Presentación de PowerPoint - Fundación Foro San Benito de Europa

Transcripción

Presentación de PowerPoint - Fundación Foro San Benito de Europa
“La influencia de la doctrina en la formación de Europa”
Prof. Dr. D. Antonio Alonso
Benedicto XVI
 Encuentro con el mundo de la cultura en el Collège
des Bernardins. Viernes, 12 de septiembre de 2008.
 Lo que es la base de la cultura de
Europa, la búsqueda de Dios y la
disponibilidad para escucharle, sigue
siendo aún hoy el fundamento de toda
verdadera cultura.
La influencia de la DSI en la
formación de Europa
 ¿Por qué Europa?
 La Doctrina Social de la Iglesia (DSI)
sobre la construcción política.
 La DSI específica sobre Europa.
 La Democracia Cristiana Europea.
Hilo conductor
 El hilo conductor o leitmotiv de todos esos
documentos es un conjunto de ideas:
 Europa es una idea cristiana y, por lo tanto, Europa
no puede rechazar esta herencia cristiana; sería
como negarse a sí misma.
 Los Papas señalan el peligro del laicismo y del
integrismo religioso. Dad al César…
 Se reclama el derecho de los cristianos a ayudar a
construir Europa.
 Otros mensajes: solidaridad, participación,
subsidiariedad, idea de hombre, justicia social.
La Doctrina impulsa a la unidad. Pero, ¿por
qué entre europeos y no entre los habitantes
del Mediterráneo?
Christianitas
 Concepto resultado de la fusión de la civilización greco-
latina, la religión cristiana y la cultura de los pueblos
germánicos.
 Sus elementos unificadores fueron: el Imperio como
institución política, el Derecho Romano como Ley Común
(«ius»), el latino como lingua franca y culta y,
naturalmente, el cristianismo (latino/católico) como
religión.
 Fuera de esto, queda la barbarie. Caída de Constantinopla,
descubrimiento de América, Moscú-la Tercera Roma.
 El territorio donde esto se da durante siglos es lo que hoy
conocemos como Europa.
Historia término "Europa”
 Con el imperio de Otón III (980-1002), nacen la
Christianitas, la tregua Dei (1027), la realidad de las
peregrinaciones, entre las que destacan las de
Santiago, la de Roma y, después, la gran peregrinación
de las Cruzadas. Nace una nueva conciencia de
pertenencia y de unidad que es la base de la
construcción de Europa.
 El adjetivo europaeus se forja en 1458 por Aeneas
Silvio Piccolomini, que fue el Papa Pío II de 1458 a
1464, que ya había escrito, en 1434, un tratado titulado
De Europa.
Ratzinger-Pera (2004): Sin raíces. Europa,
relativismo, cristianismo, Islam. Madrid,
Península.
 ¿De dónde provienen los frutos que disfrutamos hoy
en Europa?
 Según la Constitución Europea, la tradición clásica
(Grecia-Roma) y la Ilustración. ¿Y en medio? ¿Y el
Cristianismo?.
 Roma, Atenas y Jerusalén constituirían los orígenes
culturales de ese continente llamado Europa.
 Sin reconocimiento de la savia de las raíces, no hay
frutos.
La DSI sobre la construcción política.
Principios de la DSI
De primer orden
De segundo orden
 Teológico
 Solidaridad.
 Cristológico
 Convergencia en el bien
 Antropológico
 Iusnaturalista
común.
 Subsidiariedad.
 Participación activa del
gobernado.
 Concepción orgánica de la
vida social.
 Justicia social.
Principio de solidaridad
Solidaridad por semejanza
 Impulsa a agruparse con
aquellos que son más
parecidos.
 Esta solidaridad a simili
crea tipos de sociedad de
firme coherencia y
fundada permanencia.
Solidaridad por diferencia
 Nos impulsa a asociarnos con
aquellos que son diferentes
de nosotros para
complementarnos.
 Hay un interés común.
 Da origen a formaciones
sociales de carácter
pragmático, más transitorias,
menos estables.
Pío XI, Divini illius Magistri, 36
(31 diciembre 1929)
 Ahora bien, este fin, es decir, el bien común de orden
temporal, consiste en una paz y seguridad de las cuales
las familias y cada uno de los individuos puedan disfrutar
en el ejercicio de sus derechos, y al mismo tiempo en la
mayor abundancia de bienes espirituales y temporales que
sea posible en esta vida mortal mediante la concorde
colaboración activa de todos los ciudadanos.
