Carreras en Montaña - Tafallako Trinkete Taldea

Transcripción

Carreras en Montaña - Tafallako Trinkete Taldea
T R I B U N A
CARRERAS DE MONTA Ñ A
El papel de la Federación
Luis Alejos, conocido autor y montañero vasco, lejos de estar
en contra de las carreras, rechaza que las federaciones estén
dirigiendo fondos hacia ellas en favor de un modelo elitista y
de competición, y los quiten del montañismo tradicional.
E
L modelo social dominante destaca el éxito
y el protagonismo individual sobre los valores colectivos. Imitando
al deporte–espectáculo,
buena parte de los directivos de las federaciones de
montaña sueñan con que la
escalada deportiva, el esquí de travesía o las carreras alcancen el podio olímpico, a poder ser durante
su mandato. El resultado
es una programación centrada en actividades competitivas que chocan con la
esencia de nuestras tradiciones, basadas en un modelo de montañismo participativo y sostenible. Actividades de alto rendimiento y pretendidos deportes
de aventura, ofertados con
el pretexto de atraer a la juventud, apuntan hacia una
banalización de la montaña que puede llegar a convertirla en mera cancha deportiva, en detrimento de
sus valores medioambientales, éticos, culturales,
científicos, históricos y
paisajísticos.
Preocupado al igual que
tantos otros montañeros
por esa deriva, en la última
asamblea de la Federación
V asca de M ontañis m o
(FVM/EMF) pedí la retirada
del reglamento de carreras
por considerar que constituye una actividad competitiva que no encaja en los
objetivos federativos. Asi-
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mismo solicité la apertura
de un debate para tomar
una decisión mayoritaria al
respecto. Aunque en la votación se aceptó el citado
reglamento, en la discusión del presupuesto para
el año 2010 se volvieron a
poner en entredicho las carreras, esta vez por contar
con una asignación económica muy superior a la de
los clubes. Visto el desacuerdo, la directiva de la
Federación decidió asumir
el debate.
Popular o profesional
En el País Vasco el problema arranca de la Ley del Deporte de 1998, que aplica a
las actividades deportivas
de carácter popular el rasero de las profesionales. La
FVM/EMF en vez de rechazarla por ser una normativa
que perjudica a los clubes,
imitando a la FEDME abrazó las competiciones con
entusiasmo. En consecuencia, lo esencial del debate
no es estar a favor o en contra de las carreras, sino optar por el modelo federativo tradicional, con base popular y participativo, o por
otro elitista y competitivo.
Tal discrepancia se da en
en países con gran tradición montañera. Alemania
y Austria dejaron la UIAA a
finales del 2008 por considerar, entre otras razones,
que no apoya el alpinismo
tradicional.
Las competiciones tienen gran eco mediático, por
eso los políticos, que deben
revalidar el cargo cada cuatro años, conceden subvenciones a pruebas con mucha prensa e imágenes televisivas. Esto explica que
gran parte de los fondos
que gestionan las federaciones no estén destinados al
montañismo tradicional,
sino a competiciones donde los participantes suelen
ser corredores de maratón
o de cross. La FVM/EMF entrega a actividades competitivas, forzosamente minoritarias, un presupuesto
que casi multiplica por cuatro el dedicado a las no
competitivas y a 180 clubes
que representan a 28.500 federados. Resulta difícil entender que las federaciones
se presten a colaborar en
un reparto tan injusto.
Competitividad
Intentando justificar lo injustificable, se dice que
siempre ha habido competitividad en el montañismo.
Cierto, pero ahora se sigue
El debate de las carreras
es una discusión sobre
los medios y los fines
del montañismo
el modelo del deporte profesional, pagando seleccionadores, entrenadores jueces y árbitros. Por cierto,
faltan controles antidopaje.
Nadie niega que correr por
el monte es un método efectivo para mejorar el rendimiento físico; muy distinto
es considerarlo una meta,
un objetivo. No pretendemos cuestionar que cualquier club, ayuntamiento o
empresa comercial puedan
organizar carreras. Es más,
nos parece admirable que
Pierre André Gobet estableciese en 1990 un récord de
ascenso y descenso al Mont
Blanc desde Chamonix de 5
horas y 10 minutos que nadie ha sido capaz de superar. No se trata, pues, de rechazar nada, sino de aclarar la situación. Las federaciones tienen la misión de
potenciar un montañismo
de base popular, desarrollando iniciativas colectivas
a través de los clubes, garantizando la capacitación
técnica y la seguridad mediante cursos de formación, organizando excursiones guiadas, marchas reguladas y concursos no competitivos.
Quienes practican deportes de competición acabarán formando su propia
federación, conforme ya
ocurre en el ámbito internacional. A comienz os de
2007 se independizó de la
UIAA la escalada deportiva
(IFSC), un año después lo
hicieron el esquí de travesía (ISMF) y las carreras de
montaña (ISF). La FEDME
está pr esente en todas
ellas, de modo que la burocracia federativa se amplía
sin cesar. Las actividades
competitivas tienen una doble financiación que intensifica el agravio comparativo: subvenciones oficiales
y patrocinio de marcas co-
merciales. Lo lógico sería
que actuasen como el himalayismo profesional, obteniendo fondos a través de
la publicidad.
Montañismo de base
El montañismo comparte
con las prácticas competitivas los medios, no los fines.
Las federaciones deben
destinar sus escasos recursos a potenciar el montañismo de base, apoyando
iniciativas de las organizaciones territoriales y de los
clubes, promoviendo un
montañismo que favorezca
la calidad de vida, la capacitación técnica, la seguridad
de quienes lo practicamos
y el respeto al medio ambiente. La montaña es muy
frágil, no podemos convertirla en un polideportivo.
El debate de las carreras
es una discusión sobre los
medios y los fines del montañismo. La presidencia de
la Federación Vasca de
Montañismo tiene el compromiso de dirigir el proceso y de aplicar los resultados de la consulta dirigida a
los clubes, que son la espina dorsal del montañismo
organizado.
Resultaría oportuno realizar un debate similar en
otras zonas y también a nivel estatal. Las federaciones son los órganos de gobierno de los clubes; ante
ellos responden de su gestión. No basta con rendir
cuentas dos veces al año en
las asambleas generales,
hay que dinamizar sus actividades para que los clubes
dejen de languidecer, recuperen el prestigio que tuvieron años atrás y logren ilusionar a los más jóvenes,
sin necesidad de convertir
la montaña en un estadio de
atletismo.
Luis ALEJOS

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