Colección Mujeres y Poder - partido del trabajo jalisco

Transcripción

Colección Mujeres y Poder - partido del trabajo jalisco
Colección Mujeres y Poder
Mujeres y política
Nuevo León
Alcaldesas y legisladoras
Instituto Estatal de las Mujeres de Nuevo León
Octubre 2004
Mujeres y Política: Alcaldesas y Legisladoras de Nuevo León,
Colección Mujeres y Poder.
Primera edición, octubre de 2004
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Presidenta Ejecutiva del Instituto Estatal de las Mujeres
INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES DE NUEVO LEÓN
Lic. María Elena Chapa H.
Presidenta Ejecutiva
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Secretaria Ejecutiva
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Directora de Enlaces
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Lic. Sylvia Guadalupe Puente Aguilar
Directora Jurídica
Lic. Juana María Nava Castillo
Directora de Comunicación y Difusión.
Guadalupe Elósegui Martínez
Coordinadora de Enlaces con Sociedad Civil
Creo en la equidad de género y me congratulo de la participación de las mujeres en
la vida política de Nuevo León, ya que una sociedad que no es plural, democrática e
incluyente es una sociedad incompleta.
El compromiso de mi gobierno es recoger las aspiraciones más significativas de las
mujeres para lograr la equidad, el desarrollo y la paz, garantizando el
reconocimiento, respeto y el acceso pleno a todos sus derechos.
Mi reconocimiento a las mujeres que participan en la construcción de una sociedad
más justa y democrática.
Lic. José Natividad González Parás
Gobernador Constitucional
Estado de Nuevo León
Presentación
La lucha por el reconocimiento del derecho al sufragio femenino en México ha sido
intensa, sus inicios se encuentran en las primeras organizaciones de mujeres que
demandaban sus derechos ciudadanos, a finales del siglo XIX.
En un segundo momento, a mediados del siglo XX, se alcanza una nueva etapa en la
participación política de las mujeres, gracias a la reflexión, el trabajo y la movilización de
miles de ellas, que pugnaron por concretar en el marco jurídico la plenitud de esos
derechos, lo que finalmente se pudo ver reflejada en una voluntad política que no podía
soslayar por más tiempo el ejercicio pleno de la ciudadanía para la población femenina
dentro del proyecto nacional.
A partir del reconocimiento al derecho al voto de las mujeres, decretado por el Presidente
Adolfo Ruiz Cortines el 17 de octubre de 1953, las mexicanas hemos ingresado en los
procesos electorales con decisión y talento en todos los niveles de la representación
popular.
En Nuevo León nos enorgullecemos de las capacidades desplegadas por mujeres que,
desde el ejercicio del poder político, han demostrado con su profesionalismo y su trabajo lo
que el liderazgo femenino es capaz de hacer por nuestro Estado. Esa historia merece ser
contada y preservada.
El presente libro, Mujeres y Política, el primero de la Colección Mujeres y Poder, es un
homenaje a todas estas mujeres que han contribuido desde sus respectivos ámbitos al
fortalecimiento de la democracia. Hacerlas visibles es el mejor reconocimiento que
debemos a sus méritos.
En este primer tomo se han incluido semblanzas y entrevistas con todas las alcaldesas y
legisladoras nuevoleonesas, en un ejercicio plural e incluyente, que contiene los
testimonios directos de todas las mujeres que han tenido la alta responsabilidad de ejercer
el poder por mandato popular, desde las pioneras hasta las de la actualidad. Cuando no ha
sido posible obtener directamente sus voces, se han incluido sus fichas biográficas o el
testimonio de personas muy cercanas a ellas.
Esta es la aportación del Instituto Estatal de las Mujeres a la historia de la participación
política de las mujeres de Nuevo León.
María Elena Chapa H.
Presidenta Ejecutiva
ÍNDICE
Alcaldesas
Arellano Fernández, María Gudalupe
Cantú Villarreal, Severa
Cavazos Cavazos, Juana Aurora
Egloff Sánchez de Lecea, María Guadalupe
Gámez Rincón, Aurelia
García G. De Sepúlveda, María Teresa
García García de González, Imelda
García Segovia de Madero, María Teresa (*)
Garza Gutiérrez, Adriana Margarita
Garza Villarreal, Irma Adriana
González de Mares, María Amalia (+)
González González, Albeza
González Guerra de Rueda, Josefa
González Gutiérrez, Rebeca
González Gutiérrez, Victoria
González Villarreal, Elsa Patricia
Guajardo Pérez, María Guadalupe
Guerrero Nava, María Ángela
Gutiérrez Rendón, Sirenia
Herrera Muñoz, María de la Luz
López Hinojosa, María Esthela
Martínez Chapa, Victoriana (+)
(+) Fallecida
(*) Diputada local
Alcaldesas
Martínez de González, María Esperanza (+)
Pedraza Martínez, Graciela
Peña Salinas, Delia
Pérez Arce, Nora Elia
Pérez Maldonado, Norma Herminia
Robles Rosales, Norma Yolanda
Salinas Rivera, María Dalila
Tijerina Herrera, María del Rosario
Villarreal Cadena, Raquel
Villarreal de Zambrano, Norma
Villarreal González, Orfelinda (+)
(+) Fallecida.
Diputadas locales
Alvarado Ruiz, Juana Andrea
Álvarez García Ivonne Liliana
Ayala Medina, Alicia Margarita
Carrillo Aguirre, Adela
Chapa Villarreal, Ofelia (+)
Chávez Bautista Guadalupe
Chung Vázquez, María Olivia
Cueva Villarreal, Ana María
Dávalos Elizondo, Margarita
De la Maza Labastida, Patricia
Estrada García, María de la Luz
Flores Benavides, Liliana (**)
Garza Hernández, Miriam Elizabeth
Garza Rodríguez, Concepción Guadalupe
Garza Salinas de Barocio, Leonor
González García, María del Carmen
González Zambrano, Susana
Guerrero Pedraza, Ana María Yavidia
Gutiérrez Duarte, Rosaura
Herrera Silva, Jessica Iris
Hinojosa Velasco, María concepción
Ibarra Flores, Imelda
Leal Zapata, Libertad (+)
(+) Fallecida.
(**) Diputada federal
Diputadas locales
Llarena Menard, Carla Paola
López Limas, Martha Silvia
Marroquín Sánchez, Arlina
Martínez Cantú, Crsitina
Martínez Galván, Juana María
Martínez Mendoza, Yolanda
Mena Ramírez, Esther
Mier Castillo, Ana María
Niembro Tapia, Jacoba
Patrón Panzsa, Angelina
Pérez Salazar, Lucilda
Ramírez Cerda, Ana María
Rivera Juárez, Tomasa
Robledo Charles, Rosalinda (+)
Rodríguez Martínez, María Guadalupe
Solano Sottil de Sada, Guadalupe
Torres Villanueva, Minerva Juana María
Vázquez Fierro, Teodora
Vera de Livas, Margarita
Villanueva Rangel, Haydeé
(+) Fallecida.
Diputadas federales
Aguirre Hernández, María Amparo
Aguirre Maldonado, María de Jesús
Alamilla Padrón, Celita
Arellanes Cervantes, Fanny (*)
Botello Treviño, Consuelo (*)
Clouthier Carrillo Tatiana
Díaz Delgado, Blanca Judith
Díaz Salazar, María Cristina
García Flores, Margarita
García Treviño, Yolanda Minerva (*)
Guerra Castillo, Marcela (*)
Ibarra de Piedra, Rosario
Martínez López, Margarita
Mendiola Ochoa, Gloria (*)
Quiroga Tamez, Mayela María de Lourdes
Riojas Santana, Norma Patricia
Sada Pérez, Verónica
Saucedo Moreno, Norma Patricia
Valdés González, María del Pilar
Vargas Garza, Carlota (*)
Senadora
Chapa H., María Elena (*/**)
(*) Diputada local
(**) Diputada federal
Alcaldesas
De Nuevo León
1957 - 2004
María Guadalupe Arellano Fernández
Alcaldesa de García, N.L. (1983-1985)
Nace en Villa de García, N.L., el 10 de enero de 1938. Es la segunda hija de cuatro
hermanos y queda huérfana de madre a muy temprana edad. En la Universidad
Autónoma de Nuevo León obtuvo el título de Contador Público en 1975 y la licenciatura
en Derecho y Ciencias Jurídicas en 1990. Estudió la Maestría en Impuestos. Su
experiencia laboral se ha desarrollado en la academia y la administración.
María Guadalupe fue alcaldesa del municipio de García en el periodo 1983-1985. En este
tiempo se resolvió el abastecimiento de agua en el municipio gracias a un proyecto de
vinculación con la industria, Gobierno del Estado y el municipio.
¿Podríamos empezar con una breve mención de su vida personal?
Bueno, en mi familia somos cuatro hermanos: dos mujeres y dos hombres, soy la segunda.
Mi papá se dedicó siempre a la agricultura y perdimos a nuestra madre siendo muy
pequeños, yo tenía escasamente seis años. Tuvimos la fortuna de ser criados por varias tías
que nos brindaron todo el cariño y apoyo. También la fortuna de que mi papá no contrajo
otro matrimonio porque, quizá, la historia hubiese sido diferente.
Fue una niñez normal, en un pueblo pequeño. La única escuela que había en el municipio
en ese tiempo, nada más impartía hasta sexto año; no había kínder, secundaria,
preparatoria ni academia. De tal suerte que terminé la primaria y aprendí a bordar, tejer,
en fin, labores que eran propias de las mujeres, según la tradición.
Posteriormente hubo ahí un colegio católico que fundó un sacerdote, el presbítero Pedro
Garza Cantú y ahí nos dio la oportunidad de hacer la academia comercial. Después serví al
colegio como maestra, pues era muy difícil que quisieran ir maestros a un pueblo que no
era tan alejado –a 40 kilómetros de Monterrey–, pero el transporte no era tan fácil como
ahora.
Con la finalidad de seguir sirviendo a la comunidad y devolverle un poco de lo que había
recibido, estuve cuatro años como maestra y como directora de la academia. Luego, con el
fin de seguirme superando, me vine a trabajar a Monterrey, a estudiar por la noche la
preparatoria, la carrera y la maestría. Claro, con gran esfuerzo, pues no contaba con
recursos para estudiar y había que autofinanciarse.
En esa época no había tampoco Internet. Una buena parte del sueldo lo invertía en libros
porque no quedaba tiempo para ir a la biblioteca, tampoco había demasiadas. Con un
horario de trabajo desde las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde, con descanso para
comer, no se facilitaba mucho la escuela más que de noche. Sin embargo, fue una buena
experiencia como hice mi carrera de contadora.
Luego hice una maestría que, desde luego, me permitió la Universidad, porque no se
impartía la maestría fiscal en esa época. Soy egresada de la Facultad de Contaduría
Pública, FACPYA, como le dicen ahora los estudiantes. Trabajé 18 años en empresas, luego
se me brindó la oportunidad para trabajar en la Universidad Autónoma de Nuevo León y
desempeñé el puesto de directora general de personal durante seis años. Y finalmente,
pues lo que conocemos de mi participación política como alcaldesa.
¿Cómo llega a ese puesto?
Fue muy circunstancial y muy poco ortodoxa mi llegada a la alcaldía. Seguramente ya se
empezaba a dar esa apertura política que tanto ha soñado la mujer a través del tiempo.
Estamos hablando de 1982. El alcalde en turno, sin conocerme, me llama un día y me
pregunta que si le doy permiso de mandar mi nombre en una terna de mujeres, que por
primera vez se haría la apertura a las mujeres para que participaran en política, a mí me
sorprendió su propuesta.
El alcalde era un general, Rolando Rodríguez Fernández, a quien le dije que siempre había
percibido la alcaldía como una oportunidad para servir a la comunidad y para mejorar el
entorno y las carencias, que son tantas en un pueblo tan olvidado hasta entonces como
García.
Él me dijo con mucha certeza que era sólo una propuesta. “Eso quiere decir que depende
de cómo trabaje usted, no quiere decir que usted va a llegar”. “Mire, general – le contesté –
yo actualmente desempeño una actividad que me gusta mucho y en el área donde me
gusta, en la Universidad de Nuevo León. Si yo entro a esto, es porque quiero trabajar para
ganar; me va usted a disculpar, a lo mejor me considera soberbia, pero yo no sé jugar a
perder”. Entonces así se dieron las cosas, yo no había tenido oportunidad de participar en
nada, porque no se me había invitado, de otra forma lo hubiese hecho.
¿Qué cualidades encontró en usted el alcalde?
Yo había servido ahí en el municipio, era bastante conocida; éramos una familia oriunda
del municipio y a pesar de trabajar y estudiar en Monterrey jamás me había desarraigado.
Así fue el inicio en la política; por eso digo que fue muy circunstancial.
Fue una experiencia extraordinaria para mi gusto. Me siento muy satisfecha de la labor que
tuve en suerte desempeñar. Creo que fue gracias al apoyo que recibí de la comunidad,
porque fui la primera alcaldesa mujer y aparte la primera que llega sin ser “dedazo”. Me
eligió la comunidad, de alguna manera era el inicio de la democracia ahí en el pueblo.
Posteriormente, mi sucesor también logró un plebiscito y el pueblo tuvo por segunda
ocasión la oportunidad de elegir a su gobernante.
Por eso creo que fui una alcaldesa privilegiada en ese sentido. Que costó mucho trabajo,
seguramente, es mucho esfuerzo a pesar del apoyo que era lo que a mí me incentivaba para
continuar adelante y realizar obras que no se habían hecho en 50 años y con pocos
recursos, porque tampoco había para hacer grandes obras. En aquel momento recuerdo
que el gobernador en turno, don Alfonso Martínez Domínguez, me dijo: “No hay recursos,
empiece a ver qué puede ir mejorando ahí de la fisonomía de su pueblo, pinte banquetitas,
cordones, postes o a ver cómo, porque no hay recursos”.
¿Qué hizo entonces?
Había algo muy importante por resolver, el problema de agua. Nuestro municipio siempre
tuvo agua potable, había un pozo profundo que era de muy buena calidad y no teníamos
que comprarla. Llegó la industria y obviamente se perforaron pozos más profundos
alrededor del nuestro; abatieron el abastecimiento y teníamos que comprar agua hasta
para lavarnos el cabello. Porque hay mucha agua, los mantos freáticos que hay en el
municipio son someros, pero de agua muy dura, de tal suerte que no servía para consumo
humano.
Le planteé al gobernador esa obra tan necesaria e importante y aseguró que tenía que ser
tripartita, que invitara a las personas de la industria para que aportaran una parte, otra el
municipio y otra Gobierno del Estado. Corrí con tanta suerte que Industrias del Álcali
aportó a la obra lo más importante, el estudio del subsuelo, que ellos tenían completo. El
municipio aportó una parte mínima, nada, comparado con la perforación y equipamiento
del pozo. En 1984 tocó que se inaugurara esa obra tan importante.
Si no teníamos agua no podíamos pensar en drenaje, no podíamos pensar en pavimento,
porque lo elemental no existía. No había tampoco una biblioteca en el municipio, hicimos
una muy bella con recursos municipales. Logramos introducir el drenaje con 50 por ciento
de apoyo municipal y el otro financiado para que los vecinos pudiesen hacer uso de él y
pagarlo conforme a sus recursos en ese momento, en abonos.
Ésa fue una forma muy interesante de apoyo a la comunidad. Hicimos un parque en un
área pequeña, no había que dejar descuidados a los niños, a los jóvenes, no había ningún
lugar de esparcimiento. Hicimos escuela donde no la había; puente, donde tampoco había
para conectar el pueblo con parte de la comunidad que empezó a crecer en forma
desordenada y sin planeación con la llegada de la industria. No había infraestructura,
logramos introducir agua en las colonias, electricidad, drenaje y se logró un buen avance.
¿Cómo fue la respuesta de las mujeres de García?
Las mujeres me recibieron maravillosamente. Tuve un gran apoyo de ellas porque, al ser
soltera, no tenía a quién acudir para realizar la labor de presidenta y directora del DIF.
Tuve el apoyo principalmente de la presidenta, una dama que ya falleció, y que hasta su
muerte fungió como responsable de un hospital que tenemos para enfermos desahuciados
y contagiosos.
Ella colaboró gratis porque era voluntariado; siguió luego una profesora que es mi maestra
Altamirano y que me ayudó con la dirección del DIF. Una de las regidoras, la señora Ofelia
Sepúlveda de Trejo, me apoyaba mucho en esa labor. También una señorita de nombre
Virginia Yáñez, voluntaria. Tenía una chica de trabajo social que estaba comisionada al
municipio, muy eficiente ella y de gran apoyo en el área rural, área que es muy dispersa,
distante e incomunicada. Las escuelas del área rural estaban muy abandonadas; los
maestros no querían ir, nos tocó darle un buen apoyo a todas las áreas.
En ese sentido al parecer no encontró grandes obstáculos.
Obstáculos siempre han existido, el hecho de que vaya una mujer donde nunca hubo una,
como alcaldesa, pues es un liderazgo distinto. A lo mejor tiene la comunidad cierto recelo,
desconfianza de que no vaya a desempeñar un buen papel. Desde luego la comunidad
también se cansa de que venga un alcalde que no logre hacer mucho y no se avance.
El pensamiento que manifestaron en varias ocasiones es que si un hombre no logra
muchas cosas, una mujer no lo va a hacer. Así, alguna vez una viejita me dijo: “No te
conozco y vengo a decirte que eres muy valiente, no te quiero augurar algo negativo pero si
los hombres no han podido...”. Le contesté: “Pues fíjese que las mujeres podemos lograr en
este pueblo lo que muchos hombres no han conseguido”. Se requiere nada más de
disposición para servir y entregarse de tiempo completo. No hay horarios ni hay noche ni
hay mañanas, es un trabajo continuo.
En todas partes debe ser igual, la gente quiere que la atienda el alcalde aunque vayan a
pedir un balón o una beca; no quiere que la atienda el secretario del Ayuntamiento, ni que
le digan: vengan mañana. Ésa fue una forma de cambio, de servir a la gente en el
municipio. Yo era de puertas abiertas y si estaba gestionando en Monterrey, así regresara a
las once de la noche, ahí me estaban esperando. Y si me estaban esperando, mínimo tenía
que resolverles el asunto.
A pesar de los obstáculos, que no me parecieron insalvables, logramos salir adelante con el
apoyo no solamente de las mujeres sino también de muchos hombres; finalmente se
unieron todos y fue satisfactorio. Fue muy buena experiencia. Ahora sería difícil repetirla
habiendo salido la primera vuelta tan bien, porque así la califico yo, quizá la segunda no
me saldría tan efectiva. Ahora estamos viviendo con otra mentalidad, otros tiempos y
pienso que ahora es más difícil. No porque haya crecido mucho la comunidad y ahora haya
más recursos, pero hay otra mentalidad de estructura administrativa para un municipio
pequeño como lo es García.
Cuando inicié, el palacio municipal estaba caído y tuve que desocupar a 40 con el fin de
empezar a restaurarlo con ese recurso, porque como lo dije antes, no había mucho. Aunque
tuve apoyo de particulares, sobre todo en la restauración de la parroquia y de la capilla del
Santo Cristo, una verdadera joya. Eso lo aportó un sacerdote que estuvo viviendo en el
municipio pero toda su vida sacerdotal la desempeñó en Puebla y tiene un colegio. Los
recursos que le quedaban de ese colegio los aportó para restaurar; tuvo la confianza y la
anuencia de las autoridades para poder hacerlo. Porque para restaurar iglesias,
obviamente no había.
¿Algún mensaje que desee transmitir a las mujeres interesadas en la política?
Sería el que no le teman a una responsabilidad. Sí es una gran responsabilidad, es un gran
reto, pero las mujeres tenemos capacidad de resolver pequeñas y grandes cosas. Lo
importante es que nos den la oportunidad, estar en el lugar adecuado en el momento
preciso y lo logramos. Creo que para las mujeres ésa ha de ser su meta, porque es cierto
que se han abierto más espacios, pero no los suficientes. La prueba está que no ha habido
otra alcaldesa en mi pueblo y han transcurrido por lo menos 22 años de aquello.
Pienso que las mujeres que lo han intentado no han contado con el apoyo total de la
comunidad. Yo lo tuve quizá por la novedad de que era la primera vez que participaba una
mujer. También fue la primera vez que contendieron todos los partidos, antes nada más
participaba el PRI y nos decíamos un pueblo cien por ciento priísta, cosa que se demostró
que no era cierto, porque en su momento participaron todos los partidos y de ahí en
adelante participan y han participado mujeres por el PAN, por el PRD y no lo han logrado.
Es mucho trabajo de convicción y cuando no se tiene, no se puede transmitir. Una persona
que por primera vez participa siento que no lleva esa convicción de poder lograrlo, quizá
ahí ha estado la falla.
Severa Cantú Villarreal
Alcaldesa de Abasolo, N.L.
(1983-1985, 1989-1991 y 1998-2000)
Nace en el municipio de El Carmen, N.L., el 5 de enero de 1955. Su madre es María de
Jesús Villarreal Villarreal y su padre Santos Cantú Gutiérrez. Es la séptima hija de un
total de ocho hermanos. Es casada y tiene dos hijos.
Estudió Enfermería y laboró durante 15 años en el Instituto Mexicano del Seguro Social,
plataforma donde inicia su labor en la política, ejercida dentro del PRI en diversos
cargos, como coordinadora del área jurídica a nivel estatal.
Fue alcaldesa de Abasolo en tres ocasiones, de 1983 a 1985, año en que concluye sus
estudios en la licenciatura en Derecho; de 1989 a 1991, y de 1998 a 2000. Actualmente
labora en la Secretaría de Obras Públicas del Estado.
¿Cómo se inicia en la política?
En la primera intención de querer participar me dijeron que todavía no era mi tiempo,
pero que me daban la oportunidad de ser síndico primero del Ayuntamiento antes de ser
alcaldesa. Doy gracias al pueblo de Abasolo por darme la oportunidad de ser alcaldesa en
tres periodos. Me siento orgullosa de mi pueblo, de esa oportunidad.
Desde que empecé de síndico he estado en la política, estuve en el PRI estatal de
coordinadora del Área Jurídica, luego volví a ser alcaldesa. Actualmente estoy en Obras
Públicas con el arquitecto Abel Guerra, al que le doy las gracias por incluirme dentro de su
equipo.
¿Cuál es el tiempo de las mujeres para ser políticas? ¿Existe realmente ese tiempo o lo
inventan nada más como pretexto para no dejarnos participar?
Siento que todavía estamos rezagadas las mujeres, si hay diez hombres, sólo hay una
mujer, sólo el diez por ciento, no llegamos ni al veinte. Es importante que las mujeres
luchemos y luchemos, porque nosotras que tenemos hijos e hijas hay que tratarles con la
igualdad que no nos han dado.
¿Ha habido discriminación?
Claro y mucha. Te dicen: “Esto no es para ti”, pero no te dicen por qué. Muchas veces
dicen: “no, es que ya fuiste alcaldesa y no te puedo poner aquí, en el trabajo de escritorio”.
Eso es una excusa. Sí nos han coartado ese camino.
Aparte de esos aplazamientos, ¿hubo algún otro hecho en el que sintió que se le estaba
bloqueando, relegando por ser mujer?
En la alcaldía tuve problemas para entrar. Primero, pues porque eres mujer. En el pueblo
simplemente los hombres decían: “de vuelta otra vieja”, ésas eran sus palabras. El rechazo
es porque una hace por las mujeres, hace por los hijos, hace por la familia, porque no haya
cantinas ni vicios, porque los que se van a la cantina dejan sin comer a sus hijos. Todo eso.
Esa es una expresión de los hombres. Fui tres veces alcaldesa en contra de esa voluntad.
¿Logró hacer equipo con mujeres en su gestión pública?
Yo tenía más mujeres dentro de la administración, con problemas, porque había gente que
no estaba preparada. La tesorera, por ejemplo, no había estudiado. En el municipio no está
preparada la gente. Hice equipo con mujeres para que sintieran que también valemos las
mujeres igual que los hombres y que tienes tu trabajo, que puedes salir adelante. A la
tesorera la mandé a que estudiara. Siempre he tratado de que las mujeres se preparen y
sigan adelante, que no se estanquen. Las presidencias municipales son para gente que esté
consciente de que son sólo tres años, que te vas. No es una empresa en la que vas a estar
más años.
La gente joven debe aprender, debe irse a otras partes, a otras empresas. Estoy en contra
de que las mujeres jóvenes que están en los municipios, en las presidencias, se estanquen,
ahí se queden y ya.
La política es bonita, pero cuando la sabes llevar. Yo estoy en la política por mi trabajo, por
mí misma, no porque se lo pedí a mi padrino, a mi compadre, al otro. No, no. Yo fui
alcaldesa por mi misma, por mi trabajo. Como se lo dije muchas veces a mis hijos y a
muchas personas, yo vengo aquí por mi trabajo, porque quiero ser alcaldesa, porque quiero
seguir adelante, porque me estoy preparando y no porque soy equis o zeta persona. No
dependo de nadie. Fui alcaldesa por mí misma, sin ningún padrino o ninguna persona que
me apoyara.
Lo que más me gustó fue lo de la secundaria, no había escuela en el municipio, tenían que
ir hasta El Carmen. Una de las veces que fui alcaldesa se construyó la secundaria. Otra vez
que lo fui, se hizo el jardín de niños. Me sacrifiqué, yo di clases siendo alcaldesa, en el
sistema abierto. No había personal. Las veces que fui alcaldesa lo disfruté, estuve muy
contenta, fue un tiempo muy bonito para mí.
¿Tiene intenciones de continuar en la función pública, dentro del servicio público o en
otro puesto de elección popular?
Si veo las oportunidades de seguir adelante, posiblemente sí. Siento que estoy adentro por
lo pronto, que estoy en labores públicas, estoy dentro de la política; como quiera no he
salido de ese mismo modelo de vida y de trabajo.
¿Qué hace falta para las mujeres en Nuevo León?
Más que todo, que hay o tal vez habemos mujeres que no permitimos que otras avancen.
No todas somos iguales, seamos sinceras con nosotras mismas, hay a las que no les
importa pisarte para subir. Es importante decir que si hay una mujer adelante de mí, yo la
respeto; tal vez porque tienes más trayectoria, ya llevas avanzado tu tiempo. No es posible
eso de pisar para avanzar. Las mujeres también nos equivocamos en eso.
¿Qué tendríamos que hacer para evitarlo?
Apoyarnos en ese sentido. Si te toca que te apoyemos para que tú subas, en la próxima
sigues tú, luego tú. Podemos estar juntas y avanzar. Si no, nunca vamos a lograrlo. Si nos
unimos por el bien de Nuevo León, por el bien de nuestra familia, por el bien de nuestros
hijos, avanzamos. Hay que reconocer los liderazgos, yo la reconozco a la licenciada María
Elena el liderazgo que siempre ha tenido. Muchas mujeres lo han tenido, pero también nos
dan la oportunidad de estar con ellas.
¿Cuál siente que es la tarea más urgente para las nuevas generaciones, los relevos, los
cuadros, las mujeres en los partidos?
En primer lugar que se preparen, que tengan una preparación y un nivel más arriba, para
que puedan luchar contra los que nos impiden ser mejores. Si tú estás preparada, tienes la
oportunidad de seguir adelante, de hablar, de incursionar en un nivel más alto.
Somos pocas las mujeres que podemos seguir adelante. Terminé mi carrera de licenciada
en Derecho en 1985, siendo alcaldesa. Tuve la necesidad porque yo veía que había
insuficiencia, que sí tuve tantas barreras para llegar a ser todo lo que he sido. Las mujeres
siempre podemos llegar a ser mejores.
Que no sean egoístas entre ellas mismas, que sigan avanzando. Cuando eres madre y tienes
hijos, ves las cosas de otra manera. Las que ya tenemos experiencia debemos ayudar. Vale
la pena porque hay mucha necesidad.
Las mujeres son maltratadas, se enfrentan al machismo, y es importante que la mujer salga
a trabajar y salga a estudiar. No, por el simple hecho de que estés casada no quiere decir
que no puedas incursionar en la política. Hay que buscar más que nada ser mejores, en
pareja y si puedes trabajar o hacer algo más, pues mejor. Ése sería mi mensaje.
Juana Aurora Cavazos Cavazos
Alcaldesa suplente de Allende, N.L. (1994)
Nace el 7 de marzo de 1956 en el municipio de Montemorelos, N.L., en una hacienda
propiedad de su abuelo, quien también fue edil de este municipio. Es la hija menor de una
familia de seis hermanos. Su padre fue Heriberto Cavazos Salazar y su madre era Aurora
Cavazos Vallejo.
Se graduó como licenciada en Ciencias de la Educación. Juana Aurora es miembra del
Partido Revolucionario Institucional (PRI) desde 1974. Su experiencia política la llevó a
ser alcaldesa suplente del municipio de Allende, en la administración 1994-1997.
Mis primeros pasos se dieron en una casona vieja. Al llegar aquí, al Instituto, me acordé de
mi casa original, con grandes pasillos y corredores, me trasladó a aquellos años de mi
infancia, de tranquilidad que compartía con amigas como Bertha Ludivina Cavazos, que
fue mi compañera inseparable de la infancia, seguimos juntas en la primaria, la secundaria
y hasta la Normal, tan compañeras fuimos que ahora vivimos también en el mismo barrio
de Allende.
Son evocaciones muy bonitas, los padres nos educaban en los valores compartiendo muy
cercana y estrechamente con los tíos y con los primos, en una ciudad muy bella, muy
tranquila, muy ecológica, muy perfumada, donde se respira una camaradería entre la
gente, muy campechana, te puedes saludar todos los días, te conoce la mayoría de los
habitantes. En las noches salíamos a poner las mecedoras en la banqueta a observar
cuando pasaba el satélite o a mirar las estrellas. En estos tiempos eso ya no se da.
¿Cómo fue el paso por la escuela?
Muy bueno. En la escuela “Veteranos de la Revolución” realicé toda mi educación primaria
y por azares del destino regresé a hacer mi servicio social, ya como maestra.
Posteriormente me trasladé un año y medio a la ciudad de Monterrey, cuando me dieron
mi plaza definitiva. Por 17 años estuve en las aulas.
Nací para ser maestra, para compartir con los muchachos. Fue una de las experiencias más
bellas de mi vida. Es el pago más grande que podemos tener. Decía la profesora Yolanda
Blanco: “el ser maestra no es ninguna profesión para hacerse ricos”; pero yo sí puedo decir
que somos inmensamente millonarios por los buenos deseos de tantos y tantos jóvenes y
generaciones que han pasado por nuestras manos.
Parte de mi vida la dejé como maestra “de banco”. Después, me fui a la presidencia
municipal de Allende por azares del destino, nunca la busqué. En el año de 1994 fui
regidora del Ayuntamiento en el área de educación. Después de ahí, ya no regresé a la
escuela.
Como que me dieron mi ascenso, primero fui regidora y en ese mismo año de 1994 llegué a
ser alcaldesa; la primera alcaldesa de Allende en forma sustituta porque el alcalde se fue a
cubrir otros compromisos. Fue una de las experiencias más grandes que Dios me ha dado.
Jamás en mi vida soñé haber estado en un puesto de tanta significación, compromiso y
responsabilidad.
¿Qué sintió al asumirla?
Te voy a decir lo que sentí, un miedo enorme ante una responsabilidad tan grande y en un
cierre de ejercicio, que siempre es muy complicado. Lo primero que hice como buena
cristiana fue ir a ver al sacerdote del municipio, que ya falleció, el padre Andrés Sánchez y
le dije: “Usted que está tan cerca de Dios, nada más vengo a pedirle una cosa, que pida
porque no me equivoque y tantito sentido común para hacer las cosas bien. No quiero ser
la primera mujer y hacerlo mal”. Cuando terminé mi gestión volví, y le dije: “Señor, gracias
por sus oraciones, Él me escuchó y me dio con creces lo que jamás me hubiera imaginado”.
Cuando llegué el primer día a mi trabajo y veía el sillón, pensaba: “Yo creo que el sillón está
muy grande para mí, pero voy a sacar la casta y tengo que responderle a las mujeres de
Allende. El miedo va a ser una hoja de papel, la voy a arrugar y a poner en el cesto de la
basura”. Fue la primera acción que hice y me sirvió muchísimo. Es como cuando les
decimos a los niños que para nadar hay que aventarse al agua.
Allende es un pueblo muy bonito, pero hay colonias muy marginadas con personas que
tienen grandes necesidades. Hubo la ocasión de llegar a mucha gente, de hacer trabajo
político, de realizar obras públicas, que siempre es muy importante llevarlas a cabo.
Fueron seis meses en el cierre de un ejercicio y tengo grandes recuerdos. Siempre hay
dificultades, pero he pensado que cuando te rodeas de un equipo, no te rodees de enanos,
rodéate de gente alta que te haga brillar, aunque tú no seas tan alta. Hicimos un gran
equipo y como mujer puedo decir que fue un gran equipo con grandes hombres que me
ayudaron. No nos veíamos como hombres y mujeres, nos veíamos como un equipo de seres
humanos con una sola misión y una sola visión: hacer progresar a un pueblo que siempre
se ha caracterizado por tener gente franca, trabajadora, honrada y solidaria.
En Allende encontré solidaridad en los hombres, encontré solidaridad en los empresarios
para ayudarme en un cierre de ejercicio; había grandes necesidades y había deudas, así
como ahora escuchamos que todo mundo, las administraciones están con dificultades para
salir adelante. Desde ese entonces ya había dificultades y orgullosamente puedo decir que
hasta el cierre de mi ejercicio fui la última persona que cerró con números negros,
habiendo números rojos cuando entré.
¿Alguna vez ha encontrado cuestionamientos por el hecho de ser mujer?
Sí, sí los hay. Qué bueno que me tocó vivir esta época, no me hubiera gustado vivir la época
de mis abuelas ni de mis tatarabuelas, la verdad. La mujer todavía tiene frenos y todavía
tiene tabúes, pero en la medida que les demuestres con tu trabajo, con tu capacidad, con tu
talento que puedes hacer las cosas, los hombres se convencen. Hice gran equipo con
hombres, eso era difícil y mucha gente decía: “¿Cómo vas a dejar que te mande una
mujer?”. “Yo no vengo a mandar, vengo a administrar y lo vamos a hacer juntos”.
Unos compañeros me decían: “Aurora, es que en ese afán y ese correr tuyo, pues ¿cómo
nos sentamos?, aunque ya estemos cansados nos traes a la corre y corre y ahí andamos”.
Eso me motivaba para ver cómo ellos habían redoblado su energía para sacar adelante una
administración que ya iba en declive.
Por lo general, el reflector se empieza a apagar para un alcalde cuando es su último año, yo
vi que los reflectores siempre estuvieron bien puestos sobre nosotros, aunque ya hubiera
un candidato. Eso me dio mucha satisfacción, que la gente valoró mi trabajo. De que hay
tabúes, hay tabúes. De que hay gente que todavía no ve bien la participación de la mujer en
muchas actividades, todavía la hay; pero ya vamos caminando y entrando en que los
hombres tienen que ver a la mujer realizarse.
Ahora, no todas las actividades son para todas las mujeres. Yo me refiero a esto, que sería
un absurdo decir todas las mujeres son aptas para la política, es como decir todas las
mujeres lo son para ser médicas, para ser ingenieras o arquitectas. En esta gran diversidad
que existe está lo maravilloso del mundo, que cada quien tiene un don, una aptitud, una
vocación para hacer algo.
¿Cómo ha sido compaginar su vida personal con su vida profesional, con su vida
política?
Me siento muy afortunada con Dios que me dio un marido que ha respetado mucho mi
deseo de superación, de prepararme, de participar y sabe que como madre he cumplido
con mis hijos en mis responsabilidades. No puedes dejar de lado una cosa para atender
otra. En la medida que tú seas talentosa, habilidosa o inteligente para ir articulando todas
esas áreas que te rodean, que fortalecen y forman tu vida, en esa medida ellos mismos ni se
sienten desatendidos ni desprotegidos, y con esa disposición es donde empiezan a
brindarte el apoyo.
Recibo un apoyo, día con día, de mis tres hijos y de mi marido para hacer las cosas que
hago. Hoy en día, al frente de la Dirección de Educación, viajo todos los días de Allende a la
ciudad de Monterrey. Me levanto a las cinco de la mañana y a veces regreso a las ocho y
media de la noche, pero a esa hora platico con mis hijos a ver cómo les fue en la escuela; a
la muchacha que se casó le hablamos por teléfono a ver cómo le fue en su día. Que no se
pierda la comunicación en la familia.
Cuando concluyó su gestión, ¿qué dejó y qué se llevó como experiencia?
Se siente un vacío porque hay que reconocerlo, traes un ritmo tan acelerado de actividad,
te vas a la casa y ¿qué haces? Dejé mi conciencia tranquila por lo que pude hacer. Me
quedó la tranquilidad de que no me manejó nadie. Hice lo que a mi juicio y en mi sentido
común pensé que era lo correcto hacer en ese momento. Prueba de ello, y lo juzgará la
historia, es que hice cosas. Me siento satisfecha de la función que desempeñé, hice buenos
amigos.
Soy una persona conciliadora, no me gustan los enfrentamientos. Hay gente que dice que
la política es de lo peor y yo siento que no. Los seres humanos enaltecemos la política o la
dejamos en su mínima expresión. Cuando eres congruente en cómo te formaron, con tus
valores y principios y no te apartas, es la actividad más noble y más bella que el ser
humano puede ejercer. Cuando empiezas a ver la política de otra manera o para dañar a
una tercera persona, ahí es cuando estamos equivocados.
¿Se ha avanzado en Nuevo León en materia de equidad entre hombres y mujeres?
Mucho se ha quedado también en el discurso, siento que ha habido un paso y que hay
mucho por hacer. Hay muchos hombres que todavía no ven a la mujer más que como una
cuota para llenar, cuando nos necesitan. Cuando luchas contra un hombre porque quieres
llegar al puesto que él también está deseando, entonces te ponen muchos obstáculos, pero
no te enfrentan, buscan a otra mujer para debilitarte y para sacarte. Ellos usan ese
mecanismo.
En esta contienda pasada, cuando era precandidato Natividad González Parás, me tocó que
diez ex alcaldes de Allende vinieron a Monterrey a informar que en el municipio el partido
ya estaba muerto y que querían que su servidora fuera la presidenta del partido en Allende
porque yo traía el brazo caliente, tenía el activo político con la gente, había hecho un
excelente papel en la contienda anterior y no llegué a la alcaldía otra vez por muy pequeño
margen. Sentí muy bonito que puros hombres vinieran a proponer a una mujer para que
ocupara el cargo en el municipio.
Después participé en la campaña del actual señor gobernador y me pidió que le coordinara
el distrito de la región citrícola: Allende, Montemorelos y Terán. Para mí fue un gran honor
que se fijara en una mujer para que estuviera coordinada con hombres muy importantes
que le habían ayudado para sacar la tarea del distrito. Me respetaron mucho. En cada
municipio había un coordinador hombre, entonces sentí que me veían como su jefa,
porque así me decían, jefa.
Vivo el día, vivo el momento, soy mujer de oportunidades. Obviamente tengo sueños, me
gustaría ser diputada, me gustaría pintar, me gustaría seguir estudiando inglés. A veces
sientes que la vida te limita y que te falta tiempo y espacio para hacer muchas cosas. La
política se hace todos los días, no es cosa de que ahora es mi tiempo y ahora no. Tienes que
estarla haciendo todos los días y bueno, vas resolviendo el ocupar o no un puesto en virtud
de las circunstancias que se vayan dando.
¿Cuál es el mensaje que desea dar a las mujeres nuevoleonesas?
El mensaje para todas las mujeres es que sigan los dictados de su corazón, que tengan
pasión por hacer las cosas, que hagan lo que les gusta hacer. Tiene que ser algo de lo que se
enamoren para poder hacerlo. Si transformas algo así de chiquito, ya lograste un mundo.
Las invito a que participen en la política cuando les nazca tener ese deseo de participar,
que no se separen de sus valores, de sus principios, porque eso es muy importante en la
mujer. A mí me gustaría que se le dé el lugar que merece la mujer en la política porque es
talentosa, virtuosa, porque es enamorada de la política y porque tenga agallas para
defender sus principios y sus convicciones.
A la mujer de hoy y del futuro le diría que se “aviente al charco”, que tenga valor. Nada es
sencillo en esta vida, pero cuando lo hacemos con cariño, con amor y sin apartarnos nunca
de nuestros principios, el resultado es algo muy bello y sobre todo, nos ganamos una cosa
muy importante: el respeto y el afecto de la gente.
María Guadalupe Egloff Sánchez de Lecea
Alcaldesa de Villaldama, N.L. (1983-1985)
María Guadalupe Egloff Sánchez nació el 12 de diciembre de 1929. Sus padres fueron
Roberto Egloff y Eva Sánchez de Egloff. Tiene una hermana.
Está casada y tuvo cinco hijos. Estudió la carrera de comercio y desde muy joven
manifestó su interés en la política. Fue alcaldesa de Villaldama, en el periodo 1983-1985.
Tuve una infancia y juventud muy felices, tranquilas. Luego me casé y en 1958, a mi esposo
lo nombraron Juez de Letra de Villaldama, nos fuimos con mis hijos chiquitos a una casa
en renta, batallando, porque a Villaldama le faltaban muchas cosas para el bienestar de los
habitantes. En ese entonces era gobernador el licenciado Raúl Rangel Frías, un gran
hombre y el tesorero general era José María Domínguez Lecea, tío de mi esposo y que tenía
un rancho en Villaldama.
Un día que iba en “La Marrana”, el tren de Monterrey a Laredo al que le decían así porque
se paraba en cada estación, le pedí a José María que fuera con nosotros para que
reconociera el pueblo donde nació. Le pedí que ayudara y me dijo que no tenía en quién
confiar. Le expresé que le pedía dinero no de su bolsa, sino del gobierno, que es el que debe
apoyar. Llegamos a la plaza 5 de Mayo, estaba llena de árboles chuecos y horribles, con las
fuentes feas, muchas cosas así. Me dijo que si yo lo ayudaba, íbamos a trabajar.
Al siguiente día regresé a Monterrey a hablar con él, en la Tesorería; entonces me dijo que
íbamos a arreglar la plaza principal, pero cuidando los gastos. Empecé a hacer
movimientos, con muchos problemas económicos; en un diario apuntaba todo lo que se
gastaba. No había jardineros y mi esposo me prestaba a los presos para trabajar. Me iba a
la secundaria a pedir a los niños que los sábados me ayudaran a arreglar la plaza, a
remover la tierra, a plantar.
Me regalaron la fuente, puse pececitos y los niños me ayudaban a cuidarlos, puse flores,
árboles. En el centro tiene una piedra grande de mármol perforada para que por ahí salga
el agua, ésa la regaló el tío Chema. Un fraile de Jesús Misionero –le decían “pies alados”
porque iba a muchas partes del mundo a dar la palabra de amor, de fe y las primeras letras
a los indígenas– estuvo en Villaldama y en su honor se le puso una huella con una leyenda.
Empezamos con las plazas, las calles, se hizo nueva una escuela que ya estaba muy vieja; la
luz eléctrica también llegó a Villaldama; agua tampoco había, había norias. Gracias al fraile
se encontró agua, luego tuvimos un tanque elevado de agua potable, se hizo la carretera a
Sabinas. Se construyó el hospital “Elena H. Rangel”, algo que tampoco había. No me dieron
nada de material de lo que necesitaba el hospital. Fui al Hospital Civil y ahí el director me
regaló una prenda de cada cosa, entonces durante tres meses yo cosí cubrebocas, sábanas,
todo lo que lleva un hospital.
La tía Alejandra, esposa de mi tío Chema, me ayudó a convivir con amigas de Monterrey.
Señoras ricas y muy humanas, me regalaron cobijas, sábanas, fundas, los sellos del
hospital, todo, todo. La imagen (religiosa) que todavía tiene fue regalada por mí, con mi
dinero, porque nadie me dio un cinco.
A los 30 años de todo aquello, se recibió en una ocasión al presidente López Mateos.
Cuando vio todo lo que se había hecho, habló con la gente de Villaldama y don Carlos
Prieto, mi tío Chema y el licenciado Rangel pusieron una calle con mi nombre y ése fue el
pago que yo tuve… fue una sorpresa, cuando van develando la placa, era mi nombre. En
vida, eso es lo importante, que en vida se acuerde uno de los seres queridos.
Después me vine a vivir a Monterrey porque mi esposo ya no fue juez y seguimos
trabajando. Crecieron mis hijos, pero yo seguí yendo a Villaldama, formé un club de
damas, ayudaba a los presos, tomaba café con ellos y me querían tanto porque los ayudaba
que tenían una foto mía tomada de un periódico, con una vela. Decía mi hermana que
cómo era posible que me fuera a tomar café con los presos.
Un día me hablan don Alfonso Martínez Domínguez y Chano (Graciano) Bortoni, que era
un gran amigo nuestro. Querían que fuera alcaldesa de Villaldama. Yo estaba
sorprendida… después de tantos años. Y me contestan que ya habían buscado y no había
nadie para revivir Villaldama. Lo comenté con mi esposo y me dijo que yo tenía que
decidir.
Yo no me quería lanzar de política nada más por el “dedo”, las mentiras y esas cosas nomás
no van conmigo. Entonces fuimos a Villaldama y encontramos que acababan de pasar
problemas políticos; hubo plebiscito, se distanciaron familias, hubo muchos enojos, se
acabaron compadrazgos por la política. Llegué a ver a mis amistades y me dijeron que de
política ni les hablara, pero fue otra cosa cuando supieron que yo iba por la alcaldía.
Usted preguntaba si he tenido problemas por ser mujer y más con las personas mayores.
Yo tuve la ventaja de que los mayores me conocían y también la de conocer a los padres de
los jóvenes. Me platicaron que uno de ellos dijo que cómo era posible que lo fuera a
mandar una vieja, y le contestó la mamá: “mira, hijito, andas en la carretera a Sabinas por
ella, tienes luz eléctrica y agua potable por ella”.
En otra ocasión se presentó un señor que venía tomado y gritó: “¡viejas, no!”, era muy
agresivo. Le dije: “mira, m’ijo, todos estamos en paz, debemos trabajar por el bien de
Villaldama. Ésa es la base principal. Estos árboles que nos dan la sombra ahorita, yo los
planté hace 30 años, el hospital yo lo hice. ¿Tú, hijo de Villaldama, qué has hecho por tu
pueblo?”, y se acabó el problema.
No tuve contrarios en la elección, la mayoría votó por mí. Cada alcalde que entra –se los
agradezco infinitamente– me hace honores; tengo preseas, fui la Mujer del Año. Después
de tantos años sigo recibiendo honores de cada alcalde que entra. Hay dos árboles en la
plaza 5 de Mayo: se llaman Lupita y Fernando. El alcalde quería quitarlos porque ya están
viejos, pero el pueblo no lo dejó. A ese grado, son detalles que la hacen a uno querer a la
gente, agradecerles. Muy bonito.
¿Cómo fue ser madre, esposa y alcaldesa?
En una entrevista que me hicieron cuando era alcaldesa, me preguntaron por qué ya tenía
una calle con mi nombre y les contesté que la calle ya se llamaba así desde hace 30 años.
También que si mi esposo no estaba celoso de mí. Me pareció una pregunta muy razonable
y les respondí que él era una persona muy preparada, que yo me sentía muy protegida
porque me arrimé a un árbol con buena sombra. Por eso erré menos.
Cuando mi administración hicimos muchas cosas: se arregló una alberca, un museo, la
biblioteca. Me di cuenta de que no teníamos escudo, ni corrido, ni un vestido típico. Eso
fue lo primero que hice; arreglé el archivo, la presidencia municipal estaba en un desorden
espantoso. Todo me salió, pusimos baño, cochecito de servicio, quedó muy bonita la
presidencia. Las fiestas de septiembre con eventos de bailables, fiestas, lo que ya se acabó
ahora.
En la equidad entre hombres y mujeres, ¿cree que hemos avanzado?
Sí, pero nos falta más. Hay que explicarles a los señores que también nosotras podemos.
Primero que todo ordenamos casa, primero el matrimonio, luego los hijos. Arreglamos
nuestra vida, trabajamos. Yo no me quedé en la casa nada más, ahora por viejita ya no es
fácil, pero me encanta trabajar y hacer algo bueno por la vida, ayudar a la gente.
¿Qué hace falta para el pleno ejercicio de los derechos de las mujeres?
Más oportunidad a la mujer en la política. Hay muy pocas alcaldesas, fuimos cinco en esa
temporada. Hay muchas mujeres, muchas que quieren ser, pero tienen miedo al rechazo de
la política. También se necesita mucha ayuda del gobierno, porque sólo tres años eres
alcaldesa, el primer año, a tocar puertas porque no sabemos; el segundo, más o menos y el
tercero, pues ya nos vamos. No nos dan chanza y el chiste es la ayuda, que haya alguien en
el gobierno que nos guíe; hay oficinas, pero muy retiradas, yo batallé mucho.
Mi manera de pensar con todo corazón y con toda sinceridad es que trabajen, que quieran
ser, que piensen, que se entreguen completamente. Es importante la humildad, el cariño a
la gente. Me daría mucho gusto ver a más mujeres. Ahí tenemos a María Elena como
senadora, es una mujer tan trabajadora, de toda la vida. Tenemos a muchas alcaldesas muy
buenas, como Amalia, la de Marín, que ya falleció, también movió al pueblo y lo hizo muy
grande. Hay muchas personas que son muy buenos ejemplos.
Aurelia Gámez Rincón
Alcaldesa de Abasolo, N.L. (1970-1971)
Nació en Abasolo, N.L., el 11 de junio de 1942. Su madre es Felipa Rincón y su padre,
Ramón Gámez. Está casada con Guadalupe Eulogio Constante Gabriel y tienen dos hijos.
Cursó la educación básica en Abasolo e Hidalgo, N.L. Hizo estudios de comercio y
contaduría.
Fue presidenta del Instituto de la Juventud (INJUVE) y delegada de finanzas en la
Tesorería del Estado durante 28 años, así como presidenta del DIF de Abasolo de 1985 a
1987. También fungió como Secretaria de la Presidencia Municipal de Abasolo, de 1966 a
1968.
¿Nos puede contar algo de su trayectoria?
Nací en Abasolo y ahí he vivido. Mi esposo es Guadalupe Eulogio Constante Gabriel. Tengo
dos hijos: Miguel Rafael Constante Gámez y Alberto Guadalupe Constante Gámez.
Tuve estudios de primaria en la escuela “Benito Juárez” de Abasolo. La secundaria la hice
en Hidalgo, en la escuela “Bonifacio Salinas”.
Luego me trasladé a Monterrey a hacer estudios comerciales y de contador privado,
después hice mi preparatoria en el Centro de Estudios Universitarios. Posteriormente, en
la Universidad Autónoma de Nuevo León, cursé la carrera de contador público auditor,
hasta noveno semestre, pero no me titulé, fue lo único que me faltó. Esos fueron mis
estudios.
¿Cómo fue que se interesó en ser alcaldesa?
La verdad es que en Abasolo, la gente así lo eligió. Antes había administración panista.
Antes de mí hubo dos alcaldes, entonces yo rescaté el municipio de la oposición. Nada más
fueron dos años de mi gestión, no sé por qué razón, el gobierno así lo quiso o así le
convenía. Es todo lo que puedo decir. Fue de la manera que ingresé.
Antes de ser alcaldesa por el PRI, fui presidenta del INJUVE, a los 18 años y antes de eso,
fui delegada de finanzas. Duré 28 años en la Tesorería General del Estado. De 1985 a 1987
fui presidenta del DIF y participé siempre en los procesos de las elecciones de
gobernadores, de alcaldes, como secretaria o también presidenta, muchas veces; pero esos
han sido los puestos claves que tuve.
En el servicio público, ¿usted alguna vez sintió que se le discriminaba por ser mujer?
No, nunca. No encontré obstáculos de ese tipo. Para nada.
Siendo alcaldesa, ¿cuál considera que fue su mayor logro?
Mi mejor logro fue hacer el puente en el vado de Abasolo a Hidalgo y de Abasolo al
Carmen. Entre El Carmen, Abasolo e Hidalgo no teníamos comunicación y cuando había
agua teníamos que pasar, nos metíamos al río. Cuando estuve en la presidencia me fijé una
meta y hablé con don Héctor Gómez, que en paz descanse, una persona lindísima que me
ayudó mucho.
Hablando con él y por medio del gobernador en turno, me dieron la participación de
tabacos labrados y con esa participación se hizo el puente de Abasolo, que fue lo que más le
gustó a la gente, me recuerdan por eso. Ya le digo cómo pasábamos el río, cuando había
avenidas fuertes de agua, nos pasaban los papás porque la escuela estaba de aquel lado.
Se hizo el remozamiento de la presidencia municipal, ahí en Abasolo. Antes se abría
únicamente para las juntas de cabildo. Cuando yo entré a la presidencia, siempre estuvo
abierta, se nombraron secretarios y estuvo abierta al público para lo que se necesitara. Ya
no podía estar cerrada una presidencia, teníamos que dar un paso adelante.
Llegaron varias fábricas y ya se veía el ir y venir de la gente, ya se veía movimiento. Hasta
entonces, Abasolo estaba agonizando, Abasolo estaba muerto, casi toda la gente emigró, se
fue para Estados Unidos a buscar la vida. Los que nos quedamos haga de cuenta que
fuimos pilares para Abasolo, ahorita ya es muy diferente.
Otra cosa, nosotros no teníamos manera, no teníamos ingresos económicos para hacer
nada. Cuando queríamos hacer una obra teníamos que andar en las salas de las diferentes
secretarías, en la de Gobierno, en la de Patrimonio, etcétera, para pedir porque no
teníamos dinero.
Ya cuando se hizo la coordinación fiscal entre estado, municipio y federación fue muy
diferente, porque se mandan participaciones y se va a lo seguro. Nosotros no teníamos
sueldo, no teníamos nada. Fui alcaldesa, no digo por vocación, pero sí por mucho amor al
pueblo.
¿Algún mensaje que quiera enviarle Aurelia a las mujeres de los municipios de Nuevo
León?, ¿por qué es importante hacer política?
Bueno, yo les podría decir que por medio de la política y por medio de la participación de
las mujeres podríamos tener más logros para la comunidad y, por qué no decirlo, para
nosotras mismas, para nuestra familia y por México.
María Teresa García García de Sepúlveda
Alcaldesa del Santa Catarina, N.L. (1989-1991)
Nace en la comunidad de La Fama, en el municipio de Santa Catarina, N.L., el 22
de octubre de 1934. Su padre es Eutimio García García y su madre María Teresa
García de Jiménez. Realizó estudios de contaduría en el Colegio Cantú Treviño, de
la comunidad de La Leona, N.L. Está casada y tiene cuatro hijos.
Su actividad profesional transcurrió en Textiles de Monterrey, Nylon de México, S.A. y
como propietaria y conductora de dos restaurantes en Garza García. En el ámbito
político fue alcaldesa de su municipio de 1989 a 1991 y asesora política del Partido Acción
bNacional (PAN) en varios estados del país. Ha sido también integrante del Comité de
Damas del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas y presidenta del Comité de
Damas del Torneo Latinoamericano de Ligas Pequeñas de Beisbol.
¿En qué momento detecta su inquietud por la política?
Desde niña tenía la inquietud de ayudar, por ejemplo, veía a un anciano que no podía
cruzar la calle, a un cieguito y yo le ayudaba. Creo que eso ya se trae, desde muy chica tenía
la inquietud de servir a los demás y así fui creciendo. Tuve una madre que me enseñó el
servicio hacia los demás, seguí con su ejemplo, ella era muy alegre, hacía festivales para la
gente en el pueblo. Me nace la inquietud porque veo la pobreza, la necesidad de la gente.
Con el deseo de hacer servicio social por mi cuenta me iba a las colonias, con los vecinos o
donde sabía que había necesidad, ahí estaba ayudando.
¿Alguien de su familia se dedicó antes a la política?
Fui la primera y mi inquietud de incursionar surge porque hubo un tiempo en que en Santa
Catarina se vivió un cacicazgo. Por ejemplo, se daban por anticipado los puestos de alcalde,
yo veía que no era justo, no era normal que no se hiciera valer el voto de la persona, sino
que daba lo mismo ir a votar o no.
Ahí me nace el deseo de contribuir en algo en lo político, de hacer algo por el municipio.
Me invitan a participar y la verdad es que tenía miedo, entonces sí se pensaba que le podría
pasar algo a tu familia, pero me tiré a la aventura y empecé a participar. Había mucha
gente que se iba del pueblo, porque no le gustaba cómo se vivía y yo quería darles una
mejor vida.
¿Usted tuvo alguna militancia dentro de Partido Acción Nacional?
No, cuando entré postulada no estaba en el partido. Entré libremente, me escogieron y
pensé que ya era tiempo de que hubiera un cambio. Recuerdo que cuando iba a hablarles a
las personas para que participaran en la votación, tenían miedo de salir a la calle. Pero yo
les decía que, siendo mujer, iba a ofrecerles su libertad, una libertad que necesitaban ya,
pero la gente estaba decepcionada totalmente, tenían apatía y yo lo que quería era ver un
pueblo vibrante, que fuera feliz.
¿Anteriormente a esta actividad, a qué se dedicaba?
Siempre fui muy inquieta y junto con la labor social tenía unos negocios. Formé los dos
restaurantes, los manejaba. Nunca les quité el tiempo a mis hijos ni a mi esposo, porque él
se iba al trabajo y mis hijos a la escuela; yo manejaba el restaurante hasta el mediodía y
después iba a casa a hacer las labores de mi casa y a seguir en la labor social.
Cuándo la postularon para la alcaldía, ¿cuál fue la reacción de su familia?
Mi esposo sí aceptaba y mis otros hijos, uno de ellos no, porque tenía miedo de que no
fuera a hacer un buen papel. A final de cuentas, mi esposo lo convenció y todos aceptaron y
más contentos estuvieron al ver que en el desempeño de mi trabajo, no hice mal papel.
¿Y la comunidad cómo lo recibió? ¿hubo una alcaldesa anteriormente en el municipio?
No, en el municipio, mujeres no. Para la comunidad fue un cambio total, completo. La
satisfacción más grande que sentí fue el apoyo tan grande de toda la gente, como que ellos
también sentían que necesitaban el cambio. Y fue una defensa del voto muy fuerte porque
no me querían dar el triunfo, me querían hacer unas maniobras, pero finalmente constaté
con mis actas que había sido la ganadora.
Mi campaña fue difícil. Por ejemplo, la primera vez que fui a una esquina para hablar, la
gente no salía porque tenían miedo de que les quitaran sus predios o que les cortaran la
luz, el agua. Y a final de cuentas terminaron por aceptar que tenían que participar, porque
si no iban a votar, pues iban a quedarse en lo mismo. Yo les decía: “Si pierdo, pues me voy
a mi casa, pero yo no pierdo, los que van a perder son ustedes, porque entonces se quedan
sin ayuda”.
Y así fui convenciendo en mi labor por el voto, la gente lo tomó como una cosa fabulosa.
Hasta las tres de la mañana me dijeron que había triunfado y después me castigaron como
15 días, quisieron hacer movimientos que no les valieron, hasta las tres de la mañana se
veía gente en la plaza, ayudando, hasta que no dieran el triunfo.
¿Cómo fue su gestión, con qué se encontró?
Encontré al municipio sin nada, empezando con un Palacio Municipal vacío donde no
había una escoba, un lápiz, una silla. Afortunadamente mucha gente que me apoyaba, por
ejemplo, los ferreteros, los que tenían comercios, me ofrecieron lo que necesitara, y que
después les pagara; así fue como empecé comprando cosas. Luego se fueron sumando
empresarios que donaron máquinas de escribir, computadoras, mobiliario, a veces
prestados.
Así empezamos a armar cada departamento; luego pedí crédito en diferentes tiendas y se
fue habilitando cada parte del edificio. Fue muy dura la llegada, no había presupuesto, no
había nada. Luego convoqué a que la gente pagara sus impuestos, con tan buena respuesta
que lo hicieron, se les dieron facilidades porque estaban conscientes de que tenían muchos
años de no pagar. Fue una labor muy ardua, muy pesada, tanto, que ni el gobernador sabía
qué presupuesto darme para empezar la administración.
¿Quién era gobernador en ese entonces?
Jorge Treviño. Fue muy bonito, colaboraron mucho con nosotros, digo nosotros porque
Mauricio Fernández también salió alcalde de San Pedro Garza García. Y el gobernador se
portó bien con nosotros, nos dio muchas facilidades, colaboraba toda su gente. Fue una
labor de estructurar todo lo que era una administración; qué obras íbamos a hacer porque
no había una continuidad, ver dónde se necesitaba, qué áreas verdes, qué bibliotecas, qué
centros comunitarios. Se hizo la estructura, se fue armando la administración, la obra que
se iba a hacer, obra chica porque no se podía pensar en obras grandes. Había muchas
colonias sin drenaje, a otras había que ponerles agua, luz. Había que habilitar todas las
colonias que estaban desprotegidas, con casetas de policía, porque todo estaba fuera de
control. A través de esas casetas estábamos comunicados con las colonias para cualquier
emergencia que se ofreciera, porque en aquellos años no había teléfonos en las colonias. La
gente estaba muy contenta porque después implementamos domingos culturales en que la
familia se reunía con sus hijos, había bailes, se hizo un ambiente familiar muy bonito.
Una cosa también muy importante es el desarrollo de programas en el DIF, desarrollamos
programas muy hermosos. Una trabajadora social hizo una encuesta de cuántos
minusválidos había en toda Santa Catarina y a todos ellos se les mandaba recoger en
camionetas y se les llevaban sillas de ruedas, rehabilitación, curaciones, festejos, a
merendar, a que hicieran algo. Llorando me daban las gracias porque era la primera vez
que salían de su casa. A los ancianitos se les dio atención, a las madres abandonadas, a los
niños desamparados. Hubo muchos programas muy bonitos en cuestión social, a los
enfermos se les ayudaba, a los que no tenían con qué enterrar a sus seres queridos. Había
un amplio programa de ayuda social y la gente lo tomaba en cuenta.
¿Cómo hacía para combinar sus labores como servidora pública con su vida familiar?
Mis hijos fueron tan conscientes y tan buenos que me ayudaban, cada uno agarró su tarea
de cada semana, surtían la despensa, surtían todo. Fue un equipo muy bonito el que se hizo
en mi familia, nos unimos más porque todo giraba en torno a lo que tenía que hacer cada
quién, tener una responsabilidad. Fue hermoso ver que, aparte de tener unida a la familia
de Santa Catarina, tenía unida a la mía.
¿Enfrentó algún otro obstáculo en su quehacer como alcaldesa?
El obstáculo más grande que encontré fue que quise poner una línea intermunicipal de
camiones y no me dejaba la CTM. Un día hubo un bloqueo muy grande en el Palacio,
auspiciado por uno de los hijos del señor Caballero. Yo le dije: “vamos a hablar”, porque el
transporte intermunicipal era necesario. Al fin se convenció, retiró a toda su gente, pero sí
fue un momento muy fuerte, porque a la gente la azuzaban, la estaban incitando y bien
podía haber pasado un problema mayor, un enfrentamiento. Pero, gracias a Dios, con el
diálogo la gente entiende y no pasó a mayores. El último día de mandato me dijeron que la
línea intermunicipal se autorizaba.
Santa Catarina había crecido mucho, ya no era posible trasladarse de una colonia a otra tan
fácilmente y ése era el mayor de los problemas. De lo demás, todo se desarrolló muy
cordial. A la gente que iba se le atendía, teníamos un día específico para eso y creo que se
cumplió. Me siento satisfecha de que en mi periodo hice todo lo que estuvo de mi parte,
porque en mi campaña dije que lo único que prometía era trabajar y lo hice con mucho
amor. La gente de Santa Catarina es un pueblo al que he querido bastante, son mis raíces,
para mí era importante que fuera feliz.
¿Una vez que concluyó su gestión, continuó con la política?
Pues me buscaron en muchas partes para dar conferencias, en eso seguí. A mediación de
mi gestión entré al partido y he ayudado a muchos candidatos a la promoción del voto. En
eso es en lo que me he estado desarrollando, apoyando a los futuros candidatos,
asesorando, lo más que se pueda para la continuidad. Harán buen papel o no, ésa es
responsabilidad de ellos, yo cumplo con ayudarles y hacer lo que me corresponde.
Si quisiera dejarles algún mensaje a las mujeres en Nuevo León, ¿cuál sería?
En primer lugar que no tengan miedo, que se avienten a la aventura de participar. Si se
está activa y participando, se tiene que saber y estar bien comunicada con el entorno en el
que vives, en lo social, en lo político, en todo tienes que estar documentándote, leer mucho.
Les digo que se preparen, que no tengan miedo a desempeñar ningún trabajo, porque la
mujer tiene mucha capacidad y sensibilidad. Todos tenemos sensibilidad, capacidad e
inteligencia. Todo es cuestión de tomar una decisión y decir: lo voy a hacer. Creo que se
llegará a buen camino, México llegará a más si más mujeres participan en política.
Imelda García García de González
Alcaldesa de Cerralvo, N.L. (1974-1976)
Nace en General Treviño, N.L., el 14 de julio de 1944. En este municipio realiza sus
estudios y cuando se casa, a los 18 años de edad, con Gerardo González Benavides, con
quien tiene tres hijos, se traslada a Cerralvo, donde empieza su actividad política y social.
Sus padres, el señor Roberto García Salinas y la señora Narcedalia García González de
García. Es miembra del Partido Revolucionario Institucional (PRI), fue alcaldesa del
municipio de Cerralvo de 1974 a 1976.
¿Cuál fue su primera experiencia en el servicio público?
En 1965 mi esposo fue presidente del Club de Leones y por ende, yo fui presidenta, ésa fue
mi primera incursión en el servicio social. Después trabajé con la señora Isaura Campos de
Díaz, esposa del licenciado Álvaro Díaz Cantú, en el DIF de Ciudad Guadalupe.
Posteriormente también colaboré con la señora Carmelita de Cammel, esposa del
licenciado Julio Cammel, que fue Presidente Municipal de Monterrey, ahí colaboré en
asistencia social. Y con la señora Amalia Riaño de Garza González, esposa del doctor Garza
González, que asimismo fue alcalde de Monterrey.
¿Qué estudió usted?
Fue muy poquito, porque me casé pronto. Estudié comercio y cultora de belleza. Mi papá,
al fin de pueblo, decía que los hombres se venían a estudiar a Monterrey y a mis hermanos
los internó en el Tec. Nosotras, las mujeres, nos quedamos en General Treviño, estudiamos
lo que había ahí. Recuerdo que mi mamá, que fue maestra, siempre estuvo formando
sociedades para abrir la academia de comercio. El primer año de la academia fue el
primero que estudié porque mi madre pensaba que no era posible que nosotras nos
quedáramos solamente con la primaria y no pudiéramos ir a la ciudad. Fueron varias
señoras, entre ellas mi madre, las que establecieron la academia de comercio.
Terminé ahí y me fui con mi papá a su negocio, a hacer facturas y atender clientes, pues él
tenía negocios de avicultura; distribuía alimentos y tenía la agencia Corona. Conocí a mi
esposo y me casé. Viví en Cerralvo cuatro años y luego nos trasladamos a Guadalupe. Fue
cuando a mi esposo le tocó estar con el licenciado Álvaro Díaz Cantú, en la presidencia
municipal cuando empecé a hacer mi labor social.
Se nos asignó un centro social, éramos tres señoras las que nos encargábamos de
supervisarlo. Tenía en aquel tiempo casi 100 niños pero era lo máximo, lo más nuevo, bien
atendido con psicólogos y todo eso. Después, cuando llegó el doctor Pedro Zorrilla, fue
cuando me tocó ser alcaldesa de Cerralvo.
¿Cómo fue esa contienda, después de las otras experiencias?
Fue algo bonito. Ya tenía tiempo de andar en política, se puede decir así, porque compartía
con las esposas de políticos. El proceso interno se dio con dos personas que estábamos
participando y del cual salí favorecida, ganando la propuesta interna del partido en el año
1972. En Cerralvo sí existía el PAN pero no recuerdo más partidos, tampoco me acuerdo de
sus candidatos.
Empezamos a hacer campaña y se me unieron muchas mujeres, más que hombres. Recibí
mucho apoyo de ellas, sobre todo de las maestras; mi relación con la gente era buena. Mi
marido y yo sentíamos el cariño del pueblo y como él había sido presidente del Club de
Leones, había hecho mejoras y por medio del club también ayudamos gente. Pero como yo
no era de Cerralvo y sí mujer, los señores decían que no era posible, para ellos quizás
tampoco era lógico.
Decían: “Ni eres de aquí, eres mujer y tienes treinta años. Entonces no es posible, aquí hay
señores de cincuenta muy capacitados que pueden ser alcaldes”. Fue un reto. Cuando en la
campaña empezamos a unir gente y gané las elecciones, sentí mucha responsabilidad, un
compromiso muy grande con la gente de Cerralvo porque la confianza que me tuvieron
para gobernar fue demasiada.
Recuerdo la campaña muy bonita, llevábamos gente de Monterrey, oradores, amigos de
nosotros, gente del partido. Al cierre asistió un senador, Florencio Salazar, él me felicitó y
me dijo: “Señora, muy bonito discurso y sus ademanes no son de una presidenta de
Cerralvo, sino de presidenta de la República”. No me había dado cuenta, pero creo que los
brazos los tengo muy largos y creo que los levanté mucho, no sé.
Después se me unieron muchas mujeres, tan es así que cuando ya ganamos y entré a la
presidencia, todas quedan en bancarrota, casi sin dinero. Para empezar nos preguntamos
qué íbamos a hacer y las señoras de inmediato organizaron kermeses, bailes y empezamos
a trabajar también para hacer un jardín de niños que nos habían pedido, porque había uno
al sur y al norte, ninguno. Éramos como 20 señoras y empezamos a juntar y a marcar el
terreno, vino un sobrino arquitecto, hizo el plano y la construcción se empezó. En cuatro
meses estaba listo.
Un jardín de niños no es muy complicado: el aula, los servicios sanitarios, los juegos,
amueblarlo. Cuando ya estaba terminado fui a ver al doctor Zorrilla para pedirle que
mandara las maestras. Me contestó: “¿Cómo que hizo un jardín de niños?, usted debió
pedir primero una autorización para hacerlo y después programar a las maestras que está
pidiendo y ponerlas en la nómina”.
“Discúlpeme”, le contesté, “yo primero lo construí, no estudié para ser alcaldesa, no sabía
que tenía que hacer esto. Lo único que sé es que el gobierno trae la participación y hace un
prefabricado que en tiempo de frío es muy frío y en tiempo de calor es muy caliente. Mi
problema fue construirlo y el de usted es cómo va a pagar los maestros, porque los quiero
en dos meses, o sea, en septiembre”. El doctor le habló a su secretario y lo instruyó para
que se me diera un subsidio para pagar a dos maestros y al siguiente año entraron a la
nómina de educación. Esa fue la primera obra que hicimos.
Después le seguimos con la presidencia municipal, que estaba en pésimas condiciones. El
piso era de tierra y maderas sueltas. Llego con el tesorero a darle el proyecto para
remodelar la presidencia y me dice que ese año no se podía. Le dije que entonces me
prestara para empezar y cuando llegara mi participación de fin de mes se lo pagaba y me
volviera a prestar. Le advertí que iba a empezar en ocho días. Se arregló y empezamos.
Entonces, obstáculos no tuve.
Después me mandaron a Obras Públicas para la cotización y me llevaron unos cuentones
de gastos de administración, gastos de viáticos, gastos de quién sabe qué. Se la llevé al
gobernador y fui a decirle que el municipio no iba a pagar esto, ni esto, ni esto. Entonces
me dijo que yo tenía que manejar la obra, y le contesté que si tenía necesidad de manejarla,
lo iba a hacer, pero estos renglones no los iba a pagar, ya que el municipio muy apenas
tenía para la construcción. Me di cuenta que, desde el gobierno del doctor Zorrilla, los
municipios tuvieron más autonomía, porque a mí me dejaron manejar la obra. Después el
doctor me decía que era demasiado lo que había hecho con el dinero que nos costó la
remodelación. Fuimos autónomos.
Ese rechazo inicial que existía, por ser originaria de otro municipio, por ser mujer, ¿se
fue reduciendo?
Cuando vieron las obras y el trabajo, se unieron todos, tan es así que ya van tres veces que
me vuelven a llamar para contender de nuevo, pero no puedo. Seguimos haciendo obras en
las congregaciones, gestionamos la carretera Cerralvo-Herrera que se hizo en mi
administración. En la carretera a Ocampo, en la congregación de Juárez, dieron una
aportación para construir un puente sobre el vado y no lo hicieron, se fue pasando el
tiempo; cuando yo lo quiero hacer, los habitantes dijeron que ya habían dado su
participación y que el gobierno y el municipio lo tenían que hacer. El doctor Zorrilla afirmó
que tenían toda la razón del mundo.
Todos los proyectos que nos propusimos sacar adelante, se lograron. A cada congregación
se le hizo su plaza, su kiosco. Otras de las cosas que hicimos inmediatamente fue comprar
equipo para pavimentar las calles y hacer los caminos vecinales, pero vendieron las
máquinas cuando salí y no se ha hecho nuevamente.
En la presidencia teníamos equipo propio, una aplanadora, la motoconformadora, las
tripas del agua y las que regaban el material. No te diré que hicimos muy buen trabajo pero
las calles estaban muy decentes, los caminos vecinales también. Entonces, cuando la gente
ve que estás trabajando pues solita se une a ti. Si alguien no estuvo conmigo en un
momento y luego quiso estar, nunca sintió el rechazo, porque tienes que entrar ahí a sumar
gente, no a restar. Eso hice y eso fue lo que me resultó.
¿Después de concluida su gestión siguió participando en alguna forma?
Nada más en cierres de campaña o en algunos eventos que me toman en cuenta para hacer
presencia. Por ejemplo, cuando el gobernador y don Roberto González vienen para el
informe del Patronato de Cerralvo siempre soy invitada de honor y ahí estoy; si la
licenciada María Elena Chapa tiene sus eventos, trato de estar ahí.
En cuanto a servicio social, sigo participando, ahora estoy con las señoras fundadoras de
“Destellos de Luz”, que es una obra muy bonita. Se va a construir el hospital para operar a
los ciegos, hacer implantes para cataratas y todo lo relacionado con la vista. En este
momento operan en el hospital Muguerza, con doctores que no cobran honorarios. Es una
obra en la que tengo tiempo de estar participando con mis amigas. Ellas tienen veintidós
años trabajando con este programa.
Hace un momento mencionaba que le habían hecho en tres ocasiones la invitación para
que volviera a contender para la alcaldía. ¿Hay algo que se lo impida?
Sí, hay algo que me lo impide. En primer lugar tengo diez años de estar viuda y siento que
mi marido fue un gran hombre y padre, él me ayudó mucho en el sentido de apoyarme en
gestionar aquí y en México porque tenía personas conocidas. Ahora que él ya no está,
siento que irme a Cerralvo no sería lo mismo. Me tocó vivir otros tiempos donde no había
tantos problemas de drogas, de todo lo que se sabe que ha sucedido desde hace 30 años.
Ahora ocupar una presidencia ya es más responsabilidad, más compromisos y creo que ya
no puedo hacer lo que hice cuando tuve el apoyo de mi esposo.
¿Después de usted ha existido otra mujer en Cerralvo que haya ocupado la alcaldía?
No, no ha habido otra desde hace 30 años y considero que ya debe de haber una mujer.
Antes de mí tampoco la hubo.
Recapitulando su trayectoria, ¿cómo se siente haber tenido esa experiencia?
Me siento muy bien porque en el camino se me quedaron muchas cosas, me di cuenta de
que no era la política lo máximo para mí. Remodelando escuelas, construyendo jardines de
niños me di cuenta de que traía algo en mí. Me gusta construir y es lo que hago. Construyo,
remodelo, decoro y eso es lo que estoy haciendo. Voy a empezar a construir casas para
venta. Ése es ahora mi trabajo.
Como me casé tan joven, nunca pensé más que en ser ama de casa y todo lo demás se ha
ido dando. Tampoco pensé un día ser decoradora y en un pueblo, menos. Pero descubro
ese potencial, mis amigas empiezan a preguntarme sobre pisos, ventanas, azulejos,
cortinas, alfombras y se fue dando. Hasta que una amiga me dijo que si me la pasaba
asesorando gente, habría que verlo como negocio. Entonces me gustó más la decoración
que la política. Todas las mujeres tenemos que rodearnos de gente que nos apoye, que nos
impulse, porque a veces quieres hacer cosas y te frenan. Tu familia es como un equipo.
Soy muy exigente, todo lo que hago me gusta hacerlo bien. Mi esposo era para gestionar.
En ese aspecto si yo quería hacer las cosas y no sabía cómo hacerlas o lograrlas, siempre mi
marido decía que si no tenía recursos iba y los buscaba para que los donaran.
Terminé mi gestión en 1976. En el Cabildo sí había más hombres que mujeres, pero la
presidenta, la tesorera y la secretaria eran mujeres. A la tesorera la pusieron por la sección
de maestros; la conocí el día que se presentó ahí. La secretaria era la del anterior
presidente municipal. Hasta la fecha, la que fue tesorera es mi mejor amiga, mi
incondicional, nos queremos como hermanas.
Su mensaje para las mujeres de Nuevo León…
Primeramente diría que las mujeres tenemos que forjarnos metas y las podemos conseguir.
Lo digo porque, sin esforzarme mucho, se han venido presentando las oportunidades y
creo que las he aprovechado.
María Teresa García Segovia de Madero
Alcaldesa de San Pedro Garza García, N.L. (1997-2000)
Diputada local en la LXIV Legislatura (1985 a 1988)
por el Partido Acción Nacional
Nació en Monterrey, N.L., el 13 de marzo de 1946. Es la hija mayor de Armando J. García
y María Teresa Segovia. Estudió la licenciatura en Letras Españolas en la Universidad
Labastida de Monterrey y posee el grado de maestra de inglés por las universidades de
Oxford y Cambridge, Inglaterra. De 1978 a la fecha es integrante de la Asociación
Nacional Cívica Femenina y militante del PAN. Está casada con Manuel Rolando
Madero, tiene dos hijos y tres nietos.
Ha sido parte del Comité Directivo Estatal de Acción Nacional entre otros destacados
cargos dentro del partido. De 1985 a 1988, fue diputada local. En 1988 fue candidata a la
alcaldía de Monterrey. De 1991 a 1994 fue regidora en Monterrey y alcaldesa de San
Pedro Garza García, de 1997 a 2000. Actualmente es Embajadora Extraordinaria y
Plenipotenciaria de México ante Canadá.
Soy la mayor de la familia. Junto con mis hermanos Lydia, Armando y Jorge, tuve una
infancia muy feliz. Mis padres, mis abuelos y las religiosas del Sagrado Corazón han tenido
siempre una influencia importante en mi vida.
Fui siempre muy buena estudiante y cuando terminé secundaria en el Instituto Mater, mis
padres tuvieron la gran visión de enviarme a estudiar dos años al extranjero donde terminé
bachillerato y pasé los exámenes para enseñar el idioma inglés. Al regresar a Monterrey,
por las tardes estudié Letras Españolas.
A los 20 años de edad me casé con un hombre maravilloso: Manuel Madero. Tenemos dos
hijos: Manuel, casado con Carina y Bernardo, casado con Caty, estos últimos nos han dado
a nuestros tres hermosos nietos: Bernardo, Lucía y Rodrigo.
Siempre he trabajado. Como maestra durante 11 años, luego simplemente como ciudadana
formando parte de la Asociación Nacional Cívica Femenina, cuyo objetivo es promover la
participación cívica de las mujeres mexicanas. Como política, afiliándome al Partido
Acción Nacional, para desde ahí luchar por el México que deseaba heredar a mis hijos.
De 1985 a 1988 me desempeñé como diputada al Congreso del Estado de Nuevo León por
el segundo distrito electoral. En esos años, las candidaturas del PAN a puestos de elección
popular no eran demandadas, más bien los dirigentes nos invitaban y en muchas ocasiones
se formaba una comisión con personajes importantes para buscar convencer al presunto
candidato. Yo no puedo presumir de eso, sólo se requirió que me comentara Lilia Guerra
de Chávez, quien ya había aceptado participar como candidata a diputada, llevando a
Haydée Cruz de Segovia como suplente. Yo solicité que se aceptara a Concha Lupe Garza
como la mía.
¿Cuál fue la reacción de su familia?
Me entusiasmaba mucho la idea de poner en práctica y ser congruente con lo que tenía seis
años predicando, así que lo comenté con Manuel, quien en pocas palabras me felicitó y me
dijo: “qué bueno que aceptes, México necesita de sus mujeres, tú le vas a ayudar mucho en
la campaña para gobernador a Fernando Canales. Vas a aprender mucho, pero ni te hagas
ilusiones, no vas a ganar y si llegaras a ganar, no te lo van a reconocer”. Pensé
inmediatamente lo contrario, que si hacíamos una buena campaña y convencíamos a los
ciudadanos, podíamos ganar y que se nos reconociera el triunfo.
¿Cómo fue esa experiencia, qué obstáculos se enfrentó?
La campaña electoral fue otra escuela, duró cinco meses y definitivamente Manuel Madero
tenía razón, estaba aprendiendo mucho. Gente de Gobernación nos seguía a todos lados,
los actos de campaña saboteados, los teléfonos estaban intervenidos, credenciales de
elector recogidas a nuestros simpatizantes bajo cualquier pretexto, algunos representantes
de casilla eran amedrentados y sobornados para que no se presentaran el día de la
elección, en fin, todo lo que todos los mexicanos sabemos que pasaba antes de que México
fuera democrático.
Durante la jornada electoral hubo de todo: apertura con retraso, retiro de representantes,
robo de urnas, no entrega de actas, acarreo, votación de las mismas personas en distintas
casillas. De la colonia Santa Cecilia, donde sabíamos que íbamos a ganar, me llamaron a las
cinco de la mañana para decirme que automóviles sin placas, escoltados por oficiales,
rondaban la casilla. Llegamos simultáneamente cerca de 300 personas que nos colocamos
alrededor de la escuela donde se había ubicado la casilla. Al poco tiempo llegó el ejército
acompañando a quienes pretendían realizar el fraude y llevarse las ánforas. Le pedí a la
gente que se sentaran en el suelo y no dejaran espacio entre ellos.
Un soldado se me acercó, me apuntó con su bayoneta calada y me ordenó hacer paso para
los representantes de la Comisión Estatal Electoral. No lo hice y respondí: “yo puedo morir
aquí y ser mártir, usted no puede darse el lujo de hacerme mártir, así que de aquí no se
mueve nadie hasta que terminen los representantes de casilla con las actas y el resultado
sea dado a conocer a estos ciudadanos que aquí votaron”. El sitio continuó hasta las cinco
de la mañana del día siguiente, habiendo ganado el PAN la casilla tres a uno.
¿Cómo definiría ese proceso que le tocó vivir para llegar a ser diputada?
El proceso electoral de 1985 fue sucio, plagado de irregularidades y así lo denunció el PAN,
Fernando Canales y todos los candidatos que lo sufrimos. Durante los días siguientes,
Nuevo León se movilizó y tomó las calles de Monterrey. Para la segunda manifestación de
protesta empezó a correr el rumor de que el Congreso había reconocido que el Primer y
Segundo distritos electorales habían sido ganados por mayoría por el PAN, al mismo
tiempo que se le asignaban dos diputaciones por el principio de representación
proporcional. Así fue como junto con el Lic. Luis Santos de la Garza, con el Ing. Eduardo
Arias Aparicio y el Lic. Miguel Gómez Guerrero, llegué al Congreso del Estado de Nuevo
León.
¿Qué aprendizaje guarda de esa experiencia como servidora pública?
Aprendí que no importaba que en privado se dijera que teníamos razón y que los
legisladores del partido en el poder reconocieran que habíamos ganado la discusión en la
Tribuna, porque la mayoría de las veces perderíamos la votación. Así funcionaba el
Congreso. No importaba la razón, la lógica, lo que convenía a los nuevoleoneses, la
aplanadora de la mayoría sacaba lo que quería.
¿Cuál fue uno de sus logros?
Creo que lo más importante fue que al habernos abstenido de votar por la iniciativa de Ley
Electoral, enviada por el gobernador Jorge A. Treviño al Congreso, por considerarla
antidemocrática y que vulneraba los derechos humanos de los nuevoleoneses, llevamos el
caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA en octubre de
1987. Es importante recordar que los tratados internacionales suscritos por México se
convierten en Ley Suprema de la República Mexicana. La Convención Americana sobre
Derechos Humanos (o Pacto de San José) fue aceptada por México al firmarla el
Presidente José López Portillo y aprobarla el Senado en 1982. El caso se resolvió en 1991 a
nuestro favor. Con gran orgullo puedo decir que ese fallo contribuyó de manera sustancial
a la aprobación de las leyes e instituciones electorales con las que ahora contamos.
¿Qué nos puede relatar sobre otras experiencias políticas?
En 1988, al terminar mi cargo como diputada, fui candidata del PAN a la alcaldía de
Monterrey. Pero en las actas que teníamos gané la elección por mil 080 votos, las
instancias electorales dieron el triunfo al Lic. Sócrates Rizzo García. En 1991 formé parte
de la oposición como regidora en el Ayuntamiento de Monterrey, presidido por el Lic.
Benjamín Clariond. La aportación más importante fue el exigir estricto apego a ley en
todas las acciones que se llevaban a cabo en el Municipio. En 1989 junto con otros
luchadores políticos, Rosario Ibarra de Piedra, Manuel Clouthier y Javier Livas, recibí la
Mención de Honor al Valor Civil otorgada por la Asociación Cívica “Civilización y
Libertad”, precisamente por la defensa del voto de los ciudadanos de Monterrey en esa
elección municipal.
En 1994 al cambiar mi residencia a San Pedro Garza García, me invitó a colaborar el Lic.
Fernando Margáin Berlanga, y el Cabildo aprobó mi nombramiento como secretaria del
Ayuntamiento. Fue una época maravillosa que me permitió conocer a fondo los problemas
del Municipio, compenetrarme con su administración y ver los grandes retos que
tendríamos en el futuro. En enero de 1997, renuncié para iniciar mi campaña al interior del
partido y lograr la candidatura a la presidencia municipal de San Pedro Garza García.
¿Qué puede contar sobre su gestión como alcaldesa de San Pedro?
Fui muy afortunada de tener un Cabildo comprometido y poder organizar un equipo
administrativo con colaboradores profesionales y entusiastas que me ayudaron a cumplir
lo ofrecido en campaña, inclusive Manuel Madero aceptó presidir de manera honoraria el
DIF San Pedro, convirtiéndose en el primer hombre en México en asumir esa
responsabilidad, rompiendo así los esquemas y roles de trabajo tradicionalmente
reservados para las mujeres.
Con una amplia participación de los ciudadanos se aprobó el Plan de Desarrollo Urbano
Municipal 2000-2020 y su Reglamento, así como el Plan Integral de Transporte y
Vialidad. Para cumplir con las reformas al Artículo 115 Constitucional, que establecía que
para el año 2002 los ayuntamientos debían tener actualizados los valores catastrales de su
territorio, llevamos a cabo el trabajo integrando la Junta Municipal Catastral, logrando
revisar el 100 por ciento de los predios del municipio.
Con esto obtuvimos, al término de la administración 1997-2000, asegurar la autonomía
financiera para enfrentar el gasto corriente. En ese mismo sentido, el día de nuestro último
informe dejamos en cuentas bancarias 72 millones de pesos para cubrir los compromisos
adquiridos y que la administración entrante pudiese empezar a trabajar con suficiencia.
Nunca se contrajo deuda, por el contrario, se redujo de pública a heredada en un 18 por
ciento.
Conscientes de la necesidad de implantar un sistema ágil y eficiente para la solución de
controversias, creamos el primer Centro de Mediación Municipal en América Latina, para
lo cual capacitamos a 30 personas entre funcionarios y miembros de la comunidad,
quienes actuaban como facilitadores de los procesos de mediación. Al poco tiempo esto se
extendió a las colonias y centros donde el DIF trabajaba.
Mercurio, el Sistema en Línea de Gestión Municipal, fue otro gran logro. Los sampetrinos
pudieron desde sus domicilios, realizar y seguir sus trámites de permisos ante Desarrollo
Urbano y Ecología. Además, establecimos el Municipio Virtual de San Pedro, creando la
plataforma tecnológica necesaria para después integrar los sistemas de las Secretarías de
Finanzas y Tesorería; Seguridad Pública y Vialidad que equipó a las patrullas con GPS y
puso a disposición de la ciudadanía el Centro de Emergencias 066; Servicios Primarios con
el sistema de respuesta a quejas en 48 horas y Obras Públicas con el programa de
administración de pavimentos.
San Pedro también fue líder en proponer al Gobierno del Estado y a los presidentes
municipales del área metropolitana de Monterrey el SINTRAM (Sistema Integral del
Tránsito Metropolitano), que se inauguró precisamente la última semana de octubre del
2000, días antes del término de nuestra gestión. De esta manera, se optimizaron los
tiempos de traslado en la metrópoli, así como se disminuyeron las emisiones
contaminantes provenientes de los vehículos.
En materia social, lo realizado por el DIF Municipal y la Secretaría de Desarrollo Social fue
muy amplio, desde los desfiles de Pascua y Navidad que son ya una tradición en San Pedro,
hasta la ampliación de las instalaciones recreativas en los sectores del Poniente, Valle
Oriente y Canteras, en esta última colonia, inclusive se logró con la participación de la
comunidad, remodelar y pintar todas las viviendas.
Además de promover el empleo a través de la Bolsa de Trabajo Municipal y la organización
de Expo Empleo, se llevaron a cabo programas de capacitación en oficios en la modalidad
de autoempleo, así como programas de subsidiaridad y autogestión. Se instalaron
computadoras con acceso a Internet en todas las bibliotecas municipales. Con tecnología
social de punta, el DIF promovió la participación ciudadana organizada. Se trabajó en el
establecimiento de programas de educación sexual y contra la violencia familiar en el cien
por ciento de las escuelas públicas en el Municipio. Lo más importante para nosotros
siempre fue buscar el bienestar y el bienestar de todos los habitantes de San Pedro,
especialmente el de los menos favorecidos.
Las elecciones del 2 de julio del 2000, constituyeron un hito en la vida política de México.
Los mexicanos optaron por el cambio propuesto por el PAN y su candidato a la Presidencia
de la República, Vicente Fox. Personalmente, no podía sentirme más feliz y agradecida con
la vida por permitirme vivir ese momento. Significaba que había esperanza y que la lucha
de muchos años de miles de hombres y mujeres libres finalmente tenía éxito y que nuestro
país entraba de lleno en una transición a la democracia.
Recuerdo que me sentí tan satisfecha que inclusive pensé: “Tere, labor cumplida”, pero la
responsabilidad de continuar sirviendo a México me motivó a aceptar la invitación de
representar a nuestro país en el extranjero. A partir de septiembre del 2001, fui honrada
con el nombramiento del Presidente Vicente Fox para representar al pueblo y gobierno de
México ante Canadá. Mis objetivos son representar a mi país dignamente, contribuir con el
fortalecimiento de la relación bilateral, estrechar los vínculos entre ambos países y
promover la imagen y la cultura mexicana para incrementar el conocimiento de nuestro
país en Canadá.
He de reconocer que en un principio la labor fue ardua, ya que tuve que dedicar muchas
horas a conocer y entender las características de un sistema político parlamentario, los
detalles de una amplia gama de temas que comprenden la agenda de la relación MéxicoCanadá, así como a establecer los vínculos necesarios con los funcionarios canadienses que
me permitieran realizar una labor de excelencia. Lo sembrado con esfuerzo y dedicación
dio frutos rápidamente. Apoyada con colaboradores profesionales del Servicio Exterior
Mexicano, así como por personal local comprometido con nuestro país, logré alcanzar los
objetivos establecidos, no sin mencionar que ésta es una labor permanente, en la que
continuamente existirán nuevos retos y esfuerzos para consolidar la relación bilateral.
El mayor reflejo de esta relación es el número de encuentros que los mandatarios
de ambos países han sostenido durante mi gestión, así como las constantes
reuniones entre secretarios y ministros y funcionarios de todos los niveles. Se ha
incrementado el conocimiento sobre México por parte de los principales miembros
del gabinete canadiense, de los parlamentarios y en general de algunos sectores de
la sociedad canadiense que carecían de contacto con nuestro país.
Es importante señalar que la coyuntura facilitó la obtención de resultados, ya que
durante el 2004, celebramos 60 años del establecimiento de relaciones
diplomáticas entre México y Canadá, y para conmemorarlo esperamos la presencia
del presidente Fox en Ottawa en el mes de octubre, en lo que será su tercera visita a
este país desde que fue electo presidente de México.
¿Alguna vez durante sus actividades en la política se ha sentido discriminada?
Siempre me he considerado afortunada y consentida por la vida, porque las metas que me
he fijado las he alcanzado. Nunca me he sentido discriminada por mi condición de mujer,
por el contrario, estoy consciente de que mi trabajo y participación política han roto
paradigmas y permitido que otras mujeres sigan esta carrera y trabajen por México y los
mexicanos.
Pero para no perder el piso y reírme un poco de mí misma, con frecuencia digo que no
siempre es fácil ser “mujer pública”, quienes me escuchan invariablemente me corrigen:
“dirás política o trabajar en la vida pública” y así es sobre todo al principio, cuando éramos
muy pocas las mujeres que participábamos de tiempo completo. En mi caso, a pesar de las
agresiones físicas, verbales, a mis bienes y pertenencias que sufrí, me considero muy
afortunada por haber tenido el privilegio de servir a mi país y a mis conciudadanos desde el
poder público. Lo pude lograr gracias primero a Dios y luego al gran apoyo de Manuel y de
mis hijos, quienes sabían que ellos eran y serán siempre mi prioridad y compartían mi
convicción de que México sería democrático el día que más mujeres nos interesáramos e
interviniéramos en la vida pública.
¿Qué mensaje le deja a las mujeres de Nuevo León?
En muchas ocasiones he dicho que un país que no aprovecha el cien por ciento de sus
recursos, nunca llegará a la plenitud. El mejor recurso con que México cuenta es su
maravillosa gente, las mujeres somos el 52 por ciento de esa gente, si nos lo proponemos y
todas trabajamos en las tareas pendientes a favor de las mujeres que serían básicamente: la
no discriminación, la igualdad de oportunidades en todos los aspectos y el reconocimiento
a la labor de esposa, madre, educadora y promotora de los valores trascendentes,
podremos lograr una patria ordenada y generosa y más justa para nuestros hijos.
Adriana Margarita Garza Gutiérrez
Alcaldesa de Hidalgo, N.L. (2000-2003)
Nace en el municipio de Hidalgo, N.L., el 17 de octubre de 1960. Su padre es Isidro Garza
Villarreal y su madre, Adriana Gutiérrez de Garza. Es la tercera hija de cinco hermanos.
Está casada y tiene cuatro hijos.
Es licenciada en Educación Básica por la Escuela Normal “Miguel F. Martínez”. Durante
el periodo 2000-2003 fue alcaldesa de su municipio. Luego de su labor en el magisterio,
Adriana en la actualidad funge como coordinadora de la Red Estatal de Bibliotecas desde
1999 y es Secretaria Estatal de Promoción Política de la Mujer desde 2003, en el Partido
Acción Nacional.
¿En qué momento comenzó a interesarse en la política?
La verdad es algo que no pasaba por mi mente. Mi padre trabajó en Cementos Hidalgo, fue
uno de los administradores de la fábrica cuando todavía estaba en ese municipio, él era
una persona política. Le gustaba mucho ayudar a la gente, sobre todo a la que más
necesitaba, fue una persona muy compartida, una persona de muchas cualidades.
Entonces, yo siento que es algo que estaba dormido en mí y que con el tiempo y los años
fue despertando.
Nunca, nunca me pude imaginar que podía llegar a ser alcaldesa de mi pueblo y andar en la
política. A veces las circunstancias de tu pueblo, de tu trabajo, hacen que te desenvuelvas,
que te defiendas y participes.
