Librito para Participantes

Transcripción

Librito para Participantes
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cuaresm a Año
Librito para
Participantes
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C
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Agr adeci m i ento
Autora, Reuniones #1 a #6; y “Crecer en santidad por medio de la Eucaristía”
n
Rita Ferrone
Rita Ferrone es una galardonada escritora y conferencista en las áreas de liturgia, catequesis y la renovación de la Iglesia
Católica. Reside en Mount Vernon, Nueva York.
Autor, “Lectio divina: una manera de rezar con la Sagrada Escritura”
n
Padre Thomas Ryan, CSP
El padre Thomas Ryan, CSP, dirige la Oficina Paulista de América del Norte para Relaciones Ecuménicas e Interreligiosas en
Washington, DC. Es autor de 14 libros, predica misiones parroquiales ecuménicas y dirige retiros y seminarios ecuménicos e
interreligiosos en todos los EE.UU. y Canadá. www.tomryancsp.org
Autor, “ Bienvenidos a Vive la Eucaristía”
n
Padre Kenneth Boyack, CSP
El padre Kenneth Boyack, CSP, sirve como vicepresidente de Paulist Evangelization Ministries. Es autor o editor de
17 libros, entre ellos Reanima tu fe. Reconéctate a tu fe católica (Co-autor con el padre Frank DeSiano, CSP), El padre
Boyack es el coordinador general de Vive la Eucaristía.
Editora del inglés
TraDucTORA
n
n
Sra. Paula Minaert
Marina A. Herrera, Ph.D.
Diseño y maquetación
n
Pensaré Design Group, LTD
Nihil obstat: P. Christopher Begg, S.T.D., Ph.D., Censor Deputatus. Imprimatur: Reverendísimo Barry C. Knestout, obispo
auxiliar de la Arquidiócesis de Washington, 28 de marzo de 2012.
El nihil obstat y el imprimatur son declaraciones oficiales de que un libro o panfleto está libre de errores doctrinales o de moral.
No implican de forma alguna que quienes han otorgado el nihil obstat e imprimatur estén de acuerdo con el contenido, las
opiniones o declaraciones expresadas.
Copyright © 2012 de Paulist Evangelization Ministries. Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este folleto puede ser
reproducida o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, fotocopia, grabación, o por
cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso del propietario de los derechos.
Las lecturas para la lectio divina han sido tomadas del Leccionario I © 1976 Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la
Conferencia del Episcopado Mexicano. Se usan con permiso. Todos los derechos reservados.
Las referencias bíblicas son tomadas de la Biblia Latinoamérica © 1972, Ramón Ricciardi y Bernardo Hurault, Sociedad Bíblica
Católica Internacional. Se usan con permiso.
Las selecciones de la misa se han tomado del Misal Romano © 2006, Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia
del Episcopado Mexicano. Se usan con permiso. Todos los derechos reservados.
Publicado por Paulist Evangelization Ministries
3031 Fourth Street, NE, Washington, DC 20017
www.pemdc.org
Impreso en abril de 2012
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Í NDICE
Índice
Bienvenidos a Vive la Eucaristía 2
Reunión #1: Te doy mi palabra
5
Primer domingo de Cuaresm a
9
Reunión #2: El arte de escuchar
segundo domingo de Cuaresm a
13
Reunión #3: Afirmar lo que creemos
tercer domingo de Cuaresm a
17
Reunión #4: El gozoso regreso a casa
cuarto domingo de Cuaresm a
21
Reunión #5: ¡Reconcíliate con Dios!
quinto domingo de Cuaresm a
Reunión #6: La Eucaristía: camino a una vida de santidad y virtud
25
domingo de Ra mos en l a Pasión del Señor
Lectio Divina Una manera de rezar con la Sagrada Escritura
29
CRECER EN SANTIDAD POR MEDIO DE LA EUCARISTÍA
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INTRODUC c I ó N
Bienvenidos a
Vive la Eucaristía
¡Enhorabuena! Has decidido unirte a un pequeño grupo de Vive la Eucaristía durante la Cuaresma.
