No. 6 - Zona de Carga/Loading Zone
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No. 6 - Zona de Carga/Loading Zone
zona loading zone zoneé éuma umarevista revistaliterária literária publicada zona de de carga carga // loading publicada anualmente. Nela publica-se fição em prosa, prosa poética e poemas anualmente. Nela publica-se fição em prosa, prosa poética e poemas em em inglês, português ou ou qualquer qualquercombinação combinação desses idiomas. inglês, espanhol, espanhol, português desses idiomas. OO nosso principal interesse está na possibilidade de avaliar trabalhos nosso principal interesse está na possibilidade de avaliar trabalhos que revigorema atradição tradição cultural Hispanoquepesquisem, pesquisem, questionem questionem eerevigorem cultural de de HispanoAmérica, Espanha, os países de língua portuguesa e do Caribe, e América, Espanha, os países de língua portuguesa e do Caribe, e das das suassuas diásporas. diásporas. loading zone zona zoneisisa aliterary literary journal published annually. zonade decarga carga // loading loading zone journal published annually. It It publishes fiction, poetic prose and poetry in English, Spanish, Portuguese publishes fiction, poetic prose and poetry in English, Spanish, Portuguese ororany of these these languages. languages.We Weareareespecially especially interested any combination combination of interested in in works that explore, question and invigorate the cultural tradition of Spanish works that explore, question and invigorate the cultural tradition of Spanish America, countries and Caribbean, as well America,Spain, Spain, Portuguese-speaking Portuguese-speaking countries and thethe Caribbean, as well asastheir diasporas. their diasporas. zona de carga zona de carga / loading zone es una revista literaria publicada anualzona de carga / loading es una revistaen literaria anualmente. Publica ficción, prosazone poética y poesía inglés,publicada español, portugués mente. Publica ficción, prosa poética y poesía en inglés, español, portugués o cualquier combinación de estos idiomas. Estamos especialmente intereo cualquier combinación de estos idiomas. Estamos especialmente interesados en obras que exploren, cuestionen y vigoricen la tradición cultural sados en obras que exploren, cuestionen y vigoricen la tradición cultural de Hispanoamérica, España, los países de habla portuguesa y el Caribe, así de Hispanoamérica, España, los países de habla portuguesa y el Caribe, así como de sus diásporas. como de sus diásporas. zona de de carga carga loading zone loading zone Pertenencia Belonging//Pertença Pertença Pertenencia // Belonging NO.6 AGOSTO / AUGUST 2014 University of Wisconsin-Madison University of Wisconsin-Madison Kaleidoscope 2014 Conference of the graduate students Kaleidoscope 2014 Conference of the graduate students of the Department of Spanish and Portuguese of the Department of Spanish and Portuguese Latin American, Caribbean and Iberian Studies Program (LACIS) Latin American, Caribbean and Iberian Studies and Program (LACIS) Department of Spanish Portuguese Department of Spanish and Portuguese no. no.66 agosto / august 2014 agosto / august 2014 zona de carga / loading zone Pertenencia / Belonging / Pertença no. 6 agosto / august 2014 zona de carga / loading zone Pertenencia / Belonging / Pertença Editores / Editors Carolina Balvín Arévalo Edith Beltrán Mínehan Evelyn Galindo-Doucette Vicente Marcos López Abad Jara M. Ríos Alec Schumacher Madison, Wisconsin 2014 Pertenecer es también la dirección de la mirada* zona de carga / loading zone Pertenencia / Belonging / Pertença no. 6, agosto / august 2014 Madison, Wisconsin La impresión de este voThis volume is published A realização desta publilumen fue posible gracias thanks to the support of: cação foi possível graças ao al apoyo de: apoio de: Kaleidoscope - Conference of the graduate students of the Department of Spanish and Portuguese Latin American, Caribbean and Iberian Studies Program (LACIS) at the University of Wisconsin-Madison Department of Spanish and Portuguese, University of Wisconsin-Madison www.zonadecarga.com [email protected] Editores / Editors: Carolina Balvín Arévalo Edith Beltrán Mínehan Evelyn Galindo-Doucette Vicente Marcos López Abad Jara M. Ríos Alec Schumacher Imagen de la portada / Cover image / Imagem da capa Blanca Catalina Garcia Varela Diseño editorial / Book design / Design do livro Carolina Balvín Arévalo, Vicente Marcos López Abad, Óscar A. Pérez ISSN 2330-2356 (PRINT) ISSN 2330-2364 (ONLINE) Los derechos de los textos incluidos en este volumen pertenecen a cada autor. The rights of the texts included in this volume belong to each author. Os direitos dos textos incluídos neste volume pertencem a cada um dos autores. Cuando pensé en el tema de belonging, de pertenecer, no pude evitar evocar la experiencia que tuve en La Habana. En un mundo como el cubano, donde se supone que no se pueden decir muchas cosas que se sienten, tienen arte que está ahí diciéndolo, hay arte en todas partes, en cada rincón, y también es una ciudad que se está cayendo a pedazos. Esta pieza [la imagen de la portada] está inspirada en las fotografías que tomé en Cuba y en otros artistas cubanos que he estudiado. Lo que yo vi ahí fue que el pasado, eso es lo que representa la viejita, es un pasado que está mirando hacia una historia que ya nunca va a existir, como todo pasado. Ella está totalmente desconectada de la realidad actual. Aunque ésa es la generación que peleó por la revolución, es una generación completamente desencantada con el presente y obsesionada con lo que fue Cuba en un momento. Y es justa ésa su identidad. A ella la envuelven el sueño de la ciudad, aunque ese pasado también es una farsa, y las representaciones de los dioses y espíritus yoruba que son una parte tan esencial de la identidad Cubana, pero esa generación, hasta cierto punto, la ignoró y le tuvo prejuicios. Pero ella, es más gris, no acepta lo que realmente es Cuba. La mujer del otro lado del cuadro es la mujer cubana de ahora, y es una generación que ignora plenamente y no le da ninguna importancia a la Cuba del pasado como el que idealiza la viejita. Ella no vivió eso, ella ha vivido todo lo que pasó después de la revolución, las necesidades, el cambio cultural. Lo que yo vi de esa generación es que son personas que están también desarraigadas de Cuba, están apenas sobreviviendo. Ellos viven una existencia desilusionada. Su polera tiene algún 5 símbolo de alguna corporación o compañía, porque a mi parecer, son personas que miran hacia el exterior, a tener cosas, al dinero, a las oportunidades, al comercio, aunque de una manera explotativa. No tienen ese sentido de pertenecer a Cuba, como el de la generación de la viejita. Y en el centro está el niño. El niño está recibiendo algo que tiene luz, de un personaje que para mí es Belkis Ayón, pues pienso que tanto su vida como su arte simbolizan lo que pasó esa generación, su arte habla de la representación religiosa y de lo que es sentirse cubano, sentirse ser parte de esa isla, y ella, para mí, es precisamente el espíritu de pertenecer a algo. Ella le está dando la oportunidad a esa nueva generación, cuyo futuro no conocemos, de reapropiarse de Cuba, y de tal vez, en ese futuro integrar las cosas bellas de su país además de incluir lo que es ser latinoamericano, ser caribeño, lo que es ser una persona que tiene una historia como todos nosotros de multiculturalismo, de explotación, de colonialismo, y ella se lo está regalando a ese niño y vamos a ver qué hace ese niño. Porque ese niño lo está recibiendo abiertamente, con inocencia, sin saber lo que está aceptando, tal como si fuera una fruta. * El pertenecer es un proceso en construcción, es un ser y un estar a través del tiempo y realidades, de presencias y ausencias. Los textos de este número se acercan a la incertidumbre de lo que somos y de lo que no somos, de historias que revolotean a nuestro alrededor sabiendo y sin saber de dónde vienen y a dónde van y de lo que hacemos con ellas. * Le pedimos a Blanca Catalina García que hiciera la portada de la revista y que nos hablara un poco sobre su interpretación. Este texto es un extracto de la entrevista a Blanca sobre Herencia. 6 Belonging is also the direction of the gaze* When I thought about the theme of belonging, I could not help but evoke the experience I had in Havana. In a world like Cuba, where it is assumed that you cannot say many things that are felt, they have art that is right there saying it. There is art everywhere, in every corner, and it’s also a city that’s falling apart. This piece is inspired by the photographs I took in Cuba and other Cuban artists whom I have studied. What I saw there was that the past, that’s what the old woman represents, is a past that is looking back to a time that will never exist again, as all past is. She is completely disconnected from current reality. Although that is the generation that fought for the Revolution, it is a generation completely disenchanted with the present and obsessed with what Cuba was at that time. And that is precisely their identity. She is wrapped in the dream of that city, although that past is also a farce, and in representations of Yoruba gods and spirits that are such an essential part of Cuban identity; but that generation, to some extent, has disregarded it and had prejudices about it. But she is grayer and does not accept what Cuba really is. The woman on the other side of the painting is a Cuban woman from now, and that is a generation that fully ignores and does not give any importance to the Cuba of the past that the old woman idealizes. She did not live that, she has lived all that has happened after the Revolution, the needs, the cultural change. What I saw of this generation is that they are people who are also uprooted from Cuba, they are barely surviving. They live a disillusioned life. Her t-shirt has a symbol of some corporation or company, because, I think, these are people who look outwards, they want to have things, money, opportunities, 7 commerce, although it is exploitation. They do not have that sense of belonging to Cuba, like the generation of the old woman had. And in the center is The Child. The child is getting something that has light, from a character that for me represents Belkis Ayon, because I think that both her life and her art symbolize what that generation lived. Her art speaks about religious representation and what it feels to be Cuban, what it feels to be part of that island, and she, according to me, is precisely the spirit of belonging, of knowing oneself to be part of something. She is giving the chance to the new generation, whose future we do not know, to take back Cuba, and perhaps in the future integrate beautiful things, to include what it means to be Latin American, to be Caribbean, which is to be a person who has a history that we all share, of multiculturalism, of exploitation, of colonialism. Belkis Ayon is giving that to the child. And let’s see what the child does with it. Because that child receives openly, innocently, not knowing what the child is agreeing to, like accepting a fruit. * Belonging is a work in progress, it is being through time and realities. It is presences and absences. The texts of this number try to approach the uncertainty of who we are and what we are not. They approach these histories that hover around us, knowing and not knowing where they come from and where they go and what we do with them. *Blanca Catalina García created the cover of this journal and we asked her to tell us a little about its interpretation. Original in Spanish. Translated by Edith Beltrán Mínehan and David Korfhagen. 8 Pertencer é também o sentido do olhar* Quando pensei no tema belonging, pertencer, eu não consegui fugir de acordar aquelas experiências que eu tive na Havana. Num mundo como o mundo cubano, onde se supõe que muitas coisas sentidas não possam ser ditas, existe arte que diz muita coisa. Há arte por todo lado, em todos os cantos; além disso, a Havana é uma cidade que está se destruindo. Isto que eu fiz está inspirado nas fotografias que eu tirei em Cuba e também na arte doutros artistas cubanos que eu estudei. As coisas que eu vejo aí tem a ver com o passado, representado pela velhinha, que olha para uma história que não existe mais, como tudo o que é passado. Ela já não tem nenhuma conexão com a realidade atual. Essa geração lutou pela revolução, no entanto ficou completamente desiludida com o presente, o resultado dela, e está obcecada com a lembrança e a nostalgia do que Cuba foi no passado. Ela está envolvida pelo sonho da cidade, embora esse sonho seja uma ilusão. As representações dos deuses e dos espíritos ioruba, que são uma parte muito representativa e até esencial da identidade cubana, foram ignoradas e rejeitadas pela geração da velhinha. No entanto, ela é mais cinza, ela não aceita a realidade de Cuba. A mulher do outro lado é a mulher cubana de agora. Essa geração ignora completamente e nem dá importância ao que foi Cuba no passado que é idealizado pela velhinha. Essa mulher nunca viveu o passado, só aquilo que aconteceu após a revolução, as carências e a mudança cultural. O que eu experimentei dessa geração é que também estão desligados de Cuba e que estão apenas sobrevivendo. Eles vivem e experimentam uma existência desiludida. A sua camiseta tem também um símbolo de alguma corporação estrangeira, porque eu acredito 9 que são pessoas que olham para o exterior e que só querem ter coisas, dinheiro, oportunidades, comêrcio embora seja duma maneira exploradora. Eles carecem desse sentido de pertença a Cuba, como aquele que a velhinha tem. No centro de tudo está o menino. Esse menino está recebendo alguma coisa que tem luz, de uma personagem que para mim é Belkis Ayón. Eu acho que a sua vida e a sua arte são representativos do que aconteceu com essa geração, sua arte usa a representação religiosa para falar daquilo que é sentir-se cubano, sentir-se parte da ilha e, ela, para mim, representa o espírito de pertença. Ela lhe está oferecendo a oportunidade a essa nova geração, cujo futuro desconhecemos, para se reapropriar de Cuba e, talvez, nesse futuro, integrar as coisas belas do seu país além de incluir aquilo que é ser latinoamericano, caribenho, ser uma pessoa que tem história, como todos nós, de multiculturalismo, de exploração, de colonialismo. Ela está oferecendo esse presente para o menino e queremos ver o que esse menino vai fazer com ele. Porque essa criança está aceitando inocentemente esse presente, sem saber o que é. * Pertencer é um processo em construção, é um ser e um estar através do tempo, das realidades, das presenças e das ausências. Os textos deste número se aproximan da incerteza do que somos e do que não somos, das histórias que borboleteiam ao nosso redor sabendo e não sabendo de onde vêm para onde vão nem o que fazemos delas. *Pedimos para Blanca Catalina García que nos fizesse a capa da revista e que nos falasse um bocado da sua interpretação. Original em espanhol. Traduzido por Jara M. Ríos. 10 Axel Presas Aquí donde el blanco agrede A Pablo Armando Sánchez Muchas veces los paisajes no son lo que aparentan esto lo sabemos de los hombres, no de los lugares aquí bruscamente cambian los contornos, como estos [esquizoides que te miran y te dicen: «que dicha tenerte compañero» y se complacen masticando vidrios para escupirte después toda [esa masa ensalivada por eso yo paso los días ocupado, escribiendo cien veces [en mi brazo «alcoholízate a tu imagen y semejanza» apurado, evadiendo a no sé cuantos alelados, tropezándose [unos con otros, quién sabe por qué soñolientos… El lápiz apenas lastima mi carne cuando escribe, llegan los mensajes, las llamadas, correos de voz que apenas escucho «mijo llamé pa’ saludarte…» «¡¿qué tal broder, cómo está el [frío?!» Un cielo se llena de cuervos que agasajan a otros imaginarios [cuervos la albina nieve abre su vientre sonriendo camino hablando sinrazones el sol enfría la calle donde defeca un perro y escribo entonces cien veces en mi brazo aunque ya no queda carne 11 Axel Presas aunque no perdura imagen aunque apenas existen semejanzas llego a un sitio que hace dos horas no era el mismo muchas veces los paisajes no son lo que aparentan y es ahora que respondo: este frío es cosa seria mis [hermanos… Axel Presas Hambre de mar Dicen que hay una mujer pariendo una isla que atrayente su gesta no renuncia a concebirla sin el azufrado contorno de sus deltas, con sus estuarios de aguasal terco enajenamiento por los márgenes de la tierra. Una mujer que pare toda una isla con sus bahías sin fondo ni [luz como infranqueables lágrimas de sal en el ojo avizor de los [itinerantes. ¿Una isla, un escollo quizás? frívola acumulación del polvo que restringe el abrazo de un [hombre arrecife, peñón y canícula, masa de sargazo asimilable malignidad en el pliego de los ancestros con sus rostros blanquísimos de muerte virtud efímera de quién reside aferrada a la mano del laborioso [pescador acarreando el salvador pez para la hambrienta tarde y sus [numerosos estómagos. Hay aquí tanta abundancia de nada, que una mujer da a luz a una isla completa, desahogándose en [su miseria mujer bruja que acepta arrastrarse en la resbaladiza arenisca [del chivo sacrificado para probar la sangre de un celador a las doce en punto del [mediodía. 