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· , d Julio Cortázar ColaboraClon e Ch Guevara, k· Ernesto ~ tf Enrique Qltus 1, Mario Bene e 1, fni Humberto costM:~u~1 Vázquez Juan Ge~madabriel Celaya, Monta\ban, . t Rafael Ba\\ester~s, Fidel Castro Belkis Cuza Ma e Y . ~ Mauricio Ciechanower: ~ 5.. (t.l. :\;~~"AV/t ./~(jJq ~:f.l~~ si fuécunos bl3Sileños dióamos: ~~ .'./<?j.,? (t,,;~ ~~ EL MAS GRANDE FESTIVAL %t~¿~::'~~ ~,,~~ DE BOLERO DEL MUNDO ./o~~.~ Jorge Semprún LA MONTANA BLANCA Un adelanto de: Al ~GO~ "Una Sociedad en Manos del Opus' Dei" 'O' EMILIANO PEREZ CRUZ: Una entrevista desde Sonora • 35 NOTAS PARAREFRE'SCAR NUESTRA MEMORIA SOBRE UN FANTASMA Con la colaboración de Julio Cortázar, Ernesto Che Guevara, Mario Benedetti, Enrique OltU31ci~ Humberto Costantini, Juan Gelman, Manuel Vázquez Montalbán, Gabriel Celaya~ Rafael Ballesteros. Bel1cis Cuza Ma~~ ti Fidel Castro. LLAMADO CHE QUE .RECORRE [LOS AIRES DE] AMERICALATIN~_ (En algún lugor de &paño, mediados de octubre del 67J ~ Yo estoy con el Che, ¿y usted? GABRIEL CELAYA [Fines de noviembre, principios de diciembre de 1956J Salimos, con las luces apagadas, del puerto de Tuxpan en medio de un hacinamiento infernal de materiales de toda clase y de hombres. Teníamos muy mal tiempo y, aunque la navegación estaba prohibida, el estuario del río se mantenía tranquilo. Cruzamos la boca del puerto yucateco, ya poco más, se encendieron las luces. Empezamos la búsqueda frenética de los antihistamínicos contra el mareo, que no aparecían; se cantaron los himnos nacional cubano y del 26 de Julio, quizá durante cinco minutos en total, y después el barco entero presentaba un aspecto ridículamente trágico: hombres con la angustia reflejada en el rostro, agarrándose el1estómago. Unos con la cabeza metida dentro de un cubo y otros tumbados en las más extrañas posiciones, inmóviles y con las ropas sucias por el vómito. Salvo dos o tres marinos y cuatro o cinco personas más, el resto de los ochenta y dos tripul~ntes se marearon. Pero el cuarto o quinto día el panorama general se alivió un poco. Descubrimos que la vía de agua que tenía el barco no era tal, sino una llave de los servicios sanitarios, abierta. Ya habíamos botado todo lo innecesario, para aligerar el lastre. La ruta elegida comprendía una vuelta grande por el sur de Cuba, bordeando Jamaica, las islas del Gran Caimán, hasta el dest:IDbarco en algún lugar cercano al pueblo de Niquero, en la provincia de Oriente. Los planes se cumplían con bastante lentitud; el día 30 oímos por radio la noticia de los motines de Santiago de Cuba, que había provocado nuestro gran Frank Pais, considerando sincrqnizarlos con el arribo de la expedición. Al día siguiente, primero de diciembre, en la noche, poníamos la proa en línea reda hacia Cuba, buscando desesperadarneute el fa-o de Cabo Cruz, carentes de agua, petr6leo y comida. A 1_ dos de- la madrugada, $'Jn una noche'negra, 36 . de temporal, la situaci6n era inquietante. Iban y venían los vigías buscando la estela de luz que no aparecía en el horizonte. Roque, exteniente de la marina de guerra, subió una vez más al pequeño puente superior, para atisbar la luz del Cabo, y perdió pie, cayendo al agua. Al rato de reiníciada la marcha, ya veíamos la luz, pero el asmático caminar de nuestra lancha hizo interminables las últimas horas del viaje. Ya de dia arribamos a Cuba por el lugar conocido por Belic, en la playa de Las Coloradas. Un barco de cabotaje nos vio, comunicando telegráficamente el hallazgo al ejército de Batista. Apenas bajamos, con toda premura y llevando lo imprescindible, nos introducimos en la ciénaga, cuando fuimos atacados por la aviaci6n enemiga. Naturalmente, caminando por los pantanos cubiertos de manglares no éramos vistos ni hostilizados por la aviaci6n, pero ya el ejército de la dictadura andaba sobre nuestros pasos. . Tardamos varias horas en salir de la ciénaga, adonde la impericia e irresponsabilidad de un 'compañero que se dijo conocedor, nos arrojaba. Quedamos en tiena firme, a la deriva, dando • traspiés, CGIlStituyendo un ején:ito de sombras, de fantasm., que caminaban ~ sigufelldo el . impulso de algún oscuro mecanísmo síquico. Habían sido siete días de hamb~ y de mareo continuos durante la travesía, mImados a tres días más, terribles, en tierra. A los diez días exactos de la salida de México, el 5 de diciembre de madrugada, después de una IIl8fcha nocturna interrumpida por loS desmayos y las fatigas y los descansos de la tropa, alcanzamos un punto co~oci do parad6jicamente por el nombre de Alegría de Pío. Era un pequeño cayo de monte. ladeando un cañaveral por un costado y por otros abierto a unas abras, iniciándose más lejos el bosque cenado. El lugar era mal elegido para campamento, pero hicimos un alto para pasar el día y reiniciar la marcha en la noche inmediata. A las cuatro de aquella tarde, sin aviso previo, sin siquiera sospecharlo, sonó el primer disparo seguido de una sinfonía de plomo que se cerníó sobre nuestras cabezas, todavía no acostumbradas a ese viril deporte. Algún compañero cáy6 y, personalmente, tuve la delsagradable impresión de recibir en mis carnes el bautizo simult4neo de fuego y sangre. Salimos de alli como pu~. cada uno por su cuenta o en gruPOS. y era inútil la voz del Jefe sin contactO CX)~ los cilpi~ y mezcladas las patrullas. Recuerdo que el comandante Almeida me dio un empujón, por causa de mi poca disposición para caminar, y gracias a su voz imperativa, me levanté y seguí la marcha, creyendo estar en los últimos momentos de ni vida. Como en una. imagen caleid0sc6pica., pasaron hombres gritando, heridos pidiendo ayuda, combatientes escondiendo los cuerpos detrás de las delgadas cañas de azúcar como si fueran troncos, otros atemorizados pidiendo silencio con un dedo sobre la boca en medio del fragor de la metralla, y, de pronto, el grito tétrico: "Fuego en el cañaveral". Con Almeida a la ~beza salvamos una guardarraya, caminando, caminando hasta llegar al monte espeso. Marchamos hasta que la oscuridad de la noChe y los árboles -que nos impedían ver las estrel1as- nos detuvieron, sin estar muy lejos del lugar del encuentro. Dormimos amontonados. Todo estaba perdido, menos las armas y dos cantimploras que traíamos Almeida y yo. En esas condiciones marchamos durante nueve días interminables de sufrimiento, sin probar bocado alguno cocinado, masticando hierbas o algo de maíz crudo y hasta cangregos vivos· que ingirieron los más valientes como Camilo Cienfuegos. En esos nueve días la moral se desmoronó totalmente y, despreciando los peligros, fuimos a comer a un bohío. Allí se produjo el desplome de algunos. Las noticias eran malas, por un lado, pero alentadoras por otro: a la cantidad de crímenes que nos asociaban, agregaban la nota de esperanza: Fidel estaba vivo. Los espelUznantes cuentos de los campesinos nos impulsaron a dejar las armas largas bien guardadas y tratar de cruzar, con las pistolas solamente, una carretera muy controlada. El resultado fue que todas las armas dejadas en custodia se perdieron, mientras nosotros .nos encaminábamos hacia el lugar de la Sierra Maestra, donde estaba Fidel. Aproximadamente a los quince dias del desastre nos unimos los sobrevivientes en pie de lucha de aquellos 82 "náufragos" del "Granma" como nos definiera d. compañero Juan Manuel Márquez. Eramos unos diecisiete hombres. El recuento de las víctimas era doloroso y extenso; el propio Juan Manuel Márquez; "Nico" López -:-gran compañero obrero-; Juan Smith, Capi- tán de la vanguardia; Cándído González, ayt dante de Fidel y revolucionario sin tacha. En fin, la lista era amplia y casi constantemente se le agregaba un nuevo hombre que había cumplido cabalmente la sentencia de Fidel: "En el año de 1956 seremos libres o seremos mártires". ERNESTO GUEVARA [En algún lugar de Argentina, octubre de 1967J A lo mejor es una fiebre que DO cura A lo mejor es rebelión y está viviendo. HUMBERTO COSTANTINI [En la Sierra Mamra, agoao de 1958J Se asigna al comandante Ernesto Guevara la misión de conducir a la provincia de Las Villas, desde la Sierra Maestra, una columna rebelde, y operar en dicho territorio de acuerdo con el plan estratégico del EjéI'cito Rebelde. La columna 8 llevará el nombre de Ciro Redondo, en homenaje al heroico capitán muerto en acción. Se concede al comandante Ernesto Guevara el cargo de jefe de todas las fuerzas rebeldes del Movimiento 26 de Julio que operan en la provincia. La Columna No. 8 "Ciro Redondo" partirá de Las Mercedes, entre 24 y 30 de agosto. La Columna No. 8 tendrá como objetivo estratégico batir incesantemente al enemigo en territorio central de Cuba, e interceptar hasta su total paralización el movimiento de tropas enemigas por tierra desde Occidente a Oriente. Fidel Castro. Comandante en jefe. Che: Te mandé entregar los 7 garandscon 100 balas éada uno para que devuelvas 7 cristóbal sin balas. No te complazco en lo del antitanque porque los voy a necesitar muy seriamente. FlDELCASTRO [En algún lugar de Pari8, octubre 1967J Yo tuve un hermano. No nos vimos nunca Pero no importaba. Yo tuve un hermano' que iba por los montes mientras yo dormía. Lo quise a mi modo, le tomé su voz libre como el agua, caminé de a ratos cerca de su sombra. No nos vimos nunca pero no importaba, mi hermano despierto mientras yo dormía. Mi hermano mostrándome detrás de la noche su estrella elegida. JULIO CORTAZAR [Enero de 1959, La HabanaJ En Cuba se corta la mentira de que no se podía hacer una revolución contra el ejército. Es la más clara lección de que se puede combatir 'a fuerzas regulares, con las tropas formadas por campesinos, obreros e intelectuales. Esta es una experiencia vital en la lucha contra otras dictaduras. ERNESTO GUEVARA [En La Habana, hablando de 106 primeros años 60, una noche de Jina del 67J ¿Qué puedo decir del Che que no hayan dicho? Que recuerdo aquella noche en que lo conocí a la luz de las hogueras. Que en un tiempo fuimos enemigos y sin em37 ". . ...... . . .. .".. .-... . -~. .. .' ; " : bargo yo lo admiraba. Que después pedí trabajar precisamente con él. y un día puse mi mano sobre su hombro en se-· ñal de afecto y me dijo: - ¿Y esa confianza? y cayó mi mano. Que pasaron los días y un día me dijo: -¿Sabes? No eres tan hijo de puta como me habían dicho -y reímos y fuimos amigos. ¿Qué puedo decir del Che que no hayan dícho? Que una vez le pregunté: -¿Nunca has sentido miedo? y me contestó: -Un miedo atroz.. Que en pleno sectarismo, y en su presencia, un extremista atacó al 26 de Julio y después de pensarlo dos veces me atreví: -Es cierto que no sabíamos nada de marxismo y que no pertenecíamos al Partido, pero quizás gracias a eso fue que derrocamos a Batista. y me dio la razón. Que cuando yo era un sectario a la inversa y atacaba injustamente a un viejo comunista, el Che me situaba en mi lugar. Que una vez alguien criticaba la falta de comida y él dijo que no era cierto, que en su casa se comía razonablemente. -Quizás recibes una cuota adicional-le díje, medio en serio, medio en broma. Al otro día nos llamó para decirnos: -Era cierto, hasta ayer recibíamos en casa una cuota adicional. ¿Qué puedo decir del Ché que no hayan dicho? Que recuerdo las madrugadas en los portales del Ministerio de Industrias, cuando bromeábamos esperando la hora de partir para el trabaj~ voluntario. Que venía por las noches a Jaceplán y después de las agotadoras reuniOnes jugaba una partida de ajedrez con los escoltas, mientras nosotros lo rodéabamos y él cantaba bajito y muy desentonado viejos tangos de su niñez. , Que al principio era muy estricto en eso de las mujeres, pero que después terminó diciendo que no le cuidaba la portañuela a nadie. Que recuerdo la noche en que murió mi madre, cuando no éramos muy aJbigos y los ~ue sí lo habian sido me evitaban. Recuerdo, repito, que llegó en la madrugada a la funeraria y me puso la mano en el hombro, como yo a él aquella vez. Y estuvo hablando conmigo muchas boras hasta que ya fue de -día. Que después, cuando ya no trabajaba con él, seguía sintiendo el deseo de verlo y cada cierto tiempo iba a su oficina y bablábamos interminablemente. Manresa pedía café. El se tiraba en el suelo sobre" la alfombra, fumando tabacos. Cuan'doel aire acondícionado estaba roto abria la ventana y se quitaba la camisa. Arreglábamos el mundo. 