Yo lo fui viendo con el tiempo. Tuve unas compañeras que siempre andaban ayudando a
ciertos candidatos en el municipio y yo les preguntaba el porqué ellas eran las que
trabajaban siempre de sol a sol; por qué tenían que servir de escalón para los demás. Por
qué, si ellas eran maestras y tenían la capacidad, no eran las que participaban
directamente.
En Hidalgo, un mismo grupo de gente manejaba siempre lo político. Ahí no había
oportunidad para nadie. Lo que quiero decir es que en mi pueblo estaba cada día peor.
Tuvo muy buenos alcaldes que hicieron mucho, pero al paso del tiempo, cuando ya era
maestra, me di cuenta de que a Hidalgo le faltaba mucho. Haga de cuenta que no estaba ni
en el mapa de Nuevo León, porque no era tomado en cuenta para nada.
Siempre los mismos candidatos, las mismas personas y más que nada, lo que me hizo
ingresar en la política fue ver que lo que hacía vivir a Hidalgo era la fábrica de cementos,
cuyos dueños eran un gran número de socios, y con el tiempo, por malos manejos de la
fábrica, eso se termina y a cada uno le dan su parte. Cuando estaba en activo Cementos
Hidalgo, la alcaldía no les importaba mucho, eran unas cuantas personas, las mismas como
siempre, porque para ellas el pastel grande era Cementos. Ahí era donde todos se sentían
dueños y por eso la fábrica se fue para abajo, la tuvo que comprar Cementos Monterrey.
Cuando esto pasó, la mayor parte de la gente, los que siempre andaban grillando, se
dejaron ir por la alcaldía, que antes era un “pastelito chiquito” al que no le ponían
atención. Yo tenía mi familia, estaba ya casada con un ingeniero y tenía hijos, teníamos
una empresa de barras de hielo y veíamos que no era posible que nuestro pueblo cada día
estuviera peor.
En un viaje que hicimos con unos compadres surgió la idea de meternos en la política, a
pesar de no saber nada, de ser muy de nuestra casa, de nuestro trabajo y de nuestro
negocio. Esto era cuando empezaba Fernando Canales a buscar la gubernatura, así es que
no tenemos muchos años, a partir de 1996. Hidalgo era un pueblo cien por ciento priísta.
Fue así como nos acercamos a gente de Acción Nacional, empezamos a ver sus principios,
su ideología y como iniciamos ese nuevo grupo.
Nos iniciamos en la política, con el compadre Mario Garza Montemayor, quien primero se
lanzó por la alcaldía, pero por situaciones personales ya teniendo todo lo de la campaña,
renunció. Yo estaba propuesta para primera regidora, al renunciar él nos dijo que a la que
le correspondía entrar era a la primera regidora, o sea a mí.
Pero, por el machismo, mi esposo aceptó la candidatura, con tal de que no fuera yo. La
gente nos aceptó bastante bien, aunque no sabíamos nada de política. Mi esposo pierde la
contienda en 1996. En ese entonces todavía existía cierta sumisión, lo acepté, pero en
realidad la imagen que querían en Hidalgo era la mía, porque yo había estado en el pueblo
como maestra de la mayoría de los niños del pueblo. .
Pero seguimos trabajando, no nos quedamos con los brazos cruzados. Posteriormente se
abrió el Comité Municipal en Hidalgo, fui la presidenta del partido, y continuamos
trabajando para ver qué iba a pasar después dentro de tres años.
¿Qué sucedió después?
Seguimos haciendo brigadas y apoyando a la gente, trabajando en eso. Pero también con el
machismo en cuanto a que, desde novios, mi esposo decía que la mujer era para estar en la
casa y que al casarnos yo iba a dejar de trabajar. Creo que cuando una quiere, se puede ir
moldeando al compañero. Yo he sabido manejarlo, porque nunca me salí de trabajar y
todavía estoy en el magisterio. Está en una saber manejar eso.
Cuando llegaron a invitarme a participar por primera vez, miré a mi esposo y él me dijo:
“como tú quieras”. Se acostumbró a toda esa actividad, pero yo no dejaba mi negocio, ni mi
casa, ni mi trabajo, pues lo tenía cerca todo. Después vinieron los otros tres años, pero yo
todavía sentía ese machismo dentro, ese temorcito no nada más suyo, sino en el ambiente
de Hidalgo. Me acuerdo que me decían que si no era yo la candidata, no iba a ganar el PAN
en Hidalgo. Y yo decía: “No, no me digan a mí eso, tenemos que buscar un buen
candidato”.
La verdad se juntaron varias compañeras y gente de Hidalgo y lo convencieron para que yo
me lanzara. Fue una campaña dinámica, alegre, entusiasta. Empezamos a visitar a la gente
del pueblo, teníamos mucho avance por lo que habíamos trabajado esos tres años. La gente
ansiaba que le llegara ayuda y como habíamos estado apoyándola en épocas no electorales,
nos sirvió para llegarle un poco más.
Por otro lado había lo de los chismes. Había unas cuantas mujeres, que eran las que eran
las que gritaban porque yo era la candidata y les decían mandilones a los hombres, cuando
estábamos en campaña.
¿Cómo reaccionó al saber que había ganado?
Ni yo me la creí, la verdad no sabía lo que estaba haciendo. No tenía experiencia política, se
me hacían pocos los años que habíamos estado en eso. Pero sentí una satisfacción muy
grande, porque yo creo que se trabajó bastante para convencer a la gente, para convencer a
las mujeres. Una satisfacción muy grande, pero también temor, porque la gente esperaba
mucho de uno. Sabía que me tenía que esforzar muchísimo para poder hacer y cumplir lo
que había prometido.
Es mentira eso de que ayuda tener un gobernador del mismo partido. Cuando me hizo
entrega el alcalde, que era de otro partido, me dijo: “Es que yo me quedé sentado los tres
años esperando una llamada del gobernador sobre unas obras que se habían pedido para el
municipio”, porque no se había hecho nada. Yo no sabía si a mí me iban a dar o no. Le dije
a la gente que iba a trabajar duro, que iba a tocar puertas para poder llevar esos recursos,
así fue desde el principio y si lo hubo no fue porque hayamos sido del mismo partido. Si te
ven que le echas ganas, que trabajas y que ayudas, más recibes.
Como mujer a veces se te dificulta un poquito más, pero ahora dicen que por haber sido
mujer me dieron mucho dinero. Dicen los hombres que se van a poner falda, que por ser
mujer yo conseguí mucho, en el mejor sentido de la palabra, pero fue por el trabajo y las
ganas de sacar a tu pueblo adelante.
¿Cuáles fueron las principales obras que realizó durante su gestión?
No había pavimentación ni drenaje en la colonia más grande y más popular. Las aguas
negras caían por las calles y los niños jugando ahí, en una de las colonias más golpeteadas,
la que más manipulaban los candidatos porque les decían que iban a poner el drenaje. Al
llegar a la alcaldía lo primero que hice es ir con Jesús Hinojosa (en ese tiempo Director de
Agua y Drenaje de Monterrey) y le dije que esa gente necesitaba mucho porque estaban
viviendo entre aguas negras. Cual fue mi sorpresa que inmediatamente me autorizó la obra
del drenaje, como en el 90 por ciento de la colonia. Mandaron una máquina que trituraba
la piedra. Así seguí de terca, tocaba puertas por todos lados y como al mes me autorizan la
pavimentación de casi el 90 por ciento de la colonia y electrificación. La gente quedó muy
contenta, porque se logró su sueño.
Luego viene lo estético, las pavimentaciones, se pusieron plazas, juegos a los niños, se
carpeteó el centro del municipio. Todavía cuando llegó en una ocasión el gobernador a
Hidalgo, le comenté que si en todos los municipios hay una bonita entrada, porqué el
nuestro no iba a tener una entrada digna, y nos autorizaron un boulevard. Hubo mucha
obra social, que es muy importante para la gente humilde. Compramos unidades para
asistencia social, clínicas, hospitales, gestoría, una escuela nueva. No lo hice sola, tuve un
gran equipo.
Y en cuanto a la aceptación de la gente, ¿se dejó de lado el machismo?
El machismo estaba muy fuerte, eran los tiempos del “dedazo”. Siento mucho orgullo de
que lo mío fue por elección realmente y que se haya convencido a la gente, porque fui a
tocar casa por casa, a visitar a todas las familias de Hidalgo. El primer año se sentía la
gente apática y yo tenía que echarle más ganas para demostrarles no nada más con la obra
pública, sino con el trato, que entendieran que la alcaldesa iba a estar cerca de ellos y de
que era mejor que un alcalde hombre, porque la verdad, nosotras somos más tercas, más
responsables y yo no me iba a quedar sentada. Lo demostré y estoy teniendo muchas
satisfacciones. Salgo de mi casa y me faltan manos para saludar a la gente.
¿Ha seguido participando dentro del partido?
Casi al término de la gestión, llegó Rebeca Clouthier como presidenta del partido. Me
llamó para saber si aceptaba la Secretaría de Promoción Política de la Mujer. Faltaba un
mes para terminar y recuerdo que le dije que si me podían esperar un mes, porque estaba
haciendo mi informe y tenía que hacerlo personalmente. Hay municipios donde tienen
gente muy preparada y muy bien pagada que hace lo que tú pidas; allá yo tenía que estar
personalmente en todo. Me esperaron, acepté el puesto y ahora estoy trabajando en la
Secretaría de Promoción Política de la Mujer, del PAN.
¿Que falta para lograr la equidad para las mujeres en Nuevo León?
Siento que todas las mujeres de Nuevo León debemos de poner de nuestra parte. En
Hidalgo, hasta las mismas mujeres aceptaban sumisas del machismo, porque ellas mismas
les decían mandilones a los hombres que votan por una mujer. Hay que fomentar la
cultura de equidad, nosotras, las que ya tuvimos una experiencia, promover la
participación de ellas, capacitándolas, dándoles el apoyo.
Hay muchas mujeres líderes, pero falta impulsarlas. Hay muchas y yo les digo, cada vez
que tengo un evento: “en realidad, los candidatos ¿qué harían sin la mujer?, denme un
ejemplo de un candidato que ande en campaña sin las mujeres”. Somos las de la chispa, el
dinamismo, las que los llevamos a ocupar esos puestos. Hay muchas mujeres que tienen
esa inquietud, pero no hay quien las apoye.
Como secretaria de Promoción estoy tratando de hacerlo. Estamos organizando cursos de
capacitación, cursos de valores, posteriormente de liderazgo, de oratoria, lo que a mí, por
ser maestra, se me facilitó bastante. No en un papel de que “ya no se dejen de los
hombres”, no. Primero es la familia y sabemos que hay caracteres diferentes de los
hombres, pero tenemos inteligencia y vamos a moldearlos. Lo primero que debemos de
manejar es la situación de la familia, para poder salir y participar.
¿Qué mensaje desea ofrecer a las mujeres de Nuevo León?
Les recomiendo que le echen muchas ganas, que todo se puede hacer en este mundo:
querer es poder. Si ellas quieren participar y algún día llegar a un puesto político, que le
echen muchas ganas primero ahí, en su casa, porque no puedo aconsejarlas que salgan de
su casa y no hagan caso. De esa manera no vamos a llegar a nada.
Irma Adriana Garza Villarreal
Alcaldesa de Santa Catarina, N.L. (2003-2006)
Nace en Monterrey, N.L., el 19 de diciembre de 1960. Es la tercera hija de una familia de
siete hermanos. Su madre es Blanca Nieves Villarreal de Garza y su padre Rómulo Garza
Limón. Es la tercera de siete hijos. Está casada con Jorge Salinas Almaguer y tiene tres
hijos. Sus estudios profesionales los realizó en la Escuela Normal Superior del Estado de
Nuevo León, de donde se graduó de maestra y posteriormente de licenciada en Educación
Media Superior. Su experiencia profesional se distribuye entre la docencia, la política y la
asistencia social.
Irma Adriana es miembra del Partido Revolucionario Institucional (PRI) desde 1978 y ha
desempeñado diversas funciones y cargos en su actividad partidista. Actualmente es
alcaldesa del municipio de Santa Catarina para el periodo 2003-2006.
¿Qué ha sido para sus hijos tener una madre política, ahora alcaldesa?
Para ellos ha sido obviamente muy pesado por el tiempo que tengo que dedicarle a la
función pública, ya no tienen a la mamá presente. Tienen que estar acostumbrados a todas
las actividades que desempeñamos ahora, pero me acompañan los domingos. Desde muy
pequeños también han estado acostumbrados a que nuestra actividad siempre ha sido en
la función pública, en el gobierno o como maestros con muchísimas actividades, tanto de
su papá como mías.
Entonces para ellos no es una sorpresa que estemos trabajando al pendiente de la gente,
con mucha intensidad aun los fines de semana. Pero les ha dejado una satisfacción muy
importante: el poder decir que su mamá no solamente es una alcaldesa, sino que está
haciendo cosas importantes para llegar a los que menos tienen. Siempre les estamos
recordando que en cualquier trinchera, desde cualquier tipo de trabajo tienes que dar lo
mejor de ti.
¿Cree que el modelo que tienen de una madre como usted haya impactado en la manera
en como ven a las mujeres en general?
Yo espero que sí, es mi deseo. No tengo hijas, pero espero que mis hijos se den cuenta de
que las mujeres tenemos tanta, igual o más capacidad en ocasiones que los varones y que
debemos ser tratadas al mismo nivel, con el mismo respeto, con la misma deferencia, pero
en igualdad de circunstancias. Esto es, que podemos trabajar juntos y hacer las cosas de la
misma manera. Creo que ellos han sacado una enseñanza: ven a sus compañeras de clases
con respeto, eso es muy importante.
¿La educaron igual que a sus hermanos?
Sí, en casa predominaban los hombres y nada más éramos dos mujeres, cualquiera podía
decir que la carga de los quehaceres domésticos se inclinaba sobre nosotras, pero en
nuestra casa no fue así. Mi mamá siempre tuvo la precaución de que todos supiéramos
hacer de todo y nos dividía las tareas. Probablemente sí había un poquito de distingo con
las actividades, porque había quien decía que no lavaba trastes, entonces la respuesta era
que eso lo hagan las niñas; pero todos teníamos que barrer igual, recoger la ropa, tender
camas. El regaño era lo mismo para hombres y mujeres, lo mismo que los premios y las
recompensas.
¿Cuando niña o adolescente, imaginó que se dedicaría a la política?
No, ni que precisamente estaría en un puesto público. Cabe mencionar que cuando tenía
aproximadamente 17 años, cuando estaba por concluir mi carrera como maestra de la
Normal “Miguel F. Martínez”, en una ocasión me preguntaron a qué me gustaría
dedicarme, además de ser maestra. Estaba en primer semestre y me hallaba en una
reunión con otros compañeros y con los maestros, ahí les contesté que me gustaría
muchísimo que me dieran la oportunidad de estar en un lugar donde tuviera la capacidad
para la toma de decisiones.
¿Y ahora que es alcaldesa, que le gustaría?
No importa en qué posición se pueda estar, porque simplemente es estar ahí para ayudar
en ese momento. Cuando yo hice ese comentario, recién me habían invitado a colaborar en
el municipio de Santa Catarina, apoyando en una área de difusión cultural, pero realmente
lo que hacía era ser maestra de ceremonias de todos lo eventos, decir algunos discursos,
hacer algunas efemérides, revisar los desfiles, etc. Me parecía fascinante lo que hacían
algunos otros funcionarios donde tenían oportunidad de convivir, compartir y crear
programas de ayuda. Básicamente, ahí nace mi inquietud y esa inquietud ahora me tiene
aquí.
¿Cómo fue que descubre su liderazgo y lo consolida?
Bueno, estuve cinco años en el municipio de Santa Catarina, posteriormente tuve la
oportunidad de colaborar con personas de las que pude aprender muchísimo, como fue el
Ingeniero Óscar Herrera, en un área de asistencia social como Coordinadora de Centros de
Desarrollo Comunitario. Primero tuve como jefe al licenciado José Reyna de la Fuente y
después al doctor Juventino González Benavides, que es un hombre extraordinario del cual
aprendí muchísimo a trabajar en cuestión política. Él acostumbraba decirnos: “No me
digas qué quieres hacer, hazlo y luego coméntame los resultados”. De esta manera evitaba
que desarrolláramos algún tipo de cortapisas. A diferencia de algunos jefes que son más
celosos en su trabajo, él nos dejaba que hiciéramos las cosas, que las desarrolláramos
siempre y cuando fueran encaminadas a brindar asistencia social a la población necesitada.
Luego empecé en el municipio de Monterrey, estuve 12 años en diferentes puestos. Concluí
ese periodo como directora del DIF en la administración de Benjamín Clariond.
También estuve un tiempo en Obras Públicas, y aunque no era ingeniera ni arquitecta
siempre traté de aprender de los demás. Igual colaboré en el DIF de San Pedro Garza
García. Después por un corto tiempo me dediqué exclusivamente al magisterio y dentro del
sindicato. Luego otra vez me volvieron a llamar del partido para darme la oportunidad en
un área de vinculación social.
Toda la vida he sido priísta. Haber sido una estudiante de escuela pública, haber tenido
oportunidades a pesar de las condiciones precarias de mis padres, como no tener seguro
social, vivir en una casa de Infonavit, eso me hizo darme cuenta de que el partido luchaba y
buscaba siempre las mejores causas sociales. El que me hayan invitado a participar en el
PRI estatal me dejó una gran satisfacción.
Posteriormente de ahí me inicié en la campaña del candidato a alcalde por el municipio de
Santa Catarina, desafortunadamente no ganó y, bueno, nos pusimos otra vez a trabajar en
esto, en el sindicato de maestros, en tratar de apoyar a los compañeros, pero siempre
estaban latentes las actividades del partido. Las cosas se fueron dando de tal modo que
llegamos a ser aspirantes a la candidatura cuatro hombres y únicamente yo como mujer.
Pero platiqué con ellos, establecimos una serie de charlas donde cada quien puso en la
mesa sus aspiraciones, muy auténticas las de todos, muy respetables; pero también la
aportación que podíamos hacer al municipio, con nuestra capacidad, con nuestro trabajo,
con nuestro talento y con la experiencia de cada cual.
Yo agradezco a todos los compañeros porque sumaron y fui candidata para la alcaldía del
municipio de Santa Catarina con una visión muy clara de lo que íbamos a hacer: recuperar
un municipio que estaba en manos del Partido Acción Nacional, reto que se presentaba
difícil, pero yo les hacía ver que cuando una tiene clara la determinación las cosas se
consiguen. Y afortunadamente así fue para nosotros, tres de ellos me acompañan como
regidores en la administración; ellos me están ayudando muchísimo en el papel que hoy
desempeñan; el otro compañero fue coordinador de la campaña, entonces lo que hice fue
una suma de esfuerzos para lograr que todos tuviéramos oportunidad de entregar nuestro
talento, nuestra capacidad a Santa Catarina.
¿Es difícil compaginar su vida privada con su vida pública?
La verdad es que no porque estás acostumbrada al trabajo sin horario, desde muy
temprano hasta muy tarde; y los momentos especiales de mis hijos trato de no
perdérmelos, el partido de futbol o algunas actividades, pero ya no es lo mismo. Ahora
tienen que ir el papá o los abuelitos o el hermano mayor, pero les digo a mis hijos:
“Imagínense que nosotros estamos en este momento precioso, de tres años, en que se nos
da la oportunidad de servir”.
Y antes de tomar la decisión o decir que yo era aspirante al municipio me senté con mis
hijos y mi esposo; lo comentamos, lo maduramos, lo platicamos muy bien y vimos cuáles
eran las acciones que tenía que realizar y cuáles eran los tiempos que yo les iba a robar a
todos y a cada uno de ellos. Que iba a ser mamá por teléfono durante el día, revisando
tareas desde el teléfono; pero que era algo que yo quería hacer y sentía que era una gran
oportunidad en mi vida, poder demostrar que las mujeres cuando nos proponemos las
cosas las cumplimos, las hacemos dignificantes con nuestra tarea, no solamente fuera del
partido, también dentro del cargo. Y todos me apoyaron, fueron increíbles en la campaña,
los tres trabajando conmigo junto con mi esposo.
Me estoy perdiendo tal vez momentos preciosos pero no les estoy robando a mis hijos nada
de su vida, tratamos de pasar juntos el fin de semana, ir a misa, comer, estar con los
abuelos. Cuando hay alguna actividad el domingo dentro del municipio, ellos me
acompañan y seguimos con el plan. Como dicen ellos, el plan familiar que básicamente es
lograr que exista mucha comunicación con mi familia.
Desde su perspectiva, ¿ser mujer la coloca en una posición más difícil para abrirse
camino políticamente o es un esfuerzo igual al del hombre?
Yo siento que no, no hay obstáculo, hay que demostrar que sabes hacer las cosas. Porque
querer, mucha gente quiere hacer muchas cosas. Sí es más difícil para una mujer abrirse
camino en una actividad que estaba de alguna manera dominada o destinada para los
hombres, ya que ellos tomaban las decisiones como parte de una situación cultural. Yo creo
que esas cosas afortunadamente se han ido superando; son muchas las mujeres que han
logrado abrir brecha, mujeres que con una gran sensibilidad, con un empuje
extraordinario, poco a poco han ido cambiando la percepción que se tiene del trabajo desde
la política.
¿En materia legislativa, qué haría falta para seguir con estos cambios?
Hemos ido avanzando de alguna manera paulatinamente, tal vez no a un ritmo acelerado
como en otros países. Pero vamos por el camino correcto. Tendríamos que influir con
políticas públicas encaminadas a la educación, sobre todo en la educación escolarizada;
tratar de implementar en una área una materia, la cultura del género como materia para
tener la oportunidad de que todos, hombres y mujeres, entendamos que somos iguales,
somos seres humanos que tenemos las mismas capacidades, las mismas oportunidades de
poder llegar a cualquier ámbito.
Y desde el ámbito de las mujeres pensar en programas que se desarrollan en materia
educativa, establecer prioridades en cuanto a tiempos y espacios que debemos abrir para
que se vayan cumpliendo. Ésta sería la manera en que niños y niñas pudieran tener más
claro cuál es el papel de cada uno en la sociedad. Por ejemplo, recuerdo que cuando estaba
en la primaria había salones de niños y salones de niñas, no eran mixtos. Eso ya fue
cambiando, el primer paso que se dio fue hacer los salones y los patios mixtos.
Hoy en las universidades y escuelas de todo tipo ya vemos una mayor mezcla, las carreras
ya no son exclusivamente de varones, se van equilibrando hombres y mujeres. El
magisterio, por ejemplo, me tocó estudiar una carrera que estaba más predestinada a las
mujeres, en mi salón éramos 35 ó 40 mujeres y sólo siete hombres, nunca se me olvida.
Si tuviéramos la oportunidad de cambiar algo que nos permitiera buscar esa equidad, tiene
que ser en los libros y tiene que ser a través de la educación. Abrir las mismas
oportunidades, aplicarlo de una manera todavía más abierta con nuestros hijos y
esperamos que no se tarde tanto, que nos toque verlo.
En mi compromiso estoy luchando por mejores condiciones de vida para todos, hombres y
mujeres. Mi cabildo está muy equilibrado igual en el caso de las secretarías; por ejemplo,
Desarrollo Urbano o Servicios Públicos, una área en la que mucha gente decía: “¿cómo que
en Servicios Públicos una mujer?”. Bueno, es una mujer con gran talento, gran capacidad,
que ha demostrado que cuando se quieren hacer las cosas bien se pueden lograr.
¿Qué mensaje enviaría a las mujeres nuevoleonesas?
Que vale la pena participar en la política, en la actividad pública. En una ocasión alguien
me dijo que yo estaba muy joven para estar tratando los asuntos de la política y yo le dije:
“¿Cuándo vamos a tener experiencia si no nos permiten aprender, si no nos permiten
participar?”. Y esto me da pie para decir que donde yo he estado he tratado que mujeres
jóvenes participen y vean las bondades de la función del trabajo que tienen que
desempeñar. Es un trabajo maravilloso porque podemos cambiar muchísimas cosas.
Sabemos que estamos transitando por un camino que ya fue abierto, afortunadamente, por
otras mujeres con un gran talento y con una gran visión.
Sin embargo, es triste que muchas mujeres todavía busquen la comodidad. Les digo a las
mujeres jóvenes que no busquen la comodidad sino la superación, el reto, la
transformación; que busquen trascender, no podemos estar estáticas, no somos objetos
decorativos; tenemos capacidad, tenemos talento, tenemos pasión por hacer bien las cosas,
por entregarnos, lo hacemos por nuestra familia, vamos a hacerlo por Nuevo León, vamos
a hacerlo por nosotras.
María Amalia González González de Mares (+)
Alcaldesa de Marín, N.L.
(1983-1985, 1991-1994 y 1997-2000)
Testimonio de su esposo, César Mares.
María Amalia González González nace en la comunidad de Hacienda Guadalupe, en el
municipio de Marín, N.L., el 10 de julio de 1951. Sus estudios profesionales los realiza en
Monterrey, donde obtiene el título de maestra de la Normal Superior del Estado. Su
desempeño profesional sucede en el ámbito social, político y magisterial.
Su trayectoria política dentro del Partido Revolucionario Institucional la llevó tres veces
a la alcaldía de Marín, N.L. Es notoria su permanente actividad a favor de la mujer a
través de diferentes asociaciones sociales y municipales dentro y fuera de sus periodos en
la alcaldía.
¿Podemos rememorar lo que fue la vida, la obra y la trayectoria de Amalia?
Ella es mi esposa, falleció en el 2000, pero para mí sigue viva. Nació en la Hacienda
Guadalupe que pertenece a Marín, N.L., el 10 julio de 1951. Por lo que me platicaba, su
infancia fue tranquila. Sus primeros estudios los realizó en Marín. Su padre fue el señor
Abundio González González y su madre, la señora Marina González de González, puros
González. Fueron seis hijos, tuvo tres hermanos y dos hermanas, ella ocupó el quinto lugar.
La conocí en Monterrey, estudiaba para maestra y era muy reservada; cuando apenas
estábamos tratándonos, no daba su brazo a torcer y tenía yo que estar como ahora se dice,
“sobres”. Una vez fui a buscarla hasta la Hacienda y me dijo una de sus hermanas que
andaba en Zuazua. Fui a Zuazua, la encuentro, me pongo a platicar con ella y le empiezo a
hablar y me dijo: “¿Sabes qué?, yo ahorita no quiero compromisos, ahí nos vemos”. Pero yo
seguí insistiendo hasta que la convencí. El 13 de noviembre de 1976 nos casamos por lo
civil y el 19 de diciembre de 1976. por la iglesia. Ella siguió trabajando como maestra y un
poco antes de que nos comprometiéramos ya le ofrecían a ella que si quería ser alcaldesa
de Marín, desde entonces.
¿Cómo es que ella se interesó en la política?
Ya lo trae uno, siempre participó en todas las cuestiones políticas de su pueblo. Fue
regidora, fue alcaldesa suplente antes de ser alcaldesa electa. Cuando se lo ofrecieron y me
preguntó mi opinión, yo la puse en disyuntiva: O alcaldesa o nos casamos. Decidió que nos
casáramos. Me resistí porque íbamos a empezar una vida en la que había que conocernos,
tratarnos y, si uno no está preparado para una cosa, pues fracasa en la otra. Entonces
pensé que era muy egoísta, pero ahorita no. Más adelante me agradaba que ella
participara, me sentía muy orgulloso, pero también: “Oye, mi hijita, espérate, no
descuides, estamos nosotros, la familia”. Tuvimos dos hijos varones, dos años después de
casarnos.
Amalia tuvo una participación sindical destacada, fue muy activa dentro del
magisterio…
Así es, también le gustaba gestionar cosas para otros, no para beneficio propio ni de unos
cuantos, siempre ayudaba a toda la gente y muy espontánea.
¿Cómo era la aceptación o el grado de aprobación de la comunidad hacia ella?
Por ese lado no hubo problemas ni obstáculos. Los señores grandes de Marín decían: “Oye,
nos está poniendo el ejemplo una mujer”. Y pues sí, no había vuelta de hoja.
¿Una vez que fue alcaldesa la primera vez, usted la alentó?
Sí, la alenté, pero por ser la primera vez fue la más difícil. No estábamos acostumbrados a
que ella estuviera todo el día fuera de casa, a que tenía que tratar con un sinnúmero de
gente, a que llegara cansada. Yo tenía que acostumbrarme también a llegar a la casa y no
encontrarla… como siempre llega uno y está su mujer esperando.
¿Cómo se organizaba ella para llevar las riendas de su casa y las riendas de la alcaldía?
Con un esfuerzo tremendo, las tres veces que fue alcaldesa, en 1983-1985, de 1991 a 1994 y
luego, de 1997 al 2000.
¿Por qué fue tan difícil la primera vez, qué se le complicaba?
Eso, no estábamos acostumbrados ni ella ni yo a estar separados tanto tiempo. Al llegar a
la casa cansados, no había mucha comunicación en principio, logramos superarlo con un
poco de paciencia de ambos, te tenías que aguantar.
¿Usted no ha incursionado en la política?
No. Creo que tengo un carácter muy fuerte, si hay algún problema me pongo a gritar y ella
no; era conciliadora, era una persona muy especial.
Sus hijos ¿qué decían al ver a su madre participando en política?
La apoyaban, aunque sí había problemas. No todo era miel y dulzura, pero los tratábamos
de solucionar de un modo o de otro. Si ella presionaba, yo soltaba la rienda y al revés. Era
una forma de llevar a la familia. La segunda vez ya fue menos tenso todo.
¿Cuando dejaba la alcaldía, seguía participando?
Sí, siempre.
¿Recuerda alguna de las obras importantes que haya realizado Amalia González en el
municipio durante sus gestiones?
Hizo infinidad de obras: el Boulevard Alfonso Martínez Domínguez, que es la entrada de la
carretera Miguel Alemán a Marín, son como dos kilómetros; el jardín de niños Alfonso
Martín de la Garza; la introducción total del drenaje sanitario; un auditorio polivalente
precioso. Hizo muchas obras, unas importantes otras menos, pero la que más me llena de
orgullo y satisfacción es que logró que le autorizaran hacer el puente que une a Zuazua y
Marín. Cada vez que llovía, se llenaba el arroyo y no había paso ni para los de (la escuela
de) agronomía ni para la gente ni nada. Ella siempre fue tenaz para lo que quería, hasta
que logró que se aprobara la construcción del puente. Me sentía muy orgulloso, creía que
era una mujer invulnerable, que a mí me podía pasar todo, porque yo no estaba protegido
de Dios, pero a ella no. Era fuerte, si yo traía un problema ella me tranquilizaba. Era un
apoyo tremendo entre los dos. Yo sabía que tenía madera, cuando veía que flaqueaba le
decía: “No, ya estamos en esto y vamos a echarle ganas, esto va a salir, tú tranquila”.
En las últimas elecciones fue cuando el otro partido estaba muy fuerte, ella había
contendido con gente del mismo partido, pero de diferente grupo. Se nos fue toda la noche
esperando los resultados, estuvo muy reñido en el 1997; eran las cuatro de la mañana y
estábamos todos en el comité de Marín, ella se me acerca y me abraza y me dice: “Ya no
puedo, ya no puedo”. Le contesté: “Ya estamos en esto y vamos a darle hasta el final, tope
en lo que tope, si no ganas no hay nada perdido, nosotros seguimos igual como siempre”.
Hasta las seis treinta de la mañana nos avisaron que había ganado ella, con 15 votos de
diferencia. Sabíamos que venían otras cosas de lo mismo, que iban a impugnar, pero el
que estaba encargado de eso decía que ya estaba el triunfo definitivo. Para ella fue el
periodo administrativo más difícil, por la cantidad de gente que eran amigos y que dejaban
de serlo. La gente de ahí conoce a todo mundo.
¿Había algo que a le molestara a Amalia, particularmente en términos de política o que
hubiera constituido un reto difícil?
Ya cuando estaba por terminar su periodo administrativo, antes de que se enfermara, le
preocupaba mucho que el otro partido hubiera adquirido mucha fuerza. Tenía temor
entregarle la administración a una persona de otro partido porque ella había luchado
mucho por el suyo. Aunque en otras ocasiones, por problemas políticos la quisieron sacar
del partido.
¿Cómo fueron sus últimos años, ella dejó de lado su carrera magisterial para dedicarse
cien por ciento a la política o la retomó en algún momento?
Sí, casi, digamos que la dejó de lado para dedicársela a su carrera política. Siempre trató de
trabajar en otras cosas, colaboró en Atención a Víctimas de Delito. Tiempo atrás estuvo en
relaciones públicas de la Facultad de Agronomía. Era muy activa y le gustaba mucho todo
eso. No le gustaba estar sin hacer nada.
¿Qué opinaba de los problemas que tenemos las mujeres?
Se preguntaba cómo era posible que tanta mujer fuera golpeada por algún miembro de la
misma familia, y que vayan a que las atiendan, pero sin denunciarlos. A ella le podía
mucho cuando el padre o un hermano abusaba de alguna de la de las niñas, no lo podía
creer.
¿Comentó alguna vez sobre lo que pensaba respecto a qué nos falta a las mujeres para
tener más derechos?
Ella decía que las oportunidades se veían truncadas, en una ocasión trató de ser diputada y
vino tan decepcionada de cómo estaba viciado todo aquello. Había personas que tenían ya
mucho tiempo, mucha edad y seguían ocupando esos puestos, no daban oportunidad y
menos a la mujer. Le molestaba y se sentía frustrada, pero se tranquilizaba porque
encontraba otras alternativas para ella.
¿Cómo fueron sus últimos tiempos?
Estaba por empezar a hacer el tercer informe de su administración, el último. Una amiga
de ella después comentó que Amalia ya quería terminar esta administración porque sentía
que tenía muy abandonada a la familia. A nosotros no nos lo decía, porque sabía que le
íbamos a agarrar la palabra. Lo comentaba por fuera.
No nos sentíamos abandonados, nos sentíamos orgullosos cien por ciento en todo lo que
ella realizaba, como amaba a su pueblo quería darles más y más. Ella se enfermó en junio,
en mayo le hablaron de la Secretaría de Hacienda y le donaron refrigeradores, mucho
artículo de ese tipo para el Día de las Madres, tuvo que ocupar casi un tráiler. Ella dijo que
se lo había mandado Dios, no lo esperaba. Fue un triunfo con el pueblo de ver aquello, pero
no sabíamos lo que Dios le iba a cobrar a ella: su vida. Pero siempre fue muy creyente,
siempre creyó que todo venía de Dios.
Murió en Monterrey. Estuvo internada cinco meses en el hospital, cuando nos dijeron que
ya no podían hacer más en el hospital, la trajimos a Monterrey porque estaba más cerca del
auxilio en caso de que se requiriera. La sepultamos en Marín el 14 de noviembre de 2000.
Su gestión quedó trunca, una persona la suplió, ella ya no alcanzó a dar su tercer informe.
¿Tuvo algún reconocimiento por parte de la comunidad?
Quizá me va a estar mal decirlo. Ella no se dio cuenta, por su enfermedad, pero ganó el
otro partido y entonces, nunca la reconocieron. Cuando se inauguró el puente, vino el
gobernador Fernando Canales y el arquitecto Óscar Bulnes, hablaron muy bonito de ella, el
alcalde no la mencionó para nada. Sin embargo, ahora está un alcalde del mismo partido,
acaba de hacerle un homenaje y pusieron una placa en el puente de Marín hacia Zuazua
haciendo honor a su trabajo. En esa temporada donde estaba el otro partido se empezó a
hacer gestiones para que le dieran una medalla al mérito, se lo boicotearon y no fue
posible. Quizá ahora sí.
¿Cree que ella tuvo una vida satisfecha, plena, se sintió bien con todo lo que hizo?
Yo digo que sí, ella llegaba orgullosa, contenta, feliz. Cuando yo no iba a verla, llegaba a la
casa y platicaba todos los detalles, muy contenta.
Como alguien muy cercano a la vida y trabajo de Amalia, ¿podría darnos su opinión
sobre las mujeres que participan en política?
Para empezar, todas las mujeres que participan en algo así, mis respetos y yo las admiro
profundamente porque desarrollan una labor muy especial en cualquier ámbito. Siempre
he pensado que la mujer tiene algo especial, el sexto sentido, y tantas cosas que las hacen
ser especiales. Para mí, mi esposa fue especialmente maravillosa.
Albeza González González
Alcaldesa suplente de Marín, N.L. (1976-1977)
Nació en Los Ramones, N.L., del matrimonio formado por Rita González y José María
González. Casada con Raymundo Rodríguez Mireles, con quien procreó a Francisco
Javier y Marta. A sus 65 años, Albeza hizo estudios como ministra eclesiástica.
Antes de iniciar esta charla, usted resumió lo que están haciendo las mujeres en la
política de Nuevo León con una sola palabra…
Historia. Vamos dejando historia porque somos y estamos aquí en esto por algo; con un
propósito venimos a esta vida, ya sea que nos toque llenar de vida o terminar un ciclo
político o un periodo, como a mí me tocó, a la muerte de mi esposo. Con muchas
satisfacciones hemos sacado el nombre para dejar huella, como mujeres que podemos
desempeñar también cargos públicos.
¿Cómo fue que inició su interés en el trabajo comunitario?
La manera en la que llegué a esto no fue muy agradable, quiero decirlo. Transcurría el
periodo del doctor Pedro Zorrilla Martínez como gobernador del Estado de Nuevo León.
En el año de 1974 el candidato oficial a la alcaldía fue mi esposo, Raymundo Rodríguez
Mireles, postulado por el PRI; posteriormente quedó como alcalde con la convención
delegada. Mi esposo trabajó arduamente por dos años y medio, luego en 1976, lo
sorprendió la muerte, un acto criminal.
Para mi familia fue doloroso, un golpe muy duro. Por consiguiente nuestra vida cambió el
rumbo porque empecé a ser madre y empecé a ser padre, como premio de Dios. El alcalde
suplente, Eleazar González Martínez, fue quien vino a decirme que si quería tomar el cargo,
le dije que no me correspondía a mí; vino el sacerdote y de igual manera me lo dijo.
Había grandes responsabilidades, grandes compromisos, grandes obras que no se habían
terminado, teníamos que continuar firmes y cumplir con lo que él, mi esposo, les prometió.
Cuando pasó la tragedia estaban abiertos los cimientos del auditorio municipal, pero como
mujeres que somos, debemos tener el empuje y la certeza de que podemos, si creemos en
Dios.
Entonces yo dije: “Señor, me has dejado una responsabilidad muy grande, pero contigo lo
puedo hacer”. Hablé con mis hijos, ya como líder de la familia y líder del pueblo los tenía
que sacar adelante a ellos y tenía todos los compromisos que dejó mi esposo, todas las
obras que estaban comenzadas.
Para mí la responsabilidad más grande era cumplir la promesa que él había hecho, el
juramento que había hecho; le privaron a él de la vida pero yo quedé libre para poder
cumplir. Para mí fue una satisfacción muy grande poder concluir con todas las obras que
estaban comenzadas.
¿Cómo lo hizo?
Se terminó el auditorio municipal que ya estaba muy reducido. Mi esposo hizo grandes
cambios en esos dos años y medio. Te voy a decir una palabra aunque no quiera, parece
que iba acelerado, le puso el pie a todo el acelerador, iba velozmente, cada día entraba y
salía y decía: “voy a hacer esto, voy a hacer lo otro”.
Como un recordatorio te voy a decir esto para que quede en la historia, mi esposo y yo
habíamos nacido el mismo año, el mismo mes, el mismo día, teníamos los mismos
sentimientos, los mismos deseos de trabajar por el pueblo.
Él decía: “Dios nos ha favorecido mucho, ¿por qué no dedicarle? y no voy a tomar un cinco
de la presidencia y vamos a empezar a pavimentar cuadras, a sacar a la carretera”, que era
toda de piedra. La primera obra comenzó sacando la carretera, pavimentó 20 cuadras y
cuando fuimos con los señores Chapa, muy notables en Marín, para decirles que queríamos
continuar este proyecto, ellos nos dijeron que “todos quieren hacer algo, pero nadie quiere
hacer nada”. Les contesté que el pueblo había cambiado, que habíamos trabajado
arduamente y no tenían ni idea lo que habíamos hecho por este pueblo.
Mi esposo y yo nos casamos en 1958 y vivimos en Estados Unidos durante ocho años.
Cuando menos esperábamos salió la oportunidad de regresar a México, ya teníamos algo
en la financiera y algunas propiedades. Fue la satisfacción de volver al pueblo a relajarnos,
a trabajar, a ayudar en todo lo que se pudiera. Mi esposo quería que nuestros hijos tuvieran
un título y pudimos darles una educación profesional que nosotros no teníamos, pero la
anhelábamos para ellos.
Luchando y echándole ganas se pudo, sacamos a nuestros hijos adelante. Mi hijo tenía 17
años cuando mataron a mi esposo. Me asignaron como alcaldesa suplente con mucho
apoyo del pueblo, el gobernador era Pedro Zorrilla Martínez. Quiero decir que con la ayuda
estatal, federal, la ayuda del gobierno y de todos, se llevaron a cabo todas las obras que
estaban comenzadas.
Los señores Chapa se dieron cuenta de que estábamos trabajando, nos mandaron un
arquitecto y por último se comprometieron a que, si terminábamos la obra del auditorio y
se le ponía el nombre de su padre, nos donarían 200 mil pesos. Lo acepté de muy buena
gana. El arquitecto nunca falló, ésa fue la primera obra grande que yo terminé.
También estaba el teléfono, la promesa de que se iba a instalar la caseta. Se amplió la red
para 250 teléfonos cuando solamente habíamos tenido un teléfono en la presidencia y ahí
corrían todos los mensajeros. Una responsabilidad más y con mucho gusto lo hice.
¿Y qué comentaban las mujeres de Marín cuando vieron su desempeño?, ¿se ve usted
como un ejemplo para ellas?
Yo lo fui y ellas querían más, pero no podía continuar, era preferible. Yo quise poner en
alto a la profesora Amalia González González, todavía no se casaba, era vocal entonces, y
mi esposo creía que en su tiempo, y con un buen esposo, ella haría grandes obras en este
pueblo. Habíamos visto la armonía de todo el equipo que trabajaba en la presidencia; la
mesa directiva, secretarios, tesorero, todo el personal de la presidencia y ella también, tan
espontánea.
Para mí fue un privilegio que ella me apoyara en todo. Qué privilegio fue tenerla con
nosotros, qué bueno que ella estuviera ahí con todo el entusiasmo del mundo y con la
ayuda de Dios y su marido. Para poder salir necesitas la bendición de tu marido. Te
aseguro que ella nunca salió sin que el esposo le dijera: “Échale ganas”.
Cuando terminó el periodo en que dimos el informe, pudimos terminar la obra del
auditorio, lo más hermoso. El primer evento ahí fueron las bodas de oro mis padres; en
segundo lugar, tres o cuatro días después, se casa Amalia, la primera boda en el auditorio
municipal. Como eso, hubo otras muchas obras que se hicieron.
Vinimos a Monterrey para que nos aprobaran la obra de una preparatoria y se vino acá la
Facultad de Agronomía de la Uni. Bendición que recibió el pueblo porque se volvió un
centro de trabajo, más de 90 trabajadores están ahí desde ese tiempo. Pocos municipios
han tenido el avance que tiene Marín, yo tuve el privilegio de atraer la Facultad de
Agronomía a Marín; lo más importante es que hubo jóvenes que pudieron terminar o
seguir una carrera porque, como pueblo pequeño, los padres no podían darles lo suficiente
para que se fueran a educar y hacer una carrera en Monterrey, ¡qué privilegio que llegara la
Facultad de Agronomía!
Mi hija estaba recién graduada como secretaria cuando llegó la Facultad y empezó a
trabajar ahí, luego me dice: “Mamá, ¿sabes qué? Yo quiero una profesión, no quiero que
nadie me mande, yo quiero dejar huella”. Ella es doctora. Mi hijo también estudió en el
Tecnológico, privilegio que Dios nos ha dado a pesar de que venimos de familias humildes,
Él nos ha dado grandes bendiciones, somos de provecho para el pueblo, somos muy
buscados. Aún, en una pequeña hacienda que tenemos, ahí llega la gente buscando
consejo, buscando auxilio.
¿Continuó su participación, aunque no hubiera tenido puestos de elección popular?
Regresé a Estados Unidos, como habíamos prometido que nuestros hijos tuvieran un
título, ya después el idioma lo aprenderían. Mi esposo no quería que el dinero de la
financiera se moviera para que ellos tuvieran suficiente, nunca supo que en realidad iba a
faltar, por eso regresé. Además, mi hija se casó y fue a Estados Unidos para que su marido
tuviera residencia. Mis hijos nacieron en California.
Cuando volví a los Estados Unidos, a mis 65 años, me fui al Instituto Bíblico, por una idea,
un deseo que tenía de estudiar la Biblia, de saber las cosas más profundas de Dios y la
misericordia de Dios me alcanzó. Llegué a una iglesia donde me aceptaron; mi hijo, mi
nuera, mi yerno y mi hija estudiaban ahí. Yo tenía muchos deseos de estudiar, cuando
inicié había 20 jóvenes y fui motivación para ellos, hubo hasta doctores. En tres años
terminé las 27 materias, ética profesional, consejería pastoral y todas las materias
eclesiásticas; yo estaba preparada para venir a levantar una iglesia evangélica.
Cuando pasamos a Estados Unidos en 1956 que emigramos, lo primero que dijimos fue:
“Señor, si tú nos bendices, compraremos un terreno, haremos un templo y tu palabra será
predicada”. Llevar mensaje a los que están necesitados, visitar a los enfermos, ir a los
hospitales es una misión más, como un liderazgo.
Me tocó ir a Israel, viajé en avión 20 horas, jamás me había paseado en un avión y para mí
fue un privilegio ver los mares, esas grandes bañeras donde millones y millones de
personas disfrutan las playas pero no las valoran, no cuidan la vegetación, tantas cosas
maravillosas que tiene el mundo, pero el humano no lo valora.
¿Si pudiera dejar un mensaje a las mujeres interesadas en la política, cuál sería?
Que si ellas comenzaron o están en el camino de la política en el partido, el PRI, que
continúen, que dejar huella es lo más importante. Nuestro partido nos ha resarcido por
décadas. No importa el partido en el que estés, mujer, camina firme y más que todo, busca
la alianza de Dios. Sé transparente. Mujeres nuevoleonesas, mujeres del mundo entero,
busquen lo recto. Valoremos este pueblo, esta nación, este país, cada cosa, cada avance, la
tecnología. Busquen ser transparentes porque recuerden que no van solas. Busquen la paz.
Hagan lo mejor que puedan por ustedes y por los demás.
Josefa González Guerra de Rueda
Alcaldesa de Dr. González, N.L. (1980-1982)
Josefa González Guerra de Rueda nació el 22 de abril de 1933, en el municipio de
Dr. González. Su madre es Josefa Guerra González y su padre, Julio González
Martínez. Está casada y tiene cuatro hijos. Estudió para maestra en la Escuela
Normal “Miguel F. Martínez”.
Fue alcaldesa suplente de su municipio y de 1980 a 1982 fue electa presidenta municipal.
Fue responsable del programa Defensa a la Economía Familiar de 1987 a 1990, entre
otros cargos. Actualmente es directora del centro cultural “Juan Bautista Chapa”, en Dr.
González y enlace del Instituto Estatal de las Mujeres Nuevo León.
¿Cómo fue que se convierte una líder política hasta alcanzar el cargo de alcaldesa?
Mi padre siempre fue un hombre que estuvo afiliado al Partido Revolucionario
Institucional (PRI), desde que era PNR y PMR, te estoy hablado de 1918-1920, del siglo
pasado. Fue un hombre muy activo en las filas de nuestro partido. Siento que mucho fue
ver que le gustaba estar en asuntos de partido, era orador en los mítines políticos. Desde
que tuve uso de razón él era político de hueso colorado, creo que fue pensando en él por lo
que yo me metí muy fuerte en la política
¿Usted fue hija única?
No, yo soy la hija número 11 de 14 en total.
¿Qué fue lo que la hizo seguir el modelo de su padre más que el de su madre?
Mi madre jamás dijo que no. Le gustaba la política, pero como tuvo tantos hijos, siento que
se dedicó mucho a las cuestiones del hogar. Yo también me dedico a las cuestiones del
hogar. En mi casa cuando dispongo de tiempo sé lavar, planchar, soy una mujer de hogar.
¿Cómo ha conciliado su vida doméstica y privada con su vida política?
Tengo un esposo excelente que siempre me dejó participar, me ha dejado trabajar, en
pocas palabras me ha dejado ser yo. Está de acuerdo en que me desempeñe en algo que
mantenga mi mente ocupada, que dé un poco de mí misma a los demás. Eso a él le place
sobremanera. Tú sabes que en gran parte de estas cuestiones si el marido no está de
acuerdo no vas a ninguna parte, ¿no es cierto? Vale mucho que te dé la oportunidad de
servir a los demás, de trabajar y de hacer historia, de dejar huella por tu paso en la vida.
Eso a mí me satisface mucho. Yo ya tengo que contar.
¿Le costó trabajo su vida política?
En algunas ocasiones sí. Para llegar a la presidencia municipal de Doctor González tuve
que jugar dos veces, porque, por principio de cuentas, no somos muy bien vistas las
mujeres. Los hombres siempre creen que les vamos a robar posiciones y no es cierto; las
mujeres no robamos posiciones a nadie. El machismo indiscutiblemente ha tomado parte
muy fuerte en las cuestiones de política en cuanto al desempeño de la mujer.
En muchas partes a donde fuimos a pedir el voto me decían que el municipio de Doctor
González no estaba preparado para que lo manejara una mujer; por hombres sí, no sé por
qué. Fíjate, la primera mujer alcaldesa a nivel nacional, la maestra Victoriana Garza, era de
Doctor González, yo fui la segunda alcaldesa. ¡Cállate! No era bien vista por el hecho de ser
mujer, pero hice una gran función, no me arrepiento.
¿Cuáles fueron sus mayores aportaciones?
Desde antes de serlo ya me había preocupado mucho por el municipio de Doctor González.
El templo no tenía campanario e hicimos un patronato, yo era la presidenta, y recaudamos
fondos para hacerlo. Yo era alcaldesa suplente.
Me tocó la gran suerte de haber sido presidenta municipal en la época del licenciado
Alfonso Martínez Domínguez, se hizo una cantidad de obras excelentes. Hice 84 obras y fui
alcaldesa de tiempo completo. Tenía nada más gastos de representación, cinco mil pesos
mensuales, mi presupuesto era muy bajo pero pedí obras y don Alfonso creo que en casi en
todos los municipios vació la canasta, como decimos vulgarmente. Doctor González fue
favorecido en aquel entonces. Yo me incliné mucho por la educación; no había jardín de
niños y se hizo en mi tiempo; le puse mucha atención a las escuelas del municipio, de todas
las localidades; siempre estuve muy al pendiente de que todo marchara bien en lo que a
educación se refiere.
¿Cree que en ese periodo particularmente se haya dado impulso a la mujer?
A la mujer sí. En un evento que se hizo en el Auditorio Luis Elizondo, yo tomé la palabra y
le pedí a don Alfonso el 25 por ciento de las alcaldías para mujeres y nos lo concedió. Por
primera vez en Nuevo León hubo siete u ocho alcaldesas en el trienio siguiente. En aquel
entonces yo era botón de muestra, eran 50 alcaldes y una alcaldesa. De ahí tomo la idea de
que por qué nada más una. A veces me sentía cohibida, me sentía mal entre tantos señores.
¿Cómo la trataban?
Excelentemente bien y al señor gobernador, de veras que Dios lo tenga en paz, siempre lo
voy a recordar con mucho entusiasmo, con mucho afecto; fue un hombre muy bueno, me
apoyó muchísimo para que se hiciera la cantidad de obras que se hicieron en Doctor
González por primera vez. Cuando fui alcaldesa se hizo una carretera que todo el mundo
añoraba, la carretera Miguel Alemán- Nuevo Repueblo– El Guardado, para unir a todos los
poblados con la cabecera; me incliné mucho por la agricultura, por la gente del campo,
siento que ellos se lo merecen todo.
¿En algún momento pensó que por ser mujer tenía que demostrar que sí podía?
Tuve ese pensamiento 365 días del año y sabía que si cometía un error, por el hecho de ser
mujer, me iban a poner el dedo, como se dice vulgarmente. Entonces hice hasta lo
imposible por trabajar y trabajar y trabajar intensamente, para mí no había horario, le
dediqué mucho tiempo a esa administración. Recuerdo que cuando entregué la semilla
para los campesinos, te aseguro que me quedaba hasta las doce de la noche en la
presidencia municipal esperando a que vinieran, no solamente los de Doctor González, los
de Cerralvo, de Los Ramones, los que quisieran venir a comprar semilla barata. Ahí estaba
yo y estaba mi gente para atenderlos de inmediato.
¿En esa época ya tenía sus hijos? ¿Cómo le hacía para atenderlos?
Ya estaban trabajando todos. Fíjate que no batallé, fueron unos alumnos excelentes, muy
buenos todos mis hijos, los cuatro. De veras te digo que no batallé con su educación, y
hasta la fecha siguen siendo unos hijos maravillosos, los amo. Tengo también trece nietos.
Una satisfacción muy grande es saber que uno de mis nietos, el mayor, ahorita está en un
barco de otra nacionalidad trabajando en el mar en las plataformas marinas, no de
PEMEX, de cierto trabajo que están desempeñando en el mar.
¿En algún momento ha defendido como política los derechos de las mujeres?
Es por primera vez y me satisface tanto. Le doy mil veces gracias a María Elena Chapa, que
es de mi pueblo y yo la quiero mucho, porque se merece el respeto de todos, ha hecho
mucho por las mujeres, muchísimo. Ahora que ella me ha dado la oportunidad me siento
casi realizada. Fíjate, me está dando la oportunidad de llegar a las mujeres de mi pueblo
como enlace del Instituto.
¿Hemos avanzado en materia de equidad entre hombres y mujeres?
Yo siento que sí, y estoy segura que lo van a lograr, María Elena tiene gente muy bien
preparada. Creo que se hará historia pero en grande, porque son las pioneras. María Elena
es muy incisiva, cuando se propone algo lo logra. Ojalá que hubiera unas cincuenta María
Elena Chapa. De siempre – yo no tengo por qué decirlo ni hablar mal de los hombres, mi
respeto para ellos– pero a las mujeres casi no nos dejaban destacar, ellos primero, siempre
ellos, después ellos, ¿a poco no?
¿Cuál es su opinión acerca de sus méritos y cualidades?
Pues que he hecho poco, siento que no es el momento de que me vaya a la mecedora,
quiero hacer más por mi pueblo y mucho más por mis mujeres; y me inclino muchísimo
más, fíjate, por la gente del campo, por las que viven en las localidades de mi municipio,
me voy acercar mucho a ellas. Te aseguro que todo lo que pueda lo voy hacer por ellas.
¿Qué quisiera decirle a las mujeres de Nuevo León?
Que no se queden, que sigan adelante, que luchen. Hay que luchar mucho, brazo con brazo,
codo con codo y con todo el entusiasmo y todas las ganas para sacar este proyecto adelante.
Es un proyecto muy ambicioso y muy hermoso, yo siento que las mujeres nos merecemos
todo. Las mujeres damos mucho a cambio de nada a los hijos, al marido y a las cosas que
hacemos, les dedicamos los mejores años de nuestra vida; porque nosotras no
solucionamos los asuntos en las cantinas ni en las jugadas como los señores, nosotros lo
solucionamos en la casa, dentro del seno del hogar o en la oficina donde estemos
laborando. Les deseo a todas ustedes que no vayan a desmayar, que echen toda la carne al
asador, que sigan adelante, vale la pena.
Rebeca González Gutiérrez
Alcaldesa de Bustamante, N.L. (1974-1976)
Rebeca González Gutiérrez nace en el municipio de Bustamante, N.L. Su padre es
Nicolás González Gutiérrez y su madre, Rebeca Gutiérrez de González. Es la hija
menor de un total de ocho hermanos. Tiene una hija y un nieto. Estudió
contaduría privada en la academia “Mariano Santos”, en Monterrey.
En su quehacer político destaca pertenecer al Partido Revolucionario Institucional (PRI)
y haber sido alcaldesa del municipio donde nació, durante el periodo 1974-1976.
¿Cómo fue su infancia, alguien fue su modelo a seguir?
Mi padre era ganadero y mi madre hacía de todo: era comerciante, se dedicaba a la cocina,
los hijos. Mi madre se casó y no volvió a salir de su casa, era muy dedicada a su familia.
Pero mamá, con todo y sus trabajos, trataba de que todos estudiáramos, que fuéramos
profesionistas, pero desgraciadamente a unos no les gustaba y se regresaban. Tengo un
hermano ingeniero. Yo ahí sí considero que en la casa fue un matriarcado, la de los
“pantalones” era mi mamá, era ella la que decidía.
¿Había mujeres estudiando igual que usted?
Sí, pocas, pero había. Pero en la primaria, en Bustamante había escuela de niños y escuela
de niñas, hasta el último año, en sexto, ya fueron mixtas.
Platicaba que estudió comercio, llevó una vida muy tranquila y de pronto, ¿qué sucedió
para que se interesara en la política?
Mi padre fue dos veces candidato a alcalde, pero no ganó las elecciones. A mí me metieron
de relleno en una terna con dos hombres y yo me enojé bastante, porque a mí no me gusta
mucho la política, pero toda la gente del pueblo acudió a mí y dijo que yo y ahí lo hice.
Sin saberlo yo, se juntaban los grupitos de caballeros y sus planes de a quién iban a lanzar
para candidato, iban a lanzar a las otras dos personas y buscando a quién meter de relleno,
y ahí me metieron.
¿Qué veían en usted?
Es que yo convivía con todo el mundo. Por ejemplo, se enfermaba la gente y una amiga y yo
los llevábamos a Sabinas o la traíamos a Monterrey. Ahí me acabé dos o tres carros en los
viajecitos. Y yo creo que vieron que podía hacer algo, pero no pensaban que iba a salir
electa, para nada.
¿A qué se dedicaba antes?
Yo hacía de todo, tuve negocitos de todo, desde tortillería, carnicería, ferretería; le pasé
después todo a mi compadre para dedicarme exclusivamente a la alcaldía.
¿Y por qué pensó que no podía ganar?
Por ser mujer y por no tener carrera política.
¿Cómo se sintió cuando se vio involucrada en la participación?
Yo les dije que me quitaran de la terna… y no, que ya no se podía. Les comenté: “Ah,
bueno, voy a entrar pero voy a entrar a ganar, si no, me quitan a como dé lugar”.
¿Qué fue lo que hizo para ganar?
La gente me apoyó. A toda la gente se le ayudaba, se le aconsejaba. Ya ve que en los
pueblos se acostumbraban a sentarse en una mecedora en la banqueta, todo mundo llegaba
a platicar con mi papá, decían que le hacía mucha competencia al sacerdote. Papá los
“confesaba” antes de que llegaran a la iglesia, les preguntaba de quién era hijo, de quién
era nieto. Así les digo yo ahora, ¿de quién eres nieto?, para poder saber más de la gente.
Una vez que estuvo en la alcaldía, ¿en que sé enfoca?
Había muy poco dinero para hacer obras pero las mujeres de Bustamante son aventaditas.
Iban a decirme que querían agua porque estaban batallando, yo les contestaba que me
hicieran la zanja. Cuando fui a verlas, ellas mismas estaban haciendo la zanja para que se
les pusiera el agua.
Las mujeres de Bustamante no estábamos acostumbradas a ir a la presidencia municipal,
los que iban eran los hombres cuando había cualquier problemita. Después yo llené la
presidencia de mujeres. Como le digo, después puse maestros de cocina, música y una bola
de cosas, entonces se llenaba.
Si pregunta a algunas personas de Bustamante entre las que no soy muy apreciada, podrán
decir que no hice nada; pero no se dan cuenta de que las obras que se hicieron están
enterradas. Aparte se hizo un Centro Social, se extendió la red de luz, de agua potable, de
drenaje. El Centro Social sí se ve, pero lo demás no. La gente de las orillas del pueblo sí me
recuerda, porque a ella fue a la que más beneficié.
¿Vivió algún tipo de rechazo por parte de los hombres?
Fíjese que no. Es más, en Bustamante siempre se divide la gente y yo traté de unirlos.
Nunca tuve ningún problema. Estaba lleno de mujeres y ya se defendían más.
¿Cómo combinó su vida personal y su vida pública?
Sin problemas. El último año desgraciadamente se enfermaron mi mamá y mi papá; ahí
andaba yo de la presidencia a la casa y de la casa a la presidencia, pero gracias a Dios todo
salió bien.
¿Cree que por ser mujer la hayan colocado en una posición diferente a la de los hombres
que han sido alcaldes en Bustamante?
Creo que en una mejor posición. Porque las mujeres iban con más libertad a consultarme o
a pedirme cualquier cosa. Es más, iban a la casa y se pasaban hasta el último cuarto, donde
yo estaba acostada. No había problemas, aún estando dormida, mi mamá les decía que me
despertaran.
¿En algún momento usted ha tomado la causa de los derechos de las mujeres?
No, para todos por igual. Sigue yendo mucha gente a la casa, mujeres y hombres que me
insisten para que vuelva en la próxima. Ya no quiero saber nada. En primer lugar yo ya
estoy muy grande, es mejor gente joven que tenga más ánimos y que hagan mucho más por
Bustamante. De hecho, cuando fui alcaldesa en Bustamante que había reuniones, era
entonces gobernador Pedro Zorrilla, siempre me sentaba junto a él y me ponía con los
alcaldes del sur. Yo tenía mi plan de pedirle y pedirle, pero yo oía a los demás decirle que
se estaban muriendo los animales, que no tenían qué comer y que quién sabe qué, ¿qué
podía pedir yo si en Bustamante teníamos de todo, gracias a Dios?
¿Cuales fueron los retos que enfrentó?
Creo que no tuve retos porque lo que tenía que hacer, lo cumplía.
¿Cree que hemos avanzado en materia de equidad?
Sí, sí creo. La prueba está en Bustamante, ya hubo tres alcaldesas, aunque eso no ha sido
en todos los municipios. Bustamante es un pueblo donde hay de todos los partidos, PRD,
PAN, PT y el PRI. Yo, por ejemplo, tengo en casa una señora que era del Partido del
Trabajo y yo nunca influí para decirle que votara por el PRI. No, yo dejo que cada quien sea
lo que quiera, como en la religión, si eres evangélica sigues siendo evangélica y yo soy
católica.
¿Se percibe como una líder?
Pues no me siento inferior a ningún hombre. Yo me siento a nivel, tampoco superior, pero
a nivel.
¿Cuáles cree sean los asuntos pendientes para que vivamos con equidad?
Pues yo creo que vamos bien, yo creo debería ser, por ejemplo, en el congreso el 50 y el 50
por ciento y en las alcaldías y en todo.
¿Cree usted que las mujeres ven cosas que los hombres no, me refiero a las líderes
políticas?
De perdido somos más honestas, es mi punto de vista muy personal.
¿Podríamos hablar de sus valores?
La que podría decir eso sería otra persona, no le voy a echar crema a mis tacos sola. Pero
creo que mi valor es la integridad, el trabajo, la honestidad y tratar de ayudar a la gente.
¿Qué le gustaría decirles a las mujeres de Nuevo León?
Me gustaría decirles que no nos dejemos, que sigamos adelante; no tratar de superar al
hombre, sino ir hombro con hombro.
Victoria González Gutiérrez
Alcaldesa de Mina, N.L. (1970-1971)
Nació el 23 de diciembre de 1924 en Espinazo, N.L. Su padre fue Juan González y su
madre Petrita Gutiérrez Villarreal. Es la tercera hija de un total de cuatro hermanos.
Concluyó su educación básica en el Instituto Laurens de Monterrey. En sus inicios fue
maestra empírica, y al paso de tiempo se titula como maestra de primaria, labor que
ejerció por 43 años.
Fue la primera alcaldesa del municipio de Mina de 1970 a 1971, así como secretaria de
educación en la Liga de Comunidades Agrarias y secretaria de Acción Femenil.
¿Qué nos puede contar de sus primeros años, cuando terminó sus estudios básicos?
Pues cuanto acabé, seguí ayudándoles a las maestras, mi mamá recibía a la gente que iba a
San José de la Popa, porque ya no estábamos en Espinazo, sino en este lugar del municipio
de Mina. A ella le gustaba mucho la política, recibía a esas personas que eran autoridades,
les daba de comer y todo; y platicando le dijo a uno de ellos que tenía una hija que quería
trabajar; entonces le dijeron que no se preocupara, que le iban a gestionar un
nombramiento. Y así fue, me llegó el nombramiento del estado. Me fui a trabajar al ejido
Cañangos la primera vez. Fueron como siete años los que trabajé para el estado como
maestra empírica.
Seguí trabajando. Luego solicité la plaza federal y me la dieron, y se abrió un instituto en
Monterrey para titular a todos los maestros que no tuvieran ese documento; vinieron
maestros de México y ahí estuve estudiando, estudié secundaria, estudié primaria, ahí está
el título. Después estudié belleza y corte y confección, también me titulé de corte.
¿Cómo era entonces la situación para las mujeres?, ¿además del magisterio había otras
posibilidades en las que pudieran estudiar, desarrollarse y trabajar?
Pues yo no trabajé en otras cosas, casi siempre en los ejidos. Me vine acercando y luego
llegué a Hidalgo. La escuela federal que hay yo la solicité y se hizo una escuela con 12
maestros, yo la fundé, hice toda la gestión; estaba trabajando en la Liga de Comunidades
Agrarias como secretaria de acción y por medio de eso hice una solicitud al presidente de la
República que nos vino a visitar, aprobaron la escuela Benito Juárez. Todavía hasta ahorita
está funcionando muy bien.
¿Se fijó en la política a través del interés de su madre?
Sí, ella era secretaria, en la escuela era presidenta de la mesa directiva; luego, ya que vino
lo de la liga agraria fue presidenta del ejido; iba con ella a veces, la acompañaba, tenían
reuniones en Monterrey. Le gustaba mucho la política. Me empezó a interesar a mí
también desde entonces.
Luego ya vino la oportunidad de ser presidenta municipal del 1970 al 72, por el municipio
de Mina, porque allá teníamos todas las propiedades y todo. Pero nos trasladamos a
Hidalgo porque mi mamá se puso enfermita, la traíamos muy seguido y mejor decidimos
estar aquí. Ésa fue una de las dificultades, que no vivía allá en Mina.
¿Usted radicaba en Hidalgo y era presidenta en Mina?
Sí, y primero se me cuestionó que por qué me iban a dar la presidencia. Los campesinos me
apoyaron y entonces vino el punto de cómo iba a ser presidenta una mujer que no vivía en
el municipio. Como maestra, trabajaba en los ejidos, entonces me conocía todo el
municipio y me apoyaron. Fíjese, contendió conmigo un primo hermano, era de Mina, los
ricos lo apoyaban y decían que yo no iba a ganar, que no era posible porque ni vivía ahí.
¿Ese tiempo que estuvo como maestra dejó el magisterio?
No. Yo trabajaba en la tarde, iba en la mañana a cumplir con la presidencia municipal y me
iba en la tarde a dar clases en la escuela; pero esto lo hacía apoyada por el sindicato. Y
luego se descubrió que el sindicato me apoyó. Pues llegó el día y me llamó el director de
Educación y le dije que estaba trabajando como maestra por las tardes. “Lo sé, dijo, y si ha
recibido algún dinerito lo tiene que regresar”. “Pues sí lo regreso”, le dije, pero en Mina no
gano, no me dan sueldo.
¿No tenían sueldo los alcaldes?
No ganaban sueldo. Era lo que quisieran darle.
¿Y le pidieron que dejara de recibir sus ingresos como maestra?, ¿cómo le hacía?
El sindicato me ayudó y seguí trabajando igual. Iba a la alcaldía de Mina en la mañana y en
la tarde a la escuela, pero ahora en la estación El Carmen, ahí por la carretera.
¿Qué obras hizo en Mina durante su gestión?
Pues mira, como estaba muy pobre el municipio de Mina, no tenía muchos ingresos, no lo
ayudaban. Si no tenían, no cobraba. Al señor que estaba ahí de alcalde antes, me parece
que le ayudaban los ricos, y entonces pues no le cobraba a la gente que tenía negocio, no
recaudaba impuestos. Estaba de a tiro caído el municipio, no tenía nada. Unos señores me
dijeron que me iban a ayudar con dinero, porque yo no iba a tener para pagar a los
empleados. Lo acepté, les di las gracias y luego les regresé su dinero. Hacíamos fiestas,
kermeses, para tener con qué pagar, porque no había de dónde.
¿El estado no aportaba una cantidad?
No. En una ocasión, ya casi para terminar cayeron 10 mil pesos. Bueno, en un ejido donde
se hacen unas fiestas, las del niño Fidencio, en Espinazo. Ellos las organizaban y sabían
como administrarse, no hacían ninguna mejora ni nada. Fuimos a Espinazo y formamos un
comité de mejoras, yo organizaba las fiestas y se estuvo juntando dinero para hacerles la
carretera. Yo ya no alcancé a hacer la carretera, pero el dinero sí lo recibieron y ya el
alcalde que entró empezó a hacer la carretera. En Mina se hizo la Casa del Campesino con
las fiestas que organizábamos.
¿Y usted como maestra qué hizo durante su gestión para la educación del municipio, fue
en esa época cuando fundó la escuela federal?
No, la escuela fue después, cuando ya no era presidenta municipal, sino secretaria de
educación en la Liga de Comunidades Agrarias, entonces hice la gestión de la escuela
federal y me la aceptaron.
¿Cómo la trataban cuando fue alcaldesa?
Fíjese que muy bien, sí me trataron bien. Y vieron el trato en correspondencia, yo veía bien
a la gente, a todos, fueran ricos o pobres, a todos.
¿Quién más la apoyaba en su gestión, había mujeres ayudándole en la presidencia?
Sí, había mujeres que eran de la Liga Femenil. Por cierto, no me acordaba, mi mamá era
presidenta de la Liga Femenil en el ejido de San José de la Popa. Y aquí en Mina también
había presidenta de esa liga. Entonces todas las mujeres me ayudaron. En las reuniones me
ayudaban a hacer todo lo que se vendía en una kermés: tamales, menudo, todo eso.
También me ayudaban los señores, no había dificultades, se convencieron, los trataba bien.
Algunos decían que no querían ir a la presidencia porque decían que los iba a tratar mal; y
la gente que me conocía decía: “No, pueden ir, la maestra tiene buen carácter, los trata
bien”. Y así empezaron a ir a platicar.
¿Cómo se sentía su madre al saber que usted había sido postulada?
Estaba muy contenta, encantada. Venía y le platicaba porque ella estaba grande y enferma.
Le gustó, se alegró mucho porque a ella también la querían nombrar. Allá en aquellos
tiempos querían que fuera presidenta municipal, pero no quiso porque ya ve como era
antes, una mujer que pisara una presidencia municipal, ¡no, cállese! Mi papá ya había
muerto. Mis hermanos también me apoyaban.
¿Usted es soltera, nunca se casó?
No, nunca me casé.
¿Y fue una decisión que usted tomó?
Sí, porque los hijos de mi hermano eran chicos y creo me incliné mucho por ellos y ya para
cuando me di cuenta… eran cuatro: tres mujeres y un hombre.
¿Qué le dio más orgullo cuando fue alcaldesa?
Pues que me hayan escogido para ser alcaldesa del municipio.
Después de que concluyó su mandato ¿siguió participando en la política?
Sí, fui secretaria en la Liga, secretaria de Acción Femenil y luego, después de estar ahí
gestioné libros de secundaria; les traía libros a los niños de los ejidos que no tenían. Iba yo
a Monterrey y se los traía.
¿Después siguió participando cuando dejó de ser secretaria de Acción Femenil?
No, ya no, ya hasta ahí nomás. Seguí trabajando en el magisterio 43 años.
¿Le dieron algún reconocimiento?
Una medalla, cuando cumplí 30 años de servicio. Ya estoy jubilada. Me dedico a estar en
mi casa, a leer. Hace poquito fui a operarme la vista porque no veía las letras chiquitas, las
grandes sí las veo, la tele y todo, pero la letra chica no la puedo leer. Ahora mis sobrinos me
atienden.
¿Y cómo ve la situación de las mujeres comparada con las que se vivían antes?
Ha variado. Fíjese que hubo un tiempo en que sí participaba la mujer, se organizaban ligas
femeniles y ahora ya no. Será que los ejidos están solos.
¿Por qué cree que participan poco? ¿qué hace falta para que se interesen?
Pues debe salir gente preparada, organizada, animada a visitarlas, a hacer reuniones con
ellas, a platicarles y decirles que si están organizadas pueden tener una vida mejor. Todo
eso falta porque antes salían, me acuerdo yo que venían de Monterrey y organizaban sus
juntas, organizaban a la gente. Digo yo que falta actividad, que vengan, que las tomen en
cuenta. Debemos estudiar, sí. Las mujeres deben estudiar; mucha gente no quiere darles
estudio a las mujeres, porque se casan, pero una mujer preparada no tiene problemas
porque si le pasa algo al marido ella está preparada para enfrentar lo que sea. Pero una
persona ignorante, ¿qué hace?
¿Cuál es el mayor problema que ve usted para las mujeres en este momento?
La educación es uno, la pobreza es otro de los factores más grandes. Aquí Hidalgo estaba
muy bien, pero luego quitaron la fábrica y el pueblo declinó, la gente se fue a buscar dónde
trabajar. Y aún así hay mucha gente que está estudiando, los veo que pasan con sus
mochilas, pero ¿y los ranchos? Las comunidades pequeñas son las que sufren más, por ese
motivo hay muchos ejidos que se han abandonado porque no tienen ni primaria, se vienen
a las ciudades.
Maestra, si usted quisiera dejar un mensaje a las mujeres de Nuevo León, ¿qué les diría?
Yo les diría que pensaran en prepararse, en comunicarse con otras personas, para que una
persona que sepa más las oriente; que no se desanimen, que estudien, que se preparen, que
busquen apoyo en la gente más educada, más preparada. Eso es importante.
Elsa Patricia González Villarreal
Alcaldesa de Hidalgo, N.L (1983-1985)
Nació en el municipio de Hidalgo, N.L., el 17 de enero de 1958. Es la quinta hija de entre
ocho hermanas. Su padre es Artemio González Villarreal y su madre Ofelia Villarreal de
González, ambos provenientes de familias asentadas en la zona desde la llegada de los
españoles a Nuevo León.
Cursó la educación básica en este municipio y formó parte de la primera generación de
estudiantes egresados de la Preparatoria 18, de la misma entidad. Estudió la carrera de
Derecho en la Universidad Autónoma de Nuevo León. Durante sus estudios se involucra
en la solución de la problemática de su municipio. Ha desempeñado diversos cargos
partidistas en su municipio y de 1983 a 1985 fue presidenta municipal de Hidalgo, N.L.
¿Nos puede contar cómo nacen sus inquietudes políticas?
Estuve en la Facultad de Derecho de 1975 al 80. Un día me invitan junto a un grupo de
estudiantes de esa facultad a trabajar en la administración de don Alfonso Martínez
Domínguez con una investigación de campo; él quería tener estudiantes de cada una de las
facultades en los diferentes ámbitos del quehacer público y nos preguntaba cómo veíamos
las situaciones, era muy intenso porque nos pasaba casos de la audiencia pública.
Aprendimos mucho al convivir con una personalidad como él, con su desempeño su
experiencia y el gran sentido común que tenía. Era una persona que tenía realmente muy
clara la función de que gobernar es servicio.
Colaboré en Turismo, en el DIF y en varias oficinas de gobierno. Ya para entonces en
Hidalgo había mucha inquietud por parte de la gente al decidir quiénes serían los
candidatos. Era muy sorprendente en aquellos años que quisieran a una mujer. Yo tenía 24
años y poco a poco, a través de la carrera de Derecho y de las oportunidades que se te
brindan, iba buscando soluciones a los problemas de la gente. Era ayudar a encontrar
respuestas a sus necesidades, en muchos sentidos muy relacionadas con las mujeres. Hubo
quien dijera que, después de que estuve ahí, quién aguantaba a las mujeres en Hidalgo.
Creo que cambió un poco la mentalidad. Fue extraño para ellos y al mismo tiempo algo
positivo, nuevo, diferente.
¿Cómo reaccionó la comunidad?
Hubo reacciones encontradas. Había un solo partido: el Revolucionario Institucional.
Hidalgo es un pueblo que se distingue porque el general Lázaro Cárdenas hizo la
expropiación y entregó la empresa de Cementos Hidalgo, que se estaba desmantelando, se
la iban a llevar del pueblo; por eso la gente tomó las instalaciones y dijo que no, pues era la
única empresa que proveía empleo y todos los beneficios, todo lo demás era agricultura,
ganadería. Pienso que eso fue lo que convirtió al pueblo en un pueblo priísta, el hecho de
que un Presidente tomara la decisión de apoyar a un grupo de trabajadores y campesinos
muy humildes, para decidir que esa empresa se quedara en Hidalgo.
En aquellos años tal vez no lo veía claro, hoy lo veo más claro, me doy cuenta cómo don
Alfonso supo ver con claridad que el trabajo que había hecho anteriormente me había
llevado a ese punto. Empecé con trabajo comunitario desde muy chica, hacíamos colectas
de cosas, luego las arreglábamos y las repartíamos, pero no me imaginé... A lo que voy es
que no sabes, cuando empiezas a hacer las cosas, dónde van a ir a dar. Yo no tuve idea en
aquel momento que la gente me decía: “queremos que tú seas alcaldesa”. Yo dije que para
nada, dónde crees tú que los señores de la cooperativa y tanta gente en el partido de tantos
años, si todo estaba muy bien manejado por ellos. Definitivamente no calculaba ninguna
oportunidad a mi favor.
En ese momento estaba de gobernador don Alfonso y él tenía una visión muy por encima
del común denominador; él supo ver la problemática de la cooperativa. Quiso sana y
sabiamente separar la situación de la cooperativa y de la autoridad municipal. Porque al
ser la empresa más importante y la de mayor número de empleos en el pueblo, obviamente
sus problemas pasaban a la administración pública y sobre todo, lo que más le interesaba a
Alfonso, a la administración de justicia.
¿Y cuando la postularon qué sintió?
Hay un foto que no sé quién tomó, está un grupo de gente muy grande en casa de mis
padres hablando con ellos, pidiendo que yo fuera alcaldesa. Yo estoy sentada en una silla,
si vieras cómo está de expresiva esa foto, porque realmente me ves tal como soy, una joven
de 24 años que decía: “Dios mío, ¿qué es esto?”. La gente me lo pide, se lo pide al
gobernador, se lo pide al partido, las cosas se ponen y salgo de candidata. Hubo gente que
no quería, los señores muy grandes de edad se preguntaban: “¿qué va a hacer esa niña
ahí?”. En fin, eran intereses de ellos que manejaban desde la cooperativa, estaban
impuestos a poner y quitar.
Sí hubo resistencia, hubo oposición, pero también una mayoritaria aceptación por parte
del pueblo; en este contexto y en ese momento histórico vi con mucha claridad y agrado, no
por tratarse de mí, sino porque la gente lograra su objetivo, que no se manejaran esos
intereses particulares de grupos en el poder, me encantó. Cuando vi que era mucho el
compromiso, pensé: “no sé si lo pueda hacer bien, pero ellos están confiando en mí y yo
creo en ellos, lo voy a hacer lo mejor que pueda”. Y se los dije. Yo estaba resquebrajando
algo que estaba muy establecido.
El día de los comicios, del triunfo ¿cómo se sentía, cuál fue su reacción, la de su familia?
Me llamaba mucho la atención que la gente me buscaba para irme a decir: “ya voté por ti”.
En un pueblo conoces a toda la gente, eres una gran familia. No es como en una ciudad, la
alcaldía es diferente; en un pueblo la gente quiere hablar directamente con su alcalde, no
permite que otra persona la atienda. Y si yo fui casa por casa a pedirles el voto, lo justo era
que tuvieran acceso a su alcaldesa, así estuvieron siempre las puertas de la presidencia
municipal, abiertas. Pero obviamente trajo un desgaste físico tremendo. Aprendí que lo
que el ciudadano quiere es ser escuchado y respetado. Creo que una persona que desee
ocupar un cargo público para ocupar un estatus de poder y no hacer realmente su trabajo
como debe ser, no debe estar ahí.
¿Alguien en su familia se había dedicado anteriormente a la política?
Mi familia es muy antigua, las familias antiguas de Hidalgo tienen 400 años ahí asentados.
Entonces, entre mis antepasados muchos familiares míos habían ocupado ese cargo, de
hecho, mi abuelo fue alcalde también.
Nos tocó una situación económica difícil. Uno de los rubros más pesados era el alumbrado
público, cada lámpara era un policía menos. Yo quería lámparas en todo el pueblo. Me
decían que me llevaba todo lo que recibía el municipio en pagar la luz y los sueldos y era
cierto. Para las colonias nuevas, electrificar y meter los servicios, el agua; arreglar los
asentamientos irregulares a través del programa de Tierra Propia. Tuve el privilegio de
tener un gran Ayuntamiento, éramos un equipo.
¿Había más mujeres en el cabildo?
Dos más, la mayoría eran hombres, solamente una maestra y una ama de casa, pero todos
de una gran calidad. Yo fui la primera alcaldesa que tomó la decisión de invitar a un ex
alcalde a ser director de Obras Públicas. Yo lo que pensaba era que la persona más capaz
nos ayudara a manejar las cosas y si ese señor tenía muchísima experiencia y había hecho
grandes cosas en Hidalgo, don Manuel R. Lozano, él era la persona indicada. Nos
propusimos juntos hacer lo posible con lo que había, porque no era mucho; no nos tocó
administrar riqueza.
¿Cuál fue la obra más relevante de su gestión?
Soy muy humanista, siento que la gente es el motivo y la razón principal de todas las cosas.
A mí no me preocupó develar una placa, si vas a Hidalgo no vas a encontrar una placa con
mi nombre. Hicimos una unidad deportiva muy hermosa, muy grande; una escuela para
niños especiales, que no había. Ésa es la obra que más me gustó. Pero en ninguna obra
puse ni develé ninguna placa. Lo que se hace en las organizaciones públicas le pertenece al
pueblo. Los funcionarios públicos somos gente en turno, no pagamos las obras, es con los
impuestos de los ciudadanos. Yo no me quedé con ninguna propiedad en Hidalgo, ni en el
panteón, porque tienen la mala costumbre de pasear a los ex alcaldes cuando se mueren y
no quiero que me lo hagan.
¿Alguna vez encontró un obstáculo particularmente difícil durante su gestión?
Cuando pones a trabajar tu persona pones lo bueno y lo malo. Yo tengo un carácter
fuertecito. Hubo situaciones que enfrenté difíciles. Una de ellas, cuando la CTM toma la
cooperativa de Cementos Hidalgo con una cantidad de porros y de gente que no eran de
Hidalgo. Llegaron en peseras y se metieron. Yo dije: “Un momento, ¿dónde está el estado
de derecho?”. Llega don Raúl Caballero, líder de la CTM, con más gente, con una patrulla
adelante y atrás. Se baja y me saluda. Le dije: “Disculpe, don Raúl, ¿dónde está el
gobernador?” Dijo don Raúl: “no viene”. Dije: “Perdón, como vi patrullas y vi muy oficial la
cosa, pues creí que venía una autoridad”.
Él en su tiempo pudo haber sido un gran líder y haber hecho cosas muy buenas, pero en el
cooperativismo no pienso que tuviera nada que hacer. En ese momento le hablé a don
Alfonso y le pregunté que cuántos gobernadores había en Nuevo León. Se molestó
muchísimo. Fíjate la osadía, pero se lo dije porque sentía que se estaban transgrediendo
todas las leyes. Ningún sindicato ni persona tiene derecho a transgredir la paz de un
municipio. Hay autoridades de cada uno de los ámbitos para resolverlas. ¿Qué hacía yo con
cinco policías? La única arma que tenía era mi manera de hablar. Para entonces creo que
don Alfonso ya no me escuchaba, estaba enojadísimo. Después me llamó otra persona para
saber qué le había dicho, porque nunca lo habían visto así. Prendí la mecha y tronó el
cuete. Fidel Velázquez habló de México y les dijo: “se me regresan”. Y como entraron, como
fila de hormigas, así salieron. Cuando quieres algo, lo tienes que defender de esa manera;
no se puede gobernar insensiblemente.
¿Cuántas alcaldesas ha habido en Hidalgo?
Después de mí una nada más, yo fui la primera, creo que fue 17 años después que llegó una
maestra, amiga mía. Ella jugó por otro partido político, lo cual me da mucho gusto, que
cada vez sea más intensa la lucha entre los partidos, más plural, más democrática, más
abierta; lo que se aísla y se cierra, se pudre. Hay que abrir, ventilar, tener ese cambio de
ideas, que la gente compare y los vea en acción; una cosa es criticar y otra es hacer. Es muy
fácil ser un partido para estar echando y criticando.
¿Una vez que concluyó su gestión siguió participando en la política?
Se me invitó a una diputación por parte de un partido, por otro que supuestamente era
como segundo partido del PRI. A mí no me gusta eso, en mi pueblo, en mi familia, eres o
no eres. Fui muy autocrítica del sistema, del partido. Fui secretaria general, presidenta del
partido en Hidalgo antes de ser alcaldesa. Hacer crecer al partido, desarrollarse, tiene un
dolor, tiene un costo; es fracturar los intereses creados, las personalidades que se apropian
del partido, del partido o de la función pública. Hacia el interior del partido yo exigía
cambios, cuestionaba, se necesita que la gente pueda entrar, que todo mundo tenga
derecho a participar. No entendían qué estaba diciendo, era una mentalidad nueva para
ellos; para mí era lo más normal. La gente piensa que los puestos te los vas a llevar y que
vas a ser siempre eso. No debe ser, deben llegar otras personas con ideas mejores, con
otros partidos o el mismo. La gente tiene derecho a eso.
¿Y cuál ha sido su proyecto de vida después de la alcaldía?
Después de la alcaldía me casé, tengo tres hijos muy hermosos: Patricia María, de 12 años;
el niño tiene 10 años, se llama Lorenzo Miguel y la chiquita es Natalia, tiene ocho años. Mi
esposo es Lorenzo Elizondo Barrera, un empresario que no tiene nada que ver con la
política. Me dediqué a tener a mis hijos, a hacer mi vida familiar, a realizarme como mujer
en este aspecto de la vida. Soy una persona que no abandona sus compromisos, y para mí
es prioritario el estar ahora con mis hijos, compartir, crecer con ellos.
¿Qué mensaje le dejaría a las mujeres de Nuevo León?
Primero que nada, nunca hay que dejar de luchar. Yo sé que México ahorita está
enfrentando una situación muy tremenda. A mí me desespera mucho ver a nuestros
jóvenes estudiando en las universidades, que al salir no tienen trabajo. Todo México está
embutido en una espiral de la economía, yo no veo claro el camino por donde va. Las
mujeres jóvenes están enfrentando también la cultura global de que la mujer se realice
profesionalmente y se olvide de su rol de madre y de esposa, que no es el rol de esclava. Ser
mujer es más que eso. Cuando una mujer lo es realmente, apoya a los que la rodean, sin
ella no sería posible la realización de tanta gente. Una casa no funciona sin una mujer. El
papel de la mujer va por encima de muchas cosas materiales. Hay tantas cosas de la mujer
que son tan hermosas, tan positivas. Busca construirte tú misma, busca tu paz, busca tu
centro. Hay que mantener al espíritu despierto y el ánimo decidido para hacer mejores
cosas y más grandes. Sigan adelante, busquen más la participación de la mujer no sólo en
política, sino en todas las áreas.
María Guadalupe Guajardo Pérez
Alcaldesa de General Bravo, N.L. (2000-2003)
Nace en el municipio de China, N.L, el 12 de diciembre de 1958. Es la sexta hija del
matrimonio entre María de Jesús Pérez González y Román Guajardo Garza. Está casada
y tiene tres hijos. Es licenciada en Educación Básica. Su desempeño profesional sucede en
el ámbito político y magisterial.
Su trayectoria dentro del Partido Revolucionario Institucional (PRI) la llevó a ser la
primera alcaldesa de General Bravo, N.L., en el periodo 2000-2003. Actualmente es
presidenta del DIF en el mismo municipio.
Estudié para maestra en el Centro de Estudios Universitarios. De mi primer año de
servicio, ocho meses fueron en la comunidad de San José de Chichimaltepec, Oaxaca;
quería demostrarle a mi padre que tenía carácter para irme fuera. Ya después me dieron el
cambio a El Carmen, N.L. Posteriormente solicité mi cambio para China y luego para
General Bravo, donde actualmente estoy. Tengo 24 años de ser maestra.
¿Cómo fue que se interesó en participar en la política?
Esto fue de pura casualidad. Mi esposo era el candidato, no yo. De la política no tenía idea,
yo era maestra. A él sí le gusta mucho la política e iba a participar para alcalde en el 19972000, pero no pudo porque era regidor, no lo dejaron participar. Yo recorría el pueblo
caminando e invitando a toda la gente para votar por mi esposo. Sale la convocatoria y
resulta que no puede participar porque era regidor, entonces la gente del grupo decide que
no había más que yo. Entonces me quedo sacada de onda. Yo no quería participar, yo
quería que fuera mi esposo. Así fue mi inicio en la política.
Y otra vez a recorrer el pueblo, ahora para mí. Hubo mucho apoyo por parte de las mujeres,
más por parte de ellas que de los hombres. Los hombres como que no me veían con buenos
ojos, porque era mujer. En la historia del municipio nunca había habido una mujer
alcaldesa, soy la primera mujer alcaldesa en la historia del pueblo.
Así fue mi inicio, de pura casualidad, gracias a Dios y con su apoyo. También había
hombres que me apoyaban, pero un 80 por ciento fueron mujeres. Competí con una de las
personas fuertes, un ex alcalde al que lo quería mucho el pueblo; estuvo muy duro, muy
reñido, pero las mujeres como que querían el cambio, a una mujer, para ver qué resultaba
y me apoyaron bastante. Así fue como entré a la política.
¿Cómo fue que superó esa reticencia de los hombres hacia una mujer que quería dirigir?
Sí me dio un poco de temor entrar a la política, pero al mismo tiempo me propuse
demostrar a todos, a todo el pueblo, que las mujeres sabemos trabajar, no solamente para
el hogar, hacer de comer, lavar y planchar, sino también para desempeñar otros puestos
importantes. Entonces me puse a demostrar con hechos que la mujer también sabe salir
adelante, que sabe trabajar. Me fijé una meta y la logré.
Se escucha feo que yo lo diga, pero hice una buena labor en General Bravo, tanta, que mi
esposo es ahorita el alcalde. Esta vez sí tuvo oportunidad, contendió y ganó. Si yo hubiera
hecho mal las cosas, tan sencillo como que la gente no hubiera votado por él. Pienso que en
los trabajos que se hicieron, vieron el resultado, se vio el cambio y sirvieron de algo.
¿Ha seguido trabajando en la política, efectuando otras tareas?
Actualmente estoy como presidenta del DIF, he tenido mucho contacto con la gente, con
las madres, ellas se acercan conmigo. Como que me ven como una persona muy fuerte, si
tienen problemas con el hombre van conmigo y me platican. Hombres también han
platicado conmigo. He ayudado a matrimonios también que han estado al punto de
divorciarse. He tenido mucha comunicación, con las mujeres más que todo. Sigo en el DIF,
sigo haciendo trabajo social con las comunidades más alejadas y ahí estoy.
¿Disfrutó la experiencia de haber sido la primera alcaldesa?
Sí, muchísimo, me quedó una satisfacción muy grande por el servicio que se hizo a la
comunidad de General Bravo.
¿Qué fue lo que más satisfacción le dio?
Fueron varios proyectos que se hicieron en el municipio. Fueron 73 pies de casa en una
colonia de gente de muy bajos recursos que, por cierto, lleva mi nombre. Nosotros no
teníamos cárcel, tan buena es la gente de Bravo que no había cárcel, y eso, la cárcel
también la hicimos; luego una ampliación del panteón, porque ya no teníamos dónde
sepultar a nuestros difuntos; un periférico que se hizo en el municipio. Ésas fueron de las
satisfacciones más grandes que se quedan ahí. Eso es lo que le puedo decir.
Si usted quisiera enviar un mensaje a las mujeres de los municipios de Nuevo León para
que se abran a la participación política, ¿qué les diría?
Que el mundo está lleno de oportunidades y hay que aprovecharlas, hay que aprovechar los
momentos que te da Dios y si se te pone un obstáculo hay que sacarle la vuelta y seguir
para adelante. Que tú, mujer, tienes toda la fuerza, la capacidad para hacer un papel
importante en este mundo.
María Ángela Guerrero Nava
Alcaldesa de Pesquería, N.L. (2003-2006)
Nació en el estado de Michoacán, el 15 de noviembre de 1958. Es hija de Salvador Guerrero
Zaragoza y Ángela Nava Camarena. Tiene dos hijos: Leonel y Erick Cázares Guerrero.
Cursó hasta el tercer semestre de preparatoria y se interesó en la política alrededor de los
20 años de edad, participando en diversas campañas y gestoría.
Reside en Nuevo León desde hace varios años. Fue presidenta del DIF municipal de
Pesquería, durante la gestión de su esposo, quien también fue alcalde por ese municipio de
1997 al 2000. Expresa que lo más importante para ella es estar cerca de la gente y conocer
las problemáticas del municipio. Se siente orgullosa de ser servidora pública.
Sirenia Gutiérrez Rendón
Alcaldesa de Vallecillo, N.L. (1972-1974)
Testimonio de su hija, Leticia Botello Gutiérrez
Nace en Vallecillo, Nuevo León, el 27 de mayo de 1924. Es hija primogénita de entre tres
hermanos. Su madre fue Guadalupe Rendón Peña y su padre José Gutiérrez Gutiérrez.
Queda huérfana de madre a los diez años y se dedica al cuidado de sus hermanos, además
de atender los negocios familiares.
Se casa en 1948 y apoya al ayuntamiento y al trabajo de su esposo. Fue miembra del
Partido Revolucionario Institucional (PRI) y alcaldesa de su municipio en el periodo 19721974.
Aunque Sirenia mostró inquietudes por la docencia, su padre no le permite realizar dichos
estudios, influidos por una maestra empírica. Sin embargo, la pequeña termina su
primaria y secundaria. En dos ocasiones, su padre llega a ganar la presidencia municipal
de Vallecillo.
Durante un tiempo, se dedica a atender los negocios de la familia, una tienda de abarrotes
y un restaurante. El 14 de agosto de 1948 se casa con Gilberto Santos Botello, quien se
dedica a la función pública, y tienen tres hijas: María de Jesús, Leticia y Blanca Nelly.
Sirenia llega a ser auxiliar del Tesorero General del Estado en Vallecillo antes de llegar a la
alcaldía.
Tiempo después, su esposo es designado jefe de la Recaudación de Rentas de toda la
jurisdicción de Vallecillo, cargo que ocupó durante 20 años y Sirenia lo apoya como
auxiliar en dicha oficina.
De esta forma el matrimonio Santos Gutiérrez tiene la oportunidad de atender a un
sinnúmero de personas en su propia casa, ya que no había una oficina destinada a esta
labor social.
Sirenia contaba con habilidades, conocimiento y una reputación bien ganada en su
comunidad. Así, algunos grupos políticos deciden proponerla como candidata a la alcaldía
por el Partido Revolucionario Institucional; realiza una campaña extenuante ya que la
jurisdicción cuenta con un gran número de poblados, ejidos y rancherías, escuchando de
cada uno las peticiones de las necesidades más apremiantes y prometiendo realizar las que
estuvieron a su alcance.
Ella es la primera mujer en encabezar la presidencia municipal de Vallecillo, lo cual hizo a
partir del 1 de enero de 1972.
La capacidad para combinar su vida privada y doméstica con la actividad pública fue una
de sus cualidades. Contó con la ayuda de su familia, amigos y en general de los habitantes
de la cabecera y de todo el municipio.
