La firme fe de un minero - Mensajes del Amor de Dios
Transcripción
La firme fe de un minero - Mensajes del Amor de Dios
Número 928 La firme fe de un minero Lo que ocurrió recientemente en Chile nos hacía pensar en este folleto de “Mensajes” imprimido hace algunos años, pues lo estamos publicando otra vez para su bendición. M IRANDO las instalaciones en la boca de esta mina de carbón, vemos la torreta de los ascensores para el arrastre hasta la superficie del material, y para sus obreros. Esto nos recuerda de un hecho de la vida real ocurrido en unas minas de cobre. Un equipo de dos hombres preparaba los barrenos, y una vez todo listo, uno de ellos subía con el ascensor de una sola plaza. El otro quedaba esperando el regreso del ascensor vacío. Después él prendía fuego a la mecha, y tenía el tiempo justo de entrar en el ascensor, y tirar de la cuerda para ser izado, ya que justamente al llegar arriba se producía la explosión. ¡Una de las veces estando abajo los dos hombres, la mecha fue encendida sin saberse jamás cómo fue! Corrieron ambos al ascensor, y fue un momento terrible; la muerte se cernía sobre ambos. Uno de ellos era un verdadero cristiano. El sabía lo que era la muerte, y dijo a su compañero: “¡Rápido, sube tú! Dentro de unos momentos yo estaré en el cielo—, mientras lo hizo entrar y tiró de la cuerda. El ascensor fue subiendo, y apenas el hombre que iba puso su pie en la superficie, se oyó una gran explosión. Sabiendo lo ocurrido, varios compañeros bajaron a toda prisa dispuestos a recoger el cadáver del otro minero. Con gran sorpresa oyeron su voz que les decía: —¡Estoy aquí detrás! Quiten esta gran piedra con cuidado para que no me aplaste! Sucedió que la explosión arrancó una gran masa de roca, que por sus dimensiones, quedó 2 incrustada entre el techo y el suelo, y a modo de escudo resguardó al minero de los trozos de piedra como proyectiles de muerte, y de la onda expansiva de la explosión. —¿Por qué te quedaste abajo a merced de una muerte cierta—le preguntaron sus compañeros,—mientras cedías el ascensor a tu compañero? ¡Es de milagro que te salvaste! —No esperaba salir con vida, mas mi alma estaba salvada desde que creí en el Señor y Salvador Jesús, hace mucho tiempo. Podía morir en paz. En cambio él es sólo un joven inconverso y quise que tuviera oportunidad para reflexionar sobre su estado de alma, que se allegase a Dios y se salvara por la fe en Cristo Jesús, el amado Hijo de Dios. “El es el que llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, a fin de que nosotros, muertos a los pecados, vivamos a la justicia” (1a Pedro 2: 24). Ya ves, querido lector, cómo este cristiano no temió la muerte, y más que exaltar su fe—que bien lo merece—queremos hacer hincapié en la seguridad que da la sangre de Cristo. ¿Has pensado en la hora de afrontar la muerte? No pretendemos atemorizarte, sino recordarte la solemnidad de la cuestión. Ya Job se lo preguntaba: “El hombre muere...y expira, y 3 ¿qué es de él?” (Job 15: 10). La respuesta es: “que está establecido para los hombres que mueran...y después hay un juicio” (Hebreos 9: 26). Dios es el Juez. Sin Cristo es imposible salir absuelto, mas “por éste os es anunciada remisión de pecados” (Hechos 13: 38). ¡Ven a El, y te salvará! Toda Correspondencia debe dirigirse a la redacción: Mensajes del Amor de Dios, 35612 -11th Avenue S.W., Federal Way, WA 98023 EUA. Se manda un Evangelio del Apóstol Juan al que lo solicite, con límite de un solo ejemplar a cada solicitante. Favor de escribir su nombre y domicilio con letra de molde. Esta publicación se manda gratis al que la solicite.