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San Clemente
San Giovanni Gradara
Morciano
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di Romagna
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fiume Conca
Monte
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Rimini
Torriana
Montebello
Stoccolma
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Mondaino
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Saludecio
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Kijev
Rimini
Ancona
Roma
Bari
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Cagliari
Catanzaro
Ankara
Palermo
Atene
Ferrara
Parma
Reggio Emilia
Santarcangelo di Romagna
Fortaleza Malatestiana
Montegridolfo
Aldea
Torriana/Montebello
Fortaleza de los Guidi di Bagno
Montefiore Conca
Fortaleza Malatestiana
Verucchio
Fortaleza Malatestiana
Montescudo
Aldea
Castillo di Albereto
Sant’Agata Feltria
Fortaleza Fregoso - Museo
Ravenna
Piacenza
Sassocorvaro
Mondaino
Castillo con Museo Paleontológico
Petrella Guidi
Aldea y ruinas del castillo
Venezia
Bologna
Montegridolfo
Rímini
Castel Sismondo
San Leo
Fortaleza
Milano
Modena
Bologna
Ravenna
Forlì
Cesena
Rimini
San Marino
Montecolombo
Aldea
Monte Cerignone
Fortaleza
Sassocorvaro
Fortaleza Ubaldinesca
Principales distancias kilométricas
Macerata Feltria
Aldea
Ámsterdam, 1.405 km
Madrid, 1.856
Bolonia, 121 km
Pietrarubbia
Castillo
Berlín, 1.535 km
Múnich, 680 km
Florencia, 165 km
Bruselas, 1.262 km
París, 1.226 km
Milán, 330 km
San Giovanni in Marignano
Centro histórico
Carpegna
Palacio de los principes Carpegna-Falconieri
Budapest, 1.065 km
Praga, 1.089 km
Nápoles, 586 km
Copenhague, 1.770 km
Estocolmo, 2.303
Roma, 325 km
Saludecio
Aldea
Coriano
Granja fortificada de Castelleale
Granja fortificada de Agello
Fráncfort, 1.043 km
Viena, 887 km
Turín, 447 km
Londres, 1.684 km
Zúrich, 645 km
Venecia, 270 km
Pennabilli
Torre di Molino di Bascio
Torre di Maciano
Gradara
Fortaleza Malatestiana
Riviera di Rimini
Travel Notes
Provincia di Rimini
Assessorato al Turismo
Fortalezas y castillos
en el territorio riminés
entre Medievo y Renacimiento
Riviera di Rimini Travel Notes
Colección editorial turística
realizada por la
Provincia de Rímini
Concejalía de Turismo
Directivo Symon Buda
Textos
Valerio Lessi
La presente guía es el resultado
de la reelaboración e integración
de los textos escritos por
Pier Giorgio Pasini para
la Provincia de Rímini:
“Itinerarios malatestianos” (2003)
“Fortalezas y castillos
malatestianos” (2003)
Redacción
Marino Campana
Oficina de prensa
y comunicación
Cora Balestrieri
Fotografías obtenidas
del Archivo fotográfico
de la Provincia de Rímini
Se agradece a los fotógrafos
L. Bottaro, P. Bove,
S. Di Bartolo, L. Fabbrini,
R. Gallini, D. Gasperoni,
L. Liuzzi, M. Lorenzi,
Martinini, R. Masi,
G. Mazzanti, M. Migliorini,
T. Mosconi, PH Paritani,
D. Piras, V. Raggi,
E. Salvatori, R. Urbinati,
Urbino Multimedia
Proyecto gráfico
Relè - Tassinari/Vetta
(Leonardo Sonnoli,
Igor Bevilacqua)
coordinado por
Michela Fabbri
Foto de portada
Detalle de la Fortaleza de San Leo
fotografía de Paritani
Agradecimientos
Ministerio de Bienes
y Actividades Culturales
Superintendencia de Bienes
Arqueológicos de Emilia Romaña
Empaginación
Litoincisa87, Rímini
(Licia Romani)
Traducción
Professional Language Services,
Rímini
Estampación
Pazzini Stampatore Editore,
Villa Verucchio RN
Primera edición 2011
Fortalezas y Castillos
es una publicación turístico-cultural
de difusión gratuita
4
Introducción
Doce preguntas para conocer
el territorio de la provincia de Rímini y su historia
16
Capítulo I
Rímini, el esplendor de una capital
Castel Sismondo, una ciudad para la corte
El Templo Malatestiano: sueño inacabado de Sigismondo
Arte en la decadencia de una gran Señoría
34
Capítulo II
El Valle del Marecchia: desde Santarcangelo a San Leo
Santarcangelo y su Fortaleza
Torriana y Montebello entre paisajes y fortificaciones
Verucchio, una de las “cunas” de los Malatesta
La inasible Fortaleza de San Leo
44
Capítulo III
El Valle del Marecchia: desde Talamello a Pennabilli
Talamello: tesoros artísticos y del paladar
Maiolo y Maioletto, ruinas y leyendas
El encanto de Petrella Guidi
Sant’Agata dominada por la Fortaleza
En la Pennabilli de los dos castillos
52
Capítulo IV
El Valle del Conca: desde Gradara a Montegridolfo
Gradara, un palacio para las vacaciones
San Giovanni in Marignano, el granero de los Malatesta
Saludecio y sus palacios
Los “secretos” de la fortaleza de Mondaino
Disputas de familia en Montegridolfo
62
Capítulo V
El Valle del Conca: desde Montefiore a Carpegna
El palacio de Montefiore
El “tesoro” de Sigismondo en Montescudo
La aldea de Montecolombo
Monte Cerignone, una fortaleza del Cuatrocientos
Sassocorvaro, una fortaleza amiga del arte
Macerata Feltria, la aldea disputada
La intransitable Pietrarubbia
Carpegna, tierra de antigua nobleza
De vuelta a Rímini: Coriano y Castelleale
INTRODUCCIÓN
DOCE
PREGUNTAS
PARA
CONOCER
EL TERRITORIO
DE LA
PROVINCIA
DE RÍMINI
Y SU HISTORIA
1. ¿Cuáles son las características del territorio de la provincia
de Rímini?
El actual territorio de la provincia de Rímini comprende localidades que históricamente pertenecieron a la Señoría de los Malatestas
(o Malatesta) y otras en cambio que fueron disputadas u ocupadas por
los Montefeltro, quienes guiaban el ducado de Urbino. Numerosos cursos de agua de carácter torrentoso, con sus anchos y guijosos lechos,
contribuyen a trazar un territorio variado y rico de relieves a espaldas de
la Riviera de Rímini. Dos de éstos son importantes: el Marecchia, que
tiene sus fuentes en la Toscana, en el Alpe de la Luna, cerca de las del
Tíber; y el Conca, que nace en el Montefeltro, en las laderas del monte
Carpegna. Los valles y los conoides fluviales de estos dos rios, separados
y abiertos por el Monte Titano (San Marino), forman el territorio riminés,
que por una parte se funde lentamente en el Val Padana y por otra penetra
entre el Adriático y el Apenino, entrando en contacto con Las Marcas y la
Toscana, ocupando también una parte del Montefeltro. Es un territorio de
límites inciertos, a veces indefinibles; nos referimos a aquellos que hablan
de historia, de cultura y mentalidad, no a aquellos administrativos, que
en el 2009 fueron modificados con la anexión de los ayuntamientos del
Alto Valmarecchia: Casteldelci, Maiolo, Novafeltria, Pennabilli, San Leo,
Sant’Agata Feltria, Talamello. Aquel que se interne en la llanura a lo largo
de la via Emilia o de la via Romea, no encontrará seguramente huellas de
confines naturales; y aquel que se interne en el dulce valle del Conca le
costará notar el pasaje al Montefeltro, en Las Marcas.
2. ¿Por qué tantas torres, fortalezas y castillos?
La riqueza de torres, fortalezas y castillos que todavía hoy
caracteriza los valles del Marecchia y del Conca, se debe a las disputas
en el alto y bajo Medievo entre las familias cercanas y rivales de los Malatesta y de los Montefeltro, que obligaron a fortificar todas las aldeas y los
puntos estratégicos, así como los de las hondanadas (molinos, vados,
puentes) y los de los puntos altos. Ya en el siglo VIII la zona se definió
como “región o provincia de los castillos”. Construidas con piedra local,
las fortificaciones se asientan sobre un terreno escarpado, como gemaciones espontáneas, pero sin mimetismo ninguno, si no más bien presumiendo de su carácter de artificio amenazante y de una fuerza que no poseen. Animan un paisaje muy variado y a veces extremamente pintoresco
por su aspecto salvaje gracias a la alternancia de las cimas -que hacen de
5
La Fortaleza de
Maioletto vista
desde el lecho
del rio Marecchia.
bastidor a ásperas zonas de tierras baldías (ricas de arcillas ampliamente
erosionadas) y a suaves laderas ricas de vegetación y de bosques - y
sobre todo por la presencia de aislados macizos calcáreos, a menudo de
grandísimas dimensiones, nacidos de arcillas esquirlosas: es el caso del
Monte Titano, pero también del Sasso Simone y del Simoncello o, más
cerca, de la bellísima peña de San Leo.
3. ¿Quiénes era los Malatesta (o Malatestas)?
Hacia finales del Medievo la señoría malatestiana fue,
junto a aquella vizcondada y veronesa, una de las mayores de la península,
con apoyos y parentelas en las principales cortes italianas y extranjeras,
y con ambiciones de mecenazgo que la hicieron competir con la de los
Este, los Gonzaga, los Medici y los Montefeltro.
4. ¿Dónde ejercieron su señoría?
Sus dominios, alrededor de tres siglos, estuvieron principalmente en Romaña, aunque no es difícil encontrar testimonios malatestianos en Lombardía y en Véneto, en Emilia y en Las Marcas. La señoría de
los Malatesta, surgida al interno de los dominios pontificios, estuvo en
contraste con los intereses políticos y económicos del papado.
5. ¿Cuál es el origen de su nombre?
Es probable que Malatesta fuera en origen un simple
“apodo” que calificaba -seguramente no de manera benévola- algún personaje particularmente obstinado o malvado. Posteriormente se convirtió
en un nombre propio tan recurrente que se atribuyó a toda la familia (en
singular o plural, “los Malatestas”): seguramente de manera bastante
apropiada ya que en los acontecimientos malatestianos, los episodios de
crueldad (a menudo feroces y fríamente calculados) eran frecuentes y se
dirigían a todos aquellos -incluidos parientes cercanos y ramas secundarias- que podían insidiar (o que realmente insidiaban) el poder del grupo
hegemónico.
7
Árbol genealógico de
los Malatesta, según
L. Nissim Rossi (1933).
6. ¿Cuándo y dónde tuvo orígen la familia?
Los primeros documentos que citan a los Malatesta no son
anteriores al siglo XII y hablan de posesiones de tierras en la Romaña
meridional, además de documentar una conflictividad abierta con el municipio de Rímini. La familia malatestiana era en orígen una familia de
grandes propietarios latifundistas y de saqueadores que dominaba el valle
medio del rio Marecchia y controlaba las vías que desde Rímini conducían hacia el interior, siendo el eje de sus posesiones dos localidades
bien abastecidas: Pennabilli y Verucchio, que todavía hoy se disputan el
mérito de haber dado orígen a la familia. Pero quizás al inicio fue determinante la antigua parentela con la familia feudal más ilustre y poderosa de la
zona, la de los Carpegna, de los cuales parecen descender casi todas las
familias importantes de las montañas feretranas (de San Leo) y romañolas.
7. ¿Cuándo y cómo se convirtieron en los señores de Rímini?
Desde el segundo decenio del Doscientos, los Malatesta
aparecen como personajes eminentes de la ciudad, representándola en
actos oficiales y garantizándose por ella, secundando la política “gibellina”, es decir, filo imperial. Desde 1239 al 1247 Malatesta dalla Penna, que en 1228 había sido alcalde de Pistoia, lo fue también de Rímini.
