Siguiendo las huellas de sor María de Jesús

Transcripción

Siguiendo las huellas de sor María de Jesús
DELEGACIÓN DIOCESANA DE ENSEÑANZA.
DIÓCESIS DE LA LAGUNA
Siguiendo las huellas de sor María de Jesús.
MARÍA DE LEÓN BELLO Y DELGADO
Nuestra ruta tiene tres etapas diferentes: las dos primeras etapas son fundamentales para recorrer los
lugares geográficos, vitales y creyentes en la vida de la “SIERVITA”, pudiéndose prescindir de la tercera
etapa, eminentemente aventurera y marginal en el objetivo que se persigue.
1.VISITA AL MUNICIPIO DE
EL SAUZAL
 Visita a la Plaza “Sor María de Jesús”, explicando ante el Monumento
existente su biografía de niña y repercusión en los habitantes de la
localidad.
 Visita a la Parroquia de San Pedro Apóstol, donde podemos ver la Partida
de Bautismo y la pila Bautismal.
 Visita al Parque Garañona, con amplios jardines y paseos. Interesa ver los
restos de la maquinaria con que bajaban los frutos de la zona a las barcas,
situadas al pie del acantilado.
 Visita, si tuvieran tiempo suficiente, una visita al Parque de Los Lavaderos,
que ofrece, igualmente, rincones de gran belleza.
2. VISITA AL CONVENTO DE SANTA CATALINA EN LA
LAGUNA
 Referencias históricas del Monasterio y visita al patio, locutorios e Iglesia.
 Vida y muerte de Sor María de Jesús, en la clausura.
 Leyendas y tradiciones sobre el “Pirata Amaro Pargo”, D. Amaro Rodríguez
Felipe.
 Situación actual del expediente de su beatificación.
Si la visita ha sido programada para la mañana y parte de la tarde, incluyendo la
hora de comida, se sugieren los alrededores de la Ermita de San Diego, para que
alumnos disfruten de una comida campestre, en unos parajes claves en la historia
de la vocación como religiosa y más tarde como monja de clausura.
3. VISITA A LA ERMINTA DE NTRA. SRA. DEL ROSARIO,
BARRIO DE MACHADO EN EL TABLERO (SANTA CRUZ
DE TENERIFE).
En este entorno se puede visitar la Ermita que está en el antiguo camino hacia la
Basílica de Candelaria y las ruinas de la casa del corsario Amaro Pargo. Es un
complemento a la historia de La Siervita.
VISITA EN EL
SAUZAL
Se recomienda comenzar esta “peregrinación”, que se ha denominado “Tras las
huellas de SOR MARÍA DE JESÚS”, por este Municipio de Tenerife, lugar de su
nacimiento.
El núcleo urbano de El Sauzal se encuentra a 16 kms. de La Laguna, en la zona
norte de la Isla de Tenerife y se alza sobre un impresionante acantilado con unas
excelentes vistas al mar. Aunque linda con el Océano, no cuenta con playas, y
tiene un muy difícil acceso para llegar hasta la costa. El municipio tiene una
superficie de 18 km2
Esta localidad destaca, sobre todo, por su cuidada limpieza y esmero, en sus
zonas verdes y jardines, superando los grandes y difíciles desniveles que le
caracterizan Esta característica se le ofrece al visitante desde que inicia la bajada
de la carretera hacia el casco urbano.
Municipio eminentemente agrícola con gran cantidad de viñedos, aunque muchos
de sus habitantes se desplazan, a otros centros de trabajo, principalmente en el
sector de la construcción y de servicios. Hoy, por la benignidad de su clima, son
muchos los tinerfeños, e incluso un gran número de extranjeros, que han
construido su vivienda en las diferentes laderas del Municipio, decidiéndose radicar
y empadronarse en esta zona-.
Resulta muy agradable, y de hecho, son muchos los tinerfeños y visitantes que se
acercan al centro urbano de El Sauzal en busca de silencio, tranquilidad, buenas
vistas y mejores lugares para “comer pescado fresco”, con excelente mojo, pan y
vino.
En este Municipio, se han logrado “construir”, acondicionando los terraplenes, dos
parques muy acogedores y de enorme interés: “La Garañona” y “Los Lavaderos”,
inaugurado y abierto al público hace pocos años, donde se puede “escuchar” todo
el año el silencio roto por el ruido de la constante bajada del agua. En este lugar y
a través de varios siglos iban a lavar la ropa las mujeres de la zona, costumbre que
se ha conservado hasta hace pocos años. Todavía se encuentran personas en el
municipio, y hasta de la zona alta, Ravelo, que cuentan cómo iban primero con sus
abuelas y madre y más tarde, ellas mismas, “a lavar y secar la ropa de su familia”
en esa cuenca. Hoy día, en esta zona se ha abierto un espacio, -parque de
esparcimiento- realmente agradable, con gran vegetación y de indudable belleza,
que se visita por el día.
Es digna de mención la reciente obra del edificio del Ayuntamiento en cuya
arquitectura tradicional es necesario considerar el trabajo de carpintería.
Se tienen noticias de que en 1629 tendría este Municipio alrededor de “200 vecinos
con Alcalde y Escribano”. En 1676, Juan Núñez de la Pena, describía El Sauzal
como “un lugar de a media legua de Tacoronte que tiene muchas viñas”. En 1735,
se señala que tiene 775 personas y se recoge el nombre de otras dos ermitas ya
construidas San José y San Nicolás, y otra “caída”. En 1776, Viera y Clavijo califica
a esta Villa, “como de excelente intemperie y unas bellas vistas al mar, con un
surgidero para embarcar y tres Ermitas”. Poco a poco va incrementándose el
número de vecinos, llegando en 1888 a 1.300 habitantes, siendo en 1900 el de
1.590 y en l950, ya estaban censadas tres mil doscientas veinticinco personas
llegando en el año 2.003, ocho mil habitantes.