 Doble es, por consiguiente, la función de la autoridad
política del Estado: garantizar y promover; pero no es en
modo alguno función del poder político absorber a la
familia y al individuo o subrogarse en su lugar.
Pío XII, Radiomensaje de
Navidad, 1942
 Toda actividad del Estado, política y
económica, está sometida a la realización
permanente del bien común; es decir de
aquellas condiciones externas que son
necesarias al conjunto de los ciudadanos para
el desarrollo de sus cualidades y de sus
oficios, de su vida material, intelectual y
religiosa.
Juan XXIII, Mater et Magistra, 65
(15 mayo 1961)
 […] un sano concepto del bien común.
Este concepto abarca todo un conjunto
de condiciones sociales que
permitan a los ciudadanos el
desarrollo expedito y pleno de su
propia perfección.
Deus caritas est, 28 a)
Justicia social
 Esto significa que la construcción de un orden social y
estatal justo, mediante el cual se da a cada uno lo que le
corresponde, es una tarea fundamental que debe afrontar de
nuevo cada generación. Tratándose de un quehacer
político, esto no puede ser un cometido inmediato de
la Iglesia. Pero, como al mismo tiempo es una tarea
humana primaria, la Iglesia tiene el deber de ofrecer,
mediante la purificación de la razón y la formación
ética, su contribución específica, para que las exigencias de
la justicia sean comprensibles y políticamente realizables.
 La Iglesia no puede ni debe emprender por cuenta
propia la empresa política de realizar la sociedad
más justa posible. No puede ni debe sustituir al
Estado. Pero tampoco puede ni debe quedarse al
margen en la lucha por la justicia. Debe insertarse
en ella a través de la argumentación racional y debe
despertar las fuerzas espirituales, sin las cuales la
justicia, que siempre exige también renuncias, no
puede afirmarse ni prosperar. La sociedad justa no
puede ser obra de la Iglesia, sino de la política. No
obstante, le interesa sobremanera trabajar por la
justicia esforzándose por abrir la inteligencia y la
voluntad a las exigencias del bien.
Documentos más específicos
Documentos esenciales de la DSI
 Juan Pablo II, Estrasburgo, 1988.
 Juan Pablo II, Santiago de Compostela, 1982 y 89.
 Sínodos sobre Europa: 1991 y 1999.
 Ecclesia in Europa, exhortación apostólica postsinodal,




28 de junio de 2003.
Ratzinger-Pera, Sin raíces, 2004.
Ratzinger, "Europa en la crisis de las culturas", 2005.
Benedicto XVI, Discurso a los miembros del Partido
Popular Europeo, 2006.
Francisco, Estrasburgo, 2014.
Juan Pablo II, Santiago de
Compostela, 1982
 Y todavía en nuestros días, el alma de Europa permanece
unida porque, además de su origen común, tiene
idénticos valores cristianos y humanos, como son los
de la dignidad de la persona humana, del profundo
sentimiento de justicia y libertad, de laboriosidad, de
espíritu de iniciativa, de amor a la familia, de respeto a la
vida, de tolerancia y de deseo de cooperación y de paz, que
son notas que la caracterizan.
 Acto Europeo en Santiago de Compostela, nº 2
 Dirijo mí mirada a Europa como al continente
que más ha contribuido al desarrollo del
mundo, tanto en el terreno de las ideas como en
el del trabajo, en el de las ciencias y las artes. Y
mientras bendigo al Señor por haberlo
iluminado con su luz evangélica desde los
orígenes de la predicación apostólica, no
puedo silenciar el estado de crisis en el que se
encuentra, al asomarse al tercer milenio de la
era cristiana.
 Acto Europeo en Santiago de Compostela, nº 3
 Por esto, yo, Juan Pablo, hijo de la nación polaca que se
ha considerado siempre europea, por sus orígenes,
tradiciones, cultura y relaciones vitales; eslava entre los
latinos y latina entre los eslavos; Yo, Sucesor de Pedro en
la Sede de Roma, una Sede que Cristo quiso colocar en
Europa y que ama por su esfuerzo en la difusión del
cristianismo en todo el mundo. Yo, Obispo de Roma y
Pastor de la Iglesia universal, desde Santiago, te lanzo,
vieja Europa, un grito lleno de amor: Vuelve a
encontrarte. Sé tú misma. Descubre tus orígenes. Aviva
tus raíces. Revive aquellos valores auténticos que hicieron
gloriosa tu historia y benéfica tu presencia en los demás
continentes. Reconstruye tu unidad espiritual, en un
clima de pleno respeto a las otras religiones y a las genuinas
libertades.