La vía al ejercicio del poder absoluto sobre la ciudad estaba abierta: en
pocos decenios, los Malatesta se apoderan de todos los cargos civiles
y religiosos y desautorizan poco a poco los órganos ciudadanos sin abolirlos, combatiendo, echando y asesinando a cualquiera que amenzara su
supremacía. Desde 1355 hasta finales del Cuatrocientos, los Malatesta
dirigieron la Señoría de Rímini con el cargo de vicarios de la Santa Sede.
8. ¿Cuáles fueron las relaciones con los Montefeltro?
Los Malatesta consiguieron aumentar sus dominios en Las Marcas hasta la ciudad de Ascoli Piceno, en la Toscana hasta Borgo San Sepolcro y en Romaña hasta Cesena, pero no lograron nunca deshacerse de sus
más potentes y astutos vecinos: los Montefeltro, que probablemente como
9
En alto
Retrato de Sigismondo
Pandolfo Malatesta,
obra de Piero della
Francesca (alrededor
de 1451) conservado
en el Museo Louvre
de París.
Debajo
Bajorrelieve con
el acrónimo de
Sigismondo e
Isotta (SI), Templo
Malatestiano.
ellos, tienen sus orígenes en las posesiones territoriales en los dominios de
los Carpegna. La disputa entre los Malatesta y los Montefeltro llegó a su punto máximo en los decenios centrales del Cuatrocientos, cuando a la cabeza
de las dos familias rivales se encontraron Sigismondo y Federico, y sobre
todo cuando éste último consiguió que su yerno, Alessandro Sforza, comprara la ciudad de Pesaro con su territorio incluido (1455), hasta entonces
perteneciente a los Malatesta (a un primo de Sigismondo, el incompetente
Galeazzo Malatesta). Esta compra, que permitía una salida libre al mar del
territorio de Urbino, dividía en dos troncos el dominio de Sigismondo, que
entonces se extendía en Las Marcas hasta Fano, Senigallia y Fossombrone.
9. ¿Quién era Sigismondo Pandolfo Malatesta?
Sigismondo Pandolfo Malatesta (1417-1468), hijo de
Pandolfo III Malatesta y de su amante, Antonia da Barignano, fue señor de
Rímini y de Fano desde 1432, mientras que su hermano, Domenico Malatesta lo fue de Cesena. Para la Señoría de los Malatesta, fue el momento
de máximo esplendor. Sigismondo se casó tres veces: la primera mujer fue
Ginebra d’Este, la segunda Polissena Sforza y por último consiguió casarse
en 1456 con su amante Isotta degli Atti, animadora de una refinada corte.
Sigismondo se ganó pronto la fama de ábil y audaz caballero militar (condottiero). Más de una vez fue contratado por los Papas, de los cuales
era vicario; dirigió las tropas venecianas en la campaña contra la República
Ambrosiana y contra Francesco Sforza, además de aquella contra el Imperio
Otomano en 1465. Ayudó también a los florentinos en la resistencia a la invasión de Alfonso V de Aragón. Tuvo pésimas relaciones con su vecino Federico
de Montefeltro, duque de Urbino: entre ellos, se imponía el lenguaje de las
armas, seguido por insultos recíprocos. También fue un mecenas generoso;
a él se debe la creación de uno de los monumentos símbolo de la ciudad de
Rímini y del Renacimiento: el Templo Malatestiano de León Baptista Alberti.
Tuvo enfrentamientos con Papa Pío II, más conocido como
Enea Silvio Piccolomini. La ruptura definitiva se debe a la toma de algunos castillos que el Papa quiso que fueran cedidos a su eterno rival,
Federico de Montefeltro. Las diferencias llevaron a Sigismondo a afrontar
al ejército papal, guiado por Federico de Montefeltro y a sucumbir. Desde
11
En alto
Panorámica de Urbino.
Debajo
Castillo de Gradara
construido entre los
siglos XI y XV.
aquel momento tuvo que asistir al desmembramiento de sus territorios,
que caían bajo los golpes del ejército de la Iglesia, guiado por su enemigo.
Murió a la edad de 51 años. Su cuerpo fue enterrado en la
tumba del Templo Malatestiano, inacabado, al igual que su proyecto de
ampliación del Estado.
10. ¿Quién era Federico de Montefeltro?
Federico de Montefeltro, nacido en Gubbio en el 1422, fue
probablemente hijo de Guidantonio, señor de Urbino y de una dama de
compañía. Según algunos estudiosos, podría ser hijo de Bernardino degli
Ubaldini. Aún así, fue legitimado por Guidantonio como su hijo y, a la muerte
del hermanastro Oddantonio, en 1444 se convirtió en heredero del ducado.
Educado en la corte de Mantua por Vittorio da Feltre, Federico se convirtió en el más hábil y valiente hombre de armas de la península. Es el exponente de la familia Montefeltro más conocido y recordado
por sus dotes políticas y artísticas. Literato y generoso mecenas, bajo su
guía Urbino se convirtió en un centro para las artes de fama internacional.
Para consolidar la influencia política de su ducado, estrechó
lazos de alianza con la familia Sforza de Milán. Para conseguir este objetivo, contrajo matrimonio de interés con la joven Battista Sforza, sobrina
del Duque de Milán, Francesco Sforza. Esta política falta de prejuicios le
costó la excomunión por parte de Niccolò V (anulada posteriormente en
1450) y la enemistad con Sigismondo Pandolfo Malatesta.
Federico de Montefeltro tuvo la inteligencia y la astucia de
aliarse con los aragoneses y de apoyar la política del Estado Pontificio,
decisión que le procuró evidentes ventajas económicas y políticas. Combatió por Pío II Piccolomini, entrando en conflicto directo con los Malatesta, a fin de conquistar los territorios de Las Marcas (un sangriento asedio
tuvo lugar en el Castillo de Gradara en 1463).
11. El desafío entre el Águila y el Elefante
Durante más de veinte años Federico de Montefeltro (con
un águila en su escudo) y Sigismondo Malatesta (con un elefante) fue12
En alto
Panorama con la
fortaleza de San Leo
al fondo.
Debajo
Vista de San Leo
y Maioletto desde
Talamello.
ron acérrimos enemigos. Los cronistas y los documentos de la época no solo
narran las gestas militares: los dos caballeros se insultaban, se desafiaban,
tramaban engaños uno contra el otro, hacían de todo para desacreditar al
adversario. Podemos afirmar justamente que uno debe al otro la propia grandeza. Representan las dos caras del mismo clima político y militar de la época.
Sigismondo es más impulsivo, impetuoso, menos diplomático, abilísmo con
las armas pero menos capaz de estrechar lazos útiles para mantener el poder.
Supo ganarse enormes enemistades: basta pensar al proceso promovido por
Pío II que concluyó con la quema de varias efigies en dos plazas romanas.
Federico, que no fue menos cruel (parece incluso que firmó
el asesinato de su hermanastro), mostró en cambio una gran habilidad
diplomática que le protegió de situaciones ambiguas y peligrosas. Prudencia y equilibrio fueron dotes que le permitieron mantener y consolidar
el poder, facilitado también por los errores de Sigismondo: rompiendo los
pactos establecidos con el papa e invadiendo los territorios devueltos a
los Montefeltro, el señor de Rímini firmó la propia condena de la derrota.
12. ¿Cómo terminó la Señoría de los Malatesta?
Después de la muerte de Sigismondo, su hijo Roberto,
llamado el Magnífico, hombre prepotente y cruel, logró en breve tiempo
deshacerse de sus hermanos y de Isotta (la mujer de Sigismondo), y a
gobernar él solo la ciudad de Rímini, de la cual había recuperado una parte de territorio gracias a su matrimonio con Elisabetta, hija de Federico de Montefeltro (1475). Fue un gran general y murió prematuramente
en 1482, mientras combatía al servicio del Papa, que ordenó levantar un
gran monumento en su honor en San Pedro, Roma.
En el 1498 los notables rimineses tramaron una conjura contra
Pandolfo IV, hijo de Roberto. La conjura fracasó y posteriormente siguieron una serie de venganzas feroces por parte del joven y odiado señor, que
poco después se vió obligado a abandonar la ciudad bajo el acoso de César
Borgia, llamado el Valentino. Volvió en 1503 pero sólo para vender la
señoría a los Venecianos, que en 1509 la tuvieron que devolver a la Iglesia.
Pandolfo intentó de nuevo inútilmente, hasta el 1528, convertirse en señor
de Rímini a pesar de la hostilidad de los rimineses.
15
CAPÍTULO I
RÍMINI,
EL ESPLENDOR
DE UNA
CAPITAL
La más esplendente de las capitales malatestianas, y la que
como tal tuvo una vida más larga, fue Rímini: la andadura malatestiana, en la mayor y mejor parte, inició y terminó en esta ciudad. Pero en
Rímini las señales del dominio malatestiano hoy no son muy evidentes.
Podemos buscarlas en las murallas medievales de la ciudad, construidas,
reconstruidas y restauradas, rebajadas y finalmente privadas de los fosos
y parcialmente destruidas. Las partes mejor conservadas de las murallas
medievales se encuentran hacia el sur y hacia el este del centro histórico.
Se pueden ver desde la via Circonvallazione y desde el parque Cervi. Se
interrumpen a la altura del Arco de Augusto, antigua puerta oriental de la
ciudad, transformada y embellecida en el 27 a.C para honrar al emperador Augusto. La via Flaminia, procedente de Roma, concluye aquí.
Más allá del puerto y por lo tanto del rio, el cual se atraviesa
por el puente de Tiberio (uno de los puentes más grandiosos y mejor
conservados de la antigua Roma y que data del 14-21 d.C), se encuentra el
burgo San Giuliano, cuya conformación urbanística mantiene el carácter
medieval. El burgo es dominado por la importante iglesia de San Giuliano, ya abadía benedictina dedicada a San Pietro, reconstruida en el siglo
XVI (en el altar mayor se encuentra una de las últimas obras maestras de
Pablo Veronés, que representa El martirio de San Giuliano, del 1587).
Un indicio indirecto pero consistente de la presencia y actividad de los
Malatesta, lo constituyen los numerosos conventos e iglesias de diversas órdenes religiosas: los Eremitas, los Franciscanos, los Dominicos, los
Humillados y los Siervos de María, que se introdujeron en la ciudad durante el Doscientos y el Trescientos con la ayuda de los Malatesta, bajo
su protección, y conservaron algunas huellas de su munificencia. La única
iglesia riminesa superviviente, con consistentes estructuras medievales,
es la de San Giovanni Evangelista, ya de los Eremitas de Sant’Agostino (y
por eso comunmente llamada Sant’Agostino), caracterizada por un alto
campanario gótico.
En el ábside y en la capilla del campanario se pueden admirar frescos del primer Trescientos realizados por desconocidos pintores
rimineses (probablemente por los hermanos Zangolo, Giovanni y Giuliano da Rímini): representan a Cristo y a la Virgen en Maestá, además
de las historias de San Juan Evangelista y de la Virgen. Aquí también se
conserva un espléndido Crucifijo pintado sobre tabla, mientras que un
gran Juicio Universal, en origen pintado a fresco sobre el arco triunfal,
hoy se conserva en el Museo della Città, junto a otras obras del mismo
período. En la primera mitad del Trescientos en Rímini se desarrolló una
“escuela” pictórica caracterizada por una precoz apreciación hacia el arte
17
En alto
Templo Malatestiano,
gran Crucifijo
pintado por Giotto
para la Iglesia de
los Franciscanos.
Debajo
Detalle de un fresco
del Trecientos en el
ábside de la iglesia
de Sant’Agostino,
en Rímini.
de Giotto. Su originalidad consiste en el uso de un color suave, dulce,
de tradición bizantina, que se combina con el gusto por una narración
propensa al lirismo: aún así su producción no está privada de agudas
observaciones naturalísticas y no es ajena a extravagancias iconográficas que demuestran la desenvoltura con la cual estos artistas afrontaban
los sujetos de la tradición y la libertad mental con la cual aceptaban las
innovaciones de Giotto. La “escuela riminesa” tuvo plena actividad en la
primera mitad del Trescientos en toda Romaña, en Las Marcas, en
Emilia y en Véneto, y en general en los territorios en lo cuales estaban
presentes los Malatesta.
