Revista de Investigaciones de la Universidad Don Bosco Año 11
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Revista de Investigaciones de la Universidad Don Bosco Año 11
Revista de Investigaciones de la Universidad Don Bosco Año 11, Número 12, Abril 2011, ISSN 1814-6309 Editorial Una aproximación a la definición del indígena salvadoreño Jorge E. Lemus Una semblanza del sitio arqueológico Las Marías Camilo Ravey Fonseca El papel de la Universidad en la Sociedad de Ignorantes Vicente Manzano Arrondo Aprendizaje y evaluación con TIC: un estado del arte Nelson Martínez Recensión. Mitos en la lengua materna de los Pipiles de Izalco en El Salvador de Leonhard Schultze Jena Jorge E. Lemus Proyecto en Progreso. Instituto de Investigación en Energía [1] [3] [ 19 ] [ 29 ] [ 57 ] [ 69 ] [ 71 ] Editorial La Inteligencia Artificial (IA) ha sido por mucho tiempo tanto un tema de discusión e investigación científica como un tema recurrente en películas y publicaciones de ciencia ficción. En el imaginario popular, y gracias en gran medida a Hollywood, la IA es algo que ya existe. La IA se puede definir como un algoritmo computacional capaz de razonar sus acciones basado en la información de su base de datos y del entorno en el que se encuentra; es decir, capaz de tomar decisiones basadas en conocimiento previo que, hasta ahora, aparentemente solo los humanos podemos tomar. El pasado 14 de febrero, la ciencia ficción pareció convertirse en realidad cuando la International Business Machines (IBM) sorprendió al mundo al presentar su sistema informático de IA llamado Watson, en honor al primer presidente de IBM, Thomas J. Watson. IBM-Watson es un software de preguntas y respuestas llamado DeepQA capaz de procesar lenguaje natural, recuperar información, representar el conocimiento, razonar y aprender, según la descripción de IBM (ver http://www. research.ibm.com/deepqa/faq.shtml). La prueba de fuego del programa IBM-Watson fue participar como concursante en el popular programa de la televisión estadounidense de preguntas y respuestas Jeopardy!, en el cual se le hace a los concursantes una serie de preguntas sobre diversas áreas temáticas las cuales deben responder en el menor tiempo posible. En el concurso, IBM-Watson recibía las preguntas en forma de texto electrónico mientras el animador las leía a los demás concursantes. Es decir, la Watson no realiza decodificación de voz, la cual, aunque se ha avanzado bastante, aún tiene muchas imperfecciones. La Watson no estaba conectada al Internet pero se le había instalado una gigantesca base de datos, que incluía enciclopedias, diccionarios, obras literarias, artículos y otras fuentes de información las cuales constituían la memoria de Watson. En total, se le instalaron más de 200 millones de páginas con información, equivalentes a 15 terabytes. Todo esto fue instalado en la RAM y no en el disco duro, para acelerar la búsqueda de información. Watson está formada por un cluster de computadoras: 90 servidores IBM Power 750 interconectados a una red y nodos controladores de clusters en diez bastidores, haciendo un total de 2880 procesadores POWER7 y 16 terabytes de RAM. Es una verdadera súper computadora y solo el costo de su hardware supera los 3 millones de dólares. Pero lo novedoso de Watson no es su habilidad de buscar información, lo cual hace a una velocidad increíble -500 gigabytes por segundo, equivalente a un millón de libros por segundo -sino su capacidad de ejecutar diferentes algoritmos de interpretación del lenguaje para entender la pregunta y generar la mejor respuesta. Todo esto, Watson lo hace en menos de tres segundos. A diferencia de otros programas, como el buscador Google, que son capaces de generar miles y hasta millones de páginas de información sobre un tema pero no son capaces de seleccionar la mejor respuesta a una pregunta, tarea que siempre recae sobre el humano. Los oponentes de la IBM-Watson en Jeopardy! eran Brad Rutter, el mayor campeón de todos los tiempos del concurso, y Ken Jennings, quien posee el récord de mayor duración en el mismo. El concurso se realizó en dos encuentros, en los cuales Watson demostró su superioridad, ganando finalmente el premio mayor de 1 millón de dólares, los cuales fueron donados por IBM a programas de caridad. Los errores de Watson en la comprensión de las preguntas eran recurrentes cuando había pocas claves o ambigüedad en las frases. En una de las preguntas que falló Watson, por ejemplo, le preguntaron el nombre de la ciudad cuyo aeropuerto lleva el nombre de un héroe de la II Guerra Mundial. La respuesta de Watson fue ¿Es Toronto? El animador no mencionó en la pregunta el país en el que se encontraba el aeropuerto, por lo que Watson no pudo seleccionar la respuesta correcta (que era Chicago). Watson podría convertirse en la primera computadora con verdadera inteligencia artificial, lo que los futurólogos han venido diciendo desde hace un tiempo: el futuro muestra a las computadoras tomando decisiones por los humanos y para los humanos, volviéndose ellas más poderosas y nosotros cada vez más dependientes. Este futuro no está en el futuro cercano. La máxima expresión de nuestra inteligencia humana es el lenguaje, a través del cual logramos interpretar en forma Editorial 1 12 abstracta la realidad, lo que nos permite el desarrollo de todas nuestras habilidades cognoscitivas. Watson ha demostrado tener la capacidad de interpretar el lenguaje natural escrito en su mayor parte. Aún falla en las sutilezas de la lengua que pueden darle a una frase un significado diferente. Si a esto añadimos, toda la información que lleva la entonación, las pausas, los énfasis en el lenguaje hablado que permiten el sarcasmo y la sátira, las insinuaciones, los regaños, igual que la creación de poesía y otras expresiones literarias que se hacen utilizando el lenguaje, nos damos cuenta de que aún estamos lejos de la verdadera IA. Además de toda esta información, falta agregarle a la IA la interpretación del lenguaje no hablado: la proxémica, la kinésica y la cronémica, por ejemplo. La interpretación y la generación artificial del lenguaje humano (oral y escrito) han sido motivo interés de las mayores productoras de software en el mundo. Su avance ha sido significativo pero aún no existe ningún algoritmo computacional capaz de comprender sin problemas el lenguaje hablado y de generar lenguaje hablado‑ en lenguaje escrito se ha hecho mayor avance. Ni IBM-Watson con su poderoso hardware y software tiene la habilidad de comprender el lenguaje oral, y aún tiene problemas en la decodificación del lenguaje escrito, por lo variado de las claves lingüísticas y no lingüísticas que utilizamos los humanos. La verdadera IA del futuro tendrá dominio completo del lenguaje natural y, por lo tanto, igual que los humanos, podrá desarrollar otras habilidades cognoscitivas que la lleven a tener conciencia de su existencia, otra característica exclusiva de los seres humanos. La creación de una máquina con todos estas habilidades sería la creación de una mente artificial. Pero, entonces, ¿No habremos creado vida artificial? ¿No se convertirían en realidad las visiones futurísticas de máquina contra hombre? Creo que la IBM-Watson nos debe hacer reflexionar sobre el futuro de la tecnología y el futuro de la humanidad. ¿Hasta dónde es éticamente posible llegar en la creación de IA? ¿Haber desarrollado la tecnología y tener el conocimiento para hacer algo significa que debemos hacerlo? ¿Debemos crear vida inteligente artificial? Estas mismas preguntas son válidas para la genética, otra área de la ciencia que ha avanzado a pasos agigantados en los últimos años y que plantea serios cuestionamientos éticos a su aplicación, dadas las posibilidades reales de manipulación genética existentes en la actualidad. No hay duda, sin embargo, que quien domine estas áreas de la ciencia también dominará el mundo, lo que justifica para muchos gobiernos inversiones multimillonarias en la investigación y desarrollo tecnológico. Hasta ahora, países como el nuestro son solo espectadores de los maravillosos avances científicos y tecnológicos del primer mundo, pero, inevitablemente en el futuro nos veremos afectados directamente por todos estos avances por lo que deberíamos de incluir en la agenda nacional la discusión de estos temas para tomar mejores decisiones en el presente y el futuro. 2 Editorial 12 Jorge E. Lemus* Una aproximación a la definición del indígena salvadoreño** Resumen En este artículo el autor propone ocho criterios para caracterizar a los indígenas salvadoreños. La propuesta surge de la necesidad de contar con un marco referencial que ayude a definir a los indígenas en El Salvador. Esto se debe a que este grupo étnico ha perdido casi totalmente las manifestaciones tangibles de su cultura, tales como lengua, vestuario, religión y costumbres, volviéndose casi imposible reconocer a un indígena de un campesino o de un salvadoreño promedio. En el artículo se parte de definiciones universales de los grupos étnicos, de propuestas nacionales que tratan de definir a los pipiles y de la observación del autor durante su trabajo de campo para identificar los patrones culturales compartidos por la comunidad y las características socio-económicas de este grupo social que lo vuelven diferente a los demás. Es decir, el artículo busca responder la pregunta, ¿Qué identifica a los indígenas salvadoreños como tales? Palabras clave: pipil, lenca, cacaopera, identidad cultural, grupo étnico, mayanización, perfil indígena Abstract In this article the author proposes eight criteria to define the Salvadorean indigenous peoples. The proposal arises from the need to count with a referential framework to help define the indigenous peoples in El Salvador. This is due to the fact that this ethnic group has almost entirely lost the tangible manifestations of its culture, such as language, clothing, religion and customs, being almost impossible to tell apart an indigenous person from a peasant or an average Salvadorean. This article discusses the validity of universal definitions of ethnic groups and other proposals made by different authors to specifically define the Salvadorean Indians. Then based on the author’s own observations during his fieldwork, different cultural patterns and socioeconomic characteristics of this group are identified, pinpointing those that make this ethnic group different from the others. That is, the article pursues to answer the question, What identifies the Salvadorean Indians as such? Keywords: Pipil, Lenca, Cacaopera, cultural identity, ethnic group. Mayanization, indigenous profile I. Introducción Difícil tarea la de definir a un pueblo que ha sido invisibilizado por muchos años y cuya existencia ha sido negada o considerada un problema por las autoridades y por la sociedad en general. Ya lo decía Ralph Ellison en su novela Invisible Man (1952) refiriéndose a los negros en los EE.UU., la sociedad sabe que están allí, pero prefiere no mirarlos. Son invisibles porque no existen como personas, por lo que sus problemas no son los problemas de la sociedad. Igualmente, los indígenas salvadoreños han sido borrados de la memoria de los salvadoreños de tal suerte que muchos cogen con gran sorpresa la noticia de que en El Salvador hay indígenas y que aún se habla una de las lenguas ancestrales, * Departamento de Investigación, UDB. E-mail: [email protected] ** Esta es una versión revisada del articulo “Definiendo al Indigena Salvadoreño” publicado en Identità delle comunità Indigene del Centro Amèrica, Messico Caraibi. Universidad de Trieste, Italia 2010. 12 3 el náhuat o pipil. Los indígenas salvadoreños han sido sistemáticamente destruidos como pueblo y absorbidos por la cultura dominante. Lo indígena es visto como algo folclórico, de potencial interés para turistas, pero no como algo propio. Los “indios” son solo parte de la historia que superficialmente se estudia en la escuela; sus aspiraciones, sus problemas y, en general, su condición humana, no son del interés de la sociedad en general y del estado en particular. Esta concepción está tan arraigada en el imaginario colectivo de los salvadoreños que los mismos indígenas niegan su identidad y quieren ser parte de la sociedad dominante, la ladina. En este artículo propongo algunos criterios básicos que pueden ayudar a definir e identificar de mejor manera al indígena salvadoreño, sin pretender que estos criterios sean exhaustivos. Primero, establezco la existencia de indígenas en El Salvador, en un intento de visibilizarlos y, así, refutar la tesis que sostiene que no hay indígenas en el país. Luego, discuto la aplicación a los indígenas salvadoreños de algunos criterios universales propuestos en la literatura para definir a los grupos étnicos. A continuación, reviso algunas propuestas hechas para caracterizar al indígena salvadoreño, señalando la validez o no de las mismas. Finalmente, propongo ocho características para definir a los indígenas salvadoreños. Persistencia indígena Una de las preguntas que recibo con mayor frecuencia cuando hablo en público sobre la problemática indígena del país es ¿Qué todavía hay indios en El Salvador? y, al contestarles afirmativamente, la siguiente pregunta es ¿Y dónde están? Nadie puede dar cuenta de la existencia de algún grupo indígena en el país, y se sorprenden al decirles que existen al menos tres grupos étnicos distintos. Pero, ¿cómo sabemos que aún hay indígenas en el país? Hay al menos tres fuentes principales que corroboran la existencia de indígenas en el país. La primera, son las fuentes oficiales. El Censo Poblacional 2007 (Dygestic 2008) encontró que el 0.02% de la población se definía como indígena, perteneciente a tres grupos étnicos: pipiles, lencas y cacaoperas1. También, el Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (CONCULTURA 2003) establece la existencia de los tres grupos étnicos mencionados arriba y explora algunas de las características socio-culturales comunes a estos grupos étnicos con el fin de diferenciarlos del resto de la población. Figura 1 Zonas de El Salvador con influencia cultural de los diferentes grupos indígenas del país. Ilustración del autor. 4 Una Aproximación a la definición del indígena salvadoreño 1. El mismo censo también señala la existencia de una comunidad negra en El Salvador. Esto es insólito ya que nadie jamás los ha identificado ni puede ubicarlos geográficamente. Este error evidencia algunas de las fallas en el diseño del censo. En el mapa anterior se pueden observar las zonas del país en las que hay influencia cultural indígena que se ha mantenido hasta la fecha. En general las personas de todas estas zonas no se identifican con algún grupo indígena en particular, aunque practican algunas de las tradiciones culturales en sus localidades. El occidente y el centro del país son los que muestran la mayor concentración de comunidades con rasgos culturales indígenas. Esta es la zona pipil histórica y la única que ha mantenido pequeños grupos de ancianos que hablan pipil o náhuat2 (ver Lemus 2008). El resto de pueblos indígenas señalados en el mapa están ubicados en el oriente del país, siendo los cacaoperas o kakawiras los más pequeños3, concentrados en la zona central del departamento de Morazán en el oriente del país. La zona norte del país, como lo muestra el mapa, aunque no cuenta con comunidades con clara influencia indígena de alguno de los tres grupos indígenas del país, sí tiene influencia indígena. Históricamente, en la zona de Chalatenango y el norte de Santa Ana hubo asentamientos chortis, quienes ya a finales del S XIX habían sido absorbidos por la cultura ladina-pipil dominante4. En la actualidad, existen comunidades chortis en zonas de Honduras y Guatemala. A continuación resumo la información general sobre las tres etnias aún existentes en el país: Lencas:Poblaron el oriente del país (Usulután, San Miguel, Morazán y la Unión) y tenían como frontera natural el Río Lempa que los separaba de los pueblos pipiles. Los lencas salvadoreños, también conocidos como potones y chilangas, se separaron de los lencas hondureños mucho antes de la conquista española. Tanto en Honduras como en El Salvador, los lencas dejaron de hablar su idioma a mediados del siglo pasado. No está clara la afiliación lingüística de esta lengua; para algunos es una lengua sin clasificar (Campbell 1976) y para otros es una lengua chibcha (Constenla 1981). Aunque, Constela (2002) sostiene, basándose un análisis comparativo de cognados que el lenca está emparentado con las lenguas misumalpas. Por ejemplo, muchas palabras de uso cotidiano muestran relación fonética5 (cf.., “abuela” titi (cacaopera), titin (sumo), teteh (lenca salvadoreño), texta (lenca hondureño), “agua” was (Matagalpa), was (sumo), was (ulúa), was (lenca salvadoreño), was (lenca hondureño), y “maíz” ajma (Matagalpa), ajma (cacaopera), ama (sumo), am (ulúa), ima (lenca salvadoreño), ama (lenca hondureño)). En la zona oriental de El Salvador se encuentran varios topónimos que muestran la influencia lenca en la región. Ejemplos de estos topónimos son Gotera “Cerro Alto”, Guatajiagua “Lugar con cultivos de tabaco” y Perquín, “Camino de brasas o camino de carbones encendidos”. La artesanía que identifica a esta zona es el barro negro. En la actualidad, la cultura lenca ha sido absorbida por la cultura ladina (i.e., mestiza) dominante, por lo que muy pocas personas se identifican como lencas, potones o chilangas. Algunas asociaciones indígenas sí Ilustración 1 Mujer de origen lenca en el proceso de reivindican la cultura lenca (ver Tabla 2 más adelante). elaborar artesanía de barro negro. (Fotografía cortesía del Departamento de Arte y Cultura de la UDB) 2. Los hablantes de náhuat, según estimaciones propias, no sobrepasan los 200. El censo poblacional 2007 (Dygestic 2008) únicamente identifica a 97 hablantes. 3. Esta distribución geográfica contrasta con los datos poblacionales arrojados por el Censo 2007 que determina que el 31.3% de la población indígena del país es cacaopera, mientras que los pipiles equivalen únicamente al 26.6%. Esta simple observación pone en duda una vez más la validez del censo poblacional. 4. También había poblaciones pocomames en la zona de Chalchuapa en el departamento de Santa Ana; de ellas no queda ningún rastro cultural en la zona ya que fueron absorbidas por la cultura ladina-pipil. 5. Ver Constela 2002 para una lista completa de cognados lencas con las lenguas misumalpas. 12 5 Cacaoperas: Este es un grupo indígena pequeño que ha logrado sobrevivir hasta la actualidad. Habitan en las mismas zonas del departamento de Morazán y el norte de La Unión que habitaban antaño y, aunque su lengua ya está extinta, mantienen algunas tradiciones locales, como el famoso baile de los emplumados, que representa a la serpiente emplumada Xochiquetzal. El cacaopera, también conocido como ulúa, es una lengua misumalpa, emparentada con el miskito y el sumo o mayangna de Nicaragua. Se les conoce en Nicaragua como matagalpas. Se establecieron en Lislique (La Unión) y Cacaopera (Morazán) en El Salvador, probablemente dejados atrás en las migraciones hacia Nicaragua (quizás huyendo de la represión de pueblos más fuertes como los pipiles, los lencas y los mayas). El topónimo Cacaopera se deriva de la palabra náhuat /ka’kawat/ “cacao” y el locativo lenca /’pera/ “cerro”, por lo que se puede traducir como “Cerro de Cacao”. El autoglotónimo que utilizan actualmente los pocos cacaoperas que quedan es kakawiras, manteniendo la raíz náhuat y añadiendo la terminación –ira de posible origen cacaopera que traducen como “tierra de cultivo de cacao”. Se hacen esfuerzos locales por mantener viva la identidad indígena, incluyendo la recopilación de algunos vocablos de esta lengua (ver Amaya 1985). Ilustración 2 Ancianos kakawiras bailando la danza de los emplumados. Los tocados que utilizan los danzantes están hechos de plumas de guaras (guacamayas). (Fotografía tomada de http://farm1.static.flickr.com/40/86626314_bf3614dc46_z.jpg) Pipiles: El pueblo pipil es un grupo indígena descendiente de emigrantes nahuas que llegaron a Centroamérica en diversas olas migratorias entre los años 800 y 1300 d.C., aproximadamente (ver Fowler 1989, Lemus 2004). En El Salvador, estos grupos poblaron el occidente y el centro del país, en donde desarrollaron una cultura propia y se convirtieron en la cultura dominante de la región. Su idioma, el pipil o náhuat, es la única lengua indígena que aún se habla en El Salvador. Es parte de la familia lingüística Uto-Azteca y se distingue de las variantes náhuatl mexicanas principalmente por el fonema dental africado lateral sordo /tl/, el cual en pipil no muestra la lateralidad, por lo que es una simple dental sorda oclusiva, /t/. Los pipiles poblaron la mayor parte del territorio salvadoreño hasta el río Lempa en el oriente del país, pero mantenían influencia sobre los otros pueblos indígenas (lencas, cacaoperas, chortis, pocomamen, xincas, etc.) por lo que su influencia lingüística y cultural se encuentra prácticamente en todo el territorio nacional, incluso en las zonas que estaban pobladas pueblos de diferente origen étnico. En el resto de Centro América hubo asentamientos pipiles en la zona pacífica de Guatemala y Nicaragua (los pipil-nicarao). Actualmente, descendientes pipiles se encuentran esparcidos en el occidente del país, especialmente en el departamento de Sonsonate, en donde todavía se encuentran hablantes de náhuat/pipil6 y en Ahuachapán. En San Salvador, aún hay presencia indígena visible en el municipio de Panchimalco, en donde algunas de las mujeres pipiles del pueblo, conocidas como “panchas”, aún portan el refajo. 6 Una Aproximación a la definición del indígena salvadoreño 6. Por ser el pipil el pueblo con mayor presencia indígena histórica en el país y el único que aún cuenta con comunidades con alta presencia indígena, en el resto de este artículo me referiré especialmente a ellos como representantes de los pueblos indígenas de El Salvador; en menor grado, haré referencia específica a lencas y cacaoperas. La decadencia de los pueblos indígenas y sus lenguas es un proceso histórico que comenzó con la Conquista española y que los ha llevado a punto de extinción. Los indígenas actuales son un grupo étnico de difícil definición, ya que el mestizaje y el sincretismo cultural los ha vuelto un grupo que pasa desapercibido, que se confunde a simple vista con el salvadoreño promedio, y más aún con los campesinos. Las características externas encontradas en otras etnias, tales como la vestimenta y la lengua dejaron ya hace mucho tiempo de ser rasgos distintivos de los indígenas salvadoreños por diversas razones históricas. Es por este motivo que los indígenas han sido invisibilizados por la sociedad salvadoreña en general; por lo que para muchos, los grupos indígenas y sus lenguas vernáculas ya no existen en el país. Sin embargo, como lo muestra el mapa en la Figura 1, aún existen regiones en el país con presencia e influencia indígena. No contamos con comunidades enteramente indígenas ni con grupos monolingües que no hablen español. Todos los hablantes de náhuat que existen en el país son bilingües (español-pipil) y no utilizan la lengua indígena de manera cotidiana. Ilustración 3 Indígena pipil de Panchimalco, conocidas como “panchas”. Fotografía de Patricia Reyes. Tabla 1 Resumen de las Etnias Salvadoreñas Grupo étnico Heteroglotónimo Autoglotónimo Familia Población7 Ubicación geográfica # de hablantes lenca lenca lenca, potón, chilanga Clasificación indefinida. Se propone que pertenece a la familia Chibcha. 1,735 Departamentos de Usulután, San Miguel, Morazán y La Unión. Su centro ceremonial precolombino más conocido es Quelepa, al noroeste de la ciudad de San Miguel. En Honduras, la comunidad lenca es más grande y está mejor identificada pero, igual que en El Salvador, ha perdido su lengua. Sin hablantes Lengua extinta cacaopera cacaopera, ulúa, matagalpa kakawira Misumalpa 3,596 Departamento de Morazán y norte del Depto. de La Unión. Sin hablantes Lengua extinta pipil pipil/náhuat, también a las tribus pipiles que se encontraban en los departamentos de San Vicente y La Paz se les conoce como los “nonualcos” nahuat Uto-Azteca 3,056 Pequeños grupos esparcidos en el occidente y centro del país, especialmente en el departamento de Sonsonate, y grupos aislados en los departamentos de Ahuachapán, Santa Ana, La Libertad, San Salvador, Cuscatlán, San Vicente y La Paz. Aproximadamente 200 ancianos Lengua en severo peligro de extinción 7. Según el Censo Poblacional 2007 publicado por el gobierno de El Salvador (Dygestic 2008). Estos números han sido duramente criticados por académicos y asociaciones indígenas ya que según cálculos propios las poblaciones indígenas son mayores. 12 7 La segunda evidencia de la existencia de grupos indígenas en El Salvador proviene de las organizaciones indígenas existentes en el país. Existen más de 30 ONG’s indígenas activas en el país (ver muestra en Tabla 2). Éstas están formadas por grupos indígenas y culturales que buscan reivindicar la causa indígena. Algunos de los miembros de estas asociaciones se identifican como indígenas, aunque su ascendencia no está claramente definida. Son personas que se han identificado con la causa indígena. Podríamos llamarlos “neo-indígenas”, aunque su cultura es enteramente ladina, y las diferentes etnias no reconocen como indígenas a muchos de los miembros de estas asociaciones. Sin embargo, la mera existencia de estas asociaciones indica la persistencia de los grupos indígenas en el país y que éstos son reconocidos y sus reivindicaciones compartidas por una parte de la sociedad. Tabla 2 Asociaciones Indígenas de El Salvador8 1. Alcaldía del Común de Izalco 2. Asociación Coordinadora de Comunidades Indígenas de El Salvador, ACCIES 3. Asociación Cultural Indígena de Cuscatlán. ACIC 4. Asociación de Comunidades Lenca de Guatajiagua, ACOLGUA 5. Asociación de Desarrollo Comunal Indígena Náhuat, ADESCOIN 6. Asociación de Pueblos Indígenas Mayas de Cuscatlán, APIMAYCO 7. Asociación de Rescate Cultural, ARCO 8. Asociación de Trabajadores Agrícolas Indígenas Salvadoreños, ADTAIS 9. Asociación Nacional de Indígenas Salvadoreños, ANIS 10. Asociación Nacional Indígena de El Salvador. ASNAIS 11. Asociación Nacional Indígena Tierra Sagrada, ANITISA 12. Asociación para el Rescate de la Cultura Ancestral, ARCAS 13. Comunidad Indígena de Cacaopera 14. Comunidad Lenca de Chilanga 15. Comunidad Lenca de Guatajiagua 16. Comunidad Lenca de San Simón 17. Consejo Coordinador Nacional Indígena Salvadoreño, CCNIS 18. Consejo de Ajquijab Maya de Occidente 19. Consejo Nacional Indio Salvadoreño, CONAIS 20. Consejo Ukarsukulwa Warrima Kakawira 21. Instituto para el Rescate Ancestral Indígena Salvadoreño, RAIS 22. Los Pasos del Jaguar 23. Movimiento Autóctono Indígena Salvadoreño, MAIS 24. Movimiento Indígena de la Mujer (SIHUAT) 25. Movimiento Indígena Nonualquense, MIN 26. Nuevo ANIS (Consejo de Ajquijab) La pregunta a formularse frente a este gran número de asociaciones indígenas es la diferencia entre identidad indígena y autenticidad indígena. Como se discute más adelante en este artículo, la definición del indígena salvadoreño es muy difícil precisamente porque determinar lo auténtico o genuino de la cultura indígena se ha vuelo casi imposible en el país por el grado casi total de transculturización que han sufrido los pueblos indígenas. Sin embargo, aún hay algunos rasgos que se pueden tomar como identificadores de los indígenas salvadoreños (ver siguiente sección). Obviamente, debido a esta falta de claridad sobre la autenticidad indígena es que diversos grupos han adoptado prácticas identitarias que ellos consideran propias de los indígenas, aun cuando los indígenas no las practican. La tercera evidencia son los indígenas mismos que mantienen sus costumbres y viven en comunidades rurales, practicando, la mayoría, la misma agricultura de subsistencia y la orfebrería que han practicado por cientos de años. Muy pocos mantienen su lengua ancestral, pero muchos más mantienen su identidad. Su persistencia como grupo étnico, a pesar de la barbarie de la colonia y la conquista, la persecución, represión y discriminación de que han sido objeto a través de la historia, es admirable. 