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Cuadernos de Arte Rupestre • Número 3 • Año 2006 • Páginas 161-184
Avance al estudio de la represen-
tación del canis familiaris en la
pintura rupestre postpaleolítica
Sacramento Jiménez Lorente *
M.ª Manuela Ayala Juan **
RESUMEN
En este estudio abordamos la presencia de canis familiaris en la
fauna de la pintura rupestre postpaleolítica. Es habitual entre los
autores incluir a estos animales dentro del grupo genérico de los cuadrúpedos ya que resulta difícil en muchos casos identificarlos por los
rasgos físicos que presentan. Sin embargo, a través del análisis del
lenguaje corporal se ha podido identificar su representación.
PALABRAS CLAVE
Canis familiaris, domesticación, pintura rupestre, postpaleolítico.
ABSTRACT
This is a work about the Canis familiaris presence throught the
postpaleolithic rock art paintings of animals. Usually they have been
included in the generic group of the quadrupeds because of the difficulties to identificate them only by some fisical details. But their de
body language has helped us to spot.
KEY WORDS
Canis familiaris, domestication, rock art, postpaleolithic.
* [email protected]
** Departamento de Prehistoria, Arqueología, Historia Antigua, Historia Medieval
y Ciencias y Técnicas Historiográficas de la Universidad de Murcia. [email protected]
CUADERNOS DE ARTE RUPESTRE
1. Introducción
Lobos y perros pertenecen al género canis de la gran familia canidae y
respectivamente a la especie lupus y familiaris. El perro, al igual que el
lobo, puede ocupar medios geoclimáticos muy diferentes y su dieta
es muy diversa; la alimentación varía en función de las regiones que
habite, dependiendo de las zonas el lobo explotará aquellos recursos
más disponibles, de tal forma que, como afirmó Barrientos, en las
regiones septentrionales los lobos se alimentan de alces, renos, ciervos y corzos y, sin embargo, en zonas muy humanizadas, como la
meseta castellana, el lobo basa su alimentación en conejos y liebres
(Barrientos, 1989: 22-26). También en épocas de escasez de alimento las manadas de lobos y en algunos casos de perros salvajes bajan
a los valles en busca del ganado e incluso de los desperdicios generados por el hombre, este hábito facilitó desde los primeros momentos
el contacto con las comunidades humanas (Tellería y Sáez-Royuela,
1989; Blanco et alii 1990).
El lobo es un animal social que vive fuertemente vinculado a un
grupo-manada, que al mismo tiempo es la base de la estructura social.
Además, una de las características que presentan las manadas de lobos
es que siempre existen ejemplares más dóciles, que en ocasiones son
rechazados por la propia manada y quedan aislados en las zonas boscosas. Serían éstos los primeros que pudieron optar por vivir cerca de
los asentamientos humanos, alimentándose de los restos que éstos
dejaban. Las gentes prehistóricas, por su parte, debieron encontrar útil
la presencia de aquellos animales que de noche avisaban con sus ladridos de la llegada de intrusos y que, además, les libraban de los restos
que desechaban. Quizá los perros empezaron a seguir al hombre
durante la caza para alimentarse de los despojos resultantes del despelleje y limpieza del animal cazado. Posiblemente, esto ya se diera
entre las sociedades depredadoras, como parece demostrar la presencia de restos de canis familiaris en niveles del Magdaleniense inferior
documentados en el yacimiento de Eralla (Altuna y Mariezkurrena,
1985: 87-111). Por otro lado, Fogle afirmó que era posible que los
lobos siguieran a los grupos humanos y las camadas de cachorros de
lobo fueran adoptadas por los humanos después de haber asesinado
a sus padres (Fogle, 1996: 15).
2. Una aproximación al lenguaje corporal del canis
familiaris
Un aspecto importante a tener en cuenta en el estudio que realizamos
acerca de la representación de los cánidos en la pintura rupestre, a fin
de poder extraer datos acerca de la función o funciones que estos ani162
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males pudieron desempeñar en las sociedades prehistóricas, es el
análisis de las actitudes que se pueden observar a través de su lenguaje corporal. Para ello nos basamos en la investigación de Rivas
Gonzálvez y Castro Baldellou (2004). Estos autores realizaron un
estudio sobre psicología canina en el que analizaron el lenguaje corporal de estos animales, lenguaje por el cual podemos conocer su
situación anímica en cada momento, es decir, si está tranquilo o
mantiene una postura amenazante o temerosa. Para ello tuvieron en
cuenta la posición de las orejas y la cola, la expresión de los ojos y
hocico, así como la postura de su cuerpo en función de las patas, la
cabeza, la cola y las orejas. Es interesante este análisis ya que a través
de él podremos entrever la actividad que está realizando el animal
representado.
