desde el reino de la imaginación libre y portentosa en el que se desarrollaron sus historias:
un mundo que a veces parece éste, el de todos los días, pero que en realidad es otro, el de
su creatividad, el de la libertad del intelectual; el del crítico implacable, el que condena y
elogia a placer con la fuerza de su convicción, con la agudeza de su inteligencia y con su
capacidad para expresar a través del lenguaje, lo más sutil y lo más burdo; lo inaudito y lo
predecible; lo que de alguna manera intuíamos y lo que nunca hubiéramos anticipado;
transmitiendo además la subjetividad de sus personajes que es en muchos aspectos la
misma subjetividad de sus lectores, nuestra subjetividad.
Tal es el México real e imaginario que Fuentes construyó para nosotros, su gran legado, en
el que todos podemos ser sus personajes, porque todos tenemos un poco de esos
personajes, hombres comunes, héroes o villanos. Todos sus lectores somos un poco de
Carlos Fuentes y por eso, su muerte nos abruma, nos conmociona. La noticia dio la vuelta
al mundo pero el luto es mexicano.
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en esta edición de Crítica
⇒ SERGIO RAMÍREZ: De guapos de tiempos idos
⇒ CLARIBEL ALEGRÍ•A: Carlos Fuentes
⇒ HECTOR AGUILAR CAMÍ•N: Carlos Fuentes, el largo viaje
⇒ JUAN RAMÓN DE LA FUENTE: Luto mexicano
⇒ FEDERICO REYES HEROLES: Carlos Fuentes, in memoriam
⇒ COREA TORRES: La inagotable escritura. Otra vez Carlos Fuentes
⇒ MARIANTONIA BERMÚDEZ: La narrativa de Sergio Ramírez y su relación con
la nueva novela histórica latinoamericana
HOJA DE RUTACRÍTICANARRATIVAPOESÍACINEVITRINA
» Crítica
A Carlos Fuentes, in memoriam
Federico Reyes Heroles
La impronta asentada en la memoria colectiva de lectores y amigos por la vida y obra de
Carlos Fuentes será imborrable. Los recuerdos para aquellos cercanos a su vida, como el
caso de Federico Reyes Heroles, resultan gratos, esclarecedores. Las anécdotas van y
vienen en su relación dando cuenta de una amistad a todas luces entrañable. Una forma
valedera para Federico de rendirle un postrer homenaje a Carlos, al artista, al maestro “Ese
FEDERICO REYES HEROLES
Es originario de la Ciudad de
gran seductor que atrapaba con un solo instrumento: la palabra”, es precisamente por
intermedio de las palabras y así lo consigna en este texto.
México donde nació el año de
1955.
Escritor y comentarista de política.
Es profesor y miembro del
patronato de la Universidad
Nacional Autónoma de México.
Miembro del Consejo de la
Comisión Nacional de Derechos
Humanos. Presidente del Consejo
Rector de Transparencia Mexicana
y Presidente del Consejo Directivo
de Fundación Este País.
Colaborador de los periódicos
Reforma y El Norte. Autor de las
novelas Ante los ojos de Desiré,
Decía Alexis de Tocqueville que la fortaleza de una nación radica en la solidez de sus
recuerdos y el poderío de sus sueños. Pero el recuerdo y los sueños de una nación se
tienen que plasmar en palabras. Sólo la palabra permite reconocernos, compartir, ser en lo
individual y en lo colectivo. Pero la palabra no cae de un árbol como fruto gracioso. La
palabra necesita de ingenieros que consoliden los cimientos, de arquitectos que imaginen
una forma y, quizá lo más difícil de encontrar, de un alma que sienta por sí misma y por los
demás.
2000; Noche tibia, 1994; Canon; y
El abismo, 2002; publicadas por
Alfaguara y de los libros de ensayo
Alterados. Preguntas para el siglo
XXI; Sondear a México, 1995;
Conocer y decidir, 1998; y
Memorial del mañana, 1999;
publicados por Taurus.
Cruzábamos el Atlántico en un buque allá por los años sesenta. Mira allí está Carlos
Fuentes, vamos a saludarlo, dijo mi madre. Yo era un niño. Se conocían desde muy jóvenes
del Servicio Exterior. Husmeaba en la biblioteca del barco cuando lo interrumpimos. Fue
afable, vestía jeans, me pareció gozoso. Es un gran escritor fue la única explicación que
recibí. Escritor pensé, qué misterio. Con los años comprendí que el quehacer de un escritor
era ampliar el alma para sentir más y mejor y poder poner esos sentimientos en negro
sobre blanco, atraparlos en palabras. El referente del escritor era Fuentes.
De Quetzalcóatl a Pepsicóatl escribió Fuentes en un libro tan arbitrario como brillante,
Tiempo Mexicano. ¿Pero a quién se le ocurre algo así? A Fuentes que atrapó la tensión
entre las tradiciones y la modernidad. Además en el título mismo de la obra delataba una
de sus grandes obsesiones: el Tiempo, con mayúscula, no el que miden las agujas de un
reloj, -¡qué fácil sería!- el otro, el subjetivo, el de Kant en el cual una mirada, un minuto
puede transformar una vida y un siglo, ser un interminable pasmo.
“Tus dedos helados... sin tacto... tus uñas negras, azules... tus quijadas temblorosas...
Artemio Cruz... nombre... ‘inútil... “corazón”... “masaje”... “inútil”... ya no sabrás... te traje
adentro y moriré contigo... los tres... moriremos... Tú... mueres... has muerto... moriré”.
Son los últimos renglones de La Muerte de Artemio Cruz, novela icónica del laberinto social
y emocional de la post revolución.
Allí Fuentes indagaba en los recuerdos, lo hacía para construir nación, para crear una
identidad a través de la palabra, su gran obstinación. Decir las cosas, decirlas a tiempo y
con un sentido final capaz de hermanar emociones, esa era la meta. Pero si la Revolución
era tema arquetípico de la literatura mexicana de la segunda mitad de siglo XX, el retrato
de una gran ciudad no lo era. Fuentes venía ya de La Región más Transparente donde
había logrado delatar a la pseudo aristocracia, a los Betos y las Gladys, a los amenazados
en su imaginario colectivo por la revuelta popular. Triunfadores de oropel, fracasados con
disfraz, el proletariado tan de moda en esa época y los que fluctúan de una clase a otra –
decía Fuentes- para designar a las que hoy llamamos clases medias. Muchos personajes
representativos de un México que, por desgracia, todavía no queda atrás del todo. La
capital cobró conciencia de sí misma. La nación cobró conciencia de su capital.
Pasado, Artemio Cruz, presente, La Región más Transparente y por qué no futuro. Por qué
no imaginar un transporte aéreo masivo para los trabajadores mexicanos que se ganan sus
pesos colgando de las ventanas de los grandes edificios de Chicago o de Nueva York,
ciudad que Carlos amaba como a pocas. Se bambolean en sus cuerdas limpiando vidrios
sucios para los cuales ya no hay valientes en nuestro vecino del Norte. Hacen dinero y se
vienen a México volando. Allí están los relatos que imaginaban un futuro que crea nación.
Por qué no una identidad nacional que surge al norte de México y al sur de los Estados
Unidos. Una nueva identidad que obliga al encuentro. Ciudadanos de Oaxaca o Michoacán
conviviendo con texanos y californianos. Pintores, poetas, dramaturgos producto de ese
encuentro fantástico e incomprendido. Fuentes siempre creyó en esa fuerza resultado del
encuentro de culturas. Lo que salga será mejor, pensaba. El purismo no era su convicción.
Alumno informal de un gran tutor con quien lo unió una profunda amistad, me refiero a
Alfonso Reyes, Carlos Fuentes siempre defendió la tesis del regiomontano: la cultura o es
universal o no es cultura. Lo demás es folclor. Por eso se lanzó a una aventura magna
como lo es El Espejo Enterrado en donde nos habla de Zurbarán o de Las Bodas del Fígaro,
ese espléndido y complejo texto en que cruza los mares, el Atlántico en particular, para
mostrar los puentes invisibles pero indestructibles que unen a las culturas de una y otra
costa. Qué hombre más complejo y completo era Fuentes. Lo recuerdo en la excelente
versión de ese libro –El Espejo Enterrado- elaborada por la televisión británica. Allí nuestro
gran escritor se despliega frente a las cámaras como si lo hubiera hecho toda la vida.
Y ya que en las cámaras andamos, cómo dejar de mencionar a ese Carlos cinéfilo que
competía con José Luis Cuevas y con Monsiváis recordando directores, guionistas,
camarógrafos y por supuesto actores y actrices, sobre todo a las bellas. Porque también
estaba ese Fuentes capaz de cantar tramos enteros de Don Giovani o de repetir al alimón
con García Márquez grandes parrafadas de Quevedo o de Góngora. Un escritor no puede
tener límites, debe poder experimentar emociones diversas, disfrutar de una deliciosa nieve
o baliar en algún arrabal de Buenos Aires, ciudad por la cual también tenía una particular
debilidad consecuencia de su estadía infantil como hijo de diplomático.
Pero Carlos Fuentes vio con toda claridad que tenía varias misiones culturales que cumplir:
su obra por supuesto, su trabajo en los recuerdos y en los sueños, era la principal. Pero
podía también servir de puente, de enlace entre los brillantes pero desorganizados brotes
de la literatura de habla hispana. De ahí su fantástica producción como ensayista y crítico
literario: de La Nueva Novela Hispanoamericana, donde hace una radiografía de Vargas
Llosa, de Carpentier, de su gran amigo García Márquez, de Cortázar y Goytisolo, libro de
finales de los sesenta, a La Gran Novela Latinoamericana del 2011, pasando por Geografía
de la Novela del 93. Pero basta de traer a la memoria los infinitos títulos de su amplísima
obra. Para eso tendremos, por desgracia, mucho tiempo para ordenar y recapacitar. Sería
injusto quedarnos allí. Porque hay mucho más. Voy a las virtudes.
Carlos Fuentes el gran conversador.- No sólo me refiero a los recuerdos privados de
prolongadas noches, sino a las múltiples entrevistas donde el ánimo pedagógico imperaba y
la pasión se engalanaba. Admirador de sus grandes maestros de la Facultad de Derecho de
la UNAM, Fuentes sabía del poder de la oralidad y lo explotaba segundo a segundo. Nada
odiaba más que una conversación insulsa, insabora e incolora.
Carlos Fuentes el laborioso.- Se dice fácil decenas de libros pero la disciplina cotidiana de
Fuentes, su ritual de trabajo, su severidad consigo mismo, el sacrificio implícito, son una
lección para todos. Fuentes se tomó en serio su oficio y eso debe ser ejemplo para muchos.
Carlos Fuentes el conferencista.- Francés, inglés y por supuesto español todos a la
perfección, Fuentes era un gran seductor que atrapaba con un solo instrumento: la palabra.
La construcción de las oraciones y los párrafos; los adjetivos, la entonación, su cuidada
dicción y por supuesto su gran capacidad histriónica al servicio de las ideas. Ni pantallas, ni
lucecitas, ni música de fondo. Carlos rompía el silencio del auditorio y sabía el instante
preciso para regresarlo y provocar una ovación.
Carlos Fuentes el organizador de aventuras.- Como si no tuviera qué hacer, se daba tiempo
para organizar encuentros, congresos e incluso una institución como lo es el Foro
Iberoamérica con más de una década de vida donde, año con año, propició la reunión de
empresarios, intelectuales y personajes de la talla de Felipe González, los expresidentes
Sanguinetti, Cardoso, Gaviria, Lagos y varios más, todo con el fin de mantener viva la
flama de su sana obsesión iberoamericanista.
Pero no todo era suavidad y cortesía del diplomático natural que llevaba dentro. El
comentarista periodístico Fuentes, era una pluma de tenerle miedo. Basta con revisar un
texto implacable que se describe en el título: Contra Bush. Su posición liberal y progresista
lo llevó a comprender los límites de los ensueños de los sesenta y a fortalecer las libertades
como única ruta hacia la gran libertad.
Imposible no recordar otro atributo. Carlos Fuentes fue un hombre muy generoso. Lo fue
con sus amigos, pues era muy amigo de sus amigos, pero también con desconocidos a los
que firmaba, en apariencia sin cansancio, cientos de ejemplares, aunque después estuviera
agotado. Generoso, muy generoso, con los escritores jóvenes, a quienes nunca se cansó de
impulsar. Por algo murió el día del maestro. Brinco al plural, generosos, porque Silvia y él
no podían contenerse de compartir sus comentarios sobre una buena película o DVD o
puesta en escena de una ópera. Generosidad que inundó su casa para convertirla en lugar
de encuentro de los diversos, de discusión, de abrazos fraternales de los adversarios
políticos. ¡Qué enseñanza civilizatoria!
Viajeros incansables Silvia Lemus, su gran amor, su gran compañera en las muy buenas y
las muy malas, que también las hubo, le llevaba hogar a donde Carlos tuviera que ir. Los
Fuentes se erigieron en una antena muy sensible de lo que ocurría en el mundo. Durante
meses de ausencia y vuelos innumerables por todo el globo, acumulaban información y
conocimiento que llegaban a compartir. Hoy puede parecer poca cosa, pero en un país
cerrado esa labor fue vital. Encarnó la convicción de llevar México al mundo y traer más
mundo a México.
Lo veo en aquel buque muy lejano en la memoria; lo veo en su estudio mirando a los
volcanes, rodeado de libros; lo veo enfático y convincente en una conferencia. Lo veo
tomándonos un bravo martini simplemente porque sí; lo veo en La Orduña, cerca de
Jalapa, visitando solos el ingenio azucarero donde había sido concebido, eso me dijo; lo veo
bailando con Silvia en Cartagena al lado de los Gabos; lo veo en Londres trepando a su
departamento y en Roma gozando la ciudad y una pasta; lo veo con sus dedos índices
chuecos, por no decir deformados, de tanto apretar la tecla, pero sobre todo lo veo
discutiendo sobre su México, ese que siempre quiso fuera mejor, más próspero, más justo,
un México que estuviera a la altura del mundo.
En este abrupto vacío tenemos un consuelo: terminó como quería, leyendo, viajando, con
proyectos, discutiendo y sobre todo, con los dedos sobre el teclado. Fue un hombre cruzado
por la pasión, en la charla, frente a la hoja en blanco, ante la estética.
Qué buen artículo, le dije el lunes a eso de las dos de la tarde. Si te gustó este, espérate al
de mañana. Ya lo comentaremos, me dijo. Guaseamos un rato, me habló de su nuevo
proyecto y del problema de mover tantos libros. Oye, le dije, quedamos de ir al teatro. Es
cierto búscate algo. Órale, le respondí. Yo disparo la cena, me dijo, tú pagaste la última
comida. De esa no te escapas querido Carlos. Siguiendo a Tocqueville, te habremos de
buscar en nuestros recuerdos y en nuestros sueños sabiendo que eres parte central de la
gran nación que ayudaste a construir.
Gracias Carlos por lo mucho que nos diste, a los individuos, a tu México.
Descansa. Sin ti, pero rodeada de los muchos que te quieren, tu güerita, tu gran
preocupación, habrá de estar bien.
Ha sido un honor. Gracias.
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⇒ JUAN RAMÓN DE LA FUENTE: Luto mexicano
⇒ FEDERICO REYES HEROLES: Carlos Fuentes, in memoriam
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la nueva novela histórica latinoamericana
HOJA DE RUTACRÍTICANARRATIVAPOESÍACINEVITRINA
» Crítica
Otra vez Carlos Fuentes
La inagotable escritura
Corea Torres
¿Quién es Carlos Fuentes? Se me antoja describirlo a la manera de Luis Buñuel: “Carlos
Fuentes quizá sea un gran destructor de las conciencias tranquilas”, pero además, para
almibarar el comentario, un creador de esperanza humana.
COREA TORRES (Chichigalpa,
Carlos es una enciclopedia de sensaciones y sentimientos forjados en el crisol del
Nicaragua, 1951).
cosmopolitismo que lo hizo nacer en Panamá para luego devenir en Chac Mool y de ahí
encarnarse en las distintas personalidades inscritas en el Ixca Cienfuegos de La región más
transparente, en el Artemio Cruz de su propia muerte, en el Gringo viejo, y en el Jaime
Ceballos de Las buenas conciencias, para terminar en los huesos de Felipe Montero,
Escritor, poeta, crítico literario.
Estudió Ingeniería Química en la
Universidad Autónoma de Puebla y
enamorado de la vieja Consuelo Llorente y de la joven Aura. Todas sus novelas le
responden a sus cuestionamientos con historia, con génesis, con cultura, por eso las
escribe, para encontrarse.
Para decirlo pronto, Carlos Fuentes es la obra novelística que responde cuando nos
preguntamos cuál es el signo más representativo de la narrativa contemporánea mexicana.
laboró en la industria del papel y
cartón para envoltura por más de
20 años.
Lector desde siempre. Maestro de
talleres literarios en la Casa del
Escritor de Puebla. Coordina la
Sala de Lectura Germán List
Arzubide. Autor de la columna
Libros de la revista semanal
MOMENTO en Puebla.
Asesor literario independiente.
Colaborador del suplemento
cultural El Nuevo Amanecer de El
Nuevo Diario, de Managua. Editor
de la sección Crítica y colaborador
de la revista virtual www.caratula.
net
¿Por qué mantener la vigencia lectora de Carlos Fuentes? pregunto y contesto de
inmediato: simple y llanamente por memoria, salvaguardar en nuestro acerbo la narrativa
Ha publicado: ahora que ha llovido
de Fuentes incita, siempre que se lee nos mueve a verificarnos como habitantes de México.
(Poesía, 2009 CNE). Miscelánea
No creo necesario entrar en la hipérbole para allanarme el paso a estos apuntes acerca de
su ficción. Si bien es cierto hemos mantenido una relación cercana con las palabras de
Carlos a través de los volúmenes que ha publicado, es refrescante tenerlo cerca, es decir,
atender a los guiños que hace para re-visitarlo, re-descubrirlo, o, como el caso de ciertos
lectores explorarlo por primera vez.
Acudo al azar para encontrarme con Los días enmascarados, libro de cuentos de su autoría.
El índice informa los títulos contenidos: “Chac Mool, En defensa de la Trigolibia,
Tlactocatzine, del jardín de Flandes, Letanía de la orquídea, Por boca de los dioses y El que
inventó la pólvora, seis cuentos cuya naturaleza fantasiosa induce a recorrerlos con la
percepción prendida en el botón de las sensaciones. La contraportada también comunica
que este libro contiene sus textos iniciáticos. Fuentes fue precisamente uno de los
primeros creadores mexicanos que se inmiscuyeron con su escritura en el pasado indígena,
entremezclándolo con el tiempo actual, logrando con ello una simbiosis nada despreciable
cuya virtud esencial es que coadyuva a re-encontrar la raíz propia del deambular por este
México nuestro de todos los días.
Este tema al que aludo: lo indígena con el hombre de hoy, aparece un tanto en los Los días
enmascarados, para indicarlo con más precisión en los relatos: Chac Mool y Tlactocazine,
del jardín de Flandes. Los demás textos se encaminan hacia otros rumbos narrativos,
ejemplo de ello es En defensa de la Trigolibia, que suena como un ejercicio más bien
juguetón de la palabra, relacionándolo con una porción de la política y aunque se nota un
erótica (Poesía colectiva 2007,
BUAP). Los guajolotes de donde La
Güera, Antología de cuento Puebla
directo (Ayuntamiento de Puebla y
BUAP, 2010).
