Mujeres que trabajan la tierra

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Mujeres que trabajan la tierra
Capítulo I: Los trabajos de las mujeres rurales DDA Dirección de Desarrollo Agropecuario PROINDER Proyecto de Desarrollo de Pequeños Productores Agropecuarios Cristina Biaggi, Cecilia Canevari y Alberto Tasso Mujeres que trabajan la tierra UN ESTUDIO SOBRE LAS MUJERES RURALES EN LA ARGENTINA Con la colaboración de Mira Díaz, Silvia Borsellino, Magdalena Ramírez, Viviana Canet y TRAMA Serie Estudios e Investigaciones 11 Buenos Aires, 2007 Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos 3 Mujeres que trabajan la tierra Biaggi, Cristina Mujeres que trabajan la tierra, un estudio sobre las mujeres rurales en Argentina / Cristina Biaggi ; Cecilia Canevari ; Alberto Tasso ‐ 1a ed. ‐ Buenos Aires : Secretaría Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos, 2007. 176 p. ; 23x16 cm. (Estudios e investigaciones; 11) ISBN 987‐9184‐50‐5 1. Sociología Rural. 2. Desarrollo Rural. I. Canevari, Cecilia II. Tasso, Alberto III. Título CDD 307.72 Fecha de Catalogación: 02/10/2006 ISBN‐10: 987‐9184‐50‐5 ISBN‐13: 978‐987‐9184‐50‐9 4 Colaboradoras/es Para la confección de tablas: María Elisa Rueda, Fabiana Brizio y Analía Belaus. Para el relevamiento (referentes provinciales): Laura Hansen y Élida Turco (Buenos Aires); María Elisa Rueda (Catamarca); Nila Busso, Belén Agnelli y María Clemencia Barberena (Córdoba); María del Carmen Quiroga y Paiá Pereda (Corrientes); Marilú Aradas (Chaco y Formosa); Ana Nicora (Chaco); Graciela Freddy y Ruth Guerrero (Chubut); Maris Rébora (Entre Ríos); Cristina Marinosci, Lilian Borba, Isabel Arguello y Lola Llorente (Formosa); Daniela Demo, Liliana Martínez y Rosario Quispe (Jujuy); María Claudia Trotta (La Pampa); Fernanda Fiorani y Jorge Salomón (La Rioja); Mariana Díaz Valentín, Maritina Sales, Clara Contardi, Cristina Panasiti y Laura Lafalla (Mendoza); Claudia Noseda, Mirta Roesler y Ana Corral (Misiones); Silvia Condemi y Paola Morales (Neuquén), Elsa Biffi (Río Negro); Olguita Silvera, Claudia Cayo, Pablo Frere, Rosa Gambarte, María Eugenia Errazquin y Cristina Sanz (Salta); Mónica Knopoff (San Juan); Emilio Guerri y María Rivera (San Luis); Viviana Quaranta y Amelia Reinares (Santa Fe); Lucrecia Gil Villanueva, Norma Castillo, María Teresita Vega, Lucila Zárate, Nelly Solorza y Claudia Ríos (Santiago del Estero); Luisa Vivanco, Eugenia Arrebola, Soledad Aráoz, Cristina Juárez, Elia Guyot, Silvia Rodríguez y Silvina Saldaño (Tucumán). Para la elaboración de la base e ingreso de datos: Jorgelina González Russo y Belén Guillet. Para la diagramación y diseño: Pablo A. Roset Para las fotografías de tapa: Fotos: María Eva Salazar. Asociación Civil El Ceibal ([email protected]) Para el diseño de tapa: Pablo Tasso
5 Mujeres que trabajan la tierra 6 A las mujeres que trabajan por la equidad de género en el mundo rural 7 Mujeres que trabajan la tierra 8 Indice Prólogo ……………………………………………………………………..……… 11 Introducción…………………………………………………………………..……..15 Capítulo I: …………………………………………………………………………. 19 Los trabajos de las mujeres rurales Capítulo II: ……………………………………………………………………..…. 37 Las mujeres rurales en el país según los datos censales de 2001 Capítulo III: ………………………………………………………………………. 55 Los grupos de mujeres rurales en la Argentina Capítulo IV: ………………………………………………………………………. 89 Los derechos humanos de las mujeres rurales Capítulo V: ……………………………………………………………………….. 111 Instituciones y programas con acciones diferenciadas hacia las mujeres rurales Capítulo VI: ………………………………………………………………………. 125 Propuestas de lineamientos de políticas, estrategias y acciones para la equidad de género en las áreas rurales Bibliografía …………………………………………………………………….…. 143 Anexos Anexo 1 ……………………………………………………………………….….. 151 Capítulo II: Tablas y gráficos complementarios Anexo 2 ………………………………………………………………………...… 161 Capítulo III: Nombre de los grupos según provincia Anexo 3: ………………………………………………………………………….. 169 Aquí estamos y queremos ser escuchadas. Documento final del Encuentro Nacional de Mujeres Campesinas y Aborígenes, realizado en Buenos Aires en agosto de 2003. 9 Mujeres que trabajan la tierra 10 Prólogo En 1989, la entonces Secretaría de Agricultura y Pesca (SAGyP) inició en Argentina un programa pionero de desarrollo dirigido a mujeres rurales de seis provincias del noroeste: Salta, Jujuy, Santiago del Estero, Catamarca, Tucumán y La Rioja. Comenzó así un proceso que no se ha detenido hasta hoy, a pesar de las dificultades que profesionales e instituciones han tenido que enfrentar en tantas ocasiones a través de estos 18 años transcurridos. Como todo proceso de cambio y de introducción de nuevos paradigmas, éste tuvo muchos detractores pero también muchos seguidores entre los cuerpos técnicos, profesionales y de las autoridades tanto nacionales como provinciales, pero fue la voluntad política férrea de un pequeño grupo de profesionales mujeres lo que permitió que el programa siguiera adelante. Quienes siempre adhirieron al programa, con el convencimiento que con él crecerían y nunca volverían a ser las mismas, fueron las mujeres de esos primeros seis grupos que se formaron y que vieron en él, por primera vez en sus vidas la oportunidad de una transformación tanto en lo personal como en lo económico. El libro Mujeres que trabajan la tierra, devela quiénes son las mujeres rurales, cuáles son sus intereses y motivaciones y cómo se insertan económica, social y políticamente en una Argentina que ya hace muchas décadas dejó de ser un país rural, pero a pesar de lo cual su población concentra parte de los problemas de pobreza y de necesidades básicas insatisfechas, las cuales el Estado se ha comprometido a enfrentar. Como nos dicen sus autoras, las mujeres rurales argentinas, especialmente las campesinas, comparten con el resto de mujeres rurales de América Latina esa específica pero a la vez imprecisa relación que existe entre trabajo productivo y trabajo reproductivo, cuya consecuencia más notable es la invisibilidad de su trabajo productivo y por lo mismo su ausencia en las cuentas nacionales como una trabajadora que aporta al Producto Interno Bruto. También entre ellas comparten realidades como la dispersión geográfica y la lejanía de los centros urbanos, lo que afecta su acceso a los servicios básicos y de calidad a que toda familia aspira: 11 Mujeres que trabajan la tierra salud, educación, información, vivienda, caminos, comunicación, entre muchos otros. Pero es claro que esta realidad afecta de manera diferente a hombres y mujeres, siendo las segundas más vulnerables a las situaciones de pobreza, ya que tienen comparativamente menos acceso a la educación, menor acceso a la propiedad de la tierra, menor acceso al empleo, salarios más bajos por el mismo trabajo, menor oportunidad de acceso a trabajos estables y bien remunerados. A esto se agrega la responsabilidad absoluta del trabajo doméstico y la crianza de los hijos, factor que innegablemente limita sus opciones y oportunidades de trabajo y de participación social y política. Todos estos factores intervienen negativamente en la posibilidad de organizarse en torno a intereses y demandas comunes que les permitan superar las limitaciones a las cuales se enfrentan. Pero el esfuerzo y acompañamiento de instituciones gubernamentales y no gubernamentales, religiosas y laicas, nacionales e internacionales, han permitido que las mujeres rurales argentinas tengan hoy día una voz y una presencia a nivel local, provincial y nacional. Es a través de estas agrupaciones que las mujeres están luchando por mejores ingresos, crecimiento de su capacidad técnica productiva, espacios en los mercados para sus productos, acceso al crédito, a la salud reproductiva, a la educación, a la vivienda, en fin, a la dignidad de ser personas y ser tratadas como tales por una sociedad que las discrimina. La importancia de este libro se asienta en cuatro pilares. El primero es sus autoras. Nadie más que ellas conocen, han trabajado codo a codo y han acompañado a los grupos de mujeres rurales desde sus inicios. El segundo es el contenido del libro, que enfrenta la problemática de la mujer rural desde todos sus ángulos y perspectivas, desde su inserción en el trabajo hasta su situación de inequidad y de violencia intrafamiliar a la cual muchas de ellas son sometidas. El tercero es la riqueza de datos que maneja, especialmente en los capítulos II y III, datos que son la base para el análisis respecto a las potencialidades socio‐políticas que existen en los grupos y organizaciones de mujeres. El cuarto pilar son las propias mujeres rurales, las que con esfuerzos más allá de lo posible adhieren con entusiasmo y mucha esperanza a las propuestas de desarrollo que se les platean. Finalmente, como las mismas autoras señalan, el punto de inflexión hacia un cambio en las relaciones de inequidad es cuando los grupos de mujeres rurales logran dar a sus demandas una dimensión política al convertirse en interlocutoras válidas de los políticos e instituciones de 12 decisión local y cuando logran articularse con otras organizaciones e instituciones para llevar a cabo estrategias y acciones de desarrollo de mediano y largo plazo. En este camino, las mujeres se han empoderado, están ejerciendo ciudadanía y, lo más importante, están contribuyendo a la construcción de una sociedad más justa, más equitativa y más democrática. Pilar Campaña, Ph.D. Antropóloga Social 13 Mujeres que trabajan la tierra 14 Introducción Se afirma que el siglo XX es el siglo de las mujeres, porque durante su transcurso cambiaron sensiblemente las relaciones entre los géneros. Comenzó a cuestionarse la subordinación femenina, percibida como un producto cultural. A ello contribuyeron los nuevos papeles que las mujeres desempeñan en el mundo del trabajo, así como su protagonismo en los procesos sociales y políticos. En el mundo rural, las mujeres progresivamente han comenzado un proceso de participación social y es posible visualizarlas en los movimientos que han cobrado protagonismo en los distintos países de América Latina, los cuales en muchos casos han logrado ubicarse en el centro de la escena nacional e internacional. Estos movimientos han puesto en evidencia que, tanto las políticas económicas aplicadas en las últimas décadas en nuestro continente como los crecientes progresos tecnológicos, profundizaron la brecha existente entre ricos y pobres y entre el campo y la ciudad. Además, han colocado en debate las desigualdades existentes en el acceso a los recursos y las consecuencias que este modelo tiene sobre los/as más débiles y sobre el medio ambiente. La globalización económica y cultural amenaza las identidades, la posesión de las tierras, los recursos naturales y las economías locales. Sin embargo, la globalización también está facilitando la articulación y comunicación de los movimientos de reivindicación de los derechos humanos. Sin duda, ha logrado fortalecerlos y consolidarlos. La defensa de los derechos de las mujeres se encuentra inserta en este escenario histórico. A partir del año 1975, en el que se declara la década de las mujeres, varias conferencias internacionales señalaron logros destacables. La Conferencia Internacional Contra Todas las Formas de Discriminación de la Mujer (CEDAW, 1979) tiene una referencia específicamente a las mujeres rurales, consignando en su artículo 14 el reconocimiento de sus derechos y la especificidad de su problemática. La justificación de este estudio se encuentra en este contexto de cambios macro y micro sociales, producto de la multiplicidad de los fenómenos expresados anteriormente, donde aparece como necesaria la 15 Mujeres que trabajan la tierra identificación y el reconocimiento de las distintas problemáticas asociadas a cada uno de los/as agentes presentes en el heterogéneo campo conceptual de la ruralidad. Constituye además, un elemento para la formulación de los programas que precisen disponer de una base conceptual apropiada sobre la que habrán de fundamentarse. Este estudio se ha realizado en el marco del Programa de Desarrollo de Pequeños Productores Agropecuarios (PROINDER), dentro del componente Fortalecimiento Institucional, dependiente de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos (SAGPyA). La primera etapa de la investigación se realizó durante 2001 y 2002 y los datos entonces obtenidos fueron actualizados en el último año, y se incluyen en esta publicación. En ambas etapas, se utilizaron diversas estrategias metodológicas basadas, por un lado, en el análisis de censos y fuentes documentales y, por el otro, en un relevamiento de los grupos de mujeres rurales de la Argentina. Este trabajo se propuso lograr una caracterización de las mujeres rurales de nuestro país en base a información proveniente de fuentes secundarias y a una descripción, a partir de fuentes primarias, de los grupos de mujeres rurales que se encuentran organizados y en actividad, acompañados en su mayoría por programas del Estado o por organismos no gubernamentales. De manera tal que el tema central y articulador son todas las mujeres rurales y las organizaciones de base que las nuclean. Esta categoría abarca a las mujeres aborígenes, que están incluidas en el relevamiento, aunque en el análisis se omite hacer una diferenciación, ya que se considera, que este es un campo de estudio que merece ser tratado con un abordaje específico, que no ha formado parte de los objetivos de este estudio. Con excepción del análisis del Censo Nacional de Población 2001, en el que se considera a todos los habitantes que viven en el área rural, los criterios que se tomaron para la selección de la población a caracterizar son los que utiliza el PROINDER para la inclusión en el programa. Por lo tanto, no hay una descripción de las mujeres que trabajan en medianas empresas agropecuarias o chacareras como las del Movimiento de Mujeres en Lucha, ya que su perfil no coincide con los criterios mencionados.1 1 Para el PROINDER, los grupos de pequeños/as productores/as minifundistas podrán ser beneficiarios del Programa si el productor y su familia tienen residencia predial o rural, poseen una empresa agropecuaria (EAP) bajo cualquier régimen de tenencia de la tierra, trabajan en la misma y excepcionalmente contratan mano de obra (hasta 60 jornales contratados/año). En caso de existir trabajo familiar fuera de la EAP, el mismo no excede de los 270 jornales/año. Su capital fijo no supera 16 La estructura de este libro, es de seis capítulos y tres anexos. En el Capítulo I, Los trabajos de las mujeres rurales, se hace un breve recorrido de algunos antecedentes sobre la temática abordada. Se presenta la trayectoria de las políticas que en América Latina buscaron incorporar a las mujeres al desarrollo desde diferentes enfoques. Finalmente, se presenta una caracterización de las mujeres rurales en el país a partir de diversos diagnósticos participativos realizados en los últimos 10 años. El trabajo, la reproducción, la salud y la educación son algunos de los múltiples tópicos que se abordan. En el capítulo II, se presenta el análisis de los datos del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001 (Instituto Nacional de Estadística y Censo) para las áreas rurales a partir de procesamientos especiales que consideran a toda la población rural (dispersa y agrupada) y a la de localidades de hasta 5000 habitantes de todas las provincias del país. De esta manera, se exponen datos demográficos del sector considerando edad, nivel de instrucción, ocupación y jefatura de hogares, entre otros, lo que brinda un panorama general de las mujeres y los varones en las áreas rurales. Este capítulo tiene un anexo donde se pueden consultar tablas con información complementaria. En el capítulo III, luego de una introducción a las características de las organizaciones de mujeres, sus motivaciones a la participación y sus obstáculos, se exponen los resultados del análisis de la información sobre los grupos de mujeres de todas las provincias argentinas, realizada a partir de dos relevamientos. Este trabajo tuvo una primera etapa en el año 2001/2, donde se identificaron 203 grupos y una segunda en 2006, con el relevamiento de 452 grupos. En cada caso, se buscó información sobre sus integrantes, su organización y la comunidad donde se encuentran insertos. La tarea de identificación y relevamiento en cada una de las provincias fue asumida por un/a o más referentes provinciales los $15.000 (excluyendo vivienda familiar y tierra), es decir que no disponen de tractor o vehículo de una antigüedad inferior a los 15 años. Sus existencias ganaderas no superan las 500 cabezas ovinas o caprinas o las 50 bovinas. No disponen de un galpón de material o chapa de más de 50 m2 y sus hogares presentan al menos uno de los indicadores que conforman el índice de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). Los trabajadores transitorios agropecuarios (TTA) potenciales beneficiarios del PROINDER podrán encontrarse en una de las dos situaciones siguientes: la de contar con parcela de tierra y ser susceptibles de convertirse en el ingreso principal de la familia y entonces, la de ser considerados pequeños productores minifundistas (PPM) y la de no contar con tierra, en cuyo caso podrán acceder al componente, realizando actividades de microemprendimientos de servicios para actividades agropecuarias. En ambos casos, deberán cumplir los requisitos establecidos para los PPM en cuanto presencia del indicador de NBI, residencia rural, ingresos, capital disponible y nucleamiento en grupos. Además, no deberán tener dependencia laboral permanente y su ingreso anual no deberá superar el equivalente de 13 salarios del peón rural 17 Mujeres que trabajan la tierra en su mayoría pertenecientes a la Red TRAMA (Red de Técnicas e Instituciones que trabajan con mujeres rurales). El capítulo IV, está referido al marco legal, en relación a los derechos de las mujeres rurales desde la perspectiva de sus derechos humanos. Se examina la legislación vigente a nivel nacional sobre mujeres en las distintas áreas de regulación legal. Se obtuvo información disponible en el Parlamento Nacional, y otras fuentes bibliográfícas y de instituciones especializadas en la temática. En el capítulo V, se presenta una descripción general de las instituciones y programas gubernamentales y no gubernamentales que desarrollan acciones diferenciadas hacia mujeres rurales, con sus características, objetivos, presentando una descripción esencial. Por último, en el capítulo VI se retoman algunos de los ejes críticos presentados, que deberían considerarse en las políticas destinadas al sector, con el objetivo de trazar algunas propuestas de acciones y estrategias que favorezcan la equidad de género en el marco de una propuesta más amplia de desarrollo rural Este libro está dirigido a mujeres y varones comprometidos con el desarrollo rural. Se ha de considerar que ha sido escrito en varias etapas a lo largo de tres o cuatro años y con la participación de varias personas, cuya letra queda reflejada en la diversidad de estilos con que se expresan. Dadas las diferentes fuentes utilizadas, algunos de los temas abordados, son tratados con reiteración a lo largo del libro. Agradecimientos A TRAMA (Red de Técnicas e Instituciones que trabajan con Mujeres Rurales). Queremos destacar la importancia que ha tenido para nosotras el trabajo coordinado con las compañeras de TRAMA, con quienes compartimos un espacio de reflexión, análisis y acciones conjuntas. A Alejandro Valeiro, Irupé Christeller, Marcela Román, Clara Craviotti, Alejandro Gerardi, Alicia Paura y Pilar Campaña que nos hicieron valiosos aportes a lo largo de estos años. A todas las encuestadoras e informantes. A las personas de las instituciones que nos brindaron información sobre su trabajo. 18 Capítulo I: Los trabajos de las mujeres rurales Capítulo I Los trabajos de las mujeres rurales El objetivo de este capítulo es presentar una breve descripción de aspectos vinculados a la vida cotidiana de las mujeres de las áreas campesinas de nuestro país. Previamente, se hace una reseña de los antecedentes históricos sobre la inclusión de las mujeres como sujetos del desarrollo rural y de algunos conceptos que sirven como punto de partida para la comprensión de este estudio. 1. Enfoques predominantes sobre mujeres y desarrollo En general, los programas de desarrollo rural consideran a la familia como una unidad homogénea, sin tener en cuenta las diferencias étnicas, etáreas o de género. Esto se ha intentado modificar en las últimas décadas, proponiendo acciones diferenciadas a varones, mujeres, jóvenes y niños/as, considerando el origen étnico cuando es necesario. Las mujeres, como destinatarias específicas de los programas de desarrollo, son incluidas hace aproximadamente tres décadas. En este breve período, el enfoque teórico para incorporarlas en el desarrollo ha alternado entre diversos paradigmas, lo cual pone en evidencia que esta problemática desencadena distintas interpretaciones y debates que aún perduran. El proceso en que se suceden estos cambios no ha sido lineal y, en la práctica, estos paradigmas se ven expresados en programas o proyectos con divergencias, contradicciones o superposiciones de visiones teóricas y estratégicas. Aún en la actualidad, conviven diferentes concepciones que se ven reflejadas en las operatorias de los programas. Visto desde una perspectiva histórica, hasta fines de la década del sesenta, las mujeres fueron tomadas en cuenta exclusivamente en su rol de madres. Como responsables de la reproducción tanto biológica como de la fuerza de trabajo dentro del ámbito doméstico, se les brindaba educación con el objetivo de mejorar el estado nutricional, la higiene y la salud de los/las niños/as y de la familia en general. De esta manera, se buscaba elevar la calidad de vida de los hogares rurales y las acciones que se llevaban adelante en los proyectos se relacionaban con el 19 Mujeres que trabajan la tierra mejoramiento de la alimentación, de la salud, el vestido o la educación de los/as hijos/as. A esta forma de trabajar con las mujeres, que tuvo su contraparte con los/as jóvenes, lo sucede el enfoque de Mujeres en el desarrollo (MED)2 que surge a comienzos de los años setenta, el cual fue superador en la forma en que las mujeres fueron visualizadas en los procesos de desarrollo rural, principalmente porque se les reconocía su capacidad como productoras. Este enfoque parte de la idea de que es necesario incorporar a la población femenina a las actividades productivas generadoras de ingresos, ya que esto provocaría un impacto en la economía familiar y sería el motor necesario para el desarrollo de los más pobres. De cierta manera, considera que las familias hasta ese momento disponían de un recurso subutilizado. Además, supone que en la medida que las mujeres obtuvieran dinero propio, su subordinación disminuiría. Las limitaciones de este enfoque se basan en que restringe el lugar de las mujeres a su rol productivo en tanto recurso humano, proponiéndola como una categoría aislada de otras dimensiones culturales. Este punto de vista tiene como principal falencia que deja de lado las actividades doméstico‐reproductivas que asumen las mujeres y esto ha significado con frecuencia, una sobrecarga de trabajo en la jornada femenina. Por otro lado, la subordinación no necesariamente se revierte gracias al ingreso monetario, que sin dudas es un componente importante en las dinámicas que construyen las desigualdades de género, pero no el único. Con el enfoque Mujeres en el Desarrollo, se inicia el componente ʺmujerʺ en los programas y proyectos que buscan la participación y gestión de las mujeres a nivel predial y comunitario. Las estrategias se plantean bajo la forma de proyectos generadores de ingreso, a través de la participación de las mujeres con propuestas muy diversas. Se concentran esfuerzos en la capacitación de las mismas para lograr que se incorporen en el espacio público, produzcan bienes y servicios y que puedan insertar sus productos en el mercado. 2 Este tema se puede ampliar en: Elsa Gómez Gómez (1993) y Carolina Moser (1995). Maxine Molyneux (1985) ha realizado importantes aportes a la problemática de las mujeres en el desarrollo. Incorpora los conceptos de necesidades prácticas e intereses estratégicos que permiten analizar las necesidades diferenciadas de varones y mujeres en el desarrollo. Las necesidades prácticas se refieren a la condición de las mujeres y varones respecto a carencias materiales, como el acceso al agua o la vivienda. Los intereses estratégicos apuntan a la posición de las mujeres respecto de los varones y la búsqueda de transformación de la cultura de dominación entre los géneros. 20 Capítulo I: Los trabajos de las mujeres rurales A comienzos de la década del noventa surge el enfoque Género en el Desarrollo (GED), a partir del avance de las teorías de género en el mundo académico. Este enfoque se basa en la necesidad de considerar y modificar las relaciones existentes entre varones y mujeres para el logro de un desarrollo equitativo y sustentable, que permita la igualdad de oportunidades para ambos. El género es una construcción cultural que está basada en las diferencias sexuales. A partir de la naturaleza, se construye el género, lo cultural. Es decir, que las personas nacen con un sexo determinado biológicamente y luego el medio social y cultural dicta ciertos mandatos que disponen las maneras de ser mujer y varón. El género es una categoría relacional, ya que para comprender la problemática de las desigualdades es necesario analizar comparativamente a los varones y a las mujeres. Tiene un carácter histórico, de manera tal que se transforma a través del tiempo, y está presente en los espacios micro y macro sociales a través de las representaciones sociales, la división sexual del trabajo, las normas (implícitas o explícitas, jurídicas o no), las instituciones (educativas, judiciales, religiosas, políticas, etc.), la identidad, la familia, los medios de comunicación. El análisis de género permite a su vez, visualizar las relaciones de poder existentes entre varones y mujeres y las inequidades resultantes. Estas desigualdades se hacen visibles principalmente en el acceso y control diferenciado de los recursos materiales y simbólicos. Esto define una estructura y organización social que es valorativa y jerarquizante, a la cual se denomina patriarcado, con relaciones de dominación, donde lo masculino subordina a lo femenino y resulta en privilegios para los varones. El enfoque de Género en el Desarrollo se propone modificar las inequidades de género, a partir de procesos de empoderamiento de las mujeres para revertir las relaciones de subordinación que se evidencian en la división sexual del trabajo, entre otros determinantes. Busca mejorar la autoestima femenina y trabaja sobre la conciencia de ciudadanía y derechos. Se plantea, a su vez, ampliar las oportunidades que posibiliten el acceso y control sobre recursos y beneficios en el marco de un desarrollo sustentable. Este proceso debe ser paralelo a la sensibilización de los varones, para que puedan cuestionarse los modelos impuestos culturalmente, creando las condiciones para negociar el poder. 21 Mujeres que trabajan la tierra 2. Los trabajos de las mujeres rurales pobres En este apartado, se realiza una descripción de la vida cotidiana de las mujeres, de sus trabajos y de los ámbitos y circunstancias donde los realizan3. 2.1. Trabajo reproductivo La división sexual y social del trabajo pone a las mujeres como responsables del trabajo reproductivo dentro del hogar, que se agrega al trabajo productivo, concentrando gran parte de su tiempo disponible. La literatura considera a la reproducción femenina desde distintos aspectos: biológica, social y de la fuerza de trabajo o cotidiana4. La reproducción biológica está dada por la naturaleza, es decir que las mujeres son quienes conciben y paren los hijos e hijas. Este hecho biológico se prolonga en el plano social y las mujeres reciben un mandato de maternidad que se presenta como ineludible desde los designios culturales, aún para las que no han sido madres biológicas. Las mujeres son quienes cuidan maternalmente no solamente a sus hijos e hijas sino también a sus padres, a su pareja u otras personas (Lagarde, 2003). Cuando se dice que las mujeres son responsables de la reproducción de la fuerza de trabajo o cotidiana de la familia, se hace referencia al cuidado (higiene y salud) y alimentación de la misma como así también a la organización y mantenimiento del hogar, proveyendo las condiciones que permitan la recuperación de las energías empleadas en las actividades sociales y económicas del conjunto de los miembros de la familia. La reproducción social es la educación y transmisión de valores o tradiciones, como así también las actividades comunitarias que asumen las mujeres en las instituciones locales como la escuela, la iglesia u otras organizaciones sociales. 3 Además de las experiencias personales, se utilizó para esta descripción informes de diferentes diagnósticos participativos realizados en los últimos diez años. Se parte del llevado adelante por el PROINDER en el año 1995 y considerando especialmente, los desarrollados durante los años 2003 como parte de la organización del Primer Encuentro Nacional de Mujeres Rurales y Aborígenes. 4 Este tema ha sido tratado en numerosos textos vinculados al la problemática del trabajo femenino y su invisibilidad desde el punto de vista social y económico. Entre las autoras podemos mencionar a Lourdes Benería (1984), Cristina Carrasco (1999), Pilar Campaña (1992) entre otras/os. 22 Capítulo I: Los trabajos de las mujeres rurales Estas tareas no son remuneradas y no son percibidas ni contabilizadas social o económicamente como trabajo, ni siquiera por las propias mujeres. Se ve natural que sea un trabajo femenino. El trabajo reproductivo de las mujeres campesinas tiene características específicas que lo diferencia del que realizan las mujeres urbanas. Por lo general transcurre en el mismo espacio físico donde se lleva adelante el trabajo productivo o las actividades generadoras de ingreso del predio rural. Por otra parte requieren mayor cantidad de tiempo y esfuerzo para el acarreo de agua y leña principalmente. Además, como ocurre en numerosos casos, parte de los alimentos se obtienen en la misma explotación agropecuaria lo que implica una tarea adicional. Estas actividades que son productivas, al ser realizadas por las mujeres se las consideran reproductivas (crianza de animales menores, cuidado de la huerta o preparación del almuerzo para los trabajadores). La distancia que existe entre el trabajo doméstico y trabajo productivo es ambigua o poco clara en las zonas rurales. La asignación exclusiva de las labores domésticas y la crianza y cuidado de los hijos a las mujeres es una de las fuentes principales de la inequidad en las relaciones de género, ya que es uno de los factores más importantes que mantiene a las mujeres aisladas de las esferas públicas, lugar donde operan los procesos que contribuyen a generar el cambio tecnológico, económico, político y social de un país. 2.2. Trabajo productivo en la finca y extrapredial Los trabajos que realizan las mujeres varían en las diferentes regiones, pero en la mayor parte de las agriculturas familiares participan en la actividad de renta de la finca, elaboran productos para la venta (artesanías, quesos, dulces, pan, etc.) y, cuando es posible, comercializan los excedentes de su producción de autoconsumo. Cuando estas actividades las realizan en el hogar junto a la familia y no reciben remuneración, son consideradas como ayuda5. Las mujeres rurales también trabajan fuera del predio en forma estacional o permanente, dependiendo del tipo de actividad. Lo hacen como jornaleras, en el servicio doméstico, en pequeños comercios, en la administración pública. Aún cuando son ellas las que cobran el salario, no siempre significa que decidan qué hacer con el dinero. 5
Para profundizar el concepto de trabajo como ayuda ver: Susana Narotzky (1988).
