Presentación de PowerPoint

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Presentación de PowerPoint
MONS. DIEGO PADRÓN
ARZOBISPO DE CUMANÁ
1.1. El propósito de esta presentación
es dar a conocer la Carta Encíclica
Laudato Si y provocar una reflexión,
un diálogo, en orden a un cambio en
nuestro paradigma ecológico.
1.2. Cuidar la creación es, para los
creyentes, un mandato divino:
Dios el Señor puso al
hombre en el jardín del
Edén para que lo
cultivara y lo cuidara
(Gn. 2,15). Para todos los
hombres es una
obligación ética.
1.3. El interés y la preocupación por el
cuidado de la tierra, nuestra “casa común”
y de todo lo creado no es una novedad
absoluta del Papa Francisco. Es parte de la
doctrina social y moral de la Iglesia.
Dios ha dado a los hombres ser causas
inteligentes y libres para completar la obra de
la Creación, para perfeccionar su armonía
para su bien y el de sus prójimos. Los
hombres, cooperadores a menudo
inconscientes de la voluntad divina, pueden
entrar libremente en el plan divino no sólo
por sus acciones y sus oraciones, sino
también por sus sufrimientos (cf. Col. 1, 24).
Entonces llegan a ser plenamente
“colaboradores […] de Dios” (1 Co 3,9: 1 Ts.
3,2) y de su Reino (cf. Col. 4, 11)” (CIC 307).
Cultivar la tierra
significa no abandonarla a sí misma;
dominarla es tener cuidado de ella
(Compendio de la DSI, 255).
1.4. Los Papas Juan XXIII, el Beato
Pablo VI, San Juan Pablo II y el Papa
Emérito Benedicto XVI han marcado en la
Iglesia una línea de pensamiento y acción
en relación a una “ecología humana”.
“Si no se respeta el derecho a la vida y a la
muerte natural, si se hace artificial la
concepción, la gestación y el nacimiento del
hombre, si se sacrifican embriones humanos a
la investigación, la conciencia común acaba,
perdiendo el concepto de ecología humana y
con ello el de la ecología ambiental” (CV 51 c).
“Si no se respeta el derecho a la vida y a la
muerte natural, si se hace artificial la
concepción, la gestación y el nacimiento del
hombre, si se sacrifican embriones humanos a
la investigación, la conciencia común acaba,
perdiendo el concepto de ecología humana y
con ello el de la ecología ambiental” (CV 51 c).
1.5. El Papa Francisco es, pues, en cierto
modo, heredero del pensamiento ecológico
de varias instancias eclesiales y
extraeclesiales, pero más directamente de la
concepción antropológica de la ecología de
Benedicto XVI, cuya síntesis revela éste
párrafo:
“La familia necesita una casa a su medida, un
ambiente donde vivir sus propias relaciones. Para la
familia humana, ésta es la tierra, el ambiente que
Dios Creador nos ha dado para que lo habitemos
con creatividad y responsabilidad. Hemos de cuidar
el medio ambiente: éste ha sido confiado al hombre
para que lo cuide y lo cultive con libertad
responsable, teniendo siempre como criterio
orientador el bien de todos.
Obviamente, el valor del ser humano está por encima
de toda la creación.
Respetar el medio ambiente no quiere decir que la
naturaleza material o animal sea más importante que
el hombre. […] Y tampoco se ha de olvidar a los pobres,
excluidos en muchos casos del destino universal de los
bienes de la creación. Hoy la humanidad teme por el
futuro equilibrio ecológico”
(Mensaje para la Jornada
Mundial de la Paz,
08-12-2013 N. 7)
1.6 Antes de exponer su ideario ecológico en la Carta
LAUDATO SI, el Papa Francisco lo había mostrado
en su primer Mensaje para la Jornada Mundial de
la Paz
(08-12-2013):
“La familia humana ha recibido del Creador un don en
común: la naturaleza. La visión cristiana de la creación
conlleva un juicio positivo sobre la licitud de las
intervenciones en la naturaleza para sacar provecho de
ello, a condición de obrar responsablemente, es decir,
acatando aquella “gramática” que está inscrita en ella
y usando sabiamente los recursos en beneficios de
todos, respetando la belleza, la finalidad y la utilidad de
todos los seres vivos y su función en el ecosistema.
