Introducción
Transcripción
Introducción
《虛假女同志》─艾斯比諾薩的神學小說 Venid, hablemos, quien habla no está muerto, ya silban las llamas en torno a nuestro desamparo. Gottfried Benn Introducción En el mundo narrativo coexiste el hablar y el decir; éste contiene un lenguaje esencial, aquél resulta ser el mero acto de nombrar. A partir de ello, el discurso y la lectura vienen a intercambiar sus posiciones tradicionales, trocando el vínculo que mantienen de forma convencional, desarrollando la voluntad de ser lo que no puede ser. Se refiere a una cuestión de ultimidad, que consiste en la postura metodológica y filosófica a lo largo de la trayectoria de la búsgueda ontológica. Es extremadamente curiosa la fusión entre la conciencia absolutamente ajena y el plano lógico-filosófico que Miguel Espinosa (1926-1986) presenta en sus obras literarias. El escritor murciano nos conduce en un sendero místico hacia la escritura de una nueva novela, caracterizada por la modernidad y por el discurso neobarroco. Así, se puede entrever la intención del propio autor de superar los límites de la realidad en la que él mismo se encuentra muy inmerso, resistiéndose a escrutar el fin de todas las cosas de la mundanalidad. Posee ciertamente una actitud o aptitud de rebeldía en la personalidad de Miguel Espinosa. Ahora bien, cabe preguntarse: ¿cuál es el postulado trascendente que se toma ante el tratado ontológico-linguístico que aparece inabarcable o inacabable en su creación literaria? La tríbada falsaria (1980), considerada novela de comentarios y novela teológica, puede ser buena prueba acerca de la conceptualidad y el matiz clásicos de Espinosa, que nos ofrece ciertas reflexiones fundamentales: ¿En qué medida se manifiesta la insistencia en comentar o definir lo cotodiano, a la vez que interpone la visión teológica? ¿Qué es precisamente lo que nos transmite en el argumento del conflicto amoroso tan simple como el de La tríbada falsaria recurriendo a la perspectiva fenomenológica? ¿Cuál es el motivo por el que se construye un puente que conecta entre la actualidad y la era melancólica del Barroco? Bajo el telón cultural de la humanidad, en la historia oculta, el ser turbulento, mejor dicho, el ser demoníaco, que se afana por trastocar causa y efecto. El presente estudio versa sobre dichos temas fundamentales, que nos obligan a conocer tanto el arte literario como el universo intelectual de Miguel Espinosa, en el que se pone de relieve la mostración estética y filosófica acerca de la subjetividad. 107 淡江人文社會學刊【第四十三期】 Logos y lenguaje esencial La tríbada falsaria(1), con el subtítulo Theologiae Tractatus, se caracteriza por la estructura compleja en la que se recogen voces, epístolas, susurros y comentarios. Al principio del libro presenta una explicación lacónica de “Relación de personajes”, en la cual se encuentran tanto los nombres como las localizaciones de la novela en que ellos aparecen. Reviste gran interés una forma de preludio tan inusitada como ésta, puesto que el autor indica en la dedicatoria a Juan Antonio Ruipérez Abizanda el motivo por el que señala los nombres antes de centrarse en los episodios narrativos: “Decían los antiguos que lo escrito permanece y queda. Por si alcanzaran ese destino las páginas que siguen, he querido poner tu nombre al principio de ellas” (Espinosa 1980: 11). Digamos que su empeño en mencionar los nombres tanto de los personajes ficcionalizados como los de carne y hueso representa su obsesión por nombrar y precisar la subjetividad. Otra prueba de ello es la sección siguiente que contiene dos listas de nombres de Damiana y de Lucía, según aparecen en este libro. Las protagonistas, llamadas “tribádicas”, “tortilleras”, “fricadoras” y “homófilas”, protagonizan la historia lésbica, que irrumpe en la relación amorosa de Damiana y Daniel. El término “tríbada” tiene el mismo significado que la palabra latina fricatrix, la cual describe el acto de rozar, restregar y frotar. El autor explica la razón por la que utiliza las denominaciones específicas en vez de usar palabras recurrentes: Lesbianas y homosexuales significan una actividad, un hacer, mientras que, a mi juicio, tortillera o bollera significa una forma de ser. (...) Y te puedo informar de qué una es lesbiana, pero no te la puedo mostrar. Te puedo decir « ésa es lesbiana », igual que te puedo decir « ésa es catedrática », te doy una información sobre su actividad. Sí te puedo señalar y decir « mira qué tortillera ». A mi juicio, entonces, una palabra significa la actividad y la otra la esencia. Me han encantado esas palabras, tortillera, bollera... porque significan el ser y precisamente lo significan porque no tiene referencia. (López Precioso 51) Se pone de manifiesto el concepto particular de Espinosa, por así decirlo, en el que se permite hallar la naturaleza mediante los apelativos correspondientes a la razón personal, con la cual llega a superar la órbita determinada de la lengua. No es un juego lingüístico que cobre el 108 《虛假女同志》─艾斯比諾薩的神學小說 sentido de entretenimiento, sino más bien una trayectoria en la que se adelanta incesantemente con objeto de acuñar nuevos logos. El primer capítulo titulado “Damiana” se pone en boca de un narrador omnipresente para hacer una presentación sobre la protagonista central de la historia. El segundo capítulo, “Damiana y Daniel”, trata de los cambios graduales en torno a la relación amorosa entre ambos, intercalando la descripción