Resultados de su gestión como alcaldesa
Como mujer, su visión frente al ayuntamiento era mayor ya que ella veía desde otra
perspectiva las necesidades y la urgencia de realizar obras de trascendencia para la vida de
las familias, como extender las redes eléctricas en diferentes poblados, la reconstrucción de
la plaza principal, introducción de redes de agua potable en diferentes lugares, mejora de
caminos vecinales; realización de obras públicas necesarias en escuelas y campos
deportivos, construcción del lienzo charro entre otros.
Para realizar las obras, Sirenia buscó y negoció a través de pláticas y peticiones a diferentes
organizaciones estatales; además contó con la cooperación de los habitantes de las
diferentes comunidades para llevar a cabo las obras.
A pesar de que en periodos anteriores estuvieron hombres al mando de la presidencia
municipal, esto no restó en nada su autoridad femenina. Una de las diferencias que el
pueblo palpó con su administración fue la presentación y lectura de los informes anuales.
Cuando tradicionalmente era el secretario del Ayuntamiento quien lo leía, Sirenia fue la
primera en hacer la lectura del mismo.
Mensaje de Sirenia Gutiérrez Rendón
“En nuestro tiempo la equidad ente hombres y mujeres es más notoria, ya que
ahora contamos con mujeres que se preparan profesionalmente y están
dispuestas a desempeñar cargos con muy buenos resultados, cosa que en mi
periodo no era muy visto, ya que la mujer se dedicaba más a su familia y a su
casa.
Felicito a cada una de las mujeres que han enfrentado retos y han estado
dispuestas a trabajar a favor de causas que benefician enormemente el
desarrollo de necesidades básicas e invito asimismo a cada una de ellas a tratar
de superarse y marcarse metas políticas para que cada día la mujer pueda
intervenir a favor de una mejor calidad de vida”.
María de la Luz Herrera Muñoz
Alcaldesa de Bustamante, N.L. (1988-1991)
María de la Luz Herrera Muñoz nació en San Luis Potosí, S.L.P., el 26 de mayo de 1921.
Su madre era María de la Luz Muñoz de Herrera y su padre, José Herrera Robledo.
Tiene un hijo. Fue presidenta municipal de Bustamante, N.L., en el periodo 1988-1991.
¿Cómo fueron sus primeros años, en esos tiempos en que se restringían muchas
oportunidades a las mujeres?
Bueno, nada más no nos permitían hacer lo que nosotros queríamos y tuvimos que
acoplarnos a lo que se nos permitía. Terminé mi secundaria en Dolor de Martínez, había
mucho problema, pero como quiera yo quería estudiar Letras, Filosofía. No me fue posible
porque no se nos permitía a las mujeres entrar a las universidades y los papás, en aquel
entonces, querían hacer de una un estuche de monerías: piano, canto, guitarra. Tuve que
tomar clases particulares. Me especialicé en declamación y a participar en el cuadro
artístico “Amado Nervo”, en teatro, empecé a profundizar en eso.
Para que no fueran en balde todos esos estudios, en ese tiempo era director de educación el
profesor Timoteo Hernández y le dije que porqué no me daba un título en mi especialidad
y dijo que no había ni libros sobre el tema. Entonces escribí sobre algunas teorías,
combinando danza con teatro con poesía, pero me robaron los originales, ya no los tengo.
Se decía que la dicción era la que afectaba a un declamador o a un actor y no es cierto,
tenemos que usar la dicción para poder hacer el personaje como es. A los declamadores, a
los oradores lo que nos afecta es la ortología. Encontré un libro muy antiguo, con hojas
amarillentas, que hablaba de ortología, nadie lo conocía, es el arte de pronunciar
correctamente.
Después, en una ocasión me invitaron al Politécnico, en el Distrito Federal, fui a dar una
conferencia y hablamos sobre la ortología. Me gustó mucho que en la educación tomaran
en cuenta la ortología, los niños y los maestros hablarían muy bien, no afectarían su
garganta porque utilizaríamos perfectamente las cuerdas vocales para la pronunciación, los
fonemas, los resonadores. Acabé dando clases de educación artística para que hablaran
correctamente. Yo tengo 82 años, casi 83, y tengo una voz que me dicen no parezco de 80.
Bueno, es que la voz no se arruga y he aprendido a conservar mis cuerdas vocales.
¿No tuvo oportunidad de estudiar Filosofía y Letras como lo tenía planeado?
No, no. Pero obtuve el primer título de Maestra en Especialidad en Declamación, Arte
Teatral y Oratoria, se suponía que era el primero en Nuevo León y en la República, dado
por la Secretaría de Educación.
¿En qué contexto histórico y político fue alcaldesa?
Fue en el 88, estábamos preparando la elección del nuevo alcalde. No había más que el
Partido Revolucionario Institucional, estaban Jorge Santos, un profesor Botello y Ray
Flores. Llegó Jorge y dijo que nos retiráramos, porque iba a llegar uno del partido, de
Monterrey. “¿Y por qué viene uno de allá? Debe de ser uno de aquí”, dijimos. Empezaron
con los pleitos, no hubo diálogo, empezaron a decir que nos habíamos sublevado. Se hizo la
convención con el candidato que mandaba el partido. Entonces estaba todo el pueblo,
éramos más de mil personas afuera y en la salita eran 22. Y empezaron a decir:” ya no
somos del PRI”, se quemaron las credenciales, nombraban un candidato los de Jorge
Santos y los otros dos candidatos se oponían. Yo era la secretaria del alcalde en ese tiempo
y estaba sentada viendo a ver qué pasaba, y no sé quién dijo: “que sea la profesora Lucy
Herrera”, y pues así fue.
Yo no aspiraba a un puesto de esos, porque sencillamente tenía otra mentalidad. Todo
esto, no consiste más que en “voltear” la medalla, somos autoridades pero al reverso dice
servidores públicos. Si todos fueran servidores públicos entenderíamos lo que es
democracia, todos oímos hablar de ella, pero nadie la practicamos. Entonces todo el pueblo
se volteó conmigo y gané. Y haz de cuenta: eso fue la revolución, mandaron un pelotón de
100 soldados porque decía el gobernador Jorge Treviño que éramos muy belicosos.
Finísima persona el gobernador, lo traté después.
“Maestra, es que usted es muy bélica”, me dijo, “está amenazando de muerte”. Es que salió
todo el pueblo, pero todo, realmente no quedó nadie y gritaban que si había fraude habría
muerte. Entonces le contesté: “No señor, yo no peleo, pero siempre me defiendo,
licenciado, con que no haya fraude no hay muerte, ¿cuál es el problema?”. Yo nunca ataco,
siempre me he defendido desde niña. Así fue. Total, que toda la prensa me decía la
aguerrida alcaldesa de Bustamante, se hicieron corridos, todo muy bonito y gané.
¿Qué le decían? ¿cuál era la opinión pública cuando fue alcaldesa?
La primera fue Rebeca González, yo fui la segunda. Después de mí, fue por el PAN Norma
Robles de Sánchez. La gente que andaba en las calles nos veía con ojos de bayoneta. Que
porque estábamos en contra del sistema, no teníamos ni partidos y todavía no había ni el
PRD. Ese día voy a ver qué partido me iba a apoyar, si ya no había independientes. Al otro
día los cuatro partidos presentaron la misma planilla, llegamos con Natividad González
Parás, que en ese tiempo era secretario, diez minutos antes de que cerrara, nos recibió. No
hubo coalición porque no había tiempo.
El pleito con el partido no fue más que una obsesión, un capricho de no dialogar por parte
del que era alcalde, Sergio Morales y de Justo Ibarra, que era el que mandaron del PRI; si
han dialogado ahí se acaba todo, pero no quisieron.
¿Cómo se sentía cuando la agredían?
Pues yo siempre me defiendo. Porque ya estaba grande, me decían “abuelita”. Nos
pusieron de mote “las calzonudas”. Sí, somos muy calzonudas. Decían que no nos iban a
dar nada, que no iba a haber dinero. Yo le dije al gobernador: “¿quién se va a quedar con el
dinero que nos mandan? Porque son aportaciones federales”. Fue bonito e interesante, me
enseñó a luchar. Con la ayuda de Dios siempre he logrado lo que me propongo.
La primera junta de cabildo se hizo pública, para quitarles la idea de que eran la autoridad.
“¿Aquí la autoridad?, no señor, somos servidores públicos, aquí se va a hacer lo que
ustedes quieran”. Fue gente de Monterrey, que mandaba el gobierno, porque decía que eso
iba a ser una olla de grillos. Pero aquella cosa era todo un orden que ni yo misma me lo
explicaba; todo el pueblo acudía, levantaban la mano, decían las necesidades que había en
su barrio, de lo que necesitaban se tomaba nota, si se podía resolver ahí mismo se resolvía,
si no a la próxima junta se le daba contestación. Vinieron hasta de Estados Unidos, tengo
periódicos donde no podían entender cómo nos llevábamos tan bien.
No se hizo ninguna obra por gusto de la presidencia; se hizo una escuela federal, un jardín
de niños federal, un jardín de niños estatal, se hizo la Casa del Policía, el empedrado
alrededor de la plaza; lo que iba a ser una biblioteca chiquita. El licenciado Treviño nos
ayudó mucho, pero fue tan grande, que acabó siendo el Centro Cultural Jorge A. Treviño.
Ahí estaba el INEA, se daban clases de manualidades, de corte, danza y en las noches se
ocupaba con juegos para que los muchachitos tuvieran a dónde ir. Muy bonito todo, los
tres años fueron las juntas de cabildo en público.
No iba a hacer lo que yo quería, estaba administrando el dinero del pueblo, y lo gastamos
cuando lo necesitaron. El sueldo que yo tenía era irrisorio, dos mil pesos, para que se
utilizara todo lo demás; se empezó a dar de comer a los ancianitos, se juntó un grupo de
jovencitos y jovencitas que iban a asear las casas de los ancianitos y todos los días a las
12:00 p.m. se les repartía su comida sin sacar un centavo del erario. Había un centro
donado por el señor Ignacio Santos –que hizo la alameda– y ahí pusimos una especie de
restaurante, se cobraba barato y con eso sosteníamos la comida de los ancianitos, no
sacamos ningún centavo del erario.
¿Le costó trabajo llevar su vida doméstica y privada con su vida pública?
Batallé hasta con mis papás porque no toleraban eso, pero yo preferí hacer mi voluntad;
cuando vi que no me convenía el padre de mi hijo, pensé que mejor estar sola y seguir mis
costumbres, mi vida, mi todo. Mi hijo, Luis Gerardo Herrera Muñoz estuvo en el Franco
Mexicano, era artesano y ganó dos premios nacionales y uno estatal. La conducta que yo
llevaba era blanca, abierta, me hice imponer y me siento muy orgullosa de él. Mis padres se
oponían, decían que no. Me impuse y me impuse, me vale lo que piensen, mi conciencia
está tranquila, no tengo nada de que avergonzarme. Me respetaron porque me di a
respetar.
¿Ha luchado específicamente por los derechos de las mujeres?
Claro que sí, formamos una organización, una ONG de derechos humanos con la
señora Amparo Montemayor de Mireles, ella está en Sabinas Hidalgo y yo en
Bustamante, en la que vemos todas estas cuestiones.
¿Cree que hemos avanzado en materia de equidad entre hombres y mujeres?
Sí hemos avanzado, nada más que ahí debe haber la igualdad de juzgar el puesto y no el
sexo. Fue tanto el impacto que logramos, que el Presidente de la República fue a visitar
Bustamante, creyó que con solo llegar él la gente iba a cambiar. Y pues no, la gente estaba
en sus casas y en la ceremonia nada más estaban los que ellos llevaron. Tuve un disgusto
con él, porque me dijo que yo era muy agresiva, que no le había dicho Presidente.
Le dije: “mire, señor, yo no necesito que me diga usted alcaldesa. Ya sé que lo soy”. Y yo
dije que en los años que tenía fundado el municipio, nadie de la Presidencia nos había
visitado; en campaña se paran en cada rancho, pero cuando llegan al puesto se olvidan de
que uno está en el mapa. Pero le cayó el saco porque me dijo que eso traía como
consecuencia que no se le diera al municipio lo que estaba pidiendo. “Pues el municipio no
le dijo nada, se lo dijo Lucy Herrera”. Canceló todo lo que teníamos arreglado para las
grutas y muchas cosas.
¿Cuáles cree sean las asignaturas pendientes para lograr la equidad y la garantía de los
derechos de las mujeres en el estado de Nuevo León?
Pues se habla mucho y se dice mucho de que nos respetan, que nos dan los derechos, y no
es cierto. Te meten zancadilla a la brava. Creo que la mujer está muy capacitada porque se
sabe ajustar a los presupuestos para atender a su familia, igual se ajusta para los
presupuestos para utilizarlos en el campo político. Tenemos más corazón para ver las
necesidades, para ciertos problemas.
Admiro a la mujer que ha sabido ser mujer por sí sola, no por una sombra que la cobije, ni
por quién la recomiende o esté atrás de ella. Hay muchas mujeres en la vida que han
triunfado, ahí está la licenciada María Elena Chapa, Lucilda Pérez. No hay nadie atrás de
ellas. Creo que la mujer debe darse a valer por sí misma, imponer sus ideas, luchar porque
se les acepten, porque se les respeten, por darlas a conocer. Ése es el trabajo que tenemos
que hacer nosotras.
¿Qué quisiera decirles a las mujeres de Nuevo León?
Que se sientan muy orgullosas de ser mujeres, que se propongan una meta y que no la
abandonen por nada del mundo; se cae uno, pero en la raya, que les valga todo y se
impongan como mujeres.
María Esthela López Hinojosa
Alcaldesa de Melchor Ocampo, N.L. (1977-1979)
Nació en Melchor Ocampo, N.L., el 8 de junio de 1940. Su padre es Calixto López García y
su madre, Santitos Hinojosa Guajardo. Cursó estudios comerciales en el Colegio
“Bernardino del Raso” en Nuevo Laredo, Tamaulipas, así como estudios técnicos en
Administración Pública.
En su quehacer profesional y político fue comerciante, comisionista de Teléfonos de
México, secretaria de la Liga Municipal de la CNOP, secretaria de Acción Femenil,
dirigente del Movimiento Territorial y comisionada Vocal en la CME de Melchor Ocampo
durante los comicios del 2003. De 1977 a 1979 fue alcaldesa de su municipio por el PRI.
Perdí a mi madre cuando tenía 15 años. Nos quedamos con mi abuelita materna, una gran
mujer, supo sacarnos adelante al igual que mi padre, se preocuparon mucho por nuestra
educación, sobre todo por inculcarnos lo más importante, que son los valores.
Por la pérdida de mi madre no fue posible llevar a cabo una carrera y simplemente mi
padre estuvo de acuerdo en una carrera corta, algo técnico. Llevé secretariado contador,
fue todo lo que estudié. Incluso después algunos cursos técnicos de administración pública,
pero no hice una carrera. Estuve al pendiente de mis hermanos, mi padre tenía un
establecimiento comercial donde le ayudé, pero nunca dejé de participar en el nivel
público, político y social.
Eso me fascinaba mucho, generalmente los alcaldes me solicitaban para hacer entrevistas
familiares cuando se iba a hacer una obra. También recuerdo que siempre me buscaban
para dar la bienvenida a los candidatos a gobernadores, por ejemplo, candidatos a
diputados, siempre participé en ese aspecto. Me gustaban mucho las relaciones públicas.
Participé dentro del partido desde muy joven. Fui secretaria general de la CNOP y realicé
diferentes actividades públicas y sociales.
¿Eso la llevó al convencimiento de que podía tener un puesto en la gestión pública?
No, nunca pensé que podría llegar en algún momento a la presidencia municipal. Recuerdo
que me visitaron cuando estaba terminando la administración 1974-1976, me empezaron a
visitar las familias, de cuatro a seis familias invitándome a participar. No podía aceptar esa
invitación, no estaba preparada para ello.
¿Antes hubo mujeres en la alcaldía?
No, para nada. Nunca tomaban en cuenta a la mujer, por eso me extrañaba que por
primera vez se preocuparan, se interesaran en que una mujer participara.
¿Cómo se sintió ante esa posibilidad?
Fue una emoción muy grande, no me convencían, pero al mismo tiempo estaban invitando
a más personas que fueran a visitarme, al grado que en algún momento me llenaron la casa
de personas y fue cuando de veras ya me convencí de que sí tenía el apoyo de la gente.
Sentí el apoyo de todo el pueblo. Pero nunca faltan piedritas en el camino. Hubo algunas
personas del sexo opuesto que no permitían que una mujer participara en la política.
¿Cree que le discriminaban por ser mujer?
Exacto, buscaron a otra persona dentro del mismo partido porque únicamente teníamos en
ese tiempo al Partido Revolucionario Institucional, lanzaron a otro candidato y luego
estuvieron dando contra, pero no lo lograron. Me quedó una frase muy grabada de algunos
señores: “esta mujer va a ocasionar hasta divorcios en el pueblo”. Porque las familias se
dividían, el señor apoyaba al otro candidato y la familia, la esposa y los hijos apoyaban a la
candidata. Llegó el periodo de elecciones y con mucha satisfacción vi el triunfo. Estuvo
reñida la contienda, pero finalmente logré ganar con bastante la diferencia y por ello fui la
primera alcaldesa.
¿Ya en funciones se le facilitaron las cosas?, ¿encontró dificultades?
No tuve mucha dificultad porque a mí lo que me preocupaba era unificar a la gente y lo
logré. Fue un poco difícil porque había pocos recursos en el municipio. Me encontré con
una partida de 37 mil pesos, qué podía hacer. Entonces continuamos con obras que no
requieren de recursos económicos, unificar a la gente, hacer labores de convencimiento
para lograr la participación de todos en cada obra y fue así como trabajamos el primer año.
En ese tiempo la gente colaboraba económicamente con las obras que realizaba. Me
preocupaba mucho la educación del pueblo y logramos construir una escuela primaria en
el primer año, porque la anterior era insuficiente para el número de alumnado y dejamos
esa para la creación de una escuela secundaria. Logramos también en ese tiempo la
creación de un jardín de niños.
Algo que fue muy grande para la población fue la instalación del servicio telefónico, ese
mismo año se inauguró porque no contábamos con él, había que ir al municipio de
Cerralvo, nos mandaban un taxi si teníamos una llamada, otro taxi para atender y otro
para regresar al municipio. Yo no lo consideraba lógico, logramos con mucha satisfacción
la instalación del servicio telefónico.
Una vez que avanzaron los trabajos, que la gente la vio en acción, ¿sintió que había
cedido la resistencia inicial de que fuera una mujer alcaldesa?
Si. Pudieron corroborar que el deseo de servir no fue en balde. Ese mismo año, también
hubo la extensión de redes de agua potable, entre otras cosas.
No se me dificultó mucho la tarea, porque el hecho de ser soltera nos facilita un poco más
los trabajos fuera de la casa. No vi mucha dificultad en ese aspecto. Tenía tiempo
disponible, me parecían pocas las 24 horas para atender las necesidades del municipio.
Cuando terminó su gestión como alcaldesa ¿estuvo satisfecha?
Bastante contenta y satisfecha por las obras realizadas y por el apoyo que en realidad sí
sentí de mi familia y de la comunidad.
El espíritu de servicio en el pueblo creo que lo traigo en la sangre. Mi abuelo paterno,
Román López Ramos, fue pionero en la independización de nuestro municipio, entonces
dependiente de Cerralvo, lo consiguió en el año de 1924. A partir del 1 de enero de 1925 fue
una congregación autónoma con el nombre de Melchor Ocampo, hasta 1948, cuando el
licenciado Arturo de la Garza, entonces gobernador del Estado, lo elevó a la categoría de
municipio.
¿Después de eso se siguió dedicando a cuestiones en el partido o comunitarias?
Después de haber entregado una serie de obras más, la reconstrucción de la plaza
principal, del palacio municipal, del centro cívico, fue ahí donde terminó mi labor
agradeciendo, como digo a todos. Luego tuve la oportunidad de que se me diera una plaza
en la escuela secundaria del propio municipio, después de haber luchado por la creación de
esa escuela y es a lo que me dedico actualmente.
¿Qué dicen las mujeres de Melchor Ocampo?, ¿cómo vieron que una mujer fuera
alcaldesa, las entusiasmó, abrió las puertas para que otras llegaran?
Lo aceptaron bastante bien, se le dio oportunidad a otra mujer nueve años después y ya no
se le ha brindado la oportunidad a otra. Creo que se debe a la discriminación que tenemos
ante el sexo opuesto, no aceptan que una mujer tiene la misma o más capacidad para
gobernar, porque nosotras lo hacemos de corazón. Las obras que hacemos en el municipio
las sentimos, es algo nato y el varón no acepta que una mujer les gane, sinceramente.
Persiste el clásico machismo mexicano en ese municipio.
¿Cuáles cree que sean las tareas pendientes a favor de las mujeres en Nuevo León?
Considero que necesitamos unirnos más las mujeres y luchar por lo que queremos para
nuestros pueblos, para nuestro estado, para nuestro país. La mujer debe dársele la misma
oportunidad para lograr todo lo que anhele.
¿Qué mensaje les daría a las nuevoleonesas?
Pues me gustaría mucho que siguieran participando, que no se dejen vencer, que intenten
lograr sus deseos de participación, que no vean con apatía la lucha que nosotros
quisiéramos y persiguiéramos lograr en beneficio de la comunidad y en beneficio de la
mujer misma.
Victoriana Martínez Chapa
Primera alcaldesa electa a nivel nacional
en el municipio de Doctor González, N.L.
(1958-1960)
Con información de Josefa González Guerra.
Victoriana Martínez Chapa nació el día 16 de junio de 1879, era hija del señor Félix
Martínez y de la señora Inés Chapa.
Su padre fue el primer presidente municipal del municipio libre de Doctor González en
1884. Posteriormente vuelve a la alcaldía en 1887 y por tercera ocasión, en 1897.
De complexión robusta, piel blanca, ojos azules y voz fuerte, Victoriana era maestra
empírica y en el pueblo se le conocía como “La Maestra”. Ella vivió frente a la plaza
principal del pueblo en un caserón de sillar con techo de viguería.
Fue una mujer con grandes dotes caritativas y la gente siempre la trató con cariño.
Victoriana se casó con el señor José Garza González, diez años mayor que ella.
“La Maestra” fue la primera mujer alcaldesa constitucionalmente a nivel nacional, en el
municipio de Doctor González, N.L. durante el periodo 1958-1960.
En tal ocasión había dos hombres compitiendo para el puesto, y como no pudieron llegar a
un acuerdo, se propuso a la maestra Victoriana para conciliar la disputa.
Los señores pusieron el grito en el cielo porque cómo era posible que una mujer compitiera
habiendo tantos hombres en el pueblo. Pero al final de la contienda ella fue electa
presidenta municipal, haciendo un papel brillante al frente de la alcaldía. En ese tiempo
ella tenía 79 años de edad.
La maestra Victoriana fallece un 29 de marzo de 1969, a la edad de 90 años. Sus restos
reposan en el cementerio municipal, junto a los de su esposo.
María Esperanza Martínez de González (+)
Alcaldesa de Higueras, N.L. (1988-1991)
Testimonio de su esposo, Ignacio de Jesús
González González, alcalde de Higueras..
¿Podría comentarnos, cómo la conoció, cómo compartieron su vida juntos?
Ella nació el 30 de agosto de 1949, en Doctor González, un pueblito vecino a Higueras y
con las mismas costumbres. Ahí vivió e hizo su primaria, se trasladó a la ciudad de
Monterrey para estudiar la carrera comercial de secretaria. Posteriormente trabajó y poco
después se casó conmigo, muy jovencita, pero supe darle el lugar que ella se merecía.
Fíjese, como que las cosas se dan solas, me tocó conocerla por accidente y desde ahí ya no
le quité el ojo, después el noviazgo, el matrimonio. La tuve a mi lado 31 años, fue muy
bonito y quizá lo valora uno más cuando ya no la tiene a su lado. Una gran esposa, una
gran madre, una gran mujer.
Yo estudié en Estados Unidos, posteriormente me vine a trabajar como administrador en el
Hotel Ambassador. Luego me dediqué a los negocios de mi padre en Higueras, en los
ranchos ganaderos.
¿Cómo era la personalidad de Esperanza?
Diría que era una persona muy firme en sus convicciones, pero al mismo tiempo muy
consciente de ver la realidad. No era una persona que se aferrara y tenía una disposición
enorme a la actividad. Me acuerdo cuando estaba enferma que me comentaba: “¿Ya ves por
qué siempre tenía que vivir mi vida rápido?, porque sabía que iba a estar poco tiempo a tu
lado y me urgía dejar esa huella y creo que lo he logrado”.
¿Cómo fue que ella se interesó en la política?
Llegó sin pensarlo, cuando llego yo por primera vez a la alcaldía de Higueras en el año
1986, la gente vio la forma en que ella trabajó conmigo, eso no se había hecho nunca. Eso
fue algo nuevo para nuestra gente y pues, cuando yo iba a terminar mi periodo, la gente
dijo que no quería experimentar, querían que ella me sucediera en el cargo. Yo contesté
que no se podía y ellos aseguraron que lo iban a resolver.
Así fue, pienso que aquella fue la votación más mayoritaria hacia un solo candidato. Le
hablo de que se manejó con un noventa y tantos por ciento a su favor. Creo que no volverá
a haber otra en esas condiciones. Una unidad tremenda del pueblo, ella supo hacerla, supo
trabajar muy bien.
¿Cómo se sentía con respecto a eso, usted no tuvo dificultad para aceptar esa
participación política de doña Esperanza?
No, en ningún momento, yo sabía de su capacidad, sabía las intenciones con las que ella
estaba participando y sabía que era para el bien del municipio. Siempre la apoyé. Como le
digo, tenía mucha capacidad, lo que sea de cada quien. Sabemos que la comunicación es
indispensable y siempre platicábamos todo. Cuando yo era alcalde, platicaba con ella, y
cuando ella estuvo, lo platicaba conmigo, siempre convivimos muy de acuerdo.
Es muy interesante el que ambos hayan llegado al mismo cargo como servidores públicos
y se pudieran comparar sus respectivas gestiones ¿cómo se sintió en ese sentido?
Bueno, yo lo único es que me sentía muy contento de cómo trabajaba ella. Creo que esa es
la realidad de las cosas.
¿Cómo era el estilo de dirigir, de administrar?
Siempre buscando aplicar y apoyar donde de verdad más se necesitaba. A pesar de que
había muy pocos recursos y la situación era todavía más difícil que en estos tiempos, creo
que supo muy bien gestionar todos esos apoyos que pudo llevar al municipio.
¿Tuvieron familia?
Sí, tuvimos cuatro hijos hombres. Se sentía muy realizada porque todo, gracias a Dios, lo
pudimos sacar adelante. Todos tienen una carrera, una profesión y, como usted sabe, la
mujer siempre es la que tiene que estar al pendiente para que no flaqueen nuestros hijos en
esa edad tan difícil, cuando les toca estar en el estudio. Ella se sentía muy realizada porque,
por ese lado, cumplió con sus hijos. Ella se daba tiempo en la política, se daba tiempo en la
casa, se daba tiempo con su familia, se daba tiempo para todo. Era una mujer incansable.
¿Cómo se organizaban, tenían algún horario especial para hacer cosas, usted cómo
colaboraba en ese sentido?
Trataba yo de ver los detallitos que pudiera sacar adelante y que ella no pudiera o no
tuviera tiempo. Trataba de ayudarle a que todo marchara bien. Cuando ella fue alcaldesa
fue la que guió y manejó Higueras. En ningún momento tomé yo una decisión, ella tenía
suficiente capacidad para hacerlo y lo que a mí me correspondía era apoyarla en todo
momento.
Los matrimonios de mucho tiempo siempre tienen sus altas y sus bajas, y de pronto hay
conflictos y demás, ¿ustedes alguna vez discutieron por cuestiones políticas?
No. Por política no, siempre supimos respetarnos y platicar todo, creo que eso es lo que
ayudó a convivir porque siempre éramos juntos en todo; o sea, no nada más en política,
siempre andábamos juntos. Nos sentíamos el complemento uno del otro. Lo digo con toda
franqueza, yo y creo que ella también disfrutó mucho a su familia.
¿Usted llegó a enterarse si en Higueras a ella se dio un trato diferente o discriminatorio
por ser mujer?
No. Al contrario, pienso que siempre se le dio un trato muy digno. Quiere decir mucho
cómo sea la persona. Nunca vimos que por ser mujer, al contrario, pienso que tuvo nuestro
apoyo.
¿Había algo en relación con las mujeres que le preocupara a ella durante su gestión como
alcaldesa o en su trabajo comunitario?
Lógico, que es donde normalmente hay más problemas, sobre todo en los municipios en
donde la mujer no tiene oportunidades para desarrollarse en el trabajo. Esa sí fue una
verdadera preocupación para ella, las mujeres, donde pudo canalizar más apoyos y más de
su tiempo. Tratar de que las mujeres se ubicaran lo mejor posible en diferentes áreas.
¿Recuerda alguna de las obras que haya sido significativas para ella e importantes para
la comunidad durante ese periodo?
Pienso que su orgullo fue haber fundado y construido el DIF municipal, un edificio muy
bien acondicionado. Ya desde ahí empezó a trabajar en forma completa y a dar el servicio
que la comunidad se merece.
¿Qué cosas le molestaban a doña Esperanza?
Ella siempre fue muy sincera y muy directa, creo a ella lo que le podía molestar más era la
falta de honestidad; le gustaba más una persona bien intencionada que hable siempre con
la verdad y de frente. La falta de honestidad le molestaba mucho.
¿Lo que más le alegraba?
Sus hijos, que le dieron muchas satisfacciones. Ella les dio a ellos mucho cariño.
¿Después de que ella concluyó su gestión, manifestó sus deseos de seguir participando en
política o se retiró a la vida privada?
Ella continuó con su trabajo en la casa, porque nunca se desligó. Nos toca regresar
nuevamente, yo de alcalde, ella como presidenta del DIF de 1994 a 1997 y pues tan activa
como siempre, sirviendo y echándole todas las ganas.
Como compañera ¿qué puede usted decir de doña Esperanza?
Que para mí fue una gran compañera, fue mi brazo derecho y lo valora uno más cuando
sucede esto, cuando ya no está a tu lado. Pero pienso que siempre se lo demostré, porque
así fue. Ahora que regresé a la alcaldía nuevamente, me ha faltado su gran apoyo, esos
consejos y esos detallitos que nos sentábamos a resolver.
Para mí fue, en un principio me sentía hasta enojado porque decía que me la habían
quitado, pero poco a poco se va uno ubicando y doy gracias a Dios por habérmela dejado 31
años. Además, adorar lo que Dios nos da, que a veces no lo tomamos en cuenta, verle el
lado bueno a la vida. Tenemos muchas cosas muy bonitas en esta vida hay que saber
apreciarlo.
¿Cómo fueron sus últimos meses?
Mi periodo lo empezamos en 1994-1997, empezando la administración, ella tuvo
problemas de salud, se estuvo tratando. Terminando la administración ella andaba como si
nada tuviera. Sabíamos que su problema, desgraciadamente, era serio. Terminamos la
gestión en octubre y el 9 de enero de 1998 ella fallece.
Cuando le dijeron lo de su problema ella me comentaba: “Sé que todos tenemos que morir,
pero sé que esto va a ser difícil para ustedes, mi familia y para mí.” Era una enfermedad
que va deteriorando el organismo, sin embargo Dios le cumplió todo. Mi esposa en
realidad estuvo mal diez días, en el hospital solo cuatro días, de ahí en fuera ella hizo toda
su vida normal. Era muy fuerte.
Ella falleció aquí en Monterrey, la llevamos a Higueras y la sepultamos en Doctor
González. Fue bonito ver la cantidad de gente que nos acompañó en la velación y en el
entierro… algo nunca visto la cantidad de gente que acudió a despedirla. Dejó mucho
afecto y cariño en la gente.
Mis hijos la siguen adorando, a mí me llenó tanto, que por ese lado estoy tan agradecido
con Dios que me haya dado la satisfacción de cuando la conocí.
Don Ignacio, le agradecemos a usted y a su familia este testimonio que comparte para las
mujeres de Nuevo León.
Quiero agradecerle porque para mí es muy significativo que tomen en cuenta todos estos
valores que muchas veces no le damos a la mujer por el machismo. Pero creo que adentro
sí lo sabemos muy bien nosotros, que la mujer es indispensable. No en un aspecto, en
todos, un hombre siempre va a necesitar de una mujer para complementarse.
Graciela Pedraza Martínez
Alcaldesa de Hualahuises, N.L. (1991-1994)
Nace en el municipio de Hualahuises, Nuevo León, el 21 de abril de 1942. Su madre es
Andrea Martínez y su padre, José Concepción Pedraza. Es la primogénita en una familia
de siete hijos. Sus estudios profesionales los hizo en la Escuela Normal “Miguel F.
Martínez” y posteriormente en la Escuela Normal Superior del Estado, donde recibe el
título de maestra de Educación Media. Su desempeño profesional en el área académica y
administrativa la llevó a ocupar puestos de dirección tradicionalmente asignados a
hombres, como la dirección de la Escuela Secundaria Técnica Agropecuaria del ejido
Emiliano Zapata, en Linares.
Luego de fungir como Secretaria del Ayuntamiento de Hualahuises, Graciela fue
alcaldesa de ese municipio en los años 1991-1994, periodo en que se arreglaron calles y
caminos rurales, se ampliaron los servicios eléctrico, drenaje, alumbrado, se
remodelaron escuelas, se construyeron y restauraron plazas, banquetas, puentes, entre
otras cosas. Actualmente es tesorera en la Junta Local de Citricultores, también en
Hualahuises.
Mis estudios de primaria los realicé en Hualahuises: la secundaria, en la ciudad de Linares
y la Normal aquí, en Monterrey, en la Normal “Miguel F. Martínez”. Luego ingresé a la
Escuela Normal Superior del Estado y recibí el título de maestra de Educación Media con
la especialidad en matemáticas.
Una vez que recibí mi título, ingresé como maestra a la escuela primaria, siempre en el
área rural. Trabajé en el ejido La Unión, en el municipio de Montemorelos; en la
Comunidad del Cangrejo y en el barrio de Santa Rosa, en Hualahuises. Esta escuela era
una primaria de organización completa. Trabajé primero como maestra y los últimos
cuatro años, como directora de la escuela.
Siendo directora, con ayuda de maestros y padres de familia me aboqué a dar
mantenimiento y arreglo a los edificios escolares, a realizar actividades para obtener
recursos económicos, solicitando inclusive el apoyo de la Séptima Zona Militar que nos
proporcionó albañiles, electricistas, plomeros y peones; y de esa manera pudimos realizar
mucha obra.
También fue una gran preocupación mía la comunidad, donde pugné por construir un local
donde se instalaron lavadoras y máquinas de coser para que las señoras del barrio fueran,
lavaran y mientras tanto, podían arreglar unas prendas.
Posteriormente trabajé en una escuela secundaria técnica agropecuaria que se fundó en
1971, primero como maestra de matemáticas. Al mismo tiempo el director de la escuela,
conociendo el trabajo que había hecho en la escuela de Santa Rosa, me comisionó para
cercar todo el terreno con el que contaba la secundaria, que era de 100 hectáreas, ¡un
kilómetro cuadrado! Y así me organicé con los padres de familia para la cuestión de mano
de obra y postes.
Una mujer participando activamente en una escuela agropecuaria, trabajo que por lo
general lo hacían maestros varones ¿cómo la recibieron?
Precisamente yo le comenté al director que por qué me iban a comisionar a mí, si había
muchos maestros hombres, y él me decía: “Yo quiero que usted realice este trabajo, es muy
capaz”, y lo hice. En el año de 1980 el director de entonces me dijo que me quedara de
directora y yo de nuevo le decía que no, si había muchos hombres y la escuela era muy
grande. Entonces me pidió que lo pensara.
A los 15 días me volvió a preguntar y siempre le decía que no, que gracias por ofrecerme el
puesto. Y nada, que el 6 de octubre de 1980, el director del Departamento de Secundarias
Técnicas me llevó el nombramiento a la escuela. A partir de ahí, adquirí más
responsabilidad, entonces me aboqué a trabajar mucho más.
La escuela está ubicada en la orilla de la Carretera Nacional, entre Hualahuises y Linares,
un lugar que carece de población, de manera que los alumnos que ahí asisten tenían que
ser transportados de 40 comunidades rurales y ejidos, y solamente tenía dos unidades de
transporte que no eran suficientes. Me dediqué a conseguir otra unidad. Los alumnos,
como hijos de campesinos son de escasos recursos, ellos aportaban por concepto de pasaje
una cuota simbólica para cubrir el combustible y la escuela tenía que aportar el resto, me
las tuve que ingeniar para conseguir ese recurso.
Como escuela agropecuaria se manejaban diferentes unidades de producción en el sector
agrícola, pecuario, avícola y de industrias rurales, y en un taller de lácteos. En ese entonces
los alumnos ahí estudiaban y se formaban cooperativas. Se puede decir que en mi escuela
la enseñanza estaba ligada armónicamente a la escuela de la producción y siempre
aplicamos el lema de "aprender haciendo y enseñar produciendo.”
Ése es un modelo de organización que incluso fue premiado en una ocasión cuando
obtuvo una producción de trigo superior a la de la misma Universidad Autónoma de
Nuevo León.
Así es, en abril de 1987 se convocó a un concurso. En la escuela sembramos 40 hectáreas
de trigo en tierra de temporal y se obtuvo un rendimiento de cuatro toneladas por
hectárea. Concursamos con grandes productores inclusive con la Universidad Autónoma
de Nuevo León. La escuela obtuvo el primer lugar y fue acreedora de un premio. En 1981 se
inició el taller de lácteos y fueron a visitarlo el entonces Presidente de la República, el
licenciado José López Portillo y el doctor Luis Eugenio Todd, Subsecretario de Educación y
les gustó mucho, de manera que nos presentó en un programa en el canal 2 de televisión,
para dar a conocer al público lo que se hacía en la escuela.
¿Cómo se da su ingreso a la política?
Yo me jubilé el 31 de diciembre de 1988 y el primero de enero de 1989, el entonces alcalde
de Hualahuises me invitó a colaborar como Secretaria del Ayuntamiento. En aquel tiempo
le dije: “Bueno, pero sólo si vamos a trabajar, porque yo no voy a estar encerrada en una
oficina.” “No, vamos a trabajar” me respondió. Entonces me dio todas las facilidades para
venir a Monterrey a gestionar obras. Se gestionaron y se lograron electrificaciones,
ampliaciones, introducción de servicios como agua potable, energía eléctrica y muchas
otras cosas más; conseguí maquinaria para el arreglo de caminos y todo eso.
¿Cuánto tiempo estuvo como Secretaria del Ayuntamiento?
Tres años, fue la Administración 89-91 y a raíz de que yo me involucré mucho porque me
gustaba andar con los campesinos. Que si el campesino tenía un problema en un ejido,
vamos todos a Monterrey; que si se está haciendo una colonia, yo venía con ellos a
Desarrollo Urbano para conseguir la planeación, la lotificación de la colonia… y la gente
muy contenta. Yo andaba con ellos, no me estaba en la oficina. Tal vez por eso ellos me
propusieron que fuera candidata para Presidenta Municipal y mi respuesta fue: “Bueno, si
ustedes me apoyan, pues sí”; y el detalle es que en Hualahuises siempre se manejó la
elección a través de una consulta directa a la base militante, mediante voto secreto. Si yo
contaba con el apoyo de la gente propiamente era un hecho que en un rato más iba a estar
en la Presidencia Municipal y así fue. Ahí obtuve una votación interna mucho muy buena y
en la elección constitucional hubo una gran participación.
¿Cuáles fueron los logros que más satisfacciones le dieron durante su gestión?
A partir del primero de enero de 1992, luego de las gestiones y de venir acá a las
dependencias, una de mis principales preocupaciones fue adquirir alguna maquinaria.
Hualahuises no tenía y eso era básico para el arreglo de caminos. Logramos adquirir una
motoconformadora, una retroexcavadora y un camión de volteo y con eso nos pusimos a
arreglar todos los caminos al cien por ciento, de la cabecera municipal a cada una de las
comunidades rurales, y si no estaba a orilla de la carretera pues de la carretera a la
comunidad.
En esa administración hubo un gran despegue. Hualahuises estaba muy atrasado en todos
los aspectos: pavimentación, electrificación, agua y drenaje; logramos electrificar bastantes
comunidades rurales. De todos los barrios que estaban pendientes ahí en la cabecera
municipal se perforaron muchos pozos y se equiparon. Se pavimentaron 35 mil metros
cuadrados, se recarpetearon otros 25 mil y en otras obras se dio mantenimiento a todas las
escuelas, de todo hubo.
Usted es una mujer muy productiva en lo personal. Una vez que terminó su gestión al
frente del ayuntamiento, ¿ha seguido participando en el trabajo comunitario?
Cuando terminé mi gestión en el 94 formé parte del Patronato Pro-Mejoras Materiales de
los dos templos con los que cuenta Hualahuises. Ya en mis cuestiones particulares, como
trabajé en la escuela agropecuaria y mi padre siempre fue agricultor tenemos mucha
relación con eso, por lo que me dedico activamente a labores agropecuarias en pequeña
escala, en la agricultura, ganadería y citricultura. Actualmente formo parte de un comité en
la Junta Local de Citricultores, desempeñando el cargo de tesorera.
Usted ha sido pionera en muchas cosas, ¿en cuántas ha sido la primera?
Bueno, pues en todo lo que me he ocupado he sido la primera: como directora de una
escuela primaria de organización completa, he sido la única mujer que ha ocupado la
dirección de la Secundaria Técnica Agropecuaria del Ejido Emiliano Zapata, en Linares,
hasta la fecha, la única mujer que ha sido secretaria del ayuntamiento y como alcaldesa de
Hualahuises hasta ahora he sido la única mujer en ese puesto.
¿Quisiera dejarles un mensaje a las mujeres de Nuevo León?
Pues yo invitaría a las mujeres a que participen en todas las áreas: en lo social, lo político,
en lo cultural. Siempre que hay una mujer al frente las cosas son muy diferentes. Nosotras
nos damos cuenta, en una administración municipal integrada por puros hombres sin una
mujer como que tiene muchas fallas, porque las mujeres estamos más pendientes de todos
los detalles y tenemos mucha más responsabilidad.
Delia Peña Salinas
Alcaldesa de Los Herreras, N.L. (1986-1988)
Nació en Los Herreras, N.L., en el año de 1938. Hija de María de Jesús Salinas Salinas
y de Juan Peña López. Tras cursar la secundaria en Cerralvo viaja a Monterrey,
donde se recibe de maestra en la Escuela Normal en 1955, regresa a Los Herreras
para encargarse de la dirección de la escuela de la comunidad. Formó parte del
Ayuntamiento de Los Herreras durante cinco periodos: fue regidora en dos ocasiones,
dos veces alcaldesa suplente y en 1986, alcaldesa del municipio.
¿A qué edad empezó a dirigir la escuela?
Pues en 1955, a los 17 años, con una gran responsabilidad. En primer lugar los maestros, que
la mayoría fueron mis maestros, eran empíricos. Fue muy pesado, imagínese, con un
colmillo de todos para cualquier cosa. Me ponían piedritas, tenía uno que cuidarse mucho de
no salir con que no sabía. Y después con grandes responsabilidades por la cantidad de niños
que antes había. Ahora ya no hay tantos, porque la gente se va a Estados Unidos. Desde muy
joven fui muy responsable en todas las cosas, tuve que hacerme así. Todavía hay algunos
compañeros vivos, una de 99 años. Me ayudaban, porque me decían “vamos por aquí, vamos
hacia esa parte, tú no tienes experiencia”, todo salió muy bien.
¿Cuánto tiempo estuvo al frente de la escuela?
En 1955 entré. Y en 1961 fundé la escuela secundaria, siendo gobernador el licenciado Livas
Villarreal, incluso vinimos a solicitar la escuela cuando era candidato. Entré primero a la
escuela como maestra por horas y secretaria, pero todos dábamos clase. Estuve desde 1961
hasta 1988.
¿Cómo fue que se interesó por la política?
Me apasionaba desde 1957. De las mujeres, yo era la que trabajaba y ganaba más dinero en
el pueblo. Entonces me llamó el presidente municipal porque necesitaba algunas cosas. Yo
no sabía nada, pero él me mandaba a Monterrey con lluvia, con frío, con calor, con nevadas.
Me fui involucrando sin darme cuenta, me apasionó de tal manera, que me olvidé de todo.
¿Se volvió militante de algún partido?
Del PRI, hasta el presente. Estuve en el Ayuntamiento cinco periodos. Fui regidora dos
veces, otras dos veces alcalde suplente y la última vez, en 1986, alcaldesa.
¿Había habido mujeres alcaldesas en Los Herreras?
No, fui la primera y sigo siendo la única que ha habido.
¿Qué era lo que le entusiasmaba de la política?
Todo: el moverte para allá, para acá, hacer un grupo, hacer otro, buscar gente. Ahorita ya ni
me acuerdo cómo fue. Trabajábamos en la escuela mañana y tarde, después nos quedamos
sólo con un turno; pero yo me iba en las tardes a limpiar la escuela, los salones y los bancos:
los pintábamos antes de salir del ciclo para que estuvieran listos en septiembre. La escuela
me fascinaba, si hubiera querido jubilarme a los 30 años de servicio, lo hubiera hecho, pero
me jubilé a los 35.
¿Cómo era la respuesta de la gente de Los Herreras?, ¿no se oponían los señores?
No, porque yo tomaba el sector femenil. Claro que, como directora de la escuela, estaba en
contacto con los padres de familia, así es que yo no veía nada más en ese momento.
¿Nunca se encontró un obstáculo?
No, hasta cuando llegó la de ir por la mía. Después me vine a dar cuenta, porque antes había
eso de “dar” los puestos; el alcalde o el partido o el gobernador decían a quién querían para
Ramones, China, Bravo… y así era.
¿Cómo fue la suplencia en la alcaldía? Una fue en el 1974 y otra en 1983, nueve años
después, ¿por qué tuvo que suplir a los alcaldes?
No, no se suplían como se estila ahora, entraba primero el alcalde propietario y luego el
alcalde suplente, existía esa figura. Yo estaba asustada, no sabía qué era eso. No es igual de
ninguna manera, la responsabilidad de gobernar un pueblo no es igual a la de ser regidora.
No hallaba qué hacer y por lo mismo, me dieron en la torre los mismos, por el machismo,
me querían sólo para que les hiciera los mandados. Estuve colaborando 11 años en la CNOP,
yo era la de todo, no me daban viáticos.
¿Lo ponía de su propio bolsillo?
Claro, no había ahí apoyos.
¿Y cómo llegó a ser alcaldesa, a tener la titularidad?
En una ocasión, en casa de una hermana de la licenciada Mary Huerta hicieron una comida
y fue Jorge Treviño, creo que era todavía candidato; nos llamaron a todas las representantes
del sector femenil y estuve platicando con él. Me dijo que en poco tiempo me iba a llamar.
No pensé que un candidato se iba a andar fijando en una mujer de Los Herreras. El caso es
que me llamó el secretario Lucas de la Garza para que fuera a su oficina. Yo no me
imaginaba que era para eso, para ponerme en contacto con las autoridades y el partido. Le
dije que no, que mejor le dijeran a otra persona, pero como el señor gobernador ya había
dicho... Yo estaba muerta de nervios, le dije a mamá y ella me dijo que siguiera.
¿Cómo se sobrepuso a esa inquietud?
Pues empecé a decirle a la gente y pues aparentemente todo iba muy bien. Pero no todos, fui
hablar con el alcalde y todo parecía bien, pero estaban preparando otra cosa. Cuando fui al
partido para inscribirme como candidata, vino otra gente a decir que eso era muy pesado
para una mujer. Desde entonces, ahí están las escuelas divididas, la iglesia dividida, la
presidencia municipal dividida, la logia masónica dividida. Desde entonces estamos
divididos… ¡qué decepción!
¿A qué lo atribuye?
Cacicazgo… por allá aparentemente no hay, pero, por ejemplo, Los Ramones, China, Bravo,
ahí todo se hace por debajo, con algunas gentes. Me da pena decirlo, sí encontré muchos
obstáculos, muchas divisiones, pero me puse a trabajar.
¿Cuál es la obra que la dejó más satisfecha?
Puedo decirte que dejé instituida la Fiesta del Anciano, una fiesta en grande; la fiesta de la
presidencia con regalos y reconocimientos para las escuelas, a las madres, a los niños. Tenía
ex alumnos que ya estaban titulados y que me dieron todo el apoyo, eran hasta mis guaruras
porque, siendo candidata, a mi casa llegaban los policías de la rural a intimidarme a media
noche, pero mi mamá estaba firme. No soy casada, me involucré en política y en la escuela
de tal manera, que me olvidé de otras cosas.
Una vez, como a las cuatro de la mañana, me tuve que venir para Monterrey con mi mamá.
Las rancherías también se dividieron ¿Cuál era la división? Pedía un grupo de personas que
yo no estuviera, porque ya había estado cuatro veces, porque era mujer.
Llegó un momento en que me llamaban del partido (PRI) para juntar gente, de tal manera
que yo decía: pues ¿por dónde nos vamos?, vine con un presidente del partido y le dije que
andábamos mal, que la gente se andaba cambiando al PAN, pero dijo que no importaba que
se perdiera, que ésas eran las órdenes.
¿Cuando usted terminó su gestión siguió militando?
Seguí militando tres años hasta 1991. Luego me fui retirando.
¿Qué piensa de la equidad entre hombres y mujeres?
En Herreras es muy difícil, pero aquí en Monterrey veo el periódico, veo la televisión, me
gusta ver que hay muchos logros.
Después de la decisión de no participar más en contiendas políticas, ¿qué es lo que está
haciendo ahora?
En el 2000 me nombraron directora en la Casa de la Cultura. Desde 1989 vine al Instituto de
la Senectud (INSEN) con el licenciado Fernando Ancira y le pregunté qué posibilidades
había de ayudar a los ancianos. Hasta ahorita estoy encargada de llevarles dinero, los visito
de parte del INSEN, traigo a los que puedan caminar para darles el chequecito y a los que no
pueden, se los llevo a sus casas. Por eso no estoy sola, estoy en contacto directo con la gente.
¿Qué cree que hace falta para las mujeres?
Pues que se les dé más reconocimiento, que las tomen en cuenta; están relegadas porque
sólo las llaman cuando se les ofrece. Hay ignorancia, la mujer en los pueblos está muy
relegada. Falta más participación y que no haya envidias entre las mismas mujeres. Siempre
hay que estar en contacto con la gente, porque si te encierras es perder. Hay que salir,
afrontar las cosas con dignidad.
¿Está satisfecha con lo que ha hecho?
Claro que sí. Yo no me ahogo en un vaso de agua; la experiencia, las canas, el tiempo, me
han hecho ver muchas cosas. He trabajado toda mi vida, estoy muy satisfecha.
¿Qué mensaje les daría a las mujeres de Nuevo León?
Que adelante, habiendo tanta mujer que participa y trabaja, que las tomen en cuenta. Ahí
está la señora, la diputada suplente, una maestra que tiene muchas ganas pero la hacen a un
lado, vienen a juntas y la hacen a un lado, no se saludan. Pero me gusta que las mujeres
estén participando.
Nora Elia Pérez Arce de Cantú
Alcaldesa de Los Ramones, N.L. (1995-1997)
Nace en Monterrey, N.L., el 23 de enero de 1953. Es la hija mayor en una familia de doce
hermanos. Su madre es Graciela Arce Carrión y su padre José Atanacio Pérez Salinas.
Sus estudios los realizó en Monterrey, N.L., y obtuvo el título de cirujano dentista por la
Universidad Autónoma de Nuevo León en 1974. Cuando contrajo matrimonio, cambió su
domicilio a Los Ramones, N.L, donde practica su profesión. Es madre de tres hijos.
Es miembra del PRI desde 1971, donde ha desempeñando diversas funciones electorales y
administrativas. Durante su trayectoria en el servicio público ha sido presidenta del DIF
municipal de Los Ramones, de 1989 a 1991 y alcaldesa del mismo municipio en el periodo
1995-1997, contendiendo por el mismo cargo en 2000.
Mi niñez fue normal, como la de cualquier otra niña feliz. Acudí al jardín de niños y
siempre fui muy inquieta; me gustó siempre aprender, estudiar y tal vez se oiga mal
decirlo, pero siempre tuve los primeros lugares; “pintaba” para ser líder desde pequeña,
siempre me nombraban representante de grupo. En la secundaria seguí igual, formé parte
de las planillas de la escuela, tuve la oportunidad de ser integrante de la escolta, fui
abanderada, dirigente, maestra de ceremonias en las asambleas. Para mí era muy
agradable hacerlo y siempre me deleitaba participar, sobre todo cuando con esa
participación fui adquiriendo experiencia y al mismo tiempo contribuía con el ejemplo
frente a mis compañeros. Cuando se quiere, se puede.
¿Hubo algo en su familia que sirviera de modelo para ese liderazgo?
Creo que mis padres influyeron mucho. Mi padre con su espíritu de servicio, de ayudar a
los demás; mi madre, apoyándonos siempre. Posiblemente cuando fui más grande me di
cuenta de que, como mi padre era originario de un pueblito y quería contribuir a su
desarrollo, yo también. Él siempre quiso llegar a ser alcalde de su municipio,
desgraciadamente falleció y ya no pudo lograrlo, creo que seguí ese ejemplo.
En una ocasión nos dijo que lo que él no pudo llegar a ser, quería que uno de sus hijos lo
fuera. Quizá de ahí yo tomé esa meta porque, ya comenté que me gustaba mucho la escuela
y me dediqué a los estudios. Cursé la primaria y la secundaria, la preparatoria y la facultad,
soy cirujana dentista y durante un tiempo me dediqué enteramente a lo que era mi
profesión.
Al terminar la carrera hice mi servicio social en el municipio de Los Ramones, ya que desde
antes yo les decía a mis padres que no quería hacer mi servicio social en la ciudad, yo
quería en un pueblo. Decidí eso porque me gusta ayudar a gente de los pueblos, lo que
aparte me permitió adquirir experiencia. En la ciudad habíamos ya muchos profesionistas
y allá, yo era nada más la que iba a hacer mi servicio.
Cabe decir que a mi esposo también le gusta mucho la política, él fue alcalde de Los
Ramones. De ahí que ese gusto lo traigo por mi padre y lo ha venido a complementar mi
esposo. Me casé en el año de 1977, a los 24 años. Luego nació mi primer hijo y me dediqué
a mi familia y a mi profesión. Al principio mi esposo no quería que trabajara pero le dije
que si yo tenía una profesión, tenía que ejercerla. Siempre me ha apoyado en todo lo que he
querido hacer; claro, sabiendo dónde y qué es lo que se va a hacer y lo que no.
Posteriormente, mi esposo se metió de lleno a la política, empezó como funcionario
público y yo como dama voluntaria del DIF. Llegó a ser alcalde para el periodo 1989-1991,
y yo, presidenta del DIF. Como antes, les ayudé a las presidentas del DIF con mucho gusto
y agradecida estoy con ellas de que me dieron la oportunidad de colaborar, siendo
presidenta del DIF, me nació querer ser alcaldesa.
Quería participar directamente y para ayudar al pueblo. Yo me decía que había nacido y me
había criado en la ciudad de Monterrey, ahora la mitad de mi vida ha sido en Los
Ramones; pero también me preguntaba por qué los jóvenes de los pueblos no pueden vivir
igual que en la ciudad. Sin menospreciar a las ciudades, en los pueblos se conservan
muchos valores, muchas tradiciones, muchas costumbres. Y no solamente a los jóvenes,
sino también a las mujeres no se les da la oportunidad de superarse.
Entonces a mí me nació la idea de ser yo directamente, porque veía, aunque estaba
trabajando, que había cosas que no podía decidir porque en ese momento no era la persona
indicada; al serlo, sí podría decidir. En aquel entonces, recordando las palabras de mi
padre, me ubico y me preparo, pues yo quería ser la que dirigiera. No por el hecho de tener
el poder, ni de sentirme la número uno del pueblo, sino por llevar a cabo proyectos de
beneficio.
¿Había gobernado alguna alcaldesa antes en Los Ramones?
No, yo fui la primera y con dificultad porque mi esposo fue alcalde, entonces yo quería
sucederlo, pero no pudo ser, me tuve que esperar un trienio para poder participar.
¿Le pusieron algún obstáculo?
La primera vez no se pudo, porque se decía que había continuidad y tuve que respetar.
Entonces en la siguiente oportunidad, las cuatro personas más con las que participé me
dijeron que me iban a dar el apoyo; pero ya estando en el juego, fue diferente. Tuve que
participar porque entró la oposición a nuestro municipio, o sea, tuve que volver a
contender ya no sólo en una elección interna de mi partido, sino en una constitucional.
Afortunadamente la libré, gané y estuve lista para participar. En la cultura de los pueblos
todavía no es bien aceptado que una mujer ocupe un cargo de esta naturaleza.
¿Se encontró con muchas resistencias?
Algunas personas durante mi campaña y aún después, manejaban eso de que cómo una
mujer iba a mandar en el pueblo. Yo les decía: “Yo no voy a mandar en las casas de cada
uno, voy a tomar decisiones consultando también a personas del sexo opuesto al mío”. Y
así como había quienes no querían que fuera alcaldesa, hubo gente que sí me apoyó y
todavía tengo su confianza. Aparte de que yo quería y tenía los deseos de servir a mi
pueblo, tenía que demostrar que una mujer sí lo puede hacer. Ya no era por mí, sino por
todas las mujeres, tenía que sentar un buen precedente.
Afortunadamente yo no soy quién para decir si hice bien o mal, pero creo que hice cosas de
beneficio para el pueblo y que me dieron satisfacción; hay otras que dejé pendientes, que
no pude hacer por falta de recursos. Desgraciadamente, nada más éramos dos alcaldesas
en el estado de Nuevo León y además vino la devaluación de 1995.
Éramos la profesora Norma Pérez de Sifuentes, en General Treviño y yo. Todos los
compañeros se portaron de maravilla con nosotras, nos apoyaron, nos dábamos la mano.
Aparte los funcionarios que me ayudaron en la Secretaría del Ayuntamiento y en la
Tesorería eran hombres, nada más la alcaldesa era mujer. Trabajé con puros compañeros.
Yo no hubiera podido haber hecho nada, les agradezco bastante el apoyo que me dieron, ya
no tanto a nuestra administración, sino al pueblo de Los Ramones.
¿Cómo se sintió con el triunfo?
Pues me dio mucho gusto porque fue una campaña muy pesada; era la primera vez
también, bueno era la segunda, pero teníamos como diez ó 12 años que no había oposición.
Fue una lucha muy intensa, una campaña muy desgastante, pero ya cuando se ganó me
sentí muy contenta de que logré la meta que quería; pero también tenía una gran
responsabilidad para demostrar que sí lo podía hacer.
¿Qué fue lo que más satisfacción le dio haber conseguido durante su gestión?
De las mayores satisfacciones fue que en algunas comunidades que no tenían nada, les
pudimos hacer algunas obras y ya tuvieron agua en su casa, ya se pudieron bañar en
regadera; esto fue lo más satisfactorio. Aparte con las mujeres, el llevarles programas a
través del Gobierno del Estado, becas de capacitación, proyectos productivos; fue también
satisfactorio ver que ellas hacían su trabajo o estudiaban corte y confección, y que aparte
de estudiar se les pagaba. Igual hacíamos pequeños grupos donde se elaboraban escobas y
trapeadores y luego se regalaban entre las demás comunidades que más necesitaban.
Otra de las satisfacciones que tuve desde que fui presidenta del DIF fue la formación de un
grupo de la tercera edad que en este 2004 cumple 15 años y a quienes –
independientemente de que hayamos terminado y hayan entrado otros alcaldes– siempre
les he procurado, no importando el partido que esté en el poder. Creo que esto hay que
continuarlo porque las personas de la tercera edad nos dan mucho, como la experiencia; y
tal vez sea como me gustaría que me trataran a mí cuando llegue a la tercera edad. Les he
dicho que me esperen, porque yo quiero ingresar a ese grupo aún antes de estar en la
tercera edad.
¿Durante la alcaldía, qué retos se le presentaron?
En todas partes hay grupos diferentes y es el caso que se formaron otros grupos que
trataban de ir bloqueando mis actividades o estaban permanentemente cuestionando, a
eso me tuve que enfrentar, pero yo seguí adelante. En los pueblitos, cuando llega el
periódico, comentan que: “qué feo esto, qué feo lo otro”. Pues ni modo ¿verdad?, mientras
sientas que estás bien, hay que seguir adelante.
Habiendo sido su esposo alcalde y luego usted, las comparaciones deben haber sido
inevitables ¿qué comentarios hubo?
Pues, se oye mal que lo diga, pero creo que es una forma diferente de gobernar, no es que
uno haya sido mejor que otro, sino simplemente que uno ve o maneja la política de otra
manera, desde otro punto de vista. Una, como mujer, se pone en el lugar de los otros;
entonces tienes que cuidar muchos aspectos y aparte gobernar con cerebro poniendo algo
del corazón. Quizá eso es lo que a muchos hombres los hace dudar de que podamos hacerlo
o no, porque a veces nos vamos por lo sentimental y la sensibilidad. Le ponemos
sentimiento pero también le ponemos inteligencia.
Uno de los retos que tuve fue el caso de un panteón, un problema desde hacía tiempo. La
gente no tenía acceso porque un señor decía que era propiedad privada y no les dejaba
entrar. Cada vez que fallecía una persona era un problema, a veces la gente estaba ahí con
el cuerpo y mientras se solucionaba, yo les ofrecía otra parte en lo que se daba una
situación jurídica sana. Después de amparos y denuncias se tuvo que llegar a la
expropiación para quitar los candados. Para mí fue una satisfacción, entró lo sentimental
pero se vieron beneficiados.
¿Cuáles cree que sean los pendientes para lograr la equidad entre hombres y mujeres?
Que más mujeres nos animemos a participar y que animemos a las demás, porque a veces
queremos que nuestras mujeres nos representen pero no les decimos o no les damos el
apoyo o la suficiente confianza. Siento que debe haber más participación y siento que se ha
adelantado gracias a la voz de muchas mujeres como la de María Elena Chapa y muchas
otras que nos han dado espacios, mismos que hay que aprovecharlos.
Una vez que los ocupemos, demostremos con responsabilidad que podemos hacerlo
pensando también en las generaciones que vienen, para que vean que una mujer puede
ocupar un cargo público sin perder su identidad, su esencia, su feminidad. Mi mensaje
sería que participen porque la mujer puede ver los problemas desde otro punto de vista y
puede ser y es, un factor muy importante para el desarrollo de un pueblo, de un estado y de
un país.
Siento que ya empieza a darse más esa credibilidad en la mujer. No quiero decir que los
hombres sean deshonestos, pero siempre las mujeres procuramos todos los aspectos y
tratamos de conservar nuestros valores, porque también pensamos en nuestra familia.
Tenemos que hacer las cosas para que nuestros hijos e hijas se sientan orgullosos de
nosotras.
Norma Herminia Pérez Maldonado
Alcaldesa de General Treviño, N.L., (1995-1997)
Nace en Monterrey, N.L., el 8 de noviembre de 1946. Su padre es Ramiro Pérez
Guerra y su madre María del Socorro Maldonado. Es la tercera hija de un total de
seis hermanos. Está casada, tiene dos hijos y tres nietos.
Maestra de profesión, es miembra activa del PRI desde 1964, donde ha sido secretaria de
Organización, presidenta del Comité Municipal del PRI de General Treviño en los
periodos 1991 a 1993 y de 2000 a 2003.
Fue además encargada de Maquiladora del Norte (1970-1971), secretaria particular del
Ayuntamiento de 1964 a 1966, secretaria administrativa de la Oficialía del Registro Civil.
Regidora; secretaria particular del Presidente Municipal de 1987 a 1988 y tesorera
municipal, entre otras responsabilidades. De 1995 a 1997 fue alcaldesa de su municipio.
Actualmente es maestra en la Escuela Comercial “Profr. Gorgonio Sáenz”, labor que lleva
a cabo desde 1983.
Desde joven empecé a trabajar en el municipio en todas las campañas, en todo me
gustó ayudar y servir a la comunidad. Ya casada, continué trabajando de secretaria
ahí en el municipio y nunca pensé en llegar a ocupar un puesto de elección popular.
Trabajé como secretaria, apoyé en todas las campañas políticas que se presentaron
en el municipio y en 1990 me invitó el alcalde a que fuera su tesorera.
Anteriormente fui regidora, estuve en la administración de 1987 a 1989. Un ex
alcalde me invitó a participar y le dije que sí. Fue más rápido de lo que pensaba. Se
inició la campaña y no me aceptaban muy bien por el hecho de ser mujer.
Gracias a Dios y al pueblo del General Treviño que me apoyó, salí adelante, fui la primera
alcaldesa del municipio. Durante la administración se presentaron situaciones muy
difíciles. En primer lugar, recuerdo en 1994, la situación económica por la que pasó el país,
los recursos federales y estatales eran muy raquíticos y limitados, aún así se hizo mucha
obra, se apoyó a la gente, que era mi mayor compromiso, ayudar a los que menos tienen,
porque no tienen la culpa de haber nacido pobres.
¿Cómo se sintió cuando la postularon?
Para mí fue un sueño, no lo podía creer. Pensaba en el compromiso que había adquirido y
que era una responsabilidad mucho muy grande, no podía defraudar al pueblo de ninguna
manera. Tenía que trabajar con ahínco, con muchas ganas. A mis hijos no les gusta la
política, pero como quiera salí adelante. Entonces mi hijo estaba pequeño, tenía 12 años,
hay 14 años de diferencia entre él y mi hija mayor, ella me decía: “si te gusta sigue adelante,
si no, pues tú sabes lo que vas a hacer”.
En un pueblo es muy difícil que te acepten, pero lo hicieron. La gente empezó a cambiar,
porque los problemas de la gente los tomaba como si fueran míos. En primer lugar a los
jóvenes, a todos los veía como si fueran mis hijos, lo primero que hacía era hablar con
ellos.
¿Cómo pudo combinar su familia con las responsabilidades de la gestión municipal?
Cuento con la ayuda de mi madre, actualmente tiene 83 años, todavía vivía mi papá, de
ellos obtuve mucho apoyo en cuanto a mi hijo el menor. Mi hija ya estaba casada. Ellos se
hicieron cargo de mi hijo en cuanto a la escuela, se fue a Estados Unidos a estudiar,
empezaron a formar un grupo y me ayudaron, hubo muchas aportaciones, muchos
donativos con los que apoyaba a la gente mas necesitada y logré mucho con ellos. Lo
mismo mi hija que vivía en Houston, formó un grupo que nos apoyaron con un vehículo de
transporte para los niños de la congregación que tenemos en el municipio. Hoy, la
camioneta todavía funciona para traerlos.
Esa oposición que dice encontró inicialmente, ¿por parte de quién se daba, de qué
dudaban para que usted pudiera desempeñar este trabajo?
Obviamente los hombres decían: “cómo nos va a mandar una mujer”. Pero de ninguna
manera los iba a mandar, sino a representar a mi municipio con mucho orgullo. Les dije
que iba a aceptar todos los comentarios y sugerencias. Todos los colaboradores que tuve
fueron muy buenos y en ellos tuve mucho apoyo.
Las mujeres ¿que comentaban al tener una alcaldesa?
Las mujeres de General Treviño son muy dinámicas y ahorita ya tenemos otra alcaldesa.
Como que ven realmente el papel que desempeña la mujer; porque le hacemos de amas de
casa antes de salir al trabajo seas presidenta municipal, seas alcaldesa, tienes que estar al
pendiente de la familia, del esposo, de la casa y también porque consideran que es un
honor muy grande representar a General Treviño
¿Cuáles fueron las principales obras que pudo hacer en su municipio?
La principal obra fue la línea de conducción, porque la problemática principal en esta zona
es la sequía; entonces la línea de conducción se hizo de la galería de filtración al tanque
elevado, que vino a remediar el problema del municipio. Ésa fue mi meta primordial, el
agua. También de mucha ayuda social fue el drenaje sanitario en la colonia Martínez
Domínguez, una colonia donde viven aproximadamente unas 20 familias y ahí los terrenos
son muy pequeños donde era una necesidad el drenaje.
¿Tuvo que desarrollar alguna capacidad o habilidad especial para negociar y gestionar
los recursos para llevarlos a su municipio?
Andábamos de puerta en puerta, como decimos nosotros, de “pediches” para poder lograr
apoyos. Se lograron muchos en cuanto a programas emergentes de combate a la pobreza,
en los programas que se presentó para apoyar a los ganaderos, a los agricultores, al sistema
de caminos; fue mucha derrama, muchos trabajos que dimos a la población.
Sí se ayudó mucho con estos programas: a los agricultores haciéndoles los cercos, a los
ganaderos con las pacas, con los papalotes, gracias también a la Unión Ganadera Regional.
Entonces sí hubo en ese sentido apoyos, pero había que tocar puertas también y gracias a
la esposa del gobernador tuvimos capacitación de corte y confección, ella nos regaló el
material y luego las prendas que se hacían eran donadas a los niños del municipio. Se
enseñaba corte y confección, aprendieron y al mismo tiempo ganaron un salario. Para el
sistema de caminos, como para la limpieza, nosotros pagábamos sólo la mano de obra,
ellos pagaban el material.
¿Qué significa para usted haber tenido ese acceso al poder político de su municipio?
Es algo muy bello, muy bonito haberle servido. Invito a todas las mujeres que pueden
seguir adelante, que las mujeres pueden hacer mucho, porque tienen sensibilidad, amor a
la familia y pueden servir mucho a la ciudadanía.
En el ámbito de lo privado, ¿cuál ha sido la actitud de su esposo?, ¿cómo reaccionó?
Me apoyó mucho, él no es político, siempre se ha dedicado a las labores en el rancho. Pero
dijo: “si te gusta, éntrale”. En ese sentido recibí mucho apoyo de él. Cuando lo necesitaba,
él acudía. Salíamos a Monterrey a buscar los recursos, porque teníamos que venir hasta
acá.
Una de las satisfacciones que tengo es que instalamos en mi administración el comedor de
los ancianos, de los jóvenes de corazón y hasta la fecha continúa operando. Comenzamos
con 47 personas y los que no podían ir a comer le llevábamos la comida a su casa. Recibí
mucho apoyo de mi hermana, que era la directora del DIF. Mi hermana se llama Alma
Ofelia Pérez de Moreno, mucho apoyo obtuve de su parte.
¿Cómo observa la situación para las mujeres en Nuevo León, hemos avanzado algo en
términos de combate a la discriminación, en igualdad de oportunidades?
Pienso que las mujeres están capacitadas para llegar, primero a gobernadoras y también a
la Presidencia de la República. Porque vamos a las mismas universidades, estudiamos lo
mismo, entonces ¿por qué nos van a discriminar? Lo que se propongan las mujeres, lo
pueden obtener, ése es mi punto de vista. Que no se amedrenten, no se escondan ante
ninguna situación, que sigan adelante porque tienen mucha capacidad para llegar al puesto
que deseen.
¿Todavía nos falte hacer algo para avanzar más rápido en este sentido?
Que las leyes sean más flexibles y la misma mujer es la que las puede cambiar, por el hecho
de ser madre, que se haga cambiar las leyes porque sí hay algunas dudas, lo digo por la
experiencia que he tenido.
¿Se siente satisfecha con lo que ha conseguido a lo largo de su vida?
Muy bonita experiencia.
Finalmente, ¿quisiera dejar un mensaje a las mujeres de Nuevo León?
Que tienen mucho que hacer, hay mucho por hacer y no nada más en el municipio, que se
vengan a la capital, que sigan estudiando para que puedan llegar a donde ellas quieren. Si
quieren ocupar un cargo público que se preparen mucho, que se sepan defender, para
poder darles a las mujeres el lugar que se merecen.
Norma Yolanda Robles Rosales
Alcaldesa de Bustamante, N.L. (2000-2003)
Nació en el municipio de Villaldama, N.L. Su padre es Hermenegildo Robles Villarreal y
su madre Armandina Rosales Aguirre. Cuenta con estudios parciales en la licenciatura
en Ciencias de la Comunicación. Entre sus actividades se encuentra el secretariado y la
asesoría en inversiones en el Banco Mercantil de México. Fue alcaldesa del municipio de
Bustamante de 2000 a 2003. Está casada con Jorge Santos Gutiérrez y tienen dos hijos:
Jorge Andrés y Fernando. Actualmente es Directora de Promoción de la Secretaría de
Economía, en la Delegación Federal Nuevo León.
Empecé a trabajar desde los 18 años. Primero entré como secretaria, había estudiado un
curso, luego trabajé en un banco y llegué a ocupar el puesto de asesora de inversiones.
Durante ocho años estuve en el Banco Mercantil de México, después tuve que renunciar
porque me casé en 1991 y como no iba a quedarme a vivir en Monterrey, tenía que
renunciar, pues mi residencia iba a ser en Bustamante. Tenemos un negocio familiar, una
fabriquita de dulces de leche quemada y quesos asaderos. Al ver que se pagaba muy poco
por la leche decidimos industrializarla para crear fuentes de empleo en el pueblo.
¿Cómo se interesó en la política?
Antes pensaba que la política era para otra gente, no para nosotros. Pero al ver las
necesidades que había en el pueblo, las carencias, sentimos el impuso de luchar para que
hubiera una política diferente, una forma de gobierno con sentido común, con sentido
humano, una política mas sencilla, que el pueblo se sintiera más identificado con la
autoridad.
En 1994 mi esposo fue candidato a la alcaldía de Bustamante, perdió por una diferencia de
30 votos, en ese entonces no éramos militantes de ningún partido. A raíz de eso creamos el
comité del Partido de Acción Nacional en Bustamante, y ahí empezó a crecer el deseo.
Empezamos a trabajar por la gente, a hacer campañas de una u otra cosa, a hacer loterías,
a difundir la plataforma, el tipo de gobierno que queríamos implementar. Se llegó el ‘97,
gano y ahí pudimos demostrar a la gente lo que le habíamos dicho, la razón por la cual
queríamos el acceso al poder.
¿Cuál fue su labor en ese sentido?
Estuve al frente del DIF municipal. Como ya había realizado dos campañas, tuve la
oportunidad de conocer cada uno de los hogares de Bustamante, sabía bien las necesidades
que había en cada uno de ellos. Yo no soy de Bustamante, soy de Villaldama; tenía tres
años ahí cuando Jorge hizo su primera campaña, pero llegué a conocer a cada persona por
su nombre y apellido, eso me ayudó mucho para ver qué podría hacer yo cuando ocupara
un puesto en el gobierno, en este caso un puesto honorífico, un puesto social como es el
DIF.
El periodo concluyó en el año 2000. La gente estaba tan contenta de sentir un tipo de
gobierno diferente, querían que ese gobierno no se fuera, que continuara; me pidieron
aceptar la candidatura para la alcaldía. La verdad era un dilema, puesto que era algo que
no se había visto, porque yo era la esposa del presidente municipal en turno, pero el deseo
de la gente era ése. A pesar de tener la experiencia de haber trabajado en el DIF, de
involucrarme en la Presidencia Municipal, ya sabía que puertas tocar y tenía cierto camino
andado, la verdad sentía un poco de miedo, no es lo mismo que coadyuves o a que
participes a que seas la cabeza, la que tome las decisiones, la que tiene que lidiar con
policías, con trabajadores, con todos los sectores. Batallé para tomar mi decisión, pero dije:
“la gente así lo quiere y es la que va a decidir”, así que me decidí a ser candidata para la
alcaldía.
Ahora ésa es una situación bastante delicada por el panorama nacional, hay algunos
intentos, algunas ideas de participación por parte de las mujeres. Pero creo que el poder y
la decisión la tiene el pueblo. La gente es muy sabia. Tiene que vernos como seres
individuales, cada quien con su estilo y su forma, aunque seamos esposos, él tiene su estilo
y yo tengo el mío.
¿Cuál era su estilo como alcaldesa?
Social, humanista al 100 por ciento, usando mucho el sentido común, atendiendo de
inmediato la respuesta de la comunidad, actuando de cara al pueblo, de puertas abiertas. A
mi oficina podía ir cualquier persona sin cita a tratar el problema que quisiera, aunque no
fuera de mi competencia. Se les escuchaba, se les trataba de solucionar el problema, pero
sobre todo, siempre me ponía en los zapatos de la gente, adoptaba como mío su problema,
como si me pasara a mí.
¿Anteriormente hubo otras mujeres en ese cargo?
Si, la primera fue Rebeca González, del PRI; después fue la maestra Lucy del PRD, y que
ironía, luego una del PAN. Los tres partidos han postulado mujeres muy exitosas. Hay
apertura en la gente, no es mucho el partido, es la persona, Bustamante está muy
politizado, entonces sabe escoger lo que más le convence, lo que más le cuadra, no
importando mucho el partido.
En cuanto a obras de orden material ¿qué es lo que le da más satisfacción haber hecho en
Bustamante?
A mí se me da mucho la gestión de los recursos. Hasta la administración de mi esposo se
manejaba un presupuesto anual de hasta 14 millones Yo cerré mi administración
manejando un presupuesto casi de 40 millones. Por gestión tanto estatal como federal, se
construyó una carretera de salida nueva, se compraron las grutas de Bustamante, estaban
en un área común del ejido; no era fácil ya tenían como 20 años tratando de comprarlas.
Yo me lo propuse, hablé con cada uno de los ejidatarios para sensibilizarlos de la
importancia que era para Bustamante, de otra manera no se podía invertir. Entonces que
ellos se sintieran parte de esa contribución para el desarrollo no sólo local, sino regional.
Les hice sentir que era un logro de ellos, que ellos habían contribuido al acceder vender esa
parte de sus tierras.
La asistencia social para mí es básica, un gobierno que genere pura obra pública y deje a un
lado la asistencia social, no funciona. Es el sentido humano. También lograr que la gente
aprendiera a exigir a la autoridad que le transparente las cuentas, que no solamente lo diga
en el discurso sino que lo demuestre.
¿De qué manera ha podido conciliar su vida personal con la vida política?
No es nada fácil, involucré mucho a mi familia. Tengo un gran esposo que me apoya, me
estimula muchísimo. No tengo restricciones para entregarme, el servicio público es entrega
total a la comunidad. Si quieres dejar huella, hacer un trabajo diferente, donde se note tu
sello, requiere mucho de tu tiempo. Yo involucraba a mis hijos pero ellos entendían, a
pesar de ser chiquitos iban a mis fiestas del Día del Niño, me ayudaban a recoger las mesas
el Día de los Ancianos, iban a la presidencia. Aparte tengo a una gran mujer, que es como
la segunda madre de mis hijos, una mujer valiosísima, sin ella difícilmente hubiera podido.
Se llama Diamantina, ella crió a los dos desde que nacieron, le dicen mamá Tina y yo soy
mamá Norma.
¿Cómo ve el panorama en cuanto a la equidad entre hombres y mujeres?
Sí hemos avanzado, yo creo que debemos avanzar más. Falta seguir implementando
programas, acciones que vayan encaminadas a la motivación y superación de las mujeres;
por ejemplo, es una gran idea que el Instituto Estatal de las Mujeres se haya
implementado, es un respaldo para toda aquella mujer desde la trinchera en que se
encuentre conozca sus derechos para salir adelante; que se acabe esa sumisión de la
mujeres, que saquen esa casta para luchar por lo que quieren.
¿Hay alguna ley que nos falte, qué más hay por hacer?
Se ha avanzado mucho porque se han emprendido muchos programas a nivel federal,
estatal y municipal. Creo que el que haya más acciones convertidas en ley para que se
respete más el trabajo de la mujer, que el ama de casa sea dignificada; el trabajo de la casa,
los oficios de la mujer que sean valorados, apoyados con más recursos.
Usted ahora está colaborando en la Secretaría de Economía, conoce los recursos, las
herramientas ¿considera que hay suficientes destinadas a las mujeres?
La Secretaría de Economía tiene su delegación en Nuevo León, soy directora de
Promoción: existen órganos desconcentrados y unos descentralizados como FONAES, el
Fondo Nacional de Solidaridad para las Empresas Sociales, la mayoría de los apoyos
vienen encaminados a las mujeres, entre algunos otros. Tenemos un fondo especial para
microfinancieras, el FOMUR, fondo para las microempresas exclusivo para las mujeres
rurales, al que le estamos dando mucha promoción para que las mujeres lo conozcan; se
manejan a través de microfinancieras ya establecidas o por establecerse.
¿Desea dar un mensaje a las mujeres de Nuevo León?
Es hora de abrirnos espacios, es hora de luchar; nadie va a tomar por nosotras la iniciativa
de sacar ese potencial que tenemos. Hay que buscar y ganar los puestos de elección
popular para que desde ahí consolidemos los sueños o proyectos que tengamos, que no se
lograrían sin el poder. Sin miedo ni temor saquemos esa fuerza que tenemos y
plasmémosla en hechos buscando un puesto público, académico, empresarial; hay apoyos,
hay recursos, hay financiamiento, solamente hay que buscarlos, hay que ir por ellos.
México necesita esa fuerza y capacidad de las mujeres para seguir construyendo y haciendo
una vida digna, mejor para nuestros hijos. Aportemos nuestro grano de arena para que
México sea el que queremos para nuestros hijos. Y gracias por promover y difundir este
tipo de proyectos en donde se toma en cuenta la opinión de las mujeres que hemos tenido
la oportunidad, el mérito y la confianza que nos ha concedido la gente para ocupar un
cargo público.
María Elva Salinas de la Cruz
Alcaldesa de Doctor Coss (1991-1994)
Nace en Dr. Coss el 11 de septiembre de 1936. Su madre es María Santos de la Cruz
Olvera y su padre, Nieves Salinas Gracia. Es la más joven de un total de diez hermanos.
Cursó estudios hasta el nivel básico en su municipio natal. Está casada y tiene cuatro
hijos.
Durante su vida ha sido corresponsal A/B Popular del Ahorro del Banco Popular de
Edificación del Banco de Monterrey; agente federal de Hacienda, recaudadora de rentas
del Estado, Secretaria del Ayuntamiento, regidora, agente de correos y cronista del
municipio. Ocupó el cargo de alcaldesa de Dr. Coss de 1991 a 1994. Actualmente está
retirada de la actividad política.
¿A qué se dedicaba en su juventud?
Hasta la edad de 26 años nada más al hogar, y a los 27 recibí la Oficina Federal de
Hacienda, de un señor que la tenía aquí, Domingo Pérez Alanís. Me extrañó porque él poco
me conocía, pero yo creo que fue porque sus hijas eran maestras empíricas y sabían que
podía desempeñarme. Primero fui corresponsal del Banco Popular de Edificación, del
Banco de Monterrey.
Me dedicaba a vender títulos para que ahorrara la gente, era mi trabajo, andaba por las
calles con mi maletín vendiendo esos títulos y cada mes me venían a pagar y luego yo
mandaba el dinero. A veces iba hasta Monterrey, ahí estaba por Zaragoza, en el edificio
Acero cerquita del Palacio Municipal, me acuerdo bien. Tenía la facilidad de trabajar y
cuidar a mis hijos.
¿Cómo fue que se interesó y empezó a participar en la política?
Yo había sido dos veces regidora, secretaria, agente federal de Hacienda, recaudadora de
rentas, andaba en todas esas cosas y conocía a mucha gente de los ranchos. Todos me
tenían confianza porque, cuando no tenían con qué, yo les pagaba sus impuestos, era
agente federal de Hacienda y recaudadora de rentas al mismo tiempo.
Un señor del rancho Las Adjuntas fue el que me dijo: “Elvita, tú puedes ser alcaldesa”. Yo
no había aspirado a serlo, a eso no había llegado aún. Me recomendó en Monterrey. Vino
un licenciado y me dijo de parte del gobernador que si yo quería ser alcaldesa, le dije que
sí. En ese tiempo no había contienda interna ni nada. Luego luego el Presidente Municipal
que estaba y otro señor no quisieron, me pusieron en mal, eran más poderosos. Me dijeron
que yo tenía un hermano que había sido muy estricto, muy duro como alcalde (a mediados
de la década de los sesenta). Sí fue muy estricto, muy recto, le gustaban las cosas muy bien
hechas.
A mí nadie me propuso, yo quise serlo. Nunca me ayudó ningún alcalde. No querían
mujeres, porque hacia 110 años que habían fundado el pueblo y no había habido una
mujer. Fui la primera alcaldesa (había intentado ganar el puesto en tres ocasiones, para
resultar vencedora en la cuarta). Luché mucho, decían que era muy valiente.
¿Qué sentía cuando se le ponían enfrente estos señores y le decían que no se podía?
A veces sentía que me estaban menospreciando, humillando, porque ellos tenían más
influencias y podían ir más a Monterrey, pero yo cada vez veía que en Monterrey mis
amistades aumentaban y la gente de aquí más me apreciaba, por unos seguidores que
todas las veces anduvieron conmigo.
¿Y su esposo la apoyaba?
Él me apoyaba, andaba conmigo. La última vez mi hijo me apoyó bastante y mis hijas.
Nunca me puse triste, siempre firme, firme.
¿Las mujeres del pueblo la apoyaban también?
También, nomás que aquí en el pueblo eran menos, mis votos más grandes estaban en las
rancherías.
¿Qué sintió el día que ganó?
No pude sentir la alegría que se debe sentir, porque ni fiesta, ni nada, pues hasta el
delegado que venía de Monterrey estaba en contra mía. Salí de allí sin anunciar el triunfo,
pero cantidad de gente se vino a seguirme. Era amiga de Arturo de la Garza, le hablé y él
me dijo: “Dígame si ganó o no”. Le dije: “si gané, le gané a uno con 130 y a otro con 120”, y
él fue quien les dijo que me tenían que respetar. Estaba muy feliz porque le iba a servir a
mi pueblo.
¿Qué hizo durante su gestión?
No hubo reconocimientos, ninguna de las obras que hice lleva placa. Como la carretera
pavimentada que une a nuestro municipio con el rancho Las Comitas, en la salida donde
une a la carretera que va a Comales Peña Blanca que ha sido utilísima, hasta Aldamas, Los
Herreras y que sirve para ir a Estados Unidos. La gestioné y la recibí el primero de enero.
En Monterrey, la licenciada Carlota Vargas me lo concedió, ella era secretaria de Obras
Públicas. Fue muy buena conmigo.
Otra fue un mirador donde había un monte grande, aquí en el Barrio Norte. También puse
agua potable a una orilla de la colonia donde está calle Vivanco, les hice llegar la tubería
para allá; extensiones de luz allá en Francisco Madero, tenían años de estar solicitando la
luz y el agua.
Era un imposible, yo gestioné y pude poner otra extensión de luz en Altamira, por donde
quiera puse tinacos y me regalaron dos pipas de agua, sin dar yo ni un cinco de la
Administración, les llevábamos agua a los ranchos. El tiempo que yo estuve no carecieron
ni se les cobró el agua. Ahora muchos me preguntan que cómo le hicieron, no sé ahora
cómo está todo tan caro. No me gusta poner en mal a ningún alcalde, porque sé que están
batallando.
Las primeras dos camionetas usadas, porque no había, me las regaló la licenciada Carlota
Vargas. Se implementó sacar la basura, desde entonces hay camión recolector. La gente esa
vez me aplaudió bastante cuando les dije: “a partir de mañana ya está el camión
recolector”.
Trabajé mucho por los niños y las niñas, por la gente mayor, les festejaba su día,
cada mes les hacia una reunión. Una vez se me ocurrió lanzar una reina y las que
ayudaban eran guapísimas, adornaron muy bonito.
¿Resintió alguna otra forma de discriminación por ser mujer?
Nada más por ser mujer, era mucha mortificación, muchos decían que se iban y otros que
no volvían a pisar el pueblo; me decían “vieja esto y que vieja lo otro”, había un sacerdote
en la iglesia que hasta dijo: “denle unas cachetadas”. Yo trataba bien a todo el que iba.
Hubo mucha gente agradecida, porque sus hijos se componían, nada más les daba consejos
a la juventud, que pasaba por la Presidencia dando tiros; al que echaba un tiro, le quitaba
el arma. Tenía varias guardadas ahí, las guardaba el síndico, ya cuando iba a salir se las
devolví. Sí me respetaban, no había quien se me enojara.
¿Qué satisfacciones le trajo ser alcaldesa?
Tengo muchas satisfacciones, pero la satisfacción más grande fue ayudar a la gente pobre;
las puertas de la casa estaban abiertas a cualquier hora, y si venían a pedir algo, conmigo lo
encontraban, si necesitaban algo, sí tenían un enfermo, fue ayudar a la gente pobre, a los
niños. Después de mi gestión fui Oficial del Registro Civil, cuatro años. Luego cronista,
hasta el año pasado.
¿Qué mensaje le deja a las mujeres de Nuevo León?
A las de mi pueblo, que se animen un poco, que participen cívicamente aquí, ayuden al
alcalde que está, para que vean esta participación. Y en la política quisiera que sigan
activas, defendiendo a su partido.
Gracias a Dios, me siento satisfecha, quisiera haber podido seguir más tiempo. Aunque
estuviera muy viejita anduviera dando guerra como dicen, pero ya no pude, será que
trabajé mucho o qué sé yo, pero ya perdí mi vista. Dejé mis ojos y mi corazón. Siempre que
me fijaba una meta la tenía que cumplir a como fuera, más si a alguna gente le prometía
algo. Mi educación es poca, pero la experiencia y los años sí son muchos.
María Dalila Salinas Rivera
Alcaldesa de Melchor Ocampo, N.L. (1986-1988)
María Dalila Salinas Rivera nació en Melchor Ocampo, N.L., el 25 de enero de 1943. Es la
hija mayor de Gumersindo Salinas Garza y Josefa Rivera López. Cursó la educación
básica, comercio, corte y confección.
Ha sido maestra de kínder, capacitadora, promotora social. De 1986 a 1988 fue alcaldesa
del municipio de Melchor Ocampo; de 1989 a 1991 fue Auxiliar de Supervisión de Obras
en los municipios fuera del área metropolitana, Tesorera municipal en la Administración
1992-1994, Oficial del Registro Civil de Melchor Ocampo y actualmente es cronista de
este municipio.
Me crié en una familia muy estricta, con mucho respeto, muchos valores. Vivíamos con una
tía maestra que trabajó en el municipio como 53 años y que era muy estricta y muy querida
ahí en el municipio, falleció a los 93 años. Mis estudios no fueron muchos, estudié
primaria, comercio, corte y confección y siempre quise ser maestra, pero no pude porque
no había los medios económicos suficientes y como fui la mayor… aunque como quiera se
me concedió, porque fui maestra del primer jardín de niños del municipio, a los 15 años,
con mucho gusto trabajé durante cuatro o cinco años. Después cubrí interinatos en el
municipio. Fui alcaldesa de 1986-1988.
¿Cómo fue esa participación en la política? ¿Había hecho trabajo previo?
Creo que también es parte de mi niñez, porque me crié siempre en mi casa, mi papá fue
uno de los más grandes políticos del municipio, fue servidor público durante 43 años, fue
dos veces alcalde. Entonces me crié en puras campañas; siempre lo acompañaba en los
procesos electorales. Siempre estuvimos haciendo algo en la comunidad, participando en
todo lo que se necesitara.
Entonces, la política para usted se da de manera natural
Pues sí, a lo mejor. Yo jamás pensé ser alcaldesa, siempre quise ser maestra y de pronto me
llegó eso y fue un privilegio. El haberme realizado en ese aspecto como mujer, siendo
alcaldesa, fue muy grande para mí.
¿Anteriormente había existido una mujer al frente de esa alcaldía?
Así es, hasta ahora soy la segunda.
¿No tuvo mayores obstáculos para ser electa?
No, sí hubo. Los varones, un grupo del municipio, molestaron mucho, me acosaron mucho
y mi papá siempre estuvo conmigo ayudándome; me decía que me querían manejar
psicológicamente para que me retirara. Me dijo también que yo sí iba a poder, que él me
iba a ayudar. Ellos no querían que fuera una mujer, porque decían que no se iba a hacer
bien el trabajo, que era muy pesado para estar al frente de una presidencia.
¿La gestión de la primera alcaldesa fue buena?
Sí, muy buena. Hizo muy buen trabajo.
¿Por qué entonces los señores no querían?
No sé exactamente, pero las dos les demostramos que sí se puede. Ellos son los que no
cambian, hay que jalarles las orejas para que cambien, porque no dejan.
¿Cómo estuvo la contienda en su caso?
Fui única, pero como quiera se opusieron, pero tenía la mayoría de las mujeres. El lugar
donde se efectuó el proceso estaba lleno de mujeres y luego fueron llegando los hombres,
finalmente se convencieron junto con la persona que se oponía y que llevaba como 30
personas.
¿Cómo fue su experiencia en la alcaldía?
Fue algo muy bonito porque… me voy a empezar a emocionar. La obra magna que hice fue
el drenaje sanitario, que ahora el 90 por ciento de la comunidad lo tiene. El límite
territorial y jurisdiccional con Cerralvo, que no teníamos, era un problema bien añejo,
porque Ocampo pertenecía a Cerralvo y siempre había pleito con los cabildos, los
ayuntamientos no querían arreglar eso. Cerralvo estaba creciendo hacia Melchor Ocampo y
teníamos que poner un límite. Gracias a que el gobernador y los dos ayuntamientos nos
pusimos de acuerdo con el alcalde de Cerralvo, muy buena persona, muy consciente y me
tocó arreglar eso. Es parte de la historia, porque era un problema muy añejo.
También se amplió la iglesia, se hicieron puentes, ayudamos a los ganaderos con semilla y
sementales. Me metí donde quiera para sacar cosas para el municipio. Se hizo una capilla
de velación, una casa del maestro para todos los que venían de fuera, se hizo un salón
polivalente en el campo deportivo y se alumbró. Se ayudó a los niños de secundaria con los
libros, libros prestados que adquiríamos en Monterrey y no les costaban nada a los padres
de familia, los acarreábamos para facilitarles los libros… el camino, canales de riego para la
gente que siembra. Tantas cosas que se olvidan.
¿Algo que recuerde haber hecho específicamente para las mujeres?
Ahí están incluidos en todas las obras los beneficios para las mujeres. Todo era para
beneficio colectivo. Trabajé muy tranquilamente con la gente que me ayudó, desde un
principio hasta el final. En ese tiempo se nombró a la cronista del municipio, que de hecho
ya se casó. Actualmente soy yo la cronista.
En 1998 hicimos un pequeño libro de la historia del municipio, me tocó hacerlo a mí,
cumplió 50 años de ser municipio libre, ya que Melchor Ocampo es el municipio más joven
del estado. Como cronista me propuse e hice el libro Melchor Ocampo. Pueblo joven, gente
capaz, que es una frase mía y se encuentra a la entrada del municipio Pueblo joven, gente
capaz, porque somos capaces, incluyendo las mujeres.
Una vez que usted terminó su gestión como alcaldesa ¿qué siguió?
Pues mi trabajo como cronista, fui oficial del Registro Civil, que ya no soy ahora. Trabajo
mucho para la iglesia, doy catequesis familiar, visito enfermos. Se le ayuda al alcalde en
turno con los niños en vacaciones, he trabajado dos o tres años en Vacaciones Productivas,
que es un programa del estado con los niños, yo me encargo de eso. Se ayuda a las fiestas
cívicas como maestra de ceremonias y en lo que se necesite en la comunidad.
Después de usted no ha habido otra mujer al frente del municipio ¿a qué se debe?
A lo mismo, a la discriminación. Sí han querido ser otras personas, son buenos elementos,
que en su momento los podremos apoyar como mujeres. Porque a veces dicen que ni entre
nosotras mismas nos apoyamos, pero nosotras que sabemos que sí podemos.
En su opinión, ¿qué hace falta todavía en Nuevo León para que las mujeres alcancemos la
equidad?
Trabajar, ayudar a las mujeres, decirles que no tengan miedo, que no estén encerradas en
sus casas, que somos capaces de hacer muchas cosas. Porque sí se puede, podemos
manejar nuestra vida privada y hacer cosas buenas para el municipio.
