testimonios rmi-pe - Religiosas de María Inmaculada

Transcripción

testimonios rmi-pe - Religiosas de María Inmaculada
RELIGIOSAS DE
MARÍA INMACULADA
PROVINCIA EUROPEA
TESTIMONIOS
“Ser lo que tenemos que ser”
(sta. Vicenta María)
Hace 54 años yo ignoraba esta
frase, que ha tenido y tiene un
significado especial para mi vida.
Cuando conocí las RMI, hubo una que
me llamó la atención de modo
particular, tenia un rostro luminoso y
lleno de serenidad, reflejo de su
identidad. Su vida cotidiana estaba llena de gestos de servicio, sea
con las hermanas, sea con las chicas...gestos sencillos y
gratuitos...Trabajaba con alegría y en silencio, y al toque de la
campana dejaba todo para acudir a la oración. Yo admiraba su
diligencia, todo lo que ella hacia me hablaba de donación, de
belleza, de Dios...esta persona a través de sus gestos, me llevo a
pensar a la persona de Cristo.
A mis 15 años y gracias a esta religiosa, aprendí a tomar
conciencia y a encontrar el gusto a todo lo que hacia. Comprendí
que lo esencial era amar, pero sobre todo, descubrí que era
profundamente amada por Dios y que este a su vez me daba la
capacidad de amar.
Desde entonces lo que mas deseaba era dejarme amar por EL, y
descubrí que Jesús me pedía amar con fuerza e intensidad, dando
lo mejor de mi misma. Pero yo no me sentía satisfecha porque a
pesar de mis esfuerzos, no era capaz de amar como me gustaría.
Un día una persona me dijo: “ama como puedas y no como
quieras”, desde aquel momento comprendí que era importante
aceptar los propios limites.
Leí la biografía de Sta. Vicenta María y rápidamente me quedé
muy sorprendida de su santidad: una mujer tenaz, entusiasta, llena
de fe, esperanza y caridad, enamorada e identificada con Cristo y
dócil a su voluntad. Una mujer con una gran devoción a la
Eucaristía, con mucho amor a María y a las jóvenes, sobre todo a
las más necesitadas.
Yo tenia sólo 16 cuando sentí que Jesús me llamaba a seguirlo
siguiendo las huellas de sta. Vicenta María. Yo era consciente de
mi edad y tenia miedo, pero también sentía mucho entusiasmo.
Decidí seguirlo y amarlo por encima de todo. A menudo
hablaba con El y le decía como el profeta Jeremías: “Mira que no
sé hablar porque soy muy joven...”
Pero el Señor me acompañaba y yo experimentaba su presencia en
todo, en las cosas más sencillas, en las personas en la naturaleza,
en el recuerdo de mi familia de origen de la cual había recibido la
educación, el sentido del respeto, de la honestidad, del deber y del
optimismo.
Todo ello me ayudaba a vivir con sencillez y entusiasmo la vida
cotidiana, a sentirme en armonía con la decisión tomada de ser
Religiosa de María Inmaculada. De la Congregación he recibido
confianza y formación humana y espiritual.
El 9 de junio de 1963, hice la profesión perpetua junto con
otras hermanas, era feliz y sigo siéndolo hoy...
Han pasado unos cuantos años desde entonces, y hoy
mientras escribo todos estos recuerdos y sentimientos tengo 70
años, y en mi corazón conservo celosamente tantas experiencias de
riqueza y de fragilidad, desde hace 30 años vivo en el sur de Italia
(Bari, Crotone y de nuevo Bari), donde siempre he tratado de
llevar adelante la misión que en cada momento me ha sido
confiada a pesar de las dificultades, pero siempre con la ayuda de
mis hermanas de Comunidad que han sabido dar lo mejor de si
mismas para que nuestra misión sea un punto de referencia y de
luz para todos.
En estos años he recibido mucho más de lo que he dado, la
experiencia con los jóvenes, menores y adolescentes ha forjado mi
vida de RMI. Para mi ha sido como un asomarme a un pozo de
agua fresca y transparente en el cual puedo verme reflejada en el
fondo. No importa si hay algunas incrustaciones o residuos de las
heridas y problemas que tantas veces me han confiado y
entregado. La falta de armonía y las injusticias me llevan a una
realidad más profunda de dolor y de pecado y me impulsan cada
día más a “ser lo que debo ser”.
Ahora entiendo el significado de aquella frase de Sta. Vicenta
María.
Cuando vivo la vida plenamente como un don, es ahí que
soy feliz porque vivo en actitud de GRATUIDAD hacia los otros.
Incluso cuando experimento impotencia ante situaciones difíciles,
me siento capaz de afrontar los riesgos con alegría porque siento
con fuerza y viveza la frescura de nuestro CARISMA que cada día
da motivación a mi existencia y a mis acciones.
Hna.Grazia Gizzi
(Bari)
“Grandes y maravillosas son
tus obras
Señor Dios Omnipotente”
Haría falta un libro que pudiese
contener tantas paginas como años, meses,
días, y minutos de mi existencia para poder
escribir algo sobre mi vocación....Y otro para recoger todo aquello
que yo no he visto, entendido, pero que está presente y real en mi
historia y sobre todo en el corazón de Dios a quien pertenece toda
mi vida...
Decir algo sobre mi vocación es como querer separar un poco de
agua del océano inmenso de la vida...¿serviría de algo? ¿Se
entendería?...creo que no, pero hagamos la prueba...
Vuelvo atrás en el tiempo, concretamente a hace 36 años, al 1 de
mayo de 1973...era miércoles, a las tres de la tarde con Beatrice y
Lucia entrábamos en la comunidad de las Religiosas de María
Inmaculada de Milán en vía Tadino 23....
Pero no puedo decir que mi aventura vocacional haya nacido
precisamente allí...Intuyo que ha comenzado a germinarse
seguramente en el seno de mi madre...o mejor dicho desde toda la
eternidad...y para toda la eternidad.
Pero las situaciones, personas y eventos..han contribuido para que
esta semilla germinase, creciese y se manifestase en un cierto
modo....UNA BELLÍSIMA AVENTURA, aventura sin fin...pero
no sin dificultades, cuestionamientos...rebeldías y rechazos...y
sobre todo mucha búsqueda...mucha escucha de todas las voces
que podrían ayudarme a descubrir el gran interrogante que
creo acompaña a todo ser humano y que personalmente a mi
me ha acompañado desde pequeñita:
Dios y el sentido de la vida. Como gastar sin desperdiciarla esta
vida que he recibido como regalo?
HE AQUÍ CUAL HA SIDO Y CONTINUA A SER MI GRAN
INTERROGANTE!!
Creo que la Providencia me ha llevado siempre de la mano,
ayudándome a encontrar determinadas personas y no
otras...especialmente en mi adolescencia, momento delicado en el
que Dios no me decía gran cosa y todo lo que era autoridad,
tradición y obligaciones lo ponía en entredicho encontrando en
esto una cierta satisfacción
y sintiéndome completamente
identificada con esta mentalidad juvenil....
Durante esta etapa que duró 9 años con muchas
interrupciones...viví acogida y acompañada de la Comunidad
Religiosa que me hizo descubrir un nuevo rostro de la Iglesia que
yo no conocía...Las Religiosas de María Inmaculada de Milán,
personas “normales” completamente dedicadas a las jóvenes que
llenaban aquella casa pobre, e incomoda, pero que para nosotras
que habitábamos en ella era como una gran y bella familia...
Estas hermanas extraordinariamente sencillas, cercanas, felices en
la vida y en su forma de ser entre ellas y con cada una de
nosotras...(no recuerdo que ninguna joven se sintiese extraña, sola
o ignorada...todas nos sentíamos acogidas, reconocidas y
estimadas.) tenían un modo particular de respetar el ritmo de cada
una de nosotras humana, psicológica, afectiva, cultural y
espiritualmente, no parándose en como éramos...era un continuo
ofrecer elementos de crecimiento a todos los niveles , sin
obligar...así casi sin darnos cuenta...
Cuando la cuestión vocacional llego para mi, se manifestó como
una exigencia interior de absoluto, de radicalidad...de donación
total...pero frente a la cual me sentía desprovista sea nivel de
mentalidad...sea a nivel de experiencia de fe, pero sobre todo de
generosidad...YO QUERÍA SER FELIZ Y ESTA FELICIDAD
TENIA UN PRECIO ...precio que yo consideraba demasiado alto
y que me hubiera gustado poder evitar de pagarlo...No, un Dios
Amor como se definía no podía pedirme tanto, yo que tenia tantos
sueños de libertad, independencia, amor...de una familia numerosa.
Y ahí comenzó una lucha abierta, dolorosa...porque yo veía claro
pero no tenia la fuerza de creer y menos de responder, pedía ayuda,
pero no la quería realmente....rezaba, gritaba...pero no quería
adherir...no podía decir realmente: Se haga tu voluntad aunque esta
no corresponda con la mía...por lo menos en aquel momento y a
nivel consciente....y después casi por desesperación, porque sentía
dentro de mi que hasta que no respondiese o por lo menos probase
a responder, no habría encontrado la paz y la serenidad que tanto
deseaba...(esperando en mi corazón de darme cuenta y que también
los otros se la diesen , que no era aquello que Dios quería para mi).
Mientras tanto debía por lo menos hacer algún paso para ser fiel a
mi misma y a al exigencia que sentía….Decidí entonces firmar
este cheque en blanco…Y PEDIR LA ENTRADA EN LA
CONGREGACIÓN DE LAS RELIGIOSAS DE MARÍA
INMACULADA en Milán, después de haber tratado de buscar
otras que al menos respondiesen a mi deseo de trabajar con
niños…pero una familia religiosa no es solo el trabajo en cuanto
tal, sino todo un modo de vivir…de ser, de rezar…un modo de
relacionarnos con los demás…de educar, de vivir incluso la propia
pobreza… Total, que no me costó mucho darme cuenta que para
mi el trabajo hubiese sido mas fácil con niños, no había nada que
me identificase con aquella Congregación, entendí que no porque
una cosa sea difícil quiere decir que no sea para nosotros…y llegó
la paz, la serenidad como un sentirse bien en la propia piel…Este
ha sido para mi un punto de discernimiento importante para saber
donde y como vivir esta llamada.
Pero volvamos a nosotros…Con Dios yo había hecho una
especie de promesa…:”No le hablaré de ti a nadie, si antes no hago
experiencia de ti, del amor que Tú dices que me tienes…no diré a
nadie cosas que antes no haya experimentado…” este era para mi
una especie de pacto... y creo que así ha sido…
Las dudas, las luchas, no se habían acabado cuando entré en la
Congregación, no habían hecho que empezar…Un momento muy
fuerte lo tuve al vivir una profunda crisis de fe…pero que encontró
una RESPUESTA VITAL durante los tres días que preceden la
Pascua: EL TRIDUO SANTO DE 1974… CERTEZA
INTERIOR… mucha paz y tanta serenidad después de días de
súplica y oración ininterrumpida ante el Autor de la Vida.
CONFIRMACIÓN DE LA VOCACIÓN BAUTISMAL LO
PRIMERO, Y A LA VIDA RELIGIOSA, durante los Ejercicios
Espirituales en preparación del paso al Noviciado…
¿Qué decir después de mi vida comunitaria y
apostólica?…Lugar de confrontación, de crecimiento, de vida
intensa… de riqueza humana, espiritual, afectiva… Lugar de
descubrimiento de mí misma, de conocimiento recíproco…de
aprecio y de conflictos… de desilusiones y de maravillas. Lugar
en el que día tras día tenemos la oportunidad de descubrir el rostro
de Dios en lo concreto. Descubrir este Dios escondido en la vida
ordinaria, en el rostro de las personas, en mi misma pobreza, y en
mi pecado. Descubrir siempre de nuevo el amor y la ternura de un
Dios que siempre se ha mostrado grande por su pequeñez… Fuerte
en su debilidad, tierno en su humildad… Firme en sus exigencias
pero sobre todo en su inmensa Confianza, que constantemente me
demuestra.. Su amor y su ternura infinita…¡Como poder olvidar
tantos beneficios!!!
Y María …LA MADRE y amiga siempre Presente,
Atenta… Activa pero Discreta, muy Discreta… Ella que desde
siempre acompaña con su silencio orante mi camino, ya sea
gozoso o doloroso, de luz o de sombra. La siento siempre cercana,
ella que me ha hecho entender que sería la Madrina de mi camino
vocacional… y así ha sido siempre… AL IGUAL QUE
ACOMPAÑA EL CAMINO DE cada uno de sus hijos hacia el
Hijo… viendo en cada rostro el rostro de su propio Hijo amado …
Si es cierto que en Dios encuentro mi verdadera alegría…
Creo también que El encuentra en mi su alegría
Porque quiere ser la Alegría de cada ser sobre el faz de la tierra…
Hna.Matilde Scema
(Roma-Palestro)
“Habiendo sido yo misma
alcanzada
por Cristo Jesùs” (Filip. 3…)
Me llamo Marta, soy española y el
hecho de que empiece a contaros mi historia
vocacional con esta frase es porque estoy
convencida de que este ser alcanzada por
“EL” es lo que ha hecho que hoy este aquí como Religiosa de
María Inmaculada.