Tu participación puede enriquecer tu vida en formas sutiles y sorprendentes. Durante las próximas
seis semanas crecerás en tu comprensión del misterio de la Eucaristía, participarás más plenamente
en la misa dominical, y saldrás de la misa con un renovado impulso para que brille la luz de Cristo.
Formato de las reuniones
temas de las reuniones
Las reuniones de los grupos tendrán una duración
aproximada de 90 minutos:
Alimentarás tu vida espiritual concentrándote en
seis temas durante las reuniones.
8 min.
Reunión #1: Te doy mi palabra
Bienvenida y oración de apertura
Preparación para el 10 Domingo de Cuaresma
10 min. Respuesta a las preguntas de apertura
sobre el tema
Reunión #2: El arte de escuchar
Preparación para el 2 o Domingo de Cuaresma
10 min. Presentación del tema
Reunión #3: Afirmar lo que creemos
30 min. Diálogo sobre el tema
Preparación para el 3 o Domingo de Cuaresma
25 min. Rezar con las lecturas de la misa
dominical utilizando el método
de la lectio divina
Reunión #4: El gozoso regreso a casa
Preparación para el 4 o Domingo de Cuaresma
Reunión #5: ¡Reconcíliate con Dios!
5 min.
Oraciones de clausura
Preparación para el 5 o Domingo de Cuaresma
2 min.
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Reunión #6: La Eucaristía: camino a una vida de
santidad y virtud
Refrigerios y convivencia después de la reunión.
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Preparación para el Domingo de Ramos en
la Pasión del Señor
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INTRODUC c I ó N
Vayan en paz,
glorificando al Señor con su vida.
del rito de despedida de la misa
para sacar el máximo provecho de
la experiencia en grupos pequeños
Al entrar en el tiempo santo de Cuaresma, considera
las siguientes sugerencias como formas de participar
plenamente en las reuniones de grupos.
Antes de la reunión
Dedica tiempo a la oración personal para leer y
reflexionar sobre los materiales antes de ir a la reunión.
Pruebe la secuencia de cuatro pasos a continuación para
ver si te resulta útil. O encuentra una secuencia que
funcione mejor para ti.
Primero, lee la Oración Colecta para la misa del
domingo siguiente que se encuentra en la primera
página de cada sesión. Usa esta oración para poner
tu mente y corazón en la presencia de Dios.
Segundo, lee el primer párrafo de introducción de la
sesión y las preguntas de apertura. ¿Cómo responderías
estas preguntas? A continuación, lee la presentación
y reflexiona sobre las preguntas al final de la
presentación. ¿Cómo responderías estas preguntas?
En tercer lugar, prepárate para la lectio divina. Lee
los versículos de la Escritura en la tercera página de
cada sesión, titulados Para la lectio divina. Este pasaje
está tomado de una de las lecturas de la misa del
domingo siguiente. A continuación, lee la sección
titulada “Lectio divina: una manera de rezar con la
Sagrada Escritura”, en las páginas 29-33 de este librito.
El padre Tom Ryan, CSP, un profesor conocedor y
perceptivo, será tu guía en tu descubrimiento del
tesoro del método de la lectio divina. Vuelve a esta
sección siempre que lo necesites hasta que te sientas
cómodo con este método de oración.
Por último, profundiza tu conocimiento y aprecio
por la misa leyendo todo o parte de la sección titulada
“Crecer en santidad por medio de la Eucaristía”, en
las páginas 34-43 de este librito. Rita Ferrone, una
galardonada escritora y conferencista en las áreas de
liturgia y catequesis te abrirá la mente a nuevas ideas
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INTRODUC c I ó N
sobre la misa, como una senda para llevar una vida
santa, virtuosa y llena de gozo. Vuelve a esta sección
al participar en las reuniones de semana a semana
cuando sea necesario.