En primer lugar las orejas; si éstas se mantienen erguidas hacia
delante, ello indica atención o que estudian una nueva situación. Las
orejas vueltas hacia atrás y paralelas a la cabeza, generalmente está
ligado a cualquier tipo de desafío, aunque también es cierto que
algunos perros las colocan así al caminar o correr; en este caso no
tiene significado. Las orejas orientadas ligeramente hacia atrás, el
perro puede estar dudando entre huir o atacar, equivalen a una mirada de sospecha. Cuando las orejas están vueltas hacia atrás y muy
pegadas al cráneo indica que el animal tiene miedo.
La posición de la cola también es muy significativa, cuando la
mantienen extendida horizontal pero no tiesa, es señal de atención
ante algo que le interesa. Cuando la cola está extendida horizontalmente y tiesa, el can toma esta posición al enfrentarse contra un
posible intruso, significa “a ver quien manda aquí”. La cola erguida
y curvada sobre la grupa implica confianza, control y autodominio.
Cola ligeramente baja pero apartada de las patas traseras, el animal
está tranquilo. Cuando la cola está hacia abajo y cercana a las patas
traseras, y las extremidades están rígidas y agita levemente la cola
viene a decir, “no me siento bien”, si las patas están ligeramente flexionadas es una muestra de que el perro siente una leve inseguridad,
esta postura es común cuando está fuera de su medio habitual. Cola
oculta entre las patas, denota temor o sumisión, tiene miedo a que
le hagan daño, o bien, en presencia del miembro dominante de la
manada, expresa que “estoy de acuerdo con mi papel secundario y
no voy a desafiarte”.
El hocico es otro de los rasgos característicos, la boca relajada y
entreabierta con la lengua poco visible, viene a ser lo que en las personas es una sonrisa. El bostezo señala estrés o tensión, el perro está
tenso o inquieto. La boca cerrada, labios levantados enseñando los
dientes es igual a una primera señal de amenaza. Cuando la boca se
mantiene entreabierta, los labios levantados enseñando los incisivos
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y el hocico fruncido, es la segunda señal de amenaza, si se presiona
al perro, responderá con un ataque. La boca entreabierta, los labios
levantados enseñando los incisivos y las encías y el hocico fruncido,
inequívocamente precede a un ataque inmediato.
Por último, otra cuestión a tener en cuenta son las posturas; cuando el can se mantiene agachado con las patas delanteras extendidas, el
lomo erguido y la cabeza cercana al suelo, el animal quiere jugar y te
anima a participar. Una posición en pie, con las orejas erguidas pero no
adelantadas, la cabeza alta, la boca entreabierta y la cola baja y relajada, el can está relajado y contento. El perro también en pie sobre sus
cuatro patas, aunque en este caso ligeramente inclinado hacia delante,
la cola erguida, los ojos muy abiertos, la boca cerrada y los miembros
rígidos, el perro está en estado de alerta y mantiene una actitud de mostrar autoridad. Si está erguido, ligeramente inclinado hacia delante,
orejas hacia delante, cola erguida y erizada, ojos muy abiertos, hocico
arrugado, pelo erizado y miembros rígidos, indica que estamos ante
un perro muy dominante que amenaza atacar si se le desafía. Cuando
su posición es ligeramente inclinada hacia atrás, pelo erizado, orejas
hacia atrás, cola entre las piernas, hocico arrugado enseñando los dientes, perro asustado pero dispuesto a atacar si se le provoca. La posición
agachada, con la mirada baja, las orejas hacia atrás, la cola entre las
piernas, pelo no erizado y pata levantada, son señales de sumisión para
evitar peleas. En sumisión total, además se tumba sobre la espalda,
mostrando el estómago y la parte inferior del cuello. Cuando coloca la
cabeza o la pata sobre el lomo de otro perro, es un gesto de autoridad,
indica que “aquí mando yo”. (Rivas y Castro, 2004).
3. La representación de cánidos en la pintura rupestre
paleolítica
Hasta este momento todas las representaciones documentadas están
relacionadas con el canis lupus. Los primeros estudios donde se hace
referencia a la presencia de cánidos tienen lugar a principios de siglo
por H. Alcalde del Río, H. Breuil y L. Sierra, cuyos resultados fueron
publicados en 1911 en la obra Les Cavernes de la Region Cantabrique.