23 Mujeres que trabajan la tierra Su aporte a los ingresos de la familia, aunque no necesariamente como productora agropecuaria, es significativo y sus actividades de autoconsumo garantizan la seguridad alimentaria en los hogares rurales pobres. Sin embargo, las mujeres tienen una baja participación en la toma de decisiones de los recursos de la finca, siendo mayor sobre el destino de los animales que sobre el de la tierra. Las jornadas de trabajo de las mujeres rurales, considerando las actividades productivas, reproductivas y domésticas, suman entre 16 y 18 horas por día6. Una descripción ilustrativa de una jornada de aquellas que sólo trabajan en el predio familiar incluye la atención de la granja y del ganado menor como primera tarea del día, antes del desayuno. Durante la mañana, trabajan en el cultivo de renta según sea la época del año, realizan actividades en la huerta, preparan el almuerzo y asean y ordenan la casa. A la tarde lavan la ropa, vuelven a dedicarse al cultivo de renta y a las actividades de autoconsumo y, cuando tienen, de la manufacturación de artesanías. Antes de que anochezca, buscan leña y encierran la majada, para finalmente preparar la cena (que en general, es de menor elaboración que al mediodía) y cuidar de la ropa e higiene de los hijos/as. A partir de las 20 ó 21 h, las tareas son más livianas. En general, a medida que mejora la situación económica de la familia o si la mujer está asalariada, la cantidad de horas dedicadas a las actividades productivas disminuye. Cuando en el predio hay trabajo pecuario, las mujeres dedican un número variable de horas para el cuidado de los animales. Si hay actividades de tambo, ordeñan los animales a la mañana temprano y en muchas regiones se ocupan del pastoreo de los rebaños. En la época de pariciones, el trabajo se recarga sobre todo por la alimentación de las crías. La cantidad de tiempo dedicado al trabajo doméstico aumenta en las zonas donde hay problemas de acceso a los recursos naturales porque las mujeres ocupan más tiempo en la recolección de leña y agua. Además, los animales deben caminar mucha distancia rastreando alimento y bebida y la búsqueda de los mismos para encerrarlos en el corral a la noche es un tiempo adicional de trabajo. El acceso al agua y a la leña –o al combustible necesario para cocinar–, como la cercanía entre 6 Esta información fue relevada en diferentes comunidades del norte de Argentina por medio de la técnica de presupuesto de tiempo durante enero y febrero de 1995, en diagnósticos participativos realizados con mujeres de hogares pobres. 24 Capítulo I: Los trabajos de las mujeres rurales las casas, la escuela y comercios, por ejemplo; disminuye las horas que las mujeres dedican a las actividades domésticas. Las actividades comunitarias se realizan, en general, a la tarde. La recreación es limitada y se refiere, especialmente, a la visita de vecinos y familiares, escuchar la radio, ver la televisión, tomar mate y, en muy pocos casos, al juego con los niños/as. En general, las mujeres dedican poco tiempo de su jornada a actividades exclusivamente relacionadas con la crianza de los hijos/as. En algunos casos, las hacen simultáneamente a los otros trabajos de la casa o del predio7. Por otro lado, existe una mayor flexibilidad para la incorporación de las mujeres en las tareas productivas para el mercado (por ejemplo, por migración de los varones o por necesidad en alguna actividad que necesita mano de obra en forma intensiva en el cultivo de renta) que en la sustitución de ellas en los trabajos domésticos‐reproductivos. Esto implica que cuando las mujeres destinan una proporción mayor de sus horas al trabajo productivo y nadie las reemplaza en sus actividades domésticas, el descanso y la recreación son postergadas. En las tareas que son de responsabilidad de las mujeres, existe la ayuda tanto de los hijos como de las hijas. Sin embargo, las niñas ayudan más en lo relacionado con el trabajo doméstico y reproductivo. En general, el tiempo dedicado a cada tipo de trabajo como la cantidad y calidad de ayuda que reciben de los otros miembros del hogar depende del momento en el que se encuentra la familia: no es lo mismo un grupo doméstico que se encuentra en la etapa de crianza que aquel que ya tiene sus hijos adolescentes o casi adultos. Las mujeres con varios niños/as pequeños/as se encuentran muy recargadas de trabajo y no tienen, generalmente, quien las ayude. Las mujeres tienen una escasa valoración de su trabajo y no advierten la cantidad de horas que trabajan en el día ni como esto limita su participación en actividades comunitarias y sociales. Al hacer los presupuestos de tiempo, se pone en evidencia su trabajo, lo poco valorado que está, lo invisible que es y lo efímero de sus esfuerzos. Cuando son jefas de hogar –en general, esto ocurre porque no hay un varón en el hogar por migración temporal o permanente o por la muerte del cónyuge–, existe una mayor fragilidad económica y social de 7 Por ejemplo, si tiene un bebé de pecho, lo lleva con ella y lo amamanta mientras realiza otras tareas. En la Puna, por ejemplo, las mujeres llevan en su espalda a los niños durante los primeros años de vida mientras realizan todas las otras tareas. 25 Mujeres que trabajan la tierra las familias. Esto se debe a que, por su condición simultánea de responsables de la reproducción del grupo doméstico y de productoras, las mujeres no siempre pueden cultivar toda la tierra disponible u ocuparse de las actividades generadoras de ingresos. Además, tienen escasa o nula experiencia en gestión, al mismo tiempo que dificultades para acceder a los servicios de extensión y crédito. Por otro lado, cuando las mujeres reemplazan a los varones en las tareas prediales porque estos migraron, no siempre implica que pueden tomar decisiones sobre los recursos de la finca y eso debilita el proceso productivo. Cuadro N° I.1 Ejemplos de actividades productivas discriminadas por género Actividades preferentemente femeninas Cuidado de animales pequeños Comercialización ganado menor Pastoreo y cuidado de rebaños Esquila Hilado Comercialización de artesanías Encañado y desencañado de tabaco Desgranado y molienda del maíz Elaboración de pan, quesos, dulces Ordeñe de vacas y cabras Cuidado de la huerta y granja Comercialización de hortalizas, frutas, aves y ganado menor en ferias Actividades Actividades indiscriminadas preferentemente masculinas por género Comercialización de ganado Siembra mayor Laboreo del suelo Manejo de los almácigos Labores culturales con caballos Comercialización de productos agrícolas Transplante Cuidado de los animales mayores Artesanías Fumigación Carpida de los cultivos Cosecha La discriminación de tareas planteada en el cuadro siguiente no implica que las actividades descriptas preferentemente como femeninas no puedan ser realizadas por los varones, si no que es más probable que las realice una mujer que un varón en los sistemas productivos campesinos de nuestro país, y lo mismo con respecto a las actividades preferentemente masculinas. En general, esta división está planteada dentro de nuestra sociedad por la cantidad de esfuerzo físico necesario 26 Capítulo I: Los trabajos de las mujeres rurales para cada tarea, dejando para los varones aquellas que requieren más fuerza aunque esto varía según la cultura local. Por ejemplo, mientras que en muchas zonas las mujeres no preparan la tierra por la cantidad de fuerza que se necesita, en otras hay campesinas que lo hacen con animales de tiro. Lo mismo ocurre con el tejido en lana de mantas de gran tamaño: en la zona de la Quebrada de Humahuaca y Puna (Provincia de Jujuy) es una actividad masculina, mientras que en Santiago del Estero es exclusivamente femenina. También se plantean razones culturales relacionadas al ciclo femenino, no dejando a las mujeres sembrar porque si están menstruando las semillas no nacen o pueden “quemar” la planta y, por lo tanto, en algunas zonas, la siembra es una tarea exclusivamente masculina. 2.3. Las pequeñas producciones Las superficies de producción de las agriculturas campesinas varían en las diferentes zonas del país y según los cultivos. Buena parte de las mismas están ubicada en zonas productivas marginales de Argentina y esto implica que tienen dificultades agroecológicas para su desarrollo. En general, se trata de parcelas pequeñas e insuficientes para obtener una renta razonable y, por lo común, obtienen rendimientos inferiores al promedio por falta de los recursos necesarios como el agua, fertilizantes, insecticidas, herramientas, etc. y, en algunos casos, por escasa capacitación. Existe una tendencia hacia el monocultivo y, en algunas situaciones, una dependencia de paquetes tecnológicos no siempre apropiados a sus sistemas productivos. El trabajo en el cultivo es familiar y, eventualmente, en momentos pico del ciclo productivo se emplean jornaleros/as o se acuerdan servicios de reciprocidad entre vecinos/as para el transplante y cosecha. Son pocos los casos que compran insumos o realizan la comercialización de sus productos en forma conjunta, aunque se suele plantear como una solución a los problemas de mercadeo. No pueden esperar a tener mejores precios para sus productos, tanto por razones económicas como por falta de condiciones para el acopio. Según las circunstancias, a veces entregan sus cosechas a grandes productores vecinos que funcionan como acopiadores, aunque no siempre esto asegura el cobro de la mercancía. En otros casos, existe una marcada dependencia con intermediarios existentes en la zona. Es frecuente que reciban como pago mercaderías que la familia consume a lo largo de la campaña, obteniendo en el intercambio un 27 Mujeres que trabajan la tierra menor precio para el producto y pagando un mayor costo en los artículos de primera necesidad consumidos. Los ingresos provenientes de los cultivos se completan, en algunas regiones, por medio de la venta de leña, carbón o postes de madera extraída de bosques cercanos a las explotaciones agropecuarias. Las actividades forestales, en general, se caracterizan por ser más masculinas que femeninas, sobre todo en lo que se refiere al cortado de árboles y uso de motosierras. Sin embargo, las mujeres participan en el apilado de la madera y ramas, acarreo de leña pequeña, encendido de los hornos y retiro del carbón de los mismos, cuidado del quemado de parvas de carbón y, especialmente, en las actividades de plantación y riego de árboles. Hay familias que fabrican ladrillos y disponen de otros ingresos procedentes de la venta de animales y de la ayuda de familiares radicados en las ciudades. Las actividades de autoconsumo –destacándose los cultivos de maíz, mandioca y hortalizas– son prioritarias en todos los casos, siendo para algunas familias el factor que les permite mantenerse en el medio rural. El régimen de tenencia es, en general, precario –los títulos de propiedad no están saneados– y un porcentaje considerable de explotaciones campesinas es directamente ocupante de tierras privadas o fiscales. Las familias que viven en sucesiones indivisas no consideran prioritaria la regularización de los títulos de propiedad porque implica gastos elevados en impuestos y en mensuras. Además, son decisiones que implicarían la participación de todos los miembros de la familia, quienes no siempre se encuentran en el área rural. En general, los títulos de propiedad de las explotaciones no están a nombre de las mujeres. Los problemas de tenencia de la tierra recrudecieron a partir del 2002, con la ampliación de la frontera agrícola en el país. En muchas provincias este no es un problema nuevo, aunque quizás sí lo sea la expansión de capitales sobre tierras productivamente marginales. Las mujeres plantean el problema de tierras como parte de un proceso de privatización y concentración de las mismas que se vino gestando desde los años noventa, posibilitado en parte, por la falta de regularización de la tenencia de los/as pequeños/as productores/as. La lucha por la tierra 28 Capítulo I: Los trabajos de las mujeres rurales presenta experiencias valiosas en varias zonas campesinas y comunidades aborígenes8. Las pequeñas producciones familiares están actualmente amenazadas no sólo por los conflictos de tierra como por la tala indiscriminada de bosques relacionada con la habilitación de tierras para la agricultura y el uso excesivo de agroquímicos peligrosos para la salud humana, que para algunos cultivos es prácticamente una imposición por parte de las empresas que compran los productos. Las mujeres plantean que las consecuencias del abuso de agroquímicos son a largo plazo porque, por ejemplo, se contaminan cursos de agua y porque existen problemas de intoxicación que no son identificados en los hospitales por falta de capacitación del personal y por la inexistencia de tratamientos adecuados. Algunas de las patologías asociadas a estos tóxicos son las enfermedades de piel o respiratorias y el incremento de las personas que padecen cáncer, depresiones y suicidios. En general, el tema de los agroquímicos aparece para las agriculturas familiares como un problema que debe ser resuelto desde el Estado por medio de controles y que la inexistencia de medidas preventivas y capacitación es parte del escenario actual. 2.4. Las asalariadas rurales La decisión del empresario de contratar a varones o a mujeres, depende de los trabajos a realizar. Hay tareas que son exclusivamente masculinas, como por ejemplo el desmonte, y otras donde se busca preferentemente mano de obra femenina, como el arándano. Aunque en términos generales, la mayoría de los asalariados rurales son varones. Las relaciones laborales son en su mayoría precarias y temporales y, en consecuencia, no se realizan aportes a la seguridad social por lo que probablemente este tipo de trabajador/a dependerá de la ayuda de sus familiares durante la vejez. Suele pagarse menos a las mujeres que a los varones por la misma tarea, de la misma manera que ocurre en prácticamente todos los mercados de trabajo. 8 En las memorias, tanto del Primer Encuentro Nacional de Mujeres Rurales y Campesinas como de los talleres preparatorios del mismo, se encuentran referencias realizadas por mujeres de distintas regiones del país sobre esta problemática. Se relatan las estrategias de defensa por el derecho a la propiedad llevadas adelante por comunidades campesinas y por comunidades aborígenes de diferentes etnias. 29 Mujeres que trabajan la tierra Actualmente, una modalidad que representa una marginalidad aún mayor que la de jornaleros/as es cuando un contratista convoca y asigna las tareas a un grupo de asalariados/as que él representa. Esta persona realiza todas las transacciones necesarias con el empleador y las condiciones nunca favorecen al trabajador rural. Uno de los problemas más comunes es que se pacta un salario que finalmente no se cumple al finalizar la tarea. Las épocas de asalariamiento dependen de la zona y del cultivo existente en la misma y la cantidad de meses en los que hay empleo temporal cambia en las diferentes regiones, siendo generalmente entre 3 y 5 meses. En las empresas agroindustriales, la jornada de trabajo es de aproximadamente 12 horas y el total de los/as empleados/as no siempre están en el libro, por lo que no todos/as cuentan con los beneficios correspondientes. Las condiciones de trabajo pueden ser de riesgo para la salud y no hay guarderías, lo que discrimina a las mujeres con hijos/as. También hay problemas con la estabilidad de la fecha de pago y varias sólo contratan personal en algunos meses del año. Las asalariadas temporarias de empresas agroindustriales caracterizan el ambiente de trabajo y el desarrollo de sus actividades como “... muy sacrificado...”. En algunos casos, las tareas que realizan demandan muchas horas paradas en un mismo lugar, con temperaturas extremas y un control estricto. 2.5. Las artesanías Las artesanías son una actividad característica de las mujeres rurales en nuestro país. Aunque rara vez impliquen un ingreso económico estable, las campesinas las prefieren porque pueden hacerlas en sus casas en el tiempo que les queda libre entre las tareas que deben realizar. Además, la materia prima que utilizan proviene, en su mayor parte, de producciones de su propio sistema. Los problemas más importantes se relacionan con la comercialización ya que no hay un mercado cierto y casi nunca se paga el valor del trabajo. Lo que las mujeres logran en la mayoría de los casos es vender el producto artesanal para recuperar únicamente la inversión en la materia prima. Sin embargo, hay varias propuestas a lo largo del país provenientes de entes gubernamentales y no gubernamentales que buscan la revalorización de las artesanías. 30 Capítulo I: Los trabajos de las mujeres rurales Actualmente, se observan algunos cambios en ciertas zonas: las mujeres que producen artesanías las hacen y venden en forma más regular y se tiende a la incorporación de mejoras en cuanto a tecnologías y procesos. Por ejemplo: paso del huso a la rueca; de tintas artificiales a teñidos de origen natural; aplicación de diseños que tienen en cuenta los gustos y usos de los posibles destinatarios; diversificación de materiales para superar las limitaciones de provisiones estacionales de insumos y la inclusión de otras fibras de origen campesino como es el algodón en los tejidos. 2.6. Condiciones de vida de las mujeres rurales La falta de agua es uno de los problemas más generalizados que afecta la calidad de vida de las mujeres rurales, aunque lógicamente existen diferencias agroecológicas y hay zonas en el país donde es abundante por la cantidad de lluvias que se registran. En las zonas áridas o de secano, las familias consumen agua de represas, compartidas simultáneamente con los animales –con los consecuentes problemas de contaminación–, o de fuentes subterráneas. No está desarrollado en todas las regiones un sistema de aljibes o depósitos para la recolección y conservación de agua de lluvia. Las consecuencias de la falta de agua resultan en un exceso de trabajo durante los meses sin lluvias para el acarreo de la misma además de la dependencia con los municipios locales, para la entrega de agua a las escuelas y familias. Por otro lado, el proceso de ajuste estructural de la década del noventa dio como resultado el abandono de los sistemas de riego por parte del Estado, lo que ha perjudicado especialmente a los pequeños productores y sus familias. La mayoría de los hogares utilizan leña para cocinar y calentar el agua. Esto implica una tarea adicional en los trabajos de las mujeres rurales, además de la sobre‐explotación de los recursos forestales en algunas regiones y los problemas que se presentan cuando éste es un bien escaso, como en la Puna y en la Patagonia, donde las distancias a recorrer para encontrar la leña son cada vez mayores. El estado de los caminos es un obstáculo para la comunicación, la comercialización y el traslado de los enfermos y el costo económico de los transportes es altísimo en casi todas las zonas. La desregulación de los servicios de transporte permitió durante los ´90, la proliferación de servicios privados, ya sean remises o combis que facilitaron el traslado de las personas. Sin embargo, el estado de estos 31 Mujeres que trabajan la tierra vehículos se ha ido deteriorando y, como son pequeñas empresas, no logran reponer sus unidades. De esta manera, hay zonas con problemas de servicios de transporte público. La telefonía celular se ha difundido de manera masiva y ya existen muchas familias que disponen de este medio para comunicarse. 2.7. La salud Las mujeres rurales pobres, al igual que las mujeres aborígenes, explicitan como sus principales problemas a la salud y la educación de la familia, conjuntamente con la seguridad alimentaria. El deterioro de la salud pública, como consecuencia de las políticas de ajuste de la década del noventa, afecta a toda la población y, en particular, a las mujeres como las responsables de la reproducción del grupo familiar. El proceso de descentralización de los programas y servicios de salud ha dejado como resultado diferentes realidades a nivel de las provincias. Conviven entonces estructuras sanitarias desmanteladas, con centros de salud abandonados, sin personal, equipamiento o medicamentos, en algunas provincias y en otras, por lo contrario, la población tiene un nivel de cobertura ejemplar en las áreas rurales9. La salud‐enfermedad es un proceso que está condicionado por determinantes sociales y culturales vinculado a cuestiones de clase, género, etnia o al contexto político y económico. Algunos de los determinantes más importantes para la salud de las mujeres en el medio rural son: el trabajo, la sexualidad y la reproducción, el medio ambiente, la pobreza, las relaciones patriarcales y la accesibilidad a la atención sanitaria10. En el campo de la sexualidad y la reproducción se ven expresados claramente los mandatos (religiosos o culturales) que buscan controlar el cuerpo de las mujeres. Las mismas carecen de información sobre sí mismas y, en consecuencia, los embarazos adolescentes son frecuentes y 9 Por ejemplo, desde la descentralización del Programa Nacional de Chagas hacia los estados provinciales, hay un aumento del número de casos agudos de esta enfermedad en las provincias que no han asumido el control del vector. 10 Se debe considerar que la salud en las áreas rurales está atendida por diversos agentes que conviven y se complementan representando a la medicina tradicional y la académica: el equipo de la salud pública (médicos/as, enfermeras, agentes sanitarios), las parteras tradicionales, los/las curanderas con todas sus especialidades y personas (en especial mujeres) que tienen saberes sobre uso de hierbas o manejo de prácticas para resolver una multiplicidad de problemas de salud de sus comunidades. 32 Capítulo I: Los trabajos de las mujeres rurales en su mayoría la figura masculina está ausente11. Las dificultades para continuar un estudio en el Polimodal lleva a que la maternidad se presente como un proyecto para la vida para algunas jóvenes (Piñero, 1998). Se estima que el número de abortos es menor en las zonas rurales, pero se realiza en condiciones de mayor riesgo y vulnerabilidad, para luego llegar a la atención médica de manera tardía y en grave estado. En consecuencia, se puede deducir que la mortalidad por abortos es proporcionalmente mayor en las zonas rurales alejadas, que en la ciudad. El programa de salud sexual y reproductiva no tiene la cobertura necesaria para las áreas rurales y, en otro orden, no contempla la necesidad de adaptación a diferentes realidades culturales. Las mujeres tienen pocas posibilidades de hacerse prácticas ginecológicas preventivas, como el papanicolau y la mamografía y la condición de población migrante las expone al riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual, entre ellas el HIV. Los accidentes son uno de los problemas más angustiantes en el campo, desde los que ocurren en el hogar como las quemaduras con el fuego de la cocina o el que se corta con el hacha o el machete hasta los que se relacionan con accidentes cerebrales o cardíacos. Las distancias y la escasez de medios de transporte hacen que la asistencia llegue tardíamente. Las dificultades para la accesibilidad a los servicios de salud son geográficas –por las distancias y los caminos–, económicas –
por el costo del traslado y de los medicamentos– y culturales –por el lenguaje usado por el prestador y el trato discriminatorio que se les da en ocasiones a las personas del campo– 12. Otro problema asociado a la salud es la falta de seguridad social, tanto la destinada a la cobertura médica como las jubilaciones y pensiones. 2.8. La educación La aplicación de la Ley Federal de Educación ha perjudicado a distintas zonas rurales. El agrupamiento de las escuelas en el tercer ciclo de EGB (Educación General Básica), ha llevado a que los/as niños/as completen solamente hasta el 6º año del 2º ciclo, ya que resulta difícil 11 Un estudio, realizado en Santiago del Estero, muestra que el 42% de las mujeres del área rural tuvieron su primer hijo/a sin que el padre de la criatura asumiera su paternidad. (Canevari, 2005). 12 Al respecto, hay numerosas referencias en la memoria del Primer Encuentro Nacional de Mujeres Rurales y Aborígenes. 33 Mujeres que trabajan la tierra llegar a las escuelas agrupadas que se encuentran a mucha distancia o que implica que vivan fuera de la casa. Además de los históricos problemas de falta de valorización de los conocimientos locales en las áreas rurales, hay un desmejoramiento manifiesto en lo que los niños/as aprenden. Los padres y las madres reconocen los bajos salarios docentes, que influye sobre el ausentismo de los mismos, repercutiendo en la calidad educativa. La dispersión de los predios en algunas zonas implica que los/as niños/as caminen muchos kilómetros por día para acceder a la escuela y, prácticamente, los establecimientos preescolares son escasos. Hay un apoyo explícito hacia los comedores escolares, que no se manifiesta por igual en todos los distritos. En general, en las zonas donde hay posibilidades de asalariamiento temporal, los niños y jóvenes abandonan los estudios antes de finalizarlos y el sexo de los desertores depende del tipo de tareas en las que haya trabajo. En las zonas donde los cultivos tienen momentos de mucha necesidad de mano de obra (carpida, cuidados culturales en general y, especialmente, cosecha), los/as chicos/as dejan de ir a la escuela durante el tiempo que se los requiera en el predio familiar. Sin embargo, también ha aumentado la posibilidad de acceso a las escuelas secundarias para algunos sectores –se han instalado más centros educativos en el interior del país, algunos relacionados con la iglesia católica–, aunque generalmente los/as jóvenes no logran concluir el ciclo. En general, las mujeres de menos de 60 años han sido alfabetizadas, si bien esto no es extendido para todas las áreas rurales del país. Sin embargo, las campesinas que tienen más de 40 años no siempre han podido finalizar la escuela y durante su vida no han desarrollado la lectura ni la escritura y, por lo tanto, tienen dificultades para la matemática, o para leer y escribir. Recientemente se puede observar la aparición de jóvenes analfabetos/as que son consecuencia de los últimos períodos de crisis económica del país. Frente a este problema es notable la escasez de programas de alfabetización de adultos/as rurales. 2.9. Las familias Los hogares suelen estar compuestos por más de una generación y el número de hijos es muy variable, pero se encuentran siempre familias más numerosas que en el área urbana. Hay predios en los que viven más de 10 personas y es común que las abuelas críen nietos de hijas que han 34 Capítulo I: Los trabajos de las mujeres rurales migrado para trabajar en las ciudades. El cuidado de los/las ancianos/as es un trabajo que recae ineludiblemente sobre las hijas mujeres. Las pautas de consumo básico de los hogares incluyen alimentos que deben comprar –yerba mate, harina de trigo, azúcar refinada, aceite, condimentos–, lo que implica una necesidad de ingresos monetarios. La información recolectada en el Departamento Figueroa (Santiago del Estero), durante la etapa de diagnóstico del PROINDER, señaló un consumo promedio por mes y por persona de 9,5 kg de harina de trigo, casi 3 kg de azúcar, aproximadamente 1 kg de yerba mate y 1,4 de grasa por persona en un mes. A esto hay que sumarle la compra de 1 kg de carne y otro de arroz o fideos por semana por persona y de papas (entre 1 y 4 kg/mes/persona). El gasto en frutas y verduras es muy bajo. La alimentación se completa con carne de gallinas, lechones, corderos y cabritos, además de los huevos procedentes del predio familiar. 2.10. La violencia contra las mujeres La violencia doméstica ejercida hacia las mujeres y los/as niños/as suele ser un tema tabú en las poblaciones rurales. Sin embargo, la violencia contra las mujeres constituye una pandemia que afecta a todas las sociedades y es un grave problema de salud pública que está lejos de ser atendido correctamente y que está íntimamente relacionada con el alcoholismo. Algunos estudios (OPS, 2003) muestran que la violencia es menor en las áreas rurales comparadas con las urbanas. Pero presenta algunas problemáticas adicionales vinculadas al aislamiento que dificulta la visibilidad del problema y a que la policía local tiene un trato cercano con la familia y se resiste a recibir las denuncias. Por otro lado, las grandes distancias que las separan de los servicios de salud y de justicia hacen que la resolución a través de los mecanismos legales enfrente diversos obstáculos. La participación de las mujeres en los grupos ha sido una herramienta eficaz para solucionar este problema en la medida que las participantes mejoran su autoestima y su situación dentro de la familia (menos miedo de hablar, por ejemplo), además de que existe un mayor conocimiento de sus derechos. Las mujeres que participan en organizaciones con perspectiva de género piden que las compañeras que sufren violencia sean escuchadas, que se les brinde el apoyo que necesitan por parte de personal especializado/a en la policía, en los centros de salud y en el poder judicial. Su reclamo sobre este tema es que 35 Mujeres que trabajan la tierra se haga justicia, que haya una atención rápida y eficaz en los casos de violencia doméstica, abuso sexual y violación y que existan programas de prevención del alcoholismo porque hay un aumento del consumo de bebidas alcohólicas en los/as jóvenes y jefes de hogar. 36 Capítulo II: Las mujeres rurales en el país según los datos censales de 2001 Capítulo II Las mujeres rurales en el país según los datos censales de 200113 En este capítulo se proporciona información del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001 (CNP 2001)14, con la intención de conocer la cantidad y algunas de las principales características de las mujeres y varones que viven las áreas rurales. En esta descripción se incluye a las pequeñas localidades de 2000 a 5000 habitantes con el objetivo de tener una imagen completa del territorio donde los/as actores sociales del campo desarrollan sus vidas y trabajos El CNP considera que una localidad es urbana o rural según la cantidad de personas que viven en la misma. Por lo tanto, un lugar es rural cuando lo habitan menos de 2000 habitantes. A la vez, la población rural está diferenciada en rural dispersa o rural agrupada, considerando a la dispersa a toda zona poblada o semipoblada en campo abierto donde las viviendas no se encuentran concentrados espacialmente ni conectados entre sí por calles, o donde en razón de la poca densidad poblacional no se le dio nombre a dicha zona. En cambio, las áreas rurales agrupadas son las poblaciones de menos de 2000 habitantes (Gerardi, 2004). El capítulo comienza con la presentación de los datos de la población total discriminados por el lugar de residencia y por sexo, lo cual se repite para la población mayor de 14 años. Se realiza una enumeración de las provincias donde la cantidad de habitantes rurales disminuyó con respecto al Censo Nacional de 1991 y continúa con una caracterización de los y las habitantes rurales según la edad, el nivel educativo, la condición de actividad, la ocupación y la jefatura de hogar, particularizando a los hogares con necesidades básicas insatisfechas. 13 Agradecemos a Alejandro Gerardi, de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos, la ayuda y su excelente predisposición para la realización de este capítulo. 14 Para este análisis, se utilizaron procesamientos especiales solicitados por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos (SAGPyA) al Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). 37 Mujeres que trabajan la tierra 1. La población del área rural El Censo Nacional de Población y Vivienda de 1980 cuantificó un 17% de población rural –lo que equivale a 4.677.235 personas– y en el de 1991, ese porcentaje disminuyó a un 12,8% (4.179.418 personas). En 2001, sobre una población total de 36,2 millones de habitantes, 32,4 millones de personas residen en áreas urbanas (89%) y 3,8 en las áreas rurales (11%). Estas cifras muestran la magnitud de la urbanización en la población de Argentina. Cuadro N° II.1 Distribución de la población total del país, discriminada por lugar de residencia (rural‐urbana; agrupada‐dispersa), sexo y edad Población total del país en 2001 Total de habitantes en el país 100% 89% 11% 36.260.130 32.431.950 3.828.180 Total población urbana Total población rural Población discriminada por sexo Varones Mujeres Total 17.659.072 49% 18.601.058 51% Urbana 15.629.299 48% 16.802.651 52% Rural 2.029.773 53% 1.798.407 47% Población rural discriminada por agrupada y dispersa Varones Mujeres Población en áreas rurales Dispersa 1.409.674 54% 1.194.973 46% Total Población en áreas rurales Agrupada 620.099 51% 603.434 49% 2.604.247 1.223.533 Población de 14 años y más 26.681.048 Total de población en el país 23.153.556 Población loc. de más de 5.000 hab. 932.083 Población loc. 2.000 a 5.000 hab. 2.595.679 Total de población rural 100% 87% 3% 10% Población de 14 años y más en áreas rurales Varones Mujeres 1.395.183 1.200.496 54% 46% Fuente: Censo Nacional de Población 2001 (INDEC, 2005). Elaboración propia. 38 Capítulo II: Las mujeres rurales en el país según los datos censales de 2001 Como es posible observar en el cuadro anterior, la cantidad de varones en relación a la de mujeres es superior en la población rural, y esto se mantiene a lo largo de todo el país. En la mayoría de las provincias, la población femenina rural no supera el 48% y en San Luis, Neuquén y Formosa es de sólo al 45%. En las provincias más australes, el porcentaje de mujeres rurales disminuye considerablemente: Chubut tiene un 44% de población femenina; Tierra del Fuego, 31% y Santa Cruz, 30%15. Probablemente esto se explique por el tipo de actividades y empleo existente en el campo de la zona sur del país. La vida del trabajador rural transcurre en grandes estancias dedicadas a la cría de ovejas, que deben cuidar en busca de pastos en amplias extensiones desérticas, con un clima frío y ventoso, enfrentando la escasez de recursos naturales (agua y leña, principalmente) lo que desalienta a la instalación permanente de familias. Si se considera únicamente la población mayor de 14 años, se observa que el porcentaje de mujeres es aún menor que en la población rural total ya que sólo el 46% es femenina. Esta característica se mantiene en casi todas las provincias y se profundiza en aquellas que ya fueron señaladas por tener menor proporción de mujeres sobre el total. Otra característica de la población rural en Argentina es la tendencia a la dispersión geográfica, ya que la mayoría (68%) vive en zonas semipobladas o lo que se definió anteriormente como rural dispersa. Por ejemplo, las provincias de Corrientes, Chaco, Formosa, Mendoza, Misiones y Tucumán tienen el 80% de su población rural establecida en áreas rurales dispersas. Lo contrario ocurre en Catamarca, La Rioja y La Pampa, porque en estas provincias la mayor parte de los/as habitantes rurales (64%) vive en caseríos (rural agrupada)16. En general, y en comparación a los varones, hay más mujeres en las pequeñas localidades. 2. El descenso de la población rural Hacia 1810, la cantidad de habitantes rurales de Argentina era inferior a un millón de personas y representaba el 82% de la población total. En 2001, casi doscientos años después, hay cerca de cuatro millones de personas viviendo en el medio rural, lo que constituye sólo el 11% de la población del país. 15 Ver Tabla 1.1 del Anexo N°1, de este capítulo. 16 Ver Tabla 1.1 del Anexo Nº1, de este capítulo. 39 Mujeres que trabajan la tierra Este descenso de los/as habitantes rurales es un proceso que se acentuó en las últimas décadas y en el lapso entre los dos últimos censos de población –1991 a 2001–, se expresó con la disminución de 351.238 personas. Se trata de una tendencia de la población del país que prefiere formas urbanas de residencia y de vida y se observa casi por igual a lo largo de todo el territorio nacional17. Buenos Aires es la provincia que más población rural expulsó en valores absolutos, siguiéndole Chaco, Santa Fe y Córdoba. Si se analiza en términos relativos, Santa Cruz es la provincia que mas redujo su población rural, ya que tiene un 45% menos que en el año 1991. Las razones de la disminución de la población rural no son posibles de generalizar para todo el territorio. Sin embargo, los procesos de concentración de la propiedad en antiguas regiones chacareras –
inclusive en algunas áreas campesinas– y la introducción de capital en forma de tecnología para reemplazar mano de obra resultan evidentes en varias regiones del país. En las provincias del centro, el modelo empresarial de la producción agraria está creando nuevas configuraciones sociales y residenciales, donde la disminución de población estable se compensa con mano de obra que migra transitoriamente, a menudo desde áreas urbanas o periurbanas. Por otro lado, el descenso de la población rural tiene sus excepciones. En el noroeste (NOA), tres provincias aumentaron su población rural: Catamarca tiene casi un 9% más de habitantes en el campo que en 1991 mientras que en Tucumán y Santiago del Estero creció un 3%. Mendoza también captó más población en su medio rural (4,5%) y Neuquén lo hizo, pero con un porcentaje bajo (1,7%). Es Tierra del Fuego quien tuvo un ascenso notorio: 44% más de habitantes del área rural, aunque en valor absoluto sólo representen 902 personas. Aunque no conocemos las razones específicas del aumento de la población rural en estos casos, es probable que en la región noroeste se relacione con el retorno de migrantes ante la inestabilidad laboral de la década del noventa. Justamente, estas provincias del NOA han aportado muchos trabajadores/as al centro y sur del país desde hace varias generaciones y es una población con lazos familiares y residenciales que les permiten el retorno a sus provincias de origen. Es decir, son campesinos/as que migran a los centros urbanos en busca de mejores condiciones de vida, pero dejando un hogar en las áreas rurales que les permite el retorno cuando lo consideran necesario (por falta de trabajo o de vivienda o 17 Ver Tabla 1.2 del Anexo Nº1, de este capítulo. 40 Capítulo II: Las mujeres rurales en el país según los datos censales de 2001 porque el padre y la madre no se pueden hacer cargo del predio rural y vuelven a ayudar) y eso los diferencia de otras situaciones donde la migración deja a algunas zonas totalmente despobladas. En general, donde hubo descenso de población rural entre los dos censos, la disminución en la cantidad de mujeres es menor que la de varones. En Chubut, donde hay 1,5% menos de varones, la población femenina rural aumentó en el mismo porcentaje y en Salta, el descenso de la población rural es exclusivamente masculina. La excepción es el caso de Santa Cruz, donde las mujeres migraron más significativamente que los varones. En las provincias que presentan un crecimiento de la población rural, el ascenso de las mujeres es mayor que el de los varones. En Mendoza, el aumento de mujeres duplica al de varones y en Tucumán y Neuquén, lo triplica. Esto no ocurre en Santiago del Estero, donde la ampliación de la población rural es mayormente masculina. El caso llamativo nuevamente es Tierra del Fuego porque el incremento de las mujeres es de 117% mientras que el de varones fue sólo de 24%18. 3. La edad de las mujeres y los varones en el área rural La pirámide de edades del conjunto de la población rural del país muestra que la mayor cantidad de habitantes del campo está en el grupo de 5 a 9 años. A partir de los 10 años, comienza una disminución paulatina tanto de los varones como de las mujeres. Es posible apreciar un pequeño angostamiento entre el grupo de 0 a 4 años en comparación al de 5 a 9 años, tal vez ocasionado por una menor natalidad en los años previos al Censo Nacional. La expulsión del campo de los y las jóvenes está reflejada en este gráfico. Es notoria la disminución del número de niñas desde los 10 años hasta las jóvenes de 20 que continúa hasta los 34 años. A partir de esa edad, sigue disminuyendo pero en un ritmo menos desacelerado hasta los 55 años, donde aparece otra reducción llamativa aunque en este caso más marcada para la población masculina. El número de niños y jóvenes se reduce notablemente desde los 15 años, con un gran salto en el rango que va entre los 25 y 29 años, por lo que se puede deducir que los varones migran más tardíamente que las mujeres. 18 Esta información se encuentra detallada en la Tabla 1.2 del de este capítulo. 41 Mujeres que trabajan la tierra Figura N° II.1 Pirámide de la Población rural total 85 y más
80 - 84
75 - 79
70 - 74
65 - 69
60 - 64
Grupos de edad
55 - 59
50 - 54
45 - 49
40 - 44
35 - 39
30 - 34
25 - 29
20 - 24
15 - 19
10 - 14
5-9
0-4
250000
200000
150000
100000
50000
0
50000
100000
150000
200000
250000
300000
Cantidad de mujeres y varones
Mujeres
Varones