8 Una Aproximación a la definición del indígena salvadoreño 8. Debo aclarar que desconozco si todas estas organizaciones se encuentran activas actualmente. Los indígenas salvadoreños aún existen, aunque su presencia siga siendo invisibilizada. ¿Qué es un grupo étnico? Para comenzar la discusión sobre la definición de los grupos indígenas de El Salvador, es necesario establecer un marco teórico que nos ayude a definir con la mayor exactitud posible a un grupo étnico. Diversos antropólogos (Barth 1969, Smith 1986) han establecido criterios para la definición de un grupo étnico. En general, un grupo étnico se puede definir como un grupo de personas que se identifican a sí mismas como individuos que comparten rasgos culturales, lingüísticos, religiosos, conductuales y biológicos, de tal manera que forman un grupo distinto a otros. Barth (1969:10-11) sostiene que un grupo étnico9: • en gran medida, se autoperpetúa biológicamente • comparte valores culturales fundamentales, desarrollados con unidad manifiesta en formas culturales • integra un campo de comunicación e interacción • sus miembros se identifican a sí mismos y son identificados por otros como constituyentes de una categoría distinguible de otras categorías del mismo orden. Estas características genéricas pueden utilizarse para definir a los indígenas salvadoreños con cierta exactitud, aunque dejan fuera algunas características propias de ellos. Las uniones interétnicas han sido comunes en el país desde la colonia. El mestizaje en El Salvador es prácticamente total, por lo que es casi imposible diferenciar a un indígena de un ladino. En las comunidades en las que aún existen asentamientos significativos de indígenas, como Santo Domingo de Guzmán, las uniones interétnicas son comunes. En el resto del país, ese no es tan siquiera un tema de discusión. Por lo tanto, la perpetuación biológica de los indígenas salvadoreños no se puede tomar en la actualidad como un indicador de pertenencia al grupo étnico. Un paseo por el centro de San Salvador, o de cualquier ciudad o pueblo del interior del país, revela la imposibilidad de identificar a los indígenas de los no indígenas. Este hecho hace que la característica 1 de Barth no aplique a los pipiles. Como grupo, los indígenas salvadoreños mantienen valores culturales propios tales como su vínculo con la tierra, la división de tareas en la familia, la religiosidad y la solidaridad de grupo. Las mujeres indígenas trabajan las artesanías, especialmente la orfebrería, cuidan de sus hijos y maridos. Los hombres trabajan el campo. La mayoría de indígenas pertenecen a una cofradía y son devotos católicos; aunque hay un grupo cada vez más numeroso de indígenas que se congregan en iglesias evangélicas, las cuales se han multiplicado casi exponencialmente en todo el país. Por ejemplo, según Lara (2006:67), la población católica de Santo Domingo de Guzmán, municipio del departamento de Sonsonate, es ahora sólo el 43.1% , mientras que los evangélicos representan el 46.55% de los habitantes del pueblo, y un 10.35% declara que no pertenece a ninguna denominación religiosa. Este dato es interesante porque en la década de 1980, sólo existían 2 iglesias evangélicas en el pueblo, mientras que ahora existen al menos 1810. Sin embargo, aún se puede afirmar que los indígenas manifiestan su espiritualidad participando activamente en una iglesia cristiana (sin importar la denominación), pero que las cofradías siguen siendo una institución mayormente indígena en las comunidades que aún tienen presencia indígena. Son muy pocos los indígenas que practican religiones precolombinas. Los que lo hacen, practican religiones de origen maya y no pipil o azteca11, las cuales se han perdido totalmente y no hay registros ni tradición que describa los rituales propios pipiles. Sin importar las preferencias religiosas, se puede afirmar que los pipiles aún mantienen valores culturales comunes, como lo dicta la característica 2 de Barth. Los ancianos pipiles aun mantienen un campo reducido de comunicación e interacción, a diferencia de los jóvenes y adultos, segunda y tercera generación, que han creado o se han incorporado a otras redes sociales fuera de la comunidad indígena. Es decir, no se puede definir un campo de comunicación e interacción exclusivo de los indígenas en las comunidades. Algunas organizaciones indígenas, la Secretaria de Cultura de la Presidencia, universidades y otras instituciones realizan actividades culturales que involucran a los indígenas pero no son espacios naturales de interacción 9. Traducción libre del autor. 10. Datos propios del autor. 11. Ver discusión más adelante sobre la mayanización de los indígenas salvadoreños. 12 9 y comunicación en las comunidades. Por lo tanto, tampoco se pude utilizar el criterio 3 de Barth para clasificarlos. La característica 4 de Barth implica que no basta con autodefinirse como miembro de un grupo étnico; es necesario que los mismos miembros del grupo y miembros de otros grupos, identifiquen a la persona como perteneciente a la etnia. Este es el caso de los neoindígenas salvadoreños aglutinados en las numerosas ONG’s indígenas mencionadas anteriormente. Estas personas pertenecen a asociaciones autodenominadas indígenas, visten atuendos tradicionalmente relacionados con los indígenas, pero no todos son vistos como tales por los grupos indígenas ni por otros grupos sociales12. Genaro Ramírez13, pipil de Santo Domingo de Guzmán, dice, al referirse a algunas personas de estas asociaciones: “Esos no son indios. No hablan la lengua y nunca han trabajado la tierra”. Es interesante notar que los dos criterios utilizados por don Genaro son la lengua y el trabajo. La relación del indígena con la tierra es muy cercana. Muchos de los problemas sociales en el país tienen su origen en la distribución de la tierra. En la segunda mitad del S. XIX, el gobierno expropió las tierras comunales y ejidos que habían sido utilizados por generaciones por los indígenas y campesinos, según el Decreto Legislativo de Marzo 2 de 1882, sumiéndolos en una total pobreza, al impedirles practicar su agricultura de subsistencia. Para sembrar sus cultivos, tenían, y aún tienen, que arrendar las tierras que antes les pertenecían. En general, entonces, los indígenas salvadoreños comparten dos de las características universales de Barth, ya que se reconocen a sí mismos y son reconocidos por otros como indígenas y además comparten valores y patrones culturales propios de sus etnias. Comparten valores como la solidaridad de grupo, la religiosidad, el vínculo con la tierra y la superstición. Además, aunque no todos los indígenas actuales hablan su lengua, todos conocen algo de ella14. En todas las comunidades hay indígenas que niegan tener conocimiento del idioma autóctono, pero comprenden palabras y frases, y en el ambiente apropiado de confianza, entre ellos mismos, son capaces de interactuar con sus congéneres con una combinación de español y frases nahuas. He descubierto en las comunidades, jóvenes de 20 años que tienen conocimientos del idioma. De hecho, uno de los colaboradores del proyecto de revitalización15 que impulsa la Universidad Don Bosco, Carlos Cortez, es uno de estos jóvenes. Dentro del proyecto, ha recuperado su lengua y ahora es un hablante fluido de náhuat y profesor de la lengua. Otro intento de definir a los grupos indígenas lo hace Masferrer (1981), quién considera al menos tres niveles de identidad. El primero, es el sociocultural, que requiere que la persona sea miembro activo de una comunidad indígena. Esto es similar a lo planteado por Barth en el sentido de que la comunidad tiene que reconocerlo como su miembro y portador de la cultura de ese grupo indígena. El segundo criterio lo toma de la Oficina de Asuntos Indígenas de los EE.UU. (Bureau of Indian Affairs). El BIA (por sus siglas en inglés) requiere que toda persona que se autodenomine indígena compruebe que al menos el 25% de su sangre es indígena. Esto significa que debe demostrar que al menos uno de sus padres o abuelos era indígena. Este es un criterio legal solamente aplicable si en el registro civil se asientan los niños como indígenas, o se especifica en las partidas de nacimiento la etnicidad de los padres. En los Estados Unidos este es un criterio importante debido a los beneficios a los que las comunidades indígenas tienen derecho a manera de indemnización por las tierras que les fueron quitadas desde la conquista y colonia hasta el siglo pasado. El tercer criterio de Masferrer tiene que ver con la ascendencia comprobada. Es decir, la persona tiene que demostrar que desciende de indígenas. Si una persona ya es reconocida como indígena, es suficiente prueba para demostrar que sus descendientes también lo son. El criterio sociocultural y el de ascendencia aplican a los indígenas salvadoreños. Los indígenas son receptores y transmisores de su cultura y se reconocen entre ellos. En cualquier comunidad en la 10 Una Aproximación a la definición del indígena salvadoreño 12. Esta afirmación no es una generalización. Hay indígenas en algunas de estas organizaciones (como ACCIES, CCNIS y ANIS) que tienen una ascendencia indígena comprobada y son portadores de la cultura de su etnia. El comentario que sigue de Genaro Ramírez es también una afirmación con respecto a algunos miembros de estas organizaciones y no a todos en general. 13. Comunicación personal. Ramírez es líder indígena, director de la Casa de la Cultura de Santo Domingo de Guzmán en el departamento de Sonsonate, náhuat-hablante y autor de publicaciones sobre la lengua náhuat-pipil. 14. Es común que personas de la generación de hijos en Santo Domingo de Guzmán que no hablan pipil digan que cuando estaban pequeños sus madres les hablaban en esa lengua. 15. Ver Lemus 2008 para una descripción detallada del proyecto de revitalización de la lengua náhuat o pipil de El Salvador. que aún hay indígenas, éstos se identifican entre ellos. También todos pueden hablar de sus padres y parientes indígenas, e incluso identificar quiénes hablaban la lengua y quiénes no. Esto se debe a que la última generación de indígenas, sobrevivientes de la masacre de 1932, aún reconocen su etnicidad y la de sus descendientes. La sangre indígena es difícil de comprobar en El Salvador en el presente, ya que las partidas de nacimiento no mencionan el grupo étnico de los niños ni de sus padres. A principios del siglo pasado, sin embargo, esta práctica aún persistía en algunas poblaciones, por lo que es posible encontrar ancianos con partidas de nacimiento que mencionen su origen étnico. Previos intentos de definición del indígena salvadoreño Existen dos estudios frecuentemente citados en la literatura indígena salvadoreña que hacen referencia a la identidad de estos pueblos. El primero de estos estudios es el del antropólogo/sociólogo salvadoreño Alejando Marroquín (Marroquín 1975), quién define a los indígenas salvadoreños desde un punto de vista socio-económico, afirmando que los indígenas de El Salvador son “descendientes de los primeros pobladores de América, que por efectos de la conquista ibérica fueron reducidos a condiciones de aguda explotación, miseria, opresión e injusticia social, condiciones que, en lo esencial, se mantienen en dichos descendientes”. Esto lo confirman los indicadores de desarrollo del país publicados por organismos internacionales como la OPS (1999) y el PNUD (2003), los cuales demuestran que, en general, las poblaciones identificadas como indígenas, tienen niveles de desarrollo por debajo del promedio nacional. El Mapa de Pobreza publicado por el organismo gubernamental FISDL16, muestra que 32 municipios se encuentran en el nivel de pobreza extrema severa. Estas son personas que tienen ingresos menores a US$1 al día. Entre estas comunidades se encuentran los mayores asentamientos indígenas del país, tales como Santo Domingo de Guzmán, considerado el mayor asentamiento indígena del país y donde se concentra el mayor número de hablantes de náhuat/pipil, Cuisnahuat, el segundo municipio con mayor presencia indígena, Caluco, Masahuat, y otros municipios del departamento occidental de Sonsonate, al igual que municipios del oriente del país, como Cinquera, Guatajiagua y Torola, considerados asentamientos de las etnias lenca y cacaopera. Aunque la pobreza golpea con mayor fuerza a las comunidades indígenas, dentro de ellas viven personas (la mayoría) que no son indígenas o no se identifican como tales. Esto desvirtúa el criterio de pobreza ya que hay demasiados pobres en el país, en todas las regiones geográficas, y no todos ellos son indígenas. Por lo tanto, el criterio socioeconómico puede aplicarse a los indígenas, pero acompañado de otros criterios que ayuden a discriminarlos mejor. El otro trabajo frecuentemente citado es el del antropólogo estadounidense Mac Chapin (1991), quien hace referencia a cinco aspectos que él considera definen al indígena salvadoreño. Primero, plantea un aspecto biológico como determinante; sostiene que el color de piel distingue a los indígenas de los demás grupos sociales. Los indígenas, según él, tienen el color de piel más oscuro que el resto de la población. Este enfoque biologista es rápidamente refutado al comparar el color de piel de los indígenas y los ladinos17. Se encuentran en el país tonalidades que las personas describen como moreno oscuro, moreno claro, trigueño y blanco. En las comunidades indígenas se encuentran de todas las tonalidades. El otro criterio utilizado por Chapin coincide con el de Marroquín discutido anteriormente al considerar la pobreza y el trabajo pesado como determinantes de los grupos indígenas. Los mismos argumentos planteados arriba al criterio socioeconómico de Marroquín aplican a Chapin. El mapa de pobreza del país es demasiado extenso. Chapin también considera el idioma como rasgo de identidad indígena. En realidad, sí es un rasgo determinante: las personas que aún hablan pipil, ya no hay hablantes de lenca ni cacaopera, son, indiscutiblemente, indígenas. Pero igual, hay muchas más personas que no hablan ninguna lengua indígena pero que, incluso en las comunidades, son consideradas indígenas por los demás. Por lo tanto, este es un criterio demasiado excluyente. La lengua pipil, única lengua indígena hablada en 16. Disponible en el sitio del Fondo de Inversión Social para el Desarrollo Local (FISDL): http://www.fisdl.gob.sv/content/view/58/103/ 17. Entendiendo a ladino como a cualquier persona que ha abandonado sus costumbres indígenas y ha adoptado las costumbres y valores del grupo social dominante. 12 11 El Salvador, está al borde de la extinción (UNESCO 1996). En vista de esto, Chapin aclara, citando a la antropóloga salvadoreña Concepción Clará de Guevara, que no es necesariamente náhuat lo que hablan, sino español con cierto acento peculiar, diferente a como lo habla el resto de la población; hacen uso diferente de los pronombres, el género de las palabras y los artículos. No explica ni ilustra ninguna de estas diferencias. Esta también es una generalización demasiado amplia en la actualidad, ya que el acento que Chapin y Clará llaman “particular” es el acento de campesinos, especialmente en los alrededores de Panchimalco, otrora importante asentamiento pipil. Debido al bajo estatus de los indígenas en El Salvador, la mayoría niega su identidad y prefieren ser llamados ladinos. Esto hace que el indígena tenga baja autoestima, y se considere a sí mismo inferior al resto de la población. Chapin recoge esta concepción y propone la autoestima baja como característica de los indígenas. La baja concepción de los indígenas, perpetuada en expresiones estereotipadas utilizadas por la población en general, como “se te salió el indio”, “dejate de indiadas” e “indio bruto”, ha sido internalizada por los indígenas al punto de creerse a sí mismos inferiores. La baja autoestima sigue siendo una característica de los indígenas, impuesta a ellos por la sociedad a través de la historia. Recientemente, entrevisté a algunos indígenas en Santo Domingo de Guzmán para conocer cómo se autodefinen. Para ellos la pobreza, la vestimenta y el habla se repiten como características propias de los indígenas. A continuación, transcribo algunas de sus autodefiniciones: “Viene de la naturaleza (del indígena) ser pobre, todo eso es cosa que así es, pues” (Leandro) “La voz sí cambia…pero el vestuario es lo mismo, no cambia” (Cristina) “practica sus raíces, su cultura, sus costumbres” (Esmeralda) Por último, Chapin considera la religiosidad como característica principal de los indígenas. Como ya lo mencioné anteriormente, las cofradías siguen siendo el núcleo organizativo de preferencia en las comunidades indígenas, aunque muchos ahora asisten a iglesias evangélicas. Las religiones precolombinas no son practicadas más que por un pequeño grupo de personas que han estudiado las religiones mayas en Guatemala y que se denominan “sacerdotes mayas”. La discusión anterior deja claro que no es posible definir al indígena salvadoreño utilizando criterios aplicables a otras etnias debido al estado moribundo de la cultura indígena, la cual se ha mezclado enteramente con la cultura campesina del país, y la falta de características manifiestas únicas como lengua, vestuario, costumbres, ritos y rasgos físicos. Esto se debe al sincretismo cultural iniciado después de la Conquista y al mestizaje indiscriminado que tuvo lugar en el país desde la colonia hasta nuestros días. El indígena de la conquista ya no existe. La cultura indígena actual es diferente a la cultura precolombina y la colonial. De hecho, la persecución y represión sistemática de que fueron objeto los indígenas después de los levantamientos de 1831 y 1932 aceleraron el proceso de asimilación a la clase dominante y el abandono de las costumbres que aun prevalecían entre la población indígena. Esto ha creado una pobreza cultural y una negación de todo lo indígena. Viendo hacia el norte: los mayas Después de la firma de los acuerdos de paz en Chapultepec, México, en 1992, que pusieron fin a la sangrienta guerra civil que sufrió El Salvador en los 1980’s, las fuerzas sociales que carecían de representación civil, se organizaron en numerosas organizaciones no gubernamentales. Esto también sucedió con los indígenas y, de contar con solo una organización reconocida, la Asociación Nacional de Indígenas Salvadoreños (ANIS)18, ahora existen más de 30 ONG’s que se autodenominan indígenas, cuyo accionar es variado (ver Tabla 2). Muchas de ellas, sin embargo, reivindican la cultura maya y no las culturas pipil, lenca o cacaopera. Es decir, ningún grupo indígena actual en el país es maya19, sin embargo, algunas asociaciones dicen representarlos a ellos y sostienen que hay grupos chortis en el país20. 12 Una Aproximación a la definición del indígena salvadoreño 18. ANIS fue fundada por el autodenominado Cacique Espiritual, Adrián Esquino Lizco, en los años 1960’s. Muchas de las organizaciones indígenas actuales surgieron de grupos que se retiraron de ANIS en los años 1990’s. 19. Durante la conquista y colonia, había grupos mayas pequeños en el occidente y norte del país. Sobresalían los pokomames y los chortís. Estos eran grupos que pagaban tributo a los cacicazgos pipiles. 20. Es posible encontrar indígenas guatemaltecos comerciando sus productos en El Salvador. Ellos no son salvadoreños ni radican en el país (en general). Se les puede ver en los mercados, en el centro de San Salvador, en ciudades fronterizas con Guatemala, vistiendo sus trajes típicos y hablando sus lenguas. La cultura maya de nuestros vecinos del norte, Guatemala y Honduras, es una cultura más viva y diversa que cualquiera de las culturas indígenas salvadoreñas, aunque también sus lenguas y culturas se encuentra amenazadas. Ellos cuentan con una presencia indígena superior en número y variedad étnica que la nuestra. El haber negado la cultura pipil durante por lo menos sesenta años (desde la masacre de 1932 hasta los Acuerdos de Paz en 1992), hizo que muchos tomaran como referencia la cultura maya, iniciando lo que llamo una “mayanización” de El Salvador. Esta mayanización se manifiesta de diversas maneras. Por un lado, oficialmente, el gobierno hace referencia a la cultura maya en sus programas e impulsa proyectos de desarrollo turístico como “La Ruta Maya” o “El Mundo Maya”, que hacen énfasis en los vestigios arqueológicos mayas del país y utiliza glifos y otros símbolos mayas para promover el turismo, incluyendo el uso de motivos mayas en el Aeropuerto Internacional de El Salvador. Esta posición oficial, obviamente, influye en la adopción por parte de grupos indígenas de lo maya como identitario, olvidándose de lo pipil, lenca o cacaopera. Se realizan rituales mayas al inicio de algunos actos oficiales de la Secretaría de Cultura y del Ministerio de Educación. En general, el salvadoreño promedio reconoce a los mayas y su cultura como propios de El Salvador, al grado que muchos que reconocen a los pipiles, los consideran mayas también. Por otro lado, muchas ONG’s indígenas han adoptado lo maya como una práctica identitaria, incluso en sus nombres (ver tabla 2), pero especialmente en el discurso público. Varios salvadoreños, incluso de comunidades alejadas de la cultura maya guatemalteca como Cacaopera, han recibido formación religiosa maya y se han convertido en sacerdotes mayas. Estos sacerdotes mayas, realizan sus rituales en lenguas mayenses como el quiché y el cachiquel y promueven la cultura maya en el país. Esto ha creado una tremenda confusión sobre los orígenes de los indígenas salvadoreños y ha creado la imagen de El Salvador como territorio maya. La razón por la cual esta mayanización no ha sido cuestionada, al contrario, ha sido promovida, incluso por los indígenas mismos, es el rompimiento brusco con la identidad indígena salvadoreña ocurrido después de la matanza de 1932. Las generaciones nacidas después de 1932 no fueron receptoras de la cosmovisión pipil, lenca o cacaopera, sino de una nueva visión del mundo producto del abandono de todo lo indígena y la integración total a la cultura dominante no indígena. Aún hay ancianos que se identifican como indígenas, pero la segunda y tercera generación ya no. Con el renacimiento de la causa indígena en la década de 1990, y ante la falta de una identidad propia indígena, se llenó ese vacío de identidad con la fuerte cultura maya de nuestros vecinos indígenas más cercanos: el pueblo maya guatemalteco. Esta adopción de la cultura maya también se ve reforzada por la existencia de vestigios arqueológicos de origen maya de los períodos preclásico y clásico tardío (Ohi 2000) como Tazumal, Casa Blanca, Joya de Cerén y San Andrés. A partir del siglo VIII d.C., sin embargo, toda la zona maya salvadoreña fue repoblada paulatinamente por los migrantes pipiles, de origen azteca, que vinieron en numerosas oleadas migratorias desde distintas regiones del sur de México, especialmente Soconusco y Veracruz, hasta el siglo XIII. Para el S. XIII, el occidente y centro de El Salvador estaban poblados por los pipiles y los pequeños grupos remanentes mayas dependían de éstos y les pagaban tributos. A la venida de los conquistadores, la mayor población y etnia dominante eran los pipiles. Sin embargo, la cultura pipil no construyó pirámides monumentales sino que ocupó algunas de las pirámides mayas para sus rituales. Entonces, la ascendencia étnica de los salvadoreños es mayormente pipil, pero los monumentos son originalmente mayas, por lo que es fácil identificarse con esta cultura y tomarla como propia, especialmente cuando la cultura pipil original dejó de transmitirse a las nuevas generaciones. Los bienes culturales tangibles como las pirámides son, además, un gran atractivo turístico, por lo que el apoyo gubernamental a través de la Secretaría de Cultura se centra en la excavación y mantenimiento de estos monumentos mientras descuida las manifestaciones culturales intangibles, incluyendo la lengua. Propuesta del perfil indígena salvadoreño Se ha demostrado en las páginas anteriores que los indígenas salvadoreños no se pueden definir sobre la base de criterios universales, como los propuesto por Barth, ni sobre la base de criterios regionales utilizados para definir a otras etnias, como los mayas. En esta sección, propongo algunos criterios que pueden ayudar a definir al indígena salvadoreño. Hay que señalar que, a través de la historia, a los grupos indígenas no se les ha permitido organizarse, estudiar y conservar su lengua, 12 13 practicar su religión ni desarrollarse como pueblo. Por lo tanto, no podemos exigir características claras para definirlos y tenemos que considerar cualquier aproximación a definirse como pueblo como válida. No son responsables los pueblos indígenas salvadoreños de haber sido transculturizados e invisibilizados a través de la historia. A continuación, propongo ocho criterios para identificar a los indígenas salvadoreños y distinguirlos del resto de la población con la cual comparten numerosas características culturales. Pobreza y movilidad social. Este es un tema recurrente en todos los estudios sobre los indígenas salvadoreños (Marroquín 1975, Chapin 1991, Lara 2006, Rivas 2004). Los indicadores de desarrollo del país muestran que las poblaciones indígenas se encuentran por debajo de la media nacional en aspectos como educación, salud, acceso a servicios públicos, etc.21 Además, los indígenas mismos se describen como muy pobres, peor que los demás, y lo consideran como una fatalidad incambiable por el solo hecho de haber nacido indígenas. Esto impide la movilidad social ya que “el indio nace pobre y muere pobre”, con muy pocas posibilidades de subir en la escalera social. Entonces, se puede afirmar que éste es un criterio válido, y aunque el mapa de pobreza de El Salvador es extenso, los indígenas, a diferencia de otros grupos sociales, siempre están dentro de él, como uno de los grupos más empobrecidos del país. Salir del círculo de pobreza es prácticamente imposible para los indígenas. Aquellos, sin embargo, que han logrado prosperar, abandonan el pueblo y, en adelante, niegan su ascendencia indígena. Autoestima. La misma situación de pobreza extrema causada por las condiciones de desventaja social que han sufrido las poblaciones indígenas desde la conquista, han contribuido a bajar su autoestima y a considerarse menos que los demás. En la población en general, las referencias a lo indígena siempre son peyorativas. Los indígenas organizados han superado esta características y recuperado parte de su orgullo como grupo étnico. El resto, sin embargo, mantienen una baja autoestima y no sienten orgullo de su ascendencia étnica. Lengua. Se ha demostrado en varios estudios (Campbell 1985, Lemus 2004) y en los censos nacionales (DYGESTIC 2008) que la única lengua que cuenta con hablantes en El Salvador es el pipil o náhuat. Ésta no ha sido transmitida por al menos dos generaciones por lo que los únicos que la hablan son los ancianos abuelos. Sin embargo, en mi trabajo de campo he comprobado que las “generaciones perdidas” conocen algo de la lengua, entienden frases y palabras, pero son incapaces de interactuar en náhuat. Esto implica, que, al menos entre los pipiles, la lengua puede ser un criterio válido para definirse como pueblo. Es decir, todos aquellos que interactuaron cuando niños con familias pipiles, tienen un conocimiento pasivo de la lengua náhuat y, con poco esfuerzo, podrían convertirse en hablantes. Prueba de ello es Carlos Cortez, mencionado anteriormente, quien pasó de hablante pasivo a hablante activo y productivo en la lengua con unas pocas lecciones en el marco del proyecto de revitalización de la lengua náhuat que dirijo. Entre los lencas y cacaoperas también hay personas que recuerdan algunas palabras y frases en sus respectivos idiomas22. Éstos son, desafortunadamente, muy pocos y lo que recuerdan son palabras aisladas sin ninguna estructura gramatical. Por lo tanto, el conocimiento de una lengua indígena a cualquier nivel se puede tomar como un factor determinante de pertenencia al grupo étnico. Vestimenta. El conocido refajo de las mujeres indígenas todavía se puede ver en los pueblos y se puede utilizar para identificar a los indígenas de los no indígenas. Las mujeres indígenas portan con orgullo su refajo, aunque ahora éstos son difíciles de conseguir debido a su elevado precio y a que no son producidos localmente, sino que tienen que importarse de Guatemala. 14 Una Aproximación a la definición del indígena salvadoreño Ilustración 4: Pareja de líderes indígenas pipiles de Izalco usando el atuendo tradicional. Fotografía de Alfonso Moisés. 21. Ver Lemus (2008) para más detalles y los estudios de OPS (1998) y el PNUD (2003) y las estadísticas del FISDL. 22. Miguel Amaya, líder comunal de Cacaopera, se ha dado a la tarea de recopilar palabras y frases, ayudando así a la documentación del cacaopera. Generalmente, en sus casas, las mujeres permanecen descalzas y al salir usan “caites” o sandalias de cuero. Los hombres se visten como cualquier campesino. Para trabajar en el campo, los hombres usan una camisa blanca de manta llamada cotón, sombrero, cebadera y tecomate23. La cebadera y el tecomate son dos prendas importantes para los campesinos también ya que en ellas se porta la comida y la bebida en el campo. El uso del refajo es un indicador de pertenencia de la mujer indígena, pero no es utilizado por todas. Religiosidad. La religiosidad es otro aspecto mencionado recurrentemente cuando se describe al indígena salvadoreño. Como mencioné anteriormente, la única unidad organizativa con la que contaban los pueblos indígenas antaño era la cofradía, la cual siempre estaba relacionada con un santo. Esta libertad de reunión se volvía sumamente atractiva para los indígenas no solo como una oportunidad para incluir en el rito católico algunos rituales indígenas24, sino también para discutir y buscar solución a algunos problemas propios de la comunidad. En la actualidad, debido al crecimiento de las iglesias evangélicas, muchos han abandonado las cofradías para participar en los cultos evangélicos. No obstante está migración religiosa, los indígenas siguen siendo muy religiosos y supersticiosos. A parte de los pocos que se han convertido en “sacerdotes mayas”, los indígenas salvadoreños no practican religiones propias. Los ritos y deidades indígenas se han convertido en sustrato de los rituales católicos, produciendo una religión católica sincrética propia de la región. Autodefinición. Por un lado, los indígenas de la generación de abuelos se identifican como tales y son capaces de identificar a otros, incluso a los más jóvenes que han abandonado todo vínculo con su etnia. En cada comunidad, cualquier indígena puede prácticamente recitar los nombres de los que son y los que no son indígenas. Las otras generaciones, hijos y nietos, se avergüenzan de su ascendencia indígena y, generalmente, la niegan25. Culturalmente, no se puede hablar de un grupo homogéneo que comparte valores, ideología y cosmovisión. Los más ancianos son la última generación que mantiene una identidad indígena compartida. Hablan la lengua, con diferentes grados de dominio, trabajan la tierra como antes, con herramientas propias, conocen las tradiciones, los mitos y las leyendas propias de sus regiones. Las siguientes generaciones han construido una nueva cultura con más rasgos campesinos que indígenas. Es decir, las nuevas generaciones han sido asimiladas por la cultura dominante y el único vínculo que mantienen con la cultura indígena son los abuelos. Se podría decir que subyace en ellos la cultura indígena, pero no la valorizan ni se identifican con ella. Artesanías. En todas las viviendas indígenas se puede observar a las mujeres trabajando el barro para producir sus artesanías. En la zona pipil se producen comales26 y ollas, principalmente, y otros productos de barro como macetas y adornos. En el oriente, en la zona lenca, se trabaja el barro negro. Los indígenas no utilizan torno para trabajar el barro. Las técnicas para trabajarlo son pasadas de una generación a otra y son exclusivas de los indígenas. Las mujeres ladinas no se dedican a hacer comales ni ollas. Los hombres trabajan la tierra, construyen los ranchos, hacen tapescos27 y son los encargados, en su mayoría, de las transacciones comerciales. Estos conocimientos artesanales no están siendo transmitidos a las nuevas generaciones, por lo que, igual que la lengua, están en peligro de desaparecer en una generación. Ilustración 5: Doña Fidelina Cortez, mujer pipil, mostrando una cocina artesanal en proceso de fabricación en Santo Domingo de Guzmán. Fotografía de Alfonso Moisés. 