¡Espejito, espejito….dime quién es el más guapo y

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¡Espejito, espejito….dime quién es el más guapo y
¡Espejito, espejito….dime quién es el más guapo y… exitoso!
Según investigaciones de economistas estadounidenses, cuanto más tiempo dedique uno a su
apariencia personal, probablemente gane más dinero en la oficina. Este efecto es aun más
claro en los hombres.
Se han publicado bibliografía económica que asevera que cuanto más guapo sea uno, mayores
las probabilidades de triunfar en la vida.
Esto puede resultar preocupante, porque quiere decir que en la actualidad lo más importante
es lo más superficial, sólo las apariencias, sin valorar siquiera la capacidad de las personas,
creando una cultura del narcisismo, donde hay una ausencia de valores y sólo se considera lo
vano.
Todos sabemos que la gente es juzgada por su apariencia, incluso nosotros mismos nos
dejamos llevar por la primera impresión, pero lo realmente importante es que las empresas
deben reclutar sobre la base del talento, sin considerar la apariencia, aún a pesar de caer en la
tentación de preferir a alguien bien parecido contra alguien que no lo es.
Un ejemplo claro de lo contrario es Bill Gates, que no es precisamente un galán
hollywoodense, pero que su talento y su éxito son indiscutibles.
La Universidad de Negocios de Martha y Spencer Love realizaron un encuesta acerca de cómo
ocupamos nuestro tiempo durante el día y fue comparado directamente con las ganancias que
percibían los encuestados, entrevistaron a 13 mil individuos.
Las conclusiones son inequívocas que el tiempo extra dedicado al arreglo personal tiene un
efecto positivo y significativo en las ganancias, esto aplicado tanto a hombres como en
mujeres. En el caso de los hombres, sobre cada 10 minutos extras que dediquen al arreglo
personal, aumenta su salario en un 6%, en cambio para las mujeres la proporción tiende a
cuadruplicarse, es decir deben dedicar 40 minutos para obtener el mismo aumento.
En países como Estados Unidos, Reino Unido, Australia y China se repite la misma tendencia,
de acuerdo a la investigación citada.
Es muy claro que nadie quiere que su personal se presente ante su cliente con mal aspecto, sin
asearse, descuidado o sucio, incluso sus mismos compañeros no lo apreciarían, con el riesgo
de que clientes exigentes simplemente se nieguen a recibirlo o eviten relacionarse con una
persona así.
Por lo que hacer un esfuerzo adicional para mejorar nuestro aspecto refleja el compromiso con
el trabajo y puede resultar razonable que los empleadores recompensen más a quienes se
esfuerzan tanto en su apariencia como en su trabajo.
En grandes corporativos, ya sabemos que es más premiada la belleza que el talento, ya que
muchas organizaciones viven de la imagen que proyectan a sus clientes, aunque sea más
apariencia que sustancia, pero es comprensible cuando, al fin lo más importante es la venta.
Un ejemplo claro de esto fue lo sucedido con Enron que utilizó todos los medios posibles para
que a la luz de la opinión pública se mantuviera como una empresa sólida, próspera y
fantástica, aunque en el interior se descubrió todo lo contrario.
En conclusión, nuestra recomendación será, como siempre, considerar el justo medio,
debemos incrementar nuestras capacidades competitivas, aprender nuevas y mejores
habilidades, aportar talento a nuestras organizaciones sin descuidar nuestra apariencia, cuidar
que siempre tengamos los zapatos boleados y en buen estado, vistamos de forma profesional,
pulcra y dignamente, invertir en un buen corte de pelo, procurar el aseo personal,
considerando que dentro de la cultura empresarial es muy importante la apariencia.
Fuente: Periódico Reforma, Matthew Lynn, columnista.

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