En definitiva, la naturaleza está a nuestra
disposición, y nosotros estamos llamados a
administrarla responsablemente. En cambio,
a menudo nos dejamos llevar por la codicia,
por la soberbia de dominar, del tener, del
manipular, del explotar, no custodiamos la
naturaleza, no la respetamos, no la
consideramos un don gratuito que tenemos
que cuidar y poner al servicio de los
hermanos, también de las generaciones
futuras.”(No. 9).
Y en su primera Encíclica Lumen Fidei
(la luz de la fe):
“La fe […] revelándonos el amor de Dios nos hace
respetar más la naturaleza, pues nos hace
reconocer en ella una gramática escrita por él y
una morada que nos ha confiado para cultivarla
y salvaguardarla;
nos invita a buscar modelos de
desarrollo que no se basen solo
en la utilidad y el provecho, sino
que consideren la creación
como un don del que todos
somos deudores”. (L.F. 55)
1.7. De modo especial amplía su
exposición en la Exhortación
Evangelli Gaudium (la Alegría del
Evangelio) que, en palabras suyas,
es el documento programático de
su pontificado (EG 1).
El contexto en que expresa su pensamiento ecológico es
el de una nueva forma de evangelización (cf EG 11).
Aunque la comparación no sea perfecta, la Exhortación
EG se parece a la Constitución Conciliar sobre la Iglesia
Lumen Gentium y la Encíclica LS es más cercana a la
Constitución Gaudium et Spes sobre la Iglesia en el
mundo actual.
2.1. La Encíclica es una lectura creyente,
ético-religiosa, del cuidado de la creación,
¡No podía ser de otra manera! Pero es
también una lectura o interpretación que
no se limita a lo ambiental, sino que toma
en consideración las dimensiones
antropológica, social, cultural, económica
y espiritual de la ecología.
El mismo Papa Francisco la llama, en consecuencia,
(LS, 1; 10; 62; 255),
(LS 15). Este es
el núcleo de la propuesta de
la Encíclica
2.2. El capítulo IV ha sido estructurado por el
Papa en cinco (5) apartados correspondientes a
las diferentes dimensiones de la ecología:
•Ecología ambiental, económica y social
•Ecología cultural
•Ecología de la vida cotidiana
•El principio del bien común
•Justicia entre las generaciones
2.2.1. Hay algunos ejes
transversales que recorren
toda la carta: el eje de la
entre las
partes, la convicción de
que en el mundo todo está
conectado (LS 16; 137), y
(16).
Cuando el Papa Francisco
habla de
se refiere a
, lo
que hace que no se pueda
entender la naturaleza como
algo separado de nosotros o
como un mero arco de
nuestra vida.
Estamos incluidos en ella, somos parte de ella
y estamos interpenetrados. En consecuencia,
la contaminación de un lugar exige un
. […]
.
(LS 139)
2.2.2. Una
, o la protección
del medio ambiente, no puede considerarse
en forma aislada. El análisis de los problemas
ambientales es inseparable de los contextos
humanos, familiares, laborales, urbanos y de
la relación con cada persona, consigo mismo,
que genera un
determinado modo de
relacionarse con los
demás y con el
ambiente (LS 141).
2.2.3. La
, que cuida
de las relaciones humanas y de la
calidad de vida, tiene su efecto en
el medio ambiente.
Ha escrito el Papa Benedicto XVI: Cualquier
menoscabo de la solidaridad y del civismo
produce daños ambientales (CV 51). La carta
encíclica Laudato Si afirma: El consumo de
narcóticos en las sociedades opulentas […]
termina degradando el ambiente (LS 142).
2.2.4. La
tiene cuidado de
las riquezas culturales locales y universales en
relación con el medio ambiente.
No se ocupa sólo de los
monumentos del pasado
sino especialmente del
sentido vivo, dinámico y
participativo
de
la
relación del ser humano
en el ambiente (LS 143).
La desaparición de una cultura puede ser
tanto o más grave que la desaparición de una
especie animal o vegetal. La imposición de un
estilo hegemónico de vida ligado a un modo
de producción puede ser tan dañina como la
alteración de los ecosistemas (LS 145).
2.2.5. Para las comunidades aborígenes la tierra no
es un bien económico, sino don de Dios y de los
antepasados que descansan en ella, un espacio
sagrado con el cual necesitan interactuar para
sostener su identidad y sus valores. Son ellas quienes
mejor cuidan sus territorios, pero en diversas partes
son objeto de presiones para que los abandonen a fin
de dejarlos libres para proyectos extractivos y
agropecuarios que no prestan atención a la
degradación de la naturaleza y la cultura. (LS 146).
