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“Pero luego me puse a pensar que
no era un disparate probar. En Cuba
el área afectada con la presencia de
esta planta leñosa ronda la cifra de
1.5 millones de hectáreas (ha); la
provincia de Camagüey es la más
perjudicada, con 0.5 millones de ha,
las cuales se distribuyen entre los
distintos tenedores de tierra (estatales, cooperativistas y pequeños
agricultores)”, calculó el empecinado
hombre de 46 años de edad.
“Hice una prueba y vi que era difícil de trabajar; tuve que emplear
dos hojas calzadas para aserrar,
con dientes de tungsteno. Solo así
fue cediendo la madera hasta convertir aquellos bolos redondos de 40
centímetros de diámetro y 1.10
metros de alto, en fuertes listones
cuadrados.
“Entonces me dije: desde hoy
soy el mejor amigo que ha tenido
esta planta. Y empecé a elaborar
mesas, sillas, juegos de sala, sillones,
banquetas de bar, entre otros muebles que expuse en ocasión del quinto
centenario de la ciudad de Camagüey.
“Tanto les gustó mi iniciativa a
las máximas autoridades del gobierno y del Partido en la provincia,
que un buen día me anunciaron una
visita especial: Esteban Lazo Hernández, en persona, elogió mis
muebles y sugirió ir bajándoles los
precios para llegar más a la población.
Antes de irse, recomendó ‘apoyen a
este muchacho’”.
Al pie de una
montaña de troncos
de marabú,
Wilfredo Cardoso
muestra las
bellezas que nacen
de la indeseada
planta.
OFICIOS
El hombre que ama al marabú
Wilfredo Cardoso sueña con que los muebles
de lujo fabricados en su taller despierten el interés
de las empresas cubanas
Por CARIDAD CARROBELLO / Fotos: MARTHA VECINO ULLOA
E
N el patio de la casa de Wilfredo
Cardoso, un bellísimo pavo real
soltero abre su cola y bate con
energía las plumas, en espera de que
una hembra le responda. El dueño
dice que tuvo muchos otros, pero les
dio diferentes destinos pues levantaban vuelo hasta la mismísima
universidad.
La cría de pavos reales ha sido tan
solo uno de los raros proyectos de este
licenciado en Deporte, y especialista
en Medicina Deportiva. Hoy tiene otra
idea fija entre ceja y ceja: fabricar
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muebles de lujo, nada menos que con
la Dychrostachys cinerea, o marabú.
El entrevistado expresa que casi
la mitad de su vida la ha dedicado a la
carpintería; trabajó mobiliarios para
hoteles y laboró siete años en la
Empresa Forestal camagüeyana.
“El jefe de la Empresa Forestal me
dijo un día que ya no podían darme
materia prima de ningún tipo, pues
estaba penalizado utilizar maderas
preciosas. ‘Si quieres, usa el marabú’,
respondió, y por un tiempo me sentí
ofendido con aquella sugerencia.
Mala y buena famas
Cuentan que la señora Monserrat
Canalejo de Betancourt, viuda de
Gaspar Betancourt Cisneros, el Lugareño, era amante de las plantas
exóticas. Sembró el marabú en su
finca La Borla, ubicada en las afueras
de la ciudad. Un hacendado del
municipio de Sibanicú logró tener la
semilla pero en menos de tres años
su hacienda junto a las vecinas,
quebraron por la expansión de la
invasora vegetal.
Escritos de la época también registran como responsable de esta
infestación al decano de los botánicos,
el doctor José Blaín, pues al plantar a
la espinosa en su jardín herbario, en
la zona de Taco Taco, en Pinar del Río,
se propagó con rapidez. Los tratados
botánicos señalan que emprendió su
dispersión a partir de 1868.
Una tercera hipótesis, destacada
por el eminente Juan Tomás Roig,
5 de agosto de 2016
posee mayor credibilidad: el máximo
introductor fue el ganado importado
después de la Guerra de los Diez Años.
Desde el sur de América, donde ya
existía la plaga del arbusto, se trajeron a Cuba lotes de vacunos con
semillas en su sistema digestivo y,
al parecer, no fueron sometidos a
cuarentena.
Estas odiadas matas germinaron
en 1915 cerca de los puertos donde
desembarcaban los animales y en
los caminos por donde transitaron.
Para finales del siglo XIX y principios
del XX ya se hablaba de pérdidas
económicas debido a la elevada proliferación.
La leñosa puede formar bosques
densos, impenetrables, en los potreros y terrenos de cultivo sin utilización, de ahí su mala fama. Pero
también tiene bondades: la conservación de los suelos en aquellos
lugares donde permanece durante largo tiempo; se ha empleado como fuente de energía renovable y
el carbón elaborado con ella se
exporta hacia Europa, con gran
aceptación.
Durante muchos años contra el
marabú se han empleado desde el
corte manual, máquinas o imple-
Convertir los
ásperos troncos
en listones
cuadrados es
la primera tarea;
para ello
se requieren
condiciones
especiales
de las sierras.
mentos que producen diversas afectaciones al suelo, hasta la aplicación
de sustancias químicas como el
Potrerón.
Rafael Leyva y Enrique Calzadilla,
ambos profesores de la Universidad
de Camagüey, han conseguido crear
una máquina cosechadora que corta
los tallos de hasta 90 milímetros de
diámetro y los convierte en astillas
depositadas en contenedores para su
aprovechamiento energético.
Pero pocos cubanos se han atrevido a darle un destino tan inusual
En la feria
comercial
Estrella Roja,
en el centro
de Camagüey,
se localiza una
expoventa
de los muebles
de este carpintero.
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El torneado, lijado, barnizado, y la armazón
de sillas y butacas, se hacen difíciles con
este tipo de madera tan dura.
Los precios pudieran disminuir, si los trabajadores de la carpintería tuvieran acceso
a un mercado mayorista.
como el de fabricar muebles. Sin
dudas es una madera dura, resistente
a las plagas y al paso del tiempo.
se deciden a contratar compras a
los cuentapropistas como él, a pesar
de que el nuevo modelo socioeconómico admite las relaciones
entre las diferentes formas de
gestión.
“No tenemos aparato jurídico ni
económico que nos represente en
los trámites contractuales, por
ejemplo, con el turismo. Y pienso en
lo mucho que estas instituciones
gastan para adquirir mobiliario por
otras vías, cuando el que yo fabrico
tiene calidad y es sustentable a lo
largo de mucho tiempo, pues marabú hay de sobra en el país”.
No le entra el comején
“Este mueble es eterno”, asegura
Wilfredo y añade que entre las materias primas forestales empleadas a
lo largo de su vida, el marabú ha sido
la más noble, pues no requiere permiso para talarlo.
Sin embargo no todo va sobre
ruedas. A pesar de la valiosa oferta
que desde hace tres años realiza este
atípico carpintero, ha tropezado con
que las empresas cubanas aún no
“Deben acabar de dar el paso”,
opina. También sugiere establecer el
deseado mercado mayorista, que por
ejemplo le permita adquirir la esponja,
telas de tapicería, puntillas y barnices
más baratos. “Solo así podré seguir
bajando los precios”, afirma.
A pesar de los inconvenientes,
este camagüeyano no ceja en sus
empeños. “El cubano es la persona
más tenaz del mundo”, asegura, y
para demostrarlo junto a uno de los
trabajadores contratados, comienza
a aserrar la resistente madera que
nunca antes había sido soñada como
un bello mueble.
Hoteles y otros
centros turísticos
debieran estudiar
variantes que
permitan adquirir
estos muebles
cubanos.
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5 de agosto de 2016

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