del estado angustioso de Daniel por la fragilidad del amor. A continuación, viene un tercer capítulo, “Damiana, Lucía y Daniel”, compuesto por un diario de Daniel entregado a José López Martí(2), en el cual se recogen unos acontecimientos singulares acaecidos durante sólo cuatro días, del 8 de julio al 11 de julio. En esta parte, que no ocupa más que diez páginas, se pone de manifiesto la reflexión íntima de Daniel sobre el impulso al que obedecen Damiana y Lucía por el “afán de las vulvas” (Espinosa 1980: 74). La mayor parte de la novela se sitúa en el cuarto capítulo, con el título “Juana y Daniel”, en el cual se encuentran veintisiete cartas escritas por Juana y dirigidas a Daniel, y un “Comento” en el que se presentan voces de varios amigos con respecto a los cuatro personajes. Con el planteamiento estructural y la diversidad de formas textuales el autor transmite al lector un mensaje clave que estriba en el nexo entre la palabra y el ser. Lo cierto es que la estructura narrativa se ve muy unida al acto de nombrar y de comentar, por lo cual, se proporcionan constantemente formas del ser hasta el punto de que la definición del ser se va perdiendo. Con todo, el hecho de que los seres humanos no dejen de buscar la esencia existencial a través del lenguaje representa fundamentalmente la razón que llevan ante la realidad tergiversada. A lo largo del desarrollo narrativo, Juana y Daniel son los principales personajes que nos informan de lo acontecido a su alrededor. En lo que respecta a su implicación en la labor analítica con la que se construye la realidad de los personajes, Juana señala que nadie narra del infierno sin ser también infierno. Le sugiere a Daniel con un tono irónico: “¿No ves, querido mío, que apareces como el condenado relator?” (Espinosa 1980: 117). Está convencida de que los habitantes de las tinieblas se acusan y señalan al prójimo con gran empeño, en consecuencia, los comentaristas acaban por transmutarse en protervos. Aparte de ello, se puede observar el arrobamiento que provoca en Daniel, al que no se le calma sin proporcionar comentario acerca de la figura de Damiana. En este sentido, el lenguaje produce algo diabólico en el acto mismo. Merece la pena observar lo que otro amigo comenta a Juana 109 淡江人文社會學刊【第四十三期】 al respecto: Amparo Carbajo ha dicho que somos dos neuróticos glosando, sin cesar, los actos y ruidos de una nada y de una voz anal. Ha añadido que nuestro comentario jamás concluirá, pues pretende ordenar y dar coherencia a datos innumerables y siempre acaecientes, los más sin sentido, como surgido de la fuente de Damiana. ¿Tendrá razón Amparo? ¡Cuánto temo la mente!, la acechada del Diablo. (Espinosa 1980: 116) Aquí se revela la alianza que se construye entre Juana y Daniel, cuyo fin es el de interpretar la “realidad” de los demás personajes. Aun así, en la medida en que cada acto de habla trae consigo otro sentido nuevo, el lenguaje también puede vulnerar la lógica, de forma que se pone en tela de juicio su certeza. Finalmente, dada la disolución de identidades, detrás del dominio del lenguaje se oculta el estado de pánico, pavor y miedo. Las características de lo cambiante y lo inverosímil reflejan la mente con la que se ejerce el lenguaje, encarnada en la llamada acechante del Diablo. Como bien se sabe, Juana(3) es la protagonista que cabalmente muestra su voluntad de opinar. En cierta medida, también es la que revela su anhelo de ser nombrada. En su carta dirigida a Daniel, hace explícita una idea relativa a lo que hemos mencionado: “Soledad es la congoja que sentimos de no ser reconocidos por la palabra, por la actitud y, sobre todo, por la mirada de otro” (Espinosa 1980: 95). Juana desempeña un papel de principal relator de los sucesos de Damiana, Lucía y Daniel, pero manifiesta extraordinariamente al interlocutor su aspiración: ¡Reconóceme. Daniel!; mira que naufrago de inconsciente y nebulosa, sin atributos ni tacto, sólo vista y pensamiento. Dolor soy; más, aunque fuera gozo, sería delicia no comentada, y un deleite que no se comenta, no existe. ¡Coméntame!, pues yo te comento. ¡Comentémonos!, y no con el vocablo escueto; también con nuestras potencias y facultades posibles e imposibles: los cinco sentidos, la imaginación, la memoria, la voluntad, el entendimiento, la capacidad de fabular y cualquier ensoñación. (Espinosa 1980: 95) (El subrayado es mío) Se hace evidente el deseo de la comentadora de ser referida, reconocida y nombrada por su interlocultor Daniel. Asimismo, ella vuelve a declarar de manera exhaustiva: “Coméntame, gozo, coméntanos, coméntate” (Espinosa 1980: 215). 110 《虛假女同志》─艾斯比諾薩的神學小說 Veamos el “Comento” en el que José López Martí se explaya en el discurso análogo mediante el afianzamiento de Damiana y Lucía: “Cuando el mundo es el lenguaje, y el lenguaje es el mundo, o sea, cuando el decir es el ser, y el ser es el decir, acontece lo que denominamos el poema” (Espinosa 1980: 228). El protagonismo de la enunciación deviene algo poético de la autoreferencialidad, al tiempo que viene a explorar sus posibilidades expresivas. En este sentido, cabe destacar que es el discurso que presenta simultáneamente la yuxtaposición entre la historia y el hacerse de la misma(4), la que hilvana la estructura narrativa. De ahí que ese remolino de palabras pase a transformarse en un enigma, en el cual surge el espíritu de recuerdo con el que se pretende cuestionar el ser, pero