12 13 Axel Presas Diligente mujer que dividió en viciados retazos el vivo magma [de la abundancia sierpe que concibe una delgada isla (tan sierpe como ella [misma) mujer con hambre de mar pariendo una tierra flaca para que el mar las devore a ambas ávidas por el oleaje, embestidas por el piélago submarina cosquilla que las une en lasciva comunión de matrona con su predio de coágulos con la arenisca de ombligo cortado cuando irrumpe el primer peñasco arrecife acusador del esfuerzo de una vagina prodigiosa. Dicen que hay una mujer pariendo toda una isla porque quiere que el mar la enamore, que la toque escandalosa ella ávida ella tumbada en su parto con hambre de hembra accesible a enseñar un ápice de su tierra majestuosidad abierta, pelambre de albor, cascada de légamo una mujer que no se atreve a parir todo un continente porque conoce sus límites porque su voracidad por el mar la hace prudente. Axel Presas Reincidencia del lodo Pasabas la tarde pensando en la atribulada vida de los estibadores esos que hablan muchas lenguas y ninguna cargando envíos de Ceilán, cajas de Vladivostok, fardos de la [Cochinchina peones quebrando el misterio de Babel estropeado por la maligna envidia de un dios ególatra. Mirabas esas descomunales manos unidas a esos inapreciables [cuerpos manos que decían tanto iban cargando sus propios ataúdes cantando Bríkamo, gesticulando a muerte pintando su isla de sucios amarillos ya para entonces la isla era una mueca o eras la mueca en una isla deformada sin hacer nada frente a la tez de la vergüenza considerando escurrirte evadiendo espacios en la eficacia perversa del desánimo insistencia ordinaria de tanto fuego, tanto fango, tanto lodo, [tanto polvo gesticulando en la vana luz de una tarde recogida retardada invención de quién parte un pez y el susodicho pan sin saber que éstos no alcanzan para alimentar a todo un pueblo. Contemplabas la silueta acostumbrada de los derrumbes escombros de dura intermitencia en la memoria polvo y lodo con las lluvias, viento y celaje de un otoño [permanente comprendías el sudor opíparo de las madres 14 15 Axel Presas esas madres que lo son todo pero que muchas veces apestan a [delirio madres del tornero que se magulla con el hierro madres del pescador que se pierde en un temporal franca ceniza en llanto de mujeres madres que ya no saben cómo vestirse para conquistar el miedo el remiendo, los itinerantes chacales, el escupitajo que más pesa, madres de la penúltima estrella que dio aviso a una inmunda noche. ¿Qué tristes polvos trajeron estos lodos? Preguntándote, llevabas semanas ocultando tu mirada solaz esa que te permitía evadir la malograda sombra del paquidermo extraviada por la inconstancia. Tenías la barba rala, el goce siempre a mano un atropello de gestos intentaba desenredar todo el desánimo azufre de la tristeza esa misma tristeza que te hizo más humano entre tanta feria mirando como otros perecían borrachos cayéndose uno a uno en el alumbrado pozo de un demonio ¡ahí están los beodos y su cita con la muerte! borracho tú entre tanta mierda, tanto lodo, tanta ceniza, tanto [polvo y sin embargo tan sobrio de estaciones tan sobrio de cuaresmas con olor a sal de bahía y a girasol [cortado para iglesia. Quizá fue el coñac amargo de Lisandra fue en ese mismo coñac que advertiste el principio del mundo 16 Axel Presas y así viste engendrar un minotauro, vomitaba héroes, [ungiéndolos con simulada tinta sangre. Un viejo bien te dijo que ese no era el futuro borracho como un hígado de cátedra posó sus ojos en los tuyos [y te dijo que ese no era el futuro acaso era un abandonado vaso que aún vacío acumulaba la esperanza de nosotros los sedientos. Bebiendo entonces del afelpado vaso de Lisandra, el que nunca [pretendía vaciarse, también un poco te ahuecaste y por contraparte el mundo entonces quedó lleno como en una fábula que nadie nunca recuerda habitando la grieta dejaste caer tus ropas y el cansancio Lisandra era una diosa extendida en la arena el sol la vestía de un ocre embustero en sus prudencias húmedo nido que te atrapa yacía en la arena hasta incinerarse como papel que queman los [niños un domingo. Y así también un poco te quemaste regresaste al puerto, ya para entonces los peones eran espectros sus manos de fantasma modelaban un añejo lodo de futuros quisiste salir al mar navegando en penitente féretro y te fuiste hacia otras partes, invadiendo no sé cuántas otras [latitudes guareciéndote aún en esa tu solaz mirada y así también un poco te quedaste esperando no sé que otros polvos con sus respectivos lodos. 17 Axel Presas Enigma del hombresaurio Enigma del hombresaurio Pancho es un viejo con manos de cocodrilo. Un día me dijo que se percató desde pequeño que su destino era tocar un quinto, sacarle ritmo a las tumbas con esas elongadas manos que tiene con uñas de cuchillo. «Ná, cuando era niño corría de la escuela pa’ mi casa a tocar, a palmear y a arañar cuanta silla, mesa, estante o cazuela me sirviera pa’l ritmo, acompasándolo todo muy bien pa’l asombro del barrio. —¡Ese niño tiene el diablo en el cuerpo! Bien me acuerdo que decía Tomasa mi abuela riéndose orgullosa, porque hay diablos que son buenos pero eso sí no lo sabemos». Las manos de Pancho meten miedo. Al verlas uno brinca y sabe que el viejo le saca un susto a cualquiera. Son apéndices de entelequia ajena, salvajismo de saurio en las manos de un hombre de sonrisa franca salpicada por la línea de veinticuatro quilates de sus dientes. Pancho asusta con sus manos porque habla con ellas, las oscila al compás de su discurso y te apunta con sus dedos, pero asimismo te agasaja con esas navajas suyas para darte el afecto que piensas que no posee. Cuando toca es otra cosa, cuando toca con esas cocodrílicas dagas le saca ritmo a cualquier cajón y a sus tambores; blan, blan blan, chichí, chichí, blan, blan, bakún, bakún, bembé. «¡Tócamelas qué suaves! El secreto es orinárselas cuando estás empezando para que no te salgan callos.» Se ríe y noto mi asombro en sus dientes de oro. Toco esas felpas carnudas, mansas y horríficas y no pienso en el orine; percibo el cocodrilo incrustado que Pancho tiene en sus extremidades. Así me distraigo y pienso en la acostumbrada trampa de una naturaleza que compone, mediante lo inusitado, la destreza del musical hombresaurio. Toco sus manos y no pienso en los litros de meado que con el tiempo regaron estas falanges dinosaurias que raspan, rayan, repican, retumban, manosean y suenan el cuero de las tumbadoras como si fuera a llover fuego 18 sin apariencias de apóstol. Sentí envidia y la oculté mientras vi la sonrisa orgullosa de Pancho al notar mi incertidumbre. «¡Ja! Ya ves, así es mijito», dijo el viejo socarronamente y se marchó contoneándose en un baile andante por el medio de la calle mientras de manera extraña creí obtener ese secreto, aunque me percaté enseguida que jamás podría, que de ningún modo iba a poseer la imprescindible fortuna del hombresaurio. Pancho giró y me saludó alzando sus cinco navajas reincidentes, cerró el puño con un gesto de denotado afecto y como un relámpago llegó hasta mí la ondulante andanada de un blan, blan, blan, chichí, chichí, blan, blan, bakún, bakún, bembé. 19 Carlos Lopezosa Límite menos infinito Esto no es un poema para peces, ni renglones lanzados al azar para que me caces, ni naturalezas muertas girando en el tocadiscos, ni manicomios de artistas sobrevalorados. Esto es cuanto menos un experimento de palancas y laberintos, arte de garajes húmedos y parques en llamas, engranajes de grasas Trans lanzadas por la ventana, enfermedades cardiovasculares al interactuar con el texto. Esto no es una canción de amor para que bailemos por las [calles sin salida, ni la vida de un vagabundo que duerme entre cartones, ni un burofax enviado desde una nueva constelación, ni grúas de cemento componiendo nuevas esperanzas. Esto es ni más ni menos un chasquido de enredaderas de [plástico, un meteorito a punto de confirmar el punto final, la ausencia podrida de todo lo que te he querido susurrar, un mareo teledirigido hacia mi encuesta de satisfacción. Esto no es la cuenta atrás a la que perteneces, ni la marcha fúnebre a la que pertenezco, esto es… 21 Carlos Lopezosa …la concreción de que giramos en torno a un eje torcido al [que no tenemos acceso, el desguace de los elefantes metálicos moviéndose a menos [infinito. Carlos Lopezosa Mirada blanda del tiempo Contraponer palabras que formen nuevos mundos no parece posible ahora que se han desplegado los operativos [más violentos. Es lo justo, el tiempo siempre es blando ante mis-tus conexiones laterales. Las calculadoras como algoritmos de sentido único, los números y comas de pesadillas elevadas al cubo. ¿Vendrás a mi encuentro? Hoy no será el día en que atomicemos nuestro pulso. Cuando recoja el testigo mudo de este sentimiento verás como todo se demora, la intranquilidad mientras duermes abrazado a la mujer [deconstruida. Los calefactores están rotos este invierno gamba, los pasajeros de la estación no se han dado cuenta, ya no inventan jirafas de mirada estándar, solo caminan tontamente por las manecillas. En la selva metálica las luciérnagas parecen aburridos [semáforos en ámbar, ya no dirigen las campañas publicitarias de los vivos: las desleales, las divertidas, las que tienen alto contenido erótico. 22 23 Carlos Lopezosa Contraponer palabras: (1 hora 15 minutos 40 segundos 30 frames) Tic-tac: una hormiga se ha caído. Carlos Lopezosa Del lado del átomo Se deriva de S, y sus propiedades se recombinan en belleza con su bloque básico sonando desde su entropía con su exceso de fuerzas con su atracción y transición de notas al pie de página. Y con su mueca electromagnética se cerrará el ciclo, inevitable del asombro del poeta: Mañana Pasado Al otro. Con su visión básica ligada a todos los mundos y no mundos: A la masa y su parte equitativa, al silencio del lector de carretera. Quedará demostrado que del lado girado, neutro, anhelado, lo más pequeño y mínimo será el mayor de los enclaves literarios entre la musa y el artista: La radiación de un abrazo metaemocionado mientras lloramos, haciendo el amor desde la forma circular más pura; tú, yo, de lo atómico. 24 25 Carlos Lopezosa Criptografía cuántica Protocolo de 1982: “Aparece la catarsis en forma de criptografía cuántica; se han cifrado los mensajes de la conciencia amniótica, la propiedad de incertidumbre en la base de los rascacielos [públicos.” “La seguridad como la absoluta confidencialidad del poeta [neonato, elevándose desde las masas hasta sus fibras fantasma, conduce por la ruta celestial de los 66 desposeídos.” Carlos Lopezosa “Cercano al deseo trato de preservar la ilusión intacta de estos [y otros versos, gritando entre las infinitas puertas la proclama que me conjure [contra el fragmento, ladrón de lo que nunca se expresa.” Mayo de 1982: “Nazco” Museo del eavesdropping 1982: “Parecen entender la esencia que anhelo construir desde arriba, desde el primer ladrillo hasta la última idea grabada en el [cemento, con su función matemática perturbando el sistema de [telegramas proféticos.” “Se ha posado un mosquito autómata en mi universo Heisenberg, aletea sus alas a contraluz de mis consecuencias dactilares, gira bajo la complejidad demostrada de su belleza intransferible.” Laberinto de 1982: “Regreso convencido de no haber demostrado el destino que [nos merecemos, quizá el esbozo de la musa señalando lo primero o lo último, con su clave de seguridad tatuada en su pecho.” 26 27 Carlos Lopezosa Entre bosques y símbolos: Suspiro cuántico (…) Caer en un punto en todos sus posibles en ninguno. Carlos Lopezosa Mírame de todos los lados ¿Qué ves? . Pareces abatida Señalada por la sonrisa ready-made del átomo triángulo multiplicado en tu espejo torácico. (… Mientras, quizá, quizá no, fórmulas matemáticas de iconos translúcidos. Y aquí, y allí y en ningún lugar el multiverso da una nueva perspectiva a nuestros paréntesis de panorámica acelerada. … Te he atrapado en mi dinámica de campo, en mi suspiro cuántico: Que es para ti, para él, para nadie en concreto. 28 29 Changming Yuan Yellow Meditation Gold, lemon, butter, rapeseed flowers: Pre-positioned, you function to lead A whole column of evils as in the yellow Peril, bastards, bellies, dogs, fish, guts Journalism, heels, even men and pups After words, you will become as noble As imperial, as royal, or as Chinese Yellow. That makes all the difference Between a noun and an adjective Between Chinese and English 31 Changming Yuan Desirée Jung Y, Y You are literarily haunted by this letter Yes, since it contains all the secrets of Your selfhood: your name begins with it You carry y-chromosome; you wear Y-pants; both your skin and heart are Yellowish; your best poem is titled Y; you seldom seek the balance between Yin and yang; you never want to be a Yankee, but you yearn to remain as Young as your poet son; in particular You love the way it is pronounced, so Youthfully, as a word rather than a letter to Yell out the human reasons; above all Your soul is a seed blown from afar, always Y-shaped when breaking the earth to greet spring Welcome The plane aterriza in soft grass. O verde se mistura com a mirage of the asphalt. Granito, granite. Ela tenta controlar the destiny in this foreign place. The red purse weights and the couro is soft. It’s what she’s left crossing borders, her papers, precisão de nomes. But not her future. Welcome. 32 33 Desirée Jung Desirée Jung Between a Man e uma Mulher Entre um Homem and a Woman De repente, a garrafa traz um líquido escuro Latejante, que une seus dedos, à imagem do seu homem. In dismay, he believes that she is ahead of his time And wonders if their relationship has a future. Suddenly, the bottle carries a dark liquid, Throbbing, which unites her fingers, to the image of her man. Abismado, ele acredita que ela está a frente do seu tempo E pondera se a relação tem futuro. It is a nice park, with foundational trees, deep roots Archived into the ground. Her tears are displaced. Ele estava com a sensação de que algo lhe faltava Depois da noite de ontem. Era um assunto pessoal, que lhe [pertencia. É um parque agradável, com árvores fundamentais, raízes [profundas Arquivadas no solo. Suas lágrimas estão fora de lugar. He has the sensation that he missed something After last night. It was something personal, that belonged to [him. Desde a separação, o vazio era nublado, E as chuvas pareciam ecos do seu interior. What must she be doing on a Saturday morning, By herself? It is hard to end a relationship in the end. After seven years, there are many wrinkles and Many possibilities of skin, in between two hands together. 34 Ever since the separation, emptiness was cloudy, And the rains seemed to echo his interior. O que ela deve estar fazendo numa manhã de sábado, Sozinha? É difícil terminar um relacionamento no fim. Depois de sete anos, há muitas rugas e Muitas possibilidades na pele, entre duas mãos juntas. 