Se ha intentado atribuir a esta familia la comisión a Giotto, a
finales del Doscientos o inicios del Trescientos, de la decoración pictórica
de la iglesia de los Franciscanos rimineses (dedicada naturalmente a San
Francisco, viene llamada Templo Malatestiano y desde inicios del siglo
XIX es la catedral de la ciudad), de la cual se conserva sólo un grande,
humanísimo Crucifijo. Atribuir la actividad riminesa de Giotto al directo
encargo de los Malatesta puede parecer arriesgado, pero quizás no lo sea
tanto si pensamos que el ámbito en el cual se movía el pintor toscano era
justamente el de las grandes cortes y grandes familias güelfas, unidas a
la curia romana, a los Angevinos (n.t: pertenecientes a la Casa de Anjou)
y a los Franciscanos, como los Malatesta. En Rímini, los Malatesta
adquirieron numerosos inmuebles y, entre el Doscientos y el Trescientos,
ampliaron las casas que el municipio les había ofrecido, situadas en una
posición estratégica, cerca de la catedral y de la puerta “del gattolo”, que
daba hacia el interior y hacia sus posesiones históricas en el valle del rio
Marecchia. Casi todas las grandes arquitecturas que se remontaban a
los primeros años de la presencia y dominación malatestiana en Rímini,
han desaparecido o han sido radicalmente transformadas.
También la antigua catedral, Santa Colomba, fue destruida
(sobrevive apenas una parte de la enorme sacristía-campanario del Trescientos, en Piazza Malatesta). Además de la ya recordada iglesia de los
Agustinos, muy cambiada, tenemos que recordar de este mismo período
el complejo de los Palazzi Comunali: el del Arengo, de grandes ventanas
políforas y con bonitos arcos precozmente góticos, pertenece al 1204. El
Palacio del Podestà es del Trescientos pero fue sustancialmente restau19
En alto
Rímini, vista de
Piazza Cavour con
el Teatro Amintore
Galli al fondo, Palazzo
del Podestà y
Palazzo dell’Arengo
a la derecha.
Al centro, estatua
del Papa Paolo V.
Debajo
Rímini, Castel
Sismondo, antiguo
palacio fortaleza
mandado construir
en Rímini por
Sigismondo
(1437 - 1446).
rado y reajustado a inicios del siglo XX. Entre el palacio malatestiano, la
catedral y los palacios comunales se desarrollaba gran parte de la vida
pública, civil y religiosa de la ciudad. Esta zona, auténtico centro direccional ciudadano, era la sede de las actividades económicas: aquí estaban
los bancos notariales y hebreos, junto al mercado, que se extendía alrededor de una única fuente, situada enfrente del Arengo.
Un “itinerario malatestiano” en Rímini podría iniciar en esta
antigua plaza del Municipio o en la fuente (hoy Piazza Cavour), cerca tanto de los restos de la primitiva Catedral que de la residencia principal de
los Malatesta (Castel Sismondo), como de la iglesia de Sant’Agostino.
Atraverso el Corso d’Augusto se llega fácilmente a Piazza Tre Martiri, antiguo foro de la Rímini romana y, girando hacia el mar, encontramos el
Templo Malatestiano.
De la Rímini malatestiana poseemos un extraordinario “retrato” de mitad del Cuatrocientos: se trata de un bajorrelieve esculpido con
la distinción conocida de Agostino di Duccio, en una pequeña forma
del Templo Malatestiano: representa Cáncer, el signo zodiacal de la ciudad y de su señor, Sigismondo Pandolfo Malatesta.
Castel Sismondo, una ciudad para la corte
De la gran casa malatestiana construida en el Doscientos
cerca de la puerta “del gattolo”, no quedan más que pocos e inciertos restos englobados en el castillo, mandado construir en el Cuatrocientos por
Sigismondo Pandolfo Malatesta, del cual sobrevive sólo el núcleo
central. Sus actuales condiciones se deben más que a las modificaciones sufridas en el siglo XVII (cuando se intentó adaptarlo como moderna
fortaleza) y a los bombardeos de la última gran guerra, a las desastrosas
demoliciones del siglo XIX, que eliminaron algunas partes, sobre todo del
cinturón mural y de los baluartes exteriores, y cerraron los fosos. En los
últimos años del Novecientos, el castillo sufrió una importante restauración. Actualmente acoge exposiciones artísticas de notable valor y
eventos culturales.
Sigismondo inició su construcción el 20 de marzo de 1437,
penúltimo miércoles de Cuaresma, a las 18.48: el dia, la hora y los minu21
En alto
Rímini, Castel
Sismondo, escudo
malatestiano con
cabeza de elefante
y emblema de los
Malatesta, situado
encima de la puerta
principal.
Debajo
Patio interior
del castillo.
tos fueron establecidos con atención por los astrólogos de la corte. Se
proclamó oficialmente la conclusión en el 1446, un año particularmente
afortunado para Sigismondo: en realidad todavía se trabajaba en 1454, y
seguramente no fue nunca terminado siguiendo el proyecto original, que
preveía un edificio dominado por un gran torre maestra.
La señoría malatestiana gozaba de una notable prosperidad
económica hacia 1437 y Sigismondo, con apenas veinte años pero ya
desde hacía tres Confaloniero de la Iglesia, gozaba de una gran celebridad
personal como caballero o condottiero (hecho que comportaba opulentas
pagas). El castillo fue concebido como palacio y fortaleza, como digna
sede para la corte y para la guarnición, además de signo de poder y supremacía sobre la ciudad. Para construirlo y crearle alrededor el halo
de respeto necesario para su funcionalidad, fue abatido un barrio entero
densamente construido y que comprendía palacios y casas pero también
el Obispado, un convento de monjas y el baptisterio de la cercana Catedral. En los escritos de corte se elogia como arquitecto de la obra al mismo Sigismondo, que de hecho se atribuye la paternidad en los grandes
epitafios marmóreos murales del edificio. Si por arquitecto entendemos
el inspirador, el inventor, el coordinador, es decir, el mandante con exigencias e ideas bien claras, entonces podemos aceptar esta “atribución”:
de hecho son conocidas las notables capacidades de Sigismondo por
las artes bélicas y su experiencia de caballero. Aún así, se sirvió del trabajo de diversos profesionales y especialistas; sabemos de un importante
asesoramiento, que tuvo lugar al inicio de los trabajos, de Filippo Brunelleschi, que en 1438 estuvo en Rímini durante un par de meses y realizó
una serie de inspecciones en las principales fortalezas malatestianas de
Romaña y Las Marcas.
Todavía hoy, aunque reducida, la construcción conserva un
notable atractivo con sus grandes torres cuadradas y sus poderosas murallas a escarpa, cuyo efecto original cuando aparecían desde el fondo del
foso, tenía que ser formidable. Roberto Valturio no se equivoca cuando
las comparaba por su inclinación y grandiosidad a las pirámides.
La entrada hacia la ciudad, que estaba precedida por un terraplén y por un doble rivellín con puentes levadizos sobre el foso, todavía
hoy está decorada por un escudo formado por el clásico escudo a bandas
23
Rímini, Templo
Malatestiano de León
Baptista Alberti.
y cuadros, coronado por una quimera o casco con cabeza de elefante con
cresta junto a una rosa de cuatro pétalos: se trata de un relieve que se inspira al Pisanello, de buena calidad, esculpido por un artista probablemente véneto, como demuestran las cadencias de tipo gótico de las figuras. A
la izquierda y a la derecha del escudo está escrito “Sigismondo Pandolfo”,
en carácteres góticos minúsculos, altos y pintorescos. Entre el escudo y
el portal marmóreo se sitúa uno de los epígrafes con dedicatoria del castillo, con un solemne texto latino esculpido en carácteres lapidarios (uno
de los primeros ejemplos de renacimiento de los carácteres clásicos): el
mismo dice que en 1446 Sigismondo levantó el edificio desde los cimientos a decoro de los Rimineses, y estableció que se llamara con su mismo
nombre, Castel Sismondo. Sorprende la desfachatez de Sigismondo en el
definir ariminensium decus (n.t: “la gloria de Rímini”) el edificio, cuando
basta observar el desplazamiento de sus torres, todas dirigidas hacia la
ciudad, lo que demuestra que fueron concebidas para defender al señor
de eventuales revueltas de los rimineses más que para defender la ciudad
de peligros externos, como si el recuerdo de pasados alzamientos pesara
en la valoración del señor más que los peligros inminentes por parte de
enemigos de fuera. Teniendo también presente el concepto corriente en
aquellos tiempos de la identificación de la ciudad y del estado con la señoría, Castel Sismondo debe admirarse como símbolo y defensa del poder
personal del señor, no como símbolo y defensa de la ciudad y del estado.
En este amado castillo, Sigismondo murió el 9 de octubre
de 1468. No sabemos desde cuando residía aquí de manera estable, quizás desde 1446. Sabemos que la cancillería y su guardia se establecieron
aquí, y pronto se convirtió en lugar de ceremonias y recepciones oficiales:
más bien se transformó en una exclusiva ciudad de la corte, rica de poetas
y músicos, literatos, eruditos, pintores y medallistas, escultores y arquitectos, procedentes de toda Italia.
El Templo Malatestiano: sueño inacabado de Sigismondo
Diez años después de haber iniciado la construcción del castillo que quiso bautizar con su mismo nombre, Sigismondo comenzó
a construirse una capilla gentilicia en la iglesia junto a la cual todos sus
25
En alto
Rímini, interno del
Templo Malatestiano.
Debajo, a la izquierda
Serie de ángeles del
escultor florentino
Agostino di Duccio,
que mantienen
placas con escudos y
símbolos heráldicos
malatestianos.
Debajo, a la derecha
Bajorrelieve de
Agostino di Duccio
que representa ángeles
llevando el símbolo
de los Malatesta.
predecesores habían levantado sus sepulturas: San Francisco. Aunque
decorada por Giotto a inicios del Trescientos, la iglesia era de una arquitectura modesta (un único vano con cubierta de campana con tres capillas
absidiales) y se encontraba en una zona periférica pero cercana a la antigua
plaza del foro, el centro romano de la ciudad (la actual Piazza Tre Martiri).
La nueva capilla tuvo una estructura simple y absolutamente tradicional, con un gran arco gótico abierto en el lado derecho de la
iglesia, un tiempo con bóveda de crucería con ventanas altas y estrechas.
Bien pronto se añadió otra capilla, igual de sencilla y tradicional, por voluntad de la joven amante de Sigismondo, Isotta degli Atti. Quizás el
modelo de ambas se basaba en una capilla gentilicia malatestiana construida en el siglo precedente sobre el mismo lado de la iglesia, cerca del
ábside. Los trabajos murarios para estas obras, que duraron más de tres
años, provocaron un grave desequilibrio estático en el viejo edificio, que
hacia 1450 Sigismondo decidió de transformar completamente, corriendo
con todos los gastos, para cumplir una promesa hecha durante su victoriosa campaña en Toscana contra Alfonso de Aragón, como afirman los
epígrafes de los lados y la inscripción con dedicatoria de la fachada.
Para la parte arquitectónica, la obra fue confiada a Matteo de’ Pasti y la parte escultórica a Agostino di Duccio. El primero
trabajó en la corte de los Estense, en Ferrara; se trataba de un miniaturista y medallista veronés crecido en la escuela del Pisanello y por lo
tanto de formación tardo gótica. También Agostino di Duccio, a pesar
de haber sido discípulo de Donatello, conservaba refinadas cadencias
góticas, perfeccionadas en Venecia. A la colaboración de ambos artistas
y a las sugerencias de los humanistas de la corte, se debe el interior del
edificio, pintoresco y suntuoso, sustancialmente inherente al gusto gótico
de la corte por la exhibición del fasto, de la riqueza y de una cultura refinada y elitista, en la cual tiene gran parte la adulación a Sigismondo como
señor, condottiero y mecenas.
La arquitectura del exterior se debe a León Baptista Alberti, que ideó hacia 1450 un revestimiento marmóreo de nueva concepción, absolutamente independiente de la configuración interna del edificio.
