a la escucha del adolescente

Transcripción

a la escucha del adolescente
Número 225 I SEPTIEMBRE - OCTUBRE 2008
Revista del Teléfono de l a Esperanza
avivir
www.telefonodelaesperanza.org
A LA ESCUCHA DEL
ADOLESCENTE
CÓMO LOGRAR TRASPASAR SUS
MISTERIOS, CONFLICTOS Y SILENCIOS
Precoces, consumistas,
cambiantes, buscan
ideales e identidad
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Javier Urra:
“¿Qué se ocultan padres
e hijos?”
Doce recetas para convivir
con un adolescente
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SUMARIO
SUMARIO
A fondo
Los nuevos adolescentes // 6
Son precoces, cambiantes, anclados en el presente, consumistas...
Por Herminio Otero
Doce “recetas” para convivir con un
adolescente // 14
Los padres aceptan las limitaciones de su hijo cuando no lo comparan
Por Alejandro Rocamora
Mi hijo se me escapa // 20
El rol de la paternidad y la educación en familia
Por José María Jiménez
¿Qué quieres decirme, hijo mío? // 26
Maneras de escuchar y que nos escuchen en esa etapa crucial
Por Inés Marín
Lo que se ocultan padres e hijos // 36
Los padres educan con el ejemplo, pero los hijos son responsables de lo
que hacen
Por Javier Urra
Cine // 48
Adolescentes en la pantalla
Por Norberto Alcover
A pie de calle // 54
La edad de los conflictos
Por Antonio Saugar
Comunicando // 60
Inauguraciones de los Centros de
Tegucigalpa y Barranquilla, Asamblea
anual de ASITES y III Encuentro Internacional de Teléfonos de la Esperanza
en Quito
Director:
Pedro Miguel Lamet
Colaboradores:
Herminio Otero
Alejandro Rocamora
Redactor jefe y Publicidad: José María Jiménez
Fernando Alberca
Inés Marín
Javier Urra
Diseño gráfico:
Norberto Alcover
José Luis Mendoza
Antonio Saugar
Edita:
Teléfono de la Esperanza
Depósito Legal:
M-28,500-1973
Coordinación:
Virginia Vera
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Tel.: 917 818 795
Dirección, redacción
y administración:
Francos Rodríguez, 51
(Chalet, 25)
28039 Madrid
Tel.: 91 459 00 62
Fax: 91 459 04 50
e-mail: [email protected]
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Carta del Director
LAS MANOS DEL
ADOLESCENTE
Pocas épocas en la vida tan fascinantes como el tiempo de la adolescencia. “La adolescencia verde, como el verde manzano”. Recuerdo que, pese a la melancolía y la desazón de aquellos años,
no sé por qué yo no deseaba que viniera la madurez, me apetecía seguir siendo un “adolescente eterno”. ¿Por qué? Porque
todo era una sorpresa: el amor, la soledad, el mar, los campos.
La sangre despertaba en nuestros cuerpos y con ella los sueños e ideales; la vida se hacía horizonte y todo por estrenar.
Hoy en cambio parece que adolescente es sinónimo de pesadilla, conflicto, rebeldía, imposible, inaguantable, problema para mamá, papá, el educador, e incluso para sí mismo. ¿Qué sucede a nuestros adolescentes? ¿Cómo son en realidad? ¿Qué quieren decirnos con esas actitudes?
El Teléfono de la Esperanza se propone en sus jornadas anuales estar a la escucha. Este año mira con especial atención a los adolescentes a los que dedicamos el presente número de AVIVIR.
El primer paso es conocer al nuevo adolescente. Mezcla de consumista, rebelde, hijo de papá, débil y caprichoso, puede ser violento en la escuela e insufrible en casa. Pero los expertos dicen que oculta una búsqueda
de identidad y hasta un secreto deseo de hallar un ideal. De hecho algunos adolescentes lo encuentran, como
es el fenómeno de los que se afilian a una ONG o se van de cooperantes a los países en vías de desarrollo.
Pero la inmensa mayoría parece perdida.
Resultan escalofriantes los datos de lo que se ocultan mutuamente padres e hijos en sus comunicaciones. La
desesperación de algunos padres que piden socorro confesando que están a punto de tirar la toalla. El miedo
de no pocos educadores a su agresividad y acoso en la escuela. La huida de estos jóvenes que se sienten
incomprendidos y se esconden tras los cascos del Ipod, si no en la litrona o las drogas de diseño.
¿Hay soluciones? La solución para cualquier ser humano siempre es el ejemplo y la escucha, una escucha
paciente y al mismo tiempo activa, una escucha capaz de comprender y de permitir un diálogo, que sólo
puede partir del respeto y que al final acabará dando sus frutos.
En esta entrega de nuestra revista se ofrecen muchas perplejidades y algunas recetas, junto a datos reveladores
y experiencias de cada día. Un número que va dedicado a cuantos tienen que bregar diariamente con ellos. ¿Y
quién no tiene, si no un hijo/a o alumno/a, algún adolescente con el que trata? Es fácil despreciarlo y decir que no
hay quien lo aguante. Pero nos hemos preguntado las causas de sus problemas. Estas floraciones nacieron en una
tierra abonada, una sociedad de la imagen y la apariencia, del dinero fácil y la comodidad, donde no hay sitio al
“no”, y papá y mamá son los primeros que van a la caza del placer inmediato, donde el sacrificio se ve como una
solemne estupidez y la espiritualidad una bobería, donde lo que mola es la doctrina del mínimo esfuerzo.
Sin embargo no deja de ser curioso que Cernuda desee retornar a la disponibilidad de la adolescencia en la
hora decisiva.
Cuando la muerte quiera
una verdad quitar de entre mis manos,
las hallará vacías, como en la adolescencia,
ardientes de deseo, tendidas hacia el aire.
Prueba de que, digan lo que digan, la adolescencia es una época mágica y de estreno en la vida, cuando la
amargura aún no ha hecho huella, y en la que entre el miedo y el desconcierto, los ideales e ilusiones siguen
intactos y los caminos por roturar. Esa blandura del alma, por mucho que nos la oculten, también se halla
en los adolescentes de hoy, en sus manos tendidas.
¡Qué suerte la del que entonces encuentra un guía, un verdadero amigo!
Pedro Miguel Lamet
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Por Herminio Otero
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Tradicionalmente, al menos en el mundo occidental,
la gran mayoría de niños pasaba directamente de la
infancia al mundo del trabajo. Pero poco a poco fue
surgiendo y desarrollándose un estado de transición –adolescencia y juventud– que cada vez ocupa
más espacio: en las últimas décadas, la adolescencia se adelanta cada vez más eliminando de hecho
a la preadolescencia y convirtiéndose en adolescencia precoz, y, por otra parte, se extiende cada vez
más en el tiempo manteniéndose como adolescencia forzosa hasta más allá de la juventud.
En este largo trecho de la vida, los adolescentes
se expanden repitiendo moldes muy reconocibles
y, a la vez, poniendo en práctica nuevas formas
de hacer lo mismo. Pero, desde que hay adolescentes como categoría sociológica, su tránsito por
esa etapa viene marcado por la sociedad concreta en la que crecen, una sociedad con sus valores específicos y con sus estructurales familiares,
sociales, económicas y políticas, en las que los
adolescentes viven y en la que prácticamente no
inciden. Al contrario, los adolescentes son como
son, en gran medida, en razón del momento que
les ha tocado vivir. Y la sociedad en la que ahora
obra remitimos y a quien seguimos en el retrato
robot del nuevo adolescente inmediatamente antes de convertirse en joven y de la sociedad que
lo configura.
Hoy la mayoría de los adolescentes son hijos únicos:
de niños fueron reyes de la
casa y ahora se convierten
en tiranos que todo lo quieren “pero ya”
Nuevo siglo, nuevos adolescentes
Algunos cambios sociales del nuevo siglo están
conformando de manera significativa a los adolescentes actuales.
- Adolescentes menos numerosos: Los adolescentes son menos que hace diez o quince años.
El baby boom terminó en España en el año 1975.
Y, a partir de comienzos de los noventa, la tónica fue el descenso del número de adolescentes.
Los adolescentes son siempre nuevos y distintos porque nueva y distinta
es la sociedad que les conforma y en la que bracean, especialmente desde
la aceleración histórica que nos ha tocado vivir en el último siglo y medio.
Ofrecemos aquí un retrato robot del adolescente de hoy (sus querencias,
sus miedos, sus esperas, sus límites) y de la sociedad que los conforma.
vivimos es totalmente distinta a la de hace algunas décadas. Por eso también son distintos los
adolescentes que en ellas crecieron.
Las investigaciones sociológicas, con todo, muestran que los adolescentes de hoy, desde hace diez
años e incluso menos, presentan algunos rasgos
específicos. Nos encontramos, pues, ante unos
“nuevos adolescentes” que tienen que afrontar
una realidad nueva y están dando respuestas
nuevas en su tránsito hacia el mundo adulto. Así
lo hace ver, por ejemplo, Javier Elzo en su obra
El grito de los adolescentes (PPC 2008), a cuya
Y así continuó durante una década hasta la entrada de los emigrantes a finales del siglo pasado. Ahora, la mayoría de los adolescentes son hijos únicos: de niños fueron reyes de la casa y
ahora se convierten en tiranos que todo lo quieren “pero ya”.
- Adolescencia más larga: La adolescencia se
ha extendido en el tiempo: comienza antes y termina más tarde. Los niños dejando de serlo y se
incorporan a la adolescencia a edades cada vez
más tempranas, y los adolescentes se instalan en
su condición de tales durante más años: retrasan
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su paso a la edad juvenil y, por ende, a la edad
adulta. Hay una adolescentización de toda la sociedad española.
- Fragilidad de la familia: Las familias son cada
vez más inestables y se han ido fragilizando a pasos agigantados. Casi la mitad de los adolescentes actuales –cerca de uno de cada dos en el año
2006– viven la separación o divorcio de sus padres. Y, por muy frecuente que vaya siendo, eso
siempre es un problema.
- “Generación de la llave al cuello”: La incorporación de la mujer al mundo laboral lleva pareja la desaparición de una figura clave de la familia
tradicional española: la madre como ama de casa.
La salida de la madre no ha sido compensada por
la entrada del padre en casa, al menos en la misma
proporción, y los abuelos u otros familiares (tíos o
tías...) ya no habitan en los nuevos núcleos familiares... Eso ha dado lugar a la “generación de la llave
al cuello”: niños y adolescentes que se encuentran
la casa vacía cuando llegan de la escuela. “Es la generación que más sola está creciendo, produciéndose así una autoformación a través básicamente del
grupo de amigos y los diferentes medios de comunicación, con Internet cada vez más a la cabeza”.
- Gratificación inmediata: Los nuevos adolescentes tienen todo al alcance de la mano. Las
familias han pasado del ahorro al gasto suntuario. Las largas jornadas de los padres y las madres hacen que no les dediquen tiempo y, como
contraprestación, les llenan de cosas: es la generosidad (y permisividad) de los padres ocupados. Por otra parte, la escolarización universal y otros factores sociales han proporcionado
a los adolescentes actuales mucho tiempo libre
que llenan con el ocio de las pantallas, con todo
al alcance de ungolpe de botón, de ratón, de
mando, y con el ocio de la noche, en ambos casos bajo la ley del “mínimo esfuerzo y la máxima gratificación”.
- Adolescentes tecnológicos: Los adolescentes actuales viven en plena revolución tecnológica, sobre todo en el campo de la comunicación,
y tienen el mundo entero en la pantalla: chats,
móviles, Messenger, Internet, mp3... Las nuevas
tecnologías no son nuevas para ellos y se mueven por Internet y aledaños como pez en el agua:
“en algunas zonas de España Internet ha superado a la televisión cono espacio de entretenimiento y como agente de socialización.”
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- Tendencia a las relaciones virtuales:
Muchos chicos y algunas chicas pasan horas encerrados en casa, frente a su ordenador, entretenidos con juegos diversos o en intercambio virtual con otras personas, muchas
veces conocidas (amigos en directo, pero a la
distancia). Pero el ordenador no se convierte
en alternativa a la televisión, a la calle, al botellón o a las discotecas... sino que complementa a todas estas situaciones y se yuxtapone a ellas.
lencia juvenil sigue siendo mayoritariamente
masculina.
Hoy la adolescencia se ha
alargado: los niños se incorporan a la adolescencia
a edades cada vez más tempranas, y los adolescentes
se instalan en su condición
de tales durante más años
Los adolescentes actuales
tienen baja tolerancia a la
frustración y dificultad para
diferir la satisfacción y para
ser perseverantes en la culminación de sus metas, que
a veces no ven claras
Las largas jornadas de los
padres y las madres hacen
que no les dediquen tiempo a
sus hijos y, como contraprestación, les llenan de cosas: es
la generosidad (y permisividad) de los padres ocupados
Los adolescentes tienen un
espacio propio: la noche de
los fines de semana, un espacio aparentemente sin normas, percibido en oposición
al del tiempo normativo diurno del resto de la semana
- Diferencia entre chicos y chicas: El igualitarismo legal y verbalmente propugnado no ha logrado superar la identidad de género. Los adolescentes asumen ese igualitarismo, pero chicos y
chicas funcionan de manera diferente. “Entre los
chicos, las referencias “feministas” no son aceptadas, y entre algunos –¿los más débiles?– provocan rechazos y pueden ser fuente de agresión.”
Y las lecturas de los chicos y chicas son, en la
actualidad, tan diferentes o más que hace cinco años.
- Adolescentes de diversas nacionalidades:
En los centros escolares hay cada vez mayor número de adolescentes inmigrantes con gran diversidad geográfica, étnica y racial. Ello da lugar
a una escuela y una educación bastante diferentes de la que tuvieron sus propios padres. La riqueza de convivir con personas de otras culturas
no excluye la aparición de nuevas dificultades. Y
fuera de la escuela, no sabemos todavía cómo va
a ser la interacción de los inmigrantes con los autóctonos y de los inmigrantes entre sí.
- Aparición de la violencia femenina: La
violencia adolescente femenina tiene ya alguna consistencia estadística, aunque la vio-
- Disminución del fantasma del paro: Muchos
adolescentes que están a disgusto en los centros
escolares perciben que pueden encontrar rápida-
- Aumento de la tensión en la escuela: El fenómeno del bullying (matonismo, acoso, peleas...)
ha irrumpido en las aulas de manera llamativa
hasta el punto de que ha dejado en un segundo
plano otras cuestiones en torno al aprendizaje. Y
un dato nuevo: “una proporción considerable de
escolares señalan tener miedo en la escuela y solicitan más disciplina”.
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mente un puesto de trabajo. Este fenómeno se
da particularmente en zonas turísticas, pero es
común también en lugares de extrarradio de las
grandes ciudades. El trabajo puede ser temporal,
de baja calidad y muy mal pagado, pero es mucho dinero para un adolescente.
- Omnipresencia de las drogas: España registró
los máximos históricos de consumo de prácticamente todas las drogas y alcohol durante los años
2005-2006. Elzo resume que “vivimos un período
de trivialización del cannabis, que de facto es una
droga legal, dada la extrema facilidad con la que
la obtienen los adolescentes y la alta proporción
de los que, al menos, la han experimentado en la
adolescencia.” De hecho, en el momento actual se
observa un apuntalamiento del modelo festivo del
consumo de alcohol, consumo que se fue
extendiendo como sustituto de la
heroína y drogas «duras» tras
la aparición del sida a finales de los ochenta, para
después yuxtaponerse a
ellas. De hecho, a este
consumo de alcohol va
asociado, con demasiada frecuencia, el consumo de las drogas
ilegales, pero socialmente omnipresentes. Entre estas
drogas, el cannabis
tiene un protagonismo mayor, pero no
se puede olvidar el
consumo de cocaína,
también entre adolescentes, y de otros productos,
heroína incluida,
estos dos
últimos
años.
- Disminución de las políticas preventivas:
Las políticas de prevención de las drogas ponían
el acento a principios de los años noventa en el
no consumo, pero poco a poco se han ido difuminando para pasar a la política de reducción del
daño: se acentúa la política del consumo más seguro o menos lesivo una vez consumido. Parece que en la actualidad estamos entrando en una
tercera etapa en la que hay una vuelta actualizada y reformulada hacia otra política preventiva
sin olvidar los aspectos más positivos de la política de la reducción del daño. Pero la dimensión
de la bebida entre los adolescentes todavía no se
afronta o se hace de forma tímida y con orientaciones vacilantes.
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Perfil de los nuevos adolescentes
Siguiendo también a Javier Elzo, ofrecemos un
retrato robot del adolescente español, en parte
también aplicable a los jóvenes.
gía primaria de los adultos del mismo género más
allá del mundo deportivo (especialmente los chicos), y del famoseo y la moda (las chicas). Y buscan un espacio propio en el que ellos sean los
protagonistas principales.
- Anclados en el presente: Los adolescentes
actuales están centrados en lo próximo, en lo
actual, en lo cercano, en lo cotidiano. Son concretos y prefieren las soluciones a sus cuestiones habituales más que respuestas a las grandes
preguntas, aunque ellos también se plantean
esas cuestiones.
En el momento actual se
observa un apuntalamiento
del modelo festivo del
consumo de alcohol
- Relativistas pero buscadores de absoluto:
En una sociedad que ya se adentra en nuevas sacralidades más allá de la secularización imperante,
buscan, consciente o inconscientemente, un absoluto que les dé sentido y razón de ser de sus vidas,
aunque sostienen el relativismo radical y rechazan
todo principio ético que se pretenda absoluto.
- Atados y necesitados de compañía: Los adolescentes, soñadores e imaginativos de por sí, creen
que vuelan como pájaros y se dicen libres, pero los
adolescentes actuales se sienten con la obligación
de divertirse, se mantienen pegados al móvil y están atados a la familia, a la escuela, al grupo de
amigos, a la moda y a los artilugios informáticos.
Aclamados desde niños y solicitados por miles de
incitaciones, los adolescentes actuales sienten pavor de la soledad, del aburrimiento, del silencio.
- Más tolerantes que solidarios: La solidaridad, cuando se da, es ocasional y tiene fecha de
caducidad. A ellos les lleva el imperio de lo efímero, la socialización débil y dispersa, la aceleración
de la vida y su incertidumbre hacia el futuro.
- Consumistas de lujo: Alimentados por una publicidad omnipresente y dejándose llevar por su condición adolescente (experimentar todo sin responsabilidad, quererlo todo sin dilaciones...), quedan
atrapados por un consumismo frustrante y enloquecedor hasta donde les llega el dinero disponible.
- Espacios propios: Los adolescentes tienen sus
revistas y espacios de radio y televisión propios.
Por eso participan poco del universo cultural de
los mayores y apenas coinciden con la simbolo-
- Las normas del “finde”: Los adolescentes tienen un espacio propio: la noche de los fines de
semana, que los convierte en noctámbulos itinerantes. El ocio de la noche es símbolo de la
búsqueda de un espacio y un tiempo privados
en los que predominan el lucimiento, la seducción, la diversión. Es un espacio aparentemente
sin normas, percibido en oposición al del tiempo
normativo diurno del resto de la semana que es
considerado como espacio intermedio entre dos
“findes”. En este espacio “finde”, la única norma
la impone la ‘amable’ presión horizontal de los
pares, el cuerpo y el bolsillo.
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- El icono del preservativo: Los adolescentes han convertido el preservativo en un icono
de seguridad, pero no de fidelidad (gran valor
para muchos) y por lo tanto, tampoco de felicidad. Su uso, dentro de una sexualidad a veces promiscua, se da de bruces con su anhelo
de la entrega sin barreras y del amor gratuito,
fiel y confiado.
- Otros iconos simbólicos: En universo simbólico más elemental de los adolescentes aparecen
otros iconos como elementos de identificación,
pertenencia grupal y de condición social: la apariencia física, el uso de determinadas prendas de
vestir, la manipulación de los móviles, la asistencia a conciertos y la devoción por determinadas
formas musicales o por algunos deportistas (casi
exclusivamente en los chicos) o cantantes y modelos (más en las chicas).
La incorporación de la mujer
al mundo laboral y el hecho de
que los abuelos ya no habiten
en los nuevos núcleos familiares están dando lugar a la
“generación de la llave al cuello”: niños y adolescentes que
se encuentran la casa vacía
cuando llegan de la escuela
- Demandas más profundas: Otros iconos afloran en un nivel más profundo de los adolescentes: la paloma de la paz, la Madre Teresa en su
momento y Juan Pablo II para algunos, por ejemplo. Según algunos, en estos iconos se refleja la
demanda de actitudes básicas como la lealtad, el
amor gratuito, la capacidad de escucha, la espiritualidad...
- Permisivos en lo privado y exigentes en lo
público: Los nuevos adolescentes son más tolerantes con las cuestiones privadas, desde el
aborto a la eutanasia o el divorcio, y menos con
lo público (a excepción de las molestias que ellos
causan los fines de semana). Un dato curioso:
son cada vez más partidarios del divorcio y a la
vez lo son cada vez menos con las “aventuras
fuera del matrimonio”, lo que para algunos supone una implícita demanda de fidelidad, de norte y
hasta de seguridad.
- Distanciados de sus propias utopías: Los
adolescentes actuales defiendan algunas causas (pacifismo, tolerancia, ecología, exigencia de
lealtad...) pero no se implican en su defensa, ya
que presentan grandes déficits en valores como
el esfuerzo, la autorresponsabilidad, el compromiso, la participación, el trabajo bien hecho o la
abnegación, que ni saben lo qué es...