23. La “cebadera” es un tipo de saco pequeño hecho de fibra de mezcal con un cinto para colgarla al hombro. Se utiliza especialmente para llevar comida al campo, aunque hoy se utiliza para portar otras cosas. Incluso, los estudiantes lo utilizan para llevar sus libros a la escuela. El “tecomate” es una especie de calabaza de corteza dura seca divida en dos por una especie de cintura y que se utiliza para llevar agua y otras bebidas como la chicha. 24. El sincretismo religioso en la región es muy común. 25. Afortunadamente, esto ha cambiado en los últimos años y cada vez hay más personas que aceptan su ascendencia indígena. 26. Los “comales” son discos de barro que se utilizan para tostar semillas y hacer tortillas. 27. Los “tapescos” son camas rústicas hechas de varas. Son comunes en todas las comunidades indígenas y también son utilizadas por los campesinos en general. 12 15 Tradición oral. Gran parte de la riqueza cultural indígena aun subsiste en la tradición oral. Los mitos y leyendas, las historias fantásticas de los indígenas en las cuales ellos mismos son los protagonistas, la picardía presente en sus historias y las moralejas que ellas dejan son conocimientos compartidos por la población indígena y pasados de generación en generación. La última generación de ancianos ha transmitido estos conocimientos a sus hijos, pero de la generación de los nietos en adelante, esta transmisión se ha truncado. No todas las historias pipiles recopiladas por Schultze-Jena (1977) en los años 1930’s, por ejemplo, son recordadas por los indígenas actuales y, por ende, no son ya transmitidas a las nuevas generaciones. Como se ha demostrado en este artículo, no es tarea fácil la definición de los indígenas. Hay que elaborar instrumentos adecuados, como cuestionarios y listas de cotejo, para poder determinar con bastante certeza si una persona es indígena o no. Los criterios anteriores son la guía para la construcción de dichos instrumentos. No basta una pregunta dicotómica para saber si es o no es indígena. Es necesario entrevistar a las personas para conocer su verdadera etnicidad. De los criterios propuestos en esta sección, dos son exclusivos de los pueblos indígenas: el conocimiento de la lengua y la autodefinición. Los demás criterios, pobreza y movilidad social, religiosidad, tradición oral, autoestima y vestimenta (excepto el refajo) son compartidos no solamente por los indígenas sino también por gran parte de la población salvadoreña. Por tal razón, los criterios se pueden dividir en criterios de primer orden (lengua y autodefinición) y criterios de segundo orden (los demás). Todo aquel que cumple con los criterios de primer orden es sin duda alguna un indígena28. Conclusión La problemática indígena salvadoreña es compleja. Involucra aspectos sociales, políticos y económicos de difícil solución debido al poco interés del estado y de la sociedad en general en los problemas de este grupo étnico minoritario. La condición de desventaja social señalada en este artículo y el abandono histórico forzado de su identidad, hace que los indígenas salvadoreños se confundan con el resto de la población salvadoreña. Los intentos de caracterizarlos como grupo étnico se encuentran con el problema de la vaguedad de los criterios utilizados para definirlos ya que estos se traslapan con criterios aplicables también a la población salvadoreña en general. En este estudio se han considerado aspectos comunes de los indígenas que los caracterizan a ellos pero que también, individualmente, caracterizan a otros grupos sociales de El Salvador. Por lo que los criterios deben tomarse en conjunto, valorándolos según el grado de especificidad. Por ejemplo, un campesino puede cumplir con todos los criterios excepto la lengua y la autodefinición, mientras que un indígena puede cumplir únicamente con esos dos. Es decir, la autodefinición (y el reconocimiento de otros) como indígena es uno de los criterios más importantes y sin equa non para ser indígena. De igual manera, el conocimiento del náhuat (para los pipiles) a nivel conversacional o de solo frases y palabras sueltas parece ser también una característica sin equa non de los indígenas de la región occidental. En menor grado, son también importantes la pobreza y la poca movilidad social, la baja autoestima, la religiosidad y las demás características descritas en la sección anterior, pero éstas pueden ser compartidas por otros grupos sociales. El conocimiento de la fabricación de artesanías, especialmente el trabajo con el barro es también una actividad que parece estar restringida a las mujeres indígenas, aunque otros miembros de la comunidad pueden optar por aprender la técnica. En la zona pipil, sin embargo, nunca he visto ni a un hombre indígena ni a alguien de otro grupo social fabricando comales y ollas. Las características de primer orden, lengua y autodefinición, son únicas de los indígenas, mientras que las demás pueden ser compartidas por otros grupos sociales. Las cofradías, por ejemplo, son dirigidas por ladinos en comunidades sin presencia indígena. La vestimenta del campesino es igual a la de los indígenas, así lo requiere el trabajo del campo. Sólo algunas mujeres indígenas portan refajo, el resto, especialmente las más jóvenes, no lo usan, igual que las ladinas. Por lo tanto, no se puede tomar el refajo ni ninguna otra prenda de vestir como definitoria de la mujer indígena. Es decir, si alguien usa refajo cotidianamente es indudablemente una mujer indígena, aunque hay más mujeres 16 Una Aproximación a la definición del indígena salvadoreño 28. Ninguna persona no indígena, por ejemplo, ha adquirido en forma natural algún nivel de dominio lingüístico del náhuat u otra lengua indígena. indígenas que no lo usan por razones puramente económicas. También se demostró en el artículo que la pobreza y la poca o nula movilidad social no son condiciones exclusivas de los indígenas. De igual forma, la baja autoestima está presente en la mayoría de las personas de los estratos más pobres del país. Y, por último, los mitos y leyendas pipiles, lencas y cacaoperas, son ya parte del patrimonio cultural nacional y conocidos por todos los salvadoreños. Personajes como la Siguanaba, el Cipitío, el Cadejo, y otros tienen su origen en las historias indígenas, pero se han convertido en parte del saber colectivo de los salvadoreños. Referencias Amaya, Miguel Ángel. (1985). Historia de Cacaopera. Dirección de Publicaciones, MINED, El Salvador Campbell, Lyle. (1985). The Pipil Language of El Salvador. Mouton, Berlin. ____________. (1976). The last Lenca. En International Journal of American Linguistics 42(1): 7378. ____________. (1975). El estado actual y la afinidad genética de la lengua indígena de cacaopera. En La Universidad. 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El centro ceremonial pertenece al Municipio de Quezaltepeque, Departamento de La Libertad. Este documento presenta una recreación digital en tercera dimensión, junto con una descripción de 9 conjuntos arquitectónicos dentro del centro ceremonial, entre residencias de la élite y grupos habitacionales periféricos. El trabajo es el resultado de los esfuerzos de la Fundación Quino Caso y el interés de los vecinos de Quezaltepeque quienes buscan conocer y conservar el patrimonio local. Abstract This study is a first approach to the architecture of “Las Marías”, a prehispanic archeological site from the early postclassic period (900-1200 A.D.). The ceremonial center is found in Quezaltepeque, province of La Libertad, El Salvador. A 3D digital recreation and a description of 9 architectural sets within the ceremonial center, that includes residencies of the elite and peripheral housing is presented in this paper. This study is the result of efforts made by the Fundación Quinto Caso and the interest shown by the people of Quezaltepeque to know and preserve their local patrimony. Introducción En este estudio se presenta una semblanza arquitectónica del sitio arqueológico “Las Marías”. Los objetivos del estudio fueron i) evidenciar la magnitud de la edificación arquitectónica de dicho centro ceremonial y residencial, ii) esbozar de una manera gráfica la diversidad de recintos observados y a la vez imaginar su funcionalidad, esperando que futuras investigaciones de carácter antropológico y arqueológico echen más luz sobre sus antiguos pobladores, y iii) difundir información vital para reforzar acciones que lleven a la protección y la conservación de la zona arqueológica, un proceso inconcluso que reclama la atención de autoridades centrales, locales y de manera importante, de los pobladores que vivimos en los alrededores de las zonas patrimoniales. El Centro Ceremonial Precolombino El Centro Ceremonial Precolombino conocido como “Las Marías” toma su nombre de un caserío en sus cercanías. Dada su proximidad al Río Tacachico, es posible que su nombre antiguo haya sido Tacachico, voz náhuat. El sitio está ubicado en el municipio de Quezaltepeque a unos 17 kilómetros al norte de la ciudad del mismo nombre (ver figura 1). La ciudad antigua se encuentra ubicada al noreste del río Tacachico, mismo que alimenta al Río Sucio en su ruta de sur a norte, desembocando en la represa del Cerrón Grande. El acceso al sitio Las Marías desde Quezaltepeque es accidentado debido a que los caminos se mantienen muy deteriorados; sin embargo, presento dos rutas de acceso desde Quezaltepeque, y una alternativa vía Guazapa y el caserío Tutultepeque. Otra ruta posible de acceso sería desde el municipio de Aguilares. El sitio fue visitado por primera vez en noviembre del 2004 por las autoridades municipales de Quezaltepeque, un periodista y miembros de la Fundación Quino Caso. La Fundación continuó las * Camilo Ravey Fonseca, Fundación Quinto Caso. E-mail: [email protected] 12 19 visitas entre los años 2005 y 2006. En esos recorridos se reconocieron rasgos arquitectónicos los cuales no son difíciles de identificar a pesar del grado de erosión de los vestigios. Algunos de los daños en las estructuras son producto del cultivo intensivo, de la lluvia y de una reciente parcelación. El sitio está fechado para el Período Postclásico Temprano (900-1200 D.C.). Fue reportado por Jorge Lardé y Larín en su libro El Salvador: historia de sus pueblos, villas y ciudades. En este se señala que el municipio de Quezaltepeque tiene entre sus curiosidades una serie de “túmulos de origen prehispánico en la Hacienda Tacachico”. Wolfgang Haberland reporta cerámica muy distintiva del mismo lugar en su reporte “Marihua rojo sobre beige y el problema pipil”. Recientemente el sitio ha sido objeto de investigaciones en el marco del proyecto “Cihuatán” dirigido por Fundar. A pesar de no contar con trabajos arqueológicos sistemáticos, se puede decir que el sitio arqueológico Las Marías habría sido fundado por grupos de filiación Nahua hacia el siglo XI de nuestra era, y que dicho centro ceremonial contaba con una importante zona residencial contigua. Las Marías habría sido un centro cívico-religioso contemporáneo con Cihuatán, localizado al norte del cerro de Guazapa. Las Marías debe de entenderse como un centro ceremonial y religioso que formaba parte de una comarca mayor. La arqueología ha demostrado que existe una cantidad indeterminada de sitios arqueológicos que comparten patrones arquitectónicos y tradiciones cerámicas desde los alrededores del cerro de Guazapa hasta los actuales terrenos inundados por el Embalse del Cerrón Grande. El arqueólogo W. Fowler (1989) ha presentado como hipótesis que dichos centros ceremoniales del Período Postclásico Temprano, podrían haber sido edificados por los ancestros de los grupos pipiles distribuidos en el occidente de El Salvador durante el siglo XVI. 20 Una semblanza del sitio arqueológico Las Marías Figura 1 Mapa de Rutas “Las Marías”-Quezaltepeque Si bien la arqueología todavía tiene una deuda pendiente con el llamado “problema pipil”, los materiales culturales descritos para Cihuatán y Las Marías dejan poca duda de la introducción a territorio centroamericano de imágenes y formas específicas que resultan comunes en el centro de México, y se asocian con grupos de filiación Nahua, por ejemplo los botellones con efigie de la deidad tlaloc, estatuas de cuerpo entero de la deidad xipe totec, y decoraciones arquitectónicas para las fachadas de casas y templos conocidas como almenas (reportadas por Fundar en la zona residencial de Cihuatán y en el recinto palaciego al este de la estructura P7, excavada en años recientes). Ilustración 1 Vista panorámica del sitio arqueológico Las Marías. Vista del centro ceremonial principal desde el oriente. Fotografía del autor. La recreación del recinto A partir de las visitas de campo que dieron inicio en 2004, preparé un mapa planimétrico con la finalidad de recrear artísticamente el recinto arquitectónico, pero al notar la magnitud y lo extenso del asentamiento, el proyecto avanzó hacia la recreación digital. En las visitas de campo no se recolectaron materiales ni tampoco se removieron elementos arquitectónicos. La ubicación e identificación de los elementos arquitectónicos de las estructuras fue lograda a través de la combinación de mapas del sitio con imágenes de satélite tomadas del programa gratuito google earth, facilitándose así las mediciones espaciales. Fue cuando se utilizó el programa demo de sketchup que se logró la dimensión y formas de las estructuras e incluso su altura (cabe señalar que las alturas son aproximadas no exactas), pues este software trabaja con las imágenes del google earth interpretando su tamaño y altura mediante la sobreposición del mapa sobre la imagen. Con respecto a la recreación de los edificios y sus accesos, se aclara que son especulativos, una investigación arqueológica es la que refinará total o parcialmente esta propuesta. Con la metodología expuesta se presentan los limites del centro ceremonial (ver figura 2) que descansa en al menos unas cinco terrazas, orientados sus lados según los puntos cardinales. El centro ceremonial acondiciona varios espacios y estructuras: tres grandes plazas (una con estructura monumental no definida), recintos ceremoniales, patios para esparcimiento y unas 30 estructuras que cumplían funciones de índole religioso, residencial (élites) y de recreación (seguramente hay más estructuras y rasgos arquitectónicos de los que ha logrado recoger esta semblanza). 12 21 Para un estudio preliminar y didáctico he asignado nombres a los grupos arquitectónicos basados en una interpretación personal a partir de su forma y posible función, partiendo de la especulación y la observación casual: Figura 2 Vista en planta sección central del Centro Ceremonial Las marías La plaza de los danzantes Llamada así por su zona amplia y por ser el centro de todo el complejo ceremonial (cabe perfectamente una cancha moderna de fútbol) Se encuentra delimitada al norte por tres murallas, una que limita y separa su esquina noroeste con la cancha de juego de pelota y mide unos 11 metros de largo, la segunda mide aproximadamente unos 30 metros de largo y debido a un desnivel en el centro, se podría especular que se trata de dos edificaciones. Este rasgo sugiere que tenía la función de cierre y defensa de la plaza. La esquina noroeste está cortada en forma diagonal por anchas y altas gradas la cuales facilitaban el acceso a las multitudes y se dividían en dos columnas por la tercera muralla la cual medía 14 metros de largo. Las tres murallas cumplían con la función de palcos para toda la población que participaba de las festividades que programaba la elite sacerdotal. Su construcción consiste en un relleno de tierra y piedras que pudo ser apreciado por una perforación de saqueadores en el centro superior de la muralla más larga. 22 Una semblanza del sitio arqueológico Las Marías Figura 3 Plaza Ceremonial de los Danzantes vista desde la esquina noreste. Se aprecia en primer plano las gradas de acceso para las multitudes que eran divididas por una pequeña muralla palco. El lado oeste de la plaza está delimitada por dos grandes murallas divididas por un acceso amplio, acaso para ordenar la circulación de las multitudes, que comunica el nivel superior de la plaza con la cuarta terraza. La primera mide unos 16 metros de largo, la muralla que está más al sur tiene vestigios de que su piso fue recubierto con ladrillos de talpetate y no sería extraño que por sus dimensiones (20 por 11 m) albergara en su cúspide algún tipo de superestructura o champa . Del lado sur, el límite está conformado por tres estructuras rectangulares que fueron plataformas para habitaciones, dos de ellas de similar proporción (15 por 7 m) están orientadas de oriente a poniente. La estructura más grande presenta una ligera inclinación hacia el noreste. En la recreación de estos edificios se presentan sus entradas orientadas hacia el norte buscando el centro de la plaza. La tercera estructura es más pequeña (5 por 2 m) y está orientada de norte a sur y su acceso está orientado hacia el poniente de manera que estuviera conectado directamente con una estructura que bien podría cumplir funciones de púlpito o altar. Al oeste se encuentra una estructura que delimita y separa la plaza de la pirámide principal. Esta estructura (posiblemente una plataforma-altar) presenta un acceso en su parte sur en forma de rampa y restos de gradas en el lado poniente, puede observarse que su conjunto arquitectónico era de tres cuerpos. La Plaza de los Ecos La Plaza de los Ecos es un espacio abierto que se orienta de norte a sur y paralelamente al oriente de la Plaza de los Danzantes, ha sido nombrada así porque de forma accidental se constataron los ecos que se generan entre la pirámide secundaria y esta plaza. Forma parte de este complejo arquitectónico una plataforma rectangular orientada norte sur, que albergaba un edificio importante con columnas a manera de palacio. Esta estructura podía albergar a varios individuos de la elite gobernante (o familias) y a la vez contaba con un palco para la contemplación de las ceremonias en el espacio contiguo. La plaza está limitada al oeste por las terrazas cuatro y cinco, las cuales conformaban un anfiteatro para los visitantes del recinto o ciudadanos comunes. Al norte, la Plaza de los Ecos linda con el patio ceremonial del gran templo y al sur con el recinto ceremonial de los templos “T”. Figura 4 Plaza Ceremonial de los Ecos vista desde el sureste. En primer plano se encuentra la gran plataforma, de unos 34 metros de largo por 11 de ancho, con entrada en el lado oriental. En su parte superior se ha recreado un palacio con acceso en su parte norte y una habitación tipo palco. 12 23 Recinto Ceremonial de los templos “T” Este conjunto arquitectónico se ubica en la parte sur de la Plaza de los Embajadores. Es un espacio rectangular que contiene cuatro tipos de estrcuturas. En el extremo sur hay una plataforma que servía para sostener alguna estructura residencial. El lado oriental alberga tres construcciones, dos de ellas en forma de “T” las cuales se orientan una hacia el norte y la segunda hacia el poniente. La tercera estructura tiene una forma inusual mas parecida a una pequeña pirámide con graderías en su lado oriente o podría ser otra estructura “T” y se halla en la esquina sureste del recinto. El recinto limita con un muro de la cuarta terraza en el lado poniente y su acceso está en el norte a través de una rampa que comunica la Plaza de los Danzantes, el patio de la Pirámide 2, un patio de recreación y la Plaza de los Ecos. Figura 5 Recinto ceremonial de los Templos T vista desde el norte. Se aprecian unos peldaños para la élite hacia un patio de recreación y hacia una rampa ceremonial y el recinto. Patio o recinto ceremonial de la pirámide secundaria El recinto de la pirámide secundaria es un espacio que se ubica en oposición a la esquina sureste de la Plaza de los Danzantes. Contiene solamente una estructura en forma piramidal de tres cuerpos (¿?) con una altura de tres a cuatro metros. Existen vestigios de gradas en su parte poniente. La delimitación del patio es en forma de un triángulo y su acceso se ubica en el norte por la rampa compartida entre varios de los conjuntos arquitectónicos importantes. 24 Una semblanza del sitio arqueológico Las Marías Figura 6 Patio o recinto ceremonial de la pirámide secundaria vista desde la esquina suroeste. Es la única estructura que se aprecia en este espacio. Recinto de uso comunitario suroeste Dado su patrón arquitectónico, este bien podría ser un conjunto de estructuras para uso comunitario de la elite. El conjunto está formado por cuatro estructuras: una plataforma que podría ser un espacio de reunión al norte, mide 20 por 9 metros y su acceso se ha recreado por el lado sur ; al oriente una plataforma en forma de “T” orientada hacia el poniente, al sur una plataforma rectangular habitacional pequeña y por último en la esquina sur oriental, una gran plataforma en forma de “L”. Figura 7 Recinto ceremonial suroeste visto desde la esquina superior noreste. Comprende un templo en forma de T (izquierda) y grandes habitaciones (¿palacios?) Pirámide principal En comparación con la pirámide de Cihuatán, resulta ser más pequeña (unos 5 metros de alto) su graderío principal está orientado hacia el poniente, es posible que su escalinata estuviera adornada con alfardas. El cuerpo superior de la pirámide ofrece espacio abierto para la colocación de una superestructura, al norte limita con el campo de juego de pelota y al sur con el recinto ceremonial suroeste. Figura 8 Pirámide principal. Vista superior suroeste. Detrás el altar púlpito y al costado norte un área residencial en forma de L. 12 25 El Campo de juego de pelota Se encuentra al costado norte de la pirámide principal y su diseño es una “I” con orientación surnorte. Es una de las estructuras que todavía puede ser apreciada en sus elementos arquitectónicos principales: graderíos, murallas y talud principal donde presuntamente se colgaban los marcadores para el juego de la pelota (los anillos recreados aquí son hipotéticos). El piso principal se encuentra por debajo del nivel del piso de la plaza, como es común en otros juegos de pelota mesoamericanos. El patio de pelota se encuentra dispuesto sobre una extensión de la terraza n° 5 en su parte norte y descansa sobre la tercera terraza alcanzando una altitud considerable gracias a la muralla que funciona como cierre y defensa del centro ceremonial. Este complejo incluye un patio (esquina noroeste) donde se encuentra una plataforma que podría servir como residencia o como almacen para los implementos necesarios para el juego. Al sur se encuentra delimitado por plataformas conectadas en forma de L, estas estructuras son interesantes, porque presentan distintos niveles entre ellas y están separadas por pequeñas rampas. Figura 9 Campo de juego de pelota. Vista desde el norte, en la parte sur se aprecian las habitaciones en forma de L y más al fondo la pirámide principal. Las dimensiones de esta estructura son aproximadamente 15 metros de ancho, 30 de largo y 3 de alto Grupos residenciales Como complemento al estudio de la zona ceremonial, este trabajo ha tratado de recrear al menos dos conjuntos habitacionales que rodean el centro ceremonial. El primero es el conjunto residencial sur (fig. 10). Se trata de un patrón habitacional muy consistente y nos brinda datos sobre al menos unos cuatro grupos residenciales de familia extendida, un patrón bien conocido en la arqueología de la zona maya desde el Período Preclásico. Es necesario aclarar que existen más estructuras rectangulares de función residencial en la zona, la cual a su vez es más extensa de lo que aquí se ha recreado. El grupo residencial oeste (fig. 11) está formado por unas tres hileras de viviendas paralelas con avenidas que las separan al estilo de pasajes modernos. Se ha recreado solo en un 30 por ciento, pues existen muchas estructuras más cercanas al río Tacachico en forma numerosa y por motivos de tiempo su censo y ubicación no fue posible. 26 Una semblanza del sitio arqueológico Las Marías Figura 10 Residencial Sur Figura 11 Residencial Oeste Conclusión El contacto con un sitio extenso, con innumerables estructuras, su buen estado de conservación, y la diversidad funcional de sus arreglos arquitectónicos ha sido el fundamento motivador para la recreación que aquí se ha presentado, sin menospreciar otro motivo preocupante que es la amenaza de su desaparición debido al uso intensivo del suelo para las actividades agrícolas y la ganadería. La Fundación Quino Caso, en su calidad de motor cultural de Quezaltepeque ha asumido como un derecho y un deber la valoración del centro ceremonial “Las Marías”, tanto por tratarse efectivamente de nuestro paisaje cultural, como porque el sitio antiguo es un legado de los pueblos originarios a la nación salvadoreña. Es nuestro sentir que los salvadoreños deberíamos elevarlo a la calidad de patrimonio de la humanidad para garantizar su conservación. Al realizar la recreación digital de “Las Marías”, la Fundación Quino Caso busca llamar la atención de las autoridades competentes para la urgente protección, estudio y conservación del lugar y dejar un precedente gráfico que sirva de punto de partida para el estudio de esta antigua ciudad perdida en la memoria de sus descendientes. Hoy nuestro deber es que no se pierda, que no se olvide. 12 27 Referencias Amaroli, Paul (2000). La Urgencia de comprar el sitio arqueológico Las Marías. Informe en archivos de la Secretaria de Cultura. 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Centro américa. 