35 Desirée Jung Desirée Jung Engenho do Desejo Engine of Desire Pensava que alguém viria salvá-la (save her) from the engine, machine do desejo, o erótico cruzar de olhares. I thought someone would save her (salvá-la) do engenho, máquina of desire, the erotic exchange of gazes. Entre a guerra e as palavras, she balances her blond hair, e prende-me na pupila da sua imagem. Between war and words, ela balança seus cabelos loiros, and holds me in her pupil’s image. Eu queria aguar meu jardim Com as suas lágrimas. I want to water my garden with her tears. Rosas, roses, romantic. A cor está na pétala. Lhe entrego as flores, mas o perdão não vem. Roses, rosas, romântica. The color is in the petal. I give her flowers, but forgiveness doesn’t come. 36 37 Desirée Jung Evelyn Galindo-Doucette Seja Bem-Vinda O avião lands na grama fofa, green mixed with miragem do asfalto. Granite, granito. Ela tenta controlar o destino do lugar estrangeiro. A bolsa vermelha pesa e o leather é macio. É o que lhe resta ao cruzar fronteiras, seus papéis precision of names. Mas não seu futuro. Seja bem-vinda. El relato del pintor Seiscientas y pico de personas desplazadas de Dios sabe dónde llegaron a un sitio que se llama Soyatenepeque. La gente había dejado enterradas hasta las máquinas de coser y se vinieron con nada más que sus bueyes y su prole. Contaban que en el camino les abrían las yugulares a los bueyes y les sacaban la sangre en una vasija. De eso les dieron de comer a sus hijos en la huida de catorce días y para que no se desangraran los animales les tapaban el chorro con un elote. Soyatenepeque queda allá por Ateos pegado a un río que se llama ‘El río sucio’ donde la gente se baña en aguas que son azules un día, verdes el siguiente, y rojas otro día porque la mina ahí lanza sus colores. Muy cerca hay una empresa donde hacen carnes y destazan pollos y las tripas las tiran al sol. Llegué a Soyatenepeque con un grupo de sacerdotes que venían a trabajar con la comunidad de desplazados. De lejos se veían los árboles llenos de zopes y se sentía el mal olor durante los dos kilómetros que recorríamos ese sitio por camioneta. Lo que quería la gente era una ermita a la Virgen de Rosario que les cuidara sus efectos personales hasta que pudieran regresar a desenterrarlos. Le encargué el molde de la Virgen a un hombre que hacía esculturas en un cementerio y que nos la prometió por un buen precio. Cuando estaba hecha, el Padre Montes fue por ella en su camioneta vieja y la trajo a la comunidad donde terminamos de pintar y de darle vida al molde. 38 39 Evelyn Galindo-Doucette El día de la inauguración, como no habían invitado al Coronel del sector, los militares estallaron unas bombas amarillas que nos picaron los ojos. A pesar del bonche celebramos con los tamalitos y el cafecito que las mujeres de la comunidad habían madrugado preparando. No había pasado la semana cuando una mañana la comunidad encontró la ermita partida en tres pedazos. Unos decían que habían visto al mismo D’Aubuisson y otros decían que no, que eran unos militares desconocidos. Yo me desesperé al ver que en un zas habían llegado a destruir el trabajo de semanas. Le pregunté a uno de los padres jesuitas, “¿Y ahora qué hacemos?” Ignacio Ellacuría me respondió: “¿Qué hacemos? Otra”. Y Nacho Martín Baró asintió, “Otra imagen. No hay problema. Vamos a hacer otra”. Y así fue. Fern G. Z. Carr Perdido Mi hijo está lleno de remordimientos, da pena verlo así – deprimido y sin dinero, solo y perdido en el mundo. Está siempre al borde, yo le he consolado pero no me hizo caso Su tristeza es un puñal por el corazón – tenga compasión por su melancolía. Soyatenepeque es una ciudad ficticia inspirada en una anécdota del pintor Roberto Huezo el julio de 2013. 40 41 Fern G. Z. Carr Fern G. Z. Carr Yo Soy Los gatos de Puerto Vallarta Soy las estrellas, el viento, un cristal, una brizna de hierba, una pluma. Soy entropía – una mezcla hecha al azar de oxígeno, carbono, hidrógeno, nitrógeno y oligoelementos en un cuerpo que existe en este momento, su individualidad interconectada orgánicamente al universal; soy un cuerpo que poseo cognición limitada – una partícula integrante pero insignificante del infinito. Soy parte del universo. Soy el universo. Existo. Yo soy. Tourists disembark along gangways and flock toward flea markets boasting the brilliant blues, reds, yellows and greens of embroidered cotton clothing; curtains of trinkets are suspended in vertical garlands from canopies of tents festooned with papier maché decorations, sombreros, sarapes and piñatas. 42 Vendors and artisans eager to sell to those eager to buy, proffer ceramics, leather goods, trays of silver jewelry and replicas of pre-Columbian crafts; souvenirs from Puerto Vallarta – a tourist haven and a haunt for one hundred thousand abandoned, lost, feral and stray cats. Bony bodies riddled with parasites forage for sustenance in dumpsters where scrawny kittens are tossed; they hunger for nurture. Restrained by quarantine laws, cruise ship travelers long to abscond with their feline stowaways. Instead they impotently crouch 43 Fern G. Z. Carr close to the ground coaxing and purring, Ven gatita, ven... Here kitty, kitty... attempting to share their partially-eaten Señor Frog’s and Shrimp Factory meals – a temporary fix for the tabbies, the calicos, the spotted and the brindled relegated to alleyways and dependent upon the compassion of strangers. Fern G. Z. Carr Without So Much As a Warning Sign Footsteps racing down the halls, blood splattered on the walls, a blind stampede to survive, to escape, to stay alive. Pop! Pop! Another shot! Cowering from the unthinkable violence some keep a deathly silence beside a textbook under a desk witnesses to the horribly grotesque “Peek-a-boo! You’re dead!” in a typical suburban school where well-being was the rule, not where children die on the floor – the casualties of a maniacal war. Pop! Pop! Another shot! Victims plead for mercy as their lifeblood drains into sanguine pools squirting from their veins – beseeching eyes beg to be spared, perverse gunmen taunt the scared: “Peek-a-boo! You’re dead!” 44 45 Fern G. Z. Carr Fern G. Z. Carr Trust and security were violated as these madmen annihilated future dreams with their blood-letting amidst the screams in this surreal setting. A House Divided “Remember us? Guess who!” not by conflict, but a wooden planter with women seated on one side and men on the other Plagued by the rejection of their peers two boys realized our darkest fears when they snapped and crossed the line without so much as a warning sign. The Chevra Mishnayes, an orthodox synagogue where God’s Chosen People worship in a house divided – creating a temple literally split in two like the harlot’s baby nearly cleft by King Solomon’s sword. Men have the honor of being called to the Bima where they open the Ark of the Covenant, read from the Torah and march with holy scrolls; yet females, considered to be unclean, despite their designer clothes and the purest of intentions, are relegated to the women’s section – segregation by anachronism: a “women-are-women, men-are-men, ‘and-never-the-twain-shall-meet’ philosophy” contrary to a lesson from the New Testament – namely: “If a house be divided against itself, that house cannot stand.” 46 47 Fern G. Z. Carr Luis Felipe Lomelí Transatlantic Passage Huddled in steerage shoulder to shoulder, westbound emigrants sardined into family bunks with straw mattresses dream of prosperous tomorrows while their ships navigate the same petulant waters as eastbound liners – their decks flaunting mink stoles, cigarros cubanos and glasses of brandy in hand. Monterrey, Colombia Para Mariana SIMÓN, ÉSE, BIEN TRISTE QUE ESTUVO. Y aunque uno sea machín, ¿verdad?, pues tampoco halla de a cómo contener los lagrimones y ahí van saliendo, espesos, dolidos, negros como el que tengo tatuado aquí ¿sí lo wachas? Pero peor las rucas, ellas sí que tiran el lloradero como huracán, como el Gilberto ¿te acuerdas? Como si quisieran destruirlo todo. Ahí estaban su jefa y las huercas, sus carnalillas, también la morra con la que iba a acantonarse, todas como si dijeran “nel, esto es de a mentiras”, pero igual “no, pues sí es cierto” y sus pinches ojotes crecidos, retehinchados, y a su morrilla le temblaban las manoplas como si anduviera en el bajón, bien ojete: dolía nomás de ver que les dolía. Luces. El chorro amarillo de un arbotante contra el verde de un ficus enano, contra la negrura de un cielo sin estrellas. Chorro desparramado sobre hormigas nocturnas que salen de una hendidura en el concreto, que marchan por la banqueta y suben a masacrar con paciencia al ficus. Chorro reluciente sobre la savia desangrada en las mandíbulas. Pero lo más culero, carnal, lo que más apretaba acá, de neta, era que el Fede y el Pato y el Yon y el Fresa estuvieron tocando todo el puto rato. Bueno, el pinche Fede ya después no pudo y yo hice el relevo en la guacharaca: complicado de a madres que es tocar ancanona. Yo por eso disculpo al Fede, ese 48 49 Luis Felipe Lomelí vato es resensible y sí estaba cabrón seguir. El pinche Yon dijo que le faltaron huevos, pero nel, ése: el Chema era camarada y una cosa son los huevos y otra, lo que uno trae aquí adentro. Y pues qué, ¿tú qué pedo? Si uno no es un risco, ¿verdad? Ahí está, a ver si ahorita que venga el Yon también le dices: para que le baje de yemas. Aunque, chingá, te va a decir que eres un pinche fresita, que mejor te calles o te revienta. Luces. El hilo verde emanado por el Faro del Comercio surca Monterrey. Se enreda entre los cables de electricidad, ilumina el humo de las chimeneas. Fotones acoplados por encima de las casas. Láser que se refleja en las costras de los muros, en el descarapelado sostén de los edificios centenarios. Pura colombia, ése. Puro paseo triste. El Pato rifándosela en el acordeón, haciéndolo llorar como a todos. Pinche Pato. Pura cumbia lagrimera allí a ladito del pozo; a cercén, ése, con todas las tumbas dándonos vueltas. Tocándole al pinche Chema para que se alivianara y, de pasón, a los demás muertos. ¿A ti no te gustaría que hubiera música cuando colgaras los calcos? ¿Verdad? Pues a huevo, cuantimás porque el Chema era colombia. No de esos vatos que sólo le pegan al Kalimán y traen guangos los tramos y el flequillo bien peinado, sino colombia de ley, desde huerco. Nosotros nectábamos rock y esas ondas en inglés aunque no supiéramos ni qué vergas decían. Bueno, el Lora es otro toque porque él canta en español y además —wacha, maestrín— ése carnal dice las netas al tiro, derecho. ¿Si te has clavado? A ése camarada no se le hace de tortuga para decirles rateros al gobierno: ahí está la de “Carretera de cuota”. ¿Si la has oído? Luces. Hervidero de luciérnagas por avenida Garza Sada, por Constitución, por el asfalto y la mente de Alfonso 50 Monterrey, Colombia Reyes. Luciérnagas a noventa kilómetros por hora. Zumbándoles de sesgo a las bardas que delimitan la Revolución Proletaria, que demarcan las colonias, que prohiben a las luciérnagas adentrarse en las terracerías del cerro. Nosotros oíamos de esas rolas. A veces acá una de los Tigres o de los Cadetes, pero casi nel porque eso es para rucos o para la raza fresilla que sí tiene para mercarse su sombrero y sus botucas. Bueno, también para la banda chera. Pues, simón: les hablan de caballitos y madres de ésas que hay en los ranchos y pues les ha de cuadrar que les canten de lo que viven. Pero aquí, ¿cuáles vacas, verdad? A la mera y a los rucos por allí es porque les gusta, porque les llegan los recuerdos, ¿verdad? Ei, mis jefes se descolgaron para acá del ejido, por allá del sur, por Mier y Noriega. ¿Sí conoces? ¿Verdad que está bien culero? Ei, ni agua hay. Y con eso: pues ésta ya pifó, píchate otra helódia, ¿no? Luces. Combustión danzante de butano que calca las protuberancias del rostro antes de encender la hierba seca. Luego sólo queda el punto rojo trazando constelaciones en el vacío, en la recámara alfombrada, en la calle de tierra. Cada línea llega a su sol al dar la bocanada. ¡Ah, sabroso, chingá! Pero ya me puse a divagar, verga. Te decía que nosotros nectábamos de esas ondas y un día que estábamos aquí en la esquina pisteando llegó el pinche Chema, que en paz descanse, con una cinta: era el mismísimo Celso Piña, ése. Y nel, al inicio todos acá con nuestras jetas de qué pedo. Como que rifaba, pero calladitos porque luego lo agarran a uno de rebane. El Chema nos preguntó si estaba chingona: todos nos hicimos patos. ¡Ea, qué bueno que no anda este camarada por aquí porque luego se agüita!: le pusimos así porque siempre se hace wey. ¿Tú no conoces vatos así? Ahí está. Sólo 51 Luis Felipe Lomelí cuando ya está muy prendido o bien pasto, entonces sí se aplica. ¡Cómo hay raza, verdad? Oye, pues sácate los tabacos para acompañar la guama, ¿no? ¡No se haga pato, ése! Luces. Semillas de vacío rociadas sobre la capital neoleonesa. Hacia el occidente, distantes y el camino al cielo de Chipinque. Al centro el puño empuñado de estrellas. Y sobre las lomas, ramerío de cables ilegales coronados de bombillas. Y pues ya después de un ratón aceptamos que estaban con madre las rolas. Y para qué te hago el cuento largo, ése: nos hicimos colombias. Así como me ves. Nos pusimos a talonearle para sacar la lana de los instrumentos. Porque el pinche Chema, que Dios lo tenga en su gloria, nos convenció de que había que formar un grupillo: pues ésta era música de raza, el Celso es de la Indepen’ y Chema también nos dijo que ya había otros morros tocando acá: sobre lo que nos pasa. Y allí anduvimos hasta la Del Valle, lavándole sus carrotes a la banda burguesa. Como huercos nos pusimos a vender chicles acá en Garza Sada. El pinche Yon, que le da por dárselas de machín, se puso de tragafuego y, como era el que sacaba más feria, pues los demás también... No mames, ése, cómo que por qué no nos pusimos a jalar: pues porque no nos dan jale, carnal, si lo ven a uno acá con dibujos: le hacen el fuchi. Sí jalamos un rato en la obra, pero es una chinga y se saca menos lana. Luces. Azules y rojas. Atacando en círculos. Cercando al prófugo desde la torreta. Amagándole salidas. Tatuándole las faltas. Luces pesadillas. Luces el error de ser quien eres. Luces agazapadas tras el interruptor de corriente. Luces al acecho dentro del vehículo. Dentro el monstruo que propiciará la fuga y acorralará entre luces. Luces. 52 Monterrey, Colombia Ya con el acordeón de segunda, lo demás fue panal conseguir. Todos, a huevo, queríamos darle a las teclas pero ninguno sabía ni qué vergas: el Pato fue el que la movió. Yo le calé en todos los instrumentos, nomás que soy rebestia, ése: hasta con la guacha pierdo el ritmo. No se ría, vato, que luego lo pongo a usted a que le juegue: ¿a ver qué tranza? ¿Eh? Bueno. Después de un putero ya por fin nos aprendimos unas rolas y pues nos lanzamos a los camiones, ahí por el Tec y en el centro. Y luego acá en las fiestecillas de las rucas y hasta hemos tocado dos veces en un salón Star. ¿Qué yo qué? Nel, vato, yo sólo le hacía de coros al Chema. Ese wey le rugía con harto sentimiento. Neta, se ponía uno chinito de las de acá, bien reata. Lo hubieras oído. ¿A ti te late la colombia, o qué? Ándale, morro, es que eres fresilla, ¿verdad? Simón. Pero para que veas que soy raza, te voy a lendear unas cintas para que te claves. Van a ser en empréstamo, ¿eh?: luego las retachas. Luces. Instantáneas cual relámpago o disparo. Relámpagos sin lluvia ni corriente eléctrica. Hirientes desde su estallido, desde su trueno que retumba en los cristales, desde su aroma incendiario. Luces sepulcro. Relámpagos que crearán algunos ríos por donde la sangre irá fluyendo. Y se acercarán las moscas con tiento, sacudirán sus patas, y se pondrán a beber con luces o sin luces. Nel, ése, tampoco creas que es la historia acá de película del grupo machín que iba a ser retefamoso y se lo cargó la chingada: Nel, somos maletones; con ganas, pero maleteros. El coto es porque le estuvimos tocando al Chema en su entierro, ¿verdad? El Yon le pegó a la cantada. Aúlla reculero el vato pero a quién le iba importar: éramos sus compas. Allí sobre el pinche terregal del panteón, sin creer que ahí mero estaba el Chema, carajo. Como una bola de jotetes a la chille y chille. Pero es que 53 Luis Felipe Lomelí uno se pone bien niña, carnal. Así como en las pinches películas de ésas que les gustan a las morrillas: donde todo es harto sentimiento por cualquier pendejada y luego las huercas se enamoran del güero de la pantalla. Así mero. Hasta imaginarme al Chema a ladito del pozo, en cuclillas, cajueleando una vacha. Y bien sonriente el puto, burlándose de lo culero que tocamos. De que hubiéramos arrojado las limas encima del ataúd. Neta, a uno le da por pensar mamadas. ¿A ti se te ha muerto algún compa? ¿Simón? Pues entonces también te ha tocado, ¿no?: que te imaginas que llega y lo saludas de nuez como cualquier otro día. Monterrey, Colombia era por