Así los hemos hecho y así son. Más allá de las
encuestas, podemos decir que los adolescentes
actuales (más que los de hace unas décadas)
tienen una afectividad lábil y cambiante, baja
tolerancia a la frustración y dificultad para diferir la satisfacción, para ponerse en la piel del
otro, para tomar algunas decisiones y para ser
perseverantes en la culminación de sus metas,
que a veces no ven claras. Ellos han pasado del
pensamiento abstracto al pensamiento en imágenes y del discurso lineal al mosaico y, por lo
tanto, tienen dificultades para focalizar la atención y para llevar a cabo otras funciones como
la comprensión de los textos sólo orales y escritos, la elaboración de ideas coherentes, la atención perseverante o la organización del estudio.
Y en cuanto a la identidad adolescente, no podemos olvidar su indefinición en la forma de ser,
de pensar y de actuar, su identidad cambiante
ante la oferta cambiante y su necesidad de vivirlo todo “aquí y ahora”.
A los adultos que tienen en cuenta todo esto les
será más fácil conocer a los adolescentes, a veces
tan desorientados, escucharles (a veces sienten
que nadie les escucha en serio), apoyarles, darles
pautas y exigirles con amabilidad y a la vez con
claridad. Y podrán también apelar a su idealismo,
abrirles perspectivas, ayudarles a cambiar su estilo explicativo pesimista en optimista y hablarles del futuro como una tarea para lograr la felicidad: “existe el gusto por vivir el presente pero
aún ofrece más satisfacción construir una vocación, un proyecto, familiar, laboral y conquistar
el futuro”.
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LOS PADRES ACEPTAN LAS POSIBILIDADES
Y LIMITACIONES DE SU HIJO CUANDO NO
LO COMPARAN NI CON EL VECINO, NI CON
OTRO HERMANO, NI SIQUIERA SE PONEN
ELLOS MISMOS COMO MODELOS
Por Alejandro Rocamora Bonilla
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En una tertulia veraniega mi madre Esperanza de casi noventa
años, mi suegra Juliana de 81 años, mi cuñada May Juli,
mi hermana Angelines y mi mujer Nina, mucho más jóvenes, se
intercambiaban recetas sobre las diferentes comidas típicas de
Ávila y Toledo: migas, gachas, puches, y un largo etcétera. Aunque el plato era el mismo cada una de ellas lo preparaba
de forma diferente; un mayor tiempo de cocción, algún aditivo
diferente, etc. Hoy vamos a reflexionar sobre “otras recetas”: la
mejor forma de ayudar a los padres en la convivencia con sus hijos adolescentes. Tarea difícil y complicada, pues entre otras causas, aquí los “ingredientes” son más personales e irrepetibles.
El adolescente ayer y hoy
Navegando por Internet he encontrado tres frases que pueden ser un reflejo de la situación del
adolescente de nuestra época:
1.- “Nuestra juventud gusta del lujo y es mal educada, no hace caso a las autoridades y no tiene
el menor respeto por los de mayor edad. Nuestros hijos son unos verdaderos tiranos. Ellos no
se ponen de pie cuando una persona anciana entra. Responden a sus padres y son simplemente malos”
2.- “Ya no tengo ninguna esperanza en el futuro
de nuestro país si la juventud de hoy toma mañana el poder, porque es una juventud insoportable,
desenfrenada, simplemente horrible”
3.- “Nuestro mundo llegó a su punto crítico. Los
hijos ya no escuchan a sus padres. El fin del mundo no puede estar muy lejos”
Pese a su tono pesimista, estas tres frases describen bien la situación de la juventud. Pero mi
sorpresa fue mayúscula cundo comprobé que la
primera fue escrita por Sócrates (470-399 antes
de Cristo); la segunda es de Hesiodo (720 a. C.)
y la tercera es de un sacerdote del año 200 a.
C. Es una pequeña muestra de cómo el problema del adolescente es tan antiguo como el ser
humano.
La adolescencia, nadie lo duda, es una etapa
conflictiva. Pero también es la “segunda oportunidad” que tenemos para corregir las conductas
y actitudes poco satisfactorias. Es, pues, un período de gran conflicto consigo mismo y con los
demás, pero al mismo tiempo es una posibilidad
de cimentar de forma adecuada el edificio de la
vida adulta.
El adolescente debe
sentirse valorado y
querido no solamente
por lo que hace (obtener
buenas notas, ser
obediente, etc.) sino
por lo que es: hijo, persona
La adolescencia, en el plano psicológico, es similar a los primeros pasos del niño en el plano físico: gatea, camina tambaleándose, cae, se levanta. De la misma manera, el adolescente aprende
a configurar su estructura de personalidad a través de tomar decisiones y equivocarse, a vivir situaciones de amor correspondido o amor no correspondido, y en definitiva, a ser independiente
y caminar por el mundo siendo él mismo.
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12 recetas para convivir con un adolescente
1.- Reglas claras y concisas. Gráficamente podemos afirmar que la adolescencia es
como un caudaloso río, que es preciso encauzar para que no se desborde. Toda la energía
y potencialidad de esta etapa de la vida precisa de unos límites claros y precisos. Si algo le
repugna es la mentira, la confusión, la oscuridad. Por esto, es preciso definir y expresar
con nitidez las reglas de convivencia familiar,
pero sin pretender la ley del embudo: al adulto todo le es permitido; al adolescente todo le
es prohibido.
La confianza no se consigue
porque nos comportemos
como el otro (inmaduro,
inseguro, desorientado)
sino porque el hijo
compruebe que estamos
atentos a sus problemas,
que somos comprensivos
Pueden existir normas explícitas (quién tiene
que poner la mesa, a qué hora se debe llegar a
casa, etc.) y reglas no escritas: se puede o no
expresar sentimientos negativos (odio, rencor,
agresividad, etc.). No obstante, hay que señalar que, cuanto más manifiesto esté el código
o normativa familiar, más posibilidades existen
de que la convivencia sea madura y favorezca
el crecimiento.
2.-Comunicación sin culpabilizar. Posibilitar la comunicación fluida entre padre e hijos, no imponiéndola por la fuerza sino con el ejemplo. No podemos
desear que nuestro hijo adolescente nos diga dónde ha estado una tarde del domingo, cuando nunca le comunicamos en qué consiste nuestro trabajo
o cómo se encuentra la situación económica familiar.
La comunicación no se impone, se mama desde pequeño o no se incorpora al código personal.
Por otra parte, debemos aprender a comunicarnos sin sancionar o culpabilizar. Podemos evaluar
una acción, pero nunca a la persona. Por ejemplo:
ante el abandono de las normas más elementales
de orden en el dormitorio podemos decir: “Emilio, tu cuarto está desordenado. No has hecho
la cama desde ayer. Es necesario que reflexionemos y veamos que es lo que anda mal”. No hemos descalificado (no hemos dicho que “eres un
cerdo o un abandonado”). Solamente hemos detectado un hecho y hemos pedido la colaboración para solucionarlo. Este lenguaje, ni policial
ni descalificador, generalmente es aceptado bien
por el adolescente.
3.- Ambiente familiar acogedor. Es necesario
propiciar un clima familiar donde se pueda expresar tanto los sentimientos positivos como los negativos. El adolescente necesita comprobar que
su agresividad no destruye a sus seres queridos
ni tampoco a él mismo. Por esto podemos permitir que exprese su ira, su rencor o su envidia o
celos, para posibilitar una buena elaboración. Lo
“malo” no es tener sentimientos negativos, sino
el llevarlos a la práctica, a través de la agresión
física o verbal. Pero también debemos favorecer
la exteriorización de sentimientos positivos: el
afecto, la valoración del esfuerzo realizado, etc.
De esta manera favoreceremos la configuración
de una personalidad equilibrada.
4.-Valoración. Eso sí, el adolescente debe sentirse valorado y querido no solamente por lo que
hace (obtener buenas notas, ser obedientes, etc.)
sino por lo que es: hijo, persona. Los padres no
podemos poner en una balanza nuestro amor hacia los hijos para que se equilibre con los logros
conseguidos (ser un buen estudiante o deportista) sino que se debe “sentir querido” aunque tenga malas notas y no cumpla las expectativas que
teníamos sobre él.
5.- Identificar las señales de alarma. En la
convivencia con el adolescente debemos mostrar
una actitud respetuosa con su intimidad (no “machacar” con preguntas invasivas: ¿con quién has
estado?, ¿qué has hecho esta tarde?, etc.), pero
al mismo tiempo debemos conocer quiénes son
sus amigos y cuáles son sus aspiraciones. ¡Difícil
equilibrio! Es necesario, pues una “vigilancia res-
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petuosa”. Por esto, debemos estar
atentos a “señales” que pueden
ser indicio de algún problema. Así: el
aumento o disminución de peso significativo en poco tiempo, absentismo escolar sin justificación,
bajo rendimiento académico de
forma repentina, indicios o sospechas de que consume alcohol
u otras drogas, algún problema
con la ley, alteraciones del sueño, entre otras. Si se mantienen al menos durante un mes,
se debería pedir la ayuda de un
profesional de la psicología.
6.- Aceptar las limitaciones
del adolescente. Si es cierto que todas las comparaciones
son odiosas, mucho más cuando lo referimos a lo que hace un
adolescente. Debemos aceptar a
cada hijo con sus posibilidades y límites, tanto en el aspecto psicológico, como en el rendimiento escolar o en el deporte. Puede ser
inteligente o no, con posibilidades para el deporte o no, pero
siempre tendrá aspectos positivos que habría que potenciar:
su solidaridad, su sentido de la
justicia, su sentido del humor y
un largo etcétera.
Los padres aceptan las posibilidades y limitaciones de su hijo cuando
no lo comparan ni con el vecino, ni con
el primo, ni con otro hermano, ni siquiera
se ponen ellos mismos como modelos. Comentarios como: “mira que buenas notas ha
sacado tu hermano...”, o “yo a tu edad estudiaba y trabajaba”, están completamente
abolidos. No importa lo que logren los demás. Lo significativo es que cada uno desarrolle al máximo todas sus potencialidades.
Ése es el verdadero éxito. Y en ello pone su
empeño “una familia sana”: a cada uno se le
exige y se le gratifica según su propio esfuerzo, no por los premios
conseguidos.
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7.- Saber negociar. Una forma frecuente del
adolescente de autoafirmación es la rebeldía.
Esto lo podemos ilustrar con la historia de Antonio, que tiene 15 años. Sus padres le han
forzado a consultar al psiquiatra, porque sistemáticamente transgrede el horario de volver a casa. Siempre llega tarde. Tras hablar
con los padres nos entrevistamos con Antonio
a solas. Nos dice: “Mire Vd. esos veinte minutos que llego tarde a casa son los más aburridos del día. Cuando todos mis amigos se marchan, yo doy unas cuantas vueltas al bloque de
mi casa... hasta que se pasan esos minutos.
Después ya puedo subir a cenar”. Es una de
las formas de autoafirmación del adolescente:
se opone porque sí, aunque no consiga ningún
bene¬ficio a cambio. ¡Existen muchos Antonios
entre los jóvenes!
Por esto, a la hora de plantear horarios de salida y de llegada, o la cuantía de la paga semanal,
siempre hay que buscar un término medio. No
negar todo, pero tampoco conceder todo. Negociar, es posiblemente el verbo que más tenemos que conjugar para conseguir una convivencia satisfactoria con el adolescente. No consiste,
es evidente, en dar todo lo que pidan (horarios,
paga semanal, tiempo con el ordenador) sino
más bien ceder en algunos aspectos para ganar
en otros.
Recuerdo que, cuando mis hijos tenían 14-15
años y se acercaban las fiestas del pueblo, siempre surgía la misma cuestión: ¿A qué hora tengo
que venir a casa? preguntaba Javier. Mi respuesta era: “No más tarde de las dos de la madrugada”. Pero ante su insistencia de venir a casa a las
cuatro de la madrugada siempre llegábamos a un
acuerdo para que fuera a las tres. Javier se sentía
tan contento pues había “ganado” y yo me sentía
satisfecho pues en realidad era la hora que había
pensando en un principio.
8.- Castigar con cordura. Es una de las “recetas magistrales” para la convivencia con un adolescente. Como primer ingrediente podemos señalar éste: no le amenaces con un castigo que
no vaya a cumplir (“todo el año sin salir los domingos” o “te suspendo la paga semanal durante tres meses”, por ejemplo). Segundo ingredien-
te: si castigas no puedes después echarte atrás
(en este sentido existen padres que se les va la
fuerza por la boca y solamente castigan buscando demostrar su poder. ¡Craso error!). Tercer ingrediente: el castigo debe ser proporcionar a la
falta cometida. Si a algo es sensible el adolescente es a la injusticia. Sé justo en el castigo y el
propio adolescente reconocerá su error. Y el cuarto ingrediente: que el castigo no sea producto de
tu ira, rencor, frustración, sino que el adolescente reconozca que ha cometido una falta y tiene
que repararla.
9.- Razonar las normas. El adolescente puede tener comportamientos díscolos y se puede
dejar llevar por sus impulsos y su tendencia al
desorden, al caos, pero puede entender que los
padres prefieran el orden. No hay que responder nunca: “porque sí” o “porque soy tu padre
o tu madre”, o “mientras estés en esta casa harás lo que yo te diga”. Todas estas contestaciones lo que hacen son favorecer la rebeldía del
adolescente. Más bien, habrá que procurar decir, sin voces y sin descalificaciones, que nos
agrada que tenga el cuarto arreglado o cuando se va a retrasar nos gustaría que nos llamara por teléfono, por poner solamente algunos
ejemplos.
10.- Admitir los errores. El adolescente se encuentra en la encrucijada de paso de niño a adulto. Es preciso que sepa reconocer que sus padres no son omnipotentes sino que son humanos
y se pueden equivocar pero esto no significa que
sean menos sabios o menos poderosos. Por otra
parte, debemos ir asumiendo que el adolescente puede tener una opinión incluso más válida
que la nuestra. Debemos favorecer su autoestima con frases como éstas: “Javier, pienso que en
ese tema tenías tu razón, yo estaba equivocado”
o “Cristina, eso que dices es verdad no lo había
pensado así”.
Un niño que nunca oye la
palabra “no” en boca de sus
padres será un niño infeliz
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11.- Somos padres, no amigos. Oímos por doquier que debemos ser amigos de nuestros hijos pues de esta manera tendrán más confianza
con nosotros y como una forma de allanar las diferencias. ¡Grave error! La confianza no se consigue porque nos comportemos como el otro (inmaduro, inseguro, desorientado) sino porque el
hijo compruebe que estamos atentos a sus problemas, que somos comprensivos y que tenemos capacidad para orientarle en sus conflictos.
Y esto lo podremos hacer no desde la igualdad
sino desde nuestra capacidad como padres para
favorecer “el buen rollo” aunque estemos en planos diferentes: los padres son los máximos responsables de la familia y ellos son los que tienen
que dictar las normas y enseñar los valores; los
hijos deben obedecer y admitir las reglas, aunque siempre en un clima de compresión.
nuestros hijos contra la frustración. ¿Cómo? No
protegiéndoles de tal manera que parezca que
viven en el paraíso terrenal: nada se les niega
(todos los caprichos están a su alcance), todo
se les permite. El niño que nunca oye la palabra “NO” en boca de sus padres será un niño infeliz. No aprenderá a poner límites a sus deseos
y necesidades. Y esto es así porque el “NO” de
sus padres puede frustrar pero también organizar al trazar las coordenadas por donde se puede mover el niño o el adolescente. Esto sí, deben
ser unos límites razonables no autoritarios. Todo
esto se consigue en un medio familiar tolerante y flexible donde todo se puede pensar y decir
(aunque no realizar), y donde el adolescente se
sienta querido y valorado y todas las reglas sean
claras y asequibles.
12.-Educar para superar la frustración. Es
una “receta básica” para el buen funcionamiento
de la familia. Así como existe una vacuna contra la
meningitis y otras enfermedades, deberíamos aprender
a vacunar a
Toque final
Una cosa quedó clara en la tertulia veraniega
dedicada a la cocina: una buena receta, no depende solamente de los ingredientes, sino del
‘toque final’ de cada cocinero o cocinera: cómo
se haga el refrito, dependiendo del tiempo de
cocción, o se ponga más o menos pimentón. Si
esto es así con los productos de la huerta, cobra más valor cuando se trata de personas, de
adolescentes, cada uno diferente e irrepetible. En estas circunstancias aplicar el ‘recetario’ anterior de forma rígida sería un
error. Cada padre deberá analizar su situación personal y la vinculación con su
hijo adolescente, para aplicar en cada momento algunas de las “recetas” antes señaladas, pero eso sí con su ‘toque final’
personal e intransferible.
Podemos concluir, pues, que no
existen ‘recetas mágicas’ en la
educación de los hijos, como
no hay una sola forma de hacer las puches o las migas.
No obstante, espero, querido lector, que este ‘recetario’ te sirva para ‘cocinar’ de
la mejor manera posible el
período de la adolescencia
de tu hijo/a.
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MI HIJO
SE ME
ESCAPA
EL ROL DE LA PATERNIDAD Y
LA EDUCACIÓN EN FAMILIA
Por José María Jiménez Ruiz
“¡Qué bien si no crecieran!, ¡Qué pena que se hagan mayores!,
¡Aprovechad mientras son pequeños, el tiempo pasa demasiado rápido y luego...!” Esas y otras expresiones similares las hemos oído
unas cuantas veces a lo largo de nuestra vida y nosotros mismos
se las hemos dirigido a amigos y familiares jóvenes que, con hijos
pequeños, trataban de asumir lo mejor que podían el rol de la paternidad. Encierran, sin duda, altas dosis de sentimentalismo y de
idealización de una etapa de la vida, la infancia, contemplada como
paradigma de la inocencia, de la ternura, también de la esperanza.
A caballo entre el niño y el hombre
Pero muy probablemente revelan, al mismo tiempo, impotencia y desconcierto ante unos hijos que
se hacen mayores, que reclaman, frecuentemente
con torpeza, su independencia y que con sus nuevas formas de relacionarse ponen en crisis un sistema familiar que había venido funcionando hasta ese
momento sin espectaculares sobresaltos. Los niños
se hacen mayores e inauguran esa edad compleja
que llamamos adolescencia. Tal vez el periodo de la
vida humana comúnmente considerado como más
crítico. Excluido, en efecto, el primer año de la vida
de un ser humano, nunca a lo largo del proceso
de desarrollo experimenta el hombre cambios tan
profundos como en la adolescencia. Fenómenos
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tan importantes como la aceleración del desarrollo físico, cambio de estatus, consolidación de roles
sexuales, desarrollo cognitivo, tan magníficamente estudiado por Piaget o desarrollo moral que investigó Kholberg, irrumpen con fuerza en la vida
de unos muchachos que no siempre encuentran la
mejor forma de integrarlos armónicamente. Y es
precisamente en ese momento de agitación vital
cuando el sujeto se siente ‘obligado’ a encontrar y
consolidar su propia identidad a caballo entre una
infancia que se desvanece y una madurez que parece tocar vitalmente con las manos, pero que aún
no acaba de consolidarse.
Los brotes de rebeldía de
los adolescentes son en
realidad la forma de
reforzar su propio yo y para
enmascarar la desoladora
inseguridad en la que se
sienten presos
Padres desconcertados
En consecuencia sus exigentes demandas de independencia y su aparente alergia hacia las sugerencias de sus mayores no deberán ser percibidas como un rechazo frontal de la familia y de lo
que ésta representa. La necesitan más que nunca
porque su pretendida autosuficiencia no deja de
ser una forma de disimular su radical menesterosidad, su provocadora displicencia una manera
de ocultar sus dudas y sus miedos, su aparente
frialdad una manera de defenderse de la necesidad de reconocimiento y cariño que experimentan de forma más acuciante que nunca. Esa fase
de la vida humana tan marcada por un aparente
movimiento de desvinculación y alejamiento respecto a sus progenitores requiere más que nunca
de la presencia de adultos maduros que les sirvan
como figuras de apego, como modelos de identificación y como garantes de normas razonables
que les permitan transitar con cierta seguridad
dentro del mundo, a veces caótico, y casi siempre
desconcertante y confuso, en el que se mueven.
El lenguaje de las impertinencias
Todo esto deberán tenerlo muy presente los padres para que no se sorprendan más de la cuenta,
ni se asusten más de lo razonable si ven brotar
con virulencia problemas que hasta ahora les eran
completamente ajenos. Será justo el momento de
mantener los oídos atentos y el corazón bien abierto para atender los verdaderos mensajes que nos
hagan llegar los chicos tratando de aproximarnos a
su mundo afectivo en permanente ebullición. Aunque éste nos resulte extraño y se nos antoje ya
demasiado lejano. Como el mítico Teseo que, una
vez vencido el terrible minotauro, encontró la salida del misterioso laberinto en que estaba atrapado
gracias al hilo que le proporcionó la joven Ariadna,
así deberán aprender los padres a interpretar correctamente las palabras, los gestos y las actitudes
de sus hijos adolescentes para a través de ellos remontarse a sus verdaderos sentimientos y a sus
más genuinos intereses. Entenderán de este modo
que sus brotes de rebeldía no son, o no son sólo,
expresiones de agresividad respecto a sus mayores
sino la forma que ellos entienden como más adecuada para reforzar su propio yo y para enmascarar, desde su desafiante impertinencia, la desoladora inseguridad en que se sienten atrapados.