Eliminada toda traza gótica y cualquier cadencia decorativa, Alberti se basó
en la antigua arquitectura romana, de la que seleccionó algunos elementos,
27
En alto
Medalla malatestiana,
obra de Matteo de’
Pasti, que refleja el
proyecto original de
León Baptista Alberti
para el Templo.
Debajo
Templo Malatestiano,
San Sigismondo
venerado por
Sigismondo Pandolfo
Malatesta, obra de
Piero della Francesca
(1451).
además de recuperar la concepción misma de la arquitectura como aúrea
celebración del hombre y como exaltación de su nobleza intelectual.
Desafortunadamente el edificio quedó incompleto justo en
la que tenía que ser la parte más original y significativa, es decir, el ábside, ideado como una rotonda con cúpula, que habría resuelto la evidente
disonancia entre la parte externa y la parte interna. Para tener una idea
del proyecto de Alberti, tenemos que admirar una medalla fundida por
Matteo de’ Pasti que representa el alzado a dos órdenes del edificio
y la grande cúpula que tenía que levantarse al final de la nave principal.
La intervención de Alberti, con su propuesta de formas antiguas, ya sean
reinventadas y adaptadas a significados modernos, justifica completamente el término Templo con el cual esta iglesia cristiana (y franciscana)
ha sido denominada desde finales del Cuatrocientos.
La decoración interior del Templo excluyó los tradicionales
ciclos de frescos y fue realizada con elegantes esculturas de Agostino
di Duccio, con revestimientos marmóreos enriquecidos con policromías
y dorados. El único fresco con figuras se encontraba casi escondido en la
pequeña sacristía, entre las dos primeras capillas malatestianas. Representa a Sigismondo Pandolfo Malatesta arrodillado ante San Sigismondo,
rey de Borgoña, obra de Piero della Francesca, firmada y fechada en
1451. A simple vista puede parecer una escena devocional absolutamente tradicional como sujeto, con el señor delante de su santo protector.
En realidad la interpretación que dió Piero della Francesca es totalmente nueva: en los contenidos, por la relación absolutamente libre, natural,
“laica” que une las figuras, immersas en una luz calma y en un espacio
de racional construcción; en las formas, simples, regulares y armónicas,
capaces como nunca antes habían sido, de exaltar la humanidad y la dignidad de los personajes, su nobleza intelectual, su belleza física, además
de homologar el poder divino y el poder terrenal en virtud de una concepción de la dignidad y de la racionalidad comunes al santo rey y al devoto
mandante. El cálido revestimiento albertiano del Templo no había sido
empezado cuando Piero della Francesca firmó su fresco, lo que suponía para Rímini y Romaña el primer manifiesto del “verdadero” Renacimiento. Un manifiesto que, mientras halagaba al principe, confundía a los
artistas interesados sólo al fasto exterior, invitaba a los eruditos a abrir un
28
30
Rímini, Templo
Malatestiano, detalle
de la capilla de los
Planetas o del Zodíaco,
con el monumento
al obispo Sebastiano
Vanzi (1556).
rayo de humanidad en sus áridas búsquedas, anunciaba un utópico futuro
determinado por la razón y confortado por la poesía.
Probablemente los silencios encantados y las pausas meditadas del estilo de Piero della Francesca en la corte riminesa, y quizás
también el presentimiento de tiempos nuevos aún por llegar, no interesaban mucho. Probablemente se prefería la fantasía gótica y la suntuosidad
tradicionales, las que triunfaban en la decoración escultórica de las capillas del Templo, con escudos de desfiles y guirlandas colgadas, festones
colgantes de los arquitrabes junto a telas y grandes paños pintados sobre
los sepulcros.
En este ambiente, los bajorrelieves delicados de Agostino
di Duccio asumen un valor y una elegancia extremas. Simpáticos amorcillos juegan; niños ángeles que cantan y tocan melodiosas canciones;
Virtudes y Sibilas que muestran sus símbolos y sus elegantes drapeados;
Apolo y las Musas, los Planetas y las Constelaciones forman una compañía pintoresca, con increíbles trajes exóticos (salvo Venus, que está desnuda y triunfa sobre el mar entre el vuelo de las palomas). Todo se puede
explicar en términos de religión tradicional, incluso los extraños signos de
los planetas y del zodíaco, que no conforman horóscopos estrafalarios
sino simplemente exaltan la perfección del firmamento creado por Dios.
Basta apenas un poco de maldad y de hostilidad para ver por todos lados
paganismo e irreligiosidad. Así papa Pío II, enemigo acérrimo de Sigismondo, afirmó que la iglesia estaba llena de dioses paganos y elementos
profanos, y la imputó a descrédito del señor riminés, el cual, en los epígrafes griegos de los laterales externos, explicó con claridad que la iglesia
estaba dedicada a “un Dios inmortal y a la ciudad” para evitar peligros y
por las victorias obtenidas en la “guerra itálica”; en la bella inscripción
clásica de la fachada remarcó haberla construido “por voto”.
En el Templo Malatestiano se trabajó vivamente hasta finales
del 1460, cuando creció la hostilidad de Pío II hacia Sigismondo, valiente caballero cuanto pésimo político. En 1461 llegaron las dificultades
económicas y la excomunión papal, seguidas de la derrota y reducción
del estado (1463). Así, el gran edificio quedó interrumpido para siempre.
Todavía hoy, la parte inacabada es bien evidente, sea al externo que al interno, lo que demuestra al mundo la mala suerte de Sigismondo y declara
31
la sustancial fragilidad de su poder y la inconsistencia de sus ambiciosos
sueños de gloria. El Templo puede considerarse un sueño, un sueño interrumpido: para Sigismondo, que quería realizar un templo maravilloso
para la gloria de Dios y de la ciudad, pero sobre todo para hacer inmortal
el propio nombre y la propia dinastía; para León Baptista Alberti, que
quería realizar un monumento que exaltara la nobleza intelectual del hombre; para el Humanismo, que pretendía esconder las dramáticas contradicciones del tiempo detrás de una cortina de inteligentes recuperaciones
culturales y de refinadas obras de arte.
Arte en la decadencia de una gran Señoría
Los Malatesta fueron grandes mecenas. Probablemente la última obra comisionada por Sigismondo Pandolfo, al retorno de la expedición de Morea (en la península griega), fue una Piedad realizada por Giovanni Bellini: actualmente se conserva en el Museo della Città, siendo
la obra más preciada del mismo. Se trata de un fragmento de gran pintura
y de altísima poesía por el refinamiento con el cual las figuras se disponen
sobre el negro del fondo, descritas por una línea dulce y cortante, moldeadas por una luz fija y suave, inmersas en un color cálido y tierno. Sobre el
cuerpo abandonado de Cristo parece esconderse el misterio de la muerte;
en los ángeles niños que lo mantienen, el misterio de la vida. Un sentido
de alta y profunda conmoción rodea la escena, exaltando la dignidad y la
belleza humana que ni siquiera el dolor y la muerte pueden eliminar.
En el Museo della Città se exponen otros testimonios de época malatestiana, como cerámicas del Trescientos y Cuatrocientos, frescos, escudos, fragmentos lapidarios, esculturas y una serie de bellísimas
medallas fundidas por Matteo de’ Pasti hacia la mitad del Cuatrocientos para Sigismondo e Isotta. Se expone también un notable retablo
de altar procedente de la desaparecida iglesia de San Domenico, comisionado a Domenico Ghirlandaio por el nieto de Sigismondo, Pandolfo IV Malatesta, llamado “el Pandolfaccio”, último señor de Rímini.
Representa a los santos Vincenzo Ferreri, Sebastiano y Rocco con toda la
familia malatestiana arrodillada ante ellos (es decir, Pandolfo IV con la
mujer Violante Bentivoglio, su madre Elisabetta Aldobrandini y el
hermano Carlo). Parece se tratase de una especie de grande ex voto por
haber escapado al peligro de la peste.
Este retablo fue el último acto de mecenazgo de la señoría
malatestiana, llegada ya a su fin. Del hijo de Sigismondo, Roberto el
Magnifico, se conserva en el Museo della Città una serie de tablas para
32
recubrir el techo decoradas con escudos y siglas, procedentes de uno de
sus palacios rimineses. Con la visita a los testimonios malatestianos que
se exponen y conservan en el Museo, podemos concluir este breve itinerario malatestiano que ha recorrido las murallas, el centro medieval con los
Palazzi Comunali, Castel Sismondo y el Templo Malatestiano.
Quien desee realizar un agradable paseo por las colinas de
Covignano, a espaldas de Rímini, podrá admirar una bella iglesia malatestiana. Se trata de la iglesia parroquial de San Fortunato, decorada con
escudos de piedra de Roberto Malatesta. De hecho a él se debe la
reconstrucción con formas renacentistas de la fachada del edificio, que
pertenecía a la abadía de Santa María di Scolca, mandada construir a
inicios de siglo por Carlo Malatesta y destruída después de las sopresiones napoleónicas, vendiéndose las piezas como material de construcción. De Carlo Malatesta existe todavía el escudo al centro de la cubierta
de cajones en la sencilla y luminosa nave principal decorada con estucos
del Setecientos. En esta iglesia se pueden admirar así mismo obras no
relacionadas con los Malatesta pero igualmente interesantes, como un
retablo de Giorgio Vasari que representa la Adoración de los Reyes Magos (en el ábside), realizado en 1547; y un interesante ciclo de frescos de
Girolamo Marchesi da Cotignola y de Bartolomeo Coda, del 1512
(en la capilla de la sacristía).
Delante de la iglesia hay una bonita plaza de proporciones
renacentistas, desde la cual se ven el mar y parte del territorio malatestiano hacia la región de Las Marcas, desde el promontorio de Gabicce a
los primeros castillos que coronan las colinas del Valle del Conca.
33
CAPÍTULO II
EL VALLE DEL
MARECCHIA:
DESDE
SANTARCANGELO
A SAN LEO
Santarcangelo y su Fortaleza
Para este itinerario a lo largo del Valmarecchia hasta San
Leo, partimos desde Rímini, tomando la via Emilia, y después de pocos
kilómetros llegaremos a Santarcangelo di Romagna, construida sobre
una colina entre los rios Marecchia y Uso. Por su sobria construcción y sus
pintorescas calles que se encaraman sobre la colina abriéndose en silenciosas plazas, es una de las aldeas mejor conservadas y agradables de la
zona. El núcleo antiguo está todavía hoy en gran parte encerrado dentro
de las murallas del Cuatrocientos, restauradas y reconstruidas en parte
en 1447 por Sigismondo Malatesta, que hizo colocar un epígrafe marmóreo. A él se debe también la construcción de la fortaleza, levantada sobre
una extremidad de la colina junto a una gran torre, construida por Carlo
Malatesta en el 1386. Esta torre era altísima, una de las maravillas de Italia por su altura, según los escritores de la época. Sigue sorprendiendo por
su majestuosidad y belleza todavía medio siglo después, pero los asedios
aumentaban, más con las bombas de bronce que con las catapultas de
madera, y Sigismondo no dudó en reducirla. Utilizó la parte inferior como
torre del homenaje angular para una nueva fortaleza (en parte construida
con material obtenido de la demolición) de forma cuadrangular con torreones poligonales en grado de alojar una buena guarnición, como sugería la
inquietud y la intolerancia de los santarcangioleses respecto a la señoría
malatestiana, y la necesidad de vigilar continuamente el curso inferior del
rio Marecchia, del Uso y de la via Emilia en proximidad de Rímini.
También esta fortaleza, que desafortunadamente ha perdido por completo su coronamiento de ménsulas de sostén y de almenas,
está decorada con inscripciones de carácteres epigráficos antiguos y
en latín, según una moda humanística que empezaba a consolidarse en
esta época. Desde el patio un pintoresco adoquinado, bajo el cual existe
una cisterna medieval todavía funcionante, se puede acceder a la torre
del homenaje, que es la base de la gran torre del Trescientos de Carlo
Malatesta, con una parte de sus antiguas escaleras de caracol escondidas
en los enormes muros: éstas permitían comunicaciones indipendientes a
varios pisos (han sobrevivido cuatro). En una sala de esta torre, al alba
del 10 de octubre de 1432, falleció con apenas veintiún años Galeotto
Roberto Malatesta, llamado “el Beato”, nieto y sucesor de Carlo y hermano de Sigismondo y Malatesta Novello. Algunos fantasiosos escritores
del Ochocientos han ambientado aquí los acontecimientos que llevaron al
“delito de honor” de Gianciotto, es decir, al asesinato de Paolo el bello
y de Francesca de Rímini.