Al analizar la pirámide de edades de la población rural discriminada por sexo, se observa que los varones superan a las mujeres en todos los grupos de edad y es entre los 45 y 64 años donde la proporción de varones es notoriamente mayor a la de mujeres. Por lo contrario, en las áreas urbanas a partir de los 25 años se observan tasas de feminidad más elevadas, que se hacen notorias en el grupo de 65 y más años donde las mujeres llegan a ser el 60% de la población19. 19 La tasa de mortalidad diferencial para varones y mujeres explica estos porcentajes. 42 Capítulo II: Las mujeres rurales en el país según los datos censales de 2001 Cuadro N° II.2 Cantidad de mujeres y varones, discriminada por lugar de residencia (rural‐urbana) y por edad Población rural Grupos Población urbana edad Mujeres % Varones
% Total 0 – 4 217.245 49 225.358 51 442.603 1.428.843 49 1.477.832 51 2.906.675 5 – 9 222.312 49 231.057 51 453.369 1.488.246 49 1.529.602 51 3.017.848 10 – 14 201.123 48 214.048 52 415.171 1.487.333 49 1.524.696 51 3.012.029 15 – 19 164.791 47 187.610 53 352.401 1.410.483 50 1.425.420 50 2.835.903 20 – 24 144.330 46 166.748 54 311.078 1.457.070 50 1.431.191 50 2.888.261 25 – 29 118.039 47 134.874 53 252.913 1.247.809 51 1.194.619 49 2.442.428 30 – 34 103.730 47 118.900 53 222.630 1.101.475 51 1.040.798 49 2.142.273 35 – 39 98.255 46 115.065 54 213.320 1.044.762 52 971.535 48 2.016.297 40 – 44 91.666 45 110.977 55 202.643 1.001.723 52 932.170 48 1.933.893 45 – 49 82.071 44 103.572 56 185.643 855.563 48 1.786.268 50 – 54 77.294 44 100.263 56 177.557 878.060 52 794.864 48 1.672.924 55 – 59 65.652 44 82.939 56 148.591 720.235 53 635.220 47 1.355.455 60 – 64 58.610 44 74.234 56 132.844 628.468 55 523.025 45 1.151.493 65 – 69 48.823 45 59.957 55 108.780 561.421 56 439.587 44 1.001.008 70 – 74 41.520 47 47.664 53 89.184 532.579 59 374.762 41 907.341 75 – 79 29.643 50 30.211 50 59.854 409.197 61 258.844 39 668.041 Mujeres 930.705 % 52 Varones % Total 80 – 84 18.594 54 16.106 46 34.700 262.059 66 136.149 34 398.208 85 y + 14.709 59 10.190 41 24.899 212.183 72 83.422 28 295.605 2.029.773
15.629.299
32.431.950 Total 1.798.407 3.828.180 16.802.651
Fuente: Censo Nacional de Población 2001 (INDEC, 2005). Elaboración propia. Diversas razones pueden explicar la alta migración de jóvenes varones y mujeres del campo a la ciudad. La pobreza y escasez de ingresos monetarios de la familia es una de ellas, pero a ésta se agrega la falta de incentivos, expectativas y limitaciones de desarrollo propias del sector, contrariamente a las potenciales oportunidades que les ofrece la ciudad: empleo, mejor educación, entretenimiento, sociabilidad con sus pares, libertad de acción; todas ellas sobre estimuladas por los medios de comunicación, especialmente la televisión. Aunque es necesaria una mayor profundización sobre las razones de la marcada migración femenina rural, se sabe que dentro de la división del trabajo por sexo las ocupaciones que requieren fuerza física son consideradas típicamente masculinas y, por lo tanto, es común que en el campo se prefiera más a los varones que a las mujeres para muchas 43 Mujeres que trabajan la tierra labores. De la misma manera, las mujeres sienten que algunos trabajos agropecuarios no son adecuados para ellas y sólo los realizan si no hay otra alternativa, abandonándolos cuando la situación económica se los permite. Frente a este panorama de escasas oportunidades de desarrollo personal, añadido al hecho de que el trabajo agrícola en nuestra sociedad es, en general, menos valorado en relación a otras tareas generadoras de ingresos, las mujeres jóvenes tienden a buscar mejores oportunidades en las áreas urbanas. Por otro lado, y como ya se dijo en el primer capítulo, en las áreas rurales las actividades domésticas son más pesadas (acarrear el agua o buscar la leña para cocinar, por ejemplo) en comparación a las realizadas en ámbitos urbanos. Además, el fácil acceso a los diferentes servicios públicos como salud, educación, luz y transporte, es atractivo para las mujeres en tanto les brindan mayor seguridad durante la etapa de crianza de los hijos/as. De esta manera, las mujeres migran de los sectores rurales pobres no sólo porque sus posibilidades laborales en el campo son restringidas, sino además porque en la ciudad encuentran más oportunidades de desarrollar esas actividades consideradas como ʺfemeninasʺ y condiciones de vida más favorables, sumado a la curiosidad de conocer el mundo existente más allá de los límites de la comunidad rural. Las jóvenes al salir de sus hogares expresan el entusiasmo de conocer todo aquello a lo que no tienen acceso, de poder ayudar económicamente a la familia o de lograr estudiar y modificar tanto su situación como de los que dejan atrás en el hogar (Biaggi, 2000). 4. El nivel educativo Como es posible apreciar en el cuadro siguiente, existen diferencias en el acceso a la educación entre varones y mujeres dependiendo del tipo de agrupamiento residencial. 44 Capítulo II: Las mujeres rurales en el país según los datos censales de 2001 Cuadro N° II.3 Población de 5 años y más por sexo y asistencia a establecimientos educativos por tamaño de la localidad (cantidad total y porcentaje) Tamaño Sexo localidad Asistencia a establecimientos educativos Asiste No asiste pero asistió Nunca asistió Rural Varones 331.183 51%
dispersa Mujeres 322.277 49%
653.460 797.948 56% Total 100.527 50% 1.229.658 624.407 44% 99.539 1.422.355 200.066 50% 1.046.223 2.275.881 563.180 Rural Varones 178.106 49%
360.481 52% 24.593 48%
agrupada Mujeres 184.206 51%
335.988 48% 26.981 52%
547.175 362.312 696.469 51.574 1.110.355 Loc. de 2000 Varones 190.448 49%
376.473 50% 22.185 46%
589.106 a 5000 hab. Mujeres 200.346 51%
375.745 50% 25.751 54%
601.842 390.794 752.218 47.936 1.190.948 Localidades Varones 3.834.474 47%
7.758.828 48% 359.106 47% 11.952.408 de más de Mujeres 4.298.397 53%
8.456.731 52% 412.379 53% 13.167.507 8.132.871
16.215.559 9.294.209 49% 5.005.226 51%
9.792.871 51% 9.887.989
19.092.712 5000 hab. Varones Total Mujeres 4.845.863 49%
771.485 25.119.915 482.667 46% 14.622.739 564.650 54% 15.362.747 1.040.437
30.021.138 Fuente: Censo Nacional de Población 2001 (INDEC, 2005). Elaboración propia. De los casi 9,9 millones de personas que asisten a algún establecimiento educativo en el país, las mujeres superan levemente a los varones (51%). Esta tendencia es notoria en las áreas urbanas y se invierte a medida que el lugar de residencia se hace más rural: 53% de los estudiantes son mujeres en los centros urbanos de más de 5.000 habitantes; 51% tanto en el caso de las localidades de 2.000 a 5.000 habitantes como en las de menos de 2.000 y sólo 49% en el área rural dispersa. Por otro lado, en todo el país hay un millón de personas que nunca asistieron a un establecimiento educativo. En esta categoría, que comprende a población semi‐analfabeta o analfabeta, se observa un fuerte predominio de mujeres. Esta diferencia expresa la medida de la discriminación de género en el acceso a la educación que existió hasta hace unos pocos años en el país, la cual viene disminuyendo en los últimos censos, a partir de cambios culturales y por la implementación de políticas gubernamentales específicas y acordes con los tratados internacionales de no discriminación contra la mujer. 45 Mujeres que trabajan la tierra Los niveles educativos de la población rural han tenido históricamente cifras más bajas, resultado de las dificultades de acceso tanto por razones físicas como por barreras sociales y culturales y porque la pobreza es un factor determinante para que esto ocurra. Esto se constata al analizar la información de la población que asiste a algún establecimiento educacional discriminada por edad y lugar de residencia del CNP 2001. En la Tabla N° 1.5 del Anexo N°1 es posible observar que del total de la población que asiste a un establecimiento educativo en las ciudades, el porcentaje de estudiantes mayores de 14 años es similar al de los/as niños/as de 5 a 13 años: 45% y 55%, respectivamente. En cambio, en las localidades de 2000 a 5000 habitantes el porcentaje de jóvenes que continúan sus estudios es menor y aún lo es más en las áreas rurales, ya que del total de personas que asisten a un establecimiento educativo en el medio rural sólo el 28% son mayores de 14 años. Esto también se relaciona con la ausencia de los jóvenes en las áreas rurales por migración, tal como se dijo en los párrafos anteriores. Es importante destacar dentro de este escenario que, tomando en cuenta a la población total del país, son más mujeres que varones las que continúan dentro del sistema educativo después de los 20 años (9%). 5. La población rural femenina con Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) Se ha señalado que una de las razones más importantes de la migración del campo a la ciudad y el consecuente despoblamiento rural, es la escasez de servicios (salud, educación, vivienda) y las deficientes condiciones de vida de los hogares. Esto se traduce en que, del total de población rural femenina de más de 14 años, el 27,7% vive en una situación de necesidades básicas insatisfechas. Si se analiza con perspectiva de género a la población rural total con NBI, no existen diferencias significativas entre varones y mujeres. Es decir, en relación al acceso a las necesidades básicas no existe discriminación por sexo. En cambio, al comparar la condición de pobreza de las mujeres según su lugar de residencia, se advierte que el 36% de las mujeres del área rural viven con necesidades básicas insatisfechas mientras que en las localidades de 2000 a 5000 habitantes hay sólo un 22% de población femenina con NBI. Estas cifras indican que la pobreza estructural, medida con los indicadores de NBI, está asociada con la condición de ruralidad. 46 Capítulo II: Las mujeres rurales en el país según los datos censales de 2001 El NBI define la pobreza por los siguientes indicadores: hacinamiento; características de la vivienda; condiciones sanitarias; presencia de algún niño o niña que no asista a la escuela y hogares con cuatro ó más personas por miembro ocupado y cuyo/a jefe/a de hogar tuviera baja educación (o sea que no asistió a un establecimiento educativo o asistió como máximo hasta 2º año de la escuela primaria). Entre estos indicadores, las características de la vivienda y la falta de retretes influyen considerablemente en los mayores niveles de NBI de las áreas rurales. Cuadro N° II.4 Mujeres mayores de 14 años de áreas rurales y localidades de 2000 a 5000 habitantes según condición de NBI, en valores absolutos y porcentajes. Catamarca Corrientes Córdoba Chaco Chubut Entre Ríos Formosa Gran Bs. As. Resto Bs. As. Jujuy La Pampa La Rioja Mendoza Misiones Neuquén Río Negro Salta San Juan San Luis Santa Cruz Santa Fe S del Estero T. del Fuego Tucumán Total Total 26.568
57.111
120.720
54.837
12.491
67.674
29.303
6.546
163.323
27.857
18.493
15.219
106.771
79.137
15.796
26.434
51.169
27.039
14.730
1487
113.056
78.089
589
86.057
1.200.496
Área Rural Con NBI % con NBI 7.954
29,9
23.812
41,7
21.307
17,6
25.784
47,0
3.248
26,0
14.462
21,4
13.708
46,8
1.834
28,0
18.444
11,3
12.372
44,4
2305
12,5
4.265
28,0
24.882
23,3
25.150
31,8
4.901
31,0
6.388
24,2
25.073
49,0
7.360
27,2
3.966
26,9
152
10,2
18.874
16,7
34.909
44,7
98
16,6
30.741
35,7
331.989
27,7
Localidades 2000 a 5000 habitantes Total Con NBI % con NBI 6.817
1441
21,1 14.578
4.405
30,2 80.659
10.224
12,7 16.838
5.519
32,8 8.157
1283
15,7 18.689
3.084
16,5 16.513
5.359
32,5 0
0
0 57.028
5.412
9,5 10.121
3.019
29,8 16.091
1215
7,6 10.259
1.729
16,9 20.700
3.515
17,0 15.703
3.520
22,4 7.893
1485
18,8 8.985
2.056
22,9 14.888
4.338
29,1 12.808
2.501
19,5 8.049
1224
15,2 6.780
468
6,9 85.443
9.248
10,8 16.231
4.255
26,2 0
0
0 20.494
4.396
21,5 473.724
79.696
16,8 Fuente: Censo Nacional de Población 2001 (INDEC, 2005). Elaboración propia. 47 Mujeres que trabajan la tierra Antes de finalizar este punto, y si bien las cifras muestran que varones y mujeres sufren por igual las malas condiciones de vida y la carencia de servicios, es importante destacar que aunque la precariedad habitacional afecta a todos los integrantes del grupo familiar, las mujeres están perjudicadas especialmente, tanto por ser las responsables del hogar y de las tareas domésticas como porque es dentro de la casa donde pasan la mayor parte de su tiempo. 6. La condición de actividad de las mujeres rurales Al analizar la condición de actividad de las mujeres mayores de 14 años de las áreas rurales, se observa que el 21% están ocupadas, el 10% desocupada y el 69% son inactivas. Cuadro N° II.5 Población femenina de 14 años y más en áreas rurales según condición de actividad discriminada por NBI Condición de ocupación Ocupadas Desocupadas Inactivas Total
Pobres Población con NBI 41.739 12% 39.142 12% 251.112 76% 331.989 No pobres Población sin NBI 216.124 21% 79.450 10% 572.929 868.507 69% Total 257.863 118.592 824.041 21% 10% 69% 1.200.496 Fuente: Censo Nacional de Población 2001 (INDEC, 2005). Elaboración propia. Como se observa en el cuadro anterior, sólo un 12% de las mujeres provenientes de hogares con NBI están ocupadas y este porcentaje es significativamente menor que el de las mujeres de hogares que tienen sus necesidades básicas cubiertas. Es posible que el menor nivel educativo de los hogares con NBI dificulte a sus miembros una inserción en el mercado de trabajo mejor y más estable. En cambio, al observar la categoría desocupadas, la diferencia entre pobres y no pobres es menor: 12% de mujeres pobres están desocupadas y 10% de las no pobres. Esto implica que el porcentaje de mujeres que no están ocupadas en la población femenina con necesidades básicas insatisfechas está absorbido en la categoría inactiva. 48 Capítulo II: Las mujeres rurales en el país según los datos censales de 2001 Sin embargo, la categoría inactiva tiene, en nuestra opinión, un sesgo de ocultamiento o subregistro por estar efectuada con instrumentos de medición de la condición ocupacional que resultan inadecuados para captar el trabajo que realizan las mujeres rurales. Además, la forma en que el trabajo es visto por varones y mujeres en el ámbito de la cultura rural contribuye a ese subregistro, ya que es escasa la conciencia de que las tareas productivas a la escala del predio constituyan una ocupación (los trabajos familiares relacionados con la siembra, el desmalezado, la cosecha, la preparación para la venta y otros cuidados de los cultivos familiares como también la cría de ganado menor, las actividades de tambo o de granja, etc.). Además, existen otras ocupaciones características del sector informal rural –en algunos casos ejercidas bajo la forma del trabajador cuenta propia, como el trabajo artesanal– que no son consideradas ni por las propias mujeres como ocupación. Por otro lado, hay que considerar que la desocupación se mide a partir de una pregunta sobre la búsqueda de trabajo en el último mes, y las oportunidades de estos sectores (y como ya se dijo, más de las mujeres en el área rural) de buscar trabajo es ciertamente baja. Si el análisis de la condición de ocupación se hace según el lugar de residencia, el porcentaje de mujeres ocupadas en las ciudades de menos de 5000 habitantes es superior a las áreas rurales. Esto probablemente se deba tanto a la existencia de mayores oportunidades laborales en los pequeños centros urbanos, especialmente en los comercios. Las excepciones para esto ocurren en las provincias de Misiones y Jujuy, donde el porcentaje de ocupación es mayor en las mujeres de las áreas rurales que en las localidades20. Cuadro N° II.6 Población femenina de 14 años y más según condición de actividad discriminada por lugar de residencia Condición de ocupación Ocupadas Desocupadas Inactivas Total
Área rural 257.863 118.592 824.041 21,5% 9,9% 68,6% 1.200.496 100,0% Localidades de 2000 a 5000 habitantes 130.058 27,5% 57.192 12,1% 286.474 473.724 60,5% 100,0% Fuente: Censo Nacional de Población 2001 (INDEC, 2005). Elaboración propia 20 Ver Tabla 1.6 del Anexo Nº 1, de este capítulo. 49 Mujeres que trabajan la tierra 7. Las ocupaciones de las mujeres y varones en el área rural En el Censo Nacional de Población 2001 sólo hay 64.571 mujeres del área rural que trabajan en actividades agropecuarias y 193.458 que lo hacen en otras ramas económicas. Es decir, del total de ocupados rurales únicamente un 23% son mujeres. En cambio, las mujeres constituyen el 39% de la población ocupada en las áreas urbanas. Cuadro N° II.7 Personas ocupadas en el área rural discriminadas por sexo, rama de actividad y categorías ocupacionales. Sexo Mujeres % Varones % Total Total 64.571 100 504.086 100 568.657 Mujeres 193.458 % 100 Varones 333.285 % 100 Total 526.743 Total ambas 1.095.400 ramas Obrero/a empleado/a Público Privado Patrón/a Trabajador/a fliar. c/sueldo s/sueldo Agricultura, Ganadería, Caza y Silvicultura 1.165 23.067 2.932 13.511 2 36 5 21 9.983 261.100 39.611 130.536 2 52 8 26 11.148 284.167 42.543 144.047 1.267 2 8.223 2 9.490 22.629 35 54.633 11 77.262 Resto de Ramas de Actividad Económica 65.810 80.942 6.855 26.400 34 42 4 14 84.517 133.526 19.136 80.298 25 40 6 24 150.327 214.468 25.991 106.698 1.777 1 3.857 1 5.634 11.674 6 11.951 4 23.625 161.475 15.124 100.887 498.635 Trabajador/a cuenta propia
68.534 250.745 Fuente: Censo Nacional de Población 2001 (INDEC, 2005). Elaboración propia Como muestra el cuadro anterior, hay 1.095.400 personas ocupadas: 568.657 en el sector de agricultura, ganadería, caza y silvicultura y 526.743 en actividades no agropecuarias. Al discriminar cada rama de actividad por sexo, es posible determinar que en la actividad agropecuaria sólo un 11% son mujeres, mientras que en las no agrícolas la participación se eleva al 37%. En el sector no agrario, las mujeres rurales están ocupadas principalmente como empleadas u obreras (76%). Las mujeres que aparecen como ocupadas de la rama agraria, son trabajadoras familiares sin remuneración, y empleadas u obreras del sector privado. Además hay un 21% que son cuentapropistas. En el caso 50 Capítulo II: Las mujeres rurales en el país según los datos censales de 2001 de los varones, el número que trabaja en la rama agraria es levemente superior al de los que trabajan en la rama no agraria. Más de la mitad de los varones ocupados en la rama agraria trabajan como obreros o empleados del sector privado (65%), un 26% como cuentapropista y un 11% como trabajador familiar sin remuneración. Cuadro N° II.8 Personas ocupadas en las localidades de 2000 a 5000 habitantes discriminadas por sexo, rama de actividad, área de residencia y categorías ocupacionales. Sexo Mujeres % Varones % Mujeres % Varones % Total Total ambas ramas Obrero/a Trabajador/a Patrón/a empleado/a cuenta propia
Público Privado Agricultura, Ganadería, Caza y Silvicultura 3.719 299 2.359 203 481 100 8 63 5 13 60.457 2.386 34.907 6.469 13.007 100 4 58 11 22 64.176 2.685 37.266 6.672 13.488 Resto de Ramas de Actividad Económica 140.363 51.952 58.524 6.283 18.683 100 37 42 4 13 216.224 57.717 84.555 15.866 51.233 100 27 39 7 24 356.587 109.669 143.079 22.149 69.916 Total 420.763 112.354 180.345 28.821 83.404 Trabajador/a fliar. c/sueldo s/sueldo 64 2 1.182 2 1.246 313 8 2.506 4 2.819 1.073 1 2.395 1 3.468 3.848 3 4.458 2 8.306 4.714 11.125 Fuente: Censo Nacional de Población 2001 (INDEC, 2005). Elaboración propia En las localidades de 2000 a 5000 habitantes, hay 420.763 personas ocupadas: 64.176 en el sector de agricultura, ganadería, caza y silvicultura y 356.587 en actividades no agropecuarias. En este caso, el porcentaje del total de mujeres ocupadas es del 34%. Al discriminar las ramas de actividad por sexo, se observa que en las actividades agropecuarias sólo un 5% son mujeres, mientras que en las no agrícolas la participación se eleva al 39%. Tanto los varones como las mujeres ocupados en la rama agrícola lo hacen principalmente como obreros u empleados del sector privado. En las ramas no agropecuarias emerge como opción de trabajo ser obrero o empleado del sector público, categoría que en las áreas rurales no existe. 51 Mujeres que trabajan la tierra 8. Las mujeres jefas de hogar En las ciudades, tanto en las pequeñas como en las grandes, en uno de cada cuatro hogares hay una mujer como jefa de hogar. En cambio, en las áreas rurales la tendencia es que esta proporción sea menor, ya que el promedio para todo el país es de 17% de jefatura femenina. Sin embargo, hay varias provincias que superan este porcentaje de mujeres jefas de hogar en el área rural: Catamarca alcanza un 27%; Chubut y Jujuy, un 24%; Santiago del Estero, 22% y Corrientes, La Rioja, Salta, San Luis y Tucumán tienen alrededor de un 20% de jefas de familia en sus zonas rurales. Es posible que exista un subregistro de las jefaturas de hogar femeninas porque las mujeres rara vez se presentan como tales cuando hay un varón en la casa (padre, hijo, hermano), aunque sea ella quien tome la mayor parte de las decisiones en la unidad familiar. Cuadro N° II.9 Mujeres y varones jefes de hogar, por área de residencia y provincia Área rural Provincia Mujeres Loc. 2000 a 5000 hab. Varones Mujeres Cant. % Cant. % Catamarca 5.299
27
14.696
73
1.353
Corrientes 8.754
19
36.320
81
17.339
17
83.487
Chaco 6.649
15
Chubut 3.074
Entre Ríos 8.855
Formosa Loc. de más de 5000 hab. Varones Cant. Varones Cant. %
29 3.373
71
16.528
31
36.527 69 2.856
26 7.941
74
3.726
2
166.360 98 83
15.566
25 47.508
75
206.164
29
507198 71 38.744
85
3.069
24 9.461
76
7.797
4
172462 96 24
9.957
76
1.930
30 4.575
70
25.915
27
69274 73 16
46.899
84
3.568
25 10.559
75
68.863
28
177971 72 4.323
17
21.289
83
3.467
27 9.141
73
22.276
29
53912 71 G. Bs. As. 902
15
5.142
85
0
0
644.855
27
1734049 73 R. Bs. As. 22.515
15 125.731
85
11.378
24 35.088
76
377.923
28
963872 72 Córdoba Cant. % Mujeres % Cant. % Jujuy 5.484
24
17.025
76
1.602
23 5.333
77
34.189
30
77998 70 La Pampa 2.963
17
14.778
83
3.481
26 10.122
74
17.259
29
43058 71 La Rioja 2.525
21
9.351
79
1.884
27 5.200
73
13.683
28
35747 72 Mendoza 10.146
13
69.909
87
3.056
21 11.429
79
82.718
26
233160 74 Misiones 8.367
13
56.993
87
2.600
22 9.386
78
42.224
27
115434 73 Neuquén 2.863
20
11.647
80
1.618
27 4.275
73
29.692
28
78256 72 Río Negro 3.966
16
20.989
84
1.754
25 5.209
75
34.160
28
117643 72 San Juan 2.672
14
16.316
86
1.508
18 6.949
82
30.390
25
91067 75 52 Capítulo II: Las mujeres rurales en el país según los datos censales de 2001 Área rural Provincia Mujeres Loc. 2000 a 5000 hab. Varones Mujeres Loc. de más de 5000 hab. Varones % Cant. % 12.969
22
45.238
78
2.965
26 8.411
74
31.841
29
76777 71 8.237
20
32.574
80
2.499
25 7.589
75
56.258
30
134250 70 Sta. Cruz 219
10
1.916
90
1.336
24 4.224
76
11.701
25
34438 75 San Luis 2.693
20
11.026
80
1.729
28 4.488
72
22.278
27
59430 73 Santa Fe 15.203
16
77.314
84
16.247
24 50.119
76
27.411
4
686001 96 95
12
701
88
0
0
95
4
2607 96 11.624
19
49.148
81
2.911
22 10.518
78
65.823
28
170763 72 17 817.190
83
88.377
75 18.44.501
24
5.678.195 76 Salta T.del Fuego Tucumán Total 167.736
Cant. 25 270.898
%
Cant. Varones Cant. Sgo. Est. Cant. % Mujeres % Cant. % Fuente: Censo Nacional de Población 2001 (INDEC, 2005). Elaboración propia En algunas zonas del país, como en la región andina de Jujuy, las mujeres son jefas de hogar casi todo el año porque los varones migran a trabajos temporales o permanentes en la misma provincia o fuera de ella. Son casos donde las mujeres están a cargo de los hijos/as y de las producciones de autoconsumo y venta; son quienes deciden desde qué sembrar hasta dónde se educarán los/as niños/as y además, viajan para comercializar sus productos a los centros urbanos cercanos o a las ferias. El marido está ausente en casi todo lo que conforma la vida cotidiana de la familia, aunque mantiene su rol de “jefe del hogar” más allá de que realice aportes económicos y tome o no decisiones. La diferencia en la cantidad de jefas de hogar entre las áreas urbanas y rurales también tiene relación con la cantidad de mujeres que viven en cada una porque si en el campo las mujeres son menos, es más probable que las que permanecen no vivan solas. Como ya se dijo, el trabajo de las mujeres en los hogares es necesario para la reproducción de la familia y esto es por igual tanto en las localidades como en el campo. Sin embargo, en las áreas rurales las mujeres además de los trabajos domésticos son responsables de las producciones de autoconsumo y de otros insumos, los cuales en las ciudades se compran hechos y en el campo son tareas femeninas. Esto implica que en algunas zonas, los hogares estén constituidos por más de una familia alrededor de una madre, una abuela, una hija o hermana ya adulta, en quien descansa la reproducción del grupo. 53 Mujeres que trabajan la tierra 54 Capítulo III: Los grupos de mujeres rurales en la Argentina Capítulo III Los grupos de mujeres rurales en la Argentina La estrategia de promover la formación de grupos de mujeres, se ha puesto en marcha con el apoyo de instituciones gubernamentales y no gubernamentales, y ha generado diferentes polémicas respecto a su utilidad. Muchos de los grupos de mujeres que hoy existen en nuestro país comenzaron con actividades consideradas propias de las mujeres, como la costura, la elaboración de dulces o la producción de artesanías, dentro del enfoque de Mujeres en el Desarrollo (MED). Los caminos seguidos luego para la incorporación de la perspectiva de género son diversos. Mientras algunos grupos aún perduran en este enfoque, otros buscan el empoderamiento de las mujeres, desencadenando procesos de cambio en las relaciones entre los géneros. La gran cantidad de grupos de mujeres que existen, genera interrogantes sobre las motivaciones que las lleva a agruparse, y se puede considerar este análisis en dos dimensiones. Por un lado, está aquello que tiene que ver con su aislamiento y marginación. Las mujeres en su casa están solas, cargadas de trabajo y el grupo es una posibilidad de salir y compartir un momento de sociabilidad. Otro aspecto, es la necesidad que tienen las mujeres de buscar salidas a las difíciles situaciones que viven sus familias y la comunidad en general. No toleran las injusticias sociales, y en particular las que afectan a sus hijos e hijas y no temen decirlo, y hacen los reclamos sin tapujos, quizás porque se sienten menos punibles (Farget, 1993). A lo largo de la historia, las mujeres han salido de su ʺreclusión domésticaʺ en los momentos donde se profundizan las crisis; se rebelan y participan de los movimientos populares frente a distintas demandas vinculadas a la justicia o al pan, desde la Revolución Francesa hasta las Madres de Plaza de Mayo. Es posible afirmar, entonces que el espacio grupal es valorado, y que les otorga la posibilidad de romper con la reclusión doméstica. Desde que el grupo comienza a reunirse hasta que se logra un espacio consolidado, hay un proceso de construcción hacia adentro y de valoración y respeto por el resto de la comunidad y la familia. Son momentos de encuentro, de descanso de los trabajos de la casa, de 55 Mujeres que trabajan la tierra diálogo. Es un espacio de aprendizaje donde circula información valiosa y de construcción de proyectos colectivos. Los grupos operan a su vez, de manera terapéutica para la salud mental de las mujeres, donde se posibilita la autoafirmación y la conquista de la palabra. Son experiencias que brindan un alivio a los malestares cotidianos que habitualmente son silenciados. El trabajo con grupos de mujeres se basa, en la mayoría de los casos, en las teorías de educación popular, que parten de las necesidades y demandas de las propias mujeres. Esto implica un aprendizaje con relación a la participación y el reconocimiento de la condición y la posición como mujeres en el contexto familiar y comunitario. La educación popular al interior de los grupos se constituye entonces ʺen un espacio y en una herramienta educativa destinada a potenciar la capacidad de los grupos populares, a fin que les permita convertirse en sujetos de su propio proceso educativo y de su propio destino histórico y políticoʺ (CELATS, 1992). Un objetivo explícito de los grupos es la búsqueda de una mejora en las condiciones de vida familiares, pero a su vez hay razones implícitas que hacen de lo grupal un espacio de contención y placer que puede fortalecer sentimientos de solidaridad y ayuda mutua. Las actividades que tienen que ver con problemas de salud y educación permiten que sus acciones sean validadas en su comunidad, por pertenecer éstas a los espacios “femeninos”, pero a su vez, son acciones que les otorgan entrenamiento para incursionar en territorios habitualmente vedados a las mujeres. Los grupos pueden adquirir una dimensión política al convertirse en interlocutores con las organizaciones zonales y con los políticos locales en reclamo de sus necesidades más sentidas. 1. Los relevamientos En este capítulo, se presentan los grupos de mujeres relevados en los años 2002 y 2006 en el área rural de nuestro país. En su descripción, se consideran las actividades que realizan en forma conjunta, el acompañamiento que reciben, desde cuándo se reúnen y con qué frecuencia, cómo fue que decidieron reunirse y por qué, la cantidad de integrantes, si la organización tiene alguna forma institucional, si han recibido aportes de instituciones del Estado o de alguna organización no gubermanental (ONG) y cuáles son los problemas, las demandas y las 56 Capítulo III: Los grupos de mujeres rurales en la Argentina necesidades que manifiestan. También se describen las características de las mujeres que participan en estos grupos (edad, número de hijos, nivel de instrucción, acceso a la salud, etc.) y se intenta apreciar las consecuencias subjetivas o personales, aquellas que sus protagonistas consideran enriquecedoras en términos humanos y en sus relaciones sociales, al pertenecer a estos espacios. Concluimos presentando un esquema del ciclo de vida de los grupos en el sector rural. El relevamiento inicial fue realizado entre los últimos meses de 2001 y los primeros de 2002. Un primer objetivo al comenzar con este trabajo fue conocer cuántos grupos de mujeres había en las áreas rurales y la cantidad encontrada superó las estimaciones previas, ya que se encuestaron 203 a lo largo de todo el país. Aproximadamente unos 50 grupos no fueron relevados por problemas operativos relacionados con la accesibilidad, tanto por razones geográficas como de comunicación, y a otras vinculadas con el contexto del país en ese momento21. Por lo tanto, en este primer relevamiento se consideró la existencia de al menos 250 organizaciones de mujeres rurales en el territorio nacional. El segundo se desarrolló durante los primeros meses de 2006. En esta ocasión, se realizó una encuesta de seguimiento a los grupos anteriormente encuestados y se aplicó otra a aquellos que habían quedado al margen en 2001 y a los que comenzaron sus actividades en el período entre 2001 y 2006. En esta ocasión, se encontraron 452 grupos de mujeres. En los dos trabajos de campo, la condición para la inclusión de cada grupo fue que estuviesen integrados a una estrategia de desarrollo rural, tanto a partir de programas de la SAGPyA como de otras instituciones gubernamentales o no gubernamentales. Se consideraron sólo los grupos conformados exclusivamente por mujeres que residieran en zonas rurales y los criterios para la selección fueron que: tuvieran identidad como grupo de mujeres, que realizaran al menos una actividad en común y que la comunidad las reconociera como grupo. No se contemplaron aquellos cuya finalidad fuera exclusivamente religiosa como tampoco las cooperadoras escolares o las comisiones de apoyo a la posta sanitaria, por ejemplo, a menos que esto fuera una actividad más dentro de otras 21 El 20 de diciembre de 2001 comenzó una crisis política, económica y social que se extendió durante el año 2002. En esos meses, tanto los/as técnicos/as que colaboraron con el relevamiento como los grupos mismos debieron enfrentar situaciones de desasosiego, malestar e incertidumbre por su situación personal y la de sus proyectos. 57 Mujeres que trabajan la tierra que permitiesen su inclusión de acuerdo a los criterios antes enunciados22. Cuadro N° III.1 Cantidad de grupos en cada provincia en los dos relevamientos N° de grupos en el relevamiento 2001–
2002 Seguimiento Nuevos Total Buenos Aires 2 0 1 1 Catamarca 7 4 8 12 Chaco 20 12 0 12 Chubut 5 3 3 6 Córdoba 3 0 18 18 Corrientes 0 17 17 Entre Ríos 19 17 74 91 Formosa 6 6 1 7 Jujuy 11 6 5 11 La Pampa 2 1 6 7 La Rioja 2 0 11 11 Mendoza 25 5 9 14 Misiones 27 21 4 25 Neuquén 9 6 7 13 Río Negro 6 4 10 14 Salta 13 3 110 113 San Juan 11 9 7 16 San Luis 3 0 4 4 Santa Fe 8 1 9 10 Sgo. del Estero 18 14 13 27 Tucumán 6 3 20 23 203 115 337 452 Provincia Total de grupos en 2006 22 Es necesario recordar que el perfil de las integrantes de los grupos de mujeres considerados en estos relevamientos es el que contempla el PROINDER para la inclusión en su programa, tal como se señala en la introducción. 58 Capítulo III: Los grupos de mujeres rurales en la Argentina La estrategia para la localización e identificación de los grupos consistió en establecer contactos con personas o instituciones que trabajasen con poblaciones rurales, ya sea de programas nacionales –
como el Programa Social Agropecuario (PSA), ProHuerta u otras instituciones públicas del Estado Nacional o Provincial– o de ONGs. El principal apoyo para esta etapa provino de la coordinación y de las técnicas pertenecientes a la Red TRAMA (Red de Técnicas e Instituciones que trabajan con Mujeres Rurales), ya que ellas asumieron la tarea del relevamiento como propia, estableciendo los contactos necesarios para llevarlo adelante en las dos etapas. En cada caso, uno/a o dos referentes se ocuparon de aplicar las encuestas directamente a los grupos o a una persona cercana a ellos. La cantidad de grupos existentes en cada provincia y sus características son el resultado de distintos factores históricos y socioculturales, tales como la cantidad de población rural, la tradición agraria campesina, las estrategias de intervención o el estímulo de las políticas públicas y programas no gubernamentales, cuya magnitud e incidencia es distinta según las regiones. De esta manera, el mayor número de grupos está en el norte de nuestro país, tanto en el noroeste como en el noreste, y se debe a una mayor concentración de familias que se dedican a la agricultura familiar en comparación al resto del territorio. Además, existe una tradición de sentido comunitario, asociada a los pueblos originarios, a luchas reivindicativas anteriores, como las Ligas Agrarias de fines de la década del 60 y principios de los 70, o más recientes, en vinculación con problemas ambientales o de derechos humanos. De los grupos de mujeres que fueron relevados en 2001, una tercera parte ya no existe y las razones mencionadas son principalmente, la falta de acompañamiento y asistencia técnica, o la finalización del proyecto que las había reunido. Luego hay varios grupos que se han fusionado, integrándose a organizaciones mixtas, a organizaciones de mujeres más numerosas, a un consejo aborigen o a cooperativas. En otros casos el grupo se disolvió, pero muchas de sus integrantes participan hoy de otras organizaciones. Otra de las razones aludidas es la migración, los conflictos internos o el fallecimiento de una líder. Hay otros casos en los que no se ha logrado ubicar al grupo, porque la persona que en su momento había hecho el contacto ya no trabaja con el mismo y, en consecuencia se desconoce si aún siguen reuniéndose. Analizando esta información por provincia, Mendoza por ejemplo ha disminuido de manera importante su cantidad de grupos, en cambio 59 Mujeres que trabajan la tierra hay provincias donde la mayoría siguen reuniéndose, posiblemente asociado a estructuras organizativas más sólidas y a la presencia de ONGs. Luego hay una gran explosión de grupos en provincias como Entre Ríos y Salta, posiblemente asociado a la línea de subproyectos F del PROINDER. A continuación se presentan las características principales de los grupos, de las mujeres que los integran y de las historias de sus organizaciones, las que fueron abordadas a través de interrogantes sobre el origen de las mismas y ciertos aspectos de los procesos grupales, tales como conflictos, problemas, transformaciones y principales demandas. 2. Origen de la conformación de los grupos Al indagar sobre el origen de la iniciativa o la motivación a partir de la cual se constituyeron los grupos de mujeres relevados, se destaca que el 64% surgió por la propuesta de algún agente externo y casi un 24% lo hizo por propia iniciativa, sin que mediasen instituciones públicas o privadas. En el cuadro siguiente se presentan estos porcentajes, discriminando el origen de la convocatoria externa en gubernamental, no gubernamental e Iglesia o grupo religioso. Además, se puede observar la existencia de un 9% de grupos que se formaron por conjunción de la iniciativa propia con la de una institución o programa. Cuadro N° III.2 Porcentaje de grupos según el tipo de institución que lo acompaña Motivación % Motivación propia 23,7 Iglesia o grupo religioso 3,2 Convocatoria externa gubernamental 38,4 Convocatoria externa no gubernamental 22,6 Motivación propia conjuntamente con una convocatoria externa 9,1 No contesta 3,0 Total 60 100 Capítulo III: Los grupos de mujeres rurales en la Argentina 3. El acompañamiento de los grupos La mayoría de los grupos analizados (82%) tiene un asesoramiento sistemático, tanto de instituciones y programas del Estado Nacional o Provincial como de organizaciones no gubernamentales o de la Iglesia. Este apoyo se manifiesta por medio de capacitaciones, asistencia técnica o en el acompañamiento de sus procesos organizativos. Más de la mitad de los grupos (63%) recibe el apoyo de más de una institución pública o privada. Por ejemplo, una ONG conjuntamente con un municipio acompañan al grupo en distintas actividades o la organización de mujeres recibe asistencia técnica por medio de un proyecto del PSA y, además, es beneficiario de ProHuerta. La importancia de los programas del Estado hacia la agricultura familiar en los últimos 15 años se traduce en que la mayor parte de los grupos entrevistados (85%) recibe algún tipo de apoyo de un programa estatal o de una institución pública, como el PSA y PROINDER, los Programas de Desarrollo Rural del Noreste Argentino (PRODERNEA) y del Noroeste Argentino (PRODERNOA), INTA y ProHuerta o de alguna repartición de los gobiernos provinciales o del municipio local. Sin embargo, sólo el 56% está acompañado por un organismo o programa del Estado sin la intermediación de otro tipo de institución. El 28% restante de los grupos son asistidos por una ONG o la Iglesia conjuntamente con proyectos del PSA y/o PROINDER, INTA, PROHUERTA y PRODERNOA/NEA o con el apoyo de las municipalidades o de alguna repartición de los gobiernos provinciales. Cuadro N° III.3 Porcentaje de grupos según el tipo de motivación para su conformación Tipo de institución que acompaña al grupo Porcentaje de grupos Institución pública o programa del Estado exclusivamente 56,5 Institución o programa del Estado conjuntamente con ONG y/o Iglesia o algún tipo de organización de la sociedad civil 28,4 Sólo Organizaciones No Gubernamentales y/o Iglesia o algún tipo de organización de la sociedad civil 10,0 Ninguna 5,0 Total