Periodo, sin duda, de turbulencias e incertidumbres para padres e hijos, pero también de oportunidades de crecimiento humano si se tiene el
acierto de afrontarlo con buen tino. La mayoría
de los padres asisten desconcertados a la sorprendente transformación de unos niños que parecía tocados por la magia de la inocencia en personajes desconocidos a cuyo despertar sexual no
saben como hacer frente, que hacen de la trasgresión una bandera, de la fidelidad a la pandilla una religión y de las dudas existenciales una
especie de pose en la que no es fácil distinguir
lo que hay de auténtico y lo que hay de impostado. Todo esto provoca en los progenitores una
fuerte ansiedad, el temor permanente de estar
bordeando un abismo y de que en cualquier momento se puede producir la catástrofe.
En Padres y adolescentes Monserrat Doménech
trata de alertar ante el desasosiego que producen
los cambios de los adolescentes y previene frente
al error que supondría considerar este momento de la vida humana sólo como fuente de peligros y problemas. Es cierto, ya lo decíamos, que
los cambios psicológicos que se tienen lugar en
la pubertad son muy significativos, que hay que
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despedirse de la serena placidez del niño que nos
mostraba a través de las ventanas de sus ojos la
inocente ingenuidad de quien no conoce la malicia, ni siente que los problemas le conciernan en
exceso porque para resolverlos ya están sus omnipotentes papá y mamá. Ahora habrá que lidiar con
unos personajes muy frecuentemente airados, sin
que acertemos a explicarnos el motivo, irascibles
ante cualquier contrariedad, con incomprensibles
cambios de humor y una gran tendencia a sentirse agraviados e incomprendidos. Personajes que
harán de la rebeldía su principal seña de identidad
y convertirán el rechazo a las recomendaciones
paternas en un permanente desafío.
Pero en las familias que forman sistemas abiertos
en los que se toleran bien los cambios y no interpretan como una amenaza para el grupo los movimientos que, a lo largo del proceso evolutivo, van
haciendo cada uno de sus miembros orientados
hacia una creciente autonomía e independencia,
la adolescencia, aún en medio de todas sus turbulencias, tiene un significado altamente positivo
porque nos sitúa en ese momento crítico, pero
apasionante, en el que los individuos oyen más
nítidamente que nunca la llamada a convertirse
en dueños de su particular destino, en personas
que deben encontrar su propio lugar en el mundo,
ensayar sus propios caminos, vivir sus intransferibles experiencias y, en definitiva, hacerse responsables de un futuro personal cuyo diseño les
corresponde protagonizar. Sólo los miedos no suficientemente controlados, la ausencia de fe en el
porvenir y las tendencias a dramatizar procesos
que, en sí mismos, son absolutamente naturales,
nos impedirán contemplar la adolescencia como
una oportunidad de acceder a un más alto grado
de madurez y de desarrollo personal.
estar encima, para hacerse visibles sin restarles
autonomía, para marcar orientaciones sin recurrir
a imposiciones. Es, para los padres, el momento
de la serenidad. Ellos son los adultos y, como tales, a ellos les corresponde mantener el sosiego
en épocas que son especialmente conflictivas.
Teniendo en cuenta que no siempre es lo más
sensato esperar resultados a corto plazo y que
la madurez, legítimamente ambicionada para los
hijos, llegará tras un largo proceso que requiere
tiempo y toneladas de paciencia. No estaría mal
asimilar algunas enseñanzas de las sabias lecciones que nos da la madre naturaleza. Observándola, comprobaremos que desde que las flores se
convierten en fruto y, luego, éste madura, trascurre un largo periodo de tiempo que los pacientes agricultores respetan con admirable templanza. Ninguno de ellos se empeñaría en cosechar
en mayo lo que por inexorable ley natural llega
a la sazón un mes más tarde. ¿No sería lo más
cuerdo, en consecuencia, renunciar a exigir a los
seres humanos una madurez más acelerada que
la que les marca el ritmo vital de su propio desarrollo? Ningún padre debiera olvidar que, aunque
sumamente difícil, la adolescencia no deja de ser
una etapa de la vida humana y como tal algo
que todos hemos superado y, en general, superado sin consecuencias catastróficas o traumáticas. Por lo tanto conviene vivirla con intensidad y
de la forma más madura posible. Con templanza,
serenidad y disposición a no quemar etapas, a no
exigir resultados inmediatos, insisto, y a huir de
los cortoplacismos impacientes que hacen perder
la perspectiva e instalan en los angustiosos dominios de la ansiedad más improductiva.
El arte de las artes
Un trabajo a largo plazo
A lo que no están autorizados los padres es a huir
de las dificultades, dimitir de sus quehaceres o
a quitarse del medio en el momento en que son
más necesarios. Sería traicionar sus responsabilidades y condenar a sus propios hijos a una soledad que otros agentes socializadores tratarían de
suplir no siempre guiados por las intenciones más
nobles. Es un momento para estar presentes sin
El oficio de la paternidad es siempre de una dificultad extrema. Siempre me ha llamado la atención que el gran Rousseau, autor de uno de los
libros más famosos de pedagogía o, mejor aún
de filosofía de la educación, El Emilio, no fuera
capaz de educar a sus propios hijos y acabara entregándolos a instituciones públicas para que se
hicieran cargo de ellos. ¡Qué estrepitoso fracaso
para quien fue calificado por el ilustrado Voltaire
como “preceptor de la humanidad”!
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Sin embargo no se trata de escandalizarse sino
de comprender que acompañar en su proceso
de crecimiento personal a seres humanos, todos
ellos diferentes, dotados de libertad y, en consecuencia, capaces de reaccionar de la forma más
imprevisible, es todo menos fácil. Naturalmente
esa dificultad se acentúa en el periodo de la adolescencia cuando el desconcierto no parece conocer límites. Será el momento en que los padres
deberán acreditar una especial finura para intervenir sin que su trabajo produzca rechazo o suscite agresividad. Se precisará una gran capacidad
de ajuste fino que permita combinar disciplina y
flexibilidad, tolerancia y cesión en lo accesorio y
firmeza en lo que se tiene como fundamental y
no negociable por tratarse de aspectos que se
consideran irrenunciables para el correcto funcionamiento de la estructura familiar y para la
propia formación del adolescente. Prudente ejercicio, pues, de la autoridad
y toneladas de cariño,
confianza en los propios criterios educativos cuando
éstos han
sido
asumidos reflexivamente y capacidad de comprensión cuando el adolescente los quebranta.
Porque comprender los fallos que, dada la inestabilidad del adolescente, serán inevitables, no es
renunciar a los principios. Es simplemente actuar
con una buena dosis de templanza que ayude a
evitar los dramatismos y a admitir que la maduración personal, como ya antes tratamos de razonar, es un proceso lento y para nada exento
de dificultades. Reconocer esta elemental verdad
nos pone en disposición de corregir las equivocaciones sin rechazar a quien erró.
En este sentido, conviene tener en cuenta que
la reacción del adolescente al reproche y al “ordeno y mando” suele ser muy violenta. Pero no
son impermeables a los razonamientos y muchas
reflexiones o sugerencias que inicialmente parecían haber caído en saco roto acaban haciendo
su efecto y produciendo los resultados apetecidos. Lo importante es que no se sienta vencido, que no perciba en sus padres el más
mínimo propósito de derrotarle o de humillarle. Que vivencie, por el
contrario, que los planteamientos que se le
hacen son propuestas bien razonadas
y que lo verdaderamente relevante
no es quien triunfa
o quien tiene la razón, sino pensar juntos acerca de lo que es
más correcto o más conveniente. Algunas consideraciones a tener en
cuenta serían las
siguientes:
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La mayoría de los padres
asisten desconcertados a la
transformación de unos
inocentes niños en unos
desconocidos a cuyo
despertar sexual no saben
cómo hacer frente, que
hacen de la trasgresión una
bandera y de la fidelidad a
la pandilla una religión
• Mantener canales de comunicación
siempre abiertos: Atentos más a lo que
realmente quieren decirnos que al modo, frecuentemente torpe y a veces agresivo, como
lo dicen. Con prudencia exquisita para que no
se sientan ni acosados, ni excesivamente controlados y con inteligencia para aprovechar los
momentos en que están más receptivos o se
muestran más permeables a las sugerencias.
Jamás abandonar, nunca dejarlos por imposibles. Aquí no vale admitir derrotas y retirarse
a los cuarteles de invierno. Sería una grave
irresponsabilidad. Sutileza, pues, para estar
cerca de ellos pero no encima, que nada tiene
que ver lo uno con lo otro.
• Prestarles mucha atención: Aunque sus
puntos de vista puedan parecernos estrafalarios. Escucharles no quiere decir estar de
acuerdo con lo que ellos dicen, pero es un
signo de respeto que el adolescente valora y
agradece. Y, desde luego, siempre es recomendable tener en cuenta sus opiniones respecto
a decisiones que le afectan, no descalificar sus
puntos de vista y señalarle aquellos aspectos
de su visión de la realidad que son coherentes
y apreciables.
• Acompañarles en su proceso de crecimiento: Que sientan que estamos a su lado,
que no vivimos esclavos de nuestros prejuicios, entendemos que su mundo es diferente
al nuestro y respetamos su derecho a irse ha-
ciendo cargo de su propia vida, a recorrer su
propio camino, a escribir con responsabilidad y
libertad el guión de su historia personal. Es estupendo que los padres acaben constituyendo
un auténtico referente moral para sus hijos,
pero son éstos quienes finalmente deberán encontrar las respuestas más importantes a los
dilemas que se les plantean y quienes deberán
encontrar sus valores y sus motivaciones. En
este terreno de nada sirven las imposiciones
porque los valores fingidos, impostados, jamás resisten el paso del tiempo.
• Jamás regatearles el tiempo: Lo decíamos antes. El adolescente necesita presencias activas. Aunque aparentemente parezcan repudiar el contacto con sus padres
necesitan de adultos que, al dedicarles su
tiempo, les muestren con el contundente
lenguaje de los hechos, que son importantes
y que se está incondicionalmente a su lado.
Cuando se ha sabido crear un clima de afecto
y serena convivencia siempre se encuentra el
momento oportuno para interesarse por su
mundo, para estimularle en sus proyectos,
para mostrarse comprensivo con sus dudas,
cauto ante sus contradicciones y responsables y valientes cuando razonablemente se
comprende que es llegado el momento de
la corrección y de la firmeza.
• No renunciar a las tareas parentales: El adolescente necesita padres que
asuman sus responsabilidades. Ahora
que se habla tanto de derechos quizá
sea llegado el momento de reivindicar
el que asiste a todo hijo de contar con
unos progenitores que ejerzan como tales. Como dice Javier Urra, ni padres light, suavones, amerengados, incapaces de
hacer cumplir normas y carentes de los más
elementales criterios, ni padres missing, desaparecidos, escondidos tras los burladeros de
la comodidad que, por desinterés o por miedo,
se salen de la escena justo cuando su presencia
es más necesaria para que siga la representación. Padres, por el contrario, que no renuncian a sus deberes porque se saben necesarios
para sus hijos en ese delicado momento de
sus vidas en que, en medio de sus múltiples
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contradicciones, sienten con fuerza la llamada
de la libertad y el hambre insaciable de independencia. No está de más recordar la aleccionadora parábola de Kant acerca de aquella ingenua paloma convencida de que sin la
resistencia del aire volaría con mayor libertad.
¿No sería lo más cuerdo
renunciar a exigir a los
adolescentes una madurez
más acelerada que la que
les marca el ritmo vital de
su propio desarrollo?
No comprendía que era precisamente aquella
resistencia la que le mantenía en vuelo. Nuestros hijos adolescentes sólo aprenderán a volar,
a madurar, a alzarse sobre la mediocre realidad por la que pueden sentirse atraídos cuando
cuenten con unos límites que no sean sólo los
que les marca su propia conciencia, tan elástica como poco formada, cuando sean entrenados para responder a exigencias, a
aspirar a los frutos de la inteligencia o
el tesón, sin dejarse guiar siempre y
sin más por sus más inconsistentes
apetencias. Aprenderán a volar y a
madurar cuando tengan a su lado
alguien que les quiera tanto como
para no hurtarles todo sufrimiento,
ni privarles de la experiencia humanizadora y madurante que supone
aceptar correcciones, admitir frustraciones o no seguir siempre el
dictado de los deseos cuando
éstos nos alejan claramente de
la excelencia.
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¿QUÉ QUIERES
DECIRME, HIJO MÍO?
MANERAS DE ESCUCHAR Y QUE NOS ESCUCHEN
EN ESA ETAPA CRUCIAL DE SUS VIDAS
¿Quién no ha echado en falta un manual de instrucciones
cuando nació su primer hijo? ¿Y a qué padre/madre cuando
este niño crece y deja de ser ‘su angelito’ no le vendrían bien
todas las enciclopedias del mundo, una legión de sabios, y de
personas expertas a las que acudir y suplicar “recetas para
saber qué hacer”? ¿Cómo soportar, poder aguantar o ser capaces de acompañar al adolescente en una de las etapas más
difíciles de su vida?
Por Inés Marín
Psicóloga especializada en niños y adolescentes y voluntaria del Teléfono de la Esperanza
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A todos los padres nos gustaría que la adolescencia pasase lo más rápidamente posible. Queremos
estar al lado de nuestro hijo, pendientes de él,
como lo hemos hecho desde que nació, pero muchas veces no sabemos cómo. Nos desbordan las
situaciones que se nos presentan cada día, y tenemos mucho miedo de no hacerlo bien. Y a todo
ello hay que sumarle la cantidad de años que son
necesarios hasta que el ser humano pasa a su siguiente etapa evolutiva. Desde los 10-11 años,
que es cuando por término medio comienza la
preadolescencia, hasta los 23-24 años, que suele
terminar. Por eso a mí me gusta llamarle “la carrera de fondo de los padres” porque es una etapa en
la que la resistencia juega un papel decisivo.
Hasta aquí, el sentir como padre/madre. Ahora
vamos a ponernos en la piel del adolescente. Y
esto es, en líneas generales, lo que se le pasa por
la cabeza, su sentir:
- “¿Quién soy? Ya no soy un niño pero tampoco soy una persona adulta. Estoy en terreno
de nadie”.
- “¿Qué me está pasando? Hasta hace poco
lo tenía todo bastante claro y de repente mi
cuerpo cambia, y mi cabeza está ocupada con
cuestiones diferentes, nuevas para mí. No entiendo nada y por si fuera poco las personas
que tengo más cerca, en mi casa tampoco me
entienden. Mis amigos y compañeros son los
únicos y en ellos me refugio. Sólo puedo confiar en ellos”.
paramos unos segundos, nos daremos cuenta de
que detrás de todos estos mensajes rutinarios
está la necesidad de ser escuchados (lo contrario
a ser ignorados).
La mayoría de las veces bastaría con dedicarles
3 ó 4 minutos de nuestro “valioso tiempo” y habríamos hecho una buena inversión como padres
en la formación de su madurez.
Lo primero que perciben es que son importantes
para nosotros ya que nos paramos, somos capaces de dejar por un momento nuestros quehaceres y les prestamos nuestra atención. Y estamos
satisfaciendo una necesidad muy profunda e imprescindible para cualquier ser humano y es la
necesidad de reconocimiento y de cariño.
Para que practiquemos el arte de la escucha es
imprescindible, en primer lugar, que consideremos que “sirve para algo”. En nuestra “sociedad
de la utilidad” todo lo que no sirve lo desechamos. Y en segundo lugar, que no tengamos prisa
por obtener resultados inmediatos. No podemos
olvidar que con un adolescente estamos haciendo
una inversión a largo plazo, ¡y con el máximo interés! (un interés muy distinto, afortunadamente, del que nos ofrecen las entidades bancarias).
La escucha activa es una
destreza que primero deben
aprender a poner en práctica los padres para luego
poder enseñarla a sus hijos
Lo que quieren expresar
Hablar de los adolescentes, en general, sin precisar edades, es un poco pretencioso porque poco
tiene que ver un adolescente de 14 años con uno
de 20. Pero voy a generalizar porque lo que intento es transmitir lo esencial, lo que se encuentra detrás de una buena escucha, de una escucha
activa, porque todos necesitamos saber que somos importantes, sobre todo para las personas
que tenemos más cerca.
Estamos cansados de oír a nuestros adolescentes sus quejas, lamentos, exigencias. Pero, si nos
Otras formas de escucharles
En terapia gestáltica, el ejercicio de escribir una
carta es muy beneficioso y ayuda a darse cuenta de
por dónde van los conflictos y de las pistas que se
pueden seguir para la resolución de los mismos.
Desconozco el origen de esta carta pero es el
reflejo auténtico de lo que les ocurre a muchos
adolescentes. Además, he sido testigo del impacto que ha causado en los padres cuando la he
utilizado como material en la escuela de padres.
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Carta a mis padres
Queridos papás:
ro ya no aguanto
se me habría ocurrido. Pe
ni
e
rqu
po
o
ch
he
he
lo
a
escribiros. Nunc
Hoy por fin me dedico a
más.
mí, y yo
sotros no sabéis nada de
Vo
l.
aco
car
un
a
co
rez
o dentro de mí que me pa
Vivo tan aislado, tan metidsotros.
tampoco sé casi nada de vo
importancia,
e mis problemas no tienen que si para
qu
o
s
ma
ble
pro
go
ten
no
la vez porque pienso
todo me va bien, que
Me parece que creéis que sé que pensáis de mí. Y esto me da pena y rabia a a fonda o en un hotel o en una
un
o que son normales. Yo no vale la pena vivir en familia. Igual sería estar en
no
es
pu
,
ilia
fam
la
esto es
r cosa
residencia.
ocupaba nada; con cualquie
pre
me
no
e
rqu
po
iz
fel
era
e me está pasando. Antes
Ni yo mismo sé bien lo qu .
no
lo pasaba bien. Pero hoy
enas. Pero tú
próximas no van a ser bu miedos, ni
tas
no
las
e
qu
te
cir
de
ise
rme, ni para oír mis
algo de mí, papá; qu
El otro día quise decirte tiempo para mí; nunca tienes tiempo para escucha cho y me dices que lo haces por
te veo
estabas cansado, no tenías para jugar contigo. Me das pena porque trabajas mu
,
sas -todo material- si no
para que pueda preguntarte e qué sirve que me des dinero y un montón de co
¿d
nosotros, tu familia; pero,
ir?
viv
de
alegre ni contento
e cuando te
ado voy... Y el caso es qu mí que te
añ
ap
a,
tuy
la
mo
co
es
dico, siento dentro de
si la vida que me espera
Esto me hace pensar que sobre el sofá viendo la televisión o leyendo tu perió miedo. He tenido miedo a que
o
veo así, cansado, recostad sentido unas ganas locas de decírtelo, pero he tenido he ido aprendiendo a callarme
he
ces
ve
as
ch
mu
son tonterías. Y así
quiero. Y
ras o a que dijeras que eso que yo creo que son superficiales.
lab
pa
s
mi
a
ia
nc
rta
po
im
de cosas
no dieras
o del tiempo, o del cine, o
cary a hablar sólo del fútbol,
te que también me resultas hay
cir
de
o
ier
qu
ro
Pe
s.
ma
que
proble
fuera un niño pequeño al
s mucho por mí, por mis
Y tú, mamá, me pregunta encima de mí, dándome consejos como si todavía e tú aconsejas parece que estás
ás
o si hago lo qu
gante a veces; siempre est
ro desde ti solamente, y sól
pe
s,
nta
gu
pre
Me
er.
teg
que mimar y pro
nada de mí.
a papá, te digo: no sabes
satisfecha de mí y, como
sí no os hubiese
y ya veis. Me parece como
ta,
car
a
est
zar
pe
em
al
sas
ntado muchas co
En fin...querría haberos co
contado nada.
ros hasión por nada. Quería habe a cosa
ilu
sin
o,
ad
arg
am
te,
tris
vo
amigas, de que me creo un
bién me cuesta mucho. Vi
Y es que hablar de mí tam que me pasa por dentro, de que vivo sin amigos ni en el medio, estoy yo como la
y,
lo
blado de mis estudios, de que parece una tómbola o una feria para divertirse
o
nd
mu
un
en
portancia.
insignificante
todos sin darle ninguna im
piedra del suelo que pisan
o decir porque me
aunque no me lo hayáis oíd de hacerlo.
l,
ma
á
est
ad
ied
soc
a
est
que piensan que
me veo incapaz
Sí, yo también soy de los s que son valientes al hablar y al hacer, porque yo
na
rso
agrecallo. Admiro a las pe
de nuestro mundo triste y
ura
osc
tan
be
nu
a
est
en
o
ué puedo hacer yo envuelt
Yo me veo tan gusano... ¿Q rme también agresivo como los demás.
lve
sivo? Tengo miedo de vo
ros, no sé dónde
si no la encuentro en vosot ga una fuerza
ro
pe
r,
da
is
dé
po
la
me
smo, algún día, sal
o ayuda; no sé cómo
Por eso pido ayuda, os pid sea en dejar pasar el tiempo y esperar que de mí mi
no
l lo paso!
la voy a encontrar, como
jor. Pero ahora... ¡qué ma
me
o
nd
mu
el
r
ve
ga
ha
que me
rza, os digo que os quiero.
Aunque no con mucha fue
Vuestro hijo.
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¿Ellos nos escuchan?