varo. También los choferes. Y ahí estuvimos tocando de camión en camión, de terminal a terminal todo el puto día tratando de contener los lagrimones que de cuando en cuando salían desparramados. Hasta que el último camión nos tiró anca San Nicolás y nos regresamos a la Revu caminando. Luces. Luce el amanecer después del velorio. Luz de combustión atómica, solar, que cual cientos de niños corre entre los árboles, entre las lápidas. Luz que juega sobre un acordeón que llora. Luz que acompaña a la tierra cuando va a tapar el pozo y se queda ahí, quieta, como si quisiera colarse en la madera. De regreso del panteón ni el pinche Pato ni el pinche Yoni quisieron dejar de cantar. El jefe del Chema nos ofreció tirada en su taxi: que sí cabíamos, bien apretadillos pero cabíamos. Le dijimos que nel, que mejor se llevara nomás a las rucas y a las huercas: también a la morra del Chema. Nos queríamos quedar allí a la puerta cantando pero el puto tumbero, o como se llame el pendejo ése del cementerio, quién sabe qué vergas hociconeó que ya el Fede había sacado la punta para rebanarle su pinche barriga cervecera. Lo detuvimos, pues ¿para qué chingados? A los pinches imbéciles hay que tirarlos a lión. Le caminamos hasta la parada del 127. Y nos trepamos. Y estuvimos tocando toda la ruta. Hasta que nos bajaron. En la terminal. Y nos trepamos a otro camión. Y volvimos a cantar sin pedir un pinche peso. Y la raza agarraba la onda de que no 54 55 Luis Felipe Lomelí Okigbo vs. la historia oficial1 Por O. Richardson ‘NDajeé, S. Van Dyke SechenhayeE, C. T. A. Bally GutiérrezT y L. F. LomelíW Cuando Lincoln se fue, Okigbo se sumió en las telenovelas. Terminaron las vacaciones. Y consta en su diario que daba sus clases con desgano —Mística y literatura, de Santa Teresa a W. Burroughs y Hermenéutica del instante: Bachelard sobre Saussure— y que al terminar sus obligaciones salía de la universidad y se iba directo a su casa para prender el televisor. No lo quería aceptar, confiesa en una entrada de fecha posterior, pero ya se veía venir y, por lo mismo, Okigbo se negaba a admitir que le dolía lo obvio: a Lincoln, en plena búsqueda de muchachitas, no le agradaba que lo vieran en compañía de su tío homosexual. Por eso las telenovelas. Estaba sensible.2 Y las veía a pesar de que le molestaba el cargado machismo de las producciones, sus estereotipos para presentar a los pocos personajes no-heterosexuales que aparecían en los programas: el típico vecino gay que hace unos pasteles deliciosos y sale los domingos a lavar el auto en hotpans rosas. Pero el Dr. Okigbo Richardson ‘Ndajeé trataba, a según narra en su diario, de paliar el malestar imaginando historias alternativas: uno de los personajes de la teleserie ésa del Capitolio, por ejemplo, era amante del presidente y, para ocultarlo, habían inventado el escándalo de la becaria gordita y las pastillas de menta. Cosas así. Entonces una noche, mientras imaginaba una relación gay en la serie de Friends entre el personaje de cara de camello y el actor de teatro, Okigbo tuvo una epifanía. Se levantó del sofá y corrió al escritorio. Escribió: “Apuntes para una construcción social de la historia humana” 56 Okigbo vs. la historia oficial Luego se le habrá quedado viendo al papel y tacharía aquello de “construcción social” porque, seguramente, al ser historia humana, le pareció estúpido y redundante decir que se construía socialmente. Después habrá mirado sus libros de Toynbee, de Santayana, de Howard Zinn y, por un momento, habrá tenido en su mente la imagen de toda la historia de la historiografía: desde los cantos épicos, la historia siempre escrita por los vencedores, las pretensiones cientificistas de los archivos y el marxismo, la mal llamada “historia de los vencidos” que desde el título se autoexcluye y reafirma los sesgos dominantes —eurocéntrica, machista, militar—, los intentos de estudios coloniales, la crítica feminista y, al final, las fallidas historias populares o people’s histories. Lo habrá visto todo en conjunto, como en un huequito de una escalera argentina, y se daría cuenta de que a todas les faltaba algo. Todos los personajes de la historia siempre parecían sobrenaturales: ángeles de libertad o demonios represores. Y luego, en la versión de “los vencidos”, los otrora ángeles se convertían en demonios y viceversa, pero siempre seguían pareciendo seres del “más allá”. Faltaba algo, y no sólo entre los personajes de la historia que están por fuera de la historia —Foucault dixit— sino en todos. Y ése algo era, precisamente, lo que le sobraba a las telenovelas. Okigbo escribió: “Las relaciones amorosas son los eventos más importantes —fuera del nacimiento y la muerte— de todo individuo. Pero las relaciones amorosas, a diferencia de lo que afirmaban los fascistas de la sociobiología, no pueden predecirse ni están determinadas. Uno se enamora cuando menos se lo espera y de quien menos se lo espera —de un repartidor de pizzas, de un ponente en un congreso, de una persona que se conocía hacía diez años y de repente, sin saber por qué, un día la vemos hermosa, etcétera—. Y si el amor no está determinado y el amor 57 Luis Felipe Lomelí es lo más importante en la vida de toda persona, de albañiles y generales, de amas de casa y ministras, entonces, dado que las personas hacen la historia, la historia no está determinada ni es predecible”. A Okigbo le gustó su conclusión-premisa, habrá sonreído, y se fue a dormir pensando en todo lo que haría el día siguiente. Por supuesto, sabía que no podía “comprobar” su teoría pero, a fin de cuentas, la historia no “comprueba” nada salvo uno que otro hecho específico —qué piloto iba en el avión que arrojó la bomba sobre la aldea de pastores kurdos, y cosas por el estilo— pero, en general, sólo da versiones. Así que los siguientes meses Okigbo se dio a la tarea de documentar sus versiones de varios sucesos de la historia. Entre los archivos que nos ha dejado el Dr. Richardson 3 ‘Ndajeé se encuentran versiones documentadas —con fotografías, cartas, grabaciones, etcétera— que arrojan una nueva luz sobre varios hechos de la historia mundial anteriormente concebidos bajo la lupa de alguna ideología dominante –racismo, capitalismo, marxismo, machismo, etcétera. Es el resultado de un trabajo de investigación minucioso y un, no menos sorprendente, catálogo de fichas psicológicas sobre los personajes. Entre ellas está, por ejemplo, una nueva interpretación sobre la muerte del Ché. “Es de todos conocida la homosexualidad de Ernesto: ¿quién más se va a la romántica pampa abrazado de su pareja en una moto, con sus labios sobre el cuello del amado? La historiografía machista ha tratado de ocultarlo, pero las evidencias son claras: las fotografías, los testimonios que narran el posterior encuentro de Ernesto y Fidel en una cantina4 a la que acudían otros ilustres homosexuales mexicanos como Salvador Novo, Xavier Villaurrutia, Carlos Pellicer y un jovencito apellidado Monsiváis. Fidel no era comunista, pero qué fácil es cambiar de ideología por el ser amado. Y las penurias en Sierra 58 Okigbo vs. la historia oficial Maestra, que sólo pueden sobrellevarse con el cariño…” A Okigbo le brota su vena poética por las siguientes páginas, donde agrega como argumento la invisibilidad de las “esposas” de ambos —sobre todo la de Fidel— y extrae citas de la correspondencia que sostenían los dos revolucionarios. Al final concluye que Fidel no pudo soportar la independencia de Ernesto —sus absurdas ganas de llevar la Revolución a cualquier sitio, como Angola—. Fidel quería que estuvieran los dos ahí, en la isla, felices entre los cañaverales a lado del mar. Y cuando Ernesto volvió de África, Fidel lo recibió, no como un héroe, sino como Penélope recibió a Ulises. Sin embargo el idilio duró poco y el Dr. Richardson ‘Ndajeé explica el distanciamiento por escenas de celos. “Me voy a Bolivia”, fue la gota que derramó el vaso. Y lo abandonó. Fidel no quiso saber más de él. Después sabría que lo iban a matar, pero no hay nada peor que un hombre despechado.5 Consta en el diario de Okigbo, y en los registros del sistema postal de los EE.UU., que el Dr. Richardson ‘Ndajeé envió a un amigo suyo —que fuera su compañero de cuarto en la universidad— los escritos para que éste los publicara en su editorial de San Francisco, California. Ahí habla, aparte de Fidel y Ernesto, de cómo Atila cabalgó toda la estepa asiática en busca de su amado, de cómo Elcano asesinó a Magallanes después de descubrirlo con un marinero, de cómo Juana de Arco arremetió contra Orleáns porque ahí los ingleses tenían cautiva a su amada, etcétera.6 Cabe aclarar, en honor al riguroso trabajo del Dr. Richarson ‘Ndajeé, que no todas las historias de amor son homosexuales. A pesar de que son mayoría, también narra cómo Sandino se enamoró de la hija de un almirante de la armada de los EE.UU. y que, cuando éste les impidió el matrimonio, aquél decidió levantarse en armas, o del amor de Lumumba por la esposa de un comerciante belga que desembocó en la independencia del Congo. 59 Luis Felipe Lomelí Sin duda son versiones provocadoras, pero vitales para la comprensión polifónica y pluricultural de nuestro presente. Hoy día, disminuidas las ideologías totalizadoras, cabe preguntarse si realmente aquellas ideologías fueron el llamado “motor de la historia”. Para Okigbo la respuesta es clara: no. Más bien son constructos a posteriori para justificar los hechos de una cuadrilla dominante, constructos que cambian de una época a otra —de ahí que Juana de Arco pasara de “iluminada” a “esquizoide”, por ejemplo. En cambio, en la teoría del Dr. Richardson ‘Ndajeé, el amor siempre será algo por lo que los seres humanos seremos capaces de realizar actos sorprendentes. Ésta es la Trascendencia de las pequeñas cosas, la que está presente más allá del instinto sanguinario en las primeras épicas, de La Iliada a El cantar de ‘Antar, la que cambia la vida y, por tanto, la historia de la humanidad.7 60 Okigbo vs. la historia oficial Notas El presente texto forma parte de una compilación diseñada para dar difusión a la obra del célebre pensador estadounidense Okigbo Richardson ‘Ndajeé, quien lamentablemente desapareciera en condiciones por demás extrañas el 22 de marzo de 2009 luego de dar una conferencia en la Universidad de Iowa sobre el proyecto M.A.P.S. (proyecto que sigue avante gracias a la UNESCO). Nota del Webmaster. 2 Suponemos, también, que el intenso interrogatorio que sufrió el Dr. Richardson ‘Ndajeé por parte de los agentes federales en días anteriores habrá influído en su estado de ánimo. N. del Editor. 3 El plural es sólo una cuestión de estilo: los archivos y la copia de los escritos me los confió a mí un día antes de su última conferencia en la U. de Iowa, tal vez ya presentía algo y no confiaba ni en el resguardo que pudiera darles Lincoln, ni en su amiguito el editor (que a mí, personalmente, siempre me cayó mal). N. del E. 4 En español en el original. N. del Traductor. 5 Mucho se ha rumorado sobre la muerte del Ché en Bolivia: si estaba involucrada la CIA —como sugirió Richard Gott en su nota del 11 de octubre de 1967 publicada en Guardian—, si el propio Fidel fue quien lo traicionó... El Dr. Richardson ‘Ndajeé no toma partido, pero sí señala dos hechos constatables: 1) que Fidel fue quien pidió al Dr. Arguedas, médico boliviano que realizó la autopsia y después terminó pidiendo asilo político en México, que le enviara tanto el Diario como las manos de Ernesto y que 2) desde la primera publicación del diario en La Habana (Diario del Ché en Bolivia, Ediciones de la Revolución, La Habana, 1968), llama la atención la ausencia de alusiones a Fidel —mismas que podemos imaginar harto emotivas en el original—, así como muchas entradas del diario que se antojan 1 61 Luis Felipe Lomelí inconclusas o donde el estilo cambia ostensiblemente. A partir de estos dos hechos, Okigbo se limita a imaginar a Fidel leyendo por primera vez el diario de su amado, ¿le habrían temblado los dedos al abrirlo?, ¿habrá buscado algo en particular?; y al momento en que Fidel recibió las manos: “¿brillarían sus ojos como los cometas, empapados de lágrimas, mientras abría la caja?¿habría hablado con ellas, entre el barullo de los insectos sobre los cocotales, como si hablara con Ernesto?” N. del E. 6 En todas éstas desmonta o deconstruye las versiones fuertemente ideologizadas de sus predecesores: Atila no era un bárbaro sanguinario como trata de mostrarlo la historiografía racista eurocéntrica, Elcano falsificó los documentos que dicen que a Magallanes lo mataron los nativos de Filipinas y, por supuesto, Juana de Arco no “oía voces celestiales” ni era “esquizofrénica”. N. del E. 7 A la fecha de esta publicación, no tenemos certeza de por qué su amigo editor —de quien omitimos su nombre por obvias razones— no quiso publicar los trabajos. Incluso hay dudas de que efectivamente tuviera una editorial. Cuando hablé con él hace unos meses, porque el Dr. Van Dyke se negó rotundamente a hacerlo, el supuesto editor me dijo: “de Okie no quiero hablar, no quiero volver a saber nada de ese señor”. N. del T. Miguel De La Cruz Cubículo Para La raza cósmica “Entonces, en la persecución, alcanza su autenticidad, su verdadero ser, su desnudez suprema, de paria, de hombre que no pertenece a parte alguna.” El pachuco y otros extremos, Octavio Paz ¡Feliz cumpleaños! El mensaje en vivos colores adornaba la tarjeta de cartón que esperaba sobre su escritorio. La tomó sintiendo la textura de la diamantina adhiriéndosele a los dedos. Antes de sentarse levantó un poco la cabeza para ver sobre el cubículo, quería cerciorarse a que alguien estuviera atento para descifrar al autor. Era la más ruin de las bromas, pero no tenía ánimos de encontrar al comediante, el fin de semana fue abrumador. Mientras guardaba la tarjeta en el sobre, se le vino la imagen de La generala con su mirada penetrante. Recuerda como en su infancia, dos pares de ojos chocaban incesantemente sobre el comedor. Él siempre confundido y ella retadora. Sus comportamientos, sus mañas, sus acentos, todo les molestaba. Una combinación de cejas y labios fruncidos eran la cuota de desapruebo cada vez que Damiana comenzaba el ritual de despedida. Su tía trataba de besarlo, Lalo se le acercaba sin tocarla con los labios, solamente dejaba que sus mejillas se rozaran. 62 63 Miguel De La Cruz Por Damiana sentía vergüenza, siempre con el mismo suéter, mal abotonado, con agujeros en los hombros. Su madre la llevaba al supermercado, no por su compañía, sino porque tras su llegada el número de trastes se hacía más pequeño. Ese sábado Lalo se encontró con Jane y para el lunes todos murmuraban de la Granma loca. Miroslava Arely Rosales Vásquez En la escuela no le comprendían por su acento era como estar doblemente mal, como si nadie estuviera de acuerdo con su fusión, la hibridez de Lalo causaba desagrado. Sus nuevas costumbres, no habían sido seleccionadas cuidadosamente para quedarse con lo mejor, sino que se fueron encimando en una bisutería de tradiciones mal acomodadas. Yo del país decapitado Cuando Lalo le hablaba mal de su país, a La generala la poseía una entidad patriótica y unos perros ladraban por su boca. Él no extrañaba a la abuela que se quedó en el pueblo, ni a esos paisajes cálidos del sur, o a los verdaderos ingredientes que se utilizan para hacer las comidas, ni sabía la fecha de independencia de ese país bicicletero. Su casa era acá, con acento, con gueto, con raids, con gangas. Sabe que no es homogéneo, sabe que cambia de color para sobrevivir. Es un hombre lagarto, respira bajo el agua. Lo encapsulan varias pieles. El gris es su tono preferido, parecido al que abunda en la ciudad. A Lalo le parece increíble cómo sus compañeros de trabajo se tomaron la molestia de haber conseguido una tarjeta de felicitaciones en español. Hubiera sido un gran detalle si no se estuviesen burlando de la muerte de Damiana. 