28 Una semblanza del sitio arqueológico Las Marías Vicente Manzano Arrondo* El papel de la Universidad en la Sociedad de Ignorantes Resumen Sobre las universidades se ejercen algunas presiones. Como resultado de ello, puede observarse una crisis en torno a la misión que ha de tener la institución universitaria: debe trabajar para crear conocimiento científico, para solucionar retos de competitividad, o para implicarse en acciones sociales y políticas. Estas presiones sorprenden a las universidades inmersas en una sociedad que muestra más ignorancia que nunca antes. En este trabajo, la universidad se presenta como la institución que puede crear sabiduría a partir de este estado de ignorancia. Para ello, será necesario poner en marcha algunas acciones trascendentes: potenciar el trabajo conjunto entre varias disciplinas, fomentar el contacto directo con los retos sociales, abandonar la habitual actitud de obediencia y optar por la acción autónoma y responsable, establecer criterios de calidad relevantes, y construir sociedad e institución universitaria a partir del diálogo con políticos comprometidos, empresas locales o cooperativas, y organizaciones de la sociedad civil o movimientos sociales. Palabras clave: compromiso social de la universidad, sociedad de ignorantes, ética universitaria, criterios de calidad. Abstract Some pressure is exerted on universities. This can create a crisis regarding the mission that a university institution must have. Should it work to produce scientific knowledge, to solve competitiveness challenges or to get involved in social and political actions? These pressures find universities immersed in a society that shows more ignorance than ever before. This study presents the university as the institution that can create wisdom from this state of ignorance. To do that, it will be necessary to start some transcendental actions, such as fostering interdisciplinary work, promoting direct contact with social challenges, abandoning the usual obedient attitude and choosing an autonomous and responsible action, establishing relevant quality criteria, and building a society and a university institution based on a dialogue with committed politicians, local enterprises or cooperatives, and social organizations or social movements. Keywords: university’s social commitment, ignorant society, university ethics, quality criteria Sociedad del conocimiento Todo posee alguna frontera en algún momento y en algún lugar. Pero al día de hoy no la hemos encontrado en lo tocante a la imaginación de las personas para crear imágenes, símbolos, perspectivas, interpretaciones... Uno de los productos frecuentes de esa imaginación sin aparentes restricciones es la facilidad para nombrar, para bautizar momentos históricos, complejos como pocas cosas, con un denominador común. Éste en el que nos encontramos ahora ha sido renombrado ya en tantas ocasiones que bien podría alguien dedicar una tesis o un grueso libro a identificar y explicar cada uno de los títulos que encabezan la época que vivimos. No obstante, de entre todas sus denominaciones, la de “Sociedad del Conocimiento” cuenta tal vez con más adeptos que ninguna otra, intelectuales que justifican principalmente el nombre a partir del papel fundamental que la educación debe desempeñar en la creación y gestión del conocimiento (Tedesco, 2003). * Vicente Manzano Arrondo, Universidad de Sevilla. E-mail: [email protected] 12 29 Si bien parece que la denominación termina siendo utilizada para casi cualquier cosa (Álvarez y Echeverría, 2006), lo que más llama la atención es la perspectiva dominante y mayoritaria que juega con ello. Tal y como describe Méndez (2006), debe ser denunciado que un concepto tan pedagógico como el conocimiento esté siendo utilizado casi únicamente por la dimensión de los expertos en economía y globalización, de tal forma que las épocas terminan siendo observadas desde la óptica del tejido productivo: de economía agrícola a la economía industrial y de ésta a la del conocimiento. Desde tal posición, el papel que se ha esperado siempre de la educación ha sido el de suministrar mano de obra adecuada a cada periodo: enseñanza primaria para la economía agrícola, enseñanza media para la economía industrial y, ahora, universidades para la economía basada en el conocimiento (Lamo de Espinosa, 2001). Obsérvese, por ejemplo, la siguiente declaración: La demanda creciente de tecnología por la sociedad, la necesidad de innovar de modo permanente para mantener el vigor del tejido empresarial y de la actividad económica y la importancia de la formación de capital humano muy cualificado exigida por la sociedad del conocimiento, requieren de la universidad el ejercicio de nuevas funciones y nuevos compromisos con la sociedad, que la convierten en motor del desarrollo y en agente especial de movilidad social. (Fundación CYD, 2006). Parece claro, pues, que la universidad está llamada a desempeñar un papel fundamental en la sociedad del conocimiento: el de solucionar los nuevos problemas que enfrenta el anhelo del crecimiento económico desde su especificidad cualificada. La reforma universitaria que enfrenta Europa desde hace diez años es una buena prueba de ello: los movimientos que registra, si bien cuentan con importantes correlatos interesantes desde un punto de vista educativo, se ajustan como un guante a las necesidades que demanda saciar el mercado (Rizvi, 2006). No en vano la reforma europea, que siguen con devoción prácticamente todas las universidades del planeta, tiene como objetivo convertir a Europa en la economía más competitiva del mundo (Manzano y Andrés, 2007). Así, algunas de las reestructuraciones que se exigen a la institución de educación superior para cumplir con el objetivo indicado son: investigación adaptada al logro de ventajas competitivas, formación de profesionales capaces de adaptarse en tiempo, espacio y motivo de trabajo, incentivo de la autoformación a lo largo de toda la vida con el acicate de la competitividad laboral, inclusión de los agentes del mercado en los centros de decisión universitarios, reducción del respaldo económico estatal y aumento de la dependencia de patrocinadores empresariales, etc. Los atractores de tales movimientos cuentan, a su vez, con multitud de consecuencias y de instrumentos programados para el éxito de la tarea. Uno de ellos, de envergadura acelerada, es la virtualización. Hablamos entonces de universidades digitales, cuya formación se dirige a la procura de los profesionales que se requieren en esta sociedad del conocimiento (García Ruiz, 2008), construyendo lo que está comenzando a ser denominada la e-universidad (Royero, 2007). Se trata sin duda de una carrera frenética parecida a la del gatito que persigue su cola sin alcanzarla nunca, en un contexto de taquicardia. Frente a este episodio histórico donde la presencia de las argumentaciones económicas se encuentra inflamada, surgen multitud de voces que llaman hacia una reapropiación del conocimiento desde perspectivas pedagógicas, humanistas, éticas, emancipadoras, etc. Así, Herrán (2003) denuncia que no nos encontramos en la tan anunciada sociedad del conocimiento, sino en la sociedad del acceso a la información, a la que pertenece sólo una quinta parte de la humanidad. En este sentido abunda el precioso volumen de la UNESCO (2005) donde deja sentado que nuestra sociedad no es hoy del conocimiento, pero que hemos de prepararnos para ello, implicando a las universidades, como al resto de las instituciones educativas, en la aventura de procurar un horizonte del conocimiento altamente inclusivo en una sociedad que requiere, por encima de todo, justicia. Por ello, Siegel (1984) afirmaba que no basta con el conocimiento, es necesario conocimiento con compasión. Sociedad de ignorantes No vivimos en ninguna época que merezca el pomposo nombre de “sociedad del conocimiento”. Con sinceridad, sabemos que no es cierto. 30 El papel de la Universidad en la Sociedad de Ignorantes Vivimos, más bien, en la sociedad de ignorantes. Nótese que evito utilizar el mismo mecanismo generador y sortear la tentación de proponer “Sociedad de la Ignorancia”. Creo que jamás hemos aglutinado más conocimiento, si bien en una suma mayoritariamente desconectada y en una dirección predominantemente vergonzosa. El problema no es tanto que la sociedad en sí sea ignorante (tampoco afirmo, de momento, lo contrario), sino que somos sus miembros los acreedores del adjetivo. Siempre ha sido así aunque nunca como hoy. Es importante reconocer que cualquier persona, tomada al azar, resulta ser en mayor medida ignorante que sabía, dado que siempre queda más por saber que lo sabido. Recordemos la sentencia de hace más de dos milenios con la que Sócrates termina siendo conocido por muchos mortales: yo sólo sé que no sé nada. La capacidad individual es claramente limitada. Considerando este límite natural a la vez que histórico, ¿somos más ignorantes ahora? ¿Podemos defender esta tesis? Es posible asumirlo principalmente por tres argumentos. Argumento de la complejidad La sociedad jamás ha sido tan compleja como lo es hoy. Nunca el reto de saber ha sido tan imperioso a la vez que tan difícil de alcanzar. El mundo ha crecido. El contexto en el que las personas nos manejamos no es el de nuestro pueblo o ciudad. No lo es en multitud de aspectos: busco trabajo en muchos lugares, la ropa que me viste ha sido elaborada en varios puntos del globo, siguiendo el modelo de la fábrica difusa (Coq, 2003), las noticias que alimentan el televisor provienen de muy lejos, la crisis que padece mi ciudad nació a miles de kilómetros, el virus con el que enferma mi vecino ha sido importado desde un lugar recóndito, la comida que he adquirido en el supermercado se elaboró en una región que jamás pisaré, con ingredientes de otro punto planetario cuya existencia desconozco y procesado con mano de obra de un país que no sabría situar con exactitud. La complejidad del sistema de referencia de los humanos ha crecido drásticamente. Ello exigiría de quienes intentan adaptarse a él, moverse por él o superarlo, una complejidad aún mayor (Wagensberg, 1995) para evitar el anunciado fracaso en la tarea. No parece que avancemos en este sentido. Un contexto complejo no puede ser abordado desde una perspectiva simple. Intentarlo de ese modo genera lo que observamos: ignorancia. Y lo complejo, tras el muro de la ignorancia, se hace invisible. Se me pierden, como miembro de la sociedad actual, muchas causas y muchas consecuencias, muchas localizaciones de los acontecimientos en la tupida red de eventos entrelazados que caracterizan el mundo que vivimos. Jamás un humano podría sentirse más perdido que hoy en el intento de comprender lo que ocurre. No es una limitación cerebral. Es el resultado inevitable de la sociedad que estamos construyendo. Argumento de la intermediación Jamás hemos dependido tanto de intermediarios para rozar el conocimiento. Cada vez más sabemos menos de nuestro entorno más inmediato (en el que solemos, además, estar “de paso”) y “creemos” saber más del mundo, si bien este conocimiento de calidad dudosa llega tremendamente adulterado tras atravesar densos y unificantes procesos de selección, redacción, coherentización (forzar la identidad de los eventos transmitidos de tal forma que sean coherentes con el imaginario que se está construyendo) y puesta en escena. De esta forma, cada vez nuestro conocimiento es más dependiente del interés de otros y estos otros se encuentran plenamente instalados en un funcionamiento y estructuración sociales cuyo estatus no están dispuestos a modificar. Los espectadores de los medios de comunicación, los consumidores de la intensa labor de intermediación entre nuestro hambre de saber y la materia prima que lo sacia, no tenemos buenas herramientas para contrastar noticia y realidad (Fernández García, 2003). Nuestro saber sobre el mundo, por lo tanto, es una construcción que no reduce la ignorancia sino que la alimenta. 12 31 Rafael Vidal (2005) sugiere un sistema de categorías que describe cómo los medios de comunicación no sólo trabajan para el poder sino que son poder y procuran el mantenimiento de tal situación, una forma de funcionamiento que, cuando menos, debería hacer desconfiar a los medio-dependientes acerca de cuán pertinentes son las imágenes sobre el mundo que se construyen desde el acceso a los intermediarios: No recursividad: no comunican sino impiden la comunicación, normativizando una experiencia singular no compartida y practicando la tiranía del emisor. Espectacularización y estetización de la realidad: se utilizan las imágenes como mediadoras de las relaciones humanas cuando las imágenes se generan desconectadas de la realidad. Desmovilización y des-responsabilización: confunden la ficción melodramática con la política y sustituyen las inquietudes sociales por la mirada fascinada ante la puesta en escena del poder. Mercantilización de la vida social: construye la identidad primaria a partir de la función de consumo. Gracias a ello, “los medios suprimen cualquier posibilidad de una esfera pública crítica y transgresora, impulsando la existencia individual a una lucha banal de todos contra todos por la siempre insatisfecha consumición compulsiva de lo irreal” (23). Anticipación y reducción de los acontecimientos: fabrican los discursos al uso y alimentan una interpretación singular y cerrada de los acontecimientos y los no-acontecimientos. Desmemorización y desfuturización: la rápida sucesión de imágenes de no-acontecimientos centran la realidad del receptor en lo fugaz y el olvido. Los medios fabrican realidades presentes sin pasado ni futuro. Deslocalización y desmaterialización: la velocidad infiere una sensación de ausencia de territorio para la experiencia humana generada desde los medios y adoptada como propia. El famoso texto de referencia de Chomsky y Ramonet (2001) abunda de forma más cruda en el mismo sentido. No obstante, aun manteniendo distancia con respecto a una visión oscura sobre el papel de los intermediarios de la información, es fácil identificar en esta perspectiva aspectos de gran contundencia sobre el funcionamiento de los medios de comunicación y sus efectos en la construcción de una imagen sobre el mundo. Como consecuencia, ¿resulta defendible la idea de que la intermediación genera conocimiento? ¿No fabricamos aún mayor ignorancia al prescindir de la construcción directa del conocimiento de lo cotidiano a cambio de la aceptación acrítica de la realidad producida desde tales centros de poder? Argumento de la ceguera Fruto de una presión sin precedentes para rendir (o competir, como prefiere decirse), el conocimiento se encuentra cada vez más parcelado y los individuos que aspiran a saber se concentran en un compartimento cada vez más pequeño que les requiere mayor esfuerzo de concentración. El resultado es lo que Morin (2001) denomina inteligencias ciegas y Vilar (1997), microsabios macroignorantes, personas capaces de saber muchísimo sobre algo irreal, puesto que obedece a un campo que sólo existe en el ámbito del estudio, desconectado de un contexto más amplio que les resulta desconocido. Tales engendros de nuestro funcionamiento social quedan inhabilitados para conocer el mundo y, por tanto, para actuar en él de forma cabal. En definitiva pues, somos cada vez más ignorantes porque es más complejo lo que nos rodea, porque hemos renunciado al conocimiento directo del entorno a cambio de la sensación de conocer mediante la digestión externa y porque preferimos pensar que somos quienes más sabemos sobre algo minúsculo perdiendo la visión de conjunto. 32 El papel de la Universidad en la Sociedad de Ignorantes El sueño es, sin dejar de ser irremediablemente ignorantes en el plano individual aislado, trabajar para la construcción de una sociedad sabia. Esto es posible, pero totalmente inviable desde un proyecto individualista. Sólo puede ser una aventura colectiva mediante conciencia colectiva. Ésta es la misión de la Universidad: cómo crear sabiduría social inserta en el contexto descrito. Tal cometido exige, obviamente, intervenir en el contexto y modificarlo. Confieso en este espacio que la masa de ignorantes (en la que me incluyo) no puede ser el resultado final de ese trabajo universitario prolongado, sino la materia prima de la que partimos. En sentido estricto, la sociedad sabia requiere también sabiduría de sus miembros. Se trata pues de un camino de dos vías paralelas. Unos apuntes sobre sabiduría Los hechos no existen por sí solos ni se mueven aislados. Participan en estructuras que los organizan y que construyen entidades con sentido. La figura 1 intenta expresar esta idea de una forma simplificada. Los hechos, construidos mediante procesos selectivos de atención, mediante simplificaciones y reducciones (Lizcano, 2000), son sometidos frecuentemente a procesos de medida, a la asignación de números que cuantifican los acontecimientos. La medida es más habitual en unos contextos que en otros. En el mundo de la ciencia se vive mayoritariamente como un proceso inevitable y una bandera de fuerza en la producción de conocimiento. La suerte, no obstante, es muy diferente según la disciplina. En las ciencias de corte social como la pedagogía, la psicología, la sociología o la economía, por ejemplo, la asignación de números a hechos resulta especialmente delicada y está sujeta a mucha discusión, confusión y falta de espíritu crítico (Rodríguez Sosa, 2004). Los datos son organizados, dispuestos unos junto a otros, contabilizados, resumidos, procesados y presentados de tal forma que se genera lo que denominamos información. La información es el máximo nivel transmitible a juicio de muchos (Canals, 2003) pues, aunque podemos comunicar hechos, datos e información, no es posible con el conocimiento. Éste nace necesariamente en cada persona que conoce. Figura 1 Realidad y conocimiento El conocimiento surge cuando la información cobra significado. Para ello, ésta emerge y se asocia con el conocimiento previo de que dispone la persona que conoce. Pero aún queda un estadio fundamental: la sabiduría. Ocurre sólo cuando el conocimiento toma contacto especial con el sustrato real, cuando se observan las cosas desde la globalidad, comprendiendo la complejidad de las situaciones reales. 12 33 En la sabiduría pierde sentido la frontera entre lo abstracto y lo concreto, entre la teoría y la práctica. Aún más importante, pierde su artificioso sentido la frontera entre la razón y la emoción. La sabiduría es, entre otras cosas, conocimiento sentiente. La persona sabia no sólo sabe enlazar acontecimientos, teorías y prácticas, sino que conoce todo conscientemente desde el cerebro y el corazón. La persona sabia, en definitiva, es íntegra, no se encuentra parcelada. El objetivo último y máximo, pues, es la sabiduría. Todo lo previo es un camino que sólo tiene sentido cuando se llega a aquélla. En ese camino, el recorrido incompleto puede llegar a ser peor que la inacción y la ignorancia. No existen los puntos de apoyo absoluto. La sabiduría surge de un proceso al que también fundamenta: hechos, datos, información y conocimiento se construyen de forma diferente según la perspectiva. Ojalá que ésta fuera siempre sabia. Por esta razón, adquiere tanto sentido un realismo crítico: si podemos idear diferentes construcciones sobre el mundo cercano y lejano, si podemos poner en marchas diferentes realidades, construyamos entonces aquéllas con mayor sentido, sabias desde el cerebro y el corazón, sumamente inteligentes y, por tanto, también emotivas y solidarias. Ocurre, además, que la construcción de toda la estructura de conocimiento es conjunta y no individual. Ciertamente que el adjetivo sabia se encuentra cojo sin el sustantivo persona. Pero todo el camino es social. Los conocimientos interactúan, la construcción de hechos se comparte, los procesos de medición y organización obedecen a convenciones. Y cuanta más gente sabia, más sabiduría individual está al alcance de ellas y de las demás. Todo el proceso, todo el ciclo se encuentra profundamente sumergido en una comunidad de personas. El acceso a la sabiduría es mucho más que un derecho individual, es una necesidad colectiva. Por esta razón es tan importante no sólo la persecución de poder saber sino también la aspiración de igualdad en ello. Un planeta donde coexista un selecto grupo de sabios junto a una inmensidad de ignorantes no sólo dice muy poco en favor de los primeros, sino que sirve para casi nada. Los grandes desequilibrios de conocimiento generan más desequilibrio, puesto que facilitan dependencias que se alimentan a sí mismas, además de sostener la inmensa hambre de conocimiento y sentido únicamente en unos pocos individuos. Es un lujo que una sociedad inteligente no puede permitirse. Necesitamos aspirar a un planeta sabio porque está formado por personas sabias, una a una y no como suma o agregado final. En esta época, tantas veces denominada del conocimiento, no ocurre nada voluminoso que vaya orientado hacia ese objetivo de sociedad inteligente. Más bien se busca dividir a la población en diferentes grupos con accesos dispares al conocimiento y funciones diseñadas como mano de obra, desde quienes deciden y organizan lo que ha de saberse, hasta quienes quedan completamente excluidos del sistema. Para conseguir este resultado es necesario mantener a los oprimidos en su condición de impotentes sociales, mientras que la parte más agraciada del planeta debe vivir con una cuidadosa paz de conciencia, basada en la ignorancia de los procesos y en el diseño de apetitos, deseos y necesidades ajenas a la realidad planetaria. De ello se cuidan, especialmente, las técnicas de persuasión y los discursos, además de los procesos unidireccionales de educación (Freire, 1970). El papel de la universidad en la construcción de una sociedad sabia Con la intención de construir una sociedad sabia –y por tanto justa– a partir de un estado histórico de ignorancia, que requiere grandes dosis de conocimiento pertinente, la universidad se muestra como una de las piezas fundamentales. Si es cierto que constituye el espacio por ontonomasia para la creación y gestión de conocimiento de alta calidad, entonces cuenta con una responsabilidad histórica más acuciante que nunca en su trayectoria anterior. 34 El papel de la Universidad en la Sociedad de Ignorantes En este camino liberador dentro y fuera de sus muros, la institución universitaria tendrá que vencer fuertes barreras, muros que ella misma ha colaborado en levantar. De entre un abanico amplio, cabría destacar principalmente: transdisciplinariedad y conocimiento directo, protagonismo en las reglas del juego, superación universitaria de las crisis y diálogo. Salvo este último, que será abordado en un apartado específico, veamos con ligero detenimiento cada uno de los componentes mencionados. Transdisciplinariedad y conocimiento directo El paradigma de la simplicidad ha procurado un sinfín de logros a la sociedad, tal vez preferentemente técnicos, pero logros al fin y al cabo. La ciencia se ha desarrollado a un nivel extraordinario y las profesiones han alcanzado su configuración actual. Este paradigma puede ser descrito con injusta brevedad señalando sus características más sobresalientes en torno a determinados dogmas de fe acerca de cómo se comporta el mundo y cuál es el papel de la investigación en su misión de procurar conocimiento. Algunos de estos dogmas son: Todo puede ser reducido a un conjunto de partes más pequeñas que, a su vez, también admiten este análisis. El conocimiento del conjunto se obtiene mediante síntesis, una vez analizados sus componentes. El conocimiento es acumulativo: crece mediante el añadido de más unidades de conocimiento. Es único: no hay dos conocimientos posibles sobre el mismo asunto. Puede ser completo: basta con acumular lo suficiente como para aspirar al conocimiento absoluto sobre cualquier fenómeno. El azar es error. El avance del conocimiento permite reducir el campo de lo aleatorio hasta eliminarlo por completo. Esta forma de ver el papel de la investigación y la naturaleza del conocimiento, justifica, entre otras consecuencias, la parcelación extrema que observamos en las disciplinas. No sólo se distinguien éstas mediante estrategias de identidad cuidadas, sino que son intraparceladas en áreas, subáreas, temas de investigación, subtemas, etc. Sin embargo, este modelo parece haber tocado techo. El paradigma de la simplicidad puede abordar con éxito la solución de problemas simples aunque muy complicados. Un ejemplo es averiguar cómo se comportará una nave espacial que se dirige hacia Marte, garantizando el momento, lugar y condiciones en que el aparato tocará la superficie. Pero es insuficiente para predecir qué va a ocurrir en las relaciones entre los cuatro tripulantes, más allá de algunos apuntes con una limitada seguridad. La experiencia en todas las ciencias muestra multitud de ejemplos y constataciones que contradicen los dogmas de la simplicidad: incluso en física (la llamada reina de las ciencias) se asume ya la condición natural del azar, como algo totalmente distinto del error; vamos reconociendo que son viables varios conocimientos distintos sobre lo mismo; la acumulación de conocimiento no es lineal y en ocasiones hay que romper el vaso para comenzar otro a la luz de nuevos descubrimientos; etc. Como respuesta, surgen las perspectivas de la complejidad, con muchos años y densísima producción científica y literaria. Dada su propia naturaleza, es difícil mantener la existencia de un paradigma de la complejidad, pero sí de algunos puntos comunes. Algunos de ellos son: Además de considerar que el azar es, en parte, el nombre que ponemos a nuestra ignorancia, se acepta que es un derecho de la naturaleza (Wagensberg, 1985), lo que implica que es irreductible y hay que aprender a vivir con él. Como el conocimiento está condenado a ser incompleto y las condiciones que justifican ciertas 12 35 regularidades pueden variar, la incertidumbre es un estado natural y ha de ser aceptada dentro de los cuerpos de conocimiento. Los sistemas complejos no pueden comprenderse mediante análisis/síntesis puesto que en ellos el todo es más que la suma de las partes (Britto, 2005). La linealidad es o una excepción o una simplificación irreal. Los fenómenos se rigen más por una no linealidad multiplicativa (Mateo, 2003). Los acontecimientos son interdependientes: un cambio en uno genera una reacción en el resto de consecuencias difíciles de prever en muchos casos. Esta circunstancia se ha ilustrado repetidas veces como efecto mariposa (Gómez, 2002). Cada nivel de la naturaleza requiere un nivel de estudio. Con la física cuántica no puede explicarse el comportamiento humano. A mayor complejidad del fenómeno, mayor complejidad de la mirada. Los sistemas organizados están compuestos por elementos fiables y precisos que generan imprecisión e inestabilidad. Los sistemas auto-organizados están compuestos por elementos poco fiables e imperfectos, que generan un resultado altamente estable y fiable (von Newman, citado por Morin, 1995). Las máquinas son sistemas organizados, mientras que los seres vivos son auto-organizados. Las primeras son complicadas y permiten un enfoque simple. Los segundos son complejos y requieren un enfoque complejo. La realidad no es necesariamente objetiva. La subjetividad construye realidad. Lo observado depende de quién observa. La realidad compleja exige incluir el arte en el conocimiento científico (Wagensberg, 1985). Para Luhman (1998), las ciencias pueden aspirar como mucho a la complejidad, mientras que el arte llega hasta el sentido. La realidad no entiende de disciplinas. La comprensión de los problemas reales y la generación de soluciones requieren posturas transdisciplinares. Pensar lo contrario es, al menos, una pretensión exagerada (Sotolongo y Delgado, 2006). Todas estas disquisiciones tienen una gran aplicabilidad a la hora de pensar cómo debería gestionar la universidad su misión de transformar la sociedad desde su condición de espacio del conocimiento. Una mirada al interior que guardan sus muros descubre que se encuentra fuertemente instalada en la simplicidad, un pensamiento simple que se dedica a separar con más facilidad que a unir, reproduciendo a nivel institucional los movimientos conceptuales que caracterizarían a un individuo de mentalidad poco integrativa (Lising, Chang, Hakuta, Kenny, Levin y Milen, 2003) ni compleja (Green, 2003). Requiere, por tanto, una revolución auto-organizadora. Las propuestas que lanzo desde aquí, encaminadas a facilitar esa misión universitaria desde la superación del paradigma de la simplicidad, pueden ser esquematizadas en cuatro puntos. 36 El papel de la Universidad en la Sociedad de Ignorantes Propiciar las inmersiones y las intromisiones (construir una actitud individual). Hay que dejar de mantener el dilema que obliga a escoger entre la protección de la identidad de una disciplina o su trabajo conjunto con otras. La experiencia demuestra que varios expertos monodisciplinares no sólo no confunden su identidad previa al trabajar conjuntamente, sino que consiguen al mismo tiempo un refuerzo de la identidad individual y la construcción de una nueva identidad colectiva, altamente eficaz en su cometido de creación de nuevo conocimiento. Observamos además que las grandes revoluciones que han tenido lugar dentro de cada disciplina han surgido ante el fuerte contacto con otras, como ocurre cuando ingresa en sus filas alguien con mente inquieta y una formación densa en otros campos del saber. La universidad transformadora debería estimular que sus expertos, a título individual, realicen incursiones en otras disciplinas diferentes a las suyas, se interesen por las investigaciones que se realizan en otros departamentos, colaboren aún esporádicamente en conversar con otros colegas científicos sobre los motivos que les ocupan en esos momentos, leer revistas que no son de su campo, etc. Construir espacios de encuentro (construir una actitud colectiva). La multidisciplinariedad no es más que la coincidencia de varios expertos monodisciplinares al mismo tiempo. El objetivo es el aprendizaje mutuo y la complementariedad. El mero contacto es en sí fructífero aunque rápidamente limitado. Los espacios de encuentro, sean asociaciones, seminarios, asignaturas compartidas, etc. han de idearse para que no sólo consten del intercambio de miradas, sino para que incluyan el objetivo de generar miradas nuevas ante asuntos antiguos. Pensemos, por ejemplo, en un grupo de expertos en disciplinas diferentes que se reúnen periódicamente con el objetivo de diagnosticar la actualidad, aportando cada uno su mirada y planteando el objetivo de construir una visión compleja desde el grupo. No se trata de una conversación entre amigos que dejan el abrigo de la ciencia cuando entran en la sala. Es más bien una reunión científica, es el fruto del interés que rebosa en los participantes para aplicar sus conocimientos en la comprensión de los fenómenos, sentados en la misma mesa donde otras personas expertas en sus respectivos campos construyen la misma intención. Si esta reunión periódica termina teniendo la forma de una asignatura que se oferta a estudiantes de diversas disciplinas, el beneficio que puede derivarse de ello será difícilmente mensurable: estudiantes que tendrán el lujo histórico e inestimable de pensar lo cotidiano desde una perspectiva compleja y docentes cuyo trabajo codo con codo les transformará como científicos y como personas. Trabajar con motivos reales. No hay mejor forma de construir conocimiento complejo que utilizando el estímulo de acontecimientos reales. Éstos deberían ser cuanto más locales mejor, frenando la fuerte tendencia de las lógicas neoliberales que homogeneizan la educación (Rizvi, 2006). La globalidad se reproduce también en la localidad, más todavía en este momento histórico donde tantas crisis se encuentran mundializadas y todo parece encontrarse entrelazado con todo. Los entornos locales constituyen la prueba de fuego para las disciplinas científicas: “¿No mantiene usted que su conocimiento es contrastado, elaborado, sólido? ¡Pues aplíquelo a este problema que camina ante su rostro!”. La experiencia compartida entre varios expertos disciplinares para comprender los acontecimientos y, mucho mejor aún, para diseñar vías de intervención demostrará cuán alejados se encuentran los motivos de estudio e investigación con respecto a los retos más urgentes ante los que se enfrentan la mayor parte de la población y la mayor parte del planeta. Trabajar transdisciplinarmente con motivos reales locales, directos, y más aún si son urgentes, constituye un reto difícil que puede desanimar en los primeros pasos y que, por tanto, exige una previsión y un diseño robustos. Se romperán varios dogmas de fe, caerán conocimientos instalados y emergerán otros, nuevos, con fuerza. Spencer (2008), por ejemplo, muestra cómo se construye compromiso medioambiental a la vez que calidad de aprendizaje y de creación de conocimiento cuando las tareas son diseñadas y dirigidas desde el trabajo conjunto de varias disciplinas. Fomentar la locura. La expresión es arriesgada, pero representa bien la idea. Por desgracia, las instituciones de todo tipo huyen del riesgo, de la incertidumbre. Esta huida explica bien por qué las universidades suelen mostrar un comportamiento altamente obediente en varios planos, papel reactivo más que proactivo, asentado en el temor de equivocarse en soledad (“si erramos, erraremos todos”). Sin embargo, sin azar, sin estímulo de lo incierto, no surgirá nada realmente nuevo. Una universidad no sólo transformadora sino que acepta su papel proactivo en la sociedad y en la ciencia procurará construir espacios, estructuras y funcionamientos que potencien la creatividad, lo inesperado, el azar... Esto es lo que puede parecer una locura. Y por eso es tan necesario en una sociedad que se aferra al daño conocido antes que a la incertidumbre de posibles soluciones novedosas. No defiendo a una institución universitaria cuya definición básica sea la locura. Mi intención es proponer la creación de espacios específicos y de alentar en la institución tendencias auto-discrepantes en todas sus áreas. La promoción de una universidad consciente de encontrarse inmersa en contextos complejos que requieren miradas complejas, redundará asimismo en una universidad más justa (Cunningham, 2007), pues la construcción de justicia implica manejar situaciones, dimensiones y argumentos de naturaleza compleja. 