Conscientemente, por supuesto que no. Ellos están tan ensimismados ‘mirándose el ombligo’ que
sólo tienen oídos para sus iguales, para sus necesidades, ‘sus millones de problemas’. Siendo el
principal de todos ellos, y que engloba a los demás, el de ser capaces de encontrar su sitio en
nuestro mundo de adultos. Y esto les va a llevar
años conseguirlo.
Y caemos en la trampa de ponernos a su altura
y decimos ¡pero si él ni me mira cuando le hablo, y quiere que yo le escuche...! ¡Hasta ahí
podíamos llegar!
Pues sí, hasta ahí tenemos que llegar... ¡y más lejos!, porque es la única forma válida, la del ejemplo,
lo que funciona, lo que sirve para algo. Lo demás
son palabras vacías. Escuchar es una habilidad,
una destreza, que debemos aprender nosotros primero y poner en práctica para poder enseñarla.
Nosotros somos los adultos, los supuestamente
maduros, de los que tienen que aprender.
No siempre hay que utilizar
palabras para comunicarse.
El adolescente no siente
la necesidad de hablar
continuamente con sus
padres. Y tampoco todos
los silencios tienen que ver
con malestar. Estar en
silencio con el otro significa
comprensión y aceptación
Algo que se nos olvida, a menudo, es que para
poder escuchar de una forma “activa” hemos tenido que “escucharnos primero a nosotros mismos”.
Para poder empatizar con ellos hay que aprender
a escuchar sus vivencias, inquietudes, propósitos,
proyectos, aunque no tengan nada que ver con los
nuestros e incluso nos parezcan disparatados.
Comprender no es lo mismo que estar de acuerdo.
“Siento dentro de mí que te
quiero, papá. Y muchas veces he sentido unas ganas
locas de decírtelo, pero he
tenido miedo a que no dieras importancia a mis palabras o a que dijeras que eso
son tonterías. Y así he ido
aprendiendo a callarme y a
hablar sólo del fútbol, o del
cine, o de cosas que yo creo
que son superficiales”
La recompensa
Aunque muchos padres no lo puedan reconocer,
todo lo que hacen por sus hijos no es a fondo
perdido. Necesitan obtener recompensas por
todo lo que hacen por ellos. Me he encontrado en
sesiones de terapia con padres que les estaban
pasando factura a sus hijos de todo lo que hasta entonces habían hecho por ellos. Esperaban la
recompensa y así recuperar, en forma de notas,
títulos académicos, etc., “todo lo que habían hecho por ellos”. Y todo ello como pago, no como
simple satisfacción de haber conseguido tener a
su lado a una persona responsable de su vida.
Sin embargo, es evidente que, cuanto más satisfecho se siente uno como persona, menos utiliza
a sus hijos como cubierta protectora.
Hace pocos días me contaba un amigo psicólogo
algo que le había ocurrido en su consulta. Un padre angustiado por los pésimos resultados académicos de su hijo universitario verbalizaba con
muchísimo esfuerzo: “No voy a tener más remedio que abandonar la idea que me hacía de que
Cuanto más satisfecho se
siente uno como persona,
menos proyecta en sus hijos
sus deseos personales
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mi hijo fuese ingeniero de Telecomunicaciones.
¡Con la ilusión que me hacía!... Estoy seguro de
que era la mejor profesión que podría desempeñar. Lo digo por su bien...”
Éste es un típico caso de proyección. El padre proyecta en su hijo “su deseo”, su necesidad de tener
un hijo ingeniero de Telecomunicaciones, pero no
se para a analizar el porqué del ‘fracaso’.
¿No cabe la posibilidad de que este hijo por dar
gusto a su padre esté estudiando una carrera
que no le guste?
“Tus hijos no son tus hijos
son hijos e hijas de la vida
deseosa de sí misma.
No vienen de ti, sino a través de ti
y, aunque estén contigo,
no te pertenecen.
Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos.
Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas,
porque ellas viven en la casa del mañana,
que no puedes visitar ni siquiera en sueños.
Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerlos semejantes a ti,
porque la vida no retrocede,
ni se detiene en el ayer.
Tú eres el arco del cual tus hijos
como flechas vivas son lanzados.
Deja que la inclinación
en tu mano de arquero
sea para la felicidad”
Khalil Gibran
Una buena escucha gratificante y efectiva
Como sufrida y esperanzada madre de adolescentes
que soy, una de mis experiencias más gratificantes
ha sido la de sorprenderles con una buena escu-
cha. A la rutinaria llamada de “¡mamá!”, cuando
ha sido posible, me he parado, he acudido donde él
estaba (incluso me he sentado cerca) y mirándole
a la cara, después de un más o menos automático
“dime”, me he sorprendido a mí misma porque había sido capaz de decirle a mi hijo “te escucho, eres
importante para mí”. Así he podido conectar con su
tristeza, alegría, duda, temor... ¡y con su exigente
demanda!: “Me tienes que dar dinero...”
Para poder empatizar con
un adolescente hay que
aprender a escuchar sus vivencias, inquietudes,
proyectos, aunque no
tengan nada que ver con los
nuestros e incluso nos
parezcan disparatados;
comprender no es lo mismo
que estar de acuerdo
Y aquí, lo que tocaría sería el sermón: “¿Otra vez?
¿Crees que a mí el dinero me lo regalan?”, por
supuesto con el tono de voz y gesto de enfado.
Esto sería lo que ellos esperan y aquí comenzaría
la guerra de la que saldríamos perdiendo porque
al final les daríamos el dinero. Es más fácil ir a
buscar el dinero, dárselo y aprovechar la ocasión
para hablar con ellos. Si le ponemos empeño y
además disponemos de unos minutos (tampoco
se trata de cansarles ni cansarnos), descubriremos el valor del tiempo que estamos en comunicación y lo que esconden, a veces, las rutinarias
frases. Es aquí donde se nos presenta ‘la ocasión
de oro’. Porque lo que nunca, nunca, funciona
con un adolescente es el siguiente planteamiento: “Carlos, hijo, ¿qué te parece si quedamos a
las siete, para que yo te explique cuál es el valor
del dinero?” Esto, con un adolescente, en el año
2008, es ciencia ficción. Por eso no nos queda
otra que aprovechar cualquier situación y poner
en claro cuáles son sus límites.
Con un adolescente hay que estar siempre lo más
atento posible a sus demandas de comunicación.
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Con las antenas desplegadas dispuestos a captar
las señales sutiles que nos envían tales como:
“Mírame, ¿cómo me queda esto?” o “no aguanto
más, ¡esto es una mierda! Tú tienes la culpa de
todo. No tienes ni p... idea de lo que me pasa. Tú
has nacido ya viejo. Cuando cumpla 18 años, me
las piro” (“¿será verdad?, me daría una alegría”,
piensan muchos padres, aunque por supuesto no
lo verbalicen).
2.- El cariño se percibe
siempre. Y nuestros hijos lo reciben.
3.- No hay resultados ¡YA! Los
resultados, a
largo plazo.
Y también hay que aprovechar, con bastante
arte, es verdad, para llevarlos a nuestro terreno
de educadores.
Aprender con ellos, por ellos y para ellos
Aprender a estar en silencio con ellos puede ser
un buen aprendizaje. No siempre hay que utilizar palabras para comunicarse. El adolescente no
siente la necesidad de hablar continuamente con
sus padres. Y tampoco todos los silencios tienen
que ver con malestar. Estar en silencio con el otro
es comprensión y aceptación.
Son muchos los aprendizajes que se hacen a lo
largo de una vida, para mí el de ser madre,
siendo el más duro sin duda alguna, ha sido
y sigue siendo el más gratificante, con
diferencia. Pero no todas las personas
ven claro que esta “carrera de fondo”
(de resistencia) que significa estar
al lado de un adolescente merezca la pena, porque no confían en
el éxito final. Sin embargo, puedo
asegurar, desde mi doble faceta de
madre y psicoterapeuta, que mantenerse firme y con cariño al lado de
un adolescente siempre da buenos
resultados, y es el mejor pago que
podemos recibir.
No obstante, no hay que
olvidar que:
1.- La autoridad no debemos
perderla. Tenemos que tener
claro cuáles son los límites que
deben saber que tienen en sus
vidas.
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EL TELÉFONO DE LA ESPERANZA A LA ESCUCHA DE
LOS ADOLESCENTES
En 2007, los voluntarios de los 24 centros del Teléfono de la Esperanza en España atendieron 69.737 llamadas, de
ellas 1.567 fueron realizadas por menores de 21 años, lo que supone el 2,25% del total de llamadas recibidas
Número de llamadas por sexo
54
48
841
42
53,67%
726
36
46,33%
30
24
18
12
6
0
HOMBRE
MUJER
Número de llamadas por petición
46,6%
47
42
36
32,27%
31
26
21
16
10
5
9,41%
0,87% 1,56% 2,49%
0
1,5% 3,55% 1,25%
0,5%
No procede
No lo sé
Hablar o desahogarse con alguien
Orientación
Soluciones inmediatas
Aprobación de una decisión tomada
Simple información
Consultar por teléfono con un esp.
Personarse en la sede
Entrevista con un
profesional
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ESTADÍSTICAS
Tipo de problemas
819
811
721
631
552
541
451
360
270
192
180
99
90
55
12
3
0
Probl. psicológicos y psiquiátricos
Probl. relaciones y/o familiares
Probl. asistenciales
Probl. jurídicos
Probl. religiosos
Otros problemas
Llamadas periféricas
Actitud del adolescente ante el problema
405
401
357
312
279
260
223
182
170
140
134
89
45
119
99
40
67
34
23
0
No procede
No lo sé
Niega tener un problema
Exagera la importancia del problema
Minimiza la importancia del problema
42
3
18
Cree que sólo los demás tienen la culpa
Cree que no tiene solución
Pasiva y sin deseos de colaborar en la solución
Se reconoce responsable, al menos parcialmente
Se siente impotente para resolver el problema
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Muestra deseos de colaborar
para resolver el problema
Se siente muy culpabilizado
Preocupado
Desesperado
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Problemas
151
134
118
101
84
67
50
34
17
0
Problema ético-moral, espiritual o de fe
Crisis de noviazgo ‘por el llamante’
Llamada silenciosa
Mujer embarazada (casada, soltera, viuda o separada)
Crisis en el proyecto vital. Crisis de valores y de sentido
‘Buen Samaritano’
Crisis de noviazgo “por un tercero”
Reactivación de la Crisis.
Petición expresa de un profesional
Soledad e incomunicación
Seguimiento en la crisis (Paciente a su Orientador)
Crisis de noviazgo ‘simétrica’
Llamada de agradecimiento por atención recibida
Minusválido físico y/o psíquico.
Estado deprimido
Crisis de matrimonio ‘por el llamante’
Terapia por teléfono
Vivencia de duelo
Llamada de reproche
LLamante crónico
Ideas suicidas
Llamada de paciente a profesional
Enfermo psíquico
Crisis de matrimonio ‘simétrica’
Problema laboral y de Seguridad Social
Crisis suicidas
3
53
6
9
64
11
19
5
14
113
3
19
6
10
151
6
5
28
2
36
43
4
4
5
1
17
Información sexual
32
Drogadicción
2
Problema de pareja de hecho ‘por el llamante’
11
Acto suicida en curso
3
Información médica
3
Alcoholismo
1
Problema por cuestiones penales
5
Información acerca del T. E
12
Problema sobre patria potestad, filiación y tutela
2
Trastornos de ansiedad (crisis de ansiedad, ansiedad generalizada, fobia, obsesiones, histeria)
152
Problema de pareja de hecho ‘por un tercero’
5
Problema de pareja de hecho ‘simétrico’
3
Trastorno de la personalidad
27
Demanda de trabajo.
2
Información sobre actividades desarrolladas por el T.E
32
Otros problemas jurídicos (extranjería, deudas, contratación
en general, etc.)
2
Conducta infiel
3
Trastorno psicótico (esquizofrenia, trastorno delirante).
22
Ofrecimiento como colaborador
3
Problema familiar ‘por el llamante’
44
Oferta de recursos
2
Persona que necesita ‘residencia de emergencia’ por malos
tratos en el hogar
4
Abuso o dependencia de sustancias psicoactivas
11
Abuso o dependencia del alcohol
3
Problema familiar ‘simétrico’
15
Otros problemas sociales
10
Problemática derivada del paro
3
Nueva petición de entrevista con el mismo Profesional, no siendo
la primera entrevista
15
Problema familiar ‘por un tercero’
37
Escasas habilidades sociales : timidez, introversión
36
Inmigrantes (problemática psico-socio-laboral)
2
Anulación o cambio de hora de la entrevista
9
Problemas sentimentales
94
Anorexia.
10
Información de recursos de drogadicción.
1
Bulimia.
12
Crisis por ruptura amorosa
29
Problema derivado de pertenencia a minoría étnica
1
Prostitución
1
Problema por falta de autonomía afectiva
26
Problema por deterioro o ruptura de amistad
43
Trastorno por identidad sexual.
42
Situación de pobreza severa
2
Trastornos del comportamiento sexual
73
Información de otros recursos sociales
9
Información general
11
Disfunciones sexuales
8
Llamada incompleta
52
Crisis por haber sufrido violación o intento de violación
recientemente
Sufre malos tratos físicos de extraños
Persona con problemas psicológicos por haber sufrido abusos
sexuales recientemente
Sufre malos tratos psíquicos de extraños
Persona con problemas psicológicos por haber sufrido abusos
sexuales en el pasado
Sufre malos tratos sexuales de extraños
Problema por deseo de abortar o por aborto consumado o
intentado
Niño o adolescente con fracaso escolar
Inflige malos tratos físicos a familiares
Inflige malos tratos psíquicos a familiares
Niño o adolescente con problemas psicológicos
Problema por enfermedad terminal (Sida, cáncer, etc.)
Sufre malos tratos físicos de familiares
Problema por enfermedad grave (no terminal ni crónica)
Enfermedad o problema médico no grave
Sufre malos tratos psíquicos de familiares
Sufre malos tratos sexuales de familiares
Enfermedad crónica grave (no necesariamente terminal)
Problema generacional
Problema por un ‘cambio externo’
Problemas con hijos de su actual cónyuge
Problema por situación de parado
2
3
4
3
6
1
5
9
2
1
40
2
12
2
3
12
7
13
27
12
1
1
Presentación del problema
760
675
591
506
422
338
253
169
84
0
767
259
146
14
12
32
38
74
56
47
87
7
No procede
No lo sé
Comunicación incongruente
Con rodeos
Abstracta e impersonal
Muy prolija
Exagera la gravedad
Minimiza el problema
Clara y directa
Dubitativa
Muy escueta
Comunicación congruente
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ESTADÍSTICAS
Problema con un tercero
58
58
51
45
40
38
32
26
19
16
13
6
14
11
9
4
3
1
2
5
2
1
0
Amigo, vecino, compañero
Miembro de Organismos, Instituciones, etc.
Ninguna
No procede
No lo sé
Cónyuge o “compañero”
“Ex” cónyuge o “ex” compañero
Padre/madre
Hijo/a
Hermano/a
Pariente
Novio/a
Familia política (suegro/a, cuñado/a, etc)
Nivel de ayuda
547
542
468
482
421
343
361
301
241
181
120
60
49
53
99
84
79
0
No procede
No lo sé
Simple información
Orientaciones puntuales
Acción desangustiante
Compresión empática
Reestructuración del problema
Programación de nuevos comportamientos
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LO
QUE SE
OCULTAN
PADRES
E HIJOS
Por Javier Urra
Doctor en Psicología y patrono del UNICEF, fue el primer Defensor del Menor que hubo
en España. Acaba de publicar ¿Qué ocultan nuestros hijos? (Edit. La Esfera de los libros),
una obra que es el resultado de las confesiones de cerca de 5.000 padres e hijos de 122
ciudades y pueblos españoles, y que invita a una profunda reflexión sobre la falta de una
auténtica comunicación en muchos hogares en España
Pocas veces me he sentido con tanta responsabilidad al escribir un libro, y es que el material
obtenido de padres e hijos es maravilloso.
Los padres contratan –puntualmente- detectives
para investigar a sus hijos, primordialmente para
saber si consumen drogas o si son gays. En un
80% las empresas de seguimiento confirman las
dudas de los progenitores.
Respecto a los adolescentes, respetemos (puntualmente) su silencio, pues requieren el encuentro consigo mismos, sus retiros, su estar (literalmente) tirados sin hacer nada.
Se tiene que debatir con claridad de ideas y tono
bajo, evitemos los gritos.
Lo que callan los hijos
Existe un número significativo de padres e hijos
que valoran de manera muy positiva su relación.
Si bien hay un porcentaje pequeño, pero no despreciable que manifiestan no contarse nada.
Hacer aflorar los sentimientos es necesario. Cuidado con regañar demasiado a los hijos ante
cualquier cosa que nos cuenten.
Nos hemos encontrado con frases muy duras,
como la de este chico de 16 años: “Tengo un odio
profundo a mis padres y a mis hermanos, que se
creen la raza superior y los demás no somos nada.
–Estas ganas de matar y este odio profundo a mi
familia lo consigo reprimir con lo que comenté antes: la pornografía y los juegos de azar. Pero algún
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día estallaré y será el momento en el que tenga
que ingresar temporalmente en un psiquiátrico”.
También resulta horrible que haya padres e hijos
que dejan de hablarse de por vida. Hay que enseñar los aspectos benéficos del perdón.
No se dude, en las familias hay un mundo de
“fantasmas y silencios”.
Hay que tener confianza mutua, respetar la libertad y autonomía del otro, cercenar los celos,
no designar chivos expiatorios o realizar parejas
contra algún miembro de la familia.
poco seré hombre. Aunque también me callo
chismes del colegio que tengan que ver con
el sexo porque, si no, también me viene otra
charlita y eso es lo peor: tener que fingir que
nunca hablas de eso o que lo que te dicen no
lo sabes, etc.”
“A veces me dan ganas de hacer el acto sexual”
(niña de 12 años).
No hemos de olvidar que ser padres y ser hijos
conlleva derechos y obligaciones. Al respecto, algún chico nos hace saber: “Los padres tienen que
cuidar y enseñar cosas a sus hijos, además de a
veces decirles que no. Los padres no tienen por
función caer bien”.
Una chica de 16 años nos dice: “Tampoco recuento nada relacionado con el sexo. Una vez
lo intenté y no había forma, porque mi madre
no paraba de gritarme que eso no era para mi
edad, que todo llegaba a su tiempo”. Si los
padres no hablan de la sexualidad a los hijos
les estarán transmitiendo que tienen miedos
o que no consideran al interlocutor suficientemente maduro, y la confianza quedará en entredicho.
El 65% de los jóvenes
entre 14 y 18 años consume
alcohol los fines de semana
y un 34% admite
emborracharse una
vez al mes
Es fundamental que nuestros
hijos disfruten con buenos
amigos y desde corta edad;
facilitémosles contactos en
prácticas deportivas, de
campamento y culturales
Entre las cosas que callan los hijos, nos encontramos del tipo: “La pertenencia a un grupo político muy diferente a las ideas que tienen mis
padres”. “Cosas que hago que sé que no me dejarían hacer, por ejemplo, ir a una manifestación antifascista”.
Claro que como dice este adolescente: “Desde que me pillaron masturbándome viendo vídeos de internet mi relación con ellos ha disminuido”.
No debemos olvidar que los padres educamos
con el ejemplo, pero los hijos son responsables
de lo que hacen.
Chica de 16 años: “Que llevo con mi pareja dos
meses y ya he tenido relaciones sexuales”. Un
joven de 17: “No les cuento que voy de putas”.
Los niños, a veces son contradictorios, lean a
este de 10 años: “No les cuento quién me gusta,
aunque no me gusta nadie”.
Hemos de transmitir a nuestros hijos que el principal órgano sexual del ser humano es el cerebro;
que la inteligencia y el amor son quienes han de
guiar nuestros actos, no el instinto; que se precisa una madurez no sólo física.
Interesados e interesantes, (niño de 12
años): “Tampoco pregunto cosas de la sexualidad que me gustaría saber porque dentro de
Sorpresas: “No les he dicho que soy homosexual,
pero lo sabe todo el barrio. Yo creo que no lo
quieren saber”.
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Silencios: “Mi promiscuidad” (chico, 15 años). “He
sufrido acoso sexual” (chica, 16 años). “Tengo novio y me voy a escapar con él” (niña, 13 años).
Los ocultamientos también son de otro tipo, como
el de este niño de 11 años: “No les cuento si alguien me pega hasta que lleva mucho tiempo pegándome”. O del tipo: “Si copio en un examen”.
Un niño comparte con nosotros lo que entiende
una injusticia: “No entiendo por qué los padres
que tienen hijos que siempre suspenden nunca les
castigan y cuando aprueban les dan un regalo”.
Sombras: “Que a veces vacilo a los profesores”
(niña de 13 años). O esta otra de 12: “En vez
de quedarme al comedor me voy a casas de mis
amigas y como con ellas por ahí y luego a veces
no venimos por la tarde”.
Serios problemas: “El otro día, después de Educación Física, me sentía un poco mareada y no
me sentía muy bien, pero esto no se lo cuento a
mis padres, porque luego dicen que no como...
Me meto los dedos para vomitar”.
Hay chicos muy sanos, como este de 14 años:
“Yo no cuento a mis padres lo que hacen mis
amigos cuando salen de su casa, como beber,
fumar, etc. Quiero mencionar que yo ni bebo ni
fumo porque juego al rugby y tengo una carrera
deportiva que cuidar”. Por contra una niña de 12
años nos comenta: “Mis amigos y yo antes fumábamos y bebíamos”. Y uno de 17: “Mis padres
no saben que bebo, que fumo todos los días, que
normalmente llevo porros, que los sábados suelo probar otras sustancias como LSD o cocaína”.