Estos investigadores documentaron en la Cueva del Castillo un total
de ciento cuarenta figuras de animales, además de más de cincuenta
manos negativas y otros tantos signos, todas ellas ejecutadas a lo
largo de varias fases del Paleolítico superior. Este primer inventario
incluía entre el bestiario presente en esta cueva figuras de ciervas,
ciervos, caballos, bisontes, cabras, uros y temas más escasos en el
área cantábrica como cánidos.
Posteriormente Jordá Cerdá recogió la presencia de posibles
cánidos en las plaquetas grabadas y pintadas de la Cueva del
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Parpalló en Gandía (Valencia), y aunque no especificó el tipo, sí los
situó cronológicamente entre el Gravetiense y el Magdaleniense final
(Jordá Cerdá, 1985: 11-16). En un estudio posterior llevado a cabo
por Villaverde acerca de la fauna representada en la plaqueta afirmó
que las especies más representadas son de mayor a menor, los cápridos, los équidos, los cérvidos y los bóvidos, a éstos incluía, aunque
con muy escasa representación, un lince, cuatro jabalíes, tres cánidos
indeterminados, tres zorros, un mustélido y un par de aves. En cuanto a los cánidos, Villaverde consideró que debían ser lobos atendiendo sobre todo a la forma de las orejas y configuración de la cara
(Villaverde, 1994: 160-162).
González Echegaray citó recientemente la presencia del lobo en
la Cueva de Altamira localizado entre la manada de bisontes del
gran techo (González, 2005: 120).
4. La representación del canis familiaris en la pintura
rupestre postpaleolítica
La representación de los cánidos en las pinturas de arte levantino y
esquemáticas postpaleolíticas es muy abundante y en la mayor parte
de las ocasiones el representado es el canis familiaris. En muchos
casos no son recogidos por los investigadores y en ocasiones se da la
circunstancia de que éstos discrepan en sus interpretaciones. Este
hecho se constata desde los primeros momentos de la investigación
y un ejemplo de ello ya lo plantearon Breuil, Cabré Aguiló y
Hernández Pacheco. En este caso, Breuil, en la recopilación que realizó de la pintura rupestre esquemática de la Península Ibérica, confirmó la presencia de perros en los yacimientos de La Cueva del Tajo
de las Figuras, Bacinete, Arco y Pajarraco (valle de Palmones) en
Cádiz; Buitres y Malas Cabras en Badajoz; Rabanero en Ciudad Real;
La Cueva Negra de Meca en Albacete y también en El Canchal de las
Cabras Pintadas de Salamanca (Breuil, 1933-1935: 148, nota 1, vol.
IV). Sin embargo, Cabré Aguiló y Hernández Pacheco no reconocieron la representación de perros en las pinturas gaditanas que ellos
habían publicado previamente y tan solo señalan la presencia de
canis lupus en la Cueva del Tajo de las Figuras y Arco (Cabré y
Hernández, 1914: 20 y 27; en Acosta 1963: 54).
Dentro del arte de estilo levantino se han documentado representaciones claras de perros en la Cueva de la Vieja de Alpera en
Albacete, en la Cueva Remigia de Castellón y en Os de Balaguer en
Lérida.
La Cueva de la Vieja de Alpera en Albacete es un abrigo descubierto en 1910 por Pascual Serrano quien, junto con Breuil y Cabré,
publicó los primeros estudios dos años después de su hallazgo
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(Breuil, Serrano y Cabré, 1912: 529-562). En la década de los sesenta vuelve a estudiarlas Beltrán (1968: 229-236) y posteriormente
Alonso y Grimal (1990) realizaron un estudio monográfico de las
mismas. El abrigo se localiza junto al caserío de El Bosque y muy cercano a un manantial de agua. Las pinturas se distribuyen en un friso
de diez metros y medio donde se representan más de ciento treinta
figuras en distintas tonalidades de rojo. En cuanto a la temática, destacan las escenas de cacerías de ciervos y en la parte central del abrigo un grupo de toros alineados que Beltrán relacionó con los toros
de Albarracín y con el Monte Arabí (Beltrán, 1968: 229).
Dos cánidos forman parte de una escena de caza con ciervos y
arqueros; los cánidos se localizan en distintos niveles y se dirigen
hacia la derecha, el situado en la zona superior (fig. 1, 1) presenta
un hocico fino y está representado en actitud de trote, con la cola
extendida horizontalmente pero no tiesa y hacia delante, destacándose sus orejas erguidas igualmente hacia delante denotando así una
atención especial ante una situación novedosa. El segundo cánido
Figura 1. Cueva de la Vieja (Alpera, Albacete). Calco de J. Cabré Aguiló.