38 ~- • ~ -Bueno, vete, polaquito -me decía. . Pero éramos viejos noctámbulos y yo no me Iba hasta que amanecía y bajábamos juntos en el elevador, él quejándose de que yo le bacía perder el tiempo. ¿Qué puedo decir del Che que no bayan dicho? ¿Qué todavía no he podido reunir valor para ir a ver a Aleida y mirar a los muchachos. Que cuando vi las fotos de Bolivia, él ~ado sobre la tarima, con el torso desnudo, recorde las noches en que él yacía igualmente sobre la alfombra de su oficina, en el Ministerio de Industrias, con una mirada que traspasaba las cosas, con un brillo en los ojos como reflejo de estrellas, de estrellas del Sur. ¿Qué puedo decir? ~ .. .. • .. el seno de la Asamblea General de las Naciones Unidas. En la primera de ellas, se denunció la preparación de mercenarios y la situación de aviones bombarderos en Guatemala; y la segunda, que se conoció boy, fue un memorándum elevado por el propio Primer Ministro cubano, Fide1 Castro, donde denuncia los propósitos inmediatos de los Estados Unidos de invasión a Cuba. La pregunta es: ¿qué comentarios me pudiera usted agregar sobre estas dos denuncias de Cuba? COMANDANTE GUEVARA. -Bueno el romentarío es el de todo el mundo. Yo, como casi todos, creo que vendrán, y también creo que, yo considero como todo' el mundo, que no podrán salir. (Ovación) ENRIQUE OLTUSKI [En Lo HabaruJ, mayo de 1961J [En ÚJ HabaruJ, fines de 1960J Por ejemplo, Cuba no paga las,deudas anteriores al año 59. ¿Por qué Cuba no paga esas deudas? Porque, fíjense qt,le se establece el control de cambios en diciembre 4 del año 1959, entonces, una compañía, vamos a poner una compañía equis, que tenía una cuenta"abierta, y un crédíto ilimitado en el tiempo, con su casa filial en Cuba, que le tenían dado material el año 57, y no se lo babían cobrado entre el 57 y el 4 de diciembre del 59, el día 5 de diciembre del 59 ya quieren que le paguen todos los atrasos. Es decir, era una política clara de discriminación y de desconfianza que no podíamos admitir. Si ellos habían tenido confianza en Batista para darle los crédítos tan largos, tenian que tenerla en nosotros. No desconocimos la deuda, no, dijimos simplemente que durante el año 60 no las . pagaríamos, y cumplimos nuestra palabra, (Risas) ERNESTO GUEVARA lEn La Habono, fine3 de 19fK)) JIMENEZ. -Comandante Guevara, en los últimos días se ban hecho dos denuncias de Cuba en Ir Por ejemplo, la cocacola cubana, tenía más o me"nos catorce productos, algunos de ellos secretos, que venían directamente de la matriz norteamericana. Entonces nosotros bemos tenido que reinventar la cocacola, y el sabor es así así ... ERN~STO [En ÚJ GUEVARA HabaruJ, 26 de mayo de 1964J Estimado Ordaz: Acuso recibo de la Revista. Aunque tengo muy poco tiempo, me parecen muy interesantes los temas y trataré de darle una leída. Tengo otra curiosidad: ¿Cómo pueden imprimirse 6,300 ejemplares de una revista especializada, cuando ni siquiera hay esa cantidad de médícos en Cuba? Me salta una duda que lleva a mi ánimo a los umbrales de una sicosis neuro-eeonómica: ¿Estarán las ratas usando la revista para profundizar sus conocimientos siquiátricos o templar sus estómagos; o tal vez cada enfermo tenga en su cabecera un tomo de la publicación? En todo caso bay 3,000 ejemplares de más en el , . . , número de la tirada; te ruego que pienses sobre esto. ERNESTO GUEVARA {E" Barcelo,uz. octubre de 1967J Lee la carta. Algunos párrafos parecen dirigidos directamente a los difamadores: "'Siento que he cumplido la parte de mi deber . que me ataba a la Revolución Cubana en su territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo, que ya es mio. motor de la revolución en su partido no tiene otro descanso que su muerte que renuncie al descanso y sobreviva "Hago formal renuncia de mis cargos en la Dirección del Partido, de mi puesto de Ministro, de mi grado de Comandante, de mi condición de cubano. Nada legal me ata a Cuba, sólo lazos de otra clase que no se pueden romper como los nombramientos... MANUEL VAZQUEZ MONTALBAN FIDEL CASTRO Y si el revolucionario [En la Habana. octubre de 1965J Hay una ausencia en DUestro Comité Central, de quien posee todas las virtudes necesarias en el grado más alto para pertenecer a él... Alrededor de esto el enemigo ha podido tejer mil conjeturas, ha tratado de confundir y de sembrar la cizaña y la duda, y pacientemente, puesto que era necesario esperar, hemos esperado. Muestra una carta de despedida escrita por el Che. -No fue' ruesta la fecha, puesto que esta carta era para ser leída en el momento en que lo considerásemos más conveniente -dice-, pero ajustándonos a la estricta realidad fue entregada el primero de abril de este año, hace exactamente seis meses y dos días. (En España, octubre de 1967J y paso por ,la noche soñando hora tras hora, montañas bolivianas. El dia ya pasó, Mañana Che Cuevara, ., vuelta a la traición de esta pobreza ~FAEL BALLESTEROS [En Bolioia, 1961] Mayo 15 Día sin novedad. Mayo 16 Al comenzar la caminata, se me inició UD cólico fortísimo con vómitos y diarrea. Me lo cortaron con demerol y perdi la noción de todo mientras me llevaban en hamaea; cuando desperté estaba muy aliviado pero <:8gado como un niño de pecho. Me prestaron un pantalón, pero sin agua, hiedo a mierda a una legua. Pasamos todo el día allí, yo adormilado. Coco y el Ñato hicieron una exploración encontrando un camtno que tiene rumbo sur-norte. Por la noche lo seguimos mientras hubo lun..a y luego descansamos. Se recibió el mensaje No. 36, de donde se desprende el total aislamiento en que estamos. ResUmen del mes El punto negativo es la imposibili<bd de hacer contacto con Joaquín, pese a nuestro peregrinar por las serranías. Hay indicios de que éste se ha movido hacia el norte. Desde el punto de vista militar, tres nuevos combates, causándoles bajas el Ejército y sin sufrir ninguna, además de las penetraciones en Pirirenda y Caraguatarenda, indican el buen éxito. Los perros se han declarado incompetentes y son retirados de la circulación. Las características más importantes son: 1b) Falta total de contacto con Manila, la Paz, y Joaquín, lo qu~ nos reduce a los 25 hombres que constituyen el grupo. . 39 Noticia del mes: el apresamiento y fuga del Loro, que ahora deberá incorporarse o dirigirse a la paz a hacer contacto. El Ejército dio el parte de la detención de todos los campesinos que colaboraron con nosotros en la zona de Masicuri: ahora viene una etapa en la que el terror sobre los campesinos se ejercerá desde ambas par~ aunque con calidades diferentes; nuestro triunfo significará el cambio cualitativo necesario para su salto en el desarrollo. ERNESTO GUEVARA [En Buenos Airea, después de octubre del 67] pero ahora el comandante Cuevara entró a la muerte y allá andará según se dice JUAN GELMAN [En &rceloa, después del 9 de octubre de 1967] adiós viejos ésta es la definitiva no lo busco pero está dentro del cálculo adiós Fidél ésta es la definitiva bajo los cielos de la gran patria de Bolívar la luna de Higueras es la luna de Playa Cirón soy un·revolucionario cubano soy un revolucionario de América señor coronel soy Ernesto del Che Cuevara dispare seré tan útil muerto como vivo. 2°) Falta completa de incorporación campesina, aúnque nos van perdiendo el miedo y se logra la admiración de los campesinos. Es una tarea lenta y paciente. 3°) El partido, a través de Kolle, ofrece su colaboración, al parecer, sin reservas. 4°) El clamoreo del caso Debray ha dado más beligerancia a nuestro movimiento que 10 combates victoriosos. 5°) La guerrilla va adquiriendo una moral prepotente y segura que, bien administrada, es una garantía de éxito. . 6°) El Ejército sigue sin organizarse y su técnica no mejora substancialmente. . " , -~ \: ~ ~.. ~ ..... .---. ..... - .--..... . --:: MANUEL VAZQUEZ MONTALBAN [En Montevideo, despuh del 9 de octubre-de 1967] Así estamos consternados rabiosos aunque.esta muerte sea uno de los absurdos previsibles da vergüenza mirar los cuadros los sillones las alfombras sacar una botella del refrigerador teclear las tres letras mundiales de tu nombre en la rígida máquina que nunca nunca estuvo con la cinta tan pálida. MARIO BENEDETTI [En La Habana, después del 9 de octubre de 1967] Que todos digan que le han muerto, porque a un fantasma no se le mata fácilmente y quien descubra el cadáver es que no tiene fé. 40 I • PACO.LUNA: "Una Sociedad en Manos del Opus Dei" Q G e t Ó ti M e e m \. Emiliano Pérez Cruz o es un tipo común en la Ciudad del Sol (HermosUlo, Sonora). Y esta singularidad que lo caracteriza le ha ocasionado no pocas discriminaciones. Francisco Luna Preciado, Paco Luna o, para los cuates el Frank Moon: psicólogo, cronista del barrio con mucho chuqui sabor y sano rencor social; reportero, cuentista, letrista de canciones grabadas por el grupo Machaca ensemble, futbolero, tícher etl la Escuela de Altos Estudios de la Universidad de Sonora, fustigador de la moralinera clase media -racista- hermosillense; polémico conferenciante, bailador de cumbias, música tropical y rancheras, igual goza las canciones de Ramón Ayala y sus Bravos del Norte que aquellas de Rigo Tovar y su Costa Azul; lo mismo prepara (enfebrecido) una carne asada, que suda la cruda con una pancita estilo Jalisco o unos sopes bien chilosos. Es el Paco Luna, el mismo que provoca afinidades o rechazos por igual, que calza tenis con agujeros en la suela, viste pantalón de mezclilla, saco a cuadros negros y blancos, camisa norteña, sombrero de jipijapa y anteojos estilo Lennon con cristales color violeta. Estigmatizado como cholo por las buenas conciencias locales, asume el despectivo y lo revira escribiendo de los de abajo, de los- barrios marginales existentes en su ciudad, desmitificando al Grupo Sonora y sus acciones, a la carne asada y a la burguesía sonorense, a la religiosidad de dientes pa'fuera. Para el Fr.nk Moon la poesía, aunque no la ejerce con frecuencia, es una actitud de vida que se opone a la que se garrapatea derramando melcochosos versos, caducos antes de nacer, con me- N diocres reminiscencias románticas y modernistas. Dice el Frank: "Para hacer poesía en Sonora hay que estar alerta o termina uno de versero; ni modo de hacerle a la poesía Hereford a la que le entran los muchachitos gorditos hijos de papi. Afortu.nadamente, en Sonora, entre la raza nueva, entre los jóvenes, se está produciendo una poesía que busCa explicar la vida desde