vida cotidiana en ávila durante la época de santa teresa

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vida cotidiana en ávila durante la época de santa teresa
Vida cotidiana en Ávila durante la época de Santa Teresa
Iván García Vázquez
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“Vida cotidiana en
Avila durante la época
de Santa Teresa”
Conferencia pronunciada en noviembre de 2011,
Museo-Casa de Santa Teresa. Ávila
Iván García Vázquez
1
Arqueólogo e Historiador
Arbotante Patrimonio e Innovación SL
[email protected]
RESUMEN
Santa Teresa, la mística por
excelencia, es uno de los personajes
históricos más importantes de Ávila.
Conocer su tiempo, su espacio y sus
costumbres es introducirse en el universo
mental del renacimiento castellano.
Palabras clave: Misicismo, Santa Teresa,
Ávila, Renacimiento, Vida cotidiana
ABSTRACT
Santa Teresa, the mystic par
excellence, is one of the most important
historical figures of Avila. Knowing their
time, their space and their customs is
introduced into the mental universe
Castilian Renaissance.
Key words: Mysticism, Santa Teresa, Avila,
Renaissance, Daily Life.
En el siglo XVI, la ciudad de Ávila
ya había rebosado el cinturón pétreo que la
encorsetaba durante la Edad Media.
Prácticamente la estructura bajomedieval
era la que se conservaba encerrada y
protegida por un cinturón defensivo de
2500 metros de almenas, con 3 m de
grosor, de 14 a 20 metros de altura, 88
2
torreones, 6 puertas y 3 portillos . La
muralla databa de tiempos de Alfonso VI,
cuando ya en el año 1090 encarga a
Raimundo de Borgoña, la repoblación de la
ciudad, finalizando su conclusión en el siglo
XII.
Es Ávila en aquellos años del
Renacimiento una ciudad pequeña, pero
bulliciosa y muy activa, aunque bien es
cierto, que este efímero bullicio anunciaba
el declive de los siguientes años. Contaba
entonces unos 13.000 habitantes, siendo
casi 3.000 de ellos (un 20 %), moriscos y
mudéjares.
La
construcción
de
grandes
inmuebles señoriales como la Mansión de
los Velada, la Mansión de los Águila, el
Palacio de Benavides, el Convento de las
Gordillas, la Iglesia de san Juan, la
Mansión de los Superunda, el Palacio de
los Almarza o el convento de San Antonio,
marca el ritmo diario de la urbe. Mercados,
tabernas, bullicio cotidiano que parece
envolvernos con la ayuda de nuestra
imaginación en un viaje por el tiempo. Más,
¿cómo vivían los abulenses coetáneos de
Santa Teresa? ¿Qué comían? ¿Cómo
vestían? ¿Qué pensaban? ¿Cómo se
relacionaban?
Durante los próximos minutos
realizaré un breve recorrido, unas
pinceladas, sobre diversos aspectos del
quehacer diario de los moradores de la
ciudad de Ávila y sus costumbres.
1.1.- Los barrios
1 La ciudad y Tierra de Ávila
1
http://www.linkedin.com/pub/iv%C3%A1ngarc%C3%ADa-v%C3%A1zquez/49/818/221
3
2
Gutiérrez Robledo, J. L. Las murallas de
Ávila, arquitectura e Historia. Avila,
Diputación Provincial, 2009.
3
Tapia Sánchez, serafín. “Estructura
ocupacional de Ávila en el siglo XVI”, en El
1
Vida cotidiana en Ávila durante la época de Santa Teresa
Las cuadrillas o barrios de la
ciudad estaban organizadas, en cierta
manera,
según
su
especialización
artesanal, aprovechando en ocasiones su
ubicación con respecto a algunas fuentes
de aprovechamiento.
La cuadrilla de San Martín, ya en
el siglo XIV, agrupaba a un número
importante de canteros, tejedores y
4
hortelanos .
San Esteban era el barrio
típicamente industrial, y en él se
concentraban las artesanías del cuero y
del textil. El motivo está sin duda en la
cercanía con el punto en que el río Adaja
se estrecha, facilitando la instalación de
batanes, lavaderos de lana, tenerías, etc.
industrias que necesitaban de una
provisión de agua corriente para eliminar
los malos olores que generaban tanto el
lavado como el tintado de pieles y telas.
San Nicolás, al sur y mirando al
río, participa de parecidas circunstancias,
por lo que es el segundo en población
industrial y sobre todo en el trabajo
manufacturero textil. Sin embargo, lo que
más le caracteriza es la dedicación
agrícola por su carácter de arrabal volcado
al valle de Amblés y por ser el barrio al que
más afluye la población que desde el
campo viene a la ciudad, por ello también
tiene la mayor cantidad de población no
activa; en esto se asemeja al arrabal del
norte, San Andrés.
San
Juan
es
la
cuadrilla
aristocrática por excelencia: allí vivía, en
1566, el 35,1 % de los hidalgos de Ávila
(119 de 339) y sólo el 16,5 % de los
pecheros. Situada intramuros, como San
Esteban, en el corazón de la ciudad y en su
parte alta, no registra ningún trabajador del
sector primario y en cambio casi todos los
burócratas y trece de los dieciséis
mercaderes viven aquí. De las 80
personas que más pagaron en el impuesto
del Servicio Real de 1571, 32 pertenecían a
esta
cuadrilla.
Aunque
el
sector
manufacturero estaba bien representado,
llama la atención que sólo 8 artesanos se
dedicasen al trabajo propiamente textil y
pasado Histórico de Castilla y León, vol. II.
Edad Moderna. Burgos, Junta de Castilla y
León, 1983. pp. 201-223.
4
Martinez Serna, p. 86.
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en cambio 50 lo hagan a la confección, en
idéntica proporción pero a la inversa de lo
que sucedía en San Esteban.
La cuadrilla de San Pedro participa
de alguna de las características de San
Juan a causa de su situación más o menos
céntrica; aunque también aquí viven
muchos hidalgos (101, el 29,7%), lo que la
distingue es la cantidad de clérigos: 67 de
un total de 157 (el 42,6%). En conjunto,
entre San Juan y San Pedro acogen el 64,1
% de los exentos y sólo el 33,7% de los
pecheros (siempre referido a 1566). Desde
el punto de vista laboral, en San Pedro
vivía el mayor número de sastres (seguido
a corta distancia por San Juan): la mayor
capacidad adquisitiva de los vecinos de
estos barrios sería su fundamento, lo
mismo que el que también se asentaran
aquí la mayor cantidad de criados.
San Andrés y la Trinidad eran,
junto con San Nicolás, los arrabales. San
Andrés, al norte, era el barrio más pobre:
sólo aportó en 1571 el 6,3% del impuesto
repartido cuando su población pechera era
el 15,9%. Aquí vivían casi todos los
molineros, alrededor de la presa del río
Adaja y gran parte de los acarreadores y
algunos hortelanos.
Al sur, la Trinidad, donde en el
tercer tercio del siglo se asentarán
moriscos granadinos y mudéjares, era un
arrabal que como los demás recibirá gran
parte de la población que afluye a la ciudad
en los momentos de auge y que, por otra
parte, se despoblará en mayor proporción
que el centro a lo largo del siglo XVII (así,
en 1571 posee el 18,9% de la población
pechera y en 1627 el 10 %). Aparte de la
dedicación agrícola a que nos hemos
referido y que compartía con San Nicolás,
tiene una cierta especialización por las
artes metálicas, en especial la calderería:
hay indicios de que este oficio era casi
monopolizado por los moriscos antiguos o
convertidos, algo parecido a lo que sucede
con los arrieros y los moriscos granadinos
que también se asientan mayoritariamente
en esta cuadrilla.
Socialmente, el barrio de las Vacas
junto con los de Santiago y San Nicolás
fueron los lugares receptores de la
población musulmana tras la reconquista,
a los que se sumaron hacia 1570, 218
familias de moriscos expulsadas de
Granada y 189 de mudéjares, llegando a
2
Vida cotidiana en Ávila durante la época de Santa Teresa
alcanzar la mitad de la población de estos
barrios. Era un grupo económicamente
pudiente, en tanto que el resto de los
habitantes de esos barrios eran labradores
de pocos recursos.
El arrabal judío se encontraba en
la mitad occidental del recinto amurallado,
donde años después se fundaría el
Hospital de Santa Escolástica.
La zona del Grande quedó
caracterizada, en el siglo XVI, por la
profusión de tabernas. En aquellos años
existían numerosas tascas y bodeguillas en
la ciudad, y conllevaban una serie de
desórdenes públicos. Para solventar este
problema de orden social, el Concejo
ordenó suprimir la mitad, quedando aún
media docena de ellas en esta populosa
plaza.
1.2.- Las calles
Las calles de la ciudad están
adaptadas a la topografía de una plaza
fuerte asentada sobre un risco de 1.130 m
de altitud, que convierte a Ávila en la
capital española situada a mayor altitud. La
estructura
urbana
es
desordenada,
siguiendo el modelo medieval. Sus calles
son estrechas, para evitar el predominio de
los vientos fríos en invierno, y acogiéndose
a la sombra que proyectan sus fachadas en
verano.
Los soportales, que abundan en el
Chico y en el Grande, tienen su origen en
las juderías medievales, asegurando el
comercio en días inclementes.
Las calles no se encuentran
empedradas. Abunda el barro en las plazas
y esquinas durante el invierno, y el polvo en
los cálidos días de verano. Las plazas son
lugares idóneos para hacer corrillos.
Soldados, algunos estudiantes de teología,
médicos y barberos, artesanos, pícaros,
comerciantes, monjas y frailes… todo un
variopinto retablo de tipos que poblaban
aquellas calles animosas.