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(fig. 1, 2) está situado entre la figura de un cáprido y un cérvido,
posiblemente un macho, ambos poseen una amplia cornamenta.
Este cánido está representado con su cola más erguida, no se destacan sus orejas, dando la sensación de caminar, su cola está mucho
más erguida y elevada indicando confianza, control y autodominio.
La Cueva Remigia de Castellón fue descubierta en 1934 por J. Porcar
y publicada un año después junto con H. Obermaier y H. Breuil (Porcar,
Obermaier y Breuil, 1935); posteriormente volvió a retomarla A. Beltrán
en 1968 (fig. 2). Tiene unas dimensiones de 17 metros de largo y está
dividida en cavidades de las que tienen pinturas cinco de ellas dispuestas consecutivamente. Las pinturas son de color rojo (claro, oscuro y carmín) o negro, dándose algunas trazas que están repintadas de negro
sobre rojo. Las figuras son 319, de las que 217 son hombres e instrumentos de su uso y 102 son de animales. En cuanto a estos últimos, 25
son ciervos, 15 jabalís, 21 cabras, 4 toros y un número considerable de
cuadrúpedos indeterminados. La actividad fundamental del friso es la
caza y gran parte de los animales se muestran heridos y alguno derribado o muerto (Beltrán, 1968:171-174).
En la cavidad V identificamos un cánido que forma parte de una
escena de caza; se dirige en actitud de carrera hacia la derecha manteniendo la cola extremadamente larga en posición alta y con las
Figura 2. Cueva Remigia V (Ares del Maestre, Castellón). Parte izquierda de la composición. Calco de J. B.
Porcar.
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orejas erguidas de tal modo que parecen caer por sus extremos denotando una señal de atención, actitud acorde con las orejas hacia
delante y su cola erguida ante una nueva situación que le interesa
sobremanera (fig. 2, 1).
En Os de Balaguer de Lérida se representa una cierva perseguida
por dos cánidos. Estas pinturas fueron descubiertas por L. Díez
Coronel quien las publicó en 1975 (fig. 3). El conjunto comprende
figuras del estilo levantino, aunque la mayor parte pueden incluirse
en una tendencia esquemática y están pintadas tanto en color rojo
oscuro como en negro. El número total de figuras identificadas es de
25, de las cuales hay tres humanas que forman una escena de baile
totalmente esquemática. Los cuadrúpedos realizados con tintas planas, de los cuales destacan una cabrita y una cierva que es perseguida por dos cánidos, también se documentan otros signos o manchas
de difícil interpretación.
De los cánidos que supuestamente persiguen a la cierva, el primero de ellos y más adelantado (fig. 3, 20), tiene las orejas erguidas
con la cola ligeramente levantada mirando con atención al segundo
y más retrasado que, igualmente, muestra la misma actitud y está
representado con una amplias orejas también erguidas y ligeramente hacia delante (figura 3, 19).
En el más puro estilo esquemático se han documentado en el
Abrigo de la Mortaja de Hellín (Albacete), en los yacimientos sorianos de Valdecaballos, el Peñón de Majuelo, La Peña Somera y El
Figura 3. Os de Balaguer. Calco de Díez-Coronel y Montull.
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Mirador. En El Canchal de las Cabras de Salamanca, en la Cueva del
Tajo de las Figuras de Benalup en Casas Viejas (Cádiz); en la Cueva
de los Herreros de Jaén. En la Región de Murcia se han documentado en Calasparra, en los Abrigos del Pozo y en el término municipal
de Moratalla, en uno de los abrigos de las Casas de Charán y en un
abrigo de El Rincón de las Cuevas II.
El abrigo de la Mortaja que recibe su nombre por estar localizado en el barranco del mismo nombre; Breuil estudió dos abrigos
situados en la misma cuerda rocosa y con poca distancia uno de
otro; en el segundo, H. Breuil recogió la presencia de un cánido
(Breuil, 1935: 54-55).
La cavidad, que tiene 35 metros de longitud por dos de profundidad sólo contiene un pequeño grupo de figuras en el sector norte,
que H. Breuil describe como “un cánido sin duda un perro, con la
cola elevada y con tres dedos bien marcados en las patas delanteras
y un dibujo esquemático humano con cuatro pares de apéndices dispuestos simétricamente”. Recientemente volvió a ser estudiado por
A. Alonso y A. Grimal (2003) quienes realizaron un calco diferente
del cánido. El perro mostrado por Breuil es delgado y de patas largas
y anchas al igual que la cola, y su cabeza es muy alargada, con sus
orejas cortas, la cola se representa erguida y ligeramente curvada
hacia la grupa, y la boca ligeramente abierta puede indicar autodominio y control de la situación. La boca ligeramente entreabierta sin
otros signos indicativos de su estado de ánimo (fig. 4, 3).