Grave, muy grave.
Preocupante que el 65%
de los jóvenes entre 14
y 18 años consuma
alcohol los fines de
semana y que un
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34% admita haberse emborrachado en el período de un mes al menos una vez. Todas las
alarmas deben saltar y las intervenciones no
pueden demorarse, pues la edad media de inicio en el consumo de alcohol está en los 13
años y medio.
Hoy algunos jóvenes no es que salgan a divertirse y beban, sino que beben para divertirse: “Me
piro con mis amigos a la playa o al cementerio a
hacer botellona entre otras cosas”. Fíjense en lo
dicho por este chico de 14 años: “Cuando voy a la
discoteca me pongo hasta el culo de JB y maría;
por eso salgo con cara de comío”. O lo apuntado
por otra niña: “Mi padre no sabe ni el color de las
bragas que llevo, por ejemplo. Beber se creen
que me tomo una copa los fines de semana, no
que me pongo ciega. Y ni se imaginan que he
probado los porros. Mis padres, por ejemplo, se
piensan que mis amigas son unas santas, pero
son unas niñas de papá que no hay color para
definir cómo se ponen”.
Hay planteamientos como el de esta niña de 10
años que hacen sonreír: “Yo no les cuento nada
por dos razones: porque no me gusta contarles
nada y porque nunca me creen. No confían en mí
porque a veces les digo mentiras”.
Veamos diferencias: “Ni loca les digo a mis padres donde estoy, porque son capaces de presentarse. La verdad es que ni les llamo”. Por contra:
“No les digo donde voy porque soy responsable,
confían en mí”.
Frases variadas: “Vacilo al conserje de mi urbanización”. “Arte urbano: graffiti”. “Quitar tapones a
los coches”... Niño de 12 años: “Hago acrobacias
peligrosas llamadas parkour (desplazarse por el
medio urbano sorteando y escalando obstáculos,
edificios enteros y a medio construir)”. Los hay
atrevidos como esta niña de 11 años: “Que una
vez jugamos yo y mis amigos a espiritismo y aunque no te lo creas el vaso se movió por sí solo”. Y
otro de 1o de ESO evidentemente disocial. “Hacer
la zancadilla a una vieja y decir lo siento e irme
corriendo. Tirar una llave inglesa desde el piso de
mis amigos”. Actitudes preocupantes: “Que nos
gusta la violencia. Que nos gusta reírnos de los
demás cuando tienen un defecto”.
Hay que enseñar los tan citados valores. Y entre
ellos es esencial el sentimiento del deber. Deber
ser, deber hacer. Cumplir con el deber.
Tiene que brotar el sentimiento de culpa. Asimismo es esencial el sentirse obligado (desde la libertad) a escoger la buena dirección.
Habrá que enseñarles lo positivo de la austeridad (no es fácil) y la capacidad crítica ante la
publicidad.
Los padres educan con
el ejemplo, pero los hijos
son responsables de lo
que hacen
Nuevas tecnologías. Niños de 11 años: “Algunas
veces juego a la play sin que me vean ellos, bueno, algunas veces no, casi todos los días”. “Que
mando por correo cosas guarras a mis amigos”.
Un chico de 14 años nos cuenta: “He visto hacer
gamberradas como pintar coches y otro grabando. Es la edad. La forma de divertirse de la gente
es hacer cosas malas. He visto en el aseo obligar
a chupar el agua del váter y grabarlo”.
En la actualidad, la electrónica y la informática
aparcan la palabra para, desde la revolución catódica, encumbrar la imagen. Recuerden que un
pobre lenguaje acaba empobreciendo los sentimientos.
Quienes aprovechan los tiempos de ocio con sus
hijos para ver exposiciones, danza y otras manifestaciones culturales llevan mucho ganado en lo
que respecta al conocimiento sensible del otro.
Asimismo es fundamental que nuestros hijos disfruten con buenos amigos y desde corta edad;
facilitémosles contactos en prácticas deportivas,
de campamento y culturales. Invitemos a sus
compañeros a nuestro hogar, acompañémosles a
los de sus amigos; ofrezcámosles participar en
obras de teatro...
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Lo que callan los padres
Pasemos ahora a ver lo que callan los padres: “Hasta el día de hoy intentamos contárselo todo. No
queremos que se enteren de temas importantes en
el patio del colegio por chicos mayores”. Resulta enriquecedora la conversación intergeneracional, no
sólo con los padres sino también con los abuelos.
A los hijos se les debe hacer conocedores de la marcha de la familia, no se les ha de marginar ni por
olvido, ni por comodidad, ni por evitarles sufrimientos (salvo hechos traumáticos absolutamente desoladores). Por su parte, los hijos han de mantenerse
abiertos a los padres, sin ponerse a la defensiva.
Hay escritos tristes, muy tristes: “No les digo a
mis hijos que no me gusta cómo son. Que me
siento defraudado, que por dentro estoy roto.
Que he tirado la toalla, que sólo pienso en sobrevivir”, se lamenta un hombre de 41 años.
Otro padre varón de 51 años nos hace saber:
“Los primeros años de vida de mis hijos no los
supe aprovechar para estar con ellos, pues sólo
me preocupaba de trabajar, y es desde hace unos
tres años cuando me di cuenta y estoy más con
ellos, tratando de entablar una relación que he
perdido o que más bien no me he ganado. Con el
más pequeño me está siendo más fácil contactar
y con el mayor seguiré insistiendo para que nuestra relación sea más padre-hijo”.
Hemos de señalar con el dedo acusador a aquellos
padres que emiten a sus hijos el mensaje de: “Estás en deuda conmigo”. Ahora bien, los hijos siempre, en todo momento y lugar, tienen la obligación
de respetar, honrar a sus progenitores, teniendo
muy claro que lo que les ofrecen es fruto del amor,
no una obligación. Asimismo los padres no deben
prostituir su cariño tratándolo como una inversión
a largo plazo: “Hoy te cuido yo, y mañana cuando
esté viejecito lo harás tú”. No, el amor maternal o
paternal es a fondo perdido.
casa porque ella estuviese delante. Eso sí, se le ha
inculcado desde siempre que los temas importantes de la familia no se comentan fuera de casa y
respeta las decisiones y opiniones que decimos”.
Algunos padres nos indican: “Que me molesta
muchísimo el mal uso que hace de todo lo que
se le proporciona”. Otros: “Procuramos evitar que
se nos note mucho lo poco que sabemos, disfrazándolo de prudencia. Demasiadas veces a una
pregunta de nuestros hijos les contestamos que
ya comprenderán más adelante y no siempre es
una respuesta sincera”.
En los hogares, y dado el contacto, se producen
obviamente conflictos y la verdad es que no se
nos educa para resolverlos o salvaguardar las relaciones; ante el enfrentamiento a veces se opta
tristemente o por emprender la huída o echar aún
más gasolina al ya incipiente fuego. Tendremos
que autoformarnos. No dejen pasar las oportunidades de educar en el perdón, empezando por
uno mismo y hacer uso de la rectificación.
Un padre apunta: “Nuestras metas inalcanzables,
nuestras frustraciones... nuestras dudas”.
Educar es ayudar a desarrollar todos los potenciales de que dispone el ser humano.
Implica formar e informar, transmitir conocimientos y promover actitudes. Sembrar en los hijos el deseo de
aprender para que el día de
mañana, y en la medida de
“Los hijos deben obedecer y respetar a los padres” (artículo 155 del Código Civil).
Tenemos muchos padres con criterios correctos:
“Nunca se ha ocultado o dejado de decir algo en
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lo posible, sean dueños de su propio destino y alcancen mayores cotas de libertad y autonomía.
Padres respetuosos: “Hemos evitado comentar
nuestras ideologías políticas y nuestro férreo agnosticismo con el fin de no condicionar su capacidad de razonamiento”.
Protectores: “Cosas que te han pasado en la infancia
o en la vida que no son buenas y que ellos no tienen
por qué pasar y por lo tanto no tienen que saber”.
Censura de la psicohistoria: “Empecé a tener
relaciones sexuales a los 16. Que he conducido
de joven en estado de embriaguez no lo cuento
porque no me gustaría que tomaran ejemplo y
perdería autoridad moral para aconsejar sobre lo
que está bien y lo que está mal”.
“No les cuento los problemas de pareja, porque
en alguna ocasión han pensado que nos íbamos a
separar y, aunque se les ha explicado, no quiero
que su cabeza esté ocupada con esas cosas”.
Hablemos con nuestros hijos de la importancia de
la amistad, de las atenciones que precisa, de los
inmensos goces que propicia, de su incalculable
trascendencia y de las turbulencias y aún desengaños que ocasionalmente pueden acontecer.
Por otro lado no robemos a los hijos la realidad recalcitrante de la muerte, pues ésta es la que da razón
a cada día de vida, a cada instante, para disfrutar,
para entregarnos por los otros, para esforzarnos. Que
asistan a los funerales de los familiares queridos; hagámoslo sin ocultaciones, con la naturalidad que le es
propia a la vida y a la muerte.
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DILEMAS DE UN EDUCADOR
PARA ESCUCHAR ACTIVAMENTE HAY QUE SABER DIALOGAR
La infancia y la adolescencia son las épocas de la vida en la que los
chicos y chicas hacen preguntas y más preguntas, cada vez más
complejas y comprometidas, a padres, a maestros, a educadores,
en busca de una brizna de sabiduría, de una pizca de experiencia
para saber a qué atenerse en el camino del vivir. De lo que les contestemos nosotros y, sobre todo, de cómo se lo digamos, de nuestra cercanía y sinceridad hacia ellos, de nuestro amor y paciencia,
depende en gran medida lo que vayan a ser de mayores, los valores y actitudes que vayan a constituir el meollo de su existencia.
Por José Luis Rozálen
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“¿Po qué, po qué, abuelo? ¿Po qué los baquitos
blancos van por el mar?... ¿Po qué el agua es verde?”, me pregunta con su media lengua de trapo
mi nieto David, dos años y medio de ternura y
asombro, sentados los dos sobre la arena de una
playa mediterránea, en una calurosa mañana del
verano que se nos está yendo. “¿Y po qué, abuelo, las olas son de epuma blanca y van y vienen...
y van y vienen?”...
Respondo como puedo y su rostro se ilumina; se
calla un momento y vuelve a la carga: “¿Po qué,
abuelo...?” ¡Es incansable! ¡Como todos los niños
y niñas a esas edades! ¡Interrogantes y más interrogantes! En realidad, son las primeras e inocentes
(muchas veces, desconcertantes) preguntas de una
‘personilla’ que se va forjando, de un ser encantador
que se va abriendo al mundo a través de nuestras
palabras, de nuestros ojos, de nuestros gestos, de
nuestras caricias. ¡Cuántas preguntas le quedan por
hacer, cuántas respuestas le quedan por escuchar!
Educadores de oído fino
Al igual que a mi nieto David, a todos los niños
y adolescentes les surgen continuamente multitud de preguntas. ¡Ojalá que, todos, puedan encontrar siempre a su lado a alguien que los sepa
escuchar atentamente, que les sepa transmitir
palabras cargadas de afecto y de buen sentido, y no de cansancio, hastío y confusión! Pero
ocurre, a veces, tristemente, que algunos educadores (por distintos motivos y circunstancias)
no encuentran el clima adecuado de diálogo, el
sosiego necesario para la conversación abierta,
no dominan las técnicas pertinentes para hacer brotar con fuerza en las almas de nuestros
chicos y chicas la planta de la esperanza y de
la ilusión, del sosiego y de la luz; y sucede, a
veces, que, en medio de las duras y confusas
‘batallas interiores’ que están librando en esas
complicadas fases de su vida, los jóvenes adolescentes se encuentran solos y perdidos. ¡Y eso
sí que es grave, y eso sí que hay que evitarlo
a toda costa, porque nos estamos jugando su
porvenir, su destino!
Solía decir Giner de los Ríos, aquel apóstol extraordinario de la educación (que también se en-
colerizaba cuando veía a su alrededor torpezas
y negligencias en el proceso educativo) que “el
alma de los niños es limpia y transparente, buena
y hermosa, hasta que una Familia torpe o negligente, o una Escuela deficiente e incompleta la
malean, la oscurecen y la echan a perder”. Efectivamente, puede ocurrir que, en algunas ocasiones, una ‘mala educación’ venga a torcer la aún
frágil personalidad del adolescente.
Escuchar al adolescente
no es oír, juzgar, regañar,
descalificar, subestimar sus
problemas, culpabilizarle
constantemente, compararle
con otros o fingir una falsa
comprensión
Aunque, a decir verdad, y por el contrario, se ven
por doquier muchos padres y madres, profesores y tutores que sí se esfuerzan en escuchar y
dialogar con sus hijos y alumnos, que no pierden
la ocasión de acrecentar su bagaje mental y sentimental para que éstos sepan afrontar con dignidad y coraje las dificultades del vivir. Podemos
observar con gozo a padres, maestros y educadores que no cejan en el intento de insuflar en
los niños y jóvenes el esfuerzo por ser mejores,
la autoestima necesaria para luchar día a día, la
auto-valoración personal para ‘seguir creciendo’
en todos los ámbitos y facetas, la imprescindible
esperanza para encarar el futuro con éxito.
No hay que olvidar que la educación integral es
una carrera sin pausa, sin desaliento, que va “de
la cuna, a la sepultura” en la que “interviene toda
la tribu”: La Familia pone los fundamentos del
“edificio de la vida”, siembra la semilla, planta el
árbol, pero la Escuela, en todas sus fases y etapas (la Universidad también debe educar), ayuda
a coronar perfectamente el “edificio personal” de
aquella vida, hace crecer fuerte y vigorosa aquella
semilla sembrada en el hogar, convierte en frondoso y fructífero árbol aquella débil y tierna planta de los primeros años. Y además, no podemos
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olvidar la influencia definitiva (no siempre positiva) que la Sociedad y los Medios de Comunicación
ejercen en la educación de los chicos y chicas.
Escuchar no es aconsejar
Para comprender, hay que saber escuchar. Y saber
escuchar activamente es una actitud, una conducta, un talante, un arte difícil de conseguir. Escuchar
no es oír, juzgar, regañar, descalificar, condenar,
castigar... Escuchar ni siquiera es sólo aconsejar.
Saber escuchar es mucho más: es intentar comprender el alma del que llega hasta nosotros, cargado de titubeos, dudas y oscuridades para que
proyectemos sobre su alma un poco de luz y sentido. Escuchar al adolescente es intentar calmar
sus gritos, su rebeldía, sus turbulencias, sus posibles problemas en la Escuela y en la Familia, sus
‘no saber por dónde tirar’, sus primeros devaneos
amorosos, sus evidentes contradicciones, sus problemas de crecimiento fisiológico, sus angustiosos
silencios, su ‘no entenderse a sí mismos’, sus manías, sus fobias, sus dificultades..., para intentar
poner en sus mentes y en sus inexpertos corazones un faro de claridad que les ayude a ver más
diáfano el camino que deben recorrer; y todo ello
sin coartar un ápice su libertad, respetando de forma exquisita su profunda y sagrada intimidad.
El buen educador debe
demostrar a los chicos y
chicas que ellos sí le
importan, y nunca, cuando
hable con ellos, se mostrará
nervioso, ni tendrá prisas,
sino que procurará
dialogar, sin soberbia, sin
mostrar que “él lo sabe
todo”, y respetará a cada
persona e intentará
comprender sus diferentes
puntos de vista,
sin ridiculizaciones
Para escuchar activamente, hay que saber dialogar. Pero, claro, el verdadero diálogo entre adolescentes y profesores-tutores, precisamente por
la fluctuante fase vital en la que se encuentran
los chicos, y también (¿por qué no decirlo?) por
la falta de tacto y de técnicas adecuadas en los
maestros y educadores, se convierte a veces en
dos caminos paralelos, cercanos, pero que no se
encuentran nunca. Como acertadamente escribe
el profesor Pedro Ortega, “el verdadero diálogo,
el ideal, representa una urdimbre de almas que
piensan y conviven íntimamente, cuyo fin es llegar
a una puesta en común de corazones y de palabras”. Pero claro está, ese ideal resulta muy difícil
de conseguir en toda su plenitud y profundidad.
Están ‘hechos un lío’
Para intentar acercarnos a ellos, convienen que
intentemos saber cómo son, cómo actúan los
jóvenes. “Es imposible hablar con mi profesortutor”, nos dice con vehemencia una chica que
está estudiando en un Instituto de Madrid. “Es
imposible tratar con él de los problemas que verdaderamente me preocupan... Lo he intentado en
muchas ocasiones, pero ¡no hay nada que hacer!... Entre nosotros se dan siempre monólogos
sucesivos, pero nunca hay un verdadero diálogo... Yo hablo, él espera a que acabe (si es que
antes no me interrumpe) y luego me suelta una
retahíla de frases que ya me sé de memoria...
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He decido no decirle nada importante de mi vida,
¿para qué?” Monólogo verdaderamente duro.
Hay que reconocer que, aunque en ocasiones,
como ya hemos apuntado, a los profesores les puede faltar métodos adecuados, estrategias idóneas
para conseguir una verdadera escucha activa (después diremos algo de estos métodos), los chicos y
chicas a estas edades que estamos considerando
son realmente complicados y desconcertantes. El
psicólogo S. Harter nos presenta como muestra
de estas contradicciones adolescentes el relato de
una chica de quince años que se expresa de esta
guisa: “¿Qué tipo de persona soy yo? Es difícil de
decir. Soy sensible, afable, extravertida, popular,
Los bruscos cambios
hormonales que
experimentan les causan
unas transformaciones
radicales de humor, de
forma de ser y actuar, que
pueden pasar, sin solución
de continuidad, del llanto
a la risa, de la crueldad
a la delicadeza, de la
audacia a la timidez,
de la tranquilidad a la
irritación, de la fácil
comunicación a la soledad
Esta situación, aparte de los bruscos cambios hormonales y corporales que origina, les crea un vacío
interior, un desasosiego permanente en su mente y
en su corazón, unas transformaciones radicales de
humor, de talante, de forma de ser y actuar, que
pueden pasar, sin solución de continuidad, del llanto a la risa, de la crueldad a la delicadeza, de la audacia a la timidez, de la tranquilidad a la irritación,
de la fácil comunicación a la soledad... Y es que, en
definitiva, lo que ocurre es que ellos y ellas “andan
buscándose”, pero aún “no se han encontrado”...
tolerante, aunque a continuación puedo ser también dura, arisca, introvertida o, incluso, repelente. ¡Sí, repelente! ¡Ni yo misma sé quién soy!”
Y es que el joven-adolescente en estos momentos de su vida no se entiende a sí mismo, está
‘hecho un lío’, y hay que tener mucha paciencia con él; va buscando algo que intuye, pero
que aún no ve con nitidez. Ha dejado atrás la
niñez y busca nueva escala de valores, nuevos
modelos morales de vida, que, en muchas ocasiones, no contempla por ningún lado, por lo menos con la fuerza y grandeza que a él le gustaría
ver. Está dejando atrás las antiguas identificaciones familiares y no sabe aún a qué aferrarse.
Pero, aunque esto sea sí, no hay que desesperarse:
pronto (algunos antes que otros) “se encontrarán”,
y entonces comprenderán que cada uno de ellos es
único, importante, irrepetible; que cada uno de ellos
debe hacer su propia ruta; que los defectos y torpezas son parte de la vida, que todos los tenemos
y que todos debemos intentar superarlos sin demasiados traumas; comprenderán que deben buscar
su genuino yo; que el otro es diferente, aunque sea
su amigo o su amiga. Van tomando posiciones ante
los demás, se van aceptando a sí mismos, aunque
también sepan estar y dialogar con los demás; poco
a poco irán “pensándose a sí mismo”, “se pondrán
en claro”, y empezarán a comprender mejor la realidad, las relaciones con sus padres, con sus profesores, con la Sociedad entera.
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El buen maestro
Y en esta tarea apasionante de escuchar y educar
entra de lleno el buen maestro. En muchas ocasiones se ha intentado objetivar la función educativa del maestro, del profesor, del educador, como
si ésta fuese la “mera transmisión aséptica de saberes, técnicas y hábitos que preparan al niño y
adolescente para un futuro técnico y profesional,
es decir, para “saber hacer o fabricar algo”, para
“ocupar un puesto en la Sociedad”, para “ganar
un sueldo”. Y eso no debe ser así. Por supuesto que todos esos objetivos citados son necesarios, pero educar es mucho más. Educar es volear cada día en la buena tierra de sus alumnos,
con afecto y verdadera vocación, sin cansancio
ni pausa, con armonía y generosidad, los valores
éticos que deben dirigir sus conductas, las verdades intelectuales que les alumbrarán, las emociones estéticas que los inundarán de belleza, los
hermosos sentimientos que los hará mejores...
Ya decía el viejo Platón que educar es “dar al
cuerpo y al alma de los educandos toda la belleza
y perfección que éstos son capaces de recibir”,
para que se adentren así bien pertrechados en el
bosque de la vida. Educar es decir a los alumnos
que, a pesar de lo que puedan ver a su alrededor
en un mundo muchas veces mezquino y materialista, hay mucha gente en cualquier rincón de
la Tierra que sigue creyendo en la alegría, en el
trabajo, en el respeto, en las ganas de vivir, hay
mucha gente que intenta cada amanecer soñar y
descubrir horizontes nuevos llenos de esperanza
y solidaridad. Y que ellos deben estar ahí.