100 61 Mujeres que trabajan la tierra Como es posible observar en el cuadro anterior, un 10% de los grupos son acompañados por una ONG o por la Iglesia, con financiamiento propio y sin el apoyo de programas u organismos del Estado. Finalmente, por la importancia que reviste la participación ciudadana en relación al desarrollo local, es importante señalar que varios grupos recibieron y reciben el apoyo de sus respectivos municipios. 4. La antigüedad de los grupos La existencia de grupos y/u organizaciones de mujeres rurales en Argentina es reciente, y se deriva tanto de una mayor sensibilidad del Estado ante la problemática existente al interior de las agriculturas familiares como de una respuesta de la población rural al deterioro sufrido en sus producciones en los últimos 20 años. Esto se proyecta en que la mayor proporción de los grupos relevados para este estudio son posteriores al 2000 (75%). Sólo un 3% tiene la fecha de iniciación de actividades antes de 1990 y el otro 17% surgió en la década del noventa23. Los más antiguos se encuentran en Santiago del Estero (3 grupos), Neuquén (1 grupo), Río Negro (1 grupo), San Juan (1 grupo), Mendoza (5 grupos), Catamarca (1 grupo), Tucumán (1 grupo) y Salta (1 grupo) y el comienzo de sus actividades fue a partir de las iniciativas de diferentes instituciones. Cuatro de ellos (el grupo de Mujeres de Colonia del Valle en Catamarca, de El Jardín en Salta, el de El Sacrificio en Tucumán y el de Jumial Grande en Santiago del Estero) se iniciaron a partir del proyecto Mujer Rural de la Secretaría de Agricultura. Los grupos de Mendoza y de San Juan comenzaron por las acciones llevadas adelante por Hogar Rural (INTA) y uno de los del norte de Santiago del Estero (San José del Boquerón) a través del trabajo en terreno de Cáritas. 5. La cantidad de mujeres de los grupos El promedio de integrantes de los grupos de mujeres rurales estudiados es de 10. La información de las encuestas permite observar una relación entre la cantidad de participantes en la organización y la institución que la acompaña, porque cuando hay una ONG involucrada, 23 En un 5% de los casos no hay información sobre la fecha en que iniciaron sus actividades. 62 Capítulo III: Los grupos de mujeres rurales en la Argentina el promedio de integrantes es mayor que cuando lo hace solamente una institución del Estado. Sin embargo, la cantidad de participantes se relaciona principalmente con la densidad poblacional del territorio donde están insertos. Comparando el número de integrantes en los inicios del grupo y el que se registra al momento de la encuesta, aparece una tendencia al crecimiento en la cantidad de mujeres que participan en los mismos a lo largo de su historia. Esto sugiere que los grupos son una respuesta a los intereses y necesidades de las mujeres y que una vez consolidados, éstos tienden a su sostenibilidad. 6. La institucionalidad de los grupos Para analizar la institucionalización de los grupos de mujeres, la encuesta pregunta si tienen personería jurídica, comisión directiva o algún tipo de registro escrito como sería un reglamento de funcionamiento, un libro de actas o una lista de asistencia, considerando que estas últimas tres alternativas podían ser simultáneas en algunas organizaciones. Para completar la información sobre la institucionalidad, se consulta sobre la periodicidad de las reuniones y si integra alguna organización, red o movimiento. Dentro de estos indicadores, la obtención de la personería jurídica, es reflejo de la búsqueda de formalidad institucional. Sin embargo, sólo un 6% de los grupos tiene personería jurídica. En cuanto a su organización interna, el 24% tiene comisión directiva y el 74% funciona con un reglamento, libro de actas o registro de asistencia. Hay un 21,6% de los grupos que no poseen ningún tipo de formalización de su organización, realizando sus actividades sin tener una comisión directiva, un reglamento de funcionamiento o un registro de asistencia. Esta información se puede interpretar como una tendencia a construir grupos, con relaciones de poder más horizontales o con acuerdos de trabajo a corto plazo, sin la intencionalidad de perdurar en el tiempo. Aunque el grado de institucionalización de los grupos es variable, no se observa que esta característica guarde alguna relación con la antigüedad, las actividades o lo resultados obtenidos por los grupos. En cuanto a la periodicidad de las reuniones, un 46% contesta que se reúne entre dos a cuatro veces por mes y un 38% lo hace entre una y dos veces en el mismo lapso de tiempo. Son pocos los grupos que 63 Mujeres que trabajan la tierra realizan sus reuniones con menos asiduidad como, por ejemplo, una vez cada 2 meses, mientras que hay un 6% que se junta más de cuatro veces al mes. Finalmente cabe destacar que casi la mitad de los grupos están integrados en organizaciones de segundo grado o de tercer grado que pueden ser centros vecinales o comunales, cooperativas, consejos aborígenes, organizaciones campesinas zonales o departamentales, asociaciones de pequeños productores, movimientos campesinos provinciales (Corrientes, Córdoba, Santiago del Estero) o redes, zonales, o provinciales, y en algunos casos nacionales. Hay algunas redes de mujeres, como la Organización de Mujeres de las Siete Etnias al norte de Salta, la Red de Mujeres Campesinas de la provincia de Entre Ríos y Swami, red de artesanas en Formosa. La Red Puna de Jujuy, tiene un espacio para el abordaje específico de la problemática de género en todas las instancias de la red. 7. Características de las mujeres de los grupos 7.1. Edad y número de hijos/as Una tercera parte de las mujeres que participan en los grupos estudiados tienen una edad que oscila entre los 25 y 34 años; un 26% son señoras de 35 a 40 años y otro 26% menores de 19 años; sólo un 15% son mujeres de más de 51 años. Es significativa la participación en un rango tan amplio de edades. La mayor parte (84%) tiene hijos/as: un 47% entre uno/a y tres; un 41% entre cuatro y seis y un 12% más de 7 ó más. Las mujeres expresaron la incapacidad de retenerlos en el campo, y esto se ve reflejado en que, en el 60% de los grupos hay por lo menos una señora que tiene uno o más hijos/as que ha migrado del campo a la ciudad. 64 Capítulo III: Los grupos de mujeres rurales en la Argentina Cuadro N° III.4 Porcentaje de grupos según la cantidad de mujeres que tienen hijos/as que han migrado Cantidad de mujeres que participan en el grupo con hijos/as migrados % En el grupo no hay mujeres con hijos/as que han migrado 38,9 En el grupo hay entre 1 a 3 mujeres con hijos/as migrados 38,5 En el grupo hay 4 ó más mujeres con hijos/as migrados 22,6 Total
100,0 En todos los casos, la edad de migración es en torno a los 17 años, tanto para varones como para mujeres. 7.2. Nivel de instrucción Mientras que en el 61% de las organizaciones analizadas hay por lo menos una mujer analfabeta, en el 47% participa por lo menos una que nunca asistió a la escuela. Es decir, la posibilidad de encontrar una mujer analfabeta en un grupo es mayor que la de encontrar una mujer que nunca asistió a la escuela, y esto muestra el hecho conocido de que una franja de los analfabetos lo son por haber abandonado tempranamente la escuela, a lo que contribuye el desuso o la escasa práctica de la lectoescritura. En el otro extremo de las posibilidades de acceso a la educación formal, se encontró que sólo en el 9,2% de los grupos hay entre 1 a 3 mujeres con estudios terciarios. 7.3. Las actividades de las familias Las mujeres provienen de predios que se dedican a la agricultura, la ganadería, la agroindustria o las artesanías y en todos estos casos, el total o parte de la producción es comercializada. 65 Mujeres que trabajan la tierra Cuadro N° III.5 Porcentaje de mujeres de los grupos según las actividades principales de los predios familiares Actividades principales de los predios familiares % Agricultura 13,6 Ganadería 16,6 Agroindustria o artesanía 6,0 Agricultura y ganadería 26,2 Agricultura y agroindustria y/o artesanía 4,5 Ganadería y agroindustria y/o artesanía 6,6 Agricultura, ganadería y agroindustria y/o artesanías 15,0 Agricultura, ganadería, agroindustria y/o artesanías con act. forestales 3,6 Sólo actividades de autoconsumo 7,9 Total
100,0 El cuadro anterior nos indica la actividad principal de los predios de las mujeres que participan en los grupos estudiados. Por lo tanto, un 13,6% de las mujeres organizadas en los grupos analizados viven en predios donde la agricultura es la principal actividad de la finca, mientras que casi un 17% lo hace en explotaciones donde lo es la ganadería, y sólo en un 6% es la artesanía o la agroindustria. Como era de esperar, en la mayoría de los casos (56%), las familias realizan más de un tipo de actividad como estrategia para lograr la sobrevivencia del grupo familiar. En casi todos los predios existen actividades de autoconsumo, como la huerta, el cultivo de cucurbitáceas o de legumbres, la producción de mandioca, maíz u otros granos y los frutales. La producción de alfalfa y pastos para el consumo de los animales es muy común, sobre todo teniendo en cuenta que casi el 50% de las mujeres tienen algún tipo de producción pecuaria. Aunque las actividades de autoconsumo están combinadas generalmente con las dirigidas a la venta, existe un 8% de casos donde el autoconsumo es la principal actividad del grupo familiar. Una actividad no mencionada anteriormente, y que es importante porque en el 44% de los grupos hay mujeres que la realizan, es la avícola. 66 Capítulo III: Los grupos de mujeres rurales en la Argentina Existen grupos donde la totalidad de sus integrantes tienen aves en sus predios y, en general, las encuestas muestran que es una actividad que se realiza en los sistemas productivos más diversificados. Este es un trabajo que genera ingresos a la familia, porque en casi todos los casos se menciona la venta de productos y subproductos de las granjas. La apicultura aparece como otra actividad de importancia para los predios familiares en cuanto a la generación de ingresos, aunque en una baja proporción de casos. 7.4. Las actividades de las mujeres en los predios familiares La huerta, la granja, los porcinos, las cabras y las artesanías son las principales actividades productivas de las mujeres en los predios familiares. Cuadro N° III.6 Porcentaje de mujeres según la actividad que realizan en el predio Principal actividad productiva de las mujeres % Ganado menor y artesanía o agroindustria 20,0 Ganado menor con huerta y/o granja y agroindustria o artesanía 17,3 Ganado menor 16,7 Huerta y/o granja 16,1 Artesanía y agroindustria 13,4 Huerta y/o granja y artesanía y/o agroindustria 11,5 Agricultura o ganadería o apicultura exclusivamente 2,8 No especifica 2,2 Total
100,0 En el cuadro anterior se aprecia la importancia de la ganadería menor –porcinos, cabras y ovejas– en el trabajo que desarrollan las mujeres en las áreas rurales, al igual que la atención de la huerta y/o la granja, que se combinan con la elaboración de artesanías o de productos agroindustriales, como quesos y otros derivados de la leche, dulces, conservas, etc, en algunas regiones del país. La cría de vacunos también aparece en las encuestas como una tarea femenina, pero en baja proporción y la mayoría de las veces realizada 67 Mujeres que trabajan la tierra conjuntamente con la crianza de animales pequeños. Desde el ámbito agrícola, el cultivo de hortalizas es otra actividad que las mujeres señalan como propia y, en menor medida, la producción de frutas como duraznos, higos, manzanas, ciruelas, peras, membrillos, cítricos y nueces. Lo mismo ocurre con la apicultura. Finalmente, es interesante señalar que casi un 6% de grupos mencionan como una actividad femenina la producción de plantas aromáticas y medicinales. 7.5. El acceso a la salud Como se dijo en el primer capítulo, el acceso a los servicios de salud es una de las principales demandas de las mujeres del área rural. Esto se reafirma al observar en el relevamiento que un 34% de los grupos tiene dificultades para obtener la atención que necesitan para ellas y sus familiares, dado que tanto la posta sanitaria como el hospital están alejados de sus localidades24. Si se considera solamente el acceso a un hospital, las mujeres de estos grupos deben trasladarse en promedio 35 km para llegar a este tipo de institución. Esta distancia es excesiva para una urgencia, pero lo es mucho más porque, en general, acceden a los hospitales locales que no cuentan con los recursos humanos y/o materiales necesarios para resolver problemas de salud medianamente complejos. La distancia al hospital se encuentra en relación directa con el costo del traslado, por lo cual se debe presumir que el acceso a los servicios de salud está limitado por condicionantes geográficos y económicos25. En más del 80% de las zonas donde se encuentran los grupos, hay un/a enfermero/a en la localidad atendiendo entre 1 y 7 días por semana y en casi el 60% de las localidades hay un/a agente sanitario. El personal de enfermería en su gran mayoría está cubierto por auxiliares que tienen una formación de ocho meses de duración. Las/los agentes sanitarios son parte de la estructura de atención primaria de la salud y tienen en cada provincia diferentes formas de organización, funciones, supervisión y capacitación. 24 Los casos extremos eran dos grupos que tienen el hospital a 90 y 100 km y la posta sanitaria a 70 y 30 km, respectivamente. Además, hay 7 grupos que contestaron que no hay una posta sanitaria cercana y para los que el hospital se encuentra a una distancia de entre 4 y 19 km. 25 Los grupos más cercanos a los centros de salud son los que tienen un hospital en su localidad (1,2%) o una posta sanitaria (32,9%). En el 70% de los grupos, las mujeres deben recorrer una distancia mayor a 10 km para llegar a un hospital y las campesinas de un 40% de las organizaciones necesitan trasladarse una distancia superior a los 5 km para ser atendido en una posta sanitaria. 68 Capítulo III: Los grupos de mujeres rurales en la Argentina Cuadro N° III.7 Porcentaje de grupos según la atención primaria de la salud en la localidad Presencia de enfermera/o y/o agente sanitario en la localidad Porcentaje de grupos Agente sanitario y enfermera/o en la localidad 55 Agente sanitario solamente 7 Enfermera/o solamente 26 Ni enfermera/o ni agente sanitario en la localidad 12 Total
100 La encuesta tiene una pregunta referida a la cantidad de días en que el médico visita la localidad donde se encuentra el grupo. En este ítem, hay un 16% de encuestas sin respuesta y sólo 3 grupos contestaron que no iba ningún médico a su localidad. En las restantes, un 24% contestó que el médico va todos los días (probablemente sean aquellos que tienen un hospital en la localidad o muy cercana a la misma); un 6% entre una y seis veces en un mes; un 19%, una vez cada dos meses; un 11%, entre 2 a 4 veces por año y el 13% restante, contestaron que sólo reciben la visita del médico una vez al año. Estas cifras indican el grado marginación en que se encuentra la población rural en cuanto a recibir los servicios básicos del Estado; esto afecta especialmente a las mujeres y es un factor de la migración rural femenina. 8. Las actividades de los grupos Las actividades que desarrollan los grupos relevados son muy variadas. Probablemente, la elección de qué hacer juntas se relacione con quien o quienes acompañan al grupo o la motivación por la cual se organizaron. Más allá de cómo llegaron a realizar la actividad conjunta, ésta les suele dar una identidad al grupo. Es así que se encuentran las mujeres artesanas, las cabriteras, las que venden flores en la feria, las que juegan al fútbol, la del costurero o del roperito, las dulceras, las mujeres de las ferias francas. En general, al momento de la encuesta, los grupos realizaban más de una actividad aunque una de ellas es siempre la más importante y le 69 Mujeres que trabajan la tierra da la identidad al grupo. Por ejemplo, las mujeres están organizadas en torno a la producción y comercialización de cabras y, además, reciben capacitaciones en género y sobre el funcionamiento del fondo rotatorio y hay una comisión que se ocupa de la desinfección de vinchucas en las casas y otra que apoya a la posta sanitaria. Aunque sean varias las tareas que las reúnen, en este caso es la majada caprina el principal centro de interés del grupo. Las combinaciones de actividades más frecuentes son la huerta y la granja, al igual que la ganadería menor con otros tipos de trabajo. En la medida que un grupo tiene más actividades, aparecen algunas que son un poco más complejas o que implican un mayor grado de organización, como es la de uso de un fondo rotatorio, el prestar servicio de maquinaria agrícola o participar como delegadas en organizaciones de productores/as o instituciones gremiales. Sin considerar la capacitación, un grupo puede haber desarrollado a lo largo de su historia, desde 18 actividades hasta ninguna dependiendo de la cantidad de años de existencia. Sin embargo, casi la mitad de los grupos del relevamiento sólo tuvieron, o tienen, entre una y tres ocupaciones diferentes. Dadas las características rurales de estas organizaciones de mujeres, las actividades predominantes son las relacionadas con el sector agropecuario. De acuerdo a la encuesta aplicada, el 69% de grupos realizan, o realizaron a lo largo de su vida, una o más actividades vinculadas con la ganadería o con la producción agrícola26. El 65% de los grupos recibe o recibió capacitación, la cual aparece como un punto fundamental para el desarrollo de las capacidades y de la autoestima. Generalmente, está asociada a las actividades agropecuarias, a la comercialización de los bienes obtenidos o a la oferta de servicios. Sin embargo, muchos grupos recibieron capacitación con el objetivo de fortalecer la organización y la dinámica interna del grupo y, en un tercio de los casos, tuvieron como eje la temática de género y de derechos humanos. En las entrevistas realizadas, el acceso a la capacitación y la búsqueda de articulación con organizaciones campesinas o con instituciones relacionadas con el desarrollo rural surgen como dos 26 Solamente un 17% realizó, o realizaba en el momento de la encuesta, una actividad agrícola o pecuaria en forma exclusiva. El 52% restante de los grupos con actividades agropecuarias, las combinaban con otra o con más de una. Por ejemplo, las integrantes del grupo tenían un crédito para insumos para el cultivo de alfalfa en parcelas individuales y, además, recibían capacitación en atención primaria de la salud. 70 Capítulo III: Los grupos de mujeres rurales en la Argentina elementos que implican un punto de inflexión en el proceso que viven las mujeres al organizarse. Los trabajos agroindustriales y/o artesanales son otra actividad de importancia dentro del relevamiento, ya que están realizados por la mitad de los grupos y generalmente combinados con otro tipo de tarea. Cuadro N° III.8 Porcentaje de grupos según las actividades que realizan desde el inicio hasta la fecha27 Actividades Porcentaje de grupos Producción de ganado menor 36 Producción de ganado mayor 13 Botiquín veterinario 14 Producción agrícola, forestal y de plantas ornamentales 33 Huerta 51 Granja y apicultura 41 Agroindustria 22 Artesanía 28 Comercialización 28 Fondo rotatorio y servicio de maquinaría agrícola 32 Religiosas 14 Costura 18 Comedor 16 Organización de beneficios 13 Deportivas 15 Mejora de infraestructura 18 Gestión de proyectos 37 Difusión y comunicación 12 Gremiales y delegadas a organizaciones 28 27 El porcentaje total es diferente de 100 porque se consignan todas las actividades que realizan los grupos, considerando las realizadas en forma combinada. Por ejemplo, un grupo tiene un botiquín veterinario, produce porcinos y cultiva una huerta; y en el cuadro se registran las tres en forma separada. Además, se consideran todas las actividades realizadas por el grupo desde su inicio hasta la fecha. Por lo tanto, puede ser que un grupo que realizó una plantación forestal hace 10 años, hoy se dedique a la venta de hortalizas y frutas en una feria. En este caso, se consignan ambas actividades. 71 Mujeres que trabajan la tierra Actividades Porcentaje de grupos Organización de actividades recreativas 30 Salud 26 Capacitación en género y en derechos humanos 23 Otros tipos de capacitaciones 42 La mitad de los grupos que realizan actividades relacionadas al ámbito forestal están localizados en la provincia de Misiones y son asociaciones que han sido beneficiadas con proyectos de la Secretaría de Agricultura en los años 2000 y 2001 para la reforestación con especies nativas. Los otros grupos no especifican qué actividades forestales realizaron o realizan, pero es de esperar que se relacionen tanto con la plantación de especies arbóreas como con aquellas vinculadas a la obtención de productos del monte como leña y carbón. Las actividades de servicios de maquinaria que los grupos mencionan se refieren a la compra por medio de subsidios o créditos de maquinarias agrícolas que usan los miembros de la comunidad, tanto en forma gratuita o pagando el servicio a la asociación. Dentro del 15% de los grupos con actividades deportivas, es necesario mencionar a las asociaciones de fútbol femenino. En el relevamiento de 2001 había cinco organizaciones, conformadas por mujeres más jóvenes que la media existente en los otros grupos (entre 19 y 24 años), que tenían un equipo de fútbol y para quienes las actividades relacionadas con el fútbol eran importantes28. Finalmente, hay un 6% de grupos que mencionan “otras actividades”, además de las indicadas en la encuesta. Por ejemplo, tareas culinarias, colaboración con la organización de productores/as local, acciones relacionadas con el medio ambiente, lombricultura y fabricación de suelo cemento. Es interesante destacar que en este ítem, cinco grupos mencionan la realización de capacitaciones a otras familias campesinas. 28 De estos cinco grupos, tres de ellos ya no existían cuando se realizó la encuesta de seguimiento en 2006. 72 Capítulo III: Los grupos de mujeres rurales en la Argentina 9. Aportes y recursos recibidos por las mujeres y por los grupos Los aportes y recursos recibidos por las mujeres a través de distintas instituciones estatales o no estatales desde el inicio del grupo hasta el momento del relevamiento son muy variados. En el cuadro siguiente, se presenta el porcentaje de grupos según los tipos de aportes o recursos recibidos. Cuadro N° III.9 Tipos de aportes o recurso recibido según el porcentaje de grupos que los recibieron Tipo de aporte o recurso recibido Porcentaje de grupos Capacitación 95,8 Asistencia técnica 94,9 Insumos (animales, semilla, laboreo, alambre, etc.) 78,6 Infraestructura29 38,4 Maquinaria y herramientas30 37,8 Programas de empleo 15,5 Alimento 9,3 Bienes de uso doméstico 31
40, 8 Vestimenta y/o útiles escolares 4,2 Emergencias agropecuarias y/o climáticas 6,5 Como es posible observar, la capacitación y la asistencia técnica son los principales recursos que han recibido los grupos estudiados. Esto se relaciona con que la mayoría de los mismos tienen un acompañamiento sistemático (ver Cuadro N° III.3) de instituciones que brindan asistencia técnica y capacitación. En los casos en que el grupo sólo recibió un recurso (12 casos), éste fue capacitación o asistencia técnica. 29 Incluye todo lo que está plantado: piletones, aljibes, galpones, canales de riego, salones comunitarios, viviendas, radio comunitaria, caminos, etc. 30 Aquellas que se usan para el trabajo productivo y para las actividades de tejido y costura: tractores, arados, rueca, telar, máquina de coser, esquiladora, sembradora, bomba de agua, pantalla solar, etc. 31 Incluye todos los bienes que se usan en la casa y/o que apoyan las actividades reproductivas: cocinas, hornos, lavarropas, heladeras, pantalla solar (de uso en la casa), colchones, frazadas, etc. 73 Mujeres que trabajan la tierra La cantidad y variedad de los aportes y recursos recibidos no tienen una relación necesaria con la antigüedad del grupo. En promedio, las organizaciones entrevistadas se beneficiaron con 5 a 6 diferentes tipos de aportes o recursos desde que comenzaron a reunirse. Existen casos que obtuvieron un proyecto, por ejemplo, y otros una suma de aportes económicos de importancia ya que recibieron, a lo largo de la vida del grupo, numerosos subsidios o aportes no reembolsables o créditos a muy baja tasa de interés. 10. Los cambios personales de las mujeres que participan en grupos La mayoría de las mujeres de los grupos entrevistados manifestaron haber tenido cambios desde que comenzaron a participar en sus organizaciones. 74 Capítulo III: Los grupos de mujeres rurales en la Argentina Cuadro N° III.10 Tipos de cambios personales en las integrantes del grupo Algunas respuestas características ante la pregunta: Tipo de cambios ¿Qué cambios ocurrieron a nivel individual en las integrantes del grupo? 9 Hábito de integrarse a un grupo. Mayor participación. 9 Aumenta la acción y motivación. Se liberaron, participan, son compañeras. 9 Se valoran más a sí mismas y lo que hacen. Mayor autoestima, motivación, seguridad, autonomía. 9 Hay motivación e interés por el saber, por nuevos conocimientos. 9 Nos animamos a hablar, a no tener miedo de usar la palabra o para salir a reuniones fuera de la comunidad. 9 Se animan a representar el grupo. 9 Mayor iniciativa familiar. 9 Estamos más libres; reconocemos los derechos como mujeres; podemos enseñarles y hablarles a los hijos. 9 Disfrutar de un tiempo libre Cambios en la relación con 9 Mayor independencia con respecto al marido. la familia y en sus relaciones de género. 9 Ruptura del aislamiento. 9 Traslado de los aprendizajes a la familia. 9 Algunas lograron relaciones de género más equitativas. 9 Aprendimos cómo es nuestro cuerpo. 9 Capacitación en diseño, hilado y teñido. 9 Salida laboral. Capacidad productiva, aprendizaje de tecnología. 9 Recuperación de técnicas artesanales, como parte de su identidad cultural. 9 Comprensión del manejo de los números, costos, venta. 9 Aprendizaje en el trato al consumidor, mejoras en las presentaciones. 9 Integración a asociaciones de pequeños productores. Capacidad organizativa y 9 Aprendizaje en administración y negociación. de gestión. 9 Elaboración y gestión de proyectos. 9 Mejora la capacidad de expresión. Comunicación 9 Animarse a plantear propuestas en el grupo. 9 Manejo de información 9 Más apertura, escucha, respeto, compromiso de cada una. Valoración grupal 9 Solidaridad, compromiso, capacidad de compartir, amistad. 9 Sentimiento de pertenencia grupal. 75 Mujeres que trabajan la tierra Algunas respuestas características ante la pregunta: Tipo de cambios Otras ¿Qué cambios ocurrieron a nivel individual en las integrantes del grupo? 9 Continuación de los estudios secundarios. 9 Aprendimos a valorar nuestra cultura. En las encuestas, la experiencia de la participación en grupos parece tener un fuerte impacto en la manera en que sus integrantes se perciben a sí mismas. Estos cambios están mediados por la interacción grupal, que les permitió comprender que muchos de sus problemas son compartidos, y enriquecerse con la experiencia y el aporte de las otras. Les permite mejorar su capacidad de expresión, usar la ʺpalabraʺ que generalmente tienen vedada. Una señora lo expresa así: “ahora puedo ordenar mis ideas en la cabeza y decirlas en grupo... aunque me equivoque”. Las respuestas también dejan claro que estos cambios están asociados al hecho, por un lado, de asumir que su trabajo doméstico y reproductivo tiene un valor y, por otro, a la transformación de su identidad de ʺayudanteʺ a “productora” en las actividades del predio, ya que no eran plenamente conscientes del aporte que realizan. Tal como lo expresó una de las respuestas: “Aprendimos a valorarnos más, que tenemos muchas fuerzas para luchar, que no sólo somos amas de casa sino productoras y artesanas”. En las entrevistas surge que la participación en la vida del grupo llevó a muchas mujeres a mejorar su capacidad de liderazgo, lo que se expresó no sólo al interior del grupo sino también en las relaciones con sus propias familias, con sus hijos y sus maridos y dentro de la comunidad32. El fortalecimiento de su autoestima aparece en las encuestas derivado, en parte, de la mejora de los ingresos, como resultado de actividades tales como la producción de huerta, la tejeduría, la elaboración de dulces y otras actividades artesanales. Las mujeres se sienten más diestras para la presentación de sus productos en ferias, con un visible mejoramiento de su capacidad de expresión (verbal y corporal) y más sueltas en su interacción con otros grupos. La ampliación de sus conocimientos, cambio mental y progreso personal fueron algunos de los rasgos que se señalaron. También, una conciencia 32 Al asumir compromisos, las mujeres se sobrecargan de trabajo y esto implica que deben redistribuir y organizar su tiempo para lograr construir una vida con participación en los espacios públicos. 76 Capítulo III: Los grupos de mujeres rurales en la Argentina más clara de su posición de género: valoran los derechos de las mujeres y se sienten más fuertes para afirmar y sostener los mismos. En aquellos grupos donde se ha trabajado con el eje de los derechos humanos, las mujeres pueden reconocerse como ciudadanas. El conocer las declaraciones y convenciones internacionales sobre los derechos humanos en general y de las mujeres rurales en particular, la no discriminación y la eliminación de la violencia contra las mujeres, abre una nueva perspectiva que las reposiciona frente a sí mismas, su pareja, su familia y la comunidad33. Cabe destacar el proceso de valoración de la identidad cultural que mencionan los grupos. Este resulta en un reconocimiento del “ser campesina” o del pertenecer a una etnia; como una transición cuyo punto de partida es el sentimiento de discriminación y la baja autoestima, pasando a la construcción valorativa de una identidad de etnia o clase. Del total de grupos relevados en el año 2006, el 24% se reconoce como perteneciente a un pueblo originario, Kolla, Guaraní, Mapuche, Diaguita Calchaquí, Toba, Wichí, Chorotes, Chulupíes, Chané. En la provincia de Salta hay grupos interétnicos, integrados por mujeres de diferentes pueblos que participan de la misma organización. 11. Los cambios en el ámbito grupal La pregunta “¿Qué cambios ocurrieron en el ámbito grupal?” agrega precisiones de interés acerca del balance de la experiencia compartida que efectuaron los grupos estudiados. En la mayoría de las encuestas, los grupos percibieron muchos cambios. Los principales pueden resumirse en la idea de que se organizan mejor para trabajar, con mayor confianza para charlar problemas del grupo y de las mujeres. Además, ganan seguridad para asumir diferentes roles y funciones y tienen un mayor compromiso con la tarea y el uso de los recursos. Por otro lado, se observa un aumento en la capacidad para organizarse y respetar las pautas de división del trabajo. En las percepciones de estos cambios, jugó un papel importante el desempeño que los grupos tuvieron hacia fuera sobre todo cuando fueron reconocidas y consultadas. 33 Existen experiencias de mujeres que a las cartillas y materiales utilizados en las capacitaciones sobre derechos, los cuelgan de las paredes de su casa o, intencionalmente, los dejan a la vista para que los vea el marido. 77 Mujeres que trabajan la tierra Como puede observarse en el cuadro siguiente, las respuestas a esta pregunta pueden agruparse más comprehensivamente en las que destacaron las ventajas de la sociabilidad grupal y sus efectos positivos en el plano personal y colectivo y las que se focalizaron en la mayor capacidad de organización para fines prácticos, entre los cuales incluimos tanto la gestión para la producción como la defensa de los propios derechos. Cuadro N° III.11 Tipos de cambios a nivel del grupo Tipo de cambios Algunas respuestas características ante la pregunta ¿Qué cambios ocurrieron en el ámbito grupal? 9 Conciencia como grupo. Se decide mejor. Mejoran los lazos solidarios. Posibilidad de resolver conflictos Integración, participación, solidaridad y confianza en sí mismas para tomar decisiones 9 Se comparte en comunidad. Ayuda mutua y auto ayuda. 9 Comprensión del grupo como compañía 9 Poder de negociación. 9 Renovación de dirigentes y pérdida de los liderazgos históricos Mejoras en la organización 9 Mejora la capacidad de gestión. para gestionar proyectos, 9 Organización para comprar insumos y para producción. negociar y defender 9
Hemos aprendido a defendernos y a luchar por lo que queremos. derechos 9 No nos ponemos de acuerdo fácilmente. Dificultades y cambios negativos 9 Más conflictos que instancias positivas 9 El grupo sufrió desgranamiento, pero luego se estabilizó. En este proceso los grupos también registran transformaciones que fueron vistas como negativas: disminución de su tamaño o conflictos internos. Algunos grupos disminuyeron sensiblemente en cuanto a su número de integrantes, pero las que quedaron se afianzaron y organizaron democráticamente. Si bien son frecuentes los conflictos internos, la confianza en el grupo aumentó luego que los mismos fueron enfrentados y superados. Esto puede resumirse en la idea de que si el grupo resiste la instancia conflictiva y las dificultades de lograr consenso, termina fortalecido por la prueba. 78 Capítulo III: Los grupos de mujeres rurales en la Argentina 12. Las ventajas de la organización grupal La mayoría de las respuestas a la pregunta “¿Cuál fue la principal ventaja por estar organizadas?” describieron dos o más rasgos, por lo que el total de aspectos considerados fue sensiblemente más numeroso que los hallados en las preguntas anteriores. Se reiteraron las nociones de crecimiento personal y grupal generado por la experiencia participativa y las que destacan la capacidad operativa del grupo en términos de objetivos de gestión concretos que surgieron en los ítems precedentes, pero que agregaron precisiones de interés que vale la pena comentar. Cuadro N° III.12 Tipos de ventaja de estar organizadas Algunas respuestas características ante la pregunta ¿Cuál es la principal ventaja de estar organizadas? Tipo de ventaja Sociabilidad, valoración. 9
Animarse a opinar, darse fuerza mutua. 9
Haberse conocido, trabajar entre vecinas, compartir. 9
Mejora la participación, el debate. 9
Autoconfianza, participación, solidaridad y enriquecimiento personal. 9
Escuchar y respetar las ideas del/a otro/a. 9
Las mayores enseñan a las jóvenes sus saberes. 9
Construcción de un proyecto colectivo. 9
Aprender a negociar y desarrollar capacidades para la autogestión. 9
Conformar una cooperativa para trabajar y producir organizadamente. Organización del grupo y mejora de la capacidad 9
de gestión Potenciar la capacidad de gestión del grupo, planificación de un proyecto productivo diversificado. Tener un espacio físico propio Articulación y alianza con otros grupos de mujeres y organizaciones mixtas. Participación en encuentros regionales y nacionales. 9
9
Reconocimiento del grupo en la comunidad, y 9
contactos externos 9
Capacitación y asistencia técnica Comunicación entre mujeres. Participación en ferias y encuentros de intercambio. Mejora la relación con los vecinos. Que siendo un grupo armado logramos hacernos escuchar y que nos valoren. 9
Manejo de información. 9
Trabajo en la huerta 79 Mujeres que trabajan la tierra 9
Algunas respuestas características ante la pregunta ¿Cuál es la principal ventaja de estar organizadas? Capacitación. 9
Aprendimos muchas cosas Tipo de ventaja Créditos y subsidios Acceso a créditos para mejorar producción para autoconsumo 9
Acceso a las ayudas que ofrece el PSA y PROINDER. 9
Compra de herramientas e insumos más baratos. Comprar mejor. Ahorro de dinero en las compras Producción y comercialización, ingresos 9
Concentración de la oferta de un producto totalmente artesanal para poder vender al turismo. 9
Aprendimos a ser nuestras propias patronas 9
Apoyo a la economía familiar y comunitaria Defensa de los derechos de la mujer. Derechos Humanos Otras 9
Evitar embarazos no deseados. 9
Lucha por la calidad vida (vivienda, agua, tierra, alimentación, salud, vestido, etc.) 9
Defensa de las tierras y el territorio 9
Estar bien en los momentos difíciles. 9
Realizar algo distinto de la tarea cotidiana. 9
Compartir el trabajo con los maridos. 9
Contención frente a problemas personales y familiares. 9
Solidaridad frente a casos de violencia. Intentando resumir las respuestas anteriores, se observa que las mismas pueden agruparse en tres ítems: i) las relacionadas a variables económicas (Aprendimos a ser nuestras propias patronas), ii) las relacionadas a lo político (la defensa del territorio, alianza con otras organizaciones) y; iii) las que mencionan aspectos subjetivos (“animarse a opinar y darse fuerza…”; “haberse conocido, trabajar entre vecinas compartir”). Con respecto al primero, se destacaron como ventajas los adelantos directamente relacionados con la producción y la comercialización y los mayores ingresos generados; el acceso a créditos y subsidios y los beneficios derivados para las familias en términos de mejoramiento concreto de los niveles de calidad de vida. La capacitación recibida aparece nuevamente como beneficio muy apreciado, que aumenta el conocimiento y la información para los proyectos que el grupo ha emprendido. 80 Capítulo III: Los grupos de mujeres rurales en la Argentina 13. Los problemas de los grupos Casi el 30% de los grupos manifestaron no tener problemas y un 11% no respondieron a esta pregunta. Por lo tanto, más de la mitad de los grupos estudiados identificaron los problemas principales que los afectaron. De ellos, 34% consignaron un solo problema y el 25,7% de los grupos señalaron que tenían varios problemas. En el cuadro siguiente se presentan únicamente los problemas enfrentados por los grupos. Cuadro N° III.13 Principales problemas enfrentados por los grupos Problemas % Mala administración del dinero 9,2 Competencia en el liderazgo 21,3 Chismes 34,0 No cumplimiento de los acuerdos 28,0 El grupo quedó sin acompañamiento 7,5 Total
100,0 Como puede apreciarse, los problemas más extendidos son los chismes (34,0%) y el no cumplimiento de los acuerdos (28,0%), seguidos por la competencia en el liderazgo (21,3%), la mala administración del dinero (9,2%) y el quedar sin acompañamiento (7,5%). Aunque sólo un 30% de los grupos contestó el ítem sobre “Otros problemas del grupo”, las respuestas dadas a esta pregunta abierta contribuyeron a aclarar los aspectos identificados como problemáticos expuestos anteriormente. 81 Mujeres que trabajan la tierra Cuadro N° III.14 Otros tipos de problemas del grupo Tipo de problema Del propio grupo Externos al grupo (comunitarios o institucionales) Familiares Falta acompañamiento o asistencia técnica Inasistencia Algunas respuestas características 9
Liderazgo muy marcado que obstaculiza la participación 9
Malos entendidos, dificultad para los acuerdos 9
Falta de experiencia para compartir en grupo 9
Divisiones religiosas, familiares, políticas 9
Desgranamiento 9
Desacuerdos en las compras 9
Falta de solidaridad, de confianza. Individualismo 9
Miedo por falta de experiencia. Miedo a tomar crédito 9
El desafío de aprender a ser la propia patrona 9
Cuesta que las mujeres salgan de las casas 9
Por influencias clientelísticas institucionales e individuales 9
Interferencias políticas partidarias 9
Falta de apoyo de la comunidad o de las instituciones. Interferencias de los varones. 9
La pobreza. 9
Peleas entre familias 9
En la comunidad hablan mal de las mujeres 9
Los maridos no le dan permiso 9
No tienen con quien dejar a los hijos/as o animales. 9
Cuesta delegar las responsabilidades del hogar. 9
El grupo quedó sin acompañamiento y no se reunió 9
El grupo no se reunió 9
Dificultades de acceso a las reuniones por la distancia o la falta de dinero para el traslado 9
Demora en la ejecución por tardanza de entrega de fondos o reducción de financiamiento 9
Económicos, productivos 9
o de comercialización Otros 82 Falta de venta de productos Falta de recursos económicos, financieros, maquinaria, tiempo, etc 9
Fracasos en la experiencia productiva 9
Falta de lugar para reunirse, o para trabajar 9
Desánimo por falta de oportunidades 9
Incendio del galpón, problemas del clima. 9
Robo de los fondos por parte de una compañera o una persona ajena al grupo Capítulo III: Los grupos de mujeres rurales en la Argentina Los principales problemas que afectan a los grupos tienen que ver con su propia dinámica y las dificultades para manejar las propias tensiones y conflictos. La inexperiencia y eventualmente la existencia de liderazgos autoritarios que dificultan la expresión de las ideas y la participación han sido señalados en algunos casos. Por otro lado, las mujeres frente a los conflictos ponen en juego las emociones. Un obstáculo adicional es que como resultado de las dificultades para organizarse se produce el retiro de alguna de sus integrantes. Las dificultades para llegar a las reuniones es el justificativo más frecuente para las inasistencias, ya sea por las distancias o el dinero necesario para el traslado. Otros problemas se refirieron a la débil vinculación de los grupos al mercado, la falta de ventas y el consecuente desánimo que en muchos casos se atribuyó a la crisis económica. La ausencia de actividades conjuntas, ya sea por la carencia de una conducción adecuada o por la falta de identificación del grupo con objetivos orientadores, resulta asimismo un obstáculo para su supervivencia. A ello deben sumarse otros problemas externos, tales como las demoras en la obtención de financiamiento o el alejamiento de animadores o promotores que efectúan el acompañamiento. La falta de apoyo de la comunidad se expresa en las preguntas ¿en qué andan estas mujeres?, ¿de qué hablan? o las acusan de chismosas y de perder el tiempo. A nivel familiar, la ausencia del respaldo para la participación se expresa en las dificultades para delegar el cuidado de los/as hijos/as o de los animales u otra actividad que sea de su responsabilidad. Y en otros casos el marido, directamente no les da permiso a participar. 14. Las demandas de los grupos Debido a la diversidad de los temas contenidos en las respuestas, en éste, igual que en otras preguntas abiertas, al procesarlas se efectuó una tilde múltiple en las categorías correspondientes. 83 Mujeres que trabajan la tierra Cuadro N° III.15 Las demandas de los grupos de mujeres Algunas respuestas características ante la pregunta ʺ¿Cuál es actualmente la principal demanda del grupo de mujeres?ʺ Demandas 9
Resolución de problemas 9
estructurales 9
Recursos para la producción (insumos, herramientas, instalaciones) Créditos y subsidios Trabajo y organización Mercado Capacitación y asistencia técnica Sistemas de captación y almacenamiento de agua. 9
Materiales para costura y tejido. 9
Equipamiento productivo que simplifique el trabajo (moledoras de granos, envasadoras, husos, telar, etc). 9
Insumos (semillas, fertilizantes, botiquín veterinario) 9
Mejorar el manejo de suelo. 9
Locales para producción y reuniones. 9
Créditos de apoyo a la producción. 9
Ampliar la cartera de crédito disponible para beneficiar nuevas socias. 9
Subsidios. 9
Trabajar y vivir en el campo. Ampliar la zona de cultivo, sembrar, forestar, criar. 9
Organizarse con más grupos, promover la participación, fortalecer redes. 9
Participar en encuentros, realizar pasantías. 9
Alivio de las tareas reproductivas 9
Mejorar la comercialización, vender mejor, tener un puesto de venta. 9
Sacar marca del producto para poder comercializar. 9
Certificación de productos. 9
Capacitación en el tema mujer, género, derechos de las mujeres, prevención de la violencia, procreación responsable. 9