Durante la reunión
Entra de lleno en la conversación. Contribuye en
la medida en que te sientas cómodo y tengas algo
que decir. Puedes enriquecer la experiencia de otros
miembros del grupo con su participación; también
te puedes beneficiar al escuchar con atención cuando
otros hablan. Sé tú mismo, participa de una manera
que sea la correcta para ti y disfruta de la experiencia.
Concéntrate en el compartir de la fe. Piensa que tu
grupo es una comunidad de discípulos que crecen
en el amor por Cristo. Compartir la fe no es una
conversación académica ni una prueba de cuánto uno
sabe sobre un tópico dado. Es más bien una invitación
a considerar esta pregunta: “¿Qué significa esto para mí
como seguidor de Jesús hoy?”. Cada persona expresa
su fe de manera diferente, y todos aprenderán con
el intercambio.
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Después de la reunión
Presta atención a la guía del Espíritu Santo. La
Cuaresma es un periodo de iluminación y aclaración
durante el cual el Espíritu nos lleva a alejarnos del
pecado y ser fieles al Evangelio. Las ideas de las
reuniones del grupo sobre la Eucaristía pueden ser una
vía a la conversión, una invitación a una vida nueva en
Jesucristo. Lo que el Espíritu te enseña en las reuniones
te permitirá celebrar la Pascua con la mente y el
corazón renovados.
Busca maneras de vivir la Eucaristía. Durante el rito de
despedida en la misa, el sacerdote o el diácono, invoca
una de estas despedidas: “Podéis ir en paz” (Pueden ir
en paz), “La alegría del Señor sea nuestra fuerza. Podéis
ir en paz“. O “Glorificad al Señor con vuestra vida. Podéis
ir en paz”, “En el nombre del Señor, podéis ir en paz”.
Al participar en un grupo pequeño y aprender más acerca
de la misa, pide al Espíritu Santo que te guíe a llevar a
Cristo a tu familia, tu lugar de trabajo... dondequiera
que la luz de Cristo necesite brillar. Puedes contar que
la presencia de Cristo en la Eucaristía te dará el poder, la
fuerza y la sabiduría que necesitas para vivir y compartir
tu fe con alegría y confianza durante la semana.
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P r e p a r a c i ó n p a r a EL P r i m e r D o m i n g o d e C u a r e s m a
Te doy mi palabra
La Palabra de Dios es comida para el alma, y delicia para el corazón y la mente. Su grandeza y la
belleza son incomparable. La Palabra de Dios es más que meras palabras en una página, impresas
en un libro. Jesús mismo es la Palabra de Dios. En la Liturgia de la Palabra, Jesucristo continúa
proclamándonos Buenas Noticias, afirmando la Alianza de Dios y llamándonos a la conversión.
Oración colecta
para el 10 Domingo de cuaresma
Preguntas de apertura
1 n ¿Cuál es tu lugar favorito para escuchar o leer las
Escrituras? ¿Por qué?
Concédenos, Dios todopoderoso,
que las prácticas anuales
propias de la Cuaresma
nos ayuden a progresar
en el conocimiento de Cristo
y a llevar una vida más cristiana.
2 n Considera estas expresiones: “Creo en su palabra”.
“Ella vale tanto como su palabra”. “Mi palabra es mi
garantía”. ¿Qué sugieren sobre el poder de las palabras?
3 n ¿Te ha desafiado la Palabra de Dios a cambiar?
Da un ejemplo.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
Presentación
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. Amén.
Las palabras humanas se utilizan para muchos
propósitos diferentes. Transmiten información, hacen
preguntas y buscan comprender. Las palabras forjan
contratos, dan expresión a las leyes y formalizan
compromisos. Nuestras palabras expresan sentimientos,
revelan emociones y articulan nuestras pasiones.
Pueden estimular la imaginación y deleitar los sentidos,
como en la poesía y la oratoria. Así son nuestras
palabras: robustas, útiles, y sí, incluso bellas.