perseguir lo verídico en vano. Conviene poner el dictamen que Juana manifiesta como un ejemplo notable para intensificar la comprensión sobre el concepto: “Cada vez que yo acierto con la palabra que para ello preciso, me lleno de pesar; pero, muchas veces de las que acierto, siento que traiciono mi naturaleza” (Espinosa 1980: 197). A fin de cuentas, los seres humanos se encuentran en el abismo de la expresividad sin poder asegurarse de lo que expresa, puesto que el lenguaje puede ser concebido como ludus (Bellón Aguilera 89) o una especie de Wittgenstein(5), que no se permiten captar el conjunto del ende. En lo que respecta a ello, el filósofo alemán Peter Sloterdijk indica que la expresividad tiene un lado demoníaco. Hay cosas que pueden ser expresadas para que tengan la oportunidad de perder algo de la fatal impresión de que poseen el “mudo recelo”. En este sentido, se desencadena un combate entre la verdad contada y la Verdad. Así, resulta ser sumamente razonable lo que acentúa Sloterdijk: “Toda historia es la historia de luchas por el mensaje” (Sloterdijk 165). Esta observación responde precisamente al proceso final del “deshacerse”, que en un pasaje Juana enuncia con angustia: “Ensimísmame, embébeme, anonádame, déjame buscarte en ti; no tengo premuras y eres inacabable. ¿Qué hicimos del tiempo? Quémame con el vaho de tus susurros, deshazme”(Espinosa 1980: 214). El autor, a través de su personaje, resalta otro proceso de la destrucción dentro de la superficie de la expresividad. He aquí un fragmento en la obra que trata sobre la fusión de la significación y la destrucción, caracterizada por lo poético y por lo metafórico: La realidad es triste —solemos manifestar, refiriéndonos a la pobreza y mala cualidad de todo lo existente, a su repetición y manifiesta banalidad. Damiana, 111 淡江人文社會學刊【第四十三期】 sin embargo, no ve la triste realidad. La criatura cuya carne escucha la amante, y cuyas palabras toca, ha llegado a ser, para ésta, destrucción de la realidad, total metáfora. La unidad de decir y ser, que hemos denominado poema, es, en efecto, entera significación o destrucción de la realidad, metáfora, en suma. (Espinosa 1980: 228) De la misma forma, a lo largo de la “historia de luchas”, al investigar la propia interioridad, indagamos tanto un ser como muchos seres. (Espinosa 1987: 26). En suma, la novela termina por crear otra dimensión de lo real, a saber, proponer su realidad misma mediante la estructura del lenguaje. Sin lugar a dudas, el poder de la palabra encierra una plataforma estética en beneficio de la búsqueda de esencias. No es inoportuno vincular el uso del logos a las ideas estéticas de Miguel Espinosa. El autor hace hincapié en que “la materia de la literatura es la palabra” (Francisco 40), a la vez que define el arte como la “objetivización del sentir estético a través de la materia”(6). Valiéndose de la expresión o la mostración, entendida como parte de la materia apreciada por Espinosa, el texto trasciende del ámbito de la apariencia, tornándose en una especie de mito que desemboca en todas sus interpretaciones. Visión fenomenológica y teológica Hay un método trascendental de la descripción fenomenológica aplicado magistralmente en las obras espinosianas. Hay que señalar que la visión fenomenológica proviene del matiz primordial de lo trivial que suele ejercer el autor en la narrativa. Así, surge el concepto de literatura fenomenológica que llama la atención a los investigadores. No obstante, cabe preguntarse en qué consiste lo fenomenológico, considerado una de las características más relevantes en las obras citadas del autor murciano, como Escuela de Mandarines (1974) y La fea burguesía (1990). En la novela Tríbada la visión fenomenológica se ve expandida hacia la dimensión de lo divino, por lo que el ámbito teológico puede ser incluido en el presente estudio. Antes de analizar este tema, me propongo repasar la idea de la fenomenología, propuesta por Edmund Husserl, con el fin de lograr una comprensión más clara y profunda respecto a la noción de ciencia filosófica, muy estimada y utilizada por Miguel Espinosa. El término de la fenomenología gira en torno a dos aspectos trascendentales: uno es la 112 《虛假女同志》─艾斯比諾薩的神學小說 reducción gnoseológica; el otro, la metafísica. Cabe señalar que la fenomenología está ligada a la descripción de “vivencias intencionales”, que se componen de impresiones que se encuentran en la conciencia. Como bien se sabe, a través de la vivencia, uno llega a conocer un objeto, empero, lo que conoce no refleja realmente la propia vivencia, dado que se puede poner en tela de juicio si es probable alcanzar lo fidedigno de los objetos conocidos. Existe un sentido a priori, por así expresarlo, antes de que se vaya a desarrollar el proceso de conocimiento. Por ello, Husserl sostiene la necesidad de que se lleve a cabo el acto de presentar un objeto de modo absoluto para eliminar dudas sobre algo empírico, a la vez que se limita a examinarlo con las puras vivencias y con la llamada “inmanencia del conocimiento” (Husserl 43). A esta operación se la denomina epojé o reducción, la cual se refiere a la percepción de las cosas con la mirada simple, omitiendo la referencia al yo, de modo que se produce un fenómeno purificado y caracterizado por lo absoluto y general. Dada la universalidad que se origina, la conciencia propia se convierte en ajena y el hecho de ser emerge. La reducción fenomenológica, que