lo cotidiano, desde los chingadazos, desde la calle; influenciados, ¿por ql,lé no decirlo? a raíz de la difusión de la poesía que actualmente se hace en México". -Claro que han surgido tantos poetas como pícheres-, señala Paco-, pero ninguno es Fernando Valenzuela, carnal; podríamos decir que no ha surgido entre nosotros el poeta mayor, aunque los hay buenos como Abigaíl Bojorquez o Alicia Muñoz Romero que van más allá del cánon de la poesía simposona, de la poesía Hereford pues. Los jóvenes están incorporando el lenguaje coloquial, las formas d~ la poesía contemporánea para hacer los poemas del calorón, bien distintos a los de los cena-culos, a los del buen gusto y las veladas literarias. -¿En qué medios pueden los escritores de Sonora publicar SUS trabajos? -Pues está la revista de la Escuela de Letras o los suplementos dominicales de los diarios. Pero una labor editorial que se dedique a elaborar libros de poesía, no existe o difícilmente se mantiene. Pese a que nuestro estado es muy rico, sigue pesando más un tractor o una vaca que la cultura o la literatura en especial. "Agrégale que donde editan está el compadrito de la comadríta que no la hace pero cómo se quieren con las otras romadres que les hacen bulla y también quieren publicar. Dije que no hay que ser versero, porque en Sonora y en general el provincia caemos en la fácil dificultad de escribir poesía y andarse con que ¿tú escribes? Pues yo también. Ahhh, qué bueno: tú me lees, yo te leo; tú me la chaqueteas, yo te la chaqueteo. "Agrégale las etiquetas: si escribes crónicas, si le haces al periodismo, entonces no puedes ser poeta ni novelista ni cuentero. Lo que ustedes hacen en algunos periódicos y revistas, allá hará unos tres años era mal visto, decían que eran temas muy populacheros, que por ser periodismo no podían arribar a la literatura. Ysi me interesa llegarle a la historia, ah pues tampoco puedes ser historiador. Te ponen piedritas en el camino, aunque al final tengas que imponerte, por: tu trabajo". -¿Qué tipo dP trabas, de piedritas, te 'ponían para estigma" Ar tu labor? (El Paco es del barrio del Mariacl. , eminentemente popular, como los teTTUlS que este periodista aborda en sus crónicas). -Simplemente piedritas morales, carnal. Censura. No cualquier cuento te aceptan, por aquello del stablishment: imagínate decir, escribir coloquialmente en una sociedad donde la cultura y los medios de comunicación en general están manejados por el Opus Dei: están instalados en el siglo pasado, bajo reglas puritanas, religiosas. No consideran a la literatura como una sensibilidad que se ejerce de tiempo completo y busca expresarse por todos los medios. Pero esta misma actitud motiva a romper géneros, estilos, a romperle la madre a la inmoralidad literaria dominante que le rinde culto a la carne asada y a los tenis Nick o a los Convers, tractores y vacas, 41 pero no a la sensibilidad. Y conste que no es privativo de la provincia: se da en el Defe también, tan provinciano como éso. Yo creo que ahorita se está dando el encontrón literatura institucional contra literatura de la n~ta. -Este mano a ~no ¿en qué ámbito Be da, cuál es su escenarior -Pues nuestro estado, Sonora, con una sociedad que brinca de la vaquería a la modernidad industrial, a la fábrica. Eso conlleva que todos los valores existentes en la cultura de la carne machaca se vean resquebrajados por las nuevas expresiones que trae la masificación de la sociedad, de la universidad, la instalación det la planta Ford y las huelgas que en ella se han c!ado. "La modernidad apareja otra moralidad, otros códigos, otros valores signados por la crisis que atravesamos: ya llegó el momento en que el sonorense no se distingue por el "yo como carne y los guachos, los sureños, los'chilangos, comen gusanos y hierblU", tan racista y despectivo como se manifiesta. Ahora no: todo mundo está comiendo frijoles (los mentados parralitos), a pesar o por la industrialización de la franja fronteriza: territorio libre para chingar al que se deja". Después de estudiar la preparatoria, FrancisCo Luna viene a la ciudad de México e ingresa a la ENEP-Iztacala para estudiar sicología. Le toca vivir en carne propia la confrontación rancho grande-monstruópolis. Concluye los estudios y vuelve a su tierra natal. De ahí, como a tantos otros que pasan la Plisma experiencia, le cuelgan e(sanbenito de sonoguacho, de norteño achilangado; casi cas} traidor a la patria... chica. Pero saca juventud de su pasado y se pone a trabajar. - Volver a Sonora me significó un reencuentro con la moralidad del barrio de una ciudad fronteriza, donde se da un trastocamiento del lenguaje como aquí en l~ barrios del Defe: el caló está más apegado a las vivencias, al afán de sobrevivencia; significó encontrarme con los camaradas desempleados, con el hacinamiento, la escacez de recursos; ya creció la ciudad y ahora tienes que rilártela en la calle porque no todos los vecinos se conocen como antes. "En cuanto al estigma por ser del sur o por haberte educado en la capital, es una expresión ideolÓgica que surge que grupos de poder muy particulares que tratan de fomentar el regionalismo para controlar la conciencia de nuestros paisanos. No deja de ser curioso que en Sonora discriminen al que nació o estudió en el Defe y llega a estas tierras, y en cambio le siguen haciendo homenajes al padre Kino, un gtiey que ni mexicano era. Ora sí que como dicen: ahí se v.e la falsedad: se desprecia a un mismo compatriota y al padre Kino le erigen monumentos, le dedican calles y corridos en un estilo de catolicismo más pragmático que la puta madre. -La gente joven de Sonora cómo reacciona: ¿están prendido&, aplatonadO&, les vale lo que suceder o -Pu~ hay de todo. Ahí tenemos que los burguesitos siguen todavía bulevareando en el carro de papi, creyepdo que por el solo hecho de compartir cuentas bancarias con sus progenitores allende el Río Bravo, ya se ganaron un lugar y sobre todo un respeto entre todos nosotros. La raza del barrio, los pfebes, están jalando porque la vida misma los está arrastrando. En la literatura también se da eso y ahí tienes a la intelectualidad clase media que se mamó desde temprana edad a García Márquez y que ahora es fan de Silvio Rodríguez, jugándole al revolucionario de café, radicales chies... Ni pa'cuándo que la raza le llegue a la nueva trova cubana: prefiere a Ramón Ayala, al Ohico Che, al mismo Rigo Tovar, al Heavy Metal o al rock mexicano; el Tri tiene gran aceptación y también Jaime López porque en buena medida en el barrio nos sentimos los mequetrefes norteños. La raza jQdi~a responde.a su condición de estar jodido, °9ue'ya es una .condi: 42 o ción nacional, una identidad nacional y no es chiste: nomás hay que ver cómo está la raza en Chiapas, Nayarit, el Defe, por donde uno le bus-~ que, p'arriba o p'abajo, también entre los chicanos. Francisco Luna estudió en el sur de los Estados Unidos. Estuvo en la entraña del mostro y no se da golpes de pecho pero tamporo se traga la verba aquella del American way oJ lije: "A la sociedad chicana hay que medirla con los mismos parámetros de las clases sociales: el intelectual trata de consolidar una posición dentro del ~iste ma, aunque sea universitario; el chicano de barrio, y hablo del sur de Tucson, Arizona, del sur de Los Angeles, trata de aferrarse a sus raíces mexicanas. pero sin perder de vista que ya está del otro lado. Claro que los intelectuales también cubren este aspecto, pero dándole esa cobertura de turrón o de ice cream que le da un sitio privilegiado entre la raza del barrio que sigue comiendo sus nopalitos con jamón o""'COn parralitos: "los frijoles como salvadores del mundo", escribe algún poeta chicano. -Pero nosotros que estamos acá, en México o más allá: en el Distrito Federal, queremos obtener una visión del chicano y los estudiosos dicen: ay sí, vamos a verlos, vamos a estudiarlos; y le llegan los investigadores, a pelo, sin entender completamente el idioma que ellos manejan y descubren que el chicano más jodido anoa en su carrote. Entonces, yo creo que se les ve con una visión muy romántica e incluso se habla de ayudarlos, cuando son ellos quienes deberían alivianarse. Nosotros no tenemos ni para qué investigar a los chicanos ni tratar de descubrirlos, si nunca se han escondido". Ganador de un premio literario -don Edmundo Valadés estaba en el jurado- con su cuento "Qut;tzalcóatl", Paco Luna ha incursionado en la investigación histórica. Algunos de sus poemas se han incorporado a la Poesía sonorense contemporánea, antología de Alonso Vidal editada por el gobierno del estado; Gerardo COI:nejo, rector del Colegio de Sonora incluyó el cuento "Los reyes vagos" en el volumen de relatos titulado Cuéntame uno. Actualmente escribe una novela y recopila las crónicas publicadas en el extinto diario InJarmación para publicarlas en forma de libro. También se incluyen poemas suyos en una antologia de poetas de la frontera norte; su gusto por la historia le viene desde los tiempos de estudiante: . ~ - Es que lees filosofía, lees historia, y descubres estas disciplinas perfectamente ordenadas a la versión institucional; en nuestro estado se hace la apología de los tiburones de la colonización y la historia degenera en historieta. Entonces uno quiere darle otro tratamiento con la idea de recuperar un pasado y una vida concreta, sabiendo de antemano para qué y para quiénes quiere uno dar su versión, que de ninguna manera es para aquellos que están haciendo labor para colarse a la historieta oficial. "Cosas, intereses como éstos motivan a 'escribir y a no quedarse en un sólo género del conocimiento o de la creatividad. Creo como dice Canetti, que hay que darle voz a los que no la tienen; creo que el escritor debe tener esa capacidad de metamorfosis de la.que habla este señor, y no chillar por la imposibilidad de tener a la mano el más reciente libro de Milan Kundera. Mientras haya quienes se duelan de esta situaci6n que nos mantiene al márgen deJas novedades y de las modas editoriales, uno tiene que andar haciéndole al Milan Kulero y ejercer el ¡mirad, culeros, vuestra obral con la sensibilidad, la perspectiva del nuevo estilo periodístico que se hace en México y que ya no se basa únicamente en el olfato reporteril, sino que incorpora herramientas- de otras disciplinas para explicamos y transformar ~ta realidad. l:so es lo que yo pienso, camal". LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA YLOS POETAS Enrique Cortazar C on la Guerra Civil en España (1936-39) se da una .serie de cambios, de encuentros y desencuentros, de rupturas en la poesía de ese momento. Muchos escritores, casi todos desde el exilio, incorporan a su temática lo político. No pocos del llamado grupo poético de 1927, además de padecer el exilio, se verán profundamente influidos en sus temas y su tono con los bruscos cambios que los avasallan. El surrealismo será el camino por donde Alberti y Emilio Prados transiten hacia la poesía contestaria y de contenido político. Alberti declara: "Antes mi poesía estaba al servicio de unos pocos. Hoy no. Lo que me impulsa a ello es la misma razón que mueve a los obreros y a los campesinos, o sea, una razón revolucionaria". Todos, con excepción de Dámaso Alonso, ~ rardo Diego y Vicente Aleixandre, se dispersan por el mundo llevando en su quehacer poético el compromiso de denunciar una