 Acto Europeo en Santiago de Compostela, nº 4
 Si Europa es una, y puede serlo con el debido respeto a todas sus
diferencias, incluidas las de los diversos sistemas políticos; si
Europa vuelve a pensar en la vida social, con el vigor que tienen
algunas afirmaciones de principio como las contenidas en la
Declaración Universal de los Derechos del Hombre, en la
Declaración europea de los Derechos del Hombre, en el Acta final
de la CSCE; si Europa vuelve a actuar, en la vida específicamente
religiosa, con el debido conocimiento y respeto a Dios, en el que
se basa todo el derecho y toda la justicia; si Europa abre
nuevamente las puertas a Cristo y no tiene miedo de abrir a su
poder salvífico los confines de los estados, los sistemas
económicos y políticos, los vastos campos de la cultura, de la
civilización y del desarrollo, su futuro no estará dominado por
la incertidumbre y el temor, antes bien se abrirá a un nuevo
período de vida, tanto interior como exterior, benéfico y
determinante para el mundo, amenazado constantemente por las
nubes de la guerra y por un posible ciclón de holocausto atómico.
 Acto Europeo en Santiago de Compostela, nº 5
Juan Pablo II, Estrasburgo, 1988
 Desde el final de la última guerra mundial, la Santa Sede no ha
cesado de animar la construcción de Europa. Ciertamente, la
Iglesia tiene por misión dar a conocer a todos los hombres su salvación
en Jesucristo, sean las que sean las condiciones de su historia presente,
puesto que nada puede anteponerse a esta tarea. También, sin salirse
de su competencia, considera deber suyo iluminar y acompañar
las iniciativas desarrolladas por los pueblos que se encaminan
en el sentido de los valores y de los principios que ella ha de
proclamar, atenta a los signos de los tiempos que invitan a traducir,
en las realidades cambiantes de la existencia, las permanentes
exigencias del Evangelio.
 ¿Cómo podría la Iglesia desinteresarse de la construcción de
Europa, ella que está implantada desde hace siglos en los pueblos que
la componen y los ha llevado un día a las fuentes bautismales, pueblos
para los cuales la fe cristiana es y continua siendo uno de los
elementos de su identidad cultural?
 A los miembros del Parlamento Europeo, nº 2
 Señor Presidente: El mensaje de la Iglesia se refiere a Dios
y al destino último del hombre, cuestiones que al más alto
nivel han impregnado la cultura europea. En verdad,
¿cómo podríamos concebir Europa privada de esta
dimensión trascendente?
 Desde que, sobre el suelo europeo, se han desarrollado en
la época moderna, las corrientes de pensamiento que poco
a poco han apartado a Dios de la comprensión del mundo
y del hombre, dos visiones opuestas alimentan una
constante tensión entre el punto de vista de los creyentes y
el de los que mantienen un humanismo agnóstico y a veces
incluso "ateo".
 A los miembros del Parlamento Europeo, nº 7
Estrasburgo, 1988
 I pastori della Chiesa in Europa - e non soltanto in
Europa - pongono esplicitamente il problema della
“nuova evangelizzazione” della nostra società, dei
diversi
luoghi,
insomma,
dell’evangelizzazione
dell’uomo.
 Santa Messa nello Stadio Meinau, nº 10
Estrasburgo, 1988
 Es cierto que los hombres y mujeres de este viejo continente,
con una historia tan atormentada, necesitan tomar
nuevamente conciencia de lo que funda su común
identidad, de lo que permanece como su vasta memoria
compartida. Ciertamente, la identidad europea no es una
realidad fácil de delinear. Las lejanas fuentes de esta
civilización son múltiples, provenientes de Grecia y Roma,
de los fondos celtas, germánicos y eslavos, del cristianismo
que profundamente la amasó. Sabemos qué diversidad de
lenguas, de culturas, de tradiciones jurídicas, marca las
naciones, las regiones y también las instituciones. Pero, a la
vista de los otros continentes, Europa se presenta como una
única unidad, incluso si su cohesión es percibida con menos
claridad por aquellos que la constituyen. Esta mirada puede
ayudarla a reencontrarse mejor a sí misma.