desemboca en la inmanencia y en la esencia, viene a generar distintas formas de la objetualidad, las cuales constituyen el ser que se presenta en última instancia en la metafísica. Finalmente, se produce un “idealismo fenomenológico”, entendido como “salida a una realidad plural” (Gómez Romero 155) merced al descubrimiento de la intersubjetividad. Sirviéndose de la reducción fenomenológica en la literatura, la novela de La fea burguesía puede ser un ejemplo convincente para explicar el método narrativo de Espinosa, que al escribir insiste en no poner el yo en nada, sino en “acercarse a las cosas y describirlas como son” (Gómez Garrión 11). Dicho de otra manera, lo fenomenológico estriba en mostrar sin opinar sobre lo mostrado (Sánchez Rosillo 40) para que el lector deduzca el mensaje clave que el autor da a conocer. Coincidiendo con lo sostenido por Miguel Espinosa, el “escritor de la representación” es más puro, menos en éxtasis y menos contaminado, ya que usa con frecuencia algo concreto, así como la imagen y la comparación. En efecto, la operación mencionada arriba de la epojé o de la suspensión del juicio personal es la que se lleva a cabo en la narración de la subjetividad. Por ello, se observa la conciencia pura en la que se encuentra la intuición o el valor del acto mismo. Seguidamente, en el proceso los hechos trascienden para alcanzar su propio sentido y, en consecuencia, el obrar posee la supremacía, mientras el pensamiento no es más que un resultado de ello. 113 淡江人文社會學刊【第四十三期】 Partiendo de la visión fenomenológica, reviste gran interés la mayor ultimidad de la historia, que encierra la “pretensión de verdad” (Campillo Meseguer 108). Esta pretensión es la que conduce al lector a descubrir lo que hay debajo y lo que proporcionar el extrañamiento con respecto a lo narrado para conseguir una visión más lúcida de la realidad. Cabe destacar que se muestra lo extraño dado que una perspectiva se ve aparentemente “distante” merced al lenguaje abstracto y una “inmersión descarada en la acción”(7). A continuación, se produce en lo cotidiano y en la minuciosidad la sensación de congoja, que ocupa un lugar relevante en el plano teológico. Asimismo, el distanciamiento, basado en la melancolía, también ejerce gran influencia en la ideología barroca del “retirado” y del “ermitaño”. La concepción no se refiere exclusivamente a la salida del mundo, sino también al abandono decisivo del mismo. En el plano teológico, uno suele pensar en la palabra de Dios que constituye la oración lingüística. Aun así, Espinosa propone la siguiente explicación particular: Alguien dijo que en Escuela de Mandarines se exponía lo insólito de lo cotidiano. Por eso, tal libro es una novela sociológica. En La tríbada falsaria he querido exponer lo angustioso, lo terrible, lo pasmoso de lo cotidiano. En este sentido, tal libro es una novela teológica. Lo cotidiano es teológico. Hacer novela teológica no es partir una postura religiosa a priori, sino devenir a la religiosidad desde el modo de ver el mundo, que es, en sí, un hecho teológico, y debe ser mostrado y desvelado como tal. Este modo de ver el mundo es, por lo demás, un método, e implica una actitud anterior del escritor. (Espinosa 1987b: 53-54) Según el autor, el concepto de Dios aparece como límite a la reflexión, de la sensación y de la visión, con lo cual, trae consigo inevitablemente la angustia (Parra 21). Así, en su opinión, no diría que existe o no, sino que simplemente se manifiesta. Recordemos el subtítulo “Theologiae Tractatus”, el tratado teológico, que alude a la religiosidad del autor que puede ser reflexiva en la mundanalidad, especialmente, en la crítica de la burguesía. Por consiguiente, la tarea que propone Espinosa no es sino la “onto-teología de la vida diaria” (García Jambrina 94). En otras palabras, lo teológico se halla en el plano sociológico, antropológico, psicológico y la apariencia del mundo, con lo cual, cuenta con un valor ontológico. Veamos un pasaje en el que el propio autor habla de La tríbada falsaria: 114 《虛假女同志》─艾斯比諾薩的神學小說 En este sentido, uso la palabra “teología” como la usaban los medievales, por ejemplo, en Ockam, al hacer una metafísica, una cosmología, le llamaban también theologiae tractatus, es decir, un procesamiento general del mundo, que es lo que es La tríbada falsaria, partiendo de un hecho evidentemente trivial(8). En dicho comentario, lo que subraya no es la historia sencilla entre lesbianas, sino más bien el pasmo que viene a provocar en un personaje tan resignado como Daniel, quien no deja de ser testigo de la trivialidad, que se produce a raíz de un espiral de voces de varios personajes. Por ende, la causa por la que el libro tiende a lo teológico es exactamente que las voces acaban por procesar el mundo mismo. Con todo, no se puede omitir otro proceso llamativo en el que lo trivial se convierte en un resorte de la construcción de mitos. Según Antonio Hernández González, existe una especie de Dios escondido, o Dios plasmador, a medida que crece la interioridad humana. A través de los ojos de Dios, sub specie aeternitatis, se encuentra una voluntad bondadosa con la que se realiza la transformación mencionada, interpretada como “paradigmas para expresar o revelar las incursiones de la conciencia” (Hernández González 164). Dada la autoexhibición mediante la propia autonomía lingüística, se atisba tanto la mentalidad de sí mismo como la conciencia