Se batalla un poco, pero como quiera, al estar soltera tienes más libertad de darte más.
Tenemos la libertad de atender a nuestra familia, a nuestros padres, es muy importante
mantenernos activas, no encerrarnos, porque hay muchas cosas qué hacer dentro del
municipio. Ahora estoy preparando un segundo libro, porque el primero fue histórico, pero
en el segundo pienso sacar más datos y espero compartirlo muy pronto.
¿Hay algún mensaje que quisiera dejar a las mujeres de Nuevo León?
Ojalá dentro de dos o tres años, cuando sean las elecciones municipales, den la
oportunidad, de perdido, a que el 30 por ciento sean mujeres, porque va a cambiar el
panorama dejando que sean las mujeres las que lo hagan. Ojalá haya otra oportunidad
como ésta para hablar de cosas que luego se nos pueden pasar. Me da mucho gusto que nos
tomen en cuenta, porque a veces nos relegamos solas o nos relegan también, pero me da
mucho gusto que me hayan invitado. Gracias a ustedes, al Instituto de las Mujeres.
María del Rosario Tijerina Suárez
Alcaldesa interina de Anáhuac, N.L. (1985)
Nació el 24 de noviembre de 1942 en la comunidad de Camarón, población de Anáhuac,
N.L. Su madre es Anastasia Flores Ibarra y su padre, Rafael Tijerina Moya. Realizó sus
estudios en ese municipio y recibió su certificado de Contador de Comercio en 1958. Está
casada, tiene una hija y actualmente se desempeña en la Administración de la Caja
Regional Anáhuac.
María del Rosario Tijerina fue miembro del PRI de 1965 a 1996 y posteriormente se
integró a la militancia del PAN. Fue alcaldesa interina de Anáhuac por el PRI, en 1985.
¿Cómo se transformó en líder de su comunidad?
Siempre tuve interés en participar en los problemas o en las situaciones. Cuando empecé a
trabajar, a los 16 años, me interesó la cuestión sindical, la cuestión política. Hasta la fecha
sigo participando dentro de mi comunidad porque estoy en el movimiento de las cajas
populares.
¿Cuál fue su primer trabajo?
Mi primer trabajo fue en la presidencia municipal como secretaria del alcalde, el señor Luis
Robles Alvarado. Estuve poco tiempo ahí. Mi segundo trabajo fue en un banco y mi tercer
trabajo, el último de soltera, en la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos, como
secretaria del gerente.
¿La manera en que fue educada impactó de alguna su decisión para trabajar a favor de
la comunidad?
Sí, claro que sí. Tuve una niñez muy feliz, unos padres que me dieron mucha seguridad,
confianza, impulso; y lo poquito que se estudió lo aprovechamos bien para desenvolvernos
en nuestros trabajos y como personas. Pero sí tuvo una importancia muy grande nuestra
niñez. Ellos no hacían trabajo comunitario. Mi madre se dedica todavía al hogar, una
persona muy sencilla con muchos ejemplos y muchos valores. Mi padre la misma cosa,
aunque falleció joven.
¿En qué momento eligió participar en la política?
Pues yo creo que se dio a raíz de un movimiento que hubo en Anáhuac. Nos unimos a una
persona que en un momento se desesperó porque los precios de garantía del trigo no se
daban y los insumos eran costosos. Se decía que el grano que habían levantado era para
consumo animal y no, daba todo lo que un grano requería para alimentación humana. La
gente nos unimos y desde ese momento participamos, puede decirse que fue en 1982.
Te sientes con ganas de participar, sobre todo de trabajar en bien del municipio y de la
gente, de los agricultores que son los que más sufren. Anáhuac se caracteriza por ser un
municipio netamente agropecuario, es el medio de vida de nosotros.
¿A partir de ahí siguió de manera organizada con grupos?
No, se siguió participando dentro de la vida política de Anáhuac, pero ése fue el inicio
porque yo nunca había andado en eso; sí había participado en cuestiones políticas pero no
tan de lleno; en cuestiones sindicales y en diferentes cosas, pero en la vida pública no.
Cuando trabajaba en la Secretaría de Recursos Hidráulicos se percataba de cuáles eran
los principales problemas para la agricultura…
Sí. Los problemas principales de ahí de Anáhuac eran siempre las épocas de sequía. Hubo
épocas abundantes y muchas temporadas grandes de sequía, uno veía que los agricultores
sufrían y sufría también la economía del municipio.
¿Cómo ha sido su labor en las cooperativas de las cajas de ahorro?
Allá en Anáhuac se fundó la Cooperativa la Caja Regional de Anáhuac, ahorita contamos
con 2 mil socios. Está funcionando muy bien, tenemos una buena presencia dentro del
municipio y no nada más en el municipio; tenemos una sucursal en Sabinas y otra en
Lampazos, y he tenido la suerte de ser Secretaria del Comité de Crédito; durante casi 10
años he sido presidenta del Consejo de Administración. También sobre la misma caja a
nivel federación, aquí en Monterrey estuve de consejera un buen tiempo.
Desafortunadamente me tuve que retirar, porque mi esposo era el que me trasladaba para
acá y estuvo enfermo un tiempo.
La gente se une con un vínculo común para resolver sus necesidades económicas y hasta
ahorita llevamos un buen precedente. Estamos en proceso de que se legalicen las cajas.
Trabajamos durante 40 años sin ser reconocidos por Hacienda y ahora se nos está
examinando para estar legalmente constituidos.
Las cajas populares son importantes para las mujeres que no tienen acceso a grandes
créditos o posibilidades de obtenerlo dentro de la banca privada. ¿Ha notado cómo es el
comportamiento en cuanto al crédito de las mujeres, son buenas pagadoras, buenas
ahorradoras?
Hay de todo, pero sí, las mujeres sí son muy responsables. Ya cuando conocen las
bondades de una cooperativa, cuando has resuelto problemas que en su momento no los
hubieras resuelto en una banca; si sabes apreciar la bondad de la caja, la quieres y sigues
trabajando para ella. Las mujeres siempre han respondido más que los hombres.
¿Cómo se dio su llegada a la alcaldía de Anáhuac?
La oportunidad se presenta el 9 de junio de 1985 en que fallece el titular, el capitán
Francisco Urteaga Perales. Se preguntaban si me dejaban o no, pero yo tenía el
nombramiento y tenía que hacer que se me respetara. Y no, bendito sea Dios, no se dio el
caso de que exigiera mis derechos.
¿Cómo fue su experiencia en ese interinato?
Maravillosa, porque me gusta servir y respetar a la gente; entonces, si respetas a tu pueblo,
tu pueblo te responde. Yo estoy muy contenta… aunque fue un periodo corto, me dejó muy
lindas experiencias, si se diera nuevamente la oportunidad me gustaría volver a ser, para
demostrar que la mujer puede.
¿Encontró respuesta por parte de la población?
Sí, encontré una respuesta muy satisfactoria por parte de la población, había una absoluta
simpatía para mí y bien correspondida de mi parte.
¿Hubo algo en lo particular del interinato que la haya dejado satisfecha?
Pues sí, en ese tiempo se estableció la Preparatoria 24, también establecimos la Sala de
Cultura, las demarcaciones de policía, se hicieron muchas cosas que estaban pendientes.
Fue corto tiempo, pero lo aprovechamos al máximo.
¿Qué fue lo que la motivó a cambiar de militancia?
La ideología de todos los partidos siempre es buena, pero como que se cansa uno de que
sea lo mismo y que se esté estancado. Queríamos un cambio, más que todo.
Dentro de sus actividades personales, laborales o dentro de la política, ¿ha encontrado
discriminación por ser mujer?
Pues en lo personal no he encontrado obstáculos, porque me considero una persona muy
terca. Casi siempre los varones quieren ser ellos. “No, porque es mujer, no”, suelen pensar.
Tal vez no nos midamos en fuerza física, pero intelectualmente sí podemos y en el deseo de
servir también podemos. Cuando hay un obstáculo para mí es un aguijón, es un reto, yo no
me doblego, puedo y lo brinco, no me voy a quedar acá.
Comenta que las mujeres de Anáhuac son muy participativas, ¿a qué se debe?
Primeramente estaban muy calmadas, no participaban, pero de un tiempo acá vemos que
se interesan mucho por la vida política del municipio, por el progreso, si está estancado o si
va avanzando, si se hace o si no se hace. Se sienten con más conocimientos y más fortaleza,
con el derecho de participar en la vida política, aunque a veces no se nos da el espacio. De
que hay mujeres capaces sí las hay, sobre todo las que ya están preparadas académica y
profesionalmente.
Una no tuvo la oportunidad de tener una carrera universitaria, tal vez tenía la capacidad,
pero no hubo la oportunidad económica para que los padres te dieran una carrera
profesional; y sin embargo, pues procura una todos los días superarse. Pero ahorita ya hay
mujeres que profesionalmente están muy capacitadas en Anáhuac y el día de mañana
pueden ocupar un cargo, porque hasta ahora, soy yo la única mujer alcaldesa en la historia
de Anáhuac. No ha habido otra.
¿Ha sido por falta de interés o de oportunidades?
Pues yo pienso que les ha faltado decisión para entrar a una contienda. Uno sabe que
cuando uno entra a una contienda siempre debe de ir con la mira de que va a ganar.
¿Cómo hizo para organizarse en lo personal, para compaginar sus labores públicas con
su tarea como madre y esposa?
Afortunadamente nada más tengo una hija que ya está casada, tengo mi esposo que
siempre me ha dado su total confianza, su total apoyo, y había tiempo para todo gracias a
Dios. No se me complicó organizarme.
¿Cuáles considera que han sido sus mayores retos?
Mis mayores retos, cumplirle a la ciudadanía.
Menciona que lo volvería hacer, lanzarse nuevamente por la alcaldía…
Estamos ahorita en una edad no tan factible, porque ya rebaso los 60, pero siento que si se
me diera la oportunidad haría todo lo posible. Me gustan los retos y aun con la edad, me
siento con fuerzas todavía para llegar a hacer eso.
¿Cuales cree sean las los faltantes para lograr la equidad y la garantía de los derechos de
las mujeres?
Yo siento que se tiene que legislar más para que a las mujeres se les respeten sus derechos.
Ahorita estamos viendo en las noticias que siempre hay violencia intrafamiliar. A mí me
gustaría que se legislara más para que la mujer hiciera valer sus derechos, no nada más que
se plasmara en la ley. La educación es básica.
¿Qué mensaje quisiera dejar a las mujeres de Nuevo León?
Pues que luchen por lo que quieren, por lo que desean, que siempre hagan respetar su
dignidad como personas. Que transmitan los valores a su familia para que tengamos el día
de mañana una sociedad más justa, más respetable. Que ellas siempre impongan, hagan
respetar su dignidad como personas. Eso es lo más importante.
Raquel Villarreal Cadena
Alcaldesa de General Treviño, N.L. (2003-2006)
Nace en el municipio de General Treviño, N.L., el 11 de febrero de 1946. Su padre es
Eduardo Villarreal y su madre, Catalina Cadena Ríos. Cursó estudios comerciales y
técnicos. Está casada, tiene cinco hijos y siete nietos.
Desde los 18 años ha estado dentro de la labor política. Actualmente es alcaldesa del
municipio de General Treviño, N.L, por el trienio 2003-2006 y asimismo, fue tesorera en
esa alcaldía durante la administración pasada.
Viví una niñez bastante bonita, una parte de mis estudios los hice en el municipio de
General Treviño y otra, en Estados Unidos. Muy a mi pesar mi papá me llevaba a Estados
Unidos, yo no quería abandonar México, pero era una niña. De todas formas agradezco a
mi padre la oportunidad de estudiar allá aun en contra de mi voluntad. Así se desarrolló mi
niñez, después me casé bastante joven, seguí igual con mi esposo, él se iba a trabajar a
Estados Unidos y siempre lo acompañé. Nunca me dejó trabajar. Mis hijos estudiaron
también parte en México y parte en Estados Unidos.
¿Cómo empezó a interesarse en el servicio a la comunidad?
Me empecé a interesar viendo que ser un servidor público era servir a la comunidad.
Siempre trabajé en la política ayudando a los alcaldes para que llegaran al poder. Siempre
luché por mi partido, el PRI. Salía a promover el voto, me gustaba visitar a las personas,
me fui metiendo mucho con las familias y me di cuenta de quién necesitaba más de las
autoridades. Desde los 18 años tenía un sueño, que no lo podía hacer realidad porque me
iba a los Estados Unidos y para hacer esto, tenía que quedarme en el municipio o aquí en
México, pero cada vez que veníamos yo seguía en lo mismo.
Cómo fue que se convirtió en militante, ¿qué era lo que le llamaba la atención?
Porque me gustaba me hice militante, siempre aspiré a llegar a ser alcaldesa, desde
chiquita. Fui muy inquieta desde que nací, soy acuariana, todos mis sueños los he hecho
realidad. Siempre me he trazado una meta y no descanso hasta que la hago realidad.
¿Cómo se dio la oportunidad, cuándo la postularon?
Yo me postulé sola, a mí nadie me postuló. Yo me postulé sola porque le dije a mi esposo
que le tocaba a él, pero no le gusta mucho andar de visitas y en la ciudad. Él dijo que mejor
yo y que él me apoyaba. Ya nos quedamos establecidos aquí. Yo apoyé a muchos
candidatos desde que soy militante pero cuando pedí apoyo, todos me dieron la espalda.
Entonces decidí demostrar que sola, sin ellos, lo iba a lograr.
¿Por qué cree que le hayan dado la espalda?
Posiblemente por ser mujer, a lo mejor eso haya sido, pero les estoy demostrando que se
puede. Porque para nuestro municipio hay muchos programas que nunca se habían
llevado, apenas los estamos arrancando. Los apoyos para la gente nunca los habían
promovido por falta de interés o por falta de tiempo. Para llegar ahí tienes que tenerle un
amor a tu pueblo, a tu gente y máximo en ese municipio que es tan pequeño y que no hay
recursos suficientes, no hay empresas, no hay trabajos.
Me dice el gobernador que le baje a la nómina, cómo cree, si es la única fuente de trabajo
que hay, estoy ayudando a 30 ó 40 familias, es lo que tiene elevada la nómina. Pues, me
limito y estiro lo más que se pueda, pero sé que esas familias están beneficiadas.
¿Hay una diferencia en el estilo de gobernar entre mujeres y varones?
Sí la hay y mucha. Un varón piensa muy distinto a como piensa una mujer. El ex alcalde
dijo que qué podíamos hacer las mujeres, porque en mi administración casi estamos puras
mujeres; en los puestos como Obras Públicas sí hay varones, pero hay Tesorera, Secretaria
del Ayuntamiento, casi todo el secretariado son puras mujeres. Las mujeres hacen la
diferencia. Se los estamos demostrando.
¿A qué se enfrentó en su campaña?
Con el pueblo no, con los líderes sí. Nunca me dijeron nada. Me propuse demostrarles
quién tenía a la gente. Fue como salí adelante, el pueblo respondió muy bien. El pueblo me
apoyó por ser Raque y porque Raque le ayuda a la gente. La gente me tenía la confianza
para estar donde estoy, tenía un aprecio en mí.
Bendito Dios, iba preparada, sí sentí mucho el que no estuvieran conmigo porque éramos
un grupo, si yo los apoyé justo era que ellos me hubieran correspondido.
¿Cómo se organiza como madre y funcionaria pública?
Lo puedo hacer bien. Primero mi familia y después la política. El hijo más pequeño ya se
casó. En la administración pasada estaba como tesorera, los tenía un poquito abandonados
al principio, porque necesitaba más tiempo. Era de “levántate temprano y hazles sus
tortillas de harina”, porque no les gustan compradas ni recalentadas. Ellos saben que tengo
un compromiso y son muy comprensivos, me apoyan. Mi esposo ha sido mi brazo derecho,
un apoyo muy fuerte que me ha dado y mis hijos igual, para llegar a donde llegué.
¿Qué hace falta para conseguir la equidad, la igualdad de oportunidades?
Las mujeres necesitan echarle ganas. Necesitan trabajar, ser ellas mismas, abrirse el
camino sin desligarse de su familia, pero siempre buscando el salir adelante. Yo les
aconsejo a todas las mujeres que si les gusta la política, no quiten el dedo del renglón, que
trabajen, luchen y lo van a lograr.
¿Cuál es la situación para las mujeres en su municipio?
Ahí en el municipio las mujeres son de armas tomar. La mayor parte de las participaciones
las hacen las mujeres. Los señores como que no están tan inclinados a hacer todo eso. Ahí
haces un evento y la mujer es la que va. En nuestro municipio estamos trabajando muy
bien, para las personas de la tercera edad, se están elaborando cerca de 100 platillos
diarios, aunque el municipio es pequeño, se les lleva de comer sus platos calientes con
postres. Tenemos un programa que vamos a exponer en Chiapas, “Los Ángeles Blancos”;
les pusimos así porque las señoras van con batas blancas a visitar diariamente a personas
de la tercera edad. Están capacitadas en un hospital de Monterrey, les checan el azúcar, lo
de la diabetes, la presión, si no tienen medicamentos se los compran, les hacen curaciones,
son brigadas de salud. Como mujer tienes la sensibilidad de saber lo que necesitan.
¿Qué otros proyectos tiene enfocados hacia mujeres específicamente?
Pues tenemos tantos proyectos productivos, pero la falta de presupuesto no nos ayuda.
Posiblemente más adelante los podamos hacer, queremos invitarlas a que se acerquen al
DIF para hacer una panadería. El rector de la Universidad nos ayudó a agregar al
municipio 50 hectáreas y vamos a hacer una colonia; las mujeres son las que nos están
pidiendo un lote, son las mujeres las que han hecho la campaña para que se les haga esa
colonia. Ya se trabaja en eso.
Si pudiéramos recapitular lo que ha sido su vida ¿cómo siente haber llegado hasta aquí?
Me siento muy orgullosa de haber logrado todos mis sueños, todas las metas que me he
trazado. Y pues a ver qué nos dice el futuro y qué Dios dice. Que vamos a luchar, vamos a
luchar; que vamos a seguir trabajando, vamos a seguir trabajando, pero a dónde vamos a
llegar, no lo sabemos.
¿Quisiera dejar un mensaje a las mujeres de Nuevo León?
Pues que sigan adelante, que luchen y se forjen su meta. Primero que nada que se
preparen, que no se dejen vencer y que nadie las intimide para que logren todo, pues todo
se puede en esta vida si no quitan el dedo del renglón.
Trabajar, que le sigan, que estudien, que le echen ganas para que logren llegar hasta donde
llegué yo. Tengo muchas jóvenes que las traigo en la política, que las estoy moviendo y les
estoy enseñando el camino. Las estoy haciendo valientes para que sigan en esto, para lo
que les guste.
Norma Villarreal de Zambrano
Alcaldesa de San Pedro Garza García, N.L (1967-1969)
Nace en Monterrey, N.L. el 2 de julio de 1922. Sus padres fueron Eduardo Mauricio
Villarreal y Mary Bell (originaria de Texas). Tuvo cuatro hermanas y un hermano. Hace
sus estudios básicos en Monterrey y posteriormente estudia el bachillerato en los Estados
Unidos. En 1944 se casó con Roberto Zambrano. Actualmente radica en San Pedro Garza
García, es madre de nueve hijos, tiene 36 nietos y 28 bisnietos. Participa en diferentes
organizaciones de asistencia social.
Norma Villarreal llegó a la política a través del Partido Acción Nacional con una
regiduría en el municipio de San Pedro, en 1964. En el siguiente periodo, 1967-1969, fue
alcaldesa del mismo municipio. Entre sus logros se cuenta el establecimiento del
Departamento de Limpieza, el sistema de agua potable y el alumbrado público.
¿Cómo inició su carrera política?
Estando casada, cuando vivía en San Pedro, me di cuenta de muchas necesidades. Había
ahí un dispensario médico gratuito donde me pidieron que les ayudara. Me gustó tanto,
que iba todas las tardes a ver a los niños, a recibir al médico, a la enfermera, a dar
medicinas hasta que fui la responsable. Se cobraba una cuota de tres pesos de consulta y
medicinas por persona.
En ese tiempo había muchas vacas allá en San Pedro, pero no había recolección de basura
ni pavimento, era un pueblo polvoso, sucio, no tenía agua potable, no tenía gas, había que
acarrear leña. Me encariñé mucho con las personas y estuve trabajando en el dispensario
desde 1956 hasta 1963.
No sé porqué a alguien se le ocurrió invitarme a que participara en política y les contesté
que encantada de la vida, siempre que me dieran permiso de componer todo lo que hacía
falta en San Pedro. “Sí, cómo no, pero no hay dinero”. Entonces les contesté que no se
preocuparan, que yo me haría cargo de eso. Así empecé a trabajar.
Estuve en la administración del señor Humberto Junco como regidora, sin sueldo, sin
secretaria, ahí nada más con un escritorio y un teléfono; atendía cuatro distintos
departamentos que eran: Acción Social, Parques y Jardines, Escuelas y Limpieza. Empecé
por Limpieza y me decían que no había dinero y yo contestaba que no se apuraran. Fui a
hablar con mis amigas y las que tenían más hijos eran las que más ayudaban, las que
tenían pocos se ocupaban de otras cosas.
¿Y cómo explica ese contraste de que las que tenían más hijos, tuvieran más tiempo?
Me di cuenta cuando había que hacer propaganda política, se hacía por medio de papelitos
(volantes) porque no había otra manera, no había micrófonos, no había nada. Entonces les
daba papelitos a las que tenían más hijos, y ellas encantadas, mandaban a todos los hijos a
que los repartieran en los barrios. Así lo hicimos por todo el municipio.
¿A qué edad se casó usted?
A los 22 años, cuando inicio mi participación política ya tenía a los nueve hijos, la menor
de ellos tenía cinco o seis años.
¿Cómo se dio su participación, cómo la recibieron?
Perfectamente, nunca tuve ningún problema ni nada que se pareciera, todo mundo me
respetó. Tenía muchos amigos y todos me ayudaron, amigos y amigas, todos.
¿Cree que la manera en que fue educada cuando niña dentro de su familia, en la escuela,
o en su círculo social, impactó de alguna forma en su trayectoria profesional?
Mis padres eran muy estrictos, había mucha disciplina en la casa y también nos enseñaron
la responsabilidad de que teníamos de ayudar a las demás personas. Con eso nos
formamos con mucha rectitud y honestidad.
¿Cuáles fueron los retos durante su vida, su carrera?
Francamente Dios ha sido muy bueno conmigo. Nunca tuve ningún obstáculo. Quise
estudiar y estudié en el Colegio Americano. Luego estuve en el Colegio del Sagrado
Corazón hasta que me gradué. Después fui secretaria de mi padre, porque en aquel tiempo
no se permitía que un padre dejara a su hija trabajar en otro lado, imposible. Había
estudiado comercio, pero tenía muchas ganas de ir a Estados Unidos y conocer ese país.
Hice una solicitud a una dependencia del gobierno estadounidense para una beca. Me
dieron beca completa para dos bachilleratos: primero fui a uno y luego fui al otro y después
de un año, me casé.
¿Percibió contrastes con sus amigas en el sentido de si había otras mujeres de su misma
edad, en su mismo contexto, que tuvieran las mismas oportunidades?
No, fíjese que no. No se usaba en aquel tiempo que las mujeres fueran a estudiar a Estados
Unidos, si acaso a un colegio de internas muy estricto, de religiosas, pero eso de irse a un
colegio grande donde hubiera hombres y mujeres, no. Cierto que uno se hospedaba en un
dormitorio de puras mujeres muy bien cuidado y todo eso, pero yo nunca tuve ningún
problema.
¿El hecho de ser mujer la colocó en una posición distinta a la de los hombres que
realizaban su misma actividad?
No. A mí nunca me negaron nada, sólo que no había recursos ahí en San Pedro; en ese
tiempo no se cobraban impuestos prediales, la colonia Del Valle tenía exención de
impuestos porque habían construido el puente sobre el río Santa Catarina. Empezaron a
cobrar impuestos en el año 1970 precisamente cuando yo salí de alcaldesa. Pero pese a no
tener dinero se llegaron a hacer muchas cosas porque todo mundo estaba dispuesto a
contribuir; sabían que había en el gobierno gente recta, honrada, decente y todo mundo se
prestaba. Nosotros publicábamos el estado de cuenta del municipio cada mes en el
periódico, no había dudas de lo que se hacía con el dinero.
¿Desde entonces practicaba la transparencia?
Sí, mi tesorero, Daniel de la Garza, insistió mucho en eso y yo estaba encantada.
Si usted nunca sufrió discriminación, ¿vio que otras mujeres en su comunidad la
sufrieran?
No, yo creo que no. Una cosa es que tenían ganas de trabajar, otra cosa es que siempre
estuvieron bien aceptadas. Las que no, es porque no quisieron.
¿Cuáles considera que fueron sus mayores logros y aportaciones?
Para el municipio, la mayor fue establecer el Departamento de Limpieza, para mí fue lo
máximo. Luego, conseguir que el municipio tuviera agua potable y no me refiero a la
colonia Del Valle, me refiero a San Pedro; no tenía gas, se le dio bastante alumbrado
público. Fueron cosas muy importantes. Construimos varias escuelas, fueron como 36
aulas; tres parques para que los niños tuvieran donde jugar; hicimos las grandes calles, la
avenida Santa Bárbara, Gómez Morín… fueron varias.
Y en su vida, ¿sus mayores logros?
Haber tenido nueve de familia y ahora contar con 36 nietos. Todos se quieren mucho y se
ayudan. Nada es problema en la casa, porque nada más les pido ayuda a ellos y todos me
responden.
¿Cómo esperaría que fuese el mundo para sus nietas?
Yo nada más le doy gracias a Dios que no tengo hijos adolescentes, eso ya es problema de
sus papás. Porque sí veo que hay muchos problemas, todos quieren carro, todos quieren ir
a las discotecas, yo no tuve ese problema.
¿Cómo era cuando usted tenía a sus hijos adolescentes?
Iban a bailecitos en casas particulares; no había más que el casino y el deportivo de clubes,
y ahí estaban siempre los papás, los tíos; nuestros hijos estaban muy bien vigilados.
¿Como política, cuáles cree sean los pendientes legislativos para la equidad y la garantía
de los derechos de las mujeres?
Es difícil, yo no me he metido para nada en legislaciones, a mí lo que me interesaba era lo
que le interesaba a una mujer: que hubiera limpieza, que no tuvieran que cargar leña para
cocinar, que tuvieran gas natural, que no cargaran agua en tinas como lo hacían antes;
hubo tubería de agua potable y en fin, muchas cosas, pero yo no me he metido en la
legislación.
Ni aun cuando fue alcaldesa…
Tenía otros problemas muy distintos, como le digo, me interesaba lo que le interesa a una
mujer de aquellos tiempos, nada más.
¿Cree que las mujeres seamos un factor de cambio?
Por supuesto. Los hombres tienen unas miras, les interesa un tipo de problemas; y a las
mujeres nos interesan otros, el balance entre los dos sería perfecto.
¿Cuáles son esas cosas en las que tenemos que guardar balance entre hombres y mujeres?
Los hombres se levantan a que les den de desayunar, se van a su trabajo, se fijan en el
camino que llevan, si hay semáforos; llegan a su oficina y se ponen a trabajar. Y lo mismo
pasa si es que van a comer a su casa, a que les den de cenar y que les tengan ropa limpia.
Las mujeres no, nos tenemos que fijar si las niñas tuvieron ropa para llevar al colegio, si
estaba limpia, si tenían lo necesario en la casa, si la tienda estaba con facilidades de
estacionar el carro, ahora, porque antes era a pie. En fin, cosas que le importan más a la
mujer, como si se le facilita conseguir lo necesario para la alimentación, para la limpieza de
toda la casa. Y el hombre no sabe de eso, ni si las calles están limpias o si les recogieron la
basura.
¿Cree usted que ha sido valorado en general ese trabajo doméstico de las mujeres?
Yo creo que no y no importa. Uno siente cierta satisfacción en haber podido alcanzar algo
en ese sentido, aunque no se valore. No trabaja uno por eso.
¿Le gustó haber participado en política?
Tengo mucha satisfacción, de veras, mucha satisfacción al haber podido ayudar a mi
pueblo. Todavía voy al súper allá en el pueblo de San Pedro; toda la gente me saluda como
doña Norma y pues me da mucho gusto y los abrazo. Me da mucho gusto verlos.
¿Qué quisiera decirle a las mujeres de Nuevo León?
Que si quieren ellas participar y ayudar a la gente, hay muchos lugares donde hacerlo, hay
cantidad de obras de beneficencia, ya sea para ayudar a los ciegos, para ayudar a los que
tienen deficiencias. Por ejemplo los niños Down y los niños que no tienen control sobre los
movimientos, aunque ya existen banquetas para que puedan subir y bajar los que tienen
sillas de ruedas. Hay muchísimos lugares donde pueden trabajar, si quieren, y eso es
ayudar a los demás, sacarlos adelante. Para mí, eso es la política.
La filósofa Graciela Hierro decía que una manera de avanzar es que las mujeres seamos
amigas entre nosotras, que creemos relaciones simbólicas como se crean las relaciones
entre madres, hijas, nietas ¿Qué diría a sus hijas y nietas simbólicas, como un consejo?
Que no tengan miedo, que donde quiera serán bien recibidas, que hagan todo lo que
puedan en beneficio de los demás, que siempre los tengan en mente, que hay muchos
lugares donde pueden trabajar sin tener precisamente un puesto político, muchos lugares.
Cuando entré no sabía lo que era la política. Para mí, política era pelearse por un puesto y a
mí eso no me interesaba. A mí lo que me interesó siempre fue poder ayudar a la gente.
Orfelinda Villarreal González (+)
Alcaldesa de Higueras, N.L.
(1956-57, 1960-63 y 1971-73)
Testimonio de su hijo, Jesús Mario González Villarreal
¿Cuáles son los primeros recuerdos que tiene de su madre?
Mi madre nació el 20 de febrero de 1919, en Higueras, N.L. Fue una luchadora incansable,
batalló para sacarnos adelante a mi hermano y a mí, por esa razón se dedicó a actividades
que aprendió en una forma empírica, como atender la salud, atendió más de 300 partos.
Posteriormente trabajó en el Instituto Mexicano del Seguro Social. Ella incursionó en la
política a raíz de la renuncia de un alcalde, que se tuvo que ir trabajar a Estados Unidos,
siendo primera regidora en el año de 1956, le tocó sustituir dos años a esta persona.
¿Tuvo algunos estudios?
Nada más cursó su primaria en la escuela Ruperto Martínez. No tuvo la oportunidad de
trasladarse para continuar sus estudios; sin embargo, estudió Enfermería por
correspondencia. Una de sus más grandes aspiraciones era ser piloto aviador. Le
fascinaban los aviones. Fue una mujer siempre adelantada a los pensamientos de su época.
Se iba a la labor a sembrar con el arado y un par de bueyes, surcaba la labor de mis abuelos
para sembrar maíz, sandía, melón, etcétera. Le gustaba la cacería, vestía pantalón,
montaba a caballo y portaba armas. En una ocasión se dirigió a la casa del señor Alfonso
Martínez Domínguez a regalarle un rifle 30/30, salieron los guardias asustados porque lo
llevaba empuñado y les dijo: “Espérenme, espérenme, se lo traigo a regalar al señor”.
¿En qué contexto se da la incursión de su madre en la política?
A mi madre le gustaba mucho la oratoria, la fascinaba, se documentaba y en aquellas
épocas fue directora juvenil municipal. Luego fue primera regidora, alcalde segundo
judicial y llegó a ocupar algunas posiciones de menor escala. Siempre las usó para servir y
no para servirse.
Si usted me permite platicar una anécdota, nuestro municipio no tenía luz eléctrica siendo
ella alcaldesa. Entonces, cuando la solicitó, el gobierno del Estado le negó el presupuesto.
A unas señoras que hacían colchas de lana les pidió que hicieran la colcha más hermosa
que jamás hubieran hecho, una colcha preciosa tejida a mano. Mi madre tomó la colcha, la
metió en una bolsa y se fue a la Ciudad de México, a Los Pinos a pedir audiencia con Adolfo
López Mateos y le dice: “Señor Presidente, vengo a esto: mi municipio está a 50 kilómetros
de Monterrey y carecemos de lo más elemental de servicios”. Se vino muy contenta porque,
posteriormente, se hicieron las gestiones necesarias para que en el pueblo se introdujera la
luz eléctrica.
Por lo que nos comenta, era una mujer de mucha iniciativa.
De mucho empuje. Una vez un procurador la hizo esperar en una ocasión un buen rato en
la antesala. Fue y le abrió la puerta y le dijo que él estaba pagado con nuestros impuestos y
que la tenía que atender. Detalles de ese tipo le conozco bastantes.
En otra ocasión en el municipio, cuando una persona se alteró con otra, discutían y uno
desenfunda una pistola, mi madre se le fue encima, la abrazó cubriendo la pistola y le dijo:
“¿qué vas a hacer?, te vas a desgraciar para toda tu vida”.
¿Recuerda cómo era el contexto en el que ella llegó a ser alcaldesa por primera vez?
Porque lo fue tres veces.
Así es. La primera ocasión yo tenía alrededor de 13 años. Ninguna mujer ocupaba un cargo
de esa naturaleza y yo sentía algo de nerviosismo. Ella se trasladaba a Monterrey,
gestionaba para el municipio. No dejábamos de estar presentes cuando daba algún
discurso frente al pueblo, a ella le sobraban las palabras. No dejaba uno de estar un
poquito tenso, pero en todas las situaciones que enfrentó, salió airosa. De los partos que
atendió en el municipio, si había una situación que se le complicara, inmediatamente
buscaba un vehículo para llevar a la persona a Monterrey.
La señora Orfelinda fue alcaldesa en 1956 cuando por primera vez las mujeres
estrenaban el reconocimiento al derecho al voto, ¿cuál fue la actitud de las personas de la
comunidad?
En cuestiones de política hay de todo en nuestro municipio, mi madre defendió mucho la
tierra, hubo quienes vieron esto con beneplácito y otros, no; sin embargo, al ver que ella
empezó a luchar en la forma que lo hacía para todo el mundo, todos empezaron a tener una
opinión positiva. Lo prueba el hecho de que fue alcaldesa tres veces. El primer periodo fue
en 1956-1957, los dos años que sustituyó al alcalde.
El otro periodo fue en 1960-1963, y por último en 1971-1973. No quiere decir que no
siguiera luchando, mi madre introdujo el agua potable de Higueras, aun en contra del
alcalde en turno; se le veía con una pala y con un pico escarbando, no había pistolas
neumáticas ni trascavos ni nada de esas cosas. Se metía a reparar las fugas enredando en
los tubos hule de llanta. Era una mujer incansable, fuera de serie para su época.
En la vida familiar, ¿qué recuerda de su madre?, ¿era igual de tenaz?
Había mucho cariño de parte de ella, pero nos faltaba mucho tiempo para convivir. La
función pública le robaba tiempo. Luchaba al máximo por concedernos todo lo que se nos
pudiera ofrecer; recuerdo mi primera bicicleta, el primer radio que tuvimos en la casa tenía
unas baterías grandes, fuimos los primeros en tener de esos aparatos. Ella nos quería
bastante, pero yo la necesitaba más tiempo conmigo
Usted fue alcalde del mismo municipio, ¿cómo logró usted compaginar su función pública
con su vida familiar?
En el tiempo en que fui Presidente Municipal de Higueras, me alejé más de mi familia.
¿Y entendió entonces las razones de su madre, cuando no compartía ese tiempo con sus
hijos?
Sí, las entendí, a lo mejor en ese comentario que acabo de hacer fui un poco egoísta. Ella
tenía que sacarnos adelante, ya que la ausencia de mi padre así la obligaba.
Cuando terminaron sus tres periodos como alcaldesa, ¿cómo siguió la vida para ella?
Ella siguió laborando en el Instituto Mexicano del Seguro Social. También fue la
administradora del sistema municipal de agua potable en Higueras. Murió a los 80 años
trabajando, era la fortaleza en persona, aunque el fallecimiento de mi hermano a temprana
edad le afectó.
Entre las anécdotas que le quiero contar, en una ocasión llegan unas patrullas con sirena
abierta al municipio; los enviados le dicen que se arregle, porque había sido designada para
dar el discurso de bienvenida a doña María Esther Zuno de Echeverría. Cuando mi madre
llega, ya estaba todo preparado, se va directamente al micrófono y dice: “Esther Zuno de
Echeverría, digna representante del Instituto Mexicano del Seguro Social… ay, perdóneme
es que le trabajé mucho al instituto…” Parece ser que, dentro de la falla, acaparó la
atención de todo mundo.
¿Recuerda algo que haya escuchado de los labios de su madre que la haya hecho sentir
especialmente orgullosa?
Ella recibió muchos reconocimientos de todos lados. Dirigió el partido, la CNOP, le dieron
un sinnúmero de medallas. El gobernador Benjamín Clariond le dio la medalla al Mérito
Político. No había campaña que se hiciera, en que no anduviera ella en “la punta del grito”;
generalmente era la que coordinaba ese tipo de eventos. Nunca estaba quieta, y eso le
permitía conocer gente y atraer algunos beneficios para el municipio. Adoraba Higueras.
Como hijo y también como partícipe de la actividad política, ¿qué recuerda de las
enseñanzas de Orfelinda que pudo aplicar como alcalde?
Ha sido imposible superar la obra de la señora Orfelinda en Higueras, principalmente
porque la hizo sin recursos. Ahorita ese tipo de puestos están demasiado peleados porque
el presupuesto que se tiene ahora sí da oportunidad de lucirse, hacer obras, tener gente que
apoye. Antes, el alcalde era el que tenía que hacer todo, era el psicólogo, el maestro, el
doctor, tenía que hacer todas las funciones. Las cosas han cambiado, es más sencillo
gobernar, es más participativa la labor de los regidores y demás funcionarios; hay
camiones que recogen la basura, hay ambulancias, hay camiones que llevan a las gentes, ya
es otro mundo.
¿Algo más que quisiera añadir a este testimonio?
Mujeres de Nuevo León: los cimientos están hechos, las construcciones están empezadas,
terminen la obra, porque en un futuro no muy lejano estarán listas para emprender las
primeras magistraturas de sus estados y de las naciones.
Mi madre fue una mujer que estuvo muy adelante de su época. Si algún día visitan
Higueras pregunten por “Mami”, a quien le pregunten va a saber que se trata de ella. Una
bendición para mi madre, donde esté.
Juana Andrea Alvarado Ruiz
Diputada local en la LXIV Legislatura (1985-1988)
por el Partido Socialista de los Trabajadores.
Juana Andrea Alvarado Ruiz nace en Monterrey el 10 de noviembre de 1951. Su
madre se llama Ventura Ruiz Blanco y su padre, Eustacio Alvarado. Cursó hasta
el primer año de Enfermería. Inició su vida laboral trabajando como obrera en
Industrias Bamex, de 1969 a 1983.
Su ingreso a la política fue en mayo de 1981, como militante del Partido Socialista de los
Trabajadores (PST). Entre muchos otros cargos fue la primera diputada local del PST en
el periodo 1985-1988; este último año fue candidata a la presidencia municipal de Villa
de Santiago. Su actividad más reciente fue como representante general del PRI durante
las elecciones estatales y federales para el entonces candidato a gobernador Natividad
González Parás y el candidato a la alcaldía de Monterrey, Ricardo Canavati.
Pasé una niñez muy bonita porque era consentida de mis abuelos, era la única nieta mujer
hasta que llegó mi hermana y siempre trataban de chiflarme, de mimarme con mis piñatas.
Es un recuerdo muy hermoso que tengo. La escuela también me encantó, recuerdo la
primaria en la escuela “Mariano Matamoros”, en Edison, cerca de Cigarrera.
Vivíamos en la colonia Chepevera y caminábamos varias cuadras para llegar. El primer día
de clases yo iba encantada con mis libros y un velicito hermoso que me compró mi papá;
iba estrenando zapatos, feliz, me metí corriendo. Pero al salir, entonces sí que me agarró el
llanto porque yo veía muchas señoras pero no a mamá. Pensé que me había olvidado y me
dio mucha tristeza. Al contrario de las demás niñas que no querían entrar, porque dejaban
a sus mamás, yo me sentía grande y entré muy emocionada, pero salí llorando.
De la primaria, siguió la secundaria y comercio en el Instituto Simón Bolívar, por Calzada
Madero. Soy de extracción obrera, trabajé durante muchos años en Camisas Mariscal,
tenía que pagarme mis estudios y entonces trabajaba de día y estudiaba de noche. Tenía
como 18 ó 19 años. En un principio no tenía experiencia pero la oportunidad en la costura
nos la dio el señor Marcos, una persona a la que le gustaba que uno fuera trabajador, que
no perdiera el tiempo; sabía reconocer nuestro trabajo y darle su oportunidad a uno.
Yo no sabía coser y me daba trabajos manuales como el de pegar botones, pegar etiquetas a
la corbata. Ya después se me capacitó para la máquina y empecé con la bastilla de la
camisa, pegando mangas, la sobrehiladora y aprendí a terminar la camisa. Duré
aproximadamente diez años y luego me salí. Me volvieron a hablar en diferentes etapas.
¿Cómo fue que se interesó en la política?
Mi papá siempre perteneció a la CROC como trabajador y siempre andaba en la política; en
mi familia mis tíos y primos participaban en la política, pero a mí no me gustaba. Cuando
mi papá me invitaba a las reuniones en la colonia, porque no estaban regularizados los
terrenos donde nos cambiamos, hacían esas reuniones para que se escrituraran los
terrenos y yo escuchaba a las personas que iban a gestionar.
No me gustaba nada, yo criticaba mucho y nunca pensé que iba a terminar en esto; que me
iba a interesar y a gustar tanto participar y ayudar a la gente y andar metida en las colonias
viendo la problemática de la comunidad.
Me inicié con el Partido Socialista de los Trabajadores en 1981, en una reunión que fueron
a hacer, ahí me involucraron. Empiezo por ser secretaria de finanzas del comité de base y
más que nada fue porque papá me dijo que tenía que ayudar, fue una orden; pero ya
cuando empecé a escuchar el trabajo que estaban realizando con los obreros, yo como
obrera me empecé a interesar.
Estaba en el Sindicato de Independientes y empecé a darme cuenta, y lo escuchaba de los
compañeros que sabían de todo este movimiento obrero, de los derechos de los
trabajadores. Y empecé a reaccionar, me di cuenta que yo tenía esos problemas, que la
responsabilidad era del sindicato que da por su lado a los patrones, con tal de tener dinero
no luchan por los derechos de los trabajadores. En la próxima reunión empezamos a
organizar el comité regional, me nombraron secretaria de Comité Regional y luego pasé al
municipal; y como mujer, pues en lo de las mujeres. Así nos iniciamos.
Participó en el Primer Encuentro Internacional de Mujeres, en 1983, ¿cómo fue esa
experiencia?
El Encuentro Internacional de Mujeres en la Ciudad de México que realizó la Federación
de Mujeres Insurgentes fue mi primera experiencia, con mujeres de otros países que
conocían la problemática. Desconocía que los problemas los compartíamos. Fue algo muy
interesante, muy importante para mí, que despertó el deseo de participar, de ir conociendo
más. La secretaria general de la Federación de Mujeres Insurgentes, la licenciada Beatriz
Gallardo, nos empezó a invitar a los cuadros del partido.
También viajó a La Habana, Cuba, a participar en ese proceso de formación de cuadros.
Sí, ya de la participación en el Comité Nacional de la fracción de las mujeres, la licenciada
invitó a las que íbamos destacando en los estados al Comité Nacional. Y así se dio la
oportunidad de que fuera a estudiar a La Habana la cuestión de construcción del partido y
las ideas políticas, la filosofía, para estar más preparadas dentro de la política en nuestra
organización.
Estuvimos cinco meses en un internado de puras mujeres de América Latina, de Honduras,
Perú, Chile, había también de África. Nos tocó estar ahí cuando la experiencia de lo de la
isla de Granada, en la delegación mexicana estábamos muy preocupadas porque al llegar
nos habían recogido los pasaportes, pensamos que iba a haber algún un atentado, pero
tenían mucho cuidado con todas nosotras, nos cuidaron, era una atención maravillosa.
Luego de eso, ¿cómo se da su postulación como candidata para la diputación?
Regresando de Cuba, a los cuadros estatales que la licenciada Gallardo creía que estaban
más destacados por el trabajo político que habíamos hecho con las mujeres, nos dijo: “Van
a participar como candidatas”.
Como mujeres siempre hemos sido discriminadas: primero los hombres y luego las
mujeres. Yo no tengo nada en contra de los hombres, a nosotras siempre nos han enseñado
a luchar al lado del hombre, ni ser más ni ser menos al lado del compañero, pero en el
comité siempre decían los compañeros: “No, las mujeres no, mejor el compañerito”.
Pero ella luchó mucho porque en cada estado se le diera la participación a la mujer. Al
regresar de Cuba, participamos como candidatas en diferentes estados. Yo me fui a hacer
mi trabajo de base al campo, siempre me ha gustado tener contacto directo con la gente,
formando mi grupo de mujeres. Y bueno, yo hice el trabajo no pensando en la diputación
ni el reconocimiento, sino para de esa manera pagarle a mi partido lo que había hecho por
mí: mandarme a estudiar fuera, darme la oportunidad de participar.
El mejor pago que le iba a dar a mi organización era construyendo grupos de mujeres y
luchando por los derechos de la mujer. Hice ese trabajo y nunca pensé que iba a lograr ser
diputada. A mí el día que me felicitó el doctor Máximo de León Garza, que en paz descanse,
porque habíamos ganado, pensé que estaba bromeando, no podía creerlo y le hablé a
Rodríguez Chavarría, que es el actual Oficial Mayor del Congreso: “Oiga, ¿es cierto que
usted y yo quedamos de diputados?”. ¡Ay! Sentía un dolor de estómago, me agarró el
nervio y andaba diciendo que no quería ser diputada. Yo no soy licenciada, no conocía de
leyes.
El presidente del partido me decía: “Pero conoces lo que son los derechos de la mujer, hay
que luchar por esos derechos y tú ya quedaste, vas a tener que seguir viendo por los
derechos de las mujeres obreras, eres de extracción obrera”. Yo hice un trabajo sin pensar
en que iba a ser diputada, mi trabajo fue entrar directo con la gente, pero nunca pensé en
eso. Fue en 1985-1988, cuando el gobierno de Jorge Treviño.
Mencionó que había algunas situaciones de resistencia de los compañeros por su
postulación como candidata y luego como diputada…
Sí, porque algunos pensaron que “si yo ya fui regidor merezco ser postulado porque tengo
experiencia, ella no tiene experiencia y además no sabe de leyes, es obrera”. Y algunos
compañeros por ahí que se daban a la grilla decían que ellos estaban más capacitados. Pero
como digo, el trabajo, la base de mi caso, lo hice con la población, con la gente, con las
mujeres, fue lo que me llevó a ser diputada. Ya después como diputada, era hacer gestión y
todo lo que fuera gestión era lo yo hacía en cuestión de reforma de las leyes y todo eso.
Pablo Rodríguez Chavarría, otro diputado, tenía esa relación con el gobierno y todo nos
compartía. Pero el trabajo de base, el trabajo de apoyar a los campesinos de Montemorelos,
de Linares, de las mujeres campesinas y todo era que “Juanita ve a ver, Juanita ve a tal
colonia porque hay este movimiento, hay esto”. Yo era la de trámite de acción directa con
la gente y él tenía más preparación para ciertos asuntos, pues nos compartíamos. Pero así
empecé a participar en este tiempo que estuvimos dentro de la legislatura.
Durante ese tiempo ¿recuerda algunas iniciativas que se hayan impulsado en favor de los
derechos de las mujeres?
La lección que nos dio la gente nos recalcaba que habíamos de luchar porque hubiera un
Instituto, para que hubiera una Secretaría de la Mujer; porque no se aceptaba, no como
ahora que existe este instituto. Sinceramente, todas ustedes, las que están participando en
este instituto y se preocupan por los derechos de las mujeres, es algo hermoso, algo
maravilloso el trabajo que están realizando. Ésa fue una de las cosas que siempre nos
decían, que no siempre se tomaba en cuenta en el tiempo que yo estuve. Ahora sí, qué
bueno que exista esta institución.
¿Se ha avanzado en algo, nota diferencias entre esos tiempos y la actualidad?
Pues hay avances, aunque creo que todavía nos falta para que se dé esta igualdad.
¿Qué es eso que falta?
Tomar mucho más en cuenta la participación de la mujer. Es que en todas partes más del
50 por ciento somos mujeres, pero no sé a qué se debe todavía que duden de la capacidad
del trabajo de la mujer, cuando nosotras trabajamos doblemente en un empleo y luego a la
casa. Hacer más conciencia, pues los hombres nomás nos dicen que sí, pero la verdad,
todavía se resisten.
¿Qué hay que reformar para que las obreras, las trabajadoras, las empleadas, realmente
tengan acceso a los beneficios del desarrollo?
Pues en cuanto a las leyes para el derecho de las obreras, de las trabajadoras, no es posible
que a cierta edad se nos diga que ya no hay trabajo para las obreras, gente de cierta edad, a
los 35 ó 40 años ya no hay trabajo; o porque están embarazadas o que porque tienen hijos
o porque dicen que faltan mucho; siempre en los trabajos se les exige a las obreras.
Entonces yo creo debe verse ese problema; oportunidades más para la mujer, para la mujer
trabajadora.
¿Cuál sería su mensaje para las mujeres de Nuevo León?
Pues que siguiéramos adelante trabajando y luchando por los derechos de las mujeres; que
no crean que no se puede solo por ser obreras, como yo me sentí porque no tenía una
preparación de leyes, no era abogada y no sabía que podía estar en el Congreso. Pero una
va representando los derechos de otras mujeres y luchar por ellos. Yo les diría que todas
tenemos un lugar siempre y cuando nosotras trabajemos y luchemos para llegar a él, que
nunca nos demos por vencidas.
Ivonne Liliana Álvarez García
Diputada local en la LXX Legislatura (2003-2006)
por el Partido Revolucionario Institucional
Nace en el municipio de Escobedo, N.L., el 25 de abril de 1978. Es la primogénita entre
cuatro hermanos. Es licenciada en Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad
Autónoma de Nuevo León. Se ha desempeñado profesionalmente en los medios de
comunicación y en la política. Es militante del Partido Revolucionario Institucional (PRI)
y diputada local para el periodo 2003-2006 de la Legislatura LXX.
¿Cómo es que una persona tan joven, con una trayectoria de éxito en los medios de
comunicación, se interesa en la política?
Al principio mucha gente no conocía ese otro lado de Ivonne. Yo entré a estudiar Leyes en
la Universidad Autónoma de Nuevo León porque me encantaba lo que mi papá hacía. Él ha
sido político toda su vida, ha sido servidor público desde que tengo uso de razón. Me
gustaba mucho cómo llegaba emocionado a casa, contándonos lo que hacía, de cuánto
podía ayudar a la gente. Trabajaba como director de Servicios Primarios y en algunas
situaciones difíciles que se presentaron en Nuevo León, como el huracán Gilberto o cuando
hubo unas explosiones, yo lo vi tan emocionado de ayudar a la gente, tan entregado a su
trabajo, que quise ser servidora pública. Y entré a estudiar Leyes.
Luego hubo la oportunidad de hacer una audición en el canal de televisión de la
Universidad; entré allí por casualidad, por conocer algo nuevo. Lo demás se fue dando
poco a poco, avanzando y aprendiendo mucho. Entré a Multimedios a trabajar y a hacer
una carrera en los medios, sin dejar a un lado mi carrera. Terminé y se presentó la
oportunidad de avanzar dentro de la comunicación, ya estaba en un noticiero dando
noticias de espectáculos. Tuve un programa: Gruperísimo. Siempre me ha gustado tener
contacto muy directo con la gente y a través del programa lo podía lograr. Duré siete años
en Multimedios.
Luego surge la oportunidad de participar como diputada y créeme que no lo pensé.
Era la oportunidad, si yo estaba ahí era porque la gente veía mi programa para
divertirse, para distraerse, teníamos que lograr que la gente olvidara sus problemas
en una o dos horas. Entonces, cuando me ofrecen contender para diputada, hacer
algo de mi carrera, formar parte de algo con lo que siempre había soñado, me
tocaba devolverle a la gente todo lo que me dio.
¿Cómo ha sido esa transición?
De verdad ha sido muy importante. Cuando tomé esta decisión me senté con mi familia a
platicar, porque era un cambio muy drástico en mi vida. Ahora sí me iba a dedicar de lleno
a algo que siempre me había gustado, pero que no lo preví tan rápido. Dejar una carrera
que ya había hecho en los medios para dedicarme a algo que me llenaba, era como elegir
entre dos cosas en las que tenías tu corazón. Viví una campaña impresionante, no te puedo
explicar lo bonito de los recuerdos que tengo; llegar a las casas y que te ofrecieran
limonada porque iba asoleada o que la gente te sintiera como parte de su familia: “Ivonne,
¿cómo estás? vamos a votar por ti”.
Primero, que mi partido me diera la oportunidad de participar significa que confió en mí
para representar a la gente, y después que la gente haya votado por mí. Son dos cosas que
jamás olvidaré.
En esta trayectoria tan rápida ¿ha encontrado algún obstáculo, algún tipo de freno o un
tratamiento distinto por el hecho de ser mujer?
¿Sabes qué?, creo que es importante decir que a este gobierno sí le importan las mujeres.
Desde que nuestro partido nos dio la oportunidad de participar llegamos ocho mujeres a la
legislatura, es único en la historia de todas las legislaturas que ha habido aquí en Nuevo
León. Yo no me he sentido discriminada en ningún aspecto. Sé, y han venido muchas a
contarnos, de situaciones de discriminación en empresas donde les hacen firmar cartas de
no embarazo para poder contratarlas, aunque estén solteras; firmar cartas para que no se
casen en el tiempo que estén en la empresa.
Son cosas que yo sé que suceden y me pongo en sus zapatos. En lo personal, te mentiría si
digo que yo estoy sufriendo de algún freno u obstáculo por ser mujer. Tenemos un
gobernador que se preocupa por las mujeres; él fue quien puso la iniciativa para que
existiera este Instituto y un Congreso que lo aprobó.
Durante su campaña, ¿se acercaban mujeres con peticiones específicas?
Sí, era bien impresionante. No se me olvida una señora que me paró en una colonia y me
pedía que hiciéramos algo con la violencia, había denunciado muchas veces a su marido y
no pasaba nada. Estamos hablando de antes que se creara este Instituto, antes de que se
reformara la Ley de Violencia, no existían soluciones, muchas mujeres se acercaban, era
una de las peticiones. Las jóvenes se quejaban por falta de trabajo; aún estamos en una
lucha constante para darle más oportunidades a la juventud y creo que al llegar ocho de
nosotras, jóvenes, al Congreso, también nos da una apertura para decir que a la juventud
se le está tomando en cuenta. Se creó un Instituto de la Juventud que ya está escuchando a
los jóvenes.
Otra de las peticiones es de los adultos mayores que decían: “No me hacen caso, quiero
trabajo y las empresas no confían en mí, quiero una oportunidad porque ya paso de los
cincuenta y todavía tengo la fortaleza para poder trabajar”. Son las problemáticas que pude
palpar. Todavía hay muchas más por hacer.
¿Cómo es el trabajo dentro de la Comisión de Equidad y Género en la que participa en la
actual Legislatura?
Para mí fue muy importante el que me dieran la oportunidad de presidir esta Comisión.
Primero, porque era de las jóvenes del Congreso. De nuestros compañeros no digo que
sean grandes, porque la juventud se lleva en el corazón; hay que combinar la experiencia,
la juventud y todas las ganas de trabajar. Es una satisfacción porque nos tocó dar la
aprobación para la Ley del Instituto Estatal de las Mujeres. Cuando nos pusimos a
estudiarla, llegó creo que un miércoles, estuvimos trabajando en ella el jueves y recuerdo
que el viernes era día inhábil. Nos urgía que esa ley estuviera aprobada por la comisión,
para que pasara lo más rápido al pleno y darle una situación jurídica al instituto, para que
ustedes ya pudieran entrar en funciones. Entonces platicamos con la mayoría de las
personas que estamos en la Comisión y estuvieron dispuestos a trabajar el viernes para
sacarla más rápido. Y te comento, no somos sólo mujeres las que estamos en la Comisión.
¿Cuántos hombres hay en ella?
Somos siete mujeres y cuatro hombres en la Comisión de Equidad y Género y todos
aceptamos. Sacamos la ley por unanimidad y entró al pleno para que las mujeres de Nuevo
León tuvieran ya una figura que atendiera exclusivamente a las mujeres que era lo que más
pedíamos. La verdad, somos más del 50 por ciento de mujeres en la población en Nuevo
León, teníamos la necesidad de contar con este Instituto. Y se logró. También seguimos
trabajando muy de cerca con la Ley de Violencia, se turnó a la Comisión de Legislación
pero algunas de las personas que estamos dentro de la Comisión de Equidad estuvimos
muy al pendiente para poder participar también dentro de las reformas.
Según lo marca la ley electoral no debe haber más de 70 por ciento de candidaturas para
un mismo género a los puestos de elección popular. Ese sistema les sigue haciendo “ruido”
a muchas personas, ¿cómo lo perciben sus compañeros y compañeras dentro del
Congreso?
Fíjate que ellos también se sienten contentos de que estemos tantas mujeres dentro del
Congreso; está muy colorido, ya no hay tanto saco negro. Creo que no todos los partidos lo
han tomado en cuenta. Te puedo hablar por el mío, en el PRI somos siete las que estamos
dentro como representación de las mujeres. Entonces sé que nuestro partido sí hizo caso a
ese 30 por ciento y nos abrió las puertas. Entre broma y broma dicen que al rato ellos son
los que van a pedir el 30, las mujeres estamos avanzando porque se nos da la oportunidad,
pero estamos demostrando que podemos hacerlo.
Espero que la experiencia que nos tocó vivir en este Congreso sea una pauta para las
siguientes candidaturas, para que los mismos partidos puedan ver una realidad: que las
mujeres no queremos ser más que los hombres, no buscamos estar delante de ellos, pero
tampoco atrás; queremos ir caminando a la par, tenemos la misma preparación, la misma
capacidad, las mismas ganas de trabajar; entonces por qué no tener las mismas
oportunidades.
¿Si en sus manos estuviera hacer una acción o varias para erradicar la violencia hacia
las mujeres, que propondría además de las reformas legislativas?
A mí me gustaría una campaña de denuncia, yo creo que el Instituto lo está haciendo, y te
lo digo honestamente, es muy valioso. Estoy muy contenta porque en algún momento
hacemos una llamada para pedir que se atienda a una mujer violentada o una mujer que
está pidiendo a gritos una mano amiga que la pueda ayudar y en esto siento que el Instituto
ha sido muy productivo. El Día Internacional de la Mujer hicimos una campaña y
entregamos unos volantes con los derechos de las mujeres. Estuvimos en cuatro puntos de
la ciudad para decirles: aquí están tus derechos, hazlos valer, tienes derecho a una vida
digna, tienes derecho a la salud reproductiva, tienes derecho a denunciar si eres
maltratada, tienes derecho a elegir cuántos y en qué momento quieres tener tus hijos.
Necesitamos que las mujeres sepan.
En segundo lugar creo que tenemos que ser más rápidos si estamos ante un problema de
violencia. La mujer, cuando llega a denunciar, es porque ya no puede más. A esa mujer que
llega maltratada inmediatamente se le tiene que atender. Que se siga el proceso que deba
seguirse, vamos a poner solución ya, es un trabajo de toda la sociedad. El Congreso en lo
que le corresponda, a no dar ni un paso atrás, vamos a trabajar en reformas, a trabajar en
leyes que no sean letra muerta. Las mujeres quieren acciones, una respuesta inmediata.
¿Alguna vez ha padecido violencia de cualquier tipo?
Fíjate que no, te engañaría si te digo otra cosa. Cuento con una familia que nos ha
inculcado mucho el respeto como lo más importante. Nunca he sufrido de esta violencia.
Cuento también con un marido que respeta mucho lo que hago, nos respetamos mucho los
ideales y las cosas que queremos hacer. Creo que es la forma más importante de poder
crecer juntos. En mis trabajos, igual, siempre he contado con gente que me ha respetado
como persona y con lo que he hecho.
¿Qué falta para que avancemos más en la equidad de género?
Creo que ver con otros ojos lo que está sucediendo en Nuevo León. Si nos ponemos a ver la
violencia contra las mujeres es la problemática número uno, no solamente en Nuevo León,
sino en muchos otros países. Entonces lo que más nos falta es cultura, que las personas
entiendan que no es con violencia como van a arreglar las cosas, es buscar una educación
donde desde las mismas escuelas se establezca una materia que la prevenga, que los niños
chiquitos crezcan con la educación de la no violencia. Otro valor importante es el respeto.
Si logramos que esas nuevas generaciones crezcan con un parámetro completamente
diferente, será otra cosa. En las campañas políticas vimos actitudes muy distintas de dos
contrincantes: uno muy ecuánime, muy paciente, tranquilo, con una forma de resolver los
problemas, hablando de consenso; y otra persona haciendo más problema con gritos, con
insultos. Vimos que a la gente no le gustó eso, la gente quería que se arreglaran las cosas
hablando, con comunicación. ¿Qué nos está diciendo la sociedad? Que urge eso.
¿Piensa mantenerse en esta trayectoria, en el trabajo hacia la comunidad?
Estoy viviendo una experiencia increíble y le doy gracias a Dios, a mi partido, a la gente
que me hizo llegar. Voy a trabajar muy duro para que todas las personas que confiaron en
mí puedan estar satisfechas porque el trabajo que hice fue el mejor; dispuesta a trabajar en
lo que venga para mi carrera, sé que mi trabajo es el que va hablar. Quiero a los tres años,
cuando salga, irme satisfecha del trabajo que logré y con las manos limpias.
¿Qué mensaje le deja a las mujeres de Nuevo León?
Yo les diría que cuando tenemos la visión de hacer algo y una meta, nada es imposible.
Trabajando podemos lograr muchas cosas en esta vida, es más, todo. A veces nos
desesperamos porque nuestras oportunidades no llegan rápido y estamos tocando y
tocando puertas pensando que no se abren para mí y nos decepcionamos, damos la vuelta y
nos vamos. También les puedo decir que ya se nos escuchó, que ya estamos participando,
nos toca seguir luchando, no hacernos para atrás. Si en un lugar no se te abrió la puerta,
vamos a tocar otra y otra. Lo peor es no luchar.
Para mí es un honor que exista este Instituto. Estoy muy contenta por todo este equipo,
tienen una presidenta que siempre ha luchado por las mujeres, un ejemplo para muchas de
nosotras porque a ella le tocó vivir un camino más difícil y fue de las primeras en abrirnos
sendas. Sé que es un logro que le tomó muchos años y es la persona indicada para estar
aquí y luchar por todas nuestras causas; además se ha rodeado de gente que ha trabajado
siempre por los derechos de las mujeres y que van a dejar el alma por nosotras en Nuevo
León.
Alicia Margarita Ayala Medina
Diputada local de la LXX Legislatura (2003-2006)
por el Partido Revolucionario Institucional
Alicia Margarita Ayala Medina nació en la ciudad de Monterrey, N.L. Su padre fue
Eusebio Ayala Treviño y su madre, Aurora Medina de Ayala. Es la tercera hija de un
total de nueve hermanos.
Cursó la educación básica en el Colegio Excélsior y realizó estudios de comercio e inglés.
Está casada con José Luis Campos Martínez y tiene tres hijos: Juan Antonio, José Luis y
Pablo Emilio.
Es diputada local del Partido Revolucionario Institucional en la LXX Legislatura. Fue
presidenta de la asociación civil Comprometidos por México y coordinadora general de
Mujeres por México.
Usted tiene una trayectoria de activismo social ¿qué significa ahora ser diputada?
Mi único cargo político o partidista es éste que tengo ahorita, el de diputada; cargos
públicos he tenido muchos: presidenta de la junta de vecinos de mi colonia, presidenta de
la asociación de ex alumnas de mi escuela. Un cargo honroso y muy importante en mi vida
es el de tener la confianza de la ciudadanía y ser su representante en muchos movimientos
de lucha para defender el patrimonio de la familia, que se ve menguado cuando llegan los
recibos de los servicios públicos, más allá de lo que ganas y puedes pagar.
Llegué a esto por accidente. Creo que tienen mucho que ver las características personales.
Siempre fui una niña muy inquieta, nunca me distinguí por ser ordenadita y prudente. Más
bien he sido muy imprudente en mi vida, he hecho todas las cosas que se me han antojado,
todo lo que he pensado que es mi responsabilidad.
Antes de llegar a ser la presidenta de Comprometidos con México fui la coordinadora
general de Mujeres por México, estas dos organizaciones son las que más han publicitado
mi trabajo. En compañía de mujeres, nietas e hijas que habitaban en Linares, Nuevo León,
de donde son originarios mis padres, hicimos un jardín de niños en el ejido El Recodo, nos
dedicamos a la tarea de juntar dinero y ayudamos a un grupo de niños que tomaban la
enseñanza preescolar en un granero.
Posteriormente me llegó un recibo muy alto del servicio telefónico y pues escribí una carta
a un conductor de un medio de comunicación y se la llevé. Al día siguiente me mandaron a
la televisión y, sin querer, nació una lucha que nos llevó hasta encontrar acciones tan
profundas que han trascendido a nivel nacional, como es el desglose de las llamadas
telefónicas.
Ayudamos a mucha gente con los cobros injustificados de los diferentes servicios, pero
como te digo, la acción no fue premeditada, la vida me llevó, tomé el reto, salí y me dediqué
como si fuera un trabajo por el que te pagan, y trabajé ocho horas diarias en el bien de la
comunidad –como ahora que me pagan– sin horarios. Había muchas limitaciones para un
trabajo gratuito sin tener capital. Dios nos vio, la comunidad nos apoyó y tener el título de
representante de la sociedad civil ha sido muy honroso para mí, y todos los días he tratado
de mantenerme fiel a esa confianza que la comunidad me dio y no desviarme nunca del
camino que me tracé.
Tengo un reto personal independiente de los que pudieran tener las personas que me
acompañan en este camino por el Congreso del Estado. Tengo el reto de que la gente no
pierda la confianza, que siga viendo en la funcionaria pública a la representante de la
sociedad civil, una persona de fiar a quien puedes acudir, que no tiene cerrada la puerta de
su oficina, que no hay que hacer fila, siempre dispuesta a atenderlos y de muy buena
manera. Si lo hacía cuando no me pagaban, con más razón ahora que me pagan.
Durante su crecimiento tanto profesional como privado, ¿sufrió críticas por ser una
mujer que se salía del patrón tradicional?
Pues sí. En la escuela siempre como que las niñas te ven diferente. No he sido muy
cumplidora con mis compromisos sociales, me declaro culpable. Es que siempre ha sido
más importante el trabajo que tengo que hacer, que mis compromisos personales.
Trabajé durante muchos años como secretaria y como contadora privada a niveles muy
importantes, hubo un momento en que ocupaba un lugar que antes ocupaban tres
secretarias y siempre salí adelante. No sé si hubiera alguien que me tratara de discriminar,
pero nunca he tenido ninguna limitante.
Sí siento que en algunos momentos hay personas que creen que, porque eres diferente o
porque eres mujer, llegaste ahí por el favor de uno o gracias a otro, sin ver que tu trabajo es
el que te ha llevado ahí. Nunca ha sido algo que me estorbe, si lo hubo algo en algún
momento no lo sentí, y si lo sentí creo que fue algo que me motivó y me retó a salir
adelante.
Quiero que ese sueño personal que tengo sea una situación real, tengo el empeño en
difundir a las mujeres el valor de ser personas, no de ser la sombra de, ni estar detrás de;
sino darnos cuenta que como seres humanos tenemos un gran valor y que la participación
ciudadana es muy importante para que este país pueda salir adelante.
¿Cómo ha conciliado su vida pública, familiar, el ámbito privado y el doméstico?
Pues mis hijos y mi marido han sufrido, pero me he dado mi tiempo. Por ejemplo, algunas
de mis actividades de casa las hago en la noche o muy temprano en la mañana. No soy
modelo de ama de casa y también hay que reconocer nuestras deficiencias, pero otras cosas
han sido más importantes para mí. En cuestiones de compañía su madre nunca les falló, o
sea, en el equipo deportivo no importaba lo que estuviera haciendo, en el momento que
volteaban a las gradas ahí estaba. Tal vez no fui muy propia para lavar la ropa, pero han
sobrevivido. Ya están titulados, sólo falta el más chico.
¿Cómo es educar a tres hombres?
Es enseñarles que su mamá no es una empleada sino un ser humano, que deben tener
cierto orden, es difícil ordenarlos aunque mi esposo es muy ordenado. Él vivió mucho
tiempo fuera de su casa, además de que sus características son de ese tipo. A mis hijos ha
sido difícil hacerlos entender que deben recoger su plato, que si no está mamá bien pueden
cocinar.
Actualmente hay muchas mujeres muy talentosas y trabajadoras que no tienen vida de
pareja, ¿a qué cree que se deba?
En algunas ocasiones, más que limitante en la mujer yo creo que es limitante en los
varones. A veces los varones tienen miedo de tener una compañera inteligente, suficiente,
que ellos puedan sentirse opacados en lugar de compartirlo, como sucede cuando el que
brilla es el varón. Un hombre sale adelante y escala posiciones de trabajo, sociales y
económicas; entonces quiere que su mujer crezca al mismo tiempo que él, a veces es
imposible si tienen a la mujer sumida en el último rincón de la cocina o escondida.
En ese caso están muchas mujeres, además de que son dirigentes de organizaciones,
sindicatos o funcionarias, tienen que llegar a su casa a hacer el aseo o darles de comer
porque el varón quiere sostener esa canonjía; o sea, en la calle serás muy diputada o muy
legisladora o muy funcionaria, pero aquí en tu casa tienes la obligación, sin ver que hay que
compartir ese trabajo.
¿Cuáles son las mayores limitaciones para las mujeres?
Solas nos limitamos. Las limitaciones culturales y sociales son difíciles de sobrellevar
cuando el carácter no es recio y prefieres someterte a un modelo ya establecido. También
ese modelo es muy cómodo, ¿para qué molestarse en pensar, si el esposo piensa?, ¿para
qué molestarse en trabajar, si el marido trabaja? Mejor ver televisión o jugar cartas con las
amigas, platicando, desperdiciando el tiempo sin aprovechar la maravillosa oportunidad de
salir adelante, de destacar como individuos y de darnos ese lugar que realmente nos da
Dios desde que nacemos. Nosotras podemos enfocarnos a cinco cosas al mismo tiempo.
Mi mensaje sería que no nos limitemos, démonos el derecho, la autoestima para salir
adelante. Si nuestro deseo es estar en casa, seamos maravillosamente felices en la casa, si
te quedas y eres amargosamente terrible, tus hijos van a sufrir. Si decides quedarte o
salirte, haz las cosas de la mejor manera que puedas.
Para la mujer joven: estímate, quiérete, logra ese lugar que te mereces como persona, no te
dejes llevar por la corriente, no hipoteques tus esperanzas y tus sueños en noviecitos e
ilusiones que no valen la pena y que te van a hacer llorar. Guárdate, cuídate, ámate,
entérate de qué es verdaderamente lo que tú quieres hacer; busca ese sueño, lógralo, sal
adelante y sé feliz con él.
Es muy importante no negarnos a ser mujeres, no negarnos a ser libres, a ser inteligentes.
Sin llegar a choques de género, buscar un contexto en el que podamos realizarnos y ser
felices independientemente de cuál sea nuestra vocación.
¿Ha sido parte de su lucha política la causa de los derechos de las mujeres?
Creo que lo he tomado de una manera no directa, la lucha para que los servicios de uso
diario sean económicos, pues ha permitido en muchas casas que las mujeres puedan
disponer de más dinero. Creo que la búsqueda del bien de los demás es una característica
muy propia de las mujeres.
¿Recuerda que se regresaron 50 millones de pesos de cobros hechos de más en el servicio
de agua? Pues hubo hogares a los que llegaron 200 ó 300 pesos de devolución. Una madre
de familia habla y me dice: “Gracias por el dinero que me regresaron, pude ponerme al
corriente en la colegiatura de mi hijo”.
Es decir, que ha hecho aportaciones al buscar mejores condiciones en el ámbito doméstico
a través de los servicios…
Sí, en el deseo y en la lucha por encontrar en la mujer la motivación para participar de
manera directa, el valor de ser el primer lugar si dirijo mi colonia o las inquietudes en mi
colonia; si soy la encargada, que mi entorno vaya mejor, que en el club deportivo las cosas
salgan mejor, o si soy coordinadora o dirijo una organización de ayuda a las personas
discapacitadas. Es encontrar esa revaloración de las mujeres.
¿Cuáles han sido los mayores obstáculos durante su carrera?
Creo que no valorarme desde el principio ha sido un obstáculo. Al paso del tiempo me di
cuenta que la comunidad está necesitada de liderazgos, de patrones, porque nos hemos
dispersado tanto, que no hemos encontrado ese ejemplo a seguir. Desafortunadamente las
acciones buenas de la comunidad no aparecen en los periódicos, solo las acciones que
denigran y que rebajan a las personas, la miseria humana.
En la mayoría de las organizaciones sociales las dirigentes somos mujeres, ya sea de
beneficencia, de servicio público, de lucha social, de denuncia. En el estado de Nuevo León
hemos sido mujeres, muy contados los varones, tal vez sea que la mujer es sinónimo de
honestidad, de trabajo, de empeño. El enfoque de los varones es distinto, será porque
tienen la obligación implícita en su género del sostenimiento de una familia. Las mujeres
podemos tener ese apoyo del sustento y dedicar nuestro tiempo a esto.
Independientemente de lo que sea, tenemos el valor de hacerlo.
A mí verdaderamente me da vergüenza pensar que la patria que les voy a entregar a mis
hijos es una patria totalmente deteriorada, comparada con la que me entregaron a mí. A mí
no me entregaron una patria llena de drogas, alcoholismo, violencia familiar, miseria.
Como padres de familia hemos tenido un gran fracaso en la educación de nuestros hijos, no
hemos sabido retener los valores que nuestros padres nos inculcaron. Nuestros valores se
pulverizan y nuestros hijos tomaran todos los vicios de la humanidad y no lo hemos
detenido. Entonces, como sociedad tenemos un gran compromiso y las mujeres tenemos el
deber no sólo de hacer la denuncia, sino de hacer el sembrado de valores y buenas
costumbres.
¿En cuanto al tema de equidad entre hombres y mujeres, cree que hemos avanzado?
Yo creo que sí, un poquitito, pero sí hemos avanzado. En la medida que nos demos, que
nos infundamos en nosotras mismas el valor de salir adelante, reconocer que somos seres
humanos, no la esposa de, ni la hija de. Tal vez en las escuelas debía darse como una
materia de revaloración personal.
¿Cuáles cree que sean las asignaturas pendientes en la agenda legislativa para lograr la
equidad y la garantía de los derechos de las mujeres?
Primeramente las mujeres tenemos que saber que la lucha no es contra los hombres, es por
las mujeres; que nos vean como un ser humano con derechos, que no llegamos a los
puestos públicos o directivos porque nos acostamos con alguien, que no tenemos valor
nada más en la cama. No tengamos miedo de ser inteligentes, mejor demostrar que somos
inteligentes y valientes.
¿Qué quisiera decirles a las mujeres de Nuevo León?
Que Dios nos hizo diferentes, nos hizo valiosas; que no tengamos miedo de demostrar todo
lo inteligentes que somos; que valemos para muchas cosas, nadie merece ser maltratada ni
vivir en la violencia. Todas las mujeres merecemos respeto y hay que empezar por sentirlo
nosotras mismas.
Adela Carrillo Aguirre
Diputada local en la LVIII Legislatura (1967-1970)
por el Partido Revolucionario Institucional
Nació en Monterrey, N.L., el 16 de diciembre de 1933. Su madre es María Antonieta
Aguirre Anaya y su padre Merced Carrillo Czard. Es la primogénita de cuatro hermanos.
Se recibió de maestra en la Escuela Normal Superior del Estado de Nuevo León. Ha sido
maestra de primaria y secundaria. Al incorporarse a la política como militante del PRI
ha ocupado diversos cargos al interior del partido. Fue diputada local de 1967 a 1970
durante la LVIII Legislatura.
Mis padres fueron de creencias religiosas muy distintas, las verdades que yo considero
eternas fueron aprendidas en mi casa. Por cuestiones de salud de mi padre, me vi obligada
a estudiar una carrera corta para ayudar a los gastos. Entonces me di cuenta, siendo muy
joven, de que había la insistencia de la gente mayor, en este caso maestros, que querían
dominar el ambiente magisterial, tanto en la Normal como en la escuela.
Mi madre no trabajaba, porque entonces no se acostumbraba que la mujer lo hiciera. Fui la
primogénita y no puedo quejarme de que un anhelo del padre es tener un hijo varón, yo
nunca lo sentí.
¿A qué edad empezó a trabajar?
Tenía 15 años y meses cuando me dieron la plaza, Era muy pesado porque había que
trabajar con el grupo a mañana y tarde y luego ir a la Normal a seguir el segundo año. A mi
padre, hasta la fecha, le digo “el dictador Carrillo” porque él daba órdenes, nada más. El
padre es muy duro, la madre entra a suavizar esa dureza. En ese ambiente y en ese tiempo
yo crecí y luego, pues sale uno al medio y se topa con los compañeros. A los padres de
familia de mis alumnos siempre los traté con consideración, haciéndoles ver cómo era un
niño fuera de su hogar. Me tocó en un barrio muy pobre, mucho muy pobre, si hubiera sido
necesario los podía hasta bañar.
Nunca tuve problemas de falta de equidad, había competencia, querían hacer las cosas
mejores, más en secundaria donde se me designó a un grupo de hombres muy numeroso,
en la secundaria “Jesús Montemayor”, de un barrio muy conflictivo hasta la fecha: La
Risca.
Las muchachas traían a veces hasta cuchillo, entonces el director me habló sobre eso, pero
la Secretaría de Educación me mandaba ahí. Para él iba a ser un problema muy grande que
una mujer fuera la maestra de planta de un grupo de hombres, pero no duré mucho, unos
dos años y salí a dirigir el partido.
La ideología de aquel tiempo era comunista. México entero se vio movido por eso, tuvimos
la experiencia de 1968, era comunista o socialista. Se me invitó a los grupos comunistas de
mi barrio, trabajaron otras personas, otros líderes, pero se me encomendó una comisión
que tomé muy a pecho, presentar a esos grupos ante el senador, el licenciado Livas y poco
después, sin saberlo, se me escogió para que fuera a encabezar la Dirección Estatal
Femenil. De ahí salí al año y medio, salí de la secundaria para ir a dirigir grupos de
mujeres.
¿Qué fue trabajar con mujeres en esa época?
Las mujeres agrupadas en los sindicatos estaban ya hechas y dirigidas. A mí me tocaba
invitar a la mujer cenopista, a la de organizaciones populares, de aquí, de allá y de más allá.
Las empecé a invitar, platicamos, yo aprendí de ellas cómo se organizaban, qué problemas
tenían, a dónde se dirigían, quiénes eran sus líderes. Tengo muy buena impresión de las
mujeres a ese nivel.
Aprendí la necesidad del ser humano, de ellas en este caso, de tener un líder a quién
recurrir para poder solventar sus problemas y que les hagan caso, que las tomen en cuenta
para ellas es esencial. Habrá otros problemas, pero el que están sufriendo, lo defienden.
Eso aprendí de ellas. Buscaban una persona que las entendiera, que las dirigiera a donde
les podían resolver; las encauzaba al gobierno a través de la Oficialía Mayor y las ayudaban
con despensa, terrenos, becas, en fin.
¿Había discriminación hacia esas mujeres?
No. Nunca lo vi así. A veces algunas decían: ahí está mi marido esperándome afuera. Era
muy bonito. Una vez un alcalde visitó el partido, había muchas mujeres, yo las tenía en la
oficina, pero cuando lo vieron, salieron y él fue a saludar a todos los esposos de ellas, que lo
estaban esperando en la banqueta de Pino Suárez y Arteaga. Me gustó saber que venían
acompañadas de su marido, que no entraban a la dirección, pero sí las estaban esperando;
al llegar ese alcalde saludó con mucho afecto a las mujeres, pero luego se lo llevaron a ver a
los maridos, señal de que estaban también acompañándolas.
¿Cuáles considera sus mayores logros y aportaciones en su trayectoria política?
Que la vida me haya sacado de un ambiente familiar, muy familiar, donde la mujer crece y
se queda ahí a barrer, trapear, moler, echar tortillas y demás, para mí eso fue un privilegio.
Salir de la casa, hacer mi carrera, luego proseguir en esta función pública que me dio más
oportunidad de conocer al mundo. Yo lo conocí, el mundo no vino a mí, yo fui a él a
conocerlo y diré lo que dijo un personaje de la antigüedad, al final de su vida: que había
dado su aportación a su generación. Me uno a esa idea. Lo que yo haya dado es una
aportación a mi generación, en este caso son más generaciones.
¿Enfrentó retos, obstáculos?
Sí los tuve, pero no porque el varón quisiera sobresalir y opacar a la mujer, yo me vi entre
puros varones diputados como única mujer, pero no me puedo quejar de ellos. Al
contrario, ellos buscaban mi cercanía, mi opinión; las discusiones por algún problema o
asunto sí nos podían dividir, pero era cuestión de criterios, nada más. De enfocar un
problema hacia cierta meta. Pero que dijeran: “esta mujer no sabe conducirse”, nunca.
¿Cree que hemos avanzado en la equidad entre hombres y mujeres?
Si, pero hay ahí ciertos rescoldos. No tuve tiempo, pero quería preguntar las cifras del
INEGI para saber cómo estamos, de hecho puedo decir que en México hay más mujeres
que varones, somos el cincuenta y tantos por ciento, eso es realidad. Hay muchos medios
para publicitar esto.
Sé que se tiene que luchar para llegar a orden, a una convivencia pacífica, no digamos que
los hombres sean sometidos por las mujeres, no. A que haya un entendimiento cabal,
espiritual, de amor y de responsabilidad. Y si ya me metí en eso, en la responsabilidad de
hijos y marido, entonces tengo que sacarlos, apoyarlos para llegar a un plano en que todos
seamos una familia unida, por medio del diálogo y la educación.
¿En la política tomó en algún momento la causa de las mujeres?
Las mujeres no se quejaban de su vida íntima, por decir: “anoche tuvimos una discusión y
terminamos a golpes”, nunca tuve una denuncia de ésas. Porque no había una
manifestación clara, que un grupo de mujeres fuera a protestar porque eran maltratadas,
nunca hubo eso en mi gestión, no.
Podía entender que sí había maltratos, pero por pudor o lo que quiera, no era como para
tomar una lucha cercana, constante, férrea contra el varón. Mi actuación ahí fue encauzar
al departamento jurídico a una niña maltratada o abusada, pero fueron muy poquitos
casos. También eso se oculta ante la ley, ante los funcionarios y eso sí lo veo muy mal.
A mi juicio lo que faltaba entonces era difusión, la educación en las capas más bajas, con la
gente ya grande que no tuvo oportunidad de ir a la escuela primaria. Yo señalo esa falla,
como que todavía nuestros gobiernos no llegan a ese grado de que la mujer sea educada
desde el principio, instruida, ilustrada, no importa que sea de un ejido.
Pero para eso el gobierno tiene también sus razones. No hay presupuesto, cómo vamos a
fundar una escuela, una Normal en Galeana, Doctor Coss o en Mier y Noriega, que es un
desierto todavía.
Son cuestiones que se deben estudiar y no culpar tampoco de todo al gobierno, sino que lo
que es esencial, básico, es que la gente sea apta para su defensa cuando hay un atropello,
conocer la ley, conocer los derechos, conocer mi lugar que tengo en el mundo, en el
ambiente que sea. Solamente así con conocimientos se puede luchar y ascender, ambos,
hombres y mujeres, El hombre, entendiendo a la mujer y la mujer, haciéndose consciente
de lo que es la responsabilidad de un puesto.
¿Su mensaje para las mujeres de Nuevo León?
Que exijan, que exijan ante quien corresponda sus derechos, pero para eso necesitan
saberlos. Insisto en eso, si yo no sé mis derechos, cómo los voy a exigir si no conozco lo
más básico, las libertades que nos da nuestra República. En la Constitución, que se luchó
mucho para tenerla, muy reformada y todo, hay 29 garantías para ambos en cualquier
término, pero no las conocemos.
Entonces yo diría que necesitamos difusión, el acercamiento a las personas que tienen este
cargo de luchar por la mujer, más difusión, más reuniones donde haya comunicación,
donde se expongan los problemas; ir a ese hogar o a ese gremio para irlas sacando de ese
hoyo. Porque apoyos hay, pero están muy lejanos, al menos yo los siento muy lejanos.
Educar no es fácil. Ahorita se pueden dar recomendaciones, lo que debes hacer, con
autoridad, con sentido común, con amabilidad, pero no vamos a ver los resultados. A lo
que quiero referirme es que se necesita tiempo para ver esa renovación interior, entonces
es doblemente duro. Si yo cometí una falta muy dura en la cual se me reprendió, necesito
poner mi interior a nivel de ese cambio que necesito, pero nada más yo puedo hacerlo.
El mundo en que vivimos es violencia, es venganza, es egoísmo. Entonces a nosotros,
hombres y mujeres, nos toca llevar al mundo o pretender llevar al mundo a un nivel de
entendimiento, de conocimiento, para un futuro que sea más agradable para la convivencia
entre todos.
Ofelia Chapa Villarreal
Diputada local en la LVII Legislatura (1964 a 1967)
por el Partido Revolucionario Institucional
Testimonio de su hermana, Eva Chapa Villarreal.
Ofelia Chapa Villarreal nació en Santa María, Pesquería Chica, N.L., el 18 de septiembre
de 1918. Su madre fue Guadalupe Villarreal de Chapa y su padre Clemente Chapa
Campos. Cursó la carrera de maestra en la Escuela Normal Superior del Estado, de la
que se recibió en 1938.
Durante 29 años se desempeña como docente en escuelas primarias y secundarias. En el
área de las actividades sindicales, Ofelia fue secretaria de Finanzas de la Delegación 13,
de la sección 43 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
Fue la primera diputada local por el PRI durante la LVII Legislatura en el periodo de
1964 a 1967. Falleció en Santa María La Floreña, Pesquería, el 19 de febrero de 1972.
¿Cómo empezó Ofelia a desarrollarse en la vida política?
Ella era mayor que yo, nos llevábamos muy bien, quedamos huérfanas muy jóvenes y ella
se hizo cargo de mí. Era una mujer muy entregada a su profesión, el magisterio para ella
era todo. Llegó a ser maestra de secundaria, en la Normal Superior, en la Normal Básica y
luego inspectora de segunda enseñanza. Pero ella, su ilusión siempre fue ser maestra de
banco. Ella era muy entregada a su profesión.
En una ocasión hubo una reunión en la casa de una amiga, ex alumna de ella, yo no fui,
pero me platicaba que no hubo una sola persona que no tuviera una anécdota de ella. En
otra ocasión, ella trabajaba en la colonia Independencia donde vive gente humilde, un día
una señora le dijo que si no le podía prestar 10 pesos y le dejó sus lentes, mi hermana le dio
los 10 pesos y los lentes.
Hubo otro caso de tres hermanos que nada más vivían con la mamá, se enferma la señora,
no tenían quién la cuidara y faltaban los muchachos a la escuela. Ella se dio cuenta y habló
con uno de los tres y le dijo: “¿Por qué no se queda una semana uno de ustedes y vienen a
la escuela dos? Así se van turnando, yo los voy a poner al nivel y les doy las clases”. Así era.
La criticaban porque ella hizo una muy bonita demostración que mucha gente confundió,
ahora yo les explico a mis amigas ricas el por qué ella lo hacía. Ocupó a una muchacha que
era maestra y que trabajaba donde hacían camisetas en una fábrica, se la llevó de maestra
cuando era directora.
También teníamos un primo ingeniero a quien le pidió un motor de carro, máquinas de
escribir, clases de inglés. En la escuela tenía un sótano y ahí albergó a carpinteros para que
dieran clases, fue muy criticada por eso. Decía ella que los muchachitos de ahí, como eran
gente humilde, nada más iban a estar hasta secundaria y ella quería enseñarles a que
arreglaran licuadoras, motores de carros, algo de carpintería, para que no se fueran a
limpiar carros.
Una vez le expliqué a una amiga rica y le dije: “A ti qué te importa que tu hija estudie o
escriba en máquina, si quieres que estudie inglés, la vas a mandar a Estados Unidos, pero
la gente pobre ya nada más hasta ahí llega”. Y así ella, era su ilusión la escuela y ser
maestra era un orgullo para ella. Se ocupaba mucho de estas cuestiones sociales.
¿Usted cree que Ofelia sufrió discriminación?
Jamás la oí quejarse por no estar casada, nunca, nunca. Su vida estaba tan completa, tan
llena, tan… no sé, ella la disfrutó bastante, en el magisterio, en la política, en todo.
Ella tuvo un problema cuando salió de diputada, cuando terminó su periodo fue a la
Normal a sus clases y ella había tenido un accidente en sus piernas, me acuerdo que llevaba
bastón y yo la ayudaba. Llega a la Normal Básica, y uno que también había sido diputado le
dijo que ya no estaba en la nómina. A través del brazo yo sentí que la sangre le corría y lo
cuestionó, porque ella debía estar en la nómina. No sé con quién habló o cómo le hizo, pero
en la Normal Superior dio clases y me acuerdo que le dije: “Ay Ofelia, ¿por qué te pones
con los maestros?” Después me platicó que se había parado toda nerviosa, sin ningún
documento y les dijo que nada más traía la experiencia recopilada en tantos años. Ella
siempre tenía su contestación.
No sé porqué no se casó, yo tampoco me he quejado por eso. Queríamos mucho amor.
Tuvimos un padre tan entregado a nosotros, queríamos otro Chapa para casarnos,
queríamos otra persona parecida a nuestro padre. Se fue pasando el tiempo y se nos pasó.
Mi ilusión era casarme joven, tener hijos joven y no se me hizo, al que yo quise no me
quiso, quizá a ella le pasó lo mismo, pero para ella su amor era el magisterio.
¿Cree que haya tenido que ver el hecho de que fueran mujeres preparadas, para no
encontrar compañero?
No creo. Era una mujer muy habilidosa: tejía, me quedaron unas colchas preciosas, ella en
la cocina hacía panes, turcos, empanadas, tortillas de harina de azúcar y de sal, era una
perfeccionista. Mi padre decía que era parecida a una hermana de él. Tan buena era en la
cocina como en la vida profesional. Yo siempre me sentí orgullosa de ella, porque me dejó
muchas enseñanzas.
En una ocasión estaban en una clase en la Normal, ella estaba platicando con la compañera
y en eso el maestro, molesto porque estaba explicando la clase, le pregunta de qué estaba
hablando, ella no dijo. Después platicó el profesor que durante ocho o diez días entraba al
salón y ella le daba la clase completa. Mi hermano mayor también era maestro, se
encuentra al profesor y le dice: “¡Qué hermana tienes! Tengo varios días que le pregunto la
clase a tu hermana y ella me la da completa”.
Si su hermana viviera, ¿cuál cree que sería el mensaje que daría a las mujeres
nuevoleonesas?
Pues a ella le gustaba que se realizaran, que salieran de la rutina, porque hay otros campos,
no nada más el ser mamá y esposa. Que hicieran algo por las mismas mujeres, que
ayudaran a otras mujeres. Ella estaba muy adelantada para su época, porque decía que nos
íbamos a llenar de estudiantes y que no le íbamos a hacer caso al campo y que comeríamos
cosas sintéticas.
Para ella no fue difícil la política, ella a todo se acomodaba, era muy inteligente y tenía muy
buena memoria. Fue una buena maestra.
María Guadalupe Chávez Bautista
Diputada local en la LXIII Legislatura (1982-1985)
por el Partido Revolucionario Institucional
Testimonio de sus hijos, José Carlos y Víctor José Pérez Chávez.
Nació en el ejido El Tejocote, del municipio de Gral. Cepeda, Coahuila, el 5 de febrero de
1942. Sus padres, de origen campesino, fueron José Ángel Chávez Llamas y Gertrudis
González Bautista. Es la cuarta de un total de ocho hermanos. De formación autodidacta,
estudió hasta tercer año de primaria. Es madre de diez hijos.
Durante su desempeño en la acción comunitaria ha sido lideresa de colonos, regidora por
el municipio de Guadalupe en dos ocasiones. De 1982 a 1985 fue diputada local por el PRI
en la LXIII Legislatura. Actualmente sus garantías individuales se encuentran
suspendidas por encontrarse recluida en un centro penitenciario estatal.
El carácter de mi madre se origina en situaciones muy fuertes que vivió en su infancia;
cuando trabajaba como servidora doméstica fue violada, a los 12 años, por el ingeniero
José Carlos Echeverría Guadarrama, mi padre, del cual no tuve ninguna ayuda, siempre
mamá fue la que trabajó. A esa edad, ya con un hijo, tuvo que vender cosas en Saltillo, era
señalada porque para toda la familia era una vergüenza que hubiera salido embarazada.
Ella se viene a vivir a Monterrey a casa de una tía, Margarita Llamas, la invitan a trabajar
en una empresa, Medalla. Ahí conoce a Gloria Mendiola y a Raúl Caballero.
Ahí se hace delegada sindical y conoce a don Enrique Pérez y él nos registra como hijos
suyos, fue un magnífico padre. Él la saca de trabajar para que se fuera al hogar. En el ´74 le
venden un terreno a mi abuelo que resultó un fraude, entonces mi madre y mi abuela
fueron a la CTM y un señor Pacheco y Gloria Mendiola se ofrecen a ayudarles y mamá fue
nombrada vocal, para arreglar los asuntos de la colonia. Por vía legal no se pudo arreglar
nada porque el que vendía no era el dueño, eran terrenos intestados, empezaron a meter
familiares para presionar a que se vendiera el terreno. La gente estaba unida y repelieron a
los de Tierra y Libertad que estaban en acuerdo con el dueño.
¿Su madre tuvo una participación activa en todo este movimiento?
Ella seguía como vocal, pero descubrió fraudes en la colonia cometidos por el tesorero y el
secretario general, entonces la gente la eligió para que ella fuera secretaria general. Una
semana después la apuñalaron. Le dieron cuatro puñaladas.
¿Supieron quién había sido?
Sí, había sido un señor de nombre Lucas, no recuerdo el apellido, era el tesorero de esa
colonia en que estaban robando. Desconocieron a ese tesorero y a la secretaria general y
nombraron a mamá. La gente pidió que la colonia ya no se llamara “Benito Flores”, quien
era el dueño de los terrenos, sino Guadalupe Chávez. La colonia sigue manteniendo este
nombre. En varias ocasiones trataron de secuestrarla, le balacearon el carro, sufrió muchas
agresiones.
Ella nunca encabezó un grupo para invadir terrenos. Las colonias ya estaban invadidas.
Cuando fue dirigente, había muchos “dirigentitos” en las colonias, que se acercaban a ella,
porque los sindicatos no los apoyaban. La sentían fuerte por los ataques que había sufrido
y porque tuvo el valor de denunciar al que la apuñaló y a sus mismos compañeros que
estaban robando a la gente. Se hizo justicia en ese caso. El culpable de esa agresión fue
detenido. Pero el corazón de mi madre fue tan grande que cuando fue la esposa de ese
hombre, embarazada, llorando y pidiendo que lo liberara, le cubrió los gastos del parto y
retiró los cargos contra la persona que la hirió.
A raíz de esa agresión hubo mucha gente que se sensibilizó con ella: comenzaron a pedirle
ayuda, a unírsele gente de Fomerrey 3, el 119, la Cuesta Verde, la Unidad Piloto, al grado de
llegar a ser 82 colonias, y cerca de unos 150 predios en regularización. Todos ellos los
canalizó por medio de Fomerrey en aquel entonces. Ella fue una de las que hicieron el plan
y pidió que se hiciera lo que fue después Tierra Propia, se lo planteó a don Alfonso
Martínez Domínguez. Por aquel tiempo le ofrecen ser trabajadora social en la
administración de Antonio Flores.