La limpieza de las calles no era
muy efectiva. Como anécdota, señala
5
Mariano Serna que la cruz de la Puerta del
Mariscal fue instalada en el siglo XVI: “con
la intención de disuadir a los abulenses de
que no depositaran basuras junto a la
Iván García Vázquez
puerta –cosa que por cierto también ocurría
en otros accesos a la ciudad. Las cruces,
que en principio produjeron el resultado
esperado no solucionaron definitivamente
el problema pues con el paso del tiempo,
superado sus escrúpulos, los abulenses
volvieron a las andadas y así a finales del
XIX, esta puerta y su vecina la del Carmen
y de San Vicente eran, al parecer,
auténticos muladares”.
La calle está animada desde
primera hora del día “Amanecerá dios y
medraremos”. La jornada del español de la
época arrancaba con el día y se perdía con
la noche.
En algunas plazas se disponían
fuentes para el abastecimiento de aguas.
Hay constancia de que en 1539 se instaló
una en la plaza del Chico cuyas aguas, al
igual que las del resto de fuentes de la
ciudad, procedían de las Hervencias. Las
atarjeas estaban realizadas con piedra y
ladrillo, realizando un viaje por el
acueducto de las Gordillas, de 325 m y
25 arcos. Este agua abasteció a la ciudad
de Ávila hasta 1929, cuando comenzó el
suministro desde el embalse de Becerril.
Otra concurrida fuente pública se ubicaba
en el actual palacio de los Sofraga, antaño
plaza pública, y que hoy puede verse junto
a la Puerta de San Vicente de la muralla.
Existen algunos lugares de
abastecimiento de productos: la casa de
las carnicerías, el matadero, y los
mercados del Grande y del Chico. En este
último existieron hasta 1509, unas casas
destinadas a censos y carnicerías, que
fueron adquiridas por el consistorio para
edificar el edificio del ayuntamiento.
La Casa de las Carnicerías había
sido
concebida
inicialmente
como
alhóndiga para el vino, pero fue finalmente
destinada a casa de las carnicerías en
1591, bajo mandato del rey Felipe II.
En aquella época no existía una
consolidada red de distribución de
alimentos. La alhóndiga suponía un punto
de almacenamiento y distribución de trigo,
harinas y otros granos. Existió otra
alhóndiga entre la Catedral y el Chico, en la
actual calle conde de Villespin, donde se
ubican actualmente el juzgado, hacia 1532.
1.3.- Algunos espacios públicos
5
Op. cit. p. 236.
3
Vida cotidiana en Ávila durante la época de Santa Teresa
Plaza del Mercado.
La plaza del Grande tiene un
origen medieval, y ya desde el año 1100
era un escenario importantísimo en Ávila.
La plaza del conde don Ramón, como se la
conocía en la Edad Media, era un lugar
multifuncional donde se manifestaban
públicamente los diferentes poderes en
busca de un cierto equilibrio.
En lo económico, era un centro
económico de primer orden, lugar de
celebración del mercado ya desde el año
1093, cuando se decretó la celebración de
dos días de mercado semanales, siendo el
emplazamiento alternativo la plaza del
6
Chico .
En lo político, era el púlpito desde
el que se promulgaban leyes, se realizaban
ejecuciones o se llevaban a cabo protestas,
siendo la más celebre la farsa de Ávila de
1465 en la que se depuso en efigie al rey.
En 1475 se hizo entrega de las
llaves de la ciudad a los Reyes Católicos,
haciéndoles petición de que fuesen
respetados los Fueros de Ávila.
En 1534 se recibió al emperador
Carlos V, y su hijo fue presentado al pueblo
de Ávila en 1531, cuando el príncipe tan
sólo contaba con 4 años de edad.
En lo social, era el lugar de la
fiesta, de los torneos y de los juegos de
picas y mascaradas, como se verá más
adelante.
Brasero de la Dehesa
El brasero de la Dehesa estaba
situado cerca del puente de Santi Spiritus.
7
Según Martín Carramolino se trataba de
un teatro de mampostería relleno de tierra,
que fue finalmente demolido en 1820.
Aquel fue el escenario para ajusticiar reos
por parte del Santo Oficio, si bien la
mayoría de las veces se trataba de quema
de efigies. Excepción es el caso de los
hebreos nigromantes que asesinaron al
Santo Niño de la Guardia a fines del XV, y
6
Ariz, L. Historia de las Grandezas de Ávila.
Alcalá de Henares, 1608. Reed. Maxtor 2002. p.
160.
7
Martín Carramolino, J. Historia de Avila, su
provincia y su obispado. Madrid, 1872.
Iván García Vázquez
que fue un caso que conmocionó a la
opinión pública.
1.4.- La vivienda
La vivienda urbanita abulense de
aquella época estaba organizada en
bloques, de los cuales aun perduran
algunos buenos ejemplos en las calles del
centro y en casas molineras extramuros.
La nueva vivienda de época
moderna incorpora mejoras con respecto a
sus precedentes medievales. La mayor
solidez de sus muros permite abrir vanos al
exterior, desapareciendo su sentido osco y
cerrado, y también favorece la ampliación
de alturas, especialmente entre las clases
pudientes.
Las fachadas tienen su base de
piedra e incorporan las puertas enteras, en
lugar de las “tronçadas” o vallipuertas
propias de zonas rurales.
El interior de las viviendas de la
ciudad es parecido. Se trata de espacios
de grandes alturas interiores. Los suelos
son de madera, o baldosa castellana entre
las mejores, y las puertas sólidas. Se
suelen calentar con chimeneas cada dos o
tres habitaciones, sin ser estas efectivas
para calentar el resto de la casa, por lo que
se recurre a los braseros que tantos
incendios provocaban.
Existen habitaciones más grandes
para diferentes usos, que coexisten con
pequeñas alcobas cuya función es
únicamente la de dormir, y por ende
albergan una cama. Las casas carecían de
baño, ya que se empleaban bacines
cerámicos que se vertían a las calles,
haciendo famosa la frase “agua va”, hasta
que en el siglo XVIII comienzan a
perforarse pozos negros en los huertos y
traseras de las casas para vaciar estas
aguas sucias. La cocina era la estancia
más señalada, ya que en invierno era el
habitáculo más calido. Era el centro de la
vida doméstica. Allí se preparaba la
comida, se charlaba, se maceraban
alimentos, se calentaban…
Las cocinas eran el centro de
reunión y su ubicación era un evidente
indicador sociológico. Mientras en los
barrios burgueses se ubicaban en la planta
baja, en las zonas nobiliarias se ubicaba en
el primer piso. La calefacción se mejoró
4
Vida cotidiana en Ávila durante la época de Santa Teresa
bastante con el uso de braseros donde se
quemaba huesos de aceituna. Búcaros,
cántaros, escudillas, jarros y platos eran la
alcallería más empleada, generalmente de
barro vidriado y mica.
La vivienda modesta suele tener
una única estancia común, a modo de
choza o cabaña, estando separado el uso
interior por cortinas o un tabique de adobe.
El suelo es de tierra batida y los tejados
suelen ser de paja, siendo pocas las que
pueden permitirse el lujo de la teja,
destinada a las obras de la ciudad.
La iluminación artificial resulta
escasa, debido a su elevado precio. Velas,
candiles, hachas y hachones… La cera de
abeja es un lujo prácticamente reservado a
la corte, a la nobleza y a la Iglesia.
Normalmente en las casas pobres existían
fogones sobre patas de barro sobre el que
se cocinaba, y braseros. Estaba muy
extendido el uso de calientacamas, que ha
perdurado hasta hace pocas décadas: un
brasero con mango realizado en cobre para
calentar las sábanas.
La mayoría de las viviendas eran
propiedad de la gente que las habitaba
aunque también existían alquileres que se
firmaban habitualmente en el día de San
Juan. Las casas dependían de la zona
donde se ubicaban, siendo lo habitual las
unifamiliares de dos o tres plantas. La casa
común tenía una entrada que daba acceso
a un patio central donde en la planta baja
se disponen las estancias más utilizadas cocinas, salones, almacenes-mientras que
en las plantas superiores estaban las
habitaciones. También existían casas de
vecindad, muy parecidas a las actuales
"corralas" que estaban constituidas por un
gran patio central en cuyo derredor se
situaban las viviendas que solían tener dos
piezas: una sala y una alcoba.
Los nobles habitan en amplios
caserones cuyo exterior es de aspecto
sobrio, apareciendo siempre en la fachada
el escudo familiar tallado en piedra. Las
ventanas abiertas al primer piso están
cubiertas con celosías. En su interior se
encuentran tres espacios a los que se
accede en función de la familiaridad
respecto a los inquilinos: el de respeto
(habitación
introductoria
ricamente
decorada), el de cumplimiento, (a donde
acceden las visitas, dividiéndose los
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espacios por sexos) y el de cariño (zonas
íntimas del hogar como los dormitorios).
1.5.- El ajuar doméstico
Las casas burguesas estaban
pobremente dotadas. Quizá las de las
ciudades eran algo más ricas. En los
suelos, esteras y alfombras para aislar del
frío. Los pobres, en las alcobas, jergones
de paja o papel, y en las casas ricas,
colchones de lana mullidos, forrados con
sábanas, mantas y colchas. Una cama,
alguna alacena, y un arcón donde guardar
el poco ajuar doméstico existente. En la
cocina, un cobertor, que es un banco a la
manera de escaño que se usaban para
calentarse o sentarse junto a la lumbre.
Tiene acolchado el asiento y el respaldo
para mayor comodidad y con dos
almohadas para reclinar la cabeza, la
trébede para arrimar los alimentos a la
lumbre.