Es necesario visitar la Iglesia de San Pedro Apóstol, su patrono, que data de 1515.
Tenemos constancia de que entre las cinco primeras iglesias existentes en el
“beneficio de Nª Sª de la Concepción de La Laguna” figuraba ya la de El Sauzal,
considerada como Parroquia. Ha sido remodelada en varias ocasiones. Cuenta
con datos muy concretos: su primer Bautismo se celebró en 1549, el primer
matrimonio, en 1565 y se tienen noticias de que la primera defunción data de 1671.
Hay noticias que, en el año 1507, existía en este lugar una Ermita fabricada por los
vecinos, con el título de “Los Ángeles”.
Sus fiestas se celebran con motivo de su Patrono, San Pedro Apóstol, el 29
de junio de cada año.
En el Libro “Cuadros históricos de la admirable vida y virtudes de la Sierva
de Dios, Sor María de Jesús de León Delgado, del historiador José
Rodríguez Moure, cuya primera Edición es de 1911, se puede leer:
“
El Sauzal, situado en lo alto de un promontorio cuya rápida pendiente va a
terminar en la fértil hondonada, hacía surgir la fantasía de un elevado
observatorio, constituido por la misma naturaleza. Vergel de exuberante y
variada vegetación en el que viven en amoroso consorcio el pino
canariense, el del eterno arrullo, el que escoge el mirlo para anidarse y el
plátano, el naranjo de dorado fruto y el laurel que canta las victorias, el
verde cafetal y el ciprés sombrío, la higuera, el olivo y el almendro, la vid
frondosa con otros muchos más árboles y plantas de la flora canaria y
lejanos climas, cantando todos al unísono el eterno Hosanna del celeste
Jardinero que en el secreto de la noche a todos con cariño halaga, riega y
fecundiza”.
“En este plácido rincón del suelo canario, para complemento de sus dones,
continua diciendo el mismo sacerdote Rodríguez Moure, es donde quiso
Dios que naciera a mediados del siglo XVIII una alma de hermosura
incomparable, y en la que se recreó su omnipotencia, como escogida por su
divina mano: María León Bello y Delgado”.
En el casco también podemos visitar la obra social de la Iglesia, “La Madre
del Redentor” promovida por la Diócesis, que atiende a enfermos y
ancianos, así como a convalecientes que carecen de familia, o presentan
dificultades, para su atendimiento.
NACIMIENTO Y BAUTISMO DE SOR MARÍA DE JESÚS,
LA SIERVITA
La Sierva de Dios, Sor María de Jesús de León Delgado, más conocida
familiarmente como “la Siervita”, nació en El Sauzal, el 23 de Marzo de 1643, por
tanto en el siglo XVII. Sus padres, personas sencillas de aquellos tiempos, Andrés
de León Bello y María Delgado, eran agricultores y vivían en medio de una
situación muy humilde.
María, nace en una casita que se sitúa en las proximidades del lugar, donde se ha
ubicado el Monumento, que, en su honor, se ha levantado en el centro de la Plaza,
que lleva su nombre, por iniciativa de su Ayuntamiento.
Estatua de una monja dominica, con el rosario en su mano derecha, mirando
hacia del horizonte, es de piedra artificial blanca, obra del escultor santacrucero
Eladio de la Cruz.
Viven todavía algunas personas mayores que conocieron los restos de la casita
semiderruida y la placa que recordaba el nacimiento de tan singular vecina.
El conjunto de la Plaza es de gran belleza, no sólo la gran vegetación de su
entorno, y la magnífica vista del Océano Atlántico que desde allí se divisa, en el
que se proyecta y recortan los brazos de una austera cruz de madera, que han
colocado en el mismo borde, sino que impresiona comprobar que en toda época
del año, se respira en este lugar un desconocido, pero cautivador, ambiente de
silencio. Desde esta Plaza, se pueden contemplar espectaculares puestas de sol.
Es un lugar de recogimiento y de respeto, como lo demuestra la permanente
presencia de ramos de flores, plantas, lámparas y velas, testigos de la devoción
popular y gratitud de muchas personas que acuden a su intercesión, con total
confianza. Sin temor a exageraciones, se puede afirmar que todo el conjunto
ofrece un cierto sabor a oración, espiritual y monacal.
La recién nacida María de León Delgado, también conocida por María Bello, recibe
el Bautismo en la Parroquia de San Pedro Apóstol, a los tres días de su
nacimiento, el 26 del mismo mes, Marzo de 1643.
La Partida del Bautismo de la Venerable Madre Sor María de Jesús, figura en el
libro segundo de Bautismo de dicha Parroquia, en el folio 317, vuelto, y dice así:
“En veintiséis días del mes de marzo de seiscientos cuarenta y tres año, yo, el Ldo.
Jacinto Díaz Facundo, Comisario del Sto. Oficio de la Inquisición, bauticé a María,
hija legítima de Andrés de León Bello y de María Delgado, su legítima mujer. Fue
padrino el Capitán D. Mateo Díaz Maroto. Dijeron nació en veinte y tres de dicho
mes y año, tiene óleo y crisma.- Ldo,. Facundo.”. Dicha partida, tiene las dos notas
siguientes.
“Esta monja lega de Santa Catalina de la Ciudad, en muriendo se sabrán sus
virtudes.- Bello”
La segunda nota escrita por el Beneficiado Doctor >D: José Martínez de Fuentes,
es como sigue:
“Esta es la partida de bautismo de la sierva de Dios, María de Jesús, que murió en
opinión de santidad en el Monasterio de Santa Catalina de La Laguna, a quince de
febrero de mil setecientos treinta y un años.”
Igualmente, y en el libro de Registro de la Provincia de Nuestra Señora de
Candelaria de la Orden de Santo Domingo en Canarias, se lee que el 21 de Enero
de 1668, se dio licencia para entrar una moza muy virtuosa en el Convento de
Santa Catalina de Sena, en La Laguna, para servir y asistir a la celda y persona de
la M. San Jerónimo, la vieja, y doy fe.- Fr. Luis Hurtado.