35
En alto
Santarcangelo,
fortaleza malatestiana.
Debajo
Camino de ronda del
castillo de Montebello.
El paisaje que se admira desde la terraza del mastio es
realmente sugestivo: el valle del Marecchia se abre ampliamente hasta
las colinas y San Marino por un lado, hasta Cesena y el mar por el otro.
Cerca del río se puede descubrir una Parroquia, una basílica bizantina de
una sola nave construida en el siglo VI junto al asentamiento romano. Es
la parroquia más antigua y mejor conservada de toda Romaña.
Torriana y Montebello, entre paisajes y fortificaciones
Siguiendo la via Santarcangiolese, el itinerario encuentra
primero Poggio Berni, donde el Palazzo Marcosanti constituye un preciado testimonio del período malatestiano y un raro ejemplo de residencia
fortificada. Dejando Poggio Berni, antes de Ponte Verucchio, a la derecha
encontramos la escarpada via que lleva a Torriana (un tiempo llamada
Scorticata) donde se recortan las ruinas de una fortaleza que tenía una
posición verdaderamente estratégica para el control del territorio. Esto
explica el cuidado con el que Sigismondo reformó y potenció las defensas, que hoy constituyen pacíficos y extraordinarios balcones que se asoman a un paisaje realmente pintoresco y encantador, “mezcla de valles,
montes, tierras, villas y mar”, como en 1705 escribió el arquiatra (n.t: médico personal del Papa) Clemente XI, monseñor Gian Maria Lancisi.
Si hoy apreciamos los valores paisajísticos de la posición,
en tiempos de los Malatesta la colina de Torriana, junto a la de Verucchio
en la orilla opuesta del rio Marecchia, constituía un importante bloqueo
fortificado: estaba preparada para hacer insuperable el paso y para enviar
a Rímini informaciones (con fuegos y humos) sobre el vasto territorio que
conseguía controlar, tanto hacia el mar como hacia las colinas romañolas,
de Las Marcas y de San Marino.
Desde Torriana merece la pena llegar a Montebello, atractiva aldea fortificada con una interesante fortaleza (de los marqueses de
Bagno), más de una vez modificada. Desde las gradas se admiran magnificos paisajes sobre el valle del Marecchia y sobre el valle del Uso. Los
visitantes amantes de las leyendas pueden escuchar aquí la de Azzurrina,
la joven muerta en la fortaleza en circunstancias trágicas.
36
Verucchio,
fortaleza malatestiana
del Sasso.
Verucchio, una de las “cunas” de los Malatesta
Bajando de nuevo al valle, se continúa por Ponte Verucchio y
se atraviesa el rio Marecchia. Llegados a la otra orilla, la meta es Verucchio, que junto a Pennabilli contende el honor de haber sido la cuna de los
Malatesta. En Rímini, ya hacia el 1220, fue Malatesta dalla Penna a destacar como cabeza de familia y a su muerte, hacia 1247, lo fue su hijo Malatesta
da Verucchio. Probablemente Verucchio representa solo una etapa de acercamiento a la ciudad de la cada vez más potente y rica familia. Sea como
sea, es en el medio valle del Marecchia donde se localiza su “cuna”.
Verucchio y Pennabilli tienen además una conformación parecida: se extienden sobre pasos atravesados por vias y dominaban el
Marecchia con dos fortalezas cada una.
En Verucchio, en una de las dos fortalezas (llamada “del
Passerello”) casi destruida, hoy se encuentra un convento de monjas. La
otra fortaleza, “del Sasso”, todavía domina, bien asentada y visible, la
aldea y el territorio. Aunque modificada para eventuales adaptaciones y
restauraciones, es junto a la de Montebello, San Leo y Santarcangelo una
de las más interesantes de todo el valle. Sigismondo la fortificó en 1449,
como indican dos inscripciones, añadiéndole una gran escarpa y reorganizando las construcciones alrededor de la torre maestra central. Algunas
excavaciones han revelado amplios subterráneos e imponentes estructuras, quizás del siglo XII, muy anteriores a los trabajos de Sigismondo. Todavía más antigua es la torre cuadrada en piedra, del paramento extraordinariamente conservado, en gran parte entera. En 1975 se reconstruyó un
antiguo sendero que, protegido por la torre del homenaje, bajaba escarpado por el lateral de la peña: constituía una vía de enlace de emergencia
con el territorio. Las salas de esta fortaleza han sufrido muchos cambios
y transformaciones según las exigencias de la pequeña corte de Zenobio
de’Medici, de Ippolita Comnena, de Leonello y de Alberto Pio da Carpi,
que tuvieron en feudo Verucchio desde 1518 a 1580, y según las exigencias
de un pequeño teatro construido en su interior en el siglo XVIII.
Verucchio fue perdida por Sigismondo en 1462, después de
un extenuante asedio. La “fortaleza del Sasso”, bien preparada y defendida por tropas fieles y leales a su señor, no quería rendirse a Federico de
39
La fortaleza de
San Leo se levanta
sobre el punto más alto
del peñón que domina
el Valle del Marecchia.
Montefeltro, que se vió obligado a recurrir a una estratagema en la cual
era un maestro: una carta con la firma falsa de Malatesta Novello que
preanunciaba la llegada de refuerzos. Éstos de hecho llegaron pero Sigismondo se dió cuenta demasiado tarde de que realmente eran soldados de
Federico oportunamente camuflados.
La inasible Fortaleza de San Leo
Dejada Verucchio, desde la via Marecchiese, a la izquierda,
se toma el camino hacia San Leo. El antiguo Mons Feretri es en cierto
sentido la capital “histórica” del Montefeltro, al cual ha dado nombre y
quizás lugar de origen del linaje de los Montefeltro, que durante todo el
Trescientos y el Cuatrocientos la disputaron a los Malatesta. Se trata de
un lugar de gran importancia estratégica por el dominio del interior y por
ello fue escenario de largas luchas entre Longobardos y Bizantinos. Recordemos que en San Leo se llevó a cabo el enfrentamiento de Berengario II contra el emperador Otón I, que el 26 de diciembre del 963, después
de un largo asedio, logró conquistar la ciudad y capturarlo.
La visión del paisaje es justamente famosa: San Leo, construida sobre una peña calcárea de laterales escarpados, es dominada
por una fortaleza casi inasible, modificada por Francesco di Giorgio
Martini para Federico de Montefeltro. Nos encontramos delante de uno
de los más completos y mejor conservados edificios militares del Renacimiento. Se remonta a Desiderio, rey de los Longobardos (siglo VIII)
la primera contrucción de la original fortificación mural, después de que
durante algunos siglos, debido a la invasión ostrogoda, el macizo de San
Leo fuera en sí una fortaleza natural.
El Fuerte consta de dos partes bien diferenciadas, a pesar
de la homogeneidad que Francesco di Giorgio quiso conferir al conjunto
de edificios de épocas diversas. El arquitecto renacentista añadió ex-novo
un ala residencial y torreones redondos unidos por un enorme murallón a
carena con ménsulas de sostén.
Los visitantes pueden vivir la experiencia de un viaje en el
tiempo. Además de en la fortaleza, las señales del más genuino Medievo
de San Leo se encuentran en la Parroquia y en la Catedral, espléndidos
40
42
En alto
San Leo, interno
de la Catedral de
San Leone (Duomo).
Debajo
San Leo, Convento
e Iglesia de Sant’Igne,
cuya fundación
se atribuye a
San Francisco
de Asís.
ejemplos de arquitectura románica.
En la “Piazza d’armi”, delimitada por dos torreones, por el
cinturón mural y por la torre del homenaje, el panorama es grandioso.
Asomándonos se contempla el centro habitado con su retícula de calles
convergentes en la plaza del centro. Estamos sólo a 650 metros sobre
el nivel del mar y, aún así, tan aislada y distinta de las alturas dispuestas
alrededor a forma de corona, la Fortaleza parece estar suspendida entre
el cielo y la tierra.
Durante la visita, despierta curiosidad el “pozzetto”, una estrecha celda donde desde el 1791 al 1795, año de su muerte, estuvo prisionero Giuseppe Balsamo, mejor conocido como Cagliostro, legendario ocultista y aventurero famoso en toda Europa.
San Leo conserva también un importante testimonio del
paso de San Francisco, que aquí recibió como dono del Conte Orlando
de’Cattani, señor de Rocca di Chiusi, el monte de La Verna. Al santo también se remonta la fundación del convento de Sant’Igne, en una selva
a los pies de la peña. El convento, con un bonito claustro y una iglesia
dedicada a la Virgen, merece una visita.
43
CAPÍTULO III
EL VALLE DEL
MARECCHIA:
DESDE
TALAMELLO
A PENNABILLI
44
Talamello, tesoros artísticos y del paladar
Dejada San Leo, retomamos la vía Marecchiese con dirección a Pennabilli. Antes de llegar a Novafeltria, se aconseja tomar el
desvío a la derecha para llegar a la característica aldea de Talamello,
escriño de preciadas obras de arte y del Ámbar, además del queso de fossa, amado por los entendidos (n.t: típico queso de oveja madurado durante
tres meses en fosas ovales excavadas en la roca). El castillo estuvo durante algunos años bajo dominio primero de Galeotto y posteriormente
de Carlo Malatesta, pero Pío II Piccolomini lo convirtió en el feudo de
los Guidi di Bagno y de los Malatesta di Sogliano. En el santuario
de San Lorenzo se puede admirar un crucifijo del Trescientos atribuido a
Giovanni da Rímini, mientras que en la celda del cementerio se conservan los frescos del 1437 de Antonio Alberti da Ferrara.
Dejamos Talamello para atravesar Novafeltria que, aunque
moderna, conserva también preciados testimonios del pasado. Uno de
ellos es la Capilla de Santa Marina, románica, que data del siglo XII. Admirar así mismo el campanario a vela añadido al edificio en el siglo XVI.
Maiolo y Maioletto, ruinas y leyendas
Superada Novafeltria, a la izquierda se ve el monte de
Maioletto, coronado por los restos de una fortaleza malatestiana de
la cual quedan sólo una cortina mural y dos bastiones poligonales a
escarpa. La fortaleza fue destruida en 1639 por un rayo que cayó sobre
el almacén de pólvora. Las pocas ruinas restauradas son restos de una
de las fortalezas más difíciles de expugnar del entero Valmarecchia y del
Montefeltro.
Maiolo, aldea fortificada que se levantaba bajo la protección de la ladera del monte y muy codiciada por los Faggiolani del
Obispo del Montefeltro, por la Iglesia, por los Malatesta y por los Montefeltro, fue completamente destruida por un derrumbe el 29 de mayo
de 1700: la herida provocada por el desprendimiento de tierra es todavía
visible sobre la ladera del monte. La leyenda habla de un castigo divino
por un pecaminoso “baile angélico” que se llevó a cabo al interno de las
murallas del castillo.
Para disfrutar del paisaje de esta zona, uno de los más sugestivos del Montefeltro, se aconseja recorrer los senderos que desde la
hondonada y la aldea conducen a la fortaleza. Bien merece una parada
el burgo de Antico, con la iglesia románica de Santa María. Su portal es
45
46
En alto
Maioletto, restos de la
fortaleza malatestiana.
Debajo
Sant’Agata Feltria,
Fortaleza Fregoso
que se levanta sobre
un enorme bloque de
piedra arenisca.
uno de los más bellos del Montefeltro y presenta un luneto esculpido con
la Virgen protectora. Al interno se encuentra una escultura de la Madonna
delle Grazie, en terracota vidriada, atribuida a Luca della Robbia.