Escobas, trapos, y entre los
cacharros de la cocina, un utillaje algo
más elaborado: ollas y pucheros de barro
micáceo para la cocción, alguna sartén de
hojalata, la vajilla de cerámica vidriada, y
algunas botellas y garrafas de vidrio para el
vino. Búcaros, cántaros y jarros, para el
agua, escudillas para servir los alimentos…
Cuchillos, cucharones y algún cazo sopero
hacían de ajuar de la cocina de una casa
burguesa de la ciudad.
Las casas molineras más pobres,
cercanas al río apenas si tendrían un par
de pucheros y dos cucharas de palo, nada
que ver con las ricas vajillas de la nobleza:
cerámicas
vidriadas
de
Talavera,
cuberterías de plata, vidrio tallado,
manteles de hilo blanco...
El mobiliario y el ajuar estarían en
consonancia con el nivel económico y
social de los habitantes aunque los
muebles no eran muy abundantes. Una
mesa, (normalmente unos caballetes con
tabla que se montaba antes de comer,
acuñándose la frase “poner la mesa”) y
algunos
bancos
eran
las
piezas
fundamentales.
Las
sillas
apenas
aparecían en las casas modestas, ya que
lo habitual era sentarse sobre el suelo o en
taburetes, aunque sí en las pudientes,
siendo de madera, cuero o cáñamo. Las
damas se sentaban en cojines sobre
alfombras en un espacio reservado
5
Vida cotidiana en Ávila durante la época de Santa Teresa
denominado
tarima.
estrado,
una
especie
Iván García Vázquez
de
Las camas podían ser de madera
pero eran casi un escaso lujo por lo que lo
normal era dormir sobre jergones de paja
tendidos en el suelo. Las camas ricas
solían sobreponer colchones de lana, y
muchas de ellas tenían dosel para aislar
del frío. No había armarios entre los
humildes, por lo que las ropas y utensilios
se dejaban en estantes, arcones o cestos
de mimbre.
2 La comida
2.1.- Hábitos gastronómicos
En España siempre se ha tenido
una cultura gastronómica muy particular,
que hunde sus raíces en el pasado. Pese a
la profusión de manuales gastronómicos en
el siglo XVI y XVII, destinados a las clases
pudientes, lo cierto es que el español era
bastante sobrio en sus hábitos diarios,
aunque espléndido en las fiestas. Los
pobres hacían normalmente una comida
fuerte al día, obviando el desayuno y en
ocasiones lograban engañar el estómago
con algún mendrugo duro mojado
normalmente agua.
El triángulo alimenticio estaba
formado por vino-pan-carne, estando muy
desequilibrado en este último lado del
triángulo, pues la carne era escasa y de
mala calidad.
Al contrario que hoy en día, el pan
era el alimento principal, hoy solo es un
complemento. Los adinerados comían pan
de trigo de manera escasa, pues si lo
empleaban como acompañamiento, en
tanto que los depauperados comían pan
integral con salvado, de mala molienda, y
de mezcla de cereales, generalmente
centeno. Era el pan negro, aunque su alto
contenido en harina y el bajo en levadura
permitían que se conservara durante
muchos días.
El gusto de la época se inclinaba
por
los
sabores
fuertes,
siendo
aderezados con pimienta, canelas, y nuez
moscada, que suponían un lucrativo
negocio para los mercaderes que las traías
de oriente por las rutas de las especias.
Estos condimentos ocultaban el mal sabor
de muchas carnes, y permitían su
conservación.
Otros
sistemas
de
conservación eran la salazón, el adobo, la
salmuera, el secado y el ahumado.
Aquellos que no disponían de
especias, recurrían a las tradicionales
hierbas aromáticas de la zona: perejil,
tomillo, albahaca, menta, hierbabuena,
romero, espliego, comino
o anís, y
orégano, introducido a mediados del siglo
XVI desde oriente medio.
Los alimentos se freían en
manteca de cerdo u otras grasas animales,
pues el aceite de oliva sólo era empleado
en Cuaresma, aunque era muy usado por
los moriscos y los mudéjares. De hecho la
palabra almazara viene del árabe.
La
comida
cotidiana
era
modesta. Se hacía normalmente una
comida fuerte a medio día, uno o dos platos
de carne para los pudientes, que podían
ser sustituidos por huevos o pescado frito
en aceite de oliva en Cuaresma. Se
acompañaba de queso, olivas y cebolla.
Los menos acomodados comían
bacalao salado, olla podrida, que era un
cocido a base de cerdo, y la comida blanca,
un picadillo de ave cocido en una salsa de
leche, azúcar y harina de arroz. Entre los
postres destacaban las frutas como uvas y
pasas de Cebreros, y naranjas, yemas y
pasteles de almendras, aunque no estaban
al alcance de todos.
La bebida solía consistir en agua o
vino, y gozaron de muchísima fama las
bebidas frías. Agua de naranja, fresa y
horchata, aguas de cebada, limón y canela
y alojas, un hidromiel que se vendía en
todas las esquinas de la ciudad. El vino era
joven, generalmente de mala calidad, y
estaba muy aguado, especialmente en
tabernas, ventas y posadas.
El hielo tiene tanta aceptación que
a finales de siglo todo o casi todo se
consume helado, incluso el caldo. La nieve
se fabricaba en las montañas y se
acarreaba hasta las ciudades a lomos de
caballería,
guardándose
para
su
conservación en pozos de nieve.
Sin embargo, la bebida española
por excelencia fue, a partir de su llegada de
tierras americanas, el chocolate, que se
consumía espeso y acompañado de tortas
o bizcochos.
6
Vida cotidiana en Ávila durante la época de Santa Teresa
Iván García Vázquez
Los conventos daban la sopa
boba, un plato caliente al día que se
repartía
gratuitamente
a
soldados,
mendigos, sobranceros y gentes de clase
baja que hacían cola en el convento.
2.2.- El buen yantar
En 1607, Domingo Hernández de
Maceras, cocinero en el Colegio Mayor
Oviedo de Salamanca, dedicaba un libro al
Arte de Cozina. En este volumen, se
muestran
diferentes
propuestas
de
temporada
muy
escuetas,
pero
interesantes y sin duda destinadas a
familias con posibilidades económicas:
El verano han de comer por ante,
guindas, y limas dulces, naranjas
dulces, natillas, endrinas, ciruelas
de monje, melones y brevas, higos,
uvas moscateles.
El invierno, mantequillas de Baeza
frescas,
jeringadas,
orejones,
passas y almendras, escarolas
crudas, y cozidas con azeyte y
vinagre, y açucar y çahanorias
cozidas con azeyte y vinagre, y
azçucar, y pimienta y açucar,
también se dan assadas en una
olla nueva, has de limpiarlas, y
meterlas en la olla, y ponerle un
plato en la boca y ponerla boca
abaxo, en medio de la lumbre, y
cercarla toda al derredor de brasas,
y este por espacio de dos horas, y
no le falte nunca la lumbre,
después saquelas y limpieles lo
quemado, y hazlas después
pedazos y echales azeyte y vinagre
y pimienta, y esta es buena
ensalada y caliente.
El viajero francés Bartolomé Joly
relató con cierta sorpresa la manera que
los burgueses españoles de la época
tenían de comer:
“Los españoles son personas de
sumo gusto y de gran apetito, no
acostumbrando a lavarse las
manos antes de comer, pensando
que las tienen limpias y sentándose
a la mesa antes de que se haya
servido plato alguno.”
Le
entrantes:
llamaron
la
atención
los
“Enseguida vienen las frutas, que
comen al contrario que nosotros, lo
primero, naranjas enteras y en
rodajas azucaradas, ensaladas,
uvas verdes, melones de invierno
que llaman invernizos, guardados
durante todo el año en calabazas.”
Continúa Joly describiendo el ritual
de la mesa de una familia burguesa:
“Colocados
los
platos,
el
maestresala se pone en el extremo
de la mesa, descubierta la cabeza
y su capa al hombro y una
servilleta al brazo. A un lado tiene
una gran pila de platos y a otro un
cuchillo y un tenedor, con los que
hace las partes, tomando un poco
de cada vianda, que pone sobre un
plato delante del más calificado,
sirviendo así a tres o cuatro más
próximos a él; algún otro, de los
más diestros, hace semejantes
particiones con los restantes de la
mesa, de manera que no quede
nada en los platos, que son
alzados poco después, y otros les
suceden.
Las viandas más grandes, como
gallinas
de
indias,
conejos,
capones y pollos, no se sirven
nunca enteros, sino puestos en
trozos desde la cocina, de tal modo
que, viniendo una gran fuente o
dos gallinas de la india, el
maestresala hace el plato, cortando
aquellos grandes trozos en más
menudos para dar dos o tres
pedazos con salsa a cada uno.
Retirado esto y cambiando los
platos, vienen los conejos, con los
que se hace lo mismo, pollos y
gallinas aderezadas con ajo y
pechugas de pichón. Entre todo
esto se sirve a cada uno la
escudilla de leche y azúcar
amarillo, sin pan y muy abundante
en especies, leche de almendras
con azúcar al cual sucede cierto
manjar blanco muy bueno de
comer, y siempre a cada uno en su
platillo; también arroz espolvoreado
con azúcar y canela, mezclados,
que llaman polvo del duque.
Vienen después las perdices bien
cortadas, salpimentadas por alas y
7
Vida cotidiana en Ávila durante la época de Santa Teresa
patas, pero todavía conservando
su forma, todo ello asado y sin
mechar; por fin las olivas y lo
último, el caldo.”
Sobre
los
postres,
Domingo
Hernández vuelve a ilustrarnos:
En tiempo de cuaresma se come por
postres muesas y perosagrios, y
aceitunas cordovesas, y queso, y
nuezes y higos. De verano, cerezas y
peras y melocotones, y alberchigas
albaricoques, y cermeños.