Colaborador de Radio ABC, 1280
AM, Puebla, con su columna Libros
al medio día, los viernes.
Ha publicado poesía, cuento y
ensayo en diversos periódicos y
revistas poblanas.
tanto incipiente, ya deja ver en su estructura cierta carga de la búsqueda de Carlos Fuentes
en los terrenos de lo sociopolítico, como una manera de explicar y explicarse le época en la
cual vive.
No está por demás manifestar la vena fantástica en la que Carlos incursiona tanto en Chac
Mool como también En la letanía de la orquídea cuento ubicado en la Panamá de Centro
América, donde hace crecer esta bella flor en la rabadilla de Muriel (protagonista) y desde
ese referente botánico establecer una fantasiosa disquisición.
Ya en Los días enmascarados pueden observarse algunos elementos esenciales que
constituyen la prosa narrativa de Fuentes vinculados con su forma de fabular, el uso de la
palabra, la visión de su raíz indígena y de algún modo los atisbos de la atmósfera siempre
intrigante de lugares y situaciones. Cuando terminé de arrimarme a estos días con antifaz,
ingresó en mi espíritu esa suerte de sensación que me dejó Aura cuando la descubrí:
ambientación nebulosa, impredecible y misteriosa que se asocia con la mohosidad y la
incertidumbre, hay en Tlactocatzine, del jardín de Flandes mucho de ese sabor que se
aleja de una realidad pero de pronto sensibiliza y conduce a esas otras vertientes que no
siempre nos gusta explorar. Chac Mool, por ejemplo, desquebraja en su momento un
mucho la cuentística de los medios del siglo pasado, por cuando sus implicaciones con la
argumentación imaginativa de la anécdota, pervierten lo hasta ese entonces escrito, a
pesar de que la temática, como se dice siempre, ya haya sido contada, sólo que Carlos tuvo
la habilidad ¿el oficio? de volverla a poner en el tapete literario con la misma potencia de
los grandes cuentistas que lo antecedieron.
¿Cómo concibo a Carlos Fuentes después de haberlo leído en algunas de sus creaciones? Se
me antoja describirlo parafraseando a Luis Buñuel: un gran destructor de las buenas
conciencias, pero además, para almibarar el comentario, creador de la esperanza humana.
Carlos es un almácigo de sensaciones y sentimientos forjados en el crisol del
cosmopolitismo, que lo hizo nacer en Panamá un 11 de noviembre de 1928 por meras
razones circunstanciales, porque su padre, Rafael Fuentes Boettiger, integrante del cuerpo
diplomático mexicano, ejercía allí sus esfuerzos laborales. Debido a las constantes
mudanzas de sedes diplomáticas Carlos tuvo el privilegio de aprender varios idiomas, entre
ellos el inglés y el francés, que le ayudaron a realizar lecturas en esas lenguas sin
necesidad de traductores. Estudia la preparatoria en México, experiencia que lo dota del
compromiso de la búsqueda de la identidad mexicana, de tal manera que sus novelas le
responden a sus cuestionamientos con historia, con cultura. Pareciera que por eso las
escribe, para encontrarse.
Trabajó un tiempo como periodista e inició estudios universitarios en la Facultad de Leyes,
los cuales abandona para viajar a Londres. Posteriormente decide fincar su residencia
pasando partes del año en tierras inglesas, en París, y otro tiempo en México. Es decir
deviene en Chac Mool y de ahí encarna en las distintas personalidades inscritas en el Ixca
Cienfuegos de La región más transparente, en el Artemio Cruz de su propia muerte, en el
Gringo viejo, y en el Jaime Ceballos de Las buenas conciencias, para terminar en los huesos
de Felipe Montero, enamorado de la vieja Consuelo Llorente y de la joven Aura como un
ejercicio lúdico que le permite atisbar el pasado y permanecer en el presente.
La narrativa de Fuentes, para decirlo pronto, responde a las expectativas cuando
preguntamos cuál es el signo más representativo de la novela mexicana de la mitad última
del siglo XX. Me apropio del concepto de José Emilio Pacheco para redefinirlo: ya no es
nada más el gran novelista de su país, México, sino de todo el mundo hispánico.
La región más transparente, novela icónica de su producción ya cumplió cincuenta años de
haber sido publicada, pero: la voz de Ixca Cienfuegos su protagonista, aún retiembla en los
espíritus lectores.
Ixca continúa cual conciencia galopante extrayendo verdades a esos personajes tan vívidos
creados por la pluma e imaginación de Carlos. No ha bastado el tiempo para anquilosarlo ni
mucho menos convertirlo en ente caduco. Más bien, por lo que logra entrever dentro de la
maraña de asesinatos, carestías, desempleo, desencanto social, miseria y otras lindezas del
paisaje mexicano, cobra una notoriedad, que bien valdría reflexionar para entender y
combatir.
Carlos Fuentes ha ensayado dentro de esta novela La región más transparente acerca del
ser mexicano y sus contradicciones. Un ensayo lúcido y lúdico, virtudes que generan
pensamiento y sonrisa irónica ante los aconteceres torales, que de pronto se nos escapan
ante la maleza de informaciones (desinformaciones).
He releído La región más transparente con acentuado interés para redescubrir los matices
que en aquella primera lectura se me escaparon y que a la luz del tiempo transcurrido, las
experiencias, las investigaciones realizadas y las circunstancias actuales, me dejan con una
carga de nuevas dudas. Eso y nada más eso exacerba mi pasión por este libro. Los tramos
en los que envuelvo mi atención, ahora, me parecen esclarecedores a la vez que lapidarios.
Cómo explicar que los acontecimientos vistos por Fuentes en esos tiempos se repiten ahora
cual si fuese un ciclo de singular regularidad –me refiero a comportamientos de clase de
una sociedad sujeta a reciclajes previstos por una fuerza superior que los acomoda, para
que de nueva cuenta sucedan-, convirtiendo en protagonistas a ciertos personajes
amparados al margen de los trajines, de los dramas, de los golpes, para aparecerse
oportunamente e implantarse como los grandes salvadores de la nación.
La región más transparente a través de sus habitantes más conspicuos, elaboran la historia
reciente de un México que sufre, como sufrió hace cien años los embates de una
revolución, de un cambio obligado. Creo, porque lo confirmo viendo a mí alrededor, que la
familia Ovando, Francisca y su mujer Lorenza, los Zamacona: Ana María, su hija Ana María
con su hijo Manuel. Rosenda Zurbarán de Pola, Rodrigo Pola. Federico Robles, Norma
Larragoiti y Roberto Régules entre otros, así como Teódula Moctezuma e Ixca Cienfuegos
son los moradores de la historia actual mexicana encarnados en otros nombres.
Tal vez, y así tiene que ser, uno puede o no, estar de acuerdo en lo narrado por Fuentes,
pero existe algo que hace de esta obra el retrato de una realidad: la manera en que nos
endilga los orígenes de cada uno de sus personajes: Están contados con la sangre de
alguien que parece los siguió de cerca. La verosimilitud de las narraciones dentro de la
historia general logra momentos de gran alcance literario, porque hace al lector confiar en
lo que está diciendo. Lo que se descubre en La región más transparente, es verdad, ya sea
dentro de los ámbitos de la pobreza o de la aristocracia, como también de los espacios
habitados por los oportunistas que se hacen ricos con la información privilegiada a la que
acceden merced a sus triquiñuelas.
Las bases para la conformación, construcción, de los grupos sociales de una ciudad, pueden
verse en esta novela. México D.F. es atendida por Carlos Fuentes con el respeto inobjetable
a un sitio que ama, y no quiero decir con ello que la trata con benevolencia sólo porque es
su ciudad. No. Carlos hace una estupenda recreación de la polis, de la multitud que la
acecha, de los itinerantes que llegan y se adosan a sus calles, a sus rincones, acomodando
ilusiones que pronto serán cumplidas, o desbaratadas con las tragedias consecuentes.
“Todas las cosas son viejas, y solo son novedosas al tener éxito”, pregona un Rodrigo Pola,
novio despreciado por Norma Larragoiti, quien tiene su desquite al emparentarse con
Pimpinela de Ovando, figura frágil de la aristocracia decadente de los porfiristas, y triunfar
en los terrenos de la argumentación cinematográfica, mientras, Norma ensoberbecida por
la posición de su marido Federico desciende a los infiernos del empobrecimiento financiero,
ergo, desprestigio social. Un mucho de esa expresión cabalga en los pasajes de la historia,
en donde vemos el accionar de un Federico Robles combatiente de la revolución, quien
aprovecha, como muchos, el caos de los sucesos para subirse al carro de la prosperidad y a
partir de sus negocios, no siempre éticos, mantener un modus operandis que da fiel cuenta
de la aparición de inéditas fortunas.
La creación de nuevos ricos, las recientes formas de convivencia y relaciones amarradas al
poder y al dinero, como las distintas perspectivas de visualizar la realidad moderna que se
avecina, son armadas bajo la sombra, conformando nuevas clases gobernantes,
convirtiendo a la vez a decadentes aristócratas en verdaderos parásitos del presupuesto.
Historia no por menos conocida, real.
Ambientes y atmósferas se contorsionan ante los vaivenes volubles de las intenciones de
Fuentes, creador visionario de un futuro atribulado. Convierte La región más transparente
en un documento que, a la luz de los cincuenta años transcurridos le confieren la razón. La
inteligencia de sus apreciaciones bien pudieron haber sido tomadas en cuenta para realizar
estudios de lo que nos pasaría ahora en la actualidad, si no vean: Carlos toca el tema del
petróleo, con la certeza de que más adelante será fruto de discordia entre los mexicanos, y
señala con dedo flamígero a desleales funcionarios y empresarios ocupados en sacar la
mejor parte de la raja, en lugar de buscar los beneficios para la población en general.
Amén de la estructura novelística basada en contar la historia general en boca propia de los
protagonistas, Fuentes convierte los capítulos en el génesis de cada figura, así Norma
Larragoiti tiene sus momentos de gloria, Federico Robles aparece contándole, al igual que
Rodrigo Pola, sus aventuras vivenciales a Ixca Cienfuegos, quien, como ya lo consigné, es
elemento sustancial del entramado –además de tener su propio apartado-.
Librado Ibarra, Rosenda Zurbarán de Pola, Mercedes Zamacona, Hortensia Chacón,
mecanógrafa y segunda esposa de Robles, Gladys García, la prostituta, Betina Régules, hija
del abogado magnate Roberto Régules, merecen también la atención específica de Fuentes
y detrás o al frente de ellos, Ixca Cienfuegos observando, asestando consejas, aclarando
conceptos, develando misterios, mantiene su protagonismo, disfrutando su ambigüedad y
misterio.
No hay duda, fascinación por México es lo que siente Carlos Fuentes. Por ello acude a todas
las formas posibles de contarlo, procurando no dejar nada por resolver en cuanto a lo que
refiere, y así ocupa a la novela como mecanismo de violentar y mostrar la conducta de sus
moradores. Sucede en la historia que cuenta en la novela Cristóbal Nonato, acaso ese
carácter fársico, carnavalesco, de que está dotada, se revela en su discurrir: escenografía
donde se retratan los distintos rostros político-sociales del variopinto territorio nacional, al
amparo de la innovadora manera de expresarlo.
El discurso de Fuentes en Cristóbal Nonato se salta las trancas de la homogenización,
pertrechado en los coloquialismos de la época, compone palabras, aplica términos en
inglés, transgrede los innumerables estereotipos en que se venía cobijando la novela,
fragmenta pensamientos y sentires dentro de una estructura por demás provocativa: quien
narra aún no ha nacido, es decir, aún no es nadie, ve el mundo desde el encapsulamiento
genital: el vientre de su madre.
El apellido Nonato, no nacido, es acaso solamente barrunto, una expresión de un futuro,
algo que se vislumbra derivado de aquello creado y desarrollado por el humano en el
presente inmediato, después el nombre: Cristóbal, se asocia ipso facto al descubrimiento
de América por Colón, llamado de igual manera que nuestro protagonista, y que
similarmente acusa la sorpresa por lo nuevo, el asombro, esa sensación en el espíritu ante
la sorpresa. Con estos elementos, quiero creer, Carlos Fuentes escudriña detalladamente
en el corpus de la nación mexicana, durante una etapa en que el decaimiento del partidazo no nos hagamos-, llamado PRI, sufre las consecuencias de su deterioro político, claro está,
por todo aquello que ha dejado de hacer por los ciudadanos que lo encumbraron, pero
también por los grados sumos de corrupción incrustados en sus intestinos, piel y huesos,
casi como filosofía del poder. Novela de casi 560 páginas, en donde se especula con la
llegada al poder gubernamental de México del PAN el otro partido político que ha sido la
sombra, el antagónico, y la más de las veces cómplice de las correrías de estos personajes
paradigmáticos del partidazo, poseedores de una carga plena de ambiciones que cumplen a
rajatabla con lo impuesto por la razón de ser de este tipo de servidores públicos emanados
de la comodidad posterior a la revolución. Estos personajes en Cristóbal Nonato están
encarnados con precisión de retratista en Ulises López y el Lic. Federico Robles Chacón (ya
observado en La región más transparente, aquí repite) ambos ministros plenipotenciarios y
con manga ancha para sacar todos los beneficios que les da estar en la cúspide de la
pirámide política, asesorando al primer presidente panista en México: Jesús María y José
Paredes, y alrededor de ellos toda la corte de adláteres enquistados.
Carlos, coherente a su idea y pensamiento de trasvasar el verdadero sentir de su escritura,
que es plasmar en las historias que cuenta la realidad nacional embebida del espíritu
mexicano, muestra el carácter desvergonzado y trágico que nos circunda, imprime a
Cristóbal Nonato significativas dosis de visos socio- psicológicos en episodios donde se dan
cita los distintos modelos conductuales de los habitantes, así entonces Ángeles, sin
apellido, y Ángel Palomar Fagoaga se muestran como los padres de Cristóbal Nonato,
quienes tiene el objetivo preconcebido que su hijo nazca el 12 de octubre de 1992 para
ganarse el Premio que ha sido convocado por el Gobierno, en atención a los 500 años del
descubrimiento de América. Ángeles y Ángel viven su romance tienen su pelea y separación
aunque más tarde la redención quizá los aguarde, con todo y perdón, pero nunca olvido,
inician un periplo por el territorio mexicano, obligados por las diferentes circunstancias de
protestas y caos que envuelve al país merced a las barbaridades de los gobernantes, se
hacen de amigos, al igual que ellos desencantados y aventureros: Los four jodiditos, pero
también de enemigos: Matamoros Moreno y su hija Colasa Sánchez, quienes en venganza
tras haber sido ninguneados por Ángel Palomar, por razón de unos escritos malos que
Matamoros quería publicar, realiza una persecución implacable contra Ángel, en ese inter
Matamoros se erige como estandarte de los choferes de trailers que transportan toda la
carga de insumos en el territorio azteca, e inicia la revuelta en contra de los gobernantes,
las imágenes de esos episodios son relatados por Fuentes con la eficacia que lo
caracteriza.
No puede dejarse de lado otra de las innovaciones propuesta por Fuentes, la utilización de
un personaje real: Fernando Benítez, como uno de los bastiones de la estructura ficticia
dentro de la historia, pero dicha utilización no sólo como poste sino como muestrario de las
tragedias que padece nuestro país a todo lo largo y ancho de su territorio, y además, como
contrapunto esencial al personaje burgués-conservador y oportunista Homero Fagoaga,
protagonista insuperable de la novela y quien representa de modo preciso el sentir de una
clase social, capaz de revolverse en todos los sentidos a fin de conservar sus comodidades
y regalado modo de vida.
Personalmente sentí en Cristóbal Nonato el depósito de ciertas dosis de rabia, no tanto en
los personajes que deambulan en la novela, sino del autor, claro, ocupando su mediación y
en la descripción de lugares y circunstancias, evidenciado en la posición irónica y crítica de
los manejos de los mandatarios del país y vislumbrada en el corpus de la historia. Esa
cólera sembrada en las intenciones de Fuentes, parece ser consecuencia de su desencanto
con respecto a los derroteros en que ha incurrido el desarrollo de México, posterior a la
cruenta revolución que nos antecedió, por desgracia sin arrojar los resultados que se
esperaban.
Hay en Cristóbal Nonato una apuesta fuerte en la manera de plantear las estructuras
novelísticas y en las intenciones. Suena inconcebible que quien narre sea alguien que aún
no es, de tal manera que mirada y narración resultan sorprendentes, me parece que los
lectores, en general, deben reconsiderar la lectura de esta novela para revalorarla, en su
sentido crítico, agudo e irónico y redescubrir nuestra realidad.
Llama mucho la atención en estos libros citados: Los días enmascarados, Cristóbal Nonato
y La región más transparente, el sentido del reforzamiento que Fuentes hace de las
conceptualizaciones de la narrativa desarrollada en la América hablante del castellano,
sobre todo para un público que ya ha incursionado con cierta periodicidad en ellas, porque
apuntala las diversas reflexiones que se puedan generar alrededor y permite producir
mayores espacios de apertura en la crítica y en el análisis, pero también para aquellos que
leen por simple gusto, Fuentes se aventura, a través de ellas –las novelas y el cuento-, a
ofrecer puntos de vista y opiniones que no se tenían contemplados después de leerlas, una
suerte de ars narrativo, tal como percibe y describe en el ensayo La palabra enemiga, que
cierra el libro La nueva novela latinoamericana, del mismo Fuentes, dice: “Creo que se
escriben y se seguirán escribiendo novelas en Hispanoamérica para que, en el momento de
ganar conciencia, contemos con las armas indispensables para beber el agua y comer los
frutos de nuestra verdadera identidad”; y precisamente esa es una de las ideas centrales
que el autor expone y defiende en tanto ensaya con las obras de Domingo Faustino
Sarmiento, Cortázar, García Márquez, Carpentier, Vargas Llosa, en este volumen
ensayístico La nueva novela latinoamericana: la situación de la identidad y cómo la
literatura se torna herramienta imprescindible de los latinoamericanos, a fin de mostrarnos
cual somos ante el mundo entero.
Otro asunto toral que Fuentes aborda aquí, es el conflicto que se produce en el artista
hispanoamericano mientras permanece en la disyuntiva de considerarse un escritor
nacional, que en algunos casos lo sitúa en un terreno muy cercano al provincianismo de
fondo, y por ende, en un anacronismo de forma, o sentirse con aspiraciones de narrador
universal, asumiendo imitativamente estilos y temas de la vanguardia novelística que lo
colocaría en el ninguneo, en la insignificancia y con el respectivo riesgo de perder a sus
lectores regionales y además sin ganar adeptos en el extranjero. Esta perspectiva está
expresada de manera muy sucinta en el ensayo llamado La constitución borgiana.
La nueva novela hispanoamericana recoge de manera precisa -como para enfatizar su
trascendencia- los ensayos: El afán totalizante de Vargas Llosa; Carpentier o la doble
adivinación; García Márquez: la segunda lectura; Cortázar: la caja de Pandora; Juan
Goytisolo: la lengua común. En ellos se verifica el desarrollo y los caminos andados de la
novela, sosteniendo como factor afín el sustento del lenguaje, que a decir del propio
Fuentes, se re-inventa, porque el nuevo escritor latinoamericano se torna radical cuando
voltea a ver su pasado, pues así puede emprender una revisión de su escritura a partir de
una evidencia: la falta de un lenguaje. Entonces en ese construir la nueva manera de decir,
expresa todo lo que la historia ha callado y aplica un ejercicio más crítico en sus creaciones,
sin renunciar en absoluto a las emociones que ha cargado desde siempre: el amor a la
justicia, el impulso libertario o la cólera justificada.
