Turno de guardia (Cooper Charcot) — Hola, buenas noches

Transcripción

Turno de guardia (Cooper Charcot) — Hola, buenas noches
Turno de guardia (Cooper Charcot)
— Hola, buenas noches.
— Buenas noches.
— Mire, que yo quería saber los resultados de la quiniela de esta semana.
— Ah, pues ponga todo equis.
— ¿En serio?
— Totalmente. ¿Para qué cree que estamos aquí?
— ¿Y no le vienen a pedir cosas como esta más a menudo?
— Continuamente: quinielas, loterías… hasta los Óscar, ¿sabe? Por eso hay
luego tantísimos acertantes y tienen que repartirse las ganancias entre todos.
— Perdone, ¿me está vacilando?
— Bueno, ha empezado usted.
— Esto es un cachondeo. Pienso elevar una queja a sus superioras.
— Si lo consigue sin que le transforman en un hámster, acuérdese de decirles
que el que me hagan trabajar a estas horas es la auténtica brujería. ¡Siguiente!
— Hola, buenas noches.
— Buenas noches, señor ministro.
— Mire, yo tenía encargado el desvío de capitales del Gobierno para fondos
sanitarios del Hospital La Paz… todo sin levantar sospechas de la policía, ya
sabe. Aquí tiene el formulario cumplimentado, el jugo de aguacate fermentado,
los pelos de cachorro de lobo arrancados a medianoche y las lenguas de tritón.
— ¿Tritón de mar o tritón de río?
— Oiga, que estamos en Madrid. ¿Usted qué cree?
— Bueno, bueno… Yo se lo cojo, señor ministro, pero si le pillan no venga a
reclamar; que en el procedimiento a seguir está todo bien clarito. ¡Siguiente!
—Buenas noches, Isadora.
—Hola, reinita. Qué verruga tan espantosa tienes, chica, menuda envidia.
Dime, ¿qué necesitas que te haga?
—Ay, Isadora, que me parece que me han embrujado el PC. Y eso que creía
que lo tenía desprotegido pero qué va, si hasta le he metido una clave nueva:
ojo-gato-ojo-ojo-gato-ojo-caldero-ojo-gato-ojo-gato-ojo-gato.
—Pero mujer, ¡si esa contraseña es muy fácil! Mete un número o algo.
—¿Tú crees? ¿Y si tengo algún hechizo ya, qué hago?
—Habla con Hematomancia, que ellos se encargan de todo lo informático.
—Gracias, cariño, eres horrorosa. Oye, ¿y ese sombrero es nuevo?
—Perdonen las dos, ¿tienen para mucho? ¡Aquí hay gente esperando!
—Ay, ya hablamos luego, chica. Qué prisa tiene la juventud. A ver: ¡Siguiente!
—¿No sabe quién soy?
—Eres muy linda para la gente con la que trato, encanto. Si me das una pista…
—Soy la princesa Virtudes, y tengo una reclamación. Por más que lo beso, mi
sapo no se convierte en príncipe.
—¿Y estás segura de que ese sapo es tu príncipe?
—Compruébelo usted misma. Aquí se lo traigo.
—A ver, acérquemelo. Pues sí, huele a príncipe. Me temo, princesa Virtudes,
que su relación ya se ha enfriado, como la sangre de sus venas. Pasa con más
frecuencia de lo que piensa, y más en la realeza… Con eso de que es azul…
—¿Y no se puede hacer nada?
—Hablad lo vuestro con franqueza. Tomaos un tiempo, aprovechad para ver a
otras personas... Al final es lo mejor. Os deseo mucha suerte. ¡Siguiente!
— Buenas noches, hija.
—Buenas noches, señora. Dígame en qué puedo ayudarle.
—Mire, no sé si me recuerda que he venido ya más veces. Es por mi Vicente.
Le han dicho en el médico que de lo suyo está fatal, tiene ya metástasis en
grado 3 y que no hay nada que hacer. Hemos ido a ver a unas curanderas…
—Pero buena mujer de Dios, ¿cómo se le ocurre acudir a esas engañifas?
—… Y ya no sabemos qué hacer. Si usted pudiera ayudarnos…
—A ver, tiene que acudir a la ventanilla B-58 y llevar con usted el historial
médico de su Vicente. Explíqueles todo lo que me ha dicho, llévese esta uña
mía y dígales que va de parte de Isadora. Y les pide, además, un brebaje
humeante de salamandra verde marengo, ¿me ha entendido todo?
— Ay, sí, muchas gracias, hija. ¿No quiere que rece o algo?
—Si le hace ilusión entonar un par de cánticos a Satanás o así, bueno. Por
probar no se pierde nada. ¿Dónde está ingresado su Vicente?
—En el Hospital La Paz.
—… Mejor pida dos brebajes… ¡Siguiente!
— Hola, buenas noches.
— Buenas noches.
— Mire, que yo quería saber los resultados de la quiniela de esta semana.
— Cómo odio los turnos de guardia…

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