En Albarracín, en el abrigo de doña Clotilde, P. Acosta mencionó la presencia de un “posible cánido que sigue sumisamente y muy
de cerca a una figura humana, con adorno en la cabeza y provista de
un arco, en nuestra opinión se trata de un hombre que se dispone a
la caza con la ayuda de un perro domesticado para este fin” (Acosta,
1963: 174, figura 59: 8).
En la provincia de Soria hemos recogido la representación de
cánidos a través de los trabajos de T. Ortego, de la obra de J. Camón
quién recogió los hallazgos del anterior investigador y por último,
los trabajos de publicación más reciente llevados a cabo por GómezBarrera. Los yacimientos donde se han identificado claramente cánidos son el abrigo II de Valdecaballos, el Peñón de Majuelo, Peña
Somera y El Mirador.
El abrigo II de Valdecaballos está situado en la cañada de
Valdecaballos, junto al río Pedrajas, fue estudiado por primera vez
por T. Ortego (1965: 207-211) y posteriormente por J. A. GómezBarrera en 1982 y 2001. Las pinturas se localizan sobre un bloque
desgajado e inclinado de amplia superficie regular, tan sólo se conservan seis motivos, concretamente dos cuadrúpedos seminaturalistas, un tercero del que sólo quedan motas de pintura, una mancha
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Figura 4. Abrigo de la Mortaja (Minateda, Albacete). Calco de H. Breuil.
alargada de cuatro centímetros de longitud y dos antropomorfos de
seis y cinco centímetros de altura respectivamente. Los animales se
presentan en disposición vertical. Todas las figuras son de color rojo,
aunque las representaciones de animales están más desvaídas por
estar más expuestas a los fenómenos atmosféricos (Gómez-Barrera,
1982: 126-127 y 2001: 74). Tras analizar las figuras de los dos cuadrúpedos conservados consideramos que, dadas las características
físicas que presentan, estamos ante dos cánidos representados con
sus colas erguidas y curvadas sobre la grupa, dato significativo ya que
sólo se documenta en el canis familiaris si bien la cabeza y las orejas
son menos definitorias. Esa disposición de la cola indicaría confianza y control de la situación en un momento de tranquilidad en el que
no realizaría ninguna actividad. Las disposición de las colas enhiestas y formando las curvaturas son características de los canes que
poseen una larga cola (fig. 5, 1-2).
El Peñón de Majuelo se localiza en la Cañada Honda, fue estudiado en primer lugar por T. Ortego (1951: 298 y 1952: 125), posteriormente fue recogido por J. Camón (1978: 431, figura 430) para en
la década siguiente ser otra vez revisado por J. A. Gómez-Barrera
(1982: 102-106, figura 35). Las pinturas se distribuyen en una cavidad semicircular situada en el frente norte del abrigo. Se identificaron
un total de 22 figuras en color rojo y predominan los cuadrúpedos y
entre ellos hay dos que Gómez-Barrera ya aportó la idea de que pueden ser dos cánidos (Gómez-Barrera,1982: 102-104). Siguiendo el
calco de este último investigador observamos que ambos cánidos se
disponen en paralelo y se dirigen hacia la izquierda en contraposición con el resto de los cuadrúpedos que lo hacen hacia la derecha.
En ambos cánidos se observa que se representan con una cola muy
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Figura 5. Abrigo del Barranco de Valdecaballos (Soria). Calco de J. A. Gómez-Barrera.
corta y erguida, con ligera inclinación hacia adelante, lo que parece
indicar que el animal está observando y el hecho de mostrar la cola
erguida puede indicar confianza y control de la situación. Son animales de proporciones diferentes, más recio el primero (fig. 6, 8) que
el segundo (fig. 6, 9). La cabeza se mantiene alta y posee un cuello
corto y recio con un mayor desarrollo del hocico en el primero y en
ambos casos las orejas no se presentan individualizadas.