ajena, por lo que se crea una visión mitificada del mundo y de la identidad narrativa. Desde otra perspectiva, La tríbada falsaria se puede tornar en instancia teológica en el sentido de que “la ruptura de un cierto orden ético lleva aparejada la destitución del lenguaje y la pérdida de la Palabra” (Francisco 40). En consecuencia, digamos que Damiana juega un papel crucial en el tratado teológico, puesto que su degradación no se revela en la descripción erótico-sexual, sino en el asombro que resulta en el desarrollo ético-ontológico del texto. A este respecto, también se puede relacionar lo teológico con un grado de extrañamiento que encierra un método de contemplar el Damianismo, como símbolo de la burguesía actual en relación a ciertos discursos reflexivos que estudiaremos más adelante. Discurso neobarroco y Damianismo La Tríbada, junto a Escuela de Mandarines, es considerada un retorno a la escritura clásica neobarroca por ciertos discursos correspondientes. Digamos que su representación barroca reside en algunas ideas éticas, que acierta a encauzar al lector hacia una lectura 115 淡江人文社會學刊【第四十三期】 conceptual y moderna del pasado. En este sentido, la ideología resulta ser más esencial que la forma estética en el momento en que analizamos con entusiasmo sobre la lógica del texto espinosiano. En esta parte del estudio, hemos de subrayar el llamado Damianismo, insertado en el desarrollo ideológico desde el punto de arranque clásico. En efecto, la figura femenina de Damiana representa algo inapreciable, como su locura y su concupiscencia. Sin embargo, es obvio que el mundo caracterizado por el Damianismo viene a insinuar un retrato tan productivo como el de la burguesía, donde surge el conflicto tanto del individuo como de la totalidad. Por ende, el Damianismo se ve muy relacionado con ciertos discursos sociales y filosóficos, convirtiéndose en un recurso con el que el autor hace aparecer tanto la humanidad como la mundanalidad. Ahora bien, cabe preguntarse en qué consiste la cultura barroca reflejada en la combinación entre lo literario y lo filosófico que se presenta en la obra. En concreto, el espíritu barroco no es sino el que “afirma una manera de sentir las relaciones del hombre con el mundo según un modo metafísico” (Dubois 78). Lo metafísico empleado en el giro de palabras para interpretar la historia de las mujeres homosexuales ilumina fundamentalmente la mentalidad de una era tan melancólica como la del siglo XVII. La escritura barroca gira en torno a la contemplación del mal, que abarca varios elementos, como los de la alienación lingüística, el cuerpo, el pecado y lo femenino. Como consecuencia surge la moral rigurosa con respecto a la referencialidad sexual. En La tríbada falsaria, la relación homosexual que no carece de la voluptuosidad dispone de sus analistas éticos, entre ellos, Juana y Daniel, quienes “se tornan súbitamente en juzgadores del hecho desde una dimensión metafísica, de enfermos imaginarios pasan a ser severos moralistas en activo” (Rodríguez de la Flor 1993: 71). En el mundo morboso en el que los protagonistas poseen pasión de interpretar ciertas escenas de la perversión humana el Dios se ha retirado definitivamente. Miguel Espinosa pone en boca de la mujer tríbada de Damiana para declarar la incredulidad en Dios: “No creo en Dios” —dice Damiana Palacios, boticaria de cuarenta años. Y habla sin gravedad, entusiasmo ni arrojo. Más que la expresión de una convicción, la afirmación revela una manera de estar en el mundo; equivale a manifestar: “La cuestión de la existencia divina no me interesa”. (Espinosa 1980: 41). 116 《虛假女同志》─艾斯比諾薩的神學小說 Ciertamente, la figura de Damiana responde a la cultura burguesa en la que se produce una creencia posmoderna contra evangelio. En vez de ser la fuerza divina, lo que le emociona a Damiana son la quiromancia y la cartomancia. Conviene indagar el motivo por el que se niega a la postura evangelista en el texto. Remontándose a la mentalidad barroca, se pone de relieve un concepto elemental acerca del nexo establecido entre lo divino y la creación, indicando que el Dios se manifiesta como el hacedor complejo y tortuoso, puesto que “su creación mundana no es sino una parte oscura y negativa que segrega su lado radiante y celestial” (Rodríguez de la Flor 2007: 180). En este sentido, uno abraza el mal sin tener en cuenta el pulular de la acedia, el aburrimiento o la abulia. La acedia, igual al tedio, es experimentada por Damiana para llevar a cabo los movimientos necesarios en la cotidianidad. He aquí un pasaje que muestra expresamente la idea mencionada: Damiana vive la simple actividad o continuo mudar no intencional, cuyo único fin estriba en ser movimiento. Esto se llama tedio. (...) Es Damiana, el tedio, un ser que no conoce a Dios; perpetuamente hace, y tiene muchos nombres. No se angustia, no se acongoja, se adapta y es movimiento. Otros insectos, acá o allá, estridulan a veces. (Espinosa 1980: 230-232) Se reclama de modo preciso la lógica con la que uno se enfrenta al mundus inintelligibilis. La lógica resulta ser la que expone una reacción o alternativa ante lo mundano y ante las esferas sociales. A través del personaje femenino de Damiana, encarnación de Mercedes Rodríguez García, la musa sumamente apreciada por Miguel Espinosa, se destaca el panorama burgués que representa un modo de existencia de la masa pública. Además de ello, en el momento en que