realidad que los expulsó de su seno, re8lidad que asesin~ a García Lorca y encarceló a Miguel Hernández y José Hierro. Aun el mismo Guillén, considerado como el poeta más incontaminado de realidad, el más aséptico y puro de todo el grupo, dejará que la historia como tiempo de desolación y muerte se filtre en las últimas etapas de su impecable Cántico. De los tres que permanecen en España después de la Guerra, sólo uno está con Franco: ~ rardo Diego, creacionista militante y gran admirador de nuestro Vicente Huidobro. Los otros dos dan la cara inteligentemente al régimen opresor con dos libros publicados el mismo año: 1944. Año en que predomina una poesía de evasión inspirada en Unamuno y Garcilaso: poesía religiosa y de pulcritud formal que deja impune y a salvo el régimen guerrerista de Franco. Dámaso Alonso publica HijO& de la ira y Vicente Aleixandre Sombra del paraíso. Con ambos libros se reinicia en España una poesía que rompe con ese tono clásico y evasivo de los garcilasistas. Dámaso Alonso escribe poemas, en un ambiente atestado de sonetos religioss, con lenguaje coloquial y hasta prosaico en total contradicción con dichos sonetos, lenguaje en el que entrevera el presente doloroso: Madrid es una ciudad de más de un mJll6n de cadáveres (según las últimas estadfsticas). veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hare 45 aiíai que me pudro... (Fragmento del poema "Insomnio". cW libro '; Hif03 de", fTu.) • Aleixandre, por o su,parte,~no desmiente , la época Please note: An unrelated section of four colored pages was not scanned. Although there is a break in pagination, no text is missing. Atención: Una sección adicional de cuatro páginas de publicidad en colores no ha sido escaneada. Aunque hay un lapso en la paginación, no falta ningún texto. Los hombres tienen liambre.· . Los hombres tienen miedo. '. (Fragmento del-poema "A vuestro servici,?") , '. y en 1947 publiéan un libro cuyo título ~ala claramente una oposición expresiva ante el amaneramiento y refinada sofisticación formal de los garcilasistas; el libro se titula Tranquilamptte hablando. Allí nos dice expresamente en el poema "Mi intención es sencilla (difícil)", uno de los primeros de este libro: No quisiera hacer versos, quisiera solamente contar lo que me pasa (que es lo que nun<i4 pasa), escribir unas cartas ~estinadas a amigos... y en contra abiertamente de los garcilasistas afirma en el mismo poema:Tengo compañeros que escriben poemas buenos y otros que se Cal1an~o maldicen sin tino; pero todos me aburren (aunque los admiro), y todos me ocultan lo único que importa... y concluye el poema diciendo: '" yo que me repudro y, tontamente muero, no puedo callarme,. no puedo aguantarl~ digo lo que quiero,. y sé que con decirlo sencillamente ac(erto. de injusticia que se vive; su libro es una elegía, la añoranza del pasado como un tiempo perdido. Hay dolor por esta pérdida pero sin implicaciones religiosas. Y así se refiere en Sombra del paraíso a la ciudad que ya no está más, ciudad que es vivencia de un pasado grato, ahora trágicamente suspendido: ...ciudad madre y blanquísima donde viví y recuerdo angélica ciudad que, más alta que el mar, presides sus espumas.... ....a la ciudad voladora entre monte y abismo, blanca en los aires, con la calidad del pájaro suspenso que nunca arriba ¡Oh ciudad no en la tierral (Fragmento del poema "Ciudad del paraíso") En este mismo momento la mayoría de los poetas jóvenes pertenecientes a la a generaae to ignoración del 36, con la m' ban en sus textos la realicIa e. Leopoldo Panero, quien antes de la guerra fue liberal y que incluso estuvo en la cárcel, pero que logró salir libre gracias a las influencias de su madte con Franco, en consonancia total con los requerimientos poéticos del régimen cantó en pulcro soneto: Todo amor es tu sombra. Dios viviente, silenciado fluir que en sueños mana, perpetuamente, bajo el alma humana, como pasan las aguti por el puente. y concluia su soneto diciendo: •.•y casi desprendido al contemplarte en mi íntima visión de lejanía, . piadosamente, las éstrellas miro. y el poeta José García Nieto, en un soneto perfectamente construido, pero de pobrísimo contenido, nos narra su subida a la catedral de Toledo, alejándose de la tierra, característica esencial de est~ poetas. Dicen así las dos últimas estrofas: . , Subir, subir. Y esperar. Y oscuro sentirme en Dios. encarcelado y puro, ní60 de Dios, de pronto en cada miedo. y en la cima del viento y la mañana, esperar que se rompa en la campana el pecho silencioso de Toledo. Uámese José García Nieto, Leo¡)oldo Panero, Dionisio Ridruejo, Luis Rosales o José Luis Cano, fueron en su mayoría estos poetas del grupo del 36 víctimas de ciertas circunstancias: los ricos hallazgos vanguardistas o los intensos afanes puristas de sus mayores (grupo del -27) que tanto sorprendieron, no les dejaba mucho que decir; y, por otro lado, la guerra y el estado de opresión los confinó hacia temáticas y fortnas, que no tocaban para nada una realidad que imponía el grito. Ellos se decidieron por el sifencio. Pero no por el silencio total que pudiera sigttificar un acto de protesta, sino por el silencio que oculta la realidad golpeante y desesperanzadora qúe se vivía, cantando a una "realidad" ultraterrenal. Leopoldo Panero dice así en las últimas dos líneas de su soneto"Arte poética": ... más que decir palabras ser su propia fragancia, y estar callado dentro del verso; estar callado... ~ Por su parte Gerardo Diego, tal vez con algo de culpa, pues es el único del grupo del 27 que es-. tá con Franco, dice: Callar, callar. No callo porque quiero. Callo porque la pena se me impone, para que la palabra no destrone ni más hondo silencio verdadero. Mientras estos poetas garcilasistas tienen los ojos en el cielo e ignoran voluntariamente el aquí y el ahora, hay otros poetas que como Aleixandre y Alonso, ven 1" tierra y, en ésta, su realidad más inmediata. Uno de ellos, Juan de Leceta (seudónimo usado por Gabriel Celaya), ve el mundo desolado que lo rodea, capta en su lente poético el sentido caótico de la realidad, así en 1944 escribe: .. .Ios obreros trabajan y maldicen a ratos. - ¿Un cigarro, buen bombre? Buen hombre qae ha escupido su silencio. Buen hombre me ha plantado con sus ojos claros todo su desprecio. Qué lejos están dé la evasión 'del intimismo o de la contemplación nústi&a, .poetas como Leceta -Celaya o José Hierro. ESte, al salir de la cárcel, después de cinco añqs de cautiverio sienao apenas un joven de 22 años, escribe su libro titulado Alegría. Es, al igual que Se da en Leceta-Celaya, un canto a la integridad vital de un mundo en el que se entremezclan odio y amor, dolor y optimismo. En Hierro, su "Alegría en nombre de.!a vída", es la afirmación gozosa de saberse de píe y con saludable energía en una realidad 'que ha matado a millones de seres. Se da pues en ambo$ poetas el abrazo, pese a todo, con un mundo que si- bien ha sido ingrato les otorga el invaluable don de poder continuar. Escribe Celaya: I Hay una alegría -oioiT- que enouelve y junID mú pentJ.f, mis errorel, mú f'ÚtJ6 y mi miedo. Aunque ambos poetas serán de contextura diferente. Celaya es deudor de Neruda surrealista, Hierro está más en deuda con Juan-Ramón Jiménez; en ambos se da ese impulso inicial que los identifica: la maravilla-cotidiana de estar vivos, la aceptación integral del mundo y el deseo de llamar a las cosas por su nombre sin afeites o am,.aneramientos formales, mucho menos con ocultamientos, ' Después de entronizar a la alegría en sus textos vendrá la esperariza, la cual adquirirá el rangó . de deber moral y tarea artística. En estJl propuesta Celaya rompe con el poeta solitario, y hace nacer al poeta solidario, al poeta con los otros, l1la~ no a mano, codo a codo, construyendo un mejor futuro. En este afán irá acompañado por grands voces: Otero, Nora, el propio Hierro. En 1955 Celaya con el optimismo y la esperaJlZl1. hechos compromiso solidario y fe poética, gnta: "La poesía es un arma cargada de futuro". Independientemente del deterioro posterior de la llaynada poesía social, de la poesía como íostrumento para el cambio revolucionario, Celaya, como nos dice acertadamente Angel Gonzálcz t "Desborda COD plitud, por todos los costados, el estrecho te en que la poesía social ha sido confinada tanto por sus detractores como por la lI;layoría de sus cultivadores". En el pequeño coro que valientemente, y paso a paso, se levanta contra la evasión y el silencio cómplice, destaca la voz de Celaya, siendo la más alta que en su momento se opone en forma y CODtenido a los gareilasistas; voz que por su f~a, sifM:eridad y sabiduría poética sigue, vigente. 7 ' . • J" Siempre hay tiempo para la ternura Víctor Manuel y Ana Belén. CBS Columbia Serenata inmol'tal, volumen I Diversos intérpretes Laser Internacional Esta noche vendrás Vilcki Cllrr Sello: CBS Columbia Algún mérito debía de tener este á1bun de la cantante norteamericana que incursiona en SUl, versiones en el idioma de Cervantes. No nos costó mucho esfuerzo detectarlo, y pa.~ mos el dato al costo con destino a los oyentes de este elepé: sirve, sin nin.guna dificultad, paca desentrañar el misterio de <-'()mo producir temas mm,icales a ni,'el indlL«rial. En serie. El <Iue halló la fórmula cuenta con nombre y apellido: José Luis Perales, el hispano que le puso firma autoral a la decena de composiciones que tiene a su cargo la Carro Plaga de lugares comunes, de rimas facilonas. " de la serie de elementos absolutam~nte indispensables para estas lides cancioneras: separaciones y reencuentros, amor, pasión, dolor, ali"io, y todas las imágenes dizque poéticas o letrística... ima~nables sin ningún tipo de esfuerzo ni peligro de imprevistas jaquecas. La cursilería \' lo telenovelesco, con la habitual éuota de balada comercial apta para estos casos. Si' el lector desea saber cómo las lleva al disco ViJckj Carr, ésta es una inmejorable oportunidad. Al menos, ya se halla prevenido. (Me) fa .. Para quienes peinan canas, un verdadero empacho musical. Para todos aquellOSJllA..e,l al compás de algún bolero, tuvierob la dicha -o la desgracia- de entablar una relación que pudo haber culminado en el a1~ar, una serie de recuerdos gratos... o de los otros. Hay para todos los gustos. Tomar nota: f.JOS Santos, Los tres caballeros, Los Montejo, Los hermanos Martioez Gil (a quienes, hace poco, acaba de bomenajear Osear Chávez en todo un álbum), Los Panchos, Los Tres ases, Los duendes, Los tres diamantes, hasta completar diez y seis gruROS que se sacan chispas, como en otras épocas de bonanza. Sumarle a estos participantes en el elepé algunos de los títul~ convocados (sin ir más lejos, Regálame esta noche, Novia mÚJ, Sin ti, Usted, Poquita fe. La barca, Chacha linda, y ahí queda el listado) y se tendrá una idea del conteniddo de este álbum. Nostalgia para los más añejos audito'res; conocimiento de una etapa clave en la historia del bolero, para los más novatos. Grabacion~ originales que le otorgan, aún más si cabe, ese sabor de inexorable paso del tiempo a todas estas versiones. Tiempo que no ha podido, no obstante, arrasar con voces y guitarras que en su momento dictaron cátedra en un género siempre poblado de figuras artísticas protagónicas de primer nivel. Quienes tienen buena memoria, al amparo de los nombres y títulos citados, pueden dar fe de esa época de oro en la canción popular. Gran parte de ella se encuentra recogida .en este long play. (Me) Algo habrá que agradecer al bombardeo sistemático del que ha sido objeto el tema La puerta de Alcalá, perteneciente a este álbum: que después de muchos años, entre quince y veinte digamos, se conozca -de rebote parte ínfima de la producción de Víctor Manuel. Infima si, pero algo es algo diria el del vaso medio lleno..... Con cerca de una veintena de elepés en su trayectoria, el cantante español ha irrumpido con esa composición en las emisoras netamente comerciales de nuestro país. Aunque no tengan la misma difusión (ni so.