Carlos Fuentes, si se permite la expresión, seduce con su propuesta aquí en La nueva
novela hispanoamericana, el tono persuasivo con que arremete al plantearnos sus ideas
ejerce un fuerte sentimiento de aceptación, por supuesto -y esto es una opinión
estrictamente personal-, el libro me hubiera parecido más completo si acaso hubiese
focalizado su atención también en narrativas como la de Borges, Rulfo, José Emilio
Pacheco, Donoso, entre otros escritores que han incidido de manera gravitante en la
literatura de nuestro continente.
De cualquier forma La nueva novela latinoamericana, representa lo que la narrativa actual
tiene de distinto y de igual que las anteriores.
Pero será cierto que el hecho cultural simboliza y conjuga cada una de las maneras de ser.
Que una pintura, un poema, una obra cinematográfica, una puesta en escena de alguna
obra teatral, o de un espectáculo dancístico o musical, indican cómo somos.
Será verdad que la cultura, sea la respuesta a los desafíos de la existencia. Es acaso
factible amalgamar en América Latina los elementos sustanciales de la sociedad moderna,
constituidos alrededor de la economía y la política desde la base de la unidad cultural. A ojo
de pájaro, esta disyuntiva, esta resolución de nuestro ser, pudiese no parecer tan
conseguible en tanto la dispersión y el desprecio a la cultura y las artes nos ronda.
Las inteligencias propias, y a veces extrañas, por fortuna, no nos abandonan, asumen el
rescate de nuestras luchas desde la almena del decir, del pensar, del reflexionar y del
ahondar en las raíces de la historia. Carlos Fuentes voz propia, vox populi, pone en la mesa
de las discusiones ese tema, después de pensado lo escribe con una riqueza bibliográfica,
con la profundidad de un intelectual avezado en la confrontación y estudio de las ideas en
su libro El espejo enterrado, volumen expresivo y personal de su punto vista acerca de los
problemas que nos atañen como país y como habitante de este planeta.
Pero el ejercicio de pensamiento desarrollado en El espejo enterrado, no se queda
exclusivamente en la propuesta fantasmagórica del intelectual alucinado, aquel que se
piensa a sí mismo como el demiurgo dador de opiniones redentoras, me parece que la
práctica realizada en este libro, demuestra que el análisis de las situaciones ocurridas a lo
largo de la vida de cualquier país, tienen mayor valor y veracidad, en tanto están
supeditadas al vigoroso estudio de su propia historia y a las historias de los demás países
involucrados en su existencia. Fuentes está presente en El espejo enterrado como el
magnífico investigador que ha sido a través de su desarrollo escritural, lo confirma la
bibliografía apuntada en el mismo libro cuya extensión rebasa un poco más de las treinta
cuartillas y en donde además de hacernos ver el ingente trabajo de descubridor, le da la
oportunidad, -así lo expresa- de manifestar la biografía de su cultura, porque una cultura
se compone de todos los que la portamos, la conocemos, apreciamos y aun procuramos
enriquecerla y continuarla. Representa pues, para Carlos Fuentes una manera de decir que
la bibliografía empleada para realizar El espejo enterrado es de la que se ha nutrido
durante 50 años de lecturas, y que lo ofrecido allí es acaso sólo una selección, una
referencia a las obras que consultó o recordó mientras escribía tan vasto ensayo.
El repaso de la historia asumido por Fuentes, está implícito en el texto, abarca desde la
conquista de España precisamente, hasta la hispanidad norteamericana, pasando etapas
cuya centro está asociado con el descubrimiento y la conquista de América, la muerte del
mundo indígena, el siglo de oro español, los caminos hacia la independencia de los pueblos
americanos, Bolívar y San Martín, el concepto de Tierra y Libertad de Zapata, apuntes
acerca de aspectos importantes relacionados con las culturas indígenas sudamericanas y
los nacimientos de las respectivas oligarquías y dictaduras, para arribar, cual colofón
natural, en la reciente democracia española post-franquista y como ya lo referimos: a
nuestra inevitable relación con el norte, Estados Unidos para ser precisos.
Durante todo el periplo narrado a manera de ensayo histórico, podría decirse hasta
novelado, Carlos Fuentes no cesa en su intento por demostrar su idea: las culturas sólo
florecen en contacto con las demás, y perecen en tanto permanecen aisladas, de tal suerte
que esa interacción cultural se asocia en Hispanoamérica, desde un terreno abonado por
usos, costumbres, artes, maneras de ser, estar y gobernar de otros pueblos. Deviene desde
que España es conquistada por romanos y árabes musulmanes y transportada a América
por Colón y sus compañeros de aventura, para mezclarse con los autóctonos, sin olvidar el
arribo de la negritud, trasladada de las planicies africanas por ingleses y portugueses. Por
eso la propuesta ensayística de Carlos Fuentes resulta de una importancia capital, pone a
pensar agudamente con la idea de que en nuestro ser corre la sangre de un triculturalismo
acendrado y que, por lo tanto, nuestra respuesta, a los problemas actuales, desde su
perspectiva, debe ser de un optimismo relativo, pero eso sí, muy bien cimentado, porque
enmedio de todas las crisis que nos aquejan, América Latina se transforma y se mueve,
creativamente, mediante la evolución y la revolución, mediante el descubrimiento de la
democracia a la americana y sobre todo, porque sus hombres y mujeres están
cambiándose y moviéndose, rebasando a las instituciones tradicionales, convirtiéndose en
protagonistas de su nueva historia por intermedio de una moderna figura social: la
sociedad civil.
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la nueva novela histórica latinoamericana
HOJA DE RUTACRÍTICANARRATIVAPOESÍACINEVITRINA
» Crítica
¿Te dio miedo la sangre? y Sombras nada más
La narrativa de Sergio Ramírez y su relación con la
nueva novela histórica latinoamericana
Mariantonia Bermúdez
Acuciosa y con un sexto sentido para la investigación de los detalles, Mariantonia Bermúdez
se interna en los meandros narrativos de las novelas ¿Te dio miedo la sangre? y Sombras
MARIANTONIA BERMÚDEZ
nada más, de Sergio Ramírez para producir esta aguda exégesis, abundante en citas y
(Managua, 1965).
referencias, rigurosamente documentada, proclamando con ello la singularidad de uno de
los narradores actuales más importantes de las letras latinoamericanas. Espléndido texto
Vive y estudia en la ciudad de
que nos acerca al Sergio Ramírez, coloquial e inventivo a contrapelo de la historia política
Barcelona.
nicaragüense.
Obtuvo el Diploma de Estudios
Avanzados en al Universidad de
Barcelona, en el año 2003, con la
tesina de investigación Las
memorias de Sergio Ramírez en el
contexto literario y cultural de la
literatura nicaragüense. Con ella
ganó la candidatura a doctora.
Actualmente elabora la tesis
doctoral sobre novela
contemporánea nicaragüense 19702012.
Temas de investigación: narrativa
nicaragüense, políticas culturales
en Nicaragua, promoción de la
lectura en Nicaragua, emigración
En estos últimos años, diversos estudios han coincidido en situar la narrativa de Sergio
Ramírez en el contexto de la nueva novela histórica o novela histórica de fin de siglo
(Grinberg Pla (2001); Mackenback (2000); Menton (2002)) elaborados por Seymur Meton
(1993) y María Cristina Pons (1999) respectivamente. Esto presenta, de entrada, un
problema teórico que está relacionado con el hecho mismo de la falta de unificación de
criterios, a la hora de la elaboración de un concepto que englobe toda la producción
nicaragüense en Catalunya, música
nicaragüense.
Ha publicado:
“Mulleres de Nicaragua:
Profundizando cámbios” en
novelística de corte histórico publicada en América Latina en los últimos sesenta años,
como también la falta de una denominación única bajo cuya designación se agrupen sin
descuidar, al mismo tiempo, las particularidades de cada autor. Tampoco se puede soslayar
Outrasvozes. Revista Galega para a
Solidariedade. Outono-Hiverno do
1995, p. 23.
la definición misma del carácter “histórico” de la novela y de la distancia temporal entre la
“Timor Leste e o comercio
vida del autor y los hechos a los que alude, sin dejar de tener en cuenta que la relación de
internacional” en Monográfico Isto
la obra de Ramírez Mercado con las clasificaciones y definiciones siempre ha de proponerse
acontece em Timor Leste.
de manera flexible, dado que sus peculiaridades no encajan al cien por ciento con las
Outrasvozes. Revista galega para a
caracterizaciones que tanto Menton como Pons han establecido en sus correspondientes
solidariedade. Primavera-verao do
trabajos.
96, p. 35.
No hay que perder de vista que una de las dificultades de la historiografía nicaragüense ha
sido la carencia de sistematicidad, dado que, aparte de los estudios aislados, no hay una
cultura que se decante por las preferencias historiográficas, ni una tradición de
historiadores que sometan los textos a revisiones periódicas. Fuera del impulso que durante
la década de los ochenta tuvieron los estudios humanísticos, se puede decir que Nicaragua
adolece de una propuesta surgida de las instituciones culturales en materia de investigación
“Metodología de Educación
Popular base do proxecto
educativo
sandinista”enOutrasvozes. Revista
galega para a solidariedade.
Primavera-verao do 97, p. 19.
histórica. Todo ello presenta una dificultad de primer orden cuando nos planteamos el
estudio de la novela histórica en la narrativa contemporánea nicaragüense, iniciada por
“A Canción de Carla ou isos
Lizandro Chávez Alfaro con Trágame tierra y Sergio Ramírez con Tiempo de fulgor: si el
movementos rápidos da cámara”
discurso narrativo que se inscribe en la novela histórica de fin de siglo subvierte la historia
enRevista Outrasvozes. Revista
oficial ¿qué subvierten las novelas de Sergio Ramírez? ¿A qué fuentes nos remiten?
galega para a solidariedade. Otono-
Como ha señalado Mackenbach no se puede “hablar de un desarrollo lineal de la novelística
hiverno do 98, p. 40.
de Sergio Ramírez” (2002, p. 10), no obstante, se pueden establecer vínculos temáticos al
“José Ma. Valverde: nulla
menos en cinco de las novelas publicadas hasta ahora por el autor . Uno de estos es el
aesthetica sine ethica”.Nuevo
que se da entre ¿Te dio miedo la sangre? (1976) y Sombras nada más (2001), que
Amanecer Cultural. Suplemento de
constituyen una bilogía de lo que se puede llamar la temática guerrillera o novela de
El Nuevo Diario. Managua 3 de
guerrilleros como lo ha denominado Héctor Leiva (1996).
septiembre de 2005, p 6 y 7.
Sin embargo, más allá de los problemas conceptuales que puedan presentar la narrativa
“Hasta siempre José María, si ves
del autor masatepino, en relación a la denominación de novela histórica latinoamericana,
a Sandino salúdalo de nuestra
estos dos textos aportan las claves para entender la evolución del pensamiento de Ramírez
parte”.Nuevo Amanecer Cultural.
al menos en lo que se refiere a la reflexión sobre la Historia y la dictadura somocista.
Suplemento de El Nuevo Diario.
¿Te dio miedo la sangre? las primeras tesis sobre la historia contemporánea
nicaragüense.
Managua 3 de junio de 2006, p. 8.
“Entrevista a Günther Schmigalle”
En líneas generales ¿Te dio miedo la sangre? cuenta la
venganza perpetrada en la persona del coronel
Catalino López en Guatemala por parte de unos
exiliados nicaragüenses, acusados de una intentona
de golpe de estado contra Somoza García.
Paralelamente al desarrollo de esta trama, se relata la
invasión guerrillera frustrada de El Chaparral, en la
y una reseña sobre las Crónicas
desconocidas de Rubén Darío en
Itsmo. Revista virtual de estudios
centroamericanos, nº 14; enerojunio de 2007.
cual la mayoría de los miembros del comando resultan
muertos.
Los frecuentes saltos temporales, así como la
desfocalización en cuatro ejes narrativos de la
diégesis de la novela –el asalto del cine de San
Fernando llevado a cabo por Pedrón Altamirano; la historia familiar del doctor Rosales y sus
nietos, El Jilguero y Carlos, miembros del trío Los Caballeros; el mundo de los exiliados en
Honduras y la vida del Indio Larios, exiliado también en Guatemala; la represión padecida
por el Turco Taleno y su huída- hacen que la fragmentación sea la característica formal
esencial de ¿Te dio miedo la sangre?, al extremo que el lector necesite hacer uso de la
cronología que se incorpora al final de la novela para seguir la secuencia de los hechos.
En una entrevista concedida a Carlos Rincón en 1977, y refiriéndose a la técnica del
montaje cinematográfico utilizado en ¿Te dio miedo…?, Ramírez explicaba que este “era
una necesidad intrínseca del libro, en el que se cuentan más de trescientas historias en
distintos planos, en distintas épocas…” (p. 12) y que tiene que ver con su concepción de
correspondencia entre lo que se cuenta y como se cuenta : “es la relación entre el texto y
el contexto la que define la técnica”, comentará a Rincón (1977, p. 12).
En ¿Te dio…? se avistan las primeras señas que se constituirán en los rasgos distintivos con
los que se identifica la obra de Sergio Ramírez. Existe en la novela una estrecha relación
entre los hechos históricos que narra y las fuentes orales sobre las que descansa la trama,
sin soslayar que nos remiten necesariamente a los trabajos de relatos memorialísticos del
autor realizados en la década del setenta: Biografía de Mariano Fiallos Gil (1972) y el libro
de testimonios de Abelardo Cuadra Hombre del Caribe (1977), en los que trata de
construir, con rigor historiográfico, el devenir político del país desde la perspectiva del
artífice de la autonomía universitaria y de un antiguo militar antisomocista, partícipe del
asesinato de Sandino, respectivamente. Dentro de la colección de obras narrativas escritas
por Sergio Ramírez, existe una correspondencia ensayística en cuanto a temas, abordados
con el rigor del historiador.
En general, los acontecimientos en la novela se encuentran desvinculados de la exactitud
histórica con la excepción de dos hechos: la rebelión de abril de 1954 y la invasión de El
Chaparral de 1959. Los demás sucesos adquieren un carácter autorreferente, dada la
naturaleza ficcional con la que son presentados.
La novela rescatada por la ironía
Para tratar el tema de la ironía en esta novela es oportuno emplear la propuesta de Pere
Ballart, quien, al entenderla como figuración, apelando a sus “connotaciones de simulación
y fingimiento”, propone el análisis de la misma como signo lingüístico, a partir de los tres
tipos de relaciones establecidas por Charles Morris en su Teoría de los signos (1938), en la
que establece la siguiente parcelación: signo/signo aludiendo a la categoría sintáctica;
signo/denotado para referirse al campo semántico y signo /intérprete en lo referente a la
cualidad pragmática (Ballart, 1996 p. 359-363). Morris define la pragmática cuando
explica:
“Por ‘pragmática’ se entiende la ciencia de la relación de los signos con sus intérprete (…)
Para caracterizar con precisión la pragmática bastará con decir que se ocupa de los
aspectos bióticos de la semiósis, es decir, de todos los fenómenos psicológicos, biológicos y
sociológicos que se presentan en el funcionamiento de los signos” (Morris, 985: 67-68).
En la primera parte se nos presenta al personaje del Dr. Rosales, abuelo de El Jilguero y de
Carlos Rosales, protagonista este último de la rebelión de abril, como candidato de la
oposición para disputar las elecciones de 1944 a El Hombre, quien al robárselas provoca la
locura del viejo Dr. Rosales, que cae víctima de un paroxismo político que lo conduce a
dirigir la protesta frustrada, para finalmente acabar diciendo su discurso en solitario en
medio de un mercado vacío:
“… detuvo su marcha sobre un lecho de hojas de plátano mojadas por las corrientes de los
albañales que se empozaban en el recinto, y comenzó a pronunciar su discurso de toma de
posesión a la presidencia de la república; leía con parsimoniosa solemnidad, velado por el
polvo de afrecho de maíz que como incienso o pólvora ascendía entre las columnas
ennegrecidas, cercado por una confusión de aromas a madroños marchitos, quesos rancios
y cueros de albarda recalentados, sosteniendo entre los dedos temblorosos las páginas
tostadas y amarillas escritas con tinta violeta y guardadas desde la época de su primera
candidatura de la adolescencia” (p. 87).
Esta implacable ironía de situación vertebra toda la narración porque revela la incapacidad
de los viejos partidos oligárquicos para acabar con el poder de El Hombre, motivo que
explica la decisión de los jóvenes militares del intento de golpe de estado y la posterior
fallida invasión desde las montañas del norte del país tramada por los exiliados. No
obstante, y volviendo a la relación pragmática establecida entre el lector y el texto que se
lee (que decodifica), esta retrotrae a la memoria de los nicaragüenses un hecho histórico
que permanece en la tradición oral: el robo de las elecciones a Enoc Aguado en 1947.
Ramírez, que en el momento de los acontecimientos era un niño, los conoce a través de su
amigo el rector de la Universidad Nacional Mariano Fiallos, quien se exilió a partir de la
crisis generada por el caso Aguado y que han sido recogidos por autor de ¿Te dio miedo…?
en su Biografía de Mariano Fiallos.
Una vez establecida la relación entre texto y el referente, la ironía cobra magnitud,
convirtiéndose en una de las tesis de la novela: la imposibilidad que ningún cambio político
se pueda operar desde las viejas ideas emanadas de los partidos tradicionales, frente a la
cual el Frente de Liberación se erigía como alternativa.
Pluralidad de voces en estilo indirecto libre
Escribe Ramírez en Adiós muchachos (1999) que Leonel Rugama “se dedicaba a largas
tertulias en las bancas del parque central” (Ramírez, 1999. p. 39), expresando con esta
observación una de las claves para entender la forma en que el autor enfrenta el devenir
histórico del país, la tertulia o mentidero callejeros o cantineros.
Al rescatar la historia del país de la tradición oral, Sergio Ramírez se encuentra diversos
registros lingüísticos, diferentes modos de hablar, variedad a la hora de explicar la versión
que cada uno de los personajes tienen de los acontecimientos. Por ello en sus novelas los
diálogos tienen una importancia capital que exigen del lector una atenta mirada. Al
estructurarlos en “estilo indirecto libre” (EIL) enfatiza el marcado acento polifónico de la
conversación de tertulia, ya sea en la banca maldita a la que acuden los personajes del trío
Los Caballeros junto con Chepito el cantinero o bien sea en los campamentos guerrilleros
improvisados que en la desbandada montaban el Turco Taleno y el Jilguero.
