Nota Coca Sarli

Transcripción

Nota Coca Sarli
EN T R EV IS T A III
Eterna Coca
“¡Canalla! ¿Qué pretende usted de mí?”, inquiere Coca Sarli desde un rincón, cubierta por un vestido
azul que no llega a taparle las rodillas, ante el avance viril y amenazador de un trabajador
frigorífico. Con ese dejo de desprotección y sugestión, angelical y demoníaco, se hizo famosa como
“La” mujer fatal del cine argentino
Isabel Sarli despertó la fantasía de millones a través de sus
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más de treinta películas con la sola destreza de acariciar su
cabello, nadar desnuda en fuentes de agua silvestre, rozarse los senos y echar a correr un pobre guión (la mayoría de
las veces) de sus labios carnosos. Sus protagonismos, hasta 1980, estuvieron coprotagonizados, dirigidos y producidos por Armando Bo. La dupla
inauguró en 1958 el cine erótico en nuestro país con El
trueno de las hojas, y el primer desnudo de pies a cabeza.
Coca tuvo repercusión internacional: era vista en México,
Venezuela, Panamá, Rusia y Japón. Por lo que Bo, un
visionario de los negocios, la llevó a filmar a Paraguay,
Brasil y Filipinas. Los guiones cinematográficos eran
más o menos reiterativos, pero las ventas exitosas: Coca
poseída por un hombre mayor exaltaba el morbo; Coca
deseosa de hombres jóvenes avivaba las fantasías; Coca
entremedio de obreros, cañeros o ebrios la popularizaban;
Coca como mujer de su hogar, cariñosa con los animales y
fiel en sus convicciones, la enaltecían como cada quien a
una potencial esposa.
La trasgresión no resultó gratuita. Las dictaduras y los
gobiernos conservadores instrumentaron el Ente de
Calificación Cinematográfica por el que prohibían las
películas, iniciaban juicios y abrían las puertas de los
calabozos. Una vía de escape fue la autocensura. Así lo
recordaba Coca en una entrevista: “Muchas escenas las
teníamos que filmar dos veces. En Fiebre, por ejemplo,
yo me tenía que tirar desnuda y revolcar en la alfalfa.
Armando me decía ‘Coca, vos ahora te sentís yegua. ¡Sos
una yegua! ¡Tenés que comer alfalfa, vamos, comé alfalfa!
¡Las yeguas comen alfalfa!’. Esa era una versión. Después
filmamos otra, para la Argentina, en la que yo me retorcía
entre gasas blancas. Para la versión nacional yo era una
señora desesperada entre tules. Para la versión exterior era
una yegua que comía alfalfa”.
Algún desnudito, nada más
A principios de diciembre, Coca estuvo internada a raíz de
un edema pulmonar. Esta fue la razón por la supusimos
que no quería recibirnos personalmente. Se lo preguntamos, entre otros temas, pero no llegamos a convencernos
si fue por coquetería o indeferencia. Su réplica fue terminante: “Di tantas notas en mi vida y me sacaron tantas
fotos que ya no me interesa seguir sacándomelas”.
Desde su casa de Martínez, rodeada de perros, gatos,
tortugas, papagayos y loros, entre otras especies, accede a
respondernos:
–¿Cómo se encuentra de salud? Mejorando, gracias a Dios.
–¿Se considera una mujer fatal? Gracias, pero para nada
me considero una mujer fatal. Hice 33 películas de mujer
perseguida por los hombres, pero lo mío fue un rol
–¿O sea que sus interpretaciones no eran genuinas?
No, hice muchos papeles: de obrera, mujer de la selva,
prostituta…
–Mientras sus películas eran vistas por miles de espectadores, ¿no pensaba que estaba construyendo un mito
alrededor suyo? Nunca lo pensé así. Gracias a Dios, la
gente me quiso, me quiere y todo aquello fue muy lindo.
Pero hoy en día, la nueva generación de chicos me llama
Coca, me conoce a través de sus padres, o porque ha visto
alguna película, pero no como mito.
–¿Cómo era vista por las mujeres? Por ejemplo, ¿era
tapa de revistas femeninas? He sido tapa de un montón
de revistas, m’hijo, locales y del exterior. Incluso, cuando
estrenamos nuestra primera película, hubo un escándalo