ñarlo) las restantes obras contenidas en el long play que nos ocupa, habrá que poner el grito de atención al par de ellas que llevan la firma de Chico Buarque (una impecable versión blusística de Barrio de la Cruz, por ejemplo), y otras tantas del mismo Víctor Manuel que, entre él y su esposa Ana Belén, se encargan de volcar con propiedad y buen gusto. Las ventajas -en ciertos C3S0S- de imponer por reiteración y cansancio una de las composiciones integrantes de un disco: al menos, el auditor deberá soplarse las que completan esa labor cuando adquiera su ejemplar discográfico, Es posible que, de esa forma, logre constatar que el cantautor hispano no es un improvisado o una estrella recién elaborada por el sello graba~ dor al que pertenece-o Que hay todo un historial tras de sí, mediana o nulamente conocido por el gran público. Claro, eran otros tiempos: aquellos, sin ir más lejos, en que el régimen franquista no permitía su salida al aire su indispensáble difusión, a raíz de su pertenencia al partido Comunista español.... Soplan otros vientos, indudablemente, para los materiales de Víctor Manuel y su compañera. (Me) Pablo Milanés canta a Nicolás GuilIén A cargo del cantante cubano. Polydor, con licencia ECREM de La Habana. Una magnífica traslación del octogenario poeta cubano, gracias a la doble faena -musicalizador e intérprete- de uno de los líderes notorios de la Nueva Trova en la tierra de Fidel. Una decena de páginas que dan cuenta del reconocible ritmo de la poesía negra y del folldore al que generalmente acudiera el notable creador de Sóngoro Cosongo y El son entero. Siempre, como telón de fondo, su preocupación social y política. Siempre, el lenguaje directo y vigoroso: antes de la revolución cubana, expresando la aflición y la esperanza; luego de ella, festejando con el verbo y la palabra, su desarrollo y evolución, su peculiar enfoque del amor y la solidaridad. Pablo Milanés le otorga eficaz música de fondo a esas palabras contenidas, entre otras, en De que callada manera, en Responde tú y en Burgueses, en Mariposa y en Pasan días, o en Ho Chi Min y Tengo. La elocuencia de su voz, el infaltable complemento guitarrísco, le brindan esa particular afinidad sonora a la suma de textos de Guillén. Esa misma estrecha labor con aquel instrumento con el que cumpliera gran parte de su inicial trayectoria, brinda la oportunidad de reencontrarse -con el Pablo Milanés intimista y alejado de los núcleos musicales acompañantes de los últimos años. Es posible acceder entonces, mediante este fugaz retomo a las fuentes, al notable artista que, en estas condiciones solitarias o flanqueado por agrupamientos con reducidos elementos, cumple idénticas labores en cuanto a calidad del producto-discográfico terminado. En esta ocasión, por partida doble: en su tarea de musicalizador de los versos de Nicolás Guillén y, una vez más, como indudable primera figura en el terreno vocallatinoameri-. cano. (Me) 1 LA MONTAÑA BLANCA Antoine se halla al fondo del estudio, no la ha vislo todavía. Se Umpia los dedos manchados de pintura azul con un trapo. -rAntoinel Se vuelve hacia Franca. -¿Has estado trabajando toda la noche? -prepnta ella. Ella aira. -He tenninado -dice. Un cuadro de dimensiones reducidas -unos treinta centímetros por veinte, a juzgar por una primera ojeada- descansa sobre un caballete, allá al fondo. Ella sólo lo ve por detrás. Franca inicia un movimiento. El la detiene con un ademán. -Espera -dice-, ¡el soll En efecto, el sol. Ac;ba de salir por detrás de las colinas, afuera, más arriba del río. Un rayo acaricia la amplia cristalera del estudio. Su luz desfleca la blancura cruda de una cortina, la hace resaltar, se va extendiendo; pero aún no ha llegado al lugar donde se expone el lienzo. Ella ríe, despreocupada. Demasiado, quizá. -¿Y qué más da? Ella observa, sorprendido, sin duda, pOr tanta ligereza. -He pintado por la noche -dice-, pero la luz, en el océano. Tienes que ver el cuadro a plena claridad. Ella comprende, está conforme, esperará. -¿Qué título le has puesto? -pregunta. El se ruboriza, como si le hubiera hecho una pregunta indecente. Indiscreta, por lo menos. Como si le obligara a una respuesta que fuera lo uno o lo otro. Demasiado tímida, al menos. -Marina clara -dice por fin. Ambos esperan, separados por un charco de sol que va extendiéndose. Ella ha olvidado que aún lleva en la mano una tarjeta postal, en la que se reproduce un cuadro de Joaquín Patinir. La ha cogido de un mueble, al entrar en el estudio. En todos los libros de arte, en los catálogos franceses, aquel cuadro del maestro flamenco se llama Le passage du Styx. Pero en el envés de la tarjeta podía leerse: El paso de la laguna Estigia. ~.' Jorge Semprún Capítulo uno de una novela que está haciendo mucho ruido en Europa Semprún, autor de El desvanecimiento, la Autobiografía de F eclerico Sánchez, E~.1a.rgo viaje y de los guiones de Z, L4 confesión y Las rotas del sur, acaba de publicar en España La montaña blanca, novela que pronto aparecerá distribuida. en México a precios inaccesibles en edición de Alfaguara. Igual que en el Museo 'del Prado, por lo demáS, Franca lo recuerda. ¿Por qué el río Estige se convertía en laguna en la denominación castella:. na del cuadro? Era un enigma. ~n cualquier caso, debajo de la iílscripcióri impresa en letras mayúsculas, una traducción al inglés y al fránces parecía confirmar que el Estige había dejado de ser un río. Le passage de la laguna stigienne.. . The eromng oi the Stigitm laggon: he aquí lo que proclamaba la tarjeta. Laguna, pues, doblemente, en aquella traducci6n bilingüe, perentoria, pero sospechosa. No pareeia, en efectó, que «Stigienne» fuera adecuado. Imposible comprobarlo en aquel mismo instante. Aunque hubiera habido algún diccionario eq el estudio de Antoine, no era el mejor momento para consultarlo. Pero "stigienne" no le sonaba nada bien a Franca. (1). Franca mira el rostro anguloso, los altos pómulos salientes de Antoine. El le sonríe tímida- . mente. Ella espera, el tiempo pasa. El sol toma posesión de11ugar. -Ven -le dice él-, ahora.. Ella se adelanta, rodeada de un halo luminoso en el que giran mirladas de n!tnúsculas partículas de polvo bañadas de sol. Se ha parado d~lante del cuadro que Antoine terminó de pintar ~oche. Lo contempla detenidamente. Una especie de ternura la invade; le late el corazón. Marina clara, no hay duda. Reacciona, sale de su arrobo. Durante un segun<lo apoya la cabeza en el hombro de Antoine que está a su lado. No dice nada. ¿Qué podría decir? Basta con llenarse los ójos con todos aquellos azules de cielo y de mar... Hay que empaparse de ellos, nada más. . Antoine se fija en la tarjeta postal que ella lleva en la mano. Se la coge, lee en voz alta, de un tirón. "Madrid, 6 de abril. Saludos de Judith. Acabo de presentarle mis respetos. Después, como de costumbre, he comprobado que el azul Patinir sigue siendo lo que era. Lo que solía ser (2) Azul fijo, azul loco; inusable; todo nuestro. Todo1vuestro". Dos iniciales mayúsculas para firmar aquel breve mensaje: J.L. Da la vuelta a la tarjeta, mira la reproducción del cuadro de Patinir. Frunce los labios, asqueado. - Los colores son de echarse a llorar -dice-. La Estigia ha perdido el misterio de sus azules... El cielo ya no tiene su luz de tormenta. ¡Es una reproducción pésimal . 49 , ~ira la tarjeta encima de la mesa. .......¡No creo que sea por la fidelidad de la reprodu~ión -dice el1a-, por lo que Juan ha elegido esta tarjeta 001 Pradol El ha cerrado los ojos un segundo, con una es~ie' de mueca. O de rictu'i doloroso. Luego la mira, moviendo la cabeza. "-Precisamente. ¿por qué? Se han alejado del cuadro que Antoine terminó de-pintar anoche. Algo se mueve entre ambos. En la lejanía, sin duda, más allá. Algo equívoco o nebuloso, no es imposible. . -¿Por qué te ha mandado Juan esta tarjeta? ---:-in'iiste él. La súbita frialdad de su voz evoca el peligro. AJgo se paraliza dentro del pecho de Franca, allá ear debajo del seno izquierdo. _-.:.,..Nos.. -replica con sequedad. .. Pero el cambio de tono es inconsciente. Quisiera permanecer serena. . L¿C6mo? . -,.Q.l!é Juan nM ha enviado esa tarjeta a los dos , Tpr~ • • .: Haciendo hincapié en el plural. .' El vuelve a coger el rectángulo de cartón. Ve st!s dos nombres ü'iCritos con una grafía minucio: sa, perfectamente legible, en la parte derecha de la tarjeta. Franca/Antoine de Stermaria. La dirección debajo, claro, como debe ser. -En efecto -dice. -Se vuelve hacia ella. con la mirada aún ensombrecida. -Judith, sin embargo, ¿a quién... ? Ella lo interrumpe, con la ale,.,ía de una evidencia inofensiva. ¡ -¡Pero vamos, Antoine! ¡Judithl ¡La Judith de'Coval I -Precisamente -dice él. r El sol naciente ha invadido ahora todo el estu.dio. El sUencio se hace más denso. Pero Franca . desea saber a qué atenerse. Quizá haga mal. -¿A dónde quieres ir a parar? -pregunta. La tarjeta había llegado hacia dos semanas. Franca la había puesto junto al plato de su marido, con el resto del correo, a la hora del desayuno. El la había leído. Había sentido inmediatamente la impresión deslumbrante. pero confusa. de hallarse ante un lenguaje cifrado cuyo código no conocía. No era la primera vez. El itinerario al que Juan se refería como habitual-"después. como de costumbre"- , desde la sala dedicada a la pintura negra de Goya. en do~ está la Judith. hasta la sala cuarenta y tres. en el piso de arriba, en donde pueden verse los Patinir, los Hosco y algunos Brueghel el Viejo. ¿a qué correspondía? Jamás. en todo caso, había hecho él aquel recorrido por el Prado en compañía de Juan. Jamás hablaron de ellos. Era verosímil que hubieran hablado de Joaquín Patinir. Seguro. incluso. después de tantos años de conversación sobre pintura. A causa del azul. probablemente. ¿Y cómo no ibkn a hablar de Goya? Y de Malram también, cuando haJ>laban de Coya: era trivial. Pero nunca habían hecho aquel recorrido juntos. ni en la vida ni en una conversación. Jamás habían aludido a ello. ¿Con qué oscura referencia, pues. jugaba el texto de Juan. tan breve, tan elíptico incluso, porhallarse seguramente cargado de sentido? Mira a Franca. -Aquí es donde quiero ir a parar -responde. E indica el cuadro con el dedo, Marina clara. Ella suspira o respira, hondamente. Restablece la situación conyugal. -Voy a hacer café para los dos -dice jovial. El le acaricia el lóbulo de la oreja. -¡Qué estupenda idea, Franca! Pero la sigue reteniendo junto a él. habla sin mirarla. -Es para ti -dice-. Un regalo de cumpleaños. SO Ella contempla el cuadro. Admira otra vez su perfección sin énfasis. -Me lo suponía. ¿sabes? -dice sonriente. Pero una angustia apunta. súbita. poniéndole un nudo en la garganta. y afluye seguidamente. -No me gusta pensar en la edad que tengo -dice. En un murmullo que podria ser un grito susurrado. El da unos pasos. reacciona. recobra SU seguridad. -~Qué tontería! ¡Hay que festejarlo, Franca! ¡La edad triunfal Además, he invitado a Juan. Uegará esta tarde. Ella contiene una especie de sollozo. se vuelve de espaldas para ocultar su turbación; luego. se vuelve otra vez hacia él. -¿A Juan? Pero. ¿por qué? El ríe, contento de su efecto. Apenado de que sea tan evidente. ~IPero vamos. Franca! El mismo día en que tú naciste, tal día que mañana, el 25 de abril de 1942. hará cuarenta años, Juan y yo nos conocimos en Niza. Es un doble aniversario: tú tienes la eaad denuestra amistad. ¿No es eso una fiesta? Ella lo mira. se esfuerza por sonreír. -Es una fiesta -dice-. Voy a ha~ café. Después me ocuparé de todo. Te sentirás orgulloso de mí. -Siempre -dice él. Se miran. Saben inmediatamente que acaban de recordar lo mismo. ¿Se siente él de verdad orgulloso? Franca mueve la cabeza y se va. Elle habla. en cuanto ve que ha llegado al umbral de la puerta; no antes. -Juan vendrá con una de sus amiguitas -dice Antoine-. Ha insistido en traerla. Una tal Nadi- . neo Es imposible. piensa ella. Que Juan haya insistido, por lo menos. Pero no reacciona. no se vuelve. no tiembla. Su voz es neutra, casi anodina, cuando responde: -Seremos cuatro en total. Un número redondo. está bien. El cuadro está sobre el caballete. nadie lo mira. Antoine se ha alejado un poco. Revuelve unos pa- la cultura en MEXICO p. ~~ la Cl'~.