Yo nazco en una familia cristiana y tengo la suerte de oír
hablar de Dios desde siempre. Sin embargo yo no había sentido la
vocación desde pequeñita, ni pertenecía a ningún grupo parroquial
o de voluntariado, ni siquiera era scout…y por supuesto nada me
hacia pensar que eso de ser Religiosa fuese para mi.
En el año 1991 llego con 18 años recién cumplidos a la
Residencia María Inmaculada de Oviedo (Norte de España),
después de haber buscado en tantas otras Residencias y Colegios
donde ya no quedaba ninguna plaza libre…, así que, si en un
primer momento pensé que había encontrado este sitio por
casualidad, con el pasar del tiempo me di cuenta que era sólo
porque Dios lo había querido.
En mis dos primeros años en la Resi, mi vida era tranquila
y “normal” como la de tantas jóvenes que pasáis por nuestras
casas, venís , estudiáis o trabajáis, encontráis buenas amigas y
pasado un tiempo os vais. A mi también me interesaba sólo eso
(estudiar Derecho, estar en un ambiente cómodo, salir con mis
amigos y no implicarme demasiado) al menos eso creía yo…
¿Será que los deseos importantes son tan profundos que muchas
veces vienen encubiertos por otros muchos deseos aparentes?...
Sin embargo el tercer año (de los 4 que he pasado) en la
Residencia con algunas de mis amigas comenzamos a participar
más en distintos grupos de actividades que la casa ofrecía, en
principio creíamos que era por curiosidad o para “contentar” a las
hermanas y seguramente lo era en parte. Pero poco a poco, Dios se
fue sirviendo de estos “deseos” para ir “abriendo paso” al suyo…
El ir acercándome más a la labor social de las RMI con
las jóvenes de la Escuela profesional y Centro Social, ofreciendo
un poco de mi tiempo y entusiasmo hizo que poco a poco me
fuese interrogando por la motivación de fondo que hacía de
aquellas hermanas un grupo de mujeres felices, alegres y
entregadas en la sencillez de la vida cotidiana….¿Qué las movía? o
mejor dicho, ¿Quién?...
Y fue así como este “QUIEN”, empezó a ir teniendo cada vez más
importancia en mi vida… Continué implicándome más en todo lo
que era la vida de la residencia, participando en actividades de
verano con jóvenes y adolescentes que provenían de nuestras
distintas casas. Esto fue ayudándome a reconocer lo que yo todavía
no identificaba como llamada o vocación pero que estaba ahí
germinando… La belleza de un carisma al servicio de las jóvenes,
me iba llevando a descubrir la belleza de responder a ese QUIEN
que desde el principio había estado de fondo…
En tanto, mis intereses habían ido cambiado “ligeramente”.
... Empiezo a dedicar algunos momentos del día a hablar con
Aquel que podía ir aclarándome un poco. Es decir, descubro lo
que es la oración personal como encuentro de dos personas, y
empiezo a preguntarme eso que todos alguna vez en la vida nos
preguntamos: ¿qué debo hacer?.
La experiencia de un fin de semana de Ejercicios
Espirituales fue un momento fundamental. No es que en ellos Dios
me revelase mi vocación de religiosa, pero eso sí, me hace
descubrir su amor gratuito por mí, amor que viene regalado y es
para ser regalado, y esta certeza de nuevo me conduce a
preguntarme ¿… y esto cómo se hace...?. A través de la oración,
el acompañamiento espiritual y las experiencias de la vida
cotidiana, mis preguntas se van haciendo más concretas, en
realidad se reducen a: ¿Crees que ser Religiosa de María
Inmaculada puede ser tu camino?...
La respuesta es afirmativa y en medio del “susto inicial” que me
habla de dejar “lo ya conocido y seguro” para lanzarme a la
invitación que Jesús me hace, experimento fuertemente ese “ser
alcanzada por ..” y digo ser alcanzada porque mis planes no eran
los suyos y sus deseos en principio no eran los míos…ser
alcanzada, porque así ha sido.. una irrupción en el camino de mi
vida de ese Jesús sorprendente y desafiante al que ya no quería y al
que ya no podía decirle no…
Hoy 14 años después sigue alcanzándome, sorprendiéndome y
desafiándome…e “intuyo” que no dejará de hacerlo… GRACIAS
JESÚS!!!
Hna.Marta Menéndez
(Roma- Palestro)
“Mi gozosa elección…”
elección…”
Me llamo Beatriz Zucca, he nacido en
Cerdeña, en un pueblecito de 1500 habitantes
llamado Ruinas, en los años de postguerra,
1946, años difíciles y de tanta pobreza, en el
seno de una familia modesta pero feliz. Nos
queríamos y no había entre nosotros celos ni
envidias.
En mi barrio reinaba el amor y la unión entre las familias,
todas las tardes jugábamos juntas casi una veintena de niñas, mi
“hobby” era jugar al futbol.
Mis padres supieron transmitirme la fe tradicional y fuerte
que ellos vivían. A los 12 años tuve el primer contacto con
religiosas, que nos enseñaban el catecismo, juegos y canciones y
también a bordar.
Fue por aquella época que empecé a sentir el deseo de seguir a
Jesús y de consagrar mi vida al servicio de los hermanos. Mientras
tanto yo seguía creciendo alimentando esta idea y siempre
acompañada de alguna religiosa y de un sacerdote.
A los 16 años dejé Cerdeña para irme a trabajar a Milán.
Allí me recibieron las Religiosas de María Inmaculada que se
ocupaban de acogernos, orientarnos y buscarnos un trabajo.
La misión llevada a cabo por las Religiosas me atraía mucho: dar
la vida al servició de los más pobres.
Durante años frecuenté sus centros: asistía a excursiones, escuela
nocturna, Ejercicios Espirituales, etc... surgiendo en mí también de
vez en cuando la idea de casarme.
Conocí algunos chicos, pero al final me di cuenta que mi camino
no era el del matrimonio, sino el de ser madre de tantas jóvenes
necesitadas que llamaban y continúan a llamar a nuestras puertas.
Este sentimiento era cada vez más fuerte en mí. Y fue así como
después de varios años viviendo en Milán, decidí dejarlo todo para
seguir a Jesús y ofrecer mi vida al servicio de la juventud.
El 1 de mayo de 1973, tres jóvenes de Cerdeña
comenzamos el Prenoviciado en Milán….
El corazón se va ensanchando cada vez más… Parece
mentira que pueda caber tanta gente… Soy muy feliz.
Es verdad que en la vida se pueden encontrar tantas dificultades,
pero si confiamos en Jesús y en nuestra madre María y en tantas
personas que de un modo u otro nos pueden ayudar a superar los
momentos de oscuridad, todo irá bien.
Ojala sepamos estar siempre a la escucha y no tener miedo de decir
que si, porque vale la pena, ¡ánimo!!
Hna.. Beatrice Zucca
(Genzano di Roma)
“Ven y sígueme”
Me llamo Margarita Zanella y he
nacido en Friuli (norte de Italia).
Mi vocación en la Congregación de
las Religiosas de María Inmaculada la
descubrí a través de algunas jóvenes que en
aquellos tiempos frecuentaban el Instituto
hablando con ellas y explicándome como las
chicas llegaban a nuestras casas en busca de trabajo, me quedé
maravillada; después leí la vida de la fundadora, Santa Vicenta
María y tras un adecuado camino de reflexión y acompañamiento
pedí el permiso para poder entrar en dicha Congregación.
A los 25 años, el 8 de diciembre 1951, llegué al noviciado
de Genzano di Roma donde comencé mi preparación para
consagrarme a Jesús como Religiosa. Desde aquel día sentí toda la
alegría de la consagración y de la donación de mi vida en favor de
las almas, especialmente de las jóvenes mas necesitadas, siguiendo
el idea de nuestra fundadora, a cuyo instituto me siento orgullosa
de pertenecer.
El 8 de diciembre del 2009, se cumplen mis 57 años de
vida religiosa. Doy gracias a Dios por el don de mi vocación.
Hna. Margarita Zanella
(Milán)
“Demos gracias a Dios por todo!”
Me llamo Olivia Désert, soy francesa, y
entré en la Congregación de las Religiosas de
María Inmaculada a finales de 2004 (pronuncié
mis primeros votos en el 2008).
Me preguntan a menudo cómo llegué hasta
aquí...
Pues bien, si busco lo que hay a la base de mi vocación,
encuentro varias experiencias fuertes de Dios:
Está, ante todo, mi entrada en un camino de conversión, cuando
tenía 19-20 años (pues aunque venía de una familia católica
practicante, y que formaba parte de un grupo “scout” desde que
tenía 8 años, etc. es sólo a esta edad que mi fe se ha hecho viva,
fruto de una experiencia personal de Dios). Los años que
precedieron, fueron ya un tiempo de madurar en la fe, de hacerla
mía y no sólo heredarla... pero todavía esa no tenía mucha
implicación concreta para mi vida. En mí, veo que siempre ha
existido un deseo profundo de Verdad, aun si durante años parece
que he huido de su luz...
Esta media vuelta en mi vida llegó en un momento de
incertidumbre en los estudios (había dejado la universidad a
medias, por falta de interés, motivación y empeño), y fue el
momento que eligió el Señor para venir a mi encuentro a través de
unos amigos, entre los cuales uno me hablaba del Corazón de
Jesús con tal pasión que se me iba contagiando poco a poco... pues
empezaba a descubrir un Dios vivo, vital, lleno de amor, y
cercano, personal...
El deseo de conocer más a este Jesús – capaz de despertar en
las personas tanto entusiasmo, profundidad y alegría a la vez –
crecía en mí. Al mismo tiempo que el Corazón de Jesús, descubrí
la “Adoración Eucarística”... y allí me esperaba Él: encontrarme en
silencio con Cristo, con Su Corazón vivo y “sensible”, presente en
la Eucaristía, me iba cambiando cada vez más... me sentía como
cuando una está enamorada...
Empecé a ver la vida de otro modo, a vivirla con más
sentido, pero sin plantearme la vocación religiosa... sólo quería – y
dejaba – que mi fe transformara mi vida (con una vida de oración
más intensa, una participación más frecuente en la Liturgia, etc.).
Y, aun si del punto de vista de los estudios había perdido un año,
éste fue en realidad el año más importante de mi vida, un año de
transición... Me tenía que decidir por una orientación u otra :
¿comunicación y publicidad? ¿Arte? ¿Ir a ocuparme de niños de la
calle en Brasil? (estuve a punto...) ¿Periodismo?... Finalmente,
después de haber cambiado 37 veces de idea y proyecto, por una
circunstancia providencial, me decidí a volver a empezar la carrera
de Letras Modernas (filología francesa), siguiendo mi pasión por
la literatura, pero cambiando de ciudad, con un programa que
correspondía más a mis intereses...
Así llegué en Reims, donde “caí”, casi casualmente y a
última hora*, en el “Foyer Home-Saint-Louis” (Residencia de las
Religiosas de María Inmaculada) para seguir – o retomar – mis
estudios.
El “Foyer” me daba la posibilidad de participar más
fácilmente a la Liturgia de las horas, y sobre todo a la Misa
cotidiana y Adoración, pues sentía la Eucaristía como vital para
mí... como “mi fuerza y energía”!
En la “resi”, sólo me quedé un año, pasando los tres
siguientes en un piso cerca, pero iba a menudo a ver a las
hermanas, y participaba muchas veces a la Misa y otras actividades
del “Foyer”... Seguía mis estudios muy normalmente: pasando la
mayor parte de mi tiempo con mis amigos, poniéndome a estudiar
a fondo unos días antes de los exámenes, etc.
Después de algún tiempo, hice mi primera experiencia de
Ejercicios Espirituales, acompañada por Hna. M. Dominique (que
era entonces directora y superiora, y siguió siendo mi “madre
espiritual” mientras estuve en Reims). De ellos, guardo una
impresión interior muy profunda (puedo decir que me marcaron
por toda mi vida), salí de ellos como “trasfigurada”... Fue el 2°
momento-clave, el 2° “relámpago” en mi vida espiritual... y mi
primer acercamiento a la espiritualidad ignaciana de
Contemplación. Los volví a hacer cada año hasta que acabé mi
carrera.