Los hijos mayores la instruíamos en la escritura, en la lectura y en resolver cuentas,
problemas, porque no sabía. No tuvo el apoyo de sus padres como debía haber sido. Por
eso su carácter se forjó en contra de todo lo que fuera corrupción. Si una persona iba a la
cárcel y no tenía para el mandado, ella se lo conseguía; lo sacaba de la cárcel, le pagaba la
multa y lo mandaba con la bolsa de mandado a sus casas. Era muy solidaria. Llegaba gente
de ranchos, de fuera y nosotros les prestábamos las camas y dormíamos en el suelo.
Ella fue regidora en el periodo de David Cavazos, volvió a serlo en el periodo de Abel
Guerra; luego fue diputada cuando estuvo de gobernador Alfonso Martínez Domínguez. Lo
que impulsó muy duro cuando fue diputada, fue la protección a los infantes, la ayuda a las
personas de edad avanzada y todo lo relacionado con ayuda para las mujeres. Pero no nada
más fue eso.
Víctor José Pérez Chávez agrega: Otra de las propuestas que nunca olvido de ella cuando
fue diputada, fue el inicio de algo que ya se está llevando a cabo, el no vender alcohol ni
cigarros a menores de edad.
Fue de las impulsoras de las clínicas que brindan atención especializada a las mujeres.
También trabajó para que las penas a los violadores fueran más severas. También con los
pensionados, tenía una federación de Colonos e Inquilinos llamada “Guadalupe Chávez”, y
ahí había personas no asalariadas, pensionadas. Fue la primera que impulsó la ayuda a
estos sectores. Costó mucho, porque ni el sindicato de la CTM ni el de la CROC querían
apoyar a los colonos. Pero ella tuvo la inteligencia de abrirles los ojos. No recuerdo las
fechas con precisión.
Cuando se cambia de la CTM a la CROC no le pusieron ningún pero, porque vieron la
cantidad de gente que traía, vieron que era una lideresa muy fuerte, esto fue en el periodo
en que salía Miguel de la Madrid y entraba a la presidencia de la República Carlos Salinas,
quien la estimaba. Incluso llegó a ir a la casa.
Luego la mandaron a Cuba a representar a la mujer por parte de la CTM; ahí Gloria
Mendiola y Raúl Caballero se dan a la tarea de recorrer las colonias y decir que la CTM
desconocía a Guadalupe Chávez, que la nueva lideresa sería Mendiola. La gente se indignó
y los agarró a pedradas. Tuvimos que hablarle a mamá diciéndole que había un problema,
ella en ese momento se regresó de Cuba. Cuando llega, en el colonia Guadalupe Chávez
tenían detenidos a Mendiola y Caballero y los estaban golpeando, sus autos destruidos.
Pidió que no les hicieran nada. Si no hubiera sido por ella, los linchan.
Después de su gestión como diputada, ¿a qué otras actividades se dedicó?
Todavía siendo diputada, se le vino un problema. Le robaron una camioneta. La reportó
como robada y cuatro días después, la encontraron. Fuimos a buscar el vehículo a Villa de
Juárez, y nos dijeron que lo había recogido la PGR porque traía droga. Fuimos a la PGR y
nos dijeron que mamá tenía 24 horas para ampararse, porque la iban a detener. Nunca se
amparó, nunca huyó de la ciudad. Su nombre se mencionó mucho, como si fuera
narcotraficante, ella no temía nada porque no era cierto, al grado que se presentó a aclarar;
ahí fue detenida y trasladada al Penal del Estado. Pasaron cuatro años y en ese tiempo le
llegaron sentencias y procesos. El afán era sacarla de la política.
José Carlos complementa el recuerdo: Me acerqué al PRI a pedir ayuda, y me dijeron que
no podían, por la gravedad del delito. Fui al PAN y me dijeron lo mismo. Comenzamos a
pedir asesoría para solicitar que se revisara el caso. Apelar, apelar, apelar, cuando los
abogados decían que no había solución.
Cuando apelamos a la Suprema Corte de Justicia, llegó el fallo y salió libre, dos años
después. Sumando todas sus sentencias, hubieran sido como 100 años. Sale del Penal sin
un cinco, se me borra el año, allá por los noventa. Salió muy emocionada por su libertad,
nada más con la ropa que llevaba puesta; había perdido su casa, su auto, sin posibilidad de
trabajar en alguna parte. Entonces se puso a vender barbacoa y tamales en casa de un
hermano.
Tiempo después se hizo una reunión con la gente de las colonias, donde le piden que les
siga ayudando. Ella les dice: “yo nunca les cobré un cinco, pero de aquí en adelante les voy
a cobrar, no mucho, de perdido lo que gaste en camiones y comida”. De tener muchísima
gente que estaba impuesta a que ella les diera, con eso muchos se retiraron. Sin apoyo de
partidos ni de sindicatos, continuó ayudando a la gente, dándole asesorías.
Luego de eso hubo una persona que le ofreció vender terrenos para un proyecto de
colonias. Le prometió una participación por cada persona que diera el enganche. Hicimos
un estudio y resulta que esta persona no tenía el dinero para hacer eso. Se lo advertimos a
mamá. Cuando se viene todo este problema habían pasado unos seis o siete meses del
ofrecimiento y le recomendamos que presentara una demanda laboral.
Ella dijo que ya no podía, porque estaba detenida. Se le viene otra vez un problema
político. El alcalde de Guadalupe mandó gente, colonia por colonia, a que hicieran
encuestas para ver cuántas personas habían sido defraudadas por Guadalupe Chávez. Se
juntaron como 23. Le fincaron el proceso que atraviesa ahorita, en el cual sólo dos
personas son las que comprueban tener dos recibos, uno por 300 y otro por 900 pesos, es
por lo que está detenida. Estas personas no quieren recibir ese dinero, piden cantidades
mucho muy altas para retirar los cargos. Hablo de que le piden 10 mil pesos… si dieron
300. Ahorita mi madre se encuentra en proceso de recibir sentencia.
¿Qué es lo que ella expresa, después de todas estas situaciones?
Es una persona que nunca guarda rencor. Dice que si por ayudar a la gente volviera a estar
detenida, no le importaría. Nosotros le decimos que cuando salga libre ya no ayude a
nadie, que se dedique a estar en la casa, que descanse. Dice que no puede, porque hay tanta
injusticia que si uno no se mueve, no pasa nada. Yo nací así, dice. Se me acusa de muchas
cosas por ayudar. Y nadie le ha podido quitar esa idea. Es muy tenaz, fuerte, decidida. Lo
va a seguir haciendo. Asegura que mientras haya una familia marginada, una mujer cuyos
derechos sean pisoteados, ahí estará para apoyarla. Aunque a ella no la hayan apoyado
cuando lo necesitó, ni en la familia ni en la política.
Olivia Chung Vázquez
Diputada local en la LXIII Legislatura (1982-1985)
por el Partido Revolucionario Institucional
Nace en Nuevo Laredo, Tamaulipas, el 23 de octubre de 1958. Su madre es María
Olivia Vázquez de Chung y su padre, Andrés Luis Chung Hernández. Es la hija
mayor de una familia de cuatro hermanos. Sus estudios los realiza en la
Universidad Autónoma de Nuevo León y obtiene el título de licenciada en
Derecho. Es empresaria y también se desarrolla en la función pública dentro del
Gobierno del Estado de Nuevo León. Tiene tres hijos.
En su carrera en la política figura haber sido diputada local del PRI en la LXIII
Legislatura durante el periodo 1982-1985, cuando presidió la Comisión de Gobierno y
Puntos Constitucionales. Actualmente se desempeña como notaria suplente en la Notaría
Pública numero 78 y es consejera honoraria de la Comisión Estatal de Derechos
Humanos desde 1995.
¿Cómo fue que empezó con su carrera de líder?
Agradezco el considerarme así, pero ante todo soy una persona de comunicación y de
servicio. Mi hermana gemela y yo decidimos que teníamos que hacer algo en la vida.
Llegamos a estudiar la preparatoria y la carrera de Derecho. Como estudiante inicié en la
campaña de don Alfonso Martínez Domínguez, que fue una decisión que tomé en ese
momento. Estaba cargada de estudios, inicié la carrera de Ciencias Políticas,
Administración Pública y también Derecho; al mismo tiempo llevaba el idioma francés,
pero me entusiasmaba la gente de clases populares, platicar y estar con ella.
Esa campaña se vivió en Nuevo León con mucha pasión, con entusiasmo.
Realmente fue un gobernador muy humano, había identificación. Iniciamos
nuestra actividad como estudiantes, promoviendo el voto, ayudando en varias
actividades. Él tenía sensibilidad, entonces todos los estudiantes andábamos
desbordados participando. Inicié ahí mi carrera en la campaña de don Alfonso
Martínez Domínguez en el comité estatal y posteriormente en un programa, que me
congratulo de haber participado, que se llama Tierra Propia, donde la gente recibió
su título de propiedad. Ese inicio me permitió la convivencia con la gente, con
todas las clases populares, me apasiona andar en las colonias y servir a la
comunicación.
A los tres años de gobierno se vinieron las designaciones a diputados locales, suplentes y
propietarios y fui distinguida con una diputación suplente, paralela a la Secretaría de
Acción Asistencial en el Comité Directivo Estatal del PRI, en donde llevábamos brigadas
médico-asistenciales, campañas de corte de pelo, de alimentos, entrega de máquinas de
coser, despensas, lentes, la situación de México y del país era diferente. Había un renglón
económico para poder ayudarlos, para cubrir esa situación social. Entonces toda esa
actividad que realicé me permitió tener la distinción de ser nombrada diputada suplente.
Consecutivamente, al inicio de la Legislatura LXIII del Congreso del Estado, fui designada
diputada propietaria. Hice mucha labor en la legislación, tuve la oportunidad de realizar
las reformas a la adopción, la ayuda a las mujeres –en ese sexenio se reconocieron mujeres
juezas– en muchas áreas en las que en los sexenios anteriores no se había permitido. Fue
un sexenio de mucha oportunidad de participación para las mujeres. En muy poco tiempo,
apenas ventitantos años de haberse reconocido el derecho al voto de la mujer.
¿Fue difícil hacerlo?
Fue mucho trabajo. Había gente que ya tenía carrera, liderazgo, costumbres, tanto
hombres como mujeres. Sin embargo en el gobierno había voluntad para permitir la
participación de la mujer. Se hizo porque el señor decidió, porque la participación política
se dio; había situaciones de convencionalismos, tradiciones, costumbres de liderazgo,
grupos y corrientes, y aún así se permitió. Sí fue algo difícil, pero se dieron las cosas.
Pienso que había mucha disciplina, teníamos más límites. Una mujer contestó un informe
del gobernador, ya se reflejaba el apoyo. Pienso que en ese sexenio no hubo
discriminación, hubo mucha oportunidad. Había una admiración y una voluntad, se
aceptan las cosas y se dan las oportunidades.
¿Cómo ha sido llevar armoniosamente la vida privada con la vida pública?
Hay algo que hay que aceptar, que la mujer es sabia. Cuando algo quiere una mujer, sabe
que no puede hacerlo sola, que para lograrlo tiene que hacer un equipo de trabajo. Yo
cuento con mis hermanas, con mis secretarias, con mi asistente doméstica, mis amigos,
unos socios excelentes. Todo esto me permite ser una empresaria activa y participar dentro
de la actividad política y social.
Para equilibrar la vida privada se tiene que contar con los hijos, con el marido y con todo el
equipo de trabajo y recursos, para que se pueda sacar el proyecto. Para ser congruente y
equilibrada requiero realmente de ayuda, la doy, la busco, la tengo; formo un equipo hasta
con los hijos, ellos son muy dinámicos, el marido apoya. Porque todos buscamos un bien
común y nos amamos.
Las mujeres debemos de unirnos y debemos unirnos también en torno a todo un gobierno,
en torno a todas las autoridades, en torno a todas las necesidades de la sociedad. Es un
derecho y una facultad la que tenemos para elegir y hay que elegir ser sabios, hay que elegir
las cosas en el momento que se requieren. Todas las mujeres y todos los seres humanos
tenemos oportunidades, pero saber en qué momento, determinar cuál es el tiempo, el
espacio y el momento necesario para hacer las cosas.
¿Cuando usted fue diputada ya era madre?
Yo era estudiante, estaba terminando en 1981 la carrera de Derecho. Algo que sí me
impactó y que fue un poco difícil para mí, fue que me embaracé. Madre soltera,
estudiante y con un trabajo en un programa en Tierra Propia. Hubo muchos
comentarios de “qué va a pasar, qué va a decir la gente”; estás en un momento de
participación, el rechazo de la sociedad, de los padres, de la familia.
Sin embargo, yo decidí tener a mi bebé a pesar de las sugerencias de aborto, de “qué va a
pasar, con qué le vas a dar de comer”. No importa, va a comer, va a vivir y va a nacer y no
importa que no me lo registren, va a venir al mundo porque lo amo yo y porque es mío.
Luché para que así fuera, terminé mi carrera a la velocidad que tenía que hacerlo y también
saqué adelante a mi hija con la ayuda de mi hermana cuata a la que adoro.
Lo confieso, hubo mucha confusión, no sabía qué hacer ni cómo decirlo, sin embargo me
envolvió un silencio y una tenacidad y una decisión contra la adversidad. Estoy muy
orgullosa de mi hija, de que haya venido al mundo, que ha aprendido mucho de su madre y
yo he aprendido mucho de ella. Porque su sonrisa me ayuda a salir adelante.
Si hace 22 años era una vergüenza, hoy ya no, con tanto apoyo como este Instituto de las
Mujeres, con el gobierno, con las voluntarias, con las agrupaciones y con los derechos que
te da la Constitución Política de México. No cambies, toma la libertad de elegir, toma la
decisión de lo que quieres en la vida profesional, como mujer, como familia, como amiga,
como madre; hay que tomarla, llevarla y sacarla con mucho orgullo, con mucha dignidad y
con mucha fortaleza.
¿Cuáles considera sus mayores logros y aportaciones hasta ahora?
El mayor de los logros como mujer y como madre es haber sacado a mis hijos adelante;
tengo tres bien educados, bien comportados. Todo un equipo. Como profesionista, el hecho
de participar en el Colegio de Ciencias Jurídicas, un colegio que constituí en 1995 y está
integrado por 170 mujeres abogadas del Estado, distinguidas juristas, hay que reconocerlo.
Es un logro para nosotras participar y motivar a la mujer profesional con diferentes
perfiles, madres, profesionistas, solteras, viudas; participar como profesionales en los
planteamientos legislativos, en las iniciativas que se han hecho al Ejecutivo, las iniciativas
que se hacen para beneficiar a la niñez, a las personas con capacidades diferentes. He
trabajado y pienso que he logrado marcar la presencia de la mujer.
Otro logro es el haber participado como presidenta de la Comisión de Gobernación y
Puntos Constitucionales en la legislatura LXIII del Estado. Se reformaron y se presentaron
iniciativas, hubo muchos beneficios y cambios que han ido evolucionando. Pienso que sí he
logrado unir, he logrado servir y mi mérito es mi servicio, mi calidad humana, mi
preocupación por las demás.
¿Cree que hemos avanzado en materia de equidad entre hombres y mujeres?
Sí, sí hemos avanzado pero nos falta mucho por hacer.
¿Qué falta en materia legislativa?
Yo llevaría la propuesta de la Ley de Violencia Familiar; acabamos de lograr que la
violencia familiar se tomara en cuenta y que se calificara, pero necesitamos programas,
estrategias, una planeación de cómo prevenir y cómo evitarla.
Necesitamos la cultura de los derechos y ejercerla, liberar esos tabúes. Las costumbres nos
llevan a encerrarnos siempre respetando el derecho de los demás; reconozco el derecho de
los pueblos indígenas, que ellos tienen sus tradiciones y sus costumbres y no podemos
hacer cambios drásticos. Reconozco el derecho de la familia, el derecho de los hijos. Se ha
venido dando mucha violencia familiar en Nuevo León, pero hay algo que también
tenemos que analizar: las autoridades no tienen las soluciones que requieren el pueblo y la
ciudadanía a tantas necesidades.
No puede haber sólo un gobierno y una autoridad represivos creando sanciones drásticas.
No es legislando penas altas como vamos a solucionar esto, tiene que haber voluntad.
Estamos en un estado de desarrollo, de conocimiento, a la vanguardia. No existen
programas específicos para atender la violencia a la mujer, se cierran programas, se abren
programas, se confunden. Realmente hay mucho que hacer. Tiene que haber voluntad
política para que se haga, si no hay disposición, no se puede dar.
Las autoridades tienen un reto y deben definir claramente hacia dónde van y qué desean
para los demás. La gente que se queda sin estudiar, que no tiene cultura, ¿qué va a pasar
con ella? Es ahí donde está la violencia en todos los grados, donde la gente no tiene ese
recurso. Hay algo de derechos humanos que me interesa, los derechos de la mujer. Existen
tratados y convenios internacionales que debemos de respetar, la mujer no se debe
sorprender de estos cambios. Vivimos en una evolución y la evolución tiene exigencias y
debemos aceptarlas y hacerlas nuestras
¿Qué vamos a esperar, qué esperamos para la generación del siglo XXI?, ¿qué visión vamos
a tener las mujeres? La mujer tiene un reto, tiene que definir claramente qué quiere para
ella, para sus descendientes, para su familia. Lo que hagamos para nosotras lo hacemos
para los demás.
En 1940 egresó la primera graduada de Derecho y todavía no teníamos derecho al voto,
votamos hasta 1952. ¿Saben lo que significa? Una evolución, una serie de costumbres por
cambiar, un estado que tiene que participar para las nuevas generaciones, para los jóvenes
que tienen que buscar y encontrar los espacios, hablo de jóvenes, hombres y mujeres, para
la gente que vive más, para todos los renglones de salud, de economía, educativos, de los
derechos humanos.
Ser consejera de honor en la Comisión Estatal de Derechos Humanos me ha dado la
oportunidad de señalar, pronunciar, considerar lo que tenemos que tomar en cuenta;
establecer institutos de educación, de conocimiento. Hay que llegar a los niños, tienen
derecho a ser felices y nosotros tenemos la obligación de que lo sean.
¿Cuál sería su mensaje para las mujeres de Nuevo León?
A las niñas, que sean felices, que se acerquen, que hablen, que digan qué quieren y qué
opinan. Que hagan saber a su madre cuando consideren que realmente están siendo
agraviadas en su niñez.
A las mujeres jóvenes que estudien, que sean tenaces, que sean sabias para elegir, para
decidir y que se den la oportunidad de estudiar, de ser mejores, de ser felices.
Profesionalmente buscar las oportunidades, crearlas.
Ana María Cueva Villarreal viuda de Benita
Diputada local en la LXIV Legislatura (1985-1988)
por el Partido Revolucionario Institucional
Ana María Cueva Villarreal nació en el municipio de Hidalgo, N.L. Su madre es Ana
María Villarreal de Cueva y su padre Rubén Cueva Elizondo. Realizó estudios de
contaduría y cursos de relaciones públicas, relaciones humanas, nutrición e Historia de
México.
Fue diputada local por el PRI en la LXIV Legislatura durante el periodo 1985-1988.
Actualmente forma parte de la mesa directiva como parlamentaria del club de
Agrupaciones Femeniles del Estado y directora de Junta de Mejoras del Gobierno del
Estado. Es viuda y tiene seis hijos.
¿Cómo se transformó en líder política?
Haciendo gestoría, la educación de servicio. Desde muy niña lo aprendí en mi pueblo,
Hidalgo, Nuevo León. Mi padre era un líder natural que participaba en muchas cosas de la
política y eso me llenó mucho, poder ayudar a la gente que más lo necesita, ese don de
servir.
¿Cuál fue su primer cargo político?
Mi primer cargo político fue como regidora del municipio de San Nicolás de los Garza en
1980, me tocó en el área de Cultura, Deporte y Educación; ésa fue la administración de
Ricardo Canavati. Posteriormente pasé con el licenciado Rogelio Villarreal Garza al
Departamento de Junta de Mejoras como coordinadora del municipio. De ahí a la
diputación local, en el tiempo de Jorge Treviño. En ese tiempo era el distrito XX de San
Nicolás.
¿Cómo influyó en su decisión para dedicarse a la política el ejemplo de su familia?
Comentaba que mi padre era líder natural de todos los municipios: de Hidalgo, de Sabinas
Hidalgo, de San Nicolás. Eso influyó porque yo participaba mucho desde muy niña. En mi
pueblo, la fábrica de Cementos Hidalgo era cooperativa, porque la expropió Lázaro
Cárdenas, yo ahí vivía y observaba todo eso. Nosotros vivimos mucho tiempo en San
Nicolás y aunque ya no radicáramos en Hidalgo, regresábamos, ahí iban hasta los
presidentes de la República porque era cooperativa.
¿Encontró algún obstáculo o dificultad en el contexto político por ser mujer?
Sí, cómo no. En primer lugar, nunca le gustó a mi padre. Ya casada y con mis seis hijos se
me propuso ser regidora del municipio, no le pareció a mi papá y le comentó a mi marido:
“¡Cómo es posible que vayas de dejar que Ana María participe en esto! Si entre los hombres
la política es muy difícil, entre mujeres es peor”. Tuve el apoyo de mi esposo: “Espéreme
tantito, ella tiene más años de vivir conmigo que con usted, yo la conozco mejor que usted,
entonces yo la voy a apoyar hasta donde ella pueda”. Fue una satisfacción para mí, porque
en ese tiempo era maravilloso que el hombre, el marido, te diera esa oportunidad; tengo
amigas a las que no se los permitían. Eso, por el lado de la familiar.
Por el lado de la actividad política es lo mismo. Las mujeres batallamos mucho para llegar
a un cargo porque hay más hombres adelante que nosotras, porque somos menos las que
participamos en política. Ahora ya es más fácil, en aquel tiempo era un poco más difícil.
¿Recuerda usted algún detalle en particular que le haya hecho sentir esa inequidad?
Muchas, muchas cosas dentro de la política; sientes que te relegan por lo pronto en las
comisiones, los trabajos que te dan casi siempre son los más difíciles para nosotras, las
mujeres. Yo pienso que en ese tiempo era porque había mucho más hombres en la política
que mujeres. Entonces los hombres decían: “pues cómo va a llegar ella”.
¿Ha tomado como lucha política en algún momento los derechos de las mujeres?
Sí, siempre estoy tratando de ayudar, con esa vocación de servicio siempre trato de ayudar.
Creo que sí hemos avanzado, y mucho. Hay más mujeres en el Congreso, hay más
regidoras, más gente en la vida pública, así como funcionarias.
¿Cuáles serán las tareas pendientes en la agenda legislativa para que consigamos la
equidad, la garantía de derecho para todas las nuevoleonesas?
Pienso que la licenciada María Elena Chapa ha hecho un trabajo formidable sobre eso y
estoy enterada de algunas iniciativas que se han propuesto en el Congreso. Pienso que lo
que se ha hecho, se ha hecho bien y que estamos todavía esperando qué respuesta se nos
da. Pero algo que a mí se me ocurra, pues es algo que siempre hemos pedido todas: la
equidad de género.
¿Cómo ha sido para usted compaginar la vida familiar y la vida política?
Programándose se puede todo. Toda mi vida me he organizado en la política alrededor de
mis hijos. El tiempo que viví con mi marido –yo llegué viuda a diputada– siempre
organizándome con mis hijos porque todos andamos en diferentes áreas, aunque cada
quien tenga su profesión, siempre los involucro en tareas del partido. Si son elecciones
tienen que estar en alguna casilla. A algunos les gusta, a otros menos, pero siempre han
seguido a la madre, tienen que obedecer.
¿Cuáles considera que han sido sus mayores logros en su actividad política en relación
con las mujeres?
A mí se me dan mucho las relaciones públicas y he tenido satisfacciones muy grandes
donde he sentido mucho el apoyo y también he aprendido mucho de ellas. Hay muchas
mujeres que yo admiro, sobre todo en la política, me gusta aprender de ellas y no me gusta
perderme nada.
¿Qué quisiera decirles a las nuevoleonesas?
Pues que hay que impulsar más a las mujeres jóvenes. Pienso que ya a nuestra edad y con
la experiencia que hemos tenido, poder compartirla con las mujeres jóvenes es
importantísimo. Lo haría invitándolas a participar, explicándoles cómo es la política y
darles un ejemplo a seguir, de alguien que les diga cómo es esto, que les pueda dar los
consejos.
Como directora de Junta de Mejoras del Gobierno del Estado, estoy participando en
renovar esas juntas. Claro, la gente de nuestra edad también aporta la experiencia, pero
hay que darle oportunidad a la juventud. Muchas veces no es posible, porque hay gente que
no lo permite. Pienso que desde ahorita hay que aprovechar, por ejemplo, el puesto que
tengo, para impulsar a las mujeres a que estén en juntas de mejoras, que sepan que son
para hacer algo por el bien de tu comunidad. Ésa sería una de mis metas.
También se me facilita en lo privado, dentro de los clubes de servicios. A nuestras hijas
jóvenes las estamos invitando a pertenecer al club de Agrupaciones Femeniles del Estado,
donde estoy en la mesa directiva como parlamentaria. No se paga con nada el poder apoyar
con una medicina a una madre que tiene un hijo con leucemia o alguna enfermedad de
cáncer; podemos ayudar con cuotas. Que sientan la necesidad.
Yo creo que nada más haciendo política a favor de las mujeres y jóvenes, abrirles espacio.
Así como yo aprendí mucho de la profesora Margarita Vera y de la licenciada María Elena
Chapa, que no me olvida, que siempre está al pendiente de las mujeres. Otra de las señoras
que me causa mucha admiración es Beatriz Paredes, porque desde muy jovencita la vi
contestando el informe de gobierno de López Portillo y he seguido su trayectoria.
Su mensaje para las mujeres que quieran seguir haciendo el cambio social.
Que lo vean por el lado de la cultura, de la educación y de todo lo que podamos hacer por el
lado de la política. El poder que se tiene en cualquier puesto, tanto de elección popular
como administrativo, es para poder ayudar, no para ti. Tienes una gran oportunidad de
poder ayudar a los demás teniendo cualquier puesto.
Margarita Dávalos Elizondo
Diputada local en la LXX Legislatura (2003-2006)
por el Partido Revolucionario Institucional
Nace en Monterrey, N.L., el 13 de diciembre de 1979. Hija de Adelina Dávalos
González y Ventura Elizondo Chávez. En el momento de la entrevista cursa el
último semestre en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad
Autónoma de Nuevo León. Ha participado en diversas campañas electorales del
Partido Revolucionario Institucional. Actualmente es diputada por el PRI en la
LXX Legislatura, durante el periodo 2003-2006.
Soy hija única, mi mamá falleció hace cuatro años, mi papá hace 19. Me quedé con unas
tías en Mina y tengo ocho años viviendo en Mina, Nuevo León. Definitivamente el hecho de
ser hija única y de que mis padres hayan fallecido, es algo que me ha marcado.
Creo que todas las mujeres tenemos que sacar esa casta, sacar la fortaleza. Fueron eventos
muy duros y sé que no soy la única, que hay gente que tiene situaciones más adversas, pero
lo importante es sacar esa fuerza de uno mismo y decir: la vida continúa y tengo que hacer
más por mí y por los demás. De alguna manera me siguen haciendo falta, pero siento que
siguen conmigo, que tengo muchas cosas por hacer y los tengo a mi lado.
¿Qué significa llevar una vida de legisladora y de estudiante simultáneamente?
Es divertido, a veces en la escuela te hacen bromas, no todos los compañeros comprenden
lo que es la trascendencia, la importancia de un puesto público, independientemente de
cuál sea. Siento que nos hace falta tener conciencia de lo que en realidad es para la
ciudadanía un servidor público y quizá nosotros tenemos que dar más, para que esa
imagen sea más entendible en la comunidad.
¿Cuál está siendo su aportación como legisladora?
La mayor aportación que esta legislatura da a Nuevo León es que se haya incluido a
mujeres jóvenes. Estamos haciendo un gran trabajo por defender los derechos de las
mujeres. Personalmente puedo decir que hemos estado en las discusiones, por ejemplo, de
la ley que acabamos de aprobar y fueron discusiones muy intensas, siempre desde un
punto de vista a favor de las mujeres y a favor de que se respeten sus derechos y que sean
valoradas en verdad, no nada más que quede como algo que no se lleva a la práctica.
¿Es difícil ese proceso?
Sí, es menos difícil ahora, porque tenemos mucha gente que nos ha antecedido y que ha
dado más de sí misma de lo que nosotros hemos dado para llegar hasta donde estamos. Sin
embargo, todavía es un camino en el que nos falta por avanzar.
En su opinión ¿cuáles son los temas pendientes en la legislación, para poder afirmar que
es equitativa hacia las mujeres?
En la agenda legislativa falta por afinar algunos detalles para que esto vaya avanzando;
ahora estamos en un periodo de receso, y estamos estudiando los de mayor trascendencia.
Obviamente, todo lo que se refiere a las mujeres tiene prioridad, pero hay cosas que
presentan más urgencia que otras. Algunos temas que no se han tocado mucho, son los
relacionados con los derechos sexuales, por mencionar alguno.
¿Algún día imaginó que sería diputada?
No lo llegué a imaginar tan cercano. Trabajé en el municipio de Mina como bibliotecaria,
tenía 16 años y fue una casualidad. Mi vida no ha sido una obra de casualidades, pero sí
obra de mucha gracia, que no depende de mí, sino de la gente que me rodea y pues de
quien está allá arriba. En ese entonces estaba en un grupo de la iglesia y una muchacha me
invitó a participar, iban a seleccionar a un instructor de computación infantil, yo no reunía
la edad, porque el requisito era 18 años. De todos modos me presenté y de 40 personas,
sólo yo pasé. No podía dar computación, pero era la única que había pasado el examen.
Definitivamente me quedé, y luego escogieron a uno de los niños a los que di computación
para hacer una muestra a nivel nacional, de un programa infantil que había creado en la
computadora. Venía mucho a juntas a la Biblioteca Central del Estado, veía el Congreso y
decía: “yo tengo que trabajar aquí un día”. Es un sueño y estoy muy agradecida con la vida,
que haya sido a los 24 años.
¿Algún obstáculo importante hasta ahorita?
Yo no les llamaría obstáculos, sino pruebas que me ayudaron a echarle más ganas. Mi
distrito, el vigésimo, se puede decir que es un distrito machista, un área rural donde por
primera vez participa una mujer joven como representante. Eso fue un impacto muy
grande, pues no todo mundo aceptaba esto. De pronto pensé en que iba a ser difícil, pero al
mismo tiempo, que habría que ver los resultados. La gente está esperanzada en una mayor
sensibilidad en las cosas del gobierno y para tener ese punto de equilibrio es necesario que
haya un mayor número de mujeres. Pero, definitivamente, se están abriendo esos espacios.
¿Qué trabajo realiza con las mujeres rurales?
Tengo un proyecto que involucra a las madres de familia. En materia de seguridad el mejor
policía es el vecino, definitivamente. Estamos planeando una organización con las amas de
casa de las colonias para que ellas mismas hagan evaluaciones en cuanto a la seguridad de
sus hijos adolescentes. Es algo que electoralmente no llama mucho la atención, pues es un
grupo que no es tan tomado en cuenta. El adolescente de por sí tiene una problemática por
el cambio de edad, de identificación y puede caer fácilmente en drogadicción, violencia. Y
quienes más pueden ayudar son las madres de familia, porque al estar atentas pueden
evitar muchas cosas que perjudiquen el resto de la vida a sus hijos.
¿Si pudiera verse como otra persona, cual sería su opinión acerca de sus méritos?
Me siento como una persona luchadora, alguien de mucha fortaleza; así me siento y lo he
heredado y valorado de mucha gente, no nada más de mi familia. En mi familia hay
muchas mujeres que de alguna manera están solas, porque están solteras, viudas y tienen
mucha fortaleza, les he aprendido mucho.
Sobre los modelos de las mujeres de su familia, de su vida ¿En qué otras áreas le han
dado ejemplo, además de la fortaleza?
Mi mamá padecía epilepsia, entonces ella es mi modelo a seguir. No puedo decir que
heredé su fortaleza, pero fue una mujer que luchó mucho por su persona, que supo salir
adelante con una enfermedad bastante grave y decir: “no me rajo y saco a mi hija
adelante”.
Tengo unas tías que son solteras, maestras, quizá ciertas personas puedan decir: es que son
solteras y se amargan, no es cierto. En mi casa las veo que viven con una alegría tremenda
y en vez de lamentarse porque no se casaron y no tuvieron hijos, dicen tener demasiados,
porque se hacen cargo de los que no son suyos, eso es un mérito mucho más grande. Tengo
un montón de modelos a seguir, que no creo que les llegue nunca.
En lo social, un montón de súper heroínas, mujeres que no son reconocidas pero que son
como hormiguitas: trabajadoras, dedicadas, silenciosas, sigilosas, pero ahí están, siempre
en batalla.
¿Cuál cree sean los acuerdos que debe establecer la pareja en esta época, para que
la mujer pueda conciliar su vida profesional y privada?
En un aspecto de igualdad. El matrimonio lo veo como algo muy lejano. De esa manera,
cuando el hombre quiere avanzar más que la mujer, ese lazo se rompe, es como si en medio
llevaran una piedra. Entre los dos lo tienen que ir sacando adelante. Es establecerse sobre
confianza, admiración, respeto y comunicación, es esencial, sobre todo la comunicación
sincera. Aclarar conceptos y poner los puntos sobre las íes y decir: acepto que estoy mal y
cambio, pero acepta que tú también. Equilibrar, así veo el matrimonio o las relaciones en
pareja, como algo que tiene que ser de las dos partes iguales. Si alguien se adelanta,
definitivamente se rompe; si alguien se sienta y está esperanzado a que el otro lo haga
todo, también. Los dos deben tenerse confianza y admiración, lo veo como algo
trascendental en las relaciones humanas.
¿La autosuficiencia de una mujer pueda llegar a ser un obstáculo para establecer la
relación en la pareja?
No. La autosuficiencia como eso, como el “yo puedo”; pero la autosuficiencia sin el aceptar
que el otro te ayude, sí puede ser un obstáculo. No puedes hablar de tenerle confianza a
alguien, de que seas sincero, de que ames a alguien, si no lo haces primero contigo. Cuanto
aceptas y empiezas a quererte y a tenerte confianza vas adquiriendo plenitud; simplemente
cuando lo actúas en verdad se ve.
¿Cómo se construyó su autoestima?
Fue todo un proceso. Primero estaba en una visión muy diferente de lo que significa eso. A
veces te cuesta aceptar cosas, pero lo importante es no engañarte a ti misma. No sé si lo
haya logrado totalmente, sin embargo me siento bien. El equilibrio es lo mejor que puedes
tener.
¿Cuál sería su mensaje para las mujeres de Nuevo León?
Las mujeres somos despiertas, activas, optimistas, pero también vemos el otro lado, las
mujeres que se han ido con los estereotipos. ¿Algo para las mujeres de Nuevo León? Que
sientan que son ellas mismas, que se quieran, que tengan confianza en sus capacidades
porque de esa manera en la trinchera en la que estés, sea como ama de casa, como
servidora pública, como secretaria, como estudiante, das lo mejor y es una manera de ir
sembrando más, de salir adelante.
El legado que nos han dejado siempre trae una misma marca, de todas las mujeres de
México y de Nuevo León, todas han sido auténticas, sinceras, con confianza en sí mismas y
lo expresan, lo que hacen deja huella. Tenemos que ser auténticas.
Patricia de la Maza Labastida de von Rossum
Diputada local en la LVX Legislatura (1988-1991)
por el Partido Revolucionario Institucional
Nació en San Luis Potosí, S.L.P., el 19 de octubre de 1951. Su padre es José Gerardo de la
Maza Jiménez y su madre, María Guadalupe Labastida Perches. Es la primogénita entre
seis hermanos. Estudió la licenciatura en Filosofía en la Universidad de Monterrey. Es
casada y tiene una hija.
Su desempeño laboral abarcó los medios de comunicación y la iniciativa privada. Fue
diputada local por el PRI en la LVX Legislatura durante el periodo 1988-1991.
Soy la primera de entre seis hermanos. Mis padres se trasladaron a Monclova, ahí lo que
nosotros veíamos era que no existía una diferencia de clases y aprendí a no hacer
distinciones. Algo que a mí me pareció muy especial y que no me gustó mucho cuando
llegué a Nuevo León, es que las clases sociales están muy definidas, participar con una
clase social que no era la tuya o venir de fuera era difícil. Al mismo tiempo aprendes
mucho, porque es un reto.
Mi abuelo me dio un gran amor a la historia, porque él era un apasionado de la historia de
México, a tal grado que, estando en una escuela religiosa, yo era una juarista apasionada.
Tenía problemas tremendos y estuve a punto de ser expulsada porque establecí una
polémica con un maestro que criticaba mucho a los héroes, en ese tiempo yo no permitía
que se criticara a los héroes mexicanos. Afortunadamente tuve un excelente promedio,
gracias a eso me salvé y a que mi madre fue a hablar.
Mi adolescencia fue difícil, teníamos que salir a estudiar fuera y yo me fui a la Ciudad de
México con parientes de mi madre. Sí es difícil pero al mismo tiempo fortalece el hacerte
responsable de ti misma en otra ciudad; la Ciudad de México es maravillosa, tiene de todo,
podías aprender arte, cultura, música. Estuve cuatro años, la época de 1968-1970, cuando
los estudiantes éramos tratados como peligrosos. Había veces en que llegaban a avisarnos
que no podíamos estar reunidos, porque podía ser un peligro. Para mi generación de la
preparatoria, en el 68, fue impactante saber cómo jóvenes de nuestra misma edad
participaban tan activamente en un movimiento tan importante y que cambió la historia de
México.
Esos antecedentes ¿en qué medida influyeron para decidirse a entrar en la política?
No he participado mucho en la política, no por mucho tiempo, fueron seis años nada más.
Mi entrada en la política fue por un caso fortuito. Yo empecé de voluntaria en el DIF, con la
señora Cristina de Treviño y en ese voluntariado, de repente se me pidió que fuera la
Directora del Programa Estatal de la Mujer.
Más bien yo diría que empecé en televisión, también como algo casual, estaban
entrevistando mujeres para participar en un noticiero, fui a hacer la prueba y me eligieron.
En ese entonces había las que se llamaban las modelos de televisión, me querían solo para
la lectura de noticias o del estado del tiempo y no quise. Siempre me interesó mucho la
noticia como parte de la historia, empecé a redactar y llegué a ser jefa de redacción. No me
había dado cuenta que yo era la primera noticierista; antes que yo no había mujeres; sí
algunas que leían, pero no redactaban, no participaban como un compromiso con la
noticia.
Los medios siempre atacan mucho la política, pero me preguntaba qué tanto podía hacer
del otro lado porque me parecía más sencilla una labor que jamás había hecho y le dije al
licenciado Leopoldo González que me gustaría participar. Empecé de juez auxiliar, después
me contrataron en Alfa y fui la primera mujer ejecutiva en Alfa en 1973, como jefa de
comunicación.
¿Cómo era ese desempeño?
Era difícil que me tomaran en cuenta, igual que en televisión. Cuando se inició el periódico
El Diario de Monterrey, Francisco González me invitó a escribir. Recuerdo que mi primer
artículo se llamaba “Con ojos de mujer”, el director lo puso en la sección de Sociales,
porque ahí era donde escribían las mujeres, y le dije que yo no lo quería en Sociales, que a
mí no me interesaba trabajar ahí. Es muy valioso el trabajo de Sociales pero yo quería estar
en noticias locales. Fue tanto el problema, que dejé de escribir, porque si era mujer tenía
que escribir de sociedad, de cultura, pero no sobre noticias locales.
Duré nada más un año como jefa de comunicación y fue una experiencia extraordinaria,
luego me fui a San Francisco y ganaba bien. Fue cuando intenté sacar una tarjeta de crédito
y no me la daban, a pesar de que yo tenía un salario semejante y muchas veces mayor al de
varios hombres, pero dijeron que tenía que estar respaldada o por mi padre o por mi
esposo.
Lo mismo me pasó cuando traté de cambiarme a vivir en una casa extensa, éramos siete
mujeres, yo ya no soportaba, quería tener un departamento. Pues no, si quería adquirir un
departamento “quién sabe qué conducta quería o qué perseguía”. Sin embargo, me dieron
el departamento y a fin de cuentas mi tarjeta de crédito, después de seis meses de estar
insistiendo. Eso fue cuando estuve de ejecutiva en Alfa.
Después de ahí vino un giro de 180 grados y me fui de maestra rural a la preparatoria, para
obreros, la preparatoria 19 de Villa de García. Además empecé a trabajar con el que
después fue mi marido, Fernando Von Rossum, primero en una agencia de publicidad y
luego con los derechos de la National Football League, del futbol americano. No tenía yo
mucho que hacer ahí como gerente administrativa, pero fueron muchos años.
Descubrí que lo que más me gustó en la vida fue ser maestra, maestra de historia, de
filosofía, de redacción. Estuve en la preparatoria, estuve en el Colegio Mexicano, en la
Universidad de Monterrey y además en la de Nuevo León. En ese tiempo en la universidad
había un grupo comunista muy importante y creo que pidieron mi sustitución, porque
como que no me vieron suficientemente de izquierda. Era extraño, porque en el colegio las
monjas me consideraban demasiado de izquierda.
Me casé y luego me invitaron a estar en el grupo de voluntarias, de ahí pasé a la Dirección
Estatal de la Mujer. Estuvimos en más de cinco unidades de capacitación, a mí me gustaba
mucho ese programa, fue la tesis de Salinas de Gortari: transformar toda una comunidad
sin imponerte, sino nada más facilitar, haciendo que la comunidad con su propia gente,
con sus propios líderes, con su propia infraestructura intentara cambiarse. Hasta la fecha,
aunque ahora critiquen todos a Salinas, a mí me pareció que esa tesis fue extraordinaria.
Yo creo que ése es el meollo de la transformación social, nadie puede transformar desde
arriba, porque son cambios transitorios y pasan. Para que sea permanente, debe ser la
misma comunidad la que decida cambiar, como ocurre en todo.
¿En qué medida existieron transformaciones, hubo forma de evaluar ese proceso?
Claro que sí. Como ya estaban los grupos formados me acuerdo que hubo un grupo que les
enseñaba cómo ser más bonitas y para vestirse; eso de la superficialidad no es tan
importante, pero a fin de cuentas resultó muy motivador para ellas ver que podían ser
bonitas al mismo tiempo que mujeres productivas, al mismo tiempo que estar luchando
con el marido, al mismo tiempo que tenían trabajo. No era suficiente nada más que el
marido trabajara, eran comunidades pobres. Vimos cómo aprendían a hacer todo tipo de
objetos, desde ropa para su familia, para vender a la comunidad; se dieron clases de cocina
y empezaron a trabajar en restaurantes o haciendo comida para vender, corte de pelo para
salones de belleza, etc.
¿Cómo fue la campaña para la diputación?
Creo que el licenciado José Natividad González Parás, que era presidente del partido y
asistió a eventos, le planteó al gobernador Jorge Treviño si le gustaba la idea de que yo
fuera candidata. No quería ser diputada, me sentía más ejecutiva. Me negué, me
preocupaba mucho que yo había empezado a ser priísta de la campaña del licenciado Jorge
Treviño y que sería acusada de arribista. Dicho y hecho. Como San Pedro, me negué tres
veces. A la tercera, Nati fue a hablar con mi marido y le pidió que me convenciera y éste lo
hizo.
Sigo pensando que yo no debí ser diputada, fue una época muy peligrosa para mí, porque
se suponía que mi trabajo era el de una señora de clase media que va muy mona a estar
escuchando, y participar en cosas muy bonitas, de belleza, de cultura. Se encontraron con
alguien diferente.
Mi legislatura fue la LXV y fue extraordinaria; teníamos los presidentes de partido, de la
CNOP. De mujeres estaba Carlota Vargas, de la CTM estaba gente muy valiosa. Don
Alfredo González, un extraordinario maestro, decía que me tranquilizara, le preocupaba
mucho que parecía que algunas veces iba a tomar el fusil e irme a la sierra, o algo así.
¿Cuáles eran sus inquietudes?
Me parecía que yo no iba a pasar mucho tiempo en política, yo tenía un tiempo nada más y
debía aprovecharlo para hacer todo lo que pudiera. Sentía que yo no tenía mucho respaldo,
no pertenecía a grupos políticos. Sin embargo, me pude meter con un movimiento muy
importante porque estábamos en contacto por primera vez con grupos u ONG´s; pudimos
meter algunas reformas a la Constitución del Estado, reformas a lo del medio ambiente,
había grupos ecologistas muy importantes que, me dio mucha tristeza, fueron cortados por
el gobierno.
Me parece que cada quien tiene una labor que desarrollar y no todos debemos estar en el
gobierno, hay quienes debemos permanecer fuera. Hay quienes debemos luchar desde
fuera. En el momento que un ecologista es nombrado director de Ecología, no entiendo
cómo, pero aquello pasa al olvido. Como los líderes del 68, que pasaron a ser funcionarios
del gobierno, algunos de ellos muy importantes; claro que llegaron a hacer muchos
cambios, pero no todos están preparados, el poder es algo muy difícil de ejercer y le hace a
uno perder piso.
¿Recuerda otros logros?
Número uno, inicié lo que es la Revista del Congreso. La mandábamos a los congresos de
los demás estados y nos la empezaron a copiar. Empezamos también a tratar de hacer una
biblioteca especializada para los diputados, porque si no, se iba a transformar en una
bodega de libros que no le sirve a nadie. También gracias a un grupo de biólogos con los
cuales me contacté, pudimos hacer un proyecto donde queríamos rescatar el Parque
Nacional Cumbres. Eso fue muy importante, yo sé que luego se rehabilitó por fin en épocas
de Canales, pero me queda la satisfacción de que nosotros lo iniciamos. No yo nada más,
fue un grupo, pero yo fui el conducto.
Hubo reformas respecto a la mujer que también las logramos, pero no fueron lo
suficientemente importantes. Apenas empezaba a pasar lo de los grupos feministas muy
localizados, un movimiento fuerte de mujeres al cual siempre perteneció la licenciada
María Elena Chapa, pero eran muy pocas. También fuimos pioneras en eso, antes de mí
estaban María Elena, Carlota Vargas, Adela Carrillo, estaban muchas mujeres pero como
que fui parte de un grupo que ya se está haciendo más extenso.
Su tiempo en la labor legislativa, ¿qué le dejó como experiencia?
Mi impresión fue que tenía razón y que no debí haber sido diputada. Sobre todo
cuando mi marido estaba en el medio de comunicación estatal. Mis luchas fueron
adjudicadas a él. Hubo muchos roces con los medios de comunicación y yo le causé
a mi marido mucho sufrimiento, a mi familia también y me parece que valió la pena
pero... No me arrepiento, pero no lo volvería a hacer. La política significó mucho
desgaste para mi familia.
¿Qué mensaje podría darle a las mujeres de Nuevo León?
Yo les diría que es difícil pero que con la experiencia que yo tengo, me parece que lo más
valioso que uno tiene es la familia. Que uno lo ve en un principio como un cliché pero los
hijos nos necesitan y no hay sustituto para la madre; que participar en política es muy
importante, que deben hacerlo si están convencidas, pero jamás olvidar que lo más
importante es la familia.
A fin de cuentas, con los años me quedó muy claro. Si me preguntas que si me gustaría
trabajar, por supuesto que sí y a lo mejor sería ahora el mejor tiempo. Pero no renunciaría
a mi familia, no estoy dispuesta, jamás lo estuve y siento mucho que mi participación la
haya perjudicado como un Cronos, aquel que se comía a sus hijos. Espero que esto lo estén
resolviendo las mujeres que ahora participan.
María de la Luz Estrada García
Diputada local en la LXX Legislatura (2003-2006)
por el Partido Revolucionario Institucional
Nació el 1 de junio de 1943. Hizo estudios de Contador Privado en el Instituto Tecnológico
y de Estudios Superiores de Monterrey.
Se ha desempeñado en el servicio público con diversos cargos dentro de la Comisión
Federal de Electricidad, donde también fungió como coordinadora regional del Sindicato
Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana y como secretaria general
de la Sección 147 del Sindicato Único de Trabajadores de la República Mexicana.
En su trayectoria en la arena política es miembra activa del Partido Revolucionario
Institucional, además de fungir como suplente de la Secretaría de Tesorería en el Comité
Ejecutivo Nacional.
Ha ocupado el cargo de tercera y séptima regidora en el Municipio de Monterrey, Vocal y
Presidenta de Patrimonio y Hacienda.
Entre algunas actividades sociales desempeñadas en diferentes momentos ha sido
presidenta de ex alumnos de la Congregación Mariana, coordinadora en el CUM y en el
Colegio Franco Mexicano.
Liliana Flores Benavides
Diputada local independiente en la LXX Legislatura (2003-2006)
Diputada federal del PRD en la LV Legislatura (1991-1994)
Nace en Torreón, Coahuila, el 2 de marzo de 1955. Es la primogénita de cuatro hijos. Su
madre es Lucía Benavides y su padre Gabriel Flores. Estudió Economía en la
Universidad Regiomontana. Es madre de dos hijos.
Fue fundadora del grupo El Barzón, A.C., organización activista nacional en pro de los
derechos de los deudores de la banca; diputada federal del PRD en la LV Legislatura,
secretaria de la Comisión de Asuntos Fronterizos, integrante de la Comisión de Vigilancia
de la Contaduría Mayor de Hacienda, del Comité de Administración de la Cámara de
Diputados y de la Comisión de Programación y Presupuesto, entre otras actividades. En
1997 fue candidata a la gubernatura de Nuevo León por la Coalición Democrática,
conformada por el PRD, PVEM y diversas ONG.
Fui educada en una familia muy bonita, un papel muy importante en mi formación la tuvo
mi abuelo. Posteriormente me vine a estudiar a Monterrey la preparatoria tecnológica, me
quedé aquí. Me casé con un empresario y tuve un hijo y una hija. Después me divorcié y,
bueno, pasé a tener el papel de mamá y papá. Mis hijos ya han volado y han hecho su vida.
Mi madre siempre nos estuvo impulsando a defender siempre la dignidad humana; eso es
muy importante porque, automáticamente, te lleva al asunto de la equidad y te lleva al
asunto de que las injusticias no deben existir. Y en este país hay una gran injusticia: que a
una mayoría de mujeres nos dan trato de minoría.
Vine a los 15 años a estudiar a Monterrey y empecé una vida de formación prácticamente
yo sola, jamás volví al seno del hogar. El obstáculo que me pusieron primero fue en el
Tecnológico, en los años setentas. Porque ¿cómo vas a ir a un lugar donde la mayoría son
hombres? y por otro lado, “si quieres irte a estudiar allá, tendrás que hacer tú todos los
trámites”. Ese obstáculo me lo pusieron, pero yo no lo tomé así. Les dije que me iba en la
noche, lo hice y ya.
Me parece muy importante que usted pueda dar testimonio de los años setenta, ¿cómo
veían sus compañeros a las mujeres en esa época?
En esa época se dio un fenómeno mundial de ir contra todo lo establecido, todo. En ese
sentido no fue tan duro para nosotras, porque también era ir en contra de los patrones
culturales; pero se daban otro tipo de asuntos como los acosos, ese tipo de cosas. Porque en
la escuela realmente éramos muy poquitas, creo que éramos 40 mujeres. No sufríamos
discriminación pero sí había mucho acoso, porque éramos muy pocas. Recuerdo que
alguien iba caminando y todos empezaban a gritar y a decir cosas; algo que podría ser un
hecho intrascendente se volvía un asunto muy pesado, porque estabas hablando de cientos
de hombres y era una sola mujer caminando. Se convertía en un hecho molesto.
¿En qué momento descubre su carrera de política?
Realmente no sé si ahorita sea política. El asunto es que siempre tuve una inclinación y
una preocupación por mis semejantes. Fui una niña atípica, aprendí a leer a los tres años, a
los cinco años ya estaba enterada de todo lo que pasaba en el mundo. Si tú lees a Mafalda
así era yo, ponía a temblar a mi mamá porque le preguntaba cosas de otros países, me
aterrorizaban las guerras, me aterrorizaba el hambre de la gente y eso me fue marcando.
Siempre fui crítica, analítica.
A partir de la adolescencia me empiezo a involucrar en asuntos de carácter social con
grupos muy marginales, muy pobres y así fui evolucionando. Realmente despegué en una
carrera de activista social que automáticamente me vinculó a la política. Fue a partir de mi
divorcio, porque verdaderamente era algo que no compaginaba. Yo tenía una compasión,
una solidaridad, una concepción de cómo deben hacerse las cosas que se contraponía con
la realidad y con los intereses de mi esposo. Automáticamente termino mi relación de
matrimonio y empiezo a ver cómo soy yo esencialmente. Ahí es donde empieza mi
involucramiento.
¿Le preocupó en algún momento que la discriminaran por ser una mujer divorciada?
No, a mí me han discriminado por mi capacidad. Por ejemplo, en una ocasión fui a pedir
un trabajo en una empresa muy importante, con uno de los principales ejecutivos. Me hace
la entrevista y me dice: “voy a considerar como si no hubieras venido a esta entrevista,
porque si yo paso los resultados, pierdo mi trabajo y me desplazas”. Entonces no me daban
trabajo, la mayor parte de los trabajos que yo podía realizar estaban siendo ejecutados por
hombres y temían que yo los desplazara. Puede ser que me descalificaran por estar
sobrecalificada y también por ser mujer.
¿Y dentro de su carrera política?
Sí, por mis ideas. Un ejemplo es que chocan mis planteamientos en materia social. Voy a
dar una muestra, yo estoy en contra de los megasalarios, estoy en contra de que se vea la
política como una forma de vida; ese tipo de actitudes y de posiciones mías me han
originado una discriminación terrible por cuestiones ideológicas, inclusive en el mismo
seno del Congreso. Si ingresas a la página de Internet, te das cuenta de que ni siquiera
tengo derecho a tener una secretaria, teniendo los mismos derechos y obligaciones, además
desempeñando un trabajo muchas veces de mayor calidad y cantidad que la mayoría. Sí he
sufrido ese tipo de cuestiones.
¿En algún momento de su lucha política ha tomado la causa de los derechos de las
mujeres como bandera?
Más que tomarla como una bandera, me he comprometido con los derechos de las mujeres
por convicción propia. Yo trabajo muy bien con las mujeres en todos mis trabajos de
carácter social, incluso a nivel nacional mi equipo fundamentalmente son mujeres, por eso
somos exitosas. No batallo nada para trabajar con las mujeres, para mí es un orgullo decir
que el resultado exitoso de mi trabajo es producto del equipo de mujeres. A mí me
enorgullece el desempeño que cada una de ellas hace, su capacidad, su honradez, su
creatividad.
Mucha gente dice que entre las mujeres no se puede, yo puedo perfectamente bien, para mí
no hay ningún problema. Al contrario, se me facilita mucho hacer esos equipos,
impulsarlas como yo pueda, impulsarme como ellas puedan. Estoy muy bien en ese
aspecto.
¿Cree que hombres y mujeres tengamos perfiles profesionales diferentes porque así nos
han educado y dictado los patrones culturales?
No, realmente los perfiles profesionales pueden ser los mismos, muchas veces las mujeres
superan esos perfiles porque tenemos otra forma de ver la vida. La vida no es un asunto
totalmente racional, la vida es un asunto también de emociones, sentimientos y valoración
y nosotras le damos ese valor agregado. Los hombres se han hecho cargo de la política
desde siempre y el mundo, el país y el estado están volteados al revés. Han demostrado que
no son capaces.
¿Cuáles considera sus mayores retos y aportaciones a la sociedad hasta ahora?
Bueno, creo que lo más importante es haber roto paradigmas. He encabezado luchas que la
gente consideraba que era imposible ganar y todas las luchas que yo he tenido, todas, las
he ganado. No son para mí, son para la gente. Para mí es lo más importante, porque es
empoderar a la gente, que se dé cuenta que es totalmente factible la ruptura de los
paradigmas. Para mí imbuir ese espíritu en la gente, empujarla a que dé el paso, es lo
mejor.
Por ejemplo, un deudor de un banco sólo está perdido para el público. En este estado de
Nuevo León hay 35 mil familias que tienen su casa, sus ranchos y sus empresas, no
perdieron un ladrillo de su casa, un centímetro cuadrado de su rancho ni una tuerca de sus
empresas gracias a la lucha que hicimos. Porque hicimos una estrategia inteligente y
además una acumulación de fuerza social que posibilitó llegar a acuerdos políticos.
Soy fundadora nacional, junto con otras tres personas, de la organización El Barzón. El
Barzón llegó a tener en el momento más álgido de la crisis económica del país dos millones
de familias afiliadas. Hemos resuelto a nivel nacional dos millones de problemas. Por eso le
digo que es una lucha exitosa. Porque más allá de que la gente haya mantenido su
patrimonio, la gente está dando un ejemplo a sus hijos y a sus nietos; cuando hay
injusticias hay que hacer los prejuicios a un lado, salir a la calle a luchar por las causas
justas.
¿El Barzón sigue funcionando?
Sí cómo no, es una organización que además se ha reproducido. De ahí surgió la
organización hermana que se llama Mujeres para un Nuevo Siglo, porque empezamos a
tener mucha gente que llegaba con problemas de violencia familiar. Eso hizo que nos
empezáramos a especializar en el tema de la mujer, por eso no soy ajena a la cuestión de
las mujeres. Eso hizo que empezáramos a estudiar sociológicamente todos los fenómenos
en cuestiones de la mujer y que todo ese tipo de puntos hoy los vea traducidos en el
Congreso con una iniciativa que presenté. Es una ley para prevenir y atender la violencia
familiar y es una iniciativa que presenté para hacer una reforma constitucional, que el
presupuesto del Estado tenga perspectiva de género.
Eso no es porque se me ocurrió, es un compromiso real con esta causa, pero es derivado
también de toda una lucha social más amplia. Igualmente está la Fundación Rosa, es una
organización de lucha en contra del cáncer de mama, en Nuevo León somos el primer lugar
de muertas por cáncer de mama. Entonces me involucré en esa lucha, empezamos a
analizar por qué las mujeres y hemos estado planteando la etiquetación del presupuesto
precisamente para prevenir el cáncer de mama. La lucha social amplia se derivó en muchas
particulares, más específicas.
¿Cree que hemos avanzado en materia de equidad entre hombres y mujeres?
Ha habido avances pero muy insuficientes. Todavía no tenemos lo que nos merecemos.
El asunto del presupuesto de género para mí es de primer orden, porque puedes lograr
avances en otro tipo de leyes, pero si no se vinculan a programas y políticas públicas que
tengan una base presupuestal, los avances no sirven de nada y quienes gobiernan la mayor
parte son hombres. Normalmente en el discurso dicen que se comprometen, pero en los
hechos no se comprometen. Para mí es fundamental un presupuesto con perspectiva de
género.
¿Cree usted en las acciones afirmativas?
Por supuesto que creo, justamente porque creo estoy planteando el asunto del presupuesto
con una visión de género. Y en la relacionada a la ley electoral, necesitamos que más
mujeres estén en los espacios donde se toman las decisiones de gobierno. Necesitamos que
las mujeres plasmen una visión más humana a la política. El hombre tiene una forma muy
cerebral de actuar, dos más dos son cuatro, por eso todo está volteado al revés. La vida no
es mecánica. Necesitamos que más mujeres puedan tener acceso al poder, porque tenemos
otra forma de hacer las cosas que pueden enriquecer mucho y de ahí las acciones
afirmativas para que los porcentajes de mujeres, porcentajes mínimos para garantizar que
más mujeres estén en los lugares donde estamos nosotras.
¿Qué quisiera decirles a las mujeres de Nuevo León?
Que tenemos que romper paradigmas. Paradigmas son las ideas acartonadas, no nos debe
dar miedo aventarnos, no va a pasar nada peor que las desgracias que se están viviendo y sí
se va a lograr algo mejor. Tenemos que sacar la casta, tenemos que sacudir todo lo que está
mal y ya estuvo de estar solamente con lamentos. He encontrado en mi vida cotidiana,
durante años, que en el momento que a las mujeres les cae el veinte en esto, surgen
personas y ciudadanas extraordinarias.
Para terminar quisiera que la gente le saque jugo al Instituto Estatal de las Mujeres, que en
un momento dado lo conozca, lo apuntale, que pueda usufructuar este logro para ellas. Eso
es a lo que quisiera yo invitarlas.
Miriam Elizabeth Garza Hernández
Diputada local en la LXVI Legislatura (1991-1994)
por el Partido Revolucionario Institucional
Miriam Elizabeth Garza Hernández nace en Monterrey, N.L., en 1947. Estudió la carrera
de Derecho y Ciencias Sociales en la Universidad Autónoma de Nuevo León.
En su quehacer profesional, además de ser abogada litigante durante tres años, se
encuentra su desempeño en el Juzgado Civil, en el Tribunal Superior de Justicia.
Ha participado como coordinadora de campaña de diputados federales y locales, fue
parte del comité de campaña del ex gobernador de Nuevo León, Alfonso Martínez
Domínguez. Durante seis años fungió como funcionaria del programa Tierra Propia.
Ha sido además coordinadora de Jueces Auxiliares del Municipio de San Nicolás de los
Garza, Nuevo León; regidora del Municipio de Monterrey, asesora jurídica y en materia
de oratoria por 15 años en la CTM. Fue electa como diputada local para el periodo 1991 a
1994 en la LXVI Legislatura, por el PRI.
Retirada de la actividad política desde hace tres años, actualmente tiene un bufete legal y
litiga en materia civil.
Concepción Guadalupe Garza Rodríguez
Diputada local LXV Legislatura (1988-1991)
por el Partido Acción Nacional
Nace en Monterrey, N.L. Es la menor de tres hermanas. Hizo la educación básica en el
Colegio Labastida y la preparatoria en el Tecnológico de Monterrey (ITESM); durante
un año residió en Inglaterra, donde estudió inglés.
Es egresada del ITESM de la carrera de Ciencias de la Comunidad, y posteriormente se
involucra en la política, en el Partido Acción Nacional diputada por el PAN en la LXV
Legislatura, de 1988 a 1991.
Mi abuelo materno fue Antonio L. Rodríguez, diputado en 1946. Y mi abuelo paterno,
Alfredo Garza Ríos, fue alcalde. De un partido uno y de otro partido, el otro. Somos tres
hermanas muy metidas en todo lo que podemos a favor de la comunidad, cada quien en su
estilo. Todas somos así de inquietas. Tuvimos un padre muy generoso, muy paciente con
nosotras, muy querido. En mi casa se desayunaba, se comía y se cenaba política, en el
sentido del bien común. Llegabas a casa y mi mamá estaba preocupada porque en el
Hospital Civil ya no había camas, que si las calles, que si los policías. Siempre nos vimos
muy envueltas en estas actividades. Aunque siempre de origen panista, mi mamá, por
ejemplo, colaboró con la señora Livas en lo que era el Instituto de Protección a la Infancia.
Mi casa era siempre donde se organizaban las elecciones; aunque no tuviéramos 18 años
mi mamá ya nos enseñaba la ley. Nos dedicábamos a entrenar a la gente a cómo cuidar una
casilla, cómo tenían que llevarse las elecciones, contar voto por voto. Mi mamá pedía que
trajéramos a nuestros amigos, organizaba todo y nosotras éramos, haz de cuenta, el IFE.
Pedíamos el voto, para el Partido Acción Nacional, pero la parte de la campaña para
nosotros era el cuidado de las casillas, el que la gente supiera cómo funcionaba, cómo se
llenaban las actas, la capacitación y formación en derechos cívicos.
¿Cuándo fue que decidió entrar de lleno en la política?
La primera vez que fui candidata fue en 1985, como suplente de Teresa García de Madero,
en el II Distrito. En esa ocasión ganamos. El distrito comprendía desde la colonia Loma
Larga hasta Tierra y Libertad, Obispado, Mitras, Cumbres, la Unidad Modelo, era muy
amplio y diverso. Ella entró como diputada y yo me dediqué a hacer trabajo social. A mí me
gusta mucho lo de los huertos familiares, me entrené, empecé a hacer que sembraran en
rejillas sus tomates, sus rábanos. Había que enseñarle a la gente algo, porque son muy
importantes las campañas, pero pasan y ¿luego, qué? Entonces es mejor una campaña en
la que te enseñen algo y te interese votar por alguien.
La siguiente campaña fue en el 88, me lancé de diputada propietaria, mi lema era “Concha
Lupe sabe sembrar”. Mi nombre es Concepción Guadalupe, pero me dicen Concha Lupe.
¿Por qué sembrar? Sembrar un país mejor; para tener un país mejor hay que cuidarlo
como se cuida una cosecha. En esa diputación me tocó el mismo distrito. Trabajé mucho
con ellos en huertos, en cómo hacer mermeladas. Me ganó otra persona por 4 ó 5 mil votos,
entonces, entré por partido.
¿Cómo fue la experiencia dentro de la legislatura?
La legislatura fue muy interesante, era la primera vez que era diputada; me metí en la
comisión de Agricultura, en la de Biblioteca y Cultura y en la Comisión del Agua. No
conocía todo Nuevo León. Fui a Mier y Noriega y me cambió la vida. Cuando ves que llueve
sólo tres litros al año y sobre todo las mujeres, las 24 horas del día recogen agua, cuidan la
milpa –cuando tienen–, el huertito, hacen muchísimo trabajo. Cuando conoces esas partes
de Nuevo León, ya no es lo mismo, tienes otra manera de percibir el agua porque sabes que
hay gente que no la tiene ni para bañarse o para hacerlo, tiene que meterse en una tina y
echarse agua en el espinazo, porque es muy, muy pobre ahí.
En Mier y Noriega organicé cursos de huertos familiares para esta gente que no conocía
muchas de las verduras que se dan muy bien por allá; fue conocer su manera de pensar,
cómo veían las cosas, cómo ven a Monterrey, a Nuevo León, al país. Me metí mucho más
en eso porque la comisión de Agricultura era bastante triste, llegaba gente con muchos
problemas de límites de tierra, de tierras que no sirven para nada, como en las novelas de
Juan Rulfo, pura gobernadora que no deja crecer nada y se metían hasta balazos por
límites de tierras que no eran cultivables.
Yo pensaba en cómo cambiar esa inercia de violencia por una cosa más activa y se me
ocurrió lo de los huertos familiares y empecé a invitar a gente de Mier y Noriega. El
Congreso no me dio un peso, pero conseguí mis donativos. Para mí fue muy importante
porque realmente un diputado es el que tiene que revisar la cuenta pública del gobernador,
el que tiene que hacer mejores leyes para la convivencia, el que tiene que hacer que
funcionen mejor las cosas. Pero no estás encajonada. No, yo puedo irme a Mier y Noriega a
dormirme en casa de los ejidatarios, ir al baño en letrinas; puedo hacer eso y estar también
acá.
¿Qué pasó con su vida familiar?
Sí es un cambio, porque vivía con mis papás y con mi hermana. Y todo el día la gente
hablaba a mi casa. Mi papá se ponía muy nervioso, porque a veces yo estaba en la regadera
y la llamada les estaba costando; como en los municipios había casetas, mi papá pedía el
número para devolver la llamada y que no les costara. Yo salía en toalla a ir a contestar,
porque a ellos les salía mucho más caro que a mí. A todo mundo le di el teléfono de mi
casa, si era una representante popular ¿por qué no vas y me buscas en mi casa? Si me
habían dado la confianza del voto, era para poderles ayudar. Mi mamá, en broma, decía
que era la secretaria de la diputada. Yo no tenía oficina en mi casa.
Sí te cambia todo, porque es una dinámica en la que te está buscando la gente, en donde tu
vida privada y la de todos los que viven contigo se ve afectada, pero creo que fue una
experiencia muy interesante. Mi papá sí se molestaba en algunas ocasiones o se cansaba de
que llegaran a tocar, o porque hablaban a unas horas muy impropias.
¿Ha encontrado obstáculos o retos en su acción como legisladora?
Como éramos minoría, 14 diputados del PAN y 27 del PRI, entre mujeres nos llevábamos
bien, de hecho, me tocó convivir con Carlota Vargas, con ella fue con la que más nos
acercamos. Había cosas en las que sí podíamos estar de acuerdo, pero había otras en que
no. Por ejemplo, Carlota era una persona muy ordenada, con ella trabajamos lo de los
presupuestos. Alfredo Corella y Carlota se sentaron varios días a sacar un formato. Otras
eran complicadas, el reto era conseguir esa generosidad de ver con ojos de ayuda al estado,
más que a nuestros partidos o agendas personales. Creo que era un reto para los dos lados.
Primero trabajar por nuestro estado, país, luego por nuestros partidos y luego por
nosotros. Hay que entenderlo así, hay que tener mucha generosidad en eso.
¿En lo personal ha sufrido algún tipo de obstáculo por ser mujer?
No. Cuando voy a pedir un trabajo o desarrollar algo, no me pongo a ver cuáles son
hombres o no. Me pongo a ver qué habilidades tienen ellos y yo no. cuáles tengo que ellos
no tienen, ésas son las que tengo que desarrollar. No lo veo en esos términos, he escuchado
muchas historias, veo que en muchos lugares nos pagan menos, veo a las mujeres muy
poco informadas en muchas cosas; como que desde la educación siempre se da más
información al hombre y menos a la mujer. Eso sí lo veo, pero como en mi casa éramos
cuatro mujeres, mi mamá siempre fue una persona muy metida en lo ciudadano y mi papá
fue muy respetuoso. Yo no vi que mi papá dijera: “esto no lo van a hacer porque son niñas”.
En mi casa sí se vivía en la equidad.
Una vez concluido el periodo legislativo ¿qué siguió?
Entré en movimientos de luchas democráticas en donde conocí a personajes como Adolfo
Aguilar Zínser, a los Nava, a Castañeda; con ellos hicimos algo de observación electoral,
estuve en las elecciones de Tabasco en 1991. Ahí, los hombres y las mujeres se alinean en
filas diferentes a la hora de votar, y casi casi los hombres les tachan el voto a las mujeres,
cosas que en Nuevo León no ves. Ponle que en el sur de Nuevo León lo veas a veces, con las
mujeres amoladonas o con poca información o conocimientos.
Estuve en estos movimientos, luego estudié política americana en San Diego, tampoco
dominábamos las mujeres pero nos hacíamos valer. Tuve un negocio de comida desde que
era diputada, hasta que se me olvidó ponerle azúcar a un pastel. Porque entonces ganaba 3
mil pesos como diputada, tenía que hacer algo más para ayudarnos; pero fue muy
interesante porque conocí todo el estado, me siento muy orgullosa de que me hayan
escogido para representarlos.
María Jacoba Niembro y yo íbamos a Linares a ver los pies de casa y levantábamos censos,
para llegar al Congreso y decir con pruebas qué faltaba. Si íbamos a hablar de la cárcel,
íbamos a la cárcel; bueno ella fue, yo no porque no me daba el espíritu. Yo trabajaba más
bien la parte rural; al Hospital Civil íbamos mucho también. Siempre que llegábamos con
algo era porque ya lo habíamos visitado, no era por lo que decían los periódicos. Con eso
ganamos el respeto de nuestros compañeros, hice muy buena relación con el sector
campesino.
¿Actualmente cuáles son sus actividades?
Estaba trabajando en el Gobierno Federal como Directora de Medios Impresos, me tocaba
la relación con la mayoría de los estados. Hicimos reglas para gastar los recursos del
gobierno en medios, porque antes pasaba que, del dinero que le da el Congreso a cada
Secretaría, el 90 por ciento se gastaba en medios del Distrito Federal y sólo el diez por
ciento en los estados. Ahorita está en un porcentaje del treinta y tantos para los estados y
sesenta y tantos para el DF.
Luego hicimos lineamientos para los medios que quieran que el gobierno les compre:
cuántos vendes, cuántos devuelves, quién es tu lector, para que cuando el gobierno quiera
mandar un mensaje a las mujeres se anuncie en tal sección, vaya, para que el dinero que se
tenga que invertir, se invierta bien.
Ahora estoy tomando un descanso, en transición. Anteriormente estuve en el Fondo de
Desastres Naturales, que es toda la ayuda que el Gobierno Federal da a los estados cuando
hay desastres, para que los presupuestos de lo estados se mantengan.
¿Qué cree que haga falta en la agenda legislativa del país?
En la agenda legislativa ha habido cambios en los últimos años a favor de la mujer, pero
más que eso, falta llevarlos a cabo. Hace mucha falta que respetemos esas leyes, no es que
esté muy a favor de las cuotas, pero nos han servido porque con eso entramos más
mujeres, nos capacitamos más, es una manera de irle entrando al asunto. En general, creo
que falta más información de quiénes somos, qué es lo que podemos lograr, qué derechos
tenemos, porque todavía existe una desinformación tremenda, que te hace tener una
autoestima muy baja porque no sabes cuáles son tus derechos.
Por otro lado también siento que nos falta ser más visibles. Una Xóchitl Gálvez, una
persona indígena tú la ves con esa seguridad, y estoy segura que hay más mujeres como
ella, que estuvieran más visibles para que la gente sepa que, si ella pudo, todas pueden; que
no nos vean acartonadas, inaccesibles. Tú puedes ser hasta mejor que fulana, la cosa es que
te lo creas, que sepas que puedes hacerlo.
Un mensaje para las mujeres de Nuevo León que se interesan en la política.
Nos falta esa generosidad entre mujeres, porque en el trabajo somos a veces muy solidarias
y a veces no tanto. Si no nos ayudamos entre nosotras los hombres no nos van a hacer la
agenda, es algo que depende de mucha generosidad de nuestra parte. Aunque fulana nos
caiga mal, pero es muy buena en su trabajo, yo la voy a apoyar.
Y respetarnos, necesitamos encontrar un lugar común donde no importen los partidos e
ideologías, sino como género podamos trabajar juntas; necesitamos que nuestro país
cambie. Las mujeres estamos subvaluadas, mal pagadas, mal reconocidas. A grandes
problemas, soluciones diarias.
Este avance es cosa de todos los días, si te pones a revisar la historia hemos avanzado
muchísimo últimamente a como le habíamos hecho antes. Pero para ese avance tiene que
haber mucha generosidad, pluralidad, muchas ganas. Y si las mujeres avanzan en el estado
y en el país, el país va a ser mejor. Entre más mujeres informadas, más sepan de sus
derechos, mejor eduquen a sus hijos, mejor va a estar el país.
Leonor Garza Salinas de Barocio
Diputada local en la LXVI Legislatura (1991-1994)
por el Partido Revolucionario Institucional
Leonor Garza Salinas fue poseedora de una recia personalidad y un interés genuino en
las causas sociales. Fue regidora y posteriormente diputada local en la LXVI Legislatura.
Testimonio del Lic. César Lucio Coronado
¿Cómo conoció a Leonor Garza Salinas?
Agradezco mucho porque me está pidiendo que hable de una gran dama y de una gran
mujer. Yo conocí a doña Leonor allá por los años 60, cuando trabajaba en el periódico El
Norte, en la sección de Sociales, era muy amiga del licenciado Abelardo Leal. Y aunque el
licenciado se enojaba cuando le decía esto, ella le ayudaba a completar la columna de toros,
porque fue una gran aficionada a los toros. Hasta le hicieron un palco chiquito que ella
usaba siempre.
Ella se iba en autobús, porque los toreros torean en Zacatecas, torean en San Luis; en aquel
entonces no había facilidades y se llevaba a Leonorcita, su hija, a las corridas. Estamos
hablando desde Manolete, Velázquez, todos ellos. Ella era manolista 100 por ciento, por
supuesto de Manolo Martínez y no era seguidora de Eloy Cavazos; pero sí una gran
conocedora de la fiesta de toros, una mujer mucho muy aficionada; pero además estudiaba
las cosas y sabía todos los avatares de las corridas de toros.
¿Qué fue lo que estudió doña Leonor? ¿Usted supo cuál era su profesión?
Pues su profesión era madre de familia, que es una de las más hermosas profesiones. Sé
que estudió la primaria pero no sé si más adelante estudiaría secundaria o algo.
Posteriormente la vi actuar con mucho dinamismo, con mucha fuerza en la administración
del licenciado Pedro Quintanilla, como directora de Acción Cívica, donde hizo una gran
labor, sobre todo regenerando el centro cívico que se encontraba en el Parque España, el
Emiliano Zapata, el Antonio Villarreal; en general hizo una gran labor. De ahí, pasó a ser
diputada en la primera legislatura con Jorge Treviño; posteriormente en la administración
de Sócrates Rizzo fue regidora. Después de la regiduría pasó a ser diputada local en la
LXVI Legislatura y ahí tuve mucho contacto con ella, mucha relación.
Era una gran dama, una señora que era para mí una especie, sin ánimo de ofender a la
Iglesia católica, era una especie de madre Teresa de la colonia Independencia. Se convirtió
en la protectora de esa colonia, les consiguió que se les fabricaran las escaleras, que se
subiera el agua; la única ocasión que ha estado pintada toda la colonia ella consiguió la
pintura.
Se opuso y se le atravesó a Sócrates Rizzo y a mundo y medio para que el túnel no se
hiciera por Pino Suárez, el túnel que se hizo acá en Venustiano Carranza. Traía un borlote,
le teníamos miedo porque se echaba encima una bola de gente, no tenía pelos en la lengua.
Ella se aventaba y se aventaba.
En varias ocasiones tuvo en la anterior legislatura algunos enfrentamientos con diputados
porque se venían las precampañas y ella pues, obviamente, apoyaba a su sobrino Carlos
Salinas de Gortari, que resultó ser Presidente de México. Una persona con la que me
consta que llevaba una gran amistad era con Silvia Pinal, cuando venía aquí a las obras de
teatro con sus hijas se las dejaba en la casa a doña Leonor, quien se las cuidaba. Llevaban
una gran amistad. Fue mi madrina de bodas, la invité por el cariño y la estimación. Era
muy activa y siempre su cubículo estaba lleno de gente, se entregaba a la gente. Era una
mujer muy entregada a su causa. En la noche llegaba a su casa y se ponía a leer todos los
periódicos.
¿Qué le comentaba a usted doña Leonor de cómo fue su ingreso a la política?
El asunto empezó con la gran amistad que siempre llevó con el magnífico abogado y
excelente caballero don Pedro Quintanilla. Fue quien la invitó a iniciar su vida política
como directora de Acción Social, hizo tan buena labor que de ahí mereció la diputación,
precisamente por el distrito de la colonia Independencia donde barrió con la votación. Y
después de ahí siguió de regidora con Sócrates. Ahí era compañera mía en varias
comisiones, en la de Nomenclatura, en la de Obras Públicas donde siempre participaba.
Casi vivía ahí en el Palacio, la gente le llevaba de comer y ahí comía con ella.
¿Le comentaba algo de cómo combinaba su vida pública con su vida privada?, ¿no tenía
problemas en ese sentido?
No, por ejemplo, cuando hermanamos la ciudad de Barcelona, Leonorcita fue con ella;
acompañó a Sócrates a Barcelona y siempre andaba acompañada de su nieta y sus
bisnietas, en todas las actividades ahí andaban ellas acompañándola y su yerno, se me va el
nombre ahorita, un muchacho muy agradable, muy simpático. Pero sí se daba tiempo de
atender a la familia. Yo era el que la llevaba y la traía ya en las noches cuando había
algunas actividades y siempre nos invitaba a pasar, a tomar un café; una mujer muy
informada de las cosas políticas, tenía un sentido muy humano de la política, con un
sentido muy –independientemente de su fe, porque era mujer de mucha fe– social de las
cosas.
¿Usted recuerda alguna iniciativa que ella haya defendido durante su periodo como
legisladora, algo que le hubiera interesado particularmente que se sacara adelante?
Ella lo único que defendió a capa y espada, como luego se dice, fue el túnel que la
planeación que tenía Sócrates en su desarrollo urbanístico. Ella se opuso a que se hiciera el
túnel ahí en Pino Suárez porque iba a haber muchas afectaciones a la gente que
representaba. Entonces se cambió el túnel a Venustiano Carranza. Parece que hay el
proyecto de hacerlo de nuevo por ahí, porque ya es muy necesario, pero mientras ella vivió
no lo permitió.
¿Y cómo era la actitud de doña Leonor acerca de los derechos de las mujeres?
Ese punto le preocupaba mucho, siempre estaba rodeada mínimo de unas 15 ó 20 señoras
de su distrito a las que ayudaba con despensas, con cobijas, con gestiones en el municipio;
inclusive cuando éramos diputados jamás vi su oficina sola, y el 95 por ciento de las
personas que ahí estaban eran puras damas de las colonias populares, básicamente la
colonia Independencia.
Luego intervino mucho en la reconstrucción del Obispado, insistía y yo me asocié con ella
que debía ser reconstruido como era, no como lo dejaron; porque ahora parece una casa de
la colonia del Valle, con ciertas características del rococó o de decoración un tanto colonial.
Ella se opuso mucho cuando nos mostraron la maqueta de la redecoración del palacio del
Obispado. Luchó por conservar la tradición, que más valía que se dejaran las columnas
viejas, tratadas de forma que no se siguieran cayendo, en vez de hacer ese adefesio como el
que hicieron.
Inclusive había un señor que había comprado un terreno abajo y estaba construyendo un
edificio de departamentos que tapaba el Obispado. Mucha gente, los amigos del Obispado,
doña Leonor, un servidor, toda la gente de la comisión de Obras Públicas, Chuy Mendoza,
bueno hasta el finado Jorge Padilla se nos unió y le tumbaron los dos pisos al hombre, lo
obligaron a detener la obra porque iba a echarle mas pisos de manera que iba a tapar
totalmente la vista al Obispado.
En relación con esa pertenencia a la poderosa familia Salinas ¿cómo se sentía doña
Leonor, cómo llevaba esa relación con los Salinas, Carlos y Raúl?
Su relación más fuerte la llevaba con la mamá, con la señora De Gortari, Margarita era
gran amiga de ella; con don Raúl como que no estaba muy de acuerdo con las cosas que
hacía, pero sí llevaba muy buena amistad con Carlos y con el otro hermano, que creo que es
arquitecto y con la muchacha, Margarita, creo que se llama la hija, también. Con Raúl no
llevaba una relación, básicamente era con doña Margarita, que cuantas veces venía a
Monterrey la frecuentaba y siempre andaban juntas. Y al licenciado Salinas pues le tenía
una gran deferencia, pero ella nunca ni dragoneó la amistad, ni aprovechó el puesto para
conseguir permisos o enriquecerse o ejercer tráfico de influencias, siempre se portó muy a
la altura de las circunstancias respetando siempre su relación familiar.
Luego me dio mucha tristeza porque cuando Salinas dejó de ser Presidente y entró este
mártir de la democracia, el talentoso de Zedillo, ya no iban más que sus mismas señoras;
pero de todos los señores y los políticos que la buscaban pues el único que la siguió
buscando fui yo, modestia aparte. Y eso le produjo una... mire, perder el poder a los 40 ó a
los 50 años es duro, pero perderlo a su edad creo que fue más difícil para ella.
¿Qué edad tenía ella?
Nunca nos dijo. Quizá más de 80, no puedo calcular. Pero sí la deprimió bastante eso de
que no sonara el teléfono, que no la buscara nadie, que no la invitaran a ningún lado, que
no la honraran, como la tía del presidente ella nunca abusó de eso; fue amable, jamás, en
términos populares, coyoteó un permiso. Lo que le pedía a su sobrino, eso sí me consta
porque yo estaba ahí cuando se lo pidió, fue pintura para la colonia Independencia y
dinero, asignación especial. Sócrates recibió una asignación, no me acuerdo cuántos miles
de pesos para hacer los escalones, el agua y la pintura; ella se lo pidió directamente a
Carlos Salinas de Gortari.
Y la gente de la colonia Independencia a la que tanto benefició ¿también tuvo esa
ingratitud?
No, ellos siguieron fieles con ella, ahí seguían las señoras muy leales, muy fieles y muy
admirables, las debo de reconocer.
¿Usted recuerda alguna cosa que le haya satisfecho particularmente a doña Leonor de
todo lo que hizo en su trayectoria política?
Bueno, cuando Marcelo Benítez anunció que ya no iban a hacer el túnel, estaba muy
contenta, lo consideró como un triunfo personal y obviamente, el día del destape de Salinas
de Gortari le dio mucho gusto por la amistad y la afinidad; pero ella nunca andaba de
oportunista o lambiscona. Que yo sepa nunca fue a Agualeguas, porque a Margarita no le
gustaba mucho ir a Agualeguas, se quedaba aquí con ella cuando venía y era un problema
para el Estado Mayor porque la casa que tenía doña Leonor no era una casa para recibir a
la mamá del Presidente. Y ella se enojaba porque había muchos guardias afuera y los
corría. “Váyanse, váyanse. Yo no quiero pelados aquí”, les decía. Pero ellos tenían que estar
ahí, era su deber.
¿Recuerda cómo fueron sus últimos años aquí en Monterrey?
Muy triste, muy marchita sí quedó. Nunca me lo confesó pero sí se sentía el olvido. Y como
les digo, me consta, ella nunca coyoteó un permiso, nunca utilizó esas influencias más que
para beneficio de su gente de la colonia Independencia.
¿Usted pudo verla en sus últimos días, dónde falleció?
Sí, en el Hospital Muguerza enferma de un enfisema, de algo pulmonar, no porque fumara
porque nunca fumó. Ya las últimas veces me daba mucho coraje, mucha tristeza de verla;
algo que nunca he podido aceptar es la ingratitud humana, la traición, la hipocresía, ella la
sufrió mucho y creo que eso ayudó a que se enfermara y no tuviera muchas ganas de vivir.
Si usted pudiera definirla en una frase, ¿cuál sería?
Que fue una gran mujer, una dirigente natural pero le costó mucho esfuerzo serlo,
que luchó por lo que creía y creyó en lo que luchaba; que dejó una gran huella entre
esa gente que nadie ayudaba, que estaban olvidada, fatalmente abandonada. Ella
logró reavivar ese sector. Cuando íbamos a visitar las obras no le seguíamos el paso,
la viejita sube y sube y nosotros todos bofos, sudando, no aguantábamos. Sócrates,
que estaba más gordito, apenas respiraba, pero ella como si nada, escalón tras
escalón. Empezábamos desde arriba y no paraba la viejita, cosa admirable; pero era
el alma, yo creo que un cuerpo sin alma… ya puedes ser Arnold Schwarzeneger y no
levantas un vaso. Era el alma, era el cariño, el entusiasmo. Eso era ella.
María del Carmen González García
Diputada local en la LXV Legislatura (1988-1991)
por el Partido Revolucionario Institucional
Nace el 28 de febrero de 1931 en Monterrey, N.L. Su padre es Rodolfo González
Montemayor y su madre Concepción García de González. Cuenta con estudios de
Comercio, de Artes Plásticas en la Universidad Autónoma de Nuevo León y
diplomados en formación familiar, entre otros.
Fue miembra del PRI de 1960 a 2000; en su quehacer político fue regidora,
secretaria general de la Organización Femenil ANFER, directora de Asistencia
Social de 1980 a 1982; fue diputada local en la LXV Legislatura, vicepresidenta
del CECAP de 1989 a 1991, secretaria ejecutiva del Patronato de Finanzas del
Comité Municipal del PRI y de 1994 a 1997 regidora, todo dentro del municipio de
San Nicolás de los Garza. N.L.
¿Cómo se interesó en la política?
En vida de mi padre, a él le gustaba mucho participar; jamás aceptó ningún cargo porque
no le gustaba, platicaba con todo mundo, fue un hombre muy consciente y muy humano al
que le gustaba hacer bien las cosas. Yo me iba con mi padre porque me gustaba lo que
hacía, siempre me gustó la política.
¿Cuándo empecé con la cuestión política?, empecé con el contador público Miguel
Barragán, como primera regidora. Después estuve como regidora dos veces más. Y así ha
ido evolucionando con el tiempo y he ido escalando unos peldaños. Para la diputación, yo
era suplente de Rogelio Villarreal Garza, que en paz descanse; un hombre a quien quise
mucho, igual que a su esposa. Hoy ya no puedo, son muchos años, ya estoy tranquila. De
todas maneras los líderes vienen a buscarme y trato de ayudarlos; esté el PRI, el PAN, el
que esté. Si no es aquí me voy hasta Monterrey.
¿Sigue participando en actividades comunitarias?
Claro que sí porque eso me llena, participar en esto puedo decir que es mi vida, una parte
de mi vida, porque se ha ido acabando poco a poco. No digo que ahorita sea el ocaso de mi
vida porque pueden pasar todavía muchos años, pero participo porque me gusta. Siento
mucha satisfacción al poder ayudar a la gente humilde, que muchas veces no tienen ni
siquiera la participación del voto o no saben cómo hacerle, hay que explicarles. En fin, hay
muchas cosas dentro de la política que se nos presentan.
¿El ser mujer le representó una ventaja o una desventaja cuando participó en política?
Para mí fue una ventaja muy grande, porque vas madurando a través del tiempo, te van
pasando tantas cosas que es increíble y logran que te hagas una mujer consciente y
humana. Lo repito mucho porque así somos los que participamos en política la mayor
parte, sobre todo las mujeres, tienen conciencia de qué ha sido nuestra vida a través del
tiempo, cómo nos vamos formando, cómo vamos madurando emocionalmente. Y eso para
mí es una bendición.
¿Tuvo que enfrentar algún reto especialmente difícil?
No los tuve. Del partido que sea, del PRI, del PAN, siempre me atendieron, siempre me
apoyaron con las necesidades del pueblo y nunca vi una mala cara. Vamos a lo que es la
realidad: cuando la gente va a la Presidencia Municipal, no va a saludar, va con un
problema que le está preocupando. Entonces ahí es donde nosotros nos metemos y vamos
a ver de qué se trata, cómo podemos ayudar; y si la piedrita no sale del cedazo, entonces
vamos con el alcalde. Hasta ahorita he tenido muy buena contestación. Eso me enorgullece
y me da mucha satisfacción haber podido trabajar y que se conozca un poquito de mi labor
política.
¿Cómo aprendió a hacerla?
Poco a poquito, la misma vida me fue enseñando, porque no hubo quién me explicara las
cosas. Todavía me decían algo y yo no sabía cómo hacerle. Pero Dios me iluminó, fue
abriendo los escalones poco a poco para entender y comprender; conocer a nuestros
líderes, a mujeres que se entregaban al partido no importando el horario que fuera, éramos
felices aunque llegando a la casa nos regañaran, felices de haber traído a nuestro candidato
en las campañas. Nos subíamos a unas sillas para poner los pendones y todo lo que nos
daban para propaganda. Y lo hacíamos, las mejores mujeres de San Nicolás con dinero y
sin dinero trabajaban, porque era el candidato que nosotros apreciábamos, que nosotros
queríamos.
Ahora necesitamos que el PRI ponga mucha atención a lo que realmente sucede en San
Nicolás, reconocer a nuestros líderes de ayer y de ahora; se tiene que hacer una buena
investigación y poner realmente a un hombre como candidato, un líder que conozca San
Nicolás, que conozca a su gente, sus necesidades.
¿De qué forma combinaba el trabajo de la casa con el sus cargos?
Es muy fácil, todo es que uno quiera. Llegaba de lo que estábamos haciendo para la
comunidad, llegaba sobre los baños para que estuvieran limpios; en la mañana a bañarse
todos los niños que iban a la escuela, hacerles su almuerzo. Ya que se iban mi hijos
empezaba yo con la casa y dejaba la comida hecha, por si acaso se me hacía tardecito o
desde en la noche a veces preparaba para que mi viejo no tuviera nada qué decirme. Tal vez
esto sea muy sencillote, como lo digo, pero eso es lo que siento.
¿Qué es lo que le ha dado más satisfacción de su trayectoria?
Haber cumplido con mi familia y haber cumplido con mi partido.
¿Se ha avanzado en materia de derechos para las mujeres en México?
Claro que sí, poco a poco se han abierto las ventanas para las mujeres, aunque ha habido
sus casos en que las hacen a un lado.
¿Hay un estilo diferente de hacer política de las mujeres?
Mire, en esto el hombre no entra, toca la puerta, pero las mujeres en un segundo ya
estamos platicando con el ama de casa.
Hay muchas formas, poner atención sobre todo a esas gentes que vienen a pedirte ayuda;
porque para que te estén pidiendo es porque ya no duermen con el problema que traen,
aunque sea fácil para nosotros. Nunca les he dicho que vengan después, no se trata de
engañar, se trata de ayudarlos, entenderlos y de ponernos a trabajar, que si no es en ese
instante no te olvides de la persona.
Interesarse por el prójimo es importantísimo. Y muchas mujeres pueden entrar, y si les
gusta la política, éntrenle, pero enteras, conscientes, humanas, para entender a aquel que
necesita y que le ayuden; hacernos amigas de todo mundo, todos tenemos ideales.
¿Qué nos falta hacer para que tengamos más acceso a la participación política o a otros
derechos?
Estar más preparadas. Algunas personas van a criticarme, pero ni modo, las cosas hay que
decirlas. Las mujeres profesionistas son las mujeres que más pueden ayudar porque
conocen de leyes y hasta qué punto pueden llegar; problemas en la comunidad hay
muchos, pero muchas veces los ignoramos porque no somos profesionistas, porque somos
espontáneas, porque nos gusta la política y entramos porque nos llena. Aunque yo sé que
he dejado a muchísima gente feliz y satisfecha con mi trabajo.
Aunque me critiquen habemos muchas mujeres muy buenas, pero también tenemos
traidoras y oportunistas que fingen ser amigas nada más para llevar agua a su molino. Y
eso no se vale, porque aquí en Nuevo León hay muchas mujeres profesionistas que valen
mucho y a ésas se les debe de tomar en cuenta. El valor de esa mujer para salir adelante, el
valor de ese hombre para salir adelante, eso es lo que necesitamos, profesionistas dentro
del Congreso del Estado.
¿Qué les diría a las mujeres de Nuevo León que quieren participar en política?
La que se mete es porque le gusta la política, pero que no busque nada más ir a platicar con
el grupo de damas. Lo principal que hice fue meterme a las colonias y preguntar quién era
el líder, dónde vive, e inmediatamente ir a visitarlo, porque no me conocían. Yo nunca
estuve atrás de un escritorio, para mí era muy difícil y ahorita hay muchas mujeres que
están nada más detrás de un escritorio y eso no es bueno. Hay que conocer a nuestras
líderes, ver qué se puede hacer por ellas.
Susana González Zambrano
Diputada local en la LXVII Legislatura (1994-1997)
por el Partido Acción Nacional
Nació en Monterrey, N.L., el 31 de agosto de 1937. Es la hija mayor de Arturo E. González
García y María Luisa Zambrano Hernández. Sus estudios los realizó en México y Estados
Unidos. Es casada, tiene seis hijos y 17 nietos.
Es miembra del PAN, donde ha desempeñado diversos puestos administrativos y de
promoción de la mujer. Fue regidora del municipio de San Pedro en el periodo 1992-1994.
Diputada local en la legislatura LXVII en el periodo 1994-1997, cuando presidió el
Congreso del Estado de Nuevo León en octubre de 1995 y octubre de 1997, y la comisión
de la Organización Interna de los Poderes.
Se desempeñó como titular de la Coordinación Estatal de la Mujer en el Estado, de 1998 a
2000.
¿Cómo se empezó a interesar en la política?
Siempre y la verdad que desde chica estuve interesada. Desde pequeña tenía esa inquietud,
resulta que en las elecciones que hubo para presidente, que fue Almazán contra Manuel
Ávila Camacho, en 1939-1940, aquí hubo problemas en cuanto a que en algunas casillas se
desataron balaceras, yo estaba demasiado chica pero escuché comentarios.