La Peña Somera estudiada en primer lugar por T. Ortego (1951:
292-293) y retomada posteriormente por J. Camón (1978: 431, figura 428) y J. A. Gómez-Barrera (1982: 92-96). Las pinturas se distribuyen sobre una roca aislada y están realizadas en color rojo-ocre,
con un total de 17 figuras, la mayor parte de las representaciones
corresponden a cuadrúpedos (Gómez-Barrera, 1982: 92-95, figura
31). Entre los cuadrúpedos destaca el número 10 que tiene diferencias físicas significativas con el resto, particularmente en lo que sería
la cabeza. El animal se representa de perfil con la cabeza girada a su
izquierda lo que permite presentar de frente las orejas muy erguidas
junto con una cola extendida en horizontal lo que denota que algo
repentinamente le ha llamado la atención por lo que gira la cabeza
(fig. 7, 10).
El Mirador fue documentado por T. Ortego (1951: 287-290) y
posteriormente por J. A. Gómez-Barrera (1982: 71-84 y 2001: 134145). Se localizan en el interior de un abrigo y sobre un amplio
panel de 4,70 cm de longitud, donde el color predominante es el
rojo variando las tonalidades entre el rojo fuerte y más tenue. Dada
la amplitud del panel, J. A. Gómez-Barrera lo dividió en diferentes
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Figura 6. Peñón del Majuelo (Valonsadero, Soria). Calco de J. A. Gómez-Barrera.
sectores para facilitar su lectura (fig. 8). En el denominado por este
autor sector B y entre figuras humanas aparece un rebaño o grupo de
nueve cuadrúpedos, que pueden llegar a ser 11, de los que el mismo
autor plantea la dificultad que entraña intentar calificarlos como
cabras, reses u otro animal a pesar de que T. Ortego afirmó que era
un rebaño de siete reses (Gómez-Barrera, 1982: 71 y 76-77, figura
21). Dentro de este grupo de cuadrúpedos identificamos en penúltimo lugar un cánido robusto y de pequeño tamaño que se muestra
en actitud de seguir al grupo o rebaño. Está representado con las orejas erguidas y ligeramente hacia adelante en actitud de estar atento
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Figura 7. Peña Somera (Valonsadero, Soria). Calco de J. A. Gómez-Barrera.
ante cualquier percance y con su cola corta, ligeramente baja y separada de las patas traseras, lo que nos indica que el animal está tranquilo (fig. 8, 1).
El abrigo salmantino de El Canchal de las Cabras fue estudiado
por Breuil (1933-1935:177) y posteriormente volvió a retomarlas P.
Acosta quién identificó una de las figuras como la representación de
un cánido (Acosta, 1968: 51-52, figura 11, nº 3). El cuadrúpedo se
representa de perfil, con el lomo muy curvado, la cola pequeña y la
cabeza y el cuello girados hacia su derecha, sin embargo, no vemos
rasgos físicos lo suficientemente claros que aseguren totalmente que
es un cánido.
Las pinturas de la Cueva del Tajo de las Figuras de Benalup en
Casas Viejas (Cádiz) fueron estudiadas por J. Cabré y E. Hernández
(1914). Las pinturas fechadas como neolíticas y calcolíticas se localizan en un pequeño abrigo y se representan particularmente aves,
cuadrúpedos y antropomorfos. P. Acosta señaló que “de la ganadería quedaría una clara representación en esta figura, en la que puede
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Figura 8. Abrigo de El Mirador (Valonsadero, Soria). Calco de J. A. Gómez-Barrera.
apreciarse un rebaño conducido y guardado por dos perros pastores.
El conjunto, muy interesante, muestra dos aspectos más de la finalidad de la domesticación: el beneficio económico (ganadería) y el de
ayuda al hombre en uno de los trabajos en que se debió ocupar (el
pastoreo)” (Acosta, 1963: 174 y 176).
La Cueva II de los Herreros en Jaén se localiza en la cara noroeste del cerro Veleta y a una altitud de 640 m.s.n.m., fue estudiado por
M. Soria y M. G. López (1989: 124-125, figura 87). Las figuras se
localizan en un abrigo y se agrupan en ocho grupos que se distribuyen por los ábsides del mismo y en los alisamientos rocosos que hay
en torno a ellos. El grupo séptimo se distribuye en dos niveles, está
pintado de rojo carmín y está formado por dos antropomorfos, un
posible cérvido, un sol, una barra de restos de otras pinturas y cinco
zoomorfos que parecen ser cánidos. Sin embargo, nosotras sólo diferenciamos claramente a tres cánidos, uno en la parte superior y dos
en la inferior (fig. 9).