 A la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, nº 3
Santiago de Compostela, 1989
 Santiago de Compostela es un lugar que ha tenido un
papel de gran importancia en la historia del cristianismo;
por esto, por sí solo, ya transmite a todos un mensaje
espiritual muy elocuente. Durante siglos fue «punto de
atracción y convergencia para Europa y para toda la
cristiandad... Europa entera se reunió alrededor de la
memoria de Santiago, en esos mismos siglos en que se
construía como continente homogéneo y unido
espiritualmente» (cfr. «Acto europeo» en Santiago de
Compostela, 9 de noviembre de 1982).
 Mensaje de Su Santidad Juan Pablo II para la IV Jornada
Mundial de la Juventud, 1989, nº 3.
Homilía en la Basílica de Covadonga, nº
6 (21 de agosto de 1989)
 Covadonga es además una de las primeras piedras de la
Europa cuyas raíces cristianas ahondan en su historia y
en su cultura. El reino cristiano nacido en estas montañas,
puso en movimiento una manera de vivir y de expresar la
existencia bajo la inspiración del Evangelio.
 Por ello, en el contexto de mi peregrinación jacobea a las
raíces de la Europa cristiana, pongo confiadamente a los
pies de la Santina de Covadonga el proyecto de una
Europa sin fronteras, que no renuncie a las raíces
cristianas que la hicieron surgir. ¡Que no renuncie al
auténtico humanismo del Evangelio de Cristo!
I Asamblea especial para Europa del
Sínodo de los Obispos
 Europa, hoy, no debe apelar simplemente
a su herencia cristiana anterior; hay
que alcanzar de nuevo la capacidad de
decidir sobre el futuro de Europa en un
encuentro con la persona y el mensaje
de Jesucristo.
 Declaración final (13 diciembre 1991), 2.
Ecclesia in Europa, nº 9
 La cultura europea da la impresión de ser una apostasía
silenciosa por parte del hombre autosuficiente que vive
como si Dios no existiera. En esta perspectiva surgen los
intentos, repetidos también últimamente, de presentar la
cultura europea prescindiendo de la aportación del
cristianismo, que ha marcado su desarrollo histórico y su
difusión universal. Asistimos al nacimiento de una nueva
cultura, influenciada en gran parte por los medios de
comunicación social, con características y contenidos que a
menudo contrastan con el Evangelio y con la dignidad de la
persona humana.
Ecclesia in Europa, nº 11
 Ningún ser humano puede vivir sin perspectivas de futuro.
Mucho menos la Iglesia, que vive de la esperanza del Reino que
viene y que ya está presente en este mundo. Sería injusto no
reconocer los signos de la influencia del Evangelio de
Cristo en la vida de la sociedad. Los Padres sinodales los han
especificado y subrayado.
 Entre estos signos se ha de mencionar la recuperación de la
libertad de la Iglesia en Europa del Este, con las nuevas
posibilidades de actividad pastoral que se han abierto para ella;
el que la Iglesia se concentre en su misión espiritual y en su
compromiso de vivir la primacía de la evangelización incluso en
sus relaciones con la realidad social y política; la creciente toma
de conciencia de la misión propia de todos los bautizados, con la
variedad y complementariedad de sus dones y tareas; la mayor
presencia de la mujer en las estructuras y en los diversos ámbitos
de la comunidad cristiana.
Ecclesia in Europa, nº 18
 En la Asamblea sinodal se ha consolidado la
certeza, clara y apasionada, de que la Iglesia
ha de ofrecer a Europa el bien más precioso
y que nadie más puede darle: la fe en
Jesucristo, fuente de la esperanza que no
defrauda, don que está en el origen de la
unidad espiritual y cultural de los pueblos
europeos, y que todavía hoy y en el futuro
puede ser una aportación esencial a su
desarrollo e integración.
Ecclesia in Europa, nº 118
 No se puede dudar de que la fe cristiana es parte, de
manera radical y determinante, de los fundamentos
de la cultura europea. En efecto, el cristianismo ha dado
forma a Europa, acuñando en ella algunos valores
fundamentales. La modernidad europea misma, que ha
dado al mundo el ideal democrático y los derechos
humanos, toma los propios valores de su herencia cristiana.
[…]
 La Europa de hoy, en cambio, en el momento mismo
en que refuerza y amplía su propia unión económica y
política, parece sufrir una profunda crisis de valores.