Existe una leyenda sobre el origen
de las yemas de Santa Teresa. Según una
de estas teorías, las yemas son un
producto de origen monacal elaborado por
monjas antes de la Reforma Carmelitana,
lo que nos situaría en el siglo XVI, que
adquiere popularidad durante la vida de
Santa Teresa de Jesús. Posteriormente la
fórmula se consolidó en las pastelerías de
la ciudad de Ávila y de forma tradicional,
artesana y secreta, se fue transmitiendo de
padres a hijos.
Esta teoría se contrapone a otra
teoría, esta suficientemente contrastada
según la cual, hace 130 años, Don Isabelo
Sánchez, dueño de una de las pastelerías
abulenses que aún existe, y que
corresponden a las hoy denominadas
Yemas
de
Santa
Teresa,
cuya
denominación es comercial, sin que tenga
que ve con el origen de tan sabroso postre.
3 Sanidad e Higiene
3.1.- El aseo personal
La higiene personal era muy
limitada en esta época, y como todo estaba
ligada a la posición social. Normalmente, la
gente humilde se lavaba la cara y las
manos, bañándose de cuerpo entero en
pocas ocasiones. Lo normal era bañarse en
el corral con sacudidas de agua, o bajar al
río. La nobleza optaba por sumergirse en
tinajas recubiertas por una sábana, dentro
de alguna estancia.
El hábito de lavarse las manos
antes y después de comer era considerado
como una norma de urbanidad, aunque no
todos los nobles lo hacían, ya que se
consideraba perjudicial el lavado en
exceso.
Iván García Vázquez
Hombres y mujeres de posición
cuidaban su imagen, especialmente las
mujeres.
Empleaban
afeites
para
blanquear el rostro, dar color a los labios,
oscurecer las líneas de los ojos y enrubiar
los cabellos, muy al uso del ideal de belleza
imperante en el siglo XVI.
3.2.- La ciencia médica
La ciencia médica experimentó un
auge en los siglos XVI y XVII. Durante la
Edad Media el sistema médico era el
heredado de la antigüedad clásica y del
galenismo. Fruto por un lado del afán de
saber del renacimiento, y por otro de la
aparición de nuevas enfermedades como la
sífilis, y el descubrimiento de nuevos
fármacos procedentes de América, lo cierto
es que el mundo sanitario fue uno de los
más prolíficos y desarrollados durante
aquellas décadas.
En 1500 los Reyes Católicos
regularon la concesión de autorizaciones
para que ejercieran cirujanos, barberos y
sangradores, pues hasta 1594 no se
fundan las cátedras de cirugía de
Valladolid, Salamanca y Alcalá de Henares,
y después los tribunales del protomedicato.
Durante estos años del XVI, esta
labor
era
realizada
por
cirujanos
“romancistas”, que eran los sanitarios que
habían aprendido no en latín sino en
castellano, empiristas como los litotomistas,
que se dedicaban a sacar cálculos y
piedras del riñón, y los barberos-cirujanos,
que se dedicaban a sangrías y otras
intervenciones menores. Uno de los más
afamados de Ávila fue Antonio Ramiro,
barbero-cirujano de Arévalo.
3.3.- Los útiles del cirujano
Entre los instrumentos ferrales
destacan cuchillos y navajas, diversos tipos
de tijeras, agujas de suturar, lancetas de
sangrado, trépanos, badáis, espéculos,
propulsorios, algalias, doctores, sondas,
embudos…
Entre los medicamentos destacan
los ungüentos (el rubio, el blanco, de minio,
de plomo, aúreo, apostolorum… y como
corrosivos el auri pigmenti, chalcitidos,
alumis roche, acérrimo acetato y polvo
litargirio, a los que se suman los diversos
purgantes.
8
Vida cotidiana en Ávila durante la época de Santa Teresa
Entre los anestésicos destacan el
zumo de beleño, de cicuta y la mandrágora,
además de las cocciones de adormidera.
Para contrarrestar sus efectos se empleaba
la ruda y el hinojo.
Entre las sustancias de uso tópico,
el aceite rosado, el violado, la canela, los
defensivos de Juan Vigo y el de vinagre,
bol arménico y el aceite de Aparicio. En
otro grupo estarían las cataplasmas.
3.4.- Especialistas
Entre los especialistas que hemos
encontrado
se
pueden
citar
los
algebristas, que hacían la función de
traumatólogos, y se encargaban de
recomponer las fracturas y dislocaciones o
“arreglar desconciertos de las coyunturas”.
La oftalmología se desarrollo
mucho con la extensión de los antojos,
localizándose en este siglo el proceso de
cataratas en el cristalino y su curación
mediante intervención. Estos empíricos
eran conocidos como “batidores de
cataratas”.
Los sacamuelas se dedicaron
tanto a la extracción como al cuidado y
limpieza de las piezas, y bien se
establecían en villas grandes, como
Arévalo, o se desplazaban de manera
itinerante por los pueblos de la tierra de
Ávila.
Finalmente debe señalarse el papel
de parteras, madrinas y comadronas,
que siendo igualmente empíricas, pues
transmitían el saber de generación en
generación, se encargaban de la mayor
parte del proceso prenatal, natal y
perinatal. Sobre esto nos ocuparemos mas
detalladamente en el apartado dedicado al
ciclo de la vida.
3.5.- Epidemias
Las epidemias de gripe u otros
males azotaron Ávila en aquellos años,
aunque sin duda las más catastróficas
fueron las pestes de 1507, 1518-1519,
1524, 1564-1565, 1580-1582 “el catarrillo” y
8
1597-1599 . La peste se produce cuando
una rata enferma, portadora del bacilo,
puede infectar a la pulga que se alimenta
8
Gutiérrez Robledo, p. 122.
Iván García Vázquez
de su sangre que, en determinadas
condiciones, transmite la enfermedad a los
seres humanos. La rapidez del contagio es
debida al hacinamiento entre humanos y
animales, y por el escaso nivel de higiene.
Entre los variados sistemas de
defensa con que las poblaciones de
antaño intentaban aislarse de la acción de
las epidemias en general, figura como una
de las más importantes el aislamiento de
ciudades y pueblos frente a aquellas otras
localidades que iban siendo afectadas por
ellas. Para ello, desde la Peste Negra del
siglo XIV, y, sobre todo, desde fines del
siglo XV y comienzos del XVI, se recurre a
9
la instauración del sistema de guardas de
peste, que procuran impedir la penetración
en el núcleo urbano, o en su jurisdicción si
se trata de sistemas más perfeccionados,
de toda persona o mercancía que proceda
de los lugares afectados por el contagio.
Para el uso de las autoridades, funcionarios
o simples ciudadanos encargados del
servicio de dichas guardas se elaboraban
carteles o "tablas" en los cuales se
anotaban todos aquellos lugares afectados
por la epidemia de los que se tenía noticia.
Tampoco eran infrecuentes los
veranos podridos, años de continua
pluviosidad en los que la tierra encharcada
apenas produce, lo que conlleva una
escasez de cereal y harina y un
debilitamiento general que favorece la
aparición de anemias y enfermedades.
4 El vestido
Decía Gregorio Marañón que “el
pan y el vestido son dos necesidades
10
mínimas e igualmente perentorias” .
Ávila producía estameñas, jergas
y sayales, aunque su mercado siempre fue
local. Entre las telas más usadas, la estofa,
de seda o lana con figuras, la felpa,
también de seda y el fieltro. La estameña
era un tejido de lana sencillo y ordinario,
asargada y de color negro o pardo, y la
9
Rueda Fernández, José Carlos. “Aportación al
estudio de la extensión geográfica de la
epidemia de peste de los años 1596-1602: Un
documento inédito del Archivo Municipal de
Zamora”, en Studia Historica. Historia
Moderna, Vol. 1. Salamanca, 1983, p. 97.
10
Marañón, Gregorio. Vida e Historia. Madrid,
Espasa-Calpe, 1968. p. 125.
9
Vida cotidiana en Ávila durante la época de Santa Teresa
franela era más fina. Con algodón, más
tardíamente, se hacía el terliz y las
muselinas. Entre las ricas telas, tafetanes,
sedas, terciopelos, lanas escarlatas. Para
los pobres, cáñamo y lino, que se cortaban
en randal, retales, paños, jergas, lienzos.
11
Los
colores
eran
crudos,
marrones, pardos y negros, aunque entre la
clases pudientes pronto se pusieron de
moda los llamativos colores traídos de
Oriente y América, que eran fijados a la
ropa a modo de tintes. Estos podían ser de
origen vegetal (plantas y líquenes) o animal
(insectos y crustáceos).
De oriente se trajo la cúrcuma,
originaria de la Isla de Java, y de ella se
obtenía el amarillo. La cochinilla es un
pequeño insecto que vive toda su vida
pegada al nopal alimentándose de él y
produciendo el ácido carmínico que es la
base
del
tinte.
Este
tinte
es
extremadamente reactivo al ph y es de esta
manera que se pueden obtener tonalidades
rosas, fucsias y morados. Su éxito radicó
en que superaba el brillo y durabilidad de
los tintes rojos anteriormente utilizados: el
quermes (o grana de los tintoreros) y la
granza, en la Península Ibérica, y que de la
aplicación de sales de estaño se obtenía un
color inédito: el rojo escarlata.
De América se obtuvieron los
azules del añil o índigo. Así describe Fray
Bernardino de Sahagún a esta planta:
"Hay una hierba en las tierras
calientes que se llama xiuhquilitl, mojan
esta hierba y exprímenle el zumo, y
echándolo en unos vasos allí se seca o se
cuaja, con este color se tiñe de azul
oscuro y resplandeciente, es color
preciado". El tinte azul era muy difícil de
conseguir en esa época, por lo que los
españoles decidieron comercializarlo.