internacional por el desnudo. Sin embargo, salí en la
revista Time y Life.
–Todo un fenómeno… Claro, porque mis películas no
estaban orientadas al público masculino, sino al público
en general. Todas tenían un problema social, casi siempre,
más música, paisajes y algún desnudito, nada más. Pero se
armaba tanto escándalo por la época; hoy en día no pasaría
nada.
–¿Cuánto hay de cierto de su competencia con
Libertad Leblanc? ¿Construyeron el contraste rubia
versus morocha? En absoluto tuve competencia con
Libertad Leblanc. La que quiso tenerla fue ella, para
hacer propaganda a lo que estaba haciendo, pero nada
más.
–Leí que nunca se consideró actriz… Nunca me
consideré como tal. Armando, una vez, me dijo: “Mirá,
Coca, vos sos natural”. Lo que pasa es que a alguna gente
eso no la conforma.
–Ha estado acompañada de grandes actores… Sí,
trabajé con Juan Carlos Altavista, Pepe Marrone, Pepe
Arias y Juan José Míguez, quien fuera galán de Evita en La
pródiga.
–¿Qué fue lo peor de la censura? La persecución de la
Triple A.
–¿Qué películas le parecen que siguen los pasos
de Armando Bo? Dicen que Almodóvar filma como
Armando, pero mirá vos, Armando lo hacía hace décadas.
–¿Y quién se emparenta más a Coca Sarli? En la
Argentina, todavía no ha aparecido ninguna Coca Sarli.
–¿Cómo definiría su relación con Armando? De mi vida
privada no hablo, sólo te digo que lo quise, lo quiero y lo
querré.
Salvaje de las pampas
Nacida en Concordia a mediados de la década del 30,
Coca se inició como modelo publicitaria de calefones y
hasta de marcas de arroz. En 1955 se coronó Miss Argentina, pero ni el aliento del presidente Perón le alcanzó para
ganar el Miss Universo. “Usted es la más importante de
mis embajadores”, le habría dicho el general en la Casa
Rosada.
Mientras ascendía en su carrera cinematográfica, Coca
sumaba créditos como contracara del furor de las rubias
que en Estados Unidos lideraban Shirley Temple y Marilyn Monroe y, en la Argentina, Libertad Leblanc. Pero
no había punto de comparación: a principios de los 60, la
revista estadounidense Playboy le dedicó cuatro páginas y
la denominó “La bella salvaje de las pampas”. Dijo en distintas oportunidades no ir a bailar ni tener novios durante la adolescencia, no besar en la boca y desnudarse, sólo, porque necesitaba la plata. De hecho, se rumorea que su primer despojo de ropa fue obra del engaño.
Para ello, según la versión, Bo la habría emborrachado con
whisky y le habría prometido tomas desde lejos. Cuando
Coca vio el film, recién en el estreno, planeó la venganza
de arrojar el cenicero favorito de Bo sobre el vidrio de su
escritorio.
La relación que tejieron es confusa. Para conseguir una
buena expresión actoral, “Armando me tiraba por una
escalera para asustarme o me metía la cabeza en un tacho
donde estaban quemando hojas húmedas, para que medio
me ahogara y diera congestionada. Ahora he mejorado un
poco: ya me puedo asustar mejor, y sola”, confesó increíblemente en una entrevista.
Su vínculo fue un secreto a voces, entre otras cosas, porque Bo era casado y vivía con sus dos hijos. Estuvieron
juntos 25 años y cuatro meses, hasta la muerte del director.
Recién después, Coca sostuvo: “Nosotros no tuvimos hijos
porque a mí me hacía estremecer el dolor de las mujeres
en los partos. Pero también, porque él decía que no podía
haber una sexy embarazada y que nuestros hijos eran las
películas. Y tenía razón, ¿no? Porque yo tenía que trabajar,
trabajar y trabajar”.
Coca volvió a la pantalla grande en 1996, con La dama
regresa, dirigida por Jorge Polaco, en la que protagonizó
su último desnudo. Prosiguió con algunas intervenciones
menores hasta que filmó Mis días de gloria, de Juan José
Jusid en 2010. La diva no cerró todavía las puertas a un
nuevo rol. Grandes y jóvenes, como ella sabe, todavía la
esperan ansiosos.
Pablo Bassi

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