EL PRESENTISMO ¿CUESTA MÁS QUE EL AUSENTISMO

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EL PRESENTISMO ¿CUESTA MÁS QUE EL AUSENTISMO
EL PRESENTISMO ¿CUESTA MÁS QUE EL AUSENTISMO?
Guillermo S. Edelberg DBA
Profesor Emérito
La primera vez que me topé con el término presentismo fue en una empresa del Cono Sur
con la cual me hallaba vinculado hace varias décadas. En aquella oportunidad su Gerencia de
Personal analizaba la posibilidad de establecer un premio por asistencia y puntualidad o, como se
lo llamaba informalmente, un “premio al presentismo”. Su sentido sonaba y sigue sonando, como
lo comprobé muchas veces al mencionarlo a mis estudiantes contradictorio: se pagaba a los
trabajadores por concurrir a trabajar y, si lo hacían, se les volvía a pagar en la forma de un premio.
Su justificación eran las altas tasas de ausentismo de la época.
Recuerdo de aquella oportunidad un comentario del más aguerrido de los representantes
sindicales. Cuando se le informó acerca del premio, su respuesta fue más o menos así:
“Aceptamos el premio porque los trabajadores son pobres y necesitan ganar más; pero no lo
alentamos, porque su existencia hace que un trabajador concurra a trabajar enfermo, lastimado o
disminuido con el consiguiente riesgo para su salud”.
El significado de presentismo varía según las distintas regiones. En los países de habla
inglesa presenteeism, su equivalente, describe el comportamiento de los empleados que
permanecen en sus lugares de trabajo más allá del horario exigido. Las razones citadas para
explicarlo señalan, por ejemplo, la cultura de la organización, el interés por demostrar un
importante grado de compromiso con la empresa, el temor a perder el trabajo y la creencia de que
así se progresa más rápido. El comportamiento se presta a interpretaciones humorísticas o quizás
sarcásticas. Los empleados de banco ingleses, se dice, dejan su chaqueta en la silla cuando van al
pub a la salida del trabajo; Woody Allen señala que “es posible atribuir un 80 a un 90 por ciento del
éxito en las organizaciones al solo hecho de hacer acto de presencia” (otros dicen “al solo hecho
de poner la cara”).
Desde hace unos años presenteeism comenzó a utilizarse con un tercer significado, utilizado
en la actualidad para referirse a la disminución de la productividad de los trabajadores que van a
trabajar sin sentirse bien. Las causas pueden ser varias: estrés, depresión, accidentes o
enfermedades, migrañas, resfríos, artritis o problemas gastrointestinales, por ejemplo. También se
citan los problemas familiares y las presiones en el trabajo.
La presencia de empleados que van a trabajar sin sentirse bien no es una novedad. La
mayoría de nosotros lo hemos hecho alguna vez. Sí lo es el llevar a cabo investigaciones con el
objeto de cuantificar el costo de la pérdida de productividad debido a esta causa. Un artículo dice lo
siguiente (Paul Hemp, Presenteeism: At Work –But Out of It. Harvard Business Review. Boston:
octubre de 2004):
La mayoría de los estudios confirman el hecho de que el presentismo cuesta
mucho más que las ausencias por enfermedad o incapacidad. Dos artículos
publicados en el Journal of the American Medical Association, por ejemplo,
encontraron que la pérdida de productividad en el trabajo como consecuencia de
2
depresión o dolores equivalía al triple, aproximadamente, de la debida a las ausencias
al trabajo por causas similares.
Las investigaciones forman parte de un campo de estudio nuevo y se señalan, entre otras,
las siguientes dificultades: muchos estudios son propuestos y financiados por las empresas de la
industria farmacéutica; la productividad no es fácil de medir y la información proviene de
respuestas de los trabajadores a distintos cuestionarios. No obstante, algunos resultados que
coinciden en distintos estudios alientan la idea que se está en un buen camino.
La cuantificación de la pérdida de productividad aquí descripta es un tema que ha tomado
cierto auge y los expertos no se han hecho esperar para formular sus recomendaciones sobre
cómo enfrentar la situación. Uno de éstos dice lo siguiente (P. Ruez, Managed Healthcare
Executive. Cleveland: noviembre de 2004):
!
Hacer un estudio entre los empleados para identificar las causas del presentismo,
difíciles de detectar.
!
Analizar los problemas de salud que afectan a los empleados y su impacto en el
ausentismo, las compensaciones, las discapacidades no ocupacionales y el
desempeño disminuido en el trabajo.
!
Instruir a los empleados para que sus enfermedades sean diagnosticadas
correctamente.
!
Capacitar a los empleados y facilitarles recursos para que puedan solucionar sus
problemas personales y de salud.
!
Profundizar el liderazgo mediante un compromiso con la salud de los empleados y la
productividad.
!
Evaluar el ambiente de trabajo.
!
Desalentar el trabajar un excesivo número de horas extra y el concurrir enfermo a
trabajar.
Las causas para una disminución de la productividad en el trabajo pueden ser otras además
de las mencionadas. En mis años de estudiante en la Harvard Business School tuve la oportunidad
y el privilegio de escuchar una conferencia dictada por la Dra. Lilian Gilbreth (1878-1972),
considerada la primera psicóloga industrial de los Estados Unidos. Los ingenieros industriales
recordarán el matrimonio compuesto por Frank (1868-1924) y Lilian Gilbreth como los pioneros del
estudio de tiempos y movimientos en la época del “movimiento de dirección científica” (scientific
management movement) liderado por F. W. Taylor. Quienes no lo sean, quizás recuerden la
película de hace muchos años Más Barato por Docena, o su remake no muy fiel de 2003, basada
en la historia del matrimonio y sus 12 hijos.
En aquella charla, la Dra. Gilbreth, quien debía tener unos 80 años, se quejó, como lo había
hecho tantas veces en el pasado, acerca de los jóvenes que salían a divertirse y luego se
acostaban tarde sin preocuparse por el hecho de ir a trabajar el día siguiente con sueño y con sus
capacidades productivas disminuidas. Como era la época de mis años mozos el comentario me
pareció el resultado de uno de los tantos conflictos generacionales: una persona de mucha edad
que expresaba su queja acerca del comportamiento de los jóvenes.
¿Fue acertada mi apreciación aquel día?

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