64 El país País mío país nuestro todo es el cúmulo de tus heridas y el pus tantos siglos bajo el signo de la necrosis que ya no reconoces la sinfonía de la ternura más elaborada Sé que somos los desterrados de la belleza y solo reconozco las heridas de mis sueños en tus sueños en tus sueños País mío las ratas y millones de cucarachas salpican tu morgue (a punto [del colapso) y las cabezas de mujeres te pueblan los ríos como cangrejos solo lobos custodian tus fronteras de aluminio y electricidad ¿Cuándo país mío volverás a ser hierba acariciada por la lluvia más generosa a darte al sol como niño a su joven madre como el cometa al cielo sin lágrimas a ser abrigo de begonias para los insectos los que no saben de la partitura vivaz como un paisaje del trópico 65 Miroslava Arely Rosales Vásquez País mío no existes es la verdad la terrible verdad de tu epitafio nadie habla más de ti para el vuelo de los caballos solo tu sangre es digna de titular vos mi enemigo de primer fila por tu ponzoña por tus golpes en cada una de las notas de mi delirio ¿cuándo país mío serás un patio de claridad y viento con un tamarindo al centro? ¿cuándo los girasoles se multiplicarán para los niños con pega [en sus estómagos? Solo conocen la crueldad en forma de picahielo solo conocen la crueldad en forma de político ¿cuándo tendrás la vivacidad hipnótica de las heliconias y las gaviotas de un mar muy limpio y en paz y el sabor del melón y podrás dar caricias a nosotros los más desvalidos como un [padre comprensivo? ¿cuándo el sosiego de mi raíz? ¿cuándo el recuerdo sin más llanto como mazo? ¿cuándo la brisa en vez de alacranes para mi cabellera? ¿cuándo serás la casa para mis espinas el bálsamo la miel el aroma a lavanda para este dolor acumulado? País mío ¿por qué tantas murallas y cercos eléctricos para tus ojos? 66 Miroslava Arely Rosales Vásquez ¿por qué tu maquinaria del odio sigue funcionando en este [olvido? ¿por qué las alabanzas no te resucitan? ¿por qué te vuelves hueso roído en la mugre? País mío te pareces al sauce talado que ha sido dejado a la orilla de la [carretera al sicario sangrando en el hacinamiento de una cárcel del [Pacífico al buey destazado Te inhalo como la cocaína más barata de un tugurio a veces eres una luz que entra a una de las grutas de mi corazón y te posas allí como corderito y te miro caer al fango desde siempre desde siempre País mío solo destacas por ser el criminal de la noche más extensa la noche cúpula de víboras por el filo de tus cuchillos contra la risa por los disparos de tus noches sin bondad y colmadas de [murciélagos por tus chupaderos y autohoteles en donde la esperanza siempre [se oxida muy temprano en ti el licor es una hemorragia sin cura y tus calles y tus discotecas y tus prostíbulos y tu psiquiátrico me recuerdan a los intestinos [necróticos que he visto en los hospitales del excremento 67 Miroslava Arely Rosales Vásquez País mío país nuestro que estás en el cielo ¿por qué tus hijos te decapitaron con este machete? Miroslava Arely Rosales Vásquez Su cuerpo Su cuerpo nadie lo levanta Su cuerpo nadie lo levanta y es servido como un pobre banquete sobre el Paseo General Escalón como degustación en un inmenso festival de cuervos y [gusanos Nadie llora su cuerpo en esta ciudad dado de ofrenda a las cámaras de las televisoras locales que como buenas aves de presa lo tomarán entre sus garras hasta desaparecerlo Ellas saben el precio de la noticia de un cuerpo al borde del silencio definitivo No habrá plegaria alguna para sus sueños más escondidos ni una corona de ciprés ni un réquiem en una iglesia con azucenas y un coro de ángeles de aluminio y jade cuyas voces parezcan manantiales descendiendo del alba y la miel ni una caja de fina madera y terciopelo para sus huesos ¿Por qué se extienden los tentáculos del horror en vez de la dulzura de las manzanas y los nísperos de la belleza de mis montañas como refugios de leche? ¿Por qué implacable la condena de sangre y no la risa de los niños con estrellas en sus capas de aluminio? ¿Por qué no reconozco mi voz en este centro de murciélagos? ¿Por qué esta diminuta ciudad tan diminuta como un gorrión es tan fértil en decapitaciones? 68 69 Miroslava Arely Rosales Vásquez Miroslava Arely Rosales Vásquez ¿Por qué un criadero de escorpiones para los ojos de los niños, y no un bosque de jacarandas o hectáreas de girasoles para sus corazones? Esta mañana desayunó tan solo un café Más tarde pensó vendrán las pupusas como acostumbraba: había que estar a las siete en el almacén Ya no veré a mi hija nunca más y solo este sol es testigo de mi sangre del hundimiento de mi corazón en el pavimento Mi ropa no será perfumada por una mujer ni mi hija sabrá más de mis palpitaciones Ella pequeña tan pequeña y tan lejos de mí Sabemos del culpable: un funcionario de una embajada Pero las cámaras solo nos muestran el carro de la diplomacia estacionado muy cerca del obrero que jamás imaginó que ayer sería su último partido de fútbol su última bebida de luna para después estar al borde del silencio definitivo Su cuerpo nadie lo levanta Y yo y mi voz entraron brevemente a las historias de las tormentas del trópico y yo el hijo del vinagre y los cuchillos ya no daré más lágrimas al mundo Nada de mí levantará edificios luminosos y música Nada de mí Nadie sabe su nombre No importa: es un atropellado más un producto más de la carnicería que afila todos los días sus cuchillos contra el más pequeño contra el olvidado de las migajas de la belleza 70 71 Miroslava Arely Rosales Vásquez Mitchell Hall La madre ¿Dónde estarás hija de la canela y la azucena que mi radar no te detecta desde hace un año? ¿dónde tus lágrimas y tu lucha de sol? ¿tu risa será un árbol amarillo en medio de mi patio [nuevamente un árbol de refugio en las tardes? ¿Podré algún día dar con el sosiego si esto me taladra los sentidos si soy un féretro desvencijado desde tu desaparición? Desde ese miércoles mi boca se cerró para la cantata de abejas y los grillos y ahora solo digo oraciones por todo el pueblo y te busco y la noche se agria en mi garganta ¿Tus captores sabrán de tus manantiales de inocencia de tus ojos con la dulzura del níspero del bosque tropical en tu corazón hoy en naufragio? Miro tus fotos de deportista envuelta con la claridad de los violines y las trompetas y sé que ya no soy de aquí effort Plugged out, plotted up like a Rimbaud truth. Doing all I know to feel right. Spirits of Delta, the force of Rimbaud downhill in a blueberry sled. Nobody noticed but me, letting the words speak to me now. Grinding out Bukowski for Hackford in b and w. Sitting on the grand shitter of the stars and wondering if the truth is a deal worth discovering. Red-rimmed wafers can slice a boy of three in half. Silent lamps unlit, a gutted house and dead clouds. 72 73 Mitchell Hall Creatives meeting under brick houses to feel ignited and all of your friends out to stop you. This, is a real mans life. Mitchell Hall unexpected attack Bombarded by everyone, I made a few tips today. A few crispy green ones with Miles Davis on my shoulder like a knife. We got them in before the reviews could slay us and the moms of Beverly Hills sat down upon the step stools to whine and earn a free meal. Not a Christian way to go about things. 74 75 Mitchell Hall Mitchell Hall 86’ rocket calling me martyr for my initiatives. They flooded like ants in the room, You all make me debilitated sometimes, putting so much peace under your bed to collect dust and mice drool while all the fumes take up an equation to bring me under the bed with you. scared Carlos shitless and the critic of the dispatch was an Orioles fan. Good for him because when you aspire and they don’t follow through you whimper of nothing worth speaking of. The mind drops the sound and the sound goes out and your friends pillage like beavers in Spain and you have all these frauds that wear button-ups to button-up your happiness upon a butter wheel. I poured a half beer and wore a red button-up of my own to show my rebellious side, 76 I’m not sure where the words came from, but when you build up a pain so great it can burst like an 86’ rocket. I have a tip jar overflowing and a red converse for the twenty something that finds herself in the law line. We’re criminals of everything, all the time and wondering why it went that way. 77 Mitchell Hall Orlando Guillén Henry Miller eating raisins on a rooftop, toweling himself with a dryer sheet. Nothing makes sense in Saint Louis. Unamuno y «El Viejo del Amor» Siempre he sabido o pensado o al revés que el pensamiento siente lo que el sentimiento piensa o al revés. Es la inseparable habilidad de las constantes mutuas: el alma y la razón del cuerpo; la vida y la muerte; la forma y el contenido de la poesía o el arte. Pero pienso mi brazo y no es su concepto lo que siento bajar hombro a mi mano para escribir coyuntura. La sutileza es el sueño de los pensamientos vivos, su aire delicado o grave, su peso que no pesa. En este aire la música pesa sin peso: la poesía se desdobla simultánea por pensamiento y por sentimiento, facultad espiritual de la carne en los lenguajes de ser creador. Esta idea es, pues, vieja en mí como en el mundo es verdad. Pero no me la había planteado de frente porque no había habido necesidad de ello hasta que hablando en la Introducción a mi libro de libros monumental y de vida “Doce poetas catalanes del siglo XX” de ciertas complejidades yacentes y adyacentes en y de la naturaleza traductoral de poesía entre otras cosas dije esto que sigue: • Los poemas son estructuras verbales vivas por las alianzas y abrrupturas discontinuas de la psique y la razón; por el beso a gatas de la emoción a la intención, y por la pureza (virginal y por lo mismo impura, tal el oro en las montañas de Díaz Mirón) del sentimiento, del pensamiento, ¡y de la razón!, como la poesía en la edad renegada de este poeta como yo jarocho. 78 79 Orlando Guillén Instrumento de conocimiento y de huelleo alógico y arracional pero hijo igual y al servicio de la inteligencia y la sensibilidad humanas, el lenguaje de la poesía no se reduce a ser la expresión sentimental (¿el sentimiento piensa?) de lo bello y lo terrible y lo verdadero: es al mismo tiempo amor que nada puede contra la muerte, y amor que triunfa de ella (en el sentido de trascenderla, ‘poder’ equívoco de la poesía), y aún polvo enamorado. Pasta humana. Respuesta de espíritu a la muerte. Pero el poeta se despliega con todos sus ‘poderes’ intelectuales y paralelos, y utiliza la palabra, que ya viene parida de la frente poeta del clan, y se expresa y nos expresa. El lenguaje de la poesía es bifrente y bicierto: animal de dos espaldas vivencial y videncial. A esta maragalliana ‘virtud desconocida’ otros la llaman ambigüedad. Espriu: “quizá toda poesía es, además de ambigua y dialéctica, circunstancial”. Así pues traducir poesía es traducir vida, imagen. Aliento, símbolo, pausa, tono, sensación, expresión, sintaxis como concepción de mundo y de pensamiento, impresión, acecho, curva de flor de psique, ritmo, sentido, secuencia, humedad y luz. Tiempo, espacio, globo de sol y cielo, aire, fuego, sombra, amor y música frente a la muerte... • Estas palabras ciegas, qué digo, esta pregunta sorda dentro de un momento de estas palabras a la sombra ciega, abrió una meditación que daría para un libro a los ojos de una dama alemana, pintora y amiga mía. Dejó ella los peces de ese anzuelo poético en las redes sociales y llegaron a mi brazo de mar como la barca. Yo que entonces escribía de sol a sol los versos desolados (iba a decir “desollados”, pero aliterar me venía impuesto por mis diosas secretas) de «El Viejo del Amor», recogí el fruto de los bosques de mar ajeno y escribí esto mismo: 80 Orlando Guillén En el gran cantarote De las aguas Los cedros Del pensamiento En esqueje. Veámoslos Volar como cientoenmano Apetitosos cientoenboca. Helos. Halos Arrancados apenitas Y andan ya borrachos de olores Y olores y más olores A motor de viento Sentimentales. «El pensamiento Siente. Cómo Que no. El sentimiento Piensa. Cómo Que no. Regándolos chiquititos» dijo El Viejo A la sonrisa de Stela Hagemann Que le había traído La cosa a Cuento. Si no No hubiera dicho nada A nadie De esto 81 Orlando Guillén Porque la horca Te saca la lengua. «Separarlos Es dividir Despegar Lo Uno Y Lo Demás. Querer La savia Menos el Bosque De enaguas Verde Y el signo de Por». Y ya No dijo ni a ella Ni a quién Más que eso. Orlando Guillén Dijo inesperado el cuerpo de La Vena Inspirado En ese momento Aéreo que expande el cuero Cabelludo de los sentimientos Y los espulga de las ideas. Y esto es lo que el cuerpo Intruso siguió Diciendo Y cualquiera Sabe que lo decía Cantando Porque el número primo De la ecuación Es verbo En el principio Sintiendo sin pensar «Ah ¿sí? Pues Oídme y os enterareis. Y un segundo más viejo Es canto Lo que yo oigo En el horror Patacircuito Y digo Pensando Sin sentir: Por dentro Me patea Para comenzar monótono La mata de las ideas» 82 Que Sangren verde Clavija Esos violines De cuesta para abajo 83 Orlando Guillén La cumbre de La Vena Que me designa. Que cuelguen de la percha De la carne Por dentro Y para arriba Lo secreto a la pared. Que lo cargue Ella En carne viva como Que lo sabe Y calla Despacio Escupiendo De muerto En muerto Y tomando respiración A pecho Pez espalda de Las calaveras. Palo de La marimba al Que le suena Y pone a bailar Torneándolo el trompo Por dentro 84 Orlando Guillén Lo bailado Sin embargo Muerto. Ya rubí como el destino Es piedra. Eso dijo. Balín De plomo De acero monel Aquel Momento. La bola de hule del mundo Pasó zumbando De la mano del viento a la mano Del Negrito Poeta. Plop. • Pero ya antes o después y sin ninguna referencia a la amistad gentil en el mismo lugar había escrito: • Los pasos Se van de lado Bestias brutas Sobrecargadas De poesía. Séase pues que Ser no es mero estar Y permanecer Ocioso 85 Orlando Guillén O al acecho Enamorado. Concedido. Voy A la velocidad De mi pensamiento La misma que mi sentimiento Y respiro igual que cuando Escribo Pienso con el sentimiento O al revés Simultáneo Y con lo que me cuelga Entre las patas Camino lento Rayo De sol de sombra torcido abajo Pero no le hace. Llego Al mismo tiempo Que la daga a la sombra Que el dulce a la amargura y Que el rayo de sombra De sol torcido Cobra el brillo pulido De la berenjena. No había Nacido en mí quien me inventó La desconfianza O le puso rueditas A la alfombra voladora del miedo. Yo abrí la vena de la sangre Tuya y parimos Sangre mutua y azarosa 86 Orlando Guillén Tierna. Pétalos De rayo aromados de Güeledenoche Verde» casi casi Susurró De tan real que lo pensó El Viejo Retorcido Y tan Tan por dentro Del Amor Que hasta lo sintió De la verdadera naturaleza Del amor verdadero. Esa Que yo me sé y Vete Tú a saber En la rebotica. Pero Como Mago y Bestia Son pero no son 1 Por dentro y se equivocan Poco Lo dijo Talvez dentro Del globito con punta Del cómic Cuyo cómico trágico Al decirlo Se muerde el 87 Orlando Guillén Parlamento Y se le inflama. No es De extrañar tragicómico Con punta Ni menos que reviente. Allí Se mata a destajo Con las armas En la mano De los filósofos Del asesinato De las masas selectas A veces una por una Y el amor que muere flota De tanto en tanto en 2 individuado. Hay complicados Veredictos De ausencia De cuerpo presente. Es porque La ausencia y la presencia Son lo mismo Si quieren Si pueden Y si no también. Otra cosa es la figura El renacimiento La edad media. 88 Orlando Guillén Mujeres de maíz. El elote. La panocha. La falda de la milpa Que sacude el viento y a la larga Rasga el tiempo Y abre con pico de pájaro. Las raicillas Doradas La sutil envoltura. Las Cabecitas de beso que piensa. • Y no sé si después lo que sabía de antes: • «Belleza de opio De formas Severo revés La del pelo de la mata De las ideas De la monja portuguesa Porque siente Lo que piensa Si besa de memoria Y come ansia Y si lo escribe 89 Orlando Guillén Porque el pensamiento Siente Después Del sentimiento Arrebatado Y como ella sueña» Dijo El Viejo Con los dedos manchados Valga la redundancia De tinta verde sincronizada Y amores que no caducan Desorejado de un Lóbulo Nomás Por 9 de las musas Mirando para abajo Destinatario La sabiduría de las viejas Pelonas que ni la tacañería De los años difuntas escarmienta Y sobre todo mirando De reojo A Abelardo Yo diría que como mira a un Intruso el capellán De cuadrivios 90 Orlando Guillén O Celestina Al sastre Remendón O Tamino a Pamina En una de esas O El Espíritu al Ser o el Ser al Tiempo O el Tiempo a la Muerte O la Muerte al Amor. Monta caballo Bayo. Quién iba a pensar Quién iba a pensar Que por una meada Lo iban a matar. «Porque Y eso lo sabe hasta la leche Frita de las niñas 91 Orlando Guillén La sangre Ya viene en pantalón De vena La nube En ojo La vena en nervio El nervio En pantalón de cuero Y que el sol nunca se ponga Ni se quite la misma Camisa Ni la Triste Figura». • Y de pronto, nada tiene qué hacer en ella pero aparece la densitud de charco de Miguel de Unamuno en una antología de poesía y leo de él estotro: • CREDO POÉTICO Piensa el sentimiento, siente el pensamiento; que tus cantos tengan nidos en la tierra, y que cuando en vuelo a los cielos suban tras las nubes no se pierdan. Pero necesitan, en las alas peso, la columna de humo se disipa entera, 92 Orlando Guillén algo que no es música es la poesía, la pesada sólo queda. Lo pensado es, no lo dudes, lo sentido. ¿Sentimiento puro? Quien en ello crea de la fuente del sentir nunca ha llegado a la viva y honda vena. No te cuides en exceso del ropaje, de escultor, no de sastre, es tu tarea, no te olvides que nunca más hermosa que desnuda está la idea. No el que un alma encarna en carne, ten presente, no el que forma da a la idea es el poeta, sino que es el que alma encuentra tras la carne, tras la forma encuentra idea. De las fórmulas la broza es lo que hace que nos vele la verdad, torpe, la ciencia; la desnudas con tus manos y tus ojos gozarán de su belleza. Busca líneas de desnudo, que aunque trates de envolvernos en lo vago de la niebla, aún la niebla tiene líneas y se esculpe; ten, pues, ojo, no las pierdas. Que tus cantos sean cantos esculpidos, ancla en tierra mientras tanto que se elevan, el lenguaje es ante todo pensamiento, y es pesada su belleza. 