Naturalmente que para conseguir ese noble objetivo, el educador debe saber cómo tratar y comprender a los chicos y chicas que a él acuden. Debe
demostrarles, sin la menor sospecha, que ellos sí le
importan, y que le importan mucho. La naturalidad,
la sencillez, la discreción, al amor sin límite deben
ser sus formas habituales de actuación. Nunca,
cuando hable con ellos, se mostrará nervioso, ni
tendrá prisas, ni mirará al reloj continuamente,
como deseando que se termine pronto aquella entrevista. Deberá intentar mostrar sincera simpatía
hacia los chavales. Procurará preguntarles, mirándolos a los ojos, sin altanería, sin soberbia, con calma, sin demostrar que “él lo sabe todo”. Respetará
a cada persona e intentará comprender (aunque
no esté de acuerdo con ellos) los diferentes puntos
de vista que cada uno tiene derecho a exponer, sin
ridiculizaciones o rápidas descalificaciones.
Como explica el profesor Pedro Ortega en su interesante libro El grito de los adolescentes, “debe
evitar a toda costa el profesor banalizar los problemas que los chicos le presenten, recetar soluciones hechas y repetidas, culpabilizar continuamente, compararlos con otros, emplear un tono
irónico, fingir una falsa comprensión, ridiculizar,
hablar, hablar y hablar ‘como un loro’...”
El buen educador controlará el posible enojo que
le pudieran producir las opiniones contrarias a la
suya. Usará, cuando lo crea oportuno, el sentido del
humor: muchas situaciones tensas se diluyen con
esta sencilla terapia. Comunicará mensajes claros
y consistentes, no contradictorios y difíciles de entender. Comprenderá el buen maestro que, muchas
veces, el silencio acogedor, una mirada cómplice y
afectuosa... son medios preciosos y efectivos para
ganarse la atención y el afecto del adolescente. Y
sobre todo, podemos decir que, si el alumno ve en
el profesor un “buen modelo de vida, un permanente ejemplo de conducta”, eso será mucho más
poderoso y definitivo que mil discursos.
Cuando el joven-adolescente llega con sus problemas, el buen maestro debe acogerlo con afecto,
escucharlo con atención, clarificar lo que le pasa,
analizar y afrontar las situaciones conflictivas planteadas, no poner ‘paños calientes’ a los problemas
reales, planificar concretamente lo qué se va a hacer a partir de aquel momento, concertar nuevas
entrevistas con objetivos concretos que cumplir...
En definitiva, cuando se acerca un chico o una chica deseando ser escuchado, el buen maestro mirará con atención y verdadero afecto el fondo de
aquellos jóvenes e inventará mil cosas nuevas para
devolverles las ganas de vivir, de seguir adelante
en busca de la construcción de su propia personalidad, porque no se les puede decepcionar, porque,
tal vez, en alguna ocasión, en un verano ya lejano, mientras construían un castillo de arena en una
playa, también preguntaron a su abuelo: “¿Po qué,
abuelo, po qué los baquitos y las epuma son blancos y van y vienen por el mar?”. Y desde entonces,
incansables, andan buscando respuestas a todo.
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ADOLESCENTES
EN LA PANTALLA
CINE
DESCONCERTANTES, MISTERIOSOS Y
OSCUROS, LOS PERSONAJES ADOLESCENTES
EN EL CINE NOS HACEN PREGUNTARNOS
POR EL DOLOR Y POR LA ESPERANZA
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Por Norberto Alcover
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Dado que el cine nacía y se mantiene como un arte espectacular
fundado necesariamente en la aceptación del público, en general
los argumentos que utiliza tienen que ver con las pasiones de
quienes son sus consumidores sustanciales, esos adultos cada
vez más globalizados en función, para colmo, de las mismas imágenes fílmicas, entre otras realidades mediáticas del momento.
Básicamente, el cine es de adultos y para adultos, y solamente en
raras ocasiones se impone el protagonismo de niños, adolescentes o jóvenes, con grave detrimento de la formación integral de
estas tres categorías cronológicas de cualquier persona.
El cine que no es de adultos ha sido hasta hace
muy poco tiempo un cine entre ñoño y cursi, un
tanto vinculado a festividades anuales (Navidades y vacaciones estivales, además de fiestas
nacionales de los diferentes países). Y hay que
reconocer que las series televisivas, con una especial redundancia de La casa de la pradera y
Verano azul, en el caso español, supusieron una
innovadora presencia de la infancia y de la adolescencia en el universo audiovisual al uso. Un
detalle que en pocas ocasiones hemos reconocido
como trascendente, sobre todo por su inmensa
eficacia educativa.
Pero las cosas cambiaron desde la llegada de los
dos grandes movimientos cinematográficos de
postguerra. De una parte, el Neorrealismo introducía la infancia como una presencia interrogante e históricamente continuadora de los grandes
ideales de la Resistencia (el cine de Vittorio de Sica
y, más tarde, del mismo Fellini) y fue la Nouvelle
Vague francesa la que personificaría la relevancia de la adolescencia en esta historia entre agria
y emocionante a la vez de Truffaut, titulada Los
cuatrocientos golpes (François Truffaut, 1959),
sobre todo en esa imagen final del adolescente
que, tras huir del universo adulto, se lanza al mar
como una instancia de purificación definitiva.
Ahora bien, desde entonces y en general, se hace
necesario diferenciar dos tipos de cine de
adolescentes, si bien esta expresión no deje de
resultar un tanto exagerada por nuestra parte:
películas en que los adolescentes forman parte
importante pero secundaria del paisaje contex-
tual del film (los protagonistas son los adultos)
y otras películas en que son los mismos adolescentes quienes protagonizan las historias y los
adultos pasan a contextualizarlas como parte del
paisaje narrativo. Más abundantes las primeras
películas (adolescentes contextuales), no dejan
de ofrecerse a nuestro análisis algunas de las
segundas y con seres humanos adolescentes de
auténtica fascinación. Nosotros, a efectos pedagógicos, dividiremos nuestro trabajo en dos partes, según la relevancia de los adolescentes en
las historias contadas en la pantalla.
Y una última pista para situarse en cuanto sigue:
entendemos por adolescencia los años comprendidos entre los 12 y casi, en la actualidad, los 18,
si bien se percibe una tendencia a prorrogar este
período de la vida hasta los 20 y puede que incluso más. Un detalle que nosotros hemos acogido
con una cierta radicalidad, precisamente para diferenciar cine de adolescencia de cine de juventud, mucho más abundante en la historia fílmica.
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I. Unos adolescentes contextuales y complementarios
Como hemos escrito, este primer bloque contempla la adolescencia en la medida en que forma
parte de un universo adulto en el que se desarrolla a la vez que transcurre la acción. Es decir,
las acciones y pasiones adultas determinan las
acciones y pasiones de los adolescentes, muchas
veces sumidos en la estructura familiar. Según
este criterio, podemos apreciar tres tipos de relaciones:
Primera: los adolescentes se desarrollan
positivamente en la medida en que reciben
un ejemplo también positivo de sus mayores. Antológico a tales efectos es el grupo de hijos e hijas en Las uvas de la ira (John Ford,
1940) educados en el esfuerzo sacrificado de sus
padres en búsqueda de alguna tierra prometida,
sumidos en la Depresión del 29. Pero también
resulta modélica la personalidad de la alumna
boxística del excelente personaje protagonizado
por Clint Eastwood en Million dollar baby (Clint
Eastwood, 2005), esa chica ruda y problemática
que modifica su andadura en la medida en que la
relación con su maestro progresa. Más aún, tal
relación produce una especie de ósmosis moral
entre alumna y maestro hasta el punto de que,
en el momento conclusivo, los roles se intercambian en una secuencia de altísimo valor ético y
humanístico, que es necesario conocer. El bien
produce bien y la trasmisión de valores es un
hecho más allá de opiniones mucho más frívolas
que certeras.
Segunda: los adolescentes se hunden en correlación al mal ejemplo de los adultos que
presionan sobre ellos directa o indirectamente. Pocas películas como Babel (Alejandro
González Iñarritu, 2006) para ilustra esta dimensión de la experiencia adolescente, sobre todo en
el caso de la muchacha japonesa y su padre, ese
gran empresario carente de tiempo para su hija y
causante involuntario del drama del film. El desangelado abrazo final entre las luminarias de la
gran ciudad, ella desnuda por completo ante la
vida y ante su propio padre, mientras la cámara
se aleja con maestría absoluta, resulta de un pedagógico subido.
Pero no menos sucede en el caso de los hijos que
nos presenta Robert Redford en uno de sus mejores films, Gente corriente (Robert Redford,
1980) sobre todo el superviviente, sometido a la
patología de una madre dominante y neurótica:
solamente cuando asistimos a la debacle de toda
la familia, comprendemos el crack de ese chico
destrozado por esa misma familia. De nuevo, insistimos en que el cine gusta de constatar, siempre activista moral como es, la intensa relación
entre adolescencia y adultez, con especial énfasis
en las vinculaciones familiares.
Tercera: los adolescentes, al contacto con
sus mayores, desarrollan muy diferentes
reacciones según su propia genética y su
libertad evidente. Uno de los casos más evidentes es El río de la vida (Robert Redford,
1992), donde dos hijos educados de la misma
forma por idénticos padres, acaban en actitudes
y situaciones vitales del todo diferentes y hasta
contradictorias: no todo depende de nuestros padres y educadores porque también depende de
cómo estemos constituidos y de qué manera decidamos vivir nuestra libertad. Un film algo maniqueo pero sugerente en su afán metafórico, un
detalle siempre presente en el ya maduro Robert
Redford. Exactamente sucede en El club de los
poetas muertos (Peter Weir, 1989): el fascinante profesor es el mismo, pero las reacciones de
los alumnos son absolutamente diversas en función de una serie de realidades muy subjetivas
que les distancian de antemano.
Añadimos tres films no menos aleccionadores:
Sombras en una batalla (Mario Camus, 1993),
Amarcord (Federico Fellini, 1974) y esa emocionante película, tal vez menor, del cine español
cuyo título es Tapas (José Corbacho y Juan Cruz,
2005) donde un amplio surtido de adolescentes y
de jóvenes, nativos e inmigrantes, nos permiten
presagiar un futuro plural y absolutamente mestizo, de consecuencias tan complejas para nuestra
convivencia. Se trata de una película sintomática
en su enorme sencillez, que abre una claraboya
a un cielo nacional cuya identidad todavía es muy
difícil de presagiar. No se trata ya de una diferencia
ante una misma educación adulta. Ahora estamos
ante la multiculturalidad sustancial de unos chicos
y chicas que comparten visiones de la vida casi
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que se entrega a la tentación cegadora desde
complejos parámetros ideológicos, en un admirable guión cinematográfico.
Señalamos también la ya clásica Taxi Driver
(Martin Scorsese, 1976), uno de los mejores
Scorsese y la un tanto sofisticada American
Beauty (Sam Mendes, 1999). Parece mentira
hasta qué punto la inseguridad adolescente desconcierta los caminos ya roturados de la madurez: se desea lo ya vivido y ahora ya prohibido.
Se desea lo ya perdido, sin que la adolescencia
sea consciente, por lo menos del todo, del quebranto producido. Que ahí radica el dramatismo
de Lolita y sus secuaces.
contradictorias: importantísimo personaje el del
cocinero chino, exiliado en España “por amor”.
Todo un referente para los puristas.
II. Unos adolescentes protagonísticos y desconcertantes
Este segundo bloque contempla la adolescencia como un momento de la vida con suficiente
peso personal y social como para que conduzca
el grueso del film, siendo los adultos los contextuales de estos films siempre llamativos si bien
casi siempre menores en su alcance comercial.
Salvo excepciones muy concretas. Veamos las
tipologías:
Primera: los adolescentes padecen el síndrome de Lolita, según la célebre novela de
Nabovov, llevada al cine por vez primera en
1962, en base al talento desconcertante de un
magistral Stanley Kubrick y las interpretaciones
memorables del maduro Jamen Mason y la jovencísima Sue Lyon. Esa turbación del hombre
ya en declive y tan interiormente solo, aparece
como ámbito de tentación para la pasión sensual, más que sexual, de la muchacha juguetona
y precoz, hasta consumarse en una inesperada
tragedia. En esta misma línea está la española
La flaqueza del bolchevique (Manuel Martín
Cuenca, 2003), con un sorprendente personaje
femenino interpretado por María Valverde, felino en su aparente ingenuidad y uno masculino
Segunda: en este contexto, aparecen unos
adolescentes que representan opciones alternativas en una sociedad en permanente
cambio. Se trata de una nueva forma de concebir la ya tradicional lucha de clases, en esta
sociedad de tantas nuevas profesiones. Destaca
la innovadora Barrio (Fernando León de Aranoa,
1998) de uno de los más interesantes directores
españoles, donde un grupo de adolescentes vive
conforme a turbulentos síndromes tomados del
cine y de la televisión, al margen de toda educación familiar, en una barriada un tanto marginal
madrileña. Su peligrosidad reside en su mismísima carencia de valores, nunca recibidos. Por ahí
también llama la atención la un tanto olvidada
Mensaka (Salvador García Ruiz, 1998) donde
unos adolescentes pijos acaban provocando la
dramatización de unos jóvenes pertenecientes a
otra clase social, entre ellos uno de esos mensajeros al uso, siempre a la grupa de su moto,
siempre aferrado a su chica, siempre amigo de
sus amigos. Un gran personaje.
Pero no olvidamos a esa chica misteriosa que nos
propone Guillermo del Toro en El laberinto del
Fauno (Guillermo del Toro, 2006), como tampoco esas Cartas de Alou (Montxo Armendáriz,
1990), egregio cántico a la dureza de la inmigración pero cuando todavía no era costumbre
socializada su presencia en España. Alou está en
estrecha relación con el joven cocinero chino de
la antes citada Tapas: nuevas incorporaciones
adolescentes al paradigma nacional en este siglo
XXI recién estrenado.
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Tercera: y en fin, el cine nos ha ofrecido una
serie de iconos ya clásicos de adolescentes
prototípicos, entre los que nos llama poderosamente la atención Tadzio de Muerte en Venecia
(Luchino Visconti, 1971), corporalidad emergente
y belleza inconquistable, mucho más allá del esquema de una lolita masculina, paradigma de toda
nuestra cultura occidental, mar y sol que nos sorprenden desde la atracción fatal de ese Tadzio que,
al final, se pierde en la laguna veneciana mientras
el maduro Von Aschenbach agoniza en El Lido,
muerto al perseguir el fuego de los dioses, la belleza en estado perfecto. Y frente a tal icono, ese otro
tan atrozmente agresivo del adolescente que huye
en Europa, Europa (Agnieszka Holland, 2003) y
que tras pasar por los fogones del comunismo y nazismo, acabará de nuevo en su propia tierra como
rescoldo de un futuro incierto pero propio. Se trata
de dos iconos prototípicos no solamente de Europa
sino también de cualquier lugar en que lo perfecto se da la mano con lo imperfecto para conseguir
una totalidad que obliga a una tremenda reflexión:
siempre hay dolor y siempre hay esperanza.
en geminación, exactamente igual que hace con
sus correspondientes adultos. Pero esos quinceañeros/as todavía no se han colocado corazas impermeables como nosotros, y se nos hace más
fácil descubrir sus trampas tan llenas de carencias que intentan desarrollarse para convertirse
en plenitudes. Una vez más, recurrimos al cocinero chino de Tapas que, en cada una de sus
reverencias, está preparando un mundo del todo
nuevo, donde sus oscuridades aparecerán como
los más graves de los interrogantes para sus jóvenes amigos españoles/europeos/occidentales.
Llama la atención hasta qué profundidad del mar
ha conseguido llegar el antológico protagonista
de Los cuatrocientos golpes (François Truffaut,
1959), entonces y ahora de la mano del sensible
Truffaut, quien no en vano admiraba al maestro
Hitchcock. ¿No fue este orondo director mítico
permanente proyección de una adolescencia prolongada desde sus interrogaciones inquietantes
y sus oscuridades nunca del todo explicadas? He
aquí una buena pregunta para cerrar estas líneas
que de tan adolescentes son, en realidad, una
auténtica mayoría de edad cinematográfica.
Entre interrogantes y oscuros
Casi todos estos hombres y mujeres citados,
personajes del contexto o también protagonistas explícitos, suelen reunir en su misma identidad/personalidad un duetto de características
aparentemente contrarias entre sí y sin embargo
componentes perfectas de eso que venimos llamando adolescencia: interrogación incansable y
ámbito inesperado de peligrosísima oscuridad. La
alumna de Million dollar baby deja perplejo a
su maestro en cada golpe que aprende, pero a su
vez saca fuerzas demoledoras de alguna zona oscurísima del alma, esa zona que solamente hacia
el final conseguimos identificar. Y la desnudez de
la muchacha japonesa de Babel, lleva nuestro
duetto hasta límites terribles: esa misma desnudez nos interroga sobre tantos ropajes como llevamos encima inútilmente, y también demuestra
una oscuridad que nos asusta porque no sabemos, igual que en el caso de la joven boxeadora,
de dónde pueda surgir tanto desvalimiento.
El cine de tales adolescentes es, al final, un cine
un tanto turbio porque profundiza sus pasiones
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A PIE
DE CALLE
LA EDAD DE LOS
CONFLICTOS
Incomprendidos, rebeldes, antojadizos, locos por las marcas,
deseosos de ser más mayores para poder zafarse de la vigilancia
férrea de los padres... Ésta parece ser la filosofía de vida de los
adolescentes, una de las etapas claves y más difíciles del crecimiento y formación de la persona. Los padres luchan porque la
edad de los conflictos se pase de la mejor manera posible.
Por Antonio Saugar
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Ver crecer a los hijos es una de las experiencias
más importantes y maravillosas para los padres.
Cuando dejan de ser pequeños y parece que los
problemas van a desaparecer, entran en un período de la vida en el que, como decía aquella
serie de televisión de los años 80, “los problemas
crecen”. Y crecen a la misma velocidad que los
hijos, cuando éstos llegan a la adolescencia.
¿Qué tiene la adolescencia que tantos problemas
y enfrentamientos provocan entre padres e hijos?
¿No están los padres preparados para afrontar
este período de la vida de sus hijos?
“Vino de la fiesta hecho un guiñapo”
Mari tiene dos hijos en plena adolescencia. Son
dos caras de la misma moneda: “Uno trae unas
notas estupendas, al otro, el más mayor, no le
gustan los libros”, afirma esta madre que, hace
pocas semanas se enfrentó a una de las rebeldías de su hijo mayor. “Eran las fiestas y nos lo
encontramos sentado en el bordillo de la acera,
rodeado de sus amigos, pálido... Según nos contó
era su primera borrachera. Estaba hecho un guiñapo. Nos contó que había tomado dos chupitos
de tequila y que le habían sentado mal. Yo no me
lo creí”, comenta esta madre que, en algunas ocasiones se angustia ante algunos comportamientos
de los adolescentes. Como es evidente, el joven
pagó con creces su estado etílico, siendo castigado sin salir durante varios días, además de sufrir
una importante resaca al día siguiente.
Acoso escolar y adolescencia
Más del 80 por ciento de los alumnos de Secundaria rechaza las conductas violentas. El 80,2
por ciento interviene para detener situaciones
violentas o cree que debe hacerlo. Así lo señalan los datos del Estudio sobre Convivencia
Escolar realizado por el Observatorio Estatal
de Convivencia Escolar, desarrollado por el Ministerio de Educación. La cara negativa: un 3,8
por ciento de los estudiantes ha sufrido a menudo acoso y un 2,4 ha sido acosador.
Este estudio, en el que han colaborado las Comunidades Autónomas, el Ministerio de Educación y expertos en Psicología de la Complutense, ha entrevistado a más de 23.000 alumnos
y 6.175 profesores de 301 centros educativos
de toda España, excepto Cataluña.
Este trabajo nos indica que, respecto a las
medidas más eficaces para evitar el acoso escolar, un 67,3 por ciento de los adolescentes
considera eficaz que toda la clase “apoye al
estudiante agredido sin dejarle solo”; el 63,6
por ciento cree que hay que “educar en la
igualdad y el respeto para que nadie agreda
al que es diferente”; el 61,3 por ciento afirma
que es necesario el trabajo en equipo para que
la clase “esté más unida”; y el 60,5 por ciento
señala que es necesario elaborar “normas para
acabar con la violencia en las aulas”.
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“Mamá, quiero una moto”
Otro pequeño drama se dio cuando, el pasado
año, el hijo pequeño de Mari planteó a los padres
que quería una moto. La razón para motorizarse:
“Todos mis amigos de la pandilla tienen moto”.
Tras analizar la situación, decidieron que “la moto
dependería de las notas de final de curso”, señala Mari. A mediados del verano, la moto estaba en casa, ya que las notas fueron tan buenas
como siempre. “El problema vino para sacarse el
carné. Tuvimos que llevarle a examinarse fuera
de Madrid, porque aquí Tráfico cierra en agosto.
Además había rumores de que se iba a subir la
edad para obtener el carné de moto, lo que hizo
que estuviera muy nervioso hasta que por fin se
examinó y aprobó”, dice esta madre que ahora
tiene otra cosa por la que preocuparse: “Mi hijo
pequeño tiene una moto”.
El chantaje de utilizar las notas para lograr algo
que el adolescente desea parece ser lo más normal. Y así le ha vuelto a pasar a Mari con el pequeño de sus hijos. “El otro día me dice que si le doy
permiso para hacerse un piercing en una ceja”.