Definido el EIL como el procedimiento en que la voz del narrador se ha hecho unánime con
el personaje, puesto que la perspectiva del personaje usurpa a la del narrador por medio de
una operación gramatical en la que la sintaxis organiza su deixis entre los polos del pasado
(tiempo de la narración) y el presente (tiempo de la conciencia del personaje), haciendo
difícil, a veces imposible, distinguir un discurso del otro (Reyes, 1984: 231- 236), la novela
ofrece un amplio espectro de ejemplos desde sus primeras páginas:
“El asunto de las vedettes, ¿no se acordaba, señor coronel? Sacó un inhalador Vicuatronol y
se lo pasó por las ventanillas de la nariz, examinándome, tomándome las medidas. Y vos,
no sin temor de que fuera a reconocerte, pendejo Jilguero, se ríe el Turco empujándolo
cariñosamente, ya sentado en la rueda de los uniformados de kaki, caras de colegiales en
vacaciones; lo habíamos vestido según la ocasión, corbata bochinchera, sombrerito de
pluma, zapatos combinados, su cartapacio plástico y anteojos Ray-Ban, y te acordás del
mejor consejo que te dimos, Jilguero matrero, hablar como mexicano de cabaret.” (p. 13).
Acompañando al narrador, aparecen las voces de los personajes de El Jilguero y El Turco
Taleno cuyos límites se difuminan al aparecer diferenciados únicamente por las comas y el
punto y coma. Si bien el recurso narrativo del EIL aparece en la novela realista en el S. XIX
con Flaubert, como apunta Vargas Llosa en La orgía perpetua, y es ampliamente utilizado
por los demás autores realistas hasta Dostoievski y Virginia Woolf a comienzos del XX, en
las novelas de Sergio Ramírez cobra absoluta contemporaneidad puesto que el carácter
dialógico se ve acentuado por la realidad fragmentada que aporta cada personaje y que
converge con los demás en una reconstrucción colectiva de la historia, reflejada en la
superposición de voces, en correspondencia con el acontecer de las tertulias de cantinas,
aportando una visión irreverentemente desacralizada de la historia.
El lector conoce a los personajes por propia boca, no por lo que dice de ellos el narrador. La
oralidad de El Jilguero, Pastorita o Chepito se ve reforzada por el empleo de sociolectos
puestos en las expresiones de estos personajes y en ningún caso se observa la intención de
que trasluzca la conciencia de los mismos por medio de sus pensamientos. La realidad –
verbalizada- donde se sitúa el conflicto de la novela, se da en el espacio externo, común a
todos los personajes, en lo que sería una diferencia fundamental con la novela realista del
S. XIX (Ver Cohn, 1978, capítulo II).
La dificultad que entraña la distinción del dueño de la voz que expresa el enunciado, da la
idea de murmullo, de rumor, de cosas que se saben, que se escuchan, que circulan entre el
vox populi, que no tienen autor. Es el acontecer político del país que pasa de boca en boca,
cuya narración se mezcla con los chistes de provincia más prosaicos, ofreciéndonos una
visión insolente, por deslenguada, de la historia, en clara sintonía con la novela histórica de
fin de siglo. No obstante, no se debe olvidar, estas versiones todavía no han llegado al
discurso del historiador, por lo tanto, no hay interpretación oficial desacralizable. Y ahí
radica precisamente el aporte de Sergio Ramírez Mercado a la caracterización de la novela
histórica de fin de siglo: la versión insolente de la historia oral nicaragüense. La definición
acuñada por Ma. Cristina Pons está circunscrita a las novelas de Fernando del Paso, García
Márquez y Saer y seguramente al elaborar su ensayo nunca imaginó la recepción que este
podía llegar a tener entre los investigadores de los estudios centroamericanos. Sin
embargo, esta elaboración teórica debe de continuarse profundizando de tal manera que
pueda adaptarse a las especificidades de la novela de la región.
Al hacer un repaso de esta versión popular, el autor esboza los fundamentos esenciales que
constituyen la filosofía de la historia oral: las voces colectivas, la cotidianidad desde la que
se observan y relatan los hechos, el tono coloquial en el contexto de los más elementales
rasgos de la cultura popular de masas: anuncios de cervezas y pastillas en ¿Te dio …? O la
utilización de los más modernos discursos de comunicación masiva que van desde el cable
de prensa hasta el correo electrónico en Sombras nada más. De ahí que se puede entender
la visión política e histórica de Sergio Ramírez como integradora, incluyente, una Historia
que se concibe no desde las élites, sino muy por el contrario, desde un ámbito donde caben
todos.
Como se verá más adelante en el análisis de Sombras…, estas versiones populares no están
exentas de contradicciones, ni dejan de reflejar lagunas o vacíos, admitidos así por los
protagonistas del relato.
Otro aspecto destacable de ¿Te dio miedo…? son los epígrafes que acompañan a las tres
partes en que está estructurada la obra. El primero pertenece a la comedia Las aves, de
Aristófanes en la que los protagonistas, Evelpides y Pistetero, después de exilarse
voluntariamente de Atenas y de convertirse en aves, deciden fundar una ciudad alternativa
donde se viva de una manera utópica en un estilo de Arcadia feliz. Al formular la
genealogía de la creación afirman que las aves fueron primero que toda la naturaleza:
“La alondra nació antes que todos los seres y que la misma tierra. Su padre murió de
enfermedad cuando la tierra aún no existía. Permaneció cinco días insepulto, hasta que la
alondra, ingeniosa por la fuerza de la necesidad, enterró a su padre en su cabeza”
El sentido de este entierro simbólico que alude al imperativo de recordar, no se puede
comprender en profundidad sin el epígrafe de la segunda parte, tomado del poema de
William Blake La voz del viejo bardo, del cual el autor utiliza los últimos cuatro versos -del
8 al 11- y que sirve de introducción a lo que será la preparación y ejecución de la invasión
de El Chaparral:
How many have fallen there!
They stumble all night over bones of the dead
And feel they know what but care,
and wish to lead others, when they should be led.
(¡Cuántos han caído en él!
Tropiezan la noche entera con los huesos de los muertos
Y piensan que sólo saben afligirse,
Y quieren guiar a otros, cuando ellos eran los que
necesitaban ser guiados)
Traducción de Pablo Mañé Garzón
Es cierto que el hecho mismo de utilizar los versos de Blake en su versión original sitúa al
lector nicaragüense en la ambigüedad, y en la libertad, que entraña su traducción al
español: How many have fallen there!, si se prefiere traducir como ¡Cuántos han caído ahí!
se puede entender ahí como las garras tenebrosas de la dictadura o la profunda noche
oscura; si por el contrario se opta por utilización de la forma que propone Mañé Garzón
¡Cuántos han caído en él!, será oportuno preguntarse por él, qué o quién es o dónde está.
Leyendo el poema completo encontramos esa respuesta en los versos seis y siete: Folly is
an endless maze,/ Tangled roots perplex her ways (La insensatez es un laberinto sin fin/
raíces entrelazadas confunden sus caminos).
Dado que estos versos no figuran en el texto deberán de considerarse sólo como una
posibilidad de interpretación que toma cuerpo al analizar el verso once and wish to lead
others, when they should be led (y quieren guiar a otros, cuando ellos eran los que
necesitaban ser guiados) cuyas palabras muestran de forma contundente el planteamiento
político de Sergio Ramírez en aquellos años, en lo concerniente a la estrategia a seguir en
la lucha contra la dictadura de los Somoza, la invalidez de la teoría del foco guerrillero, la
cual Ramírez llama dogma (1999, p. 86), establecida por la experiencia cubana y los
intentos de Che Guevara en Bolivia: no hay que olvidar, viene a decir en la novela, que las
experiencias en la montaña han sido rotundos fracasos. Cabe recordar que Ramírez regresa
de Alemania, donde precisamente escribía ¿Te dio miedo la sangre?, a Costa Rica para
integrarse, en 1975, al aparato directivo de la tendencia insurreccional del FSLN que
proponía una alternativa de lucha urbana para acabar con el régimen que gobernaba el país
desde la década de los años treinta.
Desde la publicación de ¿Te dio miedo…? a la de Sombras nada más transcurrieron
veinticinco años en las que las circunstancias personales del autor vivieron importantes
cambios. A pesar de ello, Ramírez presenta los acontecimientos de la vida del protagonista,
Alirio Martinica, volviendo al tema de la conspiración de abril del 1954 y con personajes ya
conocidos por el lector de su segunda novela.
Sombras nada más, explorando en los territorios de la traición
Sombras nada más cuenta la historia del juicio
popular a que fue sometido el personaje de Alirio
Martinica, destacado miembro del régimen Somocista
venido a menos, en los albores del triunfo
revolucionario del año 79. El juicio sirve de pretexto
para repasar la vida de Martinica, desde sus orígenes
familiares, pasando por la época estudiantil, las
relaciones personales que mantuvo y su
encumbramiento en las altas esferas de la dictadura
de Somoza Debayle. Aquí, Sergio Ramírez demuestra
un asombroso dominio de las formas narrativas
presentadas en ¿Te dio miedo la sangre? Los
personajes que concurren en la novela de 1977 han evolucionado y el autor muestra esta
evolución como una metáfora de su crecimiento como novelista, cabe recordar que entre
una y otra novela publica Castigo divino (1989); Un baile de máscaras (1996) y Margarita
está linda la mar (1998), así como innumerables ensayos políticos y literarios.
Al igual que en ¿Te dio miedo la sangre? las fuentes históricas a las que nos remite
Sombras… son dos libros escritos por el propio Ramírez. El primero es el indefinible Estás
en Nicaragua (1982) en el que hace alarde de una hermosísima prosa, dedicado a la
memoria de Julio Cortázar, en el que se cuenta la relación literaria y política establecida
entre ambos escritores. La visita que hicieran juntos a Belén en el sur de Nicaragua en
agosto de 1979, aporta los datos históricos que Ramírez posteriormente ficcionalizará en la
obra. La segunda es el libro de relato testimonial La marca del zorro (1989) que sirve como
fuente documental para narrar la represión militar en las zonas rurales del norte del país
así como la situación de los últimos focos guerrilleros en las montañas.
Si en ¿Te dio miedo…? además del procedimiento narrativo del EIL para presentar las
discusiones de los concurrentes de la banca maldita, aparecen los discursos de expedientes
judiciales de los juicios militares, en Sombras… toda la estructura es un collage de distintos
discursos que van desde los despachos de prensa hasta las transcripciones de las
comunicaciones de radio, presentada en dos partes y un epílogo. Los capítulos son nueve
en total, diferenciados con numeración arábiga, cada uno de los cuales cuenta con una
segunda parte intitulada con el nombre o una frase de bolero o canción ranchera: El chacal
en su guarida; Fuego que devora; La noche de anoche; Entre copa y copa; Extraños en la
noche. Este apartado con el que cuenta cada capítulo, ofrece una panorámica de las
diferentes fuentes históricas a las que un investigador se ha de remitir para entender los
acontecimientos de la época: la narración testimonial, los folletos mimeografiados, el texto
de correo electrónico, y una vez más, como una constante en toda la obra de Sergio
Ramírez, el expediente judicial.
Alirio Martinica es apresado en las costas del Pacífico de Nicaragua por un comando
guerrillero mientras intentaba huir de Nicaragua por mar, abandonando su hacienda, en las
postrimerías de la dictadura somocista. En ese contexto pre-revolucionario, Martinica
protagoniza el juicio que determinará si él es o no culpable de la traición a los dos amigos
de juventud, compañeros de juergas universitarias y sin cuya ayuda no le habría sido
posible escalar posiciones económicas y políticas. El juicio permite una reconstrucción
pormenorizada de la vida de este personaje, comenzando por su propio padre, un héroe de
abril del 54, siguiendo los pasos de Martinica en León como estudiante universitario
involucrado en las actividades políticas estudiantiles -la formación del Frente Estudiantil
Revolucionario, los conflictos ideológicos con otras corrientes políticas- y su posterior
relación con el régimen somocista. Presentado en estilo indirecto libre de superposición de
voces, Ramírez vuelve a la reconstrucción colectiva de la historia incorporando los
sociolectos propios de la época insurreccional:
“… que se callen por favor los compañeros filarmónicos, pedía la voz, y hubo silencio por
fin: Compañeros y compañeras, aquí les habla Servando Salinas, que he sido nombrado
jefe del comité de orden por las nuevas autoridades del poder popular, ¡poder popular,
poder popular!, alentó el mismo la consigna…” (p. 246)
“… Pipilacha fue ajusticiado por los cazaperros saliendo de la casa de una querida en el
barrio del Coyolar, vea que cáscara de individuo, en plena guerra y siempre fiel al
polvorete” (p. 251)
En una conversación que abandona el tono imperativo del interrogatorio para adoptar uno
más coloquial:
“No me hagás caso, dice, son exabruptos que no deberían ocurrir, vamos a procurar
mantenernos en calma, más que como un interrogatorio, tomemos esto como una plática,
[…] no quiero cansarte, pero a mí en cualquier momento me llaman, yo debería estar en la
toma de Rivas, y no es que me sienta inconforme porque me dejaron aquí cumpliendo esta
misión, soy un soldado del pueblo y obedezco. Entiendo perfectamente, dice él. Evitemos,
pues, las distracciones. De acuerdo, comandante. ” (p. 72).
Las diferencias sustanciales entre ¿Te dio miedo …? y Sombras… a la hora de abordar el
episodio histórico de abril de 1954 surgen, en la novela del 2001, al aparecer por primera
vez los nombres reales de los protagonistas Adolfo Báez Bone, Pablo Leal, Luís Gabuardi o
José Ma. Tercero; mientras que en la de 1977 los personajes son ficticios: El Turco Taleno y
Carlos Rosales. En esta novela del 2002, se explica la muerte de Adolfo Báez Bone, exmilitar apresado y torturado en la Casa Presidencial. Si en la primera novela de la bilogía se
ofrece únicamente la perspectiva de la reconstrucción de los hechos elaborados por la
banca maldita, siendo que la dictadura sólo aparece referida como el poder omnímodo de El
Hombre, en la segunda, Ramírez da voz a los Somoza, Tachito El Malo y a su papá Tacho El
Hombre. Sombras nada más también presenta una vista panorámica de la última época de
la dictadura de Somoza desarrollada entre las décadas del 60 y 70 desde lo que se puede
considerar el aspecto más corrupto y prosaico del régimen: asesinatos, torturas, chantajes,
coimas a cambio de tráfico de influencias y las subrepticias redes mafiosas de contrabando,
sumergiéndose en los subyacentes intersticios del poder, en clara correspondencia a un
acucioso trabajo de investigación que en su día diera como resultado el artículo Somoza de
la A a la Z, que apareció publicado en el Washington Post y trescientos periódicos más
suscritos a la columna de Jack Anderson, considerado en ese momento el periodista más
importante de Estados Unidos (Ramírez, 1999: p. 87-88).
Las líneas que se tienden desde ¿Te dio miedo…? hasta Sombras… no dejan al margen a los
protagonistas, probablemente uno de los aspectos más interesantes en la relación
establecida entre ambas novelas. El ejemplo más sobresaliente es el del personaje de
Lorena López, quien sólo aparece como una referencia en la novela del 1977 y veinticinco
años después cobra un rol protagónico. Conocida por los miembros de la banca maldita
como la huérfana, Lorena López pasa de ser una auténtica María de los Guardias quien
convivía con su padre adoptivo, el Coronel Catalino López, en el cuartel entre los soldados:
“… allí andaba la huérfana como venadito asustado en las cuadras, subiéndose desgreñada
a los almendros; y como al poco tiempo ya entraba en juegos chabacanos con los rasos y
los presos de confianza, su amigo el Indio Larios le advirtió que en ese libertinaje iban a
perjudicarle su honor a la niña un día de tantos…” (Ramírez, (1977) 1999 p. 105).
“… crecí jugando rayuela en los patios de los cuarteles y sintiendo el tufo a creosota de las
bartolinas, eso es cierto, y que ayudaba hasta la medianoche a contar las costaladas de
billetes de a peso de las coimerías, recogidas en burdeles y cantinas, también es cierto,
pero todo eso me dio un carácter…” (Ramírez, (2002) 2003, p. 183), hasta llegar a ser una
señorita educada por las monjas francesas de la ciudad de León, lectora de Giovanni Papini,
Blasco Ibáñez y Curzio Malaparte, siempre llevaba un libro de esos, forrado en papel kraft,
para leerlo debajo de la secadora de pelo en los salones de belleza” (p. 216) y que se había
convertido en una pieza esencial del entramado contarbandístico de la Pérfida Mesalina –
amante del dictador-, auxiliada por otro conocido personaje de ¿Te dio miedo…?, Chepito,
el cantinero, al servicio del coronel Catalino López y el coyote (cambista de dólares
callejero), Gallo de Lata.
A pesar de sus implicaciones personales en los entramados corruptos de los Somozas, el
personaje de Lorena López está caracterizado por la ambigüedad que deja la puerta abierta
a la duda acerca de la autoría de la denuncia de que son objetos los personajes de Igor y
Cristina. Dirimir este interrogante, que permanece latente en todo el texto es lo que
permite llegar al tema central de la novela, la traición a un amigo, un hermano de lucha.
Aún cuando todo parece incriminar a los Martinica López, Lorena López, en el contexto de
promoción editorial de Ramírez Mercado en la ciudad de Miami, escribe al autor una
comunicación de correo electrónico negando la veracidad de todas las versiones que Sergio
Ramírez, como autor y personaje de ficción, vierte sobre ella, también personaje. Un
procedimiento, que por otro lado, es habitual en Ramírez desde Castigo Divino, y que pone
de manifiesto la posición del autor acerca del concepto de ficción a la hora de incorporar a
la diégesis de la novela espacios autobiográficos que corresponden al ámbito de lo real :
“tampoco me agradaría que me hicieras aparecer como un personaje secundario o de
adorno, ni tampoco como una culpable o villano , y por eso es que cualquier cosa que
quieras poner de mi, mejor me la preguntas antes y así puedo aclarar tus dudas acerca de
mi vida al lado de Alirio Martinica” (p. 182).
Posee esta novela un marcado acento irónico, elemento que la equilibra, evitando que sea
una dramática enumeración de crímenes sangrientos. La ironía comienza por la utilización
del diminutivo para los sobrenombres de los integrantes del grupo de allegados del Jefe,
personajes por otro lado, perfectamente identificables por la memoria colectiva
nicaragüense: Pirañita, Manitos de Seda, Moralitos. Tiene, a su vez, pasajes de humor
hilarantes como, el que quizá sea uno de los mejores logrados en la narrativa del autor,
cuando el torturador Manitos de Seda llora por la meretriz que su Jefe, Tachito El Malo, le
ha disputado:
“… Porque me la quitó el Jefe, ahora es la querida del Jefe, y se quedó mirándolo a ver qué
decía, y él sólo dijo: no entiendo, General. Pues muy sencillo, y una mueca dolida apareció
en su cara mientras se mordía el bigotito teñido de negro, le gustó, la agarró, se acabó.
(…) Se le estaban aguando los ojos a Manitos de Seda sin que pareciera darse cuenta, un
celoso tan fúrico como no existía otro teniendo que aguantar el puñal clavado entre las
costillas y no poder decir ni pío, bastaba recordar su cavanga de apenas un mes atrás,
cuando había obtenido noticias de que andaba la paloma libertina en amores con Marino
Fat Zambrano…” (p. 108-109).
Este tono popular tan enfático, corriente –en el entendido que no es ni refinado, ni
distinguido-, se ve reforzado por los títulos de boleros que acompañan como apéndice a los
capítulos en que se estructura la novela que aporta un sentido trágico, menos virtuoso, en
el sentido clásico del término, pero trágico al fin .