Aunque dispone de mayores medios, da la impresión de
carecer de impulso para construir un proyecto común y dar
nuevamente razones de esperanza a sus ciudadanos.
Europa en la crisis de las culturas
 Si el cristianismo, por un lado, ha encontrado su forma más
eficaz en Europa, es necesario, por otro lado, decir que en
Europa se ha desarrollado una cultura que constituye la
contradicción absoluta más radical no sólo del cristianismo,
sino también de las tradiciones religiosas y morales de la
humanidad. Por eso se comprende que Europa está
experimentando una auténtica "prueba de tensión"; por eso
se entiende también la radicalidad de las tensiones que nuestro
continente debe afrontar. Pero de aquí emerge también, y sobre
todo, la responsabilidad que nosotros los europeos debemos
asumir en este momento histórico: en el debate acerca de la
definición de Europa, acerca de su forma política, no se está
jugando una batalla nostálgica de retaguardia de la historia, sino
más bien una gran responsabilidad para la humanidad de hoy.
Benedicto XVI, Discurso a los miembros
del PPE, 30 de marzo de 2006.
 Valorando sus raíces cristianas, Europa podrá
dar una dirección segura a las opciones de sus
ciudadanos y de sus pueblos, fortalecerá su
conciencia de pertenecer a una civilización común
y alimentará el compromiso de todos de afrontar
los desafíos del presente con vistas a un futuro
mejor.
 Por lo que atañe a la Iglesia Católica, lo que pretende
principalmente con sus intervenciones en el ámbito
público es la defensa y promoción de la dignidad de la
persona; por eso, presta conscientemente una atención
particular a principios que no son negociables. Entre
estos, hoy pueden destacarse los siguientes:
 protección de la vida en todas sus etapas, desde el momento
de la concepción hasta la muerte natural;
 reconocimiento y promoción de la estructura natural de la
familia, como unión entre un hombre y una mujer basada
en el matrimonio, y su defensa contra los intentos de
equipararla jurídicamente a formas radicalmente diferentes
de unión que, en realidad, la dañan y contribuyen a su
desestabilización, oscureciendo su carácter particular y su
irreemplazable papel social;
 protección del derecho de los padres a educar a sus hijos.
 Estos principios no son verdades de fe,
aunque reciban de la fe una nueva luz y
confirmación. Están inscritos en la misma
naturaleza humana y, por tanto, son
comunes a toda la humanidad. La acción de
la Iglesia en su promoción no es, pues, de
carácter confesional, sino que se dirige a
todas las personas, prescindiendo de su
afiliación religiosa.
Discurso al Parlamento Europeo, 25
de noviembre de 2014.
¿Autoría?
 Considero por esto que es vital profundizar hoy en
una cultura de los derechos humanos que pueda
unir sabiamente la dimensión individual, o mejor,
personal, con la del bien común, con ese «todos
nosotros» formado por individuos, familias y grupos
intermedios que se unen en comunidad social. En
efecto, si el derecho de cada uno no está
armónicamente ordenado al bien más grande,
termina por concebirse sin limitaciones y,
consecuentemente, se transforma en fuente de
conflictos y de violencias.
 Efectivamente, ¿qué dignidad existe cuando falta la
posibilidad de expresar libremente el propio
pensamiento o de profesar sin constricción la propia
fe religiosa? ¿Qué dignidad es posible sin un marco
jurídico claro, que limite el dominio de la fuerza y
haga prevalecer la ley sobre la tiranía del poder?
¿Qué dignidad puede tener un hombre o una
mujer cuando es objeto de todo tipo de
discriminación? ¿Qué dignidad podrá encontrar
una persona que no tiene qué comer o el mínimo
necesario para vivir o, todavía peor, que no tiene el
trabajo que le otorga dignidad?
 Promover la dignidad de la persona
significa reconocer que posee derechos
inalienables, de los cuales no puede ser
privada arbitrariamente por nadie y,
menos aún, en beneficio de intereses
económicos.
 A eso se asocian algunos estilos de vida un tanto
egoístas, caracterizados por una opulencia insostenible
y a menudo indiferente respecto al mundo circunstante,
y sobre todo a los más pobres. Se constata amargamente el
predominio de las cuestiones técnicas y económicas en el
centro del debate político, en detrimento de una
orientación antropológica auténtica. El ser humano
corre el riesgo de ser reducido a un mero engranaje de
un mecanismo que lo trata como un simple bien de
consumo para ser utilizado, de modo que –
lamentablemente lo percibimos a menudo –, cuando la
vida ya no sirve a dicho mecanismo se la descarta sin
tantos reparos, como en el caso de los enfermos, los
enfermos terminales, de los ancianos abandonados y sin
atenciones, o de los niños asesinados antes de nacer.