~~ Dir«tor GennaI: José Llergo Dineto.-: Paco Ignacio Taibo U jefr tÚ rrd«rión: Geranio de la Torre Diario: Beatriz Mira 1Wtl«ción: Francisco Pérez Aroe, Mauricio Ciechanower, Rogelio Vizcaino, Emiliano Pérez €ruz, Luis Hemández, Cosme Omelas, Jorge Belarmino Femánclez TomM, Jesús Anaya Rosique, Alldrés R.uz, Orlando Ortíz, Víctor RonquiDo, Jom Manuel Payán, Iléctor R. de la Vega, Carlos Puig, Angel Valtierra, Pilar Vásquez, Armando Castellanos. Ciro Gómez Leyva, Miguel Bonasso 'numrcoción cnífiC'Q: Paloma Saa peles. unas fotografías. al otro extremo del estudio. Marina clam, había dicho. Aún no sabía que iba a llamarlo así cuando Franca le había preguntado. Había tratado, a lo largo de muchas horas consagradas con intensidad a su trabajo. frenéticas a veces y abundantes en ideas; otras, en cambio, desprovistas de toda alegría, sedientas, asoladas, taciturnas -como si la calma chicha canicular hubiese caído, sofocante, sobre un paisaje marino del que soñaba mostrar a un mismo tiempo la extraordinaria vacuidad vertical y el infinito estremecimiento cromático-, había tratado simplemente de captar todos los matices del azul. Pero nadie mira el cuadro que ha pintado para Franca, al cumplir ésta cuarenta años. Marina clara. ¿por qué no? Antoine, después de haber salido Franca. había vuelto a coger la tarjeta postal. Tal vez había leído mal. o interpretado mal. al menos. Quizá aquel texto fuera del todo inocente. Pero, ¿por qué reaccionó ella con tanta violencia, con tanta angustia contenida? Apartó esta pregunta otra vez. ¿Por qué abandonar los amargos deleites de la sospecha por una certeza determinada, cuando la sospecha remueve la sangre y nos prueba que aún estamos vivos? Vuelve la tarjeta postal. La reproducción del pQMJ de la lagUtUJ Estigia es detestable. en efecto. Se dirige hacia el mueble' estantería que ocupa toda una pared del estudio. En seguida encuentra lo que buscaba. Hay que <lecir que Franca tiene el instinto del orden. de la clasificación, de las nomenclaturas. Antoine encuentra, en la carpeta' dedicada a este fin. las fotografías que había mandado hacer de los cuadros de Patinir, en cierta época. Por el azul. naturalmente. Saca de la misma una subcarpeta de plástico translúcido, ambarino. que contiene las fotos del. PalO. Se instala a una larga mesa. a plena luz. Pero se contiene y no enciende aún ningún cigarrillo. La primera fotografía reproduce el cuadro en su conjunto. Antoine la compara con la tarjeta postal (Printed in Spain-Ediciones Artísticas, OJfo-Los Mesejo, 23-Madrid 7). En la tarjeta se pierden todos los valores cromáticos del cuadro. Desaparecen los contrastes o bien resultan insípidos. Las capas laminadas de luminosidad interna que tiene la pintura se aplanan, caen en 10 monocromo y en 10 monocorde. Las riquísimas gamas de azules viran a 10 lívido: blanco dudoso, verde desvaído, bilioso. La segunda fotografía del cuadro reproduce un detalle del mismo muy ampliado. Un fragmento del paisaje de la orilla feliz, paradisíaca, de la Estigia. Unos seres humanos, en la inocencia de su desnudez, se pasean alIado de ángeles con las 'alas abiertas, vestidos éstos con pesados atuendos de brocado y de seda, ricos en adornos dorados. Entre los árboles cargados de frutos tornasolados corren en libertad cieÍ'Vos y cervatillos. Antoine toma una lupa y trata de encontrar, en la ampliación de aquel fragmento del cuadro de Patinir, el conejo saltarín que no puede faltar. Parece ser, en efecto -recuerda haber leído esta afinnación en algún libro de historia de( Arte-, que siempre hay un conejo escondido, bajo las frondosidades pintadas con minucia, en todos los cuadros del maestro flamenco. Hoy, sin embargo, no consigue Antoine descubrir el conejo simbólico. Por 10 menos en aquel fragmento que está observando con lupa. Interrumpe su contemplación, se levanta; camina basta el ventanal del estudio. Contempla el valle del Sena bajo un sol de abril. Hace tiempo, cuarenta años atr~, tal día que mañana -aunque no era domingo-, había encontrado a Juan sentado en un escalón, delante de su puerta, en Niza. Antoine regresaba de dar un paseo a la orilla del mar. ,.¿Qué está haciendo usted aquí?", babía preguntado al desconocido. "Leo Paludes", había respondido el muchacho. Era cierto; estaba leyendo Paludes. Había vuelto el delgado volumen con el ffu de que Antoine pudíera leer el título. Era Paludes. Ambos se habían echado a reír, con una alegria inmediatamente compartida. Una especie de flechazo de complicidad literaria. O masculina, más primitiva. Después, Juan se había levanta.. '. do. En el descansillo, mientras Antoiri~ buscaba la llave, le babía explicado en dos palabras la razón de su presencia alli. Tenía que reunirse con un tal Daniel -sólo el nombre emerge del olVido, mientras contempla el valle del Sena-, que tenía en la ciudad una galería de arte. Le habían dícho que Antoine podría ayudarle a encontrar su dirección personal: la galería parecía estar cerrada. Era bastante urgente. , Antoine de Stermaria había abierto la puerta. Había comprendido de qué se trataba. Era factible, él poseía los medios -bahía dícho- para hacerle llegar un mensaje a Daniel (se ha olvidado ya de quién era Daniel; r~uerda que podía transmitirle un mensaje, eso es todo), pero aquello le llevaría todo el día. Después, en la espaciosa estancia completamente desnuda,-austera hasta llegar a ser inconfortable -al menos hasta la expresión de un desprecio soberano, aunque plácido, por parte de los objetos y muebles- que había allí para comodidad del posible ocupante, comodidad siñ duda precaria-, iluminada por la luz sutil, aromática, de un doble horizonte invisible, pero latente, marítimo y alpestre, en la lejanía, había visto a Juan, parado delante del cuadro que él estaba pintando en aquel mes de abril. . Cuando Antoine, ahora, contemplando en apariencia el valle del Sena, vúelve a ver estas imágenes en su memoria, bien alcancen éstas su plenitud o se difuminen -o también se vean roídas por lo negro, la nada, como película infla: mable que fuera consumiéndose en volutas de brasa a partir de lps bordes del marco-, se ve a sí mismo con el aspecto que hoy tiene, con su edad verdadera. Un hombre de sesenta años, en suma, se mantiene apartado y contempla a aquel jovencísimo desconocido, plantado ante el cuadro que él, el bombre viejo, está pintando. Permanece in,móvil mucbo tiempo, el desconocido que leía Paludes. Pero Antoine no puede ver su mirada, cautivada por el paisaje rojo. Puede ver el paisaje pintado, la esp"'da del joven' desconocido, sus hombros y su nuca, visiblemente agarrotados, tensos, en una postura casi desiquUibrada, con , todo el cuerpo incÚnado bacia eHienzo, objeto de aquella mirada que puede suponerse minuciosa. ¿Fascinado? ¿Dónde se encontrará boy el cuadro? Antoine se aparta del ventimal. Apenas se' ha-' bía fijado en el paisaje que desciende bacia el río en suave pendiente irregul(ll', CQrtada poi unos cerros cubiertos de césped y bosquecillos de árboles. No se babía fijado en un conboy de gabarras que navegaba por, el Sena. Ni tampoco había oído el son de la campana, allá lejos,- ~ la derecha, en dirección a Freneuse. El espácio ante su mirada, recortado pOr el marco del ventanal, no había sido más que una especie de pantalla para reflejar las imágenes de su recuerdo. Se aparta de ellas, ahora. Se pregunta dónde estará el paisaje rojo. Siente el repentino deseo de contemplarlo, es un deseo muy fuerte. Violento, inclusó. Recuerda que el lienzo pertenece a un Coleccionista américano. Imposible, por lo tanto.# Por 10 menos de inmediato. . Antaño, para terminar, Juan.se había d~do la ' vuelta. Su mirada expresaba una especie de júbi-, 10. Había reído, con risa breve, triunfante. ' -¿Es un comienzo, no es así? :-había dícho-. ¿O un re-comienzo? . # Recalcando la primera sílaba. . Era exacto, algo nuevo comenzaba en el trabajo de Antoine con aquel cuadro. Una' manera nueva de explorar el munqo, la pintura, las relaciones entre uno y otra. Pero el desconocido -Juan Larrea no le diría su nombre hasta más tarde, varias boras más tarde, después de una conversación en apariencia desbilvanada,.que giraría sin cesar en tomo al paisaje rojo, en un torbellino de ideas, de alusiones, de referencias- no le había dado tiempo p'ara responder. El mismo había explicado, perentorio, a pesar del tono aparentemente interrogativo de sus palabras, por qué el rojo del cielo y del agua -en aquel piúsaje tan lleno de cielo, sobre la sangradera rectilínea de un canal-, por qué aquel rojo era forzosamente originario, inaugural. Pero está oyendo la voz de Franca. Al parecer, , el café está ya listo. Cuando él quíere saber, sabe muy bien en qué momento del año pasado pudieron encontrarse en Madrid.••¿Te vienes conmigo a Toledo?", le había preguntado a Franca. "¿A Toledo, a España?", dijo ella. "No, a Toledo de Obío". Ella se sorprendíó, sacudiendo su corta melena. "¡Señor! ¡A Ohío! Eso sale en las películas de vaqueros, ¿no es así?" Ella miraba mientras tomaba el té a sorbitos. "Hay allí un museo ~uy boRito; segtÍt1 parece. En cualquier caso', tiene un Greco sober:' bio". Ella 10 observaba, perpleja: "¿Vas a ver los Greco a Toledo de Ohío, en lugar de ir a Toledo, el de España? ¿No resulta eso un tanto complicado? ¿Snob, incllUO?" Y añadió inmediatamente: "Además, ¡no estoy muy segura da que me guste El Greco!" "Yo tampoco", dijo él. Se echó a reír. "EJg>Ongo en abril, en Toledo, el de Ohío. ¿Lo habías olvidado?" A la vista estaba que lo había olvidado. Lo sentía muchísimo. Pero no había querido ir con él a Toledo, de , Obío. Durante tres días seguidos no había conseguido comunicar con ella por teléfono desde allí. Según dijo ella después, hubo problemas con la línea. Pero él sabe, naturalmente, cuando quíere saber. Por lo general, no quiere. De repente, aquella tarjeta postal resucita sus adormecidas sospechfS. O más bien su afición a los desastres. Vuelve a coger la tarjeta del PQ$O de la laguna Estigia. Juan llegará en seguida, después de comero Le hablará de ello, está decidido. Notas al leño (1) La ninfa Estige dio su nombre a un río infernal, ctÍyas aguas se remansan formando una laguna. En España se ha generalizado el nombre de la laguna: Estigia, en lugar del río Estige, como sería de espeoraro (N. de la T.) (2) En castellano en el original. 