Asistencia legal y capacitación para el tema tierras. 9
Asistencia técnica para la producción y comercialización. 9
Capacitación para fortalecer la organización, la producción, negociación, autoconsumo, venta, y promoción de salud. 9
Asistencia en la resolución de conflictos grupales. 9
Asistencia médica. 9
Servicios: salud, educación, transporte y 9
vivienda 9
9
84 Regularización de la tenencia de la tierra, escrituración. Agua para riego. Luz eléctrica, fuentes de energía alternativas. Mejorar las viviendas rurales, baños, cocina. Caminos y transporte público. Educación: planes de alfabetización, becas para jóvenes. Capítulo III: Los grupos de mujeres rurales en la Argentina Algunas respuestas características ante la pregunta ʺ¿Cuál es actualmente la principal demanda del grupo de mujeres?ʺ Demandas Otras 9
Seguridad. 9
Atención a víctimas de violencia. Contención familiar. 9
Equidad de género. 9
Que los beneficios sean para toda la comunidad. 9
Conservar la identidad cultural. 9
Abordar la problemática del alcoholismo Mirando el cuadro, la amplitud de demandas es grande, quizás la principal sea la vinculada con los problemas de tierra, agua y trabajo. Las mujeres piden apoyo para la producción, la comercialización y por medio de créditos o subsidios para el mejoramiento de las condiciones de la finca (equipamiento y adquisición de máquinas y herramientas de trabajo y para la construcción de instalaciones). Sus demandas están vinculadas principalmente a la preocupación del mantenimiento del hogar y es por eso que solicitan también capacitación y asistencia técnica en aspectos productivos, además de temas inherentes a la familia, la vivienda, la salud y a la condición de género. 15. El ciclo de vida de los grupos Al analizar el ciclo de vida de los grupos, es posible encontrar diferentes alternativas que estos siguen desde su formación. De Dios (2000), las presenta en el siguiente diagrama. 85 Mujeres que trabajan la tierra Diagrama N° III.1 El ciclo de vida de los grupos voluntarios Crecimiento Consolidación Formalización Formación Crisis del Grupo Estancamiento o latencia Disolución Burocratización Refundación Fuente: De Dios, 2000. Como ocurrió en varios de los grupos analizados, la ejecución de un proyecto resultó en un camino de crecimiento del grupo en la medida que se alcanzaron los objetivos esperados y se consolidaron las relaciones de cooperación entre sus integrantes. En estos casos, la aparición de conflictos y su resolución dejó como saldo un aumento de la cohesión grupal. La continuidad del grupo se asegura con el planteo de nuevos objetivos (en general, expresados en un nuevo proyecto) que recrean el deseo de sus integrantes de mantener su condición de grupo. En algunos casos, esto puede estar acompañado con la discusión y acuerdo acerca de normas o reglamentos compartidos a los que deben sujetarse y, aunque como se vio ocurre en un bajo porcentaje, puede aparecer la necesidad de una mayor formalización. En general, la adopción de alguna figura jurídica ocurre cuando el grupo se expande tanto en número de integrantes, como en la cantidad y complejidad de 86 Capítulo III: Los grupos de mujeres rurales en la Argentina los posibles proyectos productivos a ejecutar en relación con otros actores sociales o en articulación con otros grupos campesinos. Otro camino posible que se observa, es la conformación del grupo a partir del ofrecimiento de un programa que ofrece crédito o subsidio. La posibilidad de acceder a recursos actúa como motivador. La ejecución de un proyecto simple que busque mejorar la situación productiva mediante la realización de pequeñas inversiones prediales puede conducir a la maduración del grupo como tal, o puede resultar en una apropiación de beneficios por parte de cada integrante, sin trabajar hacia una construcción conjunta. En este caso, una vez ejecutado el proyecto, no surgirá el deseo de recrear objetivos y crecer en autogestión, despegándose paulatinamente de la institución que dio origen al grupo, y de esta manera es probable que se estabilice en una situación de estancamiento, para disolverse finalmente. En general, los acuerdos que hace un grupo para el trabajo conjunto pueden tener diferentes grados de complejidad según pacten entre sus integrantes a una menor o mayor interacción y a una menor o mayor formalización del contrato establecido. Cuando los grupos son capaces de diseñar y poner en práctica propuestas de trabajo más complejas, y alcanzar resultados exitosos según la perspectiva de sus propios integrantes, es probable que deriven en un crecimiento, consolidación y formalización creciente. Lo contrario ocurrirá cuando los grupos no encuentren la tarea que los convoque y puedan resolver los dilemas que les demande la ejecución de prácticas asociativas simples. De esta manera el grupo tenderá a disolverse o a transformarse. Existen coyunturas sociales, políticas y económicas que impulsan a la conformación de grupos. En la década del noventa en Argentina, las áreas rurales actuaron como refugio ante el desempleo y muchos grupos se conformaron para buscar alternativas laborales o para la realización de actividades productivas para la generación de ingresos o para el autoconsumo. Por lo contrario, existen otras coyunturas en las cuales no hay ningún tipo de apoyo a las organizaciones de base o mismo se cuestiona la participación y los grupos se estancan o disuelven. Este enfoque desde la coyuntura no debe dejar de lado el avance que significa en el tejido social de las regiones rurales, la difusión de formas de asociación grupal. Aunque ellas forman parte de formas organizativas comunitarias preexistentes, cuya rica tradición aparece en toda la historia de la cultura rural de Argentina, han sido estas últimas décadas escenario de la difusión de un nuevo paradigma del rol de las mujeres. 87 Mujeres que trabajan la tierra Al mismo tiempo, la coyuntura nacional e internacional propone una redefinición del pacto de la ciudadanía con el Estado, lo que está asociado a un aumento de la conflictividad social, y de una vocación explícita por la paridad, la equidad, y la elevación del nivel de calidad de vida. La organización grupal de las mujeres rurales desde una mirada de género, concierne tanto a aspectos subjetivos, como a la cultura política, las relaciones de poder y al desarrollo humano. La Asociación de Mujeres Warmi Sayajsunqo La Warmi es una asociación conformada por mujeres kollas que tiene sede en Abrapampa en la puna jujeña. Su nombre en quichua significa Mujeres Perseverantes. Surge en el año 1995 impulsada por 10 mujeres, lideradas por Rosario Quispe. Comenzaron con la construcción de un salón comunitario y hasta el momento han desarrollado numerosos emprendimientos, han crecido en el número de sus integrantes y han recibido apoyo de diversas fuentes de financiamiento. Actualmente la asociación está integrada por 3500 personas varones y mujeres que son representantes de un grupo familiar. Han conformado 89 fondos comunales distribuidos por cinco departamentos de la puna y valles salteños, que cuentan con dinero y otorgan préstamos a los/las integrantes de los mismos. Se han llevado adelante proyectos de diversa índole como la instalación de una estación de servicio en Abrapampa, un cyber o un colectivo para el transporte público, además de los emprendimientos tradicionalmente agrícolas y ganaderos como los invernaderos o la cría de llamas. Por estatuto, la comisión directiva de la asociación está integrada exclusivamente por mujeres. Cada fondo comunal tiene dos delegados que son un varón y una mujer y si bien los varones participan de la asamblea, no pueden ser elegidos. Esta organización ya no es exclusivamente de mujeres, pero merece ser considerada por el protagonismo de las mismas a lo largo del proceso y el pasaje hacia la conformación de grupos mixtos. 88 Capítulo IV: Los derechos humanos de las mujeres rurales Capítulo IV Los derechos humanos de las mujeres rurales El objetivo de este capítulo es describir el marco legal que protege los derechos de las mujeres rurales en el Estado Argentino, intentando objetivar el proceso de visibilización de sus derechos y describiendo categorías que sirvan para su empoderamiento. Por ello, principalmente está centrado en las mujeres rurales. El título de este capítulo implica un recorte en dos dimensiones. En cuanto al sujeto, se va a hablar del derecho de las mujeres rurales, es decir, de aquellos aspectos particulares que buscan adecuar el sistema jurídico general a las diversidades y desigualdades que reviste su condición en el sistema jurídico. Por tanto, no se va a tratar, sino por referencia, del sistema jurídico que rige a todos los habitantes del Estado Argentino. Tampoco, se va a desarrollar el marco jurídico que protege a los pueblos y las comunidades indígenas y sus miembros, de los que muchas mujeres rurales son parte, que tiene un importante desarrollo en nuestro país34. En cuanto a la materia, no se describen los sistemas vinculados a la tenencia, posesión y propiedad de las tierras.35 1. De una sociedad patriarcal a los derechos humanos de las mujeres El sistema jurídico de los estados y de la comunidad internacional se organizó en clave masculina. Se regulaba en forma universal los derechos de todos los hombres, pero en la realidad se trataba del derecho sólo de los varones, y si profundizamos más, el los varones propietarios. Se organizaba –y aún se organiza– en el marco de un modelo de 34 Para el derecho de los pueblos indígenas cf. Bidart Campos (1996), Bazán, V. (2004); Canet, (2005‐III‐
1141). 35 Para la tenencia de la tierra cf. González (2000) y Obscchatko, Foti y Román (2006). 89 Mujeres que trabajan la tierra explotación patriarcal capitalista del trabajo y del trabajo reproductivo de las mujeres. En efecto, los estados se configuraron en el siglo XIX sobre el derecho a la igualdad, entendida como la igualdad de todos los hombres ante la ley. Pero, se trataba sólo de la igualdad de los varones, las mujeres no tenían derechos civiles ni derechos políticos. De la misma manera, las declaraciones internacionales de derechos, hasta la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), regularon los derechos de los varones. Un ejemplo de los derechos excluidos es el proyecto de declaración de derechos de las mujeres elaborado por Olympe de Gouges, en París simultáneamente con la proclamación de la célebre Declaración de los Derechos del Hombre. En su artículo 4 dice: “La libertad y la justicia consisten en otorgar a todos aquello [lo] que les pertenece. El ejercicio de los derechos naturales de la Mujer no encuentra otros límites sino la tiranía perpetua a la que el hombre la somete; estos límites deben ser reformados por la ley de la naturaleza y la razón”.36 En la actualidad se definen los derechos humanos como aquellos que toda persona posee y que tiene el derecho de disfrutar, simplemente por su condición de ser humano, sin distinción de edad, raza, sexo, nacionalidad o clase social. Si bien se suele distinguir entre derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales (o “generaciones de derechos”), sin embargo, desde el punto de vista de su exigibilidad, son integrales, interdependientes e indivisibles, en el sentido que conforman un todo y no se puede sacrificar unos para defender otros. Su universalidad no implica uniformidad, sino por el contrario, requieren que su reconocimiento se enriquezca con todas las particularidades de las diversas condiciones y circunstancias que revisten las mujeres y los varones. Finalmente, los derechos humanos son jurídicamente exigibles, aún sin ley que los reglamente. Durante la Conferencia Mundial de los Derechos Humanos de 1993, los estados reafirmaron en la Declaración de Viena,37 que los derechos 36 Perez Gallart (1998, p. 7). Para mayor abundamiento, se transcribe el artículo 6, que proponía: “La ley debe ser la expresión de la voluntad general, todas las ciudadanas deben contribuir perpetuamente, o a través de sus representantes a su redacción. Todas las ciudadanas y todos los ciudadanos siendo iguales ante la Ley, deben ser igualmente admitidos en todos los cargos, lugares y empleos públicos, según sus capacidades y sin otra distinción que nos sea aquella referente a sus virtudes y talentos” (ibíd.) 37 “Un divisor de aguas en la agenda internacional contemporánea de los derechos humanos reside en el reconocimiento, por II Conferencia Mundial de Derechos Humanos de Naciones Unidas (Viena, 90 Capítulo IV: Los derechos humanos de las mujeres rurales humanos nacen con la persona y que su protección es responsabilidad de cada Estado. Su base es el principio fundamental de que todas las personas poseen una dignidad humana inherente y tienen igual derecho de disfrutarlos, sin importar su sexo, raza, color, idioma, nacionalidad de origen o clase, ni sus creencias religiosas o políticas. En este foro se reconocieron específicamente, los derechos humanos de las mujeres así como las obligaciones de los estados de protegerlos y promoverlos, incluyendo el de vivir libre de violencia. Ahora bien… “La mayor parte de los sistemas y mecanismos nacionales, regionales e internacionales para hacer valer los derechos humanos se han desarrollado e implementado a partir de un modelo masculino. Por lo tanto, hasta la fecha, el sistema de derechos humanos no ha tomado en cuenta, de la manera más adecuada, la experiencia y las circunstancias específicas de las mujeres. Sin embargo esta situación está cambiando. Las personas y organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres recurren, cada vez más, al enfoque de derechos humanos para exigir compensaciones por las injusticias infligidas a las mujeres”.38 2. El derecho de las mujeres y la perspectiva de género El derecho de las mujeres y la perspectiva de género para interpretar los derechos humanos son el resultado de la lucha por visibilizar la diferencia y la diversidad de las personas que obliga a un ajuste del derecho a la igualdad. En este sentido, la doctrina argentina coincide en afirmar que el derecho a la igualdad tiene un “contenido real, histórico, sucesivo y progresivo”, en cuanto derecho personal, y no se trata por tanto de una igualdad formal, sino de una “igualdad real de oportunidades y de trato [que] exige tratar de modo igual a quienes se hallan en igualdad de situación y de manera diferente a quienes se hallan en situación también distinta”.39 Los avances en la doctrina constitucional explican que el derecho a la identidad y el derecho a la diferencia confluyen como dos aspectos del derecho a la igualdad. La perspectiva de género y la especificidad del derecho de las mujeres tienen un desarrollo específico en el derecho internacional de los derechos humanos. La violencia y la discriminación contra las mujeres junio de 1993), de la legitimidad de la preocupación de toda la comunidad internacional por la plena vigencia de todos los derechos humanos”; Cancado Trindade (1996, p. xi). 38 Instituto Interamericano de Derecho Derechos Humanos‐Women (1997, p.8). 39 Bidart Campos, G.: op. cit., p. 1205. 91 Mujeres que trabajan la tierra son los principales ejes temáticos en torno a los cuales gira la protección internacional.40 Dos son, en consecuencia, las nociones jurídicas a retener: derechos de las mujeres y perspectiva de género. Los derechos de las mujeres fueron pensados como un particular dentro de los derechos humanos, bajo una concepción de las mujeres como minorías que requieren una protección especial, producto de su exclusión histórica, de la invisibilización de las diferencias, de las especificidades y de las necesidades. En tanto, como se dijo en el primer capítulo, la perspectiva de género remite a las características de los varones y de las mujeres definidos socialmente y moldeadas por factores socio‐económicos y culturales. Puede definirse tal como lo hace el Instituto Interamericano de Derechos Humanos como el enfoque que analiza la realidad y los diversos fenómenos “a partir de la consideración de que es la sociedad quien se encarga de asignar a las personas características fijas y el papel a desempeñar [...] en función de su sexo; y por tanto, de haber colocado al sexo femenino en una posición de subordinación histórica”41 respecto del varón. La lucha por alcanzar la igualdad recorre entonces, las distintas circunstancias y situaciones de la vida de las mujeres; circunstancias que requieren un tratamiento diferenciado a fin de generar condiciones de igualdad, y también aquellas situaciones que en la conformación de la sociedad desde el criterio masculino lesionan los derechos de las mujeres. 3. Un Estado garantista La reforma de la Constitución Nacional en 1994, ha representado un paso importante para el logro de la igualdad real de las mujeres, ello por cuanto se ha asignado jerarquía constitucional al derecho internacional de los derechos humanos, así como por la incorporación de otras importantes cláusulas. Los derechos humanos de las mujeres se plasman en la Constitución Nacional en el artículo 75 inciso 23, en el artículo 37 y en la cláusula transitoria segunda y, en el reconocimiento de la jerarquía 40 Para la perspectiva de género y la protección internacional de los derechos humanos de la mujeres se puede consultar el curso autoformativo: “Utilización del Sistema Interamericano para la protección de los Derechos Humanos de las Mujeres” en www.iidh.ed.cr: Centro de Recursos Pedagógicos/Aula. 41 Instituto Interamericano de Derechos Humanos (2004, p.76). 92 Capítulo IV: Los derechos humanos de las mujeres rurales constitucional del derecho internacional de los derechos humanos (artículo 75 inciso 22). Entre los tratados con jerarquía constitucional, son relevantes para la promoción y protección del derecho de las mujeres los siguientes instrumentos jurídicos: (a) en el orden internacional: los Pactos Internacionales de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y de Derechos Civiles y Políticos; la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial; la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer y la Convención sobre los Derechos del Niño y, (b) en el orden regional: la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica); el Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Protocolo de San Salvador) y la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la Violencia contra la Mujer (“Convención de Belem Do Pará”).42 Y, en orden del cumplimiento de los derechos se ha establecido un cambio de paradigma en nuestro Estado de derecho, a través de una interpretación garantista del sistema jurídico que concibe los derechos humanos como su fundamento y la carta constitucional como un pacto político, social y económico, que “presenta a las garantías como un elemento inescindible para su correcta conceptualización. Así sostengo –
afirma Ferreyra– que la Constitución del Estado democrático de Derecho vale o valdrá lo que valen o valdrían sus garantías”.43 La hermenéutica garantista se estructura en torno al concepto de contenido esencial del derecho, caracterizado por dos notas: (a) mínimo de operatividad que garantiza su aplicabilidad, aun a falta de reglamentación y (b) principio de razonabilidad que prohíbe “alterar” los derechos y garantías en las leyes que reglamentan su ejercicio, o con interpretaciones judiciales amplias y vinculantes”. El garantismo escapa al monopolio de la norma y procura que el derecho de la constitución subordine y someta todo el orbe infraconstitucional del derecho y de la política, a través de diversas 42 Relevante es también la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing, septiembre de 1995) que produjo una amplia Plataforma de Acción, con miras a la emancipación de la mujer, que busca la eliminación de “todos los aspectos que impiden a las mujeres ejercer un rol activo en todos los dominios de la vida pública y privada”. 43 Ferreyra (2003, p. 12). Garantías definidas en “términos genéricos como el instrumento idóneo para posibilitar y/o definir las pretensiones de vigencia de las disposiciones de la Ley Fundamental” 93 Mujeres que trabajan la tierra técnicas jurídicas. Es decir, la existencia de un derecho previo genera la obligación de establecer, si no lo hubiera, un procedimiento que permita su ejercicio. Es una consideración sugerente para el tema que estamos tratando, por cuanto obliga al sistema jurídico a encontrar las formas de proteger los derechos constitucionalmente establecidos. El garantismo cuestiona la clásica afirmación: un derecho sin garantía es un derecho inexistente; por el contrario afirma la existencia de una estrecha relación entre derechos y garantías. Antes de considerar este cambio sustantivo en la forma de nuestro sistema jurídico, y sus consecuencias en el tema que nos ocupa, se analizará la situación jurídica de las mujeres en el Estado Argentino. 4. Los derechos civiles y políticos de las mujeres argentinas Recordemos que sólo la acción colectiva de las mujeres por los derechos civiles y políticos –desde el feminismo y el sindicalismo– permitió el acceso a la vida social y política. En el Estado Argentino si bien la Constitución de 1853 consagró la igualdad de todos los habitantes ante la ley (art. 16), la sanción del Código Civil (1869), establece una incapacidad de hecho y de derecho para la mujer casada con relación a la libertad de trabajar, a la patria potestad de los hijos y a la administración de sus bienes propios y gananciales. Así, la situación de discriminación civil de la mujer se introduce vía el derecho de familia. Esta situación no cambia con la ley de matrimonio civil, ni tampoco para las mujeres casadas, con la ley Nacional N° 11.357 (1926), que es la primera ley que reconoce los derechos civiles de las mujeres,44 y que sin embargo mantiene restricciones a la capacidad de la mujer casada en muchos aspectos que la subordinan al marido. Es recién con la reforma del Código Civil en el año 1968 (Ley Nacional N° 17.711) que la mujer casada se sitúa en igualdad de condiciones con su marido. El proceso de reforma iniciado con el retorno de la democracia mejoró sustancialmente los derechos de las mujeres, en especial, los derechos civiles. Entre las leyes más importantes se pueden mencionar las siguientes: 44 En su artículo 1 establece: “La mujer mayor de edad, cualquiera sea su estado, tiene plena capacidad civil”. 94 Capítulo IV: Los derechos humanos de las mujeres rurales Ley Nacional N° 23.624 de “Patria potestad y filiación” (1985) que otorga en forma conjunta la patria potestad a la madre y al padre, reconociendo iguales derechos a ambos progenitores. Asimismo, elimina la distinción y establece la igualdad ante la ley de los hijos matrimoniales, extramatrimoniales y de adopción plena. Y, reconoce los principios de la paternidad responsable y de la verdad biológica, que favorecen, especialmente, a las madres solteras de los sectores de bajos ingresos. Ley Nacional N° 23.515 de “Matrimonio civil” (1987) que introduce el sentido de democracia en las relaciones familiares y reconoce bajo causales el divorcio de la pareja. La ley coloca a ambos cónyuges en igualdad jurídica, en particular establece que los cónyuges “se deben mutuamente fidelidad, asistencia y alimentos”. Subsiste sin embargo una discriminación en cuanto la adquisición, administración y disposición de bienes de la sociedad conyugal, por cuanto en el caso de bienes cuyo origen no se pueda determinar, la administración está a cargo del marido. Ley Nacional N° 23.226 de “Derecho a pensión del conviviente en aparente matrimonio” (1987), que otorga derecho a pensión a la cónyuge o concubina reconociendo la convivencia estable como fuente de beneficios previsionales. Ley Nacional N° 24.347 (1994) que establece la posibilidad de las amas de casa de aportar voluntariamente al sistema integrado de jubilaciones y pensiones. Ley Nacional N° 23.746 “Pensión inembargable y vitalicia para las madres de más de siete hijos” (1989), cualquiera fuese su edad y estado civil. El beneficio de la pensión ha significado un importante aporte para la mujer rural, dada la elevada tasa de natalidad del área, pero también ha promovido que las parejas tiendan a tener los hijos necesarios para recibir la pensión. Con relación a los derechos políticos, la Ley Sáenz Peña estableció por primera vez el sufragio secreto universal y obligatorio, derecho que sólo podían ejercer los ciudadanos nativos que vivían en provincias. Es decir, quedaban excluidos las mujeres, los extranjeros y los habitantes de los territorios nacionales.45 45 Argentina había cuadriplicado su población en 50 años (1860‐1910), representando los inmigrantes entre el 50% y el 70% de la población total del país. En 1910 votaba sólo el 9% de la población; y el 20% si se toma en cuenta solo los argentinos nativos. En la primera elección después de sancionarse la Ley Sáenz Peña (1916) el porcentaje ascendió al 30% y 64% respectivamente. cf Germani (1966, pág. 225). 95 Mujeres que trabajan la tierra El derecho al sufragio se alcanza, recién en el año 1947 (Ley Nacional N° 13.010), y es ejercido, por primera vez, en el año 1951. Argentina fue el octavo Estado latinoamericano en reconocer la participación política de la mujer. El proceso, diferente en cada Estado de la región, fue condicionado por los diversos escenarios sociopolíticos y económicos, pero, en todos fue relevante la presencia de las mujeres organizadas para reclamar el derecho al sufragio en forma pacífica y legal. En nuestro país, entre los años 1945 a 1952, se produjo un importante movimiento político que dio origen al peronismo, y se caracterizó por una fuerte participación de las mujeres de sectores obreros y rurales, integrando en su gestación tres niveles de participación: la política, la sindical y la femenina. El ingreso de las mujeres al ejercicio del poder, se da por primera vez en el poder legislativo nacional, durante la segunda presidencia de J. D. Perón, con porcentajes del 17,6% y el 21,7% en la Cámara de Senadores y de Diputados respectivamente. En tanto, en el poder ejecutivo nacional, con la excepción de la presidencia ejercida por Estela Martínez de Perón (1974‐1976), la incorporación de la mujer se hizo efectiva, recién, en el año 1982 en el gabinete ministerial. Actualmente el acceso de las mujeres a cargos electivos está garantizado por la Ley Nacional N° 24.012 de Cupo Electoral (1991), que establece que un mínimo obligatorio del 30% de los cargos debe ser ocupado por mujeres. En el año 2005, el cupo se elevó al 50% para la Cámara de Senadores. Esta ley permitió el incremento progresivo y notorio del número de mujeres en el Congreso de la Nación y en otras representaciones provinciales y municipales que adoptaron normativas similares.46 El derecho alcanza reconocimiento constitucional en el art. 37 y la cláusula transitoria segunda de la Constitución Nacional. Una muestra reciente de los procesos de cambio en las estructuras jurídico‐políticas en relación con la incorporación de la mujer en los ámbitos de decisión, es la designación como miembro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de las Dras. Elena Highton y Carmen Argibay. A pesar de los cuestionamientos realizados por los sectores más conservadores a la postulación de Carmen Argibay, en razón de su conocida posición en pro del derecho de las mujeres, y en particular, de los derechos sexuales y reproductivos, la reconocida jurista actualmente integra el más alto tribunal del Estado. Hasta ese momento, sólo una vez, 46 El porcentaje debe calcularse tanto sobre el total como sobre el número probable de electos. 96 Capítulo IV: Los derechos humanos de las mujeres rurales otra mujer había integrado el alto tribunal, pero fue durante una dictadura militar. 5. Hacia una igualdad real de derechos El derecho a la igualdad real de las mujeres en trato y oportunidad fue reconocido constitucionalmente, como se dijo, recién con la reforma de 1994, a través del establecimiento de la jerarquía constitucional de los tratados internacionales de derechos humanos, entre los que se encuentra la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación de la Mujer (CEDAW) y la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la Violencia contra la Mujer (“Convención de Belem Do Pará”) generando la responsabilidad del Estado de promover medidas de acción positiva para lograr que la igualdad de hecho y de derecho se efectivice en las prácticas y la reafirmación de la necesidad de un régimen especial de seguridad social que ampare a la mujer durante el embarazo y la lactancia (art. 75, inciso 23). De esta manera, Argentina se suma al concierto de los países latinoamericanos que adoptaron igual criterio y que colocó a la región en una posición de avanzada en materia de reconocimiento de la igualdad real de las mujeres. La CEDAW ofrece el marco a partir del cual la igualdad no supone igualar a varones y mujeres, sino que considera que la ʺverdaderaʺ justicia radica en el trato diferencial para aquellas personas que están en situación de discriminación, reconociendo “el carácter intrínseco de la subordinación y las estructuras económicas y sociales que la generan y la perpetúan”. El impacto de la Convención ha trascendido el ámbito específico de la igualdad de género permitiendo la reelaboración del concepto de discriminación, aporte de beneficio universal para numerosos grupos humanos, como los que demandan reconocimiento por su opción sexual, de género y por su pertenencia étnica. La CEDAW, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1979, entró en vigor en 1981, y fue ratificada por nuestro país en 1985, por la Ley Nacional N° 23.179. Con la reforma constitucional de 1994, adquiere, como se dijo, jerarquía constitucional. La Convención define la “discriminación contra la mujer” como: “…toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, 97 Mujeres que trabajan la tierra goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas políticas, económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera” (Art. 1). La discriminación se configura tanto por actos realizados en forma intencional como sin ella. Se trata de eliminar todas las formas de discriminación y no sólo la discriminación sexual, es decir, se prohíbe cualquier práctica que perpetúe la desigualdad de las mujeres. La exclusión u otro acto que obstaculice el acceso a derechos ya declarados, agrega a la discriminación un grado de vulnerabilidad que conlleva una responsabilidad externa y de hecho la obligación de la acción pública por parte del Estado. Por ello, se exige a los estados “asegurar el pleno desarrollo y adelanto de la mujer, con el objeto de garantizarle el ejercicio y el goce de los derechos humanos y las libertades fundamentales en condiciones de igualdad con el hombre” (art. 3 in fine). 5.1 La exigibilidad de los derechos humanos de las mujeres El derecho internacional de los derechos humanos implica para el Estado Argentino, la aceptación de procedimientos internacionales de supervisión permanente y también, en algunos casos, de carácter contencioso. A continuación se reseñarán algunos procedimientos vinculados al derecho de las mujeres. La CEDAW establece el Comité para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CETFDM), como órgano de supervisión, compuesto por 23 expertas/os en los campos de la Convención elegidos por los estados para trabajar a título personal por el término de 4 años. El Comité estudia el informe elaborado por los estados, que sirve para evaluar los compromisos asumidos por cada país para realizar adecuaciones con relación a la convención. Es uno de los mecanismos utilizados para mantener alerta la responsabilidad estatal, pero es importante aclarar que el Comité no estudia quejas individuales. Es ésta su principal limitación, por cuanto es el único procedimiento internacional existente –junto con las recomendaciones generales– para promover la implementación de la Convención. Resulta, por tanto, insuficiente cuando se trata de establecer la responsabilidad de los estados en circunstancias específicas. En cambio, el Protocolo Facultativo introduce el derecho de petición para los particulares, bajo determinadas condiciones. El procedimiento 98 Capítulo IV: Los derechos humanos de las mujeres rurales permite al CETFDM interpretar el significado de los artículos de la convención en un contexto de hechos específicos y detallar las medidas que deberían ser adoptadas para implementar los derechos en esas situaciones. Esas medidas pueden incluir respuestas para casos individuales de mujeres, por ejemplo compensación o medidas sistémicas, tales como reforma de la legislación, la adopción de un cierto tipo de política o de servicios particulares. Este procedimiento genera jurisprudencia que podría ser utilizada para incidir en el desarrollo de leyes nacionales. En este sentido, uno de los aspectos pendientes más importantes, en nuestro país, es la ratificación del Protocolo Facultativo incluido como principal demanda en el documento presentado por las ONGs argentinas: Asociación de Especialistas Universitarias en Estudios de la Mujer (ADEUEM), Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Comité Latinoamericano y del Caribe para la defensa de los derechos de la Mujer en Argentina (CLADEM), Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), Feministas en Acción, Instituto Social y Político de la Mujer (ISPM) y Mujeres en Acción quienes elaboraron el documento “Argentina: efectos de la crisis en las mujeres. Contrainforme al Comité de la CEDAW” (enero 2004).47 El Protocolo Facultativo fue firmado por el Estado Argentino el 28 de febrero de 2000, pero aún está pendiente su ratificación48. La Comisión de Relaciones Exteriores y Culto del Senado de la Nación trató los proyectos de ley respecto a la aprobación del Protocolo Opcional durante 2001 y dictaminó a favor de su aprobación. Sin embargo, en abril de 2002 el poder ejecutivo nacional, bajo presión de sectores conservadores, solicitó el retiro del proyecto de ley que ratificaría el Protocolo, exponiendo argumentos que demostraban una débil posición para poder impulsar el debate. Particular importancia reviste también el sistema interamericano de derechos humanos, por los instrumentos y por los procedimientos que instala. Entre los instrumentos se cuenta, como vimos, algunos específicamente relacionados con los derechos humanos de las mujeres, 47 El equipo de redacción estuvo integrado por Cecilia Lipszyc, Leah Tendeter, Cristina Zurutuza, Mabel Bianco, Noemí Aumedes, María José Libertino, Andrea Pochak, Soledad Aráoz, Antonia Portaneri, Romina Ojagnan, Ester Nani y Susana Pastor; http://www.iwraw‐
ap.org/resources/pdf/argentine_SRt(S).pdf 48 Durante la edición del libro, fue aprobado por el Congreso de la Nación el Protocolo Facultativo de la CEDAW, luego de la larga lucha del movimiento de mujeres, mediante la Ley Nacional N°26.171, sancionada el 15 de noviembre de 2006, promulgada el 6 de diciembre y publicada el 11 de diciembre del mismo año. 99 Mujeres que trabajan la tierra entre los que se destaca el relativo a la erradicación de la violencia contra la mujer: la Convención de Belem Do Pará. El sistema interamericano tiene varios órganos y procedimientos. Los órganos para el tema que nos convoca son: la Comisión Interamericana de Derechos Humanos; la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y la Comisión Interamericana de Mujeres. Las principales características de este sistema son: (a) sistema mixto, que cumple funciones de promoción y de protección para casos concretos, por procedimientos ante la Corte y la Comisión; (b) cualquier persona o grupo puede presentar peticiones; (c) necesidad de agotar el procedimiento de queja ante la Comisión antes de llegar a la Corte; (d) solo la Comisión o la Corte pueden llevar un caso ante la Corte; (e) importancia de las opiniones consultivas que emite; tiene un sistema combinado de supervisión de las sentencias, que permite que la sentencia se ejecute en el Estado y al mismo tiempo una sanción moral por el incumplimiento (Convención Americana de Derechos Humanos, art. 65).49 6. La situación de algunos derechos Se analiza a continuación la situación de algunos derechos en particular. 6.1. Derechos sexuales y reproductivos Los derechos reproductivos se definen como el conjunto de “derechos básicos de las parejas para decidir libre y responsablemente sobre el número y espaciamiento de los hijos y para tener la información, educación y medios para hacerlo”.50 Las Conferencias Internacionales sobre Población y Desarrollo de las Naciones Unidas, desarrolladas desde 1994 han permitido un avance importante en la formulación de leyes, políticas y programas relacionados con estos derechos. Su debate ha permitido cambiar las orientaciones de las políticas de población y salud, dando prioridad a enfoques relacionados con derechos humanos, calidad de vida y equidad. Los derechos sexuales y reproductivos forman parte de una 49 Instituto Interamericano de Derecho Derechos Humanos op. cit. (1997, p. 84). 50 Mujeres Latinoamericanas en Cifras (1993. p. 155). 100 Capítulo IV: Los derechos humanos de las mujeres rurales incipiente rama del derecho que desde hace muy poco tiempo se ha comenzado a debatir en América Latina. Argentina ha incorporado políticas en el campo de la sexualidad y la reproducción con respaldo legislativo. Relevante, en este sentido, es la Ley Nacional N° 25.673 de Salud Sexual y Procreación Responsable (2002), que si bien tiene vigencia nacional requiere, por la organización federal del Estado, que las provincias y la ciudad autónoma de Buenos Aires sancionen leyes equivalentes o adhieran a la nacional. La mayoría de las legislaciones provinciales han aprobado leyes que incluyen los principios de derechos reproductivos o han adherido a la ley nacional, incorporando la ejecución del Programa. Sin embargo, en algunas provincias de las regiones del NOA y del NEA, existen dificultades para hacer efectiva la adhesión legislativa. Esta ley crea en el ámbito del Ministerio de Salud de la Nación, un Programa destinado a la atención de la salud sexual y reproductiva, en todo el territorio nacional. Contempla información para decidir responsablemente respecto de la reproducción y asesoramiento a las familias y a la población sobre anticonceptivos y su entrega gratuita en todos los hospitales públicos. Siendo destinataria la población en general, sin discriminación alguna, están comprendidos los adolescentes a partir de los 14 años sin exigir compañía de un adulto y/o de sus padres Además, prevé que se brinde educación sexual en las escuelas públicas y la capacitación del personal de salud. En el año 2004 y en consonancia con este tema, el Ministerio de Salud de la Nación publica la Guía para la atención del parto normal51 dirigida a los equipos de salud del ámbito público y privado, cuyo objetivo es mejorar y actualizar la calidad de atención y asistencia de las mujeres y los recién nacidos sanos durante el período perinatal. Los avances y los logros alcanzados no son suficientes para garantizar salud sexual y reproductiva de las mujeres que habitan en las zonas rurales, ya que existen serias falencias e inconvenientes para adecuar el sistema de atención en ámbitos rurales. Las condiciones de pobreza, vulnerabilidad y la falta de infraestructura sanitaria adecuada son algunos de los problemas críticos de los sistemas sanitarios en las provincias que tienen un alto porcentaje de población rural, como así también la falta de capacitación y entrenamiento específico al personal 51 Resolución N° 647/2003 del Ministerio de Salud de la Nación publicada en el Boletín Oficial el 15 de enero de 2004. 101 Mujeres que trabajan la tierra de salud que trabaja en las zonas rurales más aisladas de los centros urbanos. El Ministerio de Salud de la Nación ha readecuado los “Objetivos del Milenio”,52 adaptándolos a la realidad y necesidades de nuestro país y especialmente de las mujeres. Entre ellos se destaca la reducción para el próximo quinquenio de la mortalidad materna e infantil y las diferencias que existen entre las provincias.53 Esto es prueba de las dificultades que enfrenta el país para poder asegurar el acceso a servicios de salud materno infantil a toda la población, teniendo en cuenta especialmente las condiciones que enfrentan las mujeres campesinas y aborígenes. Estos acuerdos fueron asumidos por todos los ministros de salud de cada una de las provincias en el marco de la reunión del Consejo Federal de Salud (COFESA),54 realizada en la Casa del Acuerdo en San Nicolás de los Arroyos, Provincia de Buenos Aires en marzo de 2003, conocido como Acuerdo Federal de Salud. 6.2. Derechos laborales El cambio que como producto del modelo de globalización dominante, se ha producido en el derecho laboral es una de las características de las reformas de los países de América Latina, no sólo en las leyes sustantivas, sino también en las reglamentarias y administrativas. Los procesos de “flexibilización laboral” que exigen las políticas neo‐liberales han excluido y han dejado sin protección a miles de trabajadores y trabajadoras que se encuentran con relaciones precarias de dependencia laboral. En el orden normativo, Argentina dentro de sus garantías constitucionales establece que “...el trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán al trabajador: condiciones dignas y equitativas de labor” y garantiza en la legislación laboral vigente el principio de que “a igual trabajo corresponde igual salario, sin distinción de sexo” (art. 14 bis). Además, el Estado Argentino ha ratificado los Convenios de la Organización Internacional de Trabajo (OIT) sobre igualdad de 52 Definidas por la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas el 8 de septiembre de 2000 (Resolución Asamblea General N° 55/2. Declaración del Milenio). 