Al margen, hay una nota que dice así:
“Esta era la Sierva de Dios, María de Jesús”.
En el Convento, se conserva el libro de las tomas de hábito y profesiones, y se
dice que el 21 de Mayo de 1679, cumplido año y día de su aprobación, Sor María
de Jesús hace sus votos y las obligaciones de su profesión, como monja lega”
INFANCIA Y ADOLESCENCIA
La Sierva de Dios pasa sus primeros años en este Municipio de El Sauzal, en un
ambiento agrícola, sencillo y de pobreza, propio de la época, en la que escaseaban
los medios económicos y sociales, con un servicio eclesiástico muy cercano, en su
Parroquia, que según las actas de aquellos años, estaba muy bien atendida y es
allí, donde ella inicia sus dos grandes devociones. El Niño Jesús y la Cruz. Son
dos puntos de referencia, que aún se conservan y que se pueden contemplar.
Se cuenta que, desde muy pequeña se separaba del resto de las niñas para ir a la
Parroquia. Según la leyenda, cuando ella, siendo muy niña se acercaba a la
Iglesia, próxima a su casa, aunque la puerta estuviera cerrada, era el mismo Niño
Jesús quién se la abría. Allí, dicen, que pasaba muchas horas, sin pronunciar
palabra. Según refiere su cronista D. José Rodríguez Moure, “esta imagen del Niño
Jesús, era el centro e imán de todos sus inocentes afectos”.
Poco a poco va siendo también objeto de su devoción y contemplación una cruz de
madera que, igualmente, se conserva en el interior de la Iglesia, que en
determinadas épocas se mantuvo a la intemperie, lo que la hubiera deteriorado
definitivamente, si no se hubiese determinado resguardarla bajo techo. Parece
que, también, tenía devoción a otra Cruz, que había en “Los Lavaderos” lugar
situado en el desnivel de la montaña, en el que se encuentra agua
permanentemente, y que se encuentra muy próximo a su casa.
Se cuenta que “siendo aún de edad muy corta, cinco o seis años, su madre
encomendó a sus hijas mayores que remendasen la camisa de un pobre que solía
llegar a la casa. Ante el descuido de sus hermanas, la niña tomó la camisa del
pobre, y quitándole los trapos a una muñeca, la remendó tan perfectamente y tan
bien, que a todos causó admiración”.
En aquella época era frecuente que las familias extremadamente pobres
“colocasen como criadas y desde muy temprana edad a sus hijas pequeñas al
servicio de alguna familia acomodada durante unos seis u ocho años, como una
solución para garantizarles la subsistencia, al final de los cuales recibían alguna
pequeña cantidad de dinero, o unos enseres, para su dote, con el fin de que las
adolescentes pudieran contraer matrimonio”.
Así, parece que, a los siete años, María comenzó a trabajar en casa de un médico
peninsular, en La Laguna, probablemente D. Bartolomé Alvárez de Acevedo,
familia con la que, se dice, tuvo grandes dificultades. Posteriormente, su madre
decidió enviar a la pequeña con unos parientes en La Orotava, en donde adquirió
conocimientos de medicina popular, y de la consiguiente utilización de plantas
medicinales, conocimientos que, más tarde empleó no sólo en beneficio de las
monjas del Convento, sino que ayudaba a cuantos le consultaban sobre
determinadas dolencias.
Según una tradición, que sigue muy viva entre los vecinos de El Sauzal, y que se
ha sido recogida por el testimonio de una señora de todo crédito de aquella
localidad y contemporánea de María, se cuenta que, siendo todavía muy niña,
vino a El Sauzal desde La Orotava, por encontrarse su madre muy enferma. Cerca
del mediodía y estando sentada a la puerta de la casa de sus padres, vio venir a
otra adolescente por el camino, con una cesta en la cabeza, en la que llevaba el
potaje que sería para la comida de su familia, pero tropezando, perdió el equilibrio,
se cae al suelo, y se rompe la olla, derramándose por la tierra y las piedras, su
contenido. Comienza a llorar, temiendo el castigo, no sabe si continuar , o
retroceder. María se acerca a consolarla y le ayuda a recoger todo lo esparcido,
colocándolo dentro de la cesta, incluso los cascos de la olla, animándola a que
continuara y no retrocediera. Cuando llegó, con toda la sorpresa, comprueba que
la olla estaba íntegra y llena del contenido, como había salido de su casa. Ante tal
acontecimiento fue contando lo sucedido a unos y a otros, y así, pasó de
generación en generación.
Después de algunas peripecias, como un intento de ser vendida a unos
desconocidos, posteriormente pasa a casa de unos tíos de su madre (Don Miguel
Pérez), en La Laguna viviendo en la Plaza de la Concepción nº 19, quienes la
destinaron a las labores propias de la casa, pero su delicadeza y disposición hizo
que, poco a poco, fuera tratada como a una verdadera hija, reemplazando a la de
ellos que había optado por ser monja en el Convento de las Claras, en la misma
Ciudad de La Laguna. Se cuenta que a pesar de su buena situación dentro de esta
familia, se levantaba dos o tres horas antes que los demás, para realizar trabajos y
servicios que aliviaran los correspondientes a los criados y esclavos. Esta niña,
María, iba siendo la alegría en cuantas casas residiera, granjeándose el cariño de
todos.
VISITA EN LA
LAGUNA
BUSCANDO, Y ENCONTRANDO, EL SENTIDO DE SU VIDA
A través de estos tíos, en La Laguna, conoció a Fray Juan de Jesús, fraile del
Convento Franciscano de San Diego del Monte, Hombre de pocas dotes de
hermosura física, nacido en Icod, siempre descalzo, cocinero del Convento,
empeñado en los duros trabajos de recoger agua y leña del monte para el
convento, y , sin embargo, de oración continua. Este personaje fue el que le dio las
primeras lecciones espirituales a María, y, en aquella iglesia del Convento de San
Diego, todavía, hoy bien conservada, es donde “recibió los Sacramentos de la
Penitencia y de la Sagrada Eucaristía” Este fraile es quién la encamina hacia su
vecina Parroquia de la Concepción.