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P r e p a r a c i ó n p a r a EL P RIMER DOMINGO DE CUARESMA
Pero, ¿inspiran confianza nuestras palabras? ¿Las
pronunciamos con poder? ¿Son justas y verdaderas?
Bueno... a veces.
Porque somos humanos, nuestras palabras son como
nosotros: maravillosas pero también falibles. A veces
reflejan nuestras virtudes. En otras ocasiones, sin
embargo, se ven empañadas por nuestros pecados.
Nuestras palabras pueden mentir y traicionar, engañar
y defraudar. Dicen la verdad, pero de una manera
humana. Están condicionadas por nuestra situación.
La Palabra de Dios
La Palabra de Dios, sin embargo, no es como nuestras
palabras. Es como Dios es: fiel, poderosa, verdadera y
digna de confianza. Pone de manifiesto la voluntad de
Dios, y pone en práctica lo que revela.
La historia de la salvación está llena de testigos del
poder de la Palabra de Dios. Cuando Dios “habla”,
suceden cosas. En la Creación, Dios sacó el universo de
la nada y dio a luz a sus maravillas por el poder de su
Palabra. “Pues él habló y todo fue creado, / lo ordenó
y las cosas existieron”, dice el salmista (Salmo 33,9).
Cuando Dios dijo a Moisés que dividiera el mar en
dos, su Palabra estaba llena de poder, y por eso se salvó
el pueblo. La Palabra de Dios, por boca de los profetas,
se envía en misión. Como Isaías escribió: “Así será la
palabra, / que salga de mi boca. / No volverá a mí con
las manos vacías / sino después de haber hecho lo que
yo quería, / y haber llevado a cabo lo que le encargué”
(Isaías 55,11 ). Por último, cuando la Palabra de Dios
expresa su amor y misericordia, es un bálsamo curativo
y de alegría. Su bondad y fecundidad son duraderas.
Dios, el hacedor de alianzas, entra en relación con el
pueblo, dándole su Palabra. Los seres humanos pueden
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“retractar su palabra” y romper un pacto o una promesa.
Pero Dios es fiel. Cuando Dios se compromete, Él estará
allí. La Palabra de Dios es de fiar.
Jesús, la palabra de Dios
El Nuevo Testamento revela que Jesús mismo es la
Palabra de Dios. Él es la revelación encarnada de
Dios. Jesús es fiel y verdadero, poderoso y digno de
confianza. La Palabra que Dios ha “expresado” por vía
de la Encarnación se puede meditar día y noche, sin
agotar nunca su riqueza. Jesús es la alegría, el bálsamo
curativo enviado por Dios, que consuela a los que
sufren y lleva alegría a su pueblo.
Juan el Evangelista comienza su relato del Evangelio
con una descripción elevada de la Palabra, el Hijo de
Dios que existía antes que todos los tiempos. Después
anuncia la gran maravilla: que hemos visto la Palabra
hecha carne en Cristo Jesús.
Y el Verbo se hizo carne,
puso su tienda entre nosotros,
y hemos visto su Gloria:
la Gloria que recibe del Padre el Hijo único;
en él todo era don amoroso y verdad. (Juan 1,14).
Jesús es la Palabra fiel de Dios. Una vez que se habla,
esta palabra nunca se puede deshacer.
La Liturgia de la Palabra
Cuando las Escrituras se proclaman y predican en una comunidad de creyentes, son la Palabra viva de Dios. Cristo
está realmente presente en la Liturgia de la Palabra,
como el Concilio Vaticano II afirmó, “pues cuando se
lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es Él quien habla”
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P r e p a r a c i ó n p a r a EL P r i m e r D o m i n g o d e C u a r e s m a
(Constitución sobre la Sagrada Liturgia, 7). Los Padres del
Concilio Vaticano II continuaron: “En la liturgia... Cristo
sigue anunciando el Evangelio. Y el pueblo responde a
Dios con el canto y la oración” (CSL, 33).