El Palo de Brasil es un árbol
parecido al Palo de Campeche, creciendo
sus flores en una especie de racimo cónico.
El corazón de su madera es de un rojo
intenso donde se encuentra depositada la
11
Cabrera Lafuente, Ana. “Los tejidos como
patrimonio: investigación y exposición”. Museo
Nacional de Artes Decorativas. Artículo digital
en:
http://www.mcu.es/patrimonio/docs/MC/IPHE/
BienesCulturales/N5/01Los_tejidospatrimonio.pdf
Iván García Vázquez
brasilina, que es la sustancia tintórea. El
Palo de Campeche proporciona un tinte
azul, que en grandes concentraciones
proporciona color negro.
Los
tintes
negros
usados
anteriormente tenían dos problemas: el
primero es que este color se obtenía
principalmente de planta ricas en taninos
combinadas con caparrosa (sulfato de
hierro), resultando un producto muy
corrosivo para las fibras. El segundo es que
se conseguía un color negro poco brillante,
por lo que el descubrimiento de este nuevo
tinte daría un gran impulso al uso del
negro, como testimonia la pintura de la
época de Felipe II.
Además muchas recetas anteriores
al Palo de Campeche eran combinaciones
de distintos tintes que, junto con otros
componentes, hacían que la ropa tuviera
mal olor y fuera necesario perfumarlas
antes de su venta.
4.1.- Hombres
12
Los hombres vestían calzas, que
en el siglo XVI se dividían en calzones, que
cubrían el abdomen y parte del muslo, y las
medias calzas o calcetas, que cubrían las
piernas.
En el torso llevan camisas,
camisillas o camisetas, para complementar
la ropa básica masculina. Es una prenda de
vestir con o sin mangas, que cubre hasta la
cintura. Los más lujosos eran de color
negro. Finalmente, se cubrían con casacas,
chupas o capas, y los guardapolvos.
Entre los complementos, golas y
golillas, para los distinguidos, adornos
hechos de cartón forrados en tafetán que
circunda o rodea el cuello, sobre el que se
pone una valona de gasa engomada y
rizada blanca. Los hombres se ceñían con
fajas y fajines, cintos y talabartes de donde
colgaban la espada.
Muchos labradores usaban la
anguarina, que era un gabán sin cuello ni
forma de talle, y con mangas muy largas.
En los pies, zapatos y botas de
cuero, cordobán o ante, y chapines con
suela de corcho. Los más pobres usaban
12
García Fernández, Máximo. Los viejos oficios
vallisoletanos. Valladolid, 1996, pp. 289-332.
10
Vida cotidiana en Ávila durante la época de Santa Teresa
alcorques con suela de corcho, alpargatas
de cáñamo, o en invierno también llevaba
zuecos y galochas de madera para la
abundante nieve habida en Ávila, y para el
lodo.
En la cabeza, sombrero de copa y
ala. Chambergo para diario, canotier de
paja en verano. La prenda es de obligado
uso al casarse.
4.2.- Mujeres
La mujer debía vestirse desde la
cabeza hasta los pies. Los más cercano al
cuerpo eran las enaguas, vestido fino de
lienzo blanco, a manera de guardapiés, que
baja hasta los tobillos y se ata a la cintura.
A continuación se llevaba la
basquiña, una saya negra puesta por
encima de la ropa interior, con mucho
vuelo, que llegaba hasta los tobillos.
Debajo de la falda negra llevaban un
manteo rojo, enagua rayada y blanca
bordada. La falda, que estaba hecha de
balleta, parecía un jubón. En la capa más
exterior estaba el refajo, una saya exterior
que también se llamaba zagalejo
Se cubrían los hombros con
mantellinas y mantillas para ir a misa, y la
cabeza estaba tocada con cofias,
caperuzas, y gorretes, realizado en seda,
para mujeres adineradas, y en ocasiones
se recogían los peinados con unas agujas
llamadas rascamoños.
Entre los adornos de la ropa,
cuellos y puños eran llamados arandelas,
los brincos, un joyel pequeño que usaban
las mujeres en los tocados. Los vestidos
eran ajustados con ceñidores, y en las
muñecas podían llevar unas cintas
llamadas manillas.
4.3.- Jóvenes
Los niños pequeños usaban el
metedor, pañetes o zagüelles, ajustados
que se ciñen por la rodilla y bajan
cubriendo el vientre y los muslos, siendo
las bragas el trapo que se pone a los niños
dentro de la mantilla para que no se
ensucien. Los niños llevaban fajero hecho
de punto.
Los colegiales y los eclesiásticos
usaban en casa el balandrán o chamarra,
Iván García Vázquez
que colgaba de los hombros, sin ceñir, y le
colgaban anchas mangas.
5 La personalidad: un paradigma, el
Caballero Español
13
Señalaba Manuel García Morente
que el tipo ideal es el caballero español.
Este tipo humano, queda concretado en
dos características básicas definitorias:
caballerosidad, y cristiandad. El caballero
español ha sido siempre el caballero
cristiano.
Los rasgos que diferencian al
caballero español sobre los demás tipos del
mundo son escasos pero elaborados. El
caballero español es paladín, defiende una
causa. Cree en la virtud y no aguarda
respuesta, actúa. Siguiendo a Morente, en
el paladín confluye el optimismo y la
inmediatez, para atajar la injusticia,
despreciando incluso, la ley y la norma. Es
tenaz.
El caballero español es estoico,
padece y sufre, pero anhela la grandeza
sobre la mezquindad y lo fácil. La
sobriedad y la austeridad chocan con la
generosidad de sus acciones.
Es visceral y tiene coraje y arrojo.
Es valeroso, es intrépido, pero es temeroso
de Dios. El caballero es altivo, no es servil.
No soporta estar subyugado y lucha
denodadamente por su libertad. Si el
caballero es rico, desprecia el dinero, y si
es pobre, no demuestra anhelo. Desprecia
las medias tintas. Es silencioso y taciturno,
pero en las grandes ocasiones es
grandilocuente.
El caballero español interactúa
con el contrario. Se hace amigo o enemigo,
y aún en la enemistad le concede su
admiración y le agasaja con su trato. Aquí
es donde el trato puede más que el
contrato, y la palabra equivale a cosa echa.
El honor del caballero español es
inquebrantable, en sus diferentes tipos.
Existe el honor de sangre, de linaje, el
honor guerrero, el honor personal. Y esto
es así porque la honra es el reconocimiento
exterior de la valía personal heredada o
13
García Morente, Manuel: “El Caballero
Cristiano”, en Idea de la Hispanidad. Madrid,
1961, pp. 51-97.
11
Vida cotidiana en Ávila durante la época de Santa Teresa
ganada. Es el acercamiento de lo que es, a
lo que quisiera llegar a ser. Y es íntimo.
La idea de la muerte es para el
caballero español radicalmente diferente de
la de cualquier otra persona. La vida
terrena es una preparación para la vida
eterna, por lo que es una preparación para
la muerte. Ello queda perfectamente
explicado en la frase de Santa Teresa
“muero porque no muero”, en la
impaciencia de la eternidad. El caballero
inmola su propia vida a favor de un noble
ideal, de una gran empresa, y solo
adquiere valor cuando se le pone al
servicio de un valor eterno. Y es paladín de
grandes causas, porque tiene fe ilimitada
en Dios y en su providencia. El caballero
español no puede, y tampoco sabe,
separar su condición de español, de su
religión católica.
6
La Justicia
6.1.- Los jueces
La justicia mana del Rey, quien es
juez supremo. Como el rey no puede
atender todos los asuntos, los reparte entre
los jueces reales, a quienes controlan los
jueces visitadores y residentes. En Ávila
por ejemplo, el licenciado Villafane es el
juez de residencia en 1507. El rey tiene
poder de retener, y juzga él mismo algunos
casos excepcionales.
Los tribunales del rey, los oidores
juzgaban los asuntos civiles y los alcaldes
sentenciaban a los criminales. El Tribunal
Supremo es la Real Chancillería ubicada
en Valladolid para dirimir en primera
instancia asuntos al norte del Tajo.
Entre los letrados que trabajaban
en la Chancillería había entre 25 y 35
letrados superiores (oidores, alcaldes y
fiscales),
organizados
en
salas
especializadas (Civil, Criminal e Hidalgos y
de Vizcaya). También había un centenar de
letrados
auxiliares
(escribanos,
procuradores y relatores), y alguaciles.
El rey supervisa la actuación de
sus tribunales y jueces ordinarios a través
de los visitadores, y podía actuar de oficio,
aunque no sentencian.
6.2.- Los criminales
Iván García Vázquez
La pobreza asolaba a muchas
capas de la sociedad pero sin duda es a los
desarraigados a los que más obliga a
delinquir. Mercenarios retornados sin pena
14
ni gloria, heridos y mutilados , sin familia,
sin otro sentido que la guerra y sin nada
que perder, convivían en las calles con
pícaros y rateros. Aunque su mayor
hacinamiento se daba en Sevilla o Madrid,
Ávila conoció numerosos casos. Los
antiguos veteranos que no conocían otro
oficio que el de las armas. Gente de mala
vida, que pronto se aglutinó en el hampa,
empleando una jerga propia, la germanía,
frecuentaban el ambiente de lupanares y
15
burdeles .
Trapisondistas,
arrieros,
chamarileros,
buhoneros,
titiriteros,
prestidigitadores,
figoneros,
esbirros,
maleantes, trileros, jugadores, impostores,
vagos y verdugos, alcahuetas, coínas y
cotarreras, rameras, pillos y gitanos son
algunos de los tipos que junto a rufianes,
alcahuetes, abispones, murcios, bandidos,
fulleros y salteadores formaban aquel
contingente de almas vestidas con harapos
que seducían al incauto para poder
malvivir.