El encanto de Petrella Guidi
En la orilla derecha del rio Marecchia se levanta la fascinante aldea de Petrella Guidi, hoy prácticamente deshabitada pero casi
intacta en su estructura medieval, dominada por una fortaleza en ruinas
con una gran torre construida por los Tiberti, familia de nobles romanos,
entre los siglos XII y XIII. Sobre los muros de esta torre persiste todavía
hoy en muchos puntos el cálido enlucido original, testimoniando así que
las antiguas fortificaciones eran enlucidas y pintadas, mostrándose bien
visibles sobre el paisaje, incluso por sus colores, que en general reflejaban los colores heráldicos de la familia que las poseían. Sobre la puerta
de la muralla se conserva un escudo malatestiano (de Galeotto) junto a
un escudo de los Oliva, que habitaron la fortaleza bajo la protección de
los Malatesta hasta inicios del Cuatrocientos, además de un escudo de la
Iglesia (las llaves cruzadas).
Sant’Agata dominada por la Fortaleza
Continuando después de Petrella por la pequeña vía, se llega al otro lado de la cima a Sant’Agata Feltria, en el valle del Savio,
dominada por una bella fortaleza malatestiana construida sobre un peñón
llamado “Sasso del Lupo”. La fortaleza fue modificada por Federico
de Montefeltro, al cual se debe el añadido de un bastión proyectado
por Francesco di Giorgio Martini y alzado por los Fregoso, que fueron los últimos feudatarios. La fortaleza se construyó originariamente
alrededor del año 1000 por el conde Raniero Cavalca di Bertinoro y por
su posición al confín adquirió importancia estratégica, convirtiéndose,
junto a las fortalezas del San Leo y Maiolo, en la punta más avanzada del
sistema defensivo septentrional del futuro Ducado de Urbino. En 1430
Sant’Agata Feltria (hoy conocida por la feria de la trufa blanca que tiene
lugar en octubre) fue concedida como Vicariado a los Malatesta, que la
47
En alto
Pennabilli, valle alto
del rio Marecchia.
Debajo
Pennabilli, el
Huerto de los frutos
olvidados, del poeta
y escenógrafo Tonino
Guerra.
tuvieron hasta 1463, cuando Federico de Montefeltro reconquistó para
la Santa Sede la fortaleza de Sant’Agata Feltria y los Castillos del Alto
Montefeltro.
En la Pennabilli de los dos castillos
Desde Sant’Agata Feltria tomamos la vía que nos lleva a
Pennabilli, aldea que nació en el siglo XIV de la fusión de dos castillos,
el de Penna y el de Billi, situados respectivamente sobre los peñones
salientes llamados Roccione y Rupe. Las dos fortalezas, de evidente importancia estratégica, estuvieron siempre en el centro de disputas y luchas
por la supremacía del territorio, en particular entre los Malatesta y los
Montefeltro. De aquellos castillos hoy quedan ruinas sin forma, con restos de las cisternas. Sobre el Roccione, los restos de un bastión poligonal
hacen pensar a una construcción malatestiana del Cuatrocientos; sobre
las ruinas de la fortificación de la Rupe se apoya una parte del monasterio
de las monjas Agustinas, construido a inicios del siglo XVI con las piedras
de la fortaleza destruida. En la aldea existen todavía restos del cinturón
de las murallas y dos puertas modificadas, con escudos malatestianos y
de San Leo: son testimonios del traspaso del lugar de los Malatesta a los
Montefeltro, ocurrido definitivamente en 1462, año anterior a la derrota
de Sigismondo Malatesta por obra de las milicias papales dirigidas por
Federico de Montefeltro.
En Pennabilli, Tonino Guerra, escritor, poeta y escenógrafo, ha ideado los llamados “lugares del alma”, museos al abierto y no, con
el objetivo de reclamar el alma y la fantasía del visitante. En el centro del
pueblo, encontramos el Huerto de los frutos olvidados, el Santuario de los
pensamientos, la Vía de las Meridianas, el Ángel con bigote, el Refugio de
las Vírgenes abandonadas... En los alrededores de Pennabilli son numerosas las localidades que conservan monumentos de un cierto interés.
En Molino di Bascio la torre es lo único que queda del
antiguo y majestuoso castillo que dominaba el Valle del Marecchia. A los
pies de la torre se encuentra “El Jardín petrificado”, otro ”lugar del alma”
compuesto por las “Alfombras de cerámica” dedicadas a otros personajes
históricos de San Leo o que han conocido las tierras de Montefeltro.
49
En alto
Panorma de las colinas
de Casteldelci.
Debajo, a la izquierda
Casteldelci, torre
del campanario.
Debajo, a la derecha
Molino di Bascio, torre
de base cuadrada del
siglo XIII (torre del
homenaje de un castillo
hoy desaparecido) a
los pies de la cual en
1992 surgió el Jardín
petrificado de Tonino
Guerra.
Otra torre sobrevive en Maciano: el castillo del cual formaba parte fue abatido en 1458 por Federico de Montefeltro, durante la eterna lucha con Sigismondo. Siempre en Maciano, se levanta la iglesia dedicada a Santa María della Palma y del Olivo, cuya puerta data del 1529.
En Ponte Messa merece una visita la Parroquia románica
levantada a finales del siglo XII por obra de maestros lombardos bajo comisión de la nobleza local.
Desde Pennabilli podemos seguir hasta Casteldelci, última
localidad de la provincia de Rímini, a confín con la Toscana. Es una aldea
de origen medieval que vió nacer a Uguccione della Faggiola, célebre caballero que hospedó a Dante Alighieri. De sus numerosas fortificaciones,
erigidas gracias a su posición estratégica, quedan en pie la Torre Campanaria (elevada en el Setecientos sobre los restos de una fortaleza), la
Torre de Gattara y la Torre del Monte.
50
51
CAPÍTULO IV
EL VALLE
DEL CONCA:
DESDE
GRADARA
A MONTEGRIDOLFO
En la segunda mitad del Trecientos, consolidada la señoría y
obtenido el cargo oficial de “vicarios” del Papa, los Malatesta modificaron
algunas fortalezas haciéndolas adecuadas para alojar a la corte que, por
riqueza y refinamiento, competía con las grandes cortes de la Italia central. Gradara sobre todo y Montefiore fueron además de fortalezas inexpugnables, suntuosas residencias provisionales, durante breves períodos,
especialmente en época de caza.
Gradara, un palacio para las vacaciones
Gradara es un gran castillo que unía a la función defensiva
la de suntuosa residencia. Se trataba, como Montefiore, de un bien alodial de los Malatesta, es decir, una auténtica propiedad derivada de una
compra, no de una concesión pontificia. Por su estructura defensiva, tiene
relación directa con Rímini y con todo el sistema de fortalezas, además
de las de Gabicce, Casteldimezzo y Fiorenzuola, sobre las colinas
del litoral, y la de Tavullia en el interior. Malatesta Guastafamiglia
en 1364 asignó por testamento Montefiore y Gradara respectivamente a
Malatesta Ungaro y a Pandolfo, sus hijos. Pandolfo fue amigo del
poeta Petrarca y padre del Malatesta de los sonetos que en 1429 murió justo en la fortaleza de Gradara. De él se conoce su interés por la
pintura, además de por la poesía (mandó un pintor a Petrarca para que le
hiciera secretamente un retrato). De Malatesta Ungaro se sabe que reclutó artistas en Florencia (entre ellos, el joven Lorenzo Ghiberti) para decorar su residencia de Pesaro. Probablemente las decoraciones de frescos
con héroes de la antigüedad y batallas antiguas, documentadas tanto en
el castillo de Gradara como en el palacio de Pesaro, se debían en gran
parte a Pandolfo y quizás no eran diferentes a aquellas mandadas realizar
en Montefiore por Ungaro.
En la fortaleza de Gradara existen todavía frescos del Cuatrocientos con héroes y batallas, pero éstos fueron realizados bajo comisión de los Sforza, que poseyeron el castillo desde 1463. Ya a la entrada
de la aldea se ven sobre la antigua puerta los escudos de Alessandro
Sforza (junto al de Guidobaldo II della Rovere y el de Vittoria
Farnese) mientras que sobre la puerta de la fortaleza en sí, triunfa una
bella inscripción de Giovanni Sforza que conmemora una importante
restauración del 1494. Seguramente ésta fue innecesaria: Sigismondo
Malatesta había ya reparado los daños provocados por el duro asedio
de Francesco Sforza, que en 1446 había probado inútilmente a arrebatárle el castillo para concedérselo a su hermano Alessandro, recién con53
En alto
Colinas del litoral
de Gabicce.
Debajo
Rímini, Museo
della Città, Paolo
y Francesca
sorprendidos por
Gianciotto, obra
de Clemente Alberi
(1828).
vertido en señor de Pesaro (1445) con la complicidad de Federico de
Montefeltro.
El conjunto, tanto la aldea totalmente rodeada de murallas
almenadas como la fortaleza, presenta un buen estado de conservación
y numerosas partes genuinas, a pesar de las numerosas restauraciones
sufridas (importantes aunque necesarias las realizadas en los años veinte
del siglo pasado). A la fortaleza se accede por un puente levadizo después de haber pasado por una serie de protecciones sucesivas. El patio
interno, cuadrangular, está decorado en tres lados por pórticos y galerías
(del primer Trescientos y tardo Cuatrocientos), con escudos de Pandolfo Malatesta y Giovanni Sforza. En una esquina, la torre del homenaje, un tiempo aislada, resalta desnuda y poderosa, demostrando ser la
parte más antigua de todo el complejo. Hacia la mitad del Setecientos,
bajo el pavimento, donde hoy está abierta una pintoresca sala de torturas,
se encontró el cuerpo de un guerrero completamente armado: quizás fue
condenado, trescientos años antes, a morir sofocado bajo un cúmulo de
tierra. La torre del homenaje se usó seguramente como prisión y como
tribunal: una inscripción al exterior de una pequeña ventana de la sala
inferior la describe como “antídoto de la deshonestidad”.
Desde el patio se accede directamente a la capilla, que acoge un bonito retablo de cerámica blanca y azul de Andrea della Robbia
que representa una Virgen con el Niño y cuatro Santos (en la grada, La
Anunciación entre San Francisco que recibe los estigmas y Santa María de
Egipto que recibe la comunión de un Ángel). A través de una escalera del
Quinientos, en el piso superior, se pueden visitar salas con un ecléctico
mobiliario de anticuario con decoraciones de apariencia medieval completamente falso, fechable en los inicios del Novecientos. Es también falsa
la llamada “habitación de Francesca”, que en los años veinte se compuso
con todos los ingredientes necesarios (cama y atril, cortinas y trampilla,
pasadizo secreto, balcón...) para ambientar y hacer verosímil la tragedia
de los dos cuñados que, si realmente ocurrió, fue en otra parte.
Fue Dante Alighieri, en el canto V° del Infierno, quien nos
habló del amor entre los dos cuñados, Paolo el bello y Francesca da
Polenta, y del trágico epílogo llevado a cabo por el marido traicionado,
Gianciotto (Giovanni “ciotto”, es decir, tullido). Gianciotto y Paolo
54
55
56
San Giovanni
in Marignano.
eran hermanos e hijos de aquel Malatesta que Dante había llamado
“Viejo Mastín”. El matrimonio entre Gianciotto y Francesca formaba parte de un plan bien organizado de parentelas entre los Polentani y los
Malatesta, con el objetivo de reforzar el dominio malatestiano en Romaña. La tragedia, si ocurrió verdaderamente, se situaría entre el 1283
y el 1284 en Rímini, en las casas malatestianas (el lugar de la traición y
del delito también es reclamado, además de por Gradara, por Pesaro y
Santarcangelo).
A parte de la intervención en la habitación de Francesca, expresión de un gusto tardo romántico decadente, más incline al folletín que
al respeto por los testimonios históricos, la estructura de la fortaleza es,
sustancialmente, auténtica, como auténticas y fascinantes lo son algunas
de las decoraciones renacentistas de sus frescos: las del camarín de Lucrecia Borgia (que durante algunos años fue esposa de Giovanni Sforza),
las de la sala de los amorcillos y la galería, en la que se conserva también
alguna pieza escultórea. El encanto de la construcción está en su complejidad, en la estratificación de sus partes, en la grandiosidad de su estructura, en la relación con la aldea fortificada y con el paisaje circunstante.