Damiana ejerce el devenir mímico y el movimiento constante del tedio, el autor yuxtapone el silencio de la mutación interior de la protagonista y la estridencia del mundo exterior al mismo tiempo. Recurriendo a la metamorfosis del insecto, asociada al proceso de la inmersión del aburrimiento, el instante del movimiento se recobra en el silencio. A esto hay que añadir la sección 47 de La fea burguesía titulada “El silencio”, correspondiente precisamente al recurso estético e ideológico del autor, en la cual se puede vislumbrar el estado paradójico mediante el tono paródico: Sobre la quieta flor, un instante, sesgadamente, se estremecen unos élitros 117 淡江人文社會學刊【第四十三期】 en el seno del silencio; después, el gran continente sigue ocurriendo. (Espinosa 2006: 298) El mundo de Damiana trae consigo el hondo extrañamiento en el que Daniel vive sumergido y derrotado. Dado el envilecimiento de la mundanalidad, existe algo incomprensible respecto al damianismo que confunde lamentablemente a Daniel. Lo cierto es que la cultura burguesa pertenece indiscutiblemente a una forma de mentalidad que prescinde de la “teoría”. Podemos encontrar el siguiente fragmento en el que Juana se refiere a lo inteorizable encarnado en el valor de la “clase gozante(9)”: La impotencia de la razón, para enjuiciar lo aparecido, te sume en desesperación: por eso vuelves y retornas al objeto, tu dulce y agria níspola, cercándolo y mirándolo de mil maneras. El objeto, sin embargo, no entrará jamás en tu mente. Considera que Dios te somete a esta prueba. Damiana es inteorizable. (Espinosa 1980: 82) Cobra gran importancia la coincidencia entre el Damianismo y la ideología antiburguesa concretizada en la obra de La fea burguesía. A este respecto, el autor se dedica a la vida contemplativa, a observar los detalles del círculo atribuido a lo inteorizable y crea un signo peculiar de la mujer burguesa en la figura de Damiana. Se descubre que el bolso repleto es como símbolo de poder y prosperidad. He aquí un pasaje en el que hace una trampa fenomenológica con el fin de resaltar el tema indicado: El método que hoy uso para enjuiciar los comportamientos, me confirma que esa energía provenía de la seguridad que genera en tu alma en contacto de tu bolso repleto. ¡Ojalá que ese bolso no se agote, a fin de que la duda, el temor de Dios y el terror a la casualidad no tornen a tu espíritu! (Espinosa 1980: 125) Uno de los elementos característicos del Barroco es la preocupación de los seres humanos por el paso del tiempo ante el destino. Los personajes de la Tríbada se encuentran en el proceso delicado al que se refiere en la obra autobiográfica del autor, Asklepios: ¿No llegará un momento en que a cada aparición corresponda un estado de ánimo, y a cada estado de ánimo una aparición? Pues bien: si en lugar de ver el mágico ovillo, vemos el mundo como un ser siempre acaeciente, nuestro estado de ánimo y su constante emoción, nuestra disposición, se 118 《虛假女同志》─艾斯比諾薩的神學小說 llamará expectación. Al ponerse, pues, el hombre en contacto vivo con las cosas, o sumergirse en ellas, surge la expectación, que nos hace sentir el mundo como un devenir o ir siendo sumamente interesante, un proceso donde el instante añora y espera la novedad del instante siguiente. (Espinosa 1987: 84) (El subrayado es mío) A fin de cuentas, antes de reflexionar sobre los hechos, se genera de modo espontáneo la continuidad entre el pasado y el presente en los mismos hechos. Los objetos sólo pueden ser conocidos o reconocidos cuando se han perdido. El tiempo en el que el personaje Daniel se ve obligado a actuar y murmurar es el pretérito nacido en el texto atemporal que busca la eternidad. Así, Juana, en el papel de terapeuta-moralista, le advierte con osadía en torno a la viveza de carne, pintada de manera impresionante en la galería del tiempo: “Te has detenido en el pretérito, a su seno has regresado y allí te has aposentado, sepultándose en Damiana, puro acto oculto. ¿Quieres ser el gusano de su carroña fermentada, o prefieres que ella lo sea de la tuya?” (Espinosa 1980: 105). Resulta patente la predilección del autor por revelar el hecho de la encarnación del Maligno sobre la Tierra. De este modo, se concibe particularmente una variedad metafísica implicada en el discurso barroco. El hecho de que los comentadores organicen el tribunal moral en la parte final de La tríbada falsaria titulada “Comento” en orden a enjuiciar y condenar a las féminas, viene a resaltar la orientación misógina de Espinosa. Éste no se limita a formular el cuerpo desinhibido de las “maridas”, sino que pretende arrancar la sociedad de los maternales brazos, insinuando el paso de lo femenino a lo masculino, tal y como ha apuntado Antonio Campillo Meseguer, es “de la naturaleza al espíritu, de la felicidad a la responsabilidad, de la biología a la abstracción” (Campillo Meseguer 127). Conclusión En general, las obras espinosianas se presentan como un proyecto artístico, ético y filosófico. A mi juicio, en La tríbada falsaria se fundamenta un nexo sólido entre la expresión del vértigo y la búsqueda de una forma de existencialismo. El mundo literario de Miguel Espinosa se caracteriza particularmente por la mezcla de un movimiento constante de responder y de silenciar. Se puede considerar que la obstinación en seguir respondiendo y analizando la estructura textual se debe a su convicción de que no es que 119 淡江人文社會學刊【第四十三期】 no haya respuesta, es