Otra vez volvieron a salir las notas en la negociación. “Me preguntó que qué le pedía para
tener permiso para hacérselo y le dije que ninguna nota por debajo de notable. Su respuesta fue inmediata: ‘Vale’, me contestó; pero le
dije que ni con esas. Que no había piercing”.
“El mismo se cortó los vaqueros”
Otro de los conflictos es el enfrentamiento con los
hermanos. Lo que uno tiene lo quiere el otro, lo
que el primero desea, también lo anhela el segundo. A esto hay que añadir la locura por las marcas
que tienen los adolescentes. Calzado deportivo,
vaqueros, camisetas, cazadoras... todo tiene que
ser de conocidas y, sobre todo, carísimas firmas
que se anuncian en televisión. Ésta es otra lucha
a la que los padres con hijos e hijas en esta edad
tienen que enfrentarse cada dos por tres.
Y es que la ropa de marca es la bandera de los
adolescentes, aunque hay veces en las que los
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que reivindican la vestimenta son los padres. Así le
pasó a Mari con su hijo mayor. “Salió de casa con
una camisa y unos pantalones bastante caros y
cuando volvió traía unos pantalones cortos de uno
de sus amigos. Unos pantalones que ellos mismos
habían cortado con unas tijeras. Le pregunté que
dónde estaba su ropa y me dijo que en casa de
uno de sus colegas. Creí que había cambiado el
pantalón y la camisa como si fueran cromos”.
“No le gustan los libros”
Ángeles también sufre el odio a los libros de su
hijo de 14 años: “Me ha suspendido todas las
asignaturas”, señala. Todo lo contrario que su
hija, “que ha sacado todo limpio este año, y ha
recuperado las tres que le quedaron”.
Y es que al hijo de Ángeles “no le gustan los libros. Incluso algunos ni siquiera los ha sacado
de los plásticos en los que venían”, afirma esta
madre que se enfrenta a la adolescencia de sus
hijos también por partida doble.
Las aulas son otro escenario en el que los adolescentes se enfrentan a problemas. Para los profesores no es lo mismo impartir clases a alumnos universitarios que a chavales en plena adolescencia,
algunos de los cuales considera la escuela como
algo inútil, algo que no necesitarán para seguir
adelante en la vida. Esta consideración lleva a que
su conducta en clase dificulte la convivencia con el
resto de alumnos y con los profesores.
Molestar en clase es una conducta habitual en un buen
número de alumnos adolescentes. Denominada técnicamente “disrupción”, se produce cuando los alumnos dificultan el funcionamiento normal de la clase. El
21,6 por ciento de los profesores afirma padecer este
problema a menudo o muchas veces, según el Observatorio Estatal de Convivencia Escolar. Sólo el 4 por
ciento de los alumnos reconoce que altera la clase.
“Falta disciplina en las familias”
A la hora de poner razones a los obstáculos a la convivencia, un 85 por ciento de los profesores señala
que se encuentran en la falta de disciplina de las familias; mientras que el 77,2 por ciento dice que éstas no se implican mucho para evitar el problema.
Rosa es una profesora experimentada que, a lo largo
de los años, ha visto “cómo hay un buen número de
alumnos a los que no les interesa la clase. Consideran
que no les va a servir para nada lo que se les pueda
enseñar”. Afirma que “la familia tiene que poner de su
parte para que el adolescente comprenda la importancia de aprender. Hay alumnos que te comentan que
a sus padres les da igual que suspendan. Así no hay
manera de que saquen provecho de los estudios”.
Para esta veterana profesora, “la familia juega un
papel importante a la hora de que el alumno se
eduque dentro y fuera de las clases”.
La adolescencia es un período importante en el
ser humano. Es la edad de los conflictos, en la que
quienes no son adultos quieren serlo a cualquier
precio para poder hacer aquello que les gusta y
que, normalmente, no suele agradar a sus progenitores. Padres, profesores, psicólogos y, evidentemente, los propios adolescentes tienen que
ponerse manos a la obra para que, mediante la
educación y la formación los jóvenes que están
en esta edad no pierdan el tren que les llevará a
desarrollar plenamente su vida.
Adolescentes ‘tecnoadictos’
- Un 45 por ciento de los alumnos tiene televisión en su cuarto.
- El 37 por ciento cuenta con acceso a la Red
de Redes en su habitación.
- El 39,8 por ciento ve la televisión solos con
mucha frecuencia.
- En casi el 52 por ciento de los casos existe
poco control sobre el uso de Internet.
- Utiliza Internet una hora o más al día el 49
por ciento.
Fuente: Estudio Estatal sobre la Convivencia Escolar en la
Educación Secundaria
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LOS PROCESOS DE LA RELACIÓN DE AYUDA
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Prólogo de
José Antonio Marina
Esta obra pretende traducir e integrar las principales cuestiones que ocupan y preocupan a los
profesionales de la ayuda psicológica –frecuentemente complejas y explicadas en términos “para
especialistas”– a unos esquemas claros y asequibles para un número creciente de personas interesadas en ayudar a otros seres humanos en situaciones de crisis emocional.
Los procesos de la relación de ayuda es fruto, en
gran medida, de la propia experiencia del autor,
Jesús Madrid, como voluntario durante 36 años
en el Teléfono de la Esperanza.
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Jesús Madrid es psicólogo, filósofo,
terapeuta familiar y ha compaginado
la práctica terapéutica con el estudio
y la dirección de centenares de cursos
para la formación de “agentes de ayuda” (personas voluntarias preparadas
para prestar una ayuda en situaciones
de conflicto emocional). En la actualidad, preside la Asociación Internacional del Teléfono de la Esperanza y,
durante muchos años, ha sido vicepresidente de IFOTES (Internacional
Federation Of Telephonic Emergency
Services), la organización internacional que aglutina los servicios de ayuda
telefónica de urgencia.
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EN TEGUCIGALPA TAMBIÉN
LA CAPITAL ACOGE EL SEGUNDO CENTRO DEL TELÉFONO EN HONDURAS
Hace aproximadamente seis años que en Honduras se empezó un caminar hacia la esperanza
y la promoción de la salud emocional dentro del
marco del Teléfono de la Esperanza. Seis años
que se han caracterizado por el dinamismo, iniciativa y entrega incondicional de todo su voluntariado.
A un año de haber inaugurado la sede en San
Pedro Sula, se empezaron a recibir constantes
llamadas del centro y sur del país, de personas
atravesando por situaciones estresantes de diferentes tipos, principalmente fuertes problemas
familiares, soledad e incomunicación, inseguridad, drogadicción, alcoholismo, violencia doméstica, etc. Ante tanto sufrimiento, se comenzó a
gestar la idea y sueño de un Teléfono de la Esperanza en la ciudad de Tegucigalpa.
En septiembre del 2005, con el apoyo de la Asociación Colombiana del TE y el corazón latente
del voluntariado de San Pedro Sula, se inició la
formación de voluntarios en la capital con el programa de “Agentes de Ayuda”, y, después de casi
tres años, las ideas han tomado forma y los sueños se han hecho realidad con la inauguración del
centro de Tegucigalpa el 24 de junio.
Para dicho acontecimiento se organizaron tres actividades muy significativas. El domingo 22 se realizó un acto privado con los voluntarios en la que
contamos con la grata presencia del presidente
internacional del Teléfono de la Esperanza, Jesús
Madrid; el presidente nacional, Mateo Clares;
y un equipo de apoyo del Centro de San Pedro
Sula. Se inició con una celebración eucarística en
la que Jesús Madrid invitó a tomar conciencia de
que el principal participante de nuestro servicio
es la persona que sufre, aquél que se encuentra
solo, que no tiene a quien acudir, y a descubrir
que debajo del miedo que podemos experimentar hay muchas capacidades y cualidades personales. Nos motivó e invitó a abrazar con mayor
seguridad y esperanza el reto que está por comenzar. Al finalizar la celebración eucarística, se
realizó la juramentación de los nuevos voluntarios, que recibieron la insignia del Teléfono de la
Esperanza. La tarde concluyó con una cena en la
que compartimos y celebramos la vida, la alegría
y, sobre todo, la esperanza.
El teléfono suena
El lunes 23, Jesús Madrid y Mateo Clares se
tomaron el tiempo necesario para presentar, en
los diferentes medios de comunicación televisivos, radiales y escritos, los servicios que ofrece
el Teléfono de la Esperanza, lo cual llamó mucho la atención de los ciudadanos de Tegucigalpa y alrededores. Aunque la línea 213-8181
se inauguraría el día martes, desde tempranas
horas del lunes comenzamos a recibir innumerables de llamadas de personas que deseaban
encontrar consuelo y esperanza al otro lado de
la línea.
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Comunicando
SE CULTIVA LA ESPERANZA
Se concluyó este día brindando al público la conferencia “Dime cómo amas y te diré quien eres”,
a cargo de Jesús Madrid, que contó con una concurrida asistencia y con la gran satisfacción, el
ánimo, la ilusión y las esperanzas de todos los
voluntarios.
El día martes 24, a las 6 de la tarde, fuimos citados a inaugurar públicamente la sede del Teléfono en la ciudad de Tegucigalpa. En dicho
evento, contamos con la presencia del presidente
internacional del Teléfono de la Esperanza, Jesús
Madrid; el presidente nacional, Mateo Clares; la
presidenta del Centro de Tegucigalpa, Nidia Laitano; el representante del presidente de la república, Héctor Zelaya Coldman; el vicealcalde de la
ciudad de Tegucigalpa, Renán Inestroza; la vicepresidente del Centro de San Pedro Sula, Regina
de Rivera; el padre Antonio Quetlas; e invitados
especiales entre los cuales estaban un grupo de
voluntarios de San Pedro Sula, y el equipo de entusiastas voluntarios de Tegucigalpa.
por la labor y servicio con el que contaría la capital hondureña a partir de ese momento.
Los protagonistas
Antes de pasar al corte de la cinta para dar por inaugurado oficialmente el nuevo Centro, Jesús Madrid
tomó la palabra y aprovechó para invitarnos a descubrir y experimentar al Teléfono de la Esperanza como
algo más que un teléfono... palabras que nos llevó a
no perder la oportunidad de traer a esta fiesta a los
principales protagonistas de la misma: las personas
solas y que sufren, aquellas personas que día a día
no tienen sueños ni deseos por los cuales luchar, personas que no tienen rostros y a la vez son el rostro
de todos, personas deseosas de que se les tienda
una mano amiga que les permita creer y esperar.
Nidia Flores, presidenta de este nuevo Centro,
inició el acto de inauguración presentando un resumen del proceso de formación que recibieron
los nuevos voluntarios desde el año 2005, culminando con un grupo de 30 muy deseosos de contribuir al bienestar emocional de la población.
Hoy, un par de meses después de esta gran fiesta,
seguimos soñando, viviendo y creciendo con cada
llamada, con cada contacto con la persona que sufre, con cada curso y seguimiento, lo cual nos impulsa a continuar siendo solidarios, y con deseos
de devolver lo que gratuitamente hemos recibido.
Tenemos el compromiso de continuar cultivando esperanza, labor que realizamos como equipo junto a
cada uno de los voluntarios, y con el apoyo de nuestros amigos y compañeros de San Pedro Sula.
Seguidamente tomaron la palabra los diferentes
miembros de la mesa principal, coincidiendo todos en manifestar su complacencia y admiración
Como dijo Jesús Madrid en su última estadía en
Honduras: “Aquí se crece, aquí se respeta, aquí
se cultiva la esperanza”.
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Comunicando
7 de
Hace 37 años, una mañana de septiembre, Fray
Serafín Madrid, fundador de los Teléfonos de la
Esperanza, llamó desde España a su hermano
Ángel, a la sazón párroco de la Iglesia del Carmen de Barranquilla, y entre otras cosas le dijo:
- Ángel, anoche tuve un sueño. Soñé que tú
fundabas el Teléfono de la Esperanza en Barranquilla.
Diez días después, Fray Serafín Madrid fallecía,
en accidente de tráfico, una lluviosa mañana del
mismo septiembre, y su hermano Ángel tuvo que
regresar a España, aunque con el firme propósito
de que algún día realizaría el sueño de su hermano Serafín.
37 años después
En julio de 2006, llegó a Barranquilla esta iniciativa, de mano del Teléfono de la Esperanza de Valencia y fue acogida con entusiasmo por un grupo
de más de 90 personas, quienes desde ese momento iniciaron un proceso de formación que no
sólo ha tocado y trasformado sus vidas, sino que
también les ha permitido brindar su mano amiga
a miles de personas que van a ser beneficiadas
por este proyecto.
Desde el primer momento, Barranquilla contó con
el apoyo incondicional y efectivo de Ángel Madrid,
presidente del Teléfono en Valencia, España. El
primer curso de “Conocimiento de Sí Mismo” lo
realizó en Barranquilla, durante los días del 4 al
agosto de 2006, con el apoyo logístico y humano
del Teléfono de la Esperanza de Bogotá. Al curso
asistieron 80 personas.
El proceso de preparación para el voluntariado
continuó con un segundo curso de “Crecimiento
Personal” y realizado bajo la dirección de los voluntarios del Teléfono de la Esperanza de Bogotá
del 10 al 13 de febrero de 2007. A este curso
asistieron 70 personas, gracias a la buena convocatoria realizada por los voluntarios de Barranquilla, que coordinados por Olga Cecilia Danies,
asumieron la organización y gestión de los preparativos del nuevo Teléfono de la Esperanza
Posteriormente se organizó el curso “Padres y Educadores Hoy”, otra vez con la coordinación del voluntariado del Teléfono de la Esperanza de Bogotá.
Aunque, como en todas las obras que comienzan,
hubo dificultades, con el entusiasmo de los barranquilleros y con el apoyo constante del Teléfono de la Esperanza de Valencia y de Ángel, se lograron realizar 3
ciclos de formación del programa Agentes de Ayuda.
Últimos preparativos
Los últimos cursos de formación llevados a cabo antes de la inauguración del Teléfono en Barranquilla
fueron: un curso de “Conocimiento de Sí Mismo”, del
10 al 13 de julio; un taller sobre los Estatutos y la
estructura organizacional del Teléfono, dictado por
Isabel de Mora, presidenta del Teléfono de Medellín
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SE CUMPLE EL SUEÑO DE
FRAY SERAFÍN MADRID
INAUGURACIÓN DEL TELÉFONO DE LA ESPERANZA EN LA
CIUDAD COLOMBIANA DE BARRANQUILLA
durante dos fines de semana, en el mes de junio
de 2008; y, finalmente, un curso intensivo durante
todo el mes de julio a 75 voluntarios, orientadores
y especialistas, dirigido por María Lucía de Bermúdez, voluntaria del Teléfono de la Esperanza de
Bogotá, quien se desplazó ex profeso y desinteresadamente a Barranquilla.
Reconocimientos
Tras 3 años de preparación y gestión, hoy el Teléfono de la Esperanza de Barranquilla cuenta
con una sede transitoria, de más de 400 metros
cuadrados, ubicada en la calle 53 No. 50-03, gracias al decidido apoyo de la Arquidiócesis de Barranquilla, que a través del señor arzobispo, hoy
presidente de la Conferencia Episcopal, Rubén
Salazar Gómez, y su obispo auxiliar, Víctor Tamayo, han acompañado fielmente todo el proceso
de nacimiento y crecimiento del Teléfono de la
Esperanza de Barranquilla.
Asimismo, tenemos que dar nuestro agradecimiento a la colaboración permanente y solidaria
de las parroquias del Socorro y Nuestra Señora
del Carmen, siendo decisiva esta última al facilitarnos, durante los tres años de preparación, sus
instalaciones como sede provisional para reuniones y realización de nuestros cursos.
Además, el apoyo incondicional y entusiasta de todos los medios de comunicación social de la ciudad: radio, prensa y televisión, ha sido decisivo,
pues “ha alimentado y mantenido la esperanza del
Teléfono de la Esperanza”, como ha manifestado
en muchas oportunidades Ángel Madrid, presidente del Teléfono en Valencia, España.
El reto apenas comienza, y el grupo de 60 voluntarios liderado por la entusiasta e infatigable
Olga Cecilia Danies, presidenta del Teléfono en
Barranquilla, lo tiene claro. En el poco tiempo que
lleva funcionando el Teléfono de la Esperanza de
Barranquilla, ya ha atendido más de 400 llamadas en solicitud de ayuda.
El sueño se hace realidad
El día 1 de agosto, con asistencia de las autoridades eclesiásticas y civiles de Barranquilla y
alrededor de doscientas personas, voluntarios y
simpatizantes, presidido por Jesús Madrid, presidente internacional de Asites, fue inaugurado
solemnemente el Teléfono de la Esperanza de Barranquilla, haciéndose realidad un sueño de Fray
Serafín Madrid, hace 37 años.
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Comunicando
ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA
El pasado 7 de junio se celebró en la sede del
Teléfono de la Esperanza de Madrid la Asamblea
General Ordinaria de ASITES. Después de realizar
la comprobación del derecho a voto de cada uno
de los asambleístas, el presidente de la Asociación, Jesús Madrid, ofreció su informe de gestión
durante el último año.
En su intervención, Jesús Madrid informó que,
durante 2007, se ha continuado el proceso de
adaptación de ASITES a los estatutos. Con este
objetivo se nombró a Alicia García y a María López como presidentas de los Centros de Las Palmas y de Huelva, respectivamente.
Apertura de nuevos Centros
Jesús Madrid recordó que en octubre se había inaugurado el Teléfono de la Esperanza de León.
Y a este respecto, hizo una especial mención al
trabajo realizado por Mercedes Martínez, la presidenta del nuevo Centro, y al apoyo incondicional
de José Mª González.
Asimismo, dio cuenta de la apertura de la nueva
sede de Oviedo, que tuvo lugar el 5 de febrero de
2008, y que gracias a su amplitud iba a permitir
aumentar las actividades realizadas en ese Centro como, por ejemplo, ser sede de la próxima
edición del curso de Intervención en Crisis. En
este sentido, se destacó el esfuerzo y el trabajo
realizados por Beatriz Menéndez.
El presidente también expresó su reconocimiento
al trabajo que se está realizando para adaptar la
nueva sede de Málaga, y en particular la labor que
viene realizando el presidente del Centro malagueño del Teléfono de la Esperanza, Juan Sánchez.
Por otra parte, explicó a los asistentes que en
Almería se acaba de firmar la cesión de terreno
para una nueva sede, que en Albacete hay una
oferta pendiente de concretar para la cesión de
un terreno, y que en Castellón las gestiones que
desde hace años viene realizando Ángel Madrid
para conseguir la cesión de terrenos municipales
para una nueva sede parece que, por fin, van a
llegar a buen puerto.
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DEL TELÉFONO DE LA ESPERANZA
Expansión internacional
Asimismo, se explicó a los asambleístas que
la consolidación de un grupo de voluntarios en
Jaén está ya muy avanzada, sobre todo, por el
trabajo de los centros de Málaga y Granada, y
que se está a la expectativa del trabajo del centro de Sevilla para el desarrollo de una futura
sede en Córdoba.
Respecto a los Centros en otros países, Jesús Madrid informó a la Asamblea que el 26 de junio
estaba prevista la inauguración de la sede de Tegucigalpa, en Honduras. Asimismo, dio a conocer
que el 1 agosto se inauguraría la sede de Barranquilla, en Colombia, gracias a las gestiones de
Ángel Madrid para obtener una cesión por parte
del obispado, y que el 6 de diciembre se abriría
el Centro de Oporto, gracias a la labor del Centro
de Badajoz y en especial de su presidente, Teófilo
Martín, y también a las gestiones que inicialmente se hicieron desde la sede de Santiago de Compostela. Para finalizar este asunto, Jesús Madrid
informó que el 1 de noviembre se inauguraría la
sede de Londres, lo que aprovechó para invitar a
todos los presentes a asistir a estas inauguraciones oficiales.
En cuanto a las estadísticas, el presidente hizo un
balance general positivo, ya que en el último año
se han incrementado las llamadas atendidas en
los Centros del Teléfono de 69.886 a 81.652.
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Actualización permanente de cursos
En el último semestre de
2008, se han inaugurado
los Centros de Tegucigalpa
(Honduras) y Barranquilla
(Colombia) y están previstas
las inauguraciones de
Londres (Reino Unido) y
Oporto (Portugal)
En su alocución, Jesús Madrid también hizo balance de la II edición del “Curso superior de especialización en Intervención en Crisis”, que se llevado a
cabo el último año en las sedes de Madrid y Pamplona, y en el que ha obtenido un aumento considerable del número de alumnos, especialmente en
la sede de Navarra. Anunció, además, que las sedes para la tercera edición serán Madrid y Oviedo.
El presidente recordó asimismo a la Asamblea que
en este periodo se han desarrollado diversas reuniones de carácter nacional: reunión de presidentes, de
contables, de formulación de proyectos y de comunicación. En relación con éste último área, exhortó a
todos los centros a que se responsabilicen de introducir y actualizar en la página web de la Asociación
sus propias noticias y la información de sus cursos
para evitar que tenga que hacerlo todo el director de
Comunicación, Fernando Alberca, desde los Servicios
Centrales. Además, aprovechó para invitar a aquellos
que quieran participar en una nueva comisión que se
desea crear sobre publicidad, información, etc.