San Giovanni in Marignano, el granero de los Malatesta
Desde Gradara tomamos el camino que nos llevará a Cattolica, y desde aqui nos adentraremos hacia San Giovanni in Marignano, de fundación benedictina, con murallas y torres de acceso del
Trescientos y Cuatrocientos. El centro histórico, objeto de un plan de
recuperación, muestra una estructura urbana medieval. El territorio fue
saneado en el siglo XII y se convirtió en el “granero de los Malatesta”. Esta
característica se atestigua por la presencia de más de 300 fosas hipogeas
para el grano presentes en el centro histórico.
Dejando San Giovanni cogemos la vía hacia Morciano di
Romagna y desde aqui podemos elegir entre dos itinerarios: uno breve
y otro más largo que lleva más allá de los confines de Romaña. Para el
itinerario más breve tomamos la via que nos permite llegar a Saludecio,
Mondaino y Montegridolfo. Nos encontramos en localidades limítrofes de gran valor estratégico y atentamente fortificadas.
57
En alto
Saludecio, fortaleza
malatestiana.
Debajo
Mondaino, portales
semicirculares de la
Piazza Maggiore.
Saludecio y sus palacios
En Saludecio, que siempre ha girado en la órbita riminesa
y malatestiana pero que tuvo sus propios domicelli, es decir, señores (los
Ondidei, asesinados por una familia rival en 1344, quizás por instigación
de los Malatesta), quedan pocos restos de la antigua fortaleza, incorporados al Palazzo Comunale del Ochocientos, cuya ala externa está decorada por un escudo malatestiano del Trescientos. La aldea, que creció entre
Porta Montanara y Porta Marina (que datan de la época de Sigismondo),
está encerrada dentro de las murallas renacentistas y alberga preciados
palacios. No tiene relación con la época malatestiana pero merece una
visita la iglesia neoclásica de San Biagio que también es el santuario del
Beato Amato Ronconi, con el museo adyacente.
Los “secretos” de la fortaleza de Mondaino
A finales del siglo XIII Mondaino cayó bajo dominio de los
Malatesta, mientras que en 1462 fue conquistada por Federico de Montefeltro bajo orden de la Iglesia. Tanto las murallas como la puerta septentrional y la fortaleza (hoy Palazzo Comunale) sobre un zócalo a escarpa, forman un núcleo muy pintoresco, también por la inserción entre
las mismas de una escenográfica plaza del Ochocientos, semicircular y
porticada. Recientemente ha sido localizada y en parte excavada una larga y escarpada galería subterránea que desde la fortaleza llevaba al rio:
constituía quizás una via de fuga o un pasadizo secreto para enviar mensajeros. En la literatura pertinente a las fortificaciones se habla a menudo
de pasadizos secretos pero éste es, por ahora, el único documentado.
El primer piso del castillo alberga un Museo Paleontológico
con restos de la zona. En la segunda mitad de agosto, la época medieval
y renacentista reviven con el Palio del Daino.
Disputas de familia en Montegridolfo
Saludecio y Mondaino, como otras aldeas de la zona, en la
primera mitad del Trescientos fueron escenario de luchas internas de la
58
59
60
Puerta de acceso
fortificada a la
aldea medieval
de Montegridolfo.
familia malatestiana, entre los primos Ferrantino Novello, Galeotto
y Malatesta Guastafamiglia; el primero era hijo de Ferrantino y sobrino de Malatestino dall’occhio, los segundos eran hijos de Pandolfo I (que de Malatestino era hermano). Tales disputas se resolvieron
con la derrota de Ferrantino, que se había aliado con los Montefeltro y
que había constituido una especie de señoría personal sobre las colinas
romañolas hacia Urbino. Una aldea entera fue víctima de estas luchas:
Montegridolfo, que constituye un punto de llegada de este itinerario.
Fue completamente destruida en 1337 por Ferrantino y reconstruida cinco
años después por Galeotto y Malatesta según un plano urbanístico bien
preciso y todavía hoy sustancialmente intacto: sobre el relieve aplanado
y regulado por altos muros a escarpa, las modestas construcciones se
levantan alineadas con atención entre las vias paralelas. El acceso a la
aldea se realiza a través de una única puerta-torre con puente levadizo,
hoy modificada. En la parte opuesta del asentamiento se levantaba una
pequeña fortaleza de la cual quedan restos, parcialmente integrados a
un palacio (hoy transformado en hotel): quizás se trataba de aquella que
había sido generosamente donada en 1503 por César Borgia, llamado “el
Valentino”, a su queridísimo “verdugo”, don Micheletto. En el último decenio del siglo pasado, toda la aldea se restauró atentamente para valorizar
sus características turísticas.
Apenas fuera de la antigua zona habitada, se levanta la iglesa
de San Rocco, con frescos de los siglos XV y XVI, que representan a la
Virgen con el Niño y los santos Sebastiano y Rocco, junto a un retablo
del Seiscientos que repite el sujeto (de Guido Cagnacci). En el Valle del
Conca se encuentran otros frescos del último cuarto del Cuatrocientos de
notable valor: en Mondaino, una Virgen con el Niño en el trono entre ángeles músicos (actualmente en el Ayuntamiento, procedente del Convento
de las Clarisas); y una fragmentaria decoración con la representación del
Juicio Universal y del Paraíso en la iglesia del Ospedale de Santa Maria
della Misericordia en Montefiore.
61
CAPÍTULO V
EL VALLE
DEL CONCA:
DESDE
MONTEFIORE
A CARPEGNA
62
Para el itinerario más largo en el Valle del rio Conca, se siguen desde Morciano las indicaciones hacia Montescudo y Montecolombo. Sin embargo, llegados al cruce de Osteria Nuova, se aconseja
tomar el desvío hacia Montefiore Conca.
El palacio de Montefiore
Montefiore Conca es bien visible ya sea desde Rímini que
desde toda la llanura riminesa. Domina el valle medio del Conca y del
Ventena y forma parte de la cadena más sólida y coherente de todo el
sistema defensivo malatestiano. Para comprender la importancia estratégica basta comparar su fortaleza con las localizadas en el territorio de
San Leo, Tavoleto y Sassofeltrio. Quizás sea el más característico de
los castillos malatestianos por la forma prismática de la fortaleza, de aspecto anómalo, casi surreal, liso y tallado, compacto y cristalino. No nos
sorprendamos de que haya quedado impreso en la mente y quizás en los
cuadernos de viaje de Giovanni Bellini, que lo representó en el fondo
de al menos dos de sus cuadros. En los años recientes, la fortaleza ha
sido objeto de complejas obras de consolidación, mejoras sísmicas y restauración, que la han acondicionado para los visitantes: ahora se pueden
visitar los ambientes más antiguos, antes cerrados. Ya en el Doscientos, el
edificio era una notable mole y poseía una buena organización funcional,
con una torre y un palacio residencial adyacente, apenas separado. Ambos estaban protegidos por un recinto mural que encerraba al centro un
patio con cisterna, moldeado sobre la cima de la colina. Al siglo sucesivo
se remontan importantes ampliaciones junto a la muralla que rodea toda
la aldea, formando un gran recinto defensivo dentro del cual se incluye la
fortaleza. Sabemos de varias restauraciones y modificaciones debidas a
Sigismondo pero mucho antes Malatesta Ungaro, que tenía predilección
por este edificio, lo mandó decorar con un bellísimo escudo lapidario con
“casco” todavía existente y con pinturas en parte milagrosamente conservadas. En la gran “habitación del Emperador” (contigua a una “sala del
trono” y a una “sala del Papa”) existen algunos “retratos” de antiguos héroes y dos escenas fragmentarias de batalla, frescos de Jacopo Avanzi de
alrededor del 1370. Se trata de los únicos restos de decoraciones pictóricas pertenecientes a edificios privados malatestianos. Frescos y pinturas
están documentados en muchas otras residencias y castillos malatestianos: en Pesaro, en Montelevecchie, en San Costanzo di Fano, en Brescia,
en Rímini, en Gradara... pero no quedan rastros.
El visitante no puede evitar subir a la terraza más alta desde la
63
Montefiore Conca,
con su imponente
castillo, se levanta
sobre una de las
más altas colinas
del Valconca.
cual se goza de un panorama estupendo, que fluye desde el mar hasta Montefeltro. Los estudios arqueológicos de los últimos años han traído a la luz
una notable cantidad de restos, a menudo muy bien conservados: algunas
jarras esmaltadas entre las más antiguas de la Italia centro-septentrional,
cerámicas del Cuatrocientos y otras del Quinientos de producción de Pesaro y Faenza. Durante los años de máximo poder de los Malatesta, la fortaleza acogió numerosos huéspedes de importancia: Luis el Grande rey de
Hungría, Sigismondo rey de Bohemia, Papa Gregorio XII, Papa Julio II, etc.
Antes de salir del centro histórico de Montefiore, merece la
pena admirar las construcciones que forman un semicírculo a los pies de
la fortaleza, la iglesia parroquial con un bonito portal gótico y un Crucifijo
riminés del Trescientos. Encima de la puerta principal de la aldea, en el
Medievo dotada de puente levadizo, hay una placa lapidaria con los escudos del pontífice Pío II Piccolomini y del cardenal representante Niccolò
Forteguerri: en el 1464 (después de la derrota de Sigismondo Malatesta)
sustituyó un escudo malatestiano.
De vuelta en Osteria Nuova, seguimos hasta llegar a Montecolombo y posteriormente a Montescudo, dos aldeas bien provistas
a la izquierda del rio, que (junto con Gemmano) fueron semidestruidas
durante la última gran guerra.
El “tesoro” de Sigismondo en Montescudo
En Montescudo son dignas de admirar las grandes murallas de la fortaleza, con escarpas muy grandes e inclinadas, lo que hacía
prácticamente imposible cualquier asalto. Sobre el bastión meridional se ve
todavía una placa marmórea con una inscripción latina de frase solemne, esculpida con el habitual cuidado formal por la disposición y el carácter de las
letras. En ella Sigismondo afirma haber construido desde los cimientos la
gran fortaleza como “escudo” para la ciudad de Rímini en 1460. Montescudo,
dominando todo el valle medio del Conca y del torrente Marano, y afrontando directamente las fortificaciones enemigas de San Marino, constituía verdaderamente el elemento clave de todo el sistema defensivo malatestiano y
un auténtico escudo defensivo de la misma ciudad de Rímini, a la que estaba
unida por una vía divisoria de unos veinte kilómetros de longitud.
64
65
66
En alto
Montescudo,
castillo de Albereto.
Debajo
Montecolombo,
puerta de acceso
a la antigua aldea.
El 31 de marzo de 1954, durante la restauración de las murallas orientales de Montescudo, se encontraron veintidós medallas con
la efigie de Sigismondo. Se trata de algunas de aquellas, famosas y estupendas, fundidas en bronce por Matteo de’ Pasti en los años centrales
del Cuatrocientos. Se encontraron diversos ejemplares también en otros
lugares, siempre entre los muros de construcción malatestiana. Sabemos
que el señor de Rímini las hacía esconder en los muros para que el recuerdo de su nombre y su rostro pervivieran hasta la destrucción de sus
arquitecturas. Ciertamente tal “preocupación” no era comprendida por la
gente común, que fantaseó sobre tales depósitos y los interpretó como
tesoros: varias leyendas de tesoros escondidos en los muros de las fortalezas malatestianas florecieron todavía viviente Sigismondo.
A algunos kilómetros de distancia de Montescudo surge
el castillo de Albereto, de antiguo orígen y reforzado por Sigismondo
Malatesta. Recientes y cuidadosas restauraciones le han devuelto la categoría de una de las perlas arquitéctonicas del período malatestiano. Del
complejo destacan la típica “escarpa malatestiana”, las tres torres circulares y la torre del campanario. Desde la terraza se goza de un panorama
envidiable hasta la costa.