6.3.- Mazmorras
El sistema penitenciario no es
como lo conocemos actualmente. Cada
jurisdicción tenía su propia mazmorra o
calabozos. Así entre los años 1490 y 1496
el Real Monasterio de Santo Tomás sirvió
de base al Santo Oficio, ubicándose sus
celdas en la parte baja del Claustro del
Noviciado, y en el siglo XVI La alhóndiga
del pan fue usada como prisión de nobles,
y en él estuvo reo don Diego de
Bracamonte a finales del siglo XVI.
Las mazmorras solían estar en el
ayuntamiento, y están dotadas de un jarro
con agua y un poco de paja que evitara el
mal olor, pues allí debían vivir día y noche
los reos, a la espera de su condena. En no
pocas ocasiones el preso moría por la
infección que le producían las plagas de
insectos y ratas con las que convivía.
14
Pfandl, Ludwig. Introducción al siglo de Oro.
Cultura y costumbres del pueblo español de los
siglos XVI y XVII. Madrid, 1929, pp. 113-125.
15
Hernández Garvi, José Luís. “Asesinos a
sueldo en la España de los Austrias”, en
Historia de Iberia Vieja, nº 47, pp. 12-21.
12
Vida cotidiana en Ávila durante la época de Santa Teresa
6.4.- Ajusticiamiento
Ya hemos visto como en Ávila se
elegían emplazamientos públicos muy
significados para llevar a cabo las
ejecuciones: el Brasero de la Dehesa, en el
caso del Santo Oficio, y el Mercado Grande
en el caso de la Justicia Civil. Grandes
escenarios, que servían de acción
ejemplarizante de la justicia. Así por
ejemplo en 1592 es ajusticiado en la Plaza
del Chico Don Diego de Bracamonte,
amotinado contra el impuesto de leva de
Felipe II conocido como el “Servicio de los
diez millones”.
7 La Vida Social
La sociedad estaba estamentada.
En el nivel superior se encontraba la
nobleza, que representaba un 15 % de la
población. En la cúspide de esta nobleza
se hallaban marqueses y condes, seguidos
de los caballeros, que regentaban el
concejo urbano y de los hidalgos, que bien
procederían de familias nobles, bien
compraban el titulo mediante ejecutoria.
Un 5 % de la población estaba
representada por el clero, y a continuación
se hallaban los pecheros, el pueblo llano
sin privilegios que pagaban impuestos.
Trabajaban bien por cuenta propia bien por
cuenta ajena.
Los compartimentos sociales eran
muy difíciles de franquear, por lo que rara
vez un pechero podía aspirar a algo más
que a burgués.
7.1. La pobreza
La pobreza se halla en todas
partes, y va asociada al hacinamiento, el
analfabetismo, las enfermedades… Para
paliar esta situación son las obras pías,
fundadas por particulares y conventos las
únicas vías de auxilio social.
Así tenemos que en el siglo XVI,
Rodrigo Manso, racionero de la Catedral,
mandó construir la Casa de la Misericordia,
adosada a la muralla, constituyéndose en
la Fundación Pía de San Martín para el
reparto de pan entre los pobres de la
ciudad.
Otra obra pía fue la de la capilla de
la Anunciación de las clarisas, fundada
Iván García Vázquez
por Doña María Dávila, y que se encargaba
de repartir 200 fanegas de trigo entre los
16
pobres vergonzantes de Ávila .
En 1507 el deán de la catedral
instituye un hospital dotado con la obra pía
conocida como “La Real”, en el lugar
ocupado por el Hospital de Santa
17
Escolástica.
7.2. Los espectáculos
La rutina del trabajo era jalonada
por la alegría de las fiestas y las
celebraciones. Se ha calculado que se
celebraban un centenar de fiestas durante
la Edad Moderna. Durante los días de
fiesta los trabajadores no perciben salario,
y existía un fuerte componente de
superstición medieval que se intentó acotar
por parte de la Iglesia. El antropólogo Julio
Caro Baroja estudió los ciclos festivos y los
dividió en tres:
- las fiestas de invierno (fin de añoCuaresma): Carnavalesco
- fiestas primaverales (Pascua
Resurrección a San Juan): Rogativas y
romerías
- Fiestas de la cosecha y la
recolección (San Juan-fin de año): San
Miguel, etc.
El ritmo semanal se quebraba con
el descanso dominical de los domingos, a
los que debían sumarse las festividades
gremiales,
advocaciones,
otras
extraordinarias con motivo de bodas, firma
de una paz, etc. Lógicamente estos días
festivos eran santificados, habiendo
procesiones en el caso de las fiestas
patronales y gremiales, y celebrándose
espectáculos en ocasiones señaladas.
La tauromaquia es una tradición
muy arraigada en las sociedades
mediterráneas, con especial incidencia en
España, donde las corridas se remontan a
la Edad Media. El matador solía provenir de
extractos sociales bajos y desde 1567
hasta 1596 estuvo prohibida, por el Papa
San Pío V bajo pena de excomunión.
Desde tiempos de los Reyes
Católicos, se venían celebrando en el
Mercado Grande las corridas de toros en
las ferias de junio y septiembre. Un año el
16
17
Serna, p. 226-227.
Ibid. P. 260.
13
Vida cotidiana en Ávila durante la época de Santa Teresa
concejo decidió llevar estos festejos al
Chico, enervando los ánimos de los nobles
de Ávila. Trasladada la queja a los Reyes
Católicos, ordenaron se celebrasen los
festejos taurinos alternativamente en una y
otra plaza.
Durante los siglos XVI y XVII se
llamaba matatoros a los que, como su
nombre indica, daban muerte a los toros, y
toreros de banda, porque llevaban en sus
ropas una banda que los acreditaba, a los
subalternos. A los que toreaban a caballo
se les llamaba toreadores, voz que ha
caído totalmente en desuso y que ha sido
sustituida por picador y rejoneador.
El juego de pelota era muy
popular entre la nobleza, de tal modo, que
incluso el Palacio de los Velada contó con
una especie de cancha para disfrutar del
juego de pelota a mano. Era tan popular,
que en no pocas ocasiones participaban los
sacerdotes de la catedral, obligando al
Presidente del Cabildo a llamarles la
atención por “jugar a la pelota en calzas”.
Llegó a ser tan popular, que a la calle del
18
Tostado se le llamó del Juego de Pelota.
En la calle albardería hay
constancia de que se organizaban carreras
19
de caballos hacia 1570, obligándose a
cerrar los fosos de la muralla.
Existían numerosos juegos de
apuestas a caballo, como el juego de la
sortija, que consistía en que los mozos
debían coger con la punta de su lanza un
anillo colgado del pico un falso cisne u otra
figura simbólica, aunque los favoritos
fueron los juegos de cañas, en los que
dos bandos entablaban lucha entre sí.
Tres días antes del miércoles de
ceniza se celebraban las primeras
carnestolendas, días de glotonería,
bullicio y desenfreno con el que se daba
paso a la Cuaresma. Entre las bromas que
se gastaban en Ávila aquellos días estaba
el prender trenzas en las espaldas de los
viandantes, tirar cuerdas para el tropiezo,
espantar caballos, echar cenizas en el
rostro…
7.3.- Juegos
18
19
Serna, p. 228.
Gutierrez robledo, p. 143.
Iván García Vázquez
Entre los juegos de azar que
movían grandes sumas estaban los naipes,
los dados, ajedrez y damas, el alquerque, y
ya en el barroco el billar. Clandestinamente
se jugaba a naipes, como el andabobos, el
parar, los juegos de estocada… tal era el
problema que comenzaron a proliferar
casas de juego por toda la nación.
Durante años se sostuvo que en el
renacimiento y aún en la época barroca no
existía un sentimiento de infancia. Dicho
de otra manera, los niños eran personas
pequeñas que eran tratados como adultos,
pues trabajaban y comían igual que ellos.
No obstante, se ha rebatido ello.
Los niños, a pesar de sus duras
condiciones de vida, eran considerados
como tales al menos hasta la pubertad, y
durante aquellos primeros años se
dedicaban al juego. Carreras y escondites
serían los más extendidos, pero no había
niño que no dispusiera de un tirachinas, o
que no hubiese jugado con un puñado de
huesos a las tabas, la cucaña, el tirasoga y
la calva. Las muñecas, para las niñas, de
trapo rellenas de paja para las pobres, y de
lana para las adineradas.
8 El Trabajo
El
trabajo
estaba
muy
reglamentado por los gremios, que eran
las corporaciones que agrupaban a los
artesanos de un mismo ramo, bajo la
protección de un estatuto privilegiado.
El gremio tenía una estructura
vertical, encabezada por el maestro,
seguida de los oficiales y finalmente los
aprendices. Reglamentaban desde el
sueldo, hasta las horas de trabajo, pasando
por la calidad del producto, el acceso a la
maestría, etc.
El gremio proporcionaba un sólido
y estable marco de vida, estrechando sus
miembros un fuerte lazo de pertenencia, y
una conciencia de honor profesional. Se
dotaban de sus propias fiestas patronales,
prácticas religiosas y eran una de las
fuerzas vivas con más poder de las
ciudades.
En Ávila, gracias al catedrático
Serafín Tapia, disponemos de una
excelente radiografía de la estructura
laboral del siglo XVI. Hagamos un
recorrido por cada uno de sus sectores.