Jesús Madrid hizo mención, igualmente, del desarrollo de las jornadas de formación sobre el uso
de la agenda electrónica integrada en Llamatel
Online, a la que asistieron 19 alumnos; y de las
jornadas de dinamización socio-cultural dirigidas
a impulsar programas de salud emocional, de
promoción de la imagen del teléfono y de captación de recursos económicos, a las que acudieron
unas 20 personas. Seguidamente, anunció que
se tiene el propósito de organizar unas jornadas
en Andalucía y Extremadura dirigidas a las personas responsables de los Centros, y que esto, posteriormente, podría extenderse a otras regiones.
En su informe, Jesús Madrid subrayó que se ha
continuado mejorando los programas de formación e invitó a los Centros a que envíen sugerencias, propuestas y correcciones lo más concretas
posibles. En particular, explicó que se sigue perfeccionando el Programa de “Agentes de Ayuda”
y que a partir de septiembre estarían disponibles las últimas modificaciones. Señaló también
la necesidad de continuar mejorando el curso de
“Crecimiento Personal” y que se había mejorado
de forma considerable el seminario, si bien había
que seguir trabajándolo.
Los asambleístas también tuvieron detallada información sobre el desarrollo del programa de
“Coordinadores de grupo” en régimen de internado. A este respecto, se les informó de la realización de dos cursos: el primero con alumnos
de Castellón, Valencia, Alicante y Murcia. El segundo con alumnos de Valencia, Almería, Málaga,
Albacete, Granada, Jaén y Murcia. Asimismo, el
presidente anunció que el fin de semana del 17
al 19 de octubre se realizaría una nueva edición
en Madrid para voluntarios de Santiago de Compostela, Asturias, León, Valladolid, Salamanca,
Toledo y Madrid. Además, comunicó que había
prevista una próxima edición para los voluntarios
de Pamplona, Zaragoza y Logroño.
Los asistentes también fueron informados de que
ya se estaba desarrollando el programa de “Comunicación Positiva”, dirigido a fomentar una comunicación sana y que consta de dos cursos con
sus seguimientos: “El arte de comunicarse bien”
y “Sanando la comunicación”.
Por otro lado, Jesús Madrid explicó que se está
trabajando en un programa de formación en la
prevención del suicidio y que se prevé comenzar otros programas para abordar otros temas:
depresión, ansiedad y conflictos en el ámbito de
la familia.
Respecto a la colaboración con las universidades, explicó que se mantienen los convenios con
la Universidad Pontificia Comillas y con la Universidad Nacional de Educación a Distancia, y
que recientemente se habían firmado convenios
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con la Universidad Politécnica de Murcia, con la Universidad de Almería y con la Universidad Europea
de Madrid, éste último dirigido a la implementación
de programas informáticos y de telecomunicación
para favorecer el desarrollo de actividades asistenciales, de formación y de comunicación a través de
medios telemáticos, lo que va a suponer la exploración de las posibilidades que ofrecen la videoconferencia y las plataformas como Second Life para la
labor que realiza el Teléfono de la Esperanza.
En el posterior turno de intervenciones, el presidente del Centro de Alicante, Juan López, anunció que estaba prevista la firma de un convenio
con la Universidad de Elche.
En relación con el número de asociados, Jesús Madrid avisó que su número es escaso en algunos
Centros (en algunos casos por razones obvias, dado
que hasta los dos años de antigüedad no se puede
obtener esa condición) y por ello defendió la conveniencia de organizar reuniones por regiones con
el objeto de aumentar el número de colaboradores.
Por otro lado, la Junta Directiva consideró que, teniendo en cuenta el servicio de apoyo, no se justificaba que quedase ningún Centro sin atender su turno nocturno de llamadas y urgió a que los Centros
vecinos se pongan en contacto y se organicen.
Como valoración general de su informe, Jesús
Madrid concluyó que “la Asociación progresa adecuadamente y consolida sus servicios”.
Sometido el informe de gestión del presidente a
votación, fue aprobado por mayoría absoluta con
una abstención.
Gestión económica positiva
Conforme al siguiente punto del Orden del Día, la
Asamblea prosiguió con la exposición por parte de
Pedro Ara, director económico de ASITES, de los aspectos más relevantes de las Cuentas Anuales del
ejercicio 2007. Pedro Ara destacó la consolidación
que se ha obtenido en los procesos de gestión, la
solvencia y la favorable evolución de la situación económica de la Asociación. En la línea iniciada en ejercicios anteriores para la mejora de la gestión, con la
puesta en marcha de nuevos programas de contabilidad y de control de inmovilizados, en 2007 se abordó
la implementación de un programa que permitiera el
tratamiento integral de la información relativa a los
socios y las actividades, y que se pretende que esté
concluido durante el próximo ejercicio.
En cumplimiento de lo dispuesto en la Ley de Auditoría de
la contabilidad
de la entidad
LaCuentas,
cuenta
de Pérdidas
y fue
sometida a revisión por auditores externos indeGanancias del ejercicio
pendientes (BCN Auditores, S. L.), que examina2007 ha que
arrojado
unnecesaria
ron la documentación
consideraron
de todosresultado
los Centros depositivo
ASITES, incluido
de en esta
ocasión el Centro de Buenos Aires (Argentina)
201.049,44 euros
cuya contabilidad se ha integrado en la general de
la Asociación, y que además realizaron visitas de
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70% a Remanente (140.734,61 €). El total de ingresos obtenidos en 2007 asciende a 2.790.509,91
€ de los que 917.375,66 € corresponden a Subvenciones Públicas (32,88%). El resto de los ingresos
procede de financiación particular (actividades, donaciones y cuotas, principalmente), lo que se considera un dato muy positivo de cara a la estabilidad e
independencia en la gestión de la Asociación. Todos
los ingresos de la entidad se destinarán a las actividades sociales propias de ASITES. Sometidas a
votación, se aprobaron por unanimidad las Cuentas
Anuales y la propuesta de distribución del Resultado.
En el presupuesto de 2008,
se han previsto inversiones
por un total de 1.061.000
euros para la construcción
de nuevos Centros y la
mejora de los existentes
auditoría a los Centros de Sevilla, Madrid y Murcia. Como conclusión, los auditores emitieron un
informe sin salvedades, en el que se ratifica que
los Estados Financieros, que se presentan para su
aprobación por la Asamblea, reflejan bien y fielmente la situación patrimonial y financiera de la
entidad, y los resultados de la misma.
Sólida solvencia patrimonial
En cuanto al Balance de Situación, el director
económico subrayó la importancia de la partida
de Inmovilizado Material que, con un importe de
5.141.559,77 €, representa principalmente el valor de adquisición (deducidas las amortizaciones)
de los distintos inmuebles propiedad de la Asociación. Este importe significa el 71% del total activo (7.274.206,20), estando constituido el resto
del activo, en su mayoría, por derechos de cobro
y medios líquidos disponibles a corto plazo.
Por otra parte, la cuenta de Pérdidas y Ganancias
del ejercicio ha arrojado un resultado positivo de
201.049,44 €, sobre el que se propone la siguiente
distribución: 30% a Fondo Social (60.314,83 €) y
Nuevo superávit presupuestario
Llegó a continuación el turno para los presupuestos del Ejercicio 2008, formulados para el conjunto de la Asociación partiendo de las previsiones de
cada Centro. Los gastos totales estimados ascienden a 1.983.964,00 € y los ingresos previstos a
2.014.134,00 €. Igualmente se prevén inversiones
por un total de 1.061.000,00 € en construcción de
nuevos Centros y mejora de los existentes. Sometidos a votación, fueron aprobados por unanimidad.
El siguiente punto del Orden del Día trató sobre el
Anteproyecto de Estatutos de la Federación Internacional de los Teléfonos de la Esperanza (FITES).
A este respecto, Daniel Sánchez, delegado de ASITES en el Comité Internacional de IFOTES, expuso,
como ya lo había hecho Jesús Madrid en la anterior
Asamblea, la necesidad de crear una Federación
Internacional del Teléfono de la Esperanza (FITES)
que sirviese de vínculo de unión para los diversos
Centros que, independientemente de los países,
formen parte de ASITES. Con este propósito, se
adelantó por correo electrónico el borrador de Estatutos con objeto de solicitar aportaciones y sugerencias. De la misma manera, se anunció que Jesús
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Madrid presentaría dicho borrador en el Encuentro
Latinoamericano del Teléfono de la Esperanza que
tendría lugar en Quito a finales de julio.
Inconvenientes del número corto europeo
En el siguiente punto del Orden del Día, Daniel
Sánchez informó a los asambleístas de los trámites que se estaban llevando a cabo durante el
último año para que se nos concediera el Número
Corto Europeo. Explicó que, junto a Jesús Madrid,
mantuvo una reunión con el secretario de Estado
de Telecomunicaciones para abordar este tema.
De la misma, se concluyó que el uso de este número tendría que ser gratuito para el llamante,
lo que supondría que el Teléfono de la Esperanza tendría que soportar el costo económico. Ante
las objeciones a esta condición, el secretario de
Estado solicitó que le enviáramos un informe en
el que se explicaran todos estos inconvenientes
para tratar de promover una revisión de la normativa. Tras enviar dicho informe, que se aportó
en la documentación adjunta a los asambleístas,
se mantuvo una nueva reunión con técnicos de la
Secretaría de Estado que nos confirmaron la imposibilidad de modificar la condición de gratuidad
del servicio. Asimismo, informaron a los representantes de nuestra Asociación que consideran
Para los técnicos de la
Secretaría de Estado de
Telecomunicaciones, ASITES
es la única entidad en España con posibilidad de prestar
el servicio del Número Corto
Europeo, aunque en coordinación con las entidades que
prestan servicios de apoyo
emocional telefónico en
Cataluña y el País Vasco
que ASITES es la única entidad en España con
posibilidad de prestar el servicio, si bien sería
preciso hacerlo en coordinación con las entidades
que prestan servicios de apoyo emocional telefónico en Cataluña y el País Vasco. Por otro lado,
rechazaron la propuesta alternativa de establecer el servicio como específico de prevención del
suicidio. Por tanto, dados los inconvenientes derivados de la condición de gratuidad del servicio,
Daniel Sánchez comunicó a los asistentes que lo
más aconsejable era no solicitar el servicio mientras se mantenga la actual regulación.
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Ampliando esta información, Jesús Madrid explicó
que en una de las reuniones con el secretario de
Estado se expresó que el incremento económico
derivado de implantar los recursos técnicos necesarios y de asumir el coste de las llamadas podría tener solución, pero se entendió que las dificultades que suponía a nivel técnico justificaban
el tratar de cambiar la regulación. Sin embargo,
dado que la condición de la gratuidad estaba recogida por ley, había sido imposible incluir esas
modificaciones hasta ese momento.
En relación con este asunto, el presidente del Teléfono de la Esperanza de Navarra, Carlos Gaspar
expuso que Pamplona había tenido un número
900 pero tuvieron que retirarlo por el elevado número de problemas que ocasionaba. Algunos de
los asistentes refirieron, asimismo, diversas experiencias sobre el enorme número de llamadas
de broma o similares que reciben otros servicios
telefónicos de emergencia como el 112 o el 016.
Finalmente, se acordó la conveniencia de mantenernos a la espera por si cambiase la regulación
y, en ese caso, volver a debatir en Asamblea y en
Junta Directiva la posible implantación del servicio.
Seguidamente, la Asamblea ratificó la apertura
del Centro de León y aprobó por unanimidad las
85 altas y las 59 bajas de asociados que se habían producido en los distintos Centros.
En el turno de ruegos y preguntas, Jesús Madrid
anunció que Daniel Sánchez, a consecuencia de la
dificultad para conciliar su vida familiar y la laboral,
había solicitado finalizar su relación con la Asociación.
No obstante, Daniel Sánchez expresó su disposición
a mantener su relación con el Teléfono de la Esperanza representando a ASITES en las reuniones de la
Federación Internacional de Servicios Telefónicos de
Emergencia (IFOTES). A continuación se presentó al
nuevo secretario general, José María Sánchez.
Por otra parte, Jesús Madrid informó que, debido
a las dudas y preguntas planteadas en torno al
tratamiento que debe darse a determinado tipo
de llamadas o las consecuencias legales que pueden derivarse de situaciones que atiende el teléfono como pueden ser suicidio, maltrato, órdenes
de alejamiento, etc., recientemente se ha realiza-
do un informe jurídico que responde a muchas de
estas cuestiones que a diario se plantean. Aclaró,
asimismo, que se estaba elaborando, a partir de
dicho informe, un manual de fácil comprensión y
consulta dirigido a los voluntarios del Teléfono.
Jesús Madrid propuso a
los representantes de los
Centros la puesta en
marcha del programa
“Escuchando”, dirigido a
personas que necesitan ser
escuchadas en sus casas,
en hospitales y en cárceles
Encuentro Internacional de Orientadores
Jesús Madrid también dio cuenta del próximo Encuentro Nacional de Orientadores, que corresponde realizarlo en 2009: un año después del encuentro latinoamericano y un año antes del congreso
de IFOTES. Explicó que pretende plantearlo como
“Encuentro Internacional del Teléfono de la Esperanza” y que el lema propuesto es el siguiente:
“Razones para la esperanza”. Añadió que, en esta
ocasión, va a resultar imposible realizarlo en San
Lorenzo del Escorial porque ya, en la última edición,
se superó con creces la capacidad de alojamiento
de la Residencia San José, por lo que propuso realizarlo en un hotel de la costa, aprovechando la
gran capacidad de algunos hoteles y la temporada
baja. Se apuntaron algunos lugares posibles: en la
Comunidad Valenciana (Benidorm, Gandía, Guardamar), Costa de Almería (Mojacar), Manga del
Mar Menor, Costa de Huelva (Matalascañas).
El presidente solicitó a los presentes que hicieran
llegar sus propuestas sobre los temas a tratar en
el encuentro. En la Asamblea ya se adelantaron
algunos: “cuidar al cuidador”, “comunicación no
violenta”, “el suicidio”, “el voluntariado”, “el sentido de la esperanza”, “orientación telefónica eficaz
ante los llamantes crónicos”, “la inmigración”, “los
nuevos modelos de familia”. En este sentido, se
realizaron otras propuestas sobre la organización
como buscar un nombre amplio que dé cabida no
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En otro orden de cosas, Jesús Madrid recordó a los
presentes que cuando hablasen del Teléfono de la
Esperanza se tuviese siempre en mente no sólo la
atención telefónica sino también la promoción de la
salud emocional. Igualmente llamó la atención sobre la necesidad de abrir Centros en aquellas provincias en las que aún no tenemos presencia. Jesús
Madrid puso especial énfasis en poblaciones con
gran número de habitantes como Córdoba, Santander y otras ciudades de Galicia. Asimismo, rogó
a los presentes a que, si conocían a personas interesadas en nuestro proyecto en estas regiones, lo
comunicasen para tratar de comenzar la difusión.
sólo a orientadores sino a profesionales, elegir
un tema tan pronto como sea posible para poder
comenzar a buscar financiación o planificar menos talleres pero con mayor número de alumnos.
En cuanto al área de Cooperación Internacional,
Jesús Madrid participó a la Asamblea que el III
Encuentro Latinoamericano tendría lugar entre
los días 23 y 27 de julio en Quito y que se aprovecharía la ocasión para impartir también el curso
de “Coordinadores”. Además, agradeció la generosidad de los Centros de España que habían colaborado para sufragar los gastos del encuentro
ayudando a recaudar cerca de 7.000 €.
Por otra parte, invitó a todo aquel que deseara a
colaborar como voluntario en Latinoamérica e informó que el Ministerio de Igualdad concede unas
becas para que puedan venir menores de 30 años
a España con todos los gastos pagados. En este
sentido, animó a los asambleístas a enterarse en
cada provincia de las bases de las convocatorias
para estudiar posibilidades de intercambio.
Por su parte, la directora de Proyectos, Mónica
de la Torre, explicó a la Asamblea que la Junta
de Comunidades de Castilla y León había convocado una subvención para que jóvenes españoles
pudieran hacer voluntariado en Latinoamérica,
pero que no nos habíamos presentado porque
no garantizaban que la colaboración fuera a ser
necesariamente en un centro del Teléfono de la
Esperanza. Por otra parte, pidió a los asistentes
que le hicieran llegar toda la información de la
que tengan noticias en este sentido.
Nuevos programas
Jesús Madrid expuso que en Murcia habían puesto
en marcha un programa que podría llamarse “Escuchando”, dirigido a personas que necesitan ser escuchadas en sus casas, en hospitales, en cárceles,
etc.; y planteó que este tipo de programa podría
ser especialmente interesante para llevarlo a cabo
en aquellas ciudades pequeñas, en las que no se
reciben muchas llamadas, porque sería una manera de darnos a conocer y llegar a más gente.
A este respecto, el vicepresidente Juan Sánchez
corroboró la opinión del presidente poniendo como
ejemplo una experiencia similar que estaban realizando en Málaga con un equipo con el que, por otra
parte, habían podido ir incorporando a jóvenes.
Por su parte, el presidente del Centro de Valencia,
Angel Madrid, expuso sus dudas sobre la conveniencia y capacidad para poder compatibilizar la
puesta en marcha de un programa como ése y al
mismo tiempo mantener los actuales servicios en
aquellos Centros que cuentan con menores recursos humanos y materiales.
En su intervención, la presidenta del Teléfono de
Almería, Elena García, propuso que se elaborase un documento sobre este tipo de experiencias
y que se difundiese por correo electrónico para
aportar ideas a estas iniciativas.
Por último, el presidente participó a todos los
presentes el tema del Día de la Escucha elegido
para este año: “Escuchando al adolescente”.
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III ENCUENTRO INTERNACIONAL
DE RESPONSABLES DE TELÉFONOS
DE LA ESPERANZA
El pasado mes de julio, se realizó en Quito (Ecuador), desde el 23 al 27, el III Encuentro Internacional de responsables del Teléfono de la Esperanza, presidido por Jesús Madrid, presidente de la
Asociación Internacional Teléfono de la Esperanza
(ASITES), en el Hotel Reina Isabel. Al mismo, asistieron 46 personas, de 10 países diferentes, pertenecientes a los diferentes Centros que el Teléfono
de la Esperanza tiene repartidos por América Latina
y Europa. El encuentro fue promovido por ASITES y
organizado por el Centro del Teléfono de Quito.
Asistieron las siguientes asociaciones nacionales: la
Asociación Boliviana del Teléfono de la Esperanza,
que contó con participación de su presidenta
nacional, Carmen Cossio, y la presencia de representantes del Centro de La Paz y de Cochabamba; la Asociación Colombiana del Teléfono
de la Esperanza, que contó con la presencia de
su presidenta, Inés Figueredo Galvis, y representación de los centros de Bogotá, Medellín y
Barranquilla; la Asociación Chilena del Teléfono
de la Esperanza, cuya representante fue su vicepresidenta, Matilde Hernández; y, finalmente,
la Asociación Hondureña del Teléfono de la Esperanza, a través de la vicepresidenta, María Regina de Rivera, que representaba a los Centros de
San Pedro Sula y Tegucigalpa.
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También asistieron representantes de varias
Delegaciones de ASITES: Soraya Calderón, presidenta del Centro de Lima (Perú); Carola Castro, presidenta en Valencia (Venezuela); Marta
Ofelia Rago, presidenta del Centro de Buenos
Aires (Argentina); Nancy Lizcano, presidenta
del Teléfono de Londres (Reino Unido); y Ma Dolores Grijalva, presidenta del Teléfono de Quito
(Ecuador). De España también estuvieron presentes varios colaboradores y, también, Jesús
Madrid y Ángel Madrid, presidente del Teléfono
de la Esperanza de Valencia.
El encuentro tuvo entre sus objetivos el intercambio de experiencias entre los diferentes
Centros del Teléfono de la Esperanza de acuerdo con las realidades de cada uno de los países participantes, así como aspectos formativos
dirigidos tanto a la formación permanente del
voluntariado asistente al encuentro a través del
curso de “Coordinadores” como a la gestión interna de los Centros.
Los temas que se trabajaron durante el encuentro fueron principalmente los siguientes: “visión
y misión” del Teléfono de la Esperanza, situación
actual de los diferentes Centros del Teléfono de
la Esperanza y perspectivas de futuro, curso de
“Coordinadores”, y elaboración de proyectos.
Durante el encuentro, tuvo lugar la entrega de la
Mención de Honor al Teléfono de la Esperanza que
el Concejo del Distrito metropolitano de Quito concedió, a través de su vicealcaldesa, al presidente
de la Asociación Internacional del Teléfono de la
Esperanza en el Teatro Variedades de la capital.
Dicha galardón dice textualmente: “Mención de
Honor al Teléfono de la Esperanza como reconocimiento a su destacada labor, evidenciando sólidos
aportes con su equipo humano en el desarrollo de
la ciudad y el país, ayudando a llevar de esta forma
una vida digna, humana, fraterna y responsable”.
El encuentro resultó sumamente cordial y enriquecedor, de manera que va a suponer una experiencia imborrable para los asistentes. Todos los
participantes expresaron su agradecimiento por el
cariño y la profesionalidad con que los compañeros
del Teléfono de Quito habían preparado hasta los
últimos detalles. También expresaron su agradecimiento a la generosidad y colaboración económica
de los Centros de España para sufragar los gastos
del Encuentro. Éste fue clausurado el 27 de julio
por el presidente de ASITES, con las conclusiones
extraídas del encuentro sobre ¿Quiénes somos?,
¿qué hacemos?, ¿hacia dónde vamos? y ¿cómo
podemos mejorar nuestra labor?
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Directorio
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Directorio
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