Los textos de la Sagrada Escritura están impresos en
papel y encuadernados en un libro. Este libro se trata
con respeto y reverencia. Sin embargo, no es el libro,
pero la palabra que nos cautiva. Por el poder del
Espíritu Santo, la Palabra tiene el potencial de cambiar
nuestras vidas (vea Catecismo de la Iglesia Católica, 108)
¡Qué alta vocación! Importa, por tanto, cómo se proclaman las lecturas. Siempre se debe hablar con comprensión, expresión y reverencia. Esto puede ser un desafío,
porque la literatura de la Biblia es muy variada. Hay
cuentos, poesías, exhortaciones, leyes, historia, dichos
sabios y más. La persona que lee la Escritura en la liturgia
carga con una gran responsabilidad para captar el tono
y el estilo, a fin de darle vida a cada uno de estos textos.
Algunas partes de la Liturgia de la Palabra, sobre todo
el Salmo y la aclamación del Evangelio, es preferible que
sean cantadas. La música aumenta su solemnidad y establece el estado de ánimo. El cantor y el coro, así como el
sacerdote o el diácono, cantan, no para un espectáculo,
sino como acto de servicio. Su canto avanza la celebración y profundiza la oración de la comunidad. La gente
canta, a su vez, para participar más plenamente en la celebración y ofrecer su propia respuesta de oración a Dios.
La postura, los gestos y las respuestas durante la Liturgia
de la Palabra proclaman que estamos activamente
comprometidos y listos para recibir la Palabra de Dios
en la fe. El Evangeliario es llevado en procesión, con
todos los honores, a veces acompañada de incienso
y velas. El rito expresa el gran valor que le asignamos
al Evangelio –la lectura del Evangelio es el punto
culminante de la liturgia de la Palabra.
La predicación, que sigue a la lectura del Evangelio, a
menudo explora los pasajes bíblicos que acabamos de
escuchar. El predicador ayuda a la asamblea a escuchar
lo que Dios dice por medio de estas lecturas a esta
comunidad, en este día y hora. La predicación también
puede enfocar el significado de los sacramentos, las
oraciones o partes de la misa, o el día que marca
calendario de la Iglesia, la interpretación de los signos
litúrgicos con el fin de construir la fe del pueblo de
Dios. Por medio de la predicación, la revelación de
Dios se nos acerca, y la vemos con nuevos ojos.
La divina revelación
En el entendimiento católico de la divina Revelación,
la Sagrada Escritura tiene una función crucial. Los católicos creen que el Antiguo y el Nuevo Testamento
son la Palabra de Dios, transmitida amorosamente por
la Iglesia. Como los Padres del Concilio Vaticano II
escribieron en la Constitución Dogmática sobre la Divina
Revelación: “La Sagrada Escritura es la palabra de Dios,
en cuanto escrita por inspiración del Espíritu Santo”. La
Tradición recibe la palabra de Dios, encomendada por
Cristo y el Espíritu Santo a los Apóstoles, y la transmite
íntegra a sus sucesores” (no. 9). La Sagrada Escritura
enseña, fortalece y edifica la Iglesia. Como San Pablo
escribió: “Todas esas escrituras proféticas se escribieron
para enseñanza nuestra, de modo que, perseverando y
teniendo el consuelo de las Escrituras, no nos falte la
esperanza” (Romanos 15,4).
Las Escrituras revelan a Dios y su plan para toda la raza
humana. Fueron escritas por autores humanos, que
fueron inspirados divinamente. Los católicos no leen
las Escrituras como lo hacen los literalistas bíblicos o
los fundamentalistas. Más bien, tratan de entender los
tiempos históricos en que los textos bíblicos fueron
escritos, las formas literarias que los escritores sagrados
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P r e p a r a c i ó n p a r a EL P RIMER DOMINGO DE CUARESMA
utilizaron para comunicar el mensaje y el significado
que Dios quiere que recibamos a través de ellas. La
interpretación de la Palabra es esencial.
Los católicos afirman la verdad de la Sagrada Escritura.