En la parte superior y de izquierda a derecha se muestra a un
cánido aislado que mira a la izquierda y presenta sus fauces abiertas,
su cabeza ligeramente levantada y sus orejas pronunciadas siguiendo la línea superior de la cabeza, las patas delanteras abiertas y un
corto rabo ligeramente levantado, su actitud, al parecer, es claramente amenazante; las orejas orientadas hacia atrás evidencian en el
animal una actitud dubitativa entre atacar o huir, aunque sus fauces
abiertas enseñando los incisivos indican un ataque inminente, en
general, la posición que tiene el animal ligeramente inclinada hacia
atrás, no sólo del cuerpo sino también las orejas y la cola extendida
horizontalmente y tiesa, parecen indicar una situación de ataque
inminente del cánido frente a un ataque externo que amenaza su
territorio.
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Figura 9. Cuevas de los Herreros II (Jaén). Calco de M. Soria y M. G. López.
En la parte inferior y hacia el centro de la escena dos cánidos, el
situado más a la izquierda mira a la derecha, presenta las fauces abiertas con las orejas desarrolladas y ladeadas a ambos lados, su cola muy
pronunciada está erguida y caída hacia el lomo, parece adoptar una
actitud amenazante contra otro cánido más pequeño que ubicado a
la derecha gira su cabeza a la izquierda mirando al anterior, éste presenta las patas abiertas y el rabo desarrollado y erguido.
En la Región de Murcia contamos con los ejemplos de los
Abrigos del Pozo en Calasparra y en Moratalla el del Abrigo II de Las
Casas de Charán y un abrigo de El Rincón de las Cuevas II.
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Los Abrigos del Pozo están situados en la ladera noroeste de la Sierra
del Molino y en la margen derecha del río Segura, a tres metros sobre el
nivel medio del río y a 250 m.s.n.m. Es un abrigo de un interés excepcional ya que, además de contar con representaciones pictóricas, presenta niveles de ocupación prehistórica. Las pinturas fueron estudiadas
y publicadas por M. San Nicolás quien en su último trabajo realizado
las adscribe a la Edad del Bronce (San Nicolás, 1985: 95-118 y 2005:
205-222). En diversas campañas de excavación dirigidas por Martínez
Sánchez, se han documentado diversos niveles de ocupación que, iniciándose en el Paleolítico superior final, seguidas por otros correspondientes al Neolítico y el Calcolítico, para concluir con un hábitat de la
Edad del Bronce. En el nivel VI se hallaron restos de un hogar y el C14
proporcionó una fecha de ocupación neolítica del 6260 +/- 120 B. P.
Durante el año 2004 se llevaron a cabo dos nuevas campañas de excavación cuyo objetivo prioritario fue intentar documentar totalmente la
ocupación del abrigo, constatándose una fase neolítica, otra que podría
corresponder a un Bronce antiguo o incluso a un momento anterior
Calcolítico y otra perteneciente a la Edad del Bronce, además de dos
momentos claramente diferenciados estratigráficamente de época tardorromana (Martínez, 1994: 158 y 159; 2004: 240).
Los dos cánidos se mantienen en paralelo y miran hacia la
izquierda, tienen parecidos físicos importantes en cuanto a tamaño
del animal en general y también mantienen igual similitud en el
tamaño y forma del hocico y orejas, tamaño de patas, tronco y cola
que nos puede llevar a pensar que proceden de una misma camada o
familia canina y que, además, pudieron ser pintados por la misma
mano. Los dos cánidos se mantienen erguidos con las orejas empinadas rectas y la cola enhiesta, lo que parece indicar que los animales están atentos a algo nuevo con lo que posiblemente tengan que
enfrentarse (figs. 10, 11 y 12).
En la comarca del Noroeste murciano, concretamente en el término municipal de Moratalla, se han localizado en el abrigo II de las
Casas de Charán y en El Rincón de las Cuevas II.
En el abrigo II de las Casas de Charán, las pinturas fueron documentadas por A. Alonso y A. Grimal (1997), presenta dos paneles
separados uno de otro por más de dos metros. En el panel I se ha
documentado junto con restos de pintura un cuadrúpedo de color
rojo claro muy desvanecido. El cuadrúpedo, aunque con ciertas
dudas por el mal estado de conservación que presenta en algunas
zonas, puede ser interpretado como un cánido si tenemos en cuenta la disposición del tronco y las patas, tanto las delanteras como las
traseras, lo que pudo ser la cola, prácticamente ha desaparecido, al
igual que gran parte de la cabeza que, aunque gran parte de ella ha
desaparecido, parece estar girada a su derecha (fig. 13, 2).
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3 • 2006
Avance al estudio de la representación del canis familiaris...
Figura 10. Abrigo del Pozo (Calasparra, Murcia). Calco de M. San Nicolás.
El abrigo de El Rincón de las Cuevas II fue documentado por A.