En la medida en que los hechos se desarrollan, surge ante el lector la duda de si el
protagonista es o no realmente culpable de todas los cargos de los que se le acusan: ¿es o
no responsable de la denuncia a Ignacio Corral, conocido como el compañero Igor? ¿Es
cierto que incurre en infidelidad conyugal con el jovencísimo personaje Richard de Jesús
Gadea Arburola? ¿Traiciona a su compañero de aventuras juveniles y correligionario de
partido Jacinto Palacios? Por otro lado, ¿es Lorena López capaz de abandonar su experta
vida en el arte de del chanchullo y la satrapería, manteniendo esa postura ambigua de
mujer enamorada de un guerrillero? La respuesta a estos interrogantes se encuentra en los
apéndices que acompañan a cada capítulo y que cumplen la función de fuente documental.
Si durante los interrogatorios del juicio improvisado se mencionan hechos y situaciones que
Martinica niega, los documentos que acompañan aportan pruebas, con lo que en la novela
se pasa del plano del rumor al de los hechos. Si planea la duda sobre la posibilidad de que
las relaciones entre Martinica y Gadea Arburola fueran algo más que una injuria elucubrada
por La Pérfida Mesalina, queda despejada en el apéndice La noche de anoche, fragmento
del bolero popularizado en los setenta por el cantante mexicano Marco Antonio Muñiz y que
en su parte medular dice “Romántico, anoche me sentí romántico/ no sé si fue la luna o el
disco de Roberto Carlos./ De lo que te has perdido la noche de anoche/ por no estar
conmigo”. El referente extratextual ayuda al lector a desmentir la versión del personaje de
Martinica.
El apéndice del capítulo 6, titulado Carta robada (p. 225-243) es la clave que conduce a la
parte medular del texto y que recoge el testimonio del personaje de Cristina en el que
explica a su jefe, el compañero Misael, su versión sobre las vinculaciones del compañero
Igor con los Martinica López, aludiendo a las supuestas relaciones entre Igor y Lorena
López. Esta parte de la novela está escrita con el estilo que Ramírez utiliza en el libro de
testimonio La marca del Zorro, en el que usa como títulos de los capítulos una frase
extraída del mismo testimonio. Cristina menciona la carta robada al referirse a un cuento
que Igor le había explicado sobre unas pruebas que estaban a la vista de todos pero que
nadie veía, “yo había sido ahora esa carta robada en medio del gentío a la vista de
Moralitos y su cortejo de sicarios” (p. 243). Carta robada es el título de un cuento de
Edgard Allan Poe publicado por primera vez en Nueva York en 1845 como parte de la
colección The Gift: A Christmas, New Year and Birthday Present . En él, Poe narra el
proceso de investigación del prefecto de policía de París, D, sobre el caso del robo de una
carta que compromete a una alta personalidad de la Corte, cuyas pesquisas lo tienen
sumido en tal atabalamiento que decide pedir ayuda a Dupon, quien consigue hacerse con
la carta cambiándola por otra falsa en la que deja escrita una nota al ladrón. De esta
manera Poe no da por concluida ni resuelta la duda que suscita en el lector el caso en sí qué decía la carta- y el final es ambiguo porque remite a una obra de teatro del barroco
francés del siglo XVIII:
“…Un dessein si funeste,
s’il n’est digne d’Atrée, est digne de Thyeste”.
“Las hallará usted en el Atrée de Crebillon. (p. 464)
Claude Jollyot Crebillon (padre) estrenó la tragedia Atreo y Tieste el 14 de marzo de 1707 .
En ella aborda el tema clásico de Atreo, fundador de la casta de los átridas, padre de
Agamenón y Menelao, y su hermano Tieste. Tieste disputaba a Atreo el trono de Micenas
por lo que decide robarle a Atreo el vellón de oro que lo hacía rey, ayudado de Aérope,
mujer de Atreo y su amante. Atreo recupera el trono auxiliado por Zeus y destierra a
Tieste, pero más adelante, conociendo la intriga de Aérope decide invitar a su hermano
aduciendo una falsa reconciliación que escondía su deseo de venganza. Para cumplir sus
objetivos mata a los hijos de Tieste y los cuece poniéndolos como viandas a su hermano en
el banquete ofrecido en su honor.
La obra de Crebillon enfatiza en la personalidad sanguinaria del tirano Atreo. El autor elige
de entre todas las versiones de este mito, la que sitúa a Plístenes como hijo de Tieste y
Aérope. Atreo educa a Plístenes como su hijo para que sea este quien ejecute la venganza
contra Tieste en su nombre. En los cinco actos que dura la obra, Atreo se ensaña con
Plístenes a quien pretende obligar a matar a su propio padre, hecho que el joven guerrero
desconoce y que, sin embargo, se niega a hacer, acentuando el carácter dramático del
personaje. Atreo traiciona hasta el final la confianza del ingenuo Tieste que cree en el afán
de reconciliación de su hermano, quien reiteradamente asegura su deseo de concordia
entre la familia. Finalmente Atreo mata a Plístenes y envenena la copa de Tieste a quien
muestra el cadáver de su hijo mientras agoniza.
Volviendo a Sombras nada más, y tomando en cuenta la traición entre Atreo y Tiestes,
queda evidenciada la traición de Alirio Martinica a su hermano de correrías universitarias y
aventuras revolucionarias juveniles, Ignacio Corral, alias compañero Igor. No obstante,
dejando de lado los hechos que se circunscriben al ámbito de la novela y entrando al
terreno de lo extratextual, no se puede perder de vista que el 25 de febrero de 1990
apareció publicado en la página de opinión del diario Barricada el artículo titulado Retrato
de Daniel (Ramírez, 1991) en el que el autor de Sombras… expresaba lo siguiente:
“El compañero de fórmula del candidato a presidente de Nicaragua, quiere hablar hoy de su
hermano de encierros, de su hermano de tantos miles de kilómetros recorridos juntos por
todos los caminos de Nicaragua, en dos campañas electorales, en centenares De cara al
pueblo, en miles de horas de reuniones. Apenas un esbozo, porque habrá un libro algún
día. Lo que compartimos: la fobia contra el servilismo, el desdén por la formalidad
protocolaria, el guiño burlón de complicidad frente a la inmodestia, el tiro de gracia a la
banalidad, horas de silencio oyendo a Mozart, o los Tigres del Norte, nos da igual, (…). El
único candidato a presidente de Nicaragua que tendría en mí a un compañero de fórmula, y
el mejor Presidente que ha conocido la historia de Nicaragua, para decirlo en pocas
palabras.”
Los acontecimientos acaecidos después de la derrota electoral del FSLN en 1990 no sólo
cambiaron el panorama político del país. Fueron un torbellino que sirvió de revulsivo de las
ideas promovidas por la última revolución del siglo XX, fomentando el campo apropiado
para la instauración de la ideología posmoderna neoliberal que gritaba a los cuatro vientos
el fin de la historia, para perplejidad de la generación que había protagonizado la revolución
sandinista. En ese clima de desconcierto colectivo, se produce el distanciamiento entre las
facciones sandinistas lideradas por Sergio Ramírez y Daniel Ortega y que precipitan la
renuncia irrevocable de Ramírez a las filas del FSLN. La coincidencia con la obra de
Crebillon estriba en la estrategia de venganza del padre por medio del escarnio del hijo :
Atreo y Tieste, Martinica e Igor, Daniel y Sergio y la traición a un hermano.
La incorporación del tema clásico es una constante en Sergio Ramírez desde su novela
Margarita está linda la mar. En la presentación de la colección de cuentos Catalina y
Catalina en Barcelona, en noviembre del 2001, Ramírez afirmó “cada vez creo más en el
destino”; y al ser cuestionado por mí en una entrevista en el 2003 aseguró:
“Me fascina la idea del destino, como le fascinaba a Sófocles, o los demás dramaturgos
griegos clásicos, cuando no echaban mano del deus ex machina. Es terrible saber que todo
va a dar hacia determinado lugar, sin que nadie pueda evitarlo, y es un mecanismo literario
que me llena de fascinación. Aquí, siento una dualidad un tanto esquizofrénica, porque lo
que prefiero ineluctable en la literatura lo quiero modificable en la vida, y en la historia, y
siempre seguiré haciendo lo que pueda por ello, para llegar a la utopía” (Ramírez, 2003A).
Es conocido que la idea del destino en la antigüedad clásica evolucionó hacia una elaborada
concepción del azar, representada en el mito de la diosa de la fortuna. Esta noción recobró
fuerzas durante la edad media cuando se representaba a la diosa de la fortuna con la forma
de una rueda en la que a veces los seres humanos se encuentran arriba y otras abajo. La
idea de azar ya viene referida en el epígrafe que antecede a la narración y que está tomada
de la novela versificada medieval de Philippe de Rémi, La doncella manca, en la que se
describe la sombría historia de una joven mutilada y abandonada con su hijito en una
embarcación sin piloto por una falta de la que es inocente:
“Fortuna ya me enseñó antes su gran fuerza y poder. Ya me enseñó como mueve, con un
giro de su rueda, al mundo entero. Al mundo entero lleva dando vueltas, y vigila con la
mirada el giro de cada uno. Quienes están sentados arriba en su rueda, ignoran lo que les
va a tocar en suerte: caer a sus pies, en la desgracia, heridos de vergüenza, cansancio y
dolor. Ahora en la cumbre, luego precipitados en la caída…” (Ramírez, 2003B)
Aunque aparentemente este epígrafe pretende situarnos en la ambigüedad sobre la
culpabilidad o no de Alirio Martinica de los crímenes que se le imputan, introduce la idea de
azar que determina el fin de Martinica. ¿No era, acaso, más merecedor de punición su
compañero de infortunios, Leónidas Galán El Niño Lobo?:
“… y pronto también a hacerse el pendejo a la hora de los exámenes, los ojos en el cielo
raso igual que ahora, ¿las sociedades anónimas?, si son anónimas, dejémoslas mejor en el
anonimato, maestro, y por sus zalamerías, o por lástima, terminaban poniéndole la nota
mínima, pésimo estudiante pero sabio sin embargo en ardides judiciales, porque más que
en el aula aprendía en los juzgados el arte de los rábulas y los coimeros, fianzas del haz
salidas del aire, embargos preventivos tramposos, cartas de ventas falsas y tercerías de
dominio inventadas, y cómo podía llevar el apellido Galán aquel abominable adefesio
peludo de boca de jaiba (…) oreja por vocación , no le importaba que lo vieran acodado en
las ventanas del Cuartel Departamental (…) más temible que cualquiera de los
circunstantes de la mesa maldita donde no se le admitía pues, según el Capitán Prío hasta
en la calumnia debía haber decencia…” (Ramírez, 2003B, pp. 309-310).
Lo único que determina el fin de los dos personajes es una cuestión azarosa que se instala
irremediablemente en la novela, generando el concepto de paradoja : la justicia que no se
desarrolla como tal.
Finalmente, si en la autobiografía con carácter de ensayo que es Adiós muchachos (1999),
Ramírez deja la puerta abierta a la esperanza de la revolución que no muere (p. 295), en
la subjetividad de la ficción –como ya ha explicado el propio autor- permite que planee la
idea de la traición como único remanente de la gesta revolucionaria, de la que solo nos
llegan sombras y nada más.
Sergio Ramírez manifiesta en estas novelas una visión analítica del desarrollo de la historia
nicaragüense como proceso, valorando aquellos segmentos que contribuyeron a generar un
estado de opinión y una actitud resistente desde el asesinato de Sandino. Así, considera
como parte de esta evolución los sucesos de 1954, apreciando los aportes al debate
clandestino de organizaciones como la de los sindicatos de zapateros, por ejemplo, y
contraponiéndose a la visión sesgada de los ideólogos del FSLN, que siempre han afirmado
que desde 1934 la única lucha válida fue la del Frente Sandinista iniciada en 1961, a través
de enunciados como el de Santos López el eslabón entre Sandino y el Frente Sandinista o
Carlos, el eslabón vital; sin ofrecer una explicación clara del papel que cumplía en ese
discurso el ajusticiamiento de Somoza García, que parecía haber surgido por generación
espontánea . En el compendio de Obras Completas de Carlos Fonseca (1982) elaborado
por el Instituto de Estudios del Sandinismo, el jefe de la revolución afirmaba al referirse a
la década de los años 50 que “en el transcurso de ese lapso Nicaragua se mantenía
ideológicamente a nivel de la caverna” (T II. 1982: 8). Asimismo, en la Cronología histórica
de Nicaragua aparecida en el tomo I de esas Obras, para el apartado de 1954 aparece la
siguiente información:
“Se produce la conjura antigobiernista que fracasa en abril de ese año. En tal conjura
participan elementos de distinta procedencia política que le dan una característica
heterogénea. Participan desde viejos conservadores pronorteamericanos hasta jóvenes con
ideas revolucionarias modernas como es el caso del ingeniero Luis Morales Palacios. Las
víctimas inmoladas en esta conjura proceden fundamentalmente del seno del pueblo. La
participación de elementos revolucionarios al lado de elementos reaccionarios, indica que
para esta época los revolucionarios no han alcanzado todavía una independencia
organizativa. Por el momento es aun aplastante en la actividad política del país el peso de
las fuerzas tradicionales conservadoras y liberales. A raíz de la conjura de abril se restringe
todavía más la actividad opositora al imponerse por un año consecutivo el estado de sitio
oficial.” (1985: 372).
En el tomo II aparece la versión definitiva de esa cronología en la que se consigna que en
abril de 1954 “el zapatero Optaciano Morazán, veterano sandinista, cae asesinado por
esbirros somocistas al lado de otros patriotas”. (Cronología de la resistencia sandinista.
1985: 165).
La postura de restarle importancia recurrente en los demás dirigentes del FSLN una vez
llegados al poder, a pesar de que ya en ese momento ¿Te dio miedo…? circulaba con plena
libertad en el país. En el discurso Carlos, eslabón vital, pronunciado por Humberto Ortega
en 1981, citando a Fonseca afirma:
“Nuestra generación, la que recientemente ha iniciado su vida revolucionaria, ha dado
pruebas de poseer una elevada combatividad, superior a la generación del 44. Este último
año hemos sufrido dolorosas pérdidas. Ahí está El Chaparral, el 23 de julio, El Dorado,
etcétera…” (Fonseca, vol. I. 1985: 17).
El asunto de incorporar en el panteón sandinista a los llamados héroes de abril cobra
importancia si se tiene en cuenta que de no formar parte de una gesta revolucionaria, estos
hechos y sus actores difícilmente serán recordados. Sin embargo, más allá de aparecer
como sujetos protagonistas de la historia, está la cuestión de cuál tipo de historia es la que
los nicaragüenses tienen derecho a conocer y si la versión que aún en la actualidad el
sandinismo marxista-leninista (Fonseca Terán, 2011) defiende es la que debe perdurar.
¿Se puede considerar esta divergencia de versiones como un subvertimiento de la Historia?
En principio se puede afirmar que no, puesto que estos son discursos que se encuentran en
proceso de elaboración, y en el plano de la ideología política.
La trama de la novela permite que el autor ofrezca una caracterización del régimen
somocista que no se refiere únicamente a la figura del dictador, sino que aborda el sistema
de corrupción desde los bajos fondos, mostrando una red de implicados de poca monta. No
es por casualidad que los hechos presentados en la ficción coincidan con la realidad que la
Nicaragua de finales de siglo venía viviendo y que se ha prolongado hasta el día de hoy,
volviéndose más compleja en la medida en que el tiempo ha ido avanzando. Si en
Sombras… se alude al tráfico de las libres de automóviles, que permiten la evasión
tributaria en la importación de estos objetos de lujo, a finales de la década de los noventa,
el entramado de corrupción en la que se vio envuelto el católico organismo no
gubernamental COPROSA (Jeffrey, 2002), los vinculaba directamente con la introducción de
carros en el país, gracias a las “libres” de impuestos que les otorgaba el gobierno de turno.
Uno de los episodios más hilarantes de Sombras… es el de la gran cagada del dictador en la
piscina de su casa durante una fiesta, que concuerda con el relato que pasó de boca en
boca en todas las tertulias de corredor de Nicaragua, sobre una situación similar vivida por
el expresidente Alemán, lo que nos viene a decir que Alemán y Somoza fueron y son la
misma cosa. Ya nos alerta Fredic Jameson (2001) que la novela histórica posmoderna
relata hechos del pasado que sugieren una similitud con acontecimientos del presente. En
este sentido, la novela histórica de Ramírez aborda actitudes humanas que se repiten, aun
cuando los contextos sean distintos.
Otro aspecto importante que nos ofrece Sombras… es la tipología de los diferentes
guerrilleros que participaron en la lucha, alejándose de los paradigmas del guerrillero
ofrecido por la revolución cubana. Los arquetipos de combatientes se elaboran a partir de
los distintos estratos sociales que componen los contingentes de hombres y mujeres
armados, así Ramírez nos brinda un catálogo de personajes entre los que se encuentran el
estudiante universitario, el cristiano revolucionario, el miliciano de barrio y la mujer
guerrillera. Los personajes de los hermanos Corral son fácilmente comparables con Gabriel
y Antonio Cardenal, David y René Tejada o Mónica y Zulema Baltodano, por la experiencia
del compromiso cristiano al servicio de la revolución. En el caso del personaje de la
compañera Judith se hace más evidente la relación establecida con la Judith real, a quien el
autor ni siquiera le cambia el seudónimo y que nos relata la experiencia vital de Nora
Astorga. Ramírez recurre a la misma estrategia narrativa para la caracterización de los
personajes del bando somocista, el GN 2, del que conserva intacto el sobre nombre de
Moralitos, en realidad Oscar Morales, artífice de los asesinatos de René Tejada y el médico
forense Cedeño.
Comparando la representación de los acontecimientos históricos de abril de 1954 que
aparecen en Sombras… con los testimonios de quienes intervinieron en ellos (Cardenal,
2004; Cruz, 2004), se puede afirmar que Ramírez en este caso, traslada a la ficción los
detalles con los que completan la narración sin sustraer ningún hecho relevante,
absteniéndose de alterarlos en función de la calidad estética del texto.
En este largo recorrido que hemos hecho por veinticinco años de creación novelística del
autor masatepino, desde ¿Te dio miedo…? hasta Sombras… vemos como el oficio literario
de Ramírez evoluciona de lo que Fernando Aínsa llama la “intención realista testimonial (…)
(en la que) la tendencia de la ficción es la de subjetivar lo histórico, recordando siempre
que el hombre es además `hombre real´” (Aínsa, 1997, p. 118), hacia las grandes
verdades de la antigüedad clásica con una clara intención incluyente, integradora, en la que
la ficción histórica le permite tender un puente “entre la actualidad en la que los textos se
escriben y el pasado que evocan” (Aínsa, op. Cit. p. 119), impresos, no obstante, por un
azaroso e inescrutable sello paradójico. La narrativa de Sergio Ramírez, plagada de esos
guiños a la cultura popular la despojan, sin embargo de la hierática solemnidad aristotélica
del clasicismo, situándola en un ámbito cercano, próximo, pellizcable, dotada de una
enorme frescura, en ese sentido, es oportuno mencionar que Carlos Rincón califica esta
característica de las novelas de Ramírez como la condición postmoderna de su narrativa. Es
por eso que el autor se revela como uno de los más singulares del panorama
latinoamericano actual.
NOTAS
Ramírez ha explicado a José Manuel Vargas que se podrían considerar sus novelas Tiempo de fulgor,
Castigo divino y Margarita está linda la mar como una trilogía ya que en ellas se abordan diferentes
épocas de la ciudad de León (Vargas, 2002. Apéndice).