El último año de mis estudios, estuve preparando con un
grupo de 10 otros estudiantes un proyecto de circo en los Balcanes
(CIRCEB - Circo itinerante para infundir alegría y ánimo a los
niños de los Balcanes, marcados por años de guerra y odios
*
Yo buscaba otra cosa, y cuando una persona me indicó esta solución, ya no
había sitio... Finalmente, las hermanas me volvieron a llamar al principio de curso para
decirme que se había liberado uno!
étnicos)... y así pasé el verano, haciendo el payaso y viviendo en
itinerancia entre Bosnia, Serbia, Macedonia, Kosovo y Croacia.
Fue una experiencia muy impactante que hizo crecer en mí el
deseo de dar vida y alegría, siempre más consciente que Uno sólo
es fuente de Vida abundante...
Finalmente, volvió el tiempo de la decisión para mi futuro...
y a un cierto momento, me acuerdo de haberme sentido como al
pie de un muro, teniendo que hacer varias elecciones
determinantes para mi vida, sin poder reenviar a más tarde (entre
ellas, la de acabar con mi novio, con él que tenía proyectos, y
después, en el plan profesional – pues estaba acabando mi carrera
– me planteaba la posibilidad de empezar el periodismo, pero me
corría por las venas el deseo – sueño de infancia – de ir a vivir
algún tiempo, uno o dos años, como voluntaria en África, antes de
meterme de lleno en el “mundo profesional”... pero ya era tarde
para irme con ciertos organismos de cooperación que piden casi un
año de preparación...). En este momento – era un martes! – me
acordé de lo que me dijo unos años antes un sacerdote a quien
había dicho, con una cierta ansia, mi deseo de “encontrar la
voluntad de Dios” para mi vida: “Dios puede responder de tres
modos: sí / no / espera... Puede que todavía no sea tiempo de
conocer su proyecto para ti, tu vocación... pero no te preocupes,
que cuando llegue el momento, Él te lo hará saber, y entonces será
claro...”. Pues bien, muchas cosas no tenía claro, pero sí presentía
que estaba “llegando el momento”, y que los pasos que yo estaba
cumpliendo eran primicias de este momento.
Estando de paso en París, fui a encontrarme con Hna. M.
Dominique (que había sido destinada allí), y le plantee mi deseo de
ir a África... Ella me habló entonces de las casas que tenía la
Congregación en Mali y Burkina...
Y así, de vuelta de los Balcanes, y dos días después de haber
presentado mi tesis, volaba encima del Sahara, con destino a
Bobo-Dioulasso (2° ciudad del Burkina Faso), con la cabeza libre
como una página en blanco, por la serenidad de haber hecho todo
lo que debía antes de irme, y por la disponibilidad ante lo que me
esperaba, sin saber exactamente cómo sería, ni tener planes
inmediatos...
Así, pasé un curso como “voluntaria” con la pequeña
comunidad (tres hermanas!) que allí vivía su misión, llevando un
centro de 200 chicas, una residencia de 40 y un taller donde
trabajaban las que iban acabando el centro... Las hermanas me
pusieron al frente de la “primera alfabetización” de un grupo de 30
chicas del Centro (de 9 a 33 años), de las clases de “formación
moral” de las de 3er año (60 chicas), y de la biblioteca... Echaba
también una mano dónde hacía falta (ayuda al estudio de las
chicas, a las hermanas para la redacción de documentos en francés,
la utilización de Internet, arreglar problemas de ordenador u otras
máquinas, etc.).
Tuve la gran suerte que, a los dos meses de mi llegada, se
inauguraba el nuevo noviciado en Nasso. Fueron momentos muy
intensos... y allí, el Señor me iba tocando el Corazón.
Contemporáneamente, leía un libro sobre santa Vicenta María
(“Huellas de Amor”), y lo que me impresionó, fue el descubrir los
7 rasgos carismáticos de la Congregación (Deseo ardiente de
buscar y llevar a cabo la Voluntad de Dios / Amor de Caridad /
Obediencia / amor a la Eucaristía / “pasión” por las Jóvenes –
por su bien y evangelización / amor a María / y Oración, que
impulsa a ser contemplativas en la acción – lo que llamo
“contempl'activas”!), pues me daba cuenta que todos encontraban
un eco profundo en mí, que yo los llevaba dentro... y a cada uno,
decía: “esto es mío!”. Al mismo tiempo, me enteré que la devoción
al Corazón de Jesús era muy importante en la Congregación,
teniendo incluso las hermanas su “Hora de Guardia”. Me
apasionaba por el Evangelio de S. Juan, descubriendo la verdad
que amar es obedecer y obedecer es amar... y encontraba que
Caridad y Obediencia eran dos pilares y características de las
RMI... Añadid a esto el testimonio viviente de las hermanas que
tenía delante – especialmente para mí el ejemplo de vida
entregada, alegre y llena de bondad de hna. Clara Angélica, con
quien pasaba más tiempo y con la cual, tal un Nicodemo, hablaba
cada noche bajo el cielo tan intenso de África, después de la visita
de “Buenas Noches” al Señor...
El descubrir con más claridad, en este mismo periodo, el
gran vacío interior que provoca una vida “sin Dios” en tantos
jóvenes, se me presentaba también como “llamada”, desde el deseo
de ayudar a que descubran el sentido de su vida, a que sacien su
sed, descubriendo a Jesús como única fuente de vida plena.
Todas estas circunstancias y “coincidencias” se acumulaban
en pocas semanas, e iban calando en mí, empezando por el paso al
noviciado de tres prenovicia y acabando con un “triduo” que
reunió a todas las hermanas de la Región África en Nasso, para
acabar el año. El tema era: “la Vida Consagrada”... y tuve el
permiso de seguirlo yo también.
Tiempo atrás, había dicho al Señor que si Él me quería
llamar, tenía que ser muy claro... pues, puedo decir que fue claro!
Fueron tres días de “fuego”, donde me sentí cada vez más
cautivada por Jesús, y que culminaron para mí en la Adoración
Eucarística del último día, que fue cuando sentí con toda claridad
que Él me llamaba... y me llamaba en esta Congregación! Ante
esta elección-respuesta que tenía que hacer, el Señor me dio la
gracia de una inmensa LIBERTAD. La llamada que me dirigía era
invitación : yo le pedía que me mostrara Su Voluntad... y Él me
pidió que le muestre yo la mía! ...Y a mis resistencias – miedo de
no ser capaz, fiel, “a la altura”... – sentí que Él me decía: “YO seré
tu fuerza”, me invitaba a hacer de mi debilidad el lugar de la
confianza, del abandono a Él...
No podría describir todos los sentimientos que se agolparon
en mí en estos días... pero los que dominaban eran alegría
desbordante y gratitud.
Tres meses después, por un paludismo (malaria) grave, fue
obligada a un “repatriamento sanitario” en Francia... y por una
parte, a pesar del susto, fue providencial porque me permitió estar
presente en el momento de la muerte y entierro de mi prima de 22
años – que fue ejemplo de fe y abandono... – y aproveché también
esta “pausa” para anunciar mi vocación a mi familia (menudo
golpe!). Después de un mes de descanso y recoger algunos kilos,
volví a Bobo para acabar mi “misión”...
... Y a los 3 meses de mi vuelta de África, entraba en España
en el prenoviciado, el 1 de octubre de 2004, haciendo mis Primeros
Votos el 15 de abril de 2008.
Desde entonces, sigue resonando en mí este “Sígueme” de
Jesús, pues parece que a Él no le asustan mis limitaciones, mi
debilidad... y como a Pedro después de su infidelidad y cobardía,
como a los discípulos de Emaus, inconstantes y “tardíos de
corazón”, Jesús vuelve a mí, no se busca otra mejor, me vuelve a
alcanzar allí donde me encuentro, para caminar junto a mí,
elegirme, y llamarme de nuevo a “estar con Él”... sin razón...
porque “le da la gana”... porque me ama!
Así podría resumir las experiencias fuertes de Dios que
determinaron mi vocación: La primera fue experiencia de
Adoración, experiencia de un Amor hecho Corazón humano y
Presencia cercana en la Eucaristía, la segunda fue de
Contemplación, experiencia de un Amor Creador, dador de Vida,
Presencia infinita en todo lo creado, y a la vez personal (Jesús
Buen Pastor, que conoce sus ovejas, y es todo Misericordia,
ternura, Compasión...), y la tercera, experiencia de Vocación, de
un Amor hecho mirada y mano tendida, llamada que me ha
cautivado... y se ha hecho proyecto de vida abundante, con el don
del Carisma de santa Vicenta María.
Y siento que la Virgen María es la que me ha llevado de la
mano desde mi infancia, y esto lo puedo decir sólo
retrospectivamente, mirando momentos en que siento que ella me
ha consolado, protegido... o en que su mirada misericordiosa y su
mano tendida me han “salvado”, como Madre de corazón
compasivo...
Por esta vocación preciosa, por la fuerza, el Amor y la
alegría que él me sigue dando día a día, quiero decir con santa
Vicenta María: “DEMOS GRACIAS A DIOS POR TODO!”
Hna.Olivia Désert
(Bari)
“Flechazo”…con
“Flechazo”…con la ayuda de
hna. Blanca
Un buen día de octubre de 1952,
yo estaba en Ravenna por trabajo y tenia
que viajar a mi casa en la región del
Veneto.
Llegué a Milán por la noche y
cerca de la Estación Central, le pregunté a una señora si podía
decirme algún lugar seguro donde poder pasar la noche. Me
respondió
que allí cerquita había un colegio de Religiosas que hospedaban
chicas. Llegue al Colegio y me encontré por primera vez con Hna.
Blanca Ostale que rápidamente me impresionó por su acogida y su
forma de ser.
Dormí allí aquella noche y al día siguiente no proseguí
viaje como había previsto en un principio, quería absolutamente
hablar con aquella hermana….yo tenia 21 años y nunca había
pensado que podría llegar a ser religiosa…
Me quedé allí 15 días, mientras tanto llego el día de la Vela
de Cristo Rey, y yo me levanté para la adoración, y después de
todos estos días y de todas estas experiencias decidí buscar un
trabajo en Milán.
Me quedé en Milán hasta finales de abril de 1953 que por
fin fui a mi casa para comunicarles a mis padres que había
decidido entrar a formar parte de las Religiosas de María
Inmaculada…
…Me fié de Dios y de las Hermanas….
Hna.Lucia Pezzei
Roma - Palestro
“He llamado a lo débil del
mundo...”
El impulso de m vocación, es el
VERBO ENCARNADO, es Jesús hecho
hombre, débil como yo, y la Palabra que se
hace vida para darme la vida. El Verbo se
hace vida para ser Dios con nosotros. El
encuentro con este Dios me ha cambiado la vida y continua a
cambiármela cada día.
Nazco en una familia atea, siéndolo yo misma hasta los 19
años, hasta aquel 3 de mayo 2001 que cambio totalmente mi vida.
Mi adolescencia estuvo marcada por diversas pasiones: la
danza, el rock, el metal, el look hippy... todos los intereses que llenan los
días de los jóvenes .Me tomaba la vida muy a la ligera, pensaba solo a
divertirme, conocer siempre cosas nuevas y diferentes, a hacer
experiencias de riesgo, de taquicardia. Salía con un chico con los mismos
intereses y en todas estas cosas mis amigos me apoyaban.
No tenia mucha estima de mi misma, de mi cuerpo, ni siquiera
de las personas en un cierto sentido, y vivían una verdadera y propia
dimisión interna y externa, una fragmentación, una verdadera falta de
equilibrio: era una buena estudiante por la mañana, una bailarina por la
tarde y una alocada por la noche.
Durante el ultimo año de liceo científico decidí ir a Milán a estudiar
medicina. Y fue en esta caótica ciudad donde el Señor me esperaba.
Habiendo decidido todo al ultimo momento, encontré un puesto donde
alojarme en la Residencia de las Religiosas de María Inmaculada, en la
calle Feltre 73. Naturalmente no me gustaba mucho esta solución, pero
esperaba que durase poquísimo.
Yo ignoraba todas las actividades propuestas en casa, y era contraria
a aquellas de tipo religioso que las hermanas proponían. Milán en cambio
me proporcionaba una mayor libertad para dedicarme a mis diversiones.
El ambiente universitario, los locales, la invisibilidad, el anonimato que
ofrecía la gran ciudad me encantaban. En la residencia me comportaba
de subversiva, pasaba poco tiempo y del poco que pasaba no era una de
las mas dispuestas a colaborar. Llegado mayo, finalmente era hora de
dejar al Residencia y buscar una casa.