 El futuro de Europa depende del
redescubrimiento del nexo vital e inseparable
entre estos dos elementos. Una Europa que no
es capaz de abrirse a la dimensión trascendente
de la vida es una Europa que corre el riesgo de
perder lentamente la propia alma y también
aquel «espíritu humanista» que, sin embargo,
ama y defiende.
 Europa será capaz de hacer frente a las problemáticas
asociadas a la inmigración si es capaz de proponer con
claridad su propia identidad cultural y poner en práctica
legislaciones adecuadas que sean capaces de tutelar los
derechos de los ciudadanos europeos y de garantizar al
mismo tiempo la acogida a los inmigrantes; si es capaz de
adoptar políticas correctas, valientes y concretas que
ayuden a los países de origen en su desarrollo sociopolítico
y a la superación de sus conflictos internos – causa
principal de este fenómeno –, en lugar de políticas de
interés, que aumentan y alimentan estos conflictos. Es
necesario actuar sobre las causas y no solamente
sobre los efectos.
 Queridos Eurodiputados, ha llegado la hora de construir
juntos la Europa que no gire en torno a la economía,
sino a la sacralidad de la persona humana, de los
valores inalienables; la Europa que abrace con valentía su
pasado, y mire con confianza su futuro para vivir
plenamente y con esperanza su presente. Ha llegado el
momento de abandonar la idea de una Europa atemorizada
y replegada sobre sí misma, para suscitar y promover una
Europa protagonista, transmisora de ciencia, arte, música,
valores humanos y también de fe. La Europa que
contempla el cielo y persigue ideales; la Europa que mira y
defiende y tutela al hombre; la Europa que camina sobre la
tierra segura y firme, precioso punto de referencia para
toda la humanidad.
Discurso al Consejo de Europa, 25
de noviembre de 2014.
 Entonces, ¿cómo lograr el objetivo ambicioso de la
paz?
 El camino elegido por el Consejo de Europa es ante
todo el de la promoción de los derechos humanos, que
enlaza con el desarrollo de la democracia y el estado de
derecho. Es una tarea particularmente valiosa, con
significativas implicaciones éticas y sociales, puesto
que de una correcta comprensión de estos términos y
una reflexión constante sobre ellos, depende el
desarrollo de nuestras sociedades, su convivencia
pacífica y su futuro. Este estudio es una de las
grandes aportaciones que Europa ha ofrecido y
sigue ofreciendo al mundo entero.
 Así pues, en esta sede siento el deber de señalar la
importancia de la contribución y la responsabilidad
europea en el desarrollo cultural de la humanidad.
Quisiera hacerlo a partir de una imagen tomada de un
poeta italiano del siglo XX, Clemente Rebora, que,
en uno de sus poemas, describe un álamo, con sus
ramas tendidas al cielo y movidas por el viento, su
tronco sólido y firme, y sus raíces profundamente
ancladas en la tierra. En cierto sentido, podemos
pensar en Europa a la luz de esta imagen.
 A lo largo de su historia, siempre ha tendido hacia lo
alto, hacia nuevas y ambiciosas metas, impulsada por un
deseo insaciable de conocimientos, desarrollo, progreso,
paz y unidad. Pero el crecimiento del pensamiento, la
cultura, los descubrimientos científicos son posibles
por la solidez del tronco y la profundidad de las raíces
que lo alimentan. Si pierde las raíces, el tronco se vacía
lentamente y muere, y las ramas – antes exuberantes y
rectas – se pliegan hacia la tierra y caen. Aquí está tal vez
una de las paradojas más incomprensibles para una
mentalidad científica aislada: para caminar hacia el futuro
hace falta el pasado, se necesitan raíces profundas, y
también se requiere el valor de no esconderse ante el
presente y sus desafíos. Hace falta memoria, valor y una
sana y humana utopía.