Para consultar sobre los procedimientos ver en Ramírez (2001). El viejo arte de mentir. México, Fondo
de Cultura Económica.
“Yo nací allá en el comando/ mi mamá cuidaba al capitán Güandique/ porque Tata Chu es muy grande
ella no me tuvo en el propio tabique./ No es cosa que me las pique de ser de la Guardia la reina y
señora/ pero mi primera pacha la chupé chigüina de una cantimplora”. Carlos Mejía Godoy popularizó la
canción La María de los Guardias en su disco Cantos a flor de pueblo. Fonodiscos, 1973. Documento
completo en http.www. radiolaprimerísima.com/canciones.
En su novela Las mil y una muertes (2003), Ramírez no sólo incorpora aparentes hechos de su vida
personal, sino que aporta datos metereológicos de la época –fácilmente comprobables- que pasó en
Mallorca investigando sobre Rubén Darío, uno de los personajes protagonistas. La edición para España
de esta novela incorpora las fotografías de Darío en la isla, así como del escritor ruso Turgenuev en su
lecho de muerte.
Browitt, Jeff. (…) a pesar de que el estilo modernista incorporó en la cultura nicaragüense el gusto por
las formas y los temas clásicos llevados por la oligarquía nicaragüense hasta límites de una exacerbada
deformidad, la tesis de Browitt sobre la relación entre utilización de elementos clásicos y el sentido
trágico en el caso de Margarita está linda la mar, no deja de ser plausible.
Poe, Edgard Allan. Todos los cuentos. Vol. 1. Traducción, prólogo y notas de Julio Cortázar. Barcelona:
Círculo de Lectores-Galaxia Gutenberg, (1963) 2003. p .447 y ss. Citaré por esa edición.
Prosper Jolyiot Crebillon, llamado Crebillon padre (Dijon, 1674-Paris, 1742) Dramaturgo francés que
intenta intensificar la tragedia clásica con la introducción de más elementos patéticos, engrandeciendo
la teatralidad. En su Atreo et Tieste a pesar de la clara influencia senequiana, no consigue imprimir en el
personaje de Tieste el marcado acento de sapiens estoico que si posee el del autor latino.
Cherem (2004). En la larga entrevista que la periodista mexicana hace a Ramírez este explica
pormenorizadamente las razones por las que tanto él y su hija María deciden a renunciar a su militancia
sandinista.
Bermúdez, Mariantonia. La idea de paradoja aparece por primera vez en la narrativa de Sergio Ramírez
en Margarita… (1997), cuando se frustra el plan de ajusticiamiento de Somoza García preparado por el
grupo de patriotas que encabeza Rigoberto López. Posteriormente, en Adiós muchachos (1999) utiliza
por primera vez el concepto paradoja en una obra de no ficción. (Artículo en preparación).
A propósito de Rigoberto López Pérez, Ernesto Cardenal afirma que este entró desde San Salvador,
donde se encontraba en el exilio, ayudado por Adolfo Alfaro, uno de los sobrevivientes de abril del 54.
(2004: 18).
BIBLIOGRAFÍA
Aínsa, Fernando. Invensión literaria y 'reconstrucción' histórica en la nueva narrativa latinoamericana.Karl
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Istmo. Revista virtual de estudios literarios y culturales centroamericanos, nº 3; enero-junio. ISSN 1535-2315.
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Ramírez, Sergio y Rincón, Carlos (1977). “Entrevista a Sergio Ramírez en San José de Costa Rica. Junio de
1977” en ECO. Revista de la cultura de Occidente, tomo XXXII/I; nº 193, noviembre; pp. 1-25.
Vargas, José Manuel (2004). Novela centroamericana contemporánea: la obra de Sergio Ramírez Mercado.
Salamanca: Universidad. Tesis doctoral no publicada.
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en esta edición de Crítica
⇒ SERGIO RAMÍREZ: De guapos de tiempos idos
⇒ CLARIBEL ALEGRÍ•A: Carlos Fuentes
⇒ HECTOR AGUILAR CAMÍ•N: Carlos Fuentes, el largo viaje
⇒ JUAN RAMÓN DE LA FUENTE: Luto mexicano
⇒ FEDERICO REYES HEROLES: Carlos Fuentes, in memoriam
⇒ COREA TORRES: La inagotable escritura. Otra vez Carlos Fuentes
⇒ MARIANTONIA BERMÚDEZ: La narrativa de Sergio Ramírez y su relación con
la nueva novela histórica latinoamericana
HOJA DE RUTACRÍTICANARRATIVAPOESÍACINEVITRINA
» Narrativa
Adelanto de la novela póstuma
Federico en su balcón
Carlos Fuentes
Al momento de su muerte en mayo pasado, el escritor mexicano Carlos Fuentes (1928-2012)
tenía dos libros en imprenta: el ensayo Personas, que sería publicado a inicios de julio y
contiene "sus impresiones acerca de casi una veintena de personas, todas ellas ya
fallecidas, que habían sido importantes en su vida", y la novela Federico en su balcón, en la
que planteaba un diálogo con el filósofo alemán Friedrich Nietzsche y que tenía previsto
presentar en noviembre próximo durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara
(FIL). La novela, que se publicará en Alfaguara durante el último trimestre del año según
ha dicho la editorial, comienza cuando Dante Loredano, trasunto del autor, entabla un
diálogo con su vecino de balcón –Federico Nietzsche– y se deja guiar por este cicerone –
como su homónimo en La Divina Comedia– a través de los círculos de sordidez y pasión de
una ciudad encendida por una violenta revolución social contra la oligarquía del poder
económico y militar. Carátula ofrece a sus lectores un adelanto de esta novela.
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en esta edición de Narrativa:
⇒ CARLOS FUENTES: Federico en su balcón (novela)
⇒ MARINA PEREZAGUA: Aurática (cuento)
⇒ CÉSAR RAMIRO: "Diario de Saint-Nazaire" (narrativa)
CARLOS FUENTES (Ciudad de
Panamá, 1928 - México, 2012)
Narrador y ensayista mexicano
cuya obra se sitúa en el llamado
boom de la literatura
hispanoamericana. Figura
dominante en el panorama nacional
del siglo XX por su cuidadosa
exploración de México y lo
mexicano, a través de una obra
extensa y que se servía de un
lenguaje audaz y novedoso capaz
de incorporar neologismos,
crudezas coloquiales y palabras
extranjeras, su propuesta se
sumergió en el inconsciente
personal y en el colectivo, y
trasladó con vigor a las letras
mexicanas los mejores recursos de
las vanguardias europeas.
Autor de La región más
transparente (1958), un dinámico
fresco sobre el México de la época
que integra en un flujo de voces los
pensamientos, anhelos y vicios de
diversas capas sociales. En 1962
apareció La muerte de Artemio
Cruz, una de las mayores novelas
de las letras mexicanas. Sus
páginas detienen por un instante,
con una prosa compleja de
identidades fragmentadas, el flujo
de conciencia de un viejo militar
de la Revolución de 1910 que se
encuentra a punto de morir, e
indagan en el sentido de la
condición humana.
También es autor, entre otras
obras, de Terra Nostra (1975),
Cristóbal Nonato (1987), Aura
(1962), Los años con Laura Díaz
(1999), La silla del águila (2003).
En 1994 fue galardonado con el
Premio Príncipe de Asturias de las
Letras.
HOJA DE RUTACRÍTICANARRATIVAPOESÍACINEVITRINA
» Narrativa
Cuento
Aurática
Marina Perezagua
Marina Perezagua comparte el cuento "Aurática", de la colección titulada Los libros del
lince, que será publicado en octubre. Sobre su trabajo como escritora, ha comentado: "Soy
cuentista convencida. Quiero decir con esto que para mí el cuento no es un paso preliminar
a la novela. No significa que algún día no escriba una novela, pero por ahora el cuento es el
vehículo que mejor expresa lo que quiero que decir. Siempre me resulta difícil hablar de mis
cuentos. Si dijera, por tomar algún ejemplo, que uno de ellos trata de una mujer imposible,
literalmente, de penetrar, y que se empeña en demostrarlo, u otro, donde la locura se
contagia como si fuese un virus, muchos podrían dudar, en el mejor de los casos, de mi
salud mental, y en el peor, de su verosimilitud. Pero, dejando aparte la temática, creo que
hay algo que todos tienen en común, y es que no dejan indiferente al lector. Cuando digo
esto no me refiero a que mis relatos satisfagan lo que conocemos como el gusto, o que se
adscriban a una categoría estética como lo bello, o lo grotesco o lo trágico. Es decir, yo
intento que sean bellos, intento mimar la palabra, pero por mucho que uno cuide la estética,
la forma, siempre quedará sujeto al gusto particular de cada cual".
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en esta edición de Narrativa:
⇒ CARLOS FUENTES: Federico en su balcón (novela)
⇒ MARINA PEREZAGUA: Aurática (cuento)
⇒ CÉSAR RAMIRO: "Diario de Saint-Nazaire" (narrativa)
MARINA PEREZAGUA es licenciada
en Historia del Arte por la
Universidad de Sevilla. Tras su
licenciatura marchó a Estados
Unidos con una beca de doctorado
en Literatura Hispánica, y durante
cinco años impartió clases de
lengua, literatura, historia y cine
hispanoamericanos en la
Universidad Estatal de Nueva York.
Tras vivir una larga temporada en
Francia y trabajar en el Instituto
Cervantes de Lyon, vuelve a Nueva
York, donde en el presente cursa el
máster de Escritura Creativa de
New York University y prepara la
publicación de su segundo libro.
Su primer libro, Criaturas Abisales,
fue publicado en Barcelona en
mayo 2011 por la editorial Los
libros del lince.
Marina Perezagua escribe cuento y
teatro. Ha publicado en las revistas
"Renacimiento" y "Sibila".
HOJA DE RUTACRÍTICANARRATIVAPOESÍACINEVITRINA
» Narrativa
Narrativa
Diario de Saint-Nazaire
César ramiro
"Saint-Nazaire es una ciudad neblinosa, fría y mineral, ideal para trabajar sin
preocupaciones. La extrema nubosidad y la luz del invierno producen las ilusiones ópticas
más inesperadas. Van a ser las diez de la mañana y tal parece que la luna llena de la noche
anterior está justo arriba del sol ahora mismo. Las aguas del estuario arden con un
resplandor plateado. Este lugar debe ser genial para ver un eclipse. En la noche, las luces
del puerto, los faros y la iluminación del puente de Saint-Grevin son como un sistema de
signos a descifrar, pero los guiños de esas luces siempre guardan algo secreto que se
revelará después, no ahora." Así comienza estos fragmentos del Diario que el escritor y
poeta ecuatoriano César Ramiro escribió durante una beca de residencia artística a inicios
de este año en la Maison des Écrivains Étrangers et Traducteurs de Saint-Nazaire, en
Francia.
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en esta edición de Narrativa:
⇒ CARLOS FUENTES: Federico en su balcón (novela)
⇒ MARINA PEREZAGUA: Aurática (cuento)
⇒ CÉSAR RAMIRO: "Diario de Saint-Nazaire" (narrativa)
CÉSAR RAMIRO (César Vásconez
Romero) nació en Quito, Ecuador,
en 1980. Hizo estudios de Letras y
Edición en la Universidad de
Buenos Aires (UBA).
Ha publicado artículos en revistas
como La Comunidad Inconfesable,
Ruido Blanco, El Interpretador y La
Tempestad. Como editor preparó
la Obra Poética (2007) de David
Ledesma y Minero de la Noche -24
poetas franceses de vanguardia(2008) de Jorge Carrera Andrade.
En el 2009 fue seleccionado para el
Programa de Residencias
Artísticas para Creadores de
Iberoamérica del Fonca en México.
Es autor del poemario Aldaba.
HOJA DE RUTACRÍTICANARRATIVAPOESÍACINEVITRINA
» Poesía
Poema
En el Café de la Ópera
Marco Antonio Campos
El poeta Marco Antonio Campos (México, 1949) comparte con Carátula un poema
reciente, titulado "El el Café de la Ópera".
MARCO ANTONIO CAMPOS (México,
“A los lugares hermosos, si fuiste feliz,
D.F., 1949) es poeta, narrador,
si anochecen los años, si demora el reloj,
ensayista y traductor. Ha publicado
es mejor no pensar en la vuelta”, oí que me decía
los libros de poesía: Muertos y
Joan Margarit en el Café de la Ópera.
disfraces (1974), Una seña en la
Veía la Rambla, el Teatro del Liceo.
sepultura (1978), Monólogos
El tigre del otoño, con uñas feroces,
(1985), La ceniza en la frente
desgarraba el follaje de los plátanos.
(1979), Los adioses del forastero
“No te equivoques. Deja que
(1996) y Viernes en Jerusalén
lo bello, si lo fue, lo transforme el alma”.
(2005), entre otros. La editorial El
Y como luz violenta volvieron de Acapulco
Tucán de Virginia volvió a reunir en
hermosos días azules y amarillos del '71
2007 su poesía en un solo tomo: El
con amigos joviales y jóvenes soleadas
forastero en la tierra (1970-
en casas ruidosas de alegría explosiva, o
2004). Es autor de un libro de
en playas o al lado de piscinas donde el deseo
aforismos (Árboles).
quemaba a la mujer como la arena ardiente, o
en la fuga de coches velocísimos en la ancha
Ha traducido libros de poesía de
costera, o bailando en la pista -con música de estrépito-,
Charles Baudelaire, Arthur
del círculo del Boccaccio o del Tequila a Go Go.
Rimbaud, André Gide, Antonin
“Yo tenía 22 años, y todo el ímpetu ciclónico
Artaud, Roger Munier, Emile
sobre las aguas ribereñas y la tierra firme.
Nelligan, Gaston Miron, Gatien
¿Sabes, Joan? Desde aquel entonces
Lapointe, Umberto Saba, Vincenzo
no volví. Desde aquel entonces
Cardarelli, Giuseppe Ungaretti,
no quise vivir los días de entonces”.
Salvatore Quasimodo, Georg Trakl,
Reiner Kunze, Carlos Drummond de
Andrade, y en colaboración con
Stefaan van den Bremt, a los
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poetas belgas Miriam Van hee,
Roland Jooris, Luuk Gruwez, André
Doms y Marc Dugardin. Libros de
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en esta edición de Poesía:
poesía suyos han sido traducidos al
inglés, al francés, al alemán, al
italiano y al neerlandés.
Ha obtenido los premios mexicanos
⇒ MARCO ANTONIO CAMPOS: "En el Café de la Ópera"
Xavier Villaurrutia (1992) y
⇒ JUAN VELÁSQUEZ MOLIERI: "Mayo"
Nezahualcóyotl (2005) y en España
el Premio Casa de América (2005)
por su libro Viernes en Jerusalén,
el Premio del Tren Antonio
Machado (2008) por su poema
“Aquellas cartas” y el Premio
Ciudad de Melilla (2009) por el
libro Dime dónde, en qué país. En
2004 se le distinguió con la Medalla
Presidencial Centenario de Pablo
Neruda otorgada por el gobierno de
Chile.
HOJA DE RUTACRÍTICANARRATIVAPOESÍACINEVITRINA
» Poesía
Poema
Mayo
Juan Velásquez Molieri
El periodista y poeta Juan Velásquez Molieri, autor del libro de poemas Los esplendores
vividos, comparte un poema inédito. Sobre su poesía, el crítico nicaragüense Álvaro
Urtecho señaló que se encuentra notablemente influenciada por "la serena interiorización
de la poeta mítica–alegórica Sor Juana Inés de la Cruz", así como el tema del "interés por
la provincia polvorienta, lejana y disuelta en la oscuridad del mito; pero por eso mismo,
poderosa y fecunda en sus imágenes ordinarias"
JUAN VELÁSQUEZ MOLIERI poeta y
periodista nicaragüense, autor del
libro de poemas Los esplendores
Aguacero suspendido en el espacio;
aroma a lluvia que no toca el fango del mundo;
gotas de agua sostenidas en la vigilia
vividos, obra que reúne algunos
recuerdos de la infancia, los
amores vividos y la belleza del
del invierno que llega lento.
paisaje occidental nicaragüense
Temerosas voces vecinas hablan
(“...las motas de algodón que se
del torrente de lluvia, que amenaza y truena en el espacio
mecen al viento como la espuma
con su vocerrón eléctrico y plateado.
sobre las olas del mar...”)
Mis palabras viven en silencio;
y mi recuerdo, lúbrico y húmedo,
que en la brisa con prisa vas olvidando
en la pausa de las estaciones del tiempo.
Oficinas Centrales de Tránsito. Managua, Mayo 2012
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⇒ JUAN VELÁSQUEZ MOLIERI: "Mayo"
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» Cine
"Entra nomás, estás en Nicaragua" - Julio Cortázar
Un sueño llamado Nicaragua
GUADI CALVO
Para muchos argentinos, la entonación de la palabra Nicaragua comenzó a tener un sabor
violentamente dulce, ocupando el interés diario, siguiendo con atención, cada avance, cada
retroceso, cada victoria o cada derrota del Frente. Las informaciones corrían de boca en
boca, los medios en manos de la dictadura informaban sesgadamente los acontecimientos
en el istmo, y uno aprendió a leer entre líneas para más o menos enterarse de lo que
verdaderamente sucedía. Fueron muchos los argentinos que entendieron que en Nicaragua
se intentaba gestar algo nuevo, y para los argentinos que en su país solo podían esperar la
desaparición, tortura y muerte, Nicaragua era un posible pasaje donde podrían desarrollar
los sueños conculcados.
Entra nomás, estás en Nicaragua.
Julio Cortázar
Desde los primeros años de la década del 70, el movimiento popular en la Argentina venía
sufriendo una constate sangría a manos de diversos organismos, no solo las policías o las
fuerzas armadas llevaban a cargo la tarea de silenciar a obreros, estudiantes e
intelectuales. Organizaciones paramilitares como la Triple A (Alianza Anticomunista
Argentina), preanunciaron lo que sucedería en el país abiertamente después del golpe
militar del 24 de marzo de 1976. Nada de lo que había vivido la Argentina se le podría
comparar a esos años donde todos los días se sucedían desapariciones forzadas y
fusilamientos enmascarados como enfrentamientos con organizaciones “subversivas”.
Muchos militantes de organizaciones populares, sindicatos, agrupaciones de estudiantes,
gente independiente, artistas, intelectuales o periodistas no tuvieron más remedio que
esperar la hora de sus verdugos o procurarse una vía de escape.
Las opciones eran diversas, esencialmente España y México, este último país con una larga
tradición a la hora de recibir perseguidos.
Pero las opciones de los argentinos no solo fueron esos dos países; aunque en menor
medida que España otras naciones europeas acogieron al exilio argentino: Francia, Suecia.
Italia. En aquellos años, el cono sur de América Latina era territorio minado, El plan Cóndor
asolaba el territorio sin respetar fronteras. Chile, Bolivia, Paraguay, Uruguay y Argentina,
se habían asociado en un mercosur de la muerte, que les permitía traficar con prisioneros
políticos que de inmediato serian sometidos a torturas y ejecutados apenas llegaran a sus
países. Los Servicios de Inteligencia de estas naciones rivalizaban en su eficiencia para
detener y torturar. Actuaban con carta blanca, sin más protocolo que la irracionalidad más
absoluta a la hora de avasallar cualquier derecho humano. La cacería monstruosa no se
detenía en el sospechoso de pertenecer a una organización opositora, sus parientes, sus
amigos, sus bienes y en algunos casos hasta sus mascotas pasaron a ser botín de guerra.