93 Orlando Guillén Sujetemos en verdades del espíritu las entrañas de las formas pasajeras, que la Idea reine en todo soberana; esculpamos, pues, la niebla. • Mucho olvido ha llovido ya y más que se merece lloverá sobre este texto, porque es de 1907. Si este áspero por no decir hirsuto autor pensante fuera poeta, estos versos serían arte poética; es decir: teoría de la poesía; o sea: aquello que se demuestra por la obra pero lo canta la intención. Sin embargo no parece ser ni querer ser hijo o padre de su aserto, por cuanto reduce su materia a credo, que es cuestión de fe y en su propio enunciado se agota. Cierto: el pensamiento siente; el sentimiento piensa. Cierto: alado el pie en tierra, algo que no es música es la poesía, pero música tiene la virtud del cuerpo y se eleva en canto y en el aire ágil de la idea danza; y no, no es que la pesada quede o no sino que no hay poesía pesada… Cierto: lo pensado es lo sentido. “¿Sentimiento puro? Quien en ello crea de la fuente del sentir nunca ha llegado a la viva y honda vena”. Otro tanto aunque lo calle deliberado el escondido mañoso silogismo sucede con la idea pura… Y si nunca más hermosa que desnuda está la idea, ¿para qué esculpirla?… “No el que un alma encarna en carne, no el que forma da a la idea es el poeta sino que es el que alma encuentra tras la carne, tras la forma encuentra idea”. Este si no galimatías por los pelos es pensamiento de escultor, pero se refiere si lo aplicamos en abstracto de pensamiento a la masa o materia de la que su trabajo revelará la forma en que se expresa el alma de lo aparente inmóvil; y la carne, animal inseparable de alma viva, forma es ya; en tanto, la idea es concepto y percepción. Ni alma ni forma ni idea son la misma cosa, pero ven tú y destázalas sin destazar la vida de la carne. No estoy del todo cierto que sea cierto, pero lo doy por concedido: aún la niebla 94 Orlando Guillén tiene líneas y se esculpe y si ese es tu designio o tu talacha “que tus cantos sean cantos esculpidos, ancla en tierra mientras tanto que se elevan”; pero no: el lenguaje no es ante todo pensamiento…, y desnudo es la belleza el sentimiento. «Mejor no», dijeron los poetas a los siglos viendo pasar el primero a la cochera, «no sujetemos en verdades del espíritu las entrañas de las formas pasajeras ni esculpamos, pues, la niebla; está visto que eso es para que la Idea reine en todo soberana y al güelfo se incline el gibelino… O al revés. Un siglo más/ un siglo menos que pasa y ya sabemos que es de Dante no de Shakespeare la oscura cualidad que Amor nos da». 95 Óscar A. Pérez Duermevela A las cuatro y media de cada mañana, Ángel Cuautle abre los ojos, mira el reloj que nunca se quita y abandona de un brinco el colchón erizado de su cama de tablas. Lo esperan unos zapatos sin agujetas, un pan endurecido del día anterior y un café que le prepara su abuela, quien le acomoda el cabello con la mano izquierda ensalivada. Cuando la taza queda vacía, Ángel atraviesa una sala sin muebles, se persigna frente al crucifijo colgado sobre el marco de la puerta, sale a un patio resguardado por ladrillos expuestos y varillas erguidas como protegiendo un castillo, abre un portón verde y se enfila rumbo a la plaza central de Santiago Xalitzintla. Camina sobre una calle de concreto blancuzco, la única de este tipo en el pueblo. ¡El estado óptimo de esta ruta de evacuación es una prioridad para mi gobierno!, ha dicho más de un presidente municipal cada vez que las cámaras de televisión pasan por ahí. A la izquierda, un poste de luz dibuja en el suelo el contorno de una camioneta desvencijada, detrás, dos montones de grava y arena ocupan la acera frente a una estructura de paredes enmohecidas en la primera planta y de flamantes tabiques y mezcla todavía húmeda en la segunda. Ángel se detiene por un instante, en la sombra de estos montículos ve con claridad a los dos volcanes, recuerda sus cumbres nevadas y su leyenda, enseguida vuelve en sí y un tenue sentido de urgencia parece adueñarse de su paso. Más adelante, distingue un centelleo por debajo de la cortina metálica de la panadería, cuyo aroma levanta algunas quejas del estómago semivacío del joven. A la derecha, la barda de la escuela tapizada de propaganda política: «Por 97 Óscar A. Pérez el progreso» «Te va ir mejor» «Juntos podemos», demasiados compromisos, piensa Ángel al terminar de leer una vez más en la penumbra los carteles en el muro. El que mucho abarca… le dice siempre su abuela. Por eso yo sólo hice uno, para poder cumplirlo. Cuando los padres de Ángel se fueron, como se van casi todos los padres del pueblo, su abuela lo llevó a donde el padre Telésforo para volverlo un hombre de bien. Al principio Ángel extrañaba sus tardes y fines de semana libres, y muy a regañadientes abandonaba a medio patio su camión miniatura favorito si el deber, en la voz dura de su abuela, le era recordado. El padre Telésforo dudó muchas veces de la vocación de servicio de su pupilo, quien mostraba poco interés en los asuntos de la fe. En las tardes, Ángel estaba como ido, aletargado; los fines de semana llegaba tarde, y todavía amodorrado, a la misa de seis. Las noches de Ángel le daban refugio a desvelos habituales, imaginándose cómo sería la vida con sus padres. Su abuela constantemente batallaba para levantarlo de la cama y no lograba ponerlo camino a la escuela o a la iglesia, según fuera el caso, sin regaños de por medio. Casi todos los intentos del clérigo por eliminar la apatía de su discípulo resultaron infructuosos, casi todos menos uno. Más cerca de la resignación que del enojo, una tarde Telésforo persiguió la mirada hipnotizada de Ángel hasta toparse con las campanas oxidadas de la torre. El niño parecía ser transportado a otra realidad, mucho más amena a juzgar por su rostro extasiado. El sacerdote pudo en ese momento vislumbrar el fin de sus pesares y, en voz alta y con un tono muy grave, hizo un recuento de las numerosas cualidades demandadas en el afortunado feligrés encargado de hacer repicar las campanas. Animado por la perspectiva de alguna vez poder ser él el depositario de tal responsabilidad, Ángel abandonó su lasitud característica y se propuso satisfacer la lista de requerimientos descrita por 98 Duermevela su mentor a como diera lugar. La misión de Ángel no fue de ninguna manera sencilla. A cada orden de Telésforo le seguía una queja silenciosa de Ángel, reprimida por los bríos recién estimulados del muchacho. Se forzó a sí mismo a estar en la cama a más tardar a las nueve de la noche y por fin se acabaron las rencillas matutinas entre él y su abuela. Con el tiempo, Ángel fue ganándose la confianza del párroco, a quien obedecía en cada detalle y, apenas cumplidos los dieciséis años, su diligencia fue recompensada con un reloj de pulsera sin manecillas y el oficio de campanero. A partir de entonces, su abuela no perdía la oportunidad de recordarle que él ya no podía irse nunca de ahí, como se van los demás, que él era el guardián de Santiago Xalitzintla, porque si un día las campanas no sonaran, uno de los gigantes despertaría y destruiría el poblado por completo. Y es que los volcanes son tan malhumorados como los niños cuando tienen sueño y no pueden dormir, le decía la anciana. Por ello, Ángel decidió consagrar su vida a esta labor y evitar cuantas distracciones se le pusieran enfrente, incluyendo juegos de video, amistades perniciosas y cualquier tipo de amoríos, pues bien se conocen los efectos del amor en el deber. Orgulloso de su juicio y buena cabeza, Ángel continúa su recorrido diario, pasa junto a la plazuela con su quiosco de techo oxidado y sus árboles de pájaros tempraneros, empuja la reja bajo uno de los arcos menores, cruza el atrio, deja atrás la fachada cuadriculada de la parroquia y el jinete labrado en el pórtico, usa una entrada lateral, sube por unos peldaños encajonados y a las cinco en punto las campanas de la iglesia de Santiago Xalitzintla tocan una canción de cuna que Ángel no recuerda cómo o cuándo apareció en su memoria por primera vez. Él imagina a su abuela cantándosela en un pasado remoto: Makochi pitentsin, manokoxteka pitelontsin. Con esta melodía tranquiliza al inquieto volcán por quince minutos y asegura la 99 Óscar A. Pérez sobrevivencia del pueblo por un día más. Que duerma mi niño, que no despierte mi pequeñito, repite en voz baja. ¿Quién ha tenido jamás una responsabilidad tan grande como arrullar el sueño de un volcán?, se pregunta. Al terminar, se queda en el campanario, guarda silencio y observa cómo las ventanas del caserío se llenan de luz una por una. De seguro la abuela no tarda en salir de casa; a ella le gusta llegar temprano, confesarse y tener tiempo de sobra para no perder su lugar en la primera fila. En ocasiones, Ángel todavía intenta recordar a sus padres, reconstruir sus gestos a partir de voces desfiguradas por la bocina del teléfono, concebir cómo sería su vida juntos: la abuela, ellos y él; terminarían los cuartos de arriba y habría lugar para todos en la casa, comerían los tamales de elote de la abuela, quizá hasta comprarían una mesa grande y varias sillas para el comedor. Sin embargo, cada mañana este ejercicio requería un mayor esfuerzo. Las llamadas diarias iniciales pronto se volvieron semanales, luego mensuales y desde hace algunos años, cuando el llanto de sus nuevos hermanos empezó a colarse del otro lado de la línea, el teléfono ha dejado de sonar. Poco a poco el recuerdo de sus padres se ha ido dispersando como fumarola y últimamente no son sino una fotografía llenándose de polvo en la pared de la sala. Son diez para las seis y Ángel vuelve a tocar las campanas, esta vez el repicar va dirigido a sus vecinos. Antes de las primeras lluvias de ceniza, casi nadie advertía su llamado. Pero entonces los árboles se empezaron a teñir de gris y la religiosidad creció entre la gente. Ahora no falta quien escuche el sermón de pie, pues los asientos con poca frecuencia alcanzan para todos. A Ángel, como a los antiguos guerreros, se le infla el pecho con la imagen de las tropas respondiendo a su convocatoria y desde las alturas sigue con cuidado la marcha de éstas. Logro de ninguna manera menor en un pueblo dominado por la ausencia de los que se van... o a quienes se llevan. 100 Duermevela A los padres de Ángel, como a la mayoría en ese entonces, se los llevó el rumor de una tierra al norte en donde, según decían, el sacrificio encontraba remuneración generosa, donde las horas bajo el sol llenaban carteras allá y añadían cuartos a las casas de aquí. El padre de Ángel se fue primero. Alimentó con una vaca, herencia de sus padres, el apetito de un coyote. Llegó primero a El Paso, y de ahí se fue yendo más adentro, perdiéndose en lugares con nombres impronunciables. Un año después, lo siguió su madre. Como ya no había vacas para vender, su madre le pidió prestado a don Camilo, a quien le dejó las escrituras de unas parcelas como garantía. La madre de Ángel no tenía ninguna intención en recuperarlas, algo que don Camilo sabía y no tuvo inconveniente en aceptar, al ser el valor de las tierras cinco o seis veces superior a la cantidad proporcionada. Aun así, sabedor de su negocio y para no perturbar la esperanza de sus clientes, don Camilo le dio un recibo a la madre de Ángel y con insistencia le pidió que no olvidara traerlo cuando regresara a saldar su deuda. No soy muy bueno para estas cosas de los números, además la edad me está afectando la cabeza y más de un vivo se ha querido aprovechar de mí, le dijo y le deseó buen viaje. Como los padres de Ángel, muchos partieron solos y a otros se los llevaron en camionetas con placas del otro lado manejadas por algún primo, amigo o vecino. En tiempos recientes, las camionetas siguen llegando a Santiago Xalitzintla, ya sin placas, ya con placas de sitios familiares, para seguir llevándose a la gente, no al otro lado, sino a alguna sierra, a donde aparentemente se ha mudado la abundancia. No hace falta vender las vacas o tratar con don Camilo para irse con ellos, sólo se necesitan ganas y un pulso firme, según dicen, para seguir llenando las carteras allá y añadiendo cuartos a las casas de aquí. A Ángel lo habían invitado en más de una ocasión, y una por una había rechazado las promesas, más o menos generosas, más o menos 101 Óscar A. Pérez gentiles, de un futuro próspero. Se lo agradezco, pero yo tengo un deber en este pueblo y no lo puedo abandonar, decía. Las negativas del campanero no siempre eran tomadas de buen agrado, pero su determinación y su físico poco intimidante, nada apto para las misiones requeridas, habían resultado hasta el momento pretextos suficientes para hacer prevalecer su voluntad. A las seis, con el sol a punto de despertar, Ángel deja la torre, entra en la nave y busca un lugar detrás de las últimas bancas para de inmediato unir su voz al eco de arrepentimiento y súplica de la multitud. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa... Esta rutina le da sentido a la vida de Ángel, le ha enseñado las maravillas de un mundo imperturbable y le ha dado la seguridad de quien conoce su destino y se muestra conforme con éste. Sin embargo, hoy la rutina no ha tenido tiempo de instalarse en la vida de Ángel ni en la de ningún habitante de la región. Antes de la misa de seis, trabajadores de Protección Civil han llenado la plaza con camiones y microbuses para llevar a cabo una evacuación preventiva voluntaria. Han hablado de un semáforo amarillo, del incremento en la actividad sísmica, del flujo de material incandescente y de otras cosas que nadie ha entendido. En misa, el padre Telésforo, como cada día, le ha pedido a la congregación tener fe en los designios del Señor. No obstante, el mayordomo, sabedor de que a veces es necesario sugerirle al Señor la dirección más conveniente de estos designios, ha dado indicaciones específicas a los feligreses para que, en lugar de abandonar al pueblo a su suerte como los uniformados reclaman, alistaran una ofrenda que sería llevada por un comité de notables a las cercanías del cráter. Esta medida, se ha dicho, apaciguaría la ira del volcán. Se prepararían tortillas de comal, mole de guajolote con arroz, algunos litros de pulque, botellas de aguardiente y cigarros para contentarlo. El proyecto requeriría la cooperación, en trabajo y especie, de cada poblador de Santiago Xalitzintla. Ángel Cuautle ha sido incluido en el cortejo. 