Dal 1 al 3 mayo había en la casa un encuentro de jóvenes
provenientes de toda Europa, por el que yo no tenia ningún interés, hasta
que la hermana me pidió hacer un baile para introducir el encuentro.
Acepte casi para excusarme por los no pocos problemas que había
causado durante el año.
Durante este encuentro recibí varias invitaciones a participar
en grupos de oración o para compartir a otros niveles, sin aceptar en
ninguno de los casos. El 3 de mayo me invitaron a la comida de
despedida, rápidamente acepté, después nos dieron unas tarjetitas con
unos números que indicaban el lugar donde debíamos reunirnos por
grupos, yo tenia el numero 3 y me tocaba reunirme en el Oratorio.
Fui a decirle a la hermana que no iba, nunca había visto el oratorio pero
no me iba de participar a un encuentro de oración. La hermana me lanzó
un desafío: “Tienes miedo?”.”Yo no tengo miedo de nada” respondí. A
través de este desafío, encontré a Jesús...Fui al grupo y entré en este
oratorio por primera vez: La moqueta era verde, los bancos marrones,
una “caja” (el Sagrario), una Virgencita y una mesa con la Biblia abierta.
En el muro, un Cristo negro que me asustó, pero que después se convirtió
en mi mejor amigo.
El tema para compartir que ponía punto final al encuentro era: “¿Qué es
para vosotros la fe?”, madre mía!, pensé..
Los chicos empezaron a compartir cada uno en su lengua que
la fe era un don, el regalo más grande que Jesús les había hecho, etc.... A
mi me sembraban cosas ridículas, palabras sin sentido. Después de una
ronda de escucha, llegó mi turno(me había sentado la ultima) y dije:”yo
soy atea, y la fe no tiene ningún valor” recuerdo todavía la cara de
algunos de los jóvenes. Desde allí empecé a criticar la Iglesia y la
religión católica duramente, empecé a llorar y a despotricar contra todo
lo que era cristiano. La hermana dio por terminado el compartir del grupo
y todos se marcharon.
Yo me quedé en aquel oratorio oscuro, llorando… Observaba las
vidrieras de colores y no sabia como detener las lágrimas. Entonces me
acerqué al “libro abierto” y comencé a leer el primer texto que apareció
ante mis ojos:
“No os preocupéis por vuestra vida qué comeréis, qué vestiréis.
Observad los lirios del campo : No trabajan y no hilan y os digo que ni
Salomón con todo su esplendor vestía como uno de ellos…Vuestro Padre
sabe qué cosa necesitáis…” (Mateo 6, 25-34)…
Apenas leí esto me quedé impresionada, era una visión de la vida
totalmente distinta de la que yo tenia. Me preguntaba si realmente hay
alguien que ama tanto, tanto a las personas, así tal y como son…sean
como sean. Este fue mi primer encuentro con la Palabra.
Pasaban los años y yo buscaba, al principio con temor y con
curiosidad, después como búsqueda en una sola dirección, la de conocer
la Verdad, de conocer poco a poco a Aquel que me amaba así como había
sido y como era en ese momento y como seria en el futuro.
3 años después, hice los Ejercicios Espirituales de San Ignacio para
darme cuenta de las prioridades de mi vida y “poner un poco de orden”…
y me dije: “Jesús ha salvado mi vida, la Encarnación, la Palabra han
puesto dentro de mi un fuego inextinguible de amor a El. Me di cuenta de
que no podía vivir esta relación con mediocridad, que tenia que lanzarme
totalmente y consagrarme por entero a El.
Después de haber conocido el amor de Cristo ya no se puede vivir sin El.
Hna. Federica Falzea,
(Roma-Palestro)
“Doy gracias a Dios que me ha
ayudado en mi fidelidad…”
Llegue a Roma el 17 noviembre de
1949, tenia sólo 13 años. Vine porque el
Párroco de mi pueblo conocía el Instituto,
era el tiempo de la guerra, llegué a Roma con otras 15 chicas de mi
pueblo para buscar un trabajo y poder ayudar así a mi familia.
No conocía a nadie, ni a las hermanas, estuve en el internado 20
días, las hermanas me querían. La Hna. Buen Pastor estaba con
nosotras y M. Pasión era la responsable, enseñándonos muchas
cosas.
Me encontraron un trabajo y estuve once años cuidando un niño,
después de esto estuve cuatro años sin volver a mi casa, tenia
miedo de no poder regresar.
Los domingos continuaba a ir al colegio, las chicas más mayores
me llevaban con ellas al hospital a visitar a las chicas que estaban
enfermas, me gustaba mucho hacer esto.
Yo era la presidenta de un grupo de 21 jóvenes llamado
grupo de María. Yo era la encargada de llamarlas, de estar con
ellas, y de ir al hospital a visitarlas.
Hacíamos tantas obras de teatro, yo ayudaba en todo lo que podía,
amaba el colegio, veía que las hermanas nos querían y que hacían
tanto por nosotras.
Yo sentía la llamada a la vida religiosa pero no podía entrar
porque era la hermana mayor y debía ayudar a mi familia.
Me sentía atraída por el Señor y era feliz con El. Ahora le
agradezco mucho el haberme ayudado siempre en mi fidelidad.
La madre Pasión me hizo una propuesta, ella veía que yo
era una buena persona, alegre con las chicas y que estaba bien con
las hermanas. Ella decía que yo era para la vida religiosa, yo le
decía que no tenia estudios, que había estudiado sólo la primaria,
que yo sólo sabia trabajar y servir…
Yo tenia un confesor carmelita que me ayudó mucho para
poder descubrir que realmente tenia la vocación religiosa. Un día
le dije que quería entrar en la Congregación de las Religiosas de
María Inmaculada, porque era feliz, y me gustaba su vida. Este
fue a hablar con las hermanas, con madre Pasión. Decidí entrar al
noviciado, me sentía feliz. Cuando se lo dije a mis padres lo
comprendieron porque lo que ellos querían es que fuésemos
felices.
Gracias a Dios no he tenido dudas, el Señor me ha
ayudado, no he tenido nunca problemas, el Señor me ha
acompañado siempre.
Soy religiosa de María Inmaculada desde el 28 de marzo de
1962. He estado 18 años en Roma en la Casa de la Curia, también
en Milán, y ahora llevo 17 años en Roma-Palestro.
He tratado de vivir la obediencia y de ser disponible
siempre, intentando hacer siempre aquello que debía, no he tenido
dificultades con mis superiores.
Hna.Elda Buriola
(Roma-Palestro)
“El Señor llenó mi vida
vida de
alegría…”
Me llamo Doriana, soy la segunda de
6 hijos, me crié en una familia muy sencilla,
en una cuna de cristianismo. Después de la
conversión de mi padre, el Señor entró en mi
familia transformándolo todo, nuestra manera
de vivir, nuestras prioridades. Mis padres nos
enseñaron que sólo Jesús nos hace felices. He sido catequista,
estaba en un grupo de jóvenes, participaba en la misa dominical,
pero todavía no había encontrado personalmente al Señor, lo
conocía por la experiencia de otros. Los diferentes encuentros con
lo jóvenes, en la parroquia, me enriquecían pero nada me llenaba
totalmente...a lo mejor porque el Señor me estaba preparando algo
especial...
Todo empezó en el verano del año 1996 en un encuentro con las
hermanas Franciscanas de San Antonio de mi pueblo, me
encontraba sola en el oratorio de Mesoraca, un pueblo cerca del
mío, he sentido que alguien me estaba llamando, me di la vuelta
pero no había nadie. Desde aquel día he sentido en mi corazón una
Presencia especial, un deseo y una invitación pero también una
resistencia: no quería ser religiosa. Después de un año y medio, en
octubre del año 1997, he conocido a las Religiosas de María
Inmaculada, mi mejor amiga me llevó a casa de estas hermanas
diciéndome: “estas son monjas especiales, un poco extrañas,
siempre alegres”. Desde que entré en aquella casa me he sentido
acogida, escuchada como si fuera una persona especial, nunca más
he salido de esta casa. En mí, seguía sintiendo la Presencia del
Señor y su invitación a seguirle pero ahora me sentía también muy
libre. Gracias a la religiosas de María Inmaculada, he aprendido y
experimentado que Jesús me ama así como soy, que soy preciosa a
sus ojos.
El Señor entró en mi corazón y en mi vida, tocó mis
heridas, yo no me aceptaba, no veía lo positivo y bueno que había
en mí, pero el Señor llenó mi vida de alegría, de tantas personas
que me aceptaban por lo que era, que me querían, podía expresar
lo que sentía, mis sueños y he experimentado que soy hija amada
del Padre, que mi nombre está escrito en las palmas de su mano.
Me he sentido una persona digna, una persona que vale. Tomó mi
vida en sus manos y la transformó. Sentí que la salvación del
Señor había entrado en mi vida. Mi compañero de camino ha sido
mi hermano Antonio, con él he compartido muchos momentos, su
presencia, su ejemplo me ha ayudado a fiarme del Señor. Ha sido
mi ángel de la guarda. He conocido también a una mujer especial,
santa Vicenta María y un Carisma que he sentido desde siempre
como mío, como un “traje hecho a mi medida”. He elegido este
Carisma y lo he vivido por cinco años como laica comprometida
en la casa de Crotone pero sentía que el Señor me estaba pidiendo
algo diferente. Tenía miedo y no quería renunciar a mis proyectos.
Pero, después de un largo recorrido hecho de pequeños pasos, con
el ejemplo y la ayuda de tantas personas, por fin me he rendido al
Señor y a su Amor. Experimenté como desde siempre había sido
del Señor y ahora con mi sí libre y profundo pertenezco
verdaderamente a mi Señor y ahora soy feliz. Su sueño y mi sueño
ahora son un único sueño: soy Religiosa de María Inmaculada al
servicio de todas las personas que el Señor pondrá en mi camino.
Hna.Doriana Macri
(Roma - Palestro)
“Empecé observando…”
Me llamo Dolores Salinas. Soy
española. Mis padres son Ana María y
Juan Salinas. Cuando murió mi padre,
dejando a mi madre con 7 hijos, me fui
a vivir a Madrid, con una prima, hasta
los 15 años, edad a la que me fui a
París. En París, estuve trabajando
desde los 15 años, en una casa, como empleada de hogar. Allí
conocí a las Religiosas de María Inmaculada, pues allí iba los
domingos a pasar el día. Conocí a las Hermanas, iba a Misa sin
entender nada ¡porque nunca había ido! Empecé observando el
movimiento y la vida de las Hermanas... y una me observaba a mí,
me hacía preguntas, y me propuso darme catequesis. Dije que sí y
así me preparó a la primera Comunión. Yo hasta entonces no había
sentido nada, pero al día siguiente de hacer la primera Comunión,
cuando fui a trabajar, nada mas entrar en la casa, empecé a llorar.
Había en casa otras dos señoras empleadas. Una me preguntó
porqué lloraba. Al decir que no lo sabía, la otra dijo “yo lo sé:
lloras porqué te quieres hacer monja”. Desde entonces, empecé a
tratar con el Señor y muy pronto descubrí mi vocación y me decidí
a pedir la entrada en la Congregación. Pero la espera fue larga: 5
años. Espera difícil, dura, llena de obstáculos, contradicciones, y
poco entendida por las Hermanas y mi familia.
En esta espera yo pensaba en Santa Vicenta María cuando
escribió las razones a favor y en contra para discernir su vocación.
Finalmente decidí pedir de nuevo la entrada y fui aceptada
enseguida. Era en el 1959, 10 de Febrero. Tenía 21 años.
Hna. Dolores Salinas
Milán
“En búsqueda
continua…”
Recordando, uno de los
momentos y la hora donde
experimenté palpablemente la
presencia del Señor Jesús en mi
vida, podría decir la revolución que
comenzó en mi interior (en lo
exterior menos) que me hizo
reflexionar y pararme más en mi vida. Y cómo y donde comenzó
mi camino de búsqueda de lo que realmente quería.
Fue…. de la manera más sencilla, así como EL es de
sencillo, terminando una fiesta en compañía de mi familia y
amigos, habíamos bailado, comido y nos habíamos divertido
mucho, se terminó a la 1 de la mañana y cuando comenzamos a
ordenar el salón, me dije:
“¡Ya se terminó con lo bien que estábamos! porque se tiene
que terminar lo bueno; todo se termina: fiestas, estudios, trabajo,
las personas que quieres…”
Y aquí comenzó mi búsqueda de algo y Alguien que no se
acaba. Fue un largo camino hacia EL, y cuando lo encontré me
dije: “ Por fin he encontrado a alguien que siempre está… Alguien
que da sentido a mi vida. La búsqueda duró 6 años. Tanto para una
persona que busca y no encuentra lo que le hace feliz en la vida.