que existen infinitud de ellas. Empero, a través de la obra, el autor nos sugiere la necesidad impetuosa de asumir el carácter paradójico de los objetos a nuestro alrededor, incluso acoger la más íntima contradicción de nuestra identidad. Resulta lógico que el procedimiento traiga consigo mecanismos particulares con los que se revela cualquier hecho trivial, ya que en la medida en que se desarrolla un relato inacabable, las cosas banales se van tornando en las que nos asombran y que nos incitan a bucear en su otra dimensión trascendental. La palabra compartida entre el propio autor y sus personajes comentadores posee fundamentalmente un poder redentor y sugestivo. El poder redentor radica en la acción que se realiza con la finalidad de explicitar el sentido de la existencia, que no puede carecer de la no-existencia. Basta con repasar la observación esencial de Sloterdijk respecto a ello: “El existencialismo seguirá tuerto y patético en tanto no consiga reflejarse en un inexistencialismo como equivalente necesario” (Sloterdijk 149). El poder sugestivo, a su vez, coincide con el malestar que manifiesta el propio autor ante la cultura burguesa, encarnación del Maligno sobre la Tierra. Sin lugar a dudas, la estructura formada por la fragmentariedad y por una especie de tratados considerada ¨summa¨, desemboca en un libro infinito y abierto. Consciente de que los seres humanos muestran su realidad en el acto de habla, al igual que sus personajes se configuran por sus discursos, Miguel Espinosa adopta múltiples registros de voces a fin de resaltar tanto el perpetuo extrañamiento como el desconcierto intelectual. Con todo, se puede encontrar su observación teológica y reflexiva en las intrigas utilizadas en la obra. Efectivamente, La tríbada falsaria contiene un desencanto crítico que nos sorprende y, sin embargo, es precisamente este desencanto el que produce la nueva óptica con la que llagamos a desentrañar un mundo tan aislado y desterrado como el del autor murciano. Quizá, el sentido de extrañamiento que establece a raíz de la vivencia en busca de la respuesta respecto al misterio refleja el temor y el desasosiego más profundo ante el porvenir, al mismo tiempo que se nos entreve el acendrado dolor de algo siniestro de lo presente. Con el dictamen de Giorgio Agamben sobre el acervo de la palabra en la cultura occidental, llegamos a la conclusión de que Miguel Espinosa ejerce la capacidad fantasmática de hacer aparecer como perdido un objeto inapropiable (Agamben 53). Prescindiendo de cualquier interioridad, se sume en la descripción de la exterioridad considerada como conjunto de objetos, como el fenómeno puro, lo cual no desemboca en 120 《虛假女同志》─艾斯比諾薩的神學小說 lo superficial, sino más bien viene a filosofar su comportamiento de nombrar lo más posible que pueda en el sentido teológico. 121 淡江人文社會學刊【第四十三期】 Notas (1) Tríbada: Theologiae Tractatus, publicada en 1987, es obra conjunta de La tríbada falsaria (1980) y La tríbada confusa (1984). (2) En 1964 Miguel Espinosa hizo amistad con José López Martí. Éste, dotado de gran sensibilidad e inteligencia, igual que Espinosa, se interesó por la filosofía y la literatura. A partir de entonces, se convirtió en amigo íntimo, interlocutor y confidente de Espinosa. Lo que nos llama la atención es la participación del personaje creado con el mismo nombre de José López Martí en las obras espinosianas. No es de extrañar que López Martí desempeñe un papel testimonial tanto en la ficción como en la vida real del autor. Sin ninguna duda, la fraternidad que ellos mantienen tiene mucha influencia en los quehaceres literarios de.Espinosa. (3) En 1954 Miguel Espinosa conoció a Mercedes Rodríguez García, segoviana que estudiaba Ciencias Químicas en la Universidad de Murcia. El encuentro inesperado resulta ser decisivo y significante para la trayectoria literaria de Espinosa. La joven, para el autor, además de ser una compañera ideal, le supone un constante acicate en beneficio de su creación literaria. En las obras de Miguel Espinosa, como por ejemplo, la Azenaia de Asklepios y de Escuela de mandarines, la Clotilde de La fea burguesía y la Juana de Tríbada, son las que se inspiran en la figura de Mercedes Rodríguez García. En una entrevista publicada en el periódico La Verdad el 30 de julio de 1978, el autor se refiere a su actitud hacia la relación con las mujeres: “Soy mujeriego, pero, bueno, eso habría que matizarlo mucho. No puedo vivir sin tener relaciones con una mujer, pero tienen que ser unas relaciones muy constantes, muy largas y muy lentas. O sea, que la mujer es el otro que me oye y al que voy analizando, investigando. Para mí, la conquista de una mujer es un proceso de conocimiento. Necesito a lo mejor tres meses y ya entonces quiero tener con ella relaciones eternas. Por eso busco siempre una mujer única, para poder hablar con ella y marginarla” (García Martínez 195). (4) Texto de la ponencia leída por José Antonio Pérez Bowie en el Curso Extraordinario “Miguel Espinosa (1926-1982): espacio biográfico; universo literario”, Universidad de Salamanca, noviembre de 1990. (5) El filósofo austríaco estudia el conocimiento del mundo partiendo de la perspectiva lógica y de lo místico. La lógica revela todo lo que se puede decir, a saber, da cuenta de todas 122 《虛假女同志》─艾斯比諾薩的神學小說 las posibles proposiciones y hechos sucedidos, a los cuales denomina la estructura del mundo. Empero, lo que la lógica