102 Duermevela El grupo se reunirá mañana, frente a la iglesia, de ahí partirá justo al terminar las campanadas de las cinco para encontrarse con un gigante aún somnoliento. A los habitantes que no formaran parte de la comitiva se les pedía su asistencia puntual para despedir a los seleccionados con cantos, rezos y flores. Ángel ha recordado la historia de un hombre, un huerto y una noche en vilo, y le parece un ejemplo natural a seguir en esta situación. Regresa a casa y prepara un bulto con la ayuda de su abuela, quien ha logrado calmar su propia mortificación pensando en la gran responsabilidad de su nieto. Pan, café, una cobija… sólo lo indispensable. Ángel y su abuela se despiden al llegar el ocaso y el primero sale con un lugar alto y solitario en mente. Camina casi una hora hasta encontrar un encino que lo deja satisfecho. Deja caer el bulto en el suelo y, ya sentado, la espalda en el tronco del árbol. No queda ningún rastro de luz, salvo el resplandor rojizo, desde hace días omnipresente, en la punta del volcán. El frío de la montaña intenta minar la determinación del campanero, pero ésta no cede, como no han cedido tantas y tantas determinaciones que han marcado el rumbo de la humanidad. Poco antes de las tres, cierra los ojos por descuido. Un instante, unos segundos. El colchón desvencijado, el café preparado por su abuela, la foto en la pared, las calles desiertas, el paisaje del pueblo, el amanecer. De repente la angustia del deber incumplido lo invade. Una mirada llena de terror: el reloj en la muñeca marca cinco minutos después de las seis. Un estruendo, sirenas, rugidos, las entrañas del gigante escurriéndose por sus laderas. Ángel, consciente de su gran error, tiene la impresión de caer de rodillas y pedir perdón a un Dios que no lo escucha. Entonces quiere morir arrullado por la canción de cuna de su abuela, mas no puede recordarla, el chillar de las sirenas de emergencia la enmudece. Santiago Xalitzintla se ahoga bajo la sangre del volcán y Ángel permanece inmóvil, con brazos y piernas que no obedecen, como si el lazo entre su cuerpo y alma se hubiera roto para siempre. 103 Ruth Goring Extranjera Of my heart The shacks kilómetro tras kilómetro the mules, the scattering children y qué trabajo You sweat the war twists your bones so many en la tierra I came back to taste you ajo y comino mercados mounds of yuca and potatoes smelling of roots and earth Medellín, Cali salsa en la plaza (el verde tuyo) My stranger, I put dedo a tu mejilla the coarse morning of dust under my finger Aquí in this again rain en el mar de petróleo tantos en las bananeras 105 Ruth Goring or in the city hanging on the ledge of a mountain en cada esquina your acrobatic boys Ay mi amor how we estrange each other pobres de paciencia I am trying to read what you write on me: necesidad The war forks our tongues ay mi amor it ruins all our plantings Come close smell my wrists, my neck centímetro tras centímetro de mis olores tus colores Find something true Wayúu women claiming their land by the sea piedras de memoria Ruth Goring Las horas del corazón Quibdó, Colombia Midnight, and under the mosquito net your mattress, the familiar lumps. The air presses its hot blanket over you, but thunder has growled an end to the dance music across the ravine, and now the rain, un aguacero, starts to tap a rapid beat. ¿Qué horas son? The hours of the heart, the dark hours, grasping the cords of memory—river baths, the long boats carrying plátanos, strangers smoking in the plaza, your brother’s blood that wrote rivers on the floor— las horas que no se van because they grip you and will not stop speaking. Plant something in me algunas hierbas passionfruit a book of songs Voy contigo, amor cansado digamos, digamos algo nuevo (I am not leaving) 106 107 Ruth Goring Ruth Goring Canción de cuna Lullaby en memoria, P.M. in memory of P.M. Porque una vez aquí estuvimos y me contaste de tu madre, el servicio que prestaba a muchos hombres y tú hambrienta, oscura. Porque una sed inmensa quedó en ti, como el mar no de las doradas playas sanadresinas con turistas y lustrosos caracoles — más bien de Buenaventura, puerto sucio, hediendo a pescado y sangre. Mujer negra, lengua salada, arraigada en tu Colombia coja, de noche tus carcajadas de rebeldía nos arrullan. Because we were here together once and you told me about your mother, her services to many men and you in the dark, starving. Because a vast thirst stayed with you, like the sea, not the gilded beaches of San Andrés Island with tourists and gleaming shells, but sea of Buenaventura, that grimy port with its stench of fish and blood. Black woman, tongue-salty, lashed to your rickety Colombia, at night your whoops of rebel laughter bring us peace. 108 109 Severino João Albuquerque azul real lavável poeta, e teimoso, remexo em meu saco de palavras e inutilmente me assusto: encontro as leis que o Rei esqueceu de revogar, simbolizo o grito que aprendi a digerir, sublimo o cargo que encontrei preenchido e transformo em linguagem figurada as canetas-tinteiro que não mais encontro: minha super-8 filma em flashback três crônicas de Fernão Lopes enquanto acaricio o mapa desenhado sobre teu resoluto occiptal: o lado escuro da lua. 111 Severino João Albuquerque eu me sinto falta neste vertical pacífico, afoguei, afogarias, a felicidade é múltipla e nem sempre haverá leitores de Pessoa. nem sempre (não me assusto) haverá dedos e mecanismos, nem sendo inverno serei único. (não serias pleno a discutir malogros) estas línguas como pentecostes me escorregam e não me deixam escapar dos dicionários e das quintas-feiras: afinal se estas quintas-feiras me socorrem é por terem sede de uma outra véspera coletiva, é por serem o transitório veículo para meu abrigo, algum lugar. 112 Severino João Albuquerque neste nunca romper de grãos eu me retenho em cada emblema. (sufocar teimosos advérbios é como experimentar a certeza em montana: em ambos o emblema da semente, em ambos o sempre e a retirada) para cada dúvida o chão e a palavra, para cada reta o papel e a imensidão. esta coragem de horizontes me retém como gentil fiação. 113 Susana Chávez-Silverman Heart Hold On Crónica Claramonte, Califas 4 october, 2013 Para Esmeralda, mi avatar, in memoriam I am inconsolable. Lost in my own cat-less casa. Hasta enferma, in terrible pain (la Vet, muy sympathetic, me dijo que los gatos y los conejos chatter their teeth—as Esmeralda had been doing, durante meses—when in excruciating pain), she’d totter upstairs, maneuvering como small, determined bumper car, tanteando el terreno con paws y whiskers, desde que perdió la vista, with no warning and no explanation (no physical explanation, anygüey), en el 2005. Cada mañana venía, clambering gingerly up her little muñeca staircase to my high bed, pa’ asegurar que yo estuviera despierta. A las 7 de la mañana llegaba, on the dot. En sus días ensalada, if I didn’t comply immediately, la Esme hacía incredibly badgering travesuras, perfectly designed pa’ obligarme a investigar. Trepaba, oh mini-tejón, al vintage 60’s bureau, caminando fastidiosamente entre el enjambre de perfumes, swiping deliberately at one or two. Or, she’d become a cuerda floja daredevil. Esto hace ya años, en el 2001, when we came back from living in Buenos Aires and I turned the loft into the master bedroom. Effectively anunciando al mundo—en la semiótica del espacio doméstico—que el Dorian and I were a loveless (y sobre todo basically sexless) pareja. 115 Susana Chávez-Silverman Esto, OB-vio, was totally unconscious, en el momento. Pero mi therapist observó, hace poco, que irónicamente un loft es el espacio más open, más public de la casa. Esa anagnórisis would only come years later. A couple of years ago, after I’d kicked him out and reclaimed my rightful recámara. The large, private, serene oasis at the back of the house, arriba, rodeada de eucaliptos, pinos, y con vista de los swaying, frondosos jacarandaes que adoro. En el 2001, I’d transformed that private recinto into my study, alegando demasiado noise del teenaged Juvenil, y bla bla. Pero luego lo abandoné como study en el 2008, al volver del Retrete. Digo, de mis dos meses en el Montalvo Arts Center, de writer-in-residence. After those transformative two months away—lejos de mi casa (y de Dorian) por primera vez en 15 años—de repente something about being on the same floor as Dorian me ponía los pelos de punta, although the conscious knowledge of that (de ese horror vacui) would only begin to dawn on me later. Desde el 2008, ese master bedroom-cum-study languidecía, Sleeping Beauty bajo brambles, mientras yo escribía downstairs, en el dining table. Dizque por el mucho calor upstairs. Pero aunque OB-vio, eso es sólo en verano, I never moved back upstairs to write. Como en “Casa tomada” de Julio, ahora me doy cuenta, ¡le cedí todo el floor de arriba al Dorian! Even as he also colonised my new downstairs writing spot, con su repentino y ávido interés en tocar el piano (siempre bastante mal, conste, pero yo después de sus embistes dizque musicales, ya casi nunca lo tocaba…). También estaba su obsesión con el “gourmet cooking.” Pero anygüey, a lo que iba. Entre el 2001 y el 2005, cuando la Esme lost her sight, solía trepar de un single muscular leap a la cama y luego, fearlessly, directamente al ledge behind the bed, 116 Heart Hold On Crónica una half-wall that overlooks el living, down below en la primera planta. There she’d prance, right on that edge, meowing bien “look-at-me,” green eyes flashing imperiously, plumed tail aloft, hasta que aterrada, exasperada, me levantaba para rescatarla. Una de sus peores hazañas en años más recientes, post-ceguera, era su manía de volcar los trash cans. To foil her, I’d buy evermore-impervious tachos de basura. Con lids, or real heavy ones. Pero nothing stopped her. Si sus bed-leaping antics no surtían efecto, bajaba las doll steps y caminaba hacia el baño. Volcaba el trashcan, pawing off the lid skillfully y allí mero se metía, searching out los little pieces of plastic o de celofán que eran su greatest delicacy. Ese jodido rustling siempre acababa por hundirme. Irrevocablemente despierta, I’d race to snatch up her formerly plump y lately cada vez más endeble black-furred body, terrified de que se hubiera tragado algún cosmetically-induced veneno. Y ella me sonreía, te lo juro, triunfante. I know Esmeralda was ready to go, even as Joanna, mi adorada astróloga y amiga, was released from pain this year. El 1 de mayo. Nine months to the day after Montenegro and I were together, en Pretoria. As Joanna had foreseen. So, I summoned the strength to let Esme go el 3 de octubre, on Joanna’s Libra birthday. El Juvenil llamó and semi-berated me while I was at the Vet, in the little private death chamber. With the beloved pet I’d gotten for him, cuando él tenía 10 años, lying in my lap, her life ebbing away. Me increpaba, as if her death were my fault. Pero fortificada con el knowledge que me trajo este horrible verano, “el miedo masquerades as anger,” I coached myself, “anger masks fear,” me dije, though my heart was breaking. 117 Susana Chávez-Silverman It’s his illness talking, I reminded myself. “Be a mirror, not a sponge.” Las mantras de NAMI. —I’m sorry you feel that way, honey, le dije. And then I just waited. Miraculously, he changed his tune. —Take pictures of her, Mom, he commanded (only) semi-gruffly. And so I did. Y hablando del corazón: like my own (I am, after all, her human avatar en esta tierra), Esme’s heart refused to give out! Refused to give up, to let go. Después de una lethal injection, dijo la Vet, it normally takes 5 minutes. 15 at the outside. Tres veces entró la Vet pa’ checar. —I can still feel her purring, insistí. —Impossible, dijo la Vet, pero escuchó con el stethoscope. —Her heart is still beating, admitió, puzzled. —Strong heart! Three times she did this, repitió este procedure, before gently murmuring, —she’s on the other side now. Almost 40 minutes I held you, Esmeralda. Whispering to you, acurrucándote, brushing you con un small slicker brush que me prestaron. No habrías querido entrar al heaven sin que tu fur se viera just-so, ¿que no? And so adiós, my little Lioness-hearted black beauty. For now. Sólo por ahora. Ahí te wacho, on the other side. 118 Nina/Nahla Chrismy Crónica Nina/Nahla Chrismy Crónica 9-XII-13 Claramonte, Califas Para Nina Longinovic Y para Ksenija “la Yugo” Bilbija, in love & remembrance Creo q mi primera imagen de ti es de esa Chrismy, 1994 tiene que haber sido, when your whole family came to stay for, like, two weeks! ¿Te acuerdas? How old were you anygüey? Well, el Juvenil must’ve been 7, la Una was 5-6, so you were, maybe 3? Hazarding a guess. Yo estaba con el Dorian (aka P), OB-vio, y ya totalmente desenamorada (not that I’d ever been in love, pero… esa es otra). We all had to go to the MLA (en San Diego). Tengo dim recuerdos of you being ill (some kind of infección?), y del Gran Vampiro (aka Toma, your dad) driving all the kidz to Disneyland in my gold Mercury Sable station wagon—solo. ¿Puede haber sido? ¿Fue la Yugo, too? No me acuerdo, la neta. All I know is, I sure as hell didn’t. Detehto Disneyland. Sólo he ido como 3 veces en la vida, and one of them was in utero. I do know we all went to the Beverly Center on Chrismy Eve y fue un total desastre (para mí), pues me sacan de onda los crowds y OB-vio, había un chingo de tráfico, both ways (y eso que fue hace OMG, 19 años, imagine the traffic now!), y hasta me comenzó a dar un fucking migraine, allí mismo, bajo las fluorescent lights en ese enjambre Mall. 119 Susana Chávez-Silverman Pero creo que la Yugo estaba embelesada con la noción de ir a un Mall en L.A. And as you know, I’m sure, la Yugo (con su Marte en la Casa 1) puede ser bahtante testaruda cuando algo se le antoja. Huelga decir: she got her way. También fuimos todos, that same night, a cenar a un pretty cheesy pero wildly popular restó mexicano, “El Coyote,” no lejos del Bev Center. Uf, Chrismy Eve en un bad Mexican restó. ¿Puede imaginarse algo más weird, más quintessentially L.A.? Well, esa cena fue divertida, at least. Para New Year’s Eve (nunca una de mis fiestas predilectas, uf, far from it, la neta, even at the best of times) fuimos a Rosarito Beach, para quedarnos unos días en el slightly famous y slightly cutre (pero no del todo exento de un certain retro charm) “Hotel Rosarito Beach.” Lo que me ha quedado grabado para siempre es: 1. me emborraché perdidamente (y no de una forma agradable, not even slightly; el Dorian had to keep rubbing on my back, harder and harder, so I wouldn’t puke my guts out) porque las margaritas allí eran way stronger than what I was expecting, es decir: they were THE REAL THING. 2. escogimos un New Year’s Eve dinner pésimo del buffet, de all white things. Can you imagine? ¿En México? Te lo juro: gross, incongruous gringoesque dizque foods, como rubbery white fish, dry, mealy white rice, a putrid, liquidy, sosísimo white flan, cheap champán. 3. la Yugo y el Gran Vampie estaban peleados a muerte, por oscuros motivos invisibles a ojos de otros humanos (digo: non-Yugo eyes). Refunfuñaban entre dientes y sotto voce, en serbio. OB-vio, yo no captaba ni mus, 120 Nina/Nahla Chrismy Crónica pero la icy expression en la cara de mi deep friend, la Yugo, said it all. Como dije: it’s never been my holiday. And anygüey, como que NO me latía tampoco, tener que retirarme, after dinner, a la habitación con el Dorian. Uf, ugh. So I just sat there at the dinner, cada vez más abstraída, escuchando los sonidos de ese harsh, beautiful language, lengua que me había punzado el corazón cuando vi el film “Montenegro” de Makavejev en 1982 con Howard, con mi Montenegro (ah, pero esa es otra). Pero this time, twelve years later y en circunstancias decididamente menos épicas, aquellos melifluos yugo-sounds were being deployed like torpedoes, hurled para mantener la distancia, hissed para abrir una brecha. No para seducir. Balde de agua fría. Disconcerting. Raro. Pero, ay, what an egger I am! Of course, it was just…their language. La lengua natal de la Yugo y del Gran Vampiro. Tu lengua, too. Ay Nina, coño. Como que me he alejado del “tema.” ¿Cuál era el tema? Oh yeah: LA PRIMERA VEZ QUE TE CONOCÍ. OK, patrás en la montura… Anygüey, on Christmas morning 1994, con una vocecita ronca, casi casi de mujer, how can I describe it, a verrr, eras una blonde, round-cheeked Yugo-baby con la voz de una Elizabeth Taylor serbia. No, mejor, de una Lauren Bacall. Sí, eso es. El rubro jugueteril ese año era “The Lion King.” Que Simba por acá, Nahla por allá. We’d gone to Blanco and bought all three of you kidz Rey León figures up the wazoo. Several minutes of peaceful playing ensued pero entonces de repente en una, you 121 Susana Chávez-Silverman growled in that adult, cocktail party, Eastern Euro-inflected whine, “Joey’s NOT sherring wif me! He’s got my Naaah-la,” you lamented apocalyptically. Ahora mismito en este almost Chrismy, 19 years later, me parto de risa, conjuring up that baby Nina-voz. Ahora estás casi casi a punto de empollarte de la U. de Tejonlandia (aka Wisconsin), y hasta you are about to lance yourself al graduate school! En español, no less—el mero mero gremio de la Yugo. Y el mío. Incredible. Never, pero never, en todo este tiempo (y aunque hace años que sustituíste un broad, nasal Midwestern twang por ese hoarse Serbian purr, traded esas chubby cheeks por los cut-glass, heartbreaker chiselled pómulos de tu Yugo mami), nunca se me ha olvidado esa SoCal Yugo Chrismy morning. Timothy B. Dodd Émigré I may have once visited a forgotten country---a land whose somewhere map smelled of campesino sweat, soil glorious and gifted, born of obsidian seed and nameless sierra. And there my big-nosed brother was perhaps a tapir, mother a pregnant capybara, lovingly appeared the sloth with my eyes. Last I recall, before I took the donkey and the ship and the underground passageway away, my old and distant father said: “Don’t stay long in that poor place. Just long enough to learn Spanish. It will make you more marketable.” But when I looked back at him, his golden lips had burned, his words a fizzled prayer of pulled weeds. I am not sure if, later, his postage stamps even made it to that forgotten country. Why learn to spell its name correctly? Forgetting is a type of dismissal. And I don’t remember all they brushed aside. Or the countries they disregarded. Maybe I was born in one of them. 122 123 Timothy B. Dodd Or maybe I just visited and stayed. Made it more than my memory. Found a fresh step in forgotten fields was the land I had longed for. 124 Timothy B. Dodd Plaza de Armas She puts the taxi out of business. Her creased hands cultivate the cabbage; her back bears the rest. Sometimes I fall to trance, watching her cross at the corner of obsolete knowledge, my other eye a foggy nightfall, the shivering mist storing more than salaries and home improvement. She hangs on to the mystery that even speeding cars obey, the grinding up of lost coins her foreboding. The premonitions accompany her half hour walk through town and the dried up altars peek at her old skirt as she guides the ghosts. 