La aldea de Montecolombo
A recibirnos en la aldea de Montecolombo, que ha mantenido en el tiempo la estructura medieval, es la puerta de arco apuntado
sobre la cual sobresale un almenaje. La aldea entró a formar parte de los
dominios de los Malatesta en 1271. El asentamiento está rodeado de murallas y bastiones. En el cercano barrio de San Savino se pueden ver las
murallas restauradas de un pequeño castillo perteneciente a la época de
Sigismondo Malatesta.
Desde Montecolombo, siguiendo las indicaciones hacia Taverna y Santa Maria del Piano, se recorre la via que lleva al alto Valle
del Conca hasta llegar a Carpegna. La primera aldea que encontramos es
Mercatino Conca: en el barrio de Piandicastello se levantaba una fortaleza malatestiana destruida en 1462 por Federico de Montefeltro.
67
En alto
Monte Cerignone,
vista de la aldea.
Debajo
Fortaleza de
Sassocorvaro
construida por
Federico de
Montefeltro.
Monte Cerignone, una fortaleza del Cuatrocientos
Dejando Mercatino Conca, encontramos Monte Cerignone, donde, en la cima de un sólido costón de toba, despunta una fortaleza
que obviamente los Malatesta y los Montefeltro se disputaron. Monte Cerignone fue un importante centro desde tiempos del dominio malatestiano, cuando además de consolidar la Fortaleza, se ampliaron las murallas.
Con el pasaje a los Montefeltro después de la derrota de los
Malatesta (1464), la Fortaleza fue sometida a los “cuidados” de Francesco di Giorgio Martini. El edificio se presenta hoy como un cuerpo
compacto, por encima del antiguo castillo, recintado en todo el borde de
las murallas por dos rampas de acceso. A pesar de las transformaciones
efectuadas en los siglos XVII y XIX, la imagen del Cuatrocientos de la
construcción permanece inalterada.
Sassocorvaro, una fortaleza amiga del arte
Antes de llegar a Carpegna, es obligatorio visitar Sassocorvaro, donde merece una visita la célebre Fortaleza ubaldinesca, una
de las fortalezas más originales de Italia, que sobrevivió incluso a la intervención de Francesco di Giorgio Martini.
La fortaleza tiene una planta con forma de tortuga (animal
de coraza impenetrable) y se estudia en todos los libros de historia de la
arquitectura por sus numerosas innovaciones, que la hacen única. Entre
sus murallas se salvaron más de 10.000 obras de arte (entre ellas, La tempestad de Giorgione, la Ciudad ideal y muchas otras de famosos artistas,
como Rafael Sanzio, Piero della Francesca o Carlo Crivelli), escondidas
durante los años 1943-1944 por el superintendente de Bellas Artes de Pesaro y Urbino, Pasquale Rotondi, evitando así que fueran robadas por los
nazis y llevadas a Alemania.
Macerata Feltria, la aldea disputada
Desde Sassocorvaro, queriendo llegar a Carpegna, meta
final del itinerario, se va hacia Macerata Feltria para llegar posterior68
69
70
En alto
Macerata Feltria,
pequeña aldea a confín
entre las tierras de
los Malatesta y los
Montefeltro.
Debajo
Castillo de
Pietrarubbia, que
data del año 1000.
mente a Pietrarubbia. También Macerata Feltria fue una de las aldeas disputadas en la extenuante lucha entre Sigismondo Malatesta y
Federico III de Montefeltro.
Originariamente la aldea era fiel a los Malatesta pero en 1463
pasó definitivamente a ser dominio de los Montefeltro. De su pasado quedan el Palazzo del Podestà (siglo XII), la Torre Cívica, las puertas y las
murallas del centro histórico (Castello) del mismo siglo, la Iglesia de San
Francisco y la Iglesia de San Giuseppe del siglo XIV junto al Palazzo Evangelisti, actualmente llamado Mazzoli, del siglo XVI.
La intransitable Pietrarubbia
No podemos dejar la zona sin subir hasta el inasible nido
de águila que responde al nombre de Pietrarubbia. El primer señor de
esta peña, de piedra color rojizo y desde la cual se contempla un paisaje
impresionante, fue un exponente güelfo de los condes de Montecopiolo,
de los cuales se dice descienden los Montefeltro. También este castillo,
de evidente posición estratégica, se encontraba entre aquellos perennemente disputados entre las dos vecinas familias rivales.
Si hacia finales del siglo XIV Pietrarubbia era todavía una
avanzada malatestiana, bajo la señoría de Federico pasó definitivamente
a los Montefeltro, que la incluyeron en su sistema defensivo. De preciado
interés artístico son la Iglesia de San Silvestro (1000) con un altar marmóreo y un rosetón del escultor Arnaldo Pomodoro (nativo de Morciano
di Romagna pero ciudadano de honor de Pietrarubbia) y el restaurado
Palacio del Obispado del Quinientos, hoy transformado en una estructura
hotelera.
Carpegna, tierra de antigua nobleza
Dejada Pietrarubbia, sólo nos queda dirigirnos hacia Carpegna. La aldea se extiende a los pies del homónimo Monte Carpegna (1415
m.) y de los peñones del Sasso Simone y Simoncello (1204 y 1221 m.).
Tierra fronteriza entre la Toscana y el Montefeltro, sobre la
amplia explanada del Sasso Simone se levantaban, desde el alto medievo,
71
En alto
Coriano, castillo
malatestiano.
Debajo
Coriano, escudo de
los Sassatelli todavía
visible sobre el arco
de ingreso del castillo.
una abadía benedictina y, desde 1566, una poderosa fortaleza mandada
construir por Cosimo I de’Medici. En la aldea, nuestra atención se dirige
al imponente palacio de los principes Carpegna-Falconieri (una de las
más antiguas familias nobles italianas a cuyas raíces se remontan tanto los
Malatesta como los Montefeltro), y que todavía hoy abitan. Se edificó en
1675 por deseo del Cardenal Gaspare Carpegna bajo proyecto del arquitecto Giovanni Antonio de’ Rossi. Durante la segunda guerra mundial
fue utilizado (como la Fortaleza de Sassocorvaro) para la salvaguardia de
obras de arte procedentes de las principales ciudades italianas.
Es curioso saber que el Condado de Carpegna, feudo de
concesión imperial, fue independiente hasta 1819, cuando fue incautado
por el Estado Pontificio. En la iglesia dedicada a San Leo, construida
en 1203, se puede admirar la Virgen de la leche, una obra atribuida por
Pasquale Rotondi a Evangelista da Piandimeleto, primer maestro de
Rafael.
De vuelta a Rímini: Coriano y Castelleale
En el camino de vuelta a Rímini, a pocos kilómetros de la
Riviera, nos sumergimos entre las bellas colinas de Coriano: campos,
viñas y olivares se alternan sobre pendientes suaves, animadas por casas
de labranza, pequeñas iglesias, sauces y chopos plantados a orillas de
torrentes que marcan profundamente el terreno.
Antes de llegar a la ciudad procedentes de Croce di Montecolombo, una via secundaria se abre a la derecha del valle del rio
Mordano hasta el puente Scaricalasino, y emerge de nuevo escarpada
hasta la fracción de Castelleale: esta fue la granja fortificada del obispo
Leale Malatesta, que aqui murió en 1400. Mirando detalladamente el
pequeño conjunto, se pueden contemplar muros y arcos del Trescientos,
antiguas ventanas con estípites de piedra, restos de un cinturón mural y
de una torre con puerta de arco apuntado. En el lado que da al monte,
existen todavía consistentes restos de la puerta de paso, contigua a otra,
más pequeña, peatonal, ambas de elegantes formas ojivales.
Sobre la colina opuesta existe un asentamiento análogo al de
Castelleale, y quizás más antiguo, Agello, rodeado por murallas deca72
73
Panorama del
Alto Valconca.
dentes escondidas entre la vegetación y con una única entrada dominada
por una alta torre, derrumbada por la mitad en los años recientes.
En Coriano encontramos restos de un castillo con murallas
a escarpa y cortinas con ménsulas de sostén, junto a una puerta con huellas bien visibles de un antiguo puente levadizo, coronada por un escudo
en piedra de los Sassatelli de Imola (que tuvieron en feudo Coriano desde
1528 hasta 1580). El acceso interno al recinto fortificado, de forma poligonal, es más antiguo y está constituido por una arcaica torre de puerta
alta y recta, que conserva todavía hoy alguna almena. El castillo ha sido
en gran parte recientemente restaurado. En su interior se ha realizado un
Antiquarium que expone restos, objetos y fragmentos de cerámica, encontrados durante la restauración.
No lejos de aqui tenemos la posibilidad de visitar San Clemente, donde durante estos años se han llevado a cabo interesantes
trabajos de restauración y valorización del circuito del castillo y de su
foso. El cinturón mural de la aldea se conserva todavía en largas partes
así como dos torreones pentagonales. La torre de puerta conserva bien
visibles los desfondamientos de las vigas del puente levadizo y sobre las
cortinas murales limítrofes se entreven los almenajes de estilo gibelino
(n.t: almenas terminadas en cola de golondrina) que coronaban las murallas, hoy incorporadas a una elevación. La pequeña aldea marca su tiempo
en dos cuadrantes, uno antiguo de piedra (siglo XVIII) y otro reciente de
cerámica, obra del artista riminés Giò Urbinati, ambos situados en la cima
de la torre cívica.
74
75
INFORMACIÓN
76
RÍMINI
Castel Sismondo
piazza Malatesta
tel. 0541 351611 (Fondazione Carim)
www.fondcarim.it
[email protected]
www.fondcarim.it
Sede de exposiciones
y manifestaciones culturales
VALLE DEL MARECCHIA
San Leo
Fortaleza
via Battaglione Cacciatori
tel. 0541 916306 - 800 553800
www.san-leo.it
[email protected]
Sant’Agata Feltria
Aldea y ruinas del castillo de Petrella Guidi
[email protected]
www.petrellaguidi.it
Santarcangelo di Romagna
Fortaleza Malatestiana
via Rocca Malatestiana, 4
tel. 081 5751828
[email protected]
www.sigismondomalatesta.it
Torriana/Montebello
Fortaleza de los Guidi di Bagno
via Casale di Montebello
tel. 0541 675180 - 338 4893342
[email protected]
www.castellodimontebello.com
Verucchio
Fortaleza Malatestiana
via Rocca, 42
tel. 0541 670222 - 0541 670552
[email protected]
www.comunediverucchio.it
77
VALLE DEL CONCA
Coriano
Antiquarium del Castillo
via Malatesta
tel. 0541 656255
[email protected]
www.prolococoriano.it
Mondaino
Castillo
piazza Maggiore, 1
tel. 0541 981674
www.mondaino.com
Sede de las oficinas del ayuntamiento
Montefiore Conca
Fortaleza Malatestiana
via Roma, 2
tel. 0541 980179 - 0541 980035
www.comune.montefiore-conca.rn.it
[email protected]
Gradara
Fortaleza Malatestiana
piazza Alberta Porta Natale, 1
tel. 0541 964115
www.gradara.org
[email protected]
Monte Cerignone
Fortaleza “Feltresca”
tel. 0722 75350 (Musei Montefeltro)
[email protected]
www.museimontefeltro.it
Sassocorvaro
Fortaleza “Ubaldinesca”
tel. 0722 75350 (Musei Montefeltro)
www.museimontefeltro.it
[email protected]
Carpegna
Palacio de los principes
piazza Conti
tel. 0722 77326
www.carpegna.it
N.B.: antes de dirigirse
a los lugares indicados,
se aconseja llamar
para asegurarse de los
períodos de apertura,
horarios y precios
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Bruselas, 1.262 km
París, 1.226 km
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Centro histórico
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Praga, 1.089 km
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Estocolmo, 2.303
Roma, 325 km
Saludecio
Aldea
Coriano
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Granja fortificada de Agello
Fráncfort, 1.043 km
Viena, 887 km
Turín, 447 km
Londres, 1.684 km
Zúrich, 645 km
Venecia, 270 km
Pennabilli
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Torre di Maciano
Gradara
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