Este nuevo ambiente que estaba descubriendo y conociendo
me sorprendía, me gustaba y me sentía bien. Fui conociéndolo
poco a poco, primero asistí a la clase de guitarra a la academia
dominical que tenían la RMI en mi parroquia, después me
invitaron a todas las fiestas que hacían entre ellas las de Santa
Vicenta María, La Virgen de Guadalupe, la Inmaculada. Después a
las convivencias, retiros y más tarde me integré al grupo juvenil
vocacional, y así fui profundizando esta vida nueva para mi. Al
estar conviviendo con las RMI me llamaba la atención la vida de
sencillez y alegría y el trabajo intenso de ayudar a las jóvenes a
liberarse de lo que no les permite continuar una vida de
superación.
Hna. Lupe Carlos
( Roma Palestro)
"Desde siempre y para siempre ,
Tù me has llamado Señor…"
Con estas palabras defino mi encuentro con el Señor Jesús,
a Él mi acción de gracias y mi alabanza por el
don de la llamada, por el ser de RMI.
Al recordar mis sentimientos de
pertenencia al Señor me voy a los años 1980 1985. Fue en estos años donde se hizo realidad
el deseo de seguir a Jesús y ser pertenencia
suya. Fue en estos años en contacto con las
Religiosas de María Inmaculada en
Valladolid, donde fui descubriendo que el
Señor me llamaba a la vida religiosa y me
quería para siempre suya. Dentro de mi se fue creando un vacío, el
vacío que con el paso del tiempo, de la experiencia dio la
posibilidad a Jesús a entrar a formar parte de mi vida, de mis
sentimientos, de mis deseos, de mis certezas...
Veía como las hermanas se movían, se relacionaban entre
sí, y me preguntaba ¿también yo puedo vivir así? A través de
convivencias, encuentros, oraciones, grupo juvenil, compartir con
mis compañeras...., fui tomando contacto con la Palabra de Dios,
la cual entró a formar parte de mi. Me encontré con Jesús
Eucaristía en el Sagrario, y allí en el oratorio de la residencia,
pasaba momentos de relación, de intimidad con el Señor. Poco a
poco descubrí en Jesús Alguien importante en mi vida. Sentía que
era Él el que iba llenando mi vacío, y así llegó el momento en el
que en silencio, y en el profundo de mi corazón dije: soy para ti
Jesús.
Deje la residencia y en el año de trabajo, con una señora anciana,
viví la experiencia de la cercanía y la unión con Jesús. Iba
creciendo en mí la conciencia de buscar y cumplir la voluntad de
Dios. Mi oración era, y sigue siendo: “Señor, enséñame a descubrir
tu voluntad en mí, ayúdame a descubrir tu voluntad para mí”. Para
todo esto, me ayudó el leer la vida de Vicenta María, de la cual
quedaban marcados en mí sus escritos donde expresa su deseo de
cumplir la voluntad de Dios; el poder compartirla y confrontarla
con algunas hermanas, y con mis amigas.
Mi contacto con las hermanas y con la casa continuó
durante todo el año, hasta que pedí la entrada a la Congregación.
También fui descubriendo la figura de María, la madre de
Jesús y madre nuestra. De ella me acompaña su presencia
constante y silenciosa junto a su Hijo; desde que lo dio a luz, hasta
la cruz, pasando por Canà, el templo...
A Ella y a Vicenta María confío la vocación de cada
Religiosa de María Inmaculada.
¡Gracias por esta oportunidad!
Hna. Lourdes Bombín.
Roma-Palestro
“La vocación
es un don de Dios”
La vocación es un don de Dios y de
mis padres que me educaron en la fe y en
el amor. Éramos diez hermanos, cinco
chicas y cinco chicos, mi hermano mayor,
Religioso Salesiano, yo la segunda,
Religiosa de María Inmaculada.
Nunca había pensado de hacerme Religiosa. Un domingo
una amiga mía me llevó a la casa Vía Palestro-Roma. Ver allí el
patio lleno de chicas que cantaban y bailaban, no sé...ni siquiera sé
decir lo que sentí dentro de mi, pero dije... “Quiero ser Religiosa
de esta Congregación, porque la alegría de las jóvenes me hizo
comprender que seria también la alegría de mi corazón al servicio
de Dios. Desde el momento que le he dicho sí al Señor no he
tenido mas dudas.
La gracia de Dios y la confianza en El me han siempre
ayudado, al igual que mis superioras y la vida comunitaria en
todos estos años.
No sé expresar la alegría que se siente en le fondo del corazón,
siento al Señor, cercano en mi trabajo, en el sacrificio durante las
dificultades… Cierto, “toma tu cruz y sígueme”…La Virgen y Sta.
Vicenta María me han hecho de madres en todo.
No dejaré de dar gracias al Señor por el don de la vocación y por la
inmensidad de beneficios que me ha concedido hasta el día de hoy.
Hna. Maria de Pompei
(Roma - Palestro)
“Por el camino de la vida …
lo encontré”
Me llamo Matilde, tengo 42 años y soy
peruana. Contar mi historia vocacional
significa siempre recordar mi llegada Italia,
país muy querido por mi familia materna y
donde el Señor me condujo para hacerme
consciente de que mi vida era un don y de
que el me amaba de modo especial. El
hecho de estar lejos de mi familia, de mis amigos y de mi tierra,
me ayudaron a ser más consciente de quien soy y de lo que
significo para Dios.
A 23 años me sentía demasiado joven para afrontar una
realidad tan diferente de la mía, pero conmigo traía un gran bagaje
de valores, que gracias a Dios constituían la mejor herencia
recibida de mi familia.
En aquellos años en Perú había una gran crisis económica y
política, fue por esto que decidí viajar a Roma, ciudad que siempre
había soñado conocer, para intentar construirme un futuro mejor.
Llegada aquí, mi prima que vivía en Italia desde hacia
tiempo, me llevó a visitar a unas Religiosas conocidas suyas, las
cuales con su acogida me hicieron sentir que nosotros extranjeros
no estábamos solos y que había alguien que se ocupa de nosotros.
Así comenzó “mi camino de amistad” con las Religiosas de María
Inmaculada que con su vida transparentaban el rostro de otra
mujer : Santa Vicenta María que consagró su vida a Cristo y las
jóvenes, cosa que me interrogo mucho y me impulsaba a querer
descubrir como sería esta elección de vida tan gozosa y radical.
A raíz de esto, recuerdo la respuesta de una hermana:
“Déjate encontrar por El”, yo no entendí mucho, pero surgió en mí
el deseo de “Buscarle” en todas las actividades que las hermanas
ofrecían a los jóvenes. Fue así que en los momentos de oración,
cursos de formación, excursiones e incluso fiestas, iba naciendo
dentro de mi algo nuevo.
Incluso en mi relación con los nuevos amigos y las familias donde
trabajaba, sobre todo con los niños fui descubriendo la presencia
de un Dios Amor, Misericordioso, Amigo y Compañero de camino
siempre fiel.
Mi posterior experiencia de preparación al Sacramento de
la Confirmación, me llevó a tomar en serio mi identidad de
cristiana.
Cada nuevo descubrimiento exigía de mi una mayor constancia y
compromiso. Cada vez que podía participaba a los encuentros
juveniles y a las actividades de voluntariado, hasta que en uno de
estos encuentros cuyo tema era “Ven y verás”, sentí que el Señor
me hablaba como a Felipe: “Matilde, tanto tiempo conmigo y
¿todavía no me conoces?”.Esta experiencia me tocó
profundamente y comprendí que el Señor esperaba una respuesta
mía.
Me puse en camino con confianza y hoy puedo decir que el
Señor se sirve de las situaciones, de las personas y de nuestra
fragilidad para realizar el proyecto de amor que tiene para cada
uno de nosotros.
En la vida hay siempre dificultades, pero vividas con El,
todo toma un nuevo sentido y viene la alegría. Yo soy feliz de
haberlo encontrado y de haber dicho “sí” a su invitación a seguirle
en la Congregación de las Religiosas de María Inmaculada.
Hna. Matilde Tàvara
(Genzano di Roma)
Un Caballo y Una Santa
un caballo
¿Puedo decir que mi vocación
empezó como la de san Pablo? Cayéndome
del caballo. No es que yo me haya caído del
caballo porque se me apareció Jesucristo,
sino que gracias a dicha caída, me he
encontrado con Jesús.
Cuando era joven una de mis grandes
pasiones eran los caballos, y fue por eso que
me inscribí a una escuela de equitación, pero después de haberme
inscrito, descubrí que era alérgica al pelo de estos.
Este descubrimiento, que en aquel momento me pareció la
desgracia más grande de mi vida, me llevó por otro camino, el de
mi pasión por los niños.
Una Santa
A los 9 años me “enamoré” de Sta. Teresa del Niño Jesús o
al menos de la estatua que había en la Iglesia de mi pueblo.
Cuando me bautizaron a los 10 años, me regalaron un libro de su
vida. Por fin sabía quien era aquella “bella señora”, y como seguía
siendo su “fan” mi familia me llevó a Lisieux, pueblo natal de
dicha “señora”.
Durante aquel viaje descubrí la vida del Carmelo y también
la de aquellas mujeres que consagran su vida a Dios...Y si debo ser
sincera me asusté tanto de aquel modo de vida que le dije a mi
padre: “Papá, si algún día se me pasa por la cabeza de hacerme
religiosa, impídemelo, aunque tengas que encerrarme en una
habitación”
Respuesta: “si tienes la vocación, yo no podré hacer nada...” La
vocación....¿qué querría decir esta palabra?
Una residencia
A los 15 años me fui a Reims, para matricularme en la
Escuela de enfermeras y luego especializarme en puericultura, y
era justo allí donde el Señor me estaba esperando ….Llegue a la
Residencia con mis maletas y mis proyectos, con un futuro bien
planificado.
En aquel momento ya no pensaba ni en Sta. Teresita, ni en los
caballos, miraba hacia el futuro con un solo deseo...ser feliz.
El hecho de ser una residencia de Religiosas me preocupaba un
poco, yo me las imaginaba personas tristes, cerradas, que no
hablaban casi nunca...en fin que me las imaginaba como las
Carmelitas. Pero mi sorpresa fue grande cuando poco a poco fui
descubriendo que eran personas normales... y lo mejor: que incluso
“se reían”, es decir que no solo eran normales, sino que además
eran felices.
Poco a poco como gota que cae y empapa la tierra, el Señor estaba
preparando mi corazón para el encuentro con El.
Aquel “susto” inicial que me había llevado a Lisieux, hacía que mi
sorpresa al conocer las Religiosas de María Inmaculada fuese aun
mayor... Es cierto, el Señor sabe donde quiere llegar y como
hacerlo.
Mi relación con las hermanas fue pasando del miedo y rechazo, a
la sorpresa, la curiosidad y finalmente al afecto.
Y con este afecto, con el estar bien con ellas, el Señor me
preparaba para la pregunta que iba a desencadenar todo: ¿y yo
qué?...y yo ¿soy feliz? Y yo ¿me siento realizada? Y yo ¿estoy
segura del camino que he comenzado?...cierto, era feliz, estaba
segura del camino iniciado y como estaba tan segura, rechacé el
seguir cuestionándome.
Pero Dios no estaba dispuesto a dejarme en paz, más rechazaba el
hacerme preguntas serias sobre mi vida y más vacía me sentía, más
sentía que mis estudios no me hacían feliz y que todo perdía un
poco el sentido.
Entré en una verdadera crisis y sólo me venia de preguntarle al
Señor qué quería de mi. Era extraño porque rechazaba lo que me
atraía y me atraía lo que rechazaba. Después de un poco de tiempo
viviendo esta situación insoportable, que preocupaba mi familia
porque veían que algo me pasaba, y obviamente yo no había dicho
nada a nadie... Finalmente decidí aceptar de interrogarme. No
pensaba todavía a las respuestas pero al menos aceptaba las
preguntas, y esta fue LA solución... Con el abandono de la lucha
recuperé la paz. Cuando deje de rechazar la posible vocación toda
mi tempestad interna se paró...algo así como cuando Jesús calma la
tormenta desde la barca. ¿Cómo no querer esta paz? ¿Cómo no
reconocer que había encontrado lo que buscaba sin saberlo?
Con esta paz estaba descubriendo una cosa nueva: Dios y
yo queríamos la misma cosa: mi felicidad.... ¿Dios quería mi
felicidad?...
Me parecía descubrirlo todo al mismo tiempo: la presencia de Dios
en mi vida, que El tenia un proyecto también para mí y era un
proyecto de amor.
Mi vida estaba dando un giro de 360 grados, y si para mí
esto fue un descubrimiento y una sorpresa, imaginaros para mi
familia cuando anuncié que quería hacerme religiosa...