125 Timothy B. Dodd William Conelly Precious Metals Cajamarca. Guanajuato. Iquique. You write this poem yourselves, flying to my tongue from the zigzags of your roofs and breezy nights, a tongue that dreams our daughters could have such lovely [names, a tongue that dreams we could have your knowledge of forever, or the grace of your old age, a beauty that survives the blows of hammers and kings. But should copper, silver, and gold gain all credit? Why not the ghosts of quiet women who smiled and cried over the skins of potatoes and red pep [per seeds? Why not the brown hands of a man who put secrets in the [ground and placed stone upon stone? We accept that shiny wins the glory, that wealth fashions the sword and constructs might, but the names that speak of beauty shimmer our souls like first-born children, and fall from lips wandering rainy streets in disguise. For hundreds of years, power and riches tell us which names to [speak, but that is not the same as the eternal words of magic that moisten our lips through sacrifice. 126 THREE POEMS Odd Seed Leaving the room nine times in ten you may assume return, leave pen and pad, saucer and cup, push back, stand up and go. The tenth’s another matter altogether though. Your arc extends a few steps further. Your walk around ends out of town, somewhere broadly different, and oddly you root down. 127 William Conelly William Conelly The Ford Birthday Ode The Loss My sister lets me drive the Galaxy. It’s twelve years old, seats four across, and drips coal pitch. Planets and moons collide; I’m nearing loss of speech. I slide behind the wheel on waxy yellow plastic, seize a two hand grip, and off we barge. The universe beyond our farm heaves into reach on weak elastic, slow and large. I’ve low gear forward, no reverse, a fast foot pump to make a brake, So nothin’s this fantastic, Sis! The boy picks at a limestone jut. He swings his white legs lightly to and fro beyond Above a wake of licorice smoke, in impish bliss, we dip and slough a long ellipse around the neighbor’s poultry truck. The low gear howls. Hens peer from wooden crates and cluck. Should I attempt a crossing of the four-lane Interstate? Horse sense drags hard against the reins of luck. I could care less. I’ve turned eleven and Sis, this Galaxy is heaven! its edge, minding the beach and sapphire pool the river’s cut below, judging the depths by darker blue, reckoning his window to leap through to clear a jagged sunken ledge. Again this June it seems too far. Instead he arcs a shard of stone for the shallows where his friend is wading. They’ve just finished military school, the two of them, and will not ever school again together. Throw my knife, the other calls him. The boy does. But its ribbed handle spins end over flat steel end off right. It points the water neatly and winks like starlight into steep blue night. 128 129 Autores / Authors 131 Axel Presas existe exiliado en el mundo, sin país, ni espacios propios ni apropiados, suertudo poseedor de un claro origen que lo distingue. Blanca Catalina García nació en Chile y vivió y creció tanto en Estados Unidos como en Chile. She likes everything artistic: fashion, photography, culture. You can find her at http://web.stagram.com/n/blancacata. Carlos Lopezosa (Valencia, 26 de mayo de 1982) es licenciado en Ciencias de la Información y posgraduado en literatura, digital writing, textualidad y cultura cyberpunk. Como periodista ha trabajado en medios como El Mundo y Adn.es, entre otros. Como escritor ha publicado la obra poética Animal Omega (Editorial Cocó 2012) y el cuento “El acto de escribir y otros cuentos” publicado en la antología Lab 2.0 (Editorial Cocó 2013). Changming Yuan 6-time Pushcart nominee and author of Chansons of a Chinaman (2009) and Landscaping (2013), grew up in rural China but currently tutors in Vancouver, where he co-publishes Poetry Pacific with Allen Qing Yuan and operates PP Press. With a PhD in English, Yuan has recently been interviewed by [PANK], and had poetry appearing in Best Canadian Poetry, BestNewPoemsOnline, Exquisite Corpse, London Magazine, Threepenny Review and 749 other literary journals/anthologies across 28 countries. Desirée Jung is a Canadian-Brazilian writer and translator. Her background is in creative writing, literary translation, film and comparative literature. She has received her M. F. A in Creative Writing and 133 her Ph.D. in Comparative Literature from the University of British Columbia, in Vancouver, Canada. She has published translations and poetry in Exile, The Dirty Goat, Modern Poetry in Translation, The Antagonish Review, The Haro, The Literary Yard, Black Bottom Review, Gravel Magazine, Tree House, Bricolage, Hamilton Stone Review, Ijagun Poetry Journal, Scapegoat Review, Storyacious, among others. She lives in Vancouver, Canada. Evelyn Galindo-Doucette is a Salvadoran “Hermana lejana” and PhD student at UW Madison. She writes a column for San Salvador based contrACultura.com.sv and blogs at postwarelsalvador. blogspot.com. Her research interests include memory, human rights, and “postwar” writing in the Central American Isthmus and especially in El Salvador. She is also interested in the dynamics of political transition and its representation in Central American cultural production. Fern G. Z. Carr is a lawyer, teacher and past president of the local branch of the BC Society for the Prevention of Cruelty to Animals. She is a member of The League of Canadian Poets and former Poet-in-Residence who composes and translates poetry in five languages. A 2013 Pushcart Prize nominee and contributor to the Prakalpana literary movement in India, Carr has been published extensively world-wide from Finland to the Seychelles. Some of Carr’s poetry has been assigned reading for the West Virginia University’s College of Law course entitled “Lawyers, Poets, and Poetry”. Canadian honours include being featured online in Canada’s national newspaper, The Globe and Mail, having her poetry set to music by a Juno-nominated musician and having some of her poetry recognized by the Canadian Parliamentary 134 Poet Laureate. One of Carr’s haiku is even included on a DVD sent to Mars on NASA’s MAVEN spacecraft. www.ferngzcarr.com Luis Felipe Lomelí (Etzatlán, 1975) estudió Física pero se decantó por la todología no especializada: una maestría en ecología por acá, un doctorado en filosofía por allá, un poquito de tianguero y otro de valet parking. Ha publicado los libros de cuentos Todos santos de California y Ella sigue de viaje, la novela Cuaderno de flores, el ensayo “El ambientalismo” y el libro de texto Naturaleza y sociedad. Es Premio Nacional de Bellas Artes y miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Se le considera el autor del cuento más corto en lengua hispana y, este año, se publicaron la noveleta El alivio de los ahogados y la novela Indio borrado. Miguel De La Cruz (El Paso, Texas, 1984) es un chicano-fronterizo al que le interesa la literatura y la política. Es Ingeniero en Sistemas Computacionales con especialidad en Matemáticas. Licenciado en Español y en Estudios Chicanos egresado de la Universidad Estatal de Nuevo México. Reside en Las Cruces, NM. Actualmente estudia la Maestría de Literatura Hispanoamericana en la Universidad Estatal de Nuevo México. En el 2013 publicó su primer antología de Micro-ficción Memorias de un Camaleón, también publicado en diferentes revistas literarias. Miembro del Taller Literario Pizca a las 6:30. (Las Cruces, Nuevo México) Miroslava Arely Rosales Vásquez (El Salvador, 1985) nació en San Salvador el 14 de diciembre de 1985. Profesora de la Universidad de El Salvador. Forma parte de la Dirección Nacional de Investigaciones en Cultura y Arte y del comité editorial de la revista ARS. Perteneció al extinto taller literario El Perro Muerto. Su trabajo aparece en la antología Nuevas voces 135 femeninas de El Salvador (2009), del escritor Manlio Argueta, publicada por la Editorial de la Universidad de El Salvador; en Una madrugada del siglo XXI (2010), selección, prólogo y notas por Vladimir Amaya; en Las perlas de la mañana siguiente (2012), antología del taller literario El Perro Muerto; en Ventanas de libertad (Secretaría de Cultura, 2014); en Teatro bajo mi piel (The Theatre under my Skin, A Bilingual of Salvadoran Poetry). Comité editorial: Alexandra Lytton Regalado, Tania Pleitez Vela y Lucía de Sola (Kalina Editorial, 2014); y en revistas de España, Canadá, México, Colombia, Perú, Argentina y Centroamérica. Mitchell Hall is an American writer of poetry and prose and is the author of Talks with the Moon King. His first novel, Slush, will be released Summer 2014. He lives in Saint Louis. Óscar A. Pérez es originario de México. Llegó a Wisconsin hace algunos años. Ahí redescubrió algunas de las cosas que le traen más placer a su vida: leer, comer y escribir. También descubrió el frío. Orlando Guillén Tapia (Acayucan, 1945) es un poeta mexicano, traductor, profesor visitante Tinker en la Universidad de Wisconsin-Madison en la primavera de 2014. Ha escrito numerosos libros, incluyendo su más reciente Tururúctuc y próximamente saldrá su traducción, Doce poetas catalanes del siglo XX. Ruth Goring published her poetry collection Yellow Doors with WordFarm (2004); her poems have also appeared in CALYX, Pilgrimage, Comstock Review, RHINO, New Madrid, Naugatuck River 136 Review, Reunion, Chicago Quarterly Review, and elsewhere. Active in Chicago’s poetry scene, she has led workshops at the Rhino Poetry Forum and the Poetry Center of Chicago. Much of her recent work is rooted in Colombia, where she grew up; over the years she has been involved in advocacy and accompaniment there, and currently she serves on the board of Colombia Vive Chicago. She is a senior manuscript editor at the University of Chicago Press and teaches advanced manuscript editing in the University of Chicago’s Graham School of Continuing Liberal and Professional Studies. Severino J. Albuquerque é professor titular de literatura brasileira na Universidade de Wisconsin-Madison. Susana Chavez Silverman grew up bilingually and biculturally, in Los Angeles and Santa Cruz, California, with extended stays in Madrid, Spain and Guadalajara, México. In the 80’s, at the height of apartheid, she lived for several years in Pretoria, South Africa. She teaches courses on U.S. Latin@ and Latin American literature and culture at Pomona College in Claremont, California. Co-editor, with Frances R. Aparicio, of Tropicalizations: Transcultural Representations of Latinidad (UPNE/Dartmouth 1997) and, with Librada Hernández, of Reading and Writing the Ambiente: Queer Sexualities in Latino, Latin American and Spanish Culture (Wisconsin 2000), she has also published numerous essays on Argentine poet Alejandra Pizarnik, as well as on other contemporary Argentine and Chican@ authors. Her book, Killer Crónicas: Bilingual Memories, was published by the University of Wisconsin Press in 2004 (paper and Amazon Kindle 2011). Her crónicas are anchored in an unequivocal at-homeness in both Spanish and English and the space(s) 137 in-between; her work is at home in U.S. Chican@/Latin@ literature, but navigates other transcultural terrains as well, notably Spain, Mexico, Australia, Argentina and South Africa, all geographies which are at once “heimlich” and ineluctably foreign to her. She travels widely, throughout the U.S. and abroad, giving performed readings from her work. Her second book, Scenes from la Cuenca de Los Angeles y otros Natural Disasters was published in April 2010, also by the University of Wisconsin Press. Her crónicas have been widely reprinted online and in print journals and anthologies, such as the inaugural Norton Anthology of Latino Literature (2010) and in Ambientes: New Queer Latino Writing (2011). Susana is currently working on a third bilingual creative nonfiction book, Our Ubuntu, Montenegro: del Balboa Café al Apartheid and Back. Timothy B. Dodd is from Mink Shoals, WV. His writing has appeared in Yemassee, The Owen Wister Review, Main Street Rag, The William & Mary Review, and elsewhere. He is currently an MFA candidate at the University of Texas El Paso. William Conelly has brought a hundred or so poems to print in the US, UK and Japan, in the 45 years since leaving grad school at UC, Santa Barbara. The Able Muse Press will publish a representative selection of this work as Uncontested Grounds in 2014. His novel of a nine-year old boy’s extraordinary summer in Maine, titled Tether’s End, is available now in print and e-read versions from Amazon. Mostly retired these days, William writes, edits and tutors freelance, maintaining a permanent residence with his wife in Warwick, England. 138 Índice / Contents Axel Presas Aquí donde el blanco agrede 11 Hambre de mar13 Reincidencia del lodo15 Enigma del hombresaurio18 Carlos Lopezosa Límite menos infinito21 Mirada blanda del tiempo23 Del lado del átomo25 Criptografía cuántica26 Entre bosques y símbolos: Suspiro cuántico 28 Changming Yuan Yellow Meditation31 Y, Y32 Desirée Jung Welcome33 Between a Man e uma Mulher 34 Entre um Homem and a Woman 35 Engenho do Desejo36 Engine of Desire37 Seja Bem-Vinda38 Evelyn Galindo-Doucette El relato del pintor39 Fern G. Z. Carr Perdido41 Yo Soy42 Los gatos de Puerto Vallarta 43 Without So Much As a Warning Sign 45 A House Divided47 Transatlantic Passage48 Luis Felipe Lomelí Monterrey, Colombia49 Okigbo vs. la historia oficial 56 Miguel De La Cruz Cubículo63 Miroslava Arely Rosales Vásquez El país65 Su cuerpo69 La madre72 Mitchell Hall effort73 unexpected attack75 86’ rocket76 Orlando Guillén Unamuno y «El Viejo del Amor» 79 Óscar A. Pérez Duermevela97 Ruth Goring Extranjera 105 Las horas del corazón Canción de cuna Lullaby Severino João Albuquerque azul real lavável Susana Chávez-Silverman Heart Hold On Crónica 107 108 109 111 Nina/Nahla Chrismy Crónica 115 119 Plaza de Armas Precious Metals 123 125 126 Timothy B. Dodd Émigré William Conelly Three Poems 127 Si desea colaborar en el próximo número, consulte nuestra página de internet para más información: http://zonadecarga.com/es/colaboraciones.html If you would like to collaborate in the next edition, visit our website for more information: http://zonadecarga.com/en/submissions.html Se você quiser colaborar na próxima edição, vá ao nosso site para mais informação: http://zonadecarga.com/pt/colaboracoes.html