María de Jesús, nombre con el que le gustaba le llamaran, “había encontrado en el
retiro de San Diego del Monte, el tesoro que ansiaba su alma, -nos dice su biógrafo
Rodríguez Moure- y allí fue donde empezó a descubrir la llamada del Señor y
comenzaba a practicar la oración constante y la presencia de Dios en su vida
diaria, hasta el punto de que se cuenta, que, en ocasiones, huía de su casa, con
una amiga de su confianza, para ir hasta San Diego con los inconvenientes de ser
descubierta por las manchas de barro, o de agua, en los días de invierno en La
Laguna, pues tenía que atravesar una especie de laguna pantanosa Se cuenta que
cogía tres pequeñas piedras y las arrojaba en nombre de la Santísima Trinidad,
con lo que podía pasar sobre ellas, sin que la orla de sus vestidos dieran señal del
terreno fangoso que había atravesado, favor que se repitió muchas veces, y del
cual no podía disfrutar su compañera”…Subía al Convento, recibía los
Sacramentos con tal brevedad, que su familia apenas se daba cuenta de la
ausencia, por creer que había ido solamente a la vecina Parroquia de la
Concepción.
Como buena tinerfeña, nuestra María era devota de la Madre de Dios, en su título
de Candelaria, y deseaba mucho hacer la peregrinación a su Santuario. Cediendo
a sus ruegos, al fin, sus tíos le dieron el permiso para que fuera a esta
“peregrinación” en compañía de una familia de su total confianza y, como entonces
todos estos viajes se hacían a pie, creyeron que no llegaría, por su “aparente
delicadeza siendo la más valiente y esforzada, haciendo la jornada con increíble
agilidad”. Al llegar a la casa de la Madre de Dios, el corazón de María, continúa
escribiendo Rodríguez Moure, quedó cautiva ante su altar y no quiso apartarse de
él, hasta el punto de que pidieron permiso para velar ante la Santa Imagen, y
otorgado, comprobaron que no tenían luz con que obsequiar a la Virgen, pero
María, recordó que, por casualidad, en el bolsillo tenía un trocito de vela de cera, y,
tomándolo, lo encendió con fe, alimentántolo con el fervor de su oración, les
alumbró toda la noche, pudiéndolo apagar ante las asombradas compañeras al
rayar el día”.
Con esta “peregrinación”, finalizan los “viajes” de María de León por la Isla. “Había
llegado ya la edad en la que sus tíos debían buscarle decente y honrada
colocación” indicándole sus tíos que debía ir confeccionando su ajuar. Lejos de
constituir para ella una ilusión, no cesaba de llorar hasta el punto que se sabe que
fueron varios los jóvenes que solicitaron su mano como esposa:” Comprendiendo
sus tíos que no sentía ninguna inclinación por el matrimonio, y que lo único que
deseaba era consagrarse a Dios como religiosa, aplaudieron su determinación y le
facilitaron todos los medios para que la realizara”.
Desde el principio, pensaron que recibiría el hábito en el Convento de Santa Clara,
en el que estaba su propia hija, sin embargo éste no era el deseo de María, sino
que su deseo era ser monja carmelita, siguiendo a Santa Teresa, a pesar de que
no había conventos de la Orden en nuestras Islas. Sin embargo, obediente,
respetando la voluntad de sus familiares pidió la entrada en el Convento de las
Claras, respuesta que nunca llegaba. Por otra parte, al enseñarle el convento,
nada le agradó. Salió de aquella casa y fue hasta Santa Catalina, y tampoco le
satisfizo, pero vio una oficina común donde se ejercitaba en sus trabajos a las
legas o conversas y a las criadas, y fue allí donde “encontró tranquilidad.”
Al despertar de este misterioso sueño, María se decide por el Monasterio de Santa
Catalina, sueño que comunicó a su confesor agustino, R.P. Fr. Rodrigo Olen, y así
fue cómo pidió su admisión, siempre en calidad de hermana lega, con la
contrariedad de sus tíos, que desde ese momento dejaron de protegerla, ya que
para ellos era difícil la “casi fuga” de María y mucho más que no fuera “monja de
coro”. Su firme decisión de ser lega sirvienta no coincidía con sus planes, ya que le
habían preparado doble dote para que entrara en el otro Convento, todo lo cual
constituía un duro golpe para la religiosa.
SU VIDA EN EL CONVENTO DE SANTA CATALINA,
EN LA LAGUNA.
A comienzos del año 1668, es decir, a los veinticinco años de edad, ingresa en el
Monasterio de Santa Catalina de Sena, en La Laguna, conservándose el escrito de
la Priora de aquel tiempo, Sor Clara de Santa Juana, quién abrió la puerta “reglar”
(acceso a la clausura), a María Jesús de León Delgado. Era el 22 de febrero de
1668. Llegaba sola, y con un saco, y un bulto de sus instrumentos de penitencia.
En el escrito de la Priora, se puede leer: “Le entré con harto regoso”.
Parece ser que cuando la Priora le enseñaba el Convento, ella le replicaba con la
siguiente frase: “Todo lo que estoy mirando, lo he soñado”.
Un año más tarde, profesaba como hermana lega el día 21 de mayo de 1669,
habiéndosele señalado como misión, el cuidado de una monja enferma, privada de
juicio, y permanentemente postrada en el lecho, atención que supuso grandes
pruebas para la religiosa, no solo psíquicas, sino, incluso, malos tratos.
Comienza su noviciado, bajo las enseñanzas de una Maestra de Novicias, última
religiosa que vivía de las cinco
que venidas de Sevilla habían inaugurado la
clausura de este Monasterio, en su fundación, en el año 1611.