51 , ... +~ ~ -J----...:....---~___:__--------------- NO A' LAGUNA MUERTE (Crónica de una marcha mojada) Francisco Pérez Arce 3 6 1 an- . Eramos bien poquitos cuando empezamos a dar detrás del tambor Y de la muchacha bonita de vestido blanco jarocho. Pero ya en Paseo de la Reforma la columna creció con los muchos que t!$peraban por ahí dispersos. con sus playeras amarillas estampadas con el sol sonriente y la leyctnda: "¿Laguna Verde? ¡Ni madres'" Es 19 septiembre. son las cinco de la tarde y no parece que vaya a llover, hay un clima agradable. 2 En días pasados arreció la campaña publicitaria de la eFE. Se suceden las planas enterti en todos los diarios. Están gastando millones de pesos porque sienten que es la recta final. Quieren convencer a toda (lOSta de que Laguna Verde es sinónimo de modernización y progreso. Su más reciente ocurrencia habla de los &anceses. Dice que los franceses aman la vida y en su país operan 49 plantas nucleares. Curioso argumento que asoma desde una ventana porfiriana: de Francia viene la cultura, la buena vida, la luz. En Italia los ciudadanos irán a las urnas en noviembre para decir SI o NO a la energía nuclear. Los italianos también aman la vida y tendrán la oportunidad de decidir su futuro, ellos dirán si quieren correr los riesgos que representan las centrales nucleares, o no; si quieren un ambiente un poco más radiactivo, o no; si quieren heredar a las generaciones venideras basureros radiactivos o no. Pueden contestar que sí. pero van a ser ell~ quienes decidan. Podrán valorar los argumentos a f¡¡vor y en contra. Los italianos vivieron la emergencia de Chernobyl y presenciaron una polémica larga entre pronucleares y antinucleares. Después hubo elecciones y los Verdes, por primera vez, ocupan posiciones en el parlamento. Es probable un triunfo de los antinucleares y entonces este país mediterráneo, que tiene frontera con Francia, el país más nuclearizado, y con Austria y con Yugoslavia y frontera marina con España y Albania y Grecia; este país abandonará el camino nuclear sumándose a Suecia, que ya optó por un NO definitivo a las nucleares. Los suecos aunque no lo diga la CFE, también aman la vi~ da. Las franceses como los italianos. como los suecos, como los mexicanos, además de amar la vida, tienen derecho a decidir su propio futuro. decidir los riesgos que cada pueblo quiera correr, los costos que cada pueblo quiera pagar. 52 Hoyes 19 de septiembre, dos años después de los . temWorescat~fiox.Nu5tracolumnavae~ cabezada por una manta enorme: NO A LAGUNA MUERTE. Vienen muchos veracruzanos. Pero f:ambién vinieron de Michoacán, que ya tuvieron un round contra los nucleares cuando una' vez dijeron que les gustaba Pátzcuaro para nu.cleoeléctrica; pero ahí si no se pudo, la gente de la zona respondió inmediatamente con UDJl opo- . sición vigorosa. También viene caminando mucha gente del DF. intelectuales la mayoría, profesores y estudiantes, y la colonia de jarochos radicados en la ciudad de México. Desde la plataforma del Angel de la Independencia se puede ver que la columna ha crecido mucho. En las mantas dominan los tonos pastel: verdes y amarillos y anaranjados. Algunos danzan al ritmo del tambor. El aire es tibio y en algunos tramos más que manifestación parece paseo dominguero. Por ahí anda Porfirio Muñoz Ledo haciéndose ver. Nadie le hace fiestas, pero tampoco lo rechazan. Frente a la embajada de Estados Unidos se hace una parada larga y alguien utiliza el aparato de sonido para tirarse un largo exhorto antinuc1ear dirigido al pueblo norteamericano y una condena a las compañías de los grandes negocios atómicos. Negociantes de la muerte. La otra marcha es enorme. La encontramos precisamente en la Alameda, frente a la plaza donde una vez estuvo el hotel Rítz, que hoy se llama plaza de la solidaridad. Ellos vienen de Tlaltelolco, son los de la asamblea de los barrios, los del CUD, las del sindicato de costureras. "Uranio poI viviendas sí" es el grito que nos conecta. Nos abren un espacio y avanzamos, ahpra somos parte de ellos, 'somos la misma manifestación las consignas se mezclan, la fuerza se contagia, ~l coraje, el grito. Somos una sola grán manifestación que avanza hacia el Zócalo cuando nos cae encima la tormenta. Esta vez no cesa, arrecia. 7 Marchamos en medio de la tormenta. El Zócalo nos espera con su iluminación tricolor espectáculo extra a cargo de .as fiestas paqias: La rolumna es fuerte y continuará entrando durante horas. El Zócalo no se llena porque la tormenta nos disuelve. Uegamos al Zócalo y muchos se van, los demás nos apretamos, los oradores apresuran el mitin cuando todavía están entrando contingentes. Ya pasaron dos oradores, el mitin está casi necesariamente terminado cuando entra el último contingente, son los estudiantes del CEU; son muchos, no tantos como otras veces pero muchos. Son un grupo que inspira fuerza.' Los portales están todos llenos. La lluvia va a La comisión de la OlEA acaba de realizar su visiseguir durante horas. Estoy empapado hasta los ta de inspección a LV Y ha dado de manera preli- _ Son las ocho de la noche. Empezamos a huesos. minar su visto bueno. Dice que la planta es sufi.caminar a las cinco. No es el cansancio sino el frío cientemente segura (aunque un poco anticuada, lo .que pesa. Entro a un café y me siento en la reconocen). Falta el informe final que se entregabarra. La taza de café me calienta las manos. A rá en un mes, pero sin duda dará luz verde a la mi lado una adolescente escurre agua por todos carga del reactor. Faltan diez para las 'doce: LV lados. "¿Cómo se mojaron tanto?", nos pregunta está a punto de entrar en operación. un parroquiano. "Veníamos en la manifestación". A la muchacha le ofrece una chamarra seca y pa5 labras de aliento. El mesero sirve más café con Es 19 de septiembre y estamos entrando a una de leche. Todos los parroquianos están terriblemente secos. Entramos en calor. El vecino nos dice que él las zonas más afectadas por los sismOs del 85. Esvive por ahí, a unas cuadras y que todos los días va tamos recordando la catástrofe de entonces y ada ese mismo café. Ahí estaba, en ese mismo banco vertirnos los riesgos de desgracias futuras, que ante la misma barra servido por el mismo mesero' pueden evitarse. A quien quiera escuchar. El ciehace dos~, a la hora del temblor. Relata que se lo se nubla y de repente nos cae encima un aguaquedó quieto hasta que la tierra dejó de moverse y cero. La marcha sigue, ahora las mantas son paluego salió a la chamba; en el camino se dio roenta raguas múltiples. El agua no le quita alegría a la de la ~a. La memoria no puede deteoelse columna (ni mucha gente). La lluvia cesa cuando estamos por entrar a la avenida Juárez. Nos com~a de lo que sucedió p~te el 19 de ~ tiembre de hace dos añai. Porque hoy que marchaponemos un poco. Las mantas se levantan de mos contra Laguna Verde, por muchos motivos tenuevo por si alguien las quiere leer. El .~ire es otra v~ tibio. nemos presente aquella catástrofe- • reímcls ver por ah{ una pancarta del Instituto Nacional de la Senectu~ alguna otra de los jubilados y pensionados del ISSSTE, y una tercera de los atrevidos viejitos del Parque Hundido que amenazan con constltufrse en asociación civil 0011 el propósito de legaliz la dedicación a resolver crucigramas y agruparse oficialmente entre todos aquellos que le dan duro y duro a las partidas de ajedrez... Pero no. Nada de eso hubo. Fue una ilusión óptica nomás. Sólo una mala pasada de nuestra desenfrenada imaginación. . La eulpa la tienen las cabecitas blancas, y las entrecanas, y aquellas otras que ya apuntan para el lado geriátrico, o de infancia de la vejez, según como se mire el vaso medio vacio o medio lleno de años, que se constituyeron en clara mayoría visible y contable durante los rutilantes días de la penúltima semana de septiembre en que se desenvolvió el Festival del Bolero, con inicio en el teatro Reforma y continuación en el Auditorio Nacional. Cinco días de duración, eon siete funciones en total. Iy qué funcionesl, diría mi tía Flora. Si se hubiera enterado de esta seguidilla boleristica (raudamente, a subirse al primer avión directo de Argentina a D.F., sin importarle un rábano la crisis económica y la plancha enchufada). Se habría puesto a bailar en una pierna (de júbilo, no al compás,de algún bolero, obviamente presi~ente) de haberse notificado de los números artísticos cubanos y mexicanos participantes en la cartelera de la serie de recitales programados: que Chucho Martínez Gil, que César Portillo de la Luz y José Antonio Méndez, que Tito Guizar, Chalo Cervera y Mario Ruiz Armengol, que Martha Valdez y Amparo Montes, que Elena Burke, la Margie Bermejo y la Tania Libertad, que Osear Chávez, y Los Tres Caballeros, y Los Tres Ases, y José Sabre Marroquin... Basta, basta. Stop. Y aclaremos que queda gente afuera de este listaje, por si todo fuera cuestión de apantallar aún más a la potencial clientela. Quienes conocen la habitual mode3tia de los brasileños, sin ir más lejos, pueden estar seguros que, de haberse realizado est~ celebración bolerística en Río de Janeiro o Sao Paulo, pongamOS por caso, en el estadio Maracaná por ejemplo, habría sido recatadamente promocionado como "o mais grande festival de bolero do mundo... e alrededores'.'