La paz experimentada después de la lucha fue lo que realmente me
abrió a un camino de discernimiento para tratar de comprender lo
que el Señor quería de mi y dejar así en sus manos mi futuro. Era
una aventura nueva para mi que me hacia sentirme en paz y
asustada al mismo tiempo...quería responderle al Señor, pero era
todo tan nuevo para mi...
Ahora después de 15 anos en la Congregación, cuando
miro atrás me viene tan solo de sonreír, sonreír con satisfacción
por todo lo que Dios ha ido haciendo en mi. Cuando pedí la
entrada en la Congregación muchos decían que yo era demasiado
joven y es verdad, tenia solo 16 anos, pero cuando veo mi vida,
estoy segura que haría lo mismo aunque tuviese que comenzar de
nuevo.
Volvería a empezar aunque esto suponga renunciar a
caballos, niños y a una familia “mía”, no porque no me guste todo
esto, sino porque he encontrado la “perla” de la que habla Jesús en
el Evangelio, la perla preciosa que te lleva a vender todo lo que
tienes, para poder poseerla y sin la cual ya no podría vivir.
Hna. Céline Béliard
(Milán)
¡Sígueme!
“Sí Señor, pero ¿dónde y cómo?”
Soy hermana María del Sagrado
Corazón, soy italiana, del Abruzzo, soy
la tercera de 5 hijos, he tenido tres
hermanas y un hermano. Mi madre se
llamaba María Giovanna y mi padre
Alessandro. Ahora tengo 74 años,
cuando entré tenía 19 años, vivía en un
pueblecito de 14 familias, vivíamos
como una familia grande, yo no había
nunca imaginado la vocación religiosa,
ni había visto nunca una monja pero
parece que este año el Señor vino a mi
pueblo para las vacaciones, yo no lo
conocía. Sentí esta frase que solo se
puede entender con el corazón: ¡Sígueme! Y yo le dije: “Sí, Señor,
pero ¿dónde y cómo?”
Mi prima estaba en Roma trabajando, conocía a las
Religiosas de María Inmaculada, iba siempre al colegio para
aprender corte y participaba en las actividades de la casa. Un día
escribió para contarnos su experiencia y esto hizo nacer en mí el
deseo de conocer estas hermanas. Escribí a las hermanas diciendo
que yo quería ser monja. Después de un tiempo me contestaron
invitándome a su casa para conocernos y ver juntas si éste era el
camino que Dios quería para mí.
El Señor me dijo que los primeros pasos los iba a dar en
Roma vía Palestro 23. Me acompañó mi madre, para nosotras que
veníamos de un pueblo, todo esto nos parecía ver el cielo. Al llegar
en la portería estaba hermana Rita, me presenté, dije que yo era
Zelinda Diletti, que quería ser monja y que venía con mi madre.
Como era el mes de mayo, en la portería estaba una estatua de la
Virgen con luces y flores, mientras la hermana Rita fue a llamar a
la superiora, nosotras nos arrodillamos delante de la Virgen y
rezamos. Después llegó la superiora que nos llevó a la capilla, nos
abrió la urna de la santa Madre Vicenta María. Mi madre estuvo
dos días, después ella se fue y yo me quedé. Se ocupó de mi,
hermana Blanca que era la encargada del internado.
Era el 16 de Mayo de 1955, no conocía la experiencia de
una vocación religiosa pero tenía mucha disponibilidad para hacer
lo que se me pedía. Estaba en el colegio con las otras chicas. En
realidad me gustaba mucho sobre todo la acogida, las veía felices,
sonrientes y esto me atraía.
Me metí completamente en las manos de Dios, entré en
noviciado en Genzano de Roma el 21 de noviembre de 1955, en el
mismo año.. empecé a aceptar todo lo que el Señor me pedía,
teniendo en mí la fuerza para ser religiosa, todo mi amor e interés
era seguir al Señor. Hice mis primeros votos el 8 de septiembre del
1961. Salí del noviciado y fui a Alemania para la fundación de una
casa, estuve allí dos años y en 1963 fui a Paris, donde estuve 3
años y allí hice mis votos perpetuos. Después en Reims 11 años y
de Reims a Genzano. Desde Alemania empecé mi apostolado en la
cocina donde estuve 22 años entre Alemania, Paris, Reims y
Genzano. Después me enfermé y tuve que dejar mi trabajo de la
cocina. Al final llegué a esta casa de Roma en vía Palestro y desde
el año 1983 aquí estoy. ¿Qué hago? Estoy en lavadero, el ropero
de comunidad y la cocina cuando me toca, y todo lo que quieren
que haga, estoy disponible para lo que me manden.
Gracias a Dios he sido siempre muy feliz y lo soy todavía y
pido al Señor que me ayude a vivir hasta el final y todavía estoy
dispuesta a dar todo lo que pueda.
Suor. Cuore Diletti
(Roma - Palestro)
“¡Una elección óptima!”
Un día, cuando era juniora y
estudiaba en Roma, volviendo a casa, en el
autobús, me encontré con una señora,
como de unos 35 años, que me miraba y
me miraba. Cuando llegó para ella el
momento de bajar, antes de hacerlo me miró por última vez y me
dijo en voz alta: “¡has hecho una elección óptima!”. Fue algo
sencillo, pero que nunca olvidaré.
Los años han pasado pero siento en mí la confirmación de
lo que me dijo aquella mujer. La “óptima opción” verdadera no es
tanto el “qué” sino el “quién”, es decir, el haber optado por
Jesucristo y su seguimiento.
Desde el inicio, cuando vivía en la residencia con las
hermanas en Filipinas mientras estaba en la universidad, la persona
de Jesús ha sido una fuerza atrayente, no podía explicarlo pero me
interrogaba sobre ese Jesús que las Hermanas seguían en su
entrega diaria. Esto me fue confirmando día tras día que solamente
diciéndole “sí” a El podría calmarse dentro de mí esa inquietud,
que nada ni nadie podía apagar.
Durante aquellos años, pude conocerlo más y crecer. La misión
recibida a través de la Congregación me ayudaba a profundizar en
esa relación de confianza. De Roma, terminados los estudios, me
fui a mi primer destino, Cuba, dónde el Maestro me enseñó que el
verdadero desprendimiento de corazón me llevaba a descubrirme a
mí misma como discípula.
Una vez más me deje llevar de la confianza en el Señor cuando fui
enviada a Londres, a la residencia de jóvenes de distintas
religiones y culturas. Yo deseaba presentarles a Jesús, que muchas
desconocen. Y ahora, de nuevo, me encuentro en Roma, lugar de
mis primeros años de vida religiosa, lugar de la anécdota del
autobús… Y tú, ¿te has atrevido a hacer la “mejor elección” de tu
vida?
Hna. Ruby Sampang
Roma-Palestro
“Mi vocación ,
podría decir que nació conmigo…”
Mi vocación podría decir que nació
conmigo, dado que, desde la cuna me acompaña
la palabra Jesús de la voz de mi madre que desde
el comienzo me enseñó las oraciones de la
mañana y de la noche de las que todavía me
acuerdo y que rezo.
Cuando todavía era muy pequeña, me
llevaba a la Iglesia de mi barrio para recibir la bendición
eucarística y rezar delante de Jesús. Este momento me gustaba
mucho y si por alguna motivación no podía ir, cuando escuchaba
el toque de la “campana”,me arrodillaba ahí donde estaba y rezaba
como si estuviera presente delante de Jesús – Hostia (así lo
llamaba yo).
Los años pasaron sin que yo dejara ningún día de participar a la
misa dominical y me preparé para la primera comunión. Llegó
aquel día tan esperado y me acuerdo que una compañera del
colegio me dejó su traje blanco para la cerebración. Mi familia era
muy pobre y no tenía la posibilidad de comprar para mi un traje
nuevo.
Estaba tan contenta aquel Dai! Tengo un recuerdo muy vivo de
aquel momento del encuentro con Jesús que ya conocía y que
sentía en mí. A la salida de la Iglesia, me acuerdo que caminaba
mirando a la gente en la cara y me preguntaba: “se darán cuenta de
cuanto estoy feliz hoy?”. Esta felicidad me llevaba me llevó a
prepararme al sacramento de la Confirmación y para darle una
sorpresa a mis padres participaba a la catequesis después del
colegio.
Después de dos años reciba el sacramento de la Confirmación.
Aquel día tan feliz llevaba dentro de mi corazón a la Santísima
Trinidad.
Tenía una gran inquietud. Como he dicho antes, mi familia
era muy pobre y sólo con el sueldo de mi padre era muy difícil
seguir adelante. Yo siempre he tenido la idea de buscarme un
trabajo para ayudar a mi familia, sabía que en Roma estaba una
chica de mi pueblo con la que hablé y que me iba a llevar al
colegio de las Religiosas de María Inmaculada que me podían
ayudar a buscar un trabajo. Después de vivir un tiempo con ellas
en la residencia, me ofrecieron un buen trabajo cerca de la casa de
vía Palestro. Esto me dio la posibilidad de seguir participando a las
actividades del colegio donde había encontrado un buen ambiente
y una buena acogida de parte de las hermanas. Recuerdo que
organizaron una peregrinación a Lourdes donde participé con
mucho interés; fue un encuentro donde sentí mucha emociona y
sobretodo rico de oración, meditaciones y visitas a la gruta de la
Virgen que parecía que me invitara a rezar más por mi futuro. La
oración, la lejanía de mi familia, una fe más fuerte, la lectura del
Evangelio, fueron la guía que me empujaron para tomar una
decisión que ya sentía desde hace tiempo en mí: responder a la
llamada del Jesús como Religiosa de María Inmaculada, seguirle
para ayudar a las jóvenes y vivir en comunidad.
GRACIAS, JESÚS.!!
hna Giovanna M. Tedde (Londres- Struan)
“Si Cristo ha hecho todo esto
por mi”…
Mi vocación empezó cuando yo
tenía 17 años. Anteriormente no había sido
nada piadosa aunque es verdad que las
pocas veces que iba a la iglesia me sentía
muy atraída por la imagen de la Virgen.
Pero siempre dejaba de ir por pereza o por
preferir ir con mis amigos.
A los 17 años sufrí la enfermedad de las fiebres maltas…
Creo que de esto se sirvió el Señor para hacerme sentir poco a
poco la vocación. Durante la enfermedad pedí un rosario para
poder rezar y recibía las visitas de un sacerdote que, aunque nunca
me hablo’ de vocación, si me oriento’ al colegio de las Religiosas
de María Inmaculada. Y allí fui cuando me recupere de la
enfermedad acompañada por este mismo sacerdote, Don José
María Javierre.
A partir de este momento empecé a cambiar. Me iba
volviendo mas piadosa, empezaba a sentirme a mi’ misma
interiormente y sentía la atracción de la figura de la Santísima
Virgen. Deseaba enseñar a las chicas las cosas de la casa para que
aprendieran a manejarse y supieran trabajar, para ayudarlas a
descubrir que la Virgen y Santa Vicenta María estaban con ellas
ayudándolas.
Algún tiempo mas tarde empecé a sentirme atraída por la
vocación de Religiosa de María Inmaculada. Pensaba muchas
veces cómo Cristo había muerto en la Cruz para salvarnos del
pecado… por Amor. Y sentía dentro de mi’: Cuánto debo yo a
Jesús que por su muerte en la Cruz no sólo una vez nos ha
perdonado sino todas las veces en las que le ofendemos. Creo que
me enamore’ de la Cruz… pensaba mucho en ella y me decía a mi’
misma: Si Cristo ha hecho todo esto por mi’, no me voy a entregar
yo a El por amor? Y ya pensaba sólo en consagrarme a El para
siempre.
Nunca me he arrepentido. He sentido siempre la protección
de la Virgen y pido siempre por mi perseverancia… porque deseo
ser feliz siguiendo a Cristo hasta la muerte.
Hna Lorenza Moliner
(Londres-Struan House)
“Gracias
“Gracias a la vida
que me ha dado tanto bueno”
Desde mi hoy, al mirar hacia atrás y
ver toda la trayectoria de mi vocación
religiosa, no tengo otra opción que decir
GRACIAS y parafraseando la canción de
Mercedes Sosa, añado GRACIAS A LA
VIDA QUE ME HA DADO TANTO BUENO”.
La vida a la fe nace en el seno de mi familia. En el entorno
que me tocó vivir, fui creciendo en esa misma fe cristiana,
acompañada siempre de personas que Dios iba poniendo en mi
camino: profesores, sacerdotes, religiosas… que me enseñaron y
guiaron por sendas de amor y deseos de Dios.
Nací en Oviedo en el Norte de España y me siento
asturiana por los cuatro costados.