12 37 Protagonismo en las reglas del juego Llegó la cita, como siempre, por la noche. Todos los martes mi familia en el salón, haciendo un círculo en torno a aquella mesa. Mi tío delante y frente a él, temblando, yo. Sentó en su silla, sonriente y dominante. Y yo en la mía, como siempre, en el rincón. Comenzó el acto escupiendo sus preguntas. Y como pude se las respondía yo. Sin variaciones transcurrió así cada martes, hasta aquel día en que mi futuro cambió. Por vez primera leí el respaldo de mi silla: con letras grandes vi escrito PERDEDOR. Quedé en pie, mirando fijo a mi tío. Súbitamente su faz de dios le cambió. Le dije “Algo nuevo pasa en este juego, pues las preguntas, desde hoy, las haré yo”. A mí el tren en marcha me trae sin cuidado. Si no me monto, no me monto y se acabó. Me da igual lo que me ofrezcas por la tele. Que mis anhelos los he dibujado yo. Desde aquel día, si con Lázaro tropiezo, digo “¡Levántate y camina, perdedor! ¡Mira el respaldo de la silla que utilizas. Juega tu juego mas no el que otro diseñó El protagonista de la historia1 obedecía cada martes a un patrón que él no había ideado, ni decidido, ni reflexionado. Era sometido a una situación vejatoria, donde un adulto tomaba las decisiones y el chico debía ser capaz de responder a las elevadas expectativas. Pero un día comprendió el alcance de lo que estaba ocurriendo. El adulto construía las reglas del juego a su medida. Jamás iba a realizar una pregunta cuya respuesta no conociera previamente. Jamás, por tanto, el discípulo podría superar a su maestro. La máxima aspiración que cabía en el corazón del joven era igualar, circunstancia que tendría lugar cuando se mimetizara con el modelo. Esta situación opresora tenía lugar en un contexto coherente con ello: espectadores que mantenían la violencia del fenómeno aliados, por inercia e inacción, con el adulto ya que aceptaban sin reparos las reglas del juego. El acto de esperanza fue una rebelión, una liberación basada en la conciencia. Cuando el muchacho comprendió lo que estaba ocurriendo tuvo el coraje de exclamar “¡Ya basta! ¡A partir de ahora yo haré las preguntas!” De ahí ese caminar erguido, propio de uno de los bienes más preciados que acompañan o pueden acompañar en la vida, la dignidad. La universidad transformadora ha de ser primero digna si quiere aspirar a colaborar en la construcción de un mundo digno. Comparto en estas líneas mi sólida convicción de que no es tal cosa precisamente a lo que se dedica la institución. Muy al contrario ha tomado la decisión de responder de forma acrítica, pero eficaz y a ser posible eficiente, a las preguntas que son diseñadas fuera de sus muros por entidades que, reconozcámoslo, no tienen una experiencia directa de los grandes problemas que asolan a las mayorías, como la pobreza, el hambre, la guerra (no diseñada o decidida, sino padecida en propia carne), las opresiones, los desequilibrios de poder, la falta de acceso a los recursos, etc. En un mundo difícil de ser asumido como justo, donde se requieren grandes dosis de conocimiento 38 El papel de la Universidad en la Sociedad de Ignorantes 1. La canción es un extracto de la original, “La silla”. Su letra completa y el archivo sonoro pueden consultarse en http://personal.us.es/ vmanzano, sección “libre distribución”. complejo y comprometido, la universidad no podrá desempeñar su labor emancipadora si ella misma no es capaz de emanciparse. El primer paso es cuestionarse el propio comportamiento, es preguntar por quién hace las preguntas, es llevarlas a la conciencia. El siguiente requiere autonomía: plantear cuáles son las preguntas relevantes a las que debería dar respuesta la universidad. Y el último, coraje: embarcarse en construir consciente y coherentemente las respuestas. En suma, hablamos no sólo de relevancia social de la institución, sino de dignidad. La universidad se ha dejado llevar por miedo y por falta de conciencia histórica de sus dirigentes. Ha padecido y padece el mismo proceso que describe a otras instituciones de gran envergadura como la Iglesia o los partidos políticos. Nacen con una misión, la mantienen escrita en sus postulados teóricos, tal vez incluso la enmarcan y la exponen al público. Pero la práctica les distancia de esos cometidos grandielocuentes. En esa práctica, la organización original (si alguna vez lo fue) termina sufriendo un proceso artrítico que podríamos bautizar como estructuralitis. La estructura y su funcionamiento llegan a alcanzar tal envergadura que consumen buena parte de las energías de sus miembros. Más tarde o más temprano, son los especialistas en la estructura y en la misión de mantenerla a lo largo del tiempo quienes ocupan los cargos de mayor poder y responsabilidad. Su objetivo real llega a alejarse tanto del que permanece enmarcado que resulta claro cuál es el cometido de la organización: la supervivencia o, mejor, el crecimiento, la expansión, triunfar a los ojos de los criterios del momento. La universidad se encuentra sometida a varias crisis, que comentaré algo más adelante. Su postura no es la rebelión frente a tales presiones, sino procurar la salida más airosa, la menos costosa, la más segura, la menos atrevida... En suma: la que se ha diseñado desde fuera de sus muros a partir de las instancias de un poder que jamás se cuestionará a sí mismo ni cuestionará la estructura social injusta que hace posible su estatus. Dedicada a responder como puede, lo más rápido que puede y con las mayores dosis de imitación de que es capaz, la universidad ha renegado de su papel fundamental en la creación de las preguntas relevantes en este momento histórico y en su contexto específico. Un buen ejemplo de ello es la forma en que la institución aborda el legítimo movimiento de cuestionar la calidad de lo que lleva a cabo. La aspiración de calidad es legítima e incluso exigible. Sea privada o pública, la institución universitaria consume recursos de la sociedad en la que se inserta y genera consecuencias trascendentes. Esta relación continua exige una preocupación constante por un trabajo serio, de calidad. Existen dos grandes recursos para procurarla: metodológico (poner en marcha los mecanismos que se han probado eficaces en la consecución de calidad) y evaluativo (establecer criterios y herramientas para medir la calidad en términos de estado o resultado). Sería deseable que la universidad instaurara en ella misma ambas perspectivas, poniendo en marcha sistemas de evaluación que redundan en importantes mejoras para la institución y la sociedad (Taras, 2008). Y lo está comenzando a realizar. No obstante, el movimiento se caracteriza, básicamente, por dos fuerzas, en ninguna de las cuales participa proactivamente la institución universitaria: Importación literal de los estándares de funcionamiento y medida utilizados en el mundo empresarial. Constituyen un ejemplo de gran interés, puesto que la dimensión empresarial lleva trabajando los mecanismos de calidad desde hace tiempo, generando multitud de productos relacionados. Hoy lo habitual es encargar a una empresa especializada la instauración de los mecanismos y/o la medida de los estados. Como resultado, es frecuente que las organizaciones evaluadas ostenten algún tipo de acreditación, un sello de calidad, por ejemplo. El sello constituye tanto una imagen de garantía para el cliente de la empresa como un componente de marketing vacío de significado real. Las implementaciones concretas se mueven entre ambas características. 12 39 Aceptación de los mecanismos estatales. Cada vez es más nutrido el grupo de los Estados que han decidido medir la calidad de sus universidades y establecer instancias específicas para valorar el comportamiento de las instituciones, la pertinencia de titulaciones, la preparación de los docentes, la excelencia de los investigadores, etc. Evaluar resulta crudo. Implica seleccionar criterios y ponerlos en práctica, con serias repercusiones en las personas y organizaciones evaluadas. Una forma indirecta de eludir esta voluminosa responsabilidad es acudir a lo que se está llevando a cabo en otros lugares, lo que suministra una justificación externa. Con todo ello es importante ser conscientes de las limitaciones, de gran calado, que se derivan a partir de la implementación de tales medidas en el contexto de la universidad. Los criterios terminan moldeando la conducta: la universidad y sus miembros tienden a comportarse de tal forma que obtengan las máximas calificaciones en las evaluaciones, por lo que adecuarán su quehacer a los criterios que justifican los estándares de calidad. Por este motivo, Miguel y Apodaca (2009) llaman la atención sobre la circunstancia de que hoy “la evaluación pasa a constituir una fuente de poder y dinero [por lo que] ha supuesto un punto de inflexión sobre el papel que podrían tener estos procesos evaluativos en el desarrollo interno de nuestras universidades” (304). Hemos llegado, según analizan estos autores, a la fase “negocio” en la evaluación de los comportamientos de medición de calidad en las universidades. El descontento, por tanto, es extensivo a muchas esferas. Así, Bolívar (1999) denuncia que estos modelos desplazan la responsabilidad hacia los trabajadores y terminan desvirtuándose de tal forma que se reconocen más por el efecto psicológico de su discurso que por resultados tangibles. Más duro es Puiggrós (1996:8) cuando afirma que “La categoría calidad es usada por el discurso neoliberal como un instrumento de legitimación para la aplicación de premios y castigos en la tarea de disciplinar a la comunidad educativa para que acepte la reforma”. Y Jáuregui (2004) bromea incluso con ello al afirmar que “Hablar de educación y referirse de inmediato al concepto ‘excelencia’ y ‘calidad’ es algo inevitable, porque sin estas referencias pareciera que no se está tocando el fondo del problema y da ‘caché’ si se refiere a la educación universitaria. Para buscar esta utópica excelencia y calidad, se hacen foros, reuniones, conferencias con ponentes de otros países, porque siempre son más excelentes los extranjeros (cuya calidad es mejor cuanto peor dominen el castellano porque de esta manera nadie se entera de lo que dicen) que los autóctonos” (236). Lamentablemente el modo en que se está llevando todo esto a cabo en las universidades que conozco me inspira poca confianza. Permítanme que les cuente tres ejemplos de mi experiencia directa que avalan esta impresión. A. Algunas de las personas más valiosas que conozco en términos de su papel social desde la institución universitaria ven penalizada seriamente su actitud mediante el proceso de moldeamiento de la conducta de los estándares de calidad. Éstos potencian, a nivel del profesorado, un perfil básicamente de investigador que realiza su labor no importa cómo pero que termina publicando en un grupo de revistas conocidas como “de impacto”. De toda su actividad, finalmente sólo queda este aspecto. Es como el dicho popular “tanto tienes, tanto vales” transformado en “tanto has publicado en esas revistas, tanta valía tienes ante la institución”. Los premios son importantes y van en aumento, midiéndose en términos de incremento salarial, de poder y de prestigio. Conozco muy pocos casos en los que personas concretas han compatibilizado con éxito un curriculum valorado en los términos descritos y, a la vez, una actitud prosocial sin fisuras que les ha llevado a implicar buena parte de sus energías en colaborar en el diagnóstico y solución de problemas de la realidad local. Dado que este comportamiento no se encuentra incluido en los criterios de calidad, quienes lo desarrollan restando recursos para el perfil premiado son penalizados por los mecanismos de refuerzo institucionales. 40 El papel de la Universidad en la Sociedad de Ignorantes B. Los efectos del moldeamiento van más allá de la promoción o penalización de determinados perfiles de trabajo en el profesorado universitario. Afectan a las investigaciones que se llevan a cabo, es decir al conocimiento que se construye. Las revistas de impacto se publican sistemáticamente en el mundo anglosajón, perfectamente anclado en el Norte del Norte. Muchos de los problemas que padecen y desean solucionar, muchos de los temas que les motivan y que generan interés para ser publicados son asuntos compartidos en buena parte del planeta. Otros no. Cuando un investigador desea obtener refuerzo mediante los criterios de calidad al uso y decide publicar en tales revistas, ha de conocer cuáles son los contenidos que tales publicaciones científicas prefieren. El aliciente con que estos investigadores toman decisiones sobre qué es lo que hay que investigar no será tanto la realidad local sino los asuntos sobre los que esas revistas parecen estar dispuestas en publicar. Antonio Rojas, investigador de la Universidad de Almería, denuncia que la psicometría que se construye y genera en España es la que se necesita en EEUU. Ramón Flecha, investigador de la Universidad de Barcelona, publica en las revistas de mayor prestigio sus estudios sobre empoderamiento de la población gitana. Las vías para unir ambos frentes están abiertas y son reales, pero muestran una importante restricción. El investigador centrado en un “buen comportamiento” según los estándares de calidad tendrá mayor éxito si orienta su interés a la publicación de impacto únicamente y no si pretende combinar dos dimensiones que hoy por hoy no se encuentran en la mente de los generadores de estándares. C. En septiembre de 2002 participé, como presidente de la Sociedad Internacional de Profesionales de la Investigación en Encuestas, en una mesa redonda sobre calidad junto con los representantes de las empresas más gruesas del sector en la investigación de mercados y la opinión. Mis colegas habían participado en la elaboración de una norma europea de calidad aplicada a las encuestas que llevaba desde el protocolo ECIM al UNE 161, generando un grueso volumen. Mi perspectiva no es empresarial sino metodológica. Si me preguntan en qué medida una encuesta tiene calidad yo les responderé en términos metodológicos, es decir, científicos. Me interesaré por cómo se ha llevado a cabo el estudio: un buen diseño de muestreo, una buena implementación de éste en el trabajo de campo, unas tasas de no-respuesta mínimas que a su vez han sido reducidas mediante las técnicas adecuadas al uso, un buen cuestionario que ha sido sometido a los procesos de validez científica conocidos, un buen tratamiento de los datos previos a los análisis, selección apropiada de los índices estadísticos que proceden a los objetivos de la investigación, etc. No obstante, el grueso volumen no contenía nada de ello. Nacía desde la perspectiva empresarial donde son fundamentales aspectos en absoluto presentes desde el punto de vista científico-metodológico, como lo son la satisfacción del cliente, la existencia de departamentos de calidad y otros aspectos. Desde mi punto de vista, aquella norma no trabajaba por la calidad de la encuestas sino por la adecuación de la empresa encargada de hacer encuestas a un modelo de organización de calidad. ¿Qué es lo que estamos haciendo ahora con la universidad? ¿Nos planteamos su calidad específica universitaria en los campos de docencia, investigación y proyección social o su adecuación a lo que debe entenderse como una organización de calidad según la tradición empresarial? El interés a la hora de exponer estos tres ejemplos no es proponer que hay que prescindir por completo de los modelos de calidad existentes. Que la institución universitaria se preocupe por este asunto es una de las mejores noticias de los últimos tiempos en materia de educación superior e investigación. Pero preocuparse, tener interés, no es suficiente. Los estándares han de ser revisados desde la inteligencia universitaria, rescatando lo que proceda, prescindiendo del resto y añadiendo lo que permanece ausente. Si la institución termina desempeñando su labor en función de los estándares de calidad, el comportamiento más inteligente no es obedecer éstos literalmente, sino tomar partido en su definición. El camino correcto no es construir una función universitaria en la práctica a partir de los estándares, sino definir éstos a partir de la función que decidimos que ha de cumplir la institución. De nuevo, el camino correcto no es adecuar las respuestas a las preguntas generadas fuera, sino participar en la decisión sobre qué preguntas son las relevantes. Por ello, un comportamiento universitario adecuado ante la legítima aspiración de calidad debería atravesar varias etapas tan lógicas como obvias: Definir con claridad cuál es el objetivo que ha de cumplir la universidad. La preocupación por la calidad es el interés por medir con la máxima precisión y utilidad el grado en que la universidad y sus miembros cumplen con sus cometidos. ¿Qué cometidos? Sin definirlos con claridad y satisfacción, nada de lo que se haga con ello tendrá sentido. Establecer los mecanismos de evaluación y valoración. Estos mecanismos pueden ser inspirados 12 41 en los que son utilizados en otros marcos, como el de las administraciones públicas o las empresas. Es obvio que los modelos no han de tomarse como paquetes cerrados. Escoger entre aciertos y errores, aspectos procedentes e improcedentes, es una de las tareas de las que la institución no puede prescindir. Resulta muy llamativo, por ejemplo, que la universidad comience a denominar “clientes” a sus estudiantes o plantearse “competencias” entre maestrías, entre otras importaciones literales del mundo empresarial. Borba (2001), por ejemplo, defiende que la selección de miembros de la universidad (sean estudiantes o profesorado) debería realizarse atendiendo a criterios como la actitud de servicio a la comunidad, elevando este requisito como un componente fundamental en los estándares. Procurar garantías en los procesos. Todo estándar tiende a ser exclusivo e imperfecto. Una de las garantías fundamentales debería ser la participación de todos los estamentos implicados y de todas las perspectivas posibles. Pero resulta insuficiente. Los primeros pasos han de mostrar múltiples aspectos imprevistos y es necesario establecer mecanismos de identificación y corrección. Medir el impacto de la implementación. Poner en marcha los mecanismos de medida de la calidad va a tener un importante efecto en el modo en que se comporta la institución. Hay que medir no sólo el efecto deseado sino muy especialmente los efectos secundarios, lo que está ocurriendo que no se esperaba o lo que está dejando de ocurrir. En un momento anterior he defendido que una institución universitaria preparada para la transformación social creativa debe contar con espacios previstos para la promoción del azar, de lo inesperado, de lo que he bautizado como locura. Esta necesidad imperiosa ¿podría sobrevivir con los estándares de calidad al uso? Como cuestiones relevantes, la iniciativa OREALC de la UNESCO propone cinco criterios de calidad (OREALC/UNESCO, 2007): Equidad. Igualdad de oportunidades de acceso y diferenciación, es decir, ajuste a las necesidades de cada uno. Relevancia. Objetivos orientados a toda la sociedad y no a los grupos de poder. Pertinencia. Capacidad de adaptación a los estudiantes y a los contextos culturales, a las situaciones locales y globales. Eficacia. Grado en que se alcanzan los objetivos. Eficiencia. Optimización de los recursos para conseguir los objetivos. La propuesta de la UNESCO aún es tímida, puesto que intenta aunar los criterios dominantes con las necesidades reales, en la búsqueda de consensos y socios para la aventura. Las experiencias en múltiples frentes muestran que el compromiso social, la actitud de servicio, la felicidad o el bienestar y la excelencia y calidad en la ejecución universitaria no son objetivos reñidos. El trabajo, por ejemplo, de Ngai (2006) muestra que la actitud de servicio a la comunidad, concretada en acciones precisas, constituye incluso un promotor de aprendizaje y excelencia, rompiendo con el denunciado y tradicional aislamiento entre las comunidades y la academia. Esta promoción del compromiso social de los estudiantes además de generar importantes mejoras en su bienestar (Ryff y Keyes, 1995) y en el de la sociedad en la que se insertan, promoviendo desarrollo sociopolítico: “un viaje desde un lugar de relativa inacción uniforme con respecto a las fuerzas sociales que afectan a nuestras vidas hasta una acción prolongada, informada y estratégica” (Watts, Williams y Jagers, 2003:188). 42 El papel de la Universidad en la Sociedad de Ignorantes Los breves apuntes señalados en este sub-apartado no agotan la obligación ética de la potente institución para tomar las riendas de las preguntas relevantes. Así, por ejemplo, la universidad ha de ser, entre otras cosas, ciencia. Y la ciencia requiere construcción en el seno de la comunidad científica. Ello implica huir de los reinos de taifas. Que la universidad se centre en su contexto no ha de llevar a un caos planetario universitario. En esta globalización cada vez los retos son más comunes. Por ello es importante establecer contactos, criterios de discusión científica internacionales, diseñar vías de comunicación y aprovechar las existentes. Cada universidad ha de ser autónoma, emanciparse en la tarea de construir sus propias reglas de juego, pero éstas no surgirán excesivamente dispares de unas a otras instituciones. Si llegara a ocurrir tal cosa, nos encontraríamos ante un indicador de que algo no está funcionando bien. Es importante que el movimiento liberador sea contagioso, se comparta entre instituciones y se imbrique con las publicaciones científicas, de tal forma que la comunidad académica planetaria pueda sentirse afín a un movimiento histórico: la universidad transformadora que comienza por exigirse a sí misma el trabajo científico de mayor calidad que pueda ser gestado, una calidad que obedece a criterios propios de esa misión orientada a superar las estructuras sociales injustas. La nueva universidad surgida de las crisis La universidad ha resultado contar con muros permeables a las influencias políticas del momento. Es fácil observar que en situaciones de gran inestabilidad, provocadas por una guerra, una devastadora crisis económica, un sentimiento generalizado de cambio nacional, etc. la universidad se ha embarcado de forma decidida a promover un cambio social. En España tuvo lugar principalmente en la esquina entre los siglos XIX y XX, con abundantes referencias a la implicación político-social que debería caracterizar el trabajo universitario (Mayordomo, 2003). En Latinoamérica la universidad se ha visto bañada por esta ola de conciencia especial en numerosas ocasiones a lo largo de las últimas décadas, al contar con numerosos y casi continuos puntos de inestabilidad donde los conflictos internos se han visto fuertemente alentados por injerencias externas. En momentos de aparente estabilidad, no obstante, la universidad vuelve a mirarse las entrañas, a dar la espalda a la realidad más urgente, a ensimismarse bajo el paraguas de una posición imparcial científica. Esta circunstancia justifica en parte por qué la tensión en el Norte y en el Sur no tienen exactamente los mismos colores. Las universidades del Norte, principalmente representadas por EEUU y Europa, se ven sometidas continuamente a una doble pendiente que se desequilibra en los últimos años. En otro lugar (Manzano, 2009) expuse con algún detenimiento este dilema. Por un lado se encuentra el atractor tradicional en el ámbito académico: obedecer a nada más que a las necesidades de la ciencia, a sus interrogantes, lagunas, retos internos, a la vez que procurar la formación de profesionales con un buen bagaje científico a cuestas. Esta tendencia se ve aderezada con un fuerte componente de adicción a las tradiciones académicas, su jerarquía, su organización, etc. Frente a este modelo, injustamente simplificado en este párrafo, se ofrece otro, nuevo, donde es el mercado y no la ciencia, el agente principal que ha de motivar el quehacer cotidiano universitario. La transformación que requiere este modelo en la universidad es más que drástica, es una revolución profunda que ya está teniendo lugar y que exige de la institución un decidido vuelco hacia las necesidades del tejido productivo, transformándose a sí misma en una empresa que conversa con empresas en una dimensión empresarial. De esta manera, en Europa son múltiples y diversas las voces que denuncian la privatización que este proceder está provocando en la institución de Educación Superior, una privatización que no consiste en ser adquirida por intereses de lucro, sino por deberse a ellos (Manzano, 2008). La tensión entre ciencia y mercado se está resolviendo legal y prácticamente configurando una institución universitaria que sin dejar de ser ciencia y precisamente por serlo ha de orientar los productos de ésta a las exigencias de un mercado globalizado, procurando las mejores ventajas competitivas en la región donde se inserte. En América Latina y como expresa magistralmente Ellacuría (1999), la tensión se ha vivido preferentemente entre dos componentes. Uno sigue siendo el académico, la caracterización permanente de la universidad como un espacio de construcción de ciencia resultado de su búsqueda de la verdad. El otro es la implicación política: la universidad que debe implicarse en la denuncia y el diagnóstico de los problemas sociales, que debe diseñar soluciones y que ha de implicarse en ellas, lo que le llevará a trabajar preferentemente por las mayorías populares oprimidas. Denuncia Ellacuría que este atractor ha tomado la forma, en no pocas ocasiones, de una sustitución del espíritu universitario por el espíritu guerrillero, que ha llevado a la universidad poco más o menos que a cavar 12 43 trincheras. La propuesta que realiza para solucionar la tensión es la construcción de una universidad que se implica de lleno en la transformación social desde su carácter de institución universitaria, es decir, desde su docencia, su investigación y especialmente su proyección social. Esa transformación debería entenderse como el cambio de las estructuras dominantes y de las instituciones culturales orientado a la equidad y la sustentabilidad sociales para la satisfacción de las necesidades básicas de la gente (Montero, 2009). Los tres polos, científico, económico y político, están presentes en mayor o menor medida en todos los rincones. En Europa, las voces que denuncian la mercantilización de la universidad no claman por una institución tradicional sino que reivindican lo que nunca fue: un espacio comprometido con los problemas reales de las personas reales en sus contextos reales, una concretización del saber universitario en soluciones. Es una petición clara y fuerte de politización, de compromiso. En América Latina también se viven, y cada vez con mayor fuerza, las exigencias de un mercado que no respeta ningún espacio para saciar su insaciable necesidad de crecimiento. Sea por su tendencia a mirar al Norte como un espejo deseado, o porque la globalización económica arrasa también (y con especial virulencia) el suelo latinoamericano, los tres polos tensan la crisis también en este otro lado del planeta. La solución está anunciada. Los movimientos legales en el Norte, que aspiran a ser ejemplo contagioso en todo lugar, apuestan firmemente por el atractor del mercado (Stensaker, Frolich, Gornitzka y Maasen, 2008). En la medida en que resulta una tendencia clara, esta solución también está denunciada. Resulta imprescindible, como ya señalé más atrás, que la universidad decida entrar en la definición de las reglas del juego. Implica no renunciar a su necesario compromiso histórico, a su papel fundamental como instrumento de cambio social, instrumento de lujo que ampara su capacidad de diagnóstico y de tratamiento en el conocimiento más admirado y ansiado, el científico. La solución no puede, no debe ser un volcado obediente hacia el atractor mercantil. Cada uno de los tres componentes de la crisis suministra aspectos de gran interés que merecen ser rescatados y que pueden y deben configurar la universidad del nuevo milenio: Desde la tradición académica. La universidad es anhelada precisamente por su cualidad de institución del conocimiento, que lo diseña, crea y distribuye. Falta añadir el verbo aplica. Se piensa en la fuerza universitaria desde sus capacidades docente e investigadora. Necesitamos una universidad que lo siga siendo, que apueste con fuerza en la preparación de profesionales comprometidos en su cotidianidad con la buena ejecución técnica de su profesión y una sólida actitud científica que les lleva a cuestionar el conocimiento y a incrementarlo mediante su práctica consciente. Necesitamos una universidad implicada en una investigación altamente exigente con los procesos de construcción de la ciencia. Desde el modelo empresarial. El enfoque del trabajo cotidiano de la empresa suministra algunos componentes válidos para reformar sustancialmente la institución universitaria. Este modelo es un revulsivo que remueve los cimientos hacia la exigencia de utilidad, de responder a retos concretos y de responder con criterios concretos que han de ser evaluados. Es un revulsivo que llama al interés por el modo en que se están utilizando los recursos. Y es un revulsivo que zarandea a la institución para despertarla de su letargo y gritarle al oído que el mundo es cambio continuo, lo que exige una adaptación continua. Necesitamos una universidad que no se mire el ombligo sino que responda a las demandas, desde su excelencia científica y que sea sometida a procedimientos de medida de su calidad en la ejecución del trabajo. Es una universidad continuamente insatisfecha (pero no estresada) que desea ser mejor cada vez, lo que le obliga a pensar y resolver universitariamente qué es eso de ser mejor y, consecuentemente, encontrarse en continua movimiento. 