Las dictaduras habían decidido mostrar sus peores caras: Pinochet, los sucesivos golpes
palaciegos de los militares bolivianos, unos más corruptos que otros, más sanguinarios que
otros; Stroessner, que ya había cumplido la tarea impuesta por el departamento de Estado
norteamericano hacia décadas y descansaba en su plácida siesta tropical, sin
preocupaciones, con sus enemigos ya muertos, abarrotando cárceles o exiliados; Uruguay
con una dictadura sangrienta, como jamás había pensado vivir el pequeño país rioplatense
y Argentina con una maquinaria de muerte que podría enorgullecer al propio Hitler.
Perú, Colombia y Venezuela era receptores también de muchos exiliados, pero en ese atroz
panorama de búsqueda desesperada por un refugio seguro surgió para los argentinos un
pequeño y remoto país, del que apenas se conocía algún poeta y varios dictadores:
Nicaragua.
Por aquellos años, 1976, el país centroamericano se encontraba en uno de los puntos más
cruciales de su tumultuosa historia. El Frente Sandinista de Liberación había comenzado a
jaquear seriamente a la dictadura de los Somozas.
Para muchos argentinos, la entonación de la palabra Nicaragua comenzó a tener un sabor
violentamente dulce, ocupando el interés diario, siguiendo con atención, cada avance, cada
retroceso, cada victoria o cada derrota del Frente. Las informaciones corrían de boca en
boca, los medios en manos de la dictadura informaban sesgadamente los acontecimientos
en el istmo, y uno aprendió a leer entre líneas para más o menos enterarse de lo que
verdaderamente sucedía. Fueron muchos los argentinos que entendieron que en Nicaragua
se intentaba gestar algo nuevo, y para los argentinos que en su país solo podían esperar la
desaparición, tortura y muerte, Nicaragua era un posible pasaje donde podrían desarrollar
los sueños conculcados.
Primero fueron los más experimentados en la lucha armada, que ya derrotados en el país,
decididamente partieron a acompañar la lucha emancipadora del pueblo nicaragüense.
Otros tampoco dudaron que en la nueva Nicaragua podrían cumplir viejos anhelos y para
allí partieron cargando sus experiencias laborales en diferentes ámbitos.
Muchos de esos argentinos convirtieron a Nicaragua en su patria y allí desarrollaron sus
vidas, no solo en el campo laboral sino que formaron familias y allí se sostuvieron más allá
de los tormentosos tiempos que le tocó vivir al país desde el triunfo de la revolución, un
jueves 19 de julio de 1979.
Con el fin de recuperar la memoria de esos argentinos que se unieron al proceso
revolucionario nicaragüense, dos jóvenes realizadores argentinos han rodado Nicaragua…
el sueño de una generación. Los directores, Roberto Persano y Santiago Nacif, ambos
licenciados en comunicación de la Universidad de Buenos Aires, que habían realizado con
anterioridad el documental El Almafuerte (2009), una indagación sobre un instituto
correccional de menores de alta peligrosidad.
Trabajando en base a entrevistas y a un importante material de archivo, sobre las
motivaciones, experiencias y resultados de varios miembros de ese exilio argentino, nos
irán mostrando los diferentes universos que cada participante ha logrado construir, a lo
largo de estos treinta y tres años de la revolución Sandinista.
Ellos son: Felisa Lemos, médica rural, que llegó a Managua proveniente de Francia, donde
se había exiliado el 11 de noviembre de 1979. Durante años trabajo en comunidades del
interior nicaragüense, Cuá Bocay, en su área de sanidad y particularmente de
epidemiologia. Participó en la primera Brigada Sanitaria, y por sus antecedentes, la Junta
Revolucionaria Sandinista la nombró Directora de Epidemiología.
Pola Augier, antigua militante del ERP (Ejercito Revolucionario del Pueblo), organización
fundada en 1970, de importante actuación militar y objetivo principal de la dictadura a
partir de 1976. Pola, tras la muerte de su compañero Benito Urteaga, uno de los
fundadores y máximos responsables del ERP, asesinado por una patrulla militar junto a
Mario Roberto Santucho, número uno de dicha organización, justamente un 19 de julio pero
de 1976. Poco tiempo después Pola recibirá otro golpe, el secuestro de su hijo, por lo que
se verá obligada a exiliarse en Ginebra. A los pocos días del triunfo de la revolución
Sandinista llega a Managua y se suma a las milicias populares. Por su experiencia y su
formación combatiente es puesta al frente de la Policía Sandinista.
Maria Luisa Babini, también conocida como Licha y su hijo Salvador "Lole" García, llegaron
a Nicaragua en agosto del 79, a poco del triunfo del FSLN. Venían de su exilio en México,
desde donde se contactaron con gente del Frente, integrándose a la revolución. Licha
trabajó en el asesoramiento de Cooperativas lácteas y agrarias. En el año 1986, Lole se
integra a la Juventud Sandinista y colabora con las Brigadas en las campañas de corte y
recolección de café. En la actualidad los dos siguen viviendo en Nicaragua.
Nerio Barberis, cineasta intégrante del Grupo Cine de Base, fundado por Raymundo
Gleyzer, secuestrado y desaparecido en junio de 1976. Nerio se exiliará en Perú y en 1977
se radica en México. Durante la revolución sandinista participó como sonidista en los
documentales “Victoria de un pueblo en armas” y “La Insurrección cultural” e ideó junto al
Grupo Cine Sur “el compa Clodomiro”, un personaje animado que explicaba al pueblo
nicaragüense cuestiones de política y economía. Actualmente continúa viviendo en México,
DF, siempre vinculado a la actividad cinematográfica.
Otro de los cineastas que llegaron en plena revolución fue el cineasta Jorge Denti, también
miembro del grupo Cine de la Base, como Nerio Barberis con quien se exilió en Perú tras la
desaparición de Gleizer. En Nicaragua registró el proceso revolucionario realizando los
filmes documentales Victoria de un pueblo en armas y La insurrección cultural en
donde se deja testimonio de la Campaña Nacional de Alfabetización. Actualmente reside en
México, y sigue desarrollando su actividad como realizador cinematográfico.
Aurora Sánchez, “La Cachorra”, vivió en Argentina hasta 1978 cuando debió exiliarse en
Francia huyendo de la dictadura militar. En 1981 se radicó definitivamente con su
compañero y sus 2 hijos en Nicaragua, pasando a colaborar con el Ministerio de Educación.
Durante la Revolución Popular Sandinista participó en las brigadas de los cortes de café en
los departamentos de Matagalpa y Jinotega. Junto a su hijo Iván, de tan sólo 15 años,
luchó en las montañas nicaragüenses combatiendo a la contrarevolución. En 1986 creó el
suplemento infantil “Los Cachorritos” del entonces periódico sandinista “Barricada”.
Carlos Vilas. Durante los 10 años que vivió en Nicaragua, Vilas colaboró en el incipiente
Ministerio de Acción Social, presidido entonces por Lea Guido. Luego se desempeñó en el
Ministerio de Educación. Desde allí participó en “La Encuesta Nacional de Educación”, una
gigantesca consulta popular en los barrios, el campo y la montaña con talleres y debates
entre obreros y campesinos para, entre todos, diagramar lo que sería la nueva educación
nicaragüense.
Jorge Luis, el Pampa, Ubertall llegó a Nicaragua en diciembre de 1979 procedente de su
exilio argentino en Costa Rica y Canadá. Una vez en Managua y dada su condición de
periodista, comenzó a trabajar en la radio sandinista “Noticias” para luego pasar a
colaborar en el Ministerio del Interior y en la Universidad. A su vez, en la fase militar, se
incorporó a las milicias y llegó a ser instructor político-militar de las milicias populares
sandinistas.
Néstor Napal llega a Nicaragua al poco tiempo del triunfo del FSLN. Participó activamente
en las Campañas de cortes de café, en la zona de Matagalpa. Consolidada la revolución,
como economista se dedicó a asesorar cooperativas agrarias. Durante algún tiempo
colaboró con el diario Barricada bajo el seudónimo de Néstor Surero. En la actualidad
continúa viviendo en Nicaragua junto a su esposa nicaragüense y sus hijas.
Este grupo de argentinos es solo un muestrario mínimo de los muchos que entendieron que
en Nicaragua sus sueños se echaban a volar y ya se sabe, los sueños son de quien los
sueña.
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en esta edición de Cine
⇒ GUADI CALVO: Un sueño llamado Nicaragua
⇒ FRANKLIN CALDERA: Historia del cine en 25 carteles:
Cartel #11 - RASHOMON, de Akira Kurosawa
⇒ RAMIRO LACAYO: El cine y Fuentes, Ficha de ciegos
ROBERTO PERSANO y SANTIAGO
NACIF
“Al mundo también se lo puede
cambiar contando historias”
Ficha técnica
NICARAGUA
… el sueño de una generación
Una producción de Andrés ·Gato·
Martínez Cantó y ADART
Producciones.
Dirección: Roberto Persano –
Santiago Nacif.
Director consultante: Daniel Burak.
Productores ejecutivos: Andrés Gato
Martínez Cantó | Alejandro Gruz.
Co-Productor / Director de
Producción: Leonardo Hussen.
Dirección de Fotografía: Emiliano
Penelas.
Montaje: Gabi Jaime.
Dirección de Sonido: Lucho Corti y
Adriano Mantova.
Música Original: Juan Matías
Tarruella.
Animaciones: Kinoclaje.
Duración: 75 minutos. Argentina.
Color. Digital Cinema Pack (DCP).
Sonido 5.1
GUADI CALVO
(Buenos Aires, 1955). Escritor,
periodista y crítico de cine,
especializado en problemáticas
(violencia social, política,
migraciones, narcotráfico) y cultura
latinoamericana (cine, literatura y
plástica).
Ejerce la crítica cinematográfica en
diferentes medios de Argentina,
Latinoamérica y Europa. Ha
colaborado con diversas
publicaciones, radios y revistas
digitales,
comoArchipiélago (México), A Plena
Voz (Venezuela), Rampa
(Colombia), Zoom (Argentina), Le
Jouet Enragé (Francia),Ziehender
Stern (Austria),Rayentru (Chile), el
programaCondenados al éxito en
Radio Corporativa de
Buenos Aires, la
publicaciónCírculo (EE.UU.) y
oLateinamerikanisches
Kulturmagazin (Austria).
Realiza y coordina talleres literarios
y seminarios. Es responsable de la
programación del ciclo de cine
latinoamericano "Latinoamericano en
el centro" , uno de los más
importantes del país, que se realiza
en el Centro Cultural de la
Cooperación de Buenos Aires.
Ha publicado la colección de
cuentos El Guerrero y el Espejo
(1990), la novela Señal de
Ausencia (1993) y La guerra de la
sed (2009), con prólogo de Sergio
Ramírez.
Es colaborador de la sección de
"Cine" de Carátula.
HOJA DE RUTACRÍTICANARRATIVAPOESÍACINEVITRINA
» Cine
Historia del cine en 25 carteles - Cartel No.11
RASHOMON de Akira Kurosawa
Franklin caldera
Franklin Caldera, en su historia del cine en 25 carteles, nos regala esta vez Rashomon,
del gran director Akira Kurosawa. Demostrando que el arte del cartel refleja la magia y
encanto del cine, acompaña cada cartel con una crónica de la película en menos de 500
palabras y nos brinda una rápida mirada a la historia del cine. El uso en la revista de
estos carteles es exclusivamente cultural y educativo y en ningún momento se espera
obtener beneficios comerciales.
En la época del cine mudo, la producción cinematográfica japonesa alcanzó un promedio de
800 películas anualmente. Los géneros fundamentales del cine japonés son gendai-geki
(dramas contemporáneos), jidai-geki (dramas de época), shomin-geki (dramas sociales) y
chambara (películas de espadachines).
La corriente surrealista (avant-garde) que arranca desde el período silente (La página de la
locura / Kurutta Ippeji, 1926; de Teinosuke Kinugasa), ha enriquecido tanto el cine de
autor (La mujer de arena, 1964; de Hiroshi Teshigahara con Kyoto Kishoda y Eiji Okada;
novela de Kobo Abe) como el cine de fantasmas (Kwaidan, 1964; de Masaki Kobayashi). En
1953, Kinugasa dirigió La puerta del infierno (Jijoku-Mon), joya del Eastmancolor (fot. Koei
Sugiyama) con Machiko Kyo, la actriz favorita de los directores japoneses
Si bien Akira Kurosawa (1910-1998) es el más conocido en Occidente de los directores
japoneses (y el más shakesperiano), de mayor renombre gozaron en su país, Yasujiro Ozu
y Kenji Mizoguchi, gran director de actrices.
Las obras maestras de Ozu y Mizoguchi son, respectivamente, Tokio Monogatari (1953),
filme contemplativo sobre el viaje de un matrimonio de provincia a Tokio, y Cuentos de la
luna pálida después de la lluvia (Ugestu Monogatari, 1953) con Machiko Kyo como Wasaka,
la dama fantasma.
Rashomon de Kurosawa (sobre relatos de Ryonosuke Akutagawa) despertó el interés
internacional por la cinematografía japonesa. El filme (premiado en Hollywood y Venecia)
reconstruye, con dinámica fotografía de Kazuo Miyagawa, un asalto a partir de los
testimonios contradictorios del asaltante (Toshiro Mifune), la mujer supuestamente violada
(Machiko Kyo), el marido difunto (Masayuki Mori), que habla a través de una médium, y un
leñador-testigo (Takashi Shimura).
La película no es un estudio pirandeliano sobre la naturaleza subjetiva de la verdad, como
muchos pensaron, sino una reflexión sobre el egoísmo de los seres humanos, que
tergiversan la verdad según sus intereses, llegando al autoengaño. Las argumentaciones
filosóficas de tres desconocidas ocurren ante la legendaria puerta de Rashomon en Kioto.
El cine de Kurosawa significó un rompimiento con la tradición japonesa de exaltación
patriótica, representada por las versiones de Los 47 ronin / Chushingura dirigidas
respectivamente por Kinugasa (32), Mizoguchi (42) e Inagaki (1962).
Igual éxito de crítica y público tuvo Kurosawa con Los siete samurai (1954),
coprotagonizada por T. Shimura y T. Mifune, actor atleta capaz de pasar del histrionismo
más exagerado a la más refinada sobriedad interpretativa. La filmografía del director
incluye Ikiru (Vivir, 1951, con T. Shimura), Dersu Uzala (1975), Kagemucha (1980) y Ran
(Caos, 1985).
Entre los contemporáneos de Kurosawa destacaron Hideo Sekigawa (Hiroshima, 1953);
Hiroshi Inagaki (Mushashi Miyamoto / Samurai, 1954-56); Kobayashi (La condición
humana, 1959-61); Ishiro Honda (Godzilla, 1954, filme de terror nuclear de la Toho); Kon
Ichikawa (El arpa birmana, 1956), clásico del cine antibélico, y Nagisa Oshima (La
ceremonia, 1971). .
El último gran director surgido en el siglo XX fue Takeshi Kitano, cuyo Flores de fuego
(1997) fue premiado en Venecia. Akira (1988) de Katasuhiro Otomo y El viaje de Chichiro
(2001) de Hayo Miyazaki, son ejemplos del gran cine de animación japonés.
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⇒ GUADI CALVO: Un sueño llamado Nicaragua
⇒ FRANKLIN CALDERA: Historia del cine en 25 carteles:
Cartel #11 - RASHOMON, de Akira Kurosawa
⇒ RAMIRO LACAYO: El cine y Fuentes, Ficha de ciegos
AKIRA KUROSAWA
(Tokio, 1910-?, 1998) Director de
cine japonés. Pintor frustrado por
su propia autoexigencia, decidió
dedicarse al cine, en el que se inició
como guionista. Recorre su obra
este pasado pictórico, en forma de
una cuidadísima fotografía, un
profundo humanismo y una
habilidad narrativa por la que fue
considerado como el más occidental
de los directores japoneses.
En 1950 obtuvo el León de Oro de la
Mostra de Venecia y el Oscar a la
mejor película extranjera con su
filme Rashomon, una refinada
versión de un relato tradicional
japonés que le situó en el mapa
cinematográfico internacional. En
1954 repitió máximo galardón en el
certamen veneciano con Los siete
samurais, filme objeto de un
célebre remake con el título de Los
siete magníficos. En
1965, Barbarrojasufrió un rechazo
de crítica y público que se repitió
en su siguiente obra, Dodes Ka-den,
circunstancia que le empujó a un
intento de suicidio en 1971.
Agotado su crédito en su país natal,
en 1975 logró que las autoridades
soviéticas financiaran la
películaDersu Uzala, rotundo
triunfo que le permitió obtener su
segundo Oscar y
financiar Ran (1985), una
espectacular adaptación de El rey
Lear, de William Shakespeare, en el
marco del Japón medieval que se
convirtió en uno de sus títulos más
conocidos.
FRANKLIN CALDERA (Managua,
1949).
Poeta, ensayista, traductor y crítico
de cine. Es abogado. Desde 1968
publica enLa Prensa
Literaria poemas, críticas literarias
y de cine y traducciones de poesía
en lengua inglesa. Fue uno de los
asiduos de la cafetería La India, el
emblemático sitio de reunión de los
poetas y pintores de la Generación
del 60 y leyó sus poemas en La
tortuga morada, la primera
discoteca de la Managua de antes
del terremoto.
Desde temprana edad tuvo gran
afición por el cine y junto con
Ramiro Arguello es uno de los
auténticos y últimos cinéfilos y
contadores de películas de nuestro
tiempo. Ha escrito numerosas
críticas y crónicas en revistas
nicaragüenses e internacionales y ha
participado en seminarios junto a
cinéfilos de la talla de Guillermo
Cabrera Infante y Manuel Puig.
En 1983 escribió con a Ramiro
Arguello, Datos útiles e inútiles
sobre cine; en 1996, Luces cámara
acción: cien años de historia del
cine. Guarda un libro de poesía a la
espera de publicación. Es co-editor,
con Ligia Guillén, de la revista
“Poesía Peregrina”.
Reside en la Florida desde 1985,
donde goza de los constantes
reestrenos de películas noir.
Es colaborador de la sección de
"Cine" de Carátula.
HOJA DE RUTACRÍTICANARRATIVAPOESÍACINEVITRINA
» Cine
El cine y Fuentes: Ficha de ciegos
Ramiro Lacayo Deshon
La influencia de Carlos Fuentes en el cine latinoamericano y norteamericano fue
importante como lo demuestra la cantidad de películas (abajo detalladas) en las que
participó o fueron basadas en sus obras literarias. Su narrativa introdujo elementos de
cinematografías más contemporáneas sin perder el vínculo con lo mejor de la época de
oro del cine mexicano. Aprovechando esa presencia que trae la muerte, es momento
oportuno para que los cineastas de Centro y Latino América repasemos su legado, en
búsqueda de claves que nos ayuden a encontrar una expresión propia.
RAMIRO LACAYO DESHÓN, estudia
humanidades en la Universidad
Centro Americana (UCA), Managua,
y arquitectura en The Catholic
University of America, Washington
D.C.
Publica cuentos y poemas en
suplementos literarios desde 1970.
En la insurrección (1978-79) es
integrante de la Brigada
Cinematográfica que recoge, en
cine y fotografía, la guerra contra
Somoza.