53 Moreno (2004). Según el informe Grossman, una cifra elevada de mortalidad materna tiene como causa principal el aborto, por ejemplo, en Argentina el 29,1% (Grossman, 1998). 54 El COFESA fue creado por la Ley Nacional N° 22.373 (1981). Para consultar documentos ver www.msal.gov.ar/htm/Site/cofesa. 102 Capítulo IV: Los derechos humanos de las mujeres rurales remuneración, prohibición de discriminaciones en el empleo, igualdad de remuneraciones y de trato entre trabajadores y trabajadoras con responsabilidades familiares y, protección de la maternidad, adoptando estas disposiciones en la legislación laboral.55 Sin embargo, aún existen en el país normativas que prohíben determinados trabajos a las mujeres56 contradiciendo de esta manera el principio constitucional que consagra la igualdad de derechos de mujeres y varones, y la libertad de trabajo. Sin duda, los avances en derecho laboral no han sido suficientes para superar los estereotipos y prejuicios sexuales presentes en el trabajo, especialmente los que están relacionados a empresas privadas que establecen determinadas condiciones de ingreso o permanencia, que en la mayoría de los casos discrimina a las mujeres en los períodos de embarazo, parto u otras circunstancias relacionadas a su vida sexual o reproductiva. La condición de maternidad en el trabajo está debidamente protegida, las mujeres embarazadas tienen estabilidad en el empleo durante la gestación y en el desarrollo de sus obligaciones maternas, sancionándose el despido por causas que estén directamente relacionadas con estas situaciones de acuerdo a períodos establecidos en la normativa vigente. La Ley Nacional N° 25.674 de Cupo Sindical (2003), establece cupo femenino no sólo para los cargos electivos, sino en los procesos de negociaciones colectivas y paritarias normativa que ha permitido el ingreso al espacio sindical y gremial a muchas mujeres en estos últimos tiempos. Es de destacar la presencia de mujeres militantes en gremios y sindicatos que han visibilizado, desde la perspectiva de género, las demandas de las trabajadoras para ser debatidas al interior de estos espacios, históricamente masculinos, como también en las negociaciones colectivas. Los avances en materia de derechos económicos ligados al reconocimiento de los aportes de las mujeres a la economía nacional están solamente legitimados a través de decretos y convenios específicos como por ejemplo: 55 Se trata de los Convenios N° 100 sobre igualdad de remuneración, Convenio 103 sobre protección de la maternidad, revisado por el Convenio N° 183 (2000), Convenio N° 111 sobre prohibición de discriminaciones en el empleo; y Convenio N° 156 sobre igualdad de oportunidades y de trato entre trabajadores y trabajadoras con responsabilidades familiares. 56 Ley de contrato de trabajo: prohibición de emplear mujeres en trabajos penosos, peligrosos o insalubres (art. 176); prohibición de ejecutar tareas a domicilio por mujeres ocupadas en la empresa (art. 175): nulidad del contrato cuyo objeto es una tarea prohibida (art. 40), presunción de culpa del empleador en accidentes o enfermedad a consecuencia de tareas prohibidas (arts. 176 y 195). 103 Mujeres que trabajan la tierra – Ley Nacional N° 24.576 (1995) que modifica el título II de la Ley de Contrato de Trabajo, al agregar el capítulo “De la Formación Profesional” que establece la promoción profesional y la formación en el trabajo en condiciones igualitarias en acceso y trato para todos y todas los y las trabajadoras. – Ley Nacional N° 24.828 (1997) de incorporación de las Amas de casa al Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones; regímenes de similares características anteriores a esta ley cuentan las provincias de Catamarca, Chubut, Entre Ríos, La Rioja, Misiones y Santiago del Estero. – Creación de la “Comisión Tripartita de Igualdad de Trato y Oportunidades entre Varones y Mujeres en el mundo laboral”, en el ámbito del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social integrada por el sector gubernamental, el sector sindical y el sector empresario.57 6.3. Otros derechos En los tiempos posteriores a la reforma constitucional se han producido avances normativos que refuerzan algunos derechos, a saber: – Ley Nacional N° 24.417 de “Protección contra la violencia familiar” (1994) que junto con la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer”, tienden a proteger la integridad personal de las mujeres frente a las agresiones físicas o psíquicas que puedan ocasionar cualquiera de los integrantes del grupo familiar. – Ley Nacional N° 25.864 “Registro único de aspirantes con fines adoptivos (2004), habilita un registro único de aspirantes, que ha comenzado a implementarse en septiembre del año 2005, en el ámbito del Ministerio de Justicia de la Nación, conforme al Decreto N° 383/2005. – Ley Nacional N° 25.871 de ʺMigraciones” (2003), que deroga la ley dictada durante la dictadura militar. Garantiza el derecho a la educación y a la salud de todos los migrantes; elimina la obligación de denunciar a todo inmigrante en situación irregular y facilita la migración intra MERCOSUR. – Ley Nacional N° 25.808 (2003) que modifica el artículo 1º de la Ley Nacional N° 25.584, estableciendo que los directivos o responsables de los establecimientos oficiales y privados de educación pública no podrán adoptar acciones institucionales que impidan la prosecución normal de 57 Creada por Acta Acuerdo N° 57 celebrada en el ámbito del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social el 28 de octubre de 1998. 104 Capítulo IV: Los derechos humanos de las mujeres rurales los estudios a las estudiantes en estado de gravidez o durante el período de lactancia, y a los estudiantes en su carácter de progenitores. Desde la perspectiva de género es también relevante el proyecto de ley que establece la licencia por paternidad para varones, que cuenta con media sanción en la Cámara de Diputados de la Nación. Está situación sí está contemplada en la Ley Marco N° 25.164 de Regulación del Empleo Público Nacional (1999) y el Convenio Colectivo de Trabajo para la Administración Pública Nacional homologado por el Decreto Nacional N° 66/99, que conceden cinco días de licencia por paternidad. 7. La situación jurídica de las mujeres rurales A pesar de los avances normativos de los últimos 12 años con relación al reconocimiento y visibilización de la mujer como ciudadana y sujeto de derecho, la problemática de las mujeres rurales aún no tiene su debido reconocimiento. Este déficit sumado a la falta de políticas socioeconómicas que contemplen los diferentes papeles, responsabilidades y contribuciones por género de los grupos campesinos y específicamente de los pequeños productores y productoras evidencian la exclusión de las mujeres campesinas y de sus familias. La referencia normativa de mayor jerarquía está incluida en la CEDAW, que en su parte III, artículo 14 establece: “Los Estados partes tendrán en cuenta los problemas especiales a que hace frente la mujer rural y el importante papel que desempeñan en la supervivencia económica de su familia, incluido su trabajo en los sectores no monetarios de la economía, y tomarán todas las medidas apropiadas para asegurar la aplicación de las disposiciones de la presente Convención a la mujer de las zonas rurales”. En el apartado 2, se agregan recomendaciones al Estado en orden a “eliminar la discriminación contra la mujer en las zonas rurales a fin de asegurar, en condiciones de igualdad entre varones y mujeres, su participación en el desarrollo rural y en sus beneficios y, en particular, a asegurar los siguientes derechos: ‐ Participar en la elaboración y ejecución de los planes de desarrollo a todos los niveles; ‐ Tener acceso a servicios adecuados de atención médica, inclusive información, asesoramiento y servicios en materia de planificación de la familia; 105 Mujeres que trabajan la tierra ‐ Beneficiarse directamente de los programas de seguridad social; ‐ Obtener todos los tipos de educación y de formación, académica y no académica, incluidos los relacionados con la alfabetización funcional, así como, entre otros, los beneficios de todos los servicios comunitarios y de divulgación a fin de aumentar su capacidad técnica; ‐ Organizar grupos de autoayuda y cooperativas a fin de obtener igualdad de acceso a las oportunidades económicas mediante el empleo por cuenta propia o por cuenta ajena; ‐ Participar en todas las actividades comunitarias; ‐ Obtener acceso a los créditos y préstamos agrícolas, a los servicios de comercialización y a las tecnologías apropiadas, y recibir un trato de igual en los planes de reforma agraria y de reasentamiento; ‐ Gozar de condiciones de vida adecuadas, particularmente en las esferas de la vivienda, los servicios sanitarios, la electricidad y el abastecimiento de agua, el transporte y las comunicaciones” La descripción del capítulo II sobre las condiciones de vida de las mujeres rurales, encuentra en el artículo 14 de la CEDAW un marco jurídico suficiente para implementar políticas y medidas de acción positiva, en procura de promover y garantizar, entre otros, los derechos a la salud, la educación, la vivienda, el trabajo y la seguridad social, la tierra y el desarrollo sustentable, la asociación y la participación. No se ha dictado ninguna normativa que regule el acceso a estos derechos por parte del Estado Nacional ni de los estados provinciales. El Comité de la CEDAW al examinar el quinto informe argentino expresó su preocupación por la situación de las mujeres de las zonas rurales, particularmente habida cuenta de “su extrema pobreza y su falta de acceso a la atención de la salud, la educación, las posibilidades de obtención de crédito y los servicios comunitarios” e instó al Estado Argentino a que “preste especial atención a las necesidades de las mujeres de las zonas rurales, velando porque participen en los procesos de decisiones y tengan pleno acceso a la salud, la educación y el crédito”.58 58 Informe sobre el quincuagésimo noveno período de sesiones, suplemento N°38 (A/59/38), 2004, al examinar el informe de seguimiento del quinto informe periódico de la Argentina (CEDAW/C/ARG/5/Add1, N° 376 y 377, en Naciones Unidas, 2005. p. 48.) 106 Capítulo IV: Los derechos humanos de las mujeres rurales En el orden nacional y específicamente en lo relacionado al trabajo rural, los trabajadores y trabajadoras del campo se rigen por el Régimen Nacional del Trabajo Agrario, Ley Nacional N° 22.248 (1980). La ley prevé un capítulo especial (Capítulo V) sobre protección de la mujer que prohíbe el trabajo penoso, peligroso o insalubre para mujeres y menores (art. 112) en el que prima la suposición de la falta de discernimiento de las mujeres, asimiladas a los menores, para poder evaluar la clase de trabajo que pueden desempeñar. Esta condición generada en el marco de la ley puede ser utilizada para estigmatizar el tipo de trabajo que pueden realizar las mujeres y reducir oportunidades laborales. El régimen relativo a la maternidad se regula en los artículos 113 al 118. Para las demás situaciones comprendidas en el ámbito laboral rigen las normativas contenidas en la Ley de Contrato de Trabajo. Un antecedente legislativo en orden a reconocer la condición diferenciada de las mujeres que habitan en el campo, lo constituye la Ley N° 25.431 (2001) en la cual el Congreso de la Nación instituye la conmemoración del Día de la Mujer Rural, el 15 de octubre de cada año, otorgándole reconocimiento oficial y adhiriendo de esta manera a idénticas iniciativas adoptadas por otros gobiernos a nivel mundial. 8. Conclusiones Argentina a pesar de los graves problemas devenidos de la crisis socio económica de 2001, ha avanzado durante el período del último gobierno democrático (2003) en la readecuación e implementación del marco normativo del derecho de las mujeres; si bien se encuentra pendiente la incorporación a la agenda pública de mecanismos que garanticen el debate y la inclusión del tema género en los ámbitos gubernamentales de manera transversal. Los avances en materia de derechos han demostrado una explícita voluntad política del gobierno nacional de dar respuesta a las demandas de las mujeres. Estas demandas fueron y son producto del trabajo de las organizaciones de mujeres y su participación activa, responsable y constante en la lucha por los derechos y el reconocimiento de la equidad, como así también de organizaciones no gubernamentales y de diversas instituciones que históricamente luchan en este mismo sentido. La visibilización alcanzada ha generado el debate público de estas demandas y su necesaria correspondencia con políticas que garanticen el cumplimiento de los compromisos que Argentina suscribió a lo largo de estos últimos 10 años. Esta correspondencia entre demanda colectiva, 107 Mujeres que trabajan la tierra incorporación a la agenda pública y la consiguiente decisión de generar los mecanismos necesarios para su implementación harán posible los avances que se proponen en este escenario. Las diferencias de género en materia legislativa han sido y son motivo de largas discusiones entre los ʺhacedoresʺ del derecho y las organizaciones de mujeres, fundamentadas básicamente en la definición estructural de lo que se considera sujeto de derecho. Pero la construcción del camino que conduzca al ejercicio de una ciudadanía efectiva para las mujeres rurales, hace pensar en “las estrategias que podrían llevar a la plenitud del ejercicio ciudadano de las mujeres de todos los sectores sociales, etnias, razas...” (Bareiro, 1998). Los desafíos radican en reconocer la diversidad y dar cuenta de ella y de los contextos socio‐
culturales desde donde surgen. Los diversos instrumentos internacionales han permitido importantes avances y modificaciones en los supuestos del orden jurídico dominante, que limitaba a la mujer en el ejercicio de derechos fundamentales. Pero aún existen espacios y grupos sociales que permanecen invisibilizados en materia de derecho y legislación. En otras palabras, el marco normativo, si bien requiere un desarrollo, es suficiente para avanzar en la implementación de los derechos humanos de las mujeres y, en especial, de las mujeres rurales. No es un problema jurídico, sino político, en cuanto depende de las nuevas prácticas que se vayan construyendo y que generen condiciones de desarrollo para las mujeres rurales en todos los sentidos y les permitan posicionarse en la lucha por el ejercicio de sus derechos. Ahora bien, en esta tarea política hay un componente jurídico que es necesario atender. El derecho debe hacer un aporte en capacitar a los operadores jurídicos en estos nuevos estándares que provee el derecho internacional de los derechos humanos y en los procedimientos para hacerlos operativos entre los que se debe incluir la presentación de casos concretos individuales o colectivos en los que estos derechos son vulnerados, a fin de por vía judicial alcanzar su efectivo reconocimiento y cumplimiento y afianzar socialmente su legitividad. Hay por delante, además, una importante tarea educativa. El ejercicio pleno de los derechos de las mujeres en igualdad real de trato, y en especial de las mujeres rurales requiere un cambio cultural significativo en la sociedad argentina conformada desde patrones culturales sexistas; los valores y costumbres usados como normas paralelas no escritas persisten en las interpretaciones y aplicaciones del sistema jurídico reduciéndolo a su aspecto formal. 108 Capítulo IV: Los derechos humanos de las mujeres rurales Las condiciones de exclusión de las mujeres campesinas y aborígenes en las agendas de políticas públicas están en directa relación con su condición y posición como mujeres y su ámbito de residencia, vida y trabajo considerado de relativa importancia y con poca incidencia de presión en el ámbito político. Ambas situaciones asociadas a la insuficiente producción de estudios e investigaciones que puedan reflejar datos concretos de los impactos de la pobreza y la exclusión que afecta a las mujeres campesinas y aborígenes refuerza su invisibilización. Por ello, es necesaria la inclusión en las agendas públicas de medidas positivas que contemplen las condiciones de vida de las mujeres campesinas y aborígenes y garanticen mecanismos de participación adecuados a su realidad. Ello permitirá aliviar la pobreza en el ámbito rural, y garantizar el ejercicio de los derechos humanos para las mujeres y los varones que habitan en el campo. 109 Mujeres que trabajan la tierra 110 Capítulo V: Instituciones y Programas con acciones diferenciadas hacia las mujeres rurales Capítulo V Instituciones y programas con acciones diferenciadas hacia las mujeres rurales La búsqueda de la igualdad de oportunidades entre varones y mujeres, como asunto de derechos humanos, se ha instalado de manera progresiva y creciente en las agendas de instituciones, programas y movimientos sociales. Así como se observan avances en el campo de la legislación, en los ámbitos académicos se produce una verdadera revolución epistemológica a partir de la incorporación de la categoría género en la investigación. En los movimientos sociales se destaca la participación femenina, y las instituciones públicas y privadas, de orden nacional, regional o internacional comienzan a ocuparse del tema y buscan a través de diferentes estrategias promover, acompañar o fortalecer procesos encaminados hacia la equidad de género. Este escenario se encuentra en permanente cambio y en estos últimos años, se visualiza una creciente sensibilización y validación social respecto de la necesidad de considerar a esta problemática, que convive a la vez con profundas resistencias, propias de los cambios culturales. Este proceso, se ha visto influido por la priorización de estos temas en las agendas internacionales, en las cumbres mundiales y en los organismos de financiamiento, como así también por las acciones llevadas adelante por los movimientos de mujeres. Los enfoques estratégicos al interior de las estructuras institucionales son diversos: conviven aquellos que incorporan el componente mujer dentro del programa o proyecto, con un área específica que aborda el tema, con otros casos en los que se busca la transversalización del tema género en todas las instancias institucionales. Los distintos mecanismos de focalización de este tema no dependen necesariamente de las recomendaciones incluidas en el programa, sino de factores que están vinculados a las personas que conforman los equipos, a sus experiencias en relación con el tema y sus 111 Mujeres que trabajan la tierra sensibilizaciones. Se establece entonces una distancia en el proceso de implementación de los criterios definidos en la letra del programa y su intencionalidad y las necesidades o prioridades que se definen en cada equipo técnico. En este capítulo, se presenta una caracterización general del campo institucional que desarrolla acciones dirigidas específicamente hacia las mujeres rurales pobres, focalizando en algunas de estas experiencias. No es el objetivo presentar un análisis exhaustivo de la situación, sino tener la posibilidad de contar con una mirada general del mismo. La información recogida proviene de diversas fuentes, tales como los websites de los programas e instituciones, documentos y entrevistas personales59. Dentro de este campo de análisis se puede hacer una primera clasificación en donde se distinguen las instituciones que dependen del Estado ya sea nacional, provincial, o municipal; las organizaciones no gubernamentales; los organismos de financiamiento (incluyendo agencias internacionales, embajadas e iglesias), y los gremios u organizaciones que nuclean a trabajadoras rurales o pequeños/as productores /as agropecuarios. 1. Instituciones del Estado Nacional El Estado Nacional implementa desde hace varios años, numerosos programas sociales donde es necesaria la asociación de los/as pobladores para lograr los beneficios de los mismos. Esto desencadenó un proceso de organización de las comunidades en distintas zonas del país, aunque no ha alcanzado al total de la población rural. Este tipo de intervención impulsó a las mujeres a la participación en actividades comunitarias, sobre todo cuando las tareas propuestas eran netamente del ámbito femenino (por ejemplo, los proyectos caprinos). Las instituciones, programas y proyectos del Estado Nacional se encuentran anclados en la esfera de los Ministerios de Economía, Desarrollo Social, Trabajo y Educación. La Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos del Ministerio de Economía tiene diversos ámbitos con alguna direccionalidad hacia las mujeres rurales. 59 Las mismas fueron realizadas a personas vinculadas a los programas e instituciones en el año 2002. 112 Capítulo V: Instituciones y Programas con acciones diferenciadas hacia las mujeres rurales 1.1. Proyecto Mujer Rural A partir del año 1989, la Dirección de Desarrollo Agropecuario de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos (SAGPyA), lleva adelante un trabajo sistemático con mujeres rurales60. Estas acciones comenzaron a partir de una experiencia piloto que se desarrolló en la región Noroeste, con financiamiento del Fondo de las Naciones Unidas para el Desarrollo de la Mujer (UNIFEM), que alentó la conformación de grupos de mujeres, comenzando con un grupo en cada provincia del NOA y que se denominó Proyecto Mujer Rural.61. Posteriormente las actividades se ampliaron a otras regiones, a partir de estrategias de alianzas con instituciones estatales y organizaciones no gubernamentales; con financiamiento de la SAGPyA, del Programa de Desarrollo de Pequeños Productores Agropecuarios (PROINDER), y del Centro de Promoción Rural (CEPRU), entre otros. Desde el Proyecto Mujer Rural se busca un apoyo diferenciado que tienda al empoderamiento de las mujeres rurales, con espacios propios de participación y reflexión; consideradas como sujetas de derechos. A su vez ha promovido la conformación, el seguimiento y la consolidación de la red TRAMA (Red de Técnicas e Instituciones que trabajan con Mujeres Rurales) cuyo funcionamiento se explicará más adelante. Los objetivos que el proyecto Mujer Rural se propone son visibilizar el trabajo de las mujeres rurales y su reconocimiento como productoras, mejorando sus condiciones de trabajo. A su vez busca lograr que las mismas accedan a los beneficios de los programas de desarrollo rural, a través del fortalecimiento de la participación y la promoción de la organización de las mujeres. En otro orden, desarrolla acciones para sensibilizar a decisores de políticas, a equipos técnicos, funcionarios y productores/as en la perspectiva de género, tendientes a alcanzar el diseño e implementación de políticas de desarrollo rural con esta perspectiva. Un eje central es la estrategia de capacitación en temas como género, salud, organización, autoestima, identidad, derechos y en técnicas agrícolas, ganaderas, forestales, labores artesanales, gestión y comercialización. El otro eje es la promoción de la organización, a partir de encuentros a nivel local, regional, nacional e internacional. Se procura la participación en la toma de decisiones de manera horizontal, con trabajo en equipo y estímulo al compromiso social y solidario a través de 60 La denominación rurales incluye a las mujeres campesinas y a las aborígenes. 61 Esta experiencia se encuentra sistematizada en Basco y otros/as (1992). 113 Mujeres que trabajan la tierra la inserción en instituciones comunales. Para esto es clave el ejercicio de la representación entre pares y frente a autoridades. Entre los logros y resultados de este trabajo se puede destacar la sostenibilidad en el tiempo de los grupos de mujeres; la autovaloración de las mujeres en sus ámbitos de trabajo y en el seno de la familia; la mayor capacidad de gestión y protagonismo de las mujeres en sus comunidades; el mejoramiento de la dieta alimentaria y del autoconsumo; un aumento de la capacidad en nuevas alternativas productivas; un más amplio conocimiento de los recursos de que disponen y de los ingresos que generan; una mayor participación en el ámbito local (organizaciones campesinas, escuelas, iglesias, comunas, cooperativas, otras); el efecto multiplicador de las capacitaciones que reciben; y la participación de las mujeres como co‐responsables en la Revista Campesinas que edita el CEPRU (Centro de Promoción rural). La SAGPyA ha adherido al Día de la Mujer Rural (15 de octubre) a partir del año 1998 y a la Ley N° 25.431 del Congreso Nacional sobre el mismo tema. 1.2. Programa Social Agropecuario (PSA) Este programa se propone contribuir al mejoramiento de las actividades productivas y los niveles de ingreso de los productores minifundistas; generar un espacio de participación que facilite la organización de los pequeños agricultores para que puedan asumir su propia representación y desarrollen su capacidad de gestión y promuevan su participación en las decisiones de políticas, programas y proyectos a nivel local, provincial y nacional. El PSA gestiona créditos para los agricultores a través de dos líneas de financiamiento: 1) fortalecimiento del autoconsumo, y 2) emprendimientos productivos asociativos conocidos también como EPAs. Para la primera línea, los objetivos están relacionados con actividades que “permitan mejorar las condiciones de vida de los productores/as, a través de nuevos bienes alimenticios y consecuentemente disminuir el nivel de gastos de las familias, priorizando propuestas tecnológicas de producción orgánica”62. La duración de este tipo de proyectos es de aproximadamente un año calendario. 62 Reglamento para la línea de créditos del PSA. 114 Capítulo V: Instituciones y Programas con acciones diferenciadas hacia las mujeres rurales La segunda línea (EPAs) propone estimular la reconversión productiva del sector a través del mejoramiento gradual del sistema productivo e implica distintas alternativas: a) intensificación de la producción, b) diversificación de la misma tanto para la canasta de cultivos como de los productos finales, c) incorporación de valor a través de tratamientos postcosecha y agroindustriales, d) cambios de rubros productivos hacia rubros no tradicionales. En base a estos criterios se pueden identificar tres líneas básicas para la presentación de proyectos de créditos: a) tradicionales, b) innovadores y c) de sostenibilidad o experimentación adaptativa. La diferencia entre los denominados créditos tradicionales e innovadores está en relación al tipo de actividades. El primero responde a aquellas que se realizan frecuentemente en un modelo tradicional y el segundo está dirigido a proyectos que planteen nuevas actividades que le sumen valor a la producción. Analizando información del Programa Social Agropecuario del período comprendido entre el 01/06/1993 y el 31/03/2006, se observa que la participación de las mujeres titulares de crédito constituye el 29,3% sobre el total de beneficiarios/as del país. Neuquén es la provincia que proporcionalmente tiene mayor cantidad de mujeres titulares con un 46, 2%, seguida de Misiones, Jujuy y Chubut, que tienen alrededor del 38%. En el otro extremo se encuentra la provincia de Chaco con apenas un 13% de participación femenina63. 1.3. Programa de Desarrollo de Pequeños Productores Agropecuarios (PROINDER) Se encuentra en su etapa final, habiendo iniciado sus actividades en 1998. Tiene dos componentes principales: 1) Apoyo a las Iniciativas Rurales (AIR) ejecutado por el PSA, y 2) Fortalecimiento Institucional ejecutado por la Dirección de Desarrollo Agropecuario. Para el primer componente, el propósito está centrado en mejorar las condiciones de vida de 40.000 familias rurales pobres de Pequeños Productores Minifundistas y Trabajadores Transitorios Agropecuarios, 63 Elaborada a partir de información del programa en la web: www.sagpya.mecon.gov.ar/new/0‐
0/programas/desarrollo_rural/psa 115 Mujeres que trabajan la tierra mediante la financiación de iniciativas productivas agropecuarias o en actividades conexas64. La estrategia desarrollada para el componente AIR combina criterios de selección para la población objetivo, priorizando áreas geográficas con índices elevados de pobreza rural, como así también procura garantizar la incorporación y rescatar el rol de los grupos vulnerables al interior de la pobreza rural agraria. Las mujeres están incluidas en los enunciados principales de los lineamientos programáticos dentro del área denominada “grupos vulnerables del Programa”, junto a los jóvenes y aborígenes. Se cuenta con una grilla de evaluación65 para los proyectos de acuerdo a la tipología presentada, en la cual se ponderan los criterios de elegibilidad en relación con los objetivos del programa, entre los que se encuentra el referido a grupos vulnerables. En esta grilla y en directa relación al tema mujer, se otorga puntaje a la proporción de mujeres incluidas en el proyecto, en relación al total de beneficiarios de cada grupo. A mayor porcentaje de mujeres corresponde una puntuación mayor. El financiamiento tanto para las inversiones agropecuarias, como para la asistencia técnica que se demanda, no es reembolsable, y está destinado a la ejecución de seis tipos de subproyectos: a) Subproyectos de promoción y preinversión “P”; b) Producción para autoconsumo “A”; c) Producción de bienes o servicios “B”; d) Apoyo a la producción a través de obras de infraestructura de uso comunitario “C”, e) Asistencia técnica a la comercialización “D” y f) Mujeres rurales “F”. En los enunciados generales, y específicamente en la descripción de la población objetivo, se pone énfasis en las mujeres rurales dentro de la caracterización de grupos vulnerables en lo que se considera pobreza rural, mientras que en los principales criterios de elegibilidad de los subproyectos no se hace mención al mismo. Los Subproyectos “F” se incorporaron en la etapa final del PROINDER, a mediados del año 2005 y están destinados a brindar financiamiento y asistencia técnica a mujeres rurales para la 64 Proyecto de Iniciativas Rurales, PROINDER: Resumen del Proyecto. SAGPyA. Dirección de Desarrollo Agropecuario, Unidad Técnica de Preparación del Proyecto. Buenos Aires, diciembre de 1997. 65 PROINDER – Criterios de Evaluación ex‐ante de los subproyectos. Fuente: Unidad de Coordinación Nacional. PROINDER. 116 Capítulo V: Instituciones y Programas con acciones diferenciadas hacia las mujeres rurales incorporación de tecnologías sustentables para actividades domésticas. Sus destinatarias son mujeres rurales, independientemente de si ellas o algún integrante de su familia hayan recibido financiamiento anteriormente. Sus objetivos son mejorar las condiciones de trabajo de las mujeres y lograr una mayor eficiencia en el aprovechamiento de los recursos naturales y energéticos. Las donaciones están destinadas exclusivamente a la adquisición de insumos, bienes o equipos que aumenten la eficiencia en el aprovechamiento de la energía (solar, eólica, térmica) y que signifique un ahorro y alivio del trabajo doméstico de las mujeres. Este subproyecto ha financiado 269 proyectos de mujeres en el país hasta mediados del año 2006. 1.4. Programa de Desarrollo Rural (PRODERNOA y PRODERNEA) El PRODERNEA es un programa de inversiones en el área rural cuyo propósito es contribuir a superar las condiciones que generan la pobreza rural, a través del aumento sostenible del ingreso y de la capacidad de autogestión de pobladoras y pobladores rurales e indígenas de las provincias del noreste argentino, que realicen emprendimientos productivos agropecuarios o no agropecuario. Para ello brinda asistencia técnica y financiera, apoyo en la gestión de proyectos y capacitación para aumentar y diversificar las explotaciones existentes, facilitar cambios tecnológicos y capitalizar a las pequeñas unidades productivas y de negocios. El mismo se desarrolla en las provincias de Formosa, Corrientes, Chaco y Misiones. Siendo sus objetivos específicos: a) Aumentar el ingreso proveniente de las actividades productivas de las mujeres y varones rurales, tanto agrícolas como no agrícolas, a través de la diversificación de la producción, el cambio técnico y el aumento de la productividad. b) Minimizar los costos económicos y sociales que implica la reconversión productiva necesaria para adecuarse a las nuevas políticas económicas y a los cambios institucionales del país. En particular, se busca disminuir los costos y riesgos que para el pequeño agricultor tiene la inserción en nuevos mercados. c) Promover y consolidar las organizaciones de pequeños productores a fin de fortalecer la institucionalidad local y apoyar la sustentabilidad de las experiencias asociativas y autogestionarias en áreas como el acopio y la 117 Mujeres que trabajan la tierra comercialización, la compra de insumos, la transferencia de tecnologías, el manejo de fondos rotatorios. d) Contribuir a la conservación a largo plazo del medio ambiente, a partir del manejo de los recursos naturales renovables. e) Ayudar a mejorar las condiciones de vida y la conservación de los valores culturales de las etnias aborígenes, y a mantener y reforzar su dominio sobre sus territorios y recursos. f) Fortalecer las instituciones públicas y privadas de desarrollo rural de la región. La perspectiva de género atraviesa todos sus niveles y acciones y el objetivo es lograr una mayor igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en el acceso a los servicios del Programa. Específicamente se apunta a promover la activa participación de las mujeres en la gestión de sus proyectos y la del Programa; lograr un mayor nivel de participación y autogestión de las mujeres beneficiarias; potenciar la capacidad de gestión y demanda de las pobladoras rurales; instalar en el sector público la perspectiva de género en las acciones de apoyo a los pequeños productores y reforzar la capacidad de oferta de servicios especializados del sector privado, de apoyo a la resolución de la problemática de género de las familias de pequeños productores rurales. El porcentaje de mujeres titulares de crédito en el PRODERNEA es del 8,1% del total66. En las provincias del noroeste argentino, funciona desde hace menos de cuatro años el PRODERNOA, el cual también es un proyecto de inversión en actividades productivas y de servicios que busca potenciar los recursos disponibles de los pequeños productores y de los grupos. Al igual que el PRODERNEA, brinda asistencia técnica y financiera, apoyo en la gestión de proyectos y capacitación. Está destinado a las provincias de Catamarca, Jujuy, Salta y Tucumán, pero actualmente se ejecuta en las provincias de Catamarca y Tucumán. Sus objetivos específicos son introducir mejoras en la productividad de actividades agropecuarias, agroindustriales y otras actividades económicas rurales no agropecuarias; diversificar las actividades económicas; fortalecer la capacidad de autogestión y de organización de los beneficiarios e impulsar mejoras en la gestión empresarial, el desarrollo de negocios y las vinculaciones con los mercados. A su vez busca facilitar el saneamiento de títulos fundiarios; establecer mecanismos sustentables para la provisión de servicios de información, 66 Manzanal (2005). 118 Capítulo V: Instituciones y Programas con acciones diferenciadas hacia las mujeres rurales asesoría y promoción de negocios a los beneficiarios; asistir a grupos focalizados de las provincias, caracterizados por carencias extremas y fortalecer la perspectiva de género y la integración socio‐productiva de los jóvenes a través de las actividades del proyecto. Al igual que el PRODERNEA, la perspectiva de género atraviesa todos sus niveles y acciones conteniendo los mismos objetivos. 1.5. Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) Desde su creación en 1956, el INTA fue una institución pionera en el diseño y ejecución de programas de investigación y extensión dirigidos al desarrollo rural, incluyendo a la familia rural y la vida comunitaria. Para ello aplicaba la metodología de la extensión agropecuaria a través de una amplia red de estaciones experimentales y agencias de extensión, coordinadas por 10 centros regionales que dependían de la Oficina Central, en Buenos Aires. El INTA aplicó un sistema de administración centralizada combinado con un fuerte anclaje regional; se ejercitó tempranamente la participación de los productores agrupados en consejos asesores. En sus primeros años, uno de los objetivos del servicio de extensión del INTA consistía en “ayudar a las amas de casa a mejorar los aspectos sociales, económicos y sanitarios del hogar y la vida familiar”, a través de los llamados Clubes de Hogar Rural. En 1966 funcionaban 407 en los que participaban 7.640 mujeres. Otro objetivo era “trabajar con la juventud para su desarrollo como ciudadanos, ayudarlos a encontrar soluciones adecuadas para sus problemas individuales, y crear en ellos una actitud favorable hacia el uso de la nueva tecnología”. Su expresión fueron los Clubes 4‐A. Para la misma fecha había 423, con la participación de 8.749 jóvenes de ambos sexos (Informe del INTA publicado en Fienup, 1972). En la actualidad, la Unidad de Proyectos de Minifundio del INTA se propone mejorar la competitividad productiva, promover la diversificación y la integración a procesos agroindustriales, y fortalecer las organizaciones, como medios para acceder con éxito a diferentes mercados, siendo la familia la destinataria de sus acciones. El INTA ha creado recientemente el Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Pequeña Agricultura Familiar que tiene entre sus ejes de acción el tema género. Otro programa ligado al INTA, el ProHuerta, se propone promover prestaciones básicas para que familias y grupos o entidades de la 119 Mujeres que trabajan la tierra comunidad generen sus propios alimentos frescos de huertas y granjas familiares o comunitarias, brindando capacitación a promotores voluntarios de la misma comunidad o de otras instituciones. Las mujeres participan activamente de las acciones del ProHuerta, sin haber incorporado la perspectiva de género de manera sistemática. 1.6. Otras reparticiones públicas Dentro del Ministerio de Desarrollo Social y del Ministerio de Trabajo existen programas de empleo o destinados a emprendimientos productivos, que están dirigidos a varones y mujeres que habitan tanto en el ámbito urbano como rural, y que son gestionados generalmente por los gobiernos municipales. En el año 1992, se crea el Consejo Nacional de la Mujer, dependiendo en su primera etapa de la Jefatura de Gabinete de Ministros de Presidencia de la Nación, para pasar luego a ser un área que depende del Ministerio de Desarrollo Social. Si bien no cuenta entre sus líneas de acción con programas específicos destinados a la población rural, el Consejo apoya proyectos gestionados por Organizaciones no Gubernamentales (ONGs) que trabajan con comunidades campesinas en diferentes provincias. También existen algunos planes sociales que significan ingresos adicionales a la familia, como los que proveen alimentos en forma mensual a los hogares más pobres o los programas de apoyo al autoconsumo o de microcrédito. Como ya se ha mencionado en otros capítulos, numerosas mujeres se benefician con el subsidio para madres de siete hijos ($300 por mes), aun cuando no es generalizado. 