44 El papel de la Universidad en la Sociedad de Ignorantes Desde la implicación política. Los grandes problemas de la humanidad siguen siendo los mismos hoy que hace miles de años. Esta constancia es una bofetada para una institución que se autoconcibe sabia. Poca sabiduría tenemos si nos mostramos incapaces de solucionar los males que requieren conocimiento para ser solucionados. ¿A qué nos estamos dedicando? Necesitamos una universidad plenamente comprometida con los problemas que padece la sociedad, lo que implica identificarlos, diagnosticarlos, idear soluciones y cooperar activamente para hacerlas realidad. La tradición académica exige autonomía, no vaciarse en procesos de adaptación como exigiría una mera respuesta empresarial o un modelo político esclavo. La autonomía no es una necesidad egocéntrica o centrípeta, es una exigencia centrífuga. Es necesario garantizar que la institución teóricamente más sabia goce de la máxima libertad para moverse, para implicarse, para comprometerse desde su cualidad de espacio de conocimiento, para añadir la esperada connotación de espacio de conocimiento y acción. Del mismo modo, la institución ha de responder ante la sociedad sobre el modo o los asuntos que consumen su ejercicio de libertad. Esta nueva universidad ha de trabajar de forma coherente en todas sus esferas: docencia, investigación y acción institucional. Desde la docencia procurará profesionales bien equipados en términos técnicos, científicos, políticos y éticos. Desde la investigación realizará una inspección ética continua de su quehacer, comenzando por implicarse en acotar los objetivos de construcción de ciencia más prioritarios. Decía Ellacuría (1999) que la actuación de la universidad ha de hacerse de modo científico, tomando el conocimiento de la ciencia como herramienta de intervención. Estoy de acuerdo, pero es necesario llamar la atención de que la ciencia no se ha dedicado a estos menesteres sino más bien al mantenimiento del estatus quo mediante la inercia de su cotidianidad bajo el amparo de una engañosa postura imparcial y apolítica (Easlea, 1977). Por lo tanto, ha procurado un cuerpo de conocimientos altamente insuficiente para construir las soluciones que necesita el planeta y la sociedad que lo habita. La universidad comprometida necesita una ciencia comprometida y ésta se encuentra sin hacer. Y desde la acción institucional, no basta con seguir el espíritu capitalista según el cual la combinación de las ambiciones individuales procurará bien común como efecto secundario no planificado (Koslowsky, 1997; Lindblom, 2002). Se requiere una apuesta institucional contundente, una labor universitaria específicamente orientada a la superación de las estructuras sociales injustas mediante labores institucionales: órganos específicos de trabajo con la ciudadanía, propuestas concretas de capacitación social dentro y fuera de sus muros, realización de servicios directos en la comunidad y para la comunidad, establecimiento de lazos institucionales con los agentes de transformación social, etc. Es éste un apartado extraordinariamente denso para cuyo tratamiento emplazo a otro trabajo2. Actitud dialógica: sobre los interlocutores Todo el texto puede ser interpretado, hasta este momento, como una llamada a una especie de golpe de Estado universitario, un reclamo para que la institución tome el poder o, más bien, deje de eludir la responsabilidad de ejercerlo. Puede parecer el resultado de un sueño prepotente donde la universidad terminaría ocupando poco más o menos que el puesto de gobierno planetario de la sabiduría (un nuevo significado para el acrónimo GPS). No es ésta mi intención. La universidad es una pieza clave para la solución, no la solución en sí. La tesis, en definitiva, puede esquematizarse en pocos puntos: El contexto histórico muestra una situación compleja de una inadmisible injusticia. Luego, se requiere conocimiento complejo para tomar buenas decisiones en ese contexto. La universidad se define, entre otras perspectivas, como la institución por antonomasia dedicada a la construcción organizada de conocimiento y a los procesos educativos asociados. Por tanto, la universidad está llamada a desempeñar un papel fundamental para construir y organizar el conocimiento complejo que se requiere para terminar con el calificativo de una sociedad injusta. Para desempeñar tal función, la universidad es una interlocutora necesaria, no la protagonista autosuficiente. Interlocutora porque el mecanismo que traduce el diseño en realidad es el diálogo. Sin embargo, no es diálogo lo que observamos hoy. 2. En el momento de escribir estas líneas, se encuentra por aparecer el libro La Universidad Comprometida que elaboré a petición de la editorial Hipatia y donde el tratamiento de lo que defino como la universidad que se necesita es mucho más extenso. 12 45 Cuando se ejerce presión sobre una persona, ésta puede reaccionar conformándose, resistiendo o rebelándose (Bacal, 1994). Del mismo modo podría reaccionar la universidad, como así se observa fácilmente en sus miembros. Sin embargo, la institución ha decidido relegarse al papel subalterno de quien recibe las órdenes y las intenta realizar con obediencia eficaz. Este documento, por tanto, no es una llamada a la toma del poder, sino a elevar la institución universitaria al rango que merece no tanto ella en sí como la sociedad en la que se inserta, el rango de interlocutora autónoma, una institución cuya sabiduría sólo puede garantizarse desde su libertad (históricamente defendida) y su compromiso social (históricamente soslayado); una organización que no decide conformarse ni que se contenta con resistir, sino que escoge rebelarse en base a su conocimiento. Que la universidad acepte el papel que le corresponde, como institución del conocimiento que se requiere para construir dialógicamente sociedad, implica identificar con claridad a los interlocutores en la tarea. Propongo principalmente tres voces, centrándome en especial en una de ellas. La voz de la calle La universidad se construye con muros, no sólo tangibles. No se le puede pedir al escritor que pinte o al panadero que sea capaz de reparar vehículos. Tal vez sean capaces de realizar dos labores con indiscutible maestría, pero no resulta exigible ni planificable. La sociedad, la urbis, la polis, cuenta con abundantes organizaciones que son capaces, mejor que nadie, de captar lo que está ocurriendo, de conectar con sus protagonistas, de identificar las necesidades, de darles forma conceptual, son los movimientos sociales y las organizaciones de la sociedad civil. La universidad no podrá desempeñar su función de entidad basada en el conocimiento que dialoga para la superación de las estructuras sociales injustas si uno de sus principales interlocutores no es la voz de la calle. No se trata únicamente de una especie de suministrador de información privilegiada, sino, repito, de un interlocutor. Así pues, movimientos sociales y universidad están llamados a sentarse y caminar juntos en diversas funciones: Identificación de necesidades, incluso antes de que éstas sean claramente visibles. Jerarquización de prioridades de actuación. Construcción de plataformas ciudadanas de trabajo. Diseño de programas concretos de acción. Elaboración de bases de información para el conocimiento colectivo (biblioteca de movimientos sociales, documentación histórica de reivindicaciones de la ciudad, etc.) Seguimiento Para hacer realidad las tareas es importante que las agendas de ambos interlocutores, sus estructuras y sus estilos de trabajo sean acordes con este diálogo. Así, por ejemplo, la universidad puede articular medidas concretas como las siguientes: Organizar prácticas de asignaturas y prácticas específicas de titulaciones, en los focos de la ciudad donde se requiera un conocimiento y una actuación más urgentes. Los estudiantes aprenden de los contextos complejos reales para la aplicación de los contenidos de su disciplina. Tal circunstancia ayuda a una profesionalización comprometida. 46 El papel de la Universidad en la Sociedad de Ignorantes Con la misma intención que el punto anterior, a lo que se añade un efecto profesional de calidad supervisada, los trabajos de fin de titulación (como las tesis de licenciatura, de maestría o de doctorado) se realizan teniendo como contenido los aspectos que movimientos sociales y universidad han identificado como los más prioritarios. Estimular el nacimiento de organizaciones ligadas a movimientos sociales dentro de la ciudad o región donde se inserta la institución universitaria, con la intención de colaborar en la construcción de la columna ciudadana que se requiere como interlocutora. La universidad, con ello, no sólo se constituye como un nido de empresas (función que se inserta y propaga con gran rapidez, especialmente en occidente) sino también como nido de movilización social ligada a la función universitaria de construcción de conocimiento comprometido. Poner en marcha plataformas mixtas de trabajo con voz de la universidad y de la calle. Incluir la voz de la calle en los órganos de decisión de la institución universitaria a varios niveles de su estructura organizativa. Fomentar la puesta en marcha de proyectos de investigación en formato coalición, es decir, donde trabajen de forma horizontal ambas voces, participando en las convocatorias públicas locales, regionales, estatales e internacionales a las que suelen concurrir la universidad y sus miembros. La universidad, para construir interlocución, ha de participar también en la creación de interlocutores. La mayor parte de las personas padecen los problemas de las estructuras sociales injustas pero no participan en organizaciones de la sociedad civil ni son parte activa en ningún movimiento social. Es fundamental huir de la intermediación y buscar las voces directas. Es importante no contentar la misión de interlocución social porque se ha conectado con intelectuales que hablan de los demás pero que no son los demás ¿Cómo conseguir que las personas que construyen el día a día se constituyan en interlocutoras? Tendremos entonces a una universidad que ha de convertirse también en nido de asociacionismo ciudadano, que ha de crear conocimiento sobre cómo las personas se unen para luchar por sus derechos o los de los demás, e implementar ese conocimiento estimulando compromiso cívico generalizado. Propongo, con ello, la creación de una universidad alfabetizadora, que lucha contra el analfabetismo específico de la ausencia de compromiso cívico, de asociacionismo para construir poderes individual y colectivo. No basta con saber leer y escribir, con tener acceso a un ordenador conectado a Internet... Es importante saber conectarse en la construcción de ciudadanía con el resto de las personas, saber cómo funcionan los procesos de trabajo conjunto, los problemas que surgen, las dinámicas grupales... quienes sufran analfabetismo en este sentido, se encuentran inhabilitados para ejercer su derecho y su responsabilidad de cooperar en la construcción de un mundo mejor. La voz del mercado En términos casi absolutos, los Estados del planeta han abrazado el capitalismo. El proceso además viene acompañado por un progresivo abandono de las funciones públicas a favor del llamado sistema de auto-organización del mercado. El contexto social en el que las universidades realizan su labor es, por tanto, el de una sociedad claramente capitalista. Del mismo modo que la institución universitaria debe adecuar sus respuestas a la cultura del lugar, al momento histórico en el que se inserta, a las condiciones sociales, a las estructuras imperantes... Así ha de hacer con respecto a la realidad de los mercados. Ello no significa doblegarse, pero sí considerar esa característica fundamental a la hora de diseñar y desarrollar su labor. Las universidades estadounidenses marcan el modelo que desea imitarse en casi todos los rincones. Su connivencia con los intereses privados empresariales es llamativa. La reforma europea de la universidad, el Espacio Europeo de Educación Superior, arrastra a la institución hacia ese modelo, tal y como se ha señalado ya en varias ocasiones (Manzano y Andrés, 2007; García Ruiz, 2008). Considerar la empresa como una interlocutora válida no es potenciar este modelo. La interlocución ha de ser definida para no perder el objetivo universitario de contribuir a la superación de las estructuras sociales injustas mediante la creación del conocimiento que se requiere para ello. El sentido original de la empresa es doble, en el marco teórico. Por un lado canaliza la ambición individual de quien 12 47 ostenta su propiedad, pues la empresa es un instrumento para el enriquecimiento propio. Por otro, respecto a la fe en los efectos secundarios positivos de la articulación de la ambición individual en el seno de un sistema de mercado, la preocupación del empresario por su propio enriquecimiento llevará a mejorar la oferta a los consumidores, a crear puestos de trabajo, a innovar tecnológicamente, etc. Y la sociedad saldrá beneficiada de ello (Lindblom, 2002). Este dogma de fe no es motivo de discusión aquí. El interés es reconocer la omnipresencia empresarial en el contexto en el que nos movemos y proponer el tipo de interlocución que sería buen mantener para cumplir con los objetivos universitarios. Es bueno tener en cuenta, además, la presión creciente que se realiza sobre las empresas para incluir, como parte inherente a su espíritu, una preocupación directa y clara por el bienestar colectivo y el respeto medioambiental (Francés, 2007). Empresas hay de muchos tipos, desde las pequeñas cooperativas centradas en la colaboración y la ayuda mutua, hasta las gigantescas corporaciones transnacionales. Cuando una organización empresarial supera un umbral de crecimiento, se vuelve impersonal. Constituye un ser vivo con autonomía. Las personas entran y salen, pasan por ella como las células en un organismo vivo, son prescindibles y participan en el funcionamiento complejo del ser. La responsabilidad individual se diluye y es difusa. La empresa de gran tamaño no es una buena interlocutora para la universidad. Se trata de una organización realmente a-humana, no existe una cabeza visible, una voz individual que pueda ser identificada con ella. Esa voz será reemplazada mañana por otros órganos internos del ser vivo en función de la marcha de los beneficios. Un ser inhumano no puede ser interlocutor válido en la misión de construir una sociedad justa. En el otro polo se encuentran las pequeñas empresas, que no han abandonado el control hacia los complejos mecanismos del mercado (lo que ocurre, por ejemplo, mediante la forma de sociedades anónimas) y las cooperativas (igualmente, cuando su tamaño las hace controlables con facilidad por los propios cooperativistas). Por su espíritu de construcción conjunta y de comunidad, son estas últimas, mucho más que las primeras, las que encarnan la idea de una conversación entre partes que desean lo mejor para la totalidad. La conversación con las empresas implica varios aspectos en los que existe cierta negociación. Las universidades suministrarán conocimientos, diagnósticos, descripciones, explicaciones, predicciones, transferencia tecnológica, formación de mano de obra cualificada... y lo harán porque las empresas interlocutoras colaboran en la implementación de un diseño social consciente e intencionado en el que participan ambas partes, a la vez que otras voces consideradas en este trabajo. Estas empresas dejarán efectos en términos de puestos de trabajo en condiciones dignas, gestión de precios y productos conscientemente diseñados, establecimiento de mecanismos de navegación social desarrollados en la interlocución, efectos medioambientales perfectamente previstos, etc. La interlocución con las empresas de las características mencionadas tiene como misión dar respuesta a determinadas necesidades sociales que se encuentran hoy canalizadas en el mercado, como ocurre con el trabajo o la vivienda, por ejemplo. En muchos países, derechos básicos como la educación y la salud han sido abandonados también en este espacio gobernado por la ambición individual, lo que hace más imperiosa la interlocución. La universidad, si realmente apuesta por responder a su misión fundamental en la sociedad, debe implicarse en la construcción de una nueva cultura empresarial que inserte en sí misma una función prosocial inequívoca. Ha de ser también nido de empresas, pero siguiendo un modelo de actuación muy alejado del que se instala en estos momentos, donde el objetivo es el abandono del objetivo último de la transformación social y confiar plenamente en el dogma de fe capitalista ya mencionado: fomentando vehículos para la expresión de la ambición individual se creará, como efecto secundario, bien común. El bien común sólo puede ser resultado de una preocupación directa y no un efecto colateral. La función de constitución de nido de empresas se inserta plenamente en esa nueva cultura que requiere la dinamización social, la creación de empleo digno, el respeto medioambiental, el derrocamiento del objetivo del crecimiento, etc. desde una visión de trascendencia social prácticamente ausente hoy. 48 El papel de la Universidad en la Sociedad de Ignorantes La voz de la política No hay, tal vez, peor oficio que la del político comprometido. Su cotidianidad es la del estrés sin pausa. Ha de tomar decisiones sumamente trascendentes apenas con tiempo disponible, utilizando información incompleta y sometido a múltiples y poderosas presiones. Al final, termina transformándose en un gestor de la inercia, combinando los modelos dominantes de gestión política en el mundo, la pendiente ideológica de su partido y las demandas sociales provenientes de la opinión pública, las protestas ciudadanas y los grupos de presión. Por todo ello, lamentablemente el político no tiene por qué ser la persona más idónea para tomar decisiones aunque se pase toda la legislatura haciéndolo. La política comprometida (no la corrupta, ni la totalitaria, ni la divinizada) necesita de la universidad como las personas requieren el alimento. Claro está que no de cualquier universidad, sino aquélla de la que estamos hablando, la comprometida, la transformadora, la que desea construir y utilizar el conocimiento que se requiere para tomar buenas decisiones sobre la sociedad. Si la universidad no diagnostica qué ocurre, si no explica por qué ocurre, si no elabora modelos alternativos, si no suministra mecanismos conceptuales ni guías metodológicas para saber cómo hacer, si no se implica en la construcción de ciencia comprometida en tales sentidos, entonces estaremos dejando a los responsables políticos en la soledad de su estrés e ignorancia inevitables, trabajando entonces e indirectamente por el estancamiento. La misión de cambiar el estado de las cosas comienza con la consciencia de cómo se encuentran precisamente las cosas en este momento. Sentenciar que el poder político es corrupto por naturaleza y cualquier persona que llegue a presidente o primer ministro ha sido absorbida irremediablemente por los poderes fácticos, es adoptar una postura demasiado cómoda. Ciertamente, la política ha ido cediendo responsabilidades y capacidad de acción a manos del mercado (Barea, 2003; Casals, 2001; Ellison y Ellison, 2006; Estefanía, 2001; Hild y Voorhoevet, 2004; Jarab, 2008; Petrella, 1997; Sousa, 2006; Spinoza, 2008), dejando el desempeño de los derechos humanos en los brazos atenazadores de los intercambios de propiedades y rentas. Cada vez es más cierto que quien no posee dinero ni trabajo no cuenta con medios para sobrevivir, puesto que cada vez es también más cierto que más facetas de la vida se encuentran mediatizadas por el espacio del mercado. Esta dejación de responsabilidades políticas no es un motivo para la desidia, sino precisamente para lo contrario, para la acción. La universidad cuenta con materia prima y recursos suficientes como para tomarse en serio el papel de volver a politizar la política, suministrando los conocimientos y los profesionales que requiere cualquier país para una acción gubernamental sabia. Hace ya unos años, el director de un periódico me pidió que escribiera una columna de opinión semanal con un análisis personal de los acontecimientos. En esa tarea, más de trescientas publicaciones después, todavía me encuentro en estos momentos. La cena en la que nos encontramos y conversamos sobre la petición fue altamente instructiva para mí. Descubrí los vericuetos de la profesión periodística: un estrés y una velocidad que dejan poco espacio para una actividad realmente creativa y distinta. Es cierto que cada medio de comunicación tiene al menos un dueño. Es cierto que se deben a la audiencia como las hetairas a sus clientes. Pero también lo es que los periodistas cuentan con suficiente margen de movimientos como para realizar su propia selección de noticias y sus propias perspectivas de análisis. Es cierto que existen multitud de profesionales en todos los medios con una sinceras y profundas ganas de hacer bien su trabajo, de rozar la objetividad (anhelo imposible, pero loable), de realizar una labor ética sin fisuras. Pero todos estos profesionales sufren la misma enfermedad: la pérdida de capacidad para adaptarse a la aceleración de los acontecimientos, a la aglomeración de posibles fuentes, a la necesidad de reflexionar sobre lo que se está contando y cómo se está contando. Mi interlocutor, jefe de redacción entonces, director de periódico hoy, me confesaba términos similares y me agradecía muchísimo que pudiera dar una visión de los acontecimientos en mi columna de opinión, desde mi visión personal de profesor universitario. Cuando le comenté la existencia del colectivo Universidad y Compromiso Social y la posibilidad de que sus miembros, pertenecientes a múltiples disciplinas académicas, colaboraran esporádicamente interpretando los acontecimientos, creí que iba a llorar de emoción. La idea le subyugaba. Frente a sí tenía una solución que no había 12 49 soñado: expertos de verdad, personas con suficiente conocimiento como para suministrar una lectura sabia... ¡Qué privilegio! ¿Es tan diferente el quehacer político al periodístico? ¿No están ambos profesionales al borde de un colapso de acontecimientos? Suponiendo buenas intenciones ¿No agradecerían el auxilio del conocimiento, de la sabiduría, para realizar las mejores decisiones que puedan tomarse en cada momento? ¿Por qué la universidad ha de prescindir de responder a necesidad tan imperiosa como ésta, tan ligada a la utilidad y justificación de su conocimiento, de su labor de institución supuestamente sabia? Manteniendo las teorías del político estresado y del político bienintencionado, la misión de la universidad en este campo es fundamental e histórica. Ha de ser la institución encargada de suministrar conocimiento sabio y sabios para el conocimiento de la acción política. Puede y debe hacerlo en tres aspectos: he aquí el diagnóstico, he aquí la solución, he aquí nuestra propuesta de implicación. En una pequeña meseta del sur de España, llamada Aljarafe, colindan multitud de pequeños municipios que aspiran a ser el mejor dormitorio para quienes trabajan en la capital de la provincia: Sevilla. La circulación de vehículos es muy densa. La solución, en esta época, es siempre la misma: más carreteras, más anchas... que finalmente derivan en la sensación de que se vive más cerca estando lejos, lo que estimula más viviendas, más vehículos y de nuevo atascos, cerrándose un ciclo que no tiene solución. Algunos universitarios sevillanos comenzaron a elaborar diagnósticos de la situación, denuncias fundadas en análisis académicos y otras medidas similares. No tuvo mucho éxito. La Administración Pública había diseñado una vía nueva, una autopista que, entre otros logros, destrozaría un patrimonio natural del Aljarafe. Un grupo de ecologistas se movilizó con rapidez y comenzó a elaborar actos de protesta que rara vez tenía algún eco en los medios. Pero terminaron aliados con investigadores de la universidad afines al movimiento ecologista. Profesores de varias disciplinas y activistas sociales se reunieron. Analizaron el trayecto diseñado por la administración. Estudiaron el Aljarafe en su conjunto y las necesidades de movilidad. Elaboraron una propuesta alternativa. La diseñaron con minuciosidad operativa. El informe, donde se proponía un trazado alternativo, con un estudio serio sobre ventajas de esta nueva propuesta, fue entregado a los responsables políticos. Hoy es la propuesta de este grupo de personas y no la idea original de la administración lo que se está llevando a cabo. El modelo podría ser enunciado, más o menos, con la forma “No quiero problemas. Quiero soluciones”. Cuando una organización de la sociedad civil o un movimiento social se enfrenta al poder político institucionalizado con protestas y denuncias, está desempeñando una función necesaria. En muchos momentos lo importante es comenzar gritando NO (Holloway, 2002). Pero no es suficiente. Los responsables políticos vivirán con más estrés la situación. Forma parte de su trabajo, elegido voluntariamente y no es mi intención defender aquí su salud psicológica. Pero de cara a la construcción de una sociedad mejor, contar con políticos que dedican prácticamente su tiempo a reaccionar a las presiones en lugar de tomar las mejores decisiones, resulta contraproducente. Es fundamental pasar de la protesta a la propuesta. Los movimientos ciudadanos que se implican en las denuncias gracias a su pronunciada sensibilidad ante los problemas sociales, han de ser complementados con movimientos científicos, académicos, desde la universidad, estudios concienzudos de las situaciones que deben finalizar con propuestas concretas de actuación. Las ventajas para el político son dignas de consideración. El problema viene acompañado de la solución. 50 El papel de la Universidad en la Sociedad de Ignorantes El enemigo se transforma en amigo: quienes realizan la propuesta no vienen con ánimo de enfrentamiento sino de colaboración, se presentan como compañeros en el camino. Aún así, ciertamente, si no observan la buena voluntad que hay que suponer inicialmente, volverán al papel que les queda: el de grupo de presión incombustible. Ante la opinión pública, el político puede ofrecer la imagen del consenso, del diálogo con las partes, de la colaboración ciudadana. Frente a este panorama idílico no hay que perder el norte. Las presiones son diversas y los intereses muy fuertes. En muchas ocasiones, especialmente a nivel de Estado y tocante a las políticas económicas, las grandes empresas impersonales y las oligarquías establecen presiones asfixiantes y tentaciones sugerentes para conseguir que las decisiones gubernamentales satisfagan sus intereses de minoría privilegiada. La universidad ha de ser una colaboradora sabia, pero si este papel es rechazado, debe seguir en una posición de lucha sin fisuras, mediante las actividades que le son propias, lo que implica también la comunicación directa con la población y el temido monstruo de la opinión pública. Una batalla fundamental en esta ofensiva basada en bañar la sociedad de sabiduría, es la propia política universitaria. Para que la institución cumpla su misión emancipadora, su papel de colaboradora de lujo en la superación de las estructuras sociales injustas, es necesario que cuente con un marco legal apropiado y un funcionamiento interno reconocido, apoyado o moldeado junto con las autoridades de la política institucionalizada. Con ello, el interlocutor político ya no sólo se encuentra en el momento de pensar la mejor sociedad posible, sino la mejor universidad posible, la institución que se necesita para hacer realidad la utopía de la dignidad y la justicia sin excepciones. Esta búsqueda de un marco político para la nueva universidad puede tomar forma mediante la concreción de seis fases: Fase 1. Definición de objetivos emancipatorios para la universidad y para su misión en la sociedad. En este punto se instalan las reflexiones que, como este documento, plantean la construcción de una universidad comprometida con la transformación social. Fase 2. Definición de los criterios de medida en la consecución de objetivos. Construcción de un modelo de calidad. En la línea especificada más atrás sobre algunos principios generales sobre qué cosa debería ser la calidad universitaria, se construyen los indicadores. Fase 3. Definición del marco legal que instaura y potencia la calidad. Es impensable, por ejemplo, que la universidad pueda realizar su labor emancipadora sin excelencia científica. Si el marco legal no potencia el perfil de un profesorado investigador, respetando la creatividad y las múltiples vías para desarrollar conocimiento, entonces el experimento estará condenado al fracaso. Fase 4. Relación de la universidad transformadora con los modelos actuales. Ya se ha señalado que las instituciones académicas y científicas se caracterizan, entre otros aspectos, por la construcción conjunta de modelos, teorías y prácticas con todos los nodos de creación de conocimiento. Es necesario potenciar esta conexión, no entrar en una peligrosa y contraproducente tendencia al aislamiento propiciada por la sensación de que hemos encontrado el verdadero camino dentro de un océano de error. Se requiere articular medidas concretas para la conexión y el mantenimiento de un lenguaje común con el resto de la dimensión académica planetaria, sin que ello entre en colisión con la misión transformadora y los principios fundamentales de los modelos de calidad que se han mencionado ya. Fase 5. Establecimiento de los mecanismos de moldeamiento de las universidades. El marco legal institucional ha de contar con efectivas medidas para incentivar a los miembros de las universidades y a sus representantes legales y gerentes institucionales en el compromiso con los objetivos establecidos. Algunos movimientos internacionales, como al red de Talloires3, defienden por ejemplo que el compromiso cívico de los miembros de la universidad debe contar, al menos, con el mismo peso en los mecanismos institucionales suministradores de premios o refuerzos a la actividad, que los criterios mejor considerados en estos momentos. 