 Por otro lado – observa Rebora – «el tronco se
ahonda donde es más verdadero». Las raíces se
nutren de la verdad, que es el alimento, la linfa vital
de toda sociedad que quiera ser auténticamente
libre, humana y solidaria. Además, la verdad hace
un llamamiento a la conciencia, que es
irreductible a los condicionamientos, y por tanto
capaz de conocer su propia dignidad y estar abierta a
lo absoluto, convirtiéndose en fuente de opciones
fundamentales guiadas por la búsqueda del bien para
los demás y para sí mismo, y la sede de una libertad
responsable.
 También hay que tener en cuenta que, sin esta
búsqueda de la verdad, cada uno se convierte en
medida de sí mismo y de sus actos, abriendo el
camino a una afirmación subjetiva de los derechos, por
lo que el concepto de derecho humano, que tiene en sí
mismo un valor universal, queda sustituido por la idea
del derecho individualista. Esto lleva al sustancial
descuido de los demás, y a fomentar esa
globalización de la indiferencia que nace del
egoísmo, fruto de una concepción del hombre
incapaz de acoger la verdad y vivir una auténtica
dimensión social.
 Podemos preguntar a Europa: ¿Dónde está tu vigor?
¿Dónde está esa tensión ideal que ha animado y hecho
grande tu historia? ¿Dónde está tu espíritu de
emprendedor curioso? ¿Dónde está tu sed de verdad, que
hasta ahora has comunicado al mundo con pasión?
 De la respuesta a estas preguntas dependerá el futuro del
Continente. Por otro lado – volviendo a la imagen de
Rebora – un tronco sin raíces puede seguir teniendo
una apariencia vital, pero por dentro se vacía y muere.
Europa debe reflexionar sobre si su inmenso patrimonio
humano, artístico, técnico, social, político, económico y
religioso es un simple retazo del pasado para museo, o si
todavía es capaz de inspirar la cultura y abrir sus tesoros a
toda la humanidad. En la respuesta a este interrogante, el
Consejo de Europa y sus instituciones tienen un papel de
primera importancia.
Otros documentos
 Juan XXIII
 Pablo VI
 Nos parece que existe una convergencia entre todos estos
esfuerzos y lo que la Iglesia pretende hacer en conformidad con
las líneas directrices del Evangelio. En efecto, estos esfuerzos no
pueden menos de contribuir a la unión de pueblos tan ricos en
ideales, en tradiciones y energías como son los pueblos de
Europa, aunque sus divergencias y sus divisiones no les
permitan, por desgracia, ejercer en el mundo la importante
función, la alta responsabilidad que corresponde a Europa
en virtud precisamente de esas particulares riquezas. Estos
mismos esfuerzos, orientados en primer término a la
construcción de una Europa unida, contribuyen igualmente,
de manera indirecta pero eficaz, a lograr la reconciliación entre
todos los hombres y entre todos los pueblos; la Iglesia, por su
parte, invita a esta reconciliación especialmente en este Año
Santo.
 Discurso a la Comisión de la Asamblea Parlamentaria del
Consejo de Europa, 5 de mayo de 1975.
 Nuestros predecesores, y nosotros mismo, no hemos
cesado de animar y estimular a todos los que se han
dedicado a la construcción de una Europa unida.
Acreditando representantes diplomáticos ante las
instituciones europeas, la Santa Sede ha querido manifestar
su voluntad de estar presente y de participar, según las
modalidades propias de su misión específica, en el esfuerzo
común; y ha querido manifestar también el deseo de
conocer sus progresos pacientes y laboriosos, de escuchar y
aprender, y de contribuir así, en un continuo diálogo, a
afirmar los elementos humanos – morales y espirituales –
de esta histórica tarea en curso.
 Mensaje del Santo Padre Pablo VI al Consejo de Europa, 26
de enero de 1977.
 La Santa Sede está situada en Europa y, desde sus orígenes,
una parte notable de su actividad, sobre todo en el pasado, ha
estado muy mezclada con la de los Estados europeos. Pero no es
a ése título que participa en los trabajos del Consejo de Europa,
ahora que el Estado de la Ciudad del Vaticano no es sino una
garantía de la autonomía espiritual de esta Sede Apostólica. La
Santa Sede desea ofrecer a todos los pueblos su aportación
específica en favor de la paz y del desarrollo de los mismos. Pero
cuando se crea una coordinación entre las naciones a amplio
nivel regional, pone en ello un interés particular. Y si estas
naciones están todas cimentadas en una civilización
cristiana, se siente especialmente interesada. No para
dominar el destino de estos pueblos, sino para ayudarles a
realizarlo mejor, en conformidad con su profunda identidad y
para el bien de todos.