3. La
es el
desafío de asegurar una mejora integral en la
calidad de vida humana. Los escenarios que
nos rodean, habitación casa, lugar de trabajo,
influyen en nuestro modo de ver la vida. Un
ambiente desordenado, caótico o cargado de
contaminación visual o acústica nos desafían a
configurar una identidad integrada y feliz.
La vida social positiva y benéfica derrama luz
sobre un ambiente aparentemente
desfavorable.
La sensación de asfixia
producida por la
aglomeración en
residencias y espacios
con alta densidad
poblacional se
contrarresta si se
desarrollan relaciones
humanas cercanas y
cálidas (LS 148).
3.1. La carencia extrema facilita la aparición de
comportamientos inhumanos. Para los habitantes
de barrios muy precarios el paso cotidiano del
hacinamiento al anonimato social puede provocar
una sensación de desarraigo que favorece las
conductas antisociales y la violencia. Pero
Muchas personas en estas condiciones
son capaces de tejer lazos de pertenencia y de
convivencia que convierten el hacinamiento en una
experiencia comunitaria (LS 145).
3.2. Hace falta cuidar los lugares comunes, los
marcos visuales y los hitos urbanos que
acrecientan nuestro
,
nuestra
,
nuestro
Es importante que
las diferentes partes de una ciudad estén bien
integradas y que los habitantes puedan tener una
visión de conjunto en lugar de encerrarse…
privándose de vivir la ciudad entera (LS 151).
3.3. La falta de viviendas es grave en
muchas partes del mundo. Los presupuestos
estatales sólo suelen cubrir una pequeña
parte de la demanda.
La creatividad debería llevar a
integrar los barrios precarios en una ciudad
acogedora (LS 152).
3.4. La calidad de vida en las ciudades tiene
mucho que ver con el transporte. En muchas
ciudades significa un trato indigno para las
personas (LG 153).
3.5. La vida caótica que deben llevar las
personas en nuestras ciudades no debería
hacer perder de vista el estado de abandono y
olvido que sufren también algunos habitantes
de zonas rurales donde no llegan los servicios
esenciales.
3.6. La
implica también
algo muy hondo: la necesaria relación de la
vida del ser humano con la ley moral escrita
en su propia naturaleza, necesaria para
poder crear un ambiente más digno.
(Benedicto XVI).
En esta línea cabe reconocer que nuestro propio
cuerpo nos sitúa en una relación directa con el
ambiente y con los demás seres vivientes. La
aceptación del propio cuerpo como don de Dios
es necesaria para acoger y aceptar el mundo
entero como regalo del Padre y casa común.
Aprender a recibir el propio cuerpo, a cuidarlo y a
respetar sus significados, es esencial para una
ecología humana.
También la valoración del propio cuerpo en su
femineidad o masculinidad es necesaria para
reconocerse a sí mismo en el encuentro con el
diferente.
No es sana una actitud
que pretenda cancelar
la diferencia sexual
porque ya no sabe
confrontarse con la
misma (LS 155).
La ecología humana es inseparable de este
principio que cumple un
. En las condiciones actuales de
la sociedad mundial, el principio del bien
común se convierte inmediatamente en un
llamado a la solidaridad y en una opción
preferencial por los más pobres. Esta opción
hoy es una exigencia ética fundamental para la
realización efectiva del bien común (LS 158).
La noción de bien común incorpora también
a las generaciones futuras. Ya no puede
hablarse de desarrollo sostenible sin una
solidaridad intergeneracional. Es una
cuestión básica de justicia, ya que la tierra
que recibimos pertenece también a los que
vendrán. A las próximas generaciones
podríamos dejarles demasiados escombros,
desiertos y suciedad (LS 159-161).
6. La
. Este desafío tiene
que ver con un deterioro ético y cultural que
acompaña al deterioro ecológico. No
imaginemos sólo a los pobres del futuro, basta
que recordemos a los pobres de hoy, que tienen
pocos años de vida en esta tierra y no pueden
seguir esperando (LS 162).
PARA LA REFLEXION Y EL DIALOGO
¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes
nos sucedan, a los niños que están creciendo?
Si esta pregunta se plantea con valentía, nos
lleva inexorablemente a otros
cuestionamientos muy directos: ¿Para qué
pasamos por este mundo? ¿Para qué vinimos
a ésta vida? ¿Para qué nos necesita esta
tierra? Se requiere advertir que lo que está en

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