no es capaz de descifrar es la causa por la que la estructura aparece de esta manera. Lo místico, a su vez, estriba en lo mostrado, lo que no se puede decir y, especialmente, lo trascendental. Se trata de una tendencia de los seres humanos de desentrañar algo más allá de los límites del lenguaje, impuestos por la lógica. Véase la obra más reconocida de Ludwig Wittgenstein, Tractatus Logico-Philosophicus. (6) Véase el único texto dramático de Miguel Espinosa, una pequeña pieza escrita entre 1978 y 1979, “Juicio y expiación de Ángeles Hernández”, que aparece en la revista El Urogallo en 1991. En esta obra teatral, el autor destaca el discurso recurrente del juicio y el tema de la ética. (7) Véase el artículo del suplemento del diario La Verdad, escrito por Lorenzo Miralles López, en el cual desarrolla el tema de extrañamiento místico en relación con el lenguaje y el plano teológico. (8) En la entrevista titulada “Encuentros con las letras”, realizada por Esther Benítez en 1981. (9) La denominada “clase gozante” proviene de la novela titulada La fea burguesía, escrita entre 1971 y 1976 por Miguel Espinosa. En la obra, valiéndose del método fenomenológico, el autor retrata de forma extraordinaria la clase media y la clase gozante respectivamente. La sección de la clase gozante versa sobre Camilo y Clotilde, parejas en busca de éxito material. Veamos lo que define Camilo con respecto a ello: “No olvides que yo soy trivialidad, altanería, vanidad, dureza, interés, tedio, inmediatez, cálculo, fidelidad a lo próspero, mímica, vocablo vacío, sumisión ante los hechos, conformismo, antipensamiento, mentira, falsa brillantez y enemigo de toda profundidad; en suma, la clase gozante” (Espinosa 2006: 171). Lanosa, otro personaje que intenta seducir a Clotilde con su sabiduría y con su escritura, resulta ser el interlocutor al que Camilo se empeña en criticar despiadadamente partiendo de su posición social. El verbo de vida o de inteligencia, caracterizado por la llamada “teoría”, representa el valor despreciado por Camilo, que vive al amparo del Benefactor. Bibliografía Agamben, G. (2006). Estancias: La palabra y el fantasma en la cultura occidental. Valencia: PRE-TEXTOS. 123 淡江人文社會學刊【第四十三期】 Bellón Aguilera, J. L. (2006).“El monopolio de la humanidad: Silencio y sociedad en el Epílogo de Tríbada”, Los tratados de Espinosa. La imposible teología del burgués. Edición de: Vicente Cervera Salinas, María Dolores Adsuar y María del Carmen Carrión. Murcia: Universidad de Murcia, 87-98. Benítez, E. (1981).“Encuentros con las letras”, Entrevista a Miguel Espinosa con motivo de la publicación de La tríbada falsaria. TVE-2. Campillo Meseguer, A. (2006).“Ficción y verdad en Miguel Espinosa”, Los tratados de Espinosa. La imposible teología del burgués. Edición de: Vicente Cervera Salinas, María Dolores Adsuar y María del Carmen Carrión. Murcia: Universidad de Murcia, 99-130. Dubois, C. G. (1980). El manierismo, Barcelona: Península. Espinosa, M. (1980). La tríbada falsaria. Barcelona: Los libros de la frontera. ———. (1987a). Asklepios. El último griego. Barcelona: Los libros de la Frontera. ———. (1987b).“Carta a Juan Ramón Masoliver”, Quimera, n. 64, 53-54. ———. (2006). La fea burguesía. Madrid: Torreaguna. Francisco, M. de. (1987).“De la novela a la teología”, Quimera, Barcelona, n.º 64, 40-41. García Jambrina, L. (1998). La vuelta al logos. Madrid: Ediciones de la Torre. García Martínez, J. (1986). “¿Quién es Miguel Espinosa?”. La Verdad, Murcia, 30 julio 1978; reimpr. en Barcarola, Albacete, n.º 26, julio 1986, 190-196. Gómez Garrión. (1975).“Miguel Espinosa, autor de Escuela de Mandarines, ha escrito una nueva novela: Clase media”, La Verdad, Murcia: Semanario, 19 octubre, supl.“Páginas Dominicales”, 10-11. Gómez Romero, I. (1986). Husserl y la crisis de la razón. Madrid: Cincel. Hernández González, B. (2006).“Comentarios a una pieza teatral de Espinosa a modo de juicio”, Los tratados de Espinosa. La imposible teología del burgués. Vicente Cervera Salinas, María Dolores Adsuar y María del Carmen Carrión (eds.).Murcia: Universidad de Murcia, 157-174. Husserl, E. (1982). La idea de la fenomenología. Cinco lecciones. México, Madrid, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica. López Precioso, J. L. (1981).“Miguel Espinosa, entre la lucidez y la herejía”, El Rotativo Cultural, Murcia, n.º 1, febrero, 6-7. Parra, A. (1996).“Entrevista con Miguel Espinosa”, El Urogallo, Madrid, n.º 119, 16-21. Pérez Bowie, J. A. (1990).“La estructura polifónica de la Tríbada”, texto de la ponencia leída 124 《虛假女同志》─艾斯比諾薩的神學小說 por el autor en el Curso Extraordinario «Miguel Espinosa (1926-1982): espacio biográfico; universo literario», Universidad de Salamanca. Rodríguez de la Flor, F. (1993). «Miguel Espinosa: de la narrativa posmoderna al discurso neobarroco», Anales de Literatura Española de la Universidad de Alicante, n.º 9, 61-78. ———. (2007). Era melancólica. Barcelona: Ediciones UIB. Sánchez Rosillo, E. (1994).“El eremita en Murcia: Los trabajos y los días de Miguel Espinosa”. Miguel Espinosa: Congreso, en Victorino POLO GARCÍA (ed.), 125-146. Sloterdijk, P. (2008). Extrañamiento del mundo. Valencia: PRE-TEXTOS. Vicente Fernández, A. (1994). “La novela intelectual en Miguel Espinosa”, Miguel Espinosa: Congreso, Edición de Victorino Polo García, 665-673. Wittgenstein, L. (1961). Tractatus logico-philosophy, German-English, London: Humanities Press. 125