2. Instituciones privadas y gremiales Las organizaciones no gubernamentales que conciernen a este informe son entidades civiles de bien público que orientan su trabajo de promoción y desarrollo humano hacia pequeños/as productores/as agropecuarios, concepto general que se expresa en distintas modalidades y énfasis sociales, culturales o productivos. Por lo común, se encuadran en la figura legal de una Fundación, o una Asociación Civil sin fines de lucro. Su número ha ido creciendo y se encuentran en todo el territorio nacional, aunque hay una mayor 120 Capítulo V: Instituciones y Programas con acciones diferenciadas hacia las mujeres rurales concentración en el norte del país debido a la alta densidad de población campesina e indígena. La mayoría de estas organizaciones han ido incorporando la perspectiva de género en sus programas institucionales. Entre ellas podemos mencionar a Prodemur (Promoción de la Mujer Rural‐NOA), Cepru (Centro de Promoción Rural), API (Jujuy), Fundación Hueche (Neuquén), Fundación Niwok (Formosa), El Ceibal, SEPyD (Santiago del Estero), Aretede (Salta), Ceres (Jujuy), Fundapaz, InCuPo, Indes (NEA), Bienaventurados los Pobres (NOA), sin pretender hacer una lista exhaustiva. Estas instituciones reciben financiamientos de programas del Estado Nacional como así también de organismos internacionales y cada una de ellas tiene diferentes estrategias para la incorporación de las mujeres o de la perspectiva de género en sus actividades. De las experiencias con más antigüedad se destaca la del Centro de Promoción Rural (Cepru).67 Los ejes principales de su trabajo se pueden sintetizar en: mujer–género–desarrollo, entendiendo a éste último en sus distintos planos: personal, familiar, laboral, social. La estrategia de esta institución para el trabajo con mujeres parte de considerar que “es necesario crear un espacio propio, que ayude a las mujeres a iniciar un camino, un proceso de toma de conciencia que las lleve a darse cuenta del lugar que le han asignado y que ocupa en la sociedad, que sin lugar a dudas es de subordinación e inferioridad”. Organiza dos reuniones anuales con mujeres delegadas de organizaciones de distintas provincias del país para el intercambio de experiencias con vistas a la transformación de la realidad de las mismas. La institución edita la revista Campesinas, que se publica desde 1995, con dos o tres números anuales que sistematizan información de las reuniones y contienen noticias de la vida de los grupos y de su cultura, a través de las cartas, noticias, poesías, y recetas. Tiene un tiraje de 800 ejemplares. Dentro de las estructuras gremiales, la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores conformó, durante el año 2001, la Red Nacional de Mujeres de la UATRE, la cual depende del Instituto de Capacitación y Empleo. Esta red brinda un espacio específico para las mujeres dentro del gremio y lleva adelante estrategias de articulación interinstitucional. La Federación Agraria Argentina es una entidad privada, de carácter gremial y de servicios que nuclea a pequeños y medianos 67 Entrevista a Beatriz Nocetti 121 Mujeres que trabajan la tierra productores. Dentro de su estructura existen los grupos de Mujeres Federadas en varias localidades del país. 3. Los movimientos sociales y redes Por fuera de las estructuras institucionales, y como parte de un movimiento creciente existen diferentes formas de asociación y acción de grupos diversos que han sido analizados en el capítulo III, y que crecen en la búsqueda de reivindicaciones por el derecho a la tierra, al agua, o a la producción. Resulta notable la participación femenina activa, “poniendo el cuerpo a las topadoras”, o enfrentando a los poderes. Existen algunas organizaciones de mujeres rurales de segundo grado, que reúnen a delegadas de grupos de base, y también hay organizaciones mixtas que tienen su espacio específico para las mujeres o distintos sistemas para garantizar la representatividad de las mismas. El MUCAAR (Mujeres Campesinas y Aborígenes Argentinas) es una organización de mujeres rurales que surge en el año 2004 a partir de las reuniones de delegadas organizadas por el Cepru. Actualmente funciona como un equipo coordinador provisorio, con representantes de varias regiones del país y busca conformar una red de organizaciones de mujeres. Existen experiencias de articulación internacional, como por ejemplo la Red Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras Rurales, que cuenta con representaciones en muchos países del continente y que ha organizado recientemente el II Encuentro de Mujeres Trabajadoras Rurales que, se realizó en el año 2005 en Tlaxcala, México y donde la Argentina estuvo representada por un grupo de mujeres campesinas y asesoras. La red se propone vincular diferentes grupos, organizaciones y movimientos que integran a las mujeres rurales del continente latinoamericano y caribeño. Apoyamos y denunciamos, construimos y encaminamos reivindicaciones y proposiciones. Actuamos en articulaciones con políticas en nuestros países y en la Red; en defensa de nuestros derechos como mujeres y como ciudadanas. La RED LAC prestará y buscará la solidaridad junto a otras compañeras del mundo en la lucha contra la explotación y la injusticia social, que hoy más que nunca, no respeta las fronteras. Esta solidaridad respetará la autonomía y la diversidad, así como el trabajo desarrollado por todas las mujeres rurales68. Una campesina y una técnica 68 Las conclusiones del II Encuentro de Mujeres Rurales de América Latina y el Caribe se puede consultar en http://www.enlacprensa.org/content/view/130/101/ 122 Capítulo V: Instituciones y Programas con acciones diferenciadas hacia las mujeres rurales argentinas integran la coordinación de la Red Latinoamericana y del Caribe de la Mujer Trabajadora rural. En nuestro país, desde hace más de veinte años se realizan anualmente los Encuentros Nacionales de Mujeres que se instalan en cada oportunidad en una ciudad diferente y convocan a miles de mujeres de distintos sectores de la sociedad y que asisten por diferentes intereses. Allí la presencia y la voz de las trabajadoras rurales se han ido incorporando en los talleres que se arman sobre esta temática. Tal como se ha mencionado anteriormente, TRAMA es la Red Nacional de Técnicas e Instituciones que trabajan con Mujeres Rurales ha sido constituida en mayo de 1996 con el objetivo de coordinar acciones y estrategias para abordar la problemática de las mujeres rurales y aborígenes en el marco del Desarrollo Rural. La misma fue convocada por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos a través de la Dirección de Desarrollo Agropecuario, Proyecto Mujer Campesina, donde actualmente funciona la Coordinación General. La modalidad de trabajo permite a sus participantes compartir dos encuentros anuales, en los cuales se analiza y reflexiona sobre las prácticas de trabajo con grupos en los que participan mujeres rurales, desde una perspectiva de género. Es de destacar que las técnicas que integran la red pertenecen a diferentes profesiones y disciplinas, lo que le confiere al espacio una riqueza interdisciplinaria y la posibilidad de analizar y debatir desde miradas integrales las diversas problemáticas que ocurren en el campo del trabajo rural. Actualmente participan alrededor de sesenta técnicas de todo el país. TRAMA ha organizado a lo largo de estos años, diferentes actividades dirigidas a las mujeres rurales como los Encuentros Provinciales, Regionales y el Encuentro Nacional de Mujeres realizado en la Ciudad de Buenos Aires en octubre de 2003 donde se reunieron 450 mujeres de todo el país69. TRAMA se plantea la necesidad de revertir aspectos socioculturales que inciden en la situación y condición de vida en el ámbito rural, con énfasis en las mujeres pequeñas productoras, campesinas y aborígenes. Se propone otorgar mayor relevancia al desarrollo rural en el debate público, específicamente sobre la situación de los pequeños productores y la posibilidad de plantear en este tema una perspectiva de género. 69 Las conclusiones del Encuentro Nacional están en el Anexo N° 3 de esta publicación. 123 Mujeres que trabajan la tierra TRAMA considera que la ciudadanía es un asunto político y que su ejercicio es parte de un proceso a construir por toda la sociedad, en donde se reconozcan las diversidades, la pluralidad y la igualdad de oportunidades y derechos tanto para mujeres como para varones. Desde este punto de vista es necesario: - fortalecer las instancias de participación de las campesinas y aborígenes en la sociedad civil; - instalar en la agenda política para el sector, la necesidad de un desarrollo rural con perspectiva de género donde existan políticas y programas específicos para los grupos de mujeres; - y legitimar sus demandas y necesidades, identificándolas como sujetos económicamente activos que sostienen el tejido familiar y social de los sectores más vulnerables. 124 Capítulo VI: Propuestas de lineamientos políticos, estrategias y acciones Capítulo VI Propuestas de lineamientos políticos, estrategias y acciones para la equidad de género en las áreas rurales En este estudio se analiza información de diversas fuentes, buscando dar cuenta de la situación y realidad de las mujeres que viven en las áreas rurales de nuestro país. En el primer capítulo, se realiza una descripción de la vida cotidiana y de los trabajos de las mujeres, basada en información recogida en talleres y encuentros de mujeres rurales. En el segundo capítulo, se analizan los datos del Censo Nacional de Población 2001 y, en el tercero, se presenta la información de las encuestas realizadas a grupos de mujeres que desarrollan sus actividades a lo largo de todo el territorio nacional. Toda esta información refleja parte de la complejidad de la problemática y el dinamismo existente en el sector agropecuario, donde se observan transformaciones que muestran que el número de personas y hogares en el área rural ha decrecido y que, sin embargo, las organizaciones (al menos las de mujeres) aumentaron sensiblemente como resultado de las estrategias de los programas llevados adelante por el Estado e instituciones de la Sociedad Civil. La organización social surge no sólo como estrategia ante las amenazas que vive el sector frente a los avances de la frontera agrícola y sus consecuencias sobre el medio ambiente, los mercados locales y las comunidades más pobres, sino también como respuesta a la precariedad económica de los hogares de las áreas campesinas y aborígenes. El objetivo de este capítulo es retomar algunos de los ejes problemáticos más relevantes que surgen del estudio, para trazar a continuación propuestas de acciones y estrategias que favorezcan la equidad de género dentro de una política de desarrollo rural. 125 Mujeres que trabajan la tierra 1. Los ejes estratégicos 1.1. Las mujeres en las estadísticas La invisibilidad de las mujeres en las estadísticas oficiales es uno de los primeros obstáculos a resolver para la elaboración de políticas con perspectiva de género. Esto es un problema a solucionar en todo el continente porque de los 13 millones de mujeres que se registran “oficialmente” en América Latina y El Caribe como parte de la Población Económicamente Activa (PEA), se suman 24 millones de productoras invisibles cuyo trabajo no es reconocido por las estadísticas oficiales (FAO, 2002). Se necesita información más detallada diferenciada por sexo, aquella que indique además las desigualdades entre los varones y las mujeres en relación con el acceso a los recursos, como por ejemplo al financiamiento que a la hora de definir programas o políticas permitan focalizar las acciones hacia los sectores en desventaja. Las definiciones censales atentan contra la identificación de las mujeres trabajadoras. La mayor parte de las mujeres analizadas en este estudio aparecen dentro de la categoría de inactivas, asimilándolas a los/as jubilados/as, estudiantes, enfermos/as o discapacitados/as. Si es necesario diferenciar a las mujeres amas de casas de otros inactivos para poder elaborar políticas específicas hacia la población femenina en general, para las mujeres rurales esto es imprescindible porque estas amas de casa son en casi todos los casos, productoras agropecuarias de cultivos y animales para el consumo familiar (ingreso del hogar no monetario), cuyos excedentes son para el mercado. El no considerar la actividad doméstica de las mujeres limita el conocimiento de los ingresos de las agriculturas familiares y de la dinámica económica del área rural, además del no reconocimiento de su trabajo. Para eliminar este subregistro de las tareas domésticas y productivas de las mujeres, que es producto de la escasa conciencia que estas actividades constituyen un aporte económico, es necesario un relevamiento censal/estadístico efectuado con instrumentos de medición adecuados para captar el trabajo que realizan las mujeres rurales. 1.2. Las diferencias entre las mujeres rurales Especialmente en los capítulos II y III se puede apreciar las diferencias existentes dentro de la población femenina rural, que reflejan 126 Capítulo VI: Propuestas de lineamientos políticos, estrategias y acciones la gran diversidad de situaciones en que se encuentran insertas las mujeres. Esta pluralidad se relaciona con la edad, la pertenencia a una etnia, los niveles de instrucción y educación alcanzados, la ocupación, el tipo de sistema productivo en el cual están insertas, la región agroecológica, entre otras. La ocupación es una categoría trascendente de diferenciación de las mujeres rurales porque las políticas o programas deben ser distintos si las mujeres son productoras agropecuarias o asalariadas agrícolas temporales o pobladoras rurales sin tierra que se dedican a la venta en ferias o tienen empleos municipales. Es importante reconocer esas diferencias porque las mismas encubren desigualdades en las oportunidades de acceso a recursos y a los programas de desarrollo. Dentro de esta diversidad, hay casos concretos donde la necesidad de acciones específicas se relaciona con la fragilidad de los hogares y sus integrantes. Por un lado, están las mujeres en familias pobres que por la cantidad de hijos/as menores precisan acciones dirigidas a la seguridad alimentaria y a la salud reproductiva. Por otro, están los hogares con jefatura femenina que pueden presentar una importante concentración de pobreza, tanto por insuficiente mano de obra para el trabajo agropecuario o para la generación de ingresos extraprediales o porque las mujeres tienen escasa o nula experiencia en gestión y dificultades para acceder, por ejemplo, a los servicios de extensión y crédito. Finalmente, están aquellos en zonas donde existe una importante migración de la población joven, quedando casi siempre mujeres adultas a cargo de las actividades productivas y de mercadeo y de los/as ancianos/as. En el mismo marco, los problemas y necesidades de las mujeres que son exclusivamente asalariadas agrícolas son diferentes tanto a los que tienen las trabajadoras familiares sin remuneración como los de las campesinas a cargo del predio por migración masculina. El reconocer estas diferencias permite distinguir programas de capacitación, de apoyo a la producción y de crédito según la situación de las mujeres y sus familias. 1.3. Las organizaciones campesinas La mayor parte de las instituciones y programas sociales presentados en el capitulo V alientan a los/as campesinos/as a organizarse y a participar en las instancias de toma de decisiones. Este proceso no es fácil, sobre todo cuando se encuentra amenazado por lógicas clientelistas. 127 Mujeres que trabajan la tierra Las organizaciones campesinas, por lo general, no tienen acciones dirigidas a promover la participación femenina, de manera tal que tengan las mismas oportunidades en los espacios de toma decisión que los varones. La existencia de propuestas de sensibilización y capacitación en la perspectiva de género hacia las organizaciones campesinas de parte de programas o proyectos de desarrollo rural como desde las ONG aparece como una necesidad para el logro de la equidad. La estrategia de conformación de grupos donde participan exclusivamente mujeres es, en determinados contextos culturales, imprescindible para permitir que ellas asuman su condición y su posición femenina. Desde la perspectiva de género, las integrantes de los grupos de mujeres comparten la misma historia de subordinación, producto de un modelo patriarcal, donde generalmente los varones tienen el dominio la palabra. Es por esto que, para promover procesos que permitan descubrir que muchos mandatos son solamente culturales, para recuperar la autoestima, y el vencer el miedo y la vergüenza a hablar, es necesario en muchos casos la existencia de una primera etapa en la cual el varón no esté presente. De esta manera, los grupos se constituyen en un espacio que, con acciones positivas, permite el desarrollo de las potencialidades de las mujeres. El objetivo a mediano plazo de estos grupos de mujeres es generar un proceso personal que permita el fortalecimiento de cada una de sus individualidades para que logren participar luego en otros espacios. El punto de inflexión, entonces hacia un cambio en las relaciones de género es cuando los grupos logran ingresar en una dimensión política al participar en los espacios públicos, tanto al convertirse en interlocutoras de los políticos e instituciones locales en reclamo de sus necesidades o cuando son parte en la toma de decisión de las organizaciones campesinas o de pequeños/as productores/as. Este paso es parte del proceso de un desarrollo rural con perspectiva de género, que se relaciona con el empoderamiento de las mujeres, el ejercicio de la ciudadanía y la posibilidad de demandar un lugar en los espacios de decisión. Este momento no puede ser ajeno a las políticas institucionales gubernamentales y no gubernamentales que trabajan en el medio rural, y dichas políticas implican necesariamente una estrategia institucional. La incorporación de la perspectiva de género en grupos mixtos, es una estrategia necesaria para lograr la equidad y, aunque no han sido objeto del presente estudio, se conocen experiencias exitosas en este sentido. Los procesos son más lentos, pero permiten que los cambios se 128 Capítulo VI: Propuestas de lineamientos políticos, estrategias y acciones den en forma simultánea entre varones y mujeres, siendo los/as niños/as y los/as jóvenes más permeables en ese sentido. 1.4. La capacitación La incorporación de la perspectiva de género precisa de programas de capacitación específicos, que tiendan a la sensibilización de la problemática. Al ser una temática construida culturalmente, está naturalizada e invisibilizada, de manera tal que sólo creando espacios de reflexión y análisis, es posible problematizarla para dar origen a un proceso de deconstrucción de los mandatos sociales internalizados. Estos programas deben apuntar a todos los agentes del desarrollo rural, desde los niveles políticos, técnicos, hasta las organizaciones de beneficiarios/as involucrados en el mismo.70 La capacitación es clave en el proceso de incorporación de la perspectiva de género. La temática suele generar una serie de resistencias en los equipos de los proyectos –generalmente ligadas a cuestiones personales– que deben ser tratadas con el mayor cuidado y respeto posible. Un enfoque facilitador del abordaje de la problemática lo constituye la mirada de la ciudadanía y los derechos humanos, que no sólo permite la visualización de las desigualdades, sino que también es motivador para construir estrategias dirigidas a disminuir la brecha de oportunidades existente entre varones y mujeres. Es necesario abordar, a su vez, el análisis de los diferentes campos donde operan las relaciones de dominación, que resultan en un acceso y control diferenciado de los recursos materiales y simbólicos. La autoestima, la sexualidad y la reproducción, la división del trabajo por género en los sistemas productivos y en la esfera doméstica, el uso del tiempo de trabajo y del tiempo libre, el acceso a la educación, a la salud, al crédito, la violencia, la toma de decisiones, son elementos que ayudan a la comprensión del tema. El acceso de las mujeres a los procesos de desarrollo necesita casi siempre el apoyo de las instituciones presentes en el medio rural y la sensibilización en las instituciones para lograr la equidad en los procesos de desarrollo, es una decisión política. Tal como los organismos financieros logran en la última década que los proyectos presentados por las instituciones gubernamentales y no gubernamentales tengan una 70 Por ejemplo, el Proyecto Mujer Rural de la SAGPYA se debe en parte a un proceso de capacitación y sensibilización que comenzó en 1988 con una intervención de UNIFEM. 129 Mujeres que trabajan la tierra perspectiva de género, es necesaria la decisión política para que las acciones y actividades de desarrollo rural también tengan esa perspectiva. 1.5. El asalariamiento extrapredial La importancia de las actividades extraprediales para la estabilidad de las agriculturas familiares ha sido estudiada en casi todos los países con población campesina, reconociendo que en muchos casos son los ingresos generados fuera del sector los que permiten su permanencia en las áreas rurales. En nuestro país, el asalariamiento es una estrategia muy común en determinados momentos del año, que tiene el objetivo de complementar los ingresos provenientes de las actividades agropecuarias de las familias; por ejemplo, los pequeños productores tabacaleros de Tucumán trabajan en la cosecha del limón antes de comenzar la siembra del tabaco. También es una opción para los/as más jóvenes en algunas regiones, que siguen viviendo en el predio familiar y trabajan fuera del mismo, realizando un aporte económico sistemático al hogar rural. Desde la perspectiva de género, el asalariamiento masculino impacta en la vida de las mujeres rurales cuando las pone a cargo del predio familiar por migración temporal de los maridos, padres o hermanos, recargando sus responsabilidades en el hogar. Por otro lado, las posibilidades de asalariamiento para las mujeres han crecido en algunas regiones del país, sobre todo en aquellas donde existen trabajos y cultivos que prefieren mano de obra femenina. En general, son trabajos temporales y las condiciones en algunos casos son precarias, existiendo situaciones donde las asalariadas tienen una alta exposición a los agroquímicos. Tal como se planteó en el capítulo IV, los procesos de “flexibilización laboral” han desprotegido a una parte importante de los/as trabajadores/as, aunque las mujeres están aún más expuestas por su rol reproductivo que las discrimina para la estabilidad laboral. Por lo tanto, es necesario mecanismos que aseguren el cumplimiento de las garantías constitucionales de nuestra legislación y de los convenios sobre la prohibición de discriminaciones en el empleo, sobre igualdad de remuneraciones y de trato entre trabajadores y trabajadoras con responsabilidades familiares y, sobre protección de la maternidad. 130 Capítulo VI: Propuestas de lineamientos políticos, estrategias y acciones 1.6. Las migraciones La migración del campo a la ciudad, analizada en el Capítulo II, es un proceso que tiene características globales. Sin embargo, si la mayor masculinidad en las áreas rurales se relacionan a la mayor carga laboral que las mujeres deben enfrentar en el ámbito doméstico, a las menores oportunidades de asalariamiento o la poca especificidad de las acciones de los programas de desarrollo rural en cuanto a la direccionalidad del crédito, capacitación o asistencia técnica, es necesario buscar las estrategias que permitan que las mujeres: mejoren su calidad de vida y el acceso a los servicios; encuentren actividades productivas generadoras de ingresos y mejoren sus actividades de autoconsumo y sean beneficiarias específicas de las acciones de desarrollo rural. 1.7. Las actividades de autoconsumo En el análisis realizado en el capítulo III, se visualiza la importancia de las actividades de autoconsumo, sobre todo en lo que se refiere al cuidado de las huertas familiares y la producción de granja y ganado menor. Aunque en las entrevistas no se valoran este tipo de actividades, es posible aseverar que las familias que aseguran el autoconsumo se encuentran en mejores condiciones que aquellas que por razones diversas no pueden hacerlo. Sin embargo, es necesario reconocer que las actividades de autoabastecimiento implican generalmente una sobrecarga de trabajo para las mujeres, sobre todo en aquellas zonas pobres desde el punto de vista agroecológico, donde tienen dificultades para el acceso al agua y siendo ésta imprescindible para la huerta y el ganado menor. Por otro lado, la estrategia necesaria a la luz de un cambio en las relaciones de género debería implicar el objetivo de que no sólo sean las mujeres las responsables de las actividades relacionadas con el autoconsumo. Por lo tanto, la estrategia de apoyo a la seguridad alimentaria es una acción necesaria en las políticas de desarrollo rural, buscando alternativas para que no signifique una sobrecarga de trabajo de las mujeres. 1.8. La asistencia crediticia Como se aprecia en el Capítulo III, una forma de apoyar a los hogares rurales en su proceso productivo es por medio de la oferta de 131 Mujeres que trabajan la tierra crédito. Sin embargo, y aunque no es posible generalizar, el acceso a este recurso por parte de las mujeres es restringido y no ha sido ni es fácil. Una de las limitaciones que se presenta es cuando los créditos de programas de desarrollo rural se destinan a un solo miembro del hogar, el cual es casi siempre el jefe del mismo o el miembro varón de la familia dejando sin posibilidades a las mujeres. Por lo tanto, una dificultad a resolver es que las mujeres sean destinatarias del crédito, lo cual se puede facilitar a través de la fijación de cupos que garanticen una representación femenina y con instrumentos y reglamentaciones especialmente dirigidos a este sector de la población. Otra posibilidad es reconocer que los problemas y las necesidades de varones y mujeres son diferentes y ofrecer líneas de crédito adecuadas para los requerimientos de ambos. Superada esta dificultad, puede ocurrir que las mujeres no soliciten los créditos o no los acepten cuando se los ofrecen, ya sea porque los maridos no se lo permiten o porque la propia percepción de sí misma y de sus capacidades, se lo impide. El problema se relaciona con el lugar que ocupan las mujeres rurales en las familias tradicionales y como ellas mismas se autoidentifican y se autodefinen, lo cual trae como resultado las posibilidades reales de tomar una decisión. Por lo tanto, en el acceso al crédito se visibiliza la falta de igualdad de oportunidad existente entre varones y mujeres. Adecuar los sistemas de extensión relacionados con el financiamiento para un acceso equitativo significa una modificación estructural en la perspectiva de género de un programa que ofrece crédito como herramienta para el desarrollo rural. Por otro lado, un porcentaje importante de mujeres no tienen garantías prendarias porque no poseen títulos de propiedad ni otros tipos de bienes prendarios y esto elimina la posibilidad de acceso a créditos formales bancarios. Por lo tanto, la titulación de la propiedad de la población femenina es imprescindible. A esto hay que sumarle la necesidad de mejorar el nivel de instrucción, si este no fuera equitativo entre varones y mujeres, y promover la obtención de documentos cuando es preciso. Existen avances en este tema en relación a combatir la pobreza por medio del acceso de mujeres a los servicios financieros, como son los fondos de capitalización productiva no reembolsable o los pequeños “bancos” o “cajas rurales”. Aunque, al igual que con otros temas, es necesario seguir buscando estrategias que adecuen el crédito a la situación específica de la población femenina rural teniendo en cuenta los montos de préstamo adecuado y el tipo de inversiones que les 132 Capítulo VI: Propuestas de lineamientos políticos, estrategias y acciones permitirán salir de la pobreza y/o mejorar su calidad de vida. La capacitación en aspectos organizativos y en manejo financiero es sin duda el esfuerzo más importante para que las mujeres superen la problemática específica de género con respecto a entrar en un espacio que históricamente ha sido destinado a los varones. Finalmente, los subsidios otorgados para facilitar el trabajo doméstico no sólo representan una acción afirmativa hacia las mujeres, sino que además: a) reducen el tiempo de trabajo doméstico y mejoran las condiciones en que éste se realiza; b) implican condiciones positivas para la participación de las mujeres al alivianar el trabajo doméstico; c) facilitan la sensibilización de género en las beneficiarias, sus familias y los/as técnicos porque significan un reconocimiento del trabajo doméstico; y d) mejoran la capacidad de gestión cuando los fondos se utilizan para obras comunitarias y las mujeres deben organizarse. 1.9. La legislación La realidad agraria y, en particular, del sector dedicado a la agricultura familiar no tiene un tratamiento exhaustivo en la legislación nacional. Los marcos regulatorios provinciales tienen diferentes grados de inclusión en la participación democrática de los habitantes del medio rural, en los gobiernos locales y es necesario un esfuerzo conjunto para la construcción de una identidad ciudadana, teniendo en cuenta las diferentes realidades sociales, culturales y potencial productivo del sector. Esto se refleja básicamente en los gobiernos locales en los que existen diferencias en relación a la representación política, mecanismos de elección de gobierno y categorización de municipios o comunas. Hay provincias donde las municipalidades rurales tienen un manejo de presupuesto propio y elecciones directas de los concejales e intendente. En otros casos, dependen de las ciudades próximas que extienden su ejido y en otros cuentan con un comisionado o representante municipal que es designado por el poder ejecutivo provincial. Se requiere buscar garantías para una participación ciudadana legitima, la que llevará a reforzar la necesidad de una legislación adecuada para los habitantes del área rural, que son parte de los/as excluidos del contexto social y económico actual con una significativa falta de reconocimiento de sus problemáticas particulares. Los y las ciudadanas del ámbito rural, campesino y aborigen deben tener garantizados los derechos de representación en los espacios 133 Mujeres que trabajan la tierra gubernamentales y legislativos para elevar sus demandas a la agenda de políticas públicas. En el capítulo específico que analiza los avances en materia de derechos de las mujeres se recalca la necesidad de legislar, diseñar e implementar políticas y programas gubernamentales que reflejen la decisión política y económica de visibilizar a las mujeres rurales y aborígenes como sujetas plenas de derecho, garantizándoles accesibilidad y cobertura en materia de salud, educación, tierra, trabajo, salarios y justicia entre otras demandas expresadas en las conclusiones del 1º Encuentro Nacional de Mujeres Campesinas y Aborígenes71 Los avances legislativos deben ir acompañados de programas que contemplen las demandas prácticas y estratégicas desde una perspectiva de género y derechos para las mujeres campesinas y aborígenes. Las limitaciones actuales y los obstáculos a los que se enfrentan diariamente están en directa relación con su condición de pobreza y exclusión de género, clase, etnia y lugar de residencia. En este sentido es importante mencionar que las recomendaciones elaboradas por el Plan Nacional contra la Discriminación (Villalpando, 2005) propone entre otros puntos: ‐ Hacer efectiva la transversalización del enfoque de género en todas las políticas públicas y asignaciones presupuestarias. ‐ Jerarquizar y profesionalizar las Áreas Mujer de las provincias, creándolas allí donde no existan, con el objetivo de desarrollar políticas transversales para erradicar la discriminación contra las mujeres en todo el país. ‐ Hacer efectivo el cumplimiento de las leyes sobre violencia doméstica en todas las provincias en que existen tales leyes. Sancionar leyes en las provincias donde no existen. Exigir la aplicación de las leyes de exclusión del hogar de los varones violentos. ‐ Desarrollar programas de prevención, sanción y erradicación de la violencia doméstica en todo el país que incluya la asesoría legal, el tratamiento médico y psicológico, planes de inserción laboral y profesional de las mujeres para que puedan superar las situaciones de dependencia económica. Todas estas acciones deberán ser llevadas a cabo por profesionales especializados en la materia. ‐ Crear casas de refugio o de tránsito para mujeres víctimas de violencia familiar en situaciones de crisis, dotadas de personal especializado. Se sugiere incluir en estos programas acciones destinadas 71
Ver Anexo N° 3 134 Capítulo VI: Propuestas de lineamientos políticos, estrategias y acciones a trabajar con varones violentos, estableciendo la obligatoriedad del tratamiento para los varones golpeadores. ‐ Arbitrar los medios para mejorar el funcionamiento del Consejo Consultivo de Organizaciones Sociales del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable. ‐ Diseñar acciones concretas, efectivas, mensurables y culturalmente aceptables para reducir la mortalidad infantil y mortalidad materna, la desnutrición, los embarazos adolescentes y la incidencia de enfermedades de transmisión sexual, en el marco del Programa de Salud para Pueblos Indígenas y del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable, estimulando la participación activa de las mujeres. ‐ Hacer efectiva la implementación del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable en todo el territorio nacional, dotándolo de los insumos, la capacitación necesaria de los profesionales y propiciar, en este marco, un amplio debate social sobre el aborto no punible. ‐ Desarrollar campañas masivas de prevención del VIH/SIDA y las enfermedades de transmisión sexual que respeten los enfoques de género y orientación sexual. ‐ Capacitar mediante la realización de talleres al personal de las instituciones de salud a fin de erradicar el maltrato y trato discriminatorio de género, particularmente hacia mujeres indígenas, mujeres migrantes, ancianas, mujeres con abortos sépticos, embarazadas y parturientas pobres multíparas, etc. ‐ Arbitrar los medios para que en los hospitales existan centros especializados, con personal especializado para la recepción y la atención de denuncias de casos de violación y otros delitos sexuales. ‐ Arbitrar los medios para que los mecanismos legales e institucionales sean efectivos para garantizar el aporte a la obligación alimentaria y de mantenimiento y sostén de los hijos de padres separados, sancionando el incumplimiento. 1.10. Los problemas de posesión de la tierra Los conflictos actuales sobre la propiedad de las tierras son parte de un proceso de privatización y de concentración de las mismas que se vino gestando desde los años noventa, posibilitado en parte, por la falta 135 Mujeres que trabajan la tierra de regularización de la tenencia de los/as pequeños/as productores/as72 y la ampliación de la frontera agrícola sojera. Si bien este es un problema que tiene muchos años, se ha agudizado en muchas provincias por la expansión de capitales sobre tierras productivamente marginales En este sentido, la Constitución Nacional de 1994 brinda una mayor protección a las comunidades aborígenes que a las campesinas por cuanto reconoce la propiedad comunitaria de las tierras en las que habitan tradicionalmente, dando título constitucional a la posesión. Es necesario poner en marcha un proceso de debate social que impulse la regularización de la propiedad, con la participación de campesinos/as y aborígenes; partiendo de sus necesidades, generando una política de titulación de tierras que contemple nuevas figuras jurídicas y que permita el acceso a la propiedad en condiciones favorables para el autodesarrollo o la consolidación productiva; ya que la propiedad por sí misma no es suficiente. 1.11. La salud, la educación, los servicios Los servicios de salud y educación en las áreas rurales son claves para el proceso de desarrollo de un territorio. No sería posible dejar de lado aspectos tan sensibles a las necesidades de las comunidades y en particular de las mujeres. Un punto de partida a considerar son las culturas locales. Los programas de salud y educación deben tener en cuenta las características particulares y los saberes que cada región tiene para la adecuación de los programas. La capacitación para la promoción de la salud y prevención de las enfermedades es una acción que impacta en el corto plazo ya que permite disponer de herramientas básicas para la resolución de problemas frecuentes, prevenibles o con tratamientos accesibles con los recursos locales. De esta manera se pueden prevenir en parte, el problema de las diarreas, resfríos, catarros, así como enfermedades infectocontagiosas que resultan preocupantes para las familias. El sistema de atención primaria de la salud debe contemplar que los servicios de las áreas rurales deben ser de calidad, con personal idóneo, y 72 Las mujeres de Misiones contaron que gran parte de las tierras de su provincia se vendieron a capitales extranjeros. Estas empresas desmontaron los bosques naturales para plantar pinos, rodeando las pequeñas fincas: “… es decir, cercando a los pequeños productores y obligándolos a vender sus tierras y emigrar a las ciudades a esperar los planes y cajas de ayuda” Extraído de la Memoria del Encuentro Regional de Mujeres Campesinas del Noroeste Argentino. Paraná (Entre Ríos), 7 y 8 de agosto de 2003. Memoria por Pody Muttigliengo. 136 Capítulo VI: Propuestas de lineamientos políticos, estrategias y acciones disponer de la posibilidad de resolver cuestiones de diversa complejidad hasta lograr la derivación. Es necesario que se realicen campañas de prevención de Chagas, controles y desinfestación de viviendas articulando las acciones de la Nación con las provincias y municipios. Asimismo se debe fomentar la investigación en esta área. La atención de mujeres víctimas de violencia, precisa una adecuación a las áreas rurales con la posibilidad de acceder a la atención de personal especializado en la policía, centros de salud y la justicia. Debido a que el acceso a la educación en las áreas rurales se vio afectado por la Ley Federal de Educación, es necesario buscar los mecanismos para garantizar la asistencia de los niños y las niñas a los diferentes niveles del EGB y Polimodal. Ya que en la mayoría de los casos para ir al 3º nivel de EGB y al Polimodal deben alejarse de sus hogares, es preciso un sistema de becas que cubra sus necesidades y que se distribuya con equidad. Es necesario a su vez, el restablecimiento de los programas de alfabetización de adultos/as, dado que como consecuencia de las largas crisis que ha padecido el país ha aumentado el número de jóvenes y adultos/as analfabetos/as73. Por lo tanto, como se ha visto, la población rural tiene problemas estructurales de acceso a los servicios, lo que afecta particularmente a las mujeres, y que hace necesario un abordaje integral que permita mejorar la calidad de vida de los pobladores del campo. Estos problemas determinan que la vida en el campo sea más sacrificada y con menos oportunidades que en la ciudad y, en consecuencia, alientan la migración. Es clave la resolución con un marco legal regulatorio y una política de Estado que de manera integral articule los distintos programas y sectores, buscando mejorar los sistemas de riego, el acceso a los servicios de electricidad y agua potable, la ampliación y mantenimiento de la red vial, el acceso a servicios de calidad en salud y educación, a planes de vivienda rural y, principalmente, a la regularización de la propiedad sobre la tierra. A su vez, es necesario que se respeten las leyes de protección del medio ambiente para controlar los desmontes indiscriminados, la contaminación del agua y el uso de los agroquímicos, cuestiones que afectan directamente a los/las pequeños/as productores. 73 Los problemas de las mujeres relacionados con la salud y la educación se encuentran detallados en la Memoria del Encuentro Nacional de Mujeres Rurales y Aborígenes 2003. 137 Mujeres que trabajan la tierra 2. Las acciones específicas para un cambio en las relaciones de género en las distintas etapas de un proyecto 2.1. En la etapa de diseño y formulación de la estrategia de desarrollo rural Cuando se va a implementar una estrategia de desarrollo rural con un enfoque de equidad de género, se necesita que desde el inicio del diseño del proyecto se fundamenten las consideraciones de equidad de género de modo de asegurar la posterior operacionalización en su fase de ejecución. Esto implica que en la etapa de formulación se realicen estudios y diagnósticos con la población del territorio para conocer la inserción de los varones y de las mujeres en las actividades productivas, en la comercialización y en la generación de ingresos extra prediales para comprender la posición diferenciada de cada uno de ellos frente a los procesos de desarrollo, definir las estrategias y determinar los recursos disponibles y necesarios. Para que la estrategia de desarrollo rural tenga una real perspectiva de género en la ejecución, las mujeres deben ser beneficiarias directas. Si la acción se centra en la familia, es probable que los sujetos de los servicios del proyecto terminen siendo los varones y –a lo sumo– las mujeres jefas de hogar. De esta manera, quedan sin acceso directo a las oportunidades de desarrollo los/as restantes integrantes. Para evitar esto, es recomendable definir, desde la misma formulación del proyecto, la cantidad de varones y mujeres integrantes de las familias del territorio que se beneficiarán con la estrategia de desarrollo rural. De esta manera, el proyecto considerará a cada uno de los miembros de la familia rural en los diferentes roles que ejecutan en las actividades productivas dentro de la finca, en los procesos de transformación y venta y, en general, en las diferentes fuentes de ingresos familiares que sean identificadas. Se recomienda la intervención en el diseño, formulación y ejecución de –al menos– una persona cuya función sea asegurar la participación equitativa de los varones y las mujeres en las acciones de la estrategia de desarrollo rural y en el acceso a las oportunidades de desarrollo. La persona responsable de que se cumpla la propuesta de equidad de género, deberá enfocar y resolver los problemas que impiden una incorporación más efectiva de las mujeres en los diferentes componentes 138 Capítulo VI: Propuestas de lineamientos políticos, estrategias y acciones del proyecto, buscando soluciones para los mismos; y preocuparse de que los esfuerzos para disminuir la brecha de oportunidades entre varones y mujeres no resulten en acciones aisladas. Esta decisión es necesaria porque más allá de la buena voluntad o interés de los equipos técnicos de lograr una participación equitativa de varones y mujeres, las urgencias del cotidiano de los proyectos no permiten que esa preocupación se cristalice en acciones concretas que aseguren la equidad. En el diseño de la estrategia de desarrollo rural, debe buscar un abordaje integral de la realidad y considerar los lineamientos para el seguimiento de los resultados de equidad de género en los proyectos que se ejecuten. Corresponde definir una estrategia de género para cada una de sus acciones, con indicadores específicos cuantitativos y cualitativos para cada uno de sus objetivos. Esta estrategia debe tener un seguimiento y evaluación sistemática. 