Durante los 80’s es cofundador y
director del Instituto Nicaragüense
Aunque los escritores de la generación vanguardia en América Latina no dieron mucha
de Cine (INCINE), y miembro
importancia al cine o no lo consideraban como un arte, la siguiente generación, el boom
fundador de la Fundación del
latinoamericano, tuvo una actitud diferente. Gabriel Garcia Márquez se ligó a la Fundación
Nuevo Cine Latino Americano.
del Nuevo Cine Latino Americano como uno de sus fundadores y ha sido prácticamente el
Realiza documentales y películas
padrino de la escuela de cine en San Antonio de los Baños, Cuba, y muchos de sus cuentos
de ficción que obtienen
han sido llevados a la pantalla por directores latinoamericanos. De Vargas Llosa se han
reconocimientos en festivales
adaptado al cine varias novelas, entre ellas, con muy buena suerte, Pantaleón y las
internacionales.
visitadoras. Guillermo Cabrera Infante era el cinéfilo mayor, además de dos libros sobre
cine escribió guiones para películas norteamericanas. Carlos Fuentes se involucró
Ha publicado un libro de
intensamente en el cine, dándole respiro al cine mexicano al escribir los guiones de muchas
cuentos, Nadie de Importancia
películas y publicando una novela biográfica sobre la diva Maria Félix.
(1984), y su primera novela, Así en
la tierra, es finalista del premio
En 1964 se inicia en la cinematografía con el
Ateneo de Sevilla 2007.
guión EL GALLO DE ORO, película basada en
un cuento de Juan Rulfo y adaptada para el
cine en conjunto con Gabriel García Márquez y
Roberto Gavaldón, quien la dirigió. Esta
Es editor de Cine de Carátula.
Enlaces
» Centro Nicaraguense de Escritores:
película cuenta la historia de un campesino
que recoge un gallo de pelea mal matado y lo
cura, con tan buena suerte en las peleas que
es contratado por un millonario, con quien
termina enfrentado por el amor a una misma
mujer.
Esta película, dentro de la tradición del mejor
cine mexicano, tiene como protagonistas a
Ignacio Lopez Tarso, Lucha Villa – que hace vibrar la pantalla -, Narciso Busquets y Pedro
Galván (a quien veremos después participando en La pandilla salvaje). Cabe destacar la
nítida fotografía de Gabriel Figueroa, quien se convirtió en uno de los directores de
fotografía de renombre mundial.
Un año después se estrena la adaptación de su
Ramiro Lacayo Deshón
cuento Las dos Elenas, de la cual escribe el
guión. Dirigida por José Luis Ibáñez, este corto
narra las relaciones entre una hija recién
casada, Elena, de carácter liberado y llena de
vitalidad, con su madre, también llamada
Elena, más conservadora y apegada a las
tradiciones. En medio de estos conflictos
aparece el marido de Elena, un hombre
comprensivo y hasta cierto punto apático.
La película es un homenaje directo a Jules et Jim, de François Truffat, y recurre al estilo
desarrollado por la Nueva Ola del cine Francés (café con enchiladas), especialmente con la
narrativa experimental de Jean Luc Godard. Como nota curiosa en esta película participan
como actores, entre otros, José Donoso, Jose Luis Cuevas y el mismo Carlos Fuentes en
una aparición cameo.
Un alma pura, de ese mismo año, es dirigida también por Juan Ibáñez y Carlos Fuentes
escribe el guión. Narra la relación incestuosa entre Claudia, joven aristócrata, y su
hermano, Juan Luis, quien muere en Suiza. También es curiosa la participación de la
escritora y pintora surrealista Leonora Carrington.
En 1966 escribe, junto con Gabriel Garcia Márquez, un western, Tiempo de Morir, dirigida
por Arturo Ripstein; uno de sus filmes más conocidos -esta película fue vuelta a rodar en
1985, dirigida por Jorge Alí Triana-. En 1966 también se estrena Las diabólicas del amor,
del director italiano Damiano Daniani, adaptación de su novela Aura.
El director argentino Luis Puenzo filmó, en 1989, Gringo viejo, adaptación de su novela
homónima, con Gregory Peck, Jane Fonda y Jimmy Smits en los papeles principales. Esta
película especula sobre los últimos días del escritor y periodista norteamericano Ambrose
Bierce, quien a sus setenta años cruzó la frontera hacía México para unirse al ejército
revolucionario de Pancho Villa.
La influencia de Carlos Fuentes en el cine latinoamericano y norteamericano fue importante
como lo demuestra la cantidad de películas (abajo detalladas) en las que participó o fueron
basadas en sus obras literarias. Su narrativa introdujo elementos de cinematografías más
contemporáneas sin perder el vínculo con lo mejor de la época de oro del cine mexicano.
Aprovechando esa presencia que trae la muerte, es momento oportuno para que los
cineastas de Centro y Latino América repasemos su legado, en búsqueda de claves que nos
ayuden a encontrar una expresión propia.
Lista de películas en las que Carlos Fuentes estuvo involucrado como novelista o guionista:
2001 Las dos Elenas (Televisión)
2000 México (Documental)
1997 Rubén Jaramillo, 1900-1962, una historia Mexicana (Documental)
1994 Espejo enterrado (Documental)
1994 La raya del olvido
1990 Inspiración
1989 Gringo viejo
1988 Vieja moralidad
1986 Tiempo de morir
1985 Memorándum: Original y copia
1981 Complot Petróleo: La cabeza de la hidra
1975 ¿No oyes ladrar los perros?
1973 Aquellos años
1973 Las cautivas
1972 Muñeca reina
1968 México México (Documental)
1967 Los caifanes (Sin crédito)
1967 Pedro Páramo
1966 La strega in amore (Las diabólicas de amor)
1966 Tiempo de morir
1965 Las dos Elenas
1965 Un alma pura
1965 Leonora Carrington o el sortilegio irónico (Documental)
1964 El gallo de oro
1953 Cine verdad (Serié de televisión)
.
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Comentarios
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en esta edición de Cine
⇒ GUADI CALVO: Un sueño llamado Nicaragua
⇒ FRANKLIN CALDERA: Historia del cine en 25 carteles:
Cartel #11 - RASHOMON, de Akira Kurosawa
⇒ RAMIRO LACAYO: El cine y Fuentes, Ficha de ciegos
HOJA DE RUTACRÍTICANARRATIVAPOESÍACINEVITRINA
»Vitrina
1. Sergio Ramírez cumple 70 años de vida y 50 de creación literaria
2. Doscientos cuentos optando al Premio Centroamericano Carátula de Cuento
Breve
3. Omar D'León condecorado en Teatro Real de Madrid
4. Alfredo Pérez Alencart gana Premio Jorge Guillén de Poesía
5. Continúa abierta la Convocatoria al Premio Internacional de Poesía "Pablo
Antonio Cuadra"
Sergio Ramírez cumple 70 años de vida y 50 de
creación literaria
Nota de prensa / Crea Comunicaciones
Sergio Ramírez, ganador del premio Alfaguara en 1998 y del Premio Iberoamericano de las
Letras Jose Donoso en 2011, y director de Carátula, revista cultural centroamericana, llega
a los 70 años, y también se cumplen 50 de su carrera de escritor, que empezó en su
adolescencia. Con este doble motivo, un Comité Nacional conformado por diversas
personalidades del mundo cultural de Nicaragua, ha organizado una serie de festejos que
se desarrollarán a lo largo del mes de agosto.
Sergio Ramírez ha regido su vida literaria bajo la “la necesidad de contar y oír contar”. Ha
escrito 48 libros entre novelas, cuentos, ensayos literarios, memorias y testimonios. Publica
una columna en más de 13 periódicos y revistas en distintos países de habla castellana. Su
obra ha sido traducida al portugués, inglés, francés, italiano, alemán, holandés, danés,
noruego, sueco, serbio, esloveno, ruso, búlgaro, chino mandarín, hebreo y japonés.
Entre las actividades destacadas del mes figuran la presentación de tres libros: La viuda
Carlota y otros cuentos, una antología personal que publica la editorial Amerrisque;
Historias para ser contadas, que reúne sus artículos periodísticos, editado por la
Universidad de Nuevo León, México; y Un baile de máscaras, una edición conmemorativa
con fotografías de Rossana Lacayo, publicado por editorial Uruk de Costa Rica. También dos
exposiciones de Daniel Mordzinski, fotógrafo argentino residente en París y reconocido
como el “fotógrafo de escritores”: Los Rostros de la Escritura y Homenaje Fotográfico a
Sergio Ramírez. La primera es una exposición itinerante que transitará por la Alianza
Francesa de Managua y la Casa de los Tres Mundos en Granada. La segunda se exhibirá en
Galería Códice. El crítico literario alemán, Werner Mackenbach, dictará una conferencia
sobre la obra literaria.
Habrá talleres narrativos con estudiantes de secundaria y un performance de Madeline
Mendieta basado en la obra literaria de este laureado escritor. El Instituto de Historia de
Nicaragua y Centroamérica de la UCA (IHNCA-UCA), presentará una exposición de portadas
de los libros del autor homenajeado, en el Paseo de la Memoria. Las celebraciones, que se
extenderán a Granada, León y Masatepe, cuna del escritor, culminarán en el Centro
Cultural de España en Nicaragua (CCEN) con la presentación de un cortometraje basado en
el cuento de Sergio Ramírez: “El Centerfielder”, un film dirigido por Ramiro Lacayo.
El programa completo de actividades puede encontrarse en www.sergioramirez.org.ni
Comité de Honor
Ernesto Cardenal, Poeta; Claribel Alegría, Poeta; Gioconda Belli, Poeta; Carlos Tunnermann
B, Alejandro Serrano Caldera, Norma Helena Gadea, Carlos Mejía Godoy, Luis Enrique Mejía
Godoy, Hernaldo Zúniga, Ramiro Lacayo Deshon; Carlos Fernando Chamorro, Octavio
Enríquez; Ernesto Medina Sandino, Rector de la UAM; Vidaluz Meneses, Directora Centro
Nicaragüense de Escritores; Margarita Vannini, Directora Inst. de Historia de Nicaragua y
Centroamérica (IHNCA/UCA); Juanita Bermúdez, Directora Galería Códice; Melanie
Bouchard, Directora, Alianza Francesa, René Gonzalez, Presidente del INCH; Dieter Stadler,
Director, Casa de los 3 Mundos; David Ruiz López-Prizuelos, Director Centro Cultural de
España en Nic.; Melvin Wallace, Director, Editorial Amerrisque;; Karly Gaitán Morales,
Escritora, Secretaria del Comité; Jesús de Santiago, Director de HISPAMER; Alfredo
Guzmán, Director de LITERATO.
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Doscientos cuentos optando al Premio
Centroamericano Carátula de Cuento Breve
Nota de Prensa
El primero de agosto cerró la convocatoria al Premio Centroamericano Carátula de
Cuento Breve, convocado a inicios de junio por Carátula, revista cultural centroamericana
(www.caratula.net) en el marco de celebraciones por los 70 años de vida y 50 de creación
literaria del escritor nicaragüense Sergio Ramírez (1942), director.
Al premio podrían optar escritores centroamericanos de cualquier edad y residencia legal,
con un único cuento rigurosamente inédito, escrito en cualquier idioma oficial de
Centroamérica (siempre que se acompañe con la correspondiente traducción al español),
de temática libre.
El premio consiste en US$ 1.000.00 (UN MIL DÓLARES NORTEAMERICANOS) indivisibles,
diploma de honor, un lote de libros autografiados y la publicación del cuento ganador con
una presentación de Sergio Ramírez en la edición especial n°. 50 de Carátula,
correspondiente a octubre-noviembre de 2012.
El fallo se dará a conocer a mediados de agosto, y la premiación será el 31 de agosto del
presente año, en el marco de celebraciones por los 70 años de vida y 50 de creación
literaria de Sergio Ramírez.
Enlace relacionado: Bases de convocatoria.
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Omar D'León condecorado en
Teatro Real de Madrid
Nota de prensa
En acto ceremonial y de reconocimiento oficial a los artistas representativos del
Bicentenario del Tribunal Supremo de España, La Fundación Carlos III, realizo un merecido
homenaje de condecoración a un artista por país en representación de Latinoamérica, este
evento se llevo a cavo el día 16 de junio en el Teatro Real de Madrid. Entre los maestros
Iberoamericanos condecorados que representaron a cada país de Iberoamericana tse
encontraban: España: José María Yturralde, México: José Luís Cuevas, Guatemala: Rodolfo
Abularach, Nicaragua: Omar d’León, República Dominicana: Rosa Tavárez, Venezuela:
Oswaldo Vigas, Perú: Fernando de Szyszlo, Honduras: Armando Lara, Ecuador: Mónica
Sarmiento Castillo, Paraguay: Carlos Colombino, Cuba: Enrique Ubieta, Portugal: Alberto
Carneiro, El Salvador: Carlos Cañas, Uruguay: Miguel Hernández Zorrilla, Bolivia: Luis
Zilveti, Argentina: Leopoldo Maler, Puerto Rico: Luis Hernández Cruz, Chile: Iván Contreras
Brunet, Panamá: Olga Sinclair, Costa Rica: Felo Garcia, Colombia: Antonio Samudio, Brasil:
Julio Villani y los Críticos de Arte Reconocidos como Gerard Xuriguera, Bélgica Rodríguez,
Román de la Calle y Marianne de Tolentino.
El Tribunal Supremo de España inicia una serie de celebraciones durante el año 2012 y
2013 por su Bicentenario, entre estos eventos en la sección de arte Iberoamericano, la
Galería Internacional CosmoArte Siglo XXV, desarrollara una serie de exposiciones en
instituciones relevantes que recorrerán diferentes países, a estas celebraciones se suman
en octubre del 2012 el Instituto Cervantes de New York y en noviembre la Conmemoración
del Bicentenario de la Constitución de 1812 y la Capitalidad Iberoamericana de la Cultura
en Cádiz. un merecido homenaje a los artistas Latinoamericanos representantes de La
Cultura y cuya mención oficial queda reflejada en el Catálogo oficial del Tribunal Supremo
de España.
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Alfredo Pérez Alencart gana
Premio Jorge Guillén de Poesía
Nota de prensa
El fallo del jurado que concede los premios anuales del Grupo Literario Sarmiento (España),
con décadas de reconocida labor en beneficio de la cultura pucelana, destacaron al poeta
peruanosalmantino Alfredo Pérez Alencart, profesor de la Usal y colaborador de El Adelanto,
con el Premio Jorge Guillén de Poesía, por "la excelencia de su trayectoria poética y su
marcado arraigo a Castilla y León".
Respecto a su valoración del poeta de Cántico, Maremágnum u Homenaje, Pérez Alencart
traza ciertas afinidades temáticas y existenciales: "Hay eslabones que me religan a la
trayectoria de Guillén: el transtierro o expatriación (él para mi América; yo para su
España), el misterio ante lo divino y lo humano (el deseo de Dios y la realidad de la carne),
lo tardío en publicar nuestros primeros libros (él los 35 y yo a los 39); la búsqueda de
expresar una vida profunda y de celebrar la existencia a través de la Poesía…"
Carátula felicita al poeta Alfredo Pérez Alencart.
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Convocatoria al Premio Internacional de
Poesía "Pablo Antonio Cuadra"
El Comité Pro-Celebración del centenario del nacimiento —4 de noviembre de 1912— del
escritor Pablo Antonio Cuadra Cardenal, que legó a las letras castellanas una invaluable
obra cuyo magisterio es tan vigente como las cualidades humanas que siempre lo
acompañaron, convoca al PREMIO INTERNACIONAL DE POESÍA "PABLO ANTONIO
CUADRA", creado especialmente para esta ocasión y el cual se regirá conforme a las BASES
siguientes:
1) Podrán presentarse a este certamen escritores de cualquier edad y nacionalidad,
siempre que sus obras estén escritas en castellano, sean rigurosamente inéditas y no
hayan sido galardonadas anteriormente.
2) Cada escritor podrá enviar, por separado, cuantas obras desee.
3) No podrán presentarse obras de autores fallecidos antes de la apertura de presentación
de originales, ni podrán optar al premio ninguno de los miembros del Comité Pro
Celebración del centenario del nacimiento de Pablo Antonio Cuadra.
4) Las obras presentadas tendrán un mínimo de quinientos versos, y deberán presentarse
en perfectas condiciones de legibilidad, redactadas en ordenador o computadora, en 12 de
tamaño de fuente, escritas por una sola cara, debidamente grapadas o encuadernadas. Se
enviarán por triplicado y en la portada deberá constar el título de la obra y un lema o
seudónimo que elija el autor.
5) En sobre aparte, que deberá identificarse reproduciendo en su frontal el título y lema o
seudónimos elegidos, se incluirá un breve currículum del autor en el que, además, deberán
constar sus datos personales (nombre, apellidos, teléfonos, correo electrónico, dirección y
código postal, ciudad, etc.).
6) El premio estará dotado con la cantidad de cinco mil dólares americanos (USD
5,000.00), dicho premio no podrá declararse desierto. Tampoco habrá accésits ni
menciones de honor del mismo. El poemario ganador será publicado en edición de mil
ejemplares, de los que serán entregados cien al ganador.
7) El plazo de presentación de originales queda abierto a partir del día de hoy, 21 de mayo
de 2012 y concluirá a las doce horas del 1 de octubre de 2012, siendo admitidos aquellos
que, pese a llegar posteriormente, reflejen en el matasellos una fecha anterior a la del
cierre de esta convocatoria.
8) Las obras deberán ser enviadas por correo —impresas en formatos de papel de carta
(216 x 279 mm) o en A4 (210 x 297 mm)—, en sus paquetes de remisión deberá hacerse
constar que son para PREMIO INTERNACIONAL DE POESÍA "PABLO ANTONIO CUADRA" y
dirigidas a la dirección siguiente:
Comité Pro-Celebración del Centenario del nacimiento de Pablo Antonio Cuadra
Centro Nicaragüense de Escritores
Reparto Los Robles
Hotel Seminole 2 c. al sur
Managua, Nicaragua
O a esta dirección postal:
Centro Nicaragüense de Escritores
Apartado Postal A-252
Managua, NICARAGUA
Otras comunicaciones para información:
Tel: (505) 22670304
Correo electrónico: [email protected]
9) Un jurado de reconocido prestigio fallará dicho premio a mediados del mes de octubre de
2012, y el premio se entregará en fecha próxima al 4 de noviembre, cuando se conmemora
el nacimiento de Pablo Antonio Cuadra. De ella se le avisará al ganador con la debida
antelación. A dicha entrega el ganador deberá asistir, entendiendo que si no lo hace
renuncia a la recepción del mismo, en cuyo caso se le concederá al segundo clasificado. Si
el ganador residiera en el extranjero quedará exento de asistir, pero si decide hacerlo por
su cuenta, el Comité asumirá los gastos de alojamiento y alimentación.
10) Las obras no premiadas serán destruidas tras el fallo del jurado y no se mantendrá
comunicación ni verbal ni escrita con ninguno de los autores que se presenten. La
presentación de originales a este premio implica la plena aceptación de las presentes
Bases, cuyas única interpretación y cumplimiento de las mismas corresponde
exclusivamente a los miembros del jurado.
En Managua, Nicaragua, a los 21 días del mes de mayo de 2012.
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comentarios.
Carátula no asume responsabilidad alguna por las opiniones
expresadas por sus colaboradores o lectores.

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