Curiosamente pasados los años, tuvimos unos vecinos –nosotros vivíamos en la colonia
María Luisa– y supe que a la señora le mataron al papá en una de esas balaceras. Cuando
la volví a ver tiempo después, ella me lo volvió a contar, a su papá lo habían matado porque
él apoyaba a Almazán y él cuidaba la casilla, hubo la balacera, llegó un grupo armado y este
señor murió.
Entonces desde chica siempre estaba esperando elección tras elección que se pudiera dar el
cambio, fueron muchísimas frustraciones las que pasé. Luego me tocó la gran suerte de
que en mi vida empecé a ver la alternancia política y elecciones más tranquilas. A mí me
tocó ver y participar en elecciones donde había porros y robos de urnas, pero luego ver el
cambio y llegar al punto donde estamos ahorita es una gran satisfacción.
Parte de esas situaciones, de esas vivencias y de ese sentimiento que yo traía desde chica,
fue lo que me hizo siempre estar participando en el Partido Acción Nacional, mis papás
eran simpatizantes panistas, nada más. Yo también era simpatizante en un principio pero
siempre estaba ayudando en las elecciones. Cuando la primera vez que contendió
Fernando Canales Clariond para gobernador contra Jorge Treviño, debe haber sido en
1987, me pidieron que ayudara en una sección electoral a conseguir representantes de
casilla y creo que hice un buen papel.
De ahí pues me empezaron a invitar más y más y me empecé a involucrar de una manera
más activa dentro del PAN y para entonces me afilié, fue entre 1985 y 1987. Lo siguiente es
que un día me habla Juan Celada, que fue diputado local, para invitarme a ser su suplente
en la elección de diputados locales por el distrito 13, que era San Pedro Garza García, luego
redistritaron y fue el 18. Cuando vi carteles con mi nombre, pensaba que si mi abuelita
viviera le daría mucho gusto, porque ella era sumamente conservadora y nunca se hubiera
imaginado que una nieta estuviera participando.
¿Cómo fue su experiencia?
Para mí fue un shock verdadero, de repente verme así. Yo tenía una vida privada muy
reservada y realmente me causaba un poco de angustia esa situación de tener que pararme
ante un público que no conocía, que no sabía ni qué tenía que hacer. Pero bueno, en ese
camino fui aprendiendo. Resultó que ganamos esa elección con mayoría y después de eso
curiosamente me pidieron que si quería dirigir el comité municipal del PAN de San Pedro,
yo fui la única candidata.
Fui presidenta del comité durante tres años. Ahí me fui tranquilizando y aprendiendo
muchas cosas, desde luego que me tomé un curso de comunicación para líder
organizacional y en la práctica vas conociendo, aprendiendo y tranquilizándote. Ese
periodo fue de muchas satisfacciones para mí porque logré reorganizar el PAN, una buena
lista de miembros, cuotas, hacer solvente la economía del comité municipal, ponerlo al
corriente, aumentar la membresía y hacer una compaña para financiar la remodelación de
las oficinas del PAN. Ahorita las oficinas están así gracias a esa campaña que nosotros
hicimos. Me tocó ser presidenta en dos elecciones, todas las ganamos. Es una buena
rendición de cuentas, me da mucho gusto haber hecho eso.
¿Cómo abordó la causa de los derechos de las mujeres?
Pasados los años, cuando fui regidora de San Pedro empecé a conocer la problemática en
particular del municipio, fue un trabajo muy interesante, también me siento satisfecha del
trabajo que hicimos en esa época. Al concluir contendí otra vez pero ahora para diputada
propietaria por el distrito 18. En ese andar en campaña me reuní con grupos de mujeres
que tenían muchos problemas, particularmente me mencionaban aquellas mujeres que
querían o estaban en un proceso de divorcio, todo el calvario que habían sufrido a través de
ese proceso, entonces les ofrecí que una vez llegada a la diputación vería qué podíamos
hacer precisamente para tratar de componer ese tipo de situaciones y padecimientos que
hubieran tenido ellas.
Viene la elección, salimos electas; como primer objetivo me propuse revisar el marco
jurídico y ver dónde estaba el problema. Inmediatamente nos dimos cuenta que el Código
Civil del Estado era absolutamente obsoleto, no estaba acorde al marco constitucional
federal y era urgente hacer algunas reformas. El grupo legislativo del PAN autorizó un
presupuesto para hacer investigación, contactamos a unas abogadas de la Libre de
Derecho, conjuntamente hicimos una investigación muy a fondo. De ahí surgió una
propuesta para una iniciativa de reformar unos 45 artículos del Código Civil buscando la
igualdad de derechos para hombres y mujeres, cuestiones del reconocimiento de hijos y de
la tutela. Resultó un trabajo muy interesante.
La verdad, en ese tiempo la mujer tenía que pedirle permiso al marido para poder trabajar,
el hogar conyugal lo fijaba el hombre, había una serie de cosas muy absurdas que había
que cambiar. Hablando de la tutela, decía que no podía ejercer la tutela una idiota o una
mujer iletrada; un hombre iletrado sí podía, pero una mujer iletrada, no. Eran insultos a la
inteligencia. Nos abocamos a eso, batallamos muchísimo.
El estudio lo hizo el grupo del Partido Acción Nacional, pero yo invité a la diputada
Rosalinda Robledo que participara conmigo, compartimos el trabajo y el cabildeo. Fueron
más de dos años para poder lograr que nos aprobaran la iniciativa. De hecho le hicieron
algunos ajustes, pero más valía avanzar que pelearnos por un artículo más. Logramos que
fuera aprobado por unanimidad.
Es una satisfacción que me da este asunto, a pesar de todo ese trabajo y ese calvario, ya no
sabíamos si ponernos en huelga sentadas, de hambre o de alguna cosa. Realmente ha sido
la primera iniciativa que ha habido con la perspectiva de darles la igualdad al hombre y a la
mujer. Hubo ciertas reformas que de alguna manera mejoraron la situación de las mujeres,
fue con perspectiva de género, hombres y mujeres se ven mejorados porque precisamente
establecía las obligaciones para la mujer y para el hombre de manera muy diferente. Antes
el hombre tenía toda la carga de mantener el hogar y la mujer de cuidar el hogar y a los
hijos nada más. Era muy tajante.
¿Cómo fue su experiencia al frente de la Coordinación Estatal de las Mujeres?
Bueno. Satisfacciones y frustraciones. En este camino siempre es así. Creo que avanzamos
muchísimo. De las primeras cosas que hicimos al principio fue un estudio sobre los temas
prioritarios para actualizar las leyes de acuerdo a una recomendación que había hecho la
Comisión de Derechos Humanos y los compromisos que ha firmado México con la ONU.
Hicimos un estudio general con una propuesta de reformas que debían de hacerse en todo
el marco jurídico. Se hablaba sobre la ley de educación, reformas a la constitución porque
se había homologado la local con la federal en el sentido de la igualdad de la mujer; la ley
del ISSSTELEÓN, varias. El estudio se llama “Temas Prioritarios de Actualización”. Se
avanzó en eso, se hicieron las reformas correspondientes.
El entonces gobernador Fernando Canales mandó las reformas correspondientes al
Artículo Primero de la Constitución, otorgando la igualdad al hombre y a la mujer, la
posibilidad de decidir el número de hijos, el espaciamiento de éstos. También en términos
de lenguaje, siempre que se hablara en términos masculinos se entendiera que también
estaba incluida la mujer, a menos que se especificara lo contrario y eso fue muy
importante, porque cubre todo el tema de interpretaciones para todo el marco jurídico. Si
se habla en términos del hombre, pues ya estamos incluidas las mujeres. En la Ley de
Educación ya se usa perspectiva de género, yo no digo que esté perfecta, todavía puede
mejorarse, pero fueron avances y considero que sustantivos.
También en el Congreso se hicieron algunas reformas al Código Civil y Penal y de
Procedimientos para atender la violencia familiar y problemas de este tipo. Cada año, cada
legislatura trata de poner su granito de arena. Lo más importante es que nosotros
empezamos a abrir el camino. Sé que de antemano hubo trabajo de muchísima gente, pero
qué suerte haber estado ahí.
En cuanto a otras cosas que hicimos, pues tuvimos oportunidad de hacer otros estudios
que eran importantes para darnos cuenta que las mujeres no eran visibles todavía, que no
encontrábamos referencias de mujeres participando en los diferentes ámbitos: en la
fundación de Monterrey, nada; en las cuestiones empresariales, nada. No hay registros
concretos, encontramos algo sobre escritoras pero prácticamente casi nada.
Nos abocamos a hacer cuando menos una publicación, a hacer visible un trabajo muy
importante de las mujeres que trabajan en las organizaciones de beneficencia pública y que
son comandadas por mujeres. Hay organizaciones de trascendencia internacional y
muchas otras de trascendencia nacional, pero nacieron en Monterrey, fue el esfuerzo de un
grupo de mujeres que empezó a trabajar hace 15 ó 20 años para foguearse e ir aprendiendo
en el camino. Es impresionante leer el libro y ver que están organizadas como si fuera una
pequeña empresa; la trascendencia de ese trabajo es importantísima.
Tuvimos la oportunidad de visitar todo el estado, de conocer muchísimas personas de
todas las clases sociales, mujeres y hombres. Conocer problemáticas de todo tipo, ayudar a
mucha gente. Algunos problemas bien resueltos, otros difíciles de resolver porque a veces
eran cuestiones familiares; ésa es una de las frustraciones cuando te topas con el poder
judicial y con el poder económico, que de alguna manera hace que se cometan injusticias
en contra de esas mujeres. La única satisfacción como sea era haber intentado, haberles
dado confianza, haber fortalecido un poco su autoestima, darles una esperanza de que sí
hay solución y que no están solas.
También apoyamos dando capacitación, pláticas y charlas. Contactamos a mujeres
empresarias para darles también una oportunidad, porque a veces las mujeres no
invertimos en nosotras, toda la inversión es para el negocio y para llevar a la casa y no
dejan reservas para seguirse capacitando. Hicimos cursos y seminarios con la colaboración
del Instituto Tecnológico. Otra cosa muy importante fue la sinergia con el ITESM para
hacer un programa en el municipio de García con el fin de desarrollar habilidades y oficios,
aún continúa y es muy enriquecedor para las mujeres de ese municipio.
Si usted quisiera dejarles un mensaje a las mujeres de Nuevo León ¿cuál sería?
Hay que fortalecer nuestra autoestima para empezar, hay que prepararnos más, estudiar,
capacitarnos y no alejarse, estar presente porque las oportunidades surgen y hay que
tomarlas, no hay que tener miedo, enfrentar el futuro con ánimo y con esa actitud. Con una
buena capacitación, una buena formación y con una actitud positiva enfrentar los retos que
se nos presenten en el futuro y asumirlos. Creo que es nuestro derecho, pero también
nuestra obligación.
México necesita muchísimo la participación de todas las mujeres. En la medida en
que más mujeres participemos, probablemente el país cambie, se haga más
humano, probablemente llegue a estar mejor gobernado y ser más justo para todos.
Por eso las invitaría a todas, que no se arredren, que le metan muchas ganas y
dejen afuera los miedos. Prepararnos para poder enfrentar del mejor modo posible
esos retos que siempre tenemos enfrente.
Ana María Yavidia Guerrero Pedraza
Diputada local en la LXIII Legislatura (1982-1985)
por el Partido Revolucionario Institucional
Nace en el municipio de Linares, N.L, en 1952. Su madre es Armandina Pedraza Flores y
su padre Federico Guerrero. Estudió para maestra en la Escuela Normal Básica “Miguel
F. Martínez” y en la Normal Superior del Estado, así como las carreras de Nutrición y
Leyes en la UANL. Recientemente concluyó su carrera en Diseño de Modas.
Fue secretaria de Acción Femenil Juvenil en la CNOP, directora de Asistencia Social del
Municipio de Monterrey, oficial del Registro Civil y de 1982 a 1985 diputada local por el
quinto distrito de Monterrey, así como fundadora de la Organización de Colonos,
Inquilinos y Posesionarios de la CNOP, en 1979. Actualmente es empresaria y está
retirada de la actividad política.
De niña siempre fui muy inquieta, el detalle de siempre ayudar al que no tiene o al que le
falta algo. Aprendí mucho de las juntas que hacía mi papá, fue dirigente del Sindicato de
Caminos, inclusive fue el que hizo la primera colonia de Caminos, aquí en Monterrey.
Desde ahí me gustaba acompañarlo, recuerdo que había con mi papá una licenciada muy
activa, no sé si todavía viva, la licenciada Elba, una señora ya de mucha edad y ahí comenzó
todo. Me gustaba mucho que mi papá hiciera por la gente que no tenía lo necesario y mi
mamá, siempre apoyándolo. Luego ella se enroló en las juntas de mejoras en las
comunidades para poder ayudar a la gente que les faltaba agua, luz o servicios.
¿En qué momento decide incorporar esa inquietud a su vida, a su actividad?
Mi papá y mi mamá siempre iban a la par, siempre les gustaba lo mismo en las cosas
sociales. De mis tres hermanos a mí me gustaba más que a ellos. A los 15 años me dieron el
primer puesto de secretaria de Acción Femenil Juvenil en la CNOP. Admiro mucho a la
licenciada Juana María Torres y a la licenciada Margarita Flores, ellas son los pilares de la
política fuerte. De ahí yo salí porque nos daban mucha oportunidad y mi mamá colaboraba
mucho. Cuando mi papá ayudaba a la gente humilde del sindicato, mi mamá también
coordinaba para que la asesoraran, para ayudarlos mejor. Ahí mi mamá se fue abriendo
paso, también me llevaba y ahí aprendí.
¿Cómo fue esa responsabilidad como secretaria de Acción Femenil?
Bien difícil, pero bien bonita. Inclusive yo estaba en primero de la Normal cuando tuve esa
experiencia; sales de secundaria, no hice prepa, me fui directo a la escuela “Miguel F.
Martínez”. Empecé a organizarme con las jovencitas en las comunidades de las colonias,
primero a hacer partidos deportivos, hacíamos bailes para obtener fondos, hicimos
también el ballet que participaba en las campañas, en especial en la campaña del doctor
Zorrilla, que en paz descanse. Después de la juvenil femenil, fue la Secretaría de Acción
Femenil de la CNOP, después la Secretaría Social, la Secretaría del Interior, la Secretaría
de Organización. Después me dieron la Secretaría de Colonos.
¿Cómo la recibían al ser mujer y participar en esas actividades, no encontraba
resistencia en los compañeros varones?
No, cuando uno a ellos les da su lugar. En aquel tiempo siempre fui muy joven para dirigir
cualquier puesto, para mí era muy difícil convivir con gente que a veces eran mayores y
dependían de mí. Aunque fueran varones siempre les das su lugar en el aspecto de qué
opinaban, qué sugerían, estamos bien o estamos mal, así fue como me los empecé a ganar a
los hombres. Así fuimos enrolando gente y no nada más dirigía a las mujeres, sino también
a hombres.
¿Algún obstáculo que recuerde haber enfrentado durante esos tiempos?
Obstáculos siempre los hay, sabes bien que los hombres de nosotros no están impuestos a
que la mujer luche; está impuesto que la mujer está en su casa con sus hijos y que él es el
que trabaja. Entonces hay que irle metiendo poco a poquito que no hacemos nada malo,
que son reuniones sociales, apoyos para las comunidades, apoyo para lo personal. Hay
muchas formas de cómo coordinamos lo social para que el hombre vea que nosotras
apoyamos de verdad la causa en la pareja, para que dejara participar a su mujer. Muchas
mujeres no participan porque tienen ocupado el tiempo por parte de sus parejas que no
fácilmente les permiten; o simplemente el hombre le dice que para qué anda ahí y pierde el
tiempo. Entonces les vamos ayudando, damos clases de manualidades.
¿Cómo fundó la Organización de Colonos e Inquilinos y Posesionarios?
Después de que tuve todos los puestos me dirigí mucho a ayudar a la gente que le faltaba
todo, soy maestra y siempre ése era mi lema. Fui la candidata de reina de fiestas
septembrinas de la CNOP, gané el segundo lugar. Me decía el gobernador Zorrilla que si
quería ser reina por un día o ser reina de toda la gente humilde que representaba. Le dije:
“No, señor gobernador, prefiero ser reina de toda mi gente humilde, yo quiero estar en una
silla del Congreso para en un futuro ayudar a mi gente”. Y gracias a ese gobernador se me
realizó el sueño. Con él no me tocó ser diputada porque tenía 18 años, apenas me estaba
recibiendo de maestra.
En la Secretaría de Acción Femenil coordinábamos la campaña de huertos familiares en las
comunidades. Regalábamos la semilla y la gente tenía su propia parcelita. La esposa del
gobernador, la señora Conchita Velasco de Zorrilla, ayudó bastante para proveernos de
semilla. Cada semana, las directivas de cada área, de cada comunidad se reunían,
recolectaban lo que tenían y se lo repartían. En ese tiempo había gente que no tenía ni para
el paquete de tortillas; habíamos visto todas esas carencias y esa campaña pegó bastante.
De ahí fue el apoyo que me dieron para que a mí me gustara, me ayudaron mucho en lo
social y me fui encumbrando con el gobernador Zorrilla.
Fui regidora de Monterrey y diputada local, fui directora de Asistencia Social de Monterrey
con César Santos. Siempre me gustaba que me pusieran en lo social para ayudar, gestionar
y apoyar. El trabajo de un diputado es legislar, pero cuando no se legisla completamente se
tiene espacio para hacer gestión social, porque el ciudadano que votó por ti tiene muchas
carencias de muchas formas. Yo contendí por el distrito V local, todo lo que es la
Independencia, el Centro y la colonia última a un lado de Cementos.
¿En su campaña abanderó causas específicas para las mujeres?
Yo siempre hacía el apoyo hacia la mujer, que el esposo le diera participación; apoyándolas
en las carencias que tenían. Claro que no soy maga, pero gestionamos las cosas para
apoyarlas; que una no tenía terreno, se le gestionaba; que tenía terreno y no tenía como
construir su cuartito, se le gestionaba un paquete de material; se conseguían becas y se les
regalaban sus libros, siempre y cuando no bajara el niño de calificaciones de nueve o diez.
Como cuatro temporadas di mil becas, muchos niños se recibieron de técnicos electricistas,
plomeros, todo lo que es técnico.
¿Ha sufrido discriminación, ha encontrado algún obstáculo?
Sí los hay. Pero me siento bien halagada porque todos los puestos que tuve fue porque
siempre he representado gente y esa gente me llevó al poder. A mí jamás me recomendó
nadie, me recomendó mi trabajo. Cuando uno llega al poder por la gente tienes mucho
compromiso, porque carecen de todo y no les puedes fallar. El último puesto que tuve fue
como secretaria de la Liga Municipal de Monterrey, es un puesto que siempre habían
tenido los hombres.
En la Secretaría General era representar a todas las secretarías en general, sindicatos del
Seguro Social, de profesionistas, artesanos, comerciantes, todo lo que es la CNOP en
Monterrey. También representé a los aseadores de calzado, a los de la Lotería Nacional,
inclusive yo fui la fundadora con ellos cuando estaba de alcalde Óscar Herrera; sacamos los
módulos porque estaban a la intemperie, con el apoyo del alcalde logramos construir sus
casetitas para que no estuvieran en el sol.
¿Recuerda algo impulsado dentro del Congreso durante su periodo que fuera
significativo para las mujeres?
Las mujeres siempre se acercaban porque querían vivienda y a las madres solteras siempre
se les dio oportunidad. A las mujeres embarazadas, por ejemplo, no las admiten en muchas
fábricas. Ahora ha cambiado un poco más esa restricción.
Durante el periodo de don Alfonso Martínez Domínguez se hicieron algunas
modificaciones, por ejemplo, para las madres solteras, los apellidos de los hijos e hijas,
¿recuerda cómo fue ese proceso?
Que no hubiera hijos naturales, darles la oportunidad a los niños que tuvieran la
oportunidad de tener sus apellidos como es debido; generó mucha discusión pero si se
hace, se genera discusión, si no se hace, también. Don Alfonso siempre hizo por la gente.
Fue un gobernador de Nuevo León que ha hecho mucho por la mujer.
¿Cuáles considera han sido sus mayores logros?
Me siento muy realizada con lo que hice estando al frente desde muy niña, porque yo desde
muy jovencita dejé de ser joven para dedicarme a cosas formales y participar. Vengo de
gente que tiene todo lo necesario y la filosofía de mi papá era siempre acordarse de ayudar
a la gente que lo necesita. A mis hermanos no les gusta la política.
Me siento muy realizada, soy empresaria, tengo mis negocios. Mi periodo terminó hace
nueve años y ya no pienso volver a la política porque otras generaciones tienen que venir,
yo ya di mi juventud y todo; ahorita las que podamos asesorar, encantadas. A la gente les
faltan recursos económicos, está muy golpeada con la situación del país, hay que hacer algo
ahorita. Es el momento que las legisladoras, las regidoras, las funcionarias, me estoy
refiriendo al género femenil, pugnen por sembrar algo todas para ayudar a la mujer.
¿Qué hace falta en Nuevo León para la equidad entre hombres y mujeres?
Es difícil, el hombre todavía no puede ver a una mujer que esté dando órdenes y eso es el
error más grande del político. No porque nos den una oportunidad y responsabilidad
grande, no vamos a ser respetuosas con el ser humano.
¿Cómo empresaria ha enfrentado las mismas dificultades que en la política?
Como empresaria veo igualmente el problema de la mujer. La madre soltera, la mujer
divorciada, la mujer separada, en mi medio la mayoría de mujeres tiene el mismo
problema. Hay que apoyar a las madres solteras para que los niños sigan estudiando. En
mi equipo de trabajo tengo bastantes mujeres, la supervisora tiene varias operarias
costureras, la diseñadora patronista. Los únicos hombres son los cortadores.
¿Quisiera dejar un mensaje a las mujeres de Nuevo León?
Nada más decirles que es muy importante el respeto. Si hay respeto en la familia, los hijos
van a ser bien dirigidos y la pareja tiene que estar coordinada para poder participar con los
hijos. La mujer puede participar donde ella crea conveniente y el hombre también.
Hay mucha responsabilidad para las mujeres que encabezan la familia, el ser madre es una
responsabilidad y una cosa muy bonita. Con todos mis respetos al hombre, ¿él de dónde
nació? De una mujer, entonces debería de haber muchos espacios para que la mujer
participe coordinada con el hombre.
Admiro mucho a la licenciada María Elena Chapa y lo que hacen en el Instituto, es una
mujer que ha luchado mucho por las mujeres, que ha estado en puestos muy importantes y
no se ha salido de la cureña. Es bien importante apoyarla y hay que pensar qué vamos a
hacer para que ella apuntale bien todo esto.
Rosaura Gutiérrez Duarte
Diputada local en la LXX Legislatura (2003-2006)
por el Partido Revolucionario Institucional
Nació en Irapuato, Guanajuato, hace 52 años, pero desde muy pequeña reside en el
municipio de Doctor Arroyo, N.L. Su madre es María de la Luz Duarte Castillo y su padre
Sidronio Gutiérrez García. Es la menor de un total de seis hijos.
Estudió la licenciatura en Educación Primaria de la Universidad Pedagógica
Nacional. Su vida profesional se desarrolló en el magisterio y la función pública.
Está casada y tiene cinco hijos y cinco nietos. Es miembra del PRI y ha
participado activamente como delegada, representante, coordinadora del
partido, así como en diversas campañas políticas.
Fue diputada suplente y presidenta del DIF de Doctor Arroyo y regidora en el
periodo 1997-2000 por el mismo municipio. Es diputada local en la legislatura
LXX para el periodo 2003-2006.
¿Cómo fue que se transformó en líder política?
En 1968 me afilié al PRI. El trabajo magisterial te hace ser político. Ahí empecé a
incursionar en la política sindical, en mi trabajo. En otro ámbito, cuando mi esposo fue
presidente municipal, empecé totalmente mi política hacia la comunidad, pude tener ese
contacto directo con la ciudadanía.
El DIF es una institución donde realmente debe ver uno las necesidades de los ciudadanos,
pero verla con ojos de la realidad, porque a veces es muy difícil cuando tú politizas una
institución tan noble como ésta. Realmente tienes que entregarte las 24 horas y fue lo que
hice. Mi esposo fue en dos ocasiones presidente municipal, pero en una fue suplente y yo
fungí como presidenta del DIF del Municipio de Doctor Arroyo.
Posteriormente participé en una planilla como regidora y llegué a ser regidora en la
administración 1997-2000. Consecutivamente, una experiencia maravillosa que nunca la
voy a olvidar, es haber luchado en una contienda muy cerrada dentro del municipio para la
alcaldía. Desgraciadamente, nuestro municipio es el penúltimo del sur del Estado y todavía
existe algo de machismo. Con todo y eso, quise vivir la aventura porque te hace crecer
como persona, al encontrar esa puertita que todavía no quiere abrirse totalmente.
Aunque yo no entré, fui la primera mujer que se aventó a una contienda, por lo cual estoy
orgullosísima y más porque di muestras de lealtad a mi partido; pero sobre todo, de lealtad
a quien creyó en mí. Comento con mis amigas diputadas, esta vida es tan hermosa y te da
unas experiencias maravillosas. A los tres meses de que empezó la contienda, me invitaron
para representar el XXVI Distrito como candidata del PRI, el que orgullosamente
represento y que es uno de los municipios más alejados.
Digo orgullosamente porque hacer una campaña a lo largo de seis municipios es muy
cansado y muy difícil, pero muy reconfortante al obtener los resultados que ningún
diputado había obtenido en la historia de Doctor Arroyo. Yo dormía acaso dos horas o tres
y me levantaba con tanta entereza por la pujanza de la gente, de las mujeres, la esperanza
de esos niños, me hacía sacar las energías para seguir en este trabajo. Por eso y gracias a
esa confianza siento mucho compromiso y responsabilidad al estar en un Congreso.
¿A qué obstáculos se enfrentó?
Es sabido de todos que dentro de los municipios pequeños se forman grupos, como en las
grandes ciudades. A lo que me enfrenté fue al reto de las viejas estructuras de la política
que no quieren que el ciudadano sepa a lo que tiene derecho. Ése ha sido mi reto, decirle a
la gente: esto es tuyo, esto te pertenece. Ese tiempo de que “me debes esto y me lo pagas
con el voto el día de mañana”, ya quedó atrás.
Mi reto fue con los grupos políticos de las personas grandes, de mucha experiencia pero
que se quedaron en el pasado. Ahora el presente debemos de vivirlo, pero vivirlo con
responsabilidad.
Ya no son los tiempos en los que al ciudadano se le decía: “¿sabes qué?, te cierro mi puerta
porque no eres de mi grupo”. Ahora no, ahora ése es mi reto, decirle: “yo soy diputada de
todos, de ti que creíste en mí y votaste por mí; y de ti que tuviste la duda y no lo hiciste,
contigo tengo más compromiso”. Para que el día de mañana esa credibilidad sea forjada en
la esperanza de que alguien va a luchar por ti. El reto mío no fue propiamente por la
ciudadanía, sino por los choques y las pugnas de los bloques políticos.
¿Ser mujer facilitó u obstaculizó su labor?
Esa experiencia para mí es inolvidable, orgullosamente soy la primera diputada del distrito
después de sufrir una derrota. Aunque no fue derrota, yo la vi como una experiencia
maravillosa y una oportunidad que Dios me había dado para poder tomar fuerzas y seguir
con otras. Porque tuve algo que me decía que algo más venía para mí.
Mi experiencia es que yo llegaba a los municipios y me recibían con mucho gusto, era lo
que me llenaba de ganas de seguir adelante y sobre todo el haber obtenido más votos que
ni los propios candidatos a las alcaldías, ni los propios presidentes municipales que
salieron en mi distrito. Ése es mi mayor logro, el haber tenido esos resultados tan
satisfactorios. Se hizo una campaña de altura, ya no son los tiempos de chocar, estamos en
los tiempos de consensuar, de compartir. Todo lo que sea convivir nos lleva a un éxito
maravilloso.
¿En algún momento ha tomado la causa de los derechos de las mujeres?
Orgullosamente represento al sector campesino, estoy como secretaria de Acción Femenil
dentro de la central. Esto me ha permitido acercarme a las mujeres campesinas a través de
proyectos productivos y tener esa retroalimentación con ellas. Se implementan programas
de manualidades, de corte y confección, de varias actividades propias ya que los ejidos no
se prestan mucho para la diversidad de oportunidades que hay en el área metropolitana.
Ese acercamiento, mi compromiso en campaña y mi ideal es luchar por todas las causas, de
los ancianos, de las mujeres, de los jóvenes, de los niños, de las personas con capacidades
diferentes a las nuestras; de luchar porque tuvieran una vida digna todos y cada uno de los
ciudadanos.
Al llegar aquí te encuentras con algo que no esperas, porque la vida en una ciudad pequeña
es bien diferente a la del área metropolitana, pero yo les ofrecí cambiar la visión que tiene
el ciudadano de un diputado, que dice que el diputado es para venirse a Monterrey. Hay
que regresar al distrito y decirles que ahí estamos y en qué podemos servirles. Somos
gestores ante muchas dependencias, ante los propios alcaldes, porque hay muchas
ocasiones que los alcaldes se cierran tanto, que pierden el piso.
Hasta donde vamos me siento satisfecha con el trabajo que he realizado dentro del ámbito
de mi responsabilidad; ocupo la presidencia de la Comisión Primera de Hacienda, es
mucha responsabilidad, están mis seis municipios, además Monterrey y Guadalupe, son
ocho municipios y sus cuentas públicas. Es mucho orgullo venir de un sector campesino,
creen que a veces no hay la preparación suficiente, pero me siento bien satisfecha y muy
retroalimentada cuando voy al distrito.
En todas sus actividades ¿ha sufrido algún tipo de discriminación por ser mujer?
Bueno, en el ámbito laboral, en el ámbito sindical, claro. Le doy gracias a Dios, porque en
el ámbito sindical fui la primera mujer también en mi zona, donde ocupé la Secretaría
General de mi delegación. Entonces desde ahí nos discriminaban, pero vencí esos retos y
llegué a ser delegada en muchos congresos sindicales. Te vas abriendo y despertando, el
compromiso de condiciones mejores para tus compañeros maestros te hacen sacar ese
valor y esa fuerza para poder decir: “alto, aquí también yo puedo opinar.”
Definitivamente, como madre, tengo que combinar. Como madre y dueña de mis propios
negocios, también tengo que combinar mi profesión, mi actividad en mi hogar y mi
actividad empresarial.
¿Cómo logra compaginarlas?
Me organizo. Sé que tengo que estar aquí todo el día, pero el viernes lo dedico a visitar mi
distrito, sobre todo que estoy al frente de mi zona. Le pedí a la Secretaria de Educación que
me diera la oportunidad, me lo permite perfectamente ya que hay compatibilidad de
horarios porque el viernes me permite visitar mis escuelas perfectamente. Tener esa
retroalimentación con los maestros me da fuerzas para regresar y seguir luchando.
Estando aquí, tengo a mis hijos, tres de ellos ya son independientes, pero tengo unos
gemelos que tienen 19 años, en la plenitud de una juventud, pero me doy tiempo para
atenderlos. Los quehaceres del hogar también. Satisfactoriamente me da tiempo y Dios me
da fuerzas para poder combinar todo. Tener la satisfacción de que tengo una hija mayor de
32 años, que se encarga de alguno de los negocios, pero cuando llego me tienen que
informar.
Es más difícil el hecho de que estés un lapso de seis ó 12 años trabajando los negocios sin la
dirección de tu esposo; por motivos de su responsabilidad como político que también es,
no está con una, entonces tú tienes toda la responsabilidad. He tenido mucho apoyo de mis
hijos, de mi esposo, en todos los aspectos. Él ha sido diputado local, federal y alcalde dos
veces. Se llama Juan Paredes Gloria. Mi hija mayor es Rosaura, tengo otra hija trabajando
en México en la Presidencia de la República, Claudia Elizabeth; mi hijo José Juan es el que
se encarga de los negocios que tenemos, tenemos una constructora. Mis gemelos son los
que están estudiando, uno arquitectura y otro, leyes. Orgullosamente soy abuela de cinco
nietos.
¿Qué quisiera hacer como legisladora por la equidad y los derechos de las mujeres?
En primer lugar darle cobertura sobre todo al Instituto Estatal de las Mujeres, me imagino
que el Instituto va a luchar porque conozco perfectamente a la titular, ella fue mi
inspiración, lo digo orgullosamente, la licenciada María Elena ha luchado a brazo partido y
eso te hace que saques fuerzas.
Creo que las asignaturas pendientes para nosotras como legisladoras es luchar para que el
Instituto tenga los suficientes recursos para que se maneje de manera más desahogada. Ya
se extendió a los municipios, eso está muy bien, las mujeres de nuestros municipios deben
saber cuáles son sus derechos. Allá todavía creen que el marido es el único que puede
mandar en la casa y ordenar. Creo que tiene un futuro muy ambicioso este Instituto, esto
es un reto, pero con una persona al frente que conoce, yo creo que es más que suficiente.
Sobre las mujeres del sur de Nuevo León ¿cuáles son los principales problemas, qué es lo
que hay que atacar de frente?
Los principales problemas son diversos. Existe mucha migración, se van los señores a
Estados Unidos y dejan a la familia abandonada; pero lo más raro es que algunos dejan al
frente a su padre y quien tiene que comprar es el suegro de la mujer, pues ella está ahí a ver
qué es lo que sobra. También hay maltrato en el hecho de que, como hay tanta necesidad,
las mamás mandan a la hija a trabajar. Se necesitan fuentes de empleo para las mujeres,
proyectos productivos, eso es un reto que como mujer tengo y el compromiso de decirles:
“a esto tienes derecho y ésta es tu obligación, pero también abran, abran ese entorno”.
¿Qué quisiera decir a las mujeres de Nuevo León?
Yo les quisiera decir a esta generación y a las futuras que no se den por vencidas, que
luchen sin miedo. Los retos siempre van a existir, pero las ganas de servir a la comunidad
siempre van a ser más grandes que todos los retos y obstáculos que existen, porque nunca
se van a terminar. Tenemos que decir: “Voy a luchar primeramente por mí, como persona,
pero después y siempre por mi comunidad”. Pero nunca olvidar el entorno de sus hijos, de
su familia, sus principios y sus valores.
Jessica Iris Herrera Silva
Diputada local en la LXIX Legislatura (2000-2003)
por el Partido Acción Nacional
Jessica Iris Herrera Silva nace en Monterrey, N.L., el 20 de junio de 1973. Su padre es
Domingo Herrera Rico y su madre, Anette Silva Castañeda. Inició sus estudios en
Derecho en la Universidad México Valle. Su experiencia profesional es en el área de las
artes gráficas.
Es integrante del Partido Acción Nacional desde 1994, en donde ha desempeñado
diversos cargos. Fue diputada local de la legislatura LXIX en el periodo 2000-2003 y
presidió la comisión de Equidad y Género, así como la comisión especial de Derechos
Humanos.
¿Cómo nace su interés en las cuestiones sociales?
Podría decir que ha sido toda la vida. Vengo de una familia muy unida, mi madre siempre
ha sido una mujer que ha ayudado, que ha apoyado a quienes menos tienen, que siempre
ha colaborado en actividades que ayuden a mejorar la vida de los demás, ya sea en el
monitoreo del DIF o como presidenta de la sociedad de padres de familia de las escuelas en
las que mis hermanos y yo hemos estudiado. Mi padre también ha sido un hombre muy
generoso, al cual yo admiro, respeto y quiero mucho.
Siempre he dicho que la educación empieza desde la casa, entonces cuando tienes padres
que te dan un excelente ejemplo, es lo que tú vas desarrollando en la vida. Te puedo decir
que ellos, con sus acciones y su ejemplo, hicieron que yo emprendiera este camino por la
política y este camino de poder brindar una mano amiga a quienes menos tienen.
¿Cómo fueron sus inicios en la política?
Recuerdo cuando acompañé a mi mamá en la primera actividad política tenía 12 años, fue
cuando apoyó a Fernando Canales Clariond en las elecciones de 1985. Mi primera actividad
fue entregar unos folletos, apoyando en aquellos tiempos al licenciado Fernando, y desde
ahí me empezó a gustar. Sin embargo, en aquel tiempo las circunstancias políticas eran un
poquito difíciles, mi mamá a todos nos protegía y no nos llevaba mucho a las actividades
políticas en las que ella participaba.
Desde ahí me empezó a gustar y desde entonces le decía a mi mamá que me llevara porque
eso era bonito y a mis 16 años conocí la Secretaría Estatal Juvenil, me empecé a involucrar
en las actividades del Partido Acción Nacional, empecé a ocupar distintos puestos en la
Secretaría y luego, combinando mis estudios con lo que era la actividad política.
Me recibí de secretaria, hice el secretariado con bachillerato y me fui a trabajar a una de las
empresas más importantes de Monterrey, el Grupo Visa. Luego se me abrieron las puertas,
empecé a obtener puestos directivos, me empecé a desarrollar y ahí quise involucrarme
más todavía en la política, comencé por ocupar el puesto de secretaria de Promoción
Política de la Mujer de mi partido e inicié la coordinación de campañas. Me encanta
coordinar campañas y asesorarlas, porque es el contacto que uno tiene muy cercano con la
gente y, sobre todo, te ayuda a enriquecer tus propuestas.
Creo que entre más tenga uno comunicación con la ciudadanía más puedes hacer un
trabajo de campo y propuestas que realmente beneficien a los ciudadanos. Me encantaba y
así fue como principié. Mi trabajo me absorbía en mi puesto directivo; sin embargo, seguí
colaborando en esto.
Tomé diferente diplomados para especializarme más en política y liderazgo en la
Universidad George Washington, de Florida, precisamente para poder hacer un trabajo
muy profesional. Se me dio después la oportunidad de ser diputada local, para lo cual
estuve trabajando coordinadamente con mis compañeros.
Me pasó una experiencia muy extraña porque, al menos en la legislatura anterior, que fue
la LXVIII, había dos compañeras del PAN. Pues a mí me tocó ser la única diputada por
parte de Acción Nacional y tener que conjuntar el trabajo con 22 hombres.
¿Cómo fue esa experiencia?
Fue una experiencia grata, una experiencia en la cual aprendí mucho de mis compañeros.
Cuando tú vienes de una familia donde el padre colabora en las labores domésticas de la
casa; donde el padre les da espacio a sus hijos, los apoya; donde se tiene una comunicación
de amigos, eso te da armas para poder consensuar y negociar, precisamente, con hombres.
Me ha funcionado mucho, porque yo primero los veo como mis amigos, hago ver lo que me
parece y no me parece, me doy a conocer y eso ayuda mucho. La comunicación es muy
importante.
¿Alguna vez se ha sentido discriminada dentro de la política?
Es increíble, por parte de los hombres no; por parte de las mujeres, sí. A las mujeres nos
falta madurar un poquito respecto a apoyarnos a nosotras mismas. En una encuesta que se
hizo en la UNAM hace tres años, me quedé sorprendida, decía que las mujeres como fuerza
de este país, podíamos decidir si una mujer era presidenta de la República o no. Era
increíble que muchas mujeres dijeron que no, nada más el uno por ciento dijo que sí,
Entonces a nosotras nos hace falta mucho.
Sí hay machismo todavía en este país, pero lo que también es cierto que a las mujeres nos
falta madurar un poco más en el aspecto de que hay que apoyarnos, hay que ir de la mano
juntas, aplaudir lo que hacen las demás, apoyar y fortalecer el trabajo, y por qué no decirlo
así, unirnos también en esto.
A este país le falta un toque de sensibilidad, un toque de pasión, para que logre su
desarrollo. Las mujeres podemos soportar demasiado, pero necesitamos que otras nos
apoyen. Podemos criticar, pero criticar constructivamente, no destructivamente.
¿Dentro de su trayectoria política hubo o ha habido algunos puntos enfocados
precisamente a los derechos de las mujeres?
Sí, yo he trabajado mucho con jóvenes. Tuve la oportunidad en 1997 de hacer un estudio
donde proponía que desde el noviazgo se empezaba a fomentar una violencia intrafamiliar.
Lamentablemente lo veíamos mucho en las acciones de los jóvenes, en los noviazgos, a
veces la falta de comunicación, el hombre posesivo, la falta de carácter de la mujer hacia su
novio, situación por la que decidimos hacer una investigación. Gracias a esto salió Mi
novio es un golpeador. Nos dábamos cuenta que en esa relación de noviazgo se volvía una
relación de matrimonio, lamentablemente ese tipo de problemas se llevaban ya al
matrimonio y desde ahí se empezaba a fomentar la violencia intrafamiliar.
Empezar a trabajar con jóvenes, hacerles conciencia, yo creo que ayudaría mucho a
cambiar la cultura en este país. Sobre todo debemos empezar también por la casa, educar a
los padres, que los padres sean un poco más abiertos con los hijos en la comunicación
sobre temas de sexualidad, sobre temas de salud, sobre temas de desarrollo. Todavía
vemos que entre los padres existe mucho machismo, sobre todo en el área rural, yo que
tengo una asociación y veo que los padres a veces apoyan más a los hijos en el desarrollo
educativo que a las hijas. Debemos inculcar a los padres que ambos hijos son importantes y
que ambos hijos requieren de desarrollo.
¿Qué mensaje les deja a las mujeres de Nuevo León?
Hay que romper con el paradigma que dice que los jóvenes somos para el futuro. No es
cierto, los jóvenes somos presente, tenemos esa responsabilidad, debemos irnos
preparando. Creo que los jóvenes debemos dar toda la energía y las ganas en una
participación social basada en los valores. Ayudar a la niñez a que crezca con valores,
porque se han perdido poco a poco.
Tratar de lograr una comunicación con nuestros padres, empezar a romper esos tabúes de
decir, cómo voy a hablar con mi papá de sexualidad, cómo voy a decirle a mi papá que se
equivoca, cómo voy a hablar con mi papá porque lo que está haciendo está mal. Hay que
ser un poquito más abiertos con ellos, porque a fin de cuentas son nuestros padres y algo
muy cierto, no se nace para ser padres, pero tampoco se nace sabiendo ser hijo. La
comunicación es muy importante.
Tengo una asociación en el área rural donde estamos trabajando con jóvenes. En un
principio eran cinco los jóvenes que confiaban en este proyecto. Ahora son 100. Eso
significa que poco a poco hemos ido avanzando. Tal vez no como nosotros quisiéramos que
fueran miles de personas, pero no se trata de cantidad, se trata de calidad, mujeres y
hombres.
Insisto, entre más trabajemos con la familia, vamos empezar a erradicar todo esto. Les digo
a los muchachos que gasten todas sus energías, su entusiasmo en hacer cosas buenas, no
importa que sea una organización civil, no importa que sea por medio de los estudios, no
importa que sea por medio de la política, pero creo que todos tenemos un compromiso.
Siempre he dicho que Dios hizo un rompecabezas perfecto, donde cada uno de nosotros
somos la pieza. Si una pieza falla, ese rompecabezas nunca va a llegar a su fin. Les digo a
todos los jóvenes, a las mujeres que participemos más en política, se requiere de esa
sensibilidad, de ese sentido humano y esa pasión para lograr hacer bien las cosas.
Laura Violeta Hinojosa García
Diputada local en la LXV Legislatura (1988-1991)
Diputada local en la LXI Legislatura (1976-1979)
por el Partido Revolucionario Institucional
Nace en el municipio de Parás, N.L., el 29 de agosto de 1936. Su madre es
Enriqueta García Medina y su padre, Carlos Hinojosa. Es madre de cinco hijos.
Con estudios en Contaduría Privada, se ha desempeñado como secretaria femenil
en el PRI del municipio de San Pedro Garza García, N.L., como regidora, directora
de Asistencia Social y candidata a la Alcaldía del mismo municipio.
Fue, además, secretaria de Organización de la CNOP estatal, secretaria general del PRI
de Monterrey, directora de Obras Municipales en San Nicolás, delegada del Movimiento
Territorial del PRI en Querétaro; jefa del área jurídica del Infonavit en Nuevo León, así
como diputada local en las LXI y LXV Legislaturas. Actualmente es Coordinadora
General de Jueces Auxiliares de la Presidencia Municipal de Monterrey.
¿Podemos conocer algo de sus primeros años?
Indiscutiblemente desde que nací, al primer hombre que tuve que convencer de que valía
como mujer fue a mi propio padre. Cuando mi madre me traía en sus entrañas y a pesar de
ser el cuarto vástago después de tres hombres, mi padre en su ignorancia le decía a mi
madre que si el producto que traía en sus entrañas era mujer, se lo mataba en la cabeza. Mi
madre me cuenta que cuando la comadrona, la tía Cristeta le dijo: “¡es una niña,
Enriqueta!”, mamá con miedo le dijo: “enséñesela a Carlos, tía”. Me cuenta mi madre que
abrí mis ojitos y sonreí… mi padre me tuvo que querer.
¿Qué fue vivir en esa familia, cómo la impactó en las decisiones que tomó en su vida?
Muy difícil, tanto me impactó que me casé con el capitán Alfonso Domene, a los 16 años.
Ahí realmente lo que me salvó fue ese matrimonio; lo digo honestamente, porque él me
llevaba casi 12 años, yo era una niña. Tuve a mi hija a los 17 años, crecí junto con mis hijos
realmente. Fue hasta que empecé a realizarme y todo ese tipo de detalles en que mi esposo,
gracias a Dios, fue un hombre que me dio mis espacios, que en el momento en que vio que
yo empecé a interesarme en la vida pública, me permitió que empezara a realizarme en ese
aspecto.
El capitán Domene dijo: “yo no voy a estar haciendo papeles”. Habló con mi familia, le
querían hacer no se qué. Mi madre, a la primera serenata que me llevó el capitán, estaba
atravesada en la puerta, porque querían salir a golpearlo. Realmente me casé a esa edad
por escapar de la situación. Después mi padre y mis hermanos aprendieron a respetarme.
Mi padre decía: “cómo no tuve más Lauritas”. Ése ha sido uno de mis más grandes
orgullos, demostrar que el ser humano es igual, sin importar el sexo.
En realidad, no solamente se vive discriminación del varón. Cuando tienes que ir a la
jungla que es la vida pública, en la que el hombre se desenvuelve, tienes que luchar con
muchas cosas en contra. Porque si eres inteligente a fuerza quieren que seas fea y si eres
más o menos agradable, entonces dicen que cómo conseguiste el trabajo, que no fue
precisamente por tu inteligencia. Entonces, tienes que de mostrar tres, cuatro o cinco veces
que eres capaz, inteligente, honesta, que tienes vocación de servicio y que puedes.
¿Cree que hay discriminación también por parte de las mujeres?
A las mujeres nos falta estar unidas y apoyarnos unas a las otras para fortalecernos,
entonces el hombre aprenderá a respetarnos, cuando nos respetemos nosotras mismas.
¿Cómo hizo para combinar su vida privada con su vida pública?
Es muy difícil, pero nosotras las mujeres en ese aspecto somos más organizadas que el
hombre. Al hombre, desde que nace, le dicen que tiene que ser el proveedor y a eso se
dedica. A las mujeres, también desde que nacemos, nos dicen: tú tienes que ser ama de
casa, madre de familia, esposa. Cuando sales a la vida pública a esto le tienes que agregar
lo otro, pero sí podemos, porque somos más organizadas que el varón y sabemos hacer
todas esas funciones. Es una realidad. Tienes que esforzarte cuatro o cinco veces más que
el hombre. Insisto, las que tenemos hijos y hemos sido casadas tenemos que ser esposas,
amas de casa y funcionarias cuatro veces.
¿Es legítimo seguir con este modelo?, ¿qué le recomendaría a su hija?
No, yo digo que la discriminación nace desde la propia familia, o sea, los padres hemos
sido los formadores de la discriminación. Yo la viví. Mis hijos entienden que las mujeres,
sus esposas que estudiaron una carrera, también tienen derecho a ejercerla, además de ser
esposas, madres y amas de casa. Las nuevas generaciones y los padres y madres de familia
debemos tomar la bandera de la no discriminación en nuestras casas, quizá todavía nos
falta, pero llegará el día, a lo mejor a mí ya no me toca, pero a otros sí les tocará verlo.
¿Durante su trayectoria política ha tomado en algún momento, explícitamente o
implícitamente la causa de las mujeres como lucha política?
Si, trabajé un tiempo en Mujeres en Solidaridad, que es un programa de Sedesol, mitad
estatal y mitad federal. Era un programa dedicado a las mujeres de las clases marginadas.
Hacíamos un tipo de cooperativas en que entregábamos dinero, con un estudio que se
hacía, y en el sur pusimos molinos de nixtamal manejados por puras mujeres. Proyectos
productivos, empacadora de chorizo, compra de ganado vacuno, caprino y porcino y las
mujeres manejaban todo eso.
Aquí en el área conurbada había fábrica de almohadas, de patas para colchones y sillones,
de perfumes, de limpiadores, manejados por puras mujeres. Se les hacía un préstamo para
que pusieran su negocito a cuatro o cinco socias. Los primeros tres meses no recibían un
centavo, para saber qué gastos tenían de sus insumos, lo que tuvieran que pagar por el
local y lo que quedaba de utilidad; a partir de los tres meses, se hacían esas tres divisiones,
pero además, tenían que empezar, aunque fuera un peso, a regresarlo a ese fondo para que
cuando terminaran de pagar lo que se les hubiera prestado, con ese mismo dinero se
incrementara el apoyo a otro grupo de mujeres. Las mujeres se entusiasmaron muchísimo
con este programa. Fue como hace diez años. Los programas de Sedesol aún existen, pero
no sé si los sigan aplicando en Nuevo León.
¿Cuáles considera que han sido sus mayores logros y aportaciones?
Siempre pretendo que sea otro el que diga si he actuado bien o he actuado mal. Lo único
que quiero decir es que me causa mucha satisfacción que, a pesar del tiempo y que tenga
años de no ir a mi distrito o al sur o a donde vaya, me siguen recibiendo con mucho cariño.
Ése es el logro más importante en mi vida, que la gente me recuerde.
Soy muy entregada a mi trabajo y no importa qué posición tenga, predico con el ejemplo.
La gente es muy observadora, cuando fui diputada, la Constitución Política del Estado no
marca que el diputado tenga que hacer gestoría. Yo entonces era la única diputada que
conseguía despensas con el Gobierno del Estado y el municipio de Monterrey para
entregarle a los comedores de ancianos, a la gente de más escasos recursos y eso no se le
olvida a la gente.
Fui diputada por el primer distrito local, que está en Topo Chico, los Fomerreyes, los
Infonavit, gente con muchas necesidades, ahí apoyaba 11 comedores de ancianos y los
entregué en charola de plata; de esos comedores de ancianos sólo hay tres ó cuatro, no
pudieron sobrevivir.
Me motivaba el hecho de ver que no solamente yo tenía problemas, que había gente con
más problemas que yo y que podía darles la mano. Pero no solamente daba: recibía. Saqué
a mis hijos adelante, son profesionistas, casados, tengo diez nietos, dos bisnietos y me
agrada el hecho de que mis hijos me hayan visto luchar tanto sin aventar el arpa. Lloré y
tuve que sacar la casta, porque tenía que ser ejemplo para mis hijos, teníamos que luchar,
porque ya no teníamos a su padre. Si Dios en este momento me llamara para pedirme
cuentas, me voy tranquila, porque me permitió realizarme en mi familia y porque la gente
me quiere, respeta y recuerda.
¿Cree que hemos avanzado en relación con la equidad entre hombres y mujeres?
A pasos lentos, pero sí se ha adelantado algo; no podemos negar que además el hombre
como que tiene un poco de miedo a la competencia con la mujer, porque ellos son más
secos, más cerebrales y nosotras somos más viscerales y le metemos más ternura al trabajo,
al hecho de querer atender más a las personas, de no subirnos a un ladrillito y marearnos…
detalles de esos.
Pienso que el hombre y la mujer somos complemento en todos los actos de nuestra vida
diaria. El día que dejemos de celebrar el Día Internacional de la Mujer es porque ya
logramos la equidad.
¿Cuáles son los pendientes legislativos para lograrlo?
Sería muy importante ponernos a estudiar esa situación, muchas veces aparece el artículo y
no se aplica, ahí es donde nosotras tenemos que ver qué artículos manejan las obligaciones
y derechos que nos dan a las mujeres y ver cuáles existen y no se aplican. Por ejemplo, en la
vida pública de la política apenas estábamos viendo un poquito de respuesta,
anteriormente eran mentiras que se nos daban los porcentajes estipulados y en los
reglamentos internos de lo partidos políticos no se respetaban esos artículos.
¿Qué quisiera decirles a las mujeres de Nuevo León?
Somos fuertes, decididas, valientes, la capacidad y la inteligencia no tienen sexo, como ya
dije, el día que dejemos de hablar de esto, es porque hemos logrado la igualdad. Vamos a
echarle ganas, nosotras podemos.
María Concepción Hinojosa Velasco
Diputada local en la LXVII Legislatura (1994-1997)
por el Partido Revolucionario Institucional
Originaria de Monterrey. Estudió la licenciatura en Economía de la Universidad
Autónoma de Nuevo León. Profesionalmente se ha desempeñado como maestra
universitaria, genealogista, cronista, editorialista y conductora de televisión.
Es miembra del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y ha participado en diversos
cargos a nivel municipal, estatal y federal. Además fue diputada local en el periodo 19941997 durante la LXVII Legislatura.
¿Cómo descubrió su vocación por la política?
No me considero política. Me considero una mujer que se ha dedicado a trabajar en
muchos y muy diversos sitios, en lugares que muchas veces son opuestos entre sí. No me
considero política, aunque sí he estado involucrada en muchas ocasiones en la política.
Posiblemente la inicié cuando estaba estudiando en la Facultad de Economía, porque antes
de 1968 éramos muy políticos todos, leíamos mucho. Pero de ahí me dediqué a trabajar
dentro del Gobierno del Estado en diversos puestos de los tres niveles, pero no dentro de la
política. Siempre estuve dentro del PRI desde 1968, en ese entonces ingresé al partido, a la
CNOP. Y a partir de entonces, siempre he estado involucrada en situaciones de política,
pero el primer cargo de elección popular fue como regidora, ya fue en los años noventa. En
ese tiempo yo era presidenta de los Profesionistas y Técnicos de Monterrey, entonces era
parte de lo que llegábamos a aspirar a un puesto de elección popular. Ingresé como
regidora y es uno de los puestos que más me ha gustado, porque tuve oportunidad de
apoyar a mucha gente, sobre todo humilde.
¿Recuerda algo de esa gestión que le haya satisfecho en particular?
Sí. En aquella época se empezó a buscar que todas las casas habitación, más que los
establecimientos comerciales de Monterrey, estuvieran registradas dentro del predial.
Sucede que la colonia Moderna es muy antigua, debe haber nacido en la década de los
treintas, imposible que tuviera planos, permisos o algo que les diese ese apoyo que se
buscaba. Entonces la Tesorería de Monterrey pretendió incorporarlos cobrándoles unas
cuotas. La colonia Moderna, que es una colonia muy grande de clase media-media, no
tienen un gran poder económico y a mí me pareció injusto.
Entonces luchamos, yo a lado de ellos para evitar eso y se incorporaron todos al régimen
del impuesto predial sin ningún pago. Eso me dio mucha satisfacción como regidora.
Como representante popular ha tenido otros cargos también…
Sí, como diputada local. En la diputación local me tocó estar muy cerca de personas
también de clase media en la colonia Independencia, que era parte del distrito, pero el
trabajo era más la cuestión legislativa. Me acuerdo también otro detalle en la colonia Vista
Hermosa, donde tenían un campo de futbol americano para los niños. Sucede que el
gobierno lo vendió. Los vecinos hablaron conmigo para que les ayudara y se les regresó el
campo de futbol.
Cuando estudió Economía, ¿había muchas mujeres que estudiaban esa carrera?
No, en realidad éramos pocas las mujeres; sin embargo, en el grupo éramos cinco mujeres,
para los grupos tan pequeños como eran en aquel entonces pues éramos arriba del 30 por
ciento. Cuando ingresé a la Facultad de Economía, hace más de 40 años, los aspirantes en
ese año éramos arriba de 400, de los cuales ingresamos poco menos de 100; a la semana
siguiente quedábamos alrededor de 40, porque lo encontraron difícil. Al tiempo
obviamente se fue haciendo más pequeño el grupo, terminamos un grupo de 17 personas
de las que cinco éramos mujeres.
¿Qué fue lo que la hizo elegir Economía y no otra carrera?
Con mucha pena debo decir que me “compraron”. Cuando terminé la preparatoria, la
señorita Consuelo Meyer, que era la directora de la Facultad de Economía en aquel
entonces, nos invitó a los cinco primeros lugares para que ingresáramos a la Facultad con
beca. Entonces me ofrecieron 800 pesos por estudiar. Yo ya me había inscrito en la
Facultad de Psicología, porque me encantaba. Pero debo decir que me “vendí”, con 800
pesos tuve oportunidad de comprar carro.
El buen promedio había que conservarlo y era difícil. La carrera no era nada sencilla
porque teníamos maestros extranjeros muy duros, venían casi todos ellos de la
Universidad de Chicago y sí nos exigían. Afortunadamente tuve la oportunidad de
desarrollarme en muchas ocasiones gracias a mis compañeros hombres porque confiaban
plenamente en mí. Éramos iguales en todos sentidos, habíamos recibido la misma
educación, teníamos la misma preparación, entonces ellos me aceptaban al mismo nivel.
¿A qué cree se deba que otras mujeres sufran discriminación cuando tratan de
desarrollarse profesionalmente?
Pues, posiblemente a su forma de ser, de comportarse. En cierta forma no fui muy
femenina, no andaba buscando el apoyo de los hombres de que “ay, no puedo abrir este
frasco”, “ayúdame con esto”. No, posiblemente a eso se deba de que algunas chicas tengan
esa discriminación, a que se siguen comportando, digamos, pues como se piensa que deben
ser las mujeres.
Podríamos decir que su autosuficiencia le ganó el respeto…
Eso pudiera ser exactamente. Nunca me he sentido menos en ningún momento. No he
aceptado que el hecho de ser mujer sea ser menos que un hombre. ¿Por qué, si los dos
somos seres humanos? Ésa es una de las cosas que yo peleo, desde entonces he peleado y
posiblemente eso me ha atraído el respeto.
Cuando ingresa al partido ¿había muchas mujeres o no?
Pues sí había mujeres, no demasiadas. Recuerdo a Margarita Vera de Livas, Margarita
García Flores, Laura Hinojosa, gente que llegó a través del trabajo dentro del partido;
Carlota Vargas, que llegó un poco después porque se había ido a hacer una maestría a
Inglaterra.
Sí siento que hubo momentos en que disminuyó la participación de la mujer, pero
posteriormente se incrementó, sobre todo a últimas fechas. Hay que reconocer que las
chicas están luchando por ingresar, logrando muy buenos puestos, y haciéndolo por sus
propios méritos, eso me encanta.
¿Es necesario en materia legislativa apuntalar algunas asignaturas pendientes para
garantizar los derechos de las mujeres y el acceso a posiciones de participación política?
Sé que los partidos no pueden presentar en un porcentaje de candidaturas más de un sexo
que de otro. Eso se usó hace más de 30 años en Suecia; en cuanto terminó el plazo que se
había dado para esta ley, decreció nuevamente el número de mujeres en puestos públicos.
Entonces siento que, aparte, hay que darle a las mujeres opciones para que reconozcan su
propio valor, para que puedan acceder a esos puestos por derecho propio, por
conocimiento, porque saben quiénes son y que luchen por lo que están haciendo.
Digamos que debe ser una combinación entre acciones afirmativas y un reconocimiento
del propio poder interno de la mujer…
La mujer tiene que reconocer que es un ser humano sumamente valioso. Durante muchos
años fui maestra universitaria, siempre les decía a las chicas que tenían que reconocer que
el valor era propio en ellas, que estaba en ellas mismas y no en el hecho de que estuvieran
estudiando una carrera, no en el hecho de que hubieran tenido la oportunidad o que papi
les hubiera enviado a la universidad. Y que ellas tenían que luchar y seguir adelante por su
propio valor, por ellas mismas, no porque nadie las estuviera empujando. Ése es otro
cantar. Pero tenían que ser ellas las que se dieran a valer.
Es difícil conciliar muchas veces la vida profesional, la vida pública, la privada. ¿Cuál es
su fórmula para lograr esto?
Ser congruente, tienes que ser congruente contigo misma y dentro de tu familia. La familia
tiene que reconocer eso. No es que te dejen o que te autoricen o que te lo permitan; el
matrimonio es un contrato civil, el derecho de mi marido y el mío son los mismos, están
consignados en un contrato. Entonces ahí no hay para dónde hacerse. Y si te casas con
alguien, es porque esa persona ya sabe cómo eres y tiene que respetar tus derechos como tú
respetas los suyos.
¿Cuáles serían esos acuerdos emocionales que las mujeres podríamos hacer con nuestra
pareja, con nuestros hijos, para llevar una vida completa?
Que ellos te respeten, que tanto tu marido como tus hijos tengan pleno respeto por ti como
mujer, por tu ideas, por tu forma de pensar, por tu forma de ser. Tiene que ser un respeto
mutuo.
¿Hemos avanzado en materia de equidad?
Claro que hemos avanzado, hay una cosa que te voy platicar porque me parece interesante.
Mi abuelo era un médico de fines del siglo. Él tuvo siete hijos, de los cuales eran tres
hombres y cuatro mujeres, y resulta de que él decía siempre: “A mí no me interesa si mis
hijos varones estudian en la universidad, pero mis hijas tienen que estudiar todas, porque
qué tal si no se casan, qué tal si les va mal, qué tal si el marido les sale flojo”. Entonces
todas sus hijas salieron de la universidad en las primeras décadas del siglo XX.
Ése es un gran avance para las mujeres que se iniciaban en ese entonces. ¿Por qué? Porque
las mujeres teníamos ya siglos de estar luchando por ser plenas, por tener los plenos
derechos. La gente pensante de ese entonces ya quería que la mujer estuviera dentro del
contexto general de la sociedad.
Creo que algo saqué de mi abuelo. Mi mamá fue química farmacobióloga de la Universidad
de Guadalajara y en aquella época eran muy pocas las mujeres que ingresaban a la
Facultad y, menos aún, las que egresaban.
¿Ella ejerció su carrera?
Sí mientras estuvo soltera. Se casó con mi papá que ya era muy grande, mi mamá era la
segunda esposa. Él decía que para qué trabajaba, si no era necesario. Y no, nunca trabajó
mi mamá ya una vez casada.
Sin embargo con ustedes eso no sucedió…
Pues en cierta forma, sí. Era muy protector. Él decía: “Mi hijita, ¿para qué, si no tienes
necesidad? Si te vas a casar ¿para qué estudias? Estudia pintura, piano, canto, literatura,
estudia idiomas. Te van a mantener”. ¿Y qué tal si no me mantienen? Entonces sí estudié,
aunque mi papá no era afecto a que la mujer estudiara.
¿Algún mensaje para las mujeres del estado de Nuevo León?
Que tienen que ser eso, mujeres completas. Saber que tienen un valor especial desde el
momento en que han nacido y pertenecen a un género humano. Reconocer el valor que
tienen en ellas mismas y darlo a conocer adelante. Seguir adelante, no luchando, sino
avanzando en su forma de ser, en su forma de pensar. Ser congruentes consigo mismas.
Los obstáculos son para vencerlos. El obstáculo no solo nos aparece a nosotras como
mujeres, se aparece a cualquier persona que viva. Siempre vamos a tener que luchar contra
algo y podemos salir adelante, lo único es que no nos desilusionemos. Tenemos que pensar
que el valor nuestro está en eso precisamente, en estar vivas.
Imelda Ibarra Flores
Diputada local en la LXVI Legislatura (1991-1994)
por el Partido Revolucionario Institucional
Nació en Monterrey, N.L., el 29 de septiembre de 1946. Su padre es Santos Ibarra
Villanueva y su madre María Concepción Flores Ramírez. Es la cuarta hija de un total de
ocho hermanos. Está casada y tiene tres hijos.
Cursó la carrera de Enfermería en la Universidad Autónoma de Nuevo León,
además tiene una especialización en ginecología y obstetricia por la misma
institución. En 1969 fue la primera citotecnóloga general (por el Centro Médico
Nacional) en el estado de Nuevo León y de las precursoras de la campaña de
detección oportuna del cáncer en la entidad.
Fue diputada suplente durante un año y medio en el Congreso local durante la
LXVI Legislatura, en sustitución de Praxedis Fraustro Esquivel, diputado
propietario. Actualmente Imelda vive en el municipio de Doctor Coss, donde se
desempeña como directora del DIF municipal.
¿Cómo es que se inicia su interés por participar en las cuestiones comunitarias, que
posteriormente la llevarían a la diputación?
Siento que todo tiene una base en el espíritu de servicio a los demás. Yo me inicio sirviendo
a mis vecinos, tratando de ayudarlos en sus problemas o en los que teníamos como
comunidad; paralelamente, como trabajo en el IMSS, también participo activamente en las
decisiones sindicales y estuve en la Secretaría de Acción Política.
Eso lleva a que me nombren presidenta seccional por el PRI de mi colonia, la Francisco I.
Madero, hasta que estuve en el sindicato. En el sindicato participaba activamente en las
actividades del partido. Posteriormente entré en un desacuerdo y me convertí en disidente
sindical en 1989, cuando fue un movimiento muy fuerte que tiene repercusiones actuales.
A raíz de eso, estaba en la presidencia del PRI municipal el licenciado Siller, él me propone
en 1991 como candidata a diputada suplente por el Distrito V local. En ese entonces
sucedió lo que le pasó a mi diputado propietario, Praxedis Fraustro Esquivel, que fue
asesinado allá por el Estado de México, no sé los motivos. Luego fui llamada a ocupar la
plaza en el gobierno de Sócrates Rizzo.
En esos momentos que ocurre este acontecimiento que sacude al estado, ¿qué pasa por la
mente de Imelda cuando le dicen que tiene que tomar la suplencia? ¿Alguna vez había
pensado en la posibilidad de ocupar el cargo?
De hecho se estilaba muchísimo que nos pusieran nada más de suplentes a las mujeres, era
la moda, era muy difícil llegar, llegabas por un caso fortuito, ésa era la costumbre. Siempre
he sido muy decidida, soy una mujer de mucho valor, nunca he sentido miedo por nada.
Enfrenté la situación porque era necesario hacerlo.
Durante este año y medio que le tocó vivir en el congreso local, ¿cuál fue su experiencia?
Me pareció un trabajo bastante interesante y creo que a veces no puedes actuar todo lo que
tú quieres o lo que debes hacer. Creo que se puede hacer también mucho desde ese foro. Yo
la vi como una experiencia buena, aprendí mucho, traté de dar lo mejor de mí y traté
siempre de permanecer ubicada en mis realidades, porque es fácil perder piso.
¿Alguien más de su familia estuvo involucrado en la política?
Pues sí, mi hermano mayor, que en paz descanse, por muchos años fue el secretario del
sector obrero CRP, no recuerdo bien como era el nombre de esa agrupación; de hecho mi
sobrino está metido en eso también.
¿Considera que la educación que tuvo en casa, la influencia de la sociedad en la que vivía
determinó su forma de ser?
Estoy totalmente convencida. Mis papás eran muy dados a dejar que nosotros
decidiéramos, a ponernos los límites que nosotros establecíamos pero que aprendiéramos
a respetarlos, mi papá también fue líder sindical. En aquellos años llegó a tomar el edificio
de la Cigarrera, como lo hice yo en el 89 con el edificio del Seguro Social, me empujaba
muchísimo: “Si estás convencida de que tienes la razón, lucha por lo que piensas”, decía.
¿Cómo se trataba a hermanos y hermanas, había diferencias?
Me encantaba que decía mamá: “con las muchachas no se metan”; era lógico que te
mandaban con el chaperón o el hermano te veía con el novio y corrían a decirle. Y mamá
decía: “no me las van a tocar, ustedes andan por su lado y ellas andan por el suyo. No le
van a decir nada, si tienen algo que decir se lo vienen a decir aquí a la casa delante de mí”.
Éramos muy pobres, de familia muy humilde y nos decían que estudiáramos porque no
sabíamos si un día nos iríamos a casar, si nos quedaríamos solas, viudas o con el marido
enfermo. Nos impulsaba mucho, tenía una mentalidad adelantada al tiempo en el que
vivíamos, porque en ese entonces se veía mal que estudiaras. Las muchachas tenían que
terminar la secundaria, recogerse en su casa y buscar la manera de casarse. Por lo menos
en el medio que yo me desenvolvía estudiar era muy criticado. A eso se agregaba el hecho
de querer ser enfermeras, tengo tres hermanas enfermeras. Éramos violentadas en nuestra
imagen social.
Cuando toma el cargo de diputada suplente ¿cómo era el ambiente, cómo trataban los
diputados a sus colegas mujeres?
Había un trato social correcto, pero había una línea que no se veía, donde no consideraban
lo que una opinaba o decía; de repente hasta ahí llegabas. Teníamos compañeros diputados
que pensaban que nosotras no sabíamos nada; se notaba aunque el trato social siempre fue
amable, cordial y políticamente aceptado. Estamos hablando de los noventa y era notorio.
Percibía ciertas cosas en ese sentido, no solamente de los compañeros diputados, inclusive
también de las mujeres; o sea, todavía una mentalidad en la que todavía reconoces que el
hombre es más que tú, que tiene más capacidad que tú. Se veía.
¿Cómo reaccionaba a estos detalles?
Lo único que puedes hacer es aprender y hacer por ti, porque a la edad que teníamos todos
ahí, nadie reaprende, puedes en un momento dado tratar de cambiar lo que sucede
mostrando tu trabajo, con tu manera de hacer las cosas, con tus opiniones, la capacidad de
igualdad.
¿Cuáles fueron los principales logros en el tiempo que estuvo en el Congreso?
Me dejó muy satisfecha en ese tiempo que se empezó a poner mucha atención al asunto de
la violencia y se empezaron a buscar alternativas para mejorar esas situaciones, fue en la
legislatura de nosotros. Sí hubo avances, pero ahorita no los tengo en la mente, hubo dos o
tres cosas de todas las que ahí se manejaban, que a mí me dejaron muy satisfecha; una de
ésas fue la violencia, la otra fue lo de la revisión de cuenta pública, donde se trató de hacer
lo mejor posible y posteriormente se demostró a la larga que teníamos razón.
Su gestión fue en los noventa, han pasado más de diez años de su labor, ¿cree que hemos
avanzado en la equidad entre hombres y mujeres?
Se ha avanzado, pero no con el convencimiento de la capacidad plena de las mujeres. Me
dio mucho gusto en esta elección pasada donde muchas mujeres participaron ya como
candidatas propietarias, pero también me dio la impresión de que le aventaron el paquete
a las mujeres: “la (candidatura) que se pierda, vete tú ahí” o “ya no podemos, ahí está el
paquete”, o algo así. Esa impresión tomé de la última elección. Afortunadamente las
mujeres demostraron su capacidad y salieron adelante, muchísimas mujeres ganaron.
¿Se enfrentó a retos difíciles a la hora de hacer su trabajo?
Bueno, quizá esos retos siempre los tomé como normales porque estaba impuesta a brincar
trancas, a estar siempre avanzando; si encontraba obstáculos pues les daba otra pasada,
otro brinco. Quizá el reto más fuerte que he tenido en la vida en la política especialmente,
fue cuando decidí disentir con el sindicato; cuando tuve la problemática, cuando sentía la
tensión nerviosa de la situación en 1989.
Hubo una revisión contractual donde se venían abajo los derechos de los trabajadores, eso
aunado a una situación demostrada de corrupción. Entonces me opongo en ese momento a
toda esa situación y empiezo una lucha interna. Ese movimiento que empezó, algo parecido
a lo mejor sucede hoy, es la misma lucha: la privatización del Seguro Social, el rescate de
las normas del contrato colectivo de trabajo, las cláusulas y lo de siempre en nuestro país,
la corrupción.
¿Qué tan difícil ha sido compaginar su labor profesional con su vida privada?
Te tienes que organizar, optimizar el tiempo, para mí mis hijos son lo más importante que
tengo en la vida; procuré siempre estar cerca de ellos, que el tiempo que estuviera fuera de
mucha calidad. No te digo que fue fácil, fue difícil, muy difícil. Pero con el marido también,
no era fácil que él reaccionara, que viera que yo iba para un lado, que iba para el otro, que
saliera, que participara; como que tardó tiempo en aceptar que así era, que ése era mi
modo de ser, que ése era mi carácter, que íbamos a entrar en conflictos si no llegábamos a
un acuerdo.
¿Qué podemos ofrecer las mujeres en la labor política?
Mucho, creo que el hombre ha hecho una gran labor histórica dentro de la política; sin
embargo creo que la mujer tiene una capacidad igual en razonamiento, pero agrega
sensibilidad, le agrega responsabilidad.
¿Cuál cree sean las materias pendientes en cuanto a legislación en beneficio de las
mujeres?
Creo que el día en que se obligue a los señores a pagar las pensiones alimenticias, pero bien
obligados, porque vienen y firman y todo, pero cambian de trabajo o abandonan el trabajo.
Siguen cantidades de mujeres jefas de familia que no reciben una pensión. Yo siento que
tenemos un trabajo ahí.
Usted fue la primera citotecnóloga, que arrancó la campaña de detección oportuna de
cáncer ¿qué le significó participar en ella?
El cáncer es un problema de salud que era más importante en esa época. Yo ya trabajaba
dentro del Seguro Social, fui invitada a participar a este curso y me otorgan el trabajo para
hacerlo al regresar. Era muy interesante porque teníamos en ese entonces un dos por
ciento de cáncer cérvico uterino. Estamos hablando que dos de cada 100 mujeres estaban
con cáncer, y lo que era peor, estaban muriendo, estaban desintegrando familias, se
estaban quedando sin la mujer en la casa.
En ese entonces detectábamos los cánceres de las mujeres muy avanzados; llegamos a
tener hasta un 4.5 por ciento de detección porque empezamos a pescar antes de que las
pacientes estuvieran en peligro de muerte y esto empezó a mejorar en la estadística, si así
le queremos llamar, pero más que todo impactaba muchísimo en el país, la economía, lo
social. De hecho cuando se planea la campaña nos toca estar en México junto con las otras
instituciones y se ve el panorama de la estadística grandísima de la muerte de la mujer por
cáncer cérvico uterino. Surge en el 69 en Nuevo León, pero ya había iniciado en México; y
en la forma ya de arrancar, de preparar más gente, la iniciamos en el 72.
¿Cree que las mujeres estamos más conscientes de practicarnos exámenes de detección
oportuna?
Sí, hay mucha más conciencia, yo siempre les digo: “Regálense el examen de cáncer el día
de su cumpleaños”. Que revisen tanto su pecho como lo cérvico uterino. Sigue habiendo
mujeres en la zona rural donde no aceptan, les da pena, todavía hay conflicto interno en
ese sentido; pero se avanzó bastante. Y es una de las campañas más nobles y más
importantes que ha hecho el gobierno y que ha tenido un impacto tan fuerte. Fue mucha la
gente que participamos en esto y son otras las personas que tuvieron la idea, pero me tocó
estar ahí y me siento muy satisfecha en este sentido.
Finalmente, Imelda, ¿qué mensaje le gustaría dejar a las mujeres de Nuevo León?
Que observen para atrás las luchas de otras mujeres, en este estado tenemos gente que ha
trabajado, muy especialmente María Elena Chapa; que se vean a sí mismas como
participantes de las decisiones de este país. Que sigan adelante, que no dejen pasar la vida
nada más así; hay que estar presente en todos los momentos de la vida. Si hay necesidad de
participar, participen.
Libertad Leal Zapata
Diputada local en la LX Legislatura (1973-1976)
por el Partido Revolucionario Institucional
Testimonio de su hijo, Lic. Raymundo Elizondo Leal
Libertad Leal Zapata nace en Monterrey el 22 de marzo de 1940. Fue la primogénita de
once hermanos. Su madre fue Juanita Zapata Carrizales y su padre, Esteban Leal
Villarreal. Estudió la carrera de Leyes de 1959 a 1964, siendo una de las primeras
mujeres en recibirse de abogada. Funda el Colegio de Abogadas de Nuevo León en 1966 y
fue delegada por México en el Primer Congreso Internacional de la Mujer, en 1975.
Además fue la primera mujer en la historia de Nuevo León en ser jueza en el Estado del
Segundo Juzgado Familiar, Magistrada del Tribunal Superior de Justicia en la Quinta
Sala de lo Familiar, cargo en el que posteriormente se le nombró inamovible por el
Congreso local. Retirada de la arena política, fue consejera honoraria de la Comisión
Estatal de Derechos Humanos hasta el día de su fallecimiento, ocurrido en 1993. Estuvo
casada y fue madre de tres hijos.
Mi madre, Libertad Leal Zapata, fue una mujer fuera de serie. Decía mi abuela que era una
niña precoz, con una inteligencia superdotada; aprendió a hablar fluidamente a los dos
años de edad y a los cuatro ya leía de corrido y empezaba a leer todo lo que cayera en sus
manos, desde revistas, periódicos. En la secundaria ya se empieza a preocupar por la
situación del país. Con esa inquietud desde muy niña y desde la secundaria ya hacía
manifestaciones acerca de sus proyectos futuros.
Estudia Leyes de 1959 a 1964, fue una de las primeras mujeres en estudiar la carrera, era
una carrera donde predominaban los varones, como muchas otras en esas épocas. Ella es
una de las mujeres que rompe los paradigmas. Se da cuenta de que las pocas abogadas del
estado de Nuevo León no estaban unidas, no tenían un programa, no tenían un proyecto de
actividad como mujeres abogadas; y decide, con otras compañeras, fundar el Colegio de
Abogadas de Nuevo León, esto ya por el año de 1966.
Se casa en 1970, el 19 de noviembre, con el licenciado Raymundo Elizondo González, mi
padre. Procrean tres hijos, sus tres orgullos, decía ella. En alguna ocasión le preguntaron
por el día más feliz de su vida, ella dijo que habían sido tres, precisamente los
alumbramientos de nosotros, eran los días más felices de ella.
¿Cómo es que empieza a incursionar en el terreno de la política partidista?
Desde muy niña sentía una inquietud especial por los grandes problemas del país, veía un
retraso social en los derechos de la mujer; de ahí su inclinación a estudiar Leyes, de ahí su
inclinación a pugnar, a hablar por la igualdad del género desde 1960 en una franca
postura, más abierta, y con un organismo creado por ella: el Colegio de Abogadas. Y desde
1966, con la creación de ese instituto, inmediatamente se afilia al Partido Revolucionario
Institucional y empiezan un movimiento femenil dentro del propio partido. A través del
tiempo, a ella la llegan a nombrar representante del sector femenil del PRI.
Fue delegada para el Primer Congreso Internacional de la Mujer que se realizó en México
Esto fue por el año de 1975, ella fue muy orgullosa la delegada por México y precisamente
de aquí, de Nuevo León. Siguió con su lucha política y con su lucha social por los derechos
de la mujer. Decía que la mujer no debe estar ni atrás ni adelante del hombre, debe estar a
su lado. A raíz de esa actividad que viene desplegando en la política hace varios proyectos,
empieza a desarrollar su idea de un programa para padres de familia. Todos esos proyectos
tendieron siempre a la igualdad del género, que era lo que más buscaba y más ansiaba. En
su periodo de diputada, fue presidenta del Congreso y responde el segundo informe de
gobierno del gobernador Pedro Zorrilla. El propio gobernador le pidió una copia del texto.
Es una anécdota que me platicaba mi abuelo. Allá por el año 1969 vino Díaz Ordaz por
estas tierras y le tocó a mi madre recibirlo con un discurso. Díaz Ordaz, sentado en el
presidium al lado de mi abuelo, al escuchar aquel discurso, le pregunta quién era la mujer
que acaba de dar ese discurso tan bonito. Mi abuelo le dice que es la licenciada Libertad
Leal Zapata, no menciona que es su hija.
¿Cómo combinaba su actividad pública con su vida privada?
La dividía. Para ella la familia era algo muy privado, era su refugio. Nunca mezcló su
actividad pública con su vida privada. Su vida privada siempre fue de la mayor armonía, de
la mayor ternura para con sus hijos, para con su esposo. Recuerdo mucho que ella llegaba a
comer a las cinco de la tarde, aunque la salida fuera a las tres, siempre llegaba a las cinco
porque se quedaba trabajando. Al estar comiendo, nos reunía a sus hijos chiquitos y nos
preguntaba sobre nuestro día.
Después de eso nos exigía enseñarle la tarea y con los que no la teníamos hecha, el caso de
su servidor, se ponía tiempo extra y ayudaba a resolver problemas matemáticos. Siempre
exacta en sus obligaciones y el cumplimiento de los deberes, no exigía nada fuera de lo
común, se guiaba mucho por un principio aristotélico: “a cada quien según sus necesidades
y a cada cual según sus aptitudes”, eso siempre lo aplicó.
¿Ustedes supieron o se enteraron de obstáculos que ella enfrentó y resolvió?
Obstáculos siempre hubo muchos, sobre todo en la igualdad del género. Estamos hablando
de que eran los albores del movimiento femenil. Recuerdo mucho las frases que decía ella,
cito textualmente: “la vida no es otra cosa más que un cúmulo de problemas y obstáculos
de toda índole que se presentan al ser humano y la única manera de vencerlos es la
preparación constante para saber usar el ingenio y el talento que a todo ser humano provee
Dios”. Era lo que ella nos decía siempre, respecto a la vida y sus problemas.
Después de su periodo como diputada, allá por 1977, hizo una especialización de juzgados.
Ella era apasionada del Derecho Familiar, el campo del Derecho donde se desatan las
pasiones más fuertes, donde necesitas tener más sensibilidad y una capacidad especial
para administrar y aplicar justicia con equidad.
Se crean por primera vez en Nuevo León los Juzgados Familiares. Ahí es donde ella entra y
rompe otro paradigma. Por primera vez en la historia de Nuevo León una mujer es jueza en
el Estado y del Segundo Juzgado Familiar. Supo desenvolverse en ese ámbito en una forma
tan brillante que, en 1983, el entonces gobernador Alfonso Martínez Domínguez, la
nombra Magistrada del Tribunal Superior de Justicia y la pone en la Quinta Sala de lo
Familiar.
Decía que al momento de estar en pleno por primera vez, donde se reúnen los magistrados
a deliberar y discutir sobre los problemas relevantes del Tribunal, al entrar ella por
primera vez y ver aquello dominado por varones y ser la primera mujer, sintió gran alegría
de ver cumplidos sus sueños, ver por fin a una mujer en el pleno del Tribunal. Ésa fue una
de sus primeras satisfacciones.
En cuanto a problemas, al principio batallaba mucho para dar su opinión; al ser ella mujer,
los hombres pensaban que tenía los sentimientos más a flor de piel y que los varones
somos más fríos para resolver problemas. Ella se dio la satisfacción de demostrar al
tribunal que no era así, que la mujer tiene mucha sensibilidad y también mucha capacidad
para resolver problemas, igual o mejor que los hombres.
Otro ejemplo de su brillante trayectoria es cuando el Congreso del Estado, por
unanimidad, la nombra como magistrada inamovible de la Sala. No podía ella ser
removida de su cargo. El Congreso del Estado la distinguió así.
Dentro de todas estas actividades en la política, en la judicatura, también tenía una gran
diversidad de intereses, entre ellos la ecología.
Mi madre era una apasionada de la ecología. Hay un movimiento por 1986 para decretar al
Cerro de la Silla como símbolo de Nuevo León y patrimonio de la humanidad. Por aquellas
fechas se estaba queriendo fraccionar y vender parte de la falda del cerro y no había un
límite para los fraccionamientos. Mi mamá, como apasionada de la ecología, luchó, pugnó,
tocó puertas, hasta que en compañía de otras personalidades, de otras mujeres abogadas,
logran que se decretara sitio histórico, Patrimonio de la Humanidad y monumento de
Nuevo León.
Sus intereses eran de polo a polo. Ella se interesaba tanto por una cuestión familiar como
por una cuestión ecológica, como por una cuestión política, como incluso por el desarrollo
de la gente de escasos recursos. Todas las navidades se salía a manejar y en cada crucero
donde veía gente limpiando carros o pidiendo una moneda, ella regalaba muñecas. Era tan
exacta en el cumplimiento de sus obligaciones que creía que también eran sus obligaciones
ayudar a la gente. Nunca tuvo límites.
¿Cómo fueron los últimos años?
Llena de satisfacciones. En 1992 su salud ya estaba muy deteriorada, solicita su jubilación
del puesto de magistrada, se la conceden y se retira a la vida privada a gozar del amor de su
familia. Toca en suerte la creación de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, el doctor
Lorenzo de Anda de Anda, su primer presidente, invita a mi mamá a ser consejera
fundadora. Como era apasionada de los derechos humanos, le encantó la idea e
inmediatamente aceptó, a pesar de su salud; sin embargo, desempeña el puesto de
consejera honoraria hasta el día de su muerte, el 12 de agosto de 1993.
Por 1995, la Comisión Estatal de Derechos Humanos crea el premio “Libertad Leal
Zapata”, es un diploma y una medalla que se entrega a la persona o institución que se
distinga en la lucha por los derechos humanos. Cada año se otorga, por el mes de
septiembre. Reconocimientos y nombramientos, no es que sea mi madre, pero hay
muchos, pero su mayor orgullo y su mayor satisfacción fue su familia. Murió rodeada del
amor de sus hijos, de su esposo y el cariño que siempre le tuvo la comunidad. Fue
impresionante el día de su funeral, vi a tanta gente, políticos, abogados, jueces,
magistrados. Tanta personalidad le dio su último adiós, eso me llenó de satisfacción. Pude
corroborar que verdaderamente había sido un pilar de la justicia y un baluarte para la
mujer en Nuevo León.
¿Ella está sepultada en Monterrey?
En Monterrey. Aquí nació, aquí se desarrolló y aquí murió. Entre todas sus actividades era
muy querida. Tenía una presencia, una gracia, una inteligencia fuera de lo común. A donde
llegara ella inmediatamente causaba una impresión imborrable. Varias veces fue
representante del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) en congresos de tribunales de
justicia del país. Al grado que en 1986 en Michoacán, estaba el gobernador Cuauhtémoc
Cárdenas, se iba a realizar una conferencia de tribunales. Cuando le toca el turno a
Libertad Leal, va el gobernador a la conferencia, ella habló con tan gran tino y sentido
común, que Cárdenas la distingue y la nombra huésped honoraria del estado de
Michoacán. Como ésas anécdotas hay muchas.
Su vocación para la abogacía, Raymundo, ¿ahí se genera, con ese ejemplo?
Es correcto. La mía y la de mi hermana Gabriela, –aquí entre nosotros es mejor abogada
que yo–, es esta pasión de mi mamá sobre la justicia y el derecho, sobre la equidad, sobre
la forma de ser justos e impartir la justicia, nos nace a mi hermana y a mí un afán de ser
como ella, tan dedicada, tan desbordante en su impartición de justicia, con la ley en la
mano. Siempre apegada a su justicia, a su equidad, a su género; ella decía que el mejor
ejemplo era con hechos. Prefirió vivir en la medianía que le daba su salario de servidora
pública, trabajadora tenaz, profesional, honesta e incorruptible.
Mamá nunca quiso ser ejemplo a seguir, ella decía que todas las mujeres son individuales
pero juntas tienen una sensibilidad mucho mayor que los hombres, para impartir justicia.
Quisiera citar lo que decía mi abuela respecto al mensaje final que mi mamá pudiera
transmitir: “Jamás trató de ser un ejemplo o seguir o destacar por el solo hecho de ser
reconocida públicamente. Sus hechos, su quehacer diario, su manera de ser, modesta,
discreta y sencilla; su manera de vivir dentro de la honrosa clase trabajadora era en sí el
mejor ejemplo que le dejó a la mujer de Nuevo León”.
Hay una placa a la entrada del Tribunal Superior de Justicia en memoria de la licenciada
Libertad Leal Zapata, primera jueza y primera mujer magistrada del Estado de Nuevo
León. El 12 de agosto de cada año, el Colegio de Abogadas del Estado de Nuevo León se
reúne frente a esa placa y le rinden un homenaje. Recordando a mi madre les puedo decir
que uno de los mayores retos que una mujer trabajadora enfrenta es balancear el trabajo y
su familia. En la vida de Libertad Leal Zapata, trabajar para la obtención de
reconocimientos públicos no fue más satisfactorio que trabajar para la obtención del
bienestar familiar. Ése es el mensaje que ella pudo haber dejado y que puedo transmitir
aquí. La mujer ni atrás ni adelante del hombre, siempre a su lado.
Carla Paola Llarena Menard
Diputada local de la LXX Legislatura (2003-2006)
por el Partido Revolucionario Institucional
Nació en Monterrey, N.L., el 15 de noviembre de 1974. Su madre es Deborah Menard y su
padre Salvador Llarena. Es la hija más joven de la familia. Sus estudios los realizó en el
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, donde obtuvo el título de
arquitecta. Es consejera fundadora de Alianza 2000, organismo adherido al PRI.
Carla milita en el Partido Revolucionario Institucional. Ha sido miembra del Consejo
Político del Comité Estatal del PRI en Nuevo León y del Consejo Político Nacional del PRI
en el Distrito Federal. Actualmente es diputada local para el periodo 2003-2006 en la
legislatura LXX.
¿Cómo fue su incursión en la política?
Desde antes de graduarme empecé a participar en política. Y bueno aquí estoy, después de
algunos años de lucha, como diputada local. Vengo de una familia muy generosa, conozco
perfectamente a mis papás. Mi mamá, por ejemplo, siendo americana llega a México y se
ve en un mundo que no podía creer. Ella no podía creer la pobreza, no podía creer en cómo
la gente era muchas veces tan indiferente a las necesidades de los demás.
Desde muy pequeña, en mi casa me acostumbré a que se hicieran cosas como adoptar una
familia para sacarla adelante. Empezamos con una familia que tenía 12 ó 13 hijos,
finalmente hicieron una carrera profesional y algunos hasta maestría en el extranjero. Mi
familia es una familia con todas las oportunidades, más nunca con todo el dinero del
mundo para poder realizar grandísimos proyectos; pero creo que para esa familia fue un
proyecto de vida que le ha ayudado muchísimo. Son ejemplos que vas siguiendo.
Empecé a trabajar como voluntaria, la mayor parte de las veces en cuestiones religiosas,
cosa que no gusta en la política. Empecé dando clases de catecismo, yendo a la asociación
Unidos, a cualquier lugar donde yo me enterara que existía ayuda me acercaba, aunque no
me pagaran, lo importante era que me dieran oportunidad. Empecé en asociaciones civiles,
en el catecismo.
No es la versión oficial, normalmente no la platico, pero yo empecé en la política gracias a
un hombre. Yo andaba con un novio cuando iba a empezar la campaña de Natividad
González Parás, en 1997. Él quería participar en la política, y como buena novia, no tan
sumisa pero queriendo ayudar a mi cuate, empiezo a ver cómo entrarle. Nosotros no
sabíamos cómo se entraba a la política, sentíamos que alguien tenía que invitarte.
¿Nadie de su familia se ha dedicado a la actividad política?
Una hermana de mi papá, que vive en Tampico, sí ha participado; un tío, en Ciudad
Victoria, también eventualmente participa. Pero no hay una relación cercana en cuanto a
política, cada quien hacía su trabajo. Yo creo que la esperanza de mis papás es que fuera
arquitecta, que me desarrollara como profesional, pero jamás en la política. Este muchacho
quería participar y me pidió que lo ayudara porque necesitaba entrar. Conocíamos a un
amigo que participaba en política y empezamos a salir con él. Yo buscaba a una amiga y le
pedía de favor que me ayudara a salir con ese cuate para que él me invitara a participar.
Salimos como dos meses, ya estaba harta porque creía que nunca nos iba a invitar, estaba
cansadísima. Pasó el tiempo y no nos invitaba. Al final, empezó la campaña y nos dimos
cuenta de que era muy fácil ir a tocar la puerta y estás adentro, si quieres, participas. No
sabíamos eso.
Entró mi novio y a mí me dejó de gustar el asunto, porque ya no me hacía caso, ya no tenía
tiempo para mí, y yo la verdad quería que me hiciera caso otra vez. Me fui a presentar
también, toco la puerta muy arreglada, digo que soy novia de este cuate y que quería
participar. Él, fascinado. Desde que entré, me di cuenta que la política no era lo que
platicaban. La verdad, yo, como muchos ciudadanos, asociaba política-corrupción-gente
avariciosa, nunca con algo bueno, y nunca me había dado cuenta de que era servicio.
¿Qué le hizo cambiar esa mala impresión de la política?
Creo que hay gente de toda, en todas partes, yo no quiero hablar ni generalizar, pero me di
cuenta que muchísima gente que participa en política lo hace por una vocación de servicio
y de entrega, la verdad. Entré por un capricho o por lo que quieras, pero ya adentro, me di
cuenta de que hay muchos jóvenes en la campaña que habían dejado de estudiar y que no
tenían oportunidad de desarrollarse.
Dije: “¿qué voy a hacer para cambiar a estos chavos?”. Entramos y me dio tristeza de
verdad porque, todos sabemos que en las campañas no hay dinero, cada quien va y le
apuesta a un proyecto, creo que es muy válido, pero para todos no es igual de fácil. Como
quiera yo tenía dinero para comer, porque tengo un papá que podía dármelo, pero no todos
los papás podían darles 20 ó 25 pesos para regresar en la noche. Entonces, los que
teníamos posibilidades, bueno, pues íbamos a repartirlos por municipios.
Me enamoré de la actividad, me enamoré cuando visitábamos las colonias, de la gente que
en verdad quería desarrollarse, que no habían encontrado la oportunidad, que querían
oportunidades, que querían una esperanza. Y nosotros, con ánimo de jóvenes, porque la
juventud inyecta ánimos, entre más chica eres menos problemas ves, nada más íbamos a
tratar de apoyarlos.
¿Qué obstáculos ha encontrado como mujer joven en la política?
El peor enemigo de la mujer es la mujer misma. Fui candidata en el 2000 por el V Distrito
local y perdí una elección. Pero no perdí nada, al contrario, para mí fue una de las cosas
que más me han ayudado. Me acuerdo que fui una de las primeras mujeres jóvenes en ser
candidata. Muchos hombres y muchas mujeres no estaban de acuerdo, porque qué méritos
podía tener, que si yo entré entonces debían hacerlo todas las demás. Yo sabía que la
candidatura generada era para perder. Yo sabía de antemano que jugándomela iba a
perder la elección.
Entonces dije: “¿Sabes qué? Muchas veces el resultado no va a ser el que esperas, pero va a
haber muchas consecuencias de eso. Vas a demostrar que trabajas”. Después muchos
hombres me pidieron disculpas por lo que dijeron, las mujeres jamás vinieron. Pensaron
que a la primera llovida, a la primera sudada iba a renunciar.
Ahora soy diputada por el mismo distrito por el que competí en el 2000, tiene muchas
zonas marginadas, zonas peligrosas como le llaman algunos. Yo jamás he tenido un
problema, pero cuando entré a esas colonias las mismas líderes, después de haber
platicado con otras personas del PRI, no me dejaban entrar. Me mandaron pandilleros,
travestis, pero no me asustaron. Nunca pensé en salirme ni sentí que no podía. Y fue
sorpresa para ellos, claro, porque no me salí, si no me dejaban entrar pues con más ganas
iba a entrar.
Me ayudaron mucho las críticas, sobre todo de las mujeres, porque si tú dices que no
puedo, bueno, te voy a demostrar que sí. ¿Por qué no voy a poder lo que tú puedes? Entré,
participé, trabajamos como para ganar sabiendo que era muy difícil y me fue mucho mejor
de lo que se esperaba.
Conocí a mujeres valiosísimas en el quinto distrito local, muchas veces con vidas muy
difíciles, es admirable la forma como salen adelante. Yo me preguntaba, a la hora de hacer
campaña, por qué todos esos hombres estaban ahí y ¿quién trabaja? Las mujeres estaban
trabajando. Los veía a todos con la panza de fuera, la camisa hasta arriba y la “cheve” en
mano a las diez de la mañana. Me intrigaba la familia, la mujer era la que iba para arriba y
para abajo. Ella sacaba y sigue sacando adelante a esas familias. No es que esté en contra
de ellos, pero yo creo que las mujeres son las que más ayudan… o perjudican.