2.2. Diagnósticos participativos y diseño de proyectos de generación de ingresos En la etapa de los diagnósticos participativos, las consideraciones de género en las diferentes metodologías que se utilicen permitirán conocer los problemas y necesidades específicas de los varones y de las mujeres como las perspectivas de cada uno sobre las posibles causas y las propuestas de solución. También permitirá saber quién hace, quién decide y cuál es la división de trabajo en la unidad familiar, tanto en las actividades agrícolas y pecuarias como en las extra prediales y no agropecuarias y en las organizaciones económicas y sociales de la comunidad. Esta instancia es un espacio importante para conocer y reconocer el trabajo femenino, el cual suele ser invisible para los varones, para los y las técnicos/as y para las propias mujeres. Un complemento de los diagnósticos participativos son los estudios de caso y el relevamiento de experiencias de proyectos con participación de mujeres o con perspectiva de género existentes en el territorio. Existen experiencias donde las mujeres son beneficiarias de programas de desarrollo, con proyectos productivos que no son rentables. En estos casos generalmente se aumenta la carga de trabajo de las mujeres y no mejora su situación económica. Es por esta razón, que es necesario realizar estudios de prefactibilidad y factibilidad de manera rigurosa, para evitar la condena al fracaso económico y la consecuente 139 Mujeres que trabajan la tierra profundización de la inequidad, porque la participación de las mujeres no siempre implica que se cumplan los objetivos de género. Por otro lado, existen proyectos exclusivos para mujeres relacionados a las tareas femeninas “tradicionales”, como los talleres de costura, panaderías, etc. Este tipo de actividad precisa especialmente de estudios de factibilidad, además de un proceso de capacitación con recursos financieros para asegurar que solucionen en el corto plazo los problemas de pobreza de sus participantes. Más allá de lo anterior, estos proyectos, tienen el riesgo de excluir a las mujeres de las principales actividades de la estrategia de desarrollo rural, comprometiendo un futuro con equidad. Si se generan actividades agroindustriales o artesanales o cualquier otra que se relacione con las actividades domésticas de las mujeres, se recomienda la realización de estudios de preinversión. Al mismo tiempo, deben apoyarse con capacitación, financiamiento y extensión aquellos proyectos que aseguren a la unidad familiar un ingreso económico mayor que el existente al momento del estudio, además de ser sostenibles y con mercados seguros. En las unidades familiares existen actividades a cargo de las mujeres que son consideradas de menor importancia porque, generalmente son un complemento de los ingresos del hogar o resultan generadoras de insumos para el autoconsumo. El aumento de la productividad de estas actividades por incorporación de innovaciones tecnológicas puede incrementar los ingresos del hogar beneficiario y/o contribuir a la seguridad alimentaria y al mejoramiento de los niveles de nutrición. La participación de las mujeres en propuestas rentables y sostenibles en las actividades para el mejoramiento de los ingresos implicará la creación de condiciones para un acceso equitativo a servicios o mercados financieros. 2.3. En el camino hacia la equidad Las experiencias indican que no es suficiente ofrecer a los varones y mujeres un igual acceso a los servicios y beneficios del proyecto y que es necesario crear condiciones específicas para asegurar un acceso equitativo a las oportunidades de desarrollo. La determinación de estas condiciones dependerá de factores culturales, sociales y económicos, que deben ser analizados en los diagnósticos participativos o en estudios previos del territorio. 140 Capítulo VI: Propuestas de lineamientos políticos, estrategias y acciones A continuación, se enumeran algunas propuestas o acciones facilitadoras para el acceso equitativo de varones y mujeres. a) La adecuación de los horarios y lugares de reunión para que tanto varones y mujeres puedan asistir a los procesos de capacitación, de diagnósticos participativos, de extensión y de transferencia tecnológica, es un requisito sencillo que facilitará una participación equitativa. b) Esto debe ser complementado con formas de comunicación y metodologías participativas adecuadas a la presencia de varones y mujeres, considerando desde la no utilización de modismos discriminatorios en el lenguaje y en los materiales de capacitación como el respeto por las diferencias de nivel de instrucción o de capacitación formal e informal existente entre los participantes de ambos sexos. c) Realizar convocatorias a cada uno de los integrantes de la unidad familiar también es una forma de facilitar la participación equitativa en las acciones de un proyecto. d) Las acciones ahorradoras de trabajo doméstico y la existencia de espacios para el cuidado de los/as niños/as facilitan la participación de las mujeres en una estrategia de desarrollo rural, además de reducir en horas y esfuerzo las actividades domésticas. En muchos casos, es necesario ayudar a las mujeres a que participen activamente en el proyecto por medio del mejoramiento de su autoestima y la capacitación para que puedan solicitar los beneficios del proyecto y participar en la toma de decisiones. Cabe destacar el papel protagónico que tienen los equipos técnicos que trabajan en terreno en programas del Estado o de las ONGs como agentes para la búsqueda de la equidad entre los géneros. Es por esto que las acciones que impulsan la articulación, capacitación e intercambio de experiencias resultan transformadoras. Los encuentros de mujeres organizados a nivel local, provincial, regional o nacional, crean un espacio de intercambio y enriquecimiento de las experiencias personales y grupales, a la vez que fortalecen lazos de solidaridad entre las mismas. De la misma manera las pasantías entre las distintas regiones permiten conocer las experiencias de otras organizaciones y zonas, siendo igualmente beneficiosas. La búsqueda de propuestas para solucionar problemas relacionados con la unidad familiar –como la alimentación, la salud y la educación de los/as hijos/as– son motivadores para una participación progresiva de las mujeres en espacios públicos, además de mejorar la calidad de vida de 141 Mujeres que trabajan la tierra las poblaciones pobres, cuando se comienza un proceso de desarrollo rural con equidad de género74. La estrategia de Género en Desarrollo es aquella que implique el acceso igualitario de las mujeres y de los varones a las oportunidades de desarrollo y busque construir una sociedad más equitativa. Esto significa ofrecer a las mujeres las mismas oportunidades que a los varones, reconociendo las limitaciones que culturalmente las han colocado en lugar de desventaja e incorporando acciones de discriminación positiva cuando esto sea necesario. El logro de la equidad de género es un proceso que depende en gran parte de una decisión política que asegure sus resultados y su celeridad. La incorporación de la perspectiva de género en las políticas destinadas al sector rural se fundamentan en los acuerdos internacionales sobre derechos humanos, que tiene su expresión más cabal en la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, 1979) y, específicamente, en su artículo N° 14 donde se hace referencia a los derechos de las mujeres rurales y que hoy tiene rango constitucional. El sustento de esta estrategia en los derechos ubica al Estado frente a una responsabilidad indelegable y a las/os ciudadanas/os como titulares de derecho. 74 Sobre acciones relacionadas a seguridad alimentaria, la experiencia de ProHuerta es importante de ser considerada, tanto para mejorar la alimentación y nivel nutricional como para aumentar la disponibilidad de los ingresos del grupo familiar por las posibilidades de autoconsumo. 142 Bibliografía Bibliografía -
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Anexo 1 Anexo 1 Tabla Nº 1.1: Población rural en las diferentes provincias discriminadas por sexo y por rural dispersa y agrupada según CNP 2001 Fuente: Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda de 2001 (INDEC, 2005) Elaboración propia 151 Mujeres que trabajan la tierra Tabla Nº 1.2: Población rural en las diferentes provincias discriminadas en el año 1991 y 2001 152 Anexo 1 Fuente: Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda 1991 y 2001 (INDEC) 1 Porcentaje de la disminución de la población rural entre los dos censos con respecto a la población rural existente en 1991, 2 Cantidad de mujeres rurales en el año 2001 menos la existente en 1991, 3 Porcentaje de la disminución de la cantidad de mujeres rurales entre los dos censos con respecto a la cantidad de mujeres rurales existente en 1991, 153 Mujeres que trabajan la tierra Tabla Nº 1.3: Población rural en las diferentes provincias discriminada sexo y grupos de edad Fuente: Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda de 2001 (INDEC, 2005) Elaboración propia 154 Anexo 1 Tabla Nº 1.4: Porcentaje de varones y mujeres en las diferentes provincias del país por grupo de edad Fuente: Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda de 2001 (INDEC, 2005) Elaboración propia 155 Mujeres que trabajan la tierra Tabla Nº 1.5: Población que asiste a algún establecimiento educacional discriminada por edad, sexo y lugar de residencia Fuente: Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda de 2001 (INDEC, 2005) Elaboración propia 156 Anexo 1 Tabla Nº 1.6: Mujeres de 14 años y más discriminadas por provincia en hogares rurales y loc, de 2000 a 5000 habitantes según condición de ocupación Fuente: Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda de 2001 (INDEC, 2005) Elaboración propia 157 Mujeres que trabajan la tierra Tabla Nº 1.7: Mujeres ocupadas mayores de 14 años, discriminadas por área de residencia, provincia y condición de NBI Fuente: Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda de 2001 (INDEC, 2005) Elaboración propia 158 Anexo 1 Tabla Nº 1.8: Total de mujeres de 14 años y más discriminadas de áreas rurales y localidades de 2000 a 5000 habitantes según condición de ocupación en hogares con NBI Fuente: Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda de 2001 (INDEC, 2005) Elaboración propia 159 Mujeres que trabajan la tierra 160 Anexo 2 Anexo 2 Tabla Nº 2.1: Nombre de los grupos según provincia. Relevamiento 2001. PROVINCIA NOMBRE DEL GRUPO Buenos Aires Vuelta de Obligado Catamarca Santa Lucía Grupo de mujeres Colonia de Mujeres Artesanas Virgen de Las Abejitas Valle Belén Mujeres Dulceras La Aguada Tía Juana Segundo Amancay Cooperativa Las Lomas Mujeres Agropecuarias Unión de Mujeres Campesinas Mariposa Un Mañana Mejor Nosotras y Ellos Mujeres La Matanza Salto La Vieja 2 Nuevas Mujeres del Boquerón Pensamiento Encarnación Siete Arboles Alegría Santa Catalina Salto La Vieja Fátima Esperanza de Campo Roffo Santa Rosa de Lima del Curundú Inmaculada Mujeres Trabajadoras Las Mujeres de la Unión Mujeres de Fe Casa de la Artesana Amuan Ño Rucamo Jefas de Familia Aldea Escolar Grupo de Mujeres de Lepa Club de Madres “Niñas de Ayohuma” Córdoba La Orgánica Huerta Amanecer Huerta Villa Rossi Entre Ríos Futuro El Reencuentro Las Sorenitas Chaco Chubut Formosa Jujuy Las Grandes del Futuro Pimpollos Amanecer Mujeres en el Campo Ternura Esquebito Bendita Tu eres América Nueva Esperanza Las Luchadoras Los Claveles La Amistad Comunitario Santa María Renacer Esperanza Equipo de Mujeres Campesinas Mujeres Campesinas del Guajhó Mujeres Campesinas de la Disciplina Mujeres Campesinas de Monte San Antonio Quemado Nuevo Amanecer Grupo de Tejidos Fondo Comunal de Orosmayo Fondo Comunal de Casa Colorada Suyay Fondo Comunal de Doncellas Fondo Comunal de Coyaguhoyma Grupo de Costura de Yavi Fondo Comunal de Quichagua Fondo Comunal San Juan Misa Rumi Asociación de Mujeres Puneñas Fondo Comunal de La Intermedia Fondo Comunal de Paicone Asociación Civil Juntas por la Fondo Comunal Huacalera Vida Fondo Comunal de Rinconadillas 161 Mujeres que trabajan la tierra Fondo Comunal Arbolito Nuevo Fondo Comunal de Cochinoca Comunidad Quebradeña AYFACO Fondo Comunal Nueva Pirquitas Fondo Comunal de Cerro Negro Huayco Sonco San José de Miraflores Fondo Comunal de Coranzulí Fondo Comunal de Lumara Fondo Comunal de Tambillos Fondo Comunal de Ciénaga de Apicone Mujeres Hilanderas de Chaguama Fondo Comunal de Pueblo Viejo Fondo Comunal de Ciénaga Grande Flor del Cardón Fondo Comunal Provincias Argentinas Fondo Comunal del Tolar Fondo Comunal Santuario Tres Pozos Las Vicuñitas Fondo Comunal Pumahuasi Fondo Comunal San Francisco Fondo Comunal de Puesto de Alparcito del Marqués Fondo de Queta Fondo Comunal de Santo Domingo Fondo Comunal de Cochagaste Fondo Comunal de Lagunillas del Farallón Cordillera Fondo Comunal de Casa Colorada de Rinconada Fondo Comunal de Aguas Blancas Fondo Comunal de El Cóndor Fondo Comunal Cusi Cusi Fondo Comunal de Liviara Fondo Comunal Pan de Azúcar Fondo Comunal Loma Blanca Fondo Comunal Chocoite Fondo Comunal Warmi Fondo Comunal Sausalito Fondo Comunal Cangrejillos La Pampa Witru‐che Las de Puelches La Rioja Asociación Mujeres de Anjullon As. de Mujeres por una Vida Mejor Mendoza CIRAMAR Vanesa Sarmiento Misiones Neuquén 162 El Pastal II Cocinando con Carina Animadoras Ruta 20 Chivilcoy El Carmen I Manantial Santa María de Oro Los Olmos El Pastal Mujeres en Marcha La Estrella Manos Unidas Rosa Unión y Tabajo Unión y Fuerza Con empeño Las Marus del Futuro Chacras del Sol Armonía Las Reposteras Las Compuestas Nueva Esperanza El Progreso Sub Grupo Esperanza Fortaleza Unión y Progreso Esperanza Viva Unidas Luchamos Pinares Grupo Florida Unión y Progreso Unidas Venceremos San Isidro Luchando para adelante Feria Franca El Alcazar Las Rosas Mujeres de Alegría Sub Grupo Sol Naciente Unidas para vencer Esperanza Nueva ‐ Km 48 Sub Grupo Sol Poniente Siempre Unidas Unidas para un Futuro Mejor Esperanza Mujeres de San Lorenzo Sol Naciente El Progreso Feria Franca San Pedro Damas Unidas S.G. Damas de Fortaleza Orden y Progreso Mujeres Campesinas Che Hueney Grupo de costura de Aguada Abriendo surcos del Sapo Anexo 2 Grupo Mujeres de la Mapuche ñaña Comunidad Mapuche RAMS Loan Mahuida Amulen Centro de Capacitacion Laboral N° 138 Artesanas Los Bollilos Cerro Policía ʺAʺ La Flor del sur Amancay Jerusalén Miliglio Huitral San Bartolo Santa Rita Mujeres Criollas de Capitán Grupo de Mujeres de San Pa Isidro La Esperanza Asociación de Mujeres de El Grupo de Mujeres Wichi Espinal Santa Rosa Santa Teresita (El Barrial) Santa Teresita (Chicoana) La Unión para Crecer La Esperanza Mujeres Artesanas de El Barrial Esperanza Nuevo Milenio Colonia Fernández Andacollo Arbol verde Frutos del Quinto Cuartel Inti Huasi Guadalupe Manos Doradas Crecer Cooperativa Sol y Frutos Sanjuaninos Unidas para el Progreso San Luis Las Pollas La Esperanza La Suerte Santa Fe Caminemos Juntas La Esperanza Helveciana Renacer La Buena fe Las emprendedoras Las Obreras El Progreso Reflejos del sol Grupo de Mujeres de Quimilioj Club Colo Colo Femenino Rio Negro Salta San Juan Sgo del Estero Club Colo Colo Femenino Tucumán Guarmis Guapis Club El Puesto Femenino Teleras de la OCCAP Costurero de Cáritas Club de Madres Costurero San Juan Taller de Cáritas Club Lucerito Juntas Triunfaremos Club Estrellas Juveniles Grupo Mujeres Campesinas OCCAP Grupo de Mujeres de San Vicente El Progreso El porvenir Asociación de Mujeres de Jumial Grande La Esperanza Grupo de Mujeres de Bajo Sequeira As. Civil Grupo de Mujeres El El Nogalito Sacrificio Miskita Valle de Trancas Los Tunales Comedor Ingeniero Lules 163 Mujeres que trabajan la tierra Tabla Nº 2.2: Nombre de los grupos según provincia. Relevamiento 2006. PROVINCIA NOMBRE DEL GRUPO Buenos Aires PRO.FA.PPE Productoras Familiares del Parque Pereyra Catamarca Chaco Chubut Córdoba Corrientes Grupo de mujeres Colonia de Mujeres Artesanas Virgen de Puccara Valle Belén Cooperativa Las Lomas Tía Juana Artesanas Belenistas Asociación de Hilanderas y Tejedoras Fray Mamerto Esquiú Verde Esperanza Mujeres de El Quimilo Productoras de Ancasti Tinku Kamayu Dulceras de Andalgalá Mujeres Agropecuarias Mujeres de Fe Mujeres La Matanza Un Mañana Mejor Nuevas Mujeres del Boquerón Fátima Salto La Vieja 2 Alegría Mujeres Trabajadoras Salto La Vieja Inmaculada Santa Rosa de Lima del Curundú Casa de la Artesana Amuan Ño Rucamo Aldea Escolar La Esperanza Club de Madres “Niñas de Ayohuma” La Amistad Ruca Lamngnen (Casa de las Hermanas) Mujeres de la Aguadita 25 de Mayo Las Mujeres Las Vecinas Victoria Las Martinetas Las Marías Las Gaviotas Mujeres Unidas de Cañada y Agua de Ramón Mujeres Organizadas de las Pirguas Las Cotorras Las Dulceras Las Luchadoras Las Quebrachitas Las Sureñas Mujeres Campesinas de Cachiyuyo Las Hormiguitas de los Escalones El Duraznal Alpargatas Yeso – K Anahi 22 de Mayo Grupo Colonial Santa Lucia Dulce Vida Alegría Consorcio Doña Juana El Reencuentro La Providencia Cooperativa La Curtiembre Nuestro Pan La Nueva Esperanza de Ibira Por un Futuro Mejor Pita Entre Ríos 164 Vivero Caa Cati Ruta 19 Fuerza Femenina Futuro El Reencuentro Nueva Esperanza Las Grandes del Futuro Pimpollos La Amistad Mujeres en el Campo Ternura Renacer Bendita Tu Eres América Alborada Las Luchadoras Los Claveles Las Marías Comunitario Santa María Las Golondrinas Esperanza Las Sorenitas Las Estrellas Chaprohver Hormiguita Las Dalias Anexo 3 Formosa Jujuy La Pampa La Rioja Maria del Rosario Las Marías Los Laureles Esperanza Primavera Los Tosqueros Buscando Futuro Nueva Esperanza Macieguita La Costa del Tigre Rincón del Charrua Las Tocallas Armonía Sabiduría Sembrando Futuro El Desafío La Unión Esperanza Renacidas Sonrisas Sol Naciente En Acción Maria Reina Las Grandes del Futuro San Nicolás Los Triunfadores Sin nombre (Colonia Avigdor) Las Mujeres Mujeres de Colonia Nueva Raicerito Esperanza El Chavito Sobrevivir El Amanecer de Mojones Manos Laboriosas Los Paraísos Estrella Fugaz Manos a la obra El Trébol Las Bonitas Reproducir Las Cotorras El Progreso de Aviador Las delicias Productoras Nuevo Amanecer Rinconcito Sagrado Corazón de Jesús La Amistad Los Girasoles Nueva Esperanza de los Tocos Las Rosas Mariposita La Alegría Las Cosecheras Las Comadres Progresos El Talita Paraje Roca El Progreso de Mulas Laguna Larga Futuro Mejor La Victoria Los Pinares Los Pimpollos de la Laguna El Milagro Clavel del Aire Equipo de Mujeres Campesinas Mujeres Campesinas del Guajhó Nuevo Amanecer Mujeres Campesinas de Monte Quemado San Antonio Mujeres Campesinas de la Disciplina Siwanʹi Añaguitas Casti Mujeres de Ocumazo AYFACO Comunidad Quebradeña Grupo de Costura de Yavi Las Vicuñitas Mujeres Hilanderas de Chalguamayoc Huayco Sonco Flor del Cardón Flor de Iro – Mujer Rural Las de Puelches Las Madres del Arbolito Las Marías Artesanas De Puelches Alegre Las Guapas de la Curva Los Hornos Agrupación de Mujeres San Pedro Rurales Unión y Trabajo Mollaco Virgen del Valle La Esperanza del Balde de la Regionales Añogasta viuda Sagrada Familia La Muyuna Santa Rita del Quemado Las Emprendedoras Las Hermosas de la Quebrada 165 Mujeres que trabajan la tierra Mendoza Misiones Neuquén Santa María de Oro Mujeres de Ugarteche Almit Mujeres en Marcha Mujeres Unidas Petrolandia Rosa Virgen del Rosario Feria Franca El Alcazar Con empeño Primavera Buenas Vecinas Armonía Mujeres Federadas Remolinos de Aserrín Argentinas (Gral. San Martín) El Progreso Unidas para Vencer Luchando para adelante Sub Grupo Sol Naciente Sol Naciente Mujeres de Alegría Sub Grupo Sol Poniente Damas Unidas Esperanza Nueva ‐ Km 48 Esperanza Mujeres de San Lorenzo Mujeres Campesinas Siempre Unidas Unidas para un Futuro Mejor Feria Franca San Pedro Protegernos Unidas Luchamos El Arrozal Orden y Progreso SubGrupo Damas de Fortaleza Unión y Progreso Juntos Podemos Sub Grupo Esperanza Fortaleza San Isidro Amanecer Aprendiendo Che Hueney Mapuche ñaña Abriendo surcos Caiu Folil Michi Centro de Capacitación Laboral N° 138 Calfu rayen zomo Amulen La Esperanza de la Ovejas Suyai El Progreso Rayem Zomo Traw Leain Grupo Mujeres de la Comunidad Mapuche RAMS Rio Negro Salta Cerro Policía ʺAʺ La Flor del Sur Jerusalén Miliglio Huitral Primavera Conservas Corralito Mujeres de Miércoles El Arroyito Unión Vecinal Autoconsumo 2 Queme Lahuen Neli Zona Trugken La Unión de Coquelen Mencué SUMU, elaboración comunitaria Las Criollitas Grupo de Mujeres Wichi Mujeres de la Red de Comercialización Asociación de Mujeres de El Espinal Santa Ana Por un Futuro Mejor Las Campesinas del Norte Buena Esperanza La unión de Capiazuti 166 Grupo de Mujeres Wavawuk Grupo de Mujeres de San Isidro Mejorando lo nuestro II: luchando por nuestro derecho Ikira Unido La Fortaleza Peña Morada Todas en Lucha Grupo de Mujeres del Taller Mejorando lo nuestro de Memoria Etnica Mujeres Solidarias Askan Cheiru Fowlit Taperigua Mujeres Tobas Yanderu Tumpa La Who Organización de las Sietes Etnias Kilie Ofotas El Nuevo Amanecer Anexo 3 Flor de Liz Mujeres de Cachi adentro Banda Sur Las Rosas La Primavera Mujeres en Unión Welo (luna) Mujeres Feriantes Mejorando nuestra casa Las Estrellas de Luz Los Olmos Sueños de las Mujeres Las Margaritas Las Amancayas La Nueva Esperanza de la Poma Mujeres en Progreso Mujeres en Acción El Faldeo de las Yerbas Buenas Las Kelloticas Las Amencayas del Abra las Gamotas del Abra Verde Las Rosas II Las Maravillas Las Manas La Nueva Esperanza de Amblayo Medalla Milagrosa Esperanza Amanecer Mujeres de Tomuco I Mujeres de Tomuco II Las Rosas de Payagastilla Chuscha Bueno Ventura Mujeres del Valle Calchaquí El Manantial Flor de Durazno Virgen del Carmen Virgen del Milagro La unión hace la fuerza Unidas para siempre Las Maranatas Las Soñadoras Las Raíces de Pasión Las Mañas de Radio Mujeres de Campo Lujan La Merced Mujeres de Chañar II Mujeres de la Represa San Cayetano de Matensilla Banda Unida Mujeres unidas de Cabrera Sol Toldeño El Milagro de Coronel Juan Sola Mejorando por el campo La Laguna Lhawo Iwella Coema Cheiru ʺMujeres de Cheiruʺ El Chañar de Coronel Juan Sola San Juan San Luis Club de Madres San Carlos Silicua Club de Madres de Lipeo Mujeres Unidas del Coleto Los Claveles del Abra de Macoyita Las Criollitas Las mujeres Club de Madres Virgen de Lujan de El Arazay Club de Madres de Baritu María la Brillosa Club de Madres Virgen del Lujan El Abra Club de Madres Los Toldos Club de Madres La Frontera Las Rosas de la OCAN Las Amancaycas de la OCAN Santísima Trinidad de la Misión Las Clavelinas de Lizoite Santa Teresita del Rodeo Virgen del Rosario Por una vivienda mejor La Candelaria Mujeres del Milagro La Flor de los Claveles Las Incansables Crecer Mejor Andacollo Árbol verde Frutos del Quinto Cuartel Crecer Guadalupe Manos Doradas Ave Fénix Cooperativa Sol y Frutos Sanjuaninos Unidas para el Progreso La represa Nuevo Milenio Inti Huasi Las Lomitas Santa Cecilia Las norteñas Productoras de Esperanza San Roque Mujeres de los Baldes Pie de la Cuesta Mujeres del Dique 167 Mujeres que trabajan la tierra Santa Fe Mujeres de Ojo de Río La Buena Fe La Esperanza Don Pepe y sus productores Reflejos del Sol Nuestras Raíces Las Emprendedoras Creciendo Juntas Las Comadres Asociación de Feriantes y Artesanas La Providencia Santa Rita Juntas Triunfaremos La Esperanza Club de Madres Grupo de Mujeres de San Vicente Grupo de Mujeres de Colonia Española Club Lucerito Asociación de Mujeres de Jumial Grande Grupo de Mujeres de San José Grupo Mujeres Campesinas OCCAP Costurero de Cáritas Grupo de Mujeres de Colonia Argentina Grupo de Mujeres de Quimilioj Taller de Cáritas Grupo de Mujeres La Costa Teleras de la OCCAP Club Estrellas Juveniles Grupo de Mujeres del Nuevo Simbolar Costurero San Juan El Progreso Tejiendo la Vida Las Arañitas Ashpa Paraiko (Por la Tierra) Sin nombre (Localidad Yanacón) Virgen del Rosario Renacer Sgo del Estero Warmis Sinchis Tucumán As. Civil Grupo de Mujeres El Miskita Sacrificio Los Tunales Ropero Comunitario ʺLa Soledadʺ Kusi Sonko Mujeres de la Chilca La Cascada Maria Auxiliadora Mujeres en Marcha Cuesta la Chilca Pacará San Lucas Las Crespinas Granja Oran Las Bulacio Plumitas San Cayetano de Acheral La Rueca Milagro Sur Sin nombre (Tafi del Valle) Sin nombre (EL Bañado – Tafi Taller la Esperanza del Valle) 168 Unidas para Vivir Adobe Anexo 3 Anexo 3 Conclusiones del Encuentro Nacional de Mujeres Campesinas y Aborígenes “Aquí estamos y queremos ser escuchadas” En la ciudad de Buenos Aires entre los días 15 y 17 de octubre de 2003, se reunieron 400 mujeres provenientes de las 23 provincias del país con el objetivo de intercambiar experiencias y por sobre todo hacer escuchar su voz silenciada, ante los sectores de decisión. “Se busca incorporar la problemática de la mujer rural en la agenda pública, analizando las distintas realidades locales y provinciales, los avances y los obstáculos en el proceso de desarrollo rural. A su vez contribuir a la visibilidad de las mujeres campesinas. En tanto sujetos sociales y políticos activos poseen potencialidades y capacidades para contribuir al diseño y ejecución de políticas dirigidas al sector, desde el marco del desarrollo rural sustentable”. Este encuentro fue organizado por la red Trama, que está conformada por instituciones y personas que acompañan a mujeres campesinas y aborígenes en procesos de desarrollo desde una perspectiva integral. La red está coordinada por el Proyecto Mujer Campesina de la Dirección de Desarrollo Agropecuario de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos de la Nación. Esa coordinación le da un carácter especial por que sí bien se trabaja en forma paralela en varias áreas como en salud, educación, producción, etc., el marco de esas acciones es necesariamente el del Desarrollo Rural. Un desarrollo rural que puede tener muchos calificativos, pero se resume en mejorar la calidad de vida de las personas que viven, trabajan y producen en áreas rurales. Un desarrollo rural para el cual la acción del Estado es ineludible. Un desarrollo que, además de proyectos focalizados, incluya políticas con equidad de género, que abarquen al conjunto de las mujeres y varones que viven en áreas rurales. Este Encuentro surge como resultado y demanda de más de trescientos grupos conformados exclusivamente por mujeres en el campo, que con el apoyo de diversas instituciones y programas gubernamentales y no gubernamentales han promovido su protagonismo y estimulado su organización. Esto significa que las cuatrocientas delegadas presentes en el encuentro representan alrededor de 600.000 mujeres campesinas de la Argentina. 169 Mujeres que trabajan la tierra Para arribar a esta instancia, se han realizado reuniones de los grupos en el espacio local, reuniones zonales, encuentros provinciales y regionales en los cuales las mujeres comenzaron a debatir sobre sus problemáticas específicas, confluyendo en la decisión de concurrir a la Ciudad de Buenos Aires para encontrarse. Un encuentro para intercambiar, debatir y hacerse presentes allí donde se toman las decisiones que definen las políticas públicas de la Nación Argentina. Los temas que se trataron en este Encuentro abarcan los principales problemas del sector: el acceso a la tierra, el acceso a la salud pública de calidad, la educación, medioambiente, producción, trabajo, identidad, vida cotidiana y los derechos de las mujeres. A continuación se presentan las conclusiones de las propuestas trabajadas en los talleres integrados exclusivamente por las mujeres participantes del encuentro. “Lo proponemos desde la dignidad de los derechos y no desde la lástima”. Salud 1. Educación para la salud, teniendo en cuenta la necesidad de la gente con lenguaje sencillo y claro en escuelas, iglesias y comunidades en forma gratuita y continua a través de talleres, charlas y mensajes en los medios de comunicación. 2. Educación sexual para padres, madres, adolescentes y niños en: sexualidad, incesto, abuso sexual, menopausia, enfermedades de transmisión sexual, anticoncepción. 3. Que haya en el campo centros de salud que cuenten con personal suficientemente capacitado durante las 24 horas, medicamentos, antídotos (sueros antiofídicos) equipamientos, alimentos para los internados y acompañantes, medios de traslado y comunicación. 4. Que la atención médica, estudios y análisis de alta complejidad, medicamentos en los hospitales sean gratuitos y se dé prioridad a los campesinos en los turnos. 5. Mejoramiento en caminos, comunicación y transporte. 6. Prevención en droga, alcoholismo y tabaquismo. 7. Que se hagan campañas de prevención sobre Chagas, controles y desinfección de viviendas. 8. Que las mujeres que sufren violencias sean escuchadas. Que se les brinde el apoyo que necesitan por parte del personal especializado en la policía, centros de salud y la justicia. QUE SE HAGA JUSTICIA. 170 Anexo 3 9. Buen trato, con respeto y sin discriminación a las mujeres, en especial en maternidad. 10. Que se elaboren y se hagan cumplir leyes que protejan los recursos naturales (plantas medicinales). 11. Que se aplique el programa de Salud Reproductiva en áreas rurales. 12. Que el gobierno apoye, promocione y defienda la producción y consumo de alimentos orgánicos. 13. Que se haga un verdadero relevamiento de la desnutrición materno – infantil, que se entreguen leche y alimentos en cantidad suficiente y capacitación a las madres y seguimiento a los niños. 14. Plan alimentario para ancianos. 15. Que la Salud no tenga color político. 16. Que haya atención especial a los discapacitados. 17. Que haya atención odontológica y no sea sólo de extracción. 18. Capacitación en primeros auxilios. 19. Reconocimiento y capacitación de parteras tradicionales. 20. Que las familias tengan agua potable. 21. Informar, investigar y capacitar sobre medicina casera. 22. Que el Estado financie los diagnósticos y tratamientos de los casos de intoxicación cuando las grandes empresas fumigan con agrotóxicos. 23. Que las guardias médicas se realicen en el Hospital y no en la casa del médico. 24. Solicitamos una ley en la cual tengamos participación los interesados que garantice: a) que las mujeres pequeñas productoras campesinas y aborígenes tengan una buena salud publica y que tanto el trabajo domestico y del campo sea tomado en cuenta en la obtención de un seguro de vida, jubilación y sepelio. Que se apoye mediante una pensión a discapacitados. Educación 1. Que las instituciones educativas respondan a las demandas de la comunidad (ejemplo: partir de la cultura de cada comunidad, capacitar a los estudiantes para producir en su comunidad y mejorarla). 2. Que los Estados provinciales contemplen los recursos que garanticen la implementación efectiva de la EGB rural. 3. Que se legisle la obligatoriedad del nivel polimodal en todo el país. 4. Que se mejore la calidad de la educación rural (control de gestión de directores, supervisores y de la comunidad). Que el Estado garantice 171 Mujeres que trabajan la tierra la capacitación permanente de los docentes, que los docentes promuevan el uso de los libros y que las bibliotecas estén abiertas a la comunidad). 5. Que se amplíe el programa de becas especiales para zonas rurales, teniendo en cuenta la condición social, el compromiso del alumno y de la institución. 6. Que sean sancionados los docentes que abusan de nuestros hijos/as ya que si son trasladados vuelven a hacer lo mismo. 7. Que haya en la comunidad talleres para las madres dónde se les enseñe educación sexual para que ellas puedan transmitir a sus hijas. 8. Que los talleres de capacitación para la mujer tengan validez. O sea que se los legalice para tener constancia de esa capacitación. 9. La educación es obligatoria, pero que sea gratuita, por que es un derecho. 10. Los oficios, como gastronomía, entre tantos otros, que se dicten en las Universidades y que sean gratuitos. 11. Que en las becas que llegan a los hijos de los productores no se mire tanto el puntaje de los alumnos sino la situación económica (es por que los alumnos tiene mala base desde los primeros pasos de la escuela) 12. Que cuando los alumnos terminen el ciclo primario terminen con un oficio. 13. Que se restablezcan los planes de alfabetización de adultos. 14. Que las becas de estudio no se entreguen con favoritismo político. 15. Que los maestros bilingües no trabajen en negro. 16. Maestros bilingües, que enseñen sobre culturas originarias para que los chicos no se avergüencen. 17. Control de las faltas de los docentes y licencias. Tierra 1. Ley de reforma agraria desde las necesidades y con la participación indígena y campesina. 2. Excención de cargas impositivas y o tasas diferenciadas a los campesinos (precedente jurídico: ley 23312 indígena) 3. Financiamiento flexible y accesible para favorecer la producción para campesinos e indígenas. 4. Reglamentar la extracción de recursos naturales. Participar en políticas públicas que afectan nuestro territorio, generando mecanismos de consultas ante emprendimientos varios (represas, 172 Anexo 3 minas, forestales, etc.). Detener el avance de la siembra de cultivos genéticamente alterados, con el uso de herbicidas que contaminan el suelo, el aire y el agua causando enfermedades y muertes. 5. Política de titulación de tierras, saneamiento de títulos. Frenar la extranjerización de la tierra. Que la distribución de la tierra sea acorde a las posibilidades de cada familia o región, sin favoritismos partidarios. Frenar todo intento de desalojo y atropellos a campesinos y aborígenes, en caso de familias desalojadas que el gobierno se haga cargo de devolverle la tierra. 6. Para los campesinos que no tienen tierra: loteo de tierras fiscales con crédito blando a largo plazo. 7. Que el Estado financie la mensura y otros gastos de titulación. 8. Que haya una ley de alquiler de tierras que contemple costo y duración. 9. Investigar la entrega y venta de títulos de tierra y las condiciones en que se hicieron. 10. Exigirle a las instituciones y programas nacionales y provinciales (INTA; PSA; INAI) que trabajen con los campesinos y comunidades indígenas que se comprometan e involucren de manera directa en la demanda por los derechos a la tierra. 11. Políticas agropecuarias nacionales para mejorar la producción de los pequeños productores y aborígenes, Planes de vivienda rurales, capacitación y difusión sobre el derecho a la tierra y derechos humanos en general (Desarrollo sustentable) 12. Acceso al agua y a las herramientas, reglamentación de los recursos hídricos 13. Continuidad de los programas de apoyo a los pequeños productores. 14. Que las provincias cumplen lo previsto en la constitución nacional y convenios internacionales sobre derechos indígenas (convenio 169 de la OIT, convenio sobre biodiversidad). 15. Mejorar los mecanismos de control que regulan y norman la creación de cooperativas de producción y trabajo. 16. Para las organizaciones: Buscar información en los organismos que corresponda sobre al situación legal de las tierras. Acuerdos comunitarios en la zona avalados por las autoridades para hacer cumplir los accesos al agua y pastoreo. Hacer un documento firmado por las autoridades que reconozca los derechos de los pequeños productores: recuperar, ocupar, producir y resistir para reafirmar nuestro derecho a la tierra. 17. Crear una coordinadora nacional de mujeres campesinas e indígenas. 173 Mujeres que trabajan la tierra Identidad y vida cotidiana 1. Políticas de desarrollo rural claras para las campesinas y con financiamiento. 2. Programas de capacitación para conocer los derechos de las mujeres rurales, que lleguen a los hombres también. 3. Que sigan haciendo los encuentros de mujeres rurales, ya que son nuestros espacios para aprender juntas, no son gastos sino inversiones. 4. Que haya capacitaciones remuneradas para la mujer, a través del salario caído. 5. Planes jefes de hogar que contemple capacitaciones en lo rural para que nos quedemos en el lugar de origen. 6. Que se amplíe el cupo de mujeres dirigentes en los espacios de dirigencia política. 7. Reclamamos una jueza (mujer) defensora de la mujer. 8. Que se trate y se promulgue la ley de salud sexual y reproductiva en todas las provincias. 9. Que exista una ley para que en los hospitales públicos se haga el adn sin cargo para definir la identidad. 10. Respeto a nuestra identidad aborigen. 11. Que se revea la ley federal de educación porque destruye a los niños del campo. 12. Que haya igualdad de oportunidad y calidad educativa para los chicos del campo y de la ciudad. 13. Mas horas de clase bilingüe en idiomas étnicos. 14. Pensión para mujeres rurales (50 años) agilización de jubilaciones y pensiones. 15. Programas de capacitación para personas de la justicia policial y hospitales. 16. Capacitaciones en planificación familiar y salud reproductiva. 17. Necesitamos albergues donde ir a quedarse o a consultar cuando somos violadas, golpeadas y amenazadas por el hombre. 18. Que las autoridades provinciales declaren nuestros productos de interés. 19. Mayor capacitación en temas y problemas que tenemos nosotras como mujeres. 20. Que los medios de comunicación (escritos, orales y televisivos) no agredan a las mujeres y no sean groseros con nosotras. 174 Anexo 3 21. Que dediquen espacios a las mujeres rurales (costumbres, trabajo, producción) y sean un nexo para llegar a otros ámbitos (por ejemplo gobierno). 22. Que desde todos los ámbitos se informe y difunda la historia, las luchas y los derechos de las mujeres, los decretos, leyes, convenciones, tratados, (provinciales, nacionales e internacionales) que nos benefician a todas las mujeres. 23. Que se elaboren y distribuyan cartillas y folletos sobre los derechos de las mujeres que lleguen a nosotras. 24. Viviendas dignas, de acuerdo a las necesidades de nuestra familia, con agua potable, electricidad y servicios públicos (transporte, teléfono, posta sanitaria, escuelas). 25. Atención rápida y eficaz en los casos de violencia doméstica, abuso sexual y violación. 26. Créditos blandos para el agro, por ejemplo valor producto. 27. Control del medio ambiente por parte de los organismos correspondientes: uso de plaguicidas, tendidos eléctricos, contaminación de caudales, etc. 28. Tiempo y espacios de recreación, descanso, comunicación y participación comunitaria. 29. Que una representante campesina elegida por nosotras sea reconocida por cada provincia y la nación y sea escuchada por las autoridades para que pueda informar sobre nuestra realidad, qué está pasando, cómo funcionan las cosas y además verifique que los pedidos se lleven a cabo. 30. Que se promueva la participación de las mujeres campesinas y aborígenes en los espacios comunitarios y públicos, respetando la igualdad de oportunidades para mujeres y varones. 31. Que se apoye, desde las técnicas, a las mujeres rurales y a las mujeres de las zonas marginales de la ciudad. 32. No a la pobreza que produce prostitución y nos lleva a las mujeres a vender a nuestros hijos. 33. Exigir a los empresarios que hacen ropa que fabriquen las vestimentas típicas. Producción, trabajo y medio ambiente 1. Dar continuidad, ampliación y mejoramiento a los programas pero el estado junto con las mujeres campesinas y aborígenes planifiquen 175 Mujeres que trabajan la tierra por ciclos la producción, comercialización, capacitación y asistencia técnica recuperando y revalorizando la cultura. 2. Que el Estado garantice en base a lo estipulado los recursos necesarios (créditos blandos, fondos rotatorios, donaciones o reconocimiento por desastre climático) para llevarlos a la practica. 3. Que haya legislación especial que contemple la producción y comercialización de los pequeños productores y en especial de nosotras, mujeres campesinas y aborígenes. 4. Que se de continuidad a los programas nacionales y provinciales orientados al sector rural y que se enmarquen en una política de desarrollo rural. 5. Que no se cambie dinero por hambre. 6. Que se respete el medio ambiente como lo hacemos los pequeños productores. 7. Que se controle el uso de agroquímicos y agrotóxicos. 8. No a los transgénicos. 9. No a la depredación de los peces y la fauna. 10. No a la construcción de grandes represas. 11. Que desde los organismos públicos se nos informe sobre las gestiones de gobierno (ALCA, Mercosur) y sobre nuestros derechos. 12. Que se generalice que las mujeres rurales que tienen planes puedan cumplirlos en sus propios predios. 13. Que se respeten los precios de los productos de pequeños productores. 14. Que haya exención impositiva para los artesanos pequeños. 176 Anexo 3 177 Mujeres que trabajan la tierra 178 

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