 Mensaje del Santo Padre Pablo VI al Consejo de Europa, 26 de
enero de 1977.
 Ahora bien, de hecho la tradición cristiana es
parte integrante de Europa. Aun entre quienes
no comparten nuestra fe, incluso allí donde, la
fe está adormecida o extinguida, los frutos
humanos del Evangelio siguen constituyendo,
por lo demás, un patrimonio común que a
nosotros toca desarrollar juntos para la
promoción de los hombres.
 Mensaje del Santo Padre Pablo VI al Consejo de
Europa, 26 de enero de 1977.
 Con esos llamamientos se invita a la conciencia de los
hombres y de los pueblos europeos a reconocer en
ellas como una "voz nueva", que les incita a crear
instituciones capaces de permitir que Europa realice
un servicio más eficaz a toda la familia humana. ¿Es
mucho decir que Europa, dados los favores de los que la
Providencia le ha hecho beneficiaria, tiene una
responsabilidad particular de testimoniar, para el bien de
todos, valores esenciales como la libertad, la justicia, la
dignidad personal, la solidaridad, el amor universal?
 Mensaje del Santo Padre Pablo VI al Consejo de Europa, 26
de enero de 1977.
La construcción de Europa
con Dios,
sin Dios,
contra Dios.
Los padres fundadores de las
Comunidades Europeas
 Adenauer, De
Gasperi, Monnet,
Schumann.
Alcide de Gasperi (Pdte. Gob. Italia,
1945-1953)
 El cristianismo tiene una activa y
constante influencia social y moral,
que viene expresada tanto en las leyes
como en la acción social. Su respeto
por el libre desarrollo de la persona
humana y su amor por la tolerancia y
la fraternidad están reflejados en los
esfuerzos que se realizan a favor de la
justicia social y la paz internacional.
Por otro lado, en política debe regir el
principio de laicidad: el creyente
actúa como ciudadano en el espíritu y
en la letra de la Constitución, y se
compromete a sí mismo, a su
categoría, a su clase y a su partido,
pero no compromete a la Iglesia.
Grupo del Partido Popular Europeo
(Demócrata-Cristianos)
Algunos políticos católicos
Juan Pablo II
 Yo, Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal,
desde Santiago, te lanzo, vieja Europa, un grito
lleno de amor: Vuelve a encontrarte. Sé tú
misma. Descubre tus orígenes. Aviva tus raíces.
Revive aquellos valores auténticos que hicieron
gloriosa tu historia y benéfica tu presencia en los
demás continentes. Reconstruye tu unidad
espiritual, en un clima de pleno respeto a las otras
religiones y a las genuinas libertades.
 Acto Europeo en Santiago de Compostela
 Martes 9 de noviembre de 1982
Nuestra Sra. de Europa
 María, Madre de la esperanza, ¡camina con
nosotros! Enséñanos a proclamar al Dios vivo;
ayúdanos a dar testimonio de Jesús, el único
Salvador; haznos serviciales con el prójimo,
acogedores de los pobres, artífices de justicia,
constructores apasionados de un mundo más justo;
intercede por nosotros que actuamos en la historia
convencidos de que el designio del Padre se
cumplirá. Aurora de un mundo nuevo, ¡muéstrate
Madre de la esperanza y vela por nosotros! Vela por
la Iglesia en Europa: que sea trasparencia del
Evangelio; que sea auténtico lugar de comunión;
que viva su misión de anunciar, celebrar y servir el
Evangelio de la esperanza para la paz y la alegría de
todos.
 Reina de la Paz, ¡protege la
humanidad del tercer
milenio! Vela por todos los
cristianos: que prosigan
confiados por la vía de la
unidad, como fermento para
la concordia del Continente.
Vela por los jóvenes,
esperanza del mañana: que
respondan generosamente a
la llamada de Jesús; Vela por
los responsables de las
naciones: que se empeñen
en construir una casa
común, en la que se respeten
la dignidad y los derechos de
todos.
 María, ¡danos a Jesús! ¡Haz
que lo sigamos y amemos! Él
es la esperanza de la Iglesia, de
Europa y de la humanidad. Él
vive con nosotros, entre
nosotros, en su Iglesia.
Contigo decimos «Ven, Señor
Jesús» (Ap 22,20): Que la
esperanza de la gloria
infundida por Él en nuestros
corazones dé frutos de justicia
y de paz.
Preguntas
[email protected]

Documentos relacionados