. Como su realización se verificó en México, se lo denominó algo más sencillamente por cierto -Festival del Bolero-México/Cuba. e H~ye El Estruendo: Por UBa Semana Reinó El Bolero Mauricio Ciechanower Un poco más, y a lo mejor En varias ocasiones, durante la semana festivalera, se dio por sentado desde el escenario -categóricamente y con una preciSión digna de mejores causas- que el pastel de cumpleaños del bolero contiene 101 velitas (se insistió en que el primero de ellos data de 1886), un dato al que seguramente se opondrían, levantando su dedito disidente, algunos musicólogos e investigadores que ubican su origen-siempre con el conveniente quizás de por medio- en la región oriental de Cuba, algún otro con cierta precisión en el tercio final del siglo pasado (sin especificar fecha exacta) en la trova tradicional de Santiago de Cuba, mientras un reputado diccionario musical de fa- •. _. ma mundial, el Oxford, se sirve consignar hasta a los de Puerto Rico como poseedores del acta de nacimiento original del género. No es tan sencillo, pues, asegurar sus orígenes sin temor a errarle. Lo que sí tiene mucho menos margen para la discusión y la polémica -podría decirse que existe opinión unánime al respectoes que su etapa de esplendor se ubica allá por la década de 1940, merced a su alto nivel de producción autoral, a la cantidad de intérpretes que le dieron brillo y difusión masiva, y a su tremen-' da aceptación como género bailable. Estadísticas exactas al margen, es más que probable, casi seguro, que gran cantidad de parejas danzantes han dado inicio a su relación afectiva (en cuántos casos habría de desembocar, por suerte u para desgracia, en el terreno matrimonial) al compás de alguna versión discográfica del Trío Los Panchos, de Los Tres Ases, de Los Montejo o del solista o agrupamiento que fue~a. y otra comprobación de la que podrán dar fe miles de danzarines o de observadores imparciales, respecto de aquellas mismas parejas de balle. Todas ellas se encargaron, a través de los años, de otorgarle patente de invención internacional a eSa suerte de Teoría de la Relatividad danzante que logró imponer el bolero en su capítulo bailable: aquel que ha sido posible constatar, fehacientemente, cada vez que las parejas han roto todos los esquemas geográfico-geométricos ballando en imposibles y microscópicos centímetros cuad,ados de espacio al compás de ~ualquier versión boleristica, recontra bien apretaditos y requetejuntitos... Ningún otro .gé~ero ha logrado tamaño poder de simbiosis en los en: cuentros cercanos deeste tipo, fusión y pegamento corporal, COJ;OO el consegumo-por el bci1ero: . Tu me acostumbraste El público concurrente a esta semana mexicano-cubana tuvo oportunidad de exteriorizar su entusiasmo, haciendo catarsis con enorme ·expresividad y mucho mayor .recato que el de los espectácul<l& de ambiente rockero, por ejemplo. Su propia versión libre estuvo impregnada de grititos tenues y coquetos alaríditos (gente seria, de edad, en su gran mayoría, no olvidemos), mediante irrefrenables suspiros ante los primeros compases de los títulos más conocidos, o coreando y tarareando cu~do las circunstancias así lo aconsejaban, o cuando los intérpretes sobre el escenarío se ponían de acuerdo en iJlcentivarlos para lograr el acompañamiento colectivo, o la ~ cialización de la cosa. En todos esos instantes fue-posible comprobar el enorme grado de idolatría que genera en este tipo de con~urrencia el solo enUllciado de nombres de monstruos y próceres de la canción popu- . lar como Alvaro Carrillo, Ernesto Lecuona, Agustín Lara, María Grever, Go~o Curiel, Consuelo Velázquez, Bola de Nieve, Gabriel Ruiz y todos aquellOs, el enorme resto, que se vio convocado en cada una de las interpretaciones de sus temas más difudidos. Y no es para menos: como bien lo apuntaba el nobel García Márquez -luego de intentar su incursión infructuosa en el género- es más sencillo (al menos para él) soplarse la escritura de una novela que lograr completar un texto de tres minutos para bolero... y qué decir. en igual sentido, de la inmediata respuesta del auditorio ante la menor provocación de los primeros versos de muchas de las composiciones que se dieron cita con su afieja carga de fama y difusión a cuestas; las compuertas del entusiasmo y el éxtasis se abrían, puede decirse que en forma automática, tan sólo con escuchar una frase-c1ave, prometedora de las glorias mayores que habrían de sobrevenir a continuación: entonar No quiero que te vaYa8/ la noche e3tQ muy frío, Sabrá Dios/ si tu me quieres o me engañas, o La puerta se cerró detrás de ti/ y nunca más volviste a aparecer, o No quiero que te vayas/ la noche está muy frío, o Un poco má&/ y a lo mejor nos comprendemos luego, o Amor mio/ tu rostro querido... (¿hace falta seguir con el repertorio?), era entrar de lleno en el delirio, en la contemplación de los rostros cargados de ensoñación, en los recuerdos y la evocación, en tiempos pretéritos en que reinaba la felicidad y la palabra crlIis era un término inexistente en el vocabulario cotidiano, apenas una mención de lo que ocurría en otros lados pero no aquí... y el bolero dominaba la escena, y se apropiaba de los inquilinos auditivos con su enorme cuota de romanticismo.. Sí. En verdad, aquellos eran otros tiempos. Qué lindo ha sido volver a entonizarlos, y a lo largo de todita una semana, nada menos. ¿ Semana del descanso bíblico para los innumerables pares de oídos saturados y bombardeados por el habitual exceso señalado po: la simbólica agujita indicadora de decibeles. Semana del bolero vertido quedamente, casi a modo de susurro, dejado caer en el ambiente escénicb y en el recinto de Paseo de la Reforma y de Chapultepec con toda la levedad requerida por su plácido contenido. La super electrificación instrumental, los amplificadores y las bocinas a todo trapo, la canalización vía sofisticados equipos de sonido, quedaron relegados a un segundo plano. Al menos, transitoriamente. Durante cinco día de la penúltima semana de septiembre, y siete funciones, con el bolero ha triunfado el sentimiento de la música popular con perfiles de sosiego y remanso. Aleluya.• 53 ,- ._---------------::------------------------------ La cabeza de Juárez, una marcha bajo la lluvia y el ascenso popular en el valle de México Paco Ignacio Taibo II ace 120 años, Benito Juárez teDÍa la cabeza ocupada en las continuas rebeliones y asonadas que impedían la reconstrucción de un país asolado tras una d~ n de años de guerra casi continua. Hoy, la c a . de Juárez, es objeto de las pre¡ ociJpacio~ de muchos miles de mexicanos, 80gustiádós por una ciudad asolada por temblores, pequeñas catástrofes fisicas, una crisis económica galopante y una adn;únistración antipopulu, Un predio de 100 hectáreas en la región de las :olvaneras del oriente de la ciudad, llamado La ~beza de Juárez, es el centro de la atención y fo~ del conflicto entre un creciente movimiento pop~ar y las autoridades responsables de ~arle salida a la crisis de vivienda del valle de México: SEDUEyDDF. . El marco: una ciudad de México con UD déficit de un millÓn doscientas mil'viviendas, donde la posibilidad de acceso al suelo para un 70% de la población~ pasa através de los fraecionadores I clandestinos de propiedades irregulares, donde no hay planes de urbanización, donde los lotes se venden dos o tres veces y puede resultar que no tengan salida a la calle, donde no hay servicios ni . áreas v«des. El movimiento urbano popular, el nombre oficial de eso que se conoce habitualmente como "la lucha de las colonias", es producto de la acción de organizaciones de la periferia de la ciudad desde principio de los años 70 por senicios y contra los fraccionadores clandestinos. Tiene detrás de. sí no pocos éxitos, ligados todos ellos a la organización popular; pero sus peleas por agua, luz, escuelas y espacios para la autogestión, es cosa de nunca acabar. La tendeacia del movimiento es hacia la búsqueda de créditos y la lucha por urbanizaciones colectiv~. Los sismos del 85 radicalizaron la situación y aumentaron la movilización popular; las 100 mil familias en la calle (de las que 8 mil continúan sin vivienda), la participación solidaria de la población, las increíbles experiencias de autooonstrucción, la presión popular y los planes gube~ mentales, el surgimiento de la Coordínadora Unica de Damnificados que viene a sumarse a la CONAMUP en el espacio de las org~iooes populares democráticas, son resultados de ello. En 1987, nuevas organizaciones se suman a la lucha, y la movilización popular crece. Pedro Moctezuma, uno de los portavoces de la CONAMUP fija los objetivos de las movilizaciones en: servicios, vivienda, organización democrática de base que pasa por la asamblea y en choque con los aparatos priístas de control; y el número de movilizados en los primeros nueve meses del tr7, en 350 mil mexicanos a lo largo del valle de México, ba 'o diferentes niveles de intensidad y con - muy variadas demandas. Son cinco las organizaciones que impulsan este movimiento: la regional del Vallé de México de la CONAMUP, la Coordinadora Unica de Damnificados (CUD), la Asamblea de los Barrios de la ciudad de México (que ha puesto en todos los periódicos al famoso super barrio), la CoordinadoYa de Luchas Urbanas y la Coordinadora de Colonias y Pueblos del Sur. . El movimiento se encontraba además reanimado por las movilizaciones internacionales que se realizaban por el año de los sin techo decretado por la ONU. Los acontecimientos en el 87, se desenvolvieron a una velocidad inusual: en enero se celebró en el DF el Foro Nacional de los sin Techo, en abril nació la Asamblea de los Barrlos en medio de movilizaciones, el3 de julio 25 mil solicitantes de vivienda se congregaron ante el DDF bajo la lluvia; un proyecto unitario de guerra social por la vivienda fue lanzado El programa nacional de vivienda del tr7 eDgia la identificación de los espacios habitables del valle de Médco, las reservas territoriales. Se hablaba de 7 mil hectáreas de las cuales 500 podrlan utilizarse de inmediato, pero la SEDUE no procedía a la identificación de los terrenos. La CONAMUP propuso entonces la urbanización popular en áreas de esta reserva que pertenecen al DDF y que no tendrían que ser expropiadas. El Z1 ~ julio se hizo la propuesta y ante las vueltas que daban las autoridades que además fijaban varias condiciones (que no fuera en el Ajusco ni en Cha1co, que.DO fuera en zonas altas ni bajas, que no hubiera problemas de drenaje, que fuera terreno regular y dentro de los señalamientos de la ley), los solicitantes localizaron un predio e hicieron su contraoferta: La cabeza de Juárez en el oriente de la ciudad, 100 hectáreas que podrían resolver los problemas de habitación de 10 mil familias y que cumplían las condiciones exigidas. La oferta de las organizaciones populares incluyó proyectos de autoconstrucción. El 13 de septiembre en un cine abarrotado se funda el movimiento de solicitantes de vivienda Benito Juárez, dentro del movimiento de solidaridad y vinculado a la lucha general de las coordinadoras urbanas. Ese mismo día salen en manifestación hacia el predio y llegan seis mil penonas.. • El 19 de septiembre las coordinador1lS populares llaman a una manifestación que conmemora la reacción popular ante el temblor del 85. Esta va a ser el punto más alto de la movilización. Un centenar de miles de habitantes de los barrios . más miserables del DDF salen a la calle, ya pesar de una tremenda tormenta, llegan hasta el Zócalo empapados y gritando. Mujeres, niños, jóvenes de los barrios, una nueva composición de la izquierda mexicana en la calle. Grupo tras grupo, colonia y barrio y grupo de damnificados, saliendo de la negra noche de esta ciudad áspera y mentirosa, inundada y maravillosa en la que vivimos todos los días. La manifestación sorprende hasta a las coordinadoras convocantes; es la muestra del ascenso del movimiento popular y de su radicalidad. Una semana más tarde, el 26 de septiembre, nace el Foro Metropolitano, una organización que reúne a las cinco coordinadoras. El en, seis mil faroiJias se reúnen en la Cabeza de Juárez. el run run de una invasión, que de producirse sería la invasiÓD de tierras urbanas más grande de la historia reciente del DF. ¿Qué hubiera hecho Juárez hace 120 años ante esta movilízación? Seguramente no les hubiera contestado a los solicitantes, que no pueden darles el predio para que autoconstruyan porque se "constituiría un feudo". ¿Un feudo de organi~ den.oclática? aUn feudo de mganización popular que trata de resolver sus problemas de vivienda? ¿A eso le temen las autoridades que tienen a su cargo resolver los problemas de vivienda del valle de México? Un predio de 100 hectáreas, en el polvoriento oriente de la ciudad de UéDoo, que podría resolve!' los problemas de babitaei6n de 10 mil familias, llamado La aIbeza de Juúa, será testigo en los próximos meses de sorpceodentes acontecimientos. Corre