3. http://www.tufts.edu/talloiresnetwork/ 12 51 Fase 6. Puesta en marcha de un comité de seguimiento. Es tal vez el apartado menos gratificante y quizá el más delicado. Es necesario garantizar el espíritu y resistir la burocratización y la adicción al poder, efectos propios en la evolución de las mejores iniciativas. El establecimiento de una estructura y un hábito de interlocución entre universidad y poder político institucionalizado cuenta con una consecuencia relevante más en términos de una gestión política saludable. Uno de los efectos de un poder político aislado, que se encuentra sólo ante el peligro, es también su libertad para justificar lo que considere y como considere. Sabemos que cualquier decisión puede ser racionalizada a posteriori con los más variados recursos discursivos (Nieto, 2000). Sin embargo, si las decisiones se asientan en procesos sólidos de diagnóstico, acción y pronóstico, elaborados en conjunción con el saber universitario, si ocurre que esos procesos han tomado forma a través de vías institucionalizadas, con órganos independientes de personalidad jurídica reconocida, el poder político no sólo dejará de encontrarse sólo ante el peligro sino que también se verá sensiblemente obstaculizado cualquier intento de tomar decisiones no promovidas por un interés directo e inequívoco por el bien común, puesto que la justificación a posteriori de tales comportamientos requeriría por parte de los llamados poderes fácticos corromper no sólo a la cabeza visible de la institución política sino también a los responsables colegiados de los órganos independientes de gestión, valoración o seguimiento de las relaciones entre universidad y política. Finalmente Cuando abordo ante auditorios aspectos como los que han sido expuestos en este documento, una de las reacciones más frecuentes es sentenciar que todo suena muy bonito pero que la realidad cotidiana empuja hacia direcciones ante las que no hay mucha capacidad de elección. Soy consciente de este forma de ver las cosas, distante de cómo son o están siendo las cosas. No es éste el momento para exponer teorías psicológicas que justifiquen las posturas universitarias que llevan hacia la obediencia y la visión fatalista de falta de alternativas. Baste saber ahora que en efecto existen explicaciones desde la ciencia psicológica. Lo importante aquí es reconocer que ningún cambio será posible sino comienza con la conciencia de que se requiere ese cambio. De hecho, podríamos establecer un continuo temporal: El primer paso es ser conscientes de la situación en la que nos encontramos y de la universidad que creemos es necesaria para la misión inevitable de construir un mundo mejor. El siguiente es exponerlo en voz alta, expresarlo, utilizar las vías al uso, como es el caso de las revistas académicas y científicas o los foros y reuniones del mismo sentido. Pensado y dicho, se requiere estimular la presencia de esta voz y conectar con interlocutores junto con los que comienza a ser visible la utopía. La interlocución debe ir tomando cierta complejidad con el tiempo, incluyendo no sólo a miembros de una universidad sino de varias y al resto de voces que se han mencionado en este trabajo. El diálogo en varios frentes va dando forma al proyecto. No es necesario, y posiblemente tampoco viable, dar forma a un proyecto totalmente acabado antes de luchar por su implementación. Es necesario trabajar aproximaciones sucesivas e ir implementado resultados concretos conforme vayan obteniéndose. Actitud cotidiana. Cambiar la institución implica cambiar la forma que que cada uno de sus miembros se comporta en ella y desde ella. Se trata de una revolución o una reforma actitudinal. 52 El papel de la Universidad en la Sociedad de Ignorantes Al menos hasta el tercer punto inclusive, la tarea depende únicamente de la motivación de individuos concretos. ¿Qué cosa nos frena para construir una universidad comprometida desde hoy mismo? La sentencia autolimitante de que los últimos momentos son imposibles no es incompatible con el inicio de las fases. Es más, imposible y difícil no son la misma cosa. En esta aventura que consiste en trabajar por una universidad comprometida no hay que perder los nervios, el camino es en efecto difícil (Watson, 2008). El momento histórico no ofrece lugar a dudas. Si vivimos en la sociedad de los ignorantes que ha de llegar a tornarse en sociedad del conocimiento y si ello ha de instaurarse en un planeta que necesita urgentemente inteligencia y compromiso, que clama por la transformación social hacia un mundo justo, entonces la institución por antonomasia dedicada al conocimiento ha de tomar un papel más que activo en el proceso. La petición de Siegel (1984), cuando afirma que la Educación Superior debería ser transformada en Ayuda Superior, se queda incluso corta. La Universidad no ha de ayudar únicamente, sino construir el mismo concepto de ayuda y hacerlo desde la solvencia máxima a la que puede aspirar en su naturaleza de institución científica, capaz de comprender qué ocurre, saber por qué ocurre e implicarse en las soluciones. Un planeta que observa por fin la sociedad emancipada no puede ser un resultado obtenido a pesar de la universidad sino gracias a ella. Referencias Álvarez, J. 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Palabras clave: Estado del arte, TICs, educación virtual, evaluación del aprendizaje. Abstract Learning and assessment using ICT: a state of the art is a research that recounts the achievement and development in the use of ICT in virtual education and assessment of learning. The study is covers higher education in Latin America, Spain and Portugal during the 2006 - 2010 period. It discusses the type of ICT’s used in virtual education and its trends, learning, assessment and the kind of inquiry that studies these educational experiences nowadays. The study is based on 20 empirical articles from specialized journals. Keywords: State of the art, ICT, virtual education, assessment of learning. Introducción Este es el Estado del arte sobre aprendizaje y evaluación con TICs. Como tal, busca dar cuenta del estado último de desarrollo, de lo que se ha producido e investigado sobre aprendizaje y evaluación en contextos virtuales con el apoyo de las tecnologías. Refleja un fuerte componente educativo -aprendizaje, evaluación del aprendizaje, educación virtual, educación en línea, aprendizaje electrónico- y una variable transversal igualmente dinámica y novedosa –las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), que incluyen diversas herramientas y recursos tecnológicos usados para comunicar, crear, diseminar, almacenar y administrar la información, tales como la computadora, Internet, la televisión, la radio y la telefonía. Este estado del arte comprende tres categorías. La primera es el uso de las TIC, donde se busca determinar las tecnologías que se usan en contextos educativos para apoyar procesos de aprendizaje. La segunda categoría se enfoca en los entornos virtuales (término genérico que incluye la educación virtual, e-learning, educación en línea, aprendizaje basado en la web) donde confluye una forma particular de enseñanza, aprendizaje y TIC. La tercera categoría aborda la evaluación del aprendizaje precisamente dentro de esos entornos virtuales. La construcción de este estado del arte se justifica en la necesidad de establecer por un lado, las actuales tendencias de los usos de las TICs en la educación superior, de desarrollar un mejor entendimiento y comprensión sobre los procesos de aprendizaje y evaluación mediados por tecnologías, de manera que sus aportes teóricos sirvan a investigadores, docentes y a las instituciones educativas como referentes, orientaciones o posibles caminos a seguir. Seguro que este estudio tiene impacto * Profesor de la Universidad Don Bosco. [email protected] 12 57 educativo y académico dado que a este momento es escaso -sino nulo- este tipo de estudios, lo cual desde ya representa un vacío académico e investigativo. Por otro lado representa una oportunidad de estudio para un fenómeno reciente, actual que necesita consolidar una base teórica, la educación mediada por TIC. Aprendizaje y evaluación con TIC Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) han tenido un desarrollo vertiginoso en los últimos años. De hecho, la innovación de las tecnologías ha estado creciendo y evolucionando exponencialmente. Hoy las tecnologías no solo tienen más capacidad de almacenamiento, mayor radio de alcance, mayor velocidad de transmisión, mayores aplicaciones o mayor grado de interactividad; sino también son en general más sofisticadas y han aumentado para una variedad de propósitos que antes no se preveía. Es más, la tecnología evoluciona y cambia tan rápidamente que siempre hay nuevas tecnologías, actualizaciones y aplicaciones. El desarrollo y crecimiento de las TIC ha impactado prácticamente todas las áreas de la actividad humana. Inciden en todos los órdenes de la vida de las personas, como individuos y como sociedad, en los ámbitos económico, político, social, cultural, educativo, etc., reconfigurando la forma de percibir el mundo, los comportamientos y la forma de interrelacionarse con las personas. Sin embargo, como lo sostiene Farrel (2001), el crecimiento de las TIC no es igual entre los diferentes países, entre los diferentes grupos socioeconómicos dentro de los países o dentro de los diferentes sectores económicos y sociales. Esta inequidad a menudo se le llama brecha digital -la brecha entre aquellos que tienen acceso y las habilidades de uso de las TIC, y aquellos que no lo tienen. Esto significa que no porque hay más y mejor tecnología, todas o más personas pueden acceder a ella, situación que es particularmente cierta en el caso de Latinoamérica, como lo indican algunos estudios. Muy a pesar de esas limitaciones, lo cierto es que las TIC también han sido incorporadas al campo de la educación donde tienen un efecto transformador, innovador y hasta revolucionario. Es más, éstas han hecho una especie de quiebre entre la educación tradicional y la educación con tecnología. Además, la introducción y uso de las TIC en educación es un fenómeno mundial que incluye los países desarrollados y los países en desarrollo. El principal argumento según Voogt y Knezek (2008) para esta expansión es que el uso de las TIC se le considera una habilidad esencial de vida, de la misma manera que lo es la lectoescritura y el cálculo; su uso constituye una oportunidad de desarrollo económico y requisito de empleabilidad; es una herramienta para la administración educativa y constituyen una herramienta que puede mejorar la enseñanza y el aprendizaje. Relacionado a eso está la idea que las TIC son un instrumento que ayuda a generar cambio e innovación en las escuelas. El hecho es que desde hace muchos años, las instituciones educativas, de todo nivel, adoptaron las TIC a su propuesta educativa, su estructura organizativa y a la práctica pedagógica dentro del aula, y al hacerlo replantearon las instituciones mismas y la forma de hacer educación. Como consecuencia de esta integración se ha revolucionado la manera de percibir, acceder y transmitir el conocimiento. Ahora, tanto educadores como educandos participan más activamente en los procesos de enseñanzaaprendizaje, intercambiando roles e incluyendo nuevos conceptos, métodos y estrategias para educar y ser educado (López, 2008). Hoy ya no se busca discutir las posibilidades de las TIC para potenciar los procesos de enseñanza y aprendizaje. El discurso o las investigaciones ya no están encaminados tanto a convencer o descubrir sus beneficios y ventajas, sino más bien a la forma en que se acceden a ellas o a la forma en que se les saca la mejor ventaja. 58 Aprendizaje y evaluación con TIC: un estado del arte La universidad, de hecho la educación superior en general, por su parte, se ha apropiado de estas tecnologías y las ha incorporado también a su quehacer educativo cotidiano con consecuencias y resultados que son cada día más visibles. Esta ya no es una aseveración aventurada, ya que como lo afirma Rodríguez et al (2009) la creciente introducción y uso de las TIC en las instituciones de educación superior es actualmente una evidencia de cómo las universidades buscan adaptarse a las necesidades de la sociedad actual, prepararse a los retos futuros, aprovechar las oportunidades y ventajas de las nuevas tecnologías. Las TIC han ingresado a las universidades en tres formas, y cada una de ellas supone un aporte a las nuevas formas de enseñar y aprender así como a la configuración institucional. La más generalizada es el uso de TIC como apoyo a la enseñanza presencial, sean estas por medios electrónicos durante la clase o por entornos virtuales fuera de ella. La segunda forma es la modalidad a distancia a través de entornos virtuales sin la condicionante de la presencialidad. La última es una forma intermedia entre la presencialidad y la no presencialidad llamada generalmente modalidad semipresencial o blended learning. Hacer esas adaptaciones a las nuevas necesidades y a las nuevas posibilidades ha traído una serie de implicaciones y consecuencias para las universidades. Como consecuencia de la adopción de las TIC, según Salinas (2004), las instituciones de educación superior han experimentado cambios importantes. El primero, y más evidente, es el desplazamiento de los procesos de formación desde los entornos convencionales, tradicionales a otros que incluyen un rol más dinámico y determínante de las TIC, lo cual trae consigo implicaciones de orden tecnológicas, metodológicas y evaluativas. Segundo, la flexibilización de sus procedimientos y de su estructura administrativa para adaptarse a las nuevas modalidades de formación. Otro cambio es la introducción de programas de innovación docente en las universidades, relacionados con la incorporación de las TIC a los procesos de enseñanza aprendizaje y a la modalidad virtual. También la modificación de las estructuras universitarias en cuanto a la inserción de unidades académicas de tecnología o educación virtual e infraestructura tecnológica dentro el organigrama y la gestión de las universidades. Además, este nuevo contexto trae consigo la aparición de nuevas organizaciones de enseñanza, que se constituyen como consorcios o redes de instituciones y como universidades virtuales y abiertas. Por último, pero no menos importante, ha traído la comercialización del conocimiento, que genera simultáneamente oportunidades para nuevos mercados y competencias en el sector. Todas estas reacomodaciones replantean la forma de hacer educación en el nivel universitario y afectan directamente su función de cara a la sociedad. Hay que destacar, sin embargo, dos puntos claves en este análisis. Por un lado que la respuesta de las universidades a estos retos y necesidades no ha sido uniforme ya que cada universidad ha respondido y sigue respondiendo desde su propia especificidad, tomando como base el contexto y realidad en la que se halla, considerando la sociedad a la que sirve, teniendo en cuenta la tradición y las fortalezas que posee (Salinas, 2004). Por otro lado, también hay que destacar que el éxito de estos esfuerzos y acciones es todavía moderado ya que su desarrollo y avance es irregular no solo de una universidad con respecto a otra, sino también de país a país. La educación de nivel superior, más que cualquier otro nivel educativo, ha hecho uso de las modalidades a distancia con el uso de TIC. Dentro de esas modalidades destaca la educación virtual, educación en línea (online education), aprendizaje electrónico (e-learning) y aprendizaje basado en la web (webbased learning). Estas son formas de educación a distancia, que mas allá de sus sutiles diferencias, coinciden en que maestro y estudiantes están separados en tiempo-espacio y donde el proceso educativo y las experiencias de aprendizaje son mediadas por sistemas gestores de aprendizaje (LMS) o sistemas de gestión de contenidos (LCM) e Internet. Se usa el término virtual para establecer que no hay un contacto real entre los participantes, sino un contacto a través de medios sustitutos que pueden ser asociados con un salón de clases convencional. Dentro de esta forma de educación hay clases virtuales, salones virtuales, cursos virtuales y hasta universidades virtuales. Estos términos, educación virtual, educación en línea, aprendizaje basado en web y aprendizaje electrónico, todavía generan alguna confusión conceptual. Para algunos aprendizaje electrónico (e-learning) implica un aprendizaje a distancia a través de medios tecnológicos generalmente a través de Internet pero que incluye otros dispositivos electrónicos como grabaciones (audio con CD, DVD), video, y sistemas multimedia. Educación o aprendizaje en línea hace alusión directa al uso de Internet, 12 59 lo mismo que aprendizaje basado en la web. La educación virtual supone un entorno tecnológico generalmente a través de Internet que simula un contexto de enseñanza y aprendizaje parecido a la forma de educación convencional. La educación virtual es entonces sinónimo de educación en línea y aprendizaje por medios electrónicos cuando estas formas de educación a distancia son mediadas por un plataforma LMS/LCM e Internet. Todas estas modalidades requieren Internet y computadoras para ser utilizadas. Igualmente, todas son congruentes y aplicables a la modalidad presencial, como complemento con aulas virtuales, a la modalidad completamente a distancia y a la modalidad semipresencial. Aún cuando existe una amplia variedad de LMS y LCM, muchas universidades han adoptado la plataforma Moodle debido más que todo a su código abierto, a su distribución libre y la variedad de posibilidades pedagógicas que ofrece. Otros LMS /LCM que son también usados incluyen Dokeos, Claroline, ATutor, Sakai, Ilias, Blacboard, WebCT, eCollege por mencionar algunos. Como es de suponer, el nuevo contexto virtual también conlleva ciertas implicaciones. Supone el uso de tecnologías y metodologías, las cuales requieren, como se explicó antes, adecuaciones de tipo institucional. Pero también conlleva cambios en el rol del profesor, ya que a sus competencias tradicionales hay que agregarle el dominio de la tecnología y la metodología, cambiar la forma de concebir el acto educativo, retomar nuevas formas de comunicación e interacción propias de esta modalidad, renunciar a tener el monopolio del conocimiento, y en general abandonar ese rol central propio de los escenarios presenciales tradicionales. También implica cambios en el rol del estudiante. Tiene que desarrollar también nuevas competencias y formas de aprender entre las que destaca el auto aprendizaje y el aprendizaje autónomo donde asume la responsabilidad de su propio aprendizaje. De igual manera implica cambios en la metodología de enseñanza dado que esta es una ecuación diferente a la convencional. Se esperaría, en términos de metodología, no repetir en un nuevo contexto las prácticas pedagógicas tradicionales. Estas nuevas formas metodológicas de enseñar en contexto virtuales incluyen nuevas formas de desarrollar los procesos tales como los foros, la tutoría, la planificación didáctica, así como nuevas formas de evaluar el aprendizaje de los alumnos. La evaluación del aprendizaje, como parte consustancial de los procesos educativos, también está presente en los procesos educativos mediados por las TIC. Las actividades y estrategias de evaluación más usadas en esta modalidad a menudo incluyen autoevaluaciones, foros, portafolios, reportes/ investigaciones y trabajos colaborativos. En algunas autoevaluaciones se incluyen preguntas como “¿El curso cumplió con sus expectativas de aprendizaje?” “¿Qué problemas o limitantes encontró en el proceso de aprendizaje?” que no evalúan objetivos de / o aprendizajes, por lo cual se argumenta (Quesada, 2006) que en la evaluación en línea no se ha reparado lo suficiente para garantizar la confiabilidad que deben tener los instrumentos de evaluación. De hecho, este campo (el evaluativo) ofrece mucho espacio para buscar contestar preguntas como ¿Realiza la tecnología verdaderamente aportaciones específicas en el campo de la evaluación de los aprendizajes o se trata de una mera copia de la evaluación que se realiza en las aulas presenciales? Igualmente, Quesada (2006) hace una serie de valoraciones con respecto a la evaluación del aprendizaje en línea y concluye que, la evaluación formativa a lo largo de de todo el curso, es en sí misma una más de las actividades de enseñanza, que las actividades que realiza el estudiante se convierten en actividades de evaluación, que la evaluación se individualiza y que cada evaluación conlleva una retroalimentación. 60 Aprendizaje y evaluación con TIC: un estado del arte De acuerdo a Barberá (2006) la introducción de las TIC ha aportado tres cambios en el contexto de la evaluación. La primera es la evaluación automática, en el sentido que las tecnologías tienen bancos de datos que se relacionan entre ellos y pueden ofrecer a los estudiantes respuestas y correcciones inmediatas. Las pruebas electrónicas tipo test que incluyen respuestas correctas ejemplifican este tipo de aportación. La segunda aportación de la tecnología se relaciona con la evaluación de tipo enciclopédica, en referencia al cúmulo de contenidos que se manejan de una fuente más compleja o de diferentes fuentes. Este caso se ejemplifica con la elaboración de trabajos monográficos de ensayo sobre una temática específica en el cual Internet sirve como una fuente de información excepcional y compleja. La tercera aportación se refiere a la evaluación colaborativa. Esta aportación se ilustra con los debates virtuales, los foros de conversación y los grupos de trabajo. Siempre dentro del campo de la evaluación del aprendizaje, María José Rubio investigó en el 2003 sobre los enfoques y modelos de evaluación de e-learning y encontró que hay dos enfoques de evaluación dentro de esta modalidad. El primero es el enfoque parcial, centrado principalmente en alguno de los aspectos de la actividad formativa, los materiales de formación, las plataformas tecnológicas, o las relaciones costo-beneficio. El segundo enfoque es el global, del cual distingue dos tendencias. Uno es los sistemas de evaluación centrados en modelos y/o normas de calidad estándar y calidad total. La otra tendencia es sistemas basados en la práctica de benchmarking. Expuesto así el panorama general sobre el aprendizaje y evaluación con TIC, se expone los elementos claves que guiaron esta investigación. Objetivo El objetivo de este estudio es describir el estado del arte sobre aprendizaje y evaluación con el apoyo de las TIC en contextos virtuales. Preguntas de investigación Las preguntas que guiaron esta investigación fueron: ¿Qué tipo de TIC se están utilizando en los procesos educativos de la educación virtual? ¿Cuáles son las tendencias, estrategias y métodos de aprendizaje que se están generando en la educación virtual? ¿Cuáles son las estrategias y métodos de evaluación usados en la educación virtual? ¿Qué tipo de investigaciones se están desarrollando en esta temática? Ámbito y delimitación Este estado del arte está enmarcado en una serie de delimitaciones. Desde la propuesta temática se aborda las TIC como apoyo a procesos educativos y evaluativos. De hecho este tema está dividido en tres categorías que le dan dirección y especificidad: (1) las herramientas e innovaciones tecnológicas usadas en procesos educativos; (2) la educación virtual, educación en línea y el e-learnning, con su modalidad de aprendizaje y con su soporte tecnológico y (3) la evaluación del aprendizaje, su práctica, congruencia y pertinencia con los entornos virtuales y el e-learning. Toda esta propuesta temática se ubica en el nivel de la educación superior y es construida con estudios de tipo empírico. Desde la delimitación temporal se toman estudios que han sido desarrolladas dentro del período que va desde 2006 hasta 2010. Por último, en el ámbito geográfico, éste se enmarca en el contexto iberoamericano que incluye los países latinoamericanos, Portugal y España. Método La búsqueda de información se realizó a partir de la definición de descriptores tales como TIC educación, educación superior, educación virtual, aprendizaje virtual, e-learning y evaluación aprendizaje con los cuales se buscó artículos y estudios empíricos que dieran cuenta de las TIC en educación superior y que abordaran la evaluación del aprendizaje en contextos virtuales. Dicha búsqueda arrojó, sin embargo, veinte artículos empíricos en texto completo y una cantidad incontable de artículos teóricos. La búsqueda de información se realizó en medios electrónicos, accediendo bibliotecas virtuales y a revistas especializadas en formato digital. Se consultó en Redalyc (Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal), Sibdi (Sistema de Bibliotecas Documentación e Información de la Universidad de Costa Rica), Latindex (Sistema Regional de Información en Línea para Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal). RINACE: Red Iberoamericana de Investigación sobre Cambio y Eficacia Escolar), Dialnet y Ebsco, Se buscó información en revistas iberoamericanas especializadas en TICs, aprendizaje virtual, e-learning y evaluación tales como Revista Latinoamericana de Tecnología Educativa (RELATEC), Revista Electrónica de Investigación Educativa, Revista iberoamericana de evaluación educativa, Pixel-Bit, RED Revista de Educación a Distancia, Revista de Universidad y Postgrado, RELIEVE: Revista Electrónica de Investigación y Evaluación Educativa, Revista Iberoamericana de Educación. 12 61 En un segundo momento, para profundizar la búsqueda se buscó información por área o campo de conocimiento (educación, computación y tecnologías, evaluación) y posteriormente por países. Cada uno de los 20 trabajos incluidos fue analizado detalladamente para crear una ficha analíticadescriptiva compuesta por campos donde se especifica el nombre de la investigación, el autor, la publicación, el país de procedencia, el año, la técnica utilizada y la metodología expuesta. Igualmente se elaboró una matriz de datos generales que daba cuenta de los estudios en términos de las tres categorías (TIC, educación virtual, y evaluación), por año y país, así como el método de investigación utilizado, el tipo de TIC utilizado y le revista en que fue publicado. A partir de esa base de datos, se procedió a analizar cuantitativa y cualitativamente la información. La limitación de esta muestra radica en la reducida cantidad de investigaciones que están disponibles en las bases de datos. Dentro de la muestra no se encontraron investigaciones de los países centroamericanos, (excepto Costa Rica), Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Uruguay y Paraguay. España, por otro lado está muy bien representado y sus investigaciones están fácilmente disponibles. Resultados El análisis de la muestra de veinte investigaciones de tipo empírico arrojó una serie de resultados que dan cuenta de las tendencias, avances y de las aéreas de estudio que se desarrollan en términos de aprendizaje y evaluación en entornos virtuales. La educación superior a nivel iberoamericano hace uso creciente de la modalidad a distancia, llámese esta educación virtual, educación en línea o e-learning, y para mediar todos esos procesos educativos hacen uso de las TIC. El estudio arroja que para hacer esa mediación, dieciséis estudios lo hacen a través de Internet, con aulas virtuales en una plataforma LMS o LCM. Las plataformas que se usan son Moodle, Claroline y mLearning. Uno de los estudios (Ramos, Herrera y Ramírez, 2010) establece que la mediación la hace a través de telefonía celular con el apoyo de la plataforma mLearnig e Internet, lo cual resulta novedoso porque es una tecnología comúnmente usada para la comunicación pero no, hasta ahora, con propósitos educativos. Otro estudio (Argüelles, 2006) usa tecnología de streaming que incluye audio y video, lo cual es también muy novedoso, de seguro sin antecedentes. Dos estudios establecen que usan TIC en general, lo cual incluye igualmente Internet, CD, multimedia y aplicaciones Microsoft. Lo relevante de estos datos es que para mediar los procesos educativos, todos los estudios prácticamente reportan implícitamente el uso de Internet, lo cual incluye forzosamente el uso de una plataforma y la computadora. Si bien es cierto que este estudio específicamente buscaba información sobre TIC y evaluación del aprendizaje en contextos virtuales, no se encontró evidencia sobre otras formas de educación a distancia en los estudios. No se encontró pistas de que la educación virtual fuera combinada con alguna forma de educación por correspondencia, radio o TV ni tampoco de formas de aprendizaje basadas en la computadora (computer-based instruction) o multimedia. Los estudios que reportan el uso de una variedad de TIC (CD, multimedia, DVD y otros) son recursos que apoyan el aprendizaje en el contexto de las clases presenciales. La educación y aprendizaje en entornos virtuales es la categoría que más riqueza de información y más contribuciones da a este estudio ya que cuenta con diez artículos, los cuales representan el cincuenta por ciento de las investigaciones. Aquí se aborda, siempre en el contexto virtual, una variedad de temas que van desde el rol y funciones del docente, las experiencias educativas y aprendizaje en entornos virtuales, las relaciones e interacciones de los estudiantes y docentes hasta las de manejo del tiempo y el ambiente. 