Por vivir muy cerca del convento que las Religiosas de
María Inmaculada tienen en Oviedo ya de niña, frecuentaba el
mismo asistiendo y perteneciendo al grupo de teatro y canto. Poco
a poco fui, no sólo conociendo a las hermanas, sino también,
comprendiendo la obra que realizaban a favor de las jóvenes más
necesitadas. Puedo decir que así fue pasando mi niñez y
adolescencia. Aún recuerdo como una religiosa Hna. Ma. Cruz
llamazares, me invitó a comenzar mi andadura en el camino de la
oración, sugiriéndome empezar con el cuarto de hora diario de
oración según Sta. Teresa. Tenía yo entonces doce años. Desde
entonces, la oración fue el centro y eje de mi vida, así como la
lectura de las vidas de cuatro personas que me marcaron por su
fidelidad y entrega a Dios. Estos fueron: Sta. Teresa de Jesús, Sta.
Teresa de Lisieux, Beato Fray Rafael Ma. Arnáiz y, por supuesto,
Sta. Vicenta María López y Vicuña, mi fundadora. Sus respectivas
vidas y caminos de oración, fueron dejando en mí, un gran deseo
de parecerme algo a ellos.
Por aquél tiempo, mi vida giraba en torno a tres frentes:
estudio, trabajo, formación. Entre los 16 y 19 años, comencé a
sentir una fuerte inclinación hacia las jóvenes dedicadas al servicio
doméstico, valorando su trabajo y su entrega en las casas donde
desempeñaban su oficio y, al mismo tiempo, la necesidad que
tenían de orientación y ayuda. La labor que realizaban con ellas las
hermanas de mi convento, era extraordinaria, como lo era su vida
de entrega al Señor. Puedo decir, la gran ayuda que ejerció mi
director espiritual de entonces P. Antonio Valderrama- claretianoquien me ayudó a tomar la decisión de querer seguir la vida
evangélica según el carisma marcado por Vicenta María.
Por mi carácter algo extrovertido, siempre me vi rodeada
de amig@s que no siempre respondieron a las exigencias del
momento que yo vivía. Dios guiaba mis pasos y yo, no veía la hora
de ir con mis monjas y ayudar a las chicas.
A los 21 años, entré en el Noviciado. Mis destinos fueron:
Paris, Roma, Bilbao, Gijón, Palencia, Londres-Struan, Genzano y
de nuevo en Londres-Southwell.
Durante este tiempo, Dios tomó las riendas de mi vida y
era El quien me guiaba y me mostraba de nuevo el camino cuando
yo acampaba por mi cuenta.
Mi relación con El fue cambiando al sucederse los años.
Al inicio fue algo así como un enamoramiento donde todo te
parece sencillo y le sientes con fuerza. La ilusión e impulso juvenil
te ayuda también. Con el pasar de los años y las experiencias
vividas, uno se hace más reflexivo y hay mayor necesidad de
intimidad con El. Poco a poco, Jesús se va adueñando de tu vida y
te das cuenta que El es el único protagonista de todo lo que eres y
haces. Claro está que todo esto no es tan puro pues una se sigue
encontrando con todo su pecado y el orgullo y el amor propio a
veces se dejan sentir. Con todo, puedo decir que mi única ilusión y
la razón de mi vida es poner cuanto soy y tengo en sus manos y
dejarle que El haga en mi vida. “My life is in your hands” como
bien dice la canción que hago mía.
Después de 44 años de vida religiosa con sus luces y
sombras, hoy como ayer puedo afirmar que me siento feliz como
Religiosa de María Inmaculada. Que mi vida está plena. Que Jesús
es el centro de mi vida y El sale siempre a mi encuentro como
Padre, Esposo, Hermano y Amigo. Que vivo intentando dar lo
mejor de mi en la misión que se me asigna de acogida, ayuda y
entrega a nuestras jóvenes en el Centro Social.
La vida diaria, es algo compleja y no siempre se vive con la
misma intensidad. Los años van puliendo y veo también mi pobre
respuesta en muchas ocasiones. Ilusión y deseos no me faltan y
palpo la ayuda y cercanía de Dios supliendo mi debilidad.
Doy gracias a Dios por llamarme a formar parte de la gran
familia de Vicenta María.
Gracias por tantas hermanas que me dieron testimonio de
santidad callada y sencilla.
Gracias a tantas personas como he ido conociendo en estos
años debido a mis trabajos anteriores en escuelas y residencias.
Gracias a tantos jóvenes de quien siempre recibí mucho
más de lo que yo podía dar. Ellos me brindaron su amistad sincera
y generosa.
Me siento feliz y dichosa. Solo quisiera deciros a vosotros
jóvenes:
Dios sigue llamando! Escucha y Arriésgate.
Sabéis que os quiero.
Hna. Carmen López
(Londres-Southwell)
“Estoy aquí no para hacer
grandes cosas …
sino para ser Su testigo con
mi vida”
Mi vocación es para mi’ un don y un
regalo muy grande del Señor. Hasta el
momento me siento muy feliz y sirvo a
nuestro Señor, a la Congregación y a las
jóvenes con alegría.
En mi vida me he sentido llamada, amada y escogida.
Siento que estoy aquí no para hacer grandes cosas o recibir
alabanzas sino para ser Su testigo con mi vida. Disfruto cada
momento recibiendo y aceptando a todas las personas….y trato de
aprender, observar y hacerlo todo lo mejor que puedo.
Quiero ser tal y como soy, amando y perdonando.
He cumplido más de cincuenta años en la vida religiosa y
he celebrado ya mis bodas de oro. Sigo pidiendo al Señor que me
de’ la santa perseverancia en mi vocación hasta el final de la vida.
No quiero dejar de alabar a Dios y darle gracias por el don de mi
vida y vocación. AMEN.
Hna. Eulalia Coutinho
(Londres-Struan)
“Sé que nada puedo hacer sin
El…”
El…”
Soy Hermana María Luisa Owen. Nací
en 1931 en el seno de una familia anglicana. Fui
a una escuela católica y esta experiencia de mis
años escolares con religiosas me ayudo’ mucho
en mi proceso de conversión al catolicismo. Ya
desde entonces la idea de seguir a Cristo me
entusiasmaba pero no sentía atracción por la misión de la
enseñanza.
En 1951 vine a Londres a trabajar y conocí a las Religiosas
de María Inmaculada de Southwell Gardens. Estaba muy feliz en
la residencia donde encontré muchas amigas. Me entusiasmo’ el
amor de la Congregación por la Eucaristía y la caridad que veía en
las hermanas entre si’… sin criticas de ningún tipo.
Decidí entrar a formar parte de la Congregación cuando
cumplí 21 años, es decir la mayoría de edad en aquel tiempo.
Entre’ en el mes de enero de 1953. A mis padres les costo’ mucho
mi decisión porque la Congregación no era origen británico pero
después, al ver lo feliz que yo era, ellos mismos fueron felices.
Dios me llamó y me sigue llamando y sosteniendo siempre
en su servicio. Comprendo que sin la constante ayuda de Jesús y el
alimento diario de la Eucaristía no hubiera podido seguirle hasta
ahora así como no hubiera podido vivir ofreciendo el amor que
recibo de Dios a mis hermanas y a todas las personas que se
acercan buscando un sentido en la vida.
Sé que nada puedo hacer sin El que me llama y me
sostiene. Confío en que me seguirá ayudando hasta el final.
Hna. María Luisa Owen
(Londres-Struan)
“Carta
“Carta para ti amiga”
amiga”
Hola amiga:
Quien seas y como te llames. Sí, amiga
aunque no te conozco. Te quiero y quisiera
que al finalizar esta carta, te haya servido para
acercarnos y querernos más.
Estoy segura que has visto muy pocas “monjas” en tu
vida… Yo soy una monja que salí de España en 1964 aunque años
antes ya me había consagrado a Dios para siempre.
Te contaré que soy de Madrid, España. Crecí en una
familia pobre y sencilla, pero cristiana. Fui al colegio con monjas
y, naturalmente, todo ello me ayudó a estar donde estoy.
Todos somos caprichos de Dios y El como padre tuyo y mío y de
todos, tiene sus caprichos y gustos.
¿Cómo contarte mi historia? Pues bien, intentaré hacerlo lo
mejor posible: Un día te dices, ¿qué hago en este mundo? ¿ a
dónde voy? ¿quién soy? ¿qué sentido tiene mi vida?. Como tú,
amiga mía, que hoy sientes el vacío, el no satisfacerte nada…
acallas tu conciencia con música, quizá un cigarrillo, Internet o
bien vas a donde te lleve tu pandilla de amigos, total “barco sin
rumbo fijo”.
Pero también hay algo dentro de ti que te inquieta y te
interroga, quizá te preguntes ¿puedo hacer algo por los demás?
¿Tengo necesidad de estar sola, de saciar esta sed interior de algo
que aún no se que es? ¿Quién es Dios en mi vida? ¿Siento la
necesidad de comunicarme con El? Y vas recordando tu infancia,
tu familia, tu pueblo, tu colegio, tu parroquia y recuerdas años
atrás vividos cerca de Dios o al menos El significaba algo en tu
vida.
Todo esto, también yo lo sentí en cierta manera. ¿Cómo lo
superé?. Te cuento:
Pedí a Dios ayuda y también a su Madre Santísima.
Coloqué mi vida en sus brazos y me encontré con esta frase que,
desde luego, me ayudó mucho “Al corazón pobre y sencillo, Dios
se manifiesta”.
Así, sencillamente, decidí dejar todo, familia, amigos, trabajo y dar
a Dios mi vida pues El, me había dado tanto y tanto. Así que
emprendí la marcha al noviciado dejando atrás tantas personas
queridas, dejando mi libertad y lo poco que poseía. Y así fue
pasando el tiempo y cada día me sentía más feliz de seguir a mi
Jesús y hacer algo por los demás.
Leyendo el Evangelio me sentía más identificada con El,
cada día me iba enamorando más. Sí, amiga mía, me sigo sintiendo
muy feliz por ser mujer y seguir enamorada de El.
Vivo con una nueva familia de hermanas que, con su
ejemplo, me han enriquecido. El hecho de provenir de distintos
países y culturas, hace que podamos darnos a todos,
comprendiendo el valor de la interculturalidad que, redunda en
beneficio de tantas jóvenes como tú.
Como te decía en el comienzo, dejé España pues me
destinaron a la India donde permanecí 18 años. Total 21 años de
mi juventud que viví en un continuo canto de acción de gracias.
Desde 1986 me encuentro en Londres tratando de ayudar
cuanto puedo a las jóvenes que acuden a nuestra Residencia.. ¿Qué
me ha motivado todo este tiempo? Sólo Dios, sólo el Amor.
Soy feliz, me siento libre para amar y pido, que sepa dar a
las almas, a ti en concreto, amiga mía, el deseo de amar siempre.
Vivo en la presencia de Dios y le doy gracias todos los días por mi
Familia, mi Comunidad, mi Congregación, la Iglesia y, por
supuesto por tantos misioneros esparcidos por el mundo, por su
acción apostólica y por “mis chicas”.
Quizá te preguntes, ¿qué puedo hacer en concreto yo? No
te preocupes en la viña del Señor hay distintos viñadores. Si no
tienes vocación para la vida religiosa, si la puedes tener para una
vida laical; es decir, casada o soltera te puedes entregar a un
trabajo siguiendo la espiritualidad de Vicenta Mª Puedes
pertenecer al MOLAVIM- Movimiento Laico Vicenta María- y ser
útil a los demás ayudando a nuestras jóvenes. Si necesitas
información, vete a una de nuestras casas.
Amiga mía, ¿verdad que ya nos conocemos un poco más?
Dios me llamó un día y fue la primera vez que vi a mi padre
llorar… para mi madre era un regalo que Dios le hacía al elegir a
uno de sus cuatro hijos.
Que no sabes hacer muchas cosas No te preocupes. Dios
elige a los sencillos, a los que no saben hacer muchas cosas,
precisamente para confundir a los orgullosos, a los soberbios.
Te puedo asegurar que Dios va haciendo su obra “poco a
poco” y es El quien actúa en nuestra vida. Tengo la suerte de vivir
en la casa de Dios. Le pido que siga llamándome día a día hasta
que le vea “cara a cara”.
Reza por mí, amiga mía, como yo lo hago por ti, aún sin conocerte.
Te quiero.
Hna. Valentina Hernández
(Londres- Southwell)
Génesis de una vocación
El Señor cuando llama lo hace, o por
lo menos lo hizo conmigo, de una forma algo
difícil de reconocer, o mejor dicho recordar.
Lo cierto es que de una manera sencilla y a la
vez muy firme, el Señor se fijó en mí y me
llamó a seguirle.