Alonso y A. Grimal (1997), el panel está compuesto por la representación de dos arqueros, una mujer, una figura humana, un cuadrúpedo, unos trazos, restos de pintura y una pareja de zoomorfos.
La pareja de zoomorfos la relacionamos con la representación de
dos cánidos, ambos dispuestos en paralelo se mantienen en postura
erguida con la cola baja y la cabeza alta, denota que los animales a
pesar de estar atentos a cualquier hecho que pudiera surgir se muestran relajados en una actitud de tranquilidad (fig. 14, 1-2).
5. Últimas consideraciones
No es de extrañar la representación de estos animales en el arte
parietal ya que tanto los perros domésticos como su agriotipo, el
S. Jiménez • M.ª M. Ayala
177
CUADERNOS DE ARTE RUPESTRE
Figura 11. Abrigo del Pozo (Calasparra, Murcia). Fotografía de M.ª M. Ayala.
canis lupus o lobo, siempre estuvieron muy cerca de las comunidades
humanas. En España, la presencia del canis familiaris está documentada particularmente a partir del Epipaleolítico, pero hay que señalar el importante hallazgo de un húmero en Eralla (Guipúzcoa) del
que Altuna y Mariezkurrena determinaron como perteneciente probablemente a un perro. Es un húmero al que le falta el extremo proximal,
cuyas medidas son notablemente inferiores a las del lobo y que coinciden con las de perro. La inclusión de este resto en un nivel
Magdaleniense inferior cantábrico está garantizada ya que este nivel fue
datado por radiocarbono en tres muestras que han dado 15.740+-240,
16.200+-240 y 16.270+-240 B. P., además, el nivel inmediatamente
superior es arqueológicamente estéril y en su nivel inferior dio la
fecha de 15.800+-230 y en su parte superior 14.570+-300 (Altuna y
Mariezkurrena, 1985: 87-111). Queda pendiente la confirmación de
que realmente sea de perro y no de un lobo muy pequeño, ya que
estaríamos ante el resto de perro más antiguo documentado hasta el
momento a nivel mundial.
Desde los primeros momentos el hombre debió comprender las
grandes ventajas que podría tener con la presencia de estos animales
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Figura 12. Abrigo del Pozo (Calasparra, Murcia). Fotografía de M.ª M. Ayala.
Figura 13. Casas de Charán II (Moratalla, Murcia). Calco de A. Alonso y A. Grimal.
CUADERNOS DE ARTE RUPESTRE
Figura 14. Rincón de las Cuevas I (Moratalla, Murcia). Calco de A. Alonso y A. Grimal.
en sus poblados. El perro es un mamífero doméstico que presentaba unas cualidades muy útiles al hombre, acompaña y ayuda a la
caza enfrentándose a animales que le ofrecieran algún peligro. En las
actividades ganaderas cuida de las ovejas al tiempo que las protege
de otros carnívoros como los lobos, y en los poblados avisa de la llegada de intrusos a los que incluso persigue y acosa. Otra actividad
que pudieron realizar era arrastrar pequeños carros como se constata a través de la etnografía, en la que tenemos un claro ejemplo en
los indios de las llanuras norteamericanas, según escribió en 1541
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Avance al estudio de la representación del canis familiaris...
un español que formaba parte de la expedición del buscador de oro
F. Vázquez de Coronado, los indios transportaban sus productos con
ayuda de los perros, los utilizaban para acarrear un dispositivo compuesto por dos postes largos que en el centro sustentan la carga
(Zimmerman, 2002: 49). También hay constancia de su empleo
como animales de tiro en otras latitudes, tal es el caso de los habitantes del Círculo Polar Ártico, quienes antes de la llegada del caballo, fueron los perros el principal medio de transporte como animales de tiro de los trineos (Zimmerman, 2002: 67). Los inuit, además,
los utilizaban como animal de caza, ya que les avisaban de la presencia de los respiraderos que las focas mantienen abiertos rascando
el hielo por abajo cuando el agua empieza a congelarse
(Zimmerman, 2002: 69).
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Agradecimientos
Queremos agradecer a doña Consuelo Martínez Sánchez por la
información acerca del Abrigo del Pozo y permitirnos publicar las
fotos de los cánidos. También a doña Inmaculada Jiménez Lorente
por toda la documentación aportada acerca de los cánidos y a don
Ángel Castilla Sánchez por su incondicional apoyo en todo lo relativo a las tareas informáticas; sin ellos este artículo estaría minimizado. Gracias.
S. Jiménez • M.ª M. Ayala
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