14
Vida cotidiana en Ávila durante la época de Santa Teresa
SECTOR PRODUCTIVO
Agricultores y ganaderos
Manufactura textil
Confección Textil
Industrias metálicas
Construcción
Cuero
Industrias artísticas
Industrias varias
TOTAL
Alimentación
Burocracia
Comercio y transporte
Servicio doméstico
Servicios sanitarios
Servicios varios
TOTAL
Total población activa
Población no activa
Viudas sin oficio
TOTAL PECHEROS
Iván García Vázquez
TRABAJADORES
PRIMARIO
114
SECUNDARIO
242
152
72
123
146
19
64
818
TERCIARIO
68
51
73
89
24
57
362
TOTALES
1294
687
623
2604
Sector primario: labradores, hortelanos
y jornaleros
El
sector
primario
está
representado por 114 vecinos, que
representan un 8,7% de la población total.
Se contabilizan aquel año 27 labradores,
24 hortelanos y 43 jornaleros. Las
pésimas condiciones agrícolas del entorno
abulense explican satisfactoriamente esta
parquedad.
Sector secundario: la construcción,
alfares, industrias textiles, carpinteros y
caldereros
La construcción es la principal
actividad de este sector, debido a la
intensidad que a principios del siglo XVI
estaba experimentando la ciudad de Ávila.
En 1502 se están reparando las murallas
“Los muros et cercas e torres de desta
çibdad estan muy mal reparados ye se
querian caher” por lo que el concejo hecha
sisa durante 4 años destinándose medio
PORCENTAJE
OFICIOS
8,8
12
18,7 %
11,7 %
5,5 %
9,5 %
11,2 %
1,4 %
4,9 %
63,2 %
12
9
10
5
13
4
13
66
5,2 %
3,9 %
5,6 %
6,8 %
1,8 %
4,4 %
27,7 %
13
10
8
6
5
16
58
49,6 %
26,3 %
23,9 %
82,6
136
0
0
136
20
millón de maravedíes
a tales obras.
También la iniciativa privada ocupa a
buena parte del sector el reparo de puertas
y la construcción de palacios. Ocupa la
construcción 123 personas repartidas en
5 oficios, siendo los más importantes los 43
canteros contabilizados, seguidos de los
carpinteros.
La industria textil, aglutina a 12
oficios y ocupa a 242 trabajadores, entre
cardadores,
tejedores,
tintoreros,
bataneros, sobresaliendo 96 tejedores, 51
perailes, 33 percheros, 21 tundidores,
etc., seguida de la confección textil, que
ocupa a 152 trabajadores de 9 oficios,
entre los que se encuentran sastres,
calceteros, jubeteros, bordadores… la
industria del cuero, de la que se
contabilizan 13 oficios y da empleo a 146
trabajadores, entre los que se encontraban
97 zapateros, 15 zurradores, 10
curtidores…
20
AGS/RGS legajo 149806.
15
Vida cotidiana en Ávila durante la época de Santa Teresa
Las artes metálicas ocupaban a los
típicos artesanos necesarios: había 19
caldereros, 17 cerrajeros, 14 herreros,
11 herradores, 4 espaderos, etc. En total,
72 vecinos
Por su parte, la producción artística
estaba escasamente representada por los
6 entalladores de la escuela de Vasco de
la Zarza, 5 plateros, 5 pintores y 3
joyeros. El 4,9 % restante está
representado por un heterogéneo grupo de
de oficios diversos, y carácter artesanal,
como los alfareros.
Testimonio material de estas
actividades artesanales han quedado las
8
Tenerías de San Segundo , cerca de la
ermita, estuvieron activas probablemente
hasta el siglo XVII, y los hornos alfareros
de finales del siglo XV o del XVI de la Calle
Marques de Santo Domingo.
Sector
terciario:
comerciantes y burócratas
taberneros,
El sector servicios está coronado
por el servicio doméstico, cuyos 89
trabajadores se reparten en 6 oficios, sin
incluir a esclavos ni criados. Le sigue el
comercio y transporte, con 8 oficios y 73
personas, la alimentación, con 13 oficios y
68 trabajadores y servicios varios,
burocracia y los servicios sanitarios.
Entre el subsector de comercio y
transporta aparecen 20 arrieros; 16
mercaderes; acarreadores, acemileros,
etc. Llama la atención que hasta que los
moriscos granadinos no se asientan en
Ávila, escasean los tenderos (10 en 1571 y
40 en 1590). Este grupo de comerciantes y
transportistas, junto a los joyeros y algunos
burócratas, era el más acaudalado de entre
los pecheros. Los 689 vecinos dedicados a
la alimentación se reparten en 13 oficios,
aunque la mayor parte de los trabajadores
se ocupan alrededor de las labores del pan:
13 molineros, 9 panaderos, 9 horneros, a
los que deben sumarse matarifes y
carniceros.
La población dedicada a los
servicios sanitarios estaba reducida a 24
vecinos, siendo 8 barberos-cirujanos; 5
boticarios; 4 cirujanos latinistas; y 4
comadronas, entre otros.
Los burócratas laicos eran
escasos, y muchos de ellos son hidalgos:
Iván García Vázquez
Destacan los escribanos, 12;
procuradores, 11; ejecutores de causas,
10; notarios, 7; etc. constituyendo una
verdadera nobleza de toga.
Un último bloque es el de los
servicios varios, Serafín Tapia agrupa 16
profesiones muy heterogéneas: 21
mesoneros y taberneros, 5 maestros de
niños, 5 libreros... y los típicos pequeños
oficios: aguadores, lavanderas...
Examen radiológico
Analizando los vecindarios de Ávila
se muestra una ciudad artesanal: en el
siglo que abarca entre 1514 y 1627, un 65
% de la población activa se dedica a
actividades típicamente artesanales o
industriales, en tanto que el sector de los
servicios viene a ocupar el 30 %, quedando
el sector primario con una participación del
4 al 10%.
Más significativo aún es que la
mitad de la población industrial, y por tanto
una tercera parte del total, está ocupada
en el subsector textil.
Existe un alto porcentaje de
personas de las que se desconoce su
ocupación, normalmente porque se trata de
ociosos
(rentistas,
pobres...).
Los
colectivos de exclusión social como viudas
aparecen en la documentación con alguna
ocupación como hospedaje o pupilajes,
en tanto que muchos huérfanos entran
como aprendices en mesones, lavaderos
de lana, etc., ya que muchas de las fases
del arte textil, por ejemplo, requerían la
participación de un número elevado de
aprendices
y
trabajadores
que
permanecían al margen de cualquier forma
asociativa.
9
La Enseñanza
En la Edad Moderna la enseñanza
y la educación están influidas por el
humanismo como corriente y por el
Renacimiento como movimiento cultural.
Las
escuelas
no
pertenecen
al
ayuntamiento ni al Estado, por lo que es la
Iglesia,
de
manera
subsidiaria,
la
encargada de catequizar y formar a los
niños. A menudo estos colegios, que
dependían de conventos, eran sostenidos
económicamente por una familia pudiente.
16
Vida cotidiana en Ávila durante la época de Santa Teresa
La burguesía podía optar a una
educación más o menos desarrollada, pero
los pobres vivirían en el más absoluto
analfabetismo. La segunda enseñanza
eran
las
llamadas
escuelas
de
humanidades (latín, gramática, artes…)
donde se enseñaba el trivium y el
cuatrivium.
El
Estudium
Generale
contemplaba una formación básica, llevada
a cabo en la facultad de artes, encaminada
a preparar a los estudiantes para alguna de
las cuatro facultades mayores. Artes,
donde
se
enseñaban
Matemáticas,
Astrología y Filosofía Natural, la facultad de
Leyes, Medicina y Cánones. En Castilla tan
sólo existían tres universidades: Valladolid,
Salamanca y Alcalá de Henares, acudiendo
tradicionalmente los estudiantes de Ávila a
las dos primeras.
Hay algunos ejemplos de escuelas
abulenses en el siglo XVI, como el Colegio
de Jesús, emplazado en el Convento de
21
los Jerónimos en 1553 por la Compañía
de Jesús, o el seminario fundado en 1568,
utilizando las dependencias del convento
benedictino de San Millán, ampliándose
sus instalaciones en 1586 como seminario
conciliar de Ávila. Los jesuitas abrieron en
1564 sus colegios, donde hasta entonces
solo estudiaban novicios, para dar
enseñanza a seglares, siendo tal el éxito,
que entraron en competencia con otros
colegios de similares características.
Aquellas escuelas estaban muy
pobremente dotadas. Sin apenas adornos
en las paredes, estaban ocupadas por
bancos corridos con tablas dispuestas
sobre caballetes las más veces. Como
método de enseñanza, la clase magistral a
cargo del maestro, cuyo orden disponía con
la palmeta o vara de castigo. Entre las
herramientas didácticas, se disponía de
pluma, tintero y papel, y un cuchillo para
templar la pluma.
Como vehículo de apoyo se
disponía de un alfabetharium, con las letras
del abecedario, y es en este siglo cuando
comienza a extenderse el uso de las
cartillas, vinculadas a la aparición de la
imprenta, de las que gracias a los trabajos
22
de investigación que han visto la luz
21
Ibid. P. 448.
Es necesario citar la labor de Ana María
Martínez Pereira y Víctor Infantes en su
22
Iván García Vázquez
durante los últimos años, han salido a la luz
algunos ejemplos: la Cartilla para mostrar a
leer a los moços. Con la dotrina christiana
23
que se canta Amados hermanos , la de
Arte para enseñar leer perfectamente y en
24
muy breve tiempo , Cartilla o Arte para
bien leer y escreuir en romance Castellano
25
y para lo perteneciente a ello o el primer
manual de escribir impreso en nuestro país,
la Recopilación subtiltssima, intitvlada
26
orthographía prática .