En mi caso, muchas veces me han tratado de bloquear y las que a veces empiezan con
comentarios poco agradables. Es triste ver que normalmente son las mujeres quienes
comienzan con los comentarios y dudas si sobresales en un proyecto, si trabajas, si tienes
la oportunidad. Nunca va a ser por mérito o por trabajo, siempre lo van a enfocar a algo
despectivo, el típico “se acostó con alguien”. Y es muy triste, la verdad, porque en el día
finges, pones el escudo del “no me duele”, pero en la noche, cuando te acuestas, claro que
duele. Supones que, siendo mujeres, te van a entender.
Dentro del marco legislativo, ¿cuáles son las asignaturas pendientes para las mujeres?
Son muchísimas cosas por hacer. Yo tengo buena relación con mi distrito y con muchas de
las líderes que en un momento fueron un contacto político, ahora son amigas y veo que hay
muchos problemas. La manera de saber qué tengo que hacer por las mujeres, es viendo los
problemas que tienen en sus casas.
Una de las cosas que me preocupa es el divorcio. En el estado de Nuevo León la ley es muy
diferente a la del Estado de México, Yucatán, Veracruz y otros donde, por ejemplo, la no
compatibilidad es una causal de divorcio. En el estado de Nuevo León no te puedes
divorciar por eso. Siento que nadie debe quedarse en su casa viviendo un infierno, para los
hijos no es bueno, muchas veces las mujeres abandonan el hogar y no se pueden separar,
aunque pasen los dos años, porque abandonó el hogar, no lo puede hacer por divorcio
voluntario. Ésta es un área donde podemos ayudar a muchas mujeres, ¿por qué no me voy
a poder divorciar si es un contrato y es de dos?
Otra de las cosas donde creo que logramos muchos avances, y donde el Instituto de las
Mujeres tuvo mucho que ver, fue el de violencia familiar. Yo creo que se ha laborado
mucho, pero hay mucho más qué hacer, definitivamente la violencia no se erradica con
leyes nada más, son programas que tenemos que trabajar en equipo, los presupuestos con
etiquetas de mujer.
Sé que muchas veces empezamos con poco, pero es una manera de demostrar que con lo
poco, logramos mucho. Imagínate con más, lo que no lograríamos. El Congreso tiene
mucho qué hacer, me da gusto porque ya mis compañeros diputados locales del estado de
Nuevo León, están interesados en los temas de mujeres.
En un principio pensé que íbamos a batallar y, al contrario, han sido los primeros en
querer impulsar las reformas para las mujeres. A mí me da mucho gusto que ellos trabajan
más para sacar cosas por las mujeres. Si hay un tema de mujeres, los hombres piden
expresarlo en tribuna.
Arquitecta, ¿qué mensaje deja a las mujeres de Nuevo León para construir la equidad?
Creo que aquí es hacer equipo. Las mujeres tenemos todas las oportunidades, pero las
mismas mujeres son las que a veces limitan. Lo que pediría es hacer equipo todas las
mujeres desde que llegamos, uno, dos, tres años, los que sean. Tenemos experiencias muy
desagradables porque no somos equipo, no nos ayudamos una a la otra. Si viene una
nueva, por qué no la apoyamos, por qué no la arropamos y la protegemos para que no viva
lo que a nosotras nos tocó vivir.
Es muy triste, en campaña todos necesitamos dinero, vas a pedir ese donativo y el pelado
te dice: “Sí, ten el dinero, pero te invito salir esta noche.” ¿Qué es eso? ¿cómo es posible?
Oye, ni un millón, dos millones, 35 mil millones de dólares, ¿por qué voy a tener que
rebajarme?
En el 2000 tuve experiencias muy difíciles, y en el 2003 a tres personas juntas les pedí
dinero. Yo no tengo por qué rebajarme a que me inviten a salir por dinero. Entonces, yo
aquí les pido y exhorto a las mujeres a hacer equipo.
A las que vienen entrando hay que arroparlas, apoyarlas. La verdad yo tengo muy buenas
amigas en la política que siempre me han apoyado, que si tengo alguna duda y voy y
pregunto. ¿Por qué no todas somos así?, ¿por qué no nos abrimos y nos apoyamos entre
nosotras?, ¿por qué meter el pie cuando vas pasando?
Hay que aprender de los hombres, ellos siempre hacen equipo. Todas tenemos algo que dar,
¿por qué no tratamos de sacar lo bueno de todas y participar juntas? La única manera de
lograrlo es ésa. Lo que yo pediría –y ofrezco–, es hacer equipo.
Martha Silvia López Limas
Diputada local en la LXX Legislatura (2003-2006)
Diputada local en la LXIV Legislatura (1985-1988)
por el Partido Revolucionario Institucional
Nace en Monterrey, N.L., el 2 de febrero de 1947. Se ha desarrollado
profesionalmente dentro del sindicalismo. Actualmente es Secretaria General de
la Federación Nacional Femenil Revolucionaria de la CROC, así como Secretaria
de Acción Femenil del Comité Ejecutivo de la CROC. Es madre de dos hijos.
Martha Silvia ha militado en el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y es diputada
local de la Legislatura LXX para el periodo 2003-2006, forma parte de la Comisión de
Equidad y Género. También fue diputada local por el PRI en la LXIV Legislatura durante
el periodo 1985-1988 y es consejera política nacional, estatal y municipal, además de
vocal presidenta de la Comisión Estatal de Procesos Internos.
Estuve en varias escuelas durante la primaria. Mi madre falleció y estuve con mi abuelita,
mis tías, mis hermanos mayores. En la secundaria me gustaban mucho los deportes, iba
con mucha frecuencia al Círculo Mercantil a ver a los muchachos jugar básquetbol; cuando
mi abuelita se dio cuenta de que a veces no iba a la escuela, no me dejó terminar el tercer
año de secundaria.
Con el tiempo fui a la secundaria nocturna y de oyente a la Normal, nunca me inscribí en la
escuela porque mi abuelita no me lo permitía, ya que no había aprovechado la oportunidad
cuando me la dieron. Tengo muchos amigos maestros, pero nunca estudié la Normal. Me
pusieron a estudiar economía doméstica, juguetería, belleza, corte, cosas que imponían
estudiar a las mujeres. Mi abuelita no pensaba que algún día yo fuera a necesitar más
estudios que esos.
La mera verdad es que siempre quería ser la primera en todo y hacer que mis compañeras
hicieran lo que yo decidía. Siempre fui líder, organizaba en el barrio días de campo, bailes,
no quería quedarme atrás. Es parte de mi carácter, muy recio.
¿Cree usted que eso influyó para la decisión de convertirse en líder?
Pues no, en realidad nadie en casa participó en política ni en cuestiones sindicales o en
ninguna organización. Fui la única que traía el gusanito de liderar.
¿Cómo se interesó en la política?
Bueno, yo comencé a trabajar hasta que me casé. Cuando no pude tener familia, fui con
varios doctores y me dijeron que me tenía que mantener ocupada para poder tener un hijo.
Trabajé en Kentucky Fried Chicken 18 años. Ahí fue donde me hicieron líder, empecé
desde abajo en la Tesorería, después fui secretaria de Organización, luego secretaria de
Seguridad Social y siempre busqué el provecho para mis compañeros, ahí éramos hombres
y mujeres.
Había 105 trabajadores y siete sucursales. Mis compañeros me eligieron como secretaria
general y duré ocho años. Don Eleazar Ruiz Cerda, líder estatal de la CROC, vio que tenía
en Martha Silvia a una líder; me mandó a la Junta Local de Conciliación y Arbitraje como
representante obrera y fui la primera mujer con ese cargo.
¿Cómo se sentía en ese ambiente siendo la primera mujer que incursionaba en el ámbito
sindical?, ¿cuál era la respuesta de sus compañeros?
Los compañeros siempre tuvieron mucha fe en mí, hombres y mujeres, ellos pensaban que
yo sacaba muy buenos contratos colectivos que beneficiaban a los trabajadores y que si me
habían mandado a la Junta era porque querían que aprendiera más y querían que ayudara
a más gente.
Eso para mí fue muy pesado porque, como ya dije, yo no estudié lo suficiente para poder
desempeñar esta clase de puestos. Don Eleazar me decía que tenía que poder, para
empezar, porque era la primera mujer, en segundo lugar porque podía y, en tercera,
porque había hecho un compromiso con don Alfonso Martínez Domínguez de que yo podía
hacerla muy bien; entonces tenía que poner el ejemplo a las mujeres porque algún día iba a
ser la líder.
Me nombran secretaria de Acción Femenil de Comité Ejecutivo Estatal de la CROC y se me
viene el mundo encima, porque una cosa es defender a 100 trabajadores y otra cosa es ser
la líder de los sindicatos, de las mujeres, de los no asalariados, de los colonos, de los
pensionados y jubilados. Había muchas mujeres que tenían esperanza en mí. Me
preocupaba mucho y es fecha que me sigo preocupando. Desde 1985 a la fecha soy la líder
estatal de las mujeres de la CROC y tengo 16 años ya de ser la dirigente nacional de las
mujeres de la CROC.
¿Qué es lo que necesita una líder sindical para ser efectiva?
Necesita capacitarse, necesita saber muy bien la Ley Federal del Trabajo para poder ayudar
a los trabajadores. En la CROC su base son los sindicatos de industria, desde luego que
tenemos muchas damas, pero de ahí se desprende todo. Es una cadenita.
¿Enfrentó situaciones de discriminación?
Cuando comencé a ser dirigente estatal de la CROC, me pasaba que citabas a juntas en los
sindicatos y no acudían las mujeres, preferían pagar las multas que fijaban los sindicatos,
porque le tenían miedo a los hombres. En la actualidad en lo sindical la mujer trabaja
mucho y participa mucho. Tenemos dentro del Comité Estatal ocho mujeres distinguidas,
en el Comité Ejecutivo Nacional la misma cantidad, cuando anteriormente nada más era
Martha Silvia, 37 personas y nada más yo de mujer.
Al principio lloraba y pensaba ¿por qué me dicen eso, si no he dado motivo? Creo que las
cosas se van acomodando conforme una se va dando su lugar. El lugar de la mujer está
muy aparte y más valorado que el de los hombres, pero necesitamos hacer que se respete
ese lugar. Les digo a mis hijos que si no hubiera tenido a su papá a mi lado, hubiera
avanzado más sindical y políticamente. Porque él era una persona muy celosa, él también
se dedicaba a la cuestión sindical y era una persona que decía: “¿por qué tú estás subiendo
y yo no, si hacemos el mismo trabajo?”.
¿Cómo lidiaba con esas cuestiones, las solucionó?
Si, luego ya tuve apoyo en Jesús, mi esposo, me ayudaba mucho con mis hijos. En muchas
ocasiones tomó las tareas de la casa, por no decir que siempre. Él llevaba a mis hijos a la
guardería, los recogía, surtía el mandado, se encargaba de la señora que nos ayudaba y
avancé mucho cuando tuve su apoyo.
¿Cuándo decidió participar en un puesto de representación popular?
Bueno, don Eleazar Ruiz Cerda también me dio la oportunidad de ser la primera mujer de
la CROC de ir por una diputación local. Nada más tenía los uniformes de mi trabajo y dos o
tres cambios; entonces don Eleazar Ruiz y su esposa me llevaron a Sears, con su tarjeta de
crédito me compraron zapatos y ropa para que yo comenzara a participar en política. Eso
no se olvida. He tenido la buena suerte de contar con amistades como el contador público
Mario Fernández Quiroga, de Héctor Velasco, de Ernesto Santos y sus señoras esposas,
ellos siempre me ayudaron a llevar a cabo las primeras campañas políticas.
¿Cómo se sintió esa primera vez ante la candidatura para una diputación?
Siempre pensé que las amas de casa y las sindicalistas nunca podrían alcanzar un puesto
de esos. Vi que era una realidad y vi también que en la CROC se da oportunidad a las
mujeres conforme al trabajo que realicen. Y así como he avanzado yo traigo a muchas
compañeras que vienen abriendo paso, las que siguen.
La primera diputación local representé al distrito catorce, hice una buena campaña con
muchos recursos de mis amigos, don Eleazar Ruiz Cerda nunca me descobijó y mis
compañeros del Comité Ejecutivo Estatal hicieron una aportación muy valiosa a mi
campaña: el recurso humano, con todo lo que ellos me pudieron ayudar; sabían que yo era
una obrera auténtica, que yo no venía a quitar espacios, sino a recoger lo que las mujeres
merecían.
Cuando estuvo en la legislatura, ¿qué es lo que hacía?
Leía mucho en las noches y mi esposo le decía a mi hijo que no hiciera ruido, porque yo
tenía que leer cosas que no sabía, que a veces no entendía. Y siempre hablaba con doña
Leonor Garza Salinas de Barocio, con Anita Cueva, con Lupana Solano, con Tere García de
Madero, quienes fueron compañeras muy valiosas para mí, nunca me hicieron a un lado
por no ser profesionista. Siempre he tenido grandes amigas, una de ellas a la que siempre
he recurrido en algún problema que no he podido resolver, alguna duda o algo que ella me
pueda explicar es María Elena Chapa; ha sido mi amiga y le agradezco muchísimo, siempre
ha estado atenta a los llamados que le hago.
¿Siguió con sus tareas sindicales?
Las tareas sindicales no se acaban, los puestos políticos duran tres años y son para hacer
amistades y ayudar a quien lo necesita.
¿Antes de esta nueva responsabilidad en el legislativo, que hizo?
Antes que esto, me dieron la oportunidad en mi partido de participar con Benjamín
Clariond como regidora, fui regidora del ayuntamiento de Monterrey, también me sirvió
muchísimo porque son otra clase de problemas y otra clase de gente a la que se ayuda.
Nunca terminamos de conocer qué es y a quiénes podemos ayudar.
¿Qué es lo que le ha dado más satisfacción?
Como mujer, lo que me ha dado más satisfacción es haber tenido a mis hijos. Como
sindicalista, haber recibido un liderazgo a nivel nacional, esto es muy bonito para las
mujeres que empezamos desde abajo como obreras. Si mis compañeras tienen el trabajo y
la dedicación que yo le he puesto a esto va a ser el triunfo de muchas mujeres trabajadoras.
Como sindicalista conoce muy bien la problemática de las mujeres en lo laboral ¿qué
falta por hacer en términos de legislatura?
En esos términos se han mandado muchas iniciativas de ley que ya se están ventilando
dentro de la Comisión de Equidad y Género que nos van a beneficiar, pero creo que lo que
más nos falta es capacitar a las mujeres que no salen del ropero para retomar su lugar. La
mujer no es sólo ama de casa, ni madre de familia, ni esposa, tiene que valerse por ella
misma para poder darle más a los que lo necesitan. Si no me quiero a mí misma, no puedo
darle nada a nadie.
¿Una vez que concluya su gestión en esta legislatura, qué sigue para usted?
Continuar trabajando para mis compañeros y compañeras de la CROC.
¿Qué mensaje les daría a las mujeres de Nuevo León?
Que se preparen, que se capaciten, que no echen en saco roto el apoyo que les brindan sus
padres, lo hacen con mucho sacrificio y a veces no se sabe aprovechar. Los padres no nos
cansamos de darles oportunidades, pero las oportunidades se tienen una vez y si no las
aprovechan, el día de mañana se van a dar cuenta de que era necesario.
A las mujeres obreras, también la capacitación es muy importante en su vida, que si ellas
no se capacitan no van a poder escalar otro puesto en el trabajo, que no se cansen
independientemente de cubrir las ocho horas de trabajo. Las capacitaciones hay que
aprovecharlas porque todas son diferentes y de todas aprende uno. Las mujeres
trabajadoras que no siguen estudiando, se van a quedar estancadas.
Arlina Marroquín Sánchez
Diputada local en la LXIII Legislatura (1982-1985)
por el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana
Nació en el Distrito Federal el 25 de julio de 1953. El nombre de su madre es Laura y el de
su padre, Simón. Es la mayor de nueve hijos. De familia con raíces agrícolas, políticas y
en la medicina. Su abuelo fue presidente municipal de Allende. Desde sus estudios de
secundaria, radica en Monterrey. Cursó estudios de medicina, aunque no los concluyó.
En su quehacer profesional ha sido diputada suplente local por el Partido Auténtico de la
Revolución Mexicana (PARM) regidora y diputada local por el PARM (1982-1985).Al
concluir su periodo fue secretaria general del mismo partido, así como fundadora del
Partido Liberal Revolucionario (PLR), primer partido estatal en Nuevo León y candidata
a gobernadora por este mismo organismo político.
¿Cómo fueron sus primeros años, la educaron en la equidad?
Claro que me educaron en la equidad. Mi madre ponía a mis hermanos a planchar, a lavar,
a asear los pisos y hacer comida. Éramos tantos, que teníamos que cooperar con algo. Ya
todos están casados y hasta la fecha no les gusta que les planche la mujer porque ellos
planchan mejor.
Su padre fue médico y político…
Mi abuelo fue presidente municipal de Allende, pero mi padre iniciaba su carrera política
en 1965, como presidente del Comité Municipal del Partido Revolucionario Institucional.
Pero fue difícil que siguiera en la carrera política porque su trabajo como médico y sus
huertas de naranjos, no le permitían compartir tantas actividades y la política. Hasta ahí
llegó, ahí dejó su huella.
Mucho tiempo no vivimos con mi padre, nos vinimos a Monterrey mucho después. Los
primeros años de mi vida sí los compartí con mis padres. Mi madre no se quería venir a
Monterrey porque trabajaba, es contadora pública, fue jefa del Departamento de
Contabilidad de la Aseguradora Mexicana. Una mujer muy trabajadora, inteligente, muy
competente. Para ella fue difícil porque era muy independiente.
Desde chica quise estudiar medicina. Cuando era estudiante en el Colegio Labastida se
fundó la Universidad de Monterrey y ahí estudié. Casi no estudié, no terminé el año, todo
ahí era muy precario, se me ocurrió discutir sobre las carencias que teníamos y me
expulsaron.
Entonces fui a dar a la Universidad Autónoma de Nuevo León. Se dio un movimiento
estudiantil muy fuerte aquí en Nuevo León, yo era una burguesita y me fui allá con el
proletariado; ahí cambió mi mentalidad, en una escuela de medicina básicamente social y
de ahí nació también mi vocación: dedicarme a las cuestiones de la comunidad. Fue un
movimiento en el que tuve una participación muy activa, fueron muy lamentables esos
hechos, pero también me sirvieron mucho en mi formación.
¿Cómo fueron los inicios de su participación en la política?
En las llamadas Aulas Anexas se da la lucha para que nos dejen entrar en pase directo a la
Facultad de Medicina y se da esa oportunidad. Pero tuve que volver a comenzar, porque no
nos reconocían los estudios hechos en esta otra facultad. Estando ahí me invitan a unas
brigadas médicas en un partido político, que era el Partido Auténtico de la Revolución
Mexicana. Yo ya traía esa disposición de trabajar en las colonias, en campañas de
vacunación; ahí inicia prácticamente mi participación política, a través de un dispensario
médico. De ahí me invitaron a participar con una postulación a una candidatura. El
dirigente de mi partido me ofreció primero ser diputada suplente, en formula con él.
A mí no me interesaban las cuestiones políticas. Estaba entregada a mi carrera. En ese
tiempo se venía una elección municipal y me invitaron a participar como regidora. El
primero en oponerse fue mi papá. Me dijo: “vas a abandonar la carrera, se requiere de
muchas cosas”. Pero entonces el líder del PARM, don Fortino Alejandro Garza Cárdenas,
fue a hablar con él y le pidió que me diera la oportunidad. Mi papá no lo hacía porque yo
fuera mujer, él ya había participado en política, mi abuelo también y no le agradaba mucho
el medio. Finalmente, no batalló don Fortino para convencer a mi padre, de todos modos
yo no le hubiera hecho caso. Participé en esa primera campaña y fui regidora en la
administración 82-85.
En ese ínter andaba como loca en todas las colonias, nunca supe cuál era el poder de una
regidora. Además me tocó como presidente municipal don Pedro Quintanilla, a quien
recuerdo con mucho cariño. Me veía como a una hija, me dio ejemplo de muchas cosas
buenas, me formaba políticamente, con gente que tenía muchos valores, me ayudó
muchísimo. Yo estudiaba el segundo año de Medicina, no sabía lo que era ser regidora,
sabía que tenía que ayudar a la gente a través de ese cargo.
Andaba en las colonias y en los cerros viendo sus necesidades. Cargaban agua en
botes por muchos kilómetros para llevarla a sus casas, yo tenía que hacer algo.
Afortunadamente, logramos instalar algunas cisternas para que la gente pudiera
tener agua. Mi paso por el Ayuntamiento de Monterrey sucedió prácticamente sin
ponerme a pensar si a esa edad tenía yo un poder. En ese entonces tenía
veintitantos años, era la mascota, la más jovencita. Con mucho afecto que me
trataban mis compañeros, tengo gratos recuerdos de mi paso por el Ayuntamiento.
¿Tiene doble dificultad ser mujer en la política? ¿el hecho de ser mujer le agrega un grado
de dificultad?
Yo creo que sí. Después de ahí se me dio la oportunidad de acceder a otro cargo de elección
popular, de diputada local en la legislatura LXIII. Al terminar la administración del 19791982 fui diputada local, también por el PARM. Me desempeñé con la misma convicción
con la que había nacido: apoyar y ayudar a mis semejantes. Gracias a Dios, mi familia no
carecía de recursos y siendo tan joven, recibiendo un salario bastante y suficiente para mi
edad, no veía más que el poder llevar a otros ciertos satisfactores.
Abandoné un poco las aulas, la política era como un virus que había penetrado,
prácticamente me absorbía más tiempo la política y sus actividades propias. Tenía que
cumplir en el último año de escuela guardias que implicaban estar más tiempo, el servicio
social, etcétera. Entonces estaba dudando entre quedarme o no y pues me quedé en la
política.
Cuando fui diputada me tocó estar con excelentes mujeres. En esa Legislatura del 82 al 85
estuve con cinco compañeras diputadas, excelentes amigas. Teníamos una relación de
compañerismo, sin envidias. Aunque éramos de diferentes partidos nos llevábamos muy
bien. Éramos muchas, si tomamos en cuenta que en las siguientes legislaturas ya había
menos. Fue en la época de don Alfonso Martínez Domínguez.
Terminé mi periodo como diputada y seguí dentro del PARM, como secretaria general del
partido. En 1988, creo, asume a nivel nacional el liderazgo del partido el licenciado Carlos
Enrique Cantú R., y ahí fue cuando sentí la discriminación.
No todos los hombres son iguales, no todos discriminan a las mujeres ni las minimizan.
Recuerdo que en esa ocasión yo había preparado una reunión, una pequeña asamblea y él
no estaba invitado, pero llegó de pronto. Me acuerdo que estábamos en la oficina y yo
había hecho un pequeño discurso. Yo sí lo conocía por antecedentes, pero él no sabía quién
era yo en realidad. Vio el papel y preguntó que quién había escrito eso. Le dije que yo y lo
aventó al escritorio diciendo: “qué falta de sensibilidad política”. Claro, porque no lo
mencionaba a él.
Entonces reaccioné y le sugerí que lo escribiera él mismo. Tuve varios encuentros difíciles
con él, porque me parecía que no reconocía el trabajo que yo había realizado, les daba más
merecimiento a otros. Me rebelé, no me dejé. Nos fuimos hasta los extremos, en una lucha
que trascendió a nivel nacional. Yo no quería que se me diera un trato que no merecía,
mientras trabajaba y luchaba porque nuestro partido destacara y se reconociera. Fue
cuando vi la injusticia, la discriminación por parte de gente como él que nunca, hasta la
fecha, ha reconocido el trabajo de alguna mujer.
Lógicamente, teniendo con él esta disputa a nivel nacional y habiendo fallecido mi
dirigente en el estado, me puse a ver qué hacía. Entonces fundé el Partido Liberal
Revolucionario, en un año electoral. Era febrero y en julio eran las elecciones. El PARM
tenía un registro y lo hice valer. Lógicamente me pidieron que cambiara de nombre,
nuevos documentos, un partido nuevo. Y me fui a una elección con todos mis candidatos a
diputados, etcétera, etcétera.
Participamos nueve partidos en ese proceso y logramos un cuarto lugar en votación en
estatal, pero perdimos el registro porque no logramos el porcentaje adecuado. Le ganamos
a Cantú R. con su partido y lo dejamos en último lugar. Y bueno, otra vez en la situación de
buscar qué hacer. Ya nos habían acreditado como partido con un registro, pero no me
quedé satisfecha.
Entonces me fui otra vez por el registro, ahora sí tuve que reunir todos los requisitos de ley,
tuve que hacer asambleas municipales y lograr un número bastante difícil para un partido,
pero logré nuevamente el registro del Partido Liberal Revolucionario. En ese entonces fui
candidata a la gubernatura por ese partido. Todos los partidos postularon un candidato,
entonces yo no me podía quedar atrás. Y bueno, sabía que iba a hacer el ridículo, pero lo
tenía que hacer. Fue una experiencia muy bonita aunque lógicamente no gané, me ganó
Sócrates Rizo.
Ahí volví a perder el registro por el porcentaje de votación, que tenía que ser el de un
partido nacional. Lo que sí logré fue que en otros estados de la República pugnáramos por
el registro de partidos estatales y regionales. El Partido Liberal Revolucionario fue el
primer partido estatal en Nuevo León.
¿Es ésta una de sus mayores aportaciones?
Claro que sí, me dio mucha satisfacción, máxime cuando te mueves en un marco de
muchos partidos políticos nacionales y sales con tu partido político estatal. Teníamos
mucha más representatividad que otros. Aun sabiendo que era imposible lograr un
porcentaje, ésa una gran satisfacción para mí, además que los recursos no eran suficientes.
Sintió que se sentaba un precedente…
Sí, cuando volvimos a perder el registro, de nuevo la búsqueda para ver qué hacía, entonces
fundé una asociación política con 3 mil personas en ocho municipios, la asociación política
denominada inicialmente Partido Liberal Revolucionario, que luego cambió al nombre
Asociación Política Liberal Progresista, que hasta la actualidad es la única asociación
registrada en el estado y todavía tiene vigencia.
¿Considera que hay tareas pendientes por los derechos de las mujeres?
Fíjate que sí, yo creo que esta lucha por la equidad es lograr que haya igualdad de
oportunidades, de derechos. De que tengamos todas las mujeres la oportunidad de acceso
al desarrollo social de nuestro país, la participación política cultural. Yo creo que debe
haber en el marco constitucional políticas que establezcan específicamente el respeto a los
derechos, igual que los hombres. Que no haya discriminación por ser mujer, acceder a
todo.
En política no se diga. Nos dejan llegar hasta ciertos límites pero no a la toma de
decisiones, porque si nos dejan acceder a la toma de decisiones pues ¡válgame Dios!
tendríamos muchos cambios. Yo creo que las mujeres ahorita somos el motor del
desarrollo sociocultural, político, no solamente de México, sino del mundo.
A pesar de todo lo que nos falta avanzar hemos dado pasos en donde ya somos muchas más
las mujeres informadas, preparadas, activas. Desde donde estemos hay que incidir en
políticas para que no se dé la discriminación por ser mujeres, por ser morenas, por ser
gordas, por ser chaparras, por lo que tú quieras. Tenemos mucho qué hacer quienes
estamos en la toma de decisiones. Pugnar para que se llegue a la igualdad de
oportunidades entre hombres y mujeres, que los derechos no se queden solo en el papel,
foros o talleres y realmente se pongan en práctica.
Los hombres dicen que no hay organizaciones de hombres. El día que logremos esa
equidad en que nos veamos igual, tampoco va a existir un organismo de mujeres. Debemos
cambiar estos patrones culturales, que los jóvenes trasmitan a los niños esta nueva cultura
de equidad, en donde crezcamos como iguales. Si tú planchas, yo plancho: si tú trabajas, yo
también; si tú eres proveedor, yo también puedo serlo: si yo puedo educar y cuidar a los
hijos, igual tú. Debemos cambiar el patrón cultural y con eso se acabará un poco la
violencia. Es una labor difícil pero no imposible; muchos hombres ya están reconociendo el
valor de la mujer. Es una cultura, son patrones que debemos eliminar.
¿Qué quisiera decirles a las mujeres de Nuevo León?
Que se desarrollen en lo personal, que se valoren, que no permitan que nadie las minimice,
las subestime. No permitan que las quieran ver reflejadas como un sinónimo de que sirven
sólo para ser reproductoras, para trabajar en el hogar. Hay otras potencialidades que
tienen y que deben sacar. Que atiendan a los hijos, a la familia, pero que también piensen
en ellas. Que no se guarden cosas como “yo hubiera querido ser y no pude”. No pudiste,
porque no quisiste. Que convivan en pareja, en familia, como iguales y que nos ayuden a
crear esta nueva cultura. Nadie es más, nadie es menos.
María Cristina Martínez Cantú
Diputada local en la LXV Legislatura (1988-1991)
por el Partido Revolucionario Institucional
Nace en Monterrey, N.L., el 24 de septiembre de 1958. Sus padres son Modesto Martínez
Guerra y Marina Cantú Villarreal. María Cristina es la menor de un total de cinco
hermanos. Es madre de dos hijas.
Cursó estudios en la escuela Normal Básica “Miguel F. Martínez” y en la Normal Superior
del Estado. Ha sido maestra, coordinadora del Consejo para la Integración de la Mujer
en el PRI del municipio de Guadalupe y regidora por el mismo municipio.
Además se ha desempeñado como delegada del CEN del PRI en Higueras, N.L.,
coordinadora de promoción al voto, subsecretaria de Promoción y Gestoría del Comité
Estatal de su partido, coordinadora de Gestión Social del Movimiento Territorial Urbano
Popular, jefa del Departamento de Otorgamiento de Crédito a la Vivienda del Infonavit
en el estado y jefa de Recuperación de Créditos a la Vivienda del Infonavit. De 1988 a
1991 fue diputada local por el PRI en la LXV Legislatura.
Vengo de una familia de clase media, de costumbres tradicionales mexicanas, integrada
por mi padre, mi madre y cuatro hermanos varones. Agradezco infinitamente a mis padres
porque siempre me dieron las mismas oportunidades de estudio, trabajo y desarrollo que a
mis hermanos.
Ahí aprendí que los hombres y las mujeres somos iguales, que no hay diferencias, como
nos lo han querido hacer sentir durante muchos años. Había equidad en casa.
Afortunadamente, al casarme, vuelvo a encontrar en mi esposo el apoyo y el respaldo para
continuar con mis actividades y seguir superándome. Pienso que en este aspecto he sido
muy afortunada.
Tengo dos hijas, la mayor de 13 años y la menor, de 11. Ellas también han estado
involucradas en todas las actividades que realizo. Nos encanta sentarnos, platicar y
compartir lo que hacemos y me siento muy satisfecha de ver que me apoyan, me motivan,
me cuidan siempre. Me siento muy orgullosa de poder brindarles a ellas la imagen de una
mujer que lucha y que trabaja, que cuando se propone algo, lo logra.
¿Cómo fue acercándose a la política?
Las mujeres somos tan precisas cuando tenemos objetivos y metas a alcanzar. Si nos
proponemos, luchamos y lo logramos. La manera de poderlas alcanzar siempre es a través
del trabajo arduo, de imprimirle todo tu esfuerzo, voluntad; te comprometes con tu trabajo
y eso mismo va abriendo otras puertas donde te puedas desarrollar, porque las mujeres
somos muy tenaces. Cuando tienes dentro de ti ese deseo de trabajar hacia la comunidad,
por los demás, siempre vas a buscar tus propias oportunidades y las vas a alcanzar si te lo
propones.
De alguna manera siempre fui una persona muy inquieta en cuanto a querer conocer,
aprender y superarme. Dentro del magisterio tienes la oportunidad y más porque trabajé
en el ambiente rural durante dos años al sur del estado de Nuevo León. Creo que esa fue
otra de mis etapas donde se marca el interés por participar en bien de las comunidades,
porque conoces las necesidades más de cerca, con la gente que está lejos de los beneficios.
Cuando trabajé en la ciudad seguí buscando la forma de actualizarme y de entrar en otros
proyectos y así fue como llegué a un proyecto de actividades culturales. Esto me llevó a
estar siempre en contacto con las presidencias municipales, como coordinadora regional
de este proyecto, en los municipios que pertenecían a mi coordinación constantemente
estaba buscando los apoyos para el trabajo que se llevaba a cabo en las escuelas.
Era un proyecto para la educación primaria del nivel cultural. Eso me llevó a estar más
cerca de la administración pública. Pidiendo, solicitando, invitando a participar para que
nos apoyaran en nuestros proyectos, que nos ayudaran en las escuelas, que nos prestaran
los teatros para presentar los eventos que estábamos organizando. Así es como llegué a la
Dirección de Cultura del municipio de Guadalupe. Mis actividades eran dentro de las
escuelas primarias, secundarias y también dentro del municipio; llevando a las colonias
marginadas proyectos culturales, actividades artísticas para recreación y diversión de la
gente.
Se me dio la oportunidad de colaborar en la Coordinación del Consejo para la Integración
de la Mujer, en Ciudad Guadalupe, en el comité de mi partido. Era mucho trabajo. Me tocó
la suerte de trabajar cerca de mujeres líderes, logramos llevar a cabo una serie de
actividades en beneficio de sus comunidades, orientando a las personas, primordialmente
a las mujeres, que tienen más tiempo y saben de las necesidades de su entorno. Porque son
las que batallan. Si no hay agua, si no hay luz, ellas son las que tienen que resolver los
problemas.
Después de eso, ¿cuál fue el siguiente paso?
Tuve la oportunidad de ser regidora de mi municipio, porque ahí crecí, estudié y viví.
Llegué a ser regidora, trabajando en todas las actividades de beneficio a la comunidad y
luego se me presentó la oportunidad de participar como candidata a diputada suplente en
una elección por el VI Distrito Local en 1988. Trabajamos intensamente con todos las
colonias que abarcaban este distrito, se obtuvo el triunfo y por razones personales el
propietario de esta diputación se retiró y ocupé su lugar como diputada propietaria.
¿Cómo fue esa experiencia?
Maravillosa. Al principio una mezcla de sentimientos normales que todo ser humano
manifiesta cuando llega una sorpresa; pero con mucho gusto, con mucho orgullo, con
deseos de aprovechar mi participación, con el mismo entusiasmo con el que he enfrentado
todas las responsabilidades a través de mi vida. Me sentí muy contenta de tener la
oportunidad de participar desde ese ámbito.
¿Después de que concluyó su periodo en la diputación, qué más hizo?
Estuve trabajando en el Infonavit en la delegación de Nuevo León como jefa de créditos y
como jefa de recuperación de créditos, otro trabajo muy satisfactorio, porque es un
beneficio que ayuda a la gente más necesitada. He realizado actividades políticas, siempre
me ha gustado estar al tanto de lo que sucede aquí en mi estado, pero también le he
dedicado tiempo a mi familia. Considero que en mi vida personal he sido afortunada. Mis
padres y mis hermanos siempre me apoyaron. Mi esposo me motiva. Creo que estos rubros
los he podido conjugar y he podido darles su tiempo a cada uno.
¿Cuál es su opinión de las tareas a favor de la equidad de Nuevo León, cree que todavía
tenemos muchas cosas que hacer?
Es increíble que en pleno siglo XXI a la mujer se le siga relegando, discriminando,
cuestionando su capacidad. Que todavía las mujeres, a estas alturas, no tengan las mismas
oportunidades de trabajo y de estudios, que no se valoren nuestras cualidades. Estoy
convencida de que las mujeres somos luchadoras, tenaces, perseverantes, estoy segura de
que vamos a lograr avanzar más de los logros que hemos tenido en política.
¿Qué mensaje les dejaría a las mujeres nuevoleonesas?
Yo les diría que no dejen de luchar y que la oportunidad que tienen para lograr sus metas
es hoy más factible que ayer, gracias al trabajo de muchas mujeres del siglo pasado, que
lograron llevar a cabo la creación de leyes que las protegen y las estimulan para seguirse
desarrollando.
Las convoco a todas ellas y a mis hijas para que no dejen de luchar, que sigan avanzando en
estas tareas, que logren todas sus metas, que lo hagan con muchos deseos de superación,
con toda su capacidad, su esfuerzo y con mucho compromiso y voluntad de trabajar y de
salir adelante.
Yolanda Martínez Mendoza
Diputada local en la LXX Legislatura (2003-2006)
por el Partido Revolucionario Institucional
Nació en Santa Rita, Doctor Arroyo, N.L., el 9 de agosto de 1951. Es hija de María Luisa
Mendoza Rodríguez y Zenaido Martínez Contreras. Es profesora de instrucción primaria
y licenciada en Educación Media.
Entre los cargos ocupados por Martínez Mendoza se encuentran la Secretaría General
adjunta de la CNOP, la Secretaría de Acción Social del Comité Directivo Estatal del PRI;
ha sido coordinadora general de Centros Cívicos y de Desarrollo de Monterrey;
secretaria general del Comité Ejecutivo Seccional del Sindicato Nacional de Trabajadores
de la Educación Sección 50 y secretaria de Créditos y Vivienda del Comité Ejecutivo
Nacional del SNTE.
Vengo de una familia numerosa, fuimos nueve hermanos. Mi origen es realmente
campesino. Tuvimos que emigrar a Monterrey, pensando mis padres en cómo sacar
adelante a sus hijos. Mi padre fue líder campesino, se trasladaba a Monterrey algunas
temporadas, dejó a mis hermanos mayores con mis abuelos para que pudieran seguir
estudiando ya que en Doctor Arroyo no había más que primaria. Estando aquí mis
hermanos mayores, pues era más ir y venir. Por cuestiones de salud mi madre se tuvo que
trasladar a Monterrey, y como aquí estaba la mayoría de mis hermanos mayores se quedó.
Aquí crecí, me eduqué en Monterrey, pero yo quería devolverle un poquito al terruño. Al
recibirme de maestra, me fui a trabajar a Doctor Arroyo dos años, para poder conocer bien
a la gente, sensibilizarme de lo que mi padre y mi madre nos platicaban de los campesinos
y eso me ayudó mucho en mi carrera.
¿La labor de su padre influyó en usted para que participara en la política?
Definitivamente. Siempre escuché a mi padre pelear por la gente que menos tenía. Por su
gente, decía él. Y creo que esa semillita se fue quedando, porque de alguna manera la
mayoría de nosotros escogimos la carrera de maestros, que mucho tiene esa esencia de
ayudar, igual que la de medicina, el servicio de los demás. Crecimos y vivimos en la colonia
Independencia, que en aquella época le decían la colonia “Los Doctores” porque todo
mundo salía herido, era una colonia muy difícil, conflictiva. Recuerdo con tristeza la
situación que se vivía; sin embargo creo que fue lo que ayudó a forjar un carácter más
fuerte para seguir ayudando a la gente.
Mi padre era el juez auxiliar en la colonia, lo buscaban mucho. Cuando mi padre fallece, el
municipio me pide que tome ese cargo, y para mí fue un orgullo sustituirlo. Eso llevó a
introducirme más en la política. Desde ahí empecé a conocer, introducirme, a irme al
Partido Revolucionario, al que mi padre toda su vida se sintió muy orgulloso de pertenecer.
Combinaba mi carrera de maestra, gestionaba. Trataba siempre de estar al servicio de mis
compañeras.
Desde la escuela era la representante. Después estuve en algunos puestos de la delegación,
de varias escuelas nos juntábamos y formábamos una delegación sindical; nombrábamos
un comité delegacional con un secretario general, uno de Conflictos, uno de Finanzas y uno
de Acción Social. En esos puestos empecé a trabajar, a conocer, a empaparme bien de cuál
era el trabajo real. Luego fui secretaria general delegacional y de ahí pude llegar a un
Comité Ejecutivo Seccional en 1989. Cada tres años cambia el congreso para formar otro
comité, ahí ocupé varias carteras hasta que tuve el gran honor de ser la dirigente de los
maestros en el 98.
Siempre estuve combinando mi actividad política, a fin de cuentas es política la sindical y
la de partidos. Nunca dejé de asistir a mi partido, a estar en comunicación, ahí estuve
trabajando en algunas posiciones. Estando en México, en el Comité Ejecutivo Nacional me
hacen la invitación de contender por algún distrito para diputada local. Indiscutiblemente
acepté, es un honor cuando el partido hace esa invitación.
¿Cómo ha logrado conciliar su vida personal y la pública? ¿Le ha costado trabajo
organizarse en ese sentido?
Definitivamente, sí. Es difícil porque los hijos, el marido, también requieren sus espacios,
su tiempo; y la política es tan absorbente que uno deja pasar las horas y no se da cuenta.
Son horas que le quita uno a su familia. Sin embargo encontré un hombre comprensivo y
maravilloso que supo entender cuál era esa vocación que tenía y me ha ayudado mucho.
Mi marido viene de una familia muy numerosa: nueve hombres y dos mujeres. Mi suegra,
para sacarlos adelante, tuvo que enseñarles las labores domésticas, porque de otra manera
no hubiera podido con el trabajo de tanta familia. Con la pura lavada tenía, decía ella. Les
enseñó a que nunca dependieran ni esperaran que les tuviera todo listo.
Tuve el privilegio de que mi madre vivió con nosotros los últimos años, desde que quedó
viuda. Y parece que no, pero eso nos da mucha tranquilidad, al menos sabemos que los
hijos cuando están chiquitos tienen la presencia de la abuela como una persona de mando,
de autoridad, de apoyo y de amor. No es lo mismo dejarlos en manos ajenas. Sin embargo,
nunca le cargué la mano, porque siempre he pensando que los hijos no pueden tener
sustitutos. La madre no puede sustituirse con nada, entonces procuraba, incluso llamarles
por teléfono para que oyeran mi voz, para que supieran que andaba trabajando, que estaba
bien, para saber qué estaban haciendo. En mis lapsos de la mañana hacía una llamada y en
la tarde hasta dos, para que me sintieran cerca.
Nunca quise demostrar que el trabajo era una fatiga y un deber, porque siempre he dicho
que cuando uno hace su trabajo con cariño, si le gusta lo que hace pues no tiene por qué
sentirse cansado. Aunque llegara a mi casa después de 12 horas de estar en el trabajo,
procuraba darles amor a esas horas. En la época que estuvieron en la escuela, si yo llegaba
a las ocho o nueve de la noche no se dormían, porque querían que les revisara sus tareas.
Me siento un poquito culpable porque los enseñé a ser muy nocheros; no hay nadie en mi
casa que se vaya a la cama antes de las 12 de la noche.
¿Ha encontrado obstáculos a lo largo de su trayectoria?
Sí, no ha sido fácil. Además, cuando las cosas se dan fáciles no las valoramos, no las
entendemos. Cuando una viene de la cultura del esfuerzo, en donde lo que ha logrado lo ha
tenido que hacer a base de muchas veces de tragarse –como dice una comúnmente – lo que
le hacen, creo que va entendiendo y madurando un poco más. Incluso antes nos
catalogaban que andábamos ahí, porque seguramente una era “fácil”.
Sí tuve muchos obstáculos, creo que los sigo teniendo por el hecho de ser mujer. Cuando
llegué a la Secretaría General del Comité Ejecutivo éramos 36, seis mujeres nada más en
todo el comité. Como coordinadora de todo les decía a mis compañeros y compañeras: “Yo
voy a tratar de entenderlos a ustedes, y les voy a pedir que traten de entenderme a mí”. Les
dije que no mandaba ahí, que era sólo coordinadora de los trabajos que se tenían que
hacer. Eso tiene mucho de fondo porque no hay compañero varón al que le guste que una
mujer les mande, hay resistencia, sobre todo cuando las mujeres no sabemos mandar.
La mayor resistencia en la política y en todos los ámbitos es el entendimiento entre
mujeres. Ése es también un gran reto que tenemos que ir poco a poco, sacando adelante;
que las mujeres no dejemos de trabajar en bien de las mismas compañeras y podamos
reconocerlo. En el momento en que nos decidamos a dar ese gran paso, ya no vamos a
tener tanto obstáculo con los compañeros, porque de eso se valen.
¿Cómo fue su contienda para la legislatura?
Muy interesante. Me tocó el distrito XXII que comprende 15 municipios que conocía muy
superficialmente, porque los municipios del sur los conozco perfectamente bien, pero en
los del noreste del estado nunca me había involucrado. Son municipios, en su mayoría,
ganaderos y por ende, la gente tiene otro pensar, otro sentir. Cuando me dijeron, no me
dejó de dar un poquito de miedo, porque por primera vez iba una mujer a un distrito que
había estado siempre en manos de ganaderos. El reto era cómo iban a aceptarme, cómo
llegar hacia ellos. Afortunadamente creo que tuve buena aceptación.
No tuve dificultades, al contrario, tuve reuniones con los organismos, con ganaderos, en
distintos municipios y nunca sentí rechazo. Tal vez porque siempre les dije que yo no juego
competencias con nadie, trato nada más de ayudar y gestionar que esos municipios salgan
adelante. Creo que nosotras no estamos en condiciones de jugar vencidas ni competencias
con nadie. Si nosotras valoramos y respetamos el trabajo que ha hecho cada quien en su
comunidad, sus propios liderazgos, creo que de ahí parte todo. Siempre fui y he sido
amante de la lectura de Benito Juárez, un hombre grandioso que nos enseñó mucho y nos
seguirá enseñando en toda la historia si logramos comprender en esencia cada una de sus
palabras. El respeto nos va a llevar a muchas partes.
Una vez concluida su gestión en la legislatura actual ¿piensa continuar en la política?
Concluye una gestión ahí, pero hay que seguir ayudando a la gente, esté uno dentro o no. Si
lo trae uno de corazón, le nace ayudar. Así me lo enseñó mi padre, hasta el último día que
podamos estar aquí, estaré ayudando.
¿Cree que hemos avanzado en términos de equidad entre hombres y mujeres?
Ahí vamos, todavía falta mucho. Se ha logrado al menos el que ya se pueda discutir entre
compañeros lo que significa la equidad. A veces, hasta nosotras mismas no lo sabemos
comprender bien. Y pensamos que es de iguales y queremos exactamente la mitad, o la
mitad más uno. Y yo vuelvo a insistir, no se trata de jugar competencias, porque las
capacidades, la inteligencia, el cerebro no tienen sexo. Cada quien con su cerebro y como
vaya desarrollando su inteligencia y sus capacidades puede lograr mucho, debemos seguir
insistiendo en entender lo que es equidad en todo.
¿Cómo debiera ser la educación que se imparte a la niñez desde la educación básica?
Por ejemplo, en la educación se dio un gran paso en los 70, porque todavía había escuela
de niños y de niñas. La educación tiene que ser desde que uno nace, entender que el color
no tiene que ver con el sexo, los niños se pueden vestir de rosa y las niñas de azul. Nos
asustamos cuando el niño agarra una muñeca, porque desde chiquitos se crea en la mente
que hay cosas que los niños pueden hacer y cosas que las niñas pueden hacer. Desde ahí
nosotros tenemos que empezar a educar para que cuando lleguen a la escuela, nosotros
como maestros podamos darle la continuidad a lo que traen; porque luego hay un choque
de entendimientos si en la casa los educan muy rígidos y cuando al niño le toca barrer el
salón, vienen las madres enojadísimas.
¿Cuáles son las asignaturas pendientes en la agenda legislativa, precisamente para
acercarnos a esa equidad?
Tenemos que buscar la manera de que la equidad vaya en todo. Nosotras nos sentimos
muy contentas de que se haya logrado un Instituto de las Mujeres, ahora será transversal, y
que en todas las áreas se pueda dar. En la agenda creo que ahí vamos, ya corregimos
algunos artículos sobre violencia intrafamiliar; nos falta corregir otros. Nos falta la
reforma laboral. Creo que hemos avanzado, pero todavía hay mucho trabajo por hacer.
Si usted quisiera dejarles un mensaje a las mujeres de Nuevo León, ¿cuál sería?
Que las mujeres tenemos todavía un gran compromiso con las generaciones que apenas
están naciendo, que necesitamos seguir sumando esfuerzos, todas, para poder dejarles un
mejor camino a esas generaciones chiquitas que están esperando mucho de nosotras. Yo
invito a todas las mujeres que podamos sumar; eso no quiere decir que a veces no
tengamos divergencias, pero que tratemos de buscar nuestras coincidencias para que,
sumadas, nos permitan tener un camino y un buen futuro. Ya hemos hecho un poquito de
camino, tenemos que voltear a darle la mano a las que no. En ese sentido estoy en la mejor
disposición de poner los granos de arena que me toquen para llenar las expectativas que
las mujeres queremos.
Esther Mena Ramírez
Diputada local en la LXV Legislatura (1988-1991)
el Partido Revolucionario Institucional
Nació en San Luis Potosí, S.L.P., el 1 de julio de 1948. Su madre es Matiana Ramírez García
y su padre Florentino Mena Hernández. Realizó estudios hasta el primer año de
secundaria. Su esposo fue José Juan Guadalupe Guerrero Arriaga y tiene tres hijos: José
Guadalupe, Laura Esther y Mireya Guadalupe.
Durante su historia laboral se ha desempeñado como obrera en la fábrica Medalla de Oro,
desde 1964, mismo año en que se afilia al PRI.
En 1971 ingresa a la CTM femenil, participando en los congresos nacionales de la central
obrera desde entonces y hasta el 2002.
Entre los años 1975 a 2003 fungió como secretaria general de la CTM femenil en
Guadalupe, N.L.
De 1982 a 1985 fue Síndico Primero en el municipio de Guadalupe, N.L; de 1986 a 1988
fungió como regidora por Monterrey. De 1988 a 1991 se desempeñó como diputada local
por el PRI en el XII distrito y de 1991 a 1994 ocupó de nueva cuenta el cargo de regidora,
en esa ocasión por el municipio de Guadalupe. Durante el 2003 participó como
coordinadora de campaña en el distrito local XIV, también por este municipio.
Actualmente se encuentra retirada de la actividad política.
Ana María Mier Castillo
Diputada local en la LXVI Legislatura (1991-1994)
por el Partido Revolucionario Institucional
Nació en 1936, en una familia de once hijos. Trabajó en la Secretaría de Hacienda y
Crédito Público para financiar sus estudios de Contaduría Pública en la década de los
cuarenta. Está casada y tiene dos hijas.
Su actividad política se desarrolla a través del Partido Revolucionario Institucional (PRI)
donde ha militado por 40 años. Dentro de su partido ha desempeñado cargos electorales,
de representación, coordinaciones y secretarías, entre otros. En el periodo de 1991-1994
fue diputada local en la LXVI Legislatura.
¿Tuvo una educación en la equidad?
Así es. Estudié Contaduría Pública, mis estudios los hice de noche. Siempre quise tener
una profesión y desde muy chica empecé a trabajar en el gobierno federal, en la Secretaría
de Hacienda y Crédito Público. Estuve 33 años en esa institución y me jubilé como Jefa de
la Contraloría Interna. También trabajé en el gobierno del estado, donde pedí permiso para
ocupar el cargo de diputada local en el período 1991-1994; antes de eso, siempre estuve en
mi trabajo, fui la secretaria general del sindicato, trabajé mucho en la Federación de
Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE), fui secretaria de Acción
Femenil como diez años; de ahí me fui al PRI municipal, también como secretaria de
Acción Femenil, hasta la fecha todavía lo soy. También soy presidenta del Organismo
Nacional de las Mujeres del Estado ante el municipio de Monterrey y estoy colaborando
con el partido. Tengo 42 años de militancia en el PRI.
Usted realiza sus estudios de contaduría entre los años 40 y 50. En esa época no había
muchas mujeres estudiando. ¿Cómo fue que le permitieron estudiar y hacerlo en un
medio donde predominaban los hombres?
Realmente lo hice con sacrificio pues tenía que trabajar para poder estudiar. Claro que
éramos muy poquitas mujeres, pero yo estudié de noche, porque trabajaba de día. Sí tenía
compañeros, pero lo que hice fue darle muy duro al estudio y logré el aprecio de ellos.
Posiblemente era un poquito ambiciosa, no me gustaba sacar malas calificaciones, siempre
quería tener las mejores para conseguir una beca y seguir estudiando.
Al principio se batalla. Cuando yo me casé, le pedí a mi esposo seguir trabajando porque yo
era el sostén de mis padres y necesitaba seguir ayudándoles. Se veía mal en aquellos años
que una se casara y trabajara, no se acostumbraba. Ésa fue la condición que puse para
casarme, tenía que seguir ayudando a mis padres y él aceptó. Claro que a sus familiares, no
les parecía porque pensaban: “¿Qué, no la puedes mantener?”. Tampoco quería ser una
carga para él. Además yo trabajaba en el gobierno federal y como era medio turno podía
atender mi casa y a la vez seguir estudiando. Me recibí cuando ya estaba casada. No se me
hizo difícil. Me organizaba, en la noche hacía la comida, dejaba todo preparado para el día
siguiente y después de varios años tuve familia, dos hijas nada más, cuando ya estaba más
organizada.
¿Le ayudaba su esposo con las labores domésticas?
Sí, porque su madre los acostumbró a que le ayudaran a ella. Él hasta la fecha siempre me
ha apoyado, no le da pena agarrar una escoba, lavar platos y trapear. Mis hermanas no
trabajaron fuera de su casa. Fui la única en practicar la profesión. Hasta la fecha, no me
hallo sin estar activa, sin estar haciendo algo. Me criticaban pero yo nunca hice caso y él
tampoco; uno debe seguir en lo que más le convenga y se acabó.
Menciona que a veces abrirse nuevas puertas no es tan fácil. En algún momento, ¿fue un
impedimento el ser mujer?
Bueno sí, muchas veces para ocupar ciertos puestos, supongamos jefaturas. Yo, gracias a
Dios tuve suerte de que me dieran algunas jefaturas, pero sí se batallaba. Preferían e
incluso daban mejor sueldo a los hombres que a las mujeres. Aunque sigue siendo así creo
que ya se está componiendo un poco eso. En la actualidad la mujer es tan responsable
como el hombre y está también preparada para ocupar cualquier puesto, lo hemos
demostrado.
¿Cómo fue que se hizo una líder política?
Por el mismo trabajo, como pertenecí a la FSTSE y me gustaba ayudar a todos mis
compañeros, ellos me eligieron como la secretaria general de la dependencia y yo veía que
estando ahí tenía sus ventajas para conseguir casa, préstamos y todo eso que era beneficio
para los compañeros y para una misma. Por eso empecé así y ahí mismo, en la Federación,
me dieron otros cargos.
Luego anduvimos también en la política, los mismos líderes nos pedían que ayudáramos en
las campañas electorales para presidente, para gobernadores o para diputados. Ahí
también, a quien siempre le ayudé mucho fue a la licenciada Carlota Vargas, desde la
primera vez que fue diputada. Fui secretaria femenil de la FSTSE y secretaria de Acción
Femenil del PRI municipal.
Luego que me tocó ser diputada, seguía ayudando a toda la gente, les hacía brigadas.
Actualmente tengo un grupo de la tercera edad desde hace más de quince años en la Iglesia
del Santo Niño de Atocha, cada lunes les llevo su merienda. Estoy en el Apostolado de la
Cruz, ahí también me apoyan con despensa para la iglesia; a todas las amigas les sigo
ayudando, dándoles su despensa, cada lunes les llevo su merienda. Hasta la fecha tengo ese
grupo, como de 60 personas ancianas. No le digo que les doy mucho, pero aunque sea una
cajita de galletas cada ocho días.
¿Imaginó que se iba a dedicar a la política, que sería diputada?
No. Claro que admiraba mucho a María Elena Chapa, a Carlota Vargas, era yo su auxiliar,
siempre colaboré. Pero le voy a ser sincera, se me hacía muy difícil llegar un día a ocupar
ese puesto porque desgraciadamente, la mayoría de las mujeres que los hemos ocupado ha
sido por suplencia. Yo fui suplente, por eso llegué a ocupar la diputación local, y si usted
ve, hay muchas mujeres como yo que lo fuimos por suplencia. Eso creo que no es justo
porque tenemos el mismo derecho que los hombres, o sea, que no hay igualdad.
¿Cree que esta situación ha cambiado o en qué debemos trabajar todavía?
Siento que ya se están abriendo un poco más, ya nos están dando más oportunidad porque
se dieron cuenta ahora de que en el voto nosotras representamos el 52 por ciento, en las
campañas las que trabajamos más que nadie somos las mujeres. Somos las que llevamos a
todos los candidatos al triunfo y ellos ya se están dando cuenta de que realmente, sin
nosotras, no pueden hacer nada.
Porque ya no es lo que decían que detrás de un gran hombre está una mujer. No, ahora es:
al lado de un hombre, está la mujer. Ya comprendieron que sin nosotras no llegan a
ninguna parte; les hemos demostrado que sabemos trabajar, aunque las tareas más
difíciles nos las dan a nosotras.
Yo estoy muy orgullosa, ahora que iba a ser un hombre el presidente del proceso para la
elección del gobernador, a mí me escogieron. Pero no crea que me la dieron directamente
sino porque el que estaba no les pareció, lo quitaron; hubo un acuerdo y votaron por mí,
dijeron que era la indicada y fui la presidenta de todo el proceso. Fue un trabajo hermoso
pero muy difícil, creí que no iba a poder con él pero gracias a Dios pude. Ahí fue donde
salió el licenciado José Natividad González Parás como candidato a gobernador del estado.
Yo fui la presidenta, de todo me tocó hacer, visitar todas las casillas, entregar todo el
material electoral, fueron noches de desvelo.
Creían que una mujer no iba a poder y les demostré que pude con el paquete. Sentí mucha
satisfacción, estoy muy orgullosa de haber hecho ese proceso. Me han dado comisiones
muy distinguidas en el partido y me da gusto que me tengan en buen concepto. En ese
sentido, saben que puedo con los trabajos.
¿Por qué si las mujeres llevamos al triunfo a los hombres en la política, no ha habido una
mujer gobernadora en Nuevo León?
Por lo mismo, todavía no le han querido dar el lugar a la mujer, pero yo siento que con el
tiempo sí va a llegar una mujer a ser gobernadora. La prueba la tenemos con María Elena
Chapa que ya fue senadora. Yo creo que mujeres como ella pueden llegar a ser
gobernadoras, tienen con qué: María Elena, Carlota Vargas. Ya ha habido gobernadoras en
otros estados, pero no en Nuevo León. Ahí está Griselda Álvarez, mujer muy competente.
Va a llegar un día, estoy segura de que un día no muy lejano va a haber una gobernadora en
Nuevo León.
¿Cómo lograr la equidad y el respeto a los derechos de las mujeres?
Pues que se abran y empiecen a impulsar más iniciativas en ese sentido; que nos den más
oportunidades a las mujeres y nosotros mismas a presentar iniciativas para seguir
adelante, seguir trabajando y hacer bien el trabajo que nos encomiendan. Quisiera decirles
a todas que sigamos unidas, tenemos que estar todas unidas apoyándonos unas a las otras,
porque siempre dicen que el enemigo es la propia mujer. Y no. Que se quite eso.
Podemos hacer muchas cosas y, sea quien sea, tenemos que apoyarla por el bien de todas;
porque si no, de eso se aprovechan los hombres, ven que las mujeres no estamos unidas y
por eso nos tiran y por eso hemos perdido. Yo les digo a todas mis compañeras que
sigamos trabajando por el bien de Nuevo León, apoyemos a la que quiera ser nuestra
gobernadora. Claro, una que tenga todas las aptitudes y los conocimientos necesarios sé
que va a ser una buena gobernadora.
Jacoba Niembro Tapia de Lobo
Diputada local LXV Legislatura (1988-1991)
por el Partido Acción Nacional
María Josefina Jacoba Niembro Tapia de Lobo nació en la Ciudad de México el 6 de
septiembre de 1937. Está casada, tiene seis hijos y 13 nietos. Su madre es Carmen Tapia
Clement de Niembro y su padre Manuel Niembro López
Su trayectoria política la llevó a la diputación local en la legislatura LXV durante el
periodo 1988-1991. Además ha desempeñado funciones en el servicio público a nivel
municipal y estatal, como la Secretaría de Desarrollo Social en San Nicolás de los Garza
de 1994 a 1997 y asesora del gobernador de 1997 a 2003. Actualmente es directora
general de Coordinación de Delegaciones de la Procuraduría Federal del Consumidor
(Profeco), de abril del 2004 a la fecha.
Tras dejar el Distrito Federal con su familia, a los 11 años de edad, Jacoba Niembro
Tapia vivió en Guadalajara y Aguascalientes. Al contraer matrimonio se instala en
Monterrey, donde radica desde hace 45 años.
Soy una persona autodidacta, realmente para mí los estudios no han tenido mucha
relevancia, porque me tocó vivir una época en que todavía las mujeres que estudiaban eran
muy raras. Sin embargo, he leído toda mi vida. En ese sentido, me siento una persona
profesional porque, para mí, el ser profesional no tiene que ver con determinados créditos
de determinada materias, sino con ser una persona capaz de ser responsable del trabajo
que te den a realizar. Desde niña me hice muy profesional, me preguntaban qué quería ser
de grande y yo decía: nana. Quiero que sepan que tengo seis hijos, que esa vocación de
nana la cumplí de una manera espléndida, tengo cuatro hijos varones y dos mujeres, trece
nietos. Así es que me siento una persona rica en lo familiar y en los estudios.
¿Cómo fue su incursión en la actividad comunitaria?
Desde niña he tenido una vocación al cambio y una vocación de servicio, entonces para mí
fue muy impactante ver como nuestro país iba para atrás en los años ochenta; mi esposo y
yo teníamos una familia y temíamos que se desvaneciera en un probable quiebre del todo
el sistema mexicano…
¿De qué contexto estamos hablando?
Era una situación de mucha corrupción, mucha inestabilidad, leyes electorales lejanas a la
posibilidad de hacer contar el voto y lejos de la dignidad de cada una de las personas.
Entonces tomé la decisión de buscar la dignificación del voto, fue una decisión personal y
así inicié una organización en mi casa que se denominó Democracia Activa. Esa asociación
acabó coadyuvando en dos años a la reunión de 10 mil firmas para hacer los cambios en las
leyes electorales en el Estado.
Así fue como inicié una participación de tipo social, apartidista. Varios partidos me
buscaron para ejercer un puesto público; en realidad no era mi interés, sin embargo,
Alfredo Corella me cuestionó mi lucha por la democracia sin estar dentro de la
participación. Eran tiempos en que nadie quería participar en situaciones de oposición a
un sistema.
Eso me hizo hacer una reflexión muy profunda y descubrir que era el momento de poner al
servicio de país ese liderazgo natural que Dios me había regalado, ya que realmente la
formación de mi familia estaba terminada. Y fue así que de repente me vi sentada en el
congreso local en el 88, siendo diputada local.
¿Cómo fue su experiencia durante la campaña?
Fue interesante porque lo hice sin dinero, me dieron 950 pesos para hacer mi campaña
política. En primer lugar me junté con un grupo de personas maravillosas, con un sentido
ciudadano y con mucha creatividad. Con esos dos elementos pude llegar al Congreso del
Estado.
¿Y en su participación como legisladora, cómo fue creciendo?
Ahí descubrí que me había servido mucho leer tanto, porque yo tenía un nivel de cultura,
quizá importante, para poder visualizar muchos temas. En una diputación se ven todos los
temas y reconozco muy bien lo que no sé; como sé que no sé, pues aprendo y por otro lado
me gusta rodearme de personas que saben más que yo. Entonces la diputación fue muy
interesante porque acabé con 86 asesores gratuitos que me dieron la fuerza para poder
tomar posiciones, hacer valer mis principios y poder construir y aportar al Congreso del
Estado ideas como mi slogan de campaña "Viento Nuevo en el Congreso".
¿Qué fue lo que más le interesó promover en su labor legislativa?
A mí me tocó estar en la Comisión de Justicia, para mí fue un proyecto muy fuerte lo
referente al Código Penal, tuve que aprender realmente lo que era toda la parte técnica
jurídica, no es cualquier cosa. Sin embargo, soy una persona que disfruto mucho
aprendiendo, llegué a disfrutar la tribuna, hablar en latín como hacían mis compañeros
juristas, así como desarrollar propuestas de ley y análisis de leyes con toda soltura.
En el caso específico de las mujeres ¿recuerda algo que se haya promovido en ese
periodo?
La ley es un trabajo de relojería fina, hay mucha confusión cuando alguien dice: “el bien
común es el bien de la mayoría”, y no “el bien común es el bien de todos”. Entonces,
cuando haces una ley no importando el tema, es muy importante buscar el bien de todos y
ahí está el bien de la mujer.
Para mí la mujer es una parte importantísima de la sociedad pero no es más importante
que el varón, ni estoy enfocada a un feminismo exacerbado. Creo que cada quien tiene un
lugar especial y hermosísimo, me siento muy orgullosa de ser mujer, estoy encantada de
haber compartido mi vida tantos años con un varón extraordinario como es mi marido. Te
puedo decir que en cada palabra de una ley que yo trabajé o que voté hubo siempre la
intención de esa equidad, de esa armonía y de ese bien común.
Específicamente luché por la ley que para mí es la más importante de todas, la Ley de
Desarrollo Urbano, porque es la ley del ámbito de la familia; luché muy fuerte por el
tamaño de los lotes, hemos hecho de este estado un lugar lleno de casitas que están fuera
de la capacidad de convivencia humana, y ése es un error tremendo visto desde el punto de
vista de la eficiencia humana, de la armonía, de una posibilidad de convivencia. Creo que
nuestro grupo parlamentario fue muy fuerte y muy luchador en contra de esa visión
económica del desarrollo urbano. Creo que ésa es una de las cosas más importantes y
definitivamente, es un ámbito muy importante para la mujer: su hogar. Si esa convivencia
se da en espacios reducidos, restringidos, limitados, obviamente va a desarrollar conflictos.
Así es, está aprobado a nivel mundial pero quizá no lo tienen bien visualizado las personas
que hacen su negocio como desarrolladores.
Una vez concluida su gestión en el Congreso, ¿qué siguió?
Ah, pues fue padrísimo porque me fui a nivel nacional a organismos nacionales no
partidistas; fui parte del inicio de Ciudadanos por la Democracia, de hecho me tocó
bautizar a ese movimiento, estuve con el doctor Nava, con Heberto Castillo, Cuauhtémoc
Cárdenas, Alfredo Corella, Javier Livas, Tatiana Clouthier, Concha Lupe Garza; me tocó
estar con todos ellos haciendo esa lucha.
Después fui parte de la Coordinación Nacional de la Alianza Cívica, me tocó estar en la
primera observación de las elecciones. De alguna manera me hice experta en leyes
electorales, fui la coordinadora general del Primer Congreso Nacional de Leyes Electorales
Estatales donde usamos una metodología japonesa muy participativa; al final de dos días y
medio teníamos la radiografía completa y perfecta de todas las leyes de México, y fue un
bombazo, pues yo diría que coadyuvamos a que empezara a cambiar este país.
¿Cómo ha observado la transformación, la conciencia de la participación política de las
mujeres?
En 1988, el 82 por ciento de las cuidadoras de casillas de partidos de oposición fueron
mujeres. Si usted quiere tener bien cuidada una casilla, ponga a una mujer; ahí somos
sumamente consistentes cuando nuestros principios y lo que deseamos para nuestros hijos
está en juego.
¿Cuál cree sean las asignaturas pendientes en la agenda legislativa para lograr la
equidad y la garantía de los derechos de las mujeres?
Yo no creo que este asunto de la discriminación por la falta de equidad en la mujeres se
arregle poniendo penas más altas; en estudios de juristas de primer nivel jamás alguien ha
dejado de violentar porque en vez de 15 años va a estar 20 en la cárcel, eso no una realidad.
En lo que sí creo es en lo preventivo, yo creo que necesitamos trabajar en el nivel de
educación de ambos, hacer personas diferentes con la misma dignidad, respeto,
crecimiento, desarrollo y complementariedad. Creo que en una pareja pueden respetarse y
desarrollarse ambos en sus propios ámbitos, tenemos que ser consistentes y coherentes
entre lo que decimos y lo que hacemos, y percibir que la mujer tiene igual capacidad con
diferente manera de enfoque.
A nivel mundial hay ocho o nueve mujeres en direcciones generales y no tardaremos
mucho en tener más mujeres presidentas, grandes legisladoras y primeras ministras. Yo
creo que las mujeres estamos aquí y sabemos caminar con paso firme, tengo mucha
confianza en que se va a dar simplemente porque aquí estamos.
Usted comenta de lo increíble que resulta trabajar con mujeres de pocos recursos o con
poco acceso a los créditos, ¿cuál ha sido su experiencia en ese sentido?
De absoluto respeto a ellas. Tengo la experiencia de haber impulsado los microcréditos
aquí en Nuevo León, hoy es una institución privada; así fue el manejo que le dimos desde
un principio, primero fue público y privado, y ahora es privado. Me ha tocado estar como
asesora en Emprendedores de Nuevo León, donde analizamos algunos casos para estar
auditando que toda la situación de microcréditos se lleve correctamente. Éste es un
movimiento a nivel mundial. Al conocer las historias de las mujeres que tienen esa
aportación como emprendedoras, sinceramente me cuadro ante ellas.
Si recapitulara en lo que ha sido su vida, su trayectoria, su trabajo a favor de la
comunidad del bien común ¿cómo se mira en este momento?
Me miro como una pequeña parte de la diferencia. Todo mundo está aportando, a algunas
nos toca estar en unos campos, a otras en otros. Toda persona que dentro de sí encuentra
su propio potencial, su esencia y la posibilidad de comunicarlo o llevarlo a cabo dentro de
las acciones de su vida diaria, ya está aportando.
Yo no creo que haya ejercido un liderazgo brillantísimo, ni mucho menos, simplemente he
estado en la oportunidad. Cuando se me ha invitado hemos tenido consenso familiar; por
ejemplo, algo inusitado fue trabajar en la Ciudad de México, si uno es capaz de tomar el
riesgo y decir que sí, las cosas se van dando. Yo me veo como una mujer que toma el riesgo
de vivir y el riesgo de no solamente amar a su familia, sino de tener un compromiso con su
país.
¿Qué mensaje transmitiría a las mujeres de Nuevo León?
Que se encuentren a sí mismas, que interioricen y encuentren la maravilla que cada una de
ellas es. Si a eso le agregan una curiosidad por aprender, prepararse y esa capacidad que
tenemos para servir, los espacios se abren. La mujer tiene el 50 por ciento de las opciones
de hacer los cambios, en el otro 50 estarán los varones; si ellas se descubren en su
autoestima, reconocen quiénes son y están dispuestas, los espacios se van a dar.
Detener el desarrollo de una persona de una manera o de otra no es posible. La persona en
un momento toca base con su esencia, quizá a través del sufrimiento; pero descubre que no
está determinado como su destino, sino que el destino se logra a través de los actos, de las
acciones y las decisiones que cada quien toma para enfrentar las circunstancias.
En ese sentido creo que todas tenemos la oportunidad de decidir con qué actitud tomamos
el entorno en el que nos ha tocado vivir. Creo en la mujer porque estoy segura que
íntimamente sabe quién es.
Angelina Patrón Pansza
Diputada local en la LXII Legislatura (1979-1982)
por el Partido Revolucionario Institucional
Nace en Monterrey, N.L., el 17 de abril de 1939. Es la segunda hija de Angelina Pansza
Treviño y Francisco Patrón Miranda. Está casada, tiene dos hijos y un nieto. Estudió la
carrera de medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Nuevo
León y la Maestría en Salud Pública por la misma institución, y se desempeñó como
médica en varias instituciones y en diversos cargos.
Miembra del PRI desde hace 25 años, durante su carrera política ocupó puestos al
interior de su partido como representante de casilla, vocal, delegada de la CNOP,
representante, promotora del voto y de 1979 a 1982, diputada local en la LXII
Legislatura.
Actualmente es jefa de la Jurisdicción Sanitaria No. 8, en el municipio de Doctor Arroyo,
puesto que ocupa desde 1996; es maestra de cursos de adiestramiento de pasantes de
medicina y enfermería de la Secretaría de Salud y maestra de Medicina Preventiva I y II
de la Facultad de Medicina de la UANL. Es presidenta honoraria de la Asociación de
Médicas de Nuevo León, miembra de la Asociación Fronteriza Mexicano-Estadounidense
de Salud Pública y de la Asociación Mexicana de Epidemiólogos.
De mi infancia recuerdo que mi madre –que aún vive, va a cumplir 90 años–, nos dejó a
todos hacer lo que nosotros quisiéramos. Soy la única profesionista de mis tres hermanos y
ella me apoyó siempre, nunca me faltó nada, con mucho sacrificio pude estudiar. Ingresé a
la Facultad de Medicina en 1957 y me recibí el 11 de enero de 1965.
¿Cuántas mujeres egresaron en su generación?
En mi grupo éramos dos: España de la Rosa, una panameña y yo. En total, de los cuatro
grupos egresamos 15. No creo que difícil. Era extraño, teníamos diferentes maneras de
pensar tanto mis compañeros como España y yo, pero no tuvimos mayor problema,
salimos adelante muy tranquilas.
Por ejemplo, ellos decían: “no vamos a ir a la clase”. Recuerdo muy bien en una
ocasión que hubo huelga de camiones en Monterrey y yo caminé desde la calle
Diego de Montemayor hasta el Hospital Universitario para asistir a clases.
Obviamente mis compañeros no fueron porque no había camiones, no había
manera de llegar a la facultad. Eso me causó el reproche de todos ellos y me dijeron
que si deseaba una medalla especial. Les contesté que era mi obligación y no era
pretexto para no ir a clases si no había camiones; si no teníamos para pagar un
carro, pues que nos fuéramos caminando, como lo hice yo.
¿A qué se debió que sólo usted tuviera la oportunidad de estudiar una carrera
profesional, a diferencia de sus hermanas y hermano?
Mi madre enviudó muy joven, a los 28 años, tuvo que luchar. Mi único hermano varón
tenía poliomielitis desde los seis meses, entonces mi madre tuvo que pedir ayuda al sector
público. Consultaba en centros de salud pagando 20 centavos la consulta. Lo transfirieron
al hospital de México, al hospital infantil, ahí le hicieron seis operaciones y estuvo muchos
meses internado. Mi hermana mayor tuvo que ponerse a trabajar muy pronto, hizo su
carrera secretarial para ayudar en los gastos a mi mamá. Igual le siguió la más chica; eso
fue una desventaja para mí, porque era el sándwich. Pero siempre, desde que estudiaba en
la escuela primaria, yo quería ser médica. Mi mamá me dijo: “si quieres, pues adelante, yo
te voy a apoyar”. Y así fue como ingresé a la Facultad.
¿Podría relatarnos cómo se transformó en una líder política?
Creo que es una cuestión de actitud. A mí me dieron una oportunidad hace 25 años. Un
buen día, siendo jefa de la División de Estudios Superiores de la Facultad de Salud Pública,
me dicen quedo: “vas a recibir una llamada y no digas que no. Te van a hablar del comité
de don Alfonso Martínez Domínguez”. Yo no tenía ni el gusto de conocerlo. Dicho y hecho.
Me hablaron y me dieron la oportunidad de trabajar en la campaña, En ese entonces era
una mujer joven, profesionista, con un prestigio académico y social no muy alto, pero sí
reconocido y pensaron que podía ayudar en la campaña para la gubernatura promoviendo
el voto entre las clases medias altas y altas.
Don Alfonso, que en paz descanse, era un hombre muy absorbente, muy disciplinado, muy
exigente con su trabajo. En la primera reunión, que fue exactamente el 30 de enero de
1979, nos reunió a todos los que promovimos el voto en los diferentes distritos electorales y
dimos nuestra información. Cuando me tocó hablar de mi distrito le dije: “don Alfonso,
discúlpeme, aquí no hay hombres ni mujeres, somos cabezas que pensamos y manos que
trabajamos; he promovido mis reuniones con grupos heterogéneos y reuniones
exclusivamente femeniles, porque pienso que debemos trabajar juntos”. Levantó las manos
y dijo: “vaya, hasta que encontré a alguien que piensa como yo”. Se terminó la reunión
como a la una treinta de la mañana. Al salir me dice: “disculpe, doctora, ¿no va a ir a ver al
Papa?”, era la primera visita del Papa a Monterrey.
Le contesté: “Iba… ya no, porque son las dos de la mañana” Me dice: “Váyase a ver al Papa
y la espero aquí el día primero, para platicar con usted”. Fuimos a ver al Papa, mi marido,
mis hijos y mi madre. El día convenido estuve ahí y fue cuando me ofreció ser candidata a
diputada. Confieso que no sabía lo que hacían los diputados. Entonces él me dijo: “quiero
que usted colabore en mi gobierno, que haga la campaña junto conmigo”. Le contesté que
no me mandaba sola, tenía un marido, una familia, había que consultarlos. Me recomendó
no decirle a nadie más. Respondí: “mire, don Alfonso, no se preocupe, no lo voy a decir. No
por usted, sino por mí. Si yo salgo de aquí y digo que me está invitando a ser diputada, me
van a juzgar loca”.
El 6 de febrero de 1979 acudí y preguntó si ya lo había decidido. “No, tengo mis dudas y
déjeme hacer mis preguntas, ¿qué va a pasar con mi trabajo?”. Yo trabajaba en la
Secretaría de Salubridad y Asistencia, era maestra universitaria y por consejo de mi
marido, no quería perder nada de lo que tenía. Me dijo que no iba a pasar nada, que
pidiera una licencia y me iba a hacer la campaña. Luego de muchas preguntas llegamos a la
conclusión de que, si consideraba que podía servirle en algo, lo haría con mucho gusto.
Fue muy difícil, me tocó un distrito difícil en el área de la colonia Independencia. A
pedradas me recibieron, pero 25 años después, esa gente sigue siendo amiga y todavía me
llaman “mi diputada”.
¿Por qué la apedreaban?
En primer lugar, porque era mujer; en segundo, según ellos, una mujer estudiada, que no
había sufrido lo que ellos. Ignoraban que en la viudez de mi madre, muchas veces teníamos
que comer las sobras que dejaban mis primos, vestir lo que me regalaban, llegué a coser
personalmente los zapatos que me daban. Consideraban que yo era una mujer con una
posición universitaria, que no les iba a escuchar sus reclamos, pero los convencí.
¿Y en la Cámara, que le decían por ser mujer preparada?
Ahí hubo compañeros, en la Cámara de Diputados, que no me bajaban de “mujer
perfumada”.
¿Cómo concilió su vida personal con su vida política?
No fue fácil. Vivimos en un país machista y muchas noches fueron de discusiones con mi
marido, lágrimas, pero tenía un compromiso. La gente creyó en mí, tuvo esperanza y yo
tuve que conciliar. Afortunadamente, con mis hijos siempre fui responsable, incluso en su
colegio siempre decían que cómo, estando tan ocupada, era una de las primeras en llegar a
las juntas de los niños.
Dice que cuando inició su vida pública no se mandaba sola, ¿ahora sí?
Desgraciadamente. Mi marido murió hace 14 años. Me mando sola y no, porque les debo
un respeto a mis hijos y un compartir con ellos mis experiencias. Ellos me apoyan en todo y
me permiten que vaya, que venga, que torne. Es diferente. Durante mis años de casada
nunca dejé de ir a comer a casa con mi marido y mis hijos y cuando tenía compromisos de
trabajo, era previo aviso. Estábamos de común acuerdo, pero no fue fácil.
Tuve el privilegio de ser la única mujer en contestar el primer informe de gobierno de
Alfonso Martínez Domínguez; cuando estaba lista para dirigirme a Palacio de Gobierno
para de ahí ir al Teatro de la Ciudad le dije a mi marido: “estamos listos”, y me contestó:
“vete tú sola”. Empezó la discusión; y le dije: “¿sabes qué?, a mi regreso lo platicamos, voy
a cumplir con mi compromiso”, contesté el informe de gobierno. Me tocó cantar el Himno
Nacional toda desafinada y fui criticada por todos los medios de comunicación, pero salí
adelante.
¿Cuáles considera sus mayores logros y aportaciones?
Creo que mi mayor logro son los siete años y medio que pasé al frente de los Servicios de
Salud y lograr transformar un sistema que durante muchos años fue olvidado, donde la
gente campesina recibía la atención como un regalo. El haber logrado esa transformación y
la sonrisa de la gente, el reconocimiento. Hace siete meses regresé a Monterrey y todavía a
mi casa me habla la gente de los seis municipios del sur, para que les resuelva sus
problemas, ése ha sido mi mayor logro.
Otro, ha sido el haber formado tantos alumnos en la Facultad de Medicina. Tengo 28 años
de ser maestra, alrededor de 100 ó 200 alumnos anuales. Encontrármelos en la calle y
verlos triunfar, inculcarles los valores y el respeto hacia las mujeres, es para mí una de mis
grandes satisfacciones. También haber recibido la Medalla al Mérito Sanitario de Nuevo
León. Haber sido propuesta para la medalla al Mérito Cívico; haber sido reconocida en el
Día Internacional de la Mujer en tres ocasiones, hasta que les dije: “busquen otra, ya estoy
muy vista”.
La historia y la tradición señalan que la máxima realización de la mujer es ser madre, pero
conozco a muchas mujeres que no lo fueron y son tan plenas y valiosas como las que
tuvimos hijos. La vida te va señalando el camino. Tengo una hija que es licenciada en
Administración de Empresas, trabaja fuera de la ciudad y por el momento eso no le
interesa, está muy feliz. Se ha realizado y la respeto. La tradición, la Iglesia, la moral y la
sociedad dicen lo de siempre: que la mujer es para procrear, pero no necesariamente.
¿A qué cree se deba el cambio de roles en las nuevas generaciones, donde algunas veces la
mujer tiene un rol más activo que el hombre?
Creo que es por la transformación de la sociedad, como que las mujeres ya nos cansamos,
como que dijimos basta, yo tengo capacidad, yo puedo hacer las cosas, yo no debo
depender tanto. Como que nos decidimos a demostrar que podemos hacer las cosas, que
somos talentosas, valiosas. El famoso sexo débil es un mito, de débil no tenemos nada y la
prueba está por ejemplo, que una mujer viuda, sola o separada, sale adelante y un hombre
difícilmente se mantiene solo, busca ese complemento necesario para hacer las cosas.
Pienso que las mujeres somos personas, sigo sosteniendo y en la actualidad quien sabe,
que la única diferencia debe ser en la cama, quién sabe. Quizá somos iguales y estamos
muy contentos.
¿Cuál sería su mensaje por los derechos de la mujer?
Que nuestros compañeros diputados acepten la capacidad de las mujeres y las respeten.
Que ya no pongan tanto pero, que pongan a un lado sus patrones culturales machistas y
que no nos vean las faldas, sino los pantalones que tenemos para resolver los problemas.
Lucilda Pérez Salazar
Diputada local en la LXVIII Legislatura (1997-2000)
por el Partido de la Revolución Democrática.
Nace en Villaldama, N.L., el 31 de octubre de 1944. Hija de María de Jesús Salazar
Treviño y de Eleuterio Pérez González. Sus estudios profesionales los realiza en
Monterrey, obtiene el título de maestra en Matemáticas, Física y Química en la Normal
“Miguel F. Martínez”. Es secretaria de Pensiones y Jubilaciones del Sindicato de
Trabajadores de la Educación, Sección 50 de Maestros.
Su trayectoria política dentro del Partido de la Revolución Democrática (PRD) la llevó a
la diputación local en el periodo 1997-2000, en la Legislatura LXVIII. Además se ha
desempeñado en el ámbito sindical y partidista. Contendió en 1985 por la alcaldía de
Monterrey, así como por la gubernatura del Estado. Del 2000 al 2002, fue presidenta del
Partido de la Revolución Democrática en Nuevo León.
Mi niñez y adolescencia las pasé en mi pueblo muy tranquilo, entre los estudios, el campo,
la iglesia, es lo que se hace en un pueblo. Una vez me dijeron que también veían mis
inquietudes, en la escuela secundaria fui presidenta de la sociedad de alumnos en su
momento y participaba como oradora en las fiestas públicas, sobre todo las del 16 de
Septiembre, 5 de Mayo, etcétera. Eso es lo que puedo decir en cuanto a esta etapa.
En la Normal Superior me especialicé y de ahí en delante mi carrera ha sido la del
magisterio. Estuve trabajando 31 años hasta mi jubilación. Y a partir de ella he estado en el
movimiento activo dentro del magisterio, defendiendo las causas de los maestros
jubilados, en este caso, y de los maestros activos también. Actualmente me ocupo de una
cartera en la Secretaría de la Sección 50, soy la secretaria de Pensiones y Jubilaciones para
el periodo 2003-2006.
¿En qué momento se descubre como líder?
Cuando pasé a la Normal “Miguel F. Martínez” comencé vivir otro mundo distinto al de
una persona pueblerina, y comencé a participar también en la disputa por la dirección de
las mesas directivas. Estaba ávida de conocimiento, de lecturas y empecé a participar en los
movimientos estudiantiles. Fue a partir del 66 que comenzó mi vida política, ingresé al
Partido Comunista Mexicano; entonces permanecí en él durante años, hasta que
empezaron las fusiones de este partido con otros y formamos otro tipo de partidos de
izquierda, entre ellos el Partido Socialista Mexicano, del cual fui secretaria general, que era
el puesto máximo aquí en Nuevo León.
Participé varias veces en campañas electorales siendo candidata a diputada local, a la
alcaldía de Monterrey en el año de 1985, a la gubernatura del Estado. Fui la primera mujer
que participó en esas lides en aquellos tiempos; los contrincantes fueron, por el PRI, el
señor Jorge Treviño y por el PAN, el licenciado Fernando Canales. Y a partir de ahí he
estado muy activa en la política pública.
Después, en el año de 1997 fui diputada local en la Legislatura LXVIII y en los años del
2000 al 2002 fui presidenta del Partido de la Revolución Democrática. Hemos estado no
nada más participando activamente en los partidos políticos, sino también en las luchas
sociales que se han desarrollado en la localidad, en el magisterio principalmente. En el año
1993 hubo un movimiento magisterial muy fuerte, debido al cambio del régimen que inició
nuestras jubilaciones, y de ahí formamos parte de una coordinadora estatal. Y hasta la
fecha ha habido una participación, aunque no en el mismo grado pero importante, en la
defensa de las causas de los maestros.
¿Ha tomado como lucha política los derechos de las mujeres?
Muchas veces desde los años 80. En los primeros años de esa década comenzó aquí a
manifestarse una lucha, se desarrolló en los medios un debate que duró varios meses
porque era muy incipiente la lucha de las mujeres. Hay testimonios, gráficas en la prensa y
en la televisión de mis participaciones, sobre todo en la polémica sobre el aborto; desde
entonces esa lucha se ha venido desarrollando. Soy de concepción amplia en cuanto a esos
temas y hay fácilmente alrededor de unos diez artículos que escribí en El Norte, me daban
espacio, y participé también en varios Foros de Gilberto Marcos en el canal 2. Pues eran
luchas pioneras en ese entonces.
Era un tema muy difícil de tratar, lo es todavía, pero ahora son otros tiempos, 20 años
después de esas luchas. Pues participamos en movimientos femeniles que se dieron a lo
largo de estos años en el PRD, que también ha sido un partido pionero en la lucha por las
mujeres en el establecimiento de las cuotas en sus estatutos. Aunque nos hemos quedado
cortos en eso, ya nos han rebasado posteriormente, fuimos los primeros en introducir en el
estatuto la participación de género de 30/70, ningún género puede tener más de 70 por
ciento.
Lo malo del asunto es que nos quedamos ahí, no hemos recaudado esa expectativa.
Tenemos en puerta un congreso nacional en estos días, quizás será uno de los temas que
también vayan a resurgir, ya ha habido la propuesta, hay una amplia corriente interna que
pugna por que sean equiparables, o sea el 50/50.
¿Ha sufrido algún tipo de discriminación por ser mujer?
Yo no lo he vivido directo, no tuve oposición de ese género por el género, valga la
redundancia, para escalar los puestos que he tenido, o sea, de secretaria general en el
PSUM, candidata a la gubernatura, presidenta en el partido. Los problemas han sido de
otro tipo. Por mi calidad de mujer en general no lo he vivido, pero estamos conscientes de
que la discriminación es muy grande en nuestro país y en Nuevo León, pues, entre más
esté cargada la ideología de la derecha, como es el caso de Nuevo León, pues obvio que se
cierran más los cauces de participación de las mujeres.
¿Por qué el pensamiento de derecha no contribuye a la equidad?
No contribuye a la equidad porque el de derecha es un pensamiento retrógrado, sobre todo
en el tema del aborto, ellos están en el extremo del derecho a la vida. La lucha que tuvimos
que librar en el Congreso del Estado fue muy dura. Fue un tema que abarcó fácilmente seis
meses del año, ¡y las agresiones! Incluso la gente de la derecha, la gente elitista de Nuevo
León, se manifestó con posiciones muy extremistas en contra de cualquier posibilidad de
que se abrieran causales, que se permitiera el aborto en ciertas condiciones.
Eso es un tema, pero no el único; se manifiesta también en la falta de apertura para que la
mujer participe en todos los ámbitos y en todos los campos de la sociedad, ya sean
políticos, sociales, laborales, de todo tipo. Entonces, es su pensamiento y en Nuevo León
este tipo de ideología ha estado en la sociedad durante años. No solamente ellos la han
vivido o la profesan, sino que han influido para que incluso muchas mujeres piensen de la
misma manera; esto se vuelve un problema mucho más difícil para abrir esta posibilidad
de participación de la mujer en todos los ámbitos de la vida productiva y de la vida social
de nuestro Estado.
¿Hemos avanzado en cuestión de derechos de las mujeres?
Claro que hemos avanzado. Sí, es obvio, algunos están plasmados en las leyes, ha costado
trabajo, luchas a nivel nacional y local; otras quedan nada más en la letra de la
Constitución o de las leyes, pero falta mucho. Ahí tenemos una iniciativa en el Congreso
para lograr penalizar la violencia en contra de las mujeres, contra los niños, contra la gente
débil; y todavía le falta al proyecto, no es el último que podría surgir. Pero naturalmente
estos proyectos surgen y tienen oposición también, la misma derecha se opone a que haya
avances, por eso necesitamos el contrapeso de la gente avanzada, la gente de progreso tiene
que empujar para lograr esos cambios que necesitamos en Nuevo León y en el país.
¿Qué más es necesario hacer en ese sentido, qué falta en esa agenda?
Pues son muchas cosas, una de ellas son las leyes en contra de la violencia, otras son las
leyes electorales. Hasta ahora las leyes son omisas en cuanto al tema, lo tienen los partidos
en sus estatutos pero no la ley electoral. Entonces hace falta incluir, llevar a la legislación el
tema; también que sea obligatorio el hecho de que las mujeres como los hombres
participen en igualdad de condiciones reales en todas las lides electorales que se presenten
y en todos los puestos públicos que haya lugar; ésa es otra asignatura pendiente.
Quizás lo haya también en otro tipo de legislaciones laborales, también están pendientes;
que se realicen estos cambios a nivel país. Y no se diga en cuanto a la temática familiar, yo
creo que también hace falta que los códigos familiares civiles del Estado se reformen para
ponerlos a tono con los tiempos que estamos viviendo y permitir la plena participación de
la mujer en todas las lides.
¿Le costó trabajo lo que ha logrado, por ser mujer?
De alguna manera, quizás de manera indirecta se siente el freno o la oposición, válgame la
expresión, de ciertos sectores para que se abran paso las posiciones de las mujeres, en este
caso las mías. Yo tuve por ejemplo dificultades para acceder al puesto de presidenta del
Partido de la Revolución Democrática, quizás no tanto por el hecho de ser mujer aunque
estaba implícito, los opositores eran hombres. Fui electa para ese puesto, tuve que librar
un largo litigio en la Comisión de Garantías y Vigilancia porque al mismo tiempo era
legisladora y no permitían que asumiera la presidencia del partido.
Transcurrió un año después de ese litigio, finalmente tuve que pedir la licencia en el
Congreso para poder asumir la presidencia en el partido; y los que se opusieron, e
impugnaron el caso, fueron hombres y no mujeres. Bueno, ésa es una cuestión indirecta
porque no se ve a plenitud que sea una lucha de este tipo, pero puede estar disfrazada.
¿Tuvo que ver cómo la educaron para que eligiera abrirse camino en un ámbito
tradicionalmente masculino?
Fui la hija mayor, eso nos da un margen de más libertad, vamos abriendo camino; y al
llegar a Monterrey a la Normal, me interesaban mucho las pláticas y las luchas que hacían
algunos compañeros varones. Así empecé yo, nosotros somos exactamente lo mismo,
tenemos el mismo derecho de participar y tenemos las mismas capacidades; además
ocupamos los lugares primeros en la escuela, en donde fuera; y eso nos colocaba en las
mismas circunstancias frente a los hombres.
Por eso disputamos también las presidencias de las mesas directivas en las escuelas, no
nada más en la secundaria de Villaldama, también fui candidata en la Normal Superior y
tuvimos una muy alta votación. No lo logramos, los fraudes se produjeron pero la
participación fue muy amplia y yo creo que las mujeres ahí se lanzaron en apoyo de mi
candidatura, porque el contrincante era hombre.
¿Cuáles han sido sus mayores aportaciones y logros?
Creo que en el magisterio hay reconocimiento por las luchas que hemos llevado ahí; quiero
decir que hubo aporte y lo seguirá habiendo mientras estemos en posibilidades de hacerlo.
En la lucha social hay sectores también que reconocen la participación. En el Congreso del
Estado hasta la fecha la gente me dice diputada, ya pasaron cuatro años ¿no? Pero algo nos
recuerdan, y si nos recuerdan es por lo positivo y no por lo negativo. Yo creo que también
apostamos el mejor esfuerzo para lograr que se cambiaran algunas leyes o frenar otras
como ésta que hemos hablado de derecho a la vida, y nos satisface que haya
reconocimiento público a la labor que hemos desempeñado.
¿Cuál sería su mensaje para las mujeres de Nuevo León?
Éste será el siglo de las mujeres y para que eso sea de verdad necesitamos poner nuestro
granito de arena, todas. En esta lucha por reconquistar el derecho que tenemos las mujeres
–de ocupar a la par con los varones toda la vida social, política, académica y laboral de este
país– las reformas de las leyes que están por venir a nivel local y nacional serán fruto del
trabajo que desempeñemos y los espacios que vayamos conquistando. Es la causa más
noble que existe en la sociedad y esperemos que pronto logremos estos triunfos, estos
avances para bien de Nuevo León y de México.
En eso estamos y vamos a continuar, creo que cada día se incorporan más mujeres a esta
lucha, cada día hay más conciencia de la necesidad de empujar esos cambios; la misma
existencia de este Instituto de las Mujeres de Nuevo León es un paso adelante, no lo
teníamos antes y ahora tenemos una palanca desde la cual poder empujar estos cambios.
Ana María Ramírez Cerda
Diputada local en la LXX Legislatura (2003-2006)
por el Partido Verde Ecologista de México
Nació en Monterrey, N.L., en 1954, en el seno de una familia de clase media y es la mayor
de seis hermanos.
Su incursión en la política sucede a raíz de su activismo social y a través del Partido
Verde Ecologista de México (PVEM).
Actualmente es diputada local en la Legislatura LXX, que abarca el periodo 2003-2006.
¿A qué edad descubre su vocación política?
Ya tarde. Hace exactamente 13 años. Me dicen que siempre he sido política porque desde
niña cuando me daban alguna indicación, yo siempre preguntaba el porqué. De hecho,
vengo de un abuelo revolucionario que luchó por su patria, aunque no tuviera la necesidad
de hacerlo. Yo entré a esto de la política por una problemática del sector donde vivía, la
colonia Talaverna, a una cuadra del arroyo del mismo nombre, donde hace 20 años aún
había descargas industriales en ese río.
Fui presidenta por dos periodos consecutivos de la sociedad de padres de familia de la
escuela de gobierno a la que iban mis tres hijos. Los niños, no sólo mis hijos sino los de mis
vecinas, jugaban en el arroyo en tiempo de calor porque veían el agua transparente, pero
empezaron a salirles ronchas y problemas en la piel. Entonces fui a poner quejas. El arroyo
divide los municipios de Guadalupe y San Nicolás, es el límite. Fui a San Nicolás, no tuve
eco. Fui a Guadalupe y tampoco.