Del resto de su vida, dentro del Convento, se trasmiten varios rasgos de su
personalidad:
a) Su continua y perseverante oración.
b) Su vida de austeridad y disciplina física, incluyendo múltiples sacrificios
c) Su disponibilidad y capacidad de trabajo.
d) El don de consejo, que, sin duda, poseía y del que se beneficiaron multitud
de clérigos, navegantes, hombres políticos, regidores, militares, y otras
muchas personas de toda categoría social, religiosas, e indigentes que
llegaban al Monasterio
MUERTE DE SOR MARÍA DE JESÚS
Al comienzo del año 1731 Sor María de Jesús enferma hasta que su muerte ocurre
el l5 de febrero de ese mismo año, a los ochenta y siete años.
Fallece con total paz y serenidad extendiéndose la noticia por toda La Laguna,
constituyendo “una manifestación popular de duelo impresionante”, ya que todos
concurrían a la Iglesia del Convento, observando las monjas que, aunque cadáver,
conservaba el calor vital y los ojos se mantenían claros y con brillo. “Permaneció
tres día insepulto sin ninguna señal de corrupción”. Se sabe que pasó en éxtasis
los tres últimos días de su vida mortal, según aseguran las personas que la
asistían.
Hoy, se la venera como “abogada contra los incendios, contra las muertes
desastrosas y feliz protectora de los pecadores que, por la contrición, buscan a
Dios”.
El pintor de nuestro tiempo, Manolo Sánchez, la plasmó en un interesante retrato
después de muerta, desgranando las cuentas de un rosario, obsequio de su
coetáneo Fray Juan de Jesús, OFM, que no es otro que aquel humilde cocinero del
Convento de San Diego del Monte, de La Laguna.
Los elogios de las grandes virtudes de esta mujer no se circunscribieron al
reducido círculo de su convento, ni siquiera se limitaron a La Laguna. La realidad
es que a partir de entonces empiezan a conocerse hechos no naturales, repentinas
curaciones y favores extraordinarios, comprobados por todos.
Cada 15 de Febrero las puertas de la Iglesia del Convento se abren para que el
público pueda admirar su cuerpo incorrupto después de casi tres siglos.
Son impresionantes las “colas”, de miles de personas que se acercan a
agradecerle, o a pedirle, favores de todo tipo; tan grande y espontáneo es el fervor
que inspira. Son numerosísimos los devotos que durante todo el día se acercan
para dar gracias a Dios por la intervención de la Sierva o bien, para hacer
peticiones por su intercesión. No obstante hay que subrayar el especial cuidado,
por parte de las religiosas del Monasterio, a través de tantos años, de no alentar
esta fama de “milagrera”, a pesar de lo cual se suceden los testimonios, surgen
distintos beneficiados y al convento durante estos siglos han llegado gran número
de limosnas, y se han encontrado “trozos de papel” que le dejan a la “Siervita”, en
los que muchas personas desean comunicar sus sentimientos y dejar constancia
de ellos, por escrito.
VISITA AL MONASTERIO DE SANTA CATALINA
Este Monasterio fue fundado el 23 de abril de 1611. Es decir, ha cumplido ya mas
de cuatrocientos años de su existencia. La intención del fundador de un Convento
de Monjas en La Laguna, era, sin embargo, muy anterior a esa fecha. El día de su
inauguración entraron en clausura cuatro monjas salidas de Sevilla, y las
acompañó, en clausura, la viuda del fundador que tomó el nombre de Sor María de
la Pasión, con su hija Florencia, llamada después Sor Florencia de San Juan.
La fundación fue obra personal de Juan de Cabrejas y de su esposa María de
Salas. Desde el 15 de septiembre de 1600, habían comprado las casas que habían
sido de los Adelantados de Canarias y, que, desocupadas largo tiempo, estaban
en bastante mal estado.
Hoy, el Convento ocupa toda la manzana entre la Plaza del Adelantado, la Calle de
La Carrera, la del Pino (hoy, calle Viana) y la de la Caza. Del inmueble destacan
los dos miradores –algímez- en forma de balcón canario, en la calle de la Carrera
y el segundo, en la esquina de la calle de la Caza –hoy, Deán Palahí- Esta calle,
fue empedrada en 1758.
La Iglesia fue construida en esos mismos años. En su fábrica, destaca el arco de
cantería que conduce al presbiterio y el gran altar de plata. EL retablo, de estilo
barroco, se compone de dos cuerpos con doble remate. Se compone de una sola
nave con varios altares laterales. En la parte opuesta al presbiterio, existe una
hermosa reja que protege el coro bajo.
El Convento, modesto en sus principios, poco a poco, fue recibiendo legados,
llegando a poseer tal riqueza que lo situaban entre los primeros de la Isla,. Dícese
que a finales del siglo XVII, el número de monjas superaba “el ciento” sin contar la
servidumbre.
En aquellos siglos en este Convento de Santa Catalina, no se practicaba la vida en
común, de tal manera, que, cada religiosa, se mantenía por su cuenta, y si sus
haberes se lo permitían y obtenía licencia, podía tener sirvientas, ya fueran
religiosas legas , o bien , simples criadas. La Priora que recibió a Son María de
Jesús, escribió:
“María de Jesús había entrado arrimada a M. S. Jerónima, la monja enferma que
cuidaba, por lo que a la muerte de ésta, quedó la Sierva de Dios reducida a la
pobreza más absoluta, dependiendo “de ahora en adelante”, dice su biógrafo, su
manutención y vestuario de la Providencia de Dios y del trabajo de sus manos”.
En su vida, le ayudaron mucho distintas personas, hasta el punto de que, en
ocasiones, rechazaba las ayudas, no admitiendo su generosidad, para continuar su
vivir en pobreza y al cuidado de “SU SEÑOR”, llegando a tales extremos que se
cuentan en muchas leyendas cómo le aparecía un pan, todos los días, en el torno.
