EL VALS DEL RECUERDO

Transcripción

EL VALS DEL RECUERDO
ANTONIO DIAZ VILLAMIL
EL VALS DEL
RECUERDO
LIBRERIA EDITORIAL "JUVENTUD"
LA PAZ — BOLIVIA
PERSONAJES
MARIA DEL ROSARIO.— (36 años). Bella dama en la plenitud de sus
encantos que la hacen aparecer de menos edad de la que tiene; temperamento romántico
y abnegado espíritu maternal. Es madre de:
CONSUELO.— (18 años). Personificada por una sugestionable y delicada belleza; de
frágil constitución orgánica al principio, va cobrando encantadora lozanía a medida que
transcurre la acción escénica. Excesivamente apasionada para sentir y vivir los p rimeros
impulsos del amor que llega a su espíritu adolescente.
CRISTINA.— (38 años). Dama bella y distinguida, confidente y antigua condiscípula
de María del Rosario; de espíritu más reposado que su amiga; es madre de:
YOLANDA.— (19 años). Graciosa y elegante jovencita, compañera y confidente de
Consuelo; no exagerada su romanticismo y es, más bien, inclinada a las frivolidades
naturales de la juventud.
JUAN RAMON.— (40 años). Simpático ejemplar del hombre culto pero apasionado,
que ha vivido mucho en el extranjero, donde siguió y culminó su carrera de médico. Fue,
cuando era estudiante, prometido de María del Rosario, antes de que ésta se casara con
el padre de Consuelo, a la sazón fallecido. Es primo de Cristina.
ACTO PRIMERO
Un salón moderno de sobria elegancia, en cuyo arreglo se demuestra el delicado
gusto de la dueña de casa. Fuera de los muebles) y adornos adecuados debe haber
imprescindiblemente un piano de cola colocado cerca del rincón izquierdo de la escena.
Al fondo una amplia puerta de cristales, abierta y que deja ver un hall que se supone da
ingreso a la casa. En los laterales, puertas practicables a derecha e izquierda.
Son aproximadamente las seis de la tarde.
ESCENA I
MARIA DEL ROSARIO y CRISTINA
Conversan cómodamente sentadas en un chaisselongue. María del Rosario viste
luto y traje de casa, sin maquillaje alguno ni adornos y más bien con notoria austeridad,
Cristina lleva elegante traje de calle y el sombrero puesto.
CRISTINA.— ¿De manera que Consuelito no ha experimentado ningún alivio
en el campo?
M. DEL ROSARIO.— Ninguno, querida Cristina. Y, como su nostalgia
aumentaba peligrosamente con la soledad de la hacienda, he decidido traérmela a la
ciudad.
CRISTINA.— ¡Qué pena, María del Rosario! ¿Y, ahora, qué dicen los médicos?
M. DEL ROSARIO.— Que el estado de su corazón ha llegado a su época más
crítica con la adolescencia.
CRISTINA.— ¿Y, qué tratamiento han aconsejado?
M. DEL ROSARIO.— Fuera de las drogas e inyecciones, me han recomendado
sumo cuidado en el trato que debe dársele: evitarle las emociones fuertes y cuidar de que
no sufra ni las menores contrariedades en sus deseos y caprichos.
CRISTINA.— Es una lástima que una muchacha tan preciosa como tu hija esté
así. ¡Me da mucha pena por ella misma y también por ti!

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