Compilada en el transcurso de los siglos, estos textos
antiguos no reflejan los puntos de vista históricos
ni científicos de hoy. La verdad de la Escritura es la
verdad religiosa con respecto a nuestra relación con
Dios y la relación de Dios con el mundo. Cuando se
comprende apropiadamente, los textos de la Sagrada
Escritura enseñan la verdad necesaria para nuestra salvación (vea Catecismo de la Iglesia Católica 107).
Esta verdad no viene desnuda, desencarnada o reducida al mínimo. La Revelación que recibimos por medio
de la Palabra es tan rica y nutritiva como un banquete.
Por eso, nuestros documentos de la Iglesia se refieren
a la Liturgia de la Palabra como una “mesa” en la que
nos nutrimos.
Para la Lectio divina:
Romanos 10,8-13
Hermanos:
La Escritura afirma: Muy a tu alcance, en tu
boca y en tu corazón, se encuentra la salvación,
esto es, el asunto de la fe que predicamos.
Porque basta que cada uno declare con su
boca que Jesús es el Señor y que crea en su
corazón que Dios lo resucitó de entre los
muertos, para que pueda salvarse.
En efecto, hay que creer con el corazón para
alcanzar la santidad y declarar con la boca
para alcanzar la salvación. Por eso dice la
Escritura: Ninguno que crea en él quedará
defraudado, porque no existe diferencia entre
judío y no judío, ya que uno mismo es el
Señor de todos, espléndido con todos los
que lo invocan, pues todo el que invoque al
Señor como a su Dios, será salvado por él.
Preguntas para el diálogo
1 n ¿Qué te llamó más la atención en esta presenta­ción?
¿Qué ideas o sentimientos despertó en ti?
2 n ¿De qué manera la proclamación de la Palabra en
la misa dominical influye en nosotros para vivir por la fe
cada día? Da un ejemplo.
lecturas para el 10 Domingo de
Cuaresma
Deuteronomio 26,4-10; Salmo 91,1-2.10-11.12-13.14-15;
Romanos 10,8-13; Lucas 4,1-13
Responso al Salmo: Acompáñame, Señor, en la
3
Jesús es la Palabra hecha carne. ¿Cómo piensas
que Jesús “vivió la Palabra” o “encarnó la Palabra”?
¿Qué implicaciones tiene esto para los creyentes?
n
4 n ¿Cuándo te has sentido que las Escrituras son el
alimento para tu vida, una “mesa” en la que te alimentas? ¿Has sentido “hambre” de la Palabra alguna vez?
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tribulación.
Oración después de la Comunión
Que este pan celestial / alimente, Señor, en nosotros la
fe, / aumente la esperanza, refuerce la caridad, / y nos
enseñe a sentir hambre de Cristo, / que es el pan vivo
y verdadero, / y a vivir de toda palabra que proceda de
tu boca. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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LECTIO DIVINA
Lectio Divina: una manera
de rezar con la Escritura
Profundizar de la comunión con Dios es la invitación y la aventura de nuestra vida. Lo queremos, y
buscamos métodos que nos ayudarán a realizarlo. Es preciso tener una experiencia de Dios para poder
buscarlo con todo el corazón, mente y alma. El conocimiento intelectual sobre Dios no será suficiente
para alimentarnos y mantenernos. La lectio divina es una manera accesible de tener un encuentro.
El método tiene la prueba del tiempo. Uno de los escritores eclesiásticos de la Iglesia, Orígenes de Alejandría
(185-254) y el monje Juan Casiano (365-435) trazaron
las líneas del método en sus escritos sobre la oración.