Así mismo se cuenta que los gatos le llevaban trozos de pescado y otros animales,
mientras ella seguía confiando en el amor de Dios, manteniendo la virtud de la
oración constante hasta el punto de que muchas veces se le caían de las manos
los objetos que llevaba, “por la atención que ponía al interior de su alma”,
sucediéndole, que, por esta causa, no pocas veces, ni pequeños prodigios, “pues
se dio el caso de caérsele vasos de vidrio llenos y los recogía sin rotura y sin
haberse derramado lo que contenían”. Se dice que la Sierva siempre se ponía en
oración y se sometía a duras disciplinas y penitencias, cuando su Monasterio
estaba necesitado y con frecuencia, aparecían alimentos en el coro, o en el torno.
Al llegar al Convento, Sor María de Jesús, traía en el pecho una medalla de acero
con la imagen de Nª Sª de la Soledad. Un día, al caérsele, se le rompió en cuatro
pedazos: aro, cristal, espaldar e imagen. Mandó a llamar a Fray Clemente para
que se la hiciera componer. Estuvo unos días pendiente, y cuando la sacó de la
“bolsita”, dice, que la encontró entera y arreglada.
El Monasterio, con la desamortización de Mendizábal perdió parte de sus bienes y
desde entonces, su situación económica siempre ha sido muy precaria.
SITUACIÓN DEL EXPEDIENTE DE LA BEATIFICACIÓN DE
SOR MARÍA DE JESÚS.
Diciembre del año 1880.- Como venía siendo norma del Monasterio, las monjas
habían instalado el “Belén” en la Iglesia. Pasadas las fiestas navideñas, las
religiosas están recogiendo las figuras de barro, casas, musgos, etc. en sus
respectivas cajas, y cuando estaban desmontándolas encontraron una de madera
que permanecía “cubierta por su tapa, y aseguradas con ligaduras fuertemente
anudadas. El 16 de enero de 1881, estando en esta faena, Sor Feliciano de Santa
María de la Concepción Rodríguez, superiora del Convento y Sor Isabel María de
Santa Rosa Rodríguez, novicia, tropiezan por casualidad con dicha caja. La novicia
muestra interés por el contenido de la caja, a lo que la superiora le responde, que,
según había oído a religiosas mayores la caja guardaba documentos de interés
para la Comunidad, y que se hablaba había ropas y enseres de la Sierva de Dios.
Abierta la mencionada caja, encuentran un legajo de documentos del año 1826
cuyo rótulo era “Expediente instruido por parte del Mr. Mtro Provincial del Orden de
Santo Domingo de estas Islas sobre se dé comisión para la justificación de la vida,
virtudes de la Religiosa conversa contenida”.Las Monjas pasaron información al Obispo Diocesano y éste, a los dos días, (18
enero de 1881) autorizó mediante Decreto al Canónigo Vicario General, Silverio
Alonso del Castillo y Pérez, “para que pasando el susodicho Convento, averigüe
ante Notario que dé fe, todo lo ocurrido en dicho hallazgo recogiendo de dicha
Comunidad todos los datos y noticias que le proporcionen las religiosas y sus
dependientes”.
Según consta, se tienen noticias que el proceso de Beatificación se abrió
primeramente en 1829, por el Rvdo. P. Cristóbal López, de la Orden de
Predicadores, que se detuvo por razones que se desconocen.
Habían transcurrido cincuenta años en silencio respecto al expediente iniciado, y
ciento cincuenta del fallecimiento de la “Siervita”. Se cumplimentó dicho Decreto,
actuando como Notario, Don José Rodríguez Moure a las 13 horas del día 3 de
febrero del mismo año, informándole algunas de las monjas que sus antecesoras
ya se habían interesado por la canonización de la Sierva de Dios, por las virtudes y
fama de santidad de que gozaba y allí, levantaron acta de muy valiosos
documentos, con declaraciones de monjas que convivieron con ellas, sobre las
acciones virtuosas de la Sierva, incluso copias de varios hechos de la vida de Sor
María de Jesús, y cómo la invocaban en sus necesidades. Fama de santidad que
pasó de unas a otras, y se mantenía a pesar del tiempo transcurrido desde que se
produjo su fallecimiento.
Así mismo, en aquella caja se guardaba su partida de bautismo y varios
certificados de médicos y presbíteros de su fallecimiento y del reconocimiento de
su cadáver cuando se celebró la exhumación de sus restos, así como detalles de
las condiciones en que se encontró su cadáver.
Todo esto dio lugar a posteriores diligencias e incluso un inventario de cuantos
documentos y testimonios existían de los hechos particulares, que pudieran
constituir una biografía de la monja. Se decía de ella, “mujer y monja ejemplar,
asombro de penitencia y pasmo de la contemplación”.
Parece que se conserva una relación de su vida, escrita por su confesor, que la
dejó incompleta a causa de su muerte, así como algunos apuntes escritos por
monjas contemporáneas.
Recientemente se ha vuelto a abrir y está completándose dicho expediente,
habiéndose procedido a la reapertura del proceso de su Beatificación y posterior
canonización en la Diócesis de La Laguna el doce de Diciembre de mil novecientos
noventa y dos, recogiéndose numerosos testimonios de “milagros”, gracias
alcanzadas, beneficios obtenidos que se atribuyen a la intercesión de la “Siervita”,
devoción popular que se ha incrementado en estos últimos veinte años, siendo
postulador de la causa el P. Mateo García de Pareces, también de la Orden de
Predicadores, el cual recientemente ha renunciado, y se está pendiente del
nombramiento de otro Licenciado en Teología que continúe con dicha misión.
Actualmente el renovado Convento, huele a madera de tea, y a nueva
restauración, no sólo del edificio, sino lo que es más importante: la restauración
espiritual. Las religiosas que en la actualidad residen en el Convento, y por
unanimidad, están convencidas de que se ha cumplido la profecía que, circulaba
en torno a la Sierva Sor María de Jesús, que se la atribuía que “ella sería la
restauradora del Monasterio”, y entre ellas no sólo hay un sentimiento de gratitud y
de confianza, sino que la consideran como su Patrona, y permanente intercesora
en su favor.