Desde el primer momento, fui consciente de esta llamada aunque a
decir verdad, al inicio la rechazaba. Me parecía imposible que el
Señor se dignara elegirme. Me veía a mi misma demasiado pobre
para merecer tal gracia. Para acallarla, tuve una inspiración: Pedir
y suplicar al Señor que de entre mis hermanos surgiera una
vocación religiosa misionera. Petición escuchada por el Señor y así
uno de mis hermanos sintió esa llamada y fue fiel en seguirla,
viviendo y muriendo feliz en su querida congregación como
Claretiano.
La petición fue escuchada pero también se confirmó mi
llamada y así fui aceptando en mi interior la posibilidad de entrega
a Jesús. Pero mi familia comenzó a oponerse a mi petición de
abrazar la vida religiosa. Mi padre, especialmente mostró
descontento ya que yo era la mayor de los hermanos y me quería
tener cerca y su deseo era que yo formara una familia pues decía
que bastaba con un hijo entregado al Señor. Para mí fue un
momento doloroso en el que se afianzó mi fe y confianza en el
Señor. Me costaba valorar entre el amor a la familia y lo que
suponía romper con todo y seguir la voz de Dios que cada vez la
sentía más clara y cercana. Puedo decir que mi Dios se encargó de
allanar el camino y con la ayuda de mi madre que siempre estuvo
de mi lado. Recuerdo que el día justo de mi cumpleaños mi padre
me dejó una nota escrita que decía: “Hija, yo nunca sería capaz de
darte mi consentimiento para que vayas al convento pero, haz lo
que tengas que hacer”.
Obtenido su consentimiento- a su manera- ya veía el
camino mucho más sencillo. Sin embargo, mi tia Eulalia- hija de la
caridad- deseaba que siguiera sus pasos. Algo imprevisto sucedió
que confirmó mi deseo de seguir los pasos de Sta. Vicenta María.
Ocurrió de esta manera:
Un domingo al salir del colegio, encontré a una joven que
lloraba amargamente. Me llamo la atención pero no me atrevía a
preguntarle nada pues creía no era yo la persona más indicada para
hacerlo. De pronto, algo sentí en mi interior que me impulsó a
seguir sus pasos y preguntarle el motivo de su tristeza. Al
principio, le costó abrirse pero poco a poco y dada mi insistencia
en querer ayudarla, me contó todo su problema. Estaba trabajando
como empleada de hogar y se encontraba casi como secuestrada
pues no la dejaban salir. Había pedido permiso aquella tarde para
dar una vuelta y la Señora le había contestado que si salía por la
puerta, no regresara ya.
Se encontraba sola sin saber a dónde acudir. Naturalmente, la
encaminé al colegio donde encontró acogida y ayuda. Este hecho,
contribuyó a confirmar mi vocación como Religiosa de María
Inmaculada marcando la orientación de toda mi vida, dedicada por
entero a la labor social de ayuda a las jóvenes. Así elegí un lema
que fuera como el resumen y compendio de toda mi actividad:
“Amar y servir a Dios sirviendo a las jóvenes más necesitadas”.
A lo largo de todos estos años, muchos, no he dudado un
solo momento de que Dios estaba conmigo y sigue estando día a
día.
Doy gracias a Dios por tanto don que me ha regalado:
En mis padres y hermanos
En mis hermanas de Congregación
En las jóvenes que confió a mi cuidado
Hoy a mis 82 años, sigo trabajando cuanto puedo con ilusión y
entrega y al igual que mi Fundadora Sta. Vicenta María López y
Vicuña sigo diciendo: “DEMOS GRACIAS A DIOS POR TODO”
Hna. Blanca Esteban
(Londres-Southwell)
“si volviese a nacer,
haría lo mismo “
Soy H. Isabel Pascal, española. Nací en
la Provincia de Navarra, el día 21 de marzo de
1926, así que he cumplido 83 años. Cuando yo
tenía 11 años, mi madre estaba enferma. Mi
hermana Josefina tenía 15. El médico llamó a
mi hermana y le dijo: rezad mucho por vuestra
madre que todo lo más vivirá dos meses. Tiene cáncer en la
sangre. Yo no lo sé si sería o fue equivocación del médico. Me
llamó mi hermana y me dijo: la Misa es en la ermita, vete,
encarga la misa, dile al cura lo que pasa y reza mucho por madre.
Yo me ofrecí a la Virgen de los Milagros que si se curaba, sería
misionera en la India. A partir de ese momento, nunca me volví
atrás. Al día siguiente dijo el médico: tu madre está fuera de
peligro, Dios os ha escuchado.
Cuando cumplí 14 años terminé la escuela del pueblo, mi
madre me llevó al colegio. Aprendí a bordar y a coser bien, ese
era mi ideal. Mi madre era buena modista. Cuando iba a entrar en
la Congregación mi padre se murió de repente con angina de
pecho. Tuve que esperar 4 años. Mi madre me daba siempre
largas para ver si cambiaba.
Por fin, el 30 de marzo de 1950, empezaba el
prenoviciado. Tenía otra hermana Mª Eulalia Pascal, misionera
en el Brasil. Murió el 23 de mayo, fiesta de la Ascensión del
1990.
Yo siempre fui feliz, lo mismo en el colegio que en la vida
religiosa.
En el correr de mi vida, en momentos difíciles, siempre,
siempre la Virgen ha salido a mi encuentro.
Doy mil gracias porque Él me llamó y si volviese a nacer,
haría lo mismo que hice. Gracias por todo.
Hna. María Isabel Pascal
(Reims)
“la Verdad es que Dios
quería y María también”…
me
me
Soy H. María Luisa Núñez, española:
Os cuento mi vocación: yo desde niña
presentía algo en mí. Pues cuando venían las
Religiosas a pedir a mi pueblo, me atraían y
les acompañaba.
Mi llamada definitiva fue en el internado de las Religiosas
de María Inmaculada de Burgos donde sentí que Jesús me quería
para Él. Pero no lo comprendía. Me sentía indigna de ello. Me
parecía que no podría, ni me atrevía a decir nada… Pero una
Religiosa me dijo con mucho cariño: ¿No quisieras ser hermana
nuestra? Ese fue el empujón que me ayudó a decidir. Ya todo se
me hacía más fácil.
A pesar de todas las dificultades tuve que sobrellevar la
realidad es que Dios me quería y María también. Todo se
desenvolvió hasta el día de hoy, donde ya llevo 58 años de vida
religiosa.
Hna. María Luisa Núñez
(Reims)
“No hay un día que pase sin que
el Señor me llame”
llame”
Me llamo Véronique, soy francesa.
Conocí a las Religiosas de María Inmaculada
en Reims cuando tenía 23 años. Era en el año
1993. Trabajaba como enfermera en un servicio
de reanimación pediátrica y por querer
aprender a tocar el órgano, participe en una
semana de formación para organistas litúrgicos
organizada durante el verano por una Asociación de organistas en
nuestra Residencia llamada “Home Saint Louis”.
Más que por medio de este instrumento de música, diría
que el Señor se sirvió de la fotografía y del video que es mi
pasión para llamarme a entrar más en contacto con las Religiosas
de María Inmaculada y sobretodo con Él.
Así fue como Él me llamó… Una tarde, hacia las 15h30 llegue al
Home Saint Louis para llevar a las Hermanas el video y las
fotografías como recuerdo agradecido de nuestra estancia en su
Residencia. La que estaba en la portería me invitó a acercarme a
la capilla donde se encontraba toda la comunidad rezando con el
Santísimo expuesto en el altar. No queriendo interrumpirlas
acercándome a una de ellas, me senté en el último banco de la
capilla mientras terminaban su oración. Esperaba no tener que
estar ahí mucho tiempo porque tenía que ir de compras y ver a
unas amigas. La primera media hora me pareció interminable.
¡Qué aburrimiento! Pero entre esperar el tiempo necesario y
volver otro día, opté por esperar porque me daba pereza pensar
tener que volver otra vez por lo mismo. Y durante la segunda
media hora, empecé a mirar a las hermanas que estaban rezando
y me dejé tocar e interpelar por su estar orante.
Cuando salí de la capilla, las saludé a todas y ofrecí el video y las
fotos a la Superiora que me preguntaba cuánto debía por ello. Le
dije que era un pequeño regalo para ellas. Como ella insistía le
dije que si quería podía hacerme un favor: enseñarme a orar.
Recibí una buena educación cristiana de mis padres que no me
hablaban de Dios con palabras pero sí y de continuo con su vida.
Desde pequeña había participado en los grupos de niños y
jóvenes hasta llegar a ser un miembro activo de la parroquia,
comprometida con la coral y el orquestra de la misma, con un
grupo de jóvenes, con el consejo parroquial y de distrito. Pero
descubrí en esta capilla la necesidad de aprender a orar para dar
un sentido más hondo a mi entrega. Mucha gente se da en lo
social y está bien pero era muy importante para mí que mi
compromiso se haga con un sentido cristiano. Necesitaba
aprender a orar para unir mi fe a mi vida y mi vida a mi fe.
Cuando una está convencida es cuando busca los medios. Estaba
tan feliz de haber descubierto esa sed en mí! Así empecé a
dejarme acompañar. Después de un tiempo, la superiora me
propuso hacer la experiencia de los ejercicios espirituales de San
Ignacio para ayudarme a tomar una decisión acerca del sentido
que quería dar a mi vida, buscando lo que Dios quería para mí.
En estos ejercicios me tocó mucho la palabra “Ven y verás”, una
llamada a estar con Él, a vivir como Él y también a ver por mi
misma. Para mis buenos padres mi determinación en darme un
tiempo para ver si ese camino podía ser el mío ha sido difícil de
aceptar. Pero los impedimentos que me presentaron en aquella
época fueron y son para mí ayudas en los momentos que he
podido tener de duda o de dificultad porque el querer de Dios ha
sido más fuerte que el querer de las personas que más quería y
quiero y que son ellos, mis padres. Hoy día están contentos de
verme realizada en mi camino y me dicen que esperan que yo sea
siempre fiel a mi “sí” al Señor que me sigue llamando. No hay un
día que pase sin que el Señor me llame. Nuestra misión con las
jóvenes, la fui descubriendo después. Lo que me ayudó y me
ayuda hoy día a dar pasos en mi respuesta es la comunidad donde
el Señor me llama y me convoca para compartir nuestra fe y vivir
nuestra misión con las jóvenes. A Él y a ella les doy las gracias.
Hna. Véronique Thiriot
(Reims)
“Un
“Un pequeño chantaje a la Virgen”
Desde pequeñita, me sentía atraída por
algo, que yo ni siquiera entendía. Solía decir,
que quería ser misionera, por tanto, no era ni
con mucho, niña modelo. Después casi me
olvidé, incluso llegué a coquetear con los
chicos. Me gustaba incluso tener novio.
En 1943, plena posguerra de España,
mi madre oyó decir que en San Sebastián,
había unas monjas, que se ocupaban de
enseñar a las jóvenes cosas buenas.
Ella deseosa de mi bien, allí me llevó. Tenía entonces 14 años. Al
llegar y ver a las hermanas, algo me renovó dentro de mí, pero yo
no veía claro. Era pleno mes de mayo. Al final de mes, las
internas ofrecían a la Virgen la flor. Yo a penas tenía el dinero
para comprarla. En mi ingenuidad hice a la Virgen un pequeño
chantaje:
Le dije: “ya ves que no tengo nada más que una peseta, yo
compro la flor con el único dinero que tengo, pero tú me aclaras
en mi vocación de Religiosa de María Inmaculada”
Había un sacerdote que quería que fuese Religiosa
Visitandina. Inesperadamente alguien me habló de vocación.
Impedimentos, tuve muy pocos. Y el día 11 de noviembre de 1945
entre en el noviciado de Ríos Rosas (Madrid).
Hoy después de 64 años de Vida Consagrada y 79 de
edad, sigo mi vida de Religiosa con entusiasmo, mucho deseo de
hacer el bien y de sublimar de más en más la vida de cada día.
Gracias Señor, por tantas gracias, porque me proteges y
porque me quieres tal como soy.
H. Maria-Luisa Esculta
(Reims)
Religiosas de María Inmaculada (Provincia Europea)
15, Southwell Gardens. Tel. 2073732738 Londres
“Struan House” 44, Augustus Road Tel. 2087889477 Londres
58, Rue St. Didier .tel. 0147279695 Paris
74, Rue Talleyrand. Tel. 0326475164 Reims
Vía Feltre 73,Tel. 022152696. Milán
Vía Palestro 23.Tel. 064441322. Roma
Corso A. de Gasperi, 511. Tel.0805032049 Bari
Pastoral Juvenil Vocacional

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