62 Aprendizaje y evaluación con TIC: un estado del arte Al abordar en estos estudios, la variable docente, su rol, competencias, funciones y formación en la ecuación de la educación virtual, se encuentra que dos investigadores, Laura Alonso y Florentino Blásquez (2009), han estudiado en tres artículos este tema. Concluyen en uno de ellos que no se encuentran diferencias significativas entre las funciones de los profesores presenciales y el profesor virtual, y que si existe alguna diferencia se debe al involucramiento del profesor y al compromiso institucional. En ambas modalidades se requiere de conocimientos y competencias psicopedagógicas. Por otro lado, en otro estudio argumentan que la educación no presencial requiere, más que un trasmisor de conocimientos, un tutor, en el sentido literal del término, es decir, un e-profesor que adopte el rol de mentor y facilitador del aprendizaje. Dentro de las funciones y competencias del e-profesor, de acuerdo a los estudiantes, está la actualización y dominio del conocimiento, el desarrollo del contenido con claridad, el conocimiento de la psicopedagogía, la habilidad para la interrelación y la disponibilidad de tiempo. Por parte de los expertos, las funciones del e-profesor deben ser dominar el contenido, motivar, dinamizar, facilitar y conocer las tecnologías. Igualmente, estos investigadores determinan en un tercer estudio que en la formación docente debe darse énfasis a tres áreas: contenido teórico, contenido práctico y la interacción profesor- alumno. Según ellos, ser docentes en la Sociedad de la Información conlleva la ineludible tarea de responder a las necesidades educativas y sociales desde la consideración de las infinitas posibilidades de acceso al conocimiento que ofrecen las TIC. De igual manera, desde la perspectiva del docente se ha estudiado los criterios y factores que el profesorado toma en cuenta al momento de adoptar un LMS para habilitar y usar un aula virtual (Argüelles, 2006). Ese estudio destaca que los factores intervinientes en la adopción del LMS son muy subjetivos y dependen de cada docente, pero también depende de las características concretas de las acciones formativas a las que pretende darse apoyo con el LMS y del contexto institucional. Desde el marco de las relaciones e interacciones mediadas por TIC también se han hecho algunos estudios. Coll, Mauri y Onrubia (2008), establecen en el marco de las relaciones e interrelaciones que los usos de las TIC tienen un carácter mediador. Median entre los alumnos y el contenido o la tarea de aprendizaje; median la representación y comunicación de significados para el profesor y/o los alumnos, el seguimiento, regulación y control de la actividad conjunta de profesor y alumnos alrededor de los contenidos o tareas de enseñanza y aprendizaje; y la configuración de entornos de aprendizaje y espacios de trabajo para profesores y alumnos. Mediación es la palabra clave en estas experiencias de aprendizaje con TIC. Tirado, Boza y Guzmán. (2008) por su parte abordan las interacciones de persona a persona en una comunidad de aprendizaje a partir del tipo de interacciones. El estudio buscaba definir el tipo de interacciones (disruptivas, interactivas, aditivas) que se da en una comunidad de aprendizaje. Se encontró que la participación de cada individuo no ejerce influencia sobre el sentimiento de comunidad que pueda tener el grupo por lo que se concluyó que es la interacción colectiva de cada grupo lo que realmente puede afectar la cohesión y sentimiento de comunidad de aprendizaje. La misma modalidad de blended learning ha sido estudiada. En 2008, Carlos Ruiz abordó algunos aspectos de efectividad y de la modalidad b-learning y entre sus hallazgos está que el ochenta y seis por ciento de los sujetos afirman que esta modalidad es más efectiva que otras modalidades (sólo presencial o sólo a distancia). Otros hallazgos sobre el b-learning son el alto desempeño académico obtenidos por los participantes, la percepción positiva durante el curso, el nivel de satisfacción de los estudiantes por las experiencias de aprendizaje y sobre todo la opinión favorable de los participantes sobre el blended learning como modalidad instruccional. Las reacciones del profesor y alumno dentro de modelo mixto de aprendizaje es también un área de investigación. González-Videgaray (2007) por ejemplo estudiaron a través de una investigación cuantitativa los factores críticos de éxito que determinan la calidad del aprendizaje en el e-learning, dichos factores son el contenido, la presentación y organización del contenido, soporte técnico y apoyo institucional y evaluación del aprendizaje. Por su parte, Monge y Méndez-Estrada (2008) comparan experiencias de aprendizaje a distancia entre Durango y Costa Rica para llegar a concluir entre otras cosas que las experiencias educativas, en sus diferentes modalidades, se construyen desde un entorno sociocultural que las posibilita y las restringe y que sin embargo, a pesar de las diferencias y limitaciones impuestas, se pueden crear opciones que satisfagan esas necesidades de formación. 12 63 Otro de los puntos fuertes y claramente destacables en los estudios es el aprendizaje y desarrollo cognitivo a través del uso de portafolios electrónicos y telefonía móvil. Como estrategia de aprendizaje, según la investigación de Silvia Blanch Gelabert et al (2009) el portafolio electrónico permite a los alumnos dar sentido a su aprendizaje y que este se convierta en significativo y funcional. A través de los portafolios electrónicos los estudiantes toman conciencia de su aprendizaje y competencias adquiridas, sus avances y dificultades. También Ramos, Herrera y Ramírez (2010) han hecho un estudio parecido en México, pero a través de la telefonía móvil. El estudio destaca las ventajas de aplicación de la telefonía móvil para crear ambientes de aprendizaje y el desarrollo de habilidades cognitivas con el uso de mLearning y servicios de mensajería, correos electrónicos y multimedia. Hay dos estudios que abordan dos temáticas, que aunque disímiles, son muy importantes y no han sido apropiadamente discutidos en la literatura especializada y las investigaciones. Se trata de la relación costo-beneficio y del manejo del tiempo y el ambiente en los entornos virtuales. Vilaseca y Castillo (2008) precisamente se dieron a la tarea de explorar la eficiencia económica del e-learning a través del análisis de una muestra de universidades durante el período 1997-2002. Chiecher, Donolo y Rinaudo (2008) estudiaron el manejo del tiempo y el ambiente de estudio en una experiencia didáctica sobre el desarrollo de tres cursos en instancias presenciales y virtuales. Se concluyó que en las clases virtuales no hay uso del tiempo y el ambiente tan eficiente como se esperaba, como si lo demostró el ambiente presencial. De los veinte estudios de la muestra, cinco entraban en la categoría de evaluación del aprendizaje en entornos virtuales o evaluación del aprendizaje con TIC. Dentro de ellos, la evaluación del aprendizaje en contextos virtuales parece ser una preocupación de los investigadores. Eso se refleja en las investigaciones que hacen. Estudian casos y proponen modelos de evaluación. Esa preocupación también se deja ver en el análisis y la crítica de ciertos modos, formas y estrategias de evaluación empleadas en la educación virtual. La pregunta latente es si se está evaluando de forma tradicional en una modalidad novedosa, que supone estrategias de evaluación igualmente novedosas; y si la evaluación cumple con los rigores técnicos que supone todo proceso de evaluación como la validez y la confiabilidad. De ahí que se sustente y fortalezca por un lado la auto evaluación (Ibabe y Jaureguizar, 2007), que es una de las formas más comunes de hacer evaluación en esta modalidad. Se argumenta a favor de esta estrategia que es interactiva, que promueve la retroalimentación inmediata y que por tanto mejora el aprendizaje. Otro estudio, aborda la propuesta de evaluación a través de objetos de aprendizaje (Alegre, y Villar, 2007), que destaca no solo el objeto de aprendizaje mismo sino también su contexto, adecuación de contenido, características técnicas y el medio tecnológico, lo que permite una sistematización, una forma ordenada de evaluar. El análisis también mostró que el profesor toma como parámetro para la evaluación del objeto tanto el contenido como su facilidad de uso. Una estrategia muy novedosa de presentar la evaluación es a través del benchmarking de objetos de aprendizaje (Falcão, y Soeiro, 2007). Esta propuesta consiste en evaluar objetos de aprendizaje a través del benchmarking, basado en el estándar del metadato de los objetos de aprendizaje dentro del contexto del e-leraning como una forma de darle validez. Los modelos de evaluación y experiencias (Pereira, 2009) como estrategias especificas de evaluación en contexto universitarios están siendo estudiados, valorados y propuestos para buscar métodos evaluativos que puedan ser congruentes con los entornos virtuales. 64 Aprendizaje y evaluación con TIC: un estado del arte Con respecto a la clase de investigaciones que se están realizando en esta área, las tendencias en Iberoamérica indican tres grupos. EL primero, con seis estudios, está la investigación de corte cuantitativa con instrumentos como el cuestionario y la entrevista. El segundo es de tipo cualitativo, también con seis estudios, e incluyen estrategias e instrumentos de recolección de datos como la entrevista, grupos focales, estudios a profundidad y notas de campo. El tercer grupo lo conforman investigaciones de tipo cuali-cuantitativo, con cuatro estudios, donde queda claro el análisis de datos estadísticos así como la parte interpretativa, obtenidas a través de instrumentos como el cuestionario, la entrevista y grupos de discusión, algunas veces triangulados. También hubo tres estudios donde no se expresó con claridad el tipo de investigación, ni los instrumentos utilizados. Una investigación arrojó como método la aplicación del benchmarking. Desde la aplicación de estrategias e instrumentos de recolección de información se pudo establecer también algunos hallazgos. Las estrategias e instrumentos de investigación que más se usan son el cuestionario abierto y cerrado (en 10 estudios), la entrevista estructurada y semiestructurada (9), el grupo focal o grupo de discusión (4), la observación no participativa (3), las notas de campo, el análisis documental y el estudio de casos en dos estudios cada uno. Por el contenido o área de estudio también se pueden hacer algunas valoraciones. Las investigaciones van en la dirección de estudiar las TIC propiamente dichas (5 estudios), aunque hay que aclarar que las TIC son también variables implícitas en todas las investigaciones; el profesor, su desempeño, función y formación (3); reacciones, relaciones e interacciones (2); experiencias educativas en alguna modalidad (5) y la temática de la evaluación del aprendizaje (5). Conclusión Por tanto, se puede establecer de acuerdo a los resultados antes presentados, los elementos que dan cuenta del estado del arte sobre aprendizaje y evaluación con TIC. Uno de los datos que aporta más certeza dentro de este estudio está el hecho que Internet es la tecnología más ampliamente usada para mediar procesos de aprendizaje con TIC. Esto implica tácitamente el uso extensivo de la computadora y de plataformas LMS entre las que figura Moodle. Igualmente establece que la educación virtual (educación en línea, e-learning) es la forma más común de apoyar las clases presenciales, semipresenciales y a distancia. Destaca en esta investigación el hecho que dentro del desarrollo tecnológico aplicado a la educación se introduzcan formas novedosas como el uso de la telefonía móvil y el streaming. El aprendizaje, las relaciones e interacciones, las competencias y funciones del docente, las experiencias educativas en entornos virtuales son las áreas más estudiadas, no así los procesos socioculturales, aprendizaje colaborativo, comunidades de aprendizaje, nuevas estrategias de enseñanza que están mínimamente presentes. Destaca el hecho que se esté investigando sobre el docente en relación con las nuevas formas de desarrollar procesos educativos: con tecnología, en modalidad a distancia o semipresencial y en ambientes virtuales. Esto lleva un reconocimiento implícito de su papel, adopciones y en general de cómo está respondiendo y adaptándose a estos cambios y novedades que desafían su cultura docente tradicional. La evaluación del aprendizaje en contextos virtuales, por su parte, aunque presente, tiene poco peso y profundidad en las investigaciones, las cuales generalmente se orientan a estrategias de evaluación como autoevaluación, portafolios electrónicos, benchmarking y objetos de aprendizaje. Igualmente buscan desentrañar la naturaleza de las prácticas evaluativas, tradicionales o innovadoras, en ese contexto así como justificar las prácticas evaluativas en educación a distancia en términos de validez y confiabilidad. En este estudio se pudo determinar que los métodos de investigación que se utilizan son de tipo cuantitativo y cualitativo en igual proporción. Las técnicas y estrategias de recolección de datos, más usados son el cuestionario, la entrevista, los grupos de discusión. A pesar de la exhaustiva búsqueda de información, los estudios empíricos encontrados fueron bastante reducidos, como ya se explicó antes. De este hecho se pueden sacar al menos dos lecturas. Uno es que estos países latinoamericanos o están trabajando poco el área de la educación virtual y TIC, o están sistematizando e investigando muy poco, o ambas. La otra es que basado en la muestra, el país que más investigaciones produce es España con doce de los veinte estudios. Además, se tomó estudios de veinte revistas especializadas de las cuales, doce también son de España. También puede entenderse que en el nivel universitario, con toda la parafernalia de la virtualidad, el crecimiento y cambio real de las TIC ha sido lento y hasta cierto punto marginal. Esto no debe interpretarse necesariamente como falta de visión o de compromiso de los educadores o de los que toman las decisiones, sino a las barreras estructurales y culturales que han frenado el potencial de las TIC para el cambio en educación con respecto a otros sectores como el industrial y el comercial. 12 65 A pesar de que en los últimos cinco años se han publicado un número importante de estudios, sobre todo de tipo teórico, en TIC y educación, todavía son más las preguntas que las respuestas y poca la contribución a una base teórica más sólida sobre aprendizaje y evaluación en entornos virtuales. A diferencia de los estudios en la América anglosajona y Europa que son abundantes, en Iberoamérica es escasa la bibliografía que existe para abordar este tema. Finalmente, la construcción del estado del arte sobre el aprendizaje y la evaluación con TIC es, por una variedad de razones, una tarea desafiante. Desafiante por el ejercicio académico-investigativo que demanda, por la naturaleza cambiante e innovadora de las mismas tecnologías, por la complejidad de sus múltiples aplicaciones, por calidad y cantidad de las investigaciones desarrolladas, por la dispersión de la sistematización de las experiencias. Sin embargo, también representa la oportunidad única de comprensión, análisis y de aprendizaje que genera pistas, opciones y caminos sobre las cuales seguir construyendo el tema de las TIC, el aprendizaje virtual y la evaluación. Referencias Barberá, E. (2006). Aportaciones de la tecnología a la e-valuación. RED. Revista de Educación a Distancia, 5(6), 1-13. Consultado en http://www.um.es/ead/red/M6 Farrell, G. (Ed) (2001). The changing faces of virtual education. The Commonwealth of Learning: Canada. López, O. 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Lemus Recensión Mitos en la lengua materna de los Pipiles de Izalco en El Salvador de Leonhard Schultze Jena Mitos en la lengua materna de los Pipiles de Izalco en El Salvador De: Leonhard Schultze Jena Traductor e intérprete: Rafael Lara-Martínez Autor: Leonhard Schultze Jena Título original: Mythen in der Muttersprache der Pipil von Izalco in El Salvador Traducción e interpretación náhuat-español: Rafael Lara-Martínez [email protected] Editorial Universidad Don Bosco Año de publicación: 2010 Páginas: 623 La nueva versión en español del trabajo del reconocido antropólogo alemán Leonhard SchultzeJena es producto del trabajo investigativo del Profesor Rafael Lara-Martínez quien ha realizado un estudio e interpretación del original en náhuat de Schultze-Jena. En 1930, Schultze Jena registró la tradición oral de los pipiles de Izalco, que luego publicó en dos tomos: uno dedicado a la gramática y al léxico del idioma y el otro con las transcripciones y traducciones de los mitos que registró durante su estancia en el país. Ambos tomos fueron publicados en alemán. El trabajo de Lara-Martínez está concentrado en la interpretación del Tomo I de la colección, es decir, los mitos. El libro se publicó originalmente en Marburgo, Alemania en 1934 bajo el título Mythen in der Muttersprache der Pipil Von Izalco in El Salvador, que Rafael ha traducido como Mitos en la lengua materna de los pipiles de Izalco en El Salvador. El título del libro es autoexplicativo. Schultze-Jena recopiló numerosas historias pipiles contadas por sus informantes clave, don Ynés Masín y su esposa, cuyo nombre no aparece en el texto. Pasó una temporada de únicamente tres meses en El Salvador (agosto-octubre 1930), durante la cual hizo sus investigaciones. Es sorprendente el trabajo del Dr. Schultze Jena, quien era zoólogo de profesión, pero antropólogo, lingüista, etnólogo, geógrafo y americanista de vocación. Nació en la ciudad de Jena, nombre que añadió a su apellido más tarde, en 1872. Fue un explorador moderno y de su contacto con pueblos “exóticos” le nació su interés por la lingüística y la antropología. Él sostenía que a través de la lengua se podía entender el pensamiento de los pueblos, posición sostenida por Benjamin Whorf y otros antropólogos más adelante en la historia. Schultze Jena, no siendo graduado en estas especialidades, nunca quiso hacer escuela ni tampoco seguir alguna. Se mantuvo siempre independiente. La obra de Walter Lehman lo inspiró para estudiar las lenguas de Mesoamérica en los años 1920’s. En esta etapa tradujo el Popol Vuh (1944) y los Antiguos Cantares Mexicanos (póstumo, 1957) del quiche y del náhuatl al alemán, respectivamente. A la edad de 58 años, en 1930, visitó El Salvador. Solo podemos asumir que fueron tres meses de intenso trabajo. Siguiendo su hipótesis de que a través de la lengua se puede llegar a conocer la cosmovisión de los pueblos, Schultze Jena se concentró en aprender pipil y en recopilar el mayor número de historias en esta lengua. Al publicar su trabajo en alemán, su obra fue desconocida en El Salvador por la mayoría. Unos pocos que hablaban alemán tuvieron acceso a la obra. No fue sino hasta 1977 y 1982 que se publican por primera vez en español bajo el título Mitos y Leyendas de los Pipiles de Izalco y Gramática Pipil y Diccionario Analítico, gracias a la traducción hecha por Armida Parada Fortín y Gloria Menjívar Reiken, quienes tradujeron los textos del alemán al español. No se intentó nunca una traducción del pipil al español, por lo que la traducción de Parada y Menjívar es tan buena como lo sea la traducción de Schultze Jena del pipil al alemán. 12 69 Con esta rápida contextualización del trabajo del Dr. Schultze Jena, se puede apreciar mejor el valor científico-cultural del trabajo realizado por el Prof. Lara-Martínez. Lara-Martínez toma el texto náhuat de la obra original publicada en Alemania y lo traduce al español. Pero no solamente hace una traducción literal, palabra por palabra, sino una traducción literaria que busca representar la música poética de la lengua náhuat y capturar la esencia del pensamiento pipil, su filosofía. Sí, la filosofía pipil. Nunca reconocida y nunca estudiada en el país. Lara-Martínez ha hecho un ejercicio hermenéutico de los textos pipiles para acercarnos a lo que podría ser una filosofía autóctona, en la línea del trabajo del reconocido filósofo mexicano Miguel Leo-Portilla al estudiar la filosofía náhuatl. Ya Schultze Jena, basándose en su hipótesis de que hay que conocer la lengua de un pueblo para conocer su cosmovisión, nos introduce a una interpretación de la cosmovisión pipil. El sostiene que son cuatro, como los puntos cardinales, los conceptos de la ideología indígena La fruta del campo que se ha convertido en su carne y su sangre. La tierra de la cual succiona la fruta su fuerza. El agua sin la cual nada crece. Los astros que imperan sobre todas las cosas. Schultze-Jena (1977) Es decir, las plantas, la tierra, el agua y los astros. Así subdivide Schultze Jena los relatos que recopiló. Además, hay otros relatos que están clasificados en otras secciones. Creo que Lara-Martínez tomó el reto de probar como falsa aquella famosa frase italiana Traduttore, Tradittore (traductor-traidor), que pone de manifiesto lo difícil del arte de la traducción. Para evitar la traición al original, Lara-Martínez ha hecho un trabajo de traducción minucioso que deja libre al lector de, también, proponer su propia interpretación. Esto lo logra al presentarnos varias traducciones. La propuesta literaria de Lara-Martínez es lo que él llama su traducción poética. Pero también nos presenta, como buen lingüista, una traducción literal, casi morfema a morfema, de todos los textos. Esto tiene un gran valor para el análisis lingüístico, cosa que el propio Lara-Martínez deja para que otros lo hagan. Luego nos da una traducción libre que significa redactar los textos en buena prosa española. El lector acucioso o el investigador pueden utilizar cualquiera de las tres traducciones para tener su propia interpretación del texto. Después de revisar la obra del Prof. Lara-Martínez puedo asegurar que no es un tradittore; en realidad, ha cumplido el principio básico de los traductores: mejorar el original para que suene y se entienda como si hubiera sido escrito originalmente en la lengua objetivo (español) y no en la lengua fuente (pipil). Por último quiero señalar que el trabajo de Lara-Martínez pone de manifiesto la herencia intelectual de los pueblos indígenas salvadoreños a las nuevas generaciones, mostrando que, lejos de los estereotipos promovidos a través de la historia, la cultura indígena tiene mucho que aportar al pensamiento salvadoreño. Es triste, pero desgraciadamente cierto, que no existe literatura original en pipil. Esta traducción-interpretación que nos da Lara-Martínez de los Mitos de los pipiles de Izalco puede ser el inicio de otros estudios que nos lleven a rescatar lo pipil y, siendo optimistas, a que produzcamos en el futuro cercano literatura original en náhuat. 70 Mitos en la lengua materna de los Pipiles de Izalco en El Salvador de Leonhard Schultze Jena Departamento de Investigación Investigación en Proceso Instituto de Investigación en Energía La Universidad Don Bosco ha desarrollado varios proyectos en el área de energía como estrategia institucional para la conformación del Instituto de Investigación en Energía. Algunas de las acciones han estado relacionadas con la formación de especialistas a través de estudios de postgrado como la maestría en el Desarrollo de las Energías Renovables que actualmente ofrece la universidad. En el año 2006 se propuso el desarrollo del Centro de Investigación y Desarrollo de la Energía: CINERGÍA, con apoyo de organismos nacionales, como la CEL y otras empresas generadoras de energía, así como de organismos internacionales. Posteriormente, con el propósito de fortalecer el desarrollo de la temática energética, se gestionó el apoyo de un experto en energías a través del programa Fulbright del Departamento de Estado estadounidense para el intercambio de especialistas. Se logró la estancia del Ing. Richard Engel del Centro de Investigación en Energía Schatz de la Universidad de Humboldt de California, quien colaboró tanto con los estudios de postgrado iniciados en la UDB y la propuesta para la Sala Científica El Salvador-Estados Unidos, dedicada a los estudios en energías alternativas. En 2010, se creó el Proyecto de Desarrollo del Instituto de Investigación en Energía, con el objetivo de “Establecer una plataforma para la gestión, promoción, formulación e implementación de procesos de investigación y desarrollo en energía, con énfasis en la renovable, como apoyo a las empresas e instituciones privadas y públicas en la búsqueda de nuevas alternativas energéticas que potencien para tal fin la cooperación nacional e internacional en el desarrollo del país”. Se ha comenzado a trabajar en las siguientes acciones: • Establecer un centro divulgativo del conocimiento de las tecnologías de energía que ayude a la formación académica del sector docente y estudiantil de la Universidad Don Bosco y de otras instituciones educativas. • Apoyar en la formulación, desarrollo, e implementación de políticas, planes y programas de investigación y desarrollo en el campo de la energía. • Establecer vínculos interinstitucionales en el ámbito universitario y otros centros de educación superior que promuevan la cooperación en el campo de la investigación, desarrollo y transferencia de tecnología energética. • Establecer relaciones de cooperación con gobiernos, instituciones de educación superior, empresas industriales de vanguardia e investigadores a nivel internacional que permitan el intercambio de conocimientos y experiencias en el campo de la energía, especialmente la renovable, así como la gestión de recursos que viabilicen el funcionamiento del instituto. • Establecer relaciones de apoyo a la empresa salvadoreña, especialmente a la micro, pequeña y mediana, así como a los gobiernos municipales y ONG’s en sus necesidades de energía, mediante la adopción de soluciones tecnológicas derivadas de los procesos de investigación, desarrollo, transferencia de tecnología y la cooperación nacional e internacional. 71 Ilustración 1 Colector para la generación de energía termo-solar desarrollado en la UDB. Además, como parte de las acciones contempladas en las Iniciativas Estratégicas para el Programa de Investigación, Desarrollo e Innovación1 se ha conformado el Instituto de Investigación e Innovación en Electrónica, mediante la cual se busca dar saltos cualitativos que lo definan como un centro de excelencia en capacitación e investigación a nivel regional, según se establece en las Políticas y Estrategias en Ciencia y Tecnología presentadas en el apartado “Una mirada al desarrollo en Ciencia y Tecnología2” Para el desarrollo de los objetivos anteriores, se cuenta con convenios de cooperación con las universidades de Humboldt de Estados Unidos y la Universidad Politécnica de Madrid; además, se realizan gestiones con entes de cooperación internacional como USAID y la Cooperación Alemana, entre otros. Sala Científica Estadounidense para la Investigación en Energía En Octubre de 2010 se inauguró la Sala Científica Estadounidense para la Investigación en Energía, que consiste en un laboratorio con equipos, instrumentos y software, para fomentar la investigación e innovación en tecnologías relacionadas con las energías renovables y eficiencia energética. Los objetivos bajo los cuales se trabaja en esta infraestructura tecnológica son: • Propiciar espacios para los estudiantes de pregrado y postgrado, en temas relacionados con las energías renovables, generando el acceso a los equipos y la instrumentación relacionada. • Fortalecer el desarrollo de investigaciones y diagnósticos sobre temas de energía sostenible y eficiencia energética • Sensibilizar a diferentes actores de la sociedad sobre los beneficios de las energías renovables y de la eficiencia energética. • Apoyar al sector industrial y comercial del país con diferentes servicios como las auditorías de eficiencia energéticas, evaluaciones de los recursos energéticos, entre otros. 72 Instituto de Investigación en Energía 1. Secretaría General, Iniciativas Estratégicas, Matriz PO 2010, 2009. Universidad Don Bosco 2 Construyendo el Futuro de la Universidad, Una Mirada al Desarrollo en Ciencia y Tecnología, Áreas a desarrollar en Ciencia y Tecnología, Vicerrectoría Académica,UDB, 2007 Ilustración 2 Grupo de estudiantes realizando prácticas en la Sala Científica Estadounidense para el estudio de energías alternativas. En esta sala se puede experimentar con las siguientes tecnologías: solar fotovoltaica, celdas de combustible, evaluación del potencial energético hidrológico, eficiencia energética y evaluación del potencial energético eólico, entre otras. Programa de Sensibilización en Energía Renovable y Eficiencia Energética. Este programa es una acción concreta para contribuir a lograr los objetivos trazados en la Sala Científica, donde se busca: Generar conciencia en la sociedad salvadoreña sobre los beneficios de la eficiencia energética (EE) y el uso de energía renovable (ER) para reducir costos, conservar recursos y disminuir los efectos negativos sobre el medio ambiente. Este programa incorpora la ejecución de conferencias, talleres, publicaciones en diferentes medios y desarrollo del Sitio Web. 73