Hace pocos se ha inaugurado un museo al que se accede desde el patio trasero
del edificio, por la puerta de la fachada de la Calle Deán Palahí. Poco a poco, han
ido recogiendo y clasificando objetos que se conservaban de su uso personal, así
como instrumentos de penitencia que usaba, tela de su hábito, zapatos, trozo de
tabla donde dormía. etc.
SOR MARIA DE JESUS Y EL CORSARIO AMARO PARGO
Mención aparte merece la serie de anécdotas y leyendas que circulan teniendo
como protagonistas a sor María de Jesús y al corsario Amaro Pargo (Amaro
Rodríguez Felipe).
Amaro Rodríguez Felipe fue un aventurero enrolado en un barco corsario que con
los botines que obtenía de sus ataques y saqueos favorecía a conventos, centros
piadosos y pobres en general. Fue un rito comerciante con abundantes
propiedades en la Isla de Tenerife. Tuvo cas, hoy desgraciadamente en ruinas, en
el actual barrio de Machado, en el municipio de El Rosario.
(Maqueta de la casa del Pirata en el Barrio de Machado (El Rosario-Tenerife)
Ermita de Ntra. Sra. del Rosario en Machado (Tenerife)
Parece ser que el temido pirata “Amaro Pargo” era hermano de Sor Silvestre
Ferrer, compañera de Sor María de Jesús y por tanto, se conocían perfectamente
por sus visitas al Monasterio. Actualmente se conserva alguna pintura con los
retratos de los dos hermanos y Sor María de Jesús. Se cuenta que en sus
coloquios ella se comprometía, de alguna manera, a encomendarlo al Señor.
Así, aseguraba el mismo “pirata” que, gracias a Sor María de Jesús, y sus
oraciones, Dios, lo salvó milagrosamente en medio de una gran tormenta. En otra
ocasión, dice, que por intervención de Sor María de Jesús, él se salvó de una
muerte segura en el Caribe, porque la monja se había interpuesto en plena pelea
con el que le amenazaba.- Incluso en algún relato se repite la bilocación de la
monja para aconsejar al “pirata” oportunamente. Todos estos datos el “pirata” no
los olvidaba. En agradecimiento, Amaro Pargo prometió dotar a perpetuidad el
lunes y martes de la Pascua de Resurrección de cada año el costo de exponer el
Santísimo en el Convento de Santa Catalina.
Más que pirata, este curioso personaje, coetáneo de Sor María de Jesús, parece
que era un corsario y mercader muy rico, con grandes propiedades en distintos
lugares de la Isla de Tenerife, llamado Amaro Rodríguez Felipe, personaje que fue
muy estudiado por la eminente investigadora María Rosa Alonso.
Se cuenta que mostró una especial admiración por la monja Sor María de Jesús,
hasta el punto de que, en un determinado momento, sin cuyo consejo, consulta y
aprobación, no emprendía ninguna de sus actividades mercantiles, ni organizaba
expedición de barcos, ni resolvía contrato alguno, siendo uno de los mayores
admiradores de las singulares virtudes de la monja, afecto que bien pudiere haber
sido inspirado por su hermana.
Su paisano José Antonio de Anchieta y Alarcón, regidor a partir de 1735, lo define
como “ un mercader muy rico, que gasta mucho con los pobres”.
Se cuenta que en uno de sus viajes, cuando regresaba de América a las Islas, una
borrasca de grandes proporciones puso en verdadero peligro su embarcación.
Acordándose que tenía en el buque algunos objetos de Sor María de Jesús, los
arrojó al enfurecido océano, implorando a su favorecedora la mejor solución, y
cesó la tormenta, pudiendo seguir el barco su ruta hasta llegar a puerto.
En otra ocasión, según dicen, Amaro Pargo se encontraba en plena ruta de
navegación en su nave “Fortuna”, también rumbo a Tenerife con una importante
carga, cuando se vio abordado y atacado duramente por un barco pirata turco.
Estando ya a punto de rendirse las gentes de nuestro navegante, asegura Don
Amaro, que oyó una voz que le decía “Anímate, no temas, Dios está de tu parte”, lo
que hizo que volvieran a defenderse y posteriormente alcanzar una completa
victoria, entrando triunfantes en el Puerto de Santa Cruz de Tenerife, un sábado
santo y con la embarcación apresada.
Dícese que antes de ir a su casa, fue al convento a darle las gracias a nuestra
monja por su intercesión, y en memoria de lo cual dotó “perpetuamente los cultos
con el Santísimo en la Iglesia del Monasterio, el lunes y martes de Resurrección de
cada año”, como reconocimiento de tal favor, todo lo cual ya conocía Sor María de
Jesús, significando con ello que la Sierva tuvo revelación del combate y del peligro.
Cuadro conservado en la ermita de Machado.
Así mismo, se le atribuye otra intervención a favor del “pirata”, quién parece que,
en América, y en una de sus correrías, durante una noche tuvo una gran pelea y
duelo con otro personaje, que, con puñal en mano le “embistió, propinándole
grandes golpes a fondo”, habiendo abandonado el lugar cuando lo estimó como
muerto, sin embargo salió ileso”. Cuando, a su regreso a la Isla, llegó a La Laguna,
y como de costumbre, fue a contarle el suceso a Sor María de Jesús, mostrándole
ella “un cobertor todo lleno de cuchilladas”, haciéndole ver quién le había librado
era Dios. Después de este acontecimiento y, tal fue su sorpresa, que cuentas
cómo Don Amaro llevaba este cobertor a todo lugar a dónde se trasladaba.
Igualmente se cuenta el testimonio del capitán de uno de los barcos que componía
la flota de nuestro corsario, y en plena tempestad, tuvo una visión de una monja
que los socorría, asegurando que sería capaz de reconocerla si la volviera a ver.