En Ávila, existía una facultad de
teología en la llamada Universidad de
Santo Tomás, en el ala sur del Claustro de
los Reyes del Real Monasterio de Santo
Tomás, y de cuyas aulas salieron
27
personajes como Jovellanos hasta que
esta institución fue clausurada en el siglo
XIX. De entre todos los catedráticos y
doctores que sobresalieron, sin duda es
Domingo Báñez, quien merece una
mención por sus clases magistrales de
teología, pronunciadas durante treinta y
dos años, y por haber sido confesor de
Santa Teresa durante una década.
10 El ciclo de la Vida
10.1.- La natalidad
Pese a los tópicos existentes, la
natalidad no fue muy elevada en la
España de estos años. La ratio oscilaría
entre 3,1 y 4,2 hijos por mujer,
excelente artículo” “La imagen gráfica de la
primera enseñanza en el siglo XVI”, en Revista
Complutense de Educación, 1999. vol. l, nº 2,
pp. 73-100. También es imprescindible el
trabajo en solitario del propio Víctor Infantes:
De las primeras letras. Cartillas españolas para
enseñar a leer siglos XV y XVI. Preliminar y
edición facsímile de 34 obras, Salamanca,
Universidad de Salamanca, 1998.
23
Toledo, Pero. Cartilla para mostrar a leer a
los moços. Con la dotrina christiana que se
canta Amados hermanos. Editada por Miguel de
Eguía, 1526).
24
Burgos, Pero, Arte para enseñar leer
perfectamente y en muy breve tiempo, Editado
por Juan de Junta, c. 1542.
25
Villarítal, Rafael. Cartilla o Arte para bien
leer y escreuir en romance Castellano y para lo
perteneciente a ello. Valencia, 1565.
26
Iciar, Juan de. Recopilación subtiltssima,
intitvlada orthographía prática. Zaragoza,
Bartolomé de Nájera, 1548).
27
Serna Martínez, M. Op. cit. p. 378.
17
Vida cotidiana en Ávila durante la época de Santa Teresa
estableciendo los periodos intergenésicos
más largos de Europa.
Los nacimientos ilegítimos serán
muy abundantes, especialmente en la
ciudad. Entre las explicaciones podríamos
encontrar la escasa represión sexual o la
importancia de la seducción donjuanista.
Esta elevada ilegitimidad provocará el
fenómeno de los niños abandonados, el 20
% de los bautizados en Valencia a finales
del siglo XVII.
La mujer toma una serie de
cuidados durante el embarazo, y en
especial durante el parto, en el que es
asistida por las comadronas, una figura de
especial relevancia. Las comadronas eran
las primeras a las que se llamaba al sentir
los dolores prenatales. Ellas atendían el
parto, lavaban y fajaban al niño y aun
daban los primeros cuidados perinatales.
Vigilaban la salud de la madre y del bebé
hasta que era bautizado y asistían incluso a
la misa de purificación o de parida.
El bautismo marca la entrada del
niño en la vida social y su incorporación a
la iglesia. En numerosas ocasiones se lleva
a cabo en casa por el miedo a una muerte
prematura, aunque en los demás casos se
realiza en la Iglesia. El nombre era dado
por los padrinos, y solía reproducir el del
padre o del abuelo, manteniendo un vínculo
entre vivos y muertos.
Los niños eran aculturados por
sus madres y abuelas durante sus primeros
años, siendo instruidos en cultura cristiana,
siendo receptores de unos valores que
complementarían con los conocimientos
recibidos en la escuela.
10.2.- La familia
La pareja entraba en tratas en la
adolescencia. El noviazgo, que era largo,
era una institución tan sólida como el
propio matrimonio, y preparaba para el
casamiento, que rondaba los veinte años
para la mujer y los veinticinco para los
hombres.
El matrimonio es el paso
necesario para la constitución de la familia.
Además, era el mecanismo de transmisión
de bienes. Muchos matrimonios, los más
adinerados,
eran
precedidos
de
importantes e intensas negociaciones entre
las familias de los cónyuges.
Iván García Vázquez
Estas negociaciones se solían
traspasar
a
unos
contratos
prematrimoniales donde se estipulaba la
dote a aportar por parte de la familia de la
novia. En ocasiones intervenía un
casamentero que hacía de mediador. La
nueva familia constituida vivía según sus
niveles económicos, por lo que no era
infrecuente que la nueva familia viviera bajo
el techo de la familia de uno de los
cónyuges.
En los estratos bajos, la tendencia
28
es nidífuga . Las familias pobres,
mermadas por la muerte, la viudedad o la
orfandad estaban sometidas a mayores
presiones disgregantes que el resto. Este
nidifugismo lleva a los niños a servir a casa
de un amo, como aprendices o mozos.
La otra cara de la moneda se da
entre
los
desarraigados,
antiguos
combatientes, vagabundos… Son los
grandes marginados contrapuestos a los
pobres, ya que estos últimos se encuentran
socorridos por la caridad y aun están
arraigados a un barrio.
10.3.- La muerte
a).- La preparación del cadáver
La tradición cristiana impone que el
cuerpo sea enterrado en terreno sagrado.
El cuerpo debía ser lavado y aseado, antes
del
velatorio.
A
continuación,
la
amortajadora cumplía con su cometido.
Desde el siglo XVI se adoptó una
costumbre que era, para los más
pudientes, la de vestir el hábito de una
orden religiosa, normalmente mendicante,
en su lecho mortuorio, junto con la bula de
difuntos.
b).- El ritual
El moribundo se halla rodeado de
médico, sacerdote y escribano. Su misión,
en primer lugar, salvar su alma, la del otro
aliviar su dolor, y la del tercero dar
testimonio de su testamento.
Con el tañido de las campanas
una hora después del fallecimiento
comienza la puesta en escena del
recibimiento de la muerte. Olor a cera, color
28
Historia de España en la Edad moderna. P.
65-66.
18
Vida cotidiana en Ávila durante la época de Santa Teresa
negro,
oscuridad.
Comienza
un
acontecimiento social en el que está
implicado todo el vecindario.
El primer escenario es el lecho
mortuorio instalado en la habitación, con
cuatro cirios custodiando el cuerpo del
finado. En su defecto se expone al finado
en el portal de la casa. Al velatorio asisten
los allegados, familiares y vecinos, o
rezadoras a las que se paga para que oren
toda la noche. Se obsequia con chocolate,
pastas y aguardiente, pan y aceitunas a los
que asisten al velatorio. Impera el negro.
Tafetán y balleta negra para el duelo y para
el luto.
Amortajado, féretro y comitiva
desfilan por la calle. De la intimidad de la
casa se pasa a socializar la muerte en el
vecindario. Hachas y hachones marcan el
ritmo de la comitiva.
En la Iglesia, el féretro reposa
sobre un túmulo central, mientras se
celebra el oficio de difuntos y la misa de
cuerpo presente. Agua bendita, incienso y
padrenuestros. Desde allí se enterraba en
el cementerio anexo, o en el interior de la
iglesia, ya que hasta el siglo XIX no existen
los cementerios extramuros.
La costumbre impone que el
cadáver sea enterrado en el mismo día o
al siguiente del fallecimiento, aunque
progresivamente, para evitar muertes por
catalepsia y comas temporales, se
aguardan 24 horas. El lugar preferido,
preferentemente cerca del altar, y en
relación al lugar donde ya reposan otros
familiares, padres o cónyuge.
b).- Algunas actitudes ante la muerte
El bien morir
Durante el siglo XVI y XVII existe
una preocupación por estar preparado ante
la llegada de la muerte. La alta mortalidad
favorece una visión en la que la muerte
acecha en cada esquina: asaltos,
asesinatos, guerras, epidemias, muertes
perinatales… en todas estas circunstancias
los españoles de la época se percatan de
la
necesidad
imperante
de
estar
preparados ante la muerte. El ars moriendi
medieval, deja paso a tratados sobre el
bien morir, cristianamente, sobre la actitud
ante la muerte y la preocupación por la vida
sobrenatural.
Iván García Vázquez
Las Viudas
En el siglo XVI prolifera un gran
número de viudas. La guerra, las pestes y
otros
condicionantes
favorecen
la
mortalidad masculina sobre la femenina.
Las viudas aparecen en numerosas
ocasiones agrupadas en casas, donde
compartir su miseria. Otras ocasiones
aparecen numerosas viudas que alquilan
habitaciones y camas supliendo con su
hospedería, la demanda de camas de
viajeros y forasteros, poniendo ya en el
siglo XVI de moda el pupilaje entre los
estudiantes.
Los huérfanos
Los huérfanos son un grupo social
consecuencia de la muerte. Niños
expósitos, abandonados y huérfanos
sociales y carnales, por muerte o
abandono, llenan las estancias de los
Doctrinos y de los hospicios. Son otra
consecuencia de la muerte que se ha
perpetuado en apellidos como Expósito o
San José.
d).- Ávila: La maqbara
Por su importancia, debemos traer
aquí el caso de la maqbara de Ávila, uno
de los mejores ejemplos de necrópolis
musulmana habidos en España, y que muy
tristemente
ha
sido
sometido
al
desarrollismo neoliberal de los últimos
años.
Se trata de una necrópolis de la
que se han excavado cerca de 3.000
tumbas, y que es una muestra de la
importancia que tuvieron los musulmanes
en la Baja Edad Media. Según Serafín de
Tapia, la "maqbara" dejó de utilizarse a
partir de 1502, cuando los Reyes Católicos
pusieron a los mudéjares (españoles de
religión musulmana, gobernados por
cristianos) de la Corona de Castilla en la
tesitura de elegir entre bautizarse para
seguir en la ciudad o ser expulsados por
permanecer el Islam. La mayoría optó por
bautizarse, de manera que desde entonces
el cementerio dejó de utilizarse, ya que
fueron enterrados en las inmediaciones de
las iglesias. La comunidad mudéjar era tan
numerosa que existen datos de la
existencia de otro próximo al Monasterio de
Santa Ana.
19