El monje cartujo del siglo XII Guido le dio una definición más clara como una escalera con cuatro peldaños
espirituales –la lectura, la meditación, la oración y la
contemplación– que llegó a ser conocido como lectio
divina (literalmente, “lectura de Dios”). Este proceso es
una forma pausada y contemplativa de oración con la
Escritura que permite que la Palabra de Dios se convierta en un instrumento de la unión con Dios. Los cuatro
peldaños, con sus clásicos títulos latinos son:
Primer PASO:
Lectio — Escuchar la Palabra de Dios
Segundo PASO
Meditatio — Reflexionar y meditar en la Palabra de Dios
Tercer PASO:
Oratio — Orar con el corazón en respuesta a lo que
Dios me pide
La lectio divina tiene como único objetivo pasar tiempo
con Dios por medio de su Palabra. Al hacer esto, habrá
un suave movimiento entre las actividades internas
y espirituales de leer, reflexionar y orar, por un lado, y
receptividad por el otro. La actividad espiritual no es
exterior, sino interior, y nos lleva a las profundidades
del alma, donde el Espíritu Santo está transformando
nuestro corazón en el de Cristo.
Y en la fase de receptividad –la contemplación– dejamos
de hacer cosas interiores espirituales y simplemente
aprendemos a ser, a descansar en la presencia amorosa
de Dios. Del mismo modo que constantemente vamos y
venimos en nuestra vida pública entre hablar y escuchar,
preguntar y reflexionar, así también en nuestra vida
espiritual, debemos aprender a ir y venir fácilmente
entre la práctica espiritual y el descanso de simplemente
estar en la presencia de Dios. La lectio divina nos enseña
a disfrutar de la experiencia activa y receptiva de Dios.
En el suave ir y venir entre la actividad espiritual y la
receptividad que forman parte del proceso de la lectio
divina, nos unimos cada vez más a Dios.
Cuarto PASO:
Contemplatio — Descansar en la presencia de Dios
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Crecer en santidad
Crecer en santidad por
medio de la Eucaristía
“Quiero amar y ser amada”. “Quiero poder cuidar a mi familia”. “Quiero usar mis dones y
talentos”. “Quiero hacer del mundo un lugar mejor.” Las esperanzas y los sueños, nuestros
deseos más profundos, son una parte esencial de la vida humana. Dan cohesión a la vida con
el correr de los años. Nos ayudan a saber quiénes somos y hacia dónde vamos. ¿Cuál es tu
esperanza? ¿Cuál es tu sueño?
¿Alguna vez te dices a ti mismo “quiero ser santo”?
Tal vez no con esas mismas palabras. Pero el deseo de
santidad es un deseo muy real y humano. El deseo de
vivir la vida cristiana –plena y espléndida, no solo un
poquito– es un anhelo de santidad. El deseo de imitar
a Dios y caminar en el amor como Cristo nos amó
(Efesios 5,1-2), es el deseo de santidad. La esperanza de
que el arrepentimiento, el perdón y la renovación son
realmente posibles para mí, –no importa cuáles sean
mis circunstancias o lo manchado que sea mi pasado–
es una esperanza de santidad.
La Eucaristía nos ayuda a crecer en santidad día a día. La
siguiente reflexión tiene la intención de ayudarte a renovar tu propio deseo de santidad y mostrar cómo Dios
puede satisfacer ese deseo por medio de la Eucaristía.
LA IGLESIA: LLAMADA A LA SANTIDAD
Solo Dios es santo. Sin embargo, Dios ha querido
compartir su vida con nosotros. Por la gracia de los
sacramentos y por el ejercicio de la virtud cristiana, poco
a poco llegamos a participar en la santidad de Dios.
Llegamos a ser como Él, viviendo la vida cristiana.
La Iglesia es santa porque el Espíritu Santo mora en
ella. Jesús prometió que enviaría el Espíritu Santo a
permanecer siempre con nosotros, y creemos en su promesa. Al mismo tiempo sabemos que la Iglesia incluye
a personas con muchas debilidades, pecadores, y santos
también. La Iglesia, por su propia naturaleza, abarca a
los pecadores y los llama a la conversión. Debido a que
la Iglesia es un “pueblo peregrino” y no una “sociedad
“La Eucaristía es nuestro tesoro más valioso”.
— Benedicto X VI
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