Llevado al Convento de Santa Catalina, y en presencia de todas las monjas,
inmediatamente el capitán señaló a Sor María de Jesús, y sin la menor duda.
Esta continuada relación del Pirata y la monja del Convento de Santa Catalina a lo
largo de los siglos, ha dado lugar a una serie de leyendas, todas en torno a ambos
personajes, algunas quizás basadas más en la buena voluntad de los trasmisores,
por lo que no hay que darles demasiada credibilidad.
La muerte de Sor María de Jesús le afectó enormemente al “pirata”, y en
consecuencia, solicitó permiso a la Orden de Santo Domingo (Padres Dominicos),
para trasladar el cadáver de la monja a una nueva tumba, sarcófago y mausoleo,
que él mandó construir en el coro bajo, detrás de la reja existente en la propia
Iglesia del Convento, en cuyo lugar todavía se encuentran los restos de Sor María
de Jesús. Habían pasado tres años, cuando le fue concedido dicha autorización.
Con los requisitos del acontecimiento, esta operación se llevó a cabo el 20 de
enero de 1734, comprobando con asombro que el cuerpo estaba entero (dicen,
que faltaban los pies y las manos) y totalmente flexible, con el pelo en la cabeza, el
paladar y la lengua, frescos y sonrosados, con su color natural destilando de toda
su figura, sangre y un líquido que mojaba los nuevos vestidos que le pusieron.
Todos los testigos se llevaron una gran impresión y sorpresa: el cuerpo de la
religiosa estaba entero, incorrupto, y fresco.
Muy rápidamente se extendió la noticia de este gran acontecimiento, y con ella,
creció la “fama de Sor María de Jesús”, para muchos año tras año, “la santa”,
recurriendo a su intercesión, y que se va arraigando en el pueblo sencillo.
Hoy, casi tres siglos después se cuenta con testimonios profesionales de doctores
en medicina, notarios y eclesiásticos que afirman que continúa incorrupta.
PARA SABER MAS:
-Se puede ampliar los datos Históricos del Monasterio de Las Clarisas en la ”GUIA
HISTORICA Y MONUMENTAL DE LA LAGUNA”, escrita por el profesor Alejandro
Cioranescu. Año 1965.
-Información en Wikipedia en el enlace:
http://es.wikipedia.org/wiki/Mar%C3%ADa_de_Le%C3%B3n_Bello_y_Delgado
- Rodríguez Moure, José, "Cuadros históricos de admirable vida y virtudes de la
Sierva de Dios sor María de Jesús de León Delgado", La Laguna, 1911.
PARA
INTERIORIZAR LA
RUTA DE LA
“SIERVITA”.
¿Cuáles serían, según tú, las cualidades de una persona santa? Razona tu
respuesta.
De pequeña en su pobre casa de El Sauzal, de mayor en casa de su pariente en
La Laguna y en el Convento de Santa Catalina, la Siervita hacia oración. Unas
veces ante la preciosa naturaleza que se contempla desde El Sauzal, otras ante la
Cruz, otras en su recogimiento interior y ante los problemas que se le presentaban.
¿Dónde y cuándo te gusta más hablar con Dios en tu vida?
¿Para qué sirve orar?
Sabía aconsejar a los demás sobre lo que Dios quería de ellos/as. ¿Podemos
nosotros ayudar a algunas personas con nuestros consejos de parte de Dios?
Repartía lo poco que tenía y se sacrificaba por el bien de los demás. ¿Resulta fácil
hacerlo hoy? ¿Qué piensas de los que se dedican a acaparar y no comparten?
¿Dónde nos dice Jesús que demos a los demás y nos amemos?
¿Te parece que Sor María de Jesús fue feliz con el estilo de vida que eligió?
¿Sabes cómo hace la Iglesia para canonizar-hacer santa públicamente- a una
persona?
¿Conoces a algún Santo más de Canarias?
¿Cuál es tu santo o santa preferidos?
¿Qué hacen las monjas en un Monasterio como el de la Siervita? ¿Qué aportan a
los demás?
¿Qué es lo que has aprendido y más te ha ayudado para tu vida al hacer la ruta
de la Siervita?
CUANDO LA VISITA SEA REALIZADA POR ALUMNOS DE COLEGIOS, ADEMÁS
DE LAS ANTERIORES PREGUNTAS, PUEDEN SERVIR LAS SIGUIENTES
SUGERENCIAS:
Como esta visita al Monasterio se supone que habrá sido concertada de
antemano con la Comunidad actual que lo habita, además de visitar la iglesia, el
patio de acceso al Convento, con el torno, la puerta reglar y los locutorios, sería
muy de desear que la hicieran en horas en que alguna religiosa de clausura
pudiera hablar con ellos, y como consecuencia, protagonizaran, también, alguna
actividad, como pequeños periodistas haciendo preguntas que tuvieran interés
para todos, o realizaran un trabajo personal, o de grupo, con lo recogido en sus
libretas de campo de la ruta realizada en torno a un personaje importante en la
historia de la Isla de Tenerife,:
a) Investigaran sobre la vida monacal a lo largo de los siglos, Importancia de
los Monasterios a través de la historia. Evolución de los mismos.
b) Realizar una entrevista, con preguntas preparadas, sobre la misión de las
monjas de clausura, su horario, su trabajo, su descanso. Etc.
c) Que despejaran las dudas que casi todos los alumnos tienen sobre el por
qué de la Clausura, y que dedujeran su aplicación concreta al dogma
“COMUNIÓN DE LOS SANTOS” (Por qué beneficia a toda la humanidad, la
oración de las monjas, o monjes, “encerradas” –encerrados-, que no salen
a la calle, situación que a todos les interpela, y por tanto, lo que constituye
un problema para el que muy pocos tienen respuesta.)
d) Que hicieran dibujos, escribieran impresiones particulares o algún artículo
para publicarlo en el Periódico de su Centro.

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