En ese tiempo, mi esposo y yo nos dedicábamos a las ventas y nos surtíamos en el Distrito
Federal. En una de esas ocasiones, como siempre he sido una enamorada de mi cultura y
de mis raíces, me encantaba ver a los danzantes en el Templo Mayor a un lado de Catedral.
Ahí estaba un módulo del Partido Verde, me acerqué porque tenían unos árboles preciosos
y me explicaron a qué se dedicaban y entonces dije: “aquí está quien me resuelva el
problema”. Pues obviamente, tarde, pero sí se resolvió.
Ahí me dijeron que me podía afiliar, les hice la indicación de que no era del Distrito
Federal, me indicaron que no había problema, que el partido está en toda la República. Me
olvidé de aquella inscripción, seguí el trámite de la denuncia del arroyo y de repente me
llegó una carta donde me seleccionaban como representante del Partido Verde ante el
Instituto Federal Electoral.
Yo ni recordaba que me había afiliado. Acudí al citatorio y me explicaron de qué se trataba,
me presentaron al presidente del PVEM por Nuevo León, licenciado Arturo Marroquín y
pues continué. Me gustó, acudí a las citas, estaba en el Registro Federal de Electores y en el
IFE, yo ni sabía que existían esos organismos.
En 1991 me dieron la Secretaría de Organización en el estado y perdimos el registro. En
1992 me dejaron como presidenta de mi partido por recomendación del licenciado
Marroquín y por el trabajo que yo había llevado. Me tocó hacer las asambleas para que
nuestro partido pudiera tener su registro nacional; hubo elecciones dentro del partido y me
han vuelto a postular los mismos comités municipales y el Consejo Estatal. Ahora estoy
contentísima porque, aparte, tengo un puesto nacional en la Comisión de Honor y Justicia,
que es la más importante dentro de los partidos, por la cuestión de que ahí se diluye toda la
problemática interna de la vida de un partido.
¿Qué ha sido lo más difícil que ha enfrentado en ese proceso?
Dentro de mi partido no, ha sido difícil en el ámbito externo dentro del mismo núcleo
político del Estado. Estamos en un lugar muy tradicionalista, lo acabo de ver con las
reformas al Código Penal y al Código Civil; algunos compañeros que se suponía tenían
mucha apertura, se resisten a darle oportunidad de participación a la mujer. Cuando
hablamos de cosas tan simples como el hecho de quitar la frase de “honesta y casta”, se
ponen renuentes; estamos hablando que esta frasecita existe desde la época de la
Revolución o antes, obviamente ya es obsoleta. ¿Cómo puedes poner en un parámetro, y a
criterio de quién, la castidad y la honestidad de una mujer? Aparte, en el delito de estupro,
el hecho de que las prostitutas no pudieran denunciar. Es decir, el que se ejerza la
prostitución ¿por ese hecho no tienes la posibilidad de defenderte?, y ¿si te fuerzan, no es
violación, porque eres prostituta?
Eres ciudadana, eres mujer y no hay ciudadanas de primera, segunda o tercera. Todas
tenemos constitucionalmente ese derecho. Me encuentro con esa sorpresa en las
discusiones, cuando yo pensaba que había mucho avance. Creo que somos actualmente la
legislatura con más mujeres en la historia de Nuevo León. Y me digo, ¿pues qué pasó?,
¿somos o no somos? Ésa es una de las dificultades que me he encontrado.
Por lo regular los líderes de los partidos tenemos reuniones para ver reformas estructurales
del Estado y nos convoca el gobernador en turno. La primera ocasión pues era la única
mujer presidenta en el Estado, estaba de gobernador Sócrates Rizzo, Fernando Canales era
el líder de Acción Nacional, Francisco García, del PRD; eran puros varones y pues, de
repente, salían con algún chistecito subido de tono. Volteaban casi rasgándose las
vestiduras, todos rojos. Ante ese tipo de situaciones he vivido, que de entrada me han
hecho sentir incómoda.
Otra de las cosas, cuando la mujer es quien dirige algunos sectores la mayoría de los
hombres no se siente muy bien de que sea ella la que tenga la batuta, el mando; aunque las
mujeres tratamos de hacer equipo e integrar a nuestros subalternos, el hombre no lo hace.
Tratar de integrar un equipo para que pueda funcionar mejor en un ambiente más
agradable, eso sí ha sido algo difícil.
También ha sido arduo para mí convencer a las mujeres de que participen, porque a veces
no es que no te den la apertura, a veces es que la mujer misma se excluye. La mujer misma
se dice ¿y yo podré? Pues aquí estás, y puedes. Si puedes ser una líder en tu sector, buscar
las mejoras para tu colonia, en las escuelas conseguir becas o más, bien puedes
representarlos en un puesto de elección popular. Esos han sido los inconvenientes que me
he encontrado.
En el partido no he tenido ninguno, cuando yo entré estaba el licenciado Jorge González
Torres y te juro que ahí, a la inversa, no había equidad para los varones. Éramos un 80 por
ciento de presidentas. El equipo, básicamente en el Comité Estatal está integrado por más
mujeres que hombres. Ahí sí rebasamos el concepto de equidad.
¿A qué atribuye que se haya salido del patrón tradicional de la mujer?
Yo siempre he dicho que traigo sangre de revolucionarios. Mi madre y mi padre también. A
pesar de que no teníamos muchos recursos económicos, nunca estuvimos con una cultura
igual a lo que la sociedad decía. Mi padre decía: “Yo creo en Dios, soy católico, pero vamos
todos a la iglesia y si ustedes quieren esa religión, la toman”. Me casé muy joven, a los 18
años, tengo un compañero que me apoya y me impulsa a pesar de que su cultura no es
igual que la mía. Él es de Coahuila, con una cultura más tradicionalista, porque allá los
hombres son más machistas que en Nuevo León. Entonces cambié muchas cosas. Siento
que es la sangre que traigo de mis raíces y la educación que me dieron mi padre y mi
madre.
¿Les dieron las mismas oportunidades sus padres?
Sí, claro que en la cultura que traía mi madre a pesar de que era muy abierta con las cosas,
en la situación de la casa seguía siendo la de la responsabilidad. Pero compartía, o sea
repartía entre las tres mujeres, cuatro con mi madre. Yo no hice lo mismo porque eso era lo
que cuestionaba, yo decía: si todos habitamos una casa y es nuestra, todos tenemos la
responsabilidad de aportar. No le pasa nada al niño porque lave los trastes, no le pasa nada
al esposo porque coadyuve con el hogar. Estoy muy orgullosa de que a pesar de que nací en
una época en que las costumbres machistas estaban muy arraigadas, mis dos hijos varones
saben planchar, lavar, cocinar, barrer, trapear.
¿En materia legislativa cuáles cree sean las asignaturas pendientes?
Nos falta urgentemente una ley integral de violencia familiar, no sólo reformas al Código
Penal y al Código Civil como lo que realizamos. Sí fueron muy importantes, crearon
parámetros. En las reuniones que estuvimos tocando lo del Código Penal habíamos
escuchado a todos los grupos sociales, a todos los organismos que se dedican a la defensa
de la mujer, instituciones, sociedad civil, fue demasiado consensuado y llegamos a
acuerdos como que se iba a quitar la frase “casta y honesta”, pero en la práctica no.
Tuvimos que salir al debate y a la tribuna a pelear que no lo queríamos, y quedó, gracias a
Dios, expulsada la frase de ese código, yo creo que todavía tenemos el temor de decir las
palabras como son.
Si queremos hacer leyes o conformar organismos que sean claros y que no estén en forma
general, para que no deba haber por ahí una laguna, pues vamos a “ponerle Jorge al niño”.
Preferencias son preferencias sexuales, luché y quedó preferencias sexuales. Pero no
necesitamos discutir si se supone que estamos en el tiempo en el que se le está dando ya su
lugar a la mujer en el Estado y en el que los compañeros en el área política y en el área
laboral dicen que están completamente de acuerdo en que eso sea, pero de palabra. Yo
quiero verlo en los hechos, hay avances, pero faltan todavía.
¿Cuáles han sido sus mayores retos y mayores logros hasta ahora?
Mi mayor reto creo es ser diputada. Luché mucho, siempre fui candidata, lo intenté mucho.
Mi mayor logro, pienso que es el poder transmitir a todas las mujeres que no importa la
cuestión cultural, porque mi carrera es técnica, no soy universitaria, que no es una
limitante ser mujer. Que no se limiten, que pueden hacer mucho por sus hijos, por su
comunidad y por su patria.
Otro de los logros que considero importante es que soy ya coordinadora de mi fracción, ya
somos dos coordinadoras en esta legislatura, la diputada Lupita Rodríguez del PT y tu
servidora, lo que no había anteriormente en otra legislatura. Tengo todavía muchos
proyectos como tratar de integrar más a la mujer en este ámbito de participación, la Ley
Integral de Violencia Familiar, para mí es un compromiso. Otro de los logros también es
ser diputada federal, llegué tarde a la política pero creo que puedo dar mucho todavía a mi
patria.
¿Cómo ha logrado combinar el ámbito privado y doméstico con su vida pública?
Pienso que lo único que ha sido difícil es que siempre estamos expuestas a las difamaciones
y eso afecta a la familia. Eso es lo único que me ha dañado en forma personal un poco, no
mucho, porque yo decidí estar en esto y sé que así es. Tengo una familia muy integrada,
porque educamos a nuestros hijos en la equidad y los enseñamos que en sus proyectos
cuentan con nosotros para el apoyo incondicional. En ese sentido, siempre he tenido el
respaldo de mis hijos y de mi esposo; obviamente para mí ha sido más fácil que para otras
mujeres.
Dos de mis hijos se casaron en época electoral, mi hija la mayor y mi hijo el más pequeño,
entonces ahí sí tuve la dificultad de no estar con ellos hasta en el más mínimo detalle, pero
el tiempo que les he dado ha sido de calidad. Lo veo por el hecho de que cuando yo llego a
casa me preguntan cómo pasé el día, o con lo de alguna declaración: “No sabe cuán
orgullosos estamos de usted”. Entonces, yo siento que no he hecho tan mal mi trabajo, no
soy perfecta, a veces soy muy intolerante, muy rígida, muy precisa en las cosas. Pero siento
que tengo una obligación como madre hasta el día que muera y no me quito ese
compromiso.
¿Qué mensaje daría a las mujeres nuevoleonesas?
Que ya tienen todo, tuvieron la apertura cultural, ya se les permitió entrar a carreras que
antes estaban vetadas para nosotras. Que no se limiten y siempre piensen que en el ámbito
en que se desenvuelven pueden participar con calidad; que los retos son muchos, que van a
encontrar obstáculos, pero que tienen una apertura por las generaciones anteriores que
hemos luchado para dar; que ocupen los espacios, que no tengan temor, nosotras no lo
tuvimos y trabajamos para estas generaciones.
No puede ser posible que el trabajo que hicimos –y que para nosotras sí fue algo difícil–
lo desaprovechen. Que participen, que ocupen nuestros espacios. No se trata de una lucha
feminista, se trata del equipo, de trabajar en equipo el hombre y la mujer por bien de
México y de Nuevo León.
Tomasa Rivera Juárez
Diputada local en la LXVIII Legislatura (1997-2000)
por el Partido Revolucionario Institucional
Nació en San Luis Potosí, S.L.P., el 5 de octubre de 1949. En 1959 se traslada con su
familia a Nuevo León, donde reside en la actualidad. Es la cuarta hija entre siete
hermanos. Su padre es Ángel Rivera Arenas y su madre, Josefa Juárez Rangel. En
Monterrey realiza estudios de enfermería.
Fue integrante del Comité Ejecutivo en la Federación Obrera de Organizaciones
Femeniles de la CTM. De 1986 a 1988 fue regidora en Escobedo, N.L. y de 1992 a 1994
regidora en el mismo municipio, así como representante de las mujeres en el PRI
municipal de Escobedo, llegando a la diputación de 1997 a 2000.
¿En qué momento le nace la inquietud por incorporarse a la actividad política?
En 1978 conocí a la señora Gloria Mendiola, que era una persona que se estaba
desarrollando dentro de la política y me invitó a participar con ella y nos íbamos a las
comunidades. Empezamos a trabajar, hacer área social y ella nos dio la oportunidad de ir
ocupando puestos públicos o de elección popular. El sector femenil de la Federación era un
sector ya muy fuerte, el sector varonil de la federación de trabajadores de Nuevo León le
dio posiciones y la señora nos fue intercalando y fue como empecé.
Fui regidora de 1986 a 1988 en Escobedo, N.L. y 1992 a 1994 también regidora en el
mismo municipio, así fue como luego pasé a formar parte de la representante de las
mujeres en el PRI municipal de Escobedo, por suerte me llegó la diputación de 1997 a
2000, por las posiciones que había para la federación femenil.
¿Cómo ha podido conciliar su vida como servidora pública con la vida doméstica?
Me casé en 1992, no tuve hijos. Mi esposo se llama Alejandro Martínez Sosa, es divorciado
y tiene tres hijos que estuvieron conmigo, porque ahorita ya se casaron. Yo lo invitaba y
afortunadamente a él siempre le ha gustado participar, me ayudaba cuando tenía la
oportunidad de estar dentro de las colonias, si nosotros teníamos que venir a una comisión
a alguna dependencia del estado yo le encargaba las tareas a él. Ahorita estamos ya quietos,
ya no trabajamos mucho en eso, pero en aquel tiempo él me ayudó bastante. En mi familia
a nadie la ha gustado la política. Mi padre y mi madre sí son del PRI porque les nace de
corazón, pero yo soy la única de mi familia que ha participado en política. Pionera en la
familia.
¿Durante su trayectoria ha encontrado obstáculos o frenos?
Claro que sí, pero creo que con inteligencia se superan. La verdad es que discriminación, se
oye muy fuerte esa palabra, he visto muchos casos, en el propio no he tenido esa situación
afortunadamente, pero sí he conocido casos muy fuertes, que a veces uno se siente
impotente sobre cómo apoyar. Que bueno que se creó este Instituto, porque ya hacía falta.
¿Cómo se sintió la vez que le notificaron su postulación a la candidatura?
La política es muy compleja y para llegar a un puesto de elección popular hay muchos
obstáculos. Es increíble, pero a veces entre las mismas compañeras, es el primer factor que
se presenta. Yo fui candidata a una regiduría en Monterrey, cuando el licenciado Jorge
Manjarrez iba de candidato a la presidencia municipal yo ya estaba en la planilla.
Estábamos por tomar protesta y yo estaba enseguida del candidato y no me nombra,
entonces en el momento que a mí no me nombra, me voy haciendo hacia atrás y pues me
salgo de ahí.
A veces dice uno: me frustré, pero no, yo seguí adelante, yo nunca pedí los puestos de
elección popular, nunca estuve detrás de la señora Gloria Mendiola para que me diera un
puesto, creo que ella me reconoció mi trabajo y fue como obtuve los puestos de elección
popular porque jamás he pedido, me ha llegado de suerte.
Cuando me postularon para la candidatura de la diputación hubo muchos obstáculos. De
hecho, cuando ya estaba registrada en el PRI Municipal me estaban quitando por
problemas de compañerismo, de cosas infantiles, pero yo lo acepté. Claro, si pueden poner
otro, magnífico, yo siempre me he sentido segura de mí misma. Si no fue en ese momento
será en otro, y si no, pues no fue. Nunca me puse a llorar, nunca dije: voy a irme a otro
partido, yo no comparto esa idea de tomar esa decisión.
Será la misma seguridad que tengo, porque si uno tiene capacidad, donde quiera la hace.
No es necesario que uno se aferre a las cosas. Desafortunadamente vi esa actitud entre
hombres y mujeres. La política es muy compleja, dicen que lo importante no es llegar, sino
conservarse dentro y pues creo que en 25 años que estuve de lleno superamos muchas
cosas.
¿Cómo fue su experiencia, una vez dentro?
La mejor satisfacción es que fui la que gané en todo el estado, de siete mujeres, porque en
1997 fue cuando perdió elección Natividad y, bueno, nadie lo aceptábamos. La licenciada
María Elena Chapa ganó también. Fui la presidenta del Congreso, representé a la Comisión
de la Mujer y trabajamos bastante. Íbamos a las sesiones, yo siempre tuve mi comité o mi
oficina dentro del distrito y ahí participaba mucha gente conmigo, cada jueves nos
trasladábamos a las colonias a informarle a la gente qué estábamos haciendo en la Cámara,
porque mucha gente no sabe lo que es un diputado ni federal ni local, a veces ni el
presidente municipal.
Cada jueves tenía un aparato de sonido y nos trasladábamos, mi esposo voceaba y se
reunían las personas y les llevábamos un regalito o algo, pero siempre tuve mi oficina
abierta los tres años. Conseguí que en las comunidades la Secretaría del Trabajo apoyara
con recursos, capacitación y les pagaba. Hasta ahorita se habla bien de mí en ese distrito.
Específicamente en cuanto a mujeres, ¿encabezó usted alguna iniciativa, presentó alguna
propuesta en ese sentido?
Si, presenté una reforma al artículo 267. La licenciada Chapa también presentó muchas
iniciativas y ninguna se aprobaba, por el hecho de ser oposición. No nos frustrábamos,
pero dijimos: pues ya cumplimos con la misión para la que nos eligieron, luchamos a
contracorriente.
Tenía la idea de llegar al Congreso y sobre todo hacer por las mujeres; propuse que la
causal de divorcio, el abandono de la pareja o de la mujer, si mal no recuerdo es a los seis
meses, yo propuse que fuera a los tres meses porque las mujeres se veían en la necesidad
de saber cuál iba a ser la situación de ellas en el hogar y la familia. El hombre a veces se
trasladaba a Estados Unidos y ya no sabían de él. Pero no fue aprobada.
En su opinión ¿dentro de la agenda legislativa qué falta para que avancemos las mujeres
en Nuevo León?
Tengo entendido, me he enterado por los periódicos, que las legisladoras están haciendo
mucho, pero yo propondría que se hiciera una revisión al Código Civil en cuanto a la
situación de la causal de divorcio, porque si hay algo en el estado, en la República y tal vez
a nivel mundial, es que los divorcios están ya al 40 por ciento, a la orden del día. Yo
quisiera que se hiciera más por las causales de divorcio, ojalá que no se desintegrara tan
fácilmente la familia.
¿Cuáles considera han sido sus mayores retos durante toda esa trayectoria?
Ha habido muchos, ahorita el más importante es para mí compaginar la familia y la
política, ha sido un reto que he logrado, lo he superado, pero sí es un poco complicado. La
política es de tiempo completo, no hay horarios, es muy absorbente y a veces como en
todas las parejas, aunque mi esposo me ayuda mucho, pero de repente hay desavenencias,
pero inteligentemente lo involucré conmigo, siempre lo traía conmigo, de tal manera que
no tuviéramos fricciones, pero fue un reto muy fuerte. El otro reto es llegar a la política y
mantenerse, no es tan fácil.
Creo que la tenacidad, la fuerza de voluntad sobre todas las cosas, sobre todos los
obstáculos me gusta, soy muy callada. Me gusta trabajar, pero no me gusta mucho
involucrarme en fricciones, soy muy tranquila, pero sí me gusta mucho participar, me
gusta el desenvolvimiento y todo.
¿Cuáles han sido sus mayores logros, lo que ha conseguido?
Haber ayudado a muchísima gente en todos los aspectos. La gente más necesitada acudía a
mí y aún sin tener puesto de elección popular, porque yo me di mucho a conocer en
Escobedo, trabajé 19 años allá, me buscaba la gente para que la ayudara a conseguir a veces
hasta abrir puertas en presidencia, abrir puertas en el gobierno o en las dependencias,
porque se le facilita a uno como mujer.
Si usted pudiera verse a sí misma como otra persona, ¿cuál sería su opinión?
Como una mujer que ha logrado lo que quiere, como una mujer que se lo propone y lo
logra y que sobre los obstáculos que haya tenido, por la misma seguridad ha salido
adelante, ha valido la pena. Para mí es un orgullo de mí misma, haber formado parte, digo
haber porque ya no estoy de lleno. La política como es muy compleja, es muy bonita
cuando a uno le gusta y la ve de diferente manera, algo fabuloso. Tomasa Rivera ha logrado
muchas cosas y le he dado gracias a Dios, porque me ha permitido representar a la gente
más necesitada, a representar a mi estado, porque estos puestos son muy codiciados, son
muy peleados y me tocó la suerte y creo que la aproveché muy bien y la veo con una visión
muy bonita.
¿Cómo definiría el liderazgo femenino?
Es una oportunidad que se le ha dado a la mujer y que en este nuevo siglo debemos de
aprovecharlo, no siempre se da, se ha luchado mucho por tener lo que hasta ahora hemos
logrado, estamos atrasaditas en cuanto a equidad y género, pero ahí vamos. Sigan adelante
y tienen todo mi apoyo, sobre todo la mujer campesina, me preocupa mucho, he estado a
punto de mandar un oficio al Congreso de la Unión para que se capacite a las mujeres
indígenas dentro de sus comunidades porque para ellas sigue siendo su área. A ellas no les
gusta que las saquen de su municipio, quieren ahí, pero aún sigue la pobreza, la
discriminación de las mujeres, falta de oportunidades.
¿Qué mensaje le gustaría dar a las mujeres de Nuevo León?
La mujer está mucho más preparada. Las universitarias, por su misma capacidad
intelectual tienen mucho futuro, es conveniente que hagan, hay mucho qué hacer en el
estado. Creo que lo más importante es que ellas tuvieran la visión de llegar a hacer algo.
Llevar al estado a lo que queremos, un estado fuerte, pujante que es lo que nos interesa.
Tenemos un gobernador de mis respetos, qué bueno que así sigamos, que le echen ganas,
quizá nosotros ya pasamos a la historia, ellas empiezan y es sangre nueva. Tienen
capacidad intelectual, con eso tienen para salir adelante.
A las mujeres les digo, a todas por igual, intelectuales, obreras, campesinas, que hay que
seguir adelante. El hombre, desafortunadamente tiene la idea de que Dios nos creó para
estar en la casa. No, es para crear una responsabilidad compartida, pero es la mentalidad
del hombre. Hay que cambiarla.
Les sugiero y les digo a las mujeres que sigan adelante, que ahora yo no estoy de lleno en la
política por situaciones de mi trabajo, pero si me invitan a participar con mucho gusto lo
hago. A mí me gusta hacer talacha. No desmayen, ahorita lo más importante es que ya se
inició todo esto, ya estamos en el siglo XXI, hay que continuar, darle continuidad, para mí
sería una satisfacción ver a este Instituto pluralizado, de eso se trata, es una institución en
todo el estado y trabajar en conjunto, dejando partido, haciendo a un lado ideales, es lo
más importante, trabajar en conjunto es fabuloso.
Rosalinda Robledo Charles
Diputada local en la LXVII Legislatura (1994-1997)
por el Partido Revolucionario Institucional
Testimonio de su hijo, Daniel López Robledo
Nació en Saltillo, Coahuila, el 23 de julio de 1939. Fue la tercera hija de un total de seis
hermanos. Su padre fue Julio Robledo Lagos y su madre, Raquel Charles Recio. Siendo
muy pequeña, su familia viene a radicar a Monterrey. Casada con el pintor Armando
López y madre de dos hijos: Daniel y Diego.
Estudió en la Escuela Normal Básica “Miguel F. Martínez” y realizó la licenciatura en
Trabajo Social en la Universidad Autónoma de Nuevo León. Parte de su labor hacia la
comunidad se desenvolvió en el Ayuntamiento de Monterrey y en el Gobierno del Estado
de Nuevo León. Fue también la primera mujer que ocupó la Secretaría General del Frente
Nacional de Organizaciones Ciudadanas, hoy CNOP. Fue diputada local por el Partido
Revolucionario Institucional por el XIII distrito, ubicado en el municipio de Guadalupe,
durante la LXVII Legislatura, en el periodo de 1994 a 1997.
¿Alguien en la familia de Rosalinda se había dedicado a la política anteriormente?
No. Ninguna de sus hermanas, ni su hermano, que yo sepa, había estado en la política.
¿En qué momento se desarrolla en ella la inquietud de participar en bien de la
comunidad?
Yo creo que su inquietud nace de las carencias que pudo padecer en su infancia, puesto que
a mamá siempre se le vio una inclinación por las clases menos favorecidas. Por aquellos
niños conocidos como de la calle y también por los viejitos. Yo creo que, desde pequeña,
eso fue lo que la impulsó más que nada.
¿Cómo inició su actividad política?
Ella se sensibiliza aún más dentro de su función pública, llega primero al Ayuntamiento de
Monterrey siendo encargada de los Centros de Desarrollo Comunitario. Posteriormente
pasa a Gobierno del Estado, también en el DIF, como Directora General. En ese
acercamiento que tiene con las clases menos favorecidas, el deseo de hacer más por ellos,
de llevarles beneficios por ejemplo, programas de salud, alimentos, vestido. Al dirigirse al
sur del estado, a una de las zonas más pobres, le nace la inquietud de querer hacer más,
creo que entiende que es desde el medio político donde puede llevarles más beneficios.
¿Se convirtió en militante de algún partido o cómo empezó esa tarea?
Ella fue militante del Partido Revolucionario Institucional; tengo recuerdos que he
platicado con mi papá donde ubico que, dentro de su medio, compartiendo las ideologías,
le nace pertenecer a un instituto político y pues le sirve para llegar a ocupar el último
puesto que tuvo.
Muchas amigas evocan a Rosalinda con gran cariño y hablan siempre de su enorme
interés en las cuestiones de las mujeres. ¿Recuerda algo de eso?
Algo de lo más destacado de mamá se podría decir que fue con las reformas al Código Civil,
en los derechos de igualdad y de equidad de las mujeres. Recuerdo que, platicando con ella
me decía que las legislaciones que había en el Código Civil eran para un Nuevo León rural;
y dada la situación que le tocó vivir, en un Monterrey moderno, en un área conurbada,
donde la mayoría de la población se encuentra en 13 municipios, esto era ya
completamente obsoleto. Eran legislaciones que tendrían más de 80 años sin
modificaciones, lo cual se requería para igualar los derechos de las mujeres. Ésa fue de sus
mayores participaciones para las ciudadanas de Nuevo León, impulsar esas iniciativas,
inclusive las modificaciones fueron acordadas o realizadas en enero de 1997, cuando ella
fallece.
¿Cómo combinaba su labor de funcionaria pública con la crianza de su familia?
Mamá era una persona muy organizada, siempre había tiempo para la familia, para
convivir, siempre mantenía a la familia lo más unida posible; así fue y sigue siendo. Le
encantaba cocinar para nosotros, cocinaba muy rico platillos del centro y del sur de la
República. Estaba el consejo de la madre siempre atenta, la mamá desvelada cuando
alguno caía enfermo. Sabíamos que en cualquier momento ahí estaba.
¿Y cómo se sentían ustedes, su familia, con una mujer de tanto empuje como ella?
Era una relación muy bonita, había entendimiento. Y sí, de repente había conflictos. Creo
que es rara la familia, la pareja que no los tiene y siempre nos recomiendan los mayores
que es bueno tener diferencias, porque llega el punto del encuentro, del entendimiento que
fortalece más las relaciones. Lo vivo ahora; entiendo esas diferencias en una relación, en
las que siempre supieron entenderse mi papá y mi mamá.
Mi recuerdo de mamá es el de una mujer siempre trabajando. Yo estudiaba en el turno
vespertino, me despertaba y mamá ya no estaba. Sabía que estaba en la guardería como
directora; no llegaba a comer, comía en su trabajo y después se pasaba a impartir clases en
la licenciatura de Trabajo Social para la Universidad Autónoma de Nuevo León, eran clases
nocturnas. Se desocupaba de sus clases como a las diez y media, once de la noche. A veces
llegaba y yo ya estaba dormido. En ese tiempo sí había quien le ayudara con las tareas
domésticas, pero luego, al ir creciendo mi hermano y yo, teníamos un rol para apoyarla en
el que un día alguien hacía de comer y lavaba los platos y al otro le tocaba ordenar la casa,
así nos íbamos turnando.
Eso fue hasta la preparatoria, porque recuerdo que la que es ahora mi esposa iba con sus
amigas y se acababa la comida con el pretexto de “haces de comer muy rico” y había que
hacer de comer dos veces. Pero siempre hubo esa intención de ayudar a mamá y aligerarle
las cargas. A ella le encantaba tener su casa limpia, llegaba el fin de semana y cuando podía
estar en casa se ponía a recoger, a hacer la comida, a atendernos porque lo veía como parte
de hacer un hogar, que siempre estuvo muy interesada en mantenerlo.
¿Hay algún rasgo de su personalidad que recuerde como distintivo?
No se daba por vencida. Mamá siempre que quería algo, trabajaba, trabajaba y trabajaba
para lograrlo. Y fue algo que nos inculcó a mi hermano y a mí, la cultura del trabajo para
conseguir el fin a donde uno quiere llegar. Eso era algo muy distintivo de mamá.
¿Recuerda algún reto particularmente difícil para ella?
Creo que enfrentó muchos por su género, al involucrarse en la política, al ser ella la
primera mujer secretaria general de una organización como la FENOC, el Frente Nacional
de Organizaciones Ciudadanas, antes CNOP y hoy CNOP otra vez. Creo que fue de los retos
que llegó a enfrentar, al trabajar, colaborar y compartir ideas, por tratar de involucrar a los
demás políticos en el caso de los varones, no muy acostumbrados a ver lo que era la
política desde un plano del género, de una mujer. A lo mejor para ella eso fue un reto,
tratar de que la entendieran, que a través de ella vieran lo que estaban padeciendo las
mujeres en México.
¿Alguna vez comentó haber sufrido algún tipo de discriminación?
No que yo recuerde, pero imagino que de haber ocurrido, no quiero saber lo que hubiera
hecho mamá. Tenía una personalidad muy fuerte, chaparrita, chiquita, pero muy entrona.
¿Qué estudió Rosalinda Robledo?
Ella, dentro de su preparación básica realiza los estudios en la Normal Básica como
maestra de primaria; posteriormente con su deseo de superarse y aprender, cursa primero
la Escuela de Trabajo Social y después realiza la licenciatura en la Universidad Autónoma
de Nuevo León; inclusive me comentaron algunos legisladores, cuando estábamos en el
velorio, que se había inscrito en la Facultad de Leyes, porque dijo que como legisladora
tenía que aprender todavía más. Ella conocía lo que era el trabajo social y quería aprender
a legislar aún más para beneficio de la sociedad. Otros cursos que llevó también fueron de
administración de guarderías para madres trabajadoras, organización de círculos sociales,
prevención de uso de drogas, promoción y administración de eventos culturales, entre
muchos otros.
Aparte de estas labores que nos ha comentado como maestra, legisladora, ¿qué otros
cargos ocupó?
Empezó como trabajadora social de gineco-obstetricia del Instituto Mexicano del Seguro
Social. Posteriormente se desempeña como directora de guarderías del IMSS; a ese mismo
tiempo fue maestra de la Preparatoria 16 de la Universidad Autónoma de Nuevo León,
también fue maestra catedrática de la Facultad de Trabajo Social. Ya para jubilarse del
IMSS pasa a ocupar un puesto de eventos culturales del propio instituto. Siendo todavía
catedrática activa de la Universidad, jubilada ya del Seguro Social, la nombran encargada
de los CEDECOS, Centros de Desarrollo Comunitario.
Dada la capacidad de mamá, pasa a ocupar la dirección del DIF Monterrey. Posteriormente
ocupa la dirección de Concertación Social del Municipio de Monterrey y después como
directora de Concertación Social del Gobierno del Estado de Nuevo León. También se
encarga como coordinadora del Programa de Solidaridad en el Estado de Nuevo León, y
pasa a formar parte del staff del DIF de Nuevo León como directora general. En ese lapso
se integra ciento por ciento en el plano político como secretaria general de la FENOC; e
inicia ahí su campaña para lanzarse como diputada.
¿Recuerda algo de cuando ganó en esta contienda electoral?
Sí, cómo no. Estábamos nosotros en la casa y ella con su equipo recabando la información,
recibe una llamada telefónica y dice: “Ya ganamos, ahora sí puedo ayudar a la gente”. Para
ella era un logro más obtenido a través de su esfuerzo, de su dedicación y que ahora vería
volcado en un beneficio para la sociedad.
¿Qué era lo que más le disgustaba?
Yo creo que la gente apática, alguien que no tuviera deseos de superarse, de seguir adelante
y de hacer las cosas con el beneficio aunque sea para uno mismo, si de ahí podías ayudar a
alguien pues qué mejor. Pero sí, a ella le gustaba la actividad, me acuerdo que me decía:
“No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”.
¿Y qué era lo que más le agradaba?
Estar con su familia, con su nieta que conoció en vida, la disfrutaba mucho. Hija de mi
hermano, la nieta más grande, tiene nueve años, se llama Daniela Fernanda. Me acuerdo
que le encantaba ir a Bustamante porque decía que se desconectaba y así podía disfrutar
más de la presencia de nosotros. Era lo que le gustaba, estar con su familia, sus hermanos,
su padre que todavía vivía.
A mamá le gustaba mucho viajar cuando podía, y normalmente, curiosamente como dato
que tenemos, que nos tocó compartir algunos viajes, era ir a ver las necesidades de esos
lugares a donde iba. No podía apartarse. Trataba de profundizar siempre, queriendo ver
detrás de las personas y entre eso, lo que necesitaban. Algo debió haber logrado mamá con
eso. También le gustaba mucho escribir, la recuerdo sentada o recargada en su cama con
muchos libros, esa es la imagen de Rosalinda leyendo, siempre leyendo.
¿Qué leía?
Siempre leía acerca de mujeres destacadas dentro de diferentes planos, escritoras,
politólogas; de los cambios que habían sufrido algunas sociedades europeas, cómo se había
solucionado; ensayos de trabajo social, cuestiones de ese tipo. No era la novelita, no, era
algo siempre relacionado con ella para sacar lo mejor de ahí y ver la manera de poderlo
implantar.
Otra cosa, iba a diferentes comunidades; una vez me tocó acompañarla cuando llevaba a
sus alumnos de trabajo social a hacer prácticas, y también era enseñarles a las mujeres
cómo maquilar productos para subsistir como pequeñas cooperativas, juntando a las
mujeres de las cuadras, de las colonias para hacer algo en común y obtener un beneficio.
“Enséñalos a pescar y después el pescado vendrá solo”, eso lo tengo muy grabado de
mamá.
¿Qué cree que pensaría en este momento viendo la situación de las mujeres en Nuevo
León y de México? ¿cree que estaría satisfecha con lo que ella pudo impulsar?
Yo creo que hubiera dicho que está bien, pero que no es suficiente; siempre hay algo más
por hacer y dentro del plano de las mujeres habría mucho más por hacer, por llegar a esa
equidad, a esos mismos derechos que tanto escuchamos en todas partes y que realmente
no se aplican.
¿Algo más que quisiera agregar, Daniel, que se esté quedando ahí en el tintero de lo que
ha sido la vida y trayectoria de Rosalinda Robledo?
Estoy seguro que dentro también de las participaciones para la sociedad que más le
interesaron y con lo que veía trabajar duro a mamá fue lo de promover también las leyes
para las víctimas del delito; para las mujeres y niños que son maltratados, la violencia
intrafamiliar.
¿Cuándo falleció la licenciada Robledo?
Ella fallece el 29 de enero de 1997 por un derrame cerebral masivo, estuvo 14 días en
cuidados intensivos, sedada. Sus funerales fueron en Monterrey, se le hizo un homenaje
póstumo en el Congreso ya que a la fecha es la única mujer que ha fallecido en el
desempeño de sus labores como diputada en los 150 años que tiene el Congreso del Estado
de Nuevo León. Tuvo un reconocimiento post mortem, la Medalla al Mérito Cívico, entre
muchos otros que tengo guardados. Mis hijas me preguntan qué son, ya luego les diré.
María Guadalupe Rodríguez Martínez
Diputada local en la LXX Legislatura (2003-2006)
Diputada local en la LXVIII Legislatura (1997-2000)
por el Partido del Trabajo
María Guadalupe Rodríguez Martínez nace el 30 de enero de 1950 en Monterrey, N.L.
Cuenta con estudios en la Normal Básica “Miguel F. Martínez” y en la Normal Superior
del Estado Hace un par de años concluyó su grado de Maestría en Educación Inicial y
Preescolar en el Instituto Pedagógico Latinoamericano y del Caribe de La Habana, Cuba.
Durante 38 años ocupó diversos cargos en el ámbito magisterial. Fue miembra
fundadora del PT y dirigente fundadora del Frente Popular Tierra y Libertad. Entre
otras responsabilidades ha sido diputada local de la LXVIII Legislatura, donde fue
coordinadora del grupo legislativo del PT.
Además de su labor como diputada, actualmente pertenece al Comité Ejecutivo Nacional
y al Estatal de su partido, así como a la organización sectorial de mujeres del PT. Está
casada con Alberto Anaya y tiene cinco hijos y tres nietos.
¿Cómo es que se convirtió en líder?
Arranqué en la Juventud Comunista, que era una organización estudiantil de mucha fuerza
en Nuevo León. Estaban casi todas las mesas directivas de la Universidad de Nuevo León,
todavía no era autónoma. Un grupo de estudiantes muy valiosos, la mayoría de ellos
comprometidos con el avance científico, con la investigación. Considero que esta etapa
marcó lo que hoy es la democracia que vive nuestro país. Ahí surge, aquí nace, es el nido
que incuba la democracia actual que estamos disfrutando y gozando todos los mexicanos.
Éste era un movimiento mundial donde México, Nuevo León particularmente, se vio
inmerso. Los estudiantes éramos jóvenes con inquietudes sociales, con protesta social, con
el deseo de transformar la antidemocracia tan fuerte que vivíamos. Ahí creo que surge lo
que ha sido mi trayectoria. En 1971 ya había desaparecido la Juventud Comunista, Alberto
Anaya venía de una organización nacional llamada Política Popular con el propósito de
fundar el Movimiento Urbano Popular, aquí en Nuevo León. Encontró respuesta en
muchos activistas estudiantiles, entre ellos yo.
En ese entonces yo era parte de un grupo de poesía coral de protesta revolucionaria
llamada “Chicanos”. Participábamos en todos los movimientos que tuvieran carácter de
clase de lucha sindical, estudiantil, obrera o campesina. Estábamos muy identificados. En
ese entonces había la propuesta del Movimiento Urbano Popular, nos aglutinamos, nos
preparamos y organizamos una serie de movimientos de toma de tierras. Actualmente es el
Frente Popular Tierra y Libertad y está integrado por más de 250 organizaciones sociales
de masas del Movimiento Urbano Popular. Estamos insertos tanto en el área
metropolitana como en las áreas rurales.
¿Cuáles son los modelos que tuvo e influyeron en este liderazgo que ahora tiene?
Yo considero que tuve una infancia muy feliz, unos padres modelo, mi papá un trabajador
sindicalista y mi mamá de un carácter muy reacio, contrariamente a mi papá, muy
bonachón. La mamá enérgica, dura, impulsora, fue quien nos impulsó a tener carácter y a
salir adelante. Ése es contexto de mi infancia, el ingrediente fundamental para que mi
personalidad se definiera a lo que considero que fui en mi juventud y que he logrado
madurar y estabilizar hoy en mi edad adulta.
¿Le costó trabajo desarrollarse profesional o políticamente?
Encontré muchos obstáculos, pero me considero una mujer muy propositiva, tengo un
enfoque de la vida con mucho optimismo. Sí me enfrenté a muchas cosas, pero nunca me
deprimí, nunca me vi derrotada ni sentí que se me cerrara el mundo. Sí hubo dificultades.
Por ejemplo, a la Normal nada más entraban la élite, los que teníamos que entrar por
examen de oposición teníamos que rifárnosla; yo fui una de las agraciadas que pude
colarme. También luchamos porque hubiera pase automático.
Participábamos en mítines, marchas, pintas a media noche. La familia lo veía como algo
pecaminoso. Fue luchar con la familia para decirle que estaba con un proyecto de vida
político estudiantil. Afortunadamente, en el medio que yo me desarrollé con la juventud
comunista fue muy positivo, muy sano; permitió realmente crecer como estudiantes, como
jóvenes, nos dio ese soporte.
Una vez trascendida la etapa de activismo y de movilización estudiantil, hablando de la
política en los partidos, en la Cámara, en los debates, ¿ha sentido inequidad y trato
diferente?
Totalmente. Fue muy difícil primero renunciar a todo para poder entrar al movimiento
Tierra y Libertad, porque la exigencia era que renunciaras a la familia, a escuela, a la vida
social, a hermanos, a todo. Porque era la entrega completa, mucha gente valiosa no soportó
esos condicionamientos y se fue. Los que quedamos ya teníamos algo a favor nuestro, que
habíamos aguantado prácticamente el segregarnos de la sociedad en que habíamos vivido,
para irnos a un movimiento de tiempo completo. Comenzamos una nueva experiencia:
vivir con la gente que más pobreza tenía en nuestra entidad.
La revolución que nosotros hacíamos hasta entonces, era una revolución de mesa de café,
decíamos que había injusticia, que el proletariado, que los obreros al poder, pero no
conocíamos la pobreza en su verdadera expresión como la conocimos al invadir colonias
marginadas en los basureros de la ciudad y donde estábamos incomunicados. Donde no
había agua, ni luz, ni drenaje; donde no nos bañábamos ni tomábamos agua potable
porque no había, donde había únicamente persecución policiaca, cárcel, secuestros,
enfrentamientos con la policía. Ése fue el nuevo entorno, el que nos forjó a todos con un
alma de hierro y con una decisión: es el todo por el todo.
A pesar de toda esa heroica hazaña, las mujeres en la vida colectiva de la organización
éramos la hormiguita, el martillo, la pala, éramos todos los elementos de trabajo; pero en
la toma de decisiones y cuando se hacían las negociaciones con el estado estábamos al
margen. Eso fue por muchos años, los líderes, los que se daban a conocer en el periódico o
los que aparecían en la prensa eran los hombres: Beto Anaya, Camero, Francisco Herrera y
otros.
Nosotras éramos las que estábamos detrás del movimiento cotidiano, haciendo el trabajo
de hormiguitas construyendo la organización, inclusive con actividades económicas para
poder tener recursos y generar la solución de nuestras propias demandas en una visión de
autogestión, porque ése fue un elemento muy importante. Éramos las autogestoras más
importantes del movimiento, detentamos y dimos cohesión, organización, impulso, pero
no éramos tomadas en cuenta.
La liga femenil revaloró el papel social de las mujeres, mujeres que venían vejadas,
marginadas de la vida social, familiar; ellas cuentan sus experiencias en el libro
Testimonios, de Sandra Arenal. Lo que me da mucho gusto es que la mujer de nuestras
comunidades haya encontrado ese desarrollo y crecimiento humano, y pudimos compartir
la toma de decisiones en la comunidad. Porque en la comunidad sí éramos tomadas en
cuenta, ahí sí eran las compañeras jefas de manzana, coordinadoras; nosotras éramos
orientadoras en ese entonces, no se nos decía dirigentes, se nos llamaba orientadoras.
Había compañeras que estaban en la Comisión de Honor y Justicia.
Había rotación en los roles, todo mundo tenía oportunidad de estar como jefa de manzana,
es más, a veces hasta se les obligaba para que todo mundo asumiera este modelo de
democracia participativa, todo mundo podía opinar, había confianza en la delegación de
actividades y sobre todo, había resultados. Internamente éramos una organización
supermodelo, pero en cuanto a la participación de nosotras en la vida política general
estábamos muy limitadas.
No me ha gustado mucho incursionar en cargos de elección popular, me identifico más con
mi tarea particular en las organizaciones sociales de masas. Soy maestra, he impulsado
desde 1972 la educación como el mejor referente de equidad social que pueda haber, sobre
todo para áreas marginadas. He fundado más de 150 escuelas que han surgido a pulso
contra la voluntad de las autoridades. Hemos levantado desde el primer ladrillo hasta
conseguir la última plaza de maestros. Ahorita me siento muy orgullosa de esa trayectoria,
al menos he contribuido en un sector muy amplio de más de 500 mil habitantes a impulsar
la educación, la salud y la mejora social en toda su plenitud.
¿Cómo ha combinado la vida familiar con la política?
Ha sido una tarea muy interesante, muy difícil, pero sobre todo con buenos resultados. Mis
hijas crecieron, algunas veces a salto de mata junto con su papá y su mamá, algunas veces
con la amenaza de estar sitiada la colonia con el ejército o cuerpos policiacos. No sabíamos
qué iba a pasar, si desaparecíamos o no. Nos resistimos por algunos años a tener familia
porque pensamos que los hijos podrían pagar el costo de nuestra participación política;
perdimos el miedo y ahorita tenemos cinco. Mis hijas son muy sensibles porque crecieron
con nosotros en mítines, en marchas, en manifestaciones, en juntas hasta la madrugada,
tuvieron las mismas carencias que cualquier gente de área marginada. Están dotadas de
una gran sensibilidad social y política. Son muy positivas y sobre todo creo que van a ser
grandes profesionistas y van a sumar socialmente.
¿En esta sociedad ha habido avances en términos de equidad para hombres y mujeres?
Creo que la década de los sesentas, sobre todo en 1968, fue el parteaguas hacia una nueva
sociedad, hacia una nueva concepción cultural, hacia una nueva concepción de género.
Empezaron las luchas feministas muy fuertes en el mundo, en México y, bueno, ahorita
estamos con el resultado palpando, disfrutando a medias, día a día, los avances. No
podemos decir que estamos como en los cincuentas del siglo pasado. Indudablemente yo sí
lo palpo mi situación anterior como hija de familia, como estudiante, como maestra, como
profesionista o como participante en la política; veo que los jóvenes tienen las puertas más
anchas de lo que tuvimos nosotros, pero todavía falta mucho que hacer.
Tenemos un marco legal que ha avanzado, tenemos acciones políticas y áreas como el
Instituto de las Mujeres de Nuevo León, que son producto precisamente de ese avance. Un
avance que no es completo, pero nadie puede decir que no hay. Y que nos dejan la gran
tarea y la gran responsabilidad de seguir impulsando un marco legal más completo, más
justo. Terminamos en el Congreso una dinámica para impulsar y mejorar todo lo
concerniente a violencia familiar, que es un tema que necesita ser soportado, no solamente
con leyes sino con acciones y con formación cultural.
No quedamos satisfechas con este proceso, tenemos que seguir trabajando juntas. Las
mujeres no debemos perder el tiempo en descalificarnos unas a otras, debemos
“acuerparnos” gremialmente por una misma causa, que es dejarle a nuestras hijas o
nuestras nietas un México mejor, con más oportunidad y con mayor democracia.
¿Qué es lo que le ha dado mayor satisfacción?
Primero, yo antes que nada soy una obsesiva y compulsiva para el trabajo, para
perfeccionar lo que hago. Me he centrado en el ámbito educativo, es la parte social que más
me ha dado gratificaciones. Los centros de desarrollo infantil, la preparatoria “Emiliano
Zapata”, las escuelas de arte y de oficios para jóvenes en áreas marginadas; en el noroeste,
en el sur, en San Nicolás, en Escobedo, encierran un anhelo: el que todos tengan acceso a
una educación de calidad, que les permita con equidad desarrollarse como seres humanos.
Tengo 13 años trabajando en los Centros de Educación Infantil o CENDIS, un
modelo de educación para hijos de madres marginadas que incursionan en el
mercado laboral, no solamente como una realización personal, sino como una
necesidad para sobrevivir por la raquítica economía de las familias. Este modelo
educativo ha ganado siete premios: tres estatales y la máxima presea que hay en el
mundo, el Premio Iberoamericano a la Calidad. No son los premios en sí, sino que
el modelo de los CENDIS es el modelo internacional que ha retomado la OEA y que
está considerado como uno de los siete modelos del mundo para área marginada
por el Banco Mundial.
También está el Movimiento Urbano Popular, organización que ha contribuido al
desarrollo social y humano desde 1971. La gente tiene escuelas, centros médicos, casa, un
patrimonio familiar, comodidades; ya tiene servicios de agua, luz drenaje, teléfono, hay
hasta transporte. Creo que ésa es la obra final que aunque sea un granito de arena he
contribuido al desarrollo social y humano, principalmente en el terreno de la educación.
¿Qué mensaje le gustaría dejar a las mujeres de Nuevo León?
Que impulsemos juntas el nuevo mundo que todos anhelamos, que no escatimemos
esfuerzos, que tengan confianza en sí mismas, que la autoestima es el factor principal y
determinante para que nos nazca esa fuerza y esa convicción de que las mujeres somos algo
más que la mitad de la población. El proverbio dice que “las mujeres son la mitad del
cielo”. Yo diría el cielo completo, la tierra completa, si nosotras nos decidimos a luchar
para transformar esta sociedad por una sociedad más justa, más generosa y más
democrática.
Guadalupe María Solano Sottil
Diputada local en la LXIV Legislatura (1985-1988)
por el Partido Revolucionario Institucional
Nació en el Distrito Federal en 1941, aunque radica en Monterrey desde hace más de 40
años. Su padre es Carlos Solano La Corte y su madre María Luisa Sottil Ochoa. Está
casada con Jorge Sada Rivero y tiene tres hijos y una hija: Jorge, Carlos, Guillermo y
Lupina.
Su labor a favor de la comunidad la desarrolló gran parte en la Cruz Roja, donde se
desempeñó como presidenta de colectas, presidenta del Comité de Damas, en 1981 fue
presidenta del Consejo de Cruz Roja y Consejera Nacional por el mismo organismo,
siendo la primera mujer en ocupar dichos cargos. De 1985 a 1988 fue diputada local por
el PRI durante la LXIV Legislatura. Actualmente se encuentra retirada de la política.
¿Cómo fueron sus primeros años?
Siempre tuve muchas inquietudes y las desarrollé en Cruz Roja, hasta la fecha. Comencé
desde abajo, desde caminar por las calles hasta que a través de los años, fui presidenta de
colectas, presidenta del Comité de Damas y un honor muy grande fue que me pidieran ser
presidenta del Consejo de Cruz Roja ¿Por qué digo que es un honor? Porque he sido la
única mujer, luego me nombraron consejera nacional de Cruz Roja, también la única mujer
que lo ha sido. Son unas vivencias muy satisfactorias.
¿Cuáles fueron sus estudios?
Llegué hasta preparatoria porque me casé casi de 17 años; tengo 46 años de casada,
entonces tengo 63 años. Creo que como me dijo mi marido, “ya viviste mucho, ya te toca
retirarte y que vengan otras generaciones”. Realmente no te retiras porque quieres, te
retiras porque lo necesitas. Pero estuve muy contenta, sigo amando a la Cruz Roja
muchísimo, ya en política me dedico nada más a ver, a dar mi comentario cuando creo
oportuno.
¿Cómo inició su interés en la política, tuvo alguna influencia en la familia?
La política a mi mamá no le gustaba, pero a mi papá le gustaba bastante. Mi papá estuvo
con don Manuel Ávila Camacho, fue director en la Secretaría de Marina, precursor del
dragado y de muchas cosas, hubo muchos libros escritos por él; pero además fue un
hombre que peleó por su patria y nos enseñó a tener amor a México. Mi papá fue siempre
mi héroe y mi mamá fue siempre mi amiga, tuvimos un hogar muy bonito; nos enseñaron
desde chicos que si Dios nos había dado tanto, teníamos que poner de nuestra parte para
ayudar a los demás. No es nada más dar dinero, porque eso es filantropía, sino es darte tú y
dar tu tiempo. Y creo que lo hemos logrado a través de los años.
Mi papá dejó la política, pero no dejó de tener amigos y cuando murió, desde presidentes
hasta de alijadores recibimos condolencias; era un hombre muy querido, muy apreciado.
¿En qué momento decide ingresar en la política?
Me invitaron. Me hablaron por teléfono – en aquellos tiempos no había celulares– fui a la
cabina y era una persona de la política que me invitaba a ser candidata o suplente de
diputación federal. Le dije que les agradecía mucho su invitación pero que no me
interesaba, que si algo me interesaba era donde yo vivía, mi municipio. Cuando Felipe
Zambrano fue alcalde de Garza García, los últimos años trabajé con él y restauramos lo que
es ahora el Museo del Centenario. Seguía yo en Cruz Roja en aquel entonces, era
presidenta del Comité de Damas.
¿De qué año estamos hablando?
Los años se me han ido, las fechas sí las tengo pero los años, no. Vamos a decir que fue
probablemente en setenta y tantos, ya estaba don Alfonso Martínez Domínguez. Soy muy
amiga de Atala, su hija, aprecié mucho a don Alfonso porque en Cruz Roja nos ayudó
muchísimo con doctores, donativos, siempre tuvimos un apoyo muy grande.
Luego de eso me invitaron a ser alcaldesa suplente de Raúl Rangel Frías. La turbulencia
estaba en su apogeo porque era el 81, cuando nacionalizaron la banca. Le pregunté a mi
marido que si me ayudaba; por el control de cambios estaba la cosa difícil y fue cuando me
invitaron. Navegué contra la corriente. Fui alcaldesa suplente, con una condición. Usted
sabe que los suplentes son cero más cero, son el consejero de fulanito o zutanito que está
de asesor en una dependencia. Lo único que puse como condición para aceptar fue que si
ganábamos, y se ganó con mucho margen, iba a trabajar en la administración, no iba a ser
un cero a la izquierda y no era decorativa. “Una cosa es que ayude en la campaña porque la
gente me quiere, pero ésa es la única condición”. Raúl Rangel lo aceptó y me pusieron
como directora de los Comités de Participación Ciudadana que apenas íbamos a iniciar.
Los iniciamos precisamente en la época de Raúl. Durante tres años tuvimos grandes
personalidades que formaron parte de los Comités y a la fecha esos comités los están
llevando, o sea que no hicimos las cosas tan mal. De ahí se me invitó a ser diputada local.
¿Qué retos encontró en su campaña?
Muchos. Siempre he pensando que la política no se lleva desde un sillón, la política se hace,
no nada más se critica desde la silla confortable de tu casa. En esa época todo mundo
criticaba, la oposición; yo les decía a mis amigos, la mayoría panistas: “Oigan, pues
muévanse, movilícense porque mientras estén sentados nunca van a hacer nada”. Además
se fijaban mucho en los estándares altos y realmente la que te daba el voto era la clase
marginada, porque es la gente más aguerrida, que lucha por salir adelante. A la gente que
tiene buena posición no le importaba votar, porque decían que siempre iba a ganar el PRI,
qué caso tenía. Pero si no votas, no tienes derecho a criticar.
Me decía Jorge Treviño que la política era blanca, así la concebía; no hay política blanca ni
negra, hay política en todo. Hay política fea en los partidos, en las instituciones de servicio
y desafortunadamente, hay mucha gente a la que le gusta aparecer, figurar, eso no es
política. La política se hace muchas veces callada y hay que tener congruencia. Hay
personas muy honestas en todos los partidos y hay personas corruptas. Entonces, no se nos
puede tachar a todos con la misma vara. Traté de ser congruente cuanto pude y sigo
siéndolo. Para mí el estado es primero y mi municipio, yo creo que todos debemos de
seguir aportando aunque sea un granito de arena.
¿Y después de esa diputación qué más siguió?
Me invitaron a ser presidenta del partido en Garza García, lo cual decliné con mucho dolor
porque sí me hubiera gustado, pero mi marido me lo pidió y no fui. No me arrepiento
porque mi familia era lo más importante, luego la política y la Cruz Roja, que nunca
dejaba; el partido requiere de mucho tiempo y de muchas cosas, entonces realmente no
hubiera podido hacer nada. Una de las cosas que siempre dije a las líderes era que los
políticos íbamos y veníamos; un día era yo, otro día era Pedrito, el otro día era Juanito,
pero que ellas se iban a quedar, entonces lo que debían aprender era a luchar por su gente,
luchar por salir del anonimato y fortalecerse como líderes.
Nunca me dieron línea, uno de mis lemas es: “con la vara que mides serás medido”;
siempre fui congruente con lo que pensaba. Para mí nunca hubo línea. Tuve el honor de ser
presidenta del Congreso y contestar un informe del señor gobernador, el cual lo único que
se me dijo fue que fuera corto, escueto y que no pasara de cinco minutos. Nunca se me dijo
qué pusiera, cómo, dónde ni cuánto. Tuve la bendición de que me ayudó mucho el
gobernador Jorge Treviño y Lucas de la Garza, que era Secretario de Gobierno; todo lo que
pedía, me lo daban.
Quiero decir una cosa, las mujeres de escasos recursos, todas las de los Fomerreyes, son
mujeres que luchan contra el machismo, contra el casado que tiene a la otra en la otra
esquina y que saca a sus hijos con base en esfuerzo grande porque trabajan, luchan, están
en política y muchas veces no se les reconoce. Yo sí se los reconocí y por eso quise que se
fortalecieran como líderes, porque admiré la forma en que defendían a sus hijos y lo que
querían para ellos. Muchos de esos muchachos ahora son gente profesionista que luchó
bastante, que fue becada por inteligente.
Luego se me invitó a ser alcaldesa, decliné, mi marido se enfermó y me retiré, pero luego
me volvieron a buscar. Me retiré hasta cierto punto, porque en Cruz Roja seguía, pero nada
más como consejera.
Ahí terminó mi participación política; cuando me hablaban y se me pedía alguna opinión,
lo hacía. Pero mi participación política terminó a mediados de los ochenta. Me enriquecí
muchísimo, tuve la suerte de conocer a varios presidentes, seguí en mi labor social pero
también de lejos; hasta que se me pidió, por medio de una amiga mía, buscar instituciones
para apoyar aquí, en Nuevo León. Pude lograr que Danone durante dos años diera a
Monterrey, a instituciones de caridad. Me hablan, me piden que si investigo esto y lo otro,
pero ya, hasta ahí. Ahorita soy esposa, madre y abuela.
¿Cómo ve la situación de las mujeres en Nuevo León a propósito de la equidad, de la
igualdad de derechos? ¿Qué nos falta por hacer para que estemos en igualdad de
condiciones?
No creo que nos falte mucho, porque ahorita hay mujeres preparadas que creo harían
mejor papel que los hombres. Lo que se tiene que hacer es que los políticos de hoy piensen
y sepan que las mujeres pueden hacer muchas cosas; porque desde que nacen hasta que
mueren han sido secretarias de todo. No me gusta poner como ejemplo ningún país y
menos del primer mundo, pero si usted ve Estados Unidos, que es una potencia, tiene y ha
tenido muchísimas mujeres en los primeros lugares de preponderancia. Y aquí en México
desafortunadamente, no. Últimamente les han dado ciertas secretarías que no son muy
importantes y siento que deben darles más juego a las mujeres.
¿Le parece que hacen falta más mujeres en los puestos de toma de decisiones?
Definitivamente. Una, siento que somos más congruentes, es duro decirlo pero creo que
hay mujeres que somos, o son, mucho más honestas, combatir la corrupción debe ser
responsabilidad de todos, pero creo que en ciertos puestos clave debe de estar una mujer.
No estoy diciendo una que no esté preparada, debe ser una mujer bien preparada.
¿La educación es también un factor de equidad?
La educación es un factor enorme, quizá antes no lo fuera, ahorita no creo que haya
muchas mujeres que no estén preparadas para la vida. Ya no piensan nada más en casarse
y en tener hijos, piensan en una patria mejor, en un mundo mejor, en ver en qué pueden
ayudar, qué pueden hacer por su estado, por México. Hay muchas. Está María Elena
Chapa, ha hecho cosas maravillosas como senadora; Beatriz Paredes es una mujer
admirable. Hay mujeres muy aguerridas pero no ofensivas, porque tampoco se trata de
ofender; está Silvia Hernández, y hay muchas de muchos partidos. Pero siento que ya no
estamos para una política de golpeteo, tenemos que tener una política de diálogo. El
mundo ha evolucionado muchísimo y desafortunada o afortunadamente somos parte de él.
Creo que ahorita los legisladores están pensando más en los partidos que en el bienestar de
México; debemos amar a nuestro partido, pero hay que hacer lo que se debe hacer.
¿Qué mensaje dejaría a las mujeres de Nuevo León?
Que lo primero es su familia, pero también su patria, que sigan luchando por un México
mejor; que luchen con altura, no en el golpeteo, no en la política sucia. Que luchen por los
derechos de las mujeres, porque si no son ellas las que lo hagan, ¿quién más?
Minerva Juana María Torres Villanueva
Diputada local LX Legislatura (1973-1976)
del Partido Revolucionario Institucional
Es licenciada en Derecho y Ciencias Sociales por la UANL. Fue jefa de Departamento de
Asistencia Social de la Presidencia Municipal de Monterrey de 1972 a 1973; asesora
jurídica y coordinadora de asesores de la Comisión de Ciencia y Tecnología de la LIII
Legislatura federal durante 1985 y 1986.
De 1973 a 1976 fue diputada local del PRI en la LX Legislatura, así como asesora del
grupo parlamentario del PRI en la LVII Legislatura de la Cámara de Senadores del
Congreso de la Unión, esto de 1998 a 2000.
En 1975 fue representante del Congreso del Estado de Nuevo León en el Comité Estatal
del Año Internacional de la Mujer.
En 1979 fue integrante de la delegación mexicana en la reunión de la Comisión
Económica de América Latina y El Caribe (CEPAL) sobre la Mujer Latinoamericana en
Macuto, Venezuela.
En 1980 fue integrante de la delegación mexicana en la asamblea de las Naciones Unidas
sobre Integración de la Mujer al Desarrollo, celebrada en Copenhague, Dinamarca.
Desde el 2003 es asesora del grupo parlamentario del PRI de la Cámara de Diputados del
Congreso de la Unión.
Es coordinadora jurídica del Consejo de Relaciones Laborales y Productividad del estado
de Nuevo León, de julio de este año a la fecha y presidenta de la Asociación Nuevoleonesa
de Licenciadas en Derecho desde 1996 hasta la actualidad.
Teodora Vázquez Fierro
Diputada local en la LXVI Legislatura (1991-1994)
por el Partido Acción Nacional
Nace en Torreón, Coahuila, el 1 de abril de 1942, aunque toda su vida la ha pasado en
Monterrey, N.L. Su padre es Miguel Vázquez Rodríguez y su madre María del Pilar
Fierro Rivas. Es casada y tiene una hija.
Su vida laboral se ha desarrollado en el comercio y el diseño de modas. Ha tenido una
vida de activismo social muy intensa.
Dentro del Partido Acción Nacional tuvo la oportunidad de contender y ganar la
diputación local en los años 1991-1994 en la legislatura LXVI.
¿Cómo fueron sus primeros años?
Mi infancia fue muy feliz, cuando una es niña las preocupaciones que tiene son las de
estudiar y portarse bien. Nosotros fuimos muy humildes. No pude realizar estudios
profesionales como me hubiese gustado; nada más tengo la primaria, la secundaria, una
carrera técnica y algunos cursos que fui acumulando porque tenía inquietudes. Soy
comerciante de toda la vida, mis padres lo eran, mi esposo también. Mi madre tuvo docena
y media de hijos, 18, sólo vivimos cuatro.
Difícil fue la tarea de criar a una familia tan numerosa y admiro más a mi madre por haber
soportado tanta muerte de sus hijos. Era cuando la época de la viruela. Estudié para
diseñadora de modas, me dio por hacer vestidos de novia, de fiesta, es un trabajo muy
cansado, muy desgastante. Cuando me casé a los 15 años, mi esposo dijo que otros los
hicieran y yo los vendiera.
¿Cómo se acerca a la política, de dónde nace esa inquietud?
Creo que ya lo traía porque siempre estaba contando los días que faltaban para poder
votar. Escuchaba las noticias, era algo que me interesaba sobremanera para la edad que
tenía. Me casé a los 15 y todavía no votaba. Ya se había aprobado y reconocido el derecho al
voto de la mujer en 1953. Ese día fue inolvidable porque pude votar. Desde entonces voté
por el PAN.
Lo que es la esencia del ser humano: como era el partido que siempre perdía y siempre
ganaba el PRI, entonces como que una se inclina a apoyar al más débil. Yo tenía que votar
por ese partido porque nunca ganaba. No militaba directamente.
Como estaba tan al pendiente de las cosas que sucedían, en una ocasión nos llegó un recibo
altísimo de la luz, escuché que había una persona que estaba reclutando a quien estuviese
inconforme para hacer un reclamo en masa, que tenía más poder que si lo hacían
individualmente. Ahí fue donde empecé mi carrera política. Fuimos a la CFE, no había
quién anotara los nombres y direcciones de las personas, yo me ofrecí a hacerlo e hice una
lista grandísima. Fue el haberme ofrecido a ayudar. Después tenía que estar yendo para
atender a las personas, ya me conocían algunas; teníamos que volver a entrevistarnos con
gente de la CFE.
¿Después de eso qué siguió?
Estando en el partido me encontré con un gran activista, el señor Diego Gómez, quien traía
los reclamos de la luz. Una vez que empezamos siguió lo de teléfonos, luego lo de las
palmeras de la calzada Madero que eran simbólicas y las estaban tirando. Un día estaban
solicitando quién quisiera afiliarse y sentí con eso más personalidad para hacer un
reclamo, un respaldo. En el partido noté que había más mujeres que hombres, como en
todas partes.
¿Encontró obstáculos por ser mujer?
Sí, como no, desde un principio. Una inmediatamente se da cuenta cuando sus opiniones
son relegadas o hasta ignoradas. No todas las personas son así pero sí la gran mayoría, se
ha ido avanzando pero a pasos muy lentos, muy de tortuga. Lo que tiene una que hacer es
imponerse, decir aquí estoy, y no me discrimines por el hecho de ser de sexo distinto, soy
una persona y valgo como tal igual que vales tú.
¿Dónde le nació esa inquietud?
Mi papá, no estaba en la política pero era muy participativo. Fue miembro de la CROC.
Cuando empezó a militar, ¿cómo dio el paso para un cargo de elección popular?
Me afilié en 1982, en 1987 aspiraba a una diputación. Primero una regiduría en 1985, no la
consigo, eran los tiempos cuando el PAN no ganaba. Antes de eso, estando en el partido,
ahí empezaron con que Teodora es muy aventada, que ella sí puede. Hubo que realizar una
gran tarea que me daba un poco de miedo, pero que siempre lo he logrado vencer, tal vez
sea por mi signo. Nosotros peleábamos que en México no había democracia en la realidad,
sólo en teoría. Se planeó hacer un reclamo a Miguel de la Madrid, ya no con cartas, sino
haciéndose presente ante él.
Una compañera y yo fuimos hasta Washington a reclamarle que en México no había
democracia. Como íbamos a protestar en otro país era muy arriesgado, ahí se necesita
sacar permiso pero como no sabíamos, ni sufrimos. Nos vestimos con una falda verde,
blanco y rojo, con un rebozo, por la parte de adentro decía en inglés “En México la
democracia es una mentira”; las letras por dentro para, al ver a Miguel de la Madrid,
voltear el rebozo y ponerlo ante él.
Lo vimos venir y para pronto salieron los guardias que protegían al presidente y, como dijo
el Piporro, “lo más que alcancé a ver fue la hebilla del cinto”. Estaba muy alto. No
únicamente era enseñarle a Miguel de la Madrid el rebozo y decirle cómo era la
democracia, también había que entregar una carta a la Organización de Estados
Americanos con los reclamos que nosotros hacíamos. Como quiera lo logramos, tengo en
mi poder la copia de recibido. Eso era lo principal.
¿Alguna anécdota de su actividad política?
Aspiraba a ser diputada en 1988 y me molestó sobremanera que le hubiesen dado la
oportunidad a Alfredo Corella, un señorón, porque tenía muchísimos años en el partido y
muchos años más que yo. Me dijeron que no me enfrentara con él porque iba a perder de
calle, me refiero a la elección interna de mi partido. Como me gustan mucho los retos, dije:
“corro el riesgo, no importan los votos que saque, yo voy a contender con él y no me voy a
hacer a un lado”. Se realizó la contienda, hubo irregularidades y eso a mí me empantalonó,
por ahí hice algunas declaraciones que no gustaron. Estaba muy satisfecha finalmente
porque decían que me iba a ganar de calle y me ganó con dos votos. Eso para mí era un
gran triunfo, sin haberlo tenido. El señor Alfredo Corella me decía: “Teodora, retírate,
déjame ir solo que al fin si yo gano yo me voy a la federal y tú como suplente. Si aceptas te
vas a quedar.” Le dije: “No señor, si gano voy a ganar derecho, no quiero ninguna
suplencia”. Con todos esos desplantes, como que no era muy simpática para algunas
personas, porque no era sumisa.
A los tres años me dije que ahora sí iba la mía, esto fue en 1991. Las elecciones en el PAN
en ese entonces se llevaban a cabo de esta manera, se hacía la elección, el 66 por ciento
debía sacar el ganador, si no, la decisión la tomaba el Comité Directivo. Así fue, el comité
votó para ver quién quedaba. Después por ahí supe que yo había ganado por un voto y que
las que estuvieron en contra fueron las mujeres. Eso me hizo sentir mal. Bien porque había
ganado, pero mal porque las mujeres habían votado en contra mía.
Llegó a ser diputada finalmente. ¿Cómo fue su experiencia?
Fue una experiencia muy bonita que no la cambiaría por nada. Sufrí mucho, pero esto es lo
que una necesita para que le salga el carácter, porque esa discriminación vuelve a nacer
llegando al Congreso. Mi esposo es 23 años mayor que yo, siempre me había apoyado,
siempre trabajábamos juntos, me daba ánimos; pero cuando llego al Congreso y se da
cuenta que 13 son hombres y yo solamente mujer, ahí es donde le sale lo macho. Le estoy
hablando sin tapujos, esto pudiera maquillarlo y decirle que estoy felizmente casada y que
no pasa nada, pero yo quiero, si esto va a quedar en un libro que mi experiencia sirva de
algo.
Es ahí donde yo lo desconozco y pregunto qué pasa. Él me dice que quiere que renuncie. Es
ahí donde arde Troya. Yo no quería dejar esa responsabilidad, además no podía dejar
colgadas a tantas miles de personas que habían votado por mí, por una sola persona que
era mi esposo y que no estaba de acuerdo. Me dije: “Yo cedo ahorita y voy a seguir
cediendo siempre”. Él insistía en que renunciara, y yo ¿por qué? y él, como la película, Por
motivos de salud, pues no. Llegó a tanto y tan grave la situación que mi esposo me pide el
divorcio y se lo niego, veía a las claras que él quería aprovechar el escándalo, de lo molesto
que estaba. Entonces nos separamos. Fue para bien, porque pude realizar mi labor
legislativa con más tranquilidad. Claro que no estaba contenta con lo que había sucedido,
pero seguimos con la labor legislativa.
¿Cuáles considera sus logros en su gestión?
Me siento contenta porque fui la diputada que más iniciativas hice llegar a la Oficialía
Mayor y, modestia aparte, fui la diputada que más veces subió a la tribuna en los tres años.
En el periodo 1991-1994.
¿Recuerda alguna de sus iniciativas que haya sido enfocada a las mujeres?
Hubo una, me molestaba que los violadores salieran bajo fianza, había que reformar el
Código Penal. La iniciativa fue enfocada para que los violadores no pudieran salir bajo
ningún concepto. Lo peor de todo es que de todas mis iniciativas solamente progresó una
reforma constitucional. Por ser mujer, las iniciativas llegaban a la Oficialía Mayor y se
congelaban. Resistencia siempre la habrá. Somos nosotras las que debemos de avanzar. El
camino está hecho, la brecha está abierta. Nosotros somos las que tenemos que atrevernos
a hacerlo porque siempre habrá negativas. Si nosotras hacemos caso a las negativas,
estamos derrotadas antes de luchar. Yo luché con 13 hombres, no nada más con la negativa
de mi marido.
Sufrí mucho en el Congreso porque nunca quise votar si no estaba convencida de lo que iba
a votar. A mí se me decía que no subiera a la tribuna, que no hablara, que no nada. Sé que
el Congreso es un cuerpo colegiado y en la fracción nuestra teníamos que reunirnos para
acordar por qué se iba a votar. Siempre tuve una gran oposición. Detalles de
discriminación, recados y mensajes que enviaban compañeros como Américo Ramírez y
Humberto Treviño para tratar de limitar o impedir mi participación en tribuna.
¿Cómo reaccionaba ante eso?
Afortunadamente la reacción no era irme a llorar un rincón, sino responder con trabajo.
Visité el Consejo Tutelar porque tenía conocimiento de cómo estaban los niños y las niñas
revueltos, de cómo se bañaban, no había privacidad. Le dije a la prensa que entráramos y
salieron titulares de que había irrumpido en el Consejo Tutelar; mis compañeros lejos de
darme el apoyo dijeron que me iban a desaforar. En fin, visité las cárceles, el Hospital Civil,
denuncié casos como un hombre que tenía cáncer y estaba esposado, duró 18 días
esposado en la cama y ahí falleció. Eso molestaba a mis compañeros.
¿Cuando terminó su gestión pensó en continuar?
En este país no se tiene personalidad jurídica y cívica si no pertenece usted a un partido.
Los independientes no existen. En 1992, ya casi a finales de año, renuncié al partido con
mucho dolor. Mucha gente dice que me echaron, no es cierto. Renuncié para poder realizar
mi trabajo, que para eso me habían elegido, para velar por los intereses de la gente que lo
eligió a uno como representante. Me gustaría que en el Congreso no hubiera línea. Que lo
que se va a votar no se lo den a uno sobre las rodillas, que den tiempo para estudiarlo y así
hubiera un voto de análisis y convencimiento. No un voto inducido.
¿Qué sigue ahora?
Seguir en esta lucha que es la vida. He luchado mucho por volver al partido porque, repito,
a mí no me corrieron, pero vuelve la discriminación. He hecho algunos intentos. El PAN
tiene dueño y un partido no debe tener dueño y contra eso es que hay que luchar.
¿Qué mensaje le daría a las mujeres de Nuevo León?
Yo les diría que se valoren a sí mismas, que piensen que Dios nos ha dado talentos con los
que finalmente les vamos a responder a Él. Hay que seguir luchando no en contra del
hombre, a la par con el hombre, sin apocamientos, sin sentirse menos y adelante en todos
los aspectos.
Margarita Vera Flores de Livas
Diputada local en la LXI Legislatura (1976-1979)
del Partido Revolucionario Institucional
Margarita Vera nació en Monterrey el 10 de junio de 1925. Su madre es Agustina Flores
Guerra y su padre, Jesús Vera Pantoja. Es la primogénita en una familia de cinco hijos.
Está casada y tiene cinco hijos. Sus estudios los realizó en diferentes ciudades y se graduó
de maestra con especialidad en actividades tecnológicas de la Escuela Normal Superior
del Estado de Nuevo León.
Fue la primera mujer casada en ingresar a la Normal y en ser contratada para trabajar
en el magisterio. Es miembra activa del PRI desde 1952, ahí ha desempeñado diversas
funciones como secretaria, delegada y representante. Fue diputada local para el estado
de Nuevo León durante la legislatura LXI en los años 1976-1979 y secretaria general del
Comité Directivo Estatal del PRI de 1977 a 1980.
Mi origen es muy humilde. Nací en una vecindad que estaba por Arteaga, mi papá me
conoció cuando tenía un año, porque él andaba en la banda del general Amaro, era
filarmónico. Creo que cuando yo nací él andaba por Florida, fue a hacer un recorrido por
Estados Unidos, me conoció y se quedó. Empecé a hacer la primaria, no terminé un año
completo en una escuela, porque andábamos de un lado para otro. Yo creo que mi papá
tenía algo de judío errante porque no durábamos en un lugar, pero afortunadamente
lograba adaptarme y terminar cada año a donde llegaba.
Lo único que me duele es no tener amistades de la primaria. La secundaria la hice gracias a
una beca que nos otorgó el general Cárdenas para hijos de trabajadores y soldados, a mí
me tocó por ser hija de soldado habilitado, porque estaba en una orquesta militar. Me
seleccionaron y fui la única mujer por el estado de Coahuila, entonces vivíamos en Saltillo.
Hice la secundaria en Lerdo, Durango, y ahí tuvimos la oportunidad de abrevar en las ideas
revolucionarias de la época, ahí se desarrollaron mis inquietudes y deseos de servir.
¿Su madre trabajaba?
Mi mamá era molinera, de algo teníamos que vivir, y luego le ayudaba a mi papá, hacían
pan. No sé, yo admiro a mi madre porque siempre seguía a mi padre en todo lo que quería
iniciar, era aprendiz de todo y oficial de nada. Aparte de músico buscaba la forma de tener
más ingresos, tuvimos una tiendita en la colonia Independencia, pero fracasó porque le
fiaba a todas las mujeres que tenían necesidad. En lugar del manojo de leña le daba tres
leños más; en lugar del pan que pedían, les daba más. Acabamos quebrando.
¿Cómo primogénita le dieron responsabilidades?
Pues sí, en cierto modo así me tocó. Y cuando me casé tuve la suerte de tener el apoyo de
un hombre que casi fue el segundo padre de mis hermanos. A los 18 años tuve a mi primer
hijo.
Usted fue la primera mujer casada que entró a la Normal...
Así es, entonces no se acostumbraba que las mujeres casadas trabajaran o estudiaran y fui
la primera que entró a la Normal y también la primera mujer que entró como maestra, ya
estando casada. A mis cinco hijos los llevaba a donde estuviera trabajando; me tocó tener
de alumnas a dos de mis hijas y era muy estricta con ellas, pobrecitas, porque tenían bien
sentenciado que en la casa era la mamá pero en la escuela era la maestra y me decían
“señorita”. Un día a Nora se le olvidó pedirme dinero en la casa para un cuaderno, y con
mucha pena me dice: ‘señorita, ¿me da por favor para un cuaderno?’ Y yo muy disimulada
le di para que comprara el cuaderno en la cooperativa de la escuela”.
¿Fue difícil?
Hasta cierto punto sí, pero yo contaba con una familia muy unida, mis hijos eran muy
colaboradores conmigo, recogían su ropa, sus vasijas. Si no, no hubiera podido hacer lo
que hice.
¿Sus hijas fueron una red de apoyo importante?
Claro que sí, cuando decidí entrar a la Normal Superior porque deseaba seguir
preparándome, hablé con ellas, las mujeres, que son las que le dan a uno más la mano y
hasta la fecha son mis tres pilares. Cuando les dije que me ayudaran porque quería seguir
estudiando, se hicieron cargo de la ropa y los quehaceres de la casa, porque no había para
pagar sirvienta.
¿Cómo descubre su vocación política?
Ese espíritu me nació siendo muy joven. Empecé a llevarlo a la práctica, no con la
intención política sino con vocación de servicio social, ayudar a la gente a superarse, a
prepararse, a entender su entorno y aprovecharlo. Por ejemplo, cuando trabajábamos en el
partido íbamos a las colonias, organizábamos grupos y descubríamos ahí quién tenía
facilidades para los trabajos manuales, por decir algo. Entonces dejábamos a la que sabía
tejer para que enseñara a tejer y ponerse de acuerdo para que consiguieran el material
barato, después conseguíamos la forma de llevarla al mercado para que lo vendiera.
Cuando fui secretaria de Relaciones Culturales en la CNOP me pusieron un biombo para
hacer teatro de títeres, mis hijos me ayudaban, le pusieron a un monito Pepito Cenopito y
con éste le platicábamos las señoras, dábamos consejos y las orientábamos para que se
organizaran. Básicamente era ayudarlas a organizarse para canalizar la solución a la
problemática de la colonia. Una etapa muy importante en la que nos formamos, no sólo
con conocimientos técnicos, sino con el deseo de servir a la comunidad.
¿Cuándo fue diputada, cómo logró financiar su campaña?
Rifamos unos cuadros que yo tenía para empezar adquirir fondos. A nosotros el partido no
nos daba nada, bueno, el apoyo político, pero teníamos que hacer la campaña con nuestros
propios recursos.
¿Cómo fue que llega a ocupar la Secretaría General del PRI a nivel nacional, la primera
mujer?
Pues es que éramos pocas las mujeres que participábamos y yo creo que veían en mí el
deseo de servir realmente, sin interés político como se entiende ahora, sino con el interés
de servicio social.
¿Sufrió discriminación por ser mujer?
Yo creo que no, porque procuré no salirme de los cánones establecidos para la época, mi
trabajo como maestra lo podía desarrollar muy bien. Posteriormente, en los otros trabajos
que he tenido, pues también me ha tocado ayudar a otras mujeres a salir. Cuando me tocó
trabajar en Fomerrey, organizamos a las mujeres para que las capacitaran para el trabajo y
hubo muchas satisfacciones por ese lado; las que estudiaron por ejemplo para tapizar
paredes tuvieron aceptación porque los hombres a la hora de su jornada aventaban todo, y
las mujeres si les quedaba algo de pintura o material, hasta que no terminaban, eran
ahorradoras, por eso las preferían. Se llevaron a un equipo de esos a trabajar a Las Hadas
(Manzanillo).
Otras se convirtieron en empresarias, ellas eran las propietarias, compraban el material,
buscaban a otras mujeres para que las ayudaran. Con eso lograron construir su casita,
introducir servicios, porque eran colonias de Fomerrey, paupérrima su vida.
Dice que se ajustó a los cánones y que gracias a eso no la discriminaron; sin embargo es
pionera en muchas cosas, ¿no considera que eso fue para la época bastante
revolucionario?
Sí, pero afortunadamente yo tuve a mi lado, ya no digo detrás, un hombre que me apoyó,
me impulsó, porque a él también le gustaba la política. Cuando yo fui diputada le decían “el
diputado consorte” porque siempre andaba conmigo, entonces no había lugar a que me
discriminaran porque él estaba a mi lado.
A esta altura de mi vida le doy gracias a Dios, a mis hijos por haberme apoyado siempre; a
mi esposo, que en paz descanse, por haberme apoyado también, por haber sido no sólo
esposo sino amigo, compañero. Él fue quien me impulsó a entrar a la Normal; cuando nos
íbamos a casar le dije que quería terminar mi carrera porque mi deseo era seguirme
superando. Aún con un poquito de machismo, pues era parte de su formación, porque
consideró que maestra era una carrera más apropiada para mí, como mujer.
Mi carrera era la de Ciencias Biológicas, ése era el bachillerato que tenía. Y no me
desagradó, al contrario, me gustó porque es una forma de servir como maestra a donde me
ha tocado ir. También me tocó participar en el plan escuela-empresa. A donde yo iba
trataba de poner algo, un poquito de extra de trabajo social con mis alumnas, con mis
compañeras. Me gusta el arte, ahora estoy estudiando pintura en la Universidad.
¿Cuáles han sido sus mayores aportaciones y logros?
Creo que la experiencia que he adquirido con los grupos que me ha tocado influir. Mi
mayor logro han sido mis hijos, todos fueron buenos profesionistas y mis tres hijas que
viven lo siguen siendo, con ese espíritu que les hemos inculcado mi esposo y yo.
¿Qué asignaturas pendientes quedan en la agenda legislativa para las mujeres?
Pues yo creo que ser más participativas y más compartidas; siempre se dice que las
mujeres somos enemigas de las propias mujeres, creo que es muy importante hacer a un
lado nuestra condición personal para hacer llegar a más mujeres nuestra capacidad y
nuestras posibilidades, y compartir con todos también nuestros logros.
Sí, sí hemos avanzado. Falta consolidar muchos anhelos, muchos ideales y para eso hace
falta también hacer a un lado muchos egoísmos que en algunas mujeres existen. Algunas
líderes consideran que lo merecen todo sin aportar todo lo que pudieran ni todo lo que
debieran hacer, no al partido ni al sindicato, a la población en general, al mundo que nos
toca vivir. Compartir nuestros anhelos, nuestras capacidades, nuestras voluntades para
que al conjuntarlas tengan más efecto, tengan mejores resultados.
¿Hubo obstáculos en su quehacer político?
Pues propiamente creo que los he podido salvar sin críticas; a la mujer que trabaja siempre
le levantan falsos, piensan que uno lo logra a través de ceder en algunas cosas. Pero con
nuestro ejemplo, con nuestra firmeza en el actuar debemos combatirlas y hacerlas a un
lado.
¿Qué les diría a las mujeres de Nuevo León?
Que sigan luchando, que nunca se den por vencidas, pero sobre todo que sean más
participativas y no sólo con las propias mujeres; que sí hace falta interesar a los hombres, a
los jóvenes, a los niños, para que ellos vean nuestra sociedad con otro criterio distinto al
que ha discriminado a las mujeres. Necesitamos que participen más los hombres, los
jóvenes y que haya un reconocimiento por ambas partes. Que formen hijos con espíritu de
servicio, con espíritu de superación y con visión de la sociedad que nos toca vivir. Las
mujeres tenemos nuestra capacidad, pero también hay que reconocer cuando los hombres
son participativos, que aceptan que la mujer trabaje, que participe en todas las actividades.
Hacerlo al lado de ellos.
Haydeé Villanueva Rangel
Diputada local en la LXVI Legislatura (1991-1994)
por el Partido Revolucionario Institucional
Nació en Hidalgo, Tamaulipas, el 23 de octubre de 1949. Realizó sus estudios de
secundaria y Normal en Galeana, N.L. El título de licenciada en Pedagogía lo
obtuvo de la Universidad Pedagógica Nacional en 1975; la licenciatura en
Ciencias Sociales, en la Escuela Normal Superior del Estado en 1980. También es
licenciada en Derecho por la Universidad Autónoma de Nuevo León; además
tiene las maestrías en Ciencias Sociales y en Derecho Público. Al momento en que
se llevó a cabo la entrevista estudia el Doctorado en Derecho.
Su experiencia profesional ha sido en la academia. Su actividad política se desarrolla
dentro del Partido Revolucionario Institucional (PRI) como coordinadora, asesora,
delegada y consejera, entre otras funciones. Fue diputada local de la legislatura LXVI
durante el periodo 1991-1994.
Soy hija de campesinos, allá en mi pueblo la única opción que teníamos las hijas de
campesinos era: o trabajabas de sirvienta o te ibas fuera de tu pueblo a buscar mejores
horizontes. Yo ingresé a la Escuela Normal Rural de Galeana, N.L., a unos internados que
el gobierno creó precisamente para hijos de campesinos; en ese internado estudié la
secundaria y la Normal.
Ingresé a la Universidad Pedagógica Nacional y ahí obtuve mi grado de licenciada en
Pedagogía, siempre en el ramo del magisterio. Después estudié en la Normal Superior la
Licenciatura de Ciencias Sociales. Posteriormente en la Escuela de Graduados cursé una
maestría también en Ciencias Sociales.
En ese lapso tuve la oportunidad de ser diputada y me di cuenta de lo importante que era el
estudio de las leyes, el marco jurídico y legal. Como luchadores sociales tenemos que andar
siempre en busca de un abogado, y me decía: “Si me gusta tanto trabajar con la gente ¿por
qué siempre ando molestando a los amigos, tocando puertas para que me vayan a sacar a
un preso de la cárcel? Mejor voy a invertir en mí”, así que me puse a estudiar la carrera de
Derecho y logré terminarla. Después ingresé a la maestría de Ciencias Sociales y
posteriormente al doctorado, que estoy por concluir.
¿Cómo se ha dado tiempo para estudiar, para la labor social y comunitaria, para criar
una familia?
Es muy importante que quienes tengamos el deseo de servir a la comunidad o simplemente
en la función pública seamos muy inteligentes al organizar nuestro tiempo, porque ésa es
la base para salir adelante. Todo es muy celoso de tu tiempo: si vas a la función pública, si
vas de catedrática o a un puesto de elección popular, eso te exige mucha entrega, mucho
tiempo y los hijos lógicamente te necesitan y te requieren. En ese espacio conglomerado de
actividades tienes que organizarte. Si con mis hijos voy a estar un pequeño tiempo, les voy
a dar mucha calidad. Eso es lo que he hecho básicamente en mi vida: organizar. Es la clave
para poder salir adelante en todo.
¿Qué opina de la discriminación hacia las mujeres?
En lo personal sí la he sufrido pero siempre he considerado que la mujer debe luchar,
luchar con fe en lo que considera que es su verdad, en lo que quiere de la vida. Si luchamos
con esa fuerza yo siento que podemos llegar hasta donde queramos como personas, como
seres humanos. Sin embargo, me da mucha tristeza comentar que en lo personal sí he sido
víctima de la discriminación. Precisamente, en San Nicolás, donde he contendido en tres
ocasiones para puestos de elección popular. La primera vez cuando la reforma del sector
popular –que se llamaba CNOP y luego se llamó UNE– que se estructuró en cinco grandes
movimientos: el gremial, el sindical, el de profesionistas y técnicos, el movimiento
ciudadano y el movimiento urbano.
De estos cinco movimientos, cuatro eran por decisión del presidente del partido o de la
CNOP. Y en el movimiento urbano no era de esa manera, era por consulta a la base en
asambleas democráticas, incluyentes, en convocatoria general, colonia por colonia, para
nombrar con cierta presencia a unos delegados y hacer la elección. Eso me tocó en San
Nicolás y logré obtener el triunfo en contra de un grupo de choque que mandaba el alcalde,
que estaba en ese momento en mi contra. Sin embargo, logré triunfar y aquí estoy. Mi
lucha no ha sido fácil ni contra cualquier persona, sino con quienes están en el poder. Ésa
fue una forma de discriminación.
La siguiente fue cuando contendí por la candidatura a la diputación. Yo iba inicialmente
por el distrito XXII, que comprende el casco de San Nicolás y colonias aledañas. Después
de que se me tomó protesta como candidata de ese distrito, me pidió el entonces
presidente del partido que depusiera mi cargo para irme como candidata a otro distrito, las
colonias del Oriente de San Nicolás, desde la Cuauhtémoc hasta La Fe con el arroyo La
Talaverna de por medio. Y pues, con toda la molestia del mundo, aquí tienes que
disciplinarte. Fue en el año 1991, después de tener todo mi trabajo político súper
organizado.
Yo soy una persona muy meticulosa, muy cuidadosa, “peino” colonia por colonia, casa por
casa; convoco a los vecinos, realizo asambleas cada semana, veo la problemática social de
mi gente, la que represento, y toco las puertas del gobierno a fin de ayudarlos. Y bueno, me
fui como candidata al otro distrito a partir básicamente de cero. Fue para mí una gran
lección, ya que logré ganar con amplio margen. Fue una mala experiencia en un principio,
pero al final fue cien por ciento positiva para mi avance como líder y luchadora social. Sin
embargo, sigo creyendo que son grandes actos de discriminación.
También, siendo diputada fui a la presidencia municipal de San Nicolás a pedir una
audiencia para una problemática que enfrentaba la colonia Carmen Romano de López
Portillo, un Fomerrey de los primeros que se fundaron. Los vecinos me pidieron que los
acompañara y el alcalde se negó rotundamente a atenderme, incluso rodearon la
presidencia con toda la fuerza pública habida y por haber en el municipio, negándome el
acceso. Logramos penetrar después de mucho, obtuvimos la audiencia con el alcalde Jesús
Hinojosa que finalmente nos resolvió la problemática; ahí pueden ver las obras logradas
con todo eso. Pero era necesario hacer presión de esa manera.
Esto del uso de la fuerza pública, de pensar que las activistas son revoltosas, ¿hay otra
manera de negociar, las mujeres ejercen el poder de manera diferente?
Indiscutiblemente siento que esto es una cuestión de cultura, vivimos en una sociedad
machista donde por tradición se ha discriminado a la mujer; se piensa de ella: “¿por qué va
a ser más que yo?, ¿por qué va a gestionar?, aquí estamos los hombres para gobernar, para
dirigir, para liderar”. Siento que esto tenemos que ganárnoslo las mujeres con presencia,
con actos, con acciones, con trabajo, que nos lleven a ubicarnos.
Nunca vamos a esperar a que alguien nos diga: “Ven tú, aquí está tu lugar”. Tenemos que
luchar para alcanzarlo, es una lucha muy pesada, muy difícil, pero estamos avanzando, tal
vez a paso muy lento, pero avanzando. Yo pienso que desde el interior de los mismos
partidos, desde las mismas organizaciones políticas es donde hay que hacer muchísimo
trabajo.
Si tuviera la posibilidad de decidir qué hacer para beneficiar a las mujeres y que haya
mayores oportunidades de acceso a la política, ¿qué sería?
Una gran campaña para que las mujeres tuvieran acceso y no se les discriminara, porque
eso en realidad sucede. Lo primero que veo en cualquier evento es cuántas mujeres hay.
Hay que hacer mucho trabajo, mucha labor para que permee el género femenino, mucha
conciencia en los varones porque siento que nosotras tenemos la mejor disposición de
contribuir, que podemos hacer grandes cosas.
Las mujeres somos muy acuciosas en lo que hacemos, no es por subestimar el trabajo del
hombre, pero somos más organizadas, más responsables, más dedicadas; cuando se nos
encomienda algo lo hacemos hasta concluirlo. No hacemos tantito y al día siguiente a ver
qué, siempre terminamos las encomiendas que nos hacen ya sea el partido o el grupo social
en que estemos inmersas. Las mujeres somos más luchonas, tenemos más “garra” para lo
que es el pacto político, el pacto social, el trato con la gente.
¿Falta mucho para que alcancemos la equidad entre hombres y mujeres en Nuevo León?
Independientemente de que soy amiga de nuestro gobernador, una persona con gran
talento para gobernar y esto no es por adularlo, ya le dije que es mi amigo, yo siento que en
Nuevo León se le ha dado una importancia muy especial a la mujer. Si usted analiza por un
lado el Congreso del Estado, ve cómo ha penetrado la presencia femenina; si ve los
puestos, las secretarías en las que el gobernador ha incluido mujeres. Para mí todo esto ha
sido motivo de mucha satisfacción, que tengamos un gobernador visionario que está
ubicando a las mujeres en su espacio. Yo siento que es el momento de nosotras en Nuevo
León, simplemente con la apertura del Instituto Estatal de las Mujeres.
En Tamaulipas existe desde hace tiempo. Mi hermana es la secretaria de Vinculación
Social y sé que en muchos estados también existen. Entonces, para mí fue motivo de gran
novedad y de mucha satisfacción, primero, que abriese el Instituto y en segundo lugar, que
una amiga como María Elena Chapa lo ocupara, una mujer con muchas “tablas”, con
mucha preparación, con mucho talento para esto y una gran amiga. Entonces, yo siento
que están haciendo un magnífico y excelente papel.
Desde el punto de vista legislativo, ¿que hace falta para que podamos lograr la equidad
en Nuevo León?
Fundamentalmente lo enmarcaría en la cuestión laboral. Yo creo que es muy injusto que a
la mujer que va a trabajar se le pida un dictamen de gravidez o que si tiene hijos, ya no le
quieran dar empleo. Preponderantemente por ahí es el enfoque que se le debe dar a la
participación de la mujer en la cuestión jurídica, se debe normar en ese terreno, sobre todo
en la cuestión empresarial, que la gente no haga esa discriminación con las mujeres que
van en busca de un empleo.
Somos seres humanos y tenemos necesidades, requerimos de un empleo para llevar una
vida digna, porque entonces habría una contraposición con la Constitución y la Ley Federal
del Trabajo que dicen que debemos tener un salario digno.
Pero, si estoy embarazada no me van a dar trabajo, entonces ¿cuál salario digno voy a
tener? Hay que ser congruentes en todas y cada una de las cosas de la normatividad. La
propia ley dice que el salario debe ser digno, ¿salario digno, cuando es de 40 pesos?,
¿dónde va alcanzar para pagar la renta, los útiles, zapatos, uniformes?
Estamos en un mundo de mucha desigualdad, de mucha injusticia, esto es una lucha para
equilibrar todos los niveles de nuestra vida, no únicamente en la cuestión de equidad y
género en la mujer, sino en muchas cosas muy injustas que existen en el entorno que nos
rodea.
¿Que le diría a las mujeres de Nuevo León?
Que se superen, que estudien, que luchen por todo eso en lo que creen. En la medida que
tengamos